Entre monarquía y república: la difícil construcción del Estado Peruano (1821-1828) TEODORO HAMPE MARTÍNEZ Universidad Nacional Mayor de San Marcos Esta comunicación apunta a examinar, sobre la base de fuentes documentales y la teoría política, la manera como se construyó el organismo estatal en el Perú independiente. Postulamos que diversos elementos permiten afirmar la existencia de un precario Estado luego de la proclamación de la independencia realizada por el general San Martín en Lima (1821). Los hechos que analizamos transcurren en una fase de transición entre el régimen colonial hispano y los primeros ensayos de vida autónoma, sobre el trasfondo de la discusión acerca de la forma de gobierno más adecuada al país: ¿monarquía o república? Se vivió entonces un clima de inestabilidad desatado por una guerra civil, con la intervención de diferentes sectores de la sociedad. En este contexto, confrontamos las situaciones fácticas, coyunturales, con la continuidad o elementos estructurales. La intención de los agentes políticos de construir un Estado se manifiesta a través de las constituciones, decretos, órdenes y bandos que, en lo formal, se ajustaban a la teoría de la separación de poderes, la conformación del territorio peruano y la participación popular. Desde el punto de vista económico, se caracteriza esta época por una pobreza generalizada, expresada en la decadencia de la minería, fuente del bienestar colonial, y de la agricultura, fuente del bienestar andino tradicional. En fin, es un período que demuestra la desorientación sobre lo que se es y lo que se quiere ser, en donde todo (economía, infraestructura, Estado) debe ser nuevamente construido. Nuestro análisis llega hasta la Constitución de 1828, que posee ciertamente un significado emblemático en la historia del derecho peruano. Se ha dicho que es la primera ley fundamental genuinamente nacional, no sólo por su contenido, sino por las circunstancias en que se expidió. La Constitución de 1823 se había inspirado y seguía muy cercanamente el texto de las Cortes de Cádiz, expresando el romanticismo iluso de los padres fundadores; la de 1826 era la “constitución vitalicia” que el Libertador Bolívar había impuesto a sangre y fuego, y que no fue acatada en el Perú. En esa hora tan apremiante y angustiosa, en medio de la confrontación de ideas entre liberalismo y autoritarismo, los legisladores republicanos pretendían que la Constitución reflejara la identidad, esencial y privativamente peruana, y la voluntad de constituirse como una nación verazmente soberana e independiente.