Suicidio como diagnóstico S u i c i d i o c o m o d i a g n ó s t i c o en los servicios de urgencias e n l o s s e r v i c i o s d e u r g e n c i a s pediátricas p e d i á t r i c a s Olga Lucía Baquero Castañeda, MD Especialista en Pediatría Universidad Nacional de Colombia Especialista en Salud Pública Universidad Nuestra Señora del Rosario Especialista en Educación Médica Universidad de La Sabana Profesora Universidad del Rosario, Universidad de los Andes Presidenta Sociedad Colombiana de Pediatría, Regional Bogotá Introducción El suicidio en el mundo es un tema que convoca la atención de las acciones de salud pública, ya que está situado entre las primeras causas de mortalidad en países desarrollados. En Colombia, en los últimos cinco años la tasa de mortalidad por suicidio se ha situado entre 4 y 5 por cada 100.000 habitantes; para el 2009 fue de 4,10, muy similar a la del año anterior (4,14), mostrando una reducción en comparación con las cifras de la década de los 90. El intento de suicidio, que está afectando principalmente a nuestra población infantil y juvenil, aún no se registra en las estadísticas oficiales, como tampoco es un diagnóstico claro en los servicios de urgencias pediátricas, posiblemente dado el impacto emocional que ocasiona no solo en los pediatras, sino en los profesionales de salud en general, en los padres y en los profesores. De otra parte, los niños y adolescentes están todavía en proceso de desarrollo de habilidades 42 ■ Precop SCP necesarias para resolver los conflictos que implica la vivencia del día a día. El papel de los médicos en los servicios de urgencias pediátricas ante un paciente que llega con la posibilidad diagnóstica de intento de suicidio debe estar enfocado a: 1. Detección temprana, 2. Atención médica de la urgencia vital y 3. Remisión para manejo integral por psiquiatría, psicología y trabajo social. Objetivo general Buscar el reconocimiento real de la existencia del diagnóstico de suicidio en niños y adolescentes en los servicios de urgencias, para así enfocar el manejo más apropiado, basado en la información obtenida de los pacientes y familiares. En los adolescentes que consultan a los servicios de urgencias por patologías como accidentes, intoxicaciones y politraumatismo, se debe considerar el diagnóstico de intento de suicidio como diagnóstico diferencial. Olga Lucía Baquero Castañeda Los motivos de consulta a los servicios de urgencias pediátricas se han ampliado, pues, actualmente, a las patologías infectocontagiosas, respiratorias y abdominales se les adiciona el embarazo en adolescentes, la sobredosis por farmacodependencia y los intentos de suicidio, por ello, es importante conocer las dimensiones del problema para poder orientar y tratar adecuadamente a los pacientes, dándoles la oportunidad de ingresar a programas integrales de manejo y seguimiento. Estos datos ponen de presente la trascendencia del pediatra de urgencias en el diagnóstico y referenciación del paciente a los servicios de salud mental. Por tal razón, a nivel de urgencias pediátricas, el personal médico ha de estar muy bien preparado, pues el cambio de condiciones psicosociales en las que se desarrolla el joven, su aproximación al consumo de sustancias adictivas, ponen en primer plano el tema de ideación suicida, intentos de suicidio y suicidio como hecho real. El médico pediatra juega un papel fundamental en la prevención de esta condición, toda vez que los pediatras son el primer apoyo que buscan los padres cuando algo ocurre a sus hijos. Esta situación constituye una gran oportunidad para comenzar a trabajar en estrategias preventivas del suicidio, pues, a través de una adecuada relación médico-paciente y una historia clínica completa, se pueden detectar problemas de comportamientos familiares y de adaptación que requieran un apoyo integral de psicología y psiquiatría, teniendo en cuenta que los padres no acuden en primera instancia a estas especialidades, debido a la prevención social que existe hacia los servicios de salud mental, por el estigma personal y familiar que ello podría implicar. En este orden de ideas, el concepto fundamental sobre el que se trabaja corresponde a la consideración del suicidio como un fenómeno prevenible, por lo que la estimación del riesgo, como la intervención temprana, resultan vitales, siendo el diagnóstico precoz, que depende de una correcta evaluación y reconocimiento, una de las mejores medidas críticas; por ello, evaluar al paciente en urgencias es una labor sensible para la correcta intervención en suicidio. El término suicidio proviene de las raíces latinas sui y occidere, que lo definen como la acción de matarse uno mismo. No obstante, se debe ver que el concepto de autodaño ha pasado de la consideración de un acto criminal hacia uno mismo a una conducta desesperada de búsqueda de ayuda, producto de una amenaza que sobrepasa la capacidad de respuesta del individuo. De esta manera, detrás del suicidio se esconden búsquedas afectivas que van desde el chantaje, demanda de atención, situaciones desesperadas, escape o evasión de una amenaza (real, presente, futura, física, social), agresión vengativa, entre otras, que solo encuentran como medio de resolución el fenómeno suicida. El fenómeno de suicidio debe ser visto como un evento tripartito, el cual hace relación a ideación suicida, intento suicida y muerte intencional, razón por la cual vale la pena hacer una profundización de estos tres momentos. Ideación suicida: se refiere a la persistencia de pensamiento, planeación y deseo de acabar con la propia vida, como una estrategia de solución a una demanda del medio, es decir, en la ideación suicida se puede reconocer un cómo, un dónde y un con qué, sumados al impacto que su acción tendrá sobre los demás. Así las cosas, en esta etapa del proceso de autodestrucción, la persona lo que más demanda es ser oída y encontrar con ese apoyo una esperanza a su conflicto. La importancia de reconocer la ideación suicida está en que corresponde a una búsqueda de afecto y esperanza, donde, en esta fase, al reconocerse la situación, se hace posible remitir a salud mental, para que desde allí se pueda elaborar un plan de intervención temprana. CCAP Volumen 9 Número 2 ■ 43 Suicidio como diagnóstico en los servicios de urgencias pediátricas Es fundamental tener en cuenta que a la hora de trabajar con niños, niñas o adolescentes debe reconocerse el concepto de muerte que ellos manejan, toda vez que este no se estructura de la misma manera en todos y todas. En cuanto al intento de suicidio, este se vincula a un autoatentado que habría llevado a la muerte de no ser por algunos condicionantes que favorecieron el rescate. Del intento de suicidio es esencial resaltar que la gravedad médica no es decisiva para clasificar la tentativa de suicidio; de igual manera no es necesaria la estructuración consciente del concepto de morir para que el acto sea considerado como un intento de suicidio, por lo que en esta categoría clínica se pueden también incluir las sobredosis de alcohol y de drogas, así como aquellas conductas de autoagresión intencionada que impliquen peligro de muerte. El suicidio como tal puede dividirse en dos tipos, los cuales determinan las actividades de prevención que se deben seguir dentro de un plan de intervención temprana; estas son: en primer lugar, una alternativa desesperada para resolver una demanda del medio, donde la estructura de personalidad se caracteriza por un retraso afectivo, reconociéndose como un suicidio de transición o emocional, y la segunda, vinculada a una personalidad formada en la autodestrucción y que hace más referencia a alteraciones de la estructura de la personalidad misma asociadas a trastornos de tipo psicótico o sociópata. Luego de reconocer las tres caras del fenómeno de suicidio es posible comprender cómo se vinculan con ellas los factores determinantes de este, los cuales pueden ser fijos o modificables. Los primeros corresponden a aquellos en los cuales no hay una posibilidad de cambio aun realizando intervenciones terapéuticas; en esta categoría se incluirían: factores genéticos, de género, de edad, de etnia, situación económica y 44 ■ Precop SCP orientación sexual e, incluso, intentos de suicidio previos, pues en la elaboración de un concepto de esperanza esta pudo haber sido rota. La orientación sexual en adolescentes se convierte en un factor determinante aumentado, dado que en una gran mayoría de casos hay conflictos familiares, ostracismo en la escuela, abuso de sustancias, victimización sexual, melancolía y depresión. En cuanto a los factores determinantes modificables se hace énfasis en la vinculación familiar, resaltando en ella la importancia de su papel como red de soporte y respaldo ante las situaciones estresantes, la calidad de la comunicación entre padres e hijos, el tipo de integración familiar, el apoyo familiar y la soledad en la cual se desarrollan los niños. Así mismo, elementos como una buena vinculación a la escuela y la construcción de un sentido de pertenencia a un grupo de referencia positivo hacen parte también de los factores determinantes del fenómeno de suicidio. A estos se les debe sumar el uso y abuso de alcohol y de sustancias, y cambios rápidos de humor como los indicadores más representativos de un riesgo suicida. Es importante resaltar que los suicidios impulsivos son más frecuentes durante la adolescencia que en otras etapas de la vida; se ha encontrado una proporción de suicidios consumados impulsivos frente a los planeados de 4:1. El suicidio aparece en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10, apartado X60 a X84) como lesiones autoinfligidas intencionalmente. Durante las últimas décadas se ha detectado un alarmante incremento de las conductas suicidas entre los jóvenes, pasando a convertirse en la segunda o tercera causa de muerte entre los adolescentes de la sociedad occidental, dejando de plano que el suicidio consumado y Olga Lucía Baquero Castañeda las tentativas de suicidio son la vía final común para muchos problemas del adolescente. Cuantificar el suicidio tiene como problema generalizado el subregistro; en los Estados Unidos, por ejemplo, por cada suicidio reportado hay cuatro no consignados en estadísticas oficiales. Existen intentos suicidas no diagnosticados registrados como intoxicaciones o accidentes o simplemente sin identificar. El uso de alcohol o sustancias de abuso son predictores de suicidio. El 50% de las personas que se suicidan están intoxicadas al momento de morir. El 18% de alcohólicos muere por suicidio. El 11% de pacientes con intento suicida tiene un familiar de primer grado con antecedente de muerte por suicidio. El fácil acceso a armas de fuego, por su alta letalidad, tiene mayor riesgo. Hay más intentos de suicidio entre mujeres en proporción de 2:1; sin embargo, la muerte por suicidio alcanza una proporción de 3:1 en varones. Los hombres de 15-19 años se suicidan cinco veces más que las mujeres de la misma edad. Ser víctima o generador de violencia es factor de riesgo para suicidio, en relación con la violencia organizada y con la violencia intrafamiliar. Hay mayor ocurrencia de suicidio en los extremos del espectro socioeconómico. Los suicidios en los hombres tienen dos grupos diferenciados: los adultos mayores de 70 y más años, y los adultos jóvenes entre 20 y 34 años; por el contrario, el riesgo más alto de suicidio para las mujeres está entre los 15 y 24 años. El principal mecanismo utilizado para suicidarse por las mujeres es la ingesta de venenos o el ahorcamiento; en el caso de los hombres, el ahorcamiento y las armas de fuego, según datos de Medicina Legal para el año 2009. En Colombia los suicidios representan el 5% de todas las lesiones de causa externa (CIE 10) y el 7% de las muertes intencionales, lo que indica que, por cada 14 homicidios que se registran en el país, una persona se suicida; se resalta que, para las estadísticas, el interés se centra en el suicidio consumado, destacando el alto subregistro en torno a la ideación y el intento suicida. El subregistro del suicidio se debe a obstáculos para medir estadísticamente el evento, al tabú, al estigma social y al desconocimiento del personal de salud sobre la gravedad de esta problemática entre los jóvenes. Los servicios de urgencias, hospitalización y consulta externa que atendían intentos de suicidio no registraban el evento por falta de categorías diagnósticas específicas en la CIE 9; sin embargo, la CIE 10 hizo visible el fenómeno suicida, al incluir diagnósticos de intentos suicidas. Es de anotar que en muchos eventos, al realizar el diagnóstico, siempre se tiende a colocar otro menos duro emocionalmente, pero, luego de estudiado y analizado el caso, tampoco se cambia este diagnóstico al momento del egreso. Hasta hace poco tiempo el único diagnóstico de la problemática de suicidio ocurría en la morgue; las muertes por esta causa llegaban a las estadísticas oficiales cuando ya no eran prevenibles. El suicidio tiene una gran relevancia, toda vez que se ha reconocido que alrededor de la mitad de pacientes que cometen intento de suicidio o suicidio han visitado a un médico durante los meses anteriores, dejando entrever el deseo del paciente de hablar de sus problemas y de obtener ayuda, motivo por el cual se debe sensibilizar a los profesionales de la salud, en especial a los involucrados en los servicios de urgencias, para que puedan reconocer el riesgo de suicidio en los pacientes y, en consecuencia, abrir el camino hacia una remisión a los especialistas en salud mental. El deseo de muerte, la desesperanza, las vivencias de inutilidad, la preocupación por la muerte y la concepción temporal y agradable CCAP Volumen 9 Número 2 ■ 45 Suicidio como diagnóstico en los servicios de urgencias pediátricas de la muerte se correlacionan con el riesgo de conducta suicida en los jóvenes. La asociación más importante del suicidio juvenil es el intento suicida previo. También se relaciona con depresión mayor, trastorno afectivo bipolar, esquizofrenia, personalidad limítrofe y sociopática. El 90% de los suicidas tiene por lo menos un desorden psiquiátrico mayor; sin embargo, los más jóvenes tienen menor tasa de psicopatología, el 60% aproximadamente. No se debe olvidar el hecho de que también para el fenómeno de suicidio la historia clínica completa constituye el pilar del diagnóstico, lo cual favorece una intervención adecuada y oportuna. De conformidad con las estadísticas presentadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, los picos para los suicidios se sitúan en los meses de marzo, junio y agosto, los que coinciden con la entrega de evaluaciones y boletines escolares. La medida real del problema del intento de suicidio en los adolescentes y en general en la comunidad cuenta con numerosas dificultades: la tendencia a la subnotificación en la mayoría de las instituciones, la no aceptación por parte de padres y familiares de que este sea un problema que se presenta con su hijo o familiar, el desconocimiento por parte de los profesionales de la salud para identificarlo como una de sus posibilidades diagnósticas. “No se encuentra lo que no se busca”, los pediatras no pensamos en el suicidio como algo factible en los pacientes y esta negación se ve también en los padres y profesores, pues no es posible, para muchos, concebir que el proyecto de vida de un niño o una niña, el cual hasta ahora está iniciando, sea interrumpido motu proprio. Intervenir en el manejo de una urgencia suicida significa primero identificarla. La evaluación de la posibilidad de estar ante un intento de 46 ■ Precop SCP suicidio en el servicio de urgencias es una tarea importante para los médicos pediatras vinculados a esta área de la práctica clínica, porque, una vez superado el momento crítico inicial del riesgo de muerte, si se ha identificado eficazmente su origen, se puede orientar al niño hacia un plan integral de atención, donde el trabajo con psiquiatría, psicología, la familia, su grupo de referencia y sus maestros, buscará superar la angustia emocional que motivó el intento, dotando al paciente de herramientas para afrontar las demandas que implica el estar vivo. Sin embargo, si no se da desde el servicio de urgencias una adecuada identificación de este riesgo, no se le podrá brindar al niño esta oportunidad y con mucha probabilidad se volverá a presentar otro intento o la consumación del suicidio. De esta manera, el trabajo realizado en las centrales de urgencias, en conjunto con la estabilización, debe apuntar a un reconocimiento de la tentativa de suicidio, evaluando la intencionalidad, el riesgo de muerte, la persistencia de ideas suicidas y la probabilidad de realizar otro acto suicida. Esta información puede obtenerse de varias fuentes, partiendo del propio paciente y siguiendo con los padres, cuidadores, profesores o personas que tengan relación directa en el momento con el paciente, no siendo extraño que quien acompañe en una urgencia sea la pareja, un vecino o un amigo cercano. En esta etapa de evaluación es importante prestar mucha atención al método utilizado, número de intentos previos, letalidad de estos, como puede ser ingesta de medicamentos o de sustancias, ante las cuales el profesional debe medir si fueron consumidas como resultado de un acto impulsivo o de una conducta planificada. El manejo de la urgencia se debe iniciar con el enfoque ABC (estabilización respiratoria y circulatoria) de acuerdo con los protocolos establecidos en el servicio de urgencias, según las diferentes patologías, caídas de altura, trauma de cráneo, Olga Lucía Baquero Castañeda intoxicación exógena, que incluye la ingesta de diversas sustancias, trastornos del estado de conciencia, cuadros clínicos de abuso de sustancias, entre las que está el alcohol, cuadros persistentes de consulta a urgencias, cuadros que evidencian trastornos de alimentación, entre otros, que pueden llegar al servicio y donde el diagnóstico diferencial de intento de suicidio es una posibilidad. Se recomiendan, como elementos fundamentales por tener en cuenta a la hora de sospechar ideación suicida o intento de suicidio en el servicio de urgencias, los siguientes: 1. A la hora de la consulta la relación de confianza que se establezca con el niño es una gran herramienta de trabajo, por ello no se puede banalizar ni despreciar la intención de autodestruirse; aun cuando se sospeche la existencia de actitudes manipuladoras “de llamar la atención”, será la historia clínica y las habilidades de consulta las que determinen el factor de riesgo en el niño. 2. La historia clínica es una gran herramienta, por ello debe ser lo más completa posible e incluir todos los aspectos concernientes a la familia y al desempeño escolar. Se debe recordar que se han encontrado como factores familiares de riesgo para suicidio en adolescentes: pérdidas parentales, enfermedad psiquiátrica en el padre, madre o hermanos, relaciones familiares conflictivas, no convivir con ambos padres y adaptación familiar insatisfactoria. Se sugiere que la historia clínica para estos casos debería incluir: 1. Comprensión del intento de suicidio: a) Razones probables y objetivos del intento: tristeza, melancolía, depresión, desesperanza, atención, escape, venganza, muerte. b) Grado del intento de suicidio: letalidad, posibilidad de rescate, premeditación y grado de preparación. 2. Determinación de otros riesgos: a) Intentos previos y desenlace. b) Exposición o conocimiento de conductas suicidas en amigos o familiares. 3. Presencia de factores de riesgo de repetición del intento: a) Problemas de alcohol. b) Diagnóstico de trastornos de conducta. c) No cumplimiento de tratamiento previo. d) No vivir con familiares. 4. Esclarecer los problemas a los que se enfrenta el niño y/o adolescente: a) Relaciones con padres, compañeros, pareja. b) Problemas escolares, legales, sexuales. c) Problemas con drogas. d) Situación psicosocial insostenible: abusos, enfermedad mental familiar, carencia de hogar. 5. Valorar el apoyo de la familia: con quién llegó al servicio de urgencias, interés de la familia, concepto sobre lo ocurrido y estructura familiar (monoparental, estructurada, desestructurada, al cuidado de los abuelos), entre otros. El niño o adolescente que ha realizado un intento de suicidio debe ser hospitalizado si su condición clínica es inestable y/o no es posible predecir si realizará otro acto suicida en el corto tiempo; tampoco debe ser dado de alta si no se ha incorporado previamente para trabajo interdisciplinario con psiquiatría, psicología y trabajo social, en donde se considerará la conducta que se seguirá a mediano y largo plazo. No obstante, el papel del pediatra de urgencias no termina allí, se debe intervenir en este momento de verdad para procurar una adhesión al tratamiento por parte del paciente y una participación más activa en el proceso de estabilización y recuperación a largo plazo. El subregistro es una de las debilidades observadas en la detección temprana de la problemática del suicidio, pues el fenómeno solo se hace visible cuando hay defunción; sin embargo, se debe apuntar a reconocer esta patología y brindar el apoyo necesario para su manejo interdisciplinario. CCAP Volumen 9 Número 2 ■ 47 Suicidio como diagnóstico en los servicios de urgencias pediátricas Lecturas recomendadas 1. Departament of Healt and Human Services. National Strategy for Suicide Prevention, Goals and Objetives for Action. 2001. 2. Real Academia Española de la Lengua. Diccionario de la lengua española. 22ª ed. 2006. 3. Gould MS, Greenberg T, Velting DM, Shaffer D. Youth suicide risk and preventive interventions: a review of the past 10 years. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry 2003;42(4):386405. 4. Luoma JB, Martin CE, Pearson JL. Contact with mental health and primary care providers before suicide: a review of the evidence. Am J Psychiatry 2002;159(6):909-16. 5. 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Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF), División de Referencia de Información Pericial (DRIP). Base de datos Sirdec-Sinei (Forensis datos para la vida). examen consultado Olga Lucía Baquero Castañeda 26. De las siguientes afirmaciones acerca del suicidio, cuál no es verdadera: A. el suicidio está entre las primeras causas de mortalidad en países desarrollados B. la tasa de mortalidad por suicidio en Colombia para el año 2009 fue de 4,10 por cada 100.000 habitantes C. las tasas de mortalidad por suicidio en Colombia en la década de los 90 fueron inferiores a la actual D. el intento de suicidio que afecta a la población infanto-juvenil aún no se registra en las cifras oficiales 27. Los médicos en los servicios de urgencias pediátricas ante un paciente que llega con la posibilidad diagnóstica de intento de suicidio deben enfocarse en los siguientes puntos, excepto: A. atención médica de la urgencia vital B. detección temprana de la posibilidad diagnóstica de suicidio C. remisión para manejo integral por psiquiatría, psicología y trabajo social, una vez estabilizado el paciente D. remisión inmediata a institución de salud mental 28. Dentro de los factores fijos determinantes del fenómeno de suicidio, marque el verdadero: A. factores genéticos B. género C. edad D. situación económica E. todos los anteriores CCAP Volumen 9 Número 2 ■ 49 examen consultado Suicidio como diagnóstico en los servicios de urgencias pediátricas 50 ■ Precop SCP 29. De los siguientes enunciados frente a factores que incrementan el subregistro del fenómeno de suicidio, marque el verdadero: A. desconocimiento del personal de salud sobre la gravedad de esta problemática entre los jóvenes B. los servicios de urgencias, hospitalización y consulta externa que atienden posibles intentos de suicidio no registran el evento C. desconocimiento de los profesionales de la salud, en especial los involucrados en los servicios de urgencias, para reconocer la posibilidad diagnóstica de suicidio en los pacientes D. todos los anteriores 30. De los siguientes enunciados, cuál es un elemento fundamental que se debe tener en cuenta a la hora de sospechar ideación suicida o intento de suicidio en la valoración de un paciente en el servicio de urgencias: A. solo se deben tener en cuenta los hallazgos positivos al examen físico B. pensar que son solo actitudes manipuladoras para llamar la atención C. la realización de una historia clínica completa que pueda establecer factores de riesgo D. en la historia clínica no son relevantes los aspectos concernientes a la familia y al desempeño escolar