CONTRA LA CONCEPCIÓN INTERNISTA DEL SIGNIFICADO (II) 1. Presentación del problema Hemos presentado anteriormente un argumento a favor de la concepción internista del significado. Dicho argumento emanaba fundamentalmente de una teoría representacional del conocimiento, de tal manera que los significados son esas entidades internas denominadas 'ideas', acerca de las cuales tenemos certeza epistémica. Las ideas son entidades privadas a las que accedemos por introspección. El argumento que vamos a presentar pone ante los ojos un problema básico que gira en torno a la relación existente entre la palabra y su significado, es decir, entre la palabra y la idea. Desde el punto de vista del internismo, para que una palabra sea significativa, ésta debe relacionarse de alguna manera específica con una idea. Por ejemplo, no basta con que esa idea esté en mi cabeza. Es decir, yo puedo decir 'Luna' y tener la idea de la Luna en mi cabeza, sin que por ello mi proferencia de 'Luna' resulte significativa. Imaginémonos, por ejemplo, que estoy pensando en la Luna a la vez que profiero en voz alta la palabra 'Luna' que he visto es un libro escrito en una lengua que desconozco. Parece que todos nos pondríamos de acuerdo a la hora que estimar que esa preferencia de 'Luna' no es significativa. ¿Por qué? Porque no existe la relación adecuada entre la palabra 'Luna' y la idea de la Luna, a pesar de que la idea de la Luna sí está ahí. Con lo cual el internista necesita incorporar un tercer elemento en su planteamiento: palabra, idea y relación adecuada entre ambas. ¿Cuál es esa relación adecuada entre palabra e idea que hace de la palabra algo significativo? 1 Aquí parece que empieza el problema. Al principio nos preguntábamos, ¿cuál es el significado de la palabra 'Luna'? La respuesta era: la idea de Luna. Ahora vemos que con esa respuesta no basta. Necesitamos preguntarnos, ¿cuál es la relación adecuada entre la palabra ‘Luna’ y la idea de la Luna para que ‘Luna’ tenga significado? 2. El argumento Tenemos un hecho que se manifiesta de diferentes maneras. Se trata de la significatividad de una palabra P. ¿En qué consiste la significatividad de P? Respondemos de forma internista recurriendo a una relación de P con la idea I. Observamos que la relación entre P e I no puede ser cualquiera. Por ejemplo, no se trata de que P e I ocurran simultáneamente, es decir, no se trata de la relación de simultaneidad, ya que puede ocurrir que yo profiera P sin saber lo que significa y que simultáneamente I ‘esté en mi cabeza’. ¿Qué tipo de relación hay entre P e I? Supongamos que la relación sea la siguiente: P es una expresión significativa si y sólo si P significa I (o P connota I, o P está por I). Si esta es nuestra respuesta, entonces parece que nos hemos metido en un círculo vicioso, ya que ahora nos podemos preguntar: ¿en qué consiste el hecho de que P signifique I? No parece que hayamos progresado en absoluto al formularnos esa nueva pregunta. Hemos pasado de preguntarnos ¿en qué consiste la significatividad de P?, a preguntarnos ¿en qué consiste el hecho de que P signifique I? Pero quizás quepan otras alternativas. Dejo en manos del lector este ejercicio. Piénsese en las diferentes relaciones que puede haber entre P e I: relación de identidad, 2 de semejanza, espacio-temporal, de causalidad, etc. No parece que ninguna pueda dar cuenta de la significatividad. Con lo cual: o no obtenemos respuesta satisfactoria ya que la relación en cuestión no proporciona ni tan siquiera una condición necesaria y suficiente para dar cuenta de la significatividad de P, o si damos con una relación que sí proporciona esa condición, resulta que nos enfrentamos a un círculo vicioso. En definitiva, parece que el internismo nos aboca a un callejón sin salida., lo cual deja al mismo en mal lugar. 3. Bibliografía básica Textos fundamentales: Bennett, J. (1971), Locke, Berkeley, Hume: temas centrales. México: UNAM. Locke, J. (1690), Ensayos sobre el entendimiento humano. Especialmente Libro III, sección 2. 3