a^o lxv. num. xvi año 65.—num. 16 revista universal ekcici.opfdica

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A^O LXV. NUM. XVI
UficiNA:^: SAO ASTA,
17.—MAURIL)
AÑO 65.—NUM. 16
REVISTA UNIVERSAL EKCICI.OPFDICA DE BELLAS AKTES. CIENCIAS. LITERATURA, ACTUALIDADES Y TURISMO
Diríjase la correspondencia al D i r e c t o r .
D.
OocGor
DiFEOOiÓN
A b e l a r d o
D.
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C a r l o s , fuir-i d a c d o r .
F"r»ncil«cso C o t s o v ,
conti
nu«<aor.
ADMINI8TRA01ÓN
madrid 30 d e abpíf de 102I.
i'ííl
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A S P P X T O G K N E R A L D B L MÜNUAIBNTO
AL POETA LLÓRENTE
Se publica tos días 8, 15, 22 y 30 de cada mes.
P a r a anuncios y susccipcioncsí
l_lt>r«rf« d «
Ru«»yo.
A r e n a l , 6.
A p a r t a d o 322.
Madrid.
uA ILUSTRACIÓN
SÚM. l 6 . — 1 8 2
ESPAÑOLA
Y A.MLKICANA
3 0 ABRIL I 9 2 I
SUMARIO
T E X T O . — D e la semana: Crónica,—El E x c m o . señoi"
D. Francisco Cambó, p o r ]-uis d e I.Hrrañaga. - A
los e s p a ñ o l e s que quieren emigrar a Chile, por J,
F e r n á n d e z Pesquero.— La estatua de Bc'cquer, p o r
M. Gutiérfcz Navas.—Nuestrosyi abadas, por Bienvenido Mireel,—Julio Pascual, pt^r S. Z. —El monum e n t o a L l ó r e n t e de Cjabriel llorrás, por E. Pacheco y de Leyva.—Magallanes y sus descubrimientos.—Noche h o r r e n d a , p o r Max. Ch;ives.—
Crónica teatral, p o r Xavier Cabello Lapiedra.—
Los s e r e s amigos y enemiaoB del h o m b r e , por Ant.
Mat.
G R A B A D O S . — A s p e c t o general del m o n u m e n t o al
poeta Llórente.—El generalísmn Dí:i:'.. —D. Francisco Cambó,—Bécquer.— «-La plegaria-.— *^1Í p r i ma Rosaitó».—«Un c e t r e r o d e la Cdtf'dral-de Sevilla».—«La PoesííHt.— «La f.r'MicL..
«La estatua
del poeta».—«Fausto y Margarita».—iValencia*.—
La bella y notable actriz del t e a t r o d e L^ara, Carmen Jiménez.
-
DE LA SEMANA
;
CRÓNICA
A pluma corre ligera y placenteíaníente fácil sobre las cuartillas. El incidente de Tánger^ que sólo la arbitrariedad y el atolondramiento de
unos pocos, irresponsables, pudo llegar a
producir» parece haber quedado resuelto en
principio de la linica forma posilile: honrosa
y favorablemente pura los intereses indiscutibles de España en África,
Reconocidos nuestros derech'íS históricos,
y con ellos la pi'ocedencia de una indemnización de los intereses materiales que se vieron
menoscabados inopinadamente, gracias a la
energía resuelta y al decidido patriotisnio que
desde el primer momento dernostraron losespañoles que son la vida real y próspera de
Tánger, la cuestión, por sus orígenes y lainificaciones, ha pasado ya a la exclusiva competencia del Cuerpo diplomático, al que toca
ahora resolverla definitivamente, de acuerdo
con la realidad inexcusable.
Y en este punto las cosas, pasada ya la nerviosidad de los primeros momentos, preciso
es reconocer las ventajas que puede acarrearnos el súbito planteamiento de ese incidente,
desagradable en si, pero posiblemente fecundo
en enseñanzas, y quizá pródigo en consecuencias.
Lo ocurrido, denaostrando la urgente realidad del problema, ha tenido la virtud de sacudir, despertándola, la atención de todos, un
poco alejada de tan importantes intereses couio
los que están en litigio desde hace tiempo,
con esa zona de Marruecos. Resuelto de momento el incidente, las causas que lo hicieron
posible y amenazan reproducirlo si no se les
REPARTO UE PlíEMlÜS KN LA ACADEMIA HE LA HISTORIA
va a la mano, y al punto, con el oportuno y
radical remedio, a:'quieren toda la vibrante y
tensa actualidad que parecían negárseles por
la punible y general indiferencia.
Es preciso atacar el mal en su raíz; resolver
el caso por completOj ya que sólo purificando
la sangre es posible evitar ciertas erupciones
toda cuya benevolencia radica en la fr-anc-i
denuncia que del mal interno hacen.
Cual h a d e ser la solución, a nuestro juicio,
no pude ver un secreto para nadie. Pasó ya
el tiempo de hablar de títulos y derechos que
de puro dilucidados y concr-etos no ad uiten
nueva discusión sobre ellos, so pena de llegar a desfigurarse y sonar a hueco en fuerza
d e s e r t a n manoseados, y, al final, siempi'e
desatendidas por causa, principalmente, de
nuestra abulia. Hastahoy, los Gobiernos pudieron escudar su inacción en la indiferencia
de todos; por el apartamiento cuando no animadversión con que la opinión pública se
produjo siempre acerca de este problema para
cuya adecuada resolución, más que para otro
alguno, necesitan contar los llamados a procurarla con el apoyo moral y material de todos, altos y bajos, grandes y chicos y medianos y aún insignificantes.
Pasó la hora de rogar y aducir títulos; estamos en la de exigir, por espíritu de conservación, lo que, por no podernos ser negado, estamos imposibilitados de mendigar.
La súplica reiterada demostraría una falta
de fé y una carencia de conocí'•niento que habrían de convertirse en un arma temible para
nuestros derechos, sobre todo en manos dispuestas a usarlas todas para inutilizarnos.
jA qué nuevas razones, si es nuestra la razón?
EL GENERALÍSIMO DÍAZ CON rÜ,S JLl'l'.S V ÜbLCIALES DEL HEGÍMIENTO DE SABOYA
(FoL Enrique.)
(Foí.
Efirique.)
Con sangre, generosamente vertida; con sacrificios continuados y costosos; con oro libe"
ral V muníficamente derramado a manos lie"
ñas, y fiún a costa de la desatención de otras
necesidades interiores perentorias muchas veces; con una historia quizá rto del todo apreciada por demasiado ceicana y reciente; con
la tradición, madre de todos los derechos,
como escudo del nuestro, y las exigencias de
la lealidad exigente po-' motivo, España ha
fundamentado sus deiechos y reconocido
piácticamente sus deberes en Marruecos, tieira por tantos motivos considerada, en su
parte nor-te especialmente, como una piolongación de la Península.
;Y quién, dispuesto honradamente, no tanto a hacer valer sus derechos, como a responder de sus obligaciones, tomaría deliberadtimente soli.^e si la misión de una conveniente guarda, ni de una plena posesión interesada, de una finca a la que le faltase la puerta,
o de la que, teniéndola, se le quisiera negar
la llave que ha de hncerla eficaz?
;Es posible, por mucho y muy bien que se
vigile, y por constantemente que en guardia y
sobre si se esté, defender y guardar, sea lo
que fuere, y de la índole que quisieren, sin
disponer de una eficaz barrera, o cuando menos de algtin obstáculo de consideración que
oponer a los posibles disputadores de lo poseído, poi' ruin que ello sea, ya que nunca
faltan, ni pueden huntanamente faltar, envidiosos que, por serlo» hasta los trabajos y las
molestias de los denlas envidien?
Tánger es la llave de nuestro pretectorado
de Marruecos. Sin la posesión íntegra, Ubre
de cortapisas y reservas de esa plaza, la labor
que España realice en África, por inteligente
y bien intencionada que sea, ha de ser también fatalmente infructuosa y lesiva para la
formación y el incremento de los intereses
que en su dia han de ser la justa compensación de los sacrificios sin tasa ni medida de
hoy, quedando por tanto incompleta y falseada en su origen.
Este conocimiento, que había de .salir de
las esferas directoras, para ser compartido,
sentido por todos, ha tomado cuerpo, afortunadaintínte, y se ha manifestado con un vigor
todo consistencia y plenitud, con motivo del
incidí, nte liltimo... hasta hoy.
Creemos que por primera vez, un ministro
de Estado, habió claro y rotundo, dando carácter oficial a la petición española, desde el
banco azul. Bien es verdad que la conducta
de nuestros compatriotas residentes en Tánger, había más que merecido ese apoyo moral
que encontraron, al fin, en las frases del marqués de Lema.
Más benigno que sus hermanos mayores,
abril termina habiéndonos ofrecido la flor
abierta de una esperanza risueña y prometedora.
30 ABRIL Í 9 ¿ I
LA ÍLUSISACIÓN' ESPAÑOLA Y AMtKlCA.vA
súM. i6.—183
LOS SEMBRADORES DEL BIEN
EL EXCMO. SR. D. FRANCISCO CAMBÓ
los que súiü aspiramos al bien de
[ispaña caúsanos pena hondísima
ver cómo la ignorancia y la maldad,
unidas a las conveniencias personales dt; LniDS pocos rnangoneadores politicos y
periódicos mal inspirados, convierten en calvario interminable el camino que han de reconer los vei dudaros salvadores de la Patria.
Aún hace poco tiempo, cuando en 1918
rigió dur'ante echo meses el ilustre Cambó el
Minií-teiio de Fomento, pudo apreciar el país
la inmensa y fecunda labor desarrollada por
este cullísinio gobernante que és todo corazón, actividad e inteligencia.
El crédito de confianza que el verdadero
pueblo español había abierto al Gobierno nacional presidido por Maura, estimuló a Cambó para lanzaise a una activísima actuación
en favor de España, y a las pocas semanas
de ocupar la cartera de Fomento comenzó a
desarrollar el vastísimo plan del engrandecimiento de nnehtra nacionalidad.
Fomentar pur lodos los medios la intensifi
cación y peifeccionamiento de nuestra pro
ducción agrícola, primer factor de la produc
ción española y base primordial de nuestra
exportación; fomentar la explotaron de nuestras riquezas mineras, procurando reservarlas
para el capital español o para el capital extranjero que se domiciliase en España y se
sometiese a las leyes sustantivas del régimen
tributaiio español; estimular la valoración de
nuestros saltos de agua, dando facilidades y
-garantías" a los concesionarios de buena fe.
pero, salvaguardando, a la vez, el interés colectivo y procurando que fuesen Sociedades
españolas o sometidas a las leyes de España
las que tuviesen en &us manos el arma formi
dable de dominación econóaiica que signiñcará. dentro de algunos años, la energía hidroeléctiica; desarrollar y activar la construcción
de obras públicas, y, de una manera especial
las carreteras, los puertos y las obras de irrigación, estableciendo, previamente, normas
legislativas que impidiesen que el favor político se antepusieía al interés público, y dando
un margen de preferencia a las obras que contasen con la colaboración de las iniciativas locales y privadas; intensificar y mejorar el sis ,
tema de transpoi tts y, especialmente, el ferroviario, condición esencial y previa al desarrollo de nuestra producción agrícola, industrial
y minera, y medio el niás adecuado para estimular el desenvolvimiento dé grandes indus- sas significaciones políticas, coriio conservatrias siderúigicas y metalúrgicas; esiiniulai' dores, liberales, laboristas, socialistas y catótodas las iniciativas privadas procurando que licos.
encontiasen en el Ministerio de Fomento conC4)ntendiendo elocuentemente en el Concurío cariñoso y decisivo... He ahí la magna greso el Sr. Cambó con los enemigos de aquelabor desarrollada en parte y en pai te iniciada lla patriótica solución, decía en vibrantes pepor el Sr. Cambó, como ministro, en un bre- riodos que produjeron en la Cámara de Dipuvísimo espacio de tiempo.
tados emoción hondisim&: «No es cierto que
haya en el ambiente político del resto del munEs lástima que el verdadero pueblo español, do un mayoi' patriotismo que en España; lo
noble y bueno, no pueda apreciar desde cerca que ocurre es que aquí, lo habitual, lo con ienla grandiosa actuación de estos hombres, ver- te (en nitesh as palabras^ no en nuestros actos)
daderamente providenciales, que luchan, sien- es creer que los acontecimientos y las necesiten, piensan y Itabaian de conlinuo en bien dades del país han de amoldarse a las fórmude la Humanidad.
las que nosotros hemos dado y a las palaBien recienlemenie aún, al ocurrir la trági- bras que nosotros hemos pronunciado y se
ca muerte del inolvidable Dato, que con su reputa claudicación y traición que un hombre
talento y su patriotismo supo librar a España amolde sus convicciones y adapte su actuade inmensos peligros conduciéndola por ca- ción pública a ios intereses y a las conveminos de prospeiidades y de paz, se trató de niencias de su país.»
constituir otra vez un ministerio nacional, pieAl recordársele palabras que había pronunSidido por Maura, y en cuyo ministerio el se- ciado en el banco azul, cuando fué ministro,
ñor Cambó hubiera podido continuar y am- el Sr. Cambó, con emocionante y viril elopliar su beneficiosa actuación cerno gobernan- cuencia, hubo de contestar al Sr. Alvaiez, prete. El noble intento no pudo ser llevado a la guntándole: «¿Reconoce S. S. que en Cataluña
práctica; y eso que, como vivos ejemplos de entera, en la ciudad de Barcelona especialactualidad política mundial tenemos lo que mente, está planteado un problema de una
ocurre en Inglaterra, en Italia, en Bélgica y en trascendencia tal que no digo yo que la vida
Francia, en cuyos Gobiernos, eminentemente definitiva de nuestro país, pero sí su prospenacionales, colaboran hombres de tan diver- ridad, su pujanza, el patrimonio que significa
el esfueizo de generaciones enteras, depende
del acierto de una actuación de Gobierno en
estos momentos? Yo apelo a la lealtad de Su
Señoría para preguntarle qué haría si se encontrase un día en trance igual al que se me
ofreció a mi. Respondiendo a mis convicciones y creyendo que al enunciarlas prestaba
un gran servicio a mi país, formulé las declaraciones que acaba de indicar S. S., y que me
honro muchísimo en recordar. Después se han
producido las realidades actuales que hoy
pesan en la vida de Cataluña y de España. Y
ante ellas, ¿qué ha de hacer un hombre como
yo, cuya significación entera desde que nació, desde que actuó en la vida pública, ha
sido la de trabajar por la reivindicación de la
personalidad catalana, por la elevación del
nivel material y moral de Cataluña, y cuyo
ensueño capital ha sido que llegaran a coincidir y a hermanarse la mayor concesión de
libertad a Cataluña con la mayor grandeza de
España?»
]I,a mayor grandeza de España...! Llegará.
sí, cuando el nobilísimo pueblo español se de
txacta cuenta de quiéne^i son en nuestra Patria los verdaderos sembradores del bien, entre los cuales figura en primei-a línea el señor
Cambó, y quiénes los qu¿ oultiv^in la cizaña.
L U I S DB L 4 R R 4 Ñ A Q A
NÚM, i G . — 1 8 4
A LOS ESPAÑOLES QUE
Q U I E R E N EMIGRAR A
CHILE •
I al ochenta por ciento de los españoles residentes en América les fuera posible volver a España y poder
hallar allí lo que dejaron engañados
por la loca aventui'a de un espejismo falso y
traidor, a buen seguro que, quien sabe si de
ese porcentaje sobrepasara los que, contritos
y humillados, cual hijos pródigos, volverían
ufanos y contentos al humilde llantar de la aldea; pero, ¡hav!... los barcos son pocos y caro
el pasaje, y la boUa, como las ilusiones muertas, está vacia, estrujada, paupéri'inia y miserable hasta la degradación, y no son el Jesús
de las aguas para andar sobre el mar que los
separa, que de serio no serian los millares de
millas los que los detendrían, antes bien placer habría en peregrinar con el báculo du
el desencanto, pero con la esperanza de volver a la tierra prometida.
Para el que no tenga encallecida la dignidad, atrofiada la vergüenza e insensible el
amor propio» vamos a copiar lo que, a propósito de la inmigración a Chile, dice Mercurio de Santiago, por boca de uno de sus i'edacíores oficiales, el 13 del actual, porque ese
artículo tiene miga, y mucha, para no tomarlo
muy en cuenta por los que hemos hecho propósito de enmienda y profesamos en la orden
de redención de cautivos e incautos, nueva
orden que a veces resulta de caballería o de
leyenda, por el-poco o ningún caso que hacen
los que, cual niños inexpertos o caballos desbocados, corren tras el miraje de esa tentación
de San Antonio^ vírgenes morenas de América fascinante que los seduce y subyuga devorándolos en forma de no ser ni útil para ella
y sí ser perdido para España, la madre que
amorosa a sus pechos los crió y que los ve
partir con pena en el corazón y zozobra en el
pensamiento.
«Inmigración inaceptable», es el titulo del
artículo de referencia, el que comienza: «Se
insiste en hablar de inmigración alemana a
Chile. Apenas se entiende cómo hay quisn
proponga semejante idea en un país en donde por boca de su presidente se asegura habrá en el próximo invierno (empieza en mayo)
treinte mil hombres desocupados sin trabajo.
En otras circunstancias probaríamos que ni
ahora ni nunca puede Chile recibir inmigración sin que cada hombre venga con contrato
y a faena determinada. Hoy no cabe discusión; cualquiera inmigración es imposible en
nuestro país y el Gobierno no podría permitirla sin cometer una insensatez. La colonización, si se hace, debe hacerse con los miles
de desocupados y nacionales, para asi buscar
la estabilidad social y el bienestar económico
nuestro. La colonización extranjera es inadmisible; se impone una declaración terminante
al respecto antes que sobrevengan negocios
sucios de inmigración que creen nuevas dificultades.»
Hasta aquí el diario chileno, que, hay que
confesarlo, habla con una sinceridad pocas
veces vista, lo que hay que agradecerle y escucharle por bien propio, pues si razón que
le sobra para su país más razón nos abona a
favor de nuestra cruzada contra la inmigración española a América, ya que no es sólo
Chile, sino que también en Norteamérica se
toman medidas como la ley últimamente dictada, que restringe la inmigración, al menos
por el lapso de un año.
Ayer los aventureros, los audaces, los empeñosos y los desesperados y desahuciados"
de sus patrias, hacían fortuna a la larga, o con
malas artes a la corta; hoy, por más audaces
e inescrupulosos que sean, ni los propios, ni
menos los extraños, logran surgir y defender
el plato de la boda, pues la pitanza está en
América tan escasa como en Europa, y, además, al extranjero es justo se le mire por
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
egoísmo como el perro casero mira y giuñu
al perro callejero que hambriento >e atreve a
hurtadillas dar un mordisco a la pitanza del
afortunado.
Antes de pasear sus andrajcís, echado a
puntapiés de todas partes por el delito de extran;,eiía. Hntes de avergonzar ;Í ia patria de
origen y por desesperación ser la luiria de tos
propios y la de^honra de sí mismo, mejor es
esconde]- nuestra pobreza con decoro y mitigarla con parquedad, pues al menos KI mendrugo sabe a patri;^ y el pan de deshechd snhe
a ultraje.
J. FERNANDEZ PESQUERO
Chile, febrero 1921.
APUNTE DEL NATURAL
LA ESTATUA DE BÉCQUER
a reufiinne con ¡nis queridos compañeros de la Escuela de
Cerámica; me esperan, trabajun.,,
du, en el interesante e histórico
Agreda, pueblo admirable de la provinciii so
riana. Nos lleva, de la peor manera, un HUIU; el
polvo nos agobia, los bíich^s se suceden v
nuestros cuerpos van quedando 'iiiltreclios.
Compañero de viaje es un señor bien portado, con quien conversatnos, coment;iiido
sóbrelas tierras que cruzamos con leisiiiva
velocidad. M dice que va aTctrazona para seguir más tarde al Monaste'io de Veruela,
Tengo afán—me dice—por saborear inten •
sámente, en donde niisíno se pensaron, las
cartas, ¡modelos admirables!, que desde ése
Monasterio escribió el poeta.
Anoto este encuentro porque preguntabas,
admirado Bécquer, en una de tus rimas:
'ARCHO
«de que pasé por el mundo,
^ u i é n se acordará?
Y un hombre que camina de Córdoba a
Tarazona con sólo el objeto de leer tus cartas
en Veruela es una cumplida contestación a
tu pregunta. VA se ha acordado.
30 ABRIL I 9 2 I
Otra demostración de lo mucho que se le
recuerda y se le r'ecordorá es el tema de este
apunte, [i.a estatua de Bécquerl
La estatua de Bécquer es, quizá, la producción más simpática del Sr. Coullant Valera.
E»o le debe el e'^cultor al poeta.
Suhre fondo de sol sevillano, destácanse
briosamente recoitados los tonos verdes oscuros de las infinitas plantas que limitan la
poética plaza donde la estatua está instalada.
Un robusto cedro sale soberbio del centro
del mármol, y sus finas hojillas en sombra
t" rman con la luz delicioso arabesco, dando
amenidad a lo que es el techo de la plaza.
La sombra que proyecta el amable ced::)
liace de aquel lugar un paraje acariciador,
inás aún cuando se acaba de sentir en las espaldas, al cruzar las calles, los formidables
rigores del sol. Reina allí el silencio; el momento es evocador.
El amigo que nos acompaña toma asiento
y contempla la estatua. La estatua atrae y en
este ambiente su contemplación encanta.
El guarda, soñoliento, cubre su testa con
sombrero ancho; descansa de no hacer nada,
apoyado en su larga vara.
Gritería alegre, riente, se deja sentir y rompe la paz del lugar becqueriano.
Unas preciosas chiquillas ríen y escandalizan hasta llegar a la estatua. Se paran, miran
y, en un ari'anque, asaltan el pequeño estante
que cnniiene los escritos del poeta.
Toman asientos, observamos y las vemos
gozar leyendo y contemplando la figura familiar de Gustavo Adolfo.
Leen estas mujercitas las mágicas leyendas
de! Hrtista que supo, para los mayores, poner
pasión, alma de genio, y pintorescas descripciones e inteiés de cuentos infantiles para los
chicos.
La estatua del poeta, tranquila y agradable
en aquella plaza, rodeada en muchos metros
de bosques de flores, con la profusión de flores que da el suelo sevillano, es una demostración de que a Bécquer sus paisanos no le
olvidan, y de que Sevilla, donde la gente sonríe y sólo canta a media voz, es pueblo que
sabe sentir hondo.
M. GUTIÉRREZ NAVAS
3 0 ABKIL 1Q21
LA
:STRAC:L;N ESFANÜLA Y AMERICANA
NÚM. l 6 . — 1 8 5
NUESTROS GRABADOS
precisa ealiiL- veisndo en las materias artística para ver en In p¡el^aiiii uiia admirable
liriible LOmposición
composición mística reliLíiosa
reliiíiosa qi
que nos revele a su aiuor señor
Ariiáiz a más de un pintor de grandes conocimientos, de un profundo setitirpara la
composición.
I,;i plegaria se despreiide de los labios
de esa santa mujer por cuya mirada hace llegar la oración al cielo.
Sus manos vir^iiiiales unen a su aptitud humilde y devota en demanda de
algo relfstial que del Supremo Hacedor
espera.
MI PRIMA R0SAITO.--Jacinto Alcántara, pintor y escultor, es tal vez de
nuestros jóvenes artistas, el de más variado temperamento, pues a los diez y
ocho años consigne impresionar grandfmente con su interesante labor.
El retrato de su prima Rosaito nos
anticipa todo cuanto podamos imaginar
de dominio en el carácter y adivinamos
su deliciida cultura y rara vez pueden
verse retratos que tan fielmente expresen la cí>mplajencia y placidez del modelo.
UX CETRERO DE SEVILLA.—Por
Manuel Gutiérrez Navas.^Si no sintiésemos por nuestro colaborador y amigo,
el notable pintor y dibujante, el sincero
afecto que supo alcanzarnos el interés
de sus obras, bastaría la contemplación
de algnna de ellas paja obtenerlo y este
es el obtáculo qne nos impide hablar
de un Cetrero sevillano.
A cambio de esta confesión, que revela cuál limpio es el fondo de nuestro
ánimo y lo libra que este al buscar adjetivo ecomiásticos para realzar la obra
f[ue reproducimos.
Nos vemos privados de citar sus revelantes méritos y solo exponemos una
nota descriptiva acerca de la obra y que *M1 PkíMA ROSAITO», CUADRO DE JACINTO ALCÁNTARA
íLA PLEGARIA», CUADRO AL ÓLEO OKL liNSHllíADO ARTISTA JOAnuestro buen público haga de ella el
QUÍN A R : KM
merecido elogio que la amistad nos: priva de hacer. El cetrero, es una figura de trascendencia e imjjresendible en nuestras grandes catedrales, creada como ellas en nuestra edad
media al imperar RU nosotros el blasón de !a cruz y la media luna, y representa este símbolo religioso, a más, el retrato de uno de nuestros más modernos autores
españoles, Luis de Vargas, cuyos méritos han sido muv aplaudidos en su famoso Juan de Afadrid en el Infanta Isabel y en Lara el Sanio con gracia y tantas otras,
que nos hace tan interesante como por la tradición que ostentara la figura religiosa si llega a desaparecer como rosa desprendida de ese cúmulo de ideas y de
ñores que se llama Religión.—BIENVENIDO MIREBL
1
! UN
z
A P I . Í - : G A ! Í [ A—
. - X\(o
GRAN ARTISTA TOLEDANO: J U L I O
;S el de ]a forja un arte, duiaiíte
\ algún tiempo arrinconado y
\ que hoy va recobrando el prestigio que le corresponde y en
e 0040000
el que le tuvieron nuestros antepasados,
preferencia que se manifiesta en los más
nimios detalles: desde los clavos y herí ajes qtie tan bellamente vigorizaban las
puertas hasta l o s humildes farolillos
que i"odaban por los rincones de los establos, y las verjas, lámparas, etc., nos
indican el ideal artístico de nuestros
abuelos que buscaban la forma bella en
todos los objetos de que en la vida se
servían.
Digno continuador de aquellos maestros que se llamaron Bartolomé, Andino,
Villalpando, y que nos asombran con
sus obras en Granada, Toledo y Burgos,
es Julio Pascual.
Físicamente manifiesta ser un trabajador de firme voluntad, indiferente a los
halagos del refinamieiUo cortesano; en
lo moral atrae en seguida su extremada
y natural amabilidad y subyuga a poco
de tratarle la noble y sencilla belleza de
su sentir.
Nació en Toledo, en 1880, en el barrio
muzárabe de San Marcos, y toda su vida
lá pasó en la Ciudad Imperial. Su padre
era tintorero, y este oficio siguió Julio
en su primera edad; es un caso el suyo
en que la vocación se impone, salvando
todo obstáculo, al individuo, anasír4»dole casi inconscientemente; él misino
nos lo manifiesta respondiendo a una
pregunta nuestra:
UN
—Verdaderamente no se como llegué
a ésto (y nos señalaba el taller en que
varios oficiales se ocupaban febrilmente en
ejecutar las geniales creacciones del maestro,
entre el fuerte resoplido del fuelle, el fulgurar
del hierro al rojo, los martillazos apagados del
P A S C U A L
varon a solicitar las ensefianzas de don
José Veré...
-¿...?
—Tendría unos trece o catorce años.
Más tarde fui discípulo del hoy ilustre
ceramista D. Sebastián Aguado, y entré
en la Fábrica de Armas, en el taller de
adamtt^ quinad o. Contaría unos veintitrés años cuando me puse a trabajar
como herrero por cuenta propia...
—¿De manera que maestro en este arte?
—No lo tuve. Monté la iierreria sin
pretensión ninguna artística; yo seguía
con mi afición al dibujo, tomando apuntes de las admirables cosas que aquí tenemos, y poco a poco y sin premeditación empecé a realizar en el hierro las fantasías que había ejecutado en el pape!...
Este caracteriza el arte de Julio Pascual; en sus obras no se advierten influencias determinadas; toda la ciudad
fué su maestra; es un artista exclusiva
mente toledano; podría llamársele artista
local si Toledo no fuera el símbolo del
alma nacional. Encuentro en este forjador una indudable superioridad sobre
sus colegas antiguos: no se limitajcomo
ellos, al embellecimiento de la línea, sino
que con arte mágico realiza el milagro de
dar a las figuras humanas de sus repujados, alma y vida; en sus manos la rebeldía del hierro se trueca en sensibilidad obediente a sus inspiraciones.
La estación de ferrocarril toledana
muestra con orgullo las lámparas, buzones, verjas, salidas del taller de tan eximio artista y la verja por él colocada en
CETRERO DE LA CATEDRAL DE S E V I L L A , POR EL NOTABLE PINla capilla muzárabe de la Catedral no se
TOR, GUTIÉRREZ NAVAS
humilla ante las otras maravillosas que
ese templo encierra. No podemos lamentarnos
forjador y los sonados secos de los repujadores), sin darme cuenta. Desde muy niño me de que el arte decae mientras haya hombres
gustaba el dibujo; aún trabajaba en la tintore- que, como Julio Pascual, lo encumbren a un
ría de mi padre cuando mis aficiones me lle- grado máximo.—S. Z .
EL MONUMENTO A LLÓRENTE DE GABRIEL BORRAS
Lübret de versos esculpió la más inmortal y
a la altura que i^u fnmy y su ya proclamado
grandiosa página de crítica que podía escri-
talento exigían, y al suceder esto, Borras, con
birse del poeta del Tur ia, y en aquellas magis-
amortís regionales, con cariños de hijo que
trales líneas dejó bien definida la espirituali-
desea conservar la memoria de su padre, se
dad del que fué a líi vez notable periodista»
dedicó de lleno al estudio del alma del autor
poniehdo de relieve el plácido raudal de su
de Lo Kosasi de la viuda y de Parles de soldat,
a postuma, cuyu autogi'afu guarda con veneración el Rey D. Alfonso Xlll. Van todas
Sitas alegorías adosadas al pedestal» y lo rematan la musa del gran escritor y la figura de
falencia coronando la de cuerpo entero del
ran estilista y fecundo ingenio.
este escultor está, sin duda, esta composición
dulce, rítmica, placidísima, encantadora, comparable sólo a aquella magnífica estatua que
da melodía concedido al maestro valenciano
suya sobre el *Pintor Rosales», que como sus
desde muy temprano: en fin. D. Marcelino,
Tentaciones de San
Antonio.
nuestro inolvidable guía, dejó dicho que como
Feliz fué la interpretación que dio al gue-
nadie había contribuido Llórente a la educa-
rrero monumento que levantó Vitoria a la ba-
ción literaria de nuestro pupb'.o, haciendo ver-
talla de su nombre, quedaba a un lado por la
daderamente españolas las composiciones que
veracidad del movimiento y la justeza de la
traducia, llamándole Principe de los traducto-
expresión histórica que predominaba, respon-
res^ añadiendo que como prosista estaba libre
diendo con exactitud a lo que una conmemo-
de los resabios del estilo periodístico que ejer-
ración de esa índole debe ser. Sencillo, rigu-
citaba, poniéndonos como modelo los dos to-
roso y triste, como el asunto y el motivo lo
mos que escribió sobre la historia de Valencia,
pedía, es su otro monumento construido en
y afirmando que acerca de la bella capital me-
la Moncloa a Capape: digno de un tribuno
diterránea no se había compuesto libro más
polemista y luchador el que Canarias le en-
útil que éste, ni nías galana y pintorescamen-
cargó para Sol y Ortega, pendiente de termi-
te, puesto que como poeta había logrado que
nación, y precisa la lápida que, dedicada a los
su ríina sirviera para impedir, o a lo menos
Reyes Católicos, se colocó en la Plaza de Es-
para retardar, la muerte del habla expresiva y
paña.
ma insustituible del que justamente fué direc-
de aquel glorioso escritor que se lla-
tor de la Academia de la Historia, nos legó el
mó D. Teodoro Llórente, y pensó
retrato literario y espiritual de uno de los más
elévenle un monumento -ilgno de tan
grandes hombres que nacieron en tierra le-
pi'()logo que hizo pf;ra la nueva edición Hel
«Piedad» de San Pedro, que entre lo mejor de
hizo de Zorrilla, y no mejor que la acabada
•ALENCiA quería perpetuar !a memoiia
insigne varón. Menéndez Pelayo, al tiazHV el
el «David» de Miguel Ángel, el «Moisés» y la
lucución pura y cristalina, el don de su blan-
FAUSTO Y MAKGAarrA
dulcísima en que se desenvolvió, y así la plu-
en
visto con ánimo y ansias de saturarse de arte
Con ser extensa la labor de este artista, aún
le quedan arrestos y juventud para más, y a
ello le debe estimular el tranquilo y afortunado ambiente de que ha sabido rodear a la estatua que se inaugurará en breve erigida por
vantina.
Valencia a su poeta e historiador D. Teodoro
su gloria cientifica y del recuerdo de su mé-
Son estos días en que España tiene que re-
rito, era preciso alguien que no desluciese en
mediar muchas deudas de gratitud que debe
el barro lo que había fijado el maestro en el
a hijos suyos inmortales. Nombres se vienen
papel, y para ello se hizo concurso y se con-
a la boca que están clamando la perpetuidad
vocó para él a todos los artistas del arte de
tín un monumento, y acaso Borras, con plau-
Fidias, y entre los que presentaron trabajos,
sible patriotismo esié a estas lioras maduran-
fué Gabriel Borras, el antiguo alumno de la
do en su preclara inteligencia la composición
liscuela de Artes e Industrias de San Carlos
espléndida con que sabrá animar a muchos, a
honrar a uno de los que fueron su más escla-
en Valencia, el ex profesor de modelado y esLA. ESTATUA ->EL i-OETA
recida gloria; pero sí la admiración pide que'
Colegio de Huérfanos del Arma de Infantería
descorramos ese velo, la discreción y la buena
de Toledo, el restaurador actual del Museo
amistad nos ponen tiento en la pluma, deján-
de Arte Moderno, el qui acertó a recoger en
dola libre para colmar de aplausos a quien
una bella, pensada y cariñosamente interpretada maqueta, la efigie que los laureles justamente obtenidos por D. Teodoro Llórente merecían. La reputación del que fué comisionado
por nuestro Gobierno para inaugurar la Exposición de Bellas Artes en Buenos Aires, quedó
ENRIQUE PACHECO Y D E L E Y V A
Llórente.
Para enaltecer su figura física y rodearla de
cultura de la Escuela de Artes e Industrias y
«Tribute Valencia honor
a su poeta inmortal;
m a s rinde E s p a ñ a loor
al gran hispanizador
de la Musa universal.>
trazando una composición serena, llena de la
placidez que inundaba el espíritu de Llórente,
sobria y grata a la vista y recordadoras de
aquellos sus más notables escritos, la traducción titulada Fausto y Margarita y El canto a
Valencia, y aquellas sus últimas estrofas, poe-
Yo, que conozco por entero la obra completa de Borras, estimo, después de haber contemplado tanto bueno e inmortal en el Museo
Vaticano y lo mejor de la escultura antigUH,
supo enaltecer a uno de los más grandes escritores españoles del siglo xix, esperando
que al descubrir esta buena obra de Gabriel
Borras, las muchedumbres repitan la alabanza
'o más liermoso de Canova y lo más fino de
de aquel verso que le hizo D. Federico Baiart,
Berniní; con esa autoridad que da el hnber
y que dice:
«VALENCIA», DH,TALLE QUR C O K O N A fiL M Ó N Ü M É M L Ó
LA ILUbTPACION
.vÚM. l 6 . — iJ
ESPASOLA
Y AMERICANA
3 0 ABRIL 1 Q 2 I
ESPAÑA Y AMÉRICA
MAGALLANES Y SUS DESCUBRIMIENTOS
Quién era Magallanes.
AGAi.LANES, au[ique naturalizado
español, no había nacido en España.
Hernando Je Magallanes era
h¡ \o ~dtí~~ün gentilhombre pot tugues y habit»
sido educado en la casa del rey don Juan II,
donde recibió una educación tan completa
como podía dársele en aquella época. Después
de haber estudiado de una inaneía muy especial las matemáticas y la navegación, abrazó
aún muy joven la carrera de la marina y se
embarcó en 1505 con Almeida que pasaba a
las Indias.
Marchó después a guerrear al África, a Azamor, ciudad de Marruecos, donde recibió en
la rodilla una herida ligera que interesándole,
sin embargo, un nervio, le dejó cojo para el
resto de su vida y que le obligó a volver a
Portugal.
Magallanes se resintió por el injusto tratamiento que lecibió del rey Manuel con motivo
de algunas quejas formuladas por los habitantes de Azamor contra los oficiales poitugueses.
En breve las malas disposiciones del rey
Manuel se cambiaron en una aversión verdadera que se tradujo en una imputación odiosa, cual era la de que para escapar a acusaciones irrefutables, fingía Magallanes sufrir de
una herida sin consecuencias, de la que estaba completamente curado. Semejante aserción
era grave para el honor tan susceptible y limpio de Magallanes. Así es que se determinó a
tomar entonces una resolución extrema. Para
que nadie pudiera ignorarlo, hizo constar en
un acta auténtica, que renunciaba a sus derechos de ciudadano portugués, cambiaba de
nacionalidad y tomaba en España cartas de
naturaleza, proclamando solemnemente que
quería ser tratado como subdito de la corona
de Castillaj a la cual quería consagrar en lo
sucesivo sus servicios y su vida entera.
Magallanes expuso a Carlos V su proyecto
de ir a las Molucas por una vía nueva, cuyo
secreto guardaba, con lo cual resultarían grandes beneficios para la corona de España, y
aceptado el proyecto por el Emperador se firmó un convenio el 22 de marzo de 1518, y
el 10 de agosto del año siguiente se hallaba
en el puerto de Sanlúcar de Barrameda al
frente de su flota dispuesto a hacerse a la mar.
I
La escuadra de Magallanes.
Componíase la escuadra de Magallanes: de
la «Trinidad», de ciento veinte toneladas, y
en la cual se enaibolaba el pabellón del comandante de la expedición; del «San Antonio», igualmente de ciento veinte toneladas,
mandado por su segundo Juan de Cartagena,
]a persona conjunta de Magallanes, como dice
Id cédula; de la «Concepción^, de noventa,
mandada por Gaspar de Quesada; de la famosa «Victoria», de ochepta y cinco, al mando
de Luis de Mendoza; y, por último, del «Santiago», de setenta y cinco, al mando de Juan
Serrano,
El total de hombres era de doscientos treinta y siete, de los cuales treinta y tres eran
portugueses.
Para la expedición no faltaba ninguno de
los recursos que podían facilitar el arte náutico de la época. En el momento de ia partida
entregó Magallanes a sus pilotos y capitanes
sus últimas instrucciones, así como las señales que debían asegurar la simultaneidad;de las
maniobras e impedir una separación posible.
El 20 de septiembre de 1519 salió definitivamente 2 la mar la escuadra de Magallanes.
St^is días después fondeaba en Canarias, donde hizo su primer repuesto de leña y agua.
Bl primer incidente.
Al abandonar las islas Canarias se produjo
el primer incidente entre Magftilanes y Juan
de Cartagena. Pretendía el último que debía
ser enterado por el comandante en jefe del
lumbo que pensaba hacer, pretensión que rechazó Magallanes, declarando no tener que
dar cuenta de ninguna especie a su subordinado.
ELchoque sobrevino en seguida. En un Consejo celebrado a bordo del buque ahnirante,
se suscitó una viva discusión, y Juan Cartagena contestó con altivez e insolencia. Viósa
Magallanes obligado a arrestarle por sí mismo
y a hacerle poner en el cepo, instrumento
compuesto de dos pedazos de madera superpuestos y con agujeros de trecho en trechy,
en los cuales entraban las piernas del marinero a quien se quería castigar.
Contra este castigo, demasiado humillante
para un oficial superior, reclamaron vivamente los demás capitanes, y consiguieron que
Cartagena quedase arrestado nada más, bajo
la custodia de uno de ellos.
Sin más novedades siguieron las cosas has-
NOCHE HORRENDA
Es una noche horrible y tenebrosa
en cuya lobreguez reina el mutismo...
Ya mataron las fauces del Abismo
todas las ilusiones color rosa...
Nadie agita su planta temblorosa
porque no se distingue ni a si mismo...;
sólo se espera un grande cataclismo
en medio de esa sombra borrascosa...
¡Y esa noche soy yo...! meditabundo,
que en el abismo de mis penas me hundo
sin divisar siquiera una alegiía...,
que espero sólo que me llame el Cielo
para tener el único consuelo
[|de ir a enterrarme en una cripta fría...11
MAX
©-
CHAVES
-??!
ta llegar al Brasil, donde la flota echó el ancla
el 13 de diciembre de 1519 en el magnifico
puerto de Santa T^ucía, conocido hoy con el
nombre de Río Janeiro.
M a g a l l a n e s y l o s patagones.
Después de Rio Janeiro, siguió Magallanes
la costa hasta llegar a un magnífico puerto en
el que resolvió invernar, y al que puso el
nombre de San Julián.
Dos meses llevaban en aquel sitio los españoles, cuando un día vieron a un hombre que
les pareció de una magnitud gigantesca. Al
ver a los españoles comenzó a bailar y a cantar^ echándose tierra en la cabeza. Era un patagón, y se dejó llevar sin resistencia a los
buques. Al ver cuanto en ellos le rodeaba,
manifestó ta más viva extrañeza; pero nada
le sorprendió tanto como un gran espejo de
acero que le presentaron. «El gigante, que no
tenia la menor idea de aquel mueble y que
sin duda por la primera vez veía su rostro retrocedió tan asustado que derribó por tierra
a cuatro de nuestros hombres que estaban detrás de él.» Volviéronle a tierra cargado de
presentes, y la i:xcelente acogida que recibió
determinó a sus compañeros en número de
diez y ocho, trece mujeres y cinco hombres,
a subir a bordo. Grandes, con el rostro ancho
y teñido de rojo, excepto los ojos que estaban
por círculos amarillos, con los cabellos blanqueados con cal, iban envueltos en enormes
pieles y llevaban anchos zapatos de piel, lo
cual hizo que se les diera el nombre de pies
grandes o patagones. Su tamaño, sin embargo, no era tan gigantesco como pareció, porque varía entre 1,92 y 1,72 metros, lo cual,
sin embargo, excede al tamaño ordinario de
los europeos. Por armas tenían un arco corto
y macizo y flechas de caña cuya punta estaba
formada por un guijarro cortante.
El capitán para retener a dos de aquellos
salvajes que quería llevar a Europa, usó de
una superchería que en el día calificaríanios
de odiíisa, pero que en el siglo xvi no tenía
nada de particular, pues que se consideraba
en todas partes a los negros y a los indios
como enpecie de animales. Los cargó de presentes, y cuando los vio muy cargados ofreció
a cada uno de ellos uno de esos anillos que
sirven para encadenar. De buena gana se lo
hubieran querido llevar, porque estimaban el
hierro más que todo lo demás, pero tenían las
manos llenas; y entonces se les propuso que
se los atarían a las piernas, lo cual aceptaron
sin desconfianza. Cerraron entonces los anillos los marineros de modo que los salvajes se
encontraron encadenados, y nada puede dar
idea de su furor cuando comprendieron aquella estratagema que los convirtió en esclavos.
Bl paso del Estrecho.
Después de mil incidencias y de haber tenido que sofocar una gran revuelta para ahogar la cual hubo de ejecutar a uno de los capitanes, Luis de Mendoza, y abandonar a Cartagena con cuarenta marineros en una playa
deshabitada el 21 de octubre según unos autores, y el 27 de noviembre según otros, la
flotilla penetró por un pequeño brazo de mar
en un golfo en cuyo fondo se abría un estrecho que, como en breve se vio, desembocaba
en el mar del Sur. Llamóse inmediatamente
aquel esti'echo de las Once mil Vírgenes^ porque aquel día les estaba consagrado. A uno
y otro lado de aquel estrecho se levantaban
tierras elevadas y cubiertas de nieve, en las
cuales se veían muchas hogueras, sobre todo
en la de la izquierda, pero sin que pudieran
entrar en comunicación con los indígenas.
Después de una navegación de veintidós
días a través de aquella sucesión de canales
y brazos de mar. anchos tan pronto de cinco
como de veinte kilómetros, que se extienden
en una longitud de 440 millas y cuyo conjunto ha recibido el nombre de Estrecho de Magallanes, desembocó la nota en el mar inmenso que tomó el nombra de Pacifico^ porque en
cuatro meses no fué turbado por ninguna
tempestad.
M a g a l l a n e s en las Islas Filipinas*
Después de mil privaciones arribaron los
navegantes a unas ¡slas que llamaron de los
ladrones por la propensión singular que tenían
para el robo sus habitantes, y luego a las islas
que se llamaron primero de San Lázaro, nombre que fué cambiado después por el de Filipinas en honor de Felipe 11.
Cuenta Pigaffeta en esta forma la llegada a
Filipinas:
«El rey subió a bordo con seis u ocho de
sus principales subditos, v llevaba al capitán
general algunos presentes, en cambio de los
cuales recibió una túnica de tela roja y amarilla, hecha a la turca, y un gorro de escarlata
fina, en tanto que a las personas de su séquito se las regalaba espejos y cuchillos. Se le
enseñaron las armas de fuego y se dispararon
algunos cañonazos, lo cual le asustó mucho.
Luego, Magallanes, hizo armar con todas las
L^ ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
y) AKiüL 1921
piezas de la artnadura a uno de nosotron^ y
mandó- a tres hombres que pegasen fuertes
sablazos y golpes con verduguillo para demostrar at rey que nada podia herir a un hombie airnado de aquella manera, lo cual le sorprendió mucho; y volviéndose hacia el ititéiprete, dijo, por medio de éL al capitán; que
un hombre armado de aquelU manera podía
combatir enntia ciento.— Si, respondió el
intérprete en noml^re del comandante, y cada
uno de IOS tres buquts tiene doscientos hombres armados así. Muy admirado el rey de
todo lü que había visto, se despidió del capitán rogándole que enviase con él a tierra dos
de los suyos para enseñarles algunas particularidades de la isla». Le dijo: «Que se encontraban en su isla pedazos de oro tan grandes
como nueces, y hasta como huevos, mezclados con la tierra, que se ciibaba para encontrarloSj y que todos sus vasos, y hasta algunos ornamentos de su casa, eran de este
metal.»
El día de la Resurrección bajaron a tierra
para celebrar la misa después de halier cons•truído en la orilla una especie de pequeña
iglesia con velas y ramajes de árboles. Se había levantado un altar, y durante todo el tiempo que duró la ceremonia religiosa, el rey. con
una gran alluencia de su pueblo, escuchó en
silencio, e imitó todos los movimiento-, de los
españoles. Colocóse después con gran aparato una cruz en u n a colina, y se levaron anclas para dirigirse al puerto de Cebú que era
el más propio para abastecer los buques y traficar, Llegaron a él el domingo 7 de ;ibnl y
Magallanes hizo en seguida bajar a Uerra a
uno de sus oficiales con el intérprete como
ernbajadoi' cerca del rey de Cebú. El enviado explicó que el jefe de la escuadra esiaba a las órdenes del mayor rey de la tierra, y
añadió que el objeto del viaje eran las islas
Molucas; pero que deseando visitarle al mismo tiempo que tomar algunas provisiones en
cambio de mercancías, se había detenido en
aquel país al que venían co no amigos.
«Que sean bien venidos, respondió el rey;
pero si tienen la intención de traficar, deben
pagar un derecho ai cual e.itán somelidos todos los buqutís que entran en mi puerto, como
lo ha hecho nvi liace cuatro días un junco de
Siam que vinn a cardar 010 y esclavos, y como
puede atestiguai' ur. comevcimte moi'o que se
ha quedado en el país.»
Respondió el español qutí su señor era un
rey demasiado grande para someterse a semejante exigencia; que habían venido con intenciones pacíficas, pero que ai queiía la guerra se encontraría con quien habérselas.
Advertido el rey de Cebú por el comerciante moro del poder de los que se presentaban,
y de lo que podían hacer, consintió al fin en
renunciar a sus pretensiones.
La muerte de Magallanes.
Cerc-i de la isla de Cebú hay otra isla llamada Mactan, que tenía dos jefes; el uno había reconocido la autoridad de los españoles,
el otro la había rehusado, y Magallanes resolvió imponérsela. El 26 de abril, un vierne'=,
tres chalupas con sesenta hombres, armados
de corazas, cascos y [uosquetes y unos treinta
barangais^ entre los cuales iban el rey de Cebú,
su yerno y gran cantidad de guerreros, partieron para la isla de Mactan. Esperaron los
españoles el día y saltaron al agua en número
de cuarenta y nueve, porque las chalupas no
podían acercarse a tierra a causa de las rocas
y de los bajos. Más de quinientos indígenas
les esperaban y se arrojaron en seguida sobre
ellos, en tres batallones, atacándoles por ei
Ganadería de los señores
Hijos de D. Francisco Perea
NtíM. 16.—189
frente y por los flancos. Los mosqueteros y
los ballesteros tiraron desde lejos sobre la multitud de guerreros sin hacerles gran daño,
porque estaban protegidos con escudos. Acribillados a pedradas, aflechazos, a lanzadas, acosados por el número pusieron fuego los españoles a algunas casas para asustar e intimidar a
los naturales; pero éstos, encarnizándose más
con la vista del incendio, redoblaron sus esfueizos y acometieron por todos los lados a
los españüles¡ que se veían muy apurados para
resistirles. No tardaron mucho tiempo en observar los indígenas, que todos los golpes que
dirigían a las partes del cuerpo de sus enemigos, protegidas por la armadura, no les herían
y se decidieron a lanzar sus flechas y dardos,
contra la parte inferior del cuerpo que estaba
sin defensa. Herido Magallanes en una pierna, con una flecha ecivenenada, dispuso la retirada de las fuerzas españolas y barangais.
Con gran tiabajo retiocedian combatiendo
para tomar las chalupas y ya les llegaba el
agua a las rodillas, cuando se arrojaron muchos in-íulares a la vez sobre Magallanes, que
herido en un brazo, se hallaba en la imposibilidad de sacar su espada, y le dieron en la
pierna tal sablazo, que cayó en el acto al agua,
donde no les costó gran trabajo acabar con
él. Así murió el ilustre Magallanes, el 27 de
abril de 1521. «Estaba adornado de todas las
virtudes, dice Pigaffeta, y siempre mostró una
constancia inquebrantable aun en medio de
mayores adversidades. En la mar se condenaba a sí mismo a mayores privai:iünes que el
resto de su tripulación. Versado más que ningún otro en el conocimiento de las cartas náuticas, poseía perfectamente el arte de la navegación, como'lo piobó dando la vuelta al mundo, cosa que ningún otro se había atrevido a
hacer antes que él,»
FCste galardón, repetido
mu-
chas veces en años anteriores,
justifica el r e n o m b r e q u e el hierro da la Casa P e r e a disfruta en
JEREZ
todas partes, y los precios elevados q u e alcanzan los caballos
E n la Exposición
d e ganado q u e
se acaba de celebrar, han llamado
poderosamente
la antención los ejemplares de
raza caballar p r e s e n t a d o s por los
Sres. Hijo? d e D. Francisco P e rea, continuadores d e la fama
que, como ^anaderOj conquistara
su p a d r e , fundador d e la casa e n
d e estas cuadras, tan escrupulosamente escogidos y tan celosam e n t e criados.
Cordialmente felicitamos a los
Sres. Perea q u e tan eficazmente
contribuyen a sostener la fama
en Jerez en ganadería caballar.
M. Al.
Caballo de tiro de lujo, pura raza Hac K>
el último tercio del -siglo
pasado.
£^^^^^^B^^PI
Z22^ •
No
*\~.^.
tlHHffir,"
^^L'-9[
elogio,
que
p a r a n a d a necesita esta ga-
^'"•'V
^ g j ^ l ^ ^ —v \
como
'^^BBL,,- .
nadería,
sino
información
a título de
de actualidad
y para q u e sirva de marco
p^'
a las adjuntas
fotografías,
publicamos estas breves líneas, q u e
s e limitarán a
consignar el hecho d e hab e r sido premiados todos
•-^
• •
' M
los ejemplares presentados
por los Sres. Hijos d e d o n
Francisco P e r e a en la E x -
Soberbio caballo árabe anglo hispano, premiado en
la última Exposic'óii, y adquirido por D. Humberto
Brazch^ de México.
posición jerezana del
ximo pasado día 24.
pró-
Magnífico ejemplar de cuatro años, puraaanjrre
HacNney.
^f^
/
NtíM.
I A iLUSTRAClON ESPAÑOLA Y AMERICANA
iG.—190
CRÓNICA
«Frente a la vida.»
L ambiente de falso desahofj,'0 en que
se desarrolla la ineducaciüii de la
': clase media, que no adapta su vida
a los medúis de que en realidad dispone, ni se preocupa en lo más mínimo del
porvenir, ha sido tema, trascendental sin duda,
objeto de la pi-edilección del gi'an dramaturgo
Linares Rivas.
En varias de sus admirables producciones
ha planteado el prohlenuí, mirándolo bajo distintos aspectos, y en la última, su preciosa comedia, estrenada en Lara con el título Frente
a la vida, expone Lin caso frecuente en el que,
seguramente, se han de hallar muchos de los
espectadores, que aplauden la obra y su propósito; pero contentándose, como único remedio, con lamentarlo y decir: «;Es verdad!»
Un hombre» padre de una familia que alterna en la buena sociedad, sin más rentas ni
medios de acudir a las múltiples necesidades
del \'ivir, que el sueldo que devenj^a por su
empleo, debido probablemente al favor o la
intriga de un pariente o ami^o de influencia,
llega a ocupar una posición más para admirada, sobre todo hoy, desde lejos, que para padecerla con el desempeño de un gobierno civil
de provincia.
Este cargo le dio (entre muchos disgustos,
cosa de la que jamás habla nadie ni el propio
interesado) alguna importancia social, el anhelado trato con personas de posición superior
a la suya, lo que le obliga después a mantener unas relaciones sociales que exigen condiciones superiores a sus fuerzas económica--,
y un sopor espiritual que le hizo olvidarse i.lc
la realidad de la vida, a la que cuando vuelve,
porque acabó aquélla su misión temporal,
maldice aterrado, sufriendo las amarguj'as y
desasosiegos que le proporciona la necesidad
de continuar sosteniendo, para ¿I y para los
suyos, aquel mentiroso aspecto externo de
actuación.
Las pnvaciones de aquella familia en lo interno, en lo que puede escatimarse, sin que
las gentes se aperciban, no han hecho meditar a los padres, ni a las hijas, en la necesidad
de educarse en el trabajo y de cumplir el divino mandato: «Ganarás el pan con el sudor
de tu frente», del que, quizás ciertamente, se
creía excluido el sexo llamado débil en estas
nuestras bellas y simpáticas tierras de la romántica y caballerosa España.
¡Bendita sea, aunque el despertar cruel a
que la somete una pretendida civilización moderna nos obligue hoy a los hombres progi-esistas a pregonar otra cosa y a renunciar groseramente a la quijotesca y generosa empresa
de sostener a la mujer, para que sus delicadezas y ternuras sólo se dedicaran a la labor casera y a la dignificación amable del hogar,
santificado por la virtud, divina estrella y guía
del hombre en su cuotidiano trabajo!
Mas dejémonos de lirismos, y sigamos con
el argumento de la obra de Einares, a la que,
en modo alguno, es mi propósito que puedan
3 0 ABRIL
igil
TEATRAL
servir de reparo estas mis anteriores palabras.
Kueron un suspiro impregnado de ¡"ancia hidalguez, que escapó sin querer de la vieja cota
de mi castellanía, mientras la pluma corría sobre el papel.
Linares lamenta, como hombre de su época
que sabe mirar al porvenir, que aquel don
Víctor Manzano, ex gobernador civil, empleado después en un Ministerio, porque el ex del
Gobierno le sirvió de tenaza para agarraree a
un escalafón, no preveyera, ni su mujer, ni
sus hijas, que al llegar el día de su jubilación,
que llega al terminar el acto segundo, se iban
a quedar a media ración de la ya escasa, ni
LA BELLA Y NOTABLE A C I B I Z D E L 'rEAlUO LARA,
CARMEN JIMÉNEZ
pensaron en otra cosa práctica que en hacer
ingresar a los dos niños varones en una Academia militar. Ni menos pensaron, porque eso
siempre se ve con hon'or, en que pudiera llegar, como también llega en la comedia, el momento de la muerte de don Víctor, con lo que
la media radón se convierte en la cuarta pregunta, y no desaparece por completo, porque
el tío Ignacio, la tía Florencia y Carvajales,
tres personajes que, por la labor de sus intérpretes y por la fuerza de vida que tienen por
obra y talento de Linai-es Rivas, son más importantes que los protagonistas, se encargan
de actuar de Providencia.
Aquella viuda y aquellas hijas han de ganarse la vida, y se encuentran con la grave
dificultad de que no aprendieron a hacerlo.
Érente a su inutilidad se ofrece el contrario
ejemplo de la ya citada tía Florencia, mujer
decidida, de voluntad firme y energía y cons-
tancia envidiables, a quien la vida sorprendió
también en la mitad de su camino sin medios
de defensa, y a la que ella supo desafiar parapetándose en una tienda de mercería, por fortaleza, y valiéndose de un marido pacífico y
calculador que se encargó de la artillería de
la caja, logrando salir a flote y servir con sus
consejos y resoluciones de sah'avidas a los
demás, en la difícil travesía del proceloso mai"
de la existencia. .
Pilucha, la hija mayor de don Víctor y ahijada de doña Florencia, sul're, además de las
consecuencias expuestas, de la antigua educación amtrajejuinisia, la amargura de \'er su
amor incorrespondido, en la proporción por
ella soñada de llegar hasta el sacrificio del rápido matrimonio, por su novio, un chico bien,
hijo de un banquero que desdéñala modestia
de la hija de don Víctor.
Car\'ajales, un anciano todo corazón, hombre senfimental que adora en Pilucha, porque
los dulces acentos de su angelical voz le recuerdan la de su única hija, airebatada a la
vida prematuramente, es un personaje dibujado con admirable acierto. Producto de dos
grandes talentos, el de su autor y el del actor
que lo representa, es una portentosa creación,
que puede citarse como modelo entre los tipos
más salientes de nuestro Teatro.
Bien es verdad, que si merecido es el elogio que acabo de hacer del insigne actor Simó
Raso como intérprete de Carvajales, no !o merecen menos, Leocadia Alba, en su papel de
tía Florencia; Caimen Jiménez, en el de Pilucha; Paco Hernández, en el de tío Ignacio,
personaje extraordinariamente simpático; la
señora Muñoz Sampedro, en el de Mercedes;
Soto, en el de Pesca; Gonsálvez, en el de don
Víctor, y todos los demás en los suyos respectivos, porque, a decir verdad, la interpretación
de la obra es admirable y no puede hacerse
mejor.
Es un verdadero éxito de autor y de Compañía, por el que es de justicia enviarles una
sincera felicitación a todos desde estas columnas.
«La chica del gato.»
Hacer que Catalina Barcena, la sin par y
admirable artista luzca una vez más su talento, su arte y su gracia, ha sido el propósito de
Carlos Arniches al escribir La chica del gato,
estrenada en el teatro Eslava, con éxito indiscutible.
Con creces han logrado el autor y la actriz
sus deseos en cuanto al resultado obtenido.
En esta comedia, como en todas las suyas,
Carlos Ai-niches fotografía tipos, trasladándolos a la escena sin que pierdan la verdad de
la vida, con lo que convierte a la escena en
la vida misma.
Gracia en el diálogo, picardía para tejer las
situaciones, y una experiencia conseguida a
fueí'za de una constante y afortunada labor
dramática, han de dar por resultado, forzosamente, producciones, que sin degenerar en ri-
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA V AMKRiCANA
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diculas payanadas, sean agradables y entretenidas.
Estas dos cualidades reúne la comedia La
chica de! gato^ a las que une la de tener una
enseñanza de alguna trascendencia.
Entre donaires, dichos populares, agudezas
e ingeniosidades, nos hace ver Arniches, cómo
todos nos somos necesarios en la vida, pues
si una pobre mozueia anónima, hija del arroyo. «La chica del gato», por la atracción de su
simpatía personal, logra la l'elicldad mediante
la generosa protección de «Nena», hija áv una
acaudalada americana; ésta, a su vez, obtiene
la dicha, que no podía conseguii", por la iniciativa y mediación de su protegida ingeniosa
y traviesa, la que de paso se entera de que,
contra lo que se cree en el barrio de las luju-
rias, también en la casa del rico liay penas,
disgustos, sinsabores y dolor.
ICs el acto tercero el más endeble de la comedia. Antüjasemc que ese acto no fué escrito así, y que ha sulVido grandes transformaciones hasta llegar a quedar como lo hemos
visto.
Con u n sencillo ejemplo Jemucstra M a x
culan no tienden por su densidad, condiciones de producción, etc., etc., a acumularse»
condensarse, estancarse o acelerarse en su
movimiento, el hombre permanece en equilibrio, sereno, feliz, en contacto íntimo con la
obra divina de la Creación. ¿Pero qué ocurre
cuando estas canalizaciones se deformen con
ensanchamientos, estrechamientos o los fluidos que por ellas circulen lo hagan en forma
irregular? Pues que sobrevendrá el desequilibrio, los estados congestivos, de excitaciün, de
depresión, de malestar, de miedo, cualquiera,
en fin, de las manifestaciones del dolor.
al i n s i g n e literato Anatole France que
la transgresión de la Ley de Dios produce el dolor.
¡NA de las causas más importantes de
dolor en el hombre radica en las
perturbaciones producidas en la circulación de los fluidos que con otios
elementos constituyen su cuerpo.
En líneas generales puedes considerar la
mayor parte del cuerpo físico del hombre como constituido por un conjunto de c^ñeiías o
canalizaciones por donde cii'culan diversos
fluidos—hasta los elementos celulares más pequeños emiten sus ramificaciones o pseudópodos en forma de tubitos cortos.
El cuerpo etéreo, campo de fuerza, campo
radiante del cuerpo físico, o como quiera llamársele, debe tener una constitución muy parecida a la del cuerpii que perciben nuestros
sentidos, pues se producen en ambos cuerpos
trastornos muy parecidos y toda alteración en
uno de ellos trae aparejada la consiguiente
perturbación en el otro.
Cuando esla inniensa y variada red está en
situación normal y los Huidos que por ella cir-
Se adx'ierte una inseguridad en la actuación
de los personajes, una indecisión, que acusa
falta de punto de llegada, de solución decidida, o quizás de orientación para ctjnducir la
acciíjn al fin.
Pero esto no hace desmerecer'la obra, ni su
ñnalidad.
Son, en ú l t i m o término, diticultades
que acusan el mérito, el ingenio o el talento
de! autor, porque sólo estas cualidades pue-
¿Cuál puede ser la causa de la anoiualia circulatoria?
En el pequeño catecismo que se estudia en
las escuelas existe una pregunta a la que saben contestar hasta los niños pequeños.
-•Cuántos son los pecados capitales? Siete,
contesta el simple libríto: soberbia, av^iricia,
lujuria, ira, gula, envidia, pereza.
Las perturbaciones que producen en \\ masa física y en la masa etérea humati.i, son tales que hacen perder al hombre W pláciiia
suavidad, la dulce compenetiación con la Naturaleza y con su Creador; luego si oiiginan
un desequilibrio y son contraríos a la felicidad
NÚM. 1 6 . - 1 9 1
den \'encerlas, como al fin las vence Arniches,
sin llegar al astracán ni a lo inverosímil.
La prodigiosa actriz Catalina Barcena va
muy bien acompañada de todos los demás intérpretes de La chica de! gato.
Collado, en su papel de «botones», sobresale, como Ricardo déla Vega en el suyo, cortísimo, de «El Caneja».
Destácase también en la actuación escénica,
la bella actriz María Corona, quien, con una
modestia tan grande como su talento, desempeña dos papeles de escasa importancia, pero
en los que revela sus dotes excepcionales, que
le han de hacer brillar seguramente entre
nuestras primeras actrices.
X A V I E R CABELLO L A P I H D R A
del hombre, son contrarios a la Ley de Dios.
Rtifiííéndonos sólo al cuerpo físico y a la circulación de ;a sangre, de sobra conoces los
efectos congestivos producidos por la ira, por
la svjberbia, por la envidia, por cualquiera de
los pecados capitales antes citados, pues hasta
el color de la piel indica que la sangre se acumula: en algunas regiones, dando lugar las
desazones y perturbaciones consiguientes; pero quiero hacerte notar un caso de congestión
y de anomalía en la circulación que ya conocían los antiguos y que la medicina moderna
ha estudiado con bastante detalle, gracias a
los progresos del laboratorio, Me refiero al pecado de la gula y a los efectos causados por
las toxinas de algunos alimentos. Como parece
lógico suponer, el hombre no debió ser creado
para alimentarse de la bárbara carnicería de
animales, en la cual fundamenta en la actualidad los medios para repórter y firtalecer sus
fuerzas. Tampoco es de suponer lo fuera para
ingerrr' alcoholes que perturban la serena placidez que debe presidir su vida; y, ¡fíjate
bien], precisamente en e'^tos elemento"; que
nuestra líiiziui nos indica cUriniiente no debieron nunca servir de bas¿ para rtuesira alimentación, demuestran los análisis de irues-
NÚM. l6.—192
LA ILUSTRACIÓN EaPAÑOLA Y AMERICANA
tros laboratorios que existe la mayor cantidad
de toxivas, que engordan las sangres y pioducen dificultades en la ci^'culación.
Consecuencia de lo anteiioiriiente expuesto
es que nuestra red de venas se defor'ina por
estancamientos o congestiones de la sangre
envenenada, y de padres a hijos se transmite
]a terrible plaga de la circulación defectuosa.
Lo mismo que de la circulación sanguínea
podríamos decir de la nerviosa y de la etérea,
pues las tres están tan íntimamente relacionadas que al pertutbai'se una cu:-tlquiera de ellas
quedan alteradas las otras dos. Asi, una noticia desagradable produce trastornos nerviosos
y sanguíneos; recíprocamente una congestión
de sangre, causada por una mala digestión,
por un tínfricimientü, etc., etc., nos crea i.na
situación de franco pesimismo; al normalizarse la circulación eléreaj como ocurriría, poi'
ejemplo, si la mala noticia que nos hubieran
dado coinpiobáramos que era falsa, el cuerpo
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físico volvería a su estado de bienestar, y lo
mismo ocuniria al desaparecej" el estado congestivo de la sangre; lo que veíamos tétrico y
sombrío nos parecería cómico y grotesco.
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