Con la caída del comunismo en Polonia, para muchos empezó la era de la libertad. La gente cantaba con alegría y euforia canciones sobre el pluralismo – una palabra nueva y fascinante – pensando en la vida sin restricciones ni opresión que les esperaba. En este momento probablemente nadie se dió cuenta todavía de que el pluralismo y la libertad en la versión polaca tienen las puertas un poco estrechas, y tal vez, solo los que se ajustan a la visión católica de la sociedad, pueden pasar por ellas. Durante la era del régimen comunista, la Iglesia Católica jugó un papel importantísimo en la sociedad polaca. La gente buscó en ella consuelo y una válvula de escape del sufrimiento de la vida cotidiana. La institución aportó no solo consuelo. Sus puertas se abrieron a todos los que querían gritar en contra del régimen; el Papa envió mensajes de apoyo; sus cardinales enviaron dinero y los futuros dirigentes del país libre por venir juraron luchar por el alma católica de la nación polaca. En año 1989 comenzó la era de transformaciones profundas y… caóticas. La sociedad tuvo que reconstruirse prácticamente desde cero. La escena política se transformó en una especie de telenovela emocionante, en la cual los programas y los gobiernos se intercambiaban sin saber muy bien como situarse en la escala derecha-izquierda. En todo este baile de ideas, programas y cambios, una institución se mantuvo sólida como una roca, ofreciendo a la sociedad una moral y unas normas de funcionamiento invariables – la Iglesia Católica. Cuando en 2001, por primera vez, las calles de Varsovia se llenaron de gente pidiendo igualdad para los homosexuales, la sociedad se dijo que quizá se habían importado demasiadas cosas de Europa. Eso no podía ser polaco. Estaba demasiado lejos del marco moral en vigor, que no dejaba espacio para desviaciones. Tales opiniones podían oírse no solo en los sermones dominicales. Incluso el Ministro de Educación y el Presidente del Gobierno de entonces así lo sostenían. Contra las convicciones de la mayoría de la sociedad y de sus dirigentes, los homosexuales seguían en la calle, pidiendo más derechos, igualdad de tratamiento y mostrando el atrevimiento de decir que eran normales. Frente a ellos salieron a la calle los Jóvenes de Toda Polonia (grupo político formado por iniciativa de Roman Giertych, que sería años más tarde, 2006-2007, Vicepresidente del Gobierno y Ministro de Educación) a luchar por la pureza de la nación, apoyando sus palabras con esporádicos, o no, lanzamientos de piedras. También salieron los jóvenes de Renacimiento Nacional Polaco (partido nacionalista próximo a la ideología fascista) inquietos por recordar que, lo que Hitler hizo con los judíos, siempre podría repetirse con los homosexuales. Salieron sacerdotes, algunos pidiendo misericordia y ayuda en la difícil lucha contra la enfermedad; otros, como el sacerdote R. Trytek, llegando a admitir en público su melancolía por las hogueras de tiempos medievales. Salieron representantes de la nación recordando que la sociedad democrática está abierta a todos, pero ‘sin propaganda homosexual, ¡por favor!’ ‘¿Y la non-discriminación? ¿La igualdad de tratamiento? ¿La tolerancia?’ – preguntaban los homosexuales. ‘Tolerancia, es una cosa; la propagación de vicios europeos y desviaciones pedófilas comparables a la zoofilia y la necrofilia, es otra cosa’ – respondía un buen número de políticos, por disparatadas e increíbles que parezcan tales comparaciones en un entorno europeo. Este diálogo “de sordos” duró tres años. En el 2004 la clase política dijo basta. Lech Kaczynski (entonces presidente de Varsovia, luego, en los años 2005-2010, presidente de Polonia) prohibió el desfile del Orgullo Gay sin preocuparse del derecho a la libertad de agrupaciones. El año siguiente mantuvo la prohibición, y esta vez fueron los colectivos homosexuales los que dijeron basta: acudieron a la justicia, y finalmente, en el 2007, recibieron apoyo del Tribunal Europeo, que calificó la decisión de Kaczynski de contraria a la Convención Europea de Derechos Humanos. Mientras tanto, Polonia entró en la Unión Europea. Antes de abrir sus puertas, la UE pidió reformas en diferentes campos, entre otros, al respecto de las minorías sexuales. Diferentes gobiernos polacos prometieron llevar a cabo reformas, que no acabaron de concretarse. El viento de cambio se dejó sentir cuando la izquierda volvió al poder durante los años 2001/2004. Pero el viento resultó ser una pequeña brisa y dejó poca frescura tras de sí. Entre otras reformas, hubo un primer esbozo de legalización de las parejas de hecho – un proyecto preparado por el partido en el poder (Alianza de la Izquierda Democrática, en polaco: SLD) y más tarde marginado hasta caer en el olvido por…el mismo SLD. El presidente del gobierno por entonces, Leszek Miller, se sintió obligado a dar una explicación y concluyó: ‘sería una perdida de tiempo….’ Otro éxito relativo de la época de cambios fue la penalización de la discriminación por orientación sexual, puesta en vigor en 2003 en el Código del Trabajo. Una medida revolucionaria que resultó ser papel mojado. Muy pocos homosexuales se arriesgan a hablar de su orientación sexual en su lugar de trabajo, ni antes ni después del 2003, por temor a las posibles consecuencias para su carrera laboral. Con la llegada al poder de la derecha extremista, las cosas se complicaron aun más. Entre todas las profesiones, había una que necesitaba control y reglas más estrictas - los profesores y trabajadores de las instituciones educativas. En el 2007, el Ministerio de Educación (MEN en sus siglas polacas) preparó un proyecto regulador de la organización y el funcionamiento de las instituciones educativas. La “propaganda de la homosexualidad” (sic) fue explícitamente prohibida y, para despejar posibles dudas, el Viceministro del MEN informó en una cadena de radio que se despediría a todos aquellos profesores que admitieran abiertamente su homosexualidad. Aparte de las reacciones en contra por parte de organizaciones homosexuales (LGQTB), Amnistía Internacional, Human Rights Watch e incluso el Parlamento Europeo, criticaron la homofobia aún existente en Polonia. En 2007, el Parlamento Europeo publicó una resolución sobre la homofobia en Europa, en la que 12 de 18 puntos trataban sobre la homofobia en Polonia. Sin embargo, el gobierno polaco mantuvo la prohibición de la “propaganda homosexual” en su proyecto sobre la organización del sistema educativo. Por toda explicación, Roman Giertych, Ministro de Educación llegó al extremo de afirmar que los homosexuales son pedófilos y fascistas. Pocos meses después vino un cambio de poder. La derecha extremista dejó paso a la Plataforma de Ciudadanos (PO), un partido de derecha conservadora un poco menos extremista. Paradójicamente, la mayoría de la comunidad LGBTQ dió su voto a PO, buscando quizás un lugar entre la derecha extremista y la izquierda, ya que ni siquiera esta última había cumplido con sus expectativas. PO decidió tomarse las cosas con calma. No ayudaban las presiones ni desde fuera (como los procesos de la Comisión Europea en contra de Polonia) ni desde el interior. El debate publico seguía bajo mínimos. En el 2009, durante el Día del Orgullo Gay, las minorías sexuales volvieron a reclamar la legalización de las parejas de hecho. “Rzeczpospolita”, uno de los más importantes periódicos conservadores, dejó claras cuáles podrían ser las consecuencias de tal legislación: en un dibujo satírico presentó a una pareja gay casándose mientras otro hombre y una cabra, esperaban su turno justo detrás. Las minorías sexuales se indignaron pero el periódico defendió su libertad de expresión. Pocos meses después, la Ministra de Igualdad, Elzbieta Radziszewska, en una entrevista televisada, justificó el derecho de las escuelas privadas a despedir a un profesor homosexual, si la escuela consideraba que ser homosexual iba en contra de sus principios. Frente a la ola de críticas, Donald Tusk, actual Presidente del Gobierno, se limitó a tener una conversación con su ministra, sin ni siguiera amonestarla públicamente. Finalmente, en enero del 2011, como respuesta a las presiones de la UE, el gobierno polaco adoptó regulaciones antidiscriminatorios. Según Amnistía Internacional y diversas asociaciones LGBTQ, estas nuevas regulaciones no podían ser más minimalistas. Pero la UE consideró que las cosas iban cambiando y, satisfecha con estas señales de enmienda, retiró sus tres procesos contra Polonia. Apenas un mes más tarde, Robert Wegrzyn, diputado de PO, preguntado sobre la posibilidad de legalizar las parejas de hecho, dijo: “De los gays, ni siguiera hay que preocuparse. En cuanto a las lesbianas …. las miraría con gusto”. Las minorías sexuales se indignaron de nuevo y esta vez el gobierno se sintió obligado a reaccionar. El diputado fue castigado con una multa de 250 euros y expulsado del partido; pero Leszek Miller, diputado de izquierda y antiguo Presidente del Gobierno, salió en su defensa afirmando que, después de todo, el 80% de los hombres piensa lo mismo. Polonia acaba de acceder a la presidencia de la UE por seis meses. Desde el 2009, un polaco, Jerzy Buzek, preside el Parlamento Europeo. En 2010, en ocasión del Día Internacional contra la Homofobia, Jerzy Buzek llamó al mundo entero a luchar contra la homofobia. Se podría pensar que las cosas mejoran profundamente. Sin embargo, habría que recordar que el mismo Buzek, en el 2001, estuvo en contra de la “propaganda de la homosexualidad” en las escuelas polacas y en el 2009 votó en el Parlamento Europeo contra la ley antidiscriminatoria. En principio de 2011, las asociaciones LGBTQ, motivadas por algunas tímidas señales de cambio y apoyadas por algunos políticos de SLD, presentaron de nuevo un proyecto de legislación de las parejas de hecho. Lo presentaron al Parlamento pero la respuesta del Presidente del Gobierno fue tomárselo con calma, sobre todo tratándose de proyectos polémicos en vísperas de elecciones parlamentarios (en tres meses). Mejor evitar la demagogia electoral y asegurarse que la sociedad está preparada… Si se trata de un cambio de mentalidad en la sociedad polaca, ¿no podría un gobierno fomentar tales cambios? Se podría intentar cambiar ideas y acabar con los estereotipos a través de la educación sexual, por ejemplo. Sin embargo, en 1993 el gobierno polaco introdujo en las escuelas una nueva asignatura: Conocimientos sobre la Sexualidad, prácticamente concentrada en la preparación a la vida en familia y en la importancia de la vida prenatal. En 1999, la asignatura fue cambiada por Preparación a la Vida en Familia – (un nombre quizás más adecuado, teniendo en cuenta el contenido). En los años siguientes, se discutió sobre el contenido de la asignatura. No se quiso hablar ni de anticoncepción, ni de prevención contra el SIDA y aún menos de homosexualidad y otras “desviaciones sexuales” (Jerzy Buzek fue uno de los políticos, cuales estuvieron a favor de esta posición). Hoy, en el libro de texto de la asignatura se puede leer que la píldora es cancerígena, que la masturbación provoca trastornos de la personalidad y que la homosexualidad es un ejemplo de trastorno de la identidad sexual, debido probablemente a sucesos negativos de carácter sexual durante la infancia o a una estructura familiar inadecuada. Apoyándose en testimonios, los autores del texto dejan luz para la esperanza y aseguran la posibilidad de curar esta enfermedad mediante una terapia profunda. Quizás si entre los 4 revisores oficiales de Ministerio de Educación no hubiese un sacerdote se podría leer otras cosas. Ante las criticas externas, los políticos hablan de demagogia y de propaganda del lobby homosexual, manteniendo que en la vida cotidiana en Polonia, la homofobia no existe. Sin embargo, según los datos del Centro de Investigación de la Opinión Publica, en 2010 el 63% de los polacos respondió que la homosexualidad es una desviación de la norma pero que debería ser tolerada y un 23%, que es contra natura y no se puede tolerar. Entonces ¿cual es la realidad? Weronika: Nací en una familia muy católica e hice toda mi escolaridad en escuelas católicas. Cuando tenía 15 o 16 años, mis padres, al ver que me interesaba mucho por las chicas, me preguntaron si era lesbiana. Me sentí insultada porque ellos mismos me repetían siempre que la homosexualidad es una desviación. A partir de este momento empecé a salir con chicos, lo que fue muy difícil porque me daba vergüenza y me repugnaba. Mi madre empezó a adivinar todo y casi me forzó a hablar. Cuando le dije que me había enamorado de una mujer, se puso a llorar. Ella pensaba que esto se me pasaría, que era un capricho y me resulto muy difícil explicarle que la orientación sexual no es el capricho de un momento. Kinga: En mi caso, mi madre me preguntó un día si tenía novio. Le dije que prefería hablar sobre ese tema en otro momento, pero ella insistió: “¿quién es? ¿un negro?.... ¿un árabe?... ¿está casado?... ¡¿es un cura?!...” y como yo no respondía, tras un momento de silencio, me preguntó: “¿es una mujer?”. Le dije que sí, y se puso a llorar también. ¿Vivís vuestra relación de manera abierta? Weronika: Tenemos nuestra propia empresa, así que no tenemos problemas en el trabajo. Vivimos en una ciudad grande... pero a veces tenemos que ocultar nuestra relación porque nuestras madres no quieren que los amigos o la familia más lejana lo sepa. Me acuerdo que una vez mi antigua profesora me vió por la calle con Kinga. Tenía una cara muy disgustada… probablemente se dijo que escogí el mal camino. Aquí, para todo el mundo es obvio que tienes que ser heterosexual. Cuando conozco a alguien nuevo, nunca digo que soy homosexual porque la gente lo tomaría como una provocación. ¿Hay homofobia y discriminación en Polonia? Weronika: Bueno.. mis padres conocen un matrimonio... El marido resultó ser gay, pero se ha dado cuenta solo después de haber tenido niños. Sus niños ahora tiran piedras contra los manifestantes el Día del Orgullo Gay. En la sociedad, lo que más me molesta es que las lesbianas o son invisibles o no se les toma en serio. La gente dice que la mujer va a cambiar de opinión, se va buscar un hombre para tener niños, porque la única manera de tener un niño es tener un marido… En mi familia, por ejemplo, cuando mis abuelos se murieron, nos dejaron un piso. Todos directamente dijeron que el piso sería para mi primo porque él tiene una pareja desde hace 4 años y pronto formará una familia. Yo también tengo una pareja desde hace 4 años, pero según mi familia mi relación no es seria; será así hasta que encuentre un hombre que me hará bien… Y que no se reconozcan las parejas de hecho.. es estúpido. Directamente uno u otro lobby se indigna porque queremos casarnos, lo que según ellos va contra la ley de Dios. No entienden que nosotros no queremos ir a la iglesia a difamar sus rituales. No, queremos la pareja de hecho para poder vivir normalmente. Pero ellos piensan que basándose en sus ideas mitológicas pueden imponernos una manera de vivir. ¿Cual es la situación de los profesores homosexuales? Weronika: Por supuesto que hay profesores homosexuales, pero no se atreven a decirlo. Yo conozco algunos en mi escuela. Nos vimos en un bar para homosexuales, pero nunca hablé con ellos de eso. Sin embargo, cuando les ví, me dije: entonces, ¡no estoy enferma!. Me hizo bien. Aquí la gente piensa que los niños se pueden contaminar… ¡te puedes contaminar solo con una enfermedad! Además, mírame: vengo de una familia católica y heterosexual. ¿Por qué ellos no me “contaminaron”? ¿Por qué yo soy lesbiana? ¿Porque un día me desperté y decidí complicarme la vida? (Weronika y Kinga viven en Cracovia. Fueron una de las 12 parejas retratadas y entrevistadas en el siguiente foto-reportaje.)