¡Sonríe! Por Mariche Huertas de la Cámara

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¡Sonríe! Por Mariche Huertas
de la Cámara
En el arcén de un camino cualquiera, juguetea pensativa con lo
único que le queda: un pequeño hatillo de tela y un sombrero
de flores que nunca marchitarán y al que no está dispuesta a
renunciar, a pesar de su pobreza; ella, es una dama (1). Él
calza sus zapatos con mimo, es lo más valioso que posee;
bueno, y su frágil bastón y el bombín de trasnochado
gentleman. Ella se siente derrotada, solloza, ya no tiene
fuerzas para seguir luchando por un futuro… sin futuro. Él le
dice que no se rinda; le ayuda a levantarse; sobre su rostro,
le dibuja una sonrisa; emprenden el camino, adonde sea, pero
juntos. Esta vez el vagabundo no se irá solo.
En 1911 Frederick Winslow Taylor, ingeniero
economista, autor del libro The Principles Of
Scientific Management creó la Organización
Científica del Trabajo (OST) y dio nacimiento
a una nueva ideología económica a la que se
llamó “Taylorismo”. Se basaba en la
aplicación de métodos científicos de
orientación positivista y mecanicista al
estudio de la relación entre el obrero y las
técnicas modernas de producción industrial.
Ideó una “división horizontal del trabajo”,
que consistía en suprimir toda tarea
intelectual de los obreros a fin de conseguir mayor
concentración y una “división vertical”, que atribuía a cada
trabajador una labor específica para aumentar la aceleración y
la automatización de la producción. El factor “tiempo” era
también muy importante: había que producir en el menor tiempo
posible. La motivación se conseguía mediante el pago de primas
al rendimiento, suprimiendo toda improvisación en la actividad
industrial. Henry Ford decidió aplicar esta teoría para
fabricar en cadena sus famosos coches T, pero el trabajo era
tan monótono que sus obreros, de tanto hastío, terminaban casi
enloqueciendo y abandonando. (2)
En 1931,
Mahatma Ghandi fue a Londres para asistir a la
“Conferencia de la Mesa Redonda” donde se debatía el futuro de
la independencia de la India. Charles Chaplin estaba también
en su ciudad natal. Mandó un telegrama para entrevistarse con
él. El cómico, cuyo nombre resonaba en los cinco continentes,
era absolutamente desconocido por Gandhi. Pidió a sus
ayudantes que se excusaran, que no tenía tiempo para verle,
entonces alguien le dijo:
– Pero ¿no lo conoces, Bapu?
– No sé quién es.
– ¡Charles Chaplin! Es un héroe mundial. No puedes dejar de
reunirte con él. Su arte se inspira en las vidas de la gente
trabajadora, entiende a los pobres como tú, el los dignifica
y los ensalza en sus obras. Además, y a pesar de ser inglés,
está de acuerdo con la independencia de la India.
Rodeados de una multitud, se reunieron y hablaron sobre muchas
cosas, pero sobre todo Chaplin quería saber por qué el maestro
estaba tan en contra de la mecanización industrial. Ghandi,
que reivindicaba el uso de la rueca, le explicó con dulzura
pero con contundencia: “no podía ser que el hombre estuviera
al servicio de la máquina y no al contrario”.
Inspirado por ese inolvidable encuentro,
afectado por la hambruna que había en los
difíciles años 30 y crítico con esa
ideología económica agresiva, Charles
Chaplin estrenaría en 1936 una de sus
obras maestras: Tiempos Modernos. Varias
escenas dan cuenta del leitmotiv del
filme. El reloj aparece continuamente, el
tiempo es tan importante que prueban con
una máquina para dar a los obreros de
comer sin interrupción de su trabajo.
Yuxtapone irónicamente los corderos con
los
trabajadores;
estos
no
son
individuos, no tienen libertad ni derecho a la intimidad; el
patrón controla al obrero dentro de la fábrica, incluso en el
propio servicio; fuera del lugar de trabajo el control lo
realiza la policía que no les permite ni manifestarse. Cuando
a Charles Chaplin se le preguntó acerca del argumento dijo:
“las máquinas deberían hacer el bien a la humanidad en lugar
de provocar tragedia y dolor”.
La película, al principio, no tuvo una buena acogida, tal vez
porque se topaba con una sociedad americana demasiado
conservadora y aterrada absurdamente por “esas ideas de
izquierdas” que podían arruinar una nación que según ellos
solo crecía con el capitalismo, y para las que la película era
una forma de difusión del comunismo (3). Tal vez, también
porque la crítica no aceptó bien una pelicula “muda
a
medias”: ninguno de los personajes hablaba, cuando ya desde
1927 las películas mudas se habían dejado de producir . Cierto
es que Chaplin temía que la universalidad de sus películas se
rompiera por la barrera de los idiomas. Afortunadamente el
filme empezó a recibir un gran reconocimiento y aún hoy sigue
recibiendo premios y la consideración unánime de obra maestra
de la historia del cine. Pero Charles Chaplin no era solo un
excelente cineasta que se hizo millonario con sus
interpretaciones de vagabundo tierno, solidario con los pobres
-en su infancia pasó mucha hambre, la comida siempre está
presente en sus películas-, y crítico con la sociedad y la
política de su tiempo. Era, entre otras muchas cosas,
violinista y un excelente compositor. Su escasa formación
musical no fue nunca impedimento para crear impresionantes
bandas sonoras. En esta ocasión para componer el tema
principal de la película, “Smile”, contó con la ayuda de David
Raksin (4) aunque el mismo Raksin dijo que él no hizo mucho,
ya que Chaplin tenía muy claro las notas y armonías.
Nació una bella canción. Tanto es así que “Smile” ha sido
versionada por múltiples intérpretes y cantantes. Me tomo la
licencia de otorgar la calificación de la mejor, la que
interpreta y crea uno de mis pianistas preferidos: Jacky
Terrasson.
Excelente músico y mejor persona, ha venido en varias
ocasiones a los Festivales de Jazz de Granada y Almuñécar, y
tengo el privilegio de conocerlo. A Jacky lo llaman “el
pianista de la felicidad”. Veloz e intimista, melódico y
percusivo. Con Chaplin tiene un parentesco estético: con su
música lanza un mensaje de optimismo, las notas hablan por sí
solas. Vuela y nos hace volar y… sonreir.
© Mariche Huertas de la Cámara, 2015. Publicado originalmente
en https://marichehuertas.wordpress.com/2015/12/23/sonrie-mari
che-huertas-de-la-camara/
Notas
(1) La protagonista femenina está interpretada por Paulette
Goddard, que sería la pareja de Chaplin varios años hasta que
se divorciaron después de grabar El gran Dictador.
Curiosamente, también como él, terminó sus días en Suiza.
(2) Henry Ford, consciente de que tenía que dar una solución
para no perder más obreros, se inventó el “Five Dollars Day”,
más salario y menos jornada y conseguir que sus propios
trabajadores tuvieran capacidad económica suficiente para
comprar los coches que ellos mismos fabricaban. Algunos dicen
que estaba naciendo “la clase media”.
(3) La película fue censurada en varios países europeos. En
España no se pudo ver hasta el fin del franquismo.
(4)
http://granadablogs.com/bluenoirclubdejazz/2010/12/10/laura/
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