DE OCTUBRE A SETIEMBRE Digitalizado por Eduardo de J. Sánchez Córdoba, Argentina, país integrante del MERCOSUR Marzo de 2010 Nota: en el proceso de digitalización y conversión de la imagen de texto a Word, y ante las dificultades encontradas para conservar el formato original, se ha optado por reemplazar éste con formato A4. Las diferencias de paginado producidas entre el original y el presente trabajo se han trasladado al índice, esa y algunos errores de imprenta encontrados en el original son las únicas modificaciones que me he permitido realizar. En contraposición pueden haberse deslizado errores en la conversión y que no hayan sido advertidos en la revisión. E de J. S. [email protected] JORGE ABELARDO RAMOS DE OCTUBRE A SETIEMBRE Ensayos Políticos de VÍCTOR ALMAGRO a. peña lillo editor s.r.l. 1ª edición, enero 1959 2^ edición, mayo 1974 Tapa de: Esteban Janiot © A. PEÑA LILLO, editor S. R. L. Hipólito Yrigoyen 1394 Buenos Aires Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización expresa de los editores. Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Printed in Argentina - Impreso en la Argentina INTRODUCCIÓN En este libro se ofrecen reunidos artículos que vieron la luz en el diario "Democracia" en el lapso comprendido entre enero de 1952 y setiembre de 1955. Se trata por supuesto de una selección, ya que la publicación de todos los trabajos, a uno por día, insumiría varios volúmenes. El editor de la obra ha creído ver en dichos escritos cierto valor duradero; y el autor no ha podido resistirse a compartir tan estimulante idea. Debo advertir al lector que tampoco la selección es rigurosa La razón es muy simple: no he conservado la colección íntegra dé mis artículos, en lo que no he seguido el ejemplo de algunos «adversarios, que cuidaban de ellos más que yo mismo y los recogían solícitamente, para buscar en experimentos alquímicos las sutiles dosis de mi condescendencia hacia el aborrecido tirano. Pero no obstante, he recopilado algunas de las series a mi juicio más significativas y actuales, y también más representativas de mi actitud política ante el régimen que admitía su publicación. Al releer estos trabajos después de algunos años, ya en pruebas de imprenta, advierto con asombro cuánto pudo decir durante la "dictadura" de Perán, un hombre que no era peronista, que no lo es, y que no lo será. Fue necesario que cayera el gobierno nacional en 1955 y que lo reemplazara el pelotón de librecambistas y cipayos para que la prensa argentina modificara su fisonomía radicalmente; y de los comunicados de Apold, el servil personaje característico del régimen, se pasara a los comunicados no menos serviles y mentirosos de la AP, UP, INS o Reuter. Perdimos el monopolio de la verdad oficial, que al menos era argentina, y admitida por el pueblo, para soportar el monopolio de la mentira ejercida desde el extranjero, en beneficio de intereses imperialistas. Podrá decirse que el régimen periodístico de los tiempos de Perón no era democrático, pero era al menos nacional y sin duda popular. Los que lo siguieron, eran, a su vez, antinacionales, antipopulares y dictatoriales. Esto no puede servir de justificación alguna a la penuria ideológica del peronismo; ya hemos hablado caudalosamente de este tema y él lector encontrará tratado el punto en este libro. Pero de la profundidad y trascendencia del período peronista en la vida nacional pueden dar testimonio los artículos que va a leer, escritos por un socialista revolucionario argentino, con él método interpretativo, la terminología y él estilo propio del marxismo. Lo que va a leerse se publicó cotidianamente en el diario semioficial del gobierno de Perón. Jamás mencioné favorable ni desfavorablemente al Presidente de la República en dichos artículos. Ni el director del diario, ni autoridad alguna intentó modificar u orientar de un modo u otro el sentido y el texto de los mismos. Cuando el Director se oponía a la publicación de un artículo, cosa que ocurría muy rara vez, yo lo retiraba o escribía otro. Nunca se me señaló tema, ni fui sometido a censura; por otra parte, no pertenecí en ningún momento a la redacción del diario. Sólo escribí como colaborador independiente, bajo firma. Ofrezco estos detalles al lector como elementos de juicio para que aprecie lo que en gran medida puede estimarse un aspecto original del problema: la libertad de prensa, al menos para un periodista, durante el régimen de Perón. No escribí sobre todo lo que hubiera querido escribir; pero jamás escribí lo que no quise. Esa es la razón por la cual puedo ahora firmar con mi nombre todo cuanto publiqué en él diario "Democracia". Lo escribí como revolucionario socialista; puedo suscribirlo ahora como tal. La canalla de izquierda y de derecha me mostró sus dientes en aquéllos tiempos y la calumnia reemplazó a la crítica. Ahora la nueva generación puede leer, si así lo desea, la historia completa de la popularización de los temas esenciales del socialismo revolucionario publicada en el diario de mayor circulación de su época. Esta contradicción entre el carácter más o menos despótico del régimen peronista y la propaganda socialista revolucionaria no puede asombrar sino a aquellos para los cuales la revolución en los países coloniales es un proceso rectilíneo e ideal, sujeto a la precisión de una fórmula matemática. Por el contrario, como todo fenómeno de la historia viva, la contradicción es su materia nativa. Algo seguramente se desprenderá de la lectura de este libro. Y es que lo único que hará históricamente trascendente al peronismo será el socialismo revolucionario. Este movimiento explicó científicamente la realidad argentina, y se propone transformarla. Cuando la Junta Militar reemplazó a Perón, y todo se hundió, renuncié a colaborar en un diario desde el cual ya no podían defenderse los intereses nacionales. Hasta pocos días antes había escrito una serie sobre las maniobras británicas para utilizar a la clase media contra la política petrolera de Perón. La corriente central de dicha campaña era el radicalismo de Frondizi. Dos meses antes de caer Perón, habíase interrumpido otra serie de artículos sobre la política del Papado contra las revoluciones nacionales. Esos artículos figuran en este libro, y aún vive en ellos la tensión dramática de los acontecimientos que los inspiraron. Al desaparecer el régimen peronista formulé unas declaraciones al diario "El Líder", que también reproduzco, y edité con otros compañeros el semanario socialista revolucionario "Lucha Obrera". También incluyo en esta recopilación algunos trabajos que allí vieron la luz. Busso se encargó de ahogar esa voz en nombre de la democracia inglesa. Nacido de la lucha, este libro lleva su sello. No es un libro de historia, ni me propongo hacer historia con él. La tempestad de los días actuales dejaría muy poco tiempo para mirar hacia atrás, sino en la estricta medida en que un acto de reflexión nos sirva para penetrar la clave de nuestro sombrío presente. Mucho tendría que agregar a los artículos en que estudio al radicalismo "intransigente" y a su desdichado jefe, pero no creo que pudiera rectificar nada. Han bastado tres años para hundir en el descrédito más completo a esa falange de pequeño burgueses cipayos que acusaron a Perón de entregar el petróleo. Lo derribaron para entregar no sólo el petróleo sino todo el resto. Le ha tocado a Frondizi el melancólico papel de presidir el más audaz inlento de recolonizar un gran país. La historia lo juzgará, pero antes que la historia, cuyo veredicto por ahora no interesa, lo juzgarán los hombres que la hacen. Al pueblo argentino y a su clase trabajadora, dedico estas páginas. A ese pueblo que espero no sea testigo sino protagonista. JORGE ABELARDO RAMOS Enero de 1959. ADVERTENCIA PARA LA SEGUNDA EDICIÓN Quince años después de publicarse esta obra, el peronismo ha vuelto al poder. Una nueva generación —¡quién hubiera podido predecirlo!— ha renovado las filas del movimiento nacional y asumido sus banderas. Son los hijos de la misma pequeña burguesía ilustrada o semi-ilustrada que se opuso a Perón durante su década de gobierno y que colaboró con la oligarquía en 1955 para derribarlo. Los psicólogos están en libertad de considerar que se trata de un caso de parricidio político; pero sin desdeñar las causas que rigen al profundo yo, el marxismo verá en dicho desplazamiento de las clases medias hacia las banderas nacionales un elocuente síntoma de la crisis que conmueve a la sociedad argentina. No se trata tan sólo de una crisis económica, sino de una crisis social, esto es, la pequeña burguesía ha sometido a discusión el viejo sistema de valores heredado de la oligarquía liberal y que no fue reemplazado por el peronismo. Pero no sólo discute hoy las ideas históricas y políticas sino también su incierta posición en una estructura de clases sin porvenir. Tal situación obedece a dos causas: 1º, los resultados funestos obtenidos por la Revolución Libertadora y que destruyeron la base misma de la tradición liberal; y 2*, la improductividad de la oligarquía ganadera ha agotado las fuentes de capitalización del país, que no sólo le impide crecer sino que lo ha precipitado hacia una pronunciada decadencia. La oligarquía ya no puede garantizar a las clases medias asociadas al período de hegemonía imperial su antiguo privilegio de "socio menor". Al romper sus lazos orgánicos con la oligarquía agraria y con su superestructura cultural, un sector de la clase media, por medio de sus hijos, ha irrumpido en la historia a la búsqueda de un nuevo horizonte. No es por un azar inescrutable que la divisa "patria socialista", lanzada en 1972 por el FIP ha ganado la calle y encuentra un cálido eco entre los trabajadores peronistas, así como en 1969 el pueblo de Córdoba coreó la fórmula, creada por el PSIN, en las calles de aquella ciudad: “luche por un gobierno obrero y popular”. De tales consideraciones proviene la actualidad de este libro, que proporcionó respuestas a los interrogantes de la generación anterior. Su sentido esencial puede resumirse de este modo: en la época del imperialismo, los movimientos nacionales deben ser apoyados sin vacilaciones en las batallas que libran contra los adversarios internos y externos de la Nación oprimida. Pero la revolución nacional sólo podrá sostenerse, ampliar su cauce y garantizar la plena soberanía si tiende a transformarse efectivamente en revolución socialista. Vale decir, en una revolución que coloque el interés del pueblo por encima del derecho de propiedad y la gestión política directa de las masas en lugar de los intermediarios del "iluminismo burocrático". La inmovilidad burguesa del bonapartismo turco se exhibe en el régimen creado por Kemal Ataturk; y la inmovilidad burocrática de la revolución sin control de las masas, en el stalinismo faraónico. La perspectiva socialista no puede concebirse sin la existencia de un partido revolucionario que luche como ala independiente del movimiento nacional y acompañe estrechamente las experiencias vitales de las masas. Sólo ellas hacen la historia y trazan el destino colectivo. 10. Escribí estas páginas hace veinte años guiado por tales ideas. Los hechos actuales no me ofrecen motivo alguno para cambiarlas. J. A. R. Abril de 1974. 10 EL MOVIMIENTO OBRERO EN AMERICA LATINA En el libro "El movimiento obrero en América Latina" de Víctor Alba, recientemente publicado en París, cuya significación comentaremos, el autor cataloga de manera indiscriminada bajo un mismo rótulo de caudillos, a figuras políticas disímiles de nuestro pasado histórico. Así dice, por ejemplo, que "en el Uruguay es el caudillo colorado Rivera (1830) quien estableció con ayuda de los inmigrantes el régimen liberal del cual se enorgullece ese país". ¡Desdichados de aquellos europeos que deseen conocernos mejor! Fructuoso Rivera representó constantemente en la historia de la provincia Oriental el papel de agente militar de los comerciantes europeos establecidos en Montevideo, respaldados por sus flotas metropolitanas respectivas y también de los intereses brasileños que pugnaban por anexarse el Uruguay. La falsificación histórica ha querido que, mientras Artigas u Oribe estuvieron durante mucho tiempo en el Index de los manuales escolares, Fructuoso Rivera fuera asimilado en calidad de procer. El régimen "liberal" al cual se refiere Víctor Alba, será sin duda la venta a consorcios extranjeros de las entradas de la Aduana que producía el puerto de Montevideo, en cuya defensa los concesionarios movilizaban a sus barcos de guerra e imponían su ley en el Río de la Plata. Gaspar Rodríguez de Francia, jefe del pueblo paraguayo, es otro de los caudillos que incluye Víctor Alba en su heterogénea lista. La única observación que le arranca la personalidad de este hombre de Estado paraguayo, es que era llamado en los decretos oficiales "el Supremo". Víctor Alba señala irónicamente esta designación como propia del providencialismo criollo sudamericano. Para un europeo de este género, Thiers es un estadista, pero el doctor Francia apenas un caudillo. Lo que olvida decir Alba es que el doctor Francia era un auténtico revolucionario de su tiempo, y que su dictadura fue la contrapartida de la dictadura comercial porteña, que impedía, con el dominio del río, la integración del Paraguay en las DE OCTUBRE A SETIEMBRE 11 Provincias Unidas del Sur. También olvida que el doctor Francia cerró el paso a la creación de una clase de terratenientes en el Paraguay y, por el contrario, facilitó la formación de un importante sector de campesinos, constituyendo sobre esa base un poderoso ejercito. Ante el aislamiento que la burguesía porteña impuso al Paraguay, Francia suprimió el comercio exterior, construyó una fábrica de pólvora y de armas y expropió sin indemnización la mitad de los grandes latifundios creados después del derrumbe del imperio jesuítico, declarándolos patrimonio paraguayo. Una parte de esas tierras las distribuyó entre los campesinos en pequeñas parcelas y el resto fue consagrado a la organización de establecimientos ganaderos bajo el control del Estado. Fue implacable en la defensa de los intereses del pueblo paraguayo, suprimiendo con mano de hierro la especulación sobre los artículos de primera necesidad, fijando precios máximos a su venta y haciendo frente con notable decisión a todas las conspiraciones contrarrevolucionarias. Aún está por escribirse la historia de este notable jacobino sin partido. La incompetencia de Víctor Alba en este terreno no es sino un reflejo del moderno odio imperialista hacia los caudillos criollos de nuestro pasado revolucionario. SOLANO LÓPEZ Y LOS ANGLO-PORTEÑOS La desfiguración consciente de nuestro pasado no se funda en prejuicios puramente académicos; los eruditos han provisto siempre los documentos necesarios para destruir una figura o exaltar un mito de acuerdo a las necesidades de la política, ya que la historia es, en su esencia, una forma de aquélla. En el libro que venimos comentando ("Le mouve-ment ouvrier en Amérique Latine") hay alusiones a los sucesores del Dr. Francia, Carlos Alberto López y su hijo Francisco Solano. "Los López, padre e hijo —afirma nuestro autor-sucedieron a Francia y sostuvieron largas guerras contra el Brasil, Argentina y Uruguay, para la obtención de una salida al mar a través del Plata... Francia y los López fueron brutales, sanguinarios, despreciativos con las masas, pero éstas los siguieron ciegamente". Ideas tan "profundas" aplica igualmente a Rosas, demostrando que el proceso histórico y las figuras que expresan 12 JORGE ABELARDO RAMOS sus grandes momentos constituyen para él un jeroglífico inescrutable. Toda la fuerza de los López o de Rosas (ya analizaremos en próximas notas los juicios de Víctor Alba sobre este último), radicaba en que expresaban a su modo las aspiraciones de grandes masas, pero las manifestaba con métodos autoritarios, que son los únicos que la historia conoce. La moderna democracia inglesa (si dejamos a un lado las colonias) se basó en la dictadura de Cromwell, como hemos repetido muchas veces. Lo mismo puede decirse del papel de Robespierre o Napoleón en la historia de Francia. En América Latina, sometida a la formidable presión del capitalismo europeo en su etapa colonizadora, los políticos como López o Rosas no hacían sino resistir con todos sus medios primitivos las tentativas imperialistas para transformarnos en una colonia. En esa misma época las escuadras europeas derribaban a cañonazos las puertas de China y la India era sometida por la fuerza. Pero la monstruosidad histórica más evidente de los párrafos citados de Víctor Alba, concierne probablemente a la guerra del Paraguay. Todos sabemos que esta guerra fue llevada a cabo por el imperio esclavista del Brasil (apoyado por la diplomacia inglesa) con el concurso de los "colorados" extranjeristas de Montevideo y del partido de Mitre en la ciudad de Buenos Aires. Los gauchos riograndenses, la aplastante mayoría del pueblo argentino y los paisanos uruguayos agrupados bajo la bandera del Partido Blanco, se opusieron enérgicamente a esa guerra con los hermanos del Paraguay, que tenía como supremo objetivo, no derribar la "tiranía" de Francisco Solano López, sino restablecer el imperio del latifundio, expropiar a los campesinos paraguayos y someter al Paraguay al dominio financiero de la oligarquía anglo-porteña. Así debía liquidarse la amenaza potencial de reconstruir una gran nación sudamericana, primer paso hacia una unidad nacional en mayor escala. Solano López era el último gran caudillo que el imperialismo europeo no había podido domesticar, como había domesticado ya a Urquiza, hundido en el ocaso de su tierra entrerriana. Esa guerra fue condenada por los argentinos más eminentes de su tiempo. José Hernández, el autor de nuestro poema nacional, la estigmatizó en las columnas del diario "El Río de la Plata". Alberdi, uno de nuestros grandes calumniados y cuya vindicación aún se espera, escribió mordaces folletos contra "La Nación", que veía en el Brasil Imperial apoyado en la compra y venta de negros, a la "civilización moderna" y en el pueblo paraguayo, a la expresión de una "tiranía bárbara". También Carlos Guido Spano, DE OCTUBRE A SETIEMBRE 13 hijo del general Guido e ilustre escritor, publicó su famoso ensayo "El Gobierno y la Alianza", lo que le valió ser encarcelado por Mitre. Las invencibles caballerías entrerrianas, convocadas por Urquiza, se desbandaron, pues no querían luchar contra el Paraguay, sino contra el Brasil. Aún resonaban los cañonazos de la heroica Paysandú, la primera ciudad sudamericana reducida a ruinas por el bombardeo de la escuadra brasileña, y los gauchos de Entre Ríos, como todo el interior argentino, estaban junto al Paraguay y en contra del Gobierno Porteño, antinacional por naturaleza y por tradición. La persistencia de esta falsificación histórica nos está indicando de que no se trata de un duelo documental, sino de un problema político no zanjado todavía. Las fuerzas modernas de la contrarrevolución se apoyan en este fraude para impedir que los pueblos latinoamericanos tomen posesión consciente de su pasado. El imperialismo no permanece indiferente ante este género de cuestiones; las armas del debate histórico son armas del arsenal político. Las masas de hoy continúan a las masas de ayer. Los montoneros de lanza encuentran su línea sucesoria en los trabajadores industriales de nuestros días. De ahí la importancia de la devolución de los trofeos al Paraguay y del silencio con que la oligarquía argentina acompañó ese acto. IMPERIALISMO Y BARBARIE AGRARIA Víctor Alba examina el problema agrario de América Latina, de suyo complejo para pretender abrazarlo en tres o cuatro páginas. Continúa en este dominio un tema popular en algunas escuelas sociológicas superficiales. Establece así generalizaciones arriesgadas acerca de una cuestión que no presenta características similares en Argentina y en Brasil, en Chile o en Honduras. La agricultura tiene un carácter comunal en algunas regiones de Bolivia, feudal en otras; pero en la Argentina posee rasgos de tipo capitalista, moderno, donde el latifundio no es improductivo sino que actúa en general, como una "fábrica de trigo", así como las estancias son "fábricas de vacas". Esto se refiere sobre todo al litoral cultivable, a nuestra "pampa gringa". Plantear a la manera de Víctor Alba un panorama 14 JORGE ABELARDO RAMOS homogéneo en América Latina es entrar en un camino equívoco; podrá satisfacer en la Argentina a los seudo teóricos que hablan de "tierra y libertad" y que no hacen otra cosa que representar el apetito de renta de la tierra del colono capitalista, cuyas divergencias con el jornalero agrícola (¡Estatuto del Peón!) son mayores que con el terrateniente, a quien lo vincula una común hostilidad hacia el IAPI. No debe olvidarse que este último representa la voluntad nacional de administrar esa renta de la tierra en beneficio del país entero —y no en el provecho particular del burgués agrario ni del terrateniente. Víctor Alba ignora este aspecto de la cuestión, del mismo modo que pasa por alto el hecho de que la barbarie agraria "artificialmente conservada constituye una de las plagas más siniestras de la economía contemporánea", según opinaba un distinguido investigador. ¿En qué consiste esta barbarie? En el hecho de que en Perú, en Bolivia y en muchos otros Estados latinoamericanos todavía se labra la tierra con arado de madera, se efectúan pagos en especie, se rinden tributos de todo orden al "gamonal" o señor feudal, se conserva la condición de siervo de la gleba y la producción agraria no sale al mercado. Pero Víctor Alba se reduce a enumerar prolijamente las estadísticas de la concentración de la tierra en pocas manos, lo que nada indica en sí mismo, si se prescinde de evaluar la productividad de esos latifundios y las condiciones concretas de vida de quienes trabajan en ello. El autor de "El movimiento obrero en América Latina" deja en silencio otro elemento no menos importante de la cuestión, que es el elemento decisivo: el imperialismo. El capital imperialista constituye el más sólido puntal del feudalismo nativo, en quien se apoya para sofocar el surgimiento de una industria nacional y someter políticamente a los pueblos latinoamericanos. Víctor Alba demuestra claramente la falacia de su método al plantear la cuestión agraria sin mencionar al imperialismo. Pero tampoco explica en su libro el proceso de balcanización del continente, íntimamente ligado a la cuestión agraria y al papel extorsivo del imperialismo. EL DRAMA DE LA BALCANIZACION La invasión napoleónica planteó en España una guerra nacional que tendía especialmente a remodelar la estructura social y jurídica de la vieja España feudal y 15 DE OCTUBRE A SETIEMBRE abrir el camino al triunfo de la burguesía revolucionaria. Así surgieron las Juntas Provisionales que, cubriéndose bajo el nombre de Fernando VII, atacaban en realidad su influencia política, y fundándose en la soberanía popular, intentaban batir simultáneamente al invasor extranjero y al feudalismo sobrevivido. El genuino liberalismo español, revolucionario en su época, extendió su influencia de manera irresistible a través de toda España y de todo el Imperio español, es decir, de América Latina que encuentra su punto de arranque, su energía revolucionaria y su ideología, en la revolución nacional española, de la cual formaba parte indisoluble. Es así como en América los españoles liberales y los criollos liberales forman ya un frente único contra los elementos conservadores absolutistas y reaccionarios (tanto criollos como españoles) que representaban las fuerzas del pasado. La complejidad de este proceso determina que a medida que las Juntas Provisionales populares y revolucionarias de España se debatían en sus contradicciones internas y eran finalmente derrotadas, los movimientos revolucionarios de América Latina quedaban librados a sus solas fuerzas y debían tomar, ante el triunfo de la reacción desenfrenada llevada a cabo por la restauración de Fernando VII, el camino de la independencia. Es así como el Imperio español se desgaja y América debe encontrar por sí misma su destino. En este momento los agentes del imperialismo inglés entran en contacto con la revolución hispanoamericana dislocada, desarrollando sus intrigas para impedir la consolidación de una sola nación latinoamericana. Desprendida de la España liberal derrotada, América Latina pierde la base materia] de su revolución. A la aspiración de unidad expresada por San Martín, Monteagudo y Bolívar, sucede en la práctica el triunfo de las fuerzas centrífugas que operaban en su seno. La escasa población, la pobreza en el desarrollo de sus fuerzas productivas, las grandes distancias y sobre todo las maniobras inglesas van creando Estados autónomos con sus propios centros de intereses. Las maniobras imperialistas sabotean constantemente la formación de los Estados Unidos de América Central que durante más de un siglo y medio los patriotas de esa región han intentado organizar. La Confederación Peruano-Boliviana, formada después de la disolución de la Confederación Andina de Bolívar por el mariscal Santa Cruz, presidente de Bolivia, también es conducida al fracaso. A partir de 1810 16 JORGE ABELARDO RAMOS Paraguay vive en el aislamiento completo, lo mismo que el Alto Perú. La política anglobrasileña da la independencia al Uruguay en 1828, con la aquiescencia de Rivadavia. Todavía en este siglo veríamos nacer una república más en América I .atina: Panamá, provincia norteña de Colombia. El papel de los dos grupos imperialistas más poderosos del mundo en el proceso de nuestra balcanización nacional es demasiado obvio para que insistamos en él. Víctor Alba, en su libro "El movimiento obrero en América Latina", ha prescindido de esta cuestión esencial, al margen de la cual es imposible comprender nuestra realidad moderna. IDEOLOGÍA EUROPEA Y SOCIALISMO ARGENTINO En su libro "El movimiento obrero en América Latina", Víctor Alba consagra algunas páginas a estudiar el nacimiento del sindicalismo argentino y las primeras manifestaciones públicas del Partido Socialista. Recuerda que el grupo "Worwarts" tomó la iniciativa de realizar un acto el Io de Mayo de 1890. Un agrupamiento de delegados de casi todos los sindicatos publicó un manifiesto reclamando la jornada de 8 horas. Aproximadamente 1.500 personas asistían a la manifestación. "Había pocos argentinos, de lo cual nos regocijamos", comentaba "La Nación" al día siguiente. En efecto, en esa época la inmensa mayoría de los obreros de la ciudad de Buenos Aires estaba constituida por trabajadores europeos, con una relativa cultura política, aportada de sus países de origen y que intentaban practicar en la Argentina, un país semicolonial, donde el imperialismo comenzaba a controlar las palancas fundamentales de la economía, los mismos sistemas de ideas vigentes en Europa, es decir, en países muy desarrollados de tipo imperialista. Esta visión europea de los problemas argentinos se evidenció en la ideología que el grupo dominante del Partido Socialista dirigido por los Dres. Juan B. Justo y Nicolás Repetto impuso al resto de la agrupación. Partidario denodado del librecambio y del "país granero", enemigo jurado de "las industrias artificíales" en la Argentina, el doctor Juan B. Justo expresaba en nuestro país los intereses del capital extranjero en el campo obrero y pequeño burgués. Partido eminentemente urbano, DE OCTUBRE A SETIEMBRE 17 porteño, desvinculado de los problemas del resto de la nación latinoamericana, albergó sin embargo una corriente nacional que fue prontamente desechada por la dirección del doctor Justo. Se trataba del ingreso de los más destacados representantes de la nueva generación que intentaban establecer un nexo entre las nuevas ideas, los problemas nacionales y la unidad latinoamericana. El más notable representante de esa generación fue Manuel Ugarte, que junto con Leopoldo Lugones, José Ingenieros y Alfredo Palacios intentaron vanamente imprimir a ese nuevo partido un carácter nacional. Esta tentativa fue rápidamente eliminada por el Dr. Juan B. Justo que al modelar una ideología imperialista para el socialismo argentino ofreció los prerre-quisitos teóricos y políticos para que ese mismo partido integrase, cada vez que las circunstancias lo requiriesen, un frente reaccionario contra el pueblo argentino. Por supuesto que Víctor Alba no practica este análisis concreto; se reduce a consultar en su libro las tendencias del Partido Socialista francés, o del Partido Laborista británico, completamente insuficientes para explicar la situación histórica del Partido Socialista argentino. H. García Ledesma ha escrito con respecto a tales problemas estas líneas notables: "Si tomamos por ejemplo las ciudades de Buenos Aires, Calcuta y Shanghai, observamos de inmediato que las tres están en la desembocadura de tres grandes ríos (el Paraná, el Ganges y el Yang-tsé), las tres tienen todas las características de ciudades-puerto de crecimiento completamente desproporcionado con el raquitismo del interior de los países respectivos. Mientras el "interland" agoniza, en la ciudadpuerto el nivel de vida es relativamente elevado y se vive no sólo a la manera europea sino también se asimilan las más refinadas expresiones del pensamiento occidental. Como no son sino creaciones artificiales del imperialismo colonizador, el clima ideológico en que viven las mismas tiende a separarlas: del resto de la nación, clima que es alentado por la burguesía comercial. En el campo obrero, la ideología puramente socialista adquiere amplio desarrollo ya que surgen algunas industrias elaboradoras de materias primas. Y así como en Europa la lucha de la clase obrera tiene un consecuente carácter antiburgués, este tipo de socialistas aplica mecánicamente las posiciones antiburguesas sin sospechar que las tareas a cumplir 18 JORGE ABELARDO RAMOS con la clase obrera deben ser complementadas por las tareas democráticas que el país en su conjunto reclama imperiosamente".1 En el caso argentino el partido del Dr. Justo tradujo la política de los grandes partidos social-demócratas de los países imperialistas a nuestro medio social: en la política práctica centró su lucha contra el radicalismo, que bajo la jefatura de Yrigoyen representaba en esa época ía tradición federal y democrática argentina antes de morir para la historia. De este modo, convirtióse el Partido Socialista en el principal aliado en la Capital Federal de la aristocracia terrateniente y del imperialismo. DE MANUEL UGARTE A AMERICO GHIOLDI En la obra que comentamos, la historia del Partido Socialista de la Argentina es apreciada con ojos europeos; es preciso confesar que desde ese ángulo se vuelve ininteligible. En 1913 abandona sus filas el más eminente de sus afiliados, Manuel Ugarte, abanderado de la unión latinoamericana, que vivió más tarde cuarenta años alejado del país colonizado. Un año después, el Partido Socialista apoyaba el ingreso argentino en la guerra imperialista, contrastando su actitud con la hostilidad del pueblo argentino hacia ese conflicto. La misma posición adoptaría dicho partido en presencia de la segunda guerra imperialista en 1939. Los herederos del Dr. Justo fundarían en esta última oportunidad una entidad —"Acción Argentina"— que, financiada por el imperialismo, agrupó en sus cuadros dirigentes a Nicolás Repetto, Marcelo de Alvear, Victoria Ocampo, Julio A. Noble, desarrollando una formidable campaña destinada a enviar a la generación de 1940 a batirse por los trusts en los campos de Normandía. Víctor Alba olvida en su libro que la clase obrera argentina y el pueblo todo hicieron el vacío a "Acción Argentina" lo mismo que al periódico "Argentina Libre" (órgano del espionaje imperialista), resistiéndose una vez más a 1 H. García Ledesma: "Stalin y la burocracia revolucionaria", Editorial Indoamericana. Buenos Aires, 1954. 19 DE OCTUBRE A SETIEMBRE poner su destino en manos extrañas. Los oradores y agitadores rentados de "Acción Argentina", que deseaban vender junto con el trigo la sangre de la juventud argentina, llenaron todo un capítulo vergonzoso en la historia política contemporánea del país. Muchos de ellos participaron después en el "maquis" proimperialista de 1945. ¿Serán ellos los que pretenden en la actualidad jugar el papel de "intemacionalistas puros'? El imperialismo todavía los emplea. Es inconcebible que en un libro dedicado al movimiento obrero en América Latina, pueda prescindirse de estos acontecimientos, sin los cuales resulta incomprensible el proceso revolucionario que vive la Argentina a partir de las jornadas de octubre de 1945. En su libro, Víctor Alba califica a Antonio De Tomaso como de "antiimperialista" y al Partido Socialista Independiente que se formó en 1927, como a un partido socialista de "tendencia nacionalista". Es evidente que nuestro autor ignora el proceso político argentino o, para decirlo más claramente, lo desfigura. El Partido Socialista Independiente dirigido por Federico Pinedo y por Antonio De Tomaso representaba dentro del Partido del Dr. Justo la tendencia más crudamente oligárquica y proimperialista. Esto fue ampliamente probado, pues Federico Pinedo se convirtió en el teórico financiero más notorio de la "década infame" y en el abogado más hábil del capital extranjero, mientras que Antonio De Tomaso presidió, como Ministro de Agricultura del general Justo, la política agraria de la restauración oligárquica. La crisis económica mundial de 1929 fue una de las causales esenciales de la caída del Presidente Yrigoyen que, muy anciano ya y conservando toda su popularidad, fue incapaz de limpiar con mano enérgica la corrupción administrativa de su régimen. Como en todos los movimientos populares o revolucionarios, junto al caudillo se habían instalado los arribistas y los burócratas, dispuestos a estrangular en el mejor momento a la revolución que usufructuaban. Así viose a Yrigoyen jaqueado no sólo por la oligarquía a la que había vencido políticamente, pero a la que no había destruido, sino por su propio partido, cuyo elenco dirigente tendía a sabotear las débiles conquistas logradas y a esclavizar a su propio jefe. Lejos de dominar a su partido y a su gobierno, Yrigoyen se vio paralizado por la burocracia, cuya única ley 20 JORGE ABELARDO RAMOS interna es sobrevivir. Los coletazos de la crisis mundial y su avanzada orlad permitieron a la oligarquía planear una campaña de desprestigio e intimidación nacional destinada a arrojarlo del gobierno. Los socialistas ocuparon su lugar en esta empresa. LISANDRO DE LA TORRE Y EL STALINISMO La Alianza Demócrata-Socialista fue en realidad un frente antirradical, que tendía a cubrir con un sello legal las elecciones fraudulentas, y a Lisandro de la Torre con un signo "democrático". A partir de esta especie de espaldarazo socialista sobre los títulos cívicos del político santafecino, de la Torre adquirió de pronto, con el beneplácito general, un aspecto político totalmente inesperado, como el de constituirse en el único antiimperialista de esa década. Tal era la postración del país, tal era el aniquilamiento a que la oligarquía y el imperialismo habían reducido a todas las fuerzas auténticamente antiimperialistas y nacionales de la Argentina, que Lisandro de la Torre apareció mereciendo el título de "fiscal de la patria", "senador antiimperialista" y otros semejantes. El hombre que representaba en la política de Santa Fe el sur europeo contra el norte criollo y los intereses de la burguesía rosarina contra la tradicional Santa Fe, del mismo modo que encarnó a los intereses de los chacareros contra los peones, el político que hablara despectivamente de la "reacción gauchesca del radicalismo", el socio del Jockey Club y del Círculo de Armas, de donde saliera ungido diputado nacional, el fundador de la aristocrática Liga del Sur, el admirador de los sangrientos procesos de Moscú, fue, en la década de 1930-40, el único "antiimperialista" que la oligarquía toleró, puesto que al fin de cuentas sus divergencias con esta oligarquía no eran fundamentales sino accesorias. En el famoso debate sobre las carnes defendió a los ganaderos menores del Litoral que deseaban una participación substancial en las cuotas de exportación, monopolizadas por los grandes invernadores bonaerenses. Los comunistas de esa época —siempre a la pesca de algún cipayo con ribetes izquierdistas a quien prodigar incienso —lo aclamaron como a un luchador antiimperialista, cosa que nunca fue ni pretendió ser. En realidad, Lisandro de la Torre fue toda su vida —por temperamento, por convicción, por intereses— un conservador de mentalidad europea, en quien advirtió DE OCTUBRE A SETIEMBRE 21 Georges Clemenceau dotes para "gobernar a los argentinos". En un período en que toda política "de izquierda" manejada por el imperialismo democrático se cifra-ha alrededor de la 'lucha contra el fascismo", la figura de Lisandro de la Torre simbolizó la parálisis de las energías revolucionarias del país, sometido a la férula de potencias extrañas. Los comunistas, invariablemente al servicio de la diplomacia del Kremlin, encontraron en el ganadero santafecino a la personificación del funesto Frente Popular. De ahí el endiosamiento posterior de De La Torre, cuyo liberalismo desteñido estaba tan lejos del jacobinismo clásico como la clase vacuna a la que pertenecía de encabezar un movimiento de recuperación nacional. JUAN B. JUSTO O EL PATRIOTISMO INGLES En su libro "El movimiento obrero en América Latina", Víctor Alba, al referirse al Dr. Juan B. Justo lo califica como representante de la tendencia reformista en el movimiento obrero. Esto es rigurosamente falso y revela claramente que nuestro autor ignora uno de los rasgos fundamentales de nuestra época. En efecto, el mundo actual se divide en dos grandes sectores: los países oprimidos y los países opresores, las metrópolis y las colonias o semicolonias. Este hecho esencial determina que los partidos políticos de una nación imperialista desempeñen un papel diferente al de aquellos partidos que actúan en una nación semicolonial. En el caso de los partidos socialistas metropolitanos había ocurrido el fenómeno bastante conocido de una creciente identificación entre los socialistas y la potencia imperialista nacional (Francia, Inglaterra, Bélgica) a consecuencia de las ventajas que esa burguesía imperialista otorgaba a las capas privilegiadas de la clase obrera en el período idílico de la expansión imperial. Pero en los países semicoloniales, por lo general, los partidos socialistas adquirían forzosamente un carácter antiimperialista reflejando la peculiar situación del país oprimido por el capital extranjero. La posición de estos partidos socialistas en los países semicoloniales revestía entonces un carácter especial: o tendían a idealizar el papel monitor de su burguesía nacional en su lucha contra el imperialismo extranjero (como el Partido Socialista de la India) o, en casos muy excepcionales, era el intérprete en la escena local de los intereses de 22 JORGE ABELARDO RAMOS ese mismo imperialismo. Si en algún país esto se dio con caracteres diáfanos fue precisamente en la Argentina y el Dr. Justo fue su más fervoroso teorizante. En todos los aspectos de su programa y de su práctica el Partido Socialista bajo la dirección del Dr. Justo y posteriormente del Dr. Nicolás Repetto, se transformó en el portavoz de esos intereses antinacionales. Un notable testimonio de esa posición se advierte recorriendo, aunque sea muy sumariamente, las obras del Dr. Justo. Veamos qué es lo que dice sobre la política económica nacional: "El patriotismo mal entendido es una de las causas de nuestra mala política. Todavía hay estancieros a quienes se les llena la boca cuando hablan de la industria nacional... La tontería es no darse cuenta de que esta protección se hace en detrimento de su propia industria, de la ganadería y de la agricultura, bases del bienestar y del adelanto económico del país... Es preciso que hacendados, agricultores y molineros, que producen para la exportación, se den cuenta de que, en lo que se refiere a nuestras relaciones con los mercados extranjeros, sus intereses son completamente opuestos a los de los fabricantes, que producen para el consumo y tratan de aislar nuestro mercado..." Esto es bastante claro, sin duda, pero no es todo. El conocido precursor de la Unión Democrática agregaba: "A los fabricantes les conviene cerrar el país al comercio extranjero para monopolizar el mercado y vender sus productos más caros. Los estancieros, agricultores y molineros necesitan, por el contrario, abrir de par en par al comercio las puertas del país, para que nuestras relaciones de cambio con los países consumidores de carne, cuero, lanas, trigo, harina, etc., sean sostenidas, facilitadas y ensanchadas. Para esto no basta con tener buenos puertos. Es necesario también que las leyes de aduana no alejen de ellos al comercio extranjero Es así, como intérprete de la oligarquía librecambista que vendía sus productos en Europa y para nada necesitaba de la industria ni de los obreros argentinos, que hizo su aparición en la política argentina Juan B. Justo. Son palabras de 1893, y esa línea del fundador jamás fue quebrantada por su partido. ¿Cómo habrían de afluir hacia sus filas los obreros argentinos? Tampoco los reclamaba Justo: la pequeña burguesía imperialista de la Capital Federal sabía que su lugar estaba allí. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 23 JUAN B. JUSTO Y LOS PEONES MEXICANOS Hemos visto en notas anteriores de qué manera el análisis de Víctor Alba sobre el Partido Socialista argentino peca de superficial. En su libro "El movimiento obrero en América Latina" queda demostrado de manera concluyente este aserto. Aludíamos ayer a la posición librecambista y oligárquica que el Dr. Juan B. Justo sostuvo durante toda su vida (ejemplo que siguieron sus epígonos) en la política económica argentina. El internacionalismo del Dr. Justo, su presencia en numerosos congresos de la II Internacional dirigida habitualmente por los primeros ministros de Europa Occidental o de Escandinavia y por ex primeros ministros, no era de naturaleza tal como para alarmar a la burguesía mundial. Por el contrario, ese tipo de "internacionalismo" era exactamente el que les convenía a las potencias imperialistas para narcotizar los movimientos de liberación nacional de las colonias. Ya se ha dicho que frente a la "estrechez nacionalista" de Gandhi, hasta un ministro de Su Majestad Británica como Mac Donald se sentía "internacionalista", ya que un partidario de una potencia opresora puede manifestar un punto de vista mucho más "universal" que un luchador de un país oprimido. Si el socialista Nehru era en la India un político de izquierda que luchaba por la independencia de su país, mientras que Attlee era en Inglaterra un socialista que representaba los intereses de su propio imperio, ¿qué papel jugaba en la Argentina el Dr. Justo? En verdad, el Partido Socialista cometía una doble traición: al proletariado como clase y a la Argentina como semicolonia oprimida. Toda la ideología del Dr. Juan B. Justo estaba penetrada de un desprecio orgánico hacia las aspiraciones nacionales de los pueblos. Las conquistas territoriales norteamericanas en México arrancaron al Dr. Justo estas observaciones: "Ya había salido de los Estados Unidos el primer buque a vapor que surcara los mares, ya cruzaban aquel país vías férreas y líneas de telégrafos, ya sus instituciones políticas llamaban la atención del mundo y todavía el dictador Santa Ana se oponía en México a la construcción del primer ferrocarril, porque según él iba a quitar el trabajo a los arrieros. Nada de extraño, pues, que a mediados del siglo pasado la exuberante civilización norteamericana en dos pequeñas expediciones militares quitara extensos territorios no al pueblo de México, formado por miserables y esclavizados peones, sino a la oligarquía de facciosos que 24 JORGE ABELARDO RAMOS lo gobernaban". Esta orientación está en la médula del pensamiento socialista argentino. Todo el mundo sabe que en 1945 hubo en la Argentina una revolución y una contrarrevolución, pero resulta completamente imposible entender aquellos acontecimientos decisivos de nuestra moderna historia política sin insertarlos en la serie causal del medio siglo precedente. Los socialistas que pactaron con Braden en 1945 no lo hicieron en virtud de una inspiración súbita o de un compromiso nacido de intereses circunstanciales. Yacía en todo el pasado político de los socialistas, de los comunistas y del radicalismo antiyrigoyenista y sólo puede ser explicado mediante el rastreo en los orígenes ideológicos de la Argentina contemporánea. Víctor Alba ha fracasado en esta tarea, que compete a los argentinos y sin cuya verificación no habrá revolución trascendente. EL SOCIALISMO Y LA ESCLAVITUD EN ÁFRICA El libro que venimos comentando nos muestra con sobria elocuencia que hace medio siglo estaban dadas todas las condiciones para la servidumbre ideológica de los partidos políticos coloniales. Véase otro ejemplo de la posición latinoamericana del fundador del Partido Socialista. Dice el Dr. Justo: "Apenas libres del gobernador español, los cubanos riñeron entre sí hasta que ha ido un general norteamericano a poner y mantener en paz a esos hombres de otra lengua y de otras razas. Dudemos pues de nuestra civilización (latinoamericana)”. Refiriéndose a ciertas tendencias de izquierda de la II Internacional socialista, que proponían una expresión de simpatía hacia la lucha nacional del pueblo egipcio contra el imperialismo británico, el Dr. Justo produjo este notable aforismo: "Se pretende embanderar a la Internacional por la independencia política de Egipto sin que se conozca la menor organización obrera egipcia". Haciendo alarde de un falso espíritu de clase —¡y sin embargo, nada estaba más lejos de su espíritu!— el Dr. Justo intentaba ocultar su hostilidad radical hacia los movimientos de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 25 autodeterminación de cualquier país atrasado. El socialdemócrata imperialista europeo primaba en él sobre toda otra consideración. Así, al manifestar su completo apoyo y solidaridad hacia las empresas imperialistas de colonización y el despojo que habían hecho en África, según una expresión memorable: "una cacería de pieles negras", el Dr. Justo afirmaba: "No nos indignamos demasiado porque los ingleses exterminen algunas tribus de negros en África Central... ¿Puede reprocharse a los europeos su penetración en África porque se acompaña de crueldades?" Para el Dr. Justo y para todos los socialimperialistas de la Argentina, el imperialismo era la civilización y la técnica que arrasaban con los viejos métodos productivos de pueblos bárbaros y que en consecuencia tenían un evidente sentido progresista. Cada vez que las circunstancias lo requerían, Justo y sus discípulos se colocaban invariablemente en contra de los pueblos débiles y en favor de las potencias opresoras. De esta manera el antimarxista Justo se valía de un sofisma pseudomarxista para justificar el atropello de las grandes potencias contra naciones más vulnerables, con el argumento especioso de que ese atropello al fin y al cabo traía como consecuencia el desarrollo de las fuerzas productivas. Por supuesto que si el imperialismo, al penetrar en el mundo colonial o semicolonial, desarrollara las fuerzas productivas, sería necesario revisar la estimación actual de ese régimen indudablemente reaccionario. Sin embargo, nada más inexacto. Por el contrarío, el imperialismo sofoca, deforma y estrangula el desarrollo económico autónomo de los países coloniales y los acopla como gigantesca reserva a su maquinaria productiva. Esto determina que para seguir subsistiendo el imperialismo necesite de esos depósitos de materias primas a la manera de suplementos de la industria metropolitana. No insistiremos aquí sobre el hecho sobradamente conocido de que en nuestra época la ausencia de industrialización es equivalente a la subordinación política, económica y cultural de un pueblo. El Dr. Justo, no obstante, proponía para su propio país esta subordinación y la justificaba de una manera sistemática. Veamos otro ejemplo: "Cada pueblo está obligado a explotar por sí mismo o a abrir a la explotación de los otros, las riquezas naturales del suelo que considera suyo, so pena de perder su dominio por la violencia". 26 JORGE ABELARDO RAMOS "Ante feraces llanuras sin cultivo o preciosos depósitos minerales que yacen sin aprecio, nada detendrá la extensión del progreso técnico aun cuando para realizarlo sea necesaria la guerra". De esta manera, el jefe del Partido Socialista argentino otorgaba su plena aquiescencia a la intromisión imperialista en los países semicoloniales. De aquí a la Unión Democrática no hacía falta dar ningún paso. CLASE CONTRA CLASE EN LA SEM1COLONIA La penetración imperialista en la Argentina y sus consecuencias económicas y políticas no constituyen para Víctor Alba ("El movimiento obrero en América Latina") un objeto digno de meditación. Prescindir de esta decisiva influencia en la formación de la Argentina moderna es cerrarse el camino para una visión coherente de nuestra realidad. ¿Cómo explicar la existencia del Partido Socialista fundado por el Dr. Juan B. Justo soslayando la presencia del imperialismo? No formulamos aquí una asimilación forzada. El aluvión inmigratorio de fines de siglo se volcó en nuestro litoral cultivable. Las potencias europeas requerían que nuestro país se transformase en gran productor de cereales, para establecer un sistema económico imperial: en los barcos extranjeros de retorno venían los productos industriales que no sólo permitían un alto nivel de vida a los obreros europeos, sino que impedían que la población criolla, atraída por una industria imposible, gozase de ese mismo "standard". Pero a partir de la crisis mundial de 1873, comenzaron a crearse en la Argentina ciertas industrias de elaboración, derivadas de nuestra producción agraria y que encontraron su centro en la ciudad de Buenos Aires. El imperialismo no sólo trajo entonces artículos fabricados de cierta complejidad, sino que también importó obreros europeos. La composición nacional de nuestro proletariado urbano a principios de este siglo era fundamentalmente extranjera. La propia población argentina estaba balanceada por otra mitad de nacionalidad europea que imponía su peso numérico e ideológico en la vida nacional. La función del Partido Socialista del Dr. Justo no fue infundir a esos obreros extranjeros una noción precisa de que estaban viviendo en un país semicolonial oprimido por el imperialismo, sino a ratificar en su conciencia política las mismas DE OCTUBRE A SETIEMBRE 27 nociones de "clase contra clase" que había constituido el alfabeto político del proletariado de Europa. Esto determinó que la clase obrera de la Capital Federal quedase aislada del resto del país, no-obrero y atrasado, y aspirase a resolver sus problemas independientemente del destino general de la Argentina y de América Latina. Pusieron así sus "intereses gremiales por encima de sus intereses de clase", ya que el proletariado no podrá liberarse a sí mismo sino en la medida que interprete las necesidades de las vastas masas trabajadoras no proletarias de la Nación. El divorcio de los intereses de la clase obrera porteña de las reivindicaciones del pueblo argentino del interior, fue tarea política preeminente del Partido Socialista, que alentó en los obreros europeos recién llegados los prejuicios imperialistas que los trabajadores del Viejo Mundo alimentaban frente al atraso del mundo colonial. Así nació, entre otras cosas del género, el famoso desprecio del Dr. Justo hacia la "política criolla". Pero cuando decimos que los socialistas aislaban a los obreros de Buenos Aires del conjunto del país, aún debemos precisar que su trabajo de "desnacionalización" se ejercía primordialmente en un sector especial de la clase obrera. En efecto, la clientela política del Partido del Dr. Justo se cifraba en aquellos gremios más conservadores, mejor pagados y con mayores beneficios sociales. En general, los socialistas llegaron a adquirir influencia en aquellos gremios ligados a las empresas imperialistas y a los cuales el imperialismo otorgaba ciertas concesiones precisamente a cambio de conquistar su neutralidad política. Así nació el sindicalismo "amarillo", así vióse el caso de que la CGT de hace veinte años sólo agrupara a un número increíblemente reducido de trabajadores (no más de 200.000) mientras la gran mayoría de los obreros peor pagados y más explotados del Gran Buenos Aires y del interior permaneciese sin organizar y sin poder, en consecuencia, conquistar el menor derecho. El Partido Socialista fue, por definición, un partido urbano, municipal, votado por la oligarquía para arrebatar a los yrigoyenistas el control parlamentario en Buenos Aires y mimado por la prensa paquidérmica por su "espíritu constructivo". Mientras millones de argentinos agonizaban de hambre en las provincias que un día fueron provincias ricas, el Partido Socialista, aprovechando la abstención radical de 1932, llevaba al parlamento cuarenta y tantos diputados, 28 JORGE ABELARDO RAMOS legalizando así un régimen nacido del fraude más escandaloso en la vida cívica de la República. Los "concurrencistas" de 1932 —el período de la contrarrevolución oligárquica— serían "abstencionistas" en 1954 —el período de una revolución popular triunfante—. Los epígonos de Juan B. Justo habían sabido aprovechar sus lecciones. INMIGRACIÓN Y NACIONALIDAD Víctor Alba oscurece con una nube de abstracciones el verdadero pensamiento de los socialistas argentinos. Así, consagra varias páginas de su obra a examinar la polémica del Dr. Justo con el Prof. Enrique Ferri, en la cual el socialista italiano negaba la posibilidad de existencia de un Partido Socialista en la Argentina por tratarse de un país agrícola. En realidad Ferri no había ido al fondo de la cuestión. Se trataba de que en las condiciones semicoloniales de la Argentina, el Partido Socialista no podía representar únicamente los intereses del reducido proletariado de esa época, prescindiendo de las necesidades, aspiraciones y reivindicaciones de todo el resto de la población no proletaria. Si Juan B. Justo sostuvo la tesis contraria, fue precisamente porque era de alto interés para el imperialismo y la oligarquía nativa impedir la asociación del pensamiento socialista urbano con las grandes masas trabajadoras del interior del país. Ocurría que el proletariado de aquella época de la Capital Federal —como lo hemos dicho ya— era primordialmente europeo, mientras que el interior argentino, atrasado, pobre, olvidado, estaba formado fundamentalmente por criollos. El europeo Justo, del mismo modo que el europeo Lisandro de la Torre, al cual nos hemos referido, sentían un desprecio declarado por los argentinos nativos. Esto podrá parecer sorprendente, pero ya estaba expresado en el número 1 de 1896 del diario "La Vanguardia". Veamos qué es lo que decían los socialistas hace medio siglo: "Han llegado un millón y medio de europeos —escribía el Dr. Justo— que unidos al elemento de origen europeo ya existente, forman hoy la parte activa de la población, la que absorberá poco a poco al viejo elemento criollo incapaz de marchar por sí solo hacia un tipo social superior". El pueblo argentino no había DE OCTUBRE A SETIEMBRE 29 necesitado personas como el Dr. Justo para rechazar las invasiones inglesas, hacer frente a los bloqueos imperialistas, mantener las autonomías regionales a punta de lanza y construir la Nación. Ya decía el viejo Sarmiento en los últimos años de su vida (después de haber sido el teórico de la inmigración) que había que hacer frente a la barbarie cosmopolita: tal es la expresión que le atribuía Ricardo Rojas, en la época en que éste todavía osaba mirar sin rubor hacia el pasado, mucho antes de que "La Nación", el diario de los Mitre, pidiera para él el Premio Nobel. Así quedará explicada fácilmente la repugnancia con que los socialistas de Nicolás Repetto veían aparecer hace 10 años con ímpetu irresistible a los "cabecitas negras", es decir a los obreros argentinos, en la vida política del país. Este desprecio no era casual, sino que estaba prefigurado en el propio origen del Partido Socialista. En un artículo escrito precisamente en el diario "La Nación", Juan B. Justo decía: "Las montoneras eran el pueblo de la campaña levantado contra los señores de las ciudades... clase bárbara y débil, el paisanaje tenía que sucumbir y sucumbió". Pero como ya se ha demostrado —lo prueba la historia viviente de nuestros días— no debía sucumbir y no sucumbió. En su gigantesca incomprensión de la lucha política nacional, Juan B. Justo no perdió oportunidad de referirse irónicamente a la presunta falta de sentido de las luchas políticas argentinas. Así decía: "La lucha entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas consiste en saber quiénes van a manejar los dineros públicos". Esta lucha, en cierto sentido se remonta a los orígenes mismos de la República, puesto que en esa época el yrigoyenismo representaba la continuidad histórica de las masas federales democráticas, de las montoneras, de los viejos caudillos, de la plebe urbana del partido alsinista, de los oscuros y aguerridos cuadros del primer ejército de línea, fundamento de la política de Roca. El propio radicalismo habría de morir históricamente con la desaparición de Yrigoyen y sus masas encontrarían en 1945 un nuevo camino. Juan B. Justo permanecería siempre al margen de las grandes tendencias políticas nacionales, puesto que su ideología era un simple reflejo vacilante de los partidos europeos. 30 JORGE ABELARDO RAMOS EL IMPERIALISMO COMO FACTOR DE PROGRESO Decíamos ayer, en nuestro análisis sobre el socialismo argentino, que el Dr. Juan B. Justo siempre había subestimado lo que él llamaba la "política criolla", sus luchas intestinas, su drama y su violencia. Todo esto era para el fundador del Partido Socialista una expresión de nuestra barbarie autóctona, como lo habían sido para sus antecesores los montoneros de nuestra epopeya nacional. El manejo del Estado era para Justo un asunto de buena teneduría de libros. Del mismo modo que para "La Prensa", "La Nación", la oligarquía y el imperialismo, también para los socialistas el problema argentino fundamental consistía en un gobierno barato, erigido sobre medio muerto de hambre, con una policía eficiente y una aduana activa sin trabas arancelarias. Esta política que fue sacrosanta para el Dr. Justo y os socialistas, era funesta al país semicolonial, en donde la acción del Estado adquiere una importancia extraordinaria precisamente por la escasez de capitalización propia y la ausencia de una burguesía con conciencia de los intereses nacionales. Aparece entonces la necesidad de que el Estado sirva de banquero para la industria pesada, promueva grandes obras públicas y ejerza el papel de arbitro en los Conflictos sociales, de tal manera que, por vías legales o autoritarias, las clases desposeídas puedan percibir una parte de la renta nacional. Puesto de espaldas a la historia y a la vida argentinas, el Dr. Justo podía escribir: En mis tiempos de joven llegué a comprender que esta intransigencia de los partidos de la política criolla, que en algunos de ellos pasa a ser la principal bandera, era uno de los peores vicios de nuestra política". Para el Dr. Justo "uno de los peores vicios de nuestra política" era la intransigencia frente a la oligarquía y al imperialismo que Yrigoyen, con todas sus contradicciones y debilidades, logró mantener durante toda su vida: traicionado al fin por su propio partido, fue expulsado del poder con la complicidad de su burocracia. Para que el lector tenga una idea plástica de las opiniones del Dr. Justo sobre las cuestiones del imperialismo en América Latina, transcribiremos "in extenso" una sustanciosa entrevista que le hizo en 1926 el peruano Eudocio Ravines, más tarde conocido agente internacional del Kremlin y que terminara vendiéndose al imperialismo. Relata Ravines: "—¿A tu país le perjudica el imperialismo?, preguntó Justo. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 31 —Sí, compañero, como ha perjudicado a Panamá, a Cuba, a Centroamérica, a México, a Santo Domingo y a Haití con la guerra y la ocupación. -Los hechos a que te has referido son de carácter militar, episódico, que irán siendo abolidos a medida que haya mayor comunidad de intereses. Hay un poco, a pesar de todo, de choque entre la civilización y la no-civilización; entre lo progresivo y lo estacionario. ¿En tu país hay muchas empresas extranjeras? ¿Pagan salarios a los obreros? —Sí, les pagan jornal y les dan casa. —Bien, bien... ¿y los grandes propietarios de la tierra? —Bueno, en las grandes estancias azucareras, sí pagan jornales a los obreros. Les dan casa y también ración de alimento. —Bien, esas son las haciendas organizadas de tipo capitalista. ¿Pero, en las otras haciendas? —Allí no pagan salarios los hacendados. —Pues, dime ahora con toda honradez, de los dos, ¿cuál es el sistema que te parece mejor? —… —Está bien, está bien —dijo Justo, agitando las manos—. Vos vas a ser un buen socialista; el día que regreses a tu país harás lo posible por formar un Partido Socialista; pero déjate de imperialismo y de pavadas. Hay que tener sentido, compañero". Esta entrevista habla por sí misma. Para el Dr. Justo, el imperialismo es una pavada. Pero para América Latina no lo es. Que para el Dr. Justo el imperialismo constituía algo así como una gran empresa de filantropía internacional adonde se reunía la técnica y la ética, lo prueban sobradamente todas sus obras escritas, toda su práctica política y el Partido que dejó como herencia al país. Su admiración por la eficiencia del imperialismo inglés no reconocía límites. Escuchémoslo: "Donde como 32 JORGE ABELARDO RAMOS en Inglaterra, la clase capitalista gobernante comprende tan bien como el pueblo las verdades del socialismo, ella conserva su preeminencia moral y es capaz de conducir al país por el camino del progreso". Mañana veremos cómo su pensamiento era gemelo con la apreciación de los embajadores imperialistas en nuestro país. FERROCARRILES Y PAMPA GRINGA Hace cosa de 20 años, en plena década infame, un embajador británico, en una comida que le ofreció la Cámara de Comercio británica en la Argentina, pronunció un discurso sorprendente en un hotel céntrico; dijo poco más o menos que "si no hubiese sido por el capital británico, en ese mismo lugar donde él estaba hablando habría un farol a kerosene donde un gaucho vendría a atar su caballo". En esa época en que el país estaba hundido en el pantano del coloniaje, no hubo ninguna voz que se alzara para contestar al diplomático que el primer ferrocarril construido en la Argentina, (como lo demostrara irrefutablemente Raúl Scalabrini Ortiz) había sido instalado, financiado y administrado con ganancia por ciudadanos argentinos y que sólo la política oligárquica y las intrigas imperialistas habían finalmente logrado enajenar ese ferrocarril y entregarlo a manos inglesas sin que el capital extranjero invirtiese un solo centavo. Los famosos capitales aguados constantemente por los directores de Londres constituyen uno de los capítulos más interesantes de nuestra colonización financiera. Y bien, el Dr. Juan B. Justo tenía también sus ideas sobre el problema de los ferrocarriles. Decía: "El Partido Socialista acoge con mucha reserva los proyectos de nacionalización... prefiriendo la gestión privada a su manejo por gobiernos corrompidos e ineptos... nuestros ferrocarriles nacionales no dan siquiera para la conservación de su propio material y son un;a verdadera carcoma de la riqueza pública... no se desaloje al capital extranjero con medidas violentas y arbitrarias; déjesele prosperar en cuanto prospere espontáneamente..." Hay aquí tantas inexactitudes como palabras. Esos ferrocarriles nacionales a que aludía el Dr. Justo eran los que el Estado había construido con fines de fomento para llevar la comunicación y el progreso a nuestras llamadas provincias pobres. Eran ramales que surcaban desiertos enteros. El Ferrocarril Central Norte Argentino abarcaba precisamente aquellas provincias que el capital ferroviario imperialista no estaba 33 DE OCTUBRE A SETIEMBRE interesado en desarrollar, puesto que soslayaban el radio de acción de la llamada pampa gringa, es decir, de todo nuestro litoral cultivable que al producir carnes y cereales para el consumo metropolitano era la única región argentina bien comunicada. Los ramales de estos últimos convergían todos al puerto ele Buenos Aires, destinados a llevar en flotas extranjeras, con seguros y reaseguros extranjeros, nuestros productos básicos a los puertos ultramarinos. Precisamente toda la estructura ferroviaria argentina fue diseñada en Londres y coincide con el diseño ferroviario que otros países coloniales y semicoloniales soportaron de acuerdo con las necesidades económicas del imperialismo mundial. El Estado argentino había afrontado con pérdidas la tarea de instalar líneas férreas hacia aquellas provincias que no estaban contempladas en los intereses imperialistas. Es a esta política estatal ferroviaria que ataca en las líneas citadas el Dr. Justo, así como sus discípulos atacarían años más tarde la nacionalización de los ferrocarriles llevada a cabo en 1947 por el gobierno argentino y que entregaba a la voluntad soberana del pueblo argentino un instrumento esencial de autodominio. Estos teóricos del papel progresivo del capital extranjero en nuestro país habían de convertirse súbitamente en fervorosos antiimperialistas, acusando luego al gobierno argentino de haber pagado excesivamente cara la compra de esos ferrocarriles. Pero este antiimperialismo era una forma especial de su proimperialismo: se trataba de atacar una medida revolucionaria. Y en eso estaban de acuerdo todos, socialistas, comunistas, radicales y conservadores. El papel de Juan B. Justo había sido dotar de un soporte teórico, tan endeble como era, a esa futura política de la contrarrevolución. EL AUSTERO PACIFISTA Hablemos ahora un poco del famoso "pacifismo" socialista. Juan B. Justo fundó un partido que se especializó en organizar ligas antialcohólicas, en difundir la novela "Fecundidad" de Emilio Zola, en crear entidades mutualistas, en luchar Contra la propagación del tabaco, en dorar y edulcorar toda su acción política con una capa de tintura ética. Si bien es cierto que el Dr. Justo no llegó hasta los extremos de los laboristas británicos que cantan en los coros dominicales de los templos protestantes de Londres himnos donde se combinan las rogativas al Altísimo con las aspiraciones 34 JORGE ABELARDO RAMOS del programa mínimo, no es menos cierto que uno de los elementos más característicos de la propaganda socialista argentina ha sido beber a dos carrillos manantiales de una linfa moral. Aquí no hemos tenido felizmente que contemplar el espectáculo de Lord Repetto o de Sir Juan B. Justo, como se puede oír hablar en Inglaterra, en nombre del socialismo, a Lord Balfour o a Sir Walter Citrine. La asamblea revolucionaria de 1813 felizmente había abolido para siempre de nuestro país toda clase de título de nobleza o prerrogativa nobiliaria. El partido del Dr. Justo se distinguió siempre por un denodado pacifismo y un ataque constante a todas las guerras, particularmente en tiempos de paz, lo que obliga a recordar aquel ejemplo de que el pacifismo de los socialistas es como los impermeables para días de sol, que no sirven cuando llueve. Así, en las dos grandes guerras imperialistas, la dirección del Partido Socialista argentino, pese a la posición de gran parte de sus afiliados, se colocó enteramente al lado de uno de los dos bandos imperialistas, tan bandidos los unos como los otros. En el Congreso partidario de 1917 el Dr. Justo declaró: "Contamos con una escuadrilla de torpederas de mar hechas en 1912 en Alemania, que deben ser famosas para perseguir y destruir los submarinos alemanes y me gustaría verlas en este empeño aunque alguna de ellas se hundiera gloriosamente". Ya hemos hablado por otra parte de la actitud socialista durante la guerra que empezó en 1939, de la cual fue el principal agente del imperialismo "democrático" entre nosotros y en la cual se probó no solamente la voluntad de los discípulos de Juan B. Justo de introducirnos en la hecatombe sino también la capacidad de resistencia del pueblo argentino para negarse a ser conducido a la misma. Para el Dr. Justo, nuestro país era una simple dependencia semi-bárbara de las grandes potencias europeas que habían llegado a un notable grado de civilización técnica, de evolucionada cultura y de grandeza histórica. Era perfectamente natural, de acuerdo a mi pensamiento, que cuando estas potencias, en particular Inglaterra, se viesen envueltas en algún conflicto derivado de su influencia mundial, la Argentina participase de las tribulaciones bélicas de su poderosa amiga. Este concepto del Dr. Justo y de los socialistas sobre el carácter subordinado de nuestro país está claramente manifestado en este sugestivo párrafo: "Somos un pueblo cuyo carácter nacional es ser internacional ... el mismo capital establecido aquí es extranjero. Aun las empresas fundadas por extranjeros que han habitado el país o por argentinos DE OCTUBRE A SETIEMBRE 35 mismos, han pasado a ser extranjeras. Se ha internacionalizado el trabajo y la explotación ... Esta situación nos da una evidente superioridad y podemos ocuparnos en influir en la marcha del socialismo". El pensamiento del Dr. Justo está aquí desplegado en su verdadera magnitud. Se trata de que así como la Argentina era una sucursal agropecuaria de la casa matriz en Londres, también era una sucursal ideológica del Partido Laborista británico. Mal puede una sucursal influir en las decisiones de la casa matriz. Lo que corresponde a una sucursal o zona tributaria, es plegarse siempre, inevitablemente, disciplinadamente, a todo aquello que contribuya al bienestar general de la empresa, es decir, del Imperio. De ahí que el Dr. Justo notara con enorme satisfacción el carácter paulatinamente extranjero que iba adquiriendo todo en la Argentina. Por eso subrayaba el hecho de que empresas inicialmente de capital argentino se habían transformado en empresas extranjeras. Según su ángulo de visión, esto contribuía a internacionalizarnos y en consecuencia a facilitar la expansión ideológica del "socialismo", de "su" socialismo, es decir, del socialismo laborista británico. Con esta clase de socialistas, el imperialismo erigía un verdadero baluarte político destinado a impedir que naciera en nuestro país un partido auténticamente nacional, que reflejase los intereses de la clase trabajadora argentina. YRIGOYEN Y JUAN B. JUSTO Ante la ausencia de garantías electorales que ofrecía el gobierno oligárquico, Yrigoyen proclamó la más completa abstención electoral para no legalizar con su concurrencia a los comicios el gobierno del Régimen. Juan B. Justo, para quien las posibilidades de elegir un diputado eran siempre sagradas, participó en dichas elecciones no sin antes manifestar con aire satisfecho: "También esta vez la clase trabajadora de Buenos Aires estará sola frente al gobierno y debemos esperar a que de hoy en adelante sea siempre así". Destaquemos el hecho de que para el Dr. Justo la misión del Partido Socialista consistía en ser la oposición profesional del gobierno, el sector que desde la Cámara de Diputados hurgase con el dedo índice los libros de pérdidas y de ganancias, las cuentas de la Tesorería de la Nación. No les interesaba conquistar el poder político para independizar y engrandecer al país bajo la con- 36 JORGE ABELARDO RAMOS ducción de la clase trabajadora, sino desempeñar modestamente el papel de meticulosos fiscales del imperialismo, para el cual la vida parlamentaria en una semicolonia es una válvula de seguridad y de control internacional altamente conveniente. Así, con esta ficción parlamentaria, mantenida por el imperialismo (y regulada por el fraude), se pretendía impedir la centralización del poder, indispensable en un país semicolonial que intentaba realizar una revolución liberadora. Cuando el viejo caudillo radical Yrigoyen reivindica los derechos de la democracia política para las masas impedidas de ejercer su voto, Juan B. Justo comentaba: "¿Para qué vamos a reclamar nuevos derechos si no hemos sabido hacer uso de los que ya tenemos? Los derechos políticos están en la República al alcance de todos los trabajadores, que el día que quieran podrán usarlos en beneficio de su causa. Pero ni los trabajadores de origen extranjero los han solicitado, ni los nativos han sabido usarlos con criterio". Esto ocurría en 1910, cuando la legislación social era prácticamente inexistente, los sindicatos eran frecuentemente allanados por la policía y las elecciones eran una farsa. Yrigoyen se negaba a legalizar un régimen semejante; y proclamaba la abstención revolucionaria, mientras Juan B. Justo "constructivo", "legalista", apuntalaba al sistema oligárquico con su "oposición reguladora". EL CIPAYO SOVIÉTICO En su libro "El Movimiento obrero en América Latina". Víctor Alba estudia la acción de los partidos comunistas latinoamericanos. Para comprender el sentido de su análisis es preciso conocer el punto de vista de su autor con respecto al problema global del comunismo. Según parece, Víctor Alba es una especie de "hombre de izquierda", orgánicamente antisoviético y antinacionalista, sentimientos que son la contrafigura de una conmovedora inclinación a enjuiciar la penetración imperialista en América Latina como un hecho "progresivo". Transcribimos sus propias palabras: "Contrariamente a las afirmaciones habituales de la propaganda antiimperialista, salvo en ciertas regiones mineras de Chile y Bolivia y en algunas empresas petrolíferas de Venezuela y México, las compañías extranjeras pagan los salarios máximos en uso en cada país. Estos salarios ciertamente son inferiores a los que DE OCTUBRE A SETIEMBRE 37 reciben sus empleados extranjeros o sus obreros en los países imperialistas, pero constituyen, sin embargo, para los países colonizados, un factor progresivo. El capital comercial, por otra parte, que penetra detrás del capital industrial, se esfuerza, por medio de la publicidad y con el sistema de la venta a crédito, de ampliar las necesidades de las masas". Esta defensa "izquierdista" de la penetración imperialista, inepta desde el comienzo hasta el fin, corre pareja con su incomprensión del nacimiento y evolución de los partidos comunistas en América Latina. La política de estos partidos en nuestro continente no puede ser divorciada de la evolución pública de la diplomacia soviética en los últimos treinta años y de los procesos moleculares de la estructura económica rusa. Para comprender bien el hecho notable de que Victorio Codovilla, un oscuro ciudadano italiano, se encargaba ya en 1920 en Buenos Aires de cobrar los giros postales dirigidos al órgano del recién nacido partido comunista y de otras tareas igualmente secundarias, mientras que en pocos años llegaría a representar el papel más destacado de dicho partido, es preciso someter a un examen serio no sólo la política comunista en la Argentina, sino primordialmente a la lejana escena donde se determinaba esa política. Ya es de por sí un hecho curioso que un partido político argentino (o de cualquier nacionalidad) esté dirigido por un extranjero. Una anomalía tan extraordinaria tiene su explicación. Por supuesto que ni Víctor Alba ni ninguno de los apologistas o detractores de la acción comunista en América Latina se han detenido a considerar el fondo de la cuestión. El desarrollo de la revolución democrática argentina requiere que en esta etapa de su carrera vuelva sus ojos hacia el pasado buscando establecer los puntos de sustentación no sólo de la revolución que hoy vive y se expande sino también los de la contrarrevolución agazapada. Será extraordinariamente instructivo saber cuáles fueron las razones históricas y políticas para que el partido comunista argentino dirigido por un ciudadano extranjero (y que proclamó en palabras su voluntad de representar al proletariado argentino), estuviese justamente en el bando contrarrevolucionario cuando esa misma clase obrera dio los primeros pasos de su revolución. El semanario "Orientación", órgano del Partido Comunista argentino, ante las formidables demostraciones de masas del 17 y 18 de octubre de 1945 y empantanado en su alianza con Braden, escribió palabras que los obreros no habrán de olvidar fácilmente: "Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de 38 JORGE ABELARDO RAMOS desclasados haciendo vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan ninguna clase de la sociedad argentina. Era el malevaje recluta-do por la policía y los funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población". Así hablaba el grupo de Codovilla de los trabajadores argentinos que estaban imprimiendo en esas jornadas un nuevo rumbo a la historia del país y de América Latina. En el análisis circunstanciado de la historia política de ese partido el lector podrá extraer las conclusiones inevitables. LA REVOLUCIÓN RUSA DE 1917 La historia política del Partido comunista argentino está orgánicamente ligada al proceso thermidoriano de la Revolución rusa, que arrastró en su decadencia a la Internacional comunista. Existe sobre esta cuestión un notable equívoco muy generalizado, tanto entre los partidarios como entre los adversarios de la Revolución rusa y de su inspirador, Lenin, que es altamente conveniente disipar. Parece una ley de la historia que todo partido triunfante engendre una leyenda que tiende a encubrir la verdadera naturaleza de ese triunfo y la genuina personalidad de sus caudillos. Así, si algo ha cobrado entre los comentaristas del tema un carácter oficial, es el asunto del internacionalismo de Lenin. Según todos los comentaristas este internacionalismo consistía, después de la toma del poder en 1917, en organizar en 1919 la III Internacional comunista y en dirigir desde Rusia, con ese instrumento, la conquista del poder en todos los países del mundo. Sin embargo, en el espíritu de Lenin, el triunfo del bolchevismo en Rusia no podría considerarse y adquirir su verdadera significación histórica sin que los obreros de los países occidentales adelantados (en primer lugar, Alemania), hicieran su propia revolución y una vez conquistado el poder decidieran planificar la economía europea como un todo, ayudando a la Rusia bárbara a efectuar el salto desde la economía del "Mir" a los altos hornos. La crisis mundial derivada de la sangrienta guerra que acababa de terminar, dio la impresión de que aquel "espectro del comunismo" de que hablaba Marx en 1843 se había transformado en algo de carne y hueso y que los días del capitalismo europeo DE OCTUBRE A SETIEMBRE 39 estaban contados. La fundación de la III Internacional verificada en marzo de 1919, fue el corolario de esa generalizada creencia. Sin embargo, bien pronto la realidad impuso sus fueros. La Revolución Rusa se había producido en un gigantesco imperio que era al mismo tiempo una cárcel de pueblos por las nacionalidades alógenas que oprimía y una semicolonia del capital anglo-francés por su dependencia financiera. La catástrofe de la primera guerra mundial arrojó al zarismo del poder y el proletariado ruso dirigido por el partido bolchevique, debió realizar las tareas históricas de una burguesía impotente, acometiendo una revolución democrática para modernizar la vieja estructura económica y conservando al mismo tiempo el control sobre una multitud de nacionalidades, herencia del imperio zarista. En esas condiciones, pese a la inestabilidad europea, las viejas potencias capitalistas lograron mantenerse en pie, con la ayuda de la social-democracia, basadas sobre todo en la continuidad de su control sobre los imperios coloniales. La Revolución Rusa se encontró aislada. Se vio claramente que durante un largo período Rusia se encontraría bloqueada por la estabilidad capitalista y que el nuevo Estado llevaba una tragedia en sus entrañas. Los cuatro primeros Congresos de la Internacional Comunista también probaron que sus participantes no habían comprendido nada o casi nada de la experiencia rusa. El propio Lenin habría de declararlo en el discurso pronunciado en el IV Congreso de la Internacional Comunista realizado en 1922. Muy enfermo ya, ese discurso habría de ser el último que pronunciara en la vida de la III Internacional. En ese texto, notable por muchos conceptos, Lenin se refería a tres problemas de importancia preeminente: la aplicación de la Nueva Política Económica (impuso el desarrollo capitalista), las concesiones económicas a los capitalistas rusos y extranjeros, y el fracaso de la Tercera Internacional para aplicar en el resto del mundo la experiencia rusa. LENIN Y LA BURGUESÍA INDUSTRIAL Después de una extenuante guerra civil alimentada por las potencias imperialistas europeas para doblegar al joven Estado soviético, la economía rusa se encontraba sumida en la postración más completa. El llamado "comunismo de guerra" había sido 40 JORGE ABELARDO RAMOS un recurso temporal para poner en pie al Ejército Rojo, compuesto de cinco millones de hombres, y suministrarles por medios compulsivos los equipos y elementos necesarios. Pero el país estaba agotado. La NEP o sea la Nueva Política Económica, significaba en sustancia que el joven Estado cuya dirección política estaba en manos de los bolcheviques y del proletariado urbano, ofrecía amplias concesiones al pequeño comercio, a la pequeña industria, a la iniciativa privada y a los campesinos acomodados, con el objeto de estimular vigorosamente una mayor productividad nacional. Las audaces medidas que contaron con la oposición de parte del partido de gobierno, fueron llevadas a cabo de manera inflexible por el nunca desmentido realismo político de Lenin En el discurso que pronunció ya en el límite de sus fuerzas físicas y al cual aludíamos anteriormente, declaraba: "las concesiones que nosotros hemos ofrecido al capital privado y que habían inquietado a muchos de nuestros camaradas —aquí y en otras partes— han encontrado pocos empresarios: los capitalistas se aproximan y después se van porque no encuentran aquí lo que ellos buscan: un remedio inmediato a sus dificultades presentes. Tal es la situación. Sin duda hemos cometido muchas tonterías; nadie lo sabe mejor que yo". Informaba a continuación que ya se habían constituido algunas sociedades mixtas con capitalistas rusos y extranjeros, unas diecisiete sociedades en total. Comentando este hecho afirmaba: "Cuando los capitalistas ordinarios, rusos y extranjeros, toman parte en una sociedad mixta con los comunistas nosotros decimos: Bien, haremos pues alguna cosa, tan poco como esto sea, bien, tan escaso como parezca, es siempre un comienzo... Los capitalistas no habrían venido hacia nosotros si las condiciones más elementales para su actividad hubieran faltado. Si aún una parte mínima de ellos se ha comprometido, esto muestra que nosotros hemos obtenido una victoria parcial." Las concesiones que el gobierno soviético realizaba en esos momentos frente a los capitalistas extranjeros, estaban destinadas a poner en movimiento una industria abatida por las consecuencias de la guerra civil y por la inepcia de la naciente burocracia. Dentro de ciertos límites, para un país atrasado que realiza una revolución democrática y cuya tarea preliminar es industrializarse, la única garantía frente a las concesiones al capital extranjero debe cifrarse en la política revolu- DE OCTUBRE A SETIEMBRE 41 cionaria del Estado y en el apoyo de las masas a esa política. Explicando las razones de la NEP, Lenin decía: "La prueba debe ser real: a nuestro lado actúa el capitalista, es un mercader, busca beneficios, pero sabe su oficio. Ustedes ensayan una forma nueva: ustedes no hacen beneficios, ustedes actúan según los principios comunistas, el ideal de ustedes es un panorama sublime y ustedes parecen dignos de ser beatificados y expedidos vivos al paraíso, pero ¿saben hacer bien ese trabajo?" Resulta evidente que Lenin intentaba realizar en ese momento una tarea semejante a la que Mao Tse-tung consuma ahora en China: obtener el apoyo de la burguesía industrial para desarrollar la economía nacional, industrializar el país, elevar el nivel de vida de las masas, bajo el control del proletariado y su partido. El jefe del Estado soviético veía con alarma creciente que por una razón u otra, los capitalistas privados se negaban en general a participar en la reconstrucción de la economía rusa y que ante la ausencia de los técnicos y de los empresarios privados, los cuadros políticos de su partido se transformaban en administradores de la economía sin poseer la formación profesional necesaria. El proceso de burocratización era evidente e irresistible en momentos en que Lenin pronunciaba el último discurso de su vida. COMUNISMO Y CAPITALISMO DE ESTADO Frente a los bolcheviques que atemorizados ante las palabras mismas de "Capitalismo de Estado", se negaban a hacer concesiones a los campesinos y al capital extranjero, Lenin no tenía más que frases sarcásticas: "Nuestra prensa y nuestro partido en general cometen un error de intelectuales, recaen en el liberalismo con respecto al capitalismo de estado; consultan los viejos libros y lo que nosotros vemos no corresponde de ninguna manera a la actualidad; se trata en ellos del capitalismo de estado bajo el régimen capitalista, pero no hay ningún libro que nos hable del capitalismo de estado en tiempos del comunismo. Marx mismo ha descuidado escribir sobre este tema aunque no fuese más que algunas palabras; ha muerto sin dejarnos ninguna cita exacta, ningún argumento irrefutable. Por consiguiente, debemos desenvolvernos sin citas." 42 JORGE ABELARDO RAMOS Y agregaba: "Es una situación que no se ha visto aún jamás en la historia. El proletariado, vanguardia revolucionaria, posee el poder político en un grado plenamente suficiente y el capitalismo de estado subsiste aún. La clave del problema está allí: debemos comprender que es un capitalismo que nosotros podemos y que debemos admitir; pues este capitalismo es indispensable para las masas campesinas y el capital privado que debe ocuparse del comercio para aprovisionar al campesino. Es necesario organizarlo todo de suerte que la marcha ordinaria de la economía capitalista y el intercambio capitalista sean posibles, pues el pueblo tiene necesidad y no se puede vivir sin esto. Aprended pues, comunistas, obreros, parte consciente del proletariado que está encargada de dirigir el Estado, aprended a hacer de suerte que el Estado que vosotros habéis tomado en vuestras manos actúe según esta perspectiva." La esencia de su pensamiento en este discurso profético era ésta: utilizar los servicios del capitalista privado bajo el control estatal para dirigir la industria, antes de ponerla en manos del funcionario incontrolado del Estado. Pero todo fue inútil. El histórico atraso de Rusia y el fracaso de la revolución europea que condujo al aislamiento más completo del nuevo Estado ofrecieron un enorme impulso a la creación de una casta de administradores estatales bajo cuyo manto se reagrupó la contrarrevolución. El todopoderoso burócrata reemplazó al burgués. De una manera espontánea, los elementos del viejo aparato estatal heredado que habían mirado con temor y expectación el nacimiento del nuevo poder, comprendieron que podrían vivir a su sombra. Lenin advirtió agudamente en los últimos meses de su vida que de hecho ya no se podría controlar el gigantesco aparato del gobierno. "La máquina se os desliza bajo la mano: se diría que otro hombre la dirige. La máquina corre en una dirección diferente a la que se le ha fijado; ella va donde la conduce alguien o algo, algo de ilegal, de clandestino, venido Dios sabe de dónde, aprovechadores o capitalistas privados la conducen a los dos en conjunto. La máquina no marcha del todo y algunas veces de ninguna manera como se lo imagina aquel que está en el timón." En el mismo discurso, movido por un oscuro presentimiento y persuadido de que al fin y al cabo un partido político por más revolucionario que sea puede corromperse DE OCTUBRE A SETIEMBRE 43 y morir (ya que un partido político sólo es una corriente dentro de un proceso histórico mucho más vasto y poderoso y sólo es en el mejor de los casos el factor consciente del inconsciente proceso histórico), Lenin confesaba: "La historia conoce toda suerte de metamorfosis. Fiarse de las convicciones, de la abnegación, de las más bellas cualidades del alma en política, no es serio. Aquellas cualidades del alma son el patrimonio de un puñado de hombres pero son las masas gigantescas las que deciden las salidas históricas; ellas tratan a veces a esos puñados de hombres de una manera poco cortés si este puñado de hombres no les conviene". El proceso de burocratización no sólo estrangularía al Estado sino a la Internacional Comunista que se convertiría en un simple instrumento de la política exterior soviética. COMO SURGIÓ LA BUROCRACIA SOVIÉTICA Antes de entrar en el análisis de la sorprendente evolución de la Internacional Comunista y en consecuencia de la historia del Partido Comunista argentino, examinaremos rápidamente las raíces sociales del Thermidor soviético. Una de las más grandes figuras de la Revolución Francesa —Gracus Babeuf— al salir de la prisión do Abadía, se preguntaba con estupor qué había pasado con el pueblo heroico de los arrabales de París. Ese pueblo que había derribado a la Bastilla feudal e impreso un viraje decisivo en el curso de los destinos humanos, había visto devoradas sus energías por la tempestad revolucionaria. En el reflejo de su lucha había permitido que se entronizara la reacción thermidoriana y que Robespierre fuera guillotinado. En muchas oportunidades se ha establecido una analogía histórica entre la Revolución Francesa del siglo XVIII y la Revolución Rusa del siglo XX. Aunque de distinta naturaleza, ambas revoluciones presentan sorprendentes puntos de contacto. Parecería descubrirse en ellas una ley interna que preside el desarrollo general de las revoluciones. El hecho de que toda revolución engendra su contrarrevolución, es decir, que a la victoria revolucionaria sucede una reinstalación en los nuevos rangos, de las fuerzas del pasado que agazapadas esperan su hora, puede advertirse fácilmente en el friso clásico de la Revolución Francesa y en el de la Revolución 44 JORGE ABELARDO RAMOS Rusa. Y no sólo en ellas. A la violenta tensión de la lucha inicial sucede un aflojamiento nervioso de las masas, que en las condiciones de increíble agotamiento y penuria económica de la vida en 1917, originó un inevitable retroceso en la moral revolucionaria de los grandes sectores protagónicos. El proletariado ruso había dado un salto desde una monarquía semifeudal hasta un gobierno obrero; las intervenciones armadas de los países imperialistas; el bloqueo del mundo entero; la economía industrial desorganizada, flotando en medio de un océano campesino ignorante y bárbaro; la deserción en masa de los técnicos y los intelectuales; viejos revolucionarios que creían llegada la hora de descansar; el aislamiento alarmante de un puñado de miles de bolcheviques que no podían hacer otra cosa que ofrecer sino miseria durante un largo período a las masas exhaustas y, en fin esa clase media que aterrorizada por la revolución se veía llamada a ocupar cargos en todos los rangos del escalafón administrativo, tales fueron los factores objetivos y psíquicos que desarrollaron la burocracia soviética en una escala colosal y que ahogaron en definitiva a la generación revolucionaria. A esto se agregó la desmovilización del Ejército Rojo, formado por cinco millones de hombres y cuyos comandantes victoriosos irían a ocupar papeles de primer orden en los Soviets locales, en los equipos de producción, en las escuelas y en la administración pública, a las cuales llevaron los métodos autoritarios de tipo militar que les había permitido triunfar en la guerra civil. La propia implantación de la NEP y las concesiones al capitalismo privado, concesiones inevitables en las condiciones de agonía económica del país, contribuyeron poderosamente a crear una ideología del bienestar y una prédica del reposo. La situación internacional fue también un factor decisivo. La nueva burocracia, que había encontrado en Stalin la personificación de sus intereses (y a la cual Stalin retribuyó con una teoría llamada del "socialismo en un solo país", que desde el punto de vista teórico hubiera sido absurda en la Alemania tecnificada, y que en la Rusia bizantina era un delirio puro) encontró como herencia del pasado un extraño juguete: la Internacional Comunista. No sabiendo qué hacer con él y prisionera hasta ciento punto de una ideología que ya le repelía, la nueva casta administradora soviética DE OCTUBRE A SETIEMBRE 45 intentó al principio utilizar a la Internacional Comunista para provocar revoluciones desde arriba que permitieran al nuevo Estado contar con otros puntos de apoyo en Europa. LENINISMO Y STALINISMO Al principio, los epígonos de Lenin (muerto simbólicamente en 1924, cuando la burocracia lo había aislado en la cumbre del poder y de hecho ya no podía dirigir el formidable aparato), permanecieron prisioneros de los mitos antiguos. Creyeron que desde las oficinas de Moscú podían fabricar revoluciones a la distancia y que estas revoluciones acrecentarían el poder soviético. Sin embargo, la realidad desmintió implacablemente la estrategia de los funcionarios. Ya la locura delirante de la insurrección húngara de 1918 había convencido a Lenin de que la Internacional Comunista no podía exportar las revoluciones. Pero después de su desaparición se abrió un ciclo impresionante de derrotas: el aplastamiento del levantamiento en Bulgaria; la retirada ingloriosa del proletariado alemán en 1923; la tentativa fracasada de la sublevación en Estonia en 1924; la liquidación de la huelga general inglesa en I926, en la cual los agentes de Moscú subordinaron su política a la de la social democracia imperialista; el trágico fracaso de la revolución china en 1927 (cuando Chiang Kai Shek arrojó a los militantes obreros en las calderas de las locomotoras) y otras aventuras semejantes, fueron testimonio concluyente. Stalin se persuadió de que la Internacional Comunista no podía ser en sus manos sino una carta más en el juego de la diplomacia soviética. Así, el proceso de burocratización que había alcanzado a todo el aparato del Estado y del Partido en la Unión Soviética, alcanzó también a la Internacional Comunista. Destruidos sus viejos cuadros, aniquilada toda posibilidad de realizar una política que respondiera a las necesidades nacionales y a las particularidades específicas del propio país (así se había formado el bolchevismo en tiempos de Lenin), la Internacional Comunista se transformó en una brigada internacional de provocación política y policíaca, destinada a influir en los obreros del mundo entero y utilizarlos en las negociaciones de la burocracia soviética con el imperialismo. Si el Kremlin deseaba ingresar en la Sociedad de las Naciones (que Lenin llamara "cueva de bandidos") para buscar un acuerdo con 46 JORGE ABELARDO RAMOS Francia e Inglaterra, los comunistas del mundo entero estaban obligados a seguir en su patria respectiva la aplicación de esa línea. Como es natural, en cada caso, esta política mecánica, no nacida de la situación nacional propia, sino implantada desde afuera, los enfrentaba con las necesidades respectivas de la clase obrera, que rara vez coincidía con los cambios de sus gobiernos. Así, cuando Stalin quiso llegar a un acuerdo con Chiang Kai Shek en China, sacrificó a toda una generación de obreros comunistas, que cayeron bajo las balas del Kuomintang en Cantón y en Shanghai. Los partidos comunistas fueron convertidos en organismos sumisos, financiados desde Moscú, con funcionarios dóciles a la voz del amo. En cada Comité Central de cada partido comunista ocupaba su lugar preferente un agente de la Internacional, que era al mismo tiempo agente de la GPU (policía política soviética). Este "monolitismo" policíaco ahogaba todo espíritu crítico y garantizaba una selección al revés: la degradación intelectual de los comunistas contemporáneos forma parte sustancial de la crisis del movimiento obrero de nuestro tiempo. Para un Foster, un Duclós o un Codovilla, por ejemplo, su fuerza no provenía de su mayor lucidez en la apreciación de los fenómenos políticos de sus países, como en los partidos políticos corrientes, que engendran un jefe a lo largo de un intenso proceso selectivo. Se mantenían en la cumbre del aparato, por el contrario, como procónsules elegidos de una gran potencia extranjera. Este hecho inamovible, que nadie podrá refutar, selló al mismo tiempo el destino de esos partidos. LENIN CONTRA LA RUSIFICACIÓN DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA En 1922, mientras se preparaba la conferencia de Ginebra a la cual asistiría en una de sus primeras salidas internacionales la diplomacia soviética, el Comisario de Relaciones Exteriores de aquella época, Chicherín, propuso al Comité Central del Partido bolchevique introducir en la Constitución soviética modificaciones "democráticas", con el fin de complacer a la opinión pública norteamericana y facilitar así la posición soviética en las negociaciones de la conferencia ginebrina. En una carta oficial del 23 de enero de 1922, Lenin insistía ante el Comité Central sobre la conveniencia de enviar a Chiche-rín sin tardanza a que reposara en un sanatorio. El DE OCTUBRE A SETIEMBRE 47 jefe del Estado Soviético consideraba (antes de la oleada de arribismo sin principios que caracterizó el triunfo thermidoriano), que la política internacional de la Rusia soviética, con sus compromisos inevitables no podía afectar los fundamentos mismos del Estado y mucho menos su soberanía económica. Al mismo tiempo declaraba que los partidos comunistas y obreros en general del mundo entero debían luchar inspirados en sus propios fines sin interferencias extrañas. Su última advertencia en el IV Congreso de la Internacional Comunista revestía contornos patéticos, pues revela que la degeneración de la Internacional Comunista no se había consumado en 1933, Cuando Facilitó el ascenso do Hitler, sino que ya en vida de Lenin, en 1922, resultaba, por la centralización moscovita, un centro de provocación y de peligro. Al comentar una resolución votada por el Congreso anterior sobre la estructura, los métodos y la táctica de los partidos comunistas, Lenin declaraba categóricamente: "Ella es excelente, pero casi enteramente rusa... Hemos cometido un grueso error votándola". Y agregó perplejo: "No hemos encontrado la forma correcta para presentar nuestras experiencias rusas a los obreros de otros países". Este abierto reconocimiento de Lenin de que la III Internacional era la gigantesca ampliación de un fenómeno específicamente ruso, no pudo impedir justamente que Stalin y sus sucesores tomaran este error como un principio inconmovible y lo exageraran hasta la catástrofe. La experiencia soviética nutrida en las condiciones particulares de la historia de Rusia y forjada bajo la autocracia zarista, fue universalizada e impuesta, con el poderoso apoyo de un aparato burocrático manejado por una potencia, a situaciones nacionales profundamente diferentes y originales del resto del mundo. Como era previsible, al violentar la naturaleza política de una realidad profundamente diferente, la Internacional Comunista se encontró generalmente en el otro lado de la barricada. 48 JORGE ABELARDO RAMOS LA TRAGEDIA DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN CHINA Veamos cuál fue la política que la Internacional Comunista llevó a cabo en China en 1927. La Revolución China iniciada en 1912 por Sun Yat Sen, se proponía modernizar la nación, unificarla y realizar la reforma agraria. Era, por su naturaleza social una revolución burguesa. Pero la intervención del imperialismo impidió que China pudiera seguir adelante, los señores feudales y la burguesía comercial compradora china, sofocaron durante quince años la expansión de la revolución democrática. El nacimiento del Kuomintang con Chiang Kai Shek como jefe, representando los intereses de la burguesía industrial china, movió a Stalin a llegar a un acuerdo con él. Después de intentar dar un golpe a los comunistas en mayo de 1926, Chiang Kai Shek negoció un compromiso con ellos. La burocracia soviética ordenó entonces a sus agentes en China, sobre todo el famoso Borodín (que manejaba como un autócrata al Partido comunista chino) frenar al movimiento irresistible de los campesinos contra los terratenientes feudales y las huelgas obreras, indicándoles que debían afiliarse inmediatamente al Kuomintang, el partido de la burguesía china. Stalin que nunca se había distinguido como teórico, afirmaba que la burguesía china era revolucionaria porque China era un país semicolonial oprimido por el imperialismo. Sus adversarios le replicaban que la política de la burguesía semicolonial no está fijada en un código inmutable sino que depende de la relación de las clases dentro de cada nación determinada, del grado de la dependencia económica, política o militar que la une al imperialismo y sobre todo del papel que la clase trabajadora desempeña en el proceso revolucionario. De ahí que no pueda fijarse de antemano a la burguesía nacional de un país atrasado un papel revolucionario o un papel contrarrevolucionario; según las circunstancias, desempeña uno u otro papel, y a veces los dos simultáneamente. En un momento determinado, en julio de 1928, Chiang realiza la campaña del norte y su ejército procede a una matanza general de los campesinos pobres que se levantaban contra los terratenientes. En este caso, Chiang, traicionando su propia bandera y ante el temor de un movimiento general por la revolución agraria que él no podía controlar, se alía a los terratenientes feudales. Los comunistas chinos DE OCTUBRE A SETIEMBRE 49 reclamaron a Moscú un cambio radical de táctica, pero Stalin ordenó que entregaran sus armas a Chiang. Tenía confianza en él. En un discurso pronunciado en Moscú, y que habría de ser histórico, Stalin decía: "Tenemos a Chiang Kai Shek en nuestras manos; lo utilizaremos y luego lo arrojaremos como se arroja, un limón exprimido". La misma noche que "Pravda" imprimía en Moscú este discurso (retirado precipitadamente de dicho diario), llegaba un telegrama anunciando que Chiang se lanzaba a la masacre de los obreros y comunistas de Shangai, desarmados por orden de Stalin. La masacre no pudo ser impedida, pero el discurso pudo ser retirado de la imprenta de "Pravda". La Internacional Comunista, convertida en una máquina de transmitir órdenes, quedó anonadada ante la derrota sangrienta de la Revolución China. En cierto sentido y aunque sea paradójico, esta derrota fortaleció a la burocracia soviética; la desmoralización de las masas soviéticas y chinas como consecuencia del desastre fue más poderosa que todas las críticas y consejos que se dieron para rectificar la orientación de la Internacional Comunista. La ola de desencanto y de desilusión de los acontecimientos de 1927 acentuó el aislamiento entre las masas y la Internacional Comunista y en consecuencia facilitó el predominio del aparato burocrático sobre los partidos. EL AVENTURERISMO POLÍTICO DE STALIN Nos referíamos antes a la política seguida por la Internacional Comunista en China. Pero no olvidemos, antes de entrar en el examen directo de la historia de Codovilla y del partido comunista argentino, que todas las expresiones públicas de la Internacional Comunista estuvieron ligadas o fueron el mero reflejo de las circunstancias internas de la Unión Soviética. Así, cuando la burocracia representada por Stalin advirtió que su política de apoyo ilimitado al kulak o campesino rico, conducía a un colapso económico nacional, imprimió un viraje de ciento ochenta grados. Hasta ese momento la burocracia soviética había aconsejado al kulak "enriquecerse", estimulando el crecimiento de una nueva burguesía rural; pero al levantar la cabeza, el kulak se alió con el campesino medio y quiso imponer 50 JORGE ABELARDO RAMOS condiciones a la ciudad y al poder soviético. Fue así que Stalin se enfrentó con la llamada "huelga del trigo", durante la cual los campesinos propietarios quisieron bloquear al país por hambre. Los resultados de su política de apoyo al kulak espantaron a la burocracia y la condujeron a aplicar una política abiertamente opuesta e igualmente exagerada y funesta: Stalin decretó la liquidación del kulak "como clase". Así comenzó la era de la industrialización acelerada y de la "colectivización forzada", pretendiendo llevar la socialización al campo por vías policíacas. Esta política que costó la vida a millones de hombres, pues era la GPU la que vigilaba la "socialización", se llamó el Tercer Período de la Internacional Comunista, es decir, el período ultraizquierdista. Necesitado de un sostén teórico para justificar el "socialismo galopante" en la Unión Soviética, Stalin declaró al mundo por intermedio de los voceros de la Internacional y de todo su gigantesco aparato de propaganda que la situación mundial "se había vuelto revolucionaria" y que la revolución proletaria mundial "estaba a la orden del día". Por supuesto, esto condujo a una serie de "putschs", levantamientos y provocaciones completamente mecánicas aisladas de las respectivas realidades nacionales. Quien desee conocer la psicología de estos agitadores sin conciencia y sin principios sabrá encontrar en los verídicos personajes de Juan Valtín —"La noche quedó atrás"— una imagen de ese dramático capítulo de la vida política contemporánea. Stalin afirmó entonces que la tarea inmediata de los partidos comunistas consistía en conquistar el poder en todas partes. Se trataba de una táctica uniforme, simétrica, inconmovible, tanto para Arabia como para Francia, Guayana o Alemania, las islas Orcadas o Gran Bretaña. Adelantándonos a nuestro relato diremos que en la Argentina Codovilla caracterizaba al gobierno de Yrigoyen como "gobierno fascista", así como quince años después, como un burócrata impermeable e insumergible, designaría al gobierno de Perón como nazi-peronista, esta vez en un frente único con el imperialismo. Todo aquel movimiento nacional, antiimperialista o simplemente de izquierda que no aceptara la línea de la Internacional Comunista, era calificado por la cabeza sin cerebro de Moscú como "fascista", "semi-fascista", "social-fascista", "clerical- DE OCTUBRE A SETIEMBRE 51 fascista" o "anarco-fascista". Este criterio sociológico era extenuante puesto que permitía establecer cómodamente desde una oficina central una simplificación tajante de las tendencias políticas mundiales. Como era de esperarse, los resultados fueron catastróficos. STALIN FACILITA EL TRIUNFO DE HITLER Con el apoyo financiero de la industria pesada Hitler había logrado crear un gran partido. Aplicando a la política alemana la técnica psicológica e intimidatoria de la publicidad moderna y los recursos de la gran industria, Hitler movilizó a millones de comerciantes, pequeño-burgueses arruinados por la competencia de los trusts, por la devaluación del marco y la lápida del Tratado de Versalles; reivindicó el honor nacional alemán herido en 1918, consiguiendo el apoyo de los estudiantes, que se convirtieron junto con la pequeña burguesía desesperada, en las brigadas de choque contra los sindicatos obreros. Toda la situación mundial dependía de la salida política que adoptaría Alemania. Fue precisamente en ese momento que los dos partidos más poderosos de la República de Weimar —la social-democracia y el Partido comunista— se encontraban en dos campos hostiles. El jefe comunista alemán Thaelman declaró, por orden de Stalin, que "la social democracia y el nazismo "eran hermanos gemelos". Frente a la desunión de los grandes partidos obreros, Hitler avanzó de una manera fulminante hacia el poder. En muchas elecciones estaduales los comunistas votaron junto a los nazis contra los social-demócratas. El gigantesco partido comunista alemán, dirigido por otro Codovilla llamado Thaelman, sufrió una especie de parálisis. Entre bambalinas, la diplomacia soviética intentaba llegar apresuradamente a un acuerdo con Hitler. Las fanfarronadas de Thaelman no convencieron a nadie: "No durará tres meses; después de Hitler llegaremos nosotros". La policía política nazi y las secciones de asalto redujeron a polvo al Partido comunista y sus organizaciones, que parecían fortalezas inexpugnables. Todo el Comité Central del Partido comunista compró 52 JORGE ABELARDO RAMOS pasajes de primera clase y viajó al exterior. Tal fue, en síntesis, el destino del comunismo alemán. La intervención extranjera en la política interna alemana se reveló una vez más fatal para la orientación política de la clase trabajadora. Que esa intervención se ocultara tras el escudo de la Internacional Comunista, no anulaba el hecho fundamental de que dicha Internacional era el instrumento de la política exterior rusa y que en consecuencia, interpretaba los intereses de una potencia extranjera, en Alemania o en cualquier otro país. Los saltos acrobáticos de la Internacional Comunista no tenían otro origen que las cambiantes condiciones diplomáticas internacionales en medio de las cuales maniobraba la diplomacia soviética. Pero ya hemos hablado bastante de la Internacional Comunista. Comenzaremos con la historia política de Codovilla y su papel de provocador internacional como jefe del Partido comunista argentino. EL POLICÍA INTERNACIONAL VITTORIO CODOVILLA Vittorio Codovilla es un ciudadano italiano que llegó a la Argentina en 1912. Militó durante los años de la primera guerra imperialista en las filas de la juventud socialista y cuando en 1918 Rodolfo y Orestes Ghioldi, bajo la inspiración del militante chileno Luis Emilio Recabarren fundaron el Partido Socialista Internacional (luego Partido Comunista), Codovilla ingresó a él, ocupando desde el principio posiciones de organización y administración. Ya en 1920, durante la campaña que los comunistas argentinos hicieron para reunir fondos destinados a aliviar las gigantescas epidemias de hambre en Rusia, Codovilla estaba en los puestos de comando de la campaña financiera. Fueron esas mismas epidemias de hambre que el presidente Yrigoyen intentó mitigar abriendo un crédito de cinco millones de pesos argentinos en trigo a la Rusia exhausta, lo que no impidió que Codovilla y los hermanos Ghioldi lo caracterizaran un poco más tarde como "gobernante fascista". No inclinado por su naturaleza a cuestiones políticas o teóricas, Codovilla prefirió refugiarse en la médula del aparato burocrático del Partido Comunista y ganar posiciones desde allí. La ruptura de Penelón con el Partido Comunista y con Moscú abrió el camino para que Codovilla se filtrase en el aparato de la Internacional DE OCTUBRE A SETIEMBRE 53 Comunista en Sudamérica y alcanzase en consecuencia una posición de privilegio en la orientación del Partido Comunista argentino. Como la burocracia soviética no publica informes detallados de las actividades secretas de sus agentes internacionales, no es posible seguir en todas sus fases la actividad de Vittorio Codovilla en Argentina, en España o Francia sino a través de la política concreta de los partidos comunistas, o, dicho en términos más claros, a través de las derrotas políticas, las catástrofes obreras o de los asesinatos que fueron realizados con la intervención directa o indirecta o indirecta, según el caso, de Codovilla. Si Codovilla ha llegado a alcanzar en el stalinismo argentino un papel de primera magnitud, eclipsando a Rodolfo Ghioldi a pesar de que éste es un intelectual y Codovilla un burócrata oscuro, es precisamente a causa de estos rasgos que los diferencia. En la cabeza de Codovilla las órdenes substituyen a las ideas, hecho que lo convirtió en un instrumento pasivo adaptado completamente a las necesidades de la patronal soviética. La revolución del 6 de setiembre, cuya atmósfera ideológica había contribuido a preparar, lo arrojó del país. Al centrar el fuego la propaganda del Partido, en la persona de Yrigoyen, Codovilla se colocó efectivamente como el ala "izquierda" del movimiento septembrino. El carácter obtuso de esta política levantó divergencias serias en el propio Partido Comunista. Codovilla ausente, el boletín interno del 25 de marzo de 1932 se permitía acusarlo de haber afirmado que "el imperialismo yanqui jugaba en la Argentina un rol progresivo" al mismo tiempo que presentaba a Yrigoyen como "vendido al imperialismo". Otras acusaciones semejantes como "fascista", "enemigo del pueblo" y "agente imperialista", formuladas por Codovilla contra Yrigoyen constituyeron uno de los primeros galimatías contrarrevolucionarios que nuestro personaje brindó a la, Argentina en su carrera política de agente extranjero. EL STALINISMO ATACA A YRIGOYEN Los diez años que transcurren desde 1930 a 1940, presenciaron el ascenso de Codovilla. De simple organizador en la Argentina, pasó a ser un agente internacional 54 JORGE ABELARDO RAMOS directo de la burocracia soviética, en especial de su policía política. Aunque continuaba ligado desde Moscú a los asuntos del comunismo argentino, a través de la comisión sudamericana de la Internacional Comunista, la mayor parte de su actividad en ese período se desarrolló en España y en Francia. Han aparecido sobre esta gestión documentos reveladores que explican decenas de asesinatos de militantes revolucionarios durante la guerra civil española. Pero antes dé entrar en ese tema convendrá examinar la política que los comunistas argentinos desarrollaron en esos diez años. Ya hemos aludido al papel desempeñado por el comunismo argentino en la preparación ideológica del golpe del 6 de setiembre. Pero cuando a comienzos de 1933, ya en plena década infame y bajo el gobierno del general Justo (la encarnación más completa de esa década) muere el caudillo radical, la revista "Actualidad" publica un estudio titulado "Yrigoyen y el radicalismo", en el cual se expresan los puntos de vista del Partido comunista sobre la significación histórica del político desaparecido. En dicho documento, revelador de una incomprensión profunda de las tendencias históricas de la política argentina, los comunistas decían: "El Partido Radical, aunque buscaba adeptos entre la clase trabajadora, odiaba realmente al partido que la representaba". Los comunistas consideraban que el Partido Socialista de Juan B. Justo representaba a la clase trabajadora, mientras que el Partido de Yrigoyen sólo "buscaba adeptos". En realidad, y dado el carácter embrionario de la industria argentina, a principios de siglo, mejor podría decirse que el partido de Yrigoyen representaba las tendencias populares de la Argentina, entre ellas la de la mayoría de los trabajadores industriales criollos, mientras que el grupo de Juan B. Justo y Repetto buscaban "adeptos" entre el grupo de obreros extranjeros de la ciudad de Buenos Aires, no vinculados aún estrechamente al país de los argentinos. Pero como los propios comunistas eran y son agentes políticos de una potencia extranjera consideraban a Yrigoyen, el político nacional, como al gran enemigo, mientras que los socialistas europeos eran "el partido representante de la clase trabajadora". Desaparecido Yrigoyen, traicionada su bandera y copado el Partido Radical por los instrumentos de la oligarquía, los comunistas no tuvieron ningún inconveniente en reconocer que era al fin, verdaderamente, un partido DE OCTUBRE A SETIEMBRE 55 popular y en llegar a los peores compromisos con los maestros de las trenzas parroquiales, sobornadores de comicios internos y abogados de compañías extranjeras que caracterizaron el apogeo del alvearismo. Aquí los comunistas se mofan de la personalidad de Yrigoyen, pero no puede dejar de observarse que en esta apreciación balbuciente se encierran, en una síntesis maligna, los peores prejuicios que la oligarquía corrompida e inepta había elaborado por intermedio de sus grandes diarios para uso de la clase media autodenominada intelectual. NEUTRALISMO, YRIQOYENISMO, STALINISMO La famosa ignorancia de Yrigoyen era un perverso mito de los socios del Jockey Club, con galera y con bastón y que sabían el francés mejor que el castellano, pero que hubieran sido incapaces, seguramente, de escribir una página coherente o de encerrar en sus cabezas algunas ideas. En París habían aprendido a manejar los cubiertos. Eso era todo. Pero eso les bastaba para dirigir el país. Los plumíferos de los diarios alimentados con avisos de las empresas extranjeras se hacían eco de esas diatribas. En sus caricaturas ridiculizaban la sencillez y las formas de vida austera del primer caudillo popular de este siglo, cuya profunda intuición política vive aún en la tradición oral y en los principales capítulos de nuestra historia contemporánea. Bastaría leer las páginas notables de Ricardo Caballero en su estudio sobre Yrigoyen y la Revolución de 1905 para advertir que la técnica conspirativa de Yrigoyen no era sino una manifestación de su arte político y que no sólo conspiraba para tomar el poder sino para organizar su partido. El abstencionismo revolucionario de Yrigoyen era en verdad una manera imbatible de limpiar su movimiento de arribistas, de logreros y de corrompidos. Es curioso mencionar también que en los párrafos transcriptos en la nota anterior, los epígonos del comunismo hablaban de "caudillos de tierra adentro tan torpes e ignorantes como el propio presidente". Desde Juan Facundo Quiroga hasta nuestros días, la intelectualidad portuaria, antinacional y entreguista, no ha hecho más que propagar este infundio, destinado a aniquilar el prestigio de nuestros caudillos populares y a probar sus propios derechos a lotear en 56 JORGE ABELARDO RAMOS los mercados internacionales la soberanía económica y política del país. La contramedalla de esta ideología oligárquica en el movimiento obrero estuvo constituida por los socialistas de Juan B. Justo y por los comunistas del italiano Vittorio Codovilla. Durante el curso de la primera guerra imperialista el presidente Yrigoyen mantuvo firmemente la neutralidad, pese a la campaña de provocación que los agentes locales del imperialismo anglo-francés desarrollaban para obligarlo a romper con los Imperios centrales. Interpretando los intereses nacionales y los sentimientos del pueblo argentino, que no deseaba solidarizarse con una guerra que no le concernía, Yrigoyen sostuvo de manera inquebrantable una política de neutralidad que protegía al mismo tiempo el desarrollo industrial argentino. En el artículo de la revista "Actualidad" que comentamos, los comunistas observaban: "¿Pero qué significado tenía entonces la neutralidad? Significaba la defensa de los intereses ganaderos y terratenientes... Si bien aparentemente Yrigoyen parecía defender la neutralidad argentina, prácticamente ayudaba a los aliados a quienes abastecía facilitando la exportación de los productos agrícola-ganaderos del país". Ahora bien, eran precisamente los agentes locales del imperialismo aliado quienes hicieron una campaña gigantesca de descrédito contra el presidente Yrigoyen por mantener la neutralidad, acusándolo de ser un instrumento del imperialismo alemán. ¿Cómo se explica esta acusación de los comunistas? Era una acusación formulada por los mismos que llamarían a Franklin Roosevelt el "apóstol de la democracia", a Churchill "el forjador de la victoria" y a Braden "el libertador de América". EL ACUERDO OLIGÁRQUICO-STALINISTA Los comunistas argentinos al servicio de Moscú atacaban a Yrigoyen acusándolo de ser un agente aliado, precisamente para intentar quitarle su prestigio de político nacional que resistía la presión aliado-imperialista. De esta manera, con el método de un "antiimperialismo aparente", los comunistas practicaban un proimperialismo real. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 57 Lo mismo hacen ahora con la cuestión del petróleo o con los capitales extranjeros. ¡Ahora son ellos los guardianes de la soberanía argentina! ¡Ahora son ellos los defensores de Y.P.F.! ¡Ahora son ellos los centinelas de la dignidad nacional! En realidad, Moscú practicó estos procedimientos de amalgama cuando fabricó los procesos de Moscú 1937-38, en los que acusó a los viejos bolcheviques de los crímenes que la propia burocracia soviética realizaba en esos momentos. En los días que Vichinsky estigmatizaba a los fundadores del Estado Soviético acusándolos de estar al servicio de Hitler, Stalin preparaba simultáneamente el pacto nazi-soviético. La derrota de Braden en 1945 obligó a todos los agentes del imperialismo o de la burocracia soviética a reacomodar su estrategia. Entonces se volvieron más antiimperialistas que Sandino y más peronistas que Perón, exigiendo lo imposible, signando toda negociación como una traición. Los agentes locales del dólar o del rublo, sin comprometerse en nada, intentan jaquear la revolución argentina. Esto es, en último análisis, lo que conviene al imperialismo. Pero sigamos el orden del relato. En 1933 los comunistas refiriéndose a la posición de Yrigoyen durante la primera guerra mundial, escribían: "Yrigoyen, carente de toda visión, en lugar de aprovechar las condiciones favorables creadas por el aumento de la producción agropecuaria y los altos precios obtenidos por la misma para sanear al país y librarlo de los imperialismos, les entregan las principales fuentes de la producción". Aunque esto parezca increíble, tales son las palabras de los comunistas: ¡Yrigoyen entregaba al imperialismo las fuentes de la producción! Alvear, en cambio, sería más tarde aclamado como el "jefe de la democracia argentina" y ungido líder del Frente Popular comunista. Cuando en 1917 los ferroviarios lanzaron una huelga, Yrigoyen obligó al capital británico a otorgar concesiones: se obtuvieron mejoras importantes en los salarios obreros. Pero los comunistas escribían que "Yrigoyen salió en defensa de los accionistas británicos". ¿Cómo veían los futuros asociados de la Unión Democrática a la intransigencia revolucionaria de Yrigoyen?: "Yrigoyen, de una cerrada mentalidad, usaba procedimientos personalistas y patriarcales. No era el gobernante 58 JORGE ABELARDO RAMOS que exigía la actual época capitalista. No veía, no comprendía que todo un proceso económico social se había operado en los últimos años y los intrincados problemas que dicho proceso planteaba". Aludiendo a su segunda presidencia, decían del gobernante más popular de su época: "Mientras tanto, la impopularidad de Yrigoyen se acentúa y se extiende a todos los sectores de la población". Con este juicio, se integraban una vez más en un mismo frente con Pinedo, Justo y Botana. En rigor de verdad y pese a todos los saltos acrobáticos, jamás salieron de ese campo. Así lo demostrarían los formidables acontecimientos políticos de 1945. EL STALINISMO EN LA DECADA INFAME Al hacer el balance de la vida política de Yrigoyen, los mismos comunistas que pactarían con Sancerni Jiménez, con la Casa Radical de los trusts eléctricos y con el agente imperialista coronel Duran, escribían: "Esa fue a grandes rasgos la vida política de Yrigoyen. Su paso por el gobierno fue una demostración de su profunda ignorancia. Confundió lamentablemente el gobierno de una nación con el gobierno de una estancia. El fin del gobierno de Yrigoyen es el fin de un sistema político, del caudillismo y su muerte significa también el fin de su influencia sobre el Partido Radical. Libre de esa influencia el radicalismo entra necesariamente en el terreno de: las definiciones". Sí, efectivamente el radicalismo entró en el terreno de las definiciones, pero de la definición contra el país, contra el yrigoyenismo y contra lo que había constituido la substancia histórica e ideológica de su origen. El radicalismo entró en el alvearismo, en lo que se llamó el antipersonalismo, es decir, en la ruta que le impuso la oligarquía al tomar la bandera radical de manos del caudillo desaparecido. El radicalismo ingresó triunfalmente en la "década infame"; las profundas corrientes populares que el radicalismo había conquistado bajo la dirección de Yrigoyen, se integrarán en 1945 en la ola poderosa de la revolución popular argentina. Los abogados del capital extranjero, los diestros artífices de la política digitada y de las DE OCTUBRE A SETIEMBRE 59 trenzas barriales se quedaron solos. Y solos continúan. Los comunistas no son capaces de crear grandes movimientos, pero son en cambio excelentes sepultureros. En la revista "Soviet" de 1934, Rodolfo Ghioldi criticaba, aunque parezca mentira, el "carácter patriótico" del Partido Socialista. Centraba su fuego en Palacios y Dickman diciendo: "Son las exigencias del «argentinismo» cien por cien. Luego vendría lo de las Malvinas: frente único chauvinista y proimperialista del gobierno y de los jefes socialistas". Y agrega: "Luego vino la reivindicación de Mitre, de Alberdi y Sarmiento". Si en lo que respecta a las Malvinas los comunistas de Moscú continuarían considerándolo un tema "chauvinista", la reivindicación de Mitre formaría parte de su arsenal ideológico y la plataforma común de la oligarquía y sus agentes. Continúa Rodolfo Ghioldi: "El Partido Socialista repudia el internacionalismo; es nacionalista, quiere las Malvinas bajo pabellón argentino. Se considera unido a Mayo, a Alberdi, a Mitre, rechaza la bandera roja". ¡Cómo ha cambiado Rodolfo Ghioldi! Cada día se parece más a Américo. Ahora se ha convertido en un especialista en Esteban Echeverría para públicos restringidos. EL FRENTE POPULAR CONTRA EL PAÍS En esos años de increíble degradación de la vida pública que encontraba su compromiso simétrico en el retroceso y desmoralización del movimiento obrero, los comunistas preparaban su Frente Único con los peores representantes del imperialismo y de la oligarquía. En 1935, Dimitrov por orden de Stalin, declaraba en el VII Congreso de la Internacional Comunista celebrado en Moscú, que había llegado el momento de crear los Frentes Populares para una lucha general contra el fascismo. Era preciso crear "la unidad sin exclusiones". Encontraría en la Argentina su manifestación más clara en la llamada década infame. Los comunistas proponían su unidad a todas las "fuerzas democráticas, populares y antifascistas", entre las cuales estaban naturalmente los socialistas. Reflejaban así las tentativas de la burocracia soviética por llegar a un acuerdo con Francia e 60 JORGE ABELARDO RAMOS Inglaterra en sus divergencias con Hitler. Rodolfo Ghioldi extendía su mano a Nicolás Repetto, el mismo político que mientras el país agonizaba de hambre en la parálisis económica decía por el micrófono de Radio Stentor el 2 de marzo de ese año: "No peligran tanto las comodidades materiales como nuestras libertades. Los hombres cuyas ambiciones no van más allá de la simple obtención de lo que han menester para sostenerse ellos y sus familias, no tienen por qué inquietarse ante las cosas que ocurren en el mundo. La necesidad del alto consumo obrero domina ya como un principio permanente y universal. El "standard" de vida de las masas se ha mantenido o se ha tratado de mantenerlo intacto. Las condiciones materiales de vida de las grandes masas de trabajadores no parecen peligrar por el momento; están aseguradas sus raciones diarias de alimentos y el goce de otras comodidades". Para Repetto la ración diaria de alimentos de un obrero era simple comodidad. Era con este género de políticos ultrarreaccionarios que el Partido Comunista formó el Frente Popular, integrando en un solo haz a Repetto, a Marcelo de Alvear, a Lisandro de la Torre —socio menor de la oligarquía del Litoral— y a otros agentes del capital anglo francés. El Frente Popular forjado por los comunistas de Moscú fue la decoración ideológica de la década infame. EL STALINISMO, APOYA A ORTIZ Bajo el dominio oligárquico imperialista se había creado un sistema perfectamente ajustado. El general Justo, que coronaba la putrefacción general, tenía su teórico financiero, el ex socialista Federico Pinedo. Era el mismo personaje que había declarado en la Cámara de Diputados: "Nosotros somos pequeños satélites de las grandes naciones mundiales". El vicepresidente era el doctor Julio A. Roca, antítesis de su padre, el ilustre general Roca, organizador de la unidad nacional. El doctor Roca, como vicepresidente de la República, encabezó la delegación argentina que fue a discutir en Londres un nuevo acuerdo, conocido con el nombre de Pacto Roca-Runciman. En un discurso pronunciado en Londres ante el príncipe de Gales, el vicepresidente de la Nación Argentina dijo: "La geografía política no siempre logra en nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de la DE OCTUBRE A SETIEMBRE 61 economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de celosa personalidad que la Argentina, por su interdependencia recíproca, es desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio británico". Este era el tono habitual en la política oficial de ese período. Los socialistas legalizaban el régimen y hacían las veces de "oposición constructiva", como ser por ejemplo cuando los ingleses tomaron en sus manos los transportes de la ciudad de Buenos Aires expropiando a los colectiveros, consecuencia directa del pacto RocaRunciman. Las nuevas generaciones difícilmente podrán reconstruir la atmósfera política argentina de aquellos días, marcada por la desesperanza o el indiferentismo general. La política se hacía en el Círculo de Armas o en la Cámara de Comercio Británica. Fue justamente en un almuerzo mensual de esta última institución donde se proclamó la candidatura a futuro presidente de la República, del doctor Roberto M. Ortiz. El orador extranjero expresó la complacencia con que los intereses británicos verían a Ortiz como primer magistrado de la Argentina. El doctor Ortiz había sido ministro de Alvear, antipersonalista notorio, abogado de los ferrocarriles ingleses y hombre de confianza del general Justo. Como vicepresidente sería elegido por el sistema del fraude, el doctor Ramón S. Castillo, quien por su política neutralista recibiría el fuego graneado del Partido Comunista, cuya consigna central era en esa época: "¡Hay que rodear a Ortiz!" y "¡Por el retorno de Ortiz a la Presidencia!". La enfermedad de Ortiz lo había obligado a entregar el mando al vice. Los que hayan vivido aquellas jornadas, recordarán que el aparato radical comunista había dividido el panorama nacional en dos sectores: los que estaban por el "retorno a la democracia", pedían la vuelta de Ortiz; Castillo, en cambio, representaba la "reacción fascista" o la "neutralidad nazi". Mañana examinaremos ese momento de la política argentina y la actitud del partido de Codovilla. Veremos cómo los comunistas lucharon para enviar a nuestra generación a morir en los campos de Francia al servicio del imperialismo. 62 JORGE ABELARDO RAMOS FASCISMO E IMPERIALISMO En todo el período del Frente Popular en la Argentina, organizado por los comunistas por orden del Kremlin, la orientación política giró alrededor de la "lucha contra el fascismo". Sin embargo, no eran las potencias fascistas las que oprimían económica y políticamente a la Argentina, sino precisamente las potencias llamadas "democráticas". Si para Stalin esta línea servía los fines de la diplomacia soviética, para la clase obrera argentina, en cambio, no conducía sino a la unión con los sectores más reaccionarios de la oligarquía agropecuaria, ligada justamente al imperialismo "democrático". De este modo, los militantes comunistas argentinos eran obligados a predicar la unión con aquellos que no sólo eran adversarios de la clase obrera sino también del país en su conjunto. Los comunistas intentaban así aislar a los 'trabajadores argentinos de los verdaderos problemas nacionales. La palabra "imperialismo" estuvo excluida muchos años de su vocabulario político: les interesaba más hostigar al fascismo japonés, al fascismo italiano, o al nazismo alemán. Se creó con tal propaganda un verdadero terrorismo ideológico, destinado a obstaculizar la formación de una conciencia nacional y antiimperialista, que permitiese al proletariado colocarse a la cabeza de las grandes masas trabajadoras del país. El idilio comunista con el imperialismo democrático se prolongó sin interrupción desde 1935 hasta 1939. El pacto nazi-soviético tomó de improviso a la clase obrera internacional, anestesiada hasta ese momento por una desenfrenada propaganda antinazi. Con su habitual desprecio por el movimiento obrero, Stalin estrechó la mano de Hitler y la Internacional Comunista dio una voltereta más: la lucha contra el fascismo se transformó de la noche a la mañana en la lucha contra el imperialismo, en especial el imperialismo "democrático". Hitler pasó a segundo lugar y la lucha mundial contra el nuevo Tamerlán se convirtió en lucha "por la paz". La flota aérea norteamericana, que el periódico comunista "Orientación" había saludado dos meses antes como "emisaria de buena voluntad" en América Latina, fue llamada "instrumento de Wall Street". Los propios obreros comunistas quedaron desorientados. El resto de la clase trabajadora, con estos cambios sin principios, quedó insensibilizado ya para la política. Cada vez más el Partido Comunista se reducía a una secta, impotente para llevar a cabo una política revolucionaria de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 63 raigambre nacional. La contradicción entre la insignificancia de su fuerza real y el portentoso caudal de sus recursos financieros se ponía al desnudo. El estallido de la guerra imperialista aceleró las divergencias entre el presidente Ortiz y el vice Castillo. Alrededor de Ortiz se nuclearon todos aquellos elementos ligados al capital anglo-francés, que constituyeron rápidamente organizaciones de apoyo a los aliados. "Acción Argentina" ocupó entre estas entidades un lugar preponderante. Castillo encarnó la política de la neutralidad y en tal carácter tendió a aprovechar las circunstancias favorables para proteger la industria nacional, adquirir los barcos mercantes de las potencias beligerantes surtos en el Puerto de Buenos Aires y resistir la presión imperialista a romper relaciones diplomáticas con los alemanes. Su base política inmediata era débil, pero su política de neutralidad encontró en el país un poderoso apoyo, que no pudo expresarse sin embargo a través de los partidos políticos tradicionales, copados por el imperialismo. Durante este período, que concluye en junio de 1941, los comunistas agitaron la consigna de la neutralidad y de la paz, olvidándose de toda su prédica anterior. Esto no impidió, por supuesto, que el 22 de junio de 1941, cuando Hitler atacó a la Unión Soviética, esa guerra que había sido calificada de "imperialista" se transformase nuevamente en una "guerra de la democracia contra el nazismo". Al abrazar este camino, la unión oligárquico-comunista inició un período que se prolonga hasta nuestros días y que se ha revelado indestructible. EL STALINISMO APOYA LA GUERRA IMPERIALISTA La enfermedad y muerte del presidente Ortiz fue simbólica de una política que agonizaba y que había dirigido al país virtualmente durante un siglo, si exceptuamos algunos años del período roquista e yrigoyenista. La oligarquía terrateniente, librecambista y antinacional, ya no estaba en condiciones de manejar la República como una estancia. Fuerzas poderosas y no siempre visibles, pugnaban por adoptar una orientación de acuerdo con la nueva relación de fuerzas y la estructura económica: en el país de las vacas y las mieses habíase desarrollado una industria, 64 JORGE ABELARDO RAMOS ávida de conquistar el mercado interno y de permanecer ajena a las aventuras bélicas provocadas por el imperialismo. El neutralismo, pese a la ambigüedad recelosa de la fórmula, encontró en esa necesidad nacional su más profundo fundamento. Pero los propios industriales no tenían conciencia de sus intereses; envueltos en las redes de los viejos partidos sobrevividos, los capitanes de la nueva industria carecían de conciencia nacional. La clase obrera, por su parte, inorganizada y desorientada por la política socialista y comunista, permanecía al margen de las decisiones políticas fundamentales. Así pudo observarse, en esos años hirvientes, que los comunistas efectivamente "rodeaban" al presidente Ortiz, lo mismo que a Alvear y a todas las tendencias políticas pro-imperialistas que presionaban por empujarnos a la catástrofe bélica. Deben destacarse aquí los caracteres Increíbles de la política comunista, que los divorció de la clase obrera y los opuso a las irresistibles tendencias argentinas que buscaban una solución soberana para los propios destinos. Cuando los Estados Unidos entraron en la guerra imperialista, formando un frente común con Gran Bretaña y Rusia, los comunistas de la Argentina reconocieron como principal orientador de sus actividades al dirigente supremo del comunismo yanqui, Earl Browder. Codovilla, como sumiso agente del Kremlin, adoptó para sus propias acciones las palabras sagradas de Browder, que marcaron toda la época de los "Cuatro Grandes". En su libro "Teherán y América", Browder escribía: "Cada clase, cada grupo, cada individuo, cada partido político en América deberá reajustarse a sí mismo a la gran redistribución encarnada en la política que nos han dado Roosevelt, Stalin y Churchill. Si míster Morgan apoya esta coalición y sigue una línea favorable a ella, yo, como comunista, estoy preparado a estrechar su mano en esto y juntarme a él para realizarla". Advierta el lector que el señor Morgan era el jefe de la casa bancada del mismo nombre, cabeza de la oligarquía financiera dominante en Wall Street. Browder agregaba que "los grupos capitalistas que deciden y planean la política de Estados Unidos tenían interés en ayudar a progresar y desarrollarse a los pueblos atrasados y que éstos podían confiar en que lograrían su propia liberación con la cooperación de las grandes potencias". De este modo se proponían los comunistas convencer a los obreros argentinos de que el imperialismo los liberaría, siempre y DE OCTUBRE A SETIEMBRE 65 cuando los trabajadores de nuestro país enviasen a sus hijos a luchar a Europa o Asia al servicio de los monopolios. Braden probaría poco más tarde con qué métodos se proponía liberarnos. El 29 de enero de 1942 el semanario "Orientación", órgano del Partido Comunista y principal promotor de nuestro ingreso en la guerra imperialista, enjuiciaba a la Conferencia de Río (destinada a presionamos en ese sentido), en los siguientes términos: "La Conferencia de Río ha revelado algunas personalidades internacionales vigorosas; aparte de la delegación estadounidense impresionó la claridad y la energía de los cancilleres Guani y Padilla". Recordaremos que el ex canciller uruguayo Guani fue uno de los más denodados defensores de la doctrina Rodríguez Larreta de intervención en los asuntos internos de los países latinoamericanos, punta de lanza imperialista contra la revolución argentina. Cada paso político de los comunistas conducía a la entrega del pueblo argentino. Braden fue el lógico corolario de esa orientación. LOS ESPÍAS IMPERIALISTAS SE DISFRAZAN DE DEMÓCRATAS En un estudio publicado en "Unser Wort", el profesor de la Universidad de Munich, Franz Weitphel, decía: "Considerado desde el punto de vista sociológico, el comunismo es un producto de toda una época de reacción en el movimiento obrero mundial. Desde el año 1930 a 1940, los éxitos del comunismo, si así puede llamárselos, eran simétricos con las derrotas de los trabajadores. Como en el fondo la nueva casta privilegiada de la Unión Soviética negoció constantemente con los países capitalistas en busca de un acuerdo estable, los partidos comunistas que de ella dependían no jugaban en realidad más que un papel espectacular pero subordinado: al monopolizar en el movimiento obrero el prestigio de la revolución triunfante en 1917, su ascendiente era comercializado por el Kremlin para obtener del imperialismo una tregua que en la jerga pública se conoció como la política de la "coexistencia pacífica". Por esa razón, tanto el partido comunista alemán, como el partido francés, sudafricano o cubano, desarrollaban en la práctica una política rusa; eran organizaciones rusas, portadoras en veinte lenguas de los intereses diplomáticos de Rusia y cuyas contradicciones flagrantes con la realidad de cada país en donde actuaban los colocaba invariablemente en el bando opuesto a los intereses obreros". 66 JORGE ABELARDO RAMOS Aplicadas a nuestro país, estas observaciones revelan su justeza de manera irrefutable. En otra oportunidad hemos dicho que el partido dirigido por Vittorio Codovilla en su calidad de agente de policía política del Kremlin, había sellado pactos de larga duración con el imperialismo. La identificación con estos intereses extranjeros llegó a convertirse en una característica inmutable de este partido, no sólo en el plano político, sino también en la esfera histórica y literaria. Pero ya volveremos sobre este último aspecto. Retomando el curso de nuestro relato, recordará el lector que en 1942, cuando el planeta entero estaba envuelto en las llamas de la segunda guerra imperialista, los comunistas se habían convertido en los intérpretes más tenaces de la "unión sagrada" con el imperialismo. Si un año antes la "neutralidad es la única política del pueblo argentino y de los pueblos amantes de la paz", según proclamaba "Orientación", en 1942 la "neutralidad es fascismo" y todos aquellos que se oponían a la guerra de los mercaderes internacionales eran "nazis". Así presenciamos! el predominio indiscutido de un terrorismo moral que ahogaba bajo la acusación de "totalitario" a todo aquel que se negaba a reconocer en la Banca Morgan, en el Banco de Londres o en la GPU soviética a los salvadores del mundo. Mientras "Acción Argentina", "Argentina Libre" y otras organizaciones y periódicos del espionaje imperialista proporcionaban el oxígeno ideológico en el país, el periódico que afirmaba en un titular "Los argentinos queremos morir aquí", desaparecía en el silencio general, hundido por los procónsules del capital imperialista. Nos referimos a "La Víspera", que junto con el diario "Reconquista" (sólo pudo durar cuarentitantos días) mantuvieron una resistencia nacional a las tentativas de vendernos como carne de cañón en los campos de batalla europeos. Otros periódicos incorruptibles sostuvieron en el movimiento obrero la bandera de la lucha contra esa guerra que no era la nuestra. También fueron silenciados por el fragor del gigantesco aparato de propaganda comunista e imperialista. La revolución del 4 de junio de 1943 estableció un paréntesis en la vida política argentina. Sería en este nuevo período que los comunistas entrarían en el "maquis" imperialista y demostrarían la verdadera naturaleza antinacional y antiobrera de sus métodos y sus fines. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 67 LA CRISIS DE 1945 Las clases, y los grupos sociales se desplegaron en abanico en los días tormentosos de 1945. Se había llegado a una hora decisiva. Mediante una hábil instrumentación de la prensa pro-imperialista, la contrarrevolución, unida bajo la divisa "democrática", pasaba a la ofensiva. Se trataba en primer término de eliminar a Perón del gobierno; toda la táctica del bradenismo giraba alrededor de este objetivo, pretendiendo persuadir a los restantes elementos militares que salvado ese obstáculo y "vigente la Constitución", se procedería a un desarme del terrorismo moral de la oposición. Pero en realidad no era más que una maniobra, El propósito central de esta campaña contra el "nazismo" era exterminar todos los gérmenes de una política nacional y recuperar los controles fundamentales de la economía y del poder. Un capítulo especialmente significativo de este proceso fue la llamada "Marcha de la Constitución y de la Libertad", que se realizó por la avenida Callao el 17 de setiembre de 1945. Con el apoyo en bloque de todo el periodismo del país — ligado por múltiples vínculos al capital imperialista— esa manifestación pretendió demostrar al ejército que la política sindical de Perón carecía de toda base, que las fuerzas "vivas" estaban en contra de la orientación seguida hasta ese momento por el gobierno y que se imponía un reajuste radical del dispositivo gubernamental. En realidad, mientras la manifestación desfilaba ornada con guirnaldas de una próxima victoria, Braden y sus agentes oligárquicos —en primer lugar, Codovilla—, organizaba un golpe de Estado. En un conjunto heteróclito, marcharon por las calles de Buenos Aires, fundidos y confundidos, Rodolfo y Américo Ghioldi, Nicolás Repetto, Antonio Santamarina y virtualmente todo el elenco de los partidos que formarían un poco más tarde la Unión Democrática. Con la falta de conciencia nacional que los caracteriza, representantes de la burguesía industrial desfilaron codo a codo con los personeros de los sectores comerciales vinculados a la industria imperialista, del mismo modo que los principales elementos importadores y exportadores, hostiles a una política de protección a la economía argentina. Vióse así en esta demostración, como un notable símbolo de la confusa alianza dirigida por el imperialismo, a Don Joaquín de Anchorena, con su sobretodo de impecable corte inglés y su innato desden por las turbas. En los barrios suburbanos, los obreros 68 JORGE ABELARDO RAMOS permanecían en un silencio hostil. Sin medios para expresarse, la clase obrera se preparaba, sin embargo, de modo instintivo e infalible, a asestar su propia respuesta a la conspiración imperialista. Como un corolario inevitable de la manifestación oligárquica del 17 de setiembre, Rawson daba cinco días después un golpe de mano en Córdoba. Los acontecimientos se precipitaron. Vencida la intentona, todas las fuerzas de la contrarrevolución se apresuraron a presionar al gobierno para una "solución honorable que contemplase los intereses del país". El fracaso del golpe de Rawson condujo a la cárcel a Codovilla, uno de los elementos de Moscú al servicio de Santamarina. La indecisión del gobierno dio alas a los preparativos de Braden, que organizó esta vez una operación concentrada, destinada a probar a las esferas oficiales que Perón estaba completamente aislado. El 9 de octubre Antonio Santamarina realizó una visita a Vittorio Codovilla en la penitenciaría nacional declarando al salir: "Le dije a Codovilla que de un momento a otro ha de producirse el estallido que aguardamos. Estamos apurados por obtener su libertad porque sólo él puede orientarnos". Así hablaba el más destacado representante de la oligarquía bonaerense del jefe visible del Partido Comunista. En realidad, Codovilla era útil porque cubría con el pabellón "izquierda" la política descarnada del imperialismo y en segundo lugar porque proporcionaba las fuerzas de choque. La réplica del 17 de octubre se avecinaba, sin embargo, con fuerza irresistible. La clase obrera pondría al fin su planta en la arena política del país. RODOLFO GHIOLDI Y ANTONIO SANTAMARINA CONTRA LOS OBREROS En los primeros días de octubre de 1945, confabuladas las fuerzas de la regresión provocaron la exclusión del entonces coronel Perón. Los propios elementos que lo habían alejado se dividieron: unos pugnaban por entregar el gobierno a la Corte Suprema, que era la encarnación misma del régimen oligárquico; otros buscaban una solución intermedia que podría definirse, de manera aproximada, diciendo que se trataba de practicar un peronismo sin Perón y sin clase obrera. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 69 El Partido Comunista argentino, en estas horas críticas, al día siguiente de ser detenido Perón, publicaba un número de su semanario "Orientación" con la siguiente consigna: "El gobierno a la Suprema Corte". Esta famosa Suprema Corte por la cual suspiraban las damas perfumadas de la plaza San Martín y los agentes de la G.P.U. soviética estaba formada por los mismos jueces que habían sancionado la descalificación jurídica del presidente Yrigoyen y practicado sistemáticamente una política antiobrera en sus acordadas: era la sustancia misma de la oligarquía, que parecía en vísperas de retornar al poder. En la semana de crisis que media entre el 9 de octubre y el 17, el doctor Juan Álvarez, Procurador General de la Nación, era encargado de formar un gabinete. Este gabinete fantasma fue apoyado inmediatamente por los comunistas con el lema de "rendición incondicional y un gabinete presidido por el doctor Juan Álvarez". Los más olvidados pelucones del régimen fueron extraídos de sus retiros en la afanosa búsqueda de fórmulas que proporcionasen una salida a la situación. Las sombras del pasado deliberaron sin fatiga, creyendo candorosamente que el destino del país estaba en sus manos. Pero junto a ellos, los comunistas, socialistas, radicales y demócratas progresistas vivían en el mundo de las abstracciones. Extraños rumores comenzaron a llegar a los estudios jurídicos, a los salones distinguidos y a las embajadas extranjeras, donde se estaba diseñando un gobierno "responsable". Se hablaba de que existía intranquilidad en algunas fábricas, de que estallaría alguna huelga, de que los obreros murmuraban. No se sabía bien qué significaban esos rumores ni qué molestias podían acarrear a estos inesperados guardianes del orden, pero ninguno de los políticos profesionales que se ufanaban de su ciencia de estadistas podía aceptar ni por un segundo que el cinturón proletario del Gran Buenos Aires tenía algo que decir en el gran debate. Sin embargo, en las primeras horas del día 17 de octubre la clase obrera argentina en marea incontenible barrió la conspiración e impuso el regreso de Perón. Los conciliábulos quedaron deshechos de un golpe. Las masas afirmaron su propia decisión. Los esquemas de los sabios vendepatria se volatilizaron de la noche a la mañana, pues los acontecimientos vivientes demostraron bien a las claras que la clase 70 JORGE ABELARDO RAMOS obrera era la única e inconmovible garantía de la soberanía argentina y de su liberación económica. La pequeña burguesía de Buenos Aires, intimidada por la propaganda imperialista, se veía así enfrentada a los obreros y empujada al bando de la contrarrevolución al cual en verdad no pertenecía. El terror ideológico que bajo múltiples formas sólo el imperialismo es capaz de ejercer con tal intensidad en un país semicolonial, mostró en esas jornadas hirvientes sus verdaderos efectos. Los comunistas evidenciaron su pánico y su ceguera cuatro días más tarde. En un manifiesto publicado el 21 de octubre, decían lo siguiente: "El malón peronista con protección oficial y asesoramiento policial que azotó al país, ha provocado rápidamente por su gravedad la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República y millones de protestas. Hoy la Nación en su conjunto tiene clara conciencia del peligro que entraña el peronismo y de la urgencia en ponerle fin... En el primer orden nuestros camaradas deben organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo hasta su aniquilamiento. Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino". Con esta declaración Vittorio Codovilla ignoraba —¡una vez más!— que la política argentina ya no podía dictarse desde el extranjero. UN COCOLICHE HABLA DE POLÍTICA En la Conferencia Nacional del Partido Comunista realizada el 22 de diciembre de 1945, Vittorio Codovilla presentó un informe titulado: "Batir al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso". El representante de la burocracia soviética en la Argentina caracterizaba con las siguientes palabras las Jornadas de Octubre: "La huelga del 18 de octubre, lograda en parte por la demagogia social e impuesta por la violencia, así lo demuestra. Es un hecho que esa huelga fue ejecutada de acuerdo a un plan preestablecido y dirigida por un mando único, con el decidido apoyo de la policía... No hay que llamarse a engaño: el nazi-peronismo sabe actuar audaz y enérgicamente. Esa «huelga» y los desmanes perpetrados con ese motivo por las DE OCTUBRE A SETIEMBRE 71 bandas armadas peronistas deben ser considerados como el primer ensayo serio de los nazi-peronistas para desencadenar la guerra civil". Este burdo funcionario extranjero era incapaz de percibir que la profunda ola de la revolución popular argentina, era parte de un proceso que en esos momentos se manifestaba en todos los países coloniales y semicoloniales del mundo, en una tentativa poderosa por liberarse del yugo feudal y de la opresión regresiva. Trabada por los pactos con el imperialismo "democrático", la burocracia soviética había ordenado a sus agentes internacionales que la política de los partidos comunistas debía ceñirse a las estipulaciones de la alianza entre las grandes potencias vencedoras, pero el pueblo argentino y en primer lugar su clase trabajadora, luchaban por manejar por sí mismos sus asuntos, en abierta contradicción con la oligarquía agropecuaria antinacional, cuyo frente los comunistas integraban. El mismo Codovilla agrega: "Esto no es casual, pues es sabido que los nazi-peronistas se proponen conservar el poder por cualquier medio, y que sus planes son preparados minuciosamente con la ayuda de agentes hitleristas expertos en provocaciones y guerras civiles". ¡Justamente el agente de la G.P.U. que durante la guerra civil española organizó los asesinatos de Andrés Nin, Camilo Berneri, Durruti y otros militantes obreros que no quisieron aceptar la intromisión de Moscú, habla en la Argentina de "agentes provocadores"! Pero su verdadera catadura política e inepcia burocrática pudo advertirse cuando en el mismo informe analizaba el presunto caudal del peronismo. "¿Cuál es la debilidad del nazi-peronismo?" Se preguntaba este profeta. Y respondía: "Su debilidad reside en que es una MINORÍA. Reside en que es un conglomerado de elementos dispares sin principios, que se inflan mutuamente, porque no tienen más vínculo de unión que el deseo de hacer triunfar la imposición continuista paro copar y usufructuar el poder en su provecho. Reside en que no han conseguido formar un partido nacional de masas". La aplastante derrota electoral que aguardaba a la Unión Democrática y sus aliados comunistas, demostró que Codovilla no sólo no era capaz de guiar una sociedad vecinal, sino que por la naturaleza de su profesión de burócrata internacional era orgánicamente extraño a la realidad política argentina. Su condición de 72 JORGE ABELARDO RAMOS representante de los intereses de una potencia extranjera lo colocó invariablemente en contra del pueblo argentino. STAL1NISMO Y ANTIPERONISMO Hemos señalado varias veces en el curso de etos artículos que la política del Partido Comunista argentino fue absolutamente inseparable de la política exterior del Kremlin y del Estado Ruso, a cuyo destino dicho partido estuvo estrechamente ligado durante toda su existencia. Codovilla y Rodolfo Ghioldi no son más que obedientes transmisores de órdenes y de ningún modo jefes políticos comentes de cualquier partido. La fuente de su política y de sus recursos procede del extranjero. De ahí la insignificante gravitación que dicho grupo ejerce en la política argentina y en el movimiento obrero. Durante toda una época, el terrorismo ideológico del imperialismo ahogó las tentativas nacionales de explicar coherentemente la realidad argentina. Así creó un vacío en el movimiento obrero y en la opinión democrática independiente; pero como la naturaleza y la sociedad odian el vacío, la confusa e indigesta masa de refranes y consignas creados para uso argentino, hizo las veces de ideología para algunos sectores de la clase media porteña sin conciencia nacional ni revolucionaria y para algunos sectores del movimiento obrero de aquella época. Ante esta asociación tácita entre el imperialismo y el Partido Comunista, nadie en la Argentina estaba en condiciones de expresar un punto de vista revolucionario independiente que reflejase los intereses del país, pues los agentes imperialistas empleaban en seguida la acusación de "nazi" o de "fascista", permitiendo de este modo que el Partido Comunista capitalizase a su favor a los elementos más combativos del campo obrero y los usase finalmente en contra de sus propios intereses. La alianza entre el imperialismo y el Partido Comunista argentino ha sido en realidad constante. Ambos elementos actuaron en un gigantesco movimiento de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 73 pinzas para sofocar toda tentativa de revolución nacional. En los problemas fundamentales el Partido Comunista dispara al mismo blanco que el imperialismo. Desde hace más de diez años, por ejemplo, y a pesar de la guerra fría, que comienza en 1947, los comunistas se encuentran en el mismo campo que los agentes imperialistas. Ellos afirman a quien quiere oírlos que su lucha contra el imperialismo yanqui es inquebrantable. Pero en la práctica (el arte de la política se define siempre por la verdad concreta), tanto los agentes imperialistas como el Partido Comunista están ligados por un nexo común: su antiperonismo, es decir, por su odio a la revolución popular argentina. Es aquí donde unos y otros se identifican. Desde otro punto de vista, esta coincidencia en la política argentina es un esfuerzo de la burocracia comunista por evidenciar al imperialismo su voluntad de llegar a un acuerdo permanente. Toca ahora examinar cuál ha sido la posición del Partido Comunista ante algunos pasos fundamentales de la revolución democrática argentina. RODOLFO GHIOLDI CONTRA EL ESTATUTO DEL PEÓN En el discurso pronunciado el 19 de setiembre de 1945 en el Luna Park, bajo los auspicios del Partido Comunista y con la presencia de Antonio Santamarina como invitado de honor, Rodolfo Ghioldi comentaba el Estatuto del Peón. ¿Qué opinión le merecía al jefe comunista esta medida revolucionaria? Escuchémoslo: "¿Y los campesinos? Ellos nada deben al gobierno de facto. Hay un Estatuto del Peón que bajo la apariencia de proteger al peón, sin ampararlo en la realidad, es en suma un Estatuto contra los campesinos". Rodolfo Ghioldi y con él lodo el Partido Comunista atacaba así al Estatuto del Peón, que arrancaba de una condición servil a medio millón de proletarios del campo, explotados y humillados, tanto por los estancieros oligarcas que vivían en Buenos Aires o en París, como por los chacareros acomodados y colonos ricos que constituyen parte de nuestra burguesía agraria. Pero como Rodolfo Ghioldi hablaba de “los campesinos", cualquier oyente podía imaginar que se trataba de los siervos de la gleba de la sociedad feudal, de los campesinos de la época zarista, o de los trabajadores expoliados por los gamonales de Perú, Guatemala o Venezuela. Nada más falso, sin embargo. El "campesino" en la 74 JORGE ABELARDO RAMOS Argentina es una categoría de tipo capitalista, propietario o arrendatario, que trabaja en condiciones modernas de producción, es decir, tecnificadas y que tiene generalmente a su servicio varios peones. Estos sí son auténticamente obreros agrícolas que viven únicamente de su salario. El Estatuto del Peón está dirigido precisamente a proteger las condiciones de trabajo de los centenares de miles de jornaleros y peones del campo argentino. Rodolfo Ghioldi y Codovilla, en cambio, dando la espalda a los proletarios del campo, defendían a los colonos, chacareros ricos o estancieros, que se veían ahora obligados a pagarles salarios determinados y otorgarles mejores condiciones de vida y salubridad. En este ataque contra el Estatuto del Peón, Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla se colocaban enteramente en el punto de vista de la oligarquía terrateniente y de los colonos ricos, en contra de los jornaleros y peones arrancados a las condiciones de una vida bárbara. Por representar los intereses de un sector de la burguesía agraria, los comunistas inventaron la famosa formulita de la "Reforma Agraria". Cada una de las medidas revolucionarias fue atacada por el Partido Comunista que cumplía así, en la práctica, una labor coincidente con la del imperialismo. Al nacionalizarse el Banco Central, el periódico "Orientación" escribía el 27 de marzo de 1946: "Partidarios como decimos de alejar la influencia y la presión del capital financiero imperialista no podemos por ello saludar como una medida progresista ese titulado decreto de nacionalización". La nacionalización del Banco Central, como todo el mundo lo sabe, recuperaba para el país una poderosa palanca de su autonomía financiera. El antiguo Banco Central que desde la época de Pinedo, no expresaba sino la voluntad imperialista y regulaba la política financiera argentina, discernía el manejo de las divisas y controlaba la emisión de moneda. En realidad, en el dominio de la política financiera el gobierno nacional argentino dependía de la banca extranjera. Es a esta medida de nacionalización del Banco Central que atacaron los comunistas, alineándose una vez más en el frente antinacional y antiproletario. 75 DE OCTUBRE A SETIEMBRE EL SIGNIFICADO DEL I.A.P.I. ¿Qué pasó con la creación del I.A.P.I.? La palabra misma I.A.P.I. produce hasta hoy ictericia a la contrarrevolución. No es para menos. En este punto precisamente, los comunistas e imperialistas centran el fuego graneado de su ataque. En los momentos en que los productos agrícolas obtenían altas cotizaciones internacionales, el I.A.P.I. adquirió las cosechas u los colonos y las revendió a un precio mayor en los mercados internacionales. ¿Qué significaba en términos de economía política esa diferencia? Se trataba de la renta de la tierra. Un valor que no era producido directamente por la persona individual del productor, sino por las condiciones generales del desarrollo económico nacional, por la estructura de las comunicaciones, por las ventajas de la centralización del poder, etc. Es decir, que la renta de la tierra pertenecía y pertenece a la Nación. El I.A.P.I. era la voluntad nacional actuante que al administrar esa porción de la renta de la tierra y aplicarla en beneficio de la industrialización argentina promovía el desarrollo general de las fuerzas productivas. Es un caso parecido al del famoso debate histórico ya cerrado de las aduanas del puerto de Buenos Aires. En una época, antes de la unidad argentina forjada por Roca a través de la federalización de la capital de Buenos Aires, la provincia bonaerense se reservaba para sí misma los ingresos procedentes de las rentas aduaneras. Pero esas rentas, aunque ingresasen por el puerto de Buenos Aires, eran producto del esfuerzo general de todo el país y no solamente de la provincia. El I.A.P.I, vino a constituirse en una de las conquistas fundamentales de la revolución argentina. Pero los comunistas adoptando la divisa de la oligarquía nativa, lanzaron la consigna de "libre comercialización de las cosechas", afirmando que "los monopolios cerealistas habían sido reemplazados por el monopolio del Estado lo que no modificaba la situación". No otro era el pensamiento expresado por los órganos más calificados de la prensa contrarrevolucionaria. Si el monopolio privado del capital extranjero era lo mismo que el monopolio ejercido por el Estado argentino, ¿ a qué se debía la campaña internacional de difamación orquestada por los grandes intereses heridos? Por otra parte sólo la impudicia de un Codovilla podía asimilar dos nociones de naturaleza social y nacional tan diferentes. 76 JORGE ABELARDO RAMOS Cuando los monopolios cerealistas compraban las cosechas, las vendían a los mercados internacionales y se embolsaban una parte importante de la renta de la tierra argentina que iba a parar a los accionistas extranjeros con el fin de construir palacios en la Costa Azul o reinvertirse en los diamantes de Angola. Se sustraía así al pueblo argentino una parte considerable de su esfuerzo; dicho en otros términos, se descapitalizaba el país. La sustitución del monopolio cerealista extranjero por el monopolio estatal del comercio exterior sólo podía ser el producto de un movimiento popular revolucionario que propendiese a aplicar esa porción de renta de la tierra a medidas de interés público. Se explica así, la indignación con que un antiguo exportador de cereales argentinos puede observar que con parte del dinero del I.A.P.I. el poder nacional erige una Escuela Normal de Profesores en los llanos de La Rioja o en el lejano Chubut. También podrá comprenderse la irritación de la contrarrevolución que sabe perfectamente que si por un lado los caudales del I.A.P.I. permitieron llevar adelante Ja industrialización del país, por el otro, ese mismo hecho fortalecía al Estado argentino. Nunca el capitalismo internacional ha mirado con simpatía el fortalecimiento de los Estados coloniales o semicoloniales. También en este caso los comunistas se colocaron enteramente en la posición de la contrarrevolución oligárquica. VILLARROEL Y EL "PUTSCH" IMPERIALISTA El trágico destino del pueblo boliviano bajo el látigo de la oligarquía estañera proimperialista, encontró en el Partido Comunista de la Argentina la más cerrada incomprensión. Es universalmente sabido que la pequeña burguesía revolucionaria, representada por el MNR y los sectores más avanzados y audaces del ejército de Bolivia, habían intentado crear con el régimen de Villarroel un centro de resistencia al imperialismo. Al abrazar las reivindicaciones más profundamente sentidas de las masas trabajadoras del Altiplano, Villarroel y sus amigos fueron jaqueados por la prensa continental, servil instrumento del capital financiero internacional. Descalificados de una manera sistemática, se creó el vacío alrededor de ese gobierno 77 DE OCTUBRE A SETIEMBRE y se lo acusó de "nazi". Una atmósfera de descrédito político tornó sofocante su situación. En la memoria de todos están las jornadas que precedieron la caída y el sacrificio de Villarroel, inmolado por los barones del estaño. El golpe del 21 de julio de 1946 fue llamado por los corifeos del capitalismo internacional (y sus numerosos abogados "democráticos") un movimiento de "revolución popular". Bajo esta denominación inofensiva ocultaba su puño de hierro el imperialismo y toda la izquierda tradicional viose así envuelta por la propaganda interesada sostenida por los amos de la oligarquía estañera. Desaparecido Villarroel, se abrió en Bolivia un ciclo sangriento de represión antiobrera y de persecución a las organizaciones sindicales. Papel destacado en la práctica de esta represión ejercieron los elementos del PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria) de orientación comunista. Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla enviaron al gobierno surgido de la conspiración oligárquica el siguiente telegrama: "En nombre del Partido Comunista y seguro de interpretar los sentimientos de la clase obrera y del pueblo argentino, hacemos llegar al señor Presidente, a la Junta de Gobierno y, por su Intermedio, al heroico pueblo boliviano, nuestro alborozado saludo por la victoria del movimiento libertador, llamado a tener benéficas repercusiones para la consolidación de la democracia latinoamericana". En el diario comunista "La Hora", Rodolfo Ghioldi escribía el 24 de julio de 1946 palabras que definen por entero a la burocracia contrarrevolucionaria del Partido Comunista: "El derrocamiento del nefasto régimen, fascistizante de Villarroel-Paz Estenssoro, abre grandes posibilidades al progreso económico y la democracia política". Lo único que inauguró el golpe oligárquico fue, como lo demostraron los acontecimientos inmediatos, una etapa de cruento retroceso en el movimiento obrero de Bolivia. Una doble cadena alrededor de la garganta de ese país hermano fue la expresión concreta de ese pregonado "progreso económico", pues el colonialismo no había volteado a Villarroel para ayudar a Bolivia a independizarse sino precisamente para impedirlo. El mismo diario comunista exigía al día siguiente que el cuerpo diplomático acreditado en La Paz no diera asilo a los militantes del régimen depuesto, pues el "derecho de asilo no había sido creado para ellos". Finalmente, el 11º Congreso del Partido Comunista calificaba los sucesos del 21 de julio como una "revolución y no un simple golpe de mano, dada la 78 JORGE ABELARDO RAMOS participación de las masas". Con esta actitud se escribía otra página en la sombría historia del comunismo. LA UNIDAD SUSTANCIAL DE AMERICA LATINA En el curso de estas notas hemos examinado el libro de Víctor Alba "Le Mouvement ouvrier en Amérique Latine" e intentado demostrar que la vieja tradición europea de ignorar o desfigurar los problemas latinoamericanos no ha muerto todavía. Salvo su relato cronológico de los episodios de la revolución mexicana — prescindiremos aquí de la falacia del método expositivo— Víctor Alba cometió en su obra errores fundamentales que con reiteración algo extenuante hemos señalado a nuestros lectores. Su juicio sobre los problemas de la revolución latinoamericana se resiente esencialmente por no concebir a los pueblos de habla hispano-portuguesa como una unidad histórica que tiende a la unidad política. De esta falacia preliminar se desprenden todos los equívocos que le son tributarios. La bibliografía acerca de América Latina que considera a los veinte Estados como naciones históricamente válidas, conclusas, diferenciadas y legítimas, es enorme. Complace a las oligarquías que nos han balcanizado esta profusión, que nos estudia como un mosaico de nacionalidades jóvenes con perfiles propios. Víctor Alba incurre en la misma falta y este hecho vuelve falso su trabajo, no exento de datos, atisbos o juicios más o menos sensatos. Hemos apuntado con detalle su incomprensión del papel desempeñado en América Latina por los partidos socialistas, en particular en la Argentina, como agencias ideológicas en el movimiento obrero de los viejos imperios europeos. Tampoco ha sido más feliz Víctor Alba al estudiar la actividad y el significado de los partidos comunistas, en su calidad de representantes de la política exterior del Kremlin. Víctor Alba ignora que si los partidos comunistas proclaman en la hora actual un furioso "anticapitalismo", en la práctica y sobre todo en la Argentina y Chile, se colocan abiertamente en el mismo campo del adversario. En la medida que cualquier gobierno del continente intenta resistir, promover el desarrollo económico y social con los medios que tiene y que son los que la historia le proporciona, cierta DE OCTUBRE A SETIEMBRE 79 prensa desenvuelve una campaña de difamación, bloqueo político e intimidación psicológica destinada a aislar a esos gobiernos del apoyo popular. Los viejos partidos "democráticos" y el Partido Comunista en primer lugar, se pliegan automáticamente a esa campaña, acusando al gobierno respectivo de practicar la "dictadura". Si tales gobiernos obligados por la lógica situación, llevan adelante medidas revolucionarias de autodefensa nacional (nacionalizaciones, etc.) lesionando los intereses extranjeros y en consecuencia atacando la provocación periodística al servicio de esos intereses, "todo el país", "todas las fuerzas vivas", y también parte de la intelectualidad presuntamente "democrática", declaran con énfasis que "esto no puede seguir". El papel efectivo y no declamatorio que desempeñan los partidos comunistas y los otros partidos en este cuadro, sirve únicamente a las oligarquías financieras. La actividad política es bastante sugerente a este respecto. Víctor Alba ha declinado la importante tarea de ubicar a los partidos políticos del continente en el proceso viviente de nuestra revolución democrática. Esta deficiencia hace flotar a su libro en el vacío. Es una lástima. Pero su obra prueba de manera indirecta que Europa ya no puede prestarnos sus fórmulas para registrar una realidad nueva. América Latina se descubre a sí misma, sin renegar de Occidente y de su herencia, pero aplicando al drama la propia visión de sus hijos. 80 JORGE ABELARDO RAMOS LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y GEORGE ORWELL Todo el mundo sabe que a George Orwell, el autor de "Rebelión en la granja" y de "1984", le llegó la gloria junto con la muerte. Los editores, ¡los eternos editores! descubrieron súbitamente que aquel muerto de hambre tenía talento, y que su pluma, su sangre, su tuberculosis, su pasado, daban dinero. Cuando un poco de ese dinero llegó a sus bolsillos y el escritor se disponía a casarse y a comer, murió. Los editores, entonces, se lanzaron afanosamente a buscar sus papeles inéditos, sus obras inconclusas, los últimos rasgos que su mano huesuda había trazado en las horas desesperadas. Porque si Orwell vivo se estaba convirtiendo en negocio, Orwell muerto era un negocio magnífico. Así se publicó en Europa todo lo bueno y lo malo que un gran escritor puede producir durante su vida. En la premiosa búsqueda que los editoriales emprendieron de las obras de Orwell, se encontró una que cuando fue publicada por algún editor desprevenido en 1938, pasó completamente inadvertida para la crítica inglesa y para el público mismo. Se trataba de un libro titulado "Homenaje a Cataluña". No existe ninguna casualidad en el hecho de que esta obra haya merecido los honores del silencio. Es bueno saber ante todo que George Orwell había nacido en 1903 y que en 1936 ya había servido en la administración británica de Birmania, había buscado vanamente en París los funestos secretos del arte, había trabajado como vendedor de libros, había pasado hambre en la gran Albión y fuera de ella. La guerra civil española lo atrajo a sus llamas y en diciembre de 1936, George Orwell, un inglés flaco y sentimental, desembarcaba en Barcelona. El no era un político. Era sobre todo un escritor y en cierta medida un poeta, un poeta trágico, puesto que no era ciego, ni sordo. Recorrió las calles de esa Barcelona armada hasta los dientes por la energía de los DE OCTUBRE A SETIEMBRE 81 obreros de la C.N.T. y de la F.A.I. Orwell había permanecido del lado de la "España republicana": al contemplar la ciudad poblada de proletarios vestidos de mamelucos, observó con asombro la completa desaparición de todas las formas ceremoniales y tradicionales, internas y externas de la desigualdad social. En pocas semanas, cuenta Orwell, la guerra civil había hecho de Barcelona una ciudad de trabajadores. La pobreza reinaba en todas partes. La carne y la leche eran prácticamente inencontrables. Había racionamiento de azúcar, de carbón y de petróleo. Todo escaseaba. Pero el escritor inglés notó la extraña alegría y el raro fervor de los hombres y las mujeres de las calles de Barcelona. Era en diciembre de 1936. Cinco meses antes, una rebelión militar obligaba a las masas trabajadoras a plantear los problemas fundamentales de la nación. La decadencia histórica de España iniciada en el siglo XVI, se expresaba en todas esas tareas no resueltas que iban a desnudarse en el curso de la guerra civil: la revolución agraria, el control de la industria, la cuestión de las nacionalidades y las tendencias separatistas y el destino del poder. La gran farsa del Frente Popular quedó de manifiesto ante los ojos de Orwell, un honrado espectador del drama. El dilema planteado por los agentes de Stalin al bando "republicano" fue: primero ganar la guerra y luego hacer la revolución. De ese modo quería el Kremlin garantizar la existencia de esa vacía República burguesa nacida en 1931, para congraciarse con Francia e Inglaterra. Así perdieron la guerra y enterraron la revolución. Tales son los hechos que desfilan por el libro de Orwell. EL STALINISMO AHOGA LA REVOLUCIÓN El escritor llegó a Barcelona en diciembre de 1936. Los dados estaban echados. La revolución española que había surgido como el fruto legítimo de esa "putrefacción lenta e ingloriosa” de España feudal, se desarrollaba bajo las condiciones de un predominio mundial del comunismo en el movimiento obrero, de las tentativas del Kremlin para obtener un acuerdo diplomático con Francia e Inglaterra y de las simpatías generales que el bando de Franco encontraba en la burguesía europea y particularmente en Italia y Alemania. Los obreros españoles cuyo temple 82 JORGE ABELARDO RAMOS incomparable había asegurado en los primeros momentos la defensa de una república en la que no creían, fueron traicionados en toda la línea por sus jefes tradicionales. Los anarquistas antiestatales permanecieron en el gobierno sin tocar un pelo al régimen social antiguo. Los comunistas pusieron en práctica una política destinada a suprimir a todos los revolucionarios molestos y a aceptar la continuidad de la república burguesa y de la propiedad feudal. Era el alto interés del Kremlin demostrar así a la Europa capitalista sus deseos de buena vecindad y su respetabilidad conservadora. El P.O.U.M., partido centrista de izquierda, también ingresó al Frente Popular y sus dirigentes ocuparon altos cargos en la Generalidad de Cataluña. Este oportunismo del POUM no le impidió convertirse en el blanco de la persecución de la policía secreta comunista en España, bajo la acusación de "trotskista", únicamente por el hecho de que a pesar de la debilidad de sus dirigentes constituían el ala izquierda de la coalición frente-popularista. Las cárceles de Barcelona estaban repletas de dirigentes obreros y de revolucionarios independientes. Así fueron asesinados Andrés Nin, Erwin Wolf, Abramovich, Camilo Berneri, Barbieri, Kurt Landau, Moulin, Martínez; detrás de estos nombre conocidos sería necesario incluir centenares y miles de obreros militantes sindicalistas anónimos enviados a los frentes peligrosos, ejecutados secretamente o tiroteados en las calles, como Durruti. La semana trágica de mayo de 1937 fue la culminación de un proceso contrarrevolucionario cuyos artífices fueron los comunistas del Kremlin y sus agentes especiales. George Orwell atestigua todo esto en "Homenaje a Cataluña". Las grandes compañías francesas o inglesas que tenían inversiones cuantiosas en España veían con mirada complaciente la ola de terror comunista en la retaguardia, mientras el gobierno de León Blum, bajo la máscara socialista practicaba la política del imperialismo francés, con su famoso comité de "no intervención". Pero George Orwell no era solamente un escritor que tomaba manzanilla en las ramblas de Barcelona. Quiso luchar en el frente y partió hacia Aragón donde pudo comprobar las realizaciones agrarias de los campesinos aragoneses y las profundas reformas sociales que realizaban. También pudo ser testigo de cómo la división Lister aplastó implacablemente las comunidades agrarias con la bendición del gabinete Negrín. Era DE OCTUBRE A SETIEMBRE 83 este mismo doctor Negrín que el pueblo llamaba "doctor Lentejas", pues tal era el régimen de la alimentación forzosa que el gabinete burgués-comunista había impuesto a los trabajadores de España, mientras los pomposos "comisarios" bebían champagne francés en los barrios residenciales. Por un verdadero milagro George Orwall escapó a la ola de represión en la retaguardia "republicana". Orwell era un escritor individualista. El abismo de esa década sombría repleta de revoluciones derrotadas, influyó en su espíritu y lo empujó a una visión pesimista del futuro. Así pudo escribir "1984", satisfaciendo las necesidades de la clase medía intelectual que no desea mirar hacia adelante. En su desilusión personal encontró el éxito literario. Pero "Homenaje a Cataluña" no será olvidado y tampoco morirá aquel que escribió amargamente una vez que "todos los hombres son iguales, aunque algunos son más iguales que los demás” 84 JORGE ABELARDO RAMOS BEVAN O LA IZQUIERDA DE SU MAJESTAD La aparición de una "izquierda" en la socialdemocracia internacional es un fenómeno cíclico, que aparece por lo general en los momentos de agravación de la situación social. Ya es una tradición que tal izquierda, y sobre todo sus dirigentes, sean reabsorbidos por el partido cuando la irritación de los obreros es superada o neutralizada por una gran derrota. Los casos de Merceau Pivert en Francia, antes de la última guerra, o de Fenner Brockway, en Inglaterra, son suficientemente ilustrativos al respecto. Pivert regresó humildemente al partido de Blum, y posteriormente desapareció de la vida política. Brockway, sin abandonar sus arrestos de independencia, pertenece a la Cámara de los Comunes y se distingue por su prudencia en los asuntos serios y por su calculada audacia en los problemas secundarios. Ahora le toca el turno a Aneurin Bevan, surgido a la notoriedad política sobre la base del descontento de la clase trabajadora británica, que se ha visto defraudada por la dirección burocrática del laborismo encabezado por Attlee y que busca, confusamente aún, una nueva dirección. Bevan acaba de publicar un libro que llenará por completo las necesidades de la juventud intelectual del laborismo británico, es decir, que une a la crítica un espíritu constructivo, deja a las cosas en su lugar, no habla de la supresión de la monarquía ni de la independencia total de las colonias británicas y ofrece a la dolorida humanidad una incomparable receta para hacer una tortilla sin romper los huevos. Apasionado, prudente, osado hasta los límites que fija a la osadía la máquina del partido, y antiimperialista en la medida que esto no afecte 85 DE OCTUBRE A SETIEMBRE la estabilidad del Imperio, Bevan expresa en la obra la esperanza de que la buena voluntad lo arreglará todo. La idea es un poco débil, pero simbólica. EN LUGAR DEL TEMOR Como todo libro requiere una inspiración, llamémosla teórica o espiritual, Bevan ha invocado unas palabras del extinto presidente Roosevelt para titular su obra. A pesar de que Roosevelt no se distinguía p or su capital ideológico (Archibald Mac Leish y otros semejantes le escribían sus discursos) dijo una vez: 'la única cosa temible es el temor mismo". Con esto no se puede ir muy lejos, naturalmente, pero a Bevan le ha bastado, pues no es un gran andariego. Su libro se titula, por consiguiente "En lugar del temor". ¿Qué es lo que ofrece Bevan? ¿Quizás una fórmula inédita del valor, una receta para el coraje? Nada de eso. El autor es sensato. Proporciona únicamente sentido común. Enfrenta a Marte con un paraguas, y a Minerva con Stuart Mili. ¡Una batalla desigual! Sugiere que el stalinismo es poderoso no por sus recursos militares, sino por la crisis económica del mundo. El mejor remedio es curar la crisis, aumentar el standard de vida de las masas, introducir la felicidad en el infierno, llevar la técnica a los países atrasados y la democracia a las colonias. Para esto no hace falta otorgarles una completa independencia, sino hacer lo mismo que con la India, que a Bevan le parece el ejemplo de "una solución constructiva": dejar a los hindúes la herencia bárbara y los gastos del Estado y mantener el control económico de ese país. Antes que Bevan descubriese ese método, ya lo había aplicado Attlee. No cree que los rusos se lancen a la guerra: "¿Estarían bastante locos como para enfrentar 35 millones de toneladas de acero contra 200 millones?" Al mismo tiempo, Bevan aclara que no comparte las ilusiones de los pacifistas: él sostiene la necesidad del rearme pero "limitado". Todo es limitado en este libro y el temor, a pesar del título, ocupa todas sus pá ginas: temor a los norteamericanos, a los rusos, a los conservadores, a los amigos de Attlee, a perder votos obreros. No olvida defender el sistema parlamentario contra los métodos de acción directa ni de criticar a los Estados Unidos, sin romper con ellos. Bevan demuestra que la ciencia del compromiso no tiene secretos para él. El futuro dirá qué fundamentos quedan en Inglaterra para sostener compromisos. 86 JORGE ABELARDO RAMOS El dispositivo político de la nación británica despierta involuntariamente admiración. Un país tan viejo ha logrado destilar una sabiduría que se aplica a cada una de las manifestaciones de la vida nacional. Veamos, por ejemplo, qué es 16 que ocurre con el Partido Laborista. La burguesía inglesa ha comprendido desde hace medio siglo que del mismo modo que algunos patrones asocian a sus obreros obsequiándoles una acción ilusoria es altamente conveniente asociar al proletariado británico a la política imperialista de su burguesía. Al ofrecer esta participación simbólica en el poder político al laborismo británico, los capitanes de la industria sabían perfectamente que la clase obrera como clase, no estaba llegando a las palancas de mando sino que por el contrario, era la propia burguesía la que encontraba un formidable respaldo en la defensa de sus intereses. No era el Estado británico el que se proletarizaba, sino que era el proletariado el que se aburguesaba. Por supuesto, esto no debe tomarse al pie de la letra, ya que los obreros británicos, con la organización de sus sindicatos y con la integración del Partido Laborista, obtuvieron ciertas mejoras en sus condiciones de vida, organizaron cooperativas y adquirieron una mayor conciencia de los problemas políticos. La Sociedad Fabiana, con el insoportable pedante de H. G. Wells al frente y con Bernard Shaw (que hizo su fortuna en Londres explotando durante tres cuartos de siglo su condición de irlandés honorario) aconsejaba al proletariado que solamente por el camino del perfeccionamiento moral podía ganar el reino de los cielos. En la realidad, el proletariado británico durante todo el siglo XIX y gran parte del siglo XX, del mismo modo que hoy el proletariado yanqui, participa objetivamente, y aunque sea en mínima parte, de la explotación del mundo colonial que ejerce enérgicamente la burguesía inglesa desde hace varios siglos. Esto dio a Gran Bretaña una solidez que la burguesía inglesa por sí misma jamás habría alcanzado. He aquí el papel que ha desempeñado el Partido Laborista y que todos los hechos corroboran. Esta adaptabilidad de los políticos británicos les permitió perder en apariencia a la India. En efecto, para conservar el prestigio de la dirección laborista ante los ojos de los obreros y el prestigio de Gran Bretaña ante los ojos de la opinión pública democrática internacional, el imperialismo facilitó la independencia formal de la India por el gobierno laborista. Pero, como el mismo Winston Churchill dijo en su rudo estilo, "es preferible medio pan a no tener nada". Así fue como la independencia DE OCTUBRE A SETIEMBRE 87 de la India se condujo por la vía fría. Hay miles de ejemplos e incidentes reveladores del genio político británico, notable tanto en sus épocas de rapiña como en su período de crisis; es un imperio que sabe avanzar y también retroceder. Probablemente sea este el secreto principa' de la continuidad histórica de su predominio. EL RUDO Y SENSATO IZQUIERDISTA El ocaso del poder mundial de Gran Bretaña determinó entre otras cosas, que en el Partido Laborista surgiese una llamada "ala izquierda". Su personificación fue Bevan. La Circunstancia de proceder del país de Gales (recuerde el lector la fogosidad del temperamento galés) favoreció el prestigio de niño intratable y revolucionario furibundo que graciosamente le otorgó la prensa imperialista mundial. En realidad, nadie es más razonable que Bevan. Participante en el gabinete de guerra de Churchill y veterano miembro del Partido Laborista, Bevan ascendió al cargo de Oposición de Su Majestad de Attlee, así como Attlee es la Oposición de Su Majestad de Churchill. Pero, todos estos papeles están distribuidos por las necesidades generales del imperio. El descontento de los obreros británicos por el excesivo racionamiento impuesto por las condiciones de guerra y de post-guerra, el descenso de su nivel de vida derivado de la pérdida de los mercados tradicionales y de la competencia norteamericana, fueron otros tantos factores que facilitaron la formación de esta izquierda destinada a conservar el prestigio del laborismo ante la clase obrera inglesa y en consecuencia la solidez orgánica de ese extraño bloque conservador-laborista que se divide las ganancias del Imperio Británico. La fuerza de Bevan reside en el apoyo que le presta la burguesía británica, con el fin de que los obreros vean en él al "verdadero socialista" y de este modo cerrar el paso hacia el probable surgimiento de un partido revolucionario inglés. A Bevan lo conocen, saben cuáles son sus límites reales, sus aspiraciones, su pasado y nadie más interesado que Churchill en alimentar la fama del intransigente Bevan. Advirtamos en este panorama la sagacidad de los políticos británicos que emplean la pistola en la ejecución sin sumario en Kenya, la sonrisa en Washington, la intriga en Bagdad, la flota en Alejandría y los poetas isabelinos en la Argentina. Es una 88 JORGE ABELARDO RAMOS vasta panoplia política que requiere ser comprendida para ser enfrentada. Ahora esos dos enemigos "implacables" —Attlee y Bevan— irán como buenos hermanos a China invitados por el gobierno de Pekín para compenetrarse mejor de los problemas asiáticos. ¿Qué significa esto? Es muy sencillo. Mientras en Ginebra la diplomacia británica trata de suavizar las exigencias norteamericanas para una decisión militar en Asia, los "opositores" laboristas viajan a China como una demostración de que la nación británica no está resuelta a dejarse provocar por ninguna aventura bélica y que su comercio con el Extremo Oriente es sagrado. Esta división de tareas que ha hecho la grandeza de la nación británica, continúa siendo una buena escuela para los jóvenes políticos que luchan por destruir esa grandeza. 89 DE OCTUBRE A SETIEMBRE MIRADA A LAS ISLAS FILIPINAS La pérdida de las Islas Filipinas por España (guerra con Estados Unidos, 1898) pareció sumir a ese gran archipiélago en una profunda obscuridad. Plantadas entre América y Asia, las Filipinas, cuyo propio nombre evoca a Felipe II, vivieron bajo el dominio de España durante tres siglos. Los españoles propagaron su idioma y su cultura entre la población indígena, donde ya existía un sector con un grado considerable de civilización: eran los tagalos. Perdida para España la mayor parte de su imperio americano, sólo restaban bajo su bandera en el Pacífico las islas descubiertas por Fernando de Magallanes. El movimiento de independencia fili pino iniciado por el médico y escritor Rizal, se complicó con la guerra que Estados Unidos declaró a España el 21 de abril de 1898, bajo el pretexto de la explosión del navío "Maine", ocurrida en el puerto de La Habana por razones puramente accidentales. En realidad, este conflicto estaba esencialmente determinado por el carácter expansivo del capitalismo norteamericano, que buscaba una esfera de influencia en el teatro asiático. En la balanza de poder, la supremacía mundial había pasado históricamente del Mediterráneo y el Báltico al Atlántico. Correspondía a nuestro siglo contemplar al Pacífico como "campo marítimo de la historia". La posesión española de las Filipinas ya no correspondía a su peso específico como metrópoli. La guerra de Cuba subrayó esa decadencia. La "Invencible" moría definitivamente bajo los cañonazos norteamericanos. A partir de ese momento, Filipinas fue constituyendo un nombre cada vez más lejano y exótico. Para los latinoamericanos, cuya lengua hablaba gran parte de los filipinos, las Islas eran más desconocidas que Indochina o que Bélgica. El control norteamericano sobre ellas y la imposición del idioma inglés en las escuelas trajeron profundas modificaciones en su vida social, que tampoco son conocidas en América 90 JORGE ABELARDO RAMOS Latina. A principios de siglo, sobre nueve millones de habitantes, más de dos millones de filipinos sabían hablar, leer y escribir correctamente el castellano. El resto de la población hablaba algunos dialectos indígenas prehispánicos, sobre todo el tagalo, cuya supervivencia demuestra no sólo los vínculos orientales del pueblo filipino, sino también la resistencia que ha ofrecido a todas las tentativas extranjeras por desfigurar su personalidad nacional. El tagalo alcanza en nuestros días difusión escrita, pues se publica en esa lengua un semanario en Manila. En el período de su dominación colonial, Estados Unidos buscó la asimilación cultural de las Filipinas mediante una política lingüística, intento realizado también por Franklin Roosevelt en su primera presidencia con respecto a Puerto Rico, y que ulteriormente fracasó. En las Filipinas, en el presente período republicano independiente, el idioma inglés se ha extendido considerablemente en la vida comercial, cultural y urbana, pese a que el castellano continúa siendo formalmente la lengua oficial de la República. Sólo muy recientemente, y con la ayuda de las leyes de Sotto y Magalona, el gobierno filipino acordó otorgar protección oficial al idioma español, que será enseñado en las escuelas públicas y privadas. Esta medida provoca las resistencias fáciles de imaginar, pues hiere grandes intereses escudados en la propagación del idioma inglés. Pero nadie ignora en Filipinas y en América Latina que la consolidación de un idioma común, que abraza más de doscientos millones de almas en este planeta, permite incluir a Filipinas en un formidable orbe cultural y también, quizás, en un gran destino. EL ATRASO POLÍTICO DEL PROLETARIADO YANQUI La industria liviana se daba lujos democratizantes; así nació el idilio entre John Lewis y Roosevelt. A la reaccionaria Federación Americana del desnuda del Gomperismo, Trabajo, expresión no le quedaba más remedio que refunfuñar, alejada de los puestos públicos. Si en la administración de Roosevelt el secretario de Trabajo era Tobin, un corrompido dirigente del CIO, en la administración de Eisenhower ocupa el cargo un miembro de la Federación Americana del Trabajo. Con el triunfo electoral del actual mandatario y el ingreso a las palancas del poder de la industria pesada y de la banca imperialista, son los sectores más conservadores y amarillos del sindicalismo norteamericano los que proporcionan ministros al gobierno. En estos DE OCTUBRE A SETIEMBRE 91 cambios simbólicos de los equipos dirigentes debe advertirse la nueva y resuelta orientación del imperialismo yanqui. Pero ni aun los dirigentes de la Federación Americana del Trabajo pueden eludir algunos hechos de la situación económica del país. En un informe preparado por el comité ejecutivo de esa Federación, que como se sabe agrupa a numerosos sindicatos por oficio y a dirigentes del trabajo, se ofrecen datos de penetrante interés. Dicho informe declara que si bien es cierto que la productividad de la economía norteamericana ha aumentado en un 13 % entre 1949 y 1952, los salarios reales no experimentaron más que un 7 % de aumento. Como se considera que los salarios pagados en la industria son más elevados que los de otras ramas de la actividad económica, es presumible que muchos sectores de la clase trabajadora no hayan percibido ni siquiera ese 7 % de aumento en sus salarios. En otro capítulo del informe se menciona el hecho de que las 3/5 partes del consumo nacional está representado por el consumidor obrero; de este modo, si el consumo obrero llegaba al 70 % en 1950, en 1952 había caído al 63 %, mientras que los gastos militares aumentaban de 9 a 14 %. Esta contracción del poder de compra obrero en la nación capitalista más poderosa del planeta, resulta sugestiva si se considera que en los países semicoloniales que dan pasos ciertos en su revolución nacional la capacidad adquisitiva de las grandes masas trabajadoras ha marchado a saltos, sobrepasando por su ritmo, aunque no en valores absolutos, a la misma evolución en Estados Unidos. Este hecho cobra pleno valor a la luz de la desintegración anárquica del régimen capitalista. Pero un examen más detenido del informe que comentamos nos dará una idea clara del "standard" que gozan amplios sectores de la clase trabajadora norteamericana, sobre la base de la explotación colonial de América Latina y de otras partes del mundo. Al indicar que hay "muchas familias que no disponen de comodidades modernas que les permitan gozar del «standard» de vida americano", la Federación Americana del Trabajo manifiesta que "un tercio de las familias norteamericanas no tienen automóvil; un tercio no tiene teléfono; 46 % no son propietarias de sus casas; 45 % no poseen aspiradora; 57 % no tiene aún aparato de televisión". Esta estimación negativa nos ilustra sobre las comodidades de que dispone el resto de la población en Estados Unidos, en una escala incomparablemente mayor que las que disfrutó el proletariado británico en la época del apogeo imperial de las islas. Son preci samente estas circunstancias las que explican el 92 JORGE ABELARDO RAMOS indiferentismo político de la clase obrera norteamericana en su conjunto y su apoyo objetivo a los planes mundiales de su burguesía. Pero cuando América Latina se una en la emancipación nacional y social de sus pueblos, Estados Unidos perderá los privilegios derivados de su explotación colonial y el proletariado yanqui adquirirá al fin, en la escuela de la crisis, el alfabeto político de nuestro tiempo. 93 DE OCTUBRE A SETIEMBRE ALEMANIA ENTRE DOS GUERRAS Los sismógrafos vibran cuando se habla de Alemania. Es el gran tema de Europa. Lo es, lo fue, lo será. Este poder de sugestión no emana por pura casualidad en una nación que ha producido en el mismo siglo a Goethe, Beethoven, Marx y Bismarck y cuyo portentoso genio técnico le permitió alcanzar una situación preeminente en el mundo. Desde la aparición de Pr usia en la escena política de Europa bajo Federico el Grande, el "prusianismo" originó la aversión general de sus vecinos: la Hostilidad se apoyaba públicamente en el carácter "militarista" de Prusia, pero en verdad se temía el rol que Prusia podía desempeñar como factor coagulante de la dispersión feudal alemana y las consecuencias del nacimiento de una Gran Alemania unificada. A este respecto el "antiprusianismo" de Inglaterra o de Francia tenía fundamentos políticos bastante claros. Como era previsible, Prusia unificó la nación alemana. La tarifa proteccionista se crea en Prusia en 1818 y en 1827 se establece en "Zollverein", unión aduanera cuya fuerza práctica se consagraría plenamente a partir de la guerra con Austria en 1866. Bismarck remataría la tarea de la revolución nacional alemana en 1870. La primera fase de la guerra con Napoleón III está históricamente legitimada por ese gran objetivo que llevaría a esa nación a colocarse como la primera competidora de Gran Bretaña en el mercado mundial. Al mismo tiempo Francia veía con recelo la aparición en sus fronteras de un poderoso estado que realizaba su unidad nacional simultáneamente con la aparición del imperialismo, lo que otorgaba a sus disputas comerciales un carácter peligroso. Gran Bretaña y Francia, la primera con su dominio de las fuentes de información mundiales y la segunda con su prodigiosa influencia espiritual, se encargaron de ejercer sobre la opinión pública la presión necesaria para impregnar la atmósfera de una interesante idea: Alemania es militarista, el pueblo alemán cae en éxtasis ante los desfiles marciales, los 94 JORGE ABELARDO RAMOS trabajadores alemanes apoyan las empresas de conquista. Esta fábula estaba distribuida por las dos potencias democráticas más poderosas del mundo y los acontecimientos posteriores contribuyeron a que dichas acusaciones tuviesen cierta verosimilitud. La primera guerra mundial se hizo bajo el signo de la lucha contra la "barbarie teutona" y los "modernos hunos". La segunda guerra constituyó una cruzada contra los crímenes del nazismo, pero una propaganda negligente de los aliados impidió que los pueblos se enteraran de qué manera las burguesías británica, norteamericana y francesa habían ayudado a Hitler a tomar el poder para crear una punta de lanza contra la Rusia soviética. De todos modos, el odio racial desatado por los nazis y cuyos fundamentos políticos examinaremos más adelante, se agregó a esta fama sombría de Alemania y del pueblo alemán creada por sus competidores inmediatos. De tal manera, Alemania moderna ha estado virtualmente excluida del interés del público culto, expulsada, por así decirlo, de la simpatía que generalmente se otorga a las creaciones de un pueblo ilustre. En las profundidades del inconsciente colectivo, Alemania continúa siendo "el enemigo número uno". La reivindicación que los norteamericanos o ingleses actuales hacen de sus militares o personajes por razones de actualidad no contribuye por cierto a desvanecer aquella hostilidad. Sin embargo, una elemental exigencia de objetividad obliga a la opinión pública independiente de nuestra época a estudiar la situación alemana desde el punto de vista de su importancia indiscutible en Europa y en el mundo. Su división presente en Alemania Oriental y Alemania Occidental, no debe ser concebida sino como un episodio circunstancial derivado de una catástrofe bélica. Mientras los estadistas que hoy dictan su voluntad en las dos Alemanias hojearán los códigos, las leyes y los tratados, corresponderá a la clase trabajadora de esa gran nación decir su palabra definitiva. Es la tínica que puede decidir, es la única olvidada. LOS BANDIDOS DEL CAPITAL FINANCIERO La historia de la primera guerra imperialista fue escrita por los vencedores. Los vencidos no tenían ningún interés, por su parte, en declarar la verdad. Se habló de 95 DE OCTUBRE A SETIEMBRE una "guerra por la civilización", de un lado; los alemanes hablaron de su "existencia nacional", de la "Gran Alemania" y (con la ayuda de la socialdemocracia patriótica), de los "derechos proletarios". Hasta los economistas e historiadores más conservadores confiesan hoy que 1914 señaló la era sangrienta del imperialismo moderno y que esa guerra de exterminio estaba fundada en las rivalidades de las grandes potencias por el reparto del mundo. La diplomacia secreta, las esferas de influencia en Europa, la explotación de los territorios coloniales, la búsqueda de las materias primas y las guerrillas de tarifas fueron los rasgos característicos de aquel conflicto mundial que enterró a una generación. ¡Jamás se mintió tanto en tan poco tiempo, jamás murió tanta gente por tan pocos! La técnica moderna permitió estos guarismos trágicos. Alemania fue responsabilizada de todo el desastre. Del vagón de Compiegne se pasó a la Sala de los Espejos de Versalles, y allí el "tigre " Clemenceau dialogó con el galés Lloyd George sobre la mejor manera de disociar el territorio alemán, de hundir su pueblo bajo el peso de inmensas reparaciones y de cortar las uñas y los dientes a la industria alemana para impedir una futura concurrencia. El presidente Wilson ofreció dos o tres oraciones cívicas y se volvió a Washington, convencido que su evangelio había salvado al mundo del mismo modo que las tropas norteamericanas habían salvado los créditos de la Banca Morgan, comprometidos por la contienda europea. El Tratado de Versalles, que ratificaba jurídicamente la degradación nacional de Alemania, originó la crisis inmediata del país, así como la ruina análisis del marco, y en último el nacimiento del nazismo. Cuando la industria pesada francesa tuvo necesidad, para sobrevivir, del carbón alemán, invadió en 1923 la zona del Ruhr, probando así que no sólo Alemania era "agresiva". Las horas sombrías de la década 20-30, los cabarets de aquel Berlín de la crisis, repletos de oficiales sin sueldo y de agiotistas, de aventureros internacionales y de espías rubias, eran la contrapartida burguesa del Berlín proletario de los mítines callejeros, de los choques sangrientos y de las barricadas espartaquistas. El teatro de Erwin Piscator, los expresionistas y todas las "óperas de cuatro centavos" que reflejaban la conmoción de un país, eran la posteridad inmediata de Versalles. El Partido Comunista alemán, nacido de la inmolación a manos de los socialistas de Rosa Luxemburg y de Carlos Liebknecht (el único diputado que había votado contra los créditos de guerra) desarrollaba una 96 JORGE ABELARDO RAMOS política de aventura y ele "putsch" que desmoralizaba a los trabajadores. Las bandas nazis se unificaban bajo la dirección de Adolfo Hitler y con la bendición del capital financiero, que abrió su caja fuerte para alimentar las organizaciones militares de ese nuevo partido "del orden". La socialdemocracia hacia su experiencia definitiva en esa espectral República de Weimar, cuyo único rasgo de vida lo ofreció el poeta Ernst Toller al frente de la Comuna Bávara. Los marcos se juntaban en las calles como papel viejo y con un millón de ellos cada anciano jubilado podía comprar un diario para leer en los bancos de las plazas impecables la ruina de la nación más organizada de Europa. Gran Bretaña, Francia y las otras potencias se frotaban las manos. Aquella década figura en las estadísticas del comercio europeo como el período de gran prosperidad "mundial", vale decir, británica, francesa y norteamericana. Para la Alemania de los trabajadores la palabra "prosperidad" era un sarcasmo. Pero 1929 empujaría al nivel alemán el planeta entero. EL PARTIDO COMUNISTA FACILITA EL ASCENSO, DE HITLER AL PODER Cuando la crisis de 1929 otorgó un carácter universal a la bancarrota alemana, la República de Weimar moría lentamente. Los gobiernos socialdemócratas, reflejando fielmente las tendencias predominantes de la economía alemana, habían acentuado el carácter estatal de la economía. El Estado controlaba el sistema de transportes, la producción de energía eléctrica e intervenía en las relaciones de los sindicatos y las organizaciones patronales. Fue una época rica en toda suerte de teorías económicas. Toda clase de "planificadores" formulaba recetas y panaceas destinadas a curar eficazmente el organismo enfermo del capitalismo alemán. La enfermedad manifestábase, sin embargo incurable, puesto que no solamente infectaba la vida misma de Alemania sino que entrelazaba al planeta entero. Cuando el canciller Brüning tomó posesión del gobierno el 15 de marzo de 1930, 2.250.000 obreros recibían un subsidio de ayuda a la desocupación. En marzo de 1932, al caer Brüning (que representaba el centro moderado católico) en virtud de las intrigas palaciegas que rodeaban a Hindonburg, los desocupados en Alemania alcanzaban a 6.031.000 obreros. El Estado ya no podía soportar esa carga. Y si en los anos anteriores el partido nazi había vegetado entre desfiles marciales y oraciones wagnerianas en las DE OCTUBRE A SETIEMBRE 97 cervecerías del Sur (sólo contaban en el Reichstag con una docena de diputados) la presión de la crisis y la parálisis del partido comunista volcaron hacia sus listas a millones de votantes. En setiembre de 1930 los nazis contaban con 107 diputados en el Parlamento. El gobierno Brüning disponía del apoyo de la socialdemocracia en el Reichstag, vale decir, la ficción parlamentaria todavía se alimentaba con elementos concretos. Pero el desarrollo de los acontecimientos empujaba cada vez más a Brüning a adoptar el camino de Napoleón III, que en la política moderna se califica como "bonapartismo", o sea una dictadura militar burocrática que se levanta aparentemente por encima de los grupos sociales antagónicos aunque en realidad ejecute la política de la clase dominante. Los comunistas llamaban a Brüning "fascista" y a los socialistas, "socialfascistas". Esta confusión de nociones políticas diferentes era el pretexto que Moscú utilizaba para impedir la celebración de un verdadero frente único entre los partidos obreros y cerrar el camino al nazismo. La debilidad del gobierno de Brüning obligó a ceder posiciones y en su lugar ocupó la cancillería Von Papen, representante de los mismos intereses que Brüning pero con una decisión mayor, puesto que las circunstancias apuraban. Los incidentes callejeros, los asesinatos políticos, el desorden económico, la pasividad socialista y la ceguera de los comunistas, trabajaban a favor no de Papen, que era la fórmula provisoria del poder, sino de Hitler, que era el instrumento decisivo del gran capital, dispuesto a poner sus intereses por encima de todo. El reemplazo de Von Papen por un fugaz gabinete del general Schleicher no fue más que el prólogo al triunfo de Hitler. Estaba en juego el poder: los comunistas no se decidían a tomarlo, los socialistas jamás habían pensado en ello, los nazis estaban resuellos a todo. Tal fue el esquema de la situación alemana cu los últimos días de 1932. Grandes masas de la clase media que oscilaban entre uno y otro de los partidos extremos, comprendieron que sólo una reforma radical podría restaurar la vida alemana. Tanto los nazis como los comunistas, hablaban de esa reforma radical. Pero eran los nazis los únicos que estaban resueltos a pasar de las palabras a los hechos. Este factor decidió las elecciones de 1932 que llevó a 230 diputados nazis al Parlamento, y solamente a 89 comunistas. Naturalmente que en este caso las cifras de las elecciones 98 JORGE ABELARDO RAMOS no decidieron el triunfo de Hitler sino que probaron simplemente la inepcia política de los comunistas y el hastío de la clase media. La política del general Schleícher giró en el vacío. Sus tentativas de dividir al partido nazi y de consolidar un régimen intermedio siguiendo los pasos de Von Papen, terminaron en un fracaso. El anciano general Hindenburg y el grupo que lo rodeaba, bajo una gestión oficiosa de Papen, entregó la cancillería a Adolfo Hitler. De este modo el 30 de enero de 1933 aparecía en la vida política de Alemania el gabinete encabezado por Hitler e integrado también por Von Papen. El plebeyo y el caballero simbolizaban esa hora del país, pero muy pronto el plebeyo desplazaría al caballero a un lugar absolutamente secundario y realizaría a fondo y sin vacilaciones la política que el capital financiero del explosivo capitalismo alemán exigía para su expansión europea. Como los comunistas no combatieron, la guerra civil en Alemania no estalló. Para Hitler todo se redujo a una operación de policía a la alemana: minuciosa e implacable. HITLER EN EL GOBIERNO En el momento en que Hitler tomó el poder existían seis millones de desocupados en Alemania. En cinco años de su gobierno, desde 1933 a 1938, los índices de la desocupación bajaron radicalmente. En octubre de 1938 existían solamente 164.000 desocupados. No se trataba de un producto mágico de las "teorías" económicas de Hitler. La masa de desocupados fue absorbida rápidamente por la bomba de succión de la economía de guerra instaurada por Hitler al día siguiente de llegar al gobierno. La desaparición de los últimos desocupados de Alemania coincide con el estallido de la segunda guerra mundial. El carácter "anticapitalista" del programa de Hitler demostró rápidamente su verdadero valor. El grado de concentración de la riqueza alcanzó mayores proporciones con el ascenso de Hitler que antes de él. Las corporaciones gigantescas y los "trusts", los monopolios y los "cartels" cubrieron la vida económica de Alemania. Las medidas estatales para regular la economía e intentar "planificarla'" sólo tenían por propósito subordinar las actividades generales de la nación a los objetivos militares del régimen, que constituían a los ojos de la DE OCTUBRE A SETIEMBRE 99 industria pesada su auténtica solución. La supresión terrorista de los partidos obreros, la disolución de los sindicatos y la persecución política bajo todas sus formas, constituyeron la política interna del nazismo destinada esencialmente a disminuir los "costos" de la maquinaria del estado y de la economía privada. Las persecuciones raciales se caracterizaron como una gigantesca maniobra diversionista dirigida a ocultar ante los ojos del pueblo alemán los verdaderos responsables de las dificultades económicas: con su distinción entre capital "creador" y capital "rapaz", Adolfo Hitler aprovechaba para enseñar a ciertos sectores de Alemania que algunas partes del capital comercial judío-alemán eran culpables de los males generales del capitalismo. Esto no impidió naturalmente que la expropiación de algunos capitalistas judíos beneficiase a otros capitalistas arios y que el régimen en su conjunto continuase sojuzgando a la nación. La intervención en la guerra de España, la campaña de Austria, el pacto de Munich, la campaña de las minorías checas, señalaron claramente que Hitler se encaminaba hacia una nueva solución mundial de relaciones de fuerza entre grandes potencias. La política de Chamberlain y de León Blum en aquella época reveló que las viejas potencias "democráticas" estaban interesadas en la "paz" únicamente porque la guerra con Hitler implicaría inevitablemente un nuevo reparto del mundo colonial y semicolonial, cuyos resultados estaban lejos de preverse. A los viejos imperios en decadencia que gozaban las ganancias adquiridas en otros tiempos por empresas menos pacíficas, Hitler oponía la marcha agresiva del capitalismo alemán, sofocado en un mundo ya distribuido y deseoso de obtener la parte del león. En una guerra Chamberlain tenía mucho que perder, Hitler todo por ganar. Unos eran "imperialistas ricos" otros eran "imperialistas pobres". El pacifismo y el belicismo de ambos no poseía otro sentido. Como es natural, las necesidades de la propaganda hicieron de la democracia y del fascismo distinciones fundamentales, antagónicas y categóricas. La prensa imperialista se encargó de que la opinión pública fuera incapaz de discernir bajo las formas políticas el contenido económico y social específico. Comunistas y socialistas de aquel tristemente célebre Frente Popular ayudaron con todas sus fuerzas a engañar a los obreros. En realidad, Hitler encarnaba de una manera compacta y siniestra los rasgos fundamentales del imperialismo mundial en su conjunto que no difería por su 100 JORGE ABELARDO RAMOS naturaleza en Alemania, Inglaterra o Francia. La conclusión de la segunda guerra mundial y la desaparición de Hitler dejó en manos de los vencedores la convicción de la impunidad ideológica. La culpabilidad de Hitler y del nazismo (que pocos se ocuparon de identificar con el capitalismo alemán) fue extendida generosamente hacia la integridad del proletariado y del pueblo alemán. Las abundantes memorias de guerra, tanto las de Churchill como las de Von Papen, tienden naturalmente a perseguir esa identificación monstruosa y en último análisis a mantener al pueblo alemán dividido, despreciado y sojuzgado. Pero Alemania no es Hitler, así como Churchill no es Inglaterra. LAS "NACIONALIZACIONES" DE LA BURGUESÍA IMPERIALISTA La conclusión de la última guerra mundial, con su secuela de movimientos nacionalistas en los países coloniales y semicoloniales, popularizó ante el gran público la noción misma de la "nacionalización". Se identificó así, por una delibe rada confusión informativa, las nacionalizaciones operadas en los territorios antiguamente dependientes del imperialismo, con las que el mismo imperialismo practica en sus metrópolis. Las diferencias son enormes. Para los países atrasados, secularmente oprimidos por el capital extranjero, la política de nacionalización de sus fuentes productivas es una inaplazable exigencia en el camino de su independencia nacional. Un ferrocarril o un yacimiento de petróleo no sólo poseen una importancia puramente económica, sino que encierran una significación política decisiva para la orientación del país. Su rescate de las manos imperialistas permitirá avanzar hacia una modernización de su vida histórica y pasar de la confusión precapitalista a formas más evolucionadas y dinámicas. La clase obrera adquirirá así una mayor conciencia de su poder y de sus fines y mayores posibilidades para ejercer sus derechos. La derrota del imperialismo en el teatro político de cualquier semicolonia contribuirá poderosamente a debilitar el conjunto de su dominación mundial. De tal manera, la nacionalización de las minas en Bolivia asesta un golpe al "pool" internacional del estaño y estimula las futuras reivindicaciones de los esclavos que arrancan el estaño en Nigeria. Pero la política de nacionalizaciones que se aplica en los países DE OCTUBRE A SETIEMBRE 101 imperialistas tiene una naturaleza distinta. Aquí se trata de estudiar la profunda decadencia de la economía imperialista operada en su medio siglo de existencia declarada. Tenemos, como clásicos ejemplos, a Gran Bretaña y a Francia, dos colosos del siglo XIX. Sus nacionalizaciones se han revelado no como la expresión más clara del "socialismo" de Attlee o Ramadier, sino como la fórmula de salvación momentánea para el capital financiero históricamente agotado. En otra oportunidad nos hemos referido a las nacionalizaciones británicas. Hoy señalaremos algunos rasgos de esta política llevada a cabo por el Estado francés. Mientras que la sostenida depreciación del franco arruina a vastas capas de la otrora acomodada clase media de Francia, pone en agudas dificultades al pequeño comercio y al pequeño industrial y lleva hasta el límite la resistencia física de su clase trabajadora, las grandes sociedades anónimas y empresas industriales gigantescas de este país acusan ganancias siempre mayores. El reforzamiento del capital financiero francés en los sectores más importantes de la economía nacional aparece en contradicción directa con c! debilitamiento de sus posiciones en el plano internacional. ¿Qué significa este fenómeno? Si la crisis mundial del capital financiero francés debe explicarse por el surgimiento de Estados Unidos y sobre todo por las pérdidas de la guerra de Indochina, su creciente predominio en la escena metropolitana se debe a su necesidad urgente de utilizar el aparato del Estado para mantener su rentabilidad. El capital financiero francés ha transformado al Estado —es decir, a los productores y contribuyentes del pueblo— en su Gran Capitalista. Tal es el sentido último de la política de nacionalizaciones en los países imperialistas. LA BURGUESÍA ORGANIZA LAS NACIONALIZACIONES EN SU PROPIO BENEFICIO A fines de 1945 y durante el año 1946 fueron nacionalizadas algunas ramas de la economía francesa. Sobre las páginas de los periódicos socialistas soplaba un vientecillo de triunfo. ¡Estábamos sobre los umbrales del mañana! El socialismo se realizaba con métodos asépticos, no a la cruenta manera rusa. Las medidas de nacionalización concernían a la industria carbonífera, a la producción y distribución 102 JORGE ABELARDO RAMOS de la electricidad; a la producción y distribución del gas, a cuatro grandes bancos de depósito (Banco Nacional para el Comerció y la Industria, Comptoir National d'Escompte de París, Societé General, Crédit Lyonnais). A esta lista seguía otra bastante extensa de sociedades de seguros. Ya había otras empresas nacionalizadas —ferrocarriles, Banco de Francia, Radiodifusión, Empresa de Autos Renault, etc.—. En manos del capital financiero francés quedaban, sin embargo, los sectores más importantes de la economía nacional: bancos de inversiones, metalurgia, industrias mecánicas e industrias químicas. El negocio de las "nacionalizaciones" se efectuó por medio de grandiosas indemnizaciones que permitieron a los accionistas de empresas descalabradas reinvertir con dinero sólido en sectores más rentables de la economía francesa. Fue un verdadero acto de recapitalización de la gran burguesía francesa. El agente de este cambio fue el Estado, pero esta abstracción puede imbuirse de carne y sangre si se agrega que los más altos funcionarios de los organismos oficiales estaban íntimamente unidos por vínculos de familia, de profesión, de intereses o de clase, a los hombres dirigentes del capital financiero y de las empresas nacionalizadas. ¿Cuáles fueron los resultados? Mientras los ministros comunistas exhibían una sonrisa dichosa y se arrellanaban en los asientos del gabinete de la Cuarta República, los accionistas "nacionalizados" comenzaban a cobrar. Para los cuatro bancos convertidos en pupilos del Estado, se pagaban 12.000 millones de francos. Además, de acuerdo a los convenios fijados por la ley, sus accionistas continúan percibiendo beneficios fijos. De 1946 a 1950 han ingresado así a sus bolsillos 2.4 mil millones de francos. En 1950, las sociedades carboníferas habían percibido 25.000.000.000 de francos de indemnización. El obrero francés medio, por su parte, sufre bajos salarios y frecuentemente es golpeado con turnos de desocupación. A la ve:*, el capital financiero continúa dirigiendo las empresas nacionalizadas, ya sea por intermedio de sus representantes notorios, como en las industrias, o por la presencia personal de los antiguos directores en los bancos nacionalizados. Sólo dos ejemplos: en la vicepresidencia de los ferrocarriles figura un representante de la Banque Lazard y a su lado se sienta otro de la Banca Rothschild. Prácticamente el capital financiero orienta las empresas nacionalizadas. Así, las minas de carbón eran agraciadas antes de la guerra con gruesos beneficios. Pero la tendencia de los grandes capitalistas ha sido fijar precios bajos al carbón para utilizar DE OCTUBRE A SETIEMBRE 103 esos productos en sus industrias, modernizadas con el aporte del Estado. Actualmente las empresas carboníferas sufren déficits crecientes, soportados por la masa de los contribuyentes; esta "transferencia" de beneficios de un sector a otro de la economía manifiesta mejor que otra explicación la "independencia" de las empresas nacionalizadas con respecto al capital financiero. La prensa imperialista arroja sobre los mineros las culpas de la falta de rentabilidad de las minas. Pero las estadísticas demuestran que el obrero francés pasó de extraer 934 kilos en 1945 a 1.307 en 1951. El tema excede este espacio. Los apologistas del rejuvenecimiento del capitalismo difícilmente podrían alterar estos hechos. 104 JORGE ABELARDO RAMOS AMERICA LATINA ENTRA EN ESCENA Tibor Mende ofrece a los lectores de Europa su visión de América Latina. Este continente espectacular, es más conocido por sus terremotos y motines, por su fauna salvaje y sus materias primas que por sus problemas, sus ideas y sus hombres, Al perder Europa el control de sus intereses en Latinoamérica, adquirió en cambio una comprensión mayor de nuestros fenómenos políticos y sociales. Esto es muy fácil de explicar: los ingleses comprenden mucho mejor la situación de Indochina que la de la India, exactamente al revés de lo que les ocurre a los franceses. La superficialidad legendaria de los periodistas norteamericanos que visitan nuestras tierras se deriva de los formidables intereses que las corporaciones de Wall Street poseen en América Latina: su ecuanimidad se nubla por este detalle. A los periodistas que como Tibor Mende pertenecen a potencias viejas y desplazadas, el destino les concede la oportunidad de ver y relatar objetivamente lo que han visto. No siempre la aprovechan, por supuesto, ya que la burguesía tiene a su servicio un tipo muy definido de periodista, pero en todo caso Tibor Mende refleja en su libro "América Latina entra en escena" los méritos y los defectos de la vejez de Europa. La palabra "imperialismo yanqui" no lo asusta. En Europa la comprenden cada vez más y Tibor Mende intenta exponer al lector europeo de su libro el entrelazamiento entre la política latinoamericana y el capital extranjero. Provee datos en abundancia. No se trata por cierto de una obra destinada a ahogar el ocio del público francés. Pertenece más bien al género de libros que reflejan el interés creciente de la burguesía europea por nuestros mercados. La tradicional claridad intelectual francesa, particularmente cuando sus inversiones no están en peligro, permite a Tibor Mende desarrollar ampliamente sus ideas sobre las "revoluciones sociales" que se desarrollan DE OCTUBRE A SETIEMBRE 105 actualmente en América latina. Esto último, aunque no sea completamente cierto, permite señalar una relativa independencia de juicio que podrían imitar otros periodistas en sus visitas relámpago al continente latinoamericano. En notas sucesivas destacaremos aquellas observaciones del autor de "America Latina entra en escena" que no sólo nos permitirá conocer las ideas de un europeo ante nuestra historia presente, sino también evaluar los datos fundamentales de la realidad latinoamericana, su drama y su destino. AMERICA LATINA A VUELO DE PAJARO Al comentar el libro de Tibor Mende "América Latina entra en escena" observemos ante todo que su autor procede como un europeo típico: considera a nuestro continente de habla hispano-portuguesa como un budín africano, como un montón de naciones diferentes. Y como todos los extranjeros imperialistas, tiende a subrayar en sus comentarios aquellos elementos que nos separan o distinguen de nuestros vecinos, oponiendo así lo secundario a lo principal; diluye en la imagen del lector, la unidad latinoamericana que subyace en su historia, manifestada cotidianamente en su lengua, su cultura, su común teatro geográfico y la rigurosa necesidad impuesta por su crisis económica. No obstante estas reservas, debemos reconocer que Tibor Mende encuentra algunos hechos de interés y no teme escribirlos: "La prosperidad del Brasil —afirma— ha sido siempre transitoria. Invariablemente ha dependido de la aparición espectacular de una nueva tabla de salvación. Durante cuatrocientos años la economía del país ha estado dominada por una serie de monocultivos: la madera, el algodón, el azúcar, el caucho, el cacao, el tabaco, precedieron la arremetida contra el oro en 1700. Después del oro el país conoció nuevamente altas y bajas, períodos de esperanza y de desaliento. Pero siempre surgía algo nuevo. Hoy día es el café". Tibor Mende alude también al hecho de que la "superficie cultivada representa apenas un 2 % del suelo brasileño y solamente la mitad de esta superficie está dedicada a la producción de artículos de consumo. Hay inmensas regiones de Brasil en donde millones de personas están menos que subali mentadas y se mueren de hambre 106 JORGE ABELARDO RAMOS justamente en medio de una sobreabundancia potencial". El autor deja en el tintero la explicación esencial de la cuestión: el monocultivo o sea la exportación de un solo producto lanzado al mercado mundial como fundamento de la capacidad de importación, es el rasgo específico con que el imperialismo ha deformado la economía brasileña, como tantas otras en el continente, y constituye el sinónimo del coloniaje latinoamericano. Suponer como Tibor Mende que un país elige por sí mismo una política económica y luego la abandona cuando comprueba que no le conviene es desconocer el desarrollo histórico de los Estados coloniales y semicoloniales, que sólo logran dejar atrás el monocultivo y la inercia general mediante la higiene de una revolución. Sólo esta movilización popular en gran escala permite modificar una política económica colonial y reemplazarla por otra que responda a las necesidades nacionales. Pero si Tibor Mende maneja discretamente las estadísticas, cuando entra en el campo del análisis político, su pluma tiembla de pudor. BRASIL: INDUSTRIA PESADA Y SALVAJISMO Tibor Mende parece asombrado por el carácter ambivalente y contradictorio de Vargas. No acierta a explicarse cómo dicho político ha pasado alternativamente de revolucionario ardiente en el movimiento de 1930 ("contra la plutocracia y los magnates del café") hasta el Estado Novo en 1937 con sus ribetes fascistas, y desde su posición francamente pronorteamericana a una actitud fría y distante hacia el país del Norte en 1945. Las perplejidades de nuestro autor no ayudarán mucho a sus lectores, pero ilustran bastante bien sobre la solvencia de este género literario que consiste en fotografiar un país en seis semanas y agotar el análisis de un continente mediante la reducción al absurdo, esto es, mediante la conocida antítesis de la "democracia" y las "dictaduras". Digamos en primer término que la versatilidad de Vargas reflejaba de manera notable la cambiante relación de las clases sociales del Brasil en un agitado período de la historia contemporánea. Brasil era en la década del 30 un p aís escasamente centralizado, en cuyos Estados y sus intereses respectivos se expresaban las tendencias centrífugas de una comunidad heterogénea en formación. Recién en 1935 DE OCTUBRE A SETIEMBRE 107 Vargas pudo realizar, en un acto simbólico, la anulación de los estandartes y enseñas estaduales que perpetuaban los factores dispersivos de la precaria unidad brasileña. En realidad, apoyándose en los Estados menos fuertes, como Río Grande del Sud, Vargas enfrentó al principio a los dos Estados cafeteros, San Pablo y Minas Geraes, que dictaban la política económica del Brasil desde los tiempos del imperio. El ascenso de Vargas al poder en 1930 restablece en cierta medida el equilibrio brasileño, buscando constantemente apoyarse en uno u otro grupo social o estadual para hacer su política. La impetuosa industrialización del Estado paulista, grandemente favorecido por su situación geográfica, su clima y sus vías de comunicación, aporta al panorama brasileño un nuevo factor que robustece a la orientación primordial de Vargas hacia una modernización técnica del país. Los grandes intereses norteamericanos aliados a los sectores más atrasados de la economía brasileña, del mismo modo que el espíritu proimperialista de la burocracia administrativa brasileña, constituyen para Vargas un obstáculo que debe tomarse en consideración para evaluar correctamente su política. En el Brasil se combinan la industria pesada y el salvajismo, la selva impenetrable y el nylon, los aviones a chorro y las comunidades primitivas que ignoran la existencia del jabón; bajo estas condiciones de inestabilidad en la propia estructura, es fácil deducir que una política brasileña no puede ser siempre coherente y que Vargas debe conjugar a la vez los intereses de los estancieros del Sur, de los industriales paulistas, de los plantadores de café y de la naciente clase minera. A Tibor Mende, que ha olvidado la guillotina con que los jacobinos cortaron la cabeza del feudalismo francés o el hacha de Cromwell, le parece muy simple aplicar la palabra "dictadura" para calificar un proceso que no comprende. Lo que Inglaterra hizo en el siglo XVII y Francia en el siglo XVIII, América Latina debe realizarlo en nuestro siglo. Vargas es, en todo caso, un tímido y vacilante descendiente del grupo social en cuyo beneficio se hizo la Revolución Francesa. Como era lógico esperar, si Tibor Mende no comprende este hecho, mucho menos aceptaría reconocer que sólo la moderna clase trabajadora brasileña podrá realizar hasta el fin la revolución democrática, cuyo más importante capítulo es la incorporación del Brasil a una Confederación de pueblos latinoamericanos. 108 JORGE ABELARDO RAMOS LA DIPLOMACIA BRITÁNICA FUNDA UNA NACIÓN EN SUDAMER1CA Bien, este señor Tibor Mende es un corresponsal viajero perfecto. Al llegar a Montevideo advierte, con cierto tono donde se mezcla la complacencia y el desprecio, que su ambiente le recuerda a Luxemburgo: "El número considerable de empresas de pompas fúnebres y la muchedumbre que llena las pastelerías revelan las mismas preocupaciones: vivir bien y morir con dignidad". Este género de chascarrillos agrada al lector de Mende que, en los crepúsculos glaciales de París, evoca con los ojos del espíritu, —las piernas cerca del fuego— estas ciudadelas sudamericanas. Lo único que ve Mende al pasear por la avenida 18 de Julio, es esa clase de prosperidad que inevitablemente florece en todas las capitales del mundo junto a las casas de cambio, las agencias de viaje y los bares de lujo. Esto le basta, repitiendo la falacia de Jules Romains, que al visitar Viena en los años espantosos de la crisis mundial, declaraba gozosamente estar encantado de ver muy concurridas las confiterías, Tibor Mende no ha visitado las viviendas obreras del Cerro ni conoce la situación real de la clase obrera uruguaya, que soporta sobre sus espaldas el peso de una industria ahogada por un mercado estrecho. Le conmueve en cambio el sistema de legislación social y no se ahorra el lugar común de llamar al Uruguay la Suiza de América. Sus lectores europeos ignoran en consecuencia que Montevideo es, desde los años del viejo bloqueo anglo-francés, la plaza fuerte del imperialismo extranjero dirigida contra la Argentina. Deja en el tintero la noticia de que el ministro Canning decidió la fundación de un Estado tapón en el Río de la Plata, para impedir que un solo Estado sudamericano, transformado en gran potencia, pudiera controlar los litorales atlánticos y sobre todo los dos puertos del estuario. La creación de esta Gibraltar tuvo la misma justificación histórica que la creación de Panamá o que el establecimiento efímero de la República de Tucumán. Para impedir que surgiese de cualquier manera una nación de habla castellana que abarcase el continente entero, Gran Bretaña en el siglo pasado y sus sucesores en el presente siglo, se consagraron a estabilizar las pequeñas soberanías. Así, Montevideo —pero no el pueblo trabajador uruguayo— fue el centro de todas las conspiraciones DE OCTUBRE A SETIEMBRE 109 contra las conquistas sociales del pueblo argentino. Tibor Mende no ha notado nada de esto; si lo hubiera advertido, no hubiera podido publicar su libro. El equilibrio interno uruguayo es vital para el imperialismo, que lo ha convertido en una plataforma esencial de su estrategia antilatinoamericana. Al lector de Europa, es posible engañarlo; probablemente lo desea, puesto que no le interesa el destino de este continente. Pero a los hombres y mujeres de América Latina ya nos fatiga este tipo de gran reportaje cuya condición común es la velocidad de sus autores y su escaso calado. TIBOR MENDE, ADMIRADOR DE LA PRENSA "SERIA" Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena" (gran título, muy por encima de la realización del autor), se ocupa también de proporcionarnos una imagen de Chile. No se reduce a la técnica descriptiva de los manuales geográficos, sino que su ambición lo lleva más allá. En efecto, Mende intenta caracterizar el tipo psicológico chileno. Sus errores pasarán a la regocijante antología de los libros sobre América Latina que han forjado un mito para uso europeo. Tibor Mende, después de aludir a los aportes inmigratorios que han contribuido a integrar el actual pueblo chileno, declara: "Aunque predomina la dulce raza andaluza, Chile ha recibido un aporte más considerable de sangre nórdica que cualquier otro país de América Latina. Otro factor esencial es la influencia de la sangre araucana, cuya importancia no debe subestimarse. De ahí provienen la pesadez y la lentitud, la tristeza inherente al carácter indígena, la melancolía inspirada por los bosques sombríos, y esa ausencia de alegría tan típica, esa falta de juventud que, indiscutiblemente, han marcado a los chilenos". Los banqueros, los altos burócratas y también los periodistas ligados al imperialismo se alojan habitualmente en el lujoso Hotel Carrera de Santiago. Bien, ni siquiera desde su "grill" es posible ignorar que lo que distingue al pueblo chileno no es la tristeza más o menos indígena, sino una alegría vital que choca extrañamente con sus condiciones de vida. Si tomamos este ejemplo al azar entre las opiniones de Tibor Mende es solamente porque, al margen de la política, demuestra su ligereza notable. El autor de esta obra no parece tomar muy en serio a Latinoamérica, 110 JORGE ABELARDO RAMOS reflejando quizás en su espíritu el estado de ánimo del público de Europa, muy poseído del prejuicio de su superioridad frente a la difundida barbarie sudamericana. Refiriéndose al periodismo chileno, Mende anota que "Chile es el único país del mundo en que el mejor y el más serio de los periódicos, «El Mercurio», tiene el mayor tiraje". En América Latina, la palabra "serio", en conexión con el periodismo, es poco seria. Se llama generalmente "prensa seria" a ese tipo de órganos periodísticos mastodónticos que, gracias al apoyo de la burguesía comercial y del imperialismo, logra alcanzar en el país respectivo una desproporcionada importancia. Prevalido de este apoyo extranjero, mediante generosos avisos, el periodismo "serio" constituye en todas partes una columna del libre comercio, de la "solidaridad panamericana", del estatuto colonial, de la reacción antiobrera, del imperialismo intervencionista. Ejemplo de este tipo de periódico fue "La Prensa" en la era de los Paz, o precisamente "El Mercurio" en Chile. El imperialismo ha distribuido a lo largo del continente una red de grandes diarios, a los cuales nunca l es falta papel, maquinarias modernas y excelentes servicios noticiosos de origen imperialista. Asumen en cada Estado el papel de "fiscales de la opinión", pero de la opinión imperialista extranjera. Son vacas sagradas, munidas de un juicio infalible, e intangibles, puesto que desempeñan en nuestra época el papel que en otros tiempos tenían las tropas <le ocupación. Bajo la máscara de su "imparcialidad", la "prensa seria" asfixia, o pretende asfixiar, los gérmenes o manifestaciones del pensamiento nacional independiente. LA INCOMUNICACIÓN DE AMERICA LATINA Si fuera necesario un solo ejemplo para demostrar la completa balcanización espiritual y política que el imperialismo ha impuesto a los pueblos de América Latina, señalaríamos el desconocimiento recíproco que se tiene en Chile y Argentina de nuestra respectiva historia contemporánea. Millones de personas en ambos países conocen hasta detalles de la vida personal de Franklin Roosevelt, pero probablemente ignoran quién fue Alessandri o Yrigoyen. Extiéndase este ejemplo a DE OCTUBRE A SETIEMBRE 111 todos los campos y veremos que el imperialismo nos ha disociado, como método sistemático para dominarnos. En Buenos Aires o Santiago de Chile se sigue al día el último acontecimiento literario de París, Londres o Nueva York, pero no rige la misma norma para que el público argentino, chileno o latinoamericano en general, esté informado, aun someramente, del desarrollo literario y político del propi o continente de habla española. Por supuesto Brasil está encerrado, desde este punto de vista, bajo doble llave. La orientación geográfica de los cables submarinos o las conexiones de las teletipos constituyen sólo la infraestructura de una corriente política imperialista que se aplica con el deliberado propósito de tratar a cada uno de nuestros países por separado y de impedir su conocimiento mutuo. Sabemos más de Indochina que de Managua, de Sartre que de Manuel Gálvez o Eduardo Barrios, del senador Mac Carthy que de Scalabrini Ortiz, Cárdenas o Joao Alberto. Esta incomunicación escandalosa de América Latina no La caído del cielo ni ha existido siempre. Como decía Manuel Ugarte, en la época de los generales del siglo pasado, todos éramos americanos, desde México hasta el Cabo de Hornos, y no nos hacía falta que lo aclaráramos con un prefijo para distinguirnos de los yanquis. Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena", ratifica la política yanqui y europea de considerarnos como Estados individuales, como "naciones" conclusas, cerradas en sí mismas. Con semejante visión, no era difícil que Tibor Mende saliese de Latinoamérica como había entrado, esto es, sin comprender nada. Con el puñado de informaciones proporcionadas por revista y libros al alcance de todo turista ha intentado componer un rostro de Chile. Ayer aludíamos a su deformada opinión sobre el periodismo chileno. Incapaz de penetrar en su verdadera naturaleza, Mende supone que el periodismo es algo suprahistórico, colocado por encima de los intereses y las clases. Sin embargo, su negligencia no le impide calificar al primer gobierno de Ibáñez como de "socialfascista", simplemente porque tomó por la garganta a la prensa imperialista, que quería voltearlo. ¿Por qué esta prensa le era hostil? En 1927 Ibáñez reorganizaba la industria del salitre, asociando al Estado a los beneficios de su explotación y buscando una salida chilena y no imperialista a la crisis que se avecinaba. Si en su actual gestión y con el apoyo de las masas populares de Chile, Ibáñez no hubiera temido enfrentar a los agentes del imperialismo parapetados detrás de la fachada 112 JORGE ABELARDO RAMOS parlamentaria y del aparato burocrático y hubiera resueltamente "nacionalizado" la prensa chilena, la revolución popular del país vecino habría salido adelante. Naturalmente, Tibor Mende consideraría esta reflexión como una herejía. Estaría en su derecho. Pero las revoluciones no reciben lecciones de urbanidad de los amos que intentan derrocar. UNA PÁGINA PARA LA ANTOLOGÍA DE LA TRIVIALIDAD Tibor Mende se desplaza en avión y se maneja con cheques en dólares: su visión ocular está impregnada de ese centelleo de los aeropuertos, los bares americanos y las conversaciones híbridas de los diplomáticos. Ahora nos ilustra sobre Centroamérica. Mujeres indígenas de rostros acusados, damas elegantes, caballeros con vasos de whisky en la mano, camareros solícitos de tez oscura, manuales de estadística agraria, todo se combina y se establece en un orden lo más ameno posible en este catálogo "de las Américas" escrito por Mende. Chispazos folklóricos, breves descripciones de las protuberancias orográficas, del costo del hotel, de la gente o la rudeza nativas, profusas tapas ilustradas del "Saturday Evening Post", he aquí algo del heteróclito material que nos brinda este veloz visitante. Su descubrimiento de Panamá ha de ser memorable en la historia de las trivialidades que habitualmente consume el público de Europa y Estados Unidos. Declara solemnemente, (a las dos horas de pisar tierra panameña, que "en un mundo arrasado por las fiebres y las epidemias, las enfermedades prácticamente están proscriptas de la zona del Canal". Esto es probablemente muy cierto, pero lo que no dice Mende es que la zona del Canal y el Canal son propiedades del gobierno norteamericano y que los obreros, soldados y técnicos yanquis que allí trabajan y viven ganan salarios en diferente manera que los percibidos por ciudadanos panameños, parias en su propio suelo. Esta desigualdad irritante ha originado reiteradas protestas hasta del gobierno de Panamá, generalmente muy cortés y respetuoso de las ilegítimas prerrogativas yanquis. Tibor Mende agrega, para no dejar lugar a dudas sobre los méritos de su vertiginosa mirada, que "desde que el primer transatlántico franqueó las esclusas, el 3 de agosto de 1914, Panamá no ha dejado de vivir del Canal y vive tan bien como para no preocuparse de sus otras posibilidades". Esta infamia no es deliberada, sólo DE OCTUBRE A SETIEMBRE 113 es un pecado accesorio de la frivolidad de nuestro autor y no hay que acusarlo demasiado: él sirve a su clientela muy lejos de aquí y los errores de detalle le serán perdonados. Tibor Mende no dice que en una noche de hace medio siglo los agentes diplomáticos de la "política del garrote" provocaron una revuelta a sueldo en la provincia norteña de Colombia y que al día siguiente la victoria de esta provocación internacional hacía nacer la República de Panamá, provincia colombiana. Como el Senado de Colombia se había opuesto hasta ese momento al otorgamiento de una concesión a Estados Unidos mediante la cual se entregaba parte del territorio nacional para construir el famoso Canal, la aparición de Panamá en el "concierto de las repúblicas civilizadas" (como decía el órgano socialista de Juan B. Justo en Buenos Aires) se debió a un complot imperialista. Que antes de hablar de Panamá nadie olvide que forma parte de Colombia, del mismo modo que cuando se mencione a cualquier Estado latinoamericano debe indicarse que forma, parte de un gran país continental en formación. Tibor Mende ha faltado a esta exigencia, pero según parece el avión lo aleja de las miserias terrestres. MENDE DESCUBRE EL AZÚCAR DE CUBA De un salto Tibor Mende ha pasado por América Central, abandonando con hastío el calor sofocante, los golpes de Estado y los millonarios nativos. Ahora está, en las páginas de su libro "América Latina entra en escena", en la Isla de Cuba. Nos informa que el imponente Capitolio costó 20 millones de dólares, y que según la opinión de su chofer, no sirve para nada; que los políticos cubanos son altamente corrompidos y que no se fatigan en la tarea de robar; que las cubanas son muy bellas y aman el amor, como Lord Byron; que el dinero también interviene en esta esfera y que la honradez es una virtud casi extinguida en Cuba. Proporciona al lector algunos hechos económicos, por los cuales puede apreciarse que el azúcar constituye la riqueza de exportación más importante de la Isla, y al mismo tiempo la fuente de sus inquietudes políticas y sociales. Mende añade que de acuerdo con las informaciones recogidas "en la calle", la política es la ocupación más lucrativa de Cuba, después del turismo. Prescindiendo de la porción de verdad que encierra esta afirmación de un europeo en tránsito, observemos que casi todos los 114 JORGE ABELARDO RAMOS libros del mismo género coinciden en mostrar como en un ramillete las aberraciones de nuestra vida social, económica y política, señalar sus fenómenos degradantes, la ignorancia y la corrupción, la venalidad y el crimen político, la mendicidad y las violencias de América Latina. No se olvidan de señalar nada. Lo único que dejan en el tintero es que somos un país irrealizado, que nuestra división es la causa principal del escaso desarrollo de las fuerzas productivas del continente y que el imperialismo es el principal sostenedor de esta balcanización. Dicho en oíros términos, el visitante extranjero bien comido hace como los agentes del imperialismo: degradan al país y luego menean la cabeza ante la degradación. Embrutecen al indio con la coca, hunden al país en el marasmo o importan o reexportan drogas —como los ingleses en China en el siglo pasado— ya que luego vendrá una comisión de la ONU, la UNESCO o la DDT a levantar estadísticas del vicio y a publicar voluminosos informes (en tres idiomas) adquiribles en las mejores librerías de Nueva York o Lima, en los que se aconsejará a los últimos quechuas sobre la conveniencia de vivir con higiene y de no envenenarse. Tibor Mende procede más o menos así en su examen aéreo de Cuba. En apariencia, abomina de los magnates cubanos que dilapidan sus dineros mal habidos en los clubes nocturnos, pero no habla de su subordinación a los dictados del imperialismo y de la valentía de su pueblo contra la dominación extranjera. Por supuesto, considera a Cuba una nación. Tibor Mende ignora los problemas del Caribe, pero, buen conocedor, aprecia su ron. EL IMPERIALISMO ALIMENTA LAS DIVERGENCIAS REGIONALES Por fin llegamos a México. Nuestro autor se ha sentido subyugado por el encanto (que él no acierta a definir) del pueblo mexicano, de su caudaloso pasado histórico y de su complejo presente. Pero nada puede intimidar a un turista resuelto a escribir un libro. Lo primero que salta a la vista de Tibor Mende en tierra mexicana, es la diversidad de sus grupos étnicos, los problemas del mestizaje, el aislamiento en que viven las distintas comunidades indígenas mexicanas. Se apresura a declarar que en el censo de 1940 encontró mencionada la existencia de treinta lenguas indígenas diferentes habladas en México. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 115 La simpatía y minuciosidad con que los filólogos británicos estudiaron los ochocientos y tantos idiomas que se hablan en la India, estaba dictada por la necesidad imperialista de persuadir al mundo y a la misma India que una masa de contradicciones de todo género impedía verdaderamente la unidad nacional hindú y nacía necesaria (por las rivalidades raciales y lingüísticas consiguientes) la intervención paternal del imperio británico. Todos los imperios conocidos, desde Roma hasta hoy, han aplicado frente a sus colonias y semicolonias una política central, que es la de buscar, encontrar o inventar antagonismos reales o potenciales de los pueblos que dominan con el fin obvio de asegurar su control sobre el conjunto. De ahí que se haya introducido en el alma de los europeos o norteamericanos cultos, nociones que en apariencia han escogido por su libre albedrío, pero que en realidad son simples productos culturales creados por el imperialismo. Así, en este caso, Tibor Mende se interesa no por los problemas de la unidad de América Latina, sino por las cuestiones de su diversidad, no por sus tendencias centrípetas, sino por sus tendencias centrífugas. Esta curiosidad no es desinteresada, como es fácil comprender, ya que después de un siglo de hablarse, escribirse y divulgarse universalmente la idea de que en América Latina existen veinte naciones diferentes, parece pueril o titánico propagar la sencilla y honesta idea de que en América Latina no existen esas veinte naciones sino, en realidad, veinte provincias que no han logrado unirse todavía. EL INDIGENISMO Y LA INTEGRACIÓN NACIONAL LATINOAMERICANA El indigenismo, como lo hemos afirmado en otros artículos, resulta ser, paradójicamente, no sólo la sincera reivindicación de los derechos pisoteados del indígena latinoamericano, sino en realidad una corriente cultural y política que estimula el imperialismo con el objeto de levantar nuevos factores, de división y de disociación en nuestro continente ya suficientemente dividido. El interés con que los antropólogos y etnólogos extranjeros se ocupan de investigar y clasificar todos aquellos documentos y testimonios de comunidades, razas, lenguas, dialectos o culturas precolombinas, está dirigido conscientemente a ocultar el hecho de que América Latina está unida por un idioma románico ligado a la cultura occidental y 116 JORGE ABELARDO RAMOS que constituye el principal elemento coagulante de nuestro vasto país inconcluso. El idioma español, si dejamos a un lado su variedad dialectal, entre otras el portugués, es común a la inmensa mayoría del pueblo latinoamericano. Si en México existen aún treinta y tres lenguas indígenas que son más bien dialectos extraordinariamente pobres, ausentes de una literatura, instrumentos primitivos de comunicación entre comunidades que, como dice Tibor Mende, no ascienden a más de 500 personas, se debe a que el desarrollo histórico de México ha sido reprimido y desfigur ado por intervención norteamericana, la que ha amputado a su territorio grandes porciones geo- gráficas en el siglo pasado. La acción del imperialismo en México es suficientemente conocida para que insistamos ahora en ello, pero es bueno anotar que sólo un desarrollo económico capitalista de la economía mexicana o, dicho en otros términos, la realización completa de la revolución agraria que inició Zapata y continuó Cárdenas, podrá incorporar a los campesinos indígenas y a las comunidades primitivas de México a todo el mercado mexicano y latinoamericano, lo que permitirá disolver en esa unidad, los últimos vestigios de las agonizantes culturas indígenas. Para que podamos darnos una idea de cuál es el método que utiliza Tibor Mende para estudiar la realidad de México, nos permitiremos transcribir el siguiente párrafo en el que alude a la situación de las comunidades primitivas: "En muchas de estas zonas de cultura folklórica el idioma español oficial y las prácticas de la administración central son consideradas como extranjeras y aún sospechosas, y chocan con el instinto de conservación obstinado de esas comunidades locales específicas. La geografía es el obstáculo más grande que México ha encontrado hasta el presente en el camino del progreso". .. ¡El factor geográfico un elemento decisivo en el progreso de México! Si bien este determinismo vulgar no ha de satisfacer a los lectores europeos de Tibor Mende, tampoco están interesados en comprender mucho. Resulta asombroso que un visitante de México, por más superficial que sea, se permita en pleno siglo XX afirmar muy suelto de cuerpo esta enormidad. Ese México sacudido por guerras civiles interminables, invadido media docena de veces por tropas extranjeras, agitado por guerras campesinas, ocupado por el ejército francés que coronó a un vastago balbuciente de los Habsburgos, ensangrentado por terratenientes, por los agentes petroleros y por poderosos vecinos, debe soportar aún libros de este 117 DE OCTUBRE A SETIEMBRE género. Digamos en síntesis que la geografía pudo jugar un papel preponderante en los períodos históricos en que la humanidad vivía en la Infancia de su técnica, pero a partir de los siglos XVII XVIII la geografía ha tenido en el desarrollo histórico de cada país un papel cada vez menos importante, si tenemos en cuenta la existencia de las metrópolis imperialistas, de las colonias y de las semicolonias, La elección de la geografía como factor determinante de la moderna historia de México demuestra, si no la ignorancia de nuestro autor, por lo menos la polvorienta sabiduría del imperialismo. En una época como la nuestra, ni siquiera John Gunther puede usar tal argumento. MÉXICO PARA TURISTAS Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena", no puede sustraerse al verdadero paisaje mexicano. Recordemos su imagen de un indiecito vestido con andrajos, con su cabeza embutida en el gran sombrero charro, contemplando con una mirada triste y asombrada el gran globo terráqueo que gira, luminoso, en la vidriera feérica de una compañía norteamericana de aviación. La televisión y la comunidad primitiva, el indio descalzo y el avión a chorro, el hotel suntuoso y el hambre secular, las turistas yanquis comiendo langosta chilena en las terrazas y los indios que llegan de aldeas lejanas calentando frijoles traídos de su tierra: así es México. Pasaremos por alto la interpretación de la historia de México que formula Tibor Mende. Es perfectamente comprensible que no se pueda cumplir esta tarea con manuales. Sólo diremos a este respecto que Tibor Mende coincide en todos sus puntos con la versión oficial que de la historia contemporánea de México puede leerse en las bibliotecas e institutos de los Estados Unidos. En efe cto, veamos cómo este periodista europeo se inclina ante la leyenda oficial: "En 1836, Texas se rebeló, separándose; la guerra con los Estados Unidos (1846-1848) condujo a la pérdida de lo que constituye hoy los Estados de Nuevo México, de Arizona y de California". Digamos, en primer lugar, que en 1836 Texas se rebeló, en efecto; pero es imprescindible para todo latinoamericano y aun para los ciudadanos europeos y norteamericanos saber de qué manera se gestó ese movimiento coronado por la 118 JORGE ABELARDO RAMOS escisión del rico territorio texano de la soberanía mexicana. La política de expansión territorial norteamericana hacia el sur puede afirmarse que coincide con los comienzos mismos del desarrollo capitalista norteamericano. Por esa misma fecha, un senador del Oeste proclamaba que "la bandera estrellada debe flamear desde Nueva York hasta la Patagonia". Recogiendo esas mismas palabras, el gran escritor argentino Manuel Ugarte señalaba a los pueblos latinoamericanos, en sus resonantes giras continentales a principios de siglo, que las fronteras políticas de América Latina terminan en la frontera de México con los Estados Unidos, y que había sonado la hora histórica de la unidad nacional de nuestros pueblos. De esta manera estaba ya planteada en esos años una disyuntiva que Tibor Mende, en plena coincidencia con la versión norteamericana, aparenta ignorar. AMERICA LATINA ES UNA NACIÓN En notas anteriores hemos comentado el libro de Tibor Mende "América Latina entra en escena". Intentamos demostrar que su autor, enriqueciendo la tradición americana euro de ridiculización e incomprensión de nuestro continente, ha rehusado buscar la clave de nuestro pasado histórico y evaluar correctamente nuestra situación presente. Para Mende, como para la mayor parte de los norteamericanos, europeos y cipayos latinoamericanos, la idea misma de la "unidad de América Latina", posee un carácter meramente acústico, destinado a las celebraciones episódicas o a las conferencias diplomáticas. En la práctica, conciben el destino de Latinoamérica como si la balcanización impuesta por el imperialismo constituyera una realidad necesaria, permanente e inevitable. Esto probaría que el imperialismo no sólo vence, sino que también convence y que el intelectual más "puro" o "imparcial” está muy lejos de poseer independencia mental frente a los hábitos ideológicos que el capital extranjero crea. ¿Qué importancia tendría actualmente Francia si en lugar de realizar su unidad nacional hubiese dado nacimiento a la República de Normandía, la de Provenza o a la de Alsacia? No faltarían seguramente otros Tibor Mende o John Gunther que al visitar el territorio francés escribiesen —por cuenta del Imperio inglés— amenas crónicas sobre la psicología "nacional" normanda, provenzal o DE OCTUBRE A SETIEMBRE 119 alsaciana. Si ellos se han olvidado de sus propias revoluciones es justo que nosotros no olvidemos las nuestras y, sobre todo, la que aún está por hacerse y que no puede tener otro corolario que la unidad nacional de nuestros pueblos. Todo esto parece pura fantasía a los "intelectuales", "políticos" o "estadistas", vendidos al imperialismo, en dinero o en espíritu, y para los cuales la "política práctica" es todo. Estos "políticos prácticos" se han desvalorizado bastante, sin embargo, como lo prueban las derrotas sufridas en Argentina, Chile, Bolivia y otros Estados latinoamericanos, cruel testimonio que la historia presenta para reiterar a las fuerzas del pasado que sólo los movimientos populares son creadores y que sólo la fórmula de Dantón —"audacia, más audacia y siempre audacia"— garantiza la renovación victoriosa de un país. Lo "práctico" es, en este plano, ilusorio, y las grandes ideas engendran una grandeza real. Tibor Mende no puede comprenderlo, pero los latinoamericanos están obligados a ello, pues no tienen destino sin esa unidad. 120 JORGE ABELARDO RAMOS BUROCRACIA Y PROLETARIADO EN LA REVOLUCIÓN RUSA Los expertos del Departamento de Estado están aturdidos. El "enigma ruso" continúa proporcionando sorpresas feroces. Si esto ocurre a los "expertos" es fácil presumir el desconcierto de los eme no lo son. Numerosos estadistas se incluyen en esta última categoría. Pero en estas explosiones del régimen soviético no hay nada enigmático y estas "sorpresas" pueden insertarse en una perspectiva prevista. Nada más absurdo que buscar en las "ideas" o actitudes políticas de Beria la explicación de su desgracia. Será más justo buscarla en el Beria real, no en el ideal, vale decir, en el jefe de la policía política de un régimen socialista-policíaco. No existe ninguna divergencia fundamental entre Beria y Malenkov. Ninguno de ellos es más "blando" o más "duro" que el otro. Se trata, por el contrario, de una lucha sin principios librada entre dos sectores antagónicos en las cumbres de la casta gobernante. Stalin era un "viejo bolchevique"; representaba, hasta cierto punto, la combinación entre las tradiciones de la Revolución de Octubre y los intereses de los nuevos administradores del Estado, extraños a esa tradición. Toda la fuerza de Stalin residía en ser un nexo de unión entre los grupos divergentes de la sociedad soviética. La famosa realización del "socialismo", propagada por los periodistas a sueldo en todo el planeta, no ha podido ocultar la subsistencia del fardo de barbarie heredado de los regímenes anteriores, barbarie técnica y cultural que los planes económicos no han podido todavía abolir. Ni el socialismo "a paso de tortuga" preconizado por Bujarin, ni el "comunismo triunfante" anunciado por Stalin respondían a la verdad objetiva. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 121 La revolución de 1917 llevó al poder al partido de los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin y Trotsky. Las previsiones de los teóricos del marxismo se basaban en que la burguesía de los países capitalistas desarrollados, agotada su misión histórica, debía ceder su lugar, por la persuasión o la violencia, a la clase obrera, heredera de los sistemas de producción de la vieja sociedad y organizadora de un régimen enteramente nuevo, capaz de satisfacer las necesidades sociales en una economía planificada. Sometidas a las leyes de la razón las tendencias anárquicas de la economía, la abundancia general permitiría la desaparición del aparato represivo del Estado y su reemplazo por un instrumento administrativo sin fuerza coactiva. Del reino de la necesidad se saltaría al reino de la libertad. Sin embargo, la revolución no triunfó en el país capitalista más evolucionado de Europa sino en el más atrasado, y la realidad impuso como tarea insoslayable no la realización de la revolución socialista sino la revolución burguesa y sus tareas democráticas. La NEP (Nueva Política Económica) fue la cruel advertencia que la realidad impuso a la conciencia de Lenin y que este político aplicó con su realismo habitual. Si bien la NEP contenía en germen el desarrollo del capitalismo de Estado, también encerraba en cierta medida el terror policíaco, la exterminación de los fundadores del régimen soviético y los sangrientos procesos de Moscú, que serían el trágico corolario de una gran derrota del proletariado. Con la caída de Beria comienza la crisis en el cuerpo mismo de la casta gobernante. En la primera explosión de esta índole, pero no será la última. LA POLICÍA ES INMORTAL La revolución triunfante en 1917 se encontró con. un imperio en ruinas, con una economía agraria enormemente atrasada y con una burguesía liberal insignificante y precozmente senil que no se atrevía a acometer ni a realizar su propia revolución. La revolución agraria y la resolución de la cuestión de las nacionalidades fue enfrentada por un partido obrero, representante de un proletariado industrial concentrado, pero en condiciones minoritarias con respecto al resto del país. Los primeros pasos del régimen soviético se caracterizaron por una economía improvisada, calificada de "comunismo de guerra", pero que económicamente debía traducirse por una expresión más clara: se trataba de una economía caótica en las 122 JORGE ABELARDO RAMOS condiciones de una guerra librada por los comunistas contra una intervención del imperialismo extranjero. La guerra civil duró cuatro años, desorganizó más aún la producción de Rusia y diezmó a los más enérgicos representantes de la generación revolucionaria. Lenin presidió el gobierno. Trotsky organizó el Ejército Rojo y luchó sobre 14 frentes de batalla, Stalin acometía el problema de las nacionalidades no rusas, Djerzinski organizaba la Cheka. La Cheka fue el "Comité de Salud Pública" de la revolución rusa. Como todo movimiento revolucionario triunfante, su primer deber era subsistir. Los enemigos externos se enfrentaban con el Ejército Rojo, los enemigos internos con la Cheka. Por primera vez en el poder, los obreros y campesinos debían organizar su propia policía política para prevenir intentos contrarrevolucionarios, detener a los sospechosos o ejecutar a los terroristas. Ya en tiempos de Lenin la Cheka había crecido desmesuradamente, atacada de esa enfermedad que no era específicamente rusa sino propia de los países atrasados, que era la burocracia. No siempre los miembros de la Cheka eran revolucionarios convencidos. Numerosos cronistas independientes testimonian que ya en sus primeros años la policía soviética expresaba los rasgos que justificarían más tarde su fama sombría. Este proceso era perfectamente explicable. Llegaban al aparato del Estado no sólo idealistas salidos de las prisiones del zarismo, sino una verdadera falange de intelectuales sin puesto, de mercaderes quebrados, de arribistas, aventureros o desechos sociales de la catástrofe. Así se integró lentamente una inmensa red administradora que los bolcheviques ya no podían controlar sino a medias y que en el fondo pesaba decisivamente en la orientación práctica del nuevo Estado. El núcleo dirigente de los años revolucionarios quedó cada vez más aislado en el seno de una administración monstruosa y en el corazón de un país en ruinas, con cien millones de campesinos analfabetos que gestaban cada día el capitalismo negado en los decretos. La Cheka adquiría cada día más poderes omnímodos. No sólo eran detenidos los enemigos políticos sino con frecuencia cada vez mayor simples obreros descontentos, campesinos tozudos o pequeños comerciantes del mercado negro. El poder inquisitivo de la Cheka creció en la misma medida que disminuía la tensión de las masas gastadas en las batallas de la guerra civil y exhaustas por las privaciones del período revolucionario. Ese grupo impersonal de nuevos administradores, gerentes DE OCTUBRE A SETIEMBRE 123 de fábricas o altos funcionarios sin contacto con el pasado, pero que constituía un cuerpo numéricamente Imponente en todos los escalones del Estado, adquirió irresistiblemente un espíritu común y comprendió confusamente que tenía algo que defender en el nuevo régimen: sus privilegios, su ración de primera categoría, su alojamiento, sus ventajas de todo origen. Las masas fatigadas y la revolución europea derrotada (en la que los dirigentes rusos habían cifrado todas sus esperanzas) fueron los dos factores que facilitaron el surgimiento de una nueva capa social privilegiada. La Cheka, muerto Djerzinski en 1926, se transformó en GPU y fue el órgano represivo al servicio del nuevo grupo social dominante. LA BUROCRACIA INVENTA EL "TROTSKISMO" Con la nueva casta social de la Unión Soviética, surgieron necesidades políticas nuevas y recobraron validez viejos métodos de la lucha política. Un eminente estadista europeo llamó "burocracia" a esta casta de administradores que tomaba las palancas del poder. La vieja "guardia bolchevique" —los Trotsky, Racovsky, Bujarín, Kamenev, Zinoviev, Rodek— se encontró inesperadamente aislada de la maquinaria estatal y partidaria. Las masas fatigadas dejaron en libertad de acción a los "burócratas" y estos acorralaron a los fundadores del partido y del Estado (excepto Lenin, muerto en 1924), del mismo modo que el grupo de Barras se apoderó del gobierno francés en el Thermidor de la Revolución plebeya de 1789. Así como Robespierre y sus amigos caminaron hacia la guillotina bajo la acusación de "contrarrevolucionarios", que les dirigían los recién venidos de la revolución triunfante —los mismos que prepararon el poder de Bonaparte—, la generación de Octubre fue radiada de los puestos de comando del Estado Soviético bajo un estigma similar. La casta gobernante no llegó de golpe a esta situación. La lucha interna, de la que emergerían Stalin y su camarilla, fue una lucha áspera y difícil. La generación bolchevique se agrupó dentro del partido comunista ruso bajo el nombre de "Oposición Comunista de Izquierda". Su plataforma exigía el retorno a la democracia soviética, el derecho a la vida de todos los partidos y tendencias del movimiento obrero ruso, la adopción de un Plan Quinquenal para impulsar la industria, el 124 JORGE ABELARDO RAMOS desarrollo internacional del movimiento comunista. Pero esta oposición fue vencida por el grupo de Stalin y Beria no con el lenguaje de las ideas sino con los instrumentos de represión del lisiado. Los antecesores de Beria en la dirección suprema de la GPU comenzaron a alejar a los opositores de los puestos responsables del partido y del dispositivo gubernamental. La Oposición de Izquierda fue ahogada por el sistema de presión habitual. Stalin expresó de manera teórica las aspiraciones de la nueva casta: así lanzó la "teoría del socialismo en un solo país", que postergaba "sine die" la propagación de esa doctrina en el resto del mundo y aseguraba a sus sostenedores dentro de la URSS el goce de las posiciones conquistadas. La depresión de las masas soviéticas después de los años agotadores de la guerra civil y el fracaso de las intentonas revolucionarias en Europa Occidental contribuyeron decisivamente a circunscribir el alcance de la revolución rusa a sus propias fronteras. Esto asestó un golpe mortal a la Oposición de Izquierda. Sus principales dirigentes fueron aplastados por la represión de la GPU. León Trotsky fue expulsado del Partido Comunista y deportado a Alma Ata, cerca de la frontera china. Allí empezaría a escribir su famoso libro "Mi Vida", en el cual respondía a las adulteraciones históricas del grupo oficial. Racovsky, antiguo presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo de Ukrania y miembro destacado del partido de Lenin era arrojado a las estepas glaciales del Círculo Ártico. Los dirigentes restantes eran arrestados, fusilados o expulsados de los centros principales del país. Los métodos florentinos del veneno, ingrediente célebre de la lucha política del Renacimiento italiano, recobraron valor en los actos de la camarilla dirigente del Estado. Según Víctor Serge, Krivitsky y otros publicistas europeos, Lenin habría sido envenenado por Yagoda, jefe de la GPU a las órdenes de Stalin, lo mismo que Máximo Gorki, que en sus últimos años habría llegado a convertirse en un testigo molesto para las cumbres del gobierno. Pero la historia personal do Beria aparece estrechamente entrelazada con este trasfondo trágico de la revolución rusa. Su caída estaba precedida por la de los jefes anteriores de la GPU: Yagoda y Yhejov, envenenadores oficiales del nuevo régimen. 125 DE OCTUBRE A SETIEMBRE LA GPU ORGANIZA LOS PROCESOS DE MOSCÚ Lavrenti Beria, del mismo modo que Malenkov, pertenecía a la segunda generación, para la cual la revolución de Octubre constituía un simple recuerdo juvenil y en la que no había tomado parte decisiva. Beria subió en la jerarquía de la maquinaria estatal gracias a la desaparición de la "vieja guardia bolchevique": esto ocurrió en las famosas purgas sangrientas de 1936-1938. Aquellos Procesos de Moscú trazaban una línea de sangre entre dos épocas. La casta social dominante, que había expropiado políticamente a la clase trabajadora rusa, necesitaba eliminar al mismo tiempo a los representantes de la generación revolucionaria que conquistó el poder e instauró la dictadura soviética. A un nuevo grupo social correspondía un nuevo equipo gobernante. Los diccionarios eran expurgados de toda alusión a los colegas de Lenin, los manuales de historia eran refundidos de acuerdo con las necesidades políticas cotidianas de la burocracia. La prensa y los archivos de la prensa, las bibliotecas y las universidades, la Internacional Comunista y las editoriales extranjeras subvencionadas, reflejan este profundo viraje de la Unión Soviética. Los adversarios de Stalin (personificación perfecta de los nuevos intereses y privilegios), eran calificados públicamente de "espías", "agentes de Hitler y Mussolini", "provocadores al servicio del Japón o Inglaterra" y otras expresiones semejantes. La política exterior soviética, cambiante día a día según los desplazamientos de las potencias capitalistas, determinaba la graduación de estos ataques, y la actuación respectiva de los distintos partidos comunistas. De esta manera, mientras la URSS mantenía su neutralidad y su pacto de amistad con Hitler, Francia e Inglaterra eran calificadas como "naciones imperialistas y plutocráticas"; al día siguiente del ataque de Hitler a Rusia, se transformaron automáticamente en "naciones democráticas amantes de la paz". En el plano político-práctico, antes del ataque hitleriano hacia el Este, los frigoríficos en la Argentina, por ejemplo, eran "imperialistas" y se predicaba la organización de sus obreros; al estallar la guerra contra la URSS, Codovilla calificaba de "huelga nazi" todo movimiento sindical de los obreros de esos mismos frigoríficos que ahora eran "democráticos". 126 JORGE ABELARDO RAMOS Fueron los procesos de Moscú los que inauguraron en escala internacional la política de suprimir con métodos terroristas a los adversarios. La GPU, que encabezaría Beria en 1939, ya había comenzado a practicar años antes en todo el mundo, por medio de su División Extranjera, los atentados individuales y los secuestros. Un agente de la GPU, que rompió en 1937 con el aparato policíaco ruso —Ignacio Reiss— apareció muerto en una carretera de Lausaná, en Suiza, del mismo modo que el ex general del servicio secreto militar Walter Krivitsky, apareció asesinado en su cuarto del hotel de Washington en 1941. Ya en 1940 un agente de la GPU llamado Ramón Mercader del Río (alias Jaeques Mornard) asesinaba a León Trotsky en México. La actuación de Beria en estos hechos visibles aseguró su lenta y firme ascensión a las cumbres del poder. Su trabajo y el de sus jefes mereció el inesperado elogio de Mussolini. El dirigente del fascismo italiano escribió, en efecto, en "II Popólo d'Italia", que los Procesos de Moscú que condenaron a las cabezas más destacadas del bolchevismo tradicional "eran el mejor servicio prestado al fascismo". SOCIALISMO EN UN PAÍS ATRASADO Las escuelas sociológicas modernas coinciden en que el llamado cerco capitalista alrededor de la Unión Soviética, lo mismo que el carácter históricamente atrasado de su economía fueron factores decisivos para el surgimiento y consolidación de la nueva casta social. Sólo la audacia del experimento iniciado en 1917 podía originar una contrarrevolución tan profunda y despótica; como la encarnada por Stalin y Beria. Para el movimiento obrero internacional los agentes de Stalin y sus partidos comunistas resultaron un verdadero flagelo. La conducción de las luchas políticas por el Kremlin fue tan catastrófica en China, Alemania, España y otros países que el supremo inspirador de esa política fue calificado como el "gran organizador de derrotas". La política de Moscú y su apoyo financiero a los partidos comunistas, estuvo estrechamente unida a la GPU. En cada comité central de cada partido comunista, en cualquier parte del mundo, actúa un agente no del Cominform, que es la pantalla política, sino de la GPU, que representa directamente el aparato represivo del régimen. Tal es el caso de Togliatti en Italia (que trabajó como agente policial DE OCTUBRE A SETIEMBRE 127 soviético en España), de Codovilla en la Argentina (que participó también en la ejecución de personalidades hostiles a Moscú en la guerra civil española) y de Vittorio Vidali, alias Carlos Contreras, actualmente jefe del Partido Comunista de Trieste. El triunfo personal de Beria en el escalafón burocrático fue el resultado de la liquidación de Yagoda, jefe de la GPU, durante los procesos de Moscú y de su inmediato reemplazante, Yhejov, que resultaban testigos inconvenientes para Stalin y su grupo. Cuando resonaban aún en los sótanos de la Lubianka (sede central de la GPU en Moscú) los disparos de las ejecuciones de los procesos, se abría el capítulo de la Segunda Guerra mundial. El Ejército Rojo entró a la contienda con su generalato decapitado, pues sus principales jefes y estrategas —últimos representantes de los cuadros de 1917—, habían desaparecido en las purgas de las fuerzas armadas. Tal fue el destino del Mariscal Tukachevsky, de Blucher, de Yakir. La actuación de Beria en esa San Bartolomé no ha sido esclarecida por completo todavía, pues los archivos del Kremlin no están abiertos al público. Pero la naturaleza política de su figura y la de sus colegas hace mucho tiempo que están dibujadas por la historia. Justamente porque Beria y su GPU representaban los intereses de un grupo parasitario en la sociedad soviética, su acción e influencia decisiva en los partidos comunistas del mundo entero no podían inspirarse en las aspiraciones nacionales y sociales de la clase trabajadora, sino solamente en la utilización de ésta en beneficio de la política exterior del Kremlin. Así, mientras Earl Browder disolvía el partido comunista norteamericano en 1942, proclamaba su admiración al imperialista Roosevelt y condenaba las huelgas obreras, los comunistas bolivianos ayudaban a la conspiración imperialista que volteó a Villarroel en 1946 y Codovilla se aliaba con Braden en 1945 para jaquear a Perón y aplastar a la clase obrera argentina. Pero Codovilla era un títere: detrás estaba Beria y su clan, que ahora lo sacrifica en una lucha de camarillas. Como al Kremlin no le interesaba en modo alguno la emancipación de nuestro continente, sino simplemente lograr un "modus vivendi" con el imperialismo, jamás comprendió los problemas esenciales de Latinoamérica. Por eso pudo aliarse con las oligarquías antinacionales y reaccionarias del continente, volviendo las espaldas a la gran fórmula histórica de nuestra autodeterminación: los 128 JORGE ABELARDO RAMOS Estados Unidos de América Latina. Los agentes de Beria preferían predicar a los campesinos ecuatorianos el comercio con Ucrania. EL DESTINO DE LA UNION SOVIÉTICA ESTA LIGADO AL DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL El profeta tiene un oficio poco seguro. Tratándose de los acontecimientos internos de la Unión Soviética aquella profesión aumenta sus peligros. La losa policíaca vuelve poco menos que imposible predecir exactamente la evolución de las luchas intestinas de la casta gobernante, así como la significación política específica de Beria, Malenkov o Voroshilov. Todos ellos forman la carne y la sangre de lo que se ha dado en llamar la "burocracia" y sus tendencias íntimas aparecen veladas por la maquinaria de represión. No obstante, la caída de Beria deja sospechar que se preparan hechos importantes. Con Stalin no sólo murió el postrer miembro del Bureau Político de la época de Lenin (los restantes habían sido radiados por el singular georgiano) sino también la cabeza genérica de un poder fundado en las ruinas de una revolución. Con Beria desaparece un participante auténtico y socialmente puro del nuevo grupo privilegiado, un genuino producto del Thermidor. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 129 EL MUNDO COLONIAL FRANCÉS EN BUSCA DE SU DESTINO El fundador del nombre político de la familia Chamberlain —John—, afirmaba enfáticamente: "La raza británica es la más grande de las razas gobernantes que el mundo ha tenido". Los próceres romanos habrán sonreído bajo sus tumbas, pero Jules Ferry no se sintió complacido. Para el padre del imperio francés éste mesianismo imperial de las Islas venía a enfrentarse con el propio desarrollo industrial de Francia, cuyos capitales tendían a volcarse hacia los territorios coloniales y a adquirir nuevas zonas de influencia en todo el globo. Jules Ferry se había formado políticamente junto a Thiers, el sombrío represor de la Comunne de 1871. Era una buena escuela para el futuro conductor de las aventuras coloniales. En 1880, año simbólico en el desenvolvimiento público del imperialismo moderno, era elegido presidente del Consejo de Ministros. Al constituir su gabinete, Ferry se encontró con que Francia poseía un dominio colonial relativamente modesto. Contaba en África con el valle del Senegal, factorías en Guinea y con algunas islas próximas a Madagascar. En el inmenso Pacífico poseía Tahití, mediocre presa, aunque suficientemente decorativa para que los banqueros se transformaran en pintores, a la inversa de la apetitosa África, donde los artistas se convertían en banqueros. En la India controlaba algunos establecimientos pequeños y en Indochina el dominio colonial se enriquecía con la incorporación militar de la Cochinchina y del Laos. Al caer el segundo Imperio, China conservaba una soberanía nominal sobre el Imperio de Annam, en Indochina, pero la presión constante del Quai d'Orsay y la descomposición irremediable de la dinastía manchú hizo perder a China los controles en esa región. Las rivalidades anglo francesas se hacían sentir en Asia como en África, amenazando constantemente con una guerra ínter imperialista. Las fricciones 130 JORGE ABELARDO RAMOS diplomáticas alternaban con las demostraciones navales, con incidentes militares en las zonas coloniales o con los escándalos financieros de las concesiones. Los aventureros comerciales de toda especie, como el famoso Jean Dupuis, Se internaban en China, hacían negocios fraudulentos y se amparaban en la. bandera de los navíos franceses en sus choques con los mandarines. El desarrollo del colonialismo francés está envuelto en esta atmósfera y decorado con las pomposas declaraciones parlamentarias de Ferry, que no vacilaba en afirmar ante la Cámara, la "identidad de intereses entre los capitalistas y la Nación misma". La acción de Indochina debía ser definida por el ministro de Marina en 1881, al manifestar que debía ejercerse "una manifestación material que no tenga totalmente el carácter de una acción militar, pero que sea suficiente para hacer comprender que tenemos los medios necesarios de hacer respetar la voluntad de Francia". Mostrar los orígenes de este imperialismo y las relaciones con sus colonias será sugestivo para comprender no sólo su evolución triunfante sino también la rebelión actual de su mundo tributario. ORIGEN DEL IMPERIALISMO La naturaleza económica del imperialismo está constituida por el capital monopolista. El gigantesco desarrollo de las fuerzas en el siglo XIX llevó a una paulatina e irresistible concentración de la producción industrial. El monopolio surgió de la libre concurrencia como su negación inevitable y abrió la era de todas las formas de las alianzas monopolistas del capital: del cartel, al sindicato y al "trust". Francia no fue ajena a este proceso que se manifestó también en Inglaterra, en Alemania y en Estados Unidos. El alto grado de la concentración industrial determinó que el capital monopolista buscara apoderarse de las fuentes fundamentales de las materias primas. Al mismo tiempo, la transformación del papel de los bancos, de simples intermediarios en verdaderos señores de la economía imperialista, constituye otro de los rasgos característicos del imperialismo moderno. A través de los bancos se ha verificado la fusión de los intereses bancarios e industriales dando nacimiento así al capital financiero, en cuyas manos se concentran DE OCTUBRE A SETIEMBRE 131 las palancas de control de la economía imperialista, la cual abarca esferas de influencia en el dominio de la política, de las finanzas, de la economía, de las actividades privadas y públicas. Pero el imperialismo contemporáneo sería incomprensible si no se añadiera que el monopolio es el hijo legítimo de la política colonial. Al viejo pillaje a las naciones atrasadas ejercido por el capital mercantil en pasadas épocas se añadieron a fines del siglo XIX los poderosos argumentos del capital financiero. La lucha por las fuentes de materias primas, la inexorable necesidad de exportar capitales, la obtención de concesiones y beneficios monopolistas y el control político y directo sobre los nuevos territorios: tales fueron las fuerzas motrices del imperialismo. Pero si en 1876 las potencias europeas ocupaban una décima parte de África, lo cual permitía un sistema de "ocupación libre" del continente africano, a fines de siglo la carrera de las conquistas coloniales, tanto para Francia como para Inglaterra estaba terminada. En 1900 África estaba bajo el control de potencias imperialistas en sus nueve décimas partes. Todo intento de redistribución colonial de sus territorios economices por parte de una tercera potencia, como fue el caso de Alemania, tenía que acarrear, inevitablemente, conflictos interimperialistas. El mundo estaba repartido y un nuevo orden debía verificarse a través de conflictos sangrientos. Debe señalarse en este factor uno de los elementos que condujeron hacia el estallido de 1914. En el caso particular de Francia, resultaba completamente evidente que sus empresas coloniales a fines del siglo XIX estaban dictadas directamente por los intereses comerciales e industriales. El propio embajador de Alemania en Francia afirmaba ¡en 1878 que “el mundo de los negocios gobierna París". Un observador chino, Tseng, declaraba por su parte: "El gobierno francés está bajo la influencia de los especuladores". Bajo diversos pretextos tales como "el honor francés", "la protección de los ciudadanos franceses" o los "derechos de la civilización", el imperio francés fue extendiendo su control sobre un imperio colonial gigantesco que excedía en mucho el peso específico real de la metrópoli. Mañana examinaremos esta desproporción 132 JORGE ABELARDO RAMOS que tiende actualmente a resolverse en una bancarrota orgánica de esa poderosa nación. EL FRENTE ÚNICO DE LOS IMPERIALISMOS La política colonial de Ferry no era un producto autóctono de la Francia de su época. El imperialismo levantaba su cabeza en todas partes y de acuerdo a las características nacionales se expresaba en diferente manera pero en un mismo sentido. En Inglaterra, los hombres populares eran Cecil Rho-des, Lord Curzon, Joseph Chamberlain. El jubileo de diamante de la reina Victoria constituyó una fiesta apoteósica en la cual "la gran madre de la Europa monárquica" recibía el homenaje unánime de la burguesía europea. La política liberal de Gladstone se hundía en la oscuridad. Lord Curzon, procónsul británico en las Indias resumía la opinión general: "El imperio británico es, después de la Providencia, la más grande fuerza del bien que existe en el mundo". En los cafés y music-halls ingleses pululaban las canciones alusivas a la superioridad anglo-sajona. Una de las canciones decía que "un soldado inglés vale diez soldados del Continente". No faltaban asimismo expresiones más prudentes, Salisbury afirmaba con toda la dignidad de un Lord que "el África es un Continente creado para ser la llaga del Foreign Office". Pero fue una enfermedad saludable para el Imperio. Las contradicciones entre Francia e Inglaterra no faltaron. Ya los incidentes en Siam habían amenazado con un conflicto entre las dos naciones imperialistas. En 1896 se firmaba una convención anglo-francesa en la cual Francia renunciaba a una anexión y neutralizando la parte central, sometía a las provincias vecinas de Indochina a la influencia francesa. De este modo se hacía del reino de Siam un estado tapón. América del Sur conoce ejemplos semejantes de la diplomacia inglesa. Tampoco en Madagascar escaseaban motivos de conflicto. En agosto de 1890, Inglaterra reconoció finalmente, el protectorado francés sobre la gran isla, mientras que Francia, en cambio, admitía el protectorado británico sobre Zanzíbar. Arreglos de este género se producían continuamente entre las grandes potencias coloniales. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 133 Las propias opiniones de los nativos de las colonias encontraban en el frente único del imperialismo europeo una notable unanimidad. De este modo Francia debía adquirir un gigantesco imperio de cuya magnitud diremos solamente que si en su territorio metropolitano cuenta con 551.000 kilómetros cuadrados y algo menos de 45 millones de habitantes, su imperio colonial abarca unos 12 millones de kilómetros cuadrados habitados por cerca de 100 millones de almas. Argelia, Túnez y Marruecos en África; Dakar, Senegal, Mauritania, Guinea Francesa, Costa de Marfil, Dahomey, Sudán francés, Níger, en el África Occidental francesa. En el África Ecuatorial Francia posee Gabón, Congo, Oubangui-Chari, Tchad. Asimismo, la costa francesa de Somalia, la gran isla de Madagascar y la isla de Reunión. Controla parte de Camerún y del Togo, lo mismo que en América las islas de Saint Pierre y Miquelón, Guadalupe, Martinica, Guayana francesa y el territorio de Inini. En la India posee asimismo un pequeño territorio y en Indochina, conmovida hoy por una guerra nacional revolucionaria, usufructuó una extensión de 741.000 kilómetros cuadrados además del protectorado sobre el Laos y Camboya. Agreguemos las posesiones de Oceanía y los diversos condominios y territorios bajo mandatos obtenidos en distintos acuerdos con las otras potencias imperialistas. Con estos datos resultará claro cómo una potencia metropolitana europea extendida sobre cinco continentes ha podido mantener su prosperidad y desarrollar su cultura en medio de las catástrofes más inauditas y sangrientas. 1914: EL COMIENZO DEL FIN La guerra de 1914 marcó el comienzo de la desintegración definitiva del capitalismo. Concluye virtualmente el siglo XIX y las ilusiones que fueron inherentes. La idea del "progreso indefinido", que alcanzaría en Estados Unidos un carácter de verdadera religión nacional, resultó destruida, junto con otros valores, en la primera hecatombe imperialista. La "guerra para acabar con todas las guerras", sólo acabó con una generación. El Tratado de Versalles impuesto a los alemanes en 134 JORGE ABELARDO RAMOS la Fronde de Compiégne desarticuló a la nación alemana y mostró al desnudo la naturaleza rapaz de los vencedores, que no se diferenciaban en nada de los vencidos. Francia observaba, sin embargo, una lenta pero irresistible tendencia al estancamiento económico y a la crisis social crónica. A pesar de los avances de la ciencia aplicada o de algunas industrias individuales, el capitalismo' en su conjunto y particularmente el capitalismo francés frenaban el desarrollo de las fuerzas productivas, alzándose como un obstáculo imponente para mantener el nivel de vida de la población. Las fronteras europeas resultaban ya en 1914 insuficientes para las exigencias de una planificación económica del conjunto de Europa. La "decadencia de Occidente" anunciada por Spengler, no implicaba la crisis de un mundo cultural, como aseguraba su autor, sino la descomposición del régimen capitalista. Europa no era vieja; sólo había envejecido la estructura de sus relaciones de propiedad. La burguesía había cumplido su ciclo y no se resignaba a abandonar la escena histórica. Esta supervivencia arrastraba la decadencia general. Si hasta 1914 la socialdemocracia había reflejado la expansión y la prosperidad del capitalismo francés, a partir de la primera guerra manifestó su crisis enfrentándose directamente a los intereses de los obreros. La época de Jean Jaurés había contemplado al partido socialista como una tendencia que se "adaptaba" al régimen burgués, buscaba por medio de reformas legislativas ofrecer algunas ventajas a los trabajadores franceses para divorciarlos de los intereses aplastados de los trabajadores de las colonias. Mediante el partido Socialista, el proletariado de la metrópoli era adormecido ante la rigurosa explotación del mundo colonial en el Imperio francés. El partido socialista era la correa de transmisión en el campo obrero de la ideología imperialista de la burguesía francesa. Poco más tarde se agregaría al panorama político francés otro partido, el comunista, que expresaría con el correr de los años los intereses del grupo gobernante de la URSS. Si los socialistas respondían a las insinuaciones del capital financiero, los comunistas aplicarían las directivas de la diplomacia soviética. Los obreros franceses quedaron sin una dirección política. La década de 1920 a 1930 se alimentó para Francia, de las ganancias derivadas de las pesadas reparaciones impuestas a la Alemania de Weimar, del usufructo del Sarre, de las derrotas de las revoluciones europeas y del redoblamiento de la explotación colonial. A este período puede designárselo como un período "pacífico". DE OCTUBRE A SETIEMBRE 135 Mientras soldados senegaleses montaban guardia en las prisiones de Saigón repletas do nacionalistas revolucionarios que luchaban por la libertad do Indochina, mientras Abd-el-Krim meditaba en prisión los inconvenientes de reclamar la Independencia nacional a los creadores de "La Marsellesa", en París se vivía n las vísperas de 1929 —y como todas las vísperas, era la despreocupación, la quimera y el olvido. LA TRAICIÓN DE LOS PARTIDOS "OBREROS" Si la crisis económica apareció como un rayo en el cielo sereno de los Estados Unidos, no se detuvo por cierto en las fronteras norteamericanas. El carácter mundial de la economía moderna expandió la crisis a todo el planeta. Desde los países imperialistas a los países coloniales, tanto el centro como el mundo periférico, presenciaron el desmoronamiento de la estructura de los valores y los precios. El colapso de la agricultura y la industria se manifestó en los índices de desocupación, en el subconsumo de las masas, en la inestabilidad política y en el reforzamiento de las oportunidades favorables al fascismo o a movimientos similares del capital financiero. En Francia la crisis mundial no podía dejar de expresarse con virulencia, si se tiene en cuenta la lenta pero irresistible descomposición del capitalismo francés. La aparición en las calles de París de bandas armadas, a sueldo del capital imperialista, testimonió que la democracia parlamentaria clásica agonizaba y que su equilibrio se volatilizaba ante una situación seria. Los hombres de las "Jeunesses patriotes", de los "Croix de feu", de los "Camelots du Roi", esos fascistas franceses que fundían la mística feudal a los métodos terroristas de los capitanes de industria, pasearon en 1934 por París la decisión del gran capital de cortar el paso a las organizaciones obreras por acciones extraparlamentarias, de liquidar los sindicatos y de instaurar la "paz social". La inercia del Partido Comunista francés y del Partido Socialista ha pasado a las antologías de las traiciones políticas. Fue la clase obrera de Francia, en una formidable demostración huelguística, la que frenó a las bandas fascistas. El 6 de 136 JORGE ABELARDO RAMOS febrero de 1934 varios miles de fascistas se lanzaron a una demostración callejera en París. Con ese apoyo directo, la burguesía francesa y el Parlamento entregaron el poder a Doumergue, el primer paso hacia un "gobierno fuerte" antiobrero. Pero el 12 de febrero las masas realizaban una huelga general que demostraba su caudal combativo y que arrastró detrás de sí a los sindicatos famélicos de la C.G.T. Los comunistas no pudieron detener el movimiento, que escapó a su control. ¿Los comunistas, saboteadores de huelgas? No hay aquí nada de sorprendente, sino una actitud completamente habitual en ese partido que representó en todas partes los intereses de la política exterior de una potencia extranjera. En Francia como en la Argentina, la orientación de los comunistas se basó en las alternativas de la diplomacia soviética, no en las necesidades objetivas del país respectivo. Así, mientras determinado imperialismo deseaba instalar bases navales en el Río de la Plata, para comprometer al país en la guerra mundial, los comunistas argentinos apoyaban al presidente Ortiz, abogado de los ferrocarriles y producto genuino del fraude oligárquico. En plena guerra "de las democracias", traicionaban el movimiento de los obreros de la carne y de los metalúrgicos, para no "ocasionar dificultades a las naciones libres", esto es, a las potencias imperialistas "democráticas". La política en Francia del Partido Comunista ofrece su más claro ejemplo en el pantano del Frente Popular. Tragicomedias de este género merecen una consideración especial, pues iluminan todo un período político de la historia reciente de Francia. LA BUROCRACIA SOVIÉTICA ORGANIZA EL FRENTE POPULAR En el séptimo Congreso de la Internacional Comunista realizado en 1935, Dimitrov lanzaba la consigna de crear en todos los países, tanto imperialistas como coloniales y semicoloniales, un Frente Popular que agrupara a "todas las fuerzas democráticas y progresistas que lucharan contra el fascismo y la reacción". Para la Internacional Comunista las necesidades de la "lucha contra el fascismo" eran las mismas en la India que en Inglaterra, en el Brasil que en Estados Unidos. Buscando el apoyo de una ilusoria "burguesía democrática" en Francia que DE OCTUBRE A SETIEMBRE 137 descase luchar contra el fascismo, los comunistas ataron de pies y manos a la clase trabajadora, y mantuvieron con esa política a los obreros socialistas bajo el control de su dirección ultra-imperialista. Blum fue la personificación del Frente Popular. Si en la política interior francesa dicho Frente anestesió al proletariado salvando al gran capital, en la política exterior francesa se expresó con el Comité de No Intervención, que contribuyó a asfixiar a la revolución española. En realidad el Frente Popular traducía las ambiciones del gobierno de Stalin para llegar a un entendimiento con las "democracias occidentales" contra Hitler y por el "statu quo". Stalin decía a estas democracias imperialistas: "Soy un buen chico. No quiero la revolución, sino un convenio de caballeros. El monstruo de nuestra época es el fascismo, que amenaza mi país y vuestras colonias". El fascismo no era en realidad más que el rostro desnudo del capital financiero mundial, que en otras naciones más ricas adoptaba la máscara benigna de la democracia pacífica. La extensión de la política del Frente Popular a los países coloniales y semicoloniales permitió que los comunistas se aliaran con los sectores oligárquicos "democráticos", que eran "antifascistas" en la medida que sus amos exteriores eran rivales comerciales de los países fascistas. A toda tendencia nacionalista o revolucionaria que en los países semicoloniales deseaba luchar contra el imperialismo (que era precisamente "democrático", pues los otros imperialismos fascistas no tenían colonias) los comunistas se apresuraban a aplastarla bajo la acusación de "nazi". En esta tarea eran secundados por la oligarquía respectiva, que encontraba en los discípulos de Stalin invalorables aliados de "izquierda". En Francia todo el período del Frente Popular y de León Blum puede enjuiciarse como una gran derrota de la clase trabajadora. Su desmoralización alcanzó grados asombrosos; el sorpresivo pacto con Hitler, que entregó la mitad del proletariado de Polonia a los nazis, asestó un nuevo golpe a los comunistas franceses, cuyo desprecio por la opinión de los obreros era ya notorio. Reflejando siempre la política rusa en el país en que actuaban, los comunistas se constituyeron en la cadena de transmisión de una política ajena a los intereses de los trabajadores. Los acontecimientos de 1939 encontraron a la burguesía francesa y al país entero en un estado de profunda apatía. La poderosa máquina de guerra nazi aplastó en pocas semanas el dispositivo defensivo del ejército francés y la Francia Libre 138 JORGE ABELARDO RAMOS compartió con la Francia de Vichy la responsabilidad de una derrota cuyas raíces se hundían en la estructura decadente del capitalismo francés. THOREZ Y BLUM DE RODILLAS Hitler había considerado como una afrenta personal que Blum tomase el poder en Francia, puesto que en el político francés se reunían tres circunstancias aborrecidas por el dictador germano: era judío, intelectual y socialista. Pero estas divergencias psicológicas y políticas no impedían que ambos expresasen los intereses de dos potencias imperialistas y que por consiguiente poseyesen un parecido respaldo de clase. Si Hitler enviaba abiertamente tanques, aviones y técnicos a Franco, Blum se inclinaba silenciosamente ante la orientación de la política británica, que fundaba el Comité de No Intervención. Por ambos lados se estrangulaba a la revolución española, sí dejamos a un lado la acción de los comunistas en la propia España. El programa del Frente Popular francés había fracasado en toda la línea. Blum debió aceptar las órdenes de la burguesía y proclamó el rearme. El Banco de Francia, reducto de las "doscientas familias", le expresó su desconfianza y en un momento determinado lo derribó. Muy poco tiempo transcurrió entre el pacto de Munich y el desarrollo vertiginoso de la guerra mundial, la caída de Francia, el gobierno de Vichy, los procesos de Riom y el "maquis". La derrota militar había sido la resultante de varios factores. Por un lado, la experiencia política del pueblo francés lo había llevado a la convicción de que no podían engañarlo con el viejo cuento de la democracia y la civilización, (pie tan útiles resultados ofreció en 1914. La indiferencia general era tan profunda que la noticia de la movilización cayó sobre Francia como una catástrofe. No hubo flores en los desfiles. El Estado Mayor, por su parte, reflejaba el envejecimiento del capitalismo francés, su rutina y su hastío. Pétain y Gamelin no tenían sino una muy 'vaga idea de la mecanización de las guerras modernas. Habían preparado al ejército francés, "el primero de Europa", como para librar una guerra de posiciones. La Línea Maginot simbolizaba esta falsa seguridad con su mole imponente e inútil. Nadie creía que valiera la pena batirse. La división entre Pétain y De Gaulle, posterior a la derrota, constituyó en realidad un acuerdo tácito entre los diversos sectores de la burguesía francesa. Pétain se encargó DE OCTUBRE A SETIEMBRE 139 de conservar en buen estado el aparato productivo del interior de Francia, de evitar destrucciones en la industria francesa y de mantener en lo posible al país fuera del conflicto. De Gaulle luchó para mantener ante los aliados el derecho francés sobre sus colonias y el apoyo que encontró en el interior de Francia se debió fundamentalmente al carácter nacional de esa lucha contra un ocupante extranjero. La retirada alemana en Francia en 1944 planteó nuevos problemas al movimiento obrero francés. Si André Gide podía escribir: "Bendito sea el que ha restaurado nuestra dignidad", Maurice Thorez y los comunistas suscribían palabras no menos entusiastas. Todas las variedades del chauvinismo más exaltado pudieron escucharse en París en los años inmediatamente posteriores a 1945. Los gabinetes de conciliación nacional, en que participaban socialistas, comunistas y partidarios de De Gaulle, afirmaban solemnemente el destino de la Francia Eterna, aunque se olvidaban de las colonias. El proletariado francés se veía defraudado una vez más por el partido de Thorez y por el partido de Blum. El estancamiento de la industria, su improductividad (atribuida por la prensa imperialista a los obreros), la disminución de la renta nacional y la crisis agraria crónica, el aumento de la desocupación y la insoportable situación de la vivienda obrera, tales fueron los elementos visibles de la situación de Francia en los primeros años de la postguerra. Algunos economistas han querido ver en este espectáculo luna consecuencia de la guerra; esta falsa apreciación del problema se deriva del hecho de que los economistas no son sabios independientes de la sociedad. En realidad, la guerra fue un resultado de la crisis del capitalismo. Al terminar el conflicto, los fenómenos de la descomposición y de la agonía tornaron a presentarse en Francia, como en otros países, con renovada fuerza. Las ganancias del mundo colonial atemperaron esta bancarrota, pero el levantamiento de los antiguos esclavos disipa las ganancias y con ellas las últimas esperanzas de regeneración. NO HAY FUTURO CAPITALISTA PARA FRANCIA La vulnerabilidad económica y política de Francia obedece a causas múltiples. La crisis permanente de los gabinetes constituidos a partir de 1945 no tuvo como origen 140 JORGE ABELARDO RAMOS la versatilidad del genio francés (como aseguran ciertos psicólogos norteamericanos), sino la lenta desintegración de las bases tradicionales de su economía. Los capitalistas privados franceses se resisten a reinvertir dinero en las industrias o a reequipar sus fábricas. La desconfianza hacia el régimen capitalista gana a los capitalistas y esa desconfianza se extiende hacía la Unidad monetaria de Francia: los pequeños rentistas transforman sus francos en oro sólido. Temen las corrientes de aire. Apenas salida de la guerra, Francia debió encarar los problemas de la reconstrucción económica y social. Pero las obligaciones de la guerra fría le impusieron una pesada carga en su presupuesto. La paz significó el rearme. El presupuesto militar de Francia asciende a más de la tercera parte de su presupuesto general. Al mismo tiempo, debía emplear todas sus fuerzas en combatir el movimiento de liberación nacional revolucionario del pueblo indochino. La guerra en Extremo Oriente no sólo debía segar a Francia la fuente tradicional de cuantiosos ingresos en materias primas y divisas, sino .que también debía costarle la vida de miles y miles de soldados y oficiales, y de ocasionarle una nueva sangría en sus finanzas exangües. En efecto, la guerra de Indochina cuesta a Francia mil millones de francos por día. Un tercer factor contribuyó a desequilibrar los fundamentos de la vida económica y política de Francia. Este tercer factor fue el restablecimiento notablemente rápido de dos antiguos competidores en el mercado internacional. La aparición de Japón y de Alemania en los mercados internacionales asestó un rudo golpe al comercio de exportación francés que no estaba en condiciones de competir con las mercaderías japonesas y alemanas en virtud de sus altos costos de producción. Al mismo tiempo, y desde el interior, los poderosos sindicatos dirigidos por los comunistas, los socialistas y los cristianos, plantearon exigencias inaplazables, como una medida de legítima autodefensa de los obreros frente al caos económico cuya responsabilidad no les concernía. Todos estos elementos convergentes infunden a la situación francesa una inestabilidad crónica. La llamada experiencia Pínay fue una experiencia destinada a arrojar sobre las espaldas de los trabajadores los costos de la política imperialista. Su fracaso fue la expresión de la resistencia obrera ante esa política. Los últimos movimientos DE OCTUBRE A SETIEMBRE 141 huelguísticos de Francia demuestran que la clase obrera todavía tiene algo que decir en esa gran nación. LOS VERDUGOS DEL PROLETARIADO SOVIÉTICO En 1932 los comunistas de la Argentina se paseaban por las calles de la Boca pidiendo "una Argentina Soviética". Los obreros seducidos por los resplandores postreros de la Revolución Rusa, que tan bien supieron aprovechar los epígonos de Lenin, creían de todo corazón que esas consignas apresuraban la evolución histórica. Pero los dirigentes ya no lo creían tanto. Basta leer las memorias de estos jefes renegados —Ravines, Jesús Hernández y tantos otros— para convencerse del profundo divorcio espiritual y político entre los obreros comunistas de la base y los burócratas rentados, que vendían el heroísmo anónimo. La clase obrera del mundo entero pagó duramente sus tentativas por encontrar una dirección revolucionaría genuina entre las ruinas de la Revolución de Octubre. Uno de los espectáculos políticos más curiosos de nuestro tiempo fue ofrecido por las relaciones entre los distintos partidos comunistas y los hombres del Kremlin. Por supuesto, el Estado Soviético, cuyo análisis científico y la naturaleza social de sus fundamentos económicos ya ha sido realizado de manera eminente, es una cosa y los partidos comunistas internacionales otra. La persistencia en identificar las maniobras diplomáticas soviéticas —propias de todo Estado— con una aplicación mecánica de los intereses rusos en cualquier país, ha conducido a los partidos comunistas en muchos países a una esterilidad completa. En aquellos lugares donde se han convertido en organizaciones de masas —como por ejemplo Italia o Francia— se mantienen como una válvula de escape de la crisis social; negocian con la burguesía respectiva, de acuerdo a los cambios momentáneos de la diplomacia soviética, desempeñando más o menos la misma función de descarga que representó la socialdemocracia clásica antes de la primera guerra mundial. Desde cierto punto de vista, estos partidos comunistas occidentales constituyen para la burguesía una garantía de que no irán más allá de las amenazas verbales. Los conocen muy bien. En cuanto a los partidos comunistas de América Latina, su principal cometido parece ser 142 JORGE ABELARDO RAMOS el de hacer del "antiimperialismo yanqui" su único caballito de batalla, destinado como siempre a servir como factor de presión de la diplomacia de una potencia frente a la potencia adversaria. El elemento interesante consiste en que en América Latina el principal problema no es hacer "antiyanquismo" sino en la medida que los yanquis se opongan a la unidad nacional latinoamericana, o dicho de otro modo en presentar a las masas un programa creador y no negativo. Si hace pocos años estrechaban la mano de Braden y saludaban a los aviones "democráticos" de Roosevelt, en nuestros días descubren el imperialismo; pero ayer y hoy representaban el papel de partiquinos en la comedia. La revolución popular latinoamericana no parece fundarse en los intereses diplomáticos, Estado extranjero. forzosamente mutables— de un DE OCTUBRE A SETIEMBRE 143 KAUTSKY Y LA TEORÍA DE LA INTEGRACIÓN MUNDIAL DEL CAPITALISMO Kautsky, el principal teórico de la socialdemocracia europea a principios de siglo, formuló ciertas ideas sobre el "super imperialismo" que han tenido una accidentada carrera. Para Kautsky, el imperialismo moderno tendía a expandirse por el planet a de una manera homogénea, solucionando las contradicciones que lo desgarraban mediante el triunfo de uno de sus grupos más poderosos; este grupo lograría imponerse a los demás, llegaría a controlar a sus competidores, dominar los países atrasados y prolongar indefinidamente su autoridad sobre el mundo. Esta visión macabra del imperialismo no significaba en realidad más que la postración moral de la socialdemocracia frente a la ruina de sus ilusiones con respecto al "progreso indefinido". La teoría de la evolución pacífica, parecía negada por el estallido sangriento de 1914; una era de acontecimientos catastróficos se abría ante los socialistas europeos, acontecimientos que no habían previsto y cuyas consecuencias políticas y sociales rehusaban aceptar. Para la socialdemocracia occidental la historia del mundo se había desarrollado desde el semi-mono hasta Blum, a través de una ascensión constante de un proceso acumulativo que llevaba a las máquinas a producir más, a los explotadores a una mayor comprensión, a los reyes a renegar del absolutismo y a los partidos socialistas a contar con mayor número de diputados cada año y con mayores fondos en sus cajas. Los temblores sísmicos, las caídas de los regímenes sociales y las tempestades militares constituían incidentes pavorosos, pero pasajeros. La existencia de colonias y semicolonias se presentaba ante los ojos de los socialistas europeos como el 144 JORGE ABELARDO RAMOS esfuerzo de civilizaciones viejas y experimentadas para arrancar de su atraso a territorios bárbaros, poblados de razas vencidas, perezosas o místicas. La gigantesca contribución colonial al standard de vida de las metrópolis (y también al régimen democrático de las capitales imperialistas) era enjuiciada por los teóricos socialdemócratas como una demostración de las posibilidades del planeta Tierra. La etapa final de la carrera hacia el reparto de Asia y África coincidió con la quiebra de la quimera socialdemócrata en una expansión ininterrumpida del Progreso. Kautsky planteó entonces la teoría del "superimperialismo", una hipótesis ampliamente utilizable para los que desean disolver la necesidad de la lucha práctica contra el imperialismo en una lucha abstracta contra el "capitalismo mundial". Algunos epígonos de Kautsky, intentan débilmente en nuestros días demostrar que las burguesías semicoloniales en nuestro tiempo están de tal modo ligadas al imperialismo (y este mismo se ha concentrado en un bloque monolítico en Estados Unidos) que sólo una lucha global contra este bloque informe puede sacar a la humanidad del callejón sin salida. Estos teóricos a la viólela desean persuadir a las masas de qué la lucha contra el imperialismo es inseparable de la lucha contra la burguesía nacional; en otras palabras, de estas premisas es inevitable deducir la inutilidad de las revoluciones nacionales de la actualidad, conclusión altamente satisfactoria al imperialismo que no puede ver sino con simpatía toda "teoría" diversionista capaz de sustraer fuerzas a los combates de las masas trabajadoras y de la clase media contra el enemigo común en esta etapa de su revolución. A estos extremistas de gabinete, las contradicciones cotidianas y agudas entre Estados Unidos y Gran Bretaña, entre Francia y Alemania >o entre Japón y las restantes potencias son inexistentes, del mismo modo que los poderosos movimientos de masas en América Latina, África, Medio Oriente y Asia. En realidad, son estos movimientos coloniales, en la medida que reducen la base de operaciones del imperialismo, los que asestan formidables golpes a los esclavistas del capital financiero e impiden por su simple presencia una coalición compacta entre los distintos imperialistas. 145 DE OCTUBRE A SETIEMBRE "PREUVES", ASILO PARA INTELECTUALES EN RETIRADA "Preuves" es, en realidad, un asilo para los intelectuales en a la defensa de "la reflexión crítica y creadora, rebelde a las propagandas y consignas partidarias". Este programa ambicioso y este tono elevado no han impedido, sin embargo, que "Preuves" se constituya en una tribuna imperialista de artícul o s elegidos, suscriptos por personalidades "independientes" y y ensayos bien envueltos en un halo de inconformismo que parece garantizar a los lectores la presencia de autores con ideas propias. Pero se trata de un equívoco que nos apresuraremos a disipar. "Preuves" es, en realidad, un asilo para los intelectuales en retirada, que proviniendo del campo revolucionario han unido en un solo haz sus comunes desilusiones para lanzarlas contra el mundo que nace. Etienne Balazz, por ejemplo, escribe un trabajo titulado "El mandarinato moderno de Mao Tse Tung". El más lego en la materia sabe que en China se está produciendo una gigantesca transformación social. Si se desea pasar de este hecho elemental a una comprensión más seria de dicha transformación no será imprescindible ser comunista; por el contrario, lo comprenderá mejor el que no lo sea, es decir todo aquel observador que haya renunciado a las recetas burocráticas de Moscú y prefiera juzgar los fenómenos políticos de acuerdo a su propia criterio. Que la historia china haya sufrido a partir de 1949 un viraje radical; que los señores de la guerra, el flagelo del campesino y de la unidad nacional, hayan sido eliminados de la faz del país; que el capital extranjero haya sido sometido en unos casos a la autoridad nacional central y en otros expulsado abiertamente del territorio chino, que la mujer china, vilmente degradada en su condición ¡social e individual se haya incorporado al fin y arrastrando a ¡su marido y a sus hijos haya encabezado la reforma agraria; que 600 millones de almas se encuentran en estos momentos adquiriendo las primeras nociones de un idioma chino simplificado, milenariamente reservado al mandarinato, éstas y otras circunstancias obligarían a cualquiera a considerar la cuestión china de una manera reflexiva, prescindiendo en lo posible, para una análisis objetivo, del caballito de batalla que los explotadores de pueblos 146 JORGE ABELARDO RAMOS enteros utilizan por lo general en estos casos: la falta de "libertad de prensa" y ,1a falta de "libertad de reunión". Esto es lo que hace Etienne Balazz, con su prosa teñida de suave ironía, en la que compara el antiguo mandarinato chino con el nuevo mandarinato que a su juicio lo reemplaza, habiéndose cambiado tan sólo los trajes, el lenguaje y las órdenes. Etienne Balazz diseña una larga lista de críticas contra el régimen actual de China. El terror dirigido contra los intelectuales de mentalidad burguesa, la restitución de bienes robados a la comunidad por parte de elementos de la vieja burguesía comercial, la desintegración de la familia tradicional, etc. Muchos cargos más podrían formularse a la revolución china. Pero es preciso primero saber qué es lo que se critica y desde qué ángulo se formula la crítica: vista con los ojos del pasado, la China actual es una farsa sangrienta; con los ojos puestos en el porvenir, es por lo menos un definitivo adiós a la barbarie feudal. Los abogados de la contrarrevolución añoran los tiempos en que Shanghai era Hong-Kong. LA REVOLUCIÓN NACIONAL EN LAS COLONIAS Y SEMICOLONIAS Imaginar que las revoluciones nacionales que se expanden actualmente en el mundo podrán contar con la anuencia, la pasividad o la "neutralidad" del imperialismo, constituye una peligrosa ilusión. El complot que se acaba de descubrir en Egipto confirma el hecho de que los imperialistas desarrollan una ofensiva en toda la línea en el Medio Oriente. Mientras Mossadegh se enfrenta a un tribunal militar de carácter secreto, acusado de haber defendido la soberanía nacional de su país, el general que lo reemplaza en el poder recibe un cheque de un embajador extranjero. Si algo es posible reprochar a Mossadegh, es precisamente no haber llevado la revolución irania a su secuencia natural, que es la reforma agraria. La detención en su política nacionalista en la cuestión del petróleo, dejando intactas las bases económicas de la oligarquía terrateniente, encierra el secreto de su caída. Los terratenientes, aliados a la casa real, lo derribaron y las masas campesinas, elemento decisivo en Irán, permanecieron inmóviles. El imperialismo se anotó un triunfo en Irán. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 147 El destierro del Sultán de Marruecos, sindicado como nacionalista por las autoridades coloniales francesas, señaló el segundo golpe de estado en Medio Oriente y la firme decisión de los explotadores de aplastar todo intento de liberación nacional árabe. Los tiroteos nocturnos en Rabat y los atentados terroristas en Casablanca puntualizan la voluntad antiimperialista del pueblo marroquí. Ahora le ha llegado el turno a Egipto. El gobierno de la joven República, que ha Iniciado la reforma agraria y que resiste la combinada presión de los dos Imperialismos más poderosos, ha visto incubarse un complot destinado a derribarlo y a anular las conquistas nacionales y sociales del pueblo egipcio. Es preciso recordar que por su evolución económica y desarrollo industrial, Egipto constituye el centro natural del nacionalismo árabe, cuya tendencia histórica irrenunciable es constituir la nación árabe. Este grandioso objetivo que emparenta asombrosamente los problemas de la revolución nacional árabe a los problemas de nuestra propia revolución latinoamericana, choca plenamente con los intereses del imperio británico, que ha balcanizado Medio Oriente para colonizarlo y del imperialismo yanqui, que persigue la herencia británica también en este campo. No es posible dudar que Naguib y su resuelto equipo deberán afrontar nuevas pruebas de la hostilidad imperialista. Los terratenientes egipcios afectados por la reforma agraria, del mismo modo que estos "embajadores extranjeros" que trabajan como verdaderos agentes comerciales de poderosos intereses monopolistas, se han aliado para jaquear al más fuerte gobierno nacionalista de Medio Oriente. Esta doble ofensiva encuentra amplio eco en la prensa mundial, puesto que cada paso que gobiernos de este tipo dan en el camino de sus conquistas interiores propende a expandir el ejemplo en los estados limítrofes, a estimular nuevos arrestos antiimperialistas y a propagar la idea de la unidad nacional árabe. El imperialismo podrá tolerar indudablemente las nacionalizaciones de petróleo, o de estaño, pero no estará dispuesto a admitir que las provincias árabes, o latinoamericanas, se integren en una gran nación. Este acto de incalculable trascendencia histórica para el destino de los pueblos divididos, quebrantaría el control económico y político del imperialismo, que mantiene su "standard" de vida en la metrópoli precisamente por la balcanización do América Latina o de Medio Oriente. De los acontecimientos de Marruecos, Irán o Egipto podría deducirse la lección de que la revolución nacional no podrá triunfar sino en escala realmente internacional. 148 JORGE ABELARDO RAMOS La política de nacionalizaciones de materias primas no será válida sin la reforma agraria. La reforma agraria no liberará al Estado que la realice sin una estrecha vinculación con los Estados hermanos limítrofes y sólo en esa escala la revolución será nacional y alcanzará su cima. De Bolivia y de América Latina podría decirse lo mismo que de Medio Oriente, pues la ley que preside la crisis mundial del imperialismo actúa con la misma potencia en El Cairo que en La Paz. Esta interdependencia de las revoluciones nacionales será en último análisis la garantía de su triunfo. ECONOMÍA Y PROFECÍA Stuart Chase se ha formulado un interrogante. Se trata de un economista norteamericano inquieto. Su pensamiento ha trazado una diagonal entre la economía liberal y la economía marxista y allí se ha quedado. Pero una posición de transición, aunque esto ocurra en el dominio de la teoría, es simplemente el seudónimo de una crisis. Como le ocurre a muchos intelectuales de nuestro tiempo, Stuart Chase, desilusionado de sus viejas convicciones e incapaz de encontrar otras nuevas, declara (frente al mundo revuelto) que la ciencia económica está en bancarrota. Se trata de un equívoco. Si el mismo Stuart Chase está en crisis, ésta no implica de ningún modo la crisis de la teoría económica. Que de la confusión del mundo un intelectual derive su propia confusión no debe inferirse que el mundo actual no puede ser comprendido. Para formular sus pronósticos pesimistas sobre el estado de las ciencias, Stuart Chase ha coleccionado todas las profecías incumplidas del último cuarto del siglo. Recuerda a este respecto que cuando en 1925 Inglaterra regresó al patrón oro, sus políticos y economistas vaticinaron que el Imperio Británico reencontraría por esa medida su papel preeminente en la economía mundial. Estos vaticinios resultaron ligeramente deteriorados cuando en 1931, en centro mismo de la ruina internacional, Inglaterra debía abandonar nuevamente el patrón oro. Lo mismo ocurrió cuando la Unión Soviética anunció en 1927 su primer plan quinquenal. Los inevitables expertos de las grandes capitales europeas y norteamericanas se apresuraron a escribir que un país recién salido de la barbarie bizantina, sin dinero y DE OCTUBRE A SETIEMBRE 149 con las alocadas teorías colectivistas no podría construir una industria pesada. Será inútil comentar el desatino de estas críticas. En 1928 todos los economistas norteamericanos, sin excluir a Irving Fisher (futuro miembro del trust de los cerebros del New Deal) declaraban su satisfacción frente al estado de la economía de los Estados Unidos, a la que auguraban el desenvolvimiento de una prosperidad sin precedentes. Ya sabemos qué ocurrió en 1929. En diciembre de ese año el colapso del mercado de valores de Nueva York no impidió a los famosos expertos declarar que se trataba de una caída momentánea y que la prosperidad abriría el cuerno de la abundancia pocas semanas después. También en 1935 los economistas predijeron que sí el presidente Roosevelt no equilibraba el presupuesto federal de los Estados Unidos habría una inflación que arruinaría al país. Esto tampoco ocurrió. Los más importantes economistas occidentales rieron a carcajadas cuando Hitler anunció el rearme de Alemania. El argumento era esta vez que ¡el dictador germano no tenía dinero. La seriedad de estos profetas quedó demostrada poco tiempo después. Los expertos de Estados Unidos aseguraron en 1940 que con una deuda federal de 45.000 millones de dólares sería imposible financiar un programa de rearme y de defensa nacional. El pueblo de Estados Unidos soportó una deuda de 280.000 millones en 1945. El ingreso de los Estados Unidos en la guerra planteó a los economistas el dilema: o armas o manteca. Suponían que el país no podría contar con ambas cosas. El fracaso de los economistas no fue menos patético puesto que Estados Unidos tuvo manteca y cañones a discreción. Todos estos elementos y muchos más conducen a Stuart Chase a la conclusión melancólica de que la teoría económica tradicional está agotada y de que las leyes "inmutables y eternas" de la economía ya no responden a la realidad del mundo contemporáneo. El economista norteamericano propone regresar a la realidad o partir de ella para construir las formulaciones de la economía. Y agrega: "Todo cuanto la teoría económica coloca en el mismo plano (después de las famosas "leyes naturales") —controles gubernativos, propósitos sociales, la política de los países, el gigantesco movimiento obrero, la guerra y la bomba atómica— es lo que ahora determina realmente la actividad económica...". Por saludable que parezca esta reacción de Stuart Chase será interesante anotar que sus 150 JORGE ABELARDO RAMOS observaciones no incluyen en ningún momento la palabra imperialismo, que sin embargo tiene cierta importancia para explicar la ruina del mundo moderno. LA CRISIS DEL CAPITALISMO NO ES LA CRISIS DE LA CIVILIZACIÓN Los grandes acontecimientos que han conmovido la primera mitad del siglo XX no han modificado solamente circunstancias materiales. La volatización de una docena de tronos seculares, la reorganización de fronteras inexpugnables, el hundimiento de viejos imperios y el nacimiento de estados nuevos, lo mismo que la radical traslación de poderes en el planeta, originaron estados de alma en esa clase especial de ciudadanos que habitualmente se designa como "intelectuales". Al optimismo desenfrenado del siglo XIX sucedió un pesimismo radical, sobre todo en Europa y su periferia espiritual, que atacó en sus fuentes mismas la actividad creadora de la inteligencia, particularmente en el dominio de la filosofía, la literatura y el pensamiento "puro". Por supuesto los intelectuales niegan en redondo las causas materiales de la crisis que los corroe. Pero se trata de un simple subterfugio para evadir sus responsabilidades sociales y proclamar, en la tristeza latente de sus escritos actuales, una "independencia" cada vez más ilusoria. Dicho de otro modo, la ruina de todo un sistema de valores no es sino la directa consecuencia de la agonía de la civilización capitalista que fue su fundamento. Nicolás Berdiaeff, un filósofo de origen ruso, ha declarado con acento apocalíptico que asistimos al fin del Renacimiento y que entramos a una nueva era, a la que habrá que ponerle un nombre. El predominio de la oscuridad y de los sistemas criptográficos en las letras, el auge de una mala metafísica en la creación literaria y la novela introspectiva, la desesperación como tema y como báculo, el culto de la forma y otros signos del bizantinismo estético de la actualidad dicen bien a las claras que los intelectuales rehúsan contemplar la realidad cara a cara. Vueltos de espaldas al porvenir, los profetas sombríos reniegan de su juventud y de las esperanzas de su juventud. La tierra tiembla bajo sus pies, no encuentran firmes asideros para trabajar, se sienten desorientados y ateridos: son testigos de una época de transición en la que parecería no haber lugar para ellos. Arthur Koestler, cuyos libros tienen al menos el mérito de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 151 haber reflejado algunos episodios dramáticos de nuestro tiempo, pertenece a ese género de intelectuales que "reflexionan" acerca del destino del mundo actual. Una de sus cualidades es la claridad, cosa que repele generalmente á sus colegas. Para Koestler, en un ensayo titulado "Observaciones sobre las neurosis políticas", todos los rebeldes y descontentos de la tierra —que no son escasos— se originan por un conflicto psicológico: lucha contra los padres, neurosis, represiones, etc. La creación de los partidos revolucionarios, el estado presente de la política francesa, la desconfianza hacia el Plan Marshall, la antipatía hacia las armas atómicas y otras fobias del ciudadano común de Europa constituyen para Koestler otros tantos síntomas del desequilibrio, no económico, ni social del Viejo Mundo, sino mental de sus habitantes. De un dudoso Marx ha pasado Koestler, en la criba de las modernas catástrofes, a un omnipotente, mítico y falseado Freud, doctrina que no recogen ya ni las ediciones de bolsillo. En esta desfiguración de la realidad puede medirse la magnitud de su desilusión. Como dice Berdiaeff, una nueva era comienza, a la que habrá que ponerle nombre. Pero ese nombre no será el que deseen imponerle los intelectuales aterrados, los agoreros de café ni los dioses sin retorno. Si la crisis del capitalismo no es la crisis de la civilización, tampoco la crisis del intelectual significa la ruina de la inteligencia. 152 JORGE ABELARDO RAMOS EL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO: DE COLONIA A SEMICOLONIA El general Leonard Wood debía ignorar siempre que una frase suya le aseguraría la inmortalidad. En efecto, el gobernador de las Islas Filipinas había dicho en 1923: "Los filipinos van acercándose rápidamente a un gobierno serio. Y entiendo por gobierno serio un gobierno bajo el cual el capital extranjero puede invertirse a la tasa normal de interés". Este sustancioso pensamiento se ha incorporado a la historia de las declaraciones imperialistas como un aforismo clásico. Durante cuatro siglos de dominación los españoles lograron mantenerse en las Islas Filipinas, afrontando las ofensivas devastadoras de la piratería inglesa y holandesa, occidentalizando las costumbres y la cultura indígenas y explotando con parsimonia las plantaciones agrícolas. Pero en sólo un tercio de siglo de control norteamericano sobre el archipiélago filipino, se han desarrollado potentes y sangrientos movimientos insurreccionales, robustecidos por la segunda guerra mundial. El conocimiento de la vida histórica, social, económica y cultural de las Islas Filipinas es muy escaso. Poderosos intereses han apartado de la atención pública mundial este inmenso archipiélago de 7.000 islas, poblado de veinte millones de habitantes, culturalmente unidos a América Latina y España y cuya gran mayoría habla español. Como una prolongación de la fuerza expansiva del imperio de España, las Islas Filipinas han permanecido como el último baluarte latino en medio del Pacífico. Esta curiosa circunstancia es escasamente conocida, sin embargo, y a los partidarios de la libertad de prensa que son precisamente los que tienen los medios de difundir informaciones, se les podría interrogar sobre la ignorancia en que se mantiene al público con respecto de esas Islas. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 153 Desde 1935 a 1946 las Islas Filipinas formaban parte de un Commonwealth norteamericano. Hasta 1935 habían sido lisa y llanamente una colonia norteamericana. Cuando España perdió la guerra de Cuba, el Tratado de París, con la pasividad completa de las potencias europeas "democráticas", otorgó el control de las Islas Filipinas a los Estados Unidos. Los estadistas de la nación del Norte consideraban al archipiélago como uno de sus más importantes baluartes para los futuros conflictos oceánicos con las potencias del Asia. De este modo, las Islas Filipinas pasaron de la dominación española a la dominación norteamericana, siendo utilizados sus patriotas más destacados como agentes de la nueva potencia imperialista. De las frecuentes insurrecciones contra el poder español, los patriotas filipinos se encontraron súbitamente enfrentados al poder norteamericano. El cambio de amo arrastraba, sin embargo, nuevos peligros. Los nacionalistas de Filipinas ya no se enfrentaban con los varones prudentes de un imperio en descomposición, sino con los procónsules de un nuevo imperialismo cuya estrella ascendía y cuya voluntad estaba respaldada por una gran flota. En 1899 se rompían las hostilidades entre los filipinos y las tropas norteamericanas en Manila. Las luchas de las guerrillas filipinas por la liberación del Archipiélago, debían durar tres años. Fue ahogada en sangre por un imponente ejército regular. El 1? de septiembre de 1900 se hacía cargo del gobierno de las Filipinas una comisión bajo la presidencia de Taft, que fue más tarde presidente de los Estados Unidos. La ofensiva norteamericana se desarrolló a partir de entonces sobre todos los terrenos, fundamentalmente el lingüístico y el económico. A la manera de Puerto Rico, el idioma castellano fue proscripto con el objeto de provocar una asimilación completa de la población a la potencia imperialista dominante. En las Filipinas se impuso la utilización del idioma inglés. Es conveniente aclarar que se obtuvieron mejores resultados en las Filipinas que en Puerto Rico. Si por un lado el conjunto del pueblo filipino se acorazaba en el idioma castellano o en tagalo, como su última defensa frente al opresor extranjero, tampoco los planes educacionales de Estados Unidos en Filipinas estaban respaldados por los dólares suficientes para instruir a todos los niños de la población escolar. La resistencia natural del pueblo filipino, como la ruina económica del Archipiélago provocada por los imperialistas extran- 154 JORGE ABELARDO RAMOS jeros, se unieron para reducir la expansión del idioma inglés a los círculos más altos y corrompidos de la oligarquía indígena. HACIA LA NACIÓN FILIPINA Los propios nombres de los políticos más famosos de Filipinas atestiguan su origen español: Rizal, Aguinaldo, Quezón, Quirino, Rómulo. Pero las agencias noticiosas se preocupan de ocultar este origen que establecería una conexión natural con América Latina o con España y de destacar incidentalmente los antecedentes malayos de la mayoría de su población. Como resultado de la Ley Jones, desde 1916 se instauró en Filipinas un régimen autónomo (en teoría), al mismo tiempo que se declaraba pomposamente la solemne voluntad de los Estados Unidos de reconocer la independencia de las Islas Filipinas cuando las circunstancias demostraran que los ingenuos y atrasados nativos podían establecer un gobierno propio y estable. En 1923, bajo el gobierno del famoso general Wood, una comisión de parlamentarios filipinos se trasladó a Washington para pedir al presidente Harding la independencia del archipiélago. Harding respondió que consideraba prematura dicha independencia. La muerte de este mandatario permitió al presidente Coolidge responder de la misma manera al año siguiente. Fue entonces que los filipinos .iniciaron un boicot de las mercaderías norteamericanas. Pero la política de Estados Unidos permaneció inflexible. Los representantes filipinos en el gobierno norteamericano del archipiélago renunciaron. En ,1927 asumió el cargo de gobernador general, Harry Stimson, un hombre de la casa Morgan. La experiencia de gobierno de Stimson consistía en una gran gira de propaganda por el centro y el oeste de Estados Unidos en 1916, para propugnar la entrada de ese país en la guerra mundial. En 1910 el banco Morgan había contribuido con 25.000 dólares a la candidatura de Stimson para el cargo de gobernador de Nueva York. Cuando perdió las elecciones, el presidente Taft lo nombró ministro de guerra desde 1911 a 1913. Dos meses antes de ir a las Filipinas, Stimson fue el jefe de la intervención armada en Nicaragua, dirigida por los grandes capitales norteamericanos para aplastar la independencia nacional de esa República de América latina. Fue este hombre quien gobernó las Filipinas durante un DE OCTUBRE A SETIEMBRE 155 año y remachó las cadenas imperialistas que la unían a la Metrópoli. Su sucesor, Davis, proclamó la necesidad de la inversión de nuevos capitales en las islas. La penetración económica norteamericana en Filipinas fue haciéndose cada vez más profunda, con el apoyo de la clase terrateniente filipina. La industria permaneció en estado larval aplastada por la implacable competencia yanqui. Los "taos" (campesinos) viven miserablemente sobre ínfimas parcelas de una superficie apenas superior a una hectárea. A pesar del hecho de que en las tres últimas décadas la población de las Islas Filipinas se ha duplicado, la superficie del área sembrada de productos alimenticios permanece inalterable. El conjunto de la economía agrícola del archipiélago está consagrado a tres grandes productos de exportación destinados a Estados Unidos: el aceite de coco, el azúcar y el tabaco. La constante y creciente presión de una población numerosa sobre una tierra escasa y con atrasados instrumentos de producción, origina la profunda crisis económica del archipiélago y la actual guerra civil en curso. La independencia política formal no ha alterado la completa subordinación económica del país hacia la potencia extranjera. Como una trágica expresión de la doctrina política del imperialismo, el presidente Hoover manifestaba en octubre de 1931 que los EE.UU. se opondrían a la independencia política de las Islas mientras sus habitantes "no se hubieran independizado en el terreno económico". Esta cínica declaración no convenció a los filipinos. Ahorraremos al lector los ilustrados debates jurídicos de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, las comisiones senatoriales, los informes de los expertos, los decretos de los gobernadores generales en el archipiélago y todo el papelerío legal con sus proyectos y contraproyectos que precedieron al otorgamiento de la independencia relativa por el presidente Roosevelt en 1935. En esa fecha se creó un Commonwealth hasta que en 1946 se otorgó la "independencia definitiva". En realidad esta "independencia definitiva" aceptaba la permanencia de bases navales y militares de los Estados Unidos en las Filipinas, el predominio industrial norteamericano en el mercado interno del archipiélago, el derecho del presidente de los Estados Unidos a determinar el valor del peso filipino y a manejar su política monetaria, la desigualdad de trato en lo concerniente a la inmigración, la propiedad de la tierra, y la explotación de los recursos naturales, asuntos sobre los cuales Estados Unidos se reserva todos los derechos. 156 JORGE ABELARDO RAMOS Por todas estas razones que los estadistas analizan serenamente en la tranquilidad de las cancillerías, miles de guerrilleros filipinos se baten ferozmente desde hace diez años en las montañas del archipiélago. YUGOSLAVIA: ENTRE LA BUROCRACIA SOVIÉTICA Y EL IMPERIALISMO YANQUI En la frontera de dos mundos vive la Yugoslavia de Tito, nacida de una revolución contra el ocupante extranjero y por la igualdad nacional de los pueblos que la constituyen. El nuevo Estado surgió de un frente único antiimperialista y antifeudal y se construyó bajo la dirección del Partido Comunista yugoslavo. Su ruptura con Moscú arrancó del hecho significativo de que el triunfo de los comunistas yugoslavos había sido fruto de la lucha interior y de las fuerzas propias del país. El Ejército Rojo no ingresó a Yugoslavia para imponer con sus bayonetas los mandatos del Kremlin: fueron los propios obreros y campesinos de todas las nacionalidades antiguamente oprimidas por el yugo servio —macedonios, montenegrinos, croatas, bosnios— los que forjaron con sus propias manos el destino político del país. En tales condiciones, era inevitable que los dirigentes yugoslavos entraran en contradicción con el poder gran-ruso de Moscú, acostumbrado a manejar a las pequeñas nacionalidades alógenas como en la época de los zares. La iniciación de la guerra fría colocó en una difícil situación a Tito. Su alejamiento de Moscú le cortó los vínculos económicos con el Este, sobre los cuales se había planteado el desarrollo del país, agotado por la guerra. Pero la primogenitura de los Estados Unidos en el seno de la gran alianza atlántica colocaba a Tito en la necesidad de negociar directamente con esta potencia. En cierto momento, las exigencias norteamericanas amenazaron el equilibrio interno de Yugoslavia, bloqueada por todos lados. Pero la evolución internacional de los últimos años, fundada en las tentativas de la burguesía neutralista europea por resistir la presión belicista, ofreció una nueva base para los Estados pequeños atrapados en el movimiento de pinzas de los grandes bloques, como Yugoslavia. En el marco gigantesco de estos desplazamientos de la DE OCTUBRE A SETIEMBRE 157 política mundial, Yugoslavia ha podido subsistir con su economía planificada, sus elementos de capitalismo de Estado y sus porciones de socialismo burocrática. Las con tendencia recientes declaraciones de Tito, que indican una aproximación diplomática hacia la URSS, precisarán más aun la posición espectacular que la geografía y la política asignan a Yugoslavia. Erigida en una frontera decisiva, Yugoslavia es el fiel de la balanza de poder en el centro de Europa. Su destino está unido a la suerte general del mundo, pues en tal situación no podrá aspirar nunca a una neutralidad imposible. 158 JORGE ABELARDO RAMOS GANDHI: RELIGION Y REALIDAD EN LA REVOLUCIÓN INDIA El-lector de nuestros días devora toda suerte de papeles: los diarios, las revistas, las publicaciones de "selecciones" sintéticas consagradas a las letras o a la técnica, las novelas policiales, la literatura de "testimonio", biografías, historias vulgarizadas o vulgares. En materia de literatura política el lector más o menos cultivado, en particular el latinoamericano, se familiariza con la personalidad de los más famosos jefes de Estado europeos o norteamericanos: tal es la lógica del desarrollo cultural de los pueblos jóvenes. Lo que llamamos Occidente es asunto mundial; Oriente sólo acapara la atención de algunas metrópolis europeas que han poseído o poseen intereses en él y cuyas corrientes comerciales estuvieron tradicionalmente tendidas hacia el Este. Para el resto del mundo —y en este caso el resto es casi todo— la India, por ejemplo, permanece como un libro cerrado y sellado, rodeada de una misteriosa aureola. Sin embargo, los acontecimientos que en ese gran país ocurren, la antigüedad de sus refinadas civilizaciones, el potencial de riqueza que encierra y los grandes movimientos nacionales que en su suelo se desenvuelven, suscitan un interés que no siempre el lector corriente puede ver satisfecho. El nombre de Nehru aparece casi a diario en los cables. No son muchos sin embargo los que conocen la historia de su vida, íntimamente unida a la biografía de la India contemporánea. Sin embargo, este socialista, discípulo de un supuesto místico y que gobierna un territorio poblado de religiones y de mitos, cuenta con una existencia azarosa que hasta cierto punto simboliza el destino de gran parte de la "intelligentsia" india. Nehru ha escrito una autobiografía que es fascinante desde el punto de vista que su autor se toma como pretexto para relatar episodios del drama nacional de la India. Escrito durante sus dos años de cautiverio en el campo de Ahmandnagar, este relato conduce serenamente al DE OCTUBRE A SETIEMBRE 159 lector hasta los orígenes remotos de la India, le explica sencillamente algunos elementos primordiales de las tendencias filosóficas nacionales y le desnuda poco a poco el núcleo de los problemas que la India enfrentó bajo el dominio colonial británico. Se recorta nítidamente la compleja figura del Mahatma Gandhi, cuya popularidad en los círculos intelectuales de Occidente no ha sido con frecuencia sino el fruto de un equívoco. El desarrollo del nacionalismo indio es también ampliamente narrado por Nehru, cuyas observaciones penetrantes sobre la "importancia de la idea nacional" y acerca de las características contradictorias de la nación hindú, merecerán ser meditadas por el lector latinoamericano. El examen de la vida de Nehru nos enseñará simultáneamente a ensayar una valoración del despertar de la India, ese gigante dormido que, como China, constituye una de las claves para el destino del mundo. LAS DOS INGLATERRAS: OPOSICIÓN FALSA En las memorias de Nehru leemos: "Los propietarios feudales y sus afines que vinieron de Inglaterra a gobernar a la India tenían del mundo la idea del propietario. Para ellos la India era una finca muy vasta que pertenecía a la Compañía de las Indias Orientales y el propietario era el representante mejor y más natural de su finca y sus arrendatarios. Este criterio se mantuvo incluso hasta después de que la Compañía de las Indias Orientales entregara su finca de la India a la Corona Británica, con una muy lucida compensación a costa nuestra. (Así comenzó la deuda pública de nuestro país). Era el precio de compra de la India pagado por la India". Nadie podrá reprochar a Nehru que sea obscuro en su exposición o que el famoso misticismo hindú condene a su prosa a una confusión irremediable. Por el contrario, la claridad inobjetable de sus recuerdos de luchador se deriva precisamente del hecho de que Nehru es un político de un país oprimido: los arqueólogos del Museo Británico podrán presentar al mundo una visión científica o seudo científica de la India. A Nehru le basta hablar claramente del gran problema. Las páginas que escribió desde la fortaleza donde lo recluyeron durante toda la guerra mundial las autoridades británicas, son un notable testimonio de cómo su autor y sus colegas en el Congreso Panhindú estaban muy por encima de esos ministros laboristas o 160 JORGE ABELARDO RAMOS conservadores que legislaban en Londres los destinos del mundo. A propósito de los laboristas ingleses. Está muy difundida en todas partes la idea de las "dos Inglaterras". El propio Nehru condesciende a referirse al socorrido tópico, probablemente por razones de prudencia política: la Inglaterra de Shakespeare y la de Clive, la de Shelley y la de Chamberlain, etc. Sin embargo, el desarrollo de todos los imperios conocidos prueba que las gigantescas ganancias extraídas de las colonias o semicolonias, permiten anestesiar las diferencias de clases en el interior del Imperio dado y separar a los trabajadores metropolitanos del destino de la lejana nación sometida. A este respecto escribe Nehru: "El concepto se ha extendido en mayor o menor grado a los diferentes estratos del pueblo británico. Desde luego, la clase gobernante comparte el concepto plenamente pero incluso el obrero y el campesino se hallan algo influidos por él y sienten, a pesar de su propia posición subordinada en su propio país, el orgullo de la posesión y del Imperio. Este mismo obrero y este mismo campesino, si venían a la India, pertenecían de modo inevitable a la clase gobernante". Luego veremos que de esta enunciación clásica —o sea la virtual solidaridad de las clases de un país imperial— no escapan los propios laboristas británicos. EL INTERNACIONALISMO DE LOS LABORISTAS BRITÁNICOS La invariable actitud de los ciudadanos británicos frente a la India —cualquiera fuese su posición social en Inglaterra— tenía un denominador común: cierto orgullo imperial y la tendencia a considerar que, después de todo, era preferible que los británicos se ocupasen de poner las cosas en orden en la India, ¡un país tan primitivo! Nehru traza una imagen del inglés corriente que visitaba la India: "Ignoraban por completo la 'historia y la cultura de la India y aceptaban la prevaleciente ideología de los británicos en la India porque no tenían otros elementos de juicio. A lo sumo se sentían invadidos de una vaga benevolencia, pero siempre condicionados a esa misma estructura mental. Durante cien años esta ideología se filtró en todos los sectores del pueblo británico y se convirtió, como si dijéramos, en una herencia nacional, una noción fija y casi inalterable que determinaba su visión de la India y que, imperceptiblemente, afectaba incluso a su visión de su propio país". Pero aún DE OCTUBRE A SETIEMBRE 161 los más "avanzados" políticos de Inglaterra compartían los prejuicios de su clase dominante ante las colonias. El laborismo no tenía ni siquiera una divergencia de principios con los conservadores en lo que concernía a la política colonial propiamente dicha. Si nunca se había jugado decisivamente en favor de la causa de Irlanda, tampoco provocaba problemas parlamentarios reclamando la libertad de la India. Con una ironía apenas velada Nehru alude a este hecho: "En nuestros mismos tiempos, ese curioso grupo que no tiene patrones ni principios fijos, ni mucho conocimiento del mundo exterior, me refiero a los dirigentes del Partido Laborista británico, ha sido por lo general el más decidido partidario del orden existente en la India. A veces siente una vaga inquietud ante la aparente contradicción entre su política interna y su política colonial, entre sus profesiones de fe y sus actos, pero, como se considera ante todo un grupo de hombres prácticos y con sentido común, reprime severamente todas estas agitaciones de la conciencia". En efecto, para los socialistas de un país que posee colonias, y que han sido "amansados" precisamente por el nivel económico proveniente de ese hecho, las aspiraciones de independencia política de la nación sometida constituyen el tema de un molesto debate. A este tipo de socialistas se les antoja que dichas aspiraciones pertenecen a la esfera de un "estrecho nacionalismo", mientras que el socialismo imperialista (por así decirlo) tiene una amplitud y un vuelo que... no reconoce fronteras. Al manejar de esta manera leguleya la tesis "internacionalista", los socialistas de los países opresores están defendiendo la posición privilegiada de sus propias metrópolis. En una notable observación, Trotsky comentaba: "El esfuerzo de la nación dominante por mantener el «statu quo», está frecuentemente coloreado de un supranacionalismo, del mismo modo que el esfuerzo de un país vencedor por conservar lo que ha pillado toma la forma del pacifismo. Es así como el laborista Mac Donald se siente internacionalista delante de Gandhi". Difícilmente podría decirse nada mejor. PARA ASIA "OCCIDENTE" SIGNIFICA IMPERIALISMO La nación dominante creó en la India su aparato administrativo propio, que fue un remedo de la sociedad británica en la colonia. La vida cotidiana de los ingleses en 162 JORGE ABELARDO RAMOS tierra india estaba completa y radicalmente separada de los ciudadanos de la India; eran dos mundos que coexistían en la medida que uno de ellos vivía del otro. Recuerda Nehru que, en sus años de juventud, los periódicos que se publicaban en la India tenían la característica común de no ocuparse sino de asuntos ingleses. La India no interesaba a ese periodismo que vivía en la India y de la India. Sus páginas se ocupaban de las noticias oficiales y de las declaraciones de los gobernadores británicos; informaban sobre los ascensos o traslados del personal civil de la Administración británica y también de los partidos de polo, las diversiones artísticas, las reuniones culturales o deportivas de los miembros de la colectividad inglesa. Pero de la India propiamente dicha no se publicaba nada. Esos periódicos podían editarse lo mismo en Bombay que en Liverpool: el pueblo indio no existía para ellos. Nehru evoca también el funcionamiento de numerosos 'clubs" británicos que no admitían como socios a los que no fuesen europeos, ni siquiera en calidad de visitante circunstancial, "así se tratase de un príncipe gobernante o de un gran industrial". Todos nuestros lectores conocen la situación racial en Sudáfrica, donde la minoría blanca descendiente de los bóers mantiene una lucha permanente con la mayoría de color, a la que discrimina sistemáticamente en todas las esferas de la vida social. Nehru dice a este respecto: "El racismo en la India no es propiamente de ingleses frente a indostanos. Es de europeos frente a asiáticos. En la India, todo europeo, sea un alemán, un polaco o un rumano es automáticamente ¡miembro de la raza dominante. Los coches de ferrocarril, las salas de espera de las estaciones y los bancos de los parques llevan el letrero «Sólo para europeos». Malo es esto en Sudáfrica y otras partes, pero tener que soportarlo en nuestro país resulta un humillante y exasperante recuerdo de nuestra condición esclavizada". Será fácil de comprender ahora por qué, entre otras muchas importantes razones, Nehru y la India mantienen una actitud de prescindencia ante las tentativas occidentales de incluirla en un "bloque defensivo" o en persuadirlos de la necesidad de "bloquear a China". Para los indios, malayos, chinos, indochinos, birmanos o indonesios —para Asia en general— Occidente es histórica y políticamente el imperialismo. Lo ha sufrido en su propia piel. La India recuerda vividamente todavía la historia económica de Bengala. Veremos después qué lugar queda aquí para la poesía de Tagore. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 163 TAMBIÉN EN LA INDIA "CIVILIZACIÓN" Y "BARBARIE" En el siglo XVII comenzó la aventura de Bengala. El cine dio mucho más tarde una versión sofisticada de la labor de la Compañía de las Indias Orientales. Esa historieta de la "civilización" contra la "barbarie" la ha sufrido todo pueblo vencido, puesto que la historia la escriben siempre los vencedores, como una manera de esclavizar por partida doble. A comienzos del siglo XIX y después de un siglo de tanteos y conquistas localizadas los ingleses comenzaron en la India una campaña en regla. En 1849, después de la guerra Sik, el dominio británico entró en su etapa de consolidación, pero ya hacía dos siglos que gobernaba parte de la India. Nehru llama la atención sobre "el hecho de que las partes más pobres de la India sean las que más tiempo llevan bajo el dominio británico. En realidad, podría hacerse un mapa indicando la relación íntima entre la duración del dominio británico y el progresivo desarrollo de la miseria". Dos historiadores ingleses de la India —Edward Thompson y G. T. Garret— escriben que "una sed de oro no igualada desde la histeria que se apoderó de los españoles en los tiempos de Cortés y Pizarro, hizo presa en el espíritu inglés. En particular, Bengala no iba ya a conocer la paz hasta quedar totalmente exangüe... De esa inmoralidad Clive fue el responsable". Clive es ese personaje que también el cine glorificó como el héroe de la colonización europea en las tierras salvajes, las que cantó Kipling, el poeta de librea. El sistema de "colonización" de Bengala según Nehru, cuya palabra rara vez se exalta, "…fue puro pillaje. El «árbol de la Pagoda» fue sacudido una y otra vez hasta que Bengala se vio asolada por hambres terribles. Este proceso se llamó después comercio, pero el cambio de nombre no alteró mucho las cosas... El robo descarado tomó gradualmente la forma de explotación legalizada, la cual aunque no de modo manifiesto, era todavía peor". Como expresión de una verdad histórica más general, debería añadirse que estos métodos de "colonización" no eran exclusivamente británicos, sino que constituían parte indivisible de la carrera imperialista hacia la conquista del mundo. 164 JORGE ABELARDO RAMOS EL HAMBRE DE LA INDIA LEVANTA UNA INDUSTRIA EN INGLATERRA Para comprender el sentido esencial de la presencia británica en la India, se hace necesaria una rápida descripción de su política económica. Sucede con frecuencia que los historiadores de un gran país occidental —Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos— prescinden en su análisis de evaluar la contribución que el mundo periférico o colonial ha dado, aunque involuntariamente, a ese desarrollo. Tómese algún volumen de la historia de Bélgica y de su industria pesada y será difícil encontrar el nudo que liga a su proceso formatriz con el Congo. Hay un ejemplo más reciente todavía y que toca de cerca a los lectores latinoamericanos: un autor francés, Daniel Guerin, ha escrito un libro ("¿Adonde va el pueblo norteamericano?") en el cual pretende explicar las fuerzas y el destino de ese país sin estudiar de qué modo el standard de vida yanqui está profundamente ensamblado con la economía latinoamericana, de la que en último análisis depende. Por ese hecho substancial, toda la obra fracasa y se convierte en una excelente monografía o repertorio de hechos, pero carente de una explicación histórica eficiente. En el caso de las Memorias de Nehru que comentamos, en cambio, el político indio va derechamente a su asunto: enlaza la evolución económica de Inglaterra con la posición colonial de la India que fue su pivote. Si Inglaterra pudo salir de su perezosa siesta medieval y lanzarse a la revolución industrial del siglo XVII que preparó su triunfal ingreso a la historia del mundo, se debió precisamente a que la India y en particular Bengala, proporcionaron los recursos necesarios. Tal es la verdad de la cuestión. No se trataba, como es obvio, de "inversiones bengalíes" en la industria británica. Por el contrario, la "descapitalización" de Bengala por obra de la política colonial inglesa llegó a tal extremo en esa época que la epidemia de hambre de 1770 exterminó a un tercio de la población de Bengala y de Bihar. La riqueza extraída de la India proporcionó un formidable impulso al desarrollo industrial de Gran Bretaña. A partir de la conquista de la India se produce en Inglaterra el comienzo de la famosa revolución industrial. El historiador norteamericano Brooke Adams ha relatado gráficamente ese momento: "En 1760 la lanzadera volante hizo su aparición y el carbón comenzó a reemplazar a la madera en la fundición. En 1764, Hargreaves inventó el torno de hilar; en 1776 DE OCTUBRE A SETIEMBRE 165 Crompton ideó la hiladora mecánica; en 1785 Cartwnght patentó la hiladora mecánica, y en 1788 Watt había madurado la máquina de vapor... Pero, aunque estas máquinas servían como salidas para los movimientos acelerados de aquellos tiempos, no eran !a causa de la aceleración. En sí mismos los inventos eran pasivos... Estaban a la espera de que se acumularan suficientes reservas de fuerza que los pusieran en acción. Estas reservas deben tomar siempre la forma de dinero, de dinero no atesorado, sino en movimiento. Antes de la entrada de los tesoros indios y la expansión del crédito que fué su consecuencia, no existían fuerzas para esta finalidad ... Es muy posible que, desde que se inició el mundo, ninguna inversión haya proporcionado tantos beneficios como lo extraído de la India, porque Gran Bretaña se mantuvo durante cincuenta años sin un solo competidor". PROTECCIONISMO PARA INGLATERRA, LIBRECAMBIO PARA LA INDIA Recluido en la fortaleza de Ahmandnagar durante más de dos años y medio, Nehru encontró en ese ocio, impuesto por Gran Bretaña a los dirigentes nacionalistas de la India, la oportunidad para trazar las grandes líneas no sólo de su propia vida sino, lo que es más importante, del rico pasado histórico de su país. Sus compañeros de prisión eran, felizmente para la composición de sus memorias, once hombres representativos de la India. Ellos formaban, relata Nehru, "un interesante cuadro de la India y expresaban, a sus diversos modos, no solamente la política del país sino también su erudición, antigua y nueva, y sus distintos aspectos en los tiempos presentes. Estaban allí representadas las principales lenguas vivas de la India, así como las lenguas clásicas que tanto han influido en la India del pasado y del presente: los niveles eran con frecuencia de una alta erudición. Entre las lenguas clásicas figuraban el sánscrito y el pali, el árabe y el persa; las modernas eran el indi, el urdu, el bengalí, el gujrati, el marathi, el telegu, el sindhi y el oriya". La riqueza intelectual de este distinguido elenco de prisioneros confirió a la obra de Nehru una atracción simbólica muy amplia, pues junto a reflexiones sobre la poesía y la filosofía tradicionales pudo escribir páginas notables acerca de la penetración 166 JORGE ABELARDO RAMOS imperialista y su incidencia en la economía india. Resulta en este sentido revelador el modo con que Nehru estudia la destrucción de la industria artesanal y doméstica de la India y la decadencia de su agricultura por obra de la invasión manufacturera británica. Este proceso revistió formas clásicas, bastante similares a las verificadas en América Latina por la misma época. "El principal negocio de la Compañía de las Indias Orientales en su primer período, escribe Nehru, la verdadera finalidad que se persiguió al crear la empresa, fue llevar los productos manufacturados indios — tejidos, etc., así como especias y cosas parecidas— del Oriente a Europa, donde había gran demanda de esos artículos. Con la evolución de la técnica industrial en Inglaterra surgió en este país una nueva clase de capitalistas industriales que pidió el cambio de esta política. El mercado británico iba a cerrarse para los productos indios y el mercado interno iba a ser abierto para las manufacturas británicas". El parlamento de Gran Bretaña se hizo el intérprete de estos nuevos intereses de la industria textil inglesa, que pugnaban por establecer el libre cambio para la India y el proteccionismo para Inglaterra. Esta simple fórmula remodeló el destino nacional de la India, deformó su economía, impidió el crecimiento del capitalismo y en consecuencia el pilar de su soberanía y llevó la devastación a sus ciudades y a sus campos. "La industria textil de la India se derrumbó, añade Nehru, afectando a gran número de tejedores y artesanos. El proceso fue rápido en ¡Bengala y Bihar; en otras partes se extendió gradualmente con la expansión del dominio británico y la construcción de ferrocarriles. Continuó durante todo el siglo XIX, destruyendo también las otras viejas industrias, como la construcción naval, la metalurgia, el vidrio, el papel y muchos oficios". Planteóse así el choque entre la industria doméstica y artesanal y la gran industria capitalista, pero a diferencia de lo ocurrido en los países occidentales, esta contradicción no se resolvía en un nivel técnico superior y en un gran desarrollo de las fuerzas productivas. El imperialismo no llegaba a la India para destruir la economía natural y las industrias rudimentarias con el fin de reemplazarlas con el sistema del capitalismo industrial. Por el contrario, aniquiló esas formas primitivas para sumir a los pequeños productores en un nivel más atrasado. Así aseguraba su expansión industrial sacrificando la industria de la India. Este país no encontró fuerzas suficientes para resistir la avalancha, como en el caso del Japón: tal fue su tragedia. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 167 LOS HUESOS DE LOS TEJEDORES BLANQUEAN LAS LLANURAS DE LA INDIA Cuando el proceso de destrucción de la economía industrial india llegó a cierto nivel, gracias a la competencia inglesa, se presentó el problema de saber cuál iría a ser el destino de los millones de artesanos y obreros indios desplazados. Nehru cita las palabras de lord Bentick, gobernador general inglés en la India, quien declaraba en 1834 que la "miseria difícilmente encuentra algo semejante en la historia del comercio. Los huesos de los tejedores están blanqueando las llanuras de la India". La India vióse empujada de una manera irresistible a convertirse en un país fundamentalmente rural, acoplado como un suplemento colonial gigantesco a la economía y a la política de Inglaterra. En el siglo XIX, caracterizado en Occidente por el desarrollo de la industria y por el desplazamiento consiguiente de la población rural a la ciudad —es decir, por el ingreso a la civilización técnica de millones de almas— se produce en la India el proceso inverso. En lugar de ir del campo a la ciudad, el artesano u obrero indio va de la ciudad al campo, que ya encuentra superpoblado y con un bajo nivel productivo. La superpoblación del medio rural, a lo cual debía añadirse la extinción de la industria urbana, hunde al país entero en una pobreza espantosa. Si a mediados del siglo pasado un 55% de la población india dependía de la agricultura, cifras recientes informan que en la actualidad, por el crecimiento de la población y pese al desarrollo industrial de los últimos años esa cifra se ha elevado al 74 %. En realidad, la pobreza legendaria de la India es una pobreza reciente, que no tiene más de un siglo de vida: la historia de la miseria india es la historia de la penetración extranjera y alcanza su cúspide en el período del esplendor Victoriano —la hora dorada de la opulenta Europa—. Publicistas interesados en los problemas de Oriente se han ocupado de difundir la especie de que las desdichas de la India provienen de su exceso de población. Ya hemos enjuiciado en varias oportunidades el neo-malthusianismo de los modernos colonizadores. Nehru observa al pasar que la densidad de la población de Gran Bretaña "es más del doble de la correspondiente a la India", lo que no ha impedido, al parecer, que durante más de cien años el nivel de vida británico fuera uno de los más altos del mundo. Prisionero en su propio país por orden de un Estado extranjero, Nehru pudo 168 JORGE ABELARDO RAMOS meditar en la cárcel sobre la diferencia esencial que existía entre una metrópoli y su colonia: el socialista no debía hacer ningún esfuerzo teórico para comprender el significado de la cuestión nacional. NEHRU COINCIDE CON ROSA LUXEMBURG En 1840 el historiador británico Montgomery Martín declaraba ante una comisión parlamentaria inglesa: "La India es un país tan manufacturero como agrícola y aquél que trate de reducirla a país agrícola, trata de hacerla bajar en la escala de la civilización". Eso es precisamente lo que hizo el Imperio Británico pese a las advertencias de sus historiadores. En sus notables "Memorias", Nehru señala que el tránsito a una economía industrial moderna en los países occidentales originó grandes sufrimientos y privaciones a las clases laboriosas, pero que esta crisis estuvo atenuada por un hecho fundamental: la dependencia colonial de la India. "Hubo estas penalidades en Inglaterra durante el período de transición —escribe Nehru—, pero en su conjunto no fueron muy grandes porque el cambio se hizo rápidamente y la desocupación causada pronto quedó absorbida por las nuevas industrias. Pero no quiere decir que no se pagara el precio en sufrimientos. Fue pagado, pero por otros, especialmente por el pueblo de la India, en hambre, en muertes y en un vasto paro forzoso. Puede afirmarse que gran parte del costo del paso al industrialismo de la Europa Occidental fue satisfecho por la India, China y otros países coloniales, cuyas economías estaban dominadas por las potencias europeas". La dominación de la India era para Inglaterra el prerrequisito indispensable para su desarrollo capitalista, lo que traía inevitablemente la extirpación de un proceso capitalista semejante en la India que yacía agotada por la succión extranjera, cortados todos los caminos para acceder a la civilización técnica. En su obra "La acumulación del Capital", Rosa Luxemburg observa: "Los ingleses fueron los primeros conquistadores de la India que mostraron indiferencia frente a las obras públicas civilizadoras de carácter económico". Y agrega: "Árabes, afganistanes y mogoles construyeron y mejoraron en la India magníficos canales; cruzaron el país de caminos; tendieron puentes sobre los ríos; excavaron pozos. El antepasado de la dinastía mogólica en la India, Timur o DE OCTUBRE A SETIEMBRE 169 Tamerlán, se preocupaba del cultivo del suelo, el regadío, la seguridad de los caminos y el sustento de los viajeros". Nehru coincide con estas consideraciones cuando puntualiza el carácter peculiar de la colonización imperialista moderna: "Todas las clases dominantes anteriores, dice, fueran procedentes del exterior o indígenas, habían aceptado la unidad estructural de la vida social y económica de la India y tratado de adaptarse a ella. Se habían indianizado y echado raíces en el suelo del país. Los nuevos gobernantes eran totalmente diferentes, con su base en otro sitio, y con un vasto abismo que no se podía salvar entre ellos y el indio medio: una diferencia de tradición, de perspectivas, de ingresos y de modos de vida... Las razas anteriores se habían fusionado o, por lo menos, habían encajado en ua estructura orgánicamente interdependiente. Ahora, el racismo se convirtió en un credo reconocido y esto fue intensificado por el hecho de que la raza dominante tenía el poder tanto político como económico, sin frenos ni obstáculos. De esta manera, el discípulo dilecto de Gandhi, sin alzar el tono de voz y hundido en una cárcel, describía la situación de su pueblo. Eran los días de la segunda guerra mundial. La palabra Democracia tenía gran circulación. LA INDIA PAGA LOS GASTOS DE SU PROPIA CONQUISTA Resulta de singular interés observar el método utilizado por el Imperio británico para garantizar su seguridad militar en la India. Nehru escribe en sus "Memorias": "Después había el Ejército de la India, compuesto de tropas británicas e indias, pero con oficialidad totalmente inglesa. Este ejército fue reorganizado varias veces, especialmente después de la rebelión de 1857 y finalmente quedó ligado orgánicamente con el ejército británico". En un informe oficial del gobierno imperial fechado en 1858, se encuentra la siguiente frase: "Junto al contrapeso de una fuerza europea suficiente, se halla el contrapeso de naturales contra naturales. Aparece aquí insinuado ya uno de los elementos básicos de la estrategia imperialista en los países coloniales, que consiste en maniobrar entre los distintos intereses o grupos de la población nativa para mantenerlos divididos y aprovecharse de la debilidad general. Existía también un Ejército de Campaña, compuesto por soldados indios y destinado por el Imperio a intervenir en sus aventuras exteriores, adonde enviaban estos 170 JORGE ABELARDO RAMOS cuerpos indios seleccionados. Por supuesto, el costo de mantenimiento de estos ejércitos al servicio de las expediciones imperialistas británicas corría a cargo de la India. Otra de las medidas de previsión tomadas por las autoridades coloniales inglesas fue la de aislar todo lo posible a estas tropas indígenas del resto de la población de la India. De acuerdo a la expresión de Nehru, la India vióse de este modo obligada a pagar los gastos de su propia conquista. "En realidad, la India tuvo que hacerse cargo de los más diversos gastos en que incurría Gran Bretaña, como, por ejemplo, el mantenimiento de centros diplomáticos y consulares en China y Persia, todo el costo de las líneas telegráficas de Inglaterra a la India, parte del costo de la flota británica del Mediterráneo y hasta las recepciones ofrecidas al sultán de Turquía en Londres". Cuando el imperio británico comenzó la construcción de ferrocarriles en la India, con el objeto de establecer las líneas de comunicaciones necesarias a su comercio de importación y exportación, el gobierno de la India, es decir el contribuyente indio, se vio obligado a garantizar el 5% de todo capital invertido, sin ninguna clase de control sobre los capitales reales o supuestos a invertirse. Todas las adquisiciones de material ferroviario se hacían en Inglaterra, aun las que la India estaba en condiciones de producir inmediatamente. Del mismo modo que con el régimen militar, la administración civil británica en la India sólo aceptó personal indio en calidad de empleados subalternos. Recién en el siglo XX pudo advertirse cierto avance en la materia, pero las posiciones claves continuaron en manos de los funcionarios coloniales de Gran Bretaña. Los raros empleados indios de cierta jerarquía que revistaban en la administración civil eran solícitos servidores de la Corona, representantes nativos del poder imperial. Pero donde la política británica en la India alcanzó su mayor eficacia fue en el dominio de las intrigas con los grupos religiosos y raciales. Nehru no pierde en este campo su habitual claridad. INGLATERRA DIFUNDE LA IGNORANCIA Durante muchos años fue un lugar común de la política mundial afirmar que la presencia inglesa en la India se hacía indispensable para evitar los choques DE OCTUBRE A SETIEMBRE 171 sangrientos entre las comunidades de religión diferente que habitaban la colonia. Gran Bretaña se atribuía invariablemente el papel de potencia tutelar, (portaestandarte de la civilización) que ayudaba a la India a adquirir hábitos de autogobierno, con el fin de facilitar una futura independencia política. Esta interesante fábula no resistía el análisis. Nehru explica que "casi todos los grandes problemas de nuestro tiempo han surgido durante el dominio británico y como resultado directo de la política británica: los diversos intereses creados extranjeros e indios; la carencia de industria y el abandono de la agricultura; el extremo atraso de los servicios sociales; y, ante todo, la trágica pobreza del pueblo". Pero no se trataba solamente de un testimonio indio o de la simple evidencia ofrecida por la realidad de la India. Hasta destacados representantes del Imperio británico, que desempeñaron funciones ejecutivas en la India, reconocen abiertamente estos hechos. Así, Kaye alude a la resistencia británica a otorgar a la India los beneficios de la instrucción escribiendo que este "miedo a la libre difusión de los conocimientos se convirtió en una enfermedad crónica... que continuamente afligía a los miembros del gobierno con toda clase de imaginaciones y pesadillas de hipocondríaco, en las que las visiones de la prensa de imprimir y la Biblia ponían la carne de gallina y erizaban los cabellos". Más adelante el mismo autor expresa: "En aquellos días, nuestra política consistía en mantener a los naturales de la India en el más profundo estado de barbarie e ignorancia y cualquier intento de difundir la luz de los conocimientos entre el pueblo... encontraba oposición y resentimiento muy vivo". Las historias que se cuentan en la India a este respecto parecerían increíbles a cualquier lector occidental, pero no debemos olvidar que nuestra información ha dependido siempre do aquellos canales controlados por las grandes metrópolis; el ciudadano occidental corriente está frecuentemente mejor informado de la vida inglesa o de la literatura francesa, que de los asuntos de su propio país; es más probable que un latinoamericano se haya visto obligado a saber que el señor Coty es el presidente de Francia, pero ignore a ciencia cierta quién preside los destinos de Honduras o cuál es la capital de la India. No debe verse esta curiosa "desinformación" un fenómeno accidental; pertenece en todo caso al sistema de dominación cultural del imperialismo moderno. Se recuerda en la India el caso de un príncipe de Hyderabad que expresó ante el Residente británico su deseo de ver de 172 JORGE ABELARDO RAMOS cerca alguna maquinaria europea. El Residente accedió a este pedido y obsequió al príncipe indio una bomba de aire y una imprenta. Satisfecha la curiosidad del dignatario nativo, las maquinarias fueron sepultadas en los desvanes de su palacio. Pese a esta circunstancia, la noticia llegó a oídos del gobierno británico de Calcuta, que amonestó severamente al Residente imperial en Hyderabad por haber introducido un arma tan peligrosa como una imprenta, en un Estado indio. El funcionario censurado ofreció a sus superiores la solución de destruir secretamente la imprenta. Se ignora el destino ulterior de este alarmante instrumento de difusión de ideas, pero la anécdota ha permanecido en la tradición oral como un postrer testimonio de la sabiduría colonizadora. LA REBELIÓN DE LOS CIPAYOS Hasta la aparición de Gandhi en el movimiento nacionalista organizado, la India parecía ante los ojos de Occidente como un vasto país poblado de mitos, vacas sagradas, faquires y religiones inverosímiles; su territorio se veía sacudido en apariencia por luchas facciosas que desgarraban una unidad nacional cada día más ilusoria; los poemas en prosa de Tagore, que suspiraba por la unidad de Occidente y Oriente, indicaban la presencia en la India de artistas sutiles. Pero Europa no descubría en ese inmenso país la existencia de una raza de políticos que tuviera conciencia de los fines de la India como nación. Muy pronto, sin embargo, las ideas y la personalidad del Mahatma Gandhi irían a constituir un elemento coagulante de un poderoso movimiento que sacudiría al Imperio británico y le arrebataría la corona imperial. Después de una rebelión de los cípayos en 1857 y 1858, "la paz quedó asegurada en Varsovia". Recuérdese que los ejércitos cipayos estaban formados por soldados indios al servicio del Imperio británico. Su insurrección armada extendióse a las principales provincias de la India y puso en jaque a las fuerzas británicas en ese país. Su derrota constituyó un rudo golpe a las confusas esperanzas indias por emanciparse DE OCTUBRE A SETIEMBRE 173 de la tutela extranjera. Sin embargo, a fines del siglo XIX las condiciones para un resurgir del nacionalismo indio estaban siendo dadas por la historia misma. Según Nehru, la "unidad política de la India, en contacto con el Oeste, los proyectos tecnológicos y hasta la desdicha de una sujeción común, provocaban nuevas corrientes ideológicas, el lento desarrollo de la industria y la formación de un nuevo movimiento por la libertad nacional. El despertar de la India era doble: miraba al Oeste, y al mismo tiempo, se miraba a sí misma y miraba su pasado". Nuevos sectores de capitalistas británicos se interesaron en la explotación de las riquezas naturales de la India. Al crearse la industria del yute en Bengala, las hilanderías de algodón en Bombay y la explotación de la minería, se incorporaron a la industria india, controlada por el capital británico, importantes contingentes de nuevas actividades. La introducción de los ferrocarriles en la India completó el cuadro del llamado "progreso económico". En realidad, Gran Bretaña había construido en la India lo estrictamente necesario para establecer su plataforma de dominación: tanto los ferrocarriles, los caminos, los puertos, los servicios postales y telegráficos y el sistema inglés de educación destinado a adiestrar a los empleados y funcionarios en su servicio civil, del mismo modo que la creación del sistema bancario para la fiscalización de las finanzas, el comercio y la industria de la India, no obedecían sino al designio británico de acoplar a este país como un apéndice colonial. EL CONGRESO NACIONAL DE LA INDIA Hasta la guerra de 1914 el desarrollo industrial indio fue deliberadamente frenado por la influencia inglesa. Sin embargo, el movimiento nacionalista indio a fines del siglo respondía más que a las necesidades de una clase industrial india casi inexistente, a las aspiraciones de las clases más cultas y evolucionadas de la India y que podríamos llamar la pequeña nobleza provinciana. Durante el año 1870 se habían registrado mortales epidemias de hambre entre los campesinos. Un sordo y amenazante descontento recorría el país y alarmaba a los funcionarios coloniales. Los intelectuales, los pequeños comerciantes, los pequeños industriales que comenzaban a aparecer en la vida de las grandes ciudades indias, los vástagos de las 174 JORGE ABELARDO RAMOS familias pudientes humilladas por la dominación extranjera, tendían a agruparse en los partidos antibritánicos. Estos síntomas de descontento fueron captados y generalizados en la espera política por un funcionario británico, A. O. Hume, que propuso al Virrey de aquella época, lord Dufferin, la conveniencia de celebrar una asamblea anual de líderes de la India con el objeto de discutir problemas sociales. El Virrey consideró que esta reunión de figuras indias responsables podría desempeñar las funciones de una "oposición leal" a la Corona y canalizar por vías moderadas las expresiones peligrosas del descontento general. Tal fue el origen del Congreso Nacional de la India. Cumple observar que el señor Hume, que tal consejo dio al Imperio Británico, había sido durante muchos años funcionario en la India y por sus tareas tuvo acceso a los archivos secretos de la policía "que revelaban un alarmante crecimiento de la intranquilidad popular", según Kate L. Mitchell. Como todo el mundo sabe, el Congreso Nacional de la India propuesto por un funcionario de la policía británica, se transformó por la dialéctica de los acontecimientos en el eje de la lucha contra la dominación británica y en la palanca de su expulsión final. Las ideas de Hume sobre el particular y sobre la organización del Congreso, revestían una completa diafanidad: "Se necesitaba urgentemente una válvula de seguridad para el escape de grandes y crecientes fuerzas creadas por nuestra propio acción y tal vez no podría hallarse una válvula de seguridad más eficaz que nuestro movimiento en favor del Congreso". Los primeros pasos de los dirigentes indios del Congreso de la India fueron extraordinariamente moderados. Se proclamaban los más Fieles amigos de Gran Bretaña y aspiraban a un desenvolvimiento pacífico y paulatino de estas relaciones de amistad. En prudentes petitorios intentaban promover las reformas sociales, la extensión de la educación popular y el desenvolvimiento de las industrias modernas. Por supuesto, las autoridades británicas no aceptaban ninguna de estas proposiciones, pero los dirigentes del Congreso Nacional de la India perseveraban en sus propósitos como "súbditos leales" de Su Majestad británica. Resultó evidente que la estrategia del Pope Gapón tampoco rendiría en la India los efectos deseados. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 175 EL CONGRESO NACIONAL, RECTOR DEL NACIONALISMO INDIO Pese a la buena voluntad demostrada por los venerables dirigentes indios del Congreso Nacional de la India, el gobierno británico en la colonia india advirtió "que la dirección del Congreso se estaba convirtiendo en un punto focal de las aspiraciones nacionalistas de la India". Ya en 1900 el virrey lord Curzon señalaba al Congreso como un centro de sedición y comunicaba a la Secretaría de Estado para la India que "el Congreso está tambaleándose para caer y una de mis más grandes ambiciones mientras esté en la India es ayudar a su defunción pacífica". La política llegó a ser la única actividad de los miles y miles de profesionales indios que no tenían posibilidades de hacer carrera ni de vivir bajo la administración británica. La tensión aumentó en la India y surgieron tendencias al margen del Congreso Panhindú que proclamaban un nacionalismo de carácter enérgico y militante destinado a emancipar completamente a la India de toda dominación británica o extranjera. Ya en 1905, cuando la derrota de la Rusia zarista por el Japón abría el capítulo de la primera revolución rusa y de una serie de movimientos nacionalistas en toda el Asia, se presenció también en la India el florecimiento de la lucha contra el imperialismo. El boicot a las mercaderías extranjeras, nacido en Bengala, se extendió a toda la India. El propio Congreso Nacional fue dominado por los llamados extremistas. Las autoridades británicas respondían en 1907 aprobando una ley sobre asambleas sediciosas y condenando a penas de prisión a los líderes más destacados del Congreso, mientras combinaba esta medida de represión con el otorgamiento de concesiones a la India: se admitieron representantes indios en la Asamblea Legislativa central y en las Asambleas provinciales. Con el objeto de cortar el paso al creciente movimiento nacional, las autoridades británicas crearon en 1910 representaciones separadas para mahometanos e hindúes. Esta inesperada intromisión de factores religiosos en la vida política de la India estaba destinada, como lo declaraba un órgano islámico, "a emponzoñar la vida social de los distritos y pueblos y convertir a la India en un infierno". Apoyándose en los señores feudales, en los príncipes y en algunos sectores de la burguesía comercial ligada al imperialismo, Gran Bretaña esperaba enfrentar a los 176 JORGE ABELARDO RAMOS crecientes intereses industriales y profesionales indios con el objeto de jugar el papel de árbitro supremo. Pero la separación política de la comunidad mahometana y de la comunidad hindú tendía a crear un antagonismo comunal en el exclusivo interés británico. Así se fundó en 1906, por inspiración gubernamental, la Liga Musulmana. DE LOS CABALLOS DE CARRERA A LA LIGA MUSULMANA Las contradicciones comunales creadas entre el hinduismo y la religión musulmana en la India constituyeron una de las maniobras maestras de Gran Bretaña en su dispositivo de dominación. Para simbolizar mejor la significación objetiva de la Liga Musulmana creada en 1906, observemos que figuró a su frente durante mucho tiempo el famoso Aga Khan, dueño de caballos Ingleses, hombre de los círculos de Niza y de Biarritz, y figura de paja del sistema colonial inglés en la India, que durante mucho tiempo ejerció el papel de principal inspirador espiritual de esa organización. Sin embargo, el esquema de erigir una cuña en la población de la India a través de divergencias religiosas no resultó fácil al principio. La ola nacionalista levantada en la primera postguerra y que sacudió a las masas asiáticas con la perspectiva de una expulsión inmediata del imperialismo extranjero, obligó a las propias autoridades de la Liga Musulmana pro británica a estrechar relaciones con los dirigentes del Congreso Panhindú. El informe oficial del gobierno británico sobre la India en 1919 se veía obligado a confesar "que hoy la fraternidad sin precedentes entre hindúes y musulmanes ha dado lugar a extraordinarias escenas de unidad". La política británica continuaba otorgando situaciones de privilegio en los cuerpos comunales y legislativos de la India a los presuntos representantes de la minoría musulmana. En apariencia, todas las masas musulmanas parecían estar representadas en esa Liga. Pero en realidad, el movimiento nacional indio incluía en su seno a muy destacadas personalidades del mundo mahometano que figuraban en los cuerpos dirigentes del Congreso. Las grandes luchas entabladas contra el Imperialismo británico por él Congreso Panhindú demostró que los noventa y cuatro millones de musulmanes de la India no DE OCTUBRE A SETIEMBRE 177 estaban en modo alguno representados en ese pequeño grupo de príncipes, terratenientes y usureros reaccionarios que embanderados en la religión musulmana pretendían cerrar el camino a la emancipación nacional de la India. Un hecho bastante significativo era que durante todo el período preliminar a la independencia política, la Liga Musulmana jamás publicó el número de sus afiliados, mientras que el Congreso Panhindú declaraba más de 5 millones de cotizantes. Todavía en 1942, fecha de las grandes conmociones nacionales, en medio de la segunda guerra imperialista, las más destacadas figuras políticas musulmanas de la provincia de Bengala lanzaron una declaración (junio de 1942) en la cual denunciaban a la Liga Musulmana como "un círculo de políticos. .. cuya atmósfera total no tiene nada de islámica ni de demócrata... La Liga Musulmana ha perdido su título a ser considerada como una organización representativa de los musulmanes... La unidad entre los musulmanes y otras comunidades tiene que ser considerada como necesidad fundamental del progreso político de la India". Pero la política británica en la India no se fundaba en el método cartesiano sino en las tropas de ocupación. GANDHI: NI MÍSTICO EN ACCIÓN, NI SANTO EN ESTADO SALVAJE Los efectos obtenidos por la política británica escisionista se refleja en las apreciaciones que Nehru expresa en sus "Memorias": "(La división comunal) envenenó la autonomía municipal y local y llevó finalmente a fantásticas divisiones: surgieron mucho después sindicatos obreros, organizaciones estudiantiles y cámaras de comercio musulmanas. Como los mahometanos estaban atrasados en todas estas actividades, tales organizaciones no fueron verdaderos brotes orgánicos desde abajo, sino más bien, creados artificialmente desde arriba y cuya división correspondía al antiguo tipo feudal. De éste modo, en cierta medida, la clase media y hasta las masas de mahometanos quedaron aisladas de las corrientes de evolución que influían en el resto de la India. Había ya en la India bastantes intereses creados o presionados por el gobierno británico, Ahora, los cuerpos electorales separados dieron origen a nuevos y poderosos intereses". 178 JORGE ABELARDO RAMOS La primera guerra mundial señala un "tournant" decisivo en la historia política moderna de la India. La conflagración imperialista que, como ya lo hemos dicho, estimuló el desarrollo industrial autónomo, no solamente obligó a los viejos imperios a poner el fusil en el hombro del soldado colonial y hacerlo "ingresar a la historia mundial", sino que otorgó a las grandes masas indias la conciencia de que la crisis del colonialismo les abría el camino para su emancipación. En 1914 un joven abogado hindú procedente de África del Sur llegaba a la India a incorporarse al movimiento nacional. En la política sudafricana, con sus tremendas contradicciones raciales, Gandhi había experimentado por primera vez los efectos sorprendentes de su técnica de no-resistencia y desobediencia civil a las autoridades imperialistas extranjeras. De regreso a su patria, se dispuso aplicar esos mismos procedimientos a la realidad india. Durante dos años viajó por la India consagrando su tiempo a la regeneración espiritual del campesino indio y al perfeccionamiento de sus planes para el movimiento nacional. El rasgo más notable que distinguía al Mahatma Gandhi de los restantes líderes del Congreso Panhindú residía en su extraordinaria comprensión de las características sociales y psicológicas del campesino pobre de la India. Su vida política probaría más tarde que no era un "místico en acción", ni un santo en estado salvaje sino un "real-politik" que también utilizaba la religión como un ingrediente de su estrategia. LOS MÉTODOS POLÍTICOS DE GANDHI El Congreso indio contaba con un grupo de brillantes jefes, imbuidos de cultura occidental. Eran poetas famosos como Tagore, hijos de Brahmanes milenarios que consagraban su pluma y su vida a la salvación de la India, que hablaban inglés, recitaban poemas persas y podían conversar interminablemente sobre los últimos libros de Romain Rolland o sobre las modernas teorías económicas impartidas en las cátedras de Oxford. Ante ellos apareció Gandhi dirigiéndose al campesinado de la India, vestido con atuendos tradicionales, hablando su propio lenguaje y revertiendo en las palabras simples y directas de su doctrina las más viejas tradiciones místicas, religiosas y filosóficas que otorgaban al pueblo indio la clave moderna de su DE OCTUBRE A SETIEMBRE 179 liberación. En síntesis, con símbolos extraordinariamente elementales, Gandhi logró conectarse profundamente con las masas indias. El occidentalismo de muchos dirigentes del Congreso había constituido un obstáculo importante para poner en movimiento a las gigantescas masas de la India aprisionadas por un riquísimo pasado religioso. El "asiatismo" de Gandhi tenía forzosamente que rendir los resultados buscados: con un viejo lenguaje puso de pie a millones de hombres para la resolución de los problemas de la India. En eso consistió su genio político. Nada más alejado de su espíritu y de sus métodos, si se examina atentamente, que toda suerte de misticismo o de ensoñación lírica. Gandhi fue uno de los más formidables políticos realistas de nuestra época, cuya astucia, capacidad de maniobra y riquísimo arsenal de tretas y de recursos pueden evidenciarse en el análisis de los últimos treinta años de la vida política india. Que los propios occidentales, atraídos por el maravilloso espectáculo de la India a la manera de la teósofa Anny Besant o del novelista Romain Rolland hayan creído en el "misticismo" de Gandhi, es bien natural. Lo cierto es que en el propio "Diario" recientemente publicado por Romain Rolland y en el cual relata sus recuerdos de Tagore, Gandhi y Nehru, aparece la profunda incomprensión que rodeó la figura de Gandhi, incomprensión que éste utilizó sabiamente en su vida política para llevar a cabo sus propios fines. No será osado afirmar, en lo que concierne al dominio del realismo político, que Gandhi es poco menos que único entre los políticos de su época. A este respecto la personalidad de Rabindranath Tagore que alcanzara simultáneamente con Gandhi una fama impresionante en los círculos intelectuales de Europa, resultará de gran utilidad para iluminar la cuestión. EL HIJO DEL RECAUDADOR DE IMPUESTOS ¿Quién era Tagore? Hijo de un "zaquindari", el exquisito poeta encarnó al intelectual indio durante un cierto período de la dominación británica. Recuérdese que los "zaquindaris" constituían una clase social formada por el Imperio con el fin de recaudar los impuestos entre los campesinos pobres; con el tiempo, el "zaquindari" de agente nativo de Inglaterra se transformó asimismo en terrateniente, 180 JORGE ABELARDO RAMOS mediante la expropiación de las tierras de los campesinos indios. Esta clase social fue uno de los más poderosos instrumentos de control de los colonizadores extranjeros. Tagore procedía de una familia de "zaquindaris" y su arte refinado encarnó durante un momento la confusa aspiración de algunos sectores de las clases elevadas indias a un acuerdo pacífico y duradero con los señores extranjeros. Fue el poeta occidentalizante por antonomasia. Sus divergencias con el Mahatma Gandhi no arrancaban solamente de las contradicciones temperamentales o de sus opiniones políticas de circunstancia, sino sobre todo de que representaban dos mundos diferentes. Romain Rolland, cuya admiración por la India corría pareja con su incapacidad para comprender sus problemas, anota en su Diario íntimo lo siguiente: "Luego de un silencio, la conversación emprende un curso un tanto diferente: es Tagore quien habla de la India. No cree para la India en la posibilidad de gobernarse por sí misma en la hora presente. La dominación extranjera sigue siendo el mal menor, y de todas las dominaciones extranjeras, la de Inglaterra, a pesar de sus groseras faltas, de su estrechez y de su incomprensión congénita, es, sin duda, la mejor. Si desapareciese sería reemplazada en la India por la de los afganos o la de los japoneses, lo que sería peor". Tagore veía en Inglaterra al Occidente culto, a sus universidades técnicas, a sus buenos modales. Sentía por los ingleses y por Europa la misma debilidad que el intelectual puro siente por una biblioteca o por un concepto, debilidad que siempre prescinde de la utilidad social de estos productos. Para Tagore tenía más importancia la colección de estatuillas egipcias del Museo Británico y la versación de los profesores de literaturas clásicas de Oxford que la miseria indescriptible y la ignorancia no menos fabulosa de cuatrocientos millones de indios. Como un genuino intelectual indio de formación europea, atribuía las desdichas de su propio país a la dificultad de alcanzar las gracias de ese estado de civilización cuyo modelo era Europa. GANDHI Y LA INDUSTRIA TEXTIL INDIA He aquí cómo Romain Rolland relata otras divergencias de Tagore con Gandhi: "Tagore vuelve también a su vieja querella con Gandhi a propósito de la interdicción DE OCTUBRE A SETIEMBRE 181 hecha por Gandhi de usar tejido extranjero, como «impuro» porque sólo con esas razones religiosas se puede conmover al pueblo de la India que permanecía insensible ante las razones económicas. Tagore le preguntó a Gandhi: «¿Es que usted cree verdaderamente que existen objetos impuros?» Gandhi evitó responder directamente (como muchas veces hace) pero dijo que creía en la idolatría para el pueblo de la India". Ante esa observación política profunda de Gandhi, Tagore, según cuenta Romain Rolland, se indigna: "Esto es por lo tanto creer en la necesidad de la mentira para el pueblo de la India. Y si el pueblo de la India tiene necesidad de la mentira, es que no tiene derecho a la libertad; legitima la dominación inglesa..." Desde el punto de vista del movimiento por la independencia nacional, Gandhi comprendía claramente que las consignas políticas expresadas en las fórmulas occidentales no podían llegar a la comprensión de las vastas masas indias. La tradición religiosa milenaria pesaba como una lápida para esta asimilación, la ignorancia mantenida por el dominio británico contribuía poderosamente a que el pueblo de la India se mantuviera disperso, incomunicado e inhábil para adquirir una conciencia política de sus necesidades nacionales. La grandeza de Gandhi consistió en basarse en los elementos, por así decir, idolátricos, religiosos o místicos y movilizar a esos centenares de millones de campesinos pobres de la India alrededor de esos símbolos religiosos. Identificó la tradición religiosa con la India y el espíritu del mal con el inglés extranjero. Esto fue fácilmente comprensible para el pueblo, que vio en el Mahatma Gandhi a su jefe natural. Ya hemos dicho en varias oportunidades que las condiciones de atraso de los países coloniales y semicoloniales, determinan que los elementos religiosos pueden constituir una especie de ideología nacional. Esto es lo que generalmente acontece bajo las condiciones precapitalistas. Es por eso mismo que los indios occidentalizados a la manera de Tagore, o los intelectuales de un país europeo imperialista, como Romain Rolland (por más progresista que éste se proclamara), no veían en Gandhi sino un místico peligroso, cuando en realidad desempeñaba las funciones de un político revolucionario cuyo arsenal se nutría con los recursos dados por la historia. Que esta política fuera "burguesa" por sus fines históricos y que los 182 JORGE ABELARDO RAMOS métodos de la "no violencia" no encontraran precedentes en el archivo de la Sorbona, no alteraba el carácter profundamente progresivo de esa bandera y de ese jefe. ¿REVOLUCIÓN SOCIAL O REVOLUCIÓN ANTIDEMOCRÁTICA IMPERIALISTA? En el "Diario" de Romain Rolland aparece claramente que Tagore ni siquiera aceptaba para la India una autonomía dentro del marco del Imperio, que la parangonase con los restantes dominios británicos. Tagore, según Rolland "juzga a la India en un estado aún demasiado inferior de la vida política; si recibiese de Inglaterra tal don, sería sin haberlo merecido y permanecería en una situación de rebajamiento con respecto a los demás Dominios". Es así como este desdichado poeta hijo de "zaquindaris", proponía frente a Gandhi, el político, una especie de reconstrucción espiritual del hombre indio, lo que en términos de política práctica significaba la perpetuación del dominio británico. No era accidental entonces que a diferencia de lo que se creía en Europa y en América, Rabindranath Tagore fuese uno de los hombres menos populares de la India, —cosa que Tagore confesaba amargamente a Romain Rolland. Tampoco Tagore estaba de acuerdo con Gandhi en la cuestión de las castas y de los intocables. Si bien Gandhi había combatido con energía la supervivencia de los intocables y de otras divisiones sociales subsistentes en la India, en ningún momento había levantado este problema por encima de la cuestión que Gandhi consideraba como fundamental, que era la de la movilización de todas las fuerzas indias contra el ocupante extranjero. Tagore, por el contrario, decía: "¿cómo resolver el problema político sin haber resuelto el problema social?". Aquí tocaba Tagore una de las cuestiones claves de la revolución de los países atrasados. En la estrategia de Gandhi las monstruosas divisiones de clases en la India, las contradicciones sociales, raciales, religiosas, geográficas y hasta lingüísticas que debían ser resueltas para el progreso histórico, debían subordinarse momentáneamente a un gran fin común: la emancipación nacional de la India del yugo imperialista extranjero. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 183 Anteponer a este objetivo central la resolución de problemas sociales tales como las contradicciones entre el proletariado y la burguesía (sobre todo en las grandes ciudades como Bombay, Calcuta, Madras), o atacar en la primera fase de esta lucha las prerrogativas de algunos sectores de terratenientes o de los príncipes, del mismo modo que establecer nítidamente diferencias y combates parciales con respecto al predominio de una u otra lengua o de una u otra comunidad religiosa, significaba en la política de Gandhi hacerle el juego a los trucos diversionistas del imperialismo. En la concepción estratégica de Gandhi los distintos sectores de la India debían unirse alrededor de esa gran bandera que levantaba; muchas críticas pueden hacerse a esta estrategia, pero no eran Tagore, ni Rolland, ni Occidente quienes podían formularlas desde el ángulo revolucionario. EL INTERNACIONALISMO DE TAGORE ES GRATO AL IMPERIALISMO Decíamos ayer que Tagore, y con él muchos otros intelectuales fascinados por Occidente, no hacían sino meditar sobre todos aquellos problemas y aspectos del atraso histórico de la India que debían resolverse precisamente a partir de la emancipación política. Al ignorar el problema nacional, el "internacionalismo" occidental de Tagore coincidía con el internacionalismo humanista de Romain Rolland y, lo que es peor aún, empalmaba con el "universalismo" imperial de Inglaterra, urgentemente necesitada de dividir y trabar el movimiento nacional encarnado por Gandhi. En apariencia, Tagore era mucho más "revolucionario" que Gandhi, Tagore se preocupaba de solucionar problemas tales como la coexistencia de razas no indias, que vivían todavía en estadios históricos primitivos. Examinaba la posición de las razas dravídicas, arias, mogoles, negroides, del mismo modo que estimaba los factores educativos y formatrices de una conciencia política como factores fundamentales para que el pueblo de la India alcanzase su autoliberación de manera consciente y racional, al estilo de la formación de las democracias europeas clásicas. Pero es que era justamente el atraso histórico de la India y el primitivismo de sus grandes masas pobres los que permitieron a Gandhi nuclearlas alrededor de símbolos 184 JORGE ABELARDO RAMOS extremadamente simples. Occidente no había dado a esas mismas masas la suficiente cultura para que Gandhi demostrase el ejemplo de la revolución inglesa o de la revolución francesa en textos cuidadosamente redactados. De ahí la impotencia de Tagore y la fuerza de Gandhi. Los elementos idolátricos que conmovían a las masas indias fueron puestos en acción por la estrategia de Gandhi. Tales contradicciones aparecen más de una vez en la historia, de la misma manera que la historia moderna ha demostrado la completa impotencia de los intelectuales puros frente a un proceso histórico viviente. Esta pobreza del intelectual profesional ante acontecimientos políticos enriquecidos por la participación de millones de hombres, se evidencia también en la propia personalidad de Romain Rolland, aunque epígonos contemporáneos le han dibujado la aureola de un santo laico, de un pastor de almas a lo Bertrand Russell o a lo Norman Angell. Romain Rolland, cuya admiración por la India lo llevó a escribir una "Vida de Ramachkrisna" y una "Vida de Gandhi" (sin comprender el carácter profundamente moderno y revolucionario de ambas figuras), llegó a ser muy poco tiempo después de sus entrevistas con Tagore y Gandhi un frenético admirador de Stalin y su política. Podrá recordarse que Romain Rolland aplaudió sin reservas los Procesos de Moscú que había exterminado a la generación de octubre de 1917. Esto no le impedía al distinguido novelista confesar en su "Diario Intimo", recientemente publicado, su verdadero pensamiento con respecto a Lenin: "Le he contado a Tagore el culto idolátrico que el pensamiento bolchevique llega a rendir a la máquina. Las fiestas de la máquina celebradas con el concurso de los poetas y de los artistas bolcheviques; ese extraño frenesí que impulsó al hombre a renegar de su individualidad, a poner a su vanidad en abdicación a los pies de las fuerzas ciegas, a no querer ver en sí mismo más que un engranaje de la máquina colectiva; esa locura surgida del materialismo económico de Marx y de Lenin, y que hace del materialismo otra nueva religión. Conflicto en que se encuentran esos sectarios de Lenin hablando de Lenin y celebrándolo; porque no pueden consentir en reconocerle una individualidad independiente y se esfuerzan por hacer de él una especie de síntesis mecánica de las fuerzas de la época". Por alguna razón este "Diario" era íntimo. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 185 EL NACIONALISMO DE LOS PAÍSES OPRESORES Y EL DE LOS PAÍSES OPRIMIDOS Romain Rolland, uno de los eminentes representantes de la intelectualidad "progresista" de su tiempo en Europa, admiraba simultáneamente —como hemos visto— las riquezas artísticas de la India y sus viejas religiones lo que no le impedía aplaudir los procesos de Moscú y condenar el materialismo de Lenin. Al mismo tiempo mostraba estupefacción ante el realismo político de Gandhi, que se negaba a establecer un criterio igualitario para juzgar la democracia en la India y en Inglaterra, en Italia y en África. Para Romain Rolland, el nacionalismo del Imperio mus-soliniano tenía la misma significación histórica y formal que el nacionalismo de Gandhi para la India. Carecía de aptitud para discernir las diferencias fundamentales que separan a un país oprimido de un país opresor, a una metrópoli de una colonia. Era lo que correspondía cabalmente a un demócrata francés que podía soñar en París con la igualdad de todos los hombres, fundado en el orden perfecto que las tropas coloniales francesas podían mantener en Indochina, África del Norte y Madagascar. Este orden colonial garantizaba la democracia en la metrópoli parisiense y el disfrute de los goces del espíritu. El pacifismo humanitario de Romain Rolland que negaba el nacionalismo de una colonia al asimilarlo mecánicamente ;il nacionalismo de un Imperio, se mostraba en el caso de la India completamente al desnudo: "Pero no por eso deja de ser verdad —escribe en su diario Romain Rolland— que el fanatismo tiránico de los nocooperadores ha sido tan opresivo para los espíritus libres en la India como el nacionalismo ciego para los de Europa". Romain Rolland olvida explicar en su "Diario" que los nacionalismos de la Europa contemporánea ya revestían un carácter reaccionario en el siglo XX puesto que tendían a oprimir a otros pueblos, mientras que el nacionalismo de la India tendía a liberarla de la tutela extranjera y ascender a los primeros grados de la civilización técnica y cultura. Por eso resulta significativa la alusión de Romain Rolland a la hostilidad con que fue recibida en la India una conferencia que el poeta de Bengala ofreció en Calcuta: "Cuando Tagore, de regreso de Europa, dio su primera conferencia en Calcuta, una muchedumbre enorme había invadido la sala varias horas antes; en vez de las ovaciones ardientes que de ordinario 186 JORGE ABELARDO RAMOS acogían siempre al poeta hubo un silencio glacial, del principio al fin. Si no hubiera sido por el antiguo ascendiente, por Ja gloria imponente del poeta, hubiera sido asesinado, hecho pedazos". Es así como las masas de la India acogían al heraldo indio de Occidente. TAGORE Y GANDHI Romain Rolland, en su "Diario" íntimo, ofrece un episodio curioso de las relaciones entre Tagore y Gandhi: "Es evidente que Tagore no ha digerido esas humillaciones al igual que no ha perdonado a Gandhi el empleo un tanto despectivo a su parecer, que el Mahatma le asignaba en su movimiento. Tagore le escribía: «¿Por qué no solicita nada de mí? ¿No tienen ningún papel que asignarme?» Mahatma le dijo: «Hile». «¿Nada más?» —preguntó Tagore. «Nada más. Hile»." Tagore, agrega Romain Rolland sabiamente, "no ha hilado jamás". Este notable diálogo evidencia los caracteres respectivos y también el papel político de ambos interlocutores. Tagore, con su aire de viejo mago, solemne, rodeado de pájaros y de niños, que extrae dátiles de su bolso y formula metáforas e imágenes en abundancia, que conversa con el decano de la Facultad de Humanidades de París o que recita largos poemas en sánscrito, es aclamado por los gerentes de las fábricas de relojes suizos en Ginebra y ovacionado por los estudiantes sudamericanos desde el barrio latino de París. Tagore no podía comprender el gigantesco movimiento nacional representado por Gandhi. Él deseaba hacer algo, tender un puente invisible de solidaridad entre las almas perturbadas por las desdichas del siglo. Pero Gandhi, que está en el corazón de la lucha, no desea nada de eso. No quiere establecer ninguna relación con sus enemigos mortales. Lo que Gandhi desea, y en él se expresa la necesidad histórica de las masas indias, es dibujar con mayor precisión que nunca las diferencias que separan a la India del Occidente imperialista. De ahí que cuando el poeta, conmovido en sus sueños, pide un puesto en el movimiento, Gandhi le señala una lección de humildad, le ofrece la rueca primitiva del campesino pobre de la India para que hile, para que hile sin descanso, porque en esa tarea piensan constantemente los graneles DE OCTUBRE A SETIEMBRE 187 industriales de Lancashire que observan atemorizados la caída de las ventas de los productos textiles ingleses en los mercados indios. Tagore no comprende esta política. Y es justo que así sea. Gandhi sabe que Tagore no comprende y lo lamenta. Y Romain Rolland no comprende a ninguno de los dos. Esto demostraría hasta qué grado los más independizados escritores de Europa vivían envueltos en la atmósfera creada por el imperialismo. TAGORE OBSERVA LA VIDA DE LAS HORMIGAS En la casa de Romain Rolland, Tagore, durante uno de sus viajes a Europa, conoce al sabio francés Augusto Forel, un característico representante de la inteligencia europea. "Forel, escribe Romain Rolland, le dice a Tagore que co incide con él mucho más que con Gandhi (lo cual es, sin que él lo sospeche, la mejor manera de hacerle la corte). Le plantea algunas preguntas, sobre el porvenir político de la India y de la China; expresa su voluntad, su esperanza en la unión de todas las razas del mundo. Distribuye entre Tagore y su gente una cantidad de folletos suyos, especialmente un estudio sobre las hormigas de la India. Tagore dice que le interesa eso, tanto más por cuanto las ha observado muchas veces: durante tres días asistió a un combate entre hormigas rojas y negras". Mientras Gandhi emprendía un combate inexorable con el Imperio británico y el espectro del nacionalismo indio visitaba las noches insomnes del Ministerio de Colonias, en Londres; mientras las fuerzas de ocupación extranjera disparaban sobre las multitudes que se disponían silenciosamente a extraer sal de las zonas prohibidas, Tagore se enfrascaba en una larga y erudita discusión con el profesor Forel (partidario de la fraternidad de todas las razas del mundo) acerca de las características de las hormigas y de sus hormigueros. Hay una observación, sin embargo, que reviste interés y que Romain Rolland cita en su diario. Después de un viaje realizado por América del Sur, Rabindranath Tagore escribía a Rolland su impresión sobre la oligarquía sudamericana y su dilettantismo cultural: "Mi ojeada a América del Sur no es reconfortante. La gente se ha hecho allí de repente enormemente rica y no ha tenido tiempo de descubrir su 188 JORGE ABELARDO RAMOS alma. Es lastimoso ver su absoluta dependencia de Europa para su pensamiento, que debe llegarle totalmente hecho. No les da vergüenza enorgullecerse de cualquier moda que copian o de la cultura que compran en este continente". No debemos reprocharle al poeta en este caso su falta de claridad, ni su falta de penetración. En otra carta al mismo interlocutor, al llegar a la India, Tagore confiesa: "Vuelvo quebrantado y agotado. Vuelvo a un país que está ocupado en muchas otras cosas; que por lo menos no está libre para pensar en mí o en mis ideas. Siento que aquí ya no soy necesario por el momento. Temo que mi pueblo quiera continuar considerando mis ideales de amistad internacional como prematuros; mucho más como un lujo poético al que no puede permitirse plegarse en nuestra época". Pero será en sus respectivas actitudes ante el fascismo italiano y su jefe donde veremos recostarse más diáfanamente las dos figuras más representativas de la India. GANDHI: UN "REAL POLITIK" En una de las visitas que Tagore realiza a Europa, Romain Rolland le plantea la cuestión del fascismo en Italia. Le expone largamente al poeta hindú el panorama social de la península y la necesidad de que Tagore proteste en nombre de los derechos del espíritu contra esa situación. Tagore ha recibido una invitación de Mussolini para recorrer Italia. Recibe los agasajos de la prensa oficial, visita al Duce, habla con Croce y luego regresa a Suiza donde se entrevista nuevamente con Romain Rolland. Éste, indignado, le recrimina sus contactos con el régimen italiano, Tagore se defiende débilmente. Rolland anota en su "Diario": "Pero a propósito de nuestros acontecimientos europeos no es sólo en Tagore, es en todos los indios en quienes he notado ese extraño desprendimiento, indiferente y un tanto irónico. Y eso nos ha sido penoso... Daban la impresión de pensar: «Es Europa. No somos nosotros...»". En otra parte del mismo "Diario" agrega: "Me apena, lo confieso, ver el estúpido e infantil orgullo nacionalista de que alardean ahora los jóvenes indios en Europa". De una manera sistemática el europeo Rolland asimila las premisas políticas del oprimido con las del opresor. 189 DE OCTUBRE A SETIEMBRE Posteriormente, la visita de Gandhi a Europa y sus entrevistas con Romain Rolland, proporcionan testimonios suplementarios del carácter irreconciliable de estos dos temperamentos simbólicos. La llegada de Gandhi a Europa en septiembre de 1931 estaba motivada por una conferencia en mesa redonda que debía celebrarse en Londres con los representantes del Imperio británico. Romain Holland registra en su "Diario" las primeras impresiones que le produce la personalidad del jefe del movimiento nacional de la India. Su fama, como acontece con frecuencia, había contribuido a oscurecer la fisonomía moral e intelectual de Candín. Uno de los circunstantes que asistió a su llegada al puerto de Marsella comentaba: "Yo temía encontrar un hombre de Dios, un predicador, un iluminado. He encontrado un Sócrates". Aun en esta distinción hay un equívoco, sin embargo. Ni un místico desmelenado y penetrado de angustia mortal, ni los soliloquios de un maestro. Para los que alcanzaron a conocer a Gandhi, la sorpresa radicó en que se encontraban con un político de raza, cuyos métodos, pensamientos y actitudes diferían del exotismo oriental que Occidente debió forjar para su propia contemplación. GANDHI VISITA EUROPA La famosa mala salud de Gandhi, su mezquindad física (parangonables a aquella "mala salud de hierro" de Mossadegh, que habría de constituir el asombro de periodistas y políticos), no eran más que una fábula, Gandhi "está bien constituido; es bastante ancho y fuerte de pecho y de la parte alta de sus brazos, de manos finas y frescas". Su encuentro con Europa, con la Europa culta que esperaba escuchar un torrente de definiciones sobre Dios, la Verdad, la Belleza, la Humildad y otras muestras de la filosofía hindú, demuestra, por lo menos, que Gandhi no quiere perder el tiempo. A raíz de que un periodista inglés le había atribuido falsamente una actitud de "lealtad" y de sumisión hacia el príncipe de Gales, Gandhi, sentado en el camarote de su barco anclado en Marsella, en cuclillas y moviendo rápidamente sus ojos vivos sobre todos los visitantes oficiales de la prensa europea dijo, refiriéndose al príncipe de Gales: "No tengo absolutamente nada contra ese joven. Personalmente le deseo el 190 JORGE ABELARDO RAMOS bien.... Si encuentro una hormiga la miro con simpatía, no pienso en aplastarla; ¡pero no voy a prosternarme ante ella!". Muy delgado, pero muy resistente, muy sencillo, pero extraordinariamente preciso, Gandhi lleva como único equipo de su escasa indumentaria un enorme reloj que saca a todo momento de su cinturón y que examina con cuidado. Concede cinco minutos a cada uno de sus visitantes. La exactitud de este presunto místico asombra y consterna a muchos de sus admiradores europeos. Un representante del cónsul inglés acaba de llegar de Londres en avión, para llevar a Gandhi un mensaje del ministro, en el cual le daba la bienvenida a Europa y se lo sondeaba con respecto a sus deseos relativos a los preparativos para su llegada. Gandhi le hace esperar el turno correspondiente entre la larga serie de visitantes, y luego lo hace pasar sin incorporarse y sin darle importancia. Renuncia en seguida a participar en un banquete que se le había preparado y desaparece durante una hora para conversar con los obreros del puerto de Marsella. Al fin, en un vagón de tercera clase llega a Suiza y se entrevista con Romain Rolland: "Lo veo llegar con su albornoz blanco, desnuda la cabeza bajo la llovizna, desnudas las piernas como flacos zancos, al hombrecito de los anteojos, desdentado que ríe (se ríe nerviosamente cada vez que viene a verme; es como un saludo de bienvenida), haciendo el gesto hindú de reverencia: juntas las manos y levantadas a la altura de la boca". GANDHI PREFIERE EL FASCISMO ITALIANO A LA "DEMOCRACIA" INGLESA Por fin están frente a frente Mahatma Gandhi y Romain Rolland. El "Santo" examina con una mirada teñida de ironía al escritor europeo prestigioso, que tantas simpatías profesa por la India. Todos los esfuerzos de Romain Rolland están consagrados en esta conversación a disuadir a Gandhi de visitar la Italia de Mussolini. Rolland describe en su elocuente relato las condiciones políticas y DE OCTUBRE A SETIEMBRE 191 sociales que reinan en Italia, la persecución que sufren los espíritus libres (no menciona el movimiento obrero, por otra parte), el enclaustramiento de Croce, etc. Gandhi lo escucha con atención. Finalmente, Rolland pide a su visitante que le informe acerca de sus propósitos con respecto a Italia. Gandhi toma la palabra y le dice: "Tengo ganas de ir allá, a ver a Mussolini. Mi deseo es ver a la gente, llevarle la misión de paz. El que no lo acepte no es nada; eso un puede hacer que me desvíe. Y quiero ver al Papa, que me ha enviado un buen mensaje; si lo veo, podré manejar mejor a los indios católico romanos. Vería a su jefe como veo a los jefes musulmanes. He visto obispos romanos, protestantes, musulmanes. Sabía que entre ellos los había malos, pero también los hay buenos. Si el Papa quiere verme, iré. En cuanto a Mussolini, no creo que lo quiera; pero si lo quiere, no vacilaré, iré también. Pero no en secreto. No veo a nadie en secreto. Esta es mi posición. Y ahora, hable". Romain Rolland torna al ataque, habla largamente de Mussolini, del fascismo y de sus métodos. Gandhi insiste en ir a Italia a condición de que pueda exponer libremente sus ideas. Hipnotizado por su condición de europeo, Romain Rolland no comprende la posición de Gandhi. Si para Rolland Mussolini es el jefe de un Estado rival de Francia (el capitalismo europeo podía asumir indistintamente en un caso la máscara democrática y en el otro, la máscara fascista) para Gandhi, Italia es la competidora de Inglaterra y esta última es la principal opresora de la India, su país. Las dificultades del pueblo italiano no podían hacerle olvidar a Gandhi la condición de su pueblo, que ni siquiera tenía un gobierno propio, sino que vivía todavía bajo la dominación extranjera. La visita de Gandhi a Mussolini, en la cabeza del dirigente indio tenía como significación profunda demostrar a los ingleses que los políticos indios conservaban su plena independencia de acción y que no ataban su destino a la diplomacia británica. Por el contrario, estaban en perfectas condiciones de entrevistar, recibir u ofrecer agasajos a jefes de estados extranjeros cuya competencia o rivalidad con Inglaterra eran de notoriedad mundial. No se trataba aquí de democracia o fascismo, puesto que para un indio era algo completamente irrisorio hablar de la democracia inglesa enfrentándola al gobierno italiano. Esto era lo qué Romain Rolland no podía comprender y en esto residía el núcleo del problema. 192 JORGE ABELARDO RAMOS LA NO COOPERACIÓN COMO MÉTODO POLÍTICO REVOLUCIONARIO En respuesta a los argumentos británicos que señalaban insistentemente las obras públicas construidas por Gran Bretaña en la India, Gandhi observaba a Romain Rolland: "En nuestro país existen grandes caminos públicos e instituciones de educación que son verdaderos palacios; pero forman parte de un sistema que aplasta a la nación. Yo no debo tener nada en común con ellos. Son como la serpiente de la fábula, que lleva en la cabeza una joya pero cuyos colmillos están llenos de veneno...". Mientras Romain Rolland consideraba el movimiento de la No-Violencia y de la No-Cooperación dirigido por Gandhi como una especie de teoría moral de la política, para Gandhi era un sistema práctico para sus fines, que nacía de las condiciones específicas de la India. Al ser interrogado por el escritor francés sobre la influencia de ese movimiento en la juventud india Gandhi respondió que "el movimiento de no-cooperación tiene más o menos a la juventud bajo un dominio moral. Tal vez no hasta el punto de conducirla al sacrificio, al heroísmo; pero eso le impide, por lo menos, hacer tonterías". Según vemos, la respuesta de Gandhi no se caracteriza por su carácter abstracto. Muy interesado en mostrarle al jefe hindú los productos más refinados del arte de Occidente, Romain Rolland se sienta en un momento determinado al piano y le hace escuchar algunas páginas de Beethoven: "Gandhi, cuando le preguntamos su impresión responde con una risita, a la vez maliciosa y candida: «Debe de ser hermosa puesto que usted me lo dice»". La conversación vuelve a recaer incidentalmente sobre Italia: "Termino de informar a Gandhi del juramento que el fascismo acaba de exigir a los profesores universitarios y de la protesta que contra ese juramento publican una docena de ellos. Hablo también del Vaticano, que ahora aceptó el juramento con reservas jesuíticas. Luego mi hermana le habla de Oxford, que ella conoce bien y que ama". DE OCTUBRE A SETIEMBRE 193 Como veremos, hasta en el pensamiento de Romain Rolland vive la alianza Franco-británica, desglosando de una manera automática e instintiva el hecho de que "Oxford", no se explica sin Bombay. Pero a Gandhi no se le escapa el hecho. Comenta en seguida el jefe indio "que la belleza de las universidades de Oxford, de los edificios, de las obras de arte, estaban a sus ojos empañadas por el pensamiento de la explotación del mundo, de donde florecieron esas riquezas". Esta observación incomoda al intelectual de Europa, que se siente culpable. Gandhi había tocado la llaga y Rolland no podía agradecérselo. GANDHI Y MUSSOLINI He aquí al jefe espiritual de la India paseando por la orgullosa capital del Imperio. De su visita a Inglaterra, Gandhi relata que "en Londres Miss Lester me ha mostrado los barrios pobres, los «slums». Pero para mí, esos pobres tenían fortuna; su mobiliario bien valía 50 libras; algunos tenían incluso piano". ¡Es que el "pobre" de la ciudad imperial vive a pesar de todo en un nivel superior al "pobre" de la colonia! En seguida, Romain Rolland lo somete a una serie de preguntas, entre otras, la siguiente: "¿Qué piensa usted de los cristianos?". Gandhi ya ha respondido a esta pregunta en Lausana y repite su fórmula: "El cristianismo es bueno, pero los cristianos son malos". Otra pregunta: "¿Consentiría Gandhi en participar de una organización para un humanitarismo universal que piensa que el universo es un gran secreto y que no hay más que escuchar la vocecita que habla en el interior de cada uno de nosotros?". Como vemos, la tarea de un político no es liviana. En todas partes del mundo se encuentran gentes que hacen preguntas como ésta. No obstante, el ejercicio de la política otorga al menos, al que la profesa, el hermoso arte de la paciencia. Gandhi respondió con estas palabras: "Muchas veces me han pedido que me asocie a una organización particular. Siempre he contestado: No. Porque la mayor de las veces me he encontrado con que los individuos de esas organizaciones son, o bien honrados simples de espíritu, o bien charlatanes que especulan sobre los objetivos en apariencia loables. En Londres hay una Liga que se llama Liga Mundial de Ahimsa. Al frente de ella están un pastor y su mujer. He visto que no hay en ellos más 194 JORGE ABELARDO RAMOS «ahimsa» que en esta mesa que tengo delante de mí. Trabajan en esta organización con el fin de vivir de ella. Me he negado a dejar asociar mi nombre a esa Liga. También me he negado a dar mí autógrafo para la hoja que publican. Les he dicho que debían hallar otros medios de ganarse la vida. Si esta pregunta significa si consiento en asociarme a una organización que el que interroga ha fundado, diré: No". Gandhi parte para Italia y pocos días después Romain Rolland registra en su "diario" las noticias que llegan del político indio, "Mussolini ha expresado el deseo de verlo y como ese deseo es compartido por él (ese Santo hombre ha conservado un pequeño demonio: el de la curiosidad; yo lo comprendo, yo lo poseo o él me posee a mí, pero yo me resisto y hubiera querido que Gandhi se resistiese en esta ocasión). Gandhi fue a ver al Duce. Mussolini se mostró amable... La conversación duró unos veinte minutos e ignoramos lo que allí se dijo. Los ojos de Gandhi respiraban malicia cuando luego le hablaban de los ojos de Mussolini. «Son — dice— como ojos de gato, siempre en movimiento... En conjunto —dice Gandhi— no tiene un aspecto muy humano. Pero debo decir que conmigo ha sido encantador. Y cuando le dije que el Papa no había podido recibirme, resplandeció de satisfacción maliciosa». A falta del Papa, Gandhi se redujo a su cascarón. Hizo que le abrieran el Vaticano y allí hizo el turista, lo cual no parece muy propio de él. Al recorrer las galerías de arte y ante un cuadro de la Crucifixión, dice él mismo, que se sintió tan conmovido que se le saltaron las lágrimas de los ojos". En resumen, Gandhi ha salido con la suya, lanzando con su entrevista con Mussolini un desafío al Imperio Británico. EL PAPA SE NIEGA A RECIBIR A GANDHI La negativa del Papa de recibir a Gandhi fue sin embargo obviada por su inesperada visita a las galerías de arte del Vaticano, que difundiría por todo el mundo y en especial entre los indios católicos, la noticia de que Gandhi había estado en el interior de la ciudad pontificia. Que es lo que Gandhi deseaba demostrar. La despedida de Gandhi de Romain Rolland no deja de tener tampoco un aspecto humorístico. La mañana de la partida, Romain Rolland obsequia a Gandhi una linda caja de laca pintada en Paléele (URSS), que representa un pastor tocando la flauta en DE OCTUBRE A SETIEMBRE 195 una pradera: "¿Pero qué podré hacer con ella?". —Ponga usted pastillas para cuando esté resfriado —le dijeron—. "¿Entonces va a ser preciso que tenga resfríos hasta el fin de mi vida?", arguyó el santo hombre, siempre más práctico que todos los occidentales juntos. Ese Gandhi preciso y esquivo, austero e irónico, simple como un santo y astuto como un político florentino que Romain Rolland describe en su "Diario" abandonaba Europa para regresar a su país. El movimiento nacionalista de la India requería sus servicios urgentemente. Las largas conversaciones que Gandhi había sostenido con el espiritual francés sobre los temas de la desobediencia civil y de la No-Cooperación, habían dejado a Romain Rolland en la misma situación de ignorancia en que se encontraba antes de sostenerlas. Rolland veía en la No-Violencia una especie de panacea universal, base de algún código ético que debería ser ofrecido a los pueblos tiranizados del mundo. Una nueva Religión de Amor fundada en la mística de Oriente que habría de desarmar la política siniestra de los "trusts" y de los regímenes policiales. Pero para Gandhi la NoViolencia y la No-Cooperación tenían un significado completamente diferente. En primer lugar, cuando en 1918 Gandhi había aparecido como dirigente del Partido del Congreso enarbolando la divisa de la No-Violencia, las masas de la India comenzaban una vida política de gran vuelo. El llamamiento de Gandhi había obtenido una resonancia gigantesca. Al principio, miles de jóvenes asaltaban las prisiones de las principales ciudades de la India pidiendo a las autoridades ser encarcelados. Era frecuente también observar la organización de actos prohibidos expresamente por la policía, realizados por jóvenes indios partidarios de Gandhi, que se dejaban apalear y golpear por las fuerzas británicas sin defenderse. La doctrina de la No-Violencia encajaba perfectamente dentro de las tradiciones religiosas más antiguas de la India y ofrecía a ese pueblo un precioso instrumento elemental mediante el cual podía expresar su oposición a la presencia extranjera en el suelo nativo. Pero la transición de la No-Violencia a la violencia pura desafiaba toda distinción jurídica. 196 JORGE ABELARDO RAMOS EL CONGRESO NACIONAL INDIO SE TRANSFORMA EN PARTIDO Las primeras experiencias de la No-Violencia encontraron una respuesta severa por parte de los británicos. El general Dyer respondió a una manifestación de nocooperación realizada en un recinto cerrado, ordenando fuego a sus fuerzas: murieron trescientos setenta y nueve indios y quedaron heridos mil doscientos. Al proclamarse la ley marcial en la provincia de Punjab y extenderse en serie las ejecuciones, bombardeos y sentencias de prisión en toda India, Gandhi dio orden de suspender la campaña de no-cooperación. En muchos sectores del pueblo indio la idea de no-cooperación había conducido a practicar una lucha implacable contra el imperialismo. El partido del Congreso declaraba en diciembre de 1919, bajo la inspiración directa de Gandhi, su voluntad de cooperar con el gobierno británico para llegar a una Constitución reformada. Sin embargo, pese a los buenos propósitos de Gandhi de evitar conflictos abiertos con el Imperio Británico, la situación de la India se hacía insostenible. La crisis agraria agudizada por la caída de los precios de los productos agrícolas, la elevación de los impuestos y la consolidación de la red de usureros y terratenientes que succionaban al pueblo indio, creaban en la India una atmósfera irrespirable. La inminencia de un estallido social se adivinaba en todas partes. En 1920 doscientas grandes huelgas sacudían a un millón y medio de trabajadores industriales en toda la India. La pequeña burguesía nacionalista, los intelectuales, los estudiantes y los profesionales demostraban claramente su irritación por la orden de Gandhi de suspender la lucha contra el Imperio Británico. La continuación de la política de cooperación con el gobierno de Londres podía conducir al Partido del Congreso a una completa frustración y, lo que era peor, a la pérdida de su control sobre el movimiento nacional. Es entonces que Gandhi, con el infalible instinto político que lo caracterizaba, convocó a una sesión especial del Congreso en Calcuta, en la cual propuso la adopción de una política de no-violencia, destinada a conseguir el gobierno propio para la India. Las etapas de esta política incluían la denuncia de los títulos concedidos por los gobernadores, el "boycott" a la legislatura, tribunales e instituciones de educación. También se plantearon el regreso al hilado y tejido a DE OCTUBRE A SETIEMBRE 197 mano por parte de las masas indias y se fijaban como objetivo de lucha la consigna de no pagar los impuestos fiscales. La organización interna del Partido del Congreso, que hasta ese momento había constituido una especie de tribuna de las grandes personalidades indias, sufrió las modificaciones derivadas de la nueva política: el Congreso se transformó en un verdadero partido de masas, con una elástica organización que abarcaba a las más remotas aldeas de toda la India y con un comité ejecutivo compuesto de quince miembros que coronaba ese vasto ejército civil. Gandhi dirigía el movimiento, tanto como era dirigido: la relación dialéctica entre las masas y el jefe adquirió una expresión diáfana. GANDHI EN LA DIRECCIÓN DEL PARTIDO DEL CONGRESO La llegada de Gandhi a la dirección política del partido del Congreso ha quedado en la memoria de sus jefes como una fecha memorable. "Fue como una poderosa corriente de aire puro que nos hizo ensancharnos y respirar profundamente —escribe en su autobiografía Nehru—, como un rayo de luz que atravesara las sombras y arrancara las costras de nuestros ojos, como un torbellino que trastornara muchas cosas pero ante todo cambió el modo de pensar de las gentes. No se lo sentía desde lo Alto; parecía surgir de los millones de indios, hablando el mismo lenguaje que ellos y llamando constantemente la atención hacia ellos y su desastrosa condición". Para comprender la significación del ingreso de Gandhi a la vida pública de la India es preciso recordar que en la larga dominación británica, hábiles métodos de penetración económica y psicológica habían creado no sólo una casta de príncipes y terratenientes unidos por sus intereses a la presencia inglesa en la India, sino también un espíritu conformista y medroso en las grandes masas y en amplios sectores de la clase media. La clase obrera era aún muy reducida y no pesaba en la vida nacional. La organización sindical estaba en sus comienzos y los campesinos, las tres cuartas partes de la población de la India, vivían sometidos a espantosas condiciones de vida y a las periódicas epidemias de hambre que segaban la vida de centenares de miles de ellos. Al ponerse en movimiento el partido del Congreso bajo la directa inspiración de Gandhi, dejóse atrás rápidamente la antigua política de las resoluciones y las 198 JORGE ABELARDO RAMOS declaraciones simbólicas, para entrar en un ciclo de actividad sin precedentes en la vida india. Porque lo que resulta más curioso de comprobar es que el famoso pacifismo de Gandhi y su no menos famosa teoría de la No-Violencia, tenían muy poco que ver con las homilías piadosas de los humanitaristas europeos o los pacifistas profesionales de las grandes capitales imperialistas, pacifistas denodados excepto en tiempo de guerra. El pacifismo o la No-Violencia de Gandhi era la adaptación a las condiciones de la India de una estrategia fundada en la acción: su sentido esencial consistía en movilizar con símbolos religiosos y nacionales a masas gigantescas, ignorantes y atrasadas y dirigirlas contra el imperialismo británico; por otro lado, Gandhi, en tanto que representante histórico de la naciente burguesía nacional de la India, intentaba mantener en sus manos el control del movimiento nacional y Fijarlo dentro de los límites de ese sistema de intereses. |No era una tarea simple! EL FRENTE ÚNICO ANTIIMPERIALISTA Según relata Nehru, "Gandhi entró por primera vez en la organización del Congreso y provocó inmediatamente un cambio completo en su constitución. Hizo del Congreso una organización democrática y de masas. También el Congreso había sido antes democrático, pero con derecho electoral limitado y con organización limitada de las clases superiores". Bajo la presión de Gandhi ingresaron en masa al partido del Congreso millones de campesinos y grandes sectores de la pequeña burguesía intelectual de las ciudades. Abrió sus puertas también a los obreros industriales urbanos y tendió a contemplar en un frente único antiimperialista los intereses de las distintas clases comprometidas en la lucha nacional. "Hasta entonces —dice Nehru— las alternativas habían sido debatir y aprobar resoluciones o la actividad terrorista. Las dos fueron abandonadas y el terrorismo quedó especialmente condenado como opuesto a la política básica del Congreso. Se estableció una nueva técnica de acción la cual, aunque completamente pacifista, suponía la no sumisión a lo considerado injusto y, como consecuencia, la aceptación voluntaria de los dolores y sufrimientos que esto pudiera significar. Gandhi era un pacifista de una clase muy curiosa, pues su actividad estaba llena de energía DE OCTUBRE A SETIEMBRE 199 dinámica. No había en él sumisión al destino o a nada que considerara malo; estaba lleno de resistencias, aunque fuera pacífica y amable". En realidad, el pacifismo de Gandhi, como pudo demostrarse a través de toda su lucha, era la elección del único recurso que le dejaban la situación colonial, la pobreza y el desarme moral del pueblo de la India. Como siempre ocurre en la historia, la adopción de los medios para la lucha política surge de las condiciones específicas del teatro geográfico e histórico en que esa lucha se plantea. Por supuesto, después se erigirán las doctrinas convenientes o adecuadas a esos métodos dictados por la realidad más desnuda. El programa propuesto por Gandhi al Congreso consistía, en primer lugar, en la libertad de la India, en la realización de su unidad nacional, la solución de los problemas de la minoría, la elevación de las clases humilladas y la supresión de las castas intocables. Como método de educación popular Gandhi proclamó la necesidad de renunciar a todos los títulos otorgados por los británicos. "Se crearon nuevas normas y valores y la pompa —dice Nehru— y el esplendor de la corte del Virrey y de los príncipes que solían impresionar tanto, se convirtieron bruscamente en algo absurdamente ridículo, grosero y hasta vergonzoso al estar rodeado de la pobreza y la miseria del pueblo". La "comprensión" del papel británico fue popularmente estigmatizada como una traición a la causa nacional. He aquí un importante elemento ideológico. La palabra "cipayo" ingresó al vocabulario político de todos los pueblos civilizados y, mejor aún, al de todos los pueblos que querían civilizarse. GANDHI Y LA BURGUESÍA INDUSTRIAL HINDÚ Lo primero que hizo Gandhi al ingresar al partido del Congreso fue enviar a los cultos, inteligentes y refinados dirigentes del Congreso a visitar las más alejadas aldeas de la India y a conversar en las chozas de barro, batidas por la soledad y el hambre, con los campesinos indios. Nehru fue uno de ellos, el hijo de brahmanes, educado en las mejores universidades de Europa que habría de llegar a presidir los destinos de su país. "Aprendimos nuestra economía de la India más con estas visitas que con libros y sabias conferencias. La experiencia emocionante que ya habíamos tenido fue refrescada y confirmada y en lo sucesivo ya no podríamos volver a la 200 JORGE ABELARDO RAMOS antigua vida o a nuestros antiguos módulos por mucho que nuestras opiniones cambiaran". La norteamericana Kate L. Mitchell enfoca el caso de Gandhi desde otro aspecto: "Con su extremado ascetismo, su misticismo religioso y sus gestos dramáticos para identificarse con las masas castigadas por la pobreza, se ha erigido como ídolo del campesinado indio. Su misma acción al observar las antiguas tradiciones religiosas de la India creó la leyenda de su infalibilidad y de sus facultades milagrosas que se extendieron por todo el país, y para millones de indios se convirtió en un ser sobrehumano cuyos actos y órdenes tenían que ser copiados y obedecidos como un deber religioso". La misma autora introduce en su examen la noción de las diferentes clases de que se componía el movimiento de Gandhi y de sus contradicciones internas: "Finalmente, su programa atrajo también a los industriales y financieros indios que luchaban por sostener sus posiciones frente al gobierno británico, al mismo tiempo que mantenían su poder sobre el pueblo de la India. Estos propietarios conservadores vieron en la teoría de la no-violencia de Gandhi una salvaguardia ideal contra un movimiento genuinamente revolucionario que podría terminar en su propio aniquilamiento". Y agrega: "Gandhi pudo así asumir el control de un movimiento compuesto de fuerzas ampliamente dispares y en conflicto, y por su magistral habilidad para la transacción, su capacidad para inspirar indiscutible lealtad en sus colegas y su asombrosa aptitud para confundir y oscurecer los verdaderos principios cuando el movimiento amenazaba escapar a su control, se mantuvo como dueño supremo del destino político de la India por más de veinte años". Sin embargo la caracterización de Gandhi como jefe de la burguesía industrial india no debe hacer olvidar el hecho de que a pesar de su aversión por el socialismo contribuyó a que su predilecto discípulo, Nehru, organizara el partido socialista de la India dentro de la estructura política del Partido del Congreso, comprometiendo a sus amigos a que no se le hiciese oposición a Nehru. El arte político de Gandhi consistió en coordinar dentro del Congreso todas las fuerzas que pugnaban por expulsar a los ingleses de la India. El Congreso ofrecía, por decirlo así, un carácter "algebraico"; la DE OCTUBRE A SETIEMBRE 201 formulación "aritmética" dependería del arrojo y el peso político de cada una de las clases sociales que dicho movimiento nacional abrazaba. PROLETARIADO Y BURGUESÍA EN EL MOVIMIENTO NACIONAL Gandhi consideraba que por su formación occidental y su comprensión de los problemas sociales, Nehru podía encabezar el partido socialista indio, representante de los intereses industriales de las ciudades, dentro del movimiento nacional. En el pensamiento político de Gandhi, un partido socialista indio debía forzosamente canalizar las energías del proletariado urbano subordinándolas al movimiento nacional más vasto, que él controlaba. De cualquier manera, interesa destacar aquí la flexibilidad del jefe nacional indio y su indiscutible astucia. Frente a algunas tendencias existentes en el Congreso de la India que simpatizaban con los regímenes de Mussolini o de Hitler en la medida en que eran adversarios del imperialismo británico, Nehru representó la tendencia democrática de la burguesía intelectual. Gracias a su iniciativa el pueblo indio realizó miles de asambleas y manifestaciones de apoyo a la lucha de China en su guerra con el Japón, al mismo tiempo que el Congreso enviaba alimentos, ropas y provisiones médicas a la España republicana durante su guerra civil. Estaba en la lógica de las cosas que los demócratas occidentales, a su vez, encarcelaran a Nehru desde noviembre de 1940 a diciembre de 1941, mientras el mundo temblaba bajo los efectos de la propaganda "contra el fascismo". Las divergencias de Nehru con Gandhi fueron un espectáculo habitual en la política de la India y jamás pasaron del marco del Congreso. Mientras que Nehru concentraba la atención y la simpatía de la intelectualidad y de la juventud culta del partido del Congreso, Gandhi era el representante indiscutido de las grandes masas campesinas. Divergía también con el jefe nacional indio en la cuestión de la no violencia, que estimaba insuficiente para obtener la total liberación del país. Sin embargo, frente a los ataques que recibía Gandhi de los elementos más radicales de la India y en Europa, Nehru respondió con palabras categóricas en su Autobiografía: "Reaccionario o revolucionario, ha cambiado la faz de la India, ha dado altivez y carácter a un pueblo desmoralizado y servil, ha inspirado fuerza y conciencia en las 202 JORGE ABELARDO RAMOS masas y ha hecho del problema de la India un problema mundial". Como vemos, los ataques o elogios de adversarios o exégetas no agotaban la rica personalidad de Gandhi. Es que su figura debía medirse a la escala de su pueblo. "DIVIDE ET IMPERA", CONSIGNA SIEMPRE VALIDA La divisa de los antiguos romanos (que atestigua su sabiduría política como pueblo imperial) fue "Divide et impera". Idénticas necesidades históricas originan consignas semejantes en naciones diferentes. El moderno imperialismo británico practicó en la India este proverbio romano con una habilidad y un éxito excepcionales. El movimiento nacionalista indio dirigido por Gandhi y por Nehru encontró en las divergencias comunales, particularmente en el movimiento político musulmán, su contrafigura más peligrosa. El teniente coronel Cooke, comandante británico en la India, declaraba inequívocamente a mediados del siglo XIX: "Nuestra fuerza debe ser sostener en pleno vigor la separación (para nosotros afortunada) que existe entre las distintas religiones y razas y no esforzarnos en unirlas. «Divide et Impera» debe ser el principio del gobierno de la India". La práctica de este principio permanecería como una de las constantes políticas del Imperio británico. Sir León Strachey ratificaba en 1888 que 'la verdad clara es que la existencia conjunta de estos credos hostiles es uno de los puntos fuertes en nuestra posición política en la India". ¿Existía en verdad un problema musulmán enfrentado a un problema hindú, en la India? Según el censo de 1941, vivían en la India 255 millones de hindúes y 94 millones de musulmanes. Se trataba ante todo de dos religiones distintas, no de dos razas ni de dos naciones. Obsérvese que la mayoría de los musulmanes son descendientes de hindúes conversos. Es completamente indiscutible, y así lo afirman todos los especialistas en la cuestión, que antes del dominio británico no existía ninguna clase de conflicto comunal en la India, ni los antagonismos interiores tenían por fundamento la divergencia de los credos religiosos. "The Times" de Londres, por su parte, escribió en 1941 que "el subrayar la importancia excepcional de la cuestión hindú - musulmana no implica que el dominio británico esté persiguiendo una política de divide y vencerás... Las divi- DE OCTUBRE A SETIEMBRE 203 siones existen y el dominio británico estará asegurado en tanto duren ellas". El millón de lectores cotidianos de "The Times" pudo leer estas palabras el 21 de enero de 1941, fecha en que las agencias noticiosas transmitieron la opinión del más autorizado vocero del Imperio a los cuatro puntos cardinales del mundo. Sin embargo, los ingleses introdujeron el sistema electoral de representación comunal como una tentativa de separar en dos bloques divergentes a los hindúes y musulmanes y apoyarse en los musulmanes con el objeto de resistir las exigencias del nacionalismo hindú. La expresión política más destacada de estas tentativas fue encarnada por la Liga Musulmana. LA LIGA MUSULMANA EN LA ESTRATEGIA DE INGLATERRA El informe Simmons reconocía que "la implantación de las reformas y el anticipo de lo que puede seguirla ha dado nuevo auge al antagonismo hindú-musulmán". Jinnah, dirigente supremo de la Liga Musulmana y en consecuencia hombre de confianza del Imperio británico, había iniciado conversaciones con Gandhi y el Partido del Congreso, a petición de este último, con el objeto de llegar a un acuerdo estable. Según las Memorias de Nehru, como base del acuerdo, Jinnah exigía que el Congreso reconociera públicamente que la Liga Musulmana era la única organización que representaba a los musulmanes de la India. El Congreso debía considerarse a sí mismo como una organización puramente hinduista. Estas condiciones, que significaban en el fondo la aceptación de la política británica de discriminación religiosa, hubiera determinado que el partido del Congreso separara de su seno a los numerosos musulmanes que en él luchaban y que se negara a sí mismo el carácter de una gran organización política nacional de toda la India. Al mismo tiempo, la Liga Musulmana planteaba la teoría de que la India estaba constituida por dos naciones, una musulmana y la otra hindú. Escribe Nehru: "No sé por qué eran solamente dos, porque si la nacionalidad se basaba en la religión, había en la India muchas naciones. Cabe que un hermano fuera hinduista y otro musulmán; en tal supuesto pertenecerían a dos naciones diferentes. 204 JORGE ABELARDO RAMOS Estas dos naciones existían en proporciones diversas en la mayoría de las aldeas de la India. Eran naciones sin fronteras; se superponían mutuamente. Un bengalí mahometano y un bengalí hinduista que vivían juntos, hablaban el mismo idioma y tenían las mismas tradiciones y costumbres, pertenecían a naciones distintas. Todo esto era muy difícil de comprender: parecía el retorno a alguna teoría medieval". Al plantear sobre bases falsas la cuestión nacional, cuando en realidad se trataba de una maniobra imperialista destinada a impedir la unidad nacional de la India con pretextos religiosos, la Liga musulmana, dirigida por los terratenientes y príncipes ligados a Inglaterra, levantaba un formidable obstáculo en la lucha por la liberación nacional india. IMPERIALISMO Y FEUDALISMO EN LA INDIA El problema de los príncipes de la India requiere una observación especial. Ya en 1860 el gobernador de la India, lord Canning, definía la política imperial en este aspecto con palabras de una claridad notable: "Sir John Malcolm dijo hace tiempo que si hacíamos de toda la India distritos británicos estaba en la naturaleza de las cosas que nuestro imperio duraría cincuenta años; pero que si pudiéramos guardar cierto número de estados nativos sin poder político pero con instrumentos reales duraríamos en la India tanto como nuestra supremacía naval fuera mantenida. Yo no pongo en duda la verdad sustancial de esta opinión y los recientes acontecimientos la han hecho acreedora más que nunca a nuestra atención". Así fue como Gran Bretaña estableció un régimen administrativo extraordinariamente complejo, destinado a gobernar la India extrayendo todo el provecho posible con los menores gastos. Antes de la reciente independencia política del país, había 563 estados fuera de la llamada India británica. Entre estos llamados Estados "indios" existían Estados con 14 millones de habitantes como Hyderabad o los Estados del Monte Simia, un puñado de hectáreas. En general, los príncipes eran mantenidos a la cabeza de cada uno de estos Estados de magnitud desigual, otorgándoles plenos derechos para ejercer todas las formas del despotismo oriental, pero reservando en manos de los británicos la palanca fundamental de la economía y del poder. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 205 Cuando los Estados eran de cierta importancia, se ponía a su cabeza a un residente británico con plenos poderes; cuando eran islotes insignificantes, un simple agente subalterno del Imperio manejaba discrecionalmente los asuntos, mientras el príncipe se entretenía en sus partidas de caza o en el ocio dilapidador de la corte de opereta. En realidad, los príncipes indios constituían en su inmensa mayoría funcionarios rentados del Imperio cuya fidelidad a la corona británica subsistía a través de las décadas. El profesor Rush Brook Williams declaraba en un diario en 1930: "Los gobernantes de los Estados nativos son muy leales a su aliada británica. Muchos de ellos deben su existencia a la justicia y armas británicas. Muchos de ellos no existirían hoy si el poder británico no les hubiese apoyado durante las luchas de la última parte del siglo XVIII y principios del XIX. Su afecto y lealtad son haberes importantes para los ingleses en las dificultades actuales y en los reajustes que habrán de venir... La situación de estos Estados feudatarios —agregaba— que convierten a toda India en un tablero de ajedrez, es una gran salvaguarda. Es como establecer una inmensa red de fortalezas amigas en el territorio en guerra. Sería difícil que una rebelión general contra los británicos nos barriera de la India a causa de esta red de poderosos y leales Estados nativos". La hermosa estrategia de aliar al imperialismo con el feudalismo no podrá encontrar un exégeta más lúcido. NEHRU DESCRIBE A LOS PRINCIPES INDIOS Nehru traza en su autobiografía una viva descripción de los principados que hasta fecha muy reciente sobrevivían en 1a India: "Existe una sensación de opresión: es sofocante y difícil respirar; debajo, las aguas, moviéndose lentamente, se estancan y pudren. Uno se siente cercado, circunscripto, limitado en mente y cuerpo. Es ver el atraso y miseria extremos del pueblo contrastando vivamente con la ostentación deslumbrante del palacio del príncipe. ¡Cuánta riqueza del Estado fluye al palacio para las necesidades y lujos personales del príncipe, cuan poca llega al pueblo en forma de cualquier servicio!" Y más adelante añade: "Un velo de misterio encubre estos Estados. Los periódicos no tienen ambiente y a lo sumo una hoja literaria o un semanario semioficial puede 206 JORGE ABELARDO RAMOS florecer. Los periódicos de afuera son a menudo perseguidos. La cultura es muy pobre, excepto en algunos Estados del Sur, Travancore, Cochin, etc., donde es mucho más elevada que en la India británica. Las novedades principales que llevan a estos Estados son la visita real con toda su pompa y ceremonial, muchos discursos de cumplido o las celebraciones extravagantes de un matrimonio, el cumpleaños del gobernante o una insurrección agraria. Leyes especiales protegen al Príncipe de la crítica, incluso en la India británica; dentro de los Estados la crítica más ligera es rigurosamente suprimida. Los mítines públicos son casi desconocidos e incluso las reuniones para propósitos sociales son a menudo prohibidas". Tal era el espectáculo interior de estos principados que Cecil B. de Mille filmó majestuosamente. Algunos de estos señores, genuinos déspotas de un Oriente que no se resignaba a morir, visitaban con frecuencia las cortes europeas. Respondían con afabilidad y en inglés perfecto tallado en Oxford a las preguntas de los periodistas indiscretos. Visitaban luego Saint-James, besaban la mano de los poderosos Reyes Blancos y tomaban el té en salones exclusivos. Condescendían más tarde a asistir al Derby, agasajados por el Aga Khan en sus "studs", ebrios de oro y de "cafard". Algunas veces regalaban sables antiguos al Museo Británico o al ministro de Colonias; otras, asistían en Montecarlo a la marcha sonámbula del azar, dueños de la eternidad, infalibles y ciegos. Tal fue la casta que el Imperio levantó como un muro entre su poder central y el exhausto pueblo de la India. Condenados por la historia, permanecieron como espectros coronados hasta el día final del dominio británico. Esa fue una hora incruenta para ellos. Mucho debían y se fueron sin haber saldado nada. EL IMPERIALISMO CONTRAATACA La política británica había consistido no sólo en mantener aislados a los príncipes del resto de la India, sino también separados y aislados entre sí. El nacimiento del movimiento nacional, que fue la expresión organizada de la voluntad india de expulsar a los extranjeros imperialistas, obligó al imperio británico a estimular la cooperación con los príncipes nativos a su servicio. El período crítico abierto por la primera guerra mundial sugirió a los ingleses la necesidad de establecer una Cámara DE OCTUBRE A SETIEMBRE 207 de príncipes en la India. En 1921 se llevó a la práctica ese proyecto mediante el cual ocuparon sus bancas los representantes de la nobleza india. Por otra parte, el alto cuerpo sólo tenía un carácter consultivo, carecía de facultades legislativas. En su calidad de asociados menores del imperio británico, los príncipes pretendían en 1930 utilizar la inquietud que reinaba en los círculos imperialistas de Gran Bretaña con motivo de la gran campaña de desobediencia encabezada por Gandhi, para asegurarse concesiones sustanciales de la potencia dominante. La India se veía acuciada por una ola gigantesca de huelgas, mítines y boicots por medio de los cuales Gandhi y Nehru exigieron la independencia nacional. La Conferencia de la Mesa redonda reunida ese año en Londres y a la cual asistieron los príncipes y sus ministros, planteó la necesidad de crear un gobierno federal para la India, con el objeto de favorecer la soberanía interna de los Estados gobernados por los príncipes y que la Corona británica les otorgara el alto privilegio de protegerlos con sus fuerzas militares. Como la necesidad de una reforma constitucional para la India había sido proclamada por el propio caos a la vista, la proposición de los príncipes fue considerada aceptable por el Imperio, pero no pudo ser llevada a la práctica por el levantamiento nacional que rehusaba una reforma de ese carácter. La supervivencia de los príncipes indios ha constituido durante muchos años uno de los flagelos más vergonzosos de nuestra época, atribuible en primer lugar al apoyo del imperialismo contemporáneo. Bajo el régimen de los príncipes, hasta hace muy poco tiempo subsistían en la India los trabajos forzados, variadas formas de esclavitud y un despotismo de leyenda. En 1939 la Conferencia de los pueblos de los Estados de la India ofreció un resumen expresivo del régimen principesco: "En estos Estados, grandes o pequeños, con escasas excepciones, prevalece el dominio personal autocrático. No hay respeto a la ley y los impuestos son excesivos e insoportables. Las libertades civiles están aplastadas. Sus fondos para los gastos de los gobernantes no están fijados habitualmente; inclusive donde lo están no se respetan. Por una parte, la extravagancia y el lujo de los príncipes, por la otra la extrema pobreza del pueblo... Este sistema no puede continuar. Ningún pueblo civilizado puede tolerarlo. Toda argumentación histórica está contra él; el temple del pueblo indio no puede 208 JORGE ABELARDO RAMOS someterse a él". Pero la metrópoli, que despreciaba a las razas de color, no podía prescindir de los reyezuelos nativos. JOHNNESON HICKS HABLA CLARO El apoyo de los príncipes a la dominación británica en la India constituyó una prenda política de inestimable valor para la propaganda internacional del imperio británico. Así, Gran Bretaña tuvo aliados nativos que les permitieron presentar al mundo la idea de que su presencia en la India no obedecía solamente a intereses comerciales sino a una especie de alianza con sectores locales representados por los príncipes: ¡había que mantener el orden social y la estabilidad política en un inmenso país sacudido por rencillas intestinas! La presencia de los príncipes en las carreras de Derby y en los clubes ingleses más aristocráticos de Londres decoraba elegantemente esta política que permitía situar a Gandhi y a su movimiento como un simple partido faccioso de la India. Pero en la India y en toda Asía no se habían olvidado las viejas declaraciones de Johnneson Hicks: "No conquistamos la India en beneficio de los indios. Sé que en los mítines de los misioneros se dice que hemos conquistado la India para levantar el nivel de los indios. Esto es una comedia. Nosotros conquistamos la India por la espada y por la espada la mantendremos. Nosotros la mantendremos como la mejor salida a las mercancías británicas". Posteriormente, expresiones tan realistas han caído en desuso precisamente por realistas y por constituir un acto de inconveniencia hacia la tradición diplomática británica. Las declaraciones, discursos y actitudes verbales posteriores dijeron la verdad en forma menos cruel. En la autobiografía de Nehru se aportan interesantes observaciones y datos sobre la política sistemática que el imperio británico llevó a la práctica con respecto a la India (y a todas sus colonias) tendiente a impedir y a obstaculizar su industrialización. Como se ha puesto en boga en los últimos años la teoría de que las grandes potencias colonialistas tienden a estimular la industrialización en los países atrasados (cosa rigurosamente inexacta), será útil evocar la política británica frente a la India. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 209 Antes de la segunda guerra imperialista había posibilidades de que la India se convirtiese en el arsenal del Asia y alcanzara una industrialización comparable a la de Canadá o a la de Australia. Pero, según las palabras de Nehru "por muy imperiosas que fueran las necesidades de la guerra, se tenían siempre presentes las necesidades futuras de la industria británica y se estimaba poco conveniente desarrollar en la India industrias que pudieran competir con las británicas en los años de posguerra. No era esta una política secreta; los periódicos británicos publicaban manifestaciones en ese sentido a las que se hacían continuas referencias con las oportunas protestas de la India". Industrializar la colonia era socavar las bases mismas del Imperio. LA INDUSTRIALIZACIÓN DE LOS PAÍSES ATRASADOS Si por alguna razón particular (para saltar una barrera aduanera, para hacer frente a un competidor internacional, o por una crisis de la industria metropolitana) un grupo capitalista instala en la colonia o semicolonia alguna industria, esto no significa y no puede significar una "tendencia" del imperialismo a industrializar el mundo colonial sino precisamente una infracción a su tendencia a no industrializarlo. La fuerza política del imperialismo mundial no radica en su capacidad militar sino que su capacidad militar reposa sobre el monopolio industrial. La industrialización de los países atrasados significará históricamente el fin del imperialismo mismo, al crear en esos países atrasados (que constituyen las tres cuartas partes del planeta) competidores ruinosos, doblemente temibles porque en ellos las nuevas industrias se apropian de la última palabra de los adelantos tecnológicos sin cargar con los inmensos gastos de investigación que ocasionaron en los países metropolitanos. También debe añadirse la existencia en los países coloniales y semicoloniales de mercados vírgenes sin competencia y de mano de obra barata. Por otra parte, desde un punto de vista teórico e histórico más general no sería inútil recordar que el imperialismo sólo puede vivir y desarrollarse en un medio no capitalista, es decir que la misma existencia del imperialismo es inconcebible sin un mundo atrasado: el imperialismo vive del atraso agrario y sobre todo de la ausencia de industria en las colonias. 210 JORGE ABELARDO RAMOS Todas las tentativas teóricas de olvidar este hecho inconmovible no ocultan sino el designio de obstaculizar la lucha nacional de los pueblos débiles contra el opresor imperialista y de arrojar dudas sobre la legitimidad histórica del movimiento de liberación y de unidad nacionales. Así, estos "anti-burgueses" de archivo que meten en un mismo saco los movimientos nacionales, las burguesías nacionales de los países atrasados y el imperialismo, no hacen sino el juego a este último, que es notoriamente el único "internacionalista" que queda en esta época y a quien la misma palabra "nacional" provoca espasmos de indignación. De este modo, en las condiciones concretas de la lucha en un país semicolonial, los más "revolucionarios" de palabra pasan a ser en la práctica los mejores aliados del régimen imperialista reaccionario. Así es como el cipayismo tiende su arco iris político abrazando a la seudo izquierda que exige una política revolucionaria socialista en estado puro, hasta los cipayos que desean derogar la tarifa de avalúos para que entren autos baratos a la colonia. El frente antinacional es variado en sus argumentos y homogéneo por su significación. Pero puesto que la clase obrera, en Asia como en América Latina, desempeña el papel protagónico en las revoluciones nacionales, nada tiene que ver con estos agentes "de izquierda" del imperialismo. LA CIVILIZACIÓN CIERRA EL PASO A LOS QUE SE CIVILIZAN Nehru recuerda que Gran Bretaña, a pesar de sus enormes necesidades de material bélico y material industrial para la guerra, obstaculizaba de todas maneras la fabricación de locomotoras y la creación de la industria del automóvil en la India. El secretario de Estado para la India no dio su aprobación para el establecimiento y desarrollo de estas industrias, pues "cualquier intento de establecer esa industria distraería ahora mano de obra y máquinas que se necesitan urgentemente para la guerra". Los industriales indios habían formalizado tratativas con algunas empresas norteamericanas para fabricar automóviles en la India, pero si por un lado el DE OCTUBRE A SETIEMBRE 211 gobierno de Londres con sutiles pretextos se oponía al establecimiento de esta industria, por el otro lado la poderosa firma norteamericana de automóviles, dice Nehru, "rival de la anterior, no aprobaba la iniciación de la industria del automóvil en la India bajo los auspicios de un tercero". Mientras la India estaba en condiciones de hacer frente a la crítica situación del transporte en Asia fabricando locomotoras y vagones, la resistencia del gobierno inglés a la creación de esta industria determinó que por el contrario fueran retirados de la India y enviados a Medio Oriente centenares de locomotoras y miles de vagones: esto aumentó extraordinariamente las dificultades del transporte. Según Nehru hasta fueron levantadas vías ferroviarias y enviadas al exterior. También a principios de 1940 se hicieron tentativas en la India para crear una industria aeronáutica. Las posibilidades de llegar a un acuerdo con una firma norteamericana para organizar esta industria en la India, tropezaron una vez más con la resistencia del gobierno de Londres. Comenta Nehru: "¿Para qué hacer aviones en la India cuando podían ser comprados en Inglaterra y Norteamérica?" El desarrollo de la guerra mundial, asimismo, cortó la corriente de importaciones británicas en materia de medicamentos, drogas y vacunas. Algunas empresas indias pidieron autorización para organizar laboratorios y fabricar en territorio indio esos productos. "El gobierno de la India —escribe Nehru— no lo aprobó y señaló que todo lo necesario podía ser obtenido a través de la Imperial Chemical Industry. Cuando se replicó que lo mismo podía hacerse en la India a un costo mucho menor, tanto para el ejército como para el público y sin lucro para ningún particular, las altas autoridades se indignaron ante la intrusión de tan deleznables consideraciones en asunto de política estatal. "El gobierno no es una institución comercial", se dijo. Y agrega Nehru: "El gobierno no era una institución comercial pero estaba muy interesado en las instituciones comerciales y una de éstas era la Imperial Chemical Industry. Este enorme monopolio obtuvo muchas facilidades en la India. Incluso sin estas facilidades tenía recursos tan considerables que ninguna firma india, salvo la Tata hasta cierto punto, podía competir con ella. Aparte de estas facilidades contaba con el apoyo de las altas autoridades tanto de la India como de Inglaterra. Unos meses después de abandonar el cargo de Virrey de la India, lord Linlithgow apareció 212 JORGE ABELARDO RAMOS en su nuevo papel de director de la Imperial Chemical Industry. Esto demuestra la relación íntima que existe entre los grandes negocios de Inglaterra y el gobierno de la India y cómo esta relación ha de afectar necesariamente a la política". ÚNICAMENTE EL PROLETARIADO INDIO PODRA REALIZAR LA REVOLUCIÓN En numerosas publicaciones aparecidas durante la guerra y después de ella, distintas autoridades británicas declaraban enfáticamente que la contribución económica de la India a la causa de los aliados había tenido grandiosa importancia. El virrey de la India afirmaba en diciembre de 1942 que "la India había efectuado una contribución de importancia y valor extraordinarios..." Sin embargo, y pese a la notable importancia de los pedidos británicos a las industrias de la India, la actividad industrial de la colonia no aumentó en proporciones notables. Pese a los enormes pedidos originados por la guerra, la producción industrial de la India permaneció en las mismas condiciones que en tiempos normales. La explicación debía buscarse en el hecho de que se había producido una desviación normal hacia la producción para fines de guerra específicos. Si bien es cierto que se satisfacían las necesidades de guerra del Imperio británico, esto se obtenía a costa "de un terrible descenso de la producción destinada a las necesidades civiles". "Mientras los saldos en libras esterlinas — escribe Nehru— a favor de la India y el dinero se acumulaba en la India en las manos de unos cuantos, el país no podía satisfacer sus necesidades más esenciales, circulaba una cantidad cada vez mayor de papel moneda y los precios subían y alcanzaban a veces cifras fantásticas". Ya a mediados de 1942 la crisis alimenticia de la India, que nunca había gozado de un "standard" alto en la materia, adquiría caracteres espantosos. Es preciso indicar que en el otoño de 1942 una epidemia de hambre mató a millones de personas en la provincia de Bengala y otros lugares de la India. La guerra por la democracia colonial y la resistencia imperial a desarrollar económicamente la colonia en momentos en que podía hacerlo, exterminó físicamente a un sector de la población. Se ha hablado bastante de los campos de concentración de Auschwitz y Dachau. No será obvio recordar las epidemias de hambre hindú. De este modo tendremos una 213 DE OCTUBRE A SETIEMBRE visión completa de la verdadera significación de la segunda guerra mundial. Todos los fariseos hicieron de esa guerra el leit-motiv de una literatura política infecta, destinada a ocultar sus fines y su carácter de clase. Pero los pueblos coloniales no se equivocaron un solo instante con respecto a ese conflicto del imperialismo agonizante. La India vio crecer también una burguesía nativa ávida de un rápido botín y dispuesta a pactar cualquier cosa con el Imperio, siempre y cuando se le dejase una porción de territorio para explotar. Pero la propia burguesía india no llegó a determinar nunca directamente la política del Congreso. Debió conformarse con la dirección de Ghandi, que ejerció un bonapartismo sui géneris: mientras exigía concesiones al imperialismo británico, amenazándolo con la acción independiente de las masas, conminaba a los terratenientes, príncipes e industriales a prestarle un apoyo incondicional o sufrir las consecuencias de una violenta instauración del socialismo. En un discurso pronunciado en 1942, declaraba Gandhi: "Debéis daros cuenta de que vuestro poder viene de vuestros súbditos y de los británicos. Os doy un consejo como amigo y como hijo de un ministro de tres Estados que ha comido vuestra sal. Uníos a nosotros, porque después de mí vendrá Nehru, que impondrá el socialismo y con él desaparecerán los terratenientes y los capitalistas". Pero después vino la independencia política de la India, el asesinato del jefe nacionalista y el ascenso al poder de Nehru, lo que no significó, por supuesto, el triunfo del socialismo. La India espera todavía su revolución agraria y su unidad nacional. Ahí está el Pakistán, otro Gibraltar británico para atestiguar que en el país legendario quedan muchas cosas por hacer. Mientras la clase obrera no influya decisivamente en la orientación del poder, la India no tendrá su revolución. EL RUMOR Y LA CALUMNIA: ESPECTROS DE LA REACCIÓN La riqueza vital del proceso histórico cuenta con un ingrediente extraparlamentario que, como los gases venenosos, está fuera de la ley, pero interviene activamente en su despliegue. Nos referimos al Rumor y también a la Calumnia. Son los recursos ilegítimos del pasado, que no se resigna a morir y 214 JORGE ABELARDO RAMOS procura reinstalarse en el seno del nuevo ciclo. Destruidas políticamente, sobrepasadas por los acontecimientos, las fuerzas del ayer decoran su rostro poco atrayente con los afeites de incoloras ideologías. Van de fracaso en fracaso, como aquellos aristócratas de la Revolución Francesa que al regresar a Francia a la caída de Napoleón contemplaron con los ojos nublados la nueva realidad: no habían aprendido ni olvidado nada. ¿Cómo defender ante la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano los privilegios antiguos? Nada podían argüir, excepto reunir una antología de calumnias, injurias y mentiras sobre aquellos revolucionarios que habían ofrecido un nuevo punto de partida para el desarrollo moderno del país. Así fue como surgieron, mientras los jacobinos gobernaban, las historietas sobre las empresas galantes de Bonaparte y sobre las supuestas aventuras financieras de Dantón, el tribuno y estratega. Impotentes para derrotarlos en la arena de la historia ardiente, los agentes feudales lanzaban sobre aquellos hombres una ola de fango. La historia se repite, pero no siempre del mismo modo: la primera vez como tragedia, la segunda como comedia. ¡Quiera la suerte que no se repita como tragedia! Después de libertar un continente por la obra de su espada y de su genio político, San Martín debió abandonar el país para siempre. Los reaccionarios de su época ligados al capital europeo, lo acosaron con todas las calumnias imaginables., Nada se le ahorró al Libertador, porque había dado mucho. Vivió su amargo destierro así, solo, pobre y olvidado: había herido tantos intereses que la gloria y la justicia le llegaría un día rengueando, como observó Nietzsche. Es que el rumor es la fórmula esterilizante de los privilegios vencidos; la calumnia se le asocia siempre, como una sombra. Cuando un país es arrancado de su cauce por obra de las revoluciones, los intereses amenazados o lesionados se agrupan en un solo haz para vomitar su gran despecho de clase. La caída del zarismo en 1917 permitió regresar a Rusia a la emigración revolucionaria. Pero las potencias de la Entente exigían a la nueva Rusia la continuación de la guerra imperialista contra la Alemania del Kaiser. Así, los emigrados opuestos a esta guerra se vieron obligados a viajar en el famoso "vagón precintado" por el territorio alemán, para poder llegar rápidamente a Rusia. De este modo Lenin fue acusado por toda la prensa rusa "democrática" y por toda la prensa aliada de ser "un agente a sueldo del Kaiser". Trotsky, por su parte, que DE OCTUBRE A SETIEMBRE 215 había pasado la guerra mundial viviendo del sueldo de un diario burgués liberal de Kiev, fue a su turno acusado de haber recibido diez mil dólares del Estado Mayor alemán. Fueron los meses llamados de la "gran calumnia". La resaca cobró altura, pero la historia se volcaba irresistiblemente por los nuevos caminos. Así se cobraban los poderosos de la tierra el hundimiento de un régimen. ¡Qué calumnias no se echaron encima de Cárdenas, de Sandino, de Ibáñez, de Yrigoyen, de Villarroel, de Paz Estenssoro, de Vargas! ¿Qué calumnias no se han volcado sobre Perón? Lo han querido derribar, a él y al régimen nacional democrático por él encarnado, primero por "fascista", después por "comunista", luego por "clerical", más tarde por "anticatólico" y hasta por "entreguista". ¡Los que vendieron anteayer al país como un loteo acusan hoy a los que lo rescataron, de "entregar" el petróleo! ¿Es que se quiere hacer creer que los cipayos se han vuelto antiimperialistas y los antiimperialistas cipayos? Una sola cosa es verdad: el rumor y la calumnia acechan la marcha de los pueblos jóvenes que se incorporan a la vida histórica. EL CICLO SE CIERRA Nuestra época es fecunda en grandes planes. Si la crisis mortal del capitalismo promueve reiteradamente en Europa la idea de su "unidad", en los adolescentes países del mundo periférico adquieren más consistencia las fórmulas políticas para la integración nacional de las antiguas colonias, balcanizadas por el imperialismo. Así, Tan Malakka, el eminente revolucionario indonesio desaparecido, proponía en 1945 el nacimiento de un vasto Estado nacional del sudeste asiático, agrupando en una sola Federación aquellos territorios ligados por una cultura común y por el vínculo idiomático, en ese caso el malayo. Del mismo modo, los pueblos de lengua árabe, disociados en multitud de pequeños estados por las intrigas de las potencias extranjeras, advierten cada día con más claridad la necesidad de reunirse en un poderoso Estado nacional, medio insustituible para plegarse al mundo moderno y desarrollar vigorosamente sus economías. En el siglo XX plantéase a estos países la imperiosa tarea histórica que Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia realizaron en los dos siglos precedentes. A nuestra América Latina también le llega el turno. 216 JORGE ABELARDO RAMOS El fracaso de las tentativas sanmartinianas y bolivarianas para constituir la Gran Confederación latinoamericana fue el episodio más dramático del siglo XIX. En la época que presencia el movimiento de las nacionalidades y su organización en Estados, el vasto territorio de habla castellana y portuguesa quebraba sus vínculos seculares y nacían veinte Estados en lugar de uno solo. A las potencias europeas les correspondió un importante papel en esta dispersión. En nuestros días, la palabra "balcanización" ha servido para designar no sólo el origen histórico de nuestra división, sino también el designio imperialista de perpetuarla. Los movimientos populares que encendieron la imaginación y templaron la voluntad de los latinoamericanos a partir de 1945, surgían como la expresión de un proceso mundial. Al debilitamiento del imperialismo por obra de una guerra devastadora, sucedió la conmoción social y nacional de las colonias, que aprovechando la industrialización estimulada por esa guerra, buscaban ampliar su mercado interno, readquirir su dignidad nacional y mejorar las condiciones de vida de su clase trabajadora. Las potencias colonialistas no podían contemplar con simpatía esta ola irresistible, porque ya no se trataba de gobiernos hostiles puros y simples, sino de movimientos nacionales que apoyaban a gobiernos elegidos. El esquema clásico de una "South América" desgarrada por motines, Tiranos Banderas o intrigas obscuras, se veía subvertido por la aparición de revoluciones de masas, otorgando a la palabra revolución todo su contenido redentor y creador. Pero estos movimientos aparecidos en América Latina desplegaban su fuerza tendiendo a vincularse con los pueblos hermanos en un común destino. ¡Hace cien años éramos todos americanos! ¡Hace cien años moría en Francia el americano San Martín, libertador de medio mundo! ¡Hace cien años el último montonero, Felipe Várela, dirigía en Salta un manifiesto a los pueblos de América! Los que hablábamos español éramos todos hijos de un inmenso país inconcluso, que seríamos redimidos por la unión o no lo seríamos nunca. Y después vino la hora siniestra de la colonización sistemática, la pérdida de esa tradición viviente y la instauración de una historia creada por los vencedores para uso de los derrotados. La idea misma de la "unidad de América Latina" fue incluida en el género lírico. No bastaba que la postración económica, el carácter desesperante del monocultivo, la subordinación de los precios de las materias primas al "pool" comprador extranjero, los empréstitos DE OCTUBRE A SETIEMBRE 217 tramposos, las concesiones escandalosas, la enajenación del manejo político de la moneda, la agonía hambrienta de millones de latinoamericanos hicieran ver bien a las claras la única salida señalada por la historia. Fue la hora del imperialismo triunfante. Los argentinos estábamos más cerca de Europa que de Chile o Perú. La reconquista de aquella conciencia continental perdida será la condición preliminar de nuestra efectiva emancipación. 218 JORGE ABELARDO RAMOS LAS FORMAS DEMOCRÁTICAS EN LA ÉPOCA DEL IMPERIALISMO El tema más debatido por el liberalismo burgués agonizante en todas partes, es el tema de la "Libertad" y de la "Democracia". Se trata de nociones históricas, esto es, mutables. Pretender conferirles un carácter eterno e inamovible es envolverlas en la nube de una abstracción, dotarlas de un criterio místico, atemporal y consecuentemente falso. Benedetto Croce ha consagrado largos ensayos al asunto, y epígonos menos eminentes han consumido sus vigilias repitiendo sin talento proposiciones que niega toda la experiencia histórica. Por esencia, la historia es un proceso que discurre en la contradicción de fuerzas hostiles: clases sociales, naciones dominantes o naciones dominadas y, en el propio origen de la vida social, lucha de sexos. Así se han sucedido una multitud de regímenes políticos y de sistemas sociales que enriquece el museo de las ideologías muertas, a disposición de todos los lectores interesados. La "libertad de los mares", por ejemplo, fue un principio inconmovible del Imperio Británico durante un par de siglos. La explicación de este principio debe encontrarse en el hecho de que los ingleses poseyeron durante mucho tiempo la flota más importante del globo; su comercio exigía la apertura de los mercados y los puertos. Esa "libertad" significaba no sólo el avasallamiento del comercio y la industria de los países débiles, sino también la paralización del desarrollo naviero de esas mismas naciones. Era una libertad al servicio del monopolio marítimo británico. Fue de esta manera que Inglaterra apareció sucesivamente como proteccionista y librecambista, para volver al proteccionismo cuando Estados Unidos se irguió en toda su estatura industrial en el vasto escenario del mundo. La democracia inglesa le costó la cabeza a Carlos I; la dictadura de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 219 Cromwell y los burgueses de Londres abrieron el camino a la democracia parlamentaria clásica, una vez consolidada la unidad nacional inglesa y sometido el particularismo feudal. Pero esta pregonada democracia inglesa se impuso en la metrópoli, a la manera griega, aniquilándola en las colonias, pues de esto último dependía aquélla. La democracia y la libertad en Gran Bretaña significaban la opresión y la cárcel para los nacionalistas de la India. ¡El relativismo de los términos pomposos! En nuestros días, la falacia de estas nociones ha llegado a una fase suprema. La "democracia" para Bélgica, Francia o Inglaterra, significa el mantenimiento de las ventajas existentes, esto es, el fortalecimiento del Imperio y la esclavitud colonial. Para las colonias de estos Imperios la democracia y la libertad no entrañan sino la independencia nacional, la expulsión del imperialismo y la revolución agraria. En las dos partes se habla con las mismas palabras, pero existe, como se ve, una ligera diferencia. Para las jóvenes naciones que emergen, la crisis capitalista del siglo XX les abre por primera vez en su historia la posibilidad de ocupar un lugar bajo el sol. La caída de los precios de las materias primas, efecto de la anarquía del capitalismo mundial, acarrea la necesidad de reemplazar ese inestable fundamento económico por una estructura industrial, fundada en el mercado interno y más resistente a aquellas convulsiones. Esta relativa independencia de los grandes centros metropolitanos, fundamental para la propia existencia nacional —Argentina, América Latina, Medio Oriente, Oriente— origina el surgimiento de potentes movimientos nacionales, al que confluyen diversas clases interesadas en ese proceso. Como es natural y previsible, los intereses heridos contraatacan. La burguesía comercial interesada en el más amplio comercio de importancia y exportación, los círculos financieros asociados al imperialismo, algunos sectores de la industria liviana que prefieren máquinas extranjeras, la falta de conciencia nacional de grupos de la clase media y el clan sobreviviente de la oligarquía tradicional contemplan estos movimientos nacionales democráticos como la expresión de una monstruosidad histórica. Los detestan, los descalifican, los calumnian. Es la vieja ley del gran juego histórico. A los viejos privilegios destruidos le incorporan la famosa palabra "libertad" y a la tarea de aniquilar la soberanía conquistada le acoplan la no menos célebre palabra "democracia". 220 JORGE ABELARDO RAMOS Pero los pueblos aprenden por su propia experiencia y adquieren una intuición infalible para distinguir sus amigos de sus enemigos. Esta es otra ley del drama, que no tiene ya el coro antiguo, pues las masas participan efusivamente en la creación de su propio destino. Con su sabiduría profunda, los pueblos comprenden que si los filósofos se han preocupado de interpretar el mundo, a ellos les corresponde ahora cambiarlo. LA CLASE OBRERA EUROPEA DEBE FORJAR EL NUEVO ORDEN SOCIAL Nuestro planeta encierra colosales tierras vírgenes; existen en él continentes inexplorados praderas jamás pisadas por ningún Robinson, riquísimas fuentes de alimentos capaces de sustentar miles y millones de nuevos habitantes. Todavía el hombre, que embriaga su imaginación tanteando el misterio de la Galaxia y la aventura del espacio, no ha dominado con el soberano lenguaje de la técnica los confines africanos; aún porciones gigantescas del Brasil permanecen cerradas a la cultura. No se trata, sin embargo, del mundo de la periferia colonial. Italia misma, necrópolis de viejas civilizaciones y centro, en algunas zonas, del capitalismo moderno, no ha logrado modernizar su propio Sur; la cuestión agraria sigue sin resolver en el propio corazón de Europa. El capitalismo no ha podido lograr, en su marcha anárquica a través del mundo, sentar sus reales en su territorio histórico. Ya es difícil, por no decir imposible, que logre hacerlo. Pero esta es otra cuestión. Lo cierto es que en este mundo apenas poblado, los hombres sobran. Los peritos se sumen en hondas cavilaciones; los demógrafos (la burguesía ha logrado crear esta profesión, a falta de solución mejor) peroran interminablemente sobre las salidas posibles. Algunos dicen que si Italia debe desprenderse urgentemente de 5 millones de personas, lo mejor sería distribuirlas en el Nuevo Mundo, desde Estados Unidos hasta la Argentina, ya que Europa no puede absorber un solo hombre más. Otro grupo de expertos considera que ese paliativo reviste un peligro: la nación que arroja al mar parte de su población para salvar los víveres a los que quedan, pierde en realidad una fuerza de trabajo incalculable. Pero como los norteamericanos lo calculan todo, la Comisión DE OCTUBRE A SETIEMBRE 221 Americana do Personas Desplazadas ha precisado la cuestión, declarando que 370 inmigrantes representan en Estados Unidos un "capital humano productivo" de 3.000 millones de dólares. Estas revelaciones consternan a los gobiernos europeos, que quisieran frenar la emigración para fortalecer sus descalabradas economías, pero que se ven impedidos de hacerlo puesto que ese "capital humano productivo" no puede aplicarse a rama alguna de la actividad nacional. ¿Cómo aumentar la producción agraria italiana, por ejemplo, sin barrer de sus tierras al feudalismo decadente de Sicilia y mecanizar esas tierras? ¿Cómo dar nuevas tierras en Holanda a los campesinos, en un territorio exiguo apenas engrandecido por lotes creados a costa del mar? Los estadistas europeos se quejan amargamente de la vieja Europa, "inmenso museo para los turistas del mundo activo", pero ninguno propone una solución verdadera. Todos ellos se ven obligados a tener en cuenta sus posesiones coloniales; sus rencillas recíprocas y los elementos de competencia comercial e industrial que los separan; las necesidades de un rearme monstruoso que devora las energías de la economía nacional. Y, finalmente, la supervivencia de fronteras estaduales envejecidas, que si respondieron en el pasado a imperiosas necesidades del progreso histórico, en nuestros días son los elementos propulsores de la decadencia. Otros estadistas, como Churchill, ven en la unidad europea, en los Estados Unidos de Europa, la única solución para el deseado equilibrio. Sin embargo, el decrépito capitalismo de Europa ya no es capaz de planificar esa idea grandiosa ni de llevarla a cabo. La independencia de las colonias, al destruir definitivamente las bases de sustentación de las metrópolis, y con ellas sus últimos elementos de equilibrio, pondrá a la orden del día la unidad económica del Viejo Mundo. Pero serán los trabajadores de Europa, desasidos a su vez de sus partidos seudo-obreros, los que deberán echar las bases de un nuevo orden social, en su calidad de herederos de la cultura clásica y de forjadores de un Nuevo Mundo en el seno de la vieja sociedad. No habrá menester de los servicios de Malthus; los expertos consagrarán sus aptitudes a labores socialmente más útiles. Se probará así que Europa no estaba en decadencia, como decían los sombríos agoreros, sino que el capitalismo había cumplido su ciclo. 222 JORGE ABELARDO RAMOS EL VATICANO TRABAJA CON LA CASA MORGAN La publicación de un informe sobre las finanzas del Vaticano en una revista de Milán, ha despertado cierta emoción en los círculos económicos de Europa, poco habituados a las emociones. La naturaleza especial del Estado Vaticano justifica este interés. Su existencia jurídica, en efecto, nace en 1929, cuando Mussolini, por medio del Tratado de Letrán concede al Vicario de Cristo en la tierra, 44 hectáreas de soberanía territorial dentro de Roma para establecer la sede temporal del Papado. Desde 1870, en que las tropas garibaldinas aliadas al conde de Cavour arrebatan la capital histórica de Italia al poder pontificio, sellando así la anhelada unidad nacional del pueblo italiano, los pontífices se habían negado a reconocer al nuevo estado nacional y en consecuencia las relaciones oficiales estaban interrumpidas. Esta no era una actitud sorprendente por parte del Vaticano, ya que históricamente había sido la Iglesia un bastión de la reacción feudal: los últimos cinco siglos han presenciado la lucha tenaz del Papado contra todas las tentativas absolutistas o revolucionarias de consumar la unidad nacional. Pero estos hechos pertenecen al pasado, del mismo modo que el famoso poder temporal de Roma. De lo que ahora se trata es que, de acuerdo con ese informe de la revista de Milán, si el Vaticano ya no está en condiciones de dictar sus leyes a los jefes de estado extranjeros, conserva al menos cierta influencia financiera. En efecto, hablando en términos bancarios, el Vaticano figura como una de las grandes potencias financieras del mundo actual. Si Estados Unidos posee una reserva de 25.000 millones de dólares, el Vaticano le sigue en segundo lugar con 13.000 millones de dólares, Gran Bretaña con 4.300 millones, Francia con una reserva de 1.350 millones. Este inmenso tesoro, según la Constitución del Vaticano, puede ser manejado discrecionalmente por el Sumo Pontífice. Sin embargo, en la práctica, los bienes son administrados por un Colegio dirigido por un delegado papal. Pero lo que reviste mayor interés en la información recientemente aparecida es que la administración de las finanzas papales se realiza por intermedio de tres casas de banca internacional, agentes financieros de la Santa Sede. La más importante de dichas empresas es la famosa casa Morgan, de Nueva DE OCTUBRE A SETIEMBRE 223 York. El Central Bank de Londres y el Credit Suisse de Berna son los otros dos instrumentos financieros del Vaticano. Sin embargo, es dado observar un decrecimiento de la influencia británica y suiza en beneficio de la casa Morgan. Este cambio es atribuido por un lado a ciertos conflictos suscitados entre Gran Bretaña y el Papado en 1948. Según, la publicación mencionada, la Santa Sede habría ordenado invertir una fuerte suma en libras esterlinas para comprar trigo en Argentina destinado a Alemania occidental, operación que no agradó al gobierno británico. Por estas y otras razones, el Vaticano ha ido entrelazando vinculaciones financieras cada vez más sólidas con la casa Morgan. Además se sabe que no existe en los depósitos del Vaticano ni una sola onza de oro, encontrándose todo el precioso metal propiedad de la Iglesia en los cofres fuertes de entidades de Estados Unidos. La participación del Vaticano en la Banque de Paris et des Pays-Bas no es un secreto para nadie y arroja una luz inesperada sobre esta extraña potencia político-financiero-religiosa que un día ya lejano hizo doblar la rodilla a los Emperadores de Occidente. 224 JORGE ABELARDO RAMOS EL GENERAL ROCA Y LA IGLESIA El destino de la Revolución argentina ocupa nuevamente la atención de la prensa internacional. A los adivinos profesionales los últimos acontecimientos los han tomado de sorpresa. Pero toda revolución se reconoce precisamente por su irrupción en lo nuevo y por desmentir a los agoreros de la estabilización. ¡La sorpresa, el desconcierto y aun la irritación se explican fácilmente! Algunos diarios de Europa informan objetivamente sobre los hechos en sí mismos; otros, olvidándose de la acción desarrollada por el Papado durante varios siglos en el Viejo Mundo, ensayan una hipócrita indignación. Lo que resulta indiscutible para todos es que la Revolución argentina no ha concluido sino que respira vigorosamente. Como en todos los momentos capitales de su existencia, la clase trabajadora revela su calidad de protagonista más resuelta. La lucha que el clero lleva a cabo contra el Pueblo argentino no hace sino confirmar el papel profundamente reaccionario que ha jugado tradicionalmente la Iglesia ante todos los movimientos revolucionarios y progresivos de la historia. Sobre las ruinas del cristianismo primitivo el Papado se transformó en el brazo espiritual del feudalismo; en tal carácter ingresó en la historia moderna como el más tenaz enemigo de la sociedad burguesa y del espíritu científico. En épocas más recientes, los presuntos herederos de aquel cristianismo revolucionario que propugnaba la igualdad de todos los hombres frente a la soberbia romana, parecen aplicar el célebre aforismo de George Orwell: "Todos los hombres son iguales, pero algunos son más iguales que los demás". Recuérdese que en el siglo XVIII la Iglesia era el aliado del feudalismo antihistórico. En nuestros días no oculta su condición de defensora de todos los DE OCTUBRE A SETIEMBRE 225 privilegios que quedan aún en pie en nuestro mundo convulsionado y en particular de aquellos intereses que se enfrentan al proletariado. Es hoy aliado y socio de la Casa Morgan aquel mismo Papado que en el siglo XV intentó impedir en España la expedición de Cristóbal Colón. Los teólogos veían en esa grandiosa aventura marítima un atentado contra las Sagradas Escrituras. No debe olvidarse, por otra parle, que el poderoso movimiento de la Reforma luterana iniciado en Alemania en 1517 por Martín Lutero se originaba precisamente como protesta contra la venta de indulgencias: la Iglesia Romana se había convertido en el más grande mercader de Europa, otorgando su perdón a los pecados cometidos por sus fieles mediante el pago de ciertas sumas de dinero. El luteranismo expresaba el ascenso de la burguesía a la escena histórica. La venta de indulgencias no era sino un signo de la profunda corrupción del Papado. En cada gran acontecimiento de la historia moderna veremos aparecer a la Iglesia en el campo de la reacción mundial. Si los diarios de Europa volvieran la mirada hacia atrás, verían que los sucesos argentinos no hacen sino plantear la vieja pugna entre la Internacional Negra sobrevivida y un joven Pueblo que aspira a conquistar su más plena soberanía. La extirpación de la influencia clerical en la Argentina corona ideológicamente las grandes conquistas de su revolución. ROCA Y LA UNIDAD ARGENTINA Los europeos, sumidos en su propia crisis (y ésta es de naturaleza mortal) no comprenden qué ocurre en la Argentina. Pero se trata de una confusión explicable. Las revoluciones, en general, no son fáciles de comprender por sus enemigos, ni aun por sus presuntos amigos. Vistas de cerca, sólo se desprenden de ellas sus elementos anecdóticos, severos, secundarios, que sus adversarios destacan para intentar invalidarlas en su conjunto. Contempladas desde lejos, en circunstancias distintas y sujeto el espectador a la presión de intereses diferentes, adquieren un rostro que en rigor no les pertenece. Pero cuando un proceso revolucionario como el de la Argentina se desenvuelve en lucha sucesiva contra los grandes poderes de la tierra, cuando el imperialismo se ha visto obligado a retroceder y su clase obrera a afirmarse orgullosamente como la principal fuerza que la sustenta y cuando el Papado lanza su 226 JORGE ABELARDO RAMOS ofensiva sobre ella, es preciso reconocer este hecho: la Unión Democrática se ha reconstituido; el imperialismo ha forjado nuevamente su unión sagrada con sus agentes nativos; a éstos se suman hoy las fuerzas clericales. Estamos, en consecuencia, en presencia de un clima político similar al de aquella contrarrevolución del 90 que núcleo en la ciudad de Buenos Aires a los elementos mitristas, porteñistas, católicos y "democráticos", en su lucha contra el gran enemigo de esa época: el general Roca, constructor de la unidad argentina y adversario de la prepotencia clerical. Según se recuerda, la asonada del 90 fue la reacción clerical-mitrista contra la revolución del 80, que devolvió la capital histórica del Plata al conjunto del país. La ciudad porteña, con su puerto y su aduana, habían quedado como patrimonio exclusivo de la provincia de Buenos Aires desde la Revolución de Mayo. Las provincias interiores, que eran las más ricas en la época colonial, pasaron luego a ser las más pobres, ahogadas doblemente por el monopolio portuario de Buenos Aires y por la invasión de las mercaderías europeas, que destruyeron las industrias regionales. Roca, representando al ejército nacional (que había acogido en sus filas a los descendientes de las montoneras federales democráticas del interior) encarnó las aspiraciones de las provincias mediterráneas a recibir los beneficios de los ingresos aduaneros. Así federalizó Buenos Aires, ante la oposición de los importantes núcleos porteños ligados a la burguesía comercial, socia del capital europeo. El federalismo democrático que en su hora representó el roquismo, estaba estrechamente ligado con un genuino liberalismo revolucionario, que no puede ser confundido en modo alguno con el hipócrita liberalismo cipayo surgido en la Argentina a partir de Quintana y que encuentra su más funesta culminación en el curso de la "década infame". La implantación del matrimonio civil, la secularización de los cementerios y la organización de la escuela laica fueron las grandes medidas que al modernizar el país, atrajeron sobre Roca y Juárez Celman el odio mancomunado de la "Unión Democrática" de su tiempo. Pero en esta hora es el imperialismo y las fuerzas que a él responden dentro del país, el gran factor coagulante. Si es cierto que el bajo clero participo activamente en las luchas por la independencia de América, lo hizo desobedeciendo al Papado reaccionario, que DE OCTUBRE A SETIEMBRE 227 profesaba un santo horror por todas las revoluciones, en su calidad de guardián inconmovible del viejo orden. Alrededor de la Iglesia se agrupan hoy todas las fuerzas de la contrarrevolución, desde los radicales a los comunistas. La Argentina vive un momento decisivo y no juega solamente su presente sino también su porvenir. Examinar sus precedentes históricos a partir de Roca, será educar a la nueva generación para las luchas del presente. Quien no sepa defender las conquistas adquiridas no sabrá emprender otras nuevas. EL PATRONATO, DERECHO INHERENTE A LA SOBERANÍA Los revolucionarios de Mayo no sólo levantaron la gran bandera de la unidad nacional de América Hispánica. Si San Martín y Bolívar defendieron esa divisa con las armas, llevaban con sus ejércitos la voluntad de sacudir al mismo tiempo la influencia reaccionaria y falaz del Borbón y de la España negra sostenida por el Papado. Jamás discutióse el derecho a profesar la religión católica, que era en esa época la religión dominante en el continente. Pero las creencias religiosas no estaban en debate, ni ayer ni hoy: cuestionábase, en cambio, la intromisión en el orden temporal que practicaba la corte vaticana en los asuntos internos de los Estados nacionales. La tendencia encabezada por Mariano Moreno impuso para el gobierno nacido en 1810 lo que se llamó el Patronato argentino sobre la Iglesia. De este modo, el gobierno nacional controlaba al clero y lo sostenía en su presupuesto, quebrando así la centralización política mundial ejercida por Roma. La Asamblea revolucionaria del año 13 consagró este principio y muchos sacerdotes lo votaron, costándoles ese gesto su ruptura con la jerarquía eclesiástica extranjera. Era inadmisible que los Papas —en su doble condición de Reyes de Roma y de jefes de la Iglesia, tuvieran una potestad decisiva en la Iglesia argentina. El propio Juan Manuel de Rosas, largamente acusado de ser la expresión de la "reacción católica", no vaciló en expulsar a los jesuitas del país por su actividad antinacional. Conviene evocar también en su caso la reafirmación del derecho argentino a ejercer el Patronato, sostenido por Rosas con el asesoramiento jurídico de Dalmacio Vélez Sarsfield. El gobierno eclesiástico se transmitió de la persona real española al pueblo de América, 228 JORGE ABELARDO RAMOS que asumía en el proceso revolucionario su soberanía, heredando todos los derechos antiguos de la monarquía de España. La Constitución de 1853 ratificó esa tradición. Pero a mediados del siglo XIX, cuando la Constitución nacía, la casi totalidad del pueblo argentino profesaba la fe católica y el predominio del clero era enorme. El control del Estado se revelaba indispensable para balancear ese otro poder de especial naturaleza. El posterior proceso inmigratorio, la evolución de las ideas modernas y los trabajos de un siglo se encargaron de demostrar en nuestros días que el régimen del Patronato toca a su fin y que lejos de constituir una suerte de control de la Iglesia por el Estado se había convertido en un sistema de influencia clerical en el Estado y, a través de él, de todo el Pueblo argentino. La separación de la Iglesia del Estado aparece como la medida necesaria para la reconquista de la más plena soberanía. Argúyese actualmente mucho sobre el problema de las propiedades eclesiásticas. Rememórase la expropiación de Rivadavia. Traeremos al debate el irrefutable testimonio de uno de los más célebres juristas argentinos. Vélez Sarsfield escribía hace ya más de cien años: "El Concilio General de Trento, que se celebró después de la Bula del patronato, declaró que éste pertenecía al que fundara o dotara las Iglesias. Tienen, pues, los gobiernos de América un título propio para ejercerlo. Los templos fueron erigidos con fondos de los pueblos del Nuevo Mundo. Las iglesias catedrales fueron dotadas con impuestos que sólo debían levantarse en América y son hasta ahora sostenidas por los gobiernos del territorio. El suelo es suyo; nada hay del Pontífice ni del Rey de España; ni los templos ni las rentas que se destinan al culto pertenecen a él ni a la corte romana". La cuestión de los bienes eclesiásticos, acrecidos durante un siglo y medio con exenciones de impuestos nacionales, provinciales y municipales, que alcanzan hoy a cifras astronómicas, debe decidirla el pueblo mismo, de cuyos bolsillos salieron ayer y hoy, los fondos requeridos. La liquidación del régimen del Patronato abrirá un nuevo e importante capítulo de la moderna historia argentina. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 229 AVELLANEDA PRESIDENTE: EL INTERIOR TRIUNFA SOBRE BUENOS AIRES El debate sobre política religiosa planteado por las reformas del general Roca en su primera presidencia (1880-1886) adquirió gran vuelo. Resulta significativo que esa lucha se entablara precisamente a partir de la federalización de la ciudad de Buenos Aires. La presidencia de Mitre había representado los intereses de la burguesía comercial porteña y portuaria. Sus intervenciones a las provincias interiores (frente a la capitulación política de Urquiza) abrieron una era de guerras civiles que se prolongó virtualmente hasta 1880. Fue el ciclo del exterminio de los caudillos y del ingreso global del capital extranjero en la economía de un país devastado. Las autonomías provinciales eran allanadas bajo el peso de las tropas encabezadas por generales uruguayos, partidarios del partido Colorado de la vecina orilla, partido europeizante, similar al mitrista. Luego las provincias reaccionaron y pudieron obtener para el período presidencial siguiente un candidato de transacción entre Buenos Aires y el interior. Sarmiento encarnó ese compromiso y su ministro Avellaneda unió su nombre a la propagación de la educación pública y a la modernización cultural del país. Ministro de Sarmiento, el tucumano Avellaneda fue proclamado más tarde candidato a presidente por la juventud estudiantil y liberal de Córdoba, la vieja ciudad católica en la que ya soplaban los vientos nuevos. El triunfo de Avellaneda fue el triunfo de las provincias empobrecidas del interior argentino frente a la opulenta Buenos Aires, dueña única del puerto, de las aduanas y del crédito público (pertenecientes en verdad a toda la República y no a una sola ciudad). La estirpe católica de Avellaneda no excluía su liberalismo revolucionario, opuesto vigorosamente a la reacción ultramontana. Pero Avellaneda era un civil, que como presidente de la República vivía en Buenos Aires en calidad de "huésped" de la provincia bonaerense, monstruo enriquecido que despreciaba a los "trece ranchos" de la Argentina provinciana. La muerte de Alsina, ministro de Guerra de Avellaneda, abrió el camino para la sucesión presidencial al general Roca, representante a la vez del ejército nacional y de las provincias misérrimas. De una manera totalmente natural el país entero, incluso los viejos sectores federales de la provincia de Buenos Aires, vieron en Roca al hombre que los personificaba. El otro candidato era Carlos 230 JORGE ABELARDO RAMOS Tejedor, gobernador de la provincia de Buenos Aires, viejo unitario emigrado, poseído del orgullo localista y asentado sobre la inmensa fuerza económica y política de la Provincia-Metrópoli, como la llamó Alberdi. La lucha electoral entre Tejedor (apoyado por el mitrismo porteño) y Roca, se transformó en una lucha alrededor del destino ulterior de la ciudad de Buenos Aires. Se trataba de saber si una sola provincia del país podía reservar para sí la rica capital y su aduana —propiedad de los esfuerzos y sacrificios de toda la República— o si esta capital debía federalizarse para servir con sus recursos al desarrollo de todo el pueblo argentino. La federalización de Buenos Aires costó una guerra civil; no fue sino una ley nacida del entrechocar ele las armas. Tres mil muertos demostraron el carácter antinacional de la oligarquía bonaerense, aliada al mitrismo europeizante. LA IGLESIA CATÓLICA: EJE DE TODAS LAS CONTRARREVOLUCIONES El análisis de la historia enseña, entre otras cosas, que las luchas políticas esconden intereses económicos y que los conflictos entre la Iglesia y el Estado han ocultado siempre conflictos políticos y sociales. El odio orgánico que la Internacional Negra demuestra hacia las conquistas revolucionarias del Pueblo argentino y su gobierno, no es sino el pretexto para reordenar el dispositivo de las fuerzas antinacionales que pretenden cortar el paso a la Revolución democrática de este país. Cuando el desarrollo histórico de Gran Bretaña se opuso a la supervivencia del feudalismo (apoyado por la Iglesia Católica) la lucha entablada adquirió la apariencia de una lucha religiosa. Un notable historiador contemporáneo ha escrito a este respecto: "A mediados del Siglo XVII la Revolución burguesa en Inglaterra se desarrolló bajo el manto de una Reforma religiosa. La lucha por el derecho de rogar con determinados devocionarios se identificó a la lucha llevada contra el rey, la aristocracia y los príncipes de la Iglesia y de Roma. Los presbiterianos y puritanos estaban profundamente persuadidos de haber colocado sus intereses bajo la inquebrantable égida de la Providencia Divina. Los fines por los cuales combatían las nuevas clases se confundían indisolublemente en su mentalidad con los textos de la Biblia y con ritos eclesiásticos. Aquellos que emigraron más allá del mar llevaron con ellos esta tradición confirmada en la sangre". Y agrega: "De ahí la excepcional DE OCTUBRE A SETIEMBRE 231 vitalidad de las interpretaciones del cristianismo dada por los anglo-sajones. Nosotros vemos aún hoy a ministros «socialistas» de Gran Bretaña fundar su cobardía sobre los textos mágicos en los cuales las gentes del siglo XVII buscaban la justificación de su bravura". (1) Si en el siglo XVII la lucha por la modernización de un país podía realizarse a través de una disidencia religiosa, el siglo XX no requiere ya sino la utilización del lenguaje que le es propio, es decir, el lenguaje laico, que hablaba claramente de los medios y los fines por los cuales la clase trabajadora argentina combate. Pero ocurre, como tantas veces en el pasado, que los esfuerzos de la contrarrevolución encuentran en la Iglesia, ávida de poder temporal, la justificación para fusionarse en un amplio frente. El imperialismo domina este reagrupamiento. Como en los tiempos de Avellaneda y de Roca, la grey de descreídos, católicos ultramontanos y agentes de lejanas metrópolis han sellado su pacto. Todos ellos saben de qué se trata. No es solamente impedir que el Estado argentino practique su plena soberanía en el fuero eclesiástico, sino barrer con el propio régimen revolucionario y con todas sus conquistas. Pero retomemos los precedentes que iluminarán a viva luz los acontecimientos actuales. Decíamos que la generación del 80 nucleada alrededor de la figura del General Roca había consumado no sólo la federalización de la ciudad de Buenos Aires, sino también la modernización del espíritu público y de las fuerzas económicas dormidas. En aquella época, la ciudad de Buenos Aires estaba virtualmente en manos del comercio extranjero y de la burguesía comercial a él ligada. A pesar de la política vacilante de Avellaneda, trabado en su obra por la hostilidad de la ciudad de Buenos Aires (en la cual residía el poder nacional sin tener potestad sobre ella), el presidente provinciano ya había comenzado a herir los intereses eclesiásticos. Estos intereses estaban fundidos con el atraso cultural y económico del país. El problema de la educación pública para Avellaneda significaba (1) De "Historia de la Revolución Rusa", por León Trotsky, tomo I, Editorial Indoamérica, Buenos Aires, 1954. 232 JORGE ABELARDO RAMOS ante todo infundir un nuevo espíritu en la juventud del interior, que no tenía otras posibilidades de conocimiento que los que impartían las universidades dominadas por los clericales. De ahí que contratara en Europa hombres de ciencia para la Universidad de Córdoba, foco de la reacción ultramontana. La adquisición de aparatos científicos necesarios para enseñar técnicas ligadas al desarrollo económico del país en las aulas consagradas hasta ese entonces a las discusiones escolásticas, había levantado una áspera polémica en los claustros de la Casa de Trejo. El rector de la Universidad, don Manuel Lucero, fue calificado por la reacción clerical de la provincia como un nuevo "Lutero". Examinaremos mañana cómo se unieron —a la manera de nuestros días— la reacción clerical y el mitrismo escéptico. LA MASONERÍA Y LA IGLESIA COINCIDEN FRENTE A LA FEDERALIZACION DE BUENOS AIRES El país conocía la decisión de Avellaneda de federalizar la ciudad de Buenos Aires. Por eso la reacción clerical en Córdoba y en otras provincias se ligaba a las tentativas de la oligarquía bonaerense y de la burguesía comercial mitrista para impedir esa medida. El mitrismo ateo y masónico encontraba un aliado en su lucha contra una política genuinamente nacional, en la Iglesia católica. Eran los intereses fundamentales del capital extranjero que pugnaba por mantener el atraso argentino, los que fundían así en un solo frente a incrédulos y devotos. Resultaba evidente que la máscara religiosa de esa lucha amparaba intereses más específicos. Ramón Cárcano escribía mucho más tarde en sus memorias palabras esclarecedoras: "El grupo metropolitano partidario de Tejedor era reducido por su número, pero importante por su distinción e influencia. Se apoya en el clero y estimula su acción". Recuérdese que Tejedor, que iba a ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, estaba apoyado por Mitre. Y agregaba: "No proclaman candidato a la presidencia pero atacan al gobierno que sostiene la candidatura Roca... Saben que no triunfarán en el comicio y propician la revolución coordinada con Buenos Aires". DE OCTUBRE A SETIEMBRE 233 Es decir, que el clero de Córdoba se aliaba con los mitristas porteños para cortar el paso a la candidatura de Roca, el jefe más prestigioso del ejército, apoyado por las provincias mediterráneas y por sus caudillos federales aniquilados por el mitrismo nacional. Para imaginar la atmósfera espiritual de Córdoba en esa época sólo diremos que veintidós años después de la Revolución de Mayo, su Universidad, dominada por el clero, prohibía el ingreso a aquellos estudiantes "que no hubieran acreditado la pureza de su linaje". Sólo en 1852 se declararía abolida esta restricción. Pero cuando ya iba a circular el primer ferrocarril argentino, esa misma universidad expulsaba a un osado estudiante por haber sido sorprendido leyendo una obra de Renán. Sarmiento escribía que Córdoba era "una vasta asociación conventual que con los laicos, abogados, hacendados y demás vecinos, forman el régimen interno compacto y más sólido que el municipal, muy debilitado en Córdoba, donde fue tan poderosa antes y sólo comparable con aquellas asociaciones misteriosas y secretas de los indios del norte". Pero en esa misma Córdoba había surgido una poderosa corriente de liberalismo nacionalista agrupado en torno a la persona de Juárez Celman, cuñado de Roca y cuya verdadera significación ha sido desfigurada durante los últimos sesenta años. Esa juventud liberal actuaba en Córdoba, llamada la Roma de América, y luchó ardientemente por la secularización de la sociedad argentina, apoyada sin titubeos por los mejores representantes de la nueva generación de las provincias interiores que habían encontrado en el general Roca su jefe natural. Debe tenerse presente que cuando Roca llegó a la presidencia de la República sólo contaba con treinta y siete años, la misma edad con que había conquistado el poder su comprovinciano Nicolás Avellaneda. La gloriosa y calumniada figura de Juan Bautista Alberdi presentaba su apoyo moral e intelectual a la formidable tentativa de los pueblos provincianos por rescatar la capital histórica. Estaban junto a Roca y a Juárez no sólo Alberdi, sino también Olegario Andrade, compañero de estudios de Roca en el Colegio de Concepción del Uruguay fundado por Urquiza; Eduardo Wilde y los grandes representantes de la generación anterior que, como Carlos Guido Spano, Rafael Hernández y José Hernández (el cantor de nuestra epopeya nacional) habían combatido con todas las armas la política estranguladora de la oligarquía porteña. El triunfo del 80 fue la 234 JORGE ABELARDO RAMOS victoria de todo el Pueblo argentino contra el viejo reducto del localismo porteño. El clero, como siempre, estaba del otro lado de la barricada. EL GENERAL ROCA DEVUELVE AL PAÍS SU CAPITAL HISTÓRICA El viejo pleito entre Buenos Aires y las provincias debía resolverse dramáticamente en 1880. El general Roca escribiría en 1885 durante su primera presidencia: "El foco del sentimiento nacional se encuentra en Córdoba. Todavía no se ha podido arraigar en Buenos Aires, donde los argentinos son una minoría y los intereses extranjeros predominan". Lo que continuaba siendo una verdad en 1885 era una evidencia insoslayable en 1880. El gobernador Tejedor, apoyado por el clero y por el localismo porteño mitrista, rehusaba reconocer el triunfo electoral aplastante de Roca, apoyado por las trece provincias interiores. Dueño absoluto de la ciudad de Buenos Aires, Tejedor tenía virtualmente prisionero en ella al presidente de la República, Nicolás Avellaneda. No sólo se decidía la presidencia de la República en esa pugna electoral sino sobre todo el destino de la ciudad de Buenos Aires. Tejedor creó rápidamente batallones provinciales, desembarcó ostensiblemente armas en la Boca y los hizo desfilar por la ciudad ante las aclamaciones de la multitud. El tribuno católico Pedro Goyena afirmaba en un discurso que era preciso detener la marcha de los "bárbaros del norte", es decir de los provincianos que avanzaban apoyados por el Pueblo argentino para reconquistar su capital. Más de medio siglo antes, el doctor Agüero, diputado por Buenos Aires, declaraba en el Congreso Constituyente de 1825: "Apresurémonos los porteños naturalmente a devolver a las provincias lo que les pertenece, antes que vengan a pedírnoslo con las armas en la mano". De eso se trataba, precisamente, en 1880. Las debilidades y condescendencias de Avellaneda hacia la oligarquía porteña amenazaba conducir a un compromiso que no solamente habría arrebatado de manos de Roca el bastón presidencial sino que hubiera demorado indefinidamente la solución del problema histórico argentino. Pero las provincias habían movilizado 40.000 hombres para apoyar la victoria legal de Roca. Avellaneda, frente a la movilización de Tejedor, abandonó la ciudad DE OCTUBRE A SETIEMBRE 235 de Buenos Aires e instaló la sede de su gobierno en el Barrio de Belgrano, adonde se trasladó la mayoría del Congreso Nacional, menos la minoría mitrista, que quedóse en la ciudad para testimoniar así su apoyo a Tejedor y su desconocimiento de la autoridad nacional. Días antes de la derrota de la oligarquía porteña, el diario "El Nacional" publicaba la siguiente noticia: "Un comerciante español, jefe de una fuerte casa introductora, propondrá se nombre una comisión de doscientos extranjeros que fletará por su cuenta un vapor y se trasladará a Rosario para pedir la renuncia de su candidatura. Formarán parte de esta comisión comerciantes de todas las nacionalidades". Como se ve, una formidable presión se ejercía para impedir que las fuerzas nacionales llegaran al gobierno. Roca comentó significativamente la noticia: "Ahora son los comerciantes extranjeros los que van a arreglar el país". Una atmósfera de guerra civil se respiraba en todos partes. En esos momentos Avellaneda pronunció un discurso desde la Casa de Gobierno haciendo una suprema tentativa para encontrar una solución pacífica: "Habrá paz en la República —decía—, lo he afirmado en otras ocasiones, porque creo firmemente que el poder del gobierno podrá sobre la anarquía y que nada hay dentro de la Nación superior a la Nación misma". Este mismo principio se pondría en juego dos años más tarde al plantearse la ofensiva clerical contra la potestad del Estado argentino. El destino de la capital argentina ya no podrá resolverse sino a través de las armas. Tejedor confiaba orgullosamente en el apoyo porteño y en el poderío económico de la Provincia-Metrópoli. ¡Qué podrían los "trece ranchos" pelados del interior contra la omnipotente Buenos Aires, su aduana, sus tenderos y sus doctores! El viejo unitario emigrado —que no había aprendido ni olvidado nada— era en ese momento gobernador de la provincia de Buenos Aires. Así pudo jactarse públicamente: "Tengo sobrados elementos para reproducir otro Pavón". Recordará el lector que Pavón fue la batalla que los provincianos ganaron y Urquiza entregó en bandeja de plata a su desorientado adversario, Mitre, cuando el caudillo entrerriano renuncia definitivamente a la lucha por organizar el país con el concurso de los pueblos provincianos. Pese a su superioridad numérica, a sus capaces oficiales y a su ardor, las tropas nacionales dejaron el campo libre al mitrismo porteño, en virtud de la defección de Urquiza. Por esa razón quedó en manos de Mitre la suerte de las 236 JORGE ABELARDO RAMOS provincias interiores. Veinte años después Tejedor suponía posible aplastar por segunda vez la demanda nacional, expresada en la candidatura de Roca. Pero la Armada y el Ejército apoyaban a éste y aun prominentes políticos democráticos de Buenos Aires, como Dardo Rocha, volcaban sus fuerzas en apoyo de la tendencia nacional. Dirigiendo el gobierno desde el barrio de Belgrano, Avellaneda dejó el manejo militar de la causa nacional a los generales, que respondían, como todo el ejército, a Roca. Sangrientos combates se libraron en las márgenes del río Lujan, en Puente Alsina y en lo que hoy es el Parque de los Patricios. También hubo combates en Mercedes, Barracas y Corrales. Intervinieron en ellos combatientes de todas las provincias argentinas, según resalta de la correspondencia de Roca y Juárez Celman, atestiguando el carácter verdaderamente nacional de ese último gran episodio de nuestras guerras civiles. La derrota del localismo porteño fue aplastante. Tejedor entabló negociaciones de paz. Su renuncia no se hizo esperar. Fue dictada en seguida la disolución de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. El 12 de octubre de 1880 ascendía Roca a la presidencia de la República. Lo acompañaba un gran elenco, que Roca definió como "cinco presidentes y un timonel". Entre ellos, Bernardo de Irigoyen y Benjamín Victorica, uno de antecedentes federales y el otro hombre del Paraná en tiempos de la Confederación urquicista. También fue su ministro Manuel Dídimo Pizarro, prominente católico de Córdoba, que habría de renunciar cuando el clero levantó abiertamente su estandarte de guerra ante las reformas modernas del roquismo. Junto a Roca y enfrentando a Mitre, están también Alberdi y Sarmiento, que en esa oportunidad decisiva pone su nombre y su pluma al servicio del movimiento nacional. El autor de "Recuerdos de Provincia", antiguo aliado de Mitre y hombre de transición entre Buenos Aires y el interior, acababa de pronunciar su definición en la contienda: "Era necesaria ahogar para siempre el desprecio de la ley que nos impide constituir una República". Nombrado Superintendente de Escuelas por Roca, Sarmiento libra las primeras batallas contra la reacción clerical en el Consejo de Educación, teniendo como adversario a Miguel Navarro Viola, hombre del grupo católico encabezado por José Manuel Estrada. El espíritu del nacionalismo laico puesto de manifiesto por Juárez Celman como gobernador de Córdoba y por Roca desde el gobierno nacional, DE OCTUBRE A SETIEMBRE 237 desencadena una violenta campaña del clericalismo que intenta conservar en la vida pública y en la enseñanza privilegios incompatibles con el desarrollo de un país moderno. La violencia del debate envuelve a todos sus protagonistas y en rigor crea la atmósfera para unir a todos los elementos antinacionales en la contrarrevolución del 90. No será ocioso que los argentinos de nuestros días arrojen una mirada a aquella lucha. EDUARDO WILDE, REPRESENTANTE EMINENTE DE LA BURGUESÍA INTELECTUAL DEL INTERIOR Juárez Celman gobernaba Córdoba, centro político del país y tradicional reducto del pensamiento teológico. Roca, federalizada Buenos Aires por imposición nacional, actuaba ya con todos los recursos de la ciudad-puerto. La modernización técnica y económica del país adquirió un formidable impulso, que hubo de hacerse en las condiciones legadas por la historia, es decir, mientras el imperialismo afirmaba sus posiciones claves en la vida argentina. Pero las reformas y empresas lanzadas por el roquismo debían tropezar con la oposición clerical precisamente porque se trataba de transformar en un sentido nuevo el viejo orden de cosas. En Córdoba, por ejemplo, los diarios y la opinión clerical antijuarista, criticaban acerbamente la creación de parques y jardines, el alumbrado público, las medidas de higiene urbana que para prevenir epidemias adoptaba Juárez Celman. Los argumentos más retardatarios eran esgrimidos por la reacción ultramontana en su afán de desprestigiar o ridiculizar a esa joven generación de gobernantes. Más adelante narraremos la odisea que debieron sufrir los constructores del Dique San Roque, obra impulsada por Juárez Celman y que fue señalada como una catástrofe para la capital de la provincia. Se dijo en esos días que el dique estaba mal construido y que era inminente un derrumbe. Rivero Astengo señalaba a este respecto la consulta que Felipe IV hizo a una comisión de teólogos acerca de su propósito de canalizar el río Manzanares y el Tajo. "Majestad —respondieron los teólogos—, si Dios hubiera querido que ambos ríos fueran navegables, con un solo «fiat» lo hubiera realizado. Sería atentatorio a los designios de la Divina Providencia mejorar lo que ella, por 238 JORGE ABELARDO RAMOS motivos inescrutables, ha querido que quedase imperfecto". Juárez Celman no participaba de este criterio teologal y esa es la razón de que su nombre haya sido execrado en la historia contemporánea argentina: por reformador liberal lo anatematizó la Iglesia y por provinciano, el mitrismo porteño. Lo mismo y con mayores razones puede decirse del general Roca, a quien los verdaderos lacayos de la oligarquía designan como al "jefe de la oligarquía". Los hombres que iniciaron la revolución del 80, pese a sus diferencias, coincidían con el propósito de construir un gran país. El imperialismo ahogó esa poderosa tendencia nacional y desfiguró en la esfera de la interpretación histórica su real significación. Para comprender la atmósfera intelectual de aquellos días, citaremos algunas palabras de una carta de Eduardo Wilde, que fuera ministro de Instrucción Pública de Roca y campeón de la enseñanza laica: "Aquello era un continuo rebatir de opiniones, prestigios e ideas. Sólo en una cosa coincidíamos todos: en ser ultraliberales y revolucionarios en arte y en política. Era necesario reformar creencias, instituir el socialismo, pero el socialismo liberal, inteligente, ilustrado; reorganizar la República; aún más: América, y hacer de toda ésta una gran nación". De este modo se expresaban en aquella época los representantes de la burguesía intelectual del interior, que habían conquistado la capital de Buenos Aires para forjar un gran Estado moderno. El carácter melancólico de su derrumbe ulterior pertenece a otro capítulo de nuestra historia inmediata. ¡El clericalismo ultramontano debía odiar profundamente a hombres semejantes! UN ESTADO DENTRO DEL ESTADO Mientras Roca comenzaba a reajustar la maquinaria del Estado desde la Presidencia, Juárez Celman hacía lo propio en la Córdoba conventual. La Iglesia se levantó en el acto, negando al gobernador de la provincia su intervención en los problemas de la enseñanza pública, privativos, sin embargo, de la autoridad civil. Las cosas presagiaban tormenta. Ya a principios de 1880, Viso escribía desde Buenos Aires a Juárez: "Va a ésa el Nuncio Mattera a arreglar las cosas. Es un hombre de mundo y de esos pájaros italianos que vuelan. Lo acompaña nuestro amigo Lugones, el clérigo, hombre que puede ser muy útil al Nuncio. Trate usted de ponerse en el DE OCTUBRE A SETIEMBRE 239 acto en relación con el Nuncio". Como se ve, la política de Roca tendía a evitar conflictos innecesarios, salvaguardando todos los derechos estatales en la materia. Pero todo fue inútil, pues los clericales no se resignaban a perder una influencia que había llegado a ser excesiva y que era incompatible con el desarrollo cultural y político del país. La lucha se reveló inevitable, además, pues desde todos los pulpitos del país se invitaba a la población a desobedecer las leyes y las disposiciones gubernamentales. Se trataba, al fin de cuentas, de saber si podían tolerarse en la Argentina otras leyes que no fuesen las dictadas por los representantes del Pueblo o si debía coexistir un Estado dentro del otro Estado. El ministro de Roca, Pizarro, renunció a su puesto, atraído por la vocinglería clerical. Eduardo Wilde lo reemplazó, indicándose así a la curia que las palabras de Avellaneda "Nada hay dentro de la Nación superior a la Nación misma", también podían aplicarse en esta esfera. En Córdoba aparecía un diario llamado "La Prensa Católica", dirigido por el presbítero Luis Fernando Falorni, que sostenía una acre campaña contra Juárez Celman y Roca. Esta campaña adquirió caracteres subversivos cuando el gobierno provincial creó el Registro Civil, secularizó los cementerios y practicó todas esas innovaciones que darían un carácter laico y moderno a la vida argentina. Otro periódico cordobés, dirigido por Miguel Ángel García, escribía por esos días: "Córdoba se encamina hacia el liberalismo irracional y hereje: el materialismo tiene fija su cátedra y el pueblo y la sociedad cierran las puertas de la libertad y de la justicia". En estas propias palabras se cifraba la autocondena del denunciante. Cuando todavía Pizarro era ministro de Justicia e Instrucción Pública, debió intervenir ante el Obispo de Córdoba, fijando la posición legítima del Estado ante el problema en debate. Las autoridades eclesiásticas deseaban nombrar por sí mismas a los profesores de Teología en la Universidad. El ministro Pizarro, a pesar de ser católico, telegrafió al Obispo: "Llamo la atención de S. I. al artículo 86, inciso 10 de la Constitución Nacional. Los seminarios son costeados por la Nación y el gobierno provee a la instrucción de ellos. No se trata de seminarios costeados por la Iglesia exclusivamente, sino por el Tesoro Nacional y servidos por profesores rentados por éste". Estas advertencias no condujeron a nada. La crisis fue alcanzando un carácter cada vez más agudo. El gobierno nacional adoptó entonces enérgicas medidas que se 240 JORGE ABELARDO RAMOS emparentaban históricamente con los recursos de autodefensa utilizados por todos los Estados del mundo en las luchas clásicas con el Papado. EL LLANTO POR LA LIBERTAD: VIEJO RECURSO DE LA REACCIÓN Todas las fuerzas oscurantistas centraron su fuego contra el gobierno de Juárez Celman en Córdoba. Uníanse entonces los clericales y los mitristas porteños, que no se resignaban a la idea de que la capital histórica pertenecía definitivamente a la Nación. El propio general Roca señalaba a Juárez en una carta la supervivencia del espíritu localista de Buenos Aires frente a cualquier medida progresista del gobierno, Decía Roca: "Hay aquí reputaciones inmaculadas que se creen con derecho a todo. Pedro Goyena, por ejemplo, se imagina que puede insultar a todo el mundo a mansalva... A cada paso y aunque se hable de las cosas más inocentes, se invocan con tono patético y ademán solemne, las libertades de Buenos Aires, los derechos de Buenos Aires, la magnitud de Buenos Aires al ceder su capital y permitir que los «bárbaros del norte» vivan confundidos con sus hijos". Y agregaba, insistiendo sobre el político católico: "Ayer Goyena, el lenguaraz de la familia, el orador más sesudo, según sus hermanos, y ni un punto menos que Demóstenes, Cicerón y Mirabeau, según el círculo de sus amigos, ha hablado en la Cámara, durante una hora, con el tono de "La Patria Argentina" de los Gutiérrez, impugnando el despacho de la mayoría de la Comisión sobre Ley de Municipalidad. ¡Los bárbaros del norte, la ley federal jurada, el cautiverio de Buenos Aires, etc., todo ha salido a relucir!" El odio profundo que sus reformas liberales le granjearan, no alcanzaría solamente a Juárez Celman, lapidado en nuestra historia contemporánea, sino también a sus colaboradores. Dos años después de la contrarrevolución del 90, que abatió a Juárez (aunque no pudo liquidar al roquismo) los constructores y contratistas del Dique San Roque eran despiadadamente perseguidos y encarcelados. Carlos Cassaffousth, uno de esos técnicos, escribía a Juárez Celman en 1892: "He resuelto salir de Córdoba tan pronto termine la cuestión judicial que ha iniciado el gobierno, por haberse cometido el delito de llevar a cabo estas obras, en las que él no ha tomado parte. Es estar expuesto a ser encarcelado por haber trabajado en obras de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 241 riesgo, es un colmo que demuestra el salvajismo más brutal... Con la administración de este hombre (tratábase de Pizarro, gobernador católico de la provincia) Córdoba retrocede al tiempo en que apedreaba a los miembros de la Academia de Ciencias por «masones». Es indudable que la ejecución de las obras de riesgo ha sido prematura para la mayoría de Córdoba, pero ya está cometido el «gran crimen», como se le llama". Don Juan Bialet, asimismo constructor del Dique San Roque y uno de los grandes técnicos y civilizadores de esa época, escribía indignado a Juárez Celman: "Le escribo desde el Departamento de Policía, donde estoy preso por el crimen de haber construido el dique. Con la frente alta y dispuesto a sufrir las consecuencias de haber emprendido y llevado a cabo esa obra, le garantiza por mi honor que el dique es bueno y está bien a pesar de algunos desperfectos causados por el abandono, la incuria y la imprudencia con que se han tratado estas obras". Juárez Celman, como simple ciudadano, telegrafió al juez ofreciendo la garantía de sus bienes para obtener la excarcelación de los detenidos. Pero la aversión clerical hacia el progreso técnico representado por los mejores hombres de la generación del 80 no transigió. Había que derribar el prestigio de los hombres del Dique y de los constructores de la unidad argentina. El dique permaneció en pie hasta hoy, pese a los sombríos vaticinios del clericalismo. También permanece erguido el espíritu laico, democrático y revolucionario de la Nación. Apoyado por la poderosa clase obrera argentina de nuestro país, heredero directo de las mejores tradiciones, ese espíritu es y será indestructible. EL DEBATE EN TORNO A LA CUESTIÓN RELIGIOSA FORTALECIÓ A ROCA El punto culminante del conflicto suscitado por la Iglesia romana al Estado argentino planteóse en 1884. El católico Pizarro pronunciaba el 7 de junio un discurso en el Senado. Denunciaba en esa oportunidad las tendencias "autocráticas" del Poder Ejecutivo Nacional, que "ha llegado a suprimir el régimen federativo de nuestros pueblos". Los clérigos tenían sus representantes en el propio Parlamento 242 JORGE ABELARDO RAMOS argentino y —como se ve— los usaban discrecionalmente. En la misma sesión, el senador Pizarro acusaba abiertamente al general Roca de perturbar "la conciencia religiosa de los ciudadanos", como en el caso del Cabildo Eclesiástico de Córdoba. Los métodos conspirativos y clandestinos de la Iglesia, sometida a un poder mundial cuyo centro reside en el exterior, impiden por lo general apreciar de qué manera el clero y sus agentes bloquean a un gobierno. Lo que se advierte, por la propia naturaleza de las cosas, son las contramedidas que el Estado se ve obligado a adoptar para defenderse de las silenciosas campañas elaboradas en las Nunciaturas y Arzobispados. Pizarro, poseído de una sana indignación, se hacía eco de la fraseología piadosa, pero olvidaba que el país había soportado desde la Colonia una censura espiritual "de facto", manifestada en las costumbres, la legislación, la enseñanza y hasta en los libros que podían vender las librerías. Pero Juárez Celman, que era ya Senador Nacional contestó a Pizarro, comprovinciano y ex correligionario, que en 1881, cuando era ministro de Roca, Pizarro no había vacilado en clausurar la Catedral de Buenos Aires para impedir un funeral en memoria de los caídos en la revolución del año anterior. Y Juárez Celman agregaba: "¿Por qué el doctor Pizarro varía de conducta y no considera más subversiva la Pastoral del Obispo de Córdoba?". La cuestión en debate había surgido de las reformas educacionales promovidas por el ministro de Instrucción Pública, Eduardo Wilde. La educación, la juventud y la mujer constituyen el campo político de la Iglesia. Si en relación con los niños y los jóvenes los clericales exigen el más completo control espiritual —esa labor formativa prepara en el futuro inmediato, hombres más ligados a Roma que a su país— fácil es presumir la tempestad levantada por la política modernizadora de Wilde. La furia clerical crecía por momentos. Para servir su causa fundóse en Buenos Aires el diario católico "La Unión", dirigido por José Manuel Estrada, profesor de historia argentina y orador elocuente, cuyas parrafadas castelarianas han sido recopiladas con cierta frecuencia y cuyo prestigio (alimentado por el mitrismo y la curia) excede en mucho a su significación. Lo acompañaron en la empresa Pedro Goyena, Miguel Navarro Viola, Emilio Lamarca, Santiago Estrada, Tristán Achával Rodríguez y otros conocidos escritores católicos. La violencia del lenguaje, las recriminaciones y los ojos en blanco, las advertencias solemnes y las vagas alusiones a una guerra santa, DE OCTUBRE A SETIEMBRE 243 unido a los curas exaltados que habían convertido cada pulpito en un foco de perturbación política (pero escudándose en la inmunidad religiosa) tendían a anular las nuevas leyes y en verdad a liquidar la influencia del roquismo en la vida nacional. Por eso se nuclearon detrás de la Iglesia romana en unos casos los sectores más antirroquistas; otros, prefirieron no comprometerse en la cuestión clerical y dejarlo solo a Roca, creyendo (la malignidad también puede ser ingenua) que esa lucha era debilitante. Pero los acontecimientos se encargaron de demostrar que fueron precisamente esas vigorosas medidas, al cambiar el aire sofocante de la vida argentina, las que fortalecieron a Roca y al país. MONSEÑOR CLARA INTENTA LIMITAR LA SOBERANÍA DEL ESTADO ARGENTINO Mariano de Vedia, gran periodista de su tiempo y político estrechamente ligado al movimiento del general Roca, ha dejado en sus recuerdos del conquistador del desierto una evocación del clima espiritual que vivía la República en 1884. Escribe de Vedia: "La Iglesia trató de convertir cada casa de familia en un centro de propaganda y de acción. Confundíanse las rogativas, las protestas y los emplazamientos. Se comprometió en la campaña hasta alguna cátedra oficial desde la que ejercía influencia directa sobre la juventud un ciudadano virtuoso, un tribuno inspirado, un maestro de autoridad y de prestigio, capaz de exponerlo todo al servicio de sus ideas y pasiones religiosas". Mariano de Vedia referíase a José Manuel Estrada y es evidente que en estas palabras el periodista hace las concesiones debidas en su tiempo a una opinión pública (sobre todo porteña) acostumbrada a transfigurar en mito los hombres circunstanciales. Lo cierto es que el Obispo de Córdoba, Monseñor Clara, publicó una Pastoral que constituía en sí misma y por su trascendencia política un ultimátum lanzado a la autoridad civil en nombre de una potencia extranjera que, si bien es cierto detentaba la suprema representación de una religión determinada, no podía ejercer en modo alguno ningún género de intervención en los asuntos puramente temporales. El Obispo de Córdoba afirmaba lisa y llanamente en su Pastoral, que el gobierno del país 244 JORGE ABELARDO RAMOS carecía de facultades para intervenir en la Instrucción Pública del Pueblo Argentino. La publicidad acordada a esta Pastoral se combinó con una acción sincronizada en todas las ciudades de la República, destinada a aislar al gobierno de Roca y obligarlo a capitular ante la Iglesia Romana. Pero Roca estaba acostumbrado a la lucha. Después de escuchar el dictamen del procurador general de la Nación, el gobierno nacional declaró a dicha Pastoral como "subversiva al orden y contraria a la autoridad nacional". Se decidió entonces destituir a monseñor Clara de su cargo y ordenar su procesamiento por la Justicia Federal. En estas circunstancias, el Obispo de Salta formuló otra declaración pública repudiando la enseñanza laica y alzándose contra el Poder nacional. Los ultramontanos difundían en volantes, manifiestos y periódicos, párrafos de la Pastoral del obispado cordobés, que recordaba las palabras de San Ambrosio al emperador Valentiniano: "En materia de doctrina, no son los Emperadores los que juzgan a los Obispos, sino los Obispos quienes juzgan a los Emperadores". La misma pastoral del Obispo Clara afirmaba que la Iglesia Católica era libre por derecho divino. Atrevióse en una segunda Pastoral del 16 de junio del mismo año a decir que todas las resoluciones del gobierno que coartaran el magisterio eclesiástico eran nulas. El clericalismo enquistado en la Universidad de Córdoba, apoyó a través de varios profesores (Rafael Núñez, Lisandro Castellanos y Nicolás Berrotarán), dicha posición. El Gral. Roca, con el sostén de todo el país, destituyó a estos profesores universitarios que osaban desconocer la potestad del Estado Argentino, en virtud de su condición de siervos del Papado Romano. Comentando con su particular sentido del humor estos acontecimientos, el ministro Wilde decía: — ¡Esos hombres tienen sesos de piedra! Impermeables a los adelantos y conquistas de los tiempos, se basan en antecedentes de edades bárbaras para negar la evolución espiritual de la humanidad, que marcha a la autodeterminación e independencia absolutas". Y agregaba: "Yo no niego la libertad religiosa, asegurada por nuestra Constitución, pero sí que la Iglesia se arrogue el derecho exclusivo de formar a los argentinos que necesitamos para hacer grande y poderosa la República". Pero este episodio no hizo sino abrir el cauce para una lucha más áspera todavía. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 245 TODO LO QUE EXISTE ES DIGNO DE PERECER Como la reforma liberal había tenido inicialmente su centro en Córdoba, viejo baluarte de la reacción, precisamente allí la lucha adquirió su mayor agudeza. Comentando las expresiones de algunas periódicos cordobeses católicos. Eduardo Wilde decía: "Las antípodas de Córdoba caen en la China, cerca de Ging-Tchéou, al sur de Pekín, según lo afirma el geógrafo Manuel del Río. En esta disposición de la Providencia debo apoyarme para creer que los cordobeses no están condenados a ser eternamente ultramontanos". Los diarios católicos elevaron la temperatura de sus ataques contra el gobierno roquista, al que señalaban como enviado de Satanás. Seguro del apoyo exterior, contando con el influyente aparato de propaganda de la Iglesia de Roma, Monseñor Clara continuaba desafiando al gobierno argentino: "El procurador general de la Nación —expresaba— ha equivocado en su dictamen los tiempos y los hombres, redactando un documento que lleva el sello de la época de Carlos III, cuyos fiscales le llamaban "nuestro Amo". Esta alusión despectiva a Carlos III, el más progresista de los Borbones que reinaron en España, calificaba bien el pensamiento medieval del arzobispo. Indiferente al siglo de la electricidad, Monseñor Clara declaraba con soberbia poco cristiana: "Es más fácil extinguir el sol que destruir la Iglesia de Cristo". Pero ahí estaba el ministro de Instrucción Pública, Eduardo Wilde, para observar irónicamente: "—¡Esa es otra barbaridad! La historia nos enseña que los hombres y los pueblos, las ciudades y los monumentos pasan, se reducen a polvo, se pierden en el olvido. El sol, en cambio, permanece imperturbable desde el día de la Creación, alumbrando a este mundo de tontos y de pillos". La ofensiva contra la creciente secularización de la enseñanza no tenía solamente un carácter local. Francia, la "hija dilecta de la Iglesia", también enfrentaba problemas semejantes. Pío IX no había vacilado en castigar con la excomunión a todos aquellos gobernantes que pusieran a disposición de los jueces laicos a funcionarios eclesiásticos, contraviniendo así las "disposiciones canónicas". Con 246 JORGE ABELARDO RAMOS idéntica sanción moral amenazó a aquellos parlamentos o gobiernos que expidiesen decretos o leyes que hiriesen derechos, libertades y privilegios reales o supuestos de la Iglesia Romana. Pero el tiempo es un material irreversible y los reyes de Roma ya no gobernaban Roma, mientras que por el contrario la sociedad moderna reemplazaba las religiones por las ideas y las bulas papales por leyes regulares. El obispo cordobés alzado contra la autoridad nacional persistía por su parte en su campaña. "El Patronato" —escribía— no es un derecho inherente a la soberanía civil, sino una gracia otorgada por el Papa a los soberanos. El buen sentido no permite sostener que los presidentes de República en América, que no son reyes de España, ni sus sucesores, gozan del derecho del Patronato a éstos concedidos". En algún artículo anterior ya hemos examinado el progreso histórico que significó para los revolucionarios de Mayo, sucesores directos del poder español en América, mantener el régimen del Patronato, y también por qué en nuestros días dicho régimen ha revelado su completo agotamiento. Pero en 1884, los ultramontanos, seguros del apoyo de importantes sectores de la oligarquía porteña, deseosos de aniquilar el predominio provinciano expresado en el gobierno roquista, deseaban disparar hasta el último cartucho. MONSEÑOR CLARA RECIBE LOS SALUDOS DE BARTOLOMÉ MITRE La instauración por ley de la Nación de la enseñanza laica desató las furias clericales. Refiere Rivero Astengo que "a moción de Estrada los católicos del país se consideraron en estado de asamblea y listos para instaurar en el Nuevo Mundo las guerras religiosas que ensangrentaron al Viejo Hemisferio. Felizmente —agrega— poco a poco el ruido de armas —más verbales que efectivas— fue cesando. La opinión serena del país comprendió que el gobierno no hería la doctrina ni los dogmas de la Iglesia sino que ansiaba dar unidad a la instrucción pública y que ésta es una de las formas de forjar la nacionalidad de un pueblo". De una manera indirecta y para formular un gesto de cortesía hacia el Obispo que el gobierno nacional procesaba como elemento subversivo, Mitre envió a su hijo Bartolito a Córdoba con el objeto de entrevistar a Monseñor Clara. "Recibióme el DE OCTUBRE A SETIEMBRE 247 prelado en modestísima sala —escribía luego Bartolito Mitre en "La Nación" del 19 de junio de 1884— y se mostró desde el primer momento afable y cortés en sumo grado. Es el canónigo Clara, hombre de 57 años, alto, grueso, de pelo corto y canoso, de fisonomía abierta y plácida y de manera sencilla. Es un tipo simpático de sacerdote católico sin las exterioridades místicas del jesuita". En momentos en que el país estaba conmovido por la lucha llevada a cabo por los ultramontanos contra las leyes progresistas de Roca, cuando cada palabra y cada gesto debían tomarse como definiciones políticas, el general Mitre, el antiguo escisionista y localista de la provincia de Buenos Aires, adversario de Urquiza, enemigo mortal de la Confederación Argentina, inventor de la guerra del Paraguay, fundador de "La Nación" y traductor del Dante, daba un paso hacia el obispo rebelde. Sus discípulos y epígonos contemporáneos no han tardado en imitar su ejemplo, ofreciendo así al país el risible espectáculo de ver a algunos caballeros provectos de la vieja oligarquía, volterianos de frac, masones misteriosos, comunistas, radicales despedazados en cien fracciones y hasta algún socialista cipayo, besar humildemente el anillo de los obispos. Ayer, como hoy, voltear el régimen revolucionario bajo cualquier pretexto era y es la suprema ley. Durante el mes de junio de 1884 discutióse agriamente en el Senado nacional la cuestión en debate. El senador Pizarro —encarnando a la clerecía de Córdoba— arremetió, apoyado desde "La Unión" por Estrada y los suyos, contra el ministro Wilde. La situación llegó a tales extremos (pues Estrada usaba la propia cátedra pagada por el Gobierno nacional) que el ministro Wilde lo destituyó de su cargo universitario. Este fraile sin sotana pronunció entonces aquella famosa frase sobre la cátedra y las astillas. Fue en ese momento que el representante del Papa en la Argentina, el Nuncio Apostólico Mattera, asumió una actitud política que hubo de ser reprimida enérgicamente por el gobierno de Roca. Veremos en seguida que el Nuncio no ejercía una política personal: la Internacional Negra estaba detrás de él. 248 JORGE ABELARDO RAMOS EL NUNCIO APOSTÓLICO DA ORDENES AL MINISTRO DE EDUCACIÓN En sus recuerdos de Roca, Mariano de Vedia, inteligente testigo de aquellos acontecimientos (y por otra parte, hombre de temperamento moderado) escribe: "Precisamente desde Córdoba un obispo fanático había atizado el fuego de la discordia, convirtiéndose en reo de un verdadero alzamiento de las leyes del Congreso, los poderes constituidos y la misma soberanía de la Nación. Fue entonces que el Nuncio Apostólico de la época, Monseñor Mattera, no contento con aplaudir la rebeldía episcopal, aconsejó a todos los católicos del país que no se sometieran a la práctica del matrimonio civil y no cedieran al respecto en forma alguna antes que fuese restablecida en el país la enseñanza religiosa". La actitud beligerante del Nuncio Apostólico no obedecía a una interpretación personal del problema que agitaba por entonces la República. Era la aplicación de una política invariable del Papado romano con respecto a las revoluciones modernas, que tienden en primer lugar a reconquistar su soberanía más plena. Los acontecimientos posteriores así habrían de demostrarlo. La detención del canónigo Emilio Lara, interinamente a cargo del Obispado de Córdoba por fallecimiento de fray Mamerto Esquiú, se hizo de acuerdo a la ley, que dicho canónigo declaró públicamente no acatar. Este procedimiento no hizo sino llevar al paroxismo la provocación clerical en todo el país. El Delegado Apostólico, Arzobispo de Irenópolis, Monseñor Mattera, decidió trasladarse a la provincia de Córdoba con motivo del procesamiento del canónigo Lara. Sus actividades en dicha provincia lo colocaron en el centro de la atención nacional (situación delicada para el agente diplomático de una potencia extranjera) y sus actitudes políticas fueron los factores desencadenantes de la fase más aguda del conflicto. Se hizo pública en esos días una entrevista que mantuvo dicho Nuncio con un grupo de señoras y señoritas de la sociedad cordobesa, entre las cuales se encontraba Francisca Armstrong, directora de la Escuela Normal. Como se recordará, dicha Escuela Normal llevaba a la práctica, por primera vez, la instrucción laica ordenada por la Ley Nacional de reciente promulgación. Pero las fulminaciones del canónigo Clara y en general de la Iglesia Católica sobre todos aquellos que contribuyeran a difundir la enseñanza laica de DE OCTUBRE A SETIEMBRE 249 acuerdo con las leyes del país, habían creado un estado de profunda intranquilidad en Córdoba. De ahí que la directora de la Escuela Normal, presionada por las familias oligárquicas más ligadas a la curia, pidiese en esa entrevista al Delegado Papal que se levantaran los anatemas dirigidos contra dicho establecimiento. En tales circunstancias, el Delegado Apostólico impone tres condiciones para retirar las iras papales. En una carta dirigida al ministro de Instrucción Pública, Eduardo Wilde, la directora de la Escuela Normal la informa que "el Nuncio levantaría las anatemas dirigidos contra la escuela y su profesorado, en caso de que Vuestra Excelencia acceda a las tres peticiones siguientes: 1º) Declarar en una nota particular, para que yo pueda presentar al señor Obispo, que la intención de Vuestra Excelencia, no es la de propagar la religión protestante; 2") Permitir que se enseñe en esta escuela el catecismo católico; 3°) Permitir que el señor Obispo visite la Escuela para convencerse de que se cumple lo 2º)". Esta insólita intervención con todas las características de un chantaje moral de un diplomático extranjero en los asuntos temporales de la República Argentina, obligó al ministro Wilde a informar inmediatamente a Roca de lo sucedido. El Presidente, a través de su canciller Ortiz, pidió explicaciones inmediatas al Nuncio Apostólico. EL CANCILLER ARGENTINO PIDE EXPLICACIONES La interferencia de la Nunciatura en nuestros problemas internes, obligó al canciller de Roca a usar un lenguaje enérgico. Dirigiéndose a monseñor Mattera le decía: "La penosa impresión producida en el ánimo del señor Presidente de la República por el tenor y espíritu de las proposiciones atribuidas a V. E., sólo podrían disiparse con una explicación satisfactoria al respecto del alcance y propósitos de ellas en caso de haber sido así expresadas. Su Excelencia el señor Presidente se persuade que V. E. no ha podido tener la intención de faltar los respetos debidos al gobierno, exigiendo declaraciones improcedentes sobre actos que no ha ejecutado y que importarían atribuirle una violación de la ley fundamental; ni ha pedido pretender que se infrinja por él mismo una ley del Congreso al suponer que era 250 JORGE ABELARDO RAMOS posible entregar la Inspección o Superintendencia de los establecimientos nacionales de educación a otras autoridades que las que la ley designa". Y agregaba la nota de la cancillería argentina: "No puede ocultarse V. E. cuan fuera de las leyes y conveniencias internacionales se colocaría un ministro extranjero que en el seno del país en que reside ejerciera actos contrarios a las disposiciones del gobierno ante quien está acreditado e incitara a la desobediencia de las leyes o se aliase con los que pretenden perturbar el cumplimiento de medidas administrativas; y como todo esto significarían las proposiciones que se dicen dirigidas por V. E. a un empleado público de la Nación, espero de su elevado criterio que se haga apresurar a explicar este hecho de una manera que corresponda a los altos fines de la misión que representa y conforme a los deseos que abriga mi gobierno de no encontrar en el proceder de V. E. sino motivos de respeto y consideración". Pero como los actos, declaraciones y movimientos del Nuncio Apostólico en Córdoba trascendieron a la opinión pública, la prensa de todo el país criticó acerbamente esas actitudes, juzgando con tono indignado y aun crudamente el papel poco diplomático y extemporáneo que estaba desempeñando el representante de la Santa Sede en nuestro país. Sin embargo, estos comentarios que la prensa argentina formulaba sobre el diplomático del Vaticano no podían ser de ninguna manera atribuidos a la responsabilidad del gobierno argentino. Así lo creyó, sin embargo, monseñor Mattera. En un despacho telegráfico enviado al ministro de Relaciones Exteriores, expresaba: "Señor ministro: durante mi viaje de regreso de Córdoba he leído con sorpresa y profundo disgusto el artículo publicado en la "Tribuna Nacional", del 1º de este mes, bajo el epígrafe "Deber del Gobierno". En ese artículo, con expresiones vulgares y esencialmente inconvenientes, notándose además la falta absoluta de aquella urbanidad y deferencia que distingue a un pueblo civilizado y a que tiene derecho un enviado extranjero, se me ataca duramente y se me señala y acusa como exclusivo provocador y causante de los disturbios que agitan al país. La publicación del artículo mencionado es en lugar preferente por un diario que todos reputan como oficial; los comentarios y provocaciones a que ha dado lugar en la prensa; el no haber sido desmentido como desde San Lorenzo así que tuve de él la noticia se lo pedí por telégrafo al señor Presidente de la República y como aún por DE OCTUBRE A SETIEMBRE 251 propia conveniencia era deber del gobierno, a menos creer que éste sea su verdadero autor o cuando menos su inspirador". Este insolente telegrama concluía así: "Tratándose de una ofensa lanzada innoblemente y en mi ausencia contra mi persona, ofensiva de mi honor, del carácter sagrado que invisto y de la alta dignidad de la Santa Sede que represento, me veo obligado a exigir a V. E. las más explícitas y categóricas explicaciones en el más breve espacio de tiempo y antes de que yo me ocupe de la nota que V. E. me dirigió el 30 del pasado setiembre". Así se permitía tratar un simple funcionario vaticano en territorio argentino al gobierno de una Nación soberana. La batalla verbal entre el Nuncio Mattera y el gobierno argentino se desarrollaba a una temperatura absolutamente extraordinaria. Al rechazar la carta de Mattera, decía el canciller: "Devuelvo a V. E. su nota de fecha de ayer por los insólitos términos en que está concebida, inconciliable con los respetos que debe al gobierno y con el carácter que V. E. inviste. Al mismo tiempo debo manifestarle que he recibido terminantes instrucciones del señor Presidente de la República para exigir de V. E. una contestación categórica dentro del término de 24 horas a mi nota del 30 de setiembre último". Pero el Nuncio, en pie de guerra y en medio de una campaña azuzada por todas las fuerzas de la oligarquía y de la reacción clerical, se niega a contestar al canciller argentino. Envía, en cambio, una carta personal al general Roca. "Ninguna dificultad tengo en dar personalmente a V. E. —escribe— las explicaciones que el señor ministro de Relaciones Exteriores me pide de oficio sobre la entrevista que tuve en Córdoba con la directora del Colegio Normal y las señoras que la acompañaban. Si V. E. hubiera tenido un poco más de paciencia, con esperar mi regreso a la Capital, yo, como le anuncié en mi telegrama de San Lorenzo, le habría dado las más explícitas explicaciones, sin necesidad de que el señor ministro se tomara la molestia de pedírmelas. Al señor ministro no se las puedo dar. Debo reconocerle con mengua de la dignidad de Santa Sede, en el gobierno argentino, un derecho que ningún gobierno, por lo menos europeo, tiene de pedir a un representante diplomático explicaciones de lo que pasa y dice en su casa". 252 JORGE ABELARDO RAMOS Así comenzaba este documento incalificable en el cual un diplomático extranjero se comportaba como un invasor en tierra de conquista. Empleaba un tono incompatible con sus funciones y llegaba a hacer temerarias incursiones en la vida personal del presidente de la República. Después de describir a su manera la entrevista con la directora de la Escuela Normal de Córdoba, este prelado carente de humildad cristiana agrega: “Ni se me pasó por la cabeza de que hablando yo del modo expresado ejercía actos contrarios a las disposiciones del gobierno, incitaba a la desobediencia de las leyes y lo que es mucho peor, que yo me aliase con los que pretenden perturbar el cumplimiento de medidas administrativas como de orden y en nombre de V. E. expresa el señor ministro de Relaciones Exteriores en una nota que se ha permitido dirigirme. ¡Y es V. E. quien me lo manda escribir, causándome profunda pena! ¡V. E., que si no tiene manchada la frente de sangre humana derramada dentro de las paredes de un lugar sagrado, lo debe exclusivamente a mí! Siento en el alma recordárselo!". ¡Tal era la catadura de este Nuncio! ¡De la presión política al chantaje moral! En el mismo increíble documento y refiriéndose a las cartas que el ministro Wilde dirigió a la directora de la Escuela Normal, el Nuncio afirma que "por el estilo y la fraseología no hace ciertamente mucho honor a su talento y al alto puesto que ocupa". EL NUNCIO APOSTÓLICO ES EXPULSADO DEL PAÍS La carta de Monseñor Mattera al general Roca concluía así: "Espero que V. E. quede satisfecha de las explicaciones que le he dado por exclusivo acto de deferencia y amistad y que, en su consecuencia, el señor ministro de Relaciones Exteriores retire su nota, pues de otro modo me veré obligado a devolvérsela oficialmente". Este grosero ultimátum que no reconocía precedentes en los anales de la diplomacia moderna, obligó al presidente Roca a adoptar la medida que su dignidad de primer magistrado de la Nación le imponía. Al día siguiente, el canciller Ortiz enviaba a Monseñor Mattera la siguiente misiva: "En vista de la actitud asumida por V. E. en DE OCTUBRE A SETIEMBRE 253 sus relaciones con el gobierno de la República, el señor Presidente me ordena enviar a V. E. sus pasaportes fijándole el término de 24 horas para dejar el territorio de la Nación". El Nuncio Apostólico, sorprendido de que el gobierno argentino no estuviera dispuesto a soportar más su inadmisible arrogancia, dirige una protesta al canciller Ortiz, protesta que le es devuelta sin abrir. Entonces, el exaltado diplomático envía una nota a los diarios horas antes de partir hacia Montevideo. En esa nota que los diarios publican afirma lo siguiente: "Habiendo sido rechazada por el ministro de Relaciones Exteriores una nota que dirigí al señor ministro ayer, un cuarto de hora después de recibir los pasaportes, me veo nuevamente obligado a recurrir a la prensa. Por medio de la mencionada nota protestaba como protesto ahora contra la injusta e injuriosa medida adoptada por el gobierno argentino de expulsarme en el término de 24 horas del territorio de la República por el único motivo de no querer reconocer al mismo gobierno un derecho insólito y nuevo; protestaba como protesto ahora contra el ultraje inferido en mi persona a la Santa Sede cuya alta dignidad reconocen y respetan todas las naciones a despecho de la perversidad de los tiempos; protestaba, en fin, como ahora protesto, en nombre de la misma Santa Sede, contra todas las doctrinas emitidas y todas las medidas recientemente adoptadas en perjuicio de la libertad y los derechos propios de la Iglesia católica y contra todas aquellas que se amenazan adoptar en lo porvenir". Así abiertamente y a través de los diarios, el Nuncio Apostólico afirmaba orgullosamente su protesta como ya lo había hecho de manera militante en Córdoba y Buenos Aires, contra la aplicación de leyes aprobadas y promulgadas por los representantes del Pueblo argentino para su vigencia en el territorio nacional, desconociéndolas, rebelándose contra ellas y aconsejando a los católicos para que hicieran lo propio. Al colocarse al margen de la ley, el Nuncio Apostólico ratificaba en vísperas de su partida la medida correcta que contra él se adoptaba. Obsérvese que al mismo tiempo declaraba oponerse no sólo a las leyes argentinas vigentes, sino a las que podrían adoptarse en el porvenir. Por otra parte, y al margen de todos los usos diplomáticos, Monseñor Mattera no solamente se había negado a responder al ministro de Relaciones Exteriores el pedido de explicaciones aludido (enviando una 254 JORGE ABELARDO RAMOS carta injuriosa al Presidente de la República) sino que había enviado copias de todos estos documentos a los diarios, incluso la misiva privada al general Roca. De esta manera ratificábase una vez más el odio irreconciliable con que el Papado romano enfrentaba todas las revoluciones democráticas y sus desesperadas tentativas para oponerse al curso de la historia. ARGENTINA ROMPE RELACIONES CON EL VATICANO Pocos días después de la entrega de sus pasaportes al Nuncio, el Canciller argentino dirigió al Secretario de Estado de la Santa Sede una nota en la cual, después de informarle de la expulsión de Monseñor Mattera y de las poderosas causas que había tenido el gobierno argentino para adoptar tan "grave medida, decía: "Al finalizar el segundo párrafo de su protesta, Monseñor Mattera afirma: «que protesta en nombre de la Santa Sede contra todas las doctrinas emitidas y todas las medidas recientemente adoptadas en perjuicio de la libertad y los derechos de la Iglesia Católica y contra todas aquellas que se amenazan adoptar en lo porvenir». El abajo firmado tiene la convicción de que al expresarse de esa manera, Monseñor Mattera ha debido extralimitarse en sus funciones y facultades, porque importando esas palabras un verdadero desconocimiento de la soberanía nacional desde el instante de que se trata de leyes sancionadas por los poderes públicos de la Nación, era imposible que el delegado apostólico haya recibido autorización de Su Santidad para hacer protestas de esa naturaleza en que no se indican cuáles son los actos legislativos que han contrariado los intereses de la Iglesia". Pero el 27 de enero de 1885, el Cardenal Jacobini, Secretario de Estado del Vaticano, envía al gobierno argentino una nota en la cual —y en nombre del Sumo Pontífice— declara su solidaridad con las actitudes ilegales asumidas por Monseñor Mattera. La ruptura de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede prolongóse durante quince años, probando así que el Papado prefería el quebrantamiento de los vínculos normales con el Estado argentino a la aceptación de nuestra potestad política. Las incidencias que habían precedido a la ruptura diplomática no se produjeron sólo en nuestro país. Bismarck debió afrontarlas después de realizar la unidad alemana: la inocultable aversión del Vaticano hacia la nación alemana se DE OCTUBRE A SETIEMBRE 255 derivaba de su influencia en Austria, provincia alemana que fue durante mucho tiempo el bastión de la reacción feudal europea. También la unidad nacional italiana debió verificarse en lucha abierta contra el austríaco como opresor extranjero y contra su aliado interior, el Papa de Roma. El ejemplo de la Revolución Inglesa, llevada adelante por Cromwell bajo divisas religiosas y con un abierto impulso antipapista, del mismo modo que la lucha tenaz que el Vaticano entabló contra la Revolución Francesa de 1789, demuestran con la fuerza de la evidencia que el Papado católico ha estado siempre contra las tentativas liberadoras de todos los pueblos. En nuestros días, el imperialismo se ha convertido en el eje de la contrarrevolución capitalista. Por esa razón, y por tratarse del más poderoso guardián de los últimos privilegios, el Vaticano ha sellado con él una unión sagrada, transformándose en su brazo espiritual. No otra es la causa por la que todos los adversarios de la revolución argentina han encontrado en el clero su base de reagrupamiento. De ahí la importancia fundamental que reviste en esta lucha el esclarecimiento de nuestro pasado histórico, pues las fuerzas que hoy combaten contra el régimen revolucionario argentino no son sino la prolongación natural de aquellas que intentaron jaquear y derribar al roquismo en 1880 y 1890. ¿Quieren preparar otro 90? No sólo con la fuerza invencible de nuestra clase trabajadora podrá pararse el golpe. Factor decisivo será realizar la "revolución ideológica": la nueva generación sabrá entonces elegir su bandera. Comprenderáse entonces que la fórmula napoleónica "la política es el destino" no es sino la cifra de una gran vocación que abrazarán sin duda los jóvenes argentinos. EL "NACIONALISMO" CLERICAL Y EL LIBERALISMO MASÓNICO COINCIDEN EN DIFAMAR A LA GENERACIÓN DEL 80 Un seudo nacionalismo clerical ha lapidado a la generación del 80 bajo el estigma de ser antinacional. Nada más simple que desvanecer ese infundio. La generación del 80 fue probablemente la generación más argentina precisamente por el hecho de que vivió y obró en las condiciones de la unidad del Estado forjada por Roca. La derrota del mitrismo porteño abrió un amplio cauce a la propagación de una literatura y una 256 JORGE ABELARDO RAMOS conciencia genuinamente argentinas. Las históricas nociones de "porteño" y "provinciano" desaparecieron. ¡Cómo afirmar el carácter extranjerizante de una generación que contó entre sus filas y como maestros a los hombres del Paraná, desde Alberdi a José Hernández! El inmortal autor de nuestro "Martín Fierro" que había combatido al localismo porteño y mitrista con las armas en la mano en Cepeda y en Pavón, y que había entrelazado su destino personal con el de las grandes masas desposeídas de su tiempo (a las que rindió un supremo tributo artístico), fue el legislador que en la provincia de Buenos Aires y apoyando en el Congreso de Belgrano, a Avellaneda y a Roca, defendió la federalización de la capital histórica del país. Su hermano Rafael Hernández fundó la Universidad de La Plata, se opuso luego en la época juarista a la venta del Ferrocarril Oeste, fundó el Club Industrial y fue asimismo uno de los grandes argentinos surgidos en la época del roquismo. Carlos Guido Spano, al cual las antologías escolares han difundido como un inofensivo poeta lírico, es uno de nuestros más notables escritores políticos, por supuesto inédito desde hace más de noventa años; su ensayo sobre "El Gobierno y la Alianza" (concerniente a la desastrosa guerra del Paraguay impulsada por el capitalismo británico mediante la intervención de Mitre) forma parle indiscutible de nuestra gran literatura política. Debe recordarse a este respecto que Guido Spano, hijo del general Tomás Guido, el amigo de San Martín y embajador de Rosas, asistió con su amigo José Hernández al sitio de Paysandú, que cantó Gabino Ezeiza y donde la escuadra brasileña bombardeó por vez primera en América a una población civil. También el general Lucio V. Mansilla, hombre de la Confederación Argentina, que como muchos otros jóvenes porteños de su tiempo abrazaba la idea nacional contra la estrechez portuaria, fue hombre asociado al ciclo histórico de Roca. Su contribución a la literatura argentina será memorable en las páginas de "Una excursión a los Indios Ranqueles". ¿Qué diremos de don Vicente Quesada, fundador de la "Revista del Paraná", político de la Confederación urquicista, gran figura de la cultura argentina? Cuando Mitre segrega la provincia de Buenos Aires de la Confederación Argentina, ésta tenía su capital en Paraná, a donde se trasladan las más altas expresiones de la intelectualidad de la época. Hacen de Paraná un centro de irradiación política y espiritual tendiente a crear una conciencia nacional nueva. En el DE OCTUBRE A SETIEMBRE 257 prospecto inaugural de la "Revista del Paraná", Quesada afirmaba: "Creemos que la revista será un medio eficaz para propender a la formación de un círculo literario nacional que se consagre preferentemente al estudio de nuestro país y lo dé a conocer en todos sus aspectos; que preste a la historia, a la literatura y legislación americana una atención especial, poniéndonos al corriente del movimiento intelectual de las Repúblicas hispanoamericanas". Quesada fue también uno de los diputados que apoyaron a Avellaneda y a Roca cuando la crisis del 80. ¡Es a hombres de este género que la reacción clerical acusó de extranjerizantes! Ya nos referimos a la personalidad de Eduardo Wilde, ministro y escritor sutil. Pero no puede olvidarse en esta rápida exposición a la personalidad de Olegario V. Andrade, que fuera compañero de estudios de Roca en el histórico Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, fundado por Urquiza. Andrade fue reducido por la oligarquía contemporánea al papel de productor de arengas inflamadas y de poemas épicos para uso escolar. Se ha pretendido conscientemente sumir en la sombra su verdadera personalidad que fue, ante todo, la de un político militante de su época, la de un prosista de combate. Ya veremos que este sistema de ocultamiento se entronca con la voluntad de obscurecer la conciencia histórica del país. Cuando Juárez Celman era todavía gobernador de Córdoba, lo invitó al ministro Wilde a visitar la llamada "Roma de América". El recibimiento que la joven generación cordobesa brindó al ministro portaestandarte de la educación laica, probó que Juárez Celman y Roca no estaban solos en esa ilustre provincia. En una carta privada, Roca, comentando la visita de Wilde, le escribía a Juárez Celman: "He visto con gusto el gran recibimiento hecho a Wilde. Es Córdoba, la joven, saludando a las nuevas ideas. No puede darse mejor signo en la República que su resurrección. Córdoba ha perdido su poesía ultramontana, ese aspecto de Edad Media que tenía antes y que hacía el encanto de los herejes como el ministro Wilde, huésped de ustedes". En esos mismos días en que arreciaba la ofensiva del clero fanático, las fuerzas localistas de la provincia de Buenos Aires, parte de las cuales habían contribuido con su apoyo a la candidatura de Roca al triunfo de la unidad argentina, buscaban ya agruparse en contra del Presidente provinciano. El propio Dardo Rocha, fundador de la actual capital bonaerense, se hacía intérprete en esos momentos de los intereses coaligados de la oligarquía bonaerense que 258 JORGE ABELARDO RAMOS buscaba pactar con el mitrismo porteño y con el clero en rebelión, para derribar el gobierno de Roca. En la carta a que hacíamos referencia anteriormente, el presidente de la República comentaba con Juárez: "Los amigos de Rocha debían de ir a la revolución para salvar a la República del despótico gobierno actual, incompatible con las libertades públicas, la honradez y moralidad administrativas..." Y agregaba: "No hay duda de que Rocha comprará cuanto papelucho sucio e insignificante se publique en el país... En el Ejército todos los días hace tentativas para seducir con el oro a los jefes y oficiales; pero todo es en vano. Hay mucho de Don Quijote en nuestra sangre para que se nos gane por la corrupción. Yo meto las manos en el fuego por el Ejército, en donde no habrá uno solo —aunque haya algunos que deban al Banco— que por dinero traicione a su gobierno, falte a sus deberes y haga fuego contra su bandera". Las previsiones de Roca no fallaron. Puestos los clericales en su lugar (en esa hora constituían el nexo de la oposición antiroquista y "democrática") disminuyó la tensión política del país. Pero por poco tiempo. Ya a mediados de 1885 comenzaron a barajarse las candidaturas para el próximo período presidencial. La figura de Juárez Celman, ex gobernador de Córdoba, senador nacional, concuñado del general Roca y hombre vastamente vinculado con todas las provincias interiores, contaba con el apoyo de las principales personalidades políticas del Partido Autonomista. La conclusión del primer período presidencial de Roca era inminente. La posibilidad de que Juárez Celman, radicado ya en Buenos Aires, le sucediese en la primera magistratura del país, provocó un instantáneo reagrupamiento de las fuerzas políticas argentinas. No se sabrá nunca si Roca tenía en su cabeza otro candidato para sucederle. Pero la dosis de fatalismo que era inherente a su temperamento político, lo llevó a aceptar la figura de Juárez Celman, propuesta por los más importantes núcleos del Partido Autonomista Nacional del interior. En realidad, Juárez Celman llegó a adquirir una significación distinta a la que los adversarios de Roca pretendían darle. Si gran parte de su carrera política la debía a Roca, y figuró en el estado mayor de esta gran figura, su posterior actuación en el gobierno nacional lo diferenció netamente de su predecesor. También fueron otras las bases sociales que lo sustentaron. Pero dejaremos este análisis para más adelante. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 259 Ya en abril de 1885, Antonio Donovan informaba a Juárez Celman en una carta que "la mayoría de los mitristas se han plegado a Rocha mandados por el mismo Don Bartolo". Y agregaba: "¿Sabe usted qué se propone Mitre con esto? Presentar fuerte a Rocha y tratar de engañar a Roca haciéndole comprender que estaba aislado y entonces proponer a Gorostiaga o Don Eduardo Costa (mitristas), como ha sucedido, sin dejar por eso él, Don Bartolo, de ser candidato". Rocha representaba los intereses de la provincia de Buenos Aires y aspiraba a suceder a Roca en la presidencia de la República. Se estimaba que la poderosa provincia tradicional merecía estar a la cabeza de la República mediante un presidente bonaerense. Como siempre, el mitrismo porteño se apresuró a organizar un frente con los ganaderos de la provincia de Buenos Aires para impedir otra presidencia provinciana. La maniobra de que habla Donovan consistía en obligar a Roca a realizar una transacción frente a la amenaza de Rocha y buscar mediante una solución de "armonía nacional" el triunfo de la candidatura de Mitre, detestado en todas las provincias interiores. También surgió por esos días la candidatura de don Bernardo de Irigoyen, figura de gran prestigio y antecedentes federales, que Mitre impugnó por sus "antecedentes rosistas" considerándolo un "imposible moral". Pero como la candidatura presidencial de Juárez Celman se abría paso de manera irresistible y fue proclamada por los principales dirigentes de la juventud desde las provincias salieron a la arena de la lucha las fuerzas clericales. El catolicismo ultramontano consideraba que la presidencia de Juárez Celman sería funesta desde el punto de vista de una reafirmación de los principios del nacionalismo liberal, proclamados por Roca. Por esa razón, el 30 de junio de 1885 se fundó el Comité de la Unión Católica dirigido directamente a luchar contra la candidatura del "Atila cordobés", como se llamaba a Juárez. Bajo la presidencia de José Manuel Estrada, integraron dicho comité Pedro Goyena, Achával Rodríguez, Mariano Acosta, Eduardo Carranza, Juan José Romero y Carlos Novillo Carranza. Este movimiento político-clerical lanzó el nombre del Dr. José Benjamín Gorostiaga como candidato a la presidencia de la República, proponiéndose ulteriormente volcar su caudal electoral en apoyo de cualquier candidato antiroquista y antijuarista. Lanzándose abiertamente en la campaña 260 JORGE ABELARDO RAMOS periodística contra la candidatura de Juárez Celman, el diario "La Unión" basaba su prédica en una lluvia de moralina, grata al espíritu de los filisteos, que la reacción utiliza siempre para condenar ¡a los gobiernos que le molestan. El diario católico decía: "Es hora de pensar en un hombre cuya fuerza única no sea la sombra de Roca. Es necesario abandonar ese positivismo cínico que no cree en los principios sino en los cargos públicos y en los descuentos de los Bancos oficiales". Ya sabemos qué clase de principios defendía el diario católico y con él la aristocracia mercantil de Mitre. La oposición a la "dictadura roquista" que centraba su fuego en la candidatura de Juárez Celman, se encontró a fines de 1885 dividida en tres alas: Rechistas, Irigoyenistas y Gorostiaguistas. El general Mitre, cuya ambición de retornar a la presidencia de la República no habría de cumplirse nunca, adoptando el tono de profeta retórico que le era peculiar, invitó a todas las fuerzas de la oposición a buscar una solución nacional. Por supuesto, el hombre de la solución nacional era él mismo. Se hicieron tentativas para persuadir a Juárez Celman de la necesidad de que renunciara a su candidatura. Pero los distintos comités provinciales del Partido Autonomista Nacional respaldaron su nombre de una manera definitiva. Observa Rivero Astengo que "todo el interior de la República lo apoyaba: sólo la tradicionalmente levantisca Buenos Aires lo rechazaba por provinciano". El diario "La Prensa Católica" de Córdoba, escribía: “El Gral. Roca tiene dos candidatos de la secta: uno, Juárez Celman, que enarbola contra la Iglesia Católica y sus sacerdotes el lema de las represalias con el cinismo de un sectario que no se para en medios; el otro, Don Bernardo de Irigoyen, que ha hecho el papel de católico en otros tiempos y sería capaz de desempeñar la misma farsa si no hubiese firmado todos los decretos y acuerdos del presidente Roca contra la doctrina y los prelados de la Iglesia". El cura Falorni, cuyos excesos verbales ya hemos apreciado en nuestros relatos de los sucesos de 1884, cuando la ley de enseñanza laica, afirmaba en el mencionado diario clerical que el gobierno argentino había sido "usurpado por caudillos irresponsables, por camarillas de explotadores, por logias de sectarios y por el personalismo corruptor de intrigantes audaces". Pese a la ola de calumnia y de barro levantada contra Roca (con el pretexto de la candidatura Juárez Celman) las provincias impusieron una vez más su candidato a DE OCTUBRE A SETIEMBRE 261 presidente. El triunfo de Juárez Celman fue arrollador. Atontada doblemente por la victoria de Juárez (por provinciano y por liberal), la reacción clerical, mitrista, porteña y ultramontana se aprestó a reiniciar su lucha contra el régimen roquista al cual calificaba de unicato. Definiendo la significación de la candidatura Juárez Celman, el diario "La Patria" escribía el 2 de diciembre de 1885 que el político cordobés, "encarna las aspiraciones de la Patria Grande, en oposición al candidato platense, símbolo de las aspiraciones del localismo de la Patria Chica". La lucha clerical contra Juárez Celman debía reabrirse con nuevos bríos con motivo de las elecciones a gobernador en la Provincia de Córdoba. En enero de 1886 había resultado electo don Ambrosio Olmos, de tendencia roquista y en quien la reacción cordobesa veía un continuador de la política progresista de Juárez Celman. Estrada escribía en el diario "La Unión" que "recaiga el cargo en Olmos o en algún tapado bajo los cubiletes ro-quistas, o sea que se les aventaje lo que llama don Marcos Juárez su elemento democrático, de toda manera el imperio de los gitanos se prolongará merced a la Fuerza y a la usurpación". Gitanos, chusmas, descamisados o cabecitas negras, las fuerzas contrarrevolucionarias encontraron siempre un nombre para las masas populares. Pero éstas pagaron también en buena moneda. Después de asumir Ambrosio Olmos la gobernación de la provincia de Córdoba, el desatado cura Falorni escribía con vibración apocalíptica: "¡Vienen días terribles para la República!" Las campañas de la prensa clerical habían alcanzado tal magnitud y su lenguaje tal violencia que Juárez Celman intentó repetidas veces tranquilizar a la opinión pública y aconsejar a los católicos más fanáticos la serenidad. "La Constitución asegura a todos los habitantes del suelo argentino — declaró— el goce pleno de la libertad religiosa y si bien deben mantenerse con lealtad las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado, deben evitarse e impedirse toda persecución dejando a cada uno el derecho de adorar a Dios según su conciencia. Las luchas religiosas perturban el desarrollo del progreso y debilitan los vínculos sociales; debo como gobernante poner los medios para evitarla y jamás asumiré el carácter de perseguidor sin que por esto deje de cumplir los deberes que la Constitución prescribe, ejerciendo el Patronato sin herir el justo sentimiento religioso, ni menoscabar la soberanía nacional". 262 JORGE ABELARDO RAMOS Como ya hemos visto en repetidas oportunidades a lo largo de esta exposición, las tentativas conciliadoras del Poder Nacional resultaron infructuosas. Es que había un poder extranacional detrás y más allá de los pulpitos. A fines de] siglo pasado el Papado romano representaba la superestructura ideológica del pasado feudal y de las formas económicas feudales sobrevivientes en nuestra época (asumiendo en tal carácter la representación de las tendencias más reaccionarias); en nuestros días se ha hecho también intérprete del imperialismo. De ahí que resulta, al menos risible, que precisamente los agentes de una potencia extranjera, por más eclesiástica que sea, hayan intentado durante mucho tiempo convertirse en los personeros más impolutos de un seudonacionalismo clerical que ha propagado sus deformaciones particularmente al campo de la historia y de la política. Como expondremos más adelante en nuestro análisis del carácter histórico de la época juarista, el imperialismo, que aparece mundialmente en los alrededores de 1880, penetró en la Argentina como en otros países coloniales y semicoloniales y se apoderó de las palancas fundamentales de la economía. Juárez Celman vióse envuelto por este proceso, que no era argentino sino internacional y fue, en cierto sentido, agente de él. En virtud de esas circunstancias, el seudo nacionalismo clerical ha intentado fundar la afirmación de que la generación del 80 que apoyó a Roca y en la cual Roca reposó para ejercer su política, era una generación descreída, escéptica, europeizante, indiferente a los problemas nacionales, frívola, "dorada" y, ¡supremo anatema! liberal. Pero el liberalismo del siglo XIX, como el del siglo XVIII, tiene poco que ver con el liberalismo del siglo XX. Repetir en nuestros días las frases de Robespierre constituiría un evidente anacronismo que no puede conducir sino a paralizar una revolución. Pero en 1789 las ideas de ese político correspondieron a su realidad. La Generación del 80 y los hombres a ella ligados, encontraron en el régimen ro-quista el apoyo y los estímulos que les habían sido negados en las presidencias anteriores, excepto la de Avellaneda. Su liberalismo entra en crisis con el triunfo imperialista en nuestro país. Pero si alguien obtuvo ventajas de ese triunfo, fue precisamente la reacción clerical. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 263 Hombre muy próximo a Roca, pariente de él, identificado en apariencia por completo con el ex presidente, Juárez Celman no era, sin embargo, Roca. Representaba más bien un retroceso con respecto a él, algo semejante a lo que Alvear significó con respecto a Yrigoyen. La potente ola inmigratoria que volcóse sobre el Litoral argentino a partir de 1880, transformó no sólo las condiciones de nuestra agricultura incipiente, sino también el mapa racial, político y psicológico de la Argentina. En el sur de las provincias de Santa Fe y de Córdoba vendría a fijarse una frontera indivisible, demarcatoria de lo que se ha llamado nuestra "pampa gringa*' y el interior criollo que vivía en condiciones precapitalistas y donde, en consecuencia, el sentimiento de la tradición nacional y la presencia del pasado encontraban su último refugio. Roca procedía precisamente del norte criollo; nuestras guerras civiles lo habían forjado como un político directamente unido al pasado heroico de la Patria vieja. Juárez Celman, en cambio, por su condición de civil y de cordobés ligado en cierto sentido a intereses semejantes a los de la pampa bonaerense, debía significar y significó una transición hacia una política de tipo más oligárquico y exclusivo que la encarnada en su hora por Roca. De ahí las contradicciones y debilidades de su gobierno. Distanciado rápidamente de Roca, apoyándose en la naciente "pampa gringa" (que era el aluvión no identificado con el pasado argentino, indiferente a la política, consagrado únicamente a "hacer la América") Juárez Celman sufrió la embriaguez de una época de prosperidad y de especulación sin precedentes. El imperialismo plantó su puño de hierro en la Argentina. La estructura económica del país comenzó a diseñarse en beneficio de las metrópolis europeas. Las redes ferroviarias sirvieron en su orientación geográfica a las necesidades del imperialismo. Los Bancos privados, generalmente en manos extranjeras, fueron autorizados a emitir dinero con el sello de la Nación, lo que determinó un empapelamiento escandaloso en todo el país con la desvalorización monetaria consiguiente. La política de los empréstitos alcanzó un auge prodigioso y las llamadas concesiones garantidas empeñaron los recursos del pueblo argentino en manos de los especuladores imperialistas. La ideología nacionalista democrática de Roca, que representaba en sí mismo una manera de 264 JORGE ABELARDO RAMOS adaptación a las condiciones generales del mundo y del país, fue sustituida por un liberalismo económico que debía resultar funesto para el futuro argentino. En esta política no sólo participaron Juárez Celman y su equipo inmediato, sino también la poderosa oligarquía bonaerense y la burguesía comercial porteña que, si lo detestaba políticamente como hombre del interior y pariente de Roca, veía en su política práctica la satisfacción de sus intereses. Durante el gobierno de Juárez Celman se combinaron dos cosas de naturaleza diferente: Si por un lado actualizaba la legislación argentina, introducía un espíritu moderno en la educación (siguiendo en este camino a Roca) y estimulaba el desarrollo de la cultura, por el otro abría sin vacilar las puertas del país al imperialismo colonialista. La falacia de una historia escrita que no responde a la verdad, ha intentado asimilar el espíritu progresista de la generación del 80 con la entrega del país al extranjero, la ideología nacionalista democrática de esa época con el cipayismo antinacional. De estos equívocos se nutrieron las fuerzas auténticamente antinacionales radicadas en la ciudad de Buenos Aires y en la política bonaerense para voltearlo a Juárez Celman, cuya política habían usufructuado. Pero en realidad no se trataba de derribar a Juárez, sino de liquidar la influencia nacional de Roca. LA UNION DEMOCRÁTICA EN 1890 En el mitin realizado en el Frontón Florida, el General Mitre pronunció una arenga pomposa en la que expresaba que el gobierno de Juárez Celman estaba "excluido de la vida pública, expulsado del terreno de la Constitución". Los documentos, artículos, discursos y libros de memorias publicados alrededor de la Revolución del 90 atestiguan de manera unánime dos cosas fundamentales: la primera, que fue un golpe de estado típicamente porteño, sin que ningún hombre destacado ni ninguna fuerza representativa de las provincias figurase en los elencos dirigentes, ni en las manifestaciones públicas que precedieron al golpe. Segundo, que el tema dominante de la oposición "democrática" a Juárez Celman en las horas del 90 no era sino lamentarse, como dice Oliver, del "descrédito en que había caído el país DE OCTUBRE A SETIEMBRE 265 ante los capitalistas europeos y los perjuicios que acarrearían a fortunas privadas los despilfarros y desaciertos financieros del gobierno". La música de fondo estaba constituida por las "libertades públicas conculcadas", la "ruina moral del país' y "los derechos del pueblo", género en el que Alein no admitía competidores. Los clericales, en plena furia, decían a través de Navarro Viola, refiriéndose al gobierno de Juárez Celman, que "su Dios es el vientre". Con respecto a la tremenda dictadura impuesta por Juárez Celman baste decir que de los 34 periódicos que aparecían en la ciudad de Buenos Aires sólo dos de ellos apoyaban a su gobierno. Los 32 restantes lanzaban día a día oleadas de injurias, calumnias, ataques personales, denuncias sobre errores reales o supuestos y anatemas virulentos sobre los conductores del país. La circunstancia de que algunos de los hombres de gobierno participaran en empresas industriales (que por otra parte era preocupación dominante de la época y uno de los rasgos positivos en cierto modo del juarismo) daba oportunidad a la oposición seudo democrática para demostrar su odio aristocrático contra los hombres de origen modesto o provinciano que componían gran parte de los elencos dirigentes de esa época. El hecho de que Juárez auspiciase la candidatura presidencial de Ramón J. Cárcano dio lugar a la oposición antijuarista de la Unión Cívica a demostrar igualmente el carácter "popular" de su movimiento. Se le llamó entre otras cosas, a Cárcano, "jovenzuelo advenedizo levantado de la nada... rodeado de una ralea de advenedizos ensoberbecidos...” Juárez Celman, como muchos otros hombres de su generación, poseído de la fiebre de empresas que fue tan característica de la Argentina a partir del 80, había iniciado, aún antes de su presidencia, la organización de un aserradero en sociedad con el general Eduardo Racedo, "en el cual —confesaría años más tarde Juárez Celman— perdimos dinero y esperanzas". También había participado e impulsado negocios de mensajerías, tranvías, explotación de bosques y minas, del mismo modo que la fabricación de porcelana con caolín de Córdoba. La aristocracia pastoril de Buenos Aires, parasitaria y acostumbrada a la reproducción cíclica de las vacas, veía con desprecio la irrupción de estos esfuerzos industriales. Un versificador de ocasión ridiculizaría así aquel aserradero y esos 266 JORGE ABELARDO RAMOS esfuerzos en la víspera del 90, evidenciando al mismo tiempo quiénes eran unos y quiénes eran otros. "Que la gente que actúa en el tablero —o salió de una gran carpintería— o es oriunda de algún aserradero... — Y así como nosotros somos gentes de hueso y de levita—, ellos también, los otros— son gente de madera y de piolita". ¡Con galera y con bastón en 1890, en 1945! ¿También en 1955? El odio que Roca inspiraba a todos los elementos reaccionarios y clericales encontró una formidable ocasión de manifestarse con motivo de la crisis del 90. Ya hemos indicado por otra parte, que si bien es cierto que Juárez Celman se había visto rodeado desde sus primeros momentos por núcleos del Partido Autonomista Nacional más ligados al capital extranjero o que tendían a desnaturalizar el sentido evidentemente nacional de ese Partido, no es menos cierto que el juarismo reposaba en el apoyo (al menos pasivo) que le prestaba el dispositivo político del roquismo en todo el país. Separado rápidamente de Roca, el presidente Juárez Celman reflejó en su persona con notable precisión las mutaciones que se venían esperando en la Argentina por obra de ese tipo particular de desarrollo económico determinado por la penetración imperialista. El hombre de la Córdoba mediterránea había propugnado la inmigración en masa, volcada sobre nuestro Litoral y en el sur de su propia provincia y que establecería nuevos fundamentos políticos y económicos en la vida argentina. Juárez tendía a representar ese sur cordobés en la euforia de la prosperidad, que rehúsa vincularse con el pasado nacional forjado a través de ríos de sangre. Juárez Celman realizó —simbólicamente— esa ruptura con Roca, con el norte criollo y con todo lo que ello expresaba cuando adquirió una estancia en Arrecifes, en plena provincia de Buenos Aires, en el corazón de la más auténtica oligarquía argentina, la verdadera, la todopoderosa oligarquía bonaerense. La fusión de los intereses pareció total. La inacabable corriente de inversiones de capital europeo representado por Baring Brothers anegaba todos los recelos y recubría con una pátina dorada a los viejos y jóvenes prohombres de la casta vacuna y sus abogados porteños. A la doctrina practicada por Roca de que el Estado debía propulsar, organizar y dirigir las grandes obras públicas y los sistemas de comunicaciones necesarios al desarrollo de la eco- DE OCTUBRE A SETIEMBRE 267 nomía argentina, sucedió la política juarista (que en, este aspecto respondía a las necesidades del capital financiero internacional), de enajenar las obras de propiedad estatal a consorcios privados imperialistas. La teoría de que "el Estado es mal administrador" cobró enorme vuelo en esa época y contó con la aprobación de los terratenientes y comerciantes de la ciudad de Buenos Aires que en el orden político seguían siendo adversarios irreconciliables de Juárez Celman. Las fuerzas católicas se movilizaron acusando al juarismo de ser el núcleo de la corrupción administrativa y la mayor de las calamidades públicas. La verdad esencial era que la Argentina había entrado abiertamente en la órbita del imperialismo mundial. La política de Juárez Celman no era causa sino efecto de ese proceso. BUENOS AIRES DEJA ATRÁS A LA GRAN ALDEA La década del 80 al 90 se caracterizó en el mundo entero como la época de exportación de capitales hacia los países atrasados, la era de los empréstitos tramposos; de los escándalos al estilo del Canal de Panamá; de los negociados gigantescos; de la volatilización de los últimos restos de la soberanía en los países que recién nacían a la vida histórica. Juárez Celman fue la víctima de un fenómeno que superaba en mucho las fronteras argentinas y cuya núcleo director se encontraba en Londres, capital del Imperio británico. Las fuerzas que habían sido derrotadas durante la revolución del 80 y que tenían su base de sustentación en la provincia y la ciudad de Buenos Aires (en ese tiempo plaza fuerte del capital extranjero) no hacían sino aprovechar las circunstancias mundiales y sus incidencias locales para derribar a Juárez Celman y arrastrar en su caída ignominiosa al propio Roca y a las fuerzas del interior por él encarnadas. Un lúcido testigo de aquellos días —el Dr. Juan Balestra— escribió: "La vieja Buenos Aires, la Gran Aldea como la denominara despectivamente Lucio V. López, empieza su ascensión a segunda capital latina de la tierra con la intrepidez despiadada por lo antiguo de todas las transformaciones históricas. Los caserones tradicionales de catedral al norte y catedral al sur, heredados de varias generaciones, bona paterna, se lotean o son entregados a la especulación. El barrio aristocrático se 268 JORGE ABELARDO RAMOS desplaza hacia el Norte, que es donde se está formando la Avenida Alvear que va a dar al Paseo de la Recoleta, la primera revelación de Don Torcuato. El interior doméstico, hasta entonces más decorado por el recuerdo de los antepasados y por la virtud y lo útil que por lo sensual, se vuelve ostentoso; cuadros, mármoles, bronces, tapices, decoran los salones; las victorias, landós y cupés de la época, con troncos de caballos de la raza Orloff, monopolio de las zares de Rusia, cruzan calles y paseos. Todo lo que imita el refinamiento de los viejos pueblos es adquirido más por novelería que por comodidad o buen gusto, bajo la incitación de comerciantes voraces que explotan la candidez lugareña". Véase aquí retratado el diletantismo de una oligarquía cada vez más ligada a Europa y que vive pendiente de sus modas. Y agrega Balestra: "Se multiplican los restaurantes, bazares, joyerías y mueblerías de lujo. A los teatros vienen tres compañías líricas con los artistas más famosos de la tierra; la música italiana, generosa y heroica, los vinos franceses y los cigarros de La Habana, dan entusiasmo, alegría y aroma a la opulencia. Se suceden los festines y las recepciones pomposas, los hábitos francos y los jugosos gustos criollos son desplazados por lo exótico y amanerado. Y como resaca de tamaño oleaje, la corrupción, la cortesanía, la juglería de los jovenzuelos, el descoco de los viejos y todas las extravagancias del vicio entradas para escarnio de las viejas costumbres". El poderoso desarrollo de la ciudad de Buenos Aires impulsado por el imperialismo proporcionaba un argumento necesario a los moralistas de la prensa católica, a los mitristas que hacía veinticinco años estaban fuera del poder y a los políticos en vacaciones, para lapidar el régimen de Juárez Celman. LA CLASE OBRERA Y LOS EXTRANJEROS Las gigantescas olas de inmigración que llegaban en los últimos años (en gran parte inmigración golondrina por sus desplazamientos y también por su pensamiento político) crean nuevos problemas en la política argentina. Gran parte del Litoral ha perdido su antiguo carácter criollo. Los extranjeros constituyen la mayoría de la población en la Ciudad de Buenos Aires: son el 53 % de sus habitantes. En Santa Fe, DE OCTUBRE A SETIEMBRE 269 el 28 % y en la ciudad de Rosario, que era hasta hace pocos años un villorio, constituyen el 45 % de su población. Estos hechos determinan que la mayor parte de la población de los centros urbanos argentinos no tenga ninguna vinculación con las heroicas luchas que han permitido construir el país y por el cual derramaron su sangre muchas generaciones de argentinos que no lograron jamás adquirir tierras, tener una profesión liberal, ser propietarios de chacras y enriquecerse. Hasta 1880, en efecto, la profesión habitual del pueblo argentino había sido la guerra y la política: la política conducía inevitablemente a la guerra y era por medio de las armas cómo se resolvían o postergaban los grandes problemas nacionales. Pero la intervención de ese factor nuevo que señalamos en la vida nacional acarreaba un elemento sorpresivo: la mayoría de la población de las ciudades argentinas no manifestaba el menor interés por la política ni por el destino del país. Cumplía a conciencia el papel de enriquecerse. Es en esos años que comienza a extenderse en las viejas pampas litorales el desprecio al negro". Sólo en la ciudad de Buenos Aires y en un reducido sector de trabajadores europeos ligados a esta ciudad surgieron después del 90 los primeros elementos de un Partido Socialista, cuya visión europea de los problemas le impidió conectarse con la realidad viva de la Argentina. Fueron precisamente los socialistas quienes inventaron la expresión "política criolla", para designar a las luchas civiles de este país, luchas que no podían encontrar su explicación legítima en los libros de los socialistas europeos, pero que arrancaban de las condiciones originales de nuestra realidad. En tanto que los socialdemócratas del Viejo Mundo actuaban en países imperialistas y fueron asociados inevitables de la política interior y exterior de su propia burguesía, en la Argentina y otros países escasamente desarrollados los socialistas extranjeros que iniciaban su actuación entre nosotros aplicaban las mismas tácticas que sus colegas de Europa. Pero esto lo veremos más claro cuando analicemos el debate sobre el Código de Trabajo de Roca y Joaquín V. González. En vísperas del 90 la Argentina no sólo recibía en sus playas un mayor número de inmigrantes que Estados Unidos (300.000), sino que la producción agrícola se elevaba en un 750 % en tres años. La ola de prosperidad abarcaba todos los negocios, 270 JORGE ABELARDO RAMOS ramas de la economía y sueños industriales. Se proyectó una red de subterráneos, fábricas de locomotoras y de máquinas agrícolas; de tantos proyectos, algunos se realizaron y muchos se desvanecieron en el estupor de la crisis que, planteada en Europa, golpeó duramente a la Grande Argentina de los jóvenes del 80 que entonces dirigían el país. Será altamente revelador examinar quiénes voltearon a Juárez Celman, quiénes financiaron esa contrarrevolución seudo democrática y cómo reaccionó el país ante el 90. El clero jugó también un papel en ese movimiento reaccionario de la oligarquía bonaerense. LA LEYENDA NEGRA DE JUÁREZ CELMAN Las contradicciones del régimen de Juárez Celman se manifestaban, entre otras cosas, por la aspiración de no ser solamente un país agrícolo-ganadero (a la cual tendía férreamente la presión imperialista), sino a infundirle a la Argentina un carácter industrial, minero y progresista. Fue una época en que se lanzaban los proyectos más atrevidos, las más audaces empresas y también las aventuras financieras más oscuras —contrafigura inevitable de todo proceso de avance—. Julián Martel ha descripto en su novela "La Bolsa" un aspecto parcial e incisivo de la Buenos Aires Financiera en las vísperas del 90. En esos años habían surgido como por arte mágico la ciudad de La Plata, el dique San Roque en Córdoba (cuyos constructores debían sufrir después la persecución de la reacción ultramontana), y los principales edificios públicos que todavía continúan prestando servicios en nuestros días. En un breve trabajo publicado no hace mucho, el Dr. Juan Pablo Oliver ofrece una excelente síntesis de una de las características sobresalientes de este capítulo de la historia contemporánea. Dice el Dr. Oliver: "Se declara la renovación presidencial y el "unicato" de Juárez Celman tenía asegurada la elección del sucesor, pues contaba con todas las situaciones provinciales (excepto Buenos Aires) y con holgada mayoría parlamentaria. También estaba a su favor lo que se denomina genéricamente "la opinión", o sentido dominante del país en un momento dado: los nuevos ricos y nuevos argentinos, los industriales y los inmigrantes, los masones garibaldinos y DE OCTUBRE A SETIEMBRE 271 fuerzas armadas, los situacionistas y hasta muchos opositores a quienes les resultaba más fácil entenderse con Juárez que entre ellos mismos. Saldría así ungido su candidato el joven Ramón J. Cárcano, talentoso hijo de un inmigrante lombardo radicado en Córdoba". Es preciso agregar a estas palabras que las "situaciones" provinciales que apoyaban a Juárez Celman, no eran sino el Partido Roquista que con todo el interior argentino apoyaba, aún a la distancia, a una presidencia que, con todos sus errores y capitulaciones, continuaba en línea zigzagueante la época inaugurada en el 80. Prosigue el Dr. Oliver: "Dificultades producidas en los mercados financieros europeos unidas a causas intrínsecas argentinas provocaron el retractamiento del capital inmigratorio y del capital monetario, y luego su repatriación. Hacía falta tiempo o tino, especialmente respecto del dinero, para aferrarlo y consubstanciarlo al país como capital producto propio; así dejó de funcionar el "deus ex machina" propulsor de todo este progreso". En otras palabras, la crisis europea llevó a la quiebra a Baring Brothers. Esta quiebra influyó sobre la Argentina. El oro extranjero volvió a Europa, las exportaciones perdieron su valor, los valores que habían alcanzado las tierras se vinieron abajo, los títulos de la deuda pública se depreciaron. Los salarios perdieron su poder adquisitivo y muchas fortunas nacidas al calor de la especulación se disiparon en el furor del vendaval. La crisis cíclica del capitalismo mundial cortaba por un momento la exportación de capitales; en esta circunstancia hay que buscar el origen de la catástrofe: Juárez Celman fue su "chivo emisario". La oligarquía porteña y bonaerense conspiró contra él y los historiadores sucesivos —liberales y clericales— forjaron su leyenda negra. FALSA IDENTIDAD: ROCA Y JUÁREZ CELMAN Para apreciar en qué puntos básicos divergía Roca de Juárez Celman, recordaremos el caso de la venta de las Obras Públicas de Salubridad. La tendencia del régimen juarista había sido enajenar los servicios públicos en manos del Estado, y por esa vía caía generalmente bajo el control de consorcios extranjeros 272 JORGE ABELARDO RAMOS imperialistas. La tentativa de vender las Obras de Salubridad había levantado un tempestuoso debate en el país. Aunque Roca no se pronunciaba públicamente acerca de los problemas nacionales durante el régimen de Juárez Celman, con el objeto de no interferir la gestión de aquél y no debilitar el frente del interior, conocemos su opinión a través de una carta enviada en 1887 desde Europa a don Agustín de Vedia, donde le decía: "Ese proyecto de venta de las obras de salubridad ha sido también un proyecto desgraciado, que se ha arrojado a los opositores como buena presa para clavar su diente lleno de ponzoña. Yo aconsejé en contra, pero no me hicieron caso. La bulla y la resistencia que esta idea ha levantado hasta entre muchos amigos, en cuyo espíritu leo desde aquí, me prueba que yo tenía razón. Si a pesar de todo, el proyecto rechazado casi por unanimidad en la forma de contrato se convierte en ley, será una ley contraria a los intereses públicos en el sentir de la mayoría de la opinión de esa capital, tan esquilmada por las compañías de gas y otros servicios. A estar a la teoría de que los gobiernos no saben administrar, llegaríamos a la supresión de todo gobierno por inútil y deberíamos poner bandera de remate a la Aduana, al Correo, al Telégrafo, a los puertos, a las oficinas de renta, al Ejército y a todo lo que constituye el ejercicio y deberes del poder". Tal era la tajante posición que frente a un problema que afectaba a la soberanía tenía el fundador de la unidad argentina. De ahí que resulten absurdas las tentativas de los diletantes de la política y la historia de atribuirle a Juárez Celman la culpa de la crisis mundial y a Roca la debilidad de Juárez Celman. Las divergencias que separaban a estas dos figuras no eran simplemente productos de temperamentos diferentes, sino de un proceso político e histórico de una extraordinaria intensidad: en esos diez años la Argentina transformó radicalmente su fisonomía y su estructura interior, su economía y su población, su política y sus relaciones con Europa. La rapidez con que estos episodios se sucedían obligaban, por así decirlo, a una ruptura entre Roca y Juárez Celman. En rápidos trazos hemos intentado mostrar los fundamentos sociales en los que reposaban las divergencias políticas. De los grandes y ambiciosos proyectos de Juárez Celman se realizaron, en verdad, durante su presidencia, sólo aquéllos que convenían a la política expansiva del imperialismo y a la creación de su plataforma administrativa erigida sobre las DE OCTUBRE A SETIEMBRE 273 grandes pampas colonizadas. Sin embargo, la fuerza creadora de esa generación del 80, y que a pesar de todo tendía a expresarse en Juárez Celman, ofreció importantes contribuciones al desarrollo del país. Frente a los ataques de los guardianes de la moral pública que se enriquecían al mismo tiempo con ese progreso, Juárez Celman confesaba a un amigo: "A Alberdi, el teórico de nuestras positivas grandezas, se le despreció y vive amargado en el destierro. Roca y yo realizamos la prédica inspirada del autor de las «Bases». Siempre hay una línea de incomprensión entre el que predica y el realizador. Yo debo realizar, sometiéndome al imperio de las circunstancias que desvían muchas veces los postulados. Presiento que mis enemigos se agrupan y desfiguran monstruosamente mis propósitos. La maledicencia es simiente que crece en todos los terrenos: aún sobre las piedras. Sirvo al país en la medida de mis capacidades. Adelantarse es una manera de caer. Seré el Presidente de la inmigración. Las clases conservadoras, las viejas familias patricias, esos núcleos que han vivido en una paz colonial, guardando plácidamente normas sociales en desuso, me combaten porque no me entienden". En realidad, combatían a Juárez, porque entendían a Roca. "LAS VACAS DIRIGEN LA POLÍTICA ARGENTINA" Los enemigos de Juárez Celman, los adversarios implacables de Roca y del roquismo, los que "hicieron" el 90 no eran sino esas "grandes familias" de la auténtica oligarquía ganadera que venía dirigiendo la Provincia-Metrópoli desde la Revolución de Mayo y que había originado la famosa frase de Sarmiento: "las vacas dirigen la política argentina". Asociadas a la aristocracia mercantil de la ciudad de Buenos Aires, europeizantes y antinacionales encontraban en la "tribuna de doctrina" fundada por Mitre su baluarte ideológico —ayer como hoy. El clero reaccionario bendecía esa comunidad de intereses, en el 90 como en 1955. Ya el diario de Mitre, próxima la jornada del 90, aguzaba sus dardos contra el gobierno de Juárez. La aparición de una epidemia de cólera en el norte de la República había inquietado a la opinión y a las autoridades sanitarias. Juárez Celman envió una circular telegráfica a los gobernadores del interior, ordenando la adopción de 274 JORGE ABELARDO RAMOS medidas sanitarias de carácter urgente a fin de conjurar el peligro de la peste. Utilizando esta desdichada circunstancia, un editorial de "La Nación" decía: "Todos los gobiernos de la vida de un pueblo tienen un síntoma característico", estigmatizando así el régimen más progresista que había tenido la República e identificándolo con el cólera. En los archivos privados de Juárez Celman, Rivero Astengo encontró muchos años después un borrador de una réplica que Eduardo Wilde había pensado publicar respondiendo al órgano mitrista: "La epidemia —escribía Wilde— cuyo recuerdo conmueve hoy a los pueblos del interior (a los cuales no llegó la fiebre amarilla), no es la que se introdujo durante el gobierno de Sarmiento, Avellaneda o Roca; es la misma que nos trajo Mitre con su guerra del Paraguay: el terrible cólera que en aquella época asoló nuestro territorio". En los días del 90 se asociaba espontáneamente la guerra del Paraguay con el cólera. En esos mismos días llegaban, al país los restos mortales de Juan Bautista Alberdi, fallecido en París el año anterior, y que había sido sostenido en sus últimos años por el apoyo directo de Roca, pese a la execración que sobre su nombre habían impuesto Mitre y el localismo porteño. Recordóse entonces, por boca de David Peña, algunos dramáticos episodios de la lucha desigual que había llevado a cabo con la pluma en la mano, sin partido político y sin recurso alguno, el autor de "Los intereses argentinos en la Guerra del Paraguay". La aversión porteña contra el escritor tucumano que había planteado durante casi medio siglo el fundamento económico del separatismo bonaerense era honda. Alberdi sostuvo incansablemente la necesidad de que las provincias recobrasen las rentas aduaneras de Buenos Aires, arrebatadas por la prepotencia porteña desde la Revolución de Mayo. El mitrismo lo persiguió en vida y lo siguió calumniando después de muerto. Si San Martín no había podido vivir en la tierra liberada por su espada, Alberdi tampoco pudo poner su pie en el país cuyo problema básico había esclarecido. El liberalismo cipayo de los mitristas y el odio clerical hacia el pensamiento moderno se unieron para anular a Roca, voltear a Juárez Celman y lapidar a Alberdi. Ya veremos pronto cómo las mismas fuerzas reaccionarias fusionadas en el 90 encuentran sus epígonos en 1955. De esa herencia ideológica antinacional se nutre la contrarrevolución de nuestros días. ¡Ya no están las DE OCTUBRE A SETIEMBRE 275 montoneras haciendo temblar sus lanzas contra el despotismo porteño! Pero las masas de aquellos tiempos también han dejado su heredero histórico: el proletariado argentino. ALBERDI Y ROCA Durante la presidencia de Mitre se llegó a negar a Alberdi el pago de su sueldo como agente diplomático en Europa. Cuando Roca asciende a la presidencia, intenta nombrar a Alberdi, a título de reparación nacional, nuestro representante en Europa. La indignación de la oligarquía porteño bonaerense y los editoriales violentos del diario "La Nación" inspirados por Mitre, crean una atmósfera política tan tensa que Roca se ve obligado a retirar su proyecto y a ofrecerle la representación en Chile, que Alberdi no puede aceptar por su estado de salud. Finalmente, Roca pide al Congreso la sanción de una ley para la edición de sus obras completas, que constituyen un monumento de sabiduría política. Así se editan al fin ocho volúmenes en 1886 y 1887, edición oficial que se agota rápidamente y que sale en seguida de la circulación. Pocos años más tarde se editan sus "escritos póstumos", que correrían igual destino y en 1920 Joaquín V. González, otro hombre del elenco intelectual del roquismo, ordena varios tomos de sus obras selectas. Pero desde entonces, desde 1886 —¡hace 70 años!— los argentinos no han podido contar con las obras completas de Alberdi. Tal es la venganza que la oligarquía porteña y bonaerense se han tomado contra el pensador que predicó la unidad nacional y anatemizó la dictadura del puerto por una sola provincia. Así la desfiguración póstuma ha hecho de Alberdi, que fue el teórico de Roca, el conocido autor de libros secundarios, ocultándose de este modo a la posteridad lo sustancial de su pensamiento político e histórico. Mediante este sistema de glorificación ficticia se han adulterado las fuentes mismas de nuestro pasado. El país espera que la integridad del pensamiento y la obra de Alberdi sean puestos nuevamente en circulación, en este momento en que el proceso de la Revolución Popular argentina accede a nuevos y victoriosos estadios. 276 JORGE ABELARDO RAMOS La preparación concreta de la Revolución del 90 estuvo asociada a un hecho simbólico: el alza del valor del oro. La urgente necesidad que del precioso metal tenía el gobierno para acceder a las exigencias de los acreedores europeos, constituía un poderoso estímulo para la alta cotización de ese metal. El diario "La Prensa" escribía: "Todo el mundo se preocupa: el millonario que asiste al derrumbe de su fortuna; el comerciante que ve oscurecerse el campo de sus transacciones y el obrero que duda de la suerte de sus ahorros". La referencia al ahorro obrero era una necesidad retórica del editorialista, obligado a disimular su defensa de los millonarios en crisis. Pocos días después el mismo periódico escribía: "A causa de la baja de los títulos han perdido dos honorables caballeros, uno abogado y el otro general, cuatro millones de pesos... En la segunda rueda de la bolsa se vio a comerciantes con lágrimas en los ojos cuando el apuntador marcaba la cotización de 272%". Esto ya era el pánico. La oposición clerical, que no hacía más que buscar la primera oportunidad para desatar sus furias contra el gobierno juarista, las familias "distinguidas" de la ciudad de Buenos Aires y de la oligarquía bonaerense, los jóvenes aristocráticos de la ciudad virreinal que consideraban a los hombres del 80 y del 90 como formando parte de la "chusma provinciana", consideraron que su hora había llegado. LA CONTRARREVOLUCIÓN SE GESTO EN EL CAFE DE PARÍS La preparación del clima moral del golpe de estado comenzó con el movimiento llamado de las tertulias. La iniciativa partió del Dr. Manuel Gorostiaga, prominente dirigente católico y al mismo tiempo hombre ligado a importantes actividades económicas. Era en esa época presidente del Banco de Consignaciones de Frutos del País, cuyo capital suscripto era de 10 millones de pesos de aquella época. Asimismo, el Banco de Crédito Real estaba en manos de los católicos, entre ellos Héctor Soto, Emilio Lamarca, Pedro Goyena, Ángel Estrada. Gorostiaga ofreció a un núcleo de distinguidas figuras de la política y la sociedad aristocrática porteña un banquete "patriótico" en el Café de París. El propósito era conversar sobre la situación política y la manera de coordinar los esfuerzos para luchar contra Juárez Celman. Asistieron DE OCTUBRE A SETIEMBRE 277 entre otros, Leandro Alem, Emilio Mitre, Pedro Goyena, Manuel Lainez, José Manuel Estrada, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y los más destacados representantes de la aristocracia porteña. Ese banquete fue la señal para una serie inacabable de tertulias donde los caballeros de vieja prosapia tomaban el té y hablaban de política. El general Mitre se incorporó a esas tertulias y con él, diversas figuras vinculadas a las actividades bursátiles, cuyas fortunas y especulaciones peligraban con el ascenso del oro y con la crisis que se extendía a lo largo y a lo ancho del país. En uno de los salones de la Rotisserie Gracier, un grupo selecto de la "jeunesse dorée" de Buenos Aires, constituía al fin un club político: Marcelo T. de Alvear, Emilio Gouchón, Rómulo Naón, Octavio Pico, Rufino de Elizalde, Augusto Marcó del Pont, Luis Mitre y otros formaban su elenco inicial. En esas circunstancias un grupo de jóvenes intelectuales afectos a Juárez Celman decidió manifestar su adhesión al presidente de la República por medio de un banquete. La oposición llamó a esta reunión el "banquete de los incondicionales", pero es justo decir que figuraban entre ellos los intelectuales y escritores más distinguidos de la juventud de esa época, cosa que no ocurría en las tertulias de los turfman y elegantes aristócratas de la oposición porteña, más versados en vacas, trajes y caballos que en ideas. En el banquete de los "incondicionales" estaban entre otros Osvaldo Magnasco, que fuera luego ministro de Justicia e Instrucción Pública en la segunda presidencia de Roca y el más grande orador parlamentario de su época; el poeta Leopoldo Díaz, el entrerriano José S. Álvarez, inmortalizado luego por su seudónimo de Fray Mocho, uno de nuestros más grandes escritores costumbristas, Telémaco Sussini, Lucas Ayarragaray, Marco Avellaneda, Osvaldo Pinero, Tomás de Veyga, Paul Groussac, Juan Balestra (el autor de uno de los mejores libros que existen sobre la Revolución del 90) y Ramón Cárcano, a quien se indicaba como el sucesor de Juárez Celman. La realización de este homenaje al presidente originó la publicación de un artículo del joven abogado Francisco Barroetaveña titulado "Tu quoque juventud —En tropel al éxito", que "La Nación", el diario de Mitre, insertó en su edición del 20 de agosto de 1889. El famoso artículo en cuestión era una antología de lugares comunes y de desmayadas flores retóricas. Pero surtió el efecto buscado. Fue la señal para el 278 JORGE ABELARDO RAMOS levantamiento de la oposición clero-aristocrática. Por otra parte el oro seguía su alza implacable. Así, los especuladores se hicieron revolucionarios. LA UNION CÍVICA AL SERVICIO DE LA OLIGARQUÍA Al día siguiente de publicado su artículo, Barroetaveña recibió la visita de Carlos Zuberbühler y Carlos F. Videla, que venían en nombre de núcleos influyentes de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, para ofrecerle un banquete en su homenaje. Barroetaveña, ligado a Leandro N. Alem, propuso reemplazar el banquete con una manifestación pública, comprometiéndose todos los presentes a mover a sus amigos de la Universidad, del Colegio Nacional y de la Bolsa para el mejor éxito del mismo. La organización de dicho acto quedó resuelta en una reunión que debía ser el punto de partida de la Unión Cívica de la Juventud, cuyos más destacados integrantes eran Modesto Sánchez Viamonte, Carlos Zuberbühler, Emilio Guchon, Marcelo de Alvear, Manuel Augusto Montes de Oca, Damián y Martín Torino, Adolfo Mujica, Ángel Gallardo, Tomás Le Bretón, Pedro Varangot, Rufino de Elizalde y otros jóvenes pertenecientes a las familias tradicionales de la ciudad de Buenos Aires. El mitin del Frontón Florida, que se realizó el P de septiembre de 1889, debía contar también con la adhesión de otros jóvenes que se incorporaron al movimiento de la Unión Cívica, entre ellos Enrique S. Pérez, Juan B. Justo, Celedonio Pereda, Francisco Ayerza, Felipe Martínez de Hoz, Belisario Huergo, Alfredo Bunge, José M. Drago, Leonardo Pereyra Iraola, Nicolás Anchorena y otros. Según vemos el movimiento en germen, si bien tenía apellidos, no podían pretender representar a las masas populares. El mitin del Frontón Florida, al cual había sido invitado el general Mitre, que excusó su inasistencia pero envió una carta con las frases rituales sobre el despotismo y la corrupción, contó como oradores a Francisco Barroetaveña, Montes de Oca y Daniel Torino. Finalmente habló Leandro Alem, cuya debilidad por el mitrismo en cada situación decisiva se ponía de manifiesto una vez más. También hablaron el dirigente político Pedro Goyena, Aristóbulo del Valle, Delfín Gallo y Marcelo de Alvear. DE OCTUBRE A SETIEMBRE 279 La organización de este movimiento por los jóvenes de las familias aristocráticas suscitó comentarios irónicos de los diarios oficialistas, entre ellos el diario "Sudamérica", que dirigía Juan Balestra, órgano calificado por los jóvenes de la Unión Cívica como integrado por "chusmas de malos antecedentes". Una fuente insospechada en la materia, el Dr. Juan Pablo Oliver, ha escrito al respecto: "Releyendo aquella nómina juvenil opositora resulta indudable que pertenecía al más puro patriciado, a la clase superior o "élite" tradicional dirigente; pero cuyo patriotismo y desinterés era impropio de ser puesto en solfa. Esos jóvenes fueron vinculados por los líderes católicos José Manuel Estrada y Pedro Goyena con hombres de mayor envergadura política y surgió así la Unión Cívica, cuya dirección le fue ofrecida al general Mitre, que no la aceptó. Entonces se constituyó un comité ejecutivo integrado por Leandro Alem como presidente, Bonifacio Lastra y Mariano Demaría vicepresidentes y Manuel A. Ocampo tesorero, todos porteños de cerrada mentalidad conservadora, denominaciones partidistas actuales aparte". Con leves modificaciones, estos mismos hombres del Comité Ejecutivo de la Unión Cívica de la Juventud habrían de constituir, en el plan de los conspiradores del 90, el gobierno provisional (1) (1) Aquí se vio obligado el autor a interrumpir esta serie de artículos. La burocracia peronista, consecuente con su posición contrarrevolucionaria, prefería el calificativo infamante al debate ideológico. Concluía el período peronista. El artículo siguiente se publicó en el semanario socialista revolucionario "Lucha Obrera" en noviembre de 1955. La jauría demo-oligarquía enviaba a miles de peronistas a las cárceles. Ushuaia era reabierta y nosotros defendíamos a los caídos contra el Ejército y los "demócratas". 280 JORGE ABELARDO RAMOS LAS TENDENCIAS POLÍTICAS DEL EJERCITO Y LA CRISIS ACTUAL El gobierno provisional está desgarrado por una furiosa lucha intestina. Lejos de asegurar "el orden" y de restablecer el "imperio del derecho", su desdichada gestión nos demuestra día tras día que la crisis orgánica que lo conmueve es insuperable y que está más lejos que nunca de alcanzar el ambicionado equilibrio. Jamás, desde la insurrección de los caudillos en el año 1820, la República ha pasado por instantes más críticos, ni el pueblo argentino ha estado más divorciado del poder que declara representarlo. Si Perón hubo de autodenominarse aforísticamente el "piloto del desorden", el gobierno provisional es el desorden mismo. El "imperio del derecho", con miles de presos políticos que pueblan las cárceles, los navíos y las comisarías, ya es una frase burlesca. La pregonada "libertad sindical" se ha traducido en la práctica por un ataque desenfrenado a los locales de la CGT, realizados por los pistoleros socialistas y comunistas, dóciles instrumentos de la oligarquía pro imperialista que los mueve. La "libertad de prensa" ha sido el pretexto para intervenir casi todos los diarios de propiedad peronista y volcarlos en un idéntico clamor en favor de los dueños del poder. Apold no lo habría hecho mejor. Para terminar, un agente del capital extranjero llamado Prebisch, planea y aplica sin vacilaciones un plan destinado a hambrear a la clase trabajadora y a desviar el eje de la política económica argentina en beneficio de los Bunge y Born, de los chacareros de la "pampa gringa" y de los ganaderos grandes y pequeños. La esencia de su Plan es retrogradar a la nueva Argentina industrial a las condiciones de la vieja Argentina pastoril y agraria. Tal es la fórmula del nuevo estatuto legal del coloniaje, 281 DE OCTUBRE A SETIEMBRE que nos trae envuelta en sus banderas la llamada "revolución libertadora". ¿El país que no vive en el Barrio Norte habrá de callar? ¿La clase obrera sobre cuyas espaldas reposa la potencia productiva de la Nación, convalidará ese propósito monstruoso? El Ejército, en cuyas manos la Revolución Nacional depositó la tarea de echar los cimientos de la industria pesada, ¿aceptará en silencio esta política antinacional? El golpe del 16 de setiembre voltea el gobierno de Perón. Este último, a pesar de sus deformaciones burocráticas, a pesar de haber impedido la creación de un partido obrero de izquierda nacional, a pesar de sus errores y contradicciones, respondía a profundas necesidades nacionales. Desaparecido Perón queda al país, y en el país, su poderosa clase obrera. El imperialismo había logrado unificar alrededor de la lucha contra Perón a todas las fuerzas de la oposición, desde los católicos a los masones, desde los comunistas a los conservadores. Imperialistas y "antiimperialistas" pequeños burgueses participaron en la conspiración. Pero a partir del 16 de setiembre el frente antiperonista comienza a disgregarse cada vez más rápidamente. Los intereses nacionales y los intereses antinacionales adquieren su propia independencia y fisonomía. Estas fuerzas se encarnan en las principales figuras del gobierno provisional y libran en su seno una áspera lucha. Desde el primer día la Casa de Gobierno fue el teatro de dos tendencias fundamentales: la que podríamos llamar la tendencia Rojas y la que se expresó, aun débilmente, primero en Bengoa y luego (hasta el momento en que escribimos estas líneas, en la tarde ¿el 14 de noviembre) en Lonardi. La política de Rojas es inequívoca: liquidación de la CGT, destrucción de la influencia política de la clase obrera en la vida nacional, "depuración" al estilo de Nuremberg, restauración oligárquica bajo la máscara "democrática", fortalecimiento artificial de los partidos antinacionales sin base popular. La política de Rojas, los pilares sobre que descansa, lleva irresistiblemente a fundarse en el Plan Prebisch (con o sin Prebisch), esto es, a destruir los focos económicos de resistencia nacional al imperialismo. Estos elementos adquieren su más plena coherencia a la luz de la devaluación del peso argentino y de la supresión del IAPI. Declaremos, para que nadie lo olvide, que el IAPI, que ahora destruyen los agentes de Bunge y Born y de Bemberg, fue una de las conquistas fundamentales de la revolución de 1945. La envoltura brillante y falsa de esta orientación funesta es la 282 JORGE ABELARDO RAMOS campaña "moralizante", promovida generalmente por el imperialismo y la burguesía comercial de los países semicoloniales para desprestigiar a los gobiernos que resisten la presión extranjera. EL FONDO POLÍTICO DEL NACIONALISMO El "moralismo" hiere la imaginación de la pequeña burguesía de las ciudades, sujeta a los sueldos fijos en los períodos del inflacionismo industrializador, que es un inflacionismo de progreso y que la clase obrera remonta por la eficacia de sus reivindicaciones sindicales. Pero la clase media, por su dispersión, individualismo y repulsión a la organización gremial queda, en cierto sentido, con sus sueldos congelados, hecho que la vuelve hostil al gobierno industrializador, que necesita un peso blando para irrigar la economía en crecimiento. La propia inmadurez de un país que está saliendo penosamente del estado agrario, determina el despilfarro de la burocracia, los negociados y ciertos elementos de corrupción (posibles únicamente por la complicidad de la misma burguesía comercial que ahora promueve el "moralismo"). Pero los fenómenos de la corrupción administrativa son inherentes no sólo al gobierno de Perón, sino a todos los gobiernos de la sociedad capitalista, y en un sentido histórico más profundo, a la existencia misma del Estado, incluso el Estado Proletario. El Estado como tal es una fuente generadora de corrupción, en tanto núcleo de poder. Lamentemos este hecho, pero no ignoremos la historia. Nadie ignora, por otra parte, que la transferencia al plano ético de un problema esencialmente político, no es sino una maniobra para ocultar la verdadera naturaleza antinacional de esa campaña. EL NACIONALISMO MILITAR BUSCA UN JEFE La tendencia Rojas debía chocar y chocó con Bengoa. No caeremos en la simpleza de afirmar que Rojas o Bengoa tienen plena conciencia de las fuerzas sociales y económicas que se agrupan alrededor de sus figuras. Pero las necesidades objetivas del país y las del capital extranjero, irrumpen con fuerza irresistible y buscan sus intérpretes en los comanditarios del poder. El Ejército, por sus DE OCTUBRE A SETIEMBRE 283 circunstancias profesionales, su mayor vinculación con los problemas del país, su composición de origen más popular que la Marina y sus propias tradiciones, ha engendrado en Argentina (del mismo modo que en América Latina y Medio Oriente), una corriente de nacionalismo político. El imperialismo "democrático", con el objeto de aislar al Ejército de su alianza con el pueblo y la clase trabajadora, ha designado a este nacionalismo como "nazi" y "fascista", denominaciones que corresponden a los movimientos reaccionarios de los países metropolitanos y no a los movimientos antiimperialistas de los países coloniales o semicoloniales. Esta grosera desnaturalización del nacionalismo militar ha tendido siempre a despolitizar al Ejército, puesto que la política, para el imperialismo colonizador, debe quedar a cargo de los partidos y partiditos ligados directamente a su servicio. Pero como el proceso industrializador y el papel político de la clase obrera, factores que produjeron la aparición de Perón en la vida pública continúan existiendo después de Perón, dióse el caso de que Bengoa o cualquier otro asumieran a su pesar una política moderadora con relación a la tendencia de Rojas. Cada paso que el gobierno provisional daba hacia la destrucción, de la CGT lo contrarresta con su respuesta enérgica el proletariado, y Bengoa asumía el rol de mediador. Por circunstancias que ignoramos, la tendencia "nacional" quedó momentáneamente vencida con la caída de Bengoa. Pero como los intereses nacionales pugnaban por manifestarse a pesar de todo, Lonardi, en el mensaje que acarreó su caída, asumió la misma política, enfrentando las iras moralizantes y antiobreras de Rojas (al cual apoyan los radicales —incluso los frondizistas—, los socialistas, los conservadores, y todos los grupitos profesionales al servicio del imperialismo). Nadie puede predecir el curso de los acontecimientos inmediatos. Las luchas interiores en las fuerzas armadas reflejan el conflicto, mucho más amplio, de las dos grandes corrientes históricas del país: o el regreso a la "década infame" o el avance hacia la completa liberación nacional y social de la Argentina. En el desarrollo de este combate, la clase obrera permanece como el grupo social más importante, homogéneo y creador del país. Ya se ha dado su gran CGT, a la que hay que defender a toda costa y a cualquier precio. Ahora nuestro proletariado necesita su partido político, llave maestra de su inevitable victoria. 284 REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LA ARGENTINA (1) Los argentinos de mi generación alcanzamos a vivir el crepúsculo de la década infame. Los estudiantes de 16 años cenábamos en los bares automáticos por 0,20 centavos, mientras leíamos en ejemplares prestados los libros de Roberto Arlt, de Elias Castelnuovo y de Nicolás Lenin. Eran los bares sombríos que dejaba como herencia la gran crisis del año 30. Época del "peso fuerte", de Villa Desocupación en Puerto Nuevo, de "Yira Yira", la de "El Hombre que está Solo y Espera" y la tuberculosis, la Sección Especial y el fraude patriótico. Era, digámoslo de una vez, la época que presenció el apogeo político de Federico Pinedo y de Raúl Prebisch. La oligarquía ganadera ejercía el control del país en estrecha sociedad con el imperialismo británico. El sistema de vida oligárquico era un sistema concluso y perfecto. Cada uno jugaba su papel. En la Casa de Gobierno estaban los hombres del (1) En una nota preliminar decía "El Líder". "Continuando nuestra orientación de ofrecer a nuestros lectores la expresión del pensamiento político de todas las tendencias nacionales, sin ninguna clase de exclusiones, ofrecemos hoy un artículo de Jorge Abelardo Ramos, miembro del Comité Ejecutivo del Partido Socialista de la Revolución Nacional, autor del libro «América Latina: un país», secuestrado en su oportunidad por la Comisión Bicameral del ex diputado Visca. Jorge Abelardo Ramos es actualmente uno de los editores del semanario socialista revolucionario «Lucha Obrera»." 285 JORGE ABELARDO RAMOS general Justo, producto de un fraude electoral famoso. La política económica planeada por Pinedo y por Prebisch respondía a la función que el imperialismo británico había asignado a la Argentina en el tablero de su política mundial. La factoría pampeana exportaba trigo y carne y de Europa se importaban los artículos manufacturados necesarios para el consumo interno. Como por otra parte la estructura ferroviaria traducía en su diseño la voluntad imperial de transportar desde nuestra "pampa gringa" las materias primas a los puertos ultramarinos, las provincias mediterráneas alejadas del tráfico, yacían en la más completa postración. La metrópoli imperialista absorbía nuestra producción primaria y nosotros, la semicolonia, debíamos aceptar bajos precios para el trigo y pagar los precios altos para los artículos industriales que enviaban nuestros poderosos mandantes. Coloniaje y Librecambio El librecambio, pese a las restricciones cambiarías temporales, era la línea dominante. La industria argentina que había logrado desenvolverse durante la primera guerra, debía arreglárselas como podía. No moría del todo, pero encontraba cerrados los caminos para su expansión y crecimiento. Como lógica consecuencia, millones de argentinos sufrían hambre en las provincias, mientras los Ministros de Hacienda asesorados por Prebisch se enorgullecían de la regularidad con que la Argentina satisfacía los compromisos financieros contraídos con los vampiros de la usura internacional. Los partidos políticos de la década infame, por su parte, habían sido domados en el servicio doméstico de la oligarquía triunfante. Después de la muerte de Yrigoyen, el alvearismo tomó las palancas del partido radical y lo transformó en la oposición tolerada del gobierno de Justo. Las tendencias yrigoyenistas fueron aplastadas sin piedad. Los socialistas de Repetto habían dejado de ser desde hacía mucho tiempo un partido obrero. El último intento de regeneración revolucionaria de esa agrupación fue el Partido Socialista Obrero en 1937, nacido a impulsos de un escándalo desatado por la denuncia del concejal socialista Zabala Vicondo, en la cual acusaba documentadamente a la Casa del Pueblo de realizar fraude en las elecciones internas del Partido Socialista para permanecer en la dirección partidaria. Pero el intento del 286 DE OCTUBRE A SETIEMBRE socialismo obrero resultó frustrado por la infiltración de los comunistas, que al servicio de una potencia extranjera temían el desarrollo de una izquierda socialista genuinamente argentina. Los comunistas deshicieron en poco tiempo el Partido Socialista Obrero, prestando así un nuevo servicio a la tragedia nacional. Como la oligarquía en el poder necesitaba la ficción de un régimen "democrático", los socialistas eran una pieza indispensable en la gran comedia. Así, mientras los radicales declaraban la abstención en 1932, en vida de Yrigoyen, frente a la maquinaria del fraude que habría de llevar a justo al Gobierno, Repetto y los suyos concurrían a esas elecciones, legalizando así la burla a la voluntad popular pero recogiendo en sus bolsillos cuarenta y tantas diputaciones. Ahora son "fiscales" ¡Estos mismos moralistas se han transformado en nuestros días en los austeros fiscales de la corrupción! ¡Los que hacían fraude en las elecciones internas de su partido, legalizaban el fraude nacional del general Justo, andando el tiempo habrían de aparecer como severos Catones de un país que los observa estupefacto! Pero la oligarquía de la década infame también tenía una política obrera. La CGT de esa época —que los jóvenes que hoy tienen 20 años no conocieron, aunque importa que no la ignoren—, agrupaba unos 200.000 trabajadores. Los gremios fundamentales de esa central obrera estaban compuesto por los personajes de los servicios públicos de capital imperialista extranjero y también por algunos sindicatos de industria —construcción, metalúrgicos, textiles—. La inmensa masa de trabajadores argentinos vivía al margen de la organización sindical. La escasa legislación obrera existía sobre el papel pero no se aplicaba. Ese núcleo de 200 mil trabajadores organizados constituía una de las plataformas que el imperialismo mundial construye en cada capital colonial: de acuerdo a su sistema habitual de elaborar "focos de civilización" junto al puerto, que no significan sino su correa de transmisión para la explotación global del país. Fue la época en que Buenos Aires era Shangai, Singapur o Calcuta. Más allá de Buenos Aires, desaparecían la "normalidad", los transportes, el standard de vida, la existencia comercial o los 287 JORGE ABELARDO RAMOS gérmenes de industria. El resto de la Argentina no era sino el "hinterland", según la expresión de los gerentes foráneos. El papel de los socialistas y comunistas La política obrera del sistema oligárquico necesitaba de los socialistas y de los comunistas. Con el frente socialista-comunista se controlaba los sindicatos, se impedía que la clase obrera se organizara nacionalmente, se obstaculizaba el surgimiento de una tendencia revolucionaria auténticamente argentina y, en consecuencia, peligrosa para la estabilidad de la camarilla gobernante. El único intento de paro general que se recuerda en la década infame fue el que la CGT ofreció en homenaje al presidente .Ortiz, el "democrático" presidente que intentaba empujar a la Argentina a la segunda guerra imperialista. Tal fue el susto de Ortiz ante el proyectado homenaje de esos "sindicalistas libres", que les rogó desistieran de su propósito, dándose por satisfecho con el servilismo mostrado. Esa CGT estaba dirigida por socialistas y comunistas, empeñados ambos en enviar a los argentinos a morir en las trincheras de Europa. Era de todo punto evidente que el día que nuestra clase obrera se pusiera de pie e ingresase a la escena política, su marea no pasaría por las filas de sos partidos quebrados. Así ocurrió. Los "cabecitas" vienen a Buenos Aires Pero los esfuerzos de Pinedo y sus "técnicos" para congelar a la Argentina en la etapa pastoril resultaron infructuosos. El imperialismo mundial, que para sobrevivir y expandirse necesita un medio social no industrializado al que succionar, entró en una de sus más graves crisis. Después de la primera guerra y del colapso de 1929, marchaba hacia el abismo como un sonámbulo. Al desgarrarse en una lucha intestina y paralizar sus vínculos tradicionales con las colonias y semicolonias, permitió que en la Argentina, en Egipto y otros países, la industria nacional experimentase un vigoroso desarrollo. En pocos años vimos aparecer bajo nuestros ojos una Argentina nueva, perdiendo ya el aire de factoría que había herido el espíritu de Ortega y Gasset en su visita. De las provincias mediterráneas bajaron los "cabecitas negras", 288 DE OCTUBRE A SETIEMBRE como los llamó más tarde la oligarquía despechada y ciega. Los rústicos pastores criollos, descendientes del montonero epónimo, se trocaron en obreros industriales y constituyeron la espina dorsal de nuestro joven proletariado. Venían sin tradición sindical ni política, elevados en la escala de la civilización al pasar del campo a la ciudad, envueltos en un nacionalismo elemental, vernáculo, ingenuo y hondo, que debía chocar necesariamente con las formas políticas arcaicas y europeizantes de los partidos sobrevividos en la ciudad-puerto. En el subsuelo social fermentaba la necesidad de una política económica nueva: proteccionismo, legislación obrera avanzada, para elevar el nivel de vida y dotar a los obreros de capacidad de compra, crédito industrial, dominio nacional del transporte marítimo, desarrollo de la energía, restricción de un agrarismo suicida. El 4 de junio ocurrió como expresión de esa necesidad, a la que los partidos enfeudados por la oligarquía no supieron interpretar. Fue un nacionalismo castrense y clerical sin masas, que no tenía viabilidad. Continuó, sin embargo, la tímida política proteccionista que Castillo había iniciado antes, bloqueado por todos lados. El 17 de Octubre El 17 de octubre abrió una nueva época: transformaba el golpe de palacio en revolución popular. Las masas en la calle indicaron al país que la clase obrera tenía que decir algo en la política argentina. Perón encarnó ese momento y el carácter personalista de su política, que hemos llamado "bonapartismo", se derivó esencialmente de que los viejos partidos rehusaron apoyarlo. En 1946 no había "dictadura", es decir, no se habían adoptado ninguna de las medidas restrictivas que caracterizaron el régimen peronista años más tarde. Pero los partidos políticos tradicionales, atados al carro funesto del imperialismo, atacaron al movimiento nacional desde un principio, en la medida que ese movimiento manifestaba la voluntad nacional de ser. Los "técnicos" y "economistas" de derecha o los "antiimperialistas" que pactan en la práctica con el imperialismo, como Frondizi, podrán encontrar numerosos errores, contradicciones y aberraciones a todo lo hecho bajo el régimen peronista. La política práctica tiene exigencias que la razón comprende. Pero nadie podrá arrancar de la historia contemporánea argentina aquello que alude a lo esencial 289 JORGE ABELARDO RAMOS de ese período: las nacionalizaciones, la remodelación económica de nuestras relaciones con el imperialismo, la organización del más poderoso movimiento obrero de América Latina y la adquisición de una conciencia nacional que es el punto de arranque de toda cultura. La crisis del peronismo La crisis del peronismo fue una crisis ideológica en la medida en que Perón no logró dotar a su movimiento de un sistema de ideas capaz de batir en esa esfera a la reacción oligárquicos imperialistas. Las deformaciones burocráticas de su régimen eran los costos de la inmadurez histórica argentina. Algunos creen que su personalismo pasará. Nosotros diremos que las masas continúan y que sin ellas no habrá soberanía, ni economía, ni política en este país, que ya se ha alzado a la historia universal y que no volverá atrás. La Argentina no fue "peronizada" por la voluntad de nadie; y nadie podrá "desperonizarla" por su voluntad. El peronismo, como el roquismo o el yrigoyenismo, es una edad del proceso histórico argentino. ¡Vano intento será el de aquellos que quieran rehacer a su capricho las grandes corrientes históricas nacidas de factores objetivos! ¡Vano intento será el de los ingenuos o los perversos que quieran barrer la marea con una escoba! Ahora, el partido Para nosotros, los socialistas revolucionarios, la actual crisis argentina es el producto de la voluntad imperialista de frustrar nuestro destino soberano. Toda América Latina, nuestra gran patria inconclusa, miraba la revolución argentina y alimentaba su esperanza en las vicisitudes de nuestra lucha. Lo que ha ocurrido no es una derrota obrera y argentina solamente: es una derrota nacional y latinoamericana. Estamos vencidos pero no tenemos el espíritu de los vencidos. Por el contrario, orgullosamente proclamamos que ahora más que nunca la clase obrera deberá tomar en sus vigorosas manos la bandera de la emancipación nacional y vencer a la oligarquía restaurada. Ese importante designio sólo podrá ser alcanzado mediante el fortalecimiento del gran partido proletario: El socialismo revolucionario, continuador 290 DE OCTUBRE A SETIEMBRE de la mejor tradición del movimiento obrero argentino y defensor de las divisas del 17 de Octubre de 1945 tiene su palabra que decir ante el país convulsionado. Los dos caminos Se abren ante nosotros dos caminos: o el regreso a la década infame (sus hombres ya están aquí, sus "técnicos" ya aplican fríamente la maquinaria del hambre) o la reelaboración de una política orientada con espíritu nacional. El socialismo revolucionario estima que el proletariado y las masas productoras deben ser los protagonistas de una economía argentina planificada. Reconstruir el IAPI bajo control obrero, como agente estatal defensivo frente a los grandes tiburones internacionales; reestructurar el aparato del Estado y disminuir los riesgos de una burocracia sin control mediante los frenos del control sindical; propulsar enérgicamente la industrialización, luchando para continuar sin vacilaciones el desarrollo de la industria pesada; restablecer el control oficial de los precios máximos; restablecer el tipo de cambio preferencial para las importaciones, llave maestra para la defensa de nuestra producción y del nivel de vida; nacionalizar los frigoríficos extranjeros; nacionalizar las grandes estancias de la provincia de Buenos Aires y entregarlas bajo el régimen cooperativo a sus verdaderos productores, destruyendo así la base económica de la oligarquía ganadera argentina; federalizar el Gran Buenos Aires, incorporando a la Capital Federal jaqueada por la presión imperialista la influencia política de la clase obrera circundante; en suma, profundizar y llevar adelante la revolución iniciada el 17 de octubre de 1945, es el único camino redentor de nuestro pueblo y de su clase trabajadora. La actual política económica nos lleva a la catástrofe, a la desocupación, al colapso de nuestra industria, al hambre de nuestras masas. Estamos sufriendo una tremenda presión de los grandes poderes foráneos, interesados en torcer el destino de los argentinos. En el orden político inmediato, los socialistas revolucionarios exigen el inmediato restablecimiento de la autonomía de acción <!e la CGT.; el retiro de todos los interventores militares de los sindicatos; la realización de elecciones sindicales para elegir el Comité Confederal de la CGT. sin ninguna clase de interferencias; la disolución de las Comisiones investigadoras, extraordinarias e ilegales, y el pase inmediato de todas las actuaciones a la justicia ordinaria; la 291 JORGE ABELARDO RAMOS libertad inmediata de todos los presos políticos; el restablecimiento de la personería jurídica y política del Partido Peronista, ya que en una democracia tan reiteradamente proclamada será difícil explicar satisfactoriamente cómo puede borrarse de un plumazo la existencia de un partido votado por cuatro millones de argentinos. El socialismo revolucionario proclama su voluntad irrenunciable de luchar por estos altos objetivos. Se cierne la tormenta. La dicha será de aquellos que no teman entrar en la batalla. 292 DE OCTUBRE A SETIEMBRE INDICE Introducción ………………………………………………. 5 Advertencia para la segunda edición ........................ …..…….……………. 8 ……..………... 10 EL MOVIMIENTO OBRERO EN AMERICA LATINA Solano López y los anglo - porteños. Imperialismo y barbarie agraria. El drama de la balcanización. Ideología europea y socialismo argentino. De Manuel Ugarte a Américo Ghioldi. Lisandro de la Torre y el stalinismo. Juan B. Justo o el patriotismo inglés. Juan B. Justo y los peones mejicanos. El socialismo y la esclavitud en África. Clase Contra clase en la semicolonia. Inmigración y nacionalidad. El imperialismo como factor de progreso. Ferrocarriles y pampa gringa. El austero pacifista. Yrigoyen y Juan B. Justo. El cipayo soviético. La revolución rusa de 1917. Lenin y la burguesía industrial. Comunismo y capitalismo de Estado. Cómo surgió la burocracia soviética. Leninismo y stalinismo. Lenin contra la rusificación de la Internacional Comunista. La tragedia de la segunda revolución china. El aventurerismo político de Stalin. Stalin facilita el triunfo de Hitler. El policía internacional Vittorio Codovilla. El stalinismo ataca a Yrigoyen. Neutralismo, yrigoyenismo y stalinismo. El acuerdo oligárquico-staliniano. El stalinismo en la década infame. El Frente Popular contra el país. El stalinismo apoya a Ortiz. Fascismo e imperialismo. El stalinismo apoya la guerra imperialista. Los espías imperialistas se disfrazan de "demócratas". La crisis de 1945. Rodolfo Ghioldi y Antonio Santamarina contra los obreros. Un cocoliche habla de política. Stalinismo y antiperonismo. Rodolfo Ghioldi contra el Estatuto del Peón. El significado del IAPI. Villarroel y el "putsch" imperialista. La unidad sustancial de América Latina. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y GEORGE ORWELL ………….….. 80 JORGE ABELARDO RAMOS 293 BEVAN O LA IZQUIERDA DE SU MAJESTAD ... ……………..….…… 84 En lugar del temor. El rudo y sensato izquierdista. MIRADA A LAS ISLAS FILIPINAS ………………….………………..… 89 El atraso político del proletariado yanqui. ALEMANIA ENTRE DOS GUERRAS .................... …………………..….. 93 Los bandidos del capital financiero. El partido Comunista facilita el ascenso de Hitler al poder. Hitler en el gobierno. Las "nacionalizaciones" de la burguesía imperialista. La burguesía organiza las nacionalizaciones en su propio beneficio. AMERICA LATINA ENTRA EN ESCENA ……………..……...…………. 104 América Latina a vuelo de pájaro. Brasil: industria pesada y salvajismo. La democracia británica funda una nación en Sudamérica. Tibor Mende, admirador de la "prensa seria". La incomunicación de América Latina. Una página para la antología de la trivialidad. Mendé descubre el azúcar de Cuba. El imperialismo alimenta las divergencias regionales. El indigenismo y la integración nacional latinoamericana. Méjico para turistas. América Latina es una nación. BUROCRACIA Y PROLETARIADO EN LA REVOLUCIÓN RUSA …… 120 La policía es inmortal. La burocracia inventa el "trotskismo". La GPU organiza los Procesos de Moscú. Socialismo en un país atrasado. El destino de la Unión Soviética está ligado al de la revolución proletaria mundial. EL MUNDO COLONIAL FRANCÉS EN BUSCA DE SU DESTINO … . …129 Origen del imperialismo. El frente único de los imperialismos. 1914: el comienzo del fin. La traición de los partidos "obreros". La burocracia soviética organiza el Frente Popular. Tho-rez y Blum de rodillas. No hay futuro capitalista para Francia. Los verdugos del proletariado soviético. KAUTSKY Y LA TEORÍA DE LA INTEGRACIÓN MUNDIAL DEL CAPITALISMO ………………………………………………………. 143 PREUVES, ASILO PARA INTELECTUALES EN RETIRADA …………... 145 294 DE OCTUBRE A SETIEMBRE LA REVOLUCIÓN NACIONAL EN LAS COLONIAS Y SEMICOLONIAS ............................................. …………………....…… 146 ECONOMÍA Y PROFECÍA ………………………………………………... 148 LA CRISIS DEL CAPITALISMO NO ES LA CRISIS DE LA CIVILIZACIÓN ................................................... ……………….. …….... 150 EL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO: DE COLONIA A SEMICOLONIA …... 152 YUGOESLAVIA: ENTRE LA BUROCRACIA SOVIÉTICA Y EL IMPERIALISMO YANQUI …………………..………………… 156 GANDHI: RELIGIÓN Y REALIDAD EN LA REVOLUCIÓN INDIA…….. 158 Las dos Inglaterras: falsa antítesis. El internacionalismo de los laboristas británicos. Para Asia "Occidente" significa imperialismo. También en la India "civilización" y "barbarie". El hambre en la India levanta una industria en Inglaterra. Proteccionismo para Inglaterra, librecambio para la India. Los huesos de los tejedores blanquean las llanuras de la India. Nehru coincide con Rosa Luxemburg. La India paga los gastos de su propia conquista. Inglaterra difunde la ignorancia. La rebelión de los cipayos. El Congreso nacional de la India. El Congreso, rector del nacionalismo indio. De los caballos de carrera a la Liga Musulmana. Gandhi: ni místico en acción ni santo en estado salvaje. Los métodos políticos de Gandhi. El hijo del recaudador de impuestos. Gandhi y la industria textil india. ¿Revolución social o revolución democrática antiimperialista? El internacionalismo de Tagore es grato al imperialismo. El nacionalismo de los países opresores y el de los países oprimidos. Tagore y Gandhi. Tagore observa la vida de las hormigas. Gandhi: un "realpolitik". Gandhi visita Europa. ¿Gandhi prefiere el fascismo italiano a la democracia inglesa? La no cooperación como método político revolucionario. Gandhi y Mussolini. El Papa se niega a recibir a Gandhi. El Congreso Nacional indio se transforma en partido. Gandhi en la dirección del Partido del Congreso. El Frente Único Antiimperialista. Gandhi y la burguesía industrial india. Proletariado y burguesía en el movimiento nacional. "Divide et impera", consigna siempre válida. La JORGE ABELARDO RAMOS 295 Liga Musulmana en la estrategia de Inglaterra. Imperialismo y federalismo en la India. Nehru describe a los príncipes indios. El imperialismo contraataca. Johnneson Hicks habla claro. La industrialización de los países atrasados. La civilización cierra el paso a los que se civilizan. Únicamente el proletariado hindú podrá realizar la revolución. EL RUMOR Y LA CALUMNIA, ESPECTROS DE LA REACCIÓN …… 213 EL CICLO SE CIERRA ………………………………………………..… 215 LAS FORMAS DEMOCRÁTICAS EN LA ÉPOCA DEL IMPERIALISMO …………………………………………….... 218 LA CLASE OBRERA EUROPEA DEBE FORJAR EL NUEVO ORDEN SOCIAL …………………………………….….… 220 EL VATICANO TRABAJA CON LA CASA MORGAN ………………... 322 EL GENERAL ROCA Y LA IGLESIA ………………………………….. Roca y la unidad argentina. El Patronato, derecho inherente a la soberanía. Avellaneda, presidente. El interior triunfa sobre Buenos Aires. La Iglesia Católica: eje de todas las contrarrevoluciones. La masonería y la Iglesia coinciden frente a la federalización de Buenos Aires. El General Roca devuelve al país su capital histórica. Eduardo Wilde, representante eminente de la burguesía intelectual del interior. El llanto por la libertad, viejo recurso de la reacción. El debate en torno a la cuestión religiosa fortaleció a Roca. Monseñor Clara intenta limitar la soberanía del Estado argentino. Todo lo que existe es digno de perecer. Monseñor Clara recibe los saludos de Bartolomé Mitre. El Nuncio Apostólico da órdenes al Ministro de Educación. El Canciller argentino pide explicaciones. El Nuncio apostólico es expulsado del país. Argentina rompe relaciones con el Vaticano. El "nacionalismo" clerical y el liberalismo masónico coinciden en difamar a la generación del 80. La Unión Democrática en 1890. Buenos Aires deja atrás a la Gran Aldea. La clase obrera y los extranjeros. La leyenda negra de Juárez Celman. "Las vacas dirigen la política argentina". Alberdi y Roca. La 224 296 DE OCTUBRE A SETIEMBRE contrarrevolución se gestó en el café de París. La Unión Cívica al servicio de la oligarquía. LAS TENDENCIAS POLÍTICAS DEL EJERCITO Y LA CRISIS ACTUAL ……………………………..…………………. 280 El fondo político del moralismo. El nacionalismo militar busca un jefe. REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LA ARGENTINA .…… 284 Coloniaje y librecambio. Ahora son "fiscales". El papel de socialistas y comunistas. Los "cabecitas" vienen a Buenos Aires. El 17 de Octubre. La crisis del peronismo. Ahora, el partido. Los dos caminos. 297 JORGE ABELARDO RAMOS Esta 2» Edición consta de 3.000 ejemplares. Se imprimió en Talleres Gráficos Orestes, SRL. Isabel La Católica 455, Capital Federal en el mes de mayo de 1974. 298 DE OCTUBRE A SETIEMBRE Selección de las más notables artículos publicados por Jorge Abelardo Ramos en el lapso comprendido entre 1952 y 1955, con la firma de Víctor Almagro se popularizaron estos trabajos que vieron la luz en las paginas del diario democracia; numerosos lectores los recopilaron pacientemente, pero el vasto sector de público volcado en los últimos años a los problemas argentinos y a la meditación sobre nuestro destino no ha tenido hasta ahora la oportunidad de leerlos. En esencia, los ensayos políticos de Jorge Abelardo Ramos representan los puntos de vista del socialismo revolucionario en medio de la tumultuosa y contradictoria corriente de la revolución nacional nacida en las jornadas de octubre de 1945. los problemas del imperialismo en América Latina, la filiación histórica de los partidos obreros argentinas, el papel jugado par la política papal desde Roca a Perón, la naturaleza de clase del alvearismo y del yrigoyenismo, el verdadera contenido de la política burguesa en los movimientos de liberación nacional, son algunos de los temas que analizan los artículos recopilados en de octubre a setiembre. A. PEÑA LILL0, Editor S. R. L. Hipólito Yrigoyen 1394 Buenos Aires - República Argentina