Cuaderno 4 - Cuadernos de Ciencias Sociales

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Cuadernos de Ciencias Sociales
Revista institucional en formato digital de la Escuela de Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias y Humanidades, Universidad de El Salvador
Tercera Época, Año 2, Número 4, Noviembre de 2011
Decano de la Facultad
de Ciencias y Humanidades
Raymundo Calderón Morán
Coordinación del número
Rolando Vásquez Ruiz
Eugenia López Velásquez
Director de la Escuela
de Ciencias Sociales
Rafael Paz Narváez
Consejo editorial
Pablo Castro Hernández
Rafael Paz Narváez
Godofredo Aguillón
Alfredo E. Rivera
Coordinadora
académica de la revista
Eugenia López Velásquez
Diseño gráfico, diagramación e ilustraciones: portada por Alfredo Ernesto Rivera y medias
portadas por Rolando Vásquez Ruiz.
Colaboraciones y contacto: Escuela de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias y Humanidades,
Universidad de El Salvador, Ciudad Universitaria. Teléfono: 2225-15-00 (Extensión 4309).
Dirección electrónica: www.escuelacienciasocialesues.net
Se autoriza la reproducción de los artículos, siempre y cuando se cite la fuente, excepto aquellos
tomados de otras publicaciones.
INDICE
Presentación……….………………………………………………………...…………………4
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Revueltas populares de 1811
Noviembre de 1811: Revueltas populares en la provincia de San Salvador
Eugenia López Velásquez……….………………………………………...……………...…….7
Primeros movimientos independentistas en El Salvador
Alejandro Dagoberto Marroquín……………………………………....………………………28
Representación política y provincia de San Salvador
Entre electores y electos en Centroamérica: Reflexiones sobre la representación
política, 1811-1823
Xiomara Avendaño Rojas……………………………………………….…..………………...42
La provincia de San Salvador en la independencia de la Corona española
Isabel Villalta, Balmore García e Ivette Linares…...………………….……………………....56
Historiografía, memoria y reflexiones sociológicas
Las clases políticas en noviembre de 1811 y el recuerdo de la hazaña de los próceres,
por los siglos de los siglos
Ricardo Argueta Hernández…..………………………………………..………………….…..72
Bicentenario de la Independencia Centroamericana, 1811-2011. Interrogantes y
reflexiones sociológicas-Ciencias Sociales
Pablo Castro Hernández…..……...………………………………………………..…………..80
Anexo: texto histórico
El Estado Centroamericano
Sarbelio Navarrete…………………...…………………………...…………….….….……..103
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PRESENTACIÓN
El nuevo número que Cuadernos de Ciencias Sociales pública está consagrado al
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario de los movimientos populares acaecidos en la provincia de San Salvador en el
mes de noviembre de 1811.
El contenido que presentamos en esta ocasión lo llenan estudios y reflexiones de
profesores y estudiantes de la Escuela de Ciencias Sociales, en torno a los procesos políticos y
movimientos insurgentes que se produjeron en barrios, pueblos y en la capital de la provincia
de San Salvador. Levantamientos que se dieron al tenor de insurgencias sucedidas en diversas
ciudades y localidades de los reinos de la Monarquía a ambos lados del mar Atlántico, en el
Cuadernos de Ciencias Sociales
contexto de la ocupación francesa en la península Ibérica, de crisis y de gestación de nuevas
formas de hacer política sobre la base de la representación y nuevas instituciones.
Hemos incluido también en este número dos artículos del legado que dejaron dos
importantes figuras en el campo intelectual de nuestro país, uno de ellos es del ex rector de la
Universidad de El Salvador Sarbelio Navarrete, su tesis de doctoramiento del año de 1913, en
el que desde un punto de vista crítico y usando un marco teórico inspirado en el Materialismo
Histórico reflexiona sobre el moderno estado centroamericano y el proceso de independencia.
El otro, es del doctor Alejandro Dagoberto Marroquín, transcripción de su ponencia del 4 de
noviembre de 1964, en el que plasma su interpretación y reflexiones sobre los sucesos de 1811
y la emancipación salvadoreña.
Queremos expresar a los lectores y en particular, a nuestro estudiantado que el espíritu que
ha marcado a este número de Cuadernos, ha sido ofrecer nuevos enfoques que distan de las
interpretaciones hechas por la historiografía convencional. En el marco de las celebraciones de
este bicentenario hemos querido dar un aporte desde la Escuela de Ciencias Sociales al
conocimiento de estos acontecimientos. Pensamos que a la vuelta de 200 años de las luchas
locales, autonomistas y de emancipación en el mundo hispanoamericano del que era parte la
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
región centroamericana, es tiempo de “equilibrar y desmitificar” el carácter de los diversos
movimientos políticos y sociales de esos años. El propósito que tiene esto para el presente es
abonar a que el nuevo conocimiento de los procesos históricos de la región, desde una
perspectiva y dimensión menos homogeneizada e idealizada y a la vez menos parcializada, nos
acerque a tener una mirada más precisa de nuestra historia y sea un referente en al análisis de
las problemáticas sociales y del devenir económico y cultural de nuestras naciones de hoy en
día.
Agradecemos el esfuerzo investigativo ofrecido por estudiantes y profesores quienes son
N° 4, Noviembre de 2011
los autores de los artículos que forman parte de esta nueva publicación.
Eugenia López Velásquez
Cuadernos de Ciencias Sociales
Coordinadora académica
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Noviembre de 1811:
Revueltas populares en la provincia de San Salvador
Eugenia López Velásquez
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Resumen
Este ensayo trata el episodio aparentemente muy conocido y ampliamente estudiado, de
las revueltas populares ocurridas en la provincia de San Salvador en noviembre de 1811. Una
investigación hecha a partir de documentos de archivos, particularmente correspondencia que
llegó de España al reino de Guatemala, comunicaciones entre funcionarios de la intendencia
de San Salvador, de otras provincias y de la ciudad de Guatemala, e informes de procesos de
infidencias de algunos de los acusados de cabecillas de los movimientos insurgentes.1 A través
de estas evidencias se muestra, que mucho de lo que se ha escrito, reproducido y divulgado en
torno a esas revueltas, son meras ficciones o mitos entretejidos a ciertas escenas de los
sucesos.
Son narraciones que dieron vida a un relato en el que los criollos fueron los líderes de la
insurrección. Una historia que deja fuera de escena a los indígenas y castas de los barrios de la
periferia de la ciudad de San Salvador y de otros poblados, quienes fueron ciertamente los
alzados.
El estudio se guió por una serie de preguntas: ¿Qué sucedió en esos días de noviembre y
bajo qué circunstancias se dieron los motines en distintos lugares de la provincia?, ¿Quiénes
son los protagonistas y cuáles fueron sus demandas? También interesó dar respuesta a las
preguntas, ¿Cuál es el origen de ese relato mitológico tan ampliamente divulgado sobre estos
sucesos? y ¿Cuál ha sido su proceso de construcción historiográfica?
El ensayo está estructurado en cuatro partes, la primera trata de manera breve algunos
elementos que muestran cómo la historiografía liberal de los primeros publicistas y políticos
que escribieron sobre estos sucesos, colocaron los hechos dentro del mito fundacional de la
nación salvadoreña, construido en el tema de la Independencia. La segunda parte muestra, que
estas revueltas se activaron en 1811, en el contexto de quejas y agravios locales, del proceso
de elecciones en los ayuntamientos de diputados a Cortes y de la invasión napoleónica en la
península Ibérica. La tercera parte trata sobre algunos sucesos similares que se dieron en el
reino de Guatemala, en el ambiente de quejas y demandas contra autoridades locales, por
manipulaciones y abusos de poder en torno a las elecciones de diputados a Cortes; además
trata de cómo las cargas fiscales, el control y terror sobre la población por posibles revueltas y
supuestas alineaciones a los franceses movieron a diferentes sectores de la sociedad a la
1
Los documentos consultados se encuentran en diferentes archivos: en la Sección independencia del Archivo
General de Centroamérica, Fondo alcaldía mayor de Sonsonate, del Archivo Municipal de Sonsonate;
correspondencia de José María Peinado de la sección colonial del Archivo General de la Nación y en la Sección
Colonial del Archivo Nacional de Costa Rica.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
defensa de sus intereses, a la defensa de las localidades y a fortalecer ideas de autonomía o
autogobierno muy extendidas dentro de las provincias. Y la última parte, expone, los
acontecimientos de noviembre, en el que muestra el carácter popular de las sublevaciones que
estallaron en la provincia de San Salvador. En conjunto, el ensayo propone una nueva
perspectiva de los sucesos, además, constituye una versión opuesta a la que ha divulgado la
historiografía convencional tradicional y liberal reciente.
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N° 4, Noviembre de 2011
Importancia del estudio de estos sucesos
A propósito de los doscientos años de los sucesos y de los festejos propios del
Bicentenario de éstos movimientos a los que se les ha dado el carácter de –el primer grito
independencia-, es oportuno traer a nueva cuenta, repensar e interpretar estos movimientos
insurgentes, no sobre la base del discurso ideológico y nacionalista, el mito o la apología, o la
inconsistencia por el uso de escasas fuentes de información, sino, a partir de la información y
su análisis. Esto es relevante en parte, porque son sucesos que no se conocen; lo que existe es
un importante número de publicaciones con un contenido mitológico y de meras invenciones
reproducidas por la historiografía convencional. Estas son narraciones que han dado a estos
movimientos, el valor de mito fundacional de la nación. Pero también existe una historiografía
sobre todo de mediados del siglo XX y de producción reciente que ha hecho diferencia
respecto a la historiografía tradicional, en cuanto que reconoce un lugar protagónico a los
sectores de barrios populares de la ciudad de San Salvador y de otros lugares donde se dieron
levantamientos, pero la limitada información que utilizaron en sus textos y la ligera lectura de
fuentes de información complicadas como lo son los procesos de infidencia, les ha llevado a
continuar manteniendo que los levantamientos fueron dirigidos por sectores criollos. Una
construcción un tanto problemática, en cuanto que se cimenta en la negación del otro, puesto
que niega la participación popular en su dimensión protagónica y central.
Por otra parte, se intenta avanzar en la historiografía crítica y analítica sobre la tradicional
y liberal predominante. En esa dirección, esta interpretación observa, en el motín de los días
del cuatro al siete de noviembre, la primera revuelta popular que se registra en la ciudad de
San Salvador. Una rebelión acaecida dentro de una serie de revueltas, un tanto simultáneas y
conectadas entre sí, en las que los protagonistas centrales fueron gente común de barrios de
pardos, mulatos, ladinos e indígenas, movidos por la defensa de sus comunidades, demandas
anti fiscales, anti monopolios, y la opresión y abuso de poder de los funcionarios locales, en el
contexto de la crisis de la monarquía española iniciada en 1808, el control y la represión que
autoridades locales implementaron por el temor de movimientos insurgentes desleales a la
monarquía española.
Se expone que se trata de movimientos populares conducidos por líderes de los barrios,
que expresaron sus molestias contra cargas fiscales y monopolios, y plantearon cambios de
autoridades locales, -de alcaldes y ayuntamientos-, y en el caso del motín de San Salvador
pidieron, además de elección de nuevo ayuntamiento, destitución del corregidor e intendente,
Antonio Gutiérrez y Ulloa y la creación de una junta de gobierno.
Se devela que los criollos, entre ellos Mariano Fagoaga, Bernardo Arce, Miguel Delgado,
Manuel José Arce, José Matías Delgado, los padres Aguilar, Juan de Dios Mayorga y otros
reconocidos como los cabecillas de los alzamientos, no lo fueron, sino, y de manera contraria a
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Cuadernos de Ciencias Sociales
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esta idea, actuaron como mediadores y pacificadores, aliados a las autoridades de la ciudad de
Guatemala comisionadas para acabar con el conflicto, poner fin a los alzamientos populares y
evitar que el movimiento se extendiera, como había sucedido muy recientemente en la región
del bajío de Nueva España, con el movimiento insurgente de Hidalgo. En ese sentido, su
actuación es anti insurgente. Además de evitar que avanzara una insurrección, los criollos
lograron, también ellos, algunas de sus demandas autonomistas, la de destituir a un intendente
no apreciado en la provincia.
Estos alzamientos fueron tomados con mucha seriedad y preocupación por autoridades de
la capitanía general y de las provincias del reino. Y aunque los criollos locales,
inmediatamente tomaron en sus manos el control de la situación, contaron con el apoyo de la
presidencia del reino, del ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, a través del Coronel José
Aycinena, el militar más importante del reino y José María Peinado quienes se trasladaron
inmediatamente para actuar desde el lugar de los hechos. Además, contaron con el apoyo de
otros ayuntamientos, entre los que se cuentan, el de Granada y Comayagua, así como los de
Santa Ana, San Vicente, Usulután y San Miguel. Ayuntamientos que estuvieron dispuestos a
trasladar fuerzas, si fuere necesario. La preocupación también se expresó, en Nueva España, y
en Cádiz donde ya se efectuaban reuniones de Cortes Generales.
También se muestra en esta investigación, que en la reacción popular de esos días, se puso
en práctica el ejercicio del poder y la acción política desde abajo, en la que se mesclan las
tradicionales formas de lucha, como el motín, el llamado a cabildo, en combinación con
nuevos espacios políticos, entre otros, la creación de juntas de gobierno y la conexión entre
distintas localidades.
Este planteamiento contrasta con lo que algunos historiadores del pasado y
contemporáneos han expuesto, desde la perspectiva de la historiografía liberal tradicional y
contemporánea predominante. Entre esas interpretaciones se ha dicho, que la participación de
indígenas y de las castas en estos movimientos, fue en apoyo a la lucha de los criollos, otros
argumentan, que algunos de los criollos participaron como líderes del movimiento, otros, que
fueron movimientos pre políticos, es decir sin ningún objetivo político puesto que solo
plantearon demandas inmediatas, y otros plantean, que los sectores populares e indígenas sólo
fueron carne de cañón.
El relato-canon
Como ya se expresó, el planteamiento de este ensayo contrasta con la historiografía
convencional salvadoreña y centroamericana del siglo XIX, XX, y de los años recientes, que
trata estos movimientos de forma homogeneizadora, sin hacer diferencia en las formas de
lucha, de protagonistas y demandas planteadas por los distintos sectores. Historiografía que
estudia estos movimientos como sucesos aislados, vinculados únicamente a problemáticas
locales, sin observar las conexiones de estos movimientos locales, con lo que sucede en
España desde la invasión napoleónica, de cómo están respondiendo las elites y los sectores
populares en el resto del reino, y en los otros reinos de la monarquía en América.
La base de la historiografía convencional sobre estas revueltas se encuentra en los relatos
que hicieron las primeras versiones que aparecieron en los años iníciales de las nuevas
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naciones. Estos textos fueron producidos por políticos y publicistas participes e identificados
con el proyecto liberal que triunfó en el proceso de Independencia entre 1821 y 1823.
Fueron estos primeros autores, los que construyeron el relato del origen de la nueva patria
que se divulgó posteriormente y que reprodujo la memoria colectiva salvadoreña, a partir de
ciertas escenas reales, algunos rumores que circularon en el entorno de los motines y
testimonios vertidos por testigos falsos, utilizados en los procesos de infidencia, que entre los
años de 1814 a 1818, se llevaron contra algunos criollos de la provincia, a los que se les
acumuló el cargo de haber sido cabecillas de estos levantamientos, y que la versión
convencional, a través de una ligera lectura de las acusaciones judiciales, las elevó a
evidencias de estos acontecimiento.
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¿Cómo se construyó ese relato?
Los rumores fueron claves no sólo para la construcción del mito, sino también para el
desenlace de los hechos. Días antes que transcurrieran los alzamientos, se rumoró en los
barrios, plazas y calles de la ciudad, que el vicario, José Matías Delgado había sido asesinado.
Otros decían que lo habían capturado, que también habían capturado al sacerdote Vicente
Aguilar. Estos rumores circularon muy rápidamente en la ciudad y sirvieron de detonante a la
insurgencia. Tiempo después de los sucesos de 4 a 7 de noviembre, se esparció la idea, que el
vicario había sido el cabecilla de la sublevación.
Rumores y acusaciones que sirvieron o posiblemente fueron promovidas para desarticular
el movimiento autonomista criollo de la provincia, porque representaba una amenaza para la
estabilidad ya que se encontraba muy activo en torno a sus demandas.
En los mismos días de las revueltas, funcionarios de Guatemala explicaron los
alzamientos, como actos de apoyo a los franceses invasores. Recién pasados los sucesos,
algunos influyentes ilustrados de la ciudad de Guatemala, entre ellos el doctor Isidro Sicilia,
José María Peinado, coronel José Aycinena, Alejandro Marure, Antonio Larrazábal divulgaron
la versión que lo de 1811 en San Salvador había sido un movimiento apoyado por los
franceses bonapartistas.2 En estos años, en la audiencia de Guatemala, como en el resto de los
reinos en América, se vieron con temor los resultados de la Revolución Francesa. Habían leído
y escuchado cómo ésta había influido en la revuelta de esclavos en Haití, en 1804. Sabían del
movimiento del cura Hidalgo, de quien se decían, era afrancesado, sabían también de la
2
Ahora vuelve aparecer el Dr. Isidro Sicilia, en concepto de Gobernador Eclesiástico, dictando providencias
en apoyo de las prevenciones que anteceden, haciendo uso de las armas de la Iglesia, contra las personas
poseedoras de papeles condenados por él en su nuevo Edicto de 4 de enero de 1811.El Padre Provisor decía:
"Hacemos saber a todos los fieles de esta Diócesis que no pudiendo los franceses subyugarnos a fuerza
de armas, no omiten medio para conseguirlo, ya intentando con dádivas y promesas seducirnos, ya procurando
introducir partidos, discordias entre nosotros mismos, valiéndose de pasquines y papeles subve rsivos del
buen orden y ya jactándose de fieles y adictos vasallos de nuestro amado Soberano, el señor don
Fernando Séptimo. Y aunque este Superior Gobierno ha tomado las providencias más acti vas para
impedir y deshacer esas tramas; pero siendo propio de nuestra obligación cooperar al propio intento,
mandamos: bajo la pena ele Excomunión mayor ipso facto incurrenda, que cualquiera que tenga
pasquines o papeles de cualquiera clase, que inviten, induzcan o influyan en nuestra separación de
nuestro citado Monarca, o de la en José Antonio Cevallos, Recuerdos Salvadoreños, Ministerio de Educación,
Dirección General de Publicaciones, Tomo II, Págs. 9– 27, San Salvador, El Salvador, 1964.
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matanza de peninsulares en Guanajuato por los alzados del pueblo de Dolores y sus aliados.
La Revolución Francesa, pareció a estos liberales con fuerte ascendencia al conservadurismo,
muy radical en cuanto a las políticas sociales, antimonárquicas y anticlericales que efectuó.
Llamar a los criollos san salvadoreños insurgentes, radicales y amigos de los franceses, fue
una manera de desacreditar sus demandas de carácter autonomistas; perseguirlos y acusarlos
de cabecillas del movimiento contra el intendente, tal como se hizo en los procesos de
infidencia en los años de 1814 a 1818, tiempo que estuvieron presos algunos criollos, hasta
que obtuvieron indulto por mandato del rey Fernando V, fue una manera de desarticular su
movimiento.
Sobre la base de esos rumores y falsas acusaciones se construyeron los mitos
historiográficos. Años después de la independencia, aun frescos los sucesos, se conocieron las
primeras interpretaciones narradas en los periódicos de la época y en los primeros textos de
historia producidas por José Milla, Alejandro Marure, Manuel Montufar y Coronado y otros.
En el Bosquejo Histórico, texto publicado por primera vez en el año de 1836, Alejandro
Marure afirma que,
“los curas de San Salvador, Doctor D. Matías Delgado y D. Nicolás Aguilar, los
dos hermanos de éste Don Manuel y Don Vicente, Don Juan Manuel Rodríguez y
Don Manuel José Arce fueron los primeros promotores de la independencia en el
reino de Guatemala; y con tal idea formalizaron en aquella ciudad, contra el
intendente de la provincia Don Antonio Gutiérrez Ulloa, una conspiración que
estalló el 5 de Noviembre de 1811. Los autores de este movimiento tuvieron por
iniciativa y con el objeto hacerse dueños de tres mil fusiles nuevos que existían en
la sala de armas y más de doscientos mil pesos que estaban depositados en las
cajas reales; y fuertes ya con estos grandes recursos, se proponían dar el grito de
libertad. Una gran parte del pueblo salvadoreño secundaba sus miras”.3
En el anterior párrafo de Alejandro Marure, vemos una de las primeras construcciones
historiográficas que marcaron la posterior producción de publicaciones del siglo XIX. En esa
narración, no solo son puestos los criollos como los líderes de esos movimientos, sino
también, el motín de San Salvador, como un movimiento que buscó la Independencia.
José Milla, un publicista contemporáneo de Alejandro Marure, que a mediados del siglo
XIX, publicó su versión corta de los sucesos de 1811, en el periódico El Salvador
Regenerado4 de diciembre 17 de 1846, hace un recuento de los líderes de la Independencia, y
cómo se desarrolló ese proceso. Argumenta que la independencia nació en el estado
salvadoreño, cuando el día 5 de noviembre de 1811 se proclamó en la ciudad de San Salvador.
Luego, dice, se expandió a Nicaragua. Milla expuso que entre los líderes que figuraron en esos
alzamientos se encontraban, José Matías Delgado, los hermanos Aguilar, los Arce, Faguaga,
los Morales, los Lara, los Villaseñor, los Arizmendi, y los Rodríguez, en San salvador; y los
Lacayos, los Arguellos, los Cerdas, los Sotos, los Sacasa, en Nicaragua.
3
Alejandro Marure, Bosquejo histórico de las revoluciones de Centro América desde 1811 hasta 1834,
Guatemala: Ministerio de Educación Pública, tomos I y II, 1956, p. 10.
4
Véase El Salvador Regenerado, de dic. 17, de 1846, en Periódicos salvadoreños de la primera mitad del siglo
XIX, edición facsímil, seleccionados por Arturo Taracena Arriola, edición de Fundación Dr. Manuel Gallardo y
Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.
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La credibilidad que posteriores narradores e historiadores le dieron a esas primeras
versiones fue que estuvieron elaboradas por coetáneos a los sucesos.
Muchos años más tarde, al final del siglo XIX, José Antonio Cevallos, escribió sobre los
sucesos de 1811, y al hacerlo incluyó la versión construida por Marure y sus coetáneos:
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N° 4, Noviembre de 2011
“En aquellos días esta provincia era gobernada por el impopular Intendente
don Antonio Gutiérrez de Ulloa; y aconteció que sin un plan combinado
acertadamente, los sacerdotes patriotas doctor José Matías Delgado, don
Nicolás, don Vicente y don Manuel Aguilar, acompañados de don Manuel
José Arce, don Juan Manuel Rodríguez, y otros muchos disidentes
caudillos del pueblo, resolvieron apoderarse de tres mil fusiles que se
hallaban almacenados, y de cerca de trescientos mil pesos que existían en las
cajas reales, destinados para remitirlos a España. Con esos recursos creían
sostener la independencia que inmediatamente debía proclamarse, no
obstante la vigilancia del Intendente señor Gutiérrez. Pusieron, pues, en
ejecución su precipitado proyecto; mas los conspiradores ignoraban que el
espionaje del gobierno los había descubierto; por lo que, al efectuar el 5
de noviembre de 1811 el asalto de los cuarteles de la ciudad insurgente de
San Salvador, fueron sorprendidos y fácilmente dispersados aquellos
salvadoreños que querían ver a su Patria libre del poder colonial. Se ha
asegurado que dicha ciudad quedó sin autoridades durante seis días, y que
sus moradores no tuvieron que presenciar ningún desorden. ¿Mas a donde fue
a parar el señor Ulloa v sus empleados del servicio público? No es creíble,
pues, tal afirmación. La noticia de lo acaecido el 5 de noviembre corrió con
velocidad para todos los ámbitos de la Provincia, y muy pronto llegaron a San
Salvador o a sus inmediaciones, quinientos hombres de San Miguel al mando
de un señor Coronel Escalón, de la nobleza de aquella ciudad; y no queda
duda que dicha fuerza contribu y ó al sostenimiento del orden público en la
capital.5
En estas construcciones hay una clara intención de ponderar a la clase política criolla que
impulsó la independencia en 1821. Una clase política llamada los ilustrados, integrada por
propietarios de haciendas, de obrajes; comerciantes que compartían intereses, sentimientos
locales e ideas autonomistas. Criollos vinculados por lazos de parentesco, miembros de grupos
políticos y redes sociales que no se plantearon, al menos en estos años, la insurrección como
forma para obtener sus demandas, sino, a través de copar cargos públicos locales y de los
nuevos espacios abiertos para los americanos en las Cortes Generales,6 en las que a través de
su diputado electo podrían debatir y proponer medidas para ver cumplidas sus demandas. La
insurrección popular de 1811, no fue aprobada por ellos, así como no aprueban y ven con
temor la Revolución Francesa, como muchos sectores criollos autonomistas en otras latitudes
de los reinos que no aprobaron las rebeliones de Túpac Amaru en Perú, la de los esclavos en
5
José Antonio Cevallos, Op. Cit., p. 19.
Comerciantes anclados a políticas de antiguo régimen, que apoyan las directrices de los gobiernos centrales de
España, opuestos y temerosos de los movimientos insurgentes. Grupo que en el 15 de septiembre de 1821 apoyó
el proyecto de independencia impulsado por Gabino Gaínza, proyecto impulsado por el temor que otro grupo de
criollos radicales tomaran la iniciativa de la declaratoria de Independencia.
6
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Haití en 1804, y la más cercana, la del padre Hidalgo y Costilla, en Nueva España (México) en
1810.
Los productores de esta historiografía, además de reproducir tal cual las primeras
versiones, hicieron una ligera lectura de los procesos de infidencia. Quienes redactaron los
primeros relatos en los años inmediatos a los hechos, reconstruyeron las escenas, tomando
como evidencias fehacientes, testimonios de testigos oculares falsos ante el juez Bustamante.
Una serie de falsedades dichas con el fin de condenar a los capturados criollos de ideas
ilustradas. A quienes el poder central de la ciudad de Guatemala vio con preocupación por sus
ideas autonomistas, de autogobierno anti gobierno central de la ciudad de Guatemala.
Esa primera construcción narrativa reprodujo una versión que mostró a los criollos como
líderes independentistas desde las revueltas de 1811 y 1814 a la declaratoria de Independencia,
el 15 de septiembre de 1821. Se hace de estos tres sucesos un mismo proceso de insurgencia
hacia la Independencia.
Esta primera idea de independencia que se construyó, como un proceso que dio origen a la
nación centroamericana y salvadoreña, se difundió durante todo el siglo XIX y el XX, y
continúa reproduciéndose en el XXI, a través de artículos periodísticos, literatura, narraciones
históricas, lecciones de civismo en las escuelas, en los medios publicitarios, en las festividades
cívicas del Bicentenario, de manera que se instituye y se convierte en el canon de la
historiografía más aceptada, y en un referente de la memoria colectiva salvadoreña.
Ambiente global, regional y local de los sucesos de 1811
Como ya se dijo en párrafos anteriores, los alzamientos de la provincia de San Salvador no
fueron aislados, se dieron en un contexto en el que todos los sectores sociales de las
provincias, de los pueblos de todos los reinos en América, habían acumulado resentimientos y
abundantes quejas.
Desde la época de Carlos III, y sobre todo de su sucesor, Carlos IV, las políticas fiscales,
monopólicas y burocráticas generaron muchos malestares. El aumento de la alcabala, el
comercio limitado, el estanco del tabaco y aguardiente y otros monopolios de Estado
perjudicaron por igual a grandes y pequeños comerciantes criollos y peninsulares, a
parcialidades de indígenas, ladinos y consumidores de todos los sectores. Posteriormente, a
propósito de la guerra con Gran Bretaña (1779-1783) las demandas de la Corona por más
impuestos, aumentaron. Con la guerra de 1796, las cargas fiscales continuaron, también con
las guerras los mercados se estrecharon, y desde 1804 la sangría fiscal y monetaria aumentó, a
partir de decreto de 26 de diciembre con el que se regularon los préstamos a fondos de
pensiones militares, donaciones a familias ricas, fondos públicos a los consulados y a los
cabildos; pero el agravio mayor de este decreto fue la llamada consolidación de vales reales,
con el que se ordenaba la confiscación de los fondos de caridad que existían en América y su
remisión a España.7
7
Véase el capítulo 1, Los orígenes de la independencia hispanoamericana, por John Lynch (págs.1-40), pag.1, en
Historia de América Latina, tomo 5, La Independencia, ed. Leslie Bethell, Crítica, Barcelona, 2000.
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Pero no solo se trató de cargas comerciales y fiscales, también se sumaron las quejas por
los abusos de poder de corregidores, intendentes, alcaldes, obispos, subdelegados de partidos y
otras autoridades, que maltrataron tanto a las elites económicas y políticas de criollos, como a
la gente común de pueblos mulatos, indígenas, de ladinos y castas.
A esto se sumaron los resentimientos de los criollos por la desigual distribución de cargos
públicos en el gobierno y por otros diversos asuntos en los que se sintieron en desventajas con
relación a grupos de peninsulares de la ciudad de Guatemala. Desde los años de la década de
1770, las nuevas oleadas de peninsulares al reino, particularmente a la ciudad de Guatemala,
como sucedió en todos los reinos de América, invadieron espacios políticos más altos de la
burocracia. Esto se vio favorecido con lo que Corona estableció, que los peninsulares tenían
tanto derecho como los americanos en los cargos públicos. Bajo ese criterio los nuevos
peninsulares llegaron a dominar los puestos de mayor importancia de la Audiencia. Hubo
entonces, una reacción de los peninsulares en contra el poder criollo, pero también los criollos
reaccionaron en contra de los peninsulares y tendieron a buscar puestos con el propósito de
tener el control político. Entre ambos creció un fuerte ambiente de animadversiones. Pero hay
que advertir que los criollos no solo tenían los ojos puestos sobre los españoles peninsulares,
sino también, sobre las castas, mulatos e indígenas. Tenían conciencia y temor de la presión
social que ejercían estos sectores desde abajo. De manera que, protestaron en contra del
acomodo de los peninsulares, pero también reaccionaron en contra de los levantamientos
populares. En su actitud frente a los sectores populares se mescló el desprecio racial con el
temor de sus demandas, como sucedió comúnmente en el resto de las posesiones de la
monarquía española en América.8
Además de esos agravios fiscales, y de discriminación política y social, desde que inició la
invasión francesa a territorio español en 1808, se impusieron nuevos impuestos para sostener
la guerra y expulsar a los franceses de la península. Las cosas dieron un nuevo giro el 17 de
marzo de ese año. Se trató de un motín en las calles de Aranjuez y la abdicación de Carlos IV,
a favor de su hijo Fernando VII. Bonaparte obligó a Fernando, devolver la corona a su padre y
éste cedió todos los derechos al emperador de Francia. El dos de mayo estalló un
levantamiento en Madrid ante la incertidumbre política tras el motín de Aranjuez y hacer
resistencia a la invasión francesa. Levantamiento que fue reprimido por las fuerzas francesas
presentes en Madrid. A partir de esto, el pueblo español llamó a la insurrección armada en
contra del nuevo gobernante francés José Bonaparte, quien se hacía llamar, Regente. Esta
crisis de vacío e ilegitimidad de poder hizo colapsar a la Monarquía; crisis e ingobernabilidad
que se extendió a América, y provocó distintas reacciones en cada uno de los reinos, cabeceras
de provincias y pueblos. El espectro de la guerra contra los franceses se extendió por todo el
espacio español desde 1808 hasta el año de 1814, año que los franceses se retiraron de la
península y Fernando VII, retorno después de permanecer preso en Bayona.
El colapso de la Monarquía desencadenó una serie de acontecimientos que culminaron en
el establecimiento del gobierno representativo para todo en el mundo español.9 En la península
el gobierno fue asumido por una regencia bonapartista. Paralelamente, la resistencia
constituyó, el 25 de septiembre de 1808, una Junta Central Suprema del reino, en Sevilla, que
8
Véase John Lynch, pag.22, Op. Cit.
Jaime E. Rodríguez, la independencia en la América Española, cap. III, p. 144, El Colegio de México,
Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 2ª Edición, México, 2005.
9
14
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a nombre del rey, emprendió la lucha contra el emperador francés;10 además entre otros fines
esta Junta intentaba recuperar el comercio con América y sobre todo el monopolio comercial
perdido con las reformas borbónicas.11
De modo que, España, desde 1808-1814, se encontró dividida y en un profundo caos de
gobernabilidad. Existía la España de la ocupación de Bonaparte, de la constitución de Bayona
y la regencia, y la otra, la insurrecta, leal a Fernando VII, conducida por la Junta Suprema
Central, sustituida en 1810 por el Consejo de Regencia. Ambos poderes, hacían lo suyo para
atraer la atención y lealtad de las colonias a su proyecto.
La Junta Suprema Central estuvo vigente hasta el 30 de enero de 1810, después de que el
Consejo de Castilla declarara nulas las abdicaciones de Bayona. Se preveía unas Cortes con
representación estamental. Pero ni en la metrópoli, ni en América, pudieron funcionar los
mecanismos electorales de estas primeras Cortes o Asamblea. Mientras, las Cortes se alejaron
de su carácter estamental predominante, en beneficio de la representación territorial. En
febrero de este año, el Consejo de Regencia emitió un decreto en el que envió los mecanismos
de cómo hacer elecciones de diputados a Cortes.12
A los dos lados del Atlántico hubo resistencia a los franceses, e importantes cambios en la
forma de hacer política. En América, sobre todo en el sur, se formaron juntas locales de
gobierno para conducir la resistencia y la lealtad a los borbones, y para gobernarse animismos.
En el sentimiento autonomista fluía la idea que la soberanía había vuelto al pueblo, de manera
provisional, mientras el monarca regresaba a su trono, idea que tenía sus raíces en la tradición
jurídica española.
En América, a diferencia de las respuestas del pueblo español, expresadas en un gran
movimiento insurgente contra los franceses, saltó el patriotismo, y la idea de soberanía que
fortaleció el espíritu autonomista. Sentimientos que fueron articulados a la lealtad al monarca,
a las quejas contra la tiranía y opresión de la burocracia, a la posición a las medidas fiscales y
10
17 de junio de 1808 declaración de los principales hechos que han motivado la creación de esta Junta Suprema
de Sevilla, que en nombre del Señor Fernando VII gobierna los Reinos de Sevilla, Córdoba, Granada, Jaén,
Provincias de Extremadura, Castilla la Nueva y demás que vayan sacudiendo el yugo del Emperador de los
Franceses, en A1.1,LEG.6920,EXP.56910,FOL.17
11
Turcios, Roberto, Los primeros patriotas, San Salvador 1811, Pág. 32, Ediciones Tendencias, San Salvador,
1995.
12
El decreto fue fechado 14 de febrero. En su contenido llevó la convocatoria al Congreso Nacional con completa
participación de todos los españoles de España e Indias. Se decía que entre los primeros cuidados de la Regencia
tiene un principal lugar la celebración de las Cortes extraordinarias anunciadas ya a los españoles, y convocadas
para el día 1º del próximo Marzo. En este gran Congreso cifran los buenos ciudadanos la esperanza de su
redención y su felicidad futura. Y si los sucesos de la guerra obligan a dilatar esta gran medida hasta que pueda
realizarse con la solemnidad y seguridad conveniente, esta misma dilación ofrece al nuevo Gobierno la
oportunidad de dar al próximo Congreso nacional la representación completa del vasto imperio cuyos destinos le
confían. Como tal le corresponden los mismos derechos y prerrogativas que a la metrópoli. Desde este momento,
Españoles Americanos, os veis elevados a la dignidad de hombres libres: no sois ya los mismos que antes
encorvados baxo un yugo mucho más duro mientras más distantes estabais del centro del poder; miradlos con
indiferencia, besados por la codicia, y destruidos por la ignorancia. Tened presente que al pronunciar o al escribir
el nombre del que ha de venir a representaros en el Congreso Nacional, vuestros destinos ya no dependen ni de
los Ministros, ni de los Virreyes, ni de los Gobernadores; están en vuestras manos. Es preciso que en este acto, el
más solemne, el más importante de vuestra vida civil, cada elector se diga a sí mismo: a este hombre envío yo,
para que unido a los Representantes de la Metrópoli haga frente a los designios destructores de Bonaparte: este
hombre es el que ha de contribuir a formar con justas y sabias leyes un todo bien ordenado de tantos, tan vastos y
tan separados dominios: este en fin el que ha de determinar las cargas que he de sufrir, las gracias que me han de
pertenecer, la guerra que he de sostener, la paz que he de jurar.
15
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donativos para la defensa de España y de la capitanía. Más que luchar contra los franceses y
por el regreso de Fernando VII, la lucha fue contra las malas autoridades locales, articulando
viejas demandas, conocidas y nuevas formas de lucha. Sin embargo, no en todos los lugares de
América se respondió igual. Cada uno de los reinos tenía su propia forma de ser, cada uno
tenía su particular trayectoria, de modo que, las respuestas a las crisis también fueron diversas.
Pese a la insistencia de la historiografía tradicional de ver en la lucha de estos años los
orígenes de la independencia, ninguno de los movimientos criollos y populares en el escenario
político de estos años, se plantearon la independencia de España; aunque sí es cierto que
algunos líderes simpatizaron con la idea de emancipación, inspirados en la independencia de
las colonias inglesas al norte de América y en la Revolución Francesa. Los movimientos
políticos, en los reinos de América de estos años, estuvieron ceñidos, en el caso de los
movimientos criollos, a los sentimientos de patriotismo, de identidad local y de autonomismo.
Y en el caso de los movimientos populares sus demandas estuvieron dirigidas en contra de las
malas autoridades, en contra de nuevas cargas fiscales y donativos forzados, el terror y la
persecución implementada en esos años y la defensa de sus comunidades.
Mientras las fuerzas francesas ocuparon casi toda España, el 23 de enero de 1810, la Junta
Central fue obligada, por la expansión francesa a retirarse de Sevilla y asentarse en la isla de
León. Por decreto de 29 de enero e inmediatamente después de esta retirada, la Junta se
disolvió para hacer un gobierno más eficiente, y en su lugar se nombró un Consejo de
Regencia de España e Indias. Órgano que convocó a Cortes Generales para decidir el rumbo
de la guerra y promover la unidad de los reinos, puesto que en España se temía que los reinos
de América promovieran independencias o apoyaran a los franceses.
Demandas en Centro América y la crisis de la Monarquía
A Guatemala llegó la copia del decreto de 29 de enero de 1810, en el que se comunicó que
la Junta Suprema Central estaba disuelta y daba paso al Consejo de Regencia. La lectura de
este decreto por políticos y funcionarios de la Audiencia de Guatemala provocó opiniones
encontradas. Muchos pensaron que el destino de España estaba en manos de Bonaparte. Pese a
todo, la respuesta de los ayuntamientos de capitales de provincias fue hacer elección de sus
representes a Cortes13 tal como se pedía desde Cádiz. Elecciones que tuvieron muchos vicios y
obstáculos, además de la imposibilidad de traslado que enfrentaron los diputados electos para
asistir a las reuniones, en parte por carecer de recursos para trasladarse a Cádiz, y por otra
parte, por la falta de tiempo suficiente para trasladarse y llegar a tiempo a esas primeras
Cortes. A estas primeras Cortes asistieron poquísimos americanos, del sur de América no
llegaron porque se negaron a participar, prefirieron crear juntas de gobierno locales, fieles al
monarca. Únicamente Puerto Rico pudo mandar a su representante a tiempo.
En esos mismos días, se difundieron en Guatemala, las graves noticias de los avances de
las fuerzas bonapartistas en casi todo el territorio peninsular. Situación que hizo pensar al
presidente del reino y a los ayuntamientos de la audiencia, que debían preparar la defensa de
los territorios costeros del reino. En cabildo celebrado por el ayuntamiento de la ciudad de
Guatemala de 23 de marzo de 1810, el regidor José María Peinado comunicó lo que la Gaceta
13
Véase en AGCA, B1.3, LEG.3, EXP.49
16
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Inglesa decía sobre que Napoleón Bonaparte había formado “liga” con los anglo-americanos
para enviar flotas y cortar las comunicaciones entre España y América. A partir de estas
noticias en el cabildo de Guatemala se acordó instar al presidente para preparar la defensa de
las costas.14
En la costa Atlántica centroamericana, en el puerto de Trujillo se vieron navíos franceses.
Esos fueron los rumores que llegaron a Granada, Nicaragua y al Cabildo de Guatemala.
Alarmados escribieron al presidente Antonio González y Saravia, quien se decía se encontraba
convaleciendo en la Antigua Guatemala, para pedirle que presidiera y se pusiera al frente de la
defensa.15
Se hicieron preparativos para una eventual invasión. Se promovió la creación de milicias
urbanas y de las llamadas milicias de los Voluntarios de Fernando VII en las distintas ciudades
del reino.16 Una cosa difícil de implementar debido a que se requería una inversión calculada
de unos 150,000 pesos para la adquisición de fusiles, pistolas, espadas y otros materiales, y las
arcas de la Real Hacienda únicamente tenía en caja 31, 121 pesos, 6 ½ reales. 17 Para dar
solución al tema monetario y atendiendo el llamado de la Regencia se pensó en donativos y en
las cajas de ahorros de los indígenas, además de los impuestos de guerra que ya se cobraban.
La Capitanía General a petición del Supremo Consejo de Regencia pidió que se
recaudaran un donativo patriótico forzoso con motivo de la invasión napoleónica en la
península, para la defensa de la Capitanía. 18 Muchos de los ayuntamientos vieron con
desagrado la petición y se negaron hacerlo efectivo. El ayuntamiento de la ciudad de
Guatemala se opuso al dicho donativo o a la creación de nuevos impuestos para asegurar la
defensa. En su lugar propusieron que se estableciera un comercio con otros puertos extranjeros
bajo el control del Consulado, que se diera impulso a la agricultura e industria, puesto que
estimulando el desarrollo, se garantizaban mejores condiciones para la defensa.19
Mientras, ante el improbable traslado de los diputados desde América, el 8 de septiembre
de 1810 el Consejo de Regencia hizo público los procedimientos electorales, para elegir
diputados suplentes entre los americanos que se encontraban refugiados en Cádiz. Se
estableció un número de 30 diputados suplentes para las provincia de altamar, de esos, 15 eran
para la América septentrional, de los que se designaron 7 para Nueva España, 2 para
Guatemala, 2 para Cuba, dos para Filipinas, 2 para Santo Domingo y dos para Puerto Rico;
cinco para los reinos del sur, y en la América meridional se asignaron 5 para Perú, 3 para
14
AGCA,A1.2,LEG.2189,EXP.15736,FOL.31,
Véase expediente A1.2, LEG.2189, EXP.15736, 49 folios, de fecha 10 de mayo de 1810. En el documento
B1.14, LEG.20, EXP.585 del AGCA, el cabildo de Guatemala se comunica con el ayuntamiento de Granada,
para apoyarse para gestionar armamento para la defensa del reino.
16
1 de junio de 1810, Cabildo celebrado por el ayuntamiento de la ciudad de Guatemala.- Acuerda transcribir al
Presidente de la Audiencia, gobernador y Capitán General, las instancias de los ayuntamientos de Quezaltenango,
Granada, y Villa de Rivas, éstos últimos de la Intendencia de Nicaragua, sobre la organización de milicias
urbanas para asegurar la defensa de las provincias A1.2, LEG.2189, EXP.15736, FOL.54VUELTO. 21 de julio
de 1810, Nota del ayuntamiento de la ciudad de Granada, Intendencia de Nicaragua, dirigido al de la ciudad de
Guatemala, recomendándole gestione la adquisición de armamento para la defensa del reino, en vista de los
acontecimientos producidos por la invasión francesa a España B1.24,LEG.20,EXP.586
17
Véase en AGCA, B2.7, LEG.32, EXP.783, 9 folios, informe fechado 2 de mayo 1810, Guatemala.
18
Con fecha de 2 de octubre de 1810 el Consejo de Regencia envío un manifiesto a la Capitanía General para
recaudar fondos, véase en AGCA, A1.23, LEG.2595, 46 folios.
19
En AGCA, B2.7, LEG.32, EXP.783, FOL.15. Comunicado del ayuntamiento de Guatemala a la Capitanía
General.
15
17
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Santa Fe de Bogotá, tres para Buenos Aires, 2 para Venezuela y 2 para Chile. Esta medida
inconsulta de la Regencia causó molestias en los ayuntamientos y políticos americanos, que se
sumaron a las molestias muchas las decisiones que desde España se imponían.
Pese a las dificultades con las que se abrieron estas primeras Cortes, su apertura dio vida a
un gobierno representativo para los reinos de ambos lados del continente.
Mientras tanto, en todos los ayuntamientos de capitales de las provincias de reino
Guatemala, se continuó haciendo elecciones para diputados y ocupándose de todos los
preparativos para enviar a sus representantes, actividad que se extendió aun al año de 1811, en
un ambiente cargado del temor de que el gobierno francés gobernara completamente, y por lo
mismo las autoridades trataron de controlar las elecciones. Paralelamente el estado de cosas
hizo que se afincara más el sentido autonomista.20 Los nuevos sucesos fueron escenarios de
esos sentimientos.
José María Peinado, al redactar las instrucciones a Cortes, a nombre del ayuntamiento de
Guatemala, mostró el deterioro del reino como resultado de la tiranía, falta de educación y la
superstición; este importante ilustrado de la elite criolla guatemalteca no planteó como
solución de esos males acabar con el sistema colonial, sino, la solución a eso males era, afirmó
la instauración de una monarquía constitucional. Meses después el ayuntamiento de
Guatemala le giró instrucciones a su diputado Larrazábal, para que en las Cortes solicitara la
supresión de los estanquillos de aguardiente. Razonaban que la embriaguez desmedida era
causa del daño de los habitantes.21 Pero también se trataba de un monopolio de Estado que
afectó a muchos intereses.
En 1811, el reino estrenó nuevo jefe político en José de Bustamente, un funcionario que
llegó de Buenos Aires donde también había mucha inquietud frente la invasión francesa a
España y todas sus consecuencias.
En estos años, en diversas ciudades y localidades de América se impulsaron movimientos
de autogobierno en el contexto de elecciones de diputados a Cortes. Pero ninguna de estas
quejas o luchas tuvieron un carácter de emancipación, es decir no se plantearon la
independencia de la monarquía española; lo que existió fue un clima de resentimientos y
protestas y el deseo de establecer cierto grado de autonomía local. El sentido de autogobierno
se vio acentuado por las noticias de la ocupación casi completa de España, por la amenaza de
una invasión francesas a los reinos, las molestias y preocupación por la sustitución de la
Suprema Junta por el Consejo de Regencia y por las formas de cómo se habían dado las
primeras Cortes. A estas situaciones, se sumaron los agravios locales, por las nuevas y
antiguas cargas fiscales, por la tiranía y abusos continuos de las autoridades, y disgusto de las
formas abusivas con las que se desarrollaron las elecciones de diputados en algunos
ayuntamientos.
Al calor de estas circunstancias, en Centroamérica hubo movimientos autonomistas de
criollos ilustrados. También se desencadenaron movimientos insurgentes de castas e indígenas
en torno a demandas anti fiscales, anti monopolios, y por abuso de poder de autoridades
locales. A manera de ejemplo del descontento de los ayuntamientos contra intendentes y
alcaldes mayores, tenemos la queja del ayuntamiento de la villa de Sonsonate por abuso de
autoridad del alcalde mayor. 22 Pero también el descontento se originó por elecciones
20
Tesis que se observa en el planteamiento de Jaime Rodríguez, p, 148, en Op. Cit.
Oficio del ayuntamiento de la ciudad de Guatemala al diputado Larrazábal, en AGCA, B1, 4, Exp. 83, Leg. 4
22
AGCA, B1.14,LEG.20,EXP.613
21
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maniobradas y por las nuevas medidas del Consejo de Regencia que llamaban a disponer de
bienes de cajas de comunidades indígenas y de empréstitos forzoso a familias ricas, para
sostener la guerra23 y sufragar gastos de diputados.
Las elecciones se sucedieron en diversas circunstancias. En algunas provincias los
corregidores o intendentes trataron de influir en las elecciones para que quedara seleccionado
alguno de sus allegados. Esto provocó que las elecciones se dieran en un ambiente conflictivo
y de confrontación hasta llegar a las revueltas como sucedió en San Salvador. En el caso de
Centroamérica no se formaron juntas locales como el sur de América, aunque hubo intentos
como se observa en el caso del motín San Salvador de noviembre de 1811. Lo que hubo en la
región fueron elecciones de diputados e interés por participar en las Cortes. En algunas
provincias, además hubo elección de cabildo, tal es el caso de San Salvador. Estas elecciones,
junto a las circunstancias de represión fueron detonantes de los levantamientos insurgentes que
se dieron en estos años en el reino. Los funcionarios peninsulares y criollos de la ciudad de
Guatemala divulgaron que los levantamientos sucedidos en estos años estaban del lado de
Bonaparte e imitaban al cura Hidalgo.
Cada capital de provincia debía contar con un diputado elegido por su respectivo
ayuntamiento. En Guatemala se eligieron seis diputados procedentes de San Salvador, Costa
Rica, Nicaragua, Honduras, Chiapas y la provincia de Guatemala.
Como ya se ha dicho anteriormente, hubo molestias e irritaciones alrededor de estas
elecciones. En León, desde 1809 los alcaldes ordinarios se quejaron de no habérseles tomado
en cuenta para la elección de diputados ante la Junta de Gobierno de Sevilla. 24 Surgieron
entonces, algunos disturbios el 13 de noviembre de 1811. Los pobladores salieron a las calles
a demandar la creación de un nuevo gobierno, pidieron deponer autoridades y nombrar una
junta de gobierno, pidieron también, el nombramiento de nuevos jueces, la libertad de los
presos y la abolición del monopolio de la venta de aguardiente. Los sublevados incitaron a los
ayuntamientos de Granada, Nueva Segovia y de la Villa de Rivas para hacer lo mismo. Ante
estos hechos la respuesta del intendente de San Salvador y el ayuntamiento de la ciudad de
San Salvador preocupados por estas posibles sublevaciones piden que las autoridades del reino
actúen para pacificar a esta región.25
La fidelidad al monarca no había sido rota aun. El ayuntamiento de Granada, desde
octubre de 1808, confirmó su fidelidad a Fernando VII.26 En 1809, con mucho entusiasmo se
23
El Capitán General del Reino de Guatemala transcribió a la Audiencia Real, Orden de 14 de febrero de 1810,
por la que el Consejo de Regencia dispuso que los fondos de bienes de Comunidades de indios fueran destinados
a créditos a personas particulares y acumuladas al empréstito contra los franceses, véase en expediente AGCA,
B1.7, LEG.10, EXP.378. Por otra parte, autoridades locales apoyaron estas medidas en detrimento de la
población local, tal es el caso del Intendente de Comayagua, que ante el decreto y orden enviada de elegir
diputados propone que los viáticos de los diputados salgan de los fondos de los indígenas. Véase el expediente
del AGCA, B1.4, LEG.4, EXP. 95.
24
23 de mayo de 1809, Los Alcaldes ordinarios del ayuntamiento de la ciudad de León, en la Intendencia de
Nicaragua, ante el Presidente de la Audiencia se quejan, de no haberles dado voto durante la elección de diputado
ante la Junta de Gobierno de Sevilla, AGCA, A1.1,LEG.6920, EXP.56914
25
AGCA, B2.2,LEG.24,EXP.689
26
7 de octubre de 1808, el ayuntamiento de la ciudad de Granada, Intendencia de Nicaragua, expone ante el de la
Ciudad de Guatemala, haber confirmado su fidelidad a Fernando VII, véase en AGCA, B1.14, LEG.20,
EXP.567. 21 de febrero de 1809, El ayuntamiento de la ciudad de Granada, intendencia de Nicaragua, agradece al
de la ciudad de Guatemala, el envío de las medallas conmemorativas a la Jura y Proclamación de Fernando VII,
en AGCA, B1.14, LEG.20, EXP.578.
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distribuyeron medallas conmemorativas a la Jura y proclamación del monarca. Pero también,
se dejó ver la otra cara de la moneda, hubo demandas e intentos de sublevaciones que
continuaron en el 1812. El 21 de abril de 1812 hubo una resistencia a las tropas reales.
Muchos de los soldados de esas tropas fueron cómplices del movimiento.27 Los sublevados
fueron criollos autonomistas, y algunos de los sublevados fueron llevados presos a ciudad de
Guatemala, confiscándoles bienes.28 Entre los presos se encontraron Pío José, Juan Argüello,
Juan y Manuel de la Cerda, Juan Espinosa, Juan Ignacio Marenco y Joaquín Chamorro. Al
motín le siguió la exigencia para poner en libertad a los presos. Se denunció la violación a la
Constitución. El sacerdote Benito exigió, a imitación de las demandas levantadas por León y
Rivas se otorgara la libertad a todos los esclavos, la rebaja en un real en cada libra de tabaco,
la libertad del abasto de carne, la extinción de la doble alcabala en las reventas de ganados.29
Las quejas giraron en torno a los abusos de poder local. En Masaya hubo un levantamiento
en los barrios de la plebe, a partir de los graves sucesos por la intervención del intendente para
que el mando del pueblo lo asumiera el presbítero Policarpo Irigoyen, destituyendo del cargo a
Benito Soto. Esto alteró los ánimos de la población, se alteró la quietud del vecindario y
enardecidos se tomaron el ayuntamiento. El intendente de Nicaragua arremetió contra de este
movimiento apoyándose en el fuerte de Granada para que actuara militarmente en caso
necesario para asegurar la paz y la tranquilidad.
También en Olancho hubo sucesos que alteraron el orden. Estos fueron en reacción a lo
que estaba sucediendo Granada, León y Masaya. El detonante fue la orden que el batallón de
milicias recibió de trasladar tropas a Nicaragua. Fue el capellán de milicias, Pascual Martínez,
quien intentó sublevar a la tropa acantonada en Jutiapa lista para partir a Granada para que no
obedeciera la orden de marchar y reprimir la rebelión. Un parte con fecha 23 de agosto
dirigido por capitán general de Guatemala al obispo de Comayagua decía que el capellán de
milicias pretendió hacer lo mismo que practicó en el reino de México, el finado cura Hidalgo
y Costilla del pueblo de Dolores.30
27
Francisco Reyes y José Marcos Barahona, soldados veteranos de la compañía fijada de San Juan, de la
intendencia de Nicaragua, presos en el castillo de San Carlos, por complicidad en la intentona habida en la ciudad
de Granada el 21 de abril de 1812, piden se les indulte conforme a la cédula de 2 de septiembre de 1814.
B2.2,LEG.81,EXP.2371,FOL.10
28
27 de julio de 1813. Cabildo celebrado por el ayuntamiento de la ciudad de Guatemala. Teniéndose informes
que eran conducidos desde Granada varios de los reos que eran comprometidos en la sublevación, cargados de
grillos, confiscándoseles sus bienes y causándoles grandes quebrantos, se acordó dar cuenta al Superior Gobierno
de todo lo ocurrido, solicitando providencia poniendo en olvido todo lo acontecido en Granada, que se les
restituya a la libertad y al goce de sus bienes AGCA, A1.2,LEG.2190,EXP.15738,FOL.181VUELTO
29
AGCA, B2.2, LEG.24, EXP.697, FOL.4. El ayuntamiento de la ciudad de Granada, acuerda elevar a la junta
provincial gubernativa de Nicaragua y que se publique por bando, la petición presentada por el diputado del
pueblo, Pbro. Benito Soto, que a imitación de León y de Rivas.
30
Capitanía General.-Contra el Pbro. José Pascual Martínez, Capelli, del Batallón de Milicias de Olancho, por
haber intentado sublevarlo y evitar que bajo las órdenes del Sargento Mayor Pedro Gutiérrez marchara sobre la
ciudad de Granada, en Nicaragua, a reprimir la rebelión de los insurgentes. año 1812, en AGCA,
B2.7,LEG.82,EXP.2377
20
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Movimientos en la provincia de San Salvador
Los procesos electorales y la persecución marcaron la compleja situación de la provincia.
Desde el año de 1809, a partir de la aplicación de disposiciones para hacer elecciones de
diputados a Cortes, el ayuntamiento de San Salvador se dispuso a elegir a su representante
ante la Suprema Junta Central. Actas de cabildos celebrados no solo en el ayuntamiento de
San Salvador, sino también en el de Granada, Santa Ana, en la villa de Rivas en Nicaragua,
San Miguel, Cartago, ciudad de Guatemala y Nueva Segovia, y de otros lugares muestran que
la intención de los ayuntamientos de provincias del reino fue de participar en la Cortes.31 Pero
la participación de diputados del reino nada más pudo ser efectiva, hasta las Cortes efectuadas
en el año de 1810. Muy pocos se trasladaron a Cádiz en ese año, entre ellos Antonio
Larrazábal, diputado por el ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, que desde comienzos de
1811 asistió a las sesiones celebradas por las Cortes Generales y Extraordinarias.
En San Salvador, desde mucho antes a la ocupación francesa de España, los políticos
ilustrados miembros de familias criollas entrelazadas por vínculos matrimoniales,
comerciantes y propietarios de haciendas productoras de añil, quienes comúnmente asumieron
cargos en el ayuntamiento de la ciudad, en el vicariato, y en otras instancias civiles y
eclesiásticas, mostraron sus molestias, como también lo hizo la gente común por las actitudes
del intendente, un español, acostumbrado al despotismo, José Basilio Antonio de Ulloa que
llegó a San Salvador en 1804 de Nueva Galicia, por Real Cédula de 9 de septiembre de
1804.32
Gutiérrez y Ulloa tenía nombramiento de caballero de la real y distinguida orden española
de Carlos Tercero, ministro del Tribunal Mayor de Cuentas en el Real y Supremo de
Hacienda, juez privativo de tierras, subdelegado de la Real Renta de Correos y corregidor
intendente de San Salvador. Llegó de Nueva Galicia (hoy Guadalajara), una de las
intendencias de la Nueva España, donde también fungió como corregidor intendente.
Cierto malestar de la población de la ciudad debió percibir el intendente Ulloa, ya que el
18 de marzo de 1807, remitió al Superior Gobierno la averiguación que hizo para conocer
quién era el autor de los pasquines que le habían adherido frente a su casa de habitación, los
cuales tenían para él, un carácter subversivo.33
El intendente Ulloa fue percibido en la provincia como un funcionario déspota, y por lo
mismo, poco querido en la ciudad. La gente lo juzgó por los abusos de poder y los privilegios
otorgados a comerciantes peninsulares más poderosos de la ciudad.
Las disputas alteraron los ánimos de la gente de los barrios. Esta vez las molestias
apuntaron a los mecanismos que el intendente estableció para la elección de diputados y la
represión y control de la población que estaba ejerciendo. También en la ciudad de Guatemala
los criollos protestaron por los viciados procesos electorales de diputados a Cortes.
31
Véase en documento del AGCA, B1.24, LEG. 20, Exp. 586
Miguel Ángel García. Procesos por infidencias contra los próceres salvadoreños de la independencia de
Centroamérica, desde 1811 hasta 1818, Imprenta Nacional, Tomo 1, San Salvador,1940, p 234
33
Véase en AGCA, B2. 12. Exp. 913, Leg. 41 AGCA
32
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En este año, el intendente Ulloa persiguió y acusó ante el capitán general a varios
citadinos que expresaron su descontento por el proceso electoral. Uno fue Antonio Campos, a
quién se acusó de insurgentes y de tener nexos con los franceses.34
La persecución por infidelidad causó terror entre la gente. Llegado el año de 1811, la
persecución por delitos de infidencia o por suponer existencia de nexos con los franceses fue
intensa. El presidente José de Bustamante expresó que se considerarían insurgentes todos
aquellos que comunicaran noticias falsas y capciosas a favor de los franceses en España o de
los insurgentes del reino de Nueva España, el que hable mal del gobierno supremo de la
nación y de su congreso, el que trate de distinción o desavenencia entre españoles americanos
y europeos.35
La abolición del tributo de los indígenas y la prohibición del repartimiento de tierras de
los pueblos indios por las Cortes fue un incentivo de la rebelión, puesto que en la práctica todo
seguía igual. Pese al terror implementado, los ánimos insurgentes de los barrios de artesanos
mulatos y ladinos se alimentaron mucho más con las noticias de importantes cambios que
estaban decidiéndose en las Cortes Generales y Extraordinarias, recibidas a través del diputado
Larrazábal.36
La gente llegó al cabildo en la mañana del 5 de noviembre como a las 10 de la mañana, en
un número aproximado de trescientos, demandaron la destitución del corregidor, supresión de
impuestos, supresión de estancos y monopolios y elección de nuevo ayuntamiento.
Por otra parte, un grupo de gente, entre ellos José Meléndez se dispuso a quemar
comercios, ubicados en los portales al frente de la Plaza de Santo Domingo, entre ellos los de
los europeos Fernando Silva, Braulio de la Torre, Felipe Cerezo y otros.37 Y se emitieron
proclamas que se enviaron a otros partidos para que se incorporaran a la insurrección.
El Corregidor intendente ante los sublevados manifestó que no se podían entender en
gritería, que nombraran a un diputado que los representara. Decidieron hacerlo en Manuel José
Arce que ya estaba en el lugar observando lo sucedido. El corregidor mandó a tocar las
campanas del ayuntamiento para llamar a Cabildo abierto y deliberar sobre los sucesos.
Reunión que se celebró ese mismo día.
La gente de los barrios pidió que fuesen criollos los que gobernaran y no gachupines. El
cabildo tomó las cajas reales, para cubrir rondas de guardias en la ciudad, así, mantener la
tranquilidad. Se nombró a Leandro Fagoaga, mientras llegaban los comisionados Peinado y
Aycinena, alcalde del ayuntamiento y corregidor. Se nombraron miembros del ayuntamiento a
Manuel de Morales, Bernardo de Arce, Juan Delgado, Juan Inocente Escolán, Francisco de
Paula Vallejo, José Díaz del Castillo y Fernando de Silva. Es decir que el ayuntamiento quedo
integrado por criollos y peninsulares. Casi todos ellos del ayuntamiento anterior.38 Mientras
los sublevados, desconfiados de la actuación del nuevo ayuntamiento integraron una Junta
Insurgente. Sucedió lo que temían los insurgentes, con el nuevo ayuntamiento al frente y el
apoyo de los comisionados de la ciudad de Guatemala continuó la persecución y algunos de
34
Con fecha de 13 de mayo de 1809, el intendente Ulloa envió al capitán general informe de los delitos en contra
de Antonio Campos, véase en el documento del AGCA, A1.1, LEG.6921, EXP.56929.
35
Nota del presidente Bastamente al ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, véase en AGCA, A1. 2. Exp.15,
737, Leg.2189 fol.162.
36
Véase en AGCA, B., 5, Ex 165, Log, 5. Decreto promulgado por el Consejo de Regencia el 13 de marzo de
1811, enviado a Guatemala el 10 de abril.
37
Miguel ángel García, Op. Cit., pág. 52
38
AGCA, B2.9, Exp. 840, Leg. 38
22
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
los líderes de la revuelta fueron llevados a las cárceles de la ciudad de Guatemala, entre ellos
Antonio Campos y otros más.39
Mientras, los ayuntamientos de San Vicente, Usulután y San Miguel, alistaron fuerzas
para su traslado a San Salvador, para apoyar la pacificación.40
El 18 de noviembre, el intendente Ulloa informó a la audiencia que los desórdenes
iniciados en la noche del 4 y 5, y que se prolongaron hasta después del día 7, fueron calmados
al saberse que el escuadrón de Dragones de la ciudad de San Miguel, tropas de la villa de San
Vicente y la compañía de Usulután, marchaban sobre la ciudad de San salvador.41 Apoyo que
les valió para que el Consejo de Regencia premiara la fidelidad del pueblo San Vicente, y la
villa de Santa Ana y San Miguel, otorgándoles el título de villa y ciudades respectivamente.42
El coronel José de Aycinena, la máxima autoridad militar en el reino, y José María
Peinado a su llegada a San Salvador, enviaron noticias a Guatemala, confirmando la
tranquilidad en la que estaba la provincia y lo bien que fueron recibidos por el ayuntamiento.
Estas noticias fueron recibidas con mucha complacencia en la capitanía general y en el
ayuntamiento de Guatemala, puesto que lo sucedido había sido tomado con mucha
preocupación. Notificaron de los alzamientos a las otras provincias con el fin de alertarles, se
enviaron notas a Nueva España, al Consejo de Regencia y a las Cortes, para aclarar lo
sucedido y reafirmar la fidelidad. Meses después, siendo el coronel Aycinena corregidor de la
intendencia de San Salvador, dio indulto a los presos de 1811.
Participación criolla
Los criollos san salvadoreños participaron en estos sucesos motivados por la preocupación
de que los ánimos de la plebe desembocaran en una rebelión mayor. El Juez de infidencias
Bustamente, que años después llevó el proceso judicial de los criollos, conocidos como los
ilustrados, acusados de ser cabecillas de la rebelión de 5 de noviembre de 1811 y de febrero de
1814, fue testigo de las declaraciones falsas para acusar de cabecillas a muchos de este grupo
de criollos. Y con base a la información de esas causas judiciales, se puede inferir que las
acusaciones y la puesta en prisión de algunos de los criollos ilustrados, fue una coartada desde
la ciudad de Guatemala para acabar políticamente con este grupo de autonomistas de la
provincia. Y es que las demandas presentadas por este grupo de criollos san salvadoreños,
minaban el poder central que ejercían los ilustrados criollos de Guatemala. Entre las peticiones
criollas de la provincia que mayor molestia causó a los guatemaltecos fue la del
39
Reservado 379 del capitán general de Guatemala José de Bustamante, con fecha 17 de abril de 9 de septiembre
de 1813, al intendente de San Salvador, solicitando antecedes de Antonio Campos, encarcelado por la rebelión de
5 de noviembre. Véase en AGCA, A1.1, Exp. 56944, Leg. 6922.
40
Nota enviada por José María Hoyos, representante del ayuntamiento de San Miguel, dando cuenta haber llegado
tropas migueleñas a dicha villa, para cooperar en la pacificación de los insurgentes de San Salvador, y reprimir
cualquier otro intento tanto en San Vicente como en cualquier otra población, en AGCA, B2.9, Exp. 859, Leg.
38.
41
AGCA, B2.1, exp. 681, leg. 22 B2.9, exp. 855, leg. 38, fol. 5.
42
AGCA, B2.1, Exp. 684, Leg. 22. Nota de Presidente de Audiencia con fecha de 6 de octubre de 1812. Véase
también nota del ayuntamiento de Santa Ana la Grande manifestando su fidelidad, e informando del apoyo
brindado a José María Peinado y coronel José Aycinena, para apaciguar a la gente de los barrios de San Salvador.
23
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
establecimiento de un obispado en la provincia y la instalación de un centro educativo
superior.
Por la evidencia documental y por declaraciones de testigos interrogados en los procesos
de infidencia se sabe que los criollos, actuaron apoyando al corregidor. Entre algunos,
Bernardo Arce, Manuel y Juan José Arce, Manuel y Miguel Delgado, que junto a vecinos de
los barrios de San Jacinto y de la Candelaria, desde el martes 5 de noviembre llegaron al
Cabildo para proteger al intendente. En su declaración, Manuel José Arce confirmó esta
versión, agregando e insistiendo que no fue cabecilla del motín, sino su pacificador y lograr
que la gente se retirara.43
Los criollos mostraron preocupación por las tropas que se rumoraba se trasladaban a San
Salvador, al mando del coronel Aycinena. También hubo preocupación por las tropas que se
rumoraba, se encaminaban tropas por el lado oriente, desde San Vicente, San Miguel e incluso
desde Honduras. No deseaban que la ciudad perdiera la tranquilidad, de tal forma que siendo
figuras principales de la ciudad, representantes del clero y del ayuntamiento intervinieron
pacificando la revuelta bajo el temor que sucediera algo similar a lo ocurrido con el
levantamiento de Hidalgo. Actuaron de forma coordinada con las autoridades de la audiencia y
con el ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, para calmar los ánimos de los barrios de la
ciudad de San Salvador quienes eran conducidos no por criollos, sino por sus alcaldes de
barrios y otros líderes de sus vecindarios.
El tres de diciembre de 1811 llegó a San Salvador el coronel José de Aycinena, nombrado
comandante de armas y el doctor José María Peinado, nombrado corregidor intendente; ambos
comisionados para la pacificación de la provincia. Los comisionados evitaron llamar a cabildo
para no dejar que los vecinos de los barrios volvieran a plantear demandas, desde sus ojos,
exorbitantes. 44 El ayuntamiento recién nombrado en Cabildo en los días de la revuelta,
recibieron a los comisionados y enviaron su agradecimiento al ayuntamiento de la ciudad de
Guatemala, por su intervención en la pacificación. 45 Días después, el vicario José Matías
Delgado y el ayuntamiento de la ciudad los recibieron y rindieron homenaje con un espléndido
refresco, música y baile, dando muestras de reconocimiento a la autoridad real.46
Los representantes de la iglesia, entre ellos el vicario José Matías Delgado, fray Julián de
Luján, superior de los Dominicos, fray Nicolás Hermosilla, presidente de los franciscanos, y
fray Francisco Mejía, comendador de La Merced, pidieron al ayuntamiento cooperación para
que José María Peinado se le asignara alcalde primero de San Salvador y felicitaron al
ayuntamiento por el acierto en haber designado a dicho señor y al Coronel José Aycinena, para
que pacificaran aquella ciudad.47
43
Miguel Ángel García, Op. Cit., pág. 43.
AGCA, B2.1, Exp. 678, Leg. 22, nota de 7 de diciembre enviada por los comisionados a las autoridades de
Guatemala.
45
AGCA, B2.9, Exp. 840, Leg. 38
46
AGCA, B2.9, Exp. 841, Leg. 38, 27 de diciembre de 1811
47
AGCA, B2.9, Exp. 867, Leg. 38, San Salvador 7 de enero de 1812.
44
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
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N° 4, Noviembre de 2011
Motín en el barrio Santa Lucía, de Santa Ana
Los sucesos de San Salvador se conocieron pronto en Santa Ana. En el pueblo de Santa
Lucía se recibió la proclama de llamado a insurrección pocos días después del alzamiento en
San Salvador. Y entre los días 19 a 23 de noviembre se desenvolvió el motín. Se dice que eran
unos 250 los amotinados, mulatos, ladinos y mestizos e indios. El día domingo anterior a los
sucesos, se reunieron en la casa de Irene Aragón para planear el motín, que consintió en rodear
el cabildo español, y pedirles que entregaran el poder, se declararon fieles al rey, y además
presentaron sus demandas. El día miércoles, muchos de los alzados se encontraban presos, por
orden del coronel Juan Aycinena, quien al pasar por Santa Ana cuando se dirigía para San
Salvador tomó riendas en el asunto.
Entre los líderes de este motín se registra a Francisco Reina, Juan de Dios Trigueros,
Cirilo Regalado, Irene Aragón, Fernando Aguilar, Ramón Salazar, Bruno Rosales, Lucas
Monzón, Juan de Dios Jaco y Lucas Morán. Entre los enviados consignados a las cárceles de
la ciudad de Guatemala estaban: José Galdámez y Miranda, Juan Ubaldo Ortega, Seberino
Posadas, Vicente y Leandro Antonio Fajardo, Vidal Antonio y Luciano Antonio López,
Marcelo Zepeda, Bernardo Letona. 48 También entre ellos se encontraban algunas mujeres:
Dominga Fabia, esposa de Franco Reina, Juana de Dios Arriaga, evangelista y profesora de
primeras letras, Inés Alselma, mulata, también profesora de primeras letras, casada como un
líder del motín, el mulato Lucas Moran, quien fue llevado preso, y posteriormente a su mujer
también fue presa por exigir su libertad.49
Los amotinados demandaron, que se redujera el pago de la alcabala a 4 reales y al de los
estancos, pidieron cambio de autoridades, que se fueran del cabildo los chapetones (españoles)
y que gobernaran los criollos: Tiburcio Moran, Eustaquio Linares, Roberto Quintana, Ciriaco
Méndez, Pedro Miguel Rodríguez. Quienes al ver el motín actuaron como pacificadores. (Pág.
356-57 Procesos de Infidencias, Miguel Ángel García).
Motín en el barrio Las Pulgas, Usulután
Entre los días 17 y 23 de noviembre de 1811, después de recibir la proclama de
insurrección, sucedieron levantamientos en el barrio de la Pulga y el del Cerro Colorado.
La razón del levantamiento fue quitarle la vara de mando al alcalde teniente Ignacio
Domínguez, un español, para poner un nuevo alcalde, el criollo José Franco Perdomo.
La gente también se dirigió a la cárcel y abrió las puertas para liberar a los presos. En las
calles, los amotinados gritaron ¡fuera los chapetones y repartámonos sus intereses! Grupos de
gentes entraron a las casas de algunos españoles. Entraron a la casa de Blas José Murillo,
quien tenía su domicilio inmediato a la plaza, en el centro del pueblo. También entraron a
48
Lista de acusados de cabecillas del motín de Santa Lucía que fueron consignados el 3 de diciembre a la
Capitanía General de Guatemala, véase en AGCA, B2.3, Exp. 715, Leg. 26.
49
En nota que el ayuntamiento de Santa Ana envía al capitán general, José de Bustamante comunica haber
procedido a la captura de Juan de Dios Jaco, Lucas Moran y Bruno Rosales; y a las mujeres Juana y Anselma
Ascencia y Dominga Fabia, Véase en AGCA, B2.1, Exp. 676, Leg. 22.
25
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
otras casas. En algunas rompieron puertas y robaron cosas, destruyeron documentos,
destruyeron tercios de la tinta del añil y aceites y luego huyeron por los montes.
Algunos de estos amotinados fueron arrestados y luego salieron en libertad con el indulto
promovido por el coronel Aycinena.
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N° 4, Noviembre de 2011
El motín de indios, ladinos y mulatos en Metapán
En la noche del día 24 de noviembre, a la hora de la oración estalló un motín que se
extendió hasta el día 26 de noviembre de 1811. La parcialidad de indios, unida al barrio de
ladinos del pueblo de Metapán, se amotinó pidiendo, el día 25 de noviembre, en cabildo
abierto, la deposición del alcalde ordinario de segundo voto, el español Jorge Guillén de
Ubico, la supresión del estanco de aguardiente, la rebaja del valor de la libra de tabaco y la
supresión del impuesto de alcabala.50 Fue el cura párroco quien le quito la vara de mando a
Ubico y se la entregó a Martínez.
El día 26 de noviembre los indios se volvieron amotinar en uno de los barrios del pueblo,
en unión de los ladinos, aduciendo que las autoridades pretendían traicionarlos y no dar
cumplimiento a lo ofrecido en cabildo de 25 de noviembre.51
Al frente a estas acciones estuvieron el indio conocido como Andrés y el pardo Lucas
Flores. Muchos de los amotinados fueron capturados, entre ellos al negro José Agustín
Alvarado, sacristán de la iglesia, originario de Veracruz a quien se le acusó de ser uno de los
principales insurgentes.52
También fueron acusados de cabecillas, José Galdámez y Miranda, Juan Obaldo Ortega,
Seberino Posadas, Vicente Fajardo, Antonio López, Luciano Antonio López, Leandro Antonio
Fajardo y Bernardo Letona, Diego Yriarte y Juan Simón. Todos llevados a las bartolinas de la
Real Cárcel en la ciudad de Guatemala.
El día 26 de noviembre, llegaron a la iglesia mucha gente parda e indios hechos tumulto,
para exigirle al cura que les abriera la iglesia. El cura, con crucifijo en mano llamó a la
quietud. Los amotinados al encontrar negativa del cura, trataron de entrar a la fuerza,
disparando armas y dando golpes con machetes.
El cura con un crucifijo en mano llamó a la quietud, no abrió la puerta para que no
encontraran a los españoles que se escondían dentro, el alcalde Ubico y el estanquero Ignacio
Faro.53
Luego pasaron a la casa de Ignacio Faro, dueño de los estanquillos de aguardiente y
rompieron puertas y las vasijas de aguardiente. Continuaron hacia la recepción de alcabalas, y
exigieron al receptor que no se cobrasen más, al administrador de tabaco, le dijeron lo mismo
y le exigieron que la libra se vendiera a tres reales. Por último, fueron a la cárcel, golpearon
con piedras y hierros la puerta para abrirla y que se fugaran los presos.
50
Véase el documento B2.3, LEG.26,EXP.715,FOL.1, del Archivo General de Centroamérica
Véase el documento B2.3, LEG.26, EXP.715, FOL.2VUELT0, AGCA.
52
Véase el documento B2.1, LEG.22,EXP.686, del Archivo General de Centroamérica
53
Pág. 426 de Procesos de infidencia, Miguel Ángel García
51
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
También llegaron a las casas de algunos españoles y les tiraron piedras. Entre algunos de
estos españoles se encontraban Juan Clímaco, Juan Escobar, Ignacio un mexicano, Juan
Leal.54 También apedrearon la casa del señor Faro, el estanquero, quedando muy destruidos
las puertas, botijas y cristales.55
No había fuerza para detener el tumulto, se decidió actuar con la persuasión. Se logró,
mientras se mandó comunicación al ayuntamiento de Santa Ana, al jefe político, al juzgado y
al gobernador de San salvador.
Hasta el día 29 de noviembre se logró restituir la tranquilidad. Se instaló una guardia
auxiliar y además se puso a muchos en prisión, aunque algunos eran inocentes.
Tiempo después fue preso Juan de Dios Mayorga, criollo avecindado en el pueblo de
Metapán. Fue acusado de sedicioso y autor intelectual de los movimientos de 1811 y 1812. Su
captura fue en febrero de 1813.56
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Consideraciones finales
Es importante resaltar tal como se ha estudiado en esta investigación, que los motines
efectuados en los días de noviembre de 1811 en la provincia de San Salvador, fueron
protagonizados y conducidos por vecinos de los barrios de castas e indígenas.
Los criollos ilustrados de la provincia, de ideas autonomistas y contrarias al poder central
de la ciudad de Guatemala, a pesar de que compartían algunas de las demandas planteadas por
los sublevados, no actúan ni cómo líderes del movimiento ni en apoyo a los insurgentes. Su
participación es antinsurgente, tiene como meta controlar los ánimos de los sublevados, y
evitar que un movimiento de la plebe y de indígenas se extienda y desestabilice la región.
El proyecto de los criollos capitalinos de la provincia optó por la forma de lucha para
plantear sus demandas, los nuevos espacios de gobierno representativo que se abrieron con las
Cortes Generales.
En cuanto a los criollos, quienes fueron apresados tiempo después de estos
acontecimientos, y sometidos a procesos judiciales por infidencias, inferimos en esta
investigación que, al acusarles de cabecillas de estos levantamientos, el interés de José María
Peinado, quien era entonces el corregidor intendente de la provincia de Salvador, el
ayuntamiento de Guatemala y el capitán general Bustamante fue descabezar al movimiento
autonomista de criollos que cuestionaba el poder central del reino.
54
Ibíd.
Véase pág. 388 de los Procesos de Infidencia de Miguel Ángel García
56
AGCA, B2.3, Exp. 718, Leg. 27.
55
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Primeros movimientos independentistas en El Salvador1
Alejandro Dagoberto Marroquín
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Primera intervención del Dr. A. D. Marroquín en la Mesa Redonda reunida el 4 de
noviembre de 1964, en el antiguo paraninfo de la Facultad de Humanidades. Esta es
una transcripción de la ponencia oral, tomada magnetofónicamente y editada para
esta publicación. Las notas al pie y lo encerrado entre paréntesis son interpolaciones
del editor, José Humberto Velásquez. Los borradores de la grabación fueron
proporcionados por Carlos A. Godínez.
Señor Decano de la Facultad de Humanidades
Doctor Salvador Ricardo Merlos
Ilustres compañeros de mesa redonda
Respetable público
La feliz iniciativa tomada por la Escuela de Ciencias Sociales responde al ambiente de
expectación cívica originada con motivo de una polémica periodística centrada alrededor del
folleto: “Apreciación sociológica de la Independencia salvadoreña”. Esta polémica ha
llamado la atención de esferas bastantes amplias de la opinión pública, y ha motivado, entre
otros aspectos, una proliferación notable de patriotas que han surgido en la defensa de
determinadas personalidades, próceres de nuestra historia, según los cuales eran ofendidos en
el folleto y se atentaba en contra de la dignidad de la patria y de la nación.
Si algún aspecto positivo podemos señalar a esta polémica es precisamente esta
manifestación de sentimientos patrióticos, de amor a la patria, etc. Desde luego creemos que el
patriotismo no debe ser el patriotismo de museo, que se dedique y se centre en la admiración
del pasado, sino que debe corresponder a una actitud de tipo positivo. Que las personas que se
lanzan a hacer manifestaciones de tipo patriótico al mismo tiempo correspondan con su
conducta, con su dignidad cívica, precisamente a esta manifestación que requiere la patria. La
patria pide heroísmo, la patria pide acción destacada y hazañas en su beneficio y esto es
precisamente el aspecto positivo que puede tener cualquier incentivo de discusión cívica.
Desde luego, en esta polémica la Universidad también tiene que dar su palabra. La da a
través de sus académicos, de sus graduados, de sus voceros oficiales. La da colocándose en un
plano de altura, y no precisamente en el plano, simplemente de la expresión pasional, emotiva,
cerrada a toda discusión certera de determinado problema, por complejo y difícil que sea.
Las condiciones de toda actividad universitaria deben ser la búsqueda consecuente de la
verdad. La verdad es la vocación central de toda cultura superior. No se puede descansar, ni
1
El texto fue tomado de José Humberto Velásquez (ed.). Temas Sociales. Dr. Alejandro Dagoberto
Marroquín. San Salvador: Ediciones e Impresiones, 1979, pp. 155-165.
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
construir ninguna obra científica, cuando las bases están cimentadas sobre la falsedad, sobre la
mentira. En segundo lugar, la Universidad reclama la eliminación de prejuicios, toda actitud
de prejuicios ha sido condenada desde hace ya mucho tiempo. Ya en Enesidemo, en la época
judaico-alejandrina, condenaba precisamente las actitudes de aquellos que se dejaban llevar a
conclusiones aparentemente ciertas, pero bajo la presión de factores objetivos y subjetivos que
desfiguran el planteamiento adecuado de la realidad.
Y a partir de los escépticos, una gran cantidad de ilustres pensadores señalan el vicio
profundo de actuar siempre bajo el impulso de los prejuicios. Y en tercer lugar, la Universidad
ha reclamado y reclama constantemente, la libertad de investigación científica y la libertad de
expresión del pensamiento. Jamás en la cátedra universitaria se ha aceptado que un mandato,
venga de donde venga, pueda coartar al catedrático la expresión del pensamiento de lo que él
considere adaptado a la realidad, que sea la manifestación categórica de la verdad. Es sobre
estas bases que vamos a discutir y vamos a plantear los distintos problemas.
Naturalmente el tema de la Independencia es un tema de trascendental importancia, y uso
esta palabra trascendental tan traída y llevada, porque eso tiene una implicación de carácter
filosófico, trasciende más allá del límite o de la resonancia efímera que tienen los sucesos
cotidianos. Trasciende en la repercusión histórica, su horizonte cuanto más lejano es, recibe el
benéfico influjo de este acontecimiento tan vasto, como es la Independencia Centroamericana.
Las raíces de nuestra nacionalidad, todavía en proceso de formación, se encuentran
precisamente en este proceso llamado de la Independencia y es por eso que estudiar la
Independencia significa estar consolidando las bases de la nacionalidad, no negándola, al
contrario afirmándola adecuadamente. Naturalmente el proceso de constitución de una
nacionalidad es un proceso histórico sociológico complejo que se inicia por una globalización
de sentimientos, de valoraciones, en la búsqueda de un denominador común, que son
precisamente los valores nacionales. Cuando sentimos que determinados valores son comunes
a un grupo determinado, entonces estamos ya ubicándonos frente a la constitución de un grupo
nacional. Cuando cada quien piensa y siente con valores distintos, no hay unidad, no hay esa
globalización vital y, entonces, tampoco tenemos el principio de nacionalidad.
¿Qué métodos debemos adoptar para el estudio de la Independencia? Desde luego
eliminemos el método empírico narrativo, que se limita simplemente a expresar los hechos, sin
hacer ninguna interpretación, sin hacer ninguna clasificación sistemática de los
acontecimientos narrados. Toda nuestra historia del pasado, en su gran mayoría, digamos en
un 70%, está dedicada a ser simplemente narrativa, es decir, no es ciencia, no es historia. Es
simplemente labor de cronista o labor de archivero, que va colocando las fuentes y los datos
sin dar ninguna interpretación adecuada.
El segundo procedimiento lo hemos tenido, en lo que se llama el pensamiento imaginativo
y casi poético. Cuando hay ausencia de fuentes, entonces la imaginación creadora del autor
suple inventando, dando origen a leyendas o a tradiciones, pero que no tienen ninguna base
fundamental. Parecerá mentira, que a estas alturas del tiempo, cuando las Ciencias Sociales
han avanzado tanto, hablemos de imaginación poética en la creación científica; y sin embargo,
es así. Tenemos por ejemplo, a un conocido historiador notable en todos los aspectos, que hoy
se ha dedicado a escribir ensayos sobre los próceres, Don Manuel Valladares, y éste señala la
ausencia de fuentes para apreciar el movimiento del cinco de noviembre (de 1811). Apenas
transcurrido un siglo, que es momento fugaz en la vida de un pueblo y ya no podemos
contestar a tales interrogaciones que espontáneamente formula nuestra naturalidad curiosa. La
euforia tropical, sin duda, ha dejado tupido de indescifrable misterio aquellos sucesos de ayer.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
N° 4, Noviembre de 2011
Jamás se publicaron los procesos donde paran las actuaciones seguidas en San Salvador y en
la capital. Nadie ha desempolvado los archivos de la Capitanía no se ha tomado el empeño de
resolver los legajos de la Audiencia y ha descubierto las huellas de las causas en los anaqueles
y catálogos del Archivo de Indias. Lo que se ha perdido de exactitud histórica se gana en
interés legendario. Lo que se echa de menos en los libros se encuentra poético y embellecido
en la tradición popular. La crítica, que mata la leyenda, no puede discernir en el grupo de
patriarcas el preciso lugar de cada uno, la imaginación se los figura unidos y compactos y en la
conciencia de la nación aparecen como el símbolo indivisible y augusto de la libertad.
Pero tenemos todavía un trabajo mayor y es el del Dr. Víctor Jerez, ilustre ex Rector de la
Universidad y autor de una gran cantidad de obras históricas, jurídicas, etc. En un trabajo
publicado por la Universidad llamado Estudios históricos en 1941, se reproduce un trabajo de
él que dice: “Elogio histórico del Padre Delgado”, y usó este mismo método poético.
“Merced a la retrospección histórica y a las poéticas evocaciones de la leyenda, volvamos
nuestra mirada a los primeros años de la recién pasada centuria. Al penetrar a una amplia
habitación de la casa que forma esquina al sureste de la Iglesia del Rosario de esta capital
se veía un sacerdote de poco más de 40 años, de alta estatura, de tez blanca, de frente
espaciosa, de ojos vivos, que a la luz de un velón se entregaba a la lectura. Le preocupaba
algo muy importante, no fijaba su atención en lo que leía, pues con frecuencia miraba con
ansiedad el reloj, que existía en la estancia. De pronto abandonaba el asiento para
pasearse por la habitación. El observador menos perspicaz habría afirmado que aquel
sacerdote hubiera querido que las horas hubieran transcurrido conforme su deseo”. “De
nuevo ocupaba el asiento, pero era para dirigir aún más ansiosa su mirada hacia el reloj”.
Cuadernos de Ciencias Sociales
Sigue así narrando y por último dice:
“Visiblemente contrariado cierra la ventana y con presteza sale a la calle, toma en
dirección al oriente, cruza al sur y llega al atrio de la Iglesia de la Merced, asciende
nerviosamente al campanario y al llegar al rayan ase las cuerdas de las campanas, las
agita con energía y sus alegres sones se difunden en el espacio. Era el 5 de Noviembre de
1811. El Padre Delgado, con patriótica impaciencia sustituyó al encargado de dar la señal
que esperaban los conspiradores”.
Todo esto es un alarde de creación poética o imaginativa que no descansa en ninguna
aportación. Ellos mismos lo confiesan. La leyenda empieza con ellos y desde luego este
método no es método científico.
Algunos clásicos de la historia, pongamos Tucídides, utilizan poner en la boca de
personajes notables frases célebres, hasta discursos. Pero aquí no se trata de poner en boca de
ellos pensamientos que se creían adaptados a la actitud del personaje, sino de reconstruir todo
un proceso vital de nuestra historia. Hay desde luego un segundo procedimiento que tampoco
corresponde al método científico que es el que se llama “De la teoría de la imitación”. La
teoría de la imitación es formulada por aquellos historiadores que todavía escribían en tiempos
en que estaba de moda la tesis de Gabriel Tarde que hacían consistir el hecho social en la
imitación. Muchos historiadores presentan esto, sin darse cuenta que con éste amenguaban los
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
méritos de los próceres. Batres Jáuregui,2 notable historiador guatemalteco, autor de un libro
celebre América Central ante la historia nos dice:
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
“Fue el sentimiento, no el raciocinio, fue el contagio, no la propaganda. Fue el ambiente
mundial que a través del océano llegó a América recogiendo en la inmensa llanura del
mar, tal vitalidad y tan grandioso vigor que produjo en el Mundo Nuevo, la guerra de la
Independencia. El contagio, la imitación, etc., son el producto de esta actitud (América
Central ante la historia, tomo II, pág. 605)”.
Desde luego es una visión unilateral, la Teoría de Tarde ha sido criticada desde hace ya
más de 50 años. Se le señala que no conoce el proceso completo de las interrelaciones
personales, que su información psicológica es sumamente pobre, y de que hay otra serie de
factores que intervienen en los hechos sociales, que no solo la imitación, que la imitación
inclusive es efecto de factores sociales y no causa de los mismos.
El cuarto método es el que podemos llamar el culto a la personalidad, el culto a los héroes,
el culto a los grandes personajes que como decía Lowith,3 son personalidades fuertes que
opacan a las personalidades débiles y las colocan a su servicio. El sujeto colectivo es
desconocido por esta teoría. Se considera que la historia es hecha por grandes personajes. Ya
Voltaire con profunda ironía decía de la historia de Francia: “Ignoro que exista la nación
francesa, porque cuando estudio la historia de Francia, solo veo generales, reyes, grandes
estadistas, grandes sacerdotes. ¿Pero dónde estaba la nación francesa?”. Imposible. Sólo
vemos grandes personajes actuando. El llevar el culto a la personalidad a gran extremo, nos
indicaría que la presencia de los próceres fue providencial, que si hubieran nacido tres siglos
antes, nos hubiéramos ahorrado la etapa colonial, porque de ellos surgió el proceso sin tomar
en cuenta los antecedentes de carácter social, de carácter económico, de carácter político, que
han llevado al movimiento. No ven que los héroes mismos, las grandes personalidades, son
consecuencias de las circunstancias históricas, sino que aparecen invirtiendo el proceso de la
historia, como que ellos crean la historia. Desde luego que no aceptamos éste como el
adecuado método para la interpretación y el estudio de la independencia. El método que
aceptamos es el método científico. Nada más, pero tampoco mucho menos.
Este método supone la eliminación de prejuicios, como dijimos. La eliminación
fundamentalmente de la actitud emocional, de la actitud del hombre que se somete a la pasión
y que entonces queda sometido a lo que se acostumbra llamar como “fanatismo”. Fanatismo
que se señala frecuentemente en el ambiente de izquierda, aunque también hay fanatismo en el
ambiente de derecha o en el ambiente del centro. El fanático sustituye el razonamiento por
simples actitudes emotivas. Se forra con una costra de prejuicios ya mencionados, y cuando se
les lanza un mensaje nuevo, un nuevo descubrimiento, tiene para ellos el efecto del vitriolo.
No pueden comprenderlo, no pueden ya estudiar con serenidad, ni con capacidad científica,
sino que se alarman, se indignan y cesa toda proyección de discusión razonable para
convertirse simplemente en elementos que repiten mecánicamente conceptos de tipo emotivo.
El método científico exige la comprobación del dato. Todo pasa por el tamiz de la crítica
histórica. Cualquier afirmación por notable que nos parezca, tiene que ser discutida, criticada,
analizada, buscada en sus fuentes y si no se encuentra determinada base adecuada, se rechaza
2
3
Antonio Batres Jáuregui (1847-1930), abogado, escritor y político guatemalteco. Se destacó como historiador.
Karl Lowith. El sentido de la historia.
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aun cuando podemos tener particular simpatía por determinada situación o interpretación o
personaje.
En tercer lugar, el método histórico-científico supone la investigación adecuada, eficiente
en la búsqueda de los datos. Clasificada, realizada a base de un criterio riguroso selectivo y
luego la última etapa, la interpretación adecuada de los datos, que supone la formulación de
hipótesis de acuerdo con las reglas fundamentales de la lógica. La comprobación de tales
hipótesis en el plano de la experiencia y, finalmente, la formulación de conclusiones para dar
la interpretación adecuada del fenómeno que se estudia. Para esto el auxilio provechoso del
método sociológico y del método estadístico son indispensables. Y así la historia
contemporánea tiene un rigor científico y una presentación extraordinariamente seria. Se ha
dicho que este método puede dar lugar a falsificaciones y a presentación de cuadros
falsamente creados de datos estadísticos… Bueno. Todo método entraña la posibilidad de que
haya falsarios, que penetren al santuario de la ciencia. Pero los científicos mismos se encargan
de comprobar y de adaptar. Pero yo creo que los otros métodos que comienzan ya de por sí,
negando la posibilidad de la comprobación de la verdad, están más expuestos a la penetración
de simples, digamos así, imaginativos, que nos dan una serie de datos que no tienen
comprobación científica. Lo importante no es tanto decir, pues hay la posibilidad de que se
desfiguren, sino demostrar que se desfigura.
El estudio de la Independencia como un proceso revolucionario, tiene para nosotros
una implicación trascendental. El proceso revolucionario no es un proceso que surge de la
noche a la mañana. En el lenguaje común y corriente se puede hablar de revolución con
cualquier cambio de autoridades, con cualquier golpe de Estado. Pero la revolución es un
suceso trascendental en la vida de los pueblos. Nuestro país, El Salvador, ha conocido muy
pocas revoluciones. Por ejemplo, la primera revolución que podemos tener, se verifica tal vez
en la época del neolítico, cuando de la economía nomádica y de la cultura de la horda
nomádica se pasa a la economía agrícola y se deja el nomadismo para asentarse en poblaciones
o núcleos de población. Es lo que el gran arqueólogo Gordon Childe, ha denominado la
Revolución Urbana. Y esta revolución ha tenido lugar en todas partes del mundo hace ya miles
de años. Y tuvo lugar también en nuestro país. Otra revolución de manera un poco distinta,
extraña, asombrosa, es por ejemplo el proceso de la conquista, con la diferencia de que aquí es
una élite que llega a darle vuelta total a una población bastante numerosa que va a recibir en
sus espaldas el impacto de este nuevo cambio de situación política, económica y social. Y
luego tenemos la revolución de Independencia. Es decir, que se van sucediendo a través de
lapsos bastante largos. Las revoluciones no se hacen ni por encargo, ni por exportación, sino
que surgen cuando las condiciones internas de cada pueblo permiten esta violenta y brusca
transformación de las estructuras sociales.
Naturalmente, el estudio de la Independencia como proceso revolucionario exige un
enfoque integral, que tiene que ser apreciado el punto de vista internacional, porque un
proceso revolucionario obedece (tanto) a causas internacionales como a causas nacionales.
Se ha estudiado ya el folleto aludido, la situación por la que atravesaba España, la
Metrópoli, la situación por la que atravesaba todo el continente latinoamericano, en el cual una
crisis económica agobiaba a todas las colonias españolas, y la situación por la que atravesaban
los Estados Unidos, recién iniciados en una vida independiente. Todas estas condiciones, las
pugnas de los imperios de Francia y de Inglaterra, queriendo liberar las colonias para
someterlas a su influencia, también frente a España. Estos son los factores de tipo
internacional, están también los elementos de tipo centroamericano para comprender
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adecuadamente, y finalmente tenemos que apreciar los factores ideológicos.
Indiscutiblemente, las ideas cuando se apoderan y penetran en las masas, cobran vigor
extraordinario, tienen consecuencias también de tipo profundo, alteran las estructuras, por eso
conviene estudiar el factor ideológico, por eso conviene también estudiar el factor cultural en
general y el factor económico como el factor de tipo social. Los estratos, las clases sociales,
los distintos grupos y su conducta frente a la crisis de Independencia.
Naturalmente, la revolución de Independencia supone una subversión de toda la situación
de la vida anterior. Pero particularmente se manifiesta de manera ostensible en la subversión
de los valores, todos los valores tradicionales, normales en la etapa de la Colonia, van a
volcarse y a tener características completamente distintas.
Después de los sucesos del 5 de noviembre, el cura párroco de Santa Ana, Manuel Ignacio
Cárcamo, lanza un pronunciamiento extraordinariamente severo en contra del movimiento y
en él afirma que el movimiento del 5 de noviembre era una insurrección sacrílega, subversiva,
sediciosa, insurgente y opuesta hasta el último grado a la fidelidad, vasallaje, sumisión y
demás debido a la soberanía de la Nación. Ven ustedes como maneja los términos: subversivo,
sacrílego, cuando ya en esos momentos está aflorando un nuevo sistema de valores. La lucha
por la Independencia será para los que heredemos la independencia y la lucha, sagrada; para
los anteriores (para los), que pertenecen al sistema colonial, es sacrílega.
La palabra conquistador era timbre de orgullo para los que descendían de ellos, era una
categoría social extraordinaria. Manuel José Arce, en los Procesos de Infidencia… que si
están ya publicados, no como decía en la época de Valladares… todavía nos dice en un
momento protestando por atropellos que se le hacen en la prisión… dice: “Pido que se me
conserven los fueros que tengo como un descendiente de los conquistadores”. Es decir,
todavía conserva el valor antiguo. El ser encomendero significaba ocupar una categoría social
sumamente importante. Pero después del triunfo de la Independencia, los valores están
subvertidos. Ser conquistador es igual a ser usurpador, persona que ha llegado atropellando
todos los fueros humanos, para establecerse en un país determinado. Ser encomendero es la
expresión de la voracidad, de la ambición, del hombre que no vacila en explotar a sus
semejantes con el pretexto de enseñarles doctrinas.
Ya ven ustedes cómo van variando todos los problemas. Ser insurgente en la etapa de la
Colonia es ser un sedicioso, una persona delincuente; después de la Independencia es ser
héroe, gozar de la gloria, gozar de un prestigio social extraordinario. Estos valores nuevos son
los que van a aportar las bases, para este denominador común, para esa globalización vital, que
supone el proceso de constitución de una nacionalidad y entonces viene una etapa nueva.
Surgen estos valores y se proyectan en las personas determinadas y los que tienen más relieve,
los que se destacan más. Y luego finalmente hace surgir el proceso lógico del símbolo, cada
héroe simboliza determinados valores logrados por la Independencia y se crea toda una
mística y una metafísica alrededor de esta situación. Y más tarde, cuando un historiador trata
de demostrar determinada alteración en el planteamiento de la personalidad del héroe,
entonces se considera que el símbolo es igual a la realidad, que se está atacando al concepto de
nacionalidad, cuando es al revés, se está depurando ese concepto para lograr una mejor
representación a través de un símbolo más adecuado.
Pasando a un ejemplo simple: si tenemos un escudo de El Salvador que se ha cambiado y
decimos este escudo no me gusta, es feo, fácilmente se podría trastocar el problema y decir
“está hablando de que es fea la patria salvadoreña”. En realidad no, se señala el símbolo… y
es el mismo problema que ha pasado en estas situaciones actuales.
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Quiero abreviar y voy a pasar a lo que se llama la participación de los criollos. El
problema de la participación, de la existencia, de un estrato social nuevo en la Colonia, el de
los criollos, es decir de los que ellos se llamaban españoles americanos. Hijos de padres
españoles, de abuelos españoles, que no han tenido contacto con elementos aborígenes. Este
estrato nuevo surge y, desde luego, presenta inmediatamente un aspecto contradictorio en el
seno de la sociedad colonial. Por ser hijo de españoles quiere tener igual categoría que los
españoles venidos de la península, y sin embargo, la política colonialista de España era
establecer una diferencia en el trato. Primero los españoles venidos de la Península, después
los españoles americanos y, luego, venían los mestizos, los indios y los mulatos y los negros.
Esta era la situación. De ahí surge que este rol desempeñado por los criollos es sumamente
importante, pero les impide ser consecuentes en sus planteamientos. Tomemos por caso lo
siguiente: vamos a discutir el problema del derecho de propiedad, ¿qué título podían ofrecer
los españoles con su derecho de propiedad, sino era el título de la fuerza y del usurpador?
El padre Victoria4 discute sobre estos problemas de manera muy interesante en Filosofía
del Derecho Internacional, pero lo esencial del hecho es esto: qué conquistaron y el derecho de
conquista les dio lugar a tener determinados privilegios. Vinieron las caballerías, las peonías,
que se entregaban a los caballeros y a los peones, simplemente porque se había conquistado el
territorio, el derecho de la usurpación consagrado jurídicamente, muy bien. La Lógica llevaba,
que si estamos en contra de la conquista, es natural que al usurpador se le quite los bienes de
que se ha apoderado sin un derecho justo. Pero el criollo también se sentía coparticipe, había
heredado de sus padres haciendas, caballerías, peonías, etc., y venía siempre el vicio de origen
de este sistema, de ahí que ellos no eran consecuentes en su actitud, frente a los españoles,
porque no podían serlo, porque temían por sus propios derechos. Solamente mediante un
proceso de guerra civil profundo como el que hubo en México o la América del Sur…
entonces ya en la situación de guerra, la confiscación de bienes a españoles vencidos se
verificaba inmediatamente, pero en el caso nuestro no era así la situación, y por ello la actitud
de los criollos no es lo suficientemente consecuente con el planteamiento revolucionario, no
así los mestizos. Los mestizos heredaban el orgullo del padre español, pero también heredaban
la indignación concentrada que tenían los indígenas por estar colocados en el más bajo estrato
social, porque recordaban los tiempos en que ellos eran propietarios, señores sin discusión de
la tierra feraz americana. Entonces sí, ellos que no tenían bienes, podían reclamar, y no tenían
por decir así, esa complicidad con el pasado de la etapa de la conquista. Y surgen entonces los
planteamientos del factor económico, se señala que el planteamiento del factor económico es
una actitud proselitista, sometida a determinado tipo de ideología. Yo quiero citar ejemplos,
porque en el folleto cuatro o cinco veces se menciona el carácter de los criollos como
propietarios de haciendas añileras. Voy a citar un autor muy conocido, salvadoreño, pero de
formación cultural guatemalteca, José Mata Gavidia, en su obra titulada: Anotaciones de
historia patria centroamericana, dice así: “Nunca se pierda de vista que el grito de
Independencia salvadoreño…” se refiere al movimiento del 5 de noviembre… “buscaba una
liberación económica de su añil, una libración cultural”, etc. Fíjense que pone en primer lugar
la liberación económica del añil, y esto realmente es fundamental. Y está tratado por una
persona nada sospechosa de orientación de tipo marxista. Los que conocen a Mata Gavidia,
como académico, como eminente profesor universitario, saben perfectamente que su ideología
no puede ser nunca considerada como una ideología marxista ya no digamos de tipo
4
Francisco de Victoria (1486-1546), dominico español, fundador del Derecho Internacional.
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comunista. Barón Castro5 en su obra José Matías Delgado, que fue debidamente premiada en
el concurso de cultura, nos indica esta posición del criollo, no precisamente haciendo
referencia exclusiva al factor nacional, sino a la estructura de clase: “El movimiento de 1811
tiene de independiente lo que tiene de criollista”. Lo dice con toda claridad de “criollistas”.
“Sus alcances en este sentido no van más allá seguramente de una autonomía que unos pueden
concebir con mayor y otros con menor amplitud, y por el momento no tiene nada de
antimonárquico”. He aquí el planteamiento presentado por otra persona también
completamente distinta. No es ni siquiera antimonárquico, entonces, no es, de acuerdo con
esto, de una proyección decidida y franca por la independencia. “Tiene de independiente lo
que tienen de criollista y no es decididamente antimonárquico”.
Pero gracias a una ilustre aportación que supo hacerme nuestro presidente de debates, el
Dr. Salvador Merlos, que me recordó que una antigua obra de Jorge del Valle Mateu, el único
sociólogo centroamericano que hacia sociología hace unos veinte años, en su obra Sociología
guatemalteca, en la página 222, insiste sobre el problema y le quita importancia a la
Independencia, dice: “La Independencia no constituyó un hecho social fundamental definido
en la evolución de Guatemala, el acontecimiento de Independencia de Centroamérica, ha sido
tratado con criterios que no tienen de históricos y menos de sociológico. El movimiento de
Independencia no es más que una rebeldía criolla, de indudable base económica engarzada en
el incremento de cultura”. Observen bien, y se trata de Jorge del Valle Mateu que fue Ministro
de Educación nada menos que de Castillo Armas… entonces quién le puede atribuir a este un
pensamiento de tipo marxista? Hay que ver ante todo como lo vimos antes, a la España
económica y no a la España política, la del monopolio comercial, industrial y agrícola, y no la
del mundo exclusivamente esclavista desde el punto de vista político. La España monárquica
ella sola explotaba con precipitación el comercio, la industria minera y la agricultura y los
criollos ya en conocimiento de su insostenible posición inferior tenían que comprar solo a
España y que vender los productos de su trabajo de conformidad con rígidas leyes que
impedían la negociación con otros países. Más claro no se puede ser en este sentido.
La influencia del sector económico determinado la conducta de los criollos es evidente y
desde luego recuerdo a ustedes que esta nueva rama de la sociología tan importante que se está
actualmente desarrollando y que se llama Sociología del Conocimiento, en la cual participan
mentalidades como (Karl) Manheim por ejemplo, como Max Sheller, católico y judío, destaca
de manera trascendental, la importancia de la situación económica, para explicar el origen de
las ideologías. (Armand) Cuvillier tiene una obra que se llama así: Las ideologías a la luz de
la sociología del conocimiento, en las que explica todo el proceso de la Revolución Francesa,
dando importancia adecuada a esta estructura de tipo económico sobre la cual se centra
precisamente la formación de una proyección de tipo filosófico. Queda así aclarado, pues, por
qué le damos determinada importancia al factor económico, porque es indiscutible que los
criollos estaban deseando vender su añil en una época de crisis económica como la que
estaban viviendo y el añil se acumulaba en miles de zurrones en La Habana, más bien dicho en
Santiago de Cuba, esperando que los galeones estuvieran desocupados para poder patrullar a
las carabelas que llevarían los zurrones de añil. De manera que pasaban años y años sin
poderlos vender y el precio de compra era fijado por la metrópoli. Mientras Holanda, Francia e
Inglaterra compran y pagan mejor los precios del añil, la situación de la Colonia les impedía
precisamente comerciar así.
5
Rodolfo Barón Castro, historiador salvadoreño.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Calculen ustedes que nuestros caficultores estuvieron sometidos a una situación
semejante, que pasara un año y otro año y no pudieran vender su café y que mientras
Alemania por ejemplo nos pagara $60, por el quintal, nos lo compraran a $20
obligatoriamente. Indiscutiblemente una doctrina filosófica, política, social y económica, que
nos vinieran a decir cómo salir de esta situación, seria acogida magníficamente. Estaría ya de
antemano preparado el ambiente para aceptar esta ideología. Esto no quiere decir que
mecánicamente todos los criollos iban a seguir la ideología liberal, pero la mayoría de ellos se
inclinaron (hacia ella) porque les beneficiaba sus intereses más penetrados con su situación
especial que era la situación económica.
Pasemos rápidamente a ver el Movimiento del 5 de noviembre. Pocas veces un suceso
histórico tan importante como es éste, ha tenido tantas tergiversaciones, aparentemente con la
formalidad de la ciencia de la historia. Comencemos por el primero de nuestros historiadores
(Alejandro) Marure, en su bosquejo de Las revoluciones de Centro América, es el primero en
interpretar el movimiento y dice que solamente el 5 de noviembre hubo acontecimientos, que
los revolucionarios, menciona a Delgado, a los Arce, etc., se proponían apoderarse de 2000
fusiles que estaban guardados en la Intendencia y de la cantidad de 200 mil pesos oro. Es
decir, iban a tener el dinero para financiar la revolución y las armas correspondientes. Ya otros
historiadores, Batres Jáuregui dice: “Se apoderaron de los fusiles y del dinero”. El historiador
Rafael Reyes, eminente por muchos conceptos, su obra siempre tiene que ser eje para la
interpretación de nuestra historia salvadoreña, repite con menos entusiasmo el proceso del 5 de
noviembre. Pero entonces surge ya la primera refutación escrita por el historiador Alberto
Luna, en esta misma obra publicada por la Universidad, nos dice lo siguiente: “Entre las
numerosas mentiras que florecen en el campo de la historia, es preciso colocar la tradición de
que los caudillos de la insurrección del 5 de noviembre de 1811 tuvieron como objeto
principal apoderarse de tres mil fusiles flamantes que existían en la Sala de Armas y de más de
200 mil pesos. Esta miserable fábula… fíjense como le llama… contada por primera vez por
don Alejandro Marure en su Bosquejo histórico, etc.”… repetido por todos los historiadores
consiguientes, fue investigada por Alberto Luna, y se encontró con que revisando las
estadísticas del movimiento de armas en todo el reino, no llegaban a tres mil fusiles. Y esto
para la ciudad de Guatemala. En San Salvador, peleaban las gentes con lanzas, con machetes y
así se oponían a los desembarcos de los piratas que algunas veces llegaban a La Unión, por
ejemplo. Y por eso muchas veces necesitaban un gran esfuerzo numérico para contrarrestar las
armas modernas de los piratas.
Ven ustedes esta situación… que comienza ya la crítica histórica, iniciada por un
académico de la Universidad, a depurar este proceso, esta crítica del Dr. Luna fue a principios
de este siglo. Luego tenemos allá por el año de 1916 a un obispo, el obispo (Ricardo) Vilanova
de Santa Ana. Escribe una obra que se llama Historia Patria Eclesiástica ¿y qué nos dice de
ella? Es interesante que conozcamos la opinión porque esta sí es la opinión de un sacerdote
eminente, que tiene mucho prestigio, puesto que fue Obispo: “Delgado, desde el punto de vista
religioso. En esta revolución… se refiere a la de 1811… sucedió lo que sucede generalmente
en todas, esto es que con el patriotismo y el bien general de los pueblos, se juntan los intereses
particulares y las aspiraciones personales de los primeros caudillos. La perfección no es
atributo propio de la naturaleza humana y los grandes hombres suelen también tener grandes
debilidades”. Y concretamente para el Dr. Delgado dice: “El Dr. Delgado no estuvo exento de
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estas reglas generales”. Y luego le atribuye que se le lanza en un……..6 por otras
generalidades distintas, a las de obtener la elección de la mitra del obispado en El Salvador.
Nunca se había dado un ataque tan fuerte contra el Dr. Delgado y sin embargo en el año 1916
está crítica paso inadvertida.
Llegamos al año 1935, el grupo de jóvenes de Acción Católica que dirige el padre
Ramírez, jesuita, publicaba el periódico Criterio, y allí se publica por el padre Ramírez, bajo
el seudónimo de “un Profesor de historia”, un análisis de todo el proceso del 5 de noviembre
de 1811 y los ataques más tremendos que se pueda imaginar contra el Padre Delgado, al que se
le acusa de mal católico, de mal sacerdote, ambicioso, etc. Esto motivó la única réplica por
otro sacerdote el Padre Peña, Román Peña, que protestó indignado, pero en actitud emocional.
Naturalmente tomaba los puntos de vista propios de la versión tradicional.
La crítica histórica nuestra, si así se puede considerar en mi folleto, aparece publicado en
1961, cuando yo estaba sufriendo el exilio en Honduras, se publicó en la Revista de la
Facultad de Economía y no hubo ninguna réplica; el año 1962, se vuelve a reproducir en la
Revista “Vida Universitaria” que se difunde ampliamente y tampoco hubo ninguna réplica. El
folleto éste fue publicado el 15 de mayo de este año (1964), mucho antes del escándalo de los
profesores soviéticos y tampoco había habido ninguna réplica. De repente, en un momento
dado, surge la avalancha de patriotismo para hacer esta crítica de tipo emocional, y ustedes
podrán considerar qué finalidades se perseguían adecuadamente con esto. ¿Por qué no
surgieron el año 1961?, ¿por qué no surgieron en 1962?, ¿por qué no surgieron en mayo de
1964?, ¿por qué no atacaron al obispo Vilanova?, ¿por qué no atacaron al Padre Ramírez?,
¿por qué no atacaron también al Padre Valentín Arrieta (S. J.)?, que en 1941 escribió en la
Revista del Seminario una crítica profunda contra el padre Delgado y una exaltación de los
próceres, los padres Aguilares que también son exaltados en este folleto. Ustedes
comprenderán que es un movimiento que obedece a otros factores. Indiscutiblemente han
intervenido elementos que se dejaron llevar por el entusiasmo colectivo y con sinceridad dar
su aportación para la discusión de la verdad, pero no hay duda de que otros elementos,
precisamente los que utilizaban argumentos de tipo emocional o de tipo político, no
perseguían precisamente la exaltación del padre Delgado, sino que perseguían otras
finalidades que para todos es verdaderamente claro.7
Desde luego, tenemos también en la apreciación del padre Delgado una serie de criterios
en la historia. Montufar8 el notable liberal, en su historia le llama “el localista exaltado”.
Indiscutiblemente, la tendencia nacionalista del Padre Delgado es tan pronunciada y tan
destacada que por eso es que se decidió llamarle el Padre de la Patria Salvadoreña, por su
extraordinario sentido localista. Por su amor al pueblo salvadoreño y por su decisión en la
lucha por conservarlo en forma autónoma frente a Guatemala y frente a la invasión del
Imperialismo Mexicano.
Se ha discutido fundamentalmente si el Padre Delgado participó o no en el movimiento
del 5 de noviembre. La posición que toman los que defienden la participación del Padre
Delgado es muy cómoda, darla por su puesta y no demostrarla. Hay un adagio jurídico que
dice que “el que niega no está obligado a probar”. Son los que afirman que participó los que
6
Ininteligible en la grabación.
Los ataques contra Alejandro Dagoberto Marroquín surgieron en el momento en que fue proclamado candidato a
Decano de la Facultad de Humanidades.
8
Lorenzo Montufar, guatemalteco, Reseña histórica de Centroamérica (1878).
7
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debían de comprobarlo. Sin embargo, también las nuevas orientaciones de la ciencia jurídica
dice que si se puede comprobar hechos negativos mediante la prueba de inferencia.
Se ha citado solamente dos argumentos: uno creo es el que se refiere a su discurso, en el
que pronuncia frases o condenas al movimiento del 5 de noviembre, y otro el hecho de que no
es encarcelado el año 1814, cuando se encarceló a todos los que tenían estos antecedentes;
pero en realidad él estaba en Guatemala y no participó el año 1814, por eso no podía ser
encarcelado…… así es que no es argumento. Pero existe un testigo de extraordinaria
importancia al cual no se le ha acusado de falsedad ni de alteraciones. Este testigo es Juan
Manuel Rodríguez, que fue nombrado Secretario de la Junta de Gobierno que se nombró en
los sucesos del 5 y 6 de noviembre, porque nuestra historia tiene que ser rectificada en el
sentido de que no fue solamente el 5, el 4 comenzaron los acontecimientos y terminaron el 6.
Entonces Juan Manuel Rodríguez, como Secretario hace una relación de los sucesos el 8 de
noviembre, es decir, dos días después de terminados y en ellos fija la participación del Padre
Vicario como un moderador, como un hombre que calma los ánimos, que impide la violencia,
que impide que atenten los salvadoreños contra los “chapetones” como se les decía a los
españoles de su tiempo. Entonces, es claro que no aparece como un revolucionario; ahí
aparecen como rebeldes: Arce, los hermanos del Padre Delgado, especialmente don Miguel a
quien no se le levanta, porque el prestigio del Padre Delgado ha opacado la figura de Miguel
Delgado, que tiene características notables, extraordinarias, de ímpetu revolucionario
magnifico. Aparecen la figura de don Leandro Faguaga, antepasado del Dr. Faguaga, pero al
padre Delgado no se asigna ningún papel de participación activa en el movimiento.
Están los “Procesos de Infidencia”, donde a cada rato, las declaraciones de los testigos, y
este es un volumen muy grande, señalan cómo llegan a la casa vicarial, a pedirle consejo, a
pedirle que intervenga, para moderar los ánimos de los rebeldes que quieren atropellar. Y esto
no ha sido refutado, si me dicen que este documento es inventado, falso y me lo demuestran,
desde luego tenemos que aceptar que el Padre Delgado pudo haber participado, pero entonces
todavía le hacen un peor favor al Padre Delgado, porque si participó con entusiasmo, si fue el
alma y dirigente del movimiento, luego después lo vemos pronunciando un discurso, que
pueden ustedes consultar en la obra de Barón Castro, donde dice… este discurso creo que fue
pronunciado el 20 de diciembre… para anunciar el perdón, es decir, que ya estaba acordado el
perdón, no es para que no maten a la gente porque ya está acordado el perdón… dice: “En este
sagrado templo implorando la clemencia del Señor… que arrastrado en torrente impetuosa de
convulsiones populares que desgraciadamente agitaron esta ilustre ciudad en los aciagos días
4, 5 y 7 de noviembre… tenemos que dar ejemplo de moderación a los unos, dirección a los
magistrados y consolación a los afligidos”. Y luego ya refiriéndose concretamente al problema
de los próceres, de los que dirigieron el movimiento, les llama así: “Hombres atrevidos os han
deslumbrado con falsas ideas de bienes aparentes y os condujeron al precipicio”. ¿Qué está
diciendo?, les llama hombres atrevidos que conducen a un pueblo al precipicio. ¿Es más clara
o no la condenación?, luego les dice: “llegó ya el momento feliz de poderos anunciar el
restablecimiento del orden y de la tranquilidad”. Le llama feliz al momento en que ha sido
derrotado el movimiento. Entonces se dice, ¡Ah! es que el padre Delgado además de prócer era
político, pero no le hacemos un favor llamándole político, entre comillas, al padre Delgado; es
decir, de esos políticos que hacen una cosa y de palabra dicen otra. Yo no creo que el
temperamento del padre Delgado sea así. Se pueden discutir actuaciones de él y hay una serie
de cartas en los documentos dirigidos a Iturbide que hablan de eso y el Tratado de Esquivel,
pero en general, el padre Delgado es una personalidad recia, un carácter firme y una virtud a
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toda prueba. Yo creo más bien que la interpretación correcta es la siguiente: El Padre Delgado
no participaba todavía con la idea de la Independencia, no era partidario de la violencia, como
sacerdote cristiano, va evolucionando en el proceso de su ideología. Todos nuestros próceres
han surgido del estrato feudal, todos ellos tienen la mentalidad feudal y es enorme el esfuerzo
que tiene que hacerse por parte de ellos para despojarse de estas ideas del pasado.
No se verifica de una sola vez el triunfo. El ya en este tiempo es partidario de la
Monarquía Constitucional y eso es un gran mérito. Ser precisamente partidario de la
Monarquía Constitucional, quiere decir estar en contra del gobierno absolutista del monarca
español. He allí el mérito de él. Y lo dice claramente cuando elogia las Cortes de Cádiz, donde
le llama “el más grande, el más ilustrado y el más sabio y más augusto Congreso que han visto
los siglos”. Fíjense como toda su proyección es hacia la Monarquía Constitucional y luego
después merece de (José María) Peinado por un discurso que pronunció cuando se
promulgó… lo explicó en la Iglesia artículo por artículo… Y decía Peinado, que era también
un partidario de la Constitución de Cádiz, “Que elocuencia soberbia la del padre Delgado,
como pone ante la conciencia de sus feligreses con palabras claras y sencillas, los derechos del
pueblo, los derechos de la soberanía nacional y como la monarquía tiene que ser lanzada por el
poder constituyente”. Esta era la posición de él. Sus hermanos eran revolucionarios. A Miguel
Delgado cuando es capturado en el año 1814, se le encuentra cartas dirigidas al padre José
María Morelos, el gran insurgente de México, y se encuentran proyectos de una constitución
consagrada a la Independencia. Esto sí es una prueba evidente de participación de su
colaboración. Los padres Aguilar ya no se diga, tienen la valentía y la audacia de, ante el
mismo Intendente de San Salvador, pronunciar un sermón, el padre Nicolás Aguilar a la edad
de 80 años, en el que condena la tiranía y en el que como un noble hidalgo les dice que no
quiere decir ser buen católico ser un fiel servidor de la monarquía, porque no es ningún dogma
de la Iglesia o de la religión el estar al servicio y rendirle vasallaje a un monarca absoluto. Y
esto lo dice enfrente de las autoridades, con valentía verdaderamente extraordinaria…. y lo
hace destacarse precisamente por eso.
Entonces el padre Delgado sigue su evolución y es en 1821, cuando se declara ya
partidario de la Independencia y es a partir de entonces, que llega con su gran personalidad a
presidir uno de los congresos más augustos, usando la expresión de él, el Congreso de 1823,
en el cual se declara totalmente la Independencia de Centroamérica, así de la Antigua como de
la Nueva España. Es hasta entonces que evoluciona. Entonces, no vemos que tiene que entrar
en contradicción, no vemos por qué tenemos que decir que era político; debe ser fiel a su
propia ideología y defenderla siempre y notable, como el levantamiento de noviembre de
1811.
De esta manera, la figura del Padre Delgado se realza y cobra precisamente características
humanas. Un hombre va evolucionando y va desarrollando, superando sus limitaciones
ideológicas heredadas del pasado y llegando a adquirir una prestancia nueva.
Ya el tiempo es bastante avanzado, por lo tanto, creo que es llegado el momento de
formular algunas conclusiones. Estas conclusiones pueden ser más o menos las siguientes:
1ª) La Independencia tiene vigencia histórica todavía. Los países de América Latina viven
momentos difíciles, podríamos decir cruciales. Las fuerzas desencadenadas de la rivalidad
económico-social y políticas, dividen al mundo en dos grandes sectores de lucha. En el terreno
internacional predomina la fuerza por encima de los principios todavía. Las grandes potencias
tienen derecho de veto, no las pequeñas potencias y los países tan pequeños como los nuestros
de Centro América. Están pues, los países pequeños bajo la amenaza sombría de guerras que
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N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
van a destruir los destinos de la humanidad, en las que no podrán dar su voto ni opinión y que
serán arrastrados a la vorágine, al torrente tremendo de una guerra que va originar daños sin
cuento a la cultura y a los seres humanos en particular. Es entonces, más que nunca que
conviene resaltar el principio de la Independencia, decir que el Acta de Independencia está
vigente todavía en nuestros actos y que supone la necesidad de luchar porque la Independencia
sea real en el terreno de la cultura. Que no vivamos solamente pensando y viviendo con las
obras que nos vienen de fuera, de Europa, de Estados Unidos, etc., que son magníficas, pero
que no tienen el reflejo de la condición propia de la salvadoreñidad. Sino pensar como
nosotros mismos, hacer nuestras propias obras científicas, desarrollar nuestro propio arte, sin
perjuicio de tomar la experiencia universal. Es decir, ganar una cultura que por su forma sea
universal, pero por su contenido sea naturalmente salvadoreña.
2ª) No se ofende a la nacionalidad… y esto que quede bien claro… ni tampoco se ofende a
la dignidad patria, cuando se trata de descubrir científicamente lo que pasó. Al contrario, se
afirma mejor el sentido de la nacionalidad, porque una nacionalidad que esté construida sobre
bases falsas, bases que ya han sido descubiertas desde hace varios años y combatidas en El
Salvador y fuera de El Salvador.
3ª) Levantar monumentos, es romper el anonimato de una serie de héroes que dieron su
vida, que sacrificaron su libertad…. (perdido en la cinta)… libertad en aras de la creación de la
nacionalidad y de forjar la Independencia Patria.
4ª) Destacar la importancia de la cultura mestiza. La culminación de la Independencia es
la iniciación del desarrollo autónomo de la cultura mestiza. La cultura mestiza es el producto
de la fusión de dos culturas: la cultura hispánica de ascendencia colonial y la cultura indígena
de ascendencia prehispánica. Esta cultura mestiza es la esencia de la salvadoreñidad.
Generalmente los pueblos mestizos, y lo tenemos entre nosotros, tienen un complejo de
inseguridad que todavía se manifiesta en la cultura nosotros, tienen un complejo de
inseguridad, tienen todavía la tendencia a buscar de fuera valores, un artista, un intelectual
nuestro, no es consagrado si no triunfa en el extranjero, por esa tendencia de inseguridad que
todavía se manifiesta en la cultura mestiza, que tiene afincados los pies en el continente
europeo y otras raíces profundas en las tierras americanas, pero ya es tiempo… (cambio de
cinta en la grabadora).
El mejor homenaje que se puede rendir a nuestros héroes de la Independencia, a los miles
y miles que participaron en más de un mes de convulsiones sociales en El Salvador
reclamando la Independencia, que se dedicaron al estudio de nuestro pasado. En eso no se ha
dicho la última palabra, pero la dirán las nuevas generaciones que con el arma del método
científico puedan descubrir la auténtica verdad y entonces señalar las bases para el proceso de
surgimiento nacional salvadoreño. (aplausos estruendosos).
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Entre electores y electos en Centroamérica:
Reflexiones sobre la representación política, 1811-1823
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Xiomara Avendaño Rojas
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador
Durante las primeras décadas del siglo XIX, encontramos tres principios políticos
asumidos durante las discusiones de los grupos provinciales centroamericanos, el primero es el
de constitución, entendida como un ordenamiento jurídico mediante un texto escrito, lo cual
significa la subordinación a la ley, emanada de los poderes constituidos que forman el
gobierno. De igual manera, se propone que la limitación al soberano se establece a partir de
los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial (Bobbio, I, 1982: 374-377). Este proceso de
adaptación a un régimen constitucional fue muy bien recibido.
Se difunde también la idea que el consentimiento constituye la única fuente de autoridad
legítima y la base de la obligación política, desde esta perspectiva, las elecciones se presentan
como la vía para conferir el poder. De este planteamiento resulta un segundo principio, el de
representación política. En la época en estudio, se conocen dos modelos, uno donde el
representante es semejante a un embajador el cual actúa a partir de unas instrucciones emitidas
por sus electores, esto es conocido como mandato imperativo; el otro modelo, presupone que
el representantes no vela por el interés local de sus electores, sino por el de todos, el de la
nación (Sieyés, 1991; Burke, 1996). El tercer principio es el de la soberanía, la cual indica el
poder de mando en una sociedad política (Bobbio, II, 1982: 1534-1535).
En 1811, las instrucciones enviadas a Antonio Larrazábal, diputado por el Reino de
Guatemala, incluyó la Declaración de los Derechos del Ciudadano, lo cual suponía el
reconocimiento a la libertad, la igualdad y la propiedad. Sin embargo, las instrucciones
mandaban en el artículo no. 34, que la elección a diputado recaía en la membresía del cabildo
cabecera de provincia (Instrucciones (1811), 1953:19). En 1820, en el periódico El Amigo de
la Patria, unos electores guatemaltecos expresaron que ésta “incidencia” –o práctica
tradicional– tenía su origen en el espíritu de familia. Muy bien planteaban que en la medida en
que todos asumieran la constitución, se formaría el espíritu público, y solo entonces las
elecciones serían un cálculo político pacífico hecho tranquilamente por amigos de la patria
(Foronda, López, Larrave, 1972: 83).
Las elecciones no eran un ejercicio desconocido, puesto que tanto la república de indios
como la república de blancos experimentaban el mecanismo del cabildo abierto en donde
sometían a discusión y aprobación algunas decisiones de gran significado para la población.
Lo interesante de las elecciones indirectas, entre 1811 a 1823, resulta ser el acomodo de lo
orientado en la constitución gaditana para que una sociedad estamental participara en la
formación de un gobierno constitucional. Pero el asunto que generó las primeras tensiones, al
momento de la declaración de independencia el 15 de septiembre de 1821, fue la selección y
actuación de la representación política quien se debatió entre el mandato imperativo y el nuevo
mandato representativo. Bajo los supuestos de algunos principios políticos del liberalismo,
este trabajo se estructura a través de las siguientes preguntas: ¿Cómo se articuló el sistema
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
electoral indirecto y como se eligió a la representación política? ¿Quiénes obtuvieron la
ciudadanía y a quienes eligieron como representantes? ¿A quién representa el diputado, a los
electores o a la nación?
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N° 4, Noviembre de 2011
La elección de la representación política
El primer llamado a Cortes fue hecho por el Consejo de Regencia en el decreto, con fecha
26 de junio de 1810. El texto reconocía a los dominios americanos como reinos, con iguales
derechos a los reinos de la península, por ello recomendaban, “Tened presente que al
pronunciar o al escribir el nombre del que ha de venir a representar en el Congreso Nacional,
vuestros destinos ya no dependen ni de los Ministros, ni de los Virreyes, ni de los
Gobernadores: están en vuestras manos”. Más adelante –el mismo texto– mandó a celebrar
elecciones, en esta ocasión, la membresía del cabildo cabecera debía nombrar “tres individuos
naturales de la Provincia, dotados de probidad, talento e instrucción, y exentos de toda nota, y por
sorteo elegir uno que sería el diputado a Cortes1. En Madrid, mientras llegaban los diputados, se
procedió a ubicar a más de veinte americanos radicados en la Península, quienes actuarían como
suplentes. Por el Reino de Guatemala seleccionaron a dos mientras llegaba el sacerdote Antonio
Larrazábal.
En 1812, bajo el respaldo de “mil almas”, las principales poblaciones se elevaron a
ayuntamientos constitucionales. Conservaron sus antiguas atribuciones de hacienda, militares,
judiciales y administrativas, la Constitución de Cádiz les otorgaba una nueva: la organización y
conducción del proceso electoral indirecto.
Sin embargo, los instructivos electorales no llegaron desde la metrópoli, los redactaron las
autoridades superiores del reino. Cabe mencionar que aún cuando la Constitución definió tres
niveles de elecciones, en Centroamérica, se establecieron cuatro. En los instructivos se convocó a
todos los varones avecindados en la parroquia para elegir a los compromisarios, primer nivel,
éstos deberían elegir a los electores del segundo nivel o de parroquia, el tercer nivel era el de
Partido –o distrito– y el cuarto nivel el de Provincia. Esta última elección se realizaba en la
cabecera de la Diputación Provincial respectiva, para escoger a los nuevos diputados.
Los instructivos definieron el territorio electoral a partir de las parroquias, los encargados de
la inscripción eran el clero y el cabildo. Para este efecto:
... el cura y el comisionado juntos calificarán breve y reservadamente si los que fueren compareciendo
tienen las calidades necesarias, e inscribirán en la lista, o catálogo a los que consideraren tenerlas,
haciendo la calificación verbalmente sin instruir expediente, sólo por la opinión pública, y por lo que
les conste y sepan2.
También se establecía que al surgir un desacuerdo se nombraría un tercero para dirimir el
asunto. La calificación verbal era inapelable, pero el afectado podía presentar sus pruebas
respecto a su calidad de ciudadano ante un juez, si éste lo aprobaba podía votar en la siguiente
1
Decreto del Consejo de Regencia para elegir diputados a Cortes, 1810. Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR),
Municipal, 366.
2
Instrucción formada de la Junta Preparatoria de Guatemala, I8I2, Parte 2, Art. 1. Archivo histórico de
Quezaltenango (AHQ), Caja 1812.
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N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
elección. Esta labor fue apoyada por los alcaldes de barrio, encargados de convocar a los
ciudadanos. Formadas las listas se presentaban al Jefe Político y éste las entregaba posteriormente
a las juntas electorales de parroquia, para que pudiesen registrar a los ciudadanos que votaban. La
convocatoria se realizó por bando, en general, el proceso se desarrolló en el en último
trimestre del año.
El día señalado para emitir su voto –para todos los niveles de elección–, los ciudadanos
escucharían un Te Deum y una arenga del cura. Concluida esta actividad regresarían al lugar
establecido para el ejercicio electoral. La actividad electoral la presidiría el Jefe Político o el
Alcalde Primero, pero limitándose a observar la formación del directorio; nombrado éste,
cesaba su presencia. La Junta, la cual se elegía de entre los ciudadanos presentes a la hora de
los comicios, la integraría un presidente, los escrutadores y los secretarios, tendría un término
de un año, y al final de su período se elegiría otra; el acto lo presidiría la membresía saliente,
la cual podría ser reelecta por una sola vez. Los ciudadanos emitían de forma pública su voto
ante la mesa, pero en muchas ocasiones, se usó lista para las votaciones primarias o de
compromisarios. Al concluir el escrutinio, se contaban los votos y se anunciaba a voz pública los
nombres de los electos.3 Bajo estas orientaciones, se eligieron seis diputados, uno por cada
provincia: Chiapas, Guatemala, Honduras, San Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
La Revolución liberal, en 1820, impulsada por el General Riego, restituyó la monarquía
constitucional. Fernando VII firmó la Instrucción para elegir representantes, el documento mandó
observar lo indicado durante la primera experiencia constitucional. Los diputados de I8I3, podían
ser electos nuevamente, las elecciones se realizarían durante los meses de mayo y junio. Las
Cortes iniciarían el 9 de julio, mientras llegasen los diputados de Ultramar, se nombrarían
suplentes –según el acuerdo del Consejo de Regencia de I810–. En esta ocasión la representación
de ultramar correspondía a 30 diputados.4
En la ciudad de Guatemala, de nuevo se formó la Junta Preparatoria, la instrucción orientó la
división electoral, la elección de 10 diputados en representación del reino, y estableció las fechas
de los sufragios. En el mismo documento se convocaba a las elecciones municipales y para
Diputaciones Provinciales.5 No todos los diputados electos se incorporaron a las Cortes porque
las provincias emitieron su declaración de independencia el 15 de septiembre de 1821. El
gobierno lo asumía la Junta Provisional Consultiva de Guatemala; al mismo tiempo llegó una
invitación de Agustín de Iturbide para formar el Imperio del Septentrión.
Ante la gravedad del asunto, se discutieron dos mecanismos para tomar tal decisión,
convocar a una constituyente o hacer la consulta a los ayuntamientos del istmo. El Acta
emancipadora, convocó a un Congreso, y acordó elegir un diputado por cada 15,000 habitantes,
sin excluir a los originarios de África; las Juntas electorales, establecidas para diputados a Cortes,
estaban autorizadas para proceder a la elección, el órgano legislativo debía acordar la forma de
gobierno y la ley fundamental que debía regir, mientras tanto fungía la constitución de Cádiz. Al
final, aparentemente, decidió la tradición, el 5 de enero de 1822, la Junta, tras hacer el recuento de
3
Constitución de Cádiz, Título III, Capítulo II, artículo 34; capítulo III, artículos 35-103; Título VI, Capítulo I,
artículos, 312-320. En: www.cervantesvirtual/constitucioneshispanoamericanas/
4
Decreto de Fernando VII, Convocatoria a Cortes ordinarias, 22 de marzo de I820. AHQ, Caja I820.
5
Instrucción conforme a la cual deberán celebrarse en las provincias de Ultramar las elecciones de diputados de
Cortes para las ordinarias de I820 y I82I, 24 de marzo de I820. Reglamento de la Junta Preparatoria para las
elecciones de diputados, 28 de julio de I820. AHQ, Caja I820.
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
las respuestas emitidas por los ayuntamientos constitucionales, hizo pública el Acta de
Agregación al Imperio6.
La Soberana Junta Gubernativa del Imperio, convocó también a los nuevos territorios
integrados, y les envió las instrucciones para diputados a la primera constituyente mexicana.
En el reino de Guatemala, entonces, se eligió con dos instrucciones, la mexicana, elaborada el
17 de noviembre, y la guatemalteca, emitida en febrero de 18227. Esto fue posible porque los
territorios tomaron dos posturas, la de reconocer al antiguo centro político, la ciudad de
Guatemala, y otros que deseaban una relación directa con México. La segunda instrucción,
amplió la base electoral, de un diputado por cada 70,000 habitantes dictada por Cádiz, a un
diputado por 27,000 habitantes, reglamentada en el Reino. Previo a la apertura del congreso, la
Soberana Junta del Imperio aceptó que la representación centroamericana era de 40 diputados.
A la caída de Agustín de Iturbide, en 1823, el Brigadier Vicente Filisola, jefe político del
Reino de Guatemala, retomó el Acta del 15 de septiembre de 1821, y convocó a un congreso
constituyente (Filisola, 1896:83-89). Las elecciones se efectuarían según lo previsto por Cádiz,
elegirían un diputado por cada 15,000 habitantes, la constituyente se instalaría con los dos
tercios de los diputados. Las prioridades serían, revisar el pacto del 5 de enero de 1822 –la
unión a México–, y la adopción de la forma de gobierno. Mientras, decía el militar mexicano,
las provincias continuarían rigiéndose por la Constitución española, sus leyes y decretos.
En una primera convocatoria, del 11 de mayo de 1824, se retomó la instrucción de 1823,
Guatemala tendría 32 diputados, El Salvador 18, Honduras 11, Nicaragua 13, y Costa Rica 4.
Pero hubo una segunda convocatoria, del 17 de septiembre, donde se nombraría un diputado
por cada 30,000 habitantes, de modo que reducían los electores y también los diputados al
congreso federal: dos por Costa Rica, seis por Nicaragua, seis por Honduras, nueve por El
Salvador y 18 por Guatemala.8 Tras acalorados debates, se revocó este segundo documento.
En 1824, la constituyente modificó algunos procedimientos. El registro electoral sería
elaborado por la municipalidad y bajo la orientación del Jefe Político, la medida pretendía
separar la participación del clero en este proceso inicial de las elecciones. Los miembros del
ayuntamiento, designados en diferentes distritos, determinarían las calidades de los ciudadanos
por primera vez, y, posteriormente, lo harían las juntas electorales. También desapareció el
compromisario y las elecciones quedaron en tres niveles.
En cuanto al escrutinio, se fijó que cada elector emitiera de palabra su voto y ya no se
aceptarían votos escritos en cédulas o listas, sin embargo la práctica continuó. Concluida la
votación, la junta realizaría el escrutinio y publicaría los resultados, a su vez emitiría la
certificación respectiva a los electos. Si el electo no obtenía mayoría absoluta, la votación se
repetiría entre los que habían obtenido más de diez sufragios; de no haber dos individuos que
reuniesen los sufragios requeridos, la elección se repetiría.
La cantidad de votos ganados por un individuo es relevante, lo importante es la
unanimidad, la elección justifica un acuerdo previo realizado por las élites locales. El acto de
votar es una mera formalidad que disfraza la verdadera forma de ascender al poder: la del
6
Acta de Independencia de Centroamérica, I5 de septiembre de I82I, Art. 2-6. Acta de Anexión a México. Boletín del
Archivo General de Centroamérica, 1938, tomo IV, No. 3, pp. 386-395.
7
Instrucción para las elecciones en el Reino de Guatemala, 1 de febrero de 1822, AHQ, Caja 1822. Instrucciones
para las elecciones a diputados al Imperio Mexicano, 17 de noviembre, 1821. Biblioteca Nacional de
Antropología e Historia de México, Colección Antigua, Tomo 3, folio 35.
8
Decreto del 11 de mayo de 1824. AHQ, caja 1824. Decreto del 17 de septiembre de 1824. Archivo General de
Centroamérica. B11.6. Leg. 194, Exp. 4261.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
acuerdo previo. El uso de la lista, entregada por habitantes varones que en su mayoría no
sabían leer ni escribir, y el voto emitido a viva voz, no es el reflejo de un fraude electoral, sino
la reafirmación de lealtades propias del clientelismo político. Lo antes expuesto era también
un problema de los nuevos procedimientos electorales.
Patricce Gueniffey, en su estudio sobre las elecciones y la revolución francesa, muestra el
aporte de la experiencia electoral de la Iglesia Católica cuando se debatió el tema del ejercicio
del voto, a tal situación la ha llamado “una extraña amalgama” (Gueniffey, 2001: 294-343).
En el caso centroamericano, tanto el arzobispo del reino como el clero en su conjunto,
participaron en el proceso de las elecciones indirectas.
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N° 4, Noviembre de 2011
Ciudadanía y representación política: de propietarios, instruidos y capaces
El debate sobre la calidad de los ciudadanos se trasladó del viejo continente –Inglaterra,
Francia– a los Estados Unidos y posteriormente a las recién formadas repúblicas
hispanoamericanas. En su obra, La Libertad Política, Carlyle, nos presenta tres momentos de
esa polémica; en1647, en una discusión en Putney, sobre El Acuerdo del Pueblo (The
Agreement of the People), el Comisario Ireton y el Coronel Rainborugh, discutían el texto
mencionado y diferían sobre quienes tenían derechos políticos. El primero sostenía que El
Acuerdo del Pueblo pretendía que cualquier habitante “debe tener voto igual en la elección de
representantes al Parlamento y que esta pretensión se fundaba en una apelación a un Derecho
natural absoluto y en la repudiación de todo Derecho Civil; queriendo decir con esto el
derecho político tal como lo determinaba la ley existente… O sea, Ireton sostenía que el
derecho al voto en el control de los negocios públicos del país pertenecía a quienes, de un
modo u otro, eran dueños de propiedad. Rainborough, por el contrario, sostenía que el
ciudadano inglés pobre “tenía, como el más grande, una vida que vivir y que sólo por su
propio consentimiento podía colocarse bajo un Gobierno y relaciona esto con el hecho de que
Dios otorgó la razón a todos los hombres”. Un siglo más tarde, en 1777, Cartwright, en un
libro titulado Vindicación de los derechos legislativos de la comunidad (The legislative of the
Community Vindicated), expresa que
la posesión de propiedad no tiene nada que ver con el derecho de representación, sino que éste
surge del hecho de que los hombres son iguales en cuanto a seres de razón; Cartwright reafirmaba
la posición de Cicerón y del Coronel Rainborough de que lo que hace iguales a los hombres es la
posesión de la razón.
En Norteamérica, John Adams, exponía que la única forma
…posible de llevar la balanza de poder del lado de una igual libertad y virtud pública es facilitar a
todo miembro de la sociedad la adquisición de tierra; hacer una división de la tierra en pequeños
lotes, de manera que la muchedumbre pueda poseer propiedad territorial. Si la muchedumbre
posee la balanza de la propiedad, tendrá la balanza del poder, y en ese caso la muchedumbre
cuidará en todos sus actos de su libertad, su virtud y su interés (Carlyle, 1982: 250-257).
La concepción anglosajona es que el ciudadano, el que ejerce el sufragio y participa en el
ejercicio de poder debe ser un propietario.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
La experiencia de la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII, sugirió otros
presupuestos. Nicolás de Condorcet, distingue el sujeto político del ser humano, diferencia
entre el hombre natural y el ciudadano, era relevante entonces la capacidad jurídica y la
autonomía de voluntad. Por estas razones justificó la exclusión de ciertos individuos al sistema
electoral: a los menores de edad, porque el ciudadano activo debía ser mayor de 25 años, antes
de esa edad su formación era inacabada; a los enajenados, desposeídos de su autonomía, no
tenían capacidad jurídica; a los religiosos, como parte de un cuerpo habían hecho votos de
obediencia; y finalmente el personal doméstico, no eran ni individuos ni trabajadores
autónomos (Condorcet, 1986: 285-294).
Benjamín Constant –citado por Touchard– manifestó que es importante la continuidad en
el poder, sin que esto provoque desorden, “La propiedad es la única que proporciona el ocio
indispensable para la adquisición de las luces y la rectitud del juicio; por consiguiente, sólo
ella hace a los hombres capaces del ejercicio de los derechos políticos” (Touchard, 1998: 405).
La vertiente francesa propone otros requisitos para acceder a la ciudadanía, además de
reconocer la posesión de bienes, señalan la necesidad de contar con capacidad física,
discernimiento y luces, ésta última la podemos interpretar como instrucción.
Las ideas antes expuestas llevan a distinguir dos tipos de ciudadanos: unos con derecho a
votar y otros con derecho a votar y ser electos. En 1812, la Constitución de Cádiz definió los
derechos políticos, a partir de algunos requisitos: españoles o sus hijos, nacidos y avecindados
en el Imperio español; los extranjeros naturalizados o los que durante diez años hubieran
habitado un pueblo, y las castas que prestaron servicios o se distinguieron por su talento. Para
ser ciudadanos, debían ser vecino, contar con un empleo o modo de vivir conocido, no tener
deudas con Hacienda, ni juicio pendiente, ni ser empleados domésticos.
Los criollos de la ciudad de Guatemala, en coordinación con las más altas autoridades
civiles y religiosas, adaptaron un reglamento de acuerdo con sus necesidades e intereses. El
principal rasgo a destacar es la amplitud del concepto de ciudadano establecido por Cádiz. Se
reconoció que el “... Indio: el Blanco Europeo, ó Americano: el mestizo, ó hijo de Indio y
blanco: el mulato, ó hijo de negro y blanco: el sambo, ó hijo de Indio y negro, son españoles
en la tercera acepción, la misma en que se tomará ésta voz siempre que se use de ella”. El
mismo texto, fija las calidades del ciudadano a tomar en cuenta. A las ya reglamentadas se
proponía resaltar que
…el título de ciudadano, más honroso que el de español, debía concederse con más Economía:
exigir más requisitos, o calidades, y ser como un premio de la virtud, del talento, y de la industria.
Un estímulo para avivar el Patriotismo; y un medio eficaz para aumentar la Población, promover
los trabajos útiles; y desterrar la ociosidad.9
Según la instrucción, no podían ser ciudadanos, los que no son españoles; los adulterinos o
sea los hijos de hombres casados; los sacrílegos, los hijos de sacerdotes; los incestuosos, hijos
de parientes dentro del cuarto grado canónico; los mancillados, hijos de prostitutas; los de
daño punible ayuntamiento, es decir los hijos de mujeres casadas cuyo padre no es el esposo.
La ciudadanía podía perderse por varias situaciones: por adquirir otra nacionalidad, por tener
empleo en otro gobierno, por interdicción judicial cuando un juez los declara incapacitados
física o moralmente; deudor quebrado o deudor a los caudales públicos, estado de sirviente
9
Instrucción formada de la Junta Preparatoria de Guatemala, 1812, Art. 1-6. AHQ, Caja 1812.
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doméstico, no tener empleo, oficio o modo de vida conocido, y por hallarse procesado
criminalmente. Indudablemente, el reconocimiento social y moral se convertía en el principio
de la calificación ciudadana, pero también constituía una especie de embudo en donde no
podían pasar todos los que votaban.
En 1820, la convocatoria a elecciones para diputados a Cortes, provocó la defensa de la
ciudadanía a los indígenas. Pedro de Molina, director del Periódico el Editor Constitucional,
refutó la figura de minoridad otorgada a los indígenas, vuelta a ejercer en 1814, tras el regreso
del Monarca. El indio bajo la condición de tutela, decía el autor, privaba a la España
americana de millones de ciudadanos, quebrantaba el decreto del 9 febrero de 1811 y el de 9
de octubre de 1812, significaba derribar el edificio constitucional por sus cimientos (Molina,
1954: 117-121).
La misma idea fue retomada en el Plan de Iguala, cuando en su Art. I2, otorgó la
ciudadanía a todos los habitantes de la Nueva España, sin distinción alguna de europeos,
africanos, ni indios, sin embargo el acceso a un empleo se determinaba “según su mérito y
virtudes” (Lemoine, 1985: 310-315). La concepción de ciudadanía recogida en las
instrucciones del reino de Guatemala de 1812, no se modificó ni en las elecciones para
diputados al congreso mexicano en 1822, ni para la formación de la primera constituyente
1823-1824.
La carta gaditana reafirmó que solamente los que ostentaban la ciudadanía podían ser
electos en cargos de elección. La instrucción electoral guatemalteca definió también los
requisitos de los electores. Para ser nombrado compromisario, elector de parroquia, de partido
y de provincia, se necesitaba cumplir con lo siguiente: ser ciudadano y en el ejercicio de su
derecho, mayor de 25 años, vecino y residente en el territorio de la parroquia, partido y
provincia, ser del estado seglar o del eclesiástico secular.
En 1820, José Cecilio del Valle, el intelectual más destacado, vanagloriaba la era
constitucional, porque “…el pintor, el escultor, el músico, el tejedor no son ya hombres
envilecidos por la preocupación. Son ciudadanos, han sido compromisarios, son electores,
depositarios de la confianza del pueblo” (Valle, I, 1972: 148). Por su parte, los electores de
ciudad Guatemala expusieron que cuando entró en vigencia la Constitución de 1812, “el
pueblo entró al goce de sus derechos, nosotros tuvimos el placer puro de sostenerlos”, pero se
quejaban cuando “… apenas se quitó la ley (1814-1820) comenzó otra vez el espíritu de
familia” (Foronda, Larrave, López, I, 1972: 58-60). Es decir, se acabaron las elecciones y los
electores, y el cabildo nuevamente funcionó con la membresía de las poderosas familias
guatemaltecas. Lo antes expuesto evidencia el interés de los criollos guatemaltecos de otorgar
la ciudadanía tanto a indios como a los gremios, pero como compromisarios, ejerciendo nada
más el voto. Este tema señala un asunto importante para el avance del liberalismo, la creación
del consentimiento y la confianza política entre los electores y los electos.
¿Pero a quienes elegían como representantes? Para ser diputado a Cortes los requisitos
aumentaron: ciudadano en ejercicio de sus derechos; mayor de 25 años; ser originario de la
provincia que lo elegía, o avecindado en ella, por lo menos durante siete años; del estado
seglar o eclesiástico secular; no ser empleado de nombramiento real en la provincia donde
resultó electo; y contar con una renta procedente de bienes propios. Se anotó que los
extranjeros naturalizados no podían ser electos diputados a Cortes.10 El nombre solo de
10
Instrucción formada de la junta preparatoria de Guatemala, 1812, Parte 2. Artículo 4. AHQ, Caja 1812.
Constitución de Cádiz, I8I2, Título III, Cap. V, Arts, 91, 92, 96, 97.
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diputados a Cortes manifiesta la multitud de deberes que tienen que desempeñar; y el cúmulo
de circunstancias que deben concurrir en ellos. Son miembros del congreso soberano: los que
dictan leyes con la sanción real para toda la monarquía española, los que pueden hacer la
felicidad, o infelicidad de millones de hombres. Según la instrucción, teniendo las calidades, el
indio tan distinguido por las leyes, el blanco, europeo o americano, y el mestizo pueden ser
diputados a Cortes.
La instrucciones electorales de 1820, 1821, 1822 y la de 1823 cuando se convocó al
Congreso constituyente de las provincias de Centroamérica, no hicieron ninguna modificación
sobre la ciudadanía y requisitos de la representación política. Un cambio sobre la edad se
discutió hasta en 1824 (Gámez, 1896: 83-89). En la primera convocatoria, del 11 de mayo de
1824, se elegirían ciudadanos mayores de 18 años, y podrían ser electos diputados, los mayores
de 25. Pero hubo una segunda convocatoria, del 17 de septiembre, se acordó como edad mínima
para ser representante 23 años, y que podían ser electos aquéllos que hubieran sido ciudadanos
por 5 años en ejercicio de derechos, y acreditar un año de residencia en el sitio donde se elegía.
Al final no se modificó lo estipulado en Cádiz, el diputado debía contar con 25 años y los
miembros de la constituyente de 1823, podrían ser reelectos.11
La representación política correspondió a vecinos de los antiguos cabildos del reino de
Guatemala, Ciudad Real, Comitán, Ciudad Guatemala, Quezaltenango, Ciudad Antigua,
Chiquimula, Comayagua, Tegucigalpa, León, Granada y Cartago. Los representantes
pertenecían a la sociedad corporativa colonial, eran miembros del: Colegio de Abogados,
Clero, Cabildo, Milicias, Claustro universitario y Consulado de Comerciantes. Algunos
pertenecían a la Sociedad Económica de Amigos del País y a las tertulias patrióticas y en su
carrera política, contaba haber ejercido o tenido cargos en la administración colonial o en el
ayuntamiento constitucional (Avendaño Rojas, 2009: 87-124; 2010b: 52-96).
En síntesis, los diputados centroamericanos electos eran individuos mayores de 25 años,
propietarios, americanos o naturales del reino, seglares o seculares, profesionales, funcionarios
civiles o militares, comerciantes, cabildantes y electores. En estos años, los criollos
centroamericanos en ascenso desde el siglo XVIII, ocupaban la esfera del poder local y
provincial, de entre esas redes de familias emergió la representación política (Balmori, Stuar,
Wortman, 1990; Vilas, 1996: 7-27; Avendaño Rojas, 2010a: 219-227).
Soberanía y representación
A finales del siglo XVIII, en el ámbito legislativo inglés y francés, el tema de la actuación
del representante, generó amplios debates. En 1774, Edmund Burke, cuando fue electo para
ocupar un escaño, dirigió un discurso a los electores de Bristol. Expuso que los representantes
deben escuchar y estudiar con atención la opinión de sus electores, no están obligados a
obedecer ciegamente las instrucciones impuestas mediante el mandato imperativo. En su
percepción,
11
Reglamento de la Junta Preparatoria para las elecciones de Diputados, 28 de julio de 1820. AHQ, Caja 1820.
Instrucción para las elecciones de los representantes del Congreso General, 7 de noviembre, 1821. AHQ, Caja
1821. Instrucción para la elecciones en el reino de Guatemala, 1 de febrero de 1822. AHQ, Caja 1822.
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El parlamento no es un congreso de embajadores que defienden intereses distintos y hostiles,
intereses que cada uno de sus miembros debe sostener como agente y abogado, contra otros
agentes y abogados, sino una asamblea deliberante de una nación, con un interés: el de la totalidad;
donde deben guiar no los intereses y prejuicios locales, sino el bien general que resulta de la razón
general del todo, no es el diputado por Bristol, sino un miembro del Parlamento (Burke, 1996:
312-313).
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A finales de la siguiente década, Emmanuel Sieyés, durante la discusión constitucional en
Francia, expresó que en un gobierno representativo
… la comunidad se decide a conceder más confianza a sus mandatarios. Les dota de
procuración a efectos de reunirse, de deliberar, de conciliar y decidir en común. Así en
lugar de simples portadores de votos, la comunidad pasa a disponer de verdaderos
representantes…una Asamblea general de representantes es el órgano legítimo de la
voluntad nacional; que en razón de esta cualidad, dispone del derecho de aprobar las leyes
sobre todo lo que atañe a la nación, y que no hay nada sobre lo cual no pueda legislar
(Sieyés, 1991: 50-55).
Durante la época en estudio, la representación política del antiguo reino de Guatemala
sostuvo un dilema sobre su actuación. La pregunta central que llevó a largas discusiones sobre
todo a partir de 1821, era ¿a quién representa el diputado, a sus electores o comitentes, o a la
nación? El tema en cuestión trataba de negar la validez del mandato imperativo para dar paso
al mandato representativo. El primero percibía al electo como un embajador o procurador, al
cual se le podía revocar su elección cuando no cumplía con lo señalado por sus electores, el
segundo le daba plena libertad de opinión y alianza en el órgano legislativo. En Centroamérica
el mandato imperativo se otorgó en dos formas. Una fue, la emisión de poderes por parte de la
junta electoral de provincia, y la otra, las instrucciones elaboradas por los cabildos cabeceras
de provincia a los diputados.
Durante el siglo XVII, se generalizó en España la práctica del mandato imperativo,
sustentado en la carta de procuración o instrucciones. De esta forma, al procurador –
representante en cortes– correspondía ejercer un voto consultivo, por esta vía, las ciudades
intervenían de forma directa en la negociación con el soberano. Tal práctica fue utilizada
durante los primeros años del gobierno representativo en Centroamérica.
Un elemento poco visible en los estudios sobre las elecciones a Cortes, es un formato de
poderes incluido en la constitución gaditana, el cual debía ser firmado por la junta electoral de
provincia donde
“les otorgan poderes amplios a todos juntos, y a cada uno de por sí, para cumplir y desempeñar las
augustas funciones de su encargo, y para que con los demás diputados de Cortes, como
representantes de la Nación española, puedan acordar y resolver cuanto entendieren conducente al
bien general de ella en uso de las facultades que la constitución determina, y dentro de los límites
que la misma prescribe, sin poder, derogar, alterar o variar en manera alguna ninguno de sus
artículos bajo ningún pretexto, y que los otorgantes se obligan por sí mismos y a nombre de todos
los vecinos de esta provincia en virtud de las facultades que les son concedidas como electores
nombrados para este acto, a tener por válido, y obedecer y cumplir cuanto como tales diputados de
Cortes hicieren, y se resolviere por éstas con arreglo a la Constitución política de la Monarquía
española”.12
12
Constitución de Cádiz, 1812, Título III, Capítulo III, Art. 100.
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En 1821, el Plan de Iguala en el artículo 24 y último, incluyó una orientación a los
electores de provincia:
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Como las cortes que van a instalarse han de ser constituyentes, se hace necesario que reciban los
diputados los poderes bastantes para el efecto; y como a mayor abundamiento, es de mucha
importancia que los electores sepan que sus representantes han de ser para el congreso de México
y no de Madrid… (Lemoine, 1985:310- 315).
La convocatoria centroamericana a un congreso constituyente –en 1821 y 1823– mandó a
las juntas electorales provinciales otorgar poderes amplios a todos juntos y a cada uno de por
sí para que juntándose con los otros representantes que concurran de las otras provincias
puedan acordar y resolver los puntos siguientes: independencia del gobierno español;
constituir el gobierno político del reino; formar unión y confederación con las provincias del
reino; nombrar la persona o personas para ejercer el supremo poder ejecutivo. Lo antes
expresado se establecería sobre las bases de la religión católica, la soberanía nacional y la
división de poderes. Los otorgantes, “por si y en nombre de los ciudadanos de ésta provincia
que los nombró por electores, a tener por válido y obedecer y cumplir cuanto como tales
representantes al Congreso hicieren y resolvieren conforme a lo que va expresado”.13
La misma constituyente, emitió una convocatoria de mayo de 1824, donde la junta
electoral de provincia extendía amplios poderes para elegir a los diputados que integrarían las
legislaturas constituyentes de los estados. Los electores provinciales mandaban a los electos
elaborar
…todas las leyes que desde luego exije la creación y prosperidad del nuevo estado, y que los
otorgantes se obligan por sí mismos y a nombre de los pueblos que los eligieron, a tener por
válido, y a obedecer y cumplir, cuanto como tales diputados hicieren y resolvieren, siendo
conforme a las bases sancionadas, y a la constitución que diere la Asamblea Nacional
Constituyente.14
La constitución federal firmada en 1824, no incorporó lo escrito en el artículo 100 de la
constitución de Cádiz, y el reglamento electoral emitido en 1826, eliminó el formato de
poderes antes descrito y utilizado entre 1811 y 1824.
En 1811, las instrucciones al diputado Antonio Larrazábal, concebía un gobierno
representativo, integrado por un poder ejecutivo –con el soberano–, y un poder legislativo
compuesto por representantes de cada reino de la monarquía en el llamado Supremo Consejo
Nacional. La concepción del mandato imperativo estaba centrada en los lineamientos a seguir,
en su Art. 37, le mandaban a jurar la inviolabilidad de la Constitución y leyes de la monarquía;
proteger la religión católica; promover la felicidad y dignidad de la nación en paz y guerra;
asegurar la unidad e independencia; mantener los derechos del rey; y garantizar la
inviolabilidad de la propiedad, la libertad y la seguridad de todos los miembros del Estado. La
duración de este empleo en el Consejo sería de diez años (Instrucciones (1811), 1953:15-20).
13
Instrucción para las elecciones de los representantes del congreso general convocado para el 1 de febrero de
1822. AHQ, Caja 1821. Este llamado no se concretó puesto que las provincias enviaron diputados al congreso
constituyente mexicano. Instrucción para la elecciones de representantes al congreso nacional constituyente,
1823. AGCA, B6.1-4, Leg. 86-2406.
14
Decreto del Congreso Constituyente de las provincias de América Central, 11 de mayo de 1824. AHQ, Caja
1824.
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Las instrucciones enviadas por las capitales de Chiapas, Honduras, Costa Rica, San
Salvador y Nicaragua, tanto a las Cortes españolas como al congreso constituyente mexicano
manifiestan el interés de establecer una relación directa con el gobierno central; contar con su
propia diputación provincial, puesto que en 1813, solamente se establecieron dos, una con
sede en la ciudad de Guatemala y otra en León de Nicaragua; establecer su propia Audiencia;
la apertura de seminarios, la eliminación de los monopolios, y la plena libertad de comercio,
entre otras peticiones (Rodríguez, 1984: 101-106; Avendaño Rojas, 2009: 164-172).
La solicitud de Iturbide a las provincias centroamericanas para formar parte del Imperio
del Septentrión sacó a luz el tema de la soberanía y la representación. En una sesión de la
Junta Consultiva Gubernativa del reino, en enero del 1822, Pedro Molina uno de sus
miembros, defendió que la unión a México la debía tomar cada gobierno particular, ahora la
provincia era “libre y señora de sí misma”, y tal decisión correspondía a un Congreso General.
La junta ante tal asunto, expresó que sus funciones en este caso estaban “reducidas a contar
votos a sumar voluntades, a calcular la mayoría; y siendo la voluntad de ésta unirse al imperio
Mexicano, el gobierno –del reino– debe conformarse con ella” (Actas Junta Consultiva
Gubernativa, 1971: 384-398). En un oficio enviado a las provincias por el Capitán General,
Gabino Gainza, reconoció el papel de la representación política para tomar tal acuerdo,
…la voluntad de los pueblos manifestada por medio de sus representantes es la que podría
resolver el punto: que las circunstancias no permiten esperar la reunión de los diputados a cuya
elección fueron invitados; y que en tal caso los Ayuntamientos, elegidos por los pueblos, podían en
Consejo abierto expresar la opinión de éstos.15
Pero reconoce que las “circunstancias”, obligaban a utilizar un mecanismo antiguo, la
consulta mediante el cabildo abierto. Para la fecha señalada varias provincias se encontraban
divididas y en mayoría respaldaban la unión a México, lugar donde manifestaron enviar a su
representación política.
En otro espacio, como director del Editor Constitucional, Molina recordó que en la
constitución española había demarcado los poderes y sus atribuciones, y eran los
representantes quienes elaboran las leyes y los códigos fundamentales. Concebía al ciudadano
como el individuo de una nación que tiene voto en las deliberaciones públicas, o en el
nombramiento de sus representantes (Molina, 1954: 22).
Por su parte, el director del Amigo de la Patria, José Cecilio del Valle, agregó que los
diputados son escogidos por los pueblos,
son la misma Nación en imagen o representación, son en cuanto al ejercicio el soberano moral.
Los pueblos creen que desde el momento en que se elevan a Diputado a un ciudadano particular,
debe cesar el hombre privado, y no existir más que el hombre público, debe morir el Yo, y no vivir
más que la Nación; debe acabarse el individuo y no quedar más que la patria; deben cesar las
atracciones y repulsiones individuales, y no haber más que los sentimientos dulces y sublimes del
patriotismo (Valle, 1913: 15-16).
El asunto se retomó en las primeras sesiones de la constituyente centroamericana, y en la
segunda declaración de independencia absoluta, emitida el 1 de julio de 1823, se dijo que la
unión al Imperio se hizo de forma ilegal, no fue un acuerdo hecho por “órganos ni medios
15
Oficio de Gabino Gainza, a los ayuntamientos para que procedan en Cabildos Abiertos, a explorar la voluntad
de los pueblos acerca de la Unión a México, 30 de noviembre de 1821. AHQ, Caja 1821.
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legítimos”. Por esta razón las provincias “son y forman nación soberana”, con derechos y en
aptitud de ejercer y celebrar cuantos actos, contratos y funciones ejercen los otros pueblos
libres de la tierra. Las provincias representadas en la asamblea nacional constituyente se
llamarían Provincias Unidas del Centro de América (Acta de independencia absoluta, (1823),
1957: 17-20).
El órgano constituyente adoptó la división de poderes, a la Asamblea, correspondía el
poder legislativo donde reside indivisiblemente el ejercicio de la soberanía; el poder ejecutivo
en la persona o personas que se nombren; el poder judicial en los tribunales y juzgados. En el
acta de constitución, define que los diputados de la asamblea son inviolables por sus
opiniones, “y en ningún tiempo ni por autoridad alguna podrán ser molestados ni reconvenidos
por las que durante su encargo manifestaren de palabra o por escrito” (Acta de Constitución
(1823), 1896: 114-116). Durante la toma de posesión del poder ejecutivo, el cual lo ejercería
un triunvirato interino, éstos presentaron el juramento siguiente ¿Juráis por Dios Nuestro
Señor y los Santos Evangelios reconocer la Soberanía de la Nación representada
legítimamente en la augusta Asamblea que se acaba de instalar? Además se comprometieron a
respetar las leyes y decretos dictados, conservar la religión católica y las propiedades de los
ciudadanos (Towsend Ezcurra, 1973:181).
El debate iniciado a partir de la unión al imperio mexicano, hasta la elaboración de la
constitución federal, en 1824, muestra dos ideas sobre la soberanía. Una presupone la
existencia de una soberanía delegada, ya fuese otorgada por el ayuntamiento o por la
provincia, mediante la cual el representante se sometía al mandato imperativo. La otra era la
soberanía de la nación, ejercida por todos los representantes con amplio derecho de actuación,
sin las condiciones emanadas por las juntas electorales ni las instrucciones, es decir un
mandato representativo.
Reflexiones finales
El voto no era una novedad en el Reino de Guatemala, sino la adopción de nuevos
supuestos. Mediante un sistema de elecciones indirectas, el voto fue un nuevo supuesto para
delegar en otros –los diputados o representantes– un poder que pertenece a todos: la soberanía.
El sistema electoral indirecto, trazado por la Constitución de Cádiz de 1812, se amoldó en
la instrucciones electorales de 1812, la cual determinó los mecanismos o procedimientos para
efectuar el ejercicio electoral. Tal instrumento retomó la experiencia de la iglesia católica,
donde el cabildo y el clero jugaron un papel fundamental.
Los resultados electorales muestran a una sociedad desigual de tipo piramidal, a partir de
la cual, se construye la ciudadanía centroamericana, retomando su valores sociales y morales
trasladados del Antiguo Régimen, y tomando como base el carácter de vecino. Por ello el
sistema electoral indirecto establecido en la Capitanía General, generó cuatro niveles, cuando
la Constitución gaditana había señalado tres. El primero, llamado de compromisarios fue
incluyente, donde indios y mestizos varones mayores de edad participaron emitiendo su voto,
mismo que desapareció a partir de la Constitución de 1824. Al parecer, la ciudadanía y la
representación política obtuvieron las características discutidas y marcadas tanto por la
experiencia inglesa como francesa, correspondía a hombres mayores de 25 años edad,
propietarios e instruidos.
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Entre los años de 1821 a 1824, se amplían las ideas que sustentan a los nuevos supuestos
del liberalismo: la formación de gobiernos constitucionales y la elección de la representación
política. Pero el tema de la soberanía se presenta como un terreno de conflicto porque perviven
dos fuentes de su origen; una concebida como delegada por parte de las ciudades, y la otra
abstracta, la cual concibe a la representación política como depositarios de la soberanía de la
nación.
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Bibliografía
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La provincia de San Salvador en la independencia de la Corona española
Isabel Villalta, Balmore García e Ivette Linares
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador
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N° 4, Noviembre de 2011
Introducción
La independencia que los territorios ístmicos alcanzaron en 1821 frente a la Corona
española, que les había gobernado durante tres siglos, fue, menos que una gesta, una
consecuencia empujada por el contexto peninsular y del resto de reinos americanos. La
participación de representantes americanos en las Cortes a que convocó el Consejo de
Regencia mientras la península sufría la ocupación de las tropas de Napoleón y el rey
permanecía cautivo, y luego la proclamación de una nueva constitución, la de Cádiz, en 1812,
abrió nuevas expectativas de participación política y suscitó disputas entre quienes habían
ostentado el poder bajo la modalidad de la monarquía absoluta y quienes intentaban ejercer
una ciudadanía respaldada en Cádiz.
La proclamación del Plan de Iguala por México, que intentaba constituir un imperio,
obligó a las elites del reino de Guatemala a definir una postura frente a México, puesto que la
independencia de la Corona española era ya un hecho. La san salvadoreña, que se sentía
subyugada por la de la Nueva Guatemala, en los aspectos político, religioso y comercial, quiso
aprovechar la apertura que ofrecía el Acta del 15 de septiembre, proclamada en la Nueva
Guatemala, para garantizar su participación en igualdad de condiciones frente a la elite
guatemalteca, lo que dejó registrado en la propia, proclamada el 21 del mismo mes.
¿A quién debemos obedecer? Noticias de la crisis de la monarquía española (1808-1814)
Para 1808, España vivía acontecimientos que resultaban bastante desorientadores para las
autoridades reales en los territorios americanos. Las noticias que llegaron a América en mayo,
junio y julio fueron sorprendentes: Carlos IV había abdicado a favor de su hijo Fernando VII,
la familia real había renunciado al trono en Bayona, el pueblo de Madrid se había levantado
contra los franceses el 2 de mayo y, debido a la usurpación del trono, se habían formado juntas
locales en España.
Efectivamente, durante el mandato de Carlos IV, España se encontraba en una crisis
económica profunda: la nueva alineación internacional, obligó a España a unirse a Francia y
ambas entraron en guerra contra Gran Bretaña. Los británicos arrasaron con la flota española
en Trafalgar y, en el bloqueo de 1806, el ―sistema continental‖ de Napoleón devastó la

Estudiantes de la Licenciatura en Historia. El ensayo fue escrito originalmente para ser presentado como trabajo
del curso ―Historia de Centroamérica I‖, que impartió la doctora Xiomara Avendaño Rojas en 2006, en la
Licenciatura en Historia de la Universidad de El Salvador.
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economía peninsular. Tales desastres interrumpieron el comercio con Hispanoamérica,
provocando desempleo masivo e inflación y, finalmente, la bancarrota para España.
En marzo de 1808, los seguidores del príncipe obligaron a Carlos IV a abdicar a favor de
su hijo (motín de Aranjuez), quien asumió el trono bajo el nombre de Fernando VII. Este
hecho coincidió con la entrada de las tropas francesas a la Península ibérica.
En 1807, Napoleón había sido autorizado a cruzar España para ocupar Portugal. Pero, bajo la
excusa de la disputa en torno a la Corona española, Bonaparte atrajo a la familia real a Francia
y allí obligó al Fernando VII a abdicar en su favor y designó a su hermano, José, como rey de
España.
Aunque las autoridades españolas, la burocracia imperial, la nobleza, el clero y el ejército
aceptaron en principio a José Bonaparte como rey de España, el 2 de mayo de 1808 el pueblo
de Madrid inició un levantamiento contra los franceses, que fue seguido a lo largo de toda
España. Tras los sucesos, se formaron juntas regionales para garantizar el gobierno de las
distintas provincias.
A medida que se fueron desarrollando los acontecimientos en Europa, los americanos se
mostraron unánimes en dar pruebas de fidelidad a Fernando VII, su oposición a Napoleón y
su determinación a defender su territorio de los franceses.
Las autoridades reales de América se encontraban en una posición delicada:
―…las autoridades estaban perplejas, pues el Consejo de Castilla, así como el de Indias
notificaban […] haber subido al trono a José Bonaparte, al que debía acatarse‖, y por otra
parte, ―…la Junta Suprema constituida en Sevilla […] pidió la proclamación de Fernando
VII y el reconocimiento de la misma, como órgano suplente, para gobernar en nombre del
rey cautivo, sin hablarse de la constitución de una regencia, que era lo previsto
legalmente‖1.
Los funcionarios reales en América carecían de autoridad, a menos que reconocieran al
nuevo gobierno establecido en España. Unos cuantos funcionarios en el Nuevo Mundo, al
igual que sus contrapartes en la península, estaban a favor de los franceses, pero la mayoría
prefería aguardar, con la esperanza de que la nueva información los ayudara a tomar la
decisión acertada.
Al principio, la incertidumbre política creada por el colapso de la monarquía dio a los
americanos un mayor control local y la oportunidad de presionar para lograr el autogobierno.
La necesidad de que hubiera una defensa unificada llevó a que se organizara un comité
nacional gobernante, la Junta Suprema Central y Gubernativa de España e Indias, que se
reunió por primera vez el 25 de septiembre de 1808.
La Junta Central envió comisionados reales, que con frecuencia fueron originarios de
América, para que sirvieran como agentes de unión entre las autoridades locales y el gobierno
español. España necesitaba desesperadamente del apoyo de sus posesiones ultramarinas para
continuar la lucha, por lo que los miembros de la Junta Central decidieron extender el número
de sus miembros con el fin de elegir representantes del Nuevo Mundo. El 22 de enero de 1809
decretó:
1
Demetrio Ramos, España en la Independencia de América, Madrid: MAPFRE, 1996, p.24.
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―Considerando que los vastos y preciosos dominios que España posee en las Indias no
son propiamente colonias o factorías como los de otras naciones, sino una parte esencial e
integrante de la monarquía española […], se ha servido S. M. declarar […] que los reinos,
provincias e islas que forman los referidos dominios deben tener representación nacional
inmediata a su real persona y constituir parte de la Junta Central […] por medio de sus
correspondientes diputados‖2.
De este modo, la Junta Central reconoció las pretensiones de los americanos en el sentido
de que sus tierras no constituían colonias sino reinos, que formaban parte integrante de la
monarquía española y que poseían el derecho de representación dentro del gobierno nacional.
El decreto establecía que los ayuntamientos de las capitales provinciales deberían elegir a
tres personas ―de notoria probidad, talento e instrucción‖ para escoger a una de ellas por
sorteo; a continuación, el Real Acuerdo elegiría a tres de tal grupo para seleccionar al
representante definitivo, también mediante sorteo. Además, los ayuntamientos de las capitales
provinciales dotarían a sus delegados con credenciales e instrucciones.
Los americanos objetaron porque no tendrían una representación equitativa. Cada
provincia española contaba con dos diputados a la Junta Central, mientras que nueve reinos
americanos tenían asignados sólo uno por cabeza; el reducido número de delegados otorgado
al Nuevo Mundo molestó a la mayoría de los americanos.
Los cabildos del Reino de Guatemala, igual que los de otros reinos, procedieron a elegir,
de entre los individuos que cumplían con las calidades solicitadas, a seis candidatos, entre los
cuales salió elegido Alejandro Ramírez, quién declinó el nombramiento. Tras la renuncia de
Ramírez se realizó otro sorteo, en esta segunda elección los candidatos ya no eran españoles
de nacimiento, sino americanos hijos de las llamadas familias principales de la capital. El
elegido fue Manuel José Pavón.
Antes de que los delegados recién electos de América pudieran reunirse con la Junta
Central, los franceses renovaron su ofensiva para conquistar la Península3. La Junta Central se
replegó, primero en Cádiz y más tarde en la isla de León, el último punto de España libre del
dominio francés. El 29 de enero de 1810, la Junta Central nombró un Consejo de Regencia que
se encargaría de gobernar el reino, pero dos días después se auto disolvió.
El 1 de marzo de 1810, la Regencia convocó a Cortes Extraordinarias con una innovación
importante: las Cortes contarían con una representación de todo el imperio. Los dominios
americanos se consideraron como reinos, con las mismas prerrogativas de los establecidos en
la península. El texto de la Regencia veladamente condenaba la monarquía absoluta y
establecía que la nueva relación entre la Corona y los súbditos se transformara en la de
gobernantes y gobernados, entre electores y electos.
Las orientaciones emitidas por el Consejo de Regencia para elegir a los diputados a Cortes
avalaron nuevamente el papel de los antiguos centros urbanos coloniales. Las elecciones se
2
Citado por Jaime Rodríguez, La Independencia de la América Española, México: Fondo de Cultura Económica,
1996, p. 83.
3
En diciembre de 1808, los ejércitos franceses reocuparon Madrid; en ese mismo mes, las fuerza catalanas fueron
aplastadas. En enero de 1809 fue derrotada Castilla; Zaragoza se rindió el 20 de febrero, y el 28 de marzo, en
Medellín, los franceses destruyeron el ejército peninsular. El 19 de octubre de 1809, los españoles sufrieron una
derrota en la ciudad de Ocoña (Valle del Tajo). Los franceses ocuparon Sevilla a fines de enero de 1810. Ibíd., p.
88.
58
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
harían ―por el Ayuntamiento de cada capital‖, donde se elegiría a tres individuos de la
provincia, de entre los cuales, por sorteo, uno de ellos sería electo como diputado a Cortes.
En el Reino de Guatemala, los primeros representantes fueron el canónigo Mariano Robles
Domínguez, por la provincia de Chiapas; el canónigo metropolitano y ex rector de la
Universidad de San Carlos, Antonio Larrazábal, por Guatemala; José Francisco Morejón, por
Honduras; doctor y presbítero José Antonio López de la Plata, por Nicaragua; presbítero
Florencio del Castillo, por Cartago, y José Ignacio Ávila, por San Salvador.
Los diputados debían actuar como representantes de sus provincias electoras, por tanto,
estaban obligados a ―procurar‖ su bienestar ante las Cortes. En las instrucciones que el
ayuntamiento de San Salvador le dio al diputado Ávila se especifica que procure la creación
de un obispado de un colegio conciliar, la educación pública y la eliminación del estanco de
aguardiente4.
Las Cortes iniciaron su trabajo el 24 de septiembre de 1810 y el diputado de San Salvador
tomó posesión de su asiento el 11 de julio de 1811. El 19 de marzo de 1812 se promulgó la
Constitución de Cádiz. La carta gaditana creó los Ayuntamientos Constitucionales, entidad
destinada al gobierno interior de los pueblos; a partir de esta disposición se crearían
ayuntamientos en los pueblos que llegaran a mil almas5.
Entre 1812 y 1814 se multiplicaron los ayuntamientos constitucionales, y en la
Intendencia de San Salvador se resquebrajaban los quince partidos que el sistema borbónico
había creado. Dicha división implicó una autonomía económica y judicial de los nuevos
gobiernos con respecto a los antiguos pueblos cabeceras, a los subdelegados y a los antiguos
ayuntamientos de españoles. A partir de ese momento dependerían únicamente de la
Diputación provincial, del jefe político y los jueces letrados.
Ante la caída de Bonaparte, en el año de 1814, Fernando VII asumió nuevamente el trono.
Una de sus primeras medidas fue la abolición de la Constitución, el 4 de mayo del mismo año.
Por consiguiente quedaron anuladas todas las transformaciones que ésta había impulsado en
ambos lados del Atlántico, entre ellas la de los gobiernos de los pueblos, y se volvió a las
ordenanzas municipales de los pueblos que regían en 1808.
Seis años duró esta disposición real. El 1 de enero de 1820, en la península estalló una
revuelta militar que obligó a Fernando VII a rectificar su posición, anunciando el 7 de marzo
de ese año el retorno a la Constitución gaditana.
Desestabilización general. San Salvador, 5 de noviembre de 1811
En San Salvador, dado que la mayoría de los grandes propietarios de la producción de añil
eran criollos, esta intendencia se convirtió en el centro de las luchas en contra de las
autoridades locales. A partir de 1810, San Salvador se encontraba en una agitación política,
donde los criollos dirigían la lucha a su manera, reclamando cambios constitucionales.
4
Sajid Alfredo Herrera Mena, La Herencia Gaditana. Bases Tardío–Coloniales de las Municipalidades
Salvadoreñas 1808–1823, Tesis doctoral, Universidad Pablo de Olavide, Departamento de Geografía, Historia y
Filosofía, Sevilla, 2005, p. 79.
5
Constitución de Cádiz de 1812, en http://club.telepolis.com/erbez/1812 htm.
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En 1811, los primeros decretos constitucionales desestabilizaron la tranquilidad de las
ciudades principales, en especial, los espacios criollos e indios, reconocidos por el nuevo
sistema político como ayuntamientos constitucionales6. El 14 marzo de 1811, tomó posesión
como autoridad superior del reino el Capitán General José de Bustamante y Guerra, su mayor
esfuerzo al momento de asumir el mando fue contribuir a formarse una imagen de
intransigente defensor de su patria, creyendo que era esa la mejor forma de actuar en aquellos
críticos momentos7. Bustamante reforzó las medidas de seguridad tratando de que el Reino de
Guatemala no se contagiara con lo que estaba sucediendo en México8. Buscó ganarse a los
líderes criollos guatemaltecos, ordenó que se redoblara la vigilancia en San Salvador y
simultáneamente pedía que España lo reforzara con el envío de un grupo de oficiales leales. A
pesar de las medidas tomadas por Bustamante, se iniciaron los disturbios.
Para hablar del levantamiento de 1811 en San Salvador, es necesario tomar en cuenta lo
que pasaba con el arzobispado de Guatemala en esos años. El 31 de julio de 1811, se
incorporó el nuevo arzobispo, fray Francisco Cassaús y Torres, a Guatemala; para esta misma
fecha fue ejecutado en Chihuahua el cura Miguel Hidalgo. Lo que deseaba Casaús era impedir
que se dieran en Guatemala acontecimientos similares al de México, por tal razón puso control
particular de los sacerdotes. En septiembre de 1811, Casaús realizo investigaciones que le
permitirían descubrir algún caso que se pareciera al ocurrido en México.
―Esta indagatoria, realizada a través de conductos eclesiásticos, hizo abortar el
movimiento armado que minuciosamente habían planeado varios sacerdotes en San
Salvador‖9.
El arzobispo, había confirmado que los rumores que circularon en San Salvador el 4 de
noviembre eran certeros y acusaba a quienes presidían el gobierno de San Salvador de ser
usurpadores que
―vociferan en sus temerarias proclamas, que han cumplido sus antiguos deseos y tienen
la insolencia de manifestar lo mismo que deseábamos saber por medio de los presbíteros
D. Nicolás y D. Manuel Aguilar; esto es, averiguar con las noticias que ambos nos darían,
quienes eran los que sembraban en esa provincia la semilla fatal de la desunión y de la
deslealtad‖10.
Para esa fecha, la Intendencia, obedeciendo órdenes expresas de la Capitanía General de
Guatemala, redujo a prisión al Padre Manuel Aguilar, antiguo rector del Seminario Tridentino,
6
Xiomara Avendaño Rojas, Centro América entre lo Antiguo y lo Moderno: Ciudadanía, Representación Política
e Institucionalidad. 1810–1823, Libro en proceso, p. 5.
7
Carlos Meléndez Chaverri, La Independencia en Centroamérica, Madrid: MAPFRE, 1993, p. 83.
8
En México, la autonomía latente en el fondo, no llegó a calar en los organismos centrales de la vida nacional.
Oligarquías criollas, gachupines y burocracia virreinal silenciando sus conflictos se unieron ante la rebelión
provinciana liderada por dos clérigos rurales, Miguel Hidalgo y José María Morelos. En Paulino Castañeda
Delgado y Juan Marchena Fernández, La Jerarquía de la Iglesia en Indias: el Episcopado Americano. 1500–
1850, Madrid: MAPFRE, 1992, p. 29.
9
Carlos Meléndez Chaverri, Don Manuel José Arce: Una vida al servicio de la libertad, San Salvador: Edit.
Delgado, 2000, p. 94.
10
Roberto Turcios, Los Primeros Patriotas: San Salvador 1811, San Salvador: Ediciones Tendencias, 1995, p.
143.
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acusado de infidencia (proceso por traición)11, dicha reclusión en la cárcel de Guatemala, se
constituyó en una afrenta contra la provincia de San Salvador.
A finales de octubre de 1811, llegó a San Salvador la noticia de que Manuel Aguilar se
hallaba preso en Guatemala, y sobre su hermano Nicolás pesaba la sospecha de estar en
correspondencia con un cabecilla de los movimientos que se registraban en Nueva España12.
Esta noticia cambió el ambiente que se vivía en la provincia y las calles comenzaron a ser
ocupadas por una multitud dirigida por los miembros del cabildo que eran reconocidos por la
comunidad, y junto a ellos estaban algunos de los dirigentes criollos que apedrearon las casas
de los españoles, se dirigieron a la Intendencia para solicitar la libertad del sacerdote detenido
y demandaron seguridad para el resto de los sacerdotes. Pero el Intendente, Antonio Gutiérrez
y Ulloa, que estaba a cargo desde el 28 de junio de 1805, se negó a satisfacer ese
requerimiento, diciendo que las medidas que se le exigían estaban fuera de su control; ante la
respuesta del Intendente, los dos grupos, los dirigentes criollos y los líderes de las
comunidades, consiguieron movilizar contingentes populares y acorralar al gobierno.
Una de las partes del levantamiento, integrada por los propietarios criollos, exigió que la
actividad del pueblo se moderara y que la manifestación se disolviera, asegurando que el
conflicto sería tratado en reunión de cabildo.
El martes 5, a primeras horas, se convocó a la celebración de un cabildo ordinario
realizado en la plaza mayor. A la convocatoria se hicieron presentes los capitulares y algunos
europeos. El punto a tratar en la reunión de cabildo fue un acuerdo pequeño: que los
funcionarios y todos los españoles serían refugiados en el convento de la ciudad. Los
contingentes populares intentaban ampliar el dominio por la obtención de armas. A pocos días
de haber ocupado su cargo, Bustamante percibía la existencia de inquietud en el territorio que
estaba bajo su mando:
―[…] vi acreditadas las noticias que me habían dado, del espíritu secreto de inquietud en
este Reino; temí sus efectos en la provincia de San Salvador, donde menos recelaba mi
antecesor; y para quitar del medio cuando pudiese ser estímulo de insurrección di orden
para que se trasladasen a esta capital (Guatemala) las armas y fondos que habían en San
Salvador; en su cumplimiento se trasladaron en agosto del mismo año 11,700 fusiles,
95201 pesos 3.1/4 reales de la hacienda pública, 20,621 del consulado y 12,177 de
particulares‖13.
Ya en agosto se habían enviado las armas a Guatemala por órdenes del Capitán General
para evitar que se produjera una insurrección en San Salvador. Los sansalvadoreños habían
dado una sorpresa, y hasta se hablaba de apresar a las autoridades y a todos los europeos.
Los insurrectos tuvieron la intención de involucrar en el movimiento a toda la provincia.
Manuel José Arce y Juan Manuel Rodríguez convocaron al Ayuntamiento y al pueblo de Santa
Ana para que enviaran diputados a San Salvador que formarían parte del nuevo Ayuntamiento
elegido en esa ciudad. Manuel José Arce se presentó personalmente a San Vicente y
Apastepeque para promover el levantamiento, pero no hubo apoyo. En algunas provincias se
11
Dagoberto Marroquín. Apreciación Sociológica de la Independencia Salvadoreña. San Salvador: Dirección de
Publicaciones e Impresos, p. 69
12
Carlos Meléndez, José Matías Delgado, prócer Centroamericano, San Salvador: Dirección de Publicaciones e
Impresos, 2000, p. 123.
13
Ibíd., p. 149.
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realizaron protestas en oposición al movimiento, fueron muy pocos los pueblos que apoyaron
al Ayuntamiento de San Salvador, uno de ellos fue Usulután14.
Estas acciones de oposición se daban contra el mal gobierno y los privilegios de que
gozaban los españoles peninsulares y criollos poderosos de la Intendencia. También
protestaban contra el centralismo y la dependencia extrema a que los obligaba la Ciudad de
Guatemala15. Los criollos eran marginados por los españoles en cosas del gobierno y es
evidente que muchos se sumaron al movimiento para obtener beneficios personales,
apoderándose de los bienes de los españoles peninsulares. En Usulután, los habitantes llegaron
a manifestarse de un modo violento, y pedían a viva voz: ―mueran los chapetones y
repartamos sus intereses‖16.
El temor de los peninsulares era suscitado por el ánimo que mostraba la multitud; el
cabildo de Guatemala solicitó a Bustamante que impidiera una acción militar y se dispuso a
mediar en el conflicto. Los sublevados buscaban instalar nuevas autoridades, sin alterar la
forma de gobierno de la intendencia. En reunión de cabildo, el 7 de noviembre, depusieron al
intendente Antonio Gutiérrez y Ulloa, nombrando en su lugar a Mariano Batres y como
comandante de armas a José Aguilar.
Fue la misma inconsistencia del movimiento lo que le permitió a las autoridades centrales
del Reino de Guatemala controlar rápidamente el levantamiento. La actitud tomada por
Bustamante ante los sucesos en San Salvador fue mediadora, a fin de no profundizar las
discordias entre San Salvador, la ciudad de Guatemala y las autoridades españolas. José María
Peinado y José de Aycinena se convirtieron en los consejeros del jefe político del Reino y
ayudaron a pacificar la provincia de San Salvador. Después de someter a los exaltados se
nombró a Aycinena nuevo Intendente y a Peinado como su apoyo, sin embargo, quien ejerció
realmente el cargo fue Peinado.
Levantamiento de noviembre 1814
El regreso de Fernando VII al trono de España, en 1814, fortaleció la justificación de la
independencia. El monarca restringió todo movimiento de los cabildos españoles17. Desde los
sucesos de 1811 estaba latente el peligro de un nuevo levantamiento, puesto que continuaba la
protesta por la libertad de los líderes que aún se encontraban detenidos.
Con la elección del Ayuntamiento constitucional del 23 de enero de 1814, surgió una
pugna entre el intendente Peinado y los criollos sansalvadoreños. Los criollos ganaron
ampliamente las elecciones, pero el intendente Peinado anuló el proceso dos veces, por tal
razón se inició una sorda hostilidad entre el funcionario y el nuevo Ayuntamiento18. En estas
elecciones resultaron electos, como alcalde, Juan Manuel Rodríguez, y como alcalde de
segundo voto, Pedro Pablo Castillo.
14
Eugenia López, San Salvador en la Anexión centroamericana al Imperio del Septentrión, San Salvador:
Dirección de Publicaciones e Impresos, 2000, p. 60.
15
Ibíd., p. 53.
16
Meléndez Chaverri, La Independencia de Centroamérica, p. 35.
17
Xiomara Avendaño, Op cit., p. 5.
18
Dagoberto Marroquín, Op. cit., p. 74.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
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N° 4, Noviembre de 2011
Peinado ordenó arbitrariamente la detención de todos los alcaldes de barrio que no le eran
partidarios, exigiéndoles la entrega de todas las armas. Al conocerse esta disposición, salieron
a las calles grupos de indios, mestizos y criollos pidiendo la libertad de los presos y el desarme
de los partidarios de Peinado. Los criollos Matías Delgado, Manuel José Arce, José Santiago
Celis, Domingo Antonio Lara, entre otros, buscaron la manera de calmar a la multitud. La
intervención de los criollos sansalvadoreños hizo ceder al intendente, quien ordenó la libertad
de los alcaldes de barrio, pero no la devolución de las armas, como había sido solicitado por
Pedro Pablo Castillo.
Apaciguado el movimiento, el intendente ordenó la instrucción de causas por infidencia
contra los principales actores del suceso. Aunque se ha considerado el movimiento de 1814
como antesala de la independencia, en realidad se trató de una protesta contra las
arbitrariedades y el despotismo del intendente.
Fin del proceso de emancipación
Las Cortes de Cádiz habían significado un ejercicio de participación amplia o, por lo
menos una apertura para aspirar a obtener mejores prerrogativas en la relación de las colonias
americanas con la metrópoli española, por ejemplo, declaró la igualdad entre peninsulares y
americanos19. Sin embargo, hubo minorías a favor del absolutismo monárquico, críticas de los
acuerdos tomados en las Cortes y del contenido de la Constitución de 1812. Así, en 1814, con
la derrota de Napoleón y la vuelta del rey Fernando VII al trono, al interior de la Corte
resurgía este grupo de diputados que presentaron ante el monarca un manifiesto a favor de la
vuelta al absolutismo.
―[El] Manifiesto del 12 de abril de 1814 fue realizado por algunos diputados que
exponían ‗su opinión acerca de la soberana autoridad, ilegitimidad con que se ha eludido
la antigua Constitución española […]‘ para defender los derechos del monarca, y el bien
de su patria […] Como es sabido, este manifiesto es un alegato tremendo contra la Junta
Central, a favor de la autoridad despótica y absoluta del monarca, para que se perpetúe el
Antiguo Régimen‖20.
De 1814 a 1820, se estableció en la Corte española una lucha entre los partidarios de la
monarquía absoluta y los que propugnaban una autoridad moderada del rey basada en la
soberanía popular. La opción del rey fue la del absolutismo y la negación de todo lo
acontecido en su ausencia, por tanto, la Constitución de Cádiz quedó anulada y recobraron
vigencia las anteriores leyes borbónicas.
En este clima, el rey convocó a Cortes del 24 de mayo de 1814, pero esta reunión nunca
tuvo lugar. Según Diego Martínez Torrón, quien estudia esta fase de expresión liberal en
España, la vuelta del absolutismo habría unido a todos los liberales europeos y americanos en
una sola causa. En su libro Los liberales románticos españoles ante la descolonización
19
Ver artículos del 1 al 5, en ―Constitución de Cádiz de 1812‖, http://club.telepolis.com/erbez/1812.htm.
Diego Martínez Torrón, Los liberales románticos españoles ante la descolonización americana (1808–1833),
Madrid: MAPFRE, 1992, p. 129.
20
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N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
americana (1808–1833), este autor plantea que fue la reacción absolutista el detonante de la
emancipación de la mayoría de colonias españolas, puesto que si Cádiz abrió perspectivas de
relaciones fraternales entre los territorios a ambos lados del Atlántico, la manera en que el
monarca pretendió retomar el poder, obviando lo acontecido en su ausencia en materia de
ordenamiento del Estado decepcionó a los americanos, quienes habían comenzado ―a pensar
que las ideas divulgadas por Cádiz en 1812 ellos pueden ponerlas en práctica por su cuenta‖21.
Pero el absolutismo tuvo su derrota temporal entre 1820 y 1823. Este periodo fue llamado
―trienio liberal‖, durante el cual la independencia de las colonias fue un tema de debate
expresado en los espacios que los periódicos de la época propiciaron. De tal forma, una
opinión continuó propugnando el poder colonial sobre los territorios americanos y otra, de
corte liberal, se mostró claramente a favor de la independencia de los territorios americanos y
el establecimiento de relaciones entre iguales22.
Pese a la certeza de que el tema americano era, entre otros una preocupación de la
sociedad en la metrópoli española –recordemos que la crisis de la monarquía no se originó a
partir del riesgo de perder las colonias–, sería imposible plantear que había una línea de
correspondencia directa entre los sucesos de la metrópoli y los de las colonias o que la
discusión en España se originara en las ideas que en las colonias estaban en juego.
Lo cierto que es que en el periodo del ―trienio liberal‖ (1820–1823) tuvieron lugar la
mayoría de declaraciones de independencia, ¿coincidencia? ¿O impacto directo de la ausencia
de una política clara de relación con las colonias por parte de la Corona desde 1814?
Para estudiar el caso de San Salvador, durante estos años previos a la declaratoria de
independencia, se situarán los antecedentes en el inicio del año 1821 (24 de febrero), con la
promulgación del Plan de Iguala en la Nueva España.
Como se sabe, el Reino de Guatemala administrativamente estaba adscrita al Virreynato
de la Nueva España –aunque en la práctica actuó con autonomía frente a las autoridades de la
Corona en muchas ocasiones–, por tanto, cuando la Nueva España promulgó el Plan de Iguala,
en el que definió su relación con la Corona española en términos de autonomía pero dentro de
una monarquía constitucionalista sufragánea de la familia real (Borbones), las provincias del
Reino de Guatemala debieron tomar una posición ante tal decisión.
No se han encontrado, hasta el momento, registro de los debates que habrán tenido lugar
en este territorio en torno a la declaratoria de la Nueva España o, como a partir del Plan de
Iguala se denomina, del ―Imperio mexicano‖, por lo que se desconocen las expectativas que se
generaron en torno a la posibilidad de la llegada de un miembro de la familia real, puesto que
el Plan invita directamente a gobernar a Fernando VII, pero deja la posibilidad de que sea otro
miembro de la familia real el que gobierne, como Emperador: el infante Carlos, Don Francisco
de Paula, el archiduque Carlos ―u otro individuo de la casa reinante que estime por
conveniente el Congreso‖23.
En principio, el Plan de Iguala no constituyó una expresión liberal. Las tres garantías
planteadas promulgaban el sostenimiento de un Antiguo Régimen ya colapsado: lealtad al
monarca, que intentaba instituir el absolutismo a toda costa; fidelidad a la religión católica,
21
Ibíd., p. 137.
Ver Martínez Torrón, p. 263 y ss. En el Capítulo IX del libro ya citado hace un análisis de estas opiniones bajo
el título ―El tema de las colonias americanas durante el trienio liberal (1820–1823). El Censor‖.
23
Ver, ―Plan de Iguala‖, en http://www.ordenjuridico.gob mx/Constitucion/cn4.pdf
22
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
bajo el signo de la intolerancia de cualquier otra; independencia, pero a la vez continuidad de
un gobierno monárquico bajo la línea borbónica.
No obstante, el Plan de Iguala inició una cadena de reacciones que provocaron la
redefinición de la estructura político–territorial entre el Imperio mexicano y el Reino de
Guatemala. Así, Ciudad Real (Chiapas) declaró unilateralmente su independencia de
Guatemala para unirse libremente a México –territorio con el cual mantenía relaciones
comerciales–, lo que significó una presión para las provincias del istmo que debían decidir su
situación frente a España, antes de que otras provincias siguieran el ejemplo de Chiapas, bajo
el riesgo de que el Reino de Guatemala se fragmentara sin posibilidades de control.
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
―Recibimos por el último correo diversos oficios de Ayuntamientos Constitucionales de
la Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, que comunican haber proclamado y jurado dicha
independencia [del Gobierno Español], excitan a que se haga lo mismo en ésta (sic)
ciudad [Guatemala]‖24.
Esto dice, en la parte introductoria, el Acta del 15 de septiembre de 1821, que, según
algunos autores, corresponde solamente a la declaratoria de la Diputación Provincial de
Guatemala y no al Reino de Guatemala25; sin embargo, habría que tomar en cuenta que
Guatemala significaba la Capital Provincial pero también la totalidad del territorio ístmico.
Probablemente opiniones como ésta fueron suscitadas por el hecho de que el resto de
provincias mostraba descontento con la manera en que la elite de la ciudad de Guatemala
ejercía el poder sobre las demás provincias. De hecho, el acta incluye un artículo en el que
intenta mantener la supremacía territorial cuando llama a ―elegir Diputados o Representantes‖
que se reunirían en la ciudad de Guatemala para ―decidir el punto de Independencia general
absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma de Gobierno y ley fundamental que debe
regir‖26.
¿Qué impulsó a las autoridades de la Diputación Provincial de Guatemala a declarar su
independencia de la corona hispánica? La respuesta quedó escrita en el artículo primero del
acta como parte de la exposición de motivos:
―siendo la Independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo de
Guatemala, sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el
Señor Jefe Político le mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían terribles
en el caso de que la proclamase de hecho el pueblo.‖27
Este párrafo explicaría que hayan sido las mismas autoridades del ayuntamiento las que
hayan escrito la declaratoria y que el mismo jefe político continuara a cargo de la autoridad
provincial después de haber dado un paso semejante, y es que la medida era inevitable y la
24
―Acta
de
Independencia
del
15
de
septiembre
de
1821‖,
en
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades nsf/pages/15septiembre2003#Transcripciones%20de%20las%
20Actas%20de%20Independencia.
25
Ver Eugenia López, Op. Cit., p. 71 y ss.
26
―Acta
de
Independencia
del
15
de
septiembre
de
1821‖,
en
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/15septiembre2003#Transcripciones%20de%20las%
20Actas%20de%20Independencia.
27
Ídem.
65
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
declaratoria fue hecha por las autoridades políticas para evitar que el pueblo de Guatemala se
revelara, les depusiera como autoridades y declarara la independencia por su parte, como bien
se explica en el acta.
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¿Qué significó el acta de Guatemala para la Provincia de San Salvador?
En primer lugar, fue el punto de partida. El Acta de Independencia firmada en Guatemala
el 15 de septiembre de 1821 no fue un documento cerrado, más bien constituyó un pliego de
posibilidades que las provincias del Reino supieron utilizar, hartas como estaban de la
prepotencia de la capital provincial (Guatemala), cuya ―elite comercial condicionaba y
explotaba‖ al resto de provincias28. Así, ante el Acta de independencia de España, firmada en
Guatemala, el resto de provincias acató el nuevo estado de cosas, pero antes que sujetarse a
Guatemala se adhirió al Plan de Iguala y, por tanto, a la idea de estado que planteaba el nuevo
Imperio mexicano.
A San Salvador el Acta llegó la noche del 21 de septiembre de 1821, en ese mismo
momento se convocó a cabildo y se sancionó el documento emitido en Guatemala. El primer
alcalde juró sobre el acta ―guardar y hacer guardar la independencia, ser fiel a la Monarquía
Americana y observar el gobierno que se establezca y las leyes que se sancionen‖29.
Para Adolfo Bonilla esta es una muestra de la simpatía de San Salvador por el Imperio
mexicano o, como él lo llama, del Septentrión30. Sin embargo, pareciera que en esta provincia
sólo se siguió la fórmula del ritual establecido en el acta firmada en Guatemala: el artículo
décimo tercero establecía la forma del juramento que debe prestar el alcalde primero, jurar la
independencia y a la vez, ―fidelidad al Gobierno americano que se establezca‖31.
El Acta de San Salvador se redactó en sintonía con la que se había firmado en Guatemala;
probablemente, también se habría iniciado en este territorio la elección de los correspondientes
diputados al Congreso que se establecería, ―en proporción de uno por cada quince mil
individuos‖, para desde ahí decidir el ―punto de independencia general absoluta y fijar, en caso
de acordarla, la forma de Gobierno y Ley fundamental que debe regir‖32. Según el acta, el
Congreso se reuniría en la ciudad de Guatemala el 1 de marzo de 1822. Pero los sucesos
posteriores impidieron la continuidad del procedimiento. El Ayuntamiento de Guatemala
decidió, el 5 de enero de 1822, la unión al Imperio mexicano, a partir de la consulta a un
número limitado de los ayuntamientos de los territorios que habían formado el Reino de
Guatemala.
El 11 de enero de 1822, el ayuntamiento de San Salvador emitió un acta cuestionando
legitimidad de lo actuado en Guatemala, porque la Junta Provisional habría excedido sus
28
Adolfo Bonilla, ―El surgimiento de la Nación‖, en El Salvador La República. San Salvador: Fomento Cultural
Banco Agrícola, Tomo I, p. 37.
29
―Acta de independencia de la provincia de San Salvador de 21 de septiembre de 1821‖,
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01482074678945977430035/p0000001.htm#1.
30
Adolfo Bonilla, Op. cit., p. 37.
31
―Acta
de
Independencia
del
15
de
septiembre
de
1821‖,
en
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/15septiembre2003#Transcripciones%20de%20las%
20Actas%20de%20Independencia.
32
Ibíd.
66
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
facultades al tomar una decisión que le competía a un Congreso que estaba en proceso de
formación. San Salvador apeló al juramento del acta del 15 de septiembre, considerando que
en la misma se reserva ―al Congreso el punto de unión al Imperio‖.33
Así se inició una crisis en torno a un proyecto político que aún no se concretaba, a una
independencia que aún no se declaraba de forma absoluta. Al parecer, lo que estaba en disputa
era la supremacía de una elite conformada por los funcionarios de la Corona que habían
controlado el poder político y económico en el Reino de Guatemala 34 y que intentaban
mantener su posición después de haber roto lazos con España, frente a las elites locales, en
este caso, la de San Salvador, que buscaba sacudirse el dominio guatemalteco. De tal forma
que las autoridades de Guatemala propugnaban por la continuidad del mecanismo de gobierno
basado en el ayuntamiento, mientras que San Salvador defendía lo que las mismas autoridades
Guatemaltecas habían propuesto en el acta del 15 de septiembre: la formación de un Congreso,
que implicaba optar por una forma de gobierno republicana.
En el acta contra la anexión al Imperio mexicano, del 11 de enero de 1822, San Salvador
desconoció la autoridad de Guatemala como Gobierno Provincial, declaró su autonomía como
provincia y estableció la existencia de una autoridad provisional gubernativa con acuerdo de
los ―demás pueblos de ella –de la provincia– y los otros que quieran agregarse‖35. Asimismo el
acta se conoció en todos pueblos de San Salvador y del resto de provincias, a los que se les
invitaba a que ―si lo tuvieren a bien, se sirvan abrazar esta resolución‖36.
En el mismo mes de enero, la diputación provincial de San Salvador emitió una nueva acta
en la que confirmaba su separación del gobierno de Guatemala37, no obstante no descartaba su
propia unión a México, siempre que fuera una decisión del Congreso que le permitiera una
unión ―por sí misma con las condiciones y decoro de un pueblo libre, sin permitir ser ofrenda
y medio de negociaciones particulares‖38.
De tal forma, inició un periodo de guerras, en el intento de anexionar a San Salvador al
Imperio mexicano, en el que el ejército mexicano, al mando de Vicente Filísola, apoyado por
Guatemala, invadió San Salvador. La caída de Agustín de Iturbide del trono mexicano salvó la
situación y configuró un nuevo escenario para las provincias del istmo.
―El fracaso de Iturbide obligó a que el jefe político superior de Guatemala convocara, el
29 de marzo de 1823, al Congreso acordado por el Acta de Independencia. Éste, en
efecto, comenzó sus tareas a fines de julio de 1823, momento a partir del cual las
autoridades superiores, a saber, el jefe político y los integrantes de la Junta Provisional
33
―Contra la anexión a México. Acta del Ayuntamiento de San Salvador/11 de enero de 1822‖.
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/actaindependencia 15sept1821.
34
―[…] tanto los descendientes locales de los españoles como los peninsulares, formaban usualmente una alianza
permanente que avivaba la actividad mercantil y agroexportadora del reino, para de este modo disfrutar de los
mayores y más inmediatos beneficios. La red de dominación comercial hallaba en la jerarquía política a su más
inmediato aliado‖. Ver Carlos Meléndez, Op. cit. p. 37.
35
―Contra la anexión a México. Acta del Ayuntamiento de San Salvador/11 de enero de 1822‖.
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/actaindependencia 15sept1821.
36
Ibíd.
37
Contra la anexión a México. Acta de la Diputación Provincial de San Salvador/enero de 1822‖.
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/actaindependencia 15sept1821.
38
Ibíd.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Consultiva que habían mantenido desde la Independencia sus poderes, los entregaron a la
mesa directiva del Congreso‖39.
El 1 de julio de 1823, se declaró, en la Asamblea Nacional Constituyente, la
―Independencia absoluta y definitiva y se inauguraba una nueva suerte para los territorios
istmeños: una federación bajo el nombre de ‗Provincias Unidas del Centro de América‘‖40 y,
antes de finalizar diciembre, se habían dictado las bases de la futura Constitución, y se había
adoptado un nuevo sistema de gobierno: el federal.
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
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39
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―Declaratoria de Independencia absoluta y definitiva/Decreto de la Asamblea Nacional Constituyente
(centroamericana)/1º
de
julio
de
1823‖.
http://www.rree.gob.sv/comunidades/comunidades.nsf/pages/actaindependencia 15sept1821.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Las clases políticas en noviembre de 1811 y el recuerdo de la hazaña de los
próceres, por los siglos de los siglos
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Ricardo Argueta Hernández
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador
El politólogo Gaetano Mosca era de la idea que en toda sociedad existen dos clases de
personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera es siempre la menos
numerosa, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las
ventajas que a él van unidas, mientras que la segunda más numerosa, es dirigida y regulada
por la primera.1 La clase política sería la clase constituida por los gobernantes. Esta clase
utiliza todos los medios a su disposición para mantenerse en el poder, en tanto en una sociedad
siempre surgirán otros grupos que pretenden convertirse en clase política y desplazar al grupo
que hasta ese momento funge como tal. Pero esa clase política no pretende únicamente
mantenerse en el poder, busca también trascender en la memoria colectiva de las generaciones
posteriores, ser reconocidos como héroes.
Según Bethell, el imperio español en América descansaba en el equilibrio de poder entre
varios grupos: la administración, la Iglesia y la elite local. La administración ostentaba el
poder político, pero su poder militar era escaso y asentaba su autoridad en la soberanía de la
corona y en sus propias funciones burocráticas. La soberanía secular estaba reforzada por la de
la Iglesia, cuya misión religiosa se apoyaba en el poder jurisdiccional y económico. Pero el
mayor poder económico estaba en manos de las elites, propietarios rurales y urbanos, que
englobaban a una minoría de peninsulares y a un mayor número de criollos.2 Estos pequeños
grupos que constituían la clase política durante el imperio español mantenían un equilibrio en
el reparto del poder.
Sin embargo, la política borbónica alteró la relación existente entre los principales grupos
de poder. La propia administración fue la primera en perturbar el equilibrio. El absolutismo
ilustrado fortaleció la posición del Estado a expensas del sector privado y terminó por
deshacerse de la clase dominante local. Los Borbones revisaron detenidamente el gobierno
imperial, centralizaron el control y modernizaron la burocracia; se crearon nuevos virreinatos
y otras unidades administrativas; se designaron nuevos funcionarios, los intendentes y se
introdujeron nuevos métodos de gobierno. Estos consistían en planes administrativos y
fiscales, que implicaban al tiempo una supervisión más estrecha de la población americana.
Pero esto que la metrópoli concibió como un desarrollo racional, las elites locales lo
interpretaron como un ataque a sus propios intereses. Por ejemplo, los intendentes de origen
peninsular sustituyeron a los alcaldes mayores y corregidores de origen criollo, funcionarios
que tenían una larga experiencia en conciliar intereses encontrados. Estos funcionarios no
obtenían sus ingresos de un sueldo, sino a través de actividades mercantiles, tales como
comerciar con los indios que tenían bajo su jurisdicción, avanzar capital y crédito,
1
Gaetano Mosca, La clase política. Selección de Norberto Bobbio. México: Fondo de Cultura Económica, 2006,
pág. 17.
2
Leslie Bethell (ed.). Historia de América Latina, la independencia. Barcelona: Crítica, 1991, pág. 7.
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N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
proporcionar instrumentos de trabajo y materias primas y ejercer un monopolio económico en
su distrito.3 .
¿Cómo se clasificaban los grupos económicos en la víspera de la independencia? Según
Turcios los beneficios principales se concentraban alrededor del grupo de comerciantes,
exportadores y prestamistas y que además eran propietarios de gran número de haciendas. Ese
círculo era el que estaba en la cúspide de la estructura económica y del cual dependían todos
los otros sectores.4 Las ventajas de los guatemaltecos los convirtieron en el grupo económico
más poderoso de Centroamérica. Los hacendados latifundistas se quejaban por las
arbitrariedades a que los sometían los comerciantes y prestamistas. Los hacendados no solo
tenían en su contra el sistema comercial, el de créditos y las dificultades de tráfico puesto que
los comerciantes también contaban con una diversidad de mecanismos extraeconómicos
consentidos por las autoridades.5 También estaban los llamados poquiteros, eran pequeños
propietarios de cultivos de añil. La masa de poquiteros se encontraba en la miseria y
aprisionados por las deudas pendientes. La ciudad de San Salvador era donde se encontraba el
mayor número de propietarios, pequeños propietarios y artesanos de toda la intendencia. En la
base del sistema colonial se encontraban los indígenas agrupados en los pueblos de indios,
sometidos a diferentes formas de explotación. Cada uno de estos grupos tendría sus propios
intereses a la hora de un movimiento contra las autoridades.6
Otra clasificación es presentada por Marroquín, quien siguiendo la clasificación étnica que
en general se hace durante la época colonial, clasifica la población de San Salvador de la
siguiente manera: españoles, criollos, ladinos, negros y mulatos e indios. Según sea el grupo,
así será las teorías políticas asumidas, los españoles peninsulares eran el baluarte de las ideas
absolutistas, los criollos recibieron la teoría liberal con fervoroso entusiasmo, los mestizos y
mulatos no vacilan en acogerse al liberalismo de los criollos. Los indígenas incapaces de
asimilarse a la nueva ideología, resuelven sus movimientos a través de la vinculación personal.
Sus aspiraciones son simples: supresión de tributos y trabajos forzados, tierras y por encima de
todo, que se les deje al margen de criollos, mestizos y españoles.7
Los Borbones marginaron del reparto del poder a la elite de criollos. Turcios afirma que
los grupos de propietarios criollos estaban resentidos por el costo material de la reforma; los
intelectuales por el desplazamiento administrativo que habían sufrido; los comerciantes, por
ciertas medidas de defensa dictadas a favor de los productores; los religiosos por la pérdida de
privilegios, y los artesanos, jornaleros e indígenas porque seguían sumidos en la miseria.8
Al producirse la ocupación napoleónica de España en 1808, las colonias intuyeron que en
ausencia del Rey debían gobernarse así mismas y así, entre 1809 y 1810 empezaron a
organizarse juntas de gobierno. Los criollos eran partidarios de ser gobernados por juntas
locales y representativas a imitación de la Junta Suprema que regía en España no ocupada por
Napoleón Bonaparte. Pero que gobernarían en nombre del rey Fernando mientras durase su
3
Leslie Bethell (ed.). Op. Cit., pág. 6.
Ibíd., pág. 61.
5
Roberto Turcios, Op. Cit., pág. 83.
6
Roberto Turcios, Op. Cit., pág. 91.
7
Alejandro Dagoberto Marroquín, Op. Cit., pág. 52.
8
Roberto Turcios. Los primeros patriotas, San Salvador 1811. San Salvador: Ediciones Tendencias, 1995, pág.
24.
4
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prisión. En estos primeros movimientos los criollos no tenían propósitos de independizarse;
tan solo de gobernarse autónomamente, pero fieles al rey de España cautivo.9
¿Debemos enmarcar los sucesos de noviembre de 1811 en ese contexto? En la
historiografía salvadoreña priva un interesante debate sobre los sucesos de noviembre de 1811,
acerca del contexto económico y político del momento, las causas de la llamada insurrección,
el papel de los líderes y del resto de la sociedad colonial. En este artículo pretendemos
visualizar algunos temas en particular de ese debate, para comprender como a partir de
noviembre de 1811 se comienza a construir una nueva clase política, que se mantendrá en el
poder desde que se firma el acta de independencia en 1821, hasta finales de los años treinta del
siglo XIX. Sobra decir que, lograda la independencia esta clase política gobernará
anárquicamente, en medio de guerras civiles y destrucción; pero con el firme propósito de
constituir las provincias independientes en Estados.
En la lucha de una clase política contra los grupos que pretenden desplazarla, es
fundamental comprender la situación económica y su entrelazamiento con los conflictos
políticos. Para el caso de Centroamérica, Turcios plantea que en las postrimerías de la colonia,
la crisis económica estaba extendida por toda la región centroamericana. Esa crisis afectará a
todos los grupos y será un epifenómeno de las motivaciones criollas, mestizas y quizás
indígenas de las luchas independentistas.10
La cantidad de trabajos académicos sobre los sucesos de noviembre de 1811 son
abundantes y significativos. Estos trabajos podrían ubicarse en tres paradigmas: la versión
historiográfica oficial que también se ha vuelto la memoria oficial, al menos la que se replica
en los eventos conmemorativos y en la formación educativa de las y los salvadoreños. Esta
interpretación acude a los hechos presentados por Alejandro Marure, quien afirma que los
curas de San Salvador José Matías Delgado, los hermanos Aguilar, Juan Manuel Aguilar y don
Manuel José Arce fueron los primeros promotores de la independencia en el reino de
Guatemala y con tal idea llevaron a cabo, contra el intendente de la provincia don Antonio
Gutiérrez Ulloa, una conspiración que estalló el 5 de noviembre.11 Los autores de este
movimiento tuvieron por principal objeto hacerse dueños de tres mil fusiles que existían
depositados en las cajas reales, ya que con estos recursos, se proponían dar el grito de
Libertad. Aunque Alberto Luna pone en duda esa versión; pues según él, ni en la ciudad de
Guatemala existía esa cantidad de armamento.12
Monterrey, aunque destaca la participación de los reconocidos líderes del movimiento,
reconoce el involucramiento de otros grupos de la población ya sea a favor o en contra de lo
sucedido en San Salvador. Según Monterrey, a las ocho de la mañana del 5 de noviembre don
Manuel José Arce proclama la Independencia nacional, subido sobre un taburete grita: no hay
Rey, ni intendente, ni Capitán General; solo debemos obedecer a nuestros alcaldes. Estaba
acuerpado por el Dr. José Matías Delgado, los padres Nicolás, Manuel y Vicente Aguilar,
Bernardo Arce y león, Juan Manuel Rodríguez, los hermanos Domingo y Mariano Antonio
Lara, Leandro Fagoaga, Juan Miguel y Francisco Delgado, Juan y Pedro Aranzamendi, Pablo
9
Diccionario Temático Abreviado Iberoamericano. Sevilla: Editorial J. R. Castillejo, S. A. 1989, pág., 376.
Roberto Turcios, Op. Cit., pág. 63.
11
Alejandro Marure, Bosquejo histórico de las revoluciones de Centro América. Desde 1811 hasta 1834. San
Salvador: Editorial Lis, 2000, pág. 10.
12
M. Castro Ramírez, El prócer Arce. San Salvador: Ediciones del Comité Pro-centenario, 1947, pág. 19.
10
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Castillo, Carlos Fajardo, Fulgencio Morales, Antonio Campos, Eusebio Mena y muchos otros
patriotas.13
Siguiendo la descripción de Monterrey afirma que el movimiento de San Salvador tuvo
eco en otras provincias. Algunas apoyaron el movimiento: Metapán, Zacatecoluca, Usulután y
Chalatenango. En Usulután, los vecinos de los barrios la Pulga y Cerro Colorado, secundando
el movimiento de independencia de San Salvador, deponen al Juez Real y al Teniente don
Ignacio Domínguez, los despojan del mando y nombran en su lugar a Don José Francisco
Perdomo, los insubordinados gritan: “mueran los chapetones”, y saquean las casas de los
españoles Domingo Payés y Blas José Murillo. En Santa Ana, los vecinos plebeyos menores
del barrio España se amotinan y piden que se quiten los impuestos del fondo de reserva, cuatro
reales anuales que tenía que pagar todo hombre desde la edad de doce años hasta la de
cincuenta: la alcabala, medio real por cada peso del valor de la venta de una res: los estancos
de aguardiente, y que el tabaco se venda en los estancos a tres reales la libra, que dejen de
mandar los chapetones, y que solamente manden los criollos. En esa movilización hubo una
importante participación femenina como Juana de Dios Arriaga, Inés Anselma Ascencio,
Dominga Fabia. En Cojutepeque secundan el movimiento de independencia, los indios al grito
de mueran los chapetones.14
Otras localidades reaccionaron en contra de ese movimiento: San Miguel, Santa Ana,
Sonsonate y San Vicente tomaron las armas y se disponían a reprimir la tentativa de la capital,
que declararon como una revolución sacrílega, los de San Salvador, al encontrarse aislados y
perseguidos por los mismos a quienes creían cooperadores, no tuvieron más que abandonar
una empresa, que no podían ya ni adelantar, ni hacer retroceder. Esta situación desconcertó a
los caudillos quienes dejaron solo al pueblo, que armado y triunfante, quedó dueño de la
acéfala capital; pero sin dirección y sin orden, no pudo avanzar un paso en la realización de su
objeto. San Salvador estuvo seis días sin ninguna autoridad que la gobernase y más de un mes
la autoridad eran alcaldes que se mudaban a cada instante.15
El Capitán General envió, desde Guatemala, a dos hombres, al Coronel José Aycinena y a
José María Peinado a resolver la situación de San Salvador; quienes se encargaron de pacificar
la provincia, acompañaron a estos el padre recoleto José Mariano Vidaurre y otros varios
misioneros que debían predicar, impugnando las heréticas producciones de los
conspiradores.16 Según Turcios la novedad era que la empresa restauradora estuviera
encabezada por dos criollos que, además no habían sido seleccionados entre el montón.
Aycinena ostentaba un historial impresionante miembro de una de las principales familias
criollas, propietaria de haciendas, de una de las casas comerciales más importante de
Guatemala y dueña de la mayor riqueza existente en la intendencia de San Salvador; sus
parientes y el mismo habían presidido la Sociedad Económica, el Ayuntamiento y el
Consulado de Comercio, las tres instituciones más destacadas después del gobierno. Era
doctor y coronel, regidor del ayuntamiento de la capital y director de la Sociedad Económica,
además hacia poco había sido electo en San Salvador como candidato a diputado ante la junta
13
Ibíd., pág. 20.
Francisco J. Monterrey, Anotaciones cronológicas 1810-1871 (San Salvador: Editorial Universitaria, 1977),
pág. 38.
15
Ídem.
16
José Antonio Cevallos. Recuerdos salvadoreños, tomo II. San Salvador: Dirección General de Publicaciones del
Ministerio de Educación, 1964, pág. 20.
14
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central de España. Peinado era uno de los intelectuales más aventajados. Los dos eran criollos
y propulsores del autonomismo desde 1808.17
La dirigencia política radicada en Guatemala hizo uso de todos los medios a su
disposición para neutralizar la movilización en San Salvador, combino la negociación política
con la sanción religiosa. Por un lado, los políticos se dedicaron a entablar un diálogo con los
insurrectos para calmar los ánimos; mientras los clérigos que les acompañaban hicieron uso de
la propaganda ideológica con el fin de atemorizar a los que apoyaban la movilización.
Esta versión historiográfica es también la memoria dominante en los eventos
conmemorativos que año con año se realizan en San Salvador. En los lugares de memoria
pegan con cemento el recuerdo de los líderes de la insurrección del 5 de noviembre, dejando
en el olvido ese dato historiográfico que, enfatiza que los líderes al darse cuenta que la
insurrección de San Salvador no era secundada por otras provincias importantes de la región
dejan solas a las masas. En la memoria que se traslada a los ritualistas se enfatiza en la
valentía de los líderes, no se acepta, de ninguna manera la traición o la cobardía de los héroes
señalados.
Una segunda línea de análisis es de corte marxista, esta enfatiza la lucha popular, más allá
de algunas figuras individuales. Según Roque Dalton, la independencia de España estuvo
impulsada por las grandes masas populares. La obra de los próceres de independencia estuvo
dirigida en muchos casos a hacer prevalecer los intereses de los sectores criollos y mestizos
económicamente privilegiados sobre los intereses del pueblo. Los próceres eran grandes
terratenientes.18
Dalton es fiel a la versión del Partido Comunista Salvadoreño, que en un documento
publicado en 1962 afirmaba que lo que se ha dado en llamar Primer Grito de Independencia se
había tratado de reducir a la acción personal del cura Delgado pero fue, en realidad, una
copiosa sucesión de levantamientos populares contra la dominación colonial, durante los
meses de noviembre y diciembre del año 1811; los días 4, 5, y 6 de noviembre en San
Salvador, San Pedro Grande y Santiago Nonoalco; el día 17 en Usulután, Chalatenango,
Tejutla, el 20 en Santa Ana, el 24 y el 30 en Metapán y Cojutepeque respectivamente, el 20 de
diciembre en Sensuntepeque. Según el Partido en estos acontecimientos el papel del cura
Delgado, de Arce y los demás fue más bien de apaciguamiento y mediación. Por ese entonces
ellos sustentaban la esperanza de conseguir algunas concesiones en las cortes, que se reunían
en Cádiz, convocadas por la Junta Suprema Central que regía en España durante la heroica
resistencia de su pueblo a la ocupación militar de Napoleón Bonaparte.19
La versión marxista intenta comparar lo sucedido en San Salvador con el levantamiento en
México dirigido por el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla quien a la cabeza de miles de
indios y mestizos mal armados, lanzó una insurrección el 16 de septiembre de 1810. Empero,
Hidalgo fue derrotado y pereció ante un pelotón de fusilamiento.
Según la interpretación Marxista, el líder que merece la pena recordar es Pedro Pablo
Castillo, pero no tanto por su participación en los sucesos de noviembre de 1811; sino porque
dirigió el movimiento del 24 de enero de 1814. Bajo un plan concebido por él, milicias
reclutadas dentro de las masas y armadas con piedras, garrotes, machetes y otros instrumentos
17
Roberto Turcios, Op. Cit., pág. 174.
Roque Dalton. El Salvador monografía. San Salvador: UCA Editores, 1989, pág. 39.
19
Roque Dalton. Op. Cit., pág. 41.
18
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parecidos, fueron destacadas en los puntos estratégicos de la ciudad.20 Pero Pedro Pablo
Castillo era un mestizo con cierto poder económico, participó en el levantamiento de 1811,
actúo como cabecilla principal de los sucesos de 1814, fue reconocido líder popular con
mucho arraigo entre los artesanos de los barrios de la ciudad. Junto a los alcaldes de barrios
logró obtener apoyo de los sectores populares a los movimientos conducidos por el grupo
político de exaltados.21
Otro aporte a la interpretación marxista es la de Alejandro Dagoberto Marroquín, para
quien las características que presentan tales movimientos son: brotes espontáneos de rebeldía,
estimulados principalmente por el ejemplo dado en San Salvador, tres de esos movimientos
(San Pedro, Santiago Nonoalco y Tejutla) fueron realizados exclusivamente por masas
indígenas, los demás movimientos, incluyendo el de San Salvador, se realizan con la
participación masiva de indios y mestizos, por su mismo carácter espontáneo, dichos
movimientos carecían de un plan estratégico y de medidas organizativas. Todo se improvisaba
al ritmo de los acontecimientos. Los objetivos perseguidos eran vagos y generales: expulsión
de los chapetones, gobierno de criollos y supresión de los gravámenes más onerosos.22
Pero Marroquín, no concluye que los criollos hayan abandonado a los insurrectos; sino
más bien, estos sorprendidos por el movimiento, se incorporan a él para calmar y liquidar su
ímpetu revolucionario. De acuerdo a Marroquín, el llamado movimiento del 5 de noviembre
terminó con un triunfo completo para los criollos, pues lograron eliminar de la intendencia al
español peninsular Gutiérrez y Ulloa y lograron que en su lugar quedara un criollo
centroamericano; obtienen el indulto general para los que participaron en la revuelta y
consiguen intervenir mediante un representante criollo en las cortes españolas, después de los
sustos y alteraciones de los días de violencia, todo había salido a la medida.23
Evidentemente, en una lucha política, el grupo dirigencial, en este caso los criollos,
expresan una serie de reivindicaciones muy propias de su grupo; pero para incorporar a su
lucha a otros grupos amplían el listado de reivindicaciones en las que se sientan identificados
esos grupos: mestizos e incluso indígenas. Sin embargo, en el momento de la negociación, las
reivindicaciones consideradas serán las del grupo dirigencial, postergando o minimizando las
demandas de los otros grupos. Si alguien obtuvo algún beneficio del movimiento de
noviembre, estos fueron los criollos.
Una tercera línea de análisis en boga se ubica más allá de la exaltación de los héroes o de
la participación de las masas populares. Esta lectura trata de ubicar en su justa participación,
ya sea a los líderes independentistas, o al resto de los participantes en la insurrección.
La historiadora María Eugenia López describe detenidamente las características del grupo
dirigencial de la insurrección de 1811, al cual considera autonomista. Según la historiadora
muchos de los que pertenecían a ese grupo selecto habían adquirido elementos teóricos de la
nueva cultura política europea: el hombre nuevo, el pacto social, la nación, el pueblo soberano,
etc. Esos políticos buscaban gobernar la intendencia y tomar la dirección de los diferentes
ramos de la administración de la provincia sin depender en extremo del viejo gobierno
20
Ibíd., pág. 44.
María Eugenia López, San Salvador en la anexión centroamericana al imperio del septentrión (San Salvador:
Dirección de Publicaciones e Impresos, 2000), pág. 52.
22
Alejandro Dagoberto Marroquín, apreciación sociológica de la independencia salvadoreña. San Salvador:
Dirección de Publicaciones e Impresos, 2000, pág. 74.
23
Alejandro Dagoberto Marroquín, Op. Cit., pág. 74.
21
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
colonial central del reino.24 Pero se trataba de un movimiento espontáneo, sin ningún proyecto
político que dirigiera las acciones, conducido por un grupo no homogéneo en cuanto a
intereses y formas de actuar. Por una parte Manuel José Arce pugnaba por una lucha con
armas, en cambio José Matías Delgado estaba por una protesta pacífica menos frontal y sin
derramamiento de sangre. Esa ambivalencia, según López, al parecer llevó a fracasar al
movimiento. La historiadora agrega que fue la inconsistencia del movimiento lo que le
permitió a las autoridades centrales del reino controlar rápidamente el levantamiento;
asimismo el temor de que esa lucha tomara las proporciones que había adquirido la revolución
de Hidalgo hizo que Bustamante se decidiera por aplastar las insurrecciones de San Salvador y
las que se continuaron en Guatemala y Granada.25 Aunque más que aplastar de manera
implacable la movilización, lo que se produjo fue una negociación.
Rafael Lara Martínez cuestiona el intento, tanto de Roque Dalton, como Alejandro
Dagoberto Marroquín de tratar de convertir a Pedro Pablo Castillo en uno de los primeros
líderes revolucionarios, quienes le atribuyen encabezar una sublevación con amplias raíces en
las clases desposeídas de la capital.26 Lara Martínez analiza la ambigüedad de la figura
personal y liderazgo político que oscila entre la restitución de un héroe popular y la denuncia
de un dirigente impulsivo y traidor alevoso.27
Los pensadores marxistas de los años sesenta lanzaron duras críticas a la versión oficial
sobre el 5 de noviembre en particular y a las acciones independentistas en general, rechazan
ese afán en colgar en la memoria colectiva salvadoreña los nombres de esos próceres. Ellos
pretenden buscar otros héroes y minimizar el papel de dirigentes de los llamados próceres. Sin
embargo, como lo demuestra Lara Martínez, en ese afán hacen un uso parcial de las fuentes,
acomodadas a sus intereses políticos.
Hay que considerar que en todo movimiento social al final hay un grupo que asume el
liderazgo, si ese movimiento social se propone un cambio revolucionario con el que se
desplaza a la clase política que en ese momento controla al régimen, es seguro que ese grupo
dirigencial se constituirá en la nueva clase política. Eso es lo que sucede en Centroamérica en
la víspera de la independencia. No son las masas las que toman el poder, al final es una elite
que gobierna en nombre de las masas. Pero ¿estaban los indígenas interesados en la
independencia? Citando a Gavidia, Lara Martínez hace énfasis en que el letargo
independentista indígena se explica porque bajo la corona española contaban con una
autonomía política y económica municipal que la república independiente les denegaría.28
Independientemente de la línea interpretativa, la que exalta a los líderes liberales o la que
pone énfasis en las masas, al final de cuentas el proceso iniciado en 1811 y que culmina en
1821 lleva a la constitución de una nueva clase política. Evidentemente el liderazgo o los
poros políticos serán ocupados por los criollos empresarios o patrimonialistas, mientras los
grupos que estaban en la base de la pirámide mantendrán la condición de subalternos. La
apelación que hacen los marxistas al traer a colación el desempeño revolucionario de las
masas, para explicar la constitución de la nueva clase política es realmente insignificante, en
tanto es un lugar común presumir que las llamadas masas hayan tomado parte de esos
24
María Eugenia López, Op. Cit., pág. 46.
María Eugenia López Velásquez, Op. Cit., pág. 61.
26
Roberto Turcios, Op. Cit., pág. 72.
27
Rafael Lara Martínez, El Bicentenario. Un enfoque alternativo. San Salvador: Editorial Universidad Don
Bosco, 2011, pág. 11.
28
Rafael Lara Martínez, Op. Cit., pág. 25.
25
78
procesos, para el tema de las clases políticas lo importante es determinar quienes se quedan
con el poder que antes poseían los peninsulares.
Obtener el poder político a partir de septiembre de 1821 les sirve en bandeja de plata a los
llamados próceres los rituales de la memoria que se celebrarán cada aniversario de la
fundación de la patria. Los lugares de memoria, los actos protocolarios, las reseñas
biográficas, etc., estarán dedicados a ellos. Todo es parte de las ventajas que obtienen en el
recuerdo colectivo de los sujetos que hacen tal ejercicio. La propuesta marxista es interesante
como explicación alternativa, pero no tiene mayor efecto en el ejercicio del recuerdo, pues los
que recuerdan no lo hacen trayendo a la memoria a los héroes anónimos; sino a personas con
nombre y apellido, participantes de un evento, el cual interpreta la historia y se apropia la
memoria.
En la historiografía, las versiones alternativas a la primera explicación de lo sucedido el 5
de noviembre continuarán surgiendo, ello crea un debate al respecto. No obstante, por ahora,
ninguna explicación propia del campo de la historiografía modifica los rituales
conmemorativos que año con año se llevan a cabo. El bicentenario tampoco ha servido para
incorporar en la memoria colectiva una conmemoración alternativa. En pocas palabras, el
grupo fundacional de la República, el cual tenía su propio proyecto político, el que no
necesariamente incluía al resto de los grupos, seguirá siendo la vanguardia de héroes a los que
se les llevará flores en cada aniversario.
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Bicentenario de la Independencia Centroamericana, 1811-2011.
Interrogantes y reflexiones sociológicas-Ciencias Sociales
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Pablo de J. Castro Hernández
Escuela de Ciencias Sociales
Universidad de El Salvador
5 de Noviembre de 2011
¡Todo comenzó hace 200 años…con un grito de libertad!
“Eran las cuatro de la mañana del 5 de noviembre de 1811 cuando el padre José
Matías Delgado repicó las campanas de la iglesia de la Merced (San Salvador),
anunciando las primeras hazañas independentistas”.
La Prensa Gráfica, 15 de septiembre de 2011 (p. 3)
Introducción
El Bicentenario es parte de la historia viva de nuestra sociedad. Desentrañar aquella
independencia del pasado y estudiar sus resultados doscientos años después (al 5 de
noviembre de 2011) debe crearnos un agudo espíritu crítico. De ella reaprender sobre la
rebeldía, insurgencia y revolución de aquellos protagonistas. La historiografía oficial la ha
dogmatizado y la presenta de forma romántica, apolítica y con mayor participación de la élite
dominante, sin proyección de una segunda independencia en el futuro.
Las siguientes notas son un ejercicio teórico-metodológico con un conjunto de
interrogantes y algunas reflexiones sociológicas, que estimulen el pensamiento social de las
presentes generaciones de salvadoreñas-os y centroamericanos-as. Las respuestas históricas
son mejor reconstruidas por historiadores y especialistas en la temática.
Destacamos campos problemáticos surgidos en el devenir dialéctico de la realidad
histórico-social, tratando de aplicar la „teoría social‟ con enfoque transdisciplinario de las
Ciencias Sociales académicas. Iniciamos con datos históricos del descubrimiento, conquista y
colonización española de hace cinco siglos, porque ahí surgen las raíces históricas que
constituyeron la sociedad colonial. Otros apartados destacan algunos acontecimientos
relevantes del propio proceso independentista de 1811-1821, hasta la ruptura de las Provincias
Unidas del Centro de América en 1839. Utilizamos valiosos aportes de investigadores para
fundamentar el magno acontecimiento socio-histórico y dejar adelantado un esbozo preliminar
para el próximo “Bicentenario 1821-2021” con nuevas líneas de investigación sociológica. Al
final reflexionamos sobre un conjunto de problemas agudos y complejos que a lo largo de
doscientos años de vida institucional continúan estructurando la vida cotidiana en los albores
del siglo XXI (2011). Los movimientos sociales, descendientes seculares de aquellos que
quedaron marginados en la primera, son los que formulan nuevas preguntas de cómo hacer la
independencia definitiva de los imperios. La tarea de sociólogas-os y otros estudiosos de la
realidad con pensamiento abierto, crítico-científico-transformador, es acompañar las jornadas
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
para la segunda independencia. A la vez, enriquecer el Currículo de Estudios Sociales del
Sistema Educativo Nacional.
Primera Parte
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Del quincuagésimo centenario: europeos en “América” y la resistencia permanente
¿Por qué las Ciencias Sociales deben interrogar sobre la presencia de europeos en América
hace 500 años para comprender la independencia continental, incluyendo la centroamericana?
Los viajes de osados navegantes europeos, aventureros y ambiciosos, abrieron nuevas
rutas marítimas y comerciales hacia tierras lejanas desde el siglo XV. Al servicio de la
monarquía católica española, el genovés Cristóbal Colón y sus tres carabelas (1492)
redescubrieron nuestras tierras y las conectaron con la región mediterránea euro-asiáticaafricana y el resto del mundo1. La presencia de extraños exploradores transformaron el paisaje
geográfico natural, económico, social y político, pero principalmente sus ricas y exóticas
diversidades culturales del llamado “nuevo mundo” o América. De forma brutal, salvaje y
radical, a sangre y fuego con la cruz, la espada, la encomienda, el esclavismo y la piratería,
destruyeron la vida cotidiana de las tres primeras civilizaciones en las sociedades aborígenes
pre-hispánicas: Aztecas, Mayas e Incas, que muy aguerrida y desigualmente defendieron su
herencia patrimonial.
A este primer choque de dos sociedades diametralmente diferentes, la Europa del viejo
mundo y la del nuevo mundo sucedió un segundo choque que impactó la forma ancestral de la
primitiva economía tribal. Con una incipiente economía mercantil liberal, militarista y
cristiana monoteísta doblegaron la economía agraria amante de la Naturaleza („pacha mama‟),
primero la cacaotera y después la añilera. La simbiosis produjo un difuso modo de producción
social colonial periférico, a base de algunos métodos feudales (vasallaje, castas…) e
incipientes relaciones económicas mercantiles del capital agrario-comercial que articularon y
jalonaron la región hacia el creciente mercado mundial a lo largo de los siglos XV-XIX.
Estos “choques” violentos2 del capitalismo mercantilista de la acumulación originaria o
primitiva, generaron sociedades bajo un sistema de colonización.3 Este proceso,
paradójicamente, es la “Modernización” de la sociedad humana.
Así se va constituyendo sociedad pre-capitalista europea a la que queda articulada
América, recién descubierta y conquistada a costa de explotar y extraer recursos mineros (oro,
plata), materias primas agrícolas y esclavización de la fuerza de trabajo nativa.
En esa dinámica de grandes descubrimientos y racionalidad mercantilista bajo un intenso
mercado, acelerado por la producción de materias primas agrícolas, base para mercancías
fabriles y acumulación de plusvalía, se complementó con el comercio de esclavos negros,
1
La conexión comprendió el ancestral “centro de gravedad” de la primera civilización occidental griega clásica
(desde antes de nuestra era) y el otrora poderoso Imperio Romano, que ya fenecía en la Edad Media de la
sociedad feudal agraria. Esa influencia greco-romana imperial llegó a España.
2
“la violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva” dice C. Marx en El
Capital (p. 639).
3
Este sistema se refiere a territorios vírgenes colonizados por inmigrantes libres según Carlos Marx en el capítulo
XXV de su obra El Capital (cf. p. 650).
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
piratería y otros fenómenos constitutivos de las raíces históricas de nuestra región, que
debemos visionar como sociedad colonial en su posterior desarrollo.
El continente se convirtió en presa y botín de otros navegantes aventureros, como
portugueses, ingleses, franceses y holandeses en busca de fortuna, aprovechando la
circunnavegación que abrió los mercados al nuevo mundo. En pleno siglo XXI sigue siendo
botín de voraces y salvajes megas empresas transnacionales del capital financiero mundial.
Carlos Marx, filósofo alemán, estudioso de la transición de la sociedad feudal y del
surgimiento y desarrollo del capitalismo occidental en las distintas fases históricas, apunta que
con los grandes descubrimientos “…se ofrece a la burguesía en ascenso un nuevo campo de
actividad…con la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación
de los medios de intercambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la
navegación e industria un impulso hasta entonces desconocido y aceleraron, con ello, el
desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición…” (Marx, cf.
p. 23).
Este primer gran escenario económico-mercantilista, simultáneamente se contextualizó
con otros fenómenos intelectuales de ideas filosófico-políticas, tecnológico-científicas,
literarias y artísticas como el Renacimiento y la Ilustración iluminista europea. Estos procesos
revolucionaron el nuevo orden capitalista en formación. El pensamiento “divino religioso”
feudal cederá paso a la nueva “racionalidad de la economía política liberal” con el libre
mercado inglés, principalmente. Los mercados se inundarán de mercancías fabriles que lenta y
desigualmente generaron crisis de producción en las tradicionales sociedades coloniales
alrededor del mundo. Es el síntoma de que está emergiendo la nueva sociedad comercialindustrial, fundamentada en la racionalidad de la „mano invisible‟ y del „dejar hacer y dejar
pasar‟ del Mercado mundial. Desde esta filosofía el Estado deja de ser necesario para este tipo
de economía y debe ser excluido.
Bajo estas relaciones de consolidación del dominio de fuerzas externas, del imperio
español y portugués primero, luego por el comercio e industrialización del imperio inglés en
siglo XVIII-XIX, culminaron las primeras revoluciones, de carácter político ideológico y
militar de la naciente burguesía en ascenso. La independencia estadounidense (1776), que se
convierte en la naciente potencia industrial de Norte América, la revolución francesa (1789) o
la invasión bonapartista-francesa a España, inspiraron desde el exterior procesos
independentistas en el transcurso del siglo XIX en el nuevo continente hispano o
latinoamericano.
Primera reflexión:
«El descubrimiento de América (1492-siglo XV) acelera el surgimiento del modo de
producción capitalista que disuelve la sociedad feudal y forma un sistema de coloniaje en la
periferia, productora de recursos agrícolas, del que seguimos siendo dependientes y
dominados». Otras interrogantes:
-¿Por qué los reyes católicos y sus héroes no hicieron honor a su humanitaria fe cristiana,
que decían profesar al descubrir, conquistar y colonizarnos?
-¿Cuánto beneficio material obtuvieron al aniquilar y diezmar a la población aborigen,
cambiar su cultura y sagradas creencias politeístas?
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Si la civilización de la “Modernidad” insertó nuestro continente al mercado mundial bajo
la lógica deshumanizante de la acumulación capitalista, y con ello abrió el proceso de lucha de
„castas‟ y clases sociales, cuyo primer paso fue la independencia, ¿por qué la independencia de
hace 200 años aún no cubre toda la sociedad, principalmente los descendientes del árbol
genealógico de los indios, ahora transformados en campesinos y obreros, empleados y capas
medias empobrecidas?
Segunda parte
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
La Colonia: Evangelización, mestizaje e independencia
¿Por qué se estructuró de forma „polar‟ la sociedad colonial con agrupamientos
radicalmente diferenciados en lo social, económico y cultural en el Reino de Guatemala,
„polarización‟ que continúa en cada país de Centroamérica-siglo XXI?
Al estructurarse la nueva sociedad colonial centroamericana, el imperio español y sus
instituciones económicas, políticas, militares, jurídicas, culturales y religiosas organizaron
estructuras sociales bajo un sistema jerárquico de agrupamientos de castas, estratos y clases
sociales. Los provenientes de España y los que resultaron del mestizaje fueron identificadas
por el Dr. Marroquín (p. 104) como: españoles peninsulares, entre ellos nobletes, adelantados,
encomenderos y dignatarios eclesiásticos en distintas jerarquías. La estructura social
extranjera se complementó con los nacidos „americanos‟ que eran criollos y fungieron como
funcionarios de la burocracia del imperio español; otros se convirtieron en comerciantes y
otras actividades económicas. Se podría decir que esta sociedad configura el polo de la „élite‟
española.
El cuadro poblacional se complejizó con el proceso de mestizaje, como mezcla de sangre
española y de indios, la propia raza nativa; la raza de negros y otras. Surgieron: ladinos o
mestizos, mulatos y zambos; esta sería el otro polo de la sociedad, la de los „marginados y
excluidos‟ de los beneficios económicos y políticos, pero no del trabajo rudo y forzado.
En forma parcial se pueden entender dos formas de sociedad centroamericana señaladas
con los nuevos datos que el presbítero Jesús Delgado (v. II, p. 2, 3) aporta. Los curas de los
pueblos de la época entregaban informes al Arzobispo Cortés y Larraz sobre los
colonizadores-¿la élite?, su patrimonio y conducta. Estaban divididos en dos clases: españoles
europeos y americanos quienes eran propietarios de extensas haciendas para ganadería y
tierras sin cultivar, otros eran comerciantes, mercaderes y traficantes. Los más educados o
„cultivados‟ eran eclesiásticos, clérigos, frailes, médicos y abogados. Además, por orden del
Rey vivían en villas ubicadas en San Salvador, Sonsonate, San Miguel y, posteriormente, San
Vicente; no debían vivir en los pueblos de indios como Santa Ana ¿los marginados y
excluidos?
Frecuentemente había pleitos entre españoles antiguos residentes, por la ambición de
riquezas y por las encomiendas de tierras e indios entregadas a los recién llegados de España.
El problema moral se daba que ante la falta de mujeres españolas abusaban de las indias de las
encomiendas. Pero la inmoralidad se extendía sobre la venta secreta de tierras e indios de la
encomienda a otro español, que en componenda con la autoridad civil los esclavizaba violando
la ley de la Corona. Sobornaban a frailes y ladinos; los indios, convertidos al cristianismo,
eran abusados debido a su timidez e ignorancia, les daban maltratos injustos, robos,
corruptelas e inmoralidades, según Marroquín, citado por Delgado.
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Algunos españoles se hacían pasar como frailes y clérigos sin título y preparación para
evangelizar. Oficiaban y administraban el sacramento en sus casas, alegando un voluntariado,
pero en muchos casos eran clérigos „mercenarios‟ refugiados en San Salvador, con ambiciones
y sed de oro. Este proceso evangelizador creó mucho resentimiento en los indios.
Continúa el informe que los ladinos algo aprendieron de la élite‟; corrompían a los indios
con todo tipo de vicios, prejuicios, engaños y robos o usurpación de bienes. Dominados por el
vicio del juego, los ladinos robaban dinero a los jugadores, adormeciéndolos con polvos de
huesos quemados, como lo hacían los negros; robaban a sus mujeres vendiendo sus prendas
para jugar. Su oficio de intermediario era comprar muy barato a los indios y lo revendían caro
a los blancos o cuando obtenían vino de contrabando lo vendían a los indios (Delgado, v. II,
p.2-3).
Una investigación de Domínguez Sosa (cf. P. 42) sobre las tribus Nonualcas de San
Vicente tiene coincidencia con lo reportado por Delgado (v. I, cf. p. 56 y ss) en cuanto al perfil
de conducta de los indios. Con su terquedad y libertinaje, siempre salían con sus caprichos, se
burlaban y reían de los españoles que les enseñaban, evadiéndolos porque no los entendían;
huían y se dispersaban en montañas y laderas afectando el trabajo evangelizador. En su modo
de pensar y creer, su cabeza está atiborrada de supersticiones y tenían afición para venerar
animales junto a los santos, porque creían en el poder milagroso de los animales, así, llenaban
de flores a los caballos y les ofrecían incienso. Un autor desconocido, refiriéndose a la
investigación de Delgado señaló que: “La fe se va abriendo camino entre nuestros aborígenes
y los conquistadores y colonizadores con sus luces y sombras, hasta llegar a constituir esa
matriz católica que es característica del hombre latinoamericano, en su mayor parte mestizo
(¿?).
Una conducta muy negativa es que eran mujeriegos y regaban hijos por todos lados, sin
darles ayuda. Aunque humildes son los que más trabajan, postrados en la tierra, no son dueños
de nada, están mal comidos y nunca salen de sus necesidades y miseria. Aunque su
alimentación es maíz y chile en abundancia, en sus jacales siempre hay mujeres moliendo y
haciendo tortillas. Además de sus cosechas de maíz y otros productos básicos, venden alguna
parte y compran según sus necesidades; hacen petates, sombreros, metates y vajías. No hay ley
que los detenga, mienten, son hipócritas y engañan a otros guardando silencio inviolable. Con
parte de su dinero se embriagan con frecuencia y se les ve durmiendo en el suelo o de rodillas
besando los pies a sus superiores; son azotados en las picotas de los caminos.
Un reciente artículo sobre “Mestizaje y ladinización” del antropólogo Erquicia (cf., p. 20)
sintetiza muy bien que el actual territorio salvadoreño a finales del siglo XVI era una sociedad
multiétnica y jerarquizada, en la cual interactuaban indios, negros, españoles, cuyo resultado
fue el grupo híbrido de mestizos. Cada uno con sus obligaciones y derechos diferentes dentro
de la sociedad colonial. Las relaciones de poder, según las reglas y el marco jurídico de la
Legislación de Indias, estaban centradas en el grupo de españoles. Mientras los indios
tributaban por medio de sus bienes, producto del trabajo en la tierra; había la presencia de la
raza negra y sus mezclas de mulatos que eran la mano de obra esclavizada. De los negros, dice
Delgado (v. II, p.3) no se esperaba mucha colaboración para la producción y bienestar
económico, por ser muy lentos y haraganes para el trabajo.
El término ladino, apunta Erquicia, como categoría étnica y social, era un término referido
a la impureza de sangre, destacando su situación de inferioridad y llegó a convertirse con el
tiempo como sinónimo de mestizo, o sea, hijos de españoles e indias, según descripciones del
arzobispo Pedro Cortés y Larraz al final del siglo XVIII, según el citado autor.
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
La población total que se reporta en el Reino de Guatemala en ese momento era de un
millón de habitantes, de los cuales los indios eran 646,666 y 313,334 eran mestizos, el resto
eran algunos negros. Los blancos españoles sumaban 40,000 apunta Delgado (vol. II, p. 2).
Simultáneamente a la evangelización, se imponía el comercio mercantilista metropolitano
e incremento de impuestos imperiales hacia las colonias tributarias. Así se consolidaban
nuevas relaciones de poder por parte de españoles peninsulares y funcionarios criollos. Al
dominar el creciente desarrollo de la economía añilera, generó mucho malestar e indignación
de productores y comerciantes locales (criollos y ladinos) que exigían más libertad de acción.
En esa dinámica se produce una sucesión de acontecimientos de auges y crisis del
capitalismo agrario-mercantil, que configuraron la fase de pre-independencia que alentó el
descontento y motivación para buscar cambios. Los nuevos actores o sujetos sociales,
conquistadores y colonizadores, con autonomía, tradición monárquica imperial e intereses
particulares defendieron sus instituciones estatales y gubernamentales estructuradas en el viejo
continente. Al abusar del poder económico y político-ideológico, sentaron las bases
materiales, objetivas y subjetivas, que esbozaron proyectos independentistas en el continente.
Se fueron gestando los primeros movimientos que culminaron en las primeras independencias
de Estados Unidos (1776) y la de Haití (1803), inspiradas en transformaciones y cambios de
corte político-económico europeos.
Es en ese escenario de casi cuatro siglos que se da el primer grito de “autonomía” del 5 de
noviembre de 1811, en la provincia de San Salvador, el cual el detonante para la
Independencia de las provincias centroamericanas del Imperio Español. Esta se formaliza el 15
de Septiembre de 1821. Los siguientes años se vive una difícil transición para redefinir el
tradicional modo de producción basado en el añil, con el que se había articulado al nuevo
orden capitalista mundial como región agroexportadora proveedora de materias primas.
Segunda reflexión:
«Mercantilismo, evangelización y mestizaje como armas del poder aristocrático
monárquico marginaron a los aborígenes durante los siglos de conquista y colonización pero
no fueron suficientes para apagar la llama de su rebeldía».
-¿Qué influencia ejercieron esas armas de poder en los marginados económica, política y
socialmente que continuaron inspirados para la liberación de todo tipo de opresión y
dominación en una segunda coyuntura independentista?
Memoria histórica, escenarios y problemas
¿Por qué la independencia sucedió en los albores del siglo XIX?, ¿en qué contexto local e
internacional?
Los factores geopolíticos y económicos, internos y externos, descritos en los contextos
fueron los iniciadores de la transformación en la sociedad colonial. Internos: a)
evangelización, mestizaje y modo de producción configuraron desiguales estructuras sociales,
económicas, político-ideológicas, militares, culturales y ecológicas, b) surgen principales
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
actores o sujetos sociales, constructores de coyunturas político-sociales a favor de la
independencia. Externos: c) contradicciones económicas y políticas generadas por las
aceleradas relaciones capitalistas que provocaron las primeras emancipaciones en el norte y el
sur de América.
España va perdiendo presencia y hegemonía en el nuevo mundo ante la guerra de
independencia norteamericana (1776) de las trece colonias de Inglaterra, la revolución
francesa (1789) y el rápido ascenso de Inglaterra en su acelerado proceso de acumulación
capitalista. Como dice Harry Magdoff (cf., p. 8, 13), Inglaterra necesitaba romper el
monopolio español del comercio en América del Sur, no para adquirir nuevos y extensos
territorios, sino el establecimiento de una gran red de centros comerciales de mercancías
fabriles y bases marítimas. Para ello requirió de áreas no industrializadas, con agricultura
comercial como plantaciones de materias primas agrícolas, mineras y otros productos.
1811: ¿Un salto revolucionario?
Desde distintas disciplinas de las Ciencias Sociales, literatura, arte y otras interpretaciones
humanísticas se hacen referencias sobre la independencia. Algunos investigadores califican los
acontecimientos de 1811 y 1814 como revolucionarios. Otros difieren sobre tal calificación, o,
sobre la participación de héroes que no existieron como tal. Por ser versiones antagónicas
desafiantes, invitan a una acuciosa revisión documental sobre aquel magno acontecimiento
libertario desde la cuna de San Salvador, provincia dominada por el Reino de Guatemala y la
Capitanía General.
¿Qué sucedió exactamente en San Salvador el día 5 de noviembre de 1811?, ¿Quiénes
gestaron la primera coyuntura?, ¿qué estructuras de castas sociales e instituciones económicas,
político-ideológicas y militares se alzaron en la provincia de San Salvador?, ¿fue continuidad
de la lucha iniciada por los nativos o aborígenes contra los colonizadores del nuevo mundo?
Según A. White (2001: 69), citando a historiadores salvadoreños, la lucha inicia:
- 1799, se suscitó una disputa entre el gobernador de Guatemala y los criollos de San
Salvador sobre el derecho a ejercer las funciones de intendente que había muerto. La disputa
favoreció a los criollos, uno de ellos ejerció tales funciones. En la Capitanía de Guatemala
(capital) corrían rumores de independencia y el peligro de un brote de rebelión por las
pretensiones de los criollos ante la precaria economía del erario público. Estos que
representaban cada provincia (centroamericana) fueron enviados a las Cortes de Cádiz para
hacerlos partícipes de ciertas decisiones, pero de forma aparente y para calmar los ánimos;
mientras en Guatemala les impedían ejercer sus derechos y libertades que la monarquía
española les reconocía.
-1810, se tenía conocimiento de estallidos revolucionarios que ocurrían por todas partes
de América Latina4, esto hacía crecer con fuerza el malestar y la oposición de criollos y
ladinos contra funcionarios peninsulares en Guatemala.
4
Es el reflejo de lo que ya se había iniciado en el Virreinato de la Nueva España (Imperio Mexicano) y en el
Virreinato de la Nueva Granada en Suramérica en la primera década del siglo XIX. Se había iniciado la lucha
86
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Los criollos contemplaban una independencia total que vendría a favorecer sus relaciones
comerciales libres. Por su parte, los ladinos, además del descontento tributario aspiraban a
poner fin a la discriminación racial de que eran víctimas, aun así apoyaban el movimiento de
los criollos.
-1810, 9 de junio, según Jesús Delgado (vol. II, cf. p.6 y ss), el Capitán General (José de
Bustamante y Guerra) comenzaba a inquietarse y sospechaba de toda reunión; no estaba
seguro ni siquiera de sus propios amigos. Para estar seguro de sus súbditos, instaló un
“Tribunal de Fidelidad” formado por españoles europeos, lo que despertó el recuerdo de la
Inquisición y enojó a la ciudadanía.
¿Tenía Bustamante y Guerra algún temor de sublevación de los ciudadanos de San
Salvador-SS (ciudad principal de la Provincia)? No, porque los criollos pasaban ocupados en
sus haciendas, alejados de SS; además, los salvadoreños (criollos y mestizos) siempre habían
demostrado lealtad y fidelidad al rey y la monarquía. Pero había descontento generalizado a
causa de la política desacertada del Intendente Antonio Gutiérrez de Ulloa, sumiso a
Guatemala.
-1811, el 4 de noviembre se concentró una muchedumbre de criollos y ladinos que
rompieron el equilibrio entre el cabildo y el intendente ante la indignación por el arresto de
dos líderes criollos, un sacerdote y un hacendado, acusados por sedición. Ese mismo año fue
derrocado el intendente de San Salvador en un levantamiento, los criollos mantuvieron el
control de la ciudad durante un mes.
Delgado amplía que los aires revolucionarios liberales franceses ya habían dado la vuelta
al mundo, encontrando eco favorable en las aspiraciones emancipadoras de los círculos
criollos de las colonias españolas de América, como las ocurridas en Caracas, Buenos Aires y
México.
-5 de noviembre de 1811 se lanza la primera acción concreta en Centroamérica, nació la
sublevación del pueblo, calificado peyorativamente de “vulgo” por las autoridades; es gente
que no puede actuar si no hay cerebros que los guíen. Pero la gente, ante las injusticias en su
contra, se insurreccionó y tomaron el poder en SS. Redactaron un „texto de convocatorias‟
para notificar a los ayuntamientos y vecinos principales de la Provincia (SS) sobre los sucesos
y sus causas.
El „texto‟ planteaba algo que debemos destacar por ser muy valioso para la sociología:
«… En las sociedades es principio inalterable que mueran unas para que renazcan otras,
que hagan esfuerzos superiores para vencer la continua desgracia, que en sus principios
esté presente la felicidad, que está en manos de los hombres. Si la gran sociedad (SS,
cabeza de Provincia y el Reino de Guatemala) se ha visto conmovida por unos incidentes,
al parecer inconexos con la felicidad que todos desean y que nadie promueve por medios
seguros, tales incidentes conmovieron a este público, excitaron su odio y llegó a
enfurecerlo, lo que causó la moción; pero si en el momento de la sensación pública se
hubiera quitado la causa que la ocasionó, no nos viéramos próximos a disfrutar los efectos
felices que promete. La prisión del padre Manuel Aguilar, las sospechas de infidencia de
Nicolás Aguilar, cura de la capital de esta Provincia y el intento del Intendente para armar
contra la Monarquía del Imperio Español que había entrado en crisis por contradicciones propias de la
aristocracia, la revolución francesa, la invasión napoleónica y los acelerados cambios de una naciente economía
política liberal inglesa.
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
a los españoles de su facción, son los tristes motivos que nos prometen poseer la felicidad
de reasernos de los Derechos Naturales y Civiles que ha (sic) tres siglos están
usurpados…» (p. 8).
Y continúa:
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
«…el pueblo, llevado por su propio fuego, se agolpó ante las puertas de la casa del Cura
Vicario, Don José Matías Delgado para llorar la desgracia de los encarcelados. Fue el
dolor del pueblo pacífico lo que movió a los criollos a unirse al “vulgo”. Los criollos
pidieron y rogaron al Intendente de la provincia ponerlos en libertad, quien se negó. El
pueblo reaccionó con indignación, y de no haber sido por la intervención oportuna de los
criollos, habría linchado a los gobernantes indeseados. Para calmar los ánimos se procedió
a elegir a un nuevo alcalde, un nuevo gobernador y nuevos regidores. Manuel José Arce
fue nombrado diputado por el pueblo a la Junta de Gobierno compuesta por Curas de la
ciudad de SS y de otros curatos, otros ciudadanos criollos y mulatos honrados…» (p.9).
Mientras en Santa Ana,
-17 de noviembre, «el pueblo de indios, los alcaldes ordinarios, primero y segundo
informaron que un número considerable de gente parda de un barrio, en formal tumulto y
voces altas demandaron se quitasen los tributos, estancos de tabaco, aguardiente, no pagar las
alcabalas y que se sacasen del lugar a todos los españoles europeos y criollos forasteros; si en
8 días no cumplían la reforma lo harían por su propia autoridad, como se había ejecutado en
San Salvador».
Y también en Metapán,
«…Ladinos e indios armados con hierros y piedras despojaron violentamente de la
segunda bara al Alcalde Ordinario por ser europeo y sospechar del mal manejo de los
fondos públicos; estaban de acuerdo con los insurgentes de SS en formar la propia Junta
de Gobierno y controlar las Cajas del Tesoro» (p.10)
El histórico alcance visionario revolucionario y transformador que tuvieron los primeros
protagonistas –„próceres‟– de la primera coyuntura política que estremeció las estructuras del
imperio español, motiva las siguientes interrogantes de fondo:
¿Tenía el „vulgo‟ un Plan pensado para dar un „salto revolucionario‟, estratégico, en pro
de la independencia?, ¿Qué tanta influencia ideológica de la Ilustración y del liberalismo
económico europeo tenían los criollos o el „vulgo‟?
Las primeras acciones „revolucionarias‟ tenían de trasfondo:
-¿Reivindicar la libertad y el poder de la raza aborigen esclavizada y explotada por
conquistadores y colonizadores?,
-¿Independizarse de la monarquía española y los
peninsulares (comerciantes)
guatemaltecos?
-¿Sentar las bases económicas que los comerciantes criollos necesitaban para incorporarse
al nuevo modo de producción capitalista que demandaba el mercado mundial?
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Cualquier respuesta tendría que tomar en cuenta las tres últimas citas sobre la claridad en
los objetivos propuestos por los promotores del levantamiento. Repitamos y subrayemos
algunas frases claves del „texto de convocatorias‟ citado. Veamos:
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
“que es principio inalterable de las sociedades que unas mueran para que renazcan
otras…”; “que en sus principios esté presente la felicidad que está en manos de los
hombres” y que “los motivos nos prometen poseer la felicidad de reasernos de los
Derechos Naturales y civiles que ha (sic) tres siglos están usurpados”
Escribir esas frases en 1811 por los alzados llamados “vulgo” (pueblo-indígenas, ladinosmestizos y algunos criollos) podría reflejar una visión estratégica de corto y largo alcance. Y
más importante aún, es el inicio de un método de lucha pacífica (¿?), digno, legítimo y
revolucionario con que el pueblo pueda aspirar a la felicidad truncada tres siglo antes
(descubrimiento, conquista y colonización, siglos XV-XVIII). ¿Se tuvo visión y alcance de
futuro y a quiénes beneficiaría tan atrevida acción?
La reacción de Bustamante y Guerra sobre la sublevación del 5 de noviembre, que fue
informada y explicada a José Aycinena (enviado desde Guatemala para calmar los ánimos de
los sublevados), señaló que las causas fueron: la influencia nefasta de la revolución francesa;
la “disonante y odiosa” distinción de españoles criollos y europeos (éstos acusados de retener
el poder y no compartirlo con los criollos) y negarse a cumplir el decreto de las Cortes a favor
de los indios (quitar las excesivas cargas tributarias).
En este proceso contestatario algunos seguidores de la historia oficial afirman que el padre
Delgado echó al vuelo las campanas de la iglesia de la Merced, llamando a la sublevación. El
sacerdote Jesús Delgado en su investigación citada comenta que es un acto que no tiene
fundamento histórico y quedará en la memoria como mitos y leyendas (p. 21). Además, es
probable que ni siquiera tomó parte en esa acción encabezada por Manuel José Arce y Juan
Manuel Rodríguez, acota.
En la misma línea de ideas la historia oficial señala: “El abanderado de la gloriosa jornada
del 5 de noviembre de 1811, fue el prócer, presbítero y Dr. José Matías Delgado, quien desde
el histórico campanario de la Merced dio la anunciación libertaria, acompañado de Manuel
José Arce, los hermanos Aguilar, Pedro Pablo Castillo y otros que echaron el fundamento de
nuestra nacionalidad, de nuestra República democrática y gloriosas y libérrimas instituciones”
(Páginas Cívicas: 5)
La mecha que se encendió aquel 5 de noviembre como iniciativa revolucionaria, ¿Se
puede considerar como la fase preliminar o síntoma del inicio de la revolución democráticoburguesa en la región centroamericana?, ¿Cómo calificarla en una sociedad típicamente
agraria? ¿Continúa encendida la llama independentista desde hace 200 años en pleno siglo
XXI?, ahora en una sociedad globalizada por el imperialismo neoliberal.
Segunda coyuntura política: 1813-1814
Aunque las diversas interpretaciones difieren hay más coincidencias. La siguiente mini
cronología de autores da breves referencias:
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
-Julio César Pinto Soria (p. XV), historiador guatemalteco, dice que entre 1811 a 1814, al
igual que en todo el convulsionado continente, se registraron importantes levantamientos
anticoloniales que prepararon la proclamación de la independencia en 1821.
-D. Browning (p. 238), historiador inglés, señala que la infructuosa insurrección de 1811
en SS fue la primera protesta franca, declarada en contra del gobierno colonial; posteriormente
la intendencia de SS y la alcaldía mayor de Sonsonate rompieron los lazos políticos con
España, más como partes de una tentativa regional independentista, que como movimiento
local autonomista.
-Mario Vásquez Olivera (p. 48, paréntesis nuestro), historiador mexicano, refiere que, a
diferencia de la Nueva España (México), en las provincias guatemaltecas no alcanzó a
desarrollarse un movimiento insurgente. Hubieron algunos conatos autonomistas, como los
levantamientos de 1811 en San Salvador y Granada, la llamada conspiración de Belén de 1813
en la ciudad de Guatemala, y nuevamente en San Salvador en 1814, pero todos ellos resultaron
fallidos.
-Rafael Lara Martínez (cf. 10), literato y antropólogo salvadoreño, en una perspectiva más
crítica puntualiza que para inventar la nacionalidad salvadoreña, la historia oficial exige que se
califiquen de heroicas y organizadas las acciones de un motín que la documentación primaria
acredita de alevoso y espontáneo. 1814 resulta una fecha clave para imaginar la idea de un
proceso de luchas independentistas continuas desde el primer intento en 1811 hasta la doble
declaración final de 1821, independencia de España, y de 1823, independencia de toda nación
extranjera. No existe evidencia documental para justificar una voluntad popular por la
autonomía. Una inercia colonial y un sopor independentista explican la falta de guerras por la
independencia y de un movimiento político organizado.
-Alejandro Dagoberto Marroquín (cf. p. 103), sociólogo salvadoreño, destaca que para El
Salvador, como para el resto de Centro América, la independencia de España es un proceso
revolucionario que se inicia en 1811 y culmina en 1821. La sociedad colonial, en su
organización, carácter económico, político-ideológico e internacional, no era coherente y
armónica, ajena a los conflictos. Desde el momento de la conquista se plantea el antagonismo
primario entre conquistadores y conquistados…surge de este antagonismo, se desarrolla y
sucumbe sin haber solucionado el referido antagonismo.
De nuevo, el sacerdote diocesano Jesús Delgado (Vol. II, p. 43, 44), amplía de forma
parcial la mini-cronología y detalla que:
-1812, 20 abril, en una Carta Pastoral, el Arzobispo Cassaús y Torres, se quejaba de
ciertos salvadoreños por circular literatura considerada como „libelos infames y turbulentos‟,
fraguados en la oscuridad de cuatro conventículos jacobinos y sanguinarios al extremo de
zaherir directamente la religión y sus dogmas, la autoridad espiritual de la Iglesia y de sus
pastores, vemos que hay todavía minadores sordos del edificio social, lobos disimulados y
encubiertos con piel de oveja que asechan al redil para devorarlo.
-1812 y 1813, A. White refiere que un nuevo episodio ocurre en los años cuando las
elecciones municipales, llevadas a cabo bajo la nueva Constitución de Cádiz, favorecía a los
criollos opositores al régimen, pero el intendente (Peinado) las anuló en tres ocasiones porque
las ganaban los criollos (que el autor llama „subversivos‟).
-1813-1814, Jesús Delgado (cf. v. II, P.40, 41), refiere que José Matías y sus amigos
cercanos provocaron los fallidos acontecimientos. Matías se cuidó mucho de su persona,
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Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
llevaba una vida moral de suma prudencia y con olfato en los asuntos políticos. Estaba
identificado con intereses de familias de abolengo, pero contrariaba a los monárquicos de
Guatemala. Apaciguaba los ánimos y restituía a la población la tranquilidad pública. Su
acendrado amor nacionalista al terruño favorecía los intereses y estrategias de los
independentistas salvadoreños, entre ellos su propia familia. El pueblo confiaba en su
prudencia en no luchar abiertamente por la causa y si fallaban tales intentos con él, se evitaría
una intervención militar de las fuerzas guatemaltecas. Por su bondad e ideas modernas de
diálogo, era estimado y gozaba de popularidad aceptado como su líder para seguir alentando
moralmente la llama de la independencia en el corazón del pueblo.
-1814, encontraron en los armarios del padre Delgado papeles subversivos relacionados
sobre la obra del General Morelos por la independencia de México, lo que opacó su imagen y
confianza ante el Arzobispo. Pero era su hermano Miguel Delgado el firmante, junto a los
hermanos Aguilar, José Manuel Arce, Juan Manuel Rodríguez, Mariano Lara y José Simeón
Cañas.
-1814, surge un segundo levantamiento reprimido por las autoridades. A partir de estos
resultados surge un ladino que se convirtió en líder popular y a la vez alcalde de la ciudad de
San Salvador. Este líder fue Pedro Pablo Castillo” (Ibíd., p. 69).
-1817, 14 de agosto, Castillo, muere después de 3 años en el exilio en la isla de Jamaica
sin ver a su patria libre e independiente. Una de las diferentes versiones de la historia oficial
sobre Castillo la encontramos en el documento “Páginas Cívicas Centroamericanas” (p.78):
Pedro Pablo Castillo, quien ejerce el oficio de cohetero, es de los que forman el núcleo selecto
de los conjurados en el movimiento del 5 de noviembre de 1811 y, fracasado ese intento
emancipador, continúa su lucha a veces abierta y a veces clandestina. Es en la insurrección de
enero de 1814 cuando pone en juego todo su vigor revolucionario, fracasado este otro
movimiento libertario es perseguido y procesado por infidencia, puesta a precio su cabeza
(500 pesos), pero Ayudado por los padres Aguilar para fugarse.
Nuevos hallazgos sobre la participación de Pedro Pablo Castillo encontramos en la versión
del reciente documento escrito por Lara Martínez (p. 3), citado al inicio. De forma crítica
reflexiona sobre las versiones oficiales referidas a Pedro P. Castillo e indica controversias
sobre tales escritos. Así, sobre la actividad política y la personalidad de Castillo analizada en
el artículo:
“Castillo «contra quien thodos hechan». Pedro Pablo Castillo y la revuelta fallida de
1814”, destaca que la revuelta ocurrida el 24 de enero de 1814 en San Salvador, falló por
la ambigüedad de la figura histórica de un presunto prócer, cuya imagen oscila entre un
héroe y un traidor según las fuentes que se privilegien. No es posible ampliar aquí esta
apreciación, pero podría generar debate en la agenda de discusión entre los especialistas.
-1821, 15 de septiembre se firma el Acta de Independencia, 15 días después se eligieron
los miembros de la Junta Provisional que gobernaría SS, creando un caos entre dos bandos:
liberales y conservadores que pusieron en peligro el orden público, por lo que el intendente
arrestó a Arce y a Rodríguez. Delgado, llegó de Guatemala investido como Ministro
Plenipotenciario a SS y fue recibido con mucho entusiasmo; su primer acto fue liberar a los
reos políticos e instituyó una diputación provincial.
El „Acta de Independencia‟ (Páginas Cívicas, p. 17) firmada hace constar que ante el
clamor de „viva la independencia‟, que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
las calles, plaza, patio, corredores y ante-sala del palacio, se toma el „primer acuerdo‟ a
publicar, referido a „prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que (la
independencia) la proclamase de hecho el mismo pueblo‟. Queda evidenciado que el motor
de los grandes cambios, como la independencia, es el pueblo pero que la misma Acta le pone
freno para nuevos actos revolucionarios. Este debe ser un tema de mucha investigación de la
que los Movimientos Sociales populares puedan sacar lecciones para las grandes
transformaciones que vendrán en un futuro próximo pos-Bicentenario
-1822, se promulgó el Decreto de erección del obispado de la que Matías Delgado podría
ser su obispo y ya no depender más de Guatemala (Delgado, v II, 52, 53). Esos años consolidó
su poder político, al asumir el gobierno de SS, facilitando avanzar la causa de la
independencia y sobre todo si llegaba ser obispo de la diócesis de SS.
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N° 4, Noviembre de 2011
Se puede sintetizar sobre tales acontecimientos históricos como lo indica Introducción del
documento Páginas Cívicas Centroamericanas:
“El 5 de noviembre de 1811 y el 15 de septiembre de 1821 se enlazan maravillosamente
en la concreción del sublime ideal la redención de la Patria Grande: el primero, fue como
un fanal que iluminó los corazones, irradiándolos del más vivo resplandor para acelerar el
paso hacia la libertad, soberanía e independencia de los cinco pueblos del Istmo; y el otro,
la afirmación de esos derechos, la meta final del supremo empeño” (Páginas Cívicas, 3).
Tercera Parte
Transición entre imperios de antaño y del presente
Nuevos acontecimientos sucedieron en las Provincias Unidas de Centro América, ya libre
del imperio español. Se marcaron dos rumbos: el primero, lo político-militar que desató un
periodo de interminables guerras fratricidas entre las provincias a lo largo del siglo y que no
ampliaremos. Segundo, lo económico-político de las Provincias relacionado con la extensión
territorial y sus recursos naturales. Por esta segunda característica se tornó atractiva para
potencias extranjeras imperialistas que permanentemente buscaban expandir sus relaciones
dominantes. Siempre se ha considerado una región estratégica en términos geopolíticos como
ruta comercial por el océano Pacífico y el Mar Caribe, en el Atlántico para el desarrollo
capitalista del siglo XIX. De forma breve se podría bosquejar este escenario:
Cuando ya corrían rumores sobre el rumbo a seguir, afirma Delgado (Vol. II, p. 54),
surgió el bando liberal, este quería la independencia al estilo francés, con todas las libertades
introducidas por la revolución de 1789, de carácter laica y anticlerical. Mientras, los
conservadores preferían continuar los valores religiosos, morales y éticos heredados de la
cultura monárquica española. Estos estaban dispuestos a anexarse a México al conocer el Plan
de Iguala y los Tratados de Córdoba, promovidos por Agustín Iturbide, porque conservaría la
religión católica, así como un gobierno que, a la vez, fuera monárquico e independiente de
España para asegurar la independencia.
Ante esta disyuntiva de liberales y conservadores, Gabino Gainza, intendente provisional
de la Capitanía General, ya había tomado la decisión de anexar Guatemala a México, porque
quería tranquilizar a los opositores a la independencia como el Arzobispo Cortés y Larraz y
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
monarquistas españoles, y luego porque Guatemala estaba muy endeudada con México, señala
Delgado.
Vásquez Olivera (36, 37, 40) se refiere a la anexión temporal de Centro América a
México, pues desde el desarrollo de los acontecimientos y el Plan de Iguala (1821) ejercieron
una influencia decisiva sobre las provincias guatemaltecas.
Los conservadores secundaron de manera entusiasta el „Plan Iturbide‟, lo asumieron
pragmáticamente como la opción más adecuada ante la incertidumbre del momento, pues los
mexicanos insistieron en que la anexión no constituía una amenaza con la libertad de los
pueblos, basándose en las teorías que enseña el liberalismo ilustrado.
Cuadernos de Ciencias Sociales
N° 4, Noviembre de 2011
¿Cuál era la visión geoestratégica de la anexión de Iturbide?
La “doctrina Iturbide” se basaba en el Plan de que el Estado mexicano tenía una situación
geoestratégica para asegurar más territorio y resguardarlo de otras potencias extranjeras, como
Inglaterra y Estados Unidos. Por eso podía regentar al Reino de Guatemala, porque este por sí
solo no podría formar un Estado independiente; si sus recursos, población, agricultura,
industria, comercio y minería no presentan ventajas no puede existir y debe implorar a otra
potencia. Si los dirigentes se acogieran a la tutela del Imperio Mexicano, respaldaría la
separación de España y como „hermano mayor‟ proporcionaría dinero, autoridad y fuerza
militar y a cambio proclamaría la independencia absoluta.
Pero en el mismo septiembre de 1821 algunas provincias se habían adelantado a la
anexión: Chiapas, Honduras y Nicaragua; Quezaltenango lo hizo en noviembre, y el resto lo
fueron concretando poco apoco, a manera de pactos bilaterales entre Iturbide y las autoridades
provinciales. Esta transición política se completó en 1822 (p. 39) pero con ciertas dificultades
a la vida independiente porque las provincias mostraban violentas rivalidades y conflictos.
La visión geoestratégica de fondo era de carácter territorial, conviene dilatar su extensión
hasta el último de Panamá, poner sus fronteras a cubierto del cálculo siempre activo de la
ambición extranjera. Establecer mayor control sobre los territorios fronterizos, prevenir una
posible incursión española y mantener a raya a ingleses y norteamericanos en el área del
Caribe. O garantizar la posesión de ciertos puntos favorables para el comercio interoceánico.
Además de poseer al mismo tiempo todo el litoral de ambos mares oriental y occidental con
los territorios feraces, puertos, ríos y ensenadas, que se contiene en esta vasta extensión
centroamericana era ampliar sus fronteras territoriales incluyendo las islas de Cuba y Puerto
Rico. Se ofrecía a las provincias bienes a su disposición, contactos comerciales con tierra
firme y comunicación con países libre como Caracas y Buenos Aires y tener esta escala para la
navegación con Europa.
El resultado final de la efímera anexión concluyó porque los liberales, desde un principio,
deseaban constituir una república independiente, pero eran la minoría. La iniciativa mexicana
había provocado una grave crisis política en el interior del Reino, especialmente en el caso de
San Salvador, cuyas autoridades republicanas (Matías Delgado…) se negaban a aceptar la
anexión.
Lara Martínez (cf., p.73, 74) destaca que el inmortal Padre Delgado se opuso a la
incorporación de Centro América a México en 1822, enviando una columna de tropas a Santa
Ana y Ahuachapán, poblaciones que quizá simpatizaban con aquella incorporación,
habiéndose entablado un combate en El Espinal, donde se derramó la primera sangre generosa
centroamericana y empezaron nuestras fratricidas luchas. Pero también se opuso a depender de
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Cuadernos de Ciencias Sociales
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
Guatemala, por ser el asiento de la nobleza y el alto clero, baluarte de las ideas conservadoras,
la ciudad más culta y más rica que ejerció hegemonía (43) cuando fue el Reino y Capitanía
General de la región.
Posterior a la independencia “El salvador entró a un ciclo violento de vida independiente
que se inició con un proceso de guerras intestinas que abundaron tanto durante el siglo XIX”
(LM, p. 70).
Pero no sólo México tenía interés en la región liberada del imperio español, los Estados
Unidos lanzaron dos proclamas para hacer sentir su temprano y creciente poder industrial. El
gobierno de James Monroe lanzó la primera “Doctrina Monroe” en 1823 con el lema:
“América para los americanos”. Esta declaración prohibía a cualquier Estado europeo
establecer colonias en América o participar en las cuestiones internas de las nuevas repúblicas.
La segunda fue en 1840 con su tesis del “Destino Manifiesto” con la idea de que siendo una
gran nación está destinada a dominar el continente de norte a sur, a los pueblos
insuficientemente preparados para autogobernarse (Gallego, M. cf. p.127, 128).
Pero también Inglaterra, dice Harry Magdoff (cf., p. 8, 13), que se convertía en imperio,
ya desde mucho antes estaba al acecho del continente preparando la escena para la conquista
británica de Canadá y las costas occidentales norteamericanas. Por su nueva posición de
predominio en los mares y en competencia con otras potencias comerciales (Holanda, España),
buscaba oportunidades para lograr mercados adicionales.
Browning (p. 243, 246, 248) apunta que Inglaterra abrió nuevos mercados en Europa y
Estados Unidos apelando a las teorías económicas importadas del “laissez faire”, comerciaba
mercancías de Manchester, Birmingham o de China, India, Irlanda y otras, que eran
consumidas por la clase media. Ante la competencia, algunas veces el comercio se vio
interrumpido por el bloqueo naval británico como en 1842, 1844 y 1850. Un ejemplo de una
colonia más del imperio británico fue Belice (Julio Pinto S, p. XV) o la zona de la Mosquitia
en el Atlántico de Nicaragua.
Cuarta Parte
De la sociedad colonial a la „sociedad civil y política‟
Veinte años después, producto de sangrientas guerras civiles, el Reino de Guatemala se
fragmentaba en múltiples Estados nacionales, se convirtió en un territorio mal engarzado, con
tendencias separatistas, contrastes étnicos y profundas desigualdades sociales, apunta Pinto
(p. XV). Con la ruptura de 1839 y el nuevo espíritu „independentista y libertario‟, cada una de
las 5 provincias intenta redefinir su propio rumbo, por más esfuerzos de Francisco Morazán de
mantenerlas unidas, refiere Lara Martínez (p.47). Las provincias se convirtieron en:
Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Lara Martínez cita a Alberto Masferrer, quien señala que los primeros gobernantes de El
Salvador después de la ruptura del pacto federal se encontraron con un clero con ideas
adversas o amigas según la supremacía de la iglesia y las ideas del gobernante. Un ejército,
como amigo o adversario, que aspiraba al primer puesto porque provenía de las luchas
Morazánicas; como hombres de principios democráticos tenían ilusiones políticas. Mientras el
pueblo, la mayoría, estaba dispuesto a someter la voluntad del gobernante a la resolución de
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Bicentenario 2011: ¿Primer Grito de Independencia?
todos los asuntos, hasta los privados y personales, pero sometido a la Constitución que le
otorga las facultades como ejecutivo.
Browning, refiriéndose a El Salvador, apunta que hubo desorden social, decadencia
económica y mucha destrucción en las tierras sin cultivar y con el comercio del añil que
llegaba a Guatemala hacia en los puertos del Caribe. El país se vio envuelto en conflictos de
ejércitos, nacional y extranjero, entre 1826-1831 y luego entre 1839-1841.
Fue hasta 1839 que los gobernantes de la nueva nación empezaron a ejercer el control de la
tierra y el Estado, y así fueron perdiendo interés por las guerras fratricidas preocupándose por
el desarrollo económico (p.238, 239, 243).
Continúa el autor que, un pequeño grupo de ciudadanos de SS declaró que la tierra y la
gente que la rodeaba constituían una república independiente. El Salvador, la patria, es unidad
política especial y particular, con su propio carácter y su futuro, con problemas y capacidades.
Citando a Alberdi, este decía que la patria “no es la tierra, hemos tenido tierra durante tres
siglos pero no hemos tenido patria, la patria es libertad, orden, riqueza, civilización del suelo
nativo, organizado bajo la esencia misma y el nombre del propio suelo”. La declaración de la
independencia causó poco impacto sobre la tierra, pero el acto político promovió una nueva
evaluación sobre el largo alcance de sus posibilidades.
Se formó una oligarquía terrateniente de plantadores y comerciantes que dieron
significado económico y posterior valor comercial al café. Orientaron el uso de los recursos
nacionales para sus propios fines-la tierra y su gente- y explotarlos a través de la organización
de un vigoroso y expansivo sistema de producción agrícola comercial hacia el exterior, libre
de restricciones de España y de Guatemala, quienes habían dominado la producción añilera
durante la colonia a través de la Sociedad de cosecheros de añil hasta mediados de 1856.
En esta dinámica económica fueron surgiendo los sectores sociales dedicados a la
producción y al comercio del café, con base en el uso de la tierra. También llegaron algunos
inmigrantes europeos (1872) que con nuevas ideas sobre libre cambio y libertad de acción
revalorizaron la tierra y compraron haciendas con añil, azúcar y ganado dedicándose a
introducir y organizar el cultivo del café a gran escala, explotando la fuerza de trabajo
indígena. Pero el problema de la tierra y su uso también generaron levantamientos indígenas
contra el gobierno, como el de Anastasio Aquino entre 1832-33 quien se posesionó de una
extensa zona entre San Vicente y Zacatecoluca (Ibíd., p. 243).
El modelo económico productor de café ¿configuró la „sociedad civil‟ y el Estado como
„sociedad política‟ en la nueva sociedad salvadoreña? Estas fueron las bases del modelo
económico de producción agraria, incorporado al mercado regional e internacional-mundial.
Se constituyeron las fuerzas productivas y las relaciones de producción provenientes del añil
colonial y del sistema de tenencia de la tierra, que se reorientó para la nueva economía monoproductora del café pos-colonial. Además, se sustentó en un sistema de „castas‟ que dieron
paso a las clases sociales compuesta de liberales y conservadores.
Browning (p. 266, 267) apunta que, el cultivo de café se inició en 1824 y luego 1840 con
asesoría del brasileño Antonio Coelho. Se plantó en pequeña escala en algunas comunidades
rurales porque se veía su valor potencial y fuente de nuevas riquezas. En 1846 la legislación
otorgaba tratamiento preferente a su producción y con exenciones y premios a sus productores,
si cada vez incrementaba su producción para el consumo interno, pero su excedente para la
exportación. Su cultivo se concentró en Santa Ana, Ahuachapán, Sonsonate, Santa Tecla, San
Salvador hacia 1861. Cuando disminuyó el cultivo del añil (Norte de San Salvador, San
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Vicente, Chalatenango) ese capital se dedicó al cultivo el café, más créditos hipotecarios sobre
tierras añileras.
Al final del siglo, amplía el autor (249 y ss), los productores se convirtieron en familias
terratenientes con buenas fortunas, entre ellas Hill, Sol, Soundy, De Sola, Deininger. El
gobierno, en manos o de liberales o de conservadores, fomentó la producción de añil, azúcar,
algodón y posteriormente café. Luego con variedad de plantas llamadas „frutos de gran
esperanza‟ entre otros: cacao, bálsamo, trigo, tabaco, agave, producidos en menor escala. A los
cultivadores se les favoreció con exención de impuestos nacionales y municipales, a su ganado
y maquinaria y a los trabajadores que prestaban servicio militar; además de rebajas en
derechos de exportación, protección de tarifas contra la competencia extranjera. El café como
„planta de vida larga y producción rica‟ requirió de más créditos, fuerza de trabajo, medios de
transporte y vías de comunicación, pero también de más tierra. Esto obligó al gobierno a
reformar el sistema de tenencia de la tierra en beneficio de una minoría oligárquica y en el
menor tiempo posible.
Paralelo al uso privado de la tierra para cultivo de café, se desarrolló el sistema de
propiedad de la tierra común de los pueblos. Según la ley, un pueblo con 500 habitantes, con
una iglesia y edificio del cabildo tenía derecho a un ejido de tamaño suficiente, con labrantíos,
pastos y bosques, para las necesidades actuales y futuras de sus habitantes.
La municipalidad debe permitir a todo vecino el uso de un trozo del ejido, que no esté en
posesión legal de otro, debiendo pagar un canon o renta durante un año. Las comunidades
indígenas o ladinas tenían derechos jurisdiccionales sobre la tierra comunal, pero subordinada
a los municipios. Cuando el indígena no poseía tierra en cualquiera de sus modalidades de la
época, no se interesaban por trabajar y creaba escasez de fuerza de trabajo por lo que se
dictaron leyes contra la vagancia y regulación de las obligaciones a los colonos de las fincas
cafetaleras. Así se ampliaba y fortalecía el nuevo modelo económico social basado en la agroexportación de café hacia el mercado internacional. En 1881, durante la presidencia de Rafael
Zaldívar (1876-1885) se aprobaron las leyes sobre la abolición del „uso de tierras en los ejidos
y tierras comunales de todo el país‟ dejaron de ser patrimonio de los habitantes de los pueblos
aledaños a los ejidos.
A partir de 1871, dice Melgar Brizuela (cf., p.76, 77) el país sufre una radical
transformación hacia formas liberales de vida que amerita el mote de „revolución liberal‟
porque el cultivo de café trae nuevas relaciones de producción, uso de mano de obra libre,
asalariada con el aparecimiento del sistema capitalista. Los productores añileros se
convirtieron en productores cafetaleros.
Quinta Parte
La oligarquía cafetalera en el primer centenario: 1911
Cuando la „élite‟ cafetalera como clase dominante se apropió del legado económico y
político-ideológico que heredó de la independencia, construyó una democracia a su propio
estilo de poder en el aparato del Estado y sus intereses los impuso a la „sociedad civil‟.
Además de acumular fortunas y acumular capital agrario en la producción y comercialización
de café, se repartieron el patrimonio del Estado. Cuando convenía a sus intereses, profesaban
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la doctrina del liberalismo y tanto liberales y conservadores cambiaban de ideología para
llegar al poder hasta por la vía del golpe de Estado. Ese juego lo iniciaron desde mediados del
siglo XIX hasta los años de la década de 1930 en el siglo XX. Más que lucha ideológica entre
conservadores y liberales, es la inmadurez e infantilismo que los lleva al conflicto de intereses
de la misma clase, acota Melgar B (cf., p. 75,76).
Así ocurrió con presidentes o caudillos desde Gerardo Barrios y Francisco Dueñas en los
años 60 o Rafael Zaldívar y Francisco Menéndez en las décadas 70-80 finalizado el siglo XIX;
con Carlos Ezeta (1890-1894), Rafael A. Gutiérrez (1894-1898), Tomás Regalado (18981903), Pedro José Escalón (1903-1907) y Fernando Figueroa (1907-1911).
Un aporte más de Lara M. (p. 74, 75) es sobre el caso excepcional del presidente Manuel
Enrique Araujo (1911-1913) quien en un hecho lamentable fue brutalmente asesinado (1913)
por un fanático en un parque público de San Salvador. Araujo, a favor de la independencia que
había cumplido su primer centenario, fue considerado como el presidente que incrementó las
„rentas‟ del Estado y amortiguó la „deuda pública‟. Fue calificado de varias formas: “El gran
protector de las letras nacionales”, “Gran hombre y mártir” o “patriota, héroe y mártir-prócer
mandatario”. Otros lo califican como representante del “espíritu unionista, al oponerse al
carácter privado de los servicios públicos como los ferrocarriles y la electricidad. Además
opositor a la intervención estadounidense en Nicaragua” por lo que articula un triple triángulo
político: unionismo-antiimperialismo-nacionalismo”. A partir de ese asesinato el poder del
Estado y gubernamental llegó a manos de la dinastía de la familia Meléndez-Quiñónez, con la
misma lógica del poder en pugna contra los conservadores.
Paralelo a la ampliación de sus relaciones comerciales del modelo monocultivista
cafetalero de exportación, en la nueva era del capitalismo de la revolución liberal del
imperialismo inglés, ocurrían con frecuencia los motines o alzamientos de indios en las zonas
cafetaleras a consecuencia de la pérdida de sus tierras ejidales y comunales en los años 18811883. La expulsión de esta fuerza de trabajo indígena-campesina se vio obligada a semi
asalariarse o asalariarse como obrero agrícola, otros se convirtieron en peones o mozoscolonos, viviendo en fincas cafetaleras ante la falta de su parcela de tierra para cultivo de
granos básicos.
El Bicentenario en la sociedad cibernética, neoliberal y globalizada
A manera de conclusión
Es de imperiosa necesidad analizar, interpretar y comprender algunos importantes cambios
sucedidos como herencia de pos-independencia. Entre el primer centenario de 1911 y el
segundo de 2011, sucedieron muchos procesos transformadores en las estructuras de las clases
sociales y sus aparatos de poder económico político:
Primero, la oligarquía cafetalera liberal o conservadora, proveniente del siglo XIX se
erigió en clase dominante y como élite se posesionó del poder económico, político-ideológico
y militar del Estado. Su primera acción política fue despojar o castrar el espíritu insurgente y
revolucionario, surgido en la independencia. Como aliada del imperialismo y del modelo de
acumulación del capital financiero mundial, se transformó en burguesía neoliberal
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transnacionalizada a finales del siglo XX y principios de XXI. Sus gobiernos imponen a la
sociedad civil las estructuras que reproducen sus relaciones dominantes, entre estas:
-Organizar un sistema partidario oficial electorero, lo hace garante del usufructo del poder
del Estado y sus modalidades de gobernabilidad. Si las elecciones fallan, viene el fraude y el
golpe de Estado. Ejemplos de partidos oligárquicos desde finales del siglo XIX y formalizados
en la década de 1930: Partido Pro Patria, Partido Revolucionario de Unificación Democrática
(PRUD), Partido de Conciliación Nacional (PCN) y Alianza Republicana Nacionalista
(ARENA) en el gobierno hasta 2009.
-Institucionalizar una burocracia administrativa asalariada y partidariamente electoral, fiel
y cautiva, para gozar los privilegios, prebendas y favores que le otorga los sectores dominantes
en el poder.
-Fidelidad a proyectos económicos acompañados de políticas contrainsurgentes (Alianza
para el Progreso, Doctrina de la Seguridad Nacional y leyes antiterroristas) que fundamentan
sus modelos de acumulación como el agroexportador y agroindustrial. El más reciente es el
modelo financiero por mandato del Consenso de Washington desde el último tercio del siglo
XX. Cumplir las reglas del libre mercado implica despojar, privatizar y vender el patrimonio
público administrado por el Estado Nación liberal. Con un Estado transnacionalizado impone
la dolarización de la vida cotidiana.
-El que otrora fuera el Ejército de Manuel José Arce y de Francisco Morazán se
instrumentaliza para sostener una prolongada Dictadura militar desde 1932. Ejército que
también participa con cuotas militares que exigen las guerras imperialistas estadounidenses
como Irak, Afganistán y otros servicios.
-Para educar y capacitar la fuerza de trabajo asalariada, hace reformas al sistema
educativo, según lo necesite el modelo económico impuesto por Empresas multinacionales
hegemónicas en el mercado mundial. Torna innecesaria la investigación científica en todos los
niveles educativos.
-Sometida a la era digital de la cibernética neoliberal globalizadora, va creando un
pensamiento deshumanizado y una cultura cibernética.
-La multicrisis del capitalismo viene a agudizar las crisis de valor ético y humano,
energético, alimentario y ambiental, crisis que aceleran cambios catastróficos en las clases
sociales empobrecidas por el mismo capital, ejemplo la vulnerabilidad provocada por el
cambio climático.
Segundo, podríamos señalar que la clase trabajadora tiene el legítimo derecho de reclamar
parte de la herencia legada por la independencia, por ejemplo aquel „principio inalterable de
que las sociedades mueren para que renazcan otras‟ que se plasmó en el „texto de
convocatorias‟ redactado por los protagonistas –el „vulgo‟ y los criollos– en el primer
levantamiento del 5 de noviembre de 1811. También cuestionar el primer decreto del Acta
firmada el 15 de septiembre relacionado sobre „el peligro de que la proclamación de la
independencia la hiciera el mismo pueblo‟. Estos son motivos de suficiente peso para que
las fuerzas sociales populares levante las antorchas de libertad y democracia, profundicen su
conciencia de lucha, retomando el espíritu insurgente que subvierte el „statu quo‟ excluyente
por más de 200 años y de aniquilamiento de hace cinco siglos, cuando llegaron los europeos
al nuevo mundo.
Cada vez el pueblo profundiza su lucha, se lanza a las calles, de forma espontánea u
organizada, y participa con voz de protesta en distintos foros públicos en abierta lucha de
clases. En los albores del siglo XXI ya hay nuevos aires de libertad que soplan en otras partes
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del mundo como España, Grecia, Wall Street (EU) y los más cercanos en Sur América.
Veamos:
-El „cohetero‟ mestizo, Pedro Pablo Castillo, perteneciente al „vulgo‟ y promotor del
primero y segundo levantamiento (1811-1814) terminó su vida en el exilio jamaiquino, pero
dejó la herencia de sus ideas libertarias.
-El aguerrido indio nonualco, Anastasio Aquino, se reveló en 1833 contra la autoridad
imperial constituida para reivindicar la pertenencia de las tierras de su raza, se coronó en la
iglesia del Pilar de San Vicente; fue sacrificado por el poder dominante. Los motines o
rebeliones indígenas dejan lecciones a lo largo del siglo, por el despojo de tierras comunales y
ejidales (1881-83) de uso común para cultivos ancestrales de milpas y frijolares, la única dieta
popular hasta el presente.
-La aguerrida marcha de mujeres salvadoreñas en 1922, ametrallada en las calles del
centro de San Salvador, es la continuación de la lucha pro-independentista de aquellas mujeres
que se liberaron del yugo imperial español. La presencia de Prudencia Ayala, reivindicando
participación legítima y con voz femenina contestataria en las estructuras del poder dominante
en los años 30, se convirtió en legítima representante de miles de mujeres frente a las esferas
del poder oligárquico dominante.
-Más luchadores siguen apareciendo en la escena de los años 30 como los indios Feliciano
Ama, Francisco Sánchez o los estudiantes universitarios Agustín Farabundo Martí, Alfonso
Luna, Mario Zapata y otros para enfrentar las consecuencias nefastas de pobreza, desempleo y
represión provocada por la crisis del capitalismo en 1929.
-Desde mediados del siglo XX se montan huelgas (de brazos caídos), marchas, sentadas,
mítines de protesta por la represión de las dictaduras militares y los continuos golpes de
Estado. Las intervenciones militares a la Universidad de El Salvador, fraudes electorales y
otras formas de represión van a desembocar en la armamentización de las fuerzas populares y
la configuración de potentes frentes de masas para enfrentar la represión, el encarcelamiento,
el exilio y la muerte de muchos ciudadanos.
-Una nueva estirpe de luchadores intelectuales surgen con Monseñor Romero, jesuitas,
Schafik Handal, profesionales que pusieron su visionario pensamiento religioso, político,
teórico y práctico, para construir la segunda independencia; ofrendaron sus vidas para las
nuevas generaciones. La guerra civil de 12 años fue otra práctica de disposición subversiva e
insurgente hacia una segunda independencia.
Reflexiones finales
«Con todos ellos y ellas es pertinente decir que la utopía está en marcha para una
nueva civilización de independencia total en el siglo XXI-2011, proceso que ya se inició
en el sur de América».
Concluimos que, las Ciencias Sociales deben contribuir al reencantamiento del mundo
(propuesto por Prigogine y Stenger) que derribe las barreras artificiales entre los seres
humanos y la naturaleza y libere aún más el pensamiento humano (Wallerstein, p. 81) para
aportar y reafirmar que:
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«Las verdades históricas del pasado se tornan científicas cuando son resultado de
pacientes y prolongadas investigaciones y se someten al debate. Si por algún motivo o interés
se alteran, deben re-investigarse para ajustarlas a los hechos reales. El pasado histórico visto
desde el presente permite visionar un mejor futuro para nuestra sociedad. Educar o reeducar
transdisciplinariamente desde las Ciencias Sociales a las presentes y futuras generaciones es su
desafío en la actualidad».
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N° 4, Noviembre de 2011
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ANEXO:
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TEXTO HISTÓRICO
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