Volumen I - Número 2/2004 A2457.10 Texto Revisado May 04 Epidemiología de la artrosis Arthros DIRECTOR A. Rodríguez de la Serna Consultor de Reumatología. Servicio de Reumatología Hospital de la Santa Creu i Sant Pau Barcelona COMITE EDITORIAL Juan Majó Jefe de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona Enric Caceres Palou Jefe de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital del Mar. Barcelona Luis Munuera Jefe de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital La Paz. Madrid Gabriel Herrero-Beaumont Cuenca Jefe de Servicio de Reumatología. Fundación Jiménez Díaz. Madrid Federico Navarro Sarabia Jefe de Servicio de Reumatología. Hospital Universitario Virgen Macarena. Sevilla Pere Benito Ruiz Jefe de Servicio de Reumatología. Hospital del Mar. Barcelona Francisco Blanco Garcia Jefe Clínico de Reumatología. Hospital Juan Canalejo. La Coruña Isidro Villanueva Investigador Clínico. Universidad de Arizona. Toucson. USA © 2004 P. Permanyer Mallorca, 310 - 08037 Barcelona Tel.: 93 207 59 20 Fax: 93 457 66 42 E-mail: [email protected] Dep. Legal: B-8.735/2004 Ref.: 227BB032 Impreso en papel totalmente libre de cloro Impresión: Comgrafic Este papel cumple los requisitos de ANSI/NISO Z39.48-1992 (R 1997) (Papel Permanente) Reservados todos los derechos. Sin contar con el consentimiento previo por escrito del editor, no podrá reproducirse ninguna parte de esta publicación, ni almacenarse en un soporte recuperable ni transmitirse, de ninguna manera o procedimiento, sea de forma electrónica, mecánica, fotocopiando, grabando o cualquier otro modo. La información que se facilita y las opiniones manifestadas no han implicado que los editores llevasen a cabo ningún tipo de verificación de los resultados, conclusiones y opiniones. Arthros Sumario Epidemiología de la artrosis Editorial Modelos experimentales de artrosis 5 Artículo de revisión Epidemiología de la artrosis 13 Bibliografía comentada Laxitud articular y el síndrome de hipermovilidad articular benigna en estudiantes y profesionales de la danza Aspectos reumatológicos de la danza Journal Rheum 26 Artrosis de la rodilla en varo: ¿dónde está el varo? Journal Rheum 27 Factores de riesgo para la progresión de la degeneración discal en el raquis lumbar Arthritis Rheum 28 Comparación de 3 terapias activas contra el dolor lumbar crónico: resultados de un ensayo clínico aleatorizado con seguimiento a 1 año Rheumatology 29 Ensayo controlado de cirugía artroscópica en la osteoartritis de rodilla N Engl J Med 30 Alivio del dolor en la artrosis: lo racional en asociación terapéutica Journal Rheum 31 Revisión Cochrane sobre cirugía del prolapso de disco lumbar y espondilosis lumbar degenerativa Spine 32 Editorial Modelos experimentales de artrosis EMILIO CALVO CRESPO, GABRIEL HERRERO-BEAUMONT CUENCA1 La artrosis constituye una de las enfermedades de mayor prevalencia en la patología humana, con un coste sanitario y social muy elevado y, sin embargo, ha recibido menos atención que otras entidades como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o incluso la artritis reumatoide. En los últimos años, se han llevado a cabo múltiples estudios que han contribuido a profundizar en el conocimiento de la enfermedad. A pesar de la valiosa información obtenida a partir de estudios in vitro y del análisis histopatológico de las piezas ex vivo, el estudio de la artrosis humana es obviamente muy difícil. La artrosis no es una entidad única y bien definida. Más bien constituye un grupo heterogéneo de enfermedades de etiología variada y con manifestaciones clínicas diferentes, que generalmente asienta en varias articulaciones con distinta intensidad y, dentro de cada articulación, a cada zona de manera variable. Los factores genéticos, nutricionales, biomecánicos o farmacológicos son muy diferentes en la población artrósica. Además, la artrosis es una enfermedad que evoluciona lentamente, por lo que se requiere un tiempo de estudio largo para poder detectar cambios, y habitualmente se diagnostica cuando está ya bien establecida, lo que impide llevar a cabo investigaciones en estadios precoces. Estos datos, unidos a la necesidad de probar previamente en animales fármacos que puedan modificar la evolución de la enfermedad, hacen imprescindible la utilización de modelos experimentales. nos. En ellos puede determinarse con precisión el comienzo y la duración de la enfermedad, así como definir su gravedad y la progresión en el tiempo. Estas cualidades permiten hacer estudios secuenciales de la enfermedad –incluso en los estadios más precoces–, así como cuantificar y categorizar con rigor los cambios patológicos encontrados. Además, se pueden controlar los parámetros que influyen en el desarrollo de la artrosis, tales como cambios ambientales, la dieta o la actividad física, y permiten obtener fácilmente material para análisis histológico. En animales pueden evaluarse cambios metabólicos in vivo basados en pruebas con marcadores radiactivos y llevar a cabo estudios sobre agentes terapéuticos y sus efectos secundarios. Finalmente, en los modelos experimentales siempre se dispone de material control suficiente en la articulación contraria. Los modelos experimentales de artrosis ofrecen claras ventajas sobre la investigación en huma- Obviamente, es imprescindible que cualquier modelo experimental de artrosis reproduzca razonablemente la enfermedad tal y como la conocemos en el humano; pero, además, debe cumplir criterios de reproducibilidad, disponibilidad, economía, y facilidad de estudio1,2. En ciertos modelos, los cambios artrósicos son demasiado infrecuentes. Otros modelos, como la artrosis espontánea de algunas especies de monos, reproducen formas de artrosis similares a la humana, pero utilizan animales caros y de manejo complicado. Por el contrario los animales de laboratorio, de fácil manejo y económicos, como las ratas o cobayas, tienen el inconvenien- Médico adjunto del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología 1Jefe del Servicio de Reumatología Profesor titular Universidad Autónoma de Madrid Correspondencia: Fundación Jiménez Díaz Av. Reyes Católicos, 2 28040 Madrid E-mail: [email protected]; [email protected] Arthros 6 te de aportar poco material para estudio, especialmente si se van a llevar a cabo estudios seriados. MODELOS EXPERIMENTALES DE ARTROSIS En la literatura se han publicado múltiples modelos animales de artrosis, con diferentes especies, distintas formas de desencadenar la enfermedad y resultados variados (Tabla 6.1). El gran número de modelos descritos tal vez indique que ninguno sea óptimo, pero esta diversidad puede ser de utilidad para reproducir las distintas formas que adopta la enfermedad en el humano. Aunque existen ciertas especies que desarrollan artrosis de manera espontánea, en la mayoría de los modelos publicados la artrosis es provocada por manipulación experimental del animal, ya sea por la alteración quirúrgica de la articulación o por la administración de agentes químicos irritantes. Mientras que los modelos espontáneos reproducirían una forma de artrosis poliarticular, que remeda la artrosis idiopática del humano, la artrosis por manipulación experimental del animal sería equiparable a la artrosis secundaria. Artrosis experimental inducida por agentes químicos Aunque se han descrito cambios articulares similares a la artrosis en relación con la diabetes mellitus3, el déficit de hormona de crecimiento4 o la administración de corticosteroides adrenales5, la mayoría de los modelos de artrosis inducida por agentes químicos se basan en la inyección intraarticular de sustancias irritantes. La administración intraarticular de enzimas proteolíticos, como la papaína6-13, la tripsina14,15 y la colagenasa12,16, desencadena una artrosis por degradación de la matriz del cartílago. Otros agentes químicos producen una degeneración articular por lesión selectiva de los condrocitos, como algunos compuestos citotóxicos17, el iodoacetato20,21, ciertas vitaminas2,30, los corticoides o antibióticos como la anfotericina B o la filipina22. Sin embargo, en la mayoría de los modelos de artrosis química se produce una sinovitis precoz que secundariamente interfiere con el metabolismo de las células. Es el caso de la artrosis producida tras la inyección intraarticular de colchicina18, ácido ósmico19 u otras sustancias, como homogeneizados de cartílago y fragmentos de hueso23-25, el sulfato de condroitina25, el suero salino hipertónico33 o incluso el talco34. La colocación de una lámina rígida de polietileno en la articulación femoropatelar desencadena una sinovitis localizada que evoluciona a alteraciones muy parecidas a la artrosis femoropatelar humana26. Estos modelos de artrosis están muy cuestionados, dado que en ellos se produce una reacción inflamatoria precoz inducida por el agente irritante que secundariamente produce degeneración articular. Una crítica inmediata a este grupo de modelos reside en que esta secuencia lesional guarda poca relación con la etiopatogenia de la artrosis humana. Estas consideraciones han llevado a desarrollar modelos experimentales controlados en los que se inyecta en la articulación un mediador biológico determinado, como la interleucina-1, el factor de necrosis tumoral (TNF), la sustancia P o el factor de transformación del crecimiento beta-2 (TGF-β2)27-29. Estos agentes ejercen un efecto más selectivo sobre las estructuras articulares, por lo que tienen más utilidad para investigar de forma aislada los cambios de la artrosis. Artrosis experimental inducida por manipulación mecánica o quirúrgica de la articulación Los primeros modelos de artrosis experimental posquirúrgica consistían en provocar defectos focales en la superficie del cartílago mediante escarificación35, abrasión36,37, contusión38 o congelación39 de una zona controlada de la superficie articular. A pesar de que las lesiones del cartílago inducidas por estos métodos son muy diferentes a las encontradas en el humano, estos modelos han sido muy útiles para estudiar el proceso de reparación del cartílago lesionado y han permitido conocer conceptos fundamentales en el tratamiento de las lesiones cartilaginosas, tales como la importancia de la profundidad de la lesión del cartílago o el efecto beneficioso de la movilización pasiva en la evolución de las mismas40,41. Se han descritos cambios histológicos en el cartílago y el hueso subcondral similares a los encontrados en las fases iniciales de la artrosis humana en rodillas de conejo sometidas a cargas repetidas42. Aquellos modelos que modifican las líneas de fuerza a las que se somete la rodilla mediante una osteotomía tibial de valguización tienen más relación con la etiopatogenia de la artrosis humana43-45. Hay estudios clínicos que demuestran que se produce degeneración articular por falta de carga en determinadas zonas articulares más Epidemiología de la artrosis 7 Tabla 6.1 Tipo de modelo Agente inductor de la artrosis Especie/cepa Referencia Artrosis química Papaína Conejo Cobaya Ratón Perro Conejo Ratón Conejo Conejo Rata Conejo Pollo Cobaya Conejo Conejo Conejo Conejo Conejo Ratón conejo Conejo Conejo Conejo Conejo Conejo 6-8 9,10 11,12 13 14,15 12,16 17 17 18 19 20 21 2 22 23,24 25 26 27 28 29 30 31,32 33 34 Conejo Conejo Perro Conejo Conejo Conejo Conejo Perro Perro Rata Conejo Rata Conejo Perro Conejo 53 Conejo Perro Perro Conejo Rata Cobaya Conejo Perro Conejo Cobaya 35 36 37 38 39 42 43 44 45 46 47 48 49 50,51 52 54,55 56 57-63 64 65 66 67-70 71 72 66 Ratón STR Ratón C57B Ratón NZY Ratón D11 Cobaya Perro Primates 73,74 75,77 76 78 79,80 81-83 84-86 Tripsina Colagenasa Tiotepa Mostaza nitrogenada Colchicina Acido ósmico Iodoacetato Vitamina A Filipina Cartílago y hueso Sulfato de condroitina Polietileno Interleucina-1 TGF-β2 Sustancia P Vitamina D Corticoides Suero salino hipertónico Talco Artrosis mecánica o quirúrgica Abrasión Escarificación Abrasión Contusión Congelación Carga repetida Osteotomía tibial Osteotomía pelviana Liberación del contacto articular Inmovilización Denervación Perro Patelectomía Sección del ligamento cruzado anterior anterior Meniscectomía Gran manipulación de la rodilla Artrosis espontánea Predisposición genética Displasia de cadera Predisposición genética Arthros 8 que por un exceso de presión. Basándose en estas observaciones, se han desarrollado modelos experimentales de artrosis de rodilla consistentes en liberar de carga una zona del cartílago al resecar el cóndilo femoral externo46,47. La inmovilización prolongada produce una contractura capsular y pericapsular que desarrolla una anquilosis48. Con la contracción progresiva la articulación queda atrapada por tejido fibroadiposo conectivo y se produce una gran hiperplasia y proliferación sinovial, y en el cartílago aparecen cambios degenerativos tanto en las zonas en las que las superficies articulares están en contacto como en las áreas libres de contacto. La compresión mecánica y la falta de producción y circulación del líquido sinovial parecen desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de las lesiones49-51. El hecho de que al volver a movilizar la rodilla las alteraciones reviertan parcialmente ha motivado que muchos autores hayan desaconsejado este tipo de modelo para investigar la artrosis51. Se han publicado modelos experimentales de artrosis en conejos por denervación mediante sección de la raíz sensitiva posterior52. Otros autores comprobaron que la ganglionectomía dorsal aceleraba la artrosis producida por la sección del ligamento cruzado anterior del perro, pero de manera aislada no desencadenaba una artrosis de rodilla, lo que ha cuestionado la utilidad de estos modelos53. El primer modelo de instabilidad articular publicado consistía en provocar una luxación rotuliana o una patelectomía, que rápidamente producían lesiones proliferativas y úlceras en toda la articulación40,54-56. Sin embargo, para conocer la etiología de la artrosis y para analizar el desarrollo de sus alteraciones, se necesitan modelos experimentales en los que, además de provocar formas de artrosis similares a las de los humanos, las lesiones degenerativas se instauren de manera gradual. Con este objetivo se diseñaron los modelos de inestabilidad por sección del ligamento cruzado anterior y de meniscectomía parcial. Se basan en la evidencia clínica de que la inestabilidad articular y la lesión meniscal producen una artrosis progresiva. Se han publicado estudios detallados de los cambios patológicos y bioquímicos resultantes de la sección del ligamento cruzado anterior, principalmente en perros56-63. Aparecían alteraciones progresivas que afectaban al cartílago, el hueso subcondral y la membrana sinovial de forma totalmente superponible a la de la artrosis humana. También se ha realizado sección de ligamentos cruzados en otras especies, como la rata, el cobaya y principalmente el conejo61-63. En 1973, Moskowitz publicó el modelo experimental de artrosis de rodilla en el conejo por meniscectomía parcial, en el que se resecaba el cuerno anterior del menisco interno67. Este modelo es técnicamente muy sencillo y desencadena unas alteraciones similares a las descritas después de seccionar el ligamento cruzado anterior. Su evolución es, sin embargo, más lenta, lo que le convierte en un modelo óptimo para estudiar los estadios más tempranos de la enfermedad. Otros modelos similares se basan en la meniscectomía total interna y en la meniscectomía externa68-71. Con el objeto de producir una artrosis por inestabilidad de progresión más rápida se han propuesto modelos animales por manipulación extensa de la rodilla en los que se lesionan simultáneamente varias estructuras articulares, como ligamentos colaterales, meniscos y ligamentos cruzados66,72. Artrosis espontánea La artrosis que de forma espontánea desarrollan ciertos animales representa un modelo sistémico ideal para estudiar la artrosis idiopática. Existen varias cepas de roedores que desarrollan artrosis. Entre ellos, la artrosis más grave aparece en ratones de las cepas STR, C57BL y NZY73-76. Estas cepas tienen una incidencia de artrosis entre el 50 y el 93%. Tienen el problema de que la artrosis tarda en aparecer y a veces es difícil distinguir la artrosis de los cambios secundarios al envejecimiento. Además, por el pequeño tamaño del animal, el material articular disponible para estudio es escaso. Cuentan, por el contrario, con la ventaja de que, al aparecer la enfermedad a largo plazo, es un buen modelo para evaluar el papel de ciertos fármacos en la prevención de la artrosis77. Por manipulación genética se han obtenido cepas de ratones, como el ratón transgénico D11, que albergan defectos en la codificación del gen responsable de la síntesis del colágeno II y manifiestan cambios artrósicos a los 3 meses78. Otros roedores, como el cobaya Dunkin Hartley, muestran alteraciones similares a la artrosis en sus rodillas, con afectación del cartílago y del hueso subcondral79,80. También en animales domésticos se conoce la artrosis espontánea. Entre ellos el modelo más estudiado es el de la artrosis secundaria a la displasia de cadera de los perros, que se da principalmente en el pastor alemán, en el perro labrador y en beagles81-83. Epidemiología de la artrosis Ciertas especies de monos, como el Macaca mulatta, tienen artrosis de rodilla con una incidencia y una semiología muy parecidas a las del humano. Su principal valor reside en que se trata de animales bípedos que desarrollan artrosis progresiva, que aparece en la edad adulta, es más frecuente en edades medias y avanzadas, y tiene características más afines a la artrosis humana que cualquier otro modelo animal84-87. FUTURO DE LOS MODELOS EXPERIMENTALES DE ARTROSIS. NUEVAS TECNOLOGÍAS Ciertos modelos, como aquellos basados en la sección de los ligamentos cruzados, en la meniscectomía o en la combinación de ambos reproducen de forma más completa la enfermedad tal como se da en el hombre, por lo que son los más empleados. Tienen la ventaja de que son reproducibles, desarrollan la enfermedad con bastante seguridad, permiten definir con precisión el comienzo de los trastornos degenerativos y reproducen de forma natural las secuencias de la enfermedad. Aunque a estos modelos puede hacérseles la crítica de producir una artrosis secundaria postraumática y aún no está definido cómo los factores mecánicos alteran el comportamiento de los condrocitos o afectan a la progresión de la enfermedad, las lesiones que producen son superponibles a las de la artrosis encontrada en humanos. Por el contrario, los modelos espontáneos son ideales para investigar la artrosis primaria. Estos últimos tienen los inconvenientes de un coste elevado y de que en algunos sólo un porcentaje pequeño de animales manifiestan características de artrosis. En los modelos espontáneos pueden analizarse los cambios que experimenta la articulación con la progresión de la enfermedad y estos cambios pueden compararse con sujetos sanos de la misma especie. Con el perfeccionamiento de los modelos de artrosis por alteración de la carga articular podremos obtener datos relevantes sobre los cambios producidos con el soporte de carga en el contenido de agua del cartílago y las modificaciones en las macromoléculas de matriz y en el metabolismo de las células. Hoy es indiscutible que los modelos espontáneos de artrosis y los que reproducen la enfermedad por manipulación quirúrgica de la articulación son modelos complementarios que nos facilitan el estudio de aspectos diferentes de esta entidad. 9 Quedan por definir ciertos aspectos que serán de gran importancia en la investigación de la artrosis, como la edad de los animales, el tipo de articulación, la zona de articulación seleccionada para el estudio, los controles, la cronología en la que deben hacerse las tomas de muestra para estudio o la forma en que deben expresarse los datos obtenidos. Es probable que con el tiempo se desarrollen modelos en los que puedan identificarse ciertas características específicas de la enfermedad. Ello facilitará la distinción de cambios relacionados con factores genéticos, constitucionales, ambientales o debidos a la edad. Están apareciendo nuevas técnicas de gran utilidad para resolver importantes enigmas de la artrosis a través de la experimentación animal. Es posible llevar a cabo un estudio genético de las cepas de animales que padecen artrosis espontánea, lo que permitirá clarificar el papel de la herencia en ciertas formas familiares de la enfermedad87. Mediante manipulación genética, se han obtenido ratones transgénicos que tienen defectos moleculares en las proteínas que constituyen la triple hélice de colágeno78. Así, contamos con modelos de animales sanos que desarrollan una artrosis por alteración selectiva de la matriz del cartílago. Otros modelos, por el contrario, han conseguido una artrosis a través de citocinas y mediadores que modifican la función de los condrocitos28,29. Con el objeto de reproducir la artrosis humana en animales de experimentación, se han trasplantado tejidos artrósicos humanos a ratones con inmunodeficiencia combinada grave88. La supervivencia de estos tejidos quedaría asegurada al ser los ratones incapaces de rechazarlos. Estos modelos, que se han utilizado con éxito en la artritis reumatoide, aún no pueden aplicarse a la artrosis de forma rutinaria, pero nuevos avances pueden hacer superar las limitaciones existentes89. Un avance importante en el conocimiento de la artrosis viene dado por la aparición y el perfeccionamiento de nuevas técnicas de imagen, como la ecografía o la resonancia magnética, que nos ofrecen una idea clara y cuantitativa de las modificaciones que se van produciendo en la articulación sin lesionarla90. BIBLIOGRAFÍA 1. Altman RD, Dean DD. Osteoarthritis research: animal models. Semin Arthritis Rheum 1990;19:21-5. 2. Moskowitz RW. Experimental models of osteoarthritis. En: Moskowitz RW, Howell DS, Goldberg VM, Mankin HJ (dirs). Osteoarthritis. Diagnosis and me- Arthros 10 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. dical/surgical management. 2ª ed. 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La artrosis es la enfermedad del aparato locomotor más frecuente en todo el mundo, tanto, que realmente puede afirmarse que es una enfermedad universal que afecta a los dos sexos y a todos los grupos étnicos. En mujeres mayores de 65 años puede ser la enfermedad médica crónica más frecuente. Aun así, se espera que la prevalencia de la enfermedad aumente sustancialmente en países occidentales, debido al envejecimiento progresivo de la población. Mujeres y hombres están predispuestos de forma similar al padecimiento de artrosis, pero, en mujeres se produce afectación de un mayor número de articulaciones. Consecuentemente, la forma generalizada se observa más frecuentemente en mujeres que en hombres. Se sugiere, que antes de los 50 años, la prevalencia e incidencia de artrosis son mayores en hombres que en mujeres, probablemente debido a una mayor exposición a factores de riesgo biomecánicos entre los hombres. Esta tendencia, sin embargo, se invierte en las décadas subsiguientes, quizá en relación con la deficiencia estrogénica postmenopáusica, e incrementándose la diferencia entre hombres y mujeres con la edad. La correlación de la prevalencia e incidencias de la artrosis, en todas las localizaciones articulares, con la edad es muy significativa. En poblaciones occidentales, en donde se dispone de estudios epidemiológicos, existe evidencia radiográfica de artrosis en más del 60% de las personas alrededor de los 65 años, y, en más del 80% de los mayores de 75. En personas menores de 30 años, la prevalencia de artrosis sintomática se aproxima al 1%, y se estima en alrededor del 6-10% para las personas en torno a los 40 años, incrementándose de forma importante entre los 40 y 50 años. La artrosis es más frecuente en algunas articulaciones, como los dedos de las manos, caderas, rodillas y columna, y lo es menos, en codos, muñecas y tobillos. La localización de artrosis mejor estudiada con diferencia es la de rodilla. Sobre los factores de riesgo se ha comunicado la existencia de interacciones entre edad, obesidad o factores genéticos –factores sistémicos– y una serie de factores biomecánicos locales. Palabras clave: Artrosis. Factores de riesgo. Prevalencia. Assistant professor Department of Medicine/Arizona Arthritis Center University of Arizona Tucson, AZ (EE.UU.) Arthros 14 La artrosis es una enfermedad crónica degenerativa caracterizada por la progresiva pérdida del cartílago articular, con procesos de reparación a cargo de fibrocartílago poco funcional, formación de hueso subcondral (esclerosis), formación de quistes óseos, aposición de cartílago y hueso en los márgenes articulares (osteofitos) y grados variables de sinovitis secundaria1-3. Estas alteraciones estructurales (factores patoanatómicos y patofisiológicos) pueden inducir, además, el desarrollo de otras como: alteraciones meniscales, alteraciones capsuloligamentosas, contracturas articulares, daño de mecanorreceptores, malalineamiento, atrofia muscular con deterioro de la estabilidad y alteraciones en la marcha; y que a su vez pueden tener un efecto de feedback sobre aquéllas. PREVALENCIA E INCIDENCIA DE LA ARTROSIS Las estimaciones de la prevalencia e incidencia de la artrosis varían dependiendo de la distribución por edades de las poblaciones estudiadas, del método de evaluación empleado y de la definición o los criterios diagnósticos utilizados4. La definición de casos constituye uno de los pasos iniciales, previo a la identificación de la población de estudio, y más críticos en la ejecución de un estudio epidemiológico. Siempre que estén disponibles, es aconsejable el uso de criterios estandarizados, de lo contrario se debe intentar hacer un análisis de la validez de los criterios utilizados para el caso particular con los métodos disponibles en el momento de iniciar el estudio. La identificación de casos con criterios no bien establecidos suele resultar en grados mayores o menores de errores de clasificación con su correspondiente impacto en la precisión de las estimaciones de parámetros poblacionales; especialmente en el caso de errores de clasificación diferenciales, con la que tales estimaciones resultarán sesgadas. El Colegio Americano de Reumatología ha propuesto una serie de criterios para la clasificación de artrosis de rodilla, cadera y mano, que son los más utilizados en el ámbito de estudios epidemiológicos y en la práctica clínica diaria. Las tablas 1, 2 y 3 muestran dichos criterios5-7. El uso de criterios comunes facilita la realización de estudios comparativos interregionales e internacionales y el análisis de tendencias temporales. Estos tipos de análisis comparativos pueden ser instrumentales en la identificación de factores de riesgo para el inicio o la progresión de la enfermedad. Referente a los estudios de series temporales, el cambio en los criterios de clasificación de una patología puede determinar un aumento, o disminución, artificial de las estimaciones de prevalencia o incidencia. Así, una de las primeras causas a descartar cuando se observa un cambio sustantivo en la prevalencia o incidencia de una enfermedad es el cambio en los criterios o definición de los casos durante el período de estudio. Tabla 1. Criterios para la clasificación de artrosis idiopática de rodilla* Clínicos y de laboratorio Clínicos y radiológicos Dolor de rodilla + al menos 5 de los 9: – Edad > 50 años – Rigidez < 30 min – Crepitación – Dolor óseo a la palpación – Crecimiento óseo – Sin calor a la palpación – VSG < 40 mm/h – FR < 1:40 – Líquido sinovial compatible† Dolor de rodilla + al menos 1 de los 3: – Edad > 50 años – Rigidez < 30 min – Crepitación + Osteofitos – Crecimiento óseo – Sin calor a la palpación Dolor de rodilla + al menos 3 de los 6: – Edad > 50 años – Rigidez < 30 min – Crepitación – Dolor óseo a la palpación Sensibilidad = 92% Especificidad = 75% Sensibilidad = 91% Especificidad = 86% Sensibilidad = 95% Especificidad = 69% *VSG = velocidad de sedimentación glomerular (Westergren); FR = factor reumatoide. †Líquido sinovial claro, viscoso, o con recuento de leucocitos < 2.000/mm3. ‡Alternativamente, 4 de 6, lo que conlleva una sensibilidad del 84% y especificidad del 89%. Adaptado de Altman R, et al., 1986. Clínicos‡ Epidemiología de la artrosis 15 Tabla 2. Criterios para la clasificación de artrosis de mano Dolor, molestias o rigidez de manos, más 3 de los 4 siguientes signos: • Nódulos en 2 o más de 10 articulaciones seleccionadas* • Nódulos en 2 o más articulaciones interfalángicas distales • Menos de 3 articulaciones metacarpofalángicas inflamadas • Deformidad en al menos 1 de 10 articulaciones seleccionadas* *Las 10 articulaciones son: segunda y tercera interfalángica distal, segunda y tercera interfalángica proximal, y la primera metacarpofalángica de ambas manos. Estos criterios de clasificación tienen una sensibilidad del 94% y una especificidad del 87%. Adaptado de Altman R, et al., 1990. Con todo esto, la artrosis es la enfermedad del aparato locomotor más frecuente en todo el mundo, tanto que realmente puede afirmarse que es una enfermedad universal, que afecta a los 2 sexos y todos los grupos étnicos8-12. En mujeres mayores de 65 años puede ser la enfermedad médica crónica más frecuente11. Aun así, se espera que la prevalencia de la enfermedad aumente sustancialmente en países occidentales debido al envejecimiento progresivo de la población. Mujeres y hombres están predispuestos de forma similar al padecimiento de artrosis, pero en mujeres se produce afectación de un mayor número de articulaciones. Consecuentemente, la forma generalizada se observa más frecuentemente en mujeres que en hombres12-14. Se sugiere que antes de los 50 años la prevalencia e incidencia de artrosis es mayor en hombres que en mujeres, probablemente debido a una mayor exposición a factores de riesgo biomecánicos entre los hombres. Esta tendencia, sin embargo, se invierte en las décadas subsiguientes, quizá en relación con la deficiencia estrogénica posmenopáusica, e incrementándose la diferencia entre hombres y mujeres con la edad15,16. La correlación de la prevalencia e incidencias de la artrosis en todas las localizaciones articulares con la edad es muy significativa12. En poblaciones occidentales, en donde se dispone de estudios epidemiológicos, existe evidencia radiográfica de artrosis en más del 60% de las personas alrededor de los 65 años y en más del 80% de los mayores de 75. En personas menores de 30 años la prevalencia de artrosis sintomática se aproxima al 1%, y se estima en alrededor del 6-10% para las personas en torno a los 404,8-12,17, incrementándose de forma importante entre los 40 y 50 años14. La prevalencia e incidencia de la artrosis parece alcanzar un tope o incluso declinar a partir de los 80 años, en ambos sexos18, edad en la que puede afectar al 35-40% de la población19. Finalmente, en estudios de autopsia se evidencian alteraciones en el cartílago articular en casi todas las personas mayores de 65 años20. Se han comunicado diferentes tasas de incidencia para artrosis que se encuentran en un rango que va desde 88-100 por 100.000 personas-año a un 2% dependiendo de la localización de la artrosis, de la definición de enfermedad utilizada (radiográfica vs sintomática) y del tipo de estudio18,21. La incidencia de artrosis también se incrementa con la edad y es mayor en mujeres mayores de 50 años18. La artrosis es más frecuente en algunas articulaciones como los dedos de manos, caderas, rodillas y columna, y lo es menos en codos, muñecas y tobillos13,15,22,23. La localización de artrosis mejor estudiada con diferencia es la de rodilla. La prevalencia e incidencia de la artrosis de rodilla aumenta con la edad y es mayor en el sexo femenino, asociándose el riesgo para su desarrollo a factores como el peso corporal, trabajos de prolongada carga de la articulación (v. g. que requieran agacharse, ponerse en cuclillas o arro- Tabla 3. Criterios combinados clínicos y radiológicos para la clasificación de artrosis de cadera* Dolor de cadera y al menos 2 de los 3 siguientes: • Velocidad de sedimentación glomerular < 20 mm/h (Westergren) • Osteofitos femorales o acetabulares • Evidencia radiológica de estrechamiento del espacio articular (superior, axial y/o medial) *Este método de clasificación tiene una sensibilidad del 89% y una especificidad del 91. Adaptado de Altman R, et al., 1991. Arthros 16 Tabla 4. Frecuencia de artrosis de rodilla y mano por grupo de edad (estudio EPISER) Tipo de artrosis 20-29 30-39 Artrosis de rodilla Artrosis de mano 2 (0,4) – 3 (0,7) – Grupos de edad 40-49 50-59 13 (3,5) 4 (1,1) 32 (9,8) 22 (6,7) 60-69 70-79 ≥80 88 (28,1) 48 (15,3) 69 (33,7) 49 (23,9) 16 (21,3) 13 (17,3) Adaptada de Carmona L, et al., 2000. dillarse, estar de pie de forma prolongada o estar sometidos a grandes cargas de peso) y los traumatismos, además de posibles factores sistémicos como la edad y los factores genéticos, hormonales y nutricionales de que se hablará después8,24-27. Las estimaciones de la prevalencia de la artrosis de rodilla varían, según los estudios epidemiológicos, del 20 al 40% en personas de 65 a 74 años, y se estima en más del 30% en los mayores de 741-3,13,15,24. La frecuencia de artrosis sintomática de rodilla, por otra parte, se estima que varía de un 1,6 a 9,4% en la población adulta general y de un 10 a 15% en personas de edad más avanzada28. La prevalencia de artrosis de mano radiográfica y sintomática en población adulta se sitúa en torno al 30 y al 3%, respectivamente12. En personas menores de 35 años se detectan signos radiográficos de artrosis de mano en menos del 5% de los casos, contrastando con más del 70% en aquellas mayores de 65 años29. Las estimaciones para artrosis de cadera varían del 0,7 al 4,4% y del 3 al 4% de la población adulta para la manifestación sintomática y radiográfica, respectivamente28,30. obtener una muestra probabilística representativa de la población española. Se seleccionaron 20 municipios de la geografía nacional de los que se extrajo una muestra aleatoria de 2.998 individuos mayores de 20 años; de éstos, 2.192 fueron finalmente encuestados en centros de salud. La definición de casos se basó en los criterios de la ACR para artrosis de rodilla y de manos, lo cual supone una limitación del estudio por no incluir casos de artrosis de cadera o de columna. La prevalencia de artrosis sintomática de rodilla y de mano se estimó en el 10,2% (IC [intervalo de confianza] 95%, 8,5 a 11,9%) –14,0% en mujeres y 5,7% en hombres– y el 6,2% (IC 95%, 5,9 a 6,5%) –9,5% en mujeres y 2,3% en hombres–, respectivamente (véase la tabla 4 para la distribución de prevalencia por grupos de edades). Los factores que mostraron una asociación significativa con el riesgo de padecer artrosis de rodilla fueron el sexo femenino (OR [odds ratio] = 2,1; IC95%, 1,4 a 3,4), edad > 50 años (OR = 10,5; IC95%, 5,5 a 20), y obesidad (OR = 2,2; IC95%, 1,4 a 3,3). Los pocos datos acerca de la prevalencia de la artrosis en la población española provienen de 2 estudios de corte transversal, y de ámbito local, y de un estudio más reciente, también con diseño de corte transversal, con carácter nacional (el estudio EPISER). No existen estudios longitudinales para la estimación de la incidencia de artrosis en nuestro país. El primer estudio de corte, realizado sobre una muestra de 950 individuos de Los Cortijos (Ciudad Real), encontró una prevalencia de la artrosis del 26,1%31. El otro estudio local se realizó en Asturias sobre una muestra estratificada aleatoria de 702 individuos, y en el que se estimó la prevalencia de la artrosis en 23,8%32. ESTUDIOS DE COHORTE EN ARTROSIS El estudio EPISER supone el intento más serio de estimación de la prevalencia de artrosis, y de otras enfermedades reumáticas, en la población general hasta la fecha33. El estudio utilizó un muestreo aleatorio estratificado polietápico para En el proceso de evaluación de la evidencia epidemiológica hay que tener en cuenta como premisa fundamental el diseño y la metodología empleados en la ejecución de los diferentes estudios. La valoración crítica de dichos aspectos es crucial en la evaluación tanto de la validez interna (v. g. ¿Tiene el estudio un nivel de calidad adecuado?) y externa (v. g. ¿Son los resultados del estudio generalizables?), y de las relaciones de causalidad que se quieren inferir de los resultados observados. En general, el diseño de ensayo clínicos aleatorizado, cuando está bien ejecutado, tiene la capacidad de proveer el mejor nivel de validez interna y es, por tanto, considerado como el de mayor peso en cuanto a la provisión de evidencia34,35 (Tabla 5). En determinadas circunstancias (v. g. la evaluación de fac- Epidemiología de la artrosis 17 Tabla 5. Niveles de evidencia según tipo de estudio* Grado de recomendación A Nivel de evidencia Tipo de estudios 1a 1b 1c Revisiones sistemáticas de ensayos clínicos aleatorizados Ensayo clínico aleatorizado individual Estudios de todos o ninguno* 2a 2b Revisiones sistemáticas de estudios de cohortes Estudio de cohortes individual (incluyendo ensayos clínicos aleatorizados de baja calidad) Estudios de desenlaces Revisiones sistemáticas de estudios de casos y controles Estudio de casos y controles individual B 2c 3a 3b C 4 D 5 Series de casos (y estudios de cohortes y casos-controles de poca calidad) Opinión de expertos *Estudios en los que todos los pacientes no sometidos al tratamiento mueren/fracasan, y de los tratados algunos sobreviven/se benefician; o cuando muchos pacientes sin el tratamiento mueren/fracasan y ninguno muere/fracasa con él. Adaptada de Cook et al., 1995. tores de riesgo de incidencia y progresión de una enfermedad), la mejor evidencia puede provenir de estudios observacionales de casos y controles o de cohortes, sobre todo estudios de cohorte prospectivos con tamaños de muestra grandes. Sin embargo, la dificultad y el coste en la ejecución de estos tipos de estudios (analíticos) determinan que, en un primer paso, se acuda a estudios observacionales descriptivos (v. g. series de casos, estudios ecológicos y estudios de corte transversal) para la formulación de hipótesis, que serán posteriormente validadas con estudios observacionales analíticos, o incluso con estudios de diseño experimental (ensayos clínicos) o cuasiexperimental (intervenciones sobre grupos poblacionales). En una revisión sistemática de estudios epidemiológicos, que se ha llevado a cabo recientemente bajo el auspicio de la Iniciativa para la Artrosis (véase más adelante), se identificaron un total de 25 estudios longitudinales de cohorte36. De éstos, 16 son estudios poblacionales (12 americanos y 4 europeos) y los otros 9 son estudios cohortes de pacientes con artrosis (7 europeos y 2 americanos) (Tablas 6 y 7). Los estudios de cohorte poblacionales seleccionan muestras aleatorias de la población, por lo que ofrecen la posibilidad de identificar factores asociados con el desarrollo de la enfermedad (v. g. factores de riesgo para la presentación de la enfermedad). Además, ofrecen la oportunidad de estudiar un amplio abanico de manifestaciones clínicas presentes en personas con estadios diferentes de la enfermedad. En este sentido, permi- ten evaluar correlaciones entre síntomas y limitaciones funcionales o cambios radiológicos de artrosis en personas de entre la población general36. Por otra parte, los estudios de cohortes de pacientes permiten el estudio de la historia natural de la enfermedad y la identificación de marcadores de progresión. Muchos de los datos que se van a presentar en las secciones subsiguientes provienen de análisis realizados en el contexto de estos estudios. Sin embargo, expertos en artrosis, que han evaluado las limitaciones metodológicas de estos estudios existentes, han concluido que, para la identificación eficiente de biomarcadores de la enfermedad, se requiere la implementación de un estudio de cohorte prospectivo que incluya al menos 5.000 pacientes con artrosis. Un esfuerzo de colaboración entre instituciones académicas, industria farmacéutica y organizaciones gubernativas, la Iniciativa para la Artrosis (OAI) (Osteoarthritis Initiative, 2002), ha puesto en marcha recientemente dicho estudio, del que se esperan contribuciones sustanciales al conocimiento acerca de la progresión de la artrosis. Más específicamente, la OAI ha sido formulada con el propósito de desarrollar un proyecto que facilite la evaluación científica de biomarcadores del remodelado óseo y cartilaginoso en artrosis. Estos marcadores, incluyendo parámetros biomecánicos de remodelado de hueso y cartílago y características anatómicas de la articulación visualizadas con técnicas de imagen, podrán ser Arthros 18 Tabla 6. Estudios poblacionales longitudinales en artrosis Año Cohortes americanas Baltimore Longitudinal Study of Aging Framingham Osteoarthritis Cohort Study Dynamics of Health, Aging, and Body Composition Indiana University Multipurpose Arthritis and Musculoskeletal Diseases Center Johnston County Osteoarthritis Project Michigan Bone Health Study Study of Women Across the Nation San Antonio Longitudinal Study of Aging Study of Osteoporotic Fractures Women’s Health in Aging Study National Health and Nutrition Examination Survey Cohortes europeas Chingford Study (Gran Bretaña) Malmö #1: Preventive Study (Suecia) Malmö #2: Nutrition and Cancer Study (Suecia) Progetto Veneto Anziani (PRO.V.A.) (Italia) Rotterdam Study (Holanda) N Edad Articulación 1978 1993 1998 300 1.779 3.075 40-89 media 50 s 70-79 R, M R, M R 1996 1997 1993 1996 1992 1988 1995 . 465 3.200 601 543 749 9.704 1.002 5.000 ≥65 ≥45 25-45 42-52 ≥65 ≥65 ≥65 ≥60 R R, C, M R, M R, M R, C, M R, M, Cn R, C, M R, M 1989 1979 1996 1990 1993 1.000 33.000 30.000 3.000 2.745 45-67 media 45 50-75 ≥65 ≥55 R, C, M, Cn R, C, M, Cn R, C, M, Cn R, C, M R, C, M, Cn R = rodilla; C = cadera; M = mano; Cn = columna. utilizados a modo de marcadores subrogados en ensayos clínicos de nuevos agentes e intervenciones terapéuticas. pación tanto de factores de riesgo sistémicos como factores locales o biomecánicos. La presencia de uno o más de estos factores, y, quizás, sobre todo, la presencia de un mayor o menor grado de interacción entre ellos, induce el desarrollo y facilita la progresión de la enfermedad. Algunos de estos factores, o interacciones, son factores de riesgo para la aparición de la enfermedad y otros para la progresión de la misma. También se ha sugerido que la enfermedad resul- FACTORES DE RIESGO La artrosis es una enfermedad heterogénea, de etiología compleja, multifactorial, con la partici- Tabla 7. Estudios de cohorte prospectivos en pacientes con artrosis Cohortes americanas Boston Osteoarthritis of the Knee Study Indiana University Multipurpose Arthritis and Musculoskeletal Diseases Center Mechanical Factors in Arthritis of the Knee Study Cohortes europeas Bristol Phasic OA Knee Study, Gran Bretaña ECHODIAH Study, Francia Lund University Hospital, Suecia Nottingham, Gran Bretaña The Spenshult Cohort, Suecia Ulm Osteoarthritis Study, Alemania Bristol500, Gran Bretaña R = rodilla; C = cadera; M = mano. Año N Edad Articulación 1997 349 media 66 R 1999 1997 253 300 media 62 33-96 R R 1996 1994 1973 1996 1996 1996 135 508 38-81 media 63 media 55 media 72 35-54 <76 media 65 R C R, M R R R, C, M R, C, M 225 204 809 500 Epidemiología de la artrosis ta de la interacción de factores constitucionales y medioambientales, los cuales pueden determinar la presentación de la enfermedad en forma de artrosis generalizada, de columna, de rodilla, de mano o de cadera37. Así, se ha comunicado la existencia de interacciones entre edad, obesidad o factores genéticos –factores sistémicos– y una serie de factores biomecánicos locales. FACTORES ETIOPATOGÉNICOS SISTÉMICOS Factores sistémicos como edad, sexo, raza/etnicidad, factores genéticos, densidad ósea, factores hormonales y factores nutricionales han sido relacionados con el desarrollo o progresión de la artrosis12,15,17,38-43. Referencia a la edad y el sexo –los factores sistémicos más importantes– ya se ha hecho en el epígrafe de prevalencia e incidencia. Adicionalmente, se ha comunicado que el riesgo de desarrollo de artrosis después de una lesión de rodilla aumenta cuando dicha lesión se produce después de los 30 años44. También, es sabido que el riesgo de padecer artrosis de mano es mayor en mujeres, riesgo que se ve incrementado con lesiones locales relacionadas con ciertas ocupaciones. Dichas observaciones ilustran la existencia de interacciones entre factores sistémicos y locales Factores genéticos Al igual que con otras enfermedades crónicas, una gran proporción de la enfermedad puede ser atribuida a factores genéticos. Estudios familiares han mostrado de forma consistente un incremento en el riesgo de padecer la enfermedad en familiares de primer grado; las estimaciones de este riesgo genético relativo se encuentran en un rango que va de 2 a 7 veces, en comparación con la población general o con individuos pareados por edad y sexo45-47. Estudios con gemelos monocigóticos y dicigóticos han estimado que la proporción de artrosis de mano o cadera que puede ser atribuida, al menos en parte, a la herencia genética es superior al 50%48,49. En la artrosis de rodilla los factores genéticos parecen ser menos determinantes que en otras localizaciones como las manos, quizá porque existe una asociación más fuerte en esta localización con factores biomecánicos 38. Se 19 estima que la participación de factores genéticos en la artrosis de rodilla está en el rango del 10 al 30%48. Estudios recientes que han utilizado la tecnología de microarray han caracterizado a la artrosis como una enfermedad poligénica37. Como candidatos más probables se han sugerido una serie de genes localizados en los cromosomas 2, 4, 7, 11 y 1649-51. Se han identificado una serie de locus específicos que, por ejemplo, asocian la artrosis de mano a los locus 7p15-p21 y 11q12-1349, y la artrosis de cadera al locus 11q12.1-q23.252. Los estudios de asociación y de análisis de ligamiento genético han identificado a los genes del colágeno tipo II (COL2A1) y del receptor de la vitamina D (VDR) como candidatos principales53. Finalmente, se han descrito casos familiares en los que la artrosis se ha transmitido como un rasgo genético mendeliano. Estos casos, en los que el componente genético es tan predominante, son raros; en la mayoría de la población es la interacción de factores genéticos y medioambientales la que determina el fenotipo de la enfermedad. Inflamación y artrosis La artrosis no tiene el componente inflamatorio de otras enfermedades reumáticas como artritis reumatoide, artritis psoriásica o artritis microcristalinas; sin embargo, se está demostrando de forma consistente la presencia de niveles elevados de proteína C reactiva que pudieran ser indicativos de la presencia de un proceso inflamatorio sistémico43,54-56. Varios estudios han mostrado evidencia de una posible asociación entre los niveles de proteína C reactiva y el riesgo de progresión radiográfica de la artrosis de rodilla y de cadera43,54,55. Sin embargo, los autores de un estudio reciente sólo han podido demostrar una asociación entre dichos niveles y la percepción de dolor y no con las manifestaciones radiológicas; si bien hay que considerar que el diseño de este estudio es de corte transversal56. Factores nutricionales Se ha investigado el papel de ciertos componentes de la dieta en la incidencia y progresión de la enfermedad. Resultados de estudios longitudinales han mostrado un posible efecto protector de vitamina C y D en la progresión radiográfica de artrosis de rodilla57,58 y de cadera59. El efecto 20 de vitamina D pudiera estar relacionado con la existencia (probable) de una asociación inversa entre osteoporosis y artrosis60. Resultados del estudio Framingham muestran que aquellas personas con niveles más altos de densidad mineral ósea tienen un menor riesgo de progresión radiológica (caracterizada por disminución del espacio articular)61. Si bien la técnica radiológica utilizada en dicho estudio para la valoración del espesor del cartílago hace que dicha observación se deba tomar con cautela. Factores hormonales Ya se ha dicho que el riesgo de artrosis es comparable para hombres y mujeres hasta los 50 años y que después de dicha edad tanto la incidencia como la prevalencia de artrosis son mayores y se incrementan de forma más rápida en mujeres18,21. Incluso se ha descrito la existencia de una “artrosis menopáusica” que se caracteriza por el rápido desarrollo de artrosis en múltiples articulaciones de las manos en el momento de la menopausia62,63. Estas observaciones sugieren que la deficiencia estrogénica puede constituir un factor etiopatogénico para artrosis, como ocurre con otras enfermedades crónicas (v. g. enfermedad arterial coronaria, osteoporosis y gota)64. Aunque los mecanismos no están claros, se sugiere que el efecto protector de estas hormonas estaría mediado por la expresión del receptor alfa estrogénico en condrocitos65,66. En este sentido, recientemente se ha comunicado que ciertos polimorfismos en el gen de dicho receptor se asocian con artrosis radiográfica de rodilla, y en particular con la presentación de osteofitos, tanto en hombres como en mujeres67. Varios estudios transversales y 2 recientes longitudinales han mostrado evidencia de que la utilización de terapia hormonal sustitutiva tras la menopausia se asocia con una disminución moderada en el riesgo de aparición de artrosis de cadera o rodilla40-42,64,68. Resultados del estudio Framingham muestran que la prevalencia de artrosis es un 40% menor en aquellas mujeres con historia de uso prolongado de terapia hormonal sustitutiva en comparación con aquellas con uso menos prolongado o no uso40. Del mismo modo, estudios prospectivos han mostrado que el riesgo (la incidencia) y la tasa de progresión de la artrosis son inferiores en mujeres que usan terapia hormonal sustitutiva64,68. Sin embargo, no se ha demostrado un efecto protector de estos agentes en cuanto a la presentación sintomática de la enfermedad69. Arthros FACTORES ETIOPATOGÉNICOS LOCALES Se considera a la artrosis como una enfermedad en la que el rasgo patológico principal es la pérdida de cartílago hialino; sin embargo, recientemente, se está comenzando a definir a la artrosis como una enfermedad “de órgano completo”, debido a que todas las estructuras periarticulares –incluyendo músculos, ligamentos, tendones, membrana sinovial, nervios y hueso– se ven afectadas en un mayor o menor grado70. Bajo este modelo, el papel etiopatogénico de factores biomecánicos en cuanto a la incidencia y la progresión de la artrosis toma aún mayor relevancia si cabe. Se han descrito como posibles factores de riesgo locales toda una serie de acontecimientos y alteraciones biomecánicas tales como: grandes traumatismos (con lesión meniscal, capsuloligamentosa, ósea...), traumatismos repetitivos, deformidad articular (congénita o no), laxitud articular, alteraciones propioceptivas, o debilidad muscular 62,63,71-75. Traumatismos articulares graves. Las lesiones subsecuentes a traumatismos articulares pueden resultar en alteraciones de la biomecánica de la articulación, con desplazamiento de los vectores de carga articular normal y aumento del estrés mecánico en ciertas áreas específicas, lo cual se traduce en un aumento del riesgo de desarrollo de artrosis. Se ha mostrado evidencia de que los hombres con historia previa de traumatismo importante de rodilla –con lesión de ligamentos cruzados y/o roturas meniscales– tienen un aumento en el riesgo de desarrollo de artrosis de rodilla en un rango que va de 3 a 6 veces; en mujeres este riesgo se incrementa en unas 2 a 3 veces8,75. Traumatismos repetitivos. Los estudios epidemiológicos muestran evidencia consistente de que aquellos trabajos o actividades que requieren un uso repetitivo de ciertas articulaciones se asocian con un mayor riesgo en el desarrollo de artrosis76. Se ha sugerido, por ejemplo, que del 15 al 30% de la incidencia de artrosis de rodilla en el sexo masculino puede ser debida, al menos en parte, a trabajos que requieran agacharse, gatear, o ponerse en cuclillas, además de cargar peso77. También se han encontrado elevadas tasas de artrosis en articulaciones de carga en atletas de elite, incluyendo jugadores de fútbol y corredores, comparado con controles; y esto incluso en aquellos deportistas sin antecedente de trauma- Epidemiología de la artrosis 21 tismo importante78-80. Estas actividades deportivas de alto nivel pueden suponer una combinación de riesgo de traumatismo importante y de uso repetitivo. Por otra parte, en 2 estudios longitudinales recientes que analizaban la relación entre el nivel de actividad física y artrosis de rodilla, se ha mostrado que niveles elevados de actividad física suponen un riesgo importante de desarrollo de artrosis sintomática y radiológica de rodilla, especialmente en obesos, mientras que niveles bajos y moderados no mostraron tal asociación81,82. les también se ha demostrado que la pérdida de peso se acompaña con una disminución significativa en la incidencia de artrosis71,92. El componente de sobrecarga mecánica que resulta del aumento en el índice de masa corporal parece cumplir un papel importante en el incremento de riesgo de artrosis en articulaciones de carga. Sin embargo, dicho factor no parece explicar la asociación observada con el riesgo de artrosis en articulaciones de las manos y con el mencionado efecto de interacción con el sexo18,94. Alteraciones en el alineamiento articular. Cualquier alteración en el eje funcional de una articulación puede determinar anomalías en la distribución de cargas sobre las distintas superficies de dicha articulación, con el consiguiente impacto en la estructura del cartílago hialino. Esto se ha observado de forma principal en las articulaciones de las rodillas, en las que alteraciones de alineación se han asociado con un aumento en el riesgo de progresión de artrosis, manifestado por un aumento en la velocidad de pérdida del cartílago articular 83-85. Se sugiere un efecto sistémico de la obesidad, en adición al efecto biomecánico, a través de intermediarios metabólicos no identificados71. Recientemente se ha propuesto que el péptido/ hormona leptina pudiera estar relacionado con dicho efecto metabólico95. Los niveles plasmáticos de leptina se correlacionan estrechamente con la cantidad de masa adiposa, niveles que disminuyen con la pérdida de peso96. Este péptido se detecta en líquido sinovial de pacientes con artrosis, y condrocitos y otras células pueden producirlo localmente en cartílago y tejido osteofítico95. La leptina parece tener capacidad de estimular proliferación celular y síntesis de matriz a través de receptores funcionales en condrocitos articulares 97; dicho efecto anabólico podría ser directo o mediado a través del efecto de leptina en la producción de factores de crecimiento como IGF-1 o TGFβ95. Este último es un conocido estimulador de la formación de osteofitos98. De todo esto se podría deducir que el incremento del riesgo de artrosis asociado a la obesidad estaría mediado por un aumento de los niveles de leptina y su efecto consiguiente en la estimulación de TGFβ99. Debilidad muscular. En la rodilla, la contracción del cuadríceps parece proteger a la articulación a través de un efecto de deceleración del impulso de carga durante la deambulación86. En un estudio longitudinal de 3 años de duración, aquellas mujeres que desarrollaron artrosis durante el período de seguimiento mostraron menor fuerza en el cuadríceps, en el momento basal, en comparación con las que no desarrollaron la enfermedad87. En hombres, sin embargo, no se observó esta asociación entre la incidencia de artrosis y debilidad en el cuadríceps. Obesidad. El sobrepeso, sobre todo en niveles de obesidad, es un potente factor de riesgo para el desarrollo de artrosis de rodilla, de cadera y, quizás, de manos68,88-93; y este efecto persiste después de ajustar por posibles factores de confusión. El riesgo de artrosis radiográfica en personas obesas se incrementa en un factor de 4 en comparación con personas con un índice de masa corporal inferior a 2577. Algunos estudios sugieren la presencia de un efecto de interacción entre obesidad y sexo, de forma que dicha asociación parece ser más fuerte en mujeres que en hombres68,91-93. Por otra parte, la obesidad parece conferir un mayor riesgo de afectación bilateral y de enfermedad progresiva68,88-93. En estudios longitudina- En resumen, los factores sistémicos actuarían como “predisponentes”, a través de diversos posibles mecanismos no bien conocidos, y sería la interacción de estos factores con factores locales biomecánicos, tales como grandes traumatismos, traumatismos repetitivos, deformidad articular, laxitud, alteraciones propioceptivas o debilidad muscular, los que finalmente desencadenarían el proceso en las articulaciones interesadas (Fig. 1). Esta interrelación entre factores locales y sistémicos se pone de manifiesto incluso en aquellos grupos familiares en los que la artrosis se presenta a edades tempranas a causa de una gran carga hereditaria. Este efecto determina variabilidad en la distribución anatómica de la artrosis entre los miembros de una misma familia con dicho rasgo genético, lo que sugiere la intervención de fac- Arthros 22 Factores biomecánicos locales Factores sistémicos Lesión sobre artic. Obesidad Deformidad artic. Debilidad muscular Edad Sexo Raza Factores genéticos Densidad ósea THS (posmenopausia) Factores nutricionales Predisposición Otros factores sistémicos Localización y gravedad THS: terapia hormonal sustitutiva Figura 1. Esquema etiopatogénico de la artrosis: factores atribuidos. tores locales biomecánicos, que actuarían sobre articulaciones genéticamente predispuestas71. Con todo esto, la identificación precisa de factores de riesgo para la incidencia de la enfermedad va a depender en gran medida del desarrollo de nuevos modelos patogénicos. En estos momentos está abierto el debate respecto a la posibilidad de que el origen de la enfermedad radique en alteraciones metabólicas y estructurales del hueso subcondral y que, por tanto, las alteraciones en el cartílago serían secundarias100. Por otra parte, el avance en la definición de factores de riesgo para la progresión de la enfermedad va a depender, al menos en parte, del refinamiento de BIBLIOGRAFÍA 1. Braunstein EM, Brandt KD, Albrecht M. Mri demonstration of hypertrophic articular-cartilage repair in osteoarthritis. Skeletal Radiol 1990;19(5):335-9. 2. Herborng J, Nilson BE. The relationship between osteophytes in the knee joints, osteoarthritis and aging. Acta Orthop Scand 1973;44(69):74. 3. Myers SL, Brandt KD, Ehlich JW, et al. Synovial inflammation in patients with early osteoarthritis of the knee. J Rheumatol 1990;17(12):1662-9. 4. Peyron JG, Altman RD. The epidemiology of osteoarthritis. En: Moskowitz RW, Howell DS, Goldberg VM, Mankin HJ (eds). 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Raynauld JP, Martel-Pelletier J, Berthiaume MJ, et al. Quantitative magnetic resonance imaging evaluation of knee osteoarthritis progression over two years and correlation with clinical symptoms and radiologic changes. Arthritis Rheum 2004;50(2):476-87. Arthros 26 Bibliografía comentada POR LOS DRES. CAYETANO ALEGRE DE MIQUEL Y ANTONIO PONCE VARGAS Laxitud articular y el síndrome de hipermovilidad articular benigna en estudiantes y profesionales de la danza Joint laxity and the benign joint hypermobility syndrome in student and professional ballet dancers McComarmack M, Briggs J, Hakim A, Grahame R Journal Rheum 2004;31:173-8 Aspectos reumatológicos de la danza Rheumatological aspects of dance Bird H Journal Rheum 2004;112-3 El ejercicio que la danza requiere es quizás la mayor sobrecarga articular por una profesión. Las exigencias de la coreografía obligan a unas modificaciones de la estética corporal que interfieren con los requerimientos exigidos para el esfuerzo y la intensidad del ejercicio. El objetivo del estudio fue conocer la prevalencia del síndrome de hiperlaxitud (SH) en bailarines y cómo les puede afectar. Hay que destacar que es un estudio realizado en varones y mujeres, el primero que distingue entre ambos sexos. Se realizó comparando los bailarines del Ballet Real de Londres con jóvenes y adultos de una escuela local, se analizaron los criterios clásicos de Beighton para el SH, las variantes antropométricas y los síntomas clínicos. Se encontró que la prevalencia de SH es elevada en los bailarines, tanto varones como mujeres, siendo mayor en los estudiantes que en los profesionales de la danza. Los síntomas más comunes fueron las artralgias, principalmente en varones; las mujeres aquejaban más dolor cuando se asociaban otros problemas, especialmente con piel elástica. Concluyen que el SH es frecuente en los bailarines, que en mujeres puede tener una influencia negativa, dificultando el entrenamiento, no siendo el mismo patrón en varones, en los cuales el dolor y las lesiones se relacionan con otras causas diferentes del SH. Comentario: El SH se ha descrito como uno de los factores de riesgo relacionados con la aparición de artrosis en el adulto. La sobrecarga articular en el deporte o en las diferentes profesiones según el ejercicio y posición requeridos también son factores de riesgo para la aparición de la artrosis. En el grupo de bailarines encontramos sumados ambos factores y, como dice la editorial, las exigencias de la coreografía no les permite un remodelaje corporal adecuado a los requerimientos. Estos estudios nos ayudan a poder prevenir los mecanismos que posteriormente desencadenan la degeneración articular. En este análisis se siguen utilizando los criterios de Beighton de 1998 en lugar del sistema de Carter y Wilkinson. Las artralgias se detectaron en un 80% de los bailarines, y luxaciones múltiples en un 40%. La localización más frecuente fue en los tobillos, donde raramente se ve artrosis primaria. La laxitud articular puede también estar influenciada por el estado hormonal, la elevación de los estrógenos en ciclo menstrual o la asociación con los niveles de relaxina durante el embarazo. El SH no es una contraindicación para iniciar una carrera de ballet, pero sí se ha de tener en cuenta para la prevención de lesiones mediante ejercicios de propiocepción, correcciones biomecánicas y entrenamientos lentos y disciplinados. Epidemiología de la artrosis 27 Artrosis de la rodilla en varo: ¿dónde está el varo? Varus knee osteoarthritis: whence the varus? Cooke TDV, Scudamore A, Greer W Journal Rheum 2003;30:2521-3 La artrosis de rodilla se está enfocando como un problema multidisciplinar, viéndola como un órgano que puede generar artrosis por diversos mecanismos: – problemas estáticos/mecánicos como la geometría, la alineación o la laxitud; – problemas dinámicos como motores o sensoriales; – problemas biológicos como inflamación, depósito de cristales, defectos del colágeno y enfermedades metabólicas. En este editorial analizan la asociación de la mala alineación y la artrosis en la superficie de carga en el cartílago articular de la rodilla. Es común ver en las artrosis de rodilla una deformidad en varo; esto significa una reducción del espacio articular en el compartimiento interno femorotibial; al contrario, la deformidad en valgo (knock-knee) tiene una reducción de interlínea en el compartimiento externo femorotibial. Tanto el varo como el valgo aumentan la reducción del espacio articular y esta progresión se correlaciona con el grado de deformidad. Enfermedades del desarrollo pueden condicionar una tibia vara, pero en la artrosis la tibia no parece estar implicada en la deformación, excepto en casos con grandes destrucciones, generalmente asociado a osteoporosis u osteomalacia. La deformidad viene por la pérdida del ángulo valgo del fémur distal; esto significa que hay un remodelaje de la geometría del fémur durante el proceso evolutivo de la enfermedad. El envejecimiento por la edad podría ser otro factor: aumenta el varo aun en ausencia de artrosis, y según el grado podría hacernos vulnerables. En la osteotomía para corregir el varo se escoge la tibia para corregir el ángulo. De esta reflexión nacen múltiples preguntas: ¿la reducción del ángulo valgo de fémur es causa de la enfermedad o la produce? ¿Cómo puede influenciar en la patogénesis de la artrosis? ¿En caso de ausencia de lesión ósea qué es lo que produce el varo? ¿Qué es primero, la debilidad de los ligamentos y músculos o la sobrecarga mecánica? ¿Por qué en cirugía se escoge la tibia si la desviación más frecuente es en fémur? ¿La corrección del ángulo sirve para evitar la progresión de la enfermedad? ¿Las medidas no quirúrgicas como las rodilleras o el ejercicio pueden modificar el curso de la enfermedad? Son necesarios estudios longitudinales en poblaciones de riesgo antes de que aparezca la desviación en valgo. Desarrollar sistemas y protocolos para valorar múltiples factores de riesgo: peso, osteoporosis/osteomalacia, sobrecarga mecánica, factores sociales y raciales, ejercicio, alcohol, tabaco, medicación. Establecer la relación entre los cambios de alineación y los marcadores biológicos de la degradación cartilaginosa. Revalorar la osteotomía de tibia y las diferencias con las deformidades de fémur. Comentario: Es interesante el replanteamiento de cosas tan asumidas que ya no nos preguntamos: ¿por qué el varo? ¿Dónde está el varo?. Los articulistas concluyen con unas propuestas de estudio importantes, y que parece absurdo que en una enfermedad tan prevalente no estén hechas. Es interesante la consideración de la rodilla como un órgano con sus mecanismos estáticos, dinámicos y biológicos, pero no creo que aporte gran cosa al estudio y consideración de la misma. Arthros 28 Factores de riesgo para la progresión de la degeneración discal en el raquis lumbar Risck factors for progression of lumbar spine disc degeneration. The Chingford Study Hassett G, Hart DJ, Maneck NJ, Doyle DV, Spector TD Arthritis Rheum 2003;48:3112-7 Hay muy pocas publicaciones acerca de los factores de riesgo de la degeneración discal lumbar y de la historia natural de la enfermedad. Este artículo analiza una cohorte de mujeres, examinando la progresión radiológica durante 9 años. Leyeron 796 pares de radiografías lumbares, por un solo lector, buscando osteofitosis y reducción del espacio discal usando el atlas Lane. La edad media fue de 53,8 años ± 6 y el índice corporal de 25,4 ± 4; la progresión de la osteofitosis fue de un 3% al año y del pinzamiento de un 4%/año. Es curioso que no se hayan analizado los factores de riesgo para la progresión de la artrosis lumbar. Aun así, no nos dice gran cosa nueva, conocemos la relación que existe con la artrosis de cadera y rodilla y con la edad, conocemos la no-relación con la artrosis de manos, sorprende la poca significancia con el peso y la actividad física; puede ser que, al ser un grupo de mujeres, la actividad física sea menos agresiva o de menos carga que en los hombres y por eso difiera de otros trabajos que asocian actividad física y lumboartrosis. No se correlacionó con el tabaquismo, la actividad física, la terapia hormonal sustitutiva, la multiparidad ni con la artrosis de manos. La progresión de un 4% al año parece muy alta, sobre todo no teniendo relación con la actividad física, debiéndonos preguntar: ¿cuál debe ser la causa de dicha pérdida de altura discal? Podría ser la deshidratación del disco debido a la edad, ya que se ha escogido una población de mujeres periposmenopáusicas en las cuales los cambios metabólicos son muy importantes y la hidratación y elasticidad de los tejidos varían enormemente. La población estudiada en tratamiento hormonal sustitutivo no mostró diferencias con el resto del grupo. Comentario: Sorprende que este sea el primer estudio longitudinal de la degeneración discal lumbar, siendo lo prevalente que es y la principal causa de incapacidades laborales. La presencia de dolor lumbar asociado a progresión de la artrosis es una evidencia clínica que este estudio confirma y que estudios anteriores decían que no parecía relacionado. El pinzamiento está relacionado con la edad, la lumbalgia, la artrosis de rodilla o de cadera. La progresión de los osteofitos está asociada a la edad, a la artrosis de cadera y, mínimamente, con un índice corporal superior a 30. Epidemiología de la artrosis 29 Comparación de 3 terapias activas contra el dolor lumbar crónico: resultados de un ensayo clínico aleatorizado con seguimiento a 1 año Comparison of three active therapies for chronic low back pain: results of a randomized clinical trial with one-year follow-up Mannion AF, Müntener M, Taimela S, Dvorak J Rheumatology 2001;40:772-8 Diseño: Ensayo aleatorizado por distribución oculta, no ciego y controlado, con 12 meses de seguimiento. Nivel de evidencia: (B) 2 c - Investigación de “evolución/resultados”. Financiación: Swiss National Science Foundation; Schulthess Klinik Research Fund, Zurich, Suiza. Contexto: Un hospital en Suiza. Pacientes: Fueron incluidos 148 individuos de hasta 65 años (edad media, 45 años; el 57% mujeres), todos ellos con dolor lumbar desde hacía 11 años en promedio. Los pacientes seleccionados sufrían dolor lumbar desde hacía por lo menos 3 meses. El dolor era grave, con picos de intensidad suficientes en algunos casos como para requerir atención médica o motivar faltas al trabajo. Se excluyó a quienes tuvieran dolor grave constante o persistente, a las embarazadas, a los recién operados de columna y a los sujetos con compromiso radicular, acompañado de déficit neurológico. Completó el seguimiento el 86% de los participantes. Intervención: Se dividió a los pacientes en 3 grupos. El de fisioterapia (n = 49) practicaría sesiones individuales de media hora, recibiendo instrucción sobre principios ergonómicos e indicaciones para realizar ejercicios en casa. El de ejercicios aeróbicos de reducido impacto (n = 50) debía realizar sesiones de 1 h. El grupo de entrenamiento con aparatos (n = 49) también realizaría sesiones de 1 h, con reacondicionamiento específico de músculos troncales en máquinas de entrenamiento. En todos los casos, la duración del tratamiento sería de 3 meses. Medidas de desenlace: Fueron la intensidad del dolor (medido en una escala visual analógica, puntuación de 0 a 10), su frecuencia (sin dolor = 1, dolor esporádico = 2, frecuente = 3, continuado = 4) y el grado de discapacidad (medido por la escala de Roland y Morris [Roland M, Morris R. Spine 1983;8: 141-4], que abarca entre 0 y 24 puntos). Resultados: Se efectuó análisis por intención de tratar. En los 3 grupos se observó disminución de la frecuencia e intensidad en las puntuaciones de dolor a los 12 meses, sin diferencias significativas entre grupos. También en los puntuaciones de discapacidad se observaron reducciones en los 3 grupos; sin embargo, en este caso el grupo de fisioterapia (que experimentó un crecimiento en las puntuaciones de discapacidad a los 6 meses) difirió estadísticamente de los otros dos: 7,4 puntos sobre un máximo de 24 a los 12 meses, contra 6,2 puntos del grupo de ejercicios aeróbicos y 5,8 del de aparatos (p = 0,03). Conclusión: Las conclusiones son 2. En primer lugar, tanto la fisioterapia como el entrenamiento específico con aparatos y el ejercicio aeróbico alcanzan eficacia similar en la reducción de la intensidad y la frecuencia del dolor lumbar crónico. En segundo término, el grupo de fisioterapia no logró mantener –6 meses después de concluido el seguimiento– las reducciones de puntuación de discapacidad alcanzadas a los 12 meses. Discusión: El dolor lumbar crónico es una condición grave, que se asocia con elevado costo social y económico. Este bien diseñado estudio de Mannion, et al. comparó la eficacia relativa de 3 planes terapéuticos contra el dolor lumbar. Los investigadores no han incluido un grupo de control exento de tratamiento, pero anteriores revisiones sistemáticas parecen indicar que las terapias físicas activas dan mejor resultado que la atención clínica habitual. Dada la lejanía del dolor en los pacientes evaluados por Mannion, et al., no parece probable que las mejorías observadas formen meramente parte de la historia natural del trastorno. En todo caso, conviene tener en cuenta que los participantes eran voluntarios, motivados para responder a una convocatoria de esta clase; el grado de mejoría observado puede haber sido superior al que se alcanzaría en la habitual atención clínica. Al finalizar cada uno de los planes de 3 meses, los 3 grupos mostraron similar efectividad en las medidas de evolución. No obstante, el grupo de fisioterapia mostró incremento de los índices autoinformados de discapacidad y niveles de perturbación psicológica al término de los 6 meses de seguimiento. Tal hallazgo merece la realización de un Arthros 30 nuevo estudio, dirigido a determinar si existe una diferencia clínicamente significativa en la evolución que cabría esperar de los diferentes grupos. En líneas generales, este estudio confirma los hallazgos de otros investigadores, que han sugerido que los diferentes métodos físicos empleados contra el dolor de espalda ofrecen eficacia similar. Por últi- mo, parecería que en el dolor lumbar crónico ciertas terapias activas son superiores a la atención personalizada. Convendría que los clínicos adaptasen sus enfoques terapéuticos en la lumbalgia crónica según el grado de disponibilidad de las diferentes terapias, a sus costos y a las preferencias de los pacientes. Ensayo controlado de cirugía artroscópica en la osteoartritis de rodilla A controlled trial of arthroscopic surgery for osteoarthritis of the knee Moseley JB, O”Malley K, Petersen NJ y colaboradores N Engl J Med 2002; 347: 81-8. Diseño: Ensayo randomizado (aleatorizado) por distribución oculta, en ciego (pacientes, evaluadores de resultados) y controlado contra placebo, con seguimiento a 2 años. Contexto: Un centro médico de la Veterans Affairs Administration (“Dirección de ex Combatientes”), en Houston, Texas, EE.UU. Pacientes: Ingresaron 180 pacientes de hasta 75 años (edad media, 52 años; el 93% varones), que presentaban gonartrosis según los criterios del ACR (American College of Rheumatology). Los participantes tenian dolor de intensidad moderada (puntuación de 4 o superior, en una escala visual análoga de 0 a 10). El dolor debía ser persistente al menos 6 meses antes de entrar en el estudio. Los pacientes no debían haber sido sometidos a artroscopia en los últimos 2 años. Se excluyó a los sujetos que presentaban grado de severidad 9 o superior (el máximo es 12), a los que tenían deformidades severas y con enfermedades severas. El seguimiento alcanzó al 89% a un año, y al 91% a los 2 años. consistió en el mismo lavado intraarticular, el pulido de las asperezas del cartílago articular y exéresis de los fragmentos cartilaginosos o meniscales sueltos o desprendidos. Tanto el lavado como el desbridamiento fueron llevados a cabo bajo anestesia general y entubación endotraqueal. El grupo placebo fue sometido a tres incisiones cutáneas de 1 cm de profundidad, con los pacientes medicados con un tranquilizante de breve acción y un opioide, mientras respiraban aire enriquecido con oxígeno. Financiación: Department of Veterans Affairs, Washington, D.C., EE.UU. Medidas de desenlace: La principal fue el dolor a los 24 meses en la rodilla estudiada; se la midió con la KSPS (Knee-Specific Pain Scale, o Escala de Dolor Específico de Rodilla), que tiene entre cero y 100 milimetros (100 = máxima severidad del dolor). Las medidas secundarias fueron: A) dolor artrítico generalizado, medido con las AIMS2 (Arthritis Impact Measurement Scales, Escalas de Medición del Impacto de la Artritis); B) dolor corporal, medido con la subescala de dolor de la SF-36 (Short Form General Health Survey, una escala de apreciación de la salud general que consta de 36 ítems; C) funcionamiento físico, medido con dos instrumentos: una subescala de 5 ítems de la AIMS2 (que evalúa la marcha y la capacidad de flexión de la rodilla), y el puntuación de funcionamiento físico de la SF-36, que consta de 10 ítems. Intervención: Después de estratificar a los pacientes según la severidad de su artrosis, se los distribuyó en tres grupos: lavado (n = 61), desbridamiento (n = 59) o placebo (n = 60). El lavado consistió en lavar la articulación con 10 litros o más de líquido. Mediante artroscopia se quitaron todos los materiales susceptibles de remoción, y desgarros meniscales inestables. En el segundo grupo, el desbridamiento Resultados: Al año de la intervención, la puntuación media de dolor en la rodilla estudiada era de 54,8 en el grupo sometido a lavado, de 51,7 en el de desbridamiento y de 48,9 en el de placebo. A los 2 años, era de 53,7 con lavado, de 51,4 con desbridamiento y de 51,6 con placebo. Las diferencias no alcanzaron valor estadístico significativo; lo mismo se observó en todas las medidas secundarias de evolución. Nivel de evidencia: 1 b – Ensayo randomizado y controlado individual con IC estrecho. Epidemiología de la artrosis Conclusión: En pacientes con artrosis de rodilla, la cirugía artroscópica no resulta más efectiva que una intervención placebo para aliviar el dolor o mejorar el funcionamiento de la articulación. Discusión: Muchos cirujanos reconocen que es incierta la eficacia del lavado y el desbridamiento artroscópico en el tratamiento del dolor y la mejoría funcional en la gonartrosis. Para los clínicos, esta incertidumbre quedaría resuelta mediante la realización de un ensayo randomizado y controlado, que incluyera una seudointervención-placebo; pero un estudio de esas características es probablemente no sería aceptado con los Comités éticos de Ensayos Clínicos hospitalarios. Este ensayo de Moseley y colaboradores parece muy completo en material y en referencias bibliográficas, e impresiona como un trabajo cuidadosamente realizado. La metodología empleada para el análisis es adecuada. El estudio llega a la conclusión de que no existe evidencia de que el lavado o el desbridamiento sean superiores a la intervención placebo, en pacientes de estas características. Es más, en la mayoría de las comparaciones los valores de intervalo de confianza (IC) del 95% no llegan al nivel de diferencia mínimamente significativa. Dichos valores no eran preespecificados; han sido calculados post hoc, sobre los datos de la literatura disponible y de las propias cifras registradas en este estudio. En cuanto al tema ético, tal vez convenga centrar la discusión en el grado de equilibrio de la intervención, y en la capacidad de decisión concedida al paciente. Creo que este ensayo viola el principio de primum non nocere: ante todo, no perjudicar. Un simulacro de cirugía no puede ser considerado un placebo inocuo, ni siquiera cuando, como en este caso, consiste en la realización de sólo 31 tres incisiones cutáneas de 1 cm de profundidad, con el paciente anestesiado. No obstante, si el cirujano que llevó a cabo todos los procedimientos guardaba, en lo personal, dicho equilibrio (en otras palabras, si no tenía certidumbres sobre el mérito terapéutico de cada tratamiento), y si los participantes, adecuadamente informados y capaces de decidir por sí mismos, habían firmado una declaración en la que aceptaban la posibilidad de un simulacro quirúrgico, sin saber qué tipo de intervención se realizaría sobre ellos, todo ello podría constituir suficiente justificación ética para la realización del estudio. El hecho de que el 44% de los pacientes elegibles haya rehusado participar sugiere, en principio, que la información que se les proporcionó era suficientemente clara. Los que sí intervinieron pueden haber recibido menos información, o actuar movidos por criterios altruistas. Por otra parte, el hecho de que la mayoría de los pacientes elegibles se negara a participar en el estudio plantea la posibilidad de un sesgo de selección, cosa que afectaría la posibilidad de generalizar estos resultados. Los autores subrayan que los pacientes que prestaron consentimiento eran más jóvenes que los que se rehusaron, y con mayor porcentaje de personas de raza blanca; además, se veían afectados por formas de artrosis severa. Sería útil conocer los datos de seguimiento de aquellos que, habiéndose negado a entrar en el estudio, a continuación fueron sometidos a lavado o desbridamiento. De todos modos, el estudio reabre el debate sobre el verdadero valor del lavado y el desbridamiento artroscópico, en hombres activos de menos de 65 años que padecen artrosis de rodilla, pues conocemos del importante efecto placebo de cualquier intervención intraarticular. Alivio del dolor en la artrosis: lo racional en asociación terapéutica Pain relief in osteoarthritis: the rational for combination therapy Altman RD Journal Rheum 2004;31:5-7 Se trata de un editorial que ha generado un artículo en el mismo número de la revista, sobre la eficacia y la seguridad de la asociación de tramadol con paracetamol asociado a AINE inhibidores selectivos de la COX-2, para el tratamiento de la artrosis. Roy Altman inicia el editorial preguntándose: ¿por qué no se llega a conseguir el alivio del dolor en los enfermos artrósicos? El dolor es el principal problema de la artrosis, y la población de más de 65 años con artrosis es superior a 21 millones sólo en Estados Unidos. ¿Médicamente se infravalora? ¿No se Arthros 32 aplican medidas no farmacológicas como la pérdida de peso o el ejercicio? ¿Es lógica la monoterapia? Sólo el 61% de la población con artrosis es diagnosticada de la misma, no acude al médico hasta que les limita en las actividades diarias, tratándose el dolor según sus conocimientos. A este grupo de personas debería llegarles mayor información para que acudan al médico y se les pueda tratar el dolor. Para conseguir un mejor control del dolor es importante la utilización de las medidas no farmacológicas como la educación sanitaria, la comunicación con el técnico sanitario, control del peso, plantillas, bastones y otras medidas ortopédicas y ejercicio. La población artrósica tiene grandes limitaciones para realizar su actividad, más que las enfermedades cardiovasculares, la ceguera o la diabetes; hay una interrelación dinámica entre la actividad física y dolor: la voluntad y la habilidad ayudan a tener una actividad; la inactividad aumenta la discapacidad y exacerba el dolor de la artrosis. Las medicaciones utilizadas habitualmente para tratar la artrosis, los analgésicos, los AINE e infiltraciones con esteroides, han demostrado cierta eficacia frente a placebo y mejorado la función articular, pero aunque mejoren no logran un alivio suficiente ni mucho menos completo, encontrándonos habitualmente que el propio enfermo ha adoptado otras medidas suplementarias para conseguir mayor confort: aumentan la dosis de AINE, asocian otro AINE, aumentando el riesgo gastrolesivo. La asociación de analgésicos con diferente vía de acción como el tramadol, opiáceos, paracetamol y AINE, puede ser de acción aditiva al actuar en diferentes niveles de las vías de transmisión del dolor. Un 30% de los enfermos asocia un AINE con paracetamol. La asociación de tramadol 37,5 mg con paracetamol 375 y AINE-selectivo para la COX-2 demuestra evidencia para aliviar más adecuadamente el dolor de la artrosis con menos efectos adversos que la codeína y derivados. La asociación de 0,5 g de naproxeno con 4 g de paracetamol es similar a 1 g diario de naproxeno solo. Es evidente que debemos buscar los mecanismos de mejorar el dolor en la artrosis sin producir efectos adversos, y una forma es pensar más frecuentemente en la asociación de analgésicos. Revisión Cochrane sobre cirugía del prolapso de disco lumbar y espondilosis lumbar degenerativa The Cochrane review of surgery for lumbar disc prolapse and degenerative lumbar spondylosis Gibson JN, Grant IC, Waddell G Spine 1999 Sep 1; 24: 1820-32 Este trabajo tuvo por objeto determinar si la cirugía de columna lumbar resulta efectiva en pacientes con prolapso de disco lumbar o espondilosis lumbar degenerativa. Además, se determinó qué técnicas quirúrgicas resultan más convenientes. Fuentes de Información: Se identificaron estudios mediante búsqueda en 6 bases de datos, búsqueda manual en revistas de cirugía de impacto, búsqueda bibliográfica de artículos relevantes y contactos con expertos. Selección de Estudios: Se incluyeron ensayos randomizados (aleatorizados) y controlados (ERC), o semi-randomizados, que valoraban el tratamiento quirúrgico del prolapso discal lumbar o de la espondilosis lumbar degenerativa. También fueron estudia- dos síndromes clínicos con dolor lumbar, inestabilidad, estenosis vertebral e espondilolistesis degenerativa. Fueron excluidos los estudios sobre fracturas vertebrales, tumores, infecciones, deformidades infantiles, inyecciones de esteroides, anestesia local o regímenes postoperatorios especiales. Extracción de datos: Se extrajeron datos sobre los métodos, los participantes, las intervenciones y los resultados (éxito de los tratamientos, necesidad de procedimientos secundarios y tasas de fusión vertebral). Nivel de evidencia: 1a: Revisión sistemática de estudios terapéuticos randomizados (aleatorizados) y controlados (homogéneos y heterogéneos). Financiación: Medical Research Council, Gran Bretaña. Epidemiología de la artrosis Resultados: Prolapso de disco lumbar: satisficieron los criterios de selección 26 ERC. Los resultados de conjunto de 5 ERC mostraron que la administración de quimopapaína, en comparación con placebo, tendía a aumentar el éxito de los tratamientos entre los 3 y los 12 meses {P = 0,002}*+, y a disminuir la necesidad de un segundo procedimiento entre los 6 y los 24 meses {P < 0001}*+. En 5 ERC heterogéneos, que compararon la quimionucleólisis con la discectomía estándar, los resultados combinados mostraron que habían sido realizados más procedimientos secundarios en el grupo de quimopapaína que en el de cirugía {P < 0,001}*+. Al año, los malos resultados tendieron a ser menos frecuentes entre los pacientes del grupo de cirugía que entre los de quimionucleólisis {16 versus 35%, P = 0,07}*+. Al aplicar el modelo de efectos fijos, el hallazgo resultó estadísticamente significativo. Espondilosis lumbar degenerativa: No hubo ERC que compararan la cirugía con el tratamiento no quirúrgico. Cumplían los criterios de selección 14 de los ERC que evaluaban los diferentes tipos de cirugía. El metaanálisis de 3 ERC en los que se comparaba la artrodesis con la laminectomía no mostró diferencia en los resultados entre los 18 y los 24 meses. Los resultados de 7 ERC heterogéneos tendieron a mostrar artrodesis más sólidas con el uso de instrumentación que sin ella. Entre estos 7 ERC, 6 comunicaron la evolución clínica; el metaanálisis mostró incremento no significativo de resultados positivos en la fusión instrumentada, comparada con los injertos solos. No hubo diferencia en términos de dolor y discapacidad entre la fusión instrumentada y la no instrumentada. Conclusión: Las conclusiones son varias. En pacientes con prolapso de disco lumbar, la quimopapaína es más efectiva que el placebo. La discectomía puede mejorar los resultados clínicos, con menos proce- 33 dimientos secundarios que el tratamiento con quimopapaína. En cuanto a los efectos del tratamiento de la espondilosis degenerativa lumbar, los hallazgos no han sido concluyentes. Discusión: Esta cuidadosa revisión de Gibson y colaboradores muestra que los ensayos clínicos suelen abordar algunas de las preguntas -no todas- que se formulan los cirujanos especializados en columna vertebral y sus pacientes. Esta revisión también pone énfasis en la necesidad de mejorar el nivel de los ensayos clínicos sobre cirugía vertebral. La discectomía ya venía siendo empleada antes de que se diseñaran los ERC aquí evaluados, y hubiera sido razonable esperar que más de diez trabajos se ocuparan de examinar los resultados de técnicas más refinadas. Alguna evidencia hay, en los estudios evaluados, de perfeccionamientos con el paso del tiempo. Un solo ERC comparó la discectomía con el tratamiento conservador; 3 compçararon la discectomía convencional con la más reciente microdiscectomía, sin hallar diferencias. Durante muchos años, la cirugía de la espondilosis lumbar degenerativa ha sido muy discutida, y existen notables variaciones en la práctica clínica. Sólo en fecha reciente los ensayos clínicos han comenzado a comparar la fijación vertebral con técnicas conservadoras. Hubo 9 ensayos que compararon la fusión vertebral instrumentada con la no instrumentada; ello sugiere la existencia de cierta preocupación por el valor del procedimiento. Resolver el interrogante sobre su eficacia debería ser el tema de primordial importancia para los investigadores. Sin embargo, no resulta fácil diseñar y llevar a cabo ensayos quirúrgicos. Por lo general, los cirujanos no acostumbran a evaluar tratamientos nuevos o alternativos. A pesar de todo la presente revisión proporciona evidencias que pueden ser aplicadas a la práctica clínica. Conviene leerla con detenimiento. *Los valores han sido calculados a partir de los datos suministrados en el artículo. + Gibson NJ, Grant IC, Waddell G. Surgery for lumbar disc prolapse. Cochrane Review, última versión, 24 Feb 1999. En: The Cochrane Library. Oxford: Update Software.