El abrigo de paño escocés

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El abrigo de paño escocés
cuento corto por Nélida Vázquez
Robert había salido temprano esa tarde... temprano comparado con la
hora en que solía hacer eso casi siempre que venía unos días al
campo...dar vueltas por el pueblo sin rumbo fijo...le gustaba hacerlo, no
sabía muy bien por qué...no había mucho para hacer, nada para
distraerse. Y él, siempre en su auto, no era nuevo...ni tampoco muy
viejo...un modelo de varios años atrás... acostumbraba recorrerlo casi
todo...el centro y los barrios de los alrededores... Había chicos jugando
al fútbol... Algunos perros sin dueño por las calles...algunos gatos
subidos a los tapiales (para defenderse de los perros)...En alguna casa
había autos estacionados...seguramente se trataba de algún festejo...de
alguien de la familia. En la plaza, poca gente, casi nada. Estacionó un
rato. Escuchó la radio del auto. Oscureció. Se encendieron las luces de
la calle. Así se estuvo largo rato...disfrutando de la buena música de esa
F M y pensando..." divagando" más vale...De pronto sintió que estaba
cansado y decidió volver a su casa...Emprendió el camino de
regreso...No era lejos...Los árboles a los costados. Eucaliptus
alineados... de gruesos troncos. Una curva poco pronunciada. Y ya las
últimas casas habían quedado atrás... En pocos minutos estaría en su
casa, pensó... En eso estaba cuando de pronto la vio, le pareció
raro...pero había una chica parada a un costado del camino...Aminoró la
marcha, la luz de los faros la iluminaban perfectamente...cuando estuvo
frente a ella se detuvo. La miró. Era una joven cita linda, rubia, con
vestido de fiesta...sola...era inexplicable pensó... pero alguna razón
habría, seguramente. Se bajó del auto, lo rodeó por delante de los
faros, abrió la pesada puerta y con un ademán invitó a la chica a
sentarse...ya le diría dónde se dirigía o porque estaba allí y como podía
ayudarla...se dijo. Al subir al auto la chica subió un poquito la falda de
su vestido celeste y pudo ver su pequeño y delicado pie, calzado con
unas finas sandalias...no tenían ni tierra...ni hojas... ¿Como pudo llegar
hasta aquí sin ensuciarse ? Si venía del pueblo... Retomó la marcha. Iba
pensando que decir... que sería lo adecuado en esas circunstancias...la
chica sentada, en silencio, en el asiento a su lado, se veía tranquila. De
reojo miró sus hombros, sus brazos desnudos y el vestido celeste, se
detuvo observando bien el color del vestido...no es celeste, se
dijo...tampoco azul, y tiene algo de violeta. Se acordó que una vez oyó
decir que había un color " azulino"¡...debe ser éste! Pensó... Después de
unos minutos de marcha la chica hizo un ademán de parar, señalando
un caminito que nacía hacia la derecha de entre dos de los grandes
eucaliptus al costado del camino. Detuvo el auto y se bajó. Otra vez
rodeó los faros y se acercó a la puerta del auto. La abrió. La chica se
bajó y se estremeció...Se dio cuenta que tenía frío... Y si! Como no! El
estaba con un grueso abrigo de paño escocés... Y aunque era casi
primavera aun estaban en invierno y hacía frío. Se sacó el saco y le dijo:
Tendrás frío, yo no lo necesito, puedo encender la calefacción del auto.
Tómalo. Ella lo miró como dudando si aceptarlo o no...Pero él se lo puso
sobre los hombros. Tómalo. Le insistió diciéndole: Yo pasare a recogerlo
mañana...a lo que ella sonrió.
Encontró algo raro en su sonrisa, pero no la conocía, no supo a que
atribuirlo...la chica salió caminando, emprendiendo el caminito que
había visto entre los árboles. Más allá, como a unas dos cuadrascalculó- había una casa. Un chalet un poco antiguo y una ventanita
iluminada. Deseó ayudar a la chica, acompañarla, no dejarla sola...pero
no se atrevió, temió ser mal interpretado...La observó un poco y la miró
alejarse...Siempre intrigado se dirigió a su casa... Al otro día no podía
olvidarse del raro episodio de la noche anterior. Decidió ir hasta el
pueblo...pero antes de llegar se detuvo, estacionó el auto y emprendió a
pié el caminito que lo llevaría al chalet del monte...Al llegar llamó, había
una pequeña cerca y una puertita. Se acercó más y golpeó la puerta.
Salió una anciana. Le preguntó que deseaba. Le explicó. Le explicó todo
y la viejita escuchaba...Por fin dijo: ¡Es imposible señor! ¿Cómo? ¿Que
es lo imposible señora? Usted no pudo haber encontrado a mi niña
anoche...señor! Ella era así, como usted la describe...pero falleció
señor...hace ya varios años...y Dió detalles y el día y el año...y algunos
por menores...pero ya no la escuchaba...no entendía y no prestaba
ninguna atención ! ¡Solo pensaba en lo ocurrido! Por último la viejita le
dijo: ¡Convénzase usted mismo! Puede ir al cementerio del pueblo. Al
llegar a la puerta principal tome el sendero del medio, y casi al final está
descansando mi niña...Verá su foto...y dio algunos detalles... Mitad
confundido...mitad incrédulo se dirigió al cementerio. Entro por la puerta
principal, tomo el sendero del medio, llegó casi hasta el final...reconoció
la lápida por la descripción de la anciana...vio la foto...reconoció la chica
con su vestido celeste...Se detuvo totalmente horrorizado...rodeó la
gran lápida...Y sobre una piedra que había en la parte de atrás...
Cuidadosamente doblado ¡Estaba su abrigo de paño escocés!`
20 septiembre 2016
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