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EPITAFIO PARA NUEVA YORK
sección : Reseña
por Alberto Llobell
/ Autor.- Adonis
Editorial.- Nórdica
Nº Páginas.- 128
Traducción.- Federico Arbós
/ ‘Epitafio para Nueva York’, el poemario de Adonis, tiene en septiembre de 2014 una vigencia absoluta. La reedición hecha por Nórdica
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Libros en este mes no puede ser, por ello, más oportuna.
Adonis es seudónimo del poeta sirio-libanés Ali Áhmad Saíd Ésber, poeta excepcional a quien duele su país y su cultura de hombre árabe. El
poemario ‘Epitafio para Nueva York’ lo escribe en 1971. Apenas unos años antes (1967) Israel, aliado de Estados Unidos en el oriente
próximo, había ocupado por la fuerza militar los territorios de Gaza, Siria y Líbano. En septiembre de 2014 se reproduce aquel escenario:
Israel somete militarmente a Gaza, y Estados Unidos financia la rebelión alzada contra el régimen sirio.
La edición que ahora comento separa el Epitafio de los otros dos poemas de su misma época con los que lo había inicialmente publicado su
autor (de su libro ‘Un tiempo entre la rosa y la ceniza’, reeditado con el título ‘Este es mi nombre’). Incluye en su lugar dos poemas de su
‘Catálogo de las obras del viento’ publicado en 1996; son los poemas ‘Garganta de Piel Roja’ y ‘Paseo por Harlem’, una resonancia, en
realidad, del propio Epitafio escrito veinticinco años atrás.
En el ‘Epitafio para Nueva York’ Adonis revisita el poemario ‘Poeta en Nueva York’ de Federico García Lorca, escrito entre 1929 y 1930, en
medio de la más voraz crisis económica que asoló a occidente en el siglo pasado. En cierto modo, rememora la experiencia de la gran
civilización occidental vivida por Lorca en Nueva York. Y también en este hecho existen hoy concomitancias, pues navegamos todavía en
medio de otra crisis terrible que sigue implantada en occidente desde 2008 y nos evoca tristemente la función que cumplen los conflictos
armados en el esquema de la recuperación.
La lectura de Nueva York que hace el Epitafio, paralela en varios sentidos a la lorquiana, pone el acento en los elementos de insolidaridad y
confusión que ha impuesto la civilización occidental en el modo de vida del siglo XX, las cuales están descarnadamente presentes en la Gran
Manzana (Tu hielo lleva en sí la noche, tu noche lleva en sí a la gente / como murciélagos muertos. Cada muro es en ti un / cementerio). Estos
ecos reverberan en ‘Garganta de piel roja‘ (Confieso / que me asombra -a mi, hija de las estepas- / Wall Street. / Silla eléctrica para ejecutar
el horizonte, / cáncer en la garganta de la luna).
El epitafio pone también su acento, quizá con mas dolor, en la añoranza bélica y expansionista de occidente (Lincoln, esto es Nueva York:
espejo que no refleja sino a Washinton. Y esto es Washinton: espejo que refleja dos caras: -Nixon y el llanto del mundo-‘); y tal vez el llanto
quiera ser otra cosa distinta (Dije llanto y quise decir cólera).
Como ha señalado Federico Arbós, autor de la excelente traducción, Adonis se posiciona, cuando escribe el Epitafio, en una escritura
abiertamente ideológica y crítica, en una acción escrita ligada a su momento histórico. El propio Adonis ha explicado en una conferencia en
Nueva York en 1986 esta necesidad: ‘La escritura es, por definición, la antítesis de toda aceptación, de todo conformismo, de toda respuesta
definitiva‘. La palabra no es, por otra parte, una acción ordinaria, sino algo superior, como nos lo recuerda Adonis en el Epitafio (La palabra es
la mas ligera de las cosas y lleva en sí todas las cosas. La acción es un lugar, un instante. La palabra es todos los lugares, todo el tiempo).
Dice Arbós en su prólogo que cree ver en la escritura de Adonis resonancias de los textos sagrados monoteístas. Creo mas bien que son otros
los ecos. Adonis, como Gibran, también gran poeta libanes -quien se cita en los versos finales del Epitafio-, ha leído el ‘Así habló Zaratustra’
de Nietzche -en que se destruyen las viejas tablas-, y tal pudiera ser la inspiración común de ambos poetas (desde luego, sí inspira la obra
principal de Gibran). Como Nietzche en su Zaratustra, conjura Adonis en su Epitafio, con la palabra, la propia realidad (¡Desmoronaos,
estatuas de la libertad!); y la conduce (Así enciendo mi llama. Comienzo de nuevo, moldeo y defino: / Nueva York, / mujer de paja cuyo lecho
se mece en el vacío. / Ya el techo se quiebra: cada palabra es el signo de una caída, / cada vocal es un pico o una pala).
El propio poeta lo ha explicado en alguna ocasión: ‘Si escribir es crear, crear es vivir en peligro; sólo podremos ver la imagen del mundo
naciente a través del ritmo de la palabra que destruya la imagen dominante del mundo‘.
La acción de Adonis no es, por el mismo motivo, una revuelta. La palabra de Adonis es catártica, y filtra también la exuberante fuerza que late
en esa ciudad desmesurada que es Nueva York: la población negra (HARLEM, / el tiempo agoniza, mas tú eres el Presente: / Oigo lágrimas
que retumban como volcanes. / Veo mandíbulas que devoran hombres como se devora / el pan. / Tú eres el raspador que borra el rostro de
Nueva York. / Tu eres el huracán que la levanta cual hoja y la lanza / al aire). Lorca, como Adonis, percibió la fuerza de esa humanidad
doliente. De nuevo en ‘Paseo por Harlem‘ se tocan estas notas (Harlem, / en las falanges de la mano negra / nace la mano del porvenir. /
Caminos que se perfilan. / Mi primer relato del futuro / versará sobre ti). En esta fuerza, cifra Adonis su esperanza (Oigo un estruendo, un
fragor. Wall Street y Harlem se reúnen: júntanse las hojas y el trueno, el vendaval y el polvo. Cúmplase ya nuestra hora). El Epitafio da pábulo
a la visión de la población negra como sucesora de una estirpe (Y supe que volaba para atestiguar el renacimiento del Indio Americano en
Palestina y sus pueblos hermanos). También ‘Garganta de piel roja’ lo hace (Hache de piel roja. / Hache de Harlem. / Dos ventanas de una
misma casa).
El poemario ensalza algo mas: en Walt Whitman, su legado literario compartido por todo el mundo; en Louis Armstromg, el arte del pueblo
(Harlem, / Louis Armstrong sube, / gemido a gemido, / de la garganta del aire. / Sin duda, / un clarinete ligero en labios de la vida / puede
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desmentir a los tambores del silencio / en los que redobla la muerte); en las figuras de Abraham Lincoln y Martin Luther King, la lucha por la
igualdad. En alusión a la tumba de este último, en ‘Garganta de piel roja‘, leemos los siguientes versos: ‘Losa negra / rodeada de flores /
blancas amarillas violetas / que quisieran mudar / sus colores / y participar del color negro‘.
Pero, sobre todo, es lo ensalzado la propia poesía: ‘La poesía es la rosa de los vientos. No los vientos, sino el lugar / donde soplan todos los
vientos. No la rotación, sino el círculo.”
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