Los placeres como prácticas estéticas. La vida cotidiana en un

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123
Dunn, James A., The automobile, its enemies and the politics of
Los placeres como prácticas
estéticas.
La vida cotidiana en un
conjunto habitacional cerrado
en la Ciudad de México
Andrés Eduardo Triana Moreno
Resumen: Este trabajo plantea la pertinencia de abordar la es-
Abstract: This article propose the pertinence to use the aesthe-
tética como herramienta teórico-metodológica para indagar de
tics like theoretical and methodological tool to research how
qué manera las formas físicas y las formas sociales interactúan
the physical forms and the social forms interact in the daily life
en la vida cotidiana y adquieren valor simbólico, como resultado
and purchase symbolic value like result of the sensitive and
de la experiencia sensible y permanente de las personas en y
permanent experience of the people in and with the space built
con el espacio construido en las zonas comunes de un conjunto
in the common zones of a group habitacional departments in
habitacional cerrado en la Ciudad de México. Se propone el
México city. Its propose the categories of habits and pleasures
concepto de placer como categoría útil para la aproximación al
like useful concepts to approximate the analysis to the socio–
análisis de las prácticas socio-espaciales a partir de las cuales las
spatial relationships around the quotidian construction of the
personas construyen cotidianamente sus relaciones en y con la
ideas inside–outside and public-private in base of whish people
vivienda y la ciudad.
construct the dairy relationships in and with the house and the
city.
Palabras clave: estética, hábitos, placeres, vivienda, ciudad.
Key words: aesthetic, habits, pleasures, house, city.
*
Estudiante de Doctorado en Ciencias y Artes para el Diseño de
la uam-Xochimilco. Docente de Metodología de investigación
y Seminario de Tesis en posgrados de la Escuela Nacional de
Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo
124
Negrete” inah.
Introducción
Se asume en este trabajo que el abordaje teórico y
de búsqueda que le son consustanciales
metodológico responde a un proceso dinámico de
al trabajo de diseño urbano–arquitectónico… triangulación entre teorías, métodos y fuentes de
[Porque] ¿Acaso el diseño como acción y producto
información; por lo tanto, la correspondencia teóricono se debe al placer?.... metodológica no permite una aproximación en marEl placer en la acción de diseñar cos ni momentos diferentes. Así, teorías y metodoal pensar en el placer de las personas destinatarias
logías se construyen y reconstruyen mutuamente en
como meta es requisito sine qua non. relación con las dinámicas que el objeto de estudio
[Pero] si la respuesta es negativa, adquiere durante el proceso de investigación, se
vale repreguntarse entonces, adaptan a éste, y se entrelazan durante ejercicios de
¿cuál es la brújula y el alma que lo anima?1 observación y reflexión vertidos a través del análisis
en interpretaciones y conjeturas. Esta forma de comprensión dinámica del abordaje teórico- metodológico
se contrapone a los procesos de investigación que
pretenden llegar a generalizaciones y aseveraciones
contundentes por la vía de categorías unívocas; por el
contrario, el interés en explorar las dimensiones estéticas de la prácticas sociales en y con el espacio urbano
conlleva al abordaje cualitativo de estas cuestiones,
pretende poner el acento en los aspectos subjetivos
que permean a toda actividad humana y sus formas
de expresión física en el territorio.
Con lo anterior, este trabajo presenta de forma
sintética algunas de las reflexiones hechas a partir de
un proceso de investigación en torno a las formas de
apropiación física y simbólica del espacio construido
por parte de los habitantes de un conjunto habitacional cerrado en la Ciudad de México.2 Los objetivos
El placer, en suma, debería enmarcar las tareas
1
Vicente Guzmán, “El espacio (con) sentido de la plaza”, en
Anuario de Espacios Urbanos, 2005-1, México, uam–Azcapotzalco, 2005, p. 95.
El presente artículo ha sido recuperado de una investigación
de mayor alcance elaborada durante los años 2004- 2006
para obtener el título de Maestría en Ciencias y Artes para el
Diseño, en el Área de Investigación y Gestión Territorial en
la uam-Xochimilco. El análisis se llevó a cabo en la Unidad
Habitacional Centenario, conjunto cerrado de departamentos ubicado al sur poniente de la Ciudad de México. Véase
Andrés Triana, Una aproximación estética a la vida cotidiana
en un conjunto habitacional cerrado: Significado y formas de
apropiación de las zonas comunes, Tesis de Maestría en CyAD,
México, uam-Xochimilco, 2006.
125
2
específicos que estructuran estas líneas son: a) elaborar una somera descripción del objeto de estudio
y su unidad de análisis; b) proponer el concepto de
placer como categoría analítica susceptible de ser
integrada al estudio de las prácticas estéticas que aquí
se asumen como la facultad de sensibilidad propia de
las personas y que se manifiesta en la vida cotidiana
a través de las múltiples formas de interacción en
y con el espacio construido; c) describir el proceso
metodológico llevado a cabo para poner en marcha
la categoría propuesta, así como las técnicas utilizadas
en el trabajo de campo; d) mostrar algunos de los
resultados obtenidos y, por último, e) plantear algunas conjeturas finales que no buscan encontrar punto
final, sino más bien aceptan su potencialidad como
puntos de partida para posteriores análisis.
El objeto de estudio y su unidad de análisis
126
Cuando reflexionamos en torno a la ciudad actual,
en donde la idea de lo privado gana día con día la
batalla contra lo público, las palabras fragmentación y
aislamiento parecieran ineludibles. El interés por la diferenciación social, la necesidad de asumir lo propio y
lo ajeno y la búsqueda de seguridad, han constituido
a la ciudad en un catálogo de bardas, rejas y controles
donde la vida cotidiana pareciera convertirse en una
suerte de prácticas colectivas e individuales marcadas
por el encierro.
Observar los procesos de fragmentación de
la ciudad, sugiere detenernos en el análisis de las
relaciones que establecen las personas en y con los
entornos construidos en los que desarrollan su cotidianidad, y en donde la condición de encierro puede
repercutir en la forma como perciben, se apropian de
sus espacios cotidianos y les otorgan valor simbólico.
A través de las formas de interacción social, al parecer,
el espacio construido adquiere significados para las
personas en términos de lo propio y lo ajeno, de lo
seguro y lo inseguro, de lo que se comparte con iguales y se niega a otros. Cabría preguntarse entonces:
¿de qué manera la condición cerrada de los espacios
urbanos coadyuva en la forma en que las personas
se apropian real y simbólicamente de sus espacios
cotidianos, se posicionan con respecto a la ciudad y a
través de qué mecanismos lo expresan?
La vivienda urbana y en especial los conjuntos
habitacionales de departamentos, parecieran ser
un reflejo de la tendencia a la fragmentación de la
ciudad. La idea de aislamiento que en algunos casos
se contempla desde el proceso de diseño, puede
advertirse por la disposición de elementos de cierre,
plumas, bardas, rejas, casetas de vigilancia, etcétera,3
a partir de los cuales los conjuntos habitacionales se
caracterizan no sólo por su diferenciación física con
relación al entorno urbano que los rodea, sino que se
convierten en espacios con límites físicos y sociales
claramente establecidos.4
Las zonas comunes, rasgo característico en
algunos conjuntos habitacionales, se convierten en
el espacio de transición entre la ciudad y el hogar. La
condición cerrada del conjunto habitacional puede
convertir a las zonas comunes en un entorno físico
y social desde el que los habitantes experimentan
las nociones de lo público y lo privado, del adentro y
del afuera, de inclusión, exclusión y aislamiento con
respecto a la ciudad. Sin embargo, a través de la vida
cotidiana las zonas comunes como espacio físico cerrado pueden también convertirse en el escenario de
un sinfín de procesos de interacción social en los que
la fragmentación de la ciudad pareciera encontrar
una réplica a escala local.
En este contexto, el objetivo de estas líneas es
mostrar algunos resultados del trabajo de investigación realizado en la Unidad Habitacional Centenario,
conjunto cerrado de departamentos ubicado al sur
3
Ángela Giglia, “Espacios residenciales cerrados: El caso de Villa
Olímpica”, en María Ana Portal (Coord.), Vivir la diversidad.
Identidades y cultura en dos contextos urbanos de México.
México, Conacyt, 2001, p. 36.
4
Martha Schteingart, y Boris Graizbord (Coords.), Vivienda y
vida urbana en la ciudad de México., La acción del Infonavit,
México, Colegio de México, 1988, p.9.
Miguel Ángel Aguilar, C. Cisneros y M. Arteaga, “Espacio,
socialidad y vida cotidiana en dos conjuntos habitacionales” en
Martha Schteingart y Boris Graizbord, (coord.), op. cit., p. 342.
El placer como categoría para el estudio
de las prácticas estéticas
Percibimos el medio ambiente a través de los
sentidos. Sin embargo, la percepción también posee
un carácter simbólico, resultado del filtro que ejerce
nuestra mente y del medio social y cultural en el cual
estamos inmersos. Es a partir de la conjunción entre
lo físico y lo subjetivo que otorgamos valor simbólico a nuestros espacios cotidianos, por eso es que
“solemos decir que una ciudad es triste o alegre, o
luminosa o gris… se convierte en una estructura viva,
llena de encuentros, conflictos y creaciones…”.6 Es
decir que en la percepción del medio que nos rodea
actúan combinadamente el cuerpo como receptor de
los estímulos y la mente, en donde la información
obtenida por los sentidos se clasifica y se convierte en
significados que están condicionados culturalmente,
“…ya que es en función de las escalas de valores y de
las categorías de nuestra cultura como decodificamos
un lenguaje sensible”.7
La importancia de los procesos significación
del entorno, es que se convierten en la guía de las
formas en que las personas practican socialmente
los espacios en los que desarrollan su cotidianeidad.
Aunque la percepción es individual, el hecho de
compartir cotidianamente ciertos espacios hace que
las personas perciban de forma similar; esto, porque
además del cuerpo y los sentidos, quienes conviven
cotidianamente suelen estar expuestos al mismo
tipo de experiencias socio-espaciales. Ejemplo de
ello puede ser la noción de barrio que nos ofrece De
Certeau:
El barrio es el espacio de una relación con el otro
como ser social, que exige un tratamiento especial.
Salir de casa de uno, caminar en la calle, es para
empezar el planteamiento de un acto cultural… inscribe al habitante en una red de signos sociales, cuya
existencia es anterior a él, vecindad, configuración de
lugares, etcétera.8
A partir de esta noción, De Certeau plantea la existencia de un juego permanente de ida y vuelta entre lo
individual y lo colectivo, entre el adentro y el afuera
que en las prácticas cotidianas a través de las formas
de apropiación del espacio se convierten en una prolongación del adentro.9 En este sentido, la apropiación
del espacio colectivo del barrio suele significar para
los habitantes la prolongación del hogar. Con esta
reflexión y desde la óptica de las prácticas estéticas, a
través de algunos aspectos de la vida cotidiana en las
zonas comunes de la Unidad Habitacional Centenario,
intentaré mostrar cómo los placeres alimentan la vida
cotidiana de sus habitantes en y con sus espacios y
sus lugares.
5
Katya Mandoki, Prosaica, introducción a la estética de lo
6
Antoine Bailly, La percepción del espacio urbano, Madrid,
7
José H. Fuentes, Espacios, actores, prácticas e imaginarios
cotidiano, México, Grijalbo, 1994, p. 23.
Instituto de Estudios de Administración Local, 1979, p.35.
urbanos en Mérida, Yucatán, México, México, Ediciones Universidad Autónoma de Yucatán, 2006, p.69.
8
Michel De Certeau, La invención de lo cotidiano 2. Habitar,
9
Id, p. 10.
cocinar, México uia/iteso, 2000, p. 11.
127
poniente de la Ciudad de México. Lo que se presenta a continuación son algunas reflexiones derivadas
del trabajo de campo en donde se rescata la voz de
aquellos quienes, a partir de su experiencia cotidiana
en el conjunto habitacional, hablan del espacio vivido.
Se intenta reflexionar sobre cómo la vida cotidiana
en el conjunto habitacional puede ser analizada en
términos de múltiples prácticas estéticas en las que
se involucran el cuerpo y los sentidos, instrumentos
a partir de los cuales las personas, a través de su
facultad de sensibilidad, expresan la forma en que
perciben el medio ambiente social y físico que les rodea y le otorgan significados. Es decir que la estética
aquí abordada no se remite a las nociones de lo bello
y lo armónico del arte,5 sino a una estética cotidiana, interesada en reflexionar acerca de las múltiples
formas de expresión sensible de las personas no sólo
como individuos, sino como parte de un colectivo.
128
La relación entre espacios, lugares y sentidos, habla del vínculo de las personas en y con sus espacios
cotidianos; de prácticas estéticas, entendidas como
el resultado de un sujeto interactuando en y con el
espacio construido, en donde se conjugan lo afectivo,
lo emocional y lo pragmático.10 Se podría decir que
las prácticas estéticas integran lo subjetivo de las
personas hasta lo cotidiano en la interacción social.
Esto significa que los juicios de valor estético, en
donde tienen cabida lo bello, lo feo, lo agradable y lo
desagradable, pasan a través de un filtro integrado por
lo social, lo cultural y lo mental. A través del cuerpo y
los sentidos, las personas perciben el ambiente que
les rodea, el medio cultural en el que están inmersas
condiciona los juicios de valor que se construyen en
la mente, y el resultado de este proceso se expresa
en los significados que se intercambian a través de la
interacción social.11 Podría entonces decirse, siguiendo a Mandoki, que las prácticas estéticas surgen a
partir de la persona quien, desde su sensibilidad y
conocimiento, interactúa con el objeto, se apropia de
él y lo categoriza como estético.12
Con lo anterior, encuentro en la estética una
manera de aproximación al análisis de las relaciones
que establecen las personas en y con el espacio
construido. Si asumimos que las personas experimentan estéticamente el medio ambiente que les rodea
a partir de la acción del cuerpo y los sentidos como
herramientas de percepción, y que su capacidad de
reflexión les permite crear en la mente una imagen
de carácter simbólico de la materialidad del mundo, esta capacidad de aprehensión caracterizará lo
individual de la vida cotidiana. Sin embargo, asumo
que la persona se construye a sí misma sobre la base
de determinantes socioculturales.13 En esta medida
todo su desarrollo está precedido por un orden social
y cultural que lo transforma, al tiempo que este orden
social es transformado por la persona misma en una
relación recíproca. La vida cotidiana de las personas
y las relaciones que establecen en y con el espacio
construido, condicionadas por los valores sociales,
culturales y mentales que les afectan directa o indirectamente, crean una conciencia de que existe un
entorno físico y social en el que se habita, al que se le
otorgan sentidos y significados. Observar estos procesos desde la óptica de las prácticas estéticas permite
acercarse a las formas de expresión de las personas
no sólo como individuos, pues adquieren su carácter
colectivo del hecho de poseer una dimensión simbólica capaz de ser entendida por y con otros.14
Un hábito es tener costumbre de; los hábitos,
siguiendo a Giddens, son aquellas acciones rutinarias
que constituyen la interacción social en el tiempo
y en el espacio, son algo más que “conductas sin
pensar.”15 Por lo tanto, las acciones rutinarias se
convierten en el sustento de la vida cotidiana de las
personas, y de sus relaciones en y con el espacio
construido. Con nuestros hábitos habitamos el mundo, somos en el tiempo y estamos en el espacio, con
nuestros hábitos buscamos satisfacer necesidades
existenciales.16 De allí que la experiencia de habitar
implique una permanente búsqueda de placeres que
se derivan del contacto cotidiano en y con el espacio
construido con el cuerpo, los sentidos y la mente;
placeres que se convierten en los filtros interpretativos
de las practicas estéticas y que, como propone Tiger,17
pueden dividirse en: fisioplaceres, aquellos que
surgen de la experiencia sensible a través del gusto,
el olfato y el tacto; socioplaceres, que implican el
disfrute de la interacción con otros, en donde entran
10
Alberto Saldarriaga Roa, La Arquitectura como experiencia.
Espacio, cuerpo y sensibilidad, Bogotá, Villegas Editores, 2002,
pp. 122-204, 206; Vicente Guzmán, Perímetros del encuentro,
calles y plazas tlacotalpeñas, México, uam-x, 2001, p. 55.
11
Amos Rapoport, Aspectos humanos de la forma urbana, Bar-
12
K. Mandoki, op. cit., pp. 29-34.
13
Peter Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la
14
Miguel Ángel Aguilar, “Estéticas urbanas: habitantes, espacios y
celona, Gustavo Gili, 1978, p. 52.
realidad, Buenos Aires, Amorrotu, 1998, p. 71.
sensibilidades”, ponencia presentada en el seminario Repensar
la metrópoli, México, uam, 2005, octubre 3-7, (edición mimeográfica), p. 2.
15
Giddens, citado por V. Guzmán, op. cit., p. 105.
16
V. Guzmán, 2005, p. 94.
17
Lionel Tiger, La búsqueda del placer. Una celebración de los
sentidos, Barcelona, Paidós, 1993. pp.73-81.
La articulación teórico-metodológica
Como se ha esbozado, lo que esta investigación
pretendió fue indagar acerca de la vida cotidiana de
las personas en las zonas comunes de un conjunto
habitacional cerrado, partiendo de relacionar lo físico
y lo simbólico a través de las formas de interacción
social en y con el espacio construido. En este sentido,
algunas de las reflexiones y conjeturas en el proceso
de investigación en campo estuvieron guiadas por la
siguiente pregunta: ¿Cómo, durante la conversación,
las personas hacen referencia acerca del cuerpo, los
sentidos y la mente, en la percepción y significados
que le atribuyen a las zonas comunes? Para esto, me
apoyé en las cuatro categorías de placer planteadas
por Tiger: fisioplaceres, socioplaceres, psicoplaceres e ideoplaceres, mediante las cuales se buscó
evidenciar la participación del cuerpo, los sentidos y
la mente como insumos de las prácticas estéticas en
las relaciones que se establecen cotidianamente en y
con el entorno construido.
La búsqueda de respuestas a estas inquietudes implicó adoptar el enfoque cualitativo de los
métodos de investigación con el fin de lograr un
acercamiento a situaciones aparentemente minúsculas o triviales de la vida cotidiana que, para esta
investigación, adquirieron la calidad de observables
dignos de análisis e interpretación. El interés por los
aspectos subjetivos, la necesidad de recuperar la
opinión de las personas y el acercamiento a la vida
cotidiana de quienes habitan el conjunto habitacional
para interpretar las prácticas cotidianas no pretendió
obtener generalizaciones ni ratificar preconcepciones,
sino comprender e interpretar las perspectivas individuales de los actores. Para tal efecto se incorporaron
variadas técnicas de investigación derivadas del método etnográfico. El trabajo de campo se llevó a cabo
en tres etapas durante un periodo de cuatro meses,
cada etapa implicó una forma de aproximación al
objeto de estudio, que no sólo tuvo el propósito de
cumplir, sino de ajustar los objetivos propuestos al inicio de la investigación. Las técnicas utilizadas iniciaron
con una fase de reconocimiento a partir de recorridos
de flâneur y pláticas informales que se afianzaron a
partir de ejercicios de observación cuasi-participante
y entrevistas a profundidad, apoyadas en mapas
mentales elaborados por las personas entrevistadas.
La observación cuasi- participante:
Esta técnica de trabajo me permitió adentrarme en la
cotidianeidad del conjunto habitacional con una doble
intención: identificar quiénes, dónde, cuándo y qué
actividades se desarrollan en las zonas comunes, a
la vez que los habitantes se preguntaban qué hacía
yo allí, acción recíproca de la cual surgieron pláticas
informales con algunas de las personas que me
ayudaron en la segunda fase del trabajo. La selección
de los puntos de observación surgió del interés que
detonó en mí la permanencia en las zonas comunes,
en donde entraron en juego tanto las condiciones
ambientales, como los eventos que allí tenían lugar;
sin embargo, intenté hacer un ejercicio que tuvo
como criterio la transición de adentro hacia afuera,
que me permitió organizar la forma como se presenta
la información en el análisis.
Entrevistas en profundidad
La segunda fase del trabajo, que da cuerpo las
reflexiones que aquí se presentan, consistió en el
acercamiento directo con los habitantes del conjunto
habitacional, con el fin de rescatar sus opiniones.18
18
Expreso mi agradecimiento a los habitantes de la Unidad Habitacional Centenario que colaboraron con esta investigación, en
especial a Paz, Paola, Regina, don Jaime, don Edmundo, Don
Beto y Mario, cuyas voces alimentan las reflexiones expresadas
en este trabajo.
129
en juego la proximidad y los manejos del cuerpo; psicoplaceres, en oposición al anterior y que se refiere
al placer generado por las acciones individuales; y
los ideoplaceres, también de carácter individual pero
que se construyen en la mente como resultado de la
acción creativa o del contacto con la naturaleza y por
lo tanto forman parte de las prácticas estéticas.
130
La selección de las personas entrevistadas dependió
de su disponibilidad e interés en colaborar con este
trabajo. Sin embargo, y como resultado de las etapas
anteriores de la investigación, se tuvieron en cuenta los siguientes criterios: un mayor interés por los
testimonios de personas que cotidianamente tienen
encuentros, o que regularmente desarrollan alguna
actividad en las zonas comunes; el testimonio de
personas para quienes las zonas comunes representan únicamente un lugar de paso obligado para
llegar al hogar y no un espacio de permanencia. Ante
la presencia de un número importante de personas
jubiladas, me interesó el testimonio de un hombre y una mujer de este grupo. Adicionalmente se
buscó el testimonio de una mujer ama de casa, una
profesionista del mismo rango de edad, y un hombre
profesionista. Por último, me interesó el testimonio de
los vigilantes, el administrador y un propietario de los
servicios comerciales de la unidad.
De acuerdo con los criterios establecidos se llevaron a cabo nueve entrevistas a profundidad, en las
que se pidió a las personas que comentaran acerca
de sus impresiones con relación a tres temas generales: las zonas comunes, la característica cerrada del
conjunto, y su opinión sobre los alrededores. El objetivo de estas entrevistas fue aproximarme a la vida
cotidiana de las personas en y con las zonas comunes
del conjunto habitacional, sus impresiones acerca
del medio urbano que rodea al conjunto, y cómo
impacta la condición cerrada del conjunto en las
formas de relacionarse en y con el espacio urbanoarquitectónico, cómo se apropian de él y qué valor
simbólico le otorgan. Los criterios para interpretar las
entrevistas tomaron en cuenta no sólo las respuestas
proporcionadas por las personas, sino las características ambientales de la locación, como temperatura, luz,
aromas, sonidos, y las referencias que los entrevistados hicieron durante la conversación acerca de estos
aspectos.
Lo que sigue es mostrar, a partir de algunos de
los resultados del trabajo de campo, los aspectos
aparentemente minúsculos de la vida cotidiana en las
zonas comunes de un conjunto habitacional cerrado,
los hábitos y los placeres donde se entremezclan lo
objetivo y lo subjetivo, los espacios y los lugares de
un grupo de personas que hablan y viven en un fragmento de ciudad, en una ciudad de fragmentos.
Los placeres como formas de apropiación
del espacio construido
“Salgo diario a caminar, a que me caliente el sol, a escuchar
los pajaritos como ésos que suenan... aquí yo vivo la vida...
puedo palparla, sentirla… cuando la palpas y la sientes, la
disfrutas, la pasas a todo dar”.
(Don Jaime, habitante de la Unidad Centenario)
Los fisioplaceres hablan del contacto permanente en
y con el espacio construido, son una clara evidencia
del papel que juegan el cuerpo y los sentidos en las
formas de apropiación real y simbólica del espacio. A
través de los fisioplaceres aceptamos o rechazamos el
entorno que nos rodea, es un proceso de selección a
partir de las cualidades ambientales que son valoradas de acuerdo con preceptos sociales y culturales, pero además los fisioplaceres operan de forma
asociativa, es decir, surgen de la vinculación analógica
entre un sentido y otro con el fin de otorgarle significados a lo que se percibe de y en el espacio construido. Éste es el caso de don Jaime, quien al referirse a
sus actividades cotidianas en las zonas comunes logra
integrar el sentido del gusto para referirse a lo que
significa para él vivir en Los 300,19 acotando que el
gusto es uno de los sentidos con los que menos solemos asociar lo que percibimos del medio ambiente
que nos rodea.
Yo disfruto vivir aquí, como a una manzana que agarras,
la hueles, y le das una mordida… mi vida aquí es,
cómo te diré.... como una paleta de agua, la disfru-
19
En lo sucesivo me referiré a la Unidad Habitacional Centenario como Los 300, nombre con el que cotidianamente los
habitantes se refieren a éste, y que surge de la nomenclatura
asignada al conjunto.
tas, la paladeas, sientes la textura de la jamaica o del
limón… pero si la dejas que se derrita en tu mano, allí
se te acabó la vida... Éste es mi discurso de la vida y
este lugar me ayuda a sentirme así...
Para don Jaime, su caminata diaria por los andadores
peatonales en Centenario es una oportunidad de
fisioplaceres múltiples, a través del movimiento que
implica una relación espacio- temporal, un espacio
practicado; sus sentidos perciben sonidos, temperaturas y luz solar. Pero, al otorgarle valor simbólico al
espacio, don Jaime construye un lugar en su mente y
los sentidos participan ahora como recursos asociativos de carácter subjetivo. Así, el espacio se convierte
en un lugar que es tan agradable como el aroma a
manzana o tan reconfortante para el calor como una
paleta de limón.
Como se mencionó, la práctica estética habla de
la facultad sensible de las personas para percibir y
experimentar sensaciones agradables y desagradables
y de que estos juicios de valor están filtrados por el
contexto socio- cultural en el que están inmersas. En
este sentido, la búsqueda de placer como condición
de la existencia humana es un detonante de las
prácticas estéticas y, por lo tanto, está expuesta a
experiencias agradables y desagradables. Así, placer y
displacer no se oponen, son categorías complementarias que se manifiestan en la vida cotidiana. Un ejemplo de fisioplacer asociado al rechazo de un espacio
fue lo que expresó Paz: sus asociaciones olfativas y
auditivas son derivadas del inapropiado comportamiento vecinal que impregna al espacio de características ambientales que para ella son negativas.
dependen de sus características físicas; las formas de
interacción social, los hábitos de los otros, también
repercuten en lo que se percibe en y del espacio
construido. Aparece aquí una expresión combinada
de placeres relacionados con el cuerpo, los sentidos
y los intercambios sociales, es decir que en la vida
cotidiana las categorías planteadas por Tiger se dan
en forma simultánea, al igual que en las prácticas estéticas lo objetivo y lo subjetivo, y en lo cotidiano los
espacios y los lugares se presentan siempre interrelacionados. Por tal razón, para seguir adelante se integra
uno más de los placeres mencionados.
La vida cotidiana también está plagada de
socioplaceres, de momentos de interacción con los
otros, de encuentros fortuitos o programados en las
que el disfrute o el rechazo se expresan a través de
la proximidad y los manejos del cuerpo. Los socioplaceres son importantes para interpretar las formas de
apropiación real y simbólica del espacio construido,
porque es en las formas de interacción social como
el espacio físico se adapta, cambia, se fragmenta o
se une. Cada salida o tránsito por las zonas comunes
de Los 300 se convierte para sus habitantes en una
oportunidad de disfrutar o padecer socioplaceres,
percibir el ambiente que les rodea con todos sus sentidos y, a través de sus encuentros, otorgarle sentido
y significados al espacio de su cotidianeidad, apropiárselo y ser parte de él. A través de los socioplaceres se
disfruta o no de la compañía del otro, de convivir con
los vecinos y de ser protagonista de la cotidianeidad
en el conjunto habitacional.
[…] de chica [recuerda Paola] salía poco, los juegos
no me gustaban, porque les hacía falta mantenimien-
…hay muchos que aman las mascotas, y las sacan a
to… recuerdo que cuando salía, los otros chavitos de
pasear por las áreas comunes y no recogen el excre-
nuestra edad eran muy groseros, entonces como que
mento… y ahí se queda el olor… Otra cosa negativa es
ya no me daban ganas de juntarme con la gente…
que los vecinos hacen fiesta hasta las cuatro, cinco de
obviamente las cosas cambian, pero pues igual, creo
la mañana… con la música a todo volumen, y pues ya
que no les hablé nunca y creo que ya nunca les voy a
le quitaron el descanso a mucha gente…
hablar (figura 1).
Paola habla desde sus recuerdos, la razón es que
manifiesta no pasar mucho tiempo actualmente en
131
Aquí lo que se evidencia es que en los fisioplaceres,
los juicios de valor asignados a un espacio no sólo
permanencia, pero también habla de los comportamientos inadecuados de sus vecinos con relación a la
convivencia y los buenos modales; pareciera con esto
que el sentido que más detona la permanencia de él,
en y con sus espacios cotidianos, es el sentido común.
Yo la paso todo el tiempo caminando porque soy
jubilado, vengo y me tomo mi cafecito, me fumo mis
cigarritos aquí donde don Beto, pero soy consciente de
que las zonas comunes no se prestan para permanecer,
pero es por la gente. La unidad se ha convertido como
en una vecindad de lujo, lo que aquí se encuentra
Figura 1. Zona de juegos en la Unidad Habitacional Centenario.
es una especie de élite condominal, aquí no existe la
Fuente: Andrés Triana, 2005.
cordialidad. Comparando con Plateros, allá son más vecinos, son como más unidos… pero aquí cuando salgo
132
el conjunto; menciona que no conoce a sus vecinos
y que no le interesa entablar relaciones con nadie de
allí, es una manera de mostrar que sus socioplaceres no parecieran estar vinculados con el barrio. Sin
embargo, los sentidos vienen a las reflexiones de
Paola a través de la memoria. Recuerda un lugar en
el que no se sentía cómoda tanto por aspectos físicos
como sociales, es decir que la experiencia de su niñez
en las zonas comunes distaba mucho de fisioplaceres
y socioplaceres agradables; posiblemente las situaciones de rechazo que menciona influyeran en su
percepción de los aspectos ambientales del espacio.
De la misma manera que solemos describir una situación social en la que se generan sentimientos como
miedo, desconfianza o malestar como un momento
en donde algo huele mal, es posible que para Paola
la sensación de exclusión por parte de sus vecinos
acentuara la percepción de aspectos desagradables
en un espacio del cual no podía apropiarse.
Pareciera que el fisioplacer es una búsqueda
permanente de las personas y por esta razón algunos
juicios de valor negativos asignados al espacio construido, surgen de la imposibilidad de satisfacer esta
necesidad. Éste puede ser el caso de don Fernando,
quien da valor a las cualidades de las zonas comunes
en función de los intercambios sociales en los que
participa. Él encuentra en el restaurante, donde puede
interactuar con otros y compartir el café, un lugar de
y me encuentro con los vecinos, muchos ni saben
saludar, por eso yo no me quedo allá adentro, mejor
me vengo aquí con don Beto.
Los juicios de valor que otorgamos al espacio construido y a los intercambios sociales están enmarcados en un contexto socio cultural, de ahí que los
socioplaceres se vinculen con formas de inclusión o
de exclusión social. Don Fernando habla de la élite
condominal, una especie de estratificación socioeconómica que pareciera impactar en algunas formas
de segregación socio-spacial que hacen referencia
a la idea del adentro y del afuera como signos de
exclusión en Los 300. Y pareciera ser que esta idea
de exclusión la comparten otras personas, como es el
caso de don Edmundo, quien además de vivir en Los
300, funge como administrador desde hace tres años.
[…] la unidad es agradable desde el punto de vista
de su apariencia, pero a través de la convivencia día
con día, pues hay problemas. Yo he tratado de decirles
que si quieren vivir en una zona residencial, o en una
vecindad, o como en Plateros, con el reto de que noten una diferencia, que la zona residencial requiere de
educación y colaboración, cubrir nuestras cuotas, para
poder mantener la unidad en buena apariencia, no
nomás física, sino también de armonía entre todos los
que vivimos aquí, pero ha sido muy difícil.
133
A don Edmundo, su rol de administrador no le
dos como un constructo mental que se genera por las
permite hablar de lo que él como habitante percibe
actividades creativas —como el proceso de diseño, por
del espacio, o tal vez aprovecha su personaje para
ejemplo— y el contacto con la naturaleza. Y es éste
hablar de lo que realmente piensa. Sus referentes de
último al cual hicieron referencia quienes hablaron en
socioplacer parecieran manifestarse a través de una
y de Los 300.
mezcla entre la vocación de convivencia propia de las
Lo que más me gusta de aquí [afirma don Edmundo]
funciones que desempeña, y de forma espontánea
es el verde, estar en mi ventana y ver los árboles y el
como parte de sus reflexiones. Sin embargo, llama la
jardín, desde mi departamento.
atención cómo a través de una comparación —que tie¿Qué tiene de agradable? [se pregunta Paz] Las
ne el propósito de hacer conciencia entre sus vecinos
áreas comunes, usted puede salir a caminar, […] yo
del ejemplo a no seguir—, traspasa las fronteras de Los
desde mi departamento tengo una vista maravillosa,
300 y lo inserta en su contexto urbano, otorgándole a
[…] veo todo el Valle de México, nomás me asomo
su vecino más próximo, el conjunto habitacional Platea la ventana y veo todo eso, y me gustan las zonas
ros, connotaciones socio-espaciales negativas cuando,
verdes porque me siento relajada, a gusto de estar en
desde otra óptica, don Fernando muestra a Plateros
un área natural, verde.
como un referente positivo de sus socioplaceres. Estas
opiniones encontradas hablan del carácter individual
Estas opiniones hablan del psicoplacer y del
que pueden tener los significados dados a las expeideoplacer, en donde se valoran las virtudes de una
riencias en y con el espacio construido, pero también
—vista— de la que sólo ellos gozan, y de la posibilidad
son evidencia de un fenómeno que pareciera cobijar
la vida urbana fragmentada y privatizada de hoy, y que del contacto con la naturaleza en las zonas comunes del conjunto habitacional, que mejora la calidad
encuentra réplica a escala local en casos como la Unide su experiencia urbana. Sin embargo, a lo que
dad Habitacional Centenario. Me refiero al fenómeno
realmente pareciera dársele valor es a la posibilidad
de la individualización de las actividades rutinarias, de
de un placer que es exclusivo, intimo e individual;
las cuales los placeres no escapan.
habla del disfrute de algo que nadie más posee, de
Tomé la decisión de hablar simultáneamente
la apropiación por medio del sentido de la vista de las
de las dos últimas clasificaciones que plantea Tiger,
zonas comunes y de una perspectiva lejana, un horipsicoplaceres e ideoplaceres, debido al carácter
zonte que es el dominio de la mirada ante el mundo
individual de estos placeres; la razón es que en la
del que habla Barrios20 y que nos permite percibir al
vida cotidiana de Los 300, irónicamente las zonas
mundo en movimiento, las distancias, tamaños, cocomunes parecieran ser espacios potenciadores de
lores, texturas y acontecimientos de lo que tenemos
placeres individuales. Lo que se evidencia en este
a la mano. Pareciera entonces un poco paradójico
apartado son las perspectivas individuales de las y los
pero a la vez muy diciente, que dos personas que
entrevistados, quienes hacen mención de aquello a
lo que se le da más valor en las zonas comunes, y en trabajan por el bienestar común en el conjunto
habitacional, ella como representante de edificio y él
donde la vista pareciera ser el sentido predominante
a partir del cual se da la identificación y la apropiación
en y del espacio construido. Las prácticas estéticas
se manifiesta entonces a través de los psicoplaceres
cuando las personas disfrutan del placer de la acción
20 José Luis Barrios, “Percepción y alteridad: El ojo, el oído y el
individual, en donde se conjugan los fisioplaceres
tacto; las dimensiones éticas de la corporeidad”, en Ensayos
como activación de los sentidos en la relación en y
de crítica cultural. Una mirada fenomenológica a la contemporaneidad, México, Universidad Iberoamericana, 2004, p. 31.
con el espacio construido, y los ideoplaceres entendi-
Figuras 2 y 3. Vistas desde los departamentos de don Edmundo y Paz. Fuente: Andrés Triana, 2005.
como administrador, a lo que dan más valor de las
zonas comunes de Los 300 derive de sus placeres
individuales (figuras 2 y 3).
Las prácticas estéticas son polisensoriales, placeres y displaceres que se generan individualmente
derivados de la percepción con todos los sentidos y
cuyos significados se comparten en la interacción con
los otros. Por lo tanto, los psicoplaceres y los ideoplaceres se convierten en el insumo básico de las prácticas estéticas. A partir de las condiciones ambientales
que Paola percibe del espacio, sus prácticas estéticas
son psicoplaceres en donde se combinan la vista, el
oído y el tacto como percepciones que adquieren el
significado de tranquilidad, e ideoplaceres que se manifiestan al valorar los elementos naturales presentes
en las zonas comunes.
ambientales, por los procesos de apropiación social
de los que son objeto. Un ejemplo de ello es el patio
frente al departamento de Regina, que se ha convertido en elemento de vinculación directa con las
zonas comunes, y a la vez de aislamiento respecto a
sus vecinos de edificio. Sus referencias sensibles, sus
psicoplaceres e ideoplaceres, hablan de lo visual, de
la posibilidad de no ver ni edificios ni autos ante la
presencia de elementos naturales como perspectiva
visual a través su patio.
[…] yo personalmente [comenta Regina] lo he vivido
como un sitio tranquilo, si tu ves desde el comedor, casi
no veo edificios del otro lado, y si ves desde acá, me
gusta que no veo edificios ni veo autos, tengo como
ese regalo de tener este patio por donde entramos,
donde cometí el error de sembrar una Jacaranda, por
[…] me gustan los árboles, te dan frescura […] ver
aquél romanticismo, pero el problema es que ahora no
verde es algo muy agradable a la vista […] yo lo rela-
asocio este departamento sin ese árbol […] (figura 4).
cionaría con una música clásica […] algo muy tranquilo,
sobre todo porque me la estoy imaginando como si
hubiera un poco de airecito, y el solecito […]
134
Existen elementos del espacio construido a los
que se les da valor, además de por sus condiciones
Ser de adentro y de afuera:
trabajar en Los 300
Por último presento a dos personas que forman parte
de la vida cotidiana de Los 300, y que hablan desde
la frontera entre el adentro y el afuera, porque viven
en Centenario gracias a su trabajo. Para Mario el
vigilante, hablar de su experiencia en Los 300, implica
hacer comparaciones con los lugares donde ha trabajado antes. Para él, mantener en buenas condiciones
de aseo su espacio de trabajo habla no solamente
del fisioplacer que le genera, sino de un ideoplacer
mediante el cual crea la imagen que quiere proyectar
hacia los otros. Mario valora el cambio de sus condiciones de trabajo a partir de lo que percibe del medio
ambiente. Sus fisioplaceres dan mayor importancia al
sentido del tacto, que le permite hacer referencia a la
comodidad y la temperatura.
[…] lo malo del lugar donde trabajaba antes, es que
ahí la caseta estaba muy chica y el sol te pegaba todo
el día y la contaminación […] aquí está mejor […] el
Figura 4. Vista de Regina desde su departamento. Fuente: Andrés
espacio de trabajo está muy bien, está muy espacioso
Triana, 2005.
[…] lo que más me gusta […] pues es la sombrita,
¿no? […] sí se siente rico el clima, no lo sientes muy
Reflexiones finales
pesado, si tienes frío pos te vas pa’l calorcito y ya, y si
Para don Beto, propietario de la Cocina Económica
Gloria, su restaurante es el lugar ideal para el socioplacer, un placer que, como nos comentó, descubrió hace poco. Sus actividades rutinarias son una
mezcla de socioplaceres y fisioplaceres sazonados
por aromas y sonrisas. A lo que pareciera darle más
valor don Beto, es a la posibilidad de haber creado un
lugar de permanencia para sus comensales, un lugar
familiar, que podría significar tal vez una extensión del
hogar, una ampliación del adentro, como menciona
De Certeau.
[…] me gusta dar el servicio, [comenta don Beto] el
acercamiento con las personas, así, directo […] lo
que se hace aquí es cálido […] es un ambiente más
familiar […] yo le digo a las personas, ¿oiga, le gustaría
compartir su mesa con alguien? […] Sí, adelante. Y
pues hay personas que son muy cerradas, ya las conozco y ya sé quién sí, y quién no […] (figuras 5 y 6).
Las reflexiones en este texto han girado en torno a
las múltiples formas en que las personas expresan
durante su conversación, el vínculo permanente entre
la percepción y la significación del espacio en y con el
que desarrollan su vida cotidiana; en el caso concreto
de esta investigación, la vida en un conjunto habitacional cerrado en la Ciudad de México. Se intentó
mostrar, a partir de la clasificación del concepto de
placer propuesta por Tiger, su potencial metodológico
para observar, registrar y analizar el carácter polisensorial de las prácticas estéticas, y de qué manera los
aspectos objetivos y subjetivos operan simultáneamente en los procesos de apropiación cotidiana del
espacio construido. Se exploró el rol combinado que
juegan los sentidos y la mente como los instrumentos
mediante los cuales las personas perciben, actúan
y otorgan valor simbólico a sus relaciones en y con
el espacio construido y cómo a partir de allí crean
imágenes e imaginarios de sus relaciones en y con
las zonas comunes del conjunto habitacional. Placeres y displaceres compartidos e individuales, han sido
los medios de expresión de prácticas estéticas a las
135
tienes calor pues te vienes p’a la sombra […]
Figuras 5 y 6. La cocina económica de don Beto, un lugar de encuentro. Fuente: Andrés Triana, 2005.
136
que se asume en este trabajo como un posible filtro
teórico-metodológico para interpretar las múltiples formas en que las personas construyen territorios física y
simbólicamente, sus espacios y sus lugares cotidianos.
Un paso a seguir pensando en el interés por
construir posibles líneas de indagación en torno
a estos temas en otros contextos de investigación,
implicaría observar cómo a través de lo cotidiano y en
situaciones o procesos caracterizados por la tensión
o el conflicto —como puede ser el uso del espacio
público para comercio, reivindicaciones políticas o intereses privatizadores—, distintos actores se apropian
del espacio construido, y mediante qué mecanismos
físicos y simbólicos lo expresan. Para esto, propongo
la importancia de reflexionar desde la perspectiva
de las prácticas estéticas acerca de cuáles son los
límites físicos y sociales que las personas perciben y
construyen en y con el espacio construido, y cómo
a partir de ellos se constituyen territorios entendidos
como prácticas de apropiación social del espacio,
procesos en donde se articulan actores diferenciados
cuyos intereses y formas de apropiación se expresan
a través del conflicto mediante el ejercicio del poder,
los acuerdos, la inclusión y exclusión, y cómo estos
procesos son detonados por, y a la vez caracterizan, el
devenir del espacio construido.
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