Derecho a la Identidad / DERECHO A LA IDENTIDAD: DIMENSIONES, EXPERIENCIAS Y POLÍTICAS PÚBLICAS / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / DERECHO A LA IDENTIDAD: DIMENSIONES, EXPERIENCIAS Y POLÍTICAS PÚBLICAS / Derecho a la Identidad Esta publicación fue realizada por la Dirección Nacional de Atención a Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación con la colaboración del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Oficina de Argentina. Edición, diseño y diagramación: Área de Publicaciones de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación. Esta publicación puede ser reproducida de forma parcial con la sola mención de la fuente. Para su reproducción total se requiere autorización de los editores. Las expresiones vertidas en esta publicación no representan necesariamente la opinión de la Secretaría de Derechos Humanos ni de UNICEF. Incluye el DVD “La identidad no es un cuento”, realizado por el Área de Comunicación y Prensa de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación. Buenos Aires, marzo de 2009 Derecho a la Identidad / ÍNDICE Presentación, Dr. Eduardo Luis Duhalde, Secretario de Derechos Humanos........... 7 Aspectos conceptuales sobre el derecho a la identidad. La construcción social, cultural y jurídica de la identidad.......................................................................... 9 Lic. Victoria Martínez, Directora Nacional de Atención Directa a Grupos en situación de Vulnerabilidad, Secretaría de Derechos Humanos.............................................. Lic. Norma Fernández, en representación de la Dirección Nacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Secretaría de Derechos Humanos..................... Lic. Ana Berezin, Psicóloga...................................................................................... Lic. Carmen Guarini, Cineasta................................................................................. Las Políticas Públicas en la garantía del derecho a la identidad............................ Dra. Alejandra Villanueva, en representación del Registro Nacional de las Personas, Ministerio del Interior............................................................................................. Dra. Ana Speranza, en representación de la Dirección Nacional de Salud Materno Infantil, Ministerio de Salud.................................................................................... Dra. Patricia Carricart, en representación de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia.......................................................................................... Dra. Liliana Gamarra, en representación de la Mesa de Plan Nacional de Acción por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes y del Programa Primeros Años....................................................................................................................... Mg. María Marta Sciarrotta, en representación de la Secretaría de Educación, Ministerio de Educación......................................................................................... Abuelas de Plaza de Mayo y CONADI. El recorrido en relación al derecho a la identidad................................................................................................................ Lic. Alicia Lo Giúdice, en representación del Centro de Atención Psicológica de Abuelas de Plaza de Mayo...................................................................................... Sra. Claudia Carlotto, Coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad................................................................................................................ Srta. Victoria Analía Donda Pérez, hija de desaparecidos ....................................... 11 20 24 28 31 33 35 38 40 43 49 51 55 59 / Derecho a la Identidad Derecho a la convivencia familiar y comunitaria. Adopción. Propuestas legislativas............................................................................................................. Dr. Remo Carlotto, Diputado Nacional.................................................................... Dra. Marisa Herrera, Abogada................................................................................. Dra. Silvia Chavanneau, Miembro del Tribunal Colegiado de Familia N° 1 de San Isidro...................................................................................................................... Anexo..................................................................................................................... Propuestas y actividades para el trabajo en talleres................................................. 63 65 69 75 81 83 Derecho a la Identidad / PRESENTACIÓN La Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación realiza diversas acciones tendientes a la promoción y protección de los derechos humanos, entre las cuales el derecho a la identidad es una de las prioridadades. El derecho a la identidad tiene especial importancia en Argentina ya que durante la última dictadura militar fue gravemente vulnerado por las prácticas de apropiación ilegal y sustitución de identidad de los niños secuestrados y de aquellos nacidos en cautiverio. En este sentido, la función cumplida por las Abuelas de Plaza de Mayo es insoslayable para comprender el proceso de lucha por el reconocimiento del derecho a la identidad como un derecho humano fundamental que fue incluido en la Convención sobre los Derechos del Niño. El paradigma que introduce la Convención sobre los Derechos del Niño, desde su entrada en vigor en 1990, supone un cambio profundo y radical en la manera de concebir la infancia, habida cuenta que confiere a la niñez un nuevo estatus: el de sujeto pleno de derecho. Este cambio de paradigma rige en Argentina desde ese mismo año e incluso en 1994 se otorga a la Convención sobre los Derechos del Niño jerarquía constitucional. Luego de largos debates, en el año 2005, Argentina da un importante paso al comenzar el proceso de adecuación normativa a la Convención y sanciona la Ley N° 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, que establece la implementación de un Sistema de Protección Integral para la infancia y adolescencia. En concordancia con la Convención, esta ley reconoce en sus artículos 11, 12 y 13, el derecho a la identidad, incluyendo asimismo el derecho a la documentación, es decir, a obtener los documentos públicos que acrediten su identidad. El hecho de no estar identificado, inscripto o documentado, además de vulnerar el derecho a la identidad, genera condiciones propicias para delitos tales como el tráfico de niños, la explotación sexual comercial y la apropiación ilegal y, además, dificulta el acceso y permanencia al sistema educativo, a la salud y a los planes sociales. Impulsar acciones tendientes a restituir el goce de este derecho vulnerado como producto de décadas de empobrecimiento y ausencia del Estado en sus funciones más elementales, es responsabilidad del Estado. En tal sentido, esta Secretaría desarrolla acciones permanentes de difusión y sensibilización pública, a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y el Programa Nacional de Prevención de la Sustracción y Tráfico de niños y de los delitos contra su identidad de la Dirección Nacional de Atención a Grupos en Situación de Vulnerabilidad. Esta publicación es, en parte, resultado de las ponencias y debates de la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad, organizada en noviembre de 2006 por esta Secretaría con el apoyo de UNICEF Argentina, en el Ministerio de Educación. Pretende constituirse en una herramienta de reflexión y dis- / Derecho a la Identidad cusión sobre los distintos aspectos y miradas que abarca el derecho a la identidad, desde su conceptualización, teniendo en cuenta su construcción social y psicológica, hasta su reconocimiento en el derecho internacional de los derechos humanos. Propone un recorrido histórico que pone de manifiesto el significado que adquirió el derecho a la identidad a partir de la terrible experiencia del terrorismo de Estado en el período 1976-1983, la lucha de los organismos de derechos humanos, especialmente Abuelas de Plaza de Mayo, y la constitución de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) que logra consolidar el compromiso del Estado en la búsqueda de los niños y niñas apropiados durante la última dictadura. Asimismo, aborda la temática de adopción en la actualidad, su regulación normativa, los enfoques y las prácticas delictivas, como la venta de niños con fines de adopción que sufren aquellos sectores de mayor vulnerabilidad social. La publicación incluye una serie de propuestas para trabajar el derecho a la identidad en talleres con niños, jóvenes y/o adultos y un corto audiovisual en formato DVD sobre el tema producido por la Secretaría. A través de la recopilación de valiosos aportes de profesionales, militantes y académicos, se espera contribuir a la construcción de una cultura de derechos humanos basada en los valores democráticos. Dr. Eduardo Luis Duhalde Secretario de Derechos Humanos Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación Derecho a la Identidad / ASPECTOS CONCEPTUALES SOBRE EL DERECHO A LA IDENTIDAD. LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL, CULTURAL Y JURÍDICA DE LA IDENTIDAD 10 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 11 Lic. Victoria Martínez, Directora Nacional de Atención a Grupos en Situación de Vulnerabilidad, Secretaría de Derechos Humanos La protección del derecho a la identidad en el derecho internacional de los derechos humanos El reconocimiento del derecho a la identidad en el derecho internacional de los derechos humanos ha sido una construcción que evolucionó desde los primeros instrumentos internacionales que surgieron a mediados del siglo XX hasta la actualidad. Se observa en los primeros instrumentos de la post-guerra, por ejemplo la Declaración Universal de Derechos Humanos o la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, ambas de 1948, que el derecho a la identidad no se consagró en los mismos términos que en los instrumentos posteriores. Sin embargo, varios de los elementos que hoy consideramos como constitutivos del derecho a la identidad eran susceptibles de protección jurídica desde entonces. A modo de ejemplo podemos mencionar el derecho a una nacionalidad, a no sufrir injerencias ilícitas en la vida privada y familiar, el derecho a la libertad de conciencia y religión, entre otros. Unos años más tarde, diversos instrumentos internacionales de derechos humanos, tales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 24), la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículos 18 y 20), y particularmente la Convención sobre los Derechos del Niño – en adelante CDN - los artículos 7, 8 y 11. Estos artículos son conocidos internacionalmente como los “artículos argentinos” puesto que, gracias a la lucha de Abuela de Plaza de Mayo, fueron introducidos a instancias de la delegación argentina, con el objetivo de impulsar a los gobiernos a adoptar medidas que previnieran las desapariciones forzadas de niños y niñas, como las que tuvieron lugar durante la última dictadura militar. El derecho a la identidad es un derecho humano fundamental y su protección jurídica es resultado de un contexto histórico determinado. La identidad de una persona constituye un proceso que se inicia con el nacimiento y se prolonga hasta la muerte. La vida de un individuo se desarrolla en un entramado de relaciones sociales que al mismo tiempo que provee los recursos de desarrollo y afianzamiento de la propia identidad, requiere de ésta para generarse. La identidad se presta, de este modo, a ser interpretada como un “supuesto no cuestionable” de la acción humana: en nuestra vida cotidiana damos por sentado que tanto nosotros como nuestros interlocutores poseen una identidad propia. La identidad no es solo una consecuencia de un adecuado registro del nacimiento, sino que es un proceso que se desenvuelve a través del tiempo. Por este motivo debe ser considerada un fenómeno dinámico. Durante su crecimiento, el niño va constituyendo su identidad en contacto con su familia, su historia y el medio cultural en el que se desarrolla. Los Estados, al constituirse como Estados Partes de la CDN, reconocen este proceso y asumen el compromiso de respetar, proteger y restablecer este derecho rápidamente cuando un niño sea vulnerado o privado de su identidad ilegalmente. Se resalta la importancia de una respuesta expedita y rápida para el niño por parte del Estado, quien debe intervenir con la mayor celeridad posible en una situación de vulneración de derechos. 12 / Derecho a la Identidad La República Argentina ratificó los instrumentos internacionales de derechos humanos mencionados y les otorgó jerarquía constitucional en la reforma del año 1994 a través del artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional. Asimismo, se ha obligado, conforme el artículo 75 inciso 23 de la Constitución Nacional, a “legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos…” La Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), al igual que la Convención sobre los Derechos del Niño, reconocen que el derecho a la identidad está constituido por diferentes aspectos. La Convención Americana sobre Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, fue aprobada en 1969 y Argentina la ratificó en 1984 una vez restablecida la democracia. En su artículo 18 establece: “Derecho al nombre: Toda persona tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus padres o al de uno de ellos. La ley reglamentará la forma de asegurar este derecho para todos, mediante nombres supuestos, si fuere necesario.” En el artículo 20 además establece el derecho a la nacionalidad: “Derecho a la nacionalidad: 1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. 2. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si no tiene derecho a otra. 3. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla”. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado en el seno de Naciones Unidas en el año 1966 y ratificado por nuestro país en 1986, en su artículo 24 dispone: “… 2. Todo niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y deberá tener un nombre. 3. Todo niño tiene derecho a adquirir una nacionalidad”. Sendos instrumentos reconocen, a su vez, derechos como la libertad de conciencia y de religión -CADH, artículo 12- o a la propia vida cultural, religión o idioma propio de las minorías étnicas, religiosas o lingüísticas –PIDCP, artículo 27-; todos ellos, derechos relacionados con diversos aspectos de la construcción de la identidad. La Convención sobre los Derechos del Niño -adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1989 y ratificada por Argentina en 1990 - en sus artículos 7 y 8 reconoce explícitamente el derecho a la identidad de todos los niños, niñas y adolescentes (hasta los 18 años de edad) y obliga a los Estados Partes a respetarlo, hacerlo respetar y adoptar medidas de acción positiva a fin de garantizarlo. Derecho a la Identidad / 13 Cabe destacar que este instrumento refleja el avance conceptual que se ha dado en materia de reconocimiento de derechos. Es el primer tratado que específicamente habla de ”derecho a la identidad” y en el articulado refleja varios de los elementos que la componen, tanto el derecho al nombre, a la nacionalidad, a ser criado por los padres, a las relaciones familiares sin injerencias ilícitas. En tal sentido, el artículo 7 establece: 1. “El niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos. 2. Los Estados Partes velarán por la aplicación de estos derechos de conformidad con su legislación nacional y las obligaciones que hayan contraído en virtud de los instrumentos internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el niño resultara de otro modo apátrida.” En este artículo se establece la obligación del Estado de inscribir al niño, y se reconoce el derecho a tener un nombre, adquirir una nacionalidad y a ser criado por sus padres, garantizando la preservación de los vínculos de origen. El registro del nacimiento es el primer reconocimiento oficial por parte del Estado de la existencia de esa persona, y constituye una garantía para el ejercicio posterior de derechos. Un niño no registrado se torna “no visible” y se convierte en un sujeto en situación de vulnerabilidad en cuanto al goce de sus derechos. Por lo tanto, la inscripción inmediata al nacimiento es una medida de prevención frente a peligros como la venta, comercio, apropiación, adopción ilícita, trata o tráfico de niños, entre otros delitos. En segundo lugar el artículo 8 establece: “1. Los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas. 2. Cuando un niño sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su identidad o de todos ellos, los Estados Partes deberán prestar la asistencia y protección apropiadas con miras a restablecer rápidamente su identidad.” La amplitud otorgada al derecho a la identidad fue producto de los aportes realizados por la Argentina durante las discusiones para la redacción de la Convención y estuvo inspirado por el fenómeno de la desaparición forzada de personas, incluidos niños, que tuvo lugar en el país durante la práctica sistemática del terrorismo de Estado. Los artículos 7 y 8 describen tres aspectos de la identidad (nacionalidad, nombre y relaciones familiares); sin embargo, toda vez que la identidad de una persona no se agota en el dato biológico de su existencia física, sino que abarca todos los aspectos que la integran como ser humano, estos deben aplicarse de manera armónica con diferentes artículos, como por ejemplo el 2º (no discriminación), el 14º (libertad de pensamiento, conciencia y 14 / Derecho a la Identidad religión) y el 30º (derecho a tener su propia cultura, religión e idioma), que protegen otros aspectos vinculados directamente con la identidad. Estos artículos se complementan también con lo que establecen los artículos 9 y 16 de la CDN, en tanto estas normas apuntan a evitar la separación arbitraria de los niños respecto de sus padres, fortaleciendo el derecho a la convivencia familiar. El artículo 9 establece: “1. Los Estados Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en casos particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o descuido por parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño. 2. En cualquier procedimiento entablado de conformidad con el párrafo 1 del presente artículo, se ofrecerá a todas las partes interesadas la oportunidad de participar en él y de dar a conocer sus opiniones. 3. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno o de ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del niño. 4. Cuando esa separación sea resultado de una medida adoptada por un Estado Parte, como la detención, el encarcelamiento, el exilio, la deportación o la muerte (incluido el fallecimiento debido a cualquier causa mientras la persona esté bajo la custodia del Estado) de uno de los padres del niño, o de ambos, o del niño, el Estado Parte proporcionará, cuando se le pida, a los padres, al niño o, si procede, a otro familiar, información básica acerca del paradero del familiar o familiares ausentes, a no ser que ello resultase perjudicial para el bienestar del niño. Los Estados Partes se cerciorarán, además, de que la presentación de tal petición no entrañe por sí misma consecuencias desfavorables para la persona o personas interesadas.” El artículo 16 establece: 1. “Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia ni de ataques ilegales a su honra y a su reputación. 2. El niño tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o ataques.” La CDN establece no solo las responsabilidades del Estado sino también las de la familia, que es considerada un pilar sobre el cual debe garantizarse el ejercicio pleno de los derechos de los niños. En este sentido, obliga a los Estados Parte a reconocer las responsabilidades y los deberes de los padres de impartirle al niño dirección y orientación apropiadas para que él ejerza los derechos reconocidos (artículo 18). Derecho a la Identidad / 15 Convención sobre los Derechos del Niño artículos 7º y 8º Elementos comprendidos en el derecho a la identidad Inscripción inmediatamente después del nacimiento Nombre Nacionalidad Conocimiento de los padres y la convivencia con ellos Responsabilidad del Estado Respetar y dar efectividad a cada uno de los componentes del derecho a la identidad Prestar asistencia y protección apropiadas para restablecer cualquiera de sus componentes frente a casos de vulneración o privación. Relaciones familiares sin injerencias ilícitas En síntesis, la identidad incluye tanto la inscripción del nacimiento en el seno de una familia y la asignación de un nombre y nacionalidad propios, como la inserción dentro de una comunidad, con su lengua, su cultura, su territorio y su historia colectiva, aspectos desde los cuales es posible construir la propia historia y proyectarse socialmente en el tiempo como un ser único e irrepetible. El reconocimiento del derecho a la identidad es vital para el ejercicio de los demás derechos y debe ser preservado de toda forma de vulneración o discriminación. Así, el Estado debe brindar a la comunidad las herramientas necesarias para que las familias puedan constituirse como el contexto ideal de desarrollo y ejercicio de derechos. Mientras que el Estado se encuentra obligado a poner en marcha todos los mecanismos necesarios para que las familias y los niños puedan acceder y gozar sin obstáculos de sus derechos, las familias son responsables de que los niños ejerzan tales derechos en el seno de la misma. La protección de la identidad en la legislación interna En septiembre de 2005 fue sancionada la Ley Nº 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Siguiendo con la misma concepción jurídica de la CDN, esta ley reconoce, en sus artículos 11, 12 y 13, el derecho a la identidad de todos los niños y genera un compromiso a los organismos del Estado de facilitar, colaborar y garantizar el respeto y preservación de este derecho. El artículo 11 establece: “Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a un nombre, a una nacionalidad, a su lengua de origen, al conocimiento de quiénes son sus padres, a la preservación de sus relaciones familiares de conformidad con la ley, a la cultura de su lugar de origen y a preservar su identidad e idiosincrasia, salvo la excepción prevista en los artículos 327 y 328 del Código Civil. Los Organismos del Estado deben facilitar y colaborar en la búsqueda, localización u obtención de información, de los padres u otros familiares de las niñas, niños y adolescentes facilitándoles el encuentro o reencuentro familiar. Tienen derecho a conocer a sus padres biológicos, y a crecer y desarrollarse en su familia de origen, a mantener en forma regular y permanente el vínculo personal y directo con sus padres, aun cuando éstos estuvieran separados o divorciados, o pesara sobre cualquiera de ellos denuncia penal o sentencia, 16 / Derecho a la Identidad salvo que dicho vínculo amenazare o violare alguno de los derechos de las niñas, niños y adolescentes que consagra la ley. En toda situación de institucionalización de los padres, los Organismos del Estado deben garantizar a las niñas, niños y adolescentes el vínculo y el contacto directo y permanente con aquéllos, siempre que no contraríe el interés superior del niño. Sólo en los casos en que ello sea imposible y en forma excepcional tendrán derecho a vivir, ser criados y desarrollarse en un grupo familiar alternativo o a tener una familia adoptiva, de conformidad con la ley”. El artículo citado, titulado “Derecho a la Identidad”, da cuenta tanto de los aspectos filiatorios de la identidad como de sus aspectos socio-culturales, y enfatiza en el deber de los organismos del Estado de facilitar y prestar colaboración en la búsqueda y obtención de información para el reencuentro de los niños con sus respectivos padres. Esta obligación de colaboración se sustenta sobre la base del derecho que tienen los niños a conocer y a crecer con sus padres biológicos, a mantener un vínculo con ellos y a desarrollarse en su familia de origen. Por otra parte el artículo 12 establece: “Los Organismos del Estado deben garantizar procedimientos sencillos y rápidos para que los recién nacidos sean identificados en forma gratuita, obligatoria, oportuna e inmediatamente después de su nacimiento, estableciendo el vínculo filial con la madre, conforme al procedimiento previsto en la Ley N° 24.540. Ante la falta de documento que acredite la identidad de la madre o del padre, los Organismos del Estado deberán arbitrar los medios necesarios para la obtención de la identificación obligatoria consignada en el párrafo anterior, circunstancia que deberá ser tenida especialmente en cuenta por la reglamentación de esta ley. Debe facilitar la adopción de medidas específicas para la inscripción gratuita en el Registro del Estado y Capacidad de las Personas, de todos aquellos adolescentes y madres, que no hayan sido inscriptos oportunamente”. El artículo 12 de la ley se refiere a las responsabilidades del Estado como garante de la identificación e inscripción de las personas. La identificación de los niños recién nacidos se encuentra regulada en la Ley Nº 24.540 de Identificación del Recién Nacido, la cual no se ha reglamentado. Cabe destacar que esta ley establece un procedimiento de identificación del binomio madre - hijo, aunque este procedimiento ha resultado objeto de profundas críticas por parte de operadores del área de salud, como así también de los registros civiles provinciales. Desde la sanción de dicha ley han existido numerosos intentos para reglamentar y poner en funcionamiento el procedimiento establecido en la norma. Asimismo, todos los actos o hechos que dieran origen, alteraren o modificaren el estado civil y la capacidad de las personas se encontraba regulado en el Decreto Nº 8204/63, el cual fue derogado por la Ley Nº 26.413 promulgada el 1° de octubre de 2008. La sanción de esta ley implica un avance fundamental del Estado argentino en su obligación de garantizar el derecho a la identidad de los ciudadanos toda vez que introduce en su artículo 28 la inscripción de oficio de todos los nacimientos ocurridos en el territorio argentino. 1 Derecho a la Identidad / 17 Mientras tanto, ante las dificultades observadas para arribar a un acuerdo, varias provincias avanzaron con leyes provinciales de similares características o con políticas concretas de identificación cumpliendo finalmente el objetivo propuesto, que es establecer la certeza del binomio facilitando la inscripción y previniendo el robo de niños. La Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación impulsó y formó parte de la comisión integrada por representantes de la Secretaría de Justicia del mismo ministerio, del Registro Nacional de las Personas (Re. Na. Per.) del Ministerio del Interior, del Ministerio de Salud y de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF) del Ministerio de Desarrollo Social cuyo fin fue elaborar un anteproyecto de ley que subsanara las objeciones señaladas a la Ley Nº 24.540 y superara los obstáculos de implementación. De este rico proceso de intercambio de visiones y responsabilidades, surgió una propuesta que prevé la utilización de métodos más modernos para resguardar la integridad del binomio madre-hijo, y que reemplaza y supera a la actual ley. Además, el artículo 12 de la Ley Nº 26.061 establece que un niño nacido en hospitales o sanatorios siempre debe ser identificado a través del establecimiento del vínculo filial con su progenitora, aún si ella no posee documento nacional de identidad (DNI). La última parte del artículo señala que el Estado debe adoptar las medidas necesarias para garantizar la inscripción gratuita de aquellos adolescentes y madres que no hayan sido inscriptos oportunamente. Esto significa que toda persona menor de edad y toda madre cuyo nacimiento no haya sido registrado en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas, tiene derecho a realizar la inscripción correspondiente en forma gratuita. Por último, el Decreto Nº 415/06 reglamenta el artículo 12 de dicha ley, y establece que, en los casos en que se proceda a inscribir a un niño con padre desconocido, el jefe u oficial del Registro Civil deberá mantener una entrevista reservada con la madre en la que se le hará saber que conocer quién es el padre es un derecho humano, que hace a la identidad del niño. También se establece que si los centros médicos detectan la indocumentación de los padres, el agente que tome conocimiento deberá informar a los organismos competentes a fin de garantizar el acceso a la tramitación y expedición de los documentos. Si la indocumentación continuara al momento del parto, en el Certificado de Constatación de Parto que expide el centro médico, público o privado, se consignará nombre, apellido, fecha de nacimiento, domicilio, edad, huellas dactilares y nacionalidad del progenitor que carece de documento que acredite identidad. Finalmente, el artículo 13 establece: “Las niñas, niños, adolescentes y madres indocumentadas tienen derecho a obtener los documentos públicos que comprueben su identidad, de conformidad con la normativa vigente y en los términos que establece el procedimiento previsto en la Ley N° 24.540”. En este artículo, titulado “Derecho a la Documentación”, se establece el derecho que tienen las niñas, niños y adolescentes, y las madres que no posean documentación, a obtenerla para comprobar y acreditar su identidad. El Poder Ejecutivo Nacional en su conjunto elaboró el proyecto y lo presentó en el año 2007 (0016-PE2007). Dicho proyecto recibió media sanción en la Cámara de Diputados y fue observada en la Cámara de Senadores en su función de Cámara revisora por lo cual, al cierre de esta edición se encuentra nuevamente en la Cámara de Diputados 2 18 / Derecho a la Identidad Es interesante observar que el artículo no hace referencia al DNI solamente, sino a “los documentos públicos que comprueben su identidad”, por lo que esta disposición refuerza el acceso tanto a los documentos que acrediten la identificación, la inscripción del nacimiento en los registros civiles, como también al DNI que expide el Registro Nacional de las Personas e inclusive el Pasaporte. El Decreto Nº 415/06, al reglamentar el artículo 13 de la Ley Nº 26.061, trajo aparejado un significativo avance en la garantía estatal al ejercicio del derecho a la identidad en tanto estableció la gratuidad del otorgamiento del primer DNI a todos los niños, niñas y adolescentes nacidos en el territorio argentino. De esta forma se fortalece el goce en igualdad de este aspecto de la identidad, permitiendo el acceso sin obstáculos hasta los 21 años al documento que, conforme la Ley Nº 17.671 (Identificación, Registro, Clasificación del Potencial Humano Nacional) es de presentación obligatoria en todas las circunstancias en que sea necesario probar la identidad de las personas, sin que pueda ser suplido por ningún otro documento de identidad cualquiera fuere su naturaleza y origen. Esta disposición establece de modo permanente, lo establecido oportunamente por el Decreto N° 262/2003 en forma temporal, respecto de la gratuidad de la tasa del DNI de los niños recién nacidos en el territorio nacional y hasta los 6 meses, ampliando la exención del pago hasta los 21 años. Es importante mencionar que, a pesar de esta disposición normativa, no existe una práctica uniforme de gratuidad concerniente a la inscripción de nacimientos en los registros de estado civil y capacidad de las personas (para obtener la partida de nacimiento), dependientes de cada provincia, por lo que en los hechos, al ser la gestión de la partida de nacimiento un requisito previo a la tramitación del DNI (el artículo 9º de la Ley Nº 17.671 exige la presentación del “testimonio de nacimiento” para acceder al DNI), la población de aquellas provincias que otorgan ese instrumento contra el pago de una tasa, no accede gratuitamente al DNI. De cualquier forma, este marco legal constituye un adelanto en materia de garantía de derechos de los niños, puesto que luego de décadas de retroceso del Estado en el cumplimiento de sus obligaciones como garante de los derechos humanos, como consecuencia de la dictadura militar y el debilitamiento sistemático de las instituciones del Estado, amplios sectores de la sociedad han quedado en situación de exclusión social. En este marco, muchos niños, niñas y adolescentes no han podido acceder a un documento público que acredite su identidad, constituyendo una clara vulneración al derecho a la identidad. En lo que refiere a las normas del derecho penal que pretenden proteger el derecho a la identidad, existe una obligación asumida por parte del Estado de adoptar todas las medidas legislativas, administrativas o de otra índole para proteger los derechos reconocidos. El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la Venta de Niños, la Prostitución Infantil y la Utilización de Niños en la Pornografía (en adelante Protocolo Facultativo de la CDN) establece como primera obligación de los Estados Parte la prohibición en la legislación penal de dichas conductas (artículos 1, 2 y 3). El Protocolo Facultativo de la CDN en su artículo 2 inciso a) establece que por venta de niños se entenderá: Derecho a la Identidad / 19 “…todo acto o transacción en virtud del cual un niño es transferido por una persona o grupo de personas a otra a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución”. Esta conducta no ha sido tipificada en idénticos términos por nuestro ordenamiento jurídico penal, haciéndose necesaria la modificación normativa. No obstante, han sido tipificadas en el Código Penal Argentino conductas íntimamente relacionadas con la venta de niños. El Código Penal establece ciertos tipos que contemplan algunas de las conductas violatorias del derecho a la identidad. En tal sentido, debe mencionarse lo establecido en los artículos 138, 139 y 139 bis del Código Penal relativos a los delitos de supresión y suposición del estado civil y contra la identidad de las personas. Ahora bien, la inducción indebida del consentimiento para obtener una adopción en violación a lo establecido en el ordenamiento jurídico argentino, afecta el derecho del niño a su identidad, el derecho a ser criado por sus padres, a no ser separado de ellos contra su voluntad, entre otros derechos ampliamente reconocidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley N° 26.061 de Protección Integral de Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. El artículo 307 del Código Civil establece en qué situaciones los padres quedan privados de la patria potestad y por lo tanto un niño puede ser dado en adopción. Es por ello que esta Secretaría sostiene la necesidad de tipificar penalmente la inducción indebida del consentimiento de las personas, instituciones y autoridades cuya conformidad se requiera para la adopción, cuando exista amenaza o uso de la fuerza u otras formas de coacción, fraude, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios. En dichos casos no existe supresión de identidad, ya que el niño/a es entregado/a por su madre/padre. Sin embargo, existe una organización delictiva que induce el consentimiento mediante promesas de pago, amenazas o engaño, etc., y esto afecta bienes que requieren de la más estricta protección jurídica. Es en el marco de la protección de los derechos humanos que la construcción de la identidad y subjetividad poseen una importancia fundamental, y es el ejercicio pleno de este derecho lo que resulta indispensable para facilitar el disfrute, acceso y goce de otros derechos humanos, ya sean derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, todos reconocidos por los instrumentos internacionales de derechos humanos. Se espera que las presentes reflexiones contribuyan a la construcción de una cultura respetuosa de los derechos fundamentales. El artículo 138 establece que se aplicará una pena de uno a cuatro años de prisión al que hiciere incierto, alterare o suprimiere el estado civil de otro. El artículo 139 establece que será punible con prisión de dos a seis años la mujer que fingiere preñez o parto para dar a su supuesto hijo derechos que no le correspondieren, y otorga la misma pena a quien por un acto cualquiera hiciere incierto, alterare o suprimiere la identidad de un menor de 10 años, así como a aquel que lo retuviere u ocultare. Finalmente, el artículo 139 bis establece que será punible con pena de tres a diez años, el que facilitare, promoviere o de cualquier modo intermediare en la perpetración de los delitos antes descriptos, haya mediado o no precio o promesa remuneratoria o ejercicio de amenaza o abuso de autoridad. Además, establece que los funcionarios públicos o de salud sufrirán una inhabilitación especial. Por otra parte, el artículo 337 del Código Civil establece que adolecerá de nulidad absoluta la adopción que hubiese tenido un hecho ilícito como antecedente necesario, incluido el abandono supuesto o aparente del menor proveniente de la comisión de un delito del cual hubiera sido víctima él mismo y/o sus padres. En lo que respecta a este punto, relacionado con los vicios del consentimiento, el artículo 149 bis del Código Penal tipifica el uso de amenazas con el propósito de obligar a hacer, no hacer o tolerar algo contra su voluntad, contemplando una pena de seis meses a dos años. 3 20 / Derecho a la Identidad Lic. Norma Fernández, en representación de la entonces Dirección Nacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Secretaría de Derechos Humanos* Acerca de la identidad social en América Latina Me gustaría intentar algunas reflexiones sobre la construcción social de la identidad en América Latina, como marco del debate acerca del derecho a la identidad personal de los hijos de desaparecidos en Argentina. Apelaré para ello a comentar ideas que me parecen sugerentes de diversos autores del campo de la antropología y la sociología contemporánea. En las últimas décadas se han multiplicado los debates en torno al tema en las Ciencias Sociales. Ya es unánime el rechazo a las viejas nociones esencialistas de identidad cultural, cristalizadas, ahistóricas, referidas a legados supuestamente unívocos que se transmitían en territorios delimitados y de generación en generación. Ya el antropólogo Herkovits había hablado en la década del 30 de la permanente “transculturación” de los grupos y sociedades humanas, y cientistas sociales europeos como Cuche y Bastide venían hablando de “identidades multidimensionales”, lo que se refuerza en estas épocas de globalización económica neoliberal y las consecuentes migraciones masivas que provoca en busca de pan y trabajo. En América Latina varios autores aportan reflexiones interesantes a este debate. El antropólogo mexicano Guillermo Bonfil Batalla planteó su crítica a las identidades nacionales “fabricadas” desde el poder en el siglo XIX a partir de las instituciones de la modernidad, que desconocieron las identidades étnicas preexistentes de la civilización indígena en nuestro continente, replicando sin pudor la matriz cultural europea. Ésa era la causa, a su entender, de la crisis permanente en las sociedades latinoamericanas. El argentino radicado en México, García Canclini, conocido fundamentalmente por su concepto de las “culturas híbridas”, plantea dos tesis para la Antropología actual. La primera dice que si quiere realmente contribuir al conocimiento de nuestras poblaciones contemporáneas, debe olvidarse del tradicional estudio de las culturas “puras” ya confinadas a los museos, y hacer visible la heterogeneidad, es decir, la coexistencia de diversos códigos simbólicos en grupos e individuos y los préstamos y transacciones culturales. Porque dice: “Hoy, en las grandes ciudades latinoamericanas, donde se concentra la mayoría de la población del continente, la identidad es políglota, multiétnica, migrante y hecha con elementos cruzados de varias culturas”. La segunda tesis es que una definición de identidad hoy, en América Latina, no puede ser sólo socio-territorial sino socio-comunicacional, articulando lo local, lo nacional y lo supranacional porque dice: “la identidad se conforma hoy tanto mediante el arraigo a un territorio como en la participación en redes comunicacionales deslocalizadas”. Esto es particularmente visible en los jóvenes y atraviesa los distintos sectores sociales, poniendo en evidencia la influencia de los medios de comunicación masiva y los nuevos circuitos de información digital, que atraviesan los saberes regionales y nacionales. * Disertación de la Lic. Norma Fernández en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, realizada en noviembre de 2006, quien participó como representante de la entonces Dirección Nacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación y actualmente integra el Equipo Redactor del Plan Nacional de Derechos Humanos de la Secretaría de Derechos Humanos. Derecho a la Identidad / 21 El especialista Jesús Martín Barbero –español radicado en Colombia desde hace muchos años- contó hace poco en una entrevista realizada en Buenos Aires algo que le dijera un viejo amigo suyo: “sin raíces no podemos vivir, pero demasiadas raíces nos impiden caminar”. Aludía, sin duda, a la difícil construcción social identitaria actual, atravesada por múltiples transformaciones del contexto original, y que debe reconstruirse permanentemente en escenarios multideterminados. Pero me gustaría hablar sobre todo de una autora, la mexicana María Dolores París Pombo. A mí me fascinó cómo a fines de los ’80 ella fue capaz - con una observación muy precisa de la realidad que estaba viendo en América Latina- de prever situaciones que aparecieron con nitidez después, a fines del siglo XX. Incluso algunos de los que podríamos ver como ejemplos fundamentales de lo que plantea, son argentinos y contemporáneos. Ella dice que la identidad es fundamental para el sujeto porque le da pertenencia y certidumbre. Se basa en un psicoanalista, André Green, que habla de tres dimensiones: la noción de pertenencia como punto fijo de referencia, la dimensión de lo diferente -es decir, de una existencia separada del otro que es la frontera del “yo” - y, por otro lado, una dimensión de lo que me junta con el otro, que es lo que me permite relacionarme con él. Pero sobre todo habla de algo que me parece fundamental: la identidad social es siempre colectiva, conformada por las reglas y códigos simbólicos del grupo de pertenencia. El individuo sólo puede definir su identidad al interior del grupo, que le da la significación, el sentido. Y creo que esto es así aún teniendo en cuenta todos los cruces y transformaciones de los que hablamos antes para la vida contemporánea: no será ya sólo el grupo de origen el que nos confiera la identidad, pero siempre habrá alguno que nos contenga y en quien reconocernos para poder sentirnos acompañados en la acción. Por eso es importante la interrelación entre lo individual y lo colectivo, lo social. Pero sigamos su relato. Hubo una trayectoria en la historia humana: en el orden tradicional el individuo se unificaba con su comunidad en el mito, había un orden cósmico general donde cada ser tenía un lugar prefijado. Luego vino la secularización, que no fue un salto al vacío, porque como la identidad colectiva es necesaria, se la recreó permanentemente. Por lo tanto, hubo nuevos procesos de identificación en grupo y aparecieron otros órdenes coherentes donde el individuo tenía multiplicidad de roles en las sociedades complejas, pero siempre con pertenencia a colectivos que evitaron el aislamiento y la ruptura de lazos. Y yendo específicamente a América Latina, ella plantea la existencia de identidades amplias y de identidades restringidas. Como identidades amplias considera a las étnicas, las nacionales y las de clase, que tienen en común una clara imagen de sí, del enemigo, y un proyecto global de sociedad. Estas identidades amplias en América Latina no pudieron cristalizar realmente. Las étnicas fueron agredidas y negadas en nuestro continente. Las nacionales –como ya habíamos visto con Bonfil Batalla- fueron muy difíciles de construir porque se trató de decisiones políticas de pequeños grupos de poder del siglo XIX que se basaron en la destrucción o agresión de esas identidades étnicas y regionales de base, con invento de símbolos nacionales y de héroes para cohesionar, a lo que se sumó después la influencia de la cultura hegemónica transnacional. María Dolores París Pombo: Crisis e identidades colectivas en América Latina, Ed. Plaza/UAM, México, 1990. 1 22 / Derecho a la Identidad Y en el siglo XX el desarrollismo no desarrolló, las desigualdades se hicieron cada vez mayores y hubo lo que ella llama un doble desorden con las identidades de clase. En primer lugar, en las décadas del ’30 y ’40 las poblaciones que eran mayoritariamente rurales -con una identidad colectiva campesina- fueron llevadas compulsivamente a las ciudades por la industrialización, y allí hubo un cambio brutal de identidad colectiva para esa generación. Cuando sus hijos y sus nietos asumieron su identidad proletaria, de obreros y trabajadores industriales, vino el segundo desorden a partir de la década del ’80 con la desindustrialización del neoliberalismo y la globalización, con sus secuelas de informalidad y exclusión. Si a esto le sumamos que los ’70 fueron los años de las utopías y los ’80 los de la derrota del campo popular -básicamente con las dictaduras en el continente- vemos que las identidades colectivas se retiran a lo privado con prácticas de resistencia individual y grupal. Los Estados, debilitados por las imposiciones económicas transnacionales, abandonaron sus tareas redistributivas y de integración social y se volvieron cada vez más autoritarios y sin consenso, por no poder dar respuesta a las demandas. Todo esto configuró según la autora un fuerte estado de anomia en América Latina para la década del 80, cuando ella escribe estas impresiones. Y entonces aparecen lo que ella llama identidades restringidas. Esto me parece muy interesante porque Marc Augé, - un antropólogo francés muy conocido por su teoría de los lugares y los no lugares- hace en sus trabajos el mismo diagnóstico: el quiebre de las instituciones, la caída de los grandes relatos, la crisis de las organizaciones intermedias. Pero como lo está mirando desde Europa, tan sumida en el consumismo y el aislamiento individual, plantea que el producto de toda esta crisis es la individuación de los destinos: el hombre solo, con los lazos tradicionales rotos, frente a un futuro que es un gran signo de interrogación. En cambio París Pombo, latinoamericana, inserta en otros procesos sociales, dice: si al hombre le quitan sus viejas identidades colectivas tiene que reconstruir otras, por aquello de que la identidad social es siempre colectiva. Y por eso plantea esto de las identidades restringidas (o sea, siguen siendo colectivas pero ya no tan amplias como antes), que ejemplifica con lo que se ha llamado nuevos movimientos sociales, y fundamentalmente dos tipos de ellos. Los que llama movimientos simbólicos, que son particularmente los de derechos humanos, los ecologistas, feministas, etc., grupos reducidos de personas pero cuya acción tiene una profunda influencia ideológica en la sociedad en su conjunto, que aspiran a un cambio en la cultura política y que, más que demandas concretas, pelean por (y afirman) valores innegociables de la vida misma. Y por el otro lado, los movimientos comunitarios que son más masivos, organizados en redes, con prácticas más instrumentales y demandas más concretas: tierra, agua, trabajo, etc. Yo hice un recorrido muy rápido por su pensamiento, pero les decía que me parecía interesantísimo porque cuando ella escribe esto no se había expresado aún el Zapatismo en México – grupos indígenas heterogéneos construyendo juntos “otra realidad”-, ni tenía tanta visibilidad el MST en Brasil: campesinos que habían dejado de serlo porque los expulsaron de sus lugares y recrearon una nueva identidad colectiva que es el Movimiento de “Los Sin Tierra”, desde el cual ensayan múltiples propuestas de sociedades alternativas. Y en nuestro país no habían aparecido con la fuerza que lo hicieron después los “piqueteros”, que eran nuestras grandes poblaciones de trabajadores que habían quedado desocupados por las políticas neoliberales, y en lugar de quedarse como ex obreros individuales reconstru- Derecho a la Identidad / 23 yeron una nueva identidad colectiva para poder luchar en forma conjunta y reaparecer en sociedad como sujetos de la Historia. Tampoco había emergido el Foro Social Mundial en Porto Alegre, un espacio de debate y articulación de todas las diversidades y movimientos sociales. Y qué mejor ejemplo de la vitalidad de estos procesos que la “descendencia” de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que aparece con HIJOS, estos chicos y chicas hurgando en la memoria para poder reconstruir su identidad personal y colectiva. En realidad, a la luz de estas reconfiguraciones de las últimas décadas, me animaría a avanzar teóricamente – en la misma dirección que París Pombo – con aquellas categorías iniciales. Muchos de los últimos movimientos sociales cabalgan sobre ambas distinciones (comunitarios y simbólicos), porque aunque partieron de demandas concretas específicas, como la tierra en el caso de los zapatistas o el MST de Brasil, rápidamente comenzaron a pensar en formas de vida alternativas, en propuestas de trabajo, educación, salud u organización comunitaria desde otros valores. Y no por casualidad el lema del FSM es el de “otro mundo es posible”, más allá de las reivindicaciones de cada sector. Por otra parte, la tendencia a articularse en redes logró expandir a los movimientos sociales más allá de lo local y nacional, hacia lo regional y transnacional. Movimientos de mujeres, de indígenas, de campesinos, de desocupados, de derechos humanos, de ambientalistas, están comenzando a existir a comienzos del siglo XXI como las nuevas identidades amplias en América Latina y más allá de sus fronteras. A estas transformaciones tan profundas que hemos vivido las poblaciones latinoamericanas se agrega el intenso resurgimiento de los pueblos indígenas del continente. Están buscando reafirmar sus matrices culturales básicas y, al revés de lo que veníamos diciendo para nuestras complejas identidades migrantes que han dejado de estar ligadas al territorio, ellos necesitan reconstruir su identidad que está básicamente ligada al territorio, para poder desde allí repensarse en la actualidad. Y nosotros tenemos la obligación de apoyarlos en la recuperación de esos territorios usurpados a lo largo de siglos de conquista y colonización. Esto será importante para que podamos tener verdaderas sociedades plurales, multiétnicas, en busca de un destino más justo para todos los habitantes de nuestros países. Para terminar: en estos cambios teóricos sobre el concepto de identidad colectiva hay algo que se mantiene fundamental. Por más que las identidades sociales contemporáneas estén más ligadas al territorio y las cosmogonías tradicionales como las étnicas, o sean como las nuestras, tan complejas, multidimensionales y migrantes, tener una identidad hoy sigue siendo tener una historia. Una historia individual y una historia colectiva. Si esa historia es más o menos pura, o tiene cambios permanentes con contradicciones y complejidades, lo que importa es que es nuestra historia, la que hicimos como pudimos en los tiempos que nos tocaron y que no nos puede ser arrebatada ni ocultada, porque no hay identidad individual y colectiva sin historia y sin memoria. 24 / Derecho a la Identidad Lic. Ana N. Berezin, Psicóloga* La construcción social y cultural de la identidad La identidad es una compleja construcción individual y colectiva; compromete cuestiones muy significativas para la subjetividad. Pienso la subjetividad como una construcción histórica–social. Es decir, la subjetividad construye y es construida en una experiencia histórica–social, también en los pliegues más profundos e inconscientes de cada uno de nosotros se inscriben las marcas de la memoria vivida de las generaciones sucesivas y actuales. Marcas libidinales y simbólicas de los tiempos, señales, afectos, representaciones que se fueron amalgamando en lo recordado y en lo olvidado. Los procesos subjetivos se despliegan en una temporalidad no lineal, que es continua y discontinua. Atraviesa quiebres y crisis, hay experiencias constructivas y otras destructivas, y en estos tiempos que vienen desde hace ya mucho tiempo, la subjetividad está amenazada por el acontecer en muchos aspectos deshumanizante de nuestras sociedades y de nuestra cultura. Walter Benjamín dijo que “todo documento de cultura es también un documento de barbarie”. No hay producción histórica que no esté marcada por la violencia y la crueldad tanto como por enormes logros para una mejor vida humana. Habiendo señalado estas consideraciones, voy a plantear la problemática de la identidad: la identidad se construye en relación a la diferencia y en relación a la verdad en una historia singular y colectiva. Tomando de Friedrich Nietzsche su diferenciación entre origen y comienzo, diré que la identidad se construye desde un comienzo, tiene fecha, tiene inscripción que se puede situar en el tiempo, marca el inicio. El origen no es fechable, en ocasiones se le da un sentido mítico como modo de explicar o de dar sentido a un comienzo. En el comienzo de cada subjetividad hay también un origen no cognoscible que es significado de muchas maneras: metafóricas, imaginarias y simbólicas, y que sostiene la construcción de una identidad desde el comienzo. Me refiero a los aspectos incognoscibles de los deseos parentales que se plasmaron en el deseo del hijo, de que cada hijo accediera a la vida. Este origen de cada uno de nosotros en el deseo parental abarca también lo no cognoscible, incluso para los propios padres, porque corresponden a estratos inconscientes, y que también se inscriben en lo no conocido de su lugar en el encadenamiento al movimiento deseante de las sucesivas generaciones, así como está articulado al momento cultural en que se despliegan sus vidas. Este aspecto no cognoscible no es significado por una producción mítica, sino que se expresa por un conjunto de significaciones que le dará * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. Derecho a la Identidad / 25 sentido a nuestra identidad, marcando un eje de continuidad en el que se desplegarán los cambios, los quiebres y discontinuidades de nuestra identidad humana. Así, la identidad deviene en relación a una primera diferencia, a una primera y originaria alteridad: el deseo inefable de nuestros padres, deseo que se expresará en los múltiples sentidos y producciones identitarias que se despliegan a lo largo de la vida y sucede, seamos conscientes o no de esta alteridad fundante. Es así que para desplegar una identidad no sólo se juega el estar inscriptos en un comienzo fechable, nominativo social y jurídicamente reconocido sino también, es estar inscriptos en esta otra dimensión de la alteridad necesaria para que el derecho a la identidad sea plenamente humano. Se sostiene en el deseo, los deseos parentales en sus dimensiones de saber y de no saber, inscriptos en las transmisiones generacionales de las que son portadores. De este modo, la identidad se construye en relación a la diferencia y a la verdad, diferencia y verdad con sus dimensiones cognoscibles e incognoscibles, como lo son todos los encuentros con la verdad y con la diferencia. Si hay algo que conmueve la identidad es el encuentro con la diferencia, es decir, con el otro semejante. Si algo nos hace semejantes es que somos diferentes, y se dirime en cada encuentro con el otro diferente como semejante, entonces, como otro humano. Este es el problema más decisivo para la producción de lo humano. Cada encuentro en la afirmación de la identidad puede estar signado por la crueldad o por la hospitalidad. La hospitalidad es dar – darse amparo, el mismo que deriva de la experiencia primaria e inaugural de amparo – desamparo; y a través de los devenires del amor y el odio, del espanto y de la angustia, del trauma y la reparación, se irán conjugando e inscribiendo los tiempos y los espacios de la potencialidad de la crueldad y la hospitalidad. La crueldad es una violencia organizada para hacer padecer a otros sin conmoverse o con complacencia; la complacencia de no conmoverse. El otro es ajeno y ha sido derrotado. Anne Dufourmantelle dice: “Derrida impide a los conceptos tales como “el yo y el otro”, o “el sujeto y el objeto” presentarse bajo una ley prematuramente dual. Nos hace comprender que a lo cercano no se le opone lo alejado, sino otra figura de lo cercano”. En esta geografía de la proximidad, puedo afirmar que la crueldad destruye lo más cercano: al otro y a toda posible alteridad. El otro no es recibido sin contradicción, sin angustia o miedo, sin conflicto. Ya el mismo término “hospitalidad” encierra esta verdad: la palabra proviene del latín hostis, que significa tanto huésped como enemigo –el otro. En español, siguiendo con esta ambivalencia, “huésped” también es el anfitrión del visitante, del huésped que recibe. Entre el yo y el otro hay un problemático intercambio, pleno de posibles asombros, espantos, miedos… Ambos son huésped y anfitrión en una topografía donde alguien recibe y da lugar, y otro es recibido, posibilitando el don del primero. También en francés hôte designa tanto al anfitrión como al huésped. La alteridad, el semejante está “desde siempre” inscripto de diversas formas singulares y propias de cada psiquismo, a partir de “ese nuevo acto psíquico: el yo (Freud) o de la fase del espejo (Lacan) en los momentos muy tempranos constituyentes de la psique. 1 2 26 / Derecho a la Identidad El otro es extranjero, es el no conocido, lo desconocido en lo más próximo, el que habla a veces otra lengua aunque hable la misma, ya que hay siempre una dimensión extranjera, extraña e íntima en el otro y en lo otro de uno mismo, ese “dominio extranjero interior” del que hablaba Freud. Ese dominio no dominado, como lo “extranjero exterior” que representa el recién llegado o el que llegó desde siempre. El otro y lo otro altera, conmueve las certezas identificatorias. El otro y lo otro, extranjeros, a veces como huéspedes, a veces como enemigos en la proximidad y en la intimidad de cada sujeto. El otro en esa intimidad próxima es el semejante en su interrogación, su demanda, su deseo y su diferencia. Reflejo en la alteridad de la identidad conmovida no sólo por la indefensión y el desamparo que nos recuerda el otro, sino también por lo no conocido y lo incognoscible en uno mismo y en el otro. La hospitalidad no es un pacífico devenir de los encuentros. Convoca y conmueve intensamente (recuerden el no conmoverse de la crueldad) en el encuentro – desencuentro una y otra vez. Estas potencialidades de crueldad y de hospitalidad que habitan lo humano invitan a seguir buscando las claves que abran el lugar y el tiempo de afirmación de la alteridad. A. Dufourmentelle nos dice: “Si en hebreo “fabricar tiempo” es equivalente a “ invitar”, ¿cuál es esta extraña inteligencia de la lengua que certifica que para producir tiempo es preciso ser dos o más bien es preciso que exista lo otro, una efracción de lo otro original? El porvenir se da como lo que nos viene del otro, de eso que es enteramente sorprendente, el lenguaje entonces no viene a romper la distancia entre yo-mismo y el otro, sino que lo vacía”. Y yo agregaría: la crueldad viene a vaciar el lenguaje, a anular la proximidad, a disolver la alteridad. Esta explicación obedece a la necesidad de dejar asentado no sólo la complejidad de la identidad sino los usos que hacen de ella determinadas ideologías y políticas autoritarias como por ejemplo, afirmar la identidad a partir de la negación de la alteridad, exacerbar la identidad nacional, religiosa, de grupo o de clase social, la discriminación, etc. Otra problemática decisiva para la identidad es la relación del sujeto con la verdad de su comienzo y de su origen, que inscribe el deseo en una historia. Sabemos, y lo repito, el deseo tiene dimensiones incognoscibles e inconscientes que se manifiestan en la producción imaginaria y simbólica que atraviesa el despliegue identificante e identificatorio de cada hijo, y es así entonces, que cada hijo accede a algo de la verdad deseante de sus padres y de su origen. La verdad no es absoluta ni cerrada, es siempre búsqueda de verdad, y se despliega y se devela en el encuentro con el otro, su diferencia y su semejanza. Encuentro en el reconocimiento del otro y de sí mismo. La relación del sujeto en su devenir identitario incluye entonces a la memoria. La búsqueda de la verdad en el encuentro con el otro, con los otros, sujetos todos del orden cultural, van recorriendo una experiencia identitaria a lo largo de la historia. Todo esto se inscribe en la memoria, en la cual encontramos al olvido como sostén del recuerdo, y no como sostén de la anulación de la verdad, de la cual el recuerdo es portador. Derecho a la Identidad / 27 La memoria es singular y colectiva. La memoria colectiva es una de las condiciones necesarias para el despliegue de la memoria singular y es fundante entonces, también, de la identidad. Mi intento es transmitir todo lo que decimos cuando decimos derecho a la identidad, todas estas implicancias son soporte de los lazos sociales, de la construcción histórico social de la subjetividad y de la cultura. Y también intento transmitir el valor que dicho derecho tiene para el despliegue de lo humano. Entonces, defender el derecho a la identidad singular y colectiva es resistir, como gran parte de nuestra sociedad lo viene haciendo, al poder destructivo de la crueldad de la desaparición, el genocidio, el olvido y la anulación del derecho a la identidad. Sabemos que otro modo de imponer el olvido es sostener la impunidad, anular el derecho a la verdad y a la justicia. En estos tiempos hemos empezado a vivir los efectos de una larga resistencia contra el olvido, la injusticia y la anulación de la búsqueda de la verdad, pero también se vuelve a abatir lo siniestro de la desaparición y la amenaza. Es así que la resistencia en común de la sociedad, nuestra indignación, nuestro dolor y nuestro compromiso, también incluye la defensa del derecho a la identidad que, como traté de desarrollar, se sostiene y se construye en el encuentro con la alteridad y con la verdad. Dichos encuentros se articulan en una memoria compartida con los otros y con las verdades de una historia que sigue desplegando laboriosamente la búsqueda activa de una vida digna para todos, y esta es y será la significación más plena de una identidad humana. Termino con una cita que hace Freud del poeta Rückert que dice: “Lo que no se puede alcanzar volando, hay que alcanzarlo cojeando. Cojear, dice la Escritura, no es pecado…” Y yo agrego, seguiremos cojeando trabajosamente en esta humanidad precaria, en el camino de los deseos de las sucesivas generaciones que fueron olvidadas, vencidas y que desearon una identidad reconocida en sus verdades y en su deseo de dignidad y justicia. 28 / Derecho a la Identidad Lic. Carmen Guarini, Cineasta* Mi colaboración aquí tiene que ver, más que nada, con lo que se vincula al impacto de la imagen en la construcción de la identidad. A mí me interesa mucho todo este proceso, vengo trabajando desde hace muchos años en cine documental con la idea de proyectar resultados de ciertas investigaciones que tienen que ver, sobre todo, con el tema de la memoria, la memoria colectiva, la memoria social entre nosotros, a través de distintos ejemplos. En este caso yo tomé en el año ’98 el tema de los hijos, acercándome a la organización Hijos y planteando la idea de trabajar un film con vistas a una difusión masiva. Los Hijos habían comenzado a funcionar a partir del año ’95, empezaban a tener una importante visibilidad a través de su actuación a partir de los escraches, en particular, y por ello habían logrado una importante reacción represiva por parte del gobierno de Menem. Cuestionados, todavía no del todo aceptados, no del todo entendidos por gran parte de la sociedad, me pareció muy interesante, intentar dar a conocer quiénes eran y por qué se habían nucleado, cuáles eran sus objetivos, qué es lo que estaba pasando en esta organización tan particular. Y sobre todo una cosa que me inquietaba era todo lo que tenía que ver con el trabajo de construcción de una identidad como hijos de desaparecidos, ex detenidos y exiliados. Así planteadas las cosas, comencé mi trabajo en el año ’98 y lo terminé en el año 2002. O sea que fue un largo proceso junto a la organización, con idas y vueltas, en donde a través de un trabajo de relación, de observación y de cierto nivel de participación de mi parte, conseguí establecer, en las imágenes, algunas ideas que me preocupaban y que me parecía importante que pudieran ser abordadas también por el conjunto de la sociedad. Me parece que el cine juega un rol fundamental en estos temas, no solamente al poder aportar para entender cómo se dan estos procesos de construcción de identidad en los sujetos sociales, sino también en el hecho de extender y formar parte, a su vez como producto, de la construcción social de identidad de la sociedad toda. En realidad esto ha sido una selección de imágenes, son solo algunas escenas, porque la película dura 80 minutos. No sé si alguno de ustedes ha tenido oportunidad de verla, se ha estrenado comercialmente el año pasado, se llama “Hijos, el alma en dos”, es una producción de Cine Ojo con dirección mía y de Marcelo Céspedes y es una película que se ha difundido también a través de la gente de Cine y Educación y en canales de cable y también por la televisión pública (Canal 7) y ha sido editada en DVD. También ha tenido importante difusión en el exterior a través de festivales de cine, muestras y algunas televisiones europeas. El objetivo es llegar a los jóvenes, particularmente a las escuelas y a organizaciones sociales. Precisamente la intención de este film es no solo atender a un objetivo personal artístico y político, sino también acercar esta interpretación sobre el tema de la identidad en los grupos que fueran directamente afectados por el tema del terrorismo de Estado para que pueda ser analizada, discutida y trabajada por el conjunto de la sociedad. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. Para la mejor comprensión de la exposición que sigue se recomienda la película “Hijos, el alma en dos” realizada por la Lic. Carmen Guarini, sobre la cual versa su ponencia. Derecho a la Identidad / 29 Ustedes van a ver algunas escenas que están vinculadas al modo en que los procesos de identidad pueden ser elaborados a partir de un trabajo con la imagen. Vamos a verlas y luego quedaré a disposición para responder a las preguntas que ustedes quieran formularme. - Se proyecta la película en la sala(…) Lo que ellos están haciendo allí no es una actuación para la cámara, una presentación para la cámara, sino que es una presentación que hacían cada semana entre sí a modo de una especie de ritual. Ellos se presentaban y decían quiénes eran y de dónde venían. En algunos casos describían, como ustedes quizás pudieron escuchar, la actividad, en qué organización estaban sus padres y, si conocían el destino de ellos, qué había pasado con ellos. Esto a mí me impactó profundamente y, de hecho, fue una de las primeras líneas que me interesó seguir, precisamente cómo un trabajo colectivo, el trabajo de la palabra, permitía esta primera reconstrucción de la propia historia, reconstrucción de ese vacío, del hueco en algunos casos, dejados por la falta de saber, no solamente qué había pasado con su historia, sino que en muchos casos ellos tenían una historia tergiversada. Existían todas las situaciones imaginables: desde familias que hicieron partícipes a los niños de las historias de sus padres hasta otras que les habían ocultado la verdad. Por otro lado, lo que fui encontrando a medida que comencé a conocer algunas historias fue la gran diversidad que acompañaba la búsqueda de esta identidad como hijos. Entonces decido seguir este camino y abandonar la línea, el recurso testimonial. Es decir, en la película el recorrido de la palabra tiene que ver con la palabra que ellos se cruzan entre sí. En todo momento lo que hay son diálogos entre hijos, hay muy pocas intervenciones a cámara. Y se descartaron totalmente las entrevistas. A mí me interesaron, precisamente, estas tres historias que muestra el film por su diversidad. En el caso de la primera, Lucila, ella había comenzado a realizar un trabajo muy importante a partir de la fotografía. Estudió fotografía y su trabajo de tesis fue un trabajo que llamó “Arqueología de la ausencia” que, tal vez, algunos de ustedes hayan tenido ocasión de ver en algunas exposiciones porque estuvo circulando como muestra itinerante tanto en Argentina como en el exterior. Desde una fuerza que impacta, como ella comenta, todo empezó como una necesidad propia y finalmente terminó siendo un aporte para toda la organización. En el caso de Verónica, teniendo desaparecidos a su padre, a su madre y a un hermano, su historia se centraba en la búsqueda de ese hermano. Y en el caso de Silvina, que es la chica que nació estando su madre presa en el año ’75, se exilia junto a su madre y su hermana en Francia, y desde allí ellas organizan la filial de Hijos París. Es ahí donde yo la encuentro y justamente ella viene a la Argentina para realizar una tesis de licenciatura para Francia sobre el tema del olvido, y es el momento en que se inicia el debate en la película. 30 / Derecho a la Identidad Entonces, fui siguiendo estas tres historias, estas tres vías de relato sobre un mismo tema: la construcción de identidad. Anteriormente se hablaba mucho del tema de la identidad a partir de los niños que fueron desaparecidos y secuestrados, algunos recuperados. En este caso, estos son hijos (en la mayoría de los casos se saben hijos de desaparecidos), que deciden darse una historia. Y, a partir de ello, emprender el camino también de la búsqueda de justicia y verdad, como lo siguen haciendo hasta hoy. Muchos de los filmes realizados hasta hoy descansan básicamente en cuestiones de tipo reconstructiva o testimonial y aquí, aunque llevó más tiempo y fue más largo de realizar, la idea fue acompañar estos procesos y mostrarlos desde adentro, con sus códigos, con sus contradicciones, en sus tiempos y con todo el nivel de complejidad que estos procesos de búsqueda de identidad conllevan. Derecho a la Identidad / 31 LAS POLÍTICAS PÚBLICAS EN LA GARANTÍA DEL DERECHO A LA IDENTIDAD 32 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 33 Dra. Alejandra Villanueva, en representación del Registro Nacional de las Personas (RENAPER), Ministerio del Interior* A lo largo de la jornada hemos visto que desde el momento en que nacemos todos tenemos derecho a un nombre, a una nacionalidad y, según el texto de la Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 7 “...en la medida de lo posible a conocer a nuestros padres y ser criados por ellos”. Estos elementos hacen al derecho a la identidad. Nosotros creemos que para garantizar la identidad cuanto menos debemos asegurar tres derechos básicos que son: la inscripción, la identificación y la documentación. En cuanto a la inscripción sabemos que es universal y obligatoria, de acuerdo a lo normado en el Decreto-Ley N° 8204/63. El Acta de Nacimiento del lugar donde aconteció el nacimiento o domicilio de los padres, otorgada por los registros civiles provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es la constancia oficial de la identidad de ese niño, el elemento probatorio de su identidad. El Acta de Nacimiento consiste en una copia del asiento que obra en los libros de nacimiento de los registros civiles y de sus direcciones generales en cada una de las distintas jurisdicciones provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; la Partida de Nacimiento es un resumen de dichos actos, asentados en el Acta. En cuanto a los derechos de identificación y documentación vamos a destacar que, simultáneamente al momento de la inscripción de ese nacimiento, es el Registro Nacional de las Personas (RENAPER) -órgano responsable de la expedición del DNI-, a través del Registro Civil que realiza la inscripción, el que procede a identificar al niño. ¿Y cómo lo identifica? Lo identifica adjudicándole un número de matrícula. Ese número de matrícula es único e irremplazable durante toda la vida. Luego se extiende el DNI que va a contener datos esenciales. Por otra parte, es el único caso en que los Registros Civiles, en su carácter de oficinas seccionales del Registro Nacional de las Personas, confeccionan el DNI. En los restantes casos, inclusive en las inscripciones de nacimientos tardías, el Registro Civil como oficina seccional del RENAPER toma el trámite y el DNI se confecciona en el RENAPER y, posteriormente, se lo vuelve a enviar a la oficina seccional que tomó el trámite para proceder a su entrega. Es así que en el DNI “0” año, el RENAPER lo que hace respecto a los Registros Civiles es darles una provisión suficiente de cartillas de documentos, de acuerdo a un estimativo de los nacimientos que ocurren en cada una de las provincias, a los fines de que siempre haya una provisión de DNI y que no ocurra que al momento de la inscripción del nacimiento la oficina seccional no tenga un DNI para poder ser entregado. Es así que nosotros llamamos DNI cero año a ese primer documento. Por lo tanto aclaramos que al momento de la inscripción se les reconoce su identidad y se les entrega su primera identificación con el DNI llamado cero año. El DNI extendido por el RENAPER es el único documento que va a acreditar identidad e identifica a la persona. La Ley N° 26.061 en su artículo 13, específicamente, resguarda el derecho a la documentación. En el transcurso de los años, entre el 2003 y el 2005, hubo una serie de decretos que tuvieron como fin resguardar la gratuidad de ese DNI “0” año entre los cero y seis meses. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 34 / Derecho a la Identidad Recién con la sanción de la Ley N° 26.061 ese derecho queda definitivamente plasmado y, a través de su Decreto Reglamentario Nº 415/06, se estableció la gratuidad del primer documento de todos los niños, niñas y adolescentes nacidos en el territorio nacional. O sea que con esta Ley queda definitivamente plasmada la gratuidad y el costo del trámite deja de ser un motivo para no realizar la inscripción del nacimiento. Por otro lado, también con el fin de lograr que todos los niños, niñas y adolescentes estuvieran inscriptos, se dictaron dos leyes de amnistía en el transcurso de estos años, las cuales permitieron inscripciones tardías de nacimientos de niños hasta diez años. A consecuencia de la aplicación de estas dos leyes de amnistía, el RENAPER incrementó la entrega del DNI “0” año a todas las provincias con el objeto de posibilitar el cumplimiento efectivo de las mismas y, de tal manera, satisfacer la demanda que estas propias leyes de amnistía ocasionaban. También destacamos la importancia de actualizar el DNI. La Ley N° 17.671 establece dos actualizaciones: la primera es entre los cinco y ocho años, o sea que a los cinco años podemos hacer la primera actualización, que generalmente todos creemos que es a los ocho. Es importante esta actualización porque en ese DNI de menor se agrega la fotografía y la huella dígito-pulgar derecha del niño y se le toman las huellas decadactilares, las cuales van a constar en su legajo en el RENAPER. La segunda actualización es a los dieciséis años. A esta edad lo que se hace es sustituir ese DNI de menor y se le otorga un DNI de mayor, obviamente con una foto actualizada procediéndose a empadronar al solicitante. En cuanto a la nacionalidad contamos con avances realizados en el año 2004 que creo relevante destacar. La República Argentina permite realizar la Opción de Nacionalidad cuando los dos o uno de los padres son argentinos y han tenido un hijo en el extranjero. A veces, por determinadas circunstancias, sabemos que han nacido niños en el extranjero y luego han vuelto al país. Hasta el año 2004 este trámite era por vía judicial y duraba entre tres y cinco años. Con el Decreto N° 1.601 del año 2004 el trámite pasó a pertenecer al ámbito de la Administración Pública, más específicamente bajo la competencia del Registro Nacional de las Personas. Es decir que ahora cualquier hijo de padres argentinos que ha nacido en el extranjero y quiera ejercer su derecho de opción, dado que es un derecho que si bien lo tiene desde que nace, debe ejercerlo, fácilmente puede presentar el mismo ante las bocas directas del RENAPER, o ante los Registros Civiles en su carácter de Oficinas Seccionales de este Organismo, presentando la Partida de Nacimiento de su padre o madre argentino, con una legalización no mayor a seis meses y su Partida de Nacimiento extranjera debidamente legalizada y traducida en caso de corresponder. Es así que obtiene su Nacionalidad Argentina y su DNI argentino. Las normas nacionales e internacionales han sido receptadas por el RENAPER y en consecuencia, en el ámbito de su incumbencia, garantiza la posibilidad del ejercicio de los derechos del niño hasta su mayoría de edad, destacándose asimismo que dichos derechos por ser inherentes a la persona se extienden durante el transcurso de toda su vida. Derecho a la Identidad / 35 Dra. Ana Speranza, en representación de la Dirección Nacional de Salud Materno Infantil, Ministerio de Salud* Identificación del recién nacido y medidas de prevención para evitar su robo en las maternidades La identificación de los recién nacidos y las medidas de prevención para evitar su robo de las maternidades son temas que preocupan a todo el Equipo de Salud Perinatal. Un sistema de identificación del recién nacido debe proveer: 1. Correlación positiva del vínculo madre hijo en el momento del parto y del alta. 2. Permanente identificación durante todo el tiempo en que ambos estén en la institución. 3. Documentación del cumplimiento de los pasos. Hay distintos métodos de identificación: •Pulseras y clamp umbilical inviolables y codificados. Es un elemento tangible que provee un elemento visual día a día mientras el niño está en el hospital. El clamp es difícil de remover y no requiere personal entrenado para su cotejo. Es de bajo costo, fácil de usar y se involucra a la familia en el control. Asimismo se deben mencionar sus desventajas: las pulseras pueden removerse cortándolas como también algunos niños no las pueden usar (prematuros extremos, procedimientos, etc.). •Huellas plantares. La impresión plantar es propia de cada recién nacido y provee un elemento menos tangible pero perdurable en el tiempo. Requiere de definición inmediata con personal especializado y entrenado. Es efectiva luego de que el niño ha dejado el hospital y para el resto de su vida. Con respecto a sus desventajas, cabe mencionar las siguientes: no es útil en recién nacidos prematuros (10%), son difíciles de obtener ya que se requiere de personal entrenado, papel especial y tinta adecuada. Son difíciles de cotejar al alta. El método se encuentra en desuso en muchos lugares del mundo. •Huella genética: ADN. Este método brinda certeza absoluta de identidad familiar. Es ideal para resolver problemas legales y de fácil obtención (gota de sangre). Sus desventajas son: ser cuestionable desde la ética, su uso rutinario y el almacenamiento de las muestras; el posible uso ilegal de los datos genéticos y que es un método caro, no es inmediato y requiere de laboratorios especializados. •Por características físicas. Este método consiste en señas particulares como peso, talla, PC, sexo, color de pelo, machas, etc. Es de bajo costo y fácil de registrar. Su desventaja es que se generan cambios con el tiempo. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 36 / Derecho a la Identidad •No separar binomio madre/hijo. Esto favorece el vínculo madre-hijo. Facilita el inicio y mantenimiento de la lactancia materna, involucra a toda la familia en el reconocimiento del niño y no posee costos; es fácil de cumplir. Su desventaja consiste en que entre un 10 y un 20% de los niños deberán internarse, problema que se resuelve con la internación conjunta o con la residencia de madres. La identificación debe comenzar en la sala de partos colocando dos bandas idénticas en la muñeca y tobillos del recién nacido, otra a la madre y el clamp umbilical inviolable y codificado. En las bandas se debe colocar información que asegure la positiva relación de la madre con su hijo, como el nombre de la madre, el sexo del niño, el número de código hospitalario de la madre y el día y la hora de nacimiento. Este sistema brinda mucha mayor protección. Este número debe registrarse en las historias clínicas del niño y de la madre. En el momento del alta se debe constatar que las pulseras de la madre y el niño tienen el mismo número. Se saca una sola de las dos pulseras del niño y se deja pegada en su historia clínica. Esto certificará que se constató la identidad. Este procedimiento debe ser controlado por la madre. Madre y niño deben dejar el hospital con sus pulseras puestas. Respecto a las impresiones recomienda que se tome la del dedo índice derecho de la madre porque resultan más legibles que las del pulgar. Para el niño son mejores las impresiones plantares. Cuando la identificación se requiere para propósitos legales, la huella genética (ADN) es el método necesario. Los padres deben constatar la identidad de cualquier persona que desee llevarse al niño de la habitación. Debido a la gran variedad de personal y visitas que hay en una maternidad y nursery, todo el hospital debe tener estrictas medidas de seguridad para los recién nacidos. Estrategias para prevenir el robo de recién nacidos: En todo el hospital: • Examinar y evaluar las salidas del hospital y las áreas de gran tráfico de pacientes para implementar métodos de seguridad. (Cerrar con llaves las salidas lejanas, instalar sistemas de circuito cerrado de TV, colocar personal de seguridad). • Alertar a todo el personal del hospital para que notifique cualquier inusual investigación sobre los métodos de seguridad del hospital, o sobre los recién nacidos y sus madres. • Todo el personal del hospital debe usar tarjetas de identificación con su fotografía. El staff del área perinatal puede agregar otros métodos de identificación (botón con un color determinado). • Toda persona que deje el hospital con grandes paquetes o bolsos, en sillas de ruedas o en forma sospechosa, debe ser interrogado. Derecho a la Identidad / 37 En el área de maternidad: • Desarrollar una política de visitas que aumente la seguridad de la Unidad. • Identificar a todos los neonatos usando brazaletes, tomando huellas plantares y tomando fotografías. • No colocar los nombres de las madres y de los recién nacidos de manera que puedan ser vistos por cualquiera que ingrese a la Unidad. • Confirmar la identidad de las personas que lleven a los recién nacidos a la nursery o a realizar procedimientos. • Nunca dejar recién nacidos sin identificar o atender. • Orientar a los padres sobre las medidas de seguridad. Entregar identificaciones a los padres y abuelos. • Entrenar al personal en los procedimientos a seguir cuando se descubre el robo de un recién nacidos. La rapidez es crítica. Se pueden utilizar nuevas tecnologías para reforzar la seguridad: sensores electrónicos en brazaletes y pañales de los recién nacidos. Educación de los padres: Los padres deben ser instruidos para que nunca entreguen su recién nacido a personas desconocidas o que no cuenten con los mecanismos de identificación correspondientes. 38 / Derecho a la Identidad Dra. Patricia Carricart, en representación de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF)* En este tema de identidad, identificación, a mí me preocupa mucho el parto domiciliario. Recorriendo el país puede notarse que el parto domiciliario es casi una costumbre arraigada por cuestiones que son a veces culturales, otras sociales, y muchas veces geográficas. Hay lejanía de centros asistenciales, no hay médicos, no hay obstetras, a veces ni siquiera hay una partera, incluso subsisten las comadronas. No hablemos en las comunidades aborígenes que son muchas más que las que uno piensa. Esa misma dificultad hace que se torne dificultosa o imposible la concurrencia, en el plazo que se fijaba, del padre y la madre a un establecimiento hospitalario o, por supuesto, a una delegación del Registro Civil. Las distancias en este país son enormes y estamos hablando de gente que tiene que trasladarse a lomo de burro durante kilómetros, después de haber parido la señora. Muchas veces los padres mismos carecen de documentación y lo que hacen, en realidad, como en otros aspectos, es reiterar su historia de indocumentación, haciendo que su hijo pase a engrosar la lista de generaciones indocumentadas. Y como viven y se manejan en ámbitos casi autistas, porque hasta la escuela les permite, los chicos transcurren una vida más o menos semioficial y llegan a edades mayores sin conocer o sin poder acceder a la documentación básica que es la Partida de Nacimiento. Por supuesto que esto permite que los chicos y las familias queden a merced de organizaciones delictivas que se especializan en trata, tráfico y venta de niños. Se me ocurren, y esto es lo que estamos viendo desde la Secretaría, tres acciones que podrían quizá empezar a revertir las situaciones como las que describí, y que no sólo se remontan a zonas remotas sino que yo he entrevistado personas adultas que se han acercado a mí blandiendo su constatación de parto plastificada con fotografía como si fuese su documento; y esto en el conurbano bonaerense, en la zona de Lomas de Zamora. Al respecto, creo que es ineludible una campaña de difusión, con talleres, yendo al territorio. Desde acá no se puede hacer absolutamente nada. Diseño de afiches, folletería, accesible, para chicos, con dibujitos, con cosas que les son afines. Por ejemplo hay un folleto donde están los chicos del Interior, claramente del Interior y entonces ellos tienen que colorear; son dibujos para colorear y tienen que pintar aquello que les es familiar y dejar en blanco aquello que no lo es. Entonces salen globitos de los chicos y hay un globito con el celular, un globito con las empanadas, uno con un mp3 o algunos de estos aparatos, uno con la bandera argentina. Esta hoja para pintar está pensada para trabajar con los chicos mientras la Secretaría hace operativos en el Interior del país. Creo que, vuelvo a decirlo, hay que acercarse a la gente y tomar el tema de la documentación no como tema nodal, sino dentro de una estrategia de promoción familiar y social y que una de las herramientas sea la necesidad de la documentación. Otra de las ideas que tenemos, para la que necesitamos contar con la colaboración de las provincias, es el acercamiento de los equipos médicos y de equipos móviles de registro a las comunidades alejadas. Esto va a permitir que la gente pueda tener acceso a la documentación sin tener que trasladarse a lugares a donde realmente no pueden llegar. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. Derecho a la Identidad / 39 Y otro tema tiene que ver con la facilitación de acceso a la Justicia. ¿Por qué? Porque cuando los niños tienen seis años cumplidos, la única forma de tramitar la certificación de nacimiento es a través de una instrucción por vía judicial. La lejanía de los juzgados hace que sea imposible. Les pongo un caso: Puerto Iguazú (lugar que es además de triple frontera con lo cual hay que tener mucha atención) tiene un Juzgado de Paz (con las atribuciones de un Juzgado de Paz) y un Juzgado Penal. Entonces a la gente que se nos acerca y nos dice: mire, yo necesito tramitarle la documentación a mi hijo que tiene ocho años, yo tengo que decirle: señora, trasládese a El Dorado que son 100 kilómetros. Imagínense que eso y decirle a la gente que se quede como está es exactamente lo mismo. Entonces, ideas. Por supuesto la más fácil (pero supongo que dependerá a nivel provincial) es la mayor designación de jueces civiles a lo ancho y a lo largo del territorio. Pero, en caso de que no sea así, creo que tiene que haber una participación, un involucramiento de los abogados de las zonas aledañas que puedan convertirse en facilitadores, junto con los juzgados de paz y las defensorías que intervengan. Y tienen que intervenir activamente. Esto, además, es signo de trabajar en el territorio. Nada, vuelvo a repetir, se puede hacer si no es desde el territorio. En este tipo de opciones la Secretaría, creo que con criterio de realidad, está trabajando con hincapié en la zona de Triple Frontera, conjuntamente con el Registro Nacional de las Personas. Y además con la idea de que, inclusive simultáneamente con estos operativos que se hagan con los Registros Civiles o con el Registro Nacional de las Personas, se desarrollen talleres cortos, enseñándole a la gente cómo conservar ese documento que acaba de obtener. Entonces es necesario hablar de estuches de impermeabilización, bolsas de plástico y de todo aquello que permita la intangibilidad del documento hasta en lugares alejados de zonas ignífugas porque sino es muy común escuchar que la documentación se les perdió cuando tuvieron un incendio. Creo -y ahora pensando en la noticia de hoy- que la Ley de Identificación tiene que tener en cuenta la realidad geográfica integral del país y no monitorearla ni soñarla desde la Ciudad de Buenos Aires o desde zonas pobladas con maternidades que puedan tener todos los signos de alarma. Estoy pensando en salitas, aquellos lugares a donde la gente tiene acceso en el Interior que no son, en general, maternidades u hospitales y, si lo son, no tienen los recursos tecnológicos como para prevenir el retiro irregular del bebé. Finalmente, y creo que acá mucha gente lo sabe, en el tema de la identidad la Secretaría ha puesto y sigue poniendo a disposición de todo el país la realización gratuita de estudios de ADN que les ha permitido a muchos chicos del país contar con la filiación paterna de la que, generalmente, carecían. 40 / Derecho a la Identidad Dra. Liliana Gamarra, en representación de la Mesa del Plan Nacional de Acción por los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes y del Programa “Primeros Años”* El Plan Nacional de Acción por los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes es la estrategia del Estado Nacional para hacer efectivo el ejercicio pleno de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Contiene las políticas, programas y acciones asumidos -de acuerdo a sus responsabilidades- por el Estado y la sociedad civil, de manera de consolidar el Estado de Derecho a través del logro de condiciones dignas y justas para la niñez, en cumplimiento de los compromisos internacionales y de la Ley N° 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. En el marco de los principios de la democracia los propios niños, niñas, adolescentes y la familia son actores prioritarios en la agenda nacional y en la concreción del Plan. Este Plan Nacional de Acción, formulado en el marco de las Metas del Milenio, es una política pública que da cuenta de una decisión de cambio en cuanto al tratamiento de los derechos de la infancia desde el Estado Nacional, poniendo su esfuerzo en la implementación de acciones que conduzcan hacia el rediseño de las políticas públicas acordes con los intereses de la población. Esta decisión incluye aspectos relacionados fundamentalmente con el rol del Estado y su compromiso con el “derecho de TODOS”: a la salud, educación, recreación, medio ambiente, nutrición, a tener un nombre, una familia, entre otros. El 17 de junio del año 2005 el Presidente de la Nación, Dr. Néstor Kirchner, convocó a las instituciones de gobierno y a la ciudadanía al diseño de un Plan de Acción por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. El 23 de septiembre del mismo año, los integrantes del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales de la Presidencia de la Nación, conforme al artículo 5 del Decreto de creación de dicho Consejo (N° 357/02) expresaron a través del acta N° 01-20005, que el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio requiere la coordinación y articulación de los organismos responsables de la política social y de la integración de equipos técnicos con la finalidad de interactuar en el seguimiento, monitoreo y evaluación de las metas definidas. En ese contexto, los ministros de todas las áreas acordaron desarrollar el Plan Nacional de Acción por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y se comprometieron a implementar políticas rectoras con la finalidad de poner en práctica acciones eficaces para proteger los derechos de los niños y su bienestar. Para ello se conformó una Mesa Técnica Interministerial con la finalidad de coordinar las acciones en relación al Plan de Acción y se designó como coordinadora de dicha mesa a la Subsecretaria de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Social, Sra. Liliana Periotti. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. Derecho a la Identidad / 41 La Mesa Interministerial constituyó seis comisiones de trabajo con alrededor de sesenta técnicos. Se elaboraron distintos documentos para difusión, uno de ellos es el referido al derecho a la identidad. En este marco se realizaron, durante el año 2005 y en los primeros meses de 2006, encuentros regionales con todas las provincias, con la participación de funcionarios y técnicos de los distintos ministerios que desarrollan acciones en relación a la temática. Estos encuentros iniciaron un proceso de trabajo participativo con las provincias con la finalidad de compartir los lineamientos de la Mesa Interministerial Nacional, producir insumos para el desarrollo del Plan de Acción por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y coordinar acciones para su implementación en el marco de la Ley N° 26.061. Luego de los encuentros regionales, las provincias desarrollaron diferentes actividades con la participación de instituciones, organizaciones comunitarias y especialmente con niñas, niños y adolescentes para el análisis y difusión de la perspectiva de derechos, de todas las acciones orientadas al bienestar de niños, niñas y adolescentes desde la concepción de la infancia como sujeto de derecho. En el abordaje de políticas públicas para la infancia el Estado Nacional sostiene una política de integralidad en la temática de la infancia, en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño, los Objetivos y Metas del Milenio, la Ley N° 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y el Plan Nacional de Acción por los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Desde esta perspectiva, el Programa “Primeros Años” integra acciones y recursos de tres ministerios nacionales: Desarrollo Social, Salud y Educación, Ciencia y Tecnología. El propósito del Programa Nacional de Desarrollo Infantil “Primeros Años” es instalar como política pública el abordaje integral del desarrollo de niñas y niños de cero a cuatro años en su contexto familiar y comunitario desde una perspectiva de integración social, institucional y territorial de las acciones de gobierno. Los objetivos propuestos son institucionalizar espacios interministeriales en los niveles nacional y provincial, e intersectoriales en el nivel local, con capacidades instaladas para desarrollar acciones de abordaje integral del desarrollo de niños y niñas de cero a cuatro años en su contexto familiar y comunitario y fortalecer a las familias en su rol protagónico en la crianza de los niños y las niñas de cero a cuatro años. La familia, como grupo fundamental de la sociedad, es el entorno apropiado para la supervivencia, protección y desarrollo del niño. La definición de familia que aparece en la Convención sobre los Derechos del Niño refleja la gran variedad de parentescos y pactos comunitarios en los que crecen los niños en todo el mundo. El Preámbulo de la Convención destaca la importancia de la familia: “…como grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros, y en particular de los niños, debe recibir la protección y asistencia necesarias para poder asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad,” y “el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.” El artículo 5 reconoce la extensión de la estructura familiar al incluir no solamente a los padres sino también a la familia ampliada y a la comunidad, allí donde sea costumbre. 42 / Derecho a la Identidad La familia es un agente esencial para la realización del los derechos civiles del niño. Estos comienzan en el seno de la familia puesto que es allí donde debe crearse conciencia de los derechos humanos, protegiéndolos e inculcando el respeto de los valores humanos, la identidad, el patrimonio cultural y de otras civilizaciones. La identidad de una persona constituye un proceso que comienza antes del inicio de su vida y se prolonga más allá de su muerte, porque no se agota en el dato biológico de su existencia física, sino que abarca todos los aspectos que la integran como ser humano. Esto incluye tanto su inscripción en el seno de una familia y la asignación de un nombre propio, como dentro de una comunidad, con su lengua, su cultura, su territorio y su historia colectiva, a partir de cuyos relatos es posible construir la propia historia y proyectarse socialmente en el tiempo como un ser único e irrepetible. Una dimensión fundamental en la construcción objetiva y subjetiva de la identidad, es el reconocimiento de los otros, dentro de las leyes que rigen a todos y a las cuales está sometido cada uno, posibilitando la propia diferenciación. En tal sentido, todas las culturas y sociedades, a lo largo de la historia, han encontrado la forma de dar cuenta de ese proceso mediante marcas que expresan el reconocimiento de la pertenencia así como de la exclusión de los sujetos a una red vincular y, al mismo tiempo, de su particularidad y excepcionalidad dentro de la misma. Estas marcas sociales son el fundamento de la dimensión jurídica de la identidad. Concebimos el derecho a la identidad como la proyección jurídica de una construcción histórica, social y cultural subjetivizadas que se cristalizan en un nombre y una nacionalidad. En cuanto a la interpretación y aplicación a que de lugar el derecho a la identidad es imprescindible un enfoque que integre todas las dimensiones que la constituyen. Esto adquiere especial importancia tratándose de niños y niñas, sujetos en crecimiento para quienes la identidad debe ser concebida como una facultad en desarrollo y cuya construcción, de acuerdo a los principios fundamentales de los derechos humanos y en particular de la Convención, debe ser preservada de toda forma de discriminación, entre ellas la basada en el género y la orientación sexual. La identidad es fortalecida al sentirse parte de la familia, la comunidad, el barrio. Por tal motivo, es muy importante que los niños conozcan sus raíces, su singularidad su rasgo de pertenencia, y que los adultos responsables del cuidado de los niños enseñen la historia de la familia y la comunidad en la que viven. La identidad se construye con el reconocimiento de los otros, desde la elección del nombre, su pertenencia a generaciones anteriores, los adultos les dicen quién es, las historias de familia, las tradiciones son parte constitutiva de la identidad, de modo tal que el proceso de identificaciones se va fortaleciendo en las costumbres familiares, el canto, los juegos, las canciones de cuna con que las mismas madres o abuelas fueron acunadas. Por último, considero que garantizar el derecho a la identidad y a la documentación que la acredita formalmente es un paso crucial para asegurar el acceso a todos los demás derechos y el pleno ejercicio de la ciudadanía. Derecho a la Identidad / 43 Mg. María Marta Sciarrotta, en representación de la Secretaría de Educación, Ministerio de Educación* La construcción de la identidad en la experiencia educativa En primer lugar, agradezco a los organizadores de esta jornada la posibilidad que me han dado de compartir estos minutos con ustedes. También quiero agradecer la presencia de todos y cada uno de ustedes, ya que esta compañía demuestra que, en la Argentina, a todos y a todas nos sigue uniendo un intenso compromiso con el derecho a la identidad. Un compromiso que nos mantiene fresca la memoria y nos da fuerzas para defenderlo en toda situación que lo requiera. Antes de intentar dar cuenta de la construcción de la identidad en la experiencia educativa, permítanme compartir con ustedes la enorme alegría y el inmenso desafío que significa la creación del Programa Nacional por los Derechos de la Niñez y de la Adolescencia, en el ámbito de la Secretaría de Educación de esta cartera educativa nacional. Si bien esta línea de trabajo ya cuenta con una reconocida trayectoria en esta casa, considero importante destacar que este Programa Nacional comienza a dar sus renovados primeros pasos a casi una semana de que nuestro Presidente y el Ministro Filmus presentaran el Proyecto de Ley Nacional de Educación y que, justamente, fue presentado ayer en el Congreso entendiendo a la educación como una política de Estado, variable clave de la estrategia de desarrollo nacional. Pasado este momento de inevitable emoción para mí y para mi equipo de trabajo al que agradezco el esfuerzo cotidiano y el compromiso genuino con los derechos de la niñez y de la adolescencia, es tiempo ya de comenzar a desarrollar la temática para la cual fui convocada. Considero que no es trivial que estemos hablando de la identidad reunidos en el Ministerio de Educación porque como ya se ha expresado aquí la identidad de una persona se va desarrollando en el seno de una familia, en la asignación de un nombre, pero también esa identidad se construye en la transmisión cultural que esa persona recibe de la educación sistemática. Sí, la escuela también está presente en la construcción de una identidad. Más allá de enseñar contenidos, los docentes transmitimos mensajes cuando, por ejemplo, atendemos al alumno que formula una duda, una crítica o un pedido. Con esa escucha, nosotros, maestros, le estamos diciendo al alumno: “tu opinión vale, tu punto de vista no es menor”. De esta manera les hablamos con los hechos, los respetamos como personas y así, construimos identidad. Y no necesariamente esperamos que llegue la hora de Formación Ciudadana para este tipo de enseñanzas. ¿En qué situaciones la escuela construye identidad? Por ejemplo, cuando genera contextos en los que se pone en juego la solidaridad, el * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 44 / Derecho a la Identidad valor de las diferencias, la autoestima y el respeto hacia la propia cultura, la curiosidad intelectual, la participación, el reconocerse en colectivos sociales. Pero también, por omisión y hasta por acción, muchas veces la escuela tiene el poder de producir el efecto inverso. Esto es evidente mirando hacia atrás, recorriendo los orígenes de la escuela que hoy tenemos. La escuela de principios del siglo XX se relacionó con los niños reproduciendo la representación de infancia vigente en su época; dado que los niños eran considerados objetos de protección, personas incapaces de tomar decisiones con suficiente sustento lógico o ético, se desarrollaron múltiples dispositivos de disciplinamiento que tendieron a homogeneizar, con la idea de igualar. Los gestos institucionales que reflejan esa concepción de los niños como objetos de protección, se expresan en la arquitectura escolar, en la ubicación de los pupitres, en la formación en el recreo, en la valoración del silencio como signo de atención, por mencionar ejemplos de la biografía escolar de muchos de nosotros. Heredamos esa escuela, que en otros tiempos tuvo su eficacia, pero hoy se enfrenta con una realidad diferente: una sociedad con un gran porcentaje de niños y jóvenes que sobreviven a situaciones de extrema necesidad; y demandas muy diversas a problemas para los cuales los docentes no estamos preparados. Entonces, la cuestión de la identidad comienza a aparecer en su contra-cara: la discriminación, la distancia cultural, la exclusión, u otras formas de vulneración del derecho a ser respetado por lo que uno es y por lo que desea ser. Coincidimos con lo que aquí se ha expresado en torno a la idea de que la identidad tiene una doble cualidad: la singularidad en lo colectivo. Porque en definitiva, aquello que llamamos lo propio, se construye con los otros. En esta tensión entre ambos costados de la identidad, lo colectivo y lo singular, interviene el trabajo educativo. Y es en esos encuentros entre niños y adultos, que en la escuela se van forjando las distintas identidades, y se van desplegando sus diversas dimensiones: •la identidad sociocultural que ofrece a los niños, niñas y jóvenes la posibilidad de inscribirse en una peculiar forma de ver y estar en el mundo, •la identidad de estudiante, el devenir ciudadanos y, finalmente, la identidad como persona. Les propongo analizar algunos ejemplos que nos permitan graficar estas relaciones entre los pares •“identidad – escuela” y •“lo singular - lo colectivo”. Derecho a la Identidad / 45 Primer ejemplo: Este es un caso real extraído del libro “leer y escribir entre dos culturas” de Ana María Bruzzone de Manrique: … Hace dos semanas los chicos del Hogar Granja empezaron a asistir a la escuela media del barrio suburbano de Formosa Capital. Los profes no saben muy bien cómo ayudarlos a integrarse. En los recreos, permanecen por lo general solos, el resto de los chicos no los molestan pero tampoco hacen esfuerzo por acercárseles...algunos los miran con franco temor. Ayer, hubo reunión de padres y los asistentes expresaron su preocupación, “nadie quiere discriminar a nadie, pero a algunos papás nos transmitieron su preocupación por saber que esos chicos que cometieron delitos estén en la escuela”. En la sala de profesores, ese espacio en el que transcurre tanto de la vida de las instituciones, los docentes de la escuela media se hacen, entre otras, las siguientes preguntas: •¿Cómo favorecer el encuentro solidario entre pares, es decir, como ayudar al resto de los compañeros, a las familias a recibir a los recién llegados? •¿Cómo albergar realmente a esos chicos en la institución? •¿Cómo ayudarlos a desandar una historia de exclusiones, abandonos, ausencias, heridas? •¿Cómo posibilitar desde la escuela el fortalecimiento de los aspectos más preservados de la identidad, cómo ayudarlos a saberse sujetos de derecho? Ahora imaginemos otro ejemplo para poder pensar entre todos esta construcción de la identidad en la experiencia educativa: ¿A qué grado vas? podría ser una pregunta trivial, una anécdota contestada mecánicamente por un chico que crece en el seno de una familia de sectores medios. Pero, sin duda, es algo mucho más significativo para un chico que crece en contextos de encierro. Ser alumno para él puede representar el traspaso de una frontera entre la inclusión y la exclusión, y puede ser también, la puerta de acceso a un proyecto de vida distinto. Además de posibilitar este contacto con los otros, la escuela les ofrece también la posibilidad de asumir nuevos roles. En este sentido, resulta significativo hablar en términos de la escuela como segunda oportunidad, por comparación con la socialización primaria que se ha dado en la familia. Analicemos una tercera situación: Verónica está preocupada porque los chicos hablan poco. Cree que es por falta de estímulos familiares. “Claro, si en la casa no les hablan, no juegan con ellos, no tienen tiempo los padres... o no entienden de la importancia de estimular el lenguaje oral”, piensa Verónica. 46 / Derecho a la Identidad Hace apenas dos meses que trabaja en la escuela. Verónica eligió ese destino porque siempre quiso ser maestra rural. Pero cuando despliega las láminas, y cuenta los cuentos y hace preguntas, los chicos contestan con monosílabos. Es válido y necesario preguntarnos entonces: •¿Cómo hará Verónica para poder poner a jugar, en su colorida aula multicultural esa pluralidad de sentidos y bienes culturales, y a la vez respetar y rescatar las particularidades de los niños de los pueblos originarios? •¿Se percatará de que los mismos niños que no responden a sus preguntas conversan animadamente en otros contextos, sobre otros temas, cuando los adultos utilizan otros dispositivos? •¿Podrá Verónica revisar su propia identidad, en este caso la profesional, podrá conectarse con aquel deseo de ser maestra rural, de ser maestra, de ser adulto significativo para los niños, de asumir ese desafío de mediar entre los niños y el conocimiento, para encontrar en ese deseo la energía para volver a pensar cómo hacer su trabajo? Otro caso que les propongo analizar es el siguiente: Alberto va a terminar el secundario. Sí, después de tanto tiempo, ya casi abuelo, decidió volver a estudiar. De joven, tuvo que salir a trabajar para ayudar a su familia y no pudo seguir estudiando. Ahora han abierto una escuela en un centro de salud. Son pocos aún los que se han animado a concurrir, pero los profes están tan entusiasmados que recorren el barrio buscando contagiar a otros. ¿Y Alberto que a los 51 va a seguir construyendo su identidad volviendo a ser alumno? ¿Cómo harán sus docentes para apoyarlo en ese proyecto vital? ¿Cómo ayudarlo a sentir que aún está a tiempo, que el Estado estaba en deuda con él y no él “atrasado”? La identidad es un derecho, no solo de los chicos, de todos los seres humanos. ¿Qué identidad? La de ciudadanos, de sujetos de derecho. No consideradas por lo que les falta para llegar a ser adultas sino por lo que son en su propia edad, sujetos que siente, desean,.... Ahora les propongo un breve comentario acerca de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Mucho se ha hablado de la reformulación de las nociones de niño y adolescente. Cuando los niños y jóvenes están puestos en el lugar de objetos, lo que ocurre es que se decide por ellos. Se les otorga poca o nula participación en cuestiones que los afectan directamente; se diseñan las acciones sin tener en cuenta sus intereses. Derecho a la Identidad / 47 Sin embargo, hoy procuramos entender a los niños y niñas como sujetos de derecho. ¿Qué implica esto? Ser sujeto de derecho implica ser concebido como alguien activo, presente, un interlocutor válido, no un simple destinatario de “la mejor de las intenciones”. La concepción de niños y jóvenes como sujetos de derecho implica, entre otras cuestiones, la preocupación de los adultos por oírlos, por conocer su visión de los conflictos que atraviesan, por aprender de su perspectiva, de los componentes de las culturas infantiles y juveniles. Pensar la identidad es pensar en las relaciones entre sujetos, sujetos e instituciones, entre sujetos que se constituyen –niños/as, jóvenes– y aquellos que les hacemos lugar en este mundo, nosotros/as, los adultos: padres, madres, maestros/as, líderes, los que recibimos a los “recién llegados”, como denomina Hannah Arendt a las nuevas generaciones. El énfasis en la perspectiva del niño como sujeto de derecho se ha plasmado en la llamada “Doctrina de Protección Integral de la Infancia” que ha sido fuertemente retomada en la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, recientemente sancionada y también en el texto del Proyecto de Ley de Educación Nacional. En este contexto, quisiera rescatar una frase de un grupo de maestros y alumnos neuquinos: “Los derechos de los niños son las obligaciones de los adultos” que nos recuerda el lugar indelegable de los adultos, ya que somos nosotros quienes deberemos bregar por el cumplimiento y la generación de condiciones para que la protección de sus derechos sea posible. Ahora bien, la problemática de los derechos de los niños/as y adolescentes atraviesa, sin duda, la política educativa de nuestro ministerio y hemos trabajado, por ejemplo, el derecho a la identidad junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, a través del proyecto “Escuelas por la Identidad”, cuyo CD hemos entregado hoy aquí, y que constituye un conjunto de materiales para abordar el tema del derecho a la identidad y los derechos humanos, en el marco de la historia reciente de la Argentina. El CD presenta textos de diferentes disciplinas y ciencias: psicología, derecho, antropología, sociología, genética y otros saberes sociales. •Testimonios de diferentes actores sociales: Abuelas de Plaza de Mayo y especialistas que trabajan en el campo de los derechos humanos. •Variedad de perspectivas: textos teóricos, relatos de experiencias, documentos jurídicos, ponencias en seminarios y congresos. •Recursos didácticos: una biblioteca multimedia con canciones y videos del programa televisivo Foro 21; y actividades para trabajar con esos y otros recursos en el aula, en todos los niveles educativos. Para ir cerrando, algunos breves comentarios acerca del proyecto de Ley de Educación Nacional, referidos específicamente al tema que hoy nos convoca. La construcción de una sociedad más justa es el objetivo central de la propuesta contenida en el proyecto de ley. 48 / Derecho a la Identidad En tal sentido, estamos hablando de una educación que sea capaz de transmitir los saberes, valores y experiencias que constituyen nuestro patrimonio cultural, de una educación que valore el pluralismo, la diferencia y la diversidad cultural, sin dar lugar a ningún tipo de discriminación por raza, religión, origen, género, edad o discapacidad. La futura Ley de Educación Nacional establece, entre los nuevos contenidos obligatorios de enseñanza, el conocimiento de los derechos de los/as niños/as y adolescentes establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley N° 26.061. Asimismo, entre los derechos y obligaciones de los docentes instituye la obligación de los mismos a proteger y garantizar los derechos de los/as niños/as y adolescentes que se encuentren bajo su responsabilidad, en concordancia con lo dispuesto en la Ley N° 26.061. En este contexto, entendemos que es preciso estar atentos a promover la participación que es la mejor escuela para transitar el ejercicio de la ciudadanía para la construcción colectiva de identidades. Finalmente y seguramente todos los presentes acordarán conmigo en que no queremos otra cosa que una educación que brinde las herramientas necesarias para aprender a vivir juntos, tal como lo ha manifestado en reiteradas oportunidades el Licenciado Juan Carlos Tedesco. Ese es el mejor contexto para seguir construyendo el derecho a la identidad de todos los ciudadanos y ciudadanas. Derecho a la Identidad / 49 ABUELAS DE PLAZA DE MAYO Y CONADI. EL RECORRIDO EN RELACIÓN AL DERECHO A LA IDENTIDAD 50 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 51 Lic. Alicia Lo Giúdice, en representación del Centro de Atención Psicológica de Abuelas de Plaza de Mayo * El terrorismo de Estado en Argentina, al institucionalizar los campos de concentración, con los niños usa otro modelo de exterminio que no es eliminarlos físicamente, pero sí eliminarlos de un sistema de parentesco y de lo que hoy ubicábamos como la identidad que cada niño recibe habiendo nacido en el seno de una familia. Las características de los niños buscados por las Abuelas son fundamentales para poder diferenciar de otros casos de apropiación porque los niños no fueron abandonados, sino que fueron robados. Entonces las cuestiones que venimos pensando, dentro del equipo terapéutico, es que justamente este tipo de apropiación queda bajo la lógica concentracionaria, en donde el niño puede estar en una familia que va a ser atendido, seguramente criado, va a ir al colegio pero viviendo en un estado de decepción sin saberlo. Es decir que la convivencia con el apropiador se termina armando como una lógica concentracionaria dado que el joven, en ignorancia de lo acontecido, no puede tomar ninguna decisión. Entonces solamente con el accionar de las Abuelas, cuando estas cosas se empezaron a saber, empezó a armarse alguna fisura en el poder totalitario y también con los organismos de derechos humanos que llevaron a la plaza pública, a la Plaza de Mayo, lo que la dictadura pretendía privado, oculto y que afectara a algunas familias. Entonces las Abuelas y el resto de los organismos, al llevarlo a la plaza pública, ponen en escena algo que querían silenciar. Yo me voy a referir -después voy a ir un poco más específicamente a nuestro equipo-, me parece que es interesante, dado que no hay ninguna Abuela en esta mesa, a cómo es la misma institución Abuelas. Abuelas se forma por los familiares afectados por la desaparición de sus hijos: madres, padres y familiares muy directos. Con el paso del tiempo se fueron incluyendo algunos otros familiares pero, en general, la institución está sostenida por las propias Abuelas que buscan a sus nietos. Hay 260 casos, en un principio hubo 260 casos documentados. Después Claudia Carlotto, Coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), nos puede comentar un poco más porque, como la investigación continuó, se pudieron descubrir no solamente otros campos de concentración, sino también otros casos de embarazadas y permanentemente hay denuncias. Aún a 30 años de iniciada la dictadura se siguen recibiendo denuncias. Entonces el número de Abuelas, cuando hablaba de 500 jóvenes, es un número bastante real, la cantidad de denuncias y la cantidad de casos. En un inicio las Abuelas se organizan como pueden y van armando, gracias a la ayuda del exterior por las denuncias que Abuelas puede empezar a hacer en el exterior y, especialmente, por la ayuda de organismos como el Consejo Mundial de Iglesias y otros organismos internacionales que ayudaban a pagar los viajes de las Abuelas al exterior y donde entonces las denuncias se podían hacer de una manera más efectiva, empezaron a tener una propia organización. En esta organización se incluyó el equipo de investigación que es el que permitió armar carpetas, armar cada caso, de una manera muy casera, imagínense que no había ni computadoras, ni nada de las técnicas modernas con las que contamos ahora, entonces eran denuncias, fotos, reconstrucción del hecho mismo del secuestro, posibilida* Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 52 / Derecho a la Identidad des de denuncias hechas por los sobrevivientes de los campos donde habían visto embarazadas. Entonces se fue armando cada caso para tratar de que el chico robado pudiera ser localizado. Pero la dictadura había logrado de una manera bastante eficaz, no totalmente, borrar las huellas digitales del niño. Y no se olviden que de los niños nacidos y robados había documentación y fotografías; de los niños nacidos en cautiverio no las había. Entonces las Abuelas, junto con sus equipos, se fueron formando. Uno de los primeros equipos fue el jurídico y uno de los equipos que se inicia en los años ’80 fue el equipo psicológico, como decían las Abuelas; hoy hablamos del equipo de salud mental porque es un poco más amplio. La idea de este primer equipo era asistir a los propios familiares afectados por la misma desaparición de sus hijos y de sus nietos y, a su vez, trabajar con aquellos casos que ya tenían, a partir de la investigación, alguna certeza de alguna posibilidad de que un niño sea ubicado. Entonces el trabajo del equipo terapéutico era, por la ansiedad que despertaba la posibilidad de la cercanía de un nieto, empezar a trabajar estas cuestiones con la idea de que en algún momento, el joven podía volver a su familia. Junto con el trabajo que se hacía con los familiares se empezó a trabajar con los jueces porque acá nos encontramos con algo que también es inédito, porque los niños no estaban indocumentados. Todo niño apropiado tenía documentación falsa. Entonces, cómo probar que lo que decían las Abuelas y las familias era correcto cuando jurídicamente el niño tenía una inscripción y los apropiadores hacían valer la inscripción y después hacían valer la convivencia. Entonces Abuelas logra un descubrimiento, que la Ciencia descubra algo que es el índice de abueleidad que es la posibilidad de, aún en ausencia de una generación, probar el vínculo sanguíneo a través de los abuelos y de otros familiares. Así fue descubierto y se empezó a usar; creo que el primer caso en que se usó fue el de una niña que fue restituida en el año ’84 que había sido robada cuando tenía casi 2 años y la Justicia aceptó la prueba de sangre como una prueba oficial y equiparada a las huellas digitales. Después, caída la dictadura y avanzada ya la democracia, se crea el Banco Nacional de Datos Genéticos que tiene una íntima relación con la CONADI. El Banco Nacional de Datos Genéticos guarda la sangre de las familias de los casos denunciados y es la que va a hacer los peritajes para determinar el índice de abueleidad. Yo les decía que nuestro equipo empezó a trabajar en la década de los ‘80 y también con los primeros casos de restitución. Mi inclusión en la institución fue, justamente, a raíz de la primera nieta restituida por la prueba de sangre y por orden judicial en donde yo, al año siguiente de su restitución, empiezo un trabajo psicoanalítico a mi cargo. Yo me encontré con la siguiente situación: el Juez interviniente en un primer momento niega la restitución. Está probado el parentesco pero él decide no innovar y la familia apela, vía el equipo de abogados de Abuelas, a otras instancias judiciales y es la Cámara Federal quien toma a su cargo la decisión de la restitución. La restitución se hace en el Palacio de Justicia. Obviamente, en ese momento la nena no podía creer lo que le estaban contado porque le cambian la historia. Los que ella creía que eran sus padres se entera que son quienes la robaron. Entonces hubo un trabajo en el acto mismo de restitución hasta que la nena - y me parece que es importante poder transmitirlo porque hace a la historia de las Abuelas pero hace también a la historia nuestra como sociedad- escucha cómo la abuela le dice el nombre de su papá, que ella pronunciaba mal porque era chica, y es en ese momento donde ella se pone a llorar a los gritos, se queda dormida, pero cuando se despierta acepta irse con su familia. Entonces vemos cómo, en ese mismo acto jurídico, no fue suficiente el acto jurídico. Se necesitó la presencia de esa abuela que le hace de nexo con su propia historia, para ella empezar a reconocerse, diríamos, como sujeto de derecho. Porque es ella la que consiente, más allá de que la Justicia había dado la orden de la convivencia, ella consiente la convivencia. Al año siguiente empieza un tratamiento conmigo, no me voy a detener en esto, pero yo tuve Derecho a la Identidad / 53 algunas dificultades con el Juez porque él hablaba de los padres y de la abuela. Entonces una primera intervención fue diferenciar padres y apropiadores porque yo lo que le comento al Juez es que si acepto atender a esta niña es porque hay una historia en juego que es la historia verdadera, que después la niña va a tener que hacer su propio recorrido, pero parte de la idea de que había sido una niña robada y sus padres estaban desaparecidos. En la Justicia, en ese momento, se insistía en considerar padres a los apropiadores. Entonces durante un tiempo la querían obligar a tener visitas con los apropiadores. La obligan a una primera visita y, cuando los ve, les pregunta dos cosas: dónde están mis padres y por qué me mintieron. Esta gente insistía en que eran los padres y ella les dice: cómo les voy a creer si me siguen mintiendo. Cuando empieza el tratamiento conmigo, la Cámara la quería obligar a otra visita y ella había dicho no. Entonces cuál fue la operación, en este caso, del analista: decirle a la Justicia que escuchen el “no” que decía la niña. Yo, entonces, lo que digo es lo siguiente: que si la niña tiene algún tipo de descompensación psicótica o algún otro tipo de descompensación (porque estaba en juego su subjetividad), que la responsabilidad era de la Justicia; ya no era ni de los apropiadores, ni de la familia. La familia acompañaba, también, la decisión de la nena de decir “no”. Esto es muy interesante porque la Cámara desiste de obligarla a las visitas y puede escuchar ese “no” que la nena había dicho pero que no era escuchado, porque no se olviden que en esa época el niño estaba considerado como objeto del derecho y no como sujeto. Entonces son los caminos que Abuelas fue abriendo para que un niño pueda ser considerado sujeto del derecho, salir de la posición de objeto. Una cosa más de esta misma niña. Habían pasado tres años y no le daban la documentación a pesar de haber probado fehacientemente quién era. Entonces ella se dirige al Juez diciéndole que quiere la documentación. El Juez a mí me cita y me pregunta si es tan importante la documentación; un Juez de la Nación... Yo entiendo que en ese momento era una situación compleja. Entonces la intervención mía, obviamente, fue hablar de que la documentación también hacía a su seguridad jurídica. Pero también vemos que esta niña, por el marco que había armado Abuelas, por la lucha que había armado Abuelas, se adelanta a la Convención y pide ser escuchada por el Juez, con lo cual pide ser escuchada como sujeto de derecho. Entonces, creo que Abuelas siempre empujó esto: recuperar los derechos de las personas pero no esperando sólo los tiempos de las instituciones. Yo creo que esto nos ha marcado un camino que nos permite, en otros casos, saber que podemos maniobrar, sobre todo en casos que ahora la Justicia nos pide que hagamos intervenciones en casos que no son estrictamente de los casos de Abuelas de Plaza de Mayo sino que son otros casos en donde el derecho a la identidad está vulnerado y donde hay filiaciones falsificadas, pero que están legalizadas. Entonces me parece que la posibilidad nuestra fue ubicar, entre otras cosas, en qué tocaba la identidad a lo que nosotros llamaríamos los procesos de subjetivación, porque gracias al equipo jurídico hay algunos términos que tuvieron una incidencia que antes no tenían: identidad, restitución, apropiación, filiación. Me parece que el equipo jurídico de Abuelas logró entrar de una manera difícil en lo legal, de una manera interesante. Esos mismos términos que el equipo había tratado de introducir para poder legalizar la restitución de los niños, desde nuestra área los tuvimos que pensar: qué era restituir, qué era identidad, qué era apropiación, qué era filiación. Entonces, se me ocurrió traerles hoy parte de un texto que yo tengo publicado en un libro que es un libro del área, de nuestra área, que se llama “Psicoanálisis, restitución, apropiación y filiación”. El texto se llama “Derecho a la identidad” y es una de las cuestiones que vinimos trabajando hace años y quería compartir simplemente 54 / Derecho a la Identidad esto: el derecho romano, que es el que organiza la vida de los ciudadanos, que permite la convivencia a través de normas, habla de instituir lo vivo. Dice que no basta con nacer sino que la vida hay que instituirla. Y crea las ficciones jurídicas para instituir este “vivo”, que es cómo un padre se hace cargo de la inscripción de un hijo al que inscribe como propio. Inscribiéndolo, lo inscribe en un sistema generacional. No solamente lo inscribe en su propia familia, sino que hace a la sociedad porque inscribe las cadenas generacionales. Desde el lado del psicoanálisis, pensamos cuáles serían las operaciones necesarias para instituir lo “vivo”. Decimos que estas operaciones están a cargo de la función materna y paterna, que inscriben a un hijo en lo deseante. No es solamente que un niño nace y se le da un nombre y se cumple con todas las formalidades que indica la ley sino que se lo inscribe en lo deseante familiar. Es decir que, al darle un nombre, le da un nombre que hace a la historia de esa familia. Entonces nosotros lo que decimos es lo siguiente: que la subjetivación se va dando por procesos de identificación, es decir que cada sujeto toma de su medio determinados rasgos que van a ser parte de lo propio. Eso es lo que, desde Abuelas, uno diría que es lo idéntico. Nosotros decimos que, justamente, poder pertenecer a una familia pero poder lograr dentro del seno de la familia lo propio, es la posibilidad de inscribirse. Entonces no es tanto la búsqueda de lo idéntico sino que, en el marco de una identidad, aceptar que cada sujeto nuevo es una subjetividad nueva y no quede aplastado por lo idéntico. Entonces es interesante cómo podemos jugar con este término de identidad, identificación y lo que vamos a particularizar como lo propio del sujeto. La filiación falsificada, que es lo que pasó con el terrorismo de Estado, produce estragos en la subjetividad y produce estragos también, especialmente, cuando el medio se empeña en sostener la mentira. Entonces me parece que no sólo es el niño apropiado, sino el medio y donde la convivencia con el apropiador deja marcas en la subjetividad. Cuando iniciaron su búsqueda las Abuelas, los chicos eran bebés y entonces la ilusión de las Abuelas era que si venía rápidamente a una familia, no había quedado marca de este momento traumático que un chico había padecido porque había sido robado. Con el correr de los años, y a partir del trabajo y de conversaciones que hicimos interáreas, pudimos ubicar que la apropiación deja marcas, pero qué ofrece Abuelas. Abuelas al ofrecer y persistir en la restitución de los nietos, abre la posibilidad de que esas marcas puedan ser interrogadas por el sujeto mismo; que él pueda preguntarse qué es esto para mí. Y eso va a ser un camino único, un camino propio pero en un marco social que favorezca la posibilidad del encuentro de cada nieto con su identidad y sabemos que, obviamente, sostenido desde la institución Abuelas de una manera muy fuerte que, justamente, nos llevó hace tres años a armar con Abuelas el Centro de Atención por el Derecho a la Identidad. Se trata de un centro de atención terapéutica para los nietos y los familiares que está abierto a la comunidad para hacer un tratamiento psicoanalítico, justamente para poder situar todo lo traumático, que en todo caso, para ese sujeto fue haber vivido durante todos esos años en esta situación de apropiación. Derecho a la Identidad / 55 Sra. Claudia Carlotto, Coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) * Muchas gracias por la posibilidad de comentar un poco la tarea de la Comisión. Creo que después de todo lo que escuchamos en esta Jornada hay un panorama bastante abierto, lleno de contradicciones, que arranca del horror, arranca de la dictadura, arranca del dolor, de la pérdida y va continuando durante muchos años con la tenacidad de las Abuelas, de los familiares, de los organismos de derechos humanos que trataron, creativamente y a partir del amor, de la esperanza y de la fe en la Justicia, de revertir y reparar en la medida de las posibilidades, todo lo que sea posible de ese marco de horror que se alargó demasiado tiempo. Creo que lo que estamos viendo es que ya pasaron tantos años y esto no está resuelto en muchos aspectos. Específicamente en lo que es el tema del derecho a la identidad de los niños apropiados por razones políticas, efectivamente, a pesar del enorme trabajo, hay mucho todavía por hacer. Pero lo que a mí me interesaba transmitirles a ustedes es lo que hoy en día es esta Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), vista ya como una política de Estado, cuáles son sus orígenes; por qué nace esta Comisión. Entonces, no es una casualidad que yo coordine esta Comisión. Son las Abuelas quienes, como parte de las Madres y de los organismos de derechos humanos, imponen durante la dictadura la lucha por la recuperación de sus seres queridos, de sus nietos quienes esperan que, cuando asume la democracia, sea el Estado democrático quien se haga cargo, como corresponde en cualquier sociedad, de hacer justicia y de buscar la verdad. Esperan las Abuelas y muchos de los familiares que sea la justicia democrática, que sea el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo, quienes se hagan cargo a partir de diciembre de 1983 de poner las cosas en su sitio, de hacer justicia, de castigar a los responsables y, obviamente, de restituir a todos los niños robados a sus legítimas familias. Como todos sabemos eso no sucedió. Abuelas, particularmente -y muy visionariamente a mi criterio- siempre respeta la elección democrática del pueblo argentino y se acerca a todas las autoridades, desde el primer momento, desde la presidencia de Alfonsín, a todas las autoridades democráticas a exigirles y también a ofrecerse a trabajar en conjunto para resolver el tema de los niños desaparecidos. Hay, durante el gobierno de Alfonsín, alguna comisión que se crea temporariamente; hay unos fiscales, entre los cuales estaba Ibarra, que recuperan algunos niños que habían sido dados en adopción, fundamentalmente a través de investigaciones judiciales, pero eso queda en la nada y siguen siendo las Abuelas y los familiares quienes siguen encabezando y llevando sobre sí el peso de la búsqueda y de la justicia para toda la sociedad, no sólo para ellas mismas. En ese marco se ve también con estupor la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y más tarde los Indultos. Aún así, en una etapa en que, recordemos, todavía los organismos de derechos humanos veían al Estado como enemigo porque el Estado no había hecho absolutamente nada por reparar el daño, por esclarecer; todo lo contrario, se había vivido una “primera primavera” y después todo era frustración. Las Abuelas siguen * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 56 / Derecho a la Identidad insistiendo en la exigencia en que en el Estado, en el Poder Ejecutivo, tenía que existir un lugar en el que se hicieran cargo de la búsqueda de los niños y que dispusiera de los recursos necesarios. La solicitud de las Abuelas, que en ese momento se hizo a todos los funcionarios, se le hizo en ese momento al Presidente Menem, de constituir una comisión para la búsqueda de los niños desaparecidos, tenía la condición de que fuera una comisión que realmente trabajara, y no una comisión honoraria de las tantas que en este país han existido que no han hecho más que ser utilizadas pública y propagandísticamente por los gobiernos de turno para mostrar que se está haciendo algo. Entonces la CONADI, que trabaja desde finales de noviembre del ’92 en un escritorio prestado, que recién se convierte en ley en el año 2000 y que hoy tiene una tarea cada vez más extensa y más grande y que se está convirtiendo en una política de Estado, fue conformada fundamentalmente por personas que ya trabajábamos en Abuelas. Por eso digo que no es casual que yo coordine esto, porque había un grupo de gente (como hay, pero digo en ese momento) que trabajábamos como familiares en la búsqueda de nuestros familiares y de todos los niños, y que ya sabíamos cuáles eran los grandes problemas que teníamos, dónde había que buscar la documentación, dónde estaban las causas, cómo eran las investigaciones, toda esta tarea que se había venido haciendo bajo la sugerencia de Abuelas, que siempre fueron muy creativas y visionarias, la llevamos adelante un grupo de familiares que somos los que conformamos originalmente la CONADI. Luego la CONADI ya se estableció más formalmente, hoy es una ley nacional, tiene representantes del Ministerio Público, de la defensa y de la fiscalía, también de las Abuelas y tiene una serie de atribuciones y posibilidades más interesantes. Yo digo siempre que nosotros hemos sido casi como “ocupas” del Estado. Fíjense que la política de Estado más antigua con respecto al derecho a la identidad ha sido una política totalmente fogoneada y totalmente insistida por una ONG, nunca por el Estado, hasta este gobierno donde se han empezado a intentar políticas más amplias en materia de derechos humanos realmente por primera vez. Entonces, hemos terminado siendo casi a veces una ONG dentro del Estado para conseguir que el Estado, que éramos nosotros mismos, nos diera las cosas… Fue muy complicado el tema de ser parte del Estado, hubo oposición de los organismos que nos empezaban a cuestionar, porque el Estado es clásicamente enemigo de los organismos de derechos humanos, que les cierra las puertas, que jurídicamente les cierra las puertas, que legislativamente les cierra las puertas con estas leyes perversas y que, desde el Ejecutivo cuanto mucho les tira un par de huesos y ahora arréglensela. Digamos que costó, pero no les salió tan bien ese intento de quedar bien con las Abuelas tirándoles un huesito. ¿Qué es lo que hemos hecho nosotros? Asumiéndonos que éramos Estado, a pesar de las malas miradas de nuestros compañeros de los organismos de derechos humanos, dijimos: el Estado somos todos y nosotros vamos a trabajar y a defender este espacio a muerte, sin negociar jamás nada y sin tampoco servir de propaganda política para el gobierno de turno, cosa que nunca ha sucedido. El perfil de esta Comisión siempre fue muy bajo porque es un perfil eminentemente técnico. ¿Por qué? En el Consejo Directivo de esta Comisión, que es donde se discuten las políticas a largo plazo que se llevan adelante, en general las políticas fijadas son las políticas de Abuelas de Plaza de Mayo, porque las Abuelas tienen una creatividad enorme y una enorme visión para prever, como en el caso de lo jurídico, cómo ir sorteando todo el tiempo los continuos obstáculos que esta estructura, hablemos del Poder Ejecutivo, burocrática, y que esta sociedad a la que tanto le ha costado reconocer situaciones como la Derecho a la Identidad / 57 apropiación de los chicos le ponía. Ni se podía hablar de la palabra apropiación y se hablaba de adopción, todo el mundo decía adopción y uno decía ¿por qué adopción, dónde está el Juez? Bueno, no digamos apropiación que es muy duro; ni hablar se podía. Las Abuelas fueron marcando esto: hay que trabajar con los gobiernos democráticos, hay que obligar a que los gobiernos hagan política de Estado y la famosa frase, cuando los niños empezaron a crecer: “si nosotros no los encontramos, ellos nos van a venir a buscar”. O sea, cómo, en qué lugar nosotros vamos a dejar garantizado que estos jóvenes que comiencen a interrogarse a partir de toda la difusión de la tarea de Abuelas y de la maduración de la sociedad sobre el tema, a qué lugar se van a referir. ¿A dónde van a ir? ¿A un juzgado? Ya vimos de qué se trata. ¿Abrir una causa contra quienes los criaron? ¿A un hospital a pedir un análisis de sangre? ¿Cómo podemos ayudar nosotros a resolver su tema a estos jóvenes? Y uno de los puntos fundamentales de la ley de la creación de la CONADI es la posibilidad de pedir las pericias del ADN sin intervención de una orden judicial. O sea que hoy en día, quien puede pedir al Banco Nacional de Datos Genéticos una pericia de ADN entre determinada persona y todos los familiares en el Banco que están depositados, hasta ahora es un Juez Federal o la Comisión. Esto significa que se pudo hacer una convocatoria mucho más amplia, garantizándoles a quienes se acercaran a la CONADI que iba a haber reserva de identidad, discreción, respeto por los tiempos y que esto no iba a transformarse en una cuestión penal, sino que primero que nada había que, en la medida de lo posible, tratar de reparar el daño y acompañar en este proceso de búsqueda de cualquier joven que se presentara, ir acompañándolo en etapas casi pactadas con él. Esto es lo importante. Nosotros en la CONADI trabajamos cuando un joven se acerca; se conversa y se pacta cuáles son los pasos que se van a dar, incluyendo cuándo se realizará el examen de ADN si es pertinente. Y hay algo que es importante y es que, en esta difusión grande que ha hecho Abuelas, creativamente, diciendo “entre todos te estamos buscando”, “acercate”, “música por la identidad”, “teatro por la identidad”, “rock por la identidad”, se acercan muchos jóvenes y realmente muchos no son hijos de personas desaparecidas pero también, tienen su identidad sustituida por otras razones o tienen dudas muy ciertas sobre su origen. Y nosotros atendemos a todos. Entonces el hecho de que no se vaya directamente al ADN, sino que se haga un proceso donde se determina cuándo y en qué circunstancias se hace el ADN y que no se haga vía judicial evita que, por ejemplo, casi 1900 jóvenes que se presentaron en la CONADI y que han abierto su legajo, su carpeta personal, y muchos han resuelto su origen (algunos eran hijos de desaparecidos, otros muchos más no), no hayan tenido que presentarse a la justicia a exigirle a un juez conocer su identidad. Porque además hay casos en los que nosotros hemos sido testigos de jóvenes que se presentan ante un juez con la pregunta “quiero saber quién soy” y el juez les dice “no, no, usted tiene que demandar, el problema acá no es quién es usted sino si acá se cometió un delito o no”. Entonces, jurídicamente tampoco hay ninguna posibilidad de resolución de su identidad si no es a través de una demanda penal contra alguien en particular y, generalmente, contra quienes los criaron, o sea, es exponer a estos jóvenes ante una situación extremadamente traumática. Lo único que hemos hecho nosotros en todos estos años es tratar de perfeccionar cómo, desde el Estado, se puede llegar de la mejor forma, de la forma menos traumática, de la forma más sencilla posible, a iniciar un camino y acompañar en un camino que terminará, si se trata de hijos de desaparecidos, sí en la justicia, porque la justicia siempre debe llegar, y encontrar con Abuelas y con los equipos que hemos ido formando, la forma de perfeccionar estos mecanismos. Siempre pensando en los derechos del joven que se acerca, y poniendo en un segundo plano, por pedido de las Abuelas -con total acuerdo de las Abuelas y de todos nosotros también- nuestros propios derechos como familiares. Entonces, todo el tiempo que requiere un joven para tomar una decisión, lo acompañamos, y ahora en los últimos casos en los que ha habido conflictos 58 / Derecho a la Identidad para que en causas judiciales los jóvenes acepten sacarse su muestra de ADN, por fuerza de la realidad, por ver que hacía falta, hemos creado un equipo interdisciplinario auxiliar de la justicia. ¿Por qué? Por la falta de humanidad, hemos visto cosas horribles como una notificación, chicos que iban a presentarse a un juzgado con un papel pensando que iban a pagar una multa de un auto y los atajaba un Secretario para decirle “no, no, lo que pasa es que acá dice que vos sos hijo de desaparecidos”, o sea, situaciones y manejos pésimos. A partir de eso este equipo asiste a la justicia para situaciones en las que los jueces (algunos que no creen ser dioses) consideren que pueden ser auxiliados por profesionales del Derecho, de la Psicología y de Trabajo Social para, al menos, que si ese joven decide no hacer su examen de ADN tenga todos los elementos, tenga toda la verdad, no sea una brutalidad, sino que haya un proceso de acompañamiento para que él pueda tomar una decisión respetuosa de sí mismo. En general, ha sido exitoso, y con tiempo y paciencia, con mucha información, con verdad y con respeto, la mayor parte de estos jóvenes que se negaban terminantemente han accedido con una tarea, a veces, de más de un año o un año y medio de tiempo. En fin, es un equipo que se forma dentro de la CONADI, que nunca estuvo previsto, pero que se fue formando a partir de las necesidades que la realidad impone. Y, en realidad, esto es lo que a mí me gustaría rescatar. Una política de Estado que surge de las reales necesidades de una sociedad, que es empujada obviamente por líderes como son las Abuelas, y que nosotros aspiramos, las Abuelas aspiran y todos aspiramos, a que se convierta en una política de Estado permanente, que no haya que estar lidiando con cada funcionario político. No puede ser esto, que uno tenga que pulsear perpetuamente con el funcionario político de turno porque las políticas de Estado en este país nunca están garantizadas. Y si nosotros en el tema de identidad queremos que, realmente, algún día, esta Comisión termine su trabajo y se recuperen todos, toda la identidad de los jóvenes, que también sirva para poder prevenir situaciones y para poder mostrarle a la sociedad toda esta experiencia de trabajo con tantos jóvenes y de dura tarea, para que se pueda comprender cabalmente que algo que hace 20 años atrás era una pavada, porque te decían “bueno, qué problema hay che, por qué no se dejan de joder con esta historia y dejan a esos pibes donde están”. A mí me lo dijo una Secretaria de Derechos Humanos: “Claudia, por qué no se dejan de joder, si los chicos están bien”, y era una funcionaria política. Hoy en día es cada vez menos frecuente que te digan esas barbaridades, pero el sufrimiento que ha vivido esta sociedad en muchas cosas, pero especialmente en la apropiación de niños, es algo terrible. Porque una cosa es la desaparición de un familiar que no era esperada, ni nada por el estilo, pero el arrebato de un bebé que nunca pudimos conocer, al que esperábamos toda una familia que, además, seguramente hoy tiene hijos, con lo cual además de arrebatarnos un sobrino nos arrebatan sobrinos nietos, a las Abuelas les arrebatan bisnietos, y uno siente que se va a ir extendiendo en el tiempo la apropiación y el arrebato. Más allá de eso, una política de Estado permanente tiene que servir para que se comprenda qué grave es cualquier violación a los derechos humanos y, particularmente, la violación al derecho a la identidad y que nunca más se minimice. Derecho a la Identidad / 59 Srta. Victoria Analía Donda Pérez, Hija de desaparecidos * Yo conozco mi nombre desde el 8 de octubre del año 2004 cuando en el Juzgado N° 3, en Comodoro Py, un Juez me dijo que era hija de desaparecidos, que mi mamá se llamaba Mariela Pérez y mi papá José María Donda, y que mi mamá cuando me tuvo en la ESMA, me puso Victoria. A mí me pareció muy interesante la invitación a esta Jornada porque nos da la posibilidad de reflexionar, entre otras cosas, sobre qué nos dejó como sociedad, qué nos dejó como enseñanza esto que sucedió hace unos cuantos años atrás, que es la apropiación de menores durante la dictadura militar. ¿Qué nos dejó como enseñanza? Cuando se acercó el equipo de investigación de Abuelas de Plaza de Mayo hasta mí, yo hasta último momento no tenía dudas sobre mi identidad. Sí militaba en una organización ligada de alguna forma a Abuelas, porque reivindicábamos su lucha y a Abuelas, a Madres. O sea, sí sabía lo que había pasado durante la dictadura, tengo un compromiso social desde hace bastante tiempo y entonces lo que me vinieron a decir para mí no era nuevo. Pero a pesar de mi compromiso y de haber conocido la realidad del país -no era que pensaba que no había pasado nada ni vivía en una burbuja- me costó un montón de tiempo decidirme a someterme al análisis de ADN. Y con el tiempo fui pensando por qué me había costado tanto tiempo poder decidirme a hacer el ADN y conocer mi verdadera identidad. Me parece que tiene que ver con un montón de cosas y, entre ellas, qué es lo que nos enseñó la dictadura apropiando menores. Una parte de la sociedad nos quiso mostrar que los menores éramos objetos; objetos que les generaba determinado placer a ciertas personas, a los mayores, a los adultos. Los menores eran objetos, por eso eran “menores”, aparte le generaban placer a los adultos. Entonces se podía avanzar sobre sus derechos porque no los tenían. Uno de esos derechos era el derecho a la identidad y no solamente el derecho individual, sino que es el derecho como sociedad. Para mí la identidad va más allá de lo que uno conoce de uno mismo, sino que también tiene que ver con el derecho de una sociedad de conocer a sus sujetos, cómo los nombrás. No es lo mismo que hoy me llame Victoria a que ayer me haya llamado de otra forma, porque no se me menciona de la misma forma. Entonces tenía que ver con eso. Se avanzaba sobre el derecho del niño o niña para generar determinado placer. Y eso nos quedó tan adentro como pueblo, que cuando me dijeron que había posibilidades de que yo sea hija de desaparecidos hubo un montón de gente, inclusive hoy hay un montón de gente que me decía “bueno, pero esta gente te crió, te quiere, te cuidó durante tanto tiempo, cómo vas a ser tan ingrata”. Hasta con buena intención está presente la idea de que como “te criaron y te alimentaron, y hoy sos lo que sos también gracias a ellos, entonces por qué decidís mandarlos a la cárcel”, porque vos decidís hacerte el ADN y, en realidad, no es que lo hacés directamente pero aporta una prueba de ese delito cometido. Y nos quedó tan adentro esta enseñanza, que hoy somos testigos como sociedad - y ya no estamos viviendo, por suerte, el terrorismo de Estado - de cómo a niños y niñas también les cambian la filiación, esta vez por plata, por chapa o por cualquier otra cosa, y como * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 60 / Derecho a la Identidad sociedad seguimos sin resolver esos casos, teniendo el Estado la posibilidad concreta de hacerlo. Y en muchos casos con las mismas excusas cuando uno quiere resolver ese delito que se está cometiendo. No es algo que pasó treinta años atrás o veintisiete años atrás, y que no pasa más. Sigue pasando. Hoy sigue pasando que, no muy lejos de acá, en Lugano, hay un montón de chicos que no son argentinos porque no nacieron en este país, pero lo son porque son ciudadanos, están habitando en este territorio, pero no tienen documento de identidad. Hay un montón de chicos que tienen documento de identidad pero los datos de ese documento, los datos de esa partida de nacimiento, tienen que ser rectificados porque están equivocados. Y eso también conforma la identidad de esos chicos. No voy a hablar de la Justicia porque ya se hizo en esta mesa, pero hay otro poder del Estado, que es el Poder Legislativo, que tampoco está haciendo nada con este tema. Si bien las Abuelas han encontrado esta forma novedosa y este avance de poder realizar el ADN a través de otros elementos que no sea el análisis sanguíneo y, desde mi experiencia, nos hace falta como pueblo, como sociedad, dentro del Poder Legislativo que se dé un debate sobre la necesidad de que el ADN sea sanguíneo, sea compulsivo y que sea por ley. Y explico por qué: si bien está este derecho individual al que aludía la defensa de muchos culpables de apropiación - esto de no avanzar sobre la persona, intervenir sobre su cuerpo y un montón de otras cosas-, la realidad es que también, si nosotros tenemos en cuenta que aparte del derecho de las víctimas, de la familia que es víctima, que los estaba buscando, hay un derecho de la sociedad de poder conocer quiénes son los sujetos que la integran. Entonces tenemos que sopesar cuál de esos dos derechos y qué bien jurídico, nosotros, como sociedad, vamos a poner en la balanza. Por un lado está el derecho de los individuos de poder aludir a un montón de excusas para defenderlos, pueden aludir a un montón de principios, de argumentos. Pero por otro lado está el derecho colectivo, de todo el pueblo. Y uno, en algún momento, tiene que elegir de qué lado está, cuál de los dos derechos es el que va a proteger. Hasta que todos esos chicos que nacieron durante la dictadura del Estado no conozcan su identidad, hasta que haya más de 400 jóvenes apropiados que no conozcan su identidad, nosotros como sociedad no vamos a conocer la identidad de ellos. Entonces me parece que ese es un debate también que hay que dar. Nosotros, los niños que fuimos apropiados, que ya fuimos víctimas de un delito, cargamos la mochila de tener que decidir sobre hacernos o no el ADN, o de tener que decidir no agarrar el cepillo de dientes cuando viene la policía y pasárselo al perro antes de entregárselo. Sería bueno que nos saquen esa mochila, esa responsabilidad de tener que decidir, porque en lo que a mi respecta siento cierta culpa. Y bueno, es una culpa que me parece que nadie más la tiene que sentir. Es importante que a quienes ya fuimos víctimas de un delito no nos pongan la mochila de tener que decidir también nosotros que cese ese delito, porque nosotros no decidimos ser víctimas, nos pusieron en esa situación. Por eso, si bien es un momento muy complicado, me parece que lo que es bueno es que aquellos jóvenes que se encuentran ante la disyuntiva de tener esta situación que debe ser una de las más feas, por lo menos para mí fue la más fea que me ha tocado vivir, podamos entender que cuando uno conoce la verdad es cuando uno puede elegir. Yo elegí llamarme Victoria, o que me digan Victoria, a partir del 8 de octubre del 2004 porque elegí y pude conocer la verdad. Algunos otros chicos o jóvenes elegirán otra cosa. Pero uno puede elegir cuando conoce la verdad y cuando no conocés la verdad, no podés elegir. Y como sociedad, creo que tenemos que ser responsables de que todos los que estamos viviendo en este país podamos ser libres de poder elegir. Y cuando digo todos, digo todos. No solamente quienes fuimos apropiados durante la dictadura, sino los niños, jóvenes, adolescentes que hoy tienen vedado su derecho a la identidad. Y no son sólo jóvenes, niños, adolescentes, hay un montón de adultos, hay como 3000 personas en La Matanza que no Derecho a la Identidad / 61 tienen DNI, y esto también tiene que ver con el derecho a la identidad, esto tiene que ver con la seguridad jurídica. Es gente que no puede ir a un hospital a atenderse porque, aunque la ley diga que los tienen que atender sin documento, la realidad es que no los atienden y no les dan los medicamentos que necesitan y eso también es derecho a la identidad. Creo que se puede trabajar por el derecho a la identidad por el trabajo que hicieron las Abuelas de Plaza de Mayo que nos abrieron un camino. Creo que como sociedad la deuda que tenemos es seguir abriendo ese camino, profundizar en el derecho a la identidad. 62 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 63 DERECHO A LA CONVIVENCIA FAMILIAR Y COMUNITARIA. ADOPCIÓN. PROPUESTAS LEGISLATIVAS 64 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 65 Dr. Remo Carlotto, Diputado Nacional * Adopción. Propuestas Legislativas: Derecho a la convivencia familiar y comunitaria La sanción de la Ley N° 26.061 constituye un paso trascendental en el reconocimiento de los niños como sujetos de derecho. Es uno de los pasos que el Estado dio en la adecuación de la normativa interna a los instrumentos sobre derechos humanos específicos de la infancia. El Estado Argentino ratificó la Convención sobre los Derechos el Niño, y al incorporarla al artículo 75 inciso 22 de la Constitución le dio la jerarquía constitucional como a otros pactos internacionales sobre derechos humanos. Y este paso tiene que ser visto, al igual que una reforma a la ley de adopción, como una transformación de la relación del Estado con la infancia. La Convención sobre los Derechos del Niño, además de los artículos específicos sobre el instituto de adopción, establece una serie de principios que deben delinear las políticas públicas tendientes a hacer efectivos los derechos de la infancia y que, en sintonía con estos principios, se deben entender y aplicar los derechos que reconoce en forma particular. En primer lugar, la Convención se presenta como un instrumento inclusivo de toda la infancia. Esto es, la Convención viene a superar la histórica división de infancia pobre (sin familia o con familia que no puede cumplir con sus obligaciones) e infancia con familia capaz de cumplir con la crianza de sus hijos. Así, las leyes anteriores a la Convención se dividían en aquellas que regulaban los derechos de los niños, niñas y adolescentes de las familias más pobres (a través de las leyes tutelares o de patronato y las leyes de adopción) y las leyes que regulaban los derechos de la infancia cuyas familias podían cumplir con el mandato social (a través de las leyes civiles, principalmente el Código Civil). Cuando la Convención establece esta inclusión de estas dos infancias, históricamente divididas, en un solo cuerpo legal, está cumpliendo con uno de los principios de derechos humanos: la universalidad. Otro de los mandatos fundamentales de la Convención es el principio rector del interés superior del niño (art. 3), el cual establece que todas las medidas concernientes a los niños que deben tomar las instituciones públicas o privadas, administrativas, judiciales o legislativas deben tener en consideración primordial el interés superior del niño. Y este interés debe ser entendido, en la lógica de la protección integral, no sólo como la máxima satisfacción de todos sus derechos, sino como una garantía del niño frente al Estado, que se desdobla en la obligación del Estado en hacer efectivos todos sus derechos, y un límite al Estado en su discrecionalidad al decidir en los asuntos que afecten los derechos de un niño. Esta garantía significa asegurar los principios de los derechos humanos, de igualdad y no discriminación, que conlleva la obligación del Estado de realizar las acciones positivas para asegurar esta equidad. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 66 / Derecho a la Identidad La Convención también reconoce el derecho del niño a ser oído (art. 12) en todos los asuntos en que sus derechos se vieran comprometidos. Este derecho es uno de los fundamentales reconocimientos que hace la Convención a la subjetividad de la persona humana menor de edad. Sistemáticamente se repite que el niño es sujeto de derecho, pero ello debe ser valorado como la principal forma de reconocer esta subjetividad y autonomía, en forma conjunta con el respeto al ejercicio pleno de sus derechos, el respeto a la dignidad del ser humano, y a la necesidad de propiciar su desarrollo y sus potencialidades. Por otro lado, la Convención pone en cabeza de la familia, la comunidad y el Estado, la efectivización de los derechos de los niños. Es una responsabilidad y una obligación compartida, en algunos casos prima el rol de la familia, subsidiariamente la responsabilidad de la comunidad, y siempre presente el Estado como garante de estos derechos y con el deber de ayudar a las familias y a la comunidad para que puedan cumplir con sus obligaciones. En este sentido, es necesario recordar que en el Preámbulo de la Convención se reconoce que: “… la familia, como grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros, y en particular de los niños, debe recibir la protección y asistencia necesarias para poder asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad.” Estos principios son rectores para la interpretación y aplicación de todos los derechos reconocidos por la Convención a las personas menores de edad. Luego, entonces, se puede entender el instituto de la adopción delineado en los artículos 20 y 21 de la Convención, que debiera significar: - que todos los niños, no importa su condición social o económica, tienen derecho a vivir con su familia; - que el Estado debe articular los medios para que las familias puedan cumplir con sus deberes para con sus hijos; - que la adopción se debe dar, subsidiariamente y/o en casos excepcionales, ante la falta real de una familia, y ante un proceso legal que salvaguarde los derechos del niño. En nuestro país, la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, Ley N° 26.061, sancionada en octubre de 2005, viene a cumplimentar con la adecuación pendiente que tenía el Estado con este pacto de derechos humanos para la infancia. En forma específica, en el art. 3° de la ley se establece el interés superior del niño como la máxima satisfacción integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en la ley, en la que se deberá respetar: la condición que tiene el niño como sujeto de derechos; el derecho a ser oído; el respeto a que se desarrolle en su medio familiar, social y cultural; y, entre otras cosas, el centro de vida, que debe entenderse como el lugar donde el niño hubiese transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia. Y establece que este principio de interés superior, en base a estas pautas, debe regir para los supuestos de adopción. Se debe entender entonces que la conjunción de estos principios debe impactar en nuestro actual instituto de adopción. Este instituto, que históricamente supuso más una forma de política pública subsidiaria para las familias pobres que no podían criar a sus hijos, ante la ausencia del Estado a través de políticas sociales efectivas, debe ser reformulado en un instituto garante y respetuoso de los derechos humanos del niño. En forma específica, en el instituto de adopción hay dos derechos del niño en juego, que son fundamentales: el derecho a la identidad y el derecho a vivir en un ambiente familiar. Derecho a la Identidad / 67 El niño, titular de derechos, es titular de su derecho a la identidad como aquel que confirma su subjetividad. Y por considerárselo un derecho de capital importancia, la Convención utiliza una palabra clave que es “preservar”, palabra que supone tanto una prohibición del Estado a realizar injerencias ilícitas, como una obligación de conservar todo aquello que hace a su identidad: su nacionalidad, su nombre y sus relaciones familiares; y que ello puede representarse a través de documentos, registro de nacimientos y todos aquellos otros detalles, señas, circunstancias o singularidades de sus primeros años, que difícilmente pueda recordar con posterioridad. Así, el derecho a la identidad del niño es aquel que lo diferenciará de los otros, que lo hace único, singular, para el ejercicio de todos sus otros derechos. La Ley N° 26.061 profundiza, o se explaya, en este derecho al establecer que el Estado debe facilitar y colaborar con la búsqueda, localización u obtención de información de los padres y/u otros familiares facilitando el encuentro familiar. También especifica que el niño tiene el derecho a conocer a sus padres biológicos, a crecer y desarrollarse con su familia de origen y que, sólo en el caso que fuera imposible y en forma excepcional, podrá vivir con un grupo familiar alternativo o tener una familia adoptiva (art. 11). La Ley N° 26.061 también centra a la familia en sus objetivos, a través de la delineación de políticas públicas que fortalezcan el rol de la familia (art. 4 y 7), respetando la vida privada y la intimidad familiar (art. 10), y estableciendo medidas de protección que favorezcan las condiciones para que el niño se desarrolle en su familia (art. 37). Estas son las premisas que obligan al Estado a crear mecanismos que sirvan para la satisfacción de los derechos de la infancia, en especial de aquellos a los que el niño se ve privado de su ejercicio. En el caso de la adopción, debe entenderse este instituto como el mecanismo eficaz para satisfacer el derecho al cuidado en el seno de una familia, sólo cuando su familia de origen o familia ampliada no lo pueda efectivizar. Si se comprendió entonces que los mecanismos del Estado tienen que ser mecanismos de efectivización de derechos, de respeto absoluto de todos los otros derechos de los niños, de limitación del Estado en su injerencia indebida, entonces la forma en que se implementará el instituto de la adopción deberá ser algo sencillo, en donde se solucionarán varias situaciones ahora existentes, contrarias a lo señalado. En primer lugar, la situación que la satisfacción de un derecho vulnerado no importe la vulneración o menoscabo de sus otros derechos. La historia argentina ha demostrado la vulneración del derecho a la identidad de la infancia a través del persistente instituto de adopción que quiebra los vínculos de sangre cuando existen las familias y a través del robo de niños en la última dictadura militar. La lógica, en ambos supuestos, es la negación del derecho a un niño a vivir con su familia que es considerada no apta, por condiciones económicas en un caso y políticas en otro, para criar a esta persona menor de edad. En este sentido, lo que prevalece es la idea de que un niño puede ser “sacado” de una familia y “puesto” en otra y, más allá de la conducta claramente ilícita que supone uno de los supuestos, se demuestra una clara vulneración al derecho a la identidad de estas personas menores de edad y un desprecio a los derechos a la vida privada y familiar. Para ello, en un caso se realizaron conductas ilícitas para llegar a este cometido, en el otro caso, se estableció una ley de adopción que no garantiza la salvaguarda de los derechos humanos de los adoptados. 68 / Derecho a la Identidad En la actualidad, se ha presentado un proyecto de ley de adopción firmado por diputados de distintos bloques, en el cual, en su diseño se han tenido en cuenta los principios antes mencionados que se pueden describir a través de estas premisas: 1) el Estado tiene la obligación de ejecutar políticas públicas inclusivas para toda la infancia, en donde se garantice el derecho de cada niño a vivir con su familia. Ello ya ha comenzado a desarrollarse, reconociendo el avance con la sanción e implementación de la ley N° 26.061, y con la ejecución de políticas públicas universales para toda la infancia; 2) cuando un niño no puede ser criado dentro de su ambiente familiar, el derecho afectado es su derecho a convivir en un medio familiar, y no su derecho a la identidad. Entonces, el derecho que debe ser restablecido es el primero, no debiendo interferir en el ejercicio del derecho a la identidad. De esta premisa se desprende que en una ley de adopción: - se deben preservar los vínculos de sangre siempre que ésta exista, como forma de preservar y asegurar su derecho a la identidad, - se debe prohibir otorgar una adopción plena (rompimiento ficticio del vínculo con su familia de origen) cuando esta exista. 3) la obligación de “escuchar la opinión del niño en el proceso de su adopción”, debiendo el Estado garantizar al niño las condiciones para formar su propio juicio; 4) el establecimiento de un proceso claro y riguroso en el cual, en primer término, se respeten los derechos de los adoptados antes que los intereses de los adoptantes, se salvaguarden el resto de los derechos del niño, en especial el de su identidad, y se aplique el principio rector del interés superior del niño para el desarrollo del proceso. Una reforma a la ley de adopción debe considerarse a la luz de la transformación del Estado en relación con sus ciudadanos menores de edad. El Estado debe ser el garante de los derechos humanos de los niños, y todas sus acciones deben estar motivadas sólo por el interés de proteger sus derechos. Derecho a la Identidad / 69 Dra. Marisa Herrera, Abogada * La idea era traer acá para que pensemos juntos qué es este tema del derecho a la identidad del adoptado. Básicamente, cuál es el rol del adoptado en su proceso de adopción. En realidad quería empezar esta charla con algunas ideas y, en este sentido comienzo con una historia muy breve de Pérez Esquivel. “Estando la madre en la cárcel, su pequeña hija le hace un dibujo con unos pájaros y se lo lleva. Cuando entra a la prisión el guardia, toma el dibujo y al ver los pájaros dice: “los pájaros están prohibidos porque marcan la libertad” y rompe el dibujo. La niña, desconsolada, visita a su madre. La siguiente vez lleva el dibujo de un árbol y el guardia lo mira y dice: “bueno, los árboles no están prohibidos, podés pasar”. Cuando la niña le entrega el dibujo del árbol a su madre, la madre dice: “¡qué hermoso árbol! ¿y estos pequeños frutitos que están aquí detrás?” La hija responde: “shhhh, no hables fuerte, ¿no vez que son los ojos de los pájaros que están ocultos en el follaje del árbol?”. La idea es ver que estuvo siempre detrás de la adopción enfrentar el silencio, quien estaba solapado y que hoy en día con la llamada “doctrina de la protección integral” es considerado la voz principal. Ahora, ¿cuál es la incidencia, cuál es la importancia de que el adoptado sea la voz principal en la adopción y, básicamente, cruzado con el derecho a la identidad? Para responder este interrogante hay dos cuestiones previas que me gustaría que pensáramos juntos. Una: si hay un derecho a ser padre, por lo tanto, si el Estado está obligado a dar hijos. Si es así, perfectamente se podría ponderar en una ley que diga que aquellos que tengamos más de dos hijos deberíamos cederlos para que sean redistribuidos a los que no han podido tener hijos. Seguramente una ley de este tipo no sería viable. Por lo tanto, no habría un “derecho” a ser padre. Sí hay un derecho a que todo chico viva en un ambiente familiar, que es muy diferente. Por otra parte, el derecho a la identidad tiene que ver, o se emparenta, con el derecho a vivir y/o permanecer con la familia de origen. Es decir, lo ideal es que la identidad biológica coincida con la identidad jurídica. Con otras palabras, lo ideal es que la identidad estática coincida con la identidad dinámica que involucra el desarrollo que uno debe transcurrir para ese “ser uno mismo” con el cual la doctrina sintetiza qué se entiende por derecho a la identidad. Sin embargo, a veces esto no es posible y es ahí donde aparece la figura de la adopción. En fin, el objetivo en este espacio consiste en indagar sobre este entrecruzamiento entre derecho a la identidad y derecho a vivir con la familia de origen y en su defecto, en otro núcleo familiar. Es decir, la interacción entre derecho a la identidad, el llamado “principio de la autonomía de niños, niñas y adolescentes” como un principio de peso que trae la Convención sobre los Derechos del Niño y que la Ley N° 26.061 viene a consolidar. O en otros términos, cómo esta mayor autonomía de los chicos impacta o incide en la defensa propia, por ellos mismos, de su derecho a la identidad en el marco de la adopción. * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 70 / Derecho a la Identidad De conformidad con ello, los límites de la presente disertación estarán signados por lo siguientes ejes temáticos: a) la escucha del adoptado en su proceso de adopción, b) el consentimiento -que no es lo mismo que la escucha-, c) el ser parte en el proceso de adopción y d) el reiterado derecho a conocer los orígenes que tanto desarrolló, y en buena hora, ha tenido en el derecho argentino. Para tal fin partimos de un lugar obligado, de arriba para abajo, o sea desde la normativa suprema como es la Constitución, la Convención sobre los Derechos del Niño y demás instrumentos internacionales de los derechos humanos incorporados al primero. Miremos el artículo 21 de la Convención que nos dice que: “Los Estados parte que reconocen o permiten el sistema de adopción cuidarán de que el interés superior del niño sea la consideración primordial”. Esto ya está más trillado, algo obvio. Pero sigue diciendo “velarán porque las personas interesadas hayan dado con conocimiento de causa –acá está la idea de consentimiento informado- su consentimiento en la adopción sobre la base del asesoramiento que pueda ser necesario”. O sea, todo interesado, ergo el adoptado es el principal interesado. Habla de un consentimiento, habla de una información, habla de un asesoramiento. Sobre este punto, varios códigos de la niñez y la adolescencia o leyes especializadas, sancionadas en la mayoría de los países de la región latinoamericana, se refieren a la constatación por parte del Juez de que el niño o el adolescente hayan estado debidamente asesorados e informados sobre las consecuencias de la adopción. Vayamos a este primer punto referido a la escucha. A esta inmediatez o relación personal Juez-Pretenso adoptado. Al respecto, cabe la siguiente aclaración previa. Tal como está regulada actualmente la adopción por la Ley N° 24.779 sancionada en 1997, la adopción es alcanzada a través de un doble proceso judicial: el de guarda para adopción y el proceso de adopción propiamente dicho. La cuestión reside en dilucidar qué tipo de papel se le da al pretenso adoptado en cada uno de ellos. Técnicamente se debiera hablar de “pretenso adoptado” ya que un niño es adoptado cuando se dicta la respectiva sentencia de adopción, antes habría que referirse al pretenso adoptado. El artículo 317 del Código Civil se refiere al primer proceso, al juicio de guarda, y nos dice que el Juez (bajo pena de nulidad) deberá tomar conocimiento personal del adoptando. O sea que uno diría que en esta dualidad sobre si la escucha es una obligación o una facultad, que se trata de una verdadera obligación para el Juez ya que de lo contrario, es pasible de la nulidad. Ahora pasemos al proceso de adopción propiamente dicho. El artículo 321 del Código Civil nos dice que “el Juez o tribunal de acuerdo a la edad del menor o a su situación personal oirá personalmente, si lo juzga conveniente, al adoptado conforme al derecho que lo asiste y a cualquier otra persona que estime conveniente en beneficio del menor”. Ergo, en el proceso de adopción - tan importante como el primero porque ambos, de manera conjunta, conducen a la adopción- dice “cuando el Juez lo estime conveniente”. No sólo no debemos perder de vista el valor educativo de las leyes sino, primordialmente tampoco, que detrás de estas cuestiones descansa el mencionado derecho a la identidad, al respeto por este derecho humano, el cual se encontraría cumplido si el adoptado es protagonista de su propio proceso adoptivo. ¿Cuál sería el piso mínimo de ese “protagonismo”? La relación directa con el juez, la escucha. Por lo tanto, debería ser obligatorio que el juez tome conocimiento del pretenso adoptado, tanto en la primera parte de este camino a la adopción, como así en la segunda etapa. Esta idea a favor de la obligatoriedad por sobre lo facultativo se ve reforzada con el artículo 27 de la Ley N° 26.061 que habla del derecho a ser oído en cualquier procedimiento judicial o administrativo que los afecte -¿qué proceso los afecta más que su propia adopción?- a ser oído ante la autoridad competente cada vez que así lo solicite la niña, Derecho a la Identidad / 71 niño o adolescente, a que su opinión sea tomada primordialmente en cuenta al momento de arribar a una decisión que lo afecte. ¿Qué podemos rescatar de la legislación actual -la mencionada Ley N° 24.779 que reformó de manera radical el régimen jurídico adoptivo en el año ’97- en referencia al rol del adoptado? La no fijación de edad para dicha escucha. Esto es correcto, en total consonancia con el art. 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño. Esto de no fijar una edad determinada me parece importante. La escucha debería estar siempre ya que esta acción no es sinónimo de lenguaje verbal sino que hay distintas formas en que los chicos pueden expresarse, siendo lo gestual, el lenguaje no verbal una forma de comunicación. Ahora vamos a un tema más complejo: el consentimiento. Consentir es un acto jurídico, una manifestación de voluntad expresa por la cual una persona dice: “yo, adoptado, consiento mi adopción”. Para esto el tema de la autonomía, la capacidad, la madurez a la cual se refiere el mencionado art. 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño tiene su peso. No es lo mismo un bebé de dos meses que si nos referimos a la adopción de un chico que tiene siete años. Para poder prestar el consentimiento, exteriorizar esta voluntad, se necesita cierta madurez. En primer término, nuestra ley nada habla sobre el tema de consentir la adopción por parte del propio adoptado. Entonces el interrogante en este marco normativo actual, signado por la Convención sobre los Derechos del Niño y consolidado tras la sanción de la Ley N° 26.061, es sobre la viabilidad de una futura reforma legislativa que prevea en forma expresa el consentimiento del adoptado. La mayoría de las legislaciones comparadas la admiten; receptan el consentimiento. La diferencia pasa por la edad en que el consentimiento queda habilitado. ¿Pero hay que fijar una edad? Yo entiendo que habría que fijar una edad porque ello hace a la seguridad jurídica. Hace que el Juez esté obligado a partir de cierta edad a que el adoptado consienta su adopción. A la luz del derecho comparado latinoamericano, la edad más baja es la que recepta el Código de Familia de Cuba del ’75, que la establece a los siete años; pero hay varias legislaciones que la fijan a los diez, doce, trece o catorce años de edad. Me parece que deberíamos pensar en que una futura reforma legislativa recepte de manera expresa el consentimiento del adoptado, que podríamos fijarla en diez, doce o catorce años, de conformidad con los aportes provenientes de otras disciplinas que nos hablan del desarrollo infantil, a qué edad y madurez una persona puede hacerse cargo de esto de consentir su adopción. Ahora el tema es si receptar una edad fija, rígida. ¿Pero por qué no pensar en edades flexibles? Si yo solicito consentir, aunque tenga siete años, ¿la ley no podría presumir mi interés –capacidad y madurez- para intervenir de manera activa en mi propia adopción? A lo mejor se podría receptar una edad al solo efecto de que desde allí sea obligatorio recabar el consentimiento, pero ello no sería óbice para facultar al Juez a solicitar al pretenso adoptado o hacer lugar a la solicitud que provenga de él a una edad más baja de la fijada. El tema más álgido que se presenta en la actualidad se refiere al ser parte. Parte es, en el ámbito jurídico -más precisamente en el ámbito procesal-, una de las figuras de protagonismo más fuerte que existe. Ser parte implica derechos y obligaciones. ¿Qué pasa si se es parte y no se presenta? Seguramente este problema no se presenta en el campo de la adopción, pero sí si nos referimos a otras cuestiones que involucran a los chicos como tema de tenencia, derecho de comunicación, etc. En el tema de ser parte también me parece que es bueno hacer esta distinción entre la obligación de ser parte y la posibilidad de solicitar ser parte y que el pretenso adoptado sea tenido como tal. 72 / Derecho a la Identidad Otro de los temas que también se plantea y que hay que tener cuidado al responder es si el consentir –sea o no actuándose en el carácter de parte desde el punto de vista procesal- constituye un derecho personalísimo. Seguramente, de primeras, decimos que sí. Es lo que nos sale sin pensarlo mucho. Hay que tener cierta prudencia con este tema porque si el consentir sería un derecho personalísimo y se considera que por este hecho sólo el propio interesado puede expresar tal manifestación de voluntad, la adopción quedaría reservada sólo para aquellas personas capaces –maduras- de exteriorizar dicha voluntad y no quedaría a disposición de bebés o niños pequeños de dos, tres, cuatro años. Entonces, sí es un derecho personalísimo pero que a veces y en circunstancias excepcionales, puede ser suplido por un tercero, en estos casos, por el Juez. Sobre esta cuestión del protagonismo del pretenso adoptado, me parece oportuno traer a colación un interesante precedente jurisprudencial. La historia es larga pero la podemos sintetizar del siguiente modo. Una chica adolescente tiene su hijo en Posadas, Formosa. La madre de ella, o sea la abuela, le dice al padre a la semana “la beba nació muerta”. Él va al hospital y se entera que en tal día nació una beba, de 3 kilos y pico, que en tal día había sido dada de alta y que había sido inscripta bajo el nombre tal. El padre va al Registro Civil a pretender reconocerla, reconocimiento que en el Derecho Argentino no depende de otra voluntad como la materna, o sea, no tiene una limitación de ese tipo, siendo necesaria la sola manifestación de voluntad emitida por el propio reconociente. O sea, no se necesita de la voluntad de la madre para que sea válido el reconocimiento. Sin embargo, el Registro Civil no le tomó el reconocimiento. Por otra parte, el padre sabía que esta chiquita había sido entregada por la madre a un matrimonio que vive en Esquel y, por ende, a él le urgía presentarse el expediente reclamando a su hija. ¿Pero cómo se iba a presentar al expediente de guarda si él no tenía todavía el título que probara el vínculo padre e hija? Ante la negativa del Registro Civil, el padre tenía varias posibilidades: hacer un amparo ante esta negativa del Registro Civil de tomarle el reconocimiento; ir a sede judicial para controvertir dicha negativa o ir a un escribano y hacer allí el reconocimiento por el cual este último queda obligado a inscribir dentro de los diez días el reconocimiento. El padre estuvo mal asesorado y eligió la peor vía: una acción judicial que duró dos años y medio. En el ínterin ¿con quién estaba la niña? Con el matrimonio guardador. Este caso ahora está en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. ¿Por qué? Porque el Tribunal Supremo de Chubut, ante esta pelea de años (esta chiquita ahora tiene ocho años) entre el padre que la reclama y esta familia guardadora que pretende adoptarla resolvió que “Cuando la niña tenga entre 13 y 14 en la primera instancia deberá escuchársela a efectos de determinar si resulta conveniente efectuar algún cambio. Por supuesto, en su oportunidad se definirá la situación no sólo teniendo en cuenta su opinión, sino que se considerarán los restantes elementos de prueba que el Juez de primera instancia considere necesarios”. O sea que la chica cuando llegue a los trece o catorce años va a elegir qué va a querer hacer de su vida: si quedarse y ser adoptada por la familia con la que convive desde que tiene días o irse con su padre. Esta situación, este derecho a elegir mi propia identidad nos obliga a preguntarnos ¿a quién le damos este derecho, hasta dónde o desde cuándo uno puede estar capacitado para tomar semejante decisión? Ahora vamos a otro gran tema que es el derecho a conocer los orígenes; derecho que ha tenido en los últimos años un gran desarrollo a la luz de nuestra triste historia, los hijos de desaparecidos, los chicos que nacieron en cautiverio, etc.. Todo ello le ha dado un tinte fuerte, muy fuerte, al derecho a la identidad en Argentina, lo cual es muy bueno porque nos ha permitido, entre otras cosas, profundizar este derecho a conocer los orígenes en el ámbito de la adopción. El artículo 328 del Código Civil nos dice: “El adoptado tendrá dere- Derecho a la Identidad / 73 cho a conocer su realidad biológica (concepto muy criticado por Eva Giberti porque uno no tiene nada más que biología con los padres, también tiene origen, esta idea de la memoria prenatal, etc., pero que no viene al caso) y podrá acceder al expediente de adopción a partir de los 18 años de edad”. Este articulado merece tres críticas y, por ende, tres reformas. Uno es este concepto que les dije de “realidad biológica”. Origen, no biología. Otra es el ámbito de aplicación personal. El acceso a los orígenes recién a los 18 años de edad cuando se sabe que este deseo por conocer la biografía de uno por parte de los chicos adoptados se presenta mucho antes de esa edad. La otra es relativa al ámbito de aplicación material. La propia ley de adopción recepta un proceso de guarda y otro de adopción; sin embargo acá solamente nos habla del acceso al expediente de adopción. Tiene que ser a todo el proceso porque, incluso, la mayor cantidad de datos sobre los orígenes no está en el expediente de adopción, sino en el proceso de guarda para adopción o en otros como el derogado proceso por “protección de persona”. Por otra parte y relacionado con este art. 328, entiendo que el artículo 11 de la Ley N° 26.061 para mí peca o presenta un gran problema. ¿Cuál es? Justamente, respetar un artículo como el 328 con los defectos que presenta a la luz del derecho a la identidad. Precisamente una ley como la de protección integral de derecho no debería respetar o avalar un articulado como el 328. Por lo tanto, propongo derogar esta última parte de este artículo 11 que respeta la normativa en análisis. Al respecto, la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires ha sacado una resolución hace poco sobre un caso de adopción de alguien que quería conocer sus orígenes. Es muy interesante; la resolución dice: “Es innegable el compromiso que el Estado Nacional ha asumido en orden de dotar de operatividad al derecho que le asiste a todo ciudadano de acceder a su realidad biológica, circunstancia ésta que hace a la dignidad de la persona, razón por la cual sería inadmisible obstaculizar la lectura de las causas en las que se trasunta ese derecho inalienable. Esta Corte Suprema resguardando el ejercicio del derecho de su identidad, estableció que todo particular puede efectuar la pertinente consulta al Banco de Datos del Registro de Adopción, canalizándose a través del asesor de incapaces en los casos en que se tratare de una persona menor de edad. Que en tal sentido corresponde que el interesado tome vista por sí del expediente judicial mediante el otorgamiento del adecuado patrocinio letrado y la facilitación de los medios gratuitos de transporte para él o su apoderado”. O sea, estas ideas esgrimidas sobre la mayor autonomía de niños y adolescentes, de que tengan un abogado propio, de tener una defensa propia, implica en el fondo, un respeto y mayor compromiso por la defensa del derecho a la identidad. Quisiera compartir algunos conflictos afines que observa el derecho a conocer los orígenes. El derecho a conocer los orígenes difiere del derecho a tener un vínculo jurídico con alguien. Esta diferencia es esencial en la adopción: tengo un vínculo jurídico con mis adoptantes pero tengo derecho a conocer los orígenes y ha sido divisada en los últimos años en especial a raíz de un famoso fallo del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, el caso “Odievre con Francia” donde se planteaba una situación muy especial. Veamos: Francia permite el parto anónimo, una figura creada para contrarrestar el aborto. Ella permite que las madres cuando nace el niño puedan ocultar su identidad. ¿No se viola el derecho a la identidad al permitirse que un chico pase directamente a ser adoptado sin consignarse ningún dato sobre su filiación materna y, por ende, también paterna? En este fallo se planteó la compatibilización de esta figura con la Convención Europea de Derechos Humanos. Otro caso. Ahora me refiero al fallo dictado por la Suprema Corte de Santa Fe del 30 de noviembre de 2004 cuya plataforma fáctica era la siguiente. Una chica de diecisiete años 74 / Derecho a la Identidad tiene tres hermanos, cuando eran chicos los separaron porque no había un hogar donde pudieran ser alojados en forma conjunta los cuatro. Ella volvió con su tía y sus hermanos fueron dados en adopción plena. La joven va a tribunales y vía el asesor de menores que la representa dice: “quiero saber el paradero de mis hermanos, quiero conocer mis orígenes. No estoy pidiendo acá la revocabilidad de la adopción plena”. Ficción bien grave y bien profunda si la hay, como lo es la adopción en su forma plena e irrevocable. O sea, una adopción plena otorgada hoy, por más que la vida de la gente se modifique, por más que el día de mañana suceda algo, es irrevocable. En fin, sigamos con el tema. ¿Qué le dice el Tribunal en primera instancia? “No, usted no tiene derecho alguno porque sus hermanos fueron dados en adopción plena, la adopción plena corta todo vínculo con la familia de origen y, por ende, con usted”. La Cámara dijo lo mismo. Llega a la Corte y aquí hacen esta diferencia: la joven no está pidiendo que se revoque o tirar abajo la adopción plena, el vínculo jurídico ya creado por sentencia. Ella está pidiendo el derecho a conocer sus orígenes. Ahora, la pregunta que nos deberíamos hacer es la siguiente. ¿Qué sucede si esta hermana se contacta con sus hermanos y después quieren retomar el vínculo jurídico? El último tema relativo al derecho a conocer los orígenes. La llamada “medida autosatisfativa” ha tenido un gran desarrollo en el moderno derecho procesal. Se trata de una construcción que ha traído Peyrano, muy buena, de medidas que se abastecen en forma autónoma, en este caso, al sólo efecto de conocer los orígenes. En este caso, se trataba de una chica que a los veintipico de años su mamá fallece y ese mismo día su hermano le dice: “te tengo que ser sincero, esta mamá no es tu mamá”. Entonces ella inicia una acción, una medida autosatisfativa contra el Estado, porque ella no tiene de dónde sacar datos sobre su origen y el único que está en mejor situación para proveérselos es el Estado. Ella dice entonces: “Afirmo que el Estado me desprotegió al momento de ser sustituida mi identidad. Hoy recurro al Estado quien debe proteger mediante esta vía el ejercicio del derecho constitucional de conocer mi identidad.” Y el Tribunal le dijo: “La persona presentante tiene derecho a buscar su identidad y el Estado la responsabilidad de facilitársela”. En suma, el derecho a la identidad, los derechos humanos, el derecho a los orígenes, la presencia de los chicos en sus propias historias, implica un cambio de actitud por parte de los operadores. (Se muestra seguidilla de imágenes sobre “jueces tradicionales”: arriba de una tarima, con la toga, “retando” a un usuario, o con el rostro en blanco). Traje acá a los jueces, no porque tenga algo contra ellos -así que nadie tiene que sentirse mal- sino porque son más fáciles de personificar. Los operadores del derecho no nos debemos creer que estamos allá arriba, creer que lo sabemos todo. El desarrollo de la interdisciplina nos ha obligado a compartir espacios. Se trata de sacarnos el “walkman” que tenemos y que personifica la idea de que sentenciamos a los demás sobre la base de lo que pensamos como si fuera “ley divina”, de lo que para uno es bueno, de lo que para uno es familia, de lo que para uno es infancia y de lo que ésta puede o no decir y decidir. En suma, como se ha dicho: “En los albores del nuevo milenio se necesita de innovación, de creatividad, y también una buena dosis de transgresión para fundar algo nuevo y esperanzador”. Derecho a la Identidad / 75 Dra. Silvia Chavanneau, Jueza* En primer lugar quiero agradecer la invitación a participar en esta jornada que tiene un eje sumamente convocante, y en particular me interesó el tema de esta mesa porque, si bien puntualmente es adopción y propuestas legislativas, a continuación dice: “derecho a la convivencia familiar y comunitaria”. Y esto es, creo, una marca importante para orientar el sentido de lo que estamos hablando porque si juntamos derecho a la convivencia familiar y comunitaria con compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad, y justo ponemos la adopción en el medio. Creo que es hora de replantearnos si la adopción, tal como la conocemos desde el punto de vista legal y desde las prácticas a su alrededor, efectivamente garantiza un derecho a una convivencia familiar y comunitaria. La Ley de Adopción N° 24.779, si bien entró en vigencia hace pocos años, mantiene una estructura cuyo antecedente data de por lo menos 35 años atrás, del año 1971, que a su vez estaba copiada de la legislación francesa por entonces vigente. ¿Qué pasa en esta estructura? Orientada por algún tipo de creencia, convencimiento o quizá ideología, se instaló un sistema de adopción donde es muy difícil que los orígenes, la identidad y la familia de origen tengan cabida. Este sistema de adopción plena borra ficticiamente algo que, en realidad, no puede ser borrado. Porque desde las marcas genéticas hasta los indicios culturales que van quedando en las personas adoptadas, aunque hayan sido adoptadas casi recién nacidas, nos dan la pauta de que este sistema, al día de hoy, es por lo menos anacrónico si tomamos en cuenta la modificación profunda que se ha producido en el país, no sólo a partir de normas constitucionales sino también a partir de la última reforma realizada por la ley N° 26.061. Y hete aquí que las reformas constitucionales y la incorporación de tratados de derechos humanos en la Constitución Nacional han puesto un acento muy fuerte en la importancia de la familia para sus integrantes y, en nuestro caso particular, para los niños. Esa marca tan fuerte hace que tengamos que repensar que existe un derecho de los chicos a tener una familia y no un derecho de los adultos a ser padres. Afirmación que comparto absolutamente. La adopción tiene que ser repensada y, además, llegar claramente el mensaje de que la adopción, es una institución para que los chicos tengan familia. Bien dice Fernando Freire, que es un brasileño que pertenece a una institución que se llama “Tierra de Hombres”, que debe extenderse el desarrollo de una cultura de la adopción para la infancia (y subraya el “para”) con la construcción de un nuevo concepto de la adopción que va más allá de la simple imitación de la biología. Porque cuando imitamos la biología, en realidad, estamos parándonos no desde la perspectiva de que los chicos necesitan familias, sino de que quienes no tienen hijos tengan aquellos niños que reemplacen a los que no han podido tener biológicamente, y por eso tantos fenómenos de prácticas que sean y que a veces no nos explicamos, como “bueno… cuanto mejores consideramos a los adoptantes, más pequeño el bebé que le damos” y entonces qué hacemos con los chicos más grandes y cómo les encontramos familias. Pero decía recién que los instrumentos internacionales sobre derechos humanos incorporados a la Constitución Nacional le dan un valor trascendente a la familia para cualquiera * Disertación realizada en la Jornada Nacional “El compromiso de las políticas públicas en la garantía del derecho a la identidad”, noviembre de 2006. 76 / Derecho a la Identidad de sus integrantes y, especialmente en el caso de esta jornada, para los chicos. Previo a esto y a mencionar cuáles son esos instrumentos, yo quiero hacer una reflexión que, por supuesto, es tendenciosa y me hago cargo de lo que digo pero es lo que yo he podido constatar porque antes de trabajar como Juez de Familia, trabajé muchos años en un Tribunal de Menores en contacto directo, cotidiano y doloroso con familias, básicamente mujeres, que entregaban a sus chicos en adopción. Y ya venía diciendo que la adopción, cualquiera de las dos formas que prevemos en nuestra legislación, acarrea diversos grados de ruptura de lazos de parentesco entre el adoptado y su familia de origen. Entonces, repito que me hago cargo de lo que digo, suelen ser las condiciones sociales las determinantes del alejamiento de los niños de sus familias. Este alejamiento, motivado por razones sociales, acarrea consecuencias jurídicas que, generalmente, son irreversibles. Entonces deberíamos pensar cómo trabajamos con las políticas, y aquí aparece el tema de la convocatoria de estas Jornadas. En los hechos, esta ruptura se traduce en la separación del niño de su grupo de parentesco y encuentra su causalidad en una trama compleja de circunstancias. Básicamente, esas circunstancias complejas son las condiciones de vulnerabilidad en las que se desarrolla la vida de todos los miembros de la familia, no solamente los niños. Todos conocemos el fenómeno de grupos de riesgo en los que se produce con mayor frecuencia que en otros la entrega de niños con fines de adopción, o la intervención de organismos públicos en las familias que muchas veces deciden interferir en la convivencia familiar separando a los hijos de sus padres y entregándolos a terceros o institucionalizándolos. Y esto también merece una reflexión aparte, porque en los nuevos modelos instalados en algunas legislaciones provinciales y, a partir del mes de octubre del año próximo pasado, por la Ley N° 26.061 la separación de los niños de sus familias debe ser una medida excepcional y, más aún, la institucionalización de los chicos bajo cualquier circunstancia. En líneas generales, yo afirmo que la adopción es un fenómeno derivado, mayoritariamente, de situaciones de pobreza donde se desplazan niños desde los sectores más vulnerables de la sociedad hacia otros que se hallan mejor ubicados en la escala social. Y, paralelamente, también niños originarios de países pobres del planeta son trasladados hacia los países más desarrollados a través de mecanismos de adopción internacional o del tráfico de menores. Entonces, tanto en sociedades nacionales como en el ámbito internacional, los hijos salen de los hogares más desfavorecidos para ser adoptados por los hogares más ricos o mejor ubicados socialmente. No puedo dar números. Dije hace unos minutos que es producto de mi experiencia profesional y laboral, a lo largo de muchos años. Y lo digo desde ese lugar, exclusivamente desde ese lugar. Además, no solamente los hijos de los grupos socialmente vulnerables de la comunidad se encuentran a veces expuestos a condiciones de vida que provocan la separación de sus familias primarias. Porque niños en condiciones de vulnerabilidad (y también lo digo desde mi experiencia profesional, pero actual, como Juez de Familia) hay en todos los sectores sociales y algunos ven más vulnerados sus derechos en familias que aparecen gozando de una aparente buena inserción social, entre comillas, que otros que viven en condiciones de precariedad social. Decía antes que esto es una introducción de la cual me hago cargo, en los términos que acabo de mencionar. Voy a pasar a tratar un tema más formal: qué dicen las leyes o qué dicen los instrumentos internacionales. El niño tiene derecho a vivir con su familia, llamada a satisfacer sus necesidades materiales, afectivas y psicológicas, y es derecho de toda persona recibir protección contra injerencias arbitrarias o ilegales en su familia, forma parte implí- Derecho a la Identidad / 77 citamente del derecho a la protección de la familia y el niño. Además este derecho está expresamente reconocido, por ejemplo, por los artículos 12.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 5 de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 11 de la Comisión Americana sobre Derechos Humanos y 8 de la Comisión Europea sobre Derechos Humanos. En cuanto a la Convención sobre los Derechos del Niño, ya en los trabajos preparatorios se ponderó la necesidad de que las separaciones del núcleo familiar fueran debidamente justificadas y tuvieran, preferentemente, una duración temporal, y que el niño fuera devuelto a sus padres tan pronto lo permitieran las circunstancias. Este principio tuvo su desarrollo en el artículo 9 de la Convención. Para no cansar con la enumeración de todos estos artículos, simplemente voy a abundar sobre la Convención sobre los Derechos del Niño que, no solamente reconoce el derecho del niño a vivir y ser cuidado por sus padres, y a no ser separado de estos salvo casos de excepción, sino que además la Convención impone al Estado, hace responsable al Estado Nacional y a todas las variantes por debajo del Estado Nacional, de prestar a las familias la asistencia apropiada a los padres para el desempeño de sus funciones en lo que respecta a la crianza del niño. Y esto está enumerado en varios artículos distintos, o sea que es un principio que se reitera: en los artículos 5, 7, 9 y en el artículo 18. Si bien las condiciones de vida que son necesarias para el desarrollo del niño son responsabilidad primordial de los padres, y esto lo afirma el artículo 27, no es menos cierto que el Estado tiene responsabilidad en asistir a esos padres y a todas las personas responsables del niño, y aquí vuelvo a retomar con el tema del derecho a una vida familiar y comunitaria. Recuerden que en la Convención no solamente se habla de la familia con un concepto restringido, sino que la familia tiene una extensión más amplia en el sentido de todos aquellos lazos, jurídicos o no (lo cual a los abogados nos genera mucho escozor porque trabajamos sobre la base de la mayor precisión posible y es importante también mantenerlo). La Convención tiende a rescatar todas aquellas relaciones que sean vínculos significativos para los chicos. De ahí la importancia de la vida comunitaria. Entonces, dice el artículo 27 que no es menos cierto que el Estado tiene la responsabilidad en asistir a los padres y a otras personas responsables del niño en la tarea de hacer efectivo el derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, psíquico y social, pudiendo proporcionárseles en caso necesario asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a necesidades básicas. De ello importa adoptar medidas de acción positivas para garantizar el pleno goce y ejercicio de sus derechos reconocidos por la Convención que resultan, además, reconocidos en otros tratados internacionales de derechos humanos, por ejemplo el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y el artículo 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Además, varios Códigos Latinoamericanos (entre ellos el brasileño por ejemplo, que fue pionero) destacan que la carencia de recursos materiales no puede ser el único fundamento para adoptar una decisión judicial o administrativa que suponga la separación del niño respecto de su familia y la consecuente privación de sus derechos consagrados en la Convención, principio que ha sido también receptado por la Ley N° 26.061 que, en su artículo 33 apartado tercero, dice que la falta de recursos materiales de los padres, de la familia, de los representantes legales de las niñas, niños y adolescentes, sea circunstancial, transitoria o permanente, no autoriza la separación de su familia nuclear, ampliada o con quienes mantenga lazos afectivos, ni su institucionalización. De hecho -para que no parezca que tengo un doble discurso- yo firmo sentencias de adopción con bastante frecuencia. ¿Por qué? Porque como Juez debo cumplir una ley que 78 / Derecho a la Identidad está vigente. Pero lo cierto es que considero que la Ley de Adopción debe ser objeto de ciertas modificaciones, no cosméticas. Yo llamo modificaciones cosméticas a las de la Ley N° 24.779 porque esta ley entró en vigencia cuando ya estaba constitucionalmente incorporada la Convención y hay muchos aspectos que deberían haberse regulado de manera distinta atendiendo a hacer efectivos los derechos de los chicos y no a ciertas modificaciones formales. Efectivamente, la cultura de la adopción es una cultura de proporcionar niños a familias y no al revés como debería ser. Entiendo que no se pueden eliminar de ninguna manera ni la adopción ni la adopción plena, pero sí que la adopción plena debe quedar restringida a un grupo pequeño de niños que, efectivamente, no tengan un grupo ni una familia inmediata, nuclear o como queramos llamarla, ni un grupo familiar extenso que se pueda hacer cargo de ellos, o cuando esta manifestación de entrega sea ineludible, no haya forma de que la familia de origen pueda prestar contención a esta criatura. Y esto, por supuesto, debidamente verificado y debidamente prestados los acompañamientos necesarios, como dice toda esta legislación (que yo les he mencionado un poco rápidamente para que no se les acabe la paciencia), o sea, una vez que se le haya prestado a la familia de origen todos los apoyos que sean necesarios para que pueda seguir adelante con la crianza del niño, niña o adolescente. Porque es cierto que el derecho a la identidad es un conglomerado de elementos de todo tipo que se quiebran, se trastocan, hasta se destruyen cuando se producen estos cambios de familia. En varias situaciones de adopción, los chicos mantenían registros más o menos concientes hasta de músicas y olores habituales en su grupo familiar de origen, aún habiendo llegado a la adopción siendo muy pequeños, como aquella vez que la familia adoptante quería que el niño que tenían en guarda escuchara música clásica pero el muchachito en cuestión quería escuchar cumbia, cumbia villera. Entonces, una reforma posible sería: la máxima y violenta, que no la propongo de ninguna manera pero la expongo, la eliminación definitiva de la adopción plena. Otra sería reducirla a ese muy pequeño número de niños que no tenga ningún vínculo de familia, que los hay; niños que aparecen abandonados y no es posible determinar quién los dejó. Otra posibilidad es tomar en cuenta la diferencia entre tener vínculo biológico y el derecho a conocer los orígenes. Quizá se podrían modificar las normas de adopción plena, estableciéndose algún sistema por el cual las acciones de filiación cuyo ejercicio está expresamente vedado -excepto en un solo caso cuando se trata de esta modalidad de adopción- pudieran ejercerse de todas maneras, sin producirse quiebres de los vínculos jurídicos establecidos con los adoptantes. Son ideas. Entonces, respecto del sistema actual de doble adopción, tenemos varias alternativas para modificarlo en beneficio del derecho a la identidad y del derecho a mantener o no algún tipo de vínculo con la familia de origen. Luego, independientemente de las reformas puntuales a la Ley de Adopción vigente, creo que para regular la adopción no alcanza con una ley sino con un conjunto de leyes porque se trata de un fenómeno complejo. Y por todo esto que vengo diciendo, esas leyes no tienen que apuntar a resolver el tema puntual de los distintos procedimientos para adoptar niños, sino que tienen que apuntar al fenómeno complejo de que haya familias, que por equis y determinadas circunstancias, terminan siendo desapoderadas o teniendo que entregar más o menos voluntariamente (porque el tema de la voluntariedad de la entrega es otro capítulo aparte y extenso) sus hijos. Entonces, entre las políticas públicas y las políticas sociales, yo creo que deberíamos pensar en un conjunto de leyes que tengan que ver con la salud sexual y reproductiva y la educación sexual respecto de los jóvenes y de los no tan jóvenes, que aseguren el acceso Derecho a la Identidad / 79 a recibir información y asistencia necesarias para prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, especialmente dirigidas a mujeres y varones adolescentes y sin restricciones basadas en la edad de los destinatarios o en la necesidad de contar con consentimientos y representantes legales. Por supuesto que en consonancia con la evolución de sus facultades, como dice el artículo 5 porque no vamos a pretender que estos servicios o estas leyes sean prestados a edades donde los chicos no saben de qué estamos hablando. Pero ustedes han sabido, incluso por los medios públicos, que ha habido críticas a la legislación instaurada tanto en la Ciudad Autónoma como en otras provincias, respecto de las leyes de salud reproductiva y la posibilidad de acceso a la información y el tema de los padres que aducen la patria potestad. El tema de la evolución de las facultades es una forma, que habrá que precisar, pero que es útil para poder establecer desde cuándo y cómo estos jóvenes pueden tener acceso a esta información que es vital porque también sabemos que numerosos embarazos adolescentes terminan en guardas con fines de adopción. Luego, establecimientos de servicios dentro del marco de la sanidad pública destinados a ofrecer gratuitamente orientación y asistencia en materia de planificación familiar, ya a los no tan jóvenes; servicios de asesoramiento jurídico gratuito porque las personas que se ven enfrentadas a tener que decidir el destino de sus hijos también necesitan saber el alcance de las decisiones que toman y muchas veces no tienen acceso a patrocinio jurídico gratuito. Yo digo que, generalmente, las madres que entregan van a la Justicia y los adoptantes pasan por los estudios o por los consultorios psicológicos. Cuando hay excepciones, las hay, pero al grueso de la población que entrega hijos en adopción le sucede esto. Luego puede haber prestaciones económicas independientes de la situación laboral de los encargados del niño y que consistan en ayuda económica por niño a cargo hasta determinada edad. También crear servicios de atención a infantes y niños, guarderías, jardines de infantes, centros recreativos, dentro de un marco del área de servicios sociales públicos o de la sociedad civil. Creación de servicios en el área de sanidad pública o de la sociedad civil con orientación hacia la salud mental para el acompañamiento de los padres en el proceso de crianza porque muchos niños llegan a la adopción porque sus padres no tienen resto ni recurso personal, no han sabido llevar adelante una crianza porque ellos mismos han sido criados por padres que no han sabido llevar adelante una crianza. Creación de servicios sociales públicos para brindar asesoramiento directo en los hogares a las personas responsables de los niños. Creación de espacios en el ámbito de la educación pública o de las instituciones de la sociedad civil para que se constituyan en puntos de encuentro de los responsables de niños de hasta seis años de edad, con el fin de favorecer el intercambio entre familias, asesoramiento profesional, y ofrecer formación maternal los primeros años de vida de los niños. Ya mucho más puntualmente, en el ámbito de la actuación judicial, llevar a cabo acciones como se desarrollan en otros países donde se guardan registros pormenorizados de los antecedentes de la familia extensa, cuestión de que cuando los chicos tienen acceso a los expedientes, ya sea de guarda o de adopción, tienen acceso también a las historias familiares: si han tenido hermanos o no los han tenido, abuelos, tíos, si ha habido migraciones familiares. Incluso hay legislaciones o hay sistemas donde los padres o madres que entregan escriben cartas explicando los motivos por los cuales los chicos han sido entregados y los adoptados, en el futuro, pueden llegar a conocer esos textos. 80 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 81 ANEXO 82 / Derecho a la Identidad Derecho a la Identidad / 83 Propuestas y Actividades para el Trabajo en Talleres Las actividades propuestas en este apartado fueron pensadas para su utilización en ámbitos de capacitación en la temática del derecho a la identidad. Las mismas pueden desarrollarse en espacios de educación formal o informal, así como en espacios de capacitación dirigida a técnicos, operadores, educadores y/o personal de la administración pública cuyas funciones guarden relación con el tema. Asimismo, y luego de la lectura del material teórico, los coordinadores de las actividades pueden utilizar estas propuestas, y añadirles variantes que considere pertinentes, para realizar capacitaciones que les sean requeridas. Por último, estas propuestas se complementan con el material en DVD “La identidad no es un cuento” incluido en la publicación, realizado por esta Secretaría. Objetivos Generales 1. Promover la reflexión sobre las dimensiones constitutivas de la identidad como derecho humano, los obstáculos para su realización y las consecuencias de su vulneración y delimitar la responsabilidad de los diversos organismos del Estado y de los particulares, en relación con la garantía de su efectivo cumplimiento. 2. Ensayar un recurso didáctico que posibilite transferir a otras personas o grupos instrumentos conceptuales sobre el derecho a la identidad y definir posibles acciones de actores, privados o públicos, encaminadas a cumplirlo. Taller N° 1 Destinatarios: operadores, técnicos y/o funcionarios de nivel medio, de organizaciones del Estado y la sociedad civil. Desarrollo: 1. Lluvia de ideas. (5`a 10`) Solicitar a los integrantes del grupo que sinteticen, en no más de dos palabras, las ideas que asocian con el concepto de “identidad”. Escribir las palabras que vayan surgiendo en una pizarra o papel afiche para dejarlas expuestas ante el grupo. 2. Proyección del video “Derecho a la Identidad” y discusión general (20´ a 30´) Proyectar el video producido por la Secretaría de Derechos Humanos (1`) y luego promover la reflexión del grupo acerca de su propia producción en la “lluvia de ideas” y los tópicos que aborda el video. 3. Trabajo en subgrupos. (20¨a 30¨) De acuerdo a la cantidad de participantes, se solicitará que se formen subgrupos de un 84 / Derecho a la Identidad máximo de cinco integrantes, reunidos de acuerdo a los objetivos específicos que fije la coordinación, en forma homogénea o heterogénea en cuanto a su función, institución y /o lugar de pertenencia, para trabajar en base a una consigna que proponga: a) Describir y definir la casuística más frecuente y habitual de vulneraciones al derecho a la identidad de acuerdo a su experiencia. b) Identificar los obstáculos que advierten para logro del cumplimiento efectivo del derecho a la identidad, en los casos descriptos. c) Definir los diversos niveles de responsabilidad intervinientes en la realización efectiva del derecho a la identidad. d) Enumerar acciones posibles a desarrollar desde su órbita de acción y práctica cotidiana, que coadyuven al cumplimiento del derecho a la identidad. 4. Puesta en común, discusión y cierre. (30´) Solicitar a los grupos que expongan sus conclusiones. Promover la discusión general sobre las mismas, observando los aspectos en común y los diferentes y las posibles razones para ello. En el curso de las discusiones grupales, la coordinación debe favorecer la libre expresión de los participantes y, también, realizar aportes aclaratorios para producir una adecuada construcción conceptual del problema y sus soluciones, en particular en el momento de elaboración de las conclusiones durante el cierre. En tal sentido, la coordinación debe informar sobre el marco normativo vigente en relación al cumplimiento del derecho a la identidad en sus distintas dimensiones. Taller N° 2 Destinatarios: operadores y/o educadores, formales y no formales que trabajen con niñas, niños y adolescentes. Desarrollo: 1. Reflexión individual o en pequeños grupos. (5´a 10´) De acuerdo al número y composición del grupo, solicitar que los integrantes, individualmente o en pequeños grupos de no más de tres personas, construyan una situación, real o hipotética, de vulneración del derecho a la identidad de un niño, niña o adolescente. 2. Proyección del video “Derecho a la Identidad” y discusión general (30 ´ a 40`) Proyectar el video producido por la Secretaría de Derechos Humanos (1`). A continuación, solicitar a los participantes que expongan las producciones realizadas en el momento anterior y luego promover la reflexión general sobre las mismas y su relación con los tópicos que aborda el video. Derecho a la Identidad / 85 La coordinación debe orientar el debate y aportar información para favorecer la construcción conceptual del problema, focalizando la reflexión en los efectos en la vida de las niñas, niños y adolescentes de la vulneración del derecho a la identidad. 3. Lectura y discusión de los artículos de la CDN y de la Ley N° 26.061 sobre el derecho a la identidad (15´ a 20´). Presentar los textos de los referidos artículos, analizando las dimensiones del concepto identificadas en los mismos (nombre, nacionalidad, lengua, cultura, convivencia comunitaria y familiar, obligaciones del Estado, etc.). Orientar la reflexión de los participantes sobre su rol como operadores/educadores y el rol de los propios niños y adolescentes en la promoción y realización efectiva del derecho a la identidad. 4. Aplicación y conclusiones (30´) En grupos integrados por un máximo de cinco personas, proponer que realicen el diseño de un taller sobre el derecho a la identidad dirigido a niñas, niños y adolescentes, determinando previamente la edad y características de los participantes. Variante: Ofrecer a los grupos textos con el desarrollo de dos o tres actividades sobre el derecho a la identidad, dirigidas a niños y adolescentes y solicitarles que analicen: a) ¿Cuál es a su criterio el objetivo que persigue la actividad descripta? b) ¿Para qué edad sería adecuada la actividad? c) ¿Qué crítica le realizaría a la misma, qué modificaciones introduciría y, en tal caso, por qué? A continuación se proponen una serie de actividades para trabajar sobre el derecho a la identidad con niños, niñas y adolescentes. 86 / Derecho a la Identidad Actividad N° 1. ¿Quién le puso nombre a la luna? Objetivo: • Valorizar el nombre y apellido como síntesis de nuestra identidad personal y relacionarlo con la identidad familiar y cultural del país. Materiales: papeles, cartulinas, lápices y elementos para dibujar y modelar. Destinatarios: niños, niñas y adolescentes. Desarrollo: Se comenzará leyendo la siguiente poesía de Mirta Goldberg: ¿Quién le puso nombre a la luna? ¿Quién le habrá puesto nombre a la luna? ¿Habrá sido la laguna, que de tanto verla por la noche decidió llamarla luna? ¿Quién le puso nombre al elefante? ¿Habrá sido el vigilante, un día que se paseaba muy campante? ¿Quién le puso nombre a las rosas? ¿Quién le puso nombre a las cosas? Yo lo pienso todos los días. ¿Habrá sido un señor que se llama Ponénombres que saca los nombres de la nombrería? ¿O la arena sola decidió llamarse arena y el mar solo decidió llamarse mar? ¡Menos mal que a mí me puso el nombre mi mamá! • Luego de la lectura, se comentará entre todos el texto. ¿Qué ideas surgen? • Tarea de producción: se pueden representar plásticamente los personajes de la poesía (el elefante, la luna, las rosas, el mar y la arena) para ello, se necesitan elementos para dibujar y modelar. Al finalizar, se pueden poner nombres y sobrenombres a los trabajos y decorar con ellos el lugar de trabajo. • Reflexión y discusión: sobre los nombres, sobrenombres y apellidos de los particiActividades elaboradas por la Asociación por los Derechos de la Infancia (ADI), publicadas en el Suplemento del diario Página 12 del 15 de marzo de 2003. 1 Derecho a la Identidad / 87 pantes a través de las siguientes preguntas: ¿Conocen la historia de sus nombres? ¿Quién se los puso? ¿Por qué? ¿Qué significa? ¿De qué origen es? ¿Tienen sobrenombre? ¿Les gusta que los llamen por su sobrenombre? Se observará cuántos niños y niñas tienen sobrenombre y se indagará sobre lo que sienten cuando se los designa por él. Si para algunos es desagradable el apodo que reciben, se reflexionará en grupo sobre su sentido y si éste es despectivo o discriminatorio, el grupo se comprometerá a no utilizarlo en el futuro para referirse a esos compañeros. • Si se dispone de tiempo, se sugerirá a los chicos y chicas que interroguen a sus familiares y, sobre la base de las anécdotas narradas, se realizará el trabajo de reconstrucción de la historia del nombre y apellido de cada uno. • Para finalizar, se pueden escribir los nombres y apellidos sobre una cartulina y agregar alguna frase o dibujo con las que el niño o la niña se identifique para pegarla al lado de las ilustraciones de la poesía. Se hará notar la importancia del nombre y el apellido como medio de identificación y como resultado de la influencia de las tradiciones familiares, religiosas, de los medios de comunicación y de la moda. 88 / Derecho a la Identidad Actividad N° 2. Ruleta de Fotos Objetivo: • Reconocer la propia familia en su particularidad, con sus similitudes y diferencias respecto a otras familias, y valorarla como el espacio de contención y afecto dentro del cual se construye prioritariamente la identidad personal. Materiales: un círculo de cartón de aproximadamente 20 cm de diámetro, una flecha plana recortada en cartón u hojalata y un clip para cada participante. Fotos de los familiares de los participantes, o en su defecto, pequeños carteles de cartulina donde esté escrito el nombre y el parentesco que los une (“La tía Ana”, “el abuelo Juan”, “María, mi mamá”). Las fotografías, o los carteles, se pegan alrededor del círculo y en el centro se coloca la flecha sujeta con el clip, de modo que pueda girar sobre su eje. Destinatarios: niños, niñas y adolescentes. Desarrollo: • Se juega en grupo. Cada niño a su turno debe girar la flecha y reconocer al pariente que indique la ruleta, contando algo que identifique a esa persona (un hábito, un rasgo físico o de personalidad, una habilidad, etc.) y que quiera compartir con el resto. Actividad N° 3. Lotería de Fotos Puede jugarse individualmente o en pequeños grupos. Materiales: cartones de lotería numerados y bolsas de papel para guardar las fotos o cartelito, para cada niño que participe o para cada pequeño grupo que se forme. Destinatarios: niños, niñas y adolescentes. Desarrollo: • Se entrega a cada participante o grupo tiene un cartón de lotería numerado. En una bolsa se colocan las fotos o cartelitos, de cada uno o de todo el grupo, identificadas con un número. Cada participante o grupo, debe sacar de la bolsa una foto o cartel al azar, y el familiar correspondiente debe contar al resto la historia sobre esa persona que quiera compartir con los demás. • El juego termina cuando el primer participante completa al cartón de lotería. Derecho a la Identidad / 89 Antes de comenzar con las actividades, es conveniente promover una conversación sobre la familia, aprovechando ese momento para charlar sobre la diversidad de las familias: padres separados, adoptivos, hermanos de distintas parejas de los padres, abuelos, tíos, primos u otros parientes y allegados con quienes se comparte el hogar. También puede incluirse a vecinos o amigos cercanos, que se encargan de su cuidado y que significan para ellos un referente afectivo de importancia. Es necesario partir de la realidad familiar concreta de los participantes posibilitándoles manifestar libremente sus propios valores y sentimientos respecto al grupo familiar y no restringir el concepto de familia a un modelo único que, con frecuencia, está alejado de sus vivencias cotidianas. Puede surgir la necesidad de hablar sobre miembros de la familia fallecidos o ausentes. En ese caso, es necesario y conveniente, permitir la expresión de sentimientos y rescatar el valor de la memoria. También puede realizarse esta conversación algunos días antes de la realización de las actividades descriptas, de ese modo se dará tiempo a los participantes para seleccionar a los familiares sobre quienes desean contar historias o anécdotas, o para indagar sobre ellas. 90 / Derecho a la Identidad Actividad N° 4. Abubobenono Objetivo: • Valorar las diferencias culturales, religiosas y étnicas. • Proponer un espacio de comunicación y transmisión cultural entre distintas generaciones. Destinatarios: niños, niñas y adolescentes. Desarrollo: Para realizar esta actividad se propone invitar a los abuelos u otros familiares, preferentemente de la generación anterior a los padres de los destinatarios de la actividad (por ejemplo, tío-abuelos). De no ser posible su presencia, pueden reemplazarlo los padres o algún familiar de su generación (por ejemplo, tíos). Cuando se los invite, se les solicitará que preparen para llevar a la reunión algo que deseen compartir con el participante de su familia: un relato familiar o de su infancia, fotos, sus cuadernos escolares, una receta de comida propia de su lugar de origen, un juego o canción de cuando eran chicos o de su juventud, etc. Será necesario disponer el espacio donde se realice la actividad para que cada participante pueda sentarse cómodamente junto al familiar que lo acompañe. • Compartir experiencias y recuerdos. Durante la reunión, se darán algunos minutos (sugerimos entre 15 y 30) para que los adultos compartan con los chicos de su familia la experiencia o el recuerdo que hayan preparado. • Los chicos y sus familiares se integrarán a los demás en un único grupo y cada uno comentará con el resto lo que aprendió o descubrió y los sentimientos que esto le produjo. Si las condiciones lo permiten, puede ser muy agradable organizar una pequeña fiesta de cierre de la actividad, solicitando con anticipación a las familias que aporten algún plato típico o música y danzas tradicionales. El nombre de este juego se formó sumando las sílabas de las palabras que designan al “abuelo” en las lenguas de las más importantes corrientes migratorias de Europa que llegaron a la Argentina y formaron la nación argentina: el español, el idish y el italiano. También podría denominárselo combinando las sílabas que designan a ese familiar, en las más importantes lenguas indígenas del país, compartidos con los inmigrantes de países limítrofes: el quechua, el aymará, el guaraní y el mapuche. 2 Derecho a la Identidad / 91 Quien coordine deberá promover un ambiente relajado y tranquilo, animando a todos para que comenten su experiencia y garantizando una escucha respetuosa. Sus intervenciones deben orientarse a rescatar la importancia de la comunicación entre las generaciones en la construcción de la identidad de los chicos, y el carácter enriquecedor de compartir, entre todos, diversas experiencias culturales y generacionales, subrayando el valor positivo de las diferencias. 92 / Derecho a la Identidad Actividad N° 5. Los varones no lloran Objetivos: • Identificar las diferencias en la forma de educar a los varones y a las niñas. • Identificar estereotipos de género. • Reconocer las limitaciones que representan esos estereotipos, para el pleno desarrollo y expresión de los seres humanos. Destinatarios: niños, niñas y adolescentes. Desarrollo: • Se comienza la actividad con la lectura del siguiente cuento de Silvia Ubertalli: Porque es hombre Lo había aprendido enseguida porque era muy, pero muy inteligente. Primero se lo había escuchado decir a su papá, el día en que “Cola Amarilla”, su perro, se perdió detrás del alocado vuelo de un sueño. Se acordaba muy bien porque los ojos le pestañaron confundidos cuando las manos le borraron las lágrimas, sin entender que cuando uno tiene dolor o miedo por algo o alguien, no llora cuando es varón. Otro día, tropezó en el recreo y la rodilla se le rompió en mil pedazos, como el tazón azul de la abuela, y se lo escuchó decir a la señorita de 4°. Ese día ya no se le escapó ni una lágrima, apenas si le tembló la mandíbula. Y su hermano, el grande, si lo pescaba, rápidamente se lo recordaba, mientras sus frescas mejillas, escandalizadas, se le brotaban de manzanas. Por eso, aquella tarde pegajosa de fines de enero en que quedó colgado patas para arriba del techo de su casa como un pájaro equilibrista, no pidió auxilio. Fue el cartero, que se encontraba consolando a unas nubes gordas y perdidas que lloraban en busca de su cielo, el que lo descubrió en tan extraña postura y gritó. Y los gritos corrieron por las calles y dieron vuelta a las esquinas, y algunos vecinos llegaron al revés. Su propio hermano salió a verlo y a él le costó reconocerlo; se lo veía raro colgado del pasto. Pensó que podía caer cunando sintió que saltaban de sus ojos pedacitos de agua, que se convirtieron en ríos (porque hacía mucho que no lloraba). También se le despertó el corazón y un miedo grandísimo se le paseó por todo el cuerpo, pero no le importó. Estiró los brazos para alcanzarlo, alcanzarlo, alcanzarlo… y lo atrapó. Lo aprendió enseguida porque era muy, pero muy inteligente. El miedo, el dolor y las lágrimas son de todos y cuando uno tiene miedo o dolor por algo o alguien, llora porque es hombre. • Se realizará una breve conversación para facilitar la comprensión del texto. • En grupos pequeños, los participantes discutirán las frases siguientes para llegar a un consenso en cuanto al acuerdo o desacuerdo con lo que expresan. Luego todos Derecho a la Identidad / 93 compartirán los resultados del trabajo observando las diferencias que se plantearon para acordar las respuestas. No dar más de 10 minutos a esta tarea. SI NO Las mujeres son más miedosas que los varones Los varones no deben ocuparse de cambiar ni alimentar a los bebes Una mujer no puede manejar un camión ni un colectivo Los varones no lavan los platos Las chicas que juegan al fútbol son una “machonas” A las chicas sólo les gusta jugar a las “barbies” En la casa mandan los varones El contenido del cuadro ilustra una limitación impuesta, con mucha frecuencia, a los varones: la inhibición de llorar y de expresar sentimientos y emociones. Frases como “los varones no lloran” o “llorar no es de hombres” que se dicen a los niños sin reflexionar sobre sus supuestos no sobre sus consecuencias, se apoyan por contrapartida simétrica, en afirmaciones tales como “llorar es de mariquitas” o “llorás como una nena”, porque se supone que las mujeres son siempre más débiles y sensibles que los varones. Se hará notar a los chicos que las diferentes expectativas sociales que existen respecto a los varones y a las mujeres, influyen en la forma de educar a los niños determinando en gran medida el desarrollo de su comportamiento, aptitudes y sensibilidades. • Para finalizar, se les solicitará que escriban frases sobre los varones y las mujeres, con sentidos contrarios a los estereotipos que nuestra cultura construye sobre los diferentes sexos. La producción pueda adornar las paredes del salón.