La solución que aún no llega para la gente de Llico

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LATERCERA Domingo 5 de abril de 2015
Nacional
[27/F] Pese a que el gobierno instaló una
planta desalinizadora de agua, ahora la
turbiedad del recurso impide que los
damnificados reciban sus casas.
Por Paula Riquelme
La solución que
aún no llega para
la gente de Llico
U
bicado frente a
la laguna Torca,
a pocos metros
del aeródromo
del
mismo
nombre y enmarcado por un
extenso bosque de pinos, está el
conjunto habitacional Brisas de
Torca, en Vichuquén. Sus casas
de dos pisos y 40,4 metros cuadrados están terminadas desde agosto de 2014, esperando a 86 fami-
lias. La mitad de ellas son damnificadas del terremoto de 2010 y
deberían estar habitando la villa
hace ocho meses, disfrutando,
además, la multicancha asfaltada,
áreas verdes, juegos infantiles y la
sede social con que cuenta.
Sin embargo, esto no ha ocurrido. Eso, porque el sector aún no
cuenta con agua potable. A mediados de febrero se pensó que la
solución había llegado gracias a
una planta desalinizadora, pero
los resultados no han sido los esperados y el plan no ha funcionado correctamente, debido a los
altos índices de turbiedad del
agua extraída desde un pozo perforado para el funcionamiento
del sistema.
El problema de la falta de agua
afecta a todo Llico, debido a que las
napas del sector son saladas. Por
ello, la comunidad se abastece de
agua potable traída desde otras comunas, gracias a camiones aljibe
financiados por la Oficina Regional de Emergencia del Maule. Así
lo explica el director del Servicio de
Vivienda y Urbanismo (Serviu) del
Maule, Omar Gutiérrez. “Tenemos un problema de agua en toda
la localidad de Llico, porque el
agua contiene altas concentraciones de sodio. En febrero se encontró un pozo aledaño a Villa Brisas
de Torca, con agua en condiciones
de ser procesada por una planta de
nanofiltración que se trasladó desde Penco, gracias a un convenio
entre la U. de Concepción y el Serviu del Maule, para hacer un plan
piloto para desalinizar el agua”.
Agua turbia
El traslado e instalación de la planta desaladora, más la asistencia de
profesionales de la U. de Concepción por seis meses, significó una
inversión de $ 12,6 millones. Con
esto se pensó tener resuelto el pro-
blema. Las familias beneficiadas
volvieron a ilusionaron con la idea
de poder habitar sus casas. Pero
surgió un nuevo obstáculo: “Nos
encontramos con que la profundidad del pozo perforado arroja
índices de turbiedad muy altos,
entonces el barro hace que los filtros de la planta se tapen. Por ello
es necesario perforar un pozo de
mayor profundidad”, agrega el director del Serviu, quien explica
que se está haciendo un proyecto
para conseguir fondos nuevos para
hacer un pozo de entre 10 y 11 metros de profundidad, cuyo costo
aproximado será de $ 10 millones.
Si bien la autoridad señala que
tardarán unos 20 días en conseguir los recursos, no anticipa un
plazo para la entrega de las viviendas. “Estamos haciendo una
innovación para solucionar un
problema generado durante la
administración anterior, que
construyó casas en un sector donde no había agua y, por lo tanto,
no debería haberse construido
allí esta villa. Ahora no podemos
dar plazos para entregar las casas,
porque va a depender del resultado de la perforación.”
La espera de los vecinos
Ana Paz Baumont, concejala de
Vichuquén y una de las gestoras
del proyecto habitacional, relata
que “después de perder mi casa
debido al terremoto y tsunami de
2010, hicimos un catastro de los
vecinos damnificados y comenzamos a trabajar en este proyecto,
buscando una solución habitacional”. Agrega que “el primer
problema que encontramos fue la
falta de terrenos disponibles, pero
una vez que conseguimos que
vendieran este terreno para construir y se comenzó a concretar el
proyecto, en marzo del 2013, estuvimos felices, porque es un lugar realmente hermoso”.
La villa se terminó de construir en
agosto de 2014, pero la falta de
agua potable postergó la entrega.
“Nuestra ilusión era volver a tener
nuestra casa, pero la burocracia
nos tiene cansados, las autoridades
tienen buena disposición y están
siempre dando explicaciones, pero
seguimos en el mismo punto que
al principio: la villa no tiene agua
y, por lo tanto, no se pueden entregar las viviendas. No queremos
más explicaciones ni promesas,
queremos más resolución”.
Mientras, deberán seguir esperando. María Inés Funzalida, beneficiaria de una de las casas,
dice: “Siento mucha pena e impotencia cada vez que veo la villa,
tan bonita, totalmente terminada, pero deshabitada, no podemos ocupar nuestras viviendas
por culpa de la burocracia y las
promesas incumplidas”.b
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