TERCER DIÁLOGO DEL AGUA GESTIÓN Y USO DEL AGUA EN

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TERCER DIÁLOGO DEL AGUA
GESTIÓN Y USO DEL AGUA EN ZONAS RURALES Y URBANAS
31 DE JULIO DE 2013
Presentación: Patricia Cardona
Bienvenidos una vez más a los Diálogos del Agua. En esta ocasión el tema sobre
Gestión y uso del agua en zonas rurales y urbanas promete enriquecer aún más
nuestro entendimiento sobre lo que ya hemos venido comentando desde mayo
pasado: el impacto del cambio climático, los efectos de la sequía y la
desertificación, los desequilibrios en la distribución del agua, los vicios y malos
hábitos en el consumo del agua. Sin embargo, soluciones hay, y muchas, a todos
estos problemas y nuestro enfoque, el día de hoy, estará puesto ahí.
Participan en esta mesa el periodista canadiense Chris Wood, el ingeniero Jesús
Arteaga y como moderador, el abogado César Arias de la Canal. Por la diversidad
de visiones, tendremos la oportunidad de conocer en detalle los aciertos y
desaciertos en la gestión del agua en otras partes del mundo, así como en nuestro
ámbito local.
Chris Wood es un multipremiado autor de varios libros sobre la protección de
nuestros recursos hídricos y la crisis del agua en Norteamérica. Cuenta con una
larga trayectoria como corresponsal en más de doce países, incluyendo Corea,
España y Sudáfrica. Durante los últimos 10 años se ha concentrado en el tema del
futuro del agua y como coordinador editorial de la Sociedad para las soluciones
Tyee, en Vancouver, se enfoca fundamentalmente en hacer periodismo de
investigación.
El ingeniero Arteaga es agrónomo y gerente del Consejo Técnico de Aguas
Subterráneas (COTAS) del Río Laja, asociación que se encarga de dar asesoría a
los agricultores de la región norte del Estado para el buen uso y manejo
sustentable del agua subterránea. Como ingeniero agrónomo con especialización
en horticultura protegida, estructuras de invernaderos
y cultivos sin suelo, se ha
desempeñado como asesor en producción en invernaderos y sistemas de riego.
Por su parte, nuestro moderador César Arias de la Canal, abogado, ha sido un
intenso estudioso y activista de los derechos humanos, así como defensor del
patrimonio natural y cultural de San Miguel de Allende. Fue miembro inicial de la
Sección Mexicana de Amnistía Internacional. Es autor de libros y publicaciones
sobre temas sociales y ambientales y actualmente es presidente del Jardín
Botánico y Área Natural El Charco del Ingenio, proyecto que fundó junto con otros
sanmiguelenses y residentes en 1990. Es miembro del grupo ciudadano Va Por
San Miguel de Allende AC.
Chris Wood:
Estamos hablando hoy sobre La Gestión de agua en zonas urbanas y rurales.
Hay mucho que decir sobre este asunto, pero voy a concentrarme en una sola
idea: ¿cómo aumentar nuestros recursos de agua? Es decir ¿cómo aumentar el
agua que está disponible y su sustentabilidad para nuestro consumo? Para ser
preciso: el agua que recibimos del cielo,
y que no se pierde a través de
“evapotranspiración”, puede ser visto como nuestro “recurso” disponible de agua
para uso humano y de la naturaleza.
Además, la cantidad de agua que en
realidad está disponible cambia año con año. Sin embargo, esta cantidad de agua
es la que tenemos y tarde o temprano tenemos que aprender a vivir dentro de los
límites del agua disponible.
En la mayor parte del mundo ya no estamos viviendo dentro de esos límites
disponibles.
Estamos tomando agua muy antigua de los acuíferos que no se
están recargando con agua de lluvia. Con el tiempo vamos a agotar nuestros
ahorros hidráulicos y tendremos que vivir del agua que recibimos de la naturaleza.
Pero en varias partes del mundo recibimos cada vez menos lluvia con patrones
irregulares—o perdemos reservas de agua por medio de ‘evapotranspiración’.
Los cambios climáticos nos afectan a todos y están determinados por la ubicación
del lugar, la topografía y también el terreno. Cada lugar tiene su propio microclima. No obstante, las características principales ya son evidentes. Como se ha
mencionado anteriormente en estos diálogos,
existen mayores extremos
climáticos—más calor, más humedad, vientos más fuertes. A veces en el norte o
altas montañas
hay menos nieve. Las sequías son más persistentes y los
aguaceros más feroces que nunca.
Y como me dijo un meteorólogo canadiense, Dave Phillips, “No es el promedio lo
que nos destruye, sino los extremos.”
Debido a la desesperación por el hambre y las sequias se han talado todos los
arboles de su región—causando aún peores sequias. Pero estos círculos viciosos
puedan funcionar de manera opuesta si los restauramos. El secreto está en la
naturaleza—plantas, árboles,
céspedes… elementos que forman parte de un
ecosistema— y que es un proveedor y almacén de agua sin igual.
En general, entre más follaje tenga un terreno y entre más materia orgánica se
incorpore a los suelos, mayor captura y almacenamiento de agua cuando llueve.
Entre menos agua se escurra, menos se abruman los sistemas de drenaje y de
tratamiento
de
agua.
Habría
menos
amenaza
de
inundaciones
o
de
evapotranspiración. Podríamos hacer que rinda el agua sobrante y recargue los
aquíferos.
Tenemos indicios que comprueban que es más económico invertir en la naturaleza
que en grandes obras de ingeniería. Estas inversiones se tendrían que hacer
dentro y fuera de las ciudades. El ejemplo tal vez más conocido es el de la ciudad
de Nueva York en Estados Unidos. Hace unos años tenían problemas con la
calidad del agua potable. Estaba a punto de caer por debajo de los estándares
permisibles reconocidos por el gobierno.
El Departamento Municipal de
Suministro de Agua investigó que una nueva planta de tratamiento costaría entre 6
y 7 mil millones de dólares—$90 mil millones de pesos.
Pero existía otra opción: con la inversión de solo 1.5 mil millones de dólares—20
mil millones de pesos —habría la posibilidad de cambiar las normas y las prácticas
de los agricultores, restaurar la vegetación ribereña e iniciar cambios en el uso de
suelo de la región al norte de la ciudad, la zona que surte agua a la ciudad. El
resultado de esta inversión fue que el agua quedó tan limpia que no fue necesario
ningún otro tratamiento adicional. Sé que en la Sierra Gorda de Querétaro están
haciendo algo semejante.
En tres ciudades estadounidenses (Seattle, Washington, Portland, Oregón y
Portland, Maine) usan la naturaleza de manera estratégica, ubicando jardines en
lugares específicos, junto con otras medidas ecológicamente sustentables, para
detener el escurrimiento del agua. Se ha comprobado que estos métodos son
entre 7 y 200 veces más económicos que el uso del drenaje tradicional. En otros
lugares se ha comprobado que el uso de ciénagas para limpiar agua contaminada
es más barato que usar plantas de tratamiento para la purificación de agua. En
una escala mayor, las mismas técnicas pueden restaurar regiones enteras.
Un ejemplo lo tenemos a menos de 10 kilómetros de aquí, rumbo a Dolores
Hidalgo.
Hace poco más de quince años fueron sembrados miles de árboles
antes de construir el desarrollo urbano Candelaria. Resulta que estos árboles han
ayudado a establecer un micro-clima agradable para los habitantes y aparte,
ayudan a mantener un nivel de agua estable en el pozo que surte la zona.
En África, justo al sur del desierto Sahara, la gente ha sembrado millones de
árboles. La presencia de estos árboles ha restaurado 3 millones de hectáreas de
terreno que anteriormente era considerado árido y semidesértico. Sus campos
recuperaron la fertilidad haciendo la vida cotidiana mucho más agradable.
También se aprovechan estos árboles para obtener leña, fruta y forraje.
Aumentar la materia orgánica de los suelos es otro ejemplo de cómo podemos
gestionar agua con la naturaleza y no en su contra.
En Estados Unidos se
comprobó que al aumentar del 1 al 5 por ciento el contenido orgánico del suelo, se
aumenta también la capacidad de almacenar agua entre los 15 y 88 litros por
metro cúbico — ¡casi seis veces más!
En más de 50 países los pequeños agricultores usan esta medida para aumentar
del 50 al 90 por ciento sus siembras de arroz y otros cereales, incluso maíz,
además de legumbres y otras cosechas. Y lo logran usando mucho menos semilla,
la mitad del agua, menos fertilizantes y menos mano de obra. El único requisito:
mantener los terrenos bien aireados… y surtidos con abono orgánico…. Esta
solución no debe costar mucho. En cualquiera ciudad desechamos cientos, si no
miles de kilos de residuos orgánicos a diario. Está en nuestra propia basura, en la
de hoteles, restaurantes etc.
Ahora, la tecnología también juega un papel importante en la agricultura de gran
escala pues en cualquier parte del mundo ésta consume más de las dos terceras
partes del agua. Creo que en México es el 80%. Pero aquí también podemos
ahorrar agua.
En la provincia (es como un estado) de Alberta, Canadá, los distritos de riego
instalaron canales de distribución en tubos subterráneos. Operadores agrícolas
cambiaron la manera de hacer llegar el agua a las cosechas. En los últimos 10
años han logrado regar un 15% más de terrenos agrícolas, consumiendo el 30%
menos de agua. Esto ha permitido que una porción del agua ahorrada ahora esté
dirigida a usuarios urbanos.
Para poner en marcha estas soluciones, más importante que el dinero son los
ciudadanos comprometidos e informados acerca de las diversas soluciones y con
la disposición de participar activamente en lograr estas metas. Y aquí en estos
diálogos tenemos a dos grupos demográficos con recursos muy importantes para
tal cometido.
Por un lado los estudiantes que tienen capacidad de investigar—sobre todo a
través del internet... Como jóvenes, conocen cómo comunicarse con el mundo por
las redes sociales. Conocen el poder de Tuitear! También tienen sus círculos
sociales, parientes y conocidos a quien informar sobre lo que está sucediendo con
el agua.
Luego están los mayores, tal vez jubilados (y como yo, supongo no de
nacionalidad mexicana) que tienen conocimientos y capacidades profesionales
que pueden ser de gran ayuda para la restauración de los ecosistemas y las
gestiones de agua. A lo mejor tienen un poco de tiempo libre para compartir estos
recursos.
Lo que más me gustaría dejarles hoy es lo siguiente: no se trata de elegir entre
seres humanos o naturaleza para distribuir los recursos del agua. Entre más
prospere la tierra y la naturaleza, más agua vamos a tener todos, y como sociedad
seremos más resistentes a los cambios climáticos extremos. A este concepto le
llamo ‘seguridad ecológica’—y es aún más importante que la seguridad civil.
Calles seguras no valen mucho si la gente se muere de sed. Para esto sólo se
requiere de una acción colectiva y comprometida.
Jesús Arteaga:
Como director de COTAS de la zona del Río Laja quiero debo dejar muy claro que
el control y la gestión del agua debe estar en manos de las autoridades. Nosotros
no somos quienes gestionamos los recursos hídricos como se ha entendido
equivocadamente. Somos una asociación sin ánimo de lucro que quiere contribuir
y apoyar para que las autoridades puedan realmente aplicar la ley y gestionar el
agua correctamente.
Empezamos en 1999 y tenemos la estructura de un consejo directivo con la
participación de representantes de todos los sectores de consumo de agua de la
zona: industrial, agrícola, doméstico, urbano y público. Nuestra asociación está
reconocida por la Comisión Estatal del Agua como órgano adicional de la
Comisión Nacional del Agua. Por lo tanto, puede hacer cumplir algunas de las
regulaciones de la Comisión Nacional del Agua. Nosotros participamos en la
gestión del agua promoviendo el uso eficiente y la conservación de su calidad,
teniendo en cuenta que es un recurso finito vulnerable.
El agua tiene un límite y ya hemos rebasado ese límite. Así que regulamos su
extracción. Hay dos áreas que más nos preocupan. Ya se sabe que el 83 por
ciento del uso del agua en esta región es para la agricultura. Pero no se toma en
cuenta el contexto cultural de nuestros agricultores que es bastante complicado.
De esto nos ocupamos
también. Es decir, podemos tener toda la tecnología
disponible como la que Chris ha mencionado, pero los hábitos y el conocimiento
de los agricultores sobre la sustentabilidad es muy complejo. Nuestra asociación
trabaja arduamente en la aplicación de la nueva tecnología, pero nos
concentramos más en la sensibilización y cambio cultural de los agricultores.
Ochenta por ciento de los agricultores en el acuífero tiene entre 60 a 80 años de
edad. Tratar de cambiar su forma de pensar es casi imposible. Lamentablemente,
no tenemos tiempo suficiente para revertir la situación que nos ocupa.
Otro obstáculo con el cual nos enfrentamos es también difícil. Como asociación
civil tenemos representación en la Comisión Nacional del Agua. Participamos en la
definición de políticas y representamos al Comité Directivo de la Comisión
Nacional del Agua en el Estado, pero lamentablemente los cuatro municipios de
esta zona no trabajan conjuntamente para encontrar soluciones compartidas. Las
decisiones del Comité Directivo se realizan de acuerdo con los acuerdos
adoptados por la Comisión del Agua para que todos los proyectos e iniciativas de
los municipios sean autorizados por la Comisión Nacional del Agua, de lo contrario
no podemos participar.
Desafortunadamente, los organismos operativos de agua potable como SAPASMA
creen que son autónomos y que pueden hacer todo por sí mismos. No
pretendemos hacer su trabajo, sólo queremos mejorar sus propios proyectos ya
que también participamos en el Fideicomiso de acuífero. Ahí hay mucho dinero,
pero si no hay proyectos de los municipios, el dinero permanece allí o se canaliza
a otros fideicomisos en el Gobierno del Estado.
También enfrentamos los vaivenes de la política. Guanuajuato tenía un área
prioritaria donde trabaja el Conafort en la reforestación y la restauración. Sin
embargo, cuando el PAN ganó en el estado, esa área se redujo en un 10 por
ciento.
También estamos representados en la Junta de la Cuenca Lerma Chapala. Cinco
estados tienen que estar ahí. Y se toman decisiones importantes con respecto a
todas las cuencas (la extensión superficial), no sólo el acuífero (la extensión
subterránea)
¿Cuáles son algunos de los temas que tratamos en esta área?
Como asociación civil tenemos que considerar el uso de dos acuíferos: el acuífero
de Allende y la Cuenca Alta del Río Laja. Trabajamos el 67 por ciento de zona de
San Felipe, el 85 por ciento del área de San Diego de la Unión, el 100 por ciento
de Dolores Hidalgo y el 92 por ciento en San Miguel de Allende. También estamos
presentes en Silao con un 2-5 por ciento y un porcentaje muy pequeño de la zona
de León.
Algunos sostienen que esta división del acuífero es de carácter administrativo y
político, pero deben saber que para poder recibir los fondos para los programas
que manejamos debemos ajustarnos a la legislación actual. Si cambiamos el
nombre y los límites del acuífero no vamos a recibir ningún tipo de apoyo, porque
los cambios no serán reconocidos. Así que el acuífero tiene estos problemas y
están fuera de nuestro control.
Nuestra área agrícola está dedicada principalmente a la exportación. Esto es
bueno para el Estado, pero nada bueno para el acuífero. Por supuesto, genera
empleo y riqueza, pero también una sobreexplotación de los recursos hídricos. Las
tareas paralelas que tendrían que hacerse no se están haciendo a cabo como lo
requiere la zona. Me refiero a la reforestación, la restauración del Río Laja, la
recarga de la cuenca, por ejemplo.
También tenemos una gran cantidad de actividad industrial debido a nuestro buen
clima y ubicación. Sin embargo, las industrias contaminan más y no prestan
mucha atención a la depuración de sus descargas. Nuestras autoridades no
consideran que tenemos un gran deterioro ambiental.
En este momento la prioridad es la Cuenca Lerma Chapala, no el acuífero. Pero
en el área de los cinco estados que conforman la Cuenca Lerma Chapala, éste (el
acuífero Allende) es el punto de suministro, pero nadie le presta atención.
Atendemos la parte sur del estado, a Michoacán, al estado de México, pero no al
norte de Guanajuato.
También trabajamos con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. Tenemos
en proceso dos estudios sobre el acuífero en las áreas de recarga. Ahí hacemos lo
que Chris dice: reforestar, conservar, cubrir de follaje el área. Hemos hecho este
tipo de trabajo con la Conafort (Consejo Nacional Forestal). Trabajamos 500
hectáreas en San Miguel de Allende para la conservación del suelo y el agua. Este
año vamos a trabajar 600 hectáreas en San Miguel y Juventino Rosas, así como
400 hectáreas para el mantenimiento de la reforestación anterior.
También tomamos medidas. Las simulaciones son muy buenas, pero la verdad es
que tenemos que medir los movimientos del agua en el acuífero con el fin de
saber lo que está pasando. Contamos con una red de monitoreo en zonas
barométricas en el acuífero Allende y del Alto Río Laja con lecturas cada 24 horas
que tienen que ver con la temperatura y el movimiento del agua. Así tenemos un
conocimiento real sobre la reducción de los niveles de agua. Si le preguntan a las
autoridades sobre este comportamiento, no lo saben. Si hablamos con los cuerpos
operativos como SAPASMA, les van a decir que hace dos años tuvieron que
perforar más profundo para extraer el agua ... Es todo muy vago.
Contamos con medidas muy precisas sobre la reducción del agua ya que
sabemos cómo la temperatura va en aumento. La temperatura tiene mucho que
ver con la cantidad de fluoruro y arsénico. Así que las altas temperaturas tienen
que ver con la presencia de estos metales pesados.
Las áreas agrícolas tienen ciertos problemas con la presencia de sodio. Hay varias
maneras de deshacerse del sodio en la agricultura, pero deshacerse del fluoruro y
arsénico en el agua es costoso. Así que tenemos que hacer todo lo posible para
evitar la contaminación. Para ello tenemos áreas de control con el fin de decidir
qué acciones tomar para reducir estas concentraciones de metales pesados.
Tenemos medidas desde 1996 al 2012 y se ha observado una reducción de más
de 100 metros en el acuífero. Para el acuífero de Allende esto es bastante
problemático pues ya no contamos con un área de recarga. Si no captamos el
agua de lluvia y hacemos todo lo posible para provocar la infiltración no vamos a
ser capaces de recuperar los acuíferos. Necesitamos mucha reforestación, obras
de conservación, obras de restauración, de cobertura vegetal, incremento de la
materia orgánica en los suelos y todo esto es lo que llamamos cultura del agua
cuando trabajamos con nuestros agricultores.
Los productores no cambian sus hábitos tan rápidamente, incluso si les
mostramos las ventajas de utilizar menos fertilizantes y mejores sistemas de riego.
Aplican este conocimiento poco a poco y nos puede tomar hasta 60 años a partir
de ahora para ver un avance real. Si un agricultor es más eficiente y reduce el
consumo de riego del 30 al 60 por ciento, en vez de continuar así aumenta las
hectáreas de cultivo, por lo que el problema nunca termina. El agricultor no está
realmente preocupado por el recurso hídrico. Y hay una gran cantidad de
empresas extranjeras que exportan sus productos y ellos no se preocupan
tampoco por el agua. Alquilan un rancho y cuando ven que el nivel del agua ya no
les favorece, se trasladan a otro rancho. Eso empeora las cosas. ¿Y quién se
queda con el problema? El propietario de la tierra. Revertir esta situación es casi
imposible.
Hay un cultivo satanizado que es muy importante para la zona. Estoy hablando de
la alfalfa. Todos dicen que los que cultivan la alfalfa no se preocupan por el agua.
Una hectárea de alfalfa necesita de 5.500 metros cúbicos de agua. Pero el brócoli
utiliza 12, 000 metros cúbicos. ¿Por qué?
La alfalfa viene del desierto. Sin
embargo, el brócoli, la lechuga, la coliflor, la zanahoria, las coles de bruselas
utilizan más agua. El 85 por ciento de una cabeza de brócoli es agua. El 97 por
ciento de una lechuga es agua. Si tuviéramos cultivos eficientes en agua, no
tendríamos este problema. Pero no podemos pedir al agricultor que deje de
sembrar esos cultivos porque provocaríamos una crisis social.
Tenemos que dar otras opciones cultivo como son los espárragos, el más
eficiente. El maíz, el frijol, el nopal y la tuna son muy eficientes también. El
problema es la industrialización y la cultura local. Soy de Dolores Hidalgo, donde
se dice que si no crecemos pimientos o brócoli, no somos productores porque
esos son los cultivos representativos de la zona y los que dan estatus. Pero no
son rentables debido al alto costo de producción ya que requieren de mucha
tecnología. Un cambio hacia otros cultivos haría todo más fácil.
En San Miguel de Allende tenemos alrededor de 82 pozos y 85 por ciento de ellos
tienen un cierto grado de contaminación. Este es un tema crítico. Si hablamos de
metales pesados y bacterias, la situación es grave. Es por eso que consideramos
importante la utilización de cloro en el consumo del agua de esta región. Por
supuesto, también tenemos que colectar agua de lluvia y darle tratamiento al agua
utilizada. En otras partes del estado el agua de la superficie se utiliza para riego
con un cierto tipo de tratamiento y una mejor tecnología para el riego de cultivos.
Así que hay mecanismos que se utilizan para cambiar las cosas, es bueno saber
que existen y tenemos que saber quién nos puede ayudar en esto.
A partir de nuestras medidas, sabemos que tenemos un déficit de 32 millones de
metros cúbicos de agua al año. Eso es lo que estamos bombeando del acuífero,
más de lo que deberíamos. Si pudiéramos infiltrar la lluvia, cambiar a otros
cultivos, reforestar y utilizar mejores sistemas de riego, podríamos estar en una
situación de equilibrio. Estamos trabajando en el cambio de mentalidad de los
agricultores para que tener más agua durante más tiempo.
Cesar Arias:
Lo bueno de la participación de Jesús Arteaga es que nos ha hablado desde el
punto de vista del agricultor. Creo que es necesario el cambio en la mentalidad y
cultura de los agricultores, no sólo de los pequeños sino de los grandes
productores porque no están tan educados. También podríamos incluir a los
funcionarios y políticos.
Pregunta del público:
Soy Arturo Morales, miembro de la sección social de COTAS. La emergencia
hídrica a la que nos enfrentamos hoy en día tiene que encontrar nuevas políticas y
estrategias de planeación, no sólo para el consumo público sino para el desarrollo
empresarial y de vivienda. También tenemos que hacer algo en el área de gestión.
Necesitamos una mejor gestión. Usted sabe muy bien que la mayoría de los
agricultores son sólo técnicos. Tal vez tienen doctorado, pero si sólo manejan una
ambición a corto plazo, en vez de largo plazo, no hay nada que podamos hacer.
Muchos de nosotros quisiéramos estar en contacto con ustedes para establecer
que la realidad física del acuífero es UNA. Cuando las autoridades dicen que
tenemos dos acuíferos, no están entendiendo la realidad. Estaríamos muy
contentos si usted está dispuesto a trabajar con nosotros a fin de adecuar la
realidad jurídica a la geofísica, junto con las leyes federales y estatales, para que
podamos hablar de una sola planificación, una sola estrategia. No nos hagamos
tontos. La segunda cosa que quiero saber es si COTAS está dispuesto a
ayudarnos a hacer presión sobre las autoridades para hacer cumplir la gestión del
agua.
En el caso de las concesiones de agua, me gustaría decir que en este momento
es más barato obtener una concesión para la agricultura que para fines de
restauración, o incluso ornamental. Tenemos que cuidar nuestros corredores
naturales y aprender a conservarlos. Hay más de 30 comunidades indígenas que
están dispuestas a trabajar junto con COTAS.
Jesús Arteaga:
En primer lugar, como ciudadanos ustedes están representados por la asociación
COTAS. Sin embargo, es difícil participación de las 30 comunidades si no tienen
una concesión de agua. Sin embargo, el Municipio los representa a ustedes como
usuarios. COTAS no limita a nadie. Todos utilizamos el agua.
Las concesiones en realidad no cuestan. Una cosa es lo que puede pagar por la
concesión y otra lo que se paga para adquirirla. Y usted paga por el uso de las
zonas federales. Acabamos de adquirir una concesión para la conservación de las
aves migratorias y ha sido aprobada. Hay ciertos requisitos que a veces no se
cumplen y esto lo complica todo. No es fácil. Una vez que tengan una concesión
deben pagar por el uso de medidores y servicios. El uso agrícola no paga por esos
servicios. Así lo establece la ley.
Cuando usted dice que debemos tener en cuenta un sólo acuífero, esto haría que
el problema se empeore. Si decimos que Laguna Seca, Jaral de Berrio, Dr. Mora y
Juan José Iturbide, Allende y la cuenca alta es un acuífero, usted podría perforar
un pozo en San Felipe y traer el agua a San Miguel. Eso no está permitido por
ley. No podría hacer eso. Hemos tenido la mayor explotación desde 1968 gracias
a los pozos ilegales perforados con el permiso de la Comisión del Agua que es
una de las entidades más corruptas en México.
Pregunta del público:
Soy Enrique García. Creo que ambos tienen razón, porque sólo hay un acuífero,
pero debido a los movimientos de las aguas subterráneas se dan situaciones
aisladas lo que significa que un área se puede agotar con mucha rapidez y otra
no. La distribución del acuífero es política únicamente en la superficie, más no
bajo tierra donde todo es lo mismo y se mueve y cambia. El agua, como tal, tiene
muchas facetas por lo que necesitamos una serie de soluciones.
Las mediciones del agua de la asociación COTAS son muy importantes, así como
el trabajo del OCAS como observadores de agua, en este caso, constituido por
los adultos. Sin embargo, el trabajo con niños pequeños y adolescentes es
igualmente importante. Estamos creando un sistema de vigilancia usando el
programa llamado Desafío Mundial del Agua y está siendo implementado con
miembros de OCAS como Mike Lambert, entre otros. En Dolores Hidalgo están
observando las aguas superficiales para detectar su grado de contaminación.
Por lo tanto, vamos a olvidarnos de las aguas subterráneas, como tal, porque es
compleja la situación. Así que me estoy abocando a trabajar con los cuerpos de
agua superficiales. Eso es algo muy concreto que podemos hacer. Hay muchos
problemas con la legislación, las políticas, los organismos que operan ... tenemos
miles de problemas, así que vamos a trabajar en algo concreto y estoy apostando
por los jóvenes estudiantes para que sean los futuros guardianes de sus recursos
hídricos.
Pregunta del público:
Mi nombre es Alvaro Nieto y soy agricultor. El punto que más me ha llamado la
atención de la charla de Chris es la cantidad de agua que se puede retener una
vez que aumentamos la cantidad de materia orgánica en los suelos de cultivo. Dijo
que con menos del 1 por ciento de materia orgánica podemos retener entre 8 y 10
litros por metro cúbicos, pero si tenemos más de un 5 por ciento, la retención sería
de hasta 80 litros por metros cúbicos. Esa información es hermosa y quiero
compartir una experiencia.
He sido agricultor durante 20 años y tomé una tierra agrícola que sólo tenía un 0.6
por ciento de materia orgánica. Durante 20 años no he tenido tiempo para
revender o utilizar los residuos de nuestra cosecha, por lo que la hemos regresado
a la tierra. Si tenemos en cuenta que sólo el 15 o 20 por ciento de la biomasa de
un cultivo se utiliza para el consumo humano, ¿qué hacemos con el resto?
Si somos capaces de reincorporar los residuos al suelo agrícola, les puedo
asegurar que en 20 años podemos aumentar el contenido orgánico del 0.6 al 4.5
y eso retiene el agua.
Actualmente, la cantidad de nitrógeno que tenemos en estos suelos es menos del
40 por ciento de lo que se utiliza en la agricultura convencional. En el caso de la
agricultura orgánica, sólo por tener una rotación de cultivos y legumbres que
realmente fijan el nitrógeno del aire, podemos tener cosechas muy decentes.
Me hubiera gustado tener más espárragos en Guanajuato. El problema es una
cuestión social y técnica. Toma 4 años desde el momento en que plantamos la
semilla y el año en que se cosecha el producto. Es difícil para México asumir el
costo de un cultivo que se tarda 4 años. No me gusta el brócoli, se necesita entre
40 y 60 litros de agua para cultivar una cabeza de brócoli. Pero estos cultivos,
como la coliflor generan buenos empleos. Y necesitamos eso.
Por otro lado, la alfalfa tiene una raíz de 6 metros de profundidad por lo que puede
resistir la sequía. El problema es la forma como se riegan, la forma en que se
inundan los campos. Es totalmente ineficiente.
Además, durante 400 años el Bajío ha sido el granero de México. Durante la
colonia se suministraba a España, Cuba y todo el Caribe. Todavía es un
cosechador de granos a pesar de que competimos con Sinaloa y Jalisco. La
cantidad de grano sembrado en El Bajío es increíble. Toda la cebada y el trigo se
riegan con un método de inundaciones llamado “melgas”. Nosotros intentamos
utilizar cubiertas, en vez de inundar el suelo. El rendimiento aumentó un 10 por
ciento sin usar tanta agua. Esto es una buena noticia.
Pregunta del público:
Mi nombre es Uriel Hernández, soy director general de la Agencia del Agua de
San Diego de la Unión. Hoy estamos aquí porque estamos muy preocupados por
la situación del agua en nuestra región. Como órgano operativo cambiamos cada
3 años y es muy importante reconocer la necesidad de estar en coordinación con
una organización sin fines de lucro como lo es COTAS y otras instituciones.
Como parte de la estructura gubernamental, tenemos una visión a corto plazo de
la gestión del agua. Por ejemplo, si el agua de un pozo se reduce, tengo que
encontrar una manera de reemplazarlo y crear una red de agua en una situación
adecuada. Así que les pido que sigan insistiendo, no se cansen de reclamar la
atención de las autoridades, de los alcaldes, de los miembros del ayuntamiento
porque de los 10 miembros del ayuntamiento, si uno solo presta atención, eso
genera un cambio y crea conciencia. Sólo así podemos progresar.
Cesar Arias:
Los invito a ser miembro del OCAS. Como sociedad civil, podemos hacer más que
las propias autoridades para ayudar a los demás.
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