corresponsabilidad familiar escuela de padres y madres

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ESCUELA DE PADRES
Y MADRES
BOLETÍN Nº 4
PUBLICACIÓN BIMESTRAL
DICIEMBRE, 2.007
I.E.S. VERA CRUZ (BEGÍJAR)
DEPARTAMENTO DE ORIENTACIÓN
CORRESPONSABILIDAD FAMILIAR
“EDUCAR COMPARTIENDO LAS TAREAS FAMILIARES”
Con este número pretendemos fomentar la corresponsabilidad de todos los miembros de la familia en el hogar, prestando especial atención a la educación de los hijos e hijas. De esta forma estaremos inculcándoles valores como la responsabilidad, la tolerancia, el respeto,
la generosidad, la igualdad...
Por medio de la colaboración de todos en las tareas familiares, se
contribuye al bienestar de cada uno, al de la familia y, a la larga, al
de toda la sociedad.
Con la implicación de los hijos e hijas en las tareas familiares se consiguen mejorar algunos objetivos educativos, así como avances en su
desarrollo personal y social.
Este Boletín está basado en el Programa de Corresponsabilidad Familiar (COFAMI) elaborado por la Facultad de Filosofía y Ciencias de la
Educación de la Universidad del País Vasco.
Beneficios de la colaboración para los hijos e hijas
Desde el punto de
vista educativo, compartir las tareas del
hogar es beneficioso
tanto para los hijos e
hijas como para la
familia.
Al educar compartiendo las tareas, estimulamos el desarrollo personal y social
de
nuestros
hijos e hijas.
Diversas
investigaciones han demostrado que la familia
constituye un excelente contexto educativo para el progresivo
entrenamiento
de los hijos e hijas
en la asunción de
responsabilidades
familiares y escolares.
Practicando, con paciencia, poco a poco
y
progresivamente
los hijos e hijas van
aprendiendo una forma de hacer las tareas
relacionándose
con los demás. En la
familia
pueden
aprender a trabajar
en grupo.
Además, al colaborar
en las tareas desde
pequeños, desarrollan la confianza en sí
mismos y la responsabilidad, aprenden a
colaborar y respetar
a los demás y les
ayuda a esforzarse y
ser
perseverantes
cuando se enfrentan
a las tareas.
Educando a nuestros
hijos e hijas en la
colaboración en el
hogar estamos prepa rá n d ol o s
pa r a
afrontar las tareas y
responsabilidades de
su futura vida familiar. Parece lejano,
pero educando hoy a
nuestros hijos e hijas
en el respeto y la
igualdad
entre
el
hombre y la mujer
podemos contribuir a
que las futuras generaciones practiquen
la corresponsabilidad
de las responsabilidades familiares.
En la Ley Orgánica
de Igualdad entre
Mujeres y Hombres
se reconoce el derecho a la conciliación
de la vida personal y
laboral y el fomento
de una mayor corresponsabilidad
entre
mujeres y hombres
en la asunción de
obligaciones familiares.
La vida familiar se asienta en
las actividades cotidianas que
realizan las familias. Una distribución equitativa de las
responsabilidades familiares
percibida como justa por todos facilita el funcionamiento
y la satisfacción familiar.
Contenido:
Beneficios de la colaboración
para los hijos e hijas
1
Beneficios de la corresponsabilidad para la familia
2
La participación en las tareas
según las edades de los hijos
e hijas
3
Cómo obtener la colaboración
de los hijos e hijas
3
Enseñarles a asumir su responsabilidad
4
Plan acordado con mi hijo/a
4
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BENEFICIOS DE LA CORRESPONSABILIDAD PARA LA FAMILIA
Compartiendo las tareas de casa, la familia también sale beneficiada.
En primer lugar, mejora el bienestar familiar porque todos se
sienten más satisfechos con el funcionamiento de la vida familiar. Se hacen las
tareas antes, con menos esfuerzo y mejor
porque al final cada
uno se va especializando en aquello que
le ha tocado.
La vida familiar funciona mejor porque
todos participan, se
coordinan y asumen
la responsabilidad de
las tareas. Es un estilo de vida familiar corresponsable.
En segundo lugar, las
relaciones familiares
suelen mejorar. Si se
negocia el reparto entre todos y, al final, se
percibe como justo,
las personas se relacionan con mayor respeto. Las relaciones
padres-hijos se vuelven más positivas.
En tercer lugar, todos,
especialmente las madres que son las que
más trabajo realizan
en el hogar, pueden
disponer de más tiempo libre para su ocio
personal o familiar.
Y, por último, el estilo
de vida familiar corresponsable también
facilita compaginar la
vida familiar, laboral y
social de la familia.
Actualmente, en muchos
hogares, se sigue socializando a los niños y niñas para
que reproduzcan un modelo
de familia tradicional que
atribuye a las mujeres la
asunción de las tareas y responsabilidades familiares.
Beneficios de educar compartiendo las tareas familiares. Resumen
“Si se negocia el
reparto de las
tareas entre todos
los miembros de la
familia y, al final, se
percibe como justo,
las personas se
relacionan con
mayor respeto”.
7 de cada 10 hombres no asumen ninguna responsabilidad en las tareas
La convivencia requiere
ante todo que la pareja
sepa organizarse y establezca unas mínimas
reglas de juego que garanticen el cuidado del
hogar y el equilibrio de
responsabilidades entre
ambos;
sobre
todo
cuando los dos tienen
que atender, además,
obligaciones
profesionales.
Ya no sirven los modelos tradicionales donde
la mujer asumía el peso
de las tareas del hogar
y el hombre aportaba el
sueldo.
La convivencia puede
provocar desequilibrios
que perjudican habitualmente a la mujer,
que a sus tareas laborales ha de añadir, con
demasiada frecuencia,
el peso de la responsabilidad del hogar y de la
atención de los hijos e
hijas.
Esta es una realidad incluso en muchas parejas
que comparten tareas y
responsabilidades,
ya
que, aún en estos casos
se mantiene la idea del
‘te ayudo’, lo que refleja una buena disposición
del hombre pero que sigue dejando en manos
de la mujer el peso final
de la organización del
hogar.
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BOLETÍN Nº 4
La participación en las tareas según las edades de los hijos e hijas
La participación de los hijos e
hijas en las tareas familiares
aumenta con la edad aunque
en la adolescencia suele descender algo su participación.
menta con la edad.
En el proceso de participación
de los hijos/as en las tareas
familiares se pueden diferenciar las siguientes etapas:
En general, las tareas que
realizan con mayor regularidad son “recoger el propio
cuarto”, “poner la mesa” y
“hacerse la cama”. Las tareas
que parecen costarles más
son
las
“tareas
por
otros” (“hacer la cama de
otro”, “recoger lo que otro ha
derramado”).
1ª ETAPA: Aproximación a
las tareas (2-3 años).
Las hijas participan más que
los hijos en las tareas familiares y esta diferencia au-
2ª ETAPA: Enseñanza de las
tareas de autocuidado (4-6
años): lavarse, comer solo,
vestirse, etc.
3ª ETAPA: Enseñanza de las
tareas familiares (7-11 años):
poner la mesa, hacer recados,
barrer, etc.
4ª ETAPA: Negociación de las
tareas (12-17 años): A esta
edad ya “saben” realizar la
mayoría de las tareas (a excepción de las más complejas) pero les cuesta esforzarse y realizarlas con regularidad. Es la etapa de la negociación con los hijos/as. Negocie con ellos en qué tareas
quieren participar y qué ocurrirá tanto si colaboran como
si no lo hacen.
Es importante tomar en consideración los deseos e intereses de los hijos e hijas y
acordar con ellos las tareas
en las que quieren participar,
para progresivamente ir incrementando su participación.
Cómo obtener la colaboración de los hijos e hijas en las tareas
haya salido tan bien como
nos hubiera gustado.
Lo mejor es enseñarles a compartir las tareas desde que
son pequeños. A continuación
se presentan unas orientaciones que pueden ayudarles a
conseguirlo:
- Es necesario tener una actitud de firmeza, a la vez que
saber reconocerle sus logros.
-Algunos padres/madres creen
que están ayudando a sus
hijos/as cuando les hacen sus
cosas (la cama, recoger sus
juguetes, ordenar su estantería, etc.). Esto es un error.
- Incluso cuando la realización
de la tarea no sea correcta,
podremos fijarnos en que ha
contribuido con su interés y
con su esfuerzo aunque no le
- Los niños y niñas pequeños
suelen disfrutar de ofrecernos
su colaboración. Pero con frecuencia, con la mejor intención, les desanimamos bien
retirándolos de las tareas, no
permitiendo que las realicen
(“¡deja eso que te vas a hacer
daño!”, “¡quita! que no puedes hacerlo”) o bien recordándoles que no saben
realizarlas (“vamos, dame
eso, que se te está derramando todo”, “eres pequeño para
hacer eso”). Por el contrario,
anime a su hijo/a para que
realice la tarea y lo haga por
sí mismo para que compruebe
que es capaz de hacerlo.
- Para enseñarles las tareas,
en primer lugar, los padres
deben ser un ejemplo. Los
niños aprenden más a través
de imitar las conductas que
observan. Si usted quiere que
su hijo/a haga algo de cierta
manera actúe de esa forma.
El proceso general para enseñar las tareas es el siguiente:
1. Seleccione o acuerde
(según la edad) las tareas
que puede realizar.
2. Solicite la ayuda a su
hijo /a explicándole de forma
sencilla y clara cómo hacerla.
3. Anímele a realizarla con
regularidad, reconociendo su
esfuerzo.
4. Tenga paciencia, no preste
atención a sus equivocaciones iniciales y no le recrimine
por sus olvidos o fallos.
5. Corrija su conducta (“se te
ha olvidado recoger tu habitación”) no al niño (“eres un
desordenado”).
6. Recuérdele cómo hacer la
tarea y, si sabe, indíquele
algún “truquillo”, otra forma
más sencilla o divertida de
hacerla.
7. No olvide reconocer su
contribución por pequeña que
sea.
Esto lleva su tiempo y mucha
dosis de paciencia y constancia por parte de los padres.
ENSEÑARLES A ASUMIR SU RESPONSABILIDAD . . .
Para desarrollar el sentimiento de responsabilidad lo primero
que hay que saber es cuándo hay que estar encima de ellos
(controlándolos) y también cuando no. ¿Cómo saberlo? Pregúntese si usted le ha enseñado la tarea, si su hijo/a es capaz de
realizarla y si usted le anima con frecuencia a hacerla. Si responde un triple “SI” deje de estar encima de él recordándole lo
que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo. Déle tiempo.
Enséñele a hacerlo por sí mismo. El estar continuamente recordando lo que tienen que hacer o corrigiéndoles suele generar malestar en los hijos/as y unas relaciones tensas que no
son propicias para obtener su colaboración.
I.E.S. VERA CRUZ (BEGÍJAR)
DEPARTAMENTO DE ORIENTACIÓN
PRÓXIMO NÚMERO
FEBRERO 2.008
Enseñar a asumir la responsabilidad requiere enseñarles a tomar decisiones y a ser consecuentes con ellas. Por ejemplo, si
el niño deja la camiseta tirada por ahí, le costará encontrarla y
estará arrugada; en cambio si la dobla y la guarda en el armario, la encontrará rápido y lista para ponérsela.
LA CONVIVENCIA EN LOS
CENTROS EDUCATIVOS
No obstante, es muy difícil aprender a autoresponsabilizarse de
las tareas sin tener el propio control sobre ellas. Y esto significa
que cuando son mayores y son capaces de asumir su propia
responsabilidad conviene negociar con ellos cuál y cómo va a
ser su colaboración. Un ejemplo de esto es el cuadro que aparece a continuación.
PLAN ACORDADO CON MI HIJO/A
Consecuencias
Tareas acordadas
POSITIVAS (“Si las hago”)
NEGATIVAS (“Si no las hago”)
Hacer la cama
Dormiré tranquilo/a
Dormiré incómodo. Se me enroscará la
sábana
Doblar y guardar la ropa
en el armario
Poner la ropa sucia en el
lavadero
Sacar la basura alternándolo con mi hermano/a
Encontraré la ropa lista para
ponérmela
Se lavará y la tendré limpia para
otra ocasión
Me sentiré bien porque he cumplido una de mis tareas familiares
Muchas madres y/o padres
no son capaces de aplicar
las consecuencias negativas. Pueden reaccionar
resignándose (“qué desastre, siempre igual...”) pero
terminan haciendo la tarea
por ellos.
Con frecuencia, cuando los
hijos o hijas no cumplen
con sus tareas, las madres
y/o padres reaccionan recriminándoles y gritando
(“¡te pensarás que soy tu
criada!), les amenazan
Me costará encontrarla y estará arrugada
No se lavará y cuando la quiera estará
sucia
Sacaré la basura cuatro días seguidos
con castigos desproporcionados y escasamente relacionados con su comportamiento inadecuado (“te vas
a quedar sin salir un mes”)
que, obviamente, luego no
pueden aplicar.
Y aunque parezca algo raro, suele suceder que antes de que se les pase el
enfado, las madres (sobre
todo) ya han recogido la
ropa sucia del suelo y han
puesto la lavadora o han
hecho la cama (porque. . .
¡no va a estar la cama sin
hacer hasta que venga a las
tres del instituto!). Así, el
hijo o hija no sólo aprenderá
que aunque no realice sus
tareas familiares le lavarán
la ropa o le harán la cama,
sino algo más... que sus padres no son coherentes, que
aunque digan una cosa luego
hacen otra.
Actuando de esta manera
cada vez les costará más
que sus hijos e hijas les tomen en serio.
Fuente: Guía “Educar compartiendo las tareas familiares” de Isabel Bartau Rojas.
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