Tesis - Dirección General de Servicios Telemáticos

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Universidad de Colima
POSGRADO INTERINSTITUCIONAL
EN CIENCIAS PECUARIAS
Efecto de la condición corporal al parto y sus cambios
en la lactancia sobre el comportamiento reproductivo
posparto de vacas cebú en la región oriente del estado
de Yucatán, México.
TESIS
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE:
MAESTRO EN CIENCIAS PECUARIAS
PRESENTA:
ROGER ALFREDO DELGADO R DE LEÓN
ASESORES:
DR. JOSÉ C. SEGURA CORREA
DR. CARLOS GALINA HIDALGO
PICP
COLIMA, COL. MEXICO. ABRIL DE 2000.
AGRADECIMIENTOS:
A la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma
de Yucatán, por esforzarse siempre en hacer para México mejores profesionistas y
ciudadanos.
A la Universidad de Colima, en especial al Posgrado Interinstitucional en
Ciencias Pecuarias, por haberme brindado todas las facilidades para retomar mis
estudios.
A la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de Colima y
en particular a su actual director Dr. Enrique Silva Peña, por las muestras de apoyo que
siempre me brindó.
Al Ph.D. Miguel Galina Hidalgo, por haber creído en mí y por los consejos que
me brindó.
Mi eterno agradecimiento, admiración y respeto al Ph.D. Carlos Galina Hidalgo,
un profesionista y científico incansable y ejemplar, quien ha contribuido con sus valiosos
consejos a mi formación profesional y humana, por su inagotable entusiasmo y eterna
paciencia.
Al Ph.D. José Candelario Segura Correa, por sus valiosos consejos, asesoría y
apoyo que me brindó durante la realización de mis estudios.
A todos mis compañeros de trabajo del departamento de Reproducción y
Mejoramiento Genético de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la
U.A.D.Y., por su apoyo.
A mi compañero de trabajo y gran amigo el M. en C. Juan Gabriel Magaña
Monforte, por su apoyo y sus invaluables aportaciones para la realización del presente
estudio.
A todas las personas que de alguna forma colaboraron en la presente
investigación.
DEDICATORIA:
A mi esposa Ana, por su eterno apoyo y muestras de aliento en los momentos de
cansancio, con alegría y amor.
Al producto de mi vida, mis queridos hijos, Roger Enmanuel, Roberto y Rebeca,
quienes con mi esposa, son el motivo de mi existencia.
A la memoria de mi padre, quien siempre está en mi corazón y pensamiento. Con
todo cariño, respeto y admiración dedico este trabajo a mi querida madre.
A mis hermanos, sobrinos y todos mis seres queridos, quienes conforman mi
familia y son parte de mi vida.
ÍNDICE GENERAL
I.- INTRODUCCIÓN--------------------------------------------------------------------------------
1
II.- REVISIÓN DE LITERATURA---------------------------------------------------------------- 4
II.1 Fisiología reproductiva de la vaca posparto-----------------------------------
4
II.1.1 Eventos endócrinos------------------------------------------------------------II.1.2 Desarrollo folicular y del cuerpo lúteo------------------------------------
4
6
II.2 Desempeño reproductivo del ganado de
Carne en los trópicos-------------------------------------------------------------------
8
II.3 Factores que afectan el desempeño
reproductivo del ganado en los trópicos----------------------------------------
11
II.3.1 Época de parto-------------------------------------------------------------------II.3.2 Paridad------------------------------------------------------------------------------II.3.3 Amamantamiento----------------------------------------------------------------II.3.4 Estado nutricional----------------------------------------------------------------
11
13
14
17
II.3.4.1 Evaluación del estado nutricional--------------------------------
19
III.- MATERIAL Y MÉTODOS--------------------------------------------------------------------
22
IV.- RESULTADOS---------------------------------------------------------------------------------
28
V.- DISCUSIÓN--------------------------------------------------------------------------------------
41
VI.- CONCLUSIONES------------------------------------------------------------------------------ 53
VII.- IMPLICACIONES E INVESTIGACIÓN FUTURA------------------------------------- 54
VIII.- BIBLIOGRAFÍA CITADA------------------------------------------------------------------
57
LISTA DE CUADROS
Página
Cuadro 1. Desempeño reproductivo posparto observado en vacas Cebú.------
28
Cuadro 2. Prevalencia del cuerpo lúteo funcional en vacas Cebú a los 120
días posparto determinado por las concentraciones de progesterona (P4) y el
número depalpaciones transrectales que resultaron en diagnósticos
verdaderos positivos, verdaderos negativos, falsos positivos y falsos
negativos.-----------------------------------------------------------------------------------------
29
Cuadro 3. Sensibilidad, especificidad, valor predictivo de la prueba positiva,
valor predictivo de la prueba negativa y eficiencia global del diagnóstico del
cuerpo lúteo por palpación transrectal comparado con la concentración de
progesterona en el suero, en vacas Cebú a los 120 días posparto.---------------
30
Cuadro 4. Frecuencias (% acumulado) de los diferentes grados de condición
corporal observados en el parto, a los 2 y 4 meses posparto en 488 vacas
Cebú.-----------------------------------------------------------------------------------------------
31
Cuadro 5. Medias y errores estándar de las calificaciones de la condición
corporal asignadas al parto y a los 2 y 4 meses posparto respecto a tres
épocas de parto en 488 vacas Cebú.------------------------------------------------------
32
Cuadro 6. Frecuencias (% acumuladas) de los diferentes grados de
condición corporal observados al parto (CCP), a los 2 (CC1) y a los 4 meses
(CC2) posparto con relación a las épocas de parto en 488 vacas Cebú.---------
33
Cuadro 7. Medias y errores estándar de las calificaciones de la condición
corporal asignadas al parto, a los 2 y 4 meses posparto, con relación al
número de parto, en vacas Cebú.-----------------------------------------------------------
34
Cuadro 8. Frecuencias (% acumulado) de los diferentes grados de condición
corporal observados al parto (CCP), a los 2 (CC1) meses posparto, con
relación al LISTA número de parto en 488 vacas DE Cebú.-------------------------
35
Cuadro 9. Razones de probabilidades ajustadas para las variables asociadas
a la ciclicidad a 120 días posparto en vacas Cebú.------------------------------------
39
Cuadro 10. Razones de probabilidades ajustadas para las variables a la
gestación a es de días posparto de vacas Cebú.---------------------------------------
40
LISTA DE FIGURAS
Páginas
Figura 1. Porcentaje es de vacas Cebú que conservaron, perdieron o ganaron <
2 o >2 grados de condición corporal entre el parto y los 60 y los 120 días
posparto.------------------------------------------------------------------------------------------------
36
ANEXOS
Anexo 1. Esquema para la evaluación visual de la condición corporal del ganado
bovino propuesto por Ayala et al. (1995).
Anexo 2. Ilustraciones representativas de los puntajes de condición corporal del
ganado, de acuerdo al sistema de evaluación visual propuesto por Ayala et al. (1995).
RESUMEN
Con el fin de investigar el efecto de algunos factores que afectan el desempeño
reproductivo de vacas cebú manejadas con empadre continuo en condiciones
tropicales, se efectuaron observaciones en un hato durante 2 años. Los diagnósticos de
ciclicidad y gestación se determinaron por concentraciones de progesterona y por
palpación a los 4 meses posparto. Las variables fueron la condición corporal (CC) al
parto a 60 y 120 días posparto y sus cambios, la época y el número de parto. Se utilizó
un modelo de regresión logística para estimar las razones de probabilidad (RP) para
ciclicidad y gestación. Todos los factores evaluados afectaron significativamente
(P<0.05) las RP. Las RP fueron mayores (>0.7) para las vacas que tuvieron >6 grados
de CC. Las vacas que mantuvieron o ganaron CC tuvieron RP más altas. Las que
parieron de octubre a enero tuvieron RP mayores comparadas con las que parieron en
las otras épocas (1.0 vs. 0.5 y 0.7 respectivamente), las RP de las primíparas fueron
menores que las de las multíparas (0.10 vs. >0.50). El 63% de las vacas (n=488) se
diagnosticaron vacías y más del 60% de ellas estaba en anestro verdadero, esta
condición afectó el desempeño reproductivo de las vacas evaluadas.
Palabras clave: Ganado cebú, desempeño reproductivo, condición corporal.
SUMMARY
In order to study some factors affecting the reproductive performance of zebu
cows managed under continuos mating in tropical conditions, a herd was monitored
during two years. Cyclicity and pregnancy diagnosis at 4 months postpartum were
established by progesterone and rectal paltation. The variables were body condition
score (BCS) at calving, at 60, at 120 days postcalving and their changes, season and
parity. Logistic regression was used to calculate odds ratio (OR). All factors had
significant effects (P <0.05) on the OR of cyclicity and pregnancy at 120 days
postpartum. For both traits, the highest OR (> 0.7) was for cows with at least > 6 grades
of BCS for either moment, also cows that either mantained or gained BCS had greater
OR. Cows calved between october and january also had higher OR than those calved in
the other seasons (1.0 vs. 0.5 y 0.7 respectively). Regarding to parity, first calvers were
the worst, and no differences were observed within multiparous cows (OR= 0.10 vs.
>0.50). Finally, 63% of the cows (n=488) were nonpregnant and more than 60% of them
were in true anoestrus, which was the main cause of the poor reproductive performance
of the zebu cows evaluated.
Keywords: Zebu cattle, reproductive performance, body condition.
I INTRODUCCIÓN
La ganadería bovina de carne constituye una de las principales actividades del
subsector pecuario de México, ya que contribuye de manera importante en la economía
nacional, en los últimos años ha conservado su nivel de participación en cerca del 30%
de lo que aporta el sector agropecuario al Producto Interno Bruto (FIRA, 1997). Por otra
parte, la carne de origen bovino representa el mayor porcentaje del total de la carne que
se produce en el país, cuya cifra es de 40% (SAGAR, 1998).
En las diferentes regiones del país, la explotación del ganado de carne se
desarrolla bajo diferentes contextos agroclimáticos y tecnológicos, los sistemas básicos
son el intensivo o engorda en corral y el extensivo o engorda en praderas y agostaderos
(SAGAR, 1998). Las regiones tropicales representan cerca del 25% de la extensión
territorial destinada a la ganadería y son de gran importancia porque su efectivo de
animales significa el 36% del inventario ganadero nacional y porque aportan el
porcentaje más alto de la carne que se produce en el país, cuyo monto es de 35%
(FIRA, 1997).
El ganado que predomina en las explotaciones del sistema vaca-cría de los
trópicos es el tipo Bos indicus, el que por ciertas características morfo-fisiológicas
propias, posee una rusticidad que le permite adaptarse a las condiciones adversas que
prevalecen en esos ambientes (Vaccaro, 1973). En más del 85% de esas explotaciones
se maneja el sistema de reproducción anual con el método de la monta libre (Ansell,
1989; Galina y Arthur, 1989b).
La productividad de las explotaciones ganaderas del sistema vaca-cría depende
en gran parte de la tasa de reproducción de los animales, puesto que ésta afecta el
porcentaje de becerros que se destetan anualmente. Por lo tanto, el logro y el
mantenimiento de niveles adecuados de reproducción en los hatos de cría, son
aspectos que requieren de atención constante.
La información publicada con respecto al comportamiento reproductivo del
ganado cebú en los trópicos revela que su nivel de fertilidad es bajo, lo cual se
manifiesta por madurez sexual tardía, edad al primer parto de más de 30 meses, tasa
1
de concepción por inseminación artificial de cerca de 30% y de no más de 50% por
monta natural, tasa de parición anual inferior al 50%, período de anestro posparto
mayor de 200 días, e intervalos entre partos de más de 500 días (Linares y Plasse,
1974; Galina y Arthur, 1989ab; Anta et al., 1989; Chenoweth, 1994).
Por lo tanto, la relativamente baja tasa de reproducción se reconoce como uno
de los principales problemas de la ganadería tropical. Este bajo nivel de
comportamiento reproductivo es el resultado de la acción directa o indirecta de varios
factores ambientales que afectan los sistemas fisiológicos del ganado, alterando sus
potenciales de crecimiento, de lactación y de reproducción. Entre los principales
factores
limitantes
destacan
los
altos
índices
de
temperatura-humedad,
la
estacionalidad de las lluvias que provoca gran variación en la cantidad y calidad de los
pastos, la mayor incidencia de parásitos, además de las prácticas inadecuadas que se
utilizan en el manejo de los hatos (McDowell, 1972; Williamson y Payne, 1980;
Entwistle, 1983).
La alimentación del ganado en los trópicos se basa fundamentalmente en el
consumo directo de distintas variedades de pastos en los potreros, la variación
estacional tanto en la cantidad como en la calidad del pasto disponible debido a las
fluctuaciones de la precipitación pluvial, afecta el consumo del forraje en las diferentes
épocas del año.
Cuando disminuye el consumo durante la sequía, las vacas sufren de
subnutrición, sobre todo aquellas que no pueden satisfacer sus requerimientos por
encontrarse en un estado fisiológico que demanda alta cantidad de nutrientes. La
variación estacional de la disponibilidad de los pastos provoca que los animales
manifiesten cambios cíclicos de peso vivo y por ende de condición corporal, lo cual
limita su potencial reproductivo. Esta situación puede presentarse sobre todo en las
épocas de sequía que es cuando las vacas no disponen de los insumos alimenticios
necesarios para reproducirse.
El conocimiento de las variaciones en el comportamiento reproductivo del
ganado, así como de los factores que lo afectan es muy importante para lograr una
mejor planeación y organización del manejo de los hatos que permita acercarse a los
2
objetivos que se persiguen en la reproducción, tomando en cuenta el uso más racional
de los recursos disponibles para la ganadería de carne en los trópicos. Los objetivos del
presente trabajo fueron los siguientes:
OBJETIVO PRINCIPAL. Evaluar el efecto de la condición corporal al parto, a los
2 y a los 4 meses después del parto, de los cambios de condición corporal durante los
120 días posparto, de la época de parto y de la paridad sobre el desempeño
reproductivo a los 4 meses posparto en vacas Bos indicus manejadas con el sistema de
empadre anual, en condiciones tropicales.
OBJETIVOS SECUNDARIOS. Estudiar los cambios de condición corporal
durante los 120 días posparto en relación con la época y el número de parto en vacas
Bos indicus.
Evaluar la eficiencia diagnóstica de la palpación transrectal para determinar la
actividad cíclica en vacas Bos indicus a los 4 meses posparto.
3
II REVISIÓN DE LITERATURA
II.1 FISIOLOGÍA REPRODUCTIVA DE LA VACA POSPARTO.
El período posparto es el tiempo que transcurre después del parto en el que se
expulsa la placenta, se inicia la lactancia, ocurre la involución uterina y se reanuda la
actividad cíclica ovárica (Shirar y Martinet, 1981). Es un periodo crítico para el logro de
una reproducción eficiente en la vaca, puesto que la fertilidad posparto solamente se
logra cuando se restablece íntegramente la estructura del tracto genital y la
funcionalidad del sistema neuroendócrino que regula la actividad sexual.
Malven (1984), señaló que la reactivación del funcionamiento ovárico posparto
en la vaca de carne manifestada por una ovulación, presentación previa de estro, y
formación de un cuerpo lúteo de vida media normal que pueda soportar la gestación;
implica la sucesión de una serie de eventos hormonales mediante las cuales la vaca
logra sucesivamente reponerse de las modificaciones endócrinas que ocurren durante
la
gestación,
recuperar
un
patrón
de
secreción
pulsátil
de
gonadotropinas
(principalmente de LH), completar el desarrollo y la maduración de un folículo
dominante y la formación un cuerpo lúteo y por último, presentar estro, ovular y
desarrollar una fase lútea de vida media normal.
II.1.1 EVENTOS ENDOCRINOS.
Lamming et al. (1981) al estudiar los mecanismos neuroendócrinos que regulan
la actividad reproductiva de la vaca en el período peripartal encontraron que durante la
última etapa de la gestación y en los primeros días después del parto, se bloquea el
ritmo natural de secreción del factor liberador de gonadotropinas (GnRH) debido a los
efectos que ocasionan las altas concentraciones de las hormonas sexuales
progesterona (P4) y estradiol (E2) que se producen al final de la preñez. Este ambiente
hormonal deprime en primera instancia los niveles plasmáticos de las gonadotropinas
4
foliculoestimulante (FSH) y luteinizante (LH), lo que en consecuencia afecta el
desarrollo folicular en los ovarios durante el período posparto temprano.
A pesar de que el contenido hipotalámico de GnRH es normal durante las
primeras dos semanas posparto, se ha observado que la glándula pituitaria es menos
sensible al estímulo de dicho factor para sintetizar y liberar más que nada LH que FSH,
puesto que su capacidad para producir esta última se recupera más pronto
(Schallenberger, 1985).
Las concentraciones de FSH permanecen bajas durante los primeros días
posparto, después de las primeras semanas tienden a elevarse, asociándose este
aumento con el reclutamiento de folículos y con la aparición de los primeros folículos
dominantes (FD) en los ovarios; en cambio, el establecimiento de un patrón de
secreción pulsátil de LH ocurre más tardíamente (Roche et al., 1992), por lo que se
considera a este acontecimiento el factor que marca el restablecimiento de la función
íntegra de la actividad ovárica posparto (Schams et al., 1978). Los eventos claves que
determinan la primera ovulación posparto son la presencia y exposición de un FD a una
secreción pulsátil frecuente de LH (Lamming et al., 1981; Roche et al., 1992).
Cuando la secreción de LH es de baja frecuencia, provoca que el folículo
produzca una escasa cantidad de andrógenos, en consecuencia no ocurre la elevación
pro-estral de los E2 y el FD en la etapa final de maduración sufre de atresia (Roche et
al., 1992). La ovulación de un FD solamente se produce cuando el intervalo entre los
pulsos de LH es de menos de una hora y cuando la concentración plasmática promedio
es de más de 1 ng/ml. Este estado endócrino estimula la producción máxima de E2,
activa la retroalimentación positiva estrogénica y permite el surgimiento tipo
preovulatorio de ambas gonadotropinas, pero sobre todo de la LH (Peters y Lamming,
1984; Roche et al., 1992).
Con respecto a los cambios endócrinos de las hormonas ováricas durante el
período peripartal, First (1979), observó una rápida disminución de la concentración
plasmática de progesterona a partir de las dos semanas que preceden al parto, cuyos
valores caen a los más bajos niveles en los dos últimos días. El cuerpo lúteo de la
preñez sufre regresión en el transcurso de los primeros cuatro días posparto y es
5
completamente afuncional en el día siete (Wagner y Hansel, 1969).
Después del parto, las concentraciones de progesterona se encuentran en
niveles basales o no detectables y permanecen así hasta que se inicia la producción de
la misma, ya sea por uno o varios folículos parcialmente luteinizados o por el cuerpo
lúteo que se forma después de la primera ovulación posparto (Corah et al., 1974;
Schams et al., 1978).
En varios estudios se ha observado que antes de que se restablezca la ciclicidad
normal después del parto, las vacas presentan elevaciones previas de progesterona en
el suero las cuales son de menor duración y de más baja concentración que las que se
producen en las fases lúteas subsecuentes (Manns et al., 1983; Lauderdale, 1986).
McMillan y Watson (1971), observaron que en las vacas que manifiestan estro en el
primer mes posparto, la frecuencia de presentación de las fases luteales atípicas de
corta duración es de cerca del 50%. En el estudio de Lamming et al. (1981) se encontró
que dichas fases lúteas cortas se presentan con mayor frecuencia en las vacas que
reinician más pronto su actividad ovárica posparto.
La Voie et al. (1981) y Wettemann (1980), encontraron que las concentraciones
de P4 se elevaron por encima de 1 ng/ml entre los 2 y 6 días que anteceden a la
manifestación del primer estro posparto y sugirieron que dicha elevación puede jugar un
papel importante tanto en los mecanismos que conducen al restablecimiento de la
actividad ovárica como en los que provocan la expresión conductual del primer estro
posparto.
II.1.2 DESARROLLO FOLICULAR Y DEL CUERPO LUTEO.
Se ha observado que en los primeros días posparto se detiene temporalmente el
crecimiento de folículos dominantes (FD) en los ovarios; evento que ocurre
normalmente en otros estados fisiológicos como el ciclo estral, antes de la pubertad o
durante la preñez temprana (Roche y Boland, 1991).
6
En cuanto al momento en el que se restablece el desarrollo folicular después del
parto, los resultados de varios autores coinciden en que tanto el reclutamiento de
folículos como la aparición del primer FD ocurre más temprano en el ganado lechero
especializado que en el ganado de carne. Asimismo, también se ha observado que el
porcentaje de ovulación de los primeros FD es más alto en las vacas lecheras (Savio et
al., 1990a; Roche y Boland, 1991; Roche et al., 1992).
Una investigación efectuada en vacas lecheras en la que se utilizó la
ultrasonografía arrojó un intervalo de 11.5 ± 8.9 días entre el parto y la aparición del
primer FD (Savio et al., 1990b).
A pesar de que el desarrollo folicular en el ganado de carne también puede
iniciarse en un tiempo relativamente corto después del parto, es común que este tipo de
ganado presente períodos de anestro posparto más largos que los del ganado lechero.
Así, Murphy et al. (1990) al estudiar la actividad ovárica después del parto por
observación ultrasonográfica en vacas de carne con cría al pié y que estaban en buena
condición corporal, encontraron que el primer FD se apreció a los 10.2 ± 2.2 días
posparto; sin embargo, sólo el 10% de ellos logró ovular.
El menor porcentaje de ovulación de los primeros FD que logran desarrollarse en
el posparto temprano en las vacas de carne, significa que una alta proporción de ellos
sufre de atresia. Por lo tanto, para que se presente la primera ovulación en este tipo de
ganado, deben presentarse nuevas ondas de desarrollo folicular (Roche et al., 1992).
En cuanto a la sincronía entre la presentación del estro conductual y la ovulación,
se ha observado que las primeras ovulaciones posparto no siempre son precedidas de
la manifestación de la conducta estral (Lamming et al., 1981). Este fenómeno
reproductivo se ha documentado con base en estudios realizados en ganado de leche
(Savio et al., 1990b y Short et al., 1990). Estos autores encontraron que la incidencia de
las ovulaciones que no son acompañadas del estro disminuye a medida que transcurre
el tiempo posparto; por lo tanto, dichos autores sugieren que este hecho puede
encontrarse con más frecuencia en el ganado lechero debido a que este tipo de vacas
tienen un período de ovulación posparto más corto con respecto al que se observa en
las de vacas de carne.
7
Con base en los perfiles endócrinos de las hormonas sexuales, King et al. (1976)
encontraron que sólo el 50% de un grupo de vacas lecheras que estuvieron bajo
observación continua presentó estro después de la primera ovulación posparto.
La falta de manifestación del estro en las primeras ovulaciones posparto se ha
atribuido a que no existe una previa sensibilización del hipotálamo por parte de la
progesterona ovárica para que pueda manifestarse la conducta estral, que es
estimulada por los estrógenos (Lamming et al., 1981).
Después de la primera ovulación posparto la mayoría de las veces se desarrolla
un cuerpo lúteo de menor tamaño y de menor vida media, el cual también secreta
menores cantidades de progesterona en comparación con las que se producen en las
fases lúteas de duración normal después de ovulaciones subsecuentes (Manns et al.,
1983; Savio et al., 1990a). Los cuerpos lúteos de corta duración dan lugar a intervalos
inter-estrales o inter-ovulatorios de 8 a 10 días (Schams et al., 1978; Manns et al., 1983;
Savio et al., 1990b) y son causa de infertilidad en las vacas, por la lisis prematura que
sufren, lo cual no permite el reconocimiento materno de la gestación.
En estudios efectuados tanto en vacas lecheras como de carne, se encontró que
antes de que se presenten los ciclos de duración normal, en cerca del 50% de los casos
se manifiestan incrementos de progesterona de corta duración (Corah et al., 1974;
Schams et al., 1978); situación que se observó con mayor frecuencia en los animales
que reanudaron más pronto su actividad ovárica posparto (Lamming et al., 1981).
II.2 DESEMPEÑO REPRODUCTIVO DEL GANADO DE CARNE EN LOS TRÓPICOS.
La reproducción es uno de los factores más determinantes de la economía de la
producción comercial de ganado bovino (Dickerson, 1970).
La eficiencia reproductiva puede evaluarse a través de varios indicadores que
permiten conocer el buen o mal comportamiento reproductivo de un hato. El nivel de
eficiencia se estima por las diferencias resultantes entre los valores de los indicadores
8
reproductivos calculados y los estándares considerados como óptimos para una
reproducción eficiente (De Alba, 1985; Esslemont, 1992).
En los hatos de cría, las vacas más productivas son aquellas que tienen su
primera cría a una edad temprana, destetan crías de buen peso, mantienen el mínimo
de días entre partos y tienen entre 10 a 12 partos durante su ciclo productivo (Preston y
Willis, 1975). Se ha observado que el desempeño reproductivo del ganado en las áreas
subtropicales y tropicales es más bajo que el que presenta en las regiones templadas
(McDowell, 1972; Williamson y Payne, 1980).
La baja eficiencia reproductiva de la hembra bovina en el trópico se refleja por
edades tardías al primer parto, bajos porcentajes de concepción posparto y largos
intervalos entre partos (Galina y Arthur, 1989ab; Wilkins, 1986).
Los trabajos de Galina y Arthur (1989ab), de Rege et al. (1993), Vaccaro et al.
(1977), Hetzel (1988) y Anta et al. (1989) revelaron el bajo comportamiento reproductivo
de los vientres bovinos que se utilizan en los trópicos ya sea para la producción de
carne, leche o doble propósito; los valores que reportan dichos autores para la edad al
primer parto varían entre 24.7 y 67.1 meses, para el intervalo entre partos los datos
fluctúan entre 11.5 y 26.4 meses y para el porcentaje de partos entre 32% y 85%.
La información publicada con respecto a la eficiencia reproductiva del ganado en
los trópicos ha sido poco analizada y criticada; en el trabajo de Hetzel (1988), así como
en el de Vaccaro (1973), se resaltan algunos inconvenientes que hacen poco confiables
los resultados que se han obtenido, entre ellos dichos autores mencionan el bajo
número de animales que fueron utilizados en los estudios, el breve período que abarca
la información que se utilizó, la falta de comparación de los resultados cuando se
incluyeron en los trabajos dos ó más razas. Otro aspecto es que a pesar de que
algunos reportes cuentan con la información necesaria, no señalan interacciones
genotipo-ambiente, lo que hace difícil extrapolar los resultados de un lugar a otro.
Por otra parte, en la mayoría de los trabajos se reporta únicamente la duración
del intervalo entre partos como indicador de fertilidad, a pesar de conocerse las
limitaciones de este indicador para reflejar condiciones particulares actuales del
comportamiento reproductivo; por su naturaleza histórica y porque en los análisis de los
9
datos no se incluye la información de los animales que mueren, que por manejo se
desechan o porque no han logrado quedar gestantes y que por lo tanto no han vuelto a
parir (Vaccaro, 1973). Es probable que por estos últimos aspectos sea común encontrar
trabajos que reportan valores de intervalos entre partos de 12 meses o menos, los
cuales posiblemente reflejan tasas de desecho mayores del 30% o bien altos
porcentajes de vacas con períodos abiertos prolongados después de su último parto.
Magaña (1989), al analizar la distribución de 1300 intervalos entre partos (IEP)
en rangos de duración pre-establecidos de vacas cebú y de sus cruzas con europeo
mantenidas bajo las condiciones tropicales del Sureste de México, encontró que el 49%
estuvo en el rango de 300-390 días, el 30% entre 391-480 días, el 16% entre 481-570
días y el 5% restante estuvo en rangos superiores al anterior. En análisis similares
efectuados con registros de un hato de vacas Nelore publicados previamente por
Vaccaro et al. (1977) solamente el 14.5% de los intervalos entre partos duraron menos
de 400 días mientras que el 49.5% fueron superiores a los 601 días. La duración
promedio del IEP que obtuvieron estos autores con respecto al número de intervalo
fueron de 614 ± 157, 495 ± 187 y 464 ± 141 días para el primero, segundo y tercer IEP
respectivamente y el valor de la media general de los 886 IEP que analizaron fue de
571 ± 168 días.
Los altos porcentajes de IEP prolongados, que es común encontrar en el ganado
Bos indicus, se atribuyen principalmente al largo período de anestro posparto que
manifiestan las vacas (Mukasa-Mugerwa et al., 1991) y en menor medida a problemas
de mortalidad embrionaria, servicios infértiles o a interrupciones de la ciclicidad (Buck y
Ligth, 1982).
La presentación del primer estro posparto es una de las limitantes que inciden
sobre el IEP. Así, Mukasa-Mugerwa et al. (1991) al evaluar un programa de
inseminación artificial en vacas cebú, utilizando los perfiles plasmáticos de progesterona
para validar la actividad ovárica, encontraron que el período de anestro posparto fue de
188.4 ± 9.6 días. García (1988), en un estudio con vacas Nelore obtuvo 308 ± 13.8 días
de intervalo parto primer estro y 369.9 ± 15.5 días de intervalo parto-concepción. La
duración de los períodos de anestro de estos trabajos son ejemplos del impacto que
10
puede tener la presentación tardía del primer estro sobre la duración del IEP; puesto
que, analizando los resultados del trabajo de García, se deduce que toda vez que las
vacas lograron ciclar, requirieron de aproximadamente la duración de 2 a 3 ciclos
estrales para quedar gestantes, (369 días – 308 días = 61 días).
Por otra parte, Wells et al. (1986) trabajando con vacas Bos indicus con cría al
pie y con alimentación asegurada para satisfacer sus necesidades nutricionales,
obtuvieron 53.3 ± 21.0 días y 90.7 ± 57.9 días para los intervalos entre el parto y el
primer estro y la concepción respectivamente, lo que confirma la gran importancia que
tiene la nutrición sobre el desempeño reproductivo.
II.3 FACTORES QUE AFECTAN EL DESEMPEÑO REPRODUCTIVO DEL GANADO
EN LOS TRÓPICOS.
En las explotaciones ganaderas de carne del sistema vaca-cría de las regiones
tropicales, las variables genéticas y ambientales que afectan la reproducción se han
estudiado ampliamente. Los caracteres reproductivos tienen baja heredabilidad,
reduciendo las posibilidades de mejorar la reproducción a través de la selección
(Williams et al., 1991). Entre los factores no genéticos que han destacado por su
influencia estadísticamente significativa sobre la reproducción se encuentran: Época de
parto, paridad, amamantamiento y estado nutricional (Hansel y Alila, 1984; Short et al.,
1990), mismos que serán discutidos seguidamente.
II.3.1 ÉPOCA DE PARTO
Los bovinos son considerados como una especie que es capaz de reproducirse
con la misma eficiencia durante todo el año; sin embargo, existe considerable
información que muestra fluctuaciones estacionales de la actividad reproductiva del
ganado (Buck et al., 1976; Tucker, 1982; Vandeplassche, 1982; Randel, 1984;
Mascarenhas et al., 1986). Los factores que se han relacionado más frecuentemente
con dichas variaciones son la temperatura y la humedad ambiental, la duración del
11
fotoperíodo y la disponibilidad de alimento. El efecto de este último es más importante
en las regiones tropicales, donde en general, se alternan épocas de abundancia con
épocas de escasez de alimento (Entwistle, 1983; Wilmut, 1985).
El efecto de las variaciones estacionales sobre la función reproductiva se
manifiesta tanto en los machos como en las hembras (Amir et al., 1982; Randel, 1984;
Hansen, 1985). Se ha observado que el patrón de comportamiento reproductivo tanto
de vaquillas como de vacas no es homogéneo a lo largo del año y que en los hatos con
empadre continuo la frecuencia mensual de partos no es regular (Reed et al., 1974;
Rege et al., 1993).
Se ha observado que el ganado Bos taurus en clima templado muestra mejor
comportamiento reproductivo en invierno o primavera que en verano, época donde la
actividad reproductiva puede sufrir cierto grado de depresión atribuida principalmente a
temperaturas altas que prevalecen en esta estación (Chenoweth, 1994; Thompson et
al., 1996). Por el contrario, el ganado Bos indicus, tiene más resistencia al calor de los
meses del verano, en los que incluso puede mostrar mejor comportamiento
reproductivo, debido posiblemente a que esa época coincide con la temporada de
lluvias y por lo tanto con el crecimiento de los forrajes. Sin embargo, en uno de los
primeros trabajos efectuados sobre la distribución mensual de los partos en el trópico
(Wilson, 1946) se observó que los meses con mayor frecuencia de concepción no
corresponden a la época de mayor disponibilidad de forraje. Esta situación coincide con
lo observado por Romero (1985) en vacas cebú en la región sureste de México, en
donde la mayor frecuencia de partos se presentó de noviembre a febrero que son los
meses fríos y de baja precipitación pluvial; lo cual se debió a que el mayor porcentaje
de concepciones ocurrió durante los meses de febrero a mayo, que son los meses que
conforman el período de seca en dicha región.
De los diversos trabajos efectuados en ambientes tropicales en los que se ha
evaluado el efecto de la época de parto sobre el intervalo entre partos del ganado sin
temporada restringida de montas, la mayoría reporta influencias significativas de la
estación de parto, aunque no hay coincidencia acerca de cual es la época del año más
apropiada de parición. Estos hallazgos posiblemente se deben a la gran variación de
12
las características agroecológicas de las regiones donde se efectuaron los estudios, a la
diversidad de los genotipos de las poblaciones animales estudiadas, aunado a las
diferencias en las prácticas de manejo de los hatos (Jochle, 1972; Lesmesiter, 1973;
Romero, 1985; Duarte-Ortuño et al., 1988).
Los efectos negativos que provocan los factores estacionales en las regiones
tropicales sobre el comportamiento reproductivo del ganado varían ampliamente de
acuerdo a circunstancias como la duración del fotoperíodo, índice de temperaturahumedad, incidencia de parásitos, latitud, disponibilidad de alimento, paridad, raza de
los animales, incluso dentro de las dos especies Bos taurus y Bos indicus (Hansen,
1985; Zeitoun, 1996).
Jochle (1972), sugirió que el patrón estacional de fertilidad que manifiesta el
ganado Bos indicus es una característica inherente de estos animales que puede estar
relacionada con el instinto de sobrevivencia, en respuesta a los efectos estresantes del
medio ambiente.
En cuanto al fotoperíodo, existen evidencias que sustentan el efecto adverso de
este factor sobre la actividad reproductiva; sin embargo, el mecanismo a través del cual
ejerce su efecto no es del todo conocido; aunque se ha sugerido que las señales
fotoperiodicas que son percibidas por los ojos de los animales se convierten en
mensajes neuroendócrinos al eje hipotálamo-hipófisis-ovarios por medio de la
melatonina producida por la glándula pineal. Los niveles de melatonina son más altos
durante los períodos oscuros del día, por lo que es probable que actúen como una
señal que indica la duración de los períodos de luz y oscuridad al eje neuroendócrino
(Chemineau, 1994; Kennaway y Rowe, 1995).
II.3.2 PARIDAD
La edad de la vaca es otro de los factores que afectan la presentación del primer
estro posparto. Diversos autores concuerdan en que las vacas primerizas tardan más
tiempo en presentar su primer estro posparto que las vacas de dos o más partos, por lo
tanto, la duración del primer intervalo entre partos también es más prolongado. En los
13
trabajos de Plasse et al. (1968), Madalena e Hinojosa (1978), Buck y Light (1982) y
Duarte-Ortuño (1988), se observa claramente que a medida que aumenta la edad de la
vaca, el intervalo entre partos disminuye. Los IEP más cortos correspondieron a las
edades de entre los 6 y 9 años; a edades mayores la duración de este intervalo se
alarga de nuevo. Temple (1966), observó que una alta proporción de vacas cebú no
conciben mientras que estén lactando y que este efecto es más pronunciado en las
vacas de primer parto.
La menor fertilidad observada en las vacas primerizas, sobre todo en las
regiones tropicales puede atribuirse al mayor estrés nutricional que sufren, ya que en la
mayoría de las explotaciones extensivas de ganado en el trópico la única fuente de
alimento es el pasto.
Cuando disminuye el consumo de forraje, los animales difícilmente pueden
satisfacer el incremento de sus necesidades nutricionales para soportar su primera
lactancia y para continuar su desarrollo somático. Además, el amamantamiento de la
cría es un factor que interactúa con la paridad provocando un mayor impacto sobre la
función reproductiva de las vacas primíparas (Loudon, 1987).
Por otra parte, la menor fertilidad de las vacas viejas puede atribuirse a varias
situaciones entre las que se puede mencionar, menor capacidad de recuperación de los
tejidos uterinos, disminución de la funcionalidad del eje hipotálamo – hipófisis – ovario y
por último, disminución de la habilidad de consumo de forrajes que puede conllevar a un
estado nutricional inadecuado (Topps, 1977).
II.3.3 AMAMANTAMIENTO
El amamantamiento es uno de los estímulos externos más importantes que
regulan los ciclos reproductivos de la vaca de carne (Endergton, 1980; McNeilly, 1988).
El amamantamiento constante durante la lactancia tiene implicaciones biológicas y
económicas importantes sobre la función reproductiva de la vaca (Williams, 1990). Se
ha observado que tanto la frecuencia como la intensidad y la duración del
amamantamiento se relacionan positivamente con el período de anestro posparto
14
(Randel, 1981; Bastidas, 1984; Moore, 1984).
En los experimentos que se han efectuado en vacas con cría al pie en los que se
ha manipulado el amamantamiento, se ha encontrado que cuando se reduce la
frecuencia de la succión, la duración del intervalo entre el parto y el primer estro
disminuye (Wettemann et al., 1978; Moore, 1984), por lo tanto, el porcentaje de
presentación de estros en el posparto se incrementa. Randel (1981), observó en vacas
primíparas Bos indicus x Bos taurus que los resultados tanto de la duración del intervalo
parto-primer estro, como del porcentaje de estros acumulados a los 180 días previos al
destete fueron mejores en las vacas que amamantaron a sus becerros una sola vez al
día a partir del mes de edad, en comparación con los que se obtuvieron de las vacas sin
restricción del amamantamiento de sus crías (68.9 días y 74% vs. 168.2 días y 56%,
respectivamente).
También se ha estudiado el efecto del amamantamiento sobre el porcentaje de
gestación.
En el trabajo de Smith y Vincent (1972), realizado bajo condiciones de pastoreo,
se encontró un 58 % de preñez a los 100 días posparto en vacas Bos indicus x Bos
taurus que fueron separadas de sus crías a los 30 días después del parto y un 38% en
las que permanecieron con sus becerros libremente. Asimismo, Salcedo et al. (1977)
obtuvieron 85% de preñez en las vacas que se separaron de sus crías a los dos meses
después del parto, en comparación con el 36% que tuvieron las vacas que conservaron
a sus crías. Un aspecto importante de señalar de este trabajo es que el 85% de las
vacas con destete precoz se preñó durante el primer mes del período de empadre en
contraste con el 33% que se obtuvo en el grupo que mantuvo a sus crías.
Reeves y Ganskins (1981), en un trabajo realizado con ganado de carne de raza
Angus, compararon el intervalo entre el parto y el primer estro en dos grupos de
animales (amamantamiento libre vs. amamantamiento restringido a 30 minutos diarios a
partir del primer mes posparto hasta ocurrir el estro) durante dos años consecutivos,
obteniendo una diferencia promedio de 47 ± 17.3 días en la duración de dicho intervalo,
a favor del grupo de vacas con amamantamiento controlado.
En el trabajo de Browing et al. (1994) se obtuvieron resultados similares a los
15
observados en los estudios mencionados anteriormente. Estos autores trabajaron con
vacas Brahman en buen estado de nutrición que se sometieron a los mismos manejos
del amamantamiento utilizados por Reeves y Ganskins (1981). Así, el grupo de vacas
que se manejo con el sistema de amamantamiento controlado presentó mejor
comportamiento reproductivo que el grupo sin control del amamantamiento, ya que el
porcentaje de animales que tuvo concentraciones de progesterona > .7ng/ml al mes
posparto fue mayor (55 vs. 0%), el porcentaje acumulado de calores a los 73 días
después del parto también resultó mayor (100 vs. 56 %; P < 0.01). Asimismo, la
duración de los intervalos entre el parto y el primer calor y el interpartal también
resultaron significativamente más cortos (42 vs. 65 días y 361 vs. 395 días
respectivamente).
Williams (1990), reportó que la restricción del amamantamiento a una sola
ocasión al día durante 30 a 60 minutos es la estrategia más eficaz para incrementar la
fertilidad posparto en el ganado de carne; ya que al realizar el destete temporal del
becerro por un período breve (entre 1 a 5 días) o bien cuando se permite mamar a la
cría en dos ocasiones al día, el impacto del manejo del amamantamiento sobre la
fertilidad no es consistente.
El efecto inhibitorio que provoca el amamantamiento sobre la actividad ovárica
posparto esta relacionado con otros factores que exacerban sus consecuencias. El
estado nutricional es quizás el factor que interactúa más significativamente con el
amamantamiento. Así, en los animales que amamantan libremente a sus crías y que no
logran satisfacer sus necesidades de nutrientes, la duración del anestro posparto se
prolonga en la medida que persiste el déficit alimenticio (Loudon, 1987).
Montoni et al. (1975) observó que las vacas Bos indicus son más susceptibles a
los efectos detrimentales del amamantamiento que las de raza Bos taurus. Este
comportamiento puede estar relacionado con el temperamento de estos animales, ya
que las vacas de tipo cebú manifiestan un mayor instinto protector hacia sus crías, lo
cual las mantiene en un estado de estrés.
La mayor duración del período de anestro posparto en las vacas que amamantan
libremente a sus crías se debe al efecto que ejerce la succión sobre el sistema nervioso
16
central. El evento endócrino que provoca la prolongación del anestro en las vacas de
carne es el retraso de la restauración del patrón de secreción pulsátil de LH, el cual es
necesario para el desarrollo y la maduración final de un folículo preovulatorio con
actividad estrogénica, lo cual implica que el amamantamiento interfiere con la liberación
de GnRH en el hipotálamo y/o que la glándula pituitaria no responde apropiadamente al
estímulo de este factor (Williams, 1990).
Los efectos del amamantamiento sobre el funcionamiento del centro generador
de pulsos de GnRH en el hipotálamo son mediados por varios neurotransmisores
(serotonina, dopamina y los péptidos opiodes endógenos) que tienen efectos recíprocos
sobre la secreción de prolactina y de LH (Ben-Jonathan, 1985; García-Winder et al.,
1986). Malven et al., (1986), observaron que las concentraciones de los péptidos
opiodes endógenos en el tejido nervioso se ven afectadas por el amamantamiento, y
que se relacionan con la síntesis y liberación de la GnRH.
II.3.4 ESTADO NUTRICIONAL
El efecto del estado nutricional sobre la función reproductiva de los animales se
ha documentado ampliamente (Joubert, 1954; Wiltbank et al., 1962; Spitzer, 1986;
Robinson, 1990) siendo el impacto mayor en las especies en las que la disponibilidad
de alimento no es estable o no esta asegurada en todas las etapas del ciclo
reproductivo (Dunn y Moss, 1992).
La alimentación del ganado en los sistemas extensivos en los trópicos se basa
principalmente en la utilización de pastos naturales e introducidos así como de la
vegetación natural disponible. La cantidad y calidad nutricional de los pastos tropicales
a través del año varía de acuerdo a las fluctuaciones de la precipitación pluvial, lo cual
afecta el consumo de forraje y la cantidad de nutrientes (energía, proteína y minerales)
disponibles para la absorción por las vacas (Ku, 1999). Debido a estas variaciones
alimenticias, los animales en pastoreo manifiestan cambios cíclicos notorios de pérdidas
y ganancias de peso y por lo tanto de condición corporal. Durante la temporada de
lluvias las vacas acumulan reservas corporales las cuales son movilizadas durante la
17
época de sequía que es cuando se presenta la escasez de forraje. En esta época una
alta proporción del ganado entra en anestro nutricional cuando decae la condición
corporal (Lamond, 1970; Topps, 1977).
En 1970 Lamond observó que después del parto, el ganado requiere de un cierto
umbral de peso para que inicie y mantenga su función ovárica; desde entonces, se han
realizado numerosos trabajos que han corroborado la observación reportada de dicho
autor (Levine et al., 1980; Kinder et al., 1988; Ferreira y Alves, 1993; Holroyd et al.,
1993; Jolly et al., 1994).
Con respecto al metabolismo energético de la vaca, la grasa corporal es el
componente más importante de su organismo puesto que representa la principal
reserva energética del cuerpo (Wright y Russel, 1984; Garnsworthy, 1988). Cuando por
diversas circunstancias una vaca recién parida no logra satisfacer sus necesidades de
nutrientes, entra a un estado metabólico conocido como balance energético negativo,
cuyo punto máximo de este desbalance se conoce como “nadir” (Butler y Smith, 1989).
Después del parto, la vaca regula su estatus energético movilizando sus reservas
corporales de grasa para satisfacer los requerimientos para la producción de leche,
cuya prioridad esta muy por encima de la tiene la reproducción (Canfield y Butler, 1990).
Las vacas que paren con pocas reservas corporales tienen un balance energético
negativo más critico comparado con el que presentan las vacas que paren con buena
condición corporal, por lo que se ha observado que tanto la duración como la
profundidad del balance energético negativo se relacionan positivamente con el anestro
posparto (Treacher et al., 1986; Butler y Beam, 1993; Pedron et al., 1993).
Por otra parte, se ha observado que si la condición corporal de las vacas al parto
es alta, la dieta ya sea pre o posparto tiene poco efecto sobre el comportamiento
reproductivo (Randel, 1990; Short et al., 1990); en cambio, si la condición corporal al
momento del parto es pobre, y además el aunado a un bajo consumo de nutrientes al
inicio de la lactancia, es muy probable que se alargue la duración del anestro posparto
(Bond et al., 1965; Rakestraw et al., 1986; Selk et al., 1988). Esta situación es más
18
factible de observar en los sistemas extensivos de bovinos de carne de las regiones
tropicales en los que se maneja básicamente el pastoreo con el sistema de empadre
anual, ya que el anestro posparto puede ser más prolongado en las vacas cuyo último
tercio de gestación coincide con los meses de mayor escasez de forraje.
En cuanto al mecanismo por el cual la nutrición afecta la actividad reproductiva,
se ha demostrado que el consumo de energía de la dieta y en consecuencia el
metabolismo energético ejercen profundos efectos sobre el sistema de comunicación
neurohormonal que regula la función sexual, tanto antes como después de la
maduración sexual (Dunn y Moss, 1992). En efecto, se conoce que el sistema nervioso
central es capaz de detectar incluso hasta cambios muy sutiles de la disponibilidad de
varios combustibles metabólicos; como resultado de esto, el patrón de secreción del
GnRH y por lo tanto el de gonadotropinas, pueden ya sea disminuir o aumentar
dependiendo de la dirección del cambio del metabolismo (Houghton et al., 1990;
Grimard et al., 1995; Williams et al., 1998).
Los animales que son sub-alimentados por períodos prolongados presentan
concentraciones más bajas de GnRH y de LH (Jolly et al., 1994).
Por otra parte, se ha observado que los animales a quienes se les mejora la
alimentación después de haber sufrido deficiencias nutricionales crónicas y que por lo
tanto han metabolizado la mayor parte de sus reservas grasas, no recuperan
inmediatamente la capacidad de síntesis y/o de secreción de gonadotropinas, para
lograrlo, es necesario que alcancen un nivel crítico de engrasamiento corporal (Lamond,
1970; Toops, 1977; Garnsworthy y Topps, 1982; Garnsworthy, 1988).
El efecto del estado nutricional sobre la fisiología reproductiva es muy probable
que
esté
mediado
por
una
serie
de
indicadores
metabólicos
que
actúan
simultáneamente a varios niveles del eje hipotálamo – hipófisis – ovarios. Entre los
factores que utiliza el animal como señales clave para informarse de su estado
nutricional se encuentran por ejemplo, la hormona del crecimiento (GH), el factor de
crecimiento parecido a la insulina (IGF-1), los ácidos grasos no esterificados (NEFA`s) y
una hormona de naturaleza peptídica que es producida en los adipositos que se conoce
como leptina (Barash et al., 1996).
19
Se han identificado receptores celulares para la leptina en varios tejidos del
organismo, pero de manera especial, se han encontrado en áreas del cerebro en las
que la barrera hemato-cerebral es más débil (Barash et al., 1996). Se ha encontrado
también que las concentraciones circulantes de leptina se relacionan directamente con
la cantidad de reservas grasas en el cuerpo (Boden et al., 1996), de manera que la
leptina puede representar una señal metabólica que le informa al sistema nervioso
central del estado que guardan las reservas corporales energéticas del animal,
iniciándose o manteniéndose la función reproductiva cuando el animal tiene las
reservas energéticas suficientes, la acción de la leptina a nivel central parece que es
mediada por medio de un neurotransmisor conocido como NPY (Williams et al., 1998).
II.3.4.1 EVALUACIÓN DEL ESTADO NUTRICIONAL.
La evaluación de las reservas corporales de grasa, es decir de las reservas
energéticas de los animales, es un aspecto que ha recibido considerable atención por la
importancia que reviste para la producción del ganado. Murray (1919), definió la
condición corporal como “la relación entre la cantidad de grasa y la cantidad de materia
no grasa en el cuerpo de un animal vivo”. Las técnicas que se han utilizado para
evaluarla a partir de entonces van desde las más sofisticadas hasta las más simples.
Ward et al. (1995) informaron acerca de los resultados del uso del perfil metabólico para
determinar el estatus energético de la vaca lechera, en el que se cuantificaron algunos
metabolitos sanguíneos energéticos y protéicos. Las concentraciones de la mayoría de
ellos variaron ampliamente entre las vacas debido a la etapa de la lactancia, a la
condición corporal y al nivel de producción.
El peso vivo es un indicador poco confiable para estimar el estado nutricional del
ganado, ya que puede estar influenciado por varios factores como los contenidos del
rumen y de los intestinos, y en el caso de los animales gestantes del útero. Asimismo,
también puede verse afectado por la constitución propia de una vaca puesto que, el
peso vivo de una hembra de talla grande y delgada puede ser igual al de una vaca
pequeña y gorda, por lo que el peso vivo no refleja objetivamente el estado de las
20
reservas corporales individuales (Ayala et al., 1995).
La estimación de la cantidad de reservas corporales a través de la evaluación de
la condición corporal es otro método que se utiliza para determinar el estado nutricional
del ganado (Nicholson y Butterworth, 1986). La evaluación de la condición corporal se
basa en la asignación de un puntaje, que varía entre 1-5 o entre 1-9, que se elige con
base en la observación ya sea visual o por palpación directa de varias regiones y
puntos anatómicos del organismo, lo cual permite estimar la composición del cuerpo
con respecto al porcentaje total de la grasa almacenada (Garnsworty, 1988).
Las técnicas para evaluar el estado nutricional del ganado tienen ventajas y
desventajas en cuanto a costo, equipo y confiabilidad. A pesar de que se ha criticado la
subjetividad de las técnicas de evaluación de la condición corporal, sea por observación
visual o por palpación; algunos autores (Nelsen et al., 1985) han evaluado la eficacia de
éstas con respecto a las estimaciones de la grasa corporal obtenidas ya sea por medio
de mediciones ultrasonográficas, o a través de la estimación del contenido de grasa de
la canal con otros instrumentos. Todos los coeficientes de correlación fueron positivos y
altamente significativos, lo cual resulta en un alto grado de confianza en el uso de
técnicas que se basan en la observación visual para estimar el estado nutricional de la
vaca (Garnsworthy, 1988). Es por esto que los sistemas de evaluación visual de la
condición corporal se utilizan ampliamente tanto en la práctica como en la investigación
de los aspectos de nutrición, reproducción y producción del ganado bovino (Lowman et
al., 1976; Mulvany, 1977).
La información citada revela que la actividad reproductiva de las vacas Bos
indicus en los trópicos es baja y que es afectada por la influencia de varios factores, que
en conjunto conllevan al alargamiento del período de anestro posparto, que es quizás el
principal componente de la infertilidad de la hembra bovina en los sistemas extensivos
que se manejan sin época restringida de empadre.
21
III MATERIAL Y MÉTODOS
LOCALIZACIÓN
El trabajo se realizó en un rancho productor de carne ubicado en la región oriente
del Estado de Yucatán, durante del período de Septiembre de 1995 a Diciembre de
1997. El Estado está localizado en la Península de Yucatán, entre los paralelos 19°29´
y 21°37´ de latitud norte y los meridianos 87°32´ y 90°25´ de longitud oeste dentro de la
zona tropical. Su clima está clasificado como tropical subhúmedo (García, 1973), la
temperatura promedio anual de la zona oscila entre 25-28°C con una humedad relativa
de cerca del 78%, la precipitación pluvial promedio anual es de 1105 mm, varía entre
400 a 1300 mm; de la cual, el 81% se distribuye entre los meses de la estación de lluvia
(mayo a octubre) y el 19% restante entre noviembre y abril (Gobierno del Estado de
Yucatán, 1983).
ANIMALES Y MANEJO
El ganado correspondió al tipo Cebú (Bos indicus) comercial y se manejó bajo
condiciones extensivas con un sistema de reproducción anual en el que se usó la monta
libre. La alimentación del hato fue exclusivamente a base del pasto (Panicum maximun)
que consumió directamente en los potreros, de acuerdo al sistema de pastoreo
rotacional nocturno (de 17:00 a 6:00 horas), la superficie promedio de los potreros fue
de 20 hectáreas; los potreros se chapearon cada año y se quemaron anualmente cerca
del 50% de ellos, en forma alternada; la carga animal que se manejó fue de
aproximadamente una unidad animal1 por hectárea.
Durante el día los animales se encerraron en un corral para proporcionarles agua
y sales minerales. Todos el hato se vacunó contra la rabia paralítica (Derriengue) una
vez al año y contra Septicemia Hemorrágica y Carbón Sintomático cada seis meses.
Las becerras se vacunaban contra la Brucelosis entre los tres y siete meses de edad.
Los parásitos externos se controlaron con baños de inmersión cada tres semanas.
1
U.A.:
Unidad
Animal,
equivalente
22
a
un
bovino
de
450
kg.
Los toros fueron de raza Brahman y permanecieron todo el año con las vacas en
proporción de un toro por cada 30-40 hembras; cada 12 meses se les realizó examen
de calidad de semen y de estado físico y sanitario.
El sistema de amamantamiento fue el continuo; durante el primer mes posparto
las crías solamente tuvieron contacto con sus madres durante el tiempo en el que éstas
permanecieron en los corrales. A partir del segundo mes salieron a pastorear junto con
sus madres y estuvieron todo el tiempo con ellas hasta que se destetaron con un
promedio de edad de ocho meses, aproximadamente. Las vacas se manejaron en tres
lotes: 1) próximas al parto y hasta un mes posparto, 2) vacías y 3) gestantes.
Las novillas de reemplazo se incluyeron en el hato reproductor a una edad de 20
a 22 meses.
En la explotación se siguió una política de eliminación de las vacas cuando por
infertilidad no lograron volver a quedar gestantes después de un año, para lo cual se
consideró también sus antecedentes reproductivos y productivos. El rancho tuvo
certificación de hato libre de Brucelosis.
PROCEDIMIENTO
Se realizó un estudio de tipo observacional en un hato de ganado comercial, en
el cual se hicieron visitas semanales a la explotación para obtener la información
reproductiva y del estado nutricional de las vacas que habían parido durante la semana
previa a cada visita y de los animales que cumplían entre 60 y 70, y entre 120 y 130
días posparto.
EXÁMENES GINECOLÓGICOS
Durante el período de estudio un mismo técnico efectuó todos los exámenes
ginecológicos por la técnica de palpación transrectal para determinar el estado
reproductivo de las vacas, siguiendo los procedimientos descritos por Zemjanis (1974).
Las vacas que resultaron vacías o sospechosas de gestación en el primer examen que
se les practicó a los 120 días posparto fueron reexaminadas con un intervalo de entre 8
a 10 días.
23
OBTENCIÓN DE MUESTRAS DE SANGRE
Después de cada palpación se tomaron muestras de sangre por punción de la
vena coccígea con el sistema Vacutainer (Beckton Dickinson, Rotherford, N. J.), el
intervalo entre los muestreos fue de entre 8 a 10 días, de acuerdo a lo recomendado
por Heinonen et al. (1988). Las muestras se mantuvieron en refrigeración a 4 - 6°C,
hasta que se centrifugaron, lo cual se realizó entre 15 y 20 minutos después de que se
obtuvieron. El tiempo de centrifugación fue de 10 minutos a 1500 RPM; el suero de las
muestras se extrajo y se congeló a -20°C hasta que se analizaron. La determinación de
las concentraciones de progesterona se hizo por el método de radioinmunoanálisis
(RIA).
RADIOINMUNOANÁLISIS
Las concentraciones séricas de progesterona se hicieron por el método de RIA
en fase sólida, utilizando como marcador radioactivo el I125 (Coat-a-Count, Diagnostic
Products Corporation, Los Angeles, CA.). En cuanto a la especificidad el antisuero
presentó una reacción cruzada de menos del 5% con la 17 α hidroxiprogesterona
(0.3%) y con la 20 α dihidroxiprogesterona (2.0%). La sensibilidad del método, estimada
por el límite de detección, fue de 0.03 ng/ml. La precisión del ensayo fue estimada por
los niveles bajos, intermedios y altos de progesterona, donde el coeficiente de variación
intraensayo fue del 20.68 % y el coeficiente de variación interensayo fue del 12.38%.
El criterio para determinar el estado reproductivo de las vacas que no
presentaron signos positivos de gestación se basó en lo reportado por Hixón et al.,
(1981) y por Beal et al., (1984), en cuanto a que los niveles séricos de progesterona
mayores a 1 ng/ml corresponden a la presencia física de un cuerpo lúteo funcional. Por
lo que, los resultados de los dos muestreos que se efectuaron permitió diagnosticar si
un animal estaba ciclando o estaba en anestro verdadero.
DIAGNOSTICO DEL ESTADO REPRODUCTIVO DE LAS VACAS
24
Con base en los resultados de los exámenes ginecológicos y las concentraciones
séricas de progesterona se establecieron tres categorías de estado reproductivo: 1)=
gestante, el diagnóstico se considero positivo cuando ya era evidente por palpación
transrectal la detección del signo de la “doble pared”; 2)= vacía ciclando; el criterio
adoptado para determinar que un animal ya había ovulado se basó en la detección por
vía transrectal de la presencia física de un cuerpo lúteo o cuando las concentraciones
de progesterona resultaron >1 ng/ml, al menos en alguno de los dos muestreos que se
efectuaron; y 3)= anestro verdadero, el diagnóstico de esta condición se estableció
cuando por la palpación no se detectó la presencia física del cuerpo lúteo en los ovarios
en ninguno de los exámenes y además cuando las concentraciones de progesterona en
ambos muestreos fue < 1 ng/ml.
La eficiencia del diagnóstico de las vacas vacías se determinó con base en la
teoría del valor predictivo de Galen (1979). Se utilizo la prueba Kappa de Cohen
(Navarro, 1988) para evaluar la concordancia entre los métodos de diagnóstico de
estado reproductivo que se utilizaron (palpación vía transrectal y concentraciones
séricas de progesterona).
EVALUACIÓN DEL ESTADO NUTRICIONAL
El estado nutricional de los animales se evaluó a través de la calificación de la
condición corporal, utilizando el esquema de observación visual propuesto por Ayala et
al. (1995) para ganado Bos indicus (ver anexo 1), el cual se basa en una escala de 9
puntajes (1 corresponde a un animal emaciado y 9 describe a un animal obeso) con
posibilidad de incluir medios puntos intermedios. El procedimiento para la evaluación de
la condición corporal consistió en catalogar inicialmente al animal en alguna de las
siguientes categorías de estado físico: a) delgado b) moderado o c) gordo. La
asignación del puntaje final se basó en la evaluación de tres puntos cardinales situados
en los huesos del íleon y el isquión, y en la forma de la masa muscular limitada por los
huesos pélvicos y la vértebra sacra, así como de otros puntos secundarios o
confirmatorios.
25
La calificación de la condición corporal de las vacas se efectuó en tres
momentos: a) al parto, b) a los 2 y c) a los 4 meses posparto. Las calificaciones fueron
efectuadas por un mismo técnico, en circunstancias similares. Las imágenes
correspondientes a los puntajes del 1 al 9 se pueden observar en el anexo 2.
MANEJO DE DATOS Y ANÁLISIS ESTADÍSTICOS.
La información de las vacas que fueron observadas durante el período en el que
se realizó el estudio se capturó en una base de datos del programa PANACEA, subprograma MONTY (Veterinary Epidemiology and Economics Research Unit, University
of Reading).
La información de las vacas que perdieron a sus crías durante el posparto, así
como la de las que tuvieron algún problema serio de salud fue eliminada de la base de
datos.
Los datos sobre la condición corporal (CC) se agruparon en cinco categorías (<
3, 4, 5, 6 y > 7). Los cambios de condición corporal posparto se clasificaron también en
cinco grupos (0= mantuvieron su CC, 1= ganaron < 2 grados de CC, 2= ganaron > 2
grados de CC, -1= perdieron < 2 grados de CC, y -2= perdieron > 2 grados de CC). Con
base en la distribución anual de la precipitación pluvial se definieron tres épocas de
parto: 1= Seca (Febrero – Mayo), 2= Lluvia (Junio – Septiembre) y 3 = Transición
(Octubre – Enero). La precipitación pluvial en cada época se muestra en la figura 1. Los
datos relativos al número de parto se clasificaron en siete grupos, incluyéndose los
correspondientes a las vacas de más de 7 partos en el grupo de siete partos.
Se realizaron análisis de varianza para estimar la variación de la CC al parto, a
los 2 y a los 4 meses posparto por efectos de la época y del número de parto, y se
aplicaron procedimientos de Kruskall – Wallis (Downie y Heath, 1973) y modelos
lineales generales (SAS, 1989).
El comportamiento reproductivo posparto se analizó con base en las variables
reproductivas: ciclicidad y gestación, observadas a los 120 días posparto. Los datos se
analizaron utilizando el procedimiento PROBIT (SAS, 1989); en el cual, una vaca
26
gestante o ciclando se registró como cero, mientras que un animal vacío o anéstrico se
registró como 1.
La probabilidad de una vaca gestante o ciclando se describió utilizando el modelo
logístico:
1
p = Pr (y = 0) = _________________________
1 + e – ( α+ β1 x1 + β2 x2 )
donde:
y = es la observación correspondiente a una vaca gestante o ciclando
p = probabilidad de que una vaca este gestante o ciclando
e = base de los logaritmos naturales
α = intercepto
β1 =coeficiente asociado a la condición corporal al parto (ccp)
x1 =categoría correspondiente a la ccp (1,2,...5)
β2 =coeficiente asociado al número de parto
x2 =categoría correspondiente al número de parto (1,2,...7)
Los efectos de la condición corporal a los 60 y a los 120 días posparto, así como
los de los cambios de condición corporal observados entre el parto y los 60 y los 120
días posparto se analizaron con un modelo similar al señalado anteriormente. Dado que
en análisis preliminares se observó que los efectos de época y de CC estaban
confundidos, en el modelo señalado, se substituyó el efecto de la CC por el de época
para determinar su importancia como factor de riesgo.
Las razones de probabilidades se calcularon con base en la estimación del
antilogaritmo (base 2.789) de los coeficientes obtenidos con el procedimiento PROBIT
de SAS (Hosmer y Lemesow, 1989).
27
IV RESULTADOS
DESEMPEÑO REPRODUCTIVO
En el Cuadro 1 se presentan los valores globales para las tres categorías de
estado reproductivo que resultaron de las palpaciones transrectales practicadas a las
488 vacas que se observaron durante el período que abarcó el estudio. En este Cuadro
se puede notar que el porcentaje de animales que se diagnosticó gestante fue del
37.1% y el restante 62.9% se diagnosticó vacío. Del total de vacas de esta última
categoría de estado reproductivo, sólo el 37% se encontró ciclando; de manera que la
proporción de animales en la condición de anestro verdadero representó el 63%.
CUADRO 1
DESEMPEÑO REPRODUCTIVO A 120 DÍAS POSPARTO OBSERVADO EN VACAS CEBÚ
Estado Reproductivo
N
%
Vacías
307
62.9
- Ciclando
(114)
(37)
- Anéstricas
(193)
(63)
Gestantes
181
37.1
Total
488
100.00
La clasificación de los diagnósticos efectuados con base en la palpación
transrectal que fueron confrontados con los diagnósticos basados en la presencia de un
cuerpo lúteo funcional determinado por las concentraciones séricas de progesterona de
las vacas que resultaron vacías se presentan en el Cuadro 2. La prevalencia de cuerpos
lúteos funcionales a los cuatro meses posparto fue de 33.2 %; por otra parte, el
porciento de los diagnósticos que fueron clasificados como verdaderos negativos fue
del 57%.
28
En el Cuadro 3 se presentan los resultados de la aplicación del modelo del valor
predictivo. Los valores de las propiedades intrínsecas del método de diagnóstico, es
decir, la sensibilidad y la especificidad resultaron relativamente altos, los porcentajes
fueron de 83% y de 85% respectivamente. Dado que los resultados de los valores
predictivos están relacionados con la prevalencia de la condición estudiada (en este
caso la presencia del cuerpo lúteo funcional), el valor predictivo positivo resultó en
consecuencia el más bajo (74%).
CUADRO 2
PREVALENCIA DEL CUERPO LÚTEO FUNCIONAL EN VACAS CEBÚ A LOS 120 DÍAS
POSPARTO DETERMINADO POR LAS CONCENTRACIONES DE PROGESTERONA (P4) Y
EL
NÚMERO
DE
PALPACIONES
TRANSRECTALES
DIAGNÓSTICOS VERDADEROS POSITIVOS,
QUE
RESULTARON
VERDADEROS NEGATIVOS,
EN
FALSOS
POSITIVOS Y FALSOS NEGATIVOS.
Número total de exámenes
304
Muestras plasmáticas con P4 > 1ng/ml
101
Muestras plasmáticas con P4 < 1ng/ml
203
Prevalencia de un cuerpo lúteo funcional
33.2 % (101/304)
Verdaderos positivos
84 (27.6 %)
Verdaderos negativos
174 (57.2 %)
Falsos positivos
29 (9.6 %)
Falsos negativos
17 (5.6 %)
La prueba de concordancia de Kappa reveló una correlación mediana (K= 0.67)
entre las dos técnicas diagnósticas que se utilizaron para determinar la actividad cíclica.
29
CUADRO 3
SENSIBILIDAD, ESPECIFICIDAD, VALOR PREDICTIVO DE LA PRUEBA POSITIVA, VALOR
PREDICTIVO DE LA PRUEBA NEGATIVA Y EFICACIA GLOBAL DEL DIAGNÓSTICO DEL
CUERPO
LÚTEO
POR
PALPACIÓN
TRANSRECTAL
COMPARADO
CON
LA
CONCENTRACIÓN DE PROGESTERONA EN EL SUERO, EN VACAS CEBÚ A LOS 120
DÍAS POSPARTO.
Parámetro
%
Sensibilidad
83
Especificidad
85
Valor predictivo positivo
74
Valor predictivo negativo
91
Eficiencia global
84
CONDICIÓN CORPORAL (CC) Y SUS CAMBIOS POSPARTO
Con respecto a los resultados globales del estado nutricional de las vacas
observado en los tres momentos del ciclo reproductivo, se encontró que los promedios y
los errores estándar (EE) correspondientes a las calificaciones de la CC que tuvieron
los 488 vientres observados durante el período del trabajo fueron de 5.62 ± 0.18, 5.06 ±
0.11 y de 4.91 ± 0.15 para las evaluaciones efectuadas al parto, a los dos y a los cuatro
meses posparto, respectivamente.
En el Cuadro 4 se presentan las frecuencias de los puntajes de CC agrupados en
dos categorías para cada momento de observación. En este Cuadro se observa que
sólo el 57% de los animales tuvo una calificación > 6 al parto, y que este valor
disminuyó alrededor de 20 puntos porcentuales en los dos momentos de observación
posparto.
30
CUADRO 4
FRECUENCIAS (%ACUMULADO) DE LOS DIFERENTES GRADOS DE CONDICIÓN
CORPORAL OBSERVADOS AL PARTO, A LOS 2 Y 4 MESES POSPARTO EN 488 VACAS
CEBÚ.
Condición Corporal
Período del ciclo
reproductivo
<6
>6
Parto
43
57
2 meses Posparto
61
39
4 meses Posparto
63
37
Con respecto a las calificaciones de la CC correspondientes a las épocas de
parto, en el Cuadro 5 se presentan los valores promedio y los EE para los tres
momentos de evaluación, las diferencias entre los valores de cada período resultaron
altamente significativas (P<0.01). La CC al parto resultó notablemente mayor en las
vacas que parieron durante los meses de octubre a enero; sin embargo, la CC de estos
animales disminuyó más marcadamente a los dos y a los cuatro meses posparto, en
comparación con las tendencias observadas en los cambios de CC posparto de las
vacas que parieron tanto en la época de seca (febrero a mayo) como de lluvia (junio a
septiembre). Los animales paridos en la época de seca tuvieron los promedios de
calificación de CC más bajos en los tres períodos de observación, además dichos
promedios tuvieron poca variación. La CC de los animales que tuvieron su parto en la
época de lluvias se mantuvo más estable.
31
CUADRO 5
MEDIAS Y ERRORES ESTÁNDAR DE LAS CALIFICACIONES DE LA CONDICIÓN
CORPORAL ASIGNADAS AL PARTO Y A LOS 2 Y 4 MESES POSPARTO, RESPECTO A
TRES ÉPOCAS DE PARTO EN 488 VACAS CEBÚ.
Épocas de parto
1 – Seca
n
Periodos del ciclo reproductivo
Parto
2 meses posparto
4 meses posparto
141
4.99 ± 0.08ª
4.02 ± 0.10ª
4.21 ± 0.11a
147
5.46 ± 0.08b
5.34 ± 0.10b
5.43 ± 0.11c
200
6.19 ± 0.07c
5.52 ± 0.09b
4.97 ± 0.09b
P < 0.01
P < 0.01
P < 0.01
(Feb – May)
2 – Lluvia
(Jun – Sep)
3 – Intermedia
(Oct – En)
Significancia
En el Cuadro 6 se presentan las frecuencias de los puntajes de CC agrupados en
dos categorías para cada período del ciclo reproductivo con respecto a la época de
parto. Los animales que tuvieron el por ciento más alto de calificaciones de CC > 6 al
parto fueron los que parieron en la época intermedia, la proporción fue de 81%, los
valores correspondientes para los animales que tuvieron su parto en las épocas de seca
y de lluvias fueron de 30% y de 53% respectivamente, las diferencias entre los
porcentajes fueron notorias. En cuanto a las frecuencias de los puntajes de CC para las
observaciones hechas a los dos y a los cuatro meses posparto, el porcentaje de vacas
con calificaciones > 6 fueron muy similares en las que parieron en las épocas de lluvia
(47% y 52%) e intermedia (53% y 41%), y resultaron mayores a los que tuvo el grupo de
vacas que parió en la época de seca (14 y 15%).
32
CUADRO 6
FRECUENCIAS (% ACUMULADO) DE LOS DIFERENTES GRADOS DE CONDICIÓN
CORPORAL OBSERVADOS AL PARTO (CCP), A LOS 2 (CC1) Y A LOS 4 MESES (CC2)
POSPARTO CON RELACIÓN A LAS ÉPOCAS DE PARTO, EN 488 VACAS CEBÚ
Época
Periodo del ciclo
Condición corporal
reproductivo
<6
>6
1 – Seca
CCP
70
30
(Feb – May)
CC1
86
14
N = 141
CC2
85
15
2 – Lluvia
CCP
47
53
(Jun – Sep)
CC1
53
47
n = 147
CC2
48
52
3 – Intermedia
CCP
19
81
(Oct – Ene)
CC1
47
53
n = 200
CC2
59
41
Los resultados de las evaluaciones de la CC en relación con la paridad se
presentan en el Cuadro 7. Las diferencias entre los valores promedio correspondientes
a cada uno de los períodos del ciclo reproductivo resultaron altamente significativas
(P<0.05).
Al parto, las vacas primíparas fueron las que tuvieron el más bajo promedio de
calificación de CC. Sin embargo, esta situación no prevaleció en la evaluación
efectuada a los dos meses posparto, pero sí en la que se hizo a los cuatro meses
después del parto.
33
CUADRO 7
MEDIAS Y ERRORES ESTÁNDAR DE LAS CALIFICACIONES DE LA CONDICIÓN
CORPORAL ASIGNADAS AL PARTO, A LOS 2 Y A LOS 4 MESES POSPARTO, CON
RELACIÓN AL NÚMERO DE PARTO, EN VACAS CEBÚ
Número de Parto
n
Periodo del ciclo reproductivo
Parto
2 meses posparto
a
4 meses posparto
1
128
5.3 ± 0.10
4.8 ± 0.11
4.5 ± 0.12a
2
97
5.7 ± 0.12b
4.8 ± 0.13a
4.7 ± 0.14ab
3
64
5.8 ± 0.15b
5.1 ± 0.16ab
4.9 ± 0.17abc
4
42
5.8 ± 0.18b
4.8 ± 0.17a
5.0 ± 0.21bc
>5
153
5.8 ± 0.10b
5.4 ± 0.09b
5.3 ± 0.11c
P < 0.05
P < 0.05
P < 0.05
Significancia
a
Con relación a las frecuencias de los puntajes de CC agrupados en dos
categorías con respecto al número de parto, en el Cuadro 8 se observa que el grupo de
vacas que tuvo los más bajos porcentajes de calificaciones de CC > 6 en los tres
momentos de evaluación fue el de las vacas de un parto, asimismo, a mayor número de
parto, los porcentajes de vacas que tuvieron dichas calificaciones aumentaron.
34
CUADRO 8
FRECUENCIAS (% ACUMULADO) DE LOS DIFERENTES GRADOS DE CONDICIÓN
CORPORAL OBSERVADOS AL PARTO (CCP), A LOS 2 (CC1) Y A LOS 4 (CC2) MESES
POSPARTO, CON RELACIÓN AL NÚMERO DE PARTO EN 484 VACAS CEBÚ
Número de
parto
n
1
128
2
3
4
>5
Condición corporal
Periodo del ciclo
reproductivo
<6
>6
%
CCP
CC1
CC2
56
71
78
44
29
22
97
CCP
CC1
CC2
44
66
69
56
34
33
64
CCP
CC1
CC2
34
64
64
66
36
36
42
CCP
CC1
CC2
33
59
22
67
41
78
153
CCP
CC1
CC2
38
47
49
62
53
51
Con respecto a los resultados globales de los cambios de CC que
experimentaron las vacas entre el parto y los cuatro meses posparto, se encontró que el
24%, el 58.6% y el 17.4% del total de los animales observados, conservó, perdió y ganó
CC respectivamente.
En la Figura 1 se presentan los resultados relativos a los porcentajes de vacas
que tuvieron cambios de CC entre el parto y los dos momentos subsiguientes de
35
evaluación, agrupados en 5 categorías de cambio de CC, en el gráfico se puede notar
que durante los primeros dos meses posparto la mayor proporción de las vacas perdió
CC, en cuanto a la magnitud de la pérdida de CC, el grupo de cambio de CC de menos
de 2 puntos fue el que tuvo la mayor frecuencia.
FIGURA 1
PORCENTAJES DE VACAS CEBÚ QUE CONSERVARON, PERDIERON O GANARON < 2 O
> 2 GRADOS DE CONDICIÓN CORPORAL (CC) ENTRE EL PARTO Y LOS 60
DÍAS POSPARTO.
* número de animales
36
Y 120
DESEMPEÑO
REPRODUCTIVO
Y
SU
RELACIÓN
CON
LAS
VARIABLES
ESTUDIADAS
Las razones de probabilidad (RP) ajustadas para las variables que se
relacionaron con los caracteres reproductivos estudiados se presentan en los Cuadros 9
y 10.
La época de parto afectó significativamente tanto la ciclicidad (P< 0.05) como la
gestación (P< 0.01), las vacas que parieron en las épocas de seca y de lluvias tuvieron
las menores probabilidades de ciclar (.48 y .68) o de preñarse (.54 y .71) a los cuatro
meses posparto, en comparación con las que parieron en la época intermedia (1.0).
La paridad afectó significativamente (P< 0.0001) el comportamiento reproductivo
de las vacas, ya que los animales de un parto fueron los que tuvieron las más bajas
probabilidades de ciclar (.103) o gestar (.198), las diferencias entre las RP de las vacas
de dos o más partos no fueron significativas (P> 0.05).
En cuanto al efecto de la CC, en el Cuadro 9 se puede observar que la CC al
parto y al día 60 posparto afectaron significativamente (P< 0.0001) las RP para la
ciclicidad cuando la CC era pobre (CC < 3); en cambio, el efecto de la CC al día 120
posparto resultó significativo (P< 0.05) para tres niveles de CC (< 3, 4 y 5).
Con respecto a la gestación, la CC al parto y las correspondientes a los días 60 y
120 posparto la afectaron significativamente (Cuadro 10), las RP para este carácter
reproductivo que resultaron mas bajas correspondieron a los puntajes de CC al parto <
3 (.098), 4 (.556) y 5 (.535); sin embargo, sólo en los puntajes de CC < 3 y 5 se
encontraron efectos significativos (P< 0.01 y P< 0.05 respectivamente).
La CC a los 60 días posparto también afectó significativamente a la gestación, el
efecto sólo se reflejó en los puntajes de CC < 3 y 4 (P< 0.0001), las RP para los
puntajes de 5 o de menos fueron las más bajas. El efecto de la CC a los 4 meses
posparto resultó significativo en los puntajes de CC < 3, 4 y 5 (P< 0.001), las RP más
bajas correspondieron a estos tres puntajes de CC.
Con respecto al efecto de los cambios de CC que experimentaron las vacas
37
durante el posparto, se encontró que los animales que conservaron o ganaron CC así
como los que manifestaron la menor pérdida de CC fueron los que tuvieron mejor
comportamiento reproductivo, ya que las RP de las vacas de estos grupos de cambio
de CC resultaron las más altas, tanto para la ciclicidad como para la gestación. La
significancia del efecto de estas variables en el establecimiento de la ciclicidad fue más
importante para el cambio de CC observado a los 120 días posparto, en el caso de la
gestación la significancia fue importante tanto para el cambio de CC a los 60 como para
el observado a los cuatro meses posparto.
38
CUADRO 9
RAZONES DE PROBABILIDADES AJUSTADAS PARA LAS VARIABLES ASOCIADAS A LA
CICLICIDAD A 120 DÍAS POSPARTO EN VACAS CEBÚ.
Época de Parto
Feb – May
Jun – Sep
Oct – Ene
Razón de
probabilidad
ajustada
.482
.688
1
Número de Parto
1
2
3
4
5
6
>7
.103
.595
.874
1.001
.938
.787
1
(0.052 – 0.202)
(0.297 – 1.188)
(0.394 – 1.936)
(0.392 – 2.549)
(0.301 – 2.92)
(0.322 – 1.917)
--------
33
65
48
33
18
31
65
95
32
16
9
6
11
21
0.0001
0.1334
0.7328
0.9969
0.9107
0.5886
-------
Condición
Corporal
al Parto
<3
4
5
6
>7
.117
.704
.647
1.05
1
(.040 – .34)
(.312 – 1.59)
(.360 – 1.164)
(.524 – 1.90)
---------
6
24
74
100
91
21
21
64
53
34
.0001
.3890
.1395
.8695
----------
Condición
Corporal a los
60 días Posparto
<3
4
5
6
>7
.203
.574
.754
2.01
1
(.085 – 2.05)
(.261 – .792)
(.375 – 1.51)
(1.076 – 4.38)
----------
26
42
83
88
56
48
38
63
23
21
.0002
.1593
.4178
.0703
---------
Condición
Corporal a los
120 días
Posparto
<3
4
5
6
>7
.094
.241
.392
.561
1
(.037 – 4.22)
(.101 – 1.729)
(.166 – 1.081)
(.233 – 1.35)
----------
30
50
78
84
53
59
51
45
23
11
.0001
.0011
.0291
.188
----------
Cambio de
Condición
Corporal del
Parto a los 60
días Posparto
>2
<2
0
<2
>2
1.300
1.807
2.281
1.449
1
(0.485 – 3.52)
(0.878 – 3.72)
(1.127 – 4.09)
(0.821 – 2.557)
----------
3
50
99
125
15
2
34
45
91
19
0.5877
0.1009
0.004
0.1915
-----------
Cambio de
Condición
Corporal del
Parto a los 120
días Posparto
>2
<2
0
<2
>2
2.84
1.300
1.87
1.67
1
(1.081 – 7.40)
(.635 – .274)
(1.52 – 3.33)
(1.974 – 2.86)
----------
4
51
75
150
12
3
26
41
88
34
0.0096
0.4472
0.0297
0.0573
-----------
Variable
Categoría
Intervalo de
confianza
No. de vacas por
clases
Valor de
P
Ciclando
Anéstrica
(0.289 – 0.803)
(0.411 – 1.151)
--------
77
82
136
64
66
63
0.043
0.1461
39
CUADRO 10
RAZONES DE PROBABILIDADES AJUSTADAS PARA LAS VARIABLES ASOCIADAS A LA
GESTACIÓN A 120 DÍAS POSPARTO DE VACAS CEBÚ
Variable
Categoría
Época de Parto
Feb – May
Jun – Sep
Oct – Ene
Razón de
probabilidad
ajustada
.543
.716
1
Número de Parto
1
2
3
4
5
6
>7
.198
1.019
1.039
1.134
.82
1.053
1
(.098 – 0.396)
(.55 – 1.88)
(.487 – 1.89)
(.407 – 1.90)
(.455 – 1.18)
(.44 – 2.058)
----------
17
44
30
21
10
20
38
111
53
34
21
14
22
48
0.0001
0.9494
0.9079
0.7437
0.6488
0.8920
-----------
Condición
Corporal
al Parto
<3
4
5
6
>7
.098
.556
.535
.947
1
(0.021 – 0.455)
(0.252 – 1.229)
(0.309 – 0.925)
(0.561 – 1.599)
-------------
2
13
40
64
62
25
32
98
89
63
0.002
0.139
0.022
0.835
---------
Condición
Corporal a los
60 días Posparto
<3
4
5
6
>7
.2040
.1889
.6478
1.0466
1
(0.092 – 0.449)
(0.0849 - 0.420)
(0.3515 – 0837)
(0.511 – 1.732)
---------
26
42
83
88
56
48
38
63
23
21
0.0001
0.0001
0.1554
0.8839
---------
Condición
Corporal a los
120 días
Posparto
<3
4
5
6
>7
.154
.261
.374
.700
1
(0.070 – 0.338)
(0.125 – 0.541)
(0.191 – 0.732)
0.359 – 0.732)
---------
30
50
78
84
53
59
51
45
23
11
0.0001
0.0002
0.0034
0.2860
----------
Cambio de
Condición
Corporal del
Parto a los 60
días Posparto
>2
<2
0
<2
>2
1.853
1.800
2.005
1.583
1
(0.685 – 8.00)
(0.894 – 3.62)
(1.136 – 3.539)
(0.882 – 2.77)
----------
2
32
62
74
9
3
52
82
142
25
0.214
0.093
0.014
0.117
---------
Cambio de
Condición
Corporal del
Parto a los 120
días Posparto
>2
<2
0
<2
>2
2.795
1.108
1.796
1.796
1
(1.192 – 6.55)
(.536 - 2.29)
(1.028 – 3.13)
(1.057 – 3.05)
-------------
3
30
48
89
8
4
47
68
149
38
0.016
0.775
0.035
0.027
-----------
Intervalo de
confianza
40
(.334 - .884)
(.440 – 1.164)
------------
No, de vacas por
clases
Gestante Vacía
45
96
48
100
88
111
Valor de
P
0.012
0.169
----------
V DISCUSIÓN
La eficiencia reproductiva tiene un efecto relevante en la economía de la industria
del ganado. En el caso particular de las explotaciones ganaderas de carne del sistema
vaca-cría se ha estimado que el beneficio económico de la fertilidad es dos veces
mayor que del que proviene de la tasa de crecimiento y veinte veces mayor que del que
se deriva del mérito de la canal (Minish, 1982).
Los valores globales de los indicadores de fertilidad que se consideraron en el
presente estudio confirman el bajo nivel de reproducción que caracteriza a las
explotaciones extensivas de vacas cebú de las regiones tropicales que se manejan con
empadre continuo durante todo el año; ya que, el porcentaje de gestación a los cuatro
meses posparto fue de 37.1%, valor que esta muy por debajo del que se considera
necesario para el logro del objetivo de la reproducción que es producir una cría por vaca
al año. Sin embargo, este objetivo es difícil de lograr en la ganadería tropical; al
respecto, Entwistle (1983), sugirió que entre el 70 al 75 % de crías destetadas al año es
una meta factible de alcanzar en los hatos de vacas Bos indicus en los trópicos.
En explotaciones de ganado cebú en Nigeria manejadas con prácticas similares
a las utilizadas en el hato en el que se efectuó la presente investigación, Campbell et al.
(1996) obtuvieron un 36.9% de concepción posparto, este valor es similar al encontrado
en el presente estudio; por otra parte, las investigaciones de tipo retrospectivo que
reportan información relativa a la distribución del intervalo entre partos de hatos de
ganado cebú en los trópicos, concuerdan en que el porciento de los intervalos que
duran < de 14 meses raras veces supera el 50 % (Hans, 1989), lo cual significa que la
tasa de preñez a los 4 meses posparto en dichos hatos es inferior al 50 %, lo que
coincide con el resultado obtenido en el presente trabajo.
Sin embargo, la fertilidad reportada por Sullivan et al. (1997) es más baja, puesto
que dichos autores encontraron que solamente el 15.9% de las vacas de las
explotaciones extensivas del norte de Australia logra quedar gestante a los 7 meses
posparto, que es el tiempo que dura la lactancia. El valor de fertilidad que señalan
dichos autores es notablemente inferior al que se observó en este estudio (37.1% de
41
vacas diagnosticadas gestantes a los 4 meses posparto), sobre todo porque dichos
autores evaluaron el comportamiento reproductivo a los 7 meses posparto, período que
resulta 3 meses mas largo que el que se consideró en el presente estudio.
Esta ampliamente reconocido que el anestro es el componente principal de la
infertilidad posparto en el ganado de carne, el cual en un número considerable de vacas
se prolonga más allá de los 90 días después del parto, que es el tiempo considerado
como el óptimo para que las vacas vuelvan a ciclar y para que queden preñadas
nuevamente (Short et al., 1990). Se ha observado que la duración del período abierto
se relaciona positivamente con el momento en el que se inicia el funcionamiento ovárico
después del parto (Peters y Ball, 1986).
En la presente investigación, el porcentaje de vacas que se diagnosticaron en
estado de anestro verdadero a los 4 meses posparto afectó marcadamente el
desempeño reproductivo global; ya que, dicho porcentaje resultó alto (39.5%), lo cual
repercutió negativamente sobre el porcentaje de gestación.
La incidencia de anestro encontrada en el presente estudio es similar a la que
reportaron Wells et al. (1986) en el trabajo que efectuaron en África con ganado Bos
indicus, en el que encontraron 40 % de vacas anéstricas a los 100 días posparto. Sin
embargo, estudios efectuados con el mismo tipo de ganado en otras regiones tropicales
reportan porcentajes de anestro posparto más altos que el que se encontró en el
presente estudio, como el que informa Gyawu (1988), quien en un período de
evaluación posparto mayor que el que se consideró en la presente investigación, obtuvo
una incidencia de anestro de 50 % a los 9 meses después del parto; asimismo, Bolaños
et al. (1996) reportan que el 65 % de las vacas que incluyeron en su trabajo no
reanudaron su actividad ovárica a los 126 días posparto, este hallazgo coincide con el
que encontraron Mukasa–Mugerwa et al. (1991), ya que estos autores reportaron 63.1
% de vacas en la condición de anestro verdadero al finalizar su período de lactancia,
que fue de 5 meses.
Las incidencias de vacas en anestro que reportan Bolaños et al., y MukasaMugerwa et al., son casi dos veces más altas que la que se encontró en este estudio
(65 % y 63.1 % vs. 37.1%), ya que el período de evaluación del comportamiento
42
reproductivo indicados en dichos trabajos fue similar al utilizado en el presente estudio.
Con respecto a la eficacia de la palpación transrectal para diagnosticar el estado
reproductivo de las vacas que se encontraron vacías en el presente trabajo, se observó
que tanto la sensibilidad (83%) como la especificidad (85%) de dicha
técnica para detectar la presencia del cuerpo lúteo (CL) resultaron relativamente
altas. Esto sugiere que la palpación no tuvo la sensibilidad suficiente para detectar la
presencia del CL en todos los animales que tuvieron concentraciones elevadas de
progesterona (> de 1 ng/ml), ya que cerca del 6 % de los diagnósticos (17 vacas)
resultaron falsos negativos. Por otro lado, tampoco tuvo la especificidad suficiente para
identificar la ausencia del CL en todas las vacas que tuvieron bajas concentraciones de
progesterona (< de 1 ng/ml), ya que el 9.6 % de los casos (29 animales) se clasificaron
falsos positivos.
Sin embargo, Galen (1979) y Gerstmann (1986) coinciden en que el valor
predictivo de una técnica diagnóstica depende de la prevalencia de la condición que
esta siendo estudiada. Para el presente estudio, la prevalencia de CL a los 4 meses
posparto fue baja (33.2%), por lo tanto, los resultados de los valores predictivos se
vieron afectados. El bajo valor predictivo positivo (74%) sugiere que es baja la
probabilidad para detectar el CL a través de la palpación en los animales con ovarios
funcionales, es decir con concentraciones altas de progesterona. Asimismo, la baja
prevalencia del CL también repercutió en el valor predictivo negativo de prueba, el que
en consecuencia resulto más alto (91%), lo que indica que es alta la probabilidad para
determinar la ausencia del CL en las vacas que realmente se encuentran en anestro
verdadero, es decir con bajas concentraciones de progesterona.
En el trabajo de Gutiérrez et al. (1996) se demuestra claramente el efecto de la
variación de la prevalencia del CL sobre la efectividad de la palpación rectal para la
detección del CL, ya que la exactitud del diagnóstico positivo varió entre 65 % y el 78.9
% como resultado de un rango de prevalencia del CL del 19 % al 37 %. Aunque las
observaciones de los autores citados se realizaron en novillas cebú que se encontraban
en la etapa peripuberal, los resultados pueden ser comparables a los de este estudio,
puesto que las características de la función ovárica de esta etapa reproductiva y la que
43
sucede en el posparto son similares (Keith, 1992).
Kelton et al. (1991) encontraron 85.6 % de acierto en el diagnóstico del CL por
medio de la palpación rectal en vacas Holstein que tenían 77.4 % de prevalencia de CL
funcional. Algunos autores han señalado que la identificación del CL en el ganado cebú
es más difícil y menos precisa que en el de tipo Bos taurus, situación que se ha
atribuido por una parte a las diferencias anatómicas del CL entre los dos tipos de
ganado, y por otra a la mayor prevalencia del CL en las vacas de origen europeo
(Aguilar et al., 1983).
La coincidencia entre las 2 técnicas de diagnóstico reproductivo que se utilizaron
en este estudio, es decir la eficiencia global resultó relativamente alta (84 %). Sin
embargo, la prueba de Kappa arrojó un porcentaje de concordancia más bajo (0.67).
Este valor es similar al que obtuvieron Gutiérrez et al. (1996) al evaluar el nivel de
concordancia entre las mismas técnicas (palpación contra concentración de
progesterona), ya que estos autores obtuvieron un valor de Kappa de 0.66.
La mayor proporción de los casos en los que no coinciden los diagnósticos del
CL por la técnica manual y por la concentración de progesterona, puede atribuirse al
hecho de que la presencia física del CL en el ovario no significa necesariamente que
produzca altas cantidades de progesterona. Por lo que es probable que los errores que
se le atribuyen a la palpación no sean realmente por fallas de percepción sino que más
bien porque no hay correspondencia entre la presencia física y la funcionalidad del CL.
Esta situación ocurre cuando se detectan estructuras que corresponden ya sea al
cuerpo hemorrágico o bien a un CL en regresión, puesto que ambas formaciones se
caracterizan por producir bajas concentraciones de progesterona (Gutiérrez et al.,
1996).
El conjunto de estos resultados sugiere que la técnica de palpación transrectal
resultó más confiable para el diagnóstico del estado de anestro verdadero que para el
de ciclicidad; puesto que la probabilidad de diagnosticar la ausencia del CL en las vacas
con bajas concentraciones de progesterona fue la más alta (valor predictivo negativo =
91 %). Este aspecto es comparable al diagnóstico de gestación que se realiza a través
de la determinación de las concentraciones de progesterona, ya que la exactitud de los
44
diagnósticos negativos es más alta que la de los positivos (Thibier, 1976).
El diagnóstico preciso del estado reproductivo del ganado es de gran importancia
en los programas de manejo de la reproducción, sobre todo en los hatos en los que no
se controla el servicio. En los animales no gestantes la identificación de las estructuras
ováricas es fundamental para elegir la medida apropiada para optimizar la función
reproductiva. Aunque la percepción manual del CL en el posparto puede tener cierta
dificultad, sobre todo si corresponde a la primera ovulación (Watson y Munro, 1980;
Silva et al., 1992).
A pesar de las limitaciones que presenta la palpación transrectal para el
diagnóstico de la actividad ovárica, es la técnica más difundida por las ventajas que
tiene sobre las otras, en primer lugar porque no requiere de instrumentos sofisticados
para efectuarla, y en segundo porque sus resultados son inmediatos.
Los resultados concernientes a las observaciones de la condición corporal (CC)
de las vacas incluidas en la presente investigación reflejan las fluctuaciones del estado
nutricional que padecen las vacas cebú de las explotaciones extensivas de los trópicos,
cuya dieta es exclusivamente el forraje que consumen a lo largo del año. Puesto que, a
pesar de que la CC promedio al parto fue relativamente alta (5.62), solamente el 57 %
de las vacas observadas tuvo una calificación > 6.
Existen pocos estudios que informen acerca del peso vivo al parto de vacas de
origen Bos indicus, así como también acerca de los cambios de peso que presentan
durante las etapas del ciclo productivo (Urbina, 1991); por otra parte, la información
concerniente a la CC al parto y a las variaciones que experimenta durante el intervalo
entre partos de ese tipo de ganado es todavía más escasa.
En el estudio de Martínez y Castillo (1990) efectuado en el estado de
Tamaulipas, se reporta que las vacas observadas tuvieron un promedio de CC al parto
de 4.6, valor que resulta inferior al que promediaron los animales observados en el
presente trabajo. Es probable que la producción de forraje a lo largo del año en la zona
donde se efectuó el trabajo de Martínez y Castillo sea más baja que la que se produce
normalmente en la región en la que se efectuó el presente estudio, lo cual pudo reducir
el consumo de las vacas observadas por dichos autores y por ende que tuvieran una
45
CC más baja al parto.
Por otro lado, Magaña (1999) en un trabajo que realizó en la misma región en
donde se efectuó la presente investigación, pero utilizando vacas cruzadas (¾ cebú x ¼
europeo) en un sistema de doble propósito, cuya alimentación fue a base de pastoreo y
de un suplemento, obtuvo una CC al parto de 7.4; valor que resulta más alto que el que
se observó en este estudio (5.62). La mejor CC que tuvieron los animales del trabajo de
Magaña se puede atribuir por un lado al consumo del suplemento alimenticio y por otro
lado a que el Intervalo entre parto previo de las vacas utilizadas en su estudio era muy
prolongado, ya que dichos aspectos pudieron provocar que las vacas guardaran las
reservas suficientes para que parieran en una buena CC.
En los trabajos efectuados en el estado norteamericano de Texas con ganado de
carne manejado con el sistema de época de empadre, Herd y Sprott (1986) encontraron
que el porcentaje de vacas que paren con una CC > 6 varia entre el 25 % y el 30 %.
Estos valores están muy por debajo del valor que se observó en este estudio, que fue
de 57 %. La diferencia entre dichos resultados puede atribuirse a variaciones en el
manejo de los hatos y/o a diferencias en las condiciones climáticas de las regiones
donde se efectuaron los estudios.
Por otra parte, en la presente investigación se observó que la CC disminuyó
después del parto. A los 4 meses posparto el promedio global cambió de 5.62 a 4.91 y
el porcentaje de vacas que parió con una CC > 6 descendió del 57 % hasta el 37%.
Esto se debió a que un alto porcentaje de las vacas (58.6 %) perdió CC en los primeros
dos meses posparto, la magnitud de la pérdida fue de < 2 grados de CC. Se ha
observado que en la primera fase de la lactancia se produce un déficit de nutrientes con
relación a los requerimientos, por lo que se produce una movilización de reservas
corporales que provoca pérdida de peso y por ende de CC (Martínez et al., 1982).
En algunos trabajos efectuados en regiones tropicales se reportan resultados
sobre los cambios de peso vivo del ganado como el de Neidhart et al. (1979) quienes
observaron que las vacas Brahman pierden más de 100 Kg de peso vivo durante la
lactancia, en el de Martínez et al. (1982) efectuado con vacas Holstein se encontró que
la pérdida de peso a los 90 días de lactancia fue de 77 kg. Por otra parte, Kunkle y
46
Sand (1990) reportaron que en el estado norteamericano de la Florida, la CC de las
vacas Brahman puede variar entre 1 y 2 grados a través del año, y que una vaca de
carne de tamaño mediano puede cambiar cerca de 35 Kg de peso por cada grado de
CC. Con base en esta última observación, la pérdida de 100 Kg y de 77 Kg que
reportan Neidhart et al., y Martínez et al., corresponderían a una disminución de 3 y de
2 grados de CC respectivamente.
Los promedios de las calificaciones de las CC correspondientes al parto, a los 2
y a los 4 meses posparto, así como los porcentajes de animales que tuvieron una CC >
6 en los tres momentos de observación se vieron afectados significativamente (P <
0.05) tanto por la época como por el número de parto. Las vacas que parieron dentro de
la época intermedia (octubre – enero) fueron las que tuvieron los promedios mas altos
de CC al parto y a los 2 meses posparto (6.19 y 5.51 respectivamente); aunque a los 4
meses posparto el promedio de CC resultó intermedio (4.99) con respecto a los de las
épocas de seca (febrero - mayo) (4.31) y de lluvia (junio - septiembre) (5.38). Las
frecuencias de calificaciones de CC > 6 al parto y a los 2 meses posparto también
resultaron mayores en la época de parto intermedia, con 81% y 53% respectivamente.
En la región geográfica donde se encuentra la finca donde se efectuó el presente
estudio, el crecimiento de los forrajes se inicia a finales del mes de mayo que es cuando
comienza la temporada de lluvias, por lo tanto, el mayor crecimiento y la maduración de
los mismos ocurre principalmente entre junio y septiembre, debido a que es el período
en el que cae el mayor porcentaje de la precipitación pluvial anual. Por esto, la oferta de
nutrientes de los pastos es mayor en dichos meses, comparada con la de los otros
meses del año.
La mejor CC fue observada en las vacas que parieron en la época intermedia
(octubre a enero) y puede atribuirse a que la mayor producción de forraje se obtiene en
la época de lluvia (junio a septiembre). Esta combinación permitió que las vacas
pudieran satisfacer las necesidades de nutrientes que demanda el último tercio de la
gestación y que además almacenaran reservas corporales. Esto es difícil que ocurra en
las otras dos épocas de parto que se consideraron en este estudio, debido a que la
producción del forraje decae a finales de noviembre y se hace más aguda entre febrero
47
y mayo, que es el tiempo que corresponde a la temporada de sequía.
La CC al parto de las vacas primíparas fue significativamente más baja (P <
0.05) que la de las vacas de más de un parto en adelante. Sin embargo, esta situación
no prevaleció a los 2 meses posparto, pero sí a los 4 meses. Por otro lado, las vacas de
un parto tuvieron los porcentajes más bajos de calificaciones de CC > 6 en los tres
períodos de calificación.
En condiciones de pastoreo las vacas de primer parto son más propensas a sufrir
desnutrición al final de la gestación y al inicio de la lactancia porque no logran satisfacer
sus requerimientos, debido a que no han alcanzado el peso adulto y porque esos
estados fisiológicos demandan una cantidad adicional de nutrientes que no logran cubrir
con el pasto que consumen, en estas circunstancias se movilizan las reservas
energéticas de los tejidos corporales, lo que conlleva al deterioro del estado nutricional
(Wettemann et al. , 1982).
Cuando el ganado no recibe suplementación durante la gestación, se ha
observado que después del primer parto los animales son más livianos, ya que hay
mayor detrimento de su estado físico, en comparación con lo que se aprecia en los
animales adultos (Macfarlane y Goodchild, 1973), lo cual concuerda con lo observado
en este estudio. En un trabajo efectuado con ganado cebú, al que se le suplementó
antes del parto, se encontró que las vacas más jóvenes tuvieron mejor CC al parto que
las vacas de mayor edad (Martínez y Castillo, 1995).
Las probabilidades de que las vacas observadas en la presente investigación
estuvieran
ciclando o
gestantes a
los
4 meses posparto,
se
relacionaron
significativamente con todos los factores estudiados. La época de parto intermedia
(octubre-enero) condicionó un mejor desempeño reproductivo, ya que las RP para
ambas variables reproductivas fueron más altas en comparación con las que se
obtuvieron para las otras épocas de parto.
Existen evidencias acerca de la estacionalidad reproductiva de los bovinos en el
trópico (Buck et al., 1976; Tucker, 1982; Vandeplassche, 1982; Randel, 1984;
Mascarenhas et al., 1986). En un trabajo realizado por Romero (1985) en la misma
zona donde se realizó el presente estudio, se encontró que la época de parto que se
48
asoció con el intervalo entre partos más corto fue la que comprendió los meses de
octubre a enero. También se señala que el período de mayor frecuencia de concepción
fue el de febrero a abril, evento que estuvo asociado con un aumento mensual de las
horas luz. Estos resultados coinciden con lo que se observó en el presente estudio. En
otros estudios efectuados en regiones tropicales (De Alba et al., 1978; Hinojosa et al.,
1980), las épocas de parición que se relacionaron con los intervalos entre partos más
cortos no coinciden con la que resultó más favorable en el presente estudio.
Enríquez et al. (1993) al analizar la información reproductiva de un hato de vacas
cebú manejado sin época restringida de empadre encontraron que menos del 25 % de
las vacas volvieron a parir en la misma estación del año siguiente.
La estacionalidad reproductiva del ganado cebú en las regiones tropicales ha
sido relacionada con el fotoperíodo (Hansen, 1985), el índice de temperatura-humedad
(Thompson et al., 1996) pero sobre todo con la disponibilidad del forraje (Entwistle,
1983).
En lo concerniente al efecto de la paridad, se encontró que las vacas de primer
parto tuvieron las probabilidades más bajas de ciclar o de estar gestantes a los 120 días
después del parto. Al respecto, De Roven et al. (1994) y Lalman et al. (1997)
observaron en vacas Bos taurus x Bos indicus, que el intervalo parto primer celo de las
vacas de primer parto fue más largo que el de las vacas maduras y que por lo tanto, el
porcentaje de concepción de las vacas jóvenes fue el más bajo.
Pouilly et al. (1994) en el trabajo que realizaron con ganado Charolais, obtuvieron
resultados similares a los del presente trabajo, ya que encontraron que las
probabilidades de que estuvieran en el estado de anestro verdadero a los 60 días
posparto fueron mayores para las vacas primíparas.
La función reproductiva posparto del ganado en los trópicos se ve más
comprometida después del primer parto, lo cual resulta de la conjunción de varios
procesos fisiológicos en los animales jóvenes, sobre todo la primera lactación, que
hacen que sean más vulnerables a los efectos detrimentales del medio ambiente
(Lamond, 1970; Galina y Arthur, 1989b).
49
Las diferencias en el desempeño reproductivo de las vacas después de segundo
parto en adelante no fueron significativas. Las probabilidades de que estuvieran
gestantes fueron muy similares.
La CC de las vacas modificó significativamente su desempeño reproductivo,
puesto que la fertilidad a los 120 días posparto de los animales que tuvieron puntajes
altos de CC en los 3 momentos del ciclo reproductivo, así como la correspondiente a los
que mantuvieron o ganaron CC después del parto, fue más alta. Las vacas con CC < 5
y las que perdieron CC al inicio de la lactancia fueron las más propensas a permanecer
anéstricas o vacías.
Los resultados concernientes a las frecuencias de las calificaciones de CC
reflejaron que más del 40 % de las vacas parieron con CC < 6, esta alta proporción de
animales que pare en un estado nutricional no satisfactorio afectó la fertilidad posparto.
Asimismo, la pérdida de CC que experimentó cerca del 60% de las vacas comprometió
todavía más el desempeño reproductivo a los 120 días posparto.
Se ha demostrado que la variación de la CC que presenta el ganado de carne en
los trópicos es provocada por las fluctuaciones estacionales tanto de la cantidad como
de la calidad del pasto disponible (Kunkle, 1990).
Las condiciones climáticas que prevalecen en la zona donde se efectuó el
presente estudio propician que la época intermedia (octubre-enero) sea la más
apropiada para los partos, ya que el desempeño reproductivo posparto de las vacas
que parieron dentro de este período fue más alto. Este hecho probablemente estuvo
asociado con el mejor promedio de CC al parto (6.19) y con la mayor cantidad de vacas
que parieron con > 6 grados de CC durante dicha época.
Cuando se analizaron conjuntamente los efectos de la época de parto y de CC
en el modelo de regresión logística que se utilizó, el efecto de época de parto no resultó
significativo, pero persistió la importancia de la CC. Lo que sugiere que los efectos de
dichos factores se confunden. Es probable que el efecto de la época de parto sea
condicionado en mayor grado por el de la CC y en menor medida por los de tipo
climático.
50
La relación entre de la CC y el desempeño reproductivo del ganado se ha
señalado en varios estudios (Whitman et al., 1975; Rutter y Randel, 1984; Rakestraw et
al., 1986; Maas, 1987; Selk et al., 1988). Los resultados de este trabajo concuerdan con
los obtenidos en otras investigaciones. Así, De Roven et al. (1994) encontraron que los
porcentajes de preñez de las vacas que parieron con CC de 7, 6, 5 y 4, fueron de
90.7%, 87.0%, 71.4% y 64.9% respectivamente. En el trabajo de Selk et al. (1988) se
encontraron resultados similares, ya que las vacas cuya CC al parto fue < 4 tuvieron
50% de preñez, mientras que las vacas que parieron con CC de 5,6 y 7 tuvieron tasas
de gestación de 81%,88% y 90% respectivamente.
Con respecto a la duración del intervalo parto-concepción, De Roven et al. (1994)
reportaron que las vacas que tuvieron CC > 5 al parto promediaron entre 10 a 18 días
abiertos menos, en comparación con lo que se obtuvo en las que tuvieron menos de 5
de CC.
Osoro y Wright (1992) utilizando la escala de evaluación de 5 grados,
encontraron que por cada unidad de incremento de la CC al parto, el intervalo entre
partos disminuye 11.2 días. Richards et al. (1986) reportaron que la duración del
intervalo parto-concepción de las vacas que parieron con > 6 de CC fue 14 días menor
que el que tuvieron las vacas que parieron con CC < 4. En los trabajos de Wright et al.
(1987) y de Wright et al. (1992) se encontró que por cada unidad de incremento de CC
al parto (en la escala de 5 grados) el período de anestro posparto se redujo 43 y 86
días respectivamente. Por otra parte, Rae et al. (1993) trabajando con 8 hatos de
ganado Brahman en el estado norteamericano de Florida, obtuvieron 59% de preñez en
las vacas que tuvieron 4 de CC en el momento en el que se efectuó el diagnóstico de
gestación. En cambio, las vacas con CC > 5 tuvieron 85% de gestación.
Los efectos de la CC, es decir del estado nutricional sobre la función reproductiva
posparto son mediados a través de hipotálamo, afectándose el patrón de secreción de
la hormona luteinizante. Wright et al. (1992) encontraron que los pulsos de secreción de
LH tuvieron mayor frecuencia y amplitud en las vacas que parieron con buena CC (6).
La explotación en la que se realizó el presente trabajo corresponde a los
sistemas extensivos de producción bovina sin época restringida de montas, en los que
51
la falta de coincidencia entre la temporada de mayor producción de forrajes y la etapa
fisiológica de mayor demanda de nutrientes que se presenta en un número importante
de las vacas del hato, provoca que éstas sean más vulnerables a las fluctuaciones de la
disponibilidad de los forrajes, lo cual ocasiona variaciones notorias de su CC y por lo
tanto en su desempeño reproductivo. Los aspectos anteriormente discutidos muestran
que la causa más importante de la baja fertilidad de las vacas cebú con cría al pie es la
alta incidencia de anestro posparto.
52
VI CONCLUSIONES
El desempeño reproductivo del hato de ganado cebú estudiado fue afectado
significativamente por la condición corporal al parto, el cambio de condición corporal
posparto, la época de parto y la paridad. La actividad reproductiva se favoreció por la
buena condición corporal al parto (puntaje > 6), la conservación y/o la mejora del estado
nutricional después del parto, la época de parto intermedia (Octubre a Enero) y la
paridad > 1.
La condición corporal de las vacas se modificó significativamente por la estación
y la paridad. Las vacas que parieron en la época intermedia tuvieron mejor condición
corporal tanto al parto como a los 60 días posparto, las calificaciones más bajas de
condición corporal en los tres momentos de evaluación correspondieron a las vacas de
primer parto. Después del parto, un porcentaje alto de las vacas sufrió un deterioro de
su estado nutricional.
La palpación transrectal representó una técnica eficaz para el diagnóstico del
estado reproductivo de vacas vacías, sobre todo de la condición de anestro verdadero.
El desempeño reproductivo del hato estudiado puede considerarse dentro de lo
esperado para las explotaciones extensivas de ganado cebú que se manejan con el
sistema anual de montas bajo condiciones de pastoreo en las regiones tropicales.
53
VII IMPLICACIONES E INVESTIGACIÓN FUTURA
Los resultados de esta investigación informan acerca de los principales factores
que afectan la reproducción de vacas Bos indicus manejadas con empadre continuo
bajo condiciones extensivas en el trópico. La época de parto, la paridad, la condición
corporal al parto, a los 2 y 4 meses posparto y los cambios que tuvo durante una etapa
crítica para la reconcepción afectaron significativamente (P< 0.05) el desempeño
reproductivo. Asimismo, constatan que el largo período de anestro posparto, constituye
el componente más importante de la infertilidad del ganado cebú. La falta de actividad
ovárica se relacionó sobre todo con el estado nutricional, ya que la alimentación de
estos animales consistió exclusivamente en el consumo directo de los forrajes, bajo
condiciones de temporal. Las vacas de primer parto fueron las más vulnerables a este
régimen de alimentación.
En circunstancias como la anterior se alternan año con año épocas de lluvia y de
sequía, durante los meses lluviosos se genera un excedente de pasto que no puede ser
aprovechado totalmente por la baja carga animal anual que se maneja en dichas
explotaciones. Consecuentemente en las temporadas de seca queda una gran cantidad
de zacate seco cuyo consumo puede verse limitado por sus bajas características
nutritivas. Este escenario provoca que la condición nutricional del ganado varíe
marcadamente a lo largo del intervalo entre partos, lo cual repercute negativamente en
su desempeño reproductivo, el que además se manifiesta con patrón de reproducción
errático a lo largo del año.
Por lo tanto, el sistema de empadre anual y la variación estacional de la
producción de los forrajes son quizás los aspectos más importantes que limitan del
desempeño reproductivo del ganado cebú, ya que bajo esas condiciones de manejo y
de alimentación se presentan en algunos meses del año una asincronía entre la
producción del forraje y la actividad reproductiva que determina la duración del período
parto-concepción en un porcentaje importante de vacas.
Sin embargo, la productividad de la ganadería bovina de carne en las regiones
54
tropicales puede ser mejorada siempre y cuando se utilicen las tecnologías de
producción apropiadas, sobre todo aquellas que estén sustentadas en la utilización
racional de los recursos y que sean factibles de implementar.
Dentro de las prácticas de manejo que pueden ayudar a contrarrestar el efecto
de la variación de la disponibilidad de los forrajes a lo largo del año sobre la
reproducción, resalta el uso del empadre estacional, que consiste en planear la
temporada más apropiada para los servicios, es decir aquella en la que exista la mayor
probabilidad de obtener los porcentajes más altos de concepción y que considere la
utilización de la abundancia del forraje que se produce en las épocas de lluvia. Se ha
indicado que la elección de la época más apropiada para el empadre es la decisión más
determinante para aumentar la eficiencia reproductiva.
En cuanto a la práctica de la suplementación alimenticia estratégica, debe tener
como objetivo complementar la dieta básica ya sea para satisfacer y/o rebasar las
necesidades de nutrientes de las vacas en la etapa más critica del ciclo productivo para
impactar positivamente el desempeño reproductivo del hato. Debe sustentarse en la
disponibilidad regional de los insumos de bajo costo, como residuos de cultivos
agrícolas o subproductos agropecuarios y/o en el cultivo predial de forrajes de corte y/o
de caña de azúcar que tengan un alto rendimiento de biomasa.
Sin embargo, el uso de dichos productos depende de las condiciones prediales
particulares, debiendo evaluarse en cada caso la viabilidad económica para su uso. Por
otra parte, la mejora de la calidad nutricional de los residuos de cosechas de gramíneas
y de otros cultivos a través del tratamiento con productos químicos es una práctica que
debe considerarse en los programas de suplementación. Aunque las técnicas que se
utilizan se conocen poco en la zona.
En este estudio, los promedios más altos de condición corporal al parto y a los 2
meses después del parto los tuvieron las vacas que parieron en la época de octubre a
enero. Así mismo, las probabilidades más altas de ciclar o de haber quedado gestante a
los 4 meses posparto también correspondieron a las vacas que parieron durante dicha
época. Tomando en cuenta el bajo desempeño reproductivo que tuvieron las vacas que
parieron en las otras épocas, es de recomendarse para la zona un sistema de doble
55
empadre estacional, considerando sobre todo la temporada de mejor desempeño
reproductivo.
En la región donde se localiza la explotación donde se llevó a cabo el estudio, la
técnica de evaluación de la condición corporal del ganado y su utilidad como
herramienta del manejo nutricional se conoce poco, por otra parte él empadre
estacional lo utiliza un número limitado de explotaciones. Por lo que es necesario
difundir estos aspectos entre los productores por medio de programas de
extensionismo.
La evaluación tanto biológica como económica del desempeño reproductivo del
ganado bajo el sistema de empadre estacional, ya sea con o sin suplementación
alimenticia sería de utilidad para el diseño de programas de manejo reproductivo.
Por otra parte, el conocimiento de los cambios de la condición corporal del
ganado en los momentos clave del ciclo productivo, bajo el sistema de empadre
estacional, permitiría precisar mejor los programas de suplementación.
Por último, reviste importancia estudiar el uso de otras prácticas de manejo que
coadyuven al pronto reinicio de la actividad ovárica posparto en las vacas, como lo es el
manejo del becerro durante la lactancia mediante esquemas factibles de aplicar en las
explotaciones extensivas.
56
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