T22// TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 8 de marzo de 2014 Alto El Loa: la ruta verde de Atacama Recorrimos la ruta patrimonial de Alto El Loa, donde el desierto es verde y el río riega coloridos huertos. Encontramos pequeños pueblos, anclados en el tiempo, que buscan salir del anonimato a través del turismo rural. La oferta es tentadora: localidades silenciosas, gastronomía local con cebiches de quínoa y dulces rosquetes, históricos petroglifos y pucarás bien conservados y un novedoso circuito astronómico para chicos y grandes. TEXTO: Rosario López FOTOS: Juan Ernesto Jaeger RR En los cultivos en terraza de Caspana crecen en abundancia hierbas, verduras y alfalfa para los animales. Todo, en medio de la aridez del más seco desierto. y muy verde, donde se cultivan en terrazas papas, cebollas y habas, y se ven los volcanes Panire y Toconce. La iglesia y el museo votivo son las principales atracciones, que explican el fervor religioso en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, el 7 y 8 de septiembre, cuando el pueblo -de 40 habitantes- se transforma para su patrona y recibe a más de 10.000 personas. En el museo, que se puede visitar de martes a domingo, hay coloridos trajes, coronas y accesorios que evocan la gran celebración religiosa. A 85 km de Calama está Caspana. Desde San Pedro se puede tomar el mismo camino que va a los géiseres del Tatio, y luego desviarse a la izquierda. El verde de las terrazas, donde crecen hierbas, verduras y alfalfa, contrasta con las casas de piedra rosada, barro y techos de paja. La iglesia del siglo XVII y el museo arqueológico y etnográfico son muy importantes, lo que revela la devoción del pueblo. Caspana se extiende a lo largo del valle, donde abundan cactus y colas de zorro, y que celebra todos los años, entre otras fiestas, a la Virgen de la Candelaria en febrero, San Lucas en octubre, y la limpia de canales entre agosto y septiembre. Los emprendimientos de turismo local están proliferando. Vale la pena visitar a la familia Colamar, que ofrece alojamiento y almuerzos típicos (Ckolmantur, sabores de Caspana). El cebiche de quínoa y el postre de manzana con menta son los más celebrados por los turistas. En apariencia, Lasana parece un pueblo más dentro de la comunidad de Alto El Loa, con antiquísimas casas de piedra, escuela unidocente con algunos alumnos, bolsones verdes y campos de flores en medio de la roca y el desierto. Pero basta mirar hacia el frente para descubrir la impresionante ciudad fortaleza prehispánica que conserva: declarado monumento histórico, el pucará (de 9.00 a 17.00, $ 2.000) merece una visita, cámara en 8 R. Nacional Alto El Loa N ARGENTINA E STA RUTA es para olvidar, por un momento, los lugares comunes del desierto: árido, solitario y aburrido. Alto El Loa, al noreste de Calama, es un valle verde lleno de vida, donde las huertas son rendidoras, abundan los cultivos de zanahorias, maíz, alfalfa y betarragas, los animales pastan, y el tiempo pasa lento. Son pueblos análogos, que no ceden al avance de la tecnología y apuestan por preservar sus tradicionales formas de vida. El desafío es integrarse de a poco al consolidado circuito turístico de San Pedro de Atacama, pero conservando el encanto y la tranquilidad de lo anónimo. Es lo que nuestra guía se afana en llamar “el turismo del silencio”, de localidades donde no viven más de 100 personas, los apellidos se repiten y la gente, la mayoría de ellos familiares, se saluda y conversa en las calles que todavía lucen sin asfalto. Y el turismo rural está dando resultados: muchos viajeros encuentran aquí la fascinación campestre en medio del desierto, con terrazas verdes regadas por el río Loa y su brazo, el río Salado, y esa austeridad donde la agricultura y la artesanía mueven al pueblo, mientras los niños juegan con lo que encuentran, y sus padres aún no les compran un celular. Estos pueblos cambian abruptamente durante las fiestas religiosas, que convocan a miles de peregrinos para celebrar a San Bartolo, la Virgen de Guadalupe de Ayquina y la Candelaria. El contraste es brutal: el silencio se vuelve música y jolgorio constante, y las casas de barro y paja, que en el año se mantienen con candado, reciben a miles de fieles que disfrutan de coloridos bailes religiosos. Recorremos las calles de Ayquina, declarado zona típica y casi deshabitado. Las construcciones de barro y piedra se mezclan con casas nuevas, de madera y cemento. Al fondo hay un bonito valle encajonado II REGIÓN DE ANTOFAGASTA 25 Lasana 24 Ayquina Caspana Calama Chiu Chiu 24 San Pedro de Atacama Dónde dormir En San Pedro de Atacama, el hotel Tierra Atacama tiene 32 habitaciones, dos de ellas familiares. Es un hotel que promueve el ecoturismo a través de prácticas sustentables: energía solar, huertas, reciclaje y manejo de residuos, además de excelente gastronomía regional. Tienen programas con todo incluido, con tarifas que parten, con un mínimo de dos noches, en $ 529.000 por persona. www.tierraatacama.com [email protected] mano, para recorrer todas sus edificaciones, que datan del siglo XII. Si se interesa por el turismo arqueológico, en el valle hay cientos de petroglifos tallados en las rocas, muchos de ellos señalizados. Cocina regional y artesanía están creciendo en Lasana. La mayoría de los turistas se detiene en el Tambo, una construcción con agradable sombra donde se sirve llamo, patasca (caldo hecho con mote) y conejo, además de dulces tradicionales. El té y la mermelada de zanahoria son productos típicos que vale la pena probar. A un costado del restaurante está la agrupación de mujeres, que fabrica y vende bonitos textiles. La agencia Sol del Desierto tiene programas turísticos para recorrer los poblados de Alto El Loa. La excursión de día completo vale $ 25.000 e incluye snacks. También realizan paseos de medio día. Toda la información está en www.soldeldesierto.cl. Seguramente ha oído hablar de la iglesia de Chiu Chiu, declarada Monumento Histórico y conocida por ser una de las primeras iglesias construidas en Chile. Este es uno de los pueblos más representativos de Alto El Loa, que se mantiene en pie gracias al turismo y el cultivo agrícola de zanahorias. Pero una visita al pequeño observatorio de arqueoastronomía Paniri Caur dejará contentos a chicos y grandes: con cuatro telescopios, la observación nocturna se hace entre mayo y septiembre, en grupos de siete personas. Los privilegiados cielos de esta zona hacen de esta visita un paseo imperdible, donde lo entretenido está en el enfoque arqueoastronómico, que relaciona la cosmovisión andina con la observación al cielo, donde luego de unos minutos, se ve el brazo de Orión, además de formas de animales, donde se distinguen zorros, perdices, culebras, sapos y llamas. Este tour dura 150 minutos y no se realiza los días de luna llena. Hay tarifas para niños y adultos, que oscilan entre $ 2.000 y $ 6.000. Reservas al teléfono 9-5462023.T