Piieza del d Mees en el Museo o de laa Alhaambraa- 20110 ABR RIL LA A ACEQU UIA REAL R L DE LA A ALHA AMBR RA Joosé D.. Lenttisco Navar N rro Ed: Purificación Marinetto Sáánchez ISSN: 21744-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 1 LA ACEQUIA REAL DE LA ALHAMBRA AL-SĀQILLA AL-SULTĀN, UN FRAGMENTO DEL ABASTECIMIENTO HIDRÁULICO DE LA ALHAMBRA José D. Lentisco Navarro Arqueólogo e Historiador del Arte El acondicionamiento del Palacio de Carlos V en los años 90, principalmente para la puesta en valor y musealización de sus estancias, nos permitió dar a conocer al visitante un fragmento de historia hidráulica de la ciudad palatina de la Alhambra. El resultado se traduce en la abertura vallada en la sala II del Museo de la Alhambra como ventana arqueológica. Básicamente lo que hoy podemos apreciar son los restos de la Acequia Real o Acequia del Sultán (al-sāqilla al-sultān) que posibilitó el poblamiento abasteciendo de agua a la Alhambra. 1. INTRODUCCIÓN Para poder apreciar el valor de este fragmento de acequia es necesario conocer la importancia y los usos que tiene el agua para el ser humano en general y el musulmán en particular. El agua es la fuente de la vida, necesaria para la hidratación, base alimenticia y presente en la higiene personal, de enseres y de espacios públicos y privados (recordemos el conocido hamman o baño). Si paseamos por la sala II del Museo de la Alhambra, dónde se ubica la acequia, observaremos cómo la mayor parte de las piezas expuestas están en relación con el agua: cazuelas, marmitas, jarros, pilas, etc. En la Península Ibérica, dominada por los cultivos de secano y la ganadería heredados del mundo romano, la irrupción de la cultura islámica consigo una renovación de los cultivos. Los musulmanes que habitan estas tierras traen los denominados cultivos de regadío, con una más que evidente exigencia de agua. No es de extrañar, por tanto, que el uso agrícola sea uno de los principales motivos del abastecimiento de agua, reflejado en este caso en las diferentes huertas del Generalife, sustento alimenticio de los habitantes alhambreños. Pero también está presente en casi todas las actividades industriales también representadas en la Alhambra, tenerías, alfares, posiblemente herrerías; además de lo imprescindible que se hace este bien líquido para la construcción, pensemos cómo construir un tapial sin una importante dosis de agua. ISSN: 2174-9884 2 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 Finalmente, para el musulmán, al igual que ocurre con infinidad de culturas, aunque de distinta manera, el agua tiene un valor simbólico. Brevemente diremos que el agua tiene un carácter purificador, exigida antes de las oraciones, cargándose de simbología en patios y jardines donde la observaremos en movimiento, manando de surtidores o estática en albercas haciendo las veces de espejo. 2. INFRAESTRUCTURAS NECESARIAS La ciudad palatina de la Alhambra se emplaza en lo alto de una colina, el de la Sabika, y, por tanto es necesario desarrollar una serie de ingenios capaces de suministrar agua a toda ella. Muchas de estas construcciones son reconocibles técnicamente por el empleo del denominado tapial hidráulico: un mortero muy rico en cal que permite la impermeabilización de depósitos y canales. El proceso del consumo de agua se podría resumir en tres fases fundamentales a las que se asocian una serie de infraestructuras. Lo primero sería obtener el agua. Para ello existen pozos activados por norias de diferente tipo y qannat 1 o galerías subterráneas que permiten sacar el agua a la superficie. En la Alhambra se usa otro sistema también habitual al-Andalus2, la ubicación de una presa o azud3 que desvía el agua del curso del río Darro, como veremos en el siguiente apartado. Obtenida el agua, será necesario almacenarla para poder hacer uso de ella en el momento preciso. Para esto se usan los aljibes y las albercas, grandes depósitos cubiertos y al aire libre respectivamente, y con una importante representación en el conjunto palatino. Con el suministro entran en juego las acequias, ligadas a todo un conjunto de elementos asociados, como pueden ser los sifones, galerías, acueductos, partidores y cauchiles (pequeñas acequias que se encargan del reparto de aguas a menor escala). Mediante estos elementos se conduce agua a pilares, fuentes y pequeños aljibes dónde es recogida por el usuario final. Las diferentes acequias Los diversos usos acontecidos en el Cerro del Sol, la colina de la Sabika, así como en la zona del palacio de los Alixares (dónde se localiza actualmente el Cementerio de Granada) hacen necesaria la presencia del agua desde época romana hasta nuestros 1 BARCELÓ, M. y CARBONERO, M. A. (1986): "Topografía i tipología dels qanat(s) de l'illa de Mallorca". I Congreso de Arqueología Medieval Española, t. III. Huesca. Pp. 599-615. 2 MANZANO MORENO, E. “El regadío en Al-Andalus: problemas en torno a su estudio”. En la España medieval, Nº 8, pp. 617-632. Madrid. 1986. 3 No especificamos si se trata de una presa o un azud ya que, de acuerdo con las definiciones de Rafael Cortes Gimeno, no conocemos el uso específico que tuvo la estructura de contención hidráulica. La presa persigue la acumulación y almacenaje de aguas, mientras que el azud, aunque puede contener agua, es empleado para elevar el nivel del liquido y reconducirlo, bien o provocar un salto de agua que aumente la fuerza al ser reconducido por la acequia. CORTES GIMENO, R. “Las obras hidráulicas medievales. Algunos aspectos técnicos”. Paisajes naturales y paisajes urbanos: Métodos de análisis en la Edad Media. Zaragoza. 1994. Pp. 90 y 91. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 3 días, desarrollándose una interesante red de acequias y sistemas de embalse, almacenaje y distribución de aguas4. Antes del sultanato nazarí (s. XIII-XV), momento de mayor auge constructivo en las inmediaciones del lugar, tenemos constancia, entre otras actividades, de una labor minera en época romana5 en la ladera sur del cerro del Sol (estamos hablando de los desmontes que se observan sobre Cenes de la Vega que se corresponden con la técnica de la Ruina Montium). Cabe la posibilidad de que las estructuras hidráulicas que se desarrollaron en el periodo romano fueran en parte reutilizadas, modificas y ampliadas con los sucesivos pobladores de este entorno. Obviando las canalizaciones de época romana que no son el objeto de este artículo, podemos advertir la presencia de cuatro acequias principales que exponemos de manera transitoria por orden cronológico. Pueden verse ilustradas en la lámina 1 que acompaña al texto, tomada desde la Abadía del Sacromonte y siguiendo un modelo expuesto por Luis García Pulido6. En primer lugar, la Acequia Real, también llamada de los Dos Tercios, comienza en el cortijo de Jesús del Valle y queda divida en dos ramales a 3 km. de su inicio mediante un partidor. De aquí nace la Acequia del Tercio, que circulaba a mayor altura, lo que permite irrigar tierras situadas a mayor cota. Cerca del Generalife los sobrantes de la del Tercio se conducen a la de los Dos Tercios. Sería conveniente destacar que los nombres de ambas conducciones se relacionaban con la proporción de agua que conducía cada una. Algunos autores señalan que esta ampliación del sistema hidráulico podría estar relacionada con una respuesta a las necesidades impulsadas por un incremento poblacional en la Alhambra7. Aunque seguramente, no solo se trate de un crecimiento poblacional en la colina de la Alhambra, sino en también en los aledaños barrios del Mauror y la Antequeruela entre otros. Otra acequia medieval es la denominada de los Arquillos, con sus dos derivaciones: la del Darro y la del Genil. Se trata de una conducción hidráulica que, aunque fechada en época romana8, la derivación del Darro estuvo en uso durante el periodo nazarí9 en torno a mediados del s. XV. A día de hoy la podemos poner en relación con el yacimiento arqueológico de la Alberca Rota10, en un promontorio al noroeste del Cerro del Sol. En último lugar la acequia Moderna del s. XVI es la que finalmente aún se mantiene en uso. Ésta ultima, a diferencia de las anteriores, discurre construida en galería. 4 GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico de la Almunia de los Alijares: estado de la cuestión”. En la España medieval, Nº 30. Madrid. 2007. 5 GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico…”, p. 254. 6 GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico…”, p. 269. 7 MALPICA CUELLO, A. “Un sistema hidráulico de época hispanomusulmana: la Alhambra”, El agua. Mitos, ritos y realidades. Coloquio internacional, pp. 215-239. Granada. 1992. Pp. 228, 235 y 236. 8 GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico de la Almunia de los Alijares…”, p. 260. 9 GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico…”, pp. 265 y 267. 10 GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico…”, p. 277. ISSN: 2174-9884 4 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 Lám. 1: Vista de la cara norte del Cerro del Sol, donde se puede ver el trazado de las cuatro acequias (Autor: José D. Lentisco) 3. LA ACEQUIA REAL Debió ser Muhammad I (Muhammad ibn Yusuf ben Nasr, más conocido por Alhamar), primer sultán nazarí y posiblemente el que comenzó a edificar la Alhambra en el siglo XIII, quien ordenó la construcción de esta acequia a fin de crear un sistema de suministro de agua permanente. Como señalamos anteriormente, hemos de entender que sin agua no es posible la vida en lo alto de la Sabika. Un par de datos históricos A fin de exponer el momento de su construcción sin entrar en un intenso debate histórico, expondremos algunos datos significativos. Previo al siglo XIII, antes del sultanado nazarí, sobre la colina roja sólo se emplazaba una un recinto fortificado en el actual lugar de la Alcazaba, de él se han conservado “The base of the present inner trapezoidal precinct,… the Zīrid entrance survive at the W end” 11 . Fernández Puertas se refiere a los dos grandes muros a norte y a sur y la entrada a la alcazaba en el lado Oeste. Se trataba de la Alcazaba Ziri del siglo s. XI12, que se abastecía de agua a través de la coracha que partía de la Bab al-Difa13 (o puerta de los Tableros, mal llamado hoy puente del Cadí). Aunque algunos autores mantienen la existencia de una posible conducción anterior a la 11 FERNANDEZ PUERTAS, A. The Alhambra. Saqui Books. Vol. 1. London. 1997. P.183 GARCÍA GÓMEZ, E. El siglo XI en 1ª persona. Las “Memorias” de ‘Abd Allāh, último rey Zīrí de Granada, destronado por los Almorávides (1090). Madrid, 2005. P. 154. 13 MALPICA CUELLO, A. “El agua y el poblamiento de la Alhambra de Granada”, El agua en la agricultura de Al-Andalus. Barcelona-Madrid. 1995. P. 120. 12 ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 5 fundación de la Alhambra 14 , podemos concluir que hasta ahora no existe testimonio arqueológico de otro tipo de edificaciones ni conducciones de agua anteriores que no fuesen la primitiva Alcazaba y la coracha asociada a ella15. A partir del s. XIII, y sin que aún podamos conocer a ciencia cierta cuál fue exactamente la primera construcción de la Alhambra, Fernández Puertas señala que los primeros palacios edificados fueron: de Muhammad I (1232-1273) el Palacio de los Banū Sarrāj o de los Abencerrajes y el primer Palacio del Partal Alto; de Muhammad II (1273-1302), sería el palacio ubicado en el espacio que actualmente ocupa el Convento de San Francisco (y del que se conserva un bahw), y también la Dār al-Mamlaka al-Saīda en el Generalife16. Muhammad I, que gobernaría entre 1232 y 1273, fue el mandatario que comenzó la construcción de la ciudad palatina de la Alhambra y, por tanto, de la Acequia Real, elemento indispensable para la emplazar allí arriba su palacio17. A partir de entonces debieron sucederse numerosas reformas en función a las circunstancias de cada momento, como las conocidas por las necesidades agrarias y urbanísticas en el área del Generalife18. Con la conquista castellana en los aledaños del siglo XVI tenemos con las Capitulaciones de Santa Fe, documento regulador de la vida de los mudéjares hasta el año 1502. Este manuscrito no varía en lo sustancial el funcionamiento de la Acequia Real, ya que establece guardar las ordenanzas de aguas existentes hasta el momento19. Años más tarde, en 1517, el conde de Tendilla (Capitán de Granada y Alcalde de la Alhambra), reglamentó todo el proceso de las aguas que concernían a Acequia Real, estableciendo derechos y obligaciones de mantenimiento. Esta ordenanza se mantendrá vigente con eventuales modificaciones hasta el s. XIX20. El recorrido Veamos detenidamente el trazado que recorría la Acequia Real desde su origen hasta esta esquina del Palacio de Carlos V. La captación de agua se origina varios kilómetros río Darro arriba, en un lugar cercano del cortijo de Jesús del Valle. Mediante una presilla se canaliza el agua hacia la margen izquierda del río y ladera norte del Cerro de Sol, a través de la cual se abre paso salvando barrancos y manteniendo cota hasta llegar a las inmediaciones del Generalife. Antes de entrar en la Alhambra la acequia regará el Generalife y sus huertas. Desde época medieval hasta la actualidad el Generalife, además de su ya conocida función como palacete estival de la corte nazarí, mantuvo un uso agrícola. De sus huertas se 14 BARGEBUHR, F. P. The Alhambra. A Cycle of Studies on the Eleventh Century in Moorish Spain. Berlín. 1968. P. 4 y 5. 15 PÉREZ ASENSION, M. “Intervención arqueológica en un tramo de la Acequia Real de la Alhambra”. Cuadernos de la Alhambra Nº 28. En presa. 16 FERNANDEZ PUERTAS, A. The Alhambra. Saqui Books. Vol. 1. London. 1997. P.234 17 ESPINAR MORENO, M. Vio la Alhambra, el Agua. Granada. 1991. P. 6. 18 PÉREZ ASENSION, M. “Intervención arqueológica en un tramo de la Acequia…” En prensa. 19 MORENO OLMEDO, M. A. “Documentos sobre la acequia real de la Alhambra (1508-1511)”. Cuadernos de la Alhambra. Nº 1. Granada. 1965. P. 41. 20 VIÑES MILLET, C. “Aspectos de la significación militar de la Alhambra en el siglo XIX. El informe de 1834”. Cuadernos de la Alhambra. Nº 19-20. Granada. 1983-1984. P. 184. ISSN: 2174-9884 6 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 alimentaron los habitantes de la Alhambra y sus variedades de especies hortofrutícolas requirieron una importante cantidad de agua. En la actualidad conocemos cuatro grandes huertas: Huerta Colorada, Huerta Grande, Fuente Peña y Mercería (Lám. 2). Las tres primeras fueron irrigadas directamente por la Acequia Real o de los Dos Tercios, mientras que la de Mercería, entrando en uso años más tarde, fue alimentada del agua de los Albercones, que a su vez fueron provistos mediante una noria de sangre hasta la llegada del la acequia del Tercio21. Además, no descartamos que parte del agua llegada a este punto fuese también reconducida a otros lugares. Una cédula de entre 1508 y 1511 nos confirma el abastecimiento que proporcionaba la Acequia Real al “monesterio de Santa Catalina de Sena y los vezinos del barrio de Antequeruela e otras personas particulares e hedifiçios públicos,…”22, además del barrio del Mauror, la cuesta de Gomerez, el Carmen de los Mártires (Ahabul). Lám. 2: Plano de la parte de riego del Generalife de 1922, donde se pueden distinguir las distintas acequias (Autor: Antonio Castillo. Original depositado en el Archivo de la Alhambra). En la entrada al recinto fortificado queremos poner de manifiesto algunos datos interesantes averiguados durante la rehabilitación del pavimento del Paseo de los Cipreses en 2008, donde se llevó a cabo un seguimiento arqueológico de las obras dirigido por el Manuel Pérez Asensio. En dicha actuación se descubrió un tramo de la Acequia Real acompañado de sucesivas reformas. Nos será relevante saber y conocer 21 MALPICA CUELLO, A. “Un sistema hidráulico de época hispanomusulmana: la Alhambra”, El agua. Mitos, ritos y realidades. Coloquio internacional, pp. 215-239. Granada, 1992. 22 MORENO OLMEDO, M. A. “Documentos sobre la acequia real de la Alhambra (1508-1511)”. Cuadernos de la Alhambra. Nº 1. Granada. 1965. P. 45. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 7 las diferentes intervenciones que acaecieron en este punto, dado que se podrían poner en relación con las presentes en la ventana arqueológica del Museo de la Alhambra. Dicho esto y fugazmente diremos que se pueden advertir tres fases bien distintas y diferenciadas23 (Lám. 3). Uno, la acequia original, en uso posiblemente entre los siglos XIII y XV, periodo nazarí, construida con fábrica de tapial hidráulico. Dos, una de época moderna vigente a partir del s. XVI en adelante, quizá hasta el XVIII, ligeramente más ancha y desplazada hacia el sur con hombrillos de mampuestos. Y tres una acequia contemporánea (la actual), funcionando desde el siglo XVIII hasta la actualidad; excavada en el la tierra aumentando su luz y su cota. Finalmente Torres Balbás en la década de los años 20, en su remodelación y construcción de carreteras que daban acceso a las Huertas del Generalife y la Silla del Moro, diseña la bóveda de cubrimiento de la acequia contemporánea24. Observamos en líneas generales un recrecimiento del nivel de acequia y un aumento de su anchura. Lámina 3: Acequia Real a su paso por el Paseo de los Cipreses, estado actual. La puesta en valor de la intervención permite ver el hombrillo de tapial de la acequia original, los mampuestos de la siguiente fase y el curso de agua contemporáneo. (Autor: José D. Lentisco) Tras pasar el aljibe (posible partidor que pudo desviar aguas a la Antequeruela y el Mauror) que precede al actual acueducto que salva el foso, nos situamos dentro del recinto amurallado. Por la Alhambra circula a través de la Calle Real, que se localiza en la loma de la colina, la cota máxima, para poder así verter agua a ambas laderas de la Sabika. Aunque se trata de la arteria principal que organiza, en parte, la distribución de los espacios en la Alhambra, es posible que en algún momento se bifurcase para crear otro gran ramal que circulase por la Calle Real Baja. De una manera o de otra, una vez dentro, se van sucediendo diferentes ramales o cauchiles que sirven agua a palacetes, viviendas, lugares de actividad artesanal y jardines. 23 24 PÉREZ ASENSION, M. “Intervención arqueológica en un tramo de la Acequia…” En prensa. PÉREZ ASENSION, M. “Intervención arqueológica en un tramo de la Acequia…” En prensa. ISSN: 2174-9884 8 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 Dejada atrás la Torre del Agua y un acueducto que no es medieval, pues corta algunas estructuras industriales más antiguas, la Acequia Real suministraría aguas al Secano y la antigua medina de la Alhambra, espacio pensado para cubrir cualquier necesidad de palacio. Sabemos que el trazado de antigua Calle Real siguió aproximadamente el que presenta actualmente, y que además la acequia circuló bajo ella, como queda demostrado visiblemente en la esquina suroeste del Palacio de Carlos V y como ponen de manifiesto las diferentes intervenciones llevadas cabo en diversos puntos de la Calle Real contemporánea en la década de los años 8025 (Lám.4). Sin embargo, se vio desdibujada por las construcciones del siglo XVI, el Palacio de Carlos V y el Convento de San Francisco, principalmente. Aun así, vemos cómo van quedando a un lado y a otro el Palacio de Abencerrajes, el solar de la Mezquita y su Baño (conservado y conocido como el Polinario) y las casas nazaríes frente a Carlos V (Lám. 5). Finalmente y desde el s. XIII, parece que la acequia continuó hasta la Alcazaba para llenar el aljibe situado al oeste de la barrio castrense y, este último a su vez, suministró agua al pozo en la esquina SE de la torre de la Vela26. Pese a la descripción del Padre Echevarria que alude a la existencia de una especie de sifón27, cómo cruzó originalmente la acequia el desnivel existente entre la madīna y la Alcazaba es aun hoy día una incógnita28. 25 BERMÚDEZ LÓPEZ, J. “Crónica arqueológica”. Cuadernos de la Alhambra. 1989. Pp 163 y 165. FERNÁNDEZ PUERTAS, A. “Alhambra: urbanismo del barrio castrense de la Alcazaba”. En: NAVARRO PALAZÓN, Julio (ed.). Casas y palacios de al-Andalus: siglos XII y XIII. Madrid, 1995, pp. 255 y 257. 26 27 28 VELÁZQUEZ DE ECHEVARRÍA, P. Paseos por Granada. Granada. 1764. Pp. 63-64. FERNÁNDEZ PUERTAS, A. “Alhambra: urbanismo del barrio castrense…”, pp. 260. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 9 Lám. 4: Grandes cantos de esquistos que marcan y cubren el trazado de la antigua Acequia Real, obsérvese la orientación desde la puerta del Hostal América hacia la fachada del Convento de San Francisco. (Autor: José D. Lentisco.) Lám. 5: Trazado de la Acequia Real desde una perspectiva aérea. La zona punteada marca la hipotética trayectoria de la misma. (Autor: José D. Lentisco. Fuente: Google Earth) ISSN: 2174-9884 10 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 4. LA VENTANA ARQUEOLÓGICA DEL MUSEO DE LA ALHAMBRA Antes de comenzar a ver los diferentes elementos que enmarca este espacio en la sala II del Museo de la Alhambra, debemos hacer referencias a que éste es el resultado de la excavación dirigida por el profesor Antonio Malpica y las arqueólogas Eva Moreno y Eva Martín como consecuencia de las obras de acondicionamiento del Palacio de Carlos V para espacio museográfico. Fue necesario plantear una serie de sondeos arqueológicos en una parte importante de la planta baja del palacio. Entre los hallazgos descubiertos figuran los restos de la Acequia Real que ocupa el objeto de este artículo. Esto no quiere decir que sea la única actuación acometida en el subsuelo del Palacio de Carlos V; es más, tenemos constancia (solamente a través de unos planos) de que Leopoldo Torres Balbás, en el año 1924, entonces ya descubrió la trayectoria y el empedrado de la Calle Real. Pero hubieron de existir otras intervenciones puntuales que veremos más adelante de las que solo ha quedado testimonio arqueológico. Descripción de los elementos Comenzaremos exponiendo los diferentes elementos que aquí se ubican desde lo más antiguo a lo más moderno, teniendo siempre como referente y apoyo el artículo derivado de la intervención arqueológica29. Lám. 6: Vista actual de la Acequia y Calle Real en la Sala II del Museo de la Alhambra. (Autor: José D. Lentisco.) 29 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V. Informe arqueológico”. El Palacio de Carlos V. Un siglo para la recuperación del monumento. Granada. 1995. Pp. 91-105. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 11 En primer lugar, bajo la acequia se localizan los sedimentos neógenos depositados en el Cuaternario y procedentes de la erosión del Complejo Nevado-Filábride. Todo el cerro de la Sabika, así como el Cerro del Sol y otros montes adyacentes, presentan la misma composición30. En arqueología este terreno es denominado roca madre, y en la colina de la Sabika recibe el nombre de conglomerado Alhambra. Se trata de una mezcla de arcillas de color muy rojizo y cantos de diferentes tamaños de esquistos. El siguiente elemento sería la Acequia, que está parcialmente excavada sobre el terreno anterior como se representa en el dibujo de la sección del sondeo II31 (Lám. 7). Sobre su posicionamiento diremos que, descendiendo ligeramente su cota, se orienta de este a oeste con una leve desviación hacia el norte; justo tras atravesar este testigo musealizado, la conducción hace un giro hacia el suroeste en el que parece, por los dibujos de la excavación, que podría desvincularse de la vía urbana. Hacia dónde se dirige es por ahora una incógnita a resolver. Desconocemos por completo si llegó a salvar el desnivel que se situaba entre la actual zona del palacio de Carlos V y la Alcazaba. Desgraciadamente las intervenciones arqueológicas de urgencia están siempre muy limitadas de tiempo y presupuesto, pues en este lugar hubiese sido interesante realizar un sondeo en el exterior del Palacio para constatar su destino. Lám 7: Sección parcial de la excavación del año ´94, sondeo II. Se aprecia el terreno natural en el que se excava la acequia, así como su posición respecto al vano que da acceso a la Sala III del Museo de la Alhambra. (Autor: MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E) 30 MARTÍN MARTÍN, J. M., BRAGA ALARCÓN, J. C. Y GÓMEZ PUGNAIRE, M. T., Itinerarios geológicos por Sierra Nevada. Guía de campo por el Parque Nacional y Parque Natural de Sierra Nevada. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Madrid. 2008. P. 21. 31 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 101. Sin embargo hemos de señalar que dicha información parece contradecirse con el texto de la página anterior, en el que se dice “Desgraciadamente el cemento de la Acequia no nos permitió conocer si estaba excavada sencillamente en la roca o, como parece más lógico, recubierta por ladrillos u otros materiales,…”. ISSN: 2174-9884 12 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 Las paredes de la acequia, al contrario que ocurría en el fragmento hallado en el paseo de los Cipreses que era de tapial hidráulico, son de hiladas de ladrillo unidas por mortero de cal que, en su cara interna, están revestidas con un paramento. Suponemos que el hecho de tener que circular cubierta u otras necesidades derivadas de la estructura urbana del entorno podría justificar el empleo del ladrillo. Respecto a la cubierta de este canal de agua parece ser que estuvo tapada por lajas de piedra (esquistos, propio del esta zona) en época medieval. En uno de los puntos de este mismo fragmento de acequia vemos emerger bajo el empedrado una de las mencionadas lajas. Desde luego, por motivos prácticos debió estar cubierta, ya que sobre ella se desarrolló el nivel de la calle. Además, a juzgar por las intervenciones realizas en el año 1988 en la Calle Real32 y supervisadas por Jesús Bermúdez López, en concreto en las cercanías de la iglesia de Santa María de la Alhambra y del Hostal América, la acequia aparecía siempre cubierta con este tipo de piedras. Los bordillos funerarios que ahora se pueden ver como cobertura son el fruto de una reparación del cauce que veremos más adelante. Veamos a continuación el nivel de la calle bajo el que circulaba la acequia que, aun con convincentes indicios de rehacerse al menos parcialmente en época Moderna (entre la conquista del Reino de Granada y el inicio de las obras del Palacio de Carlos V), se corresponde con la vía original medieval. El elemento principal que confirma este dato lo encontramos en el acceso de una posible vivienda33 asociada con el lateral de la calle (sobre la vivienda hablaremos en el siguiente punto). Se trata de una calle empedrada con cantos de tamaño medio (de entre 10 y 20 cm. aproximadamente), organizada en al menos dos lienzos paralelos longitudinalmente; estas bandas están enmarcadas por una hilera de cantos de mayor tamaño en los extremos y en el centro. En el interior de cada franja los cantos se disponen manualmente sin presentar hileras y perpendiculares a la orientación de la vía. No conocemos el desarrollo que tuvo el lienzo del extremo sur de la calle, pero que desarrolla la misma disposición que el mejor conservado. Las piedras están unidas por un mortero de tierra rojiza con algo de cal que, junto con su colocación en vertical, ejercen una fuerte resistencia al paso de personas, animales como caballos o burros y carros. Resulta curioso observar cómo algunas de estas piedras se encuentran desgastadas en su cara visible. 32 BERMÚDEZ LÓPEZ, J. “Crónica arqueológica”, pp. 163 y 165. MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 102. 33 ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 13 Lám. 8: Plano de 1924, hecho sobre el de Leopoldo Torres Balbás. Obsérvese cómo la calzada aparece prácticamente completa (Autor: Manuel López Reche. Original depositado en el Archivo de la Alhambra). Evidentemente no fueron los nazaríes los autores de la profanación y empleo de los bordillos funerarios que antes mencionábamos como cobertura de la acequia. Según el informe de la intervención arqueológica debemos concluir que la calzada fue rehecha por los cristianos en el s. XVI, ya que los bordillos funerarios aparecen bajo el empedrado34. Sin embargo, nos parece un tanto sospechoso el hecho de que dichos bordillos, a simple vista, aparezcan asociados a las lagunas de la calzada, como queda recogido también en la planimetría del sondeo II (Lám. 10). Algo queda claro, y es que para colocar los bordillos se levantó el empedrado, pues sí que podemos afirmar que el trazado de la acequia y la vía urbana son medievales. Tenemos un par de datos interesantes al respecto. Uno es aportado por el equipo arqueológico que llevó a cabo la intervención, que afirma haber localizado morteros de cemento justo sobre los bordillos funerarios35, lo que se puede relacionar bien con una obra contemporánea. Otro nos llega de la mano de un plano de Torres Balbás, quién dirigió una excavación arqueológica en el sector que nos ocupa. La documentación gráfica de la época nos presenta una calzada prácticamente completa (Lám. 8) que quizá reconstruyó hipotéticamente. 34 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 102. 35 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 99. ISSN: 2174-9884 14 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 Continuando con la descripción de los elementos podemos apreciar cómo a la misma cota de la calle, en el lado norte, aparece una hilera de ladrillos entre los que destacan un grupo colocados a sardinel (Lám. 9). Aunque la puesta en valor de los restos exhumados en la excavación de los años 90 no permitió más espacio para su exposición, bajo los pies del visitante y en la misma Sala II, se extienden los restos de una vivienda medieval con varias estancias diferenciadas36. Este tema lo trataremos en el siguiente apartado. Llegado este punto nos gustaría hacer una puntualización a cerca de los materiales empleados para la consecución de todas las estructuras que aquí se reúnen. Prácticamente todas las materias primas se pueden encontrar en el propio sustrato de esta misma colina. Los cantos de la calzada son de esquistos procedentes de Sierra Nevada, rodados durante kilómetros y sometidos a una fuerte erosión. Los ladrillos, aunque no conocemos su procedencia, podrían haberse fabricado con la propia arcilla de este terreno. La tierra usada para los morteros también es la propia del lugar, no existe necesidad de traerla desde fuera. El agua para las mezclas la aportaría la acequia. Finalmente, la cal es el único elemento que proviene de algo más lejos, seguramente de sierras calizas que forman el Complejo Alpujárride de origen oceánico 37 . La cal se produce en caleras, hornos en los que se quema roca caliza que da como resultado la cal usada para morteros, enlucidos y otras actividades constructivas. Lám. 9: Vista actual de los ladrillos colocados a sardinel que dan acceso a una vivienda desde la Calle Real. (Autor: José D. Lentisco) Bajo los pies del visitante Como comentamos, junto a la acequia y lindando con la calzada, se desarrolla una vivienda de época nazarí cuyo acceso queda marcado por varios ladrillos a colocados a 36 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 102. 37 MARTÍN MARTÍN, J. M., BRAGA ALARCÓN, J. C. Y GÓMEZ PUGNAIRE, M. T., Itinerarios geológicos por Sierra Nevada…, p. 21. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 15 sardinel (de canto, con la soga quedando vista) que marcan el quicio de la puerta. El edificio localizado a norte se interpretó como una vivienda debido a la identificación de una serie de espacios 38 : el acceso ya mencionado, una especie de zaguán, una estructura de ladrillo que se ha asociado a una escalera que diese paso a un siguiente piso y un espacio destinado al almacenaje donde se ubica el hueco para una gran tinaja. En los estratos más bajos y relacionados con la vivienda sólo aportaron material nazarí. Dos voluminosos muros de mampuestos con verdugadas de ladrillos, que además en su inicio están excavados en la roca, marcan, uno, el límite de la edificación con la calle y, otro, la separación entre el posible zaguán y otras estancias. Dos elementos nos llevan a suponer que sería una vivienda de algún adinerado o un edificio de cierta importancia: primero el considerable grosor de los muros y segundo la posibilidad de constar de varias plantas. Reformas tras la conquista y hasta hoy día Siguiendo la secuencia cronológica llegamos al momento en el que debió ser reparada la acequia. Se colocaron los bordillos funerarios y se rehizo el empedrado, o al menos eso se desprende del documento elaborado por el equipo arqueológico39. Tras este primer momento de reformas nos situaríamos a principios del siglo XVI (1527) con la construcción del Palacio de Carlos V. Respecto a esto hemos de decir que los muros de Palacio montan sobre la acequia, lo que nos indica que se mantuvo en uso tras la construcción de la gran mole palatina. Podemos pensar que la innovación sobre la acequia debió consistir en un fortalecimiento de la misma, ya que quedaría en parte bajo el Palacio. Además, se niveló el terreno con aportes de escombros abundantes en materiales constructivos y se preparó para recibir una solería. Sin más indicios sobre modificaciones nos vamos directamente al siglo XX, cuando se decide acondicionar el Palacio para uso turístico y cultural. Por lo tanto el tipo de intervenciones acometidas en los primeros compases de dicho siglo tendrán la intención de mejorar las infraestructuras de Palacio. Como ya sabemos, Leopoldo Torres Balbás es el gran interventor de la Alhambra y promotor de las obras del Palacio renacentista, no resultaría extraño que suya fuese la autoría de la canalización de agua (Lám. 10) que se localiza cercana al muro perimetral oeste del Palacio (posiblemente de las bajantes de agua del tejado), y el cemento que se extendió sobre el que se localizaba la solería que el palacio presentaba en 1994. Tras la actuación arqueológica de 1994 se pone en marcha la rehabilitación del edifico y el proyecto museográfico del Museo de la Alhambra de la mano de Juan Pablo Rodríguez Frade, que es la apariencia que el visitante puede contemplar en la actualidad. 38 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 102 y 103. 39 MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V…”, p. 100: …en época castellana, desde luego, con anterioridad a la propia construcción del Palacio, ya que sobre algunas de ellas descansa la zarpa del muro perimetral. P. 101: sobre las piedras dicen que Estaban unidas, cuando no con cemento, con un hormigón de abundante cal y color muy blanco .P. 102: La utilización de las piedras labradas para tapar el canal se explica por el hecho de que se alteraron las anteriores y hubo que reponerlas ya en época cristina. Como comentamos nos parece al menos significativo la aparición de las lajas sepulcrales asociadas a las lagunas del empedrado, el dibujo de Torres Balbás (Lám. 8) y el cemento que depositado sobre alguna de ellas. ISSN: 2174-9884 16 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 Lám. 10: Planimetría de la intervención arqueológica del año ´94. Planta del sondeo II. (Autor: MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E) Los bordillos funerarios El enterramiento de un musulmán lleva aparejado la señalización de la tumba mediante algún tipo de elemento. Durante el periodo nazarí proliferan en el Reino de Granada de manera considerable los bordillos de funerarios o de sepultura de los tipos que veremos a continuación. Partiendo de la premisa de que no todos los ciudadanos tienen un mismo nivel económico y social, sabemos que existieron diferentes tipos de enterramientos. Generalmente la ubicación de una lápida, estela o bordillo de manera más o menos simple viene siendo lo común. Recordemos además que el Islam conlleva una ausencia de la ostentosidad impropia de otras religiones. Sin embargo, con la llegada de los nazaríes al poder, podremos encontrar lápidas que eran acompañadas por macabrillas e incluso bordillos funerarios que enmarcaban el espacio donde yacía el cadáver. Evidentemente este tipo de enterramientos van aparejados a edificaciones funerarias reales, como el caso de la conocida Rauda en la Alhambra descubierta por Leopoldo Torres Balbás40 e intervenida en la década de los 9041. Pero volvamos al caso que nos ocupa, el de los enterramientos que acogían a la gente humilde, marcados austeramente casi siempre con bordillo a los pies o cabecera. Los bordillos nazaríes de Granada están esculpidos en calcarenitas y areniscas de las zonas colindantes a la capital. Se trata de una roca sedimentaria que encontramos en el Complejo Alpujarráide que separa la sierra de la vega de la ciudad, que con el tiempo y sometida a altos niveles de humedad se vuelve bastante deleznable. Es muy abundante y 40 TORRES BALBÁS, L. "Una necrópolis nazarí: la Rauda". Obra dispersa II. Archivo español de Arte y Arqueología. Madrid. 1981. Pp. 13-42. 41 ÁLVAREZ GARCÍA, J.J. “Intervención arqueológica de apoyo a la restauración y puesta en valor de la Rauda”. Cuadernos de la Alhambra, Nº 36. Granada. 2000. Pp. 111-154. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 17 fácil de extraer respecto a otros materiales, similar a la caliza, pero más blanda y practicable en su talla, lo que seguramente marcó una importante diferencia de precio con el mármol. Lám. 11: Bordillos epigráficos hallados como cubierta de la acequia. De arriba abajo con número de inventario del Museo de la Alhambra 10.244, 10.245 y 10.246. (Autor: José D. Lentisco) Consiste básicamente en una piedra de forma rectangular más o menos alargada y que, en ocasiones, desarrolla un par de salientes poligonales. Su decoración es sencilla, consistiendo en la talla de un bajo relieve que se puede extender por ambas caras, e incluso en ocasiones en la parte superior y laterales. Clavados en la tierra existieron miles de ellos en los diferentes cementerios que se ubicaban a extramuros. Son bien conocidos los situados en las cercanías de la puerta de Elvira o en el actual barranco del Abogado, auque existieron más. Así lo atestiguan los cientos de lajas reutilizadas en numerosísimas obras posteriores al sultanado nazarí en la Alhambra. Durante el transcurso de las excavaciones se contabilizaron hasta 43 piezas visibles, teniendo la posibilidad de que se hallen más bajo los cantos del empedrado. En cuanto a los motivos decorativos podemos hacer dos grandes grupos: los epigráficos y los anepigráficos. El primer conjunto contiene inscripciones como baraka (bendición) o al-afiya (la salud o la felicidad), breves frases o palabras a modo de prerrogativas a Allah (Lám. 11). Observemos que el tipo de letra usada es la epigrafía cúfica simple, austera y de líneas claras y resueltas, más acorde con la idea religiosa islámica. Eso no quiere decir que sea el único tipo de letra usada, ya que las lápidas reales que se conservan en ISSN: 2174-9884 18 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 este mismo museo emplean un tipo de letra cursiva más decorativa, el nasj o nasji, que además colmata casi todos los frisos alhambreños. Otro grupo estaría constituido por los anepigráficos, ampliamente estudiados por Carlos Vílchez Vílchez42. Lo común es que presenten decoraciones geométricas similares a las que podemos observar en las decoraciones del resto de objetos y edificios nazaríes, en ocasiones iniciados por los Almohades. Las tramas geométricas organizadas por estrellas son quizá el tema más recurrente (Lám. 12) y que ineludiblemente nos traen a la memoria los zócalos alicatados tan representados. Pero también existen otras formas geométricas muy comunes creadas a partir de arcos mixtilíneas cruzados, son los paños o galerías de sebka, que finalmente dan una apariencia de redes de rombos más o menos desdibujadas, éste es también el motivo más empleado en las albanegas la Casa Real Nazarí. Lám. 12: Bordillos anepigráficos con motivos geométricos hallados como cubierta de la acequia. Arriba, el número de inventario del Museo de la Alhambra 10.241, y abajo, 10.242. (Autor: José D. Lentisco) Dentro de este último grupo se incluyen los bordillos funerarios en los que se esculpen motivos vegetales y constructivos, ambos siempre muy simples, vegetales típicos de las composiciones nazaríes y galerías de arquillos de herradura. Señalamos una última aclaración relacionada con la tonalidad de las piedras que presentamos en las imágenes 11 y 12: las piezas con un color amarillento acababan de 42 VÍLCHEZ VÍLCHEZ, C. Las lápidas anepigráficas funerarias del Museo Nacional de Arte Hispanomusulmán. Memoria de Licenciatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. 1980. ISSN: 2174-9884 J D Lentisco - Acequia Real de la Alhambra 19 ser consolidadas por el Patronato de la Alhambra y el Generalife debido a su inminente exposición en una muestra denominada La Alhambra Crece”, las piedras con un color grisáceo llevan muchos años almacenadas en el Museo y no han sido sometidas a ningún proceso restaurador. El proceso de restauración, limpieza y consolidación, permite ver el color de origen de la piedra. Esta labor es de vital importancia en este tipo de piezas, pues la arenisca se degrada con una gran facilidad. CONCLUSIÓN Dejando muchos aspectos en el tintero, concluimos reiterando la importancia de comprender el uso que se hace del agua para averiguar nuevos aspectos de la organización urbanística de la ciudad palatina de la Alhambra. Además queda patente que hemos de entender la acequia en relación con una gran cantidad de elementos que se desarrollan a lo largo de muchos siglos, desde su inicio hasta nuestros días. Concluiremos brevemente exponiendo nuestros deseos de que en un futuro no muy lejano se puedan esclarecer determinados aspectos un tanto confusos y avanzar el conocimiento de los sistemas hidráulicos en la Alhambra. Esperamos que las sucesivas investigaciones, tanto a nivel documental como arqueológicas que se tienen prevista en el Patronato, sean fructíferas en el discernimiento de la distribución del agua suministrada por la Acequia Real. Proponemos a los visitantes más intrépidos ahondar en el conocimiento de la Acequia Real recorriendo el trayecto la conducción del siglo XVI, que hoy día mantiene el camino de servicio y ha quedado para el uso de senderista y ciclista de la comunidad granadina. BIBILIOGRAFÍA ÁLVAREZ GARCÍA, J.J. “Intervención arqueológica de apoyo a la restauración y puesta en valor de la Rauda”. Cuadernos de la Alhambra. Granada, 2000, Vol. 36, pp. 111-154. BARCELÓ, M. y CARBONERO, M. A. "Topografía i tipología dels qanat(s) de l'illa de Mallorca". I Congreso de Arqueología Medieval Española. Huesca, 1986, t. III, pp. 599615. BARGEBUHR, F. P. The Alhambra. A Cycle of Studies on the Eleventh Century in Moorish Spain. Berlín, 1968. BERMÚDEZ LÓPEZ, J. “Crónica arqueológica”. Cuadernos de la Alhambra. Granada, 1989, pp. 163 a 167. CABANELAS, D., FERNÁNDEZ-PUERTAS, A. “Inscripciones poéticas del Generalife”. Cuadernos de la Alhambra. Granada, 1978, Vol. 14, pp. 117-200. CORTES GIMENO, R. “Las obras hidráulicas medievales. Algunos aspectos técnicos”. En Paisajes naturales y paisajes urbanos: Métodos de análisis en la Edad Media. Zaragoza, 1994, pp. 89-102. FERNÁNDEZ PUERTAS, A. “Alhambra: urbanismo del barrio castrense de la Alcazaba”. En: NAVARRO PALAZÓN, Julio (ed.). Casas y palacios de al-Andalus: siglos XII y XIII. Lunwerg. D.L. Barcelona. Madrid, 1995, pp. 255-267. FERNÁNDEZ PUERTAS, A. The Alhambra. Saqi book Londres. Londres, 1997. ISSN: 2174-9884 20 Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra - 2010 GARCÍA GÓMEZ, E. El siglo XI en 1ª persona. Las “Memorias” de ‘Abd Allāh, último rey Zīrí de Granada, destronado por los Almorávides (1090). Madrid, 2005. GARCÍA PULIDO, L. J. “El sistema de abastecimiento hidráulico de la Almunia de los Alijares: estado de la cuestión”. En la España medieval, Nº 30, pp. 245-280. Madrid, 2007. ESPINAR MORENO, M. Vivo la Alhambra, el Agua. Granada, 1991. HENRÍQUEZ DE JORQUERA, F. Anales de Granada. Granada, 1987. MALPICA CUELLO, A. “Un sistema hidráulico de época hispanomusulmana: la Alhambra”, En El agua. Mitos, ritos y realidades. Coloquio internacional. Granada, 1992, pp. 215-239. MALPICA CUELLO, A. “El agua y el poblamiento de la Alhambra de Granada”, El agua en la agricultura de Al-Andalus. Barcelona-Madrid, 1995. MALPICA CUELLO, A. La Alhambra de Granada, un estudio arqueológico. Granada, 2002. MALPICA CUELLO, A., MORENO LEÓN, E. y MARTÍN LÓPEZ, E. “El subsuelo. Acerca de la implantación del Palacio de Carlos V. Informe arqueológico”. En El Palacio de Carlos V. Un siglo para la recuperación del monumento. Granada, 1995, pp. 91-105. MANZANO MORENO, E. “El regadío en Al-Andalus: problemas en torno a su estudio”. En la España medieval. Madrid, 1986, nº 8, pp. 617-632. MARTÍN MARTÍN, J. M., BRAGA ALARCÓN, J. C. Y GÓMEZ PUGNAIRE, M. T., Itinerarios geológicos por Sierra Nevada. Guía de campo por el Parque Nacional y Parque Natural de Sierra Nevada. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Madrid, 2008. MORENO OLMEDO, M. A. “Documentos sobre la acequia real de la Alhambra (15081511)”. Cuadernos de la Alhambra. Granada, 1965, Vol. 1, pp. 41 a 58. PÉREZ ASENSION, M. “Intervención arqueológica en un tramo de la Acequia Real de la Alhambra”. Cuadernos de la Alhambra, Granada, Vol. 28. En presa. TORRES BALBÁS, L. "Una necrópolis nazarí: la Rauda". Obra dispersa II. Archivo español de Arte y Arqueología. Madrid, 1981, pp. 13-42. TORRES BALBÁS, L. Las ciudades hispano-musulmanas. Instituto Hispano Árabe de Cultura. Madrid, 1985. VELÁZQUEZ DE ECHEVARRÍA, P. Paseos por Granada. Granada. 1764. VÍLCHEZ VÍLCHEZ, C. Cementerios hispanomusulmanes granadinos. Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada. Granada, 1986. VÍLCHEZ VÍLCHEZ, C. Las lápidas anepigráficas funerarias del Museo Nacional de Arte Hispanomusulmán. Memoria de Licenciatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. 1980. VIÑES MILLET, C. “La Acequia Real de la Alhambra: notas acerca de su distribución”. Cuadernos de La Alhambra, Vol. 18. Granada, 1982, pp. 184-206. VIÑES MILLET, C. “Aspectos de la significación militar de la Alhambra en el siglo XIX. El informe de 1834”. Cuadernos de la Alhambra, Vol. 19-20. Granada, 1983-1984, pp. 213232. ISSN: 2174-9884