MARE MUSICUM IV FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA DE ROQUETAS DE MAR Del 27 de octubre al 5 de noviembre en Roquetas de Mar (Almería, España) LA TEMPESTAD “Schweigt, ihr Flöten, schweigt” (“Callad, flautas, callad”) Arias y cantatas para soprano y flauta La extraña (¡y afortunada!) conjunción de astros que tuvo lugar en 1685 dio como resultado el nacimiento de tres de los más grandes compositores de la Historia de la música: Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Haendel y Domenico Scarlatti. Los setenta u ochenta años que transcurren desde que todos ellos comienzan a componer verán cómo la ópera italiana se convierte en entretenimiento por excelencia en los teatros londinenses y, al mismo tiempo, algunos instrumentos como la flauta travesera alcanzan tal popularidad que los censos ingleses de finales del XVIII hablan de miles de flautistas y ¡cientos de constructores de flautas! Son precisamente esas siete u ocho décadas las que recorre este programa, presentando en el escenario como protagonistas ora la voz, ora la flauta, y en gran parte ambas juntas. En el afán de imitar la voz humana, los compositores del siglo XVIII explotaron todos los medios técnicos y expresivos de los instrumentos. La dulzura de la flauta acompaña desde muy temprano a la voz en arias y cantatas, habitualmente a dúo con la voz de soprano. Así, aparece en numerosas cantatas de J. S. Bach, y las pocas existentes de temática profana no son una excepción, como vemos en las BWV 209 y BWV 210. Pero Bach llega más allá en el desarrollo instrumental y virtuosístico del instrumento y la flauta alcanza la cumbre de su papel solista con las Sonatas para flauta y clave y las de flauta y bajo continuo. También la producción instrumental de Haendel es extensa en sonatas y trío sonatas con flauta, y numerosas cantatas y óperas la incluyen en su instrumentación. Las rivalidades entre sopranos (y castrati) en el King’s Theatre –cuyas representaciones dirigía– eran bien conocidas, y los empresarios trataban de captar a los cantantes italianos más famosos, para los que Haendel escribía papeles de gran exigencia. El éxito de estos espectáculos desataba la pasión del público. De ahí que Nicola Porpora, compositor napolitano autor de más de cuarenta óperas y reconocido internacionalmente en su época, fuera invitado a fundar una compañía de ópera rival. Maestro de figuras como Farinelli, Caffarelli, Metastasio o incluso F. J. Haydn, sus cantatas y recitativos eran considerados “modelos de perfección para la música narrativa”. Junto a Londres y la ópera un segundo escenario, la Corte de Madrid, es testigo de los atrevimientos musicales de otro compositor de origen napolitano: Domenico Scarlatti. Conocido por sus más de quinientas sonatas para tecla, escritas desde su posición de maestro de clave de la princesa María Bárbara, no hay que olvidar sin embargo que sus óperas tenían ya gran fama mucho antes de venir a España en 1729. Narcissus fue reestrenada en Londres en 1720 y dirigida por el propio Haendel. La “Signora Durastanti”, una de las sopranos más famosas del momento, fue la intérprete del aria que abre el programa. Contrariamente a lo que se creía hasta hace unos años, Scarlatti escribió música vocal durante su estancia en Madrid, trasladando el lenguaje imaginativo y virtuoso del teclado a la voz. Lejos de una simple melodía, en Piangete... Scarlatti desarrolla un estilo vocal de lo más inusual: saltos atrevidos, giros sensuales, ritmos abruptos, armonías y modulaciones llenos de sombras y contrastes... y donde los instrumentos ayudan a reforzar los cambios de expresión de la voz (esa voz que Charles Burney, al hablar de la música de Scarlatti, decía imitar “las canciones de los carreteros y la gente común”). Por último, en el 300 aniversario del nacimiento de Carl Philipp Emanuel Bach, era justo incluir una obra de aquél que dedicó gran parte de su obra al servicio del rey flautista Federico II de Prusia, en la Corte de Postdam. Carl Philipp Emanuel escribió una gran cantidad de obras dedicadas a la flauta, pero siempre al gusto del Rey, con el principal objetivo de proporcionar material para pasar agradables veladas musicales. El Trío en la menor Wq.93 pertenece a la colección de tres que comprenden los Wq. 93, 94 y 95, escritos en 1788, el último año de vida de Carl Philipp Emanuel, quien, lejos ya de las exigencias de la corte, disfruta de total libertad para escribir una música de cámara cercana a la fantasía, el género que él consideraba más apto para expresar las pasiones del hombre. Es una obra repleta de imaginación, donde los elementos melódicos se prolongan de una voz a otra, alternándose con momentos de gran virtuosismo que exige por igual a todos los instrumentistas y pasajes repletos de gran carga emotiva y profundidad, dejando en manos del músico el poder de la interpretación. Pareciera que las pasiones, el amor, el anhelo, el desencuentro y el tormento pasan de la ópera italiana a la música instrumental, del teatro a la Corte, otorgando a la flauta el poder de la palabra, la capacidad de hablar y la expresión. Pareciera que la soprano siente, en última instancia, la amenaza de un bello rival: “Callad, flautas, callad”... Silvia Márquez