CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

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CATEQUESIS POR MONS. ESTEBAN ESCUDERO,
OBISPO DE PALENCIA
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
Quién es el Espíritu Santo. En el Credo decimos cada domingo: "Creo en el
Espíritu Santo, Señor y dador e vida, que procede del Padre y del hijo, y que
con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas". El Espíritu Santo es, en palabras de Benedicto XVI, “es la fuente de
nuestra vida nueva en Cristo, el alma de la Iglesia, el amor que nos une al
Señor y entre nosotros y la luz que abre nuestros ojos para ver las maravillas
de la gracia de Dios que nos rodean”. El Espíritu Santo, la tercera persona de
la Santísima Trinidad, se da a conocer en la vida de Jesús y en la de su Iglesia.
El Espíritu Santo en la vida de Jesús. En el relato de la Anunciación, según
lo narra el evangelista San Lucas, el mensaje que el ángel transmite a María
consiste en la elección que Dios ha hecho de ella para que sea la madre del
Mesías esperado por Israel. Pero, ante la duda de María de cómo podría ser
esto, por no haber tenido relación con un varón, Gabriel le revela el contenido
profundo de su mensaje: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará
Hijo de Dios" (Lc 1,35). El Espíritu Santo fecundará las entrañas de María; por
eso su hijo no será solamente un hombre enviado por Dios para ser su heraldo
en la tierra, sino el mismo Hijo de Dios, que se hará hombre en su seno. El
villancico popular acertará plenamente cuando canta: "Díme, niño, de quien
eres, todo vestidito de blanco. Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo".
En el Bautismo de Jesús en el río Jordán volverá a manifestarse el mismo
Espíritu Santo, cuando descienda sobre él en forma de paloma. El Espíritu
unge suavemente a Jesús, como eran ungidos los profetas y los reyes, para
capacitarle para su misión de anunciar el mensaje del reino de los cielos, que le
había confiado el Padre. Y tras la unción en el Jordán, el Espíritu le impulsa a ir
al desierto para prepararse interiormente para su misión. El Espíritu Santo se
manifiesta así como la fuerza que mueve a Jesús en su vida pública.
Pero esa fuerza divina que Jesús siente dentro no la guarda para sí, sino que
promete transmitirla a todos sus discípulos. Así, predicando en el templo de
Jerusalén, Jesús exclama: "El que tenga sed, que venga a mí y beba; como
dice la Escritura: ‘de sus entrañas manarán ríos de agua viva’. Dijo esto
refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él" (Juan
7,37-39). Jesús ha salido al Padre y debe volver a él. Pero no va a dejar solos
a sus discípulos. La misión de continuar su obra de salvación es imposible
realizarla con las solas fuerzas humanas; se necesita la fuerza de Dios. Por
eso, Jesús les asegura: "Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que
esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad" (Juan 14, 16).
El Espíritu Santo en la Iglesia primitiva. Tras la muerte de Jesús en la cruz
todo parecía haber terminado. Los apóstoles están preparando la marcha hacia
Galilea, su región de origen, para volver a su trabajo anterior. Pero, poco
tiempo después, tiene lugar algo inesperado. De nuevo, la fuerza divina
irrumpe sobre la tierra, impulsando a aquellos hombres temerosos a comenzar
la ingente labor de anunciar el Evangelio de Jesucristo por toda la tierra. El
evangelista San Lucas nos lo contará en su libro "Hechos de los Apóstoles":
"Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les concedía manifestarse" (Hech 2, 4). En Pentecostés, la
Iglesia no es constituida por voluntad humana, sino por la fuerza del Espíritu.
Y para que no se olvidase el recuerdo del mensaje de Jesús y el testimonio de
su muerte y resurrección en favor de los hombres, antes de que muriesen los
testigos directos de estos hechos, "los mismos apóstoles y otros de su
generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el
Espíritu Santo" (Vaticano II, DV 7). El Espíritu Santo es la Palabra que sale a
nuestro encuento en los escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento.
El Espíritu Santo en la Iglesia actual. En nuestros días, el Espíritu Santo
sigue llevando a cabo calladamente la obra de santificación de los discípulos
de Jesucristo y guiando a la Iglesia hasta su consumación en el reino de los
cielos. Cuando el sacerdote derrama agua sobre la cabeza de un niño,
invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, es este mismo Espíritu el que
continúa la obra de Jesucristo, haciendo del neófito un hijo de Dios por
adopción e infundiéndole la gracia santificante, que borra la herencia del
pecado original. Cuando el Obispo marca la frente del joven con la señal de la
cruz, dice al confirmando: "recibe por esta señal el don del Espíritu Santo" y el
chico o la chica salen fortalecidos con la gracia del Espíritu para ser testigos de
Cristo en el mundo. Y cuando se celebra la Eucaristía, al poner el ministro sus
manos sobre el pan y el vino, invoca también al Espíritu Santo diciendo: "te
pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera
que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor". Lo
mismo podríamos decir de los restantes sacramentos.
San Ireneo resumirá toda esta acción del Espíritu Santo en la Iglesia diciendo:
“Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de
Dios, allí está la Iglesia y toda gracia. El Espíritu es la verdad; alejarse de la
Iglesia significa rechazar al Espíritu...y por eso excluirse de la vida”.
TEXTOS PARA LOS RECUADROS
. El Espíritu Santo “es la fuente de nuestra vida nueva en Cristo, el alma de
la Iglesia, el amor que nos une al Señor y entre nosotros” (Benedicto XVI).
. El Espíritu Santo fecundará las entrañas de María; por eso su hijo será el
mismo Hijo de Dios, que se hará hombre en su seno.
. El Espíritu unge a Jesús en el Bautismo en el Jordán, para capacitarle para
su misión de anunciar el mensaje del reino de los cielos.
. El Espíritu Santo sigue llevando a cabo la obra de santificación de los
discípulos y guiando a la Iglesia hasta su consumación.
. “Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios, y donde está el
Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia.” (San Ireneo).
ORACIÓN
Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu
Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de
tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de
realizar hoy aquellas mismas maravillas que obraste en los
comienzos de la predicación evangélica. Por N.S.J. Amén.
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