Augusto PEREZ LINDO Prólogo al libro Educación y docencia. In/disquisiciones desde la frontera. De Fernando Acevedo y Joni Ocaño. UDE, Montevideo, 2012 Como el título lo sugiere, los autores, Fernando Acevedo y Joni Ocaño, tienen conciencia del hablar desde la periferia, desde la “frontera” del Uruguay. Ambos investigan y escriben desde el Centro Regional de Profesores de Rivera. Como podrán apreciar los que lean estos estudios sobre la experiencia educativa lo admirable de estas indagaciones es que logran transportarnos a múltiples lugares del mundo donde la enseñanza enfrenta los mismos problemas. La combinación inteligente de experiencias locales y categorías de análisis universales nos brindan visiones lúcidas sobre lo que pasa en la educación actual. Descubrir que los alumnos se aburren parece una constante de los observadores de la institución escolar. Los autores lo hacen en este caso de manera magistral ilustrando el aburrimiento con escenas de la pintura europea. Esta idea de vincular la representación de la vida humana en el arte y en la escuela me parece de lo más acertada. Nos sugiere algo que ya Marshall Mc Luhan había anunciado: que en la sociedad de las comunicaciones de masas el imaginario colectivo y escolar se forma con imágenes audiovisuales y se vuelve sensible a las manifestaciones estéticas. El aula se ha vuelto un escenario y cuando no hay actuación el público se aburre. Si el primer artículo (“El clamor de un coro de bostezos: la educación media y su deriva”) nos llama la atención, como lo hacía Mafalda, sobre al aburrimiento en el aula, el segundo trabajo (“Deseo y enseñanza secundaria: el eclipse del corazón”) nos brinda una clave: la hipertrofia racionalista y enciclopedista del curriculum. Se olvidan de las emociones. Que fue lo que Rousseau había querido recuperar sin éxito en medio del Iluminismo. Según los autores es necesario superar al profesor – funcionario. Y también a la burocracia escolar. “El educador es un ausente en el mundo del sistema” dicen. En lugar de él encontramos al funcionario o al profesional de la educación que se rige por códigos corporativos o formales. La despersonalización del docente se convierte en una consecuencia inevitable. Se pierde la identidad, la autenticidad. En otra parte se afirma: “La enseñanza secundaria parece haber dejado de lado las cuestiones vinculadas a los sentimientos, afectos y deseos. Los 1 estudiantes en su gran mayoría no aprenden, entre otras cosas por la sencilla razón de que no desean lo que el liceo les ofrece”. Esta discrepancia entre la cultura escolar y el deseo de los alumnos explica hoy varias cosas: el rechazo a la escuela por los jóvenes, por ejemplo. Podemos conjeturar que se asocian dos factores en este fenómeno: la desmotivación escolar y el cambio del principio de realidad de los alumnos. Los jóvenes están construyendo su imaginario a través de la televisión e Internet. Los autores destacan que es necesario elaborar estrategias que tengan en cuenta el deseo de los alumnos sin desatender las exigencias del aprendizaje racional. La formación a través de la inteligencia y de la afectividad es fundamental. Como lo muestran las experiencias y teorías de Goleman en torno a la “inteligencia emocional”. Algunos piensan que nos amenaza el “olvido de la razón” o el “olvido del Ser”. Lo cierto es que también descubrimos el “olvido de las motivaciones” en la escuela. Frente a lo cual se ha recurrido a los entretenimientos o a los audiovisuales para llamar la atención de los estudiantes. Los resultados de los aprendizajes no son alentadores en cuanto a estas maniobras. Estamos olvidando algo que el psicoanálisis descubrió, pero que no se propuso aplicar en la educación, a saber: que las comunicaciones pedagógicas funcionan si transmiten el deseo del saber. Se trata de una cuestión clave: en cualquier aula de cualquier nivel educativo donde los estudiantes están motivados, cuando el docente está motivado, los rendimientos del aprendizaje siempre son muy buenos. Aún en condiciones desfavorables (escuelas rurales, de grado único, aulas universitarias superpobladas o escuela secundaria en barrio marginal). 1 Por supuesto, nos acordamos de la famosa película con Sydney Poitiers (“Al maestro con cariño”). También podríamos acordarnos de lo que logró el cura de Barbiana con sus alumnos “atrasados”. (Ver: “Cartas a una profesora”). Podemos evocar a Carl Rogers y sus ideas sobre la creatividad y la libertad. Y también a toda la corriente que escribió sobre las motivaciones. Ha llegado el momento de recuperar la afectividad, el deseo de aprender y el deseo de enseñar. La psicología cognitiva quiere llegar en nuestro auxilio con la teoría de la “inteligencia emocional” de Daniel Goleman o con la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner. Pero en general los docentes no están preparados para aprovechar los aportes de la psicología educacional. Principalmente, porque la psicología de la educación casi no existe en los 1 Ver: PEREZ LINDO, A. (comp.) (2003) Creatividad, actitudes y educación. Buenos Aires: Biblos 2 sistemas educativos de Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay, o sea en el Mercosur Educativo. Los autores declaran en el Capítulo sobre “Conocimiento, escuela y política”: “es improbable que haya aprendizaje allí donde no hay voluntad o deseo de aprender. Uno de los problemas de la enseñanza media es que los docentes y el sistema en su conjunto no han considerado debidamente la voluntad y el deseo de todos – especialmente de los educandos”. Con lo cual ratifican lo que veníamos destacando sobre la importancia del deseo de saber y nos introducen en las políticas del conocimiento que definen la escolaridad. El capítulo dedicado a las reformas de la enseñanza pública en las últimas décadas en Uruguay nos enseña mucho sobre las condiciones de implementación de cualquier cambio educativo, tema que tiene relevancia internacional. La UNESCO estimó en un estudio sobre el particular que la mayoría de las reformas educativas fracasaron por no tener en cuenta los obstáculos y las condiciones de implementación. El análisis que hacen los autores, además de estar muy bien informado, tiene el aire de una puesta en escena (los autores lo dividen en varios “actos”). Los resultados de las evaluaciones realizadas por el programa internacional PISA ponen en evidencia que los rendimientos de la escuela media del Uruguay no son aceptables. Los autores constatan que se pierden de vista los conocimientos científicos básicos que a partir de la lecto- escritura la escuela tiene que transmitir. La función de la escuela es asegurar que la mayoría de los ciudadanos tengan una cultura científica básica y terminar con la idea de que el conocimiento científico es atributo de una minoría especializada. Si se reduce la enseñanza a los conocimientos operativos y opinables la escuela esta equivocando el camino pues la educación, señalan los autores, nace con el propósito de superar el conocimiento vulgar para permitir que la especie se supere a través de las ciencias. Este mandato evolutivo coincide con la idea actual de la “cientificación de la sociedad” según Michael Gibbons. Es decir, la ciencia produce la sociedad actual y por lo tanto es asunto de todos los ciudadanos controlar las reglas de producción de la sociedad. En palabras de los autores: Para tornarnos contemporáneos de nuestra sociedad y participar de la transformación del mundo, debemos acceder a parte de la producción social del conocimiento. La cuestión, por lo tanto, no es solamente producir los saberes y conocimientos (función que compete a la esfera de lo académico), sino también ponerlos al alcance de todos (función que compete a la esfera de la educación) Con respecto a las funciones asistenciales los autores sostienen que incumbe a otros actores, el Estado principalmente, implementar las acciones que 3 correspondan mientras que la escuela debe preservar su identidad pedagógica y científica sin renegar por ello de su participación en programas sociales. Equilibrio difícil de lograr cuando la escuela tiene que asegurar la alimentación, el control sanitario y las relaciones familiares de los alumnos. Aquí debemos agregar que en todos los países occidentales el sistema educativo en todos sus niveles está convocado para trabajar activamente como agente de integración social en un momento en que el desempleo, la drogadicción, la exclusión y la violencia amenazan a una porción importante de los niños y jóvenes. La etiqueta NiNi (ni estudia ni trabaja) está siendo aplicada al 40% de los jóvenes entre 17 y 24 años en países como Grecia, España, Italia, Inglaterra. Lo que plantea dramáticamente la cuestión de saber si la escuela y la universidad no deben asumir el reto de convertirse en agentes de socialización, algo que Durkheim y otros siempre consideraron como función principal de la escuela. Otra discusión importante que plantean los autores: las relaciones entre la política y la educación. Si el fin de una sociedad democrática es lograr que todos los ciudadanos puedan participar de manera consciente en la toma de decisiones políticas esto quiere decir que la política tiene que tener un propósito educativo y que la educación necesita un mandato político. Pero no todo lo político es educativo y no todo lo educativo es político. Los autores defienden la distinción clara entre las dos dimensiones. La “politización” puede devenir en politiquería y el academicismo en escolástica aislada de la sociedad. Todas las articulaciones de la sociedad plantean riesgos de confusión pero sin las articulaciones culturales, sociales y políticas la escuela sería un centro de formación sociocéntrico, endogámico. Algo que en otros tiempos, desde la Edad Media hasta el siglo XX, muchos consideraron indispensable pues la escuela tiende a modificar las actitudes y pensamientos de una generación respecto de las precedentes. Los estudios de Acevedo y Ocaño abarcan temas cruciales como el análisis del concepto de calidad educativa, la evaluación de los docentes, las políticas de formación docente y otros. En todos los casos los autores analizan situaciones concretas a partir de conceptos y teorías que forman parte de las concepciones más actualizadas de la educación contemporánea. Con lo cual demuestran que desde la “frontera”, o sea, desde la “periferia” se puede pensar el conjunto de situaciones que definen el sistema educativo. De manera magistral Acevedo y Ocaño repasan otras dimensiones de la experiencia educativa tanto en Uruguay como en el exterior poniendo de manifiesto la calidad de cuestiones pendientes que debemos enfrentar. El conjunto de los trabajos representa una tentativa para repensar la enseñanza media y la 4 formación de los profesores del Uruguay teniendo en cuenta los contextos del mundo actual y las teorías críticas de las que disponemos. Todo este material podrá alimentar varias líneas de investigación pues la gran virtud del trabajo realizado consiste en la cantidad de problemas, enigmas y preguntas que plantea. Que es lo más interesante que puede ofrecer una investigación abierta la redescubrimiento de la educación Por todas las contribuciones que Fernando Acevedo y Joni Ocaño aportan al estudio de la educación, no solo me siento honrado de prologar este libro sino que también me atrevo a afirmar que los análisis que presentan los autores pueden servir para repensar las políticas educativas y las prácticas pedagógicas en Uruguay y en América del Sur. Augusto PEREZ LINDO, Ph.D. Profesor de Fundamentos de la Educación en el Doctorado en Educación de la UDE (Uruguay), Profesor de Gestión del Conocimiento en el Doctorado en Educación de la Universidad Nacional de Lanús y en el Doctorado en Ciencias Cognitivas de la Universidad Nacional del Nordeste, Argentina. 5