Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)

Anuncio
[Otra edición en: Estudios dedicados a Alberto Balil in memoriam, Málaga, Universidad, 1993,
7-15. Versión digital por cortesía del autor y bajo su supervisión].
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana
(1928-1989)
Pedro Rodríguez Oliva
« ... qué queda?: unos míseros despojos,
tu nombre en la losa fría y el llanto de
nuestros ojos.»
[-7→]
Algo así reza el versificado epitafio que, con sentido dolor, unos desconsolados padres hicieron escribir sobre la lápida que, en el viejo cementerio de un pueblo malagueño, cubre la tumba de una joven muerta en la flor de su vida. Señalan esas estrofas,
con popular sabiduría, lo poco que suele quedar, tras la muerte, de quienes pasaron por
esta vida. A esa escasa herencia terrena, común a todos los humanos, en el caso de Alberto Balil, fallecido en Valladolid, el 23 de agosto de 1989, hay que unir, también, otra
riquísima de vivos recuerdos de su hombría de bien, de sus cualidades humanas, de su
ejemplar sentido de la amistad y de sus virtudes de verdadero universitario. Y, junto a
todo ello, además, su obra científica, sus centenares de densos trabajos 1, riquísimos en
datos, en aciertos y en ideas que, sin la menor duda, serán, todavía por muchos años,
obligado punto de referencia y orientación segura en la investigación de parcelas muy
varias del Mundo Clásico. Aún así, a quienes tuvimos el privilegio de ser honrados con su
amistad, todo ello, empero, no es suficiente consuelo para lamentar su irreparable pérdida,
ni lejanamente suple el vacío que entre nosotros deja la falta de su persona. [-7→8-]
Amigos, discípulos, instituciones, han rendido a su memoria diversos y merecidos
homenajes 2. Quienes desde la Universidad de Málaga, compartimos su amistad y dis1
Su bibliografía se ha publicado en BSAA, LVI, 1990, pp. 7-24 y en Finis Terrae. Estudios en lembranza
do Prof. Dr. Alberto Balil, Santiago de Compostela, 1992, pp. 15-49. Aquí, con una distinta ordenación, la actualizamos con los trabajos aparecidos tras su muerte.
2
La noticia del fallecimiento del Profesor Balil apareció en la Revista de Arqueología, 102, octubre 1989,
p.65. Han sido muchas las muestras del sentimiento que su muerte ha causado en la comunidad científica. A las expresadas por las Academias y sociedades histórico-arqueológicas, nacionales y extranjeras, de las que el Dr. Balil era miembro, hay que unir las que siguen: La Universidad de Santiago de
Compostela le dedicó, el 18 de octubre de 1989, un solemne acto académico en el que hicieron uso de
la palabra D. Felipe Arias Vilas y los catedráticos de Arqueología, profesores Abásolo Álvarez y
Acuña Castroviejo. Ese mismo día, El Correo Gallego publicaba una semblanza del Dr. Balil escrita
por su discípulo, el Profesor Fernando Acuña. El 7 de noviembre de 1989, Xosé Ignacio Fernández de
Viana y Vieites publicaba un sentido artículo, lleno de recuerdos sobre la estancia de Balil en Santiago,
en El Correo Gallego, p. 31. El Dr. Fernández-Galiano organizó en Guadalajara, los días 27 y 28 de
abril de 1990, como homenaje a Balil, un coloquio sobre iconografía en los mosaicos romanos, que ha
aparecido publicado con el título Mosaicos romanos. Estudios sobre iconografía-Actas del Homenaje
in Memoriam de Alberto Balil Illana que tuvo lugar en el Museo de Guadalajara los días 27 y 28 de
abril de 1990, Guadalajara, 1990. Sus colegas, amigos y discípulos de la Universidad de Valladolid
han dedicado un «Homenaje al Profesor Balil» en BSAA, LVI, 1990. La Universidad de Santiago de
Compostela ha editado el libro Finis Terrae. Estudios en lembranza do Prof. Dr. Alberto Balil, San© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
2
Pedro Rodríguez Oliva: Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)
frutamos de su ejemplar magisterio científico y humano, hemos querido, asimismo,
dedicarle estos sencillos Estudios, que se enriquecen con unas páginas, como siempre
magistrales, escritas por él, hace ya bastantes años, y que, por circunstancias diversas,
habían permanecido, hasta este momento, inéditas. Con estos trabajos, sus compañeros
y amigos malagueños queremos ofrecer un homenaje in memoriam a su persona y su
obra. El Profesor Doctor Don Alberto Balil Illana mantuvo muy estrechas relaciones
con el grupo de estudiosos de la Arqueología Clásica de Málaga y su presencia aquí, a
lo largo de los últimos tres lustros, participando en conferencias, en reuniones y en actos
diversos, fue muy repetida. Como en tantos otros lugares, Balil ha dejado en Málaga un
imborrable recuerdo de su gran calidad humana y de su enorme valía como investigador
del Mundo Antiguo 3. [-8→9-]
Exceptuando algunas ocasiones mas recientes en las que, por las mismas fechas,
había viajado a tierras inglesas, durante los últimos quince años, además, se había hecho
usual que compartiésemos con Alberto Balil y su familia, la temporada veraniega en la
costa oriental de la provincia de Málaga. Fue, primero, en Nerja; mas tarde, en Torrox.
En ese último lugar pensábamos, una vez mas, disfrutar ese verano de sus cultas conversaciones, largas y llenas de sabiduría e ingenio.
Nos habíamos visto en varias ocasiones en los últimos meses. Había estado en
Málaga; coincidimos en Madrid, un par de veces. Una debió ser en el comité español de
la Tabula Imperii Romani, del que era presidente 4; la última que recuerdo, fue en una
tiago de Compostela, 1992. Con motivo de su presentación, se celebró un acto de homenaje al que fue
querido profesor de aquella Universidad gallega, y al que asistieron –como en la primera ocasión–
junto a la Sra. Viuda del Dr. Balil, Doña Josefa de Luxán Vergara, sus compañeros de claustro, amigos
y discípulos. En el acto, que tuvo lugar el 18 de febrero de 1993, intervinieron el Profesor Ramón Villares, Rector Magnífico de la Universidad, el Profesor Fernando Acuña Castroviejo, Catedrático de
Arqueología, el Profesor Antonio Sobrado, Director del Servicio de Publicaciones y el autor de estas
notas. A su memoria se han dedicado, asimismo, algunos libros (M.A. Gutiérrez Behemerid, Capiteles
romanos de la Península Ibérica, Valladolid, 1992; B. Mora Serrano, Estudio de moneda hammudi en
Málaga. El hallazgo de dirhames de Ardales, Málaga, 1993) y artículos (P. Rodríguez Oliva, «Documentos del culto a Marte en las localidades antiguas de Osqua y Cartima», Mainake, XI-XII, 19891990, pp. 181 ss.); F. Fariña Busto, «Dos notas a propósito de Castromao (Celanova, Ourense)», Cuad.
Est. Gall., XXXIV-104, 1991, pp. 57 ss. J.M. Alonso Núñez, «In memoriam. Alberto Balil Illana
(1928-1989)», Estudios Clásicos, XXXI, 96, 1989, pp. 188-189; J.J. Martín González, «Necrología. In
memoriam Alberto Balil Illana (1928-1989)», BSAA., LV, 1989, pp. 531-533; D. F(ernández)G(aliano), «Alberto Balil», Mosaicos romanos. Estudios sobre iconografía..., pp. 5-7; J. Arce, «Alberto Balil (1928-1989)», AEspA, 62, 1989, pp. 3-4; F. A(cuña) C(astroviejo), «Necroloxias. Alberto
Balil Illana (1929-1989)», Gallaecia, 12, 1990, pp. 395-396; P. Rodríguez Oliva, «Necrológica: Alberto Balil Illana (1928-1989)», Mainake, XI-XII, 1989-1990, pp. 285-287; F. Acuña Castroviejo,
«Prólogo á Edición», Finis Terrae. Estudios en lembranza do Prof. Dr .Alberto Balil, p. 9; F. Acuña
Castroviejo, «Biobibliografía de Alberto Balil», Finis Terrae..., pp. 11-14; J.L. Jiménez, «Alberto Balil
Illana. In memoriam», I Coloquio de pintura mural romana en España, Valencia, 1992. p. 11.
3
En sus estudios dedicó atención a algunos documentos arqueológicos de la región. Siempre estuvo
interesado en las uillae de esta zona, de ahí sus muchas referencias a la uilla del Faro de Torrox, en cuyas últimas excavaciones participó. Sus publicaciones llegaron también a revistas de Málaga. En Jábega publicó sus interesantes trabajos sobre la Urania Loring (núm. 11, 1975) y el Mosaico de los trabajos de Hércules de Cártama (núm 20, 1977). En Baetica (núms. 6 y 7, 1983 y 1984) dio a conocer
sus interpretaciones sobre el bodegón que aparece en uno de los mosaicos de la uilla de Río Verde
(Marbella). En Arqueología de Andalucía Oriental: Siete estudios (Málaga, 1981) publicó el mosaico
de Cártama con el tema de Afrodita en la concha. Este último estudio y el del mosaico de los trabajos
de Hércules de la misma localidad, se reprodujeron en el libro Cártama en su Historia (1985).
4
La Hoja K-29: Porto, Madrid, 1991, está dedicada in memoriam Antonio Tovar y Alberto Balil, los dos
presidentes fallecidos durante la nueva etapa de incorporación de la ciencia española a este proyecto
internacional.
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
Pedro Rodríguez Oliva: Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)
3
de las reuniones preparatorias de la exposición sobre Bronces romanos de Hispania 5, a
cuyo comité científico también pertenecía, y cuya celebración, como el congreso internacional del mismo tema o el de Arqueología Clásica que había de tener lugar en Tarragona, esperaba con verdadera ilusión.
Aquél final de curso de 1989, como en tantos otros estíos, aguardábamos el anual
retorno a Málaga de Alberto Balil; pero esta vez, a poco de confirmarnos el día previsto
para su llegada, una noticia telefónica fue el anuncio de la causa cruel que truncaría,
para siempre, nuestro común verano malagueño.
Iniciándose el mes de agosto, vi, por última vez, a Alberto Balil en el Hospital Clínico de Barcelona. Ni los estragos que la fatal enfermedad ya hacían en su cuerpo, fueron capaces de mermar su enorme sentido del humor, ni la grandeza de su espíritu culto.
Rememoramos allí, juntos, muchas cosas; como siempre, no faltó ni la chispa, ni la información científica, ni el recuerdo de anécdotas geniales. [-9→10-]
Viajamos aquellos días por el Mediterráneo. Al volver a Barcelona las noticias que
me dieron sobre su salud no podían ser peores. Sin esperanza de recuperación había
vuelto, pocos días antes, a Valladolid. Hablé por el teléfono con él. El tono de su voz
era diagnóstico infalible. Dos días antes de su muerte me llamó a casa. Era, sin duda,
una despedida. Su queja, la única, residía en la imposibilidad que tenía en esos momentos para seguir trabajando y escribiendo; y se quejaba de ello con insistencia El testamento científico que me trasmitía con este su ejemplo tremendo, no podía ser mas
explícito. No extraña, pues, que de las muchas virtudes de Balil se hayan destacado su
entrega al trabajo y sus cualidades de universitario. El Profesor Martín González, que
tantos años convivió con él en la Universidad de Valladolid, así lo ha hecho constar:
«Con la desaparición del Profesor Balil la Universidad española pierde uno de sss auténticos valores. Un Profesor universitario es una suma de elementos, que se dieron armónica cita en él. Espíritu infatigable, no concedió tregua a la pluma, ni regateó ayuda a
los que requerían su dirección. Su tiempo universitario era total. La palabra en la cátedra, el consejo en el Departamento; viajes incesantes... » 6.
La noche del 23 de agosto, volviendo de Torrox acompañados de su hija, conocimos la amarga noticia de su muerte. Al día siguiente, junto a su esposa y sus familiares,
muchos amigos y compañeros, dimos el último adiós, en el cementerio de Valladolid, al
maestro inolvidable.
***
5
Esa es la ocasión que rememora Dimas Fernández-Galiano en sus recuerdos de Balil: «...nuestra despedida. Fue el trece de junio; lo recuerdo bien, porque ese día era martes y en nuestro país—no en el de
nuestras ensoñaciones, sino en el de la vigilia— ese día es considerado nefasto. Ambos teníamos, él en
Madrid, yo en Guadalajara, una mañana atareada. Acordamos vernos a la hora de comer, en el Consejo; complicaciones imprevistas me retuvieron y una llamada de última hora no logró dar con él para
avisarle. Cuando llegué a la capital, en medio del denso tráfico y del calor de la tarde—serían cerca de
las cuatro—me dirigí mecánicamente al lugar de nuestra cita, ya sin esperanza de encontrarlo. Cuando
le vi en la distancia, ya se alejaba; luego, en un tranquilo restaurante del casco viejo, reanudamos las
conversaciones de otras veces y nuestro diálogo se perdió en idénticas divagaciones; como en tantas
ocasiones, dejamos fluir el tiempo. Tomarnos café a media tarde; luego, lo llevé en coche a la estación:
desde la acera alzó la mano en ademán de despedida, como tantas otras veces...capítulo de la historia
que vivimos fue nuestra despedida en la estación; ambos ignorábamos que fuese definitiva y, de algún
modo, también sabíamos que no lo era.» («Alberto Balil», Mosaicos romanos. Estudios sobre iconografía..., pp. 6-7).
6
J.J. Martín González, loc. cit., p. 533.
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
4
Pedro Rodríguez Oliva: Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)
Alberto Balil Illana había nacido en Barcelona el 10 de julio de 1928. Realizó sus
estudios primarios y secundarios en la Ciudad Condal y, después de haber superado
algunos cursos de Medicina en la Universidad de Barcelona, pasó a estudiar Filosofía y
Letras, cuya licenciatura, en la sección de Geografía e Historia, obtuvo, en 1955, en la
Universidad de Zaragoza. Ganó, ese año, una beca para la Escuela Española de Historia
y Arqueología de Roma y, en 1957, en la Universidad Complutense, alcanzó el grado de
Doctor con una tesis sobre «La casa romana en España» que le había dirigido el Profesor Martín Almagro Basch.
Su interés por la Arqueología, que le llevó a abandonar, contra la opinión familiar,
la carrera universitaria que, entonces, cursaba con éxito, se había iniciado en los mismos
comienzos de la década de los cincuenta. Sus contactos con las actividades que, por
entonces, desarrollaba Almagro Basch en Cataluña, fundamentalmente al frente del Museo Arqueológico de Barcelona y en las excavaciones de Ampurias, fueron el motivo de
su pase a los estudios de Filosofía y Letras y el origen de su fecunda carrera como arqueólogo. Participó en las excavaciones emporitanas; mas 'tarde, en las que dirigía N.
Lamboglia en [-10→11-] Ventimiglia, familiarizándose allí con el mundo de la cerámica
romana que tanto le apasionaría después. Junto a colegas de su generación, hizo prospecciones en varios poblados ibéricos y, en los primeros años de aquella década, ya publicaba los primeros resultados de sus investigaciones 7.
Entre 1955 y 1958 residió en Roma como miembro de la Escuela Española de
Historia y Arqueología del C.S.I.C. Participó en las excavaciones que la misión española realizaba en el santuario de Gabii y, en la Universidad, pudo ampliar estudios con
Becatti y con Bianchi-Bandinelli, al que siempre consideró su verdadero maestro, y cuyas novedosas ideas y fecundo pensamiento fue el primero en difundir en España. Con
ellos, y en sus frecuentes contactos con otros especialistas italianos y con los extranjeros
residentes en Roma, aprendió a adentrarse en los más complejos problemas de la Arqueología y del Arte Clásicos. Sus estancias en Italia fueron frecuentes y de ahí parte la
amistad y las relaciones que siempre mantuvo con los arqueólogos italianos de su generación. Admiraba profundamente a Italia y a la Arqueología de aquél país y cuya lengua, al igual que la inglesa, hablaba con perfección y escribía de un modo elegantísimo.
En 1959 se estableció en Madrid y en la Universidad Complutense fue Profesor
Ayudante y Profesor Adjunto en la Cátedra de Arqueología Clásica del Profesor Antonio García y Bellido, con el que compartió, también, tareas de investigación en el Instituto Rodrigo Caro del C.S.I.C. De ese Instituto Español de Arqueología fue Secretario,
al igual que de su revista Archivo Español de Arqueología. Por aquél entonces, hizo
excavaciones en Herrera de Pisuerga y en Tarragona, en el anfiteatro y en la llamada
Torre de Pilatos, y publicó sus libros Las murallas romanas de Barcelona (1961), Pintura helenística y romana (1962) y Colonia Iulia Augusta Paterna Faventia Barcino
(1964). En el prólogo que García y Bellido le hizo a la primera de esas publicaciones,
escribía: «Balil tiene ya experiencia de veterano, mas de un veterano joven, pues –conviene decirlo– aquél que no conozca de Balil más que suya considerable obra habrá de
suponerlo inevitable (y lógicamente) un hombre maduro, provecto, siendo así que en
7
Sus trabajos de prospección en el poblado ibérico de «Turó de Can Oliver», en el del «Puig d' Olorde» y
en el Valle de Mogent aparecieron publicados en AEspA., XXV, 1952 y XXVI, 1953 y en Ciencia y
Montaña, 1952. Su primer acercamiento al tema de la arquitectura doméstica romana, que luego sería
tan desarrollado en sus estudios, lo fue en un trabajo sobre la uilla de Villarenc (Calafell) (Boletín Museo Víctor Balaguer, 1,1953).
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
Pedro Rodríguez Oliva: Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)
5
realidades todo lo contrario... es boy una de nuestras mejores autoridades en el difícil
campo de la Historia del Imperio Romano» 8.
En 1968 ganó, por oposición, la plaza de Profesor Agregado de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Santiago de Compostela. La trascendencia
de la labor docente e investigadora de Balil en Santiago, la describe así su discípulo
Fernando Acuña: «A sua chegada supuso unha grande trasformación na Facultade e na
vida universitaria xa que o seu [-11→12-] talante aberto e comunicativo, a relación que
mantiña cos alumnos e as suas dotes organizativas contrastaban cos usos imperantes
naqueles anos. Contando ó comenzó con só unha mesa, unha silla e un teléfono xunto
cunha máquina de escribir, funda o Seminario de Arqueoloxia da Real Universidade
como íl gastaba chamar 9. Allí fundó el Seminario de Arqueología, divulgó los novedosos planteamientos científicos del Comte Bianchi-Bandinelli y creó las colecciones Studia Archaeologica y Studia Romana, luego continuadas en Valladolid. Organizó campañas de excavaciones (inolvidables para quienes participaron en ellas) en el castro de
O Neixón (Cespón, Boiro), en las Torres del Oeste (Catoira) y en Santa Comba de
Bande. Impulsó, sobre todo, el entusiasmo por la investigación en un numeroso grupo
de discípulos 10 que son hoy, en las para él tan queridas tierras de Galicia, una feliz
cosecha de tan fecunda siembra.
De su especial cariño a la Universidad de Santiago de Compostela ha quedado un
testimonio gráfico que lo evidencia de un modo claro. En agosto de 1988, Balil pasaba
en las Islas británicas –aquél país al que tanto admiraba 11– una de esas temporadas
veraniegas de estudio que acostumbraba a realizar en los últimos años de su vida,
haciendo realidad un viejo sueño que siempre le ilusionó, y en Bristol se fotografió vistiendo con satisfacción y orgullo una camiseta con el escudo y la leyenda de la Universidad Compostelana 12. Hasta allí llegaba su recuerdo siempre grato de su paso por Galicia.
En 1971 accedió a Catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática, incorporándose a la Universidad de Valladolid, donde, ininterrumpidamente y hasta su muerte,
ha desarrollado una muy meritoria labor docente e investigadora, de la que son fruto los
numerosos volúmenes de los Studia Archaeologica por él o sus discípulos publicados,
las notables colaboraciones en el Boletín del Seminario de Arte y Arqueología y un buen
número de libros. Fue Vicedecano y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras
[-12→13-] y Director del Departamento de Prehistoria y Arqueología, así como Jefe de la
Sección de Arqueología del BSAA. Director de un buen número de Memorias de Licen-
8
A. García y Bellido, «Prólogo» en A. Balil, Las murallas romanas de Barcelona, Madrid, 1961, p. 10.
F. Acuña Castroviejo, «Biobibliografía...», pp. 11-12.
10
Dirigió importantes trabajos de investigación sobre la Galicia romana, entre los que caben destacar las
Tesis de Licenciatura sobre las murallas romanas de Lugo de Felipe Arias, la de Francisco Fariña sobre
La circulación monetaria del siglo III d.C. en el Noroeste, la que sobre las estelas funerarias de la Galicia romana realizó Sara Rodríguez Lage y la de María Romero Quiroga sobre la cerámica castreña.
Asimismo de esta época son las Tesis Doctorales de Fernando Acuña, de Paloma Acuña, de José Manuel Caamaño Gesto y de Milagros Cavada. Cfr. infra.
11
Sobre el Balil anglófilo ha señalado Fernández-Galiano: «Quienes le conocieron superficialmente creen
que era anglófilo; yo, al principio, también lo creí. Luego comprendí lo imaginario de su Inglaterra,
cien años más vieja que la mía y hecha de retazos íntimos: las primeras tecnologías industriales, los
trenes, la Armada, el reino de Victoria, los relatos de Salgari y Kipling» (loc. cit., p. 6).
12
F. Acuña Castroviejo, «Prólogo...», p. 9.
9
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
6
Pedro Rodríguez Oliva: Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)
ciatura, de Tesis Doctorales 13, de trabajos diversos de investigación, de excavaciones
arqueológicas, como las de la uilla de Almenara de Adaja y otros lugares.
Balil tuvo un algo especial capaz de ilusionar a los jóvenes en iniciativas científicas. Sin duda, contribuía a ello su cordialidad y su gran ejemplo de investigador y de
trabajador infatigable, para el que no existía el tiempo ni el descanso, y que estaba presente en todos los congresos y eventos científicos. Balil era todo un ejemplo de universitario y de gran humanista y ello, forzosamente, calaba en sus discípulos.
Perteneció a numerosas sociedades científicas españolas y extranjeras. Académico
correspondiente de las Reales de la Historia y de San Fernando, del Instituto Arqueológico Alemán, miembro de la International Association of Classical Archaeology, de
cuyos Fasti Archaeologici fue el corresponsal en España durante veinticinco años 14.
Fue, asimismo, miembro del Instituto de Estudios Gallegos «Padre Sarmiento», de la
Real Academia Gallega, de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, de la Asociación
de los Arqueólogos Portugueses, de la Asociación Española del Mosaico, de la que fue
Presidente, de la de Pintura Mural Romana en Hispania, de la Profesional de Arqueólogos de España, del Comité español de la Tabula Imperii Romani, que presidió tras la
muerte de Tovar, al igual que del Comité español del Corpus Signorum Imperii Romani
y de otros comités científicos de exposiciones y congresos y había sido colaborador,
entre otras obras y proyectos internacionales, del Dizionario Epigrafico.
Tuvo una especial capacidad para la lectura en los diversos idiomas que conocía.
Ello le permitía estar siempre al día de las últimas novedades bibliográficas en los temas
que trataba, a pesar de que el campo de sus investigaciones fue [-13→14-] amplísimo y su
bibliografía tan prolífica que abarca, entre libros y artículos aparecidos en revistas españolas, portuguesas, italianas, inglesas y alemanas, varios centenares de títulos. Poseía,
además, un gran sentido crítico que, desde los inicios de su actividad investigadora, se
trasluce claramente en sus publicaciones y en las numerosas recensiones, reseñas, comentarios bibliográficos y notas de lectura que escribió 15.
13
F. Acuña Castroviejo, Galicia romana: Artes plásticas, Santiago de Compostela, 1973; M. Cavada
Nieto, Circulación monetaria en la Galicia romana, Santiago de Compostela, 1973; M.P. Acuña Fernández, Escultura militar romana de la Península Ibérica, Valladolid, 1973; T. Mañanes Pérez, Protohistoria y romanización del Bierzo, Valladolid, 1975; G. Delibes de Castro, La Edad del Bronce Inicial en la Meseta Norte, Valladolid, 1975; M. Cano Herrera, Hueso trabajado en el Magdaleniense
Superior y Aziliense del Norte de España, Valladolid, 1976; P. Rodríguez Oliva, Topografía y demografía antiguas del Conuentus Gaditanus, Valladolid, 1976; J.M. Caamaño Gesto, La vía XVII del It.
Ant. a su paso por la Provincia de Orense, Santiago de Compostela, 1976; M.C. Fernández Ochoa,
Arqueología romana en Asturias, Universidad Autónoma Madrid, 1981; L. Baena del Alcázar, Esculturas romanas de Andalucía oriental, Valladolid, 1982; R. Bohigas Roldán, Arqueología medieval de
Cantabria, Valladolid, 1982; M.V. Romero Carnicero, Terra sigillata de Numancia, Valladolid, 1982;
J. Fernández Manzano, Armas y útiles metálicos del Bronce Final en la Meseta Norte, Valladolid,
1983; F. Romero Carnicero, La Edad del Hierro en la serranía soriana: Los castros, Valladolid, 1983;
R. Mondelo Pardo, Esquemas compositivos en los mosaicos hispanorromanos, Valladolid, 1983; J.R.
López Rodríguez, Terra sigillata hispánica tardía decorada, Valladolid, 1983; M.A. Gutiérrez Behemerid, Estudio de los capiteles romanos de la Península Ibérica, Valladolid, 1985; M. Torres Carro,
Mosaicos romanos mitológicos de la Península Ibérica, Valladolid, 1985; A. Esparza Arroyo, Los
castros de la Edad del Hierro en el borde noroccidental de la Cuenca del Duero, Valladolid, 1985; C.
Pérez González, Terra sigillata de Herrera de Pisuerga (Palencia), Valladolid, 1987; M. Urteaga Artigas, Arqueología de la producción del hierro en Guipúzcoa. Antecedentes. Época medieval y postmedieval, Valladolid, 1987; J.A. Gutiérrez González, La arquitectura militar en el Reino de León. Siglos IX
al XIII, Valladolid, 1989; M. Rueda Sabater, Primeras acuñaciones de Castilla y León, Valladolid, 1989.
14
Sus colaboraciones se inician a partir del t. IX, 1954
15
Lo que puede observarse en las que, a partir de 1951, aparecieron publicadas en Estudios (II, 1951; IIIIV, 1952-53), Pirineos (VIII, 1952; IX, 1953; X, 1954; XIII, 1957), Ampurias (XIV, 1952; XV-XVI,
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
Pedro Rodríguez Oliva: Semblanza del Profesor Alberto Balil Illana (1928-1989)
7
En sus numerosísimas publicaciones en revistas nacionales e internacionales, en
actas de congresos, libros-homenaje y obras colectivas, ha abarcado con maestría inigualable temas variadísimos de Historia Antigua, de Arqueología, de Epigrafía y de
Numismática. Recordemos, aparte los libros citados, sus Lucernae singulares (Bruselas,
1968), su colaboración en la Historia Económica y Social de España I. La Antigüedad
(1973) y en la Historia de España en sus textos. Prehistoria y Edad Antigua (1976) y
los numerosos de la serie Studia Archaeologica que dedicó al análisis de la cerámica
romana, la casa y el urbanismo antiguos, los mosaicos y la escultura romana, así como
sus contribuciones a la Enciclopedia dell'Arte Antica Classica y Orientale, a la Enciclopedia Rialp, sus colaboraciones bibliográficas a los Fasti Archaeologici y los artículos por él redactados para el Princeton Dictionary of Classical Sites. Una obra suya sobre La vida privada en el mundo romano quedó inédita.
Se ha escrito de Balil que ha sido «la máxima autoridad en Arqueología Romana e
Historia Antigua de la Península Ibérica de su generación» 16 y «el mejor arqueólogo
de la escuela clásica de la especialidad que hemos tenido en este país... la autoridad
más citada y más tenida en cuenta en la Arqueología clásica española, no sólo por los
propios investigadores españoles, sino también –y sobre todo– fuera de España... contrariamente a lo que han mantenido pertinazmente sus detractores, fue... un creador
inagotable, un hombre de iniciativas científicas variadas, un transmisor y portavoz de
pleno derecho de muchas de las nuevas tendencias, ideas, corrientes y logros de la
ciencia arqueológica de los últimos años» 17.
Tanta ciencia y tanto mérito académico se dieron en un hombre sencillo y afable,
comunicativo con todos y amable en extremo. Sus cualidades humanas superaron, con
mucho, su enorme saber, su vastísima cultura. Su [-14→15-] carácter abierto y su talante
liberal permitió ser su amigo a todo aquél que lo quiso. Con su muerte, la Arqueología
Clásica ha perdido un científico de renombre internacional y quienes estuvimos cerca de
él, además, a un gran amigo. Siempre fue buen maestro para todos y para todos buen
amigo 18. Por ello, las páginas que siguen, van dedicadas a la memoria de ese inolvidable Balil, amigo y maestro de tantos.
1953-54; XVII-XVIII, 1955-56; XIX-XX, 1957-58), Zephyrus (V, 1954; VI, 1955; X, 1959), Príncipe
de Viana (XV, 1954), Emerita (XXII, 1954; XXIII, 1955; XXIV, 1956; XXV, 1957; XXVI, 1958;
XXVII, 1959; XXVIII, 1960;XXXII, 1964), Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (LX, 1954;
LXI, 1955; LXII, 1956;LXIII, 1957;LXVII, 1959), Estudios Clásicos (II, 1953-54; III, 1955; IV, 195758; V, 1959-60; VIII, 1964; IX, 1965; X, 1966), Archivo Español de Arqueología (XXV, 1952;
XXXVIII, 1965), Durius (II-4, 1974), Numisma (30, 1958), Boletín del Seminario de Estudios de Arte
y Arqueología de Valladolid (XIX, 1953; XXIX, 1973; XL-XLI; 1975; XLII, 1976; XLIII, 1977;
XLIV, 1978; XLVI, 1980; XLVII, 1981; XLVIII, 1982; XLIX, 1983; L, 1984; LI, 1985; LII, 1986;
LIII. 1987; LIV. 1988; LV, 1989).
16
J.M. Alonso Núñez, loc. cit., p. 188.
17
J. Arce, loc. cit., p. 3.
18
P. Rodríguez Oliva, «Documentos del culto...», p. 181.
© Pedro Rodríguez Oliva
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
Descargar