Domingo 4 de Septiembre de 2011, Marcelo Contreras

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Génesis 23 – “Sólo estoy de paso”
Domingo 4 de Septiembre de 2011, Marcelo Contreras
“Solo estoy de paso”
Lectura
“1 Sara vivió 127 años. Estos fueron los años de la vida de Sara.
2 Sara murió en Quiriat Arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham fue a hacer duelo
por Sara y a llorar por ella.
3 Después Abraham dejó a su difunta, y habló a los hijos de Het:
4 “Yo soy extranjero y peregrino entre ustedes; denme en propiedad una sepultura entre ustedes,
para que pueda sepultar a mi difunta y separarla de delante de mí.”
5 Los hijos de Het le respondieron a Abraham:
6 “Escúchenos, señor nuestro: usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su difunta
en el mejor de nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros le negará su sepulcro para que sepulte
a su difunta.”
7 Abraham se levantó e hizo una reverencia al pueblo de aquella tierra, los hijos de Het,
8 y habló con ellos: “Si es su voluntad que yo sepulte aquí a mi difunta separándola de delante de
mí, escúchenme e intercedan por mí con Efrón, hijo de Zohar,
9 para que me dé la cueva de Macpela que le pertenece, que está al extremo de su campo. Que en
presencia de ustedes me la dé por un precio justo en posesión para una sepultura.”
10 Efrón estaba sentado entre los hijos de Het. Y Efrón, el Hitita, respondió a Abraham a oídos de
los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de su ciudad:
11 “No, señor mío, escúcheme. Le doy el campo y le doy la cueva que está en él. A la vista de los
hijos de mi pueblo se lo doy. Sepulte a su difunta.”
12 Entonces Abraham se inclinó delante del pueblo de aquella tierra,
13 y a oídos del pueblo de aquella tierra le hablo a Efrón: “Le ruego que me oiga. Le daré el precio
del campo. Acéptelo de mí, para que pueda sepultar allí a mi difunta.”
14 Efrón respondió a Abraham:
15 “Señor mío, escúcheme: una tierra que vale 400 siclos (4.56 kilos) de plata, ¿qué es eso entre
usted y yo? Sepulte, pues, a su difunta.”
16 Abraham escuchó a Efrón. Y Abraham pesó la plata que éste había mencionado a oídos de los
hijos de Het: 400 siclos de plata, medida comercial.
17 Así el campo de Efrón que está en Macpela, frente a Mamre, el campo y la cueva que hay en él,
y todos los árboles en el campo dentro de sus confines, fueron cedidos
18 a Abraham en propiedad a la vista de los hijos de Het, delante de todos los que entraban por la
puerta de su ciudad.
19 Después de esto, Abraham sepultó a Sara su mujer en la cueva del campo de Macpela frente a
Mamre, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán.
20 El campo y la cueva que hay en él fueron cedidos a Abraham en posesión para una sepultura
por los hijos de Het.”
Génesis 23 (NBLH)
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Génesis 23 – “Sólo estoy de paso”
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Introducción
Hoy vamos a continuar nuestro estudio de Génesis y vamos a ver el capítulo 23, que acabamos de
leer, es el relato de la muerte de Sara y de cómo Abraham hace los arreglos para su sepultura.
Y quisiera que por favor vean la primera parte del versículo 4, que es la clave para entender lo que
ocurre en este texto y la clave para entender la aplicación para nuestras vidas. La primera parte
del versículo 4 dice:
“Yo soy extranjero y peregrino entre ustedes”
Tengan este versículo en mente mientras estudiamos todo este capítulo.
Hace 3 años cuando conocí a mi esposa y estaba entre: “le hablo o no le hablo”, una de las
cuestiones que pasaba por mi mente era: “No sé si valga la pena invertir tiempo con ella porque es
una extranjera y seguro se va ir algún día”. Entonces un día le pregunté: “¿Por cuánto tiempo vas a
estar en Bolivia?” y ella me dijo: “Mi contrato de 3 años se está acabando pero en los siguientes
meses estoy pensando renovar por otros 3 años”.
Esa es una pregunta típica que se le hace a los extranjeros: “¿Por cuánto tiempo vas a estar en
Bolivia?”, algunos dicen 3 años, otros un año, un mes, una semana, y otros dicen: “Sólo estoy de
paso”.
Y esta también es nuestra respuesta a la pregunta: ¿Por cuánto tiempo estarás en esta tierra?
Yo estoy seguro que Abraham hubiera respondido a esa pregunta diciendo: “Sólo estoy de paso”.
Y al igual que Abraham, los creyentes somos extranjeros y peregrinos en esta tierra.
El título del sermón de hoy es: “Sólo estoy de paso” y vamos a responder a la siguiente pregunta:
¿Cómo debe ser nuestro paso por esta tierra? Y en Génesis 23 vamos a ver dos cosas. Nuestro
paso por esta tierra debe ser:


Actuando como peregrinos
Respetando la cultura
Veamos la primera parte:
1. Actuando como peregrinos
Los primeros tres versículos nos ponen en contexto de lo que está pasando; Sara muere a los 127
años; y simplemente como dato interesante: Sara es la única mujer en la Biblia cuya edad y
sepultura es mencionada.
Luego de que ella muere Abraham fue a hacer duelo por Sara y a llorar por ella. Piensen en cuán
triste ha debido estar Abraham, él había estado con Sara 62 años desde que entraron a Canaán y
quién sabe cuántos años más desde que vivían en Ur. No sólo fue su compañera de vida y
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peregrinaciones, sino que fue la mujer estéril por la cual Dios le dio un hijo, cuando ella tenía 90
años, ella era su compañera en el llamado y la promesa del Señor.
Así el versículo 2 dice que luego de que Abraham hizo duelo y lloró por Sara recién fue a buscar
una sepultura. Aquí una cosa entre paréntesis antes de pasar a la parte central del pasaje, el
lamento y el llanto es una parte importante en nuestras vidas, Abraham supo darle su lugar e igual
debemos nosotros, los cristianos no somos estoicos frente a la vida, sufrimos y traemos nuestras
lágrimas y lamento al Señor.
Así luego de lamentar la muerte de Sara, en el versículo 3, Abraham deja a su difunta y va a hablar
con los hijos de Het y en el versículo 4 les pide una propiedad para sepultarla.
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿Por qué Abraham no simplemente escoge un lugar que a él le
guste y entierra a Sara ahí? ¿No le había prometido Dios toda la tierra de Canaán? ¿No podía
simplemente tomar un lugar que le guste en Canaán y reclamarlo en el nombre de la promesa del
Señor?
Recuerden cuándo Lot se separó de Abraham, ¿Qué le dijo Dios luego de que Lot se fue?
“Alza ahora los ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el norte, el sur, el oriente y el
occidente,
pues toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre.”
Génesis 13:14-15 (NBLH)
¿De norte a sur, de oriente a occidente, no podía Abraham escoger cualquier propiedad
reclamando la herencia que el Señor le prometió, declarando que esa tierra le pertenecía?
Abraham tenía una promesa de Dios, y él también había sido prosperado por Él, se había vuelto en
un hombre poderoso, en el versículo 6 los hijos de Het le dicen a Abraham: “usted es un príncipe
poderoso”, en Génesis 21:22-34, también Abimelec reconoce que Abraham era poderoso, va
donde él acompañado del jefe de su ejército para asegurarse de que se traten mutuamente como
amigos; y la razón de esto fue que Abimelec vio que Dios estaba con Abraham en todo lo que
hacía.
Si Abimelec, un gobernante que poseía un ejército, temía a Abraham y tomó sus precauciones, eso
significaba que Abraham podía haber tomado cualquier tierra por la fuerza.
Pero él no lo hizo, en lugar de esto fue donde los hijos de Het y, vean nuevamente el versículo 4,
“como extranjero y peregrino” negoció con ellos.
¿Por qué se considera extranjero y peregrino? Ya había estado viviendo en Canaán 62 años.
Pónganse un momento en sus zapatos, hagan de cuenta que ustedes con su esposa viajan a otro
país para quedarse a vivir, es más, su sobrino y su familia se trasladan con ustedes. En ese país
tienen dos hijos, y les comienza a ir bien. Se quedan a vivir ahí por 62 años. ¿Seguirían
considerándose peregrinos, extranjeros? Pablo y Debbie ya están viviendo aquí en Bolivia por casi
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24 años y ya están tramitando su nacionalidad boliviana, después de 62 años Abraham ni siquiera
comenzó el trámite para su nacionalidad canaanita.
Él siempre se consideró extranjero y peregrino, esa fue la característica principal de la vida de
Abraham, desde que dejó su tierra vivió en tiendas peregrinando como extranjero, sin poseer
tierra, sin echar raíces en una ciudad en específico, siempre como peregrino, de paso por esta
tierra.
¿Pero por qué vivió Abraham de esa manera? Al extremo de tener que ir a pedir a otros una
propiedad para enterrar a Sara.
¿Era Abraham pobre? No, Dios prosperaba todo lo que hacía.
¿Era Abraham insignificante? No, era respetado.
Pudiendo vivir como rey, vivió como peregrino. ¿Por qué?
Y la respuesta a esto se encuentra en Hebreos 11:9-10:
“Por la fe [Abraham] habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña,
viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
Hebreos 11:9-10 (NBLH)
“Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios”, en algún punto de su vida, después de
que Dios lo llamó, Abraham entendió que a pesar de la promesa de tener Canaán para su
descendencia, su verdadera herencia no era terrenal sino celestial. Y por la fe pudo vivir como
extranjero y peregrino sin poner su mirada en las cosas de este mundo temporal.
Cuando mi esposa y yo todavía estábamos enamorando, un día estábamos hablando de nuestros
deseos en la vida, y yo le dije que un deseo que yo tenía para un futuro, para cuando ya esté
formando una familia, era el de comprar una casa o un departamento. Y ella me dijo que nunca
había pensado en eso porque de niña se crió como extranjera en África, vivió un tiempo en los
Estados Unidos, y ahora nuevamente estaba como extranjera en Bolivia.
Y es que los extranjeros que están de paso por un país, rara vez van a pensar en comprar una casa
o un departamento, porque ¿Para qué aferrarte demasiado de las cosas de un lugar donde sólo
estás de tránsito?
Pues parece que en este punto de su vida Abraham entendió ese principio y vivió como extranjero.
Ahora, Romanos 4 dice que por la fe en Jesús, nosotros los creyentes somos hijos de Abraham, es
decir, descendientes de él, herederos de la misma herencia que él esperaba.
Jesús murió llevando el castigo por nuestros pecados no sólo para salvarnos de la ira de Dios, sino
también para darnos una herencia futura con Él, y Él quiere que vivamos nuestras vidas
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conscientes de esta herencia, sin aferrarnos a lo terrenal. Por la fe Abraham pudo poner sus ojos
en esa herencia futura, por la fe nosotros también debemos mirar esa herencia incorruptible.
¿Cuán parecida es nuestra filosofía de vida a la de Abraham?
¿Estamos viviendo con la mirada puesta en la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios o
estamos poniendo la mirada en las cosas de esta tierra?
¿Dónde está tu herencia?
Uno puede trabajar duro y dedicar su vida a acumular posesiones, ¿pero de qué nos sirve
acumular estas cosas si somos extranjeros y peregrinos en esta tierra, si estamos de paso?
¿Cuántas posesiones tienes? ¿Estás matándote trabajando para acumular aún más todavía?
Con un 100% de seguridad te puedo decir que al morir no te vas a llevar ni un centavo, y con la
misma seguridad te puedo decir que si no has tenido fe en Jesús como tu Salvador personal,
cuando mueras no sólo no te vas a llevar nada de esta vida, sino que vas a tener que pagar un
castigo eterno por tu pecado.
Hoy puede ser el día que al igual que Abraham pongas tu fe en Jesús, confiando que Él murió por
ti, llevando tú castigo.
Y para todos aquellos que ya tienen fe en Jesús en esta mañana, no dejemos que las cosas de esta
tierra nos distraigan, no dejemos que el dinero y las posesiones desvíen nuestra mirada de Cristo,
recordemos que estamos sólo de paso, vivamos la vida con la misma actitud de Abraham, las
mismas prioridades, las de un extranjero y peregrino. Esperemos ansiosamente la herencia de
Cristo, la herencia de un nuevo cuerpo, de una nueva tierra, de una ciudad santa construida por
Dios. No nos dediquemos a acumular riquezas en esta tierra; y si somos bendecidos con alguna
riqueza seamos sabios administradores y no nos aferremos fuertemente a ella.
El apóstol Pablo resume este tema brillantemente en Filipenses 3:18-21:
“18 Porque muchos andan como les he dicho muchas veces, y ahora se lo digo aun llorando, que
son enemigos de la cruz de Cristo,
19 cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales
piensan sólo en las cosas terrenales.
[¿Entienden esto? Los enemigos de Cristo piensan sólo en las cosas terrenales]
20 Porque nuestra ciudadanía (patria) está en los cielos, de donde también ansiosamente
esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo,
21 el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de Su
gloria, por el ejercicio del poder que tiene aún para sujetar todas las cosas a El mismo.”
Filipenses 3:18-21 (NBLH)
Hermanos y hermanas en Cristo, tengamos la actitud de Abraham, de extranjeros y peregrinos,
estamos sólo de paso en esta tierra.
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Génesis 23 – “Sólo estoy de paso”
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Leamos nuevamente Génesis 23:4 (versículo clave):
“Yo soy extranjero y peregrino entre ustedes; denme en propiedad una sepultura entre ustedes,
para que pueda sepultar a mi difunta y separarla de delante de mí.”
Génesis 23:4 (NBLH)
Abraham como extranjero y peregrino negocia con los hijos de Het y compra de ellos un lugar para
sepultar a Sara. Y finalmente consigue una propiedad, versículos 19 y 20:
“19 Después de esto, Abraham sepultó a Sara su mujer en la cueva del campo de Macpela frente a
Mamre, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán.
20 El campo y la cueva que hay en él fueron cedidos a Abraham en posesión para una sepultura
por los hijos de Het.”
Génesis 23:19-20 (NBLH)
Entonces, ¿Cómo debe ser nuestro paso por esta tierra?, primero, actuando como peregrinos, y
segundo:
2. Respetando la cultura
En los versículos 4 al 18 encontramos un ejemplo sumamente interesante de Abraham
desenvolviéndose dentro del contexto de la cultura oriental y sus costumbres.
Abraham entendía muy bien que su ciudadanía era celestial y que en esta tierra era extranjero,
pero aun así respetó y actuó dentro de las costumbres de la cultura de la región donde vivía.
Cuándo yo tenía unos 18 años y estaba en el grupo de jóvenes, recuerdo que una vez nos visitó un
grupo de jóvenes de Estados Unidos, y después de esa visita me quedé con la idea de que estos
gringuitos eran unos malcriados; yo pensé eso porque un día tuvimos una actividad en una casa y
cuando ellos llegaron no saludaron a todos uno por uno como es la costumbre aquí.
Después me enteré que en los Estados Unidos no hay esa costumbre, allá cuando uno va a una
actividad donde hay varias personas no tiene que saludar a cada persona en la casa como lo
hacemos aquí, es más, si no conoces bien a una persona ni siquiera tienes que darle la mano.
Entonces los gringuitos de ese grupo de jóvenes que nos visitó no habían sido malcriados, sino que
no sabían cuáles eran las costumbres de Bolivia y ellos estaban actuando como si estuvieran en
Estados Unidos.
Cuando uno es extranjero en un país puede ofender mucho a las personas si no respeta sus
costumbres. Cuando uno es extranjero puede decir: “como estoy de paso, para qué voy a
aprender la cultura de este lugar, además me parecen costumbres sin sentido”
Abraham, a pesar de vivir por 62 años en Canaán, se seguía considerando extranjero, y él podía
haber dicho: “mi ciudadanía es celestial, no tengo porque respetar la cultura de estos paganos”,
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pero él no hizo eso, sino que en el versículo 4, con mucho respeto se acerca a los hijos de Het e
interactúa con ellos hasta el versículo 18 dentro de su protocolo cultural.
Vamos a ver este protocolo, para que entiendan lo que estoy diciendo…
Primero, ¿dónde va Abraham para hablar con los hijos de Het?
Vean el versículo 10, está al final del versículo… a la puerta de la ciudad. Abraham tenía en mente
poder comprar la cueva de Macpela de Efrón, y va a la puerta de la ciudad de los hijos de Het y ahí
habla con todos.
En nuestra cultura lo que nosotros hubiéramos hecho es, conseguir el celular de Efrón, llamarlo y
decirle: “Don Efrón, dice que usted tiene una cueva, ¿no está a la venta?” él diría: “Si, cuesta 4.6
Kilos de plata”, “Rebájeme pues, véndame a 4 Kg”. En nuestra cultura hubiéramos hecho contacto
directo con él y probablemente hubiéramos regateado.
Abraham no busca a Efrón a solas, sino que va a la puerta de la ciudad. Las puertas de las ciudades
en esa cultura y época eran uno de los principales lugares de encuentro y reunión del pueblo,
además eran lugares frescos en días de calor porque estaban cercanas a las murallas, entonces
generalmente había varias personas en las puertas. Eran lo que para nosotros sería el MegaCenter,
el lugar de reunión por excelencia. Los jóvenes en nuestra ciudad dicen: “Nos veremos a las 3 en el
Mega”, los de esa época y esa región decían: “Nos veremos a las 3 en la puerta de la ciudad”.
A parte de ser el punto de reunión del pueblo, dice que en la puerta de la ciudad se reunía la corte,
había asientos de piedra para los jueces. Es como si el MegaCenter, además de ser el punto de
reunión, fuera el lugar donde están las oficinas de todos los notarios y abogados de La Paz.
Por eso la puerta de la ciudad era el lugar indicado para que Abraham haga su transacción
comercial de comprar una sepultura para Sara. Abraham no fue a buscar personalmente a Efrón,
él fue a la puerta de la ciudad como era costumbre y habló con todos los que estaban ahí.
La segunda cosa que vemos en cuanto a cómo Abraham actuó conforme a las costumbres del
lugar es la insistencia para pagar por la propiedad.
Al leer el pasaje superficialmente, desde nuestros lentes culturales, podríamos pensar que Efrón
es muy buen tipo porque en el versículo 11 quiere darle la cueva gratis, y podríamos también
pensar que Abraham es muy honesto al insistir en pagar.
En realidad lo que vemos en estos versículos es simplemente un protocolo cultural que en los
países árabes se mantiene hasta el día de hoy. Y es que cuando uno compra algo, el vendedor
debe ofrecerlo gratis primero, y después de insistir 3 veces, el comprador recién debe pagar, esa
es la costumbre hasta ahora.
Hay un libro llamado “Luna de miel en purdah” que es el diario del viaje a través de Irán que hizo
la autora, Alison Wearing, junto con un amigo. Hay una parte del libro donde ellos se encuentran
la ciudad iraní de Tabriz y están en la calle y ven a un niño vendiendo jugo de naranja. Ellos se
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toman a dos vasos cada uno y cuando quieren pagar el niño da un paso atrás, mira a un lado y
moviendo el dedo rechaza el dinero. Ellos insisten una vez más y el niño nuevamente hace su
rostro a un lado, pone su mano en el corazón y cierra sus ojos. Ellos entonces dejan de insistir y se
van felices pensando en cuán generoso fue ese niño.
Pero cuando ellos estaban por cruzar la calle, el niño aparece detrás de ellos llorando
desesperadamente, pidiéndoles que le paguen, entonces ellos confundidos le pagan y se van.
Cuando llegan a la casa donde se estaban alojando le cuentan lo que les pasó a su anfitrión, y él les
dice: “Un hombre no debe aceptar a la primera” y hace exactamente lo que hizo el niño, mueve su
cabeza a un lado y mueve su dedo, luego dice: “tampoco debe aceptar la segunda vez” entonces
pone su rostro a un lado, cierra sus ojos y lleva su mano al corazón. Finalmente dice: “a la tercera
vez uno puede aceptar”.
Este diario de viaje es del año 2000 y en Génesis 23 me parece que vemos la misma costumbre. En
el versículo 4 Abraham hace la primera petición: “denme en propiedad una sepultura entre
ustedes, para que pueda sepultar a mi difunta”. Los hijos de Het (y Efrón que se encuentra entre
ellos) se niegan a que Abraham pague algo, diciéndole que puede sepultar a Sara en cualquiera de
los sepulcros de ellos, y en el versículo 8 Abraham hace una segunda petición: “Si es su voluntad
que yo sepulte aquí a mi difunta… escúchenme e intercedan por mí con Efrón, hijo de Zohar”. En el
versículo 11 nuevamente la petición de Abraham es rechazada y se le ofrece un sepulcro gratis.
Entonces Abraham en el versículo 13 insiste ya por tercera vez y finalmente en el versículo 15
Efrón le dice el precio. Así recién en el versículo 16 Abraham paga, después de haber insistido 3
veces, y obtiene la cueva de Macpela y el campo donde se encontraba por 4.6 Kilos de plata.
Entonces vemos dos costumbres de la época que Abraham respeta, el acudir a la puerta de la
ciudad donde se encontraba el pueblo y los jueces, y el seguir el protocolo comercial. A pesar de
considerarse extranjero y peregrino Abraham respetó la cultura. ¿Cómo aplicamos esto a nuestras
vidas? No piensen que esto sólo se aplica a extranjeros viviendo en Bolivia.
Y para entender mejor la aplicación para nuestras vidas, una cosa que nos va ayudar es ver cómo
Jesús aplicó esto. Él se hizo humano y vivió como uno de nosotros, en todo, respetó la cultura y se
sometió a toda justicia. Y además lo hizo sin pecar, Él respetó la cultura, la ley y las costumbres de
su época y región, mientras no era algo pecaminoso.
Por ejemplo en su bautismo, Él fue a hacerse bautizar por Juan el Bautista al igual que todo el
pueblo lo estaba haciendo; Juan le dijo: “Yo no debería bautizarte, más bien yo debería ser
bautizado por ti” y Jesús le respondió: “Es necesario que cumpla toda justicia”. Vemos también en
la vida de Jesús ejemplos cuando Él más bien no respetó ciertas costumbres y las condenó porque
eran pecaminosas, por ejemplo, cuando fue al templo y encontró cambistas y comerciantes que
negociaban con los sacrificios que la gente iba a presentar, para esa época esa era una costumbre
fuertemente arraigada; Jesús no toleró esa costumbre y echó a los comerciantes del templo.
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Entonces la vida de Jesús, dentro de un país y una cultura, respetando las costumbres, creó
puentes entre Él y las personas, creo puentes entre su predicación del evangelio y las personas. Él
más que nadie podía decir: “Yo no pienso someterme a ninguna cultura porque soy Dios”, pero
más bien se hizo como uno de nosotros en todo.
Entonces la aplicación para nosotros es la siguiente: como hemos visto en la primera parte del
sermón nuestra nacionalidad es celestial y en esta tierra estamos de paso, somos extranjeros y
peregrinos, pero a pesar de esto debemos respetar la cultura, las costumbres y las leyes de donde
vivimos, mientras no sean pecaminosas, para crear puentes entre nosotros y la gente, para crear
puentes entre nuestra predicación de Cristo y las personas del lugar de donde vivimos. Si no
respetamos la cultura estamos creando barreras entre Cristo y la gente.
Y pienso que eso es parte de lo que Jesús tenía en mente cuando estaba orando en Juan 17, en el
versículo 15, y le dijo al Padre: “No Te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del
maligno”. Jesús no quería que sus futuros seguidores se excluyan del resto del mundo, sino que
quería que vivan dentro del mundo, dentro de un país, dentro de una cultura. Y la razón de esto es
para que seamos luz y mostremos a Cristo al mundo. Y para ser buenos testigos de Cristo dentro
de una cultura, debemos respetarla, a pesar de ser peregrinos en esta tierra.
Abraham podía haber ignorado las costumbres de los hijos de Het alegando que era extranjero, él
podía ignorar sus costumbres y estrellarse contra ellos, como muchas veces hacemos los
cristianos, de todo y de nada, pero no lo hizo, él los respetó e interactuó con ellos dentro de sus
costumbres.
El que seamos extranjeros y peregrinos significa que no debemos poner nuestra mirada en las
cosas de este mundo, pero no significa que vivamos sin respetar la cultura, las costumbres y la ley
de donde vivimos.
Permítanme darles un ejemplo: En cuanto a la unión matrimonial la Biblia enseña que el hombre y
la mujer deben primero dejar a su padre y a su madre, es decir, dejar de vivir con ellos y dejar de
estar bajo su sustento, y luego unirse y ser una sola carne. Esto implica una unión sexual y también
una unión de vida, es decir, que vivan juntos, ahora deben funcionar juntos como un solo cuerpo.
Basándose en una idea bíblica varias veces he escuchado a jóvenes decir: “no necesitamos
casarnos legalmente, ambos somos creyentes, estamos dispuestos a dejar nuestras casas y
unirnos, ¿por qué tendríamos que casarnos legalmente? No queremos hacerlo”, Yo pensaba eso
también cuando era más joven. Y la respuesta a esa pregunta es: “Tenemos normas culturales y
costumbres, tenemos leyes, y aunque seamos peregrinos en esta tierra debemos respetarlas y
honrarlas, por eso deben casarse legalmente, en nuestra cultura cuando alguien no se casa
legalmente se llama concubinato, no matrimonio” El no casarse legalmente crearía una barrera
entre Cristo y las personas porque ellos dirían: “Estos cristianos hacen lo que quieren y no
respetan las costumbres”.
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Encontramos varias exhortaciones en el Nuevo Testamento en cuanto a obedecer a los
gobernantes, guardar las leyes. Esto es parte de respetar la cultura de un país. Abraham lo hizo así
en Génesis 23.
Permítanme darles otro ejemplo de vivir nuestro paso por la tierra respetando la cultura. A mí
personalmente me cuesta actuar dentro de nuestro protocolo cultural en cuanto a saludar
correctamente a las personas. Soy introvertido y además despistado, entonces me cuesta saludar
propiamente a todos.
Justamente ayer estuvimos en el trabajo de mi esposa celebrando el aniversario de 10 años de la
institución, y luego de este evento estábamos invitados a almorzar a otro lado. Entonces yo todo
apurado estaba alistando las cosas para irnos, corriendo de un lado a otro, y en uno de esos
momentos una mano me agarró y me jaló y me dijo: “Hermano Mache, no me has saludado, ¿te
estás yendo?” Pedí disculpas y salude a la hermana, luego estaba subiendo al segundo piso a
guardar algo y al subir las gradas escuché tres voces desde abajo: “Hermano Mache, no nos ha
saludado”, al subir las gradas pasé todo apurado a lado de una familia (una madre y sus dos hijas)
y las ignoré por completo. Entonces después tuve que bajar las gradas, disculparme y saludarlas.
Y desde cosas tan pequeñas como estás podemos ofender a la gente y crear barreras. Otro
ejemplo es lo que estamos viviendo hoy día, es día del peatón y hemos tenido que venir a pie a la
iglesia, hemos respetado la ley, aunque podíamos haber dicho: “Somos cristianos, debemos ir a
nuestra iglesia y sacaremos nuestros autos”. Si decíamos eso seguro hubiéramos sido un mal
testimonio ante la gente de nuestra ciudad. Y estoy seguro que podemos encontrar infinidad de
ejemplos así de nuestro contexto.
Ahora permítanme contarles un mal ejemplo:
Una vez me contaron de un pastor en el campo que dijo: “Nunca pensé que podía ser aymara y
cristiano al mismo tiempo”. Él pensó eso porque algunos misioneros cuando fueron a evangelizar
al campo primero se chocaron contra la cultura aymara y la condenaron por completo, no la
respetaron, y eso puso una barrera ante su predicación de Cristo.
Lo que estos misioneros le dijeron a este pastor era que el charango era un instrumento del
diablo, ¿se dan cuenta que por algo tan irrelevante como eso estos misioneros pusieron una
barrera entre la cultura aymara y el cristianismo?
Entonces aquí hay una nota al pie para todos los que quieren ser misioneros, un buen misionero se
hace como uno de la cultura donde está, vive como ellos respetando sus costumbres y leyes, como
lo hizo Jesús, un buen misionero predica el evangelio y la Palabra de Dios y deja que las personas
apliquen los principios bíblicos dentro de su cultura. Un mal misionero impone su propia cultura
sobre otros antes de predicar la Palabra, un mal misionero primero condena la cultura del lugar
donde está predicando y crea una barrera para Cristo.
Y en realidad esto no solo es para misioneros sino que se aplica en nuestro evangelismo diario,
¿cómo estamos con nuestros compañeros de trabajo o de universidad o de colegio? ¿Nos estamos
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estrellando con ellos de todo y de nada, creando barreras, o más bien estamos creando puentes
para predicarles?
Y podríamos continuar viendo montones de ejemplos en cuanto a respetar o no respetar la
cultura. Simplemente resumamos la idea diciendo: Estamos de paso, vivamos nuestro paso por
esta tierra respetando la cultura, leyes y costumbres mientras no sea pecaminoso, esto creara
puentes entre la gente y Cristo, en lugar de barreras.
Conclusión
En conclusión, del relato de Génesis 23 en esta mañana hemos visto que estamos de paso en esta
tierra, nuestra ciudadanía es celestial y no terrenal. Y primero hemos visto que nuestro paso por
esta tierra debe ser como extranjeros y peregrinos, sin poner nuestra mirada en las cosas
terrenales, en las posesiones, en el dinero, en lo material, y en segundo lugar hemos visto que
nuestro paso por la tierra debe ser respetando la cultura porque a pesar de ser extranjeros y
peregrinos, seguimos dentro del mundo, vivimos dentro de un país y una cultura con leyes y
costumbres, que mientras no sean pecaminosas debemos respetar y vivir de acuerdo a ellas,
creando puentes entre Cristo y la gente.
¿Cómo están nuestras vidas? Estamos viviendo como ciudadanos celestiales o estamos aferrados a
este mundo. ¿Estamos también respetando el contexto donde Dios nos ha puesto o estamos
estrellándonos con todo el mundo sin motivo?
Meditemos en estas preguntas y pidámosle al Señor que nos dé la gracia y sabiduría para aplicar
estos principios a nuestras vidas.
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