Autor: Fernando Monge Sánchez La influencia de una madre, fuerte como la ciudad amurallada de Ávila, que generó amor y entrega a Dios a su alrededor: tres de sus siete hijos son sacerdotes. Ávila (España) , ciudad medieval, donde la Familia Monge Sánchez tiene sus raíces Mis padres, Dámaso y Emilia, en el día de la boda, en El Tiemblo (Ávila), 21.5.1939. Providencia divina Fue el resultado de escribir al frente. Tu carta de madrina Enamoró a un teniente Que Barbastro tomó por accidente. Del amor de mis padres nacieron siete hijos. Tres de ellos llegarían a ser sacerdotes: Pbro. Miguel Ángel (1940), Gustavo (1942), Chuchi (1944), Pbro. Juan Carlos (1947), Adita (1948), Pbro. Fernando (1954), Luis (1957). Los siete hijos de Emilia y Dámaso, en una foto de 1996. Vive en la paz de Dios y ayuda a los demás a ser felices El 19.3.2014 cumple Gustavo 72 y compone este soneto autobiográfico, tras varias semanas de quimioterapia y poco antes de una operación, siempre confiado en Dios. En la foto en el 70 cumpleaños de su mujer Concha, 9.2.2014. Cincuenta y un años cumplió mi abuelo; Diez años más mi padre viviría. Yo ya setenta y dos y todavía Ante la enfermedad me quedo lelo Mirando si se me ha caído el pelo O la quimioterapia cada día Me priva de sabores y alegría Con la moral tirada por el suelo. Intentando escribir su íntima historia El propio juicio a veces se equivoca Y no ve más allá de sus narices. Olvida las trompetas de tu gloria Vive en la paz de Dios lo que hoy te toca Y ayuda a los demás a ser felices Querido Juan Carlos: Cómo estás? Ayer volví de Madrid. Han sido unos días muy bonitos, con todos muy unidos al recuerdo de mamá. Es una alegría ver todo lo que ha hecho nuestra madre y se ve en el generosidad de nuestros hermanos y de los que han estado muy cerca de ella. Ya sabes que mamá le dijo a María que cuando estuviera a punto de fallecer los primeros a los que tenía que llamar eran sus hijos sacerdotes que estaban lejos, para que pudieran venir cuanto antes. Yo recibí la llamada a las 14.45, ella me dijo que ya había llamado a Adita y que estaba viniendo. Lloraba, pues estaba desconsolada con mamá que había muerto en sus brazos. Tuve que tranquilizarla y darle ánimos al teléfono. Después me fui al oratorio, en donde lloré de emoción y de agradecimiento por habernos dado Dios nuestro padre una madre así. A continuación celebré la Santa Misa de difuntos por ella. Ahí me vieron emocionados los pocos que estaban en casa y que me ayudaron a hacer las gestiones para sacar un billete cuanto antes. Pude salir en un avión desde Graz a las 7.00 y llegué a casa de mamá a las 15.30. Allí en su habitación, en donde estaba amortajada en la cama, sin ataúd, pude darle un beso en la frente y rezar de rodillas ante ella. Le pasé por su frente mi crucifijo y rosario, para acordarme más de ella. Procuré encomendarle tantas personas, también me acordé de ti y de tu dolor de no poder estar con ella, pero ahora te cuidará más especialmente desde el Cielo. Yo creía que tú eras el más enchufado, pues Don Crescencio, que la atendió tan bien los últimos años, así me lo dijo cuando estuve allí por sus 90. Después, en una conversación entre los hermanos y cuñados, salieron a relucir diversas opiniones al respecto. Alguno sostenía que el "preferido" era sin duda Miguel Ángel, otros que "mi Luis", otros que Adita. Chuchi con su gracejo de siempre, me miró y me dijo algo así como: vaya, tú no sales en las quinielas. Esto me ha servido para contarlo ya en una meditación de un retiro ayer, en el que hablé del amor de una madre que quiere a sus hijos tanto, que todos son como su preferido. La verdad es que me dio una gran alegría ver eso, pues yo he recibido tanto amor de ella que me alegra todavía más que haya derrochado todavía más cariño con los demás, que si que se lo merecen. Cardenal Ratzinger y Miguel Ángel en el oratorio de la Clínica de la Universidad de Navarra, 31.1.1998. Juan Carlos en su primera Misa en El Tiemblo, agosto 1977 Fernando bautiza a Linda en Graz, febrero 2008 Sicut civitas firma El amor de mi madre, fuerte como la muralla de Ávila, motivo de algunos de los cuadros que pintó