manual del ajedrecista - e

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MANUAL DEL
AJEDRECISTA
M.Ricart
EDITORES MEXICANOS UNIDOS, S. A.
© Derechos reservados por
Editores Mexicanos Unidos, S. A.
Miembro No. ll5 de la Cámara de la
Industria Editorial.
1• edición
Julio de 1975
Impreso en México
Printed in Mexico
PRÓLOGO
Un célebre escritor ha dicho que de todos los
juegos imaginados por el hombre para distraer
sus ocios y sus pesares, el Ajedrez es incontesta­
blemente el que ocupa el primer lugar .
Y, en efecto, todos los grandes guerreros de la
Humanidad, desde Carlomagno hasta Napoleón
I, han mostrado una afición entusiasta y decidida
por este juego; los hombres más eminentes lo han
escogido siempre como el mejor medio de solaz y
entretenimiento; los célebres matemáticos Leib­
nitz, Newton y Eulero no se han contentado con
darle el nombre de juego, sino que, admirados
por las múltiples y bellas combinaciones de ata­
que y defensa que en él se encierran, han tratado
de elevarlo a la categoría de ciencia exacta; y, fi­
nalmente, varios filósofos ilustres han asegurado
que ocupaba un lugar legítimo e importante entre
las maravillas del espíritu humano.
Si en España, comparativamente hablando, no
se ha propagado este juego como en las demás
naciones de Europa, tal vez debido a la carencia
absoluta de un tratado elemental sobre dicha ma­
6
M. RICART
teria: a la falta de un breve y conciso ensayo que
reúna lo útil a lo agradable, y que, sacrificando
la ampulosidad del lenguaje a la claridad de los
conceptos, pueda guiar los primeros pasos de
los alumnos en tan difícil empresa.
De las muchas obras de Ajedrez que se han pu­
blicado hasta la fecha, unas no se hallan al nivel
de todas las inteligencias, acabando por marear a
los lectores con sus interminables listas de núme­
ros, letras y abreviaturas; y otras no se hallan al
alcance de todas las fortunas, pues han tenido
que venderse a precios elevadísimos a causa de
la desmesurada extensión de las mismas.
He aquí, pues, sencillamente, el vacío que nos­
ctros nos hemos propuesto llenar con la publica­
ción de la presente obrita.
No abrigamos la pretensión de compararnos a
los grandes maestros en este ramo del saber hu­
mano; nada de esto . Reconocemos desde luego
que somos demasiado humildes para ponernos en
parangón con los Ponziani, los Philidor, los La­
bourdonnais y otros jugadores célebres, cuyos
nombres, transmitidos de boca en boca, han lle­
gado a ser la admiración de las generaoiones
modernas. Tampoco tenemos el feo vicio de enga­
larnos con plumas ajenas, y; por tanto, nos guar­
daremos muy bien de decir que nuestra obra sea
puramente original, cosa poco menos que imposi­
MANUAL DEL AJEDRECISTA
7
ble después de lo mucho que ya se ha escrito y
púhlicado sobre dicha materia.
Nosotros, simplemente, hemos recogido y ex­
tractado lo más notable de los principales autores,
procurando explicarlo al público con la mayor
c1 aridad posible, y luego hemos añadido de nues­
tra cosecha algunos casos prácticos que nos ha en­
señado la experiencia y que aquellos autores se
dejaron olvidados en el tintero, perdiendo tiempo
en detalles de menor cuantía .
¿ Cuál 'es, pues, en definitiva, el objeto que nos
hemos propuesto ... ?
Que un oficionado de medianas fuerzas, sin tor­
turar demasiado su inteligencia, pueda salir ai­
roso en uno de 'esos desafíos que se presentan
todos los días en los balnearios y sitios de recreo,
como también en ciertos casinos y reuniones par­
ticulares, y que, después de haber pasado un rato
ameno y entretenido, deje bien sentada su repu­
tación de ajedrecista.
CAPÍTULO
PRIMERO
Cuatro palabras sobre su historia
El origen de este juego se pierde en la noche
de los tiempos. Todos los pueblos de Oriente se
disputan el privilegio de invención. El simbolismo
de sus jugadas se confunde con las sentencias fi­
losóficas de la antigüedad. Su historia general
se remonta a las edades fabulosas . Y su estrate­
gia y su táctica han sido la manera de combatir
de los primitivos guerreros del mundo.
Algunos eruditos han querido atribuir la inven­
ción del Ajedrez al general griego Palamedes;
pero semejante versión está completamente des­
provista de fundamento .
Se asegura que Palamedes inventó la moneda
y las pesas y medidas; que dio la primera expli­
cación de los eclipses; que como navegante des­
cubrió las costas de Francia y España; y que, fi­
nalmente, ideó el juego de los dados para distraer
el tedio de los griegos, los cuales se aburrían
soberanamente durante el sitio de Troya. Mas a
pesar de sus vastos conocimientos no se ha podido
comprobar en parte alguna, ni mucho menos de
1
10
M. RICARl'
una manera clara y positiva, que aquel general
fuese­ inventor del Ajedrez.
Asimismo, los historiadores árabes pretenden
que dicho juego fue inventado por los guerreros
ele su nación; pero esta hipótesis también se cae
por su base.
Los árabes, siempre turbulentos, más aficio­
nados al incendio· y al pillaje que a pelear en
hnena lid, y viviendo continuamente en el estado
denominado de tribu guerrera, no podían inven­
tar en modo alguno un juego cuyos principios
revelan un origen mucho más lógico y sedentario .
Lo más natural es que los árabes lo tomasen
de los persas, como éstos a su vez lo habían to­
mado de los indios, quienes en edades más remo­
tas lo heredaran de sus padres, los primitivos­
vedas.
Las figuras que en Ia edad actual nos sirven
para jugar al Ajedrez todavía conservan cierta
analogía con aquellas formas de las antiguas di­
vinidades indostánicas, formas que se han perpe­
tuado a través de los siglos, cosa que no sucede
con las piezas de ningún otro juego de los cono­
cidos hasta la fecha.
Y, en efecto, en las lenguas sánscritas, mucho
antes de la época del famoso Ramayana, se en­
cuentra por primera vez el interesante juego del
Chaturang, inventado por un héroe hijo de Pan­
dú, tres mil años antes de la era cristiana.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
Íl
Chaturang se compone de dos palabras: chatur,
que significa cuatro, y anga, que equivale a jefe;
esto es: · las cuatro armas que componen la fuer­
za de una nación, infantería, cabaliería, artille­
rí:1 y marina, todas ellas mandadas por un rey
bien un general .
Más tarde encontramos el mismo juego entre
los persas, pero con distinta significación. La an­
tigua palabra de los indios se ha convertido en
Sha-mand, y, por último, en Sha-mat, esto es, ma­
te al Sha, o mate al Señor.
Y como los árabes, en épocas más modernas,
suprimieron la palabra mate, contentándose con
decir sencillamente al Rey, o sea al Sha y al Je­
que ( que se pronuncia Scha y Scheck) ,, dieron
con ello lugar a los nombres europeos de achac,
achec y achedres o axedres, y aun a los derivados
achaque y achacosa, esto es, jaqueado, imposibi­
litado y, por fin, el verbo chasquear, dejarle a
uno plantado.
Todo cuanto se pudiera añadir acerca del ori­
gen de este juego serían simples conjeturas; no
obstante, nuestro tratado parecería incompleto si
no diésemos a conocer a nuestros lectores. la ridí­
cula fábula de aquel brahmán llamado Sisa, tan
ligada en las tradiciones de la Edad Media con el
origen del mismo juego, de que estamos tratando.
Según refieren' las crónicas orientales, el brah­
mán Sisa imaginó este mismo juego para domar
o
12
M. RICART
la altivez y el orgullo de un rey de la India; dán­
dole a entender con ello que si bien el soberano
manda y dirige a sus vasallos, es, en cambio, muy
poca cosa sin el auxilio de los mismos .
Aquí preguntamos nosotros: ¿Acaso este buen
señor Sisa también enseñaría al rey a sisar? Casi
no podría menos de ser así, pues habiendo venido
al Mundo en el siglo v de la era cristiana, no tu­
vo reparo en apropiarse aquel invento del hijo de
Pandú, el cual había existido tres mil años antes
de dicha era.
Por otra parte, en aquellos tiempos de barba­
rie, un rey no podía mostrarse demasiado orgu­
lloso con sus súbditos, pues sabía que, sin la ayu­
da de los mismos, pronto hubiera sido vencido y
convertido en esclavo por los gu'erreros de otras
naciones, cosa que tenía lugar todos los días. Y
si, en efecto, su insensatez y orgullo eran tantos
como las crónicas suponen, entonces no se hubie­
ra querido romper la cabeza con un juego tan
difícil portándose como otros magnates más mo­
dernos, que han despreciado los inventos de sus
vasallos.
Pero luego añade la leyenda:
Reconocido el rey de la India por las verdades
que aquel brahmán, le acababa de enseñar, díjo­
le que le pidiera una gracia, a lo cual contestóle
nuestro hombre que se contentaba con muy poca
cosa: con un solo grano de trigo por la primera
MANUAL DEL AJEDRECISTA
13
casilla del tablero, dos granos por la segunda,
cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, y así
sucesivamente, doblando siempre hasta llegar a la
última casilla, o sea a la que hace 'el número se­
senta y cuatro .
Entonces el monarca tuvo que sufrir una segun­
da humillación, lo cual ya revela mucha pacien­
cia para un soberano de la India.
La cantidad pedida ascendía a la cifra de die-.
ciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis "'sé!
tecientos cincuenta y cuatro billones, setenta y tres
mil ochocientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince granos de trigo.
Esto es, la cantidad que se cosecharía en un terri­
torio como Francia durante un período de ciento
nueve mil seiscientos años .
Y el rey, con todo su poder, vióse por tanto
en la imposibilidad de cumplir su palabra empe­
ñada, no pudiendo otorgar aquella gracia.
Bien se trasluce a la legua que semejante fábu­
la, o mejor semejante lata, no ha sido forjada por
ningún filósofo, ni mucho menos por ningún poe­
ta, sino por uno de esos calculistas desocupados,
siempre deseosos de lucir su afición, y que por
ello son capaces de acabar con la paciencia de
un santo.
CAPÍTULO lI
Su introducción en Europa
Se ha demostrado suficientemente que los grie­
gos y romanos nunca jugaron al Ajedrez, pues el
Ludus Latrum de los segundos no era más que un
sencillo juego de Damas. Tampoco es verdad que
en épocas de carestía los lidios y los tirrenos en­
tretuviesen el hambre con dicho juego . Ni Hero­
doto ni Hornero nos hablan de él; y, por otra
parte, el hambre difícilmente se entretiene con
nada.
El Ajedrez fue introducido en el Oriente de Eu­
ropa por los kanes de Tartaria y Samarkanda, en
tanto que los califas de Córdoba hacían lo propio
p~r la parte de Occidente.
En un principio, .sólo conocían dicho juego los
príncipes y altos dignatarios de la Corte; poco a
poco fue pasando al dominio de la clase media,
: hasta que más tarde se hizo popular en todas las
capitales y ciudades importantes de nuestra Eu­
ropa.
· También en sus primeros tiempos parece que se
: llevaban la palma los jugadores españoles, pero
16
M. RICART
luego cesó la afición y fuimos aventajados por los
hijos de la raza sajona, que daban los primeros pa­
sos en el camino de la civilización moderna.
Cábenos el orgullo de poder decir que el pri­
mer libro de Ajedrez que se ha publicado en Eu­
ropa fue un tratado español, impreso en Valencia
en 15 de mayo de 1495, el cual se titulaba Llibre
dels jochs partits del Shacs, per Francesch Vincent;
todos los autores están contestes en asegurar que el
español Vicent ha sido uno de los jugadores más
notables de su época .
A principios del siglo pasado ya no quedaba
más que un solo ejemplar de tan curiosa obra, 'el
cual fue quemado en el año 1835 cuando la des­
trucción de los conventos .
Tras la obra de Vicent aparece otro volumen,
"también español, titulado Repetición de Amores
,- arte de Axedres con C. L. juegos de partido,
por Lucena.
También este libro es muy raro, pues en la ac­
tualidad no quedan más que dos ejemplares: uno
en el Museo Británico de Londres y otro en la
Biblioteca Nacional de Río de J aneiro .
Y vino a renglón seguido el célebre Tratado de
Damiano, que se publicó a la vez en español e
italiano en 1512. Esta obra es muy notable por ­
la bellísima colección de problemas que contiene.
Un siglo más tarde, un tal Antonio Porta pu­
blicó la misma obra de Damiano, sin añadir ni
MANUAL DEL AJEDRECISTA
17
quitar absolutamente nada, y tuvo el atrevimien­
to de firmarla con su propio nombre como si se
tratara de un libro original suyo .
Después de otros tratados de menor importan­
cia, hizo su aparición el libro de Ajedrez de Au­
gusto de Brunswich, duque de Luneburgo, que lo
publicó bajo el seudónimo de "Gustavo Seleno",
y en el cual se. hallan un sinnúmero de cuentos y
anécdotas referentes al juego que nos ocupa .
Allí dice, no sabemos con qué fundamento, que
un día el emperador Carlomagno, en un arrebato
de orgullo, se jugó toda la Francia, incluso la pro­
pia emperatriz, en una partida de ajedrez contra
Garín de Montglave, y en cuya partida este últi­
mo jugaba su cabeza .
Habiendo salido vencido Carlomagno, echóse a
llorar como un chiquillo . Mas entonces Garín de
Montglave devolvió gerrerosamente la Francia y
hasta la emperatriz a pesar de estar enamorado de
ella. Y desde aquel día, por no humillar con su
presencia al desdichado emperador, alejóse de la
corte para siempre, yéndose a pelear contra los
moros de Aquitania.
Más tarde, un hijo de Carlomagno, que, sin du­
d11, no tendría la calma de su augusto padre, ma­
tó de un tablerazo en la frente a su primo y con­
trincante Beaudoin, por haberle ganado tres
partidas en una tarde.
A lo menos, el rey de Francia Luis XV se con­
18
M. RICART
tentaba con arrancarse la peluca; luego la tiraba
a la cabeza de su competidor y se serenaba inme­
diatamente. Siempre es menos peligroso el jugar
con un hombre así .
Una de las víctimas más notables de este juego,
o más bien dicho de la envidia humana, ha sido
un esclarecido éstudiante, llamado comúnmente "Il
Puttino", el cual sobresalió en Roma en tiempo de
Gregorio XIII .
Este joven, natural de una aldea de Calabria,
empezó por ganar al Ajedrez a todos sus compa­
ñeros de estudios, luego venció también a sus pro­
fesores y catedráticos, y, finalmente, a los carde­
nales y príncipes italianos. Tenía una estatura tan
_baja y una presencia tan insignificante, que por
esta razón le llamaban "Il Puttino". Con todo,
su reputación de ajedrecista no tardó en hacerse
universal. Alentado por Gregorio XIII decidióse
a hacer un viaje por las principales ciudades de·
Europa. Aquí, en España, venció al rey Felipe II
junto con su profesor Ruy López; después, en Ale­
mania, venció también a los principales jugadores
y maestros, haciendo lo propio en otras partes.
Mas, al volverse a ·su patria dispuesto a descansar
a la sombra de sus laureles, murió envenenado re­
pentinamente, a la edad de cuarenta y cinco años.
Entre los grandes capitanes y conquistadora
del mundo se cuenta, como ajedrecista de primer
orden, al feroz y sanguinario Tamerlán, ­ muy su­
MANUAL DEL AJEDRECISTA
19
perior, 'Según los críticos, a todos sus compañeros
en el arte de la guerra .
Tamerlán encontraba este juego demasiado fá­
cil para su inteligencia, y por este motivo lo refor­
mó: compuso un tablero de ciento diez casillas ;
aumentó el número de las piezas, añadiendo co­
rreos, camellos y jirafas: siendo el camello la
representación del ejército árabe y la jirafa la
del ejército africano, etc. Con todo, a la caída del
Imperio Mongol cayó también en desuso este sis­
tema, y posteriormente han sido inútiles los es­
fuerzos de Carrera y Marinel­li, que lo han querido
resucitar.
En cambio, Napoleón I, a pesar de su mucha
afición, nunca fue más que un jugador mediano y
atolondrado. Siempre perdía piezas que dejara
comprometidas en medio de un ataque . Sus gene­
rales Ney, Junot, Murat, Berthier y Las Cases, que
eran excelentes jugadores, se dejaban ganar sólo
por no disgustar al amo de Europa, como ellos
decían.
En fin, nos excederíamos de los límites de este
compendio si empezáramos a narrar historietas de
personajes más o menos importantes, como tam­
bién a citar nombres de autores célebres. Asimis­
mo nos abstendremos de hablar de aquellos lujo­
sos juegos que siempre han poseído los magnates
de Oriente, cuyas figuras, talladas 'en ágata y cor­
nalina, ostentan diademas de rubíes, topacios, es­
20
M. RICART
meraldas y demás piedras preciosas, pues, en re­
sumidas cuentas, de todo esto no resulta ninguna
utilidad práctica para nuestros lectores .
Todo el mundo conoce ya la hisoria del corte­
sano Philidor, notable músico y ajedrecista; la
del árabe Satranjhi, que fue el primero en jugar
una partida sin ver 'el tablero; y, por último, la
del célebre norteamericano Pablo Morphy, que a
mediados del siglo pasado ÍU'e declarado el primer
jugador de la Humanidad.
Pablo Morphy, nacido en Nueva Orleáns en
1837, de padre español y madre francesa, ha ad­
quirido la reputación incontestable de rey de los
ajedrecstas , Baste decir que el 27 de agosto de
1858, en la ciudad de Birmingham, jugó ocho
partidas a la vez sin ver el tablero, saliendo vence·
dor casi en todas, como veremos en el transcurso
de esta obra. Posteriormente, sus interesantes par­
tidas han sido recopiladas y dadas a luz por M.
Loventhal, con abundancia de detalles sobre las
mismas. Y tampoco es menester citar a los cam­
peones del siglo actual, que han jugado, a la vez,
veinte y más partidas, entre los cuales figuran al­
gunos notables jugadores españoles, por 'estar sus
nombres en la memoria de nuestros lectores.
Y después de todo lo dicho, dejemos la historia
del juego para entrar directamente en la marcha
y colocación de sus piezas, explicando particular­
mente el valor de cada una de ellas.
CAPÍTULO III
Marcha de las piezas
ELPEóN
El Peón avanza siempre de frente y nunca pue ..
de retroceder. Si encuentra una pieza o bien otro
Peón colocado delante de él, 'en este caso ya no
puede adelantar más. El Peón mata diagonalmen ..
te, esto es, tomando a voluntad la pieza situada a
la derecha o bien a la izquierda de la casilla que
tiene delante, y entonces se coloca en el lugar de la
pieza tomada, diciéndose que ha cambiado de Ií ..
nea. De este modo, dos Peones del mismo color
pueden hallarse colocados en la misma línea uno
delante de otro, en cuyo caso se dice que hay un
Peón doblado .
Hemos dicho que el Peón, en general, sólo pue ..
de adelantar una casilla; no obstante, en el mo­
mento de salida, cuando abandona su lugar pri­
mitivo, tiene el privilegio de adelantar dos casillas
en una sola jugada.
Si al practicar esta operación pasa por un pun..
22
M. RICART
to amenazado por las piezas del contrario, este
último no puede oponer ningún reparo; mas si el
Peón pasa por un punto amenazado por otro Peón,
entonces el contrario tiene el derecho de tomarlo
sobre la marcha, diciendo que lo sopla, y coloca
el suyo en la casilla del que ha tomado.
Entre buenos jugadores es a veces muy útil ha­
cerse soplar un Peón, porque luego el Peón con­
trario colocado en el mismo sitio dificulta el ata­
que de sus propias fuerzas.
Cuando el Peón ha llegado a la octava casilla
del tablero, o sea cuando llega a la dama; se pue­
de cambiar a voluntad del jugador en otra pieza
cualquiera, que, ­por lo general, pide otra reina o
bien una torre, según convenga a sus planes .
Este último lance ha sido muy comentado por
un célebre filósofo de la antigüedad, el cual com­
para el Peón­Reina a estos hombres de origen obs­
curo que a fuerza de trabajos y de perseverancia
han llegado a ocupar el primer puesto de su na­
ción.
1
EL REY
El Rey no puede dar más que un solo paso,
pero lo da en todos sentidos . Cuando toma una
pieza, queda colocado en el lugar de la misma .
Siempre que se coloca un Peón o bien una pieza
de tal manera que pueda tomar al R:c y, es necesa­
río hacer la siguiente advertencia:
MANUAL DEL AJEDRECISTA
23
JAQUE AL REY
Entonces este personaje se ha de substraer al
ataque, pudiéndolo hacer de tres maneras distintas,
según convenga al caso. Tomar la pieza que le
amenaza. Cambiar de casilla . Cubrirse con otra
pieza o con un Peón.
Si no puede acudir a ninguno de estos tres re­
cursos, que 'es asimismo cuando el contrario dice
Jaque Mate, entonces la partida se ha perdido .
El Rey tiene el. privilegio de parapetarse tras
los Roques; o sea Enrocar en el caso siguiente:
Cuando no hay ninguna pieza intermedia entre
el Rey y una de las Torres, y todavía no se han
movido ni una ni otra, entonces se adelanta el
Rey dos casillas hacia la Tome, ya sea por la
derecha o · por la izquierda, y se coloca aquella
junto al Rey, en el lado opuesto al enroque.
El Rey no puede enrocar en el momento del
Jaque ni tampoco si ha de pasar por una casilla
amenazada.
LA REINA O LA DAMA
Nosotros la llamaremos Dama en vez de Reina,
porque de este modo en las abreviaturas que más
adelante expresan las jugadas no se confundirá
la D. de la Dama con R., que siempre significa
Rey.
24
M. RICART
'La Dama recorre el tablero 'en todos los senti­
dos, atrás y adelante, horizontal y perpendicular­
mente, y también en sentido diagonal. Es la más
poderosa de todas las piezas, y colocada en el cen­
tro del tablero domina veintisiete casillas sin con­
tar aquella en que se halla .
En Francia y en España siempre se anuncia el
Jaque a la Reina. En Inglaterra e Italia no, hay
costumbre de decir nada .
LA TORRE
La Torre, que antiguamente representaba la ar­
tillería, o sea las catapultas y máquinas de guerra,
es la pieza más fuerte después de la Reina . Pue­
de barrer el campo de batalla en líneas par­alelas
y perpendiculares, y únicamente le falta la di­
rección diagonal .
Es la pieza destinada a proteger al Rey por
medio del enroque, de la manera que hemos ex­
plicado al hablar de aquel personaje.
EL CABALLO
En España se llama simplemente el Caballo .
En otras naciones el Caballero y aun la Caba­
llería.
Su marcha es difícil y tortuosa como la política
que emplean los nobles o caballeros en la corte
MANUAL DEL AJEDRECISTA
25
del Rey. Así lo decía cuando menos el prior del
convento de Ess en, que daba lecciones de Ajedrez
a varios príneipes .
En el campo de batalla, el Caballero se presen·
ta de improviso por caminos encubiertos, y causa
estragos en las líneas de la infantería, si esta úl­
tima no se halla apoyada por otras piezas.
Salta en línea recta casillas de frente y luego se
coloca en la casilla adyacente, que es de distinto
color. Puesto en el centro del tablero en la casilla
negra, el Caballo amenaza a la vez ocho casillas
blancas.
Los jugadores más experimentados aconsejan
que no se coloque nunca un caballo en la tercera
casilla de Torre .por las tristes consecuencias que
esta jugada suele ocasionar en el transcurso de la
partida.
1
EL ALFIL
La palabra Alfil es un derivado de Marfil, que
en árabe significa elefante.
En los juegos de la India, el Alfil primitivo re·
presentaba la marinería, y comúnmente recibía la
denominación de Almirante, completando de este
modo las cuatro armas que componen la fuerza
de un Estado, como ya hemos dicho en otro lugar.
Los árabes fueron los primeros que empezaron
a bastardear a este personaje. Para ellos, marino
26
M. RICART
y pirata era todo igual, y, por tanto, conceptua­
ron que un noble cortesano no debía entregarse
en manera alguna a la piratería.
Desde entonces ha sido un capitán superior, co­
locado a las inmediatas órdenes del monarca, mas
sin conservar por 'esto un carácter puramente de­
terminado.
Los árabes y persas lo pusieron sobre un ele­
fante, de donde ha provenido su actual domina­
ción. Los normandos y otros pueblos del Norte,
en seguida le llamaron el Obispo, tal vez por la
influencia que ejerce en la Corte. En otros países
ha sido el Condestable, y por último, en Francia
el Bu/ ón, por hallarse colocado entre los caballe­
ros y las personas reales .
·
El Alfil se mueve diagonalmente en toda la
extensión del tablero. Avanza y retrocede, pero
nunca cambia de color, como hacen los caballeros .
Colocado en el centro del campo amenaza siete
casillas, sin contar la que él ocupa .
***
El valor de las piezas varía hasta lo rmmmo,
según la posición que ocupan las mismas, y tam­
bién según la habilidad del jugador.
Con todo, según los principales maestros, se
ha convenido en advertir que:
Un Alfil o un Caballo valen por tres Peones.
MANUAL DE~ AJEDRECISTA
27
Dos Alfiles o dos Caballos, por otro nombre
dos piezas menores, valen una Torre y dos
Peones.
La Torre vale cinco Peones.
La Dama vale dos Torres y un Peón, o sean
once Peones .
Dos Torres valen tres piezas menores.
CAPÍTULO IV
Abreviaturas para expresar las Partidas
Las casillas de la primera fila se indican de
la manera siguiente:
Casilla de Rey, o sea donde está colocado el
Rey. Luego a la derecha. Casilla Alfil de Rey.
Casilla Caballo de Rey y casilla Torre de Rey.
Después a la izquierda. Casilla de Dama, Ca­
silla Alfil de Dama. Casilla Caballo de Dama, y
Casilla Torre de Dama.
30
M. RICART
Nótese, al leer esta explicación, que siempre
se empieza a contar por la fila de las blancas, y
que el tablero ha de estar colocado como en la
figura que damos en la página anterior.
Las casillas de la segunda fila se indicarán así:
2 casilla Rey . 2 casilla Alfil de Rey . 2 casilla
Caballo de Rey . 2 casilla Torre de Rey etc .
Las de la tercer a fila:
3 casilla de Rey . 3 casilla Alfil de Rey . 3
casilla Caballo de Rey . 3 casilla Torre de Rey,
etc.
Y así sucesivamente hasta llegar al sitio de las
negras, o sea a la octava fila del tablero; que di­
remos:
8 casilla de Rey. 8 casilla de Alfil de Rey. 8
casilla Caballo de Rey . 8 casilla Torre de Rey,
etc.
Después de un pequeño estudio, cuando el ju­
gador ya se halla versado en la lectura de estas
explicaciones, se suprime la palabra casilla, di­
ciendo únicamente: 2 Rey, o bien 4 Rey, 7 Rey,
etc.
'7
ABREVIACIÓN
GENERAL
R. siempre significa. .
D
T
c
~.~
.
.
.
Rey.
Dama.
Torre.
.­Caballo.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
A ..
P ..
t. . . .
c. o casa .......••••
J ..
B
N
.
.
.
31
Alfil
Peón.
toma una pieza.
casilla.
Jaque.
Blancas.
Negras.
Mejor.
M
···········
Al decir Mejor o M. se entiende que hay va­
rias Jugadas, · pero que la indicada es la mejor.
Después de esto, el jugador ya puede leer y
estudiar todas las partidas que publicamos en e)
presente libro .
EJEMPLOS:P. 4 R. , o sea Peón 4 Rey, indi­
ca la jugada de salida en la cual el Peón de Rey
se coloca en la cuarta casilla de Rey.­P. 3. D , ,
el Peón de Dama en la tercera casilla de Dama.
­T. t. D., la Torre toma la Dama.­C. 6 A.
R . , el Caballo en la sexta casilla de Alfil de
Rey, etc. etc.
DEL MATE DEL PASTOR
Para ejercitarse en estos principios, el lector
colocará las piezas en su tablero, y repetirá cin­
co o seis veces seguidas la siguiente partida, lla­
mada comúnmente el Mate del Pastor.
Para mayor claridad volveremos a repetir que
siempre se empieza a contar por las blancas.
32
M. RICART
Que al empezar una partida,
la Reina en cuarto lugar
su color debe ocupar.
Que los números 1, 2, 3 significan jugada P,
jugada 24, jugada 3\ etc., etc.; así como la
letra B. siempre indica las Blancas y la N. las
Negras.
Y, por último, que si la diagonal blanca no se
halla a la derecha del jugador, como en el dibu­
jo que hemos dado anteriormente, entonc es el
tablero estará mal colocado y la partida no es
válida.
1
MATE
B. 1.
p
4
3.
D
5
R.
2. A R 4 A.
4. D
t
DEL PASTOR
N. l. p
2. A
3. p
T R.
p A. Jaque mate.
4
R.
3
D.
R 4 A.
Repítase cinco o seis veces la marcha de 'esta
partida como lo hemos recomendado, y se ad­
quirirá facilidad y soltura para leer las partidas
que vienen a continuación.
CAPÍTULO
V
Del Gambito
Los italianos dan el nombre de Gambito a cier­
tas salidas, en las cuales se sacrifica un Peón pa­
ra obtener desde luego una ventaja positiva so­
bre el adversario .
Hay Gambito de Rey y de Darna . Contragam­
bito. Gambito aceptado y Gambito rehusado; to­
do ello según los mismos nombres lo indican.
Los Gambitos son muy difíciles de jugar en una
partida ordinaria. Dan origen a una serie de con­
flictos que ciertos jugadores han dado en llamar
t,rillantes; contienen un sinnúmero de peligros,
sorpresas y peripecias, y muchos de ellos llevan
el nombre de su inventor, como por ejemplo, el
Gambito de Muzio, el de Salvio, el de Damiano,
etc . , etc . , según veremos más adelante .
En cambio, un buen número de maestros se
han declarado en todas las épocas enemigos acé­
rrimos del Gambito, y han dado la preferencia a
otra salida más regular o pausada, conocida co­
múnmente con el nombre de Giuoco piano o Jue­
go piano ,
1
34
M. RICART
EJEMPLOS:
GAMBITO DE REY
B. l. P
2. P
4
R.
4 A
R.
N. l. P
2. P
t
4 R.
P.
CONTRA GAMBITO
B. l.
2.
P 4
C
3. P
R
t
N. l.
R.
3
P.
A.
P
2.
P
4 R.
4
A
R.
Más adelante veremos algunos ejemplos, con
las principales jugadas a que dan lugar.
JUEGO PIANO
B. l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. AR 4 A D.
etc., etc.
N. l. P 4 R.
2. CD 3 A.
3. AR 4 A D.
etc., etc.
El Juego piano indica, pues, una inteligencia
más clara y reposada, sin atolondramientos de
ninguna clase, y sin aquel inmoderado afán
de vencer a toda costa.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
35
DE LAS TABLAS
Se dice que dos jugadores hacen Tablas cuan­
do ninguno de ellos puede ganar ni perder; lo
cual es debido unas veces al mismo estado del
juego, y otras a la falta de piezas.
Se hacen Tablas en los casos siguientes:
19 Cuando queda un Jaque perpetuo.
29 Cuando no hay fuerzas suficientes para dar
el Mate. Por ejemplo, Hey y Caballo contra Rey
solo.
3-9 Cuando uno de los jugador.es tiene mucha
más fuerza que el otro, pero no ha sabido dar
Mate en cuarenta jugadas.
49 Cuando uno de los jugadores persiste con
tenacidad en repetir siempre una misma jugada.
59 Cuando el Rey se queda ahogado; esto es,
cuando no puede pasar a otras casillas, por estar
amenazadas todas menos la que él ocupa.
CAPÍTULO
VI
La célebre partida del Barón
y el Aldeano
El barón de Tunderstoken, después de haber
sido un buen soldado en su juventud, se había
retirado a sus dominios en el país de Hartz, en
cuyo punto nadie le aventajaba en cazar, pescar
y jugar al Ajedrez.
No obstante, un día, cierto campesino joven,
que había pasado una temporada en Viena, se
atrevió modestamente a desafiar al señor barón,
preguntándole si quería jugar una partida, . ya
que se mostraba tan amable con sus buenos va­
salles.
El barón sonrió con una especie de compla­
cenci a, mandó traer cerveza y un juego de Aje­
drez en la sala baja de su castillo; instalóse con
toda comodidad en su asiento, y preguntó a su
joven contrincante:
­Amigo mío, ¿ queréis alguna pieza de ven­
taja? ... ,
­¡Oh! Nada de esto, señor barón. Prefiero
ser vencido con todos los honores de la guerra.
38
M. RICART
-¡ Brava respuesta, a fe mía! . . . Cuando yo
era joven como vos, allá en el ardor de mis vein­
te años, también respondía lo mismo.
­Empezad, ya están las piezas preparadas.
Entonces el aldeano jugó:
l.CD3A
El barón volvió a sonreír y contestó:
l. P 4 R.
El aldeano:
2. C R 3 A.
­¿ Qué es esto, joven? ¿ Qué haréis con los
Caballos abandonados? . . . Pronto tendrán que
batirse en retirada. Tomad:
2. P 3 D.
­Paréceme que luego tendré tiempo de pro­
teger mi caballería. Entre tanto juego:
3. P 4 D.
4. P 5 D.
3. CD 3 A D.
­Esto sería muy bonito si pudierais sostener
este Peón, mas me parece os será imposible.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
5. P 4 R.,
6.AD5CR.
7. AD 4 T R.
39
4. CD 2 R.
5. P 4 A R.
6. P 3 T R.
­Joven, si hacéis esta jugada vuestro Alfil es­
tá perdido. Os permito retroceder.
­Muchas gracias, señor barón, pero lo hecho,
hecho está.
­Bien, bien. No tengo inconveniente.
8. C R t P R.
7. P 4 C R.
El barón, después de haber observado un rato
sus posiciones, exclama: ­¡Diablo! ¿ Sabéis que
si tomo el Alfil tengo el Mate en tres jugadas?
¡Cómo ha de ser! ... Tomaremos el Caballo.
8. P D t C.
­Vamos a ver, caballero; un jaquecito al Rey.
9. D 5 T. Jaque
t P C R.
l i, A R 5 C D Jaque.
12. A D 3 R.
13. A t P A R.
10. AD
9. R 2 D.
10. A 2 C R.
11. R 3 D.
12. P 5 A R.
­Amiguito, si abandonáis las piezas de este
modo yo no tendré más que .ir comiendo.
40
M. RICART
13. P t A.
14. P 5 R. Jaque.
El barón empieza a examinar fijamente al al­
aldeano, hasta que, por fin, exclama: ­¡ Vive
Dios! Jugáis con una sangre fría admirable. Lo
bueno es que ahora no puedo tomar el Peón, por­
que luego perdería la Dama. Mirad: Jaque con
el Caballo obligándome a matar, y en seguida la
Torre en la casilla de Dama. Por fortuna toda­
vía puedo poner al Rey en seguridad.
15. C 4 T. D. Jaque.
16. D 2 R.
Jaque.
17. D 4 A D. Jaque.
18. P 4 C D. Jaque.
19. D 3 C.
Jaque.
14.
15.
16.
17.
18.
R
R
R
R
R
4 A. D.
t A.
t C.
4 T.
5 T.
El semblante del barón se altera, y sin decir
una palabra retira su Rey.
20. P 4 T. Jaque.
21. P 5 T. Jaque.
22. P 4 A. Jaque.
i
23. P 5 c. Jaque mate ..
19.
20.
21.
22.
R
R
R
R
4
3
4
3
C.
C.
C.
T.
El barón hace un esfuerzo para sonreír; des­
pués murmura:
MANUAL DEL AJEDRECISTA
41
­¡ Cómo ha de ser! He calculado mal estas úl­
timas jugadas ...
­Señor, os ofrezco la revancha.
­­¡Gracias! ¡Muchísimas gracias! Lo dejare­
mos para otro día. Esta tarde me siento algo fatigado, y tengo un dolor de cabeza que no veo.
* * *
El caso anterior no quiere decir, en manera al­
guna, que la gente del campo tenga, en general,
más penetración que los habitantes de 1as ciuda­
des. Nada de esto. La modestia está bien en todas
las clases sociales.
Si los campesinos de Alemania se distinguen
por sus notables conocimientos y por su compren­
sión, que relativamente hablando es mucha, no
sucede otro tanto con los labriegos de otras nacio­
nes de Europa.
El señor de L. tenía la costumbre de jugar to­
das las tardes una partida de Ajedrez con un ami­
go suyo, y lo hacía en un pueblo conocido, en el
cual solía pasar todos los veranos.
Pues bien, los vecinos de dicho pueblo empe­
zaron a decir que aquel señor se había vuelto loco,
puesto que pasaba horas enteras abismado y sin
hablar palabra jugando a los Pastorcillos.
Cierto día llegó a la población un sujeto que
había estado varios años fuera de la misma, y
42
M. RICART
que por haber viajado y visto países lejanos ya se
preciaba de listo e nteligente.
Tan pronto como nuestro hombre tuvo noticia
de la extraña afición del señor L., apostrofó a sus.
paisanos de mala manera tratándoles de necios
e ignorantes; y en el caí donde solía perorar to·
das las noches, decíales entre otras cosas:
-¡ Ah, grandísimos bellacos ... ! ¡ Puesto que
vosotros nunca seréis otra cosa en vuestra vida! ...
Habéis de saber que aquellas figuras del señor
de L. no .son pastorcillos ni cosa que se les parez­
ca, sino amuletos y talismanes, sí, señor, verdade­
ros amuletos que traen toda suerte de prosperida­
des y riquezas. La figura del Rey, por ejemplo,
indica salud y fuerza; la de la Reina, triunfos en
amores; el Caballo, larga vida y adelantos en po·
lítica; la Torre, castillos, heredades, etc., etc.; y
en prueba de que todo esto sea verdad, ved al
señor de L. cómo se pasa la vida regaladamente sin
trabajar, en tanto que vosotros os veis obligados a
regar los campos con el sudor de vuestros ros·
tros, sin poder salir de la pobreza y sin esperanzas
de mejor suerte.
Las palabras de aquel erudito acabaron por in­
fluir de tal manera en los ánimos de sus paisanos,
que sedientos de riquezas y prosperidades como
ya estaban, un día se atrevieron a robar los talis­
manes del señor de L. ; cosa fácil por cierto, pues
cuando éste acababa de jugar, los dejaba en una
é
MANUAL DEL AJEDRECISTA
43
mesita debajo de un emparrado en el jardín de
su quinta.
Y desde aquel día nuestro caballero vióse pri­
vado de entregarse a su diversión favorita; lo cual
prueba que los campesinos no son iguales en to­
das partes, y que no todos los pueblos se hallan
a un mismo grado de inteligencia y cultura.
­­¿ Quién sabe? ­exclamará algún filósofo al
leer estas líneas­ ¿ Quién sabe si el origen de
este juego no es debido a las cábalas y supersti­
ciones de la más remota antigüedad? ... ¿Por qué
no podría existir en las ideas de aquellos aldea­
nos un fundamento de razón? ... ¿No es también
un juego lo que hacen en nuestros días las echa­
doras de cartas? ...
Pero de todos modos la acción del robo siem­
·pre resulta reprobable, y por ello los ladrones ni
srquiera consiguieron mejorar de condición
* * *
Y pues que ahora se trata de lugareños ajedre­
cistas, será muy justo rendir un tributo de admira­
ción a los buenos y sencillos habitantes de la aldea
de Strobeck, transmitiendo a continuación al­
gunos detalles interesantes que hemos podido reu­
nir acerca de sus usos y costumbres.
Parece que a últimos del siglo XIV, un obispo
de la ciudad de Halberstad, fue desterrado por el
44
M. RICART
Emperador de Alemania a la pequeña aldea de
Strobeck, situada en el ducado de Brunswick.
Según refieren las crónicas, aquel alto dignata­
rio, caído en desgracia, vióse muy pronto aban­
donado por sus antiguos amigos y cortesanos; no
hallando otro alivio a ,sus males que el feliz y
cordial recibimiento que le hicieron a su Hegada
los sencillos habitantes de Strobeck.
Entonces el Prelado, enternecido, no sabiendo
cómo pagar a aquellas gentes su buen comporta­
miento, unido a tan franca hospitalidad, hizo va­
rios donativos a la población y fundó entre otras
cosas una escuela gratuita en la cual se enseñaba
~ jugar al Ajedrez, considerando dicho juego co­
mo complemento de la educación de toda persona
medianamente instruida.
Y la afición de dicho juego extendióse con ra­
pidez por toda la aldea como un reguero de pól­
vora.
Bien pronto cambiaron por completo las cos­
tumbres de aquellos habitantes.
Con el ejercicio constante de sus facultades in­
telectuales, relegaron al olvido los otros juegos
de azar; dejaron de emborracharse y de perder
dinero en la taberna, origen de todos los males,
abandonaron los clubs y demás sitios perniciosos
a la clase obrera. Las madres enseñaban el Ajedrez a sus hijas, en tanto que los padres hacían lo
propio con sus hijos; y en cada ca:sa, el Tablero
1
MANUAL DEL AJEDRECISTA
45
paternal fue transmitido de generación en gene­
ración como un sagrado recuerdo de familia.
En la escuela de Strobeck se regalaban todos
los años seis juegos ricamente esculturados a los
seis mejores alumnos, lo cual contribuía a aumen­
tar la afición; y en un corto espacio de tiempo, 1 a
prodigiosa habilidad de aquellos campesinos se
hizo proverbial en toda Alemania.
Varios jugadores del Imperio iban todos los
años a medir sus fuerzas con los habitantes de
Strobeck, dando con ello mayor realce y brillo a
las fiestas que se originaron en la población, y e~
fama que en aquellas luchas de la inteligencia
humana los extranjeros salían siempre vencidos.
Un ilustre viajero inglés dice que la celebridad
de aquel pueblo se ha perpetuado con justicia a
través de los siglos hasta nuestros días.
El notable ajedrecista señor Levis, que estuvo
en aquel punto en 1830, nos hace mención de dos
juegos preciosos, uno de ébano y otro de plata,
existentes en dicha escuela, .Ios cuales fueron re­
~alados en 1561 por 'el Elector de Brandeburgo.
Otro viajero moderno dice que en las casas de
Strobeck ha tenido ocasión de hojear las principa­
les obras de Ajedrez publicadas hasta nuestra épo­
ca. A saber: El Greco, Stamusa, Philidor, Oxoni,
Ercole del Río, Loli, Ponziani, Stanton, W alker,
Duncan F orbes, Von der Laza, etc., etc .
Según opinión de M. Roman, los campesinos de
46
M. RICART
la época actual ya no juegan con aquella maestría
notable de sus antepasados; pero, no obstante, un
jugador de primera fuerza no podría darles una
pieza de ventaja, como hacen estos señores cuando
viajan por las ciudades de Europa.
Finalmente, el conde de Basterot, al hablar de
aquellos sencillos habitanteq, hace la siguiente ex­
clamación:
­¡ Lástima grande que otro bienhechor de la
Humanidad, como el obispo de Halberstad, no ha­
ya introducido el Ajedrez en nuestras aldeas de
Francia! Él hubera reemplazado con ventaja tan­
tos juegos insípidos y perniciosos, y tantas ideas
y doctrinas disolventes como ahora se aprenden en
las tabernas y garitos y demás templos del vicio.
¡Hijos de Strobeck! ... ¡Los hombres honrados
os saludan y os desean todo género de felicidades!
Vosotros os hacéis más llevadera la existencia sin
perjudicar en nada a vuestros semejantes ...
CAPÍTULO
VII
Partida jugada en la India entre Lord Crocane
y el brahmán. M oneskunder
Este brahmán era un hombre altivo, tocado de
la manía de castas y razas. Decía que los indios
juegan mejor que los europeos, puesto, que ha­
biendo inventado este juego, han conservado la
supremacía a través de los siglos. Sin embargo,
un día jugó seis partidas seguidas con el gober­
nador Cocrane y las perdió.
Dícese que más tarde este hombre hizo rápidos
progresos a fuerza de jugar con 'europeos; pero
que, a pesar de ello, nunca logró superar a los
oficiales de la India inglesa.
La partida es corta, viva e interesante.
Lord 'Cocrane tiene las blancas y el brahmán
las negras.
B.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
P
C
P
P
D
A
4
R
4
t
R.
3 A.
D.
P.
t A.
R4 A.
N. l. P 4
2. P 3
3. AD
4. A t
5. P t
6. C R
R.
D.
5 C R.
C.
P.
3 A.
48
M. RICART
GOLPE DECISIVO
7. D 3 C D.
8. D t P C D.
9. A 5 CD.
!
1
7.
8.
D 2 D.
D 3 A D.
Ne gro abandona partida
* * *
Un ejemplo de juego piano entre dos aficiona­
dos de la misma escuela.
B.
l.
2.
3.
4.
l.
P 4 R.
C R 3 A.
2.
C D 3 A.
A R 4 A.
P 3 A D.
3.
4.
A R 4 A.
D 2 R.
P 4 R.
N.
GOLPE FUERTE
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
Enroca.
P 4, D.
AD 5 C R.
A 4 T R.
e t P e R.
D 5 T. Jaque.
A D t P.
A R 6 R. J aque.
D 8 R. J ague.
P 5 D. Jaque mate.
5.
6.
7.
8.
P 3 D.
A 3 CD.
P 3 A R.
P 4 C R.
9. P t C.
10. R 2 D.
11. D 2 C R.
12. R t A.
13. D ó C 2 R.
Sería inútil ir dando diseños de todas estas
partidas, pues el lector las estudia con más co­
modidad haciendo las jugadas en su tablero.
CAPÍTULO VIII
De la de/ ensa de Philidor
Cuando los Peones de ambos Reyes han avan­
zado hasta las casillas Núm. 4, se considera la
salida del Caballo de Rey como el ataque más
sólido y regular que se pueda hacer en este juego.
Para evitar dicho ataque, o cuando menos, sus
inmediatas consecuencias, unos prefieren la Defen­
sa de Philidor, o sea P3D; y otros la Defensa de
Damiano CD3AD.
Una y otra son excelentes, pero también una y
otra dan lugar a una serie de contraataques que
pueden ser funestos para ambos jugadores.
Se han publicado libros enteros en pro y con­
tra de estas Defensas. Tanta es la afición que hay
en otras naciones de Europa a discutir sobre el
Juego de Ajedrez.
El viejo Ponziani también defiende a Philidor;
pero en cambio, más tarde, el mismo Philidor, en
la última edición que hizo de sus obras, canta
la palinodia diciendo que su Defensa no es la me­
jor, y que no le ha dado los buenos resultados que
él creía. Después de lo cual aten ustedes cabos.
50
M. RICART
Entonces los jóvenes alumnos optaron por un
tercero en discordia, y se inclinaron con prefe­
rencia a otras Jugadas menos conocidas, como
son:
1~ P 3 A R.
2~ A R 3 D.
3~ D 3 A R.
las cuales dieron lugar a la CÓntradefensa de
Petroff C R 3 A R.
Puestos nosotros en la imposibilidad de expli­
car las ventajas y desventaj.a:s de todos estos ata­
ques y contraataques, con sus muchas resultantes
y variantes, daremos a continuación algunas par­
tidas sin declararnos en pro ni en contra de sus
autores, haciéndolo solamente para que el lector
pueda apreciar los resultados de las mismas, se­
gún su criterio natural.
DEFENSA DE PHILIDOR
B. l. P 4 R.
2. CR3 A.
·3.AR4 A.
4. P 3: Ti.R.
5. Dt A.
6. D 3 CD.
7. CD 3 A.
8. CD 5 C.
N.
l. P 4 R.
2. P 3 D.
3. AD 5 C R.
4. A D t C.
5. D 3 A R.
6. P 3 CD.
7. C R 2 R.
8. CD 3 T.
51
MANUAL DEL AJEDRECISTA
9. CD 4 A.
10. R e D.
9.D4T.
10. CD 't P D. Jaque.
11. D 8 R. Jaque mate.
OTRA DEFENSA DE PHILIDOR
B. l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
4. e 5 c.
5. e 5 c.
6. P 4 A R.
7. P 4 A D.
8. CD 3 A.
9.
10.
ll.
12.
13.
14.
15.
P 4 T R.
C R 3 T.
CD 4 T D.
A 2 D.
D t A.
P 5 A D.
P sopla P.
16. P 3 C D.
17. A 2 R.
18. C casa C R.
19. T 2 T R.
20. D 2 C D.
21. A 3 A R.
22. Enroca lado D.
N. l. P 4 R.
2. P 3 D.
3. P 4 A R.
4. PAR
t P R.
5. P 4 D.
6. AR 4 A D.
7. P 3 A D.
8. C R 2 R.
9.
10.
ll.
12.
13.
P 3 T R.
Enroca.
A 5 C D. Jaque.
A t A. Jaque.
P 5 D.
14. P 4 C D.
15. P T D t P.
16. AD 3 R.
17. C 4 A R.
ia e
6
e
19. P 6 R.
20. P 6 D.
R.
21. T R t P.
22. T R t C.
52
M. RICART
23. P t T R.
24.
25.
26.
27.
28.
P
R
D
D
D
3 T D.
casa C D.
4 C.
4 A R.
t C R.
29. R casa T.
23. T D t P.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
T
T
C
C
A
D
5
7
D
D
7
5
A D. Jaque.
A D.
3 T.
4 A.
T. Jaque.
D Jaque mate
CONTRAATAQUE O DEFENSA DE PETROFF
El Sr. Petroff tiene las blancas. Sus adversa­
rios son tres aficionados alemanes.
B. l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
4. AR 3 D.
5. C t P R.
6. Enroca.
7. P 4 A D.
8. P 4 A R.
9. AD 3 R.
10. P t P D.
11. CD 3 A.
12. T D casa A D.
13. A t C.
14. e 5 e D.
15. C T t A.
N. l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
C t P R.
P 4 D.
AR 3 D.
Enroca.
P 4 A
P 3 A
A D 3
P t P.
C D 3
T
P
C
D
R.
D.
R.
A.
R 3 A.
A R t A.
2 R.
t C.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
16. P 4 C R.
17. P 5 A R.
18. A 5 C R.
19. A 6 T R.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
D
T
P
D
T
T
D
27. P
2 D.
t T.
t P.
2 C R. Jaque.
$ C.
6 A.
3 C R.
t
D.
16. P 3 C R.
17. P t P.
18. T R casa A.
53
19. T R casa; A D.
D casa D.
T t T.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
C t P.
R casa T.
D casa C R.
A 6 T R.
D t D.
Negro abandona partida
CAP1TULO IX
Gambitos y Contragambitos
Siendo éstos en número infinito, únicamente
daremos a conocer los más notables, por haber
originado una serie de partidas más o menos vi­
vas e interesantes, como a continuación se expre­
san:
GAMBITO DE RUY LóPEZ
B. l. P 4 R.
2. A R 4 A.
3. D 2 R.
N. l. P 4 R.
2. AR 4 A.
Una vez en esta posición el Blanco amenaza la
siguiente. Tomar el Peón con el Alfil y hacer
Jaque al Rey. El Rey toma el Alfil. Entonces se
coloca la Dama en la casilla 4 A D haciendo se­
gunda vez J aque al Rey.
El Rey no tiene más remedio que retirarse. La
Dama toma el Alfil negro, y nos encontramos con
que las Blancas han ganado un Peón, privado,
además, el Enroque al Rey contrario.
56
M. RICART
Para evitar este Gambito, llamado comúnmen­
te de Ruy López ( 1), se han estudiado las siguien­
tes jugadas:
PRIMERA DEFENSA
B.
l. P 4 R.
N.
2. A R 4 A.
3. D 2 R.
4. ,p 4 A R.
S. C R 3 A.
6. P 3 D.
7. P t P.
8.ADSCR.
9. CD 2 D.
10. Enroca lado D.
l. P 4 R.
2. AR 4 A.
3. P 3 D.
4.CR3A.
5. D 2 R.
6.AD5CR.
7. P t P.
8. CD 2 D.
9. Enroca lado D.
Partida igual
GAMBITO DK RUY LóPEZ
SEGUNDADEFENSA
4. P 4 A R.
5. C R 3 A.
3. D 2 R.
4. C R 3 A.
5. P 3 D.
1 También Ruy López escribió una obra de Aje­
drez, pero disgustó mucho, tanto a los españoles corno
a los extranjeros, por su gran petulancia y sus des­
m.esuradas pretensiones.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
6.
C D 3 A.
8.
P 5 A R.
7.
6.
7.
8.
P 3 D.
57
P 3 A D.
A D 5 C R.
C D 2 D.
GAMBITO DE RUY LóPEZ
TERCERA DEFENSA
3. C D 3 A.
4. A t P A R. Jaque.
5. D 4 A. Jaque.
4. R t A.
5. P 4 D.
7. D 4 A. Jaque.
8. D t P.
7. A 3 R.
8. C R 3 A.
1
6. D t A.
Hemos expuesto
contra el Gambito
tiene a su vez tres
tor irá deduciendo
6. P t P.
las tres Defensas principales
de Ruy López. Cada Defensa
o cuatro variantes que el lec·
en su tablero.
ATAQUE INTERESANTE
Unos le llaman Ataque de Modenais, y otros
el Segundo Gambito de Ruy López.
B.
l. P 4 R.
2. P 3 A D.
3.
4.
C R 3 A.
C t P R.
N.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3.
4.
P t P R.
A R 3 D.
58
M. RICART
5.
C 4 A D.
6. P 4 D.
7. A t P.
5.
AD 3 R.
6.
P sopla P.
Partida igual
CUADRO SINÓPTICO DE LOS GAMBITOS
DEL REY
I" Gambito Caballo de Rey.
l.
P4R
P4R
P4AR
2.
PtP
CR3A
3.­­
»
*Gambito de Cunningham:
CR3A
l. íd. 2.íd. 3.­­­
A2R
­Gambito
de Algayer:
CR3A
l. íd.2.íd.3.­­
P4CR
­Gambito
P4TR
4.­­
»
de Muzio:
l. íd. 2. íd. 3. íd. 4.
AR4A
P5CR
Enroca
. 5.­­
PtC
59
MANUAL DEL AJEDRECISTA
­Gambito de Salvio:
Rea. A
. 6.­­
D 5 T. Ja. C R 3 A
l. íd. 2. íd. 3. íd. 4. íd. 5
CR5 R
­Gambito die Cocrane:
Rea.A.
l. íd. 2. íd. 3 íd. 4. íd. 5. íd. 6. ­­
P 6 AR
2Q Gambito Alfil de Rey:
AR4A
l. íd. 2.íd. 3.­­
»
3Q Gambito Peón Torre de Rey:
P4TR
l. íd. 2.íd. 3.­­
»
GAMBITO DE LA DAMA
B.
l.
P 4 D.
3.
P 3 R.
2. P 4 A D.
4. AR t P.
5. p t P.
6. CD 3 A.
N.
l.
P 4 D.
3.
P 4 R.
2. P t P.
4. P t P D.
5. C R 3 A.
6. AR 3 D.
60
M. RICART
7.
8.
C R 3 A.
Enroca.
9. P 3 T R.
7.
8.
C D 3 A.
Enroca.
9. P 3 T R.
La posición blanca es superior
CAPÍTULO X
Gambito rehusado
Muchos capítulos se han escrito sobre los Cam­
hitos, y sobre la manera de aceptarlos o rehusar·
los según se crea más conveniente. Hay jugado·
res de primera fuerza que nunca han querido
aceptar un Gambito de Rey; en tanto que los teó­
ricos más notables sostienen que una defensa jus­
ta y ordenada siempre dará la mejor posición al
que acepta, además del Peón de ventaja.
A continuación damos el sistema de Mr. Hey­
debrand para rehusar el Gambito de Rey.
B.
l.
2.
3.
4.
5.
P
P
P
P
C
4 R.
4 A R.
R t P.
3 D.
D 3 A.
6.
D 2 D.
8.
9.
D t A.
R 2 A.
l
N.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7. P t P.
10.
7.
A R 3 D.
8.
9.
10.
Partida igual
P
P
P
D
A
4 R.
4 D.
5 R.
t P.
R 5 C D.
D 3 R.
A t C.
D t P. Jaque.
C R 3 A.
D 3 A D.
62
M. RICART
Sistema de Mr. Stanton para rehusar el Gambito
de Reina.
B.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
P 4 D.
P 4 A D.
C D 3 A.
C R 3 A.
P 5 A D.
AD 5 C R.
N.
Partida igual
P 4 D.
2. P 3 R.
l.
3.
C R 3 A.
5.
6.
AR 2 R.
Enroca.
4. P 3 T D.
CAPÍTULO
XI
De las salidas llamadas irregulares
Para nosotros la Salida irregular no existe; pe­
ro alguno de nuestros lectores podría oír este
nombre en boca de un jugador, y para que no se
quede in albis teniendo que preguntar lo que
aquello significa, le daremos la siguiente expli­
cación.
Hay cierto número de salidas que porque no
gustaron a algunos críticos y preceptistas del siglo
pasado, fueron llamadas salidas irregulares y
puestas en un grupo aparte, a pesar de ser tan re­
gulares como todas las que hemos escrito hasta el
presente.
El grupo no se puede definir de otra manera.
¿Hay, por ejemplo, nada tan anormal como una
salida de Peón 4 Torre? Pues a pesar de elJo,
esta incluida en el grupo regular, en tanto que la
Salida francesa y la Obertura siciliana se han
puesto en el irregular.
Vamos, pues, ahora a dar una nota de las sali­
das de este grupo, para que nuestros lectores ren­
gan conocimiento .de ellas .
1
64
M. RICART
SALIDA FRANCESA
B.
l.
N.
P 4 R.
2. P 4 D.
3. P t P.
4. P 4 A D.
5. AR t P.
l.
P 3 R.
D.
P.
P.
3 D.
2. P 4
3. p t
4. p t
5. AR
Partida igual
Esta manera de jugar ha sido inventada por ju­
gadores enemigos del Gambito, o cuando menos
deseosos de evitarlo.
SEGUNDO EJEMPLO DE SALIDA FRANCESA
B. l. P 4 R.
N.
2. P 4 D.
3. P 5 R.
4. A 5 C D. Jaque.
5. A t C. Jaque.
l. P 3 R.
2. P 4 D.
3. P 4 A D.
4. CD 3 A.
5. P t A.
TERCER EJEMPLO
B. l.
2.
3.
4.
5.
P 4 R.
P 4 D.
P t P.
C R 3 A.
AR 3 D.
N. l.
2.
3.
4.
5.
P 3 R.
P 4 D.
P t P.
C R 3 A.
AR 3 D.
65
MANUAL DEL AJEDRECISTA
6.
Enroca.
7. AD 3
8. CD 2
9. C R 4
10. P 3 A
6.
7.
R.
D.
8.
D.
10.
T.
9.
Enroca.
P 3 CD.
AD 2 C D.
P 4 A D.
D 2 A D.
Partida igual
OBERTURA SICILIANA
Los autores Stanton y J aenisch dicen que es el
melor medio para contrarrestar los golp es del
contrario, imposibilitándole al mismo tiempo de
consolidar su cetro.
1
PRIMER EJEMPLO
B.
l. P 4 R.
N.
2. P 4 D.
3. D t P.
4. D casa D.
5. CD 3 A.
6. AD 5 C R.
l. P 4 A D.
2. P t P.
3. CD 3 A.
4. C R 3 A.
5. P 3 R.
6. AR 2 R.
Partida igual
SEGUNDO EJEMPLO
B.
1.P4R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
N.
l.
P 4 A D.
2. P 3 R.
3. P 4 D.
66
M. RICART
4.
5.
6.
7.
4. P t P D.
5. P 4 A D.
6. P t P D.
7. D t P.
8.
9.
8. C t D.
9. e 3 e D.
10. A 4 A D.
11. Enroca.
P
P
D
D
R t P.
t P D.
t
P.
t D.
AR 4 A.
A 3 CD.
10. C R 3 A.
11. Enroca.
Partida igual
TERCER EJEMPLO
B. l. P 4 R.
2. P 4 A R.
3. C R 3 A.
N.
l.
2.
P 4 A D.
CD 3 A.
3. P 3 R.
4.· P 4 D.
5. P t P.
4. A 2 R.
5. P 3 D.
6. P t P.
6. D t D. Jaque.
7. C R 3 A.
8. AD 2 D.
7. A t D.
8. CD 3 A.
9. AD 3 R.
9. Enroca.
Partida igual
CUARTO EJEMPLO
B. l. P 4 R.
2. P 4 A D.
3. C R 3 A.
N. l. P 4 A D.
2. P 3 R.
3.
C D 3 A.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
67
4. P 3 C R.
4. C D 3 A.
5. P 3 D.
6. A 2 R.
5.
6.
A 2 C R.
C R 2 R.
Los negros tienen ventaja
QUINTO Y ÚLTIMO EJEMPLO DE OBERTURA
SICILIANA
B.
l. P 4 R.
2.
3.
4.
5.
6.
P 4
P 4
P 5
P 3
AD
CD.
D.
R.
T D.
t P.
N.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
P 4 A D.
p t P.
P 4 D.
A D4 A.
p t P.
CD 3 A.
El blanco pierde un; peón
SALIDA DENOMINADA
DEBUT DEL CENTRO
B.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3. D t P.
4. D casa D.
N.
P 4 R.
2. P t P.
l.
3.
4.
C D 3 A.
AR 4 A.
Algunos llaman impropiamente a la salida an­
terior Gambito del Centro, lo cual no es verdad,
68
M. RICART
puesto que allí los jugadores pierden un Peón
por igual.
LOS FIANCHETTOS
Que en castellano podríamos decir: Ataques por
los flancos.
FIANCHETTO DE REY
B.
l. P 4 R.·
2. C R 3 A.
3. C R 5 R.
N.
l. P 4 D.
2. AD 5 C R.
3. AD 4 A R.
4. P 3 R.
4. P 4 C R.
5. P 5 C R.
Si Blanco toma A, tiene mate a la siguiente .
6. C R 3 A R.
7. C t P.
8. P 3 D.
9. C R 3 A R.
10. C t A.
ll. R 2 D.
5. P 3 A R.
6. P
7.
8.
9.
10.
t
P.
AR 2 R.
P 3 T R.
A R 5 T. Jaque.
D t C. Jaque.
ll. D. t P A. Jaque.
Negro tiene ventaja
69
MANUAL DEL AJEDRECISTA
FIANCHETO
B.
l. P 4 A D.
2. C D 3 A D.
DE DAMA
N.
3. P 4 D.
4. P 5 D.
5. P 6 D.
l.
2.
P 4 R.
P 4 A R.
4.
5.
6.
P 3 A D.
D 3 A R.
P 3 CD.
3. P 5 R.
6. P 5 A D.
El Fianchetto de Dama sólo lo puede hacer un
buen jugador contra un adversaro mediano.
DEBUT DEL CABALLO DE DAMA
Llamado también Debut Bizarro por J aenisch.
B.
l. P 4 R.
2. CD 3 A D.
3. C R 3 A.
4. A R 4 A.
5. P 3 D.
6. Enroca.
N. l.
2.
3.
4.
P 4
AR
CD
C R
R.
5 CD.
3 A.
3 A.
5. P 3 D.
6. Enroca.
Partida igual
LAS CAPILLAS
Se da este nombre a una partida 'especial por
70
M. RICART
la posición simétrica de los Alfiles, que quedan
colocados como figuras en un altar.
B.
N. l. P 3 R.
2. P 3 CD.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3. A 3 D.
4. C 3 T R.
5. Enroca.
3. A 2 CD. capilla.
4.P3CR.
5. A 2 C R. capilla.
Partida igual
Todavía hay otras salidas pertenecientes al gru­
po llamado irregular, pero son de menor impor­
tancia.
CAPÍTULO XII
Partida jugada entre Mr. George Holmes, de
Londres, y el autor de 'este libro.
El autor tiene las Negras.
B.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3. D t P.
i N.
l. P 4 R.
2. P t P.
3. C D 3 A.
4. A R 3 D.
5. D 5 T. Jaque
4. D 3 R.
5. P 4 A R.
6. D 2 R.
6. P 3 C R.
7. C R 3 A.
7. A 4 A. Jaque
a la Dama.
B. C R 3 T.
9. Enroca.
10. R casilla T.
B. D 2 R.
9. P 3 T.
10. P 4 C R.
11. P 5 A R.
La intención es bien manifiesta. Tomar mi Ca..
hallo con el Alfil y obligarme luego a matar
abriendo una brecha delante del Rey.
12.
e t c.
l
Il. C D 5 D. Jaque a
la Dama.
12. D 5 T R. Jaque
72
M. RICART
al Rey.
13. A t C.
14. A t P.
15. C 5 C R. Jaque a
la Dama.
13. R casilla D.
14. P 5 R.
15. D
A.
t
El Blanco no puede comer Caballo con Peón
porque perdería la Torre.
16. D 4 R.
}
16. C 7 A. Jaque.
Jaque triple de Rey, Reina y Torre.
17. R 2 R.
18. AD 3 R.
17. C
1
D.
t
18. C 6 C R. Jaque.
Otro Jaque de Rey y Torre.
19. R 2
20. CD
21. A t
22. A 2
D.
3 A.
C.
R.
23. T e A R.
19. C t T.
20. C 2 A.
21. D t A. Jaque.
22. D
23. D
t
t
P.
P.
El B Zanco) abandona
Partida jugada entre Mr. J. Walter, de Man­
chester, y el autor.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
73
El autor tiene las Negras.
B.
l. P 4 R.
2. P 4 A R.
3. C R 3 A.
4.AR4A.
5. C R 5 R.
6. P 3
c.
7. D t P 5 C R.
8. D t D.
9. R 2 R.
10. A t P A. Jaque
11. D 5 T.
12. R 2 A.
13. D 3 A.
14. D 2 C.
15. R t D.
N. l. P 4 R.
2. P t P.
3. P 4 C R.
4.PSCR.
5. D 5 T R.
Jaque.
6. P t P.
7. P 7 C. Jaque.
8. P t T y llega
a Dama. Ja­
que.
9. C R 3 T.
10. C t A.
11. D t P 4 R.
Jaque.
12. D t C.
13. D t P. Jaque.
14. D t D. Jaqll'e.
15. T casilla C.
Jaque.
Blanco abandona la partida
CAPÍTULO XIII
Partida muy superior a todas las que hemos dado
anteriormente, entre los célebres jugadores
Mac Donell y Le Bourdonnais.
Mac Donell tiene las Blancas.
B.
l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. A R 4 A.
N.
4. P 4 C D.
5. P 3 A D.
6. Enroca.
7. P 4 D.
8. P t P.
9. P 3 T R.
10. P 5 'R.
ll. A D 3 T.
12. D 3 CD.
13. c 5 c.
14. CD 3 A.
15. C t P A R.
l. P 4 R.
2. C D 3 A.
3. A R 4 A.
4. A t P CD.
5. A 4 T.
6. A 3 C.
7. P t P.
R~ P 3 D.
9. C R 3 A.
10. P t P.
ll. AR t P D.
12. D 2 D.
13. c n c D.
14. P 4 A D.
15. T R e A.
Si toma Caballo pierde Dama .
. 16. C t P R.
17. T R e R.
16. A R t C R.
17. C D 3 A.
76
M. RICART
18. D 4 A R.
19. AD 2 D.
18 A D t P.
19.
5
20. C 6 D. Jaque.
e
en.
Gana la Dama y la partida.
La jugada 19 ha sido admirable.
Partida jugada en el gran Match entre Inglate­
rra y Francia (1), estando la primera representa­
da por míster Stanton y la segunda por M. Saint
Amande.
Francia tiene las Blancas.
B.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
P 4 R.
P 4
C D
C R
P 5
AD
A
3
3
A
5
D.
A.
A.
D.
C R.
7. P 3 R.
8. P 4 C D.
N. l. P 4 D.
2. P 3 R.
3. C R 3 A.
4. P 3 T D.
5. AR 2 R.
6. Enroca.
7. P 3 CD.
8. AD 2 CD.
(1)
Este Macht se jugó en París; empezó en 14
de noviembre de 1843 y terminó en 20 de diciembre
del mismo año. La apuesta era de 5,000 francos. El
primer jugador que ganase once partidas debía ser
proclamado vencedor. Mr. Stanton ganó las once. M.
Saint Armande, seis; y quedaron otras cuatro en las
que se hicieron tablas.
En el núm. 12, Saint Armande estuvo reflexionan­
do 25 minutos, y en el 20, Stanton reflexionó 21. En
las demás jugadas reflexionaban por término medio
de 8 a 16 minutos cada uno.
77
MANUAL DEL AJEDRECISTA
9. AD T C.
10. A R 3 D.
11. P 3 T D.
12. P A D t P.
9 AR t A.
13. Enroca.
14. D 3 C D.
15. P t P.
10. P
11. C
12. P
13. D
14. P
15. T
17. T Re A D.
11.
4 T D.
2 D.
A t P.
2 R.
t P.
R e A D.
16. A 5 CD.
16. C e A R.
18. A 2 R.
18. D e D.
19.
e
5
e
D.
20. C R e R.
21. P 4 A R.
22. R 2 A.
23. C R 3 A.
24. T D t. T D.
25. A
t
A.
26. A 3 D.
27. C 5 R.
28. C 6 A D.
29. C t A. Jaque.
30. A t C.
31. D 2 C D.
32. T e CD.
33. D 2 A D.
34 P 4 T R.
35. T e T R.
36. D 4 R.
e
3
e
R.
19. A 2 R.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
A
C
C
A
T
C
P
C
D
D
P
T
D
P
D
D
D
3 T D.
5 T R.
4 A R.
t C D.
T D.
3 D.
4 CD.
5 A D.
t
3 D.
t C.
D t A.
5 T D.
2 T D.
3 C R.
2 R.
t P C D.
7 C D. Ja.
que.
78
M. RICART
37. R 3 C.
38. Te A R.
39. D 7 C.
40. R 3 T.
41. T e C R.
42. D 8 D. Jaque.
43. D 8 A R.
44. P 3 C R.
45. T e T D.
46. T t T.
47. D t P C D.
48. D 7 CD.
49. D 4 R.
50. D e R.
51. D e T D. Jaque
52. De A D.
53. R 2 T.
54. P 5 A R.
55. R 3 T.
se.
P t P. Jaque.
37. T 7 T D.
38. P 5 C D.
39. P 4 T R.
40. P 6 A D.
41. D 7 A R.
42. R 2 T.
43. D t P R. J a·
que.
44. T 2 T D.
45. D t P D.
46. D t T.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
D
R
D
P
8
2
4
7
C R.
C.
A D.
A D.
R 2 T.
D 4 A R. Ja.
que.
53. D 6 D.
54. D 7 R. foque.
55. D 8 D.
56. P t P.
El Blanco abandona,
Partida jugada en un Tournoi d' Echecs entre
Inglaterra y los Estados Unidos. La apuesta era
de 1,000 dólares. Tomaron parte los socios de
los principales clubs de ambas naciones; pero el
79
MANUAL DEL AJEDRECISTA
campeón de América era Mr. H. T. y el de Ingla­
terra Mr. C. Stanley.
Inglaterra tiene las B1ancas.
B.
N. l. P 4 R.
l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. AR 4 A.
2. AR 4 A.
3. CD 3 A.
4. P 3 D.
5. P 3 T R.
4. C R 3 A.
5. P 3 D.
6. AD 3 R.
7. CD 2 R.
8. AR CD.
9.
en
3
e
R.
10. Enroca.
11. D 2 R.
12. T D c D.
13. C R 4 T.
14. C R 5 A R.
15. D 2 D.
16. P A R t A.
17. D 2 A R.
18. C R t P C.
19. C R t A D.
20. D 7 A. Jaque1•
(1).
6.
7.
8.
9.
10.
A R 3 C D.
AD 3 R.
P 3 A D.
CD 2 D.
Enroca1
ll. T R e R.
12. D 2 A D.
13. CD e A R.
14. en 3 e R.
15. A R t A.
16. R 2 T.
17. T R e T R.
is. e
5 e R.
19. P t
20. D t D.
21. R e C.
c.
(1) · Partida clásica formando un dibujo intere..
sante.
(1) Este final ha sido muy celebrado· por los
principales maestros.
80
M. RICART
21. T t D.
22. A R t
23. T 7 R.
24. T t T.
25. A t C.
22. T D e R.
23. R c A.
24. R t T.
Jaque.
P.
Jaque.
Jaque.
Negro abandona
Una máxima de La Rampe, seguida de una
partida de dicho autor.
«Entre buenos jugadores no se dan golpes bri­
llantes, porque si es fuerte el ataque, no es menos
prudente y correcta la defensa.»
B.
l. P 4 R.
2. CD 3 A D.
3. A 4 A D.
4. A
t
P C.
5. A 4 T D.
6. C 3 A R.
7. Enroca.
8. C t P R.
9. C t P A D.
10. e t c.
11. P 3 C R.
12. C 7 D.
13. R e T.
N.
l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 CD.
4. P 3 A D.
5. A 4 A D.
6. Enroca.
7. P 4 D.
8. P t P R.
9. D 2 A D.
10. e 5 c.
ll. C 4 R.
12. C 6 A R. J ague.
13. AD 2 CD.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
81
14. C t A R.
15. R 2 C.
16. P 3 T R.
14. D t C.
15. D 4 T R.
16. P 6 R.
18. R 2 T.
19. R 2 C.
17. C 8 R. Jaque
doble.
18. C 6 A. Jaque
19. T D e D.
17. P D t P.
Blanco abandona
La Hampe dice que perdió esta partida jugan­
do con Mr. Loventhal.
CAPÍTULO XIV
Las ocho partidas célebres jugadas por el norte·
americano Mr. Morphy sin ver el tablero.
PARTIDA PRIMERA
Contra lord Lyttleton presidente de la Asocia­
ción Británica de Ajedrecistas.
Morphy tiene las Blancas en todas las partidas.
B.
l. P 4 R.
2. P 4 A R.
3. C 3 A R.
4. P 4 T R.
5. C 5 R.
6.
t P
e
7. P 4 D.
R C 2 A.
9. R t A.
c.
10. C 3 A.
ll. A t P.
12. e t c.
13. A 5 C D.
Jaque.
N.
l. P 4 R.
2. P t P.
3. P 4 C R.
4.
5.
6.
7.
P
P
A
A
5 C R.
3 D.
2 R.
t P. Jaque.
8. A t C. Jaque.
9. C 3 A R.
10.
ll.
12.
13.
D 2 R.
C t P. Jaque.
D t C.
R e A.
84
M. RICART
14. A
15. T
16. D
17. T
14. R e C.
15. A 4 A.
16. A 3 C.
6 T. Jaque. }
5 T.
2 D.
e R.
Negro abandona
PARTIDA SEGUNDA
Contra Mr. R. Salmón.
Morphy tiene las Blancas.
B.
l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. A 4 A D.
4. P 4 C D.
5. P t P.
6. Enroca.
7. C t P.
8. P 4 D.
9. C 3 A D.
10. A 3
11. P 3
12. C t
13. P 4
14. P t
15. D 3
16. Te
17. T 2
18. A 2
C.
T D.
P T.
A D.
c.
A.
R.
R.
C.
N.
l. P 4 R.
2. C D 3 A.
3. A 4 A D.
4. P 4 D.
5. C t P.
6. C 2 R.
7.
8.
9.
10.
Enroca.
A 3 D.
A 4 A R.
P 4 T D.
ll. P
12. C
13. T
14. T
15. A
16. A
17. C
18. D
5 T.
D t P D.
t C.
4 T.
3 C.
5 CD.
4 A.
e T.
85
MANUAL DEL AJEDRECISTA
19.
20.
21.
22.
P 3 c.
C t A.
T 5 R.
P 6 D.
23. T R t T.
24. D 5 D.
25. P 7 D.
26. T e A D.
27. A t D.
28. A 6 A.
19.
20.
21.
22.
D 2
P T
At
A 5
T.
t C.
P.
C.
23. A t T.
24. P 3 c.
25. D e T.
26. D t D.
27. P 4 C D.
28. C 3 D.
29. P 5 D.
30. T e D.
29. A 7 D.
30. A 4 C.
R.
P.
C.
33. R 2 A.
34. T e T.
35. P t A.
R.
36. T e A.
31. P 4
32. A 3
33. T e
34. A t
35. A t
36. T 8
A.
T.
37. R 2 A.
38. R 3 R.
39. R 3 D.
40. A 6 A.
41. P t P.
42. R 4 A.
43. R 5 C.
44. R 6 T.
45. R 7 C.
46. R 8 A.
31. A e D.
32. P 4 A.
37. P
38. P
39. P
40. P
41. T
42. T
43. T
44. T
45. T
46. A
4
5
4
c.
c.
c.
P.
C.
A.
C.
A.
C.
3 C.
t
e
e
e
e
e
86
M. RICART
47. T t T.
48. Llega a Dama.
47. R t T.
Negro abandona
Partida contra Mr. Avery, presidente del Club
Ajedrecista de Birmingham.
B. l. P 4 R.
N. 1 P 4 AD,
2. P 4 D.
2. P t P.
3. C R 3 A.
3. CD 3 A.
4. C t P.
·4. P 3 R.
5. A 3 R.
5. C R 3 A.
6. A 3 D.
6. P 4 D.
1. e t · c.
7. P t c.
8. C 2 D.
8. P 5 R.
9. A 3 T.
9. P 4 A R.
10. A t A.
10. Enroca.
11. A 4 A.
11. D t A.
12. A t A. Jaque.
12. C 2 D.
13. D 3 C.
13. D t A.
14. T D e R.
14. Enroca lado R.
15. P 3 C D.
15. P 3 A R.
16. T t P.
16. P t P.
17. T D e A R.
17. P 3 c.
18. D t D.
18. R 2 C.
19. P 3 c.
19. T t D.
20. T R e R.
20. P 4 R.
21. P t P.
21. T R 2 R.
22. T D 2 A.
22. T 7 R.
23. P
t
P.
23. T
t
P.
·87
MANUAL DEL AJEDRECISTA
24. T 8 R. Jaque.
25. T 8 A D..
26.
27,.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
T
T
T
T
C
T
T
T
7 A.
R 7 R.
t T. Jaque.
8 R.
3 A.
7 R. Jaque.
8 R.
7 R. Jaque.
24. R 2 C.
25. T R 3 A.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
C
T
T
C
T
T
T
T
A.
T.
2 A.
2 D.
e A.
2 A.
e A.
2 A.
e
t
Estando dispuestos ambos jugadores a repetir
lo mismo, se hicieron Tablas.
Partida jugada contra el Sr. Kipping, secreta·
rio del Club Ajedrecista de Manchester.
B. l. P 4 R.
2.
3.
4.
5.
6.
C R 3 A.
P 4 D.
A 4 A D.
Enroca.
P 3 A.
7. A 5 C R.
8. P t P.
9. C t C.
10. P 4 A.
n. R e T.
12. P 3 T R.
N. l. P 4 R.
2.
3.
4.
5.
6.
C
P
A
P
D
D 3 A.
P.
4 A.
3 D.
3 A.
t
7. D 3 C.
8. C t P.
9. D t A.
10. D 3 T.
n. e 3 T.
12. A t P.1
(l) Descuido rarísímo en el Sr. Morphy, del cual
su contrario se aprovechó rápidamente.
88
M. RICART
13. P t A.
13. D
14. D
15. R
16. A
17. P
18. T
19. P
20. R
14. D 3 A.
15. T e R. J ague.
16. C 3 T.
17. A 5 C. Jaque.'
18. P t A.
19. T D e A.
20. D 3 C D.
21. A 3 D.
22. T t T.
23. T e C D.
24. R e C.
25 T e R.
t P. Jaque.
t C.
2 D.
t
c.
3 A D.
R e R.
4 D.
2 A.
21. T 6 R.
22. D t T.
23. D t P. Jaque.
24. P 3 C D. ­
25. D 6 C. J ague.
26. D t P. Jaque.
26. Re A.
27. R 2 C.
28 Re A.
29. T 2 R.
27. D 4 C. Jaque.
28. e 5 c.
29. C 6 R. Jaque.
Blanco abandona
Partida jugada contra Mr. Cécile Rhodes.
B.
l. P 4 R.
2. P 4 A R.
3. C R 3 A.
4. P t P.
5. P t P.
6. C 3 A.
7.
e
4 R.
N.
l. P 4 R.
2. A 4 A D.
3. C D 3 A.
4. P 4 D.
5. D t P.
6. D e D.
7. A 3 C.
(2) Golpe ingenioso para tomar la revancha; pe. .
ro ya todo tue inútil.
89
MANUAL DEL AJEDRECISTA
8. A 5 C.
8. P 3 A D.
9. P 4 D.
10. C 2 A.
9. D 4 D.
10.
11.
12.
13.
11. D 2 R.
12. P t A.
13. D t C. Jaque.
14. A
15. T
16. D
17. A
18. R
2 R.
15. P
16. P
17. T
18. C
3 C.
3 R.
2 D.
e
4
21. T D
22. T t
23. C t
24. D t
D t P A.1
R e A.
14. D 3 A D.
e C R.
19. A 3 D.
20.
C t P R.
A t C.
3 A.
3 c.
e R.
2 R.
19. D 2 D.
c.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
e R.
C.
P.
T.
25. D 8 R. Jaque.
C 4 D.
C t A.
D 2 A.
T t T.
D t P.
R 2 C.
Blanco da el Mate en tres golpes
Partida jugada contra. el doctor Freeman, se­
cretario del Club Ajedrecista de Birmingham.
Esta partida resultó Interesantísima.
B.
l. P 4
R.
2. A 4 A.
l
N.
l. P 4 R.
2. A 4 A.
(1) El Sr. Rhodes creía que sacrificando una pie­
za y jugando luego R casílla A podría llevar la T D
a la casilla R, y formar de esta manera un ataque
tormidable.
90
M. RICART
3. P 4 C D.
4. C 3 A R.
5. P 4 D.
6. C t P.
7. C 3 A D.
8. Enroca.
9. e t c.
10. A 5 C R.
ll. A t P.1
12. T e R.
13. C 6 A. Jaque.
14. A D t P.
15. C 6 R.
16. D 5 T.
17. R e T.3
18. T t A.
19. A 2 C.
20. P 3 c.
21. P t D.
22.
23.
24.
25.
26.
A
T
T
T
T
A.
C. Jaque.
D t C. Jaque.
t P. Jaque.
7 C. Jaque.
t
e
3. A 3 C.
4. P 3 D.
5. P t P.
6.C3AR.
7.
8.
9.
10.
Enroca.
C t P.
P 4 D.
D e R.
11. P 3 A D. (
12. D 2 D.
13. P t c.
14. D 3 D.2
15. A t C.
16. A t P. Jaque.
17. D 5 A.
18. C 2 D.
19. A 5 D.4
20. C 3 A.
21. C t D.
22. C t P.
23. e 3 c.
24. .P T t T.
25. R 2 T.
26. R 3 T.
( 1) A partir de este golpe, la partida presenta
una serie de posiciones de belleza suma.
(2) Si el Negro llega a tomar el Alfil, e'1. Blanco
le hubiera hecho T 5 R ganando la partida.
(3)
Si el Blanco llega a, tomar el Alfil, entonces
gana el Negro haciendo D 5 A R etc., efe.
(4) Aqul amenaza el Mate por T 6 c.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
27. A 4
28. A 3
29. T 3
30. A 5
R.
D.
C.
R.
31. A 4 A. Jaque.
32. T 5 C.
­ 33 R 2 C.
34. A t P. Jaque.
25. P 4 T R.
36. A t T.
37. R 3 A.
91
27. P 4 A R.
28. P 3 c.
29. T 2 A.
30. T casilla R.
31. R 2 T.
32. T 8 R. Jaque.
33. T 2 C R.
34. R casilla T.
35. T t T. Jaque.
36. T e R.
Contra Mr. Carr, Presidente honorario de la
Sociedad Ajedrecista de Leamington.
B.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3. A 3 D.
4. C 2 R.
5. Enroca.
6. P 4 A D.
7. P 5 R.
8.P4AR.
N. l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
P 3 T R.
P 4 T D.
P 3 C D.
P 3 R.
A 3 T.1
C R 3 A.
C 2 T.
8. A 2 R.
(1) Se ve la manera extraña de jugar para dís­
traer al contrario que juega de memoria.
(2) El negro va quedando en una posición deplo·
rable de resultas de sus primeros ataques.
92
M. RICART
9.
e
3
c.
9. P 4 D.
10. D 4 C.
10. Enroca.
17. D t A.
18. A t P.
17. P t D.
11. C
12. P
13. A
14. C
15. A
16. D
5 T.
t P c.
t C. Jaque.
6 A.
2 A.
t D.
19. T 3 A.
20. A 6 T. Jaque.
21. T 3 T. Jaque.
22. T 5 T. Jaque.
23. R 2 A.2
11. P 4 C R.
12. P T t P.1
13. R e T.
14. P t P.
15. D t P. Jaque.
16. A 4 A.
18. C 3 A.
19. R 2 C.
20. R t A.
21. R 4 C.
22. R 5 A.
Negro abandona
OCTAVA Y ÚLTIMA PARTIDA
Contra el doctor Wills, socio honorario de la
Sociedad Británica de Londres.
B.
l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
4. C t P.
N. l. P 4 A D.
2. CD 3 A.
3. P t P.
4. P 3 R.
(1)
Según los inteligentes, este final1 de partida
ha sido jugado de una manera magistral.
·
93
MANUAL DEL AJEDRECISTA
5'. A 3 R.
6. A 3 D.
1. t
8. Enroca.
e c.
9. P 4
10. A t
11. C 3
12. P 5
13. A t
14. D 3
15. R e
A R.
P A.
A.
R.
P.
A.
T.
16. D 2 A.
T t D.
T R e A.
17.
18.
19.
20.
P
C
21. C
22. A
23. T
24. T
3 T D.
4 R.
t
c.
Jaque.
D t P.
t A.
e R. Jaque.
25. A 5 A.
26. T 6 T.
27. A t A.
28. Te C R.
29 T t P T. Jaque.
30. T t P.
31. R t T.
32. R 2 A.
33. P 4 T R.
5. C 3 A.
6. P 4 R.
1. P e t c.
8. P 3 D.
9. P t P.
10. A 2 R.
n. T e C D.
12. P t P.
13. T 5 C.
14. D 3 C. Jaque.
15. A 5 C R.
16. D t D.
17.
18.
19.
20.
A4
A2
T 2
A 2
A D.
R.
C.
D.
c.
21. P t
22. A t A.
23. T t P.
24. A 3 R.
25. R 2 R.
26. T R e C D.
27. T 8 C.
28. P t A.
29. R 3 D.
30. T t T. Jaque.
32. T 8 C. Jaque.
32. T 7 C.
33. T t P. Jaque.
94
34. R 3
35. P 5
36. P 6
37. P 7
M. RICART
A.
T.
T.
T.
34. R 4 R.
35. R 4 A.
36. T 7 D.
Negro abandona
Todas estas combinaciones honrarían sobrema­
nera al jugador más hábil en circunstancias nor­
males; pero son verdaderamente maravillosas, si
se considera que su autor juega sin verlas y que,
además, ha de tener la cabeza en otras siete par­
tidas.
·
Antes de volverse a los Estados Unidos, toda­
vía el señor Morphy jugó simultáneamente otras
ocho partidas sin ver el tablero; el desafío tuvo
lugar en el Café de la Regencia, de París, donde
quedaron vencidos los primeros maestros fran­
ceses.
Las ocho partidas célebres jugadas por Mr. Mor­
phy en el Café de la Regencia, sin ver el tablero.
Empezaron a la una de la tarde, y a las diez
de la noche el señor Morphy se levantó de su asien­
to sin dar la menor prueba de cansancio.
95
MANUAL DEL AJEDRECISTA
MORPHY TIENE LAS BLANCAS
Partida núm. l.
B.
Contra M. Baucher.
l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
4. P t P.
5. A 5 CD.
6. A t C.
7. A 5 C.
8. A 4 T.
9. C 3 A.
1 O. Enroca lado R.
11. D 4 A. Jaque.
4.CD3A.
5.
6.
7.
8.
A 2
A t
P 3
C 3
D.
A.
A.
T.
9. A 2 R.
10. Enroca.
ll. R casa T.
12. D 2 D.
13. T 2 A.
14. P 4 T.
15. T R casa A.
16. T casa C R.
11. e 5 c.
18. C 4 R.
12. C 4
13. T D
14. P 4
15. P 5
16. C 6
17. P 4
18. D 2
19. A 3
20. A t
A R.
A.
R.
T.
R.
C.
C.
20. P D t A.
22. T 3
23. D 2
24. D t
25. T t
T.
D.
A.
P. Jaque.
22.
23.
24.
25.
21.
T.
D.
N. l. P 4 R.
2. P 3 D.
3. P t P.
casa D.
3 A.
19. D e A.
21. A 2 T.
P
R
A
R
3 T.
2 T.
3 D.
t T.
96
M. RICART
Este final es digno die admiración y forma un
elegante problema.
26. T 3 D.
27. D 7 A. Jaque.
l
26. R. 4 T.
Negro abandona
Núm. 2. Contra M. Biervit:
B.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3. A 3 D.
4. P t P.
5. C 3 A R.
6. Enroca.
7. P 3 T R.
8. A 3 R.
9. T casa R.
10. CD 2 D.
N.
l.
2.
3.
4.
P
P
P
P
3 R.
3 A D.
4 D.
R t P.
5. A 5 C R.
6. A 3 D.
7.
8.
9.
10.
A
C
C
A
4 T.
2 D.
2 R.
t C.
Lo siguiente sirve de modelo para desarrollar
un juego con prontitud.
11. C t A.
12. D 2 D.
13. P 4 A.
14. A R t P.
15. C 5 R.
16. A 6 R.
ll. P
12. D
13. P
14. P
3 T R.
2 A.
t P.
4 A R.
15. Enroca lado D.
16. A t C.
97
MANUAL DEL AJEDRECISTA
17. R casa C.
17. P t A.
18. e
19. C
20. P
21. P
22. T
18. D 3 A D.
19. D 3 T.
20. T D casa A.
21. P 4 A.
22. A t P.
T
D
T
D
D 3 e D.
D casa A D.
4 C R.
t P.
5 D.
5 R.
3 C. Jaque.
t T.
5 C.
3 e R.
23. D 3 R.
24.D3AR.
25. R 2 T.
26. T t T.
27. T 2 R.
23.
24.
25.
26.
21.
29. A t C.
30. A t P.
29. T t A.
30. T casa T.
33. D 5 T.
34. D t T.
33. C 5 A.
e
28. D 4 C.
28. A 2 D.
31. T 2 T.
32. T 2 A R.
31. A 7 C.
32. A 6 A.
Negro abandona
Núm. 3. Contra M. Bornemand.
B. l. P 4 R.
2. P 4 A R.
3. C R 3 A.
4. P 3 A D.
5. A 4 A.
6. P t P.
7. D t A.
N.
l. P 4 R.
2. A 4 A.
3. P 3 D.
4. A 5 C R.
5. C 3 A R.
6. A t C.
7. P t P.
98
M. RICART
8. C 3 A.
9. P 3 T D.
8. P 3 D.
9. A 5 C R.
10. C 2 D.
11. Enroca lado D.
12. C casa A.
10. A 2 R.
11. D 2 D.
12. Enroca lado D.
13. P 3 T.
14. P 4 C R.
15. T D casa A.
16. C casa R..
17. P t P.
18. A casa D.
19. C 3 D.
20. e 4 c.
13. C 3 R.
14. A 4 T.
15. A 3 C R.
16. C 5 D.
17. P 4 D.
18. P t P.
19. T R casa A.
20. A 3 C.
21. D 3 R.
22. P t P.
23.
24.
25.
26.
21. P 4 A R.
22. T t P.
23. P t
C 6 c. Jaque.
A 6 R.
T 7 A.
R casa C.
c.
24. T 4 D.
25. C 2 R.
26. T R casa R.
27. T casa A. J ague.
28. A t D. Jaque.
27. C 2 A.
28. T t A.
29. P 5 D.
Golpe bonito. El negro no puede tomar este
Peón sin perder una pieza.
30. P t
c.
31. P t T.
l
29. C 3 A.
30. T t D.
99
MANUAL DEL AJEDRECISTA
Negro abandona
La partida núm. 4 fue muy larga. No ofrece na­
da de particular y los jugadores hicieron Tablas.
Núm. 5. Contra M. Presti, Profesor de Ajedrez
en el Café de la Regencia.
B.
l. P 4
2. P 4
3. C R
4. AR
R.
D.
3 A.
4 A D.
5. P 3 A.
6. P t P.
7. C t P.
8. A t P. Jaque.
9. C 3 D.
10. A 3 C.
ll. A 3 T.
12. Enroca.
13.
14.
15.
16.
P 5 R.
C 4 A.
C 6 R. Jaque.
D t P. Jaque.
17. D 7 D. Jaque.
18. A t A. Jaque.
N.
l. P 4 A D.
2. P
t
P.
3. P 4 R.
4. A 5 CD.
Jaque.
5. P t P.
6. A 4 A.
7. D 3 A.
8. R casa A.
9. A 3 C.
10. P 3 D.
11. C 3 A.
12. C 3 T.
13. D
14. D
15. A
16. R
17. R
18. D
3 C.
5 C.
t C.
2 A.
3 C.
4 C.
100
M. RICART
19. A 5 D.
20. A 4 R. Jaque.
19. C t P.
20. C 4 A.
21. D 3 A.
21. D 6 R. Jaque.
22. A t C. Jaque.
23. P 4 C. Jaque.
24. A t C. Jaque.
22. R 4 T.
23. C t P.
Negro abandona
Núm. 6. Contra M. Portier.
B.
l.
2.
3.
4.
P 4 R.
C 3 A R.
A 4 A.
C 3 A.
5. C
t
P.
6. A 3 C.
7. P 4 D.
8. Enroca.
9. P 4 A R.
10. D 3 A.
11. P 5 A.
12. A 4 A R.
13. T D casa R.
14. D 3 C.
15. C 6 c. Jaque.
16. A t A.
17. A t D.
18. P A t P.
N.
l. P 4 R.
2. C 3 A R.
3. C t P.
4. C 3 A R.
5. P 4 D.
6. A 2 R.
7. P 3 A.
8. C D 2 D.
9. e 3 c.
10. P 4 T R.
ll. D 2 A.
12. A 3 D.
13. R casa A.
14. P 5 T.
15. R casa C.
16. P t D.
17. P t c.
18. P t P. Jaque.
101
MANUAL DEL AJEDRECISTA
19.
20.
21.
22.
23.
24.
19. R casa T.
20. T 7 R.
21. A 5 R.
22. T 7 A. Jaque.
23. C t P.
24. A t P.
25. A 3 C D.
A
C
R
R
P
e
5 C
D 2 D.
casa A.
casa C.
t
3
c.
c.
Negro abandona
Núm. 7. Contra M. Lequesne, escultor.
B.
l. P 4 R.
2. P 4 D.
3. A 3 D.
4. C 3 T R.
5. Enroca.
6. P 5 R.
7. P 3 A D.
8. P 4 A R.
9. P 4 C R.
10. P t P.
11. D 4 C.
12. D 3 C.
13. C 2 D.
14. e 5 c.
15. CD 3 A R.
16. P t A.
N.
l. P 3 C D.
2. A 2 C.
3. P 3 R.
4. C 2 R.
5. P 4 D.
6. C R 3 A D.
7. A 2 R.
8. P 3 c.
9. P 4 T R.
10. T t P.
11. T 5 T.
12. R 2 D.
13. D casa T.
14. C casa D.
15. A t C.
16. T 6 T.
102
M. RICART
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
D
A
T
P
17. C D 3 A.
18. C 2 R.
19. casa A D.
20. P 3 T.
21. P 4 T.
22. C 4 A.
23. T 5 T.
24. T t T.
25. P 4 A.
26. P t P.
27. P 5 A.
28.PCtA.
29. A 3 A.
30. D 5 T.
2 C.
2 C.
D casa A D
4
c.
P 4 T.
C casa R.
T 3 A.
T 4 A.
A t T.
P C t P.
T casa C.
A t C.
C 2 A.
P 5 T.
31. D 4 T.
31. D 3 D.
­ 32. D 2 C.
32. D 5 T.
Tablas
Núm. 8. Contra M. Seguin.
B. l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
4. C t P.
5. CD 3 A.
6. A 3 D.
7. P 4 A.
N.
l. P 4 R.
2. P 3 D.
3. P t P.
4. C R 3 A.
5. A 2 R.
6. Enroca.
7. P 4 A.
103
MANUAL DEL AJEDRECISTA
8. C 3 A.
9. Enroca.
10. A 3 R.
11. P 4 T D.
12. P 3 T.
13. D t A.
14. T D casa D.
15. P 3 C D.
16. P t c.
17. P 4 D.
18. P t P.
19. P 5 R.
20. T t D.
21. T 7 D.
22. C 5 D.
23. A 2 A.
24. e 6 c.
25. C t T.
26. T 3 A D.
27. C t A.
28. T t P.
29. A t T.
30. A 3 R.
31. P 4 C R.
32. R 2 A.
33. R 2 R.
34. P t P.
35. R 3 D.
36. A 5 A. Jaque.
8. C 3 A.
9. A
10. P
11. P
12. A
13. e
14. D
15. C
16. R
17. D
18. P
5 C.
3 T D.
3 T.
t C.
s e n,
2 A.
t A.
T casa R.
3 A.
t P.
19. D t D.
20. C 2 T.
21. T D casa C.
22. A casa A.
23. T R casa D.
24. T t T.
25. T casa A D.
26. T 2 A.
21. e t c.
28. T t T.
29. C 3 R.
30.
31.
32.
33.
P
C
C
P
3 C R.
casa D.
3 A~
4· C D.
34. P t P.
35. R casa A.
36. R casa R.
104
M. RICART
37. R 4 R.
37. R 2 D.
38. R 5 D.
38. C casa D.
39. P 5 A.
39. P t P.
40. P 4 T.
40. P t P.
41. A 6 C.
41.
42. P 6 R. J aque.
43. P t P. Jaque.
44. R 6 A.
e 2 c.
42. P t P.
43. R 2 R.
44. C casa D.
Jaque.
45. R t A.
46. R casa R.
45. A t C. Jaque.
46. R 6 D.
47. P 7 R.
Negro abandona
Ejemplo del llamado
DEBUT ESCOCÉS
P4R
1.---
CR3A
2.
P4R
CD3A
P4D
3.­­
»
Este ataque, apenas mencionado por los autores
antiguos, hace algunos años estaba muy en boga
entre los ajedrecistas de Edimburgo. Véase la si­
guiente partida:
B. l. P 4 R.
2. C R 3 A.
3. P 4 D.
N. l. P 4 R.
2. C D 3 A.
3. C t P.
105
MANUAL DEL AJEDRECISTA
4. C t P.
5.
6.
7.
8.
9.
A 4 A
C R 3
C D 3
Enroca.
P 4 A
D.
D.
A.
R.
10. A D 3 R.
11. P 't· P.
12. A 3 CD.
13. P 5 A R.
14. e t c.
15. C 4 T D.
16. C t A.
17. D 4 D.
18. T 2 A R.
19. P ·3 A D.
20. D 4 A R.
21. T D casa R.
22. D t A.
23. D 3 A R.
24. A t PAR.
Jaque.
25. D t P R.
26. D t T.
27. R casa T.
28. T t D.
4.CD3R.
5. P 3 D.
6.
7.
8.
9.
C R 3 A.
P 3 A D.
AR 2 R.
Enroca.
10. P
11. P
12. P
13. C
14. A
15. P
16. D
17. P
18. A
4 D.
t P.
5 D.
D 4 A D.
t C.
t A.
3 C D.
7 R.
t P.
19. T D casa D.
20. T R casa R.
21. D t C.
22. T R 4 R.
23. C 5 R.
24. R casa T.
25. C t T.
26. C 6 T R.
Jaque.
27. D 8 C R.
Jaque.
28. C 7 A.
Jaque mate.
106
M. RICART
Para terminar nuestra colección, daremos dos
partidas que se suponen ganadas por el Ajedrecista Autómata, la primera al Rey de Holanda, y
la segunda a Federico el Grande de Prusia.
Casi todo el mundo sabía que deba jo de
aquel muñeco llamado comúnmente el A jedrecista Autómata, había un hombre escondido, y que
este hombre era Mr. Mouret, jugador notable ba­
jo todos conceptos, dotado además de un humor
excéntrico, con una cháchara inimitable y una
imaginación sin límites.
Pero en aquellos tiempos de superstición en
que tanto gustaba todo lo misterioso e incompren­
sible, como el mesmerismo, la quiromancia, la
magia negra, etc., etc., no parecía sino que las
gentes tratasen de engañarse mutuamente, procu­
rando ocultarse aquel secreto.
Un día, un célebre prestidigitador de la misma
época, incomodóse de mala manera porque todo
el mundo hablaba del Ajedrecista Autómata, en
tanto que nadie hacía caso de sus Espejos mágicos.
Entonces el prestidigitador en cuestión desafió al
Autómata a jugar al Ajedrez. Empezó la partida.
A la tercera jugada nuestro hombre se puso a gri­
tar: «¡Fuego! ¡Fuego! ¡ Socorro, que se quema la
casa!. .. », y Mr. Mouret, que estaba debajo del
muñeco, salió atropelladamente y corrió a ocul­
tarse detrás de una cortina, descubriéndose el pas­
MANUAL DEL AJEDRECISTA
107
tel en medio de la rechifla general de los espec­
tadores.·
Otra vez, el Rey de Holanda quiso comprar el
Autómata, y entonces su empresario, que se lla­
maba Mr. Maélzel, tuvo que confesar al Rey que
aquel muñeco vestido a la turca, con toda su ma­
quinaria compuesta de engranajes, pesos y poleas,
no servía para maldita la cosa, pues todo el mé­
rito pertenecía exclusivamente a Mr. Mouret, que
estaba escondido debajo de la tarima.
Dicha tarima o bufete se hallaba dividida en
dos compartimientos, separados tan sólo por una
tabla giratoria; de manera que cuando se enseña­
ba al público el compartimiento de la derecha,
nuestro jugador se replegaba en la parte izquier­
da, y en tanto que Ios espectadores daban la
vuelta para examinar el otro lado, el jugador se
volvía rápidamente a su escondite primitivo.
Y, por último, en otra ocasión, el mismo Mr.
Mouret trató de llevar a los tribunales a su em­
presario porque ya le debía la suma de 20,000
francos, haciéndole trabajar con promesas que no
cumplía jamás.
Lo más notable en la historia de nuestro Au. tómata fue, sin duda alguna, su repentina desapa­
rición de las ciudades de Europa. Parece que el
empresario mister Maélzel se despidió de algún
amigo, diciendo que se iba a América a probar
fortuna, y que naufragó poco después en las cos­
108
M. RICART
tas de la Florida, perdiéndose el Autómata para
siempre.
EN ESTAS DOS PARTIDAS «EL AUTÓMATA>>
TIENE LAS BLANCAS
Partida primera:
B.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
P 4 R.
C R 3 A.
AR 4 A.
P 3 A D.
Enroca.
P 4 D.
P t P.
P 5 D.
9. D 4 D.
10. C 3 A D.
11. A 5 C R.
12. D 4 T R.
13. C t P.
14. CD 4 R.
15. C t A.
16. T D cas~ R.
17. A 3 D.
18. D 6 T R.
19. T ·n 4 R.
. 20. T 4 T R.
N. l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
P 4 R.
C D 3 A.
AR 4 A.
C 3 A R.
C t P R.
P t P.
A 2 R.
C casa CD.
9. C R 3 A.
10. Enroca.
11. P 3 T R.
12. P t A.
13. C 4 T R.
14. A t C R.
15. C 3 A R.
16. P 3 D.
17. P 3 C R.
18. D 2 D.
19. T casa R.
20. C 4 T R.
MANUAL DEL AJEDRECISTA
21. T t C.
22. A 7 T R. Jaque.
109
21. P t T.
22. R casa T.
23. D 6 A R.
Jaque mate.
Partida segunda:
B.
N.
l. P 4 R.
I
2. C R 3 A.
3. AR 4 A.
4.
ese
5. P t P.
R.
6. C t P A R.
7. D 3 A R. Jaque
8. CD 3 A.
9. P 3 T D.
10. R casa A R.
ll. A t C. Jaque.
12. C 4 R. Jaque.
13. D 3 D. Jaque.
l. P 4 R.·
2. CD 3 A.
3. C R 3 A.
4. P 4 D.
5. C t P.
6. R t C.
7. R 3 R.
8. CD 5 C.
9. C t P A D.
Jaque.
10. C t T.
11. R 3 D.
12. R t A.
El Negro pierde la Dama y abandona la partida.
CONCLUSIÓN
Lector, nuestra tarea toca a su fin.
Habíamos pensado dar una colección de pro­
blemas interesantes para que sirviera de comple­
mento a la de partidas notables; mas en una épo­
ca como la nuestra en que se publican tantos pe­
riódicos, y que muchos de ellos contienen el con­
sabido problema, hubiera sido poco menos que
inútil excedernos de los límites de este compen­
dio, por una cosa que el aficionado ya encuentra
fácilmente en toda clase de reuniones y centros de
lectura.
Como el público comprenderá muy bien, no bas­
ta el haber leído el presente libro para salir de
golpe y porrazo un notable jugador de Ajedrez,
de la misma manera que tampoco basta leer una
obra de Esgrima para salir un espadachín consu­
mado; ni un tratado de Natación para ser un buen
nadador, adquiriendo con ello la suficiente sere­
nidad y fuerza para resistir el embate de las olas.
Aquí, como en todas las cosas, es preciso saber
unir la teoría a la práctica.
116
M. RICART
La serenidad de un jugador cuando le han he­
cho un Jaque triple de Rey, Reina y Torre, ha de
ser tan grande como la de un marino cuando co­
rre un temporal deshecho. Es preciso examinar
con calma las posiciones del adversario; no ol­
vidar nunca que los jugadores fogosos se descu­
bren también más fácilmente, teniendo mayores
descuidos, y que en un momento dado se les puede
tomar la ofensiva, variando entonces por completo
la marcha del juego. Es asimismo muy provecho­
so saber replegar las piezas después de un ataque
desgraciado, y, como último recurso, estudiar la
manera de hacer Tablas, cosa en que nunca pien­
san aquellos que ya tenían la partida por ganada.
Todo cuanto pudiéramos añadir sería inútil. En
una lucha tan difícil donde todos los días se pre­
senta un sinnúmero de nuevas y variadas combi­
naciones, es totalmente imposible dar consejos a
cada jugador para un momento crítico, como tam­
bién lo sería darlos a un esgrimista en los cortos
y precisos instantes que dura un asalto.
Hemos dado a conocer los principales medios
de atacar al enemigo, como también la manera de
contrarrestar sus golpes y de responderle con ven­
taja. Todo lo demás se adquiere con serenidad y
reflexión unidas a una práctica sin límites.
SALIDA FRANCESA
CONTRAGAMBITO
MATE AL PASTOR
EL BARÓN Y EL ALDEANO
APERTURA SICILIANA
DEFENSA DE PHILIDOR
CAMBIO DEL REY
ATAQUE INTERESANTE
GAMBITO DE LA DAMA
INDICE
PÁG;
Prólogo . . . . . .
I Cuatro palabras sobre su historia • . • •
II Su introducción en Europa . . . . . • • •
III Marcha de las piezas . . . . . . . . • • . • •
IV Abreviaturas pa:r;a expersar las par­
tidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
V Del Gambito . . • . . . . • • . • • . . • . • • • •
VI La célebre partida del harón Y, el al­
deano . . . . . . . . . . . . . . . • • . • • . . . . .
VII Partida jugada en Ia India entre lord
Crooane y el brahmán Moneskunder..
VIII De la ­ Defensa de Philidor . . . . . . • . . .
IX Gambitos y contragamhitos . • . . • . • •
X Gambito rehusado . . . . . . . . . . . . . . . .
XI De las salidas llamadas irregulares . .
XII Partida jugada entre Mr. George Hol­
mes, de Londres, y el autor de este li­
bro . . . . . . . . . • . . . • . . . . . • • • • . • . •
XIII Partida entre Mac Donell y Le Bour­
donnais . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
XIV Las ocho partidas célebres jugadas por
el norteamericano Mr. Morphy sin ver
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Conclusión • , ••••••.•••• , •••••••••• , , 111
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Un pdfmás de ...
Ajedrez, la lucha continúa
http://ajedrezlaluchacontinua.blogspot­ai~lfP­
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