luz y azul segundo fernandez

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LUZ Y AZUL
SEGUNDO FERNANDEZ
(Año 1925)
INDICE
CIMIENTOS ....................................................................................... 3
PANORAMA DE LA PRIMAVERA ................................................... 5
SALUTACION ................................................................................ 5
TAMBERAS.................................................................................... 6
BAGUALES .................................................................................... 6
CISNES........................................................................................... 7
TERO .............................................................................................. 7
LLUVIA EN EL VALLE .................................................................. 8
DUELO TAURINO .......................................................................... 9
GOLONDRINAS ........................................................................... 11
LOAS DE AMOR ............................................................................. 14
SUPREMACIA.............................................................................. 14
A UNA BOCA ............................................................................... 14
CANTAR ....................................................................................... 15
SOÑANDO.................................................................................... 17
DESDEN ....................................................................................... 17
BURLA BURLANDO.................................................................... 17
PENA Y DICHA ............................................................................ 18
ETERNIDAD ................................................................................. 18
MARAVILLAS DE LA NOCHE ....................................................... 19
LUNA LLENA DE FEBRERO ...................................................... 19
LUNA NUEVA .............................................................................. 20
LA FANTASIA DE LA CRUZ DEL SUD ...................................... 20
ZUMOS DE EGLOGA .................................................................. 21
LAS DOS ROSAS ........................................................................ 22
PAISAJE....................................................................................... 22
BOSQUEJO.................................................................................. 23
EL “PECHO-COLORADO”.......................................................... 24
EL NECTAR ................................................................................. 24
PAISAJES DE LA NIEVE ............................................................ 25
LA MAÑANA ................................................................................ 26
EL CUENTO DE LAS DOS MADRES ......................................... 27
LA MUERTE DE LA TORTOLA .................................................. 27
LAS ESTROFAS LUGUBRES..................................................... 28
REMENBRANZAS ....................................................................... 29
DE CEPA CRIOLLA ........................................................................ 32
EL ASALTO DE LA HORDA ....................................................... 32
EL VIENTO DEL OESTE ............................................................. 34
PRESAGIO ................................................................................... 35
EL MILAGRO DE LA LUNA NUEVA........................................... 36
HOGARES CAMPESTRES.......................................................... 37
EL FAMILIAR ............................................................................... 38
LA YEGUA MUERTA................................................................... 39
LA COLMENA.............................................................................. 39
EL RITMO DEL AGUA................................................................. 40
ESPUMAS NEGRAS....................................................................... 42
BAJO VIENTOS EXTRAÑOS...................................................... 42
LA VOZ DEL SOLITARIO............................................................ 42
ESPADA Y ALA ........................................................................... 44
LOS SOBERANOS ...................................................................... 44
LOS TRES CAMINANTES........................................................... 44
A LAS AGUILAS .......................................................................... 45
ESPEJISMO ................................................................................. 46
CIMIENTOS
I
ELEVACIÓN. Todo es nuevo bajo el sol, si el alma de un poeta lo ilumina. No
hay temas viejos, sino impotencia frente a ellos.
¿Existe, acaso, algo más viejo que el amor? Y sin embargo, cuánta luz nueva,
cuánta poesía diversa en la mirada de hoy a la de ayer!
Y la poesía es eso: Amor.
Los cielos están granados de belleza. Resplandeciente de belleza está la tierra.
Y bello es todo como en el principio de los tiempos.
El afán menguado de la crítica, pretende a menudo restringir el reino de la
Belleza, ya creyéndola patrimonio exclusivo de una escuela, ya desdeñando al que no
la exorna con los atavíos y afeites de ultima moda.
Pero la belleza viene de fuera de las escuelas y academias; de más allá de las
religiones; es más antigua que Dios, porque rugía ya, con los elementos confundidos
en el caos…; brilla por sobre el techo de los sastres literarios y ríe independiente de
los credos, aunque puede resplandecer en su estructura.
La belleza abre su santuario encantado, en alturas a donde solo llegan las
almas aligeradas de toda sombra terrenal. Allí todos nos conocemos y amamos. Allí
no llega ni el rumor del hervidero mundanal de pasiones e intereses bastardos. Allí la
razón, abochornada de sus intrigas, de sus cálculos interesados, llora- escondido el
rostro en los cuencos de las manos. Allí los individuos como los pueblos, sin saber de
que cuevas del mundo -desde donde se odiaban acaso- proceden, se abrazan bajo la
plenitud de la luz.
Creo en la única religión sin odios: la religión de la Belleza.
II
HACIA LA LUZ. Discurrir sobre la felicidad, parece hoy cursi y pedantesco.
Más no lo es el buscarla: luego, hay contrasentido. Hablar de aquello que se anhela
por sobre todo, nunca podrá ser cuestión de majaderos. Incontenible manantial del
discurso es el querer.
La condición de “imbécil”, es una de las tres que se requieren para ser feliz –
conforme al clásico apotegma. De ser tal proporción verdadera, nuestro mundo
resultaría el jardín de los felices… Mas lo contrario confirma justamente la realidad.
Porque ello es cierto que vivimos en un mundo de dolor, donde se lucha sin
tregua por el soñado botín: la felicidad.
A menudo el hombre le va sobre los rastros, pero en sentido contrario al que
ella sigue: búscala fuera de si mismo, deslizándose para ello sobre los seres y las
cosas por vía de sus groseros apetitos, que son los eternos sumideros de los hastío.
Buscamos, pues, la felicidad en la posesión material, y sólo anhelamos poseer
aquello que, desde el fondo del deseo se ve emerger a la distancia como en
coronamientos caprichosos de azul. Olvidamos que al atravesar la distancia que
separa el deseo del objeto deseado, el azul se desprende y va a posarse lejos, haciendo
deseable otra cosa –al azularla también, como al atravesar la masa de aire que media
entre el observador y la montaña, solo se encuentra la peña ocre y áspera, desprovista
del índigo ilusorio.
Para los tránsfugas del reino hominal al animal, el problema de la felicidad
tiene su solución al alcance de la mano: comer bien, dormir mejor; no pensar, no
dudar; vale decir, plenitud porcina.
La felicidad es un estado del alma –no del estómago;- asequible sólo a los
iniciados en el culto del pensamiento y de lo bello.
Aquellos que creen que la felicidad consiste en comer bien, no reparan en el
abismo que media entre saciedad y felicidad: el ratón sacia su hambre dentro del
queso envenenado, pero no es feliz.
Muchos ven la felicidad tras la riqueza y el poder, mas olvidan que “el hombre
feliz” anda en cueros por el mundo, y que Diógenes se reía de Alejandro.
Para los creyentes, la felicidad consiste “en el amor de Dios”y en todas las
religiones “el amor de Dios” se identifica con “el temor de Dios.”. Ese amor, con
raíces de temor, es la resignación: resignación es harina de un costal y la felicidad lo
es de otro.
Despréndese de aquí que la felicidad suele echar al mar de la vida su carnada
de ilusión…Prueba inconcusa de ello, el clamor universal de cada día: “la felicidad
no es de este mundo”.
Sí! La felicidad no puede ser de otro mundo que el nuestro.
Inmortalidad y felicidad son terrestres, no celestiales; realidades, no ficciones.
La inmortalidad que se atribuye al alma, solo es verdadera en relación al arte,
pues la única beatitud posible para ella, la única “Gloria” asequible –si no hemos de
abandonar las vías de la razón para caer en los abismos del delirio teológico,- es la
contemplación desinteresada de la Belleza inmortal.
Siendo la felicidad un sencillo problema de embellecimiento del espíritu, lo
enredamos estérilmente, complicándolo hasta el absurdo, toda vez que nos lo
planteamos desde el punto de vista exclusivo de la razón utilitaria. Correlativamente,
caemos en el absurdo opuesto al predicar el abandono absoluto del cuerpo, el
desprecio de las energías vitales, la guerra al comercio, a las industrias, a las artes y
ciencias profanas.
Por eso el Catolicismo, al erigir las prácticas del absurdo como supremo fin de
la vida, desarrollando –frente a las ciencias positivas que incorporan la belleza de las
conquistas cerebrales a la belleza de la plenitud vital- la industria de ultratumba, solo
contribuye a la ruina material de los pueblos y a la angustia incurable de las almas
atormentadas por los terrores imaginarios. Y por eso también la teocracia
brahmánica, siguiendo la misma vía del menosprecio absoluto del mundo real, llegó a
poblar de espectros humanos, poseídos de aguda demencia, los bosques seculares de
la India, viniendo a ser así que el Catolicismo y el Brahmanismo han aportado al
mundo un caudal ingente de fealdad.
La edad media ha sido, principalmente una horrible lección del vacío, vale
decir, la felicidad de Dios a costa de la felicidad del hombre…
El destino del Imperio Púnico en la antigüedad constituye, en sentido opuesto,
un ejemplo típico de felicidad aparente de un pueblo. Cartago, opulenta y sórdida,
señora del Mediterráneo, que multiplica sus factorías y abarrota sus almacenes con
los productos de todas las tierras entonces conocidas; Cartago, arrullada por el
populoso rumor de sus mercados, engreída con su civilización materialista, que le
abastece más de lo necesario para dar satisfacción al cuerpo, no cree sino en la
eternidad del comercio que le asegurará la eternidad de su dicha –ay, la dicha que
sólo alcanza a llenar el hueco de la hora presente! Por eso cuando el invasor la
somete y destruye, apagase para siempre el ficticio resplandor de la reina del África
Septentrional.
No así la Grecia, que después de muchos siglos de haber sido conquistada y
sometida, se incorpora triunfal, reapareciendo de bajo tierra en la isla de Milo, fresca
y sonriente –encarnado su espíritu ligero en un mármol inmortal.
Grecia sigue enseñando al mundo. Los siglos no han clausurado su
academia… Sólo a sus mármoles mutilados, la cultura universal les debe más que a
todo el comercio de todos los tiempos y lugares. Pero es que este pueblo privilegiado,
posee el secreto de la armonía, sabe colonizar, ejercer el comercio, desarrollar las
industrias, sin desdeñar por ello los altos goces del espíritu, antes bien, dando lugar
preferente en el concierto nacional, a sus grandes creadores de belleza, como Homero
–el semidiós errabundo y ciego, cuya luz no sabemos si se apagará antes que la del
sol.
Atenas, que asocia un gran político (Pericles) a un gran poeta (Sófocles) para
confiarles una misión militar; Atenas, cuyos hijos conceden a la facultad creadora tal
importancia que llega a cuajar en maravilla del Acrópolis, será por todos los siglos la
conquistadora cerebral de todos los pueblos cultos del orbe.
Y, sin embargo, tal hegemonía vitalicia, a base de un reconocimiento
voluntario del mundo, deriva fundamentalmente del sabio ejercicio que hiciera el
pueblo griego de su espíritu “superficial por profundidad” –que diría Nietzche. Los
griegos no pensaban respecto de los “fines triviales” del arte, como el poderoso
fabricante de automóviles yanqui, Mr. Ford, para quien “limitamos las funciones
creadoras a la producción de objetos que pueden colgarse en la pared de una galería,
o ser escuchados en salas de concierto o manifestarse solamente donde se reúnen
gentes ociosas y descontentadizas para admirar su mutua cultura”.
Acaso en el fondo del pensamiento de Ford, se opera la resurrección del
espíritu de Cartago, perdido irremediablemente para la humana cultura…
Porque es Grecia, el feliz pueblo del arte –y no Cartago, el poderoso emporio
del comercio antiguo- quien ejerce polarización perdurable en el espíritu de las
minorías de élite, que valorizan las civilizaciones por el índice cultural en ellas
alcanzado.
Felicidad auténtica, pues, así de individuos como de pueblos, fluye sólo de un
ajuste armonioso –que esconde el manantial de lo bello.
Segundo Fernández.
Valle del Chubut, Abril de 1925.
PANORAMA DE LA PRIMAVERA
(A Julio Díaz Usandivaras y G. Coria Peñaloza)
SALUTACION
Salud, oh Primavera que renaces
en un gran movimiento de vidas.
Estación del amor, que me haces
soñar imposibles y cosas ya idas…
Estación de las anchas auroras
que en lo alto desgarran su traje de llamas.
Estación que te anuncias en la paja leve,
que arrolla el palomo gimiendo en las ramas,
y en los duros pimpollos de fuego o de nieve.
Estación de la luz, ya te escucho
por todos los picos, sonando, en los campos.
Salud, mi Primavera: los poetas
que amamos la vida, la fuerza creadora,
el espíritu alado, la carne pecadora
y la salud -que es hondo manantial de alegríay el mar, y las pampas y la luz del día,
llegamos con el alma toda alas a tu fiesta,
con el cuerpo todo fuego a tu floresta.
TAMBERAS
Leves pisadas en suelta arenilla,
se oye en la angosta senda que ahogan los chilcales.
Tranquilos van, como soñando, bíblicos animales:
Son las vacas del tambo. De los rastrojos,
la sed las trae al río. En los ojos
revelan ya el ardor de las entrañas.
Beben. Un toro crespo, de aguda cornamenta,
arroja tierra al aire, mueve la cola, brama:
de sus ojos parece va estirarse una llama.
Olvidan las lecheras su monjil compostura…
y a saltos oblicuos ganan la arboleda,
untando los yuyos con húmeda greda.
BAGUALES
¡Alerta! hombres bronceados de las chacras:
Por la falda de las lomas ocres, sube
de salitroso polvo hinchada nube.
¡Alerta! que avanzan las yeguas salvajes.
Vienen galopando de lejanos parajes,
y, como torrentes negros y revueltosyeguas, sementales, potrillos, redomones,desbordan en las abras y los cañadones.
Tiembla la tierra. El aire dijérase que cruje
en largos desgarramientos. Como un buje
caldeado, rechina el casco volador.
Mil bestias torturadas por el ardor
de la sed, del amor y de la marca!
¡Alerta! labradores, que la manada abarca
en su infernal desbande, perímetro de leguas.
Detrás de la fantástica manada de yeguas,
van cincuenta jinetes con lazo y boleadora.
“No pasarán el río” dice una voz sonora.
Y otra voz: “Imposible: hay brava correntada.
ya desborda. Parece de espeso chocolate.
Revuelve ovejas muertas, ramas de calafate
y sauces enteros que van dando vueltas”.
Las bestias no temen. Resueltas,
hunden el cuerpo sudoriento en las olas:
Una nube negra -de crines y colasundívaga atraviesa las aguas del río.
ya en la opuesta margen,
disgrégase y corre por el sembradío.
CISNES
Banda de dieciocho pasa,
tirante -de ébano- el cuello,
haciendo un como resuello
jadeante sobre la casa.
Largos los cuerpos de nieve
y azul, azul la mañana,
dan la ilusión de un relieve
fantaseado en porcelana.
TERO
Lleva peto empavonado;
húmedo rubí por ojo;
zancas de varilla al rojo,
puñalito ensangrentado,
con vaina rota en el ala.
Suelto de articulaciones,
es capaz de hacer flexiones
para que pase una bala.
De cultísimo blasona,
que ya entre juncos o berros,
la venia hace hasta a los perroscreyendo al perro persona…
Más si algún bicho los pasos
lleva junto a sus polluelos,
lo plancha en rápidos vuelos
con el ala a cintarazos.
Que dice, le he comprendido,
cuando grita: “Tero - Tero”;
apuesto al mejor campero
a que no me encuentra el nido.
Gana al jugar (¡se supone!).
Jamás el pícaro yerra.
¡Qué hazaña!: huevos de tierra
y en tierra limpia los pone.
Cuando tiene pichoncitos
se torna arisco y parlero.
Por las dudas grita: ¡Tero!
si oye zumbar los mosquitos.
Y, dueño del cielo vasto,
y buen padre, se desvela:
por cualquier ruidito vuela
rozando la flor del pasto.
LLUVIA EN EL VALLE
Allá surge, a vuelo lento,
espaciándose una nube blanco rebaño que sube
por la loma al firmamento.
Ya frente al sol, lo domina;
y al orillarle los rayos
se teje, en colores gayos,
maravillosa etamina.
Luego la nube es pizarra.
Resbala en ella un meteoro
dibujando un río de oro,
como el rasgo de una garra.
Llueve. Los potros tiritan
vuelta el anca hacia la lluvia.
Los trigos de barba rubia,
cargados de agua se agitan.
Ya la nube, en giros tardos,
lejos cae solitaria,
tal un ave extraordinaria,
que baja el sol con sus dardos.
La bella luz su dominio
llena de nuevo en los campos;
finge la ría a sus lampos
correntadas de aluminio.
Agua azul en las retamas
cuelga; agua azul por doquiera!
como si el cielo estuviera
granulándose en las ramas.
Una golondrina en fuga
trina junto al arrebol,
con un remiendo de sol
tembloroso en la pechuga.
Soltando ligero humito
las tórtolas, encrespadas,
bajan del árbol, mojadas,
a revolcarse al solsito.
Maravilloso esplendor
rejuvenece a Natura;
dijérase fresca hechura
de un “fiat” sublime y creador.
DUELO TAURINO
En el fondo de las abras
do las cabras
muerden “atamisqui” amargo,
se oye de un toro el bramido
largo,
largo.
Avispado en la ladera,
responde al bramido el toro
moro.
El primero se enfurece.
La sangre afluye a sus ojos
rojos;
caliente vapor su belfo
exhala,
y mientras con saña fiera,
gana al trote la ladera,
bala,
bala.
Allá el moro le responde
bruñendo pezuña y cuernos
en la roca.
Y la cabeza al alzar
y bramar,
la lengua humea en la boca.
Ya se encuentran los campeones.
Palestra, el peñasco mismo;
curiosos, cuervos y halcones;
padrinos, Dios y el abismo.
Reto inicial: dos miradas,
que son más bien dos chispazos;
bramidos sordos, bufadas,
y en los ijares colazos.
Empieza el duelo imponente.
Corren las vacas balando.
Dijérase que los brutos
son dos peñascos bailando.
A las recias topetadas
se hacen rollo los cogotes.
los ojos cuasi chispean.
Arriba aguaitan los jotes…
Bravos los dos, equilibran
saña y pujanza en la brega.
De las piedras se oye el choque,
de cuernos sorda refriega.
De pronto el moro se encoge,
recargándose en la corva;
ahoga un hondo bramido,
tuerce la pupila torva,
y es que el blanco en los ijares
le ha hundido medio puñal.
“No es nada-pensará el bruto-,
prosiga el duelo infernal”.
No es nada, nada! Y de sangre,
en sordo y purpúreo hervor,
zumba un chorrazo caliente,
como agua de un surtidor.
No es nada, en verdad. La bestia
bríos redobla, acomente,
y un cuerno, al blanco, enterito,
hasta el corazón le mete.
Cae el animal. La cola
ya retuerce, agonizando.
Y cuesta abajo, al abismo,
se va rodando, rodando.
Entró la noche en las abras
y las cabras
de allí salieron. Dormía
todo el paisaje en letargo.
Sólo un quejido se oía,
largo,
largo…
GOLONDRINAS
Golondrinas, golondrinas :
ya estáis de nuevo en mis lares,
enlutadas peregrinas
de continentes y mares.
Picos sonoros y finos
tenéis, oh aves migratorias.
Si yo entendiese los trinos
oyera cuántas historias!
Aves raras cual ninguna:
cuántas veces al viajar,
le habreís cantado a la luna
en dúo con la alta mar.
Y ahora con trinos risueños,
desde la vieja cornisa,
alegráis a los pequeños
que os responden con su risa.
¡Cuánta dulce y clara nota!
Cómo me alegra y encanta
la cristalería rota
que suena en vuestra garganta.
Picos sonoros y finos
tenéis, oh aves migratorias.
Si yo entendiese los trinos,
oyera cuántas historias!
Mas no importa; bien alcanza
sabio el amor de mi pecho,
a interpretar la romanza
de contrapunto en el techo:
-“Yo nací en un agujero
en las costas de la china.”
-“yo, al abrigo de un alero,
nací en la pampa argentina.”
-“Ansias tengo a toda hora
de viajes. Gusto el mirar
la rubia luz de la aurora
derramándose en la mar.”
“Las alas me piden cielo
y luz y playas remotas,
donde sólo yo alce el vuelo;
donde no haya ni gaviotas.”
“Pues soy de una primavera
y quiero, en mi juventud,
ir de ribera en ribera,
latitud en latitud.”
“Ansia loca me estremece
cuando en las torres me poso;
que a mis alas me parece
las acalambra el reposo.”
”Crucé los mares del Asia,
crucé los mares del Sur.
De paso vi la Malasia
al partir de Singapur.”
“También di breve paseo
en las islas de Bismarck.
Oí contar en Borneo
la leyenda de Dayark…”
“Mas estas cosas son pocas
para mi ambición de mares,
y archipiélagos, y rocas,
cielos, florestas, pinares.”
-“Oh, me recuerdas, hermana,
mi gloriosa mocedad.
Me era corta la mañana
para beber claridad.”
“Yo he cruzado los desiertos
rozando casi al león.
He criado en lejanos puertos
en las colinas de Sión.”
“Habité en hondos barrancos,
do la araña tiende su hilo;
conocí los lotos blancos
y el ibis sacro, en el Nilo.”
“Mares y ríos crucé ya en el buque, ya en el guairoy alegres días pasé
en las mezquitas del Cairo.”
“Promontorios y arrecifes,
palacios de altas techumbres,
alcantarías y esquifes,
valles floridos y cumbres,
“todo fue poco a mi anhelo
de buscar para mi nido
seguridad. Ningún cielo
para mí hay desconocido.”
“Mas ya se apagó ese ardor
de juventud, soy ya vieja.
Vago sola y sin amor amor de antigua pareja.
“Añoro el mar que en la duna
finge matanza de armiños;
las playas blancas de luna
donde retozan los niños.”
“No ya mis alas ligeras,
los desiertos cruzarán;
ni más veré en las riberas
al alción y al cormarán.”
“Los miembros tengo ya flojos.
De Oriente me despedí,
pues vengo a cerrar los ojos
en la Pampa en que nací.”
LOAS DE AMOR
SUPREMACIA
Una mujer bella,
vestida de blanco,
supera los libros
de Homero en encanto.
Y una mujer madre
que arrulla a su niño,
una mujer madre
supera a Dios mismo!
A UNA BOCA
“Pura, encendida”… boca,
gemela del capullo que destila
aljófar de la aurora:
Eres como una leve puñalada
en el cuerpo ceñido de una rosa.
Tu prosapia de flor se impone viva
en pureza, y perfume, y gracia, y forma,
y en el labio inferior que en curva suave
de pétalo se dobla.
Oh, boca llameante que me llenas
de evocaciones puras la memoria!
Zumos de extraña fruta;
granada que en el árbol cuelga rota
de madurez; corola rebosante
de diáfana ambrosía que elabora
con rocío del cielo pura el alba:
tal riqueza compendias, dulce boca,
en el milagro de tu yema breve.
Tibia flor voluptuosa:
Las recónditas fuerzas que combinan
vitales elementos, y la forma
dan a los seres y a la vida el ritmo,
cuántos siglos, allá en su alquimia ignota,
habrán pasado en laborioso anhelo
de dar al mundo en virginal corola
muestra de perfección! Cuán delicado
y sabio especular sobre las cosas
más bellas, para hallar
un átomo -¡uno sólo!- de tu forma.
Cuánto cálculo y arte combinados,
sobre el olor de lluvias y de pomas,
colmenares de otoño
y panales colgados a la sombra
de cercos y de árboles,
para ledar a tu impoluta copa
su sabor y perfume no igualados.
Flor virginal y roja:
si eres la perfección como belleza
y es la inocencia tu divino aroma,
qué zumos de pecado,
qué volátiles filtros la retorta
del arcano te dio?... Que si te miro,
cual puede un niño contemplar la rosa,
toda mi juventud estremecida
al borde de los párpados se agolpa.
Tal pudiesen mil pájaros con hambre
al ver guinda sabrosa,
agolparse en la punta de una rama.
Mórbida, intacta boca:
ley es de vida que la noble abeja,
al tulipán, y al lirio, y la magnolia
y a las flores más gayas,
el corazón les rasgue zumbadora
por lo que en pura miel da convertido.
Hay una abeja rutilante y sorda,
que yo no sé qué miel le extrae al alma
taladrando el capullo de las bocas…
No tiembles tú, cándida flor, no tiembles:
que si es verdad que agosta las corolas yema de fuego al injertarse en ellasvuela de miel untando nuestras horas…
CANTAR
Ronda mi alma de tu vida
el tesoro fabuloso:
Moderna Belkis, seguida
por un beduino ambicioso…
Sólo en panales tu labio
más habráme de rendir,
que oro su flota al Rey Sabio,
con cargamentos de Ofir.
Cuánta miel fresca en tu boca
como una abeja, cruel:
Si el aire apenas la toca,
se va destilando miel.
Trigal que va madurar,
blanca opulencia de ramas,
en mí evocas al pasar:
tal esencia desparramas.
Do las ligas se entretejen,
en los campos, yo he crecido,
donde las tórtolas tejen
con hierbas secas el nido.
He escuchado sus canciones
en la rama quebradiza,
cuando lucen los pichones
leve plumilla cobriza.
Y el trino da en mi alma, eterno,
su vibración singular:
lo más dulce, lo más tierno
que pueda un pico expresar.
Más no para superarte
creó sus tórtolas Dios:
la quinta esencia del arte
la hizo metal de tu voz.
No es de rigor que te siga
para descubrir tus huellas:
Muere a tu paso la ortiga,
juntan su luz las estrellas,
la víbora se aletarga,
y a aguaitar tu poderío,
humilde el yuyo se alarga
y se amontona el rocío.
Do tu presencia florece,
ondula al cuerpo prendida,
fina sombra que parece
con hebras de cielo urdida.
Como el nardo -planta rara,
de sugestivos hechizosamamanta en una vara
su cargazón de mellizos,
mis pensamientos, prendidos
al néctar de tu pureza,
tal se perfuman: nutridos
por la tu sola belleza.
SOÑANDO
Arrulla al mundo céfiro risueño,
bajo nocturna inmensidad florida.
“Ella”, cruza una calle de mi sueño,
cuasi en penumbra azul desvanecida.
Ya esplende el agua en el profundo valle;
la luz ríe en los ámbitos en calma.
Yo aun la veo, la veo en una calle! allá en lo remotísimo del alma.
DESDEN
Si pasas a mi lado altiva y muda,
siento mi cuerpo inmóvil, casi yerto:
que mi alma, arrojando su envoltura,
las alas cruza a tu divino cuerpo.
BURLA BURLANDO
En vano, entre la sombra que me sigue
agazapado y ágil, de tu madre
el vigilante celo me persigue…
No impedirá que llegue hasta mi alma
tu mensaje sonoro, de suspiros,
perfumado con hálito de campo,
ni podrá interceptar el fino lampo
de tu mirada bella,
que en horas de sincrónico desvelo,
con la mía atraviesa el hondo cielo
y se anuda arriba, en una estrella.
En vano con escrúpulos hostiles,
tu madre erige un valladar bien alto
y te recluye sola:
Mi amor tiene el resorte de la ola
que gana el duro peñascal de un salto:
Tras la valla de escrúpulos, se huelgan
mis pensamientos blancos en bandada,
y dentro de tu hogar revolotean,
y suben por tu falda perfumada,
se posan en tus hombros,
y vigilan tus sueños, y te espían
y van siempre contigo,
como si fuesen aves que te pían
por un grano de trigo…
PENA Y DICHA
Si con mirada displicente y rara,
clávame tu pupila una congoja,
siente mi corazón como la hoja
helada de un puñal que lo tocara.
Mas si es blando el mirar, tal si enroscara
una estrella en tus ojos una fibra,
mi alma toda se ilumina y vibra,
como un cielo con astros que temblara.
y cuando amor, en tela irreal de ensueño,
de nuestro porvenir nos da un diseño
llevándonos unidos sobre alfombras
de crujientes espigas en la era,
siento que marcha, uncida a nuestras sombras,
ebria de amor, la Creación entera.
ETERNIDAD
Cuando los cuatro ojos que hay en la Cruz del Sur
se cierren para siempre en su alcoba de azur:
¿Dónde estarán, oh amada, los astros de tus ojos?
¿Esplenderán aún bellos, sobre los mundos flojos?
Cuando la creación se torne fría
y los soles, ya viejos, se hagan polvo
en las eras remotas:
Qué dios que no haya muerto,
qué ángel cuyas alas no estén rotas,
servirále a mi amor de lazarillo
al vagar ciego -eterno pajarillopor el eterno universal negror,
volando sobre escombros de planetas
en busca de tu amor?
MARAVILLAS DE LA NOCHE
LUNA LLENA DE FEBRERO
I
Versos a ti, oh mi luna, son dislates;
síntomas son fatales que confirman
la hipocondría de incurables vates.
Sabios doctores sin cesar lo afirman.
Comprendo mi locura! Dame espanto!:
Cuándo el cantarte se trocó en dinero?...
Mas yo no puedo reprimir el canto
y me pongo a cantar como el jilguero.
II
Oh luna de Febrero, luna llena:
ven, que el verano por hacerte amiga,
esparce al viento olores de colmena
y apetitosa emanación de espigas.
Ven a mirar entre musgosas peñas,
ágil reptil de renovada escama;
gamo inexperto en solitarias breñas;
vacilantes casales en la rama.
III
Cuando tu cara de metal se encumbra,
lentamente rozando la alameda,
finges extraña aparición que alumbra
y va extendiendo entre las ramas seda.
Si observo a contra luna un pajarillo
que levemente al respirar se mueve,
fíngeme el astro medallón sencillo,
que al centro luce un pájaro en relieve.
LUNA NUEVA
Bruñida esplende y remota,
tras los pliegues de una gasa,
y por no caer se abraza
a un globo de terracota.
Trae el aire, con blandura,
timbres de humana palabra.
Y en la cercana espesura
bala hondamente una cabra.
Alguien asusta en el charco
los patitos semilleros,
que, agudos, zumban ligeros
de la luna frente al arco.
Se imagina entonces una
de arquero oculta derecha,
que arroja flecha tras flecha
por el arco de la luna.
LA FANTASIA DE LA CRUZ DEL SUD
No puedo creer, a estas horas
en que la duda me asalta,
que aquella fila tan negra,
tan silenciosa y tan alta,
álamos son, y no monjes
espectrales, que en nocturno
peregrinar, van pisando
con rumoroso coturno.
Fosca es la noche. Estoy solo.
Empieza un perro a aullar.
Me ahoga el miedo, y prorrumpo:
Espectros, ¿queréis hablar?
Y, temblando, alucinado,
en uno la vista fijo,
que se ha movido, crujiendo
al peso de un crucifijo…
Lo lleva al hombro, inclinado,
con sus cuatro clavos de oro.
Se encoge la negra fila
como avara del tesoro.
Y cuando el viento abre claros,
vuelvo a gritar con asombro:
¡Espectro: la Cruz, ladeada,
se te va caer del hombro!
ZUMOS DE EGLOGA
(A Alfredo R. Bufano, con cariño)
Oigo Aleteos fuera. Dejo el lecho
y al abrir la ventana,
su ala blanca me extiende sobre el pecho
como un pájaro manso, la mañana.
Por la ventana abierta veo un cielo
de azul y mitológica belleza,
que contrasta, si sobrio, con crudeza,
fondo al hacerle al fuego de unas rosas.
Mi corazón de dicha se estremece.
Y ante la luz gloriosa que florece
y muda por los ámbitos resbala,
siento que el alma va tocando cielo:
que ya mis ansias, en impulsos de ala,
me remontan al éxtasis de un vuelo.
Por la ventana abierta
oigo alegres los pájaros cantar,
y algo en el fondo de mi ser se agita
con ansias de volar.
Y salgo, y corro lejos, como un gamo.
Y corto aquí una flor, más allá un ramo
con insegura carga de rocío.
Y prosigo mi viaje
sin rumbo y sin objeto. Voz salvaje
de potros encelados llena el campo.
Cálido olor de parvas removidas
y de trigos mojados que en las eras
escarban las palomas, en ligeras
ráfagas pasa. De las quintas sube
retorciéndose el humo en larga nube.
Y en plena fiesta de rocío, luces,
murmullos de agua, pájaros cantores,
y perfumes y diáfanos vapores
que azulan la pradera,
soy cual poro insaciable que absorbiera
toda la luz y la alegría toda.
Y me pregunto: cómo
mi alma nació con avidez de cielo,
del cuerpo atada al armazón de plomo?
Por qué el ansia fantástica de vuelo?
Y el afán pajaril de ramas, viajes
por el azul, a incógnitos parajes?
Y esta embriaguez en la mañana clara,
que por gloria ninguna yo cambiara?
Eran tal vez designios del misterio,
crearme, pajarillo, para el aire
y el peligro de balas.
Mas antes de nacer, fiel a su norma
divinidad fatal, trocó mi forma
y para dentro me dobló las alas…
LAS DOS ROSAS
MADRIGAL
Fue una abeja por néctar a una rosa.
Hundió en su pulpa la dorada antena,
y con pesada carga y deleitosa,
regresó a la colmena.
Vuelve segunda vez. Pero ya estaba
la dueña con la flor junto a la boca.
En torno de las dos giró perpleja
y, confundida al fin, la incauta abeja
del labio el húmedo pimpollo toca.
No extrajo néctar -que escondido estaba-,
mas como nunca regresó triunfal:
llegó a su celda y perfumó el panal.
PAISAJE
Camina a lo lejos, blanca, la mañana,
con sus pies rosados sobre las colinas.
Alarga los brazos de azul porcelana
y arroja a puñados luz y golondrinas.
La luz salta al paisaje, sonriente,
y llena los nidos y resbala al suelo.
Alados rumores y el aire mugiente,
escolta le forman en sonoro vuelo.
Los pájaros, ebrios, revuelan y cantan.
Dijérase que beben la luz como alcohol.
Despiértanse ágiles, y el vuelo levantan
sedientos del jugo dorado del sol.
Mañana esplendente, de dichas venero:
colme siempre mis arcas tu oro…
Basta un rayo de sol y un jilguero,
para creer que es la vida un tesoro.
BOSQUEJO
Corre el Chubut, señoril,
entre colinas hermanas,
que son como caravanas
con alta carga de añil.
Lejos se alza, desigual,
la alameda vedioscura,
que más parece una hondura
que elevación vegetal.
La acequia en blando desliz,
desparrama olor de higos,
y a la sombra de los trigos
abre el pico la perdiz.
Pasa un “gringo” en un overo,
y los “pechos-colorados”,
en bandas vuelan turbados
y el cielo finge un brasero.
Va luego una niña esbelta,
que lleva oloroso encaje.
El aire juega en el traje
de la rubia virgen celta.
Va ella al pueblo en “vagoneta”,
por caramelos de fruta,
cuando a su boca impoluta,
por ellos fuese el poeta…
Allá, tras verde plantío,
su casita blanca asoma,
que se ha agarrado a la loma
porque no la lleve el río.
EL “PECHO-COLORADO”
Premura mueve al labrador sencillo.
Abandona el rastrillo
y sobre húmedas hierbas ágil corre,
pues ha visto caer, como un meteoro,
del incensario azul de la mañana,
redonda brasa entre sus parvas de oro.
Con la mano a arrancarla ya dispuesto,
quédase boquiabierto y suspirando
al mirar, por el aire azul y tibio,
que la brasa otro vez sale volando.
EL NECTAR
Yo vi una niña hermosa,
de tierno y ágil pie,
entrar de mañanita
cantando a su vergel.
Húmedos los cabellos,
rico el labio también,
exhalan un liviano
aroma de mujer.
Se oye cavar la abeja
dentro la rosa de te:
zumbón y rubio enjambre
busca esencia de miel.
Ella, que va de un tallo
la flor a desprender,
siente algo que la punza.
Que es una espina ve:
“Te dejo, flor que hieres
a quien regóte bien;
tú hieres perfumando,
como un amor infiel.”
Esto al decir, la mano
sacude con desdén.
Breve gota de sangre
vése en la flor caer:
Precipítanse abejas,
treinta… cincuenta… cien.
Todas querían, ávidas,
libar néctar aquel.
PAISAJES DE LA NIEVE
ATARDECER
Flor de cielo arriba: nieve.
Pasa estremecido el viento
y bellamente a su empuje
desflorece el firmamento…
Presto el paisaje se arropa
en un manto de ilusión,
que le hilan sobre la espalda
hilanderas de algodón…
Salta el pájaro, buscando
un reparito en la rama,
y están las ramas cubiertas
de blanca y frágil escama!
Susurros a la sordina
larga al campo la arboleda.
Y hasta el aire danza como
con escarpines de seda.
Lejos, herido el crepúsculo
en manos de la oración,
su sangrecilla de pájaro
infiltra en la nubazón.
Ya, novia de Dios, la noche
entra a su alcoba ideal:
se desnuda y larga al suelo
su vestidura nupcial…
NOCHE
Adentro ríe el peonaje
a la luz de la fogata.
Circula el mate. Uno seca
a la lumbre una alpargata.
Fabulosa plumería
borra a la noche sus tiznes.
Ganas dan de preguntar:
¿Quién despluma tantos cisnes?
Estrechándose entre copos
pasa el aire rezongando;
al pasar les tuerce el rumbo
a los que viene llegando.
Y si el soplo se hace fuerte,
y zumba y vuela sin tino,
arrebata enjambres blancos
y los larga sobre un pino.
Sólo un pastor cruza el campo.
Algo le hurtó la nevada.
De pronto silva a unas matas
que fingen una majada.
Escarchado asoma el día,
como a avisarnos: “No más”…
Pero el sol -su padre- viene
entibiándolo de atrás.
LA MAÑANA
Un pájaro ha caído bajo los tamariscos;
sobre la nieve blanca, su pecho colorea.
El sol como oxidado orifica los riscos,
tan débil, que si el aire lo empuja, se ladea.
Tibia luz va trepando por la alameda yerta,
y el ala metaliza de una calandria amiga
al volar, ondulante, a mi ventana abierta
donde el pan que le brindo con el pico desmiga.
Tibia luz amarilla va colmando el corral.
Una mujer que tiembla, ya su lechera amarra.
En crespo enjambre blanco se alza la espuma, igual
que si la nieve, alada, revolase en la jarra.
EL CUENTO DE LAS DOS MADRES
Posóse en las verdes ramas
y vió el ave flores rotas:
soltó del pico un gusano
y echó a volar dulces notas.
Oye una madre los trinos,
y aparece en la ventana,
con un pequeño en los brazos
y en los ojos la mañana:
“Bien haya el pájaro alegre.
Bien haya el dulce cantor.
Quisiera tener tu pico
para cantarle a mi amor.”
“Diera el mundo, ave canora,
por hacer tu suerte mía
y cantar con tu garganta,
que es surtidor de alegría.”
-“¡Insensata!, gimió el ave:
¿No ves que canto de pena?
Mira lo que hay en tus brazos:
mide la desdicha ajena.
“Por dar sustento a mis hijos
salí a escarbar al rocío,
y volví con un gusano:
¡Pero el nido está vacío!”
Ave y mujer se miraron
…y callaron…
LA MUERTE DE LA TORTOLA
(Balada campesina, para niños)
En lo alto de un quebracho,
entre inseguras ligas,
sustento a sus polluelos
daba una tortolilla.
En viéndola un rapaz,
de alma inclemente y fría,
certero hondazo arroja:
el ave cayó herida.
Saca el rústico, luego,
la criminal cuchilla,
y sobre duro tronco,
con intención felina,
las alas de la tórtola
ensangrentada, estira.
Presto las plumas vuelan
bajo la guillotina.
Fuése el rapaz; la noche
abrióse enflorecida;
al pie del árbol negro,
la tórtola gemía.
Diz que la noche toda
gimió la pobrecilla;
al alba cerró el pico
y se quedó dormida.
Húmeda entre las hierbas
hallóla el nuevo día,
mas con ánimo vivo,
que leve fue la herida.
Miró desconsolada,
y vió que entre las ligas
colgando sus cabezas
amadas se movían.
Trepando iré a llevarles,
se dijo, una semilla.
Y allástrase… algo trepa…
Mas cae dolorida.
Al aire daban quejas
los pollos desde arriba.
Madre: tenemos hambre,
parecen que decían.
Salta la madre, y pierde
hebra de sangre, fina;
con ella, entre las hierbas,
va enredando su vida.
…………………………………….
Volvió el rapaz al árbol
después de muchos días,
y muerta halló a la tórtola
y el nido con hormigas.
LAS ESTROFAS LUGUBRES
SOLEDAD
Bajo esta noche la pena
trabaja en mi corazón.
¡Oh, noche, noche, me muero!
Tengo nostalgias de un sol…
Que ha cesado, me parece,
la vida en la Creación,
y en hondo abismo olvidado
vivo solamente yo.
Qué viento me echó a este pozo
fantástico, aterrador?
O es que yo sólo he caído
abrazado a mi ilusión?
Remoto, a un millón de leguas,
se ve temblar un fulgor.
Mas me parece que nunca,
ya nunca más veré el sol.
Ah, ya a esta lóbrega hondura
la va llenando un fragor:
Es que a mi alma la pena
le está clavando el cajón.
REMENBRANZAS
I
San Luis, San Luis de mi amor,
la tierra en que yo nací,
¡cómo te vas acabando
para mí!
Cada día una noticia
mala, mala.
Cómo trabaja la muerte
con la pala!
Los parientes, los amigos,
se me mueren.
Oh, noticias de la muerte!
Cómo hieren!
San Luis, San Luis de mi amor,
la tierra en que yo nací,
cómo te vas acabando
para mí!
II
Tierra dos veces sagrada:
tierra que aun pisa mi padre,
tú guardas, mi dulce tierra,
las cenizas de mi madre.
¿Las cenizas?... ¡Yo no sé
ni en dónde fue sepultada!
Ni los huesos. Ni un recuerdo
existe. ¡Nada!
Qué: No hay nada? De la sombra
que es nuestra forma carnal!
Mas Ella en mí va latiendo
inmortal.
De Ella nada hay en la tierra;
ni su cuerpo; ni su nombre.
Mas vive en mi pensamiento,
que es el Hombre.
III
San Luis, mi lejana tierra,
donde fué mi hogar risueño,
que el tiempo ha sorbido como
dulce sueño.
Seño, en verdad, del destino
deshecho a los aletazos!
Barquilla que el mar se traga
a pedazos.
Hogar mío! Cómo dentro
del alma en sombras se viste.
Aun oigo el canto lejano
de un zorzal que ya no existe.
Cómo aun resuena, clarito,
el bullicio familiar:
Se llena el alma de risas
del hogar.
Ríe allá, tras leve bruma,
con fresca torta en las manos,
la noble hermana que cría
sus hermanos.
Rumor de acequia en el aire;
trina en el patio el jilguero.
En la noche zumba el viento
Chorrillero.
Mas todo es hoy perspectiva
irreal.
Fueron de la hormiga pasto,
lengua y ojos del zorzal.
Mis hermanos se alejaron
por los caminos del mundo.
Y ya no podré juntarlos
ni un segundo.
A aquella mesa, oh, la mesa,
que alegramos de mil modos,
ya nunca, jamás podremos
estar todos…
IV
San Luis: echasteis en mi alma,
como raíz un fulgor.
Probé yo bajo tus lunas
miel de amor.
Sueños primeros! Yo sé
que una d’ellas ya no existe.
Y otra, cual yo, me recuerda
siempre triste.
Yo sé que los negros ojos
que electrizó mi mirada,
hoy, cerrados, duermen bajo
tierra helada.
Y los labios (¡Maldición:
cómo nos burla el arcano!)
hoy muerde, en lóbrega fosa,
el gusano.
…………………………………….
Fuera, oh pálidos fantasmas
que saltáis sobre mi mesa!
Volved, volved al pasado!
Dejadme solo en mi pieza!
DE CEPA CRIOLLA
EL ASALTO DE LA HORDA
o Corazón de Valiente
En medio del patio limpio
que el alta luna blanquea,
un niño, un mozo, una madre,
en “catres de horcones”, sueñan.
Remoto frescor de aguadas
la brisa al rancho acarrea.
En la quincha pulsa un grillo
su melancólica cuerda.
La madre, ¿qué soñará?
Tal vez que el hijo pelea.
O la sombra de una lanza
un sueño, acaso, atraviesa.
Que en la pobre choza, como
en la mansión solariega,
anda aguaitando la muerte
con porfiada impertinencia…
La muerte rige a la Patria:
Facundo en ancas la lleva,
y le da Rozas lecciones
de lanza, facón y espuela…
De pronto ladran los perros
con inquietud manifiesta;
estregándose los ojos
mueve el mozo la cabeza,
y ve mecerse, a la luna,
ondulante polvareda.
Extraños ruidos avanzan
por detrás de la represa.
Silencio impone a los canes,
la mano lleva a la oreja
que, acartuchada, recoge
algarabía siniestra.
Y cuando “el fierro” desnuda
de bajo la cabecera,
abrazando al más pequeño
ya está la madre despierta.
-Hijo, le dice al mayor,
la muerte al galope llega!
¿Quiénes serán los mandingas
que avanzan a rienda suelta?
-Son los llanistas, mi madre.
Y, como Dios me proteja,
aunque el diablo los repunte…
haremos lo que se pueda.
Entre usted con el muchacho,
a guarecerse en la pieza.
Por si acaso… con la tranca
vigile junto a la puerta.
Así dijo el mozo, cuando
al correr brisa ligera,
por sobre el techo de pajas
alargó la polvareda.
Jinetes, prendas y potros
viéronse en masa revuelta;
guardamontes que hacen creer
en una legión que vuela.
Sordo rechinar de frenos
se oye, y golpes de azoteras.
Ya se perfilan pañuelos,
ponchos al brazo que cuelgan.
Era una partida gaucha
de seis “llanistos” de presa,
que los pingos sofrenaron
casi al umbral de la puerta.
Caballeros, vive gentedijo el mozo con firmezaMás allá está el guardapatio
si queréis bajar la rienda.
-Como la noche está oscura…
perdonará su celencia?responde el jefe, altanero,
con un pie ya firme en tierra.Hemos llegado a este rancho
a buscar nuestra merienda;
conque, amigazo, en el acto
encienda el fuego y la vela,
degüelle una cabra gorda,
disponga torta y manteca
y si hay aguardiente o vino
de mi flor será la cena.
Refale también las chuspas.
Que se almidonen las hembras…
¡Y encomiende su alma a Dios
si opone usted resistencia!
-Servidor haya en mi rancho
sólo el varón que respeta.
Y mi padre… ya no esiste…
-No se haga el juerte. Obedezca
sin más tardanza, o le aplano
de un cintarazo la cresta.
-Retar de lejos es propio
de hombre flojo o de polleras,y cuando esto dijo el mozo
echó raíz en la puerta,
que atropellaron los tigres
arrastrando las espuelas.
Y empieza el vuelo de ponchos
a compás de las “gambetas”.
Relámpagos circulares
hacen halo a las cabezas.
Siete dagas, como espejos,
a la luna reverberan.
Parecen rayos jugando
a vertiginosas vueltas.
No alcanza el poder del ojo
a verlas donde puntean,
mas de los seis “cuadrilleros”
roncos algunos se quejan,
y brillan limpias sus dagas
como antes de la refriega:
No más la de su enemigo
se ha ennegrecido… y gotea…
…………………………………
Seis cuerpos en tierra. Alguno
pugna por asir la rienda,
y, aquí caigo aquí levanto,
en busca va de las bestias.
Vano afán! porque los pingos
que el vaho de sangre olieran,
en fantástico desbande
entran, bufando, a la selva.
-Piedá, señor, gime el hombre:
por qué usté no me degüella?
-Sobre muertos o vencidos
sólo retozan las fieras…
Yo al abrigo de mi rancho
sólo mataré sus penas.
Ofrézcale, mama, al santo
dos potros. Yo hago la yesca…
EL VIENTO DEL OESTE
(En el Chubut)
Yo bajo de las cumbres, por las gargantas hondas.
En mis guaridas pétreas descansa el cielo azul.
Salto sobre pinares de estremecidas frondas,
después de dar espanto al cóndor y al huemul.
Confundo los rebaños. Exploro serranías.
A mi paso la tierra finge humeante escombro.
Atrás dejo de un salto las anchas travesías;
de polvo, al recorrerlas, me echo una carga al hombro.
Cuántas veces, de noche, he visto a los troperos
dorados de fogata, tironeando un churrasco.
Cuántas veces les dije sonando en los aperos:
Abrid los toldos; traigo yo en ancas el chubasco.
PRESAGIO
-¿Por qué está llorando, mama?
-Su tata, m’hijo, anda juera,
y se ha sentado a agullar
el perro en la mesma puerta.
Chillando sobre la casa
dio la lechuza unas güeltas,
y recién veo una sombra
maniándose en las espuelas…
-¡Vaya! También a los perros
Amor les chumba sus penas.
Yo no creo que a mi padre
le salga el diablo a la huella.
-¡Oigate Dios! pero el choco
sigue agullando en la puerta.
El, anda medio curao,
y está la noche tan fiera.
Así a “las piedras del fuego”
hablan dos. Ella carmena
y desabroja un vellón.
El hijo engrasa unas riendas.
En las pajas del alero
helado viento remeda
la aguda voz del cachorro
que aúlla triste a la puerta.
Se oye un relincho y un trote.
-Viene ya, exclamó la vieja.
-Es él, agregó el muchacho,
caliente, mama, la cena.
Los dos a la puerta corren,
y ven que en la noche negra,
se abisma el potro ensillado
pero el jinete no llega…
EL MILAGRO DE LA LUNA NUEVA
“Luna nueva:
Dame toda la fortuna”,
acariciándose el río
espumoso de las barbas, a la luna
díjola el criollo con acento pío.
Oyóle el astro, y a sus tenues lampos.
Empezó en las ramas oro y nieve a brotar,
derramó fortuna copiosa en los campos…
Su corola primorosa abrió el azahar
sobre añosos algarrobos y quebrachos.
El aumento vino luego en la majada:
trescientas cabrillas y doscientos machos.
Los galgos “arribaron” a leche y cuajada.
Fué preciso en el zarzo los tientos
cambiar por trenzados sencillos…
Y ña Pascua ensillaba los gajos
con esas caronitas que llaman quesillos.
¡Qué año aquel! Vénse colmenas
hasta en los palos del corral.
Más de una vez la vieja criolla
leña al romper con la rodilla,
vió alargarse hasta la olla
chorro de miel desde la astilla.
Una noche olorosa a tusca y pichanilla,
en que alucina el hervir de los “tucos”;
el criollo entró, sacó del fuego
un tizón. Plántase luego
en el patio, y agitando viva brasa
dice a voz, como de ruego:
“Tuco, tuco: ¿querís pan?”
Y en el acto, cual movidos por Satán,
dos afluentes rutilantes, de cocuyos
por la sombra le corrieron a la mano.
Coge el viejo sólo uno, el más cercano,
y largándolo, le dice: “volá, hermano,
pa donde hay más algarroba”.
Y siguiendo el derrotero que con su vivo diamante
el coleóptero en la noche le trazara,
fuése el criollo hacia levante
cuando al alba el cardenal lo despertara.
Y en habiendo recorrido media legua…
se resiste a andar su yegua
por comer de los racimos ya olorosos,
que a la altura de la boca tabletean olorosos.
Y las chasnas se suceden. Y revientan los costales.
Y amontónase el patay en las petacas.
Y en las trojes hallarán ración las vacas,
pues están apisonadas hasta el tope.
De la cumbrera colgados
odres gotean dulce arrope.
¡Qué año aquel! Naturaleza
cede a los conjuros del paisano…
¿Qué hay ya poca agua en la represa?:
Pues con un sapo vientre arriba,
llueve a mares…
¿Un caballo, o vieja chiva
se ha perdido en los talares?
¡Una luz y un padrenuestro a la Correa!:
Presto su alma hasta el corral la bestia arrea.
¿De granizo una manga amenaza?:
Una cruz de ceniza sobre la casa,
o cruces al aire con el cuchillo,
y en sonora contramarcha se aleja.
“Dios ha bajao al mundo -dijo la vieja
una tarde, pitando junto al rancho:Alegre, y gordo y lleno grazna el carancho
que tiene a rodo comida y agua;
las liebres, las perdices y la ampalagua,
cruzan mansas el patio. ¡Manda, dejuro!
que hizo algún cristiano manso y puro”…
-¿Manda? ¡No! -responde el criollo:Es que yo anduve a tiempo… Le rogué a la luna
tierna del cielo, que alumbraba agata.
Ella dió güelta su árgana de plata
¡velay! de lo alto y nos largó fortuna…
HOGARES CAMPESTRES
Con ruidos de hoja seca se hunden las cigarras
en el talar sombrío que habita “un alma en pena”.
Crepúsculo. Sosiego. Voz de grillos que suena.
Ya pasan por el aire gemidos de guitarras.
La comadreja al árbol, sube, de las gallinas:
chingolos asustados golpeánse en las ramas,
en tanto que en el suelo ya disponen las camas
rezando “el padre nuestro” las madres campesinas.
Y acuestan sus criaturas no más sobre jergones,
espantando la araña que pasa junto a ellos.
Cuadro bíblico y grande, oh corazones bellos!
Parece cierto que oye un Dios sus oraciones.
Preguntad a aquella alma purísima que aguarda
se aduerman sus pequeños bajo la errante brisa:
si la de cascabeles sonado se desliza?
-La corre con sus alas de ángel de la guarda!
EL FAMILIAR
En aquellos corrales de palo a pique
no se acababa nunca la hierra.
Iban siempre llegando los orejanos,
como brotan los yuyos de bajo la tierra.
Manantiales azules por todo el campo.
Cuanto más animales, más bebederos…
El patrón se pasaba días, semanas,
asoliando la plata sobre chasneros.
Y cómo se acabaron tantas riquezas
cuañito el mundo dejó el finao!
Todas las bestias se hicieron humo
y el campo todo quedó arruinao.
Qué manos invisibles echaron tierra
en las bocas de todos los manantiales?
Quién se llevó la plata de las tinajas?
Quién se tragó en un día los pastizales?
Es que tenía trato con el mandinga!
Algo serio, que a sangre le hizo firmar:
Desde tal día, tu alma me pertenece,
y yo, en cambio, te entrego mi familiar.
Lo vide un día (habla el puestero)
cruzar la huerta. Llegó a las piedras
donde se alzaban dos algarrobos,
entre las verdolagas, ortiga y hiedras.
Movió una roca; de abajo d’ella
salió crujiendo larga una cinta…
De una chapeca negra de bruja
velay, aquello era pinta.
Viborón relumbroso, largote y manso,
de la mano en el hueco leche bebía.
Dios nos libre de aquellas roscas tan negras!
Ave María!
LA YEGUA MUERTA
Los galgos del campero, bajo un sol que desuella,
recorren los ganchosos matorrales a saltos.
La lengua van perdiendo… Allá cruzan la huella
detrás de un “charabón”, con los hocicos altos.
Más páranse de golpe. Daránse larga tregua;
que aquí, donde han cavado vizcachas y peludos,
cayó para no alzarse la claudicante yegua,
y, picoteada, yace sobre los “quiscaludos”.
Negrean en los gajos de un algarrobo seco,
aves que rocían sangre con el ala en las frondas…
La yegua en el abdomen muestra un profundo hueco
y tiene ya vaciadas las órbitas redondas.
Escarabajos verdes han removido el suelo.
En zig-zag bordonea brillante moscardón.
De jotes una rueda gira en el alto cielo
y los caranchos llegan cracrando “a la junción”.
LA COLMENA
I
Las abejas silvestres y diminutas,
zumban y exploran el quebrachal;
que néctar, agua, sangre de frutas,
demanda en viejo tronco el panal.
Sobre el barro caliente de los carriles
que van hacia la aldea triste y remota,
se apretujan en duros bloques febriles,
a beber de la lluvia la última gota.
Buscan las olorosas, floridas ramas
del algarrobo y el piquillín;
pasan zumbando por las retamas
donde un alma errabunda llama a Crespín…
Bajan alpuesto, beben del noque;
siempre buscando limpia fontana,
sorprende bajo el albaricoque
dando caza a las moscas la artera iguana.
Y tenaces, luchando con viento y sol,
voluntades aladas, fabrican miel,
a la celda construyen muros de albohol
y a los labios sedientos dan hidromiel.
II
Un gañán con el hacha filosa en mano,
mira ansioso y ausculta el tronco seco:
Rumor denso y profundo de mar lejano,
denuncia la colmena dentro del hueco.
Fatal signo hace el hacha que se levanta
en las manos robustas de aquel muchacho.
Menudean los golpes: abren garganta
en el tronco ya viejo del buen quebracho.
Silbando saltan muchas astillas.
Débil ya el árbol tiembla enterito.
Los hachazos retumban por las jarillas,
cual si del bosque fuesen un sordo grito.
“Aura sí!”, grita el mozo de acento ronco:
y es que un panal se vuelca, de olores sanos,
como si fuese el alma del viejo tronco
que se le entrega rota en las manos.
Abejitas recorren mansas las greñas,
prodigando caricia noble al melero.
Y el rústico -insensible como las peñas,
las va arrojando muertas con el sombrero!
EL RITMO DEL AGUA
(ACEQUIAS)
Bajo tupidos sauces que la luna platea,
el agua se desliza como suave pulsación.
Allí corre la acequia. Mansita culebrea,
y se oye el blando ritmo de su circulación.
Cuántas vidas sustenta su generosa fuga.
Ella por bajo tierra filtra a los higos miel;
a sus aguas le deben su verde la lechuga,
el jazminal su nieve, su púrpura el clavel.
En las feraces chacras levanta los trigales
y nutre la arboleda que reta al vendaval.
Las aves del desierto sin mies ni manantiales,
abriendo el pico llegan a su dulce caudal.
La familiar acequia va por la vecindad
esparciendo frescura con aguas siempre bellas:
si en le día la bruñe del sol la claridad,
en libras esterlinas la cuajan las estrellas.
Me gusta, libre el alma de fútiles congojas,
ponerme en claras noches a oir su serenata
y ver cuando la brisa entreabre las hojas
y cae sobre el agua como un polvo de plata.
Mil sucesos extraños forja mi fantasía.
Por ejemplo: que el alma, siguiendo sus consejos,
se me ha volado al campo, vibrante de alegría,
y que a ratos me observa, medrosa, desde lejos.
Al fin, pobre alma mía, libremente aletea!
Y sigue aguas abajo, como errante piragua.
Mas si algún ave grazna o el junco se menea,
siento como me entrara goteando luna y agua.
Acequias olorosas a menta y peperina!
Acequias de mi tierra! -mitológicas aguas
donde zambulle a veces su cuerpo alguna ondina…
que esconde entre el hinojo su redondel de enaguas.
Acequia provinciana que me dió sus caricias!
Otra es la que hoy me canta. El niño no es ya el mismo.
No importa!: hay una antigua comunión de delicias
entre ambos -que corremos callados al abismo…
Acequia y niño integran dualidad indivisa.
Qué hombre en sus recuerdos no esconde un brillo de agua?
Quién no siente el murmullo de un agua corrediza,
bajo el montón de cosas que nuestra mente fragua?
ESPUMAS NEGRAS
BAJO VIENTOS EXTRAÑOS
Si probáis las estrofas amargas,
no inculpéis su amargor al poeta:
Mareas del mundo salpican sus alas,
de espumas salobres, salobres y negras!
El quisiera pasar por la vida
en un largo vuelo de pura belleza.
Imposible! Preciso es armarse
de estrofas ganchudas, filosas y feas.
Como aquel patagón algarrobo,
que esconde su tronco debajo la tierra,
y echa fuera una mata de clavos
porque no lo exterminen las bestias,
así al ángel más blanco, en la vida
le brotan escamas -que son su defensa,
y al poeta le naces estrofas
que son como crudo garrote que pega.
Ah, si el mundo no fuese guarida
de tanta vesania, de tanta vileza,
él sólo cantara motivos de alondra,
estrofas azules tan sólo escribiera.
Si el poeta al pasar, en tu alma
ves caer como espuma salobres y negras,
sabed: esos copos saltaron al ala
en golfos traidores, de bravas mareas…
LA VOZ DEL SOLITARIO
No recuerdo en qué sitio ni en cuál momento,
vi aquel hombre vibrante de inspiración,
que al tumulto decía con firme acento
en soberbia e inútil peroración:
“Triste cosa es el hombre sin el perfume
del sentimiento puro que nos redime;
cosa vil, deleznable, que se consume
sorda a la voz del ángel que adentro gime.”
“Si yo en busca de hermano fiel me encaminosin intenciones de hacer negocio!-,
todo hermano que encuentro por el camino,
si no me haya su “cliente”, piénsame “socio”.
“Y, amargado, la marcha detengo, presa
de algo enorme, inaudito, que me sacude:
es que el Amor de hermano se hace pavesa,
y el espectro del Odio temblando acude.”
“Mas el Odio no muerde nunca ni veja,
de mansos corazones la pulpa santa:
el espectro del Odio tiembla y se aleja,
y mi Amor, como el fénix, resurge y canta!
“Lejos ya de arlequines, tablado y farsa,
me recluyo en mi celda de anacoreta.
Que del mundo en la eterna, burda comparsa,
bailaré, si es preciso, mas sin careta!...
“Amor, hoy es problema que se resuelve
aplicando las “reglas del interés”.
Presagio de exterminio al mundo envuelve,
y el mundo, desquiciado, marcha al revés.”
“¿No véis, desorientadas en el naufragio,
que en gruesos pelotones van las mujeres,
a mecer las cunitas en el sufragio,
las sagradas cunitas de sus deberes?”
“Sensuales ritmos de torpe vuelo pesado,
suplantan a Bethoven, Bach o Rossini.
Y el librepensamiento degenerado,
culmina en la postura de Juan Papini.”
“La codicia y el Odio, tétrica orgía
celebran a la mesa del mundo infando:
han triunfado!, y las sombras de la Alegría
y el Amor, desterradas vagan llorando.”
“Hoy, toda alma se arruga y baila a los sones
del invasor oleaje de la torpeza:
que rige el apetito los corazones,
y el estómago piensa por la cabeza.”
Así dijo el discurso, con frases rudas.
Luego bajó al tumulto febril y astroso.
Y yo vi que pasaban dos sombras mudas,
en las manos ahogando largo sollozo…
ESPADA Y ALA
(A don Miguel de Unamuno, en el destierro)
Cómo emigra la luz si el sable impera!
Nos lo dice de ayer la historia humana,
Y hoy –que historia vivimos del mañanaConfírmanlo Unamuno y de Rivera.
Audaz la tiranía, persevera
en vano tras el ala soberana:
Alto busca la idea ruta arcana,
mientras abajo el sable reverbera.
Triunfe no más la fuerza!: Su victoria
Polvo es que pasará sobre el talento;
Es preciso que impere –transitoria,
pues que mañana arrollarála el viento-:
se iluminan los cielos de la Historia
cuando golpea el sable al pensamiento…
LOS SOBERANOS
Son mis caprichos la ley,
dijo el monarca altanero;
quién es, en el orbe entero,
más poderoso que el rey?
Y le respondió un gusano
que se arrastraba en las sombras:
Manjar delicioso nombras
de mis festines, enano.
LOS TRES CAMINANTES
Por un largo camino, de luz pleno,
la Modestia sus miembros despereza.
Suave olor de violetas y de heno
desparrama en el aire su cabeza.
La Vanidad camina allá a lo lejos,
en necia ostentación de poderío.
Cascabeles, colores y reflejos
y címbalos realzan su atavío.
Encuéntranse Modestia y Vanidad
en medio del camino. La primera
saludo con respeto y humildad,
más la segunda respondió altanera:
¿Quién os manda, misérrima criatura,
a manchar el camino con tus huellas,
por donde va triunfal mi galanura
que envidian desde el cielo las estrellas?
-Admiro yo tu brillo soberano,
mas dejadme pasar, que tengo prisa!
-Espera, viene el Mérito, mi hermano:
ya os haré dar con él una paliza.
El Mérito llegó. Dándole el brazo
a la Modestia, dijo: Mi destino
a tu lado es brillar. Apura el paso
que anda la Vanidad por el camino.
Hostigó sus corceles
la Vanidad, con rostro satisfecho…
y alejóse al compás de cascabeles.
Mordiéndola por dentro iba el despecho!
Que un búho dicen, en la misma tarde,
comentó desde un álamo el suceso:
gentes de relumbrón y mucho alarde,
virutas llevan en lugar de seso.
A LAS AGUILAS
Salud, heroicas aves. A la Gloria
vuestra progenie audaz llevó el Destino,
pues en la cima excelsa de la Historia,
compartís con derecho soberano,
la grandeza del Júpiter divino
y el esplendor antiguo del romano.
Estoicos paladines de la cumbre:
vuestro soberbio gesto me edifica.
No anheláis el granero donde pica
el gorrión en imbécil mansedumbre;
libres buscáis a la anchurosa lumbre
del sol, cordero, lagartija o rana
que no basta a colmaros el deseo:
Nunca el seguro hartazgo de las jaulas
a cambio de prisión y manoseos…
Señoras del azul: Para vosotras
alarga el alba su primer capullo
de sonrosada luz; la noche bella,
para aceros custodia enciende ufana
junto a vosotras su mejor estrella;
y el sol, a igual que un soberano viejo,
rinde a vuestras aladas majestades
el primero y el último reflejo.
El reptil en su lóbrego escondrijo
sábelo, y el saberlo le condena
al pensamiento fijo
de morder vuestras alas y arrastrarse
presa infeliz de su envidiosa llama:
Es condición fatal de la existencia,
que ronde en torno al pájaro la escama
y le ladre al talento la impotencia.
Águilas poderosas: Yo descubro
en vuestra vida arcana,
síntesis voladora
de la compleja condición humana.
Cabrito blanco degollado arriba
con el pico de acero,
y cuya sangra hacia el abismo salta
en cálido aguacero,
prueba que ejerce en la región más alta
como en el llano su poder el crimen;
el nido miserable, bosquejado
del peñasco en el árido recinto,
denuncia que en el monte desolado,
como el humano amor triunfa el instinto…
Humana es la rapiña.
Y el pensamiento es vuelo que hace al hombre
el águila caudal de la campiña
do el prejuicio rebaños pastorea…
Es ala cerebral la humana idea que de la eternidad gana el proscenio-:
De cumbre en cumbre el ave zigzaguea,
de siglo en siglo va volando el genio.
ESPEJISMO
Escribir es pobre medio
de belleza reflejar.
La belleza es lejanía,
y escribir es acercar.
Al escribir limitamos,
y es amplia luz de bellezaluz que pierde en la palabra
candor y sorbe impureza.
No me arguyáis con los grandes
que eternos lanzan destellos:
pues si un sol brilla en sus obras,
muchos se fueron con ellos.
Escribir es sólo un medio
de aligerar nuestra cruz…
¿Cómo aprisionar los sueños,
o atar al verso la luz?
Procedemos como un ángel
presa de ideas extrañas,
que fuese a juntar azul
al cielo o a las montañas.
Escribimos por hacerle
un declive a la tortura…
O soltar el alma al viento.
O amarrarla en la escritura.
Después de escribir, sentimos
que enmudece y se aletarga,
un como enjambre interior
que haciendo miel nos amarga.
Salió el alma! nos decimos.
Aquí está con sus visiones.
Ya viviremos la vida,
sin fiebre, sin ilusiones.
Engaño! Sólo algo queda
Lo más puro, lo más terso,
lo más grande, retrocede
de los límites del verso.
Y las quimeras resurgen.
Danzan nuevas formas bellas.
Y entrevemos infinitos
con nuevos mundos y estrellas.
Que el hombre al soñar un Dios
con luz regando el abismo,
lo ha visto enfrenar el Caos:
Al contemplarse a sí mismo!...
Afiebrados de imposible;
con ciego afán de volar,
viven los “locos” que sufren
la maldición de cantar.
Sabed: Tortura al Poeta
sed que no se apaga nunca.
Y si veis “alma” en su obra,
veis tan sólo un alma trunca.
*** FIN ***
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