El Neoliberalismo en América Latina

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CUIDADO DE LA EDICIÓN: SERVANDO PINEDA JAIMES
mica y política. Debe de replantearse una profunda
evaluación con estos organismos.
6. “Las organizaciones sociales y de trabajadores deben impulsar en sus países y en los foros
internacionales mejoras en las condiciones de trabajo
y de calidad de vida”. Ni México ni América Latina deben convertirse en una gran maquiladora puesto que
no responden a un proyecto de nación ni individual.
7. “En un contexto en que hay un repunte del
racismo, la discriminación social y la xenofobia en todo
el mundo, es necesario hacer frente de manera global
a este fenómeno, adoptando medidas prácticas como
la prevención, la educación y la protección”.
8. Es necesario aprender en el camino de los
intentos honestos que, sin importar de donde provengan, ayuden a pavimentar el camino en búsqueda de
las potenciales soluciones. Desarrollar una pedagogía
de masas que apoyen “las manifestaciones populares
para denunciar todas las situaciones de exclusión y
señalar las posibles salidas y alternativas”.22
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El Neoliberalismo en
América Latina
(Historia Contemporánea de América Latina)
Mtro. Miguel Ángel Martínez*
A
mérica Latina ha pasado en las últimas dos
décadas y media por procesos que han
modificado significativamente su anterior
pasado económico, político y social.
Las sociedades latinoamericanas han visto
derrumbarse varios de los pilares que sostenían las
construcciones nacionalistas que se crearon en buena
parte del siglo XX. La idea del estado benefactor
latinoamericano es uno de estos factores fundamentales que moldearon el desarrollo económico y social de
estos países hasta la década de los 80.
Lo mismo podemos decir de las políticas del
industrialismo-desarrollista; la orientación comercial
hacia el mercado interno y todas las creaciones
identitarias (incluidos los mitos nacionalistas) que
forman parte de los proyectos de cada nación.
Este breve ensayo retoma varios de los puntos
arriba mencionados como parte de lo visto durante el
curso de la materia Historia Contemporánea de
América Latina. Enfocándose a analizar algunos de
los rasgos principales que presenta el modelo
neoliberal para el caso de los países latinoamericanos.
LOS LUGARES COMUNES
No es raro que Latinoamérica haya recorrido lugares
comunes a lo largo de su historia. Diversos episodios
y circunstancias han hecho que la realidad latinoamericana cree un piso común, una base más o menos
pareja desde la cual se levantan historias paralelas
que se cruzan a lo largo del camino.
22
Tamayo, Eduardo, “De la década perdida a la década de la
exclusión social”, Ponencia pronunciada en la Cumbre Social
Alternativa de Ginebra, Suiza el 22 de junio de 2000.
* Maestro adscrito al Programa de Licenciatura en Sociología /
UACJ.
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1
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A groso modo algunas de las tendencias más
sobresalientes que han entrelazado el tejido histórico
latinoamericano son las siguientes:
a) Empezando por el modelo colonizador
occidental europeo. En la mayor parte del continente
un grupo social, el español, impone su lengua, cultura
y religión.
b) En términos generales estos países
alcanzan su independencia por las mismas fechas y
adoptan sistemas políticos y económicos basados en
el liberalismo europeo y norteamericano.
c) Excepto en algunos casos y tan solo por
breves momentos los países latinoamericanos recién
independizados fueron presa de gobiernos militares,
burocráticos y de saqueadores de la riqueza nacional.
d) Todos se fueron alineando a las políticas y
decisiones de la emergente potencia norteamericana,
desde finales del siglo XIX y principios del XX hasta
después de la Segunda Guerra Mundial, donde Estados
Unidos acaba de consolidar su poderío. Se establece
de esta manera una nueva dependencia y se reestructuran las relaciones centro-periferia.
e) Durante el siglo XX, igualmente, producen
procesos similares que van profundizando las desventajas económicas y sociales de los países de la región
latinoamericana. Los más importantes tienen que ver
con los siguientes puntos:
• Liberalismos
• Nacionalismos
• Estatismos
• Populismos
• Militarismos
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Dentro de estos procesos que tienen que ver
con proyectos de nación, con políticas económicas y
modelos políticos y de gobierno, hay variantes —como
mencionamos anteriormente— que están determinadas
por las particularidades propias de cada país y región.
f) Terminada la Segunda Guerra Mundial son
pocos los países latinoamericanos que cuentan con
responsables del desastre económico.
Estos esfuerzos, aunque importantes, corren
el riesgo de diluirse como le ha pasado a otros tantos
si no logran establecer una estrategia y un rumbo claro
hacia dónde avanzar, y si son capaces de sobreponerse
al famoso TINA (There Is No Alternative) de la ex
primera ministra británica Margaret Thatcher.
Para concluir retomamos algunas de las
observaciones hechas por Eduardo Tamayo en su
artículo llamado De la década perdida a la década de
la exclusión social, donde nos propone lo que sería
una agenda social para América Latina de acuerdo con
las siguientes premisas:
1. La confirmación en el lenguaje de los hechos
del fracaso macroeconómico dominante. Las políticas
neoliberales y los llamados programas de ajuste
estructural han agravado las históricas injusticias
sociales, las desigualdades y las exclusiones de todo
tipo en América Latina y el Caribe.
2. Reorientar no sólo el lenguaje sino el modelo
en general. O para ser más preciso, las prioridades de
ese modelo. “No se trata de darle un rostro humano a
la mundialización neoliberal —dice el autor— las
necesidades básicas y los derechos humanos fundamentales de las personas deben estar por encima de
las fuerzas desbocadas del mercado y los intereses
desmedidos de lucro de una minoría”.
3. Se deben de revisar las relaciones NorteSur. Este último no puede estar sufragando históricamente (sea por pagos de la deuda, con los recursos
naturales o por mano de obra barata) la acumulación
de los primeros.
4. Debe de ser un proceso de reparación de
los desequilibrios existentes. “Es la hora de rescatar
las deudas ecológicas y sociales, con la niñez, la
juventud, las mujeres, los pueblos indígenas, los
negros, los pobres de la ciudad y del campo...”
5. Los programas de ajuste estructural del
FMI, del BM y del BID deben ser suspendidos porque
son el principal factor de inestabilidad social, econó-
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ble”), pues lo que buscan estos grandes poderes
no es cómo construir un mundo más justo sino,
tan sólo, tratan de ponerse de acuerdo en la forma
de resolver sus contradicciones internas en el
nuevo reparto del mundo. Las grandes cumbres de
los organismos que buscan gobernar la
globalización son —según ellos— tan sólo una
especie de nueva Yalta, la famosa conferencia
realizada después de la Segunda Guerra Mundial,
en la que los países victoriosos pactaron su zona
de influencia en el planeta.21
Los sucesos del 11 de septiembre de 2001
vinieron a intensificar aún más la política agresiva e
intervencionista del único eje de poder militar en el
mundo. Sin embargo, amplios sectores de la sociedad
civil se han movilizado en todo el continente para tratar
de hacer frente a los grandes desequilibrios provocados
por la doctrina del “realismo económico”. Así en Brasil
más de diez millones de personas se manifestaron en
contra del ALCA; los indígenas y campesinos de Perú
y Bolivia se han organizado y protestado contra las
más recientes ilegalidades a que han querido
someterlos; en Venezuela y Ecuador la noticia no tanto
es que hayan ganado gobiernos muy parecidos con
discursos que van entre la izquierda al populismo, sino
que lo hayan hecho debido a que los de derecha se les
acabó la credibilidad y ya no tuvieron nada más que
ofrecer al electorado de esos países; en nuestro país
tenemos el neozapatismo desde el inicio del TLCAN
en enero de 1994, como un claro ejemplo de que los
problemas sociales no se resuelven simplemente
dejándolos de ver o tratándolos de ocultar. Y recientemente en otra fase del mismo acuerdo comercial los
campesinos mexicanos fueron los que organizaron una
amplia movilización para tratar de no desaparecer ante
la desigual competencia de los agricultores de Estados
Unidos y Canadá; en Argentina, en los últimos días,
recuperaron la memoria y no dejaron regresar al poder
al ex presidente Menem que fue uno de los principales
21
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economías sanas, sin embargo, en la mayoría de los
países, las formas de gobierno, los planes económicos
aplicados (o la ausencia de ellos) y la cada vez mayor
dependencia económica y tecnológica con los Estados
Unidos, se traducen en efectos perversos para el
conjunto de la sociedad. La corrupción, la antidemocracia y la marginación social son el cáncer que
termina por echar a perder cualquier intento de
recuperación económica.
g) No hay que olvidar, tampoco, que en las
décadas de los 60, 70 y en algunas partes todavía en
los 80, se producen insurrecciones, movimientos de
liberación nacional, guerrillas, etc. Algunos de estos
movimientos sociales tienen ciertos logros, pero en
su mayoría son reprimidos violentamente.
Así llegamos a la época neoliberal en el último
cuarto del siglo XX. Las tendencias generales en este
período son las siguientes:
1) La despedida de los últimos regímenes
(conocidos en su acepción tradicional como)
autoritarios y/o militares. Y la llegada de los gobiernos
civiles y votados (con v chica). Sin que esto signifique
entrar, todavía, a una etapa de plena democracia
(también en su acepción tradicional).
2) Inserción al modelo macroeconómico
neoliberal a través de los ajustes estructurales. En
algunos países del cono sur desde mediados y finales
de los 70, pero en términos generales para América
Latina desde inicios de la década de los 80.
3) Incremento de la pobreza y de las contradicciones sociales. Latinoamérica ahora es más pobre
y a la vez más contrastante.
Pasamos de la década violenta de los 70, a
la década perdida de recesión con deuda pública en
los 80.
Y en los 90 a la década de las crisis renuentes
con una mayor polarización social (en un extremo los
pobres cada vez más pobres, en el otro los ricos
excesivamente ricos y el medio muy debilitado). Es en
estos años donde se acentúan las políticas de los
Ibid., p. 3.
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3
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gobiernos marcadamente de tendencias neoliberales,
como los de Collor de Mello (1989-1994) en Brasil,
Menem (1989-1995 y 1995-1999) en Argentina,
Fujimori en Perú (1990-1995 y 1995-2000) o Salinas
en México (1988-1994).
4) En cuanto a la democracia, mientras que
por un lado se logró un avance nada menor al establecerse procesos electorales más o menos estables
(aunque no en todas partes) como vías para acceder
al gobierno; por otro lado, tenemos una temprana pero
profunda insatisfacción al fallar el modelo (o por lo
menos sus propuestas) en proveer trabajos, incrementar los estándares de vida y acrecentarse la
violencia y la migración.
Los que vivimos en alguna parte del suelo
latinoamericano, no nos consuela el hecho de que en
otros países estén en peores condiciones. En Argentina, por ejemplo, con su crisis económica, su crisis
de corrupción y con el llamado “corralito”, las personas no aguantaron más y no dijeron exactamente “ya
basta”, pero sí dijeron a su manera “que se vayan
todos”. Esa fue la consigna generalizada contra la clase
política (llevada hasta los restorantes y demás lugares
públicos) identificada como la culpable de su caída
económica. Empujados a esas condiciones la población
argentina empezó a manifestar su enojo a través de
las cacerolas y el trueque como una forma de organización y sobrevivencia desde abajo.
Por su parte Colombia se debate entre diversos
frentes, el propio del modelo neoliberal impuesto
forzadamente por los gobiernos recientes y la mano
“invisible” del mercado y por otro lado, el de la guerrilla de las FARC y otras fuerzas, que es, también, la
vía armada que miles de colombianos eligieron (otro
agente que tiene que tomarse en cuenta es el del
narcotráfico, debido al peso específico que tiene esta
presencia en Colombia tanto en el poder económico y
político, como por sus repercusiones en lo social). Y
entre el fuego cruzado de los diferentes frentes está la
población civil que acomoda sus vidas ante el empuje
4
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económico del desarrollo social.
Los que se oponen a ceñirse al modelo
dominante en América Latina y en el mundo no son los
apáticos, los perezosos, ni los antisociales tal y como
lo quieren hacer aparecer en la mayoría de los medios
públicos. Ni tampoco lo hacen por culpa de su juventud
o porque simple y sencillamente no saben lo que hacen.
Una muy buena parte de los grupos ecologistas,
campesinos, indigenistas, fuerzas políticas, movimientos sociales y unas diversas más de ONG civiles y
religiosos, además de las redes internacionales que
integran a varias de éstas, están ahí por las contradicciones propias de un modelo que no mide a todos
con la misma vara en términos de justicia social y libertad,
y que no da cabida a la diversidad social y cultural.
Otro producto social de la globalización son
los globalizados, que de acuerdo a Manuel Vázquez
Montalbán son
todos aquellos que viven la alienación dentro de
un sistema (similar a la de los obreros que viven
de la venta de su fuerza de trabajo) al que sólo
pueden enfrentar desde las solidaridades colectivas
(...) La globalización convierte al globalizado en
un consumidor de mercancías que no consume, o
de un consumidor de cosas que no necesita, o
consumidor de una democracia restringida y
corrupta.20
Las protestas del llamado “pueblo de Seattle”
efectuadas en esa ciudad en 1999 y las posteriores de
Québec, Génova, Barcelona, Praga y en particular la
realización del Foro Social Mundial de Porto Alegre
en febrero del 2002, expresan la necesidad de participar, de ser tomados en cuenta en la conformación del
nuevo orden mundial, pero no en el sentido y a la
manera que lo hacen las élites mundiales (de allí el
lema que identifica a este foro: “otro mundo es posi-
20
Tomado de Hernández Navarro, Luis, “La izquierda y los
globalizados. El Pueblo de Seattle”, rev. Globalización (revista
mensual de Economía, Sociedad y Cultura), 27 de octubre de
2002. pp. 3-4.
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contaminación y los recursos no renovables y el
proceso de democratización que se extiende por todo
el mundo. Ante tal panorama plantea desarrollar los
siguientes puntos: primero, “Extender el espíritu de
Porto Alegre”, es decir, apoyar la convergencia no
jerarquizada de los diversos movimientos antisistémicos. Segundo, “Utilizar tácticas electorales
defensivas”, ante la lógica de la ganancia, el juego electoral se convierte en una protección inmediata para
resguardar las necesidades más urgentes de la
población. Tercero, “Promocionar incesantemente la
democratización”, aspectos tan importantes como la
educación, la salud, el ingreso, etc. Deben ser partes
integrantes de las demandas para llegar a una democracia mejor proporcionada. Cuarto, “Forzar a que el
centro liberal cumpla con sus preferencias teóricas”,
la retórica liberal predica muchas cosas que en los
hechos no practica. Hay que empujar para que la
libertad se aplique igual para todos, para que el
supuesto de que “todos somos iguales ante la ley” se
haga realidad, para que la diferencia racial no sea
una diferencia social, para que no haya una justicia
para los privilegiados y otra para los desfavorecidos,
“hay que ‘reventar los escalafones’, es decir, movilizarse en las comunidades más pobres de modo que
éstas puedan hacer pleno uso de sus derechos legales”. 18 Finalmente, si algún proyecto no tiene
alternativa —señala— es el irracional modelo actual. El discurso globalizante por más poderoso que
sea, no debe de derrotar las expectativas que hay
para resanar el maltratado tejido social.19
Finalmente, el mundo no solamente se redefine desde arriba. Desde otros lugares y desde otros
segmentos sociales se generan reacciones defensivas
contra la oleada neoliberal, y en los casos más afortunados se intentan desarrollar propuestas alternativas que de antemano no contradigan el desarrollo
18
Ibid., p. 5.
Aquí tan solo se expuso una parte de las propuestas que
plantea el autor. Para una versión completa de los planteamientos
remitirse al documento original.
19
20
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“modernizador” de los distintos planes de desarrollo.
En Chile está en juego la consolidación democrática de sus instituciones. Para su pesar tiene muy
cerca su pasado golpista y el poder de los militares
resoplándole en los oídos.
Por otra parte, este país que fue uno de los
primeros de la región en aplicar el instructivo de
medidas neoliberales, es el que está mejor encarrilado
en el modelo del libre mercado y de la globalización
económica. El MERCOSUR (mediante un acuerdo de
asociación), el Plan Auge y los próximos acuerdos
comerciales como el tratado bilateral con Estados
Unidos o el mismo ALCA (Área de Libre Comercio de
las Américas) programado para iniciar en el 2005.
Un caso distinto que vino a dar un giro contrario a los gobiernos de corte neoliberal es el de
Brasil. Distinto en muchos sentidos, primero porque
se trata de un gobierno electo democráticamente por
una mayoría (con una votación récord de 52 millones
a su favor) que dirigió su voto hacia una propuesta el
Partido de los Trabajadores (PT) ubicada en el espectro
político de la izquierda brasileña. Distinto, también,
porque el ahora presidente Luiz Inácio Lula da Silva
no es uno más de los tecnócratas formados bajo la
visión económica neoliberal adquirida en alguna universidad de los Estados Unidos. Lula da Silva, por el
contrario, se desempeñó durante mucho tiempo en el
oficio de mecánico tornero, integrándose a la actividad
política a principios de los 80.
Otra variable más que sale de lo acostumbrado
en los años recientes, es la composición de los sectores
que conforman la base social que llevó al triunfo a
Lula da Silva, constituida por un abanico grande de
organizaciones identificadas con la izquierda. El PT
se compone de la Central Única de Trabajadores (CUT),
el Movimiento de los Sin Tierra (MST), activistas
populares de otras ONG’S, miembros de distintas
iglesias, etcétera. Todas estas fuerzas supieron posicionar en los primeros planos de las preferencias
electorales, una propuesta partidista cercana a la
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izquierda. Y, tal vez, sea ésta, la parte más interesante
del triunfo de Lula. Encontrándose prácticamente
atado de manos por las presiones de las instituciones
financieras y organismos acreedores internacionales
(con una deuda que se aproxima rápidamente a los
250 mil millones de dólares); solamente en ciertas
áreas y en los sectores progresistas que ocupan los
cuadros medios del gobierno, es donde se tienen
mejores posibilidades por el momento de impactar en
las condiciones sociales de la población.1
El caso cubano representa una situación
distinta. Ubicado desde finales de la década de los
cincuentas bajo un modelo socialista, sus problemas
principales siguen pasando por hacer sustentable un
sistema que brinde a su población las condiciones
económicas, políticas, sociales y de vida que ésta
requiere y que difícilmente ha alcanzado.
El embargo económico y la hostilidad norteamericana explican en gran parte esas condiciones, pero
sus problemas internos de autoridad, de libertades
civiles, de mejoras en las condiciones de vida de la
población, y otros tantos, tampoco pueden ser negados.
El futuro de la revolución socialista cubana es incierto,
pesan sobre ella, la difícil situación económica interna
1
James Petras caracteriza de la siguiente manera los zigzagueos
políticos de Lula: “En realidad, los miedos electorales de los
inversores no están justificados, ya que los dos candidatos de
izquierda han aceptado los programas neoliberales... Lula eligió a
un gran capitalista textil que es enemigo de los sindicatos como
candidato a vicepresidente, formando así una alianza con el
derechista Partido Liberal, adhirió al acuerdo con el FMI y al ALCA
y se opone a las ocupaciones de los Sin Tierra. Lula ha forjado una
alianza con otra institución de derecha, la iglesia Pentecostal y ha
sostenido frecuentes reuniones con funcionarios de la embajada
de Estados Unidos y con banqueros, para garantizarles la
continuidad de la política económica. Está claro que no hay nada
progresista en el programa de Lula... Lula, los dirigentes del PT y
su maquinaria electoral están más interesados en obtener
posiciones en el gobierno y servir a los bancos, que en beneficiar
al pueblo.
El miedo de los inversores no está dirigido a Lula, sino a la
masa de sus seguidores, a quienes Lula podría no estar en
condiciones de controlar una vez asumido el gobierno... Por eso,
los inversores no confían en Lula cien por cien, aún cuando su
programa es el de un político liberal. Petras, James, “Brasil:
neoliberalismo, crisis y política electoral”. Tomado de Rev.
Globalización (revista mensual de Economía, Sociedad y Cultura),
septiembre de 2002, pp. 3-4.
6
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no hace las transformaciones sociales hacia la democratización y la equidad de la sociedad.
Por último, está el camino hacia delante.
Touraine, que es un convencido de la acción social,
nos propone recuperar el sentido de la intervención
en los asuntos de la vida pública que nos atañan a
todos. Romper con la historia teleológica que no
contempla la participación de los sujetos para transformar sus propias vidas.
debemos salir, y estamos ya a punto de hacerlo, de
un momento de transición liberal. Pero esta salida
no se producirá si nos dirigimos hacia atrás, ni
hacia abajo, ni hacia arriba; no puede producirse
más que si caminamos hacia delante, hacia la
reconstrucción de nuestra capacidad de acción
política, lo que pasa, primeramente, por la
formación de nuevos movimientos sociales.16
El siguiente punto de vista es uno que desde varios
ángulos se diferencia —y en otros más incluso se
contrapone— del autor anterior. Immanuel Wallerstein
es otra de las voces con mayor autoridad en el mundo
intelectual. Wallerstein desde una perspectiva de
izquierda propone lo que sería una estrategia alternativa para inicios del siglo XXI.17
En primer lugar, lo que hace notar al hacer
un diagnóstico del estado actual de la sociedad, es
que ésta se encuentra por primera vez en una verdadera crisis sistémica tras 500 años de existencia del
capitalismo. Y en donde, por lo tanto, existe cierta
posibilidad de generar un cambio profundo en sus
estructuras.
Sin embargo, el problema que se le presenta
es que la estrategia seguida desde la segunda mitad
del siglo XIX, se encuentra devastada, desarticulada,
agotada desde finales de los años 60. Aún así el sistema
capitalista se encuentra atado por la desproporción
de los salarios a nivel mundial, los límites de la
16
Ibid., p. 51.
Véase Wallerstein, Immanuel, “Una política de izquierdas para
una época de transición”, conferencia presentada en la Socialist
Scholars Conference, New York City, 13 de abril de 2001.
17
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es aferrarse a “la identidad, a la historia, al lenguaje”,
al pasado. Para Touraine la solución a los problemas
de la desigualdad económica no pasan por la estatización
de la sociedad, ni en la “nomenclatura” que se crea
alrededor del Estado para obtener beneficios y privilegios
de él, ni mucho menos en los nacionalismos que sólo
conducen a la cerrazón. La vuelta a este pasado no
constituye una salida viable al actual modelo neoliberal.
Una segunda puerta que se abre pero ahora
hacia abajo es, en palabras del mismo autor, la de los
dominados, o para darle un cariz gramsciano, la acción
de los grupos subordinados o subalternos. Efectivamente, la aparición de nuevos movimientos sociales
capaces no solamente de romper con el orden establecido, sino a la vez, de construir uno nuevo en donde se
vean reflejados “a sí mismos como los defensores de
la igualdad, del derecho al trabajo, a la diferencia o a
la seguridad”.14 Pero aquí también la historia se vuelve
en contra de ellos. En nombre del pueblo han surgido
grandes movimientos sociales que han pasado del
dominio de una élite (política o intelectual) a otra.15 La
historia latinoamericana es rica en este tipo de ejemplos y buena parte de la desilusión de la ciudadanía se
debe al abuso populista del que han hecho un arte
tanto gobiernos, partidos, como organizaciones
sociales de derecha y de izquierda.
La tercera opción es hacia arriba, hacia los
adelantos de la tecnología que permiten al ser humano
controlar cada vez más (aunque muchas veces no
necesariamente mejor) su medio físico y social. La idea
de progreso siempre presente en la sociedad capitalista
asocia actualmente el avance modernizador con las
innovaciones técnicas. Pero la tecnología por sí misma
14
Ibid., p. 42.
Populista resulta así la apelación como por ensalmo de las
fuerzas populares a las que, sin embargo, se trata de reducir al
silencio mediante la puesta en funcionamiento de un sistema de
dominación absoluta. El pueblo necesita de guías, individuales o
colectivos, que le liberen de quienes le utilizan en su propio beneficio
y que han de permitirle recuperar su identidad y la conciencia de
su fortaleza; tal es el credo de los populistas. Ibid., p. 43. Un poco
fuera de las formas académicas, se puede remitir, a manera de
ejemplo, al clásico filme “Quemada” de Gillo Pontecorvo.
15
18
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y externa, la situación política latente y ahora el peligro
de una agresión militar “preventiva” por parte de los
Estados Unidos.
Por último, la historia reciente de México
continúa un camino trazado por la primera
administración netamente neoliberal, la de Miguel de
la Madrid a partir de 1982. Desde entonces se
adoptaron las propuestas clásicas de este modelo;
adelgazamiento del Estado, transferencia de servicios
públicos al ámbito privado, privatización de empresas
públicas, apertura comercial, etc. Estas medidas
entraron en su fase más intensa en las dos siguientes
administraciones. El Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) es una pieza clave de la
integración de México a la economía globalizada. Las
consecuencias sociales de esta integración, sin embargo, no son nada agradables, pues aumentó
enormemente el número de personas que perciben
salarios por debajo del salario mínimo, la cifra de personas que están dentro del rango de pobreza en México
lejos de disminuir, se elevó a más del 51 por ciento de
la población (en los cálculos oficiales). El efecto tequila de finales de 1994 reventó la burbuja artificial
que había creado Carlos Salinas de una supuesta
modernización del país, y nos colocó de vuelta en la
realidad de las crisis sexenales, de las devaluaciones
y de la incapacidad adquisitiva. Y la actual administración foxista es parte del mismo proceso. Las
prioridades macroeconómicas siguen siendo las
mismas, la apertura de los mercados avanza con la
continuación de los acuerdos comerciales con Europa,
Asia y América Latina y los planes que pretende
consolidar el proyecto neoliberal en la región, mediante
la vía globalizadora, marchan dentro de lo programado.
Como ejemplo tan solo se puede citar el llamado Plan
Puebla-Panamá (PPP), que no es otra cosa que la
actualización del viejo proyecto Alfa-Omega de José
López Portillo y que Ernesto Zedillo retoma como el
Megaproyecto Transísmico presentado dentro del Plan
Nacional de Desarrollo Urbano 1995-2000, para
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7
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desarrollar comercialmente la zona del istmo de
Tehuantepec, proyecto muy atractivo para los capitales
estadounidenses.
LAS REFORMAS NEOLIBERALES Y EL PROCESO
DE GLOBALIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA
Dado que el neoliberalismo se asume habitualmente
como un gran paquete en donde caben todo tipo de
elementos de orden por demás variado (y en donde
incluso —como aquellas palabras mágicas— sirve para
explicar, sin mayor argumentación, todos los males o
bienes de una nación), proponemos una primera
distinción del término neoliberal de acuerdo a los tres
ámbitos principales en que repercute y de acuerdo,
también, a la forma específica que ha tomado en las
sociedades latinoamericanas.
EL NEOLIBERALISMO ECONÓMICO:
El neoliberalismo es un modelo dirigido básicamente
a la economía de los países, el cual plantea la
reducción del Estado en los asuntos de la economía,
propone un “Estado mínimo” en el manejo y propiedad
de la producción y circulación de los bienes
comerciales. Señala que el Estado no debe ser dueño
de empresas y que, por el contrario, debe propiciar
las condiciones para la economía de mercado y facilitar
los requerimientos del capital privado (nacional y
extranjero) para ser ellos el verdadero eje central de
la economía. Unido a lo anterior, el programa
neoliberal promueve la apertura comercial y la
inversión extranjera en casi todas las ramas de la
economía a través de tratados o acuerdos entre socios
comerciales.
EL NEOLIBERALISMO SOCIAL:
Convertido el Estado (de los países latinoamericanos)
en mero promotor de la iniciativa privada, pierde
8
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muchos de los males que arruinaron las economías de
todos estos países. Más aún, lo trágico ante tales
cambios es que los escasos beneficios sociales que
había logrado el “Estado Social” latinoamericano se
vieron afectados ante el cambio de política social, ante
la introducción del capitalismo salvaje que llevó mayor
cantidad de gentes a las filas del desempleo; a engrosar
el ya de por sí abundante nivel de pobreza; a la baja
considerable en el poder adquisitivo debido a las
políticas de contención salarial; a agravar aún más la
situación de los pueblos indígenas; a poner en mayor
vulnerabilidad a los ancianos y la desnutrición en los
niños, a aumentar el ambulantaje y el comercio irregular; a dejar su lugar de origen por falta de condiciones
para desarrollarse; a imposibilitar el acceso a los
servicios de salud de calidad; a la educación; a los
servicios públicos; etc. En pocas palabras, agrandó la
brecha en la distribución de la riqueza y de la desigualdad social.
Ante tal cascada de calamidades se revisará
a continuación, de una manera muy breve, la respuesta
que desde varios frentes de la sociedad civil se ha dado.
Pero antes de esto veremos las propuestas de dos
autores, que de igual forma, se vuelven importantes
ante la búsqueda de un modelo más armonioso de
sociedad; un proyecto alternativo que vaya más allá
de la mera economía de mercado que persigue por
sobre todo el afán de lucro; uno que, urgentemente, le
devuelva al ser humano su dignidad.
El primero de ellos es el reconocido sociólogo
francés Alan Touraine, que en su libro titulado “¿Cómo
salir del liberalismo?”,13 nos hace dar un recorrido por
algunas de las posibles salidas que se le plantean a la
sociedad liberal de nuestros días. Siguiendo la línea
que marca el autor, la primera reacción y la primera
salida falsa que se produce ante la recomposición de
los tiempos actuales es mirar hacía atrás, esto es, ante
la “amenazadora” presencia del cambio, lo más seguro
13
Touraine, Alan, “¿Cómo salir del liberalismo?”, Paidós,
Barcelona, 1999.
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SOCIOLOGÍA
la volatilidad del capital especulativo.
• Creación y estallido de burbujas bursátiles por la
movilidad incontrolada de estos mismos capitales.
• Manejo antidemocrático y sesgado, ejercido por las
naciones industrializadas, de los organismos
financieros internacionales y las instituciones
reguladoras del comercio mundial (FMI, BM, OMC).
• Insostenibilidad de un modelo de desarrollo destructor de los equilibrios ecosistémicos, que está
dejando como saldo para las nuevas generaciones
el calentamiento global y la alteración del clima; el
incremento de desastres naturales como inundaciones, sequías, incendios, sismos y huracanes; la
contaminación de mares y ríos; la deforestación y
la desertización de los suelos; el envenenamiento
de los alimentos; la extinción de especies animales
y vegetales; el agotamiento de los recursos naturales, etcétera.12
PROPUESTAS ALTERNATIVAS AL MODELO
NEOLIBERAL EN AMÉRICA LATINA
“Una de las peores cosas de ser
pobre es pensar que no eres
necesario”
escritora norteamericana
En los últimos años una gran cantidad de estudios se
han dedicado a analizar al modelo neoliberal, gran
parte de ellos resaltan el carácter excluyente y
dominante de éste. A más de veinte años de estar
presente en las políticas públicas en América Latina,
hay que decir que, si bien hubo cierto cambio en los
antiguos vicios de los Estados latinoamericanos
(manejo discrecional de los dineros públicos, de las
reglas del juego institucional, de la centralidad de las
decisiones, etc.), continúan reproduciéndose, por
conveniencia o por la dificultad que esto implica,
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posibilidades para las funciones sociales (Estado
keynesiano) que las llamadas fuerzas del mercado no
pueden ni quieren realizar. Las prioridades del nuevo
Estado Neoliberal Latinoamericano (ENL) se centran
en mantener sanamente los llamados índices de
macroeconómicos (deuda externa, inflación, déficit
público, reservas internacionales, balanza comercial),
dejando en segundo nivel la atención a la salud, la
capacidad adquisitiva, la nutrición, la educación, el
empleo, la vivienda y demás elementos que miden el
bienestar social de un país.
Otro aspecto que hay que mencionar en este
apartado, es que el neoliberalismo tiene la capacidad
de transformar rápida y drásticamente muchas de las
prácticas sociales y de los usos culturales que a lo
largo de su historia han construido los pueblos de
América Latina. La masificación de las formas de vida
rompe con muchas de estas tradiciones que conforman
la riqueza cultural latinoamericana.
EL NEOLIBERALISMO POLÍTICO:
Finalmente, la propuesta ideal que promueven los
organismos financieros internacionales junto con las
élites tecnócratas de los países latinoamericanos, es
que las reformas estructurales a la economía estén
acompañadas de reformas del Estado y de los sistemas
políticos. Sin embargo, no es prioritario que este objetivo se cumpla del todo o que se posponga en el
tiempo. Puesto que, así pareciera, lo importante es
que se cumplan los planes económicos, mientras lo
otro puede esperar.2
12
Fernández Colón, Gustavo, “Latinoamérica en la encrucijada”,
rev. Globalización (revista mensual de Economía, Sociedad y
Cultura), octubre de 2002, p. 2.
2
En un libro recientemente publicado Giovanni Sartori deja clara
la separación entre la esfera de lo económico y lo político, sin embargo, hay que decir, como lo hace Daniel García en un artículo
pasado, que los llamados elementos puramente técnicos que
impulsa el neoliberalismo no pueden ser vistos bajo un manto de
neutralidad, sino todo lo contrario, la implementación de las
medidas macroeconómicas tienen una gran carga ideológica y son
parte de un uso político del cual amplios sectores se sirven para
vender la idea de que a la democracia se llega avanzando por el
camino de los ajustes estructurales de la economía. García Delgado,
Daniel, “Democracia y ajuste estructural”, en revista Argumentos
núm. 7, UAM, México, agosto de 1989.
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Así, en los países latinoamericanos no se
avanza como se debería en los problemas de los
derechos humanos, de la corrupción de los gobiernos,
de la consolidación de los contrapesos al ejecutivo, de
la libertad de expresión, de la justicia y seguridad
pública, etcétera.
Los cambios que experimentan los países
latinoamericanos en estos tres aspectos parten de
comienzos de la década de los 80 y obedecen a un
engranaje de situaciones mucho más amplio que el
mero relevo de cuadros políticos o la sola determinación de los países de la región. Podemos hablar más
en el sentido de una reorganización de la economía a
nivel internacional, de un relanzamiento de los factores
económicos mediante nuevas bases (nueva plataforma)
de organización y de integración de las economías locales con el mercado externo. Reestructuración que
en el fondo busca, por una parte, dar viabilidad a un
sistema de relaciones económicas que daba muestras
de agotamiento y, por otra, actualizar esas relaciones
de acuerdo a las nuevas condiciones productivas y
tecnológicas. ¿Es un cambio del paradigma económico?
La desorientación actual de las ciencias sociales no
da respuestas claras al respecto.
El investigador argentino Daniel García en su
lectura de estos hechos interpretó que:
Estos planes [tuvieron] como causas profundas tres
factores: crisis mundial y cuestionamiento del
paradigma keynesiano; elevación de las tasas de
interés en los Estados Unidos; y sobreendeudamiento. Tales factores dan lugar a la principal
innovación económica de los 80: las políticas de
ajuste, pero ya no como planes de estabilización
convencionales sino de ajuste estructural.3
El ajuste, entonces, tiene que ver con la redefinición a
fondo de sus sistemas productivos y de los mismos
agentes de la producción; empezando por un cambio
estructural del rol tradicional del Estado; el viraje de
la producción hacia la exportación; la privatización de
empresas públicas (lo que en el after math o resultado
3
10
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década de los 90 y tan solo para América Latina
podemos nombrar un número importante de asociaciones que se han creado en este período.
Para cerrar el tema, podemos llegar —como
lo hace Gustavo Fernández— a las siguientes conclusiones acerca de los efectos negativos que ha traído la
economía global tal y como se ha venido aplicando
hasta ahora en los países de América Latina:
• Concentración creciente del capital en manos de
las corporaciones multinacionales.
• Extinción de la pequeña y mediana industria.
• Desempleo galopante provocado por la informatización y la robotización de los procesos productivos.
• Competencia hacia la baja de los salarios para
atraer a los inversionistas extranjeros.
• Desmantelamiento de los sistemas de seguridad
social creados en el pasado por el Estado de
Bienestar.
• Sobreoferta de mercancías como resultado de la
depauperación o el paro de los trabajadores y el
incremento, por vía tecnológica, de la productividad.
• Tendencias deflacionarias generadas por la caída
del consumo a nivel mundial.
• Abandono progresivo del gasto en infraestructura,
educación y salud por parte de los estados
nacionales.
• Competencia desigual en el comercio internacional
a causa de los subsidios y barreras arancelarias
utilizados por las naciones industrializadas.
• Asimetrías perjudiciales para los países pobres
dentro de las zonas de libre comercio como el TLCAN
o la propuesta del ALCA.
• Insostenibilidad de la deuda pública de las naciones
emergentes.
• Incremento del endeudamiento y disminución del
ahorro dentro de las economías industrializadas
como los EE. UU.
• Parasitación o expoliación de la economía
productiva por parte del capital financiero.
• Inestabilidad en el valor de las monedas a causa de
García Delgado, Daniel, op. cit., p. 111.
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Para Manuel Castells este último punto es el que ha
brindado la posibilidad de funcionar integradamente
en la sociedad moderna:
Globalización no es sinónima de internacionalización. En sentido estricto es el proceso
resultante de la capacidad de ciertas actividades
de funcionar como unidad en tiempo real a escala
planetaria. Es un fenómeno nuevo porque sólo en
las dos últimas décadas del siglo XX se ha
constituido un sistema tecnológico de sistemas de
información, telecomunicaciones y transporte, que
ha articulado todo el planeta en una red de flujos
en las que confluyen las funciones y unidades
estratégicamente dominantes de todos los ámbitos
de la actividad humana. Así, la economía global no
es, en términos de empleo, sino una pequeña parte
de la economía mundial. Pero es la parte decisiva.
Y más adelante agrega: El nuevo sistema global
que se constituye a partir de redes de intercambio
y flujos de comunicación es a la vez extremadamente incluyente y extremadamente excluyente.
Incluyente de todo lo que tiene valor según los
códigos dominantes en los flujos y excluyente de
todo aquello que, según dichos códigos, no tiene
valor o deja de tenerlo.10
Piedra angular de la economía moderna es la
globalización del capital financiero, este sector
dominante de las economías del mundo se ha
convertido en un objeto de codicia para quienes ven
en ella la vía para acrecentar las economías nacionales;
pero, a la vez, ha sido una verdadera peste para la
economía global y para la de ciertos países en particular, puesto que, como dice Alain Touraine: “...el
verdadero peligro [proviene] del movimiento
incontrolado de capitales que puede destruir de repente
diversas economías en virtud de cálculos puramente
financieros y efectuados a corto plazo”.11
La conformación de bloques económicos y
comerciales encuentra su pico a partir de inicios de la
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final significa ceder el control de los recursos, algunos
de ellos estratégicos, y el manejo de la economía por
parte del sector privado); llevar a cabo la reconversión
industrial; aplicar medidas fiscales restrictivas y
responsabilizar recursos de la producción interna al
servicio de la deuda externa.4
Bajo ese esquema el mercado y los sectores
económicos y sociales tienen roles muy específicos que
cumplir. Una de las primeras ofertas del programa
neoliberal fue hecha por la, entonces todavía, dictadura
militar Argentina en 1974. Ahí se pueden observar los
papeles asignados a cada uno de los actores fundamentales en el funcionamiento de la economía neoliberal
con una clara semejanza con las propuestas del FMI.
El mercado debe asignar los recursos productivos
y distribuir los ingresos entre los agentes de la
producción; la empresa privada debe encabezar el
desarrollo y el Estado cumplir una función
subsidiaria; la economía debe abrirse a la
competencia internacional y especializarse
conforme a las ventajas comparativas reveladas por
el mercado internacional; la inflación debe frenarse
mediante la reducción del gasto público y sin déficit
fiscal, y el crecimiento del gasto nominal debe
contenerse mediante una política monetaria
rigurosa... en un país periférico, como Argentina,
el enfoque ortodoxo es también una propuesta para
imponer la disciplina social y reafirmar el sistema
de poder vigente...5
Por lo que respecta al Estado Neoliberal Latinoamericano y su nueva función gerencial, como
mencionamos anteriormente, éste tuvo que reacomodar en buena medida su anterior accionar:
a) teniendo una menor iniciativa económica
directa;
Castells, Manuel, op. cit., pp. 1-2.
Touraine, Alain, “La globalización: ¿espantajo ideológico?”,
en Rev. Global, año 2, núm. 8, p. 3. En el texto ya mencionado de
Manuel Castells hay un dato que igualmente nos deja fríos: “Según
algunos cálculos —señala el autor— el valor de mercado de la
capitalización de productos financieros derivados en 1998 era
equivalente a 12 veces el valor estimado del producto bruto total
del planeta”. Castells, Manuel, op. cit., p. 1.
4
A partir de 1982, fecha en que los países centrales comienzan
a exigir el pago de la deuda, imponiendo al FMI como organismo
supervisor de la reestructuración de las economías periféricas, el
signo del flujo de dinero se invierte drásticamente: en lugar de
recibir transferencias, América Latina se convierte en una región
exportadora de excedentes financieros. Ibid., pp. 111-112.
5
Palabras pronunciadas por el ministro Aldo Ferrer. Tomado
del artículo de García M., Federico, “El neoliberalismo, la
globalización y el gato del país de las maravillas”, en Rev. Globalización, (revista mensual de Economía, Sociedad y Cultura), octubre
de 1997, p. 3.
14
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b) favoreciendo el mercado externo sobre el
interno;
c) incrementando la racionalidad y eficacia
burocrática.
Lo que acarrea para el Estado menores márgenes de maniobra y pérdida de autonomía ante el
monitoreo de los organismos internacionales.6
Las acciones del Estado son fundamentales
para el buen éxito del programa neoliberal,7 pero
además éste descansa en la participación de otros
actores como:
a) El sector financiero transnacional y especulativo, entre los que operan los grupos de la cumbre
de la pirámide latinoamericana de ingresos, con fuertes
bases en la banca y las actividades de exportación.
b) Organizaciones políticas de derecha,
asociadas tradicionalmente a la defensa de la propiedad y del sector capitalista, también tradicionalmente
afectas al liberalismo ortodoxo. Tras los años 50,
vienen a tener también parentescos con el conservadurismo latinoamericano.
c) Cuadros técnicos que resultan de la impregnación ideológica en instituciones americanas
(Chicago, Stanford, Boston).
d) Sectores medios y proletarios, mediados por
dirigencias “renovadas”.
e) Los operadores de pactos sociales y políticos “a la Moncloa”, que orillan el estallido de crisis
sociales.
f) Las privatizaciones masivas y a cero costo,
que han permitido un rápido crecimiento de sectores
empresariales nuevos y agresivos, vinculados a la
extensión del sistema neoliberal y la globalización.
g) El apoyo asegurado por el extenso espacio
de la corrupción, que promueve el ascenso de grupos
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que explotan economías con fases confusas o en
remate, y conducen el funcionamiento estabilizador
de ensambles políticos, policiales, sindicales. militares,
caciquiles, junto al narcopoder que con frecuencia
concurre a estas economías junto al lavado de dinero
que ha dado esplendor a los “milagros”.8
No se ha hablado hasta el momento de la
globalización pero ésta está implícita en el proyecto
neoliberal o por lo menos en la expresión que toma en
el contexto latinoamericano. Economía sin fronteras,
apertura de mercados y otras denominaciones son las
que comúnmente se usan para referirse al término
globalización. Dependiendo de las intenciones o del
uso que se le quiera dar, esta expresión se extiende o
se acorta. Además de tener connotaciones en lo social, lo cultural, lo político, lo científico y lo tecnológico,
aquí, básicamente, nos referiremos a la globalización
económica.
En este sentido entendemos que la globalización económica está caracterizada por cuatro
factores esenciales:
1) La integración de los procesos productivos
entre los países y las regiones.
2) La desaparición de las fronteras comerciales (que es donde entran todos los acuerdos
comerciales, tratados y unificaciones).
3) La modificación en algunas de sus tareas
tradicionalmente desempeñadas por el Estado-Nación.
4) Eficientación de los medios tecnológicos.9
8
Véase García Delgado, Daniel, op. cit., p. 112.
Para la economía neoliberal, el Estado tiene una importancia
primordial; y recoge la definición hobbesiana que le adjudicaba
cuerpo, y ahora hasta le agrega peso. El neoliberalismo se impone
aguerridamente con todo el peso del Estado. García M. Federico,
op. cit., p. 5.
Puntos tomados del texto de García M. Federico, op. cit., p. 6.
La globalización de la economía también incluye la importancia
creciente del comercio internacional en el crecimiento económico,
el aumento considerable de la inversión extranjera directa, la
globalización de una parte esencial de la producción de bienes y
servicios en torno a empresas multinacionales y a sus redes
auxiliares, la interpenetración internacional de mercados de bienes
y servicios, la formación de un mercado global de trabajadores de
especial calificación (de los ingenieros de software a los futbolistas)
y la importancia de las migraciones internacionales de mano de
obra desplazada por las crisis económicas hacia zonas con mayores
oportunidades de empleo y progreso. Castells, Manuel, “Globalización, identidad y Estado en América Latina”, Ponencia
presentada en el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), EU, 1999, p. 1.
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