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La vida cotidiana en un conjunto habitacional cerrado en la Ciudad de México Andrés Eduardo Triana Moreno Resumen: Este trabajo plantea la pertinencia de abordar la es- Abstract: This article propose the pertinence to use the aesthe- tética como herramienta teórico-metodológica para indagar de tics like theoretical and methodological tool to research how qué manera las formas físicas y las formas sociales interactúan the physical forms and the social forms interact in the daily life en la vida cotidiana y adquieren valor simbólico, como resultado and purchase symbolic value like result of the sensitive and de la experiencia sensible y permanente de las personas en y permanent experience of the people in and with the space built con el espacio construido en las zonas comunes de un conjunto in the common zones of a group habitacional departments in habitacional cerrado en la Ciudad de México. Se propone el México city. Its propose the categories of habits and pleasures concepto de placer como categoría útil para la aproximación al like useful concepts to approximate the analysis to the socio– análisis de las prácticas socio-espaciales a partir de las cuales las spatial relationships around the quotidian construction of the personas construyen cotidianamente sus relaciones en y con la ideas inside–outside and public-private in base of whish people vivienda y la ciudad. construct the dairy relationships in and with the house and the city. Palabras clave: estética, hábitos, placeres, vivienda, ciudad. Key words: aesthetic, habits, pleasures, house, city. * Estudiante de Doctorado en Ciencias y Artes para el Diseño de la uam-Xochimilco. Docente de Metodología de investigación y Seminario de Tesis en posgrados de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo 124 Negrete” inah. Introducción Se asume en este trabajo que el abordaje teórico y de búsqueda que le son consustanciales metodológico responde a un proceso dinámico de al trabajo de diseño urbano–arquitectónico… triangulación entre teorías, métodos y fuentes de [Porque] ¿Acaso el diseño como acción y producto información; por lo tanto, la correspondencia teóricono se debe al placer?.... metodológica no permite una aproximación en marEl placer en la acción de diseñar cos ni momentos diferentes. Así, teorías y metodoal pensar en el placer de las personas destinatarias logías se construyen y reconstruyen mutuamente en como meta es requisito sine qua non. relación con las dinámicas que el objeto de estudio [Pero] si la respuesta es negativa, adquiere durante el proceso de investigación, se vale repreguntarse entonces, adaptan a éste, y se entrelazan durante ejercicios de ¿cuál es la brújula y el alma que lo anima?1 observación y reflexión vertidos a través del análisis en interpretaciones y conjeturas. Esta forma de comprensión dinámica del abordaje teórico- metodológico se contrapone a los procesos de investigación que pretenden llegar a generalizaciones y aseveraciones contundentes por la vía de categorías unívocas; por el contrario, el interés en explorar las dimensiones estéticas de la prácticas sociales en y con el espacio urbano conlleva al abordaje cualitativo de estas cuestiones, pretende poner el acento en los aspectos subjetivos que permean a toda actividad humana y sus formas de expresión física en el territorio. Con lo anterior, este trabajo presenta de forma sintética algunas de las reflexiones hechas a partir de un proceso de investigación en torno a las formas de apropiación física y simbólica del espacio construido por parte de los habitantes de un conjunto habitacional cerrado en la Ciudad de México.2 Los objetivos El placer, en suma, debería enmarcar las tareas 1 Vicente Guzmán, “El espacio (con) sentido de la plaza”, en Anuario de Espacios Urbanos, 2005-1, México, uam–Azcapotzalco, 2005, p. 95. El presente artículo ha sido recuperado de una investigación de mayor alcance elaborada durante los años 2004- 2006 para obtener el título de Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño, en el Área de Investigación y Gestión Territorial en la uam-Xochimilco. El análisis se llevó a cabo en la Unidad Habitacional Centenario, conjunto cerrado de departamentos ubicado al sur poniente de la Ciudad de México. Véase Andrés Triana, Una aproximación estética a la vida cotidiana en un conjunto habitacional cerrado: Significado y formas de apropiación de las zonas comunes, Tesis de Maestría en CyAD, México, uam-Xochimilco, 2006. 125 2 específicos que estructuran estas líneas son: a) elaborar una somera descripción del objeto de estudio y su unidad de análisis; b) proponer el concepto de placer como categoría analítica susceptible de ser integrada al estudio de las prácticas estéticas que aquí se asumen como la facultad de sensibilidad propia de las personas y que se manifiesta en la vida cotidiana a través de las múltiples formas de interacción en y con el espacio construido; c) describir el proceso metodológico llevado a cabo para poner en marcha la categoría propuesta, así como las técnicas utilizadas en el trabajo de campo; d) mostrar algunos de los resultados obtenidos y, por último, e) plantear algunas conjeturas finales que no buscan encontrar punto final, sino más bien aceptan su potencialidad como puntos de partida para posteriores análisis. El objeto de estudio y su unidad de análisis 126 Cuando reflexionamos en torno a la ciudad actual, en donde la idea de lo privado gana día con día la batalla contra lo público, las palabras fragmentación y aislamiento parecieran ineludibles. El interés por la diferenciación social, la necesidad de asumir lo propio y lo ajeno y la búsqueda de seguridad, han constituido a la ciudad en un catálogo de bardas, rejas y controles donde la vida cotidiana pareciera convertirse en una suerte de prácticas colectivas e individuales marcadas por el encierro. Observar los procesos de fragmentación de la ciudad, sugiere detenernos en el análisis de las relaciones que establecen las personas en y con los entornos construidos en los que desarrollan su cotidianidad, y en donde la condición de encierro puede repercutir en la forma como perciben, se apropian de sus espacios cotidianos y les otorgan valor simbólico. A través de las formas de interacción social, al parecer, el espacio construido adquiere significados para las personas en términos de lo propio y lo ajeno, de lo seguro y lo inseguro, de lo que se comparte con iguales y se niega a otros. Cabría preguntarse entonces: ¿de qué manera la condición cerrada de los espacios urbanos coadyuva en la forma en que las personas se apropian real y simbólicamente de sus espacios cotidianos, se posicionan con respecto a la ciudad y a través de qué mecanismos lo expresan? La vivienda urbana y en especial los conjuntos habitacionales de departamentos, parecieran ser un reflejo de la tendencia a la fragmentación de la ciudad. La idea de aislamiento que en algunos casos se contempla desde el proceso de diseño, puede advertirse por la disposición de elementos de cierre, plumas, bardas, rejas, casetas de vigilancia, etcétera,3 a partir de los cuales los conjuntos habitacionales se caracterizan no sólo por su diferenciación física con relación al entorno urbano que los rodea, sino que se convierten en espacios con límites físicos y sociales claramente establecidos.4 Las zonas comunes, rasgo característico en algunos conjuntos habitacionales, se convierten en el espacio de transición entre la ciudad y el hogar. La condición cerrada del conjunto habitacional puede convertir a las zonas comunes en un entorno físico y social desde el que los habitantes experimentan las nociones de lo público y lo privado, del adentro y del afuera, de inclusión, exclusión y aislamiento con respecto a la ciudad. Sin embargo, a través de la vida cotidiana las zonas comunes como espacio físico cerrado pueden también convertirse en el escenario de un sinfín de procesos de interacción social en los que la fragmentación de la ciudad pareciera encontrar una réplica a escala local. En este contexto, el objetivo de estas líneas es mostrar algunos resultados del trabajo de investigación realizado en la Unidad Habitacional Centenario, conjunto cerrado de departamentos ubicado al sur 3 Ángela Giglia, “Espacios residenciales cerrados: El caso de Villa Olímpica”, en María Ana Portal (Coord.), Vivir la diversidad. Identidades y cultura en dos contextos urbanos de México. México, Conacyt, 2001, p. 36. 4 Martha Schteingart, y Boris Graizbord (Coords.), Vivienda y vida urbana en la ciudad de México., La acción del Infonavit, México, Colegio de México, 1988, p.9. Miguel Ángel Aguilar, C. Cisneros y M. Arteaga, “Espacio, socialidad y vida cotidiana en dos conjuntos habitacionales” en Martha Schteingart y Boris Graizbord, (coord.), op. cit., p. 342. El placer como categoría para el estudio de las prácticas estéticas Percibimos el medio ambiente a través de los sentidos. Sin embargo, la percepción también posee un carácter simbólico, resultado del filtro que ejerce nuestra mente y del medio social y cultural en el cual estamos inmersos. Es a partir de la conjunción entre lo físico y lo subjetivo que otorgamos valor simbólico a nuestros espacios cotidianos, por eso es que “solemos decir que una ciudad es triste o alegre, o luminosa o gris… se convierte en una estructura viva, llena de encuentros, conflictos y creaciones…”.6 Es decir que en la percepción del medio que nos rodea actúan combinadamente el cuerpo como receptor de los estímulos y la mente, en donde la información obtenida por los sentidos se clasifica y se convierte en significados que están condicionados culturalmente, “…ya que es en función de las escalas de valores y de las categorías de nuestra cultura como decodificamos un lenguaje sensible”.7 La importancia de los procesos significación del entorno, es que se convierten en la guía de las formas en que las personas practican socialmente los espacios en los que desarrollan su cotidianeidad. Aunque la percepción es individual, el hecho de compartir cotidianamente ciertos espacios hace que las personas perciban de forma similar; esto, porque además del cuerpo y los sentidos, quienes conviven cotidianamente suelen estar expuestos al mismo tipo de experiencias socio-espaciales. Ejemplo de ello puede ser la noción de barrio que nos ofrece De Certeau: El barrio es el espacio de una relación con el otro como ser social, que exige un tratamiento especial. Salir de casa de uno, caminar en la calle, es para empezar el planteamiento de un acto cultural… inscribe al habitante en una red de signos sociales, cuya existencia es anterior a él, vecindad, configuración de lugares, etcétera.8 A partir de esta noción, De Certeau plantea la existencia de un juego permanente de ida y vuelta entre lo individual y lo colectivo, entre el adentro y el afuera que en las prácticas cotidianas a través de las formas de apropiación del espacio se convierten en una prolongación del adentro.9 En este sentido, la apropiación del espacio colectivo del barrio suele significar para los habitantes la prolongación del hogar. Con esta reflexión y desde la óptica de las prácticas estéticas, a través de algunos aspectos de la vida cotidiana en las zonas comunes de la Unidad Habitacional Centenario, intentaré mostrar cómo los placeres alimentan la vida cotidiana de sus habitantes en y con sus espacios y sus lugares. 5 Katya Mandoki, Prosaica, introducción a la estética de lo 6 Antoine Bailly, La percepción del espacio urbano, Madrid, 7 José H. Fuentes, Espacios, actores, prácticas e imaginarios cotidiano, México, Grijalbo, 1994, p. 23. Instituto de Estudios de Administración Local, 1979, p.35. urbanos en Mérida, Yucatán, México, México, Ediciones Universidad Autónoma de Yucatán, 2006, p.69. 8 Michel De Certeau, La invención de lo cotidiano 2. Habitar, 9 Id, p. 10. cocinar, México uia/iteso, 2000, p. 11. 127 poniente de la Ciudad de México. Lo que se presenta a continuación son algunas reflexiones derivadas del trabajo de campo en donde se rescata la voz de aquellos quienes, a partir de su experiencia cotidiana en el conjunto habitacional, hablan del espacio vivido. Se intenta reflexionar sobre cómo la vida cotidiana en el conjunto habitacional puede ser analizada en términos de múltiples prácticas estéticas en las que se involucran el cuerpo y los sentidos, instrumentos a partir de los cuales las personas, a través de su facultad de sensibilidad, expresan la forma en que perciben el medio ambiente social y físico que les rodea y le otorgan significados. Es decir que la estética aquí abordada no se remite a las nociones de lo bello y lo armónico del arte,5 sino a una estética cotidiana, interesada en reflexionar acerca de las múltiples formas de expresión sensible de las personas no sólo como individuos, sino como parte de un colectivo. 128 La relación entre espacios, lugares y sentidos, habla del vínculo de las personas en y con sus espacios cotidianos; de prácticas estéticas, entendidas como el resultado de un sujeto interactuando en y con el espacio construido, en donde se conjugan lo afectivo, lo emocional y lo pragmático.10 Se podría decir que las prácticas estéticas integran lo subjetivo de las personas hasta lo cotidiano en la interacción social. Esto significa que los juicios de valor estético, en donde tienen cabida lo bello, lo feo, lo agradable y lo desagradable, pasan a través de un filtro integrado por lo social, lo cultural y lo mental. A través del cuerpo y los sentidos, las personas perciben el ambiente que les rodea, el medio cultural en el que están inmersas condiciona los juicios de valor que se construyen en la mente, y el resultado de este proceso se expresa en los significados que se intercambian a través de la interacción social.11 Podría entonces decirse, siguiendo a Mandoki, que las prácticas estéticas surgen a partir de la persona quien, desde su sensibilidad y conocimiento, interactúa con el objeto, se apropia de él y lo categoriza como estético.12 Con lo anterior, encuentro en la estética una manera de aproximación al análisis de las relaciones que establecen las personas en y con el espacio construido. Si asumimos que las personas experimentan estéticamente el medio ambiente que les rodea a partir de la acción del cuerpo y los sentidos como herramientas de percepción, y que su capacidad de reflexión les permite crear en la mente una imagen de carácter simbólico de la materialidad del mundo, esta capacidad de aprehensión caracterizará lo individual de la vida cotidiana. Sin embargo, asumo que la persona se construye a sí misma sobre la base de determinantes socioculturales.13 En esta medida todo su desarrollo está precedido por un orden social y cultural que lo transforma, al tiempo que este orden social es transformado por la persona misma en una relación recíproca. La vida cotidiana de las personas y las relaciones que establecen en y con el espacio construido, condicionadas por los valores sociales, culturales y mentales que les afectan directa o indirectamente, crean una conciencia de que existe un entorno físico y social en el que se habita, al que se le otorgan sentidos y significados. Observar estos procesos desde la óptica de las prácticas estéticas permite acercarse a las formas de expresión de las personas no sólo como individuos, pues adquieren su carácter colectivo del hecho de poseer una dimensión simbólica capaz de ser entendida por y con otros.14 Un hábito es tener costumbre de; los hábitos, siguiendo a Giddens, son aquellas acciones rutinarias que constituyen la interacción social en el tiempo y en el espacio, son algo más que “conductas sin pensar.”15 Por lo tanto, las acciones rutinarias se convierten en el sustento de la vida cotidiana de las personas, y de sus relaciones en y con el espacio construido. Con nuestros hábitos habitamos el mundo, somos en el tiempo y estamos en el espacio, con nuestros hábitos buscamos satisfacer necesidades existenciales.16 De allí que la experiencia de habitar implique una permanente búsqueda de placeres que se derivan del contacto cotidiano en y con el espacio construido con el cuerpo, los sentidos y la mente; placeres que se convierten en los filtros interpretativos de las practicas estéticas y que, como propone Tiger,17 pueden dividirse en: fisioplaceres, aquellos que surgen de la experiencia sensible a través del gusto, el olfato y el tacto; socioplaceres, que implican el disfrute de la interacción con otros, en donde entran 10 Alberto Saldarriaga Roa, La Arquitectura como experiencia. Espacio, cuerpo y sensibilidad, Bogotá, Villegas Editores, 2002, pp. 122-204, 206; Vicente Guzmán, Perímetros del encuentro, calles y plazas tlacotalpeñas, México, uam-x, 2001, p. 55. 11 Amos Rapoport, Aspectos humanos de la forma urbana, Bar- 12 K. Mandoki, op. cit., pp. 29-34. 13 Peter Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la 14 Miguel Ángel Aguilar, “Estéticas urbanas: habitantes, espacios y celona, Gustavo Gili, 1978, p. 52. realidad, Buenos Aires, Amorrotu, 1998, p. 71. sensibilidades”, ponencia presentada en el seminario Repensar la metrópoli, México, uam, 2005, octubre 3-7, (edición mimeográfica), p. 2. 15 Giddens, citado por V. Guzmán, op. cit., p. 105. 16 V. Guzmán, 2005, p. 94. 17 Lionel Tiger, La búsqueda del placer. Una celebración de los sentidos, Barcelona, Paidós, 1993. pp.73-81. La articulación teórico-metodológica Como se ha esbozado, lo que esta investigación pretendió fue indagar acerca de la vida cotidiana de las personas en las zonas comunes de un conjunto habitacional cerrado, partiendo de relacionar lo físico y lo simbólico a través de las formas de interacción social en y con el espacio construido. En este sentido, algunas de las reflexiones y conjeturas en el proceso de investigación en campo estuvieron guiadas por la siguiente pregunta: ¿Cómo, durante la conversación, las personas hacen referencia acerca del cuerpo, los sentidos y la mente, en la percepción y significados que le atribuyen a las zonas comunes? Para esto, me apoyé en las cuatro categorías de placer planteadas por Tiger: fisioplaceres, socioplaceres, psicoplaceres e ideoplaceres, mediante las cuales se buscó evidenciar la participación del cuerpo, los sentidos y la mente como insumos de las prácticas estéticas en las relaciones que se establecen cotidianamente en y con el entorno construido. La búsqueda de respuestas a estas inquietudes implicó adoptar el enfoque cualitativo de los métodos de investigación con el fin de lograr un acercamiento a situaciones aparentemente minúsculas o triviales de la vida cotidiana que, para esta investigación, adquirieron la calidad de observables dignos de análisis e interpretación. El interés por los aspectos subjetivos, la necesidad de recuperar la opinión de las personas y el acercamiento a la vida cotidiana de quienes habitan el conjunto habitacional para interpretar las prácticas cotidianas no pretendió obtener generalizaciones ni ratificar preconcepciones, sino comprender e interpretar las perspectivas individuales de los actores. Para tal efecto se incorporaron variadas técnicas de investigación derivadas del método etnográfico. El trabajo de campo se llevó a cabo en tres etapas durante un periodo de cuatro meses, cada etapa implicó una forma de aproximación al objeto de estudio, que no sólo tuvo el propósito de cumplir, sino de ajustar los objetivos propuestos al inicio de la investigación. Las técnicas utilizadas iniciaron con una fase de reconocimiento a partir de recorridos de flâneur y pláticas informales que se afianzaron a partir de ejercicios de observación cuasi-participante y entrevistas a profundidad, apoyadas en mapas mentales elaborados por las personas entrevistadas. La observación cuasi- participante: Esta técnica de trabajo me permitió adentrarme en la cotidianeidad del conjunto habitacional con una doble intención: identificar quiénes, dónde, cuándo y qué actividades se desarrollan en las zonas comunes, a la vez que los habitantes se preguntaban qué hacía yo allí, acción recíproca de la cual surgieron pláticas informales con algunas de las personas que me ayudaron en la segunda fase del trabajo. La selección de los puntos de observación surgió del interés que detonó en mí la permanencia en las zonas comunes, en donde entraron en juego tanto las condiciones ambientales, como los eventos que allí tenían lugar; sin embargo, intenté hacer un ejercicio que tuvo como criterio la transición de adentro hacia afuera, que me permitió organizar la forma como se presenta la información en el análisis. Entrevistas en profundidad La segunda fase del trabajo, que da cuerpo las reflexiones que aquí se presentan, consistió en el acercamiento directo con los habitantes del conjunto habitacional, con el fin de rescatar sus opiniones.18 18 Expreso mi agradecimiento a los habitantes de la Unidad Habitacional Centenario que colaboraron con esta investigación, en especial a Paz, Paola, Regina, don Jaime, don Edmundo, Don Beto y Mario, cuyas voces alimentan las reflexiones expresadas en este trabajo. 129 en juego la proximidad y los manejos del cuerpo; psicoplaceres, en oposición al anterior y que se refiere al placer generado por las acciones individuales; y los ideoplaceres, también de carácter individual pero que se construyen en la mente como resultado de la acción creativa o del contacto con la naturaleza y por lo tanto forman parte de las prácticas estéticas. 130 La selección de las personas entrevistadas dependió de su disponibilidad e interés en colaborar con este trabajo. Sin embargo, y como resultado de las etapas anteriores de la investigación, se tuvieron en cuenta los siguientes criterios: un mayor interés por los testimonios de personas que cotidianamente tienen encuentros, o que regularmente desarrollan alguna actividad en las zonas comunes; el testimonio de personas para quienes las zonas comunes representan únicamente un lugar de paso obligado para llegar al hogar y no un espacio de permanencia. Ante la presencia de un número importante de personas jubiladas, me interesó el testimonio de un hombre y una mujer de este grupo. Adicionalmente se buscó el testimonio de una mujer ama de casa, una profesionista del mismo rango de edad, y un hombre profesionista. Por último, me interesó el testimonio de los vigilantes, el administrador y un propietario de los servicios comerciales de la unidad. De acuerdo con los criterios establecidos se llevaron a cabo nueve entrevistas a profundidad, en las que se pidió a las personas que comentaran acerca de sus impresiones con relación a tres temas generales: las zonas comunes, la característica cerrada del conjunto, y su opinión sobre los alrededores. El objetivo de estas entrevistas fue aproximarme a la vida cotidiana de las personas en y con las zonas comunes del conjunto habitacional, sus impresiones acerca del medio urbano que rodea al conjunto, y cómo impacta la condición cerrada del conjunto en las formas de relacionarse en y con el espacio urbanoarquitectónico, cómo se apropian de él y qué valor simbólico le otorgan. Los criterios para interpretar las entrevistas tomaron en cuenta no sólo las respuestas proporcionadas por las personas, sino las características ambientales de la locación, como temperatura, luz, aromas, sonidos, y las referencias que los entrevistados hicieron durante la conversación acerca de estos aspectos. Lo que sigue es mostrar, a partir de algunos de los resultados del trabajo de campo, los aspectos aparentemente minúsculos de la vida cotidiana en las zonas comunes de un conjunto habitacional cerrado, los hábitos y los placeres donde se entremezclan lo objetivo y lo subjetivo, los espacios y los lugares de un grupo de personas que hablan y viven en un fragmento de ciudad, en una ciudad de fragmentos. Los placeres como formas de apropiación del espacio construido “Salgo diario a caminar, a que me caliente el sol, a escuchar los pajaritos como ésos que suenan... aquí yo vivo la vida... puedo palparla, sentirla… cuando la palpas y la sientes, la disfrutas, la pasas a todo dar”. (Don Jaime, habitante de la Unidad Centenario) Los fisioplaceres hablan del contacto permanente en y con el espacio construido, son una clara evidencia del papel que juegan el cuerpo y los sentidos en las formas de apropiación real y simbólica del espacio. A través de los fisioplaceres aceptamos o rechazamos el entorno que nos rodea, es un proceso de selección a partir de las cualidades ambientales que son valoradas de acuerdo con preceptos sociales y culturales, pero además los fisioplaceres operan de forma asociativa, es decir, surgen de la vinculación analógica entre un sentido y otro con el fin de otorgarle significados a lo que se percibe de y en el espacio construido. Éste es el caso de don Jaime, quien al referirse a sus actividades cotidianas en las zonas comunes logra integrar el sentido del gusto para referirse a lo que significa para él vivir en Los 300,19 acotando que el gusto es uno de los sentidos con los que menos solemos asociar lo que percibimos del medio ambiente que nos rodea. Yo disfruto vivir aquí, como a una manzana que agarras, la hueles, y le das una mordida… mi vida aquí es, cómo te diré.... como una paleta de agua, la disfru- 19 En lo sucesivo me referiré a la Unidad Habitacional Centenario como Los 300, nombre con el que cotidianamente los habitantes se refieren a éste, y que surge de la nomenclatura asignada al conjunto. tas, la paladeas, sientes la textura de la jamaica o del limón… pero si la dejas que se derrita en tu mano, allí se te acabó la vida... Éste es mi discurso de la vida y este lugar me ayuda a sentirme así... Para don Jaime, su caminata diaria por los andadores peatonales en Centenario es una oportunidad de fisioplaceres múltiples, a través del movimiento que implica una relación espacio- temporal, un espacio practicado; sus sentidos perciben sonidos, temperaturas y luz solar. Pero, al otorgarle valor simbólico al espacio, don Jaime construye un lugar en su mente y los sentidos participan ahora como recursos asociativos de carácter subjetivo. Así, el espacio se convierte en un lugar que es tan agradable como el aroma a manzana o tan reconfortante para el calor como una paleta de limón. Como se mencionó, la práctica estética habla de la facultad sensible de las personas para percibir y experimentar sensaciones agradables y desagradables y de que estos juicios de valor están filtrados por el contexto socio- cultural en el que están inmersas. En este sentido, la búsqueda de placer como condición de la existencia humana es un detonante de las prácticas estéticas y, por lo tanto, está expuesta a experiencias agradables y desagradables. Así, placer y displacer no se oponen, son categorías complementarias que se manifiestan en la vida cotidiana. Un ejemplo de fisioplacer asociado al rechazo de un espacio fue lo que expresó Paz: sus asociaciones olfativas y auditivas son derivadas del inapropiado comportamiento vecinal que impregna al espacio de características ambientales que para ella son negativas. dependen de sus características físicas; las formas de interacción social, los hábitos de los otros, también repercuten en lo que se percibe en y del espacio construido. Aparece aquí una expresión combinada de placeres relacionados con el cuerpo, los sentidos y los intercambios sociales, es decir que en la vida cotidiana las categorías planteadas por Tiger se dan en forma simultánea, al igual que en las prácticas estéticas lo objetivo y lo subjetivo, y en lo cotidiano los espacios y los lugares se presentan siempre interrelacionados. Por tal razón, para seguir adelante se integra uno más de los placeres mencionados. La vida cotidiana también está plagada de socioplaceres, de momentos de interacción con los otros, de encuentros fortuitos o programados en las que el disfrute o el rechazo se expresan a través de la proximidad y los manejos del cuerpo. Los socioplaceres son importantes para interpretar las formas de apropiación real y simbólica del espacio construido, porque es en las formas de interacción social como el espacio físico se adapta, cambia, se fragmenta o se une. Cada salida o tránsito por las zonas comunes de Los 300 se convierte para sus habitantes en una oportunidad de disfrutar o padecer socioplaceres, percibir el ambiente que les rodea con todos sus sentidos y, a través de sus encuentros, otorgarle sentido y significados al espacio de su cotidianeidad, apropiárselo y ser parte de él. A través de los socioplaceres se disfruta o no de la compañía del otro, de convivir con los vecinos y de ser protagonista de la cotidianeidad en el conjunto habitacional. […] de chica [recuerda Paola] salía poco, los juegos no me gustaban, porque les hacía falta mantenimien- …hay muchos que aman las mascotas, y las sacan a to… recuerdo que cuando salía, los otros chavitos de pasear por las áreas comunes y no recogen el excre- nuestra edad eran muy groseros, entonces como que mento… y ahí se queda el olor… Otra cosa negativa es ya no me daban ganas de juntarme con la gente… que los vecinos hacen fiesta hasta las cuatro, cinco de obviamente las cosas cambian, pero pues igual, creo la mañana… con la música a todo volumen, y pues ya que no les hablé nunca y creo que ya nunca les voy a le quitaron el descanso a mucha gente… hablar (figura 1). Paola habla desde sus recuerdos, la razón es que manifiesta no pasar mucho tiempo actualmente en 131 Aquí lo que se evidencia es que en los fisioplaceres, los juicios de valor asignados a un espacio no sólo permanencia, pero también habla de los comportamientos inadecuados de sus vecinos con relación a la convivencia y los buenos modales; pareciera con esto que el sentido que más detona la permanencia de él, en y con sus espacios cotidianos, es el sentido común. Yo la paso todo el tiempo caminando porque soy jubilado, vengo y me tomo mi cafecito, me fumo mis cigarritos aquí donde don Beto, pero soy consciente de que las zonas comunes no se prestan para permanecer, pero es por la gente. La unidad se ha convertido como en una vecindad de lujo, lo que aquí se encuentra Figura 1. Zona de juegos en la Unidad Habitacional Centenario. es una especie de élite condominal, aquí no existe la Fuente: Andrés Triana, 2005. cordialidad. Comparando con Plateros, allá son más vecinos, son como más unidos… pero aquí cuando salgo 132 el conjunto; menciona que no conoce a sus vecinos y que no le interesa entablar relaciones con nadie de allí, es una manera de mostrar que sus socioplaceres no parecieran estar vinculados con el barrio. Sin embargo, los sentidos vienen a las reflexiones de Paola a través de la memoria. Recuerda un lugar en el que no se sentía cómoda tanto por aspectos físicos como sociales, es decir que la experiencia de su niñez en las zonas comunes distaba mucho de fisioplaceres y socioplaceres agradables; posiblemente las situaciones de rechazo que menciona influyeran en su percepción de los aspectos ambientales del espacio. De la misma manera que solemos describir una situación social en la que se generan sentimientos como miedo, desconfianza o malestar como un momento en donde algo huele mal, es posible que para Paola la sensación de exclusión por parte de sus vecinos acentuara la percepción de aspectos desagradables en un espacio del cual no podía apropiarse. Pareciera que el fisioplacer es una búsqueda permanente de las personas y por esta razón algunos juicios de valor negativos asignados al espacio construido, surgen de la imposibilidad de satisfacer esta necesidad. Éste puede ser el caso de don Fernando, quien da valor a las cualidades de las zonas comunes en función de los intercambios sociales en los que participa. Él encuentra en el restaurante, donde puede interactuar con otros y compartir el café, un lugar de y me encuentro con los vecinos, muchos ni saben saludar, por eso yo no me quedo allá adentro, mejor me vengo aquí con don Beto. Los juicios de valor que otorgamos al espacio construido y a los intercambios sociales están enmarcados en un contexto socio cultural, de ahí que los socioplaceres se vinculen con formas de inclusión o de exclusión social. Don Fernando habla de la élite condominal, una especie de estratificación socioeconómica que pareciera impactar en algunas formas de segregación socio-spacial que hacen referencia a la idea del adentro y del afuera como signos de exclusión en Los 300. Y pareciera ser que esta idea de exclusión la comparten otras personas, como es el caso de don Edmundo, quien además de vivir en Los 300, funge como administrador desde hace tres años. […] la unidad es agradable desde el punto de vista de su apariencia, pero a través de la convivencia día con día, pues hay problemas. Yo he tratado de decirles que si quieren vivir en una zona residencial, o en una vecindad, o como en Plateros, con el reto de que noten una diferencia, que la zona residencial requiere de educación y colaboración, cubrir nuestras cuotas, para poder mantener la unidad en buena apariencia, no nomás física, sino también de armonía entre todos los que vivimos aquí, pero ha sido muy difícil. 133 A don Edmundo, su rol de administrador no le dos como un constructo mental que se genera por las permite hablar de lo que él como habitante percibe actividades creativas —como el proceso de diseño, por del espacio, o tal vez aprovecha su personaje para ejemplo— y el contacto con la naturaleza. Y es éste hablar de lo que realmente piensa. Sus referentes de último al cual hicieron referencia quienes hablaron en socioplacer parecieran manifestarse a través de una y de Los 300. mezcla entre la vocación de convivencia propia de las Lo que más me gusta de aquí [afirma don Edmundo] funciones que desempeña, y de forma espontánea es el verde, estar en mi ventana y ver los árboles y el como parte de sus reflexiones. Sin embargo, llama la jardín, desde mi departamento. atención cómo a través de una comparación —que tie¿Qué tiene de agradable? [se pregunta Paz] Las ne el propósito de hacer conciencia entre sus vecinos áreas comunes, usted puede salir a caminar, […] yo del ejemplo a no seguir—, traspasa las fronteras de Los desde mi departamento tengo una vista maravillosa, 300 y lo inserta en su contexto urbano, otorgándole a […] veo todo el Valle de México, nomás me asomo su vecino más próximo, el conjunto habitacional Platea la ventana y veo todo eso, y me gustan las zonas ros, connotaciones socio-espaciales negativas cuando, verdes porque me siento relajada, a gusto de estar en desde otra óptica, don Fernando muestra a Plateros un área natural, verde. como un referente positivo de sus socioplaceres. Estas opiniones encontradas hablan del carácter individual Estas opiniones hablan del psicoplacer y del que pueden tener los significados dados a las expeideoplacer, en donde se valoran las virtudes de una riencias en y con el espacio construido, pero también —vista— de la que sólo ellos gozan, y de la posibilidad son evidencia de un fenómeno que pareciera cobijar la vida urbana fragmentada y privatizada de hoy, y que del contacto con la naturaleza en las zonas comunes del conjunto habitacional, que mejora la calidad encuentra réplica a escala local en casos como la Unide su experiencia urbana. Sin embargo, a lo que dad Habitacional Centenario. Me refiero al fenómeno realmente pareciera dársele valor es a la posibilidad de la individualización de las actividades rutinarias, de de un placer que es exclusivo, intimo e individual; las cuales los placeres no escapan. habla del disfrute de algo que nadie más posee, de Tomé la decisión de hablar simultáneamente la apropiación por medio del sentido de la vista de las de las dos últimas clasificaciones que plantea Tiger, zonas comunes y de una perspectiva lejana, un horipsicoplaceres e ideoplaceres, debido al carácter zonte que es el dominio de la mirada ante el mundo individual de estos placeres; la razón es que en la del que habla Barrios20 y que nos permite percibir al vida cotidiana de Los 300, irónicamente las zonas mundo en movimiento, las distancias, tamaños, cocomunes parecieran ser espacios potenciadores de lores, texturas y acontecimientos de lo que tenemos placeres individuales. Lo que se evidencia en este a la mano. Pareciera entonces un poco paradójico apartado son las perspectivas individuales de las y los pero a la vez muy diciente, que dos personas que entrevistados, quienes hacen mención de aquello a lo que se le da más valor en las zonas comunes, y en trabajan por el bienestar común en el conjunto habitacional, ella como representante de edificio y él donde la vista pareciera ser el sentido predominante a partir del cual se da la identificación y la apropiación en y del espacio construido. Las prácticas estéticas se manifiesta entonces a través de los psicoplaceres cuando las personas disfrutan del placer de la acción 20 José Luis Barrios, “Percepción y alteridad: El ojo, el oído y el individual, en donde se conjugan los fisioplaceres tacto; las dimensiones éticas de la corporeidad”, en Ensayos como activación de los sentidos en la relación en y de crítica cultural. Una mirada fenomenológica a la contemporaneidad, México, Universidad Iberoamericana, 2004, p. 31. con el espacio construido, y los ideoplaceres entendi- Figuras 2 y 3. Vistas desde los departamentos de don Edmundo y Paz. Fuente: Andrés Triana, 2005. como administrador, a lo que dan más valor de las zonas comunes de Los 300 derive de sus placeres individuales (figuras 2 y 3). Las prácticas estéticas son polisensoriales, placeres y displaceres que se generan individualmente derivados de la percepción con todos los sentidos y cuyos significados se comparten en la interacción con los otros. Por lo tanto, los psicoplaceres y los ideoplaceres se convierten en el insumo básico de las prácticas estéticas. A partir de las condiciones ambientales que Paola percibe del espacio, sus prácticas estéticas son psicoplaceres en donde se combinan la vista, el oído y el tacto como percepciones que adquieren el significado de tranquilidad, e ideoplaceres que se manifiestan al valorar los elementos naturales presentes en las zonas comunes. ambientales, por los procesos de apropiación social de los que son objeto. Un ejemplo de ello es el patio frente al departamento de Regina, que se ha convertido en elemento de vinculación directa con las zonas comunes, y a la vez de aislamiento respecto a sus vecinos de edificio. Sus referencias sensibles, sus psicoplaceres e ideoplaceres, hablan de lo visual, de la posibilidad de no ver ni edificios ni autos ante la presencia de elementos naturales como perspectiva visual a través su patio. […] yo personalmente [comenta Regina] lo he vivido como un sitio tranquilo, si tu ves desde el comedor, casi no veo edificios del otro lado, y si ves desde acá, me gusta que no veo edificios ni veo autos, tengo como ese regalo de tener este patio por donde entramos, donde cometí el error de sembrar una Jacaranda, por […] me gustan los árboles, te dan frescura […] ver aquél romanticismo, pero el problema es que ahora no verde es algo muy agradable a la vista […] yo lo rela- asocio este departamento sin ese árbol […] (figura 4). cionaría con una música clásica […] algo muy tranquilo, sobre todo porque me la estoy imaginando como si hubiera un poco de airecito, y el solecito […] 134 Existen elementos del espacio construido a los que se les da valor, además de por sus condiciones Ser de adentro y de afuera: trabajar en Los 300 Por último presento a dos personas que forman parte de la vida cotidiana de Los 300, y que hablan desde la frontera entre el adentro y el afuera, porque viven en Centenario gracias a su trabajo. Para Mario el vigilante, hablar de su experiencia en Los 300, implica hacer comparaciones con los lugares donde ha trabajado antes. Para él, mantener en buenas condiciones de aseo su espacio de trabajo habla no solamente del fisioplacer que le genera, sino de un ideoplacer mediante el cual crea la imagen que quiere proyectar hacia los otros. Mario valora el cambio de sus condiciones de trabajo a partir de lo que percibe del medio ambiente. Sus fisioplaceres dan mayor importancia al sentido del tacto, que le permite hacer referencia a la comodidad y la temperatura. […] lo malo del lugar donde trabajaba antes, es que ahí la caseta estaba muy chica y el sol te pegaba todo el día y la contaminación […] aquí está mejor […] el Figura 4. Vista de Regina desde su departamento. Fuente: Andrés espacio de trabajo está muy bien, está muy espacioso Triana, 2005. […] lo que más me gusta […] pues es la sombrita, ¿no? […] sí se siente rico el clima, no lo sientes muy Reflexiones finales pesado, si tienes frío pos te vas pa’l calorcito y ya, y si Para don Beto, propietario de la Cocina Económica Gloria, su restaurante es el lugar ideal para el socioplacer, un placer que, como nos comentó, descubrió hace poco. Sus actividades rutinarias son una mezcla de socioplaceres y fisioplaceres sazonados por aromas y sonrisas. A lo que pareciera darle más valor don Beto, es a la posibilidad de haber creado un lugar de permanencia para sus comensales, un lugar familiar, que podría significar tal vez una extensión del hogar, una ampliación del adentro, como menciona De Certeau. […] me gusta dar el servicio, [comenta don Beto] el acercamiento con las personas, así, directo […] lo que se hace aquí es cálido […] es un ambiente más familiar […] yo le digo a las personas, ¿oiga, le gustaría compartir su mesa con alguien? […] Sí, adelante. Y pues hay personas que son muy cerradas, ya las conozco y ya sé quién sí, y quién no […] (figuras 5 y 6). Las reflexiones en este texto han girado en torno a las múltiples formas en que las personas expresan durante su conversación, el vínculo permanente entre la percepción y la significación del espacio en y con el que desarrollan su vida cotidiana; en el caso concreto de esta investigación, la vida en un conjunto habitacional cerrado en la Ciudad de México. Se intentó mostrar, a partir de la clasificación del concepto de placer propuesta por Tiger, su potencial metodológico para observar, registrar y analizar el carácter polisensorial de las prácticas estéticas, y de qué manera los aspectos objetivos y subjetivos operan simultáneamente en los procesos de apropiación cotidiana del espacio construido. Se exploró el rol combinado que juegan los sentidos y la mente como los instrumentos mediante los cuales las personas perciben, actúan y otorgan valor simbólico a sus relaciones en y con el espacio construido y cómo a partir de allí crean imágenes e imaginarios de sus relaciones en y con las zonas comunes del conjunto habitacional. Placeres y displaceres compartidos e individuales, han sido los medios de expresión de prácticas estéticas a las 135 tienes calor pues te vienes p’a la sombra […] Figuras 5 y 6. La cocina económica de don Beto, un lugar de encuentro. Fuente: Andrés Triana, 2005. 136 que se asume en este trabajo como un posible filtro teórico-metodológico para interpretar las múltiples formas en que las personas construyen territorios física y simbólicamente, sus espacios y sus lugares cotidianos. Un paso a seguir pensando en el interés por construir posibles líneas de indagación en torno a estos temas en otros contextos de investigación, implicaría observar cómo a través de lo cotidiano y en situaciones o procesos caracterizados por la tensión o el conflicto —como puede ser el uso del espacio público para comercio, reivindicaciones políticas o intereses privatizadores—, distintos actores se apropian del espacio construido, y mediante qué mecanismos físicos y simbólicos lo expresan. Para esto, propongo la importancia de reflexionar desde la perspectiva de las prácticas estéticas acerca de cuáles son los límites físicos y sociales que las personas perciben y construyen en y con el espacio construido, y cómo a partir de ellos se constituyen territorios entendidos como prácticas de apropiación social del espacio, procesos en donde se articulan actores diferenciados cuyos intereses y formas de apropiación se expresan a través del conflicto mediante el ejercicio del poder, los acuerdos, la inclusión y exclusión, y cómo estos procesos son detonados por, y a la vez caracterizan, el devenir del espacio construido. Bibliografía Giglia, Ángela, “Espacios residenciales cerrados: El caso de Villa Olímpica”, en María Ana Portal (Coord.), Vivir la diversidad, Aguilar, Miguel Ángel, C. Cisneros y M. 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