QUE REFORMA EL ARTÍCULO 102 DE LA CONSTITUCIÓN

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QUE REFORMA EL ARTÍCULO 102 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS, A CARGO DEL DIPUTADO JAIME FLORES CASTAÑEDA, DEL GRUPO
PARLAMENTARIO DEL PRI
El suscrito, Jaime Flores Castañeda, integrante del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional,
con fundamento en lo dispuesto en los artículos 71, fracción II, 72 y 73, fracción XXX, de la Constitución Política;
y 55, fracción II, y 64 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos
Mexicanos pone a consideración de esta honorable asamblea la siguiente iniciativa con proyecto de decreto, que
reforma y adiciona un párrafo tercero al artículo 102, Apartado B, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.
Exposición de Motivos
El 28 de enero de 1992, la protección y defensa de los derechos humanos en el país se elevaron a rango
constitucional, cuando se publicó el decreto que adicionó el Apartado B al artículo 102 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos.
Ante esto, se facultó al Congreso de la Unión y a las legislaturas de cada estado para que, en el ámbito de sus
competencias, establecieran organismos especializados para atender las quejas contra actos u omisiones de
naturaleza administrativa violatorios de derechos humanos por cualquier autoridad o servidor público, con
excepción del Poder Judicial de la Federación, así como para formular recomendaciones públicas autónomas, no
vinculatorias, y denuncias y quejas ante las autoridades correspondientes.
Posteriormente, el 13 de septiembre de 1999 se reformó el artículo 102, Apartado B, constitucional, en el que se
señala que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) es un organismo que cuenta con autonomía
de gestión y presupuestaria, así como con personalidad jurídica y patrimonio propios. El objetivo esencial del
organismo es proteger, observar, promover, estudiar y divulgar los derechos humanos previstos en el orden jurídico
mexicano.
Las quejas, las denuncias, las resoluciones y las recomendaciones formuladas por la CNDH no afectan el ejercicio
de otros derechos y medios de defensa que puedan corresponder a los afectados conforme a las leyes; por tanto, no
suspenden ni interrumpen sus plazos preclusivos.
Con base en el análisis de las quejas recibidas en que algunos servidores públicos que se desempeñan en las
instituciones encargadas de la prevención del delito, así como en la procuración e impartición de justicia,
regularmente resulta insuficiente para brindar una adecuada atención a las víctimas de delitos, en su esfera
psicológica, física, jurídica y patrimonial, lo cual trasciende a su familia y termina por afectar a la sociedad.
Por ello, el respeto de los derechos fundamentales de las víctimas de delitos o de los ofendidos debe constituir un
elemento primordial para consolidar y garantizar un mejor ejercicio de los derechos humanos en el marco de un
Estado democrático, lo cual implica identificar sus necesidades reales a fin de establecer las medidas legales y
administrativas necesarias para su adecuada y oportuna atención sin más limitaciones que las establecidas en la ley.
Por lo anterior es necesario dotar de herramientas jurídicas a la CNDH para que en el ámbito de sus atribuciones
consiga una mejor defensa de los derechos humanos.
La atención de las víctimas fue impulsada en sus inicios por organizaciones sociales dedicadas a la defensa de los
derechos de las víctimas de delitos sexuales y de violencia familiar, y a este esfuerzo se sumó el de las instituciones
públicas, principalmente las Procuradurías de Justicia, en las que ha recaído básicamente la atención institucional
de las víctimas.
Si bien a partir de las reformas de 1993 y 2000 del artículo 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos se elevaron a rango constitucional los derechos de las víctimas, en la realidad el ejercicio de tales
derechos no se cumple a cabalidad.
No obstante que la gama de reacciones físicas o emocionales de las víctimas es muy amplia, se les brinda un trato
similar, sin que importe que hubiera menoscabo de su patrimonio, la pérdida de un ser querido o cualquier otro
evento que altere su percepción de seguridad y bienestar.
El primer punto de contacto de la víctima son los servicios de urgencias, ya sean médicos, de seguridad pública o
de procuración de justicia, generalmente se lleva a cabo a través de la atención telefónica, pero la falta de
información sobre los servicios profesionales e instituciones que atienden a las víctimas ocasiona que éstas se vean
insertas en un laberinto de dependencias, trámites y esperas, que tiene como consecuencia una victimización
secundaria, que genera desconfianza y ocasiona que se opte por no dar parte a las autoridades.
Resulta de suma importancia que en el desarrollo de la averiguación previa o a través del proceso penal, a la
víctima no se dé el trato de un tercero ajeno al problema, o que se le considere un impertinente por los servidores
públicos, por lo que resulta como es común, que se les niegue la información o que no se le permita intervenir en el
desarrollo del procedimiento y, en consecuencia, termina por convertirse en un simple espectador, lo cual deriva de
la falta de coordinación de las autoridades, así como la ausencia de un marco jurídico suficiente en la materia, a lo
que debe sumarse que la tutela de las víctimas no sea regular y, por tanto, resulte ineficaz.
De igual manera, se debe propiciar en las autoridades una conciencia activa y un compromiso gubernamental en la
promoción de los derechos de las víctimas, así como brindar la atención necesaria a las recomendaciones emitidas
por la CNDH y la abstención de conductas que anulen sus derechos o generen una nueva victimización.
Los problemas que generan el delito y el abuso de poder no terminan con la afectación directa de la víctima sino
que, además, se extiende indirectamente a terceros: la familia, los testigos, los peritos, los abogados y además
personas o servidores que le presten ayuda.
Derivado de lo anterior, debemos crear un compromiso entre las Cámaras del Congreso de la Unión y todas las
instituciones encargadas de hacer valer los derechos con la CNDH que, en su compromiso con la sociedad
mexicana, se ha encargado siempre de buscar que las víctimas reciban la atención debida, hecho que se traduce no
sólo en redimensionar su posición como un sector sumamente vulnerable, sino que también se señalen los derechos
fundamentales que el Estado, en su calidad de garante, se encuentra obligado a proteger, y las directrices que debe
seguir para satisfacer sus necesidades, como establecen la Carta Magna y los instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos.
Ante la falta de desarrollo adecuado de la norma constitucional a través de la legislación secundaria para facilitar la
intervención de la víctima en la investigación de los delitos, el Ministerio Público sigue teniendo en los hechos
amplia discrecionalidad para la integración de las averiguaciones, lo cual origina que la gran mayoría de ellas
termine en el no ejercicio de la acción penal o en la "reserva", lo que implica su posterior archivo por no existir
elementos probatorios para su perfeccionamiento y consignación ante un tribunal.
Si bien se reconoce a las víctimas el derecho de impugnar ante el propio órgano de procuración de justicia o ante el
Poder Judicial Federal, a través del juicio de amparo, las determinaciones del Ministerio Público de no ejercicio de
la acción penal o desistimiento de ésta, no se dota a las víctimas de los medios para hacer efectivo este derecho,
toda vez que es común que carezcan de recursos económicos para que un abogado particular los asesore
debidamente en la elaboración del escrito de recurso interno o del amparo, así como que alguna institución les
asigne un asesor jurídico gratuito para ello.
El delito también tiene consecuencias psicológicas, ya que generalmente es percibido como un acontecimiento más
grave que un accidente o una desgracia, cuando se enfrentan pérdidas y lesiones ocasionadas por el acto deliberado
de otro ser humano.
La reacción inicial puede ser de "alto impacto" (shock), miedo, enojo, desamparo, incredulidad y culpa. Tales
reacciones, igual que las físicas, suceden inmediatamente después del delito, y algunas de éstas pueden volver a
ocurrir con posterioridad al presentar la denuncia, asistir al juicio o acudir al hospital para buscar atención médica.
Estas reacciones iniciales pueden ser seguidas por periodos de desorganización, que se manifiestan a través de
pensamientos penosos sobre el evento, pesadillas, depresión, culpa, miedo y pérdida de confianza y autoestima.
Puede parecer que la vida se torna más lenta y pierde sentido; la fe y las creencias previas pueden ya no brindar
consuelo, las respuestas de conducta pueden también inducir al abuso de alcohol o sustancias adictivas, así como la
fragmentación de las relaciones sociales y evadir a personas y situaciones asociadas al delito o incurrir un
aislamiento social.
Por ende, resulta de suma importancia precisar que es necesaria la adición de este tercer párrafo al Apartado B del
artículo 102 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con la única finalidad de que sean
llamados ante las Cámaras del Congreso de la Unión o, en su defecto, ante las legislaturas de las entidades
federativas, según corresponda, con el propósito de que sean expuestas las razones que fundamentan la negativa
correspondiente a los funcionarios que no aceptan una recomendación de los organismos de protección de los
derechos humanos.
Es necesario que si la autoridad opta por no acatar la recomendación deberá tener razones congruentes y
convincentes para hacerlo, así como ser capaz de defenderlas ante el Poder Legislativo.
No obstante, la pretensión de esta propuesta es acentuar que el Poder Legislativo debe dar un seguimiento más
delimitado a los funcionarios que se han negado a aceptar las recomendaciones por los organismos dedicados a la
protección de los derechos humanos, que si bien no son vinculantes no significa que se puedan dejar de atender.
Con base en lo dispuesto en los artículos 71, fracción II, 72 y 73, fracción XXX, de la Constitución Política; y 55,
fracción II, y 64 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos,
se pone a consideración de esta asamblea la siguiente iniciativa con proyecto de
Decreto que reforma y adiciona un tercer párrafo al artículo 102, Apartado B, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos
Único. Se reforma y adiciona un párrafo tercero al artículo 102, Apartado B, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, para quedar como sigue:
Artículo 102. …
A. …
B. El Congreso de la Unión y las legislaturas de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, establecerán organismos de protección de los derechos humanos que ampara el orden jurídico
mexicano, los que conocerán de quejas contra actos u omisiones de naturaleza administrativa provenientes de
cualquier autoridad o servidor público, con excepción de los del Poder Judicial de la Federación, que violen estos
derechos.
Los organismos a que se refiere el párrafo anterior formularán recomendaciones públicas, no vinculatorias, y
denuncias y quejas ante las autoridades respectivas. Estos organismos no serán competentes tratándose de asuntos
electorales, laborales y jurisdiccionales.
El Congreso de la Unión y las legislaturas de las entidades federativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, podrán hacer el llamado a acudir ante las Cámaras del Congreso de la Unión o las legislaturas de las
entidades federativas, según sea el caso, a los funcionarios que no acepten una recomendación de los organismos
de protección de los derechos humanos para exponer las razones que fundamentan su negativa.
El organismo que establezca el Congreso de la Unión se denominará "Comisión Nacional de los Derechos
Humanos"; contará con autonomía de gestión y presupuestaria, y personalidad jurídica y patrimonio propios.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos tendrá un consejo consultivo, integrado por diez consejeros, que
serán elegidos por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores o, en sus
recesos, por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con la misma votación calificada. La ley
determinará los procedimientos para la presentación de las propuestas por la propia Cámara. Anualmente serán
sustituidos los dos consejeros de mayor antigüedad en el cargo, salvo que fuesen propuestos y ratificados para un
segundo periodo.
El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, quien lo será también del consejo consultivo,
será elegido en los mismos términos del párrafo anterior. Durará en el encargo cinco años, podrá ser reelegido por
una sola vez y sólo podrá ser removido de sus funciones en los términos del Título Cuarto de esta Constitución.
El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos presentará anualmente a los Poderes de la Unión
un informe de actividades. Al efecto comparecerá ante las Cámaras del Congreso en los términos que disponga la
ley.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos conocerá de las inconformidades que se presenten en relación
con las recomendaciones, acuerdos u omisiones de los organismos equivalentes en las entidades federativas.
Transitorio
Único. El presente decreto entrará en vigor el día siguiente al de su publicación en el Diario Oficial de la
Federación.
Palacio Legislativo de San Lázaro, a 13 de abril de 2010.
Diputado Jaime Flores Castañeda (rúbrica)
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