1.5. Tutela del crédito y partición fraudulenta

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VENTURINI, B.- Tutela del crédito y partición fraudulenta desde el Derecho Chivil.
Rev. AEU, 80, (N° 2 Extr.): 261 - 266, 1994
1.5. Tutela del crédito y partición fraudulenta
Por el Dra. Beatriz Venturini
Decía Montesquieu: Hay verdades
de las cuales no basta estar persuadido,
sino que es preciso sentirlas.
Tales son las verdades relacionadas con
la moral.
Introducción.
Ya con anterioridad tuve oportunidad de
señalar la trascendencia del fraude en los ne­
gocios jurídicos.
En efecto, un primer abordaje sobre el tema
fue efectuado conjuntamente con la Dra. Szafir
en un trabajo justamente titulado La juris­
prudencia, ¿aplica el principio ''el fraude todo
lo corrompe"?, en que se analizaba primordial­
mente la nueva figura del disregard o teoría de
la penetración de la personalidad jurídica.
Ahora me propongo analizar la vinculación
entre el negocio fraudulento, la tutela de los
damnificados por el fraude y la partición.
Planteamiento de la cuestión.
Actualmente la problemática se muestra
encorsetada, el efecto declarativo de la partición,
de indudable admisibilidad legal, parece poner
a dicho negocio jurídico más allá del alcance de
los acreedores.
Los argumentos son de peso y pasan por la
transitoriedad de la indivisión, que culmina
necesariamente en la partición y ello sin per­
juicio del derecho de los acreedores sociales o
particulares de los copartientes de oponerse a
la misma en los términos del art. 1149 del Có­
digo Civil.
No cabe duda que el camino hacia otra fi­
gura diversa del fraude, la simulación, se ha
abierto camino con carácter general y es pací­
ficamente admitido que si la partición es no
querida y por ende irreal, no existe y puede
solicitarse la declaración de nulidad respectiva.
En efecto, siendo como sostiene la doctrina más
recibida la causa de la partición neutra, no
puede decirse que cuando ella es simulada le
falta la causa, pues la causa proviene de la ley,
pero en cambio la nulidad absoluta para el caso
de simulación absoluta, estará dada por la
indudable ausencia de consentimiento. Si se
trata de un supuesto de simulación relativa en
la naturaleza del contrato, será nulo el negocio
simulado, habrá que analizar cuál es la natu­
raleza jurídica del negocio disimulado, y de
reunirse todos los elementos esenciales, el mis­
mo resultará plenamente válido y eficaz.
En cambio, en lo referente a los negocios
fraudulentos, que son reales y queridos (Conf.
Mosset Iturraspe, Negocios simulados fraudu­
lentos y fiduciários, T. L, pág. 154), pero que
persiguen la violación de la ley o el perjuicio de
los acreedores u otros terceros, la doctrina se
limita a enunciarlos sin existir acuerdo en cuál
ha de ser su régimen jurídico.
Desde hace muchos años conocemos la firme
posición del Esc. Roque Molla: "la partición no
es uno de los negocios jurídicos atacables
mediante la acción pauliana edictada en el art.
1296 del Código Civil" Y su postura fue plan­
teada a la luz de prestigiosas opiniones (Vaz
Ferreira, Gamarra, Mosset Iturraspe) que por
el contrario y por diferentes fundamentos, es­
timan su aplicabilidad.
Pero como ha sostenido el Prof. Arezo: "No
se trata de argumentar, con miopía piedeletrista,
que la acción más parecida, la pauliana está
reservada a los supuestos de enajenación o
gravámenes y no siendo la partición ni lo uno ni
lo otro —como efectivamente no lo es—, está
por ello fuera del alcance de los derechos y co­
rrelativas acciones de quienes pueden verse
fraudulentamente perjudicados por la partición:
pueden ser el otro copartícipe o sus herederos y,
muy especialmente, los terceros acreedores, ya
que los primeros tienen acciones concretas que
dejan poco margen a imaginar situaciones no
alcanzadas por ella (v.g. lesión, dolo, violencia).
Es por ello que estimamos, sin hesitación, que
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la partición hecha en fraude y perjuicio de los
acreedores, aún sin texto expreso al respecto,
puede ser atacada a efectos de obtener la
declaración de inoponibilidad por éstos''... "Sin
perjuicio de la acción de oposición de los acree­
dores referida en el parágrafo anterior, los
acreedores —en el caso de acreditar fraude o
maniobras dolosas en el mecanismo particionario que hagan improbable o frustren sus cré­
ditos—, deben o pueden accionar por inoponi­
bilidad originada en el dicho fraude, acción de
naturaleza personal, con prescripción veinteñal
(art. 1216 del Código Civil), dirigida a hacer
valer sus derechos" ... "...la apreciación del
fraude en la partición debe merecer, por parte
del Oficio, un criterio severo, sin perjuicio, tam­
bién de que, como ocurre en todos los supuestos
de prueba del fraude, se haga lugar a todos los
medios de prueba y también a las presunciones
judiciales. Pero, en nuestra opinión, no al­
canzamos a comprender qué razón puede opo­
nerse a que se desenmascare al fraude y a las
maniobras dolosas tendientes aperjudicar alos
terceros acreedores. Establecer con carácter
absoluto, que la partición no es impugnable por
fraude o por maniobras dolosas, sería establecer
un funesto precedente, jamás visto con relación
a ningún otro negocio jurídico o contrato del
derecho nacional, que constituiría un sendero
seguro para ser transitado por partes y por pro­
fesionales inescrupulosos" (Véase Enrique Arezo
Píriz, enRevista. A.E. U., T. 73,1-6,1987, págs.
162 y 163).
Postura semejante efectúa Erna Carozzi ("In­
división Postcomunitaria, Embargo, Partición",
Anales del Foro, 1992-93, T. II, págs. 9 y ss.)
comentando la Sentencia N° 130 de fecha 28 de
julio de 1992, de Civil 5° Turno, Dr. Juan. P.
Tobía. Afirma: "A diferente conclusión lle­
garíamos si partimos de la hipótesis de una
actuación fraudulenta del deudor embargado,
pues, en tal caso, aplicando los principios
generales, concretamente, el principio de que
el fraude todo lo corrompe, deberíamos admitir
que este acto fraudulento sea declarado inoponible respecto del tercero de buena fe. Cabe
destacar, sin embargo, que el fraude no se pre­
sume, que debe por lo tanto ser probado en au­
tos y debe ser declarado enjuicio"... "Tratándose
de una partición real y no simulada, la misma
será válida y eficaz entre las partes, pero podrá
ser declarada inoponible respecto del acreedor
a quien se pretende perjudicar, quien obtendrá,
en lo que a él se refiere, la supresión del acto
fraudulento, de modo tal que su prenda general
REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (N° 2 Extr.), 1994
se conserve como si no se hubiera realizado el
fraude''
Esta autora descarta a la luz del principio
procesal de congruencia, la posibilidad de que
el Juez pueda declarar la inoponibilidad, aunque
el fraude se hubiera puesto de manifiesto duran­
te el juicio, si no existe un accionamiento espe­
cífico por parte del perjudicado en ese sentido,
y descarta, también, la aplicación delibra novit
curia.
Estimamos que el Magistrado siempre tiene
la posibilidad de interpretar la demanda y si lo
que se pide en definitiva es la declaración de
inoponibilidad por fraude en la realización de la
partición, aunque se le denomine "acción pauliana'' es posible acceder a la pretensión si se acre­
ditan en forma los extremos invocados.
Nociones generales sobre fraude.
En Uruguay el Esc. Juan Blengio formula
un brillante análisis que fue la base de nuestro
estudio sobre disregard y otras figuras
(A.D.C.U., T. XIX, pág. 146) y lo es, asimismo,
del presente estudio. Se trata de un problema o
cuestión de límites a la autonomía de la volun­
tad, lo que significa que a la hora de autorregular intereses, no se pueden perseguir resulta­
dos vedados por el ordenamiento jurídico.
Naturalmente los sujetos han tratado de
sustraerse a las prohibiciones legales y a su res­
puesta sancionatoria, de ahí el conocido afo­
rismo: "hecha la ley hecha la trampa''
Por esa misma razón la cuestión del fraude
va a asumir formas distintas y también son dis­
tintas las formas en que se ha tratado de comba­
tirlo, pero básicamente pueden señalarse las
siguientes:
a) a través de las disposiciones específicas o
generales destinadas a reprimirlo;
b) por aplicación de principios generales,
como el propio de la represión del fraude (/raus
omnia corrumpit);
c) por la labor de la jurisprudencia;
d) por la vía de las construcciones doctri­
narias.
El problema se agudiza en países de derecho
escrito, como el nuestro, donde existe la nece­
sidad de certeza, fidelidad a la ley y respeto a las i
formas creadas por los particulares, de ahí que
DOCTRINA
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puedan crearse negocios que formalmente se
ajusten al orden jurídico aunque sustancialmente lo contradigan.
legislador a la hora de hacer la ley la sola idea
de pensar en comportamientos tendientes a
actuar en fraude a dicha norma.
Más específicamente, el fraude a la ley es
relativo a: por una parte el alcance de la norma
pretendidamente eludida, o bien la tensión
entre las formas legales y la sustancia económica
del negocio.
En definitiva, el fraude a la regla jurídica
comprende tanto el fraude a la regla general, la
ley, como el fraude a la regla individual nacida
de los negocios jurídicos, y a este, en general se
le denomina fraude pauliano. No puede negarse,
incluso a la luz del derecho positivo, que el
contrato es una norma o regla de derecho crea­
da por las partes, que requieren para ello de
poder normativo negociai (Conf. Cafaro y Carnelli, Eficacia contractual, págs. 21 y ss.).
El autor distingue claramente el fraude del
fenómeno de la simulación, indicando que tal
vez la única semejanza se encuentra a la hora
de la apreciación de la prueba.
En Argentina el Prof. Jorge Mosset Iturraspe
se refierió recientemente al fraude a la ley
(Véase Revista de Derecho Privado y Comu­
nitario N° 4, "Fraudes'', págs. 7 y ss.) indicando
que "El fraude a la ley se multiplica y en con­
secuencia no hay seguridad jurídica en un
pueblo que arrastra consigo un deterioro de la
moral social, y si a ese deterioro de la moral se
suma un fuerte apego al positivismo, traducido
en el retorno a la fuente única (la ley), y en una
interpretación restrictiva de las prohibiciones
que dej e de lado la extensión por vi a de analogía,
tenemos el " caldo de cultivo' del fraude''
Estima que la lucha contra el fraude no es
completa sino parcial cuando se limita a un solo
frente, ello ocurre cuando pretende restringirse
al fraude contra acreedores. El derecho solidarista multiplica las restricciones a la auto­
nomía privada en consideración al bien común.
Sería absurdo pensar, salvo que se defienda
una posición liberal-individualista ortodoxa,
que la antijuridicidad se da exclusivamente
cuando se contradice abiertamente la letra de
la ley, un mandato o una prohibición expresa,
así como resulta absurdo limitar la antijuri­
dicidad a la ilegalidad, a las transgresiones a la
ley en sentido formal, olvidando o relegando a
las restantes fuentes del Derecho.
En cuanto a la prohibición, resulta indiferen­
te que el resultado proscripto se persiga de una
manera directa o indirecta, a veces incluso la
prohibición no atañe al resultado sino a los me­
dios por los cuales se puede llegar al mismo.
Las legislaciones a veces no lo mencionan
directamente, de ahí que autores como Goldschmidt afirmen que ello fue más bien por ele­
gancia. En efecto, resulta lógico que repugne al
Predomina para Mosset Iturraspe, así como
para Blengio, una concepción objetiva que como
regla conduce a desechar la exigencia de la
intención de defraudar. En cambio cuando se
trata de fraude a los acreedores acontece lo
opuesto, pues se requiere el ánimo de defraudar
y también la complicidad del tercero (el concilio
fraudulento o concilium fraudis), aunque a ve­
ces uno y otro se presuman y por excepción se
prescinde de la intención en los actos a título
gratuito.
Actualmente, hay quienes afirman que la
polémica entre subjetivistas y objetivistas en la
que se han gastado ríos de tinta, se plantea sin
auténtica necesidad, siendo un tanto arti-ficial.
Parece un tanto difícil que pueda existir una
combinación de actos destinados a de-fraudar
una ley sin que ello se deba a la in-tencionalidad
de sus autores, y por ello sería acertado un
"enfoque poliforme" del fraude que considere
tanto los aspectos subjetivos como los objetivos
(Véase Gustavo Ordoqui, enRevista de Derecho
de Familia, T. 8, pág. 59), a pesar de lo cual no
sería necesario demostrar la intencionalidad,
pues en estos casos los hechos hablan por sí
solos siendo decisivo el resultado obtenido, lo
que no quiere decir que no exista el elemento
subjetivo. Asimismo, es indudable que la de­
mostración del "acuerdo fraudatorio" importa
una "prueba diabólica", por sus dificultades
harto conocidas; de ahí la afirmación en el sen­
tido de que la concepción subjetiva del fraude
facilita la comisión del mismo y por tanto, cons­
pira contra el objetivo buscado.
Cuando se trata de fraude a los acreedores,
también se pretende burlar la ley, aunque ello
se logre de un modo indirecto o mediato.
La sanción que merece el fraude es la inefi-
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cacia del negocio viciado, pero en el denominado
fraude pauliano, que nuestro Derecho define
como el conocimiento de la insolvencia del
deudor, estamos frente a un caso de inoponibilidad, ella se da sólo en interés de los acree­
dores que lo hayan solicitado y hasta el impor­
te de sus créditos.
El negocio en fraude a la ley se realiza apo­
yándose o sirviéndose de una norma, deno­
minada "ley de cobertura'', por medio de la cual
se viola otra norma llamada "ley defraudada'1,
por lo que se comete al abrigo de una redacción
absoluta de los textos permisivos. Pero dicha
ley defraudada no existe de manera expresa; no
se viola ni en la letra ni en el espíritu norma
alguna y esa es la razón de la dificultad de la
cuestión.
Hay fraude a la ley cuando se hace aquello
que ella no quiso que se hiciera, pero que no
prohibió que se ejecutara.
Para este autor se impone en algunos casos
la interpretación extensiva o más bien inter­
pretación inteligente, atendiendo justamente a
que lo prohibido es el resultado sin que interesen
los medios específicos que describe el legislador
para alcanzarlo, hay que evitar ese resultado
prohibido aunque se actúe por otros medios no
expresamente prohibidos que conducen igual­
mente al fin proscripto.
El ordenamiento jurídico es integrado con la
preceptiva que emana de sus diversas fuentes,
y ese ordenamiento debe ser interpretado como
un todo conexo y armónico, en el cual aparecen
prohibidos no sólo los comportamientos o nego­
cios explicitados en la letra o el espíritu de la
norma, sino los que contradicen las finalidades
tenidas en mira ello se logra la lucha contra el
fraude se vuelve eficaz. Por ello en la óptica del
formalismo no hay lugar para el fraude a la ley,
y son también enemigos declarados de la figura
del fraude quienes pretenden separar de un
modo tajante el Derecho de la moral, de la jus­
ticia, de la equidad. Esta lucha contra el fraude
tiende a la moralización de los negocios jurídi­
cos al perseguir a aquéllos que se apartan de las
buenas costumbres, en protección semejante a
la realizada a través de la teoría de la causa ilí­
cita.
En nuestro Derecho, la nulidad del negocio
en fraude a la ley, más que en la fuente de
nulidad virtual edictada por el art. 8° del Código
REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (N° 2 Extr.), 1994
Civil, podría encontrarse en las disposiciones
sobre causa ilícita, arts. 1288 y 1560 del Código
Civil, esto es muy importante pues las nulidades
absolutas son de interpretación estricta y no
existe nulidad sin texto que la establezca. Por
tal motivo el efecto del fraude supone el
restablecimiento de la normalidad, que una vez
declarado debe llevar a que se considere inoponible el acto fraudulento, haciendo prevalecer
la vigencia de la norma que se trató de evadir,
por eso más que la nulidad del acto fraudulento,
importa que efectivamente se aplique la nor­
ma que se trató de eludir, por eso con el combate
al fraude es que se tiende al eficaz respeto por
el orden jurídico que se pretendió burlar.
Se puede distinguir entre negocios en fraude
a la ley y negocios en ejercicio abusivo de un
derecho, pues para algunos el problema del
fraude a la ley no es más que un aspecto del
problema más general del abuso de derecho, y
una de las diferencias está en el elemento
subjetivo que se da en el fraude y no en el abuso.
En todo caso los jueces indagarán el elemento
intencional y aún llegarán a deducirlo de los
hechos que se autorizan a presumirlo. Ello pue­
de apreciarse en casi todos los fallos judiciales
analizados (Civil 6°, Dr. Bermúdez, Sent. 371,
de 24 de agosto de 1987 y 359 de 24 de octubre
de 1986, L.J.U., c. 11.057, Civil 24, Dra. Selfa
Klett, Resolución 1872, de 26 de setiembre de
1994, entre otros).
Pero la diferencia fundamental está en que
en el abuso la norma es aplicada y hecha servir
de medio a un fin que no es el suyo, en un
ejercicio irregular o antifuncional; en los ne­
gocios en fraude a la ley, en cambio, la misma
es evitada o eludida en su aplicación haciéndo­
lo con otra en su lugar, la ilicitud en el abuso
proviene de "poner" en ejercicio derechos con­
trariando los fines que la ley tuvo en mira al
reconocerlos, y la ilicitud en el fraude a la ley
deviene de comparar dos resultados prácticos,
el que la ley veda por contrario a la moral social
o el orden público y el que las partes tratan de
conseguir.
Volviendo al tema de la partición, a la cual
deben aplicársele estas ideas, debe distinguirse
cuidadosamente, y de acuerdo a las particu­
laridades de cada caso, si en lugar de fraude no
hay un supuesto de abuso de derecho en lo
relativo al poder normativo que tienen los
coindivisarios de realizar la partición. .
¡|
DOCTRINA
Adicionalmente deberá analizarse cuál ha
sido la forma en que se realiza y en especial
cuando existe soulte total, la cual debe estar
debidamente justificada. Así el Prof. Arezo
sostuvo (Rev. A.E.U.,T.77, 1-6,1991, pág. 136):
"Cuando del análisis del instrumento resulte
dudosa la calificación del negocio otorgado, la
existencia de una "soulte" total no puede con­
ducir sin más a concluir en la nulidad del
instrumento. Si se lo estimare como una com­
praventa, la legitimidad del compareciente en
calidad de partícipe, en realidad de comprador,
si existiere tradición, no excluye su idoneidad
para luego enajenar todo o parte de su seudo
hijuela, en realidad adquisición" Y en el caso
de cambio de calificación del negocio, obvia­
mente no es aplicable la retroactividad del
efecto de la partición, porque el negocio ya no es
declarativo, sino traslativo.
En cambio el Esc. Roque Molla (Revista
A.E. U., T. 75,7-12,1989, pág. 382) sostiene una
posición diametralmente opuesta cuando afir­
ma: "Finalmente, en rigor legal nos afiliamos a
la posición que ve, de acuerdo con el elenco del
articulado de la partición, la preeminencia
absoluta de la disposición que permite a los
coindivisarios que tengan la libre adminis­
tración de sus bienes, partir en la forma que
quieran...". Lo mismo es reafirmado por el au­
tor (A.D.C. U., T. XXIV, pág. 583) cuando afirma:
"No solamente en la partición extrajudicial ri­
ge el principio irrestricto de la libertad de
partir, sino que aun en la partición judicial, por
imperio de lo dispuesto por el art. 1132, las
partes pueden de común acuerdo separarse de
las reglas trazadas por la ley en lo concerniente
a alguna de las operaciones de la partición y
desistir de la vía judicial intentada para
terminar aquélla extrajudicialmente. La facul­
tad acordada por el art. 1127 es absoluta, tanto
que en nuestro criterio es admisible la partición
con soulte total en todos los casos. El art. 1142
acuerda un derecho a los coindivisarios no una
obligación"
El corolario de la aplicación de las reglas del
fraude a la ley es que desenmascarado el mismo,
debe hacerse todo aquello que se quiso evitar,
esto es, la aplicación de la denominada norma
eludida o defraudada.
El acreedor, entonces, podrá promover una
acción de inoponibilidad frente a la partición ya
consumada si esta es fraudulenta, y esa acción
'=!$' de naturaleza personal, no tiene los límites
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temporales de la pauliana. Obviamente tal ac­
cionamiento deberá abarcar tanto al deudor co­
mo a los restantes coindivisarios, a efectos de
que los mismos sean alcanzados por los efectos
de la cosa juzgada.
En cuanto al fundamento jurídico y natu­
raleza de la responsabilidad, resulta claro que
estamos en el ámbito de la responsabilidad
extracontractual, reuniéndose todos sus ele­
mentos: hecho ilícito, factor de atribución (sub­
jetivo en la intención de defraudar al acreedor
u objetivo para quienes entienden que no es ne­
cesario el elemento subjetivo), nexo de causa­
lidad y daño enunciado en el perjuicio que sufre
el acreedor.
Debe destacarse muy especialmente que da­
da la naturaleza de la responsabilidad enjuego,
la posibilidad para el acreedor defraudado de
deducir dicha acción de inoponibilidad prescribe
a los 4 años a contar desde el ilícito que es la pro­
pia fecha de la partición, conforme a lo dispuesto
por el art. 1331 del Código Civil.
De la misma forma la inoponibilidad puede
invocarse como defensa o excepción por el dam­
nificado, cabe incluso la declaración de inopo­
nibilidad inciderter tantum, sin perjuicio de la
dilucidación del punto en otro proceso con
mayores garantías.
Las reglas en cuanto a la valoración de la
prueba del fraude, son semejantes a las que se
manejan en materia de simulación postulándose
la amplitud, y con base en lo dispuesto por el
art. 1605 del Código Civil que establece la aper­
tura de cualquier medio probatorio si el acto es
atacado por causa de fraude o dolo. (Véase en
Jornadas de Arrendamientos Urbanos en Ho­
menaje a Yamandú Tourné, "La simulación en
los contratos de arrendamientos", Venturini Szafir, págs. 127 y ss.).
Se reitera en estos casos el importante papel
que tiene como ciencia auxiliar la semiótica,
pues nos enfrentamos a una serie de signos que
debemos interpretar y que pueden ser base a
presunciones judiciales de fraude.
El análisis exhaustivo de una gama de signos
o indicios de fraude evade el propósito de este
trabajo, pero pueden señalarse algunos.
La adjudicación al deudor de soulte total,
mientras los bienes van al lote del no deudor, si
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REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (N° 2 Extr.), 1994
ello no está debidamente justificado (caso de un
único bien u otros supuestos), la adjudicación al
deudor de bienes inembargables y por ende ine­
jecutables.
no puede ser impugnada por causa de lesión,
salvo la excepción del art. 1123 y luego: "Todas
las demás particiones...pueden ser rescindidas
por causa de lesión..."
Ya Planiol, citado por Molla, indicando que
las particiones figuran entre los actos más
peligrosos para los acreedores, enunciaba una
serie de ejemplos de los fraudes que se cometen
con más frecuencia: 1) se evita atribuir auno de
los herederos bienes sobre los cuales él ha atri­
buido ya derechos a un tercero, por ejemplo,
una hipoteca (situación que en nuestro derecho
está alcanzada por lo establecido por el art.
2330 del Código Civil); 2) se atribuyen a un
heredero insolvente bienes inembargables o
fáciles de ocultar; 3) se le compone un lote de
bienes infe-rior al valor de su parte y se
compensa la di-ferencia por entregas de valores
o de dinero, y aclara que en este último caso les
cabe a los acreedores en puridad una acción
subrogatoria, puesto que se trata más bien de
un caso de iner-cia que de un caso de acción.
Estima preocupante que cuando una parti­
ción se ve acompañada por otro contrato, se
produce un efecto de absorción, se pierde el
carácter de partición y pasa a considerarse
como contrato y, por ende, se le aplica el art.
1277 por el cual la lesión no vicia el mismo.
Otro enfoque al problema del fraude a
la ley en la partición. Problemática de la
partición transaccionai.
Recientemente, Ordoqui denuncia la utiliza­
ción de la partición transaccionai, o sea aquélla
que se realiza con miras a solucionar un litigio
presente o futuro, como una forma de eludir la
normativa propia de la partición y, en especial
el art. 1161 en cuanto establece que la partición
Por un acuerdo de partes que muchas veces
es obtenido por desinformación o falta de asesoramiento se llegue a una partición que se de­
nomina "transaccionai" que sirva para eludir
una disposición de orden público, como el art.
1161.
La solución propuesta apunta ala aplicación
de la norma eludida, admitiendo para las par­
ticiones transaccionales la acción por lesión
acordada por el art. 1127 del Código Civil.
Conclusiones.
Como ha sostenido el Prof. Arezo Píriz en
sus conferencias, no existe ningún negocio que
esté vacunado contra el fraude.
La partición, como negocio jurídico decla­
rativo, también puede ser alcanzada por una
acción de inoponibilidad, si se demuestra que
hubo fraude respecto del tercero que la ejerce.
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