Latinos y latinas en cine, televisión y video en los Estados Unidos: Is what you see what you get? Guadalupe Cortina Latin American Literature Assistant Professor Texas A & M University College Statiion, Texas “Prepared for delivery at the 2000 meeting of the Latin American Studies Association, Hyatt Regency Miami, March 16-18, 2000.” Latinos y latinas en cine, televisión y video en los Estados Unidos: Is what you see what you get? Desde los ensayos de Martí en los que prevenía a Latinoamérica de los peligros del gigante del norte, pasando por la ideología de Rodó y más tarde Fernández de Retamar, la imagen de los latinos desde Latinoamérica, ha variado considerablemente. Partiendo de la idealización del latinoamericano como Ariel, el espíritu del aire, el intelectual a la imagen de Calibán como el verdadero latinoamericano de Fernández de Retamar, hasta la noción posmoderna de identidades múltiples, fraccionadas, que se entrecruzan y que además incorporan culturas anteriormente ignoradas, los latinoamericanos y, por fin en estos tiempos también las latinoamericanas, hemos aprendido a reconocer infinitas diversidades en nuestra composición. En nuestros países de origen, a pesar de que durante varios siglos prevaleció en muchos de ellos una visión masculinista de nuestras sociedades, gradualmente el imaginario latinoamericano está aprendiendo a incorporar y representar la importancia de las mujeres en la sociedad nacional. Todavía nos queda por acoger las identidades de diferentes grupos culturales en algunos de nuestros países latinoamericanos, pero esto es tema de otra discusión. Sin embargo, los que dejamos el país de origen para venir a los Estados Unidos por variadas razones, entre éstas las económicas, políticas o educativas (entre algunas) nos encontramos conque desde nuestro arribo somos clasificados como “minorías étnicas”, con las consiguientes connotaciones de inferioridad y/o subordinación que esto implica. De entrada, se anula el discurso nacional, dejamos de ser nicaragüenses, mexicanos/as, cubanos/as, panameños/as, argentinos/as, etc. y pasamos a ser “una minoría étnica”, o en el mejor de los casos, “Hispanics”, que de acuerdo a Richard Rodríguez, es el término más adecuado para el proceso de “americanizarnos” y efectuar la borradura de nuestra “uniqueness” (singularidad). A los que están aquí desde que se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo al terminar la guerra entre Estados Unidos y México, y que dio origen al grupo de los mexicoamericanos, depende del grado de activismo político, pueden decidir clasificarse como mexicoamericanas/os, chicanas/os, pochas/os, o simplemente “americanos”, demostrando a la vez el grado de asimilación a la cultura hegemónica. Si decidimos llamarnos latinas o latinos, sólo para demostrar el ejercicio de nuestra voluntad, las connotaciones para los de fuera de nuestra cultura, son las mismas de negatividad: grupo minoritario que vive a expensas del gobierno, cuya salud general y comportamiento social son unas de las mayores cargas del presupuesto federal y nacional. ¿Cómo luchar contra esta imagen que nos precede al llegar, o que nos sitúa si ya estamos aquí, y transformarla? La percepción cultural que de Latinoamérica detenta los Estados Unidos no es nada halagüeña. Para ellos somos una región geográfica con problemas de pobreza, tráfico de drogas, corrupción política, dictaduras, y mayormente, la cuestión de la inmigración ilegal desenfrenada hacia este país, razón de que se tenga que invertir tanto en cuidar las fronteras, y que la vida haya encarecido enormemente en este país a consecuencia de lo que se gasta en la caridad pública canalizada a las “minorías” que ya estamos aquí. El imaginario que despertamos en el sector “hegemónico” es problemático al extremo. La percepción de los grupos raciales diferentes al anglosajón, que se pretende descendiente de una raza pura, la aria, nace de los ingleses, quienes se creyeron con la responsabilidad de civilizar a las razas “inferiores” a las que eventualmente deberían de suplantar en el orden de las cosas. La suplantación se llevaba a cabo por medio de la extinción de lo inferior o débil (Kanellos 61-68). Esta doctrina ha tardado siglos en variar, es hasta recientemente que la ideología dominante anglosajona se ha visto forzada a cambiar (al menos en sus aspectos legales) obligada por los movimientos civiles de los sesenta y la 2 consiguiente obtención de derechos y garantías civiles para todos los ciudadanos y habitantes del país. Sin embargo, en su aspecto social y civil, el cambio ha sido menos perceptible y mucho más lento. Nuestra imagen, de mujeres y hombres latinos, continúa siendo en la industria masiva de comunicaciones y en los medios de entretenimiento como el cine y el teatro, mayormente una parodia, un estereotipo que aún refleja la ideología de las clases en control, formada especialmente de los anglosajones que son los que controlan estas industrias1. La importancia de nuestra representación en los medios en los que las imágenes son el vehículo, es indudablemente uno de los aspectos que, junto con la falta de oportunidades en el campo de la educación, contribuyen a perpetuar las percepciones distorsionadas que de nuestras culturas tiene la sociedad mayoritaria que nos circunda.2 En este trabajo me enfocaré en el tipo de imágenes por medio de las que somos representadas y representados los latinos y latinas en este país, los medios de comunicación y entretenimiento que propagan estas imágenes, y la ideología que reflejan, así como los cambios casi imperceptibles que han empezado a ponerse en marcha como resultado de innumerables demandas y llamadas de atención de parte de miembros importantes de nuestra comunidad, y de un importante informe sobre personajes latinos en la televisión.3 ¿Qué tipo de representación o imagen latina impera en la actualidad en la sociedad norteamericana? Sin contar la imagen que se difunde por medio de lo que los investigadores denominan “Transnational television”4 y que, evidentemente también obedece a una ideología que se pretende perpetuar, como la permanencia de los roles genérico-sexuales y posiciones jerárquico-sociales, aunque sin dejar fuera los inmensos beneficios de identificación cultural que nos mantienen unidos y proveen sentido de dignidad a una población recién llegada a este país. Los y las que estamos en este país, ya sea que seamos descendientes de aquéllos que se quedaron desde 1848, o que hayamos llegado con la más reciente ola de inmigración, hemos hecho de este país nuestro hogar, muchos han luchado por él, y nuestros esfuerzos personales van encaminados a tener una existencia y una representación digna. Nuestra identidad al llegar física o psicológicamente5, sufre una transformación, ahora pertenecemos a una “minoría étnica” cuya definición se traduce en términos de subordinación, migración, clase baja, y límites muy concretos.6 Somos especificadas y especificados en contraste a un: grupo dominante étnico que se postula normativo, y que a menudo adopta la estrategia de esconder su propio estatus étnico y atribuye la etnicidad solamente a ‘los otros’. Esta forma de racismo cultural reafirma la cadena semántica que une e iguala una nación, una cultura, una ‘raza’ y una etnicidad”. Gillispie 10. Trad. mía7 Nuestra identidad, al trasplantarnos a otro espacio cultural sufre una crisis. Somos definidos en contraste y oposición a un grupo normativo y en el resultado terminamos siendo “las y los otros”. De acuerdo a Stuart Hall, iniciamos una identidad en transición y compleja, traducida (translated) desde muchas perspectivas, que envuelve por una parte, el deseo de preservar tradiciones y rechazar la asimilación a la cultura dominante, y por otra, la exploración de la identidad como un proceso de transformación entre la historia, la política, la representación y la diferencia.8 Por esa razón es que, arguye Gillespie analizando a Hall, los medios de comunicación que difunden nuestras representaciones pasan a ser vehículos importantes de insertarnos en el imaginario colectivo en un acto aislado (porque es individual), pero a la vez público, como es el acto de leer un periódico,9 escuchar la radio, ver el noticiero nacional,10 o puedo agregar, ver una película en un cine o en la intimidad del hogar. 3 Los mensajes que se difunden por medio de los medios de comunicación se han transformado en textos culturales que llegan a descodificarse por medio de la experiencia, ideología y expectaciones culturales del o la espectadora. Pasaron ya los tiempos en los que se argüía la poca importancia de los mensajes transmitidos por medio del cine, la televisión y el teatro. Se esperaba que éstos fueran ficciones, y por lo tanto, se creía que su relevancia era innocua, especialmente cuando se trataba de difundir imágenes estereotípicas de “minorías”, a pesar de que para difundir la ideología dominante se contaba con el efecto que estos medios tenían en la sociedad general.11 Por ejemplo, al difundir mensajes de propaganda, patriotismo, orgullo nacional, o muy particularmente, de consumo. Existen importantes ramas de la sociología y la psicología que investigan el impacto de los medios de comunicación y de entretenimiento en las sociedades. Desafortunadamente, hay una audiencia que, igual que en su representación, ha sido descuidada en el estudio del impacto que su casi invisibilidad o imágenes estereotípicas le producen, y ésta es la latina. ¿Cuáles pueden ser las repercusiones de la nula representación en un público, que en 1995 se calculó gastaba 280 billones de dólares en este país?12 De acuerdo a Chon Noriega, estas cifras que sitúan a la audiencia latina como numerosa e importante, lo hacen sólo para la publicidad de los anunciantes con fines comerciales.13 Entre las consecuencias más importantes y que afectan indefectiblemente a la comunidad latina es, de acuerdo a Marco Portales, la carencia de modelos positivos latinos para nuestros jóvenes. Esta falta por parte de los medios de comunicación, ha influido en el aumento de la deserción escolar de nuestros jóvenes, lo cual a su vez, produce una reacción de estereotipos confirmados en la sociedad dominante. Paul Espinosa, productor de películas para la televisión pública (PBS), y un convencido de que la televisión es un medio importante para que la sociedad aprenda y piense en otras culturas, ha declarado que: The long time impact on the Hispanic community of being misrepresented or not represented at all on television cannot be known with any certainty, because no reliable studies have been done on this topic. Nevertheless, it does not take a rocket scientist to verify how important symbols are to all of us. It may be an exaggeration to suggest that the soaring high-school dropout rate for Hispanics is related to their viewing television, where they encounter a symbolic world with no place for them. Yet if their future looks anything like our current television universe, it should come as no surprise that they do not want to persue learning and living in a world in which they don’t exist or in which they are relegated to the bottom of society.14 En estos últimos años y debido a lo que algunos comentaristas denominan el “Latin craze”, es importante re-examinar la forma en la que somos representados y la manera en que se percibe esta moda pasajera, pues no obedece a un genuino deseo de respeto y conocimiento, sino a un afán más de reposicionarnos en los márgenes de significado como “exóticos”. Alberto Sandoval-Sánchez, crítico y estudioso del teatro latino, previene acerca del uso del término “Latin”, explicitado como una imposición del sistema de poder norteamericano, y que igual que el término “étnico”, sitúa al que se le adjudica como inmigrante de un país en que se habla español, tiene físico exótico y, de acuerdo a Sandoval-Sánchez, habla inglés con acento, peculiaridad que parece molestar de manera muy particular a los latinos/hispanos primera generación en adelante, lo que para mí indica una actitud racista o discriminatoria en ellos mismos, de prejuicios ya internalizados, pues pienso que el objetivo es desmantelar la ideología misma que permite una actitud negativa en contra de cualquiera que sea diferente por razón de cultura, acento, color, inclinación sexual, estatus económico o educativo, etc. Arguye Sandoval-Sánchez que el término 4 viene ya cargado de todos los estereotipos de antaño: Latin lover, Latin bombshell, Latin rythm, Latin temper, Latin dance, Latin type, etc. (14). Lo que algunos críticos califican de “Latinization”, que sólo es una apropiación cultural y reformulación de íconos culturales por el sector dominante, y que viene a ser un acto más de colonización. Latinidad, que sería lo relativo a la identidad latina, se manifiesta entonces cuando la latina o latino hacen la decisión política de construir identidades y expresiones culturales de afirmación propia: desfiles, ferias, fiestas patrias, ceremonias religiosas, manifestaciones políticas, cursos universitarios, organizaciones estudiantiles y nuestros programas de televisión en español.15 En el cine estadounidense “mainstream”, la representación latina es, igual que en la televisión, casi inexistente, a menos que el objetivo sea encarnar a Latinoamérica exótica, la criminalidad, o la multitud asalariada, sin voz, que actúa de trasfondo para el funcionamiento “correcto” de la maquinaria social. Latinoamérica exótica, sexuada femenina o afeminada, infantilizada, de acuerdo a José Piedra, ha sido una forma de colonizaje, ya que en este país como en casi el resto del mundo, desafortunadamente, las mujeres continuamos siendo percibidas como seres secundarios, a pesar de nuestra contienda sostenida a este respecto. Al presentarse Estados Unidos como el salvador, cortejador, protector, o guía, dependiendo de sus intereses, crea en el imaginario de este país la idea de una Latinoamérica incapaz de resolver sus propios asuntos y llegar a la madurez política, como pretexto para constantemente intervenir en la zona geográfica al sur del Río Bravo.16 Frank Javier García Berumen, al analizar el cambio imperciptible de la representación chicana/hispana en el cine estadounidense, concluye con desaliento que en el panorama de los noventa aún continuábamos apareciendo como los malos, torpes, sanguinarios, revoltosos, como en la película Maverick protagonizada por Mel Gibson, en la cual incluso hace burla del olor a frijoles del villano Alfred Molina quien aparece como mexicano. O en City of Angels, en la que el ángel (Nicholas Cage) es asaltado por unos pandilleros “étnicos”. Y las mujeres continuamos siendo caracterizadas como prostitutas, sirvientas, etc., un ejemplo es la película As good as it gets, en la que Lupe Ontiveros es víctima del racismo “cómico” del personaje esquizofrénico de Jack Nicholson, o la película Fools Rush In en la cual Salma Hayek es confundida con la sirvienta por los padres de su novio anglo. En la cinta 8 mm, somos construidos como los habitantes del inframundo de perversión sexual y crimen en el que desarrolla la investigación el personaje de Nicholas Cage. Una de las películas más recientes que ilustra la interiorización de estereotipos, por parte de los latinos como del sector dominante, es Dance With Me con el cantante y actor puertorriqueño Chayanne y la actriz estadounidense Vanessa Williams. Chayanne personifica a un cubano que viene a los Estados Unidos, invitado por un antiguo amante de su madre, ya muerta. El hombre le ofrece trabajo en el salón de baile del cual es el dueño y uno de los instructores. Allí enseñan a bailar “Latin dances”. Inmediatamente que llega, es percibido como el “handy-man”, a pesar de que aún no ha abierto la boca. En un momento dado el personaje de Chayanne le pregunta a Vanessa Williams qué tipo de baile es el que ella está ensayando. Ella le contesta “cha cha”, o lo que él exclama: “That’s cha cha chá!? incrédulo pues no reconoce el baile como tal. Luego ella le pregunta “Do you know how to mambo? él dice “The way you do? No”. Ella asume que él no sabe bailar, se disgusta y le reclama que le haya tomado el pelo: él le contesta “I told you I did not know how to dance what you were dancing, but of course I know how to dance, I am Cuban”. Así se ilustra claramente el proceso de “Latinization”, de apropiación y reformulación de aspectos inherentes de nuestra cultura, que luego son lanzados desde la perspectiva ajena. La norteamericana, personificada en una afro-americana, grupo minoritario también, se apropia de un 5 baile latino, y lo ha transforma a una versión que no tiene nada que ver con el original. Una vez transformado, lo ha difundido y etiquetado para el consumo del publico general. En un principio, él rechaza la imagen que ella le quiere imponer acerca de lo que ella denomina un “Latin dance”, pero finalmente acepta otro estereotipo: el de que todos los “Latin” saben bailar. Curiosamente el personaje de Chayanne no se define “Latino” sino “Latin” el término estereotípico exótico bajo el que Hollywood cobija a todos los latinos y latinas, y que quiere incorporar y amalgamar a su cultura “hollywoodense”. A pesar de que la película abre algunos espacios de representación latina, generalmente lo hace cuando los personajes aparecen en el contexto “adecuado”, aceptable para el imaginario norteamericano. Al final, es Chayanne quien está enseñando a bailar a un grupo los verdaderos pasos del baile. Sin embargo, el mensaje final sitúa al personaje latino dentro de uno de los discursos en los que puede ser aceptado por la audiencia general, como personaje “exótico”, en la pista de baile. Alberto Sandoval-Sánchez en su estudio de José, Can You See? parte de la representación de los latinos y latinas que Carmen Miranda, la cantante y bailarina brasileña de los treinta y cuarenta y Desi Arnaz Jr., cantante cubano, hicieran famosa durante sus carreras artísticas cuando incorporaron, “teatralizaron” y folclorizaron lo africano de sus países de origen en sus espectáculos. Ellos, discute Sandoval-Sánchez, a su vez se apropiaron del elemento africano, que era discriminado en sus países de origen. No obstante, en esta película, Vanessa Williams actora, bailarina y cantante afro-americana, no entiende esos mismos elementos de los bailes que interpreta. Cuando la entrevistaron para la promoción de esta película, admitió que la mayor parte del tiempo no sabía qué era lo que estaba bailando. A pesar de que ella misma es lo que SandovalSánchez caracteriza como una “domestic ethnic and racial other” su situación jamás se problematiza en la película como una “otra étnica”, aunque sí como una “otra mujer”. Las imágenes estereotipadas “exotic Latin” que Miranda y Arnaz Jr., forzados y apoyados por el aparato hollywoodense, situaron en el imaginario norteamericano han continuado a través de la historia del cine, el teatro y la televisión. ¿Cómo compaginamos las imágenes con las que somos bombardeados desde los medios masivos de comunicación con la(s) representación(es) que queremos ver reflejada de nuestas identidades? Una de las mayores tareas es descontruir esas imágenes todavía validadas por el aparato ideológico socio-económico cultural vigente, tarea ardua especialmente porque ha sido una imagen propagada por algunos de nuestros íconos culturales: Desi Arnaz, Carmen Miranda, Ricky Martin. Además, desde nuestro propio espacio se están desconstruyendo conceptos espacio-temporales de identidad. El mito de Aztlán está siendo desconstruido desde su mismo centro, al cuestionarse la apropiación por los chicanos de los movimientos civiles de los sesenta, como lo ha hecho Alfredo Véa Jr. en La Maravilla, publicada en 1993. Resultará entonces en reclamar no solamente el espacio fronterizo sur de los Estados Unidos ya habitado por los mexicanos desde la expansión resultado de la Conquista, sino todo el territorio de los Estados Unidos donde la presencia latina está dejando huellas. ¿Lo hemos logrado en la entrega de los Grammys este 23 de febrero pasado? Después de todo, hubo latinos nominados en casi todas las categorías musicales, varios lograron el reconocimiento merecido, entre ellos Santana, Cristina Aguilera, Poncho Sánchez, etc. Recientemente, Marc Anthony, cantante de origen puertorriqueño, logró que se televisara por cable su programa de dos horas desde el Madison Square Garden cantando en español y en inglés, algo poco visto en la industria de la televisión. Pero, Santana, uno de los más importantes músicos en nuestra cultura (que recibió tantos Grammys como Michael Jackson), y Marc Anthony, no logran escapar a las ideas estereotípicas 6 porque son situados y reconocidos en los espacios confotables del imaginario estadounidense, el de la música, son parte de la reciente moda de “Latin Craze” que arrasa al país. De la misma manera que de poco le han servido sus triunfos artísticos a Michael Jackson, o a la comunidad afro-americana con los medios de comunicación, como lo demuestra el reciente juicio a los policías blancos que masacraron al africano Amadu Diallo, y a quienes se les declaró inocentes. Evidentemente esta muerte es resultado de la caracterización de los afro-americanos en los medios televisivos de la sociedad norteamericana como delincuentes, a pesar de que ellos, mucho más que nosotros, han peleado por una representación justa en los medios de comunicación. En su estudio crítico del teatro latino en los Estados Unidos, Sandoval-Sánchez hace un recorrido de las obras que han sido autoriadas o coautoriadas por latinos, y/o en las que se han representado personajes latinos/as. Destaca aquéllas que han tenido un impacto en la audiencia norteamericana y analiza las causas de este hecho. Este crítico señala entre las más importantes West Side Story y A Chorus Line. En la primera, escrita por Arthur Laurentes en forma de libro, se representa a la comunidad puertorriqueña de manera estereotípica, recurriendo al imaginario que la sociedad norteamericana tiene de los puertorriqueños: delincuentes, pobres y dados al crimen (66-67). La segunda, A Chorus Line, “One, Singular Sensation”, la frase que inmediatamente se asocia con esta obra, nos revela Sandoval-Sánchez fue coautorada por un puertorriqueño nacido en Harlem, Conrado Morales, rebautizado artísticamente Nicholas (Nick) Dante (83), dato poco conocido acerca de esta producción. En esta obra, Morales (o Dante) incluye un personaje latino que se acerca bastante a sí mismo, Paul. Sin embargo, más que un lugar para manifestar su latinidad, la obra enfrenta más la representación de su homosexualidad, por lo tanto el texto de la identidad cultural queda diluído en cuanto a este personaje, aunque no al de Diana, el otro personaje puertorriqueño representado en la obra musical. De Zoot Suit, escrita y llevada al teatro por Luis Valdés, nos dice Sandoval-Sánchez que no tuvo la buena recepción que se le brindó a West Side Story, debido a que en ésta se cuestionaba el ejercicio de la justicia norteamericana y se hacía desde la perspectiva de la comunidad que la criticaba, los chicanos o méxico-americanos. Por ello, encontró críticas acerbas en las que se atacaba la técnica de actuación, la obra en sí, y por supuesto el vocabulario empleado. Sandoval-Sánchez enfatiza la total falta de sensibilidad de la crítica y el público norteamericano de esa época que de manera intransigente no aceptaba manifestaciones culturales diferentes. Entre las obras que “cruzaron” la barrera al público norteamericano anglosajón, Sandoval-Sánchez señala Short Eyes, Cuba and His Teddy Bear y recientemente, Freak, de John Leguizamo (110). Sin embargo, a diferencia de Marco Portales en Crowding Out Latinos, Sandoval-Sánchez posibilita representaciones múltiples, fluidas, que se encuentran y contradicen infinitamente. Su cuestionamiento es hacia los propósitos del sector dominante que inhibe las escasas oportunidades del teatro latino en Broadway, donde además se espera que una sola obra de teatro tenga toda la responsabilidad de representar el teatro latino de los Estados Unidos, lo que él denomina como “burden of representation”. Sandoval-Sánchez se declara más latino después de haberse enfrentado con los estereotipos de su cultura, porque para poder denunciarlos, ha tenido que asumir su posición de latino. Para Sandoval-Sánchez el teatro latino de los Estados Unidos, aparece triplemente marginalizado: por su etnicidad, su perspectiva de clase, y por la estética politizada que propone (115). Sin embargo, este panorama sombrío no elude la producción artística de dramaturgas y dramaturgos latinos que han continuado creando, a pesar del ambiente racista no solamente en Broadway, sino localmente en las ciudades de este país. Recuerdo el efecto chocante que causó en mis estudiantes el análisis de Miriam’s Flowers de 7 Migadalia Cruz. No podían entender la necesidad de representar personajes latinos/hispanos como esquizofrénicos, enajenados y angustiados por la existencia que les tocaba vivir. No tenían ningún problema relacionándolos con criminales, o drogadictos, ¿pero presas de angustia existencial? Eso era bastante más difícil de incorporar dentro de su esquema de referencias. La mecánica del éxito de las películas mostradas en estreno o en video, es según algunos críticos, bastante misteriosa. Todo depende del aparato publicitario invertido para lanzar la película, el reparto que aparece en ésta y todo esto tiene que ver con el presupuesto de producción de la cinta. Claro que, además, se hacen anuncios provocativos acerca de la producción para atraer la atención del público espectador. Dentro de todo se tiene una idea bastante clara acerca de cuál será la respuesta a determinado tema, y aunque a veces se producen estrepitosos fracasos, en general no hay sorpresas. No obstante, las películas en video siguen una línea bastante diferente. El aparato publicitario no es tan extenso, pues recaen en lo que ya se hizo para la película en estreno, a menos que sea una superproducción como sucedió con el Titanic. A pesar de esto, las películas en video en las que aparecen latinas y latinos, tienen una éxito bastante notable. Por supuesto, éstas y éstos desarrollan caracterizaciones que resultan en personajes estereotípicos. Me refiero a la medida en la que el público “mainstream” pueda reconocer a la actora o actor latino representado en la pantalla (que sea popular), y las imágenes que se activen en su imaginario cultual. Por ejemplo, la película Fools Rush In, en la que actuó Salma Hayek y Matthew Perry. Cuando se estrenó la cinta, causó bastante impacto por la belleza “exótica” de la protagonista. Sin embargo, después del estreno, el interés decayó aparatosamente y de hecho, recibió numerosas críticas negativas. La película no era una obra de arte, pero la mayoría de las que obtienen un éxito taquillero actualmente, tampoco lo son, sólo hay que ver con atención lo que constantemente está saliendo de Hollywood. Sin embargo, el éxito de la película en video ha sido mucho más notable. Para empezar, todos los elementos estereotípicos asociados con el personaje latino están allí. Es una mujer sensual, desinhibida, que habla inglés con acento, y que convenientemente es asociada por los padres del novio anglo con la sirvienta de la casa. Sus padres son personas ya ambientadas a la vida norteamericana aunque continúan con sus costumbres tradicionales de reunirse todos el fines de semana, el padre celoso de los pretendientes de la hija, y la abuela que vive en México, quien refuerza las ideas tradicionales del matrimonio. Aunque los anglosajones son presentados como idiotas por los estereotipos simplistas que tienen acerca de la cultura latina, todavía no hay el esfuerzo por mejorar la percepción a un nivel general, pues la cultura latina es presentada en el mejor de los casos, como folklórica. En esta película se emplean latinos de diferentes culturas, todos miembros de una misma familia, lo cual demuestra la falta de interés en la exactitud de la cultura que se está representando, en este caso la mexicoamericana. Un fenómeno similar aconteció con la película The Color of Night, protagonizada por Bruce Willis y Ruben Blades, actor y músico de origen panameño. En estreno la película no despertó demasiado interés: el tema era muy oscuro y enredado, una película de suspenso. Además, Rubén Blades como detective y personaje inteligente, opacaba la actuación de Bruce Willis, el héroe de la cinta. Esto de por sí era casi garantía de poco éxito taquillero. En contraste, ver a Rubén Blades como el personaje tranza (pícaro) en The Super al lado de Joe Pesci, no implicaba ninguna ninguna amenaza al sistema ideológico dominante, porque ésa es la manera aceptada de representación latina: si no son criminales, sobreviven por medio del engaño y la astucia, no la inteligencia o el trabajo sostenido. Además el personaje de Joe Pesci se va eventualmente de ese lugar, habiendo aprendido a ser más humano, pero los demás, los 8 marginales, permanecen en su sitio propio. No se traspasan ni se trastocan los espacios asignados a cada grupo. Una película que tuvo gran éxito en estreno y en video es Out of Sight, en la que actúan Jennifer López y George Clooney, basada en la novela de Elmore Leonard. Desafortunadamente, igual que When a Man Loves a Woman, el personaje de Jennifer no se define Latino, como sucedió también con Andy García en el rol de Michael Green. Quizá el lograr papeles protagonistas en los que no interpreten a latinos, demuestra que se empieza a reconocer más el talento de nuestros y nuestras artistas, aunque a la vez sea una prueba de que continuamos siendo invisibles como grupo cultural tanto en la pantalla grande como en la chica, pues no se representa la diversidad cultural. De películas recientes en los Estados Unidos en las que han intervenido uno o varios personajes latinos positivos en esta década, están Presumed Innocent, Money Train, Disclosure, The Icecream Suit, Dogma entre algunas. ¿Cuán importante es el efecto y el impacto que la televisión tiene en el imaginario colectivo de una nación? Los productores de esta industria se aprestan a declarar que su labor es divertir y persuadir a la audiencia de que regrese cada vez su atención al televisor por lo que ellos tienen que ofrecerle, pues la captación de ese público se traduce en dinero, y la televisión es una industria en la que el dinero es el dios supremo.17 En los principios de la televisión, no existía por parte de los productores y ejecutivos, el objetivo de concientizar a la sociedad del racismo, sexismo, o desigualdades sociales, y sí se intentaban perpetuar los valores e ideología de la clase dominante. Se le presentaba al público espectador lo que se consideraba la sociedad ideal: por supuesto, en esta sociedad los grupos minoritarios eran invisibles, no participaban del “sueño americano” o si lo hacían, su existencia estaba siempre supeditada al servicio de los blancos, y en actuaciones esterotípicas: los afro-americanos, los latinos/hispanos, los orientales (chinos, japoneses, coreanos). Uno de los primeros programas en los que aparecían personajes estereotípicos negros fueron “Amos and Andy” y “Beulah”. Sin embargo, la comunidad afroamericana por medio de la NAACP, protestó enérgicamente por la representación negativa que los protagonistas daban de esta comunidad, por lo que los programas fueron cancelados al poco tiempo a pesar de atraer numerosos televidentes. Las continuadas protestas de grupos afroamericanos por la representación estereotípica y la poca visibilidad de personajes que representaran a la comunidad, dio como resultado que eventualmente hubiera programas como “Julia”, “I Spy”, “Mission Impossible”, “The Mod Squad”, “The Jeffersons” “Good Times”, “Different Strokes”, el gran evento de “Roots”, “Family Matters, “Living Single”, “Martin”, “Fresh Prince of Bel-Air”, “The Cosby Show”, sólo por mencionar algunos en los que, o hay personajes afro-americanos positivos, o tratan la experiencia de esta cultura por medio de diversas situaciones en las que por fuerza hay una multirrepresentación que es más fiel a la realidad.18 Sin embargo, de acuerdo al estudio llevado a cabo por el “Center for Media and Public Affairs” en 1994 e incluido en el análisis de Portales (55-60), los latinos continuaron siendo representados casi exclusivamente como delincuentes, criminales, viviendo de la Asistencia Pública, en suma, como indeseables y extranjeros en la sociedad del “sueño americano”. Lichter y Amundson, los autores de este estudio, llegan a estas conclusiones utilizando un método de análisis de contenido cuantitativo y cualitativo tomado de las ciencias sociales. Esta técnica le permite al investigador o investigadora clasificar declaraciones objetiva y sistemáticamente de acuerdo a reglas explícitas y un criterio claro, declarado de antemano. Este tipo de análisis les permite a diferentes investigadores o investigadoras trabajando independientemente, llegar a las mismas o similares conclusiones, sin importar sus opiniones 9 personales acerca de la materia en investigación (45). Esta aclaración es importante porque el estudio tiene validez científica y supuestamente, pudo haber desencadenado proyectos que intentaran remediar el negligente estado en el que la comunidad latina había sido dejada por los medios de comunicación. Sin embargo, al respecto Portales menciona el hecho de no haberse continuado los esfuerzos de estos investigadores de rendir este tipo de informe año con año después de 1994 hasta verificar que se estuviera haciendo algo al respecto. En los cincuenta teníamos más representación en la televisión, de acuerdo a este estudio. El programa de “I Love Lucy” en el que protagonizaba Desie Arnaz Jr. como Ricky Ricardo, el esposo de Lucy, al menos nos situaba dentro de la experiencia norteamericana, como ya lo ha señalado Sandoval-Sánchez, aunque respondiendo al esquema de estereotipos que se tenía de los latinos. Aunque durante ese tiempo también surgieron programas como “The Mark of Zorro” y “The Cisco Kid”, personajes justicieros que ayudaban a los desvalidos y rescataban a damas indefensas, los actores que los interpretaban raras veces eran latinos, excepto por Duncan Renaldo y César Romero (García Berumen 44, 54). En el caso del Zorro, fue hasta recientemente que Antonio Banderas interpretó a este personaje en la pantalla grande. En los ochenta Jimmy Smits actuó esta parte para el cine. Un aspecto que vale la pena anotar es que a pesar de que los programas de televisión en los cuales personajes estereotípicos afro-americanos son divulgados, no ha sucedido lo mismo con la comunidad latina cuando se ha dado el mismo caso. De acuerdo al estudio de Lichter y Amudson, el personaje de Ricky Ricardo en los cincuenta hizo muy poco por la comunidad hispana, coincidiendo en esto con Sandoval-Sánchez. Lo único latino que demostraba era el temperamento apasionado (y volvemos a los estereotipos esencialistas) y el acento pesado al hablar inglés. Los personajes héroicos del Zorro y el Cisco Kid, eran nobles caballeros, de ascendencia española, y aquéllos contra quienes luchaban eran generalmente ambiciosos gobernadores y terratenientes, o bandidos mexicanos poco inteligentes y demasiado holgazanes, que se pasaban durmiendo la siesta que en vez de trabajar, preferían robar. GarcíaBerumen advierte del peligro del concepto darwinista que este tipo de personaje presuponía: porque era de la clase alta era superior, y podía administrar justicia, poder y control político a los excesos de los mestizos (54). Y parar de contar, éstos eran los pocos roles protagonizadores que los latinos pudieron obtener durante la década de los cincuenta en programas que irónicamente, eran los niños el público de estos programas. Durante la década de los sesenta, los personajes latinos fueron prácticamente inexistentes, excepto como habitantes corruptos de países centroamericanos ficticios que esperaban la salvación por medio del equipo anglo de salvación de programas como “I spy” o “Mission Impossible”. Una de las pocas excepciones la constituyó el programa “High Chaparral”. Aquí la familia Montoya es presentada como rica, poderosa, sofisticada y benevolente. En contraste, el esposo anglo es a quien Victoria Montoya tiene que pulir, pues aparece demasiado rústico. Los trabajadores son todavía mexicanos iletrados. Por supuesto, dado el tener de los tiempos que se representan, se juega con la idea que eso fue precisamente lo que permitió que los mexicanos perdieran la mitad de su territorio, el ser demasiado suaves o femeninos en contraste con la virilidad y parquedad de los Estados Unidos. El estudio de Lichter y Amudson también menciona el programa “Man and the City” de muy corta duración a principios de los setenta. En este programa se ventilaban problemas de racismo y desigualdad social que afectaban a los latinos. Estos eran presentados como sujetos con derechos y dignidad, a pesar de las situaciones adversas en las que vivían en el barrio. “Chico and the Man” fue otro programa que intentó llevar la experiencia del barrio a la televisión. Freddy Prinze protagonizaba a un mexicoamericano que 10 trabajaba en un taller cuyo dueño era un hombre de edad anglo. Desafortunadamente, el suicidio de Prinze terminó con la serie. Lichter y Amudson concluyen que el personaje en esta serie no enfocaba la experiencia latina ni las contribuciones hispanas a la sociedad norteamericana. Los investigadores declaran que durante esta época la labor de la televisión fue presentar grupos minoritarios, no para ridiculizarlos, sino para educar racial y culturalmente al público general, aunque desafortunadamente, la comunidad latina no contó con un evento como el de “Roots” que se televisó por ocho noches consecutivas en el mes de enero de 1977. Otros programas que incluyeron personajes latinos de alguna relevancia fueron “Barney Miller” y “ChiPs”. En esta última serie no se enfatizaba la cultura latina del personaje Frank Poncherello, actuado por Eric Estrada. Tampoco hubo un esfuerzo de los productores de Hollywood por lanzar programas que crearan roles positivos para los latinos, a pesar de que lo estaban haciendo ya para los afroamericanos. No hubo series acerca de familias latinas, adolescentes latinos, o la cultura latina en general (33). En los ochenta surgieron “Miami Vice”, “Hill Street Blues” y “Hunter”, pero aunque algunos de los personajes dentro del marco de la ley eran latinos, la población de maleantes que arrestaban, sobrepasaba con mucho a los que vivían dentro de ésta. Hubo otros programas que duraron muy poco: “Condo”, “A.K.A. Pablo” trataban de lidiar con problemas raciales más serios e incluyeron algunos personajes latinos de la clase media . En “I married Dora”, otro programa, el jefe anglo se casa con su sirvienta latina para evitar la deportación de ésta. “Trial and error” fue otro que, a pesar de tener que situarse dentro del área del este de Los Angeles, tenía un tono más ligero acerca de la cultura hispana, duró muy poco. “A.K.A. Pablo” y “Trial and Error” se debieron a los esfuerzos del comediante Paul Rodríguez. Lichter y Amudson señalan que mientras ésta ha sido una avenida que les ha dado resultado a comediantes afro-americanos como Bill Cosby, Keenan Ivory y Martin Lawrence, a los latinos no les ha funcionado de la misma manera esta táctica (36). A finales de los ochenta, “L. A. Law” incorporó el personaje de Jimmy Smits como el abogado Victor Sifuentes en los ochenta. Después que Smits se salió del programa, continuó el personaje de Daniel Morales. Después del reporte de 1994 el panorama ideológico de la televisión parecía no haber cambiado. No se habían desarrollado programas televisivos en los apareciera representada toda o parte de la diversidad latina y su experiencia. Sin embargo, en los últimos tres, cuatro años ha empezado a suscitarse un cambio muy lento y sutil a este respecto. Primeramente con la inclusión del actor de origen puertorriqueño Jimmy Smits en “NYPD Blue”, y el éxito que éste tuvo se envió el mensaje claro y audible que había una audiencia, y/o se podía crear esta audiencia, para este tipo de personajes. La sólida presencia del actor y su calidad de actuación, aseguraron el éxito, que por otra parte ya habían previsto midiendo la popularidad que éste había logrado cuando formaba parte del reparto de “L. A. Law”. Esto abrió las puertas para dar más oportunidades a otros latinos en este medio masivo. Aunque ya Edward James Olmos había actuado como el enigmático teniente Martín Castillo en “Miami Vice”, no habían dado más roles estelares y sostenidos a otros hispanos. Luego Benjamin Bratt, de origen peruano, entró a la serie “Law and Order”, impulsando aún la presencia latina. Así se empezó a despertar el interés de la teleaudiencia general, especialmente del auditorio femenino, según señalan los “ratings”. Durante los últimos dos años ha habido una proliferación de papeles secundarios sostenidos para personajes latinos, que hacía tiempo no se veía: en “The Practice” uno de los abogados jóvenes en la firma es latino. En el programa muy reciente de “Family Law” hay dos personajes latinos, que son asistentes legales. La serie policíaca “Homicide: Life on the Streets” 11 también contaba con dos personajes latinos sostenidos: una mujer (finalmente) y un hombre (Jon Seda). En la serie “N. Y. Undercover” tenemos a dos personajes latinos, una mujer detective y un hombre detective que luego son amantes. El personaje del latino muere, pero participó de varias temporadas de éxito. Esta temporada hay un latino en una serie cómica “Ladies man” con Alfred Molina como el personaje principal, y aunque no hace gala de su latinidad, ni tampoco se enfoca en la culura o aportaciones latinas, el hecho de que sea de origen latino, nos pone en la conciencia general. Aún no nos representan como intelectuales o académicos, pues el personaje de Alfred Molina es un artesano mueblero, y es posible que la serie no permanezca porque no tiene altos “ratings”, pero al menos se está haciendo el esfuerzo de cambiar la imagen con la que nos han aplastado por décadas: la estereotípica de maleantes, bribones, holgazanes, tranzas, traficantes de drogas, asesinos, prostitutas, cantineras, madres solteras viviendo de la asistencia pública, etc. La ventaja obvia primordial es que, al haber diversidad, podrán proveer a nuestros y nuestras jóvenes un espejo que los reproduzca de una manera más real y fiel. Sin embargo, permanece todavía la invisibilidad de las mujeres latinas, o persiste aún la estereotipificación en cuanto a los personajes que encarna: desde los orígenes de Hollywood en los que era representada como la cantinera, o la aventurera, la doméstica, o la “beautiful señorita” que invariablemente abandonaba al galán hispano para irse con el anglosajón, acción que a los ojos del público dominante era lo esperado de una verdadera americana. Todavía no hemos llegado a la igualdad y justicia de la representación latina en general, menos aun en cuanto a las latinas se refiere. Con todo y el modesto auge de los latinos, este éxito no se ha extendido para alcanzar a los personajes femeninos en la pantalla chica. Aunque claro que tenemos a Rita Moreno, María Conchita Alonso, Jennifer López, Daisy Fuentes, Salma Hayek, mencionando a casi todas las que están activas en el codiciado ámbito del “cross over”. A riesgo de que la frase suene trillada, aún queda un largo, muy largo camino por recorrer y realmente lograr darles un lugar digno a los roles femeninos en la televisión o en el cine. Sandra Peña-Sarmiento denuncia los roles estereotípicos para las mujeres aun dentro del cine latino/chicano: las mujeres siguen siendo representadas como víctimas, vírgenes, prostitutas: In cinema, the Chicana takes her place as a silent and pasive victim whose fate is dependent upon the men around her. This representation affects tangible social conditions and issues of identity for the Latina in her community. In the same way Mexicanamericans suffered from a cultural bias which was largely propagated by the media, Chicanas continue to suffer from a gender bias found within both the Anglo media and the conventions of their own culture. Now that times are changing for the Latino, they must also change for the Latina.19 Peña-Sarmiento reconoce el gran poder del cine por sus imágenes y por ello exhorta a todas las cienastas a tomar de la cultura latina lo que es bueno para las mujeres y continuar creando nuevas avenidas. El cine puede re-educar públicos enormes y decirles desde nuestra perspectiva que no todos somos: gang members maids, gardeners, American straight, Mexican” etc. To prove it we must SHOW it[...]-because ultimately, after the story, after the arguments, what’s left is an Image ...an Icon ...of a chameleon Pocha/Pocho in limbo land. Rosa Linda Fregoso invita también a los directores del “mainstream” a ver la cultura con respeto, además de preocuparse del detalle del habla y la postura como hizo Allison Anders al dirigir Mi vida loca. Aunque reconoce que es el primero y único film que ha tenido éxito en el público 12 dominante por su representación de las pandillas femeninas chicanas, su visión del mundo de estas mujeres es compeltamente parcial y errónea. Fregoso apunta a la falta de responsabilidad a la cultura cuando se representan códigos equivocados en la manera de vivir la “vida loca” o “la vida dura”. Critica que no hayan sido caracterizadas las relaciones que estas jóvenes tienen con mujeres maduras de su comunidad, y que son generalmente de las que reciben apoyo cuando van a la cárcel, o cuando van a tener sus hijos o educarlos.20 De manera que, concordando con PeñaSarmiento, la tarea para una representación justa de la cultura femenina latina, sin recaer en estereotipos, corresponderá a las mismas mujeres o a hombres con un alto sentido de justicia social. Los programas en cable también están tomando nota de la cultura latina. “Oz” es un programa en el que actúa Rita Moreno y una serie de actores latinos. Desafortunadamente, los roles que estos autores construyen están enmarcados ya por definición, dentro del ámbito en el que somos aceptados, la cárcel, ya que la acción sucede en una penitenciaría en este país, y esto otra vez nos remite exclusivamente al lugar del que queríamos escapar en nuestra representatividad social. Algo muy importante que está ocurriendo ya por varios años y que estimula enormemente a los actores y actoras latinas es la reciente institución de los premios ALMA, auspiciado por The National Council of La Raza. El año pasado, 1999, se llevó a cabo esta importante premiación de artistas latinos y latinas por cuarta vez. Actores, actoras del cine y la televisión, cantantes, músicos, comediantes, entre otras categorías, fueron reconocidos y homenajeados por su trabajo y por sus contribuciones a la cultura de este país. La premiación fue televisada y difundida por segunda vez medio de la cadena ABC, con una duración de dos horas, en “prime time” (horario estelar). Mi reacción personal (era la primera vez que sabía de semejante evento) fue de incredulidad y sorpresa al prender el televisor y ver a todos estos artistas latinos y latinas conduciendo un programa y ¡recibiendo premios! Pensé que me había equivocado de canal y pedí información, pero no, evidentemente era un canal en inglés y en horario importante. En un principio me sentí un poco incómoda, quizá pensando estamos llamando la atención hacia nosotros, eso no está bien. El “self-hatred” en acción, el sentimiento de inferioridad interiorizado de que “somos demasiado folklóricos” para estar en la televisión con toda nuestra identidad y Paul Rodríguez ya empezó con lo de los “huevos” y demás frases de doble sentido, qué pena. Pero al empezar a verme reflejada, cuando Rita Moreno con toda la autoridad del mundo empezó a denunciar el olvido en el que los medios de comunicación han tenido a los latinos y latinas por tanto tiempo, y cuando ella exige que esto debe cambiar y los premios “ALMA” son el vehículo perfecto para decir “estamos aquí” y “es mejor que nos vean bien como realmente somos” “because we are not going anywhere” y cuando Jimmy Smits saludó al público diciendo “Hey familia, ¿cómo están?” entonces sentí un inmenso orgullo de, por fin, ver imágenes positivas, gente luchando por triunfar, gente apoyando a su cultura y comunidad y sintiéndose contentos por los triunfos de los demás, entonces como Rita Moreno, sentí que por fin, la hora estaba aquí. Estos sentimientos de reconocimiento de la presencia cultural, y como resultado, el entendimiento de la ausencia de la representación, o de la representación negativa, dicen los sociólogos que estudian el impacto de los medios masivos de comunicación, crea un vacío cultural porque se acepta implícitamente que si la presencia cultural no se valida, el aparato cultural dominante debe tener una razón muy poderosa. Esta asunción se refuerza cuando las personas observan el mensaje repetido innumerablemente.21 Por años, desde la creación de este medio de comunicación, la televisión, más que otro medio, ha cambiado el estilo de vida en la mayoría de 13 las familias. En este país, de acuerdo a Smith, Wright y Ostroff, la vida hogareña se ajustó al horario de la programación en la televisión: redujo el tiempo que la familia pasaba leyendo, escuchando la radio y asistiendo al cine. Las estadísticas dicen que el individuo promedio en Estados Unidos se pasa más tiempo viendo la televisión que ejerciendo cualquier otra actividad. Por ello, aunque los defensores de este medio arguyen en contra, la televisión es un poderoso vehículo para la formación de percepciones y actitudes, y cuando ya están éstas configuradas, para retarlas, siempre y cuando se tenga la disposición al cambio (672). Paul Espinosa ofrece una serie de sugerencias dirigidas a los educadores y su labor frente a nuestra situación en los medios de comunicación y entretenimiento: primero, ayudar a los estudiantes, y a toda nuestra comunidad, a entender la naturaleza del problema. ¿Cuáles son las consecuencias de ser ignorados o pobremente representados en estos medios? Primeramente, hay que ayudar a lss y l0s estudiantes a pensar críticamente la construcción de imágenes de raza y etnicidad, porque ellos y ellas, a pesar de ser consumidores empedernidos de estos medios, no están entrenados a cuestionar las imágenes con que son bombardeados. En las universidades, las y los profesores deben dedicarse a educar más productores/as, escritores/as, directoras/es, actoras/es a ser parte de las próximas generaciones. Aunque, como lo manifestó Noriega, éstos y éstas eventualmente van a encontrarse que los que están al nivel de mando, generalmente anglosajoes, son los que tendrán el control a la hora de contratar latinos/as para los puestos mencionados, con la preparación ya adelantada tendrán manera de cuestionar estas decisiones en su momento y buscar el apoyo necesario en la misma comunidad.1-14 En nuestros días y al principio de esta nueva era marcada por tan diversas transiciones, nuestra labor es hacer sentir nuestra inconformidad por la manera en que Hollywood y la industria de las comunicaciones masivas quieren continuar representándonos. El año pasado en la Conferencia Anual de la National Council of la Raza, varias coaliciones latinas anunciaron un boicot de una semana a las cadenas televisivas mayores del país. El boicot se llevó a cabo en la semana que coincidía con la Ntional Hispanic Heritage Week con el fin de protestar la mínima representación en la televisión y se demandaban resultados inmediatos. Quizá, como lo dijo Jimmy Smits en la entrega de los premios ALMA, debamos actuar como los afro-americanos, ir a los teatros a apoyar el trabajo de nuestros artistas en el primer día de exhibición de las películas, demandar programas que reflejen nuestra realidad diversa de manera digna en este país, apoyar a la NCLA, patrocinar estudios que estén basados en el impacto que tienen los programas que ahora hay en nuestra gente, y continuar apoyando lo que ya hay que nos representa en el “mainstream”. Los y las que tenemos tantos lazos de unión con Latinoamérica tenemos los canales en español que nos siguen llenando el vacío de representación aquí, pero hay que recordar que las generaciones jóvenes que vienen, tienen necesidad de encontrarse en las intersecciones que se construyen en este espacio de los Estados Unidos, ellas y ellos deben tener el derecho y la posibilidad de sentirse plenamente orgullosos de quiénes son y la representación que de ellos se hace en esta sociedad. 14 1 Chon Noriega, en “U.S. Latinos and the Media. Theory and Practice”. (Special Section). Jump Cut 39, June 94; p.107-111. 2 Marco Portales afirma que la falta de una representación positiva en los medios de comunicación está íntimamente ligada al alto grado de deserción escolar en la comunidad latina. La percepción que la sociedad en general tiene de nuestro grupo cultural, hace a nuestros y nuestras jóvenes más susceptibles a interiorizar sentimientos de fracaso y a no fijarse metas profesionales altas en la vida. En Crowding Out Latinos: Mexican Americans in the Public Consciousness (Philadelphia: Temple University Press, 2000). 3 La Universidad de California, Berkeley, sostiene un sitio en la red en el cual compila una bibliografía de estudios sobre la imagen de los/las latinos/as en el cine de los Estados Unidos; la dirección es: http://www.lib.berkeley.edu/MRC/imageslatinos.html. Además, está el estudio fundamental en muchos aspectos para los cambios (casi imperceptibles) que se empezaron a notar en la televisión a partir de su publicación: “Distorted Reality: Hispanics Characters in TV Entertainment,” publicado el 1 de septiembre de 1994. Washington D. C.: Center for Media and Public Affairs. De acuerdo a Portales en Crowding Out Latinos, desde entonces no se ha anunciado ningún otro reporte hasta la fecha de la publicación del libro de Portales (58). 4 Hamid Naficy, “Narrowcasting in Diaspora”, Naficy marca la distinción entre Ethnic television, Transnational television and Diaspora television en Living Color: Race and Television in the United States, ed. Sasha Torres. (Durham and London: Duke University Press, 1998). 83-84. “Transnational television” es aquélla que consiste primordialmente de programas importados a los Estados Unidos, o programas producidos por los Estados Unidos e intereses multinacionales o trasnacionales. Entre los que incluye están Univisión, Galavisión y Telemundo. Estas corporaciones importan mucha de su programación de México, Venezuela, Brasil. Estos programas, de acuerdo a Naficy, no enfatizan ni problemas de aculturación ni asuntos de diversidad ni de especificidad de las poblaciones latinoamericanas, centroamericanas, o chicanas que viven en los Estados Unidos. 5 Me refiero al instante en que nos damos cuenta que somos “Hispanics” porque así nos ven, independientemente de que nuestros antepasados hayan luchado desde adentro o afuera del Alamo. A la manera en que Nora Strejilovih declara en Una sola muerte numerosa, cuando se da cuenta que se es judía o judío porque así es como es percibida. 6 Werner Sollors, Beyond Ethnicity : Consent and Descent in American Culture. (New York : Oxford University Press, 1986) 39, 84. 7 Marie Gillespie “Introduction” enTelevision, Ethnicity and Cultural Change. (London and New York: Routledge, 1995). 10. 8 Stuart Hall citado en Marie Gillespie Television, Ethnicity and Cultural Change. (London and New York: Routledge, 1995). 10-19. 9 H. Bausinger en “Media, Technology and Everyday Life”, en Media, Culture and Society 6: 343-351. 10 D. Morley y K. Robbins en “Spaces of Identity”,1989. Screen 20/4: 3-15. 11 Frank Javier García Berumen en The Chicano/Hispanic Image in American Film (New York: Vantage Press, 1995) xiv. También en Sonia Livingston, Making Sense of Television: The Psychology of Audience Interpretation. (New York: Pergamon Press, 1990). 4. 12 Alex Avila “Spanish-language television pounds the competition in the fight for hispanic ddvertising dollars”, en Hispanic Magazine http://www.hisp.com/janfeb/trading.html 15 13 “The numbers game” 108. 14 Paul Espinosa “The rich tapestry of Hispanic America is virtually invisible on commercial TV”, en Chronicle of Higher Education. 44 (6): B7-B8. 1997 Oct. 3. 15 Frances R. Aparicio, Chávez-Silverman en “Introduction” 3, a Tropicalizations: Transcultural Representations of Latinidad (Hanover and London: Dartmoth College, 1997); Sandoval-Sánchez en José, Can You See?:Latinos On and Off Broadway (Madison, Wisconsin: The University of Wisconsin Press, 1999) 10-15. 16 José Piedra “The Three Caballeros Pato Donald’s gender ducking” en Jump Cut 39, June 94 p.72-82, 112. 17 Norman Lear hace esta declaración cuando se le interroga con respecto a la invisibilidad de la problemática racial en los programas de televisión producidos en los sesenta y setenta en Color Adjustment, video producido por Vivian Kleiman y Marlon Riggs, 1991. 18 Estudio presentado en conferencia de prensa acerca de la casi nula representatividad de las minorías en la televisión norteamericana. Llevado a cabo por S. Robert Lichter y Daniel R. Amudson, Center for Media and Public Affairs (September 1, 1994). 19 Sandra Peña-Sarmiento “Pocha Manifiesto # 1” en Jump Cut 39, June 94 (105-106). 20 Rosa Linda Fregoso “Hanging out with the Homegirls? Allison Anders’s Mi Vida Loca. (Race in Contemporary American Cinema: Part 4”, en Cineaste 21:3 (1995). http://www.lib.berkeley.edu 21 Smith, Leslie, John W. Wright II and David H. Ostroff. Perspectives on Radio and Television: Telecommunications in the United States. 4th Ed. (Mahwahn, New Jersey: Lawrence Erlbaum Associates, Publishers, 1998). Según esta teoría, “Spiral of Silence”, cuando los individuos perciben que sus opiniones pertenecen a una minoría, permanecen callados. Los medios de comunicación, al ayudar a crear opiniones [o imágenes] dominantes forman la impresión que la opinión pública es contraria o se aleja de la posición del individuo en posición subordinada, 677. 16