Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales

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I
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
II
Créditos
Consejo Editorial: El Maestro en Casa
Redactora y compiladora: Verónica de Assas Gaupp-Berghausen
Filóloga: Sandra Chacón Vargas
Levantado de texto: Verónica de Assas Gaupp-Berghausen
Diseño y diagramación: Alejandro Gutiérrez Navarro
Diseño de portada: Ferreol Murillo Fuentes
© Editorial ICER
Lourdes de Montes de Oca, 2014
Primera edición: 1500 ejemplares
Impreso en Costa Rica, Editorial ICER
384.54
G346g
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras
Culturales / Verónica Gaupp-Berghausen de Asas, Comp. – 1ª. ed. – San José, C.R. : ICER, 2014.
124 p. ; 26 x 21 cm.
ISBN 978-9968-23-238-8
1.Von Gaupp-Berghausen, Georg – Radio – Anécdotas, chistes, sátiras, etc.. 2. Emisoras culturales – Costa Rica.
3. Periodismo radial. 4. Radio en la educación. I. Asas Gaupp-Berghausen, Verónica de, Comp. II.Título. Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
III
Presentación
El presente libro, que con tanto cariño presentamos, es un homenaje que se le
hace al señor Georg Gaupp-Berghausen por su gran labor en pro del ICER y sobretodo en beneficio del proyecto de Pequeñas Emisoras Culturales, por las que tanto trabajó. Usted a través de los relatos, que en este libro se recopilaron, será acompañante
y testigo de la noble labor que él realizó en Costa Rica.
Al señor Gaupp, como se le conocía, todos le admiraban por su don para relacionarse con las personas y convencerlas para que apoyaran sus causas y proyectos.
Esto lo lograba tanto con un indígena costarricense como con un alto funcionario
gubernamental o con un Presidente de la República.
El presente libro es fruto del trabajo realizado por Verónica de Assas GauppBerghausen, técnica voluntaria del Servicio de Liechtenstein para el Desarrollo,
LED. Ella es comunicadora y nieta del señor Georg von Gaupp-Berghausen, quien
vino a colaborar con el ICER y a asesorar a las Emisoras Culturales en los años 2010,
2011 y 2012. Verónica recorrió muchos de los mismos caminos en los que su abuelo
dejó huella, en otra época y en otras circunstancias muy distintas. Pero como se plasma en este libro, dedicado al señor Gaupp-Berghausen, él al igual que su compañero,
amigo e ideólogo del ICER, el padre Franz Tattenbach, hizo camino al andar y dejó
un gran legado en todas esas comunidades donde logró instalar una emisora comunitaria, una pequeña emisora cultural, filial del ICER.
El Dr. Rudolf Batliner quien fue amigo, voluntario del LED por seis años en el
ICER, luego Secretario Ejecutivo del LED, hace una reseña histórica sobre la labor
del señor Gaupp-Berghausen y su apoyo al ICER. También resalta en su reseña, el
desarrollo del ICER y de la cooperación Liechtenstein-Costa Rica.
Los demás participantes hacen referencia a distintas facetas, experiencias y circunstancias en las que se relacionaron con la labor del señor Gaupp, pero sobre todo
con lo que ha sido el legado a cada una de las comunidades beneficiarias.
Así, estimado amigo y lector, le invitamos a que transite por estas épocas de finales del siglo pasado y de hace más de cuarenta años, para conocer a una persona
como el señor Georg Gaupp-Berghausen, que vino a Costa Rica a dar mucho, sin esperar nada a cambio, todo por amor a sus semejantes y su apoyo incondicional a los
campesinos e indígenas.
Miguel Jara Chacón.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
IV
Índice
III
Un militar humanista, un aristócrata popular.................................................................. 1
Lazos del LED y el ICER...................................................................................................... 8
Desarrollo del ICER y de la cooperación Costa Rica-Liechtenstein.......................... 10
1. El Maestro en Casa.......................................................................................................... 13
2. Pequeñas Emisoras Culturales..................................................................................... 14
Voluntarios del LED en el ICER....................................................................................... 15
Impacto de la cooperación Costa Rica-Liechtenstein.................................................. 16
Recuerdos del señor Gaupp.............................................................................................. 19
El señor Gaupp en Costa Rica.......................................................................................... 21
El señor Gaupp todo lo hizo con energía y rapidez..................................................... 23
Conversaciones con mi abuelo....................................................................................... 26
Radio Sistema Cultural La Voz de Talamanca.............................................................. 26
Radio Sistema Cultural de Turrialba.............................................................................. 34
Radio Sistema Cultural de Buenos Aires....................................................................... 40
Radio Sistema Cultural de Boruca.................................................................................. 44
Radio Sistema Cultural Nicoyano.................................................................................. 56
Radio Sistema Cultural de Pital...................................................................................... 65
Radio Sistema Cultural Los Santos.................................................................................72
Radio Sistema Cultural de Upala.................................................................................... 79
Radio Sistema Cultural de Corredores.........................................................................101
Radio Sistema Cultural Maleku-Georg von Gaupp-Berghausen..............................110
Recuerdos del Lic. Luis Alberto Monge Álvarez.........................................................119
Fuentes consultadas........................................................................................................ 123
Presentación.......................................................................................................................
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
1
Un militar humanista,
un aristócrata popular
Por Verónica de Assas Gaupp-Berghausen
Escucho las carcajadas de mi abuelo como si
estuviera acá a mi lado. Inconfundibles. Llenas de
vida y alegría. Eso es lo que recuerdo de Georg von
Gaupp-Berghausen, el amor, ese amor que transmitió a los que le rodeábamos. Especialmente a
sus nietos. De mi abuelo guardo muchos recuerdos lindos. Vívidos. Me han contado otras tantas
historias y lo único que sé, con absoluta certeza, es
que ese amor que prodigaba marcó mi vida. Sr. Georg von GauppBerghausen.
Hijo de un capitán de caballería del Ejército
Real e Imperial austriaco, Ludwig Kurt von Gaupp-Berghausen, nació el 12 de enero de 1918 en
Viena y murió en la ciudad austriaca de Linz de
un paro cardíaco a los 67 años. Huérfano de padre
a los dos años, su madre, Stephanie von Dessovic, le envió al colegio teresiano y después a la prestigiosa academia militar teresiana (TherMilAk) de Viena. Ahí conoció
al que fue uno de sus mejores amigos, Félix von Habsburg, hermano menor del Archiduque Otto von Habsburg. Esta amistad unió a ambas familias tanto personal como
profesionalmente. El joven Georg quiso estudiar derecho, pero tuvo que renunciar a
su sueño. Probablemente de ahí, de su vocación por los derechos y la justicia, venga
esa entrega al prójimo que predicó con su ejemplo los últimos 12 años de su vida. Con la anexión en 1938 de Austria a la Alemania nazi, mi abuelo, entonces comandante, pasó a formar parte de las filas del ejército alemán. Como buen militar
alcanzó el rango de coronel. Destacó por su coraje, su valor y por la entrega a sus
soldados. Le otorgaron varias condecoraciones y medallas. La proeza de sacar a su
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batallón ileso y sin bajas, habiendo sido rodeados por los rusos, le supuso la entrega
en 1944 de la Cruz de Caballero, en reconocimiento a su valentía en el campo de batalla y el éxito en el liderazgo de sus batallones. En su última misión como coronel,
en el cuerpo de tanques de reconocimiento, en Danzig, salvó la vida de centenares de
refugiados, en su mayoría niños y mujeres.
En el parque del Castillo de Oberschlessheim en Múnich, hay un monumento conmemorativo a la ayuda que prestó a los refugiados de Prusia Oriental hacia
Prusia Occidental. Indultado en un juicio de guerra, por mostrar públicamente su
discrepancia con el discurso de Hitler, fue destituido de la Academia Militar y enviado al frente ruso a formar parte del cuerpo del ejército que intentó atacar Moscú.
Herido de guerra en varias ocasiones, sobrevivió a una de las mayores catástrofes
del Siglo XX. Las barbaridades humanas que vivió y presenció solo las podemos
imaginar.
De su experiencia en la Segunda Guerra Mundial escribió un ensayo en 1966, titulado ““Un estudio para la defensa del país. Soldado en la sombra”. Una loa patriótica
y una explicación sociopolítica, de las causas que favorecieron la anexión de Austria
a la Alemania nazi. No gustaba recordar aquellos tiempos con la familia. A ella, a la
familia, la cuidaba y la respetó en toda su idiosincrasia. Más allá de sus compromisos
laborales, que le mantuvieron a menudo alejado del hogar, mi abuelo vivió entregado
a su familia. Como ocurre a menudo, sus hijos tomaron unos derroteros totalmente
contrarios a sus doctrinas vitales de entonces. Ellos pusieron a prueba su tolerancia y
fueron, probablemente, la principal causa del punto de inflexión que le llevó a dar un
giro en su ideología vital. “La paz en la familia nos llevará a la paz en el mundo”, solía
decir. Él se esforzó en entender y comprender a sus hijos, que lejos de seguir con los
negocios familiares se fueron a vivir a un pueblo abandonado en la Alcarria española, Torronteras. Con el paso de los años, Torronteras se convirtió en su segundo hogar, tras Centroamérica. Ahí, entre ruinas y olmos, el sacerdote don Manuel Olivera,
dio cristiana sepultura a sus restos, que yacen junto a dos de sus hijos. El jesuita uruguayo, quien dio voz al emblemático radiodrama popular de Mario Kaplún, ““El Padre
Vicente, diario de un cura de barrio””, despidió a mi abuelo en una ceremonia íntima,
entre cantos, lágrimas, sonrisas y abrazos que se prodigaron los asistentes. Nadie mejor que el padre Vicente para decir adiós al hombre que se desvivió la última década
de su vida, para dar voz y educación a las gentes de las zonas rurales. En una carta a
un amigo que le preguntó por qué ese empeño con los indígenas de Centroamérica,
él le respondió, “quiero ayudar a esas personas a ser como ellos quieren ser, no como
nosotros creemos que tienen que ser”. Especialmente se volcó con los indígenas de las reservas de Costa Rica, Panamá y Guatemala, removiendo cielo y tierra, para conseguir los fondos económicos y
poder materializar el sueño de dotar a esas comunidades de una emisora. Una radio
que impulsara el desarrollo comunal y que sirviera de altavoz a la comunidad para
difundir su cultura y sus tradiciones, además de promover la educación a través del
programa educativo El Maestro en Casa.
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Mi abuelo fue un hombre profundamente religioso, practicante de la fe católica.
Creyente. Creía en Dios. Y es en ese Dios al que mi abuela se agarró cuando a la familia nos sobrevino el golpe de su súbita muerte. “Dios sabe dar sus señales”, nos consolaba ella. Mi abuelo murió en brazos de Críspulo, un indio kuna guatemalteco que
se encontraba en Linz, invitado a las jornadas sobre Indigenismo en Centroamérica,
que había organizado la Conferencia Episcopal de Austria. Mi abuelo, que también
había sido invitado para hablar sobre iglesia y política en Centroamérica, se demoró
en su cuarto. El día anterior había aterrizado en Madrid proveniente de San José. Viajaba tres o cuatro veces al año a aquella región. En 1982 se fue a vivir allí un año junto
con mi abuela. Cuando bajó al comedor, el sitio junto a su asistente, Armin Kloser,
estaba ocupado. El metre le sentó entonces entre Críspulo y Domingo. Sentado ahí en
la mesa, junto a sus dos amigos, le sorprendió la muerte. Fue cuestión de un segundo.
Se fue en paz. Bien acompañado. Mi abuela es esa mujer fuerte que supo animar a su esposo a seguir adelante
con los sueños que le movieron. Especialmente le apoyó cuando en mayo de 1972,
mi abuelo visitó Costa Rica, a petición de su amigo, el jesuita alemán, Franz von
Tattenbach. Además de viajar a la Suiza de Centroamérica, mi abuelo se enrumbó
a Guatemala. En ese viaje pudo constatar la brutal y masiva represión que sufría el
campesinado indígena bajo la dictadura del General José Efraín Ríos Montt, condenado formalmente por genocidio. Impactado con las injusticias y barbaridades que
padecían los nativos americanos, convirtió la lucha por la defensa de los derechos de
los indígenas, en su lucha particular. En todos los foros y congresos a los que asistía
y organizaba en Europa, hablaba de las barbaridades que se estaban cometiendo en
Guatemala y otros países de la región. Se preocupó por su educación.
Organizó una cruzada de alfabetización con los fondos aportados por el Movimiento de Hombres Católicos Austriacos y el Fondo de Ayudas a Nicaragua, del
entonces canciller austriaco Dr. Bruno Kreisky. Se enviaron a Nicaragua, país que
contaba con unos índices de analfabetismo del 55% de la población, 50 maestros voluntarios españoles para un año. Se empeñó en darles voz. En Boruca me contaron
cuánto se esforzó mi abuelo para conseguir los fondos necesarios y poder lograr la
instalación de Radio Cultural Boruca en su comunidad. Fue el Movimiento de Hombres Católicos de Austria, quien le apoyó económicamente con esta iniciativa. Radio
Tonjibe le conmemoró ad postum, pasándose a llamar Radio Cultural Tonjibe Georg
von Gaupp-Berghausen. Para ellos, él era el indio blanco. En 1985 cuando murió, en
el Golfo de San Blas, en aguas del caribe panameño, en unas islas de Kuna Yala, los
indios guardaron un minuto de silencio por el alma de mi abuelo. Era la primera vez
que los Kunas honraban así a un blanco. Georg von Gaupp-Berghausen se había reunido con varios caciques del lugar, para impulsar la instalación de una emisora cultural educativa en las islas. Mi abuelo voló al continente americano para conocer el proyecto que había fascinado al Padre Tattenbach, el programa radiofónico educativo “Escuela para Todos”,
impulsado por su familiar el filántropo austriaco, Roderich Thun. Tras la fundación,
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en 1972 en Vaduz, del Instituto para el Fomento de la Educación de Adultos en Iberoamérica, crearon en San José un año después, el Instituto de Enseñanza Radiofónica
(ICER), como filial del primero. Entonces, el Principado de Liechtenstein puso la
primera “piedra de luz”, traducción literal de Liechtenstein, en ese proyecto que ha
llevado oportunidades y esperanza, desarrollo y cultura, a las personas más necesitadas de seis países de Centroamérica, brindando la oportunidad de educación a los
“culturalmente marginados”, como gustaba definirles al padre Tattenbach, y dotando
de una emisora cultural a muchas comunidades rurales e indígenas. Después nacieron el IGER (Guatemala), IPER (Panamá), INER (Nicaragua), IHER (Honduras) y el
Maestro en Casa en República Dominicana.
El Padre Tattenbach y mi abuelo se conocieron a través de un amigo común. En
1960 ambos trabajaron conjuntamente en la organización del Congreso Eucarístico
Internacional en Múnich, celebrado bajo el pontificio del Papa Juan XXIII. Desde
entonces mantuvieron una sólida amistad. Tattenbach casó al hijo mayor del matrimonio y visitó a menudo a la familia, en las distintas localidades en las que vivieron
en Alemania y Austria. El sacerdote alemán también acompañó a la familia GauppBerghausen cuando veraneaban en el pueblito pesquero de Benidorm y en la isla de
Tabarca. Más tarde les visitó en aquel pueblo abandonado en un valle perdido de la
Alcarria castellana, en el que los hijos habían decidido echar raíces. Georg Karl Ludwig María von Gaupp
Berghausen contrajo matrimonio con la alemana Anne-Marie Lennarz, el 3 de diciembre de 1942. Fruto de este matrimonio nacieron seis hijos. El primero nació en 1943,
él estaba en el frente ruso. Tras ser retenido
como prisionero de guerra por los ingleses
en el estado federal alemán de Ostfriesland,
trabajó en Salzburgo para el gobierno de la
región, en la labor de reconocimiento de los
200 austriacos que fueron retenidos como
prisioneros de guerra en la Baja Sajonia. En
1950 se mudó junto a su esposa a Düsseldorf.
Ahí ejerció como apoderado de su suegro Clemens Lennarz, propietario de la fábrica
de cristales y espejos “Albert Lennarz”.
En 1951 el príncipe Erich von Waldburg-Zeil, amigo suyo, le propuso trabajar en la
recién comprada editorial “El nuevo Occidente”, una revista mensual de orientación cristiana para la Política, la Cultura y la Historia. Waldburg-Zeil fundó en 1951 el Foro Acción
Occidental y en 1952 la Academia Occidental, plataformas de acción para los representantes católicos centroeuropeos de corte conservador, antiliberal, antinacionalista y anticomunista. Gaupp-Berghausen fue el Secretario General de la editorial, la revista y la
Academia y del Consejo de Presidencia, formado por destacados miembros de la aristocracia centroeuropea, entre ellos el barón Friedrich Heinrich von der Heydete, el prín-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Sr. Georg von GauppBerghausen y su
esposa Anne-Marie
Lennarz.
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cipe Eberhard von Urach, el padre Franz Georg von Waldburg y reconocidos políticos
como Heinrich von Brentano, Richard Jäger, Hans-Jachim von Merkatz, Franz-Joseph
Würmeling y otros. La mayoría de los integrantes también formaron parte del Centro Europeo de Documentación e Información (CEDI), fundado en 1952 en los “cursos de verano” de la Universidad Menéndez Pelayo en Santander1, España.
Tras el éxito de asistencia en el congreso anual de 1953, la Academia de Occidente se consolidó rápidamente como movimiento científico y académico, en el que se
debatían conceptos teológico-políticos con el fin de lograr una influencia social. Por
su parte, el CEDI se enfocó en marcar agenda a políticos y gobiernos. Bajo la dirección del CEDI se propuso juntar las distintas corrientes cristiano-conservadoras que
se fueron constituyendo en los países de Europa occidental durante la posguerra,
el inicio de la guerra fría y la naciente idea de la integración europea. A finales de
la década de 1950 y en los 60, el CEDI, que pasó casi desapercibido por la opinión
pública, se convirtió en un foro de contactos trascendental de la política europea. El
Archiduque Otto von Habsburg� timoneó2 durante años la línea ideológica y los fines
políticos de la institución, aunque el CEDI se declaró como un movimiento aconfesional y transnacional y promovió la apertura ideológica organizando debates y congresos con políticos de distintas tendencias, entre ellos también representantes de
los movimientos de izquierda y de la Iglesia Evangélica.
El movimiento pro Occidente mostró siempre una especial admiración por la
Península Ibérica, por el fervor católico del régimen autoritario y anticomunista del
dictador el General Francisco Franco Bahamonte. La guerra civil española sirvió al
CEDI como punto de partida de una nueva cruzada contra la amenaza que el comunismo soviético suponía al movimiento cristiano El Nuevo Occidente. El CEDI permitió al régimen de Franco crear un foro en el que altos representantes de la política,
de las Fuerzas Armadas, de la economía y del mundo de la cultura pudieron establecer vínculos con círculos conservadores de otros países de Europa occidental. Bajo
el pretexto de un intercambio cultural y bajo el signo de una cohesión “occidental”, el
CEDI apuntó a una inclusión política, militar y económica de España en el proceso
de integración europea que empezaba a surgir. En 1956 Gaupp-Berghausen se trasladó con su familia a Múnich, ciudad a la que en 1957 se cambió la sede de la sección
del CEDI Internacional. Sin embargo, Madrid siguió funcionando como sede administrativa. Gaupp-Berghausen pasaba dos semanas al mes en la capital del reino de
España, para atender todos los asuntos administrativos del CEDI.
1 La fundación del CEDI fue la germinación de una iniciativa de católicos austriacos, españoles
y alemanes. La delegación alemana la representaban los dirigentes de la Academia de Occidente.
Al acto de apertura en Santander también asistieron personalidades invitadas de Gran Bretaña,
Francia, Italia, Holanda, Canadá y Estados Unidos. La delegación de Francia fue la más
numerosa. Posteriormente, se incorporaron a las representantes de Suiza, Suecia, Portugal y
Grecia.
2 Otto von Habsburg-Lothringen, fue el hijo primogénito del último emperador Carlos I de Austria y
IV de Hungría. Otto von Habsburg además de ser el Presidente Fundacional participó activamente y
regularmente en los congresos que organizaba el CEDI y fue su cabeza programática. Él proponía los
temas, la orientación política del CEDI y manejaba, por decirlo de manera coloquial, los hilos de la
institución ejerciendo toda su influencia sobre la decisión en la designación de los diferentes cargos.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Desde la década de 1960 fue Cónsul Honorario de España
en el Principado de Liechtenstein y, posteriormente, en la década de 1970 fue nombrado Cónsul Honorario de Costa Rica
en el Principado de Liechtenstein. Siempre fue embajador de
este Principado. La relación con Liechtenstein se remonta varias generaciones. Amistad, lealtad y respeto, entre las familias.
En esos años también fue nombrado Embajador y Caballero de
Honor de la Soberana Orden Militar Hospitalaria de San Juan
de Jerusalén, de Rodas y de Malta. También fue Caballero de
la Orden alemana de los Marianos. En 1963 se mudó de nuevo
con toda la familia al Principado de Liechtenstein, país al que
regresó con su esposa en 1983, después de pasar dos décadas en
Hohenweiler, un pequeño un pueblo fronterizo con Alemania
en la provincia austriaca de Voralberg.
Fue amigo del español y Marqués de Valdeiglesias, quien ocupó el cargo oficial
de secretario general del CEDI Internacional hasta 1963. En 1965 fundó la revista
Aconcagua, en la que se publicaban temas de actualidad política, cultural y económica de Latinoamérica. Una década después volvió a apostar por el mundo editorial
y abrió el Centro de Información Indio (CINDIO), que editaba una publicación sobre
cuestiones indígenas. Gaupp-Berghausen veraneaba con su esposa y sus hijos desde 1956 en Benidorm,
un pequeño pueblo de pescadores en el mar Mediterráneo, donde se juntaban las familias amigas. Los Habsburg, Waldburg, Moscardó, Lorgerils, Wildgruber, Zaragoza y
otros que conformaban el núcleo duro del círculo cristiano-conservador centroeuropeo.
Georg von Gaupp-Berghausen trabajó estrechamente durante esta primera década con
el Marqués de Valdeiglesias, siendo su representante y sustituto. Fue él quien manejó la
mayor parte del presupuesto y se hizo cargo de las cuestiones organizativas. A medida
que el Archiduque Otto von Habsburg se fue centrando en las responsabilidades de la
Unión Internacional Paneuropea, él fue asumiendo la función de cabeza programática.
Gaupp-Berghausen acabó siendo Presidente del CEDI y tras repetidos avisos de dimisión finalmente disolvió la institución tras 25 años de existencia y se volcó en cuerpo y
alma a la fundación y lanzamiento del ICER, aquel proyecto ya mencionado del que le
habló su amigo, el sacerdote jesuita Franz von Tattenbach. En 1972 viajó por vez primera
a Centroamérica siguiendo, así, con el dictado de la línea conceptual que desarrolló el
CEDI en la década de 1960 sobre políticas de ayuda al desarrollo. Los últimos años en
el CEDI, a menudo, expresó sus discrepancias con la institución. Revisó sus ideas anticomunistas. En un congreso manifestó abiertamente que en su actual actividad, la de
recaudar fondos para el ICER, encontraba mayor realización y satisfacción que en todos
los años en los que trabajó para el CEDI, que fueron más de 25.
Compaginó su última etapa en el CEDI con sus viajes a Centroamérica, esa región
del mundo cuyas gentes le arrebataron el alma. En noviembre de 1983, no sin amargura, escribió al político alemán del partido socialcristiano de la Unidad de Baviera,
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Cónsul General de
Costa Rica, Georg von
Gaupp-Berghausen.
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Richard Jäger: ““Me gustaría que pasaran unas semanas acá, no solo reuniéndose con
la delgada capa de la alta sociedad en el Sheraton o el Hilton, sino con los campesinos y los indios, entonces abrirían los ojos y entenderían por qué el marxismo y el
comunismo pueden tener aquí tantos seguidores convencidos””. Gaupp-Berghausen
fue expresando públicamente la metamorfosis interior que experimentó después de
conocer la realidad centroamericana, después de que sus gentes, de tez oscura y ojos
negros, le conquistaran el corazón. Allá en tierras tropicales entre selvas, mares, ríos y volcanes, temblores y lluvias
torrenciales mi abuelo recorrió incansable Costa Rica, Guatemala, Panamá y Nicaragua conversando con sus gentes. A él nadie le negaba el ingreso. Tenía una facilidad
enorme para entrar en la Casa Presidencial y en los Ministerios o ser recibido por los
caciques de las comunidades indígenas. Conseguía las audiencias con quien hiciera
falta. Se movía con la misma naturalidad en las altas esferas políticas como en los
bajos estamentos sociales. Siempre le invitaban a un acto y a otro, aquí y allá, y él
siempre iba, persiguiendo una quimera, realizando su sueño, luchando por un mundo más justo, más noble. Celebrando. Siempre inventaba un motivo para celebrar.
Respetado y apreciado por todos, tenía ese don de gentes, esa magia que acompaña a quienes saben que su vida es el servicio, la entrega a sus semejantes. En ese
tiempo la alfabetización y los derechos de las poblaciones indígenas se convirtieron
en el móvil de su existencia. No en vano, en una reunión familiar un día comentó
que en Centroamérica había encontrado el sentido a su vida. Tan profundamente
le marcaron aquellos pobladores de tez oscura, ojos negros, parcos en palabras. Su
cultura y su sabiduría cautivaron al coronel aristócrata. En ellos encontró la síntesis
de sus creencias más cristianas, el amor al prójimo, la confianza, la fe, el respeto y la
devoción. Dicen que el hombre no muere. Que la VIDA es eterna. Después de haber
visto realizado mí sueño, tal y como se lo prometí a él en su tumba, y de haber tenido
la oportunidad de trabajar para el ICER, puedo decir que mi abuelo era noble de corazón. A mí me transmitió VIDA.
Señor Georg von
Gaupp-Berghausen
en Tonjibe.
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Lazos del LED y el ICER
Por Rudolf Batliner
El Instituto Costarricense de Enseñanza Radiofónica (ICER) y el Servicio de Liechtenstein para el
Desarrollo (LED), llevan trabajando, conjuntamente, cuarenta años. He formado parte de esa historia durante más de tres décadas. Y los siete primeros años
de vida del ICER, los conozco por las innumerables
historias que siempre se han contado en la cantina de
Lourdes Montes de Oca, allá en San José.
En todos estos años he desempeñado diferentes
cargos.���������������������������������������������
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Los tres más importantes fueron el de�������
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profesor recién doctorado como voluntario en cooperación para el desarrollo, luego el de gerente del LED y,
desde hace tres años, soy miembro de la Asociación
ICER.��������������������������������������������
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Nombro mi relación con el ICER, porque inevitablemente influye en mi modo de ver la, inusualmente, larga relación en el campo de la cooperación
para el desarrollo de dos organizaciones y dos países.
¿Qué las une? ¿Qué les unió? ¿Quién las unió? ¿Qué impacto ha tenido en Costa Rica
esta singular forma de cooperación? ¿Y para los costarricenses?
Cuando en 1971 el padre Franz von Tattenbach viajó a Costa Rica a pasar un año
sabático y reponer fuerzas, seguramente no pensó que iba a encontrar allí la misión
del resto de su vida.���������������������������������������������������������������
Este sacerdote jesuita cruzó el Atlántico para ���������������
conocer el proyecto educativo que estaban desarrollando sus familiares. El programa, diario, de
radio Escuela para todos, respondía a las numerosas preguntas de oyentes de toda
América Central.��������������������������������������������������������������������
Fiel a su esencia de ����������������������������������������������
asesor espiritual, su interés más profundo radicaba en las personas que escondían las preguntas. En una ingeniosa investigación
descubrió que, en el fondo, todos, indistintamente de su posición social, planteaban
las mismas preguntas. Eso sí, diferían en la forma. El padre Tattenbach diagnosticó
una gran sed de conocimiento que pedía saciarse con un título escolar reconocido a
nivel oficial. Así se propuso adoptar dos cosas de Escuela para todos. La radio, que
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Rudolf Batliner.
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se revelaba como el medio para llegar a aquellas personas que habitaban los rincones
más remotos del país, y las preguntas que planteaban los oyentes, que prometían ser
un buen punto de partida de cada unidad didáctica. Así que decidió adaptar, a Costa
Rica, el modelo de educación a distancia probado en las islas Canarias, Radio ECCA.
Ahora lo único que le faltaba era el dinero y el anclaje institucional. Para ello contaba
con sus amigos en Europa. Uno de ellos fue Georg von Gaupp-Berghausen. Para él,
el ICER y los pueblos indígenas de América Central, también se convirtieron en el
centro de su vida.����������������������������������������������������������������
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Su entusiasmo y su capacidad para establecer y mantener contactos, fueron fundamentales para el desarrollo del proyecto de las Pequeñas Emisoras
Culturales (PEC).������������������������������������������������������������
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Su nombramiento como cónsul honorario de Costa Rica en Liechtenstein, fue el reconocimiento lógico a todo el esfuerzo que hizo para impulsar y
consolidar la relación entre estos dos países.
En un folleto publicado en el décimo aniversario de la fundación del Instituto
para el Fomento de la Educación de Adultos en Iberoamérica, que cuenta con su sede
en Vaduz, el padre Tattenbach escribió agradecido:
“¿Por qué las instituciones gemelas ICER e IGER (Guatemala) deben estar especialmente agradecidas a los amigos de Vaduz?... Subrayemos claramente desde un
principio que Misereor y Adveniat han ayudado... Tampoco podemos olvidar que
el LED y las diócesis de Austria y Alemania, han asumido el mayor volumen de la
financiación dada en estos nueve años de actividad en Centroamérica, gracias a los
fondos estatales y a las colectas públicas realizadas.��������������������������������
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¿Dónde radica, entonces, la diferencia entre “financiación oficial” y „ayuda privada“?... Está demás decir, el vértigo
que pueden sentir los encargados de la tramitación de un proyecto en fase de experimentación, cuyas probabilidades de éxito son inciertas y en el que el método de
implantación no ha podido ser demostrado. Cierto también es la pesadilla angustiosa
por la que tiene que pasar el solicitante ante todos los requisitos y las condiciones
que exigen los señores de Europa. No sólo se lo exigen, más bien se lo deben exigir.
La experiencia ha demostrado la necesidad de establecer unas determinadas normas
para no acabar invirtiendo dinero a la ligera y evitar proyectos abocados al fracaso...
En un proyecto tan arriesgado como el del ICER, la verdadera ayuda solo la brinda el
amigo comprensivo. Comprensivo porque desde el primer momento apoyó y aprobó
ciegamente la idea del proyecto, nos acompañó mostrando su confianza en los primeros pasos que dimos. Dubitativos y a tientas. La verdadera ayuda solo la brindó aquel
amigo que no se dejó asustar por los fracasos, aunque se prolongaron durante años.
El amigo que defendió con tenacidad y confianza la idea central... Por eso, más allá
de la ayuda financiera, es por lo que las dos instituciones centroamericanas y sus directores deben agradecer especialmente al señor von Gaupp-Berghausen en primer
lugar, pero también al príncipe Philipp de Liechtenstein y a los amigos de Vaduz...“.
También quiero hacer constatar, que en el caso del ICER, es cierto ese dicho de
que los opuestos se complementan: Tattenbach y Gaupp-Berghausen. El padre Tattenbach, el pedagogo intelectual que avanza con cautela, y Gaupp-Berghausen, el
organizador enérgico y apasionado que llama incansable a las puertas. A las puertas
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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adecuadas para conseguir ayuda financiera y técnica. A estos hombres les unió un
sueño, más allá de las diferencias personales que les caracterizó. El sueño de luchar
por un mundo que ofreciera a todos –pero sobre todo a la población indígena marginada– la oportunidad de desarrollar y aportar su potencial. Hoy en día, a este tipo
de cooperación se la conoce como “desarrollo inclusivo”. Estos dos hombres lograron
que la gente se interesara por su proyecto, e incluso que algunos se entusiasmaran
apostando por él. Los trabajadores del ICER siempre admiraron a estos extranjeros
por su contagioso entusiasmo. Era una admiración que conllevaba ese sentimiento
mezclado de respeto y temor. Respeto por la profesionalidad y dedicación con la que
se entregaron a su misión, y a personas tan lejos de su hogar, alcanzada incluso la
edad de la jubilación, olvidándose de sí mismos. Y temor, por aquel sentimiento de
obligación que generaba. Tanta entrega empujaba a una respuesta a la misma altura.
Anticipo este reconocimiento a estas dos figuras que tanto han marcado al ICER,
para destacar su labor. Quiero resaltar que estas “obras” no surgen de la nada. Esconden
personas con ideas, que materializan, e ideales que persiguen y por los que luchan. A menudo el éxito de un proyecto solo se puede demostrar una vez implementado. El cómo y
el por qué funciona, se descubre en el camino. El desarrollo del ICER, y posteriormente
el de sus instituciones hermanas en Centroamérica, no siguió las pautas estratégicas de
un plan.����������������������������������������������������������������������������������
Lo único claro siempre fue mantenerse firme a la idea central del proyecto y perseguir con ahínco las cualidades que debía tener. Por lo demás, el principio que se siguió
durante muchísimos años fue el de “planificar sobre la marcha”: hacer camino al andar.
Y es importante señalar que realmente quienes hicieron el camino de esta aventura lo
protagonizaron, las personas que viven y vivían en aquellos lugares de América Central
y que se involucraron en el proyecto. Nuestros dos fundadores se consideraron siempre
meros acompañantes, aunque en el fondo marcaron la ruta.
Los dos proyectos más grandes e importantes del ICER siempre fueron y siguen
siendo El Maestro en Casa y Las Pequeñas Emisoras Culturales. El Maestro en
Casa es un sistema de educación a distancia para adultos que abarca todas las etapas
de la educación general básica y va desde la alfabetización hasta el bachillerato. Las
Pequeñas Emisoras Culturales son hoy 15 emisoras de radio que ofrecen, sobre todo
en las zonas rurales del país, una programación local y la emisión del programa educativo cultural El Maestro en Casa.
Quiero exponer, a grandes rasgos, el desarrollo institucional que ha tenido el
ICER en estas cuatro décadas y el de sus dos proyectos principales. Además, quiero
señalar que el ICER siempre ha estado muy vinculado con Liechtenstein en lo esencial.
Desarrollo del ICER y de la cooperación
Costa Rica-Liechtenstein
1971 El padre Tattenbach llega a Costa Rica.
1972 Georg von Gaupp-Berghausen visita Costa Rica en mayo.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
11
En octubre, ambos fundan en Vaduz, junto con el príncipe Philipp de Liechtenstein y el Dr. Gerard Batliner, el Instituto para el Fomento de la Educación de Adultos en Iberoamérica.
1973 En octubre presentan al Ministerio de Educación el proyecto de El Maestro en Casa y se crea el ICER como filial del Instituto en Vaduz.�������
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El Ministerio de Educación Pública se compromete a pagar el sueldo de ocho
profesores, como parte de su plan nacional de alfabetización.
1974 El 18 de marzo a las 17:00 horas se escucha, por primera vez, en una radio
pública la sintonía del programa El Maestro en Casa.
1975 Se inicia la colaboración con el LED.
1979 Con La Voz de Talamanca se inaugura la primera Pequeña Emisora Cultural.������������������������������������������������������������������
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El ICER se inscribe en el registro de asociaciones como Organización No Gubernamental costarricense.
1980
El Ministerio de Educación Pública y el ICER, firman un primer acuerdo
de cooperación para la educación obligatoria para adultos.
1981
Con motivo de la visita del primer vicepresidente Dr. Rodrigo Altmann
Ortiz, se firma en Vaduz un acuerdo de cooperación cultural entre la República de Costa Rica y el Principado de Liechtenstein. El LED y el ICER
se encargarán de la puesta en práctica del acuerdo.
1984 �����������������������������������������������������������������������
El
presidente Luis Alberto Monge hace una visita de Estado a Liechtenstein.
Señor Gaupp-Berghausen,
Luis Alberto Monge y Princesa
Nora de Liechtenstein en
la inauguración de Radio
Cultural La Cruz.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
12
1985 Con motivo de la visita del primer ministro Hans Brunhart a Costa Rica, se
firma un acuerdo para una emisión común de sellos.
1988 El 6 de junio se lanzan los dos sellos, uno diseñado por un artista de Costa
Rica y el otro por un artista de Liechtenstein.
2006 El primer ministro Otmar Hasler visita Costa Rica e inaugura la emisora
cultural de Tilarán.
2008 La ministra de Asuntos Exteriores Rita Kieber-Beck inaugura la emisora
cultural de Puriscal y pone la primera piedra de la Piedra del Rhin. En esta
visita también participó, además del embajador Dr. Roland Marxer y el director de la Oficina de Asuntos Exteriores, el embajador de Liechtenstein
en la ONU, Christian Wenaweser, firme defensores de la relación Costa
Rica-Liechtenstein en las Naciones Unidas.
Esta breve reseña muestra que el ICER fue fundado, deliberadamente, como una
organización privada, cuya independencia siempre fue de gran importancia para sus
dos fundadores.�����������������������������������������������������������������
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No obstante, desde el principio, buscaron una estrecha coordinación con las autoridades y un anclaje jurídicamente consolidado a nivel nacional e
internacional.������������������������������������������������������������������������
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Estos hechos sintonizan, en gran parte, con los dos principios de apropiación y alineación de la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, firmada en 2005.
Sr. Gaupp-Berghausen
Príncipe Felipe de
Liechtenstein, padre Franz
Tattenbach junto con el
personal fundador del ICER.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
13
1. El Maestro en Casa
1973
En octubre se recluta a los primeros maestros, que empiezan a preparar
las clases y a elaborar los materiales didácticos impresos y los programas
de radio.
1974
En marzo comienzan las clases regulares de los cursos tercero a sexto.
1978
Las clases se amplían con el programa de alfabetización para los cursos
primero y segundo.
1981
El Estado aumenta en tres años la enseñanza obligatoria, hasta noveno.
El Maestro en Casa amplía su programa para abarcar toda la enseñanza
obligatoria. El ICER rechaza la petición de ampliación por parte del ministerio para incluir el bachillerato, ya que quiere evitar un crecimiento
demasiado rápido y concentrarse en las necesidades educativas de la mayor parte de la población.
1998
A instancias de sus alumnos, el ICER edita material didáctico para la enseñanza secundaria II, que da acceso al bachillerato. No se producen programas de radio para este nivel.
2008
El Día Nacional de la Alfabetización, el director del ICER, Miguel Jara
Chacón recibe el Premio Nacional de Educación, en reconocimiento a su
contribución a la educación en Costa Rica.
Con la ampliación de los cursos I y II de educación secundaria, aumenta el número de usuarios de los materiales educativos. Renuncio intencionadamente a hablar de “alumnos del ICER”, ya que el sistema de educación para adultos en Costa
Rica es abierto. Lo importante es aprobar los exámenes estatales. El dónde y cómo
se estudió es secundario. Por ello, la cifra de ventas de los materiales educativos solo
permite deducir un número aproximado de estudiantes. Las cifras exactas las da el
número de títulos emitidos por el Ministerio.
Año
2002
2007
2012
Primaria
837
2.298
1.926
Secundaria I
1.487
1.641
1.990
Secundaria II
2.593
5.938
7.276
Total títulos
4.917
9.877
11.192
Estas cifras ponen de manifiesto tres tendencias:
1.
En la última década ha aumentado cuantitativamente el número de títulos, pasando de casi 5.000 a más de 11.000.
2.
En la enseñanza obligatoria (primaria y secundaria I) se ha estancado el número
de títulos.
3.
En el año 2002, los títulos de enseñanza obligatoria aún eran la mitad, en el 2012
solamente un tercio.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
14
Con estas cifras, además de constatar satisfactoriamente un aumento notable de
titulaciones, cabe plantearse obviamente el posicionamiento de la oferta del ICER.
2. Pequeñas Emisoras Culturales
1977
El proyecto se presenta oficialmente al presidente Daniel Oduber Quirós.
Una emisora de radio de gran alcance en la Sierra Central y 15 emisoras
locales en la periferia.
1978
El presidente Rodrigo Carazo Odio revalida el proyecto, que entre tanto
fue revisado. El Ministerio de Planificación designa 28 lugares remotos
del país, como centros de desarrollo en los que tiene cabida una emisora
cultural.
1979
El 5 de febrero se inaugura solemnemente la primera emisora, La Voz de
Talamanca, en Amubri, un lugar con un clima difícil, muy cálido y húmedo.
1980
Un estudio de viabilidad realizado por la empresa AUSTROCONSULT
a encargo del Movimiento de los Hombres Católicos de la Alta Austria,
arroja resultados positivos. La Compañía de Radiodifusión de Austria
(ORF) se compromete a ayudar, gratuitamente, en la ejecución técnica del
proyecto.
1982
Al final de la presidencia de Rodrigo Carazo Odio se inaugura la segunda emisora cultural en Turrialba, con la presencia del príncipe Philipp de
Liechtenstein. Ese mismo año se inauguran otras dos en Buenos Aires y
Nicoya, con el presidente Luis Alberto Monge y la princesa Nora de Liechtenstein.
83/85
Inauguración de las emisoras de Pital, Los Santos, Upala, Los Chiles, Corredores, La Cruz, Boruca y Maleku.
2004
La Cámara Nacional de Radio otorga al ICER el premio Róger Barahona al
mejor programa para la comunidad. El gobierno proporciona al ICER una
frecuencia de radio liberada en FM.
06/08 Se inauguran las tres emisoras de Tilarán, Pérez Zeledón y Puriscal. En
ese mismo período se realiza una renovación técnica de todas las emisoras, que pasan de AM a FM. Esto aumenta la calidad de la señal y reduce
considerablemente los costes operativos.
La mayoría de las doce primeras emisoras de radio, se financiaron con recursos
austriacos o alemanes que el Instituto de Vaduz hizo llegar a Costa Rica. Los costarricenses los percibieron como ayuda del Principado amigo.�������������������������
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El dinero para el lanzamiento de las tres últimas emisoras, la renovación técnica de los equipos de toda la
red y la conversión a la frecuencia modulada (FM) procede del LED.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
15
Voluntarios del LED en el ICER
El ICER también ha sido el lugar de trabajo de seis empleados del LED. Dos trabajaron allá al comienzo del proyecto y otros cuatro en la última década.�����������
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Todos juntos suman 217 meses, o lo que es lo mismo18 años de trabajo. El primero de todos fue
Florin Hoch (junio de 1977 – abril de 1979), quien construyó e instaló la emisora de
radio de Talamanca. Rudolf Batliner (julio de 1981 - junio de 1985), realizó estudios
sobre la pedagogía de El Maestro en Casa y participó en la formación de los voluntarios de la emisora cultural.�������������������������������������������������������
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Roman Dudler (marzo de 2003 - diciembre de 2010), promovió en un primer momento la creación de una red entre las escuelas radiofónicas
de América Central y en una segunda fase implementó el proyecto Active English,
en el que trasladó las clases de inglés que se imparten en primaria en Liechtenstein
a Costa Rica (y desde el 2012 también a Lima). Nicole Matt (octubre de 2006 - octubre
de 2007), ayudó a las emisoras culturales en los aspectos administrativos y a introducir el software de contabilidad. Markus Sprenger (octubre de 2008 - enero de 2010),
planificó y construyó el edificio la Piedra del Rhin, en el que se imprimen y venden
los materiales didácticos y en el que se sitúan las oficinas de las Pequeñas Emisoras
Culturales, financiado por la fundación Medicor de Liechtenstein. Verónica de Assas
(enero de 2010 - diciembre de 2012), nieta de Georg von Gaupp-Berghausen, se encargó de ayudar a las emisoras culturales a elaborar una programación local basada en
programas culturales y educativos y promovió la creación y lanzamiento de la primera campaña radiofónica nacional sobre el rescate de los valores ancestrales de las
comunidades indígenas de Costa Rica. Además, otros seis jóvenes de Liechtenstein
realizaron prácticas de una duración media de cinco meses en el ICER.
Florin Hoch.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
16
Impacto de la cooperación Costa Rica-Liechtenstein
El indicador clásico del éxito de los proyectos educativos es el número de títulos
obtenidos. No cabe duda de que El Maestro en Casa, con más de 5.000 títulos al año,
realiza una importante contribución a la educación en Costa Rica. Según un estudio
realizado por el Ministerio de Planificación de Costa Rica, las personas que cuentan
con un título de bachillerato en este país, logran salir definitivamente del perverso
círculo de la pobreza. Otros estudios apuntan la relación existente entre el nivel educativo de los padres y el de los hijos: los padres con estudios se preocupan de que sus
hijos vayan a la escuela y terminen sus estudios.
Los sistemas de educación a distancia se caracterizan por un alto índice de abandono. La facilidad de acceso a este sistema de enseñanza posibilita la educación a
quienes, por motivos personales o familiares no pudieron terminar los estudios.����
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Incluso quienes ven el abandono como un fracaso, deben admitir que estas personas
también amplían su horizonte. Y lo mismo se puede decir respecto a los oyentes que
sintonizan con más o menos regularidad, el programa El Maestro en Casa.
Los profesores de orientación, o “facilitadores”, son el tercer pilar de El Maestro
en Casa. Desde hace años, unos 2.000 profesores de la escuela pública atienden por
la tarde a un grupo de adultos, recibiendo por ello un salario adicional del Ministerio
de Educación.����������������������������������������������������������������������
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El ICER les ofrece, además, formación continua que también les resulta relevante para las clases curriculares con niños y jóvenes. Estos cursos son, para
algunos maestros, el único reciclaje pedagógico sólido con el que cuentan en toda su
carrera.
Costa Rica es un destino migratorio para personas procedentes principalmente
de Centroamérica. En la actualidad, un alto porcentaje de los alumnos de primaria
del ICER, son inmigrantes que retoman sus estudios tras haberse visto obligados a
abandonarlos en sus países. ¿Qué papel juega esta circunstancia en la integración
de estas personas? Desde el punto de vista europeo hablamos de una integración sorprendentemente poco problemática.
Gracias al El Maestro en Casa el ICER se ha podido erigir como un baluarte pedagógico. También ha logrado ganarse una reputación digna para ser destinatario de
otros proyectos educativos de ONG y organismos estatales. Un ejemplo de ello es la
implementación, a principios del milenio, de un proyecto de educación ambiental en
seis pueblos rurales que las Pequeñas Emisoras Culturales implementaron. Además,
en el proyecto se instalaron salas de computación con ordenadores que se pusieron
a disposición de las escuelas durante el día y de los ciudadanos por la tarde. Por otro
lado, a mediados de la pasada década se realizó junto con el Ministerio de Educación
el proyecto Ventana Abierta, un programa educativo para padres de niños en edad
preescolar.���������������������������������������������������������������������������
En total se capacitaron���������������������������������������������������
alrededor de 1.600 maestros de preescolar y participaron más de 30.000 padres. Y con el programa Active English se introdujo en las
escuelas primarias de Costa Rica y, después, en las de Lima, el inglés que se enseña
en la escuela primaria en Liechtenstein.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
17
El ICER, es el punto de referencia para sus hermanas más jóvenes de Guatemala,
Honduras, Nicaragua y Panamá. Estas recibieron en su fase inicial formación y material educativo del ICER. Hoy todas se benefician mutuamente del debate pedagógico
y del intercambio de material didáctico, pero sobre todo se ven favorecidos los cerca
de 350.000 alumnos que suman en total.
Si es difícil cuantificar en variables medibles el impacto de un proyecto de educación, más difícil aún es calcular el impacto directo de un medio de comunicación
de masas como la red de Pequeñas Emisoras Culturales.����������������������������
Planteo, entonces, l�������
a pregunta del revés: ¿Qué faltaría si no existieran las Emisoras Culturales? Simplemente,
no contaríamos con quince radios locales gestionadas por la propia población y con
programación propia. Es importante recordar que varias de ellas se encuentran en
zonas remotas del país, ofreciendo un servicio a sus comunidades. Si no existieran
las PEC, la población rural escucharía una emisora de la capital y probablemente
los acontecimientos y las fiestas locales no se retransmitirían por ondas. Los grupos
de música locales no tendrían un lugar en el que grabar sus canciones y su público
sería considerablemente más reducido. Todos los voluntarios locales que invierten
su tiempo libre en las emisoras del ICER, contarían con una actividad menos a la
que dedicarse. Algunas emisoras tienen hoy un papel fundamental en el desarrollo
regional. El gobierno de Costa Rica reconoció, claramente, el valor de las Pequeñas
Puriscal
Corredores
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
18
Emisoras Culturales, cuando en 2004 asignó gratuitamente al ICER una frecuencia
de FM que había sido liberada. Se crearon así las condiciones para la renovación de
las emisoras y para la consiguiente reducción de los costes operativos.
En estos 40 años, el LED ha sido el compañero benefactor del ICER. El apoyo
financiero es importante. Al principio fue considerable incluso para el propio LED.
Los 60.000 francos suizos que LED envió de ayuda al ICER en 1980, supusieron el
12 por ciento de los 500.000 francos suizos del presupuesto total del LED, mientras
que los 275.000 francos suizos donados en 2010 representaron el 1,41 por ciento del
presupuesto total de 18.200.000 francos suizos.��������������������������������������
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Las contrataciones de personal tuvieron una finalidad específica de apoyo y aprendizaje mutuo. A modo de conclusión se
puede decir que la cooperación creó confianza y complicidad mutua.
No debe hacer falta resaltar, que para el ICER la relación consolidada jurídicamente con el LED y entre los dos Estados, tiene una importancia inestimable. Esta
relación e���������������������������������������������������������������������������
s la base de la gran estabilidad de la cooperación con las autoridades costarricenses y de otros privilegios con los que cuenta el ICER, como las exenciones
fiscales.������������������������������������������������������������������������������
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Perder esta relación pondría en peligro la propia existencia del ICER.�������
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El anclaje jurídico e institucional del ICER, que se buscó desde el principio, demuestra la
previsión de los dos hombres que guiaron sus comienzos.����������������������������
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El hecho de que aún persista, merece el reconocimiento a lo que es hoy el ICER. Y más allá de todo, me consta
que la sociedad costarricense aprecia, 40 años después, los servicios que presta esta
institución educativa.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Recuerdos del señor Gaupp
Por Rafael Ángel Rojas
El padre Tattenbach buscó al señor Gaupp, amigo europeo, para que lo ayudara a buscar recursos económicos en
Europa. Así fue como el señor Gaupp se fue involucrando en
los proyectos de ese entonces, Maestro en Casa y Pequeñas
Emisoras Culturales.
Rafael Ángel Rojas,
presidente Junta
Directiva ICER.
El señor Gaupp era una persona muy interesante, pues
era muy voluntariosa, muy dispuesto a ayudar, de mucha energía, de gran capacidad de trabajo, muy comprometido con las
causas, no le ponía peros a nada, siempre tenía esa entereza
para incursionar en las diferentes actividades. Tenía un gran
corazón y preocupación por la gente humilde. Se interesó mucho por los problemas de los indígenas y ahí incursionó fuertemente. Él tuvo una participación muy importante en cuanto
a la búsqueda de ayuda en Europa, para la instalación de las
Pequeñas Emisoras. Tuve la oportunidad de que me invitara a
Liechtenstein y a Austria para que juntos explicáramos, a algunas personas e instituciones, el proyecto, la necesidad que
tenían esas comunidades rurales, tan alejadas del centro del
país, de contar con una pequeña emisora cultural, ya que estas
emisoras serían un instrumento de comunicación para la gente de las comunidades
y así tuvieran acceso a la cultura y a la educación. Para que la gente tuviera acceso al
micrófono. He ahí la razón del nombre con que designó: Emisoras Culturales.
El señor Gaupp se relacionó mucho con las comunidades indígenas y algunos
dirigentes. Él incursionó en estas comunidades por veredas, ya que en esos tiempos
no había vías de comunicación, para llegar a esas comunidades. El dormía en los
ranchos, comía con los indígenas, en fin logró mucha reciprocidad, se tenían mucha
confianza y cariño, no sólo en Costa Rica, sino también visitó algunas comunidades
indígenas en Panamá.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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El padre Franz Tattenbach y el señor Georg von Gaupp-Berghausen fueron los
grandes impulsadores de estos proyectos. Dos personas con extraordinaria vocación
de amor al prójimo, cristianos que acogieron los evangelios para ponerlos en práctica. Todo lo hacían sin esperar nada a cambio, discretos, no les gustaba la publicidad.
Dos personas fuera de serie, que vinieron a hacer cosas que los costarricenses no
hubiéramos sido capaces de hacer sin su apoyo, sin su visión.
La ciudadanía costarricense debe conocer lo que estas dos personas han ayudado a este país. Sus esfuerzos se han expandido a otros países hermanos como Guatemala, Honduras y Panamá con el Programa de El Maestro en Casa.
Yo invito a todos los que trabajamos con el ICER a que sigamos su ejemplo, no ser
egoístas ni individualistas, que tengamos un gran compromiso de ayudar a la gente
necesitada, ser solidarios y tener más amor por nuestros semejantes.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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El señor Gaupp en Costa Rica
Alicia Padilla
El señor Gaupp cuando vino a Costa Rica, puedo afirmar que se enamoró de este
país, de la forma de ser del tico, en ese entonces. En mayo de 1972, el Padre Tattenbach invita al señor Georg von Gaupp-Berghausen para que venga a Costa Rica y a
Guatemala.
El señor Gaupp fue un gran amigo y un gran apoyo para el padre Tattenbach,
quien continuó acompañándonos desde Europa, formando parte del Instituto para
el Fomento de la Formación de Adultos en Iberoamérica, en Vaduz, principado de
Liechtenstein y como miembro del ICER. El señor Gaupp fue así promotor y responsable de captar y canalizar las donaciones, de los recursos necesarios para el funcionamiento del ICER. Se identificó y apropió de los objetivos del ICER, luchó porque
estos se cumplieran por medio del Maestro en Casa y el Proyecto de Pequeñas Emisoras Culturales.
Alicia Padilla, Rito Stewart y señor Gaupp.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
22
Visitó cada rincón del país, haciendo llegar las ondas de la radio y promoviendo
El Maestro en Casa. En este aspecto creo que conoció mejor Costa Rica que cualquier
tico. Nos asombraba su empeño en llegar a cada pueblo, a cada rincón para inaugurar una emisora, por ejemplo, Radio Boruca, que en aquel entonces no había camino, solo una trocha de barro; pero para él no había imposibles. Igual cuando se fue a
Amubri por primera vez, navegó casi todo el día por el río Urén, y luego a pie hasta
llegar donde residían el padre Bernardito y el padre Bernardo.
Tanto el señor Gaupp y el padre Tattenbach fueron y siguen siendo un ejemplo,
pues dejar muchas comodidades en su tierra natal después de 63 años, es digno de
admirar, para venir aquí a vivir el evangelio de amar a sus semejantes como Dios
proclamó.
El señor Gaupp contagiaba con el trabajo, para él era igual madrugar y trasnochar, hasta lograr su objetivo. Él disfrutaba salir al campo, compartir con campesinos e indígenas, hablar y comer con ellos y creo que también supo lo que fue dormir
en un rancho carente de muchas cosas materiales, pero para él, rico en humanismo,
sinceridad, sencillez de todos esos pobres marginados culturalmente, como el padre
Tattenbach solía llamarlos.
Al señor Gaupp le encantaba transmitir por todo el país, le gustaba manejar el
vehículo, y yo creo que el recordaba, en esas travesías, su vida en el ejército.
Hubo épocas que vivía más en Costa Rica que en Europa, aquí tenía su casa,
cuando tenía que pasar largas temporadas lo acompañaba su esposa Doña Anne,
también trajo a sus hijos a conocer Costa Rica y compartir lo que él hacía, supongo
que lo hacía para que ellos comprendieran su entrega a esta noble causa.
Su pasión fueron las comunidades indígenas y testimonio de esto, se plasmó
en los relatos que recogió Verónica, su nieta, quien vino a trabajar con las Pequeñas
Emisoras y a comprender por qué a su abuelo, lo apasionó tanto este proyecto.
Los que compartimos con él esa experiencia la guardamos en nuestros corazones y espíritu como un recuerdo difícil de olvidar que nos dejó una enseñanza de
vida y que nos fortaleció como personas.
Gracias señor Gaupp!!!!
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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El señor Gaupp todo lo hizo
con energía y rapidez
Por Markus Vallazza
Casi no puedo creerlo que ya pasaron más de 33
años que conocí al padre Tattenbach y al señor GauppBerghausen en el mes de agosto del 1.980. Ellos dos
fueron – aparte de mi familia – las personas con más
influencia en mi vida. Yo tenía un certificado de una escuela de comercio y me ofrecieron trabajo como voluntario en el ICER, en Costa Rica. El Servicio Austriaco
para el Desarrollo me preparó, y empecé a aprender el
español en un curso intenso en Viena.
Sin embargo, cuando llegué al Aeropuerto Juan
Santamaría de Costa Rica y Otto Chinchilla me recogió en el Land Rover (o sea, en el “chancho de monte“)
y me llevó al ICER, me estuve preguntando ¿cuál es el
idioma que habla este hombre? ¿Será español pues no
le entiendo nada?
Markus Vallazza.
Los primeros dos meses seguía estudiando el idioma, ya dentro del ICER, y constantemente anduve con
un cuaderno apuntándome todas esas palabras tan extrañas como “tuanis“, “la jupa de pollo“ o frases como “pensar en los huevos del gallo“.
Claro que de vez en cuando asusté a doña Beatriz de Chavarría, donde estuve hospedado al principio, con un vocabulario poco decente ... me decía ella.
Después de unos dos meses la gente se enteró que ya no era más un “pez mudo“.
Por aprender tan rápido, les agradezco mucho a mis compañeros de ese entonces, sobre todo a Marco Tulio Araya y Rosa Enid Barrantes, Guillermo García, Marco Antonio Gómez, a Rodrigo Picado, entre otros. Y si tenía un problema gramatical, Roberto
Ugalde era una gran ayuda, sobre todo en el español más culto...
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Ing. Schenk, Markus Vallazza
y Sr. Gaupp en Radio Cultural
Turrialba.
El primer año no veía mucho al padre Tattenbach, ni al señor Gaupp y de vez
en cuando pasaba meses sin hablar ninguna palabra en alemán. Mis recuerdos de la
vieja casita del ICER son muy gratos aunque en realidad teníamos muy poco espacio.
En cada cuarto trabajaban cuatro maestros, hubo una biblioteca, folletos por todos
lados, la cabina por detrás (el “reino“ de Paco Morales, también un buen amigo, con
quien tocaba mucho la guitarra). En el patio bajo un techito había que pegar los folletos ya compaginados. Esa goma olía muy fuerte y de vez en cuando atraía “chiquisas“,
y Guillermo y yo huíamos soplados.
Claro, el café de las nueve me gustó mucho, siempre fue una mezcla de novedades interesantes, discusiones, vacilón y – para no olvidarlo – un café riquísimo con
azúcar. El récord de echar azúcar lo tenía Flor Picado. Contaba una vez siete cucharas para una sola tacita de café.
Del proyecto de las pequeñas emisoras culturales se hablaba de vez en cuando,
como algo de un futuro muy lejano. Pero cuando el señor Gaupp se trasladó a Costa
Rica, junto con su esposa, doña Anne, percibí que ese futuro había empezado ya, y
como un huracán.
El segundo año trabajé sobre todo con el señor Gaupp. Había que escribir muchas cartas a máquina y siempre bajo presión del tiempo. Fue muy exigente y la carta
tenía que ser perfecta. Muchas veces escribía una carta dos o tres veces. No era tan
fácil como con una computadora de hoy día, donde hay que corregir solamente los
errores y ya está listo todo.
El señor Gaupp tenía muchos contactos con personas de gran influencia política
y de ésta manera llegaron al Apartado 132 de San Pedro de Montes de Oca, cartas del
entonces Jefe de Gobierno Austriaco, Dr. Bruno Kreisky, del Embajador Austriaco en
Washington (y posteriormente Presidente de Austria), Dr. Thomas Klestil, del Príncipe Felipe y de la Princesa Nora de Liechtenstein, de los Presidentes Costarricenses
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
25
Rodrigo Carazo y Luis Alberto Monge, entre otros. Y me acuerdo bien de mi sorpresa,
cuando un día fui a recoger las cartas del correo de San Pedro y encontré una carta
personal del Rey de España.
Pero no escribíamos solamente cartas a personas que apoyaran nuestro proyecto, muchas veces fui con el señor Gaupp a los diferentes sitios de las emisoras. Primero a Turrialba, después a Nicoya, Pital, Buenos Aires y Boruca. Estas cuatro emisoras se inauguraron todas dentro de un sólo mes lo que significó muchísimo trabajo
organizativo. El ORF (Radio-Televisión Austriaca) se encargó de la revisión técnica
por medio de sus ingenieros, el señor Schenk y el señor Jaschek. Ellos llegaron a Costa Rica para aconsejarle al ICER en cuanto a terrenos, a tipo de frecuencia de radio
AM ó FM, instalaciones y otros asuntos. Me acuerdo de una charla con el Ministro
de Información, donde se habló tanto el inglés, el español y el alemán. Yo tenía que
cambiar constantemente entre esas tres lenguas. Después de una hora y media pude
entender por qué los intérpretes simultáneos tienen el derecho de jubilarse después
de 15 años. En otra ocasión empecé a trabajar a las 7 de la mañana y regresé a mi apartamento a las 9 de la noche. Estuve demasiado cansado para prepararme una cena y
fui directamente a la cama.
Aprendí mucho en este tiempo, sobre todo que podía aguantar mucho más que
hubiera pensado antes. Esta experiencia me ayudó bastante en mi vida posterior.
Pero, hubo mucho mas qué aprender del Sr. Gaupp. Todas las cosas las hizo con
mucha energía y rapidez. La palabra “mañana“ prácticamente no existía. Con su experiencia política y sabiduría, abrió cualquier periódico, y dentro de poco tiempo
sabía lo más importante. Su convicción fue que era posible extraer importantes novedades incluso de un periódico de bajo nivel, como el periódico “Bild“ de Alemania.
El Sr. Gaupp siempre se proponía ciertas estrategias flexibles en su trabajo.
Cuando se presentó un obstáculo, rápidamente lo adaptó. A veces, lo cambió dos veces al día. No siempre fue muy fácil averiguar el más reciente.
Me sentí muy bien en este proyecto. Toda la atmósfera del ICER me gustó mucho
y mi viejo deseo de entrar también en este mundo pedagógico se realizó tres años
después, cuando me aceptaron como estudiante de guitarra en el Conservatorio de
Feldkirch, en Austria. Mi maestro allí fue – don Georg Gaupp-Berghausen, el hijo
del Sr. Gaupp. Desde el año 1990 enseño la guitarra clásica en una escuela musical
austríaca y desde el año 1995 doy clases de guitarra, conjunto, historia de la música y
teoría musical en un colegio. Allí, a través de los años, he tenido cientos de alumnos,
entre ellos cuatro nietos del Sr. Gaupp. De esta manera la familia Gaupp me acompañó por muchos años de mi vida y estoy muy agradecido con ella.
Igualmente doy las gracias a don Miguel Jara, doña Alicia Padilla y todos los demás compañeros del ICER, que me ofrecieron su amistad, una amistad que no ha
desaparecido después de tantos años.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Conversaciones con mi abuelo
Por Verónica de Assas Gaupp-Berghausen
Radio Sistema Cultural La Voz de Talamanca
Emisora La Voz de Talamanca,
Amubri.
Elena Francis
“Antes de la llegada de la radio, se hacía
el anuncio sonando los cachos o con
señales de humo”.
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural La Voz de Talamanca?
Si hablo de la emisora, de la primera persona de la que debo hablar es del padre
Bernardito. Él llegó a Talamanca en enero de 1962. Su sueño era tener una emisora
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
27
para que todos los pueblos aledaños pudieran escuchar la Palabra de Dios. Él siempre tuvo la idea de la emisora en su cabeza, hasta que en una reunión de sacerdotes se
encontró con el padre Tattenbach y conversando acerca de su estancia en Talamanca
le contó su sueño. El Padre Tattenbach le prometió que le ayudaría a conseguir la
emisora y lo logró. Una vez que se instaló la radio, el padre Tattenbach le dijo que
sería bueno que se hiciera hija de ICER, que también se acababa de establecer, con
aquellos buenos padrinos, don Miguel y su esposa, doña Alicia. Y así llega a ser la
emisora Voz de Talamanca, la primera hija adoptiva del ICER.
Padre Bernardito Koch Kluben
fundador de Radio Sistema Cultural
La Voz de Talmanca junto a Verónica
de Assas Gaupp-Berghausen.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
En ese entonces, todo era pura montaña frondosa. Todas las casas eran ranchos
y no se podía divisar de un lado a otro, porque eran trillos por donde se tenía que
andar. Si uno quería trasladarse a Bambú, lo que había era un bote de palanca. Y se
tardaba horas, lo mismo que si quería ir a Limón. No había agua, ni luz, ni pulpería, y
mucho menos un vehículo. Se consumía agua del río, de las quebradas y se tenía un
tanque para que se llenara de agua cuando llovía. Cuando venían varios días seguidos de verano nos quedábamos sin agua. Recuerdo que al año de haber venido, el padre Bernardito consiguió el chapulín y con ese chapulín iba hasta el Río Grande con
estañones o con pichingas, para traer agua cuando ya no había. Cuando yo llegué a la
emisora, el padre Bernardito ya tenía la avioneta que le habían donado sus familiares
y amistades de Alemania. Él traía desde Limón el combustible y todo lo necesario
para poner en funcionamiento la planta de diesel. El padre Bernardito tenía además
otra planta que se la había obsequiado su mamá. Entonces, cuando tenía que jalar el
diesel hacía como cinco viajes de Limón a Amubri en la avioneta. Aquello es impensable hoy en día, pero somos muchos los testigos de los vuelos del padre Bernardito.
El Padre también había alistado la parte eléctrica, de tal manera que con ese combustible también se daba un poquito de luz a la escuela, que aprovechaba la iluminación
para las actividades en la noche, porque no había electricidad.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿El Padre Bernardito hacía todo ese trabajo solo?
Tenía un ayudante, Procopio Blanco, su mano derecha, que siempre le apoyaba
en estas operaciones. Jalar el combustible a veces le llevaba todo el día, tardaba casi
hasta el anochecer. Y tal vez acababa de terminar cuando llegaba alguna de las hermanas con un enfermo. A veces llegaban enfermos desde Coroma u otro lugar lejano.
Las hermanas los tenían en los ranchos y cuando el padre regresaba se los llevaba
en la avioneta a Limón. En varias ocasiones tuvo que volar de noche, pero a él no
había quién lo parara. Incluso una vez, nació un bebé en la avioneta. Antes de llegar
a Limón, nació en el avión. Nosotros gozábamos especulando el nombre que le iban
a poner, “¿será que le van a poner avioneta?”.
¿Cuáles fueron los principales desafíos a
los que se enfrentaron?
Acá vivíamos sin agua corriente, sin luz,
así que imagínese. En general todos eran muy
pobres. Sembraban poquito porque para poder vender algo tenían que ir en botecitos hasta un lugar entre Costa Rica y Panamá. Llevaban el cacao en bote y después a hombros no
sé cuánto camino. Era muy duro y las condiciones no eran buenas. Pero apenas había alguna dificultad, el Padre trataba de solventarla
como diera lugar. Para buscar las cosas había
que ir siempre hasta Limón o a Bribri, y Bribri
no era como es ahora. Solamente había tres
casas en el puro centro del pueblo. Recuerdo
que ahí vivía un señor que tenía un aserradero, al que el padre le compraba la madera. Era tremendo verle volar. Viajaba con las puertas abiertas de la avioneta para
poder meter las maderas en la cola y a lo largo del avión. En Bribri se conseguía solo
lo que se necesitaba en casos de emergencia.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La radio fue muy importante. Se convirtió en el medio para enviar los avisos del
pueblo. Ocurría que algunos comenzaron a saludar en Pérez Zeledón, en la Zona
Sur, a familiares que no sabían dónde vivían exactamente. Y al poco tiempo esos familiares empezaron a caminar por las montañas para venir para acá a visitar a su
familia, inclusive algunos a quedarse. Ya conociendo la Voz de Talamanca es que
nacen los pueblos de San Vicente, Sibujú y San Miguel. La gente que vive en esos
lugares son familiares de algunos por acá y son oriundos del lado de la Zona Sur,
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Elena Francis Reid,
educadora pensionada
integrante de la
Junta Directiva de la
Emisora en el pasado.
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donde quizá estaban más pobres que acá. Vinieron a luchar y a levantarse en estos
pueblos. Por ejemplo, cuando hubo inundaciones la radio fue el medio que se utilizó
para anunciar las ayudas. Acá primero se sembraba mucho cacao, pero llegaron las
enfermedades y con ella la pobreza y ante la mejor salida del banano, el oro verde,
como lo llaman acá, la mayoría empezó a sembrar bananos. El río se llevó muchas
veces los bananales. Y cuando los personeros venían se comunicaban con la gente
siempre por medio de la radio: “estén mañana a las siete porque vendrá fulano de tal
que quiere ayudar.”
¿De qué manera contribuyó la radio al desarrollo del cantón?
La radio ha ayudado mucho al desarrollo local. Con la emisora se anunciaban
los acontecimientos. La gente empezó a sembrar más y había más opciones de vender
la carne de sus puercos, porque pasaban el aviso por la radio cuando mataban un
cerdo y los que tenían ganas de comer carne sabían que en la casa de fulano tenían
una venta de cerdo y así podían ganar alguito más. La radio fue facilitando la comunicación. Antes cuando alguien tenía un cumpleaños o cuando quería que vinieran
a ayudarle a cosechar, hacía el anuncio sonando cachos o por medio de señales de
humo, eso era la manera de comunicarse acá. Yo recuerdo que cuando sonaba un
cacho, me decían que estaban invitando a las amistades porque iban a hacer alguna
fiesta. Ya después lo avisaban por la radio.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
El “Maestro en Casa” fue una gran alegría para la gente. Eran muy pocos los
que podían escribir y leer. Cuando el programa se comenzó a difundir en todas las
comunidades talamanqueñas y de más allá, fue algo maravilloso. Las personas se
emocionaron tanto por poder aprender a leer y escribir por radio que fueron cientos los que lograron un título de sexto grado. Por medio de la radio, tratábamos de
ayudar a algunos con las tareas y los que podían venían directamente a la emisora
y con mucho gusto los ayudábamos. Recuerdo a un alumno, Julio Morales Sánchez,
que hoy en día se encuentra en la universidad, en la UNED, sacando su licenciatura. Nunca estuvo en una escuela, vino desde la montaña de Duriñak a preguntarme
qué tenía que hacer para estudiar y así se fue preparando con las tutorías. Sacó su
sexto grado y después, por medio de ICER y del Ministerio de Educación, obtuvo
su secundaría y su bachillerato, que fue a recibir a San José, en el Hotel Kamakiri.
Ahora está, junto con otro compañero que también hizo la secundaria con nosotros, sacando su licenciatura en la UNED. Hoy en día muchos están aprovechando
desde su casa este programa. Hay algunos que quizá ni siquiera se presentan, pero
aprovechan el momento. Ha sido una gran cosa, ha sido echar oro en Talamanca en
cuanto a los estudiantes.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Cómo fue el día de la inauguración?
Fue un gran evento, muy emocionante. El día de la inauguración, el 10 de febrero
de 1979, estaban presentes don Miguel Jara, Florín, que es el autor de la torre de la
emisora, su abuelo, el señor Gaupp, unos señores Altmann, que parece ser que eran
los padrinos de la emisora y un representante de la radioemisora de Limón, Radio
Casino. También estaban el padre Bernardo Drug Ingermann y el padre Bernardito,
como le llamamos, que es el padre Bernardo Koch Kluber, del que fue la idea de instalar una emisora acá desde el primer día que llegó a Talamanca. Los niños bailaron
danzas folclóricas y hubo música. A mí me tocó estar en la cabina.
Día de la inauguración de la emisora, señor Gaupp, señor Altmann, padre Franz Tattenbach, el padre Jenaro
Chinchilla y Bernardo Drug Ingermann.
En el nombre del pueblo de Talamanca y de esta servidora les quiero decir que
la radio fue una bendición de Dios y se lo agradecemos eternamente. No podemos
olvidar a la Princesa de Liechtenstein, doña Nora, que también hizo muchísimo y
una vez nos visitó acá y a todas esas personas de buena voluntad como el padre Tattenbach, el señor von Gaupp y aquellos otros extranjeros que, por medio de nuestros
padres adoptivos, extendieron la mano para ayudar. Ahora, gracias a Dios y a todos
ellos, saben dónde pueden encontrar algo mejor y poder educarse, que eso es lo más
importante.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
31
Timoteo Gallardo
“Antes muchos escuchaban la radio por
la necesidad de sacar su bachillerato”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural la Voz de Talamanca?
Trabajé desde el puro inicio, durante diecinueve
años consecutivos, después me retiré. Tengo trece años
de haberme retirado, pero la Junta Directiva, que comenzó sus labores hace poco, me volvió a llamar para que
colaborara con ellos y con mucho gusto accedí. Así que
estoy aquí nuevamente en la emisora, ayudando en lo
que yo pueda hacer. Yo siempre le he tenido amor a la
emisora.
Timoteo Gallardo,
locutor, ex miembro
de la Junta Directiva
de La Voz de
Talamanca.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Esta radio comenzó gracias al padre Bernardito, que desde que entró como
misionero en Talamanca, junto con el padre Bernardo Drug, que en paz descanse, tuvo esa obsesión de hacer progresar la parroquia a la que nosotros pertenecemos, que es Amubri. Él se esforzó para ver cómo podía hacer llegar no solamente el Evangelio, sino también la educación, principalmente la secundaria. En ese
entonces, no había colegio, ni medios de comunicación o carreteras y la mayoría
no teníamos oportunidad de aprender a leer y a escribir. Talamanca era un lugar
muy aislado. Era de difícil acceso y no había carreteras como hay ahora. El padre
Bernardito hizo muchas cosas por nuestro pueblo. Desde que llegó al lugar hizo
todo con buena intención. Como le digo no había vías de comunicación terrestre
y la única manera de salir de la zona era por avioneta. Siempre había accidentes,
enfermedades, señoras embarazadas que a veces fallecían porque no había un medio de transporte que las trasladara a Limón. Y viviendo esta realidad, no sé cómo
hizo, pero la cosa es que se consiguió la avioneta y con ella sacaba a mucha gente
enferma. También se trajeron medicinas que les regalaban y hasta una enfermera,
por medio de las Hermanas de Santa Ana, en San José. Primero vino una monjita
que se llamaba Margarita, después vino una española, llamada Pilar de La Huerta,
que pasó toda su vida acá con nosotros hasta que ya en 1984, siendo ella ya muy
anciana, la sacaron de acá y regresó a su patria donde falleció.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
32
Sr. Gaupp navegando
para llegar a Amubri.
¿Cómo logró el padre Bernardito que se instalara la emisora?
El Padre Bernardito conoció al padre Tattenbach y le habló del sueño de instalar
una emisora en Amubri y allá en el año 1978 se fundó La Voz de Talamanca. El que
instaló las torres fue un señor austriaco, yo lo conozco como Florín, no sé cuál era su
nombre verdadero. Él vino gracias a las ayudas que consiguió el señor Gaupp. A los
que íbamos a trabajar como locutores, nos dieron un curso en el Seminario Menor
de Tres Ríos con compañeros de otras emisoras. Recibí mis capacitaciones con don
Amable Rosario, un señor de República Dominicana, que era un verdadero maestro
de la radio. Aprendí mucho con él. Duramos una semana encerrados en el seminario
y después regresé a mi querida Talamanca a colaborar con la emisora.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La radio tuvo una gran repercusión en el pueblo. Acá nos sentimos todos muy
satisfechos de tener una emisora. La mayoría no había visto una emisora de radio
en su vida y mucho menos sabía cómo funcionaba. La radio tenía mucha audiencia.
Pero el mundo va cambiando y ahora, como hay colegios, hay medios de transporte,
ya entran discomóviles que llevan la música moderna, que para mí es una música de
solo bulla, porque no se les entiende nada. No sabemos hablar inglés pero queremos
escuchar música en inglés. No sabemos ni qué nos están diciendo, si nos están insultando o qué, pero a la juventud le gusta más eso y la radio está perdiendo oyentes.
¿En qué programa participa usted?
El nuevo presidente es un joven al que le gusta mucho el progreso y además trabaja en el sector turismo. La primera semana de agosto, celebramos una feria donde
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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hemos rescatado tradiciones de nuestra cultura. Aunque se ha perdido bastante, pero
queremos recuperar muchas costumbres. Para esa celebración vino el ICER para grabarnos. Grabamos la jala de piedra, los cantos que nosotros llamamos “suwoh”. Con
todo el evento pretendimos dar a conocer la cultura indígena. En la feria vendimos
comidas autóctonas, que la gente no conoce como “cochiboqui”, que en español
quiere decir “cabeza de cerdo”. Se cocina la cabeza de cerdo revuelta con banano y
para nosotros es delicioso. También “michilá”, que es un fresco de plátano maduro
majado, muy alimenticio. Invitamos a todas las emisoras y televisoras del país, para
que hicieran reportajes sobre Talamanca. José Díaz y Arcelia
Lupario, locutores de
La Voz de Talamanca.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Mucho, antes escuchaban la radio por la necesidad de sacar su bachillerato o
algún título de primaria, porque había mucho analfabetismo. Y fueron muchos los
que sacaron su sexto grado por medio de la radio y el programa “El Maestro en Casa”.
Algunos de los que hoy en día son profesores del Colegio Sulayom de Amubri, también sacaron su bachillerato por este medio. El programa siempre se inicia a las cinco
y media de la mañana hasta las siete y de nuevo de tres a siete de la noche.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
El día de la inauguración fue el 10 de febrero de 1979. Yo fui uno de los cuatro locutores que salimos al aire ese día. Fuimos los primeros que pusimos nuestras voces en
los hogares talamanqueños. El acto de celebración fue un evento muy alegre, hubo una
fiesta, una pequeña feria y comedera. Tu abuelo también estuvo si no mal recuerdo.
Creo que fue él el que donó todos los aparatos que se usaron para la emisora.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Radio Sistema Cultural de Turrialba
Instalaciones
Radio Cultural de
Turrialba.
Jorge Rivera
“Muchas instituciones apoyaron el
lanzamiento de la emisora cultural”.
¿Cómo surgió el proyecto de Radio Cultural Turrialba?
Para rememorar la historia de la radio cultural, voy
a contarle que yo participé en una comisión de la Municipalidad para promover la cultura en Turrialba. Cuando
fui Ejecutivo Municipal, lo que es el Alcalde actualmente,
le dije al regidor don Manuel Antonio Rodríguez, que era
el presidente de la Comisión de Cultura, que buscara una
frecuencia para abrir una radioemisora cultural en nuestro pueblo. Con esa Comisión de Cultura fundamos la Escuela de Música de Turrialba y una rondalla municipal
que duró veinticinco años. Hacíamos pasacalles. Se llamaba Rondalla Municipal y cantábamos la música folclórica
de Turrialba. Cantando uníamos al pueblo. Nos faltaba
completar con una radioemisora cultural. En esa época
éramos del partido en el Gobierno, la Unidad Social Cristiana, de don Rodrigo Carazo, un turrialbeño que quería
mucho al cantón. Teníamos todo en la mano para conseguir cualquier cosa, entonces
aprovechamos. El regidor no estaba muy seguro de que pegara, pero al tiempo, hizo la
moción y pegó y todo el mundo estuvo de acuerdo. Hicimos los trámites y no sabíamos
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Jorge Rivera, primer
presidente de Radio
Cultural Turrialba.
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nada. Una vez que vino don Rodrigo Carazo de visita, le pregunté que qué pasaba y él
me preguntó: “¿vos para qué querés una frecuencia, para cantar?” Yo le respondí que la
necesitábamos para el pueblo de Turrialba; así que nos adelantó las cosas y pronto nos
dijeron que la teníamos, que era la 1600. Un señor de aquí, Enoc Hernández, que era
corresponsal del diario La Nación, puso unos tres centímetros y publicó un anuncio
que decía: “Turrialba quiere una frecuencia para una radioemisora cultural.” Eso lo
hizo en una reunión de consejo un viernes, lo publicó el domingo y el lunes en la mañana me estaban llamando del ICER para preguntarme cuál era la idea que teníamos.
¿Quién le llamó del ICER?
Don Miguel Jara Chacón. Me dijo que el padre Tattenbach y el señor Gaupp estaban muy interesados en la iniciativa que estábamos promoviendo y que quería hablar con nosotros. Así que nos reunimos con el ICER en la Municipalidad. Llegamos
a un acuerdo de qué ponía la Municipalidad y qué ponían ellos. Nosotros ofrecimos
el edificio para la cabina, terrenos para las torres, e incluso, las líneas telefónicas. Al
final todo pasó a manos del ICER.
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en
Radio Cultural Turrialba?
Príncipe Felipe de
Liechtenstein en la
inauguración emisora
de Turrialba.
Yo fui el primer presidente de la radio al puro comienzo. Entonces había varias personas que colaboraban. Había unas muchachas y una señora que tenía una imprenta
que nos ayudaban y eran muy activas. A la muchacha de
la tienda le gustaba escribir y como la otra tenía una imprenta nos hacían propaganda y afiches. Algo que le llegó
mucho a la gente fue que un muchacho, Esnider Guevara,
un minusválido que transmitía un programa que él fundó
“Atardecer campesino” trabajara acá en la radio. Estaba
en silla de ruedas y ya murió, pero acá lo recuerdan mucho. Ahora hay otro programa que se llama “Amanecer campesino”. “Atardecer campesino” era un programa que llegaba al último rincón de Turrialba y lo escuchaban
todos los campesinos. Había música campesina y se hablaba de asuntos ganaderos.
Este señor hacía el programa en la mañana, yo lo traía. Empezaba a las siete de la
mañana. Recuerdo que don Miguel Jara fue una vez a España a un taller de radioemisoras y contó la historia de este muchacho y le aplaudieron. Así nos contó.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La radio comenzó trabajando con la comunidad. La comunidad le daba algún aporte,
especialmente el comercio. Les hacíamos algún anuncio y la bonificación no era un pago
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
36
sino una donación a la radioemisora. Para el pueblo fue bueno porque aquí no había radioemisora. Hubo una radioemisora que se llamaba “Radio Turrialba,” que tenía la misma
frecuencia que nos estaban dando a nosotros y tuvo que cerrar, porque era pirata. Incluso
hay una carta donde piden a la Municipalidad que los dejen trabajar en las horas que la
radioemisora no trabajaba. Para mí fue un éxito. Cuando vino la gente de Europa, les gustó
mucho ver que también había un público, muy seleccionado, de instituciones apoyando a
la radio como el rector de la universidad, los gerentes de los bancos y de un centro agrícola.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Funcionó muy bien. Lo anunciaban y era muy interesante. A la gente le gustaba,
porque la idea era buena, no costaba nada y se aprendía. Entonces no era tan fácil
para nosotros estudiar. El programa ayudó a muchas personas a sacarse el bachiller
y muchos estudiaron a través del MEC. Incluso aquellos que no terminaron los estudios reconocían aprender con el programa.
¿Cómo fue el día de la inauguración de la emisora?
Yo tuve la dicha de estar con el Príncipe Philipp de Liechtenstein y conversar con
él. Tenerlo en Turrialba para nosotros era un logro. La Princesa Nora de Liechtenstein vino después, en una segunda etapa. Él vino solo a la inauguración. Ella vino a
inaugurar un equipo nuevo. Como Ejecutivo Municipal yo la atendí. Ya no recuerdo
a quién de los dos le dimos la llave de la ciudad. A ella la llevé al Parque Ecológico de
Guayabos, que es un parque indígena, le enseñé algo de Turrialba y creo que se fue
muy contenta. Era una satisfacción el tener a personas como ellos por aquí. Y por lo
menos tengo estas fotos, que aquí está ella. Fue una satisfacción muy grande.
Álvaro Carpio Vásquez
“Queríamos aprovechar la gran
oportunidad que nos había dado el
Principado y hacer una radio de corazón
turrialbeño”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Turrialba?
Yo soy uno de los fundadores de la emisora, junto con don Jorge Rivera, y empecé con la radio en 1982. Don Jorge jugó un papel muy importante en el proyecto,
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
37
porque en esa época él era el Ejecutivo Municipal y tenía todo el apoyo del Consejo
Municipal, que estaba muy interesado en el desarrollo cultural del cantón.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Por ejemplo, Fabio Guevara tomaba la grabadora y
se iba, digamos, al Cuerpo de Bomberos o al Club de Leones y hacía los programas directamente en vivo. Así fuimos llenando la programación. Estuve de forma discontinúa trabajando como administrador como unos quince
años, aunque siempre me he mantenido buscando la manera de colaborar, porque ese es un gusanillo que cuesta
sacarlo. Queríamos una emisora cultural con corazón
turrialbeño, no con programas enlatados extranjeros.
Así que, don Jorge y yo salíamos y visitábamos a las instituciones de la comunidad para ofrecer algún espacio. La
idea era que ellos hicieran los programas. Trabajábamos
por puro cariño y para aprovechar la gran oportunidad
que nos había dado el Principado a través del ICER.
Álvaro Carpio, locutor y
administrador durante
años de Radio Cultural
Turrialba.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Para los que estábamos dirigiendo era un tanto difícil, para la comunidad mucha alegría. La parte difícil era que no teníamos material discográfico y tanto era
el entusiasmo de la comunidad, que los discos que tenían ellos de su colección en
las casas, los traían para usarlos y para grabarlos en casetes. Eran los LP. Fue un
aliciente grande que la misma comunidad colaborara y que estuviera anuente a
seguir con nosotros. Tratamos de seguir la línea para la que fueron creadas estas
emisoras del ICER. Promover la cultura y sin anuncios de ninguna clase. Todo lo
hacíamos por amor. Aprovechábamos también los talleres que el ICER nos daba. Y
a los que iban a San José se les pedía que transmitieran todo que aprendieron allá.
Al principio éramos varios. Había un muchacho que se encargaba del programa de
música selecta, para no decir clásica. Él traía los discos de su casa. También había
otro muchacho con música y canciones del recuerdo. Y después venía yo con dos
programas de música folclórica costarricense. Los tres estábamos muy bien organizados. Llevábamos nuestro guión, porque en radio, aunque se tenga muy buen
verbo, siempre hay que trabajar con guión. Si existe alguna imposibilidad y uno no
puede asistir al programa, se puede entregar el guión y que alguien más lo transmita. A mí muchas veces me tocó darle el programa a algún compañero y ya le entregaba todo listo, las cuñas grabadas, las cortinas que se usaban, hasta las pequeñas
cápsulas informativas.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué programas producían y emitían?
Además de los programas musicales estaban esas pequeñas cápsulas informativas que eran sobre el idioma. No duraban ni cinco minutos. El espacio lo hacían
dos filólogos que explicaban el origen de determinada palabra. Eran muy educativas
y gustaban mucho a los oyentes. Se mantuvo muchos años ese programita del lenguaje, conocer las palabras, su etimología, su raíz. También había un programa que
se llamaba, “La cocina de leña”, que trataba sobre las costumbres típicas. Otro de un
consultorio médico y otro jurídico. Después se fueron introduciendo programas deportivos, que perduran hasta la fecha.
¿Qué recuerda del día de la inauguración?
Fue algo hermosísimo. La Rondalla Municipal de la cual don Jorge era miembro,
amenizó la parte cultural. Luego, la presencia de Príncipes del Principado, de don
Miguel Jara y el Ministro de Seguridad de esa época. Y una participación grande de
la comunidad. Además, el sacerdote de la Iglesia Católica, que formaba parte de la
Junta Administrativa, también estuvo presente.
Walter Salas
“La radio marcó una diferencia
importantísima en el desarrollo del
cantón turrialbeño”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural
Turrialba?
Estuve trabajando con la radio de manera permanente desde
1983. Empecé con el proyecto Asociación Costarricense para la
Conservación de la Naturaleza (ASOCONA). Hacíamos un programa de medio ambiente sobre el tema de recursos naturales y en un
momento dado asumí una posición de liderazgo. Asumí la administración desde 1984 hasta 1998. Estuve catorce años al frente de la
radio como encargado. En 1998 por razones de trabajo me tuve que
retirar. En el 2008 volví a Turrialba y ahora estoy nuevamente en
la Junta Directiva. Trabajamos para hacer una radio popular, participativa, inclusiva, que sea del pueblo, que sea de base, que sea
de puertas abiertas y no de estar en la cabina, que de voz al pueblo.
Walter Salas, locutor de Radio Cultural Turrialba.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
A mí me parece que no ha habido cosa más trascendental para nuestro cantón
que la llegada de la radio. Sin duda alguna marcó una diferencia importantísima en
el desarrollo del catón turrialbeño. Puedo afirmar que nuestro cantón es lo que es,
porque existe la radio. Usted oye los programas, la gente participa, la gente habla,
opina, se expresa de manera verbal y musical, con todo su talento. También hay mucha participación de las instituciones. Nosotros no teníamos necesidad de que la señal fuera perfecta, sino de que mucha gente participara. No podíamos hacer cursos,
no teníamos el conocimiento, pero el ICER hacía cursos acá, de cómo elaborar noticias, guiones, cómo hacer entrevistas, radioteatros, radio dramas, radio revistas.
¿Qué programas producían y emitían entonces?
El programa que se ha mantenido en la radio a través del tiempo es el programa “Opine usted”. Hay otros programas de tertulia, donde se discuten los temas del
cantón. Ahí está el programa de Solón Fernández, “Historia, cultura y desarrollo de
los pueblos”. Después hay algunos programas deportivos y otros religiosos. Ahora se
producen varios programas. La gente producía programas en la emisora y siempre
estaba presta a colaborar. Si el programa de cualquiera de los compañeros se tenía
que cancelar por la transmisión de algún evento especial no había problema
Las TIC traen nuevas formas de comunicación.
Para mí la radio siempre será la misma. Es bueno que aproveche el uso de las
nuevas tecnologías para hacer las cosas más fáciles. La radio es para tener gente que
piense, que se prepare, estamos hablando de una cuestión de toma de posesión en
el desarrollo de las comunidades, en el desarrollo de temas de género. Una idea que
manejábamos nosotros era la de desmitificar el miedo al micrófono y el de creer que
locutor solo podía ser el de esa voz gutural, profunda, modulada y entonada, no el
tipo que hablaba coloquialmente. Hacer radio no es tener buena voz, hacer radio es
hablar como usted habla. Y no finja, sea usted, sea natural.
¿Qué anécdota resaltaría después de todos estos años en la radio?
En unos Juegos Nacionales, en Limón, fuimos a transmitir unas peleas de boxeo
a un gimnasio. Supuestamente habían contratado una línea directa por teléfono y
no la pusieron. Y llegamos a transmitir, el gimnasio lleno, todos los medios de comunicación ahí, había peleas de box lindísimas y peleaba Turrialba con muy buenos
boxeadores y no teníamos línea. Entonces nos coordinamos con un señor de una radio de Limón, que nos ayudó muchísimo, que llamó a alguien del ICE y nos solicitó
permiso para pegarnos al teléfono público. Nos dieron el permiso por debajo, porque
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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no se podía hacer eso. Yo me encaramé en la parte más alta para encontrar el cable
del teléfono público, con alfileres busqué la parte interna del cable y con unos ganchos pegué la señal. Un compañero se quedó por allá, esperando tono, hasta que lo
encontramos. Y otro compañero se plantó frente al teléfono público para decirle a la
gente que estaba malo y que no lo podían usar. De esa manera hicimos la transmisión
dentro del Gimnasio Eddy Bermúdez de Limón.
Usted conoció a mi abuelo. ¿Qué recuerda de él y del padre Tattenbach?
Don Georg Gaupp-Berghausen era un tipo muy amable, al igual que el padre Tattenbach. Recuerdo que se reía mucho, era muy simpático, era pequeño, andaba con un
bastón, parecía que tenía algún golpe, alguna lesión en un pie. En cambio el Padre era
más bien serio, alto, delgado. Tu abuelo era muy chirote, dice uno. Uno lo veía, hablaba y saludaba, igual que como lo hacía uno con el padre Franz Tattenbach. También
recuerdo que el señor Gaupp, incluso, fue asunto de discusión en muchas reuniones.
Él traía recursos de grupos católicos austriacos para el ICER y especialmente para las
emisoras indígenas, que eran su vocación. Pero esa situación como que amarraba al
ICER, por lo menos la dirigencia sentía que en las radios no podían participar más que
la creencia católica. En las reuniones se insinuaba un poco que no se diera espacio a
las sentencias cristianas protestantes. Y eso causó, en el caso de nosotros en Turrialba, alguna reacción, porque nosotros siempre hemos creído que la radio tiene que ser
pluralista. Pero eso pasó y ahora la realidad es otra. Ahora hay mucha participación de
cristianos protestantes y poca participación de la Iglesia Católica. Tampoco estoy de
acuerdo en que sea así, si antes peleamos para que entraran las protestantes para no
darle hegemonía a la católica, pues ahora hay que pelear para que la hegemonía no sea
protestante, que también haya participación de la católica. La radio debe ser pluralista,
darle participación a todos los credos, a todos los tipos de pensamiento que hay.
Radio Sistema Cultural de Buenos Aires
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
41
Fernando Gutiérrez
“Sacamos el proyecto adelante porque
vivimos apasionadamente por y para la
radio”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Buenos Aires?
Fernando Gutiérrez,
expresidente de Radio
Cultural Buenos Aires.
Antes de venir a Buenos Aires empecé a trabajar con
Radio Cultural Boruca, en mayo de 1983. Estaba recién
llegado a la institución y se me puso a prueba como ingeniero, en el mantenimiento correctivo de una falla que
presentaron los transmisores de estas dos emisoras. Soy
un convencido del proyecto de las “Pequeñas Emisoras
Culturales”. Hemos sacado este proyecto juntos, sudando
codo con codo, viviendo apasionadamente por y para la
radio. Somos muy conscientes del potencial que tienen
las PEC. Además, acá en Costa Rica no tenemos las dificultades que existen en otros países hermanos de América Latina, en los que más bien se boicotean este tipo de
proyectos, se persigue a los directivos e incluso se asesina al personal de las radios
populares. En Costa Rica es distinto y en las emisoras del ICER se pueden hacer aún
cosas muy bonitas.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Mis primeros años en la Radio Boruca, además del servicio técnico prestado,
consistió en el desarrollo de un proceso que me llevara a conocer la cultura del pueblo (era la primera vez que tenía contacto con una cultura indígena nacional), a desarrollar una forma adecuada de comunicación, para romper el paradigma de hombre
blanco y me permitiera ganar la confianza que condujera a que se entendiera, libre
de prejuicios étnicos, cuál era la labor que quería desarrollar en la comunidad, si esta
lo aprobaba y estaba acorde con su cosmología y cultura. En los primeros meses, los
miembros de la Junta Directiva y el grupo de colaboradores de la radio apenas se
comunicaban conmigo. En cierta medida, para algunos la radio era vista, más que un
regalo, como una imposición que venía a perturbar la tranquilidad y la frágil estabilidad de un pueblo dividido por aspiraciones de cacicazgo de dos familias, los González y los Maroto. La Radio se vio inmersa en esta pugna de poder, situación que se ha
prolongado en el tiempo. Poco a poco me fui dando a conocer en el pueblo, edificando una relación de respeto y amistad, no impositiva lo cual me condujo a ser aceptaGeorg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
42
do en la comunidad y por ambas familias en conflicto. Esto me permitió conocer en
profundidad la cultura brunca, sus ancianos, sus leyendas y su cosmología. Y sobre
todo el resentimiento que aún perdura después de más de 600 años de invisibilidad.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Muy buena. Fue todo un acontecimiento, pero en mi humilde opinión pienso
que desde el principio nos pusimos el estigma de ser chiquititos. Una legislación
de 1938 define a una radio cultural y señala que no puede transmitir anuncios, solo
patrocinios. Desde 1999 para acá, en el ICER están haciendo un gran esfuerzo por
cambiar este aspecto. La Asamblea Legislativa de aquel tiempo formuló la ley y desde esa fecha nunca se modificó. Entonces, cuando surgió el proyecto y se le puso
“cultural”, nos echamos la soga al cuello. Hubiera sido mejor si nos hubiéramos llamado, no sé comunitarias o populares, por poner un ejemplo. Con eso no hubiera
habido problema.
Tendríamos que contemplar un desarrollo en el que pudiéramos contar con patrocinadores y anunciantes. Me consta que el ICER está trabajando en este sentido.
No somos pequeñas, el esfuerzo que venimos haciendo para sobrevivir es una gran
hazaña. Por ejemplo, aquí, en la Radioemisora Cultural Buenos Aires, a pesar de las
instalaciones y las restricciones que tenemos, hemos estado trabajado codo a codo
con emisoras comerciales de Pérez Zeledón y de la Zona Sur. Ellas mismas nos han
reconocido que no hay diferencia ni en la transmisión, ni en el profesionalismo.
¿Legalmente en qué se diferencia un patrocinio de un anuncio?
En la práctica no hay ninguna diferencia. Cuando nosotros salíamos a rogarle a
los comercios alguna ayuda para la radio, ellos nos preguntaban qué era un patrocinio. Y cuando les decíamos que era solo nombrarles el negocio, se echaban para atrás
y se iban con las radios comerciales, que sí podían anunciarles los productos, las promociones, etc. Esta realidad ha devenido en una dificultad tremenda para autofinanciarnos. Además, muchas emisoras terminaban saliéndose de la figura del patrocinio
y caían en la del anuncio. Como entonces, la Oficina Nacional de Control de Radio,
que es la encargada de vigilar el buen uso del espectro radioeléctrico y de velar por el
cumplimiento de la ley, no tenía recursos, ni siquiera un vehículo para hacer visitas o
mediciones de las emisoras, era casi imposible que vinieran desde San José a constatar nuestra realidad. Así que muchas emisoras se la empezaron a jugar.
Usted conoció a mi abuelo. ¿Qué recuerda de él y del padre Tattenbach?
Tengo un bonito recuerdo de ellos. La labor que hicieron fue muy importante
para las radios culturales de este país. Tu abuelo fue una persona con un don espeGeorg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
43
cial para comunicarse con la gente. Siempre fue una persona llana que no miraba
la posición social, económica o cultural de los demás. Aquí nos lo demostraron. Tu
abuelo, igual hablaba con altos funcionarios del gobierno, con ministros, como hablaba con los indígenas de Boruca, con los sukias de Salitre de Ujarrás o del mismo
Talamanca. Le puedo decir que tenía la estampa de ser un anciano bonachón. Desde ese primer momento uno se llevaba una grata impresión. Tenía una sonrisa muy
especial y unos ojos vivos, penetrantes y muy expresivos. Siempre tenía el saludo a
flor de labios y conversaba quien le llegara a conversar. Le encantaba conversar. Era
muy cadencioso en sus cosas. Daba la impresión de ser un hombre muy pesado, de
lento movimiento, pero tenía una energía increíble. Y lo demostró aquí, porque hacía
unas giras que realmente eran de admirar, que requerían de mucho esfuerzo físico.
También, nos contaba historias de cuando estuvo en la Segunda Guerra Mundial.
La guerra lo marcó mucho. Vio muchísimo sufrimiento, siempre nos dijo que aquello era inimaginable. Considerando que estuvo en el frente ruso no es de extrañar. Siempre decía que la guerra la contaban los vencedores y que las barbaridades que
ellos cometían nadie las documentaba y caían en el olvido. Creo que en cierta oportunidad nos contó que fue herido y que tenía una bala que nunca se la pudieron sacar.
También me contó de la división de tanques y todo el asunto. En realidad se le notaba
que no le gustaba hablar de ese tema, porque se ponía muy triste. Me gustaba mucho
conversar de ese tema, también con el padre Tattenbach y los padres Bernardito y
Bernardo, en Talamanca. Yo creo que lo más peligroso para la humanidad es olvidar.
Si nosotros olvidamos el porqué del conflicto, qué lo originó, lo que pasó ahí, estamos
condenados a repetirlo. Tu abuelo se llevaba muy bien con los políticos, a él nadie le
negaba el ingreso. Tenía una facilidad enorme para entrar en la Casa Presidencial y
en los ministerios. Conseguía las audiencias así. Todo el tiempo andaba moviéndose
en las altas esferas políticas del país, como pato en su charco. Era increíble. Lo querían mucho y le tenían mucho respeto. Lo invitaban a muchos actos y él iba. También
anduvo en el resto de Centro América.
Cuénteme de sus andaduras en Kuna-Yala y del proyecto que
quiso instalar ahí.
Él estuvo en Kuna-Yala, que es el territorio de los indios kunas. Ahí se reunió con
los líderes religiosos y espirituales de la comarca. Tenía intenciones de ponerles una
emisora. Y aunque era muy difícil, porque ellos son muy sui géneris en su forma de
ser y tienen mucho resentimiento hacia el europeo, él los convenció. Yo fui para darles más información técnica, acompañado de dos austriacos que estaban haciendo
una pasantía y me enfrenté a muchas dificultades. Esa comarca está dividida en tres.
Cada parte tiene su cacique y costó mucho ponerlos de acuerdo a los tres. Pero finalmente lo logramos gracias a la mediación de tu abuelo. Inclusive, en la isla principal
hicimos una reunión con todas las tribus. Fue una experiencia increíble, preciosa.
Llegaron todas las autoridades políticas y religiosas y participamos en una ceremonia en un palenque. Son tres islas, que conforman tres comarca. La comarca Yala
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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es como una Polinesia, igual de hermosa, islas por todos lados, unos paisajes y unas
puestas de sol increíbles. Es una maravilla. Ellos son muy celosos de su territorio.
De hecho han tenido muchos encontronazos con el gobierno panameño, inclusive
luchas, porque han querido adueñarse de sus territorios.
Él me transmitió su pasión por la cultura indígena.
Tu abuelo podía hablar largas horas con los líderes y los médicos indígenas,
como viejos conocidos, hacía química inmediatamente. A veces, ellos le tenían más
confianza a tu abuelo que a nosotros. Él se lo ganaba, no creaba barreras, más bien
trataba de derribar murallas para lograr el entendimiento, para darles a entender que
él no venía en posición de imponer, ni a decir lo que se tenía que hacer, sino que venía a dar ideas, a colaborar. Él admiraba y respetaba las culturas autóctonas, por eso
no venía en actitud imperialista, más bien trataba de aprender de los indígenas. Él
siempre decía que deberíamos copiar muchas cosas de ellos para poder sobrevivir.
Incluso nos abría los ojos sobre cuestiones que a nosotros se nos pasaban desapercibidas. Él siempre ponía esas cuestiones en un plano cosmológico y las comparaba
con la cultura occidental. Era un hombre que tenía una visión de futuro no cortoplacista. Y cuando murió tu abuelo en 1985, murió el proyecto. Y fue una lástima, porque
la radio hubiese jugado un gran papel en aquella zona, hubiera sido un proyecto increíble, en medio de todo un archipiélago. La voz de los indios kuna.
Radio Sistema Cultural de Boruca
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
45
Carlos Morales
“Acá no teníamos prácticamente nada,
vivíamos con las cosas que nos ofrecía la
naturaleza”
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Carlos Morales y
colaboradores de
Radio Cultural Boruca.
Aquello era toda una aventura. Yo
empecé a colaborar con la radio por
ahí de 1990, al principio como locutor y
poco a poco me integré en la parte administrativa. Le voy a contar como fueron
los inicios, que aquello sí que era una
aventura. Los primeros años fueron difíciles, no había corriente eléctrica se
trabajaba con un motor, se trasladaba el
combustible hasta 8 kilómetros en bestia ya que los caminos eran tan difíciles
para llegar a Boruca, discos de acetato,
casettes, no había teléfono. Don Manuel
Santos era el que se trasladaba a Buenos
Aires cada ocho o quince días a comprar combustible para la planta. Se llevaba un
galón para una semana o dos galones para dos semanas. Se iba en los buses de la
compañía TRACOPA y de ahí viajaba hasta Rey Curré o hasta la entrada de Chánguina, que le llamamos. Ahí lo esperaba otro compañero con una bestia o, a veces,
él se iba y dejaba a la bestia amarrada y cargaba con los galones a cuestas. Hacía
un gran esfuerzo cada vez que iba a por combustible. A veces también salía a pie,
que también lo hacía a menudo y algún compañero lo iba a topar de camino con
la bestia. Chánguina es una comunidad que está en las cercanías del río Térraba.
Ahí hay indígenas borucas que, igual que los hermanos borucas que viven en Rey
Curré, se trasladaron en la época de la conquista de los españoles. Don Manuel se
entregó en cuerpo y alma por muchos años a su labor hasta que pasó el relevo a
otros compañeros. Hoy en día parece inimaginable que las condiciones fueran así,
pero realmente acá no teníamos prácticamente nada. Vivíamos con las cosas que
nos ofrecía la naturaleza y llegar a Buenos Aires era toda una aventura. Usted sabe
que estamos algo alejados y sin carro te puedes imaginar lo que costaba hacer llegar
esos galones llenos de gasolina. Era toda una aventura épica. El tema es que él tenía
que estar de regreso en Boruca antes de las cuatro de la tarde, ya que a esa hora
comenzábamos con la transmisión.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
46
El señor Gaupp a caballo
cuando a Boruca no se
llegaba en carro.
¿Cuántas horas de emisión tenían al principio?
Programadas estaban tres, de cuatro a siete de la tarde, pero no siempre lo lográbamos. Para don Manuel el cumplimiento del horario era algo sagrado. Él se entregó
totalmente a la causa de la radio. Madrugaba y salía al pueblo a por combustible siempre que fuera necesario. Y ya podíamos estar en época de lluvias, que ahí iba él con
la bestia. No había nada que le parara. Otras de las cosas de las que se ocupaba don
Manuel fue la de echar el aceite a la planta. Todos los detallitos para que echara andar la máquina los solía tener listos unos quince minutos antes de las cuatro. Y a las
siete de la noche, que don Manuel ya veía su relojito, a esas horas apagaba la planta.
Como le digo, él siempre estaba ahí, lloviera, fuera verano o tronara. Él se tomó este
trabajo tan en serio que nunca dejó de ir a por el combustible, ni una sola vez falló
a su cita, a pesar de las inclemencias temporales. Por ahí estuvo, siete u ocho años,
yendo a Buenos Aires a traer el combustible hasta que llegó la corriente a nuestra
comunidad. Fueron casi diez años que estuvimos en esa labor de traer combustible.
Y a veces, el motor se fregaba y don Manuel arrancaba la pieza o lo despegaba y algo
hacía. Pero siempre salíamos al aire con nuestra programación de tres horas. Fue una
lucha muy dura.
La llegada de la electricidad traería muchos cambios.
Desde luego, con la llegada de la corriente todo fue cambiando. Se cambió de
sistema y de ubicación tanto de la antena como de la emisora. Donde estamos ahora,
no era el lugar original de la radio. La emisora estaba más abajo, en el salón comunal,
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
47
ahí estaban el motor y la radio. La torre sí estaba acá, en el otro sector de la calle donde estamos situados, donde está la Casa Cural, pero la emisora no. La antena siempre
fue la misma. Sólo se trasladó hacia otro lugar.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La instalación de la emisora ha sido un gran acontecimiento para la comunidad.
Contamos con muy buenas experiencias de muchas de las personas que han pasado
por la radio cultural. Gracias a la emisora, compañeros indígenas se pudieron sentar,
por primera vez, frente a un micrófono. La radio dio voz a nuestra comunidad. Fue
todo un éxito, contamos con muchos oyentes. Claro que en aquel entonces éramos
muy pocos los que teníamos radios en FM. Pero don Miguel Jara dio un impulso, dotando a la comunidad de radiecitos de FM. La emisora, sin duda alguna, fue una gran
alegría para el pueblo. La Radio era muy escuchada en la comunidad. Inclusive en el
norte de Panamá, no había más radios que llegaran con señal desde el Valle Central.
Georg von Gaupp-Berghausen
visitando a los cabécares en
Turrialba.
¿De qué manera contribuyó la radio al desarrollo del cantón?
Instalar la emisora acá cambió en parte, sobre todo al principio, la dinámica de la
comunidad. Fue todo un acontecimiento y todo el pueblo estaba entusiasmado. Siempre hubo mucha participación de los muchachos. Han pasado décadas y muchos se
hicieron mayores frente al micrófono y se convirtieron en locutores profesionales.
Entonces, los sonidos de la radio eran diferentes, ya que la tecnología de entonces era
distinta. Recordará el disco de acetato, el casete, todos los retos que se nos planteaban.
Imagínese la que se armaba cuando se nos quebraba una agujita del tocadiscos, los
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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casetes, teníamos que cortar la cinta para poner una determinada música o canción.
En aquel entonces, todo era aprender. Ahora también seguimos aprendiendo, ya que
la tecnología siempre nos plantea nuevos desafíos. La radio fue clave en las prevenciones. Como no había teléfono se avisaba entonces por la emisora.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”
en la comunidad?
Actualmente hay supervisores indígenas que trabajaban dentro de la Dirección
Regional del Ministerio de Educación Pública, que se formaron a través de “El Maestro en Casa”. Este programa tuvo un gran impacto y supuso un fuerte impulso para
la educación de nuestros compañeros, sobre todo, porque ofreció la oportunidad de
estudiar a muchas personas que de otra manera no hubiesen podido hacerlo. Aquí en
Boruca hay varios casos de personas que ahora son profesionales, que siguieron el
programa “El Maestro en Casa”. ¡Viera qué bonito! De hecho, un compañero vecino,
que se llama Luis Díaz, que actualmente es supervisor indígena en la Dirección Regional de Buenos Aires, sacó el bachillerato a través de ese programa. También, una
chiquilla mía, que llegó hasta tercer año en el colegio y hace unos días fue a hacer
el último examen de matemáticas. También en la escuela de la comunidad hay una
profesora que tiene un programa para adultos con libros de “El Maestro en Casa.”
Muchachos y muchachas que por alguna razón desertaron de la primaria, están tratando de sacar el diploma con el programa. Incluso, hace un ratito, yo estaba atendiendo unos supervisores de ella que vienen a ver si los muchachos están llegando al
programa y utilizan los libros.
“El Maestro en Casa” es el programa estrella y el gran baluarte de la radio.
Sí, por su puesto. A mí personalmente me ha dado mucha satisfacción, porque
la radio ha servido para la formación de muchísimas personas. Muchas veces nos
llaman o se pasan por la emisora para preguntarnos si sabemos las fechas de inscripción para los cursos o el lugar dónde pueden adquirir los libros. Hoy mismo
vinieron unos muchachos que viven en el campo para informarse sobre el procedimiento y las fechas, porque quieren estudiar el otro año siguiendo este método.
Como trabajan en el campo y no disponen de mucho tiempo, ya que tienen que
dedicarse a sus actividades agrícolas y además no tienen muchos recursos económicos, prefieren sacarse la secundaria con “El Maestro en Casa”. De hecho, hay personas que nos han pedido permiso para copiar los programitas. Nosotros lo prohibimos porque es una forma de perder oyentes, pero sí le puedo asegurar que ha sido
un programa de mucho provecho para la comunidad y la radio cumplió un papel
fundamental.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Usted participa en algún programa de la emisora?
Actualmente colaboro en un espacio que se llama “Sábado Campesino”, de participación popular y estoy iniciando un programa de información que se llama “Acontecer de mi Territorio”. ¿Es Radio Cultural de Boruca la Voz del Pueblo?
La radio fue y sigue siendo la voz oficial de nuestra comunidad y siempre hemos
contado con la participación de mucha gente. La llegada de la radio fue un hecho
grandioso. Los primeros años no existía teléfono, pero ahí nos llegaban los saludos
por las ondas. Siempre que los compañeros salían a Buenos Aires, que siempre ha
sido el centro de compras de todas las comunidades indígenas y no indígenas de la
Zona Sur del país, todo el mundo les dejaba lo saludos y mensajes en una tiendita
que patrocinaba la radio. Era algo muy bonito y participativo. Realmente se tenía la
sensación de hacer radio comunitaria.
Loli Fernández
“La alegría de ellos era poner a
funcionar la planta para que se pudiera
escuchar la radio”
Su padre fue una de las personas que impulsó la radio
desde los inicios.
Sí, mi papá siempre creyó en el proyecto y además era un
hombre de palabra, cuando se comprometía con algo lo hacía.
Con la emisora tampoco jamás faltó a su compromiso. Lloviera, hubiera truenos, lo que fuera siempre, siempre estaba ahí
a la hora indicada y casi siempre antes, para poner el diesel y
prender la planta. Trabajó durante ocho años totalmente entregado a la causa. Él vivía el espíritu de todo corazón.
Loli Fernández, hija de
uno de los fundadores de
Radio Cultural Boruca.
Me cuentan que mi abuelo durante sus primeras visitas a la comunidad de
Boruca conversaba mucho con su papá y así se hicieron buenos amigos.
Sí, mi papá siempre hablaba de don Jorge y también mami. Solían contar que era
un señor muy humilde y alegre. Por lo visto siempre les iba a visitar y les compraba
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
50
artesanías para llevárselas a su esposa. Tal vez eran cosas
sencillas, pero para don Jorge, nos contaba papá, que le eran
importantes y siempre les daba mucho valor. Todas las veces que venía a Boruca iba allá, a casa de mi papá. De esa
amistad surgió también el compromiso que él adquirió con
la emisora. Él estaba totalmente entusiasmado con que hubiera una radio para el pueblo. Yo no estuve en aquella época, pero mi hermano Pedro sí y él me cuenta que la alegría
de ellos era poner a funcionar la planta, para que se pudiera
escuchar la radio. La emisora en aquel entonces estaba en
el salón comunal y desde ahí hablaban los muchachos. Los
locutores recibieron cualquier cantidad de capacitaciones,
de cómo hablar en el radio y así. Ellos también hacían los
anuncios. La emisora fue un gran acontecimiento en nuestra comunidad y abrió muchas puertas a muchas personas.
¿Es Radio Cultural Boruca la Voz del Pueblo?
Sí, ahora sí que lo es. Es verdad que al principio, la comunidad no tenía claro el
propósito por el cual tener una radioemisora. Boruca es un pueblo rodeado de montañas, geografía muy oportuna que nos permitió defendernos de los españoles por
su difícil acceso y fácil defensa. En sus primeros años, el transmisor estuvo ubicado
en el pueblo, en la profundidad de la garganta. Me cuenta mi hermano Pedro, que
Radio Boruca fue la única radio del sistema del ICER que funcionaba en la banda
de frecuencia modulada y con una potencia de un kilovatio. Esta condición conducía a que la radio se escuchara únicamente en el pueblo, en las comunidades de
blancos asentados en las laderas de las montañas y alguito en Rey Curré. Esta condición llevó a que la comunidad al principio viera a la radio como un juguete y no
como un instrumento poderoso de comunicación y movilización social. Al respecto
mi hermano siempre me cuenta esta anécdota. Junto a un profesor indígena de la
escuela de Boruca, el técnico del ICER, Fernando Gutiérrez, que trabajó acá unos
años, se dedicó a rescatar la tradición oral de leyendas e historias, cantos y poesía
que todavía en esa época eran de conocimiento de dos de nuestros ancianos, los únicos en hablar aún nuestro idioma nativo boruca. Ahora ya casi nadie habla nuestro
idioma. Entonces ellos documentaron todo esto en varios casetes y divulgaron todo
el material por la radio para que todos escuchemos la historia de nuestro pueblo. Y
pasó que los compañeros sintieron vergüenza de que su cultura fuera escuchada
por no indígenas y emitieron todo a una potencia muy baja para que no llegara a los
asentamientos de no indígenas. Al principio no se tenía un concepto claro de para
que servía una radio y de cómo podía ayudarnos para nuestro desarrollo social y
cultural. La herencia histórica de la invisibilidad pudo más que el orgullo por nuestros valores ancestrales.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Indígena boruca
estudiando con un libro
de El Maestro en Casa.
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Aurelio Mora
“Fue una lucha diaria sacar
las emisiones adelante”
¿Cuándo empezó usted a trabajar en
Radio Cultural Boruca?
Aurelio Mora,
expresidente de Radio
Cultural Boruca
(centro) con los
miembros de la Junta
Directiva.
Yo me incorporé en 1989 a la radio. Ha
llovido muchísimo en todos estos años. Al
poco de llegar a la emisora me nombraron
presidente y ejercí ese puesto durante casi
15 años. Fueron años muy emocionantes y
de mucho esfuerzo y trabajo. En realidad
fue una lucha diaria sacar las emisiones
adelante. Recibimos cualquier cantidad
de cursillos de formación en las instalaciones del ICER en San José. Todos nos
entregamos entusiasmados a la labor comunicativa. Estar al frente de la emisora le
abre a uno bastantes puertas, sobre todo de contacto con el exterior de la comunidad
y para el interior también.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Cuando yo empecé a trabajar en la radio todo era muy precario. Empezamos con
cuatro chunches. A la primera reunión a la que asistí como presidente me tuve que
sentar en un “block”, porque no contábamos con prácticamente nada. No teníamos
sillas en el salón comunal y como era época de lluvias estaba todo inundado. Había
un charco y los que acudimos a esa reunión nos sentamos en unos bloques que andaban botados por allí, en una esquinilla con el cuaderno en la mano para anotar las cosas que íbamos conversando. Así iniciamos una etapa en la que luchamos muchísimo
por sacar los programas al aire. Con esos cuatro chunches hacíamos los programas.
La antena estaba en el garaje del padre, desde dónde se encendía un motor con el que
hacíamos funcionar la emisora. Fue muy duro. Nos tuvimos que enfrentar a muchísimos problemas. Ahora que lo pienso y que veo todos los avances tecnológicos entiendo que lo hicimos, porque creíamos en la radio y los beneficios que podía aportar a la
comunidad. Había días en los que el motor no prendía o que no alcanzaba la gasolina
y simplemente no podíamos salir al aire. Son situaciones totalmente inimaginables
con los medios que contamos hoy en día, pero las vivimos en primera persona. A pesar de todo, ahí nos mantuvimos día tras día, año tras año hasta que me cansé y lo dejé
por completo. He pensado en regresar, pero no sé qué haré finalmente.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La instalación de la emisora fue algo muy bueno para nosotros y para nuestra
comunidad. Nadie podía pensar en tener una radio acá en nuestro pueblo. Puedo
decir que hay un antes y después. Yo asumí la responsabilidad de hacer todos los
trámites y de organizar todo el papeleo. Te podría contar mil historias sobre ese capítulo, pero te lo voy a resumir. En realidad el actual local pertenecía a un hombre,
es decir que tenía dueño. Yo me encargué de hacer todas las gestiones y negociaciones para que se pudiera traspasar a la emisora. Una vez todo legalizado, pasamos
los cuatro chunches del salón comunal al nuevo espacio y nos encontramos con el
problema de la corriente. No teníamos electricidad y apenas lográbamos tener cobertura. Solo llegábamos al centro de Boruca, porque la antena era muy bajita. Pasaron años hasta que pudimos trasladar la antena al cerro y abarcar al pueblo entero.
Siempre defendí que había que cambiar la antena de ubicación. Y lo primero que
hice, entonces, fue conseguir el lote donde se ubica actualmente la antena. Era un
lote privado, que ahora está a mi nombre. Era de un tío mío que ya murió. Él me dio
el lote bajo la condición de que quedara a mi nombre. Luego a través de la Embajada de Canadá conseguí una ayuda y vino un especialista para estudiar la situación.
Junto con el ICER contratamos, entonces, a una empresa que desmontó la antena
y le agregó tres tramos más para instalarla en el nuevo lote. A partir de entonces es
cuando Radio Boruca empezó a funcionar de verdad. Nuestra emisora se escuchaba
en toda la zona de San Vito y Pérez Zeledón, porque en aquellos tiempos era la única
que emitía en FM.
¿Cuántas horas transmitían al inicio?
El objetivo era estar tres horas emitiendo, pero a veces no lográbamos estar en
el aire todo ese tiempo, porque nos enfrentábamos a todos esos problemas logísticos
y tecnológicos. Uno de los proyectos principales que presenté al ICER, fue el de cambiar la ubicación de la emisora y contar con un espacio adecuado para Radio Cultural
de Boruca. Cuando hice la propuesta el ICER apoyo la iniciativa y fue entonces, más
o menos como en el 90, cuando nos trasladamos a la caseta en la que estamos ahora.
Yo diría que ese lugar es una pura reliquia.
¿Qué programas producían y emitían?
Durante los años en los que yo estuve en la radio hicimos muchas cosas bonitas,
modestia aparte. Organizábamos reinados en todos los lados, hacíamos concursos en
los que muchos oyentes participaban, emitíamos anuncios de actividades, saludos.
Con los reinados todas las jóvenes de acá y también de Pérez Zeledón, San Pedro,
Puerto Jiménez, etc., se inscribían al evento. Su participación nos servía a modo de
sondeo para saber hasta dónde nos escuchaban. Y lo más emocionante de todo, es
que era la propia audiencia quién financiaba estos eventos, uno tenía realmente la
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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sensación de hacer radio con y para la comunidad. Pero estas actividades resultaron
ser riesgosas. Los reinados provocaron mucho pleito, porque donde hay plata, siempre hay pleito. ¿Cómo se comunicaban con los oyentes?
Estoy hablando de una época en la que ya había corriente. Para entonces, estábamos a punto de lograr un teléfono para facilitar, aún más, la interactividad con la
audiencia. Cuando yo salí, hace diez años, una de las cosas que entregué a mi sucesor
fueron los documentos que acreditaban la instalación de una línea telefónica. Todo
eso lo negociamos a través de la Cámara Nacional de Radio (CANARA), para que
mediara con el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) la instalación de la línea.
Nosotros solos jamás lo hubiésemos conseguido. Además, el ICER, para entonces, ya
tenía voto en CANARA. Y después de ocuparme de todas las luchas, finalmente no
me dio chance de hacer la primera llamada con el chunche.
¿Cómo siente usted la radio?
La radio para mí es como si fuera mía, como si fuera hija mía. Ese sentimiento
que tengo me impide ir ahora por la emisora. No voy por ahí, porque siento como que
todo es mío. Catorce años que estuve ahí y me da demasiada nostalgia. Tanto esfuerzo, tanto trabajo, tantas vivencias y tantas dificultades. En los tiempos míos nunca
hubo computadora, hacíamos radio a la antigua. Ahorita todo el mundo tiene celulares ahí. En mi época nos manejábamos con radio de once metros y las transmisiones
las hacíamos con una mochila al hombro bien grande. En mi época aún se comentaban las anécdotas de los inicios. Todos recordaban lo que es sudar sangre para hacer
andar la radio y también se comentaba mucho todo el trabajo que hizo su abuelo para
instalar la emisora en nuestra comunidad, todo ese trabajo previo que fue una lucha
para lograr la instalación de la emisora en Boruca.
¿Es Radio Cultural Boruca la Voz del Pueblo?
La instalación de una emisora en nuestra comunidad significó mucho para los
bruncas. Tener voz a través de las ondas y saber que podíamos expresar nuestras
necesidades y hacer un servicio con la radio nos enorgullecía a todos los que trabajábamos para el ICER.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Ismael González Lázaro
“Había un gran espíritu colaborativo en
el equipo fundador”
Es usted una de las pocas personas que aún vive
y que formó parte del equipo fundador de Radio
Cultural Boruca. ¿Cuándo empezó usted a trabajar
en la emisora?
Yo trabajé en la radio los primeros seis años, después me dediqué a otros menesteres, ya que necesitaba
contar con un salario y en la emisora todos trabajábamos ad honorem. En las primeras reuniones hicimos
votaciones y a mí me nombraron miembro de la Junta
Directiva. A partir de ahí lideré muchas de las actividades que organizábamos para los oyentes y en la comunidad. También fui Presidente de la Junta Directiva. Cada
año organizábamos una Asamblea General en la que
se reelegían todos los cargos, así que también ejercí de
1983 a 1985 de Presidente.
Ismael González Lázaro,
miembro del equipo fundador de
Radio Cultural Boruca.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Todo el trabajo era voluntario. Había mucho entusiasmo entre los compañeros y
la radio nos impactó mucho, realmente creíamos en el poder organizativo que tenía.
Al puro comienzo la emisora estaba en la casa comunal. Ahí habilitamos un cuarto y
como no había electricidad se manejaba con un motor que generaba luz y permitía
que saliéramos al aire. Cada persona se ocupaba de una actividad. Así, don Manuel
Santos era el encargado de ir a por el combustible a Buenos Aires, otros de la limpieza
del local, otros de mantener en funcionamiento el motor y así sucesivamente. Empezamos de forma muy organizada. Había un gran espíritu colaborativo en el equipo fundador. La estructura organizativa era horizontal, es decir, que discutíamos en
reuniones las responsabilidades de cada uno y tomábamos las decisiones en grupo,
nunca unilateralmente.
¿Cómo se financiaban las actividades?
Siempre organizábamos colectas entre los oyentes y también hacíamos alguna
venta que otra y alguna fiestecita para la emisora. Así íbamos arañando alguna pla-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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tica para poder dar un incentivo a los colaboradores. El ICER organizaba entonces
muchos talleres de capacitación en San José y allá íbamos todos a aprender sobre
locución y manejo de equipos en radio. Yo fui a un curso, pero no me gustó mucho y
no repetí. Dejé campo a otros compañeros que disfrutaban las capacitaciones.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Todo cambio se vive como un acontecimiento y la apertura de la emisora fue toda
una alegría para el pueblo. Lo vivimos con mucho entusiasmo. El de día de la inauguración se organizó una gran fiesta y todos lo celebramos. Sin duda alguna, Radio Boruca es
y ha sido un apoyo para la comunidad, trajo alegría al pueblo. Siempre nos dijeron que
fue algo muy costoso y nosotros nos sentíamos muy orgullosos de que la hubiesen instalado en nuestra comunidad. Hicimos muchas cosas y la radio facilitó la comunicación
entre los vecinos, aunque también supuso muchos pleitos. Varias veces ha habido fuerzas que han querido abortar el proyecto y cerrar la emisora, pero no les hemos dejado.
Luchamos porque siempre siga, porque se siga escuchando la voz de nuestro pueblo.
¿Siempre escucha la emisora?
Claro, todos los días. Es mi acompañante. Mi esposa y yo llevamos toda una vida
escuchándola. Llevamos casi 30 años pegados al radiecito.
¿Qué programas producían y emitían?
Nosotros conseguimos que pegara y parece ahora están volviendo a ocuparse
más de la programación. Creo que es un reflejo de lo que pasa en nuestra comunidad. Boruca ha cambiado. Me atrevería a decir que antes era un pueblo más alegre,
que había un espíritu de lucha conjunta. Ese sentimiento lo vivimos cuando se instaló la emisora, todos nos entregamos a nuestras labores. Ahora parece que muchos
no se ocupan de cuidar el pueblo, uno ve cosas botadas por todas partes, cada uno
va a lo suyo. Yo, yo, yo y yo y no doy nada. Que me den solo a mí. Ahora hay mucho egoísmo en las nuevas generaciones, parecieran que no tienen los valores que
nos transmitieron nuestros mayores. Sería importante seguir haciendo programas
que formen, que entretengan, pero que sobre todo rescaten el buen quehacer de la
comunidad y las raíces de nuestro pueblo. Yo siempre lo digo, a la gente hay que
saberla querer, a todo el mundo por igual, chiquito, grande, viejo; aunque tenga un
defecto, eso es parte de él. Esa premisa a mí me ha ayudado mucho en la vida y eso
debiera de fomentarse en la radio para que los chiquitos aprendieran y hubiese un
espíritu comunitario y no tanto individualismo. Lo único que digo es que nuestras
gentes, acá en Boruca, necesitan esas ayudas, un poquito de desarrollo mental, más
solidaridad entre nosotros.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué papel juega en ello la radio?
La radio debe ayudar a concientizar y sensibilizar a la población. Por eso, aquí
estamos un poco mal. Cada grupo que se forma, sean mujeres u hombres, se forman
para ellos. No se preocupan en ver qué hacemos por este pueblo, tan feo, tan sucio.
¡Limpiémoslo! ¡Ay, mi pueblo! ¡Podría ser tan lindo! Es importante que las personas
que trabajen en la emisora tengan cierta formación. Pienso que primero debieran de
salir de Boruca y luego regresar bien preparados. A nosotros siempre se nos dijo, que
por muy pequeño o insignificante que fuera un cambio o un acontecimiento había
que comunicarlo a la comunidad. Creo que con un poquito de capacitación en este
sentido se podrían mejorar muchísimas cosas. No es ni mucho lo que ocupamos. En
cualquier caso, lo más importante es que la emisora siga funcionando y no se la lleven para otro lugar, porque siempre será un instrumento de desarrollo comunal.
Radio Sistema Cultural Nicoyano
Princesa Nora de Liechtenstein y el entonces
Presidente de la República Luis Alberto Monge en la
inauguración Radio Cultural de Nicoya.
Saúl Cárdenas
“La radio ha servido para que mucha
gente se capacite y se prepare”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Nicoya?
La emisora se inauguró el 30 de septiembre de 1982. Cinco o seis meses antes el
ICER llegó acá y organizó un comité con las fuerzas vivas de nuestra comunidad. Se
organizó inicialmente en la Municipalidad de Nicoya y de ahí se llamaron a dirigentes
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
57
de la comunidad para informarles del proyecto. En ese momento, estaba como vicepresidente, en el Gobierno de don Luis Alberto Monge, un nicoyano de grata memoria, don Armando Arauz. Sin quitar mérito al ICER, nosotros imaginamos que él influyó para que Nicoya fuera seleccionada. Por ser un proyecto que tenía un marco legal
buscaban a las municipalidades, como gobiernos locales, para arrancar desde ahí la
organización del grupo que iba a manejar la emisora. De hecho, hay un convenio de
ley que le voy a leer. Está en el primer libro que se legalizó para la radio y dice así:
“José Gregorio Chavarría Chavarría, Ejecutivo Municipal del cantón de Nicoya,
hace constar que aquí principia el libro de actas que llevará la Junta Directiva de
la Emisora Cultural Nicoyana. Consta de seis folios numerados del uno al cien,
en perfecto estado de conservación y limpieza. A cada uno se le ha puesto el sello de esta oficina. Cuidad de Nicoya, a los 8 días del mes de setiembre de 1982.”
¿Cómo se conformó el Comité pro-emisora?
Saúl Cárdenas,
administrador de
Radio Sistema Cultural
Nicoyano.
El ejecutivo municipal de aquel entonces, que
hoy son alcaldes municipales, don José Gregorio
Chavarría Chavarría, empezó a llamar gente a la
Municipalidad para informarles del proyecto. Yo no
tengo claro con quién se contactó el ICER en Nicoya, pero sí recuerdo que entre esa gente también me
llamaron a mí. Entonces ocupaba un cargo en el Comité de Cultura. Fui uno de los primeros a los que
se nos informó del proyecto. También estaban Tony,
Frank Castillo, profesor, está vivo, Eliécer Campos,
médico, está vivo, Héctor Hernández, médico cirujanos, está vivo, mi persona, Saúl
Cárdenas, José Gregorio Chavarría, de grata memoria, era el ejecutivo, José Lozano
Guillén, un español, el párroco de acá, que creo que se encuentra en República Dominicana, Albertina Juárez, que trabajó para el ICE, de grata memoria y había otra gente
más que no aparece en este documento, pero después se fueron incluyendo en las actas. La primera acta que se registra es el 20 de julio del 1982. Unos meses después, en
octubre se inauguró la emisora. Ya hubo reuniones antes, pero no se hicieron constar
en actas. También registramos las discusiones del nombre de la radio. Un profesor,
un Licenciado en Educación, ya murió, Adriano Peralta Gómez lo propuso. Entonces, el ICER hablaba de un proyecto ambicioso y era más conveniente que se llamara
radio sistema, porque había educación, cultura y un montón de cosas. Y así se quedó,
Radio Sistema Cultural Nicoyano.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Nos organizamos como grupo y buscamos los terrenos donde íbamos a poner
el local y la antena y quién lo iba a dar. Ningún particular iba a regalar o prestar un
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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terreno para un proyecto que desconocía, así que, empezamos a conversar con la
Municipalidad. Dichosamente, la Asociación de Desarrollo de Nicoya Centro tiene propiedades muy céntricas, contactamos con ella y decidió involucrarse con el
Comité Pro-emisora y de esta manera fue que se hicieron las primeras inspecciones
de la tierra, donde por cierto estuvo su abuelo, Gaupp-Berghausen, con don Miguel.
Pudimos ubicar tanto la antena como el local de la emisora. Hicimos un estudio
previo del terreno y se decidió que sería en San Martín, porque el área reunía las
condiciones adecuadas. La gente no quería tener una antena muy cerca de la casa
y como aquí no había mucha población, resultó ser el lugar idóneo. En el inicio, fui
secretario de la Junta Directiva, después la dirigí por un tiempo. Posteriormente, ya
pasé a ocupar el cargo de administrador, que lo sigo siendo hasta esta fecha. Pero
sí he tomado casi todos los cursos que el ICER ha dado, con Radio Nederland, de
Holanda. Cursos de producción, de administración, de contabilidad. Para mí ha sido
una universidad abierta, he aprendido muchísimo. La emisora ha sido la base de mi
formación.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La experiencia que yo puedo testimoniar es que por esta emisora ha pasado mucha
gente, más de doscientas personas. Yo tengo registro de cantidad de gente que ha hecho
radio, como productores, como directores de programa, que no duran mucho tiempo,
dos, tres años. No todos pueden estar en la radio porque tiene que atender sus propias
labores. Pero la radio sí ha servido para que mucha gente se capacite, se prepare.
¿Qué programas producían y emitían?
Al principio participé muchísimo, asumí varios programas y un noticiero, pero
ya tengo más de diez años que casi no hablo en radio, se me quitó un poco ese interés, pero tengo mucho conocimiento que trato de transmitir y de dárselo a los
muchachos. No sé, me enamoré de la radio y la veo como parte de mí. Hice documentales con efectos de sonido. Por mucho tiempo me tocó hacer un programa imitando a un personaje, que le llamamos Chavelo Léon Masís. Junto a mi compañero
Federico Carrillo, actual animador de toros, y tomando en cuenta la idiosincrasia
de nuestro pueblo, encontramos que a través de un personaje se podía hablar mucho de los problemas de la zona y del país. El programa consistía en que él le preguntaba a Chavelo, que era un viejito, qué le parecía tal cosa y el viejito, con mucho
conocimiento, le iba respondiendo lo que veía bien y lo que veía mal. Preguntaba
cosas, a veces, que él desconocía, era un programa jocoso, donde la gente realmente aprendía. Tuvimos mucho éxito durante quince años. Después, por razones de
trabajo, tuve que abandonarlo. Yo hacía el papel de Chavelo León Masís y grabarlo
no era la opción.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Fue un programa estrella.
Sí era muy escuchado por la gente en el campo, porque tenía mucho humor. Era
un programa realmente ameno y creo que podría volverse a armar en la radio porque
tenía un objetivo de fondo: comunicar cosas, decir cosas, enseñar cosas y con sentido
del humor, que es lo primordial en radio. Un día tomamos la decisión de salir fuera
de Nicoya, porque las comunidades pedían que fuéramos. Ese día había mucha gente en la plaza y en uno de los negocios donde nos iban a recibir había mucha gente
esperando a Federico “Lico” Carrillo y a Chavelo. Ya llegamos, bajamos todos los aparatos de la radio y los instalamos. La gente no hacía más que preguntar por el viejito
y nosotros, como no queríamos decir quién era, les decíamos que ya llegaba, que ya
lo traían. Todo el mundo nos estaba viendo y no hallábamos cómo empezar. Lico me
recomendó que me fuera a transmitir detrás de la casa, pero yo no podía hacer eso, tenía que actuar delante de todo el mundo. Entonces, me senté y cuando empecé a hablar imitando al señor, aquello fue tremendo. La gente se agarraba la panza, se reía.
¡No sabían que era yo! Después de eso le dije a Lico que no podíamos seguir yendo a
los pueblos porque nos estábamos descubriendo. Chavelo León Masís era un señor
de la meseta central, un cartaginés que había estado trabajando en los cafetales, que
había llegado a Guanacaste y que conocía mucho de agricultura y de climatología. Lo
que pasa es que el viejito estaba ya muy mayor, después se fue enfermando, le entró
el reumatismo… y ya por último se dijo que lo estaban internando y que ya no podía
seguir en el programa. Así fue como lo sacamos del aire. A veces, la gente todavía me
pregunta por él, si sigue vivo o se murió.
¿Qué programas se dedican al rescate de sus tradiciones?
Yo tengo un estudio que hizo un arqueólogo norteamericano, donde se dice que
donde está la iglesia ahora, ahí antes hubo un centro ceremonial indígenas donde se
hacían sacrificios. Eso fue aprovechado por los españoles para levantar el templo religioso católico. Partiendo de ese principio religioso es donde entran los colonizadores. Ya viene el intercambio de productos, de creencias, de costumbres y se empieza
a fundir esa cultura muy originaria nuestra con la cultura española. Nosotros somos
ese resultado. Nicoya tiene la cofradía de Nuestra Señorita La Virgen de Guadalupe,
donde se observa esa fusión. Se baila el baile de La yegüita, como se conoce, que es
un baile único de acá y que responde a un ancestro cultural que mezcla la parte indígena con la parte española, se conjugan el indio, la Virgen y la yegüita, elementos que
responden al pasado y a lo reciente de la fundición de esta cultura y que celebramos
el 12 de diciembre. Y antes viene la pica de leña, que es en noviembre. Muy interesante también. Estas festividades las retransmitimos por la emisora todos los años. Es
una tradición. Repetimos lo mismo, pero nos escuchan siempre. Se repite con diferentes actores y hay cosas que se van perdiendo, porque la gente vieja se va y la gente
joven impone otras cosas. Eso es muy normal. La cultura es eso, es el quehacer de la
gente que va cambiando en el tiempo.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
En sus inicios el programa era bastante desconocido. Era una oportunidad para
la gente, que no se aprovechaba. Después ya vinieron los programas que el MEP conectó con los maestros y se empezaron a dar tutorías y entonces empezó a tener más
impacto. Hoy se mantiene como programa en la radio, sin embargo, consideramos
que por el avance que ha tenido ya nuestro país y en el caso de Nicoya, que hay mucho centro educativo, mucho maestro, mucho profesor… y los alumnos tienen mucha
facilidad de aprendizaje, que compran los textos y solos se la juegan, la radio sigue
siendo un apoyo, pero ya no como antes. Cuando salió, sin duda, alguna el MEC fue
un instrumento de alfabetización muy importante en la zona.
El ICER ha creado escuela en el sector radiofónico nacional.
Nicoya tuvo una emisora en el año 1957. La Pampa. El cantón en sí ha sido un
semillero de locutores. Se han forjado algunas personas que han llegado a ser locutores de reconocida capacidad nivel nacional. Los nicoyanos sentíamos mucho orgullo
y alegría y por la Radio Cultural han pasado cualquier cantidad de muchachos que
luego han ido a San José a trabajar en otras radios comerciales.
Las TIC crean nuevas formas de comunicación.
Yo asistí a cursos en el ICER cuando la tecnología era la cinta abierta, entrevistar
con un lapicero y un papel y después editar, después vino ya la grabadora. Me tocó
hacer radio cuando había instrumentos muy distintos a los de ahora. El equipo que jalábamos pesaba como cuarenta kilos y lo cargábamos en la espalda. Ahora se sustituye
por un teléfono que no pesa ni doscientos ochenta gramos. Trabajábamos con efectos
de sonido, haciendo radionovelas, haciendo radio teatros, cosas de esas, donde hay
que poner a prueba el ingenio del productor. También de cómo ganarse la empatía
del oyente. Empezamos a hacer grabaciones con artistas en el estudio nuestro. Y esas
grabaciones han servido mucho, lo digo sin temor a equivocarme. Uno de los artistas
que grabó muchos discos en Nicoya hizo su primera grabación aquí, en cinta abierta.
Fue Tony Everardo Díaz, que fue el primer presidente de la emisora y además locutor
de radio comercial. Nos dijo un día que quería grabar un grupo cultural. Era Edgar
Orozco Raffo, conocido como Macho Orozco, que se acompañaba con una marimba.
Bajo el conocimiento de Tony y las pocas posibilidades tecnológicas que teníamos, logramos grabar el primer disco, en una forma bastante rudimentaria, muy casera. Aquí
se conservan las cintas abiertas, aunque creo que ya no hay máquina para trabajarlas.
Y así nació un artista en Nicoya, que después se hizo comercial.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Fue un día memorable con la presencia de varias personalidades. En representación del Gobierno vino el Vicepresidente de la República, don Armando Arauz, que era
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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nicoyano. También hubo invitados del Principado, don Gaupp y gente de la comunidad. Fue una inauguración bastante simple, sencilla en su acto, pero tenía una tremenda trascendencia. La gente ya estaba empapada de lo que era un medio de comunicación. En Nicoya no era una novedad. Recuerdo bien que hicimos una actividad después
de la inauguración donde todo el mundo se mostraba contento, alegre, porque, a pesar
de no ser una novedad, sí fue un atractivo diferente. Se trataba de una radio con una
línea totalmente diferente. Una radio cultural. Una emisora de la comunidad. Cuando
yo estaba pequeño y se hacían partidos de fútbol, dependiendo del partido que fuera,
a veces venían radios comerciales de escala nacional, como Radio Columbia. Los locutores eran como las estrellas del estadio y nosotros los ciudadanos comunes y corrientes pensábamos que era un privilegio tener un micrófono en la mano. Cuando llegó la
emisora cultural dejó de ser una barrera el tener un micrófono. Entonces uno comenzó
realmente a apreciar lo que era una emisora cultural frente a una emisora comercial. En
una comercial a usted lo reciben en la puerta y hasta ahí, no le permiten hacer uso de
un micrófono fácilmente, mientras que esta radio abrió la puerta a todos y la prueba es
que por aquí ha pasado gran cantidad de personas que son locutores de otras emisoras.
¿Es Radio Cultural Nicoya La Voz del Pueblo?
Hoy por hoy, la emisora es un instrumento de mucha fuerza, de mucho poder, de
mucho valor, que hay que cuidar, porque mucha gente desea un medio de comunicación y no lo tiene. En Nicoya hay, ahorita, dos medios de comunicación que están
operando y es un privilegio. No es como tener un carro, que lo tiene cualquiera, un
teléfono que lo tiene cualquiera, pero yo pregunto, ¿quién tiene un medio de comunicación? Muy poca gente. Está regulado por el Estado y creemos que debe ser aprovechado de la mejor manera.
Virgilio Angulo
“La radio cultural me interesó porque
invitaba desinteresadamente a participar
a la comunidad”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Nicoya?
Primero trabajé para varias radios comerciales. Acá vine a colaborar por ahí de
1988. Y lo hice más pensando en el cantón de Nicoya, para que la emisora fuera un
éxito y se mantuviera. Realmente hacía mucha falta una emisora con estas caracte-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
62
rísticas. Vine a la radio cultural porque me motivó el hecho de que en una estas emisoras se invitara a participar, desinteresadamente, a la comunidad. Se pasaban anuncios para ayudar y cada quien aportaba lo que estuviera a su alcance. Muy diferente
a lo que sucede en una radio comercial.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Recuerdo que en el inicio no había ni planta física, solo un transmisor, eso era todo. Sé que se formó un
comité que luchó fuertemente para conseguir las instalaciones que tenemos ahora. La Asociación de Desarrollo Comunal también fue una piedra angular para que
este proyecto se diera. Este local donde está la emisora
era de la Asociación; aquí estaba el matadero, donde
sacrificaban a los animales. Entonces la radio era otra
cosa. Los equipos no eran tan sofisticados y el acceso a
la música era más complicado. Imagínese que yo me iba
para San José, a las distintas casas disqueras para que
nos donaran algunos disquitos para enriquecer la música de la emisora. Venían con
una o dos canciones para promocionar y nosotros rapidito los quemábamos de tanto
ponerlos. En 1988 teníamos audiencia, más que todo, por una cuestión de localismo.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Por acá empezaron a venir todas las personas a usar directamente el micrófono.
El pueblo se apropió de la emisora. Y más ahora, que estamos en FM, tiene mucha
aceptación. Nos escuchan en Alajuela, la Zona Sur y una vez, hasta nos llamaron de
una lancha desde adentro del Golfo de Nicoya, a no sé cuántas millas náuticas.
¿Participó usted en las capacitaciones del ICER?
Sí, el ICER es una institución que se preocupa porque la gente aprenda. Tengo mucho
aprecio por lo que han hecho en las radios culturales. Yo participé en un taller en el que
nos enseñaron a hacer notas luctuosas y a elaborar cápsulas radiales. También nos enseñaron a modular la voz, a manejar la respiración y a leer largos espacios con una buena
puntuación. Aprendí mucho. En las emisoras comerciales no daban ese tipo de talleres.
¿Tuvo usted algún programa educativo en la radio?
Fundé un programa muy bonito, muy atractivo que tuvo mucha audiencia y que
todavía me preguntan por él. Se llamaba, “Sabía usted...”. Eran cápsulas de noticias
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Virgilio Angulo,
colaborador de Radio
Sistema Cultural
Nicoyano.
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que se alternaban con música, más que todo, ranchera. Por ejemplo, “¿Sabía usted
en qué año aterrizó un avión por primera vez en Nicoya? En 1930 en el Barrio San
Martín”. Y venía música. Luego otra… “¿Sabía usted cuál es el animal más veloz en
cuanto a carrera? El chita, capaz de correr hasta 140 km. por hora.” Y otra vez música.
La información la cogía de un periódico que se llama “Al Día”, donde venían unas tiritas con datos, que parecían como de cómicas. Todavía tengo un montón de recortes.
Ahora, con Internet, sería mucho más fácil conseguir toda la información. Ya me preguntan cuándo lo voy a reinaugurar. Ahora quiero hacer un programa que se llama
“Mano a Mano”, con música mexicana y criolla guanacasteca. La música mexicana es
la que pega más en Centroamérica. Desde el norte hasta el sur, siempre hay alguna
emisora transmitiendo esta música.
Tony Everardo Díaz
“La gente empezó a notar la diferencia
entre una radio cultural y una comercial”
¿Cuándo comenzó a trabajar en
Radio Cultural Nicoya?
Tony Everardo
Díaz, miembro del
Comité pro-emisora y
colaborador habitual.
Entré a formar parte del Comité Pro-emisora en 1982. Trabajamos como un año antes de que la emisora llegara. Yo coordinaba las gestiones organizativas. En ese momento era el que
más práctica en radio tenía, porque ha sido mi profesión. Nosotros pretendíamos lanzar una emisora eminentemente cultural, una emisora para el pueblo. Ahí fue donde el comité empezó a trabajar y trabajar. En eso surgió el proyecto del ICER,
con las Pequeñas Emisoras y nos tocó la suerte, que Nicoya fue
una de las localidades escogidas en el proyecto. Fue una gran
alegría. De hecho más de 30 años después, aquí estoy todavía.
A esta emisora toda la vida la he querido mucho y agradezco mucho a todos los que
hicieron realidad este sueño.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Fueron años muy bonitos, porque fue un aprendizaje muy grande para mí. De
1982 a 1984 fui el primer presidente de la Junta Directiva. Me rodearon grandes compañeros. La dinámica de trabajo era interesante. Por ejemplo, llegaba una persona y
decía que quería hacer un programa en la radio y cuando ya veíamos qué era, la Junta
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Directiva autorizaba el programa. En ese tiempo no se cobraba nada, sencillamente,
eran colaboradores. Fue muy lindo porque era una cosa muy sencilla, de tecnología
no teníamos nada. Cuando las emisoras comerciales andaban con un montón de cosas, nosotros no las teníamos. El primer equipo de transmisión externa vino cuando
ya no estaba yo, creo que fue en el tiempo de Saúl. Saúl por ahí lo tiene, ya está obsoleto pero por ahí anda. Siempre ayudaba en la emisora cultural, pero mi trabajo
estaba en la emisora comercial porque en la cultural no pagaban. Tengo familia y
necesitaba llevar alimento a mi casa.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Fue una belleza, porque la gente estaba muy acostumbrada a las emisoras comerciales. Radio Nicoya, en ese momento, era la número uno en Guanacaste, se proyectaba a nivel de la provincia, era una potencia. Y llegó esta pequeña emisora que
se oía en todo el cantón y la gente empezó a notar la diferencia entre lo que es una
comercial y una cultural.
¿Qué programas producían y emitían?
Teníamos varios tipos de programas, uno religioso, otro de música clásica, de
enseñanzas, de costura, de cocina. Era una televisión pero en radio. El padre Luis
Antonio Maya había grabado un Ángelus al mediodía, no sé si todavía tienen por
ahí la cinta. Si la tienen, yo la reparo. Eso tiene treinta años de haberse grabado. Todavía hay unas identificaciones que se grabaron en aquella época. También venían
personas especializadas en costura, cocina u otras disciplinas y todo se hacía bajo
colaboración desinteresada. Trasmitían fútbol, una corrida de toros, un partido de
básquetbol. Y con la llegada de la FM fue otra cosa. Fue una revolución total. La cobertura, el sonido de la emisora, todo. Al principio, trabajábamos de siete u ocho de la
mañana a doce del día. Hasta ahí. Cinco horas trabajaba la radio. Emitíamos con luz
eléctrica y la Municipalidad nos pagaba la luz. Y después ya empezamos a trabajar
como está ahora, de seis de la mañana a seis de la tarde. Los domingos no se trabaja.
¿Colabora usted en algún programa?
Yo produzco dos programas, “Guanacaste y sus artistas” y uno que se llama “Joyas del recuerdo”, que se emite los sábados de tres a cuatro de la tarde. Actualmente
en radio, solo estoy en la cultural. También estoy en la empresa mía, el estudio de
grabación. Ya le he dicho a Saúl que en cuestiones de producción yo se lo hago todo.
De hecho, les hago los jingles. Además grabo comerciales también. Yo les presto el
servicio y no les cobro. El estudio de grabación está a su disposición. Cuando ellos
ocupan, ellos me llaman. Me pasan el texto, yo se los grabo y se los traigo.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Nuestra idea era proyectar la emisora a las comunidades, llevarles enseñanza.
Con “El Maestro en Casa” se logró y todavía se está logrando llevar esa enseñanza.
Con la tecnología que tenemos hoy, el programa está llegando a todas las. Ayudó demasiado al desarrollo. Mucha gente se ha ilustrado y beneficiado con ese programa.
Sobre todo al principio cuando las comunidades nuestras eran muy pobres. Viera lo
que costaba entrar a una comunidad como Juan Díaz, en los Cerros. Hoy ya no. Se iba
en carro pero tenía que ser un carro de doble tracción, un jeep, porque los caminos
eran muy malos, mucho barrial, mucho hueco, eran guindos para acá y guindos para
allá. Y la emisora llegaba perfectamente ahí y siempre tuvo buena cobertura.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Hicimos un desfile con las bandas, con el colegio, con todos y la emisora la recibimos en el parque de Nicoya. Yo, como era el presidente de la Junta Directiva, tuve
que hablar, darle el agradecimiento a la Princesa Nora de Liechtenstein. Ella fue muy
amable. Tengo un recuerdo que me dio ella, una monedita de Liechtenstein en la
que aparece la figura de ella. Ese fue el día en que ya, oficialmente, nos entregaron la
emisora y transmitimos la inauguración del evento.
Radio Sistema Cultural de Pital
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Javier Valverde
“Hay personas acá para las
que la radio es su cimiente”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural de
Pital?
Yo estoy acá desde el puro inicio. Tengo una inclinación
especial por la radio. Soy una persona mayor, tengo cierta
edad y si a eso le agregamos que mi vida personal no es tan
agradable como quisiera, podría estar muy depresivo en la
casa. La radio me saca de eso. Siento que me comunico con
la gente, que estoy prestando un servicio. Cuando sé que hay
un montón de gente entretenida con la música nuestra o con
un programa determinado, me satisface saber que estamos haciendo algo.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Llegando yo a Pital por acá estaba instalada una sastrería que manejaban dos hermanos, Obdulio y Octaviano Rojas. Don Rafael Ángel Rojas Jiménez, hermano también de ellos, era un estudiante que en las vacaciones venía a ayudarles. Cien metros
al norte, estaba el negocio de don Jorge Alvarado. Posiblemente, don Rafael Ángel
iba a comprar algunas cosas a ese negocio y ahí conoció muy bien a don Jorge. Con el
paso del tiempo don Rafael Ángel se hizo profesional, llegó a ser ministro y finalmente fue nombrado como presidente de la Asociación del ICER. Seguramente que don
Rafael Ángel pensó en Pital, en el pueblito donde venía a ayudar a sus hermanos. Y al
primero que contacta es a don Jorge Alvarado, el pulpero, que era la persona a la que
conocía. Pero don Jorge no tenía ningún conocimiento en radio. Entonces se comunicaron conmigo y pensaron que yo podía ser la persona más oportuna. Yo estaba muy
alegre. Tenía algún tipo de contacto con la radiodifusión pero como “de patio”, nada
comercial, ni cultural. Le dije que sí que haríamos todo lo necesario para sacar esa
idea adelante.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Acá hay gente que se enferma, que se pone mal cuando la emisora no funciona.
Para ellos, la emisora es su cimiente. Le pongo un ejemplo, hace un tiempo a nuestro
transmisor le cayó un rayo y lo fregó, el jueves a las cuatro y cuarto de la tarde. El lu-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Javier Valverde,
Presidente de Radio
Cultural de Pital.
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nes, después de viajar a San José, a las siete y veinte encendí la emisora, puse música
al aire y a los dos minutos dije: “Si hay alguien escuchando, por favor que nos
dé un reporte, para ver si la señal está restituida...”. ¡Inmediatamente entró una
llamada reportando! Nos preguntaron por qué estuvimos fuera del aire cuatro días
y nos contaron que han dejado el radio encendido en la frecuencia, con el volumen
bajito, para escuchar cuando entremos. Y apenas cuelgo, entra otra llamada en las
mismas circunstancias. Esa fidelidad lo asombra a uno y lo motiva.
¿De qué manera contribuyó la radio al desarrollo del cantón?
En primer lugar quiero decir que prestamos un servicio social, estamos sirviendo y en segundo lugar, recibimos el testimonio de nuestros oyentes agradeciendo
nuestra labor. Recibir ese testimonio es lo más gratificante. Cuando uno está aquí,
en la radio y constantemente está recibiendo testimonios, que qué bárbaros, que ustedes son diferentes, que qué lindo es escucharlos a ustedes, ahí uno sabe que está
sirviendo.
¿Qué programas producían y emitían?
Para mí, el programa que tiene más audiencia es “Hagamos un trato”. Tiene fama
de que vende, entonces reúne hasta gente que no escucha la radio. No se acercan
por afinidad sino por necesidad. También está “Él vino a darnos vida”, que es un programa cristiano. También se escuchan mucho los programas musicales “Licuadora
musical” y “Rancheritas”. Los oyentes nos llaman a la radio todo el rato.
Johnny Molina
“El servicio de mensajes facilitó
enormemente la comunicación y nos
permitió a todos sentirnos menos
aislados”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Pital?
Yo estuve trabajando algunos años para la emisora. Manuel Segura, Javier Valverde, Elvert Bogantes y yo participamos en los cursos para ser locutores. Nosotros
cuatro fuimos los que iniciamos en la radio. Hubo un curso que se llamó “Radio re-
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vista informativa”, lo impartió don Amable Rosario. Participamos dos representantes de cada emisora. Fue una de las experiencias más lindas que he tenido en mi
vida. Compartí con gente de todo tipo: indígenas, policías, una religiosa, abogados,
comerciantes. Fueron doce días encerrados, sin ninguna comunicación al exterior.
Entregados a la capacitación. A pesar de que los participantes éramos de costumbres
diferentes, nos relacionamos muy bien e hicimos una gran camaradería. Luego recibí
una beca de Radio Nederland, que se dio en el Instituto Costarricense de Extensión
de la Cultura. El tema fue “La radio como vehículo visual”. Esta vez solo se invitó
a un representante de cada emisora y se pedían algunos requisitos como escribir a
máquina, manejar equipos y haber cursado el bachillerato. Fuimos veinte personas,
de Radio Universitaria, del Tecnológico, de Radio Fides, del ICER y del mismo ICECU. Duró un mes, de lunes a viernes. Y aprendimos cómo introducir el ambiente que
se quería crear por medio de sonidos, con discos pregrabados, con sonidos hechos
en el momento o usando diferentes cosas como papel celofán, cocos y otros objetos
que se prestaran para imitar sonidos. Durante esa capacitación, se inauguró la Radio
Cultural de Santa María de Dota. Y el ICER nos llevó en una buseta. Después de un
tiempo me salí. Siempre trabajé gratis y en el momento que se empezó a pagar me
retiré. Vino una nueva Junta Directiva y cuando tomó esa decisión sentí que se había
perdido el sentido. Yo hacía radio como una labor comunitaria, no como un negocio
y preferí irme. No es lo mismo cuando usted hace las cosas por amor a cuando las
hace por plata. Cambia la relación, ya uno pasa a ser un empleado de la emisora, no
un colaborador.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Mi papá, Luis Granados estuvo en el comité proemisora, yo no pero siempre ayudaba como auxiliar.
Había mucho entusiasmo en las reuniones. Nunca
habríamos ni soñado que Pital pudiera tener su propia estación de radio, mucho menos que nos donaran
una emisora y que solo nos pidieran un local donde
montarla. A medida que se iba terminando el edificio y que todo iba quedando tan bonito crecía el entusiasmo. Lo mismo cuando empezaron a venir los
técnicos para enseñarnos el manejo de los equipos.
Empezamos con un grupito. Don Jorge Alvarado, que
en paz descanse, fue el contacto inicial. Hablamos
con la Asociación de Desarrollo para conseguir un lugar donde instalar la radio. Nos
cedieron un local que estaba abandonado y comenzamos a arreglarlo y a acondicionarlo; después se instalaron las antenas. Fue toda una novedad en aquel tiempo. Era
una antena muy grande, con unos mecates y unas rondanas se iban amarrando los
tramos y entre varios los íbamos jalando hasta llegar arriba. La radio era la novedad y
todos la escuchaban. Mi papá vendía radios, cientos de radios. Las baterías, como no
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Johnny Molina,
ex locutor de Radio
Cultural de Pital.
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había corriente en la mayoría de lugares se vendían increíblemente. Baterías de las
grandes, tamaño D, las que usaban los focos normales. Transmitíamos de cinco de la
mañana a seis de la tarde y siempre cerrábamos con el rosario.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
En esos días la emisora era la sensación. Mucha gente venía de todos los lugares y nos traían cosas para comer, papelitos para los saludos e inclusive donaciones.
También nos regalaban discos de sus propias casas, porque no teníamos mucha música. Todos ayudaban con lo que podían. Una vez se hizo un turno para recaudar
fondos y pagar la deuda que teníamos por la remodelación del edificio. Se trabajó
muy duro. Chapeamos el monte para instalar la corrida de toros, arreglamos el piso
de madera y ayudamos con la cocina, que era la entrada principal. Con la actividad
se logró pagar la deuda completa. Entones había mucho amor comunal. La gente colaboraba mucho. Si se hacía una fiesta, usted sabía que llegaban señoras a cocinar,
a lavar trastos y hasta las cantinas trabajaban gratis, por la causa. Las fiestas eran
distintas a las de ahora, lo principal eran los bailes y las corridas de toros. Preparaban
comidas tradicionales como picadillo de tallo de papaya, que se revuelve con papa y
carne, también carne en salsa, arroz y tamales. Los turnos son las fiestas para el día
del santo del pueblo. Antes duraban una semana. Ahora es muy difícil hacer una fiesta, cuesta muchísimo y no es rentable.
¿De qué manera contribuyó la radio al desarrollo del cantón?
Principalmente ayudó mucho en la comunicación. Antes no había celulares y
todo se hacía difícil; por ejemplo, si yo voy para Boca Tapada, que está a cuarenta y
cinco kilómetros de aquí y se me descompone el carro, nada más cojo el teléfono y
aviso. En cambio, en aquellos tiempos, la única forma que había para comunicarse
era ir a la radio y poner un mensaje. Si no lo oía el familiar interesado cualquier vecino escuchaba el mensaje y avisaba. Los familiares de gente que se sacaba de esos
lados con heridas, con mordiscos de culebra o embarazadas, la única forma que tenían de enterarse cómo había seguido ese paciente era por medio de un mensaje que
se enviaba a través de la radio. Se trabajaba con mucho amor y siempre había ganas
de hacer las cosas y eso el pueblo lo agradeció mucho. Don Javier Valverde, el actual
presidente de la emisora, tiene una gran facilidad de palabra y consiguió que la gente
se apropiara de la radio. Los principales usuarios venían realmente de lejos. El servicio de mensajes nos permitió a todos sentirnos menos aislados; la gente llevaba los
papelitos para que uno se los pasara y dejaban una donación a voluntad en un tarrito.
Con ese dinero, al final de mes se pagaba la corriente. También nos traían un pancito
o un cafecito, se identificaban mucho con nosotros, con la emisora.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
70
Tengo entendido que tenían un eslogan muy pegón.
Si, decía así: “En San Carlos hay muchas emisoras y muy buenas, gracias
por preferirnos”.
¿Qué programas producían y emitían?
Teníamos algunos programitas enlatados, todos educativos, que nos daba el
ICER. Me acuerdo de uno, “La vaca Risolanda”. Eran programas muy buenos. También había noticiarios y algunas entrevistas. Si había asamblea de la Asociación de
Desarrollo motivábamos la asistencia. “Ecos del progreso”, que hacía don Víctor Julio
Víquez, era un noticiario a las cinco de la mañana, que la gente lo escuchaba mucho.
Él visitaba comunidades como La Cruz, La Legua, El Saino, Los Ángeles, Puerto Escondido, Río Cuarto, San Rafael, Pángola, etc., y entrevistaba a los diferentes grupos.
Caminaba bastante y eso hacía que mucha gente siguiera el programa. También retransmitíamos partidos de fútbol entre las comunidades. En aquellos tiempos no había tanta tecnología. Pegábamos una consolita con los micrófonos a la línea telefónica
pública. Y cuando entraba la emisora la línea la sacaba al aire y transmitíamos los
partidos en vivo. Luego se fue modernizando el equipo y vino uno que era como un
salveque que uno se lo ponía en la espalda, con una antena. Era inalámbrico. Antes
teníamos que tirar un cable desde el redondel hasta la emisora, como unos ciento cincuenta metros o más. La misa de los domingos también la transmitíamos vía telefónica. Habíamos hecho un trato con la Casa Cural para pegarnos a la cajita de teléfono.
¿Colabora usted en algún programa?
Cuando esté pensionado me gustaría hacer un programa como los que aprendí,
una radio revista para la emisora. Tener en mi casa un estudio y poder hacerlo. Ese
género me gustó mucho. La radio revista incluye una gran variedad de contenidos.
Podría meter música, cosas importantes, entrevistas, por ejemplo, con un doctor o un
veterinario. Todo ese material se va emitiendo por dos personas, incluyendo también
cuentos, leyendas, que quedan pregrabados. También me gusta musicalizar o darle
vida a una historia que puede ser muy sencilla.
¿Qué impacto tuvo el programa “El Maestro en Casa”?
Era una alternativa para la gente que no tenía otra manera de estudiar o que
no podía asistir a una escuela. Con “El Maestro en Casa” pasó que muchos debieron
abandonarlo por cuestiones de trabajo. Fue un instrumento importante de proyección social de la radio. Era un programa que cumplía con la labor social que tenía
la emisora. En esos años la comunicación era muy mala. Ahorita a través del celular
resolvemos cualquier problema.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Cómo fue el día de la inauguración?
Un detalle interesante es que la noche antes, uno de los técnicos que se había
quedado trabajando me dijo que pusiera música para medir la señal. La puse y la dejamos hasta bastante tarde. Al día siguiente, el día de la inauguración, Javier estuvo
haciendo entrevistas y llegó un señor de acá abajo, de un pueblito que se llama El
Carmen, y dijo que había sintonizado la emisora, que no supo cuál era hasta que la
identificamos y que se había quedado oyendo la música hasta tarde. Parece ser que
ese señor fue nuestro primer radioescucha. En el evento se involucró mucha gente,
desde gente sencilla, como señoras que venían a ayudarnos a limpiar o chiquitos que
venían a recoger basura, hasta personalidades. Ese día vino la Princesa Nora de Liechtenstein y también estuvo el padre Bolaños, que era un ídolo para la comunidad y
está enterrado en la Iglesia de Pital. Hubo discursos de los invitados y tocó la banda
del colegio.
Víctor Julio Víquez
“El día de la inauguración es un día que
no se puede olvidar en nuestro cantón”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio
Cultural Pital?
Víctor Julio Víquez, ex
locutor del laureado
programa “Ecos del
progreso”
Yo soy el artífice del programa “Ecos de Progreso”, un noticiero que se emitía a las cinco de la
madrugada. También recibimos un premio. Estaba
muy ligado a la sensibilidad de las personas y lo escuchaban mucho. Cuando un ser querido fallecía y
la familia no tenía suficiente dinero para comprar
su ataúd, comenzábamos nosotros con una campaña para poder recoger ese dinero y darle cristiana
sepultura a esa persona. También hacíamos campañas para la fiesta del día de la Madre. Muchas
veces reunimos cuatrocientas madres donde les
dábamos comida, helados y rifábamos premios entre ellas. Y por supuesto siempre
para la Navidad. Nunca se me olvida que un 24 de diciembre pasamos toda la noche
repartiendo comida a las familias que no tenían recursos económicos. Y solo con la
ayuda y la colaboración de los oyentes era que se podía realizar toda esa campaña.
Usted conoció a mi abuelo. ¿Qué recuerda de él y del Padre Tattenbach?
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Les recuerdo con mucho cariño a los fundadores del ICER. Del Padre Tattenbach sé que publicaron un libro en el ICER con motivo del centenario de su nacimiento.
Fueron señores humildes con grandes proyectos. Tu abuelo fue uno de los gestores
de las pequeñas emisoras en este país. Fue de las primeras personas que vinieron acá
a Pital con don Miguel Jara y don Marco Tulio Araya; ahora, Marco Tulio vive en Ciudad Quesada. Él nos daba los seminarios y los conocimientos cuando no teníamos ni
la menor idea de cómo manejar una emisora. Don Gaupp era un hombre dinámico,
alegre, feliz, siempre hablaba de sus proyectos a futuro. Contaba que para él la vida
era el servicio. Era una persona que amó muchísimo lo que hacía y, sobre todo, se
identificó mucho con nuestro país. Le voy a contar, como todos los que creemos que
hay vida más allá de la muerte, le puedo garantizar que él no ha muerto, él sigue vivo
y desde el lugar donde Dios lo tenga, desde allá nos está dirigiendo con su talento, su
capacidad y su don de gente, lo que él y el padre Tattenbach siempre soñaron, que era
buscar un mundo mejor para todos.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Me acuerdo mucho de ese día. El presidente don Luis Alberto Monge firmó el
documento con la Princesa Nora de Liechtenstein. Yo estaba a pocos metros del señor Presidente, entonces, me le acerqué y le dije, “don Luis Alberto, regáleme ese
lapicero.” Y me lo regaló y ahí lo conservo. Es el lapicero con el cual se firmó el compromiso entre el Principado de Liechtenstein y el Gobierno de la República, donde
nació Radio Cultural de Pital. Fue un día que no se puede olvidar en nuestro cantón. Radio Sistema Cultural Los Santos
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Herberth Umaña
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultura
Los Santos?
Herberth Umaña, ex locutor del
emblemático programa
“Voces de mi pueblo”.
Entré en la radio en los ochentas y trabajé doce años
para la emisora acá. Recuerdo que nos reunimos cinco personas para planear dónde íbamos a poner los aparatos y todo
ese montón de cosas. Nos reunimos todos los lunes durante
tres años, aún sin tener ni un cable. Entonces no teníamos
ni local, la Municipalidad nos ofreció uno mientras tanto
y por ahí duramos un montón de años. Pasaron varias administraciones municipales y todas nos tendieron la mano.
Fue hasta 1990 ó 1994 que sacamos este lote de acá donde
estamos ahora y el de allá en El Rodeo, donde está la antena
y el transmisor. Fue el partido de Liberación Nacional, que
entonces estaba en la oposición, que nos cedió los terrenos. Yo le agradezco mucho
a don Rafael Naranjo y a don Jorge Murillo todo su apoyo para conseguir estos lotes.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Temblaba cuando me ponía ante un micrófono. Sentía miedo. Deseaba que se
fuera la luz para no hacer el programa, porque me daba miedo. Ya después sí, ya uno
va cogiendo confianza y hacía perfectamente los programas y encima los hacía bien.
¡Me hice famoso y todo! La gente llamaba muchísimo, para saludos y todo eso. Y venían a conocer la emisora y a conocerme a mí. Verdad, que nosotros los invitábamos
para que vinieran. Yo siempre escucho la emisora todos los días. Todo el tiempo.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La gente nos recibió con mucho cariño y mucha emoción. Colaboraban mucho,
siempre llegaban con una monedita para la emisora. Eso impresionaba porque, a veces, era gente de escasos recursos. Para las celebraciones del Día de la Madre o del
Padre o la Navidad hacíamos concursos o rifas. El comercio nos donaba montones de
regalos y la gente venía muy contenta a recoger los regalitos. Llegaban muchísimos,
se llenaba el salón. Había llamadas a cada ratito. La radio era una fiesta en esos días.
¿Qué programas producían y emitían?
Dábamos noticias, aunque fueran leídas del periódico, pero dábamos la noticia.
Y también dábamos noticias locales. Si algo pasaba lo íbamos contando. Eso sí, con
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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muchísimo cuidado de no ir a meter la pata, porque no teníamos un periodista que
regentara la emisora. Y entonces, eso era delicado. No éramos licenciados, aunque
recibíamos cursos de locución en el ICER. También estaba el deporte. Teníamos un
muchacho de San Lorenzo muy bueno para transmitir partidos; tenía una dicción
buenísima, se llama Ricardo Ortiz, todavía vive, era rapidísimo para transmitir un
partido. Después, el programa “Hablemos”, que todavía se transmite y tiene un montón de años. Ese lo fundamos allá abajo, en el otro local, ha sido un éxito de programa
y se sigue escuchando mucho; también “Voces de mi pueblo”. Necesitábamos un programa con noticias locales y problemas del pueblo y se le fue poniendo bonito. Siempre lo dirigió Aquiles, un licenciado que se llama Aquiles Mata Porras. El programa
lo hacen los viernes, a las seis de la tarde.
Usted conoció a mi abuelo. ¿Qué recuerda de él y del padre Tattenbach?
Me acuerdo muy bien de ellos. Vinieron a visitarnos. Tu abuelo vino como cuatro o cinco veces. Era un señor gordito con un bastoncito. El Padre Tattenbach en
cambio era alto y delgado. Viera que los recordamos mucho. Inclusive, teníamos aquí
unos álbumes de fotografías donde están ellos. Una vez vino “Mister” Gaupp cuando
estábamos emitiendo el programa “Voces de mi pueblo”. Entonces estaba invitado el
señor de El Rodeo que decía que cantaba. No sabía nada de guitarra solo hacía la pantomima de que la tocaba. Cuando vio que teníamos invitados extranjeros, dijo que les
iba a cantar una canción en inglés. Ya comenzó a cantar “en inglés” y “Mister” Gaupp
se quedaba extrañadísimo, porque no le entendía nada de nada. ¡Ese se inventaba
todas las palabras en inglés! Y decía: “yo, por más inglés que sea, canto la canción.” “Mister” Gaupp se ponía asustado, pero ya después soltó la risa. Le preguntábamos:
“¿Entendió algo, “Mister” Gaupp? ¿Nada? Es que no estaba diciendo nada.” Y más
gozaba. Esa vez se fue muy impresionado con el programa.
Alexander Bolaños
“Considero que la Radio Cultural
es la radio del pueblo”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Los Santos?
Al principio cuando se inició la emisora por curiosidad, por ser una emisora local. Entonces, a raíz de eso un grupo de amigos, con la orientación de don Carlos Bernal y de don Herberth Umaña conformamos un programa deportivo que se llamaba
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
75
“Aquí deportes”. Ese programa se inició en esos tiempos y yo fui comentarista en los
ochentas, más que todo del fútbol de los equipos que existían en la zona. Íbamos a
cada comunidad y lo interesante de todo esto era que se hacía en AM y la transmisión
teníamos que hacerla a través del teléfono. Teníamos que llamar y decirles que a tal
hora íbamos a conectarnos al teléfono para que nos llamaran. Entonces nos conectábamos al auricular y empezábamos la transmisión. En ciertas partes no podíamos
darle seguimiento a la transmisión porque no entraba la emisora y no nos dábamos
cuenta cómo había salido todo hasta que llegábamos de nuevo a la radio. Era pura
pasión por el deporte y la radio.
Alexander Bolaños y
colaboradores de la radio.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Yo di mis primeros pasos en radio acá. Luego, a raíz de mi trabajo en la Municipalidad tuvimos un programa a nivel municipal, que explicaba toda la parte
tributaria. Tuve el agrado de tener aquí a un periodista, don Ricardo González. Mi
hijo menor con unos seis años y con la guía de don Ricardo montó el primer programa infantil. Don Ricardo era un periodista de Radio Monumental y de Radio
Columbia y se comenzó a involucrar en la radio con los niños. El sector comercial
en aquel entonces era muy poco. Eran nuestras pulperías, nuestras carnicerías,
una tiendita por allá, una sodita y las cooperativas. Entonces, el asunto de los patrocinios era muy duro. Posteriormente, hubo una época en que comenzó a surgir
más el comercio y se empezó a utilizar más la radio. Anunciarse era tener cierto
estatus dentro de la comunidad y cuando nosotros transmitíamos los partidos, las
localidades pedían que fuéramos a retransmitir el juego, porque querían conocer
a los locutores de la radio, querían ver a la gente con los micrófonos sentados en
una mesa. Era una gran cosa para el dueño del salón de baile donde transmitíamos y era como si llegara el Presidente de la República, le daban a uno comida y
de todo.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué programas producían y emitían?
En aquellos tiempos también la Cooperativa de Ahorro y Crédito tenía un programa. Yo trabajaba ahí antes de trabajar en la Municipalidad y empecé a formar
pequeñas cooperativas en las escuelas. En una ocasión le dije a la chiquita que era
presidenta de la Junta Directiva de la Escuela León Cortés Castro de San Marcos,
que fuera al programa y ella me dijo que le daba miedo hablar. Entonces, yo le dije,
“hable, porque algún día usted va a tener que usar un micrófono.” Ella lo hizo y al
cabo de los años, fue Miss Costa Rica y tuvo que salir en televisión y expresarse por
un micrófono. Y siempre recuerda que a los ocho años estuvo en la Radio Cultural
Los Santos.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
En aquella época que se lanzó fue muy importante. Las opciones de estudio eran
muy pocas. Actualmente existe el programa, pero aquí hay tres universidades, tres
institutos de capacitación, está el INA, etc. Hay mucha diversidad de instituciones
que pueden brindar el servicio de educación. La radio ya no tiene el peso que tenía
en este sentido. Tal vez se puedan hacer un ligamen de las instituciones educativas
del cantón y que se coordine a una hora determinada, en la noche, para que pongan
la radio cultural y escuchen un programa media hora sobre algún tema específico.
Eso permite a los estudiantes escuchar y aprender y aprovechar el recurso
¿Qué anécdotas resaltaría después de todos estos años en la radio?
Siempre recuerdo una anécdota de un compañero nuestro, Enrique Madrigal.
En una ocasión que estábamos en el estadio, don Carlos Bernal le dijo que trajera la
planta, el chunche que le daba potencia a la transmisión. La metodología de enseñanza de don Carlos era que ponía todos los instrumentos y los cables aparte, tal vez
a veinte metros de donde íbamos a transmitir y nos enviaba a buscar a ver si podíamos identificar qué era cada cosa. Era una plantita pequeñita. No recuerdo ahora el
nombre correcto, la fuente de poder o algo así. La cosa es que a este compañero se le
dijo que la trajera y trajo un cable. Fue de nuevo y trajo otro aparato que tampoco era.
Entonces, don Carlos Bernal le dijo, ¿no has aprendido lo que es la fuente de poder?
Y entonces el muchacho le trajo todo y le dijo, “aquí esta, para que usted escoja lo
que quiera.” Nosotros aprendimos que en la radio hay que hacer de todo, desde jalar
cables, jugar de locutor hasta echarse al agua a hacer un comercial.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Hubo una celebración en la Municipalidad. Incluso, conservo con mucho cariño un certificado que se nos dio por haber participado en la inauguración. Llegó
muchísima gente a ver cómo funcionaba la radio. Era algo novedoso que un pueblo
como San Marcos de Tarrazú tuviera una emisora propia. Ahora nosotros usamos un
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
77
eslogan y he tratado de vender la idea de que la radio cultural es la radio del pueblo,
eso es lo que considero.
Están ampliando la emisora.
Sí, yo le estaba contando a don Herberth que ahora con la sala de sesiones y de
capacitación vamos a poner las fotos de todos los presidentes. Es importante rescatar
toda esa historia que tiene la emisora. Inclusive, sería muy interesante si pudiéramos
conseguir los libros de actas de aquellos tiempos y tenerlos aquí para que la gente
pueda verlos. Es importante rescatar toda esa biografía.
Bernardo Bokenfohrt Castro
“Al principio los equipos no se podían
renovar, ahora en la era digital ya sí”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Los Santos?
Mi esposa Guadalupe Solís y yo fuimos invitados
como ciudadanos comunes y corrientes a una reunión en
la Municipalidad. No sabíamos de qué se trataba el asunto.
Bernardo Bokenfohrt Castro, ex miembro del
comité pro-emisora de Radio Cultural Los Santos.
En esa reunión nos dijeron que iban a instalar una
emisora, pero que había que fundar una organización que
se hiciera cargo de todo el proceso. De todos los asistentes
se hizo una elección de una directiva y me honraron con
ser el primer presidente. Se llamó “Comité Pro-emisora
Cultural Los Santos”. Dirigí la organización los dos primeros años. La inauguración fue el 12 de noviembre de 1983,
pero antes de eso hubo muchas sesiones. El grupo de esa
directiva era muy compacto. Alguien hacía una moción
para realizar alguna acción y más bien sobraba quién lo
hiciera. Trabajábamos contra el tiempo, nos pusieron un
plazo y teníamos que organizar todo, traer los equipos, el
transmisor, la antena y los equipos de cabina. Todos los
que formamos la directiva teníamos experiencia personal
en algún campo. Estaba Luyo Blanco, que sabía de albañilería, yo tenía un vehículo, entonces iba a San José a traer
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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materiales y así. Todo era como muy casero. Corrimos y corrimos hasta que se logró
tener todo a tiempo. Nos reuníamos muy seguido, una o dos veces por semana. Éramos como siete y sacamos todo adelante con mucho esfuerzo y mucho entusiasmo.
Había diferentes puestos, presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, uno o
dos vocales y un fiscal.
Ese comité funcionaba a las mil maravillas. Nunca he estado yo en una directiva donde todo sea sí, sí. Nadie atravesaba el caballo. Todo el mundo ofrecía. Yo
le decía al secretario que le mandara una nota al presidente de la cooperativa tal,
pidiéndoles colaboración en tal cosa y rápido se iba la carta. Muchas instituciones
colaboraron. La Municipalidad, Coopetarrazú, Coopesantos y otras dieron bastante colaboración, porque pusieron las instalaciones eléctricas. Algunas personas
particulares también ayudaron económicamente.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Fueron tiempos muy difíciles porque se decía que era una radio cultural y que
no podía transmitir publicidad y tener ingresos por ese motivo. Siempre andábamos muy mal de fondos, aunque recibíamos donaciones. Se le pedía a los negocios
comerciales que nos aportaran algunas cuotas para que la emisora pudiera sobrevivir y les nombrábamos en los programas. Hubo gente que sí quería trabajar en la
radio, pero necesitaba comer, que le pagaran algún suelto. Casi no había voluntarios, solo señores como don Herberth Umaña, que incluso llevaba discos de su casa
y los prestaba a la radio. Yo cumplí con mi objetivo que fue organizar la directiva de
la radio y dejarla montada, para que en un momento dado se hiciera una elección
como Asociación de la Radio Cultural y no como Comité Pro-emisora. La asociación se creó con su personalidad jurídica y entonces, pudo percibir más fondos y se
organizó mejor. La antena se instaló en la propiedad del Liceo de Tarrazú y luego se
pasó dónde está ahora a El Rodeo.
¿Qué programas producían y emitían?
A cualquier hora cerraban la emisora. No había un horario establecido. No se
tenía experiencia para organizar programas o cómo distribuir el tiempo. Se trabajaba por períodos muy cortos. Ahora tienen jornada continua. Yo me retiré, porque
estaba con otros intereses en mi vida particular. La emisora subsistió y perduró en
el tiempo por el esfuerzo de muchas personas. En ese tiempo, yo tenía como 33 años
de edad y decía que los jóvenes que salían del colegio, eran los que debían tener
más interés en participar en la radio, en aprender de radio, pero parecía que la radio les daba miedo, le tenían miedo al micrófono. Debo confesar que yo también le
tenía un poquito de miedo. Al principio los equipos no se podían renovar, pero por
dicha todo va evolucionando. Ahora estamos en la era digital y como del 95 para
acá, ya se empezaron a cambiar algunos equipos. Ahora ya no hay problema de
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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falta de personal. De los muchachos que se capacitaron con el ICER entonces ya no
hay nadie. Los cursos se hicieron acá. Venían del ICER; por ahí debo tener algún
folletito de esos cursos. Fueron cursos muy buenos.
¿Colabora usted en algún programa?
No, yo no. En una que otra ocasión, nada más. Recuerdo una vez que hubo
una pelea de boxeo en un salón de aquí y el señor Carlos Bernal me pidió que lo
acompañara. Yo algo sé de boxeo, como deportista que soy y fui. Y resultó un éxito
la transmisión. Se hizo una velada boxística y entre los rounds, que eran como de
un minuto, hacíamos el comentario de todo lo que uno veía y se le puso mucha
emoción. Hubo gente que sí escuchó el programa y no fui tan malo para transmitir.
Y me gustó mucho esa vez.
¿Qué anécdota resaltaría después de todos estos años?
Hubo que conseguir cartones de huevo, desechables y se le puso a todas las
paredes de la cabina, para aislar el ruido. Aparte de eso, el piso y las paredes tenían
alfombras. Yo me fui a conseguir unos retazos a una fábrica de alfombras, traje el
carro lleno de sobros y los pegamos por todo el lado y también usamos sacos de
gangoche.
Radio Sistema Cultural de Upala
Actual edificio de Radio
Cultural Upala.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Rafael León
“Los fundadores fueron personas
visionarias que amaban la educación”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio
Cultural Upala?
Yo siempre he creído en la necesidad de participar en el desarrollo de la comunidad, en este caso en
una emisora. Me gustaba y creía que era conveniente
llegar y colaborar con la institución como tal y analizar los objetivos, que era el desarrollo de la educación
y la cultura del pueblo. Yo quería colaborar en ese terreno, porque era la misión que llevaba conmigo, que
era la de ser educador.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Rafael León, presidente de Radio
Cultural Upala y Verónica de Assas.
Fue un trabajo difícil pero maravilloso. La participación de todos los jóvenes que
nos estaban ayudando como colaboradores y locutores era de una gran camaradería,
éramos como una familia, la familia de la radio. Todo el mundo quería ser locutor, todo
el mundo quería participar. Ahí nacieron una serie de programas que ayudaron muchísimo al desarrollo de la cultura del pueblo. La escuela participó mucho, sobre todo, algunos profesores de esa comunidad. Acá había mucha gente que necesitaba aprender
sus primeras letras, porque no sabían ni leer ni escribir. Toda la zona fronteriza, desde
Limón, Sarapiquí, San Carlos, Los Chiles y La Cruz estaba habitada, en su mayoría, por
nicaragüenses. Incluso aquí, en Upala, el que no era nicaragüense, era hijo de nicaragüenses, aunque tuviera cédula costarricense. Además, el casco central del país estaba
cubierto en cuanto a cantidad de escuelas, en cambio, en estas regiones la situación era
más difícil. La labor que se hizo, que hicieron las emisoras fue extraordinaria en ese
sentido. Había como cuatro o cinco locutores, pero solo podían tenerse dos fijos, los
otros participaban los sábados y los domingos. Había locutores voluntarios y asalariados, pero no se les pagaba mucho. Transmitíamos de seis a diez de la mañana y de dos
a seis de la tarde. Pero ya después, nos decidimos a trabajar todo el día.
¿Se apropió la comunidad de la emisora?
La gente se implicó totalmente desde el inicio. Nos ayudaron en la construcción del edificio de la emisora. Es un edificio muy bonito, de bloques. Nosotros
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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conseguimos todos los bloques con las actividades que habíamos realizado. La
Municipalidad nos ayudó con materiales como arena, piedra, cemento y nosotros
compramos varilla y pintura. Fueron experiencias muy agradables. Mucha gente
se quedaba hasta las once o doce de la noche trabajando. Terminaban súper cansados y nosotros nos íbamos a conseguirles comida. Llegaban unas señoras de la
comunidad y cocinaban cerca. También colaboró mucho la Municipalidad. Lo que
más me agradó fue que los trabajadores municipales trabajaron con nosotros sin
ser pagados. Estuvieron hasta el final. El Ejecutivo era muy amigo de nosotros y él
mismo les daba indicaciones para que nos llegaran a ayudar. Fue un esfuerzo conjunto, comunidad y municipalidad. Había un compromiso enorme de por medio.
Nos habían dicho que al día siguiente llegaban todas las autoridades de gobierno,
el señor Presidente y los Ministros y, además, todas las autoridades del Principado y la gente del ICER. Llegó don Miguel Jara y un técnico muy bueno, que era
ingeniero eléctrico que se llama Fernando. Era muchísima galleta. Él estuvo con
nosotros. Con la Princesa Nora de Liechtenstein vino otra gente. El señor Gaupp
también estaba.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Buenísima. La gente quería escuchar solo la radio cultural, a pesar de que se
transmitía en AM. Nuestros equipos estaban nuevos, solo había que tratar de conservarlos. El transmisor era de tubos, cada vez que se quemaba un tubo había que
ver cómo se cambiaba inmediatamente. Gracias a Dios, aquí cierta gente aprendió a
hacer esos cambios. Nosotros mandábamos a alguien a San José, para que lo comprara y se hacía el cambio acá. Upala era diferente en ese entonces, había mucho zancudo. Pero bueno, el trabajo fue bastante fructífero. Yo digo que la radio fue creciendo.
Tuvo muchos altibajos. Gente que quiso mucho a la radio y otros que realmente no le
pusieron el cariño y la devoción que la radio necesitaba.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Un gran impacto. Entonces era muy difícil para los muchachos estudiar, porque
no había tantos programas como hoy en día. Con “El Maestro en Casa” al menos se
ofrecía la oportunidad de terminar el sexto grado, continuar luego con el tercer ciclo y finalmente hacer el bachillerato, si se deseaba. Eso ayudó muchísimo. A mí me
gustaba mucho llegar y escuchar el desarrollo de ambos programas, “El Maestro en
casa” y “Escuela para todos”. Estuve tamaño tiempo participando en sendos programas. Dieron el gran fundamento a la educación de nuestro pueblo, de la gente más
necesitada de nuestro pueblo. Eso me gustaba mucho.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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En la foto, en el orden
usual, Prof. Rafael León,
Deiber Torres, Verónica
de Assas, José Javier
Noguera, Prof. Roberto
Menocal y Ramón
Guadamuz.
¿Cómo fue el día de la inauguración de la radio?
Para mí, la inauguración de esa emisora fue lo más trascendental que ha sucedido en ese pueblo. Nunca había habido tantas autoridades de Gobierno, ni autoridades extranjeras como hubo esa vez. El día siguiente, los discursos eran uno tras
otro y que el Presidente le dijo a los Ministros que hablaran poquito, porque había
mucha gente.
Usted conoció a mi abuelo. ¿Qué recuerda de él y del padre Tattenbach?
El Padre Tattenbach y él querían que las emisoras se dirigieran muy especialmente al desarrollo de la educación y a la cultura del pueblo. Ellos siempre querían
que se trabajara mucho en programas educativos que debía realizar la emisora.
Ambos fueron visionarios y personas que amaban la educación. A mí nunca se me
olvida, porque tu abuelo tenía su carácter. Yo le daba bromas y él me decía, “usted
va a tener que ponerse más serio cuando esté al frente de la radio.” Entonces, le
conté lo serio que había tenido que ponerme para que hiciéramos todo, que habíamos terminado los últimos detalles del edificio a las doce y media, que a las dos y
media de la mañana habíamos terminado de pintar y que a las cinco y media de la
madrugada, los estábamos recibiendo a ellos. Prácticamente no habíamos dormido.
El señor Gaupp era de una gran visión de futuro y quería conseguir las cosas a como
diera lugar.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
83
Roberto Menocal
“Yo siento que quiero a la institución.
Aquí todo lo que hacemos lo hacemos
pensando en el oyente”.
¿Cuándo comenzó usted a trabajar usted en la
emisora?
Roberto Menocal,
locutor de Radio
Cultural Upala.
Prácticamente desde que inició funciones la
radio. La radio salió al aire por primera vez, el 19
de noviembre de 1983. Yo pasé a formar parte del
grupo que estaba con el proyecto en septiembre,
es decir, dos meses antes de que la radio saliera al
aire. Empecé a trabajar con esa gente porque estaban haciendo actividades. El asunto ya era un poco
apremiante, la radio tenía que salir al aire y faltaban muchas cosas. Todavía no tenía piso, no tenía
techo y había que ver de qué se hacían. Entonces, se empezaron a hacer bailes y otras
cosas para conseguir el dinero.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Yo les cuento ahora a los muchachos que están con nosotros que pasábamos congojas, porque la radio salió al aire y mucho tiempo después todavía no tenía servicio
sanitario. Ahí al frente, cruzando la calle, había una sodita. Entonces, cuando necesitábamos ir al servicio teníamos que correr hasta la sodita para que nos prestaran el servicio
sanitario. Esa congoja la pasamos por varios meses hasta que ya se pudo ampliar un poco
más el edificio y ya se construyeron los servicios sanitarios. Al principio se empezó trabajando tres horas diarias y había mucho colaborador en ese momento. Pero después se
fueron desencantando un poquito, porque con un horario tan reducido, no había campo
para todos. Yo me quedé me gustó mucho el proyecto. No inicié en cabina, ni programando ni nada. De fiebre, lo que hacía era pasar los mensajes desde la muchacha que los recibía por teléfono hasta la cabina. Poco a poco me fui metiendo y he participado en todo,
en la Junta Directiva, controlista de planta por catorce años y más cositas.
¿Qué es un controlista de planta?
Como están los muchachos ahora, que ellos tienen un período fijo todos los días,
por el cual reciben un reconocimiento económico. Me comenzaron pagando dos mil
quinientos colones, porque los recursos que tenía la radio eran muy poquitos.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
Fue muy bonito. Tuvo mucha aceptación. Uno tenía que estar recibiendo a la gente porque venía a conocer y a ver. Eran muy pocos los que se arriesgaban a hablar por
el micrófono, porque era algo novedoso. Pero sí, fue de impacto para la gente. Y la
radio era muy escuchada. Fue una experiencia que siempre se guarda y que en lo personal ha sido como si la radio fuera alguien de la familia, como cuando uno ve nacer
a un chiquito y que creció con uno y que uno ha sido parte de ese desarrollo. Es algo
que uno lleva muy dentro. Yo siento que quiero a la institución. Y el gusanillo de estar
en cabina no se me quita. A veces me dicen que soy fiebre, trabajo toda la semana y
estoy el domingo ahí, pero es que es algo que a mí me gusta. Y estar compartiendo con
la gente y que la gente lo llame para mí es lindísimo. Soy un enamorado de la radio y
a la edad que tengo, sigo enamorado. El domingo abro la programación con música
de folclore nacional y después tengo un programa de corte religioso. Viera cómo me
llama la gente después y me dice que fue muy bonito. Todo eso lo llena y a la vez lo
compromete a uno para tratar de hacer mejor las cosas. La verdad, aquí, todo lo que
hacemos, lo hacemos pensando en los oyentes. Decimos que la programación es interactiva porque nos gusta que la gente participe, las llamadas van al aire, la gente opina. Y ya después del cambio de frecuencia, cuando ya pasamos a FM, también ha sido
todo un impacto. Yo he sentido que eso fue como el segundo renacimiento de la radio.
¿De qué manera contribuyó la radio al desarrollo del cantón?
Mucho. Cuando la radio nació no había telefonía celular y había muy poquitos
teléfonos convencionales, tal vez unos acá en el centro. De hecho, la central telefónica de la zona era manual y había una muchacha encargada de manejarla. Uno tenía que llamar a la muchacha, para que lo comunicara con el otro número al que
uno quería comunicarse. Igual la gente, cuando querían llamar a la radio, tenía que
llamar a la central para que les hicieran la comunicación hacia acá. Era una odisea
poder llamar y la gente llamaba, por eso la radio entró a formar un papel importantísimo. La radio se convirtió en el medio que comunicaba a la gente que estaba en la
Meseta Central con los familiares que estaban acá. Las personas llamaban para poner avisos, eran aterros de avisos que había que pasar todos los días, tanto por medio
de la central telefónica, como viniendo directamente aquí.
¿Qué programas producían y emitían?
Bueno complacer, saludar, pasar mensajes. Y como era una programación corta
eran apenas tres horas, más que todo, se iba en asunto de mensajes. Recuerdo un
espacio de mensajes que se llamaba “Mensajero 1600”, porque esa era la frecuencia
que tenía la radio en ese momento y llegaban montones de papeles y saludos. También teníamos un espacio musical. Vacilábamos, porque decíamos que el himno de
la radio era una canción de un grupo nacional, Manantial, que se llamaba “Sereno”.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Era lo nuevo en ese momento y era el único disco nuevo que teníamos, porque nos lo
regalaron. Nos regalaron otros discos más pero eran muy poquitos. Como no podíamos darnos el lujo de poner buena música y lo más nuevo que teníamos era “Sereno”,
sonaba durante toda la programación. Esa canción nos trae recuerdos, porque tiene
los años que tiene la radio, que son veintisiete.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Al igual que todos los programas fue un proyecto novedoso que le sirvió a muchísima gente. Podría decir que yo fui una de las personas que me beneficié del proyecto. Con el material de “El Maestro en Casa” yo saqué mi ciclo básico, mi tercer
año, porque yo había sacado solo la primaria. En ese tiempo, el ICER y Ministerio
de Educación todavía no habían sacado los libros de bachillerato, uno tenía que ingeniárselas para buscar el material en casas comerciales. Inclusive, yo manejé por
mucho tiempo aquí, ad honorem el proyecto de bachillerato, porque el MEP no le
había dado la importancia del caso al bachillerato por madurez. Y era un poco difícil ganar los exámenes porque no había un material emitido directamente por ellos.
Pero así logré, yo también, sacar mi bachillerato. Y sigo luchando a la par de la radio.
Ya después entré a la universidad y trabajo como maestro. Ahora estoy sacando la
licenciatura. Ahí vamos. Aunque me agarró un poquillo tarde, pero ahí vamos.
¿Con qué equipos se trabajaba entonces?
Del equipo que había en ese momento ya no queda nada. Se trabajó con el disco
negro de vinilo y tornamesas. Era vacilón. Al principio no éramos muy expertos y con
los discos de vinilo había que tener mucho cuidado. Se rayaban con la aguja y si no
nos dábamos cuenta se escuchaba al aire cuando salía el disco rayado. Claro, ya después, con la experiencia, uno fue agarrando. Pero al inicio había que ver los rayones
que se escuchaban y las “quebraderas” de agujas. Nos ponían a grabar un gran cajón
con unas cintas grandotas, las grabadoras de cinta abierta. Bueno, aquello era una
odisea. Pero, el que sabía hacerlo, pues era un experto, lógicamente. Con el tiempo,
uno tuvo que irse adaptando y aprender a trabajar con el equipo que había. Yo fui
aprendiendo de vista, porque los que iniciaron ya habían recibido capacitación para
eso. Ya, con el tiempo, recibí yo también capacitación del ICER y me la fui jugando.
Pero en el inicio, era toda una odisea irse a sentar ahí y manejar aquella tornamesa.
Las TIC traen nuevas formas de comunicación.
Como todo, el desarrollo, el avance tecnológico rezaga un poquito los servicios
que se venían utilizando. Ahora todo el mundo anda con un teléfono celular y hay
teléfonos convencionales casi en todo el cantón. Pero nosotros, en el caso de la ra-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
86
dio, no nos hemos quedado rezagados, la radio no se ha quedado atrás. Ya no es ese
mismo servicio, porque ya no es la misma cantidad de mensajes o avisos, pero con sacrificio y esfuerzo, hemos logrado estar a la par del desarrollo. La ayuda que la radio
brinda a la comunidad en cuanto a la parte de entretenimiento, programas culturales
o educativos y espacios abiertos donde todo el mundo participa, no se ha opacado. La
radio siempre está en un nivel de aceptación muy óptimo.
¿Qué anécdota resaltaría?
De hecho, en este momento, estoy trabajando con la comunidad con la que pasé
esa vergüenza. Había una invitación, como todas las que se pasan por radio por actividades de fiesta. Era una invitación a un turno, que es una fiesta de dos días, donde
hay baile, partido de fútbol el domingo, venta de comidas y todo. Bueno, esa comunidad estaba invitando a un turno pero, como en todo trabajo, uno tiene que estar
concentrado en lo que está haciendo. El mensaje no se pasaba grabado como se pasa
ahora, uno lo pasaba leído. Entonces, cuando yo estaba leyendo el mensaje de la invitación, había una parte donde decía, “habrá ricas comidas” y quién sabe en qué
estaba pensando yo, que dije, “habrá ricas muchachas.” Cuando dije eso y vuelvo en
mí… Terminé de pasar el mensaje así, veloz, cierro el micrófono y pongo una canción,
pero sin comentar nada más. Pero yo sentía que la cara se me caía de la vergüenza.
Me imagino que estaba rojito aunque nadie me estaba viendo. Yo sabía la metida de
pies que había hecho. Y cada vez que miraba a gente de esa comunidad, otra vez sentía vergüenza, porque me acordaba de lo que había dicho. Incluso ahora, no sé en qué
estaba pensando en ese momento cuando dije eso. Eso, para mí, fue terrible. También
me acuerdo de un asunto con los discos de vinilo. Cuando uno de los discos tenía una
rayita, se pegaban. Había una canción que se llamaba “El comerciante”, ese que vende todo, de un grupo nacional, de Los Alegrísimos. Yo puse el disco, puse la canción y
me salí un toque a hablar con la secretaria que había. Mientras estaba conversando,
el disco se pegó y no pasaba de la misma parte. Decía, “le compro un gato, le compro
un gato, le compro un gato…” Y yo, tranquilo, hable que te hable. Hasta que alguien
llamó y me dice, “¿oye, usted va a seguir comprando gatos?”. Esas cosas ahora no se
dan. Entonces, todas las congojas que uno vivió son bonitas recordarlas ahora.
Usted es uno de los que inició el emblemático programa del ICER,
“Enlace Informativo”.
Sí, fui de los que inició “Enlace Informativo”. Antes de salir al aire el ICER nos inició con unas capacitaciones. En una de ellas tuvimos que salir a probar lo que estábamos aprendiendo. No recuerdo hace cuánto fue, pero nos tocó cuando el país se vio
muy afectado por el huracán Juana. Salimos de San José y cuando llegamos a Upala
tuvimos que enfrentarnos con la emergencia, porque afectó mucho a toda esta zona.
Yo andaba con un equipo móvil. Ese equipo todavía está, pero no funciona porque una
vez le cayó un rayo y por cuestiones de dinero, no hemos podido repararlo. Bueno, la
cosa fue que nosotros teníamos que andar con esos equipos al hombro, para cubrir alGeorg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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guna información, parecíamos a los “Cazafantasmas”. Y lo que habíamos aprendido en
esa capacitación, lo tuvimos que aplicar con el ya, pues nos tocó cubrir lo del huracán
este. Fue una experiencia bonita y desagradable a la vez, porque yo, en algún momento,
tuve que dejar a mi familia para cubrir la información que se estaba dando. Recuerdo
también, que otros medios de comunicación, como Radio Columbia y otras emisoras, se
pusieron en contacto con nosotros para tener información de lo que estaba sucediendo
en el cantón. Fue una doble prueba de fuego, la que tuvimos, transmitir lo del huracán
y además, compartir la información para que el resto del país se enterara de la situación
de la zona. Desde esa fecha existe el programa “Enlace Informativo”.
¿Qué recuerda del día de la inauguración?
Hubo mucha afluencia de gente, mucha gente que se invitó, además, estuvo todo
el Consejo Municipal, o sea el gobierno local. En ese momento, que falleció ya, el Ejecutivo Municipal era don Rosario Cascante. Y el primero director que tuvo la radio
fue don Santos Reyes Calero. Recuerdo que la Princesa Nora de Liechtenstein no
pudo venir. Esto fue en el Gobierno de don Luis Alberto Monge. Hubo representantes del Gobierno y los representantes del ICER y todo fue muy bonito. Como el edificio que se le había hecho a la radio era muy pequeñito, todos los actos se realizaron
en la acera del Banco Nacional, que estaba al frente. También era pequeño, pero era
el espacio más grande y más abierto que existía en ese momento. Todos los actos se
hicieron allá y acá se entró nada más a cortar la cinta.
¿Es Radio Cultural de Upala la Voz del Pueblo?
Sin temor a equivocarnos, Radio Cultural Upala es la voz del pueblo. El teléfono
y los micrófonos siempre están a disposición. Y yo siento que eso ha sido el éxito de
la radio. Todos los programas están abiertos a la participación de la gente.
Tito José Somarribas
“Estamos volcados exclusivamente
al servicio de los intereses de la
comunidad”
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Radio Cultural abrió a inicios de la década de los ochenta, coincidiendo con un
problema sociopolítico con el hermano país de Nicaragua. Este momento histórico
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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le dio una relevancia muy especial a la creación de la emisora, porque no solo recuperábamos el espacio radiofónico, que siempre fue
invadido por las emisoras del hermano país,
sino que, además, la radio se convertía en una
especie de escudo de nuestro sistema democrático, amenazado, en ese momento, por una
ideología extraña, que se pretendía establecer
en el hermano país. En tiempos del sandinismo
hubo varias partes del territorio costarricense
que estuvieron involucradas. De hecho, en una
finca en una zona central de Costa Rica, en su
momento, estuvo operando Radio Sandino. De
esa misma finca partieron las primeras armas del movimiento sandinista. Cuando
se dio la situación geopolítica nicaragüense, pretendieron exportarla hacia nosotros,
estableciendo aquí campamentos guerrilleros. Y cuando hubo resentimiento contra
los sandinistas y se creó la famosa contrarrevolución, también los contras se quisieron establecer en Upala. Ellos maltrataban a nuestros pobladores, robaban a nuestros
finqueros, se comían el ganado, las aves de corral, entraban en un proceso de intimidación de la gente. En ese tiempo, yo era supervisor de escuela de varios cantones del
sector de Upala. Y por el hecho de andar de comunidad en comunidad, en nuestro
trabajo propio de supervisores, los bandos en pugna que querían establecerse a nivel de campamentos en este territorio veían mal nuestra presencia, porque unos nos
consideraban con los otros y los otros con los primeros. Y no estábamos con ninguno
de los dos. Estábamos luchando porque el sistema educativo no sufriera interrupción
por una actividad que no era costarricense. Recuerdo que Rafa y yo anduvimos de
comunidad en comunidad, dándole valor a la gente y diciéndole que no se moviera,
que sacaran a sus niños y a sus mujeres y a sus ancianos, pero que los jefes de familia
no se movieran. Y que denunciaran el asunto a las autoridades. Costó mucho que
entendieran.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La comunidad siempre fue receptiva, siempre fue abierta, salvo pequeños focos
que estaban de alguna manera comprometidos con alguno de los grupos. La valentía, especialmente de algunos fueron determinantes en ese momento. Pero la población supo responder y, en eso, vino un cambio de gobierno y el gobierno entendió
que aquí estábamos en grave riesgo, no solo nosotros los pobladores, por la integridad física, sino que también la soberanía nacional. Primero llegó don Luis Alberto
Monge y después don Óscar Arias. Ellos consolidaron la situación y desmantelaron
las instalaciones guerrilleras que había aquí. Le dieron su espacio a la radio por la
defensa de la soberanía y el servicio social que prestaba a los pobladores y que sigue
prestando.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Tito José Somarribas, ex
productor del programa
“Mañanitas culturales”
en Radio Cultural Upala.
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Como le digo, la radio tuvo una acogida fenomenal, fue la voz que concientizaba
y denunciaba lo que ocurría. Recuerdo que don Rafa y yo tuvimos que enfrentarnos
a comandantes guerrilleros, en forma abierta y nos amenazaban de muerte. Lo hacíamos a pecho descubierto, porque no teníamos ninguna protección. La protección y el
escudo de nosotros siempre fue el hecho de que éramos educadores costarricenses. Y
el educador costarricense es muy respetado y defendido por la misma población. La
misma población nos acuerpó, nos apoyó. Tuvimos unos enfrentamientos con algunas autoridades destacadas en la región que se pegaban hacia esos movimientos. Radio Cultural Upala tuvo la bandera en ese sentido y eso le ha valido, en cierto modo,
la credibilidad de la que goza de parte de la población.
¿Quiénes fueron los más beneficiados con la apertura de la emisora?
Los más favorecidos con el establecimiento de Radio Cultural fueron los pobladores de montaña adentro, porque aún, en este momento, el poder sintonizar Radio
Cultural, ellos mismos lo manifiestan, es como tener un teléfono en la casa. La mayoría, generalmente, tiene familiares trabajando fuera de Upala, en el área metropolitana, cerca de la capital. Y esos hijos, esos hermanos, esos sobrinos llaman a Radio
Cultural, que transmite el mensaje y lo escuchan inmediatamente allá, en los ranchos
de las diferentes fincas. Y eso, el upaleño lo valora mucho. La gente siempre ha respondido con su colaboración.
¿Qué programas producían y emitían?
En mi caso particular, “Mañanitas culturales”, que se ofrecía todos los días de
cinco a seis de la mañana. Era eminentemente de corte cultural y social. Don Rafa
tenía uno que se llamaba algo así como, “La Voz del Pueblo” y exaltaba los valores
cívicos, democráticos y la soberanía costarricense. También había muchos jóvenes
involucrados en la radio. Uno de ellos todavía anda por aquí, Roberto Menocal. Es el
único que queda de la generación de ese tiempo. Roberto vino aquí muy joven, inexperto y falto de preparación académica. Ahora es educador licenciado.
¿Qué programas se emiten ahorita?
Radio Cultural está volcada exclusivamente al servicio de los intereses de la comunidad. Trabajamos mucho en el rescate de los valores ecológicos, la defensa de
los recursos naturales y la defensa de la identidad cultural a través del arte. Radio
Cultural promueve muchos el arte autóctono upaleño, especialmente la música y la
artesanía. También hay muchas señoras de poblaciones adentro de Upala que hacen
artesanías maravillosas en jícaro, guacales y otras son especialistas en balso, posiblemente, por la influencia de la escuela de Ernesto Cardenal, que está frente a la ribera
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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del lago Cocibolca, el Lago de Nicaragua. Don Ernesto montó toda una escuela de
artesanía en madera de balso. Hay artesanos upaleños que han sido influenciados
por esa corriente, pero también hay artesanía autóctona muy valiosa. De hecho, el
Instituto Costarricense de Turismo está muy interesado en promover esos valores
del artesano y nosotros contamos estas cosas. La emisora ha enfocado mucho las
baterías en la parte artístico-musical, más que nada. Pero también ha entrado en la
materia artesanal y se ha preocupado mucho en la formación de conciencia cívica
del ciudadano, de la participación ciudadana democrática en el quehacer del país.
Además, fomentamos mucho la declamación, tenemos un declamador insigne. Y
por otro lado, la Dirección Regional de Educación está muy interesada en el rescate
multicultural. El Ministerio de Educación está promoviendo ese tipo de valores y la
emisora está perfectamente conectada en ese sentido.
¿Usted participa en alguno de esos programas?
Estoy participando en un programa que va encaminado a la educación de la
sexualidad del upaleño. Consultamos obras diversas, con especialistas en sexualidad
y tratamos de traducirlas al lenguaje llano, popular, de manera que la población nos
entienda perfectamente y ha gustado mucho. Ha tenido muy buena aceptación, especialmente, a nivel de padres de familia. También trabajamos en el rescate de los valores ecológicos. Ahora estamos enfrentados a un programa que se llama “La voz del
medio ambiente”, que se especializa en la lucha por la conservación de los recursos
naturales. A estos programitas yo les dedico, por lo menos, una hora de cada noche
para producirlos el sábado. Además de productor de programas, en una oportunidad
fui secretario de la Junta Directiva. Yo me siento muy a gusto en brindarle a la población un servicio que necesita y valora. Ahora tengo casi dos años de estar en forma
continua con la emisora. Me encanta, me gusta y me enriquece a nivel personal. Yo
necesito informarme y eso acrecienta mi formación cultural.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Un gran impacto. La radio fue un medio eficaz para intensificarlo. Anteriormente se daba en emisoras nacionales. Pero en esa época, las emisoras nacionales eran
opacadas por la potencia de las emisoras nicaragüenses. Sembrar en el territorio
fronterizo tres o cuatro emisoras culturales, La Cruz, Upala, Los Chiles y Guatuso fue
determinante para el rescate de la soberanía radiofónica.
El ICER ha creado escuela en el sector radiofónico nacional.
Sí, aunque en la actualidad, el personal está muy incentivado y ya no emigra con
tanta frecuencia. Don Rafa, desde la gerencia, se ha preocupado mucho por revalo-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
91
rar salarialmente la situación, en la medida de las posibilidades. Se ha ordenado la
cuestión patronal respecto a la seguridad social, que estaba abandonada. Además,
ahora brindamos servicio de cómputo que fue muy oportuno y muy necesario para
la población. Los muchachos de planta se han capacitado en ese aspecto también.
¿Con qué equipos se trabajaba entonces?
Era equipo muy rudimentario, muy desfasado. Yo recuerdo que teníamos que
correr todas las mañanas para ir a ver cómo hacíamos funcionar la torre. Ahora, en
cambio, no hay necesidad de andar pegando esas carreras, ahora es todo desde aquí,
a control remoto. Se han establecido torres en partes muy estratégicas, con potencias
enormes y se han gestionado ayudas de toda índole. La empresa privada ha respondido y mejor que la estatal.
Usted conoció al que fue mi abuelo. ¿Qué recuerda de él y del padre Tattenbach?
En sus funciones creo que solo vino una vez a Upala. Hablamos de un escritor
español, que escribió una obra que no se me olvida, se llama, “Hace falta un muchacho.” El segundo apellido es Cuyás, el español Arturo Cuyás. Esa obra trata de
despertar en el ser humano los valores patrióticos y cívico-democráticos a través de
narraciones, de poemas, de diálogos, de cuentos. Destaca mucho la solidaridad humana, la cooperación y una serie de valores por los que trabajamos en rescatarlos
acá en la Radio Cultural. La mayor parte de los programas va encaminada hacia el
rescate de los valores fundamentales.
Martín Alejandro García
“Con programa El Maestro
en Casa la radio empezó a llegar al
corazón del upaleño”
¿Cuándo empezó usted a trabajar en Radio Cultural Upala?
Yo venía con las actividades deportivas entre el 1978 y 1979. Llevo bastante
tiempo trabajando en radio. Entre 1985 y 1986 fui corresponsal de Radio Monumental y estuve en Radio Corobicí, de Cañas, con un programa que se llamaba “La voz
del pueblo”. Sin embargo, como soy de esta zona, venía a visitar a los compañeros
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
92
que estaban trabajando inicialmente en la emisora
cultural y a colaborar con algunos programas para
actividades a nivel comunal. Recuerdo que estaba
Warner Rodríguez, que ahora es Director Regional
de Educación. Yo venía a trabajar con él porque lo
conocía desde muy pequeño, allá, en Cañas. Él me
invitaba a que viniera a trabajar en la emisora. De
Cañas me invitaban cuando había competencias de
deporte, de ciclismo o de balsa. Y luego en 1990 se
hizo una competencia de ciclismo y ahí empecé a
ver los esfuerzos de la emisora y el entusiasmo con
el que trabajaba la gente, a pesar del poco alcance
que tenía. Participaron sesenta ciclistas a nivel nacional y los compañeros de Radio Upala comenzaron a narrar con mucha emoción a partir de Bijagua, que era el alcance que tenían.
Desde ese momento, vine a participar constantemente y después, ya en 1995 fui
miembro de la Junta Directiva.
¿Qué cobertura tenía la emisora?
Bueno, la cobertura por el lado sur era de unos treinta kilómetros, ya que de Río
Naranjo para acá, la señal no llegaba. Por el lado norte, treinta kilómetros hasta San
José de Upala y todas las comunidades de ahí. Ya el lado suroeste, lo que es Delirio
y Villanueva. Y cuando ya pasó de AM a FM el servicio mejoró mucho. Y no solo la
cobertura, hay que resaltar el arduo trabajo que se ha venido haciendo. Don Rafael
ha estado en tres o cuatro juntas directivas y tanto él como los locutores se han dedicado mil por mil a la emisora. Todavía le falta, pero el alcance es grande. La radio es
escuchada hasta el sector sur de Nicaragua. Ahora podemos decir que el cantón de
Upala es cubierto por las ondas de la radio.
¿Qué otro deporte transmitía además de ciclismo?
Traíamos la competencia de balsas que venía de Canalete hacia acá. Esa era
una actividad muy bonita, una verdadera fiesta. No sé si ahora se puede hacer, por
la falta de agua en el cauce del río Zapote, pero antes sí había bastante agua. La
confección de balsas es todo un arte. Acá se usaba la balsa para cruzar los ríos e ir
al otro lado e ir a trabajar al pueblo contrario. Se recogió esa tradición y se hacían
competencias de balsa, individual o parejas. Claro que la transmisión a veces era
difícil porque había que correr. Se narraba la salida, se corría al Rosario, a esperar
ahí y se iba narrando lo que iba pasado. Y, después, otra vez se corría, porque la
radio no podía venirse por medio de balsa. Había dos unidades móviles, que yo
no sé si está alguna por ahí o ya no existen. Entonces, había dos grupos, uno es-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Martín Alejandro García,
locutor del programa “La
Voz del Medioambiente”,
en Radio Cultural Upala.
93
taba por allá y el otro por acá. Esas móviles están ya desfasadas de la tecnología,
porque con los quipos que hay ahora, ya no hay mucho enlace. La móvil se podía
hasta poner al hombro. Era un cajoncito, tenía una antena y uno podía andar en
el carro o se podía cargar. Por ahí estaba uno, por lo menos y con eso se transmitía
esas actividades. Y era bonita la situación, porque era la Radio Cultural de Upala
y así la veía la gente.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La radio siempre ha jugado un papel muy importante a nivel comunal. La señal
ha sido escuchada a pesar del corto alcance, en especial, porque los medios de comunicación como el teléfono domiciliar y el celular no existían. La radio era el medio de
comunicación entre la gente que trabajaba en San José y sus familiares. Llamaban a
la radio y decía, “espere llamada tal día o encomienda o traiga el caballo para que me
lleve, porque tal día a tal hora vengo.” Y todavía sigue siendo el medio más utilizado
por algunos, en muchas zonas del cantón de Upala y más allá, a pesar del avance de
la tecnología.
¿Colabora usted en algún programa de la emisora?
Desde el 2004 me acogí a la jubilación y desde entonces me he puesto a ayudar
a la radio. Actualmente, la Radio Cultural Upala tiene un programa que se llama la
“Voz del Medioambiente”. Se trata de concientizar o reeducar a la gente para conservar la naturaleza, para que no bote basura al río y que no se corten árboles solo
por cortarlos. Upala y la Zona Norte es rica en agua, más que todo potable. Tenemos
las cuencas del Tenorio, Miravalles y Rincón de la Vieja. Pero si no las protegemos,
si no reforestamos, el agua va disminuyendo. Además, la población va creciendo
y los fenómenos naturales hacen que gastemos más agua. Hay que cuidar los ríos.
El río de Upala está contaminado, el río Niño también. ¿De dónde viene la contaminación?, ¿Cómo hacemos para que no se siga contaminando?, ¿Para que no se
le siga quitando el agua? Hoy son muy escasos los ríos de muchos peces. Responder a estas preguntas es el objetivo del programa “La voz del Medioambiente”, que
emitimos todos los jueves a las tres de la tarde. Gracias a Dios, como decimos en
nuestro programa, “La voz del Medioambiente”, contamos con la dicha que es tener
un medio de comunicación a disposición de todos, abierto para hablar sobre eso y
concientizar a la gente. Tal vez no vamos a parar la destrucción del medioambiente,
del aire, de los bosques, de los ríos, de los mantos acuíferos, de los humedales, pero,
por lo menos, vamos a concientizar a todo el pueblo para que siembre un arbolito,
para que cuide, para que no bote basura, pare que aprendan a reciclar. Esos conceptos son nuevos en nuestro cantón.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
94
El programa “La voz del medioambiente” se podría intercambiar en la red de
emisoras culturales del ICER.
Esa es la idea. El problema del medioambiente no es un problema de Upala, sino
de Costa Rica y del mundo. Y todavía estamos a tiempo de poder concientizar a la
gente, para que cambie la actitud destructiva.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Bastante, se transmitían siempre los programas. Y llegó la oportunidad de que
en las escuelas se hacía un paréntesis para escucharlos, porque siempre iban adaptados a los programas educativos del Ministerio que se iban desarrollando diariamente. Le hablo de 1995. Entonces yo fui asesor de matemáticas, aquí, en la Dirección
Regional y me tocó coordinar la escucha en las aulas del programa de matemáticas,
específicamente. Y puedo asegurarle que en las escuelas donde siempre llegaba la
radio, ahí se escuchaban los programas de “El Maestro en Casa.” El programa tuvo un
gran impacto. Yo doy fe que muchos años seguidos esos programas entraban de lleno.
Y ahí la radio comenzó a llegar a los corazones de los upaleños, no solo dentro de la
esfera de la educación costarricense.
¿Qué anécdota resaltaría después de todos estos años?
Hay muchas anécdotas y más que todo, en carretera. Inclusive, a veces, los compañeros que iban narrando, cuando andábamos en ciclismo, les cambiábamos los
nombres a los competidores o por hacer más llamativa la situación, decíamos que
ya íbamos a llegar y tal vez faltaban diez kilómetros en lugar de cinco. Cosas así que
uno usa para poner en ambiente al público que está participando. También recuerdo
que la radio ha estado siempre activa desde 1996 en los desfile de la Antorcha. El 13
de setiembre siempre va para La Cruz, para Cañas, a encontrar la Antorcha y ayuda
a la gente a ubicarse, porque viene narrando el pase por los pueblos, las situaciones
que se vienen dando en cada tramo de carretera, el colegio que la trae, a qué velocidad viene, si ya se va a acercar al punto donde tal vez la gente la está esperando. Eso
también es emocionante.
¿Es Radio Cultural Upala la Voz del Pueblo?
Así es, Radio Cultural Upala juega una función primordial. Por eso el esfuerzo
de estar cerca, poniendo un granito de arena. No es que el pueblo venga a la radio,
sino que la radio llegue hasta el pueblo. A veces lo encuentran muy lejos de su alcance y no pueden llegar a la radio o tal vez no tienen tiempo para venir a expresarlo.
Y para eso están los líderes comunitarios, la Asociación de Desarrollo, el Comité de
Desarrollo. Todavía seguimos escuchando mensajes de la gente de San José, comuniGeorg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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cándose con su familia por medio de las ondas de Radio Cultural Upala. Las puertas
de la emisora están abiertas a todos los que quieran venir a acercarse. A mí me gusta
mucho compartir con los oyentes y la gente. La radio llegó a ser y es la voz del pueblo,
porque era y es un medio de comunicación abierto a todos los upaleños.
Radio Sistema Cultural Los Chiles
Antonio Abellán
“La educación en zonas rurales
merece un homenaje al ICER”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Los Chiles?
Por allá del año 1981 cuando los del ICER se reunieron con la Municipalidad, empezaron a hablar del proyecto. Llegamos todos los interesados se nombraron varias
directivas. Lo primero que necesitábamos era conseguir el lote para el estudio y el
lote para la antena. Estábamos en eso cuando llegó el hijo del señor Jurado y nos dijo
que su papá nos iba a donar una hectárea. Esa hectárea se puso a nombre del ICER.
Lewis, que es ingeniero, sacó las medidas y los planos catastrados. Recuerdo que
cuando estábamos construyendo el local, jalábamos el agua, para hacer la mezcla del
cemento, con un estañón encima de un carretillo. Lo hacíamos entre dos personas.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
96
Cuando la gente vio que se estaba haciendo la radio llegaron todos a trabajar. Tardamos como un año y medio.
Todos los días hacíamos algo, después
del trabajo. Vinieron unos especialistas de Austria para hacer los estudios
de viabilidad técnica. Las líneas de la
primera oficina las hicimos subterráneas, no había cables en las paredes,
todo estaba abajo. Uno de ellos traía
un radiecito y nos enseñó a captar
emisoras. ¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
La consola de radio ya venía hecha. Era muy sencilla, venía con micrófonos y
como con tres o cuatro cosas más. Después le cambiaron el sistema y le agregaron
otros aparatos. Ya tampoco tenemos la primera computadora que se instaló, ahora
hay una nueva. El ICER, por cuestiones técnicas, ha ido cambiando todo. Pero a mí
me gustaba más como era antes. Para mí el sistema era más sencillo. Imagínese, pasa
lo mismo con cómo cocinaban las señoras antes, allá por los años 1900. Hacían un
fogón en el suelo y ponían a asar la carne con grasa o las olla y ya está. Después inventaron poner el fogón en una mesa, con ladrillo y piedras. Cada cinco años todo va
cambiando. El cambio es una civilización personal. La gente cambia porque cree que
tiene que cambiar o porque le dicen. Una vez, en una feria, les hablé a unos estudiantes y les dije que los que estudian son los que van a gobernar el país y los que no, se
vuelven esclavos. ¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La acogida fue excelente. Por todos lados, todo el mundo estaba sintonizándonos. La radio incluso se escuchaba en todo el departamento del Río San Juan, en Nicaragua. Dábamos noticias de acá para allá. La gente gozaba mucho de oír todo lo que
se pasaban. En ese momento no había ningún profesional para transmitir y se daban
situaciones muy divertidas. ¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
“El Maestro en Casa” era una técnica que venía del Ministerio de Educación. A
las personas les enseñaban a leer, les dejaban tareas, hacer oraciones. Ayudó mucho
a educar a este pueblo, en especial en la zona rural. La radio educó mucho, sobre
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Verónica de Assas y
Antonio Abellán, uno de
los fundadores de Radio
Cultural Los Chiles.
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todo, a los campesinos y a las mujeres, que a lo mucho, habían terminado el sexto
grado. En eso se merece un homenaje el ICER.
Gonzalo Solano
“Nos entregamos en cuerpo
y alma trabajando día tras
día soñando con la radio”
Gonzalo Solano, uno de los
fundadores de Radio Cultural Los
Chiles y Verónica de Assas.
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Los Chiles?
Yo fui presidente varias veces. He estado aquí desde que se iniciaron los estudios y la construcción del edificio de la emisora. Para mí la radio ha sido algo grande.
Hubo períodos difíciles. Los que estuvimos a las duras y a las maduras sabemos lo
que costó y lo que se tiene hoy. Cuando vinieron por primera vez los funcionarios
del ICER, por ahí del año 81, tuvimos una reunión en la que se nombró la Junta Directiva. Lo primero que hicimos fue pulsear el lote en el que está actualmente la radio.
La hectárea de terreno donde está la torre la donó don Luis Jurado. Tenemos el plan
catastrado de todo. Él se animó a regalarlo cuando vio el esfuerzo que estábamos
haciendo. Creíamos ciegamente en el proyecto y nos entregamos en cuerpo y alma.
Tuvimos que trabajar mucho para trasladar los materiales y cercar la zona del transmisor. Jalábamos el agua en estañón, sobre un carretillo desde donde está el hospital
hasta la cabina o hasta la torre. Lo hacíamos entre dos y a veces había hasta que
alzarlo. Día tras día soñando con la radio hasta que lo logramos. Íbamos de lugar en
lugar para que nos donaran los materiales y así. De poquito en poquito, construimos
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
98
la parte del transmisor. Yo trabajaba en el Ministerio de Salud y todos mis ratos libres
me dedicaba al proyecto de la radio. Aprovechaba las visitas que tenía que hacer del
ministerio, visitando pueblos e iba de casa en casa buscando colaboraciones. Era
duro, pero a veces, nos donaban un ternero para hacer una rifa y reunir fondos para
las láminas de zinc o lo que se necesitara. La gente compraba los números de la rifa.
Sabía que era para la construcción de la emisora, aunque muchos no creían que se
iba a lograr concretar el proyecto. Fue cuando se levantó la parte del transmisor que
el pueblo vio lo que estábamos haciendo y el empeño que le poníamos. Entonces,
mucha gente llegó a ayudarnos a levantar el edificio, incluso llegó la Municipalidad.
Hubo una señora que nos colaboró mucho, doña María Coronel, ella era representante del Gobierno de Nicaragua. Cuando nos dio cinco sacos de cemento, nosotros
hasta que brincábamos de la alegría. Ella ya murió, era familia del poeta José Coronel Urtecho.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Ya le digo, trabajamos duro todos los días. Construimos la caseta. Siguen siendo las mismas paredes que se levantaron en aquel momento. Después fue que llegó
la gente del ICER con los aparatos y empezaron a hacer las pruebas. Cuando se
tiraron los cables del estudio a la torre tuvimos algunos inconvenientes con el ICE,
porque se necesitaban postes de electricidad, pero ahí llegamos a un acuerdo. Y así
fue con puro empeño que logramos fundar la radioemisora. Al inicio sobraban los
patrocinadores, pero el problema que tenemos es que el comercio no colabora con
la radio. Si financiaran programas sería una belleza. El salario para los que están
desde las cinco de la mañana hasta las seis de la tarde es poco. El problema es que
Los Chiles es un cantón muy pobre y lo más grave es que a la gente le gusta que le
den sin tener que dar nada a cambio. Otro problema que tenemos acá es que no hay
grandes empresas que nos puedan financiar, como pasa en Upala, donde la gente sí
ayuda, porque no quiere que la radio se vaya. Acá, la lista de los patrocinios no da
ni para pagar a los locutores. Hace un tiempito se hizo una fiestecita con motivo del
cumpleaños de la emisora.
¿Qué programas producían y emitían?
Cuando la radio tenía como cinco años, se empezó a hacer un programa que
se llamaba “Campesino”. Ahí venía la gente de las diferentes comunidades con canciones mexicanas o propias. Gustaba mucho, pero había que conseguir patrocinio,
porque había gente, como la de Coquital, que había que ayudarlos con el pasaje y
la alimentación. De siete a ocho de la mañana, teníamos un programa de música infantil. A todos les gustaba, pero se ha ido perdiendo esa tradición. Hay que volver a
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
99
lo mismo, música vieja, al campesino le gusta mucho la música mexicana. Además,
se transmitía el rosario y la misa. La gente postrada o en silla de ruedas podía, así,
escuchar la misa desde su casa. También, como hace diez años teníamos muy buena
relación con Nicaragua, emitíamos la “Voz del Trópico”, un programa en el que se ponían avisos de acá para allá. Los mismos nicaragüenses llegaban a la emisora a poner
sus avisos, o que en tal lancha iba una encomienda y así.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Jugó un papel muy importante. Y no solo el programa que la gente escuchaba,
sino también los libros que se enviaban para estudiar. Eso fue muy grande para toda
la zona, que estaba muy atrasada. A través de la radio se fue despertando la población
y muchos tuvieron la oportunidad de estudiar.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Hay que agradecerle a los que vienen de afuera y nos brindan su ayuda. Si no
fuera por ellos, la comunidad de Los Chiles no progresaría. Ese día fue un día importante para nuestra comunidad. Si le cuento la verdad nosotros estábamos un poco
desorganizados, pero todo salió muy bien. Vinieron todas las personalidades invitadas. Recuerdo a la Princesa Nora de Liechtenstein siempre muy amable y sonriente.
Yo les escuché de largo a ella y a su abuelito. Él colaboró mucho para la radio y para
la instalación de la FM.
¿Regresaría usted a la radio?
Sí claro se podría ir todas las semanas a las diferentes escuelitas y comenzar por
hacer un programa sobre la historia de las escuelas. Quiénes fueron los fundadores, por
qué se llaman así. Todo eso le gusta a la gente y es recuperar la historia local de nuestras
comunidades. Por ejemplo, al pueblito que le llaman “Medio Queso”, dicen que le pusieron el nombre por dos hermanos que iban en un bote y llevaban cada uno la mitad de un
queso; en medio de una ventisca, una de las mitades se fue al río y solo pudieron llegar
con la otra mitad. De ahí quedó “Medio Queso”. También está el nombre mismo de Los
Chiles. Este lugar era el punto de encuentro de los huleros que venían de Nicaragua.
Entonces, en las noches se juntaban para contar “chiles.” Por eso, Los Chiles.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
100
Francisco Córdoba Munguía, alias “Milka”
“Gracias al Maestro en Casa el progreso
se hace realidad y no es sólo un sueño”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Los Chiles?
Con la emisora trabajo siempre que me necesitan. Si hay que pintar una verja
aquí estoy, para ayudar a la radio, si hay que montar un sarao, ahí estoy, siempre ayudo, siempre que me necesitan. Yo trabajo en un centro infantil, de niños pobres. Soy
jardinero y estoy ayudando a la niñez del cantón de Los Chiles.
¿Por qué le llaman Milka?
Había un refresco en Nicaragua, que se llamaba Milka.
Y yo vine de allá, de Nicaragua y me gustaba ese refresco,
que es como la Fanta roja.
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Los muchachos que trabajan en la emisora siempre hacen un gran esfuerzo para ayudar a nuestro cantón. Hacen
programas culturales, informativos y de educación. Si una
persona quiere venir a hablar en la radio, le abren el micrófono. Por eso hablamos de una Radio Cultural, porque la
cultura es de todos.
Francisco Córdoba Munguía,
ex colaborador de Radio
Cultural Los Chiles.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
La radio la queremos todos mucho. Los Chiles era un cantón muy olvidado y un
lugar muy aislado. La trayectoria desde San José era muy larga, eran dieciséis horas
que uno tenía que viajar en carretera rústica, que eran puros barriales, apenas se viajaba en bus. Cuando llovía, se quedaban varados todos los carros. Y ellos vinieron
aquí a dar un poquito de iniciativa, de impulso para el desarrollo del cantón de Los
Chiles con la emisora.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
101
Yo estudié con “El Maestro en Casa” en 1981. Yo no tenía sexto grado, no sabía
leer ni escribir y gracias a este programa estudié los grados de Huetar, Brunca y Talamanca y saqué el diploma, en la Escuela Ricardo Vargas Murillo, una escuela nocturna. Además, conozco a muchas personas que se han graduado con “El Maestro en
Casa”. Hay varias maestras que han estado aquí que estudiaron con “El Maestro en
Casa” y han dado clases en la zona de Los Chiles. Y no solo maestros, también campesinos han sacado el sexto grado. Y eso es lo bonito, el progreso, que vaya llegando
poco a poco. Y lo bonito es que se ve en la realidad, no es un sueño.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
¡Ah, sí! Vino la princesa, la Princesa Nora de Liechtenstein. Recuerdo muy
bien que vino aquí con otras autoridades y se hizo una celebración muy bonita.
Trajeron la bandera que tenía ella. Y era muy espontáneo, un regocijo muy grande
en el cantón de Los Chiles. Por eso, eso nunca se olvidará. En mi corazón, nunca
se olvidará esa gente que vino a darle un poquito de ayuda a nuestro cantón. Ojalá
vuelva ella otra vez a Los Chiles, para que conozca lo diferente que es ahora. Ahora hay una carretera buena, para que ella venga a visitarnos. Aquí, con el corazón
abierto, la esperamos con todo cariño. También recuerdo a su abuelito. Él era una
persona muy diplomática.
Radio Sistema Cultural de Corredores
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
102
Víctor Barrantes
“El dar es más satisfactorio
para el alma que el recibir”
¿Cuándo empezó usted a trabajar en Radio Cultural
Corredores?
Antes de trabajar doce años para la radio, yo empecé trabajando muy joven recogiendo café en el campo y
tras tres años en San Vito, trabajé siete años para la bananera United Fruit Company. El trabajo ahí fue muy duro.
Yo siempre digo que fui esclavo durante siete años de mi
vida. Aquella época fue terrible para los que vivíamos
en esta zona. Las condiciones laborales eran penosas.
Nos controlaban constantemente nuestras labores. Los
“time-keepers”, compañeros que obedecían a los mandadores nos tenían martirizados. Cualquier amago de movilización era perseguido y castigado. Luego de 1983 a
1986 formé parte del comité pro-emisora y a partir de esa
fecha hasta 1992 pasé a ser miembro de la Junta Directiva. También me nombraron presidente, pero uno hacía
de todo más allá del puesto que ocupaba. Yo pertenecí más al grupo económico, a los
que teníamos que salir a buscar plata.
¿Cuántos formaron el equipo inicial?
La Asamblea General se compuso de ciento veinte personas. Ahí se designó
a la Junta, que nombró una comisión económica, una de programación, un comité que visitaba las comunidades y un directivo. La radio se sostenía gracias a las
pequeñas cuotas voluntarias que aportaban los comercios. Algunos donaban doscientos o quinientos colones y con eso cubríamos los gastos de agua y luz. La Municipalidad también colaboró bastante. Nos regalaron muebles de segunda mano
como un escritorio y todo un archivo. Don Ricardo Neilly, en cuya memoria la villa
lleva su nombre, fue quien donó los terrenos para la emisora, el salón comunal y
el lote en el que está instalada la antena. Lo que caracterizó a aquel equipo, era el
ánimo solidario de sacar el proyecto adelante contra viento y marea. Por ejemplo,
en temas de producción de programas, el profesor Blanco de la escuela, nos ayudó con estudiantes avanzados que colaboraron en algunos proyectos. También, en
la zona bananera hubo trabajadores que ofrecieron su trabajo gratuitamente para
construir el edificio o para instalar la torre arriba en el cerro.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Víctor Barrantes en
la inauguración de
Radio Sistema Cultural
Corredores.
103
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
Echar a andar la emisora de Corredores fue una lucha tenaz. Contamos con el
apoyo de varias personalidades como don Ricardo Neilly, la Princesa Nora de Liechtenstein que vino al cantón y otras personas que se implicaron a fondo con el proyecto, como el padre Tattenbach y tú abuelo. Gracias a esos aportes se pudo instalar
la infraestructura de la torre y hacer el pequeño edificio para las oficinas. Al principio la planta funcionaba con combustible. El diesel se llevaba de la misma bomba y se almacenaba en unos estañones. Después, cuando entró el ICE, se trabajó ya
con electricidad, hablo del año 1985 y 1986. En aquel entonces Ciudad Neilly era un
caserío realmente pobre. El mantenimiento de la radio era muy caro, la mayoría se
sufragaba con aportes fijos de personas de las comunidades, pero no alcanzaba para
todo. Tuvimos problemas con CANARA. En cuanto emitíamos algo que se parecía a
un anuncio, nos mandaban a los inspectores y nos llamaban la atención por parte del
ICER. Era otro sistema al de hoy. En esa época, la emisora emitía en AM y cubría un
espacio limitado. Se luchó mucho para que se nos dotara de un transmisor en FM,
pero lamentablemente no fue posible.
¿Qué acogida tuvo la emisora
en la comunidad?
Víctor Barrantes, primer
presidente de Radio
Cultural Corredores y su esposa.
Desde el principio hubo una gran participación. Contamos activamente con el campesinado, tanto del blanco como del indígena. Hicimos programas de salud, en colaboración conjunta con el Ministerio de Salud y
salimos de giras para vacunar masivamente
a los niños del cantón y de los pueblos. También se daba un servicio de información a la
comunidad, se enviaban cartas donde se avisaba que en tal fecha íbamos para esa cierta
comunidad y ahí nos esperaban, traían caballos y nos ayudaban para llegar al lugar.
Realmente la radio prestó un gran servicio en el cantón. En general, la apertura de
la emisora creó muchas expectativas en la comunidad. Se trataba de informar y denunciar las injusticias. Los sábados llegaba mucha gente para poner un mensaje o
para que le pusieran una canción. Y no solo del centro, también llegaban a la radio
personas de los alrededores, que se daban un largo paseo solo para dedicarle una
canción a un ser querido o a enviar un mensaje a alguien conocido. ¿Qué servicio prestó la radio a la comunidad?
No hay mayor beneficio para uno que el dar. El dar es más satisfactorio para
el alma que el recibir. Personalmente, lo que recuerdo con mayor satisfacción
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
104
eran las campañas de vacunación en las comunidades indígenas. Para mí llegar a
esos pueblitos, ver la fila de niños y ayudar a los médicos y enfermeras a vacunar,
fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Ahí fue la primera vez
que puse vacunas. Las campañas eran toda una fiesta que trasmitíamos a través
de la emisora. Y muchos de los indígenas nos dijeron que era una de las pocas veces que se sentían tomados en cuenta. Sorprendía su generosidad. Recuerdo que
en esas poblaciones tan pobres siempre nos tenían alguito preparado, o un gallito
de pollo o unos elotes cocinados. Tu abuelo siempre defendió, especialmente, las
comunidades indígenas. Estuvo en conversaciones con un cacique guaimí de apellido Bejarano, entonces estaban estudiando la posibilidad de abrir una emisora
del lado panameño, pero vino la revolución allá, la de Torrijos y eso se quedó en
el olvido.
¿Usted cree que se podría retomar la idea de mi abuelo?
Creo que sí. Ahora Panamá vive en democracia y podría meterse en un proyecto
de estos. Tendría un éxito rotundo, porque toman mucho en cuenta a las comunidades indígenas. Allá los indígenas tienen sus comarcas y sus propias leyes y se rigen de
forma autónoma. Aunque están regulados por la ley y el gobierno, tienen autonomía.
Podría instalarse una emisora regional, encadenada con emisoras costarricenses, y
hacer programas sobre salud complementaria, porque en medicina natural ellos están muy adelantados. Siguen cultivando la cultura de sus antepasados y hablan sus
idiomas o dialectos. Tienen sus maestros. Los indios en Panamá están muy protegidos y su cultura es respetada.
¿Qué programas producían y emitían?
Al principio se trasmitía solamente en horas de la tarde. Los sábados y los domingos se hacía en la mañana para transmitir la misa y algunas otras nominaciones
religiosas a las que se les permitía hacer uso de la emisora. Después se llegó a trabajar
más, por lo menos unas ocho horas. Teníamos una programación muy variada. Transmitíamos desde el programa “Escuela para Todos” hasta las sesiones municipales.
Especial éxito tenían los partidos de fútbol entre comunidades. Entrevistábamos a
los directores de los equipos y abríamos el micrófono a la gente de la comunidad,
esto hizo que muchos perdieran el miedo al micro y se ofrecieran de colaboradores
de la emisora. También participaban conjuntos musicales de varias comunidades del
cantón. Nuestra emisora llenaba un vacío cultural, ya que las otras emisoras no transmitían nada en este sentido. Fueron tiempos difíciles aquellos, pero también muy
gratificantes y me complace recordarlo después de veinticinco años. Lo hace sentirse
a uno muy bien por la labor cumplida.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
105
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
El programa “El Maestro en Casa” fue de gran relevancia. Despertó la conciencia
en los estudiantes que habían llegado hasta primero o segundo grado de primaria,
para terminar el bachillerato. Los motivó para sacarse el título y hoy en día muchos
de ellos son profesionales graduados gracias al “Maestro en Casa”, que les abrió nuevas oportunidades. Esa fue una labor muy importante de la emisora, una labor muy
positiva y que ayudó a muchas personas y les abrió muchas puertas.
Las TIC traen nuevas formas de comunicación.
Sí, la tecnología avanza y la radio con ella. Entonces los oyentes se comunicaban
con nosotros con cartas. Muchas cartas eran complacencias y mensajes de los oyentes y otras eran de pequeñas organizaciones de campesinos que nos invitaban a reproducir sus actividades como los turnos, las carreras de cintas y partidos de fútbol o
cuadrangulares, como decían ellos. Nosotros nos trasladábamos a esas comunidades
y retransmitíamos todos los eventos. Era un sentimiento muy especial el saber que se
estaba haciendo un servicio a la comunidad.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
El día de la inauguración fue todo un evento, una fiesta popular. Vinieron personalidades y el pueblo también participó con mucho entusiasmo. También tuvimos
el honor de tener al Presidente de la República de entonces, don Luis Alberto Monge
Álvarez con nosotros. Ese día fue uno de los acontecimientos más hermosos de la
comunidad, cuando Villa Neilly era aún un pueblo chiquito. Su abuelito se alojó el
día de la inauguración en casa de don Ricardo Neilly. Hubo bailes típicos, conjuntos
de guitarras, música y además de la comunidad en su conjunto también estuvieron
presentas todas las autoridades. Especialmente llamó la atención la presencia de la
Princesa Nora de Liechtenstein. Nunca habíamos visto a una princesa y teníamos
otro concepto. A ella la recuerdo muy bien. Tuve la oportunidad de tratarla varias
veces, incluso, estuvo en mi casa. Era una persona sencilla en lo cotidiano, con mucha cultura y muy educada, que le trasmitía a uno esa confianza que no transmiten
muchos políticos. Ella no era política, más bien, era una persona muy espiritual,
igual que su abuelito y que el padre Tattenbach, que fueron hombres visionarios y
fuertes, decididos a apoyar con hechos lo que decían. La Princesa Nora me regaló
una moneda del Principado que guardo con especial cariño. Y con quien tuve más
relación personal fue con el padre Tattenbach, quien casó a mi hermana y bautizó
a su primer hijo y me enseñó a darme masajes en los pies, me enseñó reflexología,
para mitigar el estrés.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
106
Enrique Moya
“El día de la inauguración se reunió
el Viejo Continente con el Nuevo
Continente”
¿Cómo fueron esos primeros años de la radio?
La Asociación de Desarrollo Cultural de Ciudad Neilly, fue la que cedió el terreno para que en este edificio se montara la radio. No solo fue la promotora de esto, sino
que también fue la que promovió la fundación del cantonato, del cantón de Corredores, que nace en Ciudad Neilly en los años setentas, bajo el Gobierno de Daniel Oduber. La Asociación existía mucho antes que la misma municipalidad. En este mismo
local decidíamos todo lo que tenía que ver con el distrito de Corredores, por medio
de la Municipalidad de Golfito. Esta era una villa y terminó siendo la ciudad centro
de todo el cantón de Corredores. El cantonato permitió que se desarrollara un nuevo
cantón que ya no dependía de Golfito y eso fue muy importante para nosotros.
¿De qué manera contribuyó la radio al desarrollo del cantón?
La radio cultural ha traído muchas cosas buenas al cantón. Supuso el desarrollo, facilitó enormemente la comunicación entre las distintas comunidades, porque
nosotros estábamos desvinculados. Con esta emisora era la primera vez que tuvimos
una radio. La única que había en ese momento era Radio Golfito, que hoy ya no existe. Esa radio era musical y la nuestra respondía a las culturas que se daban en la zona,
la relación con los aborígenes, la relación con las organizaciones, con las mismas municipalidades, era una radio comunitaria de verdad.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Fue el primero de marzo de 1985. Nosotros convocamos a la comunidad de
Ciudad Neilly. En ese tiempo estaban don Faustino Jiménez, don Rodrigo Jiménez y don Víctor Barrantes como miembros de la comunidad y de la Asociación de
Desarrollo Comunal. También fue invitado el Presidente de la República de aquel
entonces, don Luis Alberto Monge, quien inauguró esta radio cultural junto a la
princesa Nora de Liechtenstein y su hermano, el príncipe Philipp de Liechtenstein. Para nosotros era un orgullo recibir a representantes del principado en nuestra comunidad y que se mostraran de forma tan fraternal con nosotros. Nosotros
somos totalmente republicanos y no conocemos el linaje que se maneja en Euro-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
107
pa. Ustedes tienen la costumbre del reinado y a nosotros nos impresionó tener al
Presidente de nuestro país y a los Príncipes de Liechtenstein acompañándonos,
inaugurando nuestra radio. Era un honor que la Princesa y el Príncipe estuvieran
acá, en esta zona. Ellos eran representantes de una cultura totalmente diferente
a la nuestra. Puedo decir que ese día se reunió el Viejo Continente con el Nuevo
Continente.
Grupo de colaboradores de Radio Cultural de Corredores con Verónica de Assas.
¿Es Radio Cultural Corredores la Voz del Pueblo?
Totalmente, nuestra emisora abre las puertas a todas las personas del cantón.
Personalmente me siento muy contento y satisfecho con el desarrollo que ha tenido
la radio cultural y con la presencia que ha conseguido tener en todas las comunidades de la Zona Sur. Recién ahora nos estamos dando cuenta de que estamos presentes en Golfito, Corredores, Coto Brus y Osa. Eso es importante porque en aquel
entonces, cuando arrancamos, abarcábamos un área muy pequeña, solo Corredores
y algo de Golfito y se nos escapaban algunas partes de Corredores. Casi tres décadas
después podemos constatar que estamos abarcando los cinco cantones de la Zona
Sur y dando voz a todas las comunidades de acá.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Juan Porras, alias “Chequelo”
“Trabajamos entregados a la causa
de la comunicación popular”
¿Cuándo empezó usted a trabajar en Radio Cultural Corredores?
Yo formé parte del equipo que inició las
labores cuando se inauguró la emisora el uno
de marzo de 1985. Me acuerdo perfectamente de la fecha en la que iniciamos emisiones.
Organizamos un buen baile en el salón comunal. Aquel día vino muchísima gente a
acompañarnos, entre ellos el presidente don
Luis Alberto Monge, los príncipes del Principado de Liechtenstein y don Miguel Jara, el
Director Ejecutivo del ICER y otras autoridades. Inicié la transmisión a las siete de la
tarde junto al compañero William Flores. Y
ya antes de esa fecha, aquí estábamos nosotros haciendo prácticas y pruebas para
salir al aire en directo. Comenzamos en la parte de afuera, en la primera entradita
de donde está la radio. Eso era lo único que había, después se fueron ampliando las
instalaciones y se construyó todo este edificio.
Usted inició la transmisión. ¡Qué emocionante!
Sí, junto con los que estaban en el salón comunal. Voluntarios y entusiasmo nunca faltó en la emisora. En ese tiempo estaba don Moisés, que en paz descanse, quien
fue uno de los líderes de la radio, el compañero Moya, don Víctor Barrantes, don Ronald Pitín, que estaba estudiando para padre, William Flores, don Álvaro Ruiz Urbina, estos otros señores, uno que tenía una verdulería, que se llamaba La Cahuita, los
Arias, el amigo Micho Arias y otros tantos. También fui de los que tuvo que ponerle
bonito cuando pusieron el transmisor. Fuimos como diez personas las que cargamos
con el chunche para bajarlo del carro en el que lo traía el ICER y antes de eso tuvimos
que limpiar toda el área donde se iba a poner el transmisor y la torre. En ese tiempo
estábamos en AM y transmitíamos de las cinco de la mañana a las diez de la noche.
Bueno, comenzamos cuando pusieron la torre. Empezamos a hacer unas zanjas para
poner los radiales, que son unos alambres de cobre. Así iniciamos, picados de avispas, hormigas y después llegó la fecha cuando se inauguró, comenzó la fiesta de la
noche y empezamos la transmisión.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
Juan Porras, locutor de
Radio Sistema Cultural
de Corredores.
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¿Cómo fueron los primeros años de la radio?
Todos trabajamos con puro entusiasmo entregados a la causa de la comunicación popular. Los colaboradores éramos nosotros y trabajábamos ad honorem. También había algún que otro negocito al que se le cobraban quinientos colones por mes,
por patrocinio. A mí me ha tocado más de una vez ir a cobrar en un bus hasta el sector
del Bajo de los Indios y encontrarme con que no estaba el señor que tenía que pagar y
la broma salía muy cara, ya que no se cubrían ni los pases del bus. Batallamos bastante. Además al emitir en AM, la gente no nos escuchaba tanto. Luego cuando se pasó
la radio a FM ya todo cambió. Fue el dos de febrero de 2006 y a mí también me tocó
estrenar el ambiente de FM. Fui el primero en salir al aire. La FM supuso un aumento
de la audiencia, la gente escuchaba más la radio. Me levantaba a las tres o cuatro de
la mañana para prender la radio y hacer el programa ranchero.
Lleva casi treinta años madrugando para su programa “Amanecer
Ranchero”.
Exactamente, llevo desde el puro inicio emitiendo ese programa matinal de las
cuatro y media de la mañana hasta las seis, un día tras otro, semana tras semana.
Haciendo esfuerzos. Uno está porque a uno le gusta, esa es mi manera de ser. Como
le digo, aquí a veces vienen los muchachos, se les da un curso de computación y después se van. Siempre dije que son los jóvenes los que tiene que aprender, hasta que
un día una señora de DINADECO me dijo que fuera yo el que me reciclara, ya que
finalmente soy el que está aquí.
¿Qué acogida tuvo la emisora en la comunidad?
En esa época, cuando se inició, era algo emocionante porque era totalmente
nuevo para Ciudad Neilly. Muchas personas venían a conocer la radio. Venían marimbas, gente que cantaba acompañados de guitarras e instrumentos. También se
hacían programas de niños. Fueron todo un pegón conducidos por Freddy Soto.
Y, de veras, viera qué bonito, la gente participaba. Todos los programas eran en
vivo y la radio se llenaba. La gente compartían con nosotros las programaciones,
les gustaba participar y colaboraban siempre en algo. La luz, el teléfono y el agua
se pagaban con lo poquito que la gente o los locales comerciales aportaban. También nos escribían muchos oyentes. Muchos expresaban su contentura porque la
radio estuviera funcionando. Me acuerdo que solíamos poner allá afuera una caja,
de las que traían la manteca, y se llenaba de sobrecitos y papelitos, cartas y saludos. La gente viene y participa en los programas. Uno vive contento de estar aquí.
Uno quiere a la radio y la trabaja. Yo me mantengo porque siempre me ha gustado.
Antes trabajaba en otra emisora en KW Radio, con Fernando López (Caifás). Trabajaba también en Radio Golfito, de Marcos Muñoz. Solía hacer un programa que
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
110
se llamaba “Radio Maíz” y viajaba en moto por ahí. Cuando llovía me metía en un
plástico y llegaba siempre sequito. A mí me gusta mucho lo que es la radio, por lo
mismo estoy acá todavía.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
Fuerte. Fue un programa que tuvo mucha pegada. En ese tiempo, yo era el que
estaba aquí por la radio todos los días a todas horas. A veces me tenía que ir en el carro con seis o siete cajas de libros para venderlos y a la vez andaba trabajando en los
controles. También me tocaba encargarme de guardar el dinero, porque el tesorero
de la Junta a veces andaba ocupado. Siempre le guardaba los recibos a don Manuel,
el que vende los libros en el ICER. A pesar de la dureza del trabajo, yo me siento satisfecho.
El ICER ha creado escuela en el sector radiofónico nacional.
Sí, yo he asistido a muchos talleres de locución que organizaba el ICER en San
José y le estoy muy agradecido a la institución por ello. Muchos muchachos se acercan a nuestra emisora por la experiencia que tiene uno. El tema es que aprenden y
luego, como le digo, se van. Tenemos que idear una fórmula para retener a todos los
muchachos jóvenes que formamos.
Radio Sistema Cultural Maleku-Georg
von Gaupp-Berghausen
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
111
Albino Solano
“Tú abuelo fue el indio blanco entre
nosotros, fue un mediador de la
comunidad indígena”
Usted fue el creador de Radio Tonjibe, ¿la
armó con sus propias manos?
Albino Solano, creador
de Radio Tonjibe.
Sí, en 1973 tuve la idea de hacer un radio.
Fue una emisora rústica, que salía en el dial
1060. Imaginé cómo hacerla. Pegué dos radio
de banda corta y los hice “frecuenciarse” uno
al otro. Entonces empecé a estudiar y a recoger
aparatos viejos de la comunidad: chasises de
grabadoras, tocadiscos, todo lo que me sirviera
para sacar piezas. Cuando mandaba una media
señal, ponía un cimbrado, ponía un alambre o
un bejuco con un palo para arriba para que saliera mejor la onda. El palo revestía un dipolo,
para dar las vibraciones, como decir, una luz de
salida de aire y un reflejo de tierra y de aire y con
el polo de tierra nos daba mejor resultado. Y así
comenzamos. La base de la radio estaba acá, en
el Palenque Tonjibe. Se mantenía con la batería
de un carro. Un palo en la copa de un árbol era la antena que daba la señal a las otras
radios. Yo hacía los micrófonos y se escuchaban hasta tres mil metros. Hacía sonidos
de pájaros, de perros, de gente hablando y los pasaba por la radio. Hasta que logré
meterlo dentro de una botella y logré tener una sola salida sin las vibraciones de los
lados. Transmitía en lengua maleku y en español y se hablaba de nuestras costumbres y cultura.
¿Cómo salían al aire sin electricidad?
Trabajamos con unos motores de arranque, que costaban como noventa mil colones y eran de varios caballos de fuerza. Lo particular que tenían era que eran portátiles. Se les daba con una palanca o un cigüeñal. A veces nos golpeábamos en la ceja
o en la espinilla, porque estaba muy oscuro. Siempre estábamos listos para transmitir
a primera hora de la mañana.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
112
¿A usted lo visitaron del ICER para conocer su radioemisora?
Sí, cuando ya llegamos al Palenque Tonjibe fue cuando nos visitaron don Miguel
Jara, don William de Austroconsult y Rito de las comunidades indígenas de Talamanca. Don Miguel tuvo conocimiento de esta señal de radio y pensó que nos podrían
pasar a la banda de AM, para que tuviéramos mejor cobertura. Su abuelo, el viejito
Gaupp, fue el que más se empeñó en el proyecto. Nos dijo que nos daba las piezas que
hicieran falta, porque Roy Jiménez, que era el que hacía los transmisores en el país,
tenía algunos que no estaban terminados. La sorpresa más grande fue que nos llevaron a San José. Yo no conocía. Fuimos primero al ICER y me encontré con un técnico
de Austria en esas oficinas. Decían que eso era una bomba, un técnico montañero
con un técnico de Austria. Me preguntó por los planos de tierra y de aire y le dije que
ya los teníamos completamente controlados con una pequeña antena, igual que la
situación geográfica.
Pero don Roy no quería terminar las radios. Yo le dije que me diera las piezas y
que yo la terminaba, pero me dijo que era imposible. Entonces, el viejito Gaupp, con
todo y su bastón, abrió las puertas y salió con aquel temperamento y aquella amabilidad, como si fuéramos sus hijos. Nos defendió y le dijo con plantón: “Si no la han
terminado, la tienen que terminar porque se va para Tonjibe y para que Albino
siga adelante dando su cultura y su conocimiento, ayudando a los indígenas, la
vamos a terminar. Nosotros vamos a estar con ellos mano a mano, le guste o no
le guste a quien quiera.”
El señor Gaupp con uno de los
colaboradores de Tonjibe.
¿Qué dijo mi abuelo cuando vio su radio por primera vez?
Cuando vio la radio me dijo que era imposible que funcionara y luego se entusiasmó y dijo que la íbamos a hacer más grande. Se despidió de nosotros con un gran
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
113
abrazo y cuando iba como a cuatro kilómetros en la carretera recibió la señal de la
radio donde le mandábamos un saludo. Entonces, se regresó. Se le salían las lágrimas
y nos dijo: “Es una gran radio. Aquí se quedará y nadie la podrá mover.”
Parece que conoció bien a mi abuelo. ¿Me podría hablar un poco más de él y
del padre Tattenbach ?
Me acuerdo del gran optimismo que traía. Al padre Tattenbach no lo conocí
mucho, pero ambos compartían el mismo espíritu de lucha por las comunidades
indígenas. Aunque tu abuelo ya no podía caminar bien, llegaba con júbilo hasta la
base donde estaba para decirme que venía a conocer lo que yo estaba haciendo. Fue
un espíritu que me trajo la posibilidad de abrir nuevos surcos, de enseñar y hacer
algo muy grande para este lugar. Él decía que se había hecho la radio de Talamanca,
pero que nunca había encontrado a una persona que hiciera su propia radio. Él vino
muchas veces a Tonjibe. Afuera se decía que ayudaba mucho al Palenque. Incluso,
intercedió para que llegara el teléfono a la zona. Una vez le preguntaron por qué
solo se dirigía acá y buscaba tantos medios para esta radio. Y dijo que era porque
había sido un impacto para él que nunca había sentido en ninguna parte, que algo lo
jalaba y que deseaba quedarse para toda la vida acá. Él sintió algo muy especial por
el pueblo maleku y para nosotros era como un hermano al que llevábamos mucho
tiempo sin ver.
¿Me han contado que tenía mucho carácter?
Sí, tenía un carácter bastante fuerte, pero muy suave al conversar. Como militar
que fue, cuando se proponía algo, lo llevaba a cabo. Él quería una radio acá, igual que
en Boruca y en Talamanca y luchó hasta conseguirlo. Cuando quisieron llevarse la
radio para Guatuso, él no lo permitió.
¿Y qué idea tenía él sobre la emisora acá en Palenque Tonjibe?
Pensaba muchas cosas. Cuando ya estaban los equipos aquí, nos dijo que la radio era como una iglesia, que nunca debíamos hacer cosas malas aquí o estar con
mujeres. También nos dijo que no importaba lo humildes que fuéramos, pero que
teníamos que estar bien presentados en la radio, lo mejor que pudiéramos. Soñaba
muchas cosas para esta emisora, quería una antena más grande. Una cosa que don
Gaupp repitió, como un millar de veces, fue que esta comunidad se iba a hacer muy
grande. Y que, en la medida de sus posibilidades, él iba a apoyar al pueblo para que su
cultura y sus tradiciones se fortalecieran y se compartieran. Él quería, trató al pueblo
como a su propia familia. Don Gaupp nos decía que había posibilidades de conseguir
apoyo financiero y no solo en Costa Rica, sino en otros lados. Cuando murió nosotros
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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no podíamos creerlo, pensábamos que era una mentira. El pueblo se conmovió muchísimo y fuimos los primeros en hacer un minuto de silencio. Él todavía sigue vivo
entre nosotros. Le doy las gracias en nombre de todas las comunidades indígenas.
Hay que seguir adelante. Para nosotros, él fue como “Nharíne Cha Cónhe”, que es
un dios que está entre Dios y nosotros. Le decíamos el indio blanco entre nosotros.
Hablaba como los nuestros. Fue un mediador de la comunidad indígena.
¿Qué impacto tuvo el programa educativo “El Maestro en Casa”?
El “Maestro en Casa” fue una gran cosa. Nos trajo conocimientos muy útiles para
vivir y ayudó en la educación de muchos de nosotros. Es un programa muy bueno.
Ojalá siga adelante siempre.
¿Cómo fue el día de la inauguración?
A don Gaupp le gustaba celebrar los avances que se hacían. Todo lo que podía conseguir, lo traía a esta comunidad. Él fue la base fundamental, el espíritu que
impulsó todo esto acá en Tonjibe. Me dijo que para la inauguración iba a traer a la
Princesa Nora, a sus familiares y a otras gentes, para que vieran el gran paso de los
malekus. Y así lo hizo. Fue un 28 de septiembre de 1985, yo tengo la foto y fue una
celebración de magnitud nacional. Hubo un gran despliegue de nuestras tradiciones.
Hubo cantos, comida, hechuras de vasijas, canastas, objetos de madera, estacas, arcos, flechas y pulpa para beber chicha. También cucharas de pulpa. En ese tiempo no
existían los discos de hoy, solo casetes de sesenta y noventa minutos. El programa se
grabó y yo lo guardé, pero las cintas están muy dañadas.
Luciano Castro
“Radio Tonjibe vino a ser el medio de
comunicación cuando no teníamos ni
teléfono”
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Tonjibe?
En 1973 yo había tenido información que en la montaña de La Plateada había
alguien haciendo un trabajo y salí de mi casa a ver qué era. Cruzando la montaña
me encontré con Alvino Solano con un pico de botella y una calabaza. Nunca ima-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
115
Luciano Castro, ex
locutor de Radio
Cultural Maleku.
giné para qué era. Había un ranchillo en la
montaña, con piso de suelo y un rosal. Vi un
poco de alambre de púa en el tronco de un
árbol. Cuando él me contó su intención y su
invento a mí me llamó mucho la atención.
Estaba manejando las cosas con un par de
baterías de linterna y tenía un alcance de
cien metros alrededor. Tenía una radioemisora. Radio Tonjibe. En esa primera visita
hablamos mucho. Le pregunté si creía que
podíamos manejar la radio para la comunidad. Le ofrecí ayudarlo a buscar la casa,
manejarlo en un proyecto de vivienda, siempre y cuando pudiéramos entrar en una
negociación para seguir madurando su invento. Alvino no tuvo ningún inconveniente e incluso me dijo que podía donarlo a la comunidad. A todo el mundo le llamó la
atención, porque Alvino, con cuatro pares de baterías de linterna estaba transmitiendo alrededor de veinte kilómetros.
¿Qué impacto tuvo el invento Radio Tonjibe en la comunidad?
Cuando yo fui a buscar a Alvino no había camino. Tuve que cruzar la montaña
y encontrarlo en un rancho. La comunidad maleku no tenía nada. Cuando había enfermos, había que sacarlos en camilla, llevándolos al hombro hasta Guatuso, hora y
media. No había carreteras, no había medios de comunicación. Y el invento de Radio
Tonjibe de Alvino fue un gran impacto para nosotros, porque vino a ser un medio de
comunicación interno de la zona, en un momento donde no había ni teléfono. Era
pura montaña. Alvino tiene todo documentado, porque hoy en día, el que no vivió
esa situación, no puede entender el impacto que fue para la comunidad. Además,
Alvino siempre manejó un pequeño espacio para el rescate de la cultura maleku. Se
pasó a Radio Cultural Maleku, pero después se perdió. Radio Tonjibe siguió transmitiendo como diez años.
¿Cuándo comenzó usted a trabajar en Radio Cultural Maleku?
Ya después, cuando fui presidente municipal de Guatuso, siempre con Alvino,
hice contacto con tu abuelo. Tu abuelo vino y hablamos de modernizar la radio. También estaba impactado. Él siempre hizo énfasis en el rescate de nuestra identidad y
siempre estaba dispuesto para conversar con nosotros, siempre nos escuchaba. Luego en 1982 logré conseguir un pequeño aporte del gobierno, el convenio PL-480, y
entonces, fue cuando intervino el ICER, como institución, pero dejando todo como
propiedad intelectual de Alvino Solano sobre la radio.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
116
¿Cómo fue el día de la inauguración?
Se hizo un desayuno. Fue la única visita de un presidente a la zona. Recuerdo
muy bien ese día con don Luis Alberto Monge. También estuvo la Princesa Nora, que
vino a apoyarnos. Desayunamos todos juntos y la comunidad quedó muy sorprendida por la visita de ellos. En el momento en que quedó inaugurado el edificio de
la radioemisora y se cambió de Radio Tonjibe a Radio Cultural Maleku, yo me sentí
muy motivado por el trabajo y el esfuerzo de todos. Era un logro sobre la visión inicial
de Alvino para la comunidad. Luego con el tiempo el espacio que tenía Alvino para
el rescate de nuestra cultura se perdió; ahora nos gustaría retomarlo. Hemos estado
pensando en ver si se pueden conseguir algunos recursos para volver a plantear el
asunto, para seguir con el plan que diseñamos junto con tu abuelo. Se me ocurre manejar un programa noticioso para el cantón y otro programa específico del rescate de
la cultura. Hace como un año, Alvino y yo hicimos un intercambio de ideas sobre eso.
Gerardo Solano
“La Radio Cultural es patrimonio de la
reserva indígena maleku”
¿Cómo eran los instrumentos con los que su padre montó Radio Tonjibe?
Mi padre, cuando comenzó el equipo, usaba un radio Toshiba, que en esos tiempos, era de batería seca. Lo traveseó y lo convirtió a batería normal, que era la que se
usaba para foco, el radio funcionaba con tres baterías. Además de eso, usaba como
audífono un guacal grande, con unos parlantes pequeños a los lados. Mi padre cortaba una de las botellas con unos mecates, les daba hasta que calentaban y las metía
al agua. Y eso usaba para meter el micrófono para que cuando uno conversara, la
voz fuera más pura. Mi madre y yo trabajábamos diciendo “aló, está bien o ya casi”,
mientras mi padre iba caminando cincuenta metros, setenta y cinco metros y así. Así
lo hicimos hasta que llegó desde la platea donde fue hecha la emisora hasta Palenque
Tonjibe, poniendo una antena grande arriba. Todos los días había un problema. Se
desechaba un radio y se armaba otro. Él decía que los cristales eran muy bajos, que
había que duplicarlos o que había que ponerle los famosos diodos, que no funcionaban. A veces decía que había que unir las baterías un poco más o asolearlas para
darles más fuerza. Todo para que la emisora alcanzara más distancia cada día. Y recuerdo que llegaba hasta Guatuso. Yo tenía esos equipos guardados como reliquias,
pero en una quema de la casa se desecharon.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
117
¿Dónde estaba ubicada originalmente esa radio?
La radio era acá en Palenque Tonjibe, no donde está la emisora ahora, enfrente
de la plaza. Entonces, la gente mandaba cartas en los libros de “Paco y Lola”, que eran
donde se escribía. Mandaban un saludo para equis persona. Era uno de los primeros
cuadernos que entraban acá, a la zona. Se los daban a los chiquitos para que escribieran, eran de veinte hojas. Entonces, se sacrificaba una hoja para mandar los saludos
a los familiares.
¿Qué programas producían y emitían?
La música que usaba mi padre, en ese tiempo, era de gente que se dedicaba a
tocar guitarra. Llegaban dos o tres personas y cantaban canciones antiguas, de los
Peñaranda, de los Yoses y de toda esa gente. Ese era el tomo de música de ese tiempo,
en el lugar que era la platea.
Señor Georg von GauppBerghausen caminando
por Tonjibe.
¿Usted trabajó en Radio Cultural Maleku?
Sí, yo trabajé unos años, cuando Radio Cultural Maleku estaba en manos de
Francisco Elizondo. En esos tiempos se daba el programa de “El Maestro en Casa”
y un programa cultural de indígenas muy bueno. Yo transmitía muchos programas.
Entraba a las cuatro de la mañana y salía a las seis de la tarde. Había programas rancheros, culturales, románticos, de todo. Y también se pasaban anuncios de las pul-
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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perías pequeñitas que había en la zona, que daban una colaboración a la radio. Se
decía que la pulpería tenía los mejores precios y la gente que escuchaba iba más a
esos negocios y menos al centro de Guatuso. Después me fui. Ahora se escucha que
se la quieren llevar para Guatuso y no debería, una cosa que ha sido patrimonio de
la Reserva Maleku no se vería bien que estuvieran en manos que no fueran indígenas, porque fue para los indígenas. Esos equipos se metieron en carretas y en carros
del ICER, que hasta se quedaban pegados y se usaban bueyes, porque eran muy feos
los caminos. No estaría bien que como hoy ya está todo listo, alguien llegue y se los
quiera llevar. Ahora sería muy valioso volver a hacer un programa sobre rescate de
la cultura maleku. Por ejemplo, “Dentro de la lengua Maleku”. Es a las seis o siete de
la mañana. Y también serían buenos programas infantiles que promuevan la lengua
maleku.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
119
Recuerdos del
Lic. Luis Alberto Monge Álvarez
Algunos recuerdos de don Luis Alberto Monge Alvarez, Expresidente
de la República, en relación con la Princesa Nora de Liechtenstein, el
señor Georg von Gaupp-Berghausen y el decidido apoyo de ambos a la
educación en Costa Rica.
Durante el gobierno de don Luis Alberto Monge se facilitó y dio un gran apoyo a
las buenas intensiones del Principado de Liechtenstein de financiar la instalación en
Costa Rica de una serie de emisoras culturales que apoyaran la educación de jóvenes
y adultos mediante el sistema de El Maestro en Casa.
Junto con otras personalidades, fueron la Princesa Nora de Liechtenstein y el
señor Georg von Gaupp-Berghausen grandes y entusiastas promotores de dicho proyecto. En sus visitas por Costa Rica, conocieron personalmente a don Luis Alberto
Monge y de allí nació una gran cordialidad y amistad.
En las siguientes líneas el propio don Luis Alberto Monge comparte unos recuerdos personales de aquellos años cuando la Princesa Nora vino a Costa Rica a participar de la inauguración de algunas Emisoras Culturales.
¿Cómo empezó la amistad con la Princesa Nora?
Don Luis Alberto Monge, lo recuerda así:
“Mis vínculos con la Princesa Nora comenzaron a raíz del programa de las Pequeñas Emisoras Culturas en Costa Rica. Saqué
tiempo para acompañarla a las inauguraciones porque me parecía
que era muy interesante y además muy generoso de parte de un
país, de allá del centro de Europa, que se interesara en ayudarnos
precisamente en el campo de la cultura en zonas rurales muy pobres y zonas indígenas”.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
120
Las inauguraciones de las Emisoras Culturales
Don Luis Alberto Monge comparte aquí una anécdota ocurrida durante la inauguración de una Emisora Cultural.
“Las inauguraciones de las emisoras se hacían muy pomposas.
Aunque fueran comunidades pobres nos alistaban comida. Recuerdo la inauguración de la Emisora Cultural de Corredores. Se instaló
tarima en la calle como si se tratara de una concentración política.
Yo acompañé en esa ocasión a la Princesa Nora. Resulta que un locutor de la Radio Golfito hablaba con gran vozarrón. Él no entendió
bien lo de la Princesa Nora, que yo la tenía a mi lado y dice: “Ahora
va a hablar la señora. de Liechtenstein”. Lo dijo de tal modo que
supimos que él creyó que lo de Liechtenstein era el esposo, que se
llamaba así. Y entonces ella se rió y yo le dije que iba a rectificar
y me dirigí al locutor: “Me permites un momento. Hay que hacer
una aclaración: La Princesa Nora es soltera, ella no es casada y
Liechtenstein es el nombre del Principado de Liechtenstein, el lugar
de donde es ella”. Claro, todo el mundo se murió de risa al ver la
metida de patas”.
A la Princesa Nora no se le puede decir que no
En una ocasión don Luis Alberto Monge tuvo que visitar varios países de Europa, en calidad de mandatario de Costa Rica. Entre ellos, visitó el Principado de Liechtenstein.
“La Princesa Nora escuchó nuestros consejos de que teníamos
necesidad de recapturar soberanía radiofónica y cultural en la zona
fronteriza con Nicaragua en donde lo que entraban eran radioemisoras de Nicaragua. En esos años, todos nuestros compatriotas de
la zona fronteriza lo que oían eran las radioemisoras de Nicaragua.
Además, los comunistas nos montaron una campaña diciendo
que aquí teníamos presos políticos y que todo esto era una falsa
democracia. Entonces yo decidí ir a Europa en la Misión Verdad,
con el fin de desmentir esa campaña montada por los sandinistas
y por Fidel Castro.
Cuando la Princesa Nora se enteró de que yo visitaría Europa
me propuso que incluyera en la gira al Principado de Liechtenstein.
Aquí se armó un gran revuelo porque decían: mire, son muchos
países, muchas organizaciones internacionales que usted va a visitar. ¿Cómo acomodamos esa visita a Liechtenstein?
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
121
Yo respondí. A la Princesa Nora no se le puede decir que no. Si
ella quiere que vayamos al Principado, hay que ir para agradecerle
por este programa que tiene en nuestro país”.
Como una gota de agua
Don Luis Alberto Monge considera aquí uno de los aportes de las Radios Culturales que el señor Georg von Gaupp-Berghausen tanto contribuyó a hacer realidad.
“Costa Rica está siendo transformada a la fuerza. Hay una
filtración permanente de valores culturales que han sido bastante
ajenos a la evolución cultural de nuestro país. Nos están transformando a la fuerza y nos están centroamericanizando y no vemos
en la clase política una actitud visionaria, una actitud patriótica.
Está más interesada, la clase política, en ganar elecciones y en
hacer negocios, pues la clase política nuestra casi todos quieren hacer negocio, hacer dinero. En eso yo veo malos rumbos para el país.
Además, se nos está adulterando la identidad costarricense
con la televisión de violencia. ¡Cuánto se ha escrito ya en Estados Unidos y en Europa sobre el peligro de esto! Pero no se para
la influencia que esto está teniendo en la juventud. Hay ejemplos
concretos que dicen que un muchacho se ha inspirado en programas de televisión para cometer sus fechorías, sus crímenes y sus
asesinatos horribles y cosas por el estilo. Así que yo creo, tal vez sin
que se lo pidiéramos nosotros, de las poquitas cosas que se están
haciendo para salvaguardar nuestra identidad cultural está este
programa de las radioemisoras culturales que tiene en nuestro país,
el Principado de Liechtenstein.
Por eso yo pienso que en ese contexto las radioemisoras que
son para fines culturales, que nos está donando e instalando aquí
el Principado de Liechtenstein, son como una gotita de agua”.
Tenemos los mismos amores
Don Luis Alberto Monge finaliza con una breve reflexión acerca de las afinidades que existen entre Costa Rica y el Principado de Liechtenstein.
“Yo había dicho en un discurso allá en el Principado de Liechtenstein que teníamos grandes afinidades:
Un pequeño país enclavado en el centro, en el puro corazón
de Europa y que sin embargo éramos dos pueblos que teníamos los
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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mismos amores. La gente del Principado ama la libertad, ama la
justicia, ama la paz, es una democracia sin ejército, es una democracia neutral en los conflictos bélicos. ¿Ven todas las coincidencias que hay?
Por eso, hay cariño de Costa Rica a Liechtenstein, porque todos
lo que han conocido este programa han visto un país de raíces culturales tan diferentes a las nuestras que nos ha estado ayudando y
nos sigue ayudando en un área donde nunca la inversión es suficiente: en el área de la cultura:
Aquí hay cariño, aquí se quiere a la Princesa Nora y habemos
miles de costarricenses enterados de este programa y tenemos una
gran gratitud para el Principado”.
Georg von Gaupp-Berghausen y las Pequeñas Emisoras Culturales
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Fuentes consultadas
Testimonios en orden de aparición:
Verónica de Assas Gaupp-Berghausen
Johnny Molina
Rudolf Batliner
Víctor Julio Víquez
Rafael Ángel Rojas
Herberth Umaña
Alicia Padilla Naranjo
Alexander Bolaños
Markus Vallazza
Bernardo Bokenfohrt Castro
Elena Francis
Rafael León
Timoteo Gallardo
Roberto Menocal
Jorge Rivera
Tito José Somarrubias
Álvaro Carpio Vásquez
Martín Alejandro García
Walter Salas
Antonio Abellán
Fernando Gutiérrez
Gonzalo Solano
Carlos Morales
Francisco Córdoba Mungíoa
Loli Fernández
Víctor Barrantes
Aurelio Mora
Enrique Moya
Ismael González Lázaro
Juan Porras
Saúl Cárdenas
Alvino Solano
Virgilio Angulo
Luciano Castro
Tony Everardo Díaz
Gerardo Solano
Javier Valverde
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