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AUTORES CIENTÍFICO-TÉCNICOS Y ACADÉMICOS
Cuáles fueron
los orígenes (parte I)
Prof. Dr. Félix García Merayo
Vicepresidente de ACTA
E
n todos los tiempos, las ideas han nacido, madurado y desarrollado. En unos casos conocemos sus progenitores; en otros, nunca lo
hemos sabido ni lo sabremos. Tratamos de traer aquí las historias de
ciertas gentes, empresas y sus productos o creaciones; muchas de esas
empresas ya han desaparecido; algunas han visto su salida del mercado absorbidas por otras con más fortaleza económica. Otras hay que
aún hoy día se mantienen.
Algunas personas han dado nombre a sus productos, como Clark,
Parker, Matías López, Gillette, etc. En otros casos, como Lego,
Damart, el creador ha encontrado un nombre divisa comercial con el
que lanzar con éxito al mercado su producto.
Este artículo trata de cosas que llevamos, comemos, bebemos e
incluso con las que pasamos el rato, y que en algún sentido, y para
muchos, cambiaron algún aspecto de su vida. Se trata de una recopilación de historias sociales. Las líneas que siguen tienen por objetivo descubrir cómo y por qué se han desarrollado productos o empresas que
han llegado a convertirse en auténticos nombres genéricos y familiares.
El contenido de estas líneas puede servir a muchas personas. A los
escolares para permitirles tomar referencias para la realización de nuevos trabajos; a los universitarios para aprender de aquellos emprendedores que nos han precedido y que con su empeño se convirtieron en
líderes; para todos, si somos capaces de divertirnos aprendiendo
cómo una idea llegó a convertirse en algo famoso y duradero.
Coca-Cola nació en los arrabales de Atlanta, Georgia, Estados
Unidos. En 1886, el doctor farmacéutico John S. Pemberton había
producido un jarabe en una marmita de tres patas que tenía en un
cobertizo. Lanzó el producto en forma de jugo el 8 de mayo de 1886
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Cuáles fueron los orígenes (parte I)
al precio de cinco centavos el vaso como si se tratara
de una bebida carbonatada de soda con propiedades
curativas del dolor de cabeza y de las náuseas. Las
primeras ventas las hizo en una farmacia conocida
con el nombre de Jacob´s Pharmacy, Farmacia de
Jacob, situada en pleno centro comercial de Atlanta.
1888, Pemberton muere, y su hijo acepta 500 $ por
el resto de los derechos sobre Coca-Cola. Esa cantidad la recibió de Asa G. Candler, que había llegado a
Atlanta hacía quince años con poco más de un dólar
en su bolsillo. Con el tiempo, compró los derechos de
otros socios, con lo que al final se hizo con el control
exclusivo del producto.
Dr. John Stith Pemberton
La primera propaganda decía que Coca-Cola era
una bebida refrescante y deliciosa. Fue el socio de
Pemberton que a la vez era su contable, Frank Robinson, quien sugirió el nombre y el logo escribiéndolo
tal como se ha conocido siempre, con caracteres
ondeantes. Ese logo apareció por primera vez, publicitando el producto, en el periódico The Atlanta Journal. Se invitaba a la gente sedienta a probar la nueva
y popular bebida gaseosa.
Durante los ocho meses siguientes, solamente se
vendieron 13 bebidas por día, lo que parecía no
augurar demasiados éxitos a Coca-Cola en comparación con las más de 600 millones que se venden
actualmente en todo el mundo. El Dr. Pemberton
nunca fue consciente del potencial y de la transcendencia que iba a tener la bebida que había creado.
Promoción de la Coca-Cola
Candler liquidó su negocio farmacéutico y puso
toda su atención en la refrescante bebida. Como creía
firmemente en la publicidad, entregaba a sus clientes
cientos de vales para cambiar después por un vaso de
Coca-Cola gratis. También puso en marcha un
amplio programa promocional, regalando diversos
recuerdos, como calendarios, relojes, cajas, vasos y
un largo etcétera.
La marca Coca-Cola fue registrada en la Oficina
de Patentes de Estados Unidos el 31 de enero de
1893. Además, constituyó una corporación con su
hermano John S. Candler, con Frank Robinson y
otros dos socios más, corporación a la que puso por
nombre The Coca-Cola Company, con un capital inicial de 100.000 $.
Las primeras ventas en la Farmacia de Jacob
Más tarde y debido a su salud enfermiza, tuvo
necesidad de buscar fondos, por lo que recibió de dos
amigos de Atlanta la cantidad de 1.220 $, incluyéndose también en esa cantidad los derechos sobre la
fabricación del producto. Cuatro meses después, en
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Resulta curioso señalar que en 1894 Joseph A.
Biedenhard quedó impresionado por la demanda
creciente de Coca-Cola, tanto que instaló en la parte
trasera del almacén que tenía en su fábrica de sifones
de gaseosa en Vicksburg, Misisipi, la maquinaria
necesaria para embotellar. Se dedicó entonces a vender botellas de Coca-Cola por las granjas y zonas
rurales a lo largo de las riveras del río, siendo la primera persona que embotelló la Coca-Cola con el
extracto del jarabe que compraba en Atlanta. Pasados
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(parte I)
Coca-Cola® es marca registrada de The CocaCola Company.
Primitiva etiqueta de los envases
treinta años, existían en Estados Unidos más de mil
plantas donde se embotellaba la Coca-Cola.
La Coca-Cola llegó a Londres el primer año del
siglo veinte, extendiéndose desde ahí a toda Europa.
A China llegaría en 1928.
Otra muestra de símbolo promocional
Para evitar las falsificaciones, la compañía creó e
introdujo en el mercado una botella con un perfil
único e inconfundible, siendo registrada como tal en
la Oficina de Patentes de los Estados Unidos en 1960.
El antiguo presidente de la compañía, Robert
Winship, convirtió la Coca-Cola en una bebida internacional constituyendo en 1926 un departamento de
ventas al extranjero. El almacenamiento de la CocaCola en lata comenzó en el año 1955.
Tanta importancia y fama ha tenido siempre esta
bebida refrescante que cuando los astronautas del
Apolo regresaron a la Tierra desde la Luna fueron
saludados con la célebre frase Bienvenidos a la Tierra, patria de la Coca-Cola, que se exhibía en Times
Square, en Nueva York.
El récord mundial de consumo lo tiene Méjico,
seguido por Estados Unidos y España en tercer lugar.
Una colección de antiguas botellas de Coca-Cola
Los chocolates Matías López debieron su nombre
al promotor e industrial gallego, natural de Sarria,
Lugo, nacido en 1825, de nombre Matías y apellido
López. De origen muy humilde, llegó a la capital de
España desde su tierra natal con 15 años, acompañado de su madre. Gracias a su inteligencia y capacidad
para el trabajo, se convirtió pronto en uno de los principales industriales españoles, con una proyección
europea muy acusada.
Matías López creó de la nada todo un imperio
industrial alrededor del chocolate fundando una fábrica en 1875 que fue popularísima en España. Estaba
emplazada en El Escorial y ocupaba 7.000 m², a la
que anexionó una gran barriada, rodeada de árboles,
donde construyó casas para sus empleados, colonia
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Cuáles fueron los orígenes (parte I)
que satisfacía las más amplias exigencias de higiene.
Estableció también allí un economato y creó planes de
ahorro y pensiones para sus trabajadores. Los terrenos
habían sido ocupados anteriormente por una refinadora de azúcar que había resultado ruinosa.
Famoso cartel publicitario de los chocolates Matías López
Fábrica de los chocolates en El Escorial
El chocolate era en aquella época un negocio
dinámico y muy productivo. Hasta llegar a la construcción del complejo fabril de El Escorial, Matías tuvo primero la idea de arrancar con un molino para fabricar
chocolate y lo hizo instalando uno en Madrid, en la
céntrica calle de Jacometrezo, en las inmediaciones de
la plaza del Callao. Posteriormente, instaló otros en
Lugo y en La Coruña. No se detuvo en su empeño de
ser uno de los grandes y a partir de los molinos expandió su negocio creando la fábrica ya citada.
Una de las ideas que Matías tuvo fue la de añadir,
a las distintas clases de cacao, miel y canela con el fin
de quitarle el amargor que de suyo tiene el chocolate. Consiguió de esta manera un producto de primera calidad y, aunque algo caro por su composición,
no por ello dejó de ocupar la primera línea de ventas.
Otra de las grandes ideas de Matías López fue, a
modo de absoluto pionero, la de utilizar las técnicas
que hoy día se denominan de mercadotecnia; es
decir, el empleo de la publicidad para dar a conocer
sus productos y vender más. Contrató en 1875 los
servicios de Francisco Ortego y Vereda, que fue el responsable de crear unos carteles publicitarios que
pudieran leerse e interpretarse con sencillez. El artista
dio a luz unos cartones que se hicieron famosos en
toda España. Estaban llenos de caricaturas vulgares
pero muy expresivas.
El cartel más famoso fue el representado en la
figura. Contenía unas parejas en tres situaciones distintas, acompañadas de sus respectivas leyendas:
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antes de tomar el chocolate, después de tomarlo, con
una pareja más bien lustrosa y después de tomarlo
sólo dos veces al día, representando una pareja estable y lozana.
A imitación de los chocolates Matías López se
crearon otras compañías que fabricaban productos
parecidos a los de El Escorial haciendo una competencia desleal. Por ello, Matías tuvo que defenderse
reforzando su propia imagen con avisos en sus productos como el que puede leerse en la figura adjunta:
Algunas fábricas de chocolate han adoptado en sus
cubiertas los mismos colores de papeles que hace
tanto tiempo venía usando la casa de Matías López, y
para evitar equivocaciones, el Sr López previene al
público, que desde hoy llevarán las cubiertas de sus
chocolates su retrato, y…
Aviso para evitar equivocaciones
En aquel entonces se consumían en España unos
24 millones de libras de chocolate, por lo que Matías
López llegó a facturar anualmente la nada despreciable cifra de 35 millones de pesetas con sus derivados
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del cacao, como el chocolate, los bombones y otros
productos sucedáneos.
Participó en la Exposición Universal de París en
1889 recibiendo medallas de oro no sólo en esa ciudad, sino también en Madrid, Londres, Burdeos,
Nápoles y Viena.
Matías López fue un republicano moderado militando en las mismas filas que su coetáneo y amigo
Manuel Becerra. No obstante, en 1872 se convirtió
en diputado a Cortes consiguiendo poco después un
escaño en el Senado e incluso el nombramiento por
Alfonso XII como senador vitalicio.
te local de la compañía Holland Fountain Pen. Las
plumas eran mediocres y tuvo que enfrentarse a las
críticas que nacían de los estudiantes con los que
estaba en contacto. El problema estaba realmente en
el depósito alimentador de la tinta. Con una pequeña
sierra, una lima y alguna herramienta más, consiguió
un depósito que permitía penetrar al aire de manera
más firme y uniforme.
Dejó la dirección de su fábrica a su hijo, regresando a su Sarria natal, donde reinició sus actividades
urbanísticas. Falleció en Madrid en 1891, siendo su
entierro multitudinario. Debido a su obra caritativa a
lo largo de su vida, se otorgó a su viuda, Dña. Andrea
de Andrés y Sánchez el título de Marquesa de Casa
López.
George Safford Parker
Al colocar dicho elemento, fruto de su trabajo, en
las plumas que representaba y vendía, se dio cuenta
que el producto había mejorado muchísimo, por lo
que al final dejó la representación y comenzó a vender las plumas que él mismo comenzó a fabricar.
En el año 1636 un tal William Parker dejó Dover,
Inglaterra, y con su esposa Mary puso rumbo al
Nuevo Mundo, estableciéndose en Connecticut,
Nueva Inglaterra.
Los descendientes de William tuvieron todos ellos
un auténtico espíritu aventurero. Uno de ellos fue
George Parker, nacido en 1863, en Shullsberg, Wisconsin. Siendo aún muy niño, sus padres se mudaron, llevando con ellos todos sus enseres, a una granja cerca de Fayette, Iowa. George trabajó muchas
horas en el campo quedándole muy poco tiempo
para asistir a la escuela, cosa que hacía sólo en invierno, cuando las labores agrícolas disminuían.
A pesar de todo, acabó matriculándose en la
Upper Iowa University y se dispuso a buscar una
especialidad. Desestimó la agricultura y su duda estaba ahora entre los ferrocarriles y la medicina. No obstante, cuando vio una propaganda de la Valentine
School of Telegraphy se convenció de que ése era el
camino a tomar. Se ahorraba además 55 $ de honorarios. En sólo un año estaba en plantilla.
Pensó que el salario era bajo y que no se adecuaba a sus deseos y necesidades, lo que le movió a
tomar un trabajo a tiempo parcial como representan-
Con unos pocos dólares que pudo ahorrar compró tubos de goma dura así como otras piezas que
consideraba necesarias para obtener una buena calidad en el producto que planificaba vender y que
comenzó a fabricar en la propia habitación del hotel
en el que vivía. Así nació Parker Pens en 1886.
Logo actual de la marca Parker
La siguiente etapa fue la de patentar su producto,
lo que hizo en 1889. Para ello consiguió que una
firma le fabricara en exclusiva unas cuantas partidas
de plumas estilográficas, cada una de las cuales llevaba estampado el nombre Geo. S. Parker. Consiguió
algunos representantes comerciales que se dedicaron
a vender sus plumas junto con los otros productos
que esos comerciales ya vendían. En 1889 patentó
también la primera pluma jointless, sin juntas, es
decir, de una sola pieza, sin caperuza, y sin juntas por
las que pudiera fugarse la tinta. Este invento fue la
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idea genial con la que la marca Parker inició su auténtico negocio y proyección a pesar de que el depósito
de la tinta, que era curvo, estuviera escondido dentro
de la carcasa. Su relleno se hacía con un cuentagotas.
El famoso modelo Parker 51 fue lanzado al mercado en 1939, justo 51 años después de que se vendiera el primer modelo de plumas de la marca. Se
convirtió en la pluma insignia de los años de la posguerra y fue una de las mejores plumas diseñadas por
Parker.
Un ejemplar del famoso modelo “Parker 51” aparecido en 1939
Uno de los anuncios de la pluma Parker “Jointless
Lucky Curve” con su alimentador de tinta curvo
George Parker vendía también tinta para plumas
antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial. No
obstante, su tinta marca Quink Ink no llegaría hasta el
año 1931. Ese mismo año, en las Navidades, fue distribuido un surtido que contenía el modelo Doufold
junto con un lápiz y un tintero de la citada tinta como
regalo. Vendió 558.000 conjuntos.
Modelo económico Parker 21, lanzado en 1948
En 1930, George Parker había dicho: Mi primer
deseo ha sido siempre compartir las bendiciones que
Dios me ha dado con todos aquellos que me han
ayudado, para que ellos también disfruten de las
bondades de la vida que de otra manera no podrían
hacerlo.
El primer modelo de tintero con tinta Parker
“Quink Ink”
El modelo “Duofold”
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George Parker falleció en 1937. Fue el fundador
de una marca con más de un siglo de existencia,
cuyos productos han sido reconocidos mundialmente por su calidad y prestigioso estilo y constante
innovación.
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El famoso logo formado por un arco y una flecha,
y que lo llevaron todas sus plumas, fue diseñado por
Joseph Platt un artista neoyorkino que el hijo de George, Kenneth Parker unido a la compañía en 1919,
había contratado especialmente para ese trabajo. Este
logo apareció por vez primera en 1932 y su forma ha
ido variando ligeramente a lo largo de los años.
En algún momento Dámaso decidió crear su propio negocio y por ello, y con ayuda de la reina, montó
la pastelería aludida. Dámaso murió sin descendencia, por lo que el negocio lo dejó en manos de sus
empleados, y así ha ido sucediendo hasta el presente. Actualmente su propietaria, doña Esperanza
Comontes, regenta la pastelería que sigue siendo una
institución familiar, ya que en ella trabajan también
sus dos hijas y su hijo, que es el jefe del obrador.
La pastelería El Riojano está ubicada en Madrid,
en la céntrica calle Mayor, número 10. Fue fundada
en el año 1855 por el riojano Dámaso de la Maza, de
la comarca de Cameros, en la Rioja Media, y de ahí
el apodo con el que se conocía y, como consecuencia, el nombre que le dio al establecimiento. Dámaso
trabajaba en la Casa Real y era pastelero de la reina
Isabel II, madre del futuro rey Alfonso XII.
La actual propietaria Esperanza Comontes
El establecimiento sigue tradicional a su estilo
decorativo clásico y elegante pasando, en su momento, de la luz de gas a la eléctrica. Se dice que su mostrador y la madera del escaparate, ambos de caoba,
vinieron de Palacio y se conservan intactos desde su
apertura. Su fachada, aunque restaurada después de
la Guerra Civil, sigue siendo un reflejo de las fachadas comerciales del siglo XIX.
Antigua caja de caramelos vendida en “El Riojano”
Escaparates y puerta de entrada a la confitería
El establecimiento posee su propio obrador, donde
se producen de forma artesanal tartas, pasteles, pastas
y chocolates, además de turrones y mazapanes. Entre
las pastas, gozan de justa fama las llamadas pastas del
consejo, con sabor a limón y que la confitería servía a
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Palacio los días en que se celebraban las largas reuniones del Consejo de Estado al que asistía el joven
Alfonso XII, que las degustaba con sumo placer.
En la parte posterior de la pastelería se encuentra
un salón de té, recientemente ampliado, en el que
pueden degustarse todos sus productos de pastelería
en un ambiente familiar, tranquilo y señorial.
Las “pastas del consejo”
Placa conmemorativa diseñada por Mingote
También son afamados los azucarillos, dulce típico madrileño hecho con azúcar y que mezclado con
agua produce una bebida digestiva muy adecuada
para después del chocolate, así como los merengues,
los bizcochos de soletilla y los bartolillos, especie de
empanadilla rellena de crema, todos ellos verdaderos
caprichos clásicos de Madrid y con solera de años. En
otoño e invierno es costumbre acercarse a esta confitería a degustar su célebre consomé y, en cualquier
época del año, a tomar el típico roscón.
Agua, azucarillos y aguardiente…
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En su momento, “El Riojano” recibió una placa
conmemorativa del Ayuntamiento de Madrid considerándolo establecimiento centenario, placa que fue
diseñada por Mingote y que se encuentra en la acera,
a la izquierda de la entrada del establecimiento. A lo
largo de sus más de ciento cincuenta años de existencia, ha sido galardonada también con otros premios
como el de la Exposición Aragonesa en 1868 y el de
Fomento de las Artes en 1871.
En el año 1930, el danés Ole Kirk Christiansen
perdió su trabajo debido a la depresión económica en
la que se vio sumergida Dinamarca. Hasta ese
momento, y desde 1918, se había dedicado, como
maestro, a la carpintería y al ensamblaje de muebles
en la pequeña villa de Billund, ubicada en las verdes
tierras de la península de Jutlandia. Al quedarse sin
empleo, tuvo entonces la idea de fabricar por su
cuenta escaleras, tableros metálicos, taburetes y crear
juguetes que llamaran la atención de los niños y excitaran su imaginación para la propia creación. Esos
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juguetes de madera, como los yo-yo, elefantes y patos
sobre ruedas, coches y otros muchos, fueron un
auténtico éxito, lo que le indujo a crear su propio
taller en el que empleó varios artesanos carpinteros.
Tres generaciones de bloques LEGO (Wikipedia)
El pato de madera de LEGO.
Uno de los primeros modelos
¿Cuál podría ser el mejor nombre para los juguetes manufacturados? Christiansen tuvo la idea en
1934 de juntar adecuadamente las palabras danesas
leg godt, “juega bien”, dando lugar a la palabra única
lego, palabra con la que a partir de ese momento se
conocen todos los juguetes de su producción. Resulta
curioso que la palabra lego signifique en latín “yo leo”
o también “yo lo reúno todo”. Pero ciertamente Ole
Kirk no sabía nada sobre eso.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial tenía
empleadas cincuenta personas en LEGO y su empresa se convirtió en la mayor de la zona. Su hijo Gotfred,
que había trabajado con su padre desde los catorce
años y había crecido aprendiendo el negocio desde
sus fundamentos, viajó a Inglaterra finalizada la contienda mundial. Allí discutió nuevas ideas sobre juguetes con un distribuidor que buscaba nuevos productos
para ese mercado. El objetivo era construir algo que
constituyera un auténtico sistema con continuidad. El
resultado fue la producción de pequeños ladrillos o
bloques que pudieran ensamblarse y que de nuevo
pudieran separarse después. Posteriormente el sistema
fue relanzado constituyendo un auténtico sistema de
juego para todos los chicos y chicas de cualquier edad,
por su simplicidad, creatividad y estética.
En 1949, debido a la aparición del plástico, los
bloques de ensamblaje se construyeron con acetato
de celulosa, con lo cual el perfil del juguete se había
convertido en revolucionario al adquirir la capacidad
de conectarse y desconectarse unos bloques con otros
con suma facilidad para construir así casas, torres,
castillos, vagones, etc. Para ello, el mismo Christiansen compró una máquina de inyección de plástico
para producir los bloques para sus juguetes. De esa
manera, y aunque los bloques no son todavía los que
conocemos hoy día, consiguió un tipo de fabricación
que sólo existía en ese momento en Dinamarca y que
mejorando la calidad ha llegado a nuestros días y es
conocido como LEGO Mursten o Bloques LEGO.
Con ello se ponía fin, en 1951, a la fabricación de los
juguetes de madera.
Poco después el juguete Lego es patentado, lo que
supuso un gran avance y estabilidad de los modelos,
que resultaban ser más variados permitiendo a los
jóvenes llevar a cabo interpretaciones cada vez más
creativas.
Ole Kirk Christiansen fallece en 1958, haciéndose
cargo de la empresa su hijo Gotfred. Para aquel
entonces los beneficios del negocio excedían del
millón de libras y al año siguiente el 90% de la producción se dedicaba a la exportación.
En 1968, cinco hectáreas de terreno cercanas a la
fábrica fueron convertidas en un auténtico paraíso
para los niños conocido con el nombre de Legoland.
Se han establecido allí restaurantes, museos de
muñecas y otras atracciones. Pero sobre todo destacan las reproducciones de ciudades, monumentos
históricos, aeropuertos, etc., que llenan los espacios
artificiales y hacen las delicias de pequeños y mayores. Y no sólo en Dinamarca; existen espacios como
este en Legoland en La Haya, en Alemania y en otros
países y continentes.
En 1962 este juguete se hace aún más versátil
cuando Lego tuvo la idea de introducir la rueda en
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Hoy día, los modelos Lego se exportan a más de
cien países, exportaciones que suponen más del 97%
de la producción; sus catálogos están impresos en
más de veinticinco idiomas.
Reproducción de los Canales de Amsterdam, Legoland, Dinamarca
sus modelos. Era entonces posible la construcción de
coches, trenes y otros vehículos. Después aparecieron
las figuras con las que adornar las maquetas dinámicas y en 1977 irrumpieron en el mercado las cajas
tipo Technical, con las que se podían construir modelos con movimiento.
Excavadora de la nueva serie Technic de Lego
Juguete de la serie Lego Technic (Wikipedia)
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Promoción de los actuales modelos de LEGO®
La Casera es una marca tradicional que fabrica
bebidas refrescantes y suaves, como gaseosa, limón,
naranja, etc., y que vende de forma masiva en España exportando también a otros países. En un dossier
de prensa actual dado por La Casera pueden leerse
frases como las que siguen. […] La casera es una
gaseosa nueva, transparente, sin azúcar y fácil de
combinar. […] Su botella de cristal se convirtió en un
referente y su tapón de cabeza de porcelana fue toda
una innovación, ya que permitía que pudiera ser
abierta y cerrada cuantas veces se quisiera. […] La
Casera es un refresco popularísimo conocido por el
100% de los hogares españoles.
La Casera, desde su primer momento en el mercado, fue pionera en lanzar campañas publicitarias en
España, tanto en radio como en cine y, más tarde, en
televisión. Muchas de esas campañas han sido premiadas en España y en el extranjero. Son célebres las
frases populares que todos hemos podido escuchar,
como, “si no hay casera, nos vamos” o más recientemente, “si no hay tinto de verano la casera, no hay
verano”.
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(parte I)
En 1914, como consecuencia de la Primera Guerra
Mundial, el Sr. Duffo regresa a España desde París y en
concreto a San Sebastián, trasladándose más tarde a
Barcelona. Allí se dedica a fabricar sus propios sifones,
que vende bajo la marca El Rayo. Seis años más tarde,
firma en París un acuerdo con Coca-Cola por el que
obtiene la primera concesión para España para embotellar y comercializar la marca americana. Esa concesión durará hasta el comienzo de la Guerra Civil.
Cartel promocional de los años 50 (Wikipedia)
La Casera comenzó su andadura allá por 1949.
Veamos cómo fueron sus principios. Don Francisco
Duffo Foix, nacido en 1873 en Saint Laurent de Nest,
Francia, fue el promotor de la marca y sus productos.
Emigró joven a Argentina, donde comenzó a trabajar
como representante de productos internacionales. De
paso por San Sebastián conoce a su esposa, doña
Victoria González, con la que tendrá cinco hijos. Toda
la familia se traslada a París, y allí el Sr. Duffo compra
la representación de la empresa British Siphon, con
ventas en el mundo entero. El sifón era un recipiente
de cristal que se había convertido en el producto
estrella para envasar bebidas gaseosas.
Finalizada la contienda aparecieron diversas marcas de sifón y gaseosas en toda España. No obstante,
el liderazgo de estas últimas volvió a ser de la marca
La Casera y ello bajo la tutela de Félix Duffo, uno de
los hijos de don Francisco, quien lanzó al mercado una
gaseosa ligera y de alta calidad. No obstante serán tres
hijos los dedicados a encumbrar esta gaseosa: el aludido Félix, encargado de la coordinación y gestión; su
hermano Víctor, especialista y fabricante de jarabes;
Francisco, el responsable de la distribución.
La familia Duffo ideó una estrategia de marketing
que dio muy buenos resultados. Para que el cliente
conociera el refresco, un vendedor ambulante en triciclo se encargaba de regalar por las calles una botella de gaseosa La Casera. De ese modo, el cliente se
quedaba ya con un envase con el que más tarde
podría adquirir otra, por la cantidad de 1,20 pesetas,
es decir, un céntimo de euro, cuando devolviera el
casco vacío.
Envase actual de plástico La Casera
El sifón clásico de antaño
La sociedad La Casera S.L. se constituye en mayo
del año 1949, obteniendo en el mismo año la licencia
de apertura para disponer de un local en la calle Cactus de Madrid.
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La Casera se convirtió en los años setenta en un
líder del mercado. En la siguiente década lanzó La
Casera Cola sin cafeína y también aparecieron las
latas y las botellas de plástico. Con todo ello, resultaba cómodo beber la gaseosa fuera de casa. En los
años noventa, celebró su 50 aniversario y para este
acontecimiento hizo una reedición de la clásica botella de cristal con tapón de porcelana.
publicitaria que llegaba a una calle concreta. Allí se sorteaba un número de la calle y un determinado piso.
La señora de la casa debía presentar una botella de
La Casera, empezada pero no terminada, para hacerse acreedora al premio de 1.000 pesetas, unos 6 euros.
King Camp Gillette nació en 1855 en Fond du
Lac, Wisconsin, pero muy pronto, en 1859, la familia
se fue a vivir a Chicago, Illinois. En 1871, debido al
fuego devastador que aconteció en esa ciudad, se
trasladaron a la ciudad de Nueva York. Perteneció a
una familia de inventores y tanto su padre, que poseía una ferretería en Chicago, como tres de sus hermanos, obtuvieron un gran número de patentes en la
Oficina de Estados Unidos. El propio padre se convertiría con el tiempo en un agente de patentes.
Botella clásica de La Casera, 1950, que aún se vende
en la actualidad
Otro producto lanzado al mercado por la marca ha
sido el Tinto de verano La Casera, con dos sabores, el
clásico y el sabor a limón. Surge como respuesta a la
necesidad de los consumidores de ahorrar tiempo en
su preparación sin perder calidad a la hora de disponer de un producto auténtico para su consumo.
La Casera se unió al grupo Schweppes S.A. en el
año 2001.
King Camp Gillette (Cortesía Gillette)
Cuando aún era un jovencito, King hizo algunas
invenciones pero con muy poco éxito. En 1895,
cuando ya tenía 40 años, comenzó su auténtica carrera laboral trabajando como vendedor ambulante para
la firma Crown Cork and Seal Co., en la que conoció
a su propietario, William Painter, inventor del crown
cork (tapón que hoy conocemos como chapa), patente correspondiente a un cierre metálico y hermético
para botellas. Éste animó a Gillette a que concentrara su inventiva en un producto tal que pudiera comprarse una y otra vez, de forma continuada.
Versión moderna del logo de La Casera
Hemos hablado de campañas. Fue célebre en
Madrid el concurso organizado por la marca denominado El auto de la fortuna. Consistía en una caravana
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El “tapón corona”, nuestra chapa para
el cierre de botellas
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(parte I)
La idea comenzó a interesar a Gillette. Repasó el
alfabeto examinando una por una las cosas que la
gente empleaba más frecuentemente, esperando así
encontrar algo que pudiera inspirarle. Una mañana
de 1895, cuando se estaba afeitando en su casa de
Brookline, Massachusetts, notó que la hoja de su
navaja estaba tan embotada que no le era posible
continuar con su afeitado. Era necesario, por tanto,
llevarla al vaciador. De repente le sobrevino la idea de
una nueva afeitadora. Rápidamente fue capaz de ver
la secuencia de las partes que formarían la nueva
máquina de afeitar: una hoja fina de acero, con filo
cortante en ambos lados, un mango y una junta para
centrar la hoja a la empuñadura.
la a efecto serían necesarios unos 5.000 dólares,
incluyendo la fabricación a gran escala y su comercialización. El problema estuvo en construir una maquinaria apropiada para fabricar cuchillas de doble filo lo
suficientemente delgadas y cortantes. Ambos se
pusieron manos a la obra: mientras Gillette, que tenía
45 años, vendía el stock en American Safety Razor, la
nueva compañía establecida por ambos socios, Nickerson creó la maquinaria necesaria en el almacén
que tenía un amigo en Boston, en la calle Atlantic
Avenue.
Publicidad de regalo Gillette en la Navidad de 1920
Patente original de Gillette nº 775.134, de fecha 15 de
noviembre, 1904
Gillette estaba convencido de que tal producto,
que satisfacía la idea de compra una y otra vez en
cuanto la hoja se embotara, sería el gran invento de
una hoja desechable que andaba buscando. La fe
que Gillette tenía en su idea la contrastaría en los
meses e incluso en los años siguientes. Efectivamente, fue todo un éxito. Trabajó duro y sin descanso
para perfeccionar su maquinilla, aunque en los primeros momentos sus amigos bromearan a cuenta del
invento. Incluso otros llegaron a decirle que el invento era impracticable.
En 1901, un amigo de Gillette describió las partes
que componían el invento a William Emery Nickerson, que se había formado como mecánico en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, y quien estuvo
de acuerdo en estudiar la idea detenidamente. Al
final, y después de cinco años, estimó que para llevar-
El producto fue patentado en 1904 y tenía el diseño mostrado en la ilustración. La compañía se denominó Gillette Safety Razor Co. En un principio, los
costes de producción superaron con creces los beneficios primeros, por lo que estaban obligados a vender por debajo de su precio real grandes cantidades
de afeitadoras. Idearon una campaña de marketing
en la que regalaban la afeitadora y el usuario únicamente debía adquirir las hojas.
A finales de 1905 la producción creció hasta venderse 250.000 afeitadoras y cerca de 100.000 paquetes de hojas. En 1906, la sociedad pagó los primeros
dividendos.
Como suele ocurrir, Gillette también tuvo imitadores que no tenían en cuenta que el producto
había sido patentado. Entró en muchos litigios o
simplemente compraba las pequeñas compañías
imitadoras.
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los origenes.qxp
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ACTA
Cuáles fueron los orígenes (parte I)
Factoría de Gillette en South Boston, 1930
Algunas fotografías con detalles de las oficinas de Gillette en 1920
En 1910, cuando Gillette tenía ya 50 años, la
compañía era el líder de las afeitadoras y éste se convirtió en millonario. Vendía hasta 7.000.000 de hojas
y más de 400.000 afeitadoras por año.
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Como consecuencia de la depresión del año
1929, Gillette perdió toda su fortuna y también el
control de su compañía debido a diversas maquinaciones de sus compañeros de consejo. Empleó el
resto de su vida, entre los 74 y 77 años de edad, en
un ruinoso negocio para la extracción de petróleo a
partir de la pizarra.
Moderno logo de la compañía Gillette