A^O LXV. NUM. XVI UficiNA:^: SAO ASTA, 17.—MAURIL) AÑO 65.—NUM. 16 REVISTA UNIVERSAL EKCICI.OPFDICA DE BELLAS AKTES. CIENCIAS. LITERATURA, ACTUALIDADES Y TURISMO Diríjase la correspondencia al D i r e c t o r . D. OocGor DiFEOOiÓN A b e l a r d o D. d e C a r l o s , fuir-i d a c d o r . F"r»ncil«cso C o t s o v , conti nu«<aor. ADMINI8TRA01ÓN madrid 30 d e abpíf de 102I. i'ííl 45;5^^5«J5OTS««¡i«ÍÍM«aííSÍSÍ9SÍ5^^ A S P P X T O G K N E R A L D B L MÜNUAIBNTO AL POETA LLÓRENTE Se publica tos días 8, 15, 22 y 30 de cada mes. P a r a anuncios y susccipcioncsí l_lt>r«rf« d « Ru«»yo. A r e n a l , 6. A p a r t a d o 322. Madrid. uA ILUSTRACIÓN SÚM. l 6 . — 1 8 2 ESPAÑOLA Y A.MLKICANA 3 0 ABRIL I 9 2 I SUMARIO T E X T O . — D e la semana: Crónica,—El E x c m o . señoi" D. Francisco Cambó, p o r ]-uis d e I.Hrrañaga. - A los e s p a ñ o l e s que quieren emigrar a Chile, por J, F e r n á n d e z Pesquero.— La estatua de Bc'cquer, p o r M. Gutiérfcz Navas.—Nuestrosyi abadas, por Bienvenido Mireel,—Julio Pascual, pt^r S. Z. —El monum e n t o a L l ó r e n t e de Cjabriel llorrás, por E. Pacheco y de Leyva.—Magallanes y sus descubrimientos.—Noche h o r r e n d a , p o r Max. Ch;ives.— Crónica teatral, p o r Xavier Cabello Lapiedra.— Los s e r e s amigos y enemiaoB del h o m b r e , por Ant. Mat. G R A B A D O S . — A s p e c t o general del m o n u m e n t o al poeta Llórente.—El generalísmn Dí:i:'.. —D. Francisco Cambó,—Bécquer.— «-La plegaria-.— *^1Í p r i ma Rosaitó».—«Un c e t r e r o d e la Cdtf'dral-de Sevilla».—«La PoesííHt.— «La f.r'MicL.. «La estatua del poeta».—«Fausto y Margarita».—iValencia*.— La bella y notable actriz del t e a t r o d e L^ara, Carmen Jiménez. - DE LA SEMANA ; CRÓNICA A pluma corre ligera y placenteíaníente fácil sobre las cuartillas. El incidente de Tánger^ que sólo la arbitrariedad y el atolondramiento de unos pocos, irresponsables, pudo llegar a producir» parece haber quedado resuelto en principio de la linica forma posilile: honrosa y favorablemente pura los intereses indiscutibles de España en África, Reconocidos nuestros derech'íS históricos, y con ellos la pi'ocedencia de una indemnización de los intereses materiales que se vieron menoscabados inopinadamente, gracias a la energía resuelta y al decidido patriotisnio que desde el primer momento dernostraron losespañoles que son la vida real y próspera de Tánger, la cuestión, por sus orígenes y lainificaciones, ha pasado ya a la exclusiva competencia del Cuerpo diplomático, al que toca ahora resolverla definitivamente, de acuerdo con la realidad inexcusable. Y en este punto las cosas, pasada ya la nerviosidad de los primeros momentos, preciso es reconocer las ventajas que puede acarrearnos el súbito planteamiento de ese incidente, desagradable en si, pero posiblemente fecundo en enseñanzas, y quizá pródigo en consecuencias. Lo ocurrido, denaostrando la urgente realidad del problema, ha tenido la virtud de sacudir, despertándola, la atención de todos, un poco alejada de tan importantes intereses couio los que están en litigio desde hace tiempo, con esa zona de Marruecos. Resuelto de momento el incidente, las causas que lo hicieron posible y amenazan reproducirlo si no se les REPARTO UE PlíEMlÜS KN LA ACADEMIA HE LA HISTORIA va a la mano, y al punto, con el oportuno y radical remedio, a:'quieren toda la vibrante y tensa actualidad que parecían negárseles por la punible y general indiferencia. Es preciso atacar el mal en su raíz; resolver el caso por completOj ya que sólo purificando la sangre es posible evitar ciertas erupciones toda cuya benevolencia radica en la fr-anc-i denuncia que del mal interno hacen. Cual h a d e ser la solución, a nuestro juicio, no pude ver un secreto para nadie. Pasó ya el tiempo de hablar de títulos y derechos que de puro dilucidados y concr-etos no ad uiten nueva discusión sobre ellos, so pena de llegar a desfigurarse y sonar a hueco en fuerza d e s e r t a n manoseados, y, al final, siempi'e desatendidas por causa, principalmente, de nuestra abulia. Hastahoy, los Gobiernos pudieron escudar su inacción en la indiferencia de todos; por el apartamiento cuando no animadversión con que la opinión pública se produjo siempre acerca de este problema para cuya adecuada resolución, más que para otro alguno, necesitan contar los llamados a procurarla con el apoyo moral y material de todos, altos y bajos, grandes y chicos y medianos y aún insignificantes. Pasó la hora de rogar y aducir títulos; estamos en la de exigir, por espíritu de conservación, lo que, por no podernos ser negado, estamos imposibilitados de mendigar. La súplica reiterada demostraría una falta de fé y una carencia de conocí'•niento que habrían de convertirse en un arma temible para nuestros derechos, sobre todo en manos dispuestas a usarlas todas para inutilizarnos. jA qué nuevas razones, si es nuestra la razón? EL GENERALÍSIMO DÍAZ CON rÜ,S JLl'l'.S V ÜbLCIALES DEL HEGÍMIENTO DE SABOYA (FoL Enrique.) (Foí. Efirique.) Con sangre, generosamente vertida; con sacrificios continuados y costosos; con oro libe" ral V muníficamente derramado a manos lie" ñas, y fiún a costa de la desatención de otras necesidades interiores perentorias muchas veces; con una historia quizá rto del todo apreciada por demasiado ceicana y reciente; con la tradición, madre de todos los derechos, como escudo del nuestro, y las exigencias de la lealidad exigente po-' motivo, España ha fundamentado sus deiechos y reconocido piácticamente sus deberes en Marruecos, tieira por tantos motivos considerada, en su parte nor-te especialmente, como una piolongación de la Península. ;Y quién, dispuesto honradamente, no tanto a hacer valer sus derechos, como a responder de sus obligaciones, tomaría deliberadtimente soli.^e si la misión de una conveniente guarda, ni de una plena posesión interesada, de una finca a la que le faltase la puerta, o de la que, teniéndola, se le quisiera negar la llave que ha de hncerla eficaz? ;Es posible, por mucho y muy bien que se vigile, y por constantemente que en guardia y sobre si se esté, defender y guardar, sea lo que fuere, y de la índole que quisieren, sin disponer de una eficaz barrera, o cuando menos de algtin obstáculo de consideración que oponer a los posibles disputadores de lo poseído, poi' ruin que ello sea, ya que nunca faltan, ni pueden huntanamente faltar, envidiosos que, por serlo» hasta los trabajos y las molestias de los denlas envidien? Tánger es la llave de nuestro pretectorado de Marruecos. Sin la posesión íntegra, Ubre de cortapisas y reservas de esa plaza, la labor que España realice en África, por inteligente y bien intencionada que sea, ha de ser también fatalmente infructuosa y lesiva para la formación y el incremento de los intereses que en su dia han de ser la justa compensación de los sacrificios sin tasa ni medida de hoy, quedando por tanto incompleta y falseada en su origen. Este conocimiento, que había de .salir de las esferas directoras, para ser compartido, sentido por todos, ha tomado cuerpo, afortunadaintínte, y se ha manifestado con un vigor todo consistencia y plenitud, con motivo del incidí, nte liltimo... hasta hoy. Creemos que por primera vez, un ministro de Estado, habió claro y rotundo, dando carácter oficial a la petición española, desde el banco azul. Bien es verdad que la conducta de nuestros compatriotas residentes en Tánger, había más que merecido ese apoyo moral que encontraron, al fin, en las frases del marqués de Lema. Más benigno que sus hermanos mayores, abril termina habiéndonos ofrecido la flor abierta de una esperanza risueña y prometedora. 30 ABRIL Í 9 ¿ I LA ÍLUSISACIÓN' ESPAÑOLA Y AMtKlCA.vA súM. i6.—183 LOS SEMBRADORES DEL BIEN EL EXCMO. SR. D. FRANCISCO CAMBÓ los que súiü aspiramos al bien de [ispaña caúsanos pena hondísima ver cómo la ignorancia y la maldad, unidas a las conveniencias personales dt; LniDS pocos rnangoneadores politicos y periódicos mal inspirados, convierten en calvario interminable el camino que han de reconer los vei dudaros salvadores de la Patria. Aún hace poco tiempo, cuando en 1918 rigió dur'ante echo meses el ilustre Cambó el Minií-teiio de Fomento, pudo apreciar el país la inmensa y fecunda labor desarrollada por este cullísinio gobernante que és todo corazón, actividad e inteligencia. El crédito de confianza que el verdadero pueblo español había abierto al Gobierno nacional presidido por Maura, estimuló a Cambó para lanzaise a una activísima actuación en favor de España, y a las pocas semanas de ocupar la cartera de Fomento comenzó a desarrollar el vastísimo plan del engrandecimiento de nnehtra nacionalidad. Fomentar pur lodos los medios la intensifi cación y peifeccionamiento de nuestra pro ducción agrícola, primer factor de la produc ción española y base primordial de nuestra exportación; fomentar la explotaron de nuestras riquezas mineras, procurando reservarlas para el capital español o para el capital extranjero que se domiciliase en España y se sometiese a las leyes sustantivas del régimen tributaiio español; estimular la valoración de nuestros saltos de agua, dando facilidades y -garantías" a los concesionarios de buena fe. pero, salvaguardando, a la vez, el interés colectivo y procurando que fuesen Sociedades españolas o sometidas a las leyes de España las que tuviesen en &us manos el arma formi dable de dominación econóaiica que signiñcará. dentro de algunos años, la energía hidroeléctiica; desarrollar y activar la construcción de obras públicas, y, de una manera especial las carreteras, los puertos y las obras de irrigación, estableciendo, previamente, normas legislativas que impidiesen que el favor político se antepusieía al interés público, y dando un margen de preferencia a las obras que contasen con la colaboración de las iniciativas locales y privadas; intensificar y mejorar el sis , tema de transpoi tts y, especialmente, el ferroviario, condición esencial y previa al desarrollo de nuestra producción agrícola, industrial y minera, y medio el niás adecuado para estimular el desenvolvimiento dé grandes indus- sas significaciones políticas, coriio conservatrias siderúigicas y metalúrgicas; esiiniulai' dores, liberales, laboristas, socialistas y catótodas las iniciativas privadas procurando que licos. encontiasen en el Ministerio de Fomento conC4)ntendiendo elocuentemente en el Concurío cariñoso y decisivo... He ahí la magna greso el Sr. Cambó con los enemigos de aquelabor desarrollada en parte y en pai te iniciada lla patriótica solución, decía en vibrantes pepor el Sr. Cambó, como ministro, en un bre- riodos que produjeron en la Cámara de Dipuvísimo espacio de tiempo. tados emoción hondisim&: «No es cierto que haya en el ambiente político del resto del munEs lástima que el verdadero pueblo español, do un mayoi' patriotismo que en España; lo noble y bueno, no pueda apreciar desde cerca que ocurre es que aquí, lo habitual, lo con ienla grandiosa actuación de estos hombres, ver- te (en nitesh as palabras^ no en nuestros actos) daderamente providenciales, que luchan, sien- es creer que los acontecimientos y las necesiten, piensan y Itabaian de conlinuo en bien dades del país han de amoldarse a las fórmude la Humanidad. las que nosotros hemos dado y a las palaBien recienlemenie aún, al ocurrir la trági- bras que nosotros hemos pronunciado y se ca muerte del inolvidable Dato, que con su reputa claudicación y traición que un hombre talento y su patriotismo supo librar a España amolde sus convicciones y adapte su actuade inmensos peligros conduciéndola por ca- ción pública a ios intereses y a las conveminos de prospeiidades y de paz, se trató de niencias de su país.» constituir otra vez un ministerio nacional, pieAl recordársele palabras que había pronunSidido por Maura, y en cuyo ministerio el se- ciado en el banco azul, cuando fué ministro, ñor Cambó hubiera podido continuar y am- el Sr. Cambó, con emocionante y viril elopliar su beneficiosa actuación cerno gobernan- cuencia, hubo de contestar al Sr. Alvaiez, prete. El noble intento no pudo ser llevado a la guntándole: «¿Reconoce S. S. que en Cataluña práctica; y eso que, como vivos ejemplos de entera, en la ciudad de Barcelona especialactualidad política mundial tenemos lo que mente, está planteado un problema de una ocurre en Inglaterra, en Italia, en Bélgica y en trascendencia tal que no digo yo que la vida Francia, en cuyos Gobiernos, eminentemente definitiva de nuestro país, pero sí su prospenacionales, colaboran hombres de tan diver- ridad, su pujanza, el patrimonio que significa el esfueizo de generaciones enteras, depende del acierto de una actuación de Gobierno en estos momentos? Yo apelo a la lealtad de Su Señoría para preguntarle qué haría si se encontrase un día en trance igual al que se me ofreció a mi. Respondiendo a mis convicciones y creyendo que al enunciarlas prestaba un gran servicio a mi país, formulé las declaraciones que acaba de indicar S. S., y que me honro muchísimo en recordar. Después se han producido las realidades actuales que hoy pesan en la vida de Cataluña y de España. Y ante ellas, ¿qué ha de hacer un hombre como yo, cuya significación entera desde que nació, desde que actuó en la vida pública, ha sido la de trabajar por la reivindicación de la personalidad catalana, por la elevación del nivel material y moral de Cataluña, y cuyo ensueño capital ha sido que llegaran a coincidir y a hermanarse la mayor concesión de libertad a Cataluña con la mayor grandeza de España?» ]I,a mayor grandeza de España...! Llegará. sí, cuando el nobilísimo pueblo español se de txacta cuenta de quiéne^i son en nuestra Patria los verdaderos sembradores del bien, entre los cuales figura en primei-a línea el señor Cambó, y quiénes los qu¿ oultiv^in la cizaña. L U I S DB L 4 R R 4 Ñ A Q A NÚM, i G . — 1 8 4 A LOS ESPAÑOLES QUE Q U I E R E N EMIGRAR A CHILE • I al ochenta por ciento de los españoles residentes en América les fuera posible volver a España y poder hallar allí lo que dejaron engañados por la loca aventui'a de un espejismo falso y traidor, a buen seguro que, quien sabe si de ese porcentaje sobrepasara los que, contritos y humillados, cual hijos pródigos, volverían ufanos y contentos al humilde llantar de la aldea; pero, ¡hav!... los barcos son pocos y caro el pasaje, y la boUa, como las ilusiones muertas, está vacia, estrujada, paupéri'inia y miserable hasta la degradación, y no son el Jesús de las aguas para andar sobre el mar que los separa, que de serio no serian los millares de millas los que los detendrían, antes bien placer habría en peregrinar con el báculo du el desencanto, pero con la esperanza de volver a la tierra prometida. Para el que no tenga encallecida la dignidad, atrofiada la vergüenza e insensible el amor propio» vamos a copiar lo que, a propósito de la inmigración a Chile, dice Mercurio de Santiago, por boca de uno de sus i'edacíores oficiales, el 13 del actual, porque ese artículo tiene miga, y mucha, para no tomarlo muy en cuenta por los que hemos hecho propósito de enmienda y profesamos en la orden de redención de cautivos e incautos, nueva orden que a veces resulta de caballería o de leyenda, por el-poco o ningún caso que hacen los que, cual niños inexpertos o caballos desbocados, corren tras el miraje de esa tentación de San Antonio^ vírgenes morenas de América fascinante que los seduce y subyuga devorándolos en forma de no ser ni útil para ella y sí ser perdido para España, la madre que amorosa a sus pechos los crió y que los ve partir con pena en el corazón y zozobra en el pensamiento. «Inmigración inaceptable», es el titulo del artículo de referencia, el que comienza: «Se insiste en hablar de inmigración alemana a Chile. Apenas se entiende cómo hay quisn proponga semejante idea en un país en donde por boca de su presidente se asegura habrá en el próximo invierno (empieza en mayo) treinte mil hombres desocupados sin trabajo. En otras circunstancias probaríamos que ni ahora ni nunca puede Chile recibir inmigración sin que cada hombre venga con contrato y a faena determinada. Hoy no cabe discusión; cualquiera inmigración es imposible en nuestro país y el Gobierno no podría permitirla sin cometer una insensatez. La colonización, si se hace, debe hacerse con los miles de desocupados y nacionales, para asi buscar la estabilidad social y el bienestar económico nuestro. La colonización extranjera es inadmisible; se impone una declaración terminante al respecto antes que sobrevengan negocios sucios de inmigración que creen nuevas dificultades.» Hasta aquí el diario chileno, que, hay que confesarlo, habla con una sinceridad pocas veces vista, lo que hay que agradecerle y escucharle por bien propio, pues si razón que le sobra para su país más razón nos abona a favor de nuestra cruzada contra la inmigración española a América, ya que no es sólo Chile, sino que también en Norteamérica se toman medidas como la ley últimamente dictada, que restringe la inmigración, al menos por el lapso de un año. Ayer los aventureros, los audaces, los empeñosos y los desesperados y desahuciados" de sus patrias, hacían fortuna a la larga, o con malas artes a la corta; hoy, por más audaces e inescrupulosos que sean, ni los propios, ni menos los extraños, logran surgir y defender el plato de la boda, pues la pitanza está en América tan escasa como en Europa, y, además, al extranjero es justo se le mire por LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA egoísmo como el perro casero mira y giuñu al perro callejero que hambriento >e atreve a hurtadillas dar un mordisco a la pitanza del afortunado. Antes de pasear sus andrajcís, echado a puntapiés de todas partes por el delito de extran;,eiía. Hntes de avergonzar ;Í ia patria de origen y por desesperación ser la luiria de tos propios y la de^honra de sí mismo, mejor es esconde]- nuestra pobreza con decoro y mitigarla con parquedad, pues al menos KI mendrugo sabe a patri;^ y el pan de deshechd snhe a ultraje. J. FERNANDEZ PESQUERO Chile, febrero 1921. APUNTE DEL NATURAL LA ESTATUA DE BÉCQUER a reufiinne con ¡nis queridos compañeros de la Escuela de Cerámica; me esperan, trabajun.,, du, en el interesante e histórico Agreda, pueblo admirable de la provinciii so riana. Nos lleva, de la peor manera, un HUIU; el polvo nos agobia, los bíich^s se suceden v nuestros cuerpos van quedando 'iiiltreclios. Compañero de viaje es un señor bien portado, con quien conversatnos, coment;iiido sóbrelas tierras que cruzamos con leisiiiva velocidad. M dice que va aTctrazona para seguir más tarde al Monaste'io de Veruela, Tengo afán—me dice—por saborear inten • sámente, en donde niisíno se pensaron, las cartas, ¡modelos admirables!, que desde ése Monasterio escribió el poeta. Anoto este encuentro porque preguntabas, admirado Bécquer, en una de tus rimas: 'ARCHO «de que pasé por el mundo, ^ u i é n se acordará? Y un hombre que camina de Córdoba a Tarazona con sólo el objeto de leer tus cartas en Veruela es una cumplida contestación a tu pregunta. VA se ha acordado. 30 ABRIL I 9 2 I Otra demostración de lo mucho que se le recuerda y se le r'ecordorá es el tema de este apunte, [i.a estatua de Bécquerl La estatua de Bécquer es, quizá, la producción más simpática del Sr. Coullant Valera. E»o le debe el e'^cultor al poeta. Suhre fondo de sol sevillano, destácanse briosamente recoitados los tonos verdes oscuros de las infinitas plantas que limitan la poética plaza donde la estatua está instalada. Un robusto cedro sale soberbio del centro del mármol, y sus finas hojillas en sombra t" rman con la luz delicioso arabesco, dando amenidad a lo que es el techo de la plaza. La sombra que proyecta el amable ced::) liace de aquel lugar un paraje acariciador, inás aún cuando se acaba de sentir en las espaldas, al cruzar las calles, los formidables rigores del sol. Reina allí el silencio; el momento es evocador. El amigo que nos acompaña toma asiento y contempla la estatua. La estatua atrae y en este ambiente su contemplación encanta. El guarda, soñoliento, cubre su testa con sombrero ancho; descansa de no hacer nada, apoyado en su larga vara. Gritería alegre, riente, se deja sentir y rompe la paz del lugar becqueriano. Unas preciosas chiquillas ríen y escandalizan hasta llegar a la estatua. Se paran, miran y, en un ari'anque, asaltan el pequeño estante que cnniiene los escritos del poeta. Toman asientos, observamos y las vemos gozar leyendo y contemplando la figura familiar de Gustavo Adolfo. Leen estas mujercitas las mágicas leyendas de! Hrtista que supo, para los mayores, poner pasión, alma de genio, y pintorescas descripciones e inteiés de cuentos infantiles para los chicos. La estatua del poeta, tranquila y agradable en aquella plaza, rodeada en muchos metros de bosques de flores, con la profusión de flores que da el suelo sevillano, es una demostración de que a Bécquer sus paisanos no le olvidan, y de que Sevilla, donde la gente sonríe y sólo canta a media voz, es pueblo que sabe sentir hondo. M. GUTIÉRREZ NAVAS 3 0 ABKIL 1Q21 LA :STRAC:L;N ESFANÜLA Y AMERICANA NÚM. l 6 . — 1 8 5 NUESTROS GRABADOS precisa ealiiL- veisndo en las materias artística para ver en In p¡el^aiiii uiia admirable liriible LOmposición composición mística reliLíiosa reliiíiosa qi que nos revele a su aiuor señor Ariiáiz a más de un pintor de grandes conocimientos, de un profundo setitirpara la composición. I,;i plegaria se despreiide de los labios de esa santa mujer por cuya mirada hace llegar la oración al cielo. Sus manos vir^iiiiales unen a su aptitud humilde y devota en demanda de algo relfstial que del Supremo Hacedor espera. MI PRIMA R0SAITO.--Jacinto Alcántara, pintor y escultor, es tal vez de nuestros jóvenes artistas, el de más variado temperamento, pues a los diez y ocho años consigne impresionar grandfmente con su interesante labor. El retrato de su prima Rosaito nos anticipa todo cuanto podamos imaginar de dominio en el carácter y adivinamos su deliciida cultura y rara vez pueden verse retratos que tan fielmente expresen la cí>mplajencia y placidez del modelo. UX CETRERO DE SEVILLA.—Por Manuel Gutiérrez Navas.^Si no sintiésemos por nuestro colaborador y amigo, el notable pintor y dibujante, el sincero afecto que supo alcanzarnos el interés de sus obras, bastaría la contemplación de algnna de ellas paja obtenerlo y este es el obtáculo qne nos impide hablar de un Cetrero sevillano. A cambio de esta confesión, que revela cuál limpio es el fondo de nuestro ánimo y lo libra que este al buscar adjetivo ecomiásticos para realzar la obra f[ue reproducimos. Nos vemos privados de citar sus revelantes méritos y solo exponemos una nota descriptiva acerca de la obra y que *M1 PkíMA ROSAITO», CUADRO DE JACINTO ALCÁNTARA íLA PLEGARIA», CUADRO AL ÓLEO OKL liNSHllíADO ARTISTA JOAnuestro buen público haga de ella el QUÍN A R : KM merecido elogio que la amistad nos: priva de hacer. El cetrero, es una figura de trascendencia e imjjresendible en nuestras grandes catedrales, creada como ellas en nuestra edad media al imperar RU nosotros el blasón de !a cruz y la media luna, y representa este símbolo religioso, a más, el retrato de uno de nuestros más modernos autores españoles, Luis de Vargas, cuyos méritos han sido muv aplaudidos en su famoso Juan de Afadrid en el Infanta Isabel y en Lara el Sanio con gracia y tantas otras, que nos hace tan interesante como por la tradición que ostentara la figura religiosa si llega a desaparecer como rosa desprendida de ese cúmulo de ideas y de ñores que se llama Religión.—BIENVENIDO MIREBL 1 ! UN z A P I . Í - : G A ! Í [ A— . - X\(o GRAN ARTISTA TOLEDANO: J U L I O ;S el de ]a forja un arte, duiaiíte \ algún tiempo arrinconado y \ que hoy va recobrando el prestigio que le corresponde y en e 0040000 el que le tuvieron nuestros antepasados, preferencia que se manifiesta en los más nimios detalles: desde los clavos y herí ajes qtie tan bellamente vigorizaban las puertas hasta l o s humildes farolillos que i"odaban por los rincones de los establos, y las verjas, lámparas, etc., nos indican el ideal artístico de nuestros abuelos que buscaban la forma bella en todos los objetos de que en la vida se servían. Digno continuador de aquellos maestros que se llamaron Bartolomé, Andino, Villalpando, y que nos asombran con sus obras en Granada, Toledo y Burgos, es Julio Pascual. Físicamente manifiesta ser un trabajador de firme voluntad, indiferente a los halagos del refinamieiUo cortesano; en lo moral atrae en seguida su extremada y natural amabilidad y subyuga a poco de tratarle la noble y sencilla belleza de su sentir. Nació en Toledo, en 1880, en el barrio muzárabe de San Marcos, y toda su vida lá pasó en la Ciudad Imperial. Su padre era tintorero, y este oficio siguió Julio en su primera edad; es un caso el suyo en que la vocación se impone, salvando todo obstáculo, al individuo, anasír4»dole casi inconscientemente; él misino nos lo manifiesta respondiendo a una pregunta nuestra: UN —Verdaderamente no se como llegué a ésto (y nos señalaba el taller en que varios oficiales se ocupaban febrilmente en ejecutar las geniales creacciones del maestro, entre el fuerte resoplido del fuelle, el fulgurar del hierro al rojo, los martillazos apagados del P A S C U A L varon a solicitar las ensefianzas de don José Veré... -¿...? —Tendría unos trece o catorce años. Más tarde fui discípulo del hoy ilustre ceramista D. Sebastián Aguado, y entré en la Fábrica de Armas, en el taller de adamtt^ quinad o. Contaría unos veintitrés años cuando me puse a trabajar como herrero por cuenta propia... —¿De manera que maestro en este arte? —No lo tuve. Monté la iierreria sin pretensión ninguna artística; yo seguía con mi afición al dibujo, tomando apuntes de las admirables cosas que aquí tenemos, y poco a poco y sin premeditación empecé a realizar en el hierro las fantasías que había ejecutado en el pape!... Este caracteriza el arte de Julio Pascual; en sus obras no se advierten influencias determinadas; toda la ciudad fué su maestra; es un artista exclusiva mente toledano; podría llamársele artista local si Toledo no fuera el símbolo del alma nacional. Encuentro en este forjador una indudable superioridad sobre sus colegas antiguos: no se limitajcomo ellos, al embellecimiento de la línea, sino que con arte mágico realiza el milagro de dar a las figuras humanas de sus repujados, alma y vida; en sus manos la rebeldía del hierro se trueca en sensibilidad obediente a sus inspiraciones. La estación de ferrocarril toledana muestra con orgullo las lámparas, buzones, verjas, salidas del taller de tan eximio artista y la verja por él colocada en CETRERO DE LA CATEDRAL DE S E V I L L A , POR EL NOTABLE PINla capilla muzárabe de la Catedral no se TOR, GUTIÉRREZ NAVAS humilla ante las otras maravillosas que ese templo encierra. No podemos lamentarnos forjador y los sonados secos de los repujadores), sin darme cuenta. Desde muy niño me de que el arte decae mientras haya hombres gustaba el dibujo; aún trabajaba en la tintore- que, como Julio Pascual, lo encumbren a un ría de mi padre cuando mis aficiones me lle- grado máximo.—S. Z . EL MONUMENTO A LLÓRENTE DE GABRIEL BORRAS Lübret de versos esculpió la más inmortal y a la altura que i^u fnmy y su ya proclamado grandiosa página de crítica que podía escri- talento exigían, y al suceder esto, Borras, con birse del poeta del Tur ia, y en aquellas magis- amortís regionales, con cariños de hijo que trales líneas dejó bien definida la espirituali- desea conservar la memoria de su padre, se dad del que fué a líi vez notable periodista» dedicó de lleno al estudio del alma del autor poniehdo de relieve el plácido raudal de su de Lo Kosasi de la viuda y de Parles de soldat, a postuma, cuyu autogi'afu guarda con veneración el Rey D. Alfonso Xlll. Van todas Sitas alegorías adosadas al pedestal» y lo rematan la musa del gran escritor y la figura de falencia coronando la de cuerpo entero del ran estilista y fecundo ingenio. este escultor está, sin duda, esta composición dulce, rítmica, placidísima, encantadora, comparable sólo a aquella magnífica estatua que da melodía concedido al maestro valenciano suya sobre el *Pintor Rosales», que como sus desde muy temprano: en fin. D. Marcelino, Tentaciones de San Antonio. nuestro inolvidable guía, dejó dicho que como Feliz fué la interpretación que dio al gue- nadie había contribuido Llórente a la educa- rrero monumento que levantó Vitoria a la ba- ción literaria de nuestro pupb'.o, haciendo ver- talla de su nombre, quedaba a un lado por la daderamente españolas las composiciones que veracidad del movimiento y la justeza de la traducia, llamándole Principe de los traducto- expresión histórica que predominaba, respon- res^ añadiendo que como prosista estaba libre diendo con exactitud a lo que una conmemo- de los resabios del estilo periodístico que ejer- ración de esa índole debe ser. Sencillo, rigu- citaba, poniéndonos como modelo los dos to- roso y triste, como el asunto y el motivo lo mos que escribió sobre la historia de Valencia, pedía, es su otro monumento construido en y afirmando que acerca de la bella capital me- la Moncloa a Capape: digno de un tribuno diterránea no se había compuesto libro más polemista y luchador el que Canarias le en- útil que éste, ni nías galana y pintorescamen- cargó para Sol y Ortega, pendiente de termi- te, puesto que como poeta había logrado que nación, y precisa la lápida que, dedicada a los su ríina sirviera para impedir, o a lo menos Reyes Católicos, se colocó en la Plaza de Es- para retardar, la muerte del habla expresiva y paña. ma insustituible del que justamente fué direc- de aquel glorioso escritor que se lla- tor de la Academia de la Historia, nos legó el mó D. Teodoro Llórente, y pensó retrato literario y espiritual de uno de los más elévenle un monumento -ilgno de tan grandes hombres que nacieron en tierra le- pi'()logo que hizo pf;ra la nueva edición Hel «Piedad» de San Pedro, que entre lo mejor de hizo de Zorrilla, y no mejor que la acabada •ALENCiA quería perpetuar !a memoiia insigne varón. Menéndez Pelayo, al tiazHV el el «David» de Miguel Ángel, el «Moisés» y la lucución pura y cristalina, el don de su blan- FAUSTO Y MAKGAarrA dulcísima en que se desenvolvió, y así la plu- en visto con ánimo y ansias de saturarse de arte Con ser extensa la labor de este artista, aún le quedan arrestos y juventud para más, y a ello le debe estimular el tranquilo y afortunado ambiente de que ha sabido rodear a la estatua que se inaugurará en breve erigida por vantina. Valencia a su poeta e historiador D. Teodoro su gloria cientifica y del recuerdo de su mé- Son estos días en que España tiene que re- rito, era preciso alguien que no desluciese en mediar muchas deudas de gratitud que debe el barro lo que había fijado el maestro en el a hijos suyos inmortales. Nombres se vienen papel, y para ello se hizo concurso y se con- a la boca que están clamando la perpetuidad vocó para él a todos los artistas del arte de tín un monumento, y acaso Borras, con plau- Fidias, y entre los que presentaron trabajos, sible patriotismo esié a estas lioras maduran- fué Gabriel Borras, el antiguo alumno de la do en su preclara inteligencia la composición liscuela de Artes e Industrias de San Carlos espléndida con que sabrá animar a muchos, a honrar a uno de los que fueron su más escla- en Valencia, el ex profesor de modelado y esLA. ESTATUA ->EL i-OETA recida gloria; pero sí la admiración pide que' Colegio de Huérfanos del Arma de Infantería descorramos ese velo, la discreción y la buena de Toledo, el restaurador actual del Museo amistad nos ponen tiento en la pluma, deján- de Arte Moderno, el qui acertó a recoger en dola libre para colmar de aplausos a quien una bella, pensada y cariñosamente interpretada maqueta, la efigie que los laureles justamente obtenidos por D. Teodoro Llórente merecían. La reputación del que fué comisionado por nuestro Gobierno para inaugurar la Exposición de Bellas Artes en Buenos Aires, quedó ENRIQUE PACHECO Y D E L E Y V A Llórente. Para enaltecer su figura física y rodearla de cultura de la Escuela de Artes e Industrias y «Tribute Valencia honor a su poeta inmortal; m a s rinde E s p a ñ a loor al gran hispanizador de la Musa universal.> trazando una composición serena, llena de la placidez que inundaba el espíritu de Llórente, sobria y grata a la vista y recordadoras de aquellos sus más notables escritos, la traducción titulada Fausto y Margarita y El canto a Valencia, y aquellas sus últimas estrofas, poe- Yo, que conozco por entero la obra completa de Borras, estimo, después de haber contemplado tanto bueno e inmortal en el Museo Vaticano y lo mejor de la escultura antigUH, supo enaltecer a uno de los más grandes escritores españoles del siglo xix, esperando que al descubrir esta buena obra de Gabriel Borras, las muchedumbres repitan la alabanza 'o más liermoso de Canova y lo más fino de de aquel verso que le hizo D. Federico Baiart, Berniní; con esa autoridad que da el hnber y que dice: «VALENCIA», DH,TALLE QUR C O K O N A fiL M Ó N Ü M É M L Ó LA ILUbTPACION .vÚM. l 6 . — iJ ESPASOLA Y AMERICANA 3 0 ABRIL 1 Q 2 I ESPAÑA Y AMÉRICA MAGALLANES Y SUS DESCUBRIMIENTOS Quién era Magallanes. AGAi.LANES, au[ique naturalizado español, no había nacido en España. Hernando Je Magallanes era h¡ \o ~dtí~~ün gentilhombre pot tugues y habit» sido educado en la casa del rey don Juan II, donde recibió una educación tan completa como podía dársele en aquella época. Después de haber estudiado de una inaneía muy especial las matemáticas y la navegación, abrazó aún muy joven la carrera de la marina y se embarcó en 1505 con Almeida que pasaba a las Indias. Marchó después a guerrear al África, a Azamor, ciudad de Marruecos, donde recibió en la rodilla una herida ligera que interesándole, sin embargo, un nervio, le dejó cojo para el resto de su vida y que le obligó a volver a Portugal. Magallanes se resintió por el injusto tratamiento que lecibió del rey Manuel con motivo de algunas quejas formuladas por los habitantes de Azamor contra los oficiales poitugueses. En breve las malas disposiciones del rey Manuel se cambiaron en una aversión verdadera que se tradujo en una imputación odiosa, cual era la de que para escapar a acusaciones irrefutables, fingía Magallanes sufrir de una herida sin consecuencias, de la que estaba completamente curado. Semejante aserción era grave para el honor tan susceptible y limpio de Magallanes. Así es que se determinó a tomar entonces una resolución extrema. Para que nadie pudiera ignorarlo, hizo constar en un acta auténtica, que renunciaba a sus derechos de ciudadano portugués, cambiaba de nacionalidad y tomaba en España cartas de naturaleza, proclamando solemnemente que quería ser tratado como subdito de la corona de Castillaj a la cual quería consagrar en lo sucesivo sus servicios y su vida entera. Magallanes expuso a Carlos V su proyecto de ir a las Molucas por una vía nueva, cuyo secreto guardaba, con lo cual resultarían grandes beneficios para la corona de España, y aceptado el proyecto por el Emperador se firmó un convenio el 22 de marzo de 1518, y el 10 de agosto del año siguiente se hallaba en el puerto de Sanlúcar de Barrameda al frente de su flota dispuesto a hacerse a la mar. I La escuadra de Magallanes. Componíase la escuadra de Magallanes: de la «Trinidad», de ciento veinte toneladas, y en la cual se enaibolaba el pabellón del comandante de la expedición; del «San Antonio», igualmente de ciento veinte toneladas, mandado por su segundo Juan de Cartagena, ]a persona conjunta de Magallanes, como dice Id cédula; de la «Concepción^, de noventa, mandada por Gaspar de Quesada; de la famosa «Victoria», de ochepta y cinco, al mando de Luis de Mendoza; y, por último, del «Santiago», de setenta y cinco, al mando de Juan Serrano, El total de hombres era de doscientos treinta y siete, de los cuales treinta y tres eran portugueses. Para la expedición no faltaba ninguno de los recursos que podían facilitar el arte náutico de la época. En el momento de ia partida entregó Magallanes a sus pilotos y capitanes sus últimas instrucciones, así como las señales que debían asegurar la simultaneidad;de las maniobras e impedir una separación posible. El 20 de septiembre de 1519 salió definitivamente 2 la mar la escuadra de Magallanes. St^is días después fondeaba en Canarias, donde hizo su primer repuesto de leña y agua. Bl primer incidente. Al abandonar las islas Canarias se produjo el primer incidente entre Magftilanes y Juan de Cartagena. Pretendía el último que debía ser enterado por el comandante en jefe del lumbo que pensaba hacer, pretensión que rechazó Magallanes, declarando no tener que dar cuenta de ninguna especie a su subordinado. ELchoque sobrevino en seguida. En un Consejo celebrado a bordo del buque ahnirante, se suscitó una viva discusión, y Juan Cartagena contestó con altivez e insolencia. Viósa Magallanes obligado a arrestarle por sí mismo y a hacerle poner en el cepo, instrumento compuesto de dos pedazos de madera superpuestos y con agujeros de trecho en trechy, en los cuales entraban las piernas del marinero a quien se quería castigar. Contra este castigo, demasiado humillante para un oficial superior, reclamaron vivamente los demás capitanes, y consiguieron que Cartagena quedase arrestado nada más, bajo la custodia de uno de ellos. Sin más novedades siguieron las cosas has- NOCHE HORRENDA Es una noche horrible y tenebrosa en cuya lobreguez reina el mutismo... Ya mataron las fauces del Abismo todas las ilusiones color rosa... Nadie agita su planta temblorosa porque no se distingue ni a si mismo...; sólo se espera un grande cataclismo en medio de esa sombra borrascosa... ¡Y esa noche soy yo...! meditabundo, que en el abismo de mis penas me hundo sin divisar siquiera una alegiía..., que espero sólo que me llame el Cielo para tener el único consuelo [|de ir a enterrarme en una cripta fría...11 MAX ©- CHAVES -??! ta llegar al Brasil, donde la flota echó el ancla el 13 de diciembre de 1519 en el magnifico puerto de Santa T^ucía, conocido hoy con el nombre de Río Janeiro. M a g a l l a n e s y l o s patagones. Después de Rio Janeiro, siguió Magallanes la costa hasta llegar a un magnífico puerto en el que resolvió invernar, y al que puso el nombre de San Julián. Dos meses llevaban en aquel sitio los españoles, cuando un día vieron a un hombre que les pareció de una magnitud gigantesca. Al ver a los españoles comenzó a bailar y a cantar^ echándose tierra en la cabeza. Era un patagón, y se dejó llevar sin resistencia a los buques. Al ver cuanto en ellos le rodeaba, manifestó ta más viva extrañeza; pero nada le sorprendió tanto como un gran espejo de acero que le presentaron. «El gigante, que no tenia la menor idea de aquel mueble y que sin duda por la primera vez veía su rostro retrocedió tan asustado que derribó por tierra a cuatro de nuestros hombres que estaban detrás de él.» Volviéronle a tierra cargado de presentes, y la i:xcelente acogida que recibió determinó a sus compañeros en número de diez y ocho, trece mujeres y cinco hombres, a subir a bordo. Grandes, con el rostro ancho y teñido de rojo, excepto los ojos que estaban por círculos amarillos, con los cabellos blanqueados con cal, iban envueltos en enormes pieles y llevaban anchos zapatos de piel, lo cual hizo que se les diera el nombre de pies grandes o patagones. Su tamaño, sin embargo, no era tan gigantesco como pareció, porque varía entre 1,92 y 1,72 metros, lo cual, sin embargo, excede al tamaño ordinario de los europeos. Por armas tenían un arco corto y macizo y flechas de caña cuya punta estaba formada por un guijarro cortante. El capitán para retener a dos de aquellos salvajes que quería llevar a Europa, usó de una superchería que en el día calificaríanios de odiíisa, pero que en el siglo xvi no tenía nada de particular, pues que se consideraba en todas partes a los negros y a los indios como enpecie de animales. Los cargó de presentes, y cuando los vio muy cargados ofreció a cada uno de ellos uno de esos anillos que sirven para encadenar. De buena gana se lo hubieran querido llevar, porque estimaban el hierro más que todo lo demás, pero tenían las manos llenas; y entonces se les propuso que se los atarían a las piernas, lo cual aceptaron sin desconfianza. Cerraron entonces los anillos los marineros de modo que los salvajes se encontraron encadenados, y nada puede dar idea de su furor cuando comprendieron aquella estratagema que los convirtió en esclavos. Bl paso del Estrecho. Después de mil incidencias y de haber tenido que sofocar una gran revuelta para ahogar la cual hubo de ejecutar a uno de los capitanes, Luis de Mendoza, y abandonar a Cartagena con cuarenta marineros en una playa deshabitada el 21 de octubre según unos autores, y el 27 de noviembre según otros, la flotilla penetró por un pequeño brazo de mar en un golfo en cuyo fondo se abría un estrecho que, como en breve se vio, desembocaba en el mar del Sur. Llamóse inmediatamente aquel esti'echo de las Once mil Vírgenes^ porque aquel día les estaba consagrado. A uno y otro lado de aquel estrecho se levantaban tierras elevadas y cubiertas de nieve, en las cuales se veían muchas hogueras, sobre todo en la de la izquierda, pero sin que pudieran entrar en comunicación con los indígenas. Después de una navegación de veintidós días a través de aquella sucesión de canales y brazos de mar. anchos tan pronto de cinco como de veinte kilómetros, que se extienden en una longitud de 440 millas y cuyo conjunto ha recibido el nombre de Estrecho de Magallanes, desembocó la nota en el mar inmenso que tomó el nombra de Pacifico^ porque en cuatro meses no fué turbado por ninguna tempestad. M a g a l l a n e s en las Islas Filipinas* Después de mil privaciones arribaron los navegantes a unas ¡slas que llamaron de los ladrones por la propensión singular que tenían para el robo sus habitantes, y luego a las islas que se llamaron primero de San Lázaro, nombre que fué cambiado después por el de Filipinas en honor de Felipe 11. Cuenta Pigaffeta en esta forma la llegada a Filipinas: «El rey subió a bordo con seis u ocho de sus principales subditos, v llevaba al capitán general algunos presentes, en cambio de los cuales recibió una túnica de tela roja y amarilla, hecha a la turca, y un gorro de escarlata fina, en tanto que a las personas de su séquito se las regalaba espejos y cuchillos. Se le enseñaron las armas de fuego y se dispararon algunos cañonazos, lo cual le asustó mucho. Luego, Magallanes, hizo armar con todas las L^ ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA y) AKiüL 1921 piezas de la artnadura a uno de nosotron^ y mandó- a tres hombres que pegasen fuertes sablazos y golpes con verduguillo para demostrar at rey que nada podia herir a un hombie airnado de aquella manera, lo cual le sorprendió mucho; y volviéndose hacia el ititéiprete, dijo, por medio de éL al capitán; que un hombre armado de aquelU manera podía combatir enntia ciento.— Si, respondió el intérprete en noml^re del comandante, y cada uno de IOS tres buquts tiene doscientos hombres armados así. Muy admirado el rey de todo lü que había visto, se despidió del capitán rogándole que enviase con él a tierra dos de los suyos para enseñarles algunas particularidades de la isla». Le dijo: «Que se encontraban en su isla pedazos de oro tan grandes como nueces, y hasta como huevos, mezclados con la tierra, que se ciibaba para encontrarloSj y que todos sus vasos, y hasta algunos ornamentos de su casa, eran de este metal.» El día de la Resurrección bajaron a tierra para celebrar la misa después de halier cons•truído en la orilla una especie de pequeña iglesia con velas y ramajes de árboles. Se había levantado un altar, y durante todo el tiempo que duró la ceremonia religiosa, el rey. con una gran alluencia de su pueblo, escuchó en silencio, e imitó todos los movimiento-, de los españoles. Colocóse después con gran aparato una cruz en u n a colina, y se levaron anclas para dirigirse al puerto de Cebú que era el más propio para abastecer los buques y traficar, Llegaron a él el domingo 7 de ;ibnl y Magallanes hizo en seguida bajar a Uerra a uno de sus oficiales con el intérprete como ernbajadoi' cerca del rey de Cebú. El enviado explicó que el jefe de la escuadra esiaba a las órdenes del mayor rey de la tierra, y añadió que el objeto del viaje eran las islas Molucas; pero que deseando visitarle al mismo tiempo que tomar algunas provisiones en cambio de mercancías, se había detenido en aquel país al que venían co no amigos. «Que sean bien venidos, respondió el rey; pero si tienen la intención de traficar, deben pagar un derecho ai cual e.itán somelidos todos los buqutís que entran en mi puerto, como lo ha hecho nvi liace cuatro días un junco de Siam que vinn a cardar 010 y esclavos, y como puede atestiguai' ur. comevcimte moi'o que se ha quedado en el país.» Respondió el español qutí su señor era un rey demasiado grande para someterse a semejante exigencia; que habían venido con intenciones pacíficas, pero que ai queiía la guerra se encontraría con quien habérselas. Advertido el rey de Cebú por el comerciante moro del poder de los que se presentaban, y de lo que podían hacer, consintió al fin en renunciar a sus pretensiones. La muerte de Magallanes. Cerc-i de la isla de Cebú hay otra isla llamada Mactan, que tenía dos jefes; el uno había reconocido la autoridad de los españoles, el otro la había rehusado, y Magallanes resolvió imponérsela. El 26 de abril, un vierne'=, tres chalupas con sesenta hombres, armados de corazas, cascos y [uosquetes y unos treinta barangais^ entre los cuales iban el rey de Cebú, su yerno y gran cantidad de guerreros, partieron para la isla de Mactan. Esperaron los españoles el día y saltaron al agua en número de cuarenta y nueve, porque las chalupas no podían acercarse a tierra a causa de las rocas y de los bajos. Más de quinientos indígenas les esperaban y se arrojaron en seguida sobre ellos, en tres batallones, atacándoles por ei Ganadería de los señores Hijos de D. Francisco Perea NtíM. 16.—189 frente y por los flancos. Los mosqueteros y los ballesteros tiraron desde lejos sobre la multitud de guerreros sin hacerles gran daño, porque estaban protegidos con escudos. Acribillados a pedradas, aflechazos, a lanzadas, acosados por el número pusieron fuego los españoles a algunas casas para asustar e intimidar a los naturales; pero éstos, encarnizándose más con la vista del incendio, redoblaron sus esfueizos y acometieron por todos los lados a los españüles¡ que se veían muy apurados para resistirles. No tardaron mucho tiempo en observar los indígenas, que todos los golpes que dirigían a las partes del cuerpo de sus enemigos, protegidas por la armadura, no les herían y se decidieron a lanzar sus flechas y dardos, contra la parte inferior del cuerpo que estaba sin defensa. Herido Magallanes en una pierna, con una flecha ecivenenada, dispuso la retirada de las fuerzas españolas y barangais. Con gran tiabajo retiocedian combatiendo para tomar las chalupas y ya les llegaba el agua a las rodillas, cuando se arrojaron muchos in-íulares a la vez sobre Magallanes, que herido en un brazo, se hallaba en la imposibilidad de sacar su espada, y le dieron en la pierna tal sablazo, que cayó en el acto al agua, donde no les costó gran trabajo acabar con él. Así murió el ilustre Magallanes, el 27 de abril de 1521. «Estaba adornado de todas las virtudes, dice Pigaffeta, y siempre mostró una constancia inquebrantable aun en medio de mayores adversidades. En la mar se condenaba a sí mismo a mayores privai:iünes que el resto de su tripulación. Versado más que ningún otro en el conocimiento de las cartas náuticas, poseía perfectamente el arte de la navegación, como'lo piobó dando la vuelta al mundo, cosa que ningún otro se había atrevido a hacer antes que él,» FCste galardón, repetido mu- chas veces en años anteriores, justifica el r e n o m b r e q u e el hierro da la Casa P e r e a disfruta en JEREZ todas partes, y los precios elevados q u e alcanzan los caballos E n la Exposición d e ganado q u e se acaba de celebrar, han llamado poderosamente la antención los ejemplares de raza caballar p r e s e n t a d o s por los Sres. Hijo? d e D. Francisco P e rea, continuadores d e la fama que, como ^anaderOj conquistara su p a d r e , fundador d e la casa e n d e estas cuadras, tan escrupulosamente escogidos y tan celosam e n t e criados. Cordialmente felicitamos a los Sres. Perea q u e tan eficazmente contribuyen a sostener la fama en Jerez en ganadería caballar. M. Al. Caballo de tiro de lujo, pura raza Hac K> el último tercio del -siglo pasado. £^^^^^^B^^PI Z22^ • No *\~.^. tlHHffir," ^^L'-9[ elogio, que p a r a n a d a necesita esta ga- ^'"•'V ^ g j ^ l ^ ^ —v \ como '^^BBL,,- . nadería, sino información a título de de actualidad y para q u e sirva de marco p^' a las adjuntas fotografías, publicamos estas breves líneas, q u e s e limitarán a consignar el hecho d e hab e r sido premiados todos •-^ • • ' M los ejemplares presentados por los Sres. Hijos d e d o n Francisco P e r e a en la E x - Soberbio caballo árabe anglo hispano, premiado en la última Exposic'óii, y adquirido por D. Humberto Brazch^ de México. posición jerezana del ximo pasado día 24. pró- Magnífico ejemplar de cuatro años, puraaanjrre HacNney. ^f^ / NtíM. I A iLUSTRAClON ESPAÑOLA Y AMERICANA iG.—190 CRÓNICA «Frente a la vida.» L ambiente de falso desahofj,'0 en que se desarrolla la ineducaciüii de la ': clase media, que no adapta su vida a los medúis de que en realidad dispone, ni se preocupa en lo más mínimo del porvenir, ha sido tema, trascendental sin duda, objeto de la pi-edilección del gi'an dramaturgo Linares Rivas. En varias de sus admirables producciones ha planteado el prohlenuí, mirándolo bajo distintos aspectos, y en la última, su preciosa comedia, estrenada en Lara con el título Frente a la vida, expone Lin caso frecuente en el que, seguramente, se han de hallar muchos de los espectadores, que aplauden la obra y su propósito; pero contentándose, como único remedio, con lamentarlo y decir: «;Es verdad!» Un hombre» padre de una familia que alterna en la buena sociedad, sin más rentas ni medios de acudir a las múltiples necesidades del \'ivir, que el sueldo que devenj^a por su empleo, debido probablemente al favor o la intriga de un pariente o ami^o de influencia, llega a ocupar una posición más para admirada, sobre todo hoy, desde lejos, que para padecerla con el desempeño de un gobierno civil de provincia. Este cargo le dio (entre muchos disgustos, cosa de la que jamás habla nadie ni el propio interesado) alguna importancia social, el anhelado trato con personas de posición superior a la suya, lo que le obliga después a mantener unas relaciones sociales que exigen condiciones superiores a sus fuerzas económica--, y un sopor espiritual que le hizo olvidarse i.lc la realidad de la vida, a la que cuando vuelve, porque acabó aquélla su misión temporal, maldice aterrado, sufriendo las amarguj'as y desasosiegos que le proporciona la necesidad de continuar sosteniendo, para ¿I y para los suyos, aquel mentiroso aspecto externo de actuación. Las pnvaciones de aquella familia en lo interno, en lo que puede escatimarse, sin que las gentes se aperciban, no han hecho meditar a los padres, ni a las hijas, en la necesidad de educarse en el trabajo y de cumplir el divino mandato: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», del que, quizás ciertamente, se creía excluido el sexo llamado débil en estas nuestras bellas y simpáticas tierras de la romántica y caballerosa España. ¡Bendita sea, aunque el despertar cruel a que la somete una pretendida civilización moderna nos obligue hoy a los hombres progi-esistas a pregonar otra cosa y a renunciar groseramente a la quijotesca y generosa empresa de sostener a la mujer, para que sus delicadezas y ternuras sólo se dedicaran a la labor casera y a la dignificación amable del hogar, santificado por la virtud, divina estrella y guía del hombre en su cuotidiano trabajo! Mas dejémonos de lirismos, y sigamos con el argumento de la obra de Einares, a la que, en modo alguno, es mi propósito que puedan 3 0 ABRIL igil TEATRAL servir de reparo estas mis anteriores palabras. Kueron un suspiro impregnado de ¡"ancia hidalguez, que escapó sin querer de la vieja cota de mi castellanía, mientras la pluma corría sobre el papel. Linares lamenta, como hombre de su época que sabe mirar al porvenir, que aquel don Víctor Manzano, ex gobernador civil, empleado después en un Ministerio, porque el ex del Gobierno le sirvió de tenaza para agarraree a un escalafón, no preveyera, ni su mujer, ni sus hijas, que al llegar el día de su jubilación, que llega al terminar el acto segundo, se iban a quedar a media ración de la ya escasa, ni LA BELLA Y NOTABLE A C I B I Z D E L 'rEAlUO LARA, CARMEN JIMÉNEZ pensaron en otra cosa práctica que en hacer ingresar a los dos niños varones en una Academia militar. Ni menos pensaron, porque eso siempre se ve con hon'or, en que pudiera llegar, como también llega en la comedia, el momento de la muerte de don Víctor, con lo que la media radón se convierte en la cuarta pregunta, y no desaparece por completo, porque el tío Ignacio, la tía Florencia y Carvajales, tres personajes que, por la labor de sus intérpretes y por la fuerza de vida que tienen por obra y talento de Linai-es Rivas, son más importantes que los protagonistas, se encargan de actuar de Providencia. Aquella viuda y aquellas hijas han de ganarse la vida, y se encuentran con la grave dificultad de que no aprendieron a hacerlo. Érente a su inutilidad se ofrece el contrario ejemplo de la ya citada tía Florencia, mujer decidida, de voluntad firme y energía y cons- tancia envidiables, a quien la vida sorprendió también en la mitad de su camino sin medios de defensa, y a la que ella supo desafiar parapetándose en una tienda de mercería, por fortaleza, y valiéndose de un marido pacífico y calculador que se encargó de la artillería de la caja, logrando salir a flote y servir con sus consejos y resoluciones de sah'avidas a los demás, en la difícil travesía del proceloso mai" de la existencia. . Pilucha, la hija mayor de don Víctor y ahijada de doña Florencia, sul're, además de las consecuencias expuestas, de la antigua educación amtrajejuinisia, la amargura de \'er su amor incorrespondido, en la proporción por ella soñada de llegar hasta el sacrificio del rápido matrimonio, por su novio, un chico bien, hijo de un banquero que desdéñala modestia de la hija de don Víctor. Car\'ajales, un anciano todo corazón, hombre senfimental que adora en Pilucha, porque los dulces acentos de su angelical voz le recuerdan la de su única hija, airebatada a la vida prematuramente, es un personaje dibujado con admirable acierto. Producto de dos grandes talentos, el de su autor y el del actor que lo representa, es una portentosa creación, que puede citarse como modelo entre los tipos más salientes de nuestro Teatro. Bien es verdad, que si merecido es el elogio que acabo de hacer del insigne actor Simó Raso como intérprete de Carvajales, no !o merecen menos, Leocadia Alba, en su papel de tía Florencia; Caimen Jiménez, en el de Pilucha; Paco Hernández, en el de tío Ignacio, personaje extraordinariamente simpático; la señora Muñoz Sampedro, en el de Mercedes; Soto, en el de Pesca; Gonsálvez, en el de don Víctor, y todos los demás en los suyos respectivos, porque, a decir verdad, la interpretación de la obra es admirable y no puede hacerse mejor. Es un verdadero éxito de autor y de Compañía, por el que es de justicia enviarles una sincera felicitación a todos desde estas columnas. «La chica del gato.» Hacer que Catalina Barcena, la sin par y admirable artista luzca una vez más su talento, su arte y su gracia, ha sido el propósito de Carlos Arniches al escribir La chica del gato, estrenada en el teatro Eslava, con éxito indiscutible. Con creces han logrado el autor y la actriz sus deseos en cuanto al resultado obtenido. En esta comedia, como en todas las suyas, Carlos Ai-niches fotografía tipos, trasladándolos a la escena sin que pierdan la verdad de la vida, con lo que convierte a la escena en la vida misma. Gracia en el diálogo, picardía para tejer las situaciones, y una experiencia conseguida a fueí'za de una constante y afortunada labor dramática, han de dar por resultado, forzosamente, producciones, que sin degenerar en ri- LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA V AMKRiCANA 3 0 ABRIL 1 9 2 1 diculas payanadas, sean agradables y entretenidas. Estas dos cualidades reúne la comedia La chica de! gato^ a las que une la de tener una enseñanza de alguna trascendencia. Entre donaires, dichos populares, agudezas e ingeniosidades, nos hace ver Arniches, cómo todos nos somos necesarios en la vida, pues si una pobre mozueia anónima, hija del arroyo. «La chica del gato», por la atracción de su simpatía personal, logra la l'elicldad mediante la generosa protección de «Nena», hija áv una acaudalada americana; ésta, a su vez, obtiene la dicha, que no podía conseguii", por la iniciativa y mediación de su protegida ingeniosa y traviesa, la que de paso se entera de que, contra lo que se cree en el barrio de las luju- rias, también en la casa del rico liay penas, disgustos, sinsabores y dolor. ICs el acto tercero el más endeble de la comedia. Antüjasemc que ese acto no fué escrito así, y que ha sulVido grandes transformaciones hasta llegar a quedar como lo hemos visto. Con u n sencillo ejemplo Jemucstra M a x culan no tienden por su densidad, condiciones de producción, etc., etc., a acumularse» condensarse, estancarse o acelerarse en su movimiento, el hombre permanece en equilibrio, sereno, feliz, en contacto íntimo con la obra divina de la Creación. ¿Pero qué ocurre cuando estas canalizaciones se deformen con ensanchamientos, estrechamientos o los fluidos que por ellas circulen lo hagan en forma irregular? Pues que sobrevendrá el desequilibrio, los estados congestivos, de excitaciün, de depresión, de malestar, de miedo, cualquiera, en fin, de las manifestaciones del dolor. al i n s i g n e literato Anatole France que la transgresión de la Ley de Dios produce el dolor. ¡NA de las causas más importantes de dolor en el hombre radica en las perturbaciones producidas en la circulación de los fluidos que con otios elementos constituyen su cuerpo. En líneas generales puedes considerar la mayor parte del cuerpo físico del hombre como constituido por un conjunto de c^ñeiías o canalizaciones por donde cii'culan diversos fluidos—hasta los elementos celulares más pequeños emiten sus ramificaciones o pseudópodos en forma de tubitos cortos. El cuerpo etéreo, campo de fuerza, campo radiante del cuerpo físico, o como quiera llamársele, debe tener una constitución muy parecida a la del cuerpii que perciben nuestros sentidos, pues se producen en ambos cuerpos trastornos muy parecidos y toda alteración en uno de ellos trae aparejada la consiguiente perturbación en el otro. Cuando esla inniensa y variada red está en situación normal y los Huidos que por ella cir- Se adx'ierte una inseguridad en la actuación de los personajes, una indecisión, que acusa falta de punto de llegada, de solución decidida, o quizás de orientación para ctjnducir la acciíjn al fin. Pero esto no hace desmerecer'la obra, ni su ñnalidad. Son, en ú l t i m o término, diticultades que acusan el mérito, el ingenio o el talento de! autor, porque sólo estas cualidades pue- ¿Cuál puede ser la causa de la anoiualia circulatoria? En el pequeño catecismo que se estudia en las escuelas existe una pregunta a la que saben contestar hasta los niños pequeños. -•Cuántos son los pecados capitales? Siete, contesta el simple libríto: soberbia, av^iricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza. Las perturbaciones que producen en \\ masa física y en la masa etérea humati.i, son tales que hacen perder al hombre W pláciiia suavidad, la dulce compenetiación con la Naturaleza y con su Creador; luego si oiiginan un desequilibrio y son contraríos a la felicidad NÚM. 1 6 . - 1 9 1 den \'encerlas, como al fin las vence Arniches, sin llegar al astracán ni a lo inverosímil. La prodigiosa actriz Catalina Barcena va muy bien acompañada de todos los demás intérpretes de La chica de! gato. Collado, en su papel de «botones», sobresale, como Ricardo déla Vega en el suyo, cortísimo, de «El Caneja». Destácase también en la actuación escénica, la bella actriz María Corona, quien, con una modestia tan grande como su talento, desempeña dos papeles de escasa importancia, pero en los que revela sus dotes excepcionales, que le han de hacer brillar seguramente entre nuestras primeras actrices. X A V I E R CABELLO L A P I H D R A del hombre, son contrarios a la Ley de Dios. Rtifiííéndonos sólo al cuerpo físico y a la circulación de ;a sangre, de sobra conoces los efectos congestivos producidos por la ira, por la svjberbia, por la envidia, por cualquiera de los pecados capitales antes citados, pues hasta el color de la piel indica que la sangre se acumula: en algunas regiones, dando lugar las desazones y perturbaciones consiguientes; pero quiero hacerte notar un caso de congestión y de anomalía en la circulación que ya conocían los antiguos y que la medicina moderna ha estudiado con bastante detalle, gracias a los progresos del laboratorio, Me refiero al pecado de la gula y a los efectos causados por las toxinas de algunos alimentos. Como parece lógico suponer, el hombre no debió ser creado para alimentarse de la bárbara carnicería de animales, en la cual fundamenta en la actualidad los medios para repórter y firtalecer sus fuerzas. Tampoco es de suponer lo fuera para ingerrr' alcoholes que perturban la serena placidez que debe presidir su vida; y, ¡fíjate bien], precisamente en e'^tos elemento"; que nuestra líiiziui nos indica cUriniiente no debieron nunca servir de bas¿ para rtuesira alimentación, demuestran los análisis de irues- NÚM. l6.—192 LA ILUSTRACIÓN EaPAÑOLA Y AMERICANA tros laboratorios que existe la mayor cantidad de toxivas, que engordan las sangres y pioducen dificultades en la ci^'culación. Consecuencia de lo anteiioiriiente expuesto es que nuestra red de venas se defor'ina por estancamientos o congestiones de la sangre envenenada, y de padres a hijos se transmite ]a terrible plaga de la circulación defectuosa. Lo mismo que de la circulación sanguínea podríamos decir de la nerviosa y de la etérea, pues las tres están tan íntimamente relacionadas que al pertutbai'se una cu:-tlquiera de ellas quedan alteradas las otras dos. Asi, una noticia desagradable produce trastornos nerviosos y sanguíneos; recíprocamente una congestión de sangre, causada por una mala digestión, por un tínfricimientü, etc., etc., nos crea i.na situación de franco pesimismo; al normalizarse la circulación eléreaj como ocurriría, poi' ejemplo, si la mala noticia que nos hubieran dado coinpiobáramos que era falsa, el cuerpo 3 0 ABKtL 1 9 2 1 físico volvería a su estado de bienestar, y lo mismo ocuniria al desaparecej" el estado congestivo de la sangre; lo que veíamos tétrico y sombrío nos parecería cómico y grotesco. DDDDODooaoDo 000000000000 aoaonaoaDuaooooDDDDDEjDaa ) ! I B[STIID811II1 K PRIMER ORDEII ¡ GRO PÜDORIIÍIIJI DC tTRIKnOliES I SDDPEH-TIIII(iD § g Servicio de automóviles s u b :: v e o c i o n a d o por el casino :: o D O [I i[ D[ u un G l I N A peseta asiento. Aguas de Gestona ! ONICAS Y ESTREÑIMIENTO U e p ó sPARA i t o : P lEL a z a HÍGADO del ^iige3, ó. 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