nueva reflexión

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LAS FUENTES DEL NILO DEL JESUITA PEDRO PÁEZ
Una vida que inspira una revolución apostólica
Comunidad de Vida Cristiana CVX-Galilea
Galilea (Madrid, España)
[email protected]
http://www.panyrosas.es/
1. INTRODUCCIÓN
Todo comenzó en una aldea del actual Madrid y
alcanzó las Fuentes de Nilo del espíritu y su tiempo.
De Madrid al Cielo. Es difícil leer la vida del jesuita
Pedro Páez y no sentir una intensa inspiración del
Espíritu que nos impulsa a una vida apostólica más
má
entregada, alegre y eficaz, que tenga la mirada
puesta en altos desafíos. A eso nos invita esta vida
que fue hasta las fronteras de su mundo conocido y
que nos invita a remontar nuestra interioridad hasta
las fuentes del Nilo de donde mana el mismo agua de
vida que Cristo ofreció a Samaritana.
Es muy potente el símbolo de haber sido el primero
en alcanzar las Fuentes del Nilo tras haber fracasado
en el intento el imperio persa, Alejandro, César y
Nerón, la ilustración y el romanticismo imperial. Y
todavíaa es más revelador cuando conocemos que su
conquista permaneció humilde y casi desconocida
por los grandes exploradores de los siglos
posteriores. Pedro Páez nos propone que la aventura
sea una dimensión importante de nuestra vida: la
aventura, la entrega a una misión en la que no tenemos todo seguro, en la que ponemos a
prueba nuestros límites, descubrimos capacidades nuevas, cruzamos fronteras, discernimos en
las contradicciones, vivimos con valentía, ejercitamos los fundamentos de la confianza y la Fe,
ponemos
onemos nuestros pasos siguiendo la mirada a altas metas, movilizamos todo para ponernos
en viaje. Y además todo ese viaje y toda esa movilización es tanto exterior como interior: la
auténtica aventura siempre es también aventura interior del espíritu de la persona.
Pero si algo caracterizó a ese Pedro Páez en el que tanto llaman la atención la valentía, la
aventura, la laboriosidad, las inteligentes capacidades y las altas aspiraciones, es su profunda
compasión. Todo su apostolado nacía de la honda amistad que establecía con las personas –de
las que no cesaba de aprender humildemente-,
humildemente , su espíritu de encarnación e inculturación y,
sobre todo y en la raíz de todo, de su íntima y constante unión a Jesucristo. Pedro Páez nos
ofrece un completo modelo de apóstol
apósto que nos emociona, inspira e impulsa.
En este documento1 vamos
amos a seguir principalmente la crónica que George Bishop (1998) hace
de su vida en el libro “Viajes y andanzas de Pedro Páez. Primer europeo en las fuentes del Nilo
(1613)” (Mensajero, Bilbao, 2002).
2
1
Documento elaborado por Fernando Vidal, CVX, [email protected], para www.panyrosas.es
1
2. ORACIÓN DE ENTRADA
PEDRO PÁEZ, PEDRO PAZ
El misterio de las fuentes de la Vida,
La raíz primera de las fronteras,
El último lugar del mundo por descubrir,
Quimera, sueño, deseo, horizonte,
Las Fuentes del Nilo,
Aquéllas que pretendieron alcanzar
Conquistadores con sus armas,
Emperadores con su poder,
Ilustrados con su razón,
Exploradores con su voluntad,
Y que sólo fueron descubiertas
Por un poeta de la evangelización,
El jesuita Pedro Páez, Pedro Paz.
Nació llamado a la blancura de la Alcarria de Madrid
En una aldea sembrada de pequeñas lagunas
Y murió en la negrura de Abisinia
Tras bañarse en la cuna del río de la vida
Siguiendo los caminos de su Señor.
En su primer viaje cabalgó sobre las olas
Escapando de piratas que buscaban rescates
Y navíos de guerra que luchaban contra la Fe.
Aprendió la lengua persa, vistió como ellos,
sufrió siete años de cárceles angostas,
Vivió entre esclavos, sufrió con y como ellos,
Pero nunca perdió la Fe, la paz, la esperanza
ni el sentido de amistad.
Pedro Páez, Pedro Paz.
Tras la dura prueba de los siete años de escondido cautiverio,
En su segundo viaje logró alcanzar la costa de sus sueños,
África: pronunció África y la boca ya no se le cerró de asombro.
Hizo amistad con los nativos quitándose los zapatos,
Dibujando retratos de sus rostros y escribiendo su forma de hablar.
Aprendió su gramática, sus formas de vida y su espiritualidad.
Siglo después, diría un Padre General:
“El reconocimiento es el genio de la Evangelización”.
Cabalgó con la gente entre rinocerontes, leones y cocodrilos.
Caminó con su nuevo pueblo entre jirafas, gacelas y ñus.
Buscó los últimos unicornios del mundo.
Pero el unicornio –excepcional, asombroso- era él:
en vez del poder de la espada en la frente,
la paz de la señal de la cruz.
Pedro Páez, Pedro Paz.
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Como don de amistad,
Lo que otros quisieron tomar inútilmente por la fuerza,
A él la gente se lo regaló:
Le subieron a la montaña donde nace el Río de la Vida, el Nilo Azul.
Aquél que para la espiritualidad egipcia
representaba el agua viva de qué estaba hecho el mismo Dios.
El Nilo que fue frontera para el pueblo de Abraham,
El Nilo donde José bañó su nueva vida,
El Nilo con que Dios probaba en los años de vacas flacas
Y el Nilo que desbordaba la alegría con que Dios fecundaba toda sed.
El Nilo que consoló a los esclavos hebreos,
El Nilo que cruzó el pueblo de Israel para ser liberado,
El Nilo que cruzó la Sagrada Familia para salvarse de la persecución.
Las fuentes de ese Nilo de la vida se le abrieron a Pedro Páez
por la pura amistad de la Evangelización.
Danos tu alegría, haznos de nuevo reír,
Pedro Páez, Pedro Paz,
Decían los niños de la escuela
Que él mismo construyó
-Pidiéndole con sus propias manos
Las rocas a las montañasCon la ayuda de sus amigos
Que convirtieron sus lanzas en azadas.
Danos tu sabiduría, enséñanos más,
Pedro Páez, Pedro Paz,
Decían los emperadores de la corte,
En los viajes en los que acompañándoles
cruzó todas las fronteras de las regiones.
Danos tu amable valentía,
Danos tu atrevida creatividad,
Danos tu impulso de aventura,
Danos tu sentido de la poesía,
Tu secreta amistad con Cristo,
Tu honda contemplación en la más intensa acción,
Pedro Páez, Pedro Paz.
Ayúdanos a llegar hasta las Fuentes del Nilo
De nuestras vidas, chapotear como niños
En el lago interior del Sinaí,
Arraigarnos en las raíces de la Iglesia
Que se eleva cada mañana
Sobre el pozo de agua viva de Jesús.
Ayúdanos a vivir con intensidad y autenticidad,
Con la humildad de tu silencio de los siglos,
Y que nuestra laguna interior se una
A las fuentes de Dios.
Ruega por nosotros Pedro Páez, Pedro Paz.
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3. MATERIAS PRIMAS: LA PROPIA VIDA DEL P. PEDRO PÁEZ, S.J.
1. Ni con fuerza, ni con poder, ni con racionalismo, ni con voluntad…
Cuando en el siglo Vi antes de Cristo Egipto fue conquistado por los persas, liderados por su
emperador Cambises, éste quiso ir más allá. Siendo el Nilo el espíritu de Egipto quiso llegar
hasta sus fuentes para conquistarlas también y así hacerse con todo. Envió un ejército de
cincuenta mil soldados pero en el año 525 a.C. todas esas fuerzas perecieron en el desierto sin
alcanzar siquiera vislumbrar su meta.
Esa infausta aventura se convirtió en una leyenda que simbolizaba la búsqueda del último
origen de las cosas. Quien encontrara las fuentes
del Nilo estaría atravesando la última frontera
desentrañando así el último secreto de la geografía
del mundo. Alejandro Magno y Julio César ansiaron
su hallazgo y ambos se vieron derrotados. Un siglo
después, en el año 60 d.C., el filósofo Séneca logra
que Nerón envíe una nutrida expedición a que se
internara en África para alcanzarlas, la cual se
pierde infructuosamente en el corazón del
continente por las tierras de la actual Rwanda.
La búsqueda del Nilo era objetivo de la Ilustración, deseosa de poner bajo la cruadrícula de la
racionalidad positiva todo lo existente. El escocés James Bruce fue escritor de viajes del siglo
XVIII que dedicó obsesivamente doce años de su vida a dicha búsqueda. Coronada su aventura,
pasó como el primer hombre en haberlas descubierto. Pero su logro fue muy discutido y, por
muchos, todavía sin conseguir.
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Así que a comienzos del siglo XIX, la búsqueda de las fuentes del Nilo se convirtió en la
aventura romántica por excelencia y especialmente en Gran Bretaña alcanzó un gran
simbolismo. Las fuentes del Nilo no eran sólo el secreto del origen de la arteria de la primera
gran civilización mediterránea sino que era la
búsqueda de las fuentes del río de la vida. Y era algo
¿Qué tratamos de alcanzar por la
que no podía ser descubierto por la fuerza. Las fuentes
fuerza? ¿Qué se nos resiste al solo
del Nilo no se abrían a quienes las buscaban con
empuje del racionalismo? ¿Qué no
ejércitos o poder. Ni siquiera al raciocinio ilustrado.
encontramos por el ejercicio de pura
voluntad?
En 1859 dos exploradores, John Hanning Speke y sir
Richard Burton confiaron en que el hallazgo de las
fuentes del Nilo sería conquistada sólo por una férrea voluntad. Así, emprendieron una costosa
exploración juntos en la que desde el inicio ya debatían sobre el liderazgo de la misma.
Alcanzaron el lago Tanganika y no lo lograron y esa frustración creó la desconfianza y discordia
entre ellos, ya presente incluso antes de que hubieran comenzado aquella empresa. Speke
acusó a Burton incluso de haber
querido envenenarlo. Pero fue
Burton el que enfermó y Speke,
sin esperar y queriendo ir por su
cuenta, siguió otra pista:
remontó el Nilo Azul por las
montañas de Etiopía y creyó
haber llegado al lugar donde
nacía el Nilo. Speke viajó a
Londres sin esperar a su viejo
compañero e hizo pública la
noticia. Cuando Burton llegó a
Londres se encontró a Speke alzado como un héroe y a punto de salir a una segunda
exploración con todo el apoyo de la Royal Geographical Society. A su vuelta, Burton acusó a
Speke de estar totalmente equivocado con tanta fuerza que la Royal Geographical Society
organizó un careo público entre ambos para que se
¿En ocasiones las violencias
discerniera la verdad. Pero no fue posible llegar a la
interiores
no tienen como raíz la
verdad porque misteriosamente el día anterior a su
frustración de una meta inalcanzable
comparecencia Speke murió de un disparo de su
propio rifle en una cacería en las proximidades de
sólo por la fuerza o voluntarismo?
Londres, sin ningún testigo que pudiera aclarar qué
había ocurrido… El forense determinó que Speke –
hombre de firme moral- no se había suicidado sino que más bien parecía haber sido un
accidente. Tenía 34 años.
¿A veces no confundimos la
búsquedas de “las fuentes del Nilo”
con la búsqueda de Ego, de
reconocimiento? Cuando no
hallamos la paz del sentido de la
propia vida, ¿no tratamos de
alcanzarlo buscando el prestigio o el
reconocimiento de los otros?
Richard Francis Burton tenía un lema en la vida: “Haz
lo que tu hombría te empuje a hacer, no esperes
aprobación excepto de ti mismo…”. En primero de
carrera se batió en duelo con un compañero que se
burló de su bigote y cuando tras varios desafíos
públicos frívolos fue expulsado del Trinity College de
Oxford, arruinó todos los parterres de flores del
College pateándolos a lomos de su caballo. Alistado en
el ejército británico en la India, su frivolidad y
soberbia, así como su gusto pendenciero por las peleas y una moral muy dudosa, le valieron el
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mote de Dick el Rufián. Se regocijaba en la idea de que era el hombre del mundo que con más
gente había luchado. Poco a poco comenzó a llevar una vida más extravagante que gustaba del
riesgo. Así fue creciendo en él su gusto por el riesgo. Su afán de gloria le condujo a
desempeñar el papel de espía en África. Pero su carrera sufrió un duro revés. En una
expedición arriesgó excesivamente y, atacados por una tribu somalí, varios oficiales fueron
asesinados o apresados. A él mismo una jabalina le
atravesó la cara de mejilla a mejilla, aunque logró
¿Cuáles son las falsas y auténticas
escapar a caballo sin tiempo siquiera para quitarse la
“fuentes del Nilo” que buscamos en
jabalina del rostro. Durante dos años fue investigada
los caminos de nuestra vida?
su responsabilidad y aunque fue exonerado dejó una
honda cicatriz no sólo en su cara. En esa situación,
creció en Burton el ansia de redimirse abordando lo que a luces de todos era el mayor misterio
de África: las legendarias Fuentes del Nilo. Así había comenzado su viaje junto con el teniente
Speke, hombre de rigurosa moral victoriana, muy distinta a la del extraño compañero de viaje
con el que se había juntado.
El 17 de septiembre de 1864 Burton se encontraba en la sala de la Royal Geographical Society,
llena de curiosos y expertos ansiosos por asistir a su debate con Speke, cuando llegó la trágica
noticia de la muerte.
Durante décadas la búsqueda de las fuentes del Nilo siguió siendo una quimera. Sin embargo
había un hombre que sin alardes ni mucha publicidad ya había conseguido alcanzar las fuentes
del Nilo siglos atrás, el 21 de abril de 1613: era el padre jesuita Pedro Páez.
Parece que ni la fuerza de los imperios, ni el poder de Roma, ni la razón ilustrada ni la voluntad
romántica habían sido capaces de conquistar lo que Pedro Páez recibió como un regalo de los
nativos con los que vivía como jesuita y que vivió no como un conquistador ni descubridor sino
como un místico asombrado por la belleza.
Las fuentes del Nilo son
símbolo del misterio del
mundo, de los misteriosos
orígenes y raíces de todo lo
creado. Las fuentes del Nilo
remiten a la fuente última de
todo en el mundo y en
nosotros mismos. Cuando
buscamos nuestras fuentes del
Nilo nos referimos al manantial
de donde nace el Río de la Vida
y la Vida misma que
representa el Nilo para las
tierras desérticas sin cuya agua
no dan nada. ¿Cuáles son
nuestra fuente del Nilo?
Pedro Páez llevó una ejemplar vida como apóstol. Lo más asombroso de su vida no fue haber
sido el primer europeo en alcanzar las Fuentes del Nilo sino que eso más bien fue un regalo
que simbolizó el curso de toda una vida entregada a Cristo. Sigamos el río de su vida hasta sus
fuentes, sin duda una gran inspiración para unos tiempos en los que los sentimientos de
impotencia muchas veces ahogan a muchos cristianos. Pedro Paéz alcanzó lo que ni el persa
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Ciro ni sus hijos, ni Alejandro ni César habían conseguido. Pero, sin embargo, la verdadera y
mayor aventura de Páez no fue ésa tan ansiada por los más poderosos del mundo sino su vida
misma, que vivió como una auténtica e intensa aventura por, con y en Dios.
Al ver el video, experimenta la
belleza de las tierras de las Fuentes
del Nilo y siente que mayor belleza
tiene todavía la vida del pueblo que
las habita, su espiritualidad, la
belleza de la evangelización y el
encuentro con Jesús…
Antes de leer este documento, te invitamos a ver el
siguiente video de 2004, Fuentes del Nilo Azul,
documental realizado en conmemoración del
descubrimiento de las Fuentes del Nilo por parte del
padre Pedro Páez.
- Juan Pablo Cardenal, 2004: Fuentes del Nilo
Azul. Productora Videoon. Fotografía de Víctor
Tejedor.
Hay
un
tráiler
en
YouTube:
http://www.youtube.com/watch?v=7CBPEDYlgaY (2:13 m.)
2. El madrileño Pedro Páez
Pedro Páez Xaramillo nació en 1564 en un pueblo de la actual región de Madrid, parte de la
comarca de la Alcarria. La aldea se llamaba Olmeda de la Cebolla y actualmente tiene el
nombre de Olmeda de las Fuentes, que fue cambiado en 1953, en reconocimiento de las
numerosas fuentes de esta localidad y que trae a la
memoria
¿Cuáles fueron las fuentes de la
de todos
aldea (familia, entorno…) en que nos
cómo su
criamos? ¿Qué “fuentes del Nilo”
célebre
soñábamos cuando éramos jóvenes?
paisano
descubrió
la más legendaria de toda la historia, las fuentes
del Nilo.
Nacido en una noble familia alcarriana, Pedro fue
educado como un caballero. En su familia
destacaba su primo Esteban, que era jesuita y
había sido nombrado provincial de México y el
Perú. A los 18 años, en 1584, Pedro también pidió
ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús. Era una persona de complexión muy fuerte,
atlética, piel muy pálida y ojos azules, con una inteligencia que destacaba, muy activo y de muy
buen carácter.
En 1588, tras sus estudios de Filosofía y Teología, Pedro Páez fue enviado con otros cinco
jesuitas a Goa (Oeste de la India). Si el destino era
insalubre (se decía que en Goa un europeo sólo
¿Qué naufragios hemos sufrido,
lograba sobrevivir dos monzones), más peligroso
temido o encarado en nuestra vida?
todavía era el viaje. Sólo la mitad de los buques que
¿Qué “plazas de las lágrimas” hemos
recorrían esa travesía entre Lisboa y Goa lograban no
dejado atrás en la vida por seguir la
perecer. Estaba considerado el peor viaje del mundo.
misión de nuestra vida?
Pedro partió en una de las cinco carabelas
portuguesas que fueron despedidas de la Plaza de las
Lágrimas del muelle de Lisboa, con bandas de música y familias rotas de llantos. Abatidos por
el escorbuto, la disentería por fin las naves llegaron a su destino.
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Al llegar a Goa Pedro se incorporó a la comunidad jesuita y al poco recibió como nuevo destino
acompañar al célebre jesuita Antoni Montserrat a Etiopía. A finales de enero de 1589 fue
ordenado sacerdote y unos días más tarde, el 2 de febrero, Montserrat y Pedro embarcaron en
el puerto de Goa hacia el continente africano.
¿Por qué Etiopía? ¿Cómo estaba la Iglesia en Etiopía? Etiopía -Abisinia en aquellos momentoses una Iglesia singular. La Iglesia abisinia estaba vinculada al patriarca ortodoxo griego. Cuando
en el siglo VIII los árabes conquistaron el país, la Iglesia se cerró durante mil años olvidada por
la Cristiandad. Se forjó la leyenda de un reino cristiano ignoto en las montañas de Etiopía
gobernado por un sacerdote-rey, tal como narró Marco Polo. A finales del siglo XV el rey Juan II
de Portugal quiso restaurar la relación con dicho reino desconocido y envió distintas
delegaciones que fueron rechazadas. Pero en 1527 un ejército de diez mil musulmanes invadió
el reino, quemó las
iglesias, causó una gran
destrucción,
aterrorizaron al pueblo y
obligaron a la conversión
al Islam. Entonces el rey
abisinio pidió auxilio al
rey de Portugal. El rey
envió una reducida tropa
de medio millar de
mosqueteros
pero
suficiente para que el rey
abisinio liberara el reino.
Junto con dichas fuerzas
envió una delegación
diplomática y también
pidió a Ignacio de Loyola que enviara algunos de sus hombres al país junto con el P. Bermúdez,
quien había sido nombrado por el papa Pablo III patriarca de Abisinia.
Un grupo de jesuitas acompañó al patriarca Bermúdez y se asentaron en la localidad llamada
Fremona, donde erigieron una nueva iglesia y construyeron una casa. La pastoral no arraigó en
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el pueblo abisinio, quien prefería un patriarca copto en vez de romano y eran muy
tradicionalistas. Además el patriarca Bermúdez no se dejaba aconsejar por los jesuitas y
carecía de prudencia pastoral: despreciaba al clero local y llegó a excomulgar al negus, quien a
su vez lo envió a un extremo del reino y pidió un nuevo patriarca pero no a Roma sino a la
Iglesia copta de Alejandría, causando un daño a la
unidad de la catolicidad durante varios siglos: fue una
crucial oportunidad perdida. El P. Bermúdez acabó
escapando a Europa. Roma envió otro patriarca y la
Compañía a más jesuitas, pero el curso de la historia ya
le fue muy adverso. Cuando Antoni Montserrat y Pedro
Páez fueron enviados a Abisinia, el patriarca romano
había muerto y la comunidad jesuita había sido
destruida por la enfermedad, el asesinato, la
esclavización, el encarcelamiento y el destierro. Allí iban
esos dos jesuitas a renovar la misión.
El padre Antoni Montserrat era un jesuita nacido en Vic
en 1536, a quien Ignacio había conocido durante su
estancia en Barcelona. Tenía 53 años junto a los 25
jóvenes años de Pedro Páez. Se había formado en Barcelona y había sido preceptor del rey
Sebastián I de Portugal. Era un hombre de excepcional talento apostólico, el gran
evangelizador del Norte de la India, en la corte de Akbar, rey del imperio mogol, donde
protagonizó uno de los episodios más singulares de la historia de la Compañía. Era tiempo de
los grandes apóstoles jesuitas de la inculturación: Ricci, Nobili...
3. Éxodo
Durante el viaje Pedro comenzó a aprender persa, lengua franca en las regiones que debía
atravesar hasta llegar a Abisinia. A partir de cierto punto, viajar por el Golfo Pérsico, bajo
dominio turco, ponía en grave riesgo sus vidas, por lo
¿Cuáles son las “escalas” del viaje de
que tuvieron que hacerse pasar por comerciantes
la vida de las que no logramos salir
armenios, vestidos con turbantes y túnicas. Primero
fueron en barco, luego pasaron a un barco a remos y
sino que estamos varados? ¿Quién y
así iban de escala en escala avanzando como podían.
qué nos puede ayudar a salir de esas
En una de ellas el comandante de la ciudad, que era
“escalas” que nos paran?
amigo de los jesuitas, trató de persuadirles porque lo
estimaba realmente una travesía imposible. No
obstante, ante la determinación de aquellos dos jesuitas, se ofreció a ayudarles en lo posible.
Se acercaron a Ormuz, donde enfermaron y una pequeña y pobre comunidad agustina les
acogió. La convalecencia duró varios meses. El 6 de diciembre de 1589, diez meses después de
la partida, recobraron el camino a bordo de una pequeña nave rumbo a la costa somalí. El día
de Navidad fueron atacados por ocho barcos piratas
¿Qué piratas amenazan el viaje de la
que les exigieron rescate. Una vez pagado,
misión de nuestra vida?
prosiguieron la travesía pero el día de Año Nuevo de
1590 una tormenta destrozó el barco y quedaron
varados en unas islas. Tardaron ocho días en reparar la barca y una vez que estaban de nuevo
mar adentro fueron abordados por naves de las autoridades turcas. Los dos jesuitas fueron
apresados y llevados con cadenas a Zufar, en la actual Omán.
Las relaciones turco-europeas estaban tan deterioradas que el odio era extremo y así se
manifestaba en el trato que recibían ambos jesuitas. El Padre Godinho describió en 1605 así las
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condiciones con las que trataban a los cristianos esclavizados en Omán: “En las calle bulliciosas
era habitual grupos de esclavos cristianos cargados de cadenas, pobres, demacrados y
deformes, medio muertos de hambre y maltratados.” Acusados de espías fueron desnudados y
encarcelados en una estancia llena de bichos y con
¿En medio de qué conflictos ajenos o
apenas comida que además les robaban los
del contexto queda nuestra vida
carceleros, diariamente bajo la real amenaza de ser
apresada?
ejecutados. Son conducidos en barca a una autoridad
superior. Páez recuerda que en esa travesía les
acompañó un gran pez espada que confunden a las
embarcaciones con tiburones y les atacan. También recuerda los golpes de las patas de las
tortugas gigantes contra el casco de la barca.
Atracaron en el
lecho seco de una
desembocadura y
comenzaron
la
travesía a pie por
el
grisáceo
desierto
de
Hadramaut. Sus
captores
se
hicieron
con
camellos y ellos
caminaban a pie
atados a las colas
de
sendos
camellos.
Iban
descalzos y las
rocas
ardían
tanto que les quemaba y provocaba ampollas insoportables en las plantas de los pies. Para
Pedro, de piel muy pálida, supusieron un infierno las quemaduras del Sol y el viento de la
arena del desierto. Ni siquiera le dieron suficiente protección para la cabeza y prácticamente
cegó. Antoni se desmayó y los captores le arrastraron inconsciente tirado por el camello. Como
iban detrás y a pie, los leones eran una amenaza muy real. Los veían a pocos metros suyo
tratando de buscar la oportunidad de atacarles. La única comida que les daban eran unas
pequeñas bolas de trigo.
Varios días después Páez contempló que el cielo se cubría de negras nubes y arrojaba sobre
ellos una violenta lluvia que les envolvió en una tenebrosa oscuridad. Lejos de aliviarles, les
abrió las heridas. Pero en medio de la tormenta sintió
Las adversidades pueden vivirse
que algo le rozaba la pierna izquierda: era una gacela
como pruebas. ¿Qué momentos de
domesticada que se arrimaba tiernamente a él
tu vida se convirtieron en
buscando protección.
“probaciones”?
Llegaron a Qatna y llegado a oídos del príncipe de la
región que había dos europeos apresados, los hizo
llamar a la corte, donde les recibió, les alivió y conversó con ellos. Les invitaron a una bebida
desconocida en Europa: el café. Así, Antoni y Pedro fueron los primeros europeos en probar el
café. El príncipe recibió órdenes del rey de Hainín y de nuevo les llevaron a los caminos para
comparecer a su presencia. El rey les acogió con humanidad: les proporcionó ropa y dialogó
con ellos. El rey les dijo “No tengáis miedo pues Dios os ha traído hasta aquí”. Estuvieron toda
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una tarde conversando. Les preguntó sobre su condición de sacerdotes. Ellos le pidieron que
les fueran devueltos sus breviarios. El rey aceptó diciendo “Agradará a Dios, agradará a Dios”.
Dio también órdenes de que se les tratara humanitariamente pero apenas fueron cumplidas.
En esa fortaleza estuvieron presos cuatro meses con grandes miserias. Pedro Páez se dio
cuenta de que su situación era similar a la de la población: “Sufrimos grandes privaciones, las
mismas que los nativos… ya que la miseria consume no sólo a los pobres prisioneros sino a los
mismos nativos.”
¿Qué compartimos con los más pobres?
¿Dónde convivimos con ellos?
Pedro mostraba una gran sensibilidad de
observación antropológica, como muestra su
comentario sobre dicho pueblo: “Los nativos son de
aspecto leonado y las ropas que llevan dan cuenta de su pobre y de su pobre dieta; sin
embargo tienen mucho cuidado con su peinado porque el pelo crece solo y no hay que pagar
por ello. Se lo dejan muy largo y lo rizan con hierros calientes –ésta es su pequeña vanidad-.
Pero para que brille no lo engrasan con caras fragancia sino con mantequilla, lo que hace que
se ensucie mucho cuando sopla el viento.”
El gobernador turco de Sanaan –capital de Yemen- se
enteró del cautiverio de los dos jesuitas y reclamó al
rey de Hainín su envío. De nuevo fueron conducidos
por parajes desérticos durante quince días. De un sitio
a otro contra su voluntad, allí donde iban no dejaban
de tratar a sus captores sin rencor y de ser amables
con la población y los mandatarios. Al llegar a Sanaan les hicieron entrar seguidos por el
caballo del gobernador y caminar por las calles de la ciudad para exhibir su captura.
¿Cuáles son las cárceles o desiertos
de nuestra vida que nos impiden
seguir el viaje de la misión?
Fueron condenados por espías y encarcelados en una prisión de ínfimas condiciones donde
convivían con una treintena más de personas. A Páez le pusieron grilletes y fue encadenado a
una roca. Antoni libró debido a su avanzada edad. El ambiente de los presos era violento. El
maltrato había roto su moral y peleaban continuamente con ánimo de matarse. Varios se
habían convertido al Islam
tratando de atraer el
favor de sus carceleros.
Pedro y Antoni dieron
gracias a Dios por
haberles
enviado
a
aquella
comunidad
prisionera y pusieron
todas sus mermadas
fuerzas al servicio de la
pacificación
y
la
consolación de aquellas
personas. Fortalecieron la
fe de aquéllos y se logró
tal cambio que llegó a
oídos de toda la corte. Un
turco de la ciudad fue a verles y admirado por la bondad y sabiduría de aquellos hombres,
entabló una cierta amistad. También una de las esposas del gobernador, que había sido
cristiana, quedó tan impactada que fue a verles y después intercedió ante su marido para su
liberación. Éste finalmente accedió pero cuando Antoni y Pedro estaban ya vestidos para irse,
un comerciante indio pidió al gobernador que fueran vendidos. El gobernador se arrepintió de
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su perdón y decidió venderlos, pero pidió tanto dinero que nadie lo hacía. Forzó a que ellos
mismos se lo pidieran a sus reyes, pero Antoni y Pedro le transmitían que carecían de medio
alguno para el rescate. Progresivamente enojado, el gobernador les puso argollas al cuello, les
encadenó a una roca de modo que no podían levantarse y les metió en una cueva en la que no
podían siquiera sentarse. Tras quince días, viendo que
¿Cuidas de los otros –especialmente
no había posibilidad de venderlos por el precio que
los más perjudicados- aun en medio
quería y agobiado por la presión de su esposa, decidió
de los conflictos, las cárceles o
condenarlos a galeras.
desiertos de tu vida?
Así, de nuevo Antoni y Pedro se hicieron al mar
remando encadenados durante varios meses en
condiciones también terribles. Todo lo sufrían como parte del camino por el que Dios les
conducía para cumplir su misión y no les hundía en la desolación. Finalmente el gobernador
dio órdenes de que fueran enviados a Moka para ser vendidos en el mercado de esclavos al
mejor postor. Informado aquel turco amigo suyo de Sanaan, fue a buscarles y les tuvo veinte
días cuidándolos en su propia casa. Luego, no queriendo enemistarse con el gobernador, se los
confió al capitán de la misma galera con el compromiso de que no les pusiera a remar. Pero el
capitán incumplió su promesa y les hizo de nuevo galeotes. Pero la salud del Padre Montserrat
ya se quebró y, alarmado por si se le moría, el capitán les desembarcó de nuevo en el mercado
de esclavos de Moka, sin comida ni medios. Un indio se compadeció de ellos y les proporcionó
comida y dinero, gracias a lo cual Antoni pudo recuperarse. Durante un año permanecieron
presos en Moka, hasta la llegada de una expedición con las órdenes de rescatarlos. Sus
captores exigían al fortuna que ambos jesuitas se negaron a ser rescatados ya que por la
misma cantidad podían ser liberados muchos más de
Incluso en las prisiones o desiertos
sus compañeros. Al final cedieron y se dedicó el
de la vida, hay quien te ayuda.
dinero para liberar a más. En diciembre de 1596, siete
¿Quiénes son en tu vida?
años después de su partida, regresaban a la
comunidad jesuita de Goa tan cambiados, con la piel
oscura como los nativos, muy delgados, exhaustos y
desgastados, que sus compañeros no los reconocían.
Tras una intensa recuperación, Pedro fue destinado a varias obras pastorales por India para
que adquiriera de nuevo fuerzas y experiencia pastoral y educativa. En 1599 fallecía Antoni
Montserrat, el gran apóstol de Akbar y compañero de la pasión de siete años de Pedro.
4. Por fin, Abisinia
En 1598 el negus de Abisinia había solicitado a Felipe II sacerdotes y éste pidió a Roma el envío
de jesuitas. Desde Goa, tras deliberaciones, finalmente se destinó a tres jesuitas a reabrir la
misión abisinia: el portugués Antonio Fernandes, el napolitano Francesco di Angelis y se
propuso a Pedro Páez que lo intentara de nuevo, a lo que él accedió entusiasmado. En 1603
partieron del puerto de Goa rumbo a Abisinia. De nuevo rabiosas tormentas parecían elevar
una insuperable barrera entre Pedro y África. Llegaron a la comunidad jesuita de Diu, que era
el principal puerto del Mar Rojo y donde la Compañía se dio cuenta de que tenía que tener
estratégicamente presencia. El barco había llegado tan maltrecho que se prolongaban las
reparaciones y Pedro Páez, impaciente por emprender la ruta, optó por continuar sin sus
compañeros, en la creencia también de que las destrezas aprendidas durante sus años de
éxodo por Arabia le iban a dar más posibilidades de llegar si iba solo. Se impuso de nuevo su
disfraz de armenio y bajo el nombre de Abdulá se mezcló por los mentideros del puerto y el
bazar. El moreno adquirido en los años de desierto y su dominio de las lenguas y las
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costumbres regionales, le permitió finalmente ser el único blanco embarcado en una nave que
partió el 22 de marzo de 1603 de Diu hacia el Mar Rojo.
El 26 de abril entró en el Mar Rojo y atracó en Massawa, ya en continente africano. Allí estaba
un viejo conocido suyo llamado Aga tenía un amigo que era la autoridad portuaria. En nombre
de su amistad con Aga, le solicitó que le
permitiera acceder al país para buscar
los restos del mártir jesuita asesinado
en 1595 Abraham de Georgis. No sólo le
permitió adentrarse clandestinamente
a Etiopía sino que le puso dos personas
a su servicio. Entró en Etiopía pero tuvo
que esperar a que aparecieran más
viajeros para poder protegerse de los
ladrones del interior del país. El 5 de
mayo logró juntar una compañía de
cinco cristianos y los dos siervos
puestos a su disposición. Viajaban de
noche y por la ruta más escarpadas
para evitar el bandidaje. Los leones y
tigres, muy abundantes en esa región,
les amenazaban. Escribe Pedro Páez:
“Caminando por la noche nadie
hablaba, a no ser en susurros. Al
amanecer pensamos dormir un poco pero un león nos aterrorizó: estaba a unos ocho pasos de
mí, pero con nuestros gritos se asustó.”
¿Qué leones nos asustan en los
Finalmente lograron meterse en tierra etíope y
caminos de nuestro viaje de la vida?
contemplar sus llanuras. George Bishop, en su novela,
describe así
ese
momento: “La visión de la vasta planicie abisinia a sus
pies, que se extendía de un horizonte a otro, era
realmente imponente. En la distancia, un río, como
una reluciente hoja de cobre batido, se retorcía y
recordaba a una monstruosa cobra arrastrándose por
la verde sabana. Una oscura mancha marrón se movía
en la llanura; era una gran manada de ñus… En los
plateados bosquecillos de acacias, manadas de
antílopes pastaban por cientos.” Tras las duras
penalidades
¿Qué “sufrimientos pasados” ahora
del camino, el
“te parecen nada” por la alegría del
15 de mayo
camino seguido tras Cristo?
llegaron
a
Fremona.
Pedro Páez
fue recibido exultantemente por la comunidad
portuguesa y le llevaron todos juntos a la Iglesia para dar gracias a Dios. Fue tanta la alegría
tras aquel pasado fracaso, que provocó este sentimiento en Pedro: “Al verlos me alegré tanto,
que todos los sufrimientos pasados me parecieron nada.” Así, ese 15 de mayo, comenzó la
segunda parte de la vida de Pedro Páez, apóstol de Abisinia.
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5. Nueva Evangelización con el pueblo Gheez
Pedro Páez inició su servicio como
sacerdote a la comunidad portuguesa,
aunque recuerda el día en que
realmente comenzó su entrada en el
corazón del continente. Fue una tarde
que estaba bajo una gran acacia
dibujando. Escuchó algo distinto en el
ambiente y se alarmó. De pronto vio
llegar una mancha oscura que temía
fuera una manada peligrosa de
animales. Pero no le dio tiempo a
subirse a ninguna rama sino que le
sorprendió la llegada de un grupo de
guerreros nativos, muy altos, con su
piel
grabada
por
abundantes
cicatrices rituales, pintados con
variadas marcas rojas, vestidos solo
con un taparrabos y que blandían sus
lanzas hacia él saltando amenazantes
a su alrededor mientras soltaban
fuertes gritos.
Pedro Páez era
consciente de que en el siguiente
minuto podía ser asesinado pero se
levantó con toda la calma que pudo y
dirigiéndose hacia el que identificó
como el jefe, le tendió la mano en
saludo. El jefe frunció el ceño
agresivamente. De nuevo Pedro le
tendió la mano abierta pero otra mirada hostil se la rechazó. Era la primera vez que aquellos
hombres se encontraban a un hombre blanco y puede que fuera la última que aquel hombre
blanco se encontrara hombres negros.
¿Con quiénes no logramos comunicar
en la vida? ¿A quiénes nos gustaría
poder comunicar la experiencia de
Jesús?
De repente a Pedro Páez se le ocurre una idea. Puede
que sea su única oportunidad así que tiene que ser
buena. Se quitó su zapato izquierdo y lo levantó en
alto diciendo: -¡Zapato!-. Todos se quedaron
estupefactos. Se lo calzó de nuevo. Pensó. Se quitó el
zapato derecho y gritó de nuevo. -¡Zapato!-. Esta vez uno repitió con dificultad: -Zapato-.
Pedro Páez extendió una amplia sonrisa y respondió: -Muy bien, Zapato, Zapato-. Y otros más
repitieron: -Zapato-. Uno se adelantó y le quitó la media, posiblemente queriendo comprobar
si el pie también era blanco. Le dejó y Pedro se quitó la otra media: -Media-, dijo. Dos más se
abalanzaron a él tratando de quitarle los pantalones.
Él se desembarazó de ellos pero se quitó el cinturón: ¿Somos suficientemente creativos y
Cinturón-, les enseñó. Para compensar la frustración
valientes para comunicar el
de los nativos se quitó la camisa para que vieran su
Evangelio?
cuerpo tan blanco: -Camisa-. Ellos respondieron en su
propio idioma: -Shamma-. Levantó su sombrero y se lo
enseñó en señal de querer saber cómo lo llamaban: -Kob-, dijeron. Y señaló a su cinturón: -
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Kebeto-, pronunciaron. Recogió su cuaderno del suelo y anotó las tres palabras. Eso llamó la
atención del grupo, que se acercaron rodeándolo. Desde lejos creían que le estaban matando.
Pedro pensó que podía hacer ahora. En la hoja dibujó
una línea. Miraron intrigados. Luego un arco. A
Pedro Páez logró dar a los nativos un
continuación en rápidos trazos el perfil de un
retrato de sus rostros. ¿Cómo son los
rinoceronte. -¡Abada!-, dijeron. Pedro se levantó e
retratos de sí mismos que
indicó que se retiraran. Se le había ocurrido otra idea.
devolvemos a los otros?
Señaló al jefe y en el papel bosquejó su retrato. Todos
se quedaron boquiabiertos y a continuación se
ordenaron rápidamente en una fila para que le retratase a cada uno. Al rato, se levantó, se
despidió y se fue. No sólo había salvado su vida sino que había sembrado una semilla de
amistad con el grupo.
A la mañana siguiente, su
compañero el Padre
Melchor
vino
a
despertarle.
-Padre
Pedro, Padre Pedro-, le
urgía. Pedro se despertó:
-¿Qué pasa?-. Melchor se
le quedó mirando: -Sus
clientes
le
están
esperando-.
Efectivamente,
a
la
entrada de la casa, un
nutrido grupo de nativos
le estaban esperando
para continuar. Agarró su sombrero, mucho papel y sus lápices y salió a encontrarse con sus
nuevos amigos. Éste era el espíritu apostólico de
Pedro Páez.
“No hay evangelización sin conocer a la
gente. Si no conocemos a la gente, si la
Pedro se puso a aprender el idioma de los Gheez.
gente no nos toca y nos conmueve, es
Comenzó compilando un diccionario. El jefe de
muy difícil ayudarles, servirles.” (Padre
sus nuevos amigos, llamado Shaka, se convirtió
Adolfo Nicolás, 26 de abril de 2010)
en su compañero permanente y junto con los
demás le ayudaba. Pedro señalaba algo y todos
gritaban su nombre. Pedro apuntaba su transcripción y su fonética. Los guerreros disfrutaban
corrigiéndole hasta que lograba una pronunciación fidedigna. Luego sistematizó toda la
gramática de los Gheez y, aunque tenía su complicación, la aprendió tan deprisa que en un año
Pedro ya podía predicar en la lengua nativa y tradujo las viejas Crónicas de Abisinia.
Mientras aprendía la lengua, comenzó a construir una
escuela. La tribu de Shaka le seguía a todas partes.
Pedro diseñó los planos de la escuela y se dispuso a
conseguir los materiales. Armado con un pico, Pedro
abrió una cantera para extraer las piedras. La tribu le
veía preguntándose qué pretendía hacer. Pedro iba
sacando rocas que cincelaba dándoles forma. Pero cuando necesitó moles mayores se vio
incapaz. Todos veían cómo trataba de levantar una pieza muy pesada ante la que tuvo que
rendirse caído en el suelo. Todos estaban sentados contemplando su titánico esfuerzo. De
repente, viéndole derrotado, Shaka sintió compasión, se levantó y le dio la mano para
¿Qué dedicaciones o aspiraciones
necesitamos compartir con otros y
que no sean proyectos individuales?
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levantarse y comenzar a trabajar con él. Todos los guerreros estaban sintiendo el mismo deseo
de ayudar y se sumaron con entusiasmo a la obra.
Pedro se dolía de que en Europa pudieran llamar
“salvajes” a hombres como aquéllos. Pedro escribió
que era un pueblo muy inteligente que aprendía con
facilidad en cuanto hallaba una oportunidad. No eran
inferiores sino diferentes, pensaba.
¿Dónde vemos inferioridad o
negatividad cuando en realidad es
sólo diferencia??
Los Gheez incorporaron a Pedro a todas sus actividades pidiéndole que les acompañara. Así,
Pedro pudo contemplar primero una cacería de rinocerontes y luego una de leones. La vida
con los Gheez fue
posiblemente la
época más dulce
de la vida de
Pedro Páez. Su
amistad con ellos
no cesaba de
crecer.
Pudo
comprobar que
además
de
inteligente era
un pueblo con un
gran sentido del
humor
y
la
broma. George
Bishop narra muy
bien un episodio
que lo ilustra:
“Una tarde, después de la caza, ofrecieron a Pedro una bebida para calmar su sed. Éste
saboreó el líquido, que era agradable. Lo que no sabía era que alguno de los más pícaro le
había añadido una hierba que llamaban banguini, que no sólo emborracha sino que provoca
en el pobre desafortunado un constante estallar en ataques de risa. Pedro empezó enseguida
a reírse a carcajadas. Y también los guerreros, que se daban golpes en la espalda y lloraban de
risa.”
Pedro se dedicaba intensamente a una vida pastoral integral: confesaba, celebraba la
eucaristía, visitaba enfermos y discapacitados, seguía ejerciendo de constructor, aprendía ellas
lenguas de la región… Su parroquia era toda Abisinia y se desplazaba con frecuencia a los
lugares más remotos. Escribió el primer diccionario en Gheez y la primera gramática, así como
dos libros sobre las lenguas de la región y un catecismo que tuvo una enorme difusión. El
prestigio de la labor de la escuela que había fundado era tan conocido que venían personas de
todas partes y hasta adultos y ancianos asistían a ella. En la escuela convivían aprendiendo
juntos en paz los nativos y los hijos de los colones portugueses. Tanta reputación que su fama
llegó a oídos del emperador.
Una mañana Shaka fue muy temprano a buscar a Pedro Páez acompañado de su grupo de
hombres. Caminaron hasta una teca, árbol alto de amplias hojas como grandes manos, bajo el
que los Gheez cerraban tratos y juramentos sagrados. Shaka llamó a Pedro. Shaka tomó la
mano de Pedro y se la estrecharon fuertemente largo rato. Shaka sonrió mostrando el
resplandeciente blanco de su risa. Pedro sintió una intensa emoción por aquel honor y aquella
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amistad. Fue consciente de que una primera etapa de su vida apostólica en Abisinia había sido
culminada. Esa amistad con Shaka le acompañaría por el resto de su vida hasta su muerte.
6. Un unicornio en la corte del emperador
El emperador (que en la abisinia de la época era una figura llamada el “Negus) solicitó que
Pedro Páez se presentara en la corte. Pedro Páez, una vez pasada la estación lluviosa, se puso
en camino hacia la corte, que
era itinerante. Una travesía de
dos meses y medio en el curso
de la cual tuvo de nuevo
oportunidad de extasiarse con
la naturaleza salvaje africana,
Mostró un especial interés por
encontrar al unicornio. Existían
pruebas racionales de que
existió pero fue reducido a la
extinción total. En tiempos de
Páez su existencia era objeto
de debate. El jesuita Jerónimo Lobo escuchó descripciones realistas del unicornio, cuyos
últimos ejemplares habían sido localizados en el reino
¿Qué unicornios estamos todavía
de Damot, provincia de los agaus. Escribía el P. Lobo:
buscando en la vida?
“Es salvaje, pero no es feroz ni peligroso… corre de un
bosque a otro con tal velocidad que inmediatamente
se le pierde de vista…”. El padre Baltasar Téllez relató
que un compañero jesuita había incluso poseído uno. En la provincia de los agaus le regalaron
un potro muy joven de unicornio que a los pocos días falleció.
También joven era el negus cuando por fin llegó a la corte. Tenía 14 años y era manipulado por
su entorno a su antojo. El joven negus les hizo pasar en cuanto tuvo noticia de su llegada y
mantuvieron una larga conversación. Al poco del regreso del P. Páez a Fremona, tuvo noticia
de que el joven emperador decidió comenzar a
¿Qué compromisos en la “corte”
gobernar según sus propios criterios y un golpe de
ponen en riesgo la misión de nuestra
Estado promovido por quienes antes le manipulaban
vida? ¿En qué nos reducimos a ser
acabó con él. No le mataron pero se dice que le
meros “cortesanos”?
cortaron las orejas y la nariz para hacer imposible su
retorno al trono ya que quien reinara no podía tener
por costumbre ningún defecto físico.
En su lugar fue elevado al trono en 1604 un nuevo Negus llamado Za Dengel, bajo el nombre
regio de Asnaf Segued. Al poco de tomar el poder, volvió a llamare a Pedro Páez a la corte,
quien, tras tres meses de viaje, se hizo presente ante el Negus. El nuevo Negus tenía interés en
debatir con el jesuita acerca de la comparación entre el
Este anciano monje abisinio revive el
catolicismo romano y la Iglesia copta. La discusión tuvo
don de Simeón o de Nicodemo: en el
lugar ante un amplio auditorio de personajes
tramo superior de su vida, el
relevantes de la corte y monjes. Cuando el debate llegó
encuentro mayor. ¿Cuáles vives tú?
a su fin, un anciano monje abisinio declaró ante el
Negus, el jesuita y la corte:
“Doy gracias a Dios porque me ha guardado hasta este día y, así, me ha dado la oportunidad
de elegir una fe mejor. Las cosas que conocíamos antes las has explicado tan bien, que se han
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hecho aún más comprensibles y así nos has confirmado en nuestras creencias. Las cosas que
eran difíciles y que casi no podíamos comprender las has expuesto tan claras, que ahora nos
admiramos de nuestra propia ceguera, por no haberlas visto así antes. Por todos estos
beneficios que confieso haber recibido hoy, hago la declaración de que es mi firme propósito,
con la ayuda de Dios Todopoderoso, vivir y morir en la fe que tú profesas y que acabas de
predicar.”
El Negus también había quedado hondamente impresionado de las palabras del jesuita y juró
en secreto adherirse al catolicismo. Pedro Páez le rogó que fuera prudente pues el clero
ortodoxo abisinio estaba soliviantado de celos. Pero el emperador fue imprudente y dictó
nuevas leyes que violaban la tradición
abisinia como la observancia del sabbath.
Páez era un convencido de la pastoral de
inculturación al estilo de Mateo Ricci, que
Pedro había aprendido directamente del
jesuita Alessandro Valignano, formador
que defendía la adaptación a las culturas
nativas y no la romanización de las culturas
locales. Así pues, Páez se sentía muy
contrariado con cualquier modo de acción
que violentara la cultura propia de la
comunidad en aquello que era compatible
con el Evangelio. Pero tanta fue la
imprudencia del nuevo Negus que dio el
motivo para un alzamiento que llevaba ya
un tiempo larvándose. El ejército se dividió.
El 13 de octubre de 1604 se enfrentaron en
batalla. El Negus solicitó a Pedro Páez que
fuera a bendecirle antes de entrar en
batalla pero el jesuita, que en ese
momento estaba luchando contra la plaga
de langostas, decidió que había muchas
más vidas de campesinos amenazadas que necesitaban su ayuda. La mayoría el ejército se
posicionó contra el Negus Za Dengel, quien finalmente se encontró solo en pie en el campo de
batalla rodeado de adversarios. Su cadáver fue expuesto ante la multitud.
La facción victoriosa nombró emperador a un heredero dinástico llamado Socinios. Pero aquel
joven emperador al que había depuesto Za Dengel no
aceptó y se desencadenó otra disputa dinástica que
¿En qué batallas infecundas no nos
acabó con la muerte definitiva del joven. Socinios
metemos para poder servir a los
también estableció una pronta relación con Pedro
demás? ¿En qué hemos optado por
Páez, cuyo magnetismo personal generaba inmediatas
el servicio a los pobres en vez de la
adhesiones. Socinios también quiso abrazar el
violencia del poder?
catolicismo pero fue hizo caso a los consejos del
jesuita y fue más prudente que su antecesor. No
obstante, el clero ortodoxo le acusaba de ser demasiado favorable a la Iglesia de Roma en
general y a los jesuitas en especial.
El nuevo Negus reclamaba continuamente la presencia del Padre Páez y éste le acompañaba
en sus viajes. Eso le permitía a Pedro no sólo evangelizar a la corte sino entrar en contacto con
nuevos pueblos del país.
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7. El lago interior de las Fuentes del Nilo
En una expedición en abril de 1613, se dirigieron a la provincia de Gojam, donde había
escuchado que se localizaban las fuentes del Nilo Azul. Esto motivó un especial interés del
jesuita. Cuando llegaron a su destino, en el
¿Ascendemos a la montaña cada
campamento había quien decía que en lo alto de la
cierto tiempo para beber en las
montaña bajo la cual se hallaban nacía el Nilo Azul.
fuentes del Nilo de nuestra vida?
Pedro decidió descubrirlo por sí mismo y antes del
alba emprendió el ascenso a la montaña. Bishop
reconstruye el momento con detalle a partir de los recuerdos que dejó escritos el propio Pedro
Páez.
Pedro Páez llevaba una vida de intensa actividad pero todavía con más intensidad era un
contemplativo de la vida, con un extraordinario sentido de la belleza y la poesía. De hecho, por
lo que sería más conocido en los dos siglos posteriores sería por su labor como arquitecto. Par
él aquella ascensión fue un momento de unión con el Creador.
“El olor de las flores era embriagador;
amarillentos moscones y mariposas
exquisitamente coloreadas revoloteaban
entre ellas. Un cuco abisinio blanco y
negro volaba de un albo arbusto de brezo
a otro como si lo estuviera guiando.”
“Los ojos azules de Pedro exploraban el
terreno ‘observando todo con mucha
atención’”, como escribió luego. “De
pronto se detuvo. Frente a él, justo por
debajo de la cima, había un pequeño
manantial. El corazón empezó a latirle con
fuerza. ¿Podría ser ése el secreto que
Europa había estado buscando durante
siglos?”
Los
hombres
que
le
acompañaban, con una resplandeciente
sonrisa blanca en su cara oscura, le
confirmaron que estaba en las fuentes del
Nilo.
“Corrió al más ancho de los manantiales.
Los pies de Pedro chapoteaban y salpicaban en el agua como si caminara en una marisma. Los
demás de unieron a él. Páez daba saltos con
¿Cuáles son las experiencias de
entusiasmo juvenil. Una gran sonrisa le llenaba la cara.
belleza que asombran nuestra vida?
Estaba maravillado. Veía lo que reyes y emperadores,
César y Alejandro, tanto desearon contemplar. Hasta
hubieran dado su reino por estar allí.”
“Uno le explicó que la montaña se alzaba sobre un enorme lago subterráneo y que el suelo se
sostenía por encima del agua gracias al entrelazado de las raíces de los árboles. Páez lo creyó:
sentía la tierra vibrar y temblar. Un guerrero metió su larga lanza en el manantial y la lanza no
tocó fondo.”
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“En plena cima, ante el panorama de altas montañas y profundos valles, el padre Páez anotó
con cariño especial en su memoria ese día tan
emocionante, 21 de abril de 1613, ciertamente el día
La montaña coronada por las fuentes
que debía ser recordado como aquél en el que había
del Nilo se elevaba sobre un lago
visto realmente las fuentes del Nilo Azul. Consignó
interior y una red de raíces… ¿Cómo
para la posteridad el relato de este memorable
es y cuidas tu lago interior? ¿Cuál es
descubrimiento en su Historia de Etiopía. Ese
la urdimbre de raíces sobre la que se
manuscrito se perdió, o mejor dicho, permaneció
eleva la montaña de tu vida?
olvidado en los archivos de los padres jesuitas en
Roma durante cerca de trescientos años, hasta que
salió a la luz en 1903 gracias al padre jesuita italiano Camilo Beccari.”
Desde aquellas profundas Fuentes del Nilo, éste iría creciendo durante miles de kilómetros
salvando montañas y valles, desiertos y haciendo brotar oasis, como la vida misma, con sus
crecidas y sequías, recogiendo lo mejor de todas las tierras por las que pasa hasta que al final
de su vida deposita sus ricos sedimentos en el delta del Mediterráneo.
Pedro Páez siguió el nacimiento del Nilo hasta llegar a donde el río manifiesta ya el carácter de
su personalidad legendaria, en las cataratas de Tis Isat. De su propia pluma, Pedro escribe:
“En las primeras cataratas el río cae a plomo desde una roca muy escarpada y cortada a pico,
a lo largo de la cual el agua
se
desparrama
completamente; una gran
cantidad de agua se
dispersa en una espesa
bruma o llovizna que, al ser
agitada
por
cualquier
viento, se ve a una gran
distancia como una grande
y bella nube que se deshace
en una continua lluvia.”
El padre Páez entabló una
estrecha amistad con los
agaus, el pueblo que vivía
en los alrededores de las
Fuentes del Nilo y pasó una
larga temporada con ellos
compartiendo ellos sus
costumbres –de las que
dejó muchas descripcionesy él compartiendo el
Evangelio. El jesuita vivía en
una choza circular de ramas
y barro en la que dormía en
un jergón de juncos. El resto
del mobiliario era una
pequeña mesa y un
taburete de tres patas que
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él mismo había construido. Tanto arraigó Pedro Páez en el corazón de los agaus que éstos
solicitaron al negus que le dejara al jesuita establecerse definitivamente entre ellos. El Negus
necesitaba tanto al jesuita que les negó la solicitud pero a cambio logró que se les enviara otro
jesuita para vivir permanentemente con ellos, el padre Angelis.
Quien finalmente había descubierto las Fuentes del Nilo no fue ni un rey ni un emperador ni un
militar ni un aventurero, sino un poeta del Evangelio de Cristo.
8. El delta de la vida de Pedro Páez
El Negus decidió romper su secreto y declarar ante todo el pueblo su unión a la Iglesia católica
y como prueba de la autenticidad de su decisión dejó a todas sus esposas quedándose sólo con
su primera esposa, madre de su primogénito y quien sería su sucesor. Al resto de mujeres e
hijos suyos les dio todos los medios para garantizar una cómoda supervivencia, garantía de
legitimidad y derechos de sus hijos y total libertad para rehacer sus vidas en el modo que
quisieran. En la prudencia y justicia de esta decisión tuvo crucial papel Pedro Páez.
Ese momento culminaba todo el trabajo de evangelización del jesuita, tras 19 años desde que
había logrado por fin arribar a Abisinia. Sus trabajos, viajes, construcciones y delicadezas con
los más pobres y atención a los más poderosos, eran signos de una vida entregada en su
totalidad a Dios y para los demás.
Un día de mayo de 1622 los niños de la escuela que había erigido Pedro Páez jugaban bajo los
eucaliptos que daban sombra al patio y vieron llegar de lejos al jesuita a lomos de su mula
favorita. Todos corrieron riendo y gritando hacia su maestro. Cuando le alcanzaron creyeron
que éste les estaba gastando, como tantas otras veces, una broma: se hacía el dormido sobre
el cuello de la mula, con los brazos colgando. La mula se paró. Los niños mayores se dieron
cuenta de la gravedad y lo llevaron a su casa, mientras otros corrían a pedir ayuda. Llegó su
compañero de comunidad, el padre Antonio Fernández, S.J. Pedro Páez estaba totalmente
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abatido por la malaria y en los últimos momentos de su vida. Los jesuitas de América habían
descubierto muy recientemente una cura, la llamada “corteza de los jesuitas” y el propio Pedro
Páez había escrito al General, el padre Vitelleschi, interesándose por su importación para
Abisinia. Pero no había tenido tiempo suficiente. La famosa corteza llegaría gracias a Pedro a
Abisinia pero no suficientemente a tiempo como para salvarle la vida a él.
En esas horas de pacífico final de su vida, Pedro Páez recibió una visita. “Un viejo guerrero, de
cara abatida por el tiempo y desgastado como los acantilados de granito, se detuvo a las
puertas del edificio de piedra blanca. Dejó su querida lanza, en la que tanto confiaba, contra la
pared antes de entrar, en la fachada de la casa. Muy despacio, entró. Se asomó en una esquina
y el padre Fernández le hizo señas para que entrara. El guerrero se quedó de pie al lado de la
cama, mirando con sus grandes ojos el cuerpo atratado por la fiebre. Fue rodeando el lecho,
fabricado con unos pocos troncos, y se detuvo a los pies. Se arrodilló. El padre Fernández
descansó una de sus manos en el hombro del visitante. Pedro abrió sus ojos y reconoció al
hombre: “¡Shaka!”, susurró.” Era aquel guerrero de su primer encuentro en Abisinia, del que
había hecho su primer retrato.
Las dos manos se unieron en un saludo de hermanos como aquella vez bajo el árbol de la teca,
el árbol de las alianzas. El viejo jefe lloró. Pedro dejó caer su mano. El jesuita Pedro Páez había
muerto. Había culminado la gran cima de la vida y ahora descubría ya las Fuentes del Nilo de la
vida. Era el 25 de mayo de 1622.
El mejor epitafio que escribieron sobre su vida procedió de su quizás mayor adversario. Aquel
que mucho tiempo después se atribuiría para sí mismo el descubrimiento de las Fuentes del
Nilo, un escocés acérrimo enemigo de los papistas en general y de los jesuitas en especial.
James Bruce escribió sobre el jesuita Pedro Páez:
“Además de poseer un saber universal… era un esmerado y activo trabajador… Era tan afable,
compasivo y humilde de naturaleza, que nunca perdió la ocasión de conversar hasta con los
herejes, que siempre se hacían sus amigos. Era de temperamento extraordinariamente alegre
y muy atrevido para fomentar risas inocentes… Tenía gran éxito entre los jóvenes de Abisinia,
que pasaban casi todo el tiempo en esta clase de conversación, ya fuera en las ciudades o en el
campo. Sobre todo, era un maestro paciente y diligente para los jóvenes; y la mayoría de sus
discípulos murieron en la persecución que enseguida sobrevino… Murió entre grandes
manifestaciones de devoción y resignación y con la convicción firme de que había cumplido su
deber en una vida activa, inocente y bien empleada.”
Sus restos yacen en una tumba deteriorada en la capilla principal de la antigua y abandonada
iglesia de Górgora, en el lago etíope de Tana, Nilo Azul. Su figura ha sido totalmente olvidada y
sólo recientemente en España se le ha comenzado a prestar atención con motivo del .
4. ORACIÓN FINAL
Mirad y escuchad este precioso video de 3 minutos con una canción
sobre Pedro Páez, a quien nombran con la voz con que le llamaba su
pueblo etíope, Pare Pai. Es una producción promovida por la asociación
cultural de su aldea natal, Olmeda de las Fuentes, con una delicada
canción y una animación preciosista sobre la vida de este querido
misionero jesuita.
http://www.youtube.com/watch?v=PLY4a6JhgTM
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PERA PAI
Letra y música: Josete Ordóñez
Cuando el viaje terminó
El rastro borrado por el Sol,
Que quien va tan lejos
No busca regreso
Si la fuente echa a sangrar
Es que persigue algún caudal
Que la abrace y lleve dentro del mar.
Pera Pai, Pera Pai.
Con algo de Dios conseguiste al fin llegar
Y todo tu dolor quedó atrás.
Quién te iba a decir a ti
Que todo lo que viste hasta aquí
Te lleva a tu verdad.
Cuando todo al fin pasó
Queda el eco de una voz
Que al alzar el vuelo
Se pierde en el tiempo.
Si el sueño de juventud
Fue conocer el Nilo Azul,
Ahí tienes su fuente y tu final.
Con algo de Dios conseguiste al fin llegar
Y todo tu dolor quedó atrás.
Quién te iba a decir a ti
Que todo lo que no aprendiste aquí
Te lleve a algún lugar.
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