la pulsión y los trastornos alimentarios

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LA PULSIÓN Y LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS
Carlos Fernández del Ganso
Psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.
[email protected]
RESUMEN:
Se nace en los brazos del lenguaje. El pan no engorda, es el sujeto el que engorda. El cuerpo está
sostenido por diferentes agujeros. La demanda y el deseo de otro tan grande como para cumplir la
función materna alimenta, por primera vez, con palabras al cachorro humano. La alimentación es un
proceso psíquico en el que intervienen distintas funciones fisiológicas y todo trastorno (anorexia,
bulimia, obesidad, constipación, intolerancias…) incumbe al sujeto por pertenecer a la dimensión del
lenguaje.
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Se nace en los brazos del lenguaje, mecido y alimentado por el deseo de otro, la función
nutriz impedirá que el cachorro humano muera de hambre o soledad. Siguiendo las palabras del
poeta, podemos clasificar como «hambre» o como «amor» todos los instintos orgánicos que actúan
en nuestra alma. Amor y hambre van civilizando y así aprendemos a discernir entre alimento y
alimentación, exterior e interior, sujeto y objeto, placer y displacer, actividad y pasividad, es decir:
el pan no, el que engorda es el sujeto.
Así como el amor se hace con palabras, en la demanda al Otro (nivel de la pulsión oral) y el
deseo del Otro (nivel de la pulsión invocante) la función materna, nutre y alimenta con palabras al
cachorro humano en su ingesta, obteniendo las primeras satisfacciones. Esa primera satisfacción
inconsciente deja una marca, un rasgo primero, una huella mnémica en el aparato psíquico y la
posterior tendencia a encontrar de nuevo aquella primera satisfacción, que nunca encontrará,
relanza metonímicamente el deseo acompañado de la pulsión para la nutrición.
Es en la demanda oral que se ha cavado el lugar de ese deseo. Si no existiera la demanda
con el más allá de amor que ella proyecta, no existiría este lugar más acá, de deseo, que se
constituye alrededor de un objeto privilegiado, el pecho materno del que siempre la boca estuvo
separado. Y aunque el objeto tiene del deseo como designio el permanente errar, la pulsión que lo
acompaña hace del objeto la contingencia de su necesidad. Es decir la fase oral de la libido sexual
exige este lugar cavado por la demanda y toda demanda es un pedido de amor.
En la repetición de cada ingesta, elegimos la comida de manera significante por ser lo que
nos representa como sujetos de la alimentación para la singular elección de cada menú.
El cuerpo está sostenido por diferentes agujeros y en uno de ellos, la boca, comienza el
aparato digestivo. El recorrido de la pulsión (los cuatro elementos que la conforman) y los diferentes
destinos que intervienen en el proceso alimentario utilizan como sustrato de representación el
sistema digestivo, en donde interviene una motilidad concreta, la singular inervación del sistema
nervioso autónomo excepto en dos puntos (bucofaringe y esfínter externo del recto inervados por el
sistema nervioso central), la secreción de diversas sustancias para la digestión y absorción de
nutrientes así como la producción de restos, en este proceso, que conforman las sustancias de
deshecho.
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En el proceso de alimentación intervienen mecanismos fisiológicos y psíquicos. Pasaremos a
citar algunos conceptos para mejor comprender el tema que nos convoca:
NECESIDADES NUTRICIONALES
El organismo contiene miles de moléculas orgánicas distintas, pero para mantenerse sano
sólo necesita recibir 24 compuesto orgánicos, además de una fuente de energía (calorías) y agua:
nueve aminoácidos esenciales, dos ácidos grasos y 13 vitaminas.
La mayor parte de las moléculas orgánicas de los alimentos, si bien se metabolizan o se
asimilan por parte del organismo, son “no esenciales”, en el sentido de que si se suprimen de la
dieta, el sujeto no enferma. La simplicidad de las necesidades nutricionales, comparada con la
complejidad de la composición corporal, es consecuencia de la gran capacidad de biosíntesis
endógena.
De los compuesto inorgánicos presentes en los alimentos, se admite que 15 son esenciales
para la nutrición: calcio, fósforo, yodo, hierro, magnesio, cinc, cobre, potasio, sodio,, cloro, cobalto,
cromo, manganeso, molibdeno, y selenio. Se estudia actualmente la posibilidad que el arsénico, el
vanadio y el estaño sean también oligoelemntos esenciales.
Luego necesidad, demanda y deseo son en su articulación mas que esenciales, estructurales
en la construcción del proceso de la alimentación.
EL NUTRIENTE ESENCIAL
El requerimiento para un nutriente esencial se define como la mínima cantidad capaz de
mantener normales la masa, composición química, morfología y funciones fisiológicas del organismo,
evitando así cualquier signo clínico o bioquímico del denominado estado de deficiencia. En los niños,
un criterio adicional es el ritmo normal de crecimiento.
El nutriente esencial es aquel significante que nutre todo tipo de necesidad.
FACTORES QUE ALTERAN LOS UMBRALES NUTRICIONALES
El suministro recomendado y la tolerancia máxima para cada nutriente esencial están
influidos por muchos factores: rapidez de crecimiento, edad, ejercicio, embarazo y lactancia,
composición química de la dieta, enfermedades y fármacos. Además los requerimientos y tolerancias
se ven influidos por la vía de administración, el ritmo y el momento de la alimentación. Sin embargo
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en situaciones cotidianas “normales” acontece con frecuencia alteraciones en la alimentación;
situación que nos lleva a pensar en la sobredeterminación inconsciente de cada umbral nutricional.
ALTERACIONES EN LOS REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES
Los requerimientos y las tolerancias nutricionales pueden verse alterados por enfermedades a
través de diferentes mecanismos: 1) aumento en la utilización de nutrientes por fiebre, infecciones o
traumatismos; 2) estados de malabsorción en los que algún nutriente se absorbe menos de lo
requerido diariamente; 3) disminución de la capacidad para activar o utilizar un nutriente como en el
caso de los requerimientos de vitamina D aumentados en las nefropatías; 4) pérdidas anormales de
nutrientes como en las grandes quemaduras, hemorragias, diarreas, hemodiálisis; 5) trastornos en
las vías de catabolismo o de eliminación como en los niños con fenilcetonuria y en pacientes
urémicos; 6) Hiperabsorción que puede disminuir tanto los requerimientos como la tolerancia, como
el hierro en la hemocromatosis o el cobre en le enfermedad de Wilson y 7) agentes farmacológicos
que pueden alterar los requerimientos nutricionales.
Sabemos que el cuerpo es el escenario de la vida psíquica, que el amor es narcisista y su
meta es la reproducción, así como la meta de la pulsión es la satisfacción y que lo importante en el
trayecto de ésta no es lo que tiene que traer (ya que el alimento en sí mismo es tan variable como
el objeto) sino el recorrido de la pulsión.
Pasaremos ahora a enumerar una serie de conceptos psicoanalíticos para pensar la pulsión
oral como demanda al Otro que saliendo del cuerpo de la boca vuelve a él como voz puntuando el
deseo del Otro. La relación del sujeto con el deseo que lo habita lo llevará a vivir para comer, a
comer para vivir, a gozar o sufrir comiendo, a la náusea sólo con pensarlo, al vómito nocturno, al
dolor compañero, a la acidez…
La vigencia de estos signos, nos llevan a trabajar un texto que a la humanidad le llevó más
de XIX siglos producir: nos referimos a “Tres ensayos para una Teoría sexual” de Sigmund Freud
publicado en 1905, desde donde podemos pensar el amor y el hambre.
Freud comienza por rescatar la importancia de LA SEXUALIDAD INFANTIL y nos habla de la
Negligencia de lo infantil: “De la concepción popular del instinto sexual forma parte la creencia de
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que falta durante la niñez, no apareciendo hasta el período de la pubertad. Constituye esta creencia
un
error
de
consecuencias
graves,
pues
a
ella
se
debe
principalmente
nuestro
actual
desconocimiento de las circunstancias fundamentales de la vida sexual.”
Luego pensar los trastornos alimentarios sin leer la sexualidad infantil, obstaculiza todo tipo
de abordaje terapéutico.
Seguimos leyendo: “Un penetrante estudio de las manifestaciones sexuales infantiles nos
revelaría probablemente los rasgos esenciales del instinto sexual, descubriéndonos su desarrollo y
su composición de elementos procedentes de diversas fuentes. No deja de ser singular el hecho de
que todos los autores que se han ocupado de la investigación y explicación de las cualidades y
reacciones del individuo adulto hayan dedicado mucha más atención a aquellos tiempos que caen
fuera de la vida del mismo; esto es, a la vida de sus antepasados que a la época infantil del sujeto,
reconociendo, por tanto, mucha mas influencia a la herencia que a la niñez. Y, sin embargo, la
influencia de este período de la vida sería más fácil de comprender que la de la herencia y debería
ser estudiada preferentemente”.
Podemos en este punto recordar que en la historia de las ciencias no siempre existió la
pediatría como especialidad médica.
Y Freud prosigue señalando dos MANIFESTACIONES DE LA SEXUALIDAD INFANTIL, la
primera el “chupeteo del pulgar” del que nos dice: “Por motivos que veremos más adelante,
tomaremos como tipo de las manifestaciones sexuales infantiles el “chupeteo” (succión productora
del placer). La succión o el chupeteo, que aparece ya en los niños de pecho y puede subsistir hasta
la edad adulta e incluso conservarse en ocasiones a través de toda la vida, consiste en un contacto
succionador rítmicamente repetido y verificado con los labios, acto al que falta todo fin de absorción
de alimento.
Una parte de los mismos labios, la lengua o cualquier otro punto asequible de la piel del
mismo individuo (a veces hasta el dedo gordo de un pie), son tomados como objeto de la succión. Al
mismo tiempo aparece a veces un instinto de aprehensión, que se manifiesta por un simultáneo
pellizcar rítmico del lóbulo de la oreja, y puede también apoderarse de esta misma u otra cualquiera
parte del cuerpo de otra persona con el mismo fin. La succión productora de placer está ligada con
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un total embargo de la atención y conduce a conciliar el sueño o a una reacción motora de la
naturaleza del orgasmo”. Y continúa el autor:
“Con frecuencia se combina con la succión productora de placer el frotamiento de
determinadas partes del cuerpo de gran sensibilidad: el pecho o los genitales exteriores. Muchos
niños pasan así de la succión a la masturbación. Frecuentemente se considera el chupeteo como una
de las “mañas” sexuales del niño. Numerosos pediatras y neurólogos niegan en absoluto esta
hipótesis; más su contraria opinión, fundada en una confusión entre lo sexual y lo genital, plantea el
difícil e inevitable problema de establecer qué carácter general debe atribuirse a las manifestaciones
sexuales de los niños. Por mi parte, opino que el conjunto de aquellas manifestaciones en cuya
esencia hemos penetrado por medio de la investigación psicoanalítica nos da derecho a considerar el
chupeteo como una manifestación sexual y a estudiar en ella precisamente los caracteres esenciales
de la actividad sexual infantil.
La segunda manifestación de la sexualidad infantil es el Autoerotismo, en donde leemos
textualmente: “Hagamos resaltar, como el carácter más notable de esta actividad sexual, el hecho
de que el instinto no se orienta en ella hacia otras personas. Encuentra su satisfacción en el propio
cuerpo; esto es, es un instinto autoerótico. Se ve claramente que el acto de la succión es
determinado en la niñez por la busca de un placer ya experimentado y recordado. Con la succión
rítmica de una parte de su piel o de sus mucosas encuentra el niño, por el medio más sencillo, la
satisfacción buscada. Es también fácil adivinar en qué ocasión halla por primera vez el niño este
placer, hacia el cual, una vez hallado, tiende siempre de nuevo.”
Lo que nos puede ayudar a pensar los tratamientos en pacientes con obesidad, bulimia o
anorexia.
Continuamos leyendo: “La primera actividad del niño y la de más importancia vital para él, la
succión del pecho de la madre (o de sus subrogados), le ha hecho conocer, apenas nacido, este
placer. Diríase que los labios del niño se han conducido como una zona erógena, siendo, sin duda, la
excitación producida por la cálida corriente de la leche la causa de la primera sensación de placer.
En un principio la satisfacción de la zona erógena aparece asociada con la del hambre. La actividad
sexual se apoya primeramente en una de las funciones puestas al servicio de la conservación de la
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vida, pero luego se hace independiente de ella. Viendo a un niño que ha saciado su apetito y que se
retira del pecho de la madre con las mejillas enrojecidas y una bienaventurada sonrisa, para caer en
seguida en un profundo sueño, hemos de reconocer en este cuadro el modelo y la expresión de la
satisfacción sexual que el sujeto conocerá más tarde. Posteriormente la necesidad de volver a hallar
la satisfacción sexual se separa de la necesidad de satisfacer el apetito, separación inevitable
cuando aparecen los dientes y la alimentación no es ya exclusivamente succionada, sino mascada”.
Concluyendo Freud que: “En el acto de la succión productora de placer hemos podido
observar los tres caracteres esenciales de una manifestación sexual infantil. Esta se origina apoyada
en alguna de las funciones fisiológicas de más importancia vital, no conoce ningún objeto sexual, es
autoerótica, y su fin sexual se halla bajo el dominio de una zona erógena. Anticiparemos ya que
estos caracteres son aplicables asimismo a la mayoría de las demás actividades del instinto sexual
infantil”.
Para poder pensar el mecanismo psíquico y la temporalidad inconsciente como recurrencial
en el proceso de la alimentación rescatamos el papel que en ella desempeña las fases evolutivas de
la organización sexual, en las que Freud nos dice: “Estas fases de la organización sexual transcurren
normalmente sin dejar advertir su paso más que por muy breves indicios. Sólo en casos patológicos
se activan y aparecen reconocibles a la investigación exterior. Denominaremos “pregenitales” a
aquellas organizaciones de la vida sexual en las cuales las zonas genitales no han llegado todavía a
su papel predominante. La primera de estas organizaciones sexuales pregenitales es la ORAL o, si se
quiere, caníbal. En ella, la actividad sexual no está separada de la absorción de alimentos”.
En las afecciones alimentarias hay que interpretar y construir una boca, es decir una
demanda, necesidad y deseo para civilizar esa boca. Esto no se consigue cortando el estómago, ni
cosiendo los labios, ni mordiéndose la lengua.
Esa sexualidad humana de dos tiempos con su intermedio periodo de latencia, en la
Metamorfosis de la Pubertad, Freud trabaja el objeto, el hallazgo de objeto y escribe: “Mientras qué
por los procesos de la pubertad queda fijada la primacía de las zonas erógenas, y la erección del
miembro viril indica apremiantemente al sujeto el nuevo fin sexual, esto es, la penetración en una
cavidad excitadora de la zona genital, tiene lugar en los dominios psíquicos el hallazgo de objeto,
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momento que se ha venido preparando desde la más temprana niñez. Cuando la primitiva
satisfacción sexual estaba aún ligada con la absorción de alimentos, el instinto sexual tenía en el
pecho materno un objeto sexual exterior al cuerpo del niño. Este objeto sexual desaparece después,
y quizá precisamente en la época en que fue posible para el niño construir la representación total de
la persona a la cual pertenecía el órgano productor de satisfacción. El instinto sexual se hace en este
momento autoerótico, hasta que, terminado el período de latencia, vuelve a formarse la relación
primitiva. No sin gran fundamento ha llegado a ser la succión del niño del pecho de la madre modelo
de toda relación erótica. El hallazgo de objeto no es realmente más que un retorno al pasado”.
Para concluir podemos decir que en toda alteración del proceso de alimentación y en la
función del sistema digestivo, ya hablemos de manifestaciones bucales, disfagia, indigestión,
anorexia,
bulimia,
nausea,
vómitos,
obesidad,
pérdida
de
peso,
diarrea,
estreñimiento,
hematemesis, ictericia, ascitis… siempre se encuentra implicado y comprometido el sujeto por
habitar y alimentarse en la dimensión del lenguaje.
Es motivo de otra investigación los destinos de la pulsión, en especial la transformación en lo
contrario y la orientación hacia la propia persona para trabajar ciertas dolencias digestivas como la
úlcera péptica, los tumores gástricos, enfermedad inflamatoria intestinal, síndromes de mala
absorción, hepatitis…
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Bibliografía:
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Tres ensayos para una teoría sexual (1905). Obras completas de Sigmund Freud. Traducción
de Luis López Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1996
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Las pulsiones y sus destinos (1915) Freud Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud.
Traducción de Luis López Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1996
-
Los Recuerdos encubridores (1889) Freud Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud.
Traducción de Luis López Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1996
-
Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicógenas de la visión (1910) Freud Sigmund.
Obras completas de Sigmund Freud. Traducción de Luis López Ballesteros. Ed. Biblioteca
Nueva, Madrid 1996
-
Psicoanálisis y Medicina (1922) Freud Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud.
Traducción de Luis López Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 1996
-
Las Patologías de fin de siglo (1998) Varios Autores. Edit. Grupo Cero. Madrid
Freud y Lacan –hablados- 1. (1987) Menassa Miguel Oscar. Edit. Grupo Cero.
Madrid.
-
Principios de Medicina Interna (2006) Harrison y otros. Edit. Interamericana. Madrid
-
Medicina Psicosomática I Cuestiones Preliminares (2005) Rojas Pilar, Menassa Alejandra.
Edit. Grupo Cero. Madrid
-
Las Psicosis (1955) Lacan Jacques, Edit: Paidos. Buenos Aires
-
La Transferencia (1961) Lacan Jacques. Edit: Paidos. Buenos Aires
Deseo de nada- Fobia y Fetiche- (1996). Menassa M.O., Díaz Cuesta, A. Edit. Grupo Cero.
Madrid.
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