Texto de la comunicación publicada en España y América en el Bicentenario de las Independencias. I Foro Editorial de Estudios Hispánicos y Americanistas, Francisco Fernández Beltrán y Lucía Casajús (eds.), Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I, Universidad de Cádiz, Universidad Pontificia de Salamanca, Universidad de Deusto, Universidad de las Palmas de Gran Canaria, 2012, pp. 293314. El Abate, el Consejo y el virreinato: la política cortesana y la primera creación del virreinato de Nueva Granada (1717-1723). Francisco A. Eissa-Barroso. University of Warwick. Resumen. Se analiza el proceso que llevó a la primera creación (1717) y subsecuente supresión (1723) del virreinato del Nuevo Reino de Granada enfocándose en cómo la interacción entre la percepción de la situación local y las pugnas de poder dentro de la corte determinó las políticas de la Corona hacia Hispanoamérica. Argumenta que la creación del nuevo virreinato fue una respuesta a los problemas que las autoridades centrales de la monarquía percibían en la Nueva Granada, en tanto que los tiempos y forma en que se implementó ésta fueron consecuencia directa de la lucha entre quienes pretendían que la Corona ejerciera directamente el gobierno de sus territorios y el Consejo de Indias. De igual forma, la supresión del virreinato, cinco años más tarde, fue un reflejo del cambio en el balance de poder dentro de la corte, más que el resultado de la supuestamente pobre actuación del primer virrey de Santa Fe. Se cuestiona no sólo las interpretaciones tradicionales sobre el primer virreinato de Nueva Granada, sino también la tendencia a asumir que la Corona era una entidad unificada que decidía las políticas a implementar en base a una serie de ‘intereses Reales’ claramente definidos. [fin p. 293] 1 El 27 de mayo de 1717 una serie de reales cédulas emitidas por Felipe V desde Segovia informaba a las autoridades americanas que se había tomado la decisión de crear un virreinato en el Nuevo Reino de Granada. Al mismo tiempo se informaba que Antonio de la Pedrosa y Guerrero, consejero de Indias, pasaría a Santa Fe como encargado de preparar el establecimiento del virreinato a la espera de la llegada del primer virrey. El nombramiento para este cargo se hizo el 13 de junio de 1717 desde San Lorenzo y recayó en Jorge de Villalonga y Fortuny, conde de la Cueva, quien ocuparía el virreinato desde finales de 1719 hasta su supresión, ordenada el 5 de noviembre de 1723. Aunque la historiografía ha propuesto diversas explicaciones sobre el por qué de la creación y supresión del virreinato, hasta ahora se ha puesto poca atención al proceso que llevó a sendas decisiones. El presente texto, mediante un análisis de dicho proceso, pretende cuestionar no sólo las interpretaciones tradicionales sobre la creación y supresión del primer virreinato de Nueva Granada, sino también la tendencia, frecuente entre historiadores de Hispanoamérica colonial, a asumir que la Corona española era una entidad unificada que decidía las políticas a implementar en las Indias en base a una serie de ‘intereses Reales’ claramente definidos. Lo que proponen las siguientes páginas es que fue la interacción entre la percepción de la situación local y las pugnas de poder dentro de la corte lo que determinó tanto la creación como la supresión del primer experimento virreinal neogranadino. I. El contexto de la primera creación del virreinato neogranadino. Tres son las causas que con más frecuentemente propuestas para explicar la primera creación del virreinato: corregir el desorden político-administrativo resultado de la falta de una autoridad central suficientemente fuerte;1 distribuir recursos de una manera más eficiente para reforzar las defensas costeras ante un ataque enemigo;2 y poner fin a incesantes conflictos y controversias entre autoridades locales.3 Incluso cuando se llegan a destacar las interconexiones entre estas explicaciones,4 la mayoría de los historiadores se ha limitado a analizar las circunstancias específicas de las provincias afectadas por la creación del virreinato. Cuando ha considerado el contexto más amplio de América o la Monarquía, la historiografía se ha limitado a mencionar de pasada el centralismo administrativo borbónico,5 la presión fiscal resultado de la Guerra de Sucesión, el miedo 2 [fin p. 294] a los ataques extranjeros en el Caribe, o el omnipresente contrabando, sin considerar detenidamente cómo estos factores se correlacionan con la creación del virreinato ni cómo afectaron el proceso de su creación. Rara vez se menciona que la primera creación del virreinato de Nueva Granada se dio al mismo tiempo que otras reformas que afectaron significativamente la forma de gobierno de las Indias; y menos aún se mencionan las vicisitudes de la lucha política cortesana al tiempo en que se tomó esta decisión.6 Nunca se ha encontrado evidencia de que la Corona haya contemplado la posibilidad de crear un virreinato en la región antes del 29 de abril de 1717 —más allá de la mención hecha en las cédulas del 27 de mayo respecto a que dicha medida había sido discutida ‘en varias ocasiones’.7 Esta situación bien podría atribuirse a malos registros o documentación perdida, pero si consideramos cómo funcionaba el gobierno en la corte al tiempo en que se decidió crear el virreinato nos encontramos con una explicación más convincente, pues en los meses inmediatamente anteriores a abril de 1717, el abate Julio Alberoni había venido a concentrar en sus manos un poder enorme, en perjuicio de las instituciones tradicionales de gobierno. Tras llegar a España en 1711, Alberoni logró convertirse en confidente de la reina María Luisa y ser nombrado representante del duque Parma ante la corte española.8 Tras la muerte de la reina en 1714 jugó un papel fundamental en las negociaciones para arreglar el matrimonio de Felipe V con Isabel de Farnesio.9 La llegada de la nueva reina, y su inmediato despido de la princesa de los Ursinos, llevó en febrero de 1715 a la caída del grupo de ministros que, liderado por Jean Orry y Melchor de Macanaz, había impulsado las reformas de los primeros años del reinado.10 El nuevo gobierno fue liderado por el cardenal Francisco del Giudice, pero Alberoni se fue asegurando poco a poco la confianza de la nueva reina y, a través de ella, la del rey; y para finales de 1716 había logrado reemplazar a Giudice como la figura central del gobierno disponiéndose a impulsar una nueva serie de reformas.11 [fin p. 295] Para nuestros fines, la más importante de estas reformas fue también una de las primeras. La breve recuperación que experimentaron los Consejos tras la caída de Orry y la supresión de su controvertida “nueva planta de los Consejos” llegó a su fin en enero de 1717. El día 20 una serie de reales decretos cambió el lugar de reunión de 3 estos órganos y reguló hasta el más mínimo detalle las horas de trabajo y actividades de sus secretarios, reduciendo de nuevo el poder y autoridad de los propios Consejos. El de Indias sufrió además una reducción en el número de sus ministros, el nombramiento de nuevos consejeros y secretarios, la alteración de sus salarios, la supresión de su tesorería y la restricción de su jurisdicción a asuntos ‘de causas contenciosas y demás negocios de mera Justicia’, en tano que todo lo demás, y especialmente lo que ‘tocare a lo Gubernativo, Económico y Providencial’ quedaba en manos el rey por la vía reservada.12 Estas reformas representaban tan sólo el más reciente episodio en la lucha entre quienes defendían el sistema tradicional de gobierno a través de los Consejos y quienes propugnaban un estilo alterno gobernando a través de la vía reservada.13 El Consejo de Indias no había sobrevivido indemne la primera etapa de reformas. Había perdido poder tras su exclusión de los mecanismos introducidos entre 1705 y 1711 para agilizar la venta de oficios americanos a gran escala.14 También había sido afectado por las extensas purgas ordenadas por Felipe V en 1706 contra los consejeros y oficiales subalternos que habían res[fin p. 296] pondido al llamado del archiduque celebrando cesiones en la capital ocupada. 15 Y aunque solo temporalmente, con la nueva planta introducida por Orry en 1713,16 el de Consejo de Indias había perdido la jurisdicción sobre asuntos pertenecientes a la hacienda americana.17 La reforma de 1717, sin embargo, privó al Consejo de la facultad que había hecho prácticamente imposible el evitar su intervención en el gobierno de América. Según una real cédula expedida por Felipe II el 17 de mayo de 1564, todas las órdenes generales enviadas a las Indias debían ir ‘señaladas y […] firmadas de los de nuestro Consejo Real de las Indias’, y sin estas formalidades debían ser ‘obedecidas y no cumplidas’.18 Esto implicaba que el Consejo disfrutaba del ‘privilegio exclusivo en la comunicación con las Indias’ y que el rey sólo podía emitir sus órdenes a través de dicho organismo.19 Las reformas de 1717 removieron este obstáculo autorizando legalmente al rey y sus ministros a comunicarse con las autoridades indianas sin la intervención del Consejo.20 Fue precisamente este golpe contra las facultades del Consejo lo que terminó de abrirle la puerta al programa de reformas americanas de Alberoni. Comenzando por la creación de la intendencia general de marina el 28 de enero de 1717, todas las 4 reformas de importancia introducidas durante los dos siguientes años —la creación del real monopolio del tabaco en Cuba, la primera creación del virreinato de Nueva Granada, la reforma y mudanza del Consulado de Sevilla y la Casa de la Contratación, la creación de la Real Factoría de Indias, [fin p. 297] la regularización del sistema de navíos de aviso, y la reforma de los presidios americanos— fueron procesadas por la vía reservada, sin siquiera notificar al Consejo en algunos casos. Encima de esto, cuando se decidió la creación del virreinato de la Nueva Granada había sólo tres secretarios de estado en funciones:21 José de Grimaldo era secretario de asuntos extranjeros, Miguel Fernández Durán de guerra y marina, y José Rodrigo de justicia, gobierno político y hacienda.22 De acuerdo con el decreto del 2 de abril que había reorganizado las secretarías, la mayoría de los asuntos pertenecientes al gobierno de las Indias deberían haber circulado por las manos de José Rodrigo. Sin embargo, la documentación existente demuestra que la gran mayoría se tramitó por mano del secretario de guerra.23 Y de hecho, se ha señalado que entre 1717 y 1719 la mayoría de los asuntos pertenecientes no sólo al gobierno de las Indias sino al de toda la Monarquía pasaron por el escritorio de Fernández Durán, simplemente porque Alberoni, que no tenía ningún cargo oficial y necesitaba que un secretario ratificara las decisiones tomadas por él en nombre del rey, encontraba más de su agrado al secretario de guerra. Así pues, Fernández Durán comúnmente acompañaba a Alberoni a donde fuera el rey, ratificando las órdenes del abate, en tanto que los otros dos secretarios permanecían en Madrid.24 Así pues, la mayoría de las reformas de Alberoni fue preparada en un contexto de toma de decisiones altamente centralizado, que involucraba muy poca consulta, y fue puesta en pie mediante reales decretos que incluían alguna variación de la siguiente frase: ‘y porque así conviene a mi real servicio ordené que se emitiera este [decreto, título, orden, instrucción, etc.] por la vía reservada, firmado de mi real mano, sellado con mi sello secreto y ratificado por mi infrascripto secretario’.25 Fue éste el procedimiento que se siguió durante la primera creación del virreinato de Nueva Granada, como se puede ver de la [fin p. 298] documentación generada entonces. Desde las reales cédulas del 27 de mayo de 1717 hasta los títulos de Jorge de Villalonga como virrey, y los poderes e instrucciones que 5 se le dieron, todos los papeles indican explícitamente que fueron producidos por la vía reservada y presentan la firma del secretario de la guerra. Esto explica el por qué el Consejo de Indias no produjo una consulta sobre materia de tanta gravedad, y por qué la creación del primer virreinato de nueva Granada dejó un rastro de papel tan corto. Las reales cédulas del 27 de mayo incluyen una sola referencia al Consejo de Indias: la del estatus de Antonio de la Pedrosa, el encargado de establecer el virreinato, como miembro de dicho consejo.26 Cuando mencionan el hecho de que la creación del virreinato había sido ‘tratada en varias ocasiones’ no hay indicación alguna de que el Consejo haya estado involucrado en ellas.27 Las cédulas en cuestión explícitamente dicen que de la Pedrosa recibió sus instrucciones y despachos ‘por la vía reservada, donde también se ha ejecutado éste [la real cédula] con los demás de esta dependencia por convenir así a mi Real Servicio’.28 Y lo que es más, el Consejo ni siquiera fue notificado de la creación del virreinato hasta casi un año después del evento. Si ningún autor ha reparado en estas circunstancias, es probablemente por la engañosa consideración de que un miembro del Consejo fuera el encargado de establecer el virreinato. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la relación de de la Pedrosa con el Consejo de Indias era mayormente espuria: fue nombrado consejero el 20 de enero de 1717,29 por una de las reformas que iban encaminadas a debilitar al Consejo, y había seguido una carrera no del todo típica de los consejeros letrados, sugiriendo que su elevación se debía a sus contactos cerca del rey.30 En todo caso, lo que queda claro es que la cre[fin p. 299] ación del virreinato fue sólo una de varias reformas introducidas casi al mismo tiempo y que en conjunto deben ser interpretadas como parte de los esfuerzos de los ministros borbónicos por controlar directamente el gobierno de la monarquía, incluyendo a las Indias, sin la intervención de las poderosas instituciones peninsulares que venían mediatizando la voluntad de la Corona como el Consejo de Indias y el Consulado de Sevilla. II. Los motivos tras la primera creación del virreinato de Nueva Granada. Aunque esto nos explica cómo fue creado el virreinato, debemos ahora considerar los motivos detrás de dicha decisión utilizando las reales cédulas del 27 de mayo de 1717 como punto de partida. En unas cuantas líneas las cédulas mencionan los objetivos 6 específicamente perseguidos por la decisión: en primer lugar ‘que sean atendidas y asistidas las plazas marítimas’ con los situados de las cajas de Santa Fe y Quito que bajo la autoridad de un virrey podrían ser distribuidos más rápida y eficientemente. Basado en Santa Fe, en el centro del reino, un virrey podría ‘aplicar los socorros y demás providencias en las urgencias y casos que lo pidiesen, y por consiguiente se excusan y evitan por este medio las discordias y alborotos tan ruidosos y escandalosos como los que se han ofrecido en los Tribunales […] y entre los Ministros que los componen’.31 Poner fin a estos desórdenes era crucial pues resultaban ‘muy en deservicio de Dios, y mío y perjuicio de la Causa pública y no menos detrimento de mi Real Hacienda, teniendo […] aquellos Dominios en miserable estado y consternación’.32 Esto sugiere que el principal objetivo de la Corona fue, como ha señalado Synnove Ones,33 el poner fin a los conflictos entre las autoridades locales y provinciales. Pero hay que tener en cuenta que la Corona pensaba que estos conflictos eran el resultado de dificultades y desacuerdos sobre la distribución de recursos para la defensa de las costas. La centralidad de estos dos asuntos —la defensa de las costas y el poner fin a los desordenes— se ve confirmada en el decreto del 31 de octubre de 1718, mediante el cual la Corona informó al Consejo de Indias de la creación del virreinato. En el decreto, sin embargo, los dos temas están más desarrollados y ya no aparecen unidos.34 Según dicho decreto, se había creado el virreinato para ‘facilitar por este medio la mejor y más puntual asistencia y socorro de las importantes Plazas de Cartagena, Santa Marta, y las demás de su Jurisdicción’, porque, debido a ‘la [fin p. 300] larga distancia desde Lima […] se dilataban o inutilizaban las providencias para su resguardo’.35 Pero al mismo tiempo la creación del virreinato se consideró necesaria para obviar las discordias que entre los Ministros de aquella Audiencia de Santa Fe fueron frecuentes en distintas ocasiones, y haberse experimentado últimamente los alborotos y escándalos […] entre el Presidente de ella D. Francisco de Meneses Bravo de Saravia, y los oidores que la componían, resultando de su desunión indecorosas operaciones ajenas de un tribunal de su Autoridad y representación […] y dignas de mi mayor severidad y castigo.36 A esto se unía la preocupación ante ‘los excesos que con igual desorden se cometían’ por los oficiales provinciales y los oidores de Panamá y Quito ‘donde divididos en 7 parcialidades atendían más a la venganza de sus opuestos que a la obligación de su Ministerio, empleándose continuamente en formar sobre sus quimeras particulares multitud de Autos y papeles insubstanciales’.37 La Corona percibía una ausencia de una autoridad real efectiva en Nueva Granada y sus alrededores.38 En su análisis de la situación no había un oficial o corporación que concentrara en sí mismo suficiente autoridad y representación como para imponerse sobre la multitud de oficiales locales y provinciales que quedaban libres para perseguir sus intereses particulares. En este contexto, el razonamiento de la Corona era que un virrey, mediante su inmediata representación de la persona del rey, podría llenar este vacío. Es decir, que se espe[fin p. 301] raba que la autoridad superior del virrey pusiera fin a las rivalidades y desunión entre los oficiales de la Corona y subordinara las venganzas privadas al servicio del rey. Ya el 8 de abril de 1717, en una real cédula que ordenaba al virrey del Perú intervenir en el asunto de Meneses, la Corona había insistido en la importancia de ‘la reintegración de la Justicia y de mi autoridad en aquel reino, y que se mantenga el respeto a quien […] ejerce mi jurisdicción y administra la Justicia’, insistiendo en la necesidad de ‘manifestar que no se permiten ni consienten las tropelías y violencias ejecutadas por los oidores’.39 Este documento y los demás que le siguen en el mismo legajo, a diferencia de los que tratan específicamente sobre la creación de virreinato, fueron producidos a través del Consejo de Indias. Son pues evidencia de que el Consejo por lo menos estaba al tanto de la preocupación de la Corona por la falta de autoridad real experimentada en Nueva Granada, y sin embargo, no hay en ellos indicación alguna de que se estuviera considerando ya la creación del virreinato; más aún, varios de los documentos de este legajo, producidos entre mayo y julio de 1717 están aún dirigidos a un anónimo presidente, gobernador y capitán general de Santa Fe,40 lo cual confirma el que se mantuvo al Consejo fuera del proceso de creación del virreinato. Estos documentos aportan otro dato importante sobre los motivos de dicha creación. La mayoría fue producida entre el 23 y el 26 de mayo de 1717, antes de que de la Pedrosa partiera rumbo a Santa Fe, pero después de haberse decidido la creación del virreinato,41 y el grueso de ellos tiene que ver con distintos aspectos del mismo asunto: el saneamiento de la real hacienda. Ninguno de los documentos fue redactado por el Consejo; todos están fechados en Segovia, donde se encontraban el rey y 8 Alberoni, y la intervención del Consejo se limitó a copiar los documentos y añadir la frase ‘por mandato del rey nuestro señor’ junto con la firma de uno de sus secretarios.42 Seria razonable suponer, por lo tanto, que todos fueron preparados por la Corona para su implementación tras el arribo de Pedrosa a Nueva Granada, como parte de las prepara[fin p. 302] ciones para el establecimiento del virreinato, y por lo mismo son indicativos de la importancia asignada a la materia. No acaso, fue precisamente el saneamiento de la real hacienda lo que ocupó la mayor parte del tiempo y esfuerzos de Pedrosa tras su llegada a Cartagena.43 La creación del virreinato fue pues motivada por la necesidad de incrementar la autoridad real en el la región. Con esta medida se esperaba tanto subordinar los conflictos y venganzas entre los oficiales locales como incrementar la capacidad de la Corona para extraer recursos fiscales mediante un mejor manejo de la hacienda real. Al mismo tiempo, se esperaba que, ante una agresión extranjera —altamente probable dada la política exterior de Alberoni—, el virrey fuera capaz de dirigir los esfuerzos y recursos disponibles. Si consideramos al mismo tiempo los motivos y los mecanismos que llevaron a la creación del virreinato, resulta que ésta respondió efectivamente a la situación que, en la opinión de la Corona, imperaba en el Nuevo Reino, pero se dio en un tiempo y forma determinados por la situación política en Madrid y por lo mismo la creación del virreinato no se puede entender sin tener en cuenta los esfuerzos de la Corona por ejercer un control más directo sobre el gobierno de las Indias, excluyendo al Consejo de Indias. Si consideramos ahora la supresión del virreinato, vemos algo muy similar, el tiempo y forma fueron determinados por los vaivenes políticos en la corte, aunque las justificaciones nuevamente tuvieron que ver con la situación presuntamente imperante en Nueva Granada. III. La supresión del virreinato. Pocos eventos en la administración de Villalonga han sido tan discutidos como las preparaciones para su entrada oficial en Santa Fe. Para muchos historiadores, su insistencia en ser recibido con el mismo ceremonial usado con los virreyes de Lima es evidencia incontestable de su carácter fatuo, ‘más preocupado por la dignificación de su persona que por la situación del virreinato’.44 Más aún, muchos han visto en esta debilidad la causa tanto de la caída del virrey como de la supresión del virreinato, 9 atribuida por la cédula de 5 de noviembre d e1723 a ‘los dispendios de tantos caudales como es preciso se consuman en la manutención del Virrey, sus sueldos y el de sus guardias, y otros gastos mayores que son inevitables (de su Casa y familia)’.45 Estas opiniones, sin [fin p. 303] embargo, sugieren un deficiente entendimiento de la función que las ceremonias públicas y la manifestación física del poder desempeñaban en las sociedades de antiguo régimen.46 Al mismo tiempo, al encontrar en la personalidad de Villalonga la causa de la supresión del virreinato, se ha dejado de prestar atención a la situación política a la que se enfrentó el virrey y a los verdaderos motivos detrás de la supresión. Al especificar la recepción que esperaba recibir a su llegada a Santa Fe, el virrey no hizo más que resaltar el carácter de su encargo como representación física del rey mediante un lenguaje que era del todo consistente con las ideas de la época y con palabras que podrían haber sido tomadas directamente de la Política indiana de Solórzano Pereira,47 y efectivamente Villalonga no pidió nada que no se hubiera practicado con los últimos virreyes de Lima.48 Por otro lado el primer virrey de Nueva Granada celebró su entrada pública en Santa Fe el 17 de diciembre de 1719, 49 trece días después de que el rey hubiera separado a Alberoni del gobierno de la monarquía,50 lo que tendría repercusiones muy significativas tanto para Villalonga como para Nueva Granada. La caída de Alberoni conllevó la casi total derogación de su programa de reformas, la purga en el corto plazo de sus hombres de confianza,51 y el abandono de su política exterior. El 20 de enero de 1720 España se adhirió a la cuádruple alianza, reconociendo oficialmente su derrota militar.52 Las negociaciones de paz [fin p. 304] tardarían aún varios años,53 pero para poner fin a la guerra el rey se vio obligado a reconocer las condiciones impuestas por el tratado de Utrecht de 1713, incluyendo la pérdida de todos los territorios italianos, el tratado del asiento con la Gran Bretaña, y la obligación de la Corona de restituir el sistema tradicional de comercio entre España e Indias, incluyendo las flotas anuales.54 Al interior de la Monarquía los Consejos experimentaron cierto resurgimiento; no porque el rey y Grimaldo55 hubieran deseado concientemente restaurarlos, sino por su empeño en revertir y regularizar las políticas del antiguo ministro, a quién ahora se 10 acusaba de haber abusado de la confianza del rey engañándolo y manipulándolo.56 Se incrementó de nuevo el número de las secretarías de Estado a cuatro, nombrando al presidente del Consejo de Hacienda como secretario del ramo, y las reformas hacendísticas de Alberoni fueron suprimidas.57 Para diciembre de 1720 había caído el tesorero general y en febrero de 1721 la tesorería volvió a su antigua planta.58 El 21 de marzo de 1721 el Consejo de Castilla logró la supresión de los intendentes que Alberoni había reintroducido en 1718, lo que representaba una enorme victoria pues con el regreso de los corregidores el Consejo recuperaba un mayor control sobre el gobierno provincial de la Península.59 Respecto a las Indias, los comerciantes sevillanos fueron los primeros en beneficiarse. Inmediatamente tras la separación de Patiño se pusieron en mar[fin p. 305] cha los planes para regresar tanto la Casa como el Consulado a Sevilla.60 Al mismo tiempo la promulgación del Proyecto para Flotas y Galeones el 10 de abril de 1720, resultado de la presión británica, supuso la recuperación de muchos de los privilegios del Consulado.61 En mayo, pasó a hacerse cargo de la administración y operación de los navíos de aviso, recuperando su posición como intermediario en las comunicaciones entre España y América.62 La recuperación del Consejo de Indias fue menos acelerada, pero gradualmente comenzó a desempeñar un papel más central en el gobierno de América.63 No es coincidencia el que sólo tras la caída de Alberoni comenzara el Consejo a revisar el grueso de los reportes enviados por Pedrosa desde Nueva Granda,64 y tampoco lo es el que los primeros intentos por separar a Villalonga del virreinato se dieran en 1722.65 Aunque muchos historiadores han considerado que el virreinato de Villalonga estuvo marcado por la inactividad del virrey,66 el registro de sus cartas y reportes sugieren que fue activo desde el momento de su llegada a Nueva Granada y que sus órdenes y políticas a menudo encontraron oposición en el reino.67 Villalonga dedicó gran atención a los asuntos de Quito, ciudad lógicamente resentida por la pérdida de su Audiencia y que resintió aún más los esfuerzos [fin p. 306] del virrey por regularizar la real hacienda.68 Tras su llegada a Santa Fe, Villalonga se informó sobre la situación de las distintas provincias del virreinato y adoptó medidas encaminadas a sanear la recaudación fiscal.69 Al mismo tiempo distribuyó recursos para la defensa de las fortalezas costeras, sugirió medios para mejorar las 11 fortificaciones sin costo para el erario, recomendó medidas para incrementar los ingresos reales.70 Y a partir de 1721 también dirigió su atención a la lucha contra el contrabando denunciando a las autoridades de Cartagena y presentando varias propuestas para regularizar el comercio con y Cádiz.71 Siguiendo una real orden para que visitara en persona las fortificaciones de Cartagena,72 Villalonga partió rumbo a la costa a finales de 1720 con un sequito tan grande como el que lo había acompañado a su llegada a Santa Fe. 73 Permaneció en Cartagena de diciembre de 1720 a mayo de 21 y durante su estancia tuvo constantes conflictos con el gobernador y oficiales reales de la ciudad por la mala administración de la real hacienda y el contrabando.74 Cuando finalmente partió rumbo a Santa Fe el tren de equipaje correspondiente a su enorme [fin p. 307] séquito y el número de canoas necesario para su transporte fueron ampliamente comentados.75 El 3 de junio de 1721, el gobernador de Cartagena —quien después resultó estar sumamente implicado en redes de comercio ilícito—76 envió una carta a la Corona en la que acusaba a Villalonga de haber salido de Cartagena con grandes cargamentos de contrabando y de haber permitido que sus familiares participaran activamente en el comercio ilícito.77 Estas acusaciones vinieron a sumarse a otras quejas recibidas contra el virrey por diversos motivos —incluyendo las del gobernador de Popayán,78 y las autoridades de Quito que en febrero de 1720 habían logrado el restablecimiento de su audiencia— y encontraron eco en el Consejo de Indias que ordenó una investigación de las actuaciones de Villalonga. Pese a recibir opiniones muy encontradas sobre la participación del virrey en el tráfico ilícito, el fiscal del Consejo recomendó el 11 de mayo de 1722 que se nombrara a ‘Ministro, o persona en quien concurran las partes de integridad, celo, desinterés e inteligencia [y…] se le de Facultad […] para proceder contra el referido Virrey D. Jorge de Villalonga, para que […] le separe y aparte del Gobierno, y manejo [del reino]’.79 Pero el Consejo, por razones que no son del todo claras, optó por limitarse a enviar una ‘severa reprimenda’ al virrey, suspendiendo los demás procedimientos hasta su juicio de residencia.80 Sin embargo, las relaciones entre el virrey y el Consejo eran ya claramente tensas y tanto como el Consejo sospechaba del virrey, éste resentía la constante interferencia de aquel. En una representación fechada el 21 de febrero de 1722 12 [fin p. 308] Villalonga recordaba que sus títulos habían sido expedidos por la vía reservada según los reales decretos de 1717 que habían ordenado que los asuntos de hacienda, guerra y navegación de las Indias corrieran por las secretaría de Estado, y se quejaba de que ‘en contravención de esta real orden y aun subrepticiamente, ha pasado el Consejo a oponerse a la creación y establecimiento del Virreinato’.81 Al mismo tiempo, el virrey culpaba al Consejo por el restablecimiento de la audiencia de Quito, medida a la que él se había opuesto en repetidas ocasiones.82 De las quejas de Villalonga resulta claro que él estaba convencido de actuar en defensa de los intereses del rey y de contar aún con el favor del monarca, pero sobre todo es evidente que el virrey se sentía responsable ante el rey, mas no ante el Consejo. Pero a medida que el rey, preocupado con los planes para su abdicación, se alejaba una vez más del gobierno, la situación cambiaría.83 Para 1723, Felipe V había comenzado a perder su confianza en Villalonga y a cansarse de sus continuas quejas. En una real cédula emitida en el Pardo el 13 de enero se advertía al virrey que ‘habéis llegado a lo sumo de la irreverencia y falta de respeto que debierais tener a mis Reales Órdenes’ y que de persistir en su actitud ‘experimentaréis los efectos de mi desagrado y la pena por vuestra inobediencia’.84 Para mediados del año el rey estaba ya decidido a poner fin al virreinato de Villalonga y el 6 de junio le notificaba a la Cámara de Indias que había decidido nombrar al marqués de Castelfuerte como segundo virrey de Nueva Granda.85 Encima de esto, Andrés de Pez había muerto el 7 de marzo, dejando vacantes tanto la secretaría de marina e Indias como la presidencia del Consejo,86 y sus sucesores no serían nombrados hasta enero del año siguiente,87 proporcionado al Consejo una gran oportunidad para recuperar la mayoría de los negocios de gobierno de América.88 [fin p. 309] El 19 de abril de 1723, en respuesta a una consulta del rey sobre si sería conveniente trasladar la capital del virreinato a Cartagena, el Consejo respondió proponiendo suprimir el virreinato por completo.89 La idea había sido presentada por el fiscal quien se manifestaba contrario a mudar la capital del virreinato ‘por los graves inconvenientes y alteración de gobierno’ que resultaban de no apegarse estrictamente a lo prescrito por las leyes de la Recopilación de Indias.90 Esto le ofrecía al fiscal la oportunidad para argumentar que la creación del virreinato en sí misma había sido un experimento desafortunado y señalar ‘lo importante que fuera 13 que se estableciese el Gobierno como estaba antes, gobernándose por un Presidente, Gobernador y Capitán General en la forma que disponen las Leyes, y con la autoridad que residía en el empleo, sin que se rigiese aquel Reino por la autoridad de virrey’.91 Más aún, alegaba el fiscal, la presencia del virrey había generado grandes gastos a la real hacienda y a los vasallos que no podían hacerles frente dado que la mayoría eran ‘Indios, y pocos Españoles, y […] de muy pocos caudales’.92 El Consejo estuvo de acuerdo con el fiscal en no mudar la capital del virreinato y, aunque oficialmente se reservó su opinión sobre la supresión del mismo, decidió elevar la propuesta del fiscal a la atención del rey, ofreciendo producir una segunda consulta de ser requerido.93 A petición de la Corona, el Consejo opinó el 25 de septiembre que ‘no le parece conveniente la subsistencia del Virreinato que se ha creado de nuevo en el Reino de Santa Fe, porque este Reino, y sus Provincia son tan pobres, que todo cuanto produce en él la Real Hacienda no es bastante para su manutención, sus sueldos, y los de sus Guardias’.94 En una tercera consulta, el 6 de octubre, el Consejo insistía en que ‘no hay necesidad de darle [al presidente y gobernador de Santa Fe] más autoridad, que la que antes tenía por la Leyes’.95 El rey estuvo de acuerdo con esta opinión y el 5 de noviembre de 1723 ordenó la elaboración de las reales cédulas anunciando la supresión del virreinato, pidiendo también a la Cámara de Indias que le propusiera candidatos para la presidencia de Nueva Granda.96 [fin p. 310] Si comparamos los textos de la opinión del fiscal según la consulta del 19 de abril de 1723 y de la real cédula que puso fin al virreinato de Nueva Granada, no queda duda de que la primera fue seguida al pie de la letra por el redactor de la segunda. Excepto por las primeras líneas que recapitulan el proceso de creación del virreinato, y las últimas que indican que la nueva decisión fue tomada ‘sobre consultas de mi consejo de Yndias’, los textos son idénticos.97 Resulta claro entonces, que la decisión de suprimir el virreinato fue propuesta por el Consejo de Indias, y no es difícil ver que fue por razones políticas, ya que las justificaciones esgrimidas eran poco más que excusas sin fundamento, como varios autores han señalado. 98 Es cierto que quizá la existencia del virreinato en sí misma no afectaba mayormente la posición del Consejo, sin embargo, es innegable que éste habría resentido el que una decisión tan importante hubiera sido tomada sin su consulta. Además, como ya se mencionó, los títulos entregados a Villalonga habían sido producidos por la vía reservada en contravención del procedimiento tradicional, lo que resultaba en detrimento de la 14 autoridad que el Consejo podía ejercer sobre el virrey, punto que no le había pasado desapercibido al propio Villalonga. En conclusión, parece claro que mientras la creación del nuevo virreinato fue efectivamente pensada como una respuesta a la serie de problemas que las autoridades centrales de la monarquía percibían en la Nueva Granada, los tiempos y forma en que se decidió e implementó la creación de dicho virreinato fueron consecuencia directa de la lucha entre los ministros que pretendían que la Corona ejerciera directamente el gobierno de sus territorios y el Consejo de Indias, en la que los primeros lograron imponerse a principios de 1717. De igual forma, hemos visto que la supresión del virreinato, cinco años más tarde, fue un reflejo del cambio en el balance de poder dentro de la corte, más que el resultado de la supuestamente pobre actuación del primer virrey de Santa Fe. Lo que sugieren estas conclusiones es que, desde la perspectiva de los historiadores americanistas, resulta indispensable el ver a la corte como una arena política en la que las decisiones sobre el gobierno indiano son a menudo el resultado de luchas internas de poder, pues sin tener en cuenta este factor no podemos entender realmente la rica dimensión Atlántica de la historia política e institucional de la Monarquía Católica. [fin p. 311] Bibliografía AGI. ARCHIVO GENERAL DE INDIAS, Sevilla. Indiferente: 542, 827; Santa Fe: 265, 271, 370, 374, 532, 542 AHN. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, Madrid. Códices: L.755. ANDÚJAR CASTILLO, Francisco (2008). Necesidad y venalidad. España e Indias, 1704-1711. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. BENEDETTI, Carlos (1887). Historia de Colombia. Lima: Imprenta de C. Prince. BERNARD, Gildas (1972). Le secrétariat d'état et le conseil espagnol des Indes (17001808). Geneva: Libraire Droz. DE CASTRO, Concepción (2004). A la sombra de Felipe V. José de Grimaldo, ministro responsable (1703-1726). Madrid: Marcial Pons. DEDIEU, Jean Pierre (2005). La muerte del letrado. Recuperado el 29 de marzo de 2010 de http://halshs.archivesouvertes.fr/docs/00/03/65/02/PDF/Dedieu_letrado.pdf. ELÍAS ORTIZ, Sergio (1966). Nuevo Reino de Granada. Real Audiencia y Presidentes. Tomo 4 [sic por 3]. Presidentes de Capa y Espada (1654-1719). Bogota: Academia Colombiana de Historia. ---(1970). Nuevo Reino de Granada. El Virreynato. Tomo 1 (1719-1753). Bogota: Academia Colombiana de Historia. 15 ESCUDERO, José Antonio (2004). "El gobierno central de las Indias. El Consejo, la Secretaría del Despacho". En F. Barrios Pintado (ed.): Congreso Internacional. El Gobierno de un Mundo. Virreinatos y Audiencias en la América Hispana. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, Fundación del Pino. GARCÍA PÉREZ, Rafael Daniel (2004). "El Consejo de Indias en la Corte de Felipe V: lógica jurídica y lógica política en el gobierno de América". En F. Barrios Pintado (ed.): Congreso Internacional. El Gobierno de un Mundo. Virreinatos y Audiencias en la América Hispana. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, Fundación del Pino. GARRIDO CONDE, María Teresa (1963). La creación del virreinato de Nueva Granada, 1717-1723. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos. GÓMEZ GÓMEZ, Margarita (2004). “La nueva tramitación de los negocios de Indias en el siglo XVIII: de la ‘vía del consejo’ a la ‘vía reservada’”. En F. Barrios Pintado (ed.) Congreso Internacional. El Gobierno de un Mundo. Virreinatos y Audiencias en la América Hispana. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, Fundación del Pino. KAMEN, Henry (1969). The War of Succession in Spain 1700-1715. Bloomington: Indiana University Press. ---(2001). Philip V of Spain. The King who Reigned Twice. New Haven: Yale University Press. [fin p. 312] KUETHE, Allan J. (2007). “La política colonial de Felipe V y el proyecto de 1720”. En F. Navarro Antolín (ed.): Orbis incognitvs: avisos y legajos del Nuevo Mundo. Homenaje al profesor Luis Navarro García. Vol. 1 Huelva: Universidad de Huelva. KUETHE, Allan J. (1999). "Traslado del Consulado de Sevilla a Cádiz: nuevas perspectivas". En E. Vila Vilar y A. J. Kuethe (eds.): Relaciones de poder y comercio colonial: nuevas perspectivas. Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos / Texas-Tech University. MAQUEDA ABREU, Consuelo (2007). El virreinato de Nueva Granada (1717-1780). Estudio institucional. Ciudad Real: Dykinson - Ediciones Puertollano. MCFARLANE, Anthony (1993). Colombia before independence: economy, society and politics under Bourbon rule. Cambridge: Cambridge University Press. MORÓN, Guillermo (1971). Historia de Venezuela IV. La formación del pueblo. Caracas: Italgráfica. NAVARRO GARCÍA, Luis (1989). “La política Indiana”. En L. Navarro García (ed.): América en el siglo XVIII. Los primeros Borbones. Madrid: Ediciones Rialp. NOVÍSIMA RECOPILACIÓN de las leyes de España. Dividida en XII libros en que se reforma la Recopilación publicada por el Señor Don Felipe II en el año de 1567, reimpresa últimamente en el de 1775: y se incorporan las pragmáticas, cédulas, decretos, órdenes y resoluciones Reales, y otras providencias no recopiladas, y expedidas hasta el de 1804. Mandada formar por el Señor Don Carlos IV (1805) Madrid: s/e. ONES, Synnøve (2000). “The politics of government in the Audiencia of New Granada, 1681-1719”. Tesis doctoral inédita. Coventry: The University of Warwick. OTS Y CAPDEQUÍ, José María (1950). Instituciones de Gobierno del Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII. Bogotá: Taller Editorial Universidad Nacional de Colombia. 16 PEARCE, Adrian John (1998). “Early Bourbon Government in the Viceroyalty of Peru, 1700-1759”. Tesis doctoral inédita. Liverpool: University of Liverpool. PÉREZ CANTO, María Pilar y Carmen VÁZQUEZ RODRÍGUEZ DE ALBA (1988). “El Consejo de Indias ante los decretos de Nueva Planta, 1714”. En Boletín Americanista, 38, Págs. 277-245. PÉREZ-MALLAINA BUENO, Pablo Emilio (1982). Política naval española en el Atlántico, 1700-1715. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos. PLAZA, José Antonio (1850). Memorias para la historia de la Nueva Granada, desde el descubrimiento hasta el 20 de julio de 1810. Bogotá: Imprenta del Neogranadino. [fin p. 313] RECOPILACIÓN de leyes de los reinos de las Indias. Mandadas imprimir y publicar por la Majestad Católica del rey Don Carlos II. Nuestro Señor (1973 [1681]). Madrid: Ediciones Cultura Hispánica. RESTREPO CANAL, Carlos (1928). "Erección del Virreynato de Santafé". En Boletín de Historia y Antigüedades, 30, Págs. 982-1024. RESTREPO SÁENZ, José María (1945). "El primer Virrey. Don Jorge de Villalonga". En Boletín de Historia y Antigüedades, 32, Págs. 120-130. RESTREPO TIRADO, Ernesto (1934). Gobernantes del Nuevo Reyno de Granada durante el siglo XVIII. Buenos Aires: Imprenta de la Universidad de Buenos Aires. SOLÓRZANO PEREIRA, Juan de (1648). Política indiana. Madrid: Diego Díaz de la Carrera. VÁZQUEZ VARELA, Ainara (2008). “‘De la primera sangre de este reino’. Composición de las instituciones de justicia y gobierno de Santa Fe de Bogotá (1700-1750).’ Tesis doctoral inédita. Pamplona: Universidad de Navarra. [fin p. 314] Notas 1 Por todos, RESTREPO TIRADO, 1934. Véase, por ejemplo, RESTREPO CANAL, 1928. 3 Véanse, PLAZA, 1850; BENEDETTI, 1887; y ONES, 2000. 4 Véanse, GARRIDO CONDE, 1963, p. 18; y MAQUEDA ABREU, 2007, p. 201. 5 Es el caso, por ejemplo, de OTS Y CAPDEQUÍ, 1950. 6 Hasta donde he podido constatar las únicas excepciones son MCFARLANE, 1993, pp.190-91; y MAQUEDA ABREU, 2007, especialmente pp. 177-84. 7 ‘Real Cédula de 27 de mayo de 1717 dirigida al Gobernador venezolano’ reproducida en MORÓN, 1971, p. 488. PEARCE, 1998, p. 61, menciona, sin más detalles, que la decisión de crear el virreinato de Nueva Granada fue tomada entre 1715 y 1717, dando a entender que el asunto fue discutido en los ‘comités de ministros y expertos españoles’ que sesionaron durante esos años bajo la presidencia de Andrés de Pez, y en manos de los que, según el mismo autor, Alberoni dejó la formulación de política sobre ‘comercio colonial’. 8 KAMEN, 2001, p. 107; y KUETHE, 2007, p. 233. 9 Véanse KAMEN, 2001, pp. 94-97; y DE CASTRO, 2004, p. 301. 10 KAMEN, 2001, p. 97. 11 Idem; también DE CASTRO, 2004, pp. 306-11 y 322-26. 12 Los cinco decretos que afectaron al Consejo de Indias pueden consultarse en AGI, Indiferente, 542, L.2, ff. 1r-13v. La cita proviene del ‘Real Decreto de 20 de noviembre de 1717 en que se previno que todos los negocios tocantes a lo gubernativo, económico, y providencial se lo reservaba el rey para que 2 17 se ejecute por la vía reservada, y que en lo tocante a esto se abstuviese el Consejo de mandar expedir cédulas de gobierno’, f. 10v. 13 En lo que respecta a las instituciones centrales del gobierno de América los asesores más radicales de Felipe V abogaban por la supresión definitiva del Consejo de Indias lo cual, según el marqués de Louville, pondría fin al fraude en la administración de América y permitiría al rey el acceso directo a todos los recursos necesarios para construir fuerzas navales y militares con las que asegurar su trono (LOUVILLE y ROURE, 1818, citado en GARCÍA PÉREZ, 2004, p. 171). La élite togada, y particularmente los miembros del propio Consejo, tomó una posición enteramente opuesta alegando que incrementar el poder del Consejo era un paso necesario para restaurar la ‘constitución tradicional’ de la Monarquía que supuestamente se había corrompido durante los últimos años de dominio Habsburgo (GARCÍA PÉREZ, 2004, p. 169). 14 Los mecanismos bajo los que se introdujo la venta masiva de cargos tanto americanos como españoles en 1706 intentaron garantizar que los ingresos producidos terminaran en la Tesorería General de la Guerra y que el control sobre los nombramientos permaneciera en manos de la Corona. Las figuras centrales de esta operación fueron el secretario de guerra, José Grimaldo, y un reducido número de financieros cercanos a los monarcas. Véase al respecto el detallado estudio de ANDÚJAR CASTILLO, 2008, passim, en especial las pp. 65-88. 15 Sólo unos cuantos oficiales subalternos, junto con el fiscal y el presidente del Consejo siguieron al rey fuera de Madrid (BERNARD, 1972, pp. 2-3; NAVARRO GARCÍA, 1989, pp. 9-10). Las purgas de 1706 redujeron el número total de consejeros de Castilla, Aragón, Italia, Real Hacienda, Indias y Ordenes de 108 a 56 y el total de oficiales subalternos de 382 a 240 (KAMEN, 1969, p. 111). Entre ellos se contaron diez consejeros de Indias y varios oficiales inferiores (BERNARD, 1972, pp. 3-4). 16 Sobre el decreto del 10 de noviembre de 1713 y su impacto en el Consejo véanse BERNARD, 1972, pp. 6-7; ESCUDERO, 2004, pp. 102-03; GARCÍA PÉREZ, 2004, pp. 175-80; y PÉREZ CANTO y VÁZQUEZ RODRÍGUEZ DE ALBA, 1988, pp. 241-45. 17 Estos pasaban a manos de un cuerpo especial que incluía a tres consejeros de Indias y tres de Hacienda, todos designados por el rey (BERNARD, 1972, pp. 7-8). Sobre las protestas del Consejo de Indias contra estas medidas véase PÉREZ CANTO y VÁZQUEZ RODRÍGUEZ DE ALBA, 1988, passim. 18 RECOPILACIÓN, ley 23, título 1°, libro 2°. 19 GÓMEZ GÓMEZ, 2004, p. 213. 20 Legalmente, el requisito de que todas las reales órdenes fueran ratificadas por el Consejo no se suprimió sino hasta el 22 de noviembre de 1717 cuando la Corona expidió, a través del Consejo, y en cumplimiento con la legislación existente, una real cédula que declaraba nula dicha legislación (AGI, Indiferente, 827; véase también GÓMEZ GÓMEZ, 2004, p. 215). Esto no quiere decir que el Consejo haya sido completamente excluido del gobierno de las Indias, aunque sí implicó un cambio drástico en sus relaciones con el rey, y aunque el Consejo continuó jugando un papel importante en muchos asuntos de gobierno, ahora lo hacía a la discreción de la Corona y sólo cuando el rey o sus secretarios de Estado decidían someterle algún negocio (GÓMEZ GÓMEZ, 2004, pp. 225-226). 21 NOVÍSIMA RECOPILACIÓN, ley 5a, título 6°, libro 3°. CASTRO, 2004, pp. 324-25 ha sugerido que esta reforma fue utilizada por Alberoni para deshacerse de aquellos secretarios con los que no simpatizaba. Aparentemente, incluso intentó librarse de Grimaldo, pero el rey no estuvo dispuesto a desprenderse de su ‘hombre de confianza’. 22 Tras su creación en 1714, la secretaría de Estado de Marina e Indias había sido suprimida el 28 de abril de 1715 redistribuyendo sus competencias entre las otras secretarías (ESCUDERO, 2004, pp. 10607). 23 ESCUDERO, 2004, pp. 107-108. 24 DE CASTRO, 2004, pp. 332, 54. 25 Véanse, por ejemplo, los documentos en AGI, Santa Fe, 271. Cabe mencionar que la expresión ‘firmado de mi real mano’, es simbólica en la mayoría de los casos, pues el procedimiento más común en el siglo XVIII era que la firma del rey se imprimiera mediante la llamada estampilla (GÓMEZ GÓMEZ, 2004, p. 220, n. 41). En este sentido es significativo el que, tras su caída, Alberoni fuera acusado de haber secuestrado la estampilla con la firma real, y haberla usado para sus propios fines (DE CASTRO, 2004, p. 334). 26 ‘Real cédula de 27 de mayo de 1717…’ en MORÓN, 1971, p. 490. 27 ‘Real cédula de 27 de mayo de 1717…’ en MORÓN, 1971, p. 488. 28 ‘Real cédula de 27 de mayo de 1717…’ en MORÓN, 1971, p. 490. 29 AGI, Indiferente, 542, L.2, f. 7v, ‘Real decreto de 20 de Henero de 1717 en que nombró su Mgd. los Ministros y Srios. de que se avía de componer el Conso. de Yndias’; también BERNARD, 1972, p. 215, num. 60. 18 30 De la Pedrosa fue protector de indios en la Audiencia de Santa Fe de 1687 a 1704. Nunca sirvió como fiscal u oidor ni en América ni en las audiencias y chancillerías de España. Su único otro encargo típico del cursus letrado fue el de alcalde de casa y corte que ocupó poco después de 1704, y que representó un salto enorme en el escalafón pues típicamente este encargo se obtenía después de haber servido como oidor en una de las audiencias de la península o como fiscal en las chancillerías. Además, hay que tener en cuenta que, aunque el puesto de alcalde de casa y corte era un peldaño normal en la progresión hacia consejero de Indias, dada la fecha forma de su nombramiento es probable que de la Pedrosa haya comprado el cargo. Sobre la venta de oficios en la sala de alcaldes de casa y corte véase, ANDÚJAR CASTILLO, 2008, pp. 159-61; sobre el cursus típico de los letrados a principios del siglo XVIII, DEDIEU, 2005; y sobre la proveniencia típica de los consejeros de Indias, BERNARD, 1972, pp. 165-66. 31 Real cédula de 27 de mayo de 1717…’ en MORÓN, 1971, p. 488. 32 Real cédula de 27 de mayo de 1717…’ en MORÓN, 1971, p. 488. 33 ONES, 2000, pp. 298, 301. 34 AGI, Santa Fe, 542, núm. 263. ‘Decreto de SM en q. previene al Conso. haver establecido Virreynato…’, 35 AGI, Santa Fe, 542, núm. 263. 36 AGI, Santa Fe, 542, núm. 263. Meneses había probablemente comprado su futura como presidente de la audiencia de Santa Fe en 1707 (AGI, Santa Fe, 265, ‘Real decreto de 26 de enero de 1717 haciendo merced de la presidencia de Santa Fe a don Francisco de Meneses Barvo de Saravia’), y finalmente ocupó el cargo en febrero de 1712. Los desacuerdos entre el presidente y los oidores empezaron cerca de un año después de la llegada de Meneses a Santa Fe. Tras un prolongado intercambio de acusaciones y crecientes tensiones, el 25 de septiembre de 1715 los oidores arrestaron a Meneses y secuestraron sus bienes. El Consejo de Indias reprobó el proceder de la audiencia y ordenó la restitución de Meneses a su cargo sin éxito. Cuando de la Pedrosa llegó a Cartagena en septiembre de 1717, Meneses aún estaba en prisión. El mejor estudio sobre este complicado asunto es ONES, 2000, pp. 266-96; véase también, VÁZQUEZ VARELA, 2008, p.270-281. 37 AGI, Santa Fe, 542, núm. 263. Sobre los escándalos en las audiencias de Panamá y Quito véase, ONES, 2000, pp. 301-04 y 308. 38 La perspectiva de la Corona en este sentido era sin duda acertada. Para un análisis detallado de la política y luchas de poder en la Nueva Granada de finales del siglo XVII y principios del XVIII véase, ONES, 2000, passim. En palabras de esta autora, ‘Nueva Granada era gobernada por un sistema administrativo carente de estructuras de autoridad, responsabilidad y rendición de cuentas claras, y […donde] jurisdicciones vagamente definidas y traslapadas […] permitían una considerable fricción entre los más altos niveles de gobierno’ (p. 297). 39 AGI, Santa Fe, 532, L.15, ff. 117r-125v, Real cédula ‘Al Principe de Sto. Bono previnle. de la resolucion que VM ha tomado en la causa de la deposizn. del Presste. de Sta. Fee Dn. Franco. De Meneses y de los excesos q. a este se le imputan y ordenle. haga observar sus operaciones, y ejecute lo demas q. se expresa en el caso que se previene’. La cita en la f. 123r. 40 Véase, entre otros documentos AGI, Santa Fe, 532, L.15, ff. 227r-228r, real cédula ‘Al Preste. de Sta. Fee sobre q atienda a los socorros de la Ynfantería de Maracaybo’. 41 Las reales cédulas del 27 de mayo no hacían más que reproducir un real decreto de 29 de abril de 1717, fecha en la que se decidió la creación del virreinato. 42 AGI, Santa Fe, 532, L.15, passim. En la mayoría de los casos los documentos están firmados por Francisco de Arana, secretario de la negociación del Perú; un par, sin embargo, tienen la firma de Andrés de Corovarrutia, secretario de Nueva España. 43 Sobre las primeras acciones de de la Pedrosa véanse, entre otros, ELÍAS ORTIZ, 1966, pp. 343-45; GARRIDO CONDE, 1963, pp. 33-66; MCFARLANE, 1993, pp. 180-90; y MAQUEDA ABREU, 2007, pp. 259-72. 44 MAQUEDA ABREU, 2007, p. 165; véanse también, RESTREPO SÁENZ, 1945, p. 123; MCFARLANE, 1993, pp. 191-92; y GARRIDO CONDE, 1963, pp. 68-70. 45 ‘Real Cédula sobre que se suprima el Virreynato…’, en ELÍAS ORTIZ, 1970, p. 52. 46 Sobre este caso en particular, sólo ONES, 2000, pp. 312-13, ha señalado la importancia que una entrada pública apropiada tenía para la autoridad del virrey. 47 Véase SOLÓRZANO PEREIRA (1648), pp. 861-73. 48 AGI, Santa Fe, 370, Villalonga a de la Pedrosa, 15 de noviembre de 1719. Habiendo servido como cabo principal de las armas del Perú desde 1708, Villalonga había presenciado las entradas de los tres últimos virreyes de Lima: el obispo Diego Ladrón de Guevara en 1710, el arzobispo Diego Morcillo en 1716 y el príncipe de Santa Buono más tarde ese mismo año. 19 49 GARRIDO CONDE, 1963, p. 77. Vale la pena señalar que incluso el Consejo de Indias, pese a su actitud crítica hacía el virreinato y el propio Villalonga, se limitó a expresar su sorpresa por haber hecho el virrey uso del palio, ceremonia que el Consejo consideraba reservada al rey y contra cuyo uso futuro advirtió a la audiencia, sin oponerse a ningún otro elemento del ceremonial utilizado por Villalonga (AGI, Santa Fe, 374, Resumen de y respuesta a la quinta carta de Villalonga al rey). 50 DE CASTRO, 1963, p. 334. Para un agudo análisis de la situación diplomática en Europa durante la administración de Alberoni, véase KUETHE, 2007, pp. 236-38. 51 KUETHE, 1999, p. 72. Entre estos estuvieron el almirante Andrés de Pez fue separado brevemente de la presidencia del Consejo de Indias, y José Patiño perdió la intendencia general de marina y todos los cargos que había llegado a acumular. Tras ser interrogado sobre distintos aspectos de las políticas de Alberoni, y sobre su participación en las mismas, Patiño fue reestablecido como intendente general y presidente de la Casa de la Contratación, quizá gracias a la influencia de su hermano, Baltasar Patiño, marqués de Castelar, quien fue nombrado secretario de guerra en enero de 1721. 52 KUETHE, 2007, p. 238. 53 Las negociaciones formales no comenzaron hasta 1722 y la firma del tratado de Cambrai aún hubo de esperar hasta agosto de 1724. Las condiciones aceptadas al final no representaron una derrota total de España pues incluyeron el reconocimiento por parte de Austria de la sucesión Borbónica al trono de España, y un acuerdo por el que se aceptaba al infante Carlos, hijo mayor del rey con Isabel de Farnesio, como heredero a los ducados de Parma y Toscana. Véase, KAMEN, 2001, pp. 130-31. 54 KUETHE, 2007, p. 238. 55 DE CASTRO, 2004, p. 333. Debe mencionarse que Grimaldo nunca llegó a ejercer un poder tan vasto como el concedido a Alberoni. De hecho, durante los años siguientes, el poder en la corte estuvo bastante distribuido y los distintos secretarios de Estado a menudo pertenecieron a facciones opuestas (KUETHE, 1999, p. 74.) Esto apoya la idea de que, como ha señalado Kamen, tras la caída de Alberoni, el rey, recuperado de sus episodios depresivos, optó por hacerse cargo del gobierno personalmente. Véase, KAMEN, 2001, pp. 134-38. 56 Sobre la percepción de que Alberoni había engañado al rey regularmente y los intentos de Felipe V por obtener su arresto en Roma véase DE CASTRO, 2004, pp. 333-34. Respecto a los Consejos es de notar que, contrario a lo que sucedió en 1715 tras la caída de Orry, las reformas introducidas por Alberoni en 1717 no fueron oficialmente revocadas, y lo que es más, fueron de hecho ratificadas en dos ocasiones por los herederos de Felipe V. 57 Para un detallado análisis de las reformas implementadas por Alberoni en la península véase DE CASTRO, 2004, pp. 335-352 58 DE CASTRO, 2004, p. 341. 59 Véase DE CASTRO, 2004, pp. 341, 359-61. 60 KUETHE, 1999, pp. 72-77. 61 KUETHE, 2007, pp. 238-39. El Proyecto reafirmó que todo el comercio entre España y América debía ser canalizado a través de un solo puerto y concentrado en convoyes anuales, uno para Veracruz y otro para Portobelo. El Consulado, sin embargo, no recuperó el control absoluto sobre la provisión de bastimentos y la preparación de todas las naves que participaban en el comercio indiano y la Corona se reservó el derecho a cobrar directamente los impuestos que resultaban de dicho comercio. Véase también, PÉREZ-MALLAINA BUENO, 1982, pp. 371-72; y AGI, Indiferente, 542, L.2, ff. 153-166. 62 AGI, Indiferente, 542, L.2, ff. 178-188. 63 Tras haber sido interrogados sobre los manejos secretos de Alberoni, Andrés de Pez fue restablecido en su cargo como presidente del Consejo y el 8 de febrero de 1721 se le encargó también la reinstaurada secretaría de marina e Indias. Pez ejerció ambos empleos hasta su muerte en marzo de 1723 (ESCUDERO, 2004, p. 108). Sin embargo, a lo largo de esos dos años el almirante solicitó repetidamente su licencia alegando que su edad y enfermedades no le permitían continuar ejerciendo dichos cargos. El Congreso aprovechó la oportunidad para recuperar algo del poder perdido en 1717. 64 MAQUEDA ABREU, 2007, pp. 165, 257. 65 Véase, AGI, Santa Fe, 374 ‘Expedientes sobre ilicitos comercios egecutados por el virrey de Sta. Fe, Governador, ministros y oficiales rs. de Cartagena: años 1721 a 1723’; y MCFARLANE, 1993, p. 192. 66 MAQUEDA ABREU, 2007, p. 165; ONES, 2000, p. 318. 67 Véase, por ejemplo, sobre las reacciones de Santa Fe tras la decisión de Villalonga de separar de sus cargos a varios individuos que habían sido nombrados por de la Pedrosa, GARRIDO CONDE, 1963, p. 81. 68 En más de una docena de cartas Villalonga llamó la atención de la Corona hacia los muchos problemas que rodeaban la recolección de impuestos en Quito. Demandó reformas al cabildo secular y su exclusión del cobro del tributo indígena, el nombramiento de nuevos oficiales reales para la provincia y el envío de un visitador para remediar muchos otros abusos que facilitaban multitud de 20 fraudes contra la real hacienda. Véanse los resúmenes de las cartas 21, 22, 23, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 37, 38, 61, y 62 de Villalonga al rey en AGI, Santa Fe, 374. Sobre la recepción ofrecida a Villalonga en Quito véase, ELÍAS ORTIZ, 1966, p. 350. 69 En sus cartas 39, 40 y 42 Villalonga informó a la Corona de la situación general en Cartagena, Santa Marta y Caracas y de sus desacuerdos con el gobernador de Cartagena. La cartas 43 y 45 llevaron a que la Corona ordenara separar de sus cargos al gobernador de Guyana y al tesorero de la casa de moneda de Santa Fe (AGI, Santa Fe, 374). 70 En particular las cartas 46 y 47 aconsejaban a la Corona la construcción de un fuerte en Guayaquil, sugiriendo que se podría introducir un impuesto sobre la sal y la madera en aquella provincia para cubrir los gastos. La carta 51 urgía a la Corona a regularizar y estandarizar el cobro del tributo y la 52 recomendaba la supresión de las encomiendas, concentrando su administración en manos de la Corona y utilizando el producto de ellas para premiar a los vasallos que lo merecieran con rentas y censos (AGI, Santa Fe, 374). 71 Véanse los distintos documentos y expediente en AGI, Santa Fe, 374; también ONES, 2000, pp. 31819. 72 AGI, Santa Fe, 271, Instrucción 'Para que el virrey Dn. Jorge de Villalonga visite y reconozca los castillos y Fuerzas de tierra firme y Cartgena'. 73 Véase la descripción del séquito de Villalonga en RESTREPO SÁENZ, 1945, pp. 127-28. 74 Tan pronto como recibieron noticias de la posible visita del virrey, las autoridades de Cartagena habían expresado su temor de que ésta resultase en un nuevo intento por regularizar la real hacienda (GARRIDO CONDE, 1963, pp. 88-89). En cambio, otras autoridades, incluyendo al ingeniero militar encargado de las fortificaciones del puerto, expresaron repetidamente su aprobación de las acciones emprendidas por el virrey y su rectitud durante su estancia en la ciudad (RESTREPO SÁENZ, 1945, p. 125). 75 El itinerario del virrey en su viaje de regreso a Santa Fe pasó por Rebolledo, Puerto Barranca, y el río Magdalena hasta Mompox (GARRIDO CONDE, 1963, p. 91). Al salir de Cartagena, y durante las primeras etapas de su viaje, Villalonga fue acompañado por el cabildo secular y los principales habitantes de la ciudad. Véase, para más detalle, RESTREPO SÁENZ, 1945, pp. 126-27. 76 Véase, AGI, Santa Fe, 374, ‘Expedientes sobre ilicitos comercios egecutados por el virrey de Sta. Fe, Governador, ministros y oficiales rs. de Cartagena: años 1721 a 1723’. El 14 de abril de 1722 Patiño informó a Andrés de Pez que, de acuerdo con varios miembros del Consulado, la esposa del gobernador de Cartagena vendía el permiso de su esposo para que navíos ingleses, franceses y holandeses entrar y comerciaran libremente en el puerto. 77 AGI, Santa Fe, 374, Alberto de Bertodano al rey, Cartagena, 3 de junio de 1721. El 9 de abril el mismo gobernador se quejaba en una carta a de la Pedrosa de que Villalonga, durante su estancia en el puerto, le había privado de toda su autoridad y usurpado su jurisdicción al punto que la única tarea que le quedaba era abrir y cerrar las puertas de la ciudad (GARRIDO CONDE, 1963, p. 90). 78 GARRIDO CONDE, 1963, pp. 83-84. 79 AGI, Santa Fe, 374, ‘Expedientes sobre ilicitos comercios…’. 80 MCFARLANE, 1993, p. 192. Es imposible saber si Villalonga estuvo involucrado o no en cuestiones de comercio ilícito. A juzgar por lo que sabemos de otros virreyes de la época es muy probable que no haya estado limpio de culpa, sin embargo, hay que destacar que Villalonga fue completamente exculpado en su juicio de residencia en tanto que muchos de sus acusadores no corrieron la misma suerte. Lo que intento resaltar aquí es simplemente que Villalonga, por una razón u otra genero una oposición significativa entre sus autoridades subalternas. 81 AGI, Santa Fe, 374, ‘Respuesta Fiscal sre. dependencias del Virrey del Nuebo Reyno de Granada’. 82 Véanse los resúmenes de las cartas del virrey en AGI, Santa Fe, 374. 83 El interés y actividad del rey en el gobierno de la monarquía tras la caída de Alberoni duró más o menos hasta 1722 (KAMEN, 2001, pp. 134-38). 84 Citado en GARRIDO CONDE, 1963, p. 93. 85 AGI, Santa Fe, 265, Real despacho ‘Confiriendo el Virreinato de Sta. Fee a Dn. Joseph de Armendariz, y mandando sele den pr. el Conssejo y Camara, los despachos Correspondientes’. 86 ESCUDERO, 2004, p. 108. 87 La secretaría de marina e Indias pasó a manos de Antonio de Sopeña el 10 de enero de 1724 (ESCUDERO, 2004, p. 108). La presidencia del Consejo fue ocupada por Baltazar de Zúñiga, duque de Arión y marqués de Valero, exvirrey de Navarra, Cerdeña y Nueva España, el 28 del mismo mes (BERNARD, 1972, p. 211, n. 8.) 88 Según ESCUDERO, 2004, p. 108, el nombramiento del nuevo secretario de marina e Indias no implicó un nuevo ocaso del Consejo, pues la influencia personal, el prestigio y la personalidad del duque de 21 Arión opacaron completamente a Sopeña. El balance no se revertiría hasta el regreso de Felipe V y el nombramiento, primero de Ripperdà, y luego de Patiño en la secretaría de marina e Indias. 89 AHN, Códices, L.755, núm. 13, ff. 81-83. 90 AHN, Códices, L.755, núm. 13, f. 82v. 91 AHN, Códices, L.755, núm. 13, f. 82v. 92 AHN, Códices, L.755, núm. 13, f. 83r. 93 AHN, Códices, L.755, núm. 13, f. 83r. 94 AHN, Códices, L.755, núm. 14, ff. 83v-84r. 95 ANH, Códices, L.755, núm. 15, ff. 84r-85r. 96 Siguiendo a RESTREPO TIRADO, 1934, ELÍAS ORTIZ, 1966, p. 315, ha sugerido que de la Pedrosa fue directamente responsable de la supresión del virreinato. Aparentemente, el expresidentes de Nueva Granada había preparado un informe dirigido al confesor del rey el 29 de junio de 1723. En este documento de la Pedrosa habría mencionado todas las razones incluidas en la real cédula sobre la supresión del virreinato. Nadie después de Restrepo Tirado ha podido localizar el informe de de la Pedrosa y no es del todo claro qué relación habría tenido dicho documento con la opinión emitida por el fiscal del Consejo por lo menos dos meses antes de la fecha que Restrepo le atribuye al informe. En cualquier caso, por las firmas de los consejeros que apoyaron las tres consultas queda claro que de la Pedrosa efectivamente apoyó la supresión del virreinato. 97 Véase la real cédula ‘Estinguiendo el empleo de Virrey del Nuevo Reino de Granada y volviendo a poner su mando y gobierno en el Presidente de la Audiencia con el título de Capitán General de él’ en MAQUEDA ABREU, 2007, pp. 617-18; la reproducida en MORÓN, 1971, pp. 493-95 incluye algunos párrafos adicionales tocantes al gobierno particular de Caracas. 98 Véase la discusión sobre las justificaciones contenidas en la real cédula de supresión del virreinato en ELÍAS ORTIZ, 1966, pp. 353-56; y GARRIDO CONDE, 1963, pp. 100-02. 22