E l i САЙТОМ íflURCf insurrección. Traté también de mandar tropas á Sevilla: ¿y qué me contestó el señor Ministro de la Guerra? Ni cuatro compañías tengo para mandarlas á Béjar si se subleva, como se dice; y mientras tanto el señor Ministro de la Guerra estaba concentrando fuerzas en Madrid para dar una batalla que nadie trataba de presentarle. ¡Debilidad y vacilación! ¿Pues no ha encontrado el Gobierno actual las fuerzas por mí acumuladas; con las cuales ha vencido la insurrección? El ejército con que hoy cuentan los generales Pavía y Martínez Campos ¿no es el mismo que bajo mi presidencia organizó el general Velarde, y con el que tomó a Alcoy? Cuando el general Velarde, relevado por el acLual Gobierno, vino a Madrid, pude convencerme de lo que ya sabía. El general Velarde tomó á , Alcoy, y cuando estaba en Milena dirigió telegramas al señor Ministro de la Guerra pidiéndole instrucciones; el Ministro de la Guerra guardó silencio, y el general ^'ciarde motii propio se situó en Albacete. El mismo día en que renuncié la presidencía del poder ejecutivo, telegrafié al gene''al Velarde diciéndole que, si podía hacerlo, cayera sobre Murcia, si bien advirtiéndole que había muchas poblaciones que en vez de adherirse rechazaban el movimiento; el único que dio algunas instrucciones al general Velarde luí yo, á falta del señor Ministro de la Guerra. Se me ha atribuido la idea de querer incapacitar al señor ministro de la Guerra, y esa es también una 09.lumnia. Sabéis que he sido siempre partinario de que la autoridad civil prevalezca sobre la militar, y de que ésta no sea sino el bi'azo de la autoridad civil. Si yo hubiera gobernado en tiempos bonancibles, habría realizado mi pensamiento; pero viniendo al podei' en tiempos revueltos, no he podido conseguirlo. Conseguí, sin embargo, de acuerdo con el entonces ministro de la Guerra, Sr. Acosta, que la guardia civil dependieran de los gobernadores. Supe que el ministerio de la Guerra gozaba del privilegio de poder comunicar directamente con todas las autoridades sin pedir un hilo al ministerio de la Gobernación. Me propuse quitar ese privilegio que, como comprendéis, era importante, y lo quité; pero ¿cómo? Por medio de un proyecto que presenté en el Consejo de ministros siendo presidente y mi nistro interino de la Guerra el Sr. Figueras, que el Consejo aprobo, y que se publico en la Gaceta. El ministerio de la Guerra se oponían á ello, y por Me eu cargué de la presidencia del toda contestación les presenté el depoder ejecutivo el 11 de Julio, y el creto del Consejo de ministros. día 13 vine aquí á deciros que era neY ahora vais á oir una cosa que tal cesario que se discutiese inmediatavez os sorprenda. Después del 2;i de mente la Constitución del Estado, y abril, la mayor parte de mis correli- que debían nombrarse en aquel misgionarios entendían que había llegamo día dos comisiones, una que redo la hora de romper con la legali- dactase el proyecto constitucional, y dad y entrar en un período revolucio- otra que entendiese en la demarcanario. Yo era entonces presidente in- ción de los futuros Estados federales terino del poder ejecutivo, y á todas Sin embargo, hasta siete dias después las comisiones que se me presenta- no se nombró la comisión constituron, unas en son de súplica y otras cional, y unas veces por intereses en son de amenaza, pidiéndome que personales de algunos diputados, se proclamara la Repúbhca federal, otras por la incalificable retirada de les contesté que no era cierto que se la minoría, y otras por disensiones en hubiera roto la legalidad, y que sí ha- el seno de la comisión, es lo cierto bíamos disuelto la comisión de la que ha habido siempre un grupo de Asamblea, había sido en virtud de hombres que han querido aplazar una ley dada por la Asamblea mis- la discusión del proyecto de Constituma. Decíanme que sólo querían que ción. se proclamase en principio la RepúYo he sido siempre partidario de blica federal, y yo les manifesté que las reformas y quería que se hicieran en el momento de proclamar de nom-| en seguida. ¿Habéis hecho vosotros bre la República federal, las pro vin-^ lo mismo? Yo he cumphdo mis procias convertirían en hecho esa proJ mesas. En el corto tiempo que he siclamación. \ do presidente del poder ejecutivo preAlgunos días después se me p r e p a - 1 senté multitud de proyectos, porque r a satisfacer las exigencias de lasi solo satisfaciendo el afán de reformuchedumbres; convenía que los ba-i mas que había en el país podían contallones desfilasen por delante dell jurarse los pehgros que después han ministerio de la Gobernación al grito i venido. de «viva la República federal» y tamMas allá de los mares tenemos una bién me opuse á ello, porque hubiese insurrección siempre moribunda, sido proclamar la República federal nunca muerta. Yo entendía que en bajo la presión de la fuerza. vez de seguir mandando soldados debía romper el círculo en que se había ¿Es esta la conducta que habéis seencerrado la política española. Yo guido? El mismo dia que os reunisteis dije: nosotros no debemos esperar en este palacio, y cuando no erais á que los insurrectos depongan las más (jue diputados electos, hicisteis armas; es preciso que hagamos las resonar aquí el grito de «viva la República federal; •> ese grito era repeti- reformas para que los insurrectos depongan las armas, y concebi la idea do por la nuhcia y las tropas de la guarnición. ¿Y no preveíais el peli- de abolir ahí la esclavitud. ¿Es esta la política que después se gro de que las provincias tradujeran ba seguido? No; no se ha pensado en hechos esa proclamación nominal que habíais hecho.? A los ochos días más que en mandar allí nuevos soldaaprobáis una proposición en la cual se dos, que harán que aquella insurrecdecia que la forma de gobierno era la ción agonice siempre; pero que nunca República federal: ¿y creíais que esos muera. Veamos ahora cuál esla parte neactos no habían de producir sus congativa de mi política. Yo veía aquí secuencias"? Yo no voté aquella proposición; yo, republicano federal no unas divisiones entre hermanos, qne he votado todavía la República fede- no comprendía, que consideraba prematuras mientras no se discutiese la ral. Yo tenia una política fija, déla que Constitución, en la cual podía marno han podido apartarme considera- carse una diferencia de opiniones; peciones de ningún género. En el con- ro la división existía, y había una tendencia á crearla cada vez más sojo de ministros presidido por el se ñor Figueras se trató de la conve- profunda. Al fin llegó un día en que niencia de aplazar las sesiones. Yo la Cámara se dividió materialmente me opuse terminantemente; yo dije en dos; el 18 de Julio: y entonces os que ya habíamos pasado cuatro me- decía nn hombre eminente que aquél ses con las mayores amarguras, no era un gran momento. No lo considequería un interregno parlamentario ro así: en el mismo inconveniente en que expusiera al país á grandes per- que entonces caísteis vosotros, han turbaciones, y mis compañeros desis- caído ya otros partidos: el partido progresista, que trajo aquí una dinastieron de su idea.