de octubre - Jorge Abelardo Ramos

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DE OCTUBRE
A SETIEMBRE
Digitalizado por Eduardo de J. Sánchez
Córdoba, Argentina, país integrante del MERCOSUR
Marzo de 2010
Nota:
en el proceso de digitalización y conversión de la imagen de texto a Word,
y ante las dificultades encontradas para conservar el formato original, se ha
optado por reemplazar éste con formato A4. Las diferencias de paginado
producidas entre el original y el presente trabajo se han trasladado al índice,
esa y algunos errores de imprenta encontrados en el original son las únicas
modificaciones que me he permitido realizar. En contraposición pueden haberse
deslizado errores en la conversión y que no hayan sido advertidos en la
revisión.
E de J. S.
[email protected]
JORGE ABELARDO RAMOS
DE OCTUBRE
A SETIEMBRE
Ensayos Políticos de
VÍCTOR ALMAGRO
a. peña lillo editor s.r.l.
1ª edición, enero 1959
2^ edición, mayo 1974
Tapa de:
Esteban Janiot
© A. PEÑA LILLO, editor S. R. L. Hipólito
Yrigoyen 1394
Buenos Aires
Prohibida la reproducción parcial o total sin
autorización expresa de los editores.
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723
Printed in Argentina - Impreso en la Argentina
INTRODUCCIÓN
En este libro se ofrecen reunidos artículos que vieron la luz en el diario
"Democracia" en el lapso comprendido entre enero de 1952 y setiembre de 1955.
Se trata por supuesto de una selección, ya que la publicación de todos los
trabajos, a uno por día, insumiría varios volúmenes. El editor de la obra ha
creído ver en dichos escritos cierto valor duradero; y el autor no ha podido
resistirse a compartir tan estimulante idea.
Debo advertir al lector que tampoco la selección es rigurosa La razón es muy
simple: no he conservado la colección íntegra dé mis artículos, en lo que no he
seguido el ejemplo de algunos «adversarios, que cuidaban de ellos más que yo
mismo y los recogían solícitamente, para buscar en experimentos alquímicos las
sutiles dosis de mi condescendencia hacia el aborrecido tirano.
Pero no obstante, he recopilado algunas de las series a mi juicio más
significativas y actuales, y también más representativas de mi actitud política ante
el régimen que admitía su publicación. Al releer estos trabajos después de
algunos años, ya en pruebas de imprenta, advierto con asombro cuánto pudo
decir durante la "dictadura" de Perán, un hombre que no era peronista, que no lo
es, y que no lo será. Fue necesario que cayera el gobierno nacional en 1955 y que
lo reemplazara el pelotón de librecambistas y cipayos para que la prensa
argentina modificara su fisonomía radicalmente; y de los comunicados de Apold,
el servil personaje característico del régimen, se pasara a los comunicados no
menos serviles y mentirosos de la AP, UP, INS o Reuter. Perdimos el monopolio
de la verdad oficial, que al menos era argentina, y admitida por el pueblo, para
soportar el monopolio de la mentira ejercida desde el extranjero, en beneficio de
intereses imperialistas. Podrá decirse que el régimen periodístico de los tiempos
de Perón no era democrático, pero era al menos nacional y sin duda popular. Los
que lo siguieron, eran, a su vez, antinacionales, antipopulares y dictatoriales.
Esto no puede servir de justificación alguna a la penuria ideológica del
peronismo; ya hemos hablado caudalosamente de este tema y él lector encontrará
tratado el punto en este libro. Pero de la profundidad y trascendencia del período
peronista en la vida nacional pueden dar testimonio los artículos que va a leer,
escritos por un socialista revolucionario argentino, con él método interpretativo,
la terminología y él estilo propio del marxismo. Lo que va a leerse se publicó
cotidianamente en el diario semioficial del gobierno de Perón. Jamás mencioné
favorable ni desfavorablemente al Presidente de la República en dichos artículos.
Ni el director del diario, ni autoridad alguna intentó modificar u orientar de un
modo u otro el sentido y el texto de los mismos. Cuando el Director se oponía a la
publicación de un artículo, cosa que ocurría muy rara vez, yo lo retiraba o
escribía otro. Nunca se me señaló tema, ni fui sometido a censura; por otra parte,
no pertenecí en ningún momento a la redacción del diario. Sólo escribí como
colaborador independiente, bajo firma. Ofrezco estos detalles al lector como
elementos de juicio para que aprecie lo que en gran medida puede estimarse un
aspecto original del problema: la libertad de prensa, al menos para un periodista,
durante el régimen de Perón. No escribí sobre todo lo que hubiera querido
escribir; pero jamás escribí lo que no quise. Esa es la razón por la cual puedo
ahora firmar con mi nombre todo cuanto publiqué en él diario "Democracia". Lo
escribí como revolucionario socialista; puedo suscribirlo ahora como tal. La
canalla de izquierda y de derecha me mostró sus dientes en aquéllos tiempos y la
calumnia reemplazó a la crítica. Ahora la nueva generación puede leer, si así lo
desea, la historia completa de la popularización de los temas esenciales del
socialismo revolucionario publicada en el diario de mayor circulación de su
época. Esta contradicción entre el carácter más o menos despótico del régimen
peronista y la propaganda socialista revolucionaria no puede asombrar sino a
aquellos para los cuales la revolución en los países coloniales es un proceso
rectilíneo e ideal, sujeto a la precisión de una fórmula matemática. Por el
contrario, como todo fenómeno de la historia viva, la contradicción es su materia
nativa. Algo seguramente se desprenderá de la lectura de este libro. Y es que lo
único que hará históricamente trascendente al peronismo será el socialismo
revolucionario. Este movimiento explicó científicamente la realidad argentina, y
se propone transformarla.
Cuando la Junta Militar reemplazó a Perón, y todo se hundió, renuncié a
colaborar en un diario desde el cual ya no podían defenderse los intereses
nacionales. Hasta pocos días antes había escrito una serie sobre las maniobras
británicas para utilizar a la clase media contra la política petrolera de Perón. La
corriente central de dicha campaña era el radicalismo de Frondizi. Dos meses
antes de caer Perón, habíase interrumpido otra serie de artículos sobre la
política del Papado contra las revoluciones nacionales. Esos artículos figuran en
este libro, y aún vive en ellos la tensión dramática de los acontecimientos que los
inspiraron. Al desaparecer el régimen peronista formulé unas declaraciones al
diario "El Líder", que también reproduzco, y edité con otros compañeros el
semanario socialista revolucionario "Lucha Obrera". También incluyo en esta
recopilación algunos trabajos que allí vieron la luz. Busso se encargó de ahogar
esa voz en nombre de la democracia inglesa.
Nacido de la lucha, este libro lleva su sello. No es un libro de historia, ni me
propongo hacer historia con él. La tempestad de los días actuales dejaría muy
poco tiempo para mirar hacia atrás, sino en la estricta medida en que un acto de
reflexión nos sirva para penetrar la clave de nuestro sombrío presente. Mucho
tendría que agregar a los artículos en que estudio al radicalismo "intransigente"
y a su desdichado jefe, pero no creo que pudiera rectificar nada. Han bastado
tres años para hundir en el descrédito más completo a esa falange de pequeño
burgueses cipayos que acusaron a Perón de entregar el petróleo. Lo derribaron
para entregar no sólo el petróleo sino todo el resto. Le ha tocado a Frondizi el
melancólico papel de presidir el más audaz inlento de recolonizar un gran país.
La historia lo juzgará, pero antes que la historia, cuyo veredicto por ahora no interesa, lo juzgarán los hombres que la hacen. Al pueblo argentino y a su clase
trabajadora, dedico estas páginas. A ese pueblo que espero no sea testigo sino
protagonista.
JORGE ABELARDO RAMOS
Enero de 1959.
ADVERTENCIA PARA LA SEGUNDA EDICIÓN
Quince años después de publicarse esta obra, el peronismo ha vuelto al poder.
Una nueva generación —¡quién hubiera podido predecirlo!— ha renovado las
filas del movimiento nacional y asumido sus banderas. Son los hijos de la misma
pequeña burguesía ilustrada o semi-ilustrada que se opuso a Perón durante su
década de gobierno y que colaboró con la oligarquía en 1955 para derribarlo. Los
psicólogos están en libertad de considerar que se trata de un caso de parricidio
político; pero sin desdeñar las causas que rigen al profundo yo, el marxismo verá
en dicho desplazamiento de las clases medias hacia las banderas nacionales un
elocuente síntoma de la crisis que conmueve a la sociedad argentina. No se trata
tan sólo de una crisis económica, sino de una crisis social, esto es, la pequeña
burguesía ha sometido a discusión el viejo sistema de valores heredado de la
oligarquía liberal y que no fue reemplazado por el peronismo. Pero no sólo discute
hoy las ideas históricas y políticas sino también su incierta posición en una
estructura de clases sin porvenir.
Tal situación obedece a dos causas: 1º, los resultados funestos obtenidos por la
Revolución Libertadora y que destruyeron la base misma de la tradición liberal; y
2*, la improductividad de la oligarquía ganadera ha agotado las fuentes de
capitalización del país, que no sólo le impide crecer sino que lo ha precipitado
hacia una pronunciada decadencia. La oligarquía ya no puede garantizar a las
clases medias asociadas al período de hegemonía imperial su antiguo privilegio de
"socio menor".
Al romper sus lazos orgánicos con la oligarquía agraria y con su
superestructura cultural, un sector de la clase media, por medio de sus hijos, ha
irrumpido en la historia a la búsqueda de un nuevo horizonte. No es por un azar
inescrutable que la divisa "patria socialista", lanzada en 1972 por el FIP ha ganado
la calle y encuentra un cálido eco entre los trabajadores peronistas, así como en
1969 el pueblo de Córdoba coreó la fórmula, creada por el PSIN, en las calles de
aquella ciudad: “luche por un gobierno obrero y popular”.
De tales consideraciones proviene la actualidad de este libro, que proporcionó
respuestas a los interrogantes de la generación anterior. Su sentido esencial puede
resumirse de este modo: en la época del imperialismo, los movimientos nacionales
deben ser apoyados sin vacilaciones en las batallas que libran contra los
adversarios internos y externos de la Nación oprimida. Pero la revolución nacional
sólo podrá sostenerse, ampliar su cauce y garantizar la plena soberanía si tiende a
transformarse efectivamente en revolución socialista. Vale decir, en una
revolución que coloque el interés del pueblo por encima del derecho de propiedad
y la gestión política directa de las masas en lugar de los intermediarios del
"iluminismo burocrático". La inmovilidad burguesa del bonapartismo turco se
exhibe en el régimen creado por Kemal Ataturk; y la inmovilidad burocrática de
la revolución sin control de las masas, en el stalinismo faraónico.
La perspectiva socialista no puede concebirse sin la existencia de un partido
revolucionario que luche como ala independiente del movimiento nacional y
acompañe estrechamente las experiencias vitales de las masas. Sólo ellas hacen la
historia y trazan el destino colectivo.
10. Escribí estas páginas hace veinte años guiado por tales ideas. Los
hechos actuales no me ofrecen motivo alguno para cambiarlas.
J. A. R.
Abril de 1974.
10
EL MOVIMIENTO OBRERO EN AMERICA LATINA
En el libro "El movimiento obrero en América Latina" de Víctor Alba,
recientemente publicado en París, cuya significación comentaremos, el autor cataloga
de manera indiscriminada bajo un mismo rótulo de caudillos, a figuras políticas
disímiles de nuestro pasado histórico. Así dice, por ejemplo, que "en el Uruguay es el
caudillo colorado Rivera (1830) quien estableció con ayuda de los inmigrantes el
régimen liberal del cual se enorgullece ese país". ¡Desdichados de aquellos europeos
que deseen conocernos mejor! Fructuoso Rivera representó constantemente en la
historia de la provincia Oriental el papel de agente militar de los comerciantes
europeos establecidos en Montevideo, respaldados por sus flotas metropolitanas
respectivas y también de los intereses brasileños que pugnaban por anexarse el
Uruguay. La falsificación histórica ha querido que, mientras Artigas u Oribe estuvieron durante mucho tiempo en el Index de los manuales escolares, Fructuoso
Rivera fuera asimilado en calidad de procer. El régimen "liberal" al cual se refiere
Víctor Alba, será sin duda la venta a consorcios extranjeros de las entradas de la
Aduana que producía el puerto de Montevideo, en cuya defensa los concesionarios
movilizaban a sus barcos de guerra e imponían su ley en el Río de la Plata.
Gaspar Rodríguez de Francia, jefe del pueblo paraguayo, es otro de los caudillos
que incluye Víctor Alba en su heterogénea lista. La única observación que le arranca
la personalidad de este hombre de Estado paraguayo, es que era llamado en los
decretos oficiales "el Supremo". Víctor Alba señala irónicamente esta designación
como propia del providencialismo criollo sudamericano. Para un europeo de este
género, Thiers es un estadista, pero el doctor Francia apenas un caudillo.
Lo que olvida decir Alba es que el doctor Francia era un auténtico revolucionario
de su tiempo, y que su dictadura fue la contrapartida de la dictadura comercial
porteña, que impedía, con el dominio del río, la integración del Paraguay en las
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Provincias Unidas del Sur. También olvida que el doctor Francia cerró el paso a la
creación de una clase de terratenientes en el Paraguay y, por el contrario, facilitó la
formación de un importante sector de campesinos, constituyendo sobre esa base un
poderoso ejercito. Ante el aislamiento que la burguesía porteña impuso al Paraguay,
Francia suprimió el comercio exterior, construyó una fábrica de pólvora y de armas y
expropió sin indemnización la mitad de los grandes latifundios creados después del
derrumbe del imperio jesuítico, declarándolos patrimonio paraguayo. Una parte de
esas tierras las distribuyó entre los campesinos en pequeñas parcelas y el resto fue
consagrado a la organización de establecimientos ganaderos bajo el control del
Estado. Fue implacable en la defensa de los intereses del pueblo paraguayo,
suprimiendo con mano de hierro la especulación sobre los artículos de primera
necesidad, fijando precios máximos a su venta y haciendo frente con notable decisión
a todas las conspiraciones contrarrevolucionarias. Aún está por escribirse la historia
de este notable jacobino sin partido.
La incompetencia de Víctor Alba en este terreno no es sino un reflejo del
moderno odio imperialista hacia los caudillos criollos de nuestro pasado
revolucionario.
SOLANO LÓPEZ Y LOS ANGLO-PORTEÑOS
La desfiguración consciente de nuestro pasado no se funda en prejuicios
puramente académicos; los eruditos han provisto siempre los documentos necesarios
para destruir una figura o exaltar un mito de acuerdo a las necesidades de la política,
ya que la historia es, en su esencia, una forma de aquélla. En el libro que venimos
comentando ("Le mouve-ment ouvrier en Amérique Latine") hay alusiones a los
sucesores del Dr. Francia, Carlos Alberto López y su hijo Francisco Solano. "Los
López, padre e hijo —afirma nuestro autor-sucedieron a Francia y sostuvieron largas
guerras contra el Brasil, Argentina y Uruguay, para la obtención de una salida al mar
a través del Plata... Francia y los López fueron brutales, sanguinarios, despreciativos
con las masas, pero éstas los siguieron ciegamente". Ideas tan "profundas" aplica
igualmente a Rosas, demostrando que el proceso histórico y las figuras que expresan
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JORGE ABELARDO RAMOS
sus grandes momentos constituyen para él un jeroglífico inescrutable. Toda la fuerza
de los López o de Rosas (ya analizaremos en próximas notas los juicios de Víctor
Alba sobre este último), radicaba en que expresaban a su modo las aspiraciones de
grandes masas, pero las manifestaba con métodos autoritarios, que son los únicos que
la historia conoce. La moderna democracia inglesa (si dejamos a un lado las
colonias) se basó en la dictadura de Cromwell, como hemos repetido muchas veces.
Lo mismo puede decirse del papel de Robespierre o Napoleón en la historia de Francia. En América Latina, sometida a la formidable presión del capitalismo europeo en
su etapa colonizadora, los políticos como López o Rosas no hacían sino resistir con
todos sus medios primitivos las tentativas imperialistas para transformarnos en una
colonia. En esa misma época las escuadras europeas derribaban a cañonazos las
puertas de China y la India era sometida por la fuerza. Pero la monstruosidad
histórica más evidente de los párrafos citados de Víctor Alba, concierne
probablemente a la guerra del Paraguay. Todos sabemos que esta guerra fue llevada a
cabo por el imperio esclavista del Brasil (apoyado por la diplomacia inglesa) con el
concurso de los "colorados" extranjeristas de Montevideo y del partido de Mitre en la
ciudad de Buenos Aires. Los gauchos riograndenses, la aplastante mayoría del
pueblo argentino y los paisanos uruguayos agrupados bajo la bandera del Partido
Blanco, se opusieron enérgicamente a esa guerra con los hermanos del Paraguay, que
tenía como supremo objetivo, no derribar la "tiranía" de Francisco Solano López,
sino restablecer el imperio del latifundio, expropiar a los campesinos paraguayos y
someter al Paraguay al dominio financiero de la oligarquía anglo-porteña. Así debía
liquidarse la amenaza potencial de reconstruir una gran nación sudamericana, primer
paso hacia una unidad nacional en mayor escala. Solano López era el último gran
caudillo que el imperialismo europeo no había podido domesticar, como había
domesticado ya a Urquiza, hundido en el ocaso de su tierra entrerriana. Esa guerra
fue condenada por los argentinos más eminentes de su tiempo. José Hernández, el
autor de nuestro poema nacional, la estigmatizó en las columnas del diario "El Río de
la Plata". Alberdi, uno de nuestros grandes calumniados y cuya vindicación aún se
espera, escribió mordaces folletos contra "La Nación", que veía en el Brasil Imperial
apoyado en la compra y venta de negros, a la "civilización moderna" y en el pueblo
paraguayo, a la expresión de una "tiranía bárbara". También Carlos Guido Spano,
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hijo del general Guido e ilustre escritor, publicó su famoso ensayo "El Gobierno y la
Alianza", lo que le valió ser encarcelado por Mitre. Las invencibles caballerías
entrerrianas, convocadas por Urquiza, se desbandaron, pues no querían luchar contra
el Paraguay, sino contra el Brasil. Aún resonaban los cañonazos de la heroica
Paysandú, la primera ciudad sudamericana reducida a ruinas por el bombardeo de la
escuadra brasileña, y los gauchos de Entre Ríos, como todo el interior argentino,
estaban junto al Paraguay y en contra del Gobierno Porteño, antinacional por naturaleza y por tradición.
La persistencia de esta falsificación histórica nos está indicando de que no se trata
de un duelo documental, sino de un problema político no zanjado todavía. Las
fuerzas modernas de la contrarrevolución se apoyan en este fraude para impedir que
los pueblos latinoamericanos tomen posesión consciente de su pasado. El
imperialismo no permanece indiferente ante este género de cuestiones; las armas del
debate histórico son armas del arsenal político. Las masas de hoy continúan a las
masas de ayer. Los montoneros de lanza encuentran su línea sucesoria en los
trabajadores industriales de nuestros días. De ahí la importancia de la devolución de
los trofeos al Paraguay y del silencio con que la oligarquía argentina acompañó ese
acto.
IMPERIALISMO Y BARBARIE AGRARIA
Víctor Alba examina el problema agrario de América Latina, de suyo complejo
para pretender abrazarlo en tres o cuatro páginas. Continúa en este dominio un tema
popular en algunas escuelas sociológicas superficiales.
Establece así generalizaciones arriesgadas acerca de una cuestión que no presenta
características similares en Argentina y en Brasil, en Chile o en Honduras. La
agricultura tiene un carácter comunal en algunas regiones de Bolivia, feudal en otras;
pero en la Argentina posee rasgos de tipo capitalista, moderno, donde el latifundio no
es improductivo sino que actúa en general, como una "fábrica de trigo", así como las
estancias son "fábricas de vacas". Esto se refiere sobre todo al litoral cultivable, a
nuestra "pampa gringa". Plantear a la manera de Víctor Alba un panorama
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JORGE ABELARDO RAMOS
homogéneo en América Latina es entrar en un camino equívoco; podrá satisfacer en
la Argentina a los seudo teóricos que hablan de "tierra y libertad" y que no hacen otra
cosa que representar el apetito de renta de la tierra del colono capitalista, cuyas
divergencias con el jornalero agrícola (¡Estatuto del Peón!) son mayores que con el
terrateniente, a quien lo vincula una común hostilidad hacia el IAPI. No debe
olvidarse que este último representa la voluntad nacional de administrar esa renta de
la tierra en beneficio del país entero —y no en el provecho particular del burgués
agrario ni del terrateniente. Víctor Alba ignora este aspecto de la cuestión, del mismo
modo que pasa por alto el hecho de que la barbarie agraria "artificialmente
conservada constituye una de las plagas más siniestras de la economía
contemporánea", según opinaba un distinguido investigador. ¿En qué consiste esta
barbarie? En el hecho de que en Perú, en Bolivia y en muchos otros Estados
latinoamericanos todavía se labra la tierra con arado de madera, se efectúan pagos en
especie, se rinden tributos de todo orden al "gamonal" o señor feudal, se conserva la
condición de siervo de la gleba y la producción agraria no sale al mercado. Pero
Víctor Alba se reduce a enumerar prolijamente las estadísticas de la concentración de
la tierra en pocas manos, lo que nada indica en sí mismo, si se prescinde de evaluar la
productividad de esos latifundios y las condiciones concretas de vida de quienes
trabajan en ello. El autor de "El movimiento obrero en América Latina" deja en
silencio otro elemento no menos importante de la cuestión, que es el elemento
decisivo: el imperialismo. El capital imperialista constituye el más sólido puntal del
feudalismo nativo, en quien se apoya para sofocar el surgimiento de una industria
nacional y someter políticamente a los pueblos latinoamericanos. Víctor Alba
demuestra claramente la falacia de su método al plantear la cuestión agraria sin
mencionar al imperialismo. Pero tampoco explica en su libro el proceso de
balcanización del continente, íntimamente ligado a la cuestión agraria y al papel
extorsivo del imperialismo.
EL DRAMA DE LA BALCANIZACION
La invasión napoleónica planteó en España una guerra nacional que tendía
especialmente a remodelar la estructura social y jurídica de la vieja España feudal y
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DE OCTUBRE A SETIEMBRE
abrir el camino al triunfo de la burguesía revolucionaria. Así surgieron las Juntas
Provisionales que, cubriéndose bajo el nombre de Fernando VII, atacaban en realidad
su influencia política, y fundándose en la soberanía popular, intentaban batir simultáneamente al invasor extranjero y al feudalismo sobrevivido. El genuino
liberalismo español, revolucionario en su época, extendió su influencia de manera
irresistible a través de toda España y de todo el Imperio español, es decir, de América
Latina que encuentra su punto de arranque, su energía revolucionaria y su ideología,
en la revolución nacional española, de la cual formaba parte indisoluble. Es así como
en América los españoles liberales y los criollos liberales forman ya un frente único
contra los elementos conservadores absolutistas y reaccionarios (tanto criollos como
españoles) que representaban las fuerzas del pasado.
La complejidad de este proceso determina que a medida que las Juntas
Provisionales populares y revolucionarias de España se debatían en sus
contradicciones
internas
y
eran
finalmente
derrotadas,
los
movimientos
revolucionarios de América Latina quedaban librados a sus solas fuerzas y debían
tomar, ante el triunfo de la reacción desenfrenada llevada a cabo por la restauración
de Fernando VII, el camino de la independencia. Es así como el Imperio español se
desgaja y América debe encontrar por sí misma su destino. En este momento los
agentes del imperialismo inglés entran en contacto con la revolución hispanoamericana dislocada, desarrollando sus intrigas para impedir la consolidación de una
sola nación latinoamericana. Desprendida de la España liberal derrotada, América
Latina pierde la base materia] de su revolución. A la aspiración de unidad expresada
por San Martín, Monteagudo y Bolívar, sucede en la práctica el triunfo de las fuerzas
centrífugas que operaban en su seno. La escasa población, la pobreza en el desarrollo
de sus fuerzas productivas, las grandes distancias y sobre todo las maniobras inglesas
van creando Estados autónomos con sus propios centros de intereses.
Las maniobras imperialistas sabotean constantemente la formación de los Estados
Unidos de América Central que durante más de un siglo y medio los patriotas de esa
región han intentado organizar. La Confederación Peruano-Boliviana, formada
después de la disolución de la Confederación Andina de Bolívar por el mariscal
Santa Cruz, presidente de Bolivia, también es conducida al fracaso. A partir de 1810
16
JORGE ABELARDO RAMOS
Paraguay vive en el aislamiento completo, lo mismo que el Alto Perú. La política
anglobrasileña da la independencia al Uruguay en 1828, con la aquiescencia de
Rivadavia. Todavía en este siglo veríamos nacer una república más en América I
.atina: Panamá, provincia norteña de Colombia. El papel de los dos grupos
imperialistas más poderosos del mundo en el proceso de nuestra balcanización
nacional es demasiado obvio para que insistamos en él. Víctor Alba, en su libro "El
movimiento obrero en América Latina", ha prescindido de esta cuestión esencial, al
margen de la cual es imposible comprender nuestra realidad moderna.
IDEOLOGÍA EUROPEA Y SOCIALISMO ARGENTINO
En su libro "El movimiento obrero en América Latina", Víctor Alba consagra
algunas páginas a estudiar el nacimiento del sindicalismo argentino y las primeras
manifestaciones públicas del Partido Socialista. Recuerda que el grupo "Worwarts"
tomó la iniciativa de realizar un acto el Io de Mayo de 1890. Un agrupamiento de
delegados de casi todos los sindicatos publicó un manifiesto reclamando la jornada
de 8 horas. Aproximadamente 1.500 personas asistían a la manifestación. "Había
pocos argentinos, de lo cual nos regocijamos", comentaba "La Nación" al día
siguiente.
En efecto, en esa época la inmensa mayoría de los obreros de la ciudad de Buenos
Aires estaba constituida por trabajadores europeos, con una relativa cultura política,
aportada de sus países de origen y que intentaban practicar en la Argentina, un país
semicolonial, donde el imperialismo comenzaba a controlar las palancas
fundamentales de la economía, los mismos sistemas de ideas vigentes en Europa, es
decir, en países muy desarrollados de tipo imperialista.
Esta visión europea de los problemas argentinos se evidenció en la ideología que
el grupo dominante del Partido Socialista dirigido por los Dres. Juan B. Justo y
Nicolás Repetto impuso al resto de la agrupación. Partidario denodado del
librecambio y del "país granero", enemigo jurado de "las industrias artificíales" en la
Argentina, el doctor Juan B. Justo expresaba en nuestro país los intereses del capital
extranjero en el campo obrero y pequeño burgués. Partido eminentemente urbano,
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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porteño, desvinculado de los problemas del resto de la nación latinoamericana,
albergó sin embargo una corriente nacional que fue prontamente desechada por la
dirección del doctor Justo. Se trataba del ingreso de los más destacados
representantes de la nueva generación que intentaban establecer un nexo entre las
nuevas ideas, los problemas nacionales y la unidad latinoamericana. El más notable
representante de esa generación fue Manuel Ugarte, que junto con Leopoldo
Lugones, José Ingenieros y Alfredo Palacios intentaron vanamente imprimir a ese
nuevo partido un carácter nacional. Esta tentativa fue rápidamente eliminada por el
Dr. Juan B. Justo que al modelar una ideología imperialista para el socialismo
argentino ofreció los prerre-quisitos teóricos y políticos para que ese mismo partido
integrase, cada vez que las circunstancias lo requiriesen, un frente reaccionario
contra el pueblo argentino. Por supuesto que Víctor Alba no practica este análisis
concreto; se reduce a consultar en su libro las tendencias del Partido Socialista
francés, o del Partido Laborista británico, completamente insuficientes para explicar
la situación histórica del Partido Socialista argentino. H. García Ledesma ha escrito
con respecto a tales problemas estas líneas notables:
"Si tomamos por ejemplo las ciudades de Buenos Aires, Calcuta y Shanghai,
observamos de inmediato que las tres están en la desembocadura de tres grandes ríos
(el Paraná, el Ganges y el Yang-tsé), las tres tienen todas las características de
ciudades-puerto de crecimiento completamente desproporcionado con el raquitismo
del interior de los países respectivos. Mientras el "interland" agoniza, en la ciudadpuerto el nivel de vida es relativamente elevado y se vive no sólo a la manera
europea sino también se asimilan las más refinadas expresiones del pensamiento
occidental. Como no son sino creaciones artificiales del imperialismo colonizador, el
clima ideológico en que viven las mismas tiende a separarlas: del resto de la nación,
clima que es alentado por la burguesía comercial. En el campo obrero, la ideología
puramente socialista adquiere amplio desarrollo ya que surgen algunas industrias
elaboradoras de materias primas. Y así como en Europa la lucha de la clase obrera
tiene un consecuente carácter antiburgués, este tipo de socialistas aplica
mecánicamente las posiciones antiburguesas sin sospechar que las tareas a cumplir
18
JORGE ABELARDO RAMOS
con la clase obrera deben ser complementadas por las tareas democráticas que el país
en su conjunto reclama imperiosamente".1
En el caso argentino el partido del Dr. Justo tradujo la política de los grandes
partidos social-demócratas de los países imperialistas a nuestro medio social: en la
política práctica centró su lucha contra el radicalismo, que bajo la jefatura de
Yrigoyen representaba en esa época ía tradición federal y democrática argentina
antes de morir para la historia. De este modo, convirtióse el Partido Socialista en el
principal aliado en la Capital Federal de la aristocracia terrateniente y del
imperialismo.
DE MANUEL UGARTE A AMERICO GHIOLDI
En la obra que comentamos, la historia del Partido Socialista de la Argentina es
apreciada con ojos europeos; es preciso confesar que desde ese ángulo se vuelve
ininteligible. En 1913 abandona sus filas el más eminente de sus afiliados, Manuel
Ugarte, abanderado de la unión latinoamericana, que vivió más tarde cuarenta años
alejado del país colonizado. Un año después, el Partido Socialista apoyaba el ingreso
argentino en la guerra imperialista, contrastando su actitud con la hostilidad del
pueblo argentino hacia ese conflicto. La misma posición adoptaría dicho partido en
presencia de la segunda guerra imperialista en 1939. Los herederos del Dr. Justo
fundarían en esta última oportunidad una entidad —"Acción Argentina"— que,
financiada por el imperialismo, agrupó en sus cuadros dirigentes a Nicolás Repetto,
Marcelo de Alvear, Victoria Ocampo, Julio A. Noble, desarrollando una formidable
campaña destinada a enviar a la generación de 1940 a batirse por los trusts en los
campos de Normandía. Víctor Alba olvida en su libro que la clase obrera argentina y
el pueblo todo hicieron el vacío a "Acción Argentina" lo mismo que al periódico
"Argentina Libre" (órgano del espionaje imperialista), resistiéndose una vez más a
1
H. García Ledesma: "Stalin y la burocracia revolucionaria", Editorial Indoamericana.
Buenos Aires, 1954.
19
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
poner su destino en manos extrañas. Los oradores y agitadores rentados de "Acción
Argentina", que deseaban vender junto con el trigo la sangre de la juventud
argentina, llenaron todo un capítulo vergonzoso en la historia política contemporánea
del país. Muchos de ellos participaron después en el "maquis" proimperialista de
1945. ¿Serán ellos los que pretenden en la actualidad jugar el papel de
"intemacionalistas puros'? El imperialismo todavía los emplea. Es inconcebible que
en un libro dedicado al movimiento obrero en América Latina, pueda prescindirse de
estos acontecimientos, sin los cuales resulta
incomprensible
el
proceso
revolucionario que vive la Argentina a partir de las jornadas de octubre de 1945.
En su libro, Víctor Alba califica a Antonio De Tomaso como de "antiimperialista"
y al Partido Socialista Independiente que se formó en 1927, como a un partido
socialista de "tendencia nacionalista". Es evidente que nuestro autor ignora el
proceso político argentino o, para decirlo más claramente, lo desfigura. El Partido
Socialista Independiente dirigido por Federico Pinedo y por Antonio De Tomaso
representaba dentro del Partido del Dr. Justo la tendencia más crudamente
oligárquica y proimperialista. Esto fue ampliamente probado, pues Federico Pinedo
se convirtió en el teórico financiero más notorio de la "década infame" y en el
abogado más hábil del capital extranjero, mientras que Antonio De Tomaso presidió,
como Ministro de Agricultura del general Justo, la política agraria de la restauración
oligárquica.
La crisis económica mundial de 1929 fue una de las causales esenciales de la
caída del Presidente Yrigoyen que, muy anciano ya y conservando toda su
popularidad, fue incapaz de limpiar con mano enérgica la corrupción administrativa
de su régimen. Como en todos los movimientos populares o revolucionarios, junto al
caudillo se habían instalado los arribistas y los burócratas, dispuestos a estrangular en
el mejor momento a la revolución que usufructuaban. Así viose a Yrigoyen jaqueado
no sólo por la oligarquía a la que había vencido políticamente, pero a la que no había
destruido, sino por su propio partido, cuyo elenco dirigente tendía a sabotear las
débiles conquistas logradas y a esclavizar a su propio jefe. Lejos de dominar a su
partido y a su gobierno, Yrigoyen se vio paralizado por la burocracia, cuya única ley
20
JORGE ABELARDO RAMOS
interna es sobrevivir. Los coletazos de la crisis mundial y su avanzada orlad
permitieron a la oligarquía planear una campaña de desprestigio e intimidación
nacional destinada a arrojarlo del gobierno. Los socialistas ocuparon su lugar en esta
empresa.
LISANDRO DE LA TORRE Y EL STALINISMO
La Alianza Demócrata-Socialista fue en realidad un frente antirradical, que tendía
a cubrir con un sello legal las elecciones fraudulentas, y a Lisandro de la Torre con
un signo "democrático". A partir de esta especie de espaldarazo socialista sobre los
títulos cívicos del político santafecino, de la Torre adquirió de pronto, con el
beneplácito general, un aspecto político totalmente inesperado, como el de
constituirse en el único antiimperialista de esa década. Tal era la postración del país,
tal era el aniquilamiento a que la oligarquía y el imperialismo habían reducido a
todas las fuerzas auténticamente antiimperialistas y nacionales de la Argentina, que
Lisandro de la Torre apareció mereciendo el título de "fiscal de la patria", "senador
antiimperialista" y otros semejantes. El hombre que representaba en la política de
Santa Fe el sur europeo contra el norte criollo y los intereses de la burguesía rosarina
contra la tradicional Santa Fe, del mismo modo que encarnó a los intereses de los
chacareros contra los peones, el político que hablara despectivamente de la "reacción
gauchesca del radicalismo", el socio del Jockey Club y del Círculo de Armas, de
donde saliera ungido diputado nacional, el fundador de la aristocrática Liga del Sur,
el admirador de los sangrientos procesos de Moscú, fue, en la década de 1930-40, el
único "antiimperialista" que la oligarquía toleró, puesto que al fin de cuentas sus
divergencias con esta oligarquía no eran fundamentales sino accesorias. En el famoso
debate sobre las carnes defendió a los ganaderos menores del Litoral que deseaban
una participación substancial en las cuotas de exportación, monopolizadas por los
grandes invernadores bonaerenses. Los comunistas de esa época —siempre a la
pesca de algún cipayo con ribetes izquierdistas a quien prodigar incienso —lo
aclamaron como a un luchador antiimperialista, cosa que nunca fue ni pretendió ser.
En realidad, Lisandro de la Torre fue toda su vida —por temperamento, por convicción, por intereses— un conservador de mentalidad europea, en quien advirtió
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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Georges Clemenceau dotes para "gobernar a los argentinos". En un período en que
toda política "de izquierda" manejada por el imperialismo democrático se cifra-ha
alrededor de la 'lucha contra el fascismo", la figura de Lisandro de la Torre simbolizó
la parálisis de las energías revolucionarias del país, sometido a la férula de potencias
extrañas. Los comunistas, invariablemente al servicio de la diplomacia del Kremlin,
encontraron en el ganadero santafecino a la personificación del funesto Frente
Popular. De ahí el endiosamiento posterior de De La Torre, cuyo liberalismo
desteñido estaba tan lejos del jacobinismo clásico como la clase vacuna a la que
pertenecía de encabezar un movimiento de recuperación nacional.
JUAN B. JUSTO O EL PATRIOTISMO INGLES
En su libro "El movimiento obrero en América Latina", Víctor Alba, al referirse
al Dr. Juan B. Justo lo califica como representante de la tendencia reformista en el
movimiento obrero. Esto es rigurosamente falso y revela claramente que nuestro
autor ignora uno de los rasgos fundamentales de nuestra época. En efecto, el mundo
actual se divide en dos grandes sectores: los países oprimidos y los países opresores,
las metrópolis y las colonias o semicolonias. Este hecho esencial determina que los
partidos políticos de una nación imperialista desempeñen un papel diferente al de
aquellos partidos que actúan en una nación semicolonial.
En el caso de los partidos socialistas metropolitanos había ocurrido el fenómeno
bastante conocido de una creciente identificación entre los socialistas y la potencia
imperialista nacional (Francia, Inglaterra, Bélgica) a consecuencia de las ventajas
que esa burguesía imperialista otorgaba a las capas privilegiadas de la clase obrera en
el período idílico de la expansión imperial. Pero en los países semicoloniales, por lo
general, los partidos socialistas adquirían forzosamente un carácter antiimperialista
reflejando la peculiar situación del país oprimido por el capital extranjero. La
posición de estos partidos socialistas en los países semicoloniales revestía entonces
un carácter especial: o tendían a idealizar el papel monitor de su burguesía nacional
en su lucha contra el imperialismo extranjero (como el Partido Socialista de la India)
o, en casos muy excepcionales, era el intérprete en la escena local de los intereses de
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JORGE ABELARDO RAMOS
ese mismo imperialismo. Si en algún país esto se dio con caracteres diáfanos fue
precisamente en la Argentina y el Dr. Justo fue su más fervoroso teorizante. En todos
los aspectos de su programa y de su práctica el Partido Socialista bajo la dirección
del Dr. Justo y posteriormente del Dr. Nicolás Repetto, se transformó en el portavoz
de esos intereses antinacionales. Un notable testimonio de esa posición se advierte
recorriendo, aunque sea muy sumariamente, las obras del Dr. Justo. Veamos qué es
lo que dice sobre la política económica nacional:
"El patriotismo mal entendido es una de las causas de nuestra mala política.
Todavía hay estancieros a quienes se les llena la boca cuando hablan de la industria
nacional... La tontería es no darse cuenta de que esta protección se hace en
detrimento de su propia industria, de la ganadería y de la agricultura, bases del
bienestar y del adelanto económico del país... Es preciso que hacendados,
agricultores y molineros, que producen para la exportación, se den cuenta de que, en
lo que se refiere a nuestras relaciones con los mercados extranjeros, sus intereses son
completamente opuestos a los de los fabricantes, que producen para el consumo y
tratan de aislar nuestro mercado..." Esto es bastante claro, sin duda, pero no es todo.
El conocido precursor de la Unión Democrática agregaba: "A los fabricantes les
conviene cerrar el país al comercio extranjero para monopolizar el mercado y vender
sus productos más caros. Los estancieros, agricultores y molineros necesitan, por el
contrario, abrir de par en par al comercio las puertas del país, para que nuestras
relaciones de cambio con los países consumidores de carne, cuero, lanas, trigo,
harina, etc., sean sostenidas, facilitadas y ensanchadas. Para esto no basta con tener
buenos puertos. Es necesario también que las leyes de aduana no alejen de ellos al
comercio extranjero
Es así, como intérprete de la oligarquía librecambista que vendía sus productos en
Europa y para nada necesitaba de la industria ni de los obreros argentinos, que hizo
su aparición en la política argentina Juan B. Justo. Son palabras de 1893, y esa línea
del fundador jamás fue quebrantada por su partido. ¿Cómo habrían de afluir hacia
sus filas los obreros argentinos? Tampoco los reclamaba Justo: la pequeña burguesía
imperialista de la Capital Federal sabía que su lugar estaba allí.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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JUAN B. JUSTO Y LOS PEONES MEXICANOS
Hemos visto en notas anteriores de qué manera el análisis de Víctor Alba sobre el
Partido Socialista argentino peca de superficial. En su libro "El movimiento obrero
en América Latina" queda demostrado de manera concluyente este aserto. Aludíamos
ayer a la posición librecambista y oligárquica que el Dr. Juan B. Justo sostuvo
durante toda su vida (ejemplo que siguieron sus epígonos) en la política económica
argentina. El internacionalismo del Dr. Justo, su presencia en numerosos congresos
de la II Internacional dirigida habitualmente por los primeros ministros de Europa
Occidental o de Escandinavia y por ex primeros ministros, no era de naturaleza tal
como para alarmar a la burguesía mundial. Por el contrario, ese tipo de
"internacionalismo" era exactamente el que les convenía a las potencias imperialistas
para narcotizar los movimientos de liberación nacional de las colonias. Ya se ha
dicho que frente a la "estrechez nacionalista" de Gandhi, hasta un ministro de Su
Majestad Británica como Mac Donald se sentía "internacionalista", ya que un
partidario de una potencia opresora puede manifestar un punto de vista mucho más
"universal" que un luchador de un país oprimido. Si el socialista Nehru era en la
India un político de izquierda que luchaba por la independencia de su país, mientras
que Attlee era en Inglaterra un socialista que representaba los intereses de su propio
imperio, ¿qué papel jugaba en la Argentina el Dr. Justo?
En verdad, el Partido Socialista cometía una doble traición: al proletariado como
clase y a la Argentina como semicolonia oprimida. Toda la ideología del Dr. Juan B.
Justo estaba penetrada de un desprecio orgánico hacia las aspiraciones nacionales de
los pueblos. Las conquistas territoriales norteamericanas en México arrancaron al Dr.
Justo estas observaciones: "Ya había salido de los Estados Unidos el primer buque a
vapor que surcara los mares, ya cruzaban aquel país vías férreas y líneas de
telégrafos, ya sus instituciones políticas llamaban la atención del mundo y todavía el
dictador Santa Ana se oponía en México a la construcción del primer ferrocarril,
porque según él iba a quitar el trabajo a los arrieros. Nada de extraño, pues, que a
mediados del siglo pasado la exuberante civilización norteamericana en dos pequeñas expediciones militares quitara extensos territorios no al pueblo de México,
formado por miserables y esclavizados peones, sino a la oligarquía de facciosos que
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JORGE ABELARDO RAMOS
lo gobernaban". Esta orientación está en la médula del pensamiento socialista
argentino.
Todo el mundo sabe que en 1945 hubo en la Argentina una revolución y una
contrarrevolución, pero resulta completamente imposible entender aquellos
acontecimientos decisivos de nuestra moderna historia política sin insertarlos en la
serie causal del medio siglo precedente.
Los socialistas que pactaron con Braden en 1945 no lo hicieron en virtud de una
inspiración súbita o de un compromiso nacido de intereses circunstanciales. Yacía en
todo el pasado político de los socialistas, de los comunistas y del radicalismo
antiyrigoyenista y sólo puede ser explicado mediante el rastreo en los orígenes
ideológicos de la Argentina contemporánea. Víctor Alba ha fracasado en esta tarea,
que compete a los argentinos y sin cuya verificación no habrá revolución
trascendente.
EL SOCIALISMO Y LA ESCLAVITUD EN ÁFRICA
El libro que venimos comentando nos muestra con sobria elocuencia que hace
medio siglo estaban dadas todas las condiciones para la servidumbre ideológica de
los partidos políticos coloniales. Véase otro ejemplo de la posición latinoamericana
del fundador del Partido Socialista. Dice el Dr. Justo: "Apenas libres del gobernador
español, los cubanos riñeron entre sí hasta que ha ido un general norteamericano a
poner y mantener en paz a esos hombres de otra lengua y de otras razas. Dudemos
pues de nuestra civilización (latinoamericana)”.
Refiriéndose a ciertas tendencias de izquierda de la II Internacional socialista, que
proponían una expresión de simpatía hacia la lucha nacional del pueblo egipcio
contra el imperialismo británico, el Dr. Justo produjo este notable aforismo: "Se
pretende embanderar a la Internacional por la independencia política de Egipto sin
que se conozca la menor organización obrera egipcia". Haciendo alarde de un falso
espíritu de clase —¡y sin embargo, nada estaba más lejos de su espíritu!— el Dr.
Justo intentaba ocultar su hostilidad radical hacia los movimientos de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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autodeterminación de cualquier país atrasado. El socialdemócrata imperialista
europeo primaba en él sobre toda otra consideración. Así, al manifestar su completo
apoyo y solidaridad hacia las empresas imperialistas de colonización y el despojo
que habían hecho en África, según una expresión memorable: "una cacería de pieles
negras", el Dr. Justo afirmaba: "No nos indignamos demasiado porque los ingleses
exterminen algunas tribus de negros en África Central... ¿Puede reprocharse a los
europeos su penetración en África porque se acompaña de crueldades?" Para el Dr.
Justo y para todos los socialimperialistas de la Argentina, el imperialismo era la
civilización y la técnica que arrasaban con los viejos métodos productivos de pueblos
bárbaros y que en consecuencia tenían un evidente sentido progresista. Cada vez que
las circunstancias lo requerían, Justo y sus discípulos se colocaban invariablemente
en contra de los pueblos débiles y en favor de las potencias opresoras. De esta
manera el antimarxista Justo se valía de un sofisma pseudomarxista para justificar el
atropello de las grandes potencias contra naciones más vulnerables, con el argumento
especioso de que ese atropello al fin y al cabo traía como consecuencia el desarrollo
de las fuerzas productivas. Por supuesto que si el imperialismo, al penetrar en el
mundo colonial o semicolonial, desarrollara las fuerzas productivas, sería necesario
revisar la estimación actual de ese régimen indudablemente reaccionario. Sin
embargo, nada más inexacto. Por el contrarío, el imperialismo sofoca, deforma y
estrangula el desarrollo económico autónomo de los países coloniales y los acopla
como gigantesca reserva a su maquinaria productiva. Esto determina que para seguir
subsistiendo el imperialismo necesite de esos depósitos de materias primas a la
manera de suplementos de la industria metropolitana. No insistiremos aquí sobre el
hecho sobradamente conocido de que en nuestra época la ausencia de
industrialización es equivalente a la subordinación política, económica y cultural de
un pueblo. El Dr. Justo, no obstante, proponía para su propio país esta subordinación
y la justificaba de una manera sistemática. Veamos otro ejemplo: "Cada pueblo está
obligado a explotar por sí mismo o a abrir a la explotación de los otros, las riquezas
naturales del suelo que considera suyo, so pena de perder su dominio por la
violencia".
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JORGE ABELARDO RAMOS
"Ante feraces llanuras sin cultivo o preciosos depósitos minerales que yacen sin
aprecio, nada detendrá la extensión del progreso técnico aun cuando para realizarlo
sea necesaria la guerra". De esta manera, el jefe del Partido Socialista argentino
otorgaba su plena aquiescencia a la intromisión imperialista en los países
semicoloniales. De aquí a la Unión Democrática no hacía falta dar ningún paso.
CLASE CONTRA CLASE EN LA SEM1COLONIA
La penetración imperialista en la Argentina y sus consecuencias económicas y
políticas no constituyen para Víctor Alba ("El movimiento obrero en América
Latina") un objeto digno de meditación. Prescindir de esta decisiva influencia en la
formación de la Argentina moderna es cerrarse el camino para una visión coherente
de nuestra realidad. ¿Cómo explicar la existencia del Partido Socialista fundado por
el Dr. Juan B. Justo soslayando la presencia del imperialismo?
No formulamos aquí una asimilación forzada. El aluvión inmigratorio de fines de
siglo se volcó en nuestro litoral cultivable. Las potencias europeas requerían que
nuestro país se transformase en gran productor de cereales, para establecer un
sistema económico imperial: en los barcos extranjeros de retorno venían los
productos industriales que no sólo permitían un alto nivel de vida a los obreros
europeos, sino que impedían que la población criolla, atraída por una industria
imposible, gozase de ese mismo "standard". Pero a partir de la crisis mundial de
1873, comenzaron a crearse en la Argentina ciertas industrias de elaboración,
derivadas de nuestra producción agraria y que encontraron su centro en la ciudad de
Buenos Aires. El imperialismo no sólo trajo entonces artículos fabricados de cierta
complejidad, sino que también importó obreros europeos. La composición nacional
de nuestro proletariado urbano a principios de este siglo era fundamentalmente
extranjera. La propia población argentina estaba balanceada por otra mitad de
nacionalidad europea que imponía su peso numérico e ideológico en la vida nacional.
La función del Partido Socialista del Dr. Justo no fue infundir a esos obreros
extranjeros una noción precisa de que estaban viviendo en un país semicolonial
oprimido por el imperialismo, sino a ratificar en su conciencia política las mismas
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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nociones de "clase contra clase" que había constituido el alfabeto político del
proletariado de Europa. Esto determinó que la clase obrera de la Capital Federal
quedase aislada del resto del país, no-obrero y atrasado, y aspirase a resolver sus
problemas independientemente del destino general de la Argentina y de América
Latina. Pusieron así sus "intereses gremiales por encima de sus intereses de clase", ya
que el proletariado no podrá liberarse a sí mismo sino en la medida que interprete las
necesidades de las vastas masas trabajadoras no proletarias de la Nación. El divorcio
de los intereses de la clase obrera porteña de las reivindicaciones del pueblo argentino del interior, fue tarea política preeminente del Partido Socialista, que alentó
en los obreros europeos recién llegados los prejuicios imperialistas que los
trabajadores del Viejo Mundo alimentaban frente al atraso del mundo colonial. Así
nació, entre otras cosas del género, el famoso desprecio del Dr. Justo hacia la
"política criolla".
Pero cuando decimos que los socialistas aislaban a los obreros de Buenos Aires
del conjunto del país, aún debemos precisar que su trabajo de "desnacionalización"
se ejercía primordialmente en un sector especial de la clase obrera. En efecto, la
clientela política del Partido del Dr. Justo se cifraba en aquellos gremios más
conservadores, mejor pagados y con mayores beneficios sociales. En general, los
socialistas llegaron a adquirir influencia en aquellos gremios ligados a las empresas
imperialistas y a los cuales el imperialismo otorgaba ciertas concesiones
precisamente a cambio de conquistar su neutralidad política. Así nació el
sindicalismo "amarillo", así vióse el caso de que la CGT de hace veinte años sólo
agrupara a un número increíblemente reducido de trabajadores (no más de 200.000)
mientras la gran mayoría de los obreros peor pagados y más explotados del Gran
Buenos Aires y del interior permaneciese sin organizar y sin poder, en consecuencia,
conquistar el menor derecho. El Partido Socialista fue, por definición, un partido
urbano, municipal, votado por la oligarquía para arrebatar a los yrigoyenistas el
control parlamentario en Buenos Aires y mimado por la prensa paquidérmica por su
"espíritu constructivo". Mientras millones de argentinos agonizaban de hambre en las
provincias que un día fueron provincias ricas, el Partido Socialista, aprovechando la
abstención radical de 1932, llevaba al parlamento cuarenta y tantos diputados,
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JORGE ABELARDO RAMOS
legalizando así un régimen nacido del fraude más escandaloso en la vida cívica de la
República. Los "concurrencistas" de 1932 —el período de la contrarrevolución
oligárquica— serían "abstencionistas" en 1954 —el período de una revolución
popular triunfante—. Los epígonos de Juan B. Justo habían sabido aprovechar sus
lecciones.
INMIGRACIÓN Y NACIONALIDAD
Víctor Alba oscurece con una nube de abstracciones el verdadero pensamiento de
los socialistas argentinos. Así, consagra varias páginas de su obra a examinar la
polémica del Dr. Justo con el Prof. Enrique Ferri, en la cual el socialista italiano
negaba la posibilidad de existencia de un Partido Socialista en la Argentina por
tratarse de un país agrícola. En realidad Ferri no había ido al fondo de la cuestión. Se
trataba de que en las condiciones semicoloniales de la Argentina, el Partido
Socialista no podía representar únicamente los intereses del reducido proletariado de
esa época, prescindiendo de las necesidades, aspiraciones y reivindicaciones de todo
el resto de la población no proletaria.
Si Juan B. Justo sostuvo la tesis contraria, fue precisamente porque era de alto
interés para el imperialismo y la oligarquía nativa impedir la asociación del
pensamiento socialista urbano con las grandes masas trabajadoras del interior del
país. Ocurría que el proletariado de aquella época de la Capital Federal —como lo
hemos dicho ya— era primordialmente europeo, mientras que el interior argentino,
atrasado, pobre, olvidado, estaba formado fundamentalmente por criollos. El europeo
Justo, del mismo modo que el europeo Lisandro de la Torre, al cual nos hemos
referido, sentían un desprecio declarado por los argentinos nativos.
Esto podrá parecer sorprendente, pero ya estaba expresado en el número 1 de
1896 del diario "La Vanguardia". Veamos qué es lo que decían los socialistas hace
medio siglo: "Han llegado un millón y medio de europeos —escribía el Dr. Justo—
que unidos al elemento de origen europeo ya existente, forman hoy la parte activa de
la población, la que absorberá poco a poco al viejo elemento criollo incapaz de
marchar por sí solo hacia un tipo social superior". El pueblo argentino no había
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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necesitado personas como el Dr. Justo para rechazar las invasiones inglesas, hacer
frente a los bloqueos imperialistas, mantener las autonomías regionales a punta de
lanza y construir la Nación. Ya decía el viejo Sarmiento en los últimos años de su
vida (después de haber sido el teórico de la inmigración) que había que hacer frente a
la barbarie cosmopolita: tal es la expresión que le atribuía Ricardo Rojas, en la época
en que éste todavía osaba mirar sin rubor hacia el pasado, mucho antes de que "La
Nación", el diario de los Mitre, pidiera para él el Premio Nobel. Así quedará
explicada fácilmente la repugnancia con que los socialistas de Nicolás Repetto veían
aparecer hace 10 años con ímpetu irresistible a los "cabecitas negras", es decir a los
obreros argentinos, en la vida política del país. Este desprecio no era casual, sino que
estaba prefigurado en el propio origen del Partido Socialista.
En un artículo escrito precisamente en el diario "La Nación", Juan B. Justo decía:
"Las montoneras eran el pueblo de la campaña levantado contra los señores de las
ciudades... clase bárbara y débil, el paisanaje tenía que sucumbir y sucumbió". Pero
como ya se ha demostrado —lo prueba la historia viviente de nuestros días— no
debía sucumbir y no sucumbió.
En su gigantesca incomprensión de la lucha política nacional, Juan B. Justo no
perdió oportunidad de referirse irónicamente a la presunta falta de sentido de las
luchas políticas argentinas. Así decía: "La lucha entre yrigoyenistas y
antiyrigoyenistas consiste en saber quiénes van a manejar los dineros públicos". Esta
lucha, en cierto sentido se remonta a los orígenes mismos de la República, puesto
que en esa época el yrigoyenismo representaba la continuidad histórica de las masas
federales democráticas, de las montoneras, de los viejos caudillos, de la plebe urbana
del partido alsinista, de los oscuros y aguerridos cuadros del primer ejército de línea,
fundamento de la política de Roca. El propio radicalismo habría de morir
históricamente con la desaparición de Yrigoyen y sus masas encontrarían en 1945 un
nuevo camino. Juan B. Justo permanecería siempre al margen de las grandes
tendencias políticas nacionales, puesto que su ideología era un simple reflejo
vacilante de los partidos europeos.
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JORGE ABELARDO RAMOS
EL IMPERIALISMO COMO FACTOR DE PROGRESO
Decíamos ayer, en nuestro análisis sobre el socialismo argentino, que el Dr. Juan
B. Justo siempre había subestimado lo que él llamaba la "política criolla", sus luchas
intestinas, su drama y su violencia. Todo esto era para el fundador del Partido
Socialista una expresión de nuestra barbarie autóctona, como lo habían sido para sus
antecesores los montoneros de nuestra epopeya nacional. El manejo del Estado era
para Justo un asunto de buena teneduría de libros. Del mismo modo que para "La
Prensa", "La Nación", la oligarquía y el imperialismo, también para los socialistas el
problema argentino fundamental consistía en un gobierno barato, erigido sobre
medio muerto de hambre, con una policía eficiente y una aduana activa sin
trabas arancelarias. Esta política que fue sacrosanta para el Dr. Justo y os socialistas,
era funesta al país semicolonial, en donde la acción del Estado
adquiere una
importancia extraordinaria precisamente por la escasez de capitalización propia y la
ausencia de una burguesía con conciencia de los intereses nacionales. Aparece
entonces la necesidad de que el Estado sirva de banquero para la industria pesada,
promueva grandes obras públicas y ejerza el papel de arbitro en los Conflictos
sociales, de tal manera que, por vías legales o autoritarias, las clases desposeídas
puedan percibir una parte de la renta nacional. Puesto de espaldas a la historia y a la
vida argentinas, el Dr. Justo podía escribir: En mis tiempos de joven llegué a
comprender que esta intransigencia de los partidos de la política criolla, que en
algunos de ellos pasa a ser la principal bandera, era uno de los peores vicios de
nuestra política". Para el Dr. Justo "uno de los peores vicios de nuestra política" era
la intransigencia frente a la oligarquía y al imperialismo que Yrigoyen, con todas sus
contradicciones y debilidades, logró mantener durante toda su vida: traicionado al fin
por su propio partido, fue expulsado del poder con la complicidad de su burocracia.
Para que el lector tenga una idea plástica de las opiniones del Dr. Justo sobre las
cuestiones del imperialismo en América Latina, transcribiremos "in extenso" una
sustanciosa entrevista que le hizo en 1926 el peruano Eudocio Ravines, más tarde
conocido agente internacional del Kremlin y que terminara vendiéndose al
imperialismo. Relata Ravines: "—¿A tu país le perjudica el imperialismo?, preguntó
Justo.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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—Sí, compañero, como ha perjudicado a Panamá, a Cuba, a Centroamérica, a
México, a Santo Domingo y a Haití con la guerra y la ocupación.
-Los hechos a que te has referido son de carácter militar, episódico, que irán
siendo abolidos a medida que haya mayor comunidad de intereses. Hay un poco, a
pesar de todo, de choque entre la civilización y la no-civilización; entre lo progresivo
y lo estacionario. ¿En tu país hay muchas empresas extranjeras? ¿Pagan salarios a los
obreros?
—Sí, les pagan jornal y les dan casa.
—Bien, bien... ¿y los grandes propietarios de la tierra?
—Bueno, en las grandes estancias azucareras, sí pagan jornales a los obreros. Les
dan casa y también ración de alimento.
—Bien, esas son las haciendas organizadas de tipo capitalista. ¿Pero, en las otras
haciendas?
—Allí no pagan salarios los hacendados.
—Pues, dime ahora con toda honradez, de los dos, ¿cuál es el sistema que te
parece mejor?
—…
—Está bien, está bien —dijo Justo, agitando las manos—. Vos vas a ser un buen
socialista; el día que regreses a tu país harás lo posible por formar un Partido
Socialista; pero déjate de imperialismo y de pavadas. Hay que tener sentido,
compañero".
Esta entrevista habla por sí misma. Para el Dr. Justo, el imperialismo es una
pavada. Pero para América Latina no lo es. Que para el Dr. Justo el imperialismo
constituía algo así como una gran empresa de filantropía internacional adonde se
reunía la técnica y la ética, lo prueban sobradamente todas sus obras escritas, toda su
práctica política y el Partido que dejó como herencia al país. Su admiración por la
eficiencia del imperialismo inglés no reconocía límites. Escuchémoslo: "Donde como
32
JORGE ABELARDO RAMOS
en Inglaterra, la clase capitalista gobernante comprende tan bien como el pueblo las
verdades del socialismo, ella conserva su preeminencia moral y es capaz de conducir
al país por el camino del progreso". Mañana veremos cómo su pensamiento era
gemelo con la apreciación de los embajadores imperialistas en nuestro país.
FERROCARRILES Y PAMPA GRINGA
Hace cosa de 20 años, en plena década infame, un embajador británico, en una
comida que le ofreció la Cámara de Comercio británica en la Argentina, pronunció
un discurso sorprendente en un hotel céntrico; dijo poco más o menos que "si no
hubiese sido por el capital británico, en ese mismo lugar donde él estaba hablando
habría un farol a kerosene donde un gaucho vendría a atar su caballo". En esa época
en que el país estaba hundido en el pantano del coloniaje, no hubo ninguna voz que
se alzara para contestar al diplomático que el primer ferrocarril construido en la
Argentina, (como lo demostrara irrefutablemente Raúl Scalabrini Ortiz) había sido
instalado, financiado y administrado con ganancia por ciudadanos argentinos y que
sólo la política oligárquica y las intrigas imperialistas habían finalmente logrado
enajenar ese ferrocarril y entregarlo a manos inglesas sin que el capital extranjero
invirtiese un solo centavo. Los famosos capitales aguados constantemente por los
directores de Londres constituyen uno de los capítulos más interesantes de nuestra
colonización financiera. Y bien, el Dr. Juan B. Justo tenía también sus ideas sobre el
problema de los ferrocarriles. Decía: "El Partido Socialista acoge con mucha reserva
los proyectos de nacionalización... prefiriendo la gestión privada a su manejo por
gobiernos corrompidos e ineptos... nuestros ferrocarriles nacionales no dan siquiera
para la conservación de su propio material y son un;a verdadera carcoma de la
riqueza pública... no se desaloje al capital extranjero con medidas violentas y
arbitrarias; déjesele prosperar en cuanto prospere espontáneamente..." Hay aquí
tantas inexactitudes como palabras. Esos ferrocarriles nacionales a que aludía el Dr.
Justo eran los que el Estado había construido con fines de fomento para llevar la
comunicación y el progreso a nuestras llamadas provincias pobres. Eran ramales que
surcaban desiertos enteros. El Ferrocarril Central Norte Argentino abarcaba precisamente aquellas provincias que el capital ferroviario imperialista no estaba
33
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
interesado en desarrollar, puesto que soslayaban el radio de acción de la llamada
pampa gringa, es decir, de todo nuestro litoral cultivable que al producir carnes y
cereales para el consumo metropolitano era la única región argentina bien
comunicada. Los ramales de estos últimos convergían todos al puerto ele Buenos
Aires, destinados a llevar en flotas extranjeras, con seguros y reaseguros extranjeros,
nuestros productos básicos a los puertos ultramarinos. Precisamente toda la
estructura ferroviaria argentina fue diseñada en Londres y coincide con el diseño
ferroviario que otros países coloniales y semicoloniales soportaron de acuerdo con
las necesidades económicas del imperialismo mundial. El Estado argentino había
afrontado con pérdidas la tarea de instalar líneas férreas hacia aquellas provincias
que no estaban contempladas en los intereses imperialistas. Es a esta política estatal
ferroviaria que ataca en las líneas citadas el Dr. Justo, así como sus discípulos
atacarían años más tarde la nacionalización de los ferrocarriles llevada a cabo en
1947 por el gobierno argentino y que entregaba a la voluntad soberana del pueblo
argentino un instrumento esencial de autodominio. Estos teóricos del papel
progresivo del capital extranjero en nuestro país habían de convertirse súbitamente
en fervorosos antiimperialistas, acusando luego al gobierno argentino de haber
pagado excesivamente cara la compra de esos ferrocarriles. Pero este
antiimperialismo era una forma especial de su proimperialismo: se trataba de atacar
una medida revolucionaria. Y en eso estaban de acuerdo todos, socialistas, comunistas, radicales y conservadores. El papel de Juan B. Justo había sido dotar de un
soporte teórico, tan endeble como era, a esa futura política de la contrarrevolución.
EL AUSTERO PACIFISTA
Hablemos ahora un poco del famoso "pacifismo" socialista. Juan B. Justo fundó
un partido que se especializó en organizar ligas antialcohólicas, en difundir la novela
"Fecundidad" de Emilio Zola, en crear entidades mutualistas, en luchar Contra la
propagación del tabaco, en dorar y edulcorar toda su acción política con una capa de
tintura ética. Si bien es cierto que el Dr. Justo no llegó hasta los extremos de los
laboristas británicos que cantan en los coros dominicales de los templos protestantes
de Londres himnos donde se combinan las rogativas al Altísimo con las aspiraciones
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JORGE ABELARDO RAMOS
del programa mínimo, no es menos cierto que uno de los elementos más
característicos de la propaganda socialista argentina ha sido beber a dos carrillos
manantiales de una linfa moral. Aquí no hemos tenido felizmente que contemplar el
espectáculo de Lord Repetto o de Sir Juan B. Justo, como se puede oír hablar en
Inglaterra, en nombre del socialismo, a Lord Balfour o a Sir Walter Citrine. La
asamblea revolucionaria de 1813 felizmente había abolido para siempre de nuestro
país toda clase de título de nobleza o prerrogativa nobiliaria. El partido del Dr. Justo
se distinguió siempre por un denodado pacifismo y un ataque constante a todas las
guerras, particularmente en tiempos de paz, lo que obliga a recordar aquel ejemplo de
que el pacifismo de los socialistas es como los impermeables para días de sol, que no
sirven cuando llueve. Así, en las dos grandes guerras imperialistas, la dirección del
Partido Socialista argentino, pese a la posición de gran parte de sus afiliados, se
colocó enteramente al lado de uno de los dos bandos imperialistas, tan bandidos los
unos como los otros. En el Congreso partidario de 1917 el Dr. Justo declaró:
"Contamos con una escuadrilla de torpederas de mar hechas en 1912 en Alemania,
que deben ser famosas para perseguir y destruir los submarinos alemanes y me
gustaría verlas en este empeño aunque alguna de ellas se hundiera gloriosamente".
Ya hemos hablado por otra parte de la actitud socialista durante la guerra que
empezó en 1939, de la cual fue el principal agente del imperialismo "democrático"
entre nosotros y en la cual se probó no solamente la voluntad de los discípulos de
Juan B. Justo de introducirnos en la hecatombe sino también la capacidad de
resistencia del pueblo argentino para negarse a ser conducido a la misma. Para el Dr.
Justo, nuestro país era una simple dependencia semi-bárbara de las grandes potencias
europeas que habían llegado a un notable grado de civilización técnica, de
evolucionada cultura y de grandeza histórica. Era perfectamente natural, de acuerdo a
mi pensamiento, que cuando estas potencias, en particular Inglaterra, se viesen
envueltas en algún conflicto derivado de su influencia mundial, la Argentina
participase de las tribulaciones bélicas de su poderosa amiga. Este concepto del Dr.
Justo y de los socialistas sobre el carácter subordinado de nuestro país está
claramente manifestado en este sugestivo párrafo: "Somos un pueblo cuyo carácter
nacional es ser internacional ... el mismo capital establecido aquí es extranjero. Aun
las empresas fundadas por extranjeros que han habitado el país o por argentinos
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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mismos, han pasado a ser extranjeras. Se ha internacionalizado el trabajo y la
explotación ... Esta situación nos da una evidente superioridad y podemos ocuparnos
en influir en la marcha del socialismo". El pensamiento del Dr. Justo está aquí
desplegado en su verdadera magnitud. Se trata de que así como la Argentina era una
sucursal agropecuaria de la casa matriz en Londres, también era una sucursal
ideológica del Partido Laborista británico. Mal puede una sucursal influir en las
decisiones de la casa matriz. Lo que corresponde a una sucursal o zona tributaria, es
plegarse siempre, inevitablemente, disciplinadamente, a todo aquello que contribuya
al bienestar general de la empresa, es decir, del Imperio. De ahí que el Dr. Justo
notara con enorme satisfacción el carácter paulatinamente extranjero que iba
adquiriendo todo en la Argentina. Por eso subrayaba el hecho de que empresas
inicialmente de capital argentino se habían transformado en empresas extranjeras.
Según su ángulo de visión, esto contribuía a internacionalizarnos y en consecuencia a
facilitar la expansión ideológica del "socialismo", de "su" socialismo, es decir, del
socialismo laborista británico. Con esta clase de socialistas, el imperialismo erigía un
verdadero baluarte político destinado a impedir que naciera en nuestro país un
partido auténticamente nacional, que reflejase los intereses de la clase trabajadora
argentina.
YRIGOYEN Y JUAN B. JUSTO
Ante la ausencia de garantías electorales que ofrecía el gobierno oligárquico,
Yrigoyen proclamó la más completa abstención electoral para no legalizar con su
concurrencia a los comicios el gobierno del Régimen. Juan B. Justo, para quien las
posibilidades de elegir un diputado eran siempre sagradas, participó en dichas
elecciones no sin antes manifestar con aire satisfecho: "También esta vez la clase
trabajadora de Buenos Aires estará sola frente al gobierno y debemos esperar a que
de hoy en adelante sea siempre así". Destaquemos el hecho de que para el Dr. Justo
la misión del Partido Socialista consistía en ser la oposición profesional del gobierno,
el sector que desde la Cámara de Diputados hurgase con el dedo índice los libros de
pérdidas y de ganancias, las cuentas de la Tesorería de la Nación. No les interesaba
conquistar el poder político para independizar y engrandecer al país bajo la con-
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JORGE ABELARDO RAMOS
ducción de la clase trabajadora, sino desempeñar modestamente el papel de
meticulosos fiscales del imperialismo, para el cual la vida parlamentaria en una
semicolonia es una válvula de seguridad y de control internacional altamente conveniente. Así, con esta ficción parlamentaria, mantenida por el imperialismo (y
regulada por el fraude), se pretendía impedir la centralización del poder,
indispensable en un país semicolonial que intentaba realizar una revolución liberadora. Cuando el viejo caudillo radical Yrigoyen reivindica los derechos de la
democracia política para las masas impedidas de ejercer su voto, Juan B. Justo
comentaba: "¿Para qué vamos a reclamar nuevos derechos si no hemos sabido hacer
uso de los que ya tenemos? Los derechos políticos están en la República al alcance
de todos los trabajadores, que el día que quieran podrán usarlos en beneficio de su
causa. Pero ni los trabajadores de origen extranjero los han solicitado, ni los nativos
han sabido usarlos con criterio". Esto ocurría en 1910, cuando la legislación social
era prácticamente inexistente, los sindicatos eran frecuentemente allanados por la
policía y las elecciones eran una farsa. Yrigoyen se negaba a legalizar un régimen
semejante; y proclamaba la abstención revolucionaria, mientras Juan B. Justo
"constructivo", "legalista", apuntalaba al sistema oligárquico con su "oposición
reguladora".
EL CIPAYO SOVIÉTICO
En su libro "El Movimiento obrero en América Latina". Víctor Alba estudia la
acción de los partidos comunistas latinoamericanos. Para comprender el sentido de
su análisis es preciso conocer el punto de vista de su autor con respecto al problema
global del comunismo. Según parece, Víctor Alba es una especie de "hombre de
izquierda", orgánicamente antisoviético y antinacionalista, sentimientos que son la
contrafigura de una conmovedora inclinación a enjuiciar la penetración imperialista
en América Latina como un hecho "progresivo". Transcribimos sus propias palabras:
"Contrariamente a las afirmaciones habituales de la propaganda antiimperialista,
salvo en ciertas regiones mineras de Chile y Bolivia y en algunas empresas
petrolíferas de Venezuela y México, las compañías extranjeras pagan los salarios
máximos en uso en cada país. Estos salarios ciertamente son inferiores a los que
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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reciben sus empleados extranjeros o sus obreros en los países imperialistas, pero
constituyen, sin embargo, para los países colonizados, un factor progresivo. El
capital comercial, por otra parte, que penetra detrás del capital industrial, se esfuerza,
por medio de la publicidad y con el sistema de la venta a crédito, de ampliar las
necesidades de las masas". Esta defensa "izquierdista" de la penetración imperialista,
inepta desde el comienzo hasta el fin, corre pareja con su incomprensión del
nacimiento y evolución de los partidos comunistas en América Latina. La política de
estos partidos en nuestro continente no puede ser divorciada de la evolución pública
de la diplomacia soviética en los últimos treinta años y de los procesos moleculares
de la estructura económica rusa. Para comprender bien el hecho notable de que
Victorio Codovilla, un oscuro ciudadano italiano, se encargaba ya en 1920 en
Buenos Aires de cobrar los giros postales dirigidos al órgano del recién nacido
partido comunista y de otras tareas igualmente secundarias, mientras que en pocos
años llegaría a representar el papel más destacado de dicho partido, es preciso
someter a un examen serio no sólo la política comunista en la Argentina, sino
primordialmente a la lejana escena donde se determinaba esa política. Ya es de por sí
un hecho curioso que un partido político argentino (o de cualquier nacionalidad) esté
dirigido por un extranjero. Una anomalía tan extraordinaria tiene su explicación. Por
supuesto que ni Víctor Alba ni ninguno de los apologistas o detractores de la acción
comunista en América Latina se han detenido a considerar el fondo de la cuestión. El
desarrollo de la revolución democrática argentina requiere que en esta etapa de su
carrera vuelva sus ojos hacia el pasado buscando establecer los puntos de
sustentación no sólo de la revolución que hoy vive y se expande sino también los de
la contrarrevolución agazapada. Será extraordinariamente instructivo saber cuáles
fueron las razones históricas y políticas para que el partido comunista argentino
dirigido por un ciudadano extranjero (y que proclamó en palabras su voluntad de
representar al proletariado argentino), estuviese justamente en el bando
contrarrevolucionario cuando esa misma clase obrera dio los primeros pasos de su revolución. El semanario "Orientación", órgano del Partido Comunista argentino, ante
las formidables demostraciones de masas del 17 y 18 de octubre de 1945 y
empantanado en su alianza con Braden, escribió palabras que los obreros no habrán
de olvidar fácilmente: "Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de
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JORGE ABELARDO RAMOS
desclasados haciendo vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes
con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan ninguna clase de la
sociedad argentina. Era el malevaje recluta-do por la policía y los funcionarios de la
Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población". Así hablaba el
grupo de Codovilla de los trabajadores argentinos que estaban imprimiendo en esas
jornadas un nuevo rumbo a la historia del país y de América Latina. En el análisis
circunstanciado de la historia política de ese partido el lector podrá extraer las
conclusiones inevitables.
LA REVOLUCIÓN RUSA DE 1917
La historia política del Partido comunista argentino está orgánicamente ligada al
proceso thermidoriano de la Revolución rusa, que arrastró en su decadencia a la
Internacional comunista. Existe sobre esta cuestión un notable equívoco muy
generalizado, tanto entre los partidarios como entre los adversarios de la Revolución
rusa y de su inspirador, Lenin, que es altamente conveniente disipar. Parece una ley
de la historia que todo partido triunfante engendre una leyenda que tiende a encubrir
la verdadera naturaleza de ese triunfo y la genuina personalidad de sus caudillos. Así,
si algo ha cobrado entre los comentaristas del tema un carácter oficial, es el asunto
del internacionalismo de Lenin. Según todos los comentaristas este internacionalismo
consistía, después de la toma del poder en 1917, en organizar en 1919 la III Internacional comunista y en dirigir desde Rusia, con ese instrumento, la conquista del
poder en todos los países del mundo. Sin embargo, en el espíritu de Lenin, el triunfo
del bolchevismo en Rusia no podría considerarse y adquirir su verdadera significación histórica sin que los obreros de los países occidentales adelantados (en
primer lugar, Alemania), hicieran su propia revolución y una vez conquistado el
poder decidieran planificar la economía europea como un todo, ayudando a la Rusia
bárbara a efectuar el salto desde la economía del "Mir" a los altos hornos.
La crisis mundial derivada de la sangrienta guerra que acababa de terminar, dio la
impresión de que aquel "espectro del comunismo" de que hablaba Marx en 1843 se
había transformado en algo de carne y hueso y que los días del capitalismo europeo
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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estaban contados. La fundación de la III Internacional verificada en marzo de 1919,
fue el corolario de esa generalizada creencia. Sin embargo, bien pronto la realidad
impuso sus fueros. La Revolución Rusa se había producido en un gigantesco imperio
que era al mismo tiempo una cárcel de pueblos por las nacionalidades alógenas que
oprimía y una semicolonia del capital anglo-francés por su dependencia financiera.
La catástrofe de la primera guerra mundial arrojó al zarismo del poder y el
proletariado ruso dirigido por el partido bolchevique, debió realizar las tareas
históricas de una burguesía impotente, acometiendo una revolución democrática para
modernizar la vieja estructura económica y conservando al mismo tiempo el control
sobre una multitud de nacionalidades, herencia del imperio zarista.
En esas condiciones, pese a la inestabilidad europea, las viejas potencias
capitalistas lograron mantenerse en pie, con la ayuda de la social-democracia,
basadas sobre todo en la continuidad de su control sobre los imperios coloniales. La
Revolución Rusa se encontró aislada. Se vio claramente que durante un largo período
Rusia se encontraría bloqueada por la estabilidad capitalista y que el nuevo Estado
llevaba una tragedia en sus entrañas. Los cuatro primeros Congresos de la
Internacional Comunista también probaron que sus participantes no habían
comprendido nada o casi nada de la experiencia rusa. El propio Lenin habría de
declararlo en el discurso pronunciado en el IV Congreso de la Internacional
Comunista realizado en 1922. Muy enfermo ya, ese discurso habría de ser el último
que pronunciara en la vida de la III Internacional. En ese texto, notable por muchos
conceptos, Lenin se refería a tres problemas de importancia preeminente: la
aplicación de la Nueva Política Económica (impuso el desarrollo capitalista), las
concesiones económicas a los capitalistas rusos y extranjeros, y el fracaso de la
Tercera Internacional para aplicar en el resto del mundo la experiencia rusa.
LENIN Y LA BURGUESÍA INDUSTRIAL
Después de una extenuante guerra civil alimentada por las potencias imperialistas
europeas para doblegar al joven Estado soviético, la economía rusa se encontraba
sumida en la postración más completa. El llamado "comunismo de guerra" había sido
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JORGE ABELARDO RAMOS
un recurso temporal para poner en pie al Ejército Rojo, compuesto de cinco millones
de hombres, y suministrarles por medios compulsivos los equipos y elementos
necesarios. Pero el país estaba agotado. La NEP o sea la Nueva Política Económica,
significaba en sustancia que el joven Estado cuya dirección política estaba en manos
de los bolcheviques y del proletariado urbano, ofrecía amplias concesiones al
pequeño comercio, a la pequeña industria, a la iniciativa privada y a los campesinos
acomodados, con el objeto de estimular vigorosamente una mayor productividad
nacional. Las audaces medidas que contaron con la oposición de parte del partido de
gobierno, fueron llevadas a cabo de manera inflexible por el nunca desmentido
realismo político de Lenin
En el discurso que pronunció ya en el límite de sus fuerzas físicas y al cual
aludíamos anteriormente, declaraba: "las concesiones que nosotros hemos ofrecido al
capital privado y que habían inquietado a muchos de nuestros camaradas —aquí y en
otras partes— han encontrado pocos empresarios: los capitalistas se aproximan y
después se van porque no encuentran aquí lo que ellos buscan: un remedio inmediato
a sus dificultades presentes. Tal es la situación. Sin duda hemos cometido muchas
tonterías; nadie lo sabe mejor que yo".
Informaba a continuación que ya se habían constituido algunas sociedades mixtas
con capitalistas rusos y extranjeros, unas diecisiete sociedades en total. Comentando
este hecho afirmaba: "Cuando los capitalistas ordinarios, rusos y extranjeros, toman
parte en una sociedad mixta con los comunistas nosotros decimos: Bien, haremos
pues alguna cosa, tan poco como esto sea, bien, tan escaso como parezca, es siempre
un comienzo... Los capitalistas no habrían venido hacia nosotros si las condiciones
más elementales para su actividad hubieran faltado. Si aún una parte mínima de ellos
se ha comprometido, esto muestra que nosotros hemos obtenido una victoria parcial."
Las concesiones que el gobierno soviético realizaba en esos momentos frente a los
capitalistas extranjeros, estaban destinadas a poner en movimiento una industria
abatida por las consecuencias de la guerra civil y por la inepcia de la naciente
burocracia. Dentro de ciertos límites, para un país atrasado que realiza una
revolución democrática y cuya tarea preliminar es industrializarse, la única garantía
frente a las concesiones al capital extranjero debe cifrarse en la política revolu-
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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cionaria del Estado y en el apoyo de las masas a esa política. Explicando las razones
de la NEP, Lenin decía: "La prueba debe ser real: a nuestro lado actúa el capitalista,
es un mercader, busca beneficios, pero sabe su oficio. Ustedes ensayan una forma
nueva: ustedes no hacen beneficios, ustedes actúan según los principios comunistas,
el ideal de ustedes es un panorama sublime y ustedes parecen dignos de ser beatificados y expedidos vivos al paraíso, pero ¿saben hacer bien ese trabajo?"
Resulta evidente que Lenin intentaba realizar en ese momento una tarea semejante
a la que Mao Tse-tung consuma ahora en China: obtener el apoyo de la burguesía
industrial para desarrollar la economía nacional, industrializar el país, elevar el nivel
de vida de las masas, bajo el control del proletariado y su partido. El jefe del Estado
soviético veía con alarma creciente que por una razón u otra, los capitalistas privados
se negaban en general a participar en la reconstrucción de la economía rusa y que
ante la ausencia de los técnicos y de los empresarios privados, los cuadros políticos
de su partido se transformaban en administradores de la economía sin poseer la
formación profesional necesaria. El proceso de burocratización era evidente e
irresistible en momentos en que Lenin pronunciaba el último discurso de su vida.
COMUNISMO Y CAPITALISMO DE ESTADO
Frente a los bolcheviques que atemorizados ante las palabras mismas de
"Capitalismo de Estado", se negaban a hacer concesiones a los campesinos y al
capital extranjero, Lenin no tenía más que frases sarcásticas: "Nuestra prensa y
nuestro partido en general cometen un error de intelectuales, recaen en el liberalismo
con respecto al capitalismo de estado; consultan los viejos libros y lo que nosotros
vemos no corresponde de ninguna manera a la actualidad; se trata en ellos del capitalismo de estado bajo el régimen capitalista, pero no hay ningún libro que nos hable
del capitalismo de estado en tiempos del comunismo. Marx mismo ha descuidado
escribir sobre este tema aunque no fuese más que algunas palabras; ha muerto sin
dejarnos ninguna cita exacta, ningún argumento irrefutable. Por consiguiente,
debemos desenvolvernos sin citas."
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JORGE ABELARDO RAMOS
Y agregaba: "Es una situación que no se ha visto aún jamás en la historia. El
proletariado, vanguardia revolucionaria, posee el poder político en un grado
plenamente suficiente y el capitalismo de estado subsiste aún. La clave del problema
está allí: debemos comprender que es un capitalismo que nosotros podemos y que
debemos admitir; pues este capitalismo es indispensable para las masas campesinas y
el capital privado que debe ocuparse del comercio para aprovisionar al campesino. Es
necesario organizarlo todo de suerte que la marcha ordinaria de la economía
capitalista y el intercambio capitalista sean posibles, pues el pueblo tiene necesidad y
no se puede vivir sin esto. Aprended pues, comunistas, obreros, parte consciente del
proletariado que está encargada de dirigir el Estado, aprended a hacer de suerte que
el Estado que vosotros habéis tomado en vuestras manos actúe según esta perspectiva."
La esencia de su pensamiento en este discurso profético era ésta: utilizar los
servicios del capitalista privado bajo el control estatal para dirigir la industria, antes
de ponerla en manos del funcionario incontrolado del Estado.
Pero todo fue inútil. El histórico atraso de Rusia y el fracaso de la revolución
europea que condujo al aislamiento más completo del nuevo Estado ofrecieron un
enorme impulso a la creación de una casta de administradores estatales bajo cuyo
manto se reagrupó la contrarrevolución. El todopoderoso burócrata reemplazó al
burgués. De una manera espontánea, los elementos del viejo aparato estatal heredado
que habían mirado con temor y expectación el nacimiento del nuevo poder,
comprendieron que podrían vivir a su sombra. Lenin advirtió agudamente en los
últimos meses de su vida que de hecho ya no se podría controlar el gigantesco
aparato del gobierno. "La máquina se os desliza bajo la mano: se diría que otro
hombre la dirige. La máquina corre en una dirección diferente a la que se le ha
fijado; ella va donde la conduce alguien o algo, algo de ilegal, de clandestino, venido
Dios sabe de dónde, aprovechadores o capitalistas privados la conducen a los dos en
conjunto. La máquina no marcha del todo y algunas veces de ninguna manera como
se lo imagina aquel que está en el timón."
En el mismo discurso, movido por un oscuro presentimiento y persuadido de que
al fin y al cabo un partido político por más revolucionario que sea puede corromperse
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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y morir (ya que un partido político sólo es una corriente dentro de un proceso
histórico mucho más vasto y poderoso y sólo es en el mejor de los casos el factor
consciente del inconsciente proceso histórico), Lenin confesaba: "La historia conoce
toda suerte de metamorfosis. Fiarse de las convicciones, de la abnegación, de las más
bellas cualidades del alma en política, no es serio. Aquellas cualidades del alma son
el patrimonio de un puñado de hombres pero son las masas gigantescas las que
deciden las salidas históricas; ellas tratan a veces a esos puñados de hombres de una
manera poco cortés si este puñado de hombres no les conviene". El proceso de
burocratización no sólo estrangularía al Estado sino a la Internacional Comunista que
se convertiría en un simple instrumento de la política exterior soviética.
COMO SURGIÓ LA BUROCRACIA SOVIÉTICA
Antes de entrar en el análisis de la sorprendente evolución de la Internacional
Comunista y en consecuencia de la historia del Partido Comunista argentino,
examinaremos rápidamente las raíces sociales del Thermidor soviético. Una de las
más grandes figuras de la Revolución Francesa —Gracus Babeuf— al salir de la
prisión do Abadía, se preguntaba con estupor qué había pasado con el pueblo heroico
de los arrabales de París. Ese pueblo que había derribado a la Bastilla feudal e
impreso un viraje decisivo en el curso de los destinos humanos, había visto
devoradas sus energías por la tempestad revolucionaria. En el reflejo de su lucha
había permitido que se entronizara la reacción thermidoriana y que Robespierre fuera
guillotinado.
En muchas oportunidades se ha establecido una analogía histórica entre la
Revolución Francesa del siglo XVIII y la Revolución Rusa del siglo XX. Aunque de
distinta naturaleza, ambas revoluciones presentan sorprendentes puntos de contacto.
Parecería descubrirse en ellas una ley interna que preside el desarrollo general de las
revoluciones. El hecho de que toda revolución engendra su contrarrevolución, es
decir, que a la victoria revolucionaria sucede una reinstalación en los nuevos rangos,
de las fuerzas del pasado que agazapadas esperan su hora, puede advertirse
fácilmente en el friso clásico de la Revolución Francesa y en el de la Revolución
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JORGE ABELARDO RAMOS
Rusa. Y no sólo en ellas. A la violenta tensión de la lucha inicial sucede un
aflojamiento nervioso de las masas, que en las condiciones de increíble agotamiento
y penuria económica de la vida en 1917, originó un inevitable retroceso en la moral
revolucionaria de los grandes sectores protagónicos.
El proletariado ruso había dado un salto desde una monarquía semifeudal hasta un
gobierno obrero; las intervenciones armadas de los países imperialistas; el bloqueo
del mundo entero; la economía industrial desorganizada, flotando en medio de un
océano campesino ignorante y bárbaro; la deserción en masa de los técnicos y los
intelectuales; viejos revolucionarios que creían llegada la hora de descansar; el aislamiento alarmante de un puñado de miles de bolcheviques que no podían hacer otra
cosa que ofrecer sino miseria durante un largo período a las masas exhaustas y, en fin
esa clase media que aterrorizada por la revolución se veía llamada a ocupar cargos en
todos los rangos del escalafón administrativo, tales fueron los factores objetivos y
psíquicos que desarrollaron la burocracia soviética en una escala colosal y que
ahogaron en definitiva a la generación revolucionaria. A esto se agregó la
desmovilización del Ejército Rojo, formado por cinco millones de hombres y cuyos
comandantes victoriosos irían a ocupar papeles de primer orden en los Soviets
locales, en los equipos de producción, en las escuelas y en la administración pública,
a las cuales llevaron los métodos autoritarios de tipo militar que les había permitido
triunfar en la guerra civil.
La propia implantación de la NEP y las concesiones al capitalismo privado,
concesiones inevitables en las condiciones de agonía económica del país,
contribuyeron poderosamente a crear una ideología del bienestar y una prédica del
reposo.
La situación internacional fue también un factor decisivo. La nueva burocracia,
que había encontrado en Stalin la personificación de sus intereses (y a la cual Stalin
retribuyó con una teoría llamada del "socialismo en un solo país", que desde el punto
de vista teórico hubiera sido absurda en la Alemania tecnificada, y que en la Rusia
bizantina era un delirio puro) encontró como herencia del pasado un extraño juguete:
la Internacional Comunista. No sabiendo qué hacer con él y prisionera hasta ciento
punto de una ideología que ya le repelía, la nueva casta administradora soviética
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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intentó al principio utilizar a la Internacional Comunista para provocar revoluciones
desde arriba que permitieran al nuevo Estado contar con otros puntos de apoyo en
Europa.
LENINISMO Y STALINISMO
Al principio, los epígonos de Lenin (muerto simbólicamente en 1924, cuando la
burocracia lo había aislado en la cumbre del poder y de hecho ya no podía dirigir el
formidable aparato), permanecieron prisioneros de los mitos antiguos. Creyeron que
desde las oficinas de Moscú podían fabricar revoluciones a la distancia y que estas
revoluciones acrecentarían el poder soviético. Sin embargo, la realidad desmintió
implacablemente la estrategia de los funcionarios. Ya la locura delirante de la
insurrección húngara de 1918 había convencido a Lenin de que la Internacional
Comunista no podía exportar las revoluciones. Pero después de su desaparición se
abrió un ciclo impresionante de derrotas: el aplastamiento del levantamiento en
Bulgaria; la retirada ingloriosa del proletariado alemán en 1923; la tentativa
fracasada de la sublevación en Estonia en 1924; la liquidación de la huelga general
inglesa en I926, en la cual los agentes de Moscú subordinaron su política a la de la
social democracia imperialista; el trágico fracaso de la revolución china en 1927
(cuando Chiang Kai Shek arrojó a los militantes obreros en las calderas de las
locomotoras) y otras aventuras semejantes, fueron testimonio concluyente. Stalin se
persuadió de que la Internacional Comunista no podía ser en sus manos sino una
carta más en el juego de la diplomacia soviética. Así, el proceso de burocratización
que había alcanzado a todo el aparato del Estado y del Partido en la Unión Soviética,
alcanzó también a la Internacional Comunista. Destruidos sus viejos cuadros,
aniquilada toda posibilidad de realizar una política que respondiera a las necesidades
nacionales y a las particularidades específicas del propio país (así se había formado
el bolchevismo en tiempos de Lenin), la Internacional Comunista se transformó en
una brigada internacional de provocación política y policíaca, destinada a influir en
los obreros del mundo entero y utilizarlos en las negociaciones de la burocracia
soviética con el imperialismo. Si el Kremlin deseaba ingresar en la Sociedad de las
Naciones (que Lenin llamara "cueva de bandidos") para buscar un acuerdo con
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JORGE ABELARDO RAMOS
Francia e Inglaterra, los comunistas del mundo entero estaban obligados a seguir en
su patria respectiva la aplicación de esa línea. Como es natural, en cada caso, esta
política mecánica, no nacida de la situación nacional propia, sino implantada desde
afuera, los enfrentaba con las necesidades respectivas de la clase obrera, que rara vez
coincidía con los cambios de sus gobiernos. Así, cuando Stalin quiso llegar a un
acuerdo con Chiang Kai Shek en China, sacrificó a toda una generación de obreros
comunistas, que cayeron bajo las balas del Kuomintang en Cantón y en Shanghai.
Los partidos comunistas fueron convertidos en organismos sumisos, financiados
desde Moscú, con funcionarios dóciles a la voz del amo. En cada Comité Central de
cada partido comunista ocupaba su lugar preferente un agente de la Internacional,
que era al mismo tiempo agente de la GPU (policía política soviética). Este
"monolitismo" policíaco ahogaba todo espíritu crítico y garantizaba una selección al
revés: la degradación intelectual de los comunistas contemporáneos forma parte
sustancial de la crisis del movimiento obrero de nuestro tiempo. Para un Foster, un
Duclós o un Codovilla, por ejemplo, su fuerza no provenía de su mayor lucidez en la
apreciación de los fenómenos políticos de sus países, como en los partidos políticos
corrientes, que engendran un jefe a lo largo de un intenso proceso selectivo. Se
mantenían en la cumbre del aparato, por el contrario, como procónsules elegidos de
una gran potencia extranjera. Este hecho inamovible, que nadie podrá refutar, selló al
mismo tiempo el destino de esos partidos.
LENIN CONTRA LA RUSIFICACIÓN DE LA
INTERNACIONAL COMUNISTA
En 1922, mientras se preparaba la conferencia de Ginebra a la cual asistiría en una
de sus primeras salidas internacionales la diplomacia soviética, el Comisario de
Relaciones Exteriores de aquella época, Chicherín, propuso al Comité Central del
Partido bolchevique introducir en la Constitución soviética modificaciones
"democráticas", con el fin de complacer a la opinión pública norteamericana y
facilitar así la posición soviética en las negociaciones de la conferencia ginebrina. En
una carta oficial del 23 de enero de 1922, Lenin insistía ante el Comité Central sobre
la conveniencia de enviar a Chiche-rín sin tardanza a que reposara en un sanatorio. El
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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jefe del Estado Soviético consideraba (antes de la oleada de arribismo sin principios
que caracterizó el triunfo thermidoriano), que la política internacional de la Rusia
soviética, con sus compromisos inevitables no podía afectar los fundamentos mismos
del Estado y mucho menos su soberanía económica.
Al mismo tiempo declaraba que los partidos comunistas y obreros en general del
mundo entero debían luchar inspirados en sus propios fines sin interferencias
extrañas. Su última advertencia en el IV Congreso de la Internacional Comunista
revestía contornos patéticos, pues revela que la degeneración de la Internacional
Comunista no se había consumado en 1933, Cuando Facilitó el ascenso do Hitler,
sino que ya en vida de Lenin, en 1922, resultaba, por la centralización moscovita, un
centro de provocación y de peligro.
Al comentar una resolución votada por el Congreso anterior sobre la estructura,
los métodos y la táctica de los partidos comunistas, Lenin declaraba categóricamente:
"Ella es excelente, pero casi enteramente rusa... Hemos cometido un grueso error
votándola". Y agregó perplejo: "No hemos encontrado la forma correcta para
presentar nuestras experiencias rusas a los obreros de otros países". Este abierto
reconocimiento de Lenin de que la III Internacional era la gigantesca ampliación de
un fenómeno específicamente ruso, no pudo impedir justamente que Stalin y sus
sucesores tomaran este error como un principio inconmovible y lo exageraran hasta
la catástrofe.
La experiencia soviética nutrida en las condiciones particulares de la historia de
Rusia y forjada bajo la autocracia zarista, fue universalizada e impuesta, con el
poderoso apoyo de un aparato burocrático manejado por una potencia, a situaciones
nacionales profundamente diferentes y originales del resto del mundo. Como era
previsible, al violentar la naturaleza política de una realidad profundamente
diferente, la Internacional Comunista se encontró generalmente en el otro lado de la
barricada.
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JORGE ABELARDO RAMOS
LA TRAGEDIA DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN CHINA
Veamos cuál fue la política que la Internacional Comunista llevó a cabo en China
en 1927. La Revolución China iniciada en 1912 por Sun Yat Sen, se proponía
modernizar la nación, unificarla y realizar la reforma agraria. Era, por su naturaleza
social una revolución burguesa. Pero la intervención del imperialismo impidió que
China pudiera seguir adelante, los señores feudales y la burguesía comercial
compradora china, sofocaron durante quince años la expansión de la revolución democrática. El nacimiento del Kuomintang con Chiang Kai Shek como jefe,
representando los intereses de la burguesía industrial china, movió a Stalin a llegar a
un acuerdo con él. Después de intentar dar un golpe a los comunistas en mayo de
1926, Chiang Kai Shek negoció un compromiso con ellos.
La burocracia soviética ordenó entonces a sus agentes en China, sobre todo el
famoso Borodín (que manejaba como un autócrata al Partido comunista chino) frenar
al movimiento irresistible de los campesinos contra los terratenientes feudales y las
huelgas obreras, indicándoles que debían afiliarse inmediatamente al Kuomintang, el
partido de la burguesía china. Stalin que nunca se había distinguido como teórico,
afirmaba que la burguesía china era revolucionaria porque China era un país
semicolonial oprimido por el imperialismo. Sus adversarios le replicaban que la
política de la burguesía semicolonial no está fijada en un código inmutable sino que
depende de la relación de las clases dentro de cada nación determinada, del grado de
la dependencia económica, política o militar que la une al imperialismo y sobre todo
del papel que la clase trabajadora desempeña en el proceso revolucionario. De ahí
que no pueda fijarse de antemano a la burguesía nacional de un país atrasado un
papel revolucionario o un papel contrarrevolucionario; según las circunstancias,
desempeña uno u otro papel, y a veces los dos simultáneamente.
En un momento determinado, en julio de 1928, Chiang realiza la campaña del
norte y su ejército procede a una matanza general de los campesinos pobres que se
levantaban contra los terratenientes. En este caso, Chiang, traicionando su propia
bandera y ante el temor de un movimiento general por la revolución agraria que él no
podía controlar, se alía a los terratenientes feudales. Los comunistas chinos
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
49
reclamaron a Moscú un cambio radical de táctica, pero Stalin ordenó que entregaran
sus armas a Chiang. Tenía confianza en él.
En un discurso pronunciado en Moscú, y que habría de ser histórico, Stalin decía:
"Tenemos a Chiang Kai Shek en nuestras manos; lo utilizaremos y luego lo
arrojaremos como se arroja, un limón exprimido". La misma noche que "Pravda" imprimía en Moscú este discurso (retirado precipitadamente de dicho diario), llegaba un
telegrama anunciando que Chiang se lanzaba a la masacre de los obreros y
comunistas de Shangai, desarmados por orden de Stalin. La masacre no pudo ser
impedida, pero el discurso pudo ser retirado de la imprenta de "Pravda". La
Internacional Comunista, convertida en una máquina de transmitir órdenes, quedó
anonadada ante la derrota sangrienta de la Revolución China.
En cierto sentido y aunque sea paradójico, esta derrota fortaleció a la burocracia
soviética; la desmoralización de las masas soviéticas y chinas como consecuencia del
desastre fue más poderosa que todas las críticas y consejos que se dieron para
rectificar la orientación de la Internacional Comunista. La ola de desencanto y de
desilusión de los acontecimientos de 1927 acentuó el aislamiento entre las masas y la
Internacional Comunista y en consecuencia facilitó el predominio del aparato
burocrático sobre los partidos.
EL AVENTURERISMO POLÍTICO DE STALIN
Nos referíamos antes a la política seguida por la Internacional Comunista en
China. Pero no olvidemos, antes de entrar en el examen directo de la historia de
Codovilla y del partido comunista argentino, que todas las expresiones públicas de la
Internacional Comunista estuvieron ligadas o fueron el mero reflejo de las
circunstancias internas de la Unión Soviética. Así, cuando la burocracia representada
por Stalin advirtió que su política de apoyo ilimitado al kulak o campesino rico,
conducía a un colapso económico nacional, imprimió un viraje de ciento ochenta
grados. Hasta ese momento la burocracia soviética había aconsejado al kulak
"enriquecerse", estimulando el crecimiento de una nueva burguesía rural; pero al
levantar la cabeza, el kulak se alió con el campesino medio y quiso imponer
50
JORGE ABELARDO RAMOS
condiciones a la ciudad y al poder soviético. Fue así que Stalin se enfrentó con la
llamada "huelga del trigo", durante la cual los campesinos propietarios quisieron
bloquear al país por hambre.
Los resultados de su política de apoyo al kulak espantaron a la burocracia y la
condujeron a aplicar una política abiertamente opuesta e igualmente exagerada y
funesta: Stalin decretó la liquidación del kulak "como clase". Así comenzó la era de
la industrialización acelerada y de la "colectivización forzada", pretendiendo llevar la
socialización al campo por vías policíacas. Esta política que costó la vida a millones
de hombres, pues era la GPU la que vigilaba la "socialización", se llamó el Tercer
Período de la Internacional Comunista, es decir, el período ultraizquierdista.
Necesitado de un sostén teórico para justificar el "socialismo galopante" en la Unión
Soviética, Stalin declaró al mundo por intermedio de los voceros de la Internacional
y de todo su gigantesco aparato de propaganda que la situación mundial "se había
vuelto revolucionaria" y que la revolución proletaria mundial "estaba a la orden del
día". Por supuesto, esto condujo a una serie de "putschs", levantamientos y
provocaciones completamente mecánicas aisladas de las respectivas realidades
nacionales. Quien desee conocer la psicología de estos agitadores sin conciencia y
sin principios sabrá encontrar en los verídicos personajes de Juan Valtín —"La noche
quedó atrás"— una imagen de ese dramático capítulo de la vida política
contemporánea.
Stalin afirmó entonces que la tarea inmediata de los partidos comunistas consistía
en conquistar el poder en todas partes. Se trataba de una táctica uniforme, simétrica,
inconmovible, tanto para Arabia como para Francia, Guayana o Alemania, las islas
Orcadas o Gran Bretaña. Adelantándonos a nuestro relato diremos que en la
Argentina Codovilla caracterizaba al gobierno de Yrigoyen como "gobierno
fascista", así como quince años después, como un burócrata impermeable e
insumergible, designaría al gobierno de Perón como nazi-peronista, esta vez en un
frente único con el imperialismo.
Todo aquel movimiento nacional, antiimperialista o simplemente de izquierda que
no aceptara la línea de la Internacional Comunista, era calificado por la cabeza sin
cerebro de Moscú como "fascista", "semi-fascista", "social-fascista", "clerical-
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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fascista" o "anarco-fascista". Este criterio sociológico era extenuante puesto que
permitía establecer cómodamente desde una oficina central una simplificación tajante
de las tendencias políticas mundiales. Como era de esperarse, los resultados fueron
catastróficos.
STALIN FACILITA EL TRIUNFO DE HITLER
Con el apoyo financiero de la industria pesada Hitler había logrado crear un gran
partido. Aplicando a la política alemana la técnica psicológica e intimidatoria de la
publicidad moderna y los recursos de la gran industria, Hitler movilizó a millones de
comerciantes, pequeño-burgueses arruinados por la competencia de los trusts, por la
devaluación del marco y la lápida del Tratado de Versalles; reivindicó el honor
nacional alemán herido en 1918, consiguiendo el apoyo de los estudiantes, que se
convirtieron junto con la pequeña burguesía desesperada, en las brigadas de choque
contra los sindicatos obreros.
Toda la situación mundial dependía de la salida política que adoptaría Alemania.
Fue precisamente en ese momento que los dos partidos más poderosos de la
República de Weimar —la social-democracia y el Partido comunista— se encontraban en dos campos hostiles. El jefe comunista alemán Thaelman declaró, por
orden de Stalin, que "la social democracia y el nazismo "eran hermanos gemelos".
Frente a la desunión de los grandes partidos obreros, Hitler avanzó de una manera
fulminante hacia el poder.
En muchas elecciones estaduales los comunistas votaron junto a los nazis contra
los social-demócratas. El gigantesco partido comunista alemán, dirigido por otro
Codovilla llamado Thaelman, sufrió una especie de parálisis. Entre bambalinas, la
diplomacia soviética intentaba llegar apresuradamente a un acuerdo con Hitler.
Las fanfarronadas de Thaelman no convencieron a nadie: "No durará tres meses;
después de Hitler llegaremos nosotros". La policía política nazi y las secciones de
asalto redujeron a polvo al Partido comunista y sus organizaciones, que parecían
fortalezas inexpugnables. Todo el Comité Central del Partido comunista compró
52
JORGE ABELARDO RAMOS
pasajes de primera clase y viajó al exterior. Tal fue, en síntesis, el destino del
comunismo alemán. La intervención extranjera en la política interna alemana se
reveló una vez más fatal para la orientación política de la clase trabajadora. Que esa
intervención se ocultara tras el escudo de la Internacional Comunista, no anulaba el
hecho fundamental de que dicha Internacional era el instrumento de la política exterior rusa y que en consecuencia, interpretaba los intereses de una potencia extranjera,
en Alemania o en cualquier otro país. Los saltos acrobáticos de la Internacional
Comunista no tenían otro origen que las cambiantes condiciones diplomáticas internacionales en medio de las cuales maniobraba la diplomacia soviética.
Pero ya hemos hablado bastante de la Internacional Comunista. Comenzaremos
con la historia política de Codovilla y su papel de provocador internacional como
jefe del Partido comunista argentino.
EL POLICÍA INTERNACIONAL VITTORIO CODOVILLA
Vittorio Codovilla es un ciudadano italiano que llegó a la Argentina en 1912.
Militó durante los años de la primera guerra imperialista en las filas de la juventud
socialista y cuando en 1918 Rodolfo y Orestes Ghioldi, bajo la inspiración del militante chileno Luis Emilio Recabarren fundaron el Partido Socialista Internacional
(luego Partido Comunista), Codovilla ingresó a él, ocupando desde el principio
posiciones de organización y administración. Ya en 1920, durante la campaña que
los comunistas argentinos hicieron para reunir fondos destinados a aliviar las
gigantescas epidemias de hambre en Rusia, Codovilla estaba en los puestos de
comando de la campaña financiera. Fueron esas mismas epidemias de hambre que el
presidente Yrigoyen intentó mitigar abriendo un crédito de cinco millones de pesos
argentinos en trigo a la Rusia exhausta, lo que no impidió que Codovilla y los
hermanos Ghioldi lo caracterizaran un poco más tarde como "gobernante fascista".
No inclinado por su naturaleza a cuestiones políticas o teóricas, Codovilla prefirió
refugiarse en la médula del aparato burocrático del Partido Comunista y ganar
posiciones desde allí. La ruptura de Penelón con el Partido Comunista y con Moscú
abrió el camino para que Codovilla se filtrase en el aparato de la Internacional
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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Comunista en Sudamérica y alcanzase en consecuencia una posición de privilegio en
la orientación del Partido Comunista argentino. Como la burocracia soviética no
publica informes detallados de las actividades secretas de sus agentes
internacionales, no es posible seguir en todas sus fases la actividad de Vittorio
Codovilla en Argentina, en España o Francia sino a través de la política concreta de
los partidos comunistas, o, dicho en términos más claros, a través de las derrotas
políticas, las catástrofes obreras o de los asesinatos que fueron realizados con la
intervención directa o indirecta o indirecta, según el caso, de Codovilla.
Si Codovilla ha llegado a alcanzar en el stalinismo argentino un papel de primera
magnitud, eclipsando a Rodolfo Ghioldi a pesar de que éste es un intelectual y
Codovilla un burócrata oscuro, es precisamente a causa de estos rasgos que los
diferencia. En la cabeza de Codovilla las órdenes substituyen a las ideas, hecho que
lo convirtió en un instrumento pasivo adaptado completamente a las necesidades de
la patronal soviética.
La revolución del 6 de setiembre, cuya atmósfera ideológica había contribuido a
preparar, lo arrojó del país. Al centrar el fuego la propaganda del Partido, en la
persona de Yrigoyen, Codovilla se colocó efectivamente como el ala "izquierda" del
movimiento septembrino. El carácter obtuso de esta política levantó divergencias
serias en el propio Partido Comunista. Codovilla ausente, el boletín interno del 25 de
marzo de 1932 se permitía acusarlo de haber afirmado que "el imperialismo yanqui
jugaba en la Argentina un rol progresivo" al mismo tiempo que presentaba a
Yrigoyen como "vendido al imperialismo". Otras acusaciones semejantes como
"fascista", "enemigo del pueblo" y "agente imperialista", formuladas por Codovilla
contra Yrigoyen constituyeron uno de los primeros galimatías contrarrevolucionarios
que nuestro personaje brindó a la, Argentina en su carrera política de agente
extranjero.
EL STALINISMO ATACA A YRIGOYEN
Los diez años que transcurren desde 1930 a 1940, presenciaron el ascenso de
Codovilla. De simple organizador en la Argentina, pasó a ser un agente internacional
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JORGE ABELARDO RAMOS
directo de la burocracia soviética, en especial de su policía política. Aunque
continuaba ligado desde Moscú a los asuntos del comunismo argentino, a través de la
comisión sudamericana de la Internacional Comunista, la mayor parte de su actividad
en ese período se desarrolló en España y en Francia. Han aparecido sobre esta
gestión documentos reveladores que explican decenas de asesinatos de militantes
revolucionarios durante la guerra civil española. Pero antes dé entrar en ese tema
convendrá examinar la política que los comunistas argentinos desarrollaron en esos
diez años.
Ya hemos aludido al papel desempeñado por el comunismo argentino en la
preparación ideológica del golpe del 6 de setiembre. Pero cuando a comienzos de
1933, ya en plena década infame y bajo el gobierno del general Justo (la encarnación
más completa de esa década) muere el caudillo radical, la revista "Actualidad"
publica un estudio titulado "Yrigoyen y el radicalismo", en el cual se expresan los
puntos de vista del Partido comunista sobre la significación histórica del político
desaparecido. En dicho documento, revelador de una incomprensión profunda de las
tendencias históricas de la política argentina, los comunistas decían:
"El Partido Radical, aunque buscaba adeptos entre la clase trabajadora, odiaba
realmente al partido que la representaba". Los comunistas consideraban que el
Partido Socialista de Juan B. Justo representaba a la clase trabajadora, mientras que
el Partido de Yrigoyen sólo "buscaba adeptos". En realidad, y dado el carácter
embrionario de la industria argentina, a principios de siglo, mejor podría decirse que
el partido de Yrigoyen representaba las tendencias populares de la Argentina, entre
ellas la de la mayoría de los trabajadores industriales criollos, mientras que el grupo
de Juan B. Justo y Repetto buscaban "adeptos" entre el grupo de obreros extranjeros
de la ciudad de Buenos Aires, no vinculados aún estrechamente al país de los
argentinos. Pero como los propios comunistas eran y son agentes políticos de una
potencia extranjera consideraban a Yrigoyen, el político nacional, como al gran
enemigo, mientras que los socialistas europeos eran "el partido representante de la
clase trabajadora". Desaparecido Yrigoyen, traicionada su bandera y copado el
Partido Radical por los instrumentos de la oligarquía, los comunistas no tuvieron
ningún inconveniente en reconocer que era al fin, verdaderamente, un partido
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
55
popular y en llegar a los peores compromisos con los maestros de las trenzas
parroquiales, sobornadores de comicios internos y abogados de compañías
extranjeras que caracterizaron el apogeo del alvearismo.
Aquí los comunistas se mofan de la personalidad de Yrigoyen, pero no puede
dejar de observarse que en esta apreciación balbuciente se encierran, en una síntesis
maligna, los peores prejuicios que la oligarquía corrompida e inepta había elaborado
por intermedio de sus grandes diarios para uso de la clase media autodenominada
intelectual.
NEUTRALISMO, YRIQOYENISMO, STALINISMO
La famosa ignorancia de Yrigoyen era un perverso mito de los socios del Jockey
Club, con galera y con bastón y que sabían el francés mejor que el castellano, pero
que hubieran sido incapaces, seguramente, de escribir una página coherente o de
encerrar en sus cabezas algunas ideas. En París habían aprendido a manejar los
cubiertos. Eso era todo. Pero eso les bastaba para dirigir el país. Los plumíferos de
los diarios alimentados con avisos de las empresas extranjeras se hacían eco de esas
diatribas. En sus caricaturas ridiculizaban la sencillez y las formas de vida austera del
primer caudillo popular de este siglo, cuya profunda intuición política vive aún en la
tradición oral y en los principales capítulos de nuestra historia contemporánea.
Bastaría leer las páginas notables de Ricardo Caballero en su estudio sobre
Yrigoyen y la Revolución de 1905 para advertir que la técnica conspirativa de
Yrigoyen no era sino una manifestación de su arte político y que no sólo conspiraba
para tomar el poder sino para organizar su partido. El abstencionismo revolucionario
de Yrigoyen era en verdad una manera imbatible de limpiar su movimiento de
arribistas, de logreros y de corrompidos. Es curioso mencionar también que en los
párrafos transcriptos en la nota anterior, los epígonos del comunismo hablaban de
"caudillos de tierra adentro tan torpes e ignorantes como el propio presidente". Desde
Juan Facundo Quiroga hasta nuestros días, la intelectualidad portuaria, antinacional y
entreguista, no ha hecho más que propagar este infundio, destinado a aniquilar el
prestigio de nuestros caudillos populares y a probar sus propios derechos a lotear en
56
JORGE ABELARDO RAMOS
los mercados internacionales la soberanía económica y política del país. La
contramedalla de esta ideología oligárquica en el movimiento obrero estuvo
constituida por los socialistas de Juan B. Justo y por los comunistas del italiano
Vittorio Codovilla.
Durante el curso de la primera guerra imperialista el presidente Yrigoyen
mantuvo firmemente la neutralidad, pese a la campaña de provocación que los
agentes locales del imperialismo anglo-francés desarrollaban para obligarlo a romper
con los Imperios centrales. Interpretando los intereses nacionales y los sentimientos
del pueblo argentino, que no deseaba solidarizarse con una guerra que no le
concernía, Yrigoyen sostuvo de manera inquebrantable una política de neutralidad
que protegía al mismo tiempo el desarrollo industrial argentino.
En el artículo de la revista "Actualidad" que comentamos, los comunistas
observaban: "¿Pero qué significado tenía entonces la neutralidad? Significaba la
defensa de los intereses ganaderos y terratenientes... Si bien aparentemente Yrigoyen
parecía defender la neutralidad argentina, prácticamente ayudaba a los aliados a
quienes abastecía facilitando la exportación de los productos agrícola-ganaderos del
país".
Ahora bien, eran precisamente los agentes locales del imperialismo aliado quienes
hicieron una campaña gigantesca de descrédito contra el presidente Yrigoyen por
mantener la neutralidad, acusándolo de ser un instrumento del imperialismo alemán.
¿Cómo se explica esta acusación de los comunistas? Era una acusación formulada
por los mismos que llamarían a Franklin Roosevelt el "apóstol de la democracia", a
Churchill "el forjador de la victoria" y a Braden "el libertador de América".
EL ACUERDO OLIGÁRQUICO-STALINISTA
Los comunistas argentinos al servicio de Moscú atacaban a Yrigoyen acusándolo
de ser un agente aliado, precisamente para intentar quitarle su prestigio de político
nacional que resistía la presión aliado-imperialista. De esta manera, con el método de
un "antiimperialismo aparente", los comunistas practicaban un proimperialismo real.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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Lo mismo hacen ahora con la cuestión del petróleo o con los capitales extranjeros.
¡Ahora son ellos los guardianes de la soberanía argentina! ¡Ahora son ellos los
defensores de Y.P.F.! ¡Ahora son ellos los centinelas de la dignidad nacional!
En realidad, Moscú practicó estos procedimientos de amalgama cuando fabricó
los procesos de Moscú 1937-38, en los que acusó a los viejos bolcheviques de los
crímenes que la propia burocracia soviética realizaba en esos momentos. En los días
que Vichinsky estigmatizaba a los fundadores del Estado Soviético acusándolos de
estar al servicio de Hitler, Stalin preparaba simultáneamente el pacto nazi-soviético.
La derrota de Braden en 1945 obligó a todos los agentes del imperialismo o de la
burocracia soviética a reacomodar su estrategia. Entonces se volvieron más
antiimperialistas que Sandino y más peronistas que Perón, exigiendo lo imposible,
signando toda negociación como una traición. Los agentes locales del dólar o del
rublo, sin comprometerse en nada, intentan jaquear la revolución argentina. Esto es,
en último análisis, lo que conviene al imperialismo.
Pero sigamos el orden del relato. En 1933 los comunistas refiriéndose a la
posición de Yrigoyen durante la primera guerra mundial, escribían: "Yrigoyen,
carente de toda visión, en lugar de aprovechar las condiciones favorables creadas por
el aumento de la producción agropecuaria y los altos precios obtenidos por la misma
para sanear al país y librarlo de los imperialismos, les entregan las principales
fuentes de la producción".
Aunque esto parezca increíble, tales son las palabras de los comunistas: ¡Yrigoyen
entregaba al imperialismo las fuentes de la producción! Alvear, en cambio, sería más
tarde aclamado como el "jefe de la democracia argentina" y ungido líder del Frente
Popular comunista.
Cuando en 1917 los ferroviarios lanzaron una huelga, Yrigoyen obligó al capital
británico a otorgar concesiones: se obtuvieron mejoras importantes en los salarios
obreros. Pero los comunistas escribían que "Yrigoyen salió en defensa de los
accionistas británicos". ¿Cómo veían los futuros asociados de la Unión Democrática
a la intransigencia revolucionaria de Yrigoyen?: "Yrigoyen, de una cerrada
mentalidad, usaba procedimientos personalistas y patriarcales. No era el gobernante
58
JORGE ABELARDO RAMOS
que exigía la actual época capitalista. No veía, no comprendía que todo un proceso
económico social se había operado en los últimos años y los intrincados problemas
que dicho proceso planteaba".
Aludiendo a su segunda presidencia, decían del gobernante más popular de su
época: "Mientras tanto, la impopularidad de Yrigoyen se acentúa y se extiende a
todos los sectores de la población". Con este juicio, se integraban una vez más en un
mismo frente con Pinedo, Justo y Botana. En rigor de verdad y pese a todos los saltos
acrobáticos, jamás salieron de ese campo. Así lo demostrarían los formidables acontecimientos políticos de 1945.
EL STALINISMO EN LA DECADA INFAME
Al hacer el balance de la vida política de Yrigoyen, los mismos comunistas que
pactarían con Sancerni Jiménez, con la Casa Radical de los trusts eléctricos y con el
agente imperialista coronel Duran, escribían: "Esa fue a grandes rasgos la vida
política de Yrigoyen. Su paso por el gobierno fue una demostración de su profunda
ignorancia. Confundió lamentablemente el gobierno de una nación con el gobierno
de una estancia. El fin del gobierno de Yrigoyen es el fin de un sistema político, del
caudillismo y su muerte significa también el fin de su influencia sobre el Partido
Radical. Libre de esa influencia el radicalismo entra necesariamente en el terreno de:
las definiciones".
Sí, efectivamente el radicalismo entró en el terreno de las definiciones, pero de la
definición contra el país, contra el yrigoyenismo y contra lo que había constituido la
substancia histórica e ideológica de su origen. El radicalismo entró en el alvearismo,
en lo que se llamó el antipersonalismo, es decir, en la ruta que le impuso la
oligarquía al tomar la bandera radical de manos del caudillo desaparecido. El
radicalismo ingresó triunfalmente en la "década infame"; las profundas corrientes
populares que el radicalismo había conquistado bajo la dirección de Yrigoyen, se
integrarán en 1945 en la ola poderosa de la revolución popular argentina. Los
abogados del capital extranjero, los diestros artífices de la política digitada y de las
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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trenzas barriales se quedaron solos. Y solos continúan. Los comunistas no son
capaces de crear grandes movimientos, pero son en cambio excelentes sepultureros.
En la revista "Soviet" de 1934, Rodolfo Ghioldi criticaba, aunque parezca
mentira, el "carácter patriótico" del Partido Socialista. Centraba su fuego en Palacios
y Dickman diciendo: "Son las exigencias del «argentinismo» cien por cien. Luego
vendría lo de las Malvinas: frente único chauvinista y proimperialista del gobierno y
de los jefes socialistas". Y agrega: "Luego vino la reivindicación de Mitre, de
Alberdi y Sarmiento". Si en lo que respecta a las Malvinas los comunistas de Moscú
continuarían considerándolo un tema "chauvinista", la reivindicación de Mitre
formaría parte de su arsenal ideológico y la plataforma común de la oligarquía y sus
agentes.
Continúa Rodolfo Ghioldi: "El Partido Socialista repudia el internacionalismo; es
nacionalista, quiere las Malvinas bajo pabellón argentino. Se considera unido a
Mayo, a Alberdi, a Mitre, rechaza la bandera roja". ¡Cómo ha cambiado Rodolfo
Ghioldi! Cada día se parece más a Américo. Ahora se ha convertido en un
especialista en Esteban Echeverría para públicos restringidos.
EL FRENTE POPULAR CONTRA EL PAÍS
En esos años de increíble degradación de la vida pública que encontraba su
compromiso simétrico en el retroceso y desmoralización del movimiento obrero, los
comunistas preparaban su Frente Único con los peores representantes del
imperialismo y de la oligarquía. En 1935, Dimitrov por orden de Stalin, declaraba en
el VII Congreso de la Internacional Comunista celebrado en Moscú, que había
llegado el momento de crear los Frentes Populares para una lucha general contra el
fascismo. Era preciso crear "la unidad sin exclusiones". Encontraría en la Argentina
su manifestación más clara en la llamada década infame.
Los comunistas proponían su unidad a todas las "fuerzas democráticas, populares
y antifascistas", entre las cuales estaban naturalmente los socialistas. Reflejaban así
las tentativas de la burocracia soviética por llegar a un acuerdo con Francia e
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JORGE ABELARDO RAMOS
Inglaterra en sus divergencias con Hitler. Rodolfo Ghioldi extendía su mano a
Nicolás Repetto, el mismo político que mientras el país agonizaba de hambre en la
parálisis económica decía por el micrófono de Radio Stentor el 2 de marzo de ese
año: "No peligran tanto las comodidades materiales como nuestras libertades. Los
hombres cuyas ambiciones no van más allá de la simple obtención de lo que han menester para sostenerse ellos y sus familias, no tienen por qué inquietarse ante las
cosas que ocurren en el mundo. La necesidad del alto consumo obrero domina ya
como un principio permanente y universal. El "standard" de vida de las masas se ha
mantenido o se ha tratado de mantenerlo intacto. Las condiciones materiales de vida
de las grandes masas de trabajadores no parecen peligrar por el momento; están
aseguradas sus raciones diarias de alimentos y el goce de otras comodidades". Para
Repetto la ración diaria de alimentos de un obrero era simple comodidad.
Era con este género de políticos ultrarreaccionarios que el Partido Comunista
formó el Frente Popular, integrando en un solo haz a Repetto, a Marcelo de Alvear, a
Lisandro de la Torre —socio menor de la oligarquía del Litoral— y a otros agentes
del capital anglo francés. El Frente Popular forjado por los comunistas de Moscú fue
la decoración ideológica de la década infame.
EL STALINISMO, APOYA A ORTIZ
Bajo el dominio oligárquico imperialista se había creado un sistema
perfectamente ajustado. El general Justo, que coronaba la putrefacción general, tenía
su teórico financiero, el ex socialista Federico Pinedo. Era el mismo personaje que
había declarado en la Cámara de Diputados: "Nosotros somos pequeños satélites de
las grandes naciones mundiales". El vicepresidente era el doctor Julio A. Roca,
antítesis de su padre, el ilustre general Roca, organizador de la unidad nacional. El
doctor Roca, como vicepresidente de la República, encabezó la delegación argentina
que fue a discutir en Londres un nuevo acuerdo, conocido con el nombre de Pacto
Roca-Runciman. En un discurso pronunciado en Londres ante el príncipe de Gales,
el vicepresidente de la Nación Argentina dijo: "La geografía política no siempre
logra en nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de la
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de celosa personalidad
que la Argentina, por su interdependencia recíproca, es desde el punto de vista
económico, una parte integrante del Imperio británico".
Este era el tono habitual en la política oficial de ese período. Los socialistas
legalizaban el régimen y hacían las veces de "oposición constructiva", como ser por
ejemplo cuando los ingleses tomaron en sus manos los transportes de la ciudad de
Buenos Aires expropiando a los colectiveros, consecuencia directa del pacto RocaRunciman.
Las nuevas generaciones difícilmente podrán reconstruir la atmósfera política
argentina de aquellos días, marcada por la desesperanza o el indiferentismo general.
La política se hacía en el Círculo de Armas o en la Cámara de Comercio Británica.
Fue justamente en un almuerzo mensual de esta última institución donde se proclamó
la candidatura a futuro presidente de la República, del doctor Roberto M. Ortiz. El
orador extranjero expresó la complacencia con que los intereses británicos verían a
Ortiz como primer magistrado de la Argentina. El doctor Ortiz había sido ministro de
Alvear, antipersonalista notorio, abogado de los ferrocarriles ingleses y hombre de
confianza del general Justo. Como vicepresidente sería elegido por el sistema del
fraude, el doctor Ramón S. Castillo, quien por su política neutralista recibiría el
fuego graneado del Partido Comunista, cuya consigna central era en esa época:
"¡Hay que rodear a Ortiz!" y "¡Por el retorno de Ortiz a la Presidencia!". La
enfermedad de Ortiz lo había obligado a entregar el mando al vice. Los que hayan
vivido aquellas jornadas, recordarán que el aparato radical comunista había dividido
el panorama nacional en dos sectores: los que estaban por el "retorno a la
democracia", pedían la vuelta de Ortiz; Castillo, en cambio, representaba la "reacción
fascista" o la "neutralidad nazi".
Mañana examinaremos ese momento de la política argentina y la actitud del
partido de Codovilla. Veremos cómo los comunistas lucharon para enviar a nuestra
generación a morir en los campos de Francia al servicio del imperialismo.
62
JORGE ABELARDO RAMOS
FASCISMO E IMPERIALISMO
En todo el período del Frente Popular en la Argentina, organizado por los
comunistas por orden del Kremlin, la orientación política giró alrededor de la "lucha
contra el fascismo". Sin embargo, no eran las potencias fascistas las que oprimían
económica y políticamente a la Argentina, sino precisamente las potencias llamadas
"democráticas". Si para Stalin esta línea servía los fines de la diplomacia soviética,
para la clase obrera argentina, en cambio, no conducía sino a la unión con los
sectores más reaccionarios de la oligarquía agropecuaria, ligada justamente al
imperialismo "democrático". De este modo, los militantes comunistas argentinos
eran obligados a predicar la unión con aquellos que no sólo eran adversarios de la
clase obrera sino también del país en su conjunto. Los comunistas intentaban así
aislar a los 'trabajadores argentinos de los verdaderos problemas nacionales. La
palabra "imperialismo" estuvo excluida muchos años de su vocabulario político: les
interesaba más hostigar al fascismo japonés, al fascismo italiano, o al nazismo
alemán. Se creó con tal propaganda un verdadero terrorismo ideológico, destinado a
obstaculizar la formación de una conciencia nacional y antiimperialista, que
permitiese al proletariado colocarse a la cabeza de las grandes masas trabajadoras del
país. El idilio comunista con el imperialismo democrático se prolongó sin
interrupción desde 1935 hasta 1939. El pacto nazi-soviético tomó de improviso a la
clase obrera internacional, anestesiada hasta ese momento por una desenfrenada
propaganda antinazi. Con su habitual desprecio por el movimiento obrero, Stalin
estrechó la mano de Hitler y la Internacional Comunista dio una voltereta más: la
lucha contra el fascismo se transformó de la noche a la mañana en la lucha contra el
imperialismo, en especial el imperialismo "democrático". Hitler pasó a segundo lugar
y la lucha mundial contra el nuevo Tamerlán se convirtió en lucha "por la paz".
La flota aérea norteamericana, que el periódico comunista "Orientación" había
saludado dos meses antes como "emisaria de buena voluntad" en América Latina, fue
llamada "instrumento de Wall Street". Los propios obreros comunistas quedaron
desorientados. El resto de la clase trabajadora, con estos cambios sin principios,
quedó insensibilizado ya para la política. Cada vez más el Partido Comunista se
reducía a una secta, impotente para llevar a cabo una política revolucionaria de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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raigambre nacional. La contradicción entre la insignificancia de su fuerza real y el
portentoso caudal de sus recursos financieros se ponía al desnudo.
El estallido de la guerra imperialista aceleró las divergencias entre el presidente
Ortiz y el vice Castillo. Alrededor de Ortiz se nuclearon todos aquellos elementos
ligados al capital anglo-francés, que constituyeron rápidamente organizaciones de
apoyo a los aliados. "Acción Argentina" ocupó entre estas entidades un lugar
preponderante. Castillo encarnó la política de la neutralidad y en tal carácter tendió a
aprovechar las circunstancias favorables para proteger la industria nacional, adquirir
los barcos mercantes de las potencias beligerantes surtos en el Puerto de Buenos
Aires y resistir la presión imperialista a romper relaciones diplomáticas con los
alemanes. Su base política inmediata era débil, pero su política de neutralidad
encontró en el país un poderoso apoyo, que no pudo expresarse sin embargo a través
de los partidos políticos tradicionales, copados por el imperialismo. Durante este
período, que concluye en junio de 1941, los comunistas agitaron la consigna de la
neutralidad y de la paz, olvidándose de toda su prédica anterior. Esto no impidió, por
supuesto, que el 22 de junio de 1941, cuando Hitler atacó a la Unión Soviética, esa
guerra que había sido calificada de "imperialista" se transformase nuevamente en una
"guerra de la democracia contra el nazismo". Al abrazar este camino, la unión
oligárquico-comunista inició un período que se prolonga hasta nuestros días y que se
ha revelado indestructible.
EL STALINISMO APOYA LA GUERRA
IMPERIALISTA
La enfermedad y muerte del presidente Ortiz fue simbólica de una política que
agonizaba y que había dirigido al país virtualmente durante un siglo, si exceptuamos
algunos años del período roquista e yrigoyenista. La oligarquía terrateniente,
librecambista y antinacional, ya no estaba en condiciones de manejar la República
como una estancia. Fuerzas poderosas y no siempre visibles, pugnaban por adoptar
una orientación de acuerdo con la nueva relación de fuerzas y la estructura
económica: en el país de las vacas y las mieses habíase desarrollado una industria,
64
JORGE ABELARDO RAMOS
ávida de conquistar el mercado interno y de permanecer ajena a las aventuras bélicas
provocadas por el imperialismo. El neutralismo, pese a la ambigüedad recelosa de la
fórmula, encontró en esa necesidad nacional su más profundo fundamento. Pero los
propios industriales no tenían conciencia de sus intereses; envueltos en las redes de
los viejos partidos sobrevividos, los capitanes de la nueva industria carecían de
conciencia nacional. La clase obrera, por su parte, inorganizada y desorientada por la
política socialista y comunista, permanecía al margen de las decisiones políticas
fundamentales. Así pudo observarse, en esos años hirvientes, que los comunistas
efectivamente "rodeaban" al presidente Ortiz, lo mismo que a Alvear y a todas las
tendencias políticas pro-imperialistas que presionaban por empujarnos a la catástrofe
bélica. Deben destacarse aquí los caracteres Increíbles de la política comunista, que
los divorció de la clase obrera y los opuso a las irresistibles tendencias argentinas que
buscaban una solución soberana para los propios destinos.
Cuando los Estados Unidos entraron en la guerra imperialista, formando un frente
común con Gran Bretaña y Rusia, los comunistas de la Argentina reconocieron como
principal orientador de sus actividades al dirigente supremo del comunismo yanqui,
Earl Browder. Codovilla, como sumiso agente del Kremlin, adoptó para sus propias
acciones las palabras sagradas de Browder, que marcaron toda la época de los
"Cuatro Grandes".
En su libro "Teherán y América", Browder escribía: "Cada clase, cada grupo, cada
individuo, cada partido político en América deberá reajustarse a sí mismo a la gran
redistribución encarnada en la política que nos han dado Roosevelt, Stalin y
Churchill. Si míster Morgan apoya esta coalición y sigue una línea favorable a ella,
yo, como comunista, estoy preparado a estrechar su mano en esto y juntarme a él
para realizarla". Advierta el lector que el señor Morgan era el jefe de la casa bancada
del mismo nombre, cabeza de la oligarquía financiera dominante en Wall Street.
Browder agregaba que "los grupos capitalistas que deciden y planean la política de
Estados Unidos tenían interés en ayudar a progresar y desarrollarse a los pueblos
atrasados y que éstos podían confiar en que lograrían su propia liberación con la
cooperación de las grandes potencias". De este modo se proponían los comunistas
convencer a los obreros argentinos de que el imperialismo los liberaría, siempre y
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
65
cuando los trabajadores de nuestro país enviasen a sus hijos a luchar a Europa o Asia
al servicio de los monopolios. Braden probaría poco más tarde con qué métodos se
proponía liberarnos. El 29 de enero de 1942 el semanario "Orientación", órgano del
Partido Comunista y principal promotor de nuestro ingreso en la guerra imperialista,
enjuiciaba a la Conferencia de Río (destinada a presionamos en ese sentido), en los
siguientes términos: "La Conferencia de Río ha revelado algunas personalidades
internacionales vigorosas; aparte de la delegación estadounidense impresionó la
claridad y la energía de los cancilleres Guani y Padilla". Recordaremos que el ex
canciller uruguayo Guani fue uno de los más denodados defensores de la doctrina
Rodríguez Larreta de intervención en los asuntos internos de los países
latinoamericanos, punta de lanza imperialista contra la revolución argentina. Cada
paso político de los comunistas conducía a la entrega del pueblo argentino. Braden
fue el lógico corolario de esa orientación.
LOS ESPÍAS IMPERIALISTAS SE DISFRAZAN DE DEMÓCRATAS
En un estudio publicado en "Unser Wort", el profesor de la Universidad de
Munich, Franz Weitphel, decía: "Considerado desde el punto de vista sociológico, el
comunismo es un producto de toda una época de reacción en el movimiento obrero
mundial. Desde el año 1930 a 1940, los éxitos del comunismo, si así puede
llamárselos, eran simétricos con las derrotas de los trabajadores. Como en el fondo la
nueva casta privilegiada de la Unión Soviética negoció constantemente con los países
capitalistas en busca de un acuerdo estable, los partidos comunistas que de ella
dependían no jugaban en realidad más que un papel espectacular pero subordinado:
al monopolizar en el movimiento obrero el prestigio de la revolución triunfante en
1917, su ascendiente era comercializado por el Kremlin para obtener del
imperialismo una tregua que en la jerga pública se conoció como la política de la
"coexistencia pacífica". Por esa razón, tanto el partido comunista alemán, como el
partido francés, sudafricano o cubano, desarrollaban en la práctica una política rusa;
eran organizaciones rusas, portadoras en veinte lenguas de los intereses diplomáticos
de Rusia y cuyas contradicciones flagrantes con la realidad de cada país en donde
actuaban los colocaba invariablemente en el bando opuesto a los intereses obreros".
66
JORGE ABELARDO RAMOS
Aplicadas a nuestro país, estas observaciones revelan su justeza de manera
irrefutable. En otra oportunidad hemos dicho que el partido dirigido por Vittorio
Codovilla en su calidad de agente de policía política del Kremlin, había sellado
pactos de larga duración con el imperialismo. La identificación con estos intereses
extranjeros llegó a convertirse en una característica inmutable de este partido, no sólo
en el plano político, sino también en la esfera histórica y literaria. Pero ya
volveremos sobre este último aspecto. Retomando el curso de nuestro relato,
recordará el lector que en 1942, cuando el planeta entero estaba envuelto en las
llamas de la segunda guerra imperialista, los comunistas se habían convertido en los
intérpretes más tenaces de la "unión sagrada" con el imperialismo. Si un año antes la
"neutralidad es la única política del pueblo argentino y de los pueblos amantes de la
paz", según proclamaba "Orientación", en 1942 la "neutralidad es fascismo" y todos
aquellos que se oponían a la guerra de los mercaderes internacionales eran "nazis".
Así presenciamos! el predominio indiscutido de un terrorismo moral que ahogaba
bajo la acusación de "totalitario" a todo aquel que se negaba a reconocer en la Banca
Morgan, en el Banco de Londres o en la GPU soviética a los salvadores del mundo.
Mientras "Acción Argentina", "Argentina Libre" y otras organizaciones y
periódicos del espionaje imperialista proporcionaban el oxígeno ideológico en el
país, el periódico que afirmaba en un titular "Los argentinos queremos morir aquí",
desaparecía en el silencio general, hundido por los procónsules del capital
imperialista. Nos referimos a "La Víspera", que junto con el diario "Reconquista"
(sólo pudo durar cuarentitantos días) mantuvieron una resistencia nacional a las
tentativas de vendernos como carne de cañón en los campos de batalla europeos.
Otros periódicos incorruptibles sostuvieron en el movimiento obrero la bandera de la
lucha contra esa guerra que no era la nuestra. También fueron silenciados por el
fragor del gigantesco aparato de propaganda comunista e imperialista. La revolución
del 4 de junio de 1943 estableció un paréntesis en la vida política argentina. Sería en
este nuevo período que los comunistas entrarían en el "maquis" imperialista y
demostrarían la verdadera naturaleza antinacional y antiobrera de sus métodos y sus
fines.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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LA CRISIS DE 1945
Las clases, y los grupos sociales se desplegaron en abanico en los días
tormentosos de 1945. Se había llegado a una hora decisiva. Mediante una hábil
instrumentación de la prensa pro-imperialista, la contrarrevolución, unida bajo la
divisa "democrática", pasaba a la ofensiva. Se trataba en primer término de eliminar
a Perón del gobierno; toda la táctica del bradenismo giraba alrededor de este
objetivo, pretendiendo persuadir a los restantes elementos militares que salvado ese
obstáculo y "vigente la Constitución", se procedería a un desarme del terrorismo
moral de la oposición. Pero en realidad no era más que una maniobra, El propósito
central de esta campaña contra el "nazismo" era exterminar todos los gérmenes de
una política nacional y recuperar los controles fundamentales de la economía y del
poder. Un capítulo especialmente significativo de este proceso fue la llamada
"Marcha de la Constitución y de la Libertad", que se realizó por la avenida Callao el
17 de setiembre de 1945. Con el apoyo en bloque de todo el periodismo del país —
ligado por múltiples vínculos al capital imperialista— esa manifestación pretendió
demostrar al ejército que la política sindical de Perón carecía de toda base, que las
fuerzas "vivas" estaban en contra de la orientación seguida hasta ese momento por el
gobierno y que se imponía un reajuste radical del dispositivo gubernamental. En
realidad, mientras la manifestación desfilaba ornada con guirnaldas de una próxima
victoria, Braden y sus agentes oligárquicos —en primer lugar, Codovilla—,
organizaba un golpe de Estado. En un conjunto heteróclito, marcharon por las calles
de Buenos Aires, fundidos y confundidos, Rodolfo y Américo Ghioldi, Nicolás
Repetto, Antonio Santamarina y virtualmente todo el elenco de los partidos que
formarían un poco más tarde la Unión Democrática. Con la falta de conciencia
nacional que los caracteriza, representantes de la burguesía industrial desfilaron codo
a codo con los personeros de los sectores comerciales vinculados a la industria
imperialista, del mismo modo que los principales elementos importadores y
exportadores, hostiles a una política de protección a la economía argentina. Vióse así
en esta demostración, como un notable símbolo de la confusa alianza dirigida por el
imperialismo, a Don Joaquín de Anchorena, con su sobretodo de impecable corte
inglés y su innato desden por las turbas. En los barrios suburbanos, los obreros
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JORGE ABELARDO RAMOS
permanecían en un silencio hostil. Sin medios para expresarse, la clase obrera se
preparaba, sin embargo, de modo instintivo e infalible, a asestar su propia respuesta a
la conspiración imperialista. Como un corolario inevitable de la manifestación
oligárquica del 17 de setiembre, Rawson daba cinco días después un golpe de mano
en Córdoba. Los acontecimientos se precipitaron. Vencida la intentona, todas las
fuerzas de la contrarrevolución se apresuraron a presionar al gobierno para una
"solución honorable que contemplase los intereses del país". El fracaso del golpe de
Rawson condujo a la cárcel a Codovilla, uno de los elementos de Moscú al servicio
de Santamarina. La indecisión del gobierno dio alas a los preparativos de Braden,
que organizó esta vez una operación concentrada, destinada a probar a las esferas
oficiales que Perón estaba completamente aislado. El 9 de octubre Antonio
Santamarina realizó una visita a Vittorio Codovilla en la penitenciaría nacional
declarando al salir: "Le dije a Codovilla que de un momento a otro ha de producirse
el estallido que aguardamos. Estamos apurados por obtener su libertad porque sólo él
puede orientarnos". Así hablaba el más destacado representante de la oligarquía
bonaerense del jefe visible del Partido Comunista. En realidad, Codovilla era útil
porque cubría con el pabellón "izquierda" la política descarnada del imperialismo y
en segundo lugar porque proporcionaba las fuerzas de choque. La réplica del 17 de
octubre se avecinaba, sin embargo, con fuerza irresistible. La clase obrera pondría al
fin su planta en la arena política del país.
RODOLFO GHIOLDI Y ANTONIO SANTAMARINA
CONTRA LOS OBREROS
En los primeros días de octubre de 1945, confabuladas las fuerzas de la regresión
provocaron la exclusión del entonces coronel Perón. Los propios elementos que lo
habían alejado se dividieron: unos pugnaban por entregar el gobierno a la Corte
Suprema, que era la encarnación misma del régimen oligárquico; otros buscaban una
solución intermedia que podría definirse, de manera aproximada, diciendo que se
trataba de practicar un peronismo sin Perón y sin clase obrera.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
69
El Partido Comunista argentino, en estas horas críticas, al día siguiente de ser
detenido Perón, publicaba un número de su semanario "Orientación" con la siguiente
consigna: "El gobierno a la Suprema Corte". Esta famosa Suprema Corte por la cual
suspiraban las damas perfumadas de la plaza San Martín y los agentes de la G.P.U.
soviética estaba formada por los mismos jueces que habían sancionado la
descalificación jurídica del presidente Yrigoyen y practicado sistemáticamente una
política antiobrera en sus acordadas: era la sustancia misma de la oligarquía, que
parecía en vísperas de retornar al poder.
En la semana de crisis que media entre el 9 de octubre y el 17, el doctor Juan
Álvarez, Procurador General de la Nación, era encargado de formar un gabinete. Este
gabinete fantasma fue apoyado inmediatamente por los comunistas con el lema de
"rendición incondicional y un gabinete presidido por el doctor Juan Álvarez". Los
más olvidados pelucones del régimen fueron extraídos de sus retiros en la afanosa
búsqueda de fórmulas que proporcionasen una salida a la situación. Las sombras del
pasado deliberaron sin fatiga, creyendo candorosamente que el destino del país
estaba en sus manos. Pero junto a ellos, los comunistas, socialistas, radicales y
demócratas progresistas vivían en el mundo de las abstracciones.
Extraños rumores comenzaron a llegar a los estudios jurídicos, a los salones
distinguidos y a las embajadas extranjeras, donde se estaba diseñando un gobierno
"responsable". Se hablaba de que existía intranquilidad en algunas fábricas, de que
estallaría alguna huelga, de que los obreros murmuraban. No se sabía bien qué
significaban esos rumores ni qué molestias podían acarrear a estos inesperados
guardianes del orden, pero ninguno de los políticos profesionales que se ufanaban de
su ciencia de estadistas podía aceptar ni por un segundo que el cinturón proletario del
Gran Buenos Aires tenía algo que decir en el gran debate.
Sin embargo, en las primeras horas del día 17 de octubre la clase obrera argentina
en marea incontenible barrió la conspiración e impuso el regreso de Perón. Los
conciliábulos quedaron deshechos de un golpe. Las masas afirmaron su propia
decisión. Los esquemas de los sabios vendepatria se volatilizaron de la noche a la
mañana, pues los acontecimientos vivientes demostraron bien a las claras que la clase
70
JORGE ABELARDO RAMOS
obrera era la única e inconmovible garantía de la soberanía argentina y de su
liberación económica.
La pequeña burguesía de Buenos Aires, intimidada por la propaganda
imperialista, se veía así enfrentada a los obreros y empujada al bando de la
contrarrevolución al cual en verdad no pertenecía. El terror ideológico que bajo
múltiples formas sólo el imperialismo es capaz de ejercer con tal intensidad en un
país semicolonial, mostró en esas jornadas hirvientes sus verdaderos efectos.
Los comunistas evidenciaron su pánico y su ceguera cuatro días más tarde. En un
manifiesto publicado el 21 de octubre, decían lo siguiente:
"El malón peronista con protección oficial y asesoramiento policial que azotó al
país, ha provocado rápidamente por su gravedad la exteriorización del repudio
popular de todos los sectores de la República y millones de protestas. Hoy la Nación
en su conjunto tiene clara conciencia del peligro que entraña el peronismo y de la
urgencia en ponerle fin... En el primer orden nuestros camaradas deben organizar y
organizarse para la lucha contra el peronismo hasta su aniquilamiento. Perón es el
enemigo número uno del pueblo argentino". Con esta declaración Vittorio Codovilla
ignoraba —¡una vez más!— que la política argentina ya no podía dictarse desde el
extranjero.
UN COCOLICHE HABLA DE POLÍTICA
En la Conferencia Nacional del Partido Comunista realizada el 22 de diciembre de
1945, Vittorio Codovilla presentó un informe titulado: "Batir al nazi-peronismo para
abrir una era de libertad y progreso". El representante de la burocracia soviética en la
Argentina caracterizaba con las siguientes palabras las Jornadas de Octubre: "La
huelga del 18 de octubre, lograda en parte por la demagogia social e impuesta por la
violencia, así lo demuestra. Es un hecho que esa huelga fue ejecutada de acuerdo a
un plan preestablecido y dirigida por un mando único, con el decidido apoyo de la
policía... No hay que llamarse a engaño: el nazi-peronismo sabe actuar audaz y
enérgicamente. Esa «huelga» y los desmanes perpetrados con ese motivo por las
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
71
bandas armadas peronistas deben ser considerados como el primer ensayo serio de
los nazi-peronistas para desencadenar la guerra civil".
Este burdo funcionario extranjero era incapaz de percibir que la profunda ola de
la revolución popular argentina, era parte de un proceso que en esos momentos se
manifestaba en todos los países coloniales y semicoloniales del mundo, en una
tentativa poderosa por liberarse del yugo feudal y de la opresión regresiva. Trabada
por los pactos con el imperialismo "democrático", la burocracia soviética había
ordenado a sus agentes internacionales que la política de los partidos comunistas
debía ceñirse a las estipulaciones de la alianza entre las grandes potencias
vencedoras, pero el pueblo argentino y en primer lugar su clase trabajadora, luchaban
por manejar por sí mismos sus asuntos, en abierta contradicción con la oligarquía
agropecuaria antinacional, cuyo frente los comunistas integraban. El mismo
Codovilla agrega: "Esto no es casual, pues es sabido que los nazi-peronistas se
proponen conservar el poder por cualquier medio, y que sus planes son preparados
minuciosamente con la ayuda de agentes hitleristas expertos en provocaciones y
guerras civiles". ¡Justamente el agente de la G.P.U. que durante la guerra civil
española organizó los asesinatos de Andrés Nin, Camilo Berneri, Durruti y otros
militantes obreros que no quisieron aceptar la intromisión de Moscú, habla en la
Argentina de "agentes provocadores"! Pero su verdadera catadura política e inepcia
burocrática pudo advertirse cuando en el mismo informe analizaba el presunto caudal
del peronismo. "¿Cuál es la debilidad del nazi-peronismo?" Se preguntaba este
profeta. Y respondía: "Su debilidad reside en que es una MINORÍA. Reside en que
es un conglomerado de elementos dispares sin principios, que se inflan mutuamente,
porque no tienen más vínculo de unión que el deseo de hacer triunfar la imposición
continuista paro copar y usufructuar el poder en su provecho. Reside en que no han
conseguido formar un partido nacional de masas".
La aplastante derrota electoral que aguardaba a la Unión Democrática y sus
aliados comunistas, demostró que Codovilla no sólo no era capaz de guiar una
sociedad vecinal, sino que por la naturaleza de su profesión de burócrata internacional era orgánicamente extraño a la realidad política argentina. Su condición de
72
JORGE ABELARDO RAMOS
representante de los intereses de una potencia extranjera lo colocó invariablemente
en contra del pueblo argentino.
STAL1NISMO Y ANTIPERONISMO
Hemos señalado varias veces en el curso de etos artículos que la política del
Partido Comunista argentino fue absolutamente inseparable de la política exterior del
Kremlin y del Estado Ruso, a cuyo destino dicho partido estuvo estrechamente ligado
durante toda su existencia. Codovilla y Rodolfo Ghioldi no son más que obedientes
transmisores de órdenes y de ningún modo jefes políticos comentes de cualquier
partido.
La fuente de su política y de sus recursos procede del extranjero. De ahí la
insignificante gravitación que dicho grupo ejerce en la política argentina y en el
movimiento obrero. Durante toda una época, el terrorismo ideológico del imperialismo ahogó las tentativas nacionales de explicar coherentemente la realidad argentina.
Así creó un vacío en el movimiento obrero y en la opinión democrática
independiente; pero como la naturaleza y la sociedad odian el vacío, la confusa e
indigesta masa de refranes y consignas creados para uso argentino, hizo las veces de
ideología para algunos sectores de la clase media porteña sin conciencia nacional ni
revolucionaria y para algunos sectores del movimiento obrero de aquella época.
Ante esta asociación tácita entre el imperialismo y el Partido Comunista, nadie en
la Argentina estaba en condiciones de expresar un punto de vista revolucionario
independiente que reflejase los intereses del país, pues los agentes imperialistas
empleaban en seguida la acusación de "nazi" o de "fascista", permitiendo de este
modo que el Partido Comunista capitalizase a su favor a los elementos más
combativos del campo obrero y los usase finalmente en contra de sus propios
intereses.
La alianza entre el imperialismo y el Partido Comunista argentino ha sido en
realidad constante. Ambos elementos actuaron en un gigantesco movimiento de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
73
pinzas para sofocar toda tentativa de revolución nacional. En los problemas fundamentales el Partido Comunista dispara al mismo blanco que el imperialismo.
Desde hace más de diez años, por ejemplo, y a pesar de la guerra fría, que
comienza en 1947, los comunistas se encuentran en el mismo campo que los agentes
imperialistas. Ellos afirman a quien quiere oírlos que su lucha contra el imperialismo
yanqui es inquebrantable. Pero en la práctica (el arte de la política se define siempre
por la verdad concreta), tanto los agentes imperialistas como el Partido Comunista
están ligados por un nexo común: su antiperonismo, es decir, por su odio a la
revolución popular argentina. Es aquí donde unos y otros se identifican. Desde otro
punto de vista, esta coincidencia en la política argentina es un esfuerzo de la
burocracia comunista por evidenciar al imperialismo su voluntad de llegar a un
acuerdo permanente. Toca ahora examinar cuál ha sido la posición del Partido
Comunista ante algunos pasos fundamentales de la revolución democrática argentina.
RODOLFO GHIOLDI CONTRA EL ESTATUTO DEL PEÓN
En el discurso pronunciado el 19 de setiembre de 1945 en el Luna Park, bajo los
auspicios del Partido Comunista y con la presencia de Antonio Santamarina como
invitado de honor, Rodolfo Ghioldi comentaba el Estatuto del Peón. ¿Qué opinión le
merecía al jefe comunista esta medida revolucionaria? Escuchémoslo: "¿Y
los
campesinos? Ellos nada deben al gobierno de facto. Hay un Estatuto del Peón que
bajo la apariencia de proteger al peón, sin ampararlo en la realidad, es en suma un
Estatuto contra los campesinos". Rodolfo Ghioldi y con él lodo el Partido Comunista
atacaba así al Estatuto del Peón, que arrancaba de una condición servil a medio
millón de proletarios del campo, explotados y humillados, tanto por los estancieros
oligarcas que vivían en Buenos Aires o en París, como por los chacareros
acomodados y colonos ricos que constituyen parte de nuestra burguesía agraria.
Pero como Rodolfo Ghioldi hablaba de “los campesinos", cualquier oyente podía
imaginar que se trataba de los siervos de la gleba de la sociedad feudal, de los
campesinos de la época zarista, o de los trabajadores expoliados por los gamonales
de Perú, Guatemala o Venezuela. Nada más falso, sin embargo. El "campesino" en la
74
JORGE ABELARDO RAMOS
Argentina es una categoría de tipo capitalista, propietario o arrendatario, que trabaja
en condiciones modernas de producción, es decir, tecnificadas y que tiene
generalmente a su servicio varios peones. Estos sí son auténticamente obreros
agrícolas que viven únicamente de su salario. El Estatuto del Peón está dirigido
precisamente a proteger las condiciones de trabajo de los centenares de miles de
jornaleros y peones del campo argentino. Rodolfo Ghioldi y Codovilla, en cambio,
dando la espalda a los proletarios del campo, defendían a los colonos, chacareros
ricos o estancieros, que se veían ahora obligados a pagarles salarios determinados y
otorgarles mejores condiciones de vida y salubridad.
En este ataque contra el Estatuto del Peón, Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla
se colocaban enteramente en el punto de vista de la oligarquía terrateniente y de los
colonos ricos, en contra de los jornaleros y peones arrancados a las condiciones de
una vida bárbara. Por representar los intereses de un sector de la burguesía agraria,
los comunistas inventaron la famosa formulita de la "Reforma Agraria".
Cada una de las medidas revolucionarias fue atacada por el Partido Comunista
que cumplía así, en la práctica, una labor coincidente con la del imperialismo. Al
nacionalizarse el Banco Central, el periódico "Orientación" escribía el 27 de marzo
de 1946: "Partidarios como decimos de alejar la influencia y la presión del capital
financiero imperialista no podemos por ello saludar como una medida progresista ese
titulado decreto de nacionalización". La nacionalización del Banco Central, como
todo el mundo lo sabe, recuperaba para el país una poderosa palanca de su autonomía
financiera. El antiguo Banco Central que desde la época de Pinedo, no expresaba
sino la voluntad imperialista y regulaba la política financiera argentina, discernía el
manejo de las divisas y controlaba la emisión de moneda. En realidad, en el dominio
de la política financiera el gobierno nacional argentino dependía de la banca
extranjera. Es a esta medida de nacionalización del Banco Central que atacaron los
comunistas, alineándose una vez más en el frente antinacional y antiproletario.
75
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
EL SIGNIFICADO DEL I.A.P.I.
¿Qué pasó con la creación del I.A.P.I.? La palabra misma I.A.P.I. produce hasta
hoy ictericia a la contrarrevolución. No es para menos. En este punto precisamente,
los comunistas e imperialistas centran el fuego graneado de su ataque. En los
momentos en que los productos agrícolas obtenían altas cotizaciones internacionales,
el I.A.P.I. adquirió las cosechas u los colonos y las revendió a un precio mayor en los
mercados internacionales. ¿Qué significaba en términos de economía política esa
diferencia? Se trataba de la renta de la tierra. Un valor que no era producido
directamente por la persona individual del productor, sino por las condiciones
generales
del
desarrollo
económico nacional,
por
la
estructura
de
las
comunicaciones, por las ventajas de la centralización del poder, etc. Es decir, que la
renta de la tierra pertenecía y pertenece a la Nación. El I.A.P.I. era la voluntad
nacional actuante que al administrar esa porción de la renta de la tierra y aplicarla en
beneficio de la industrialización argentina promovía el desarrollo general de las
fuerzas productivas.
Es un caso parecido al del famoso debate histórico ya cerrado de las aduanas del
puerto de Buenos Aires. En una época, antes de la unidad argentina forjada por Roca
a través de la federalización de la capital de Buenos Aires, la provincia bonaerense se
reservaba para sí misma los ingresos procedentes de las rentas aduaneras. Pero esas
rentas, aunque ingresasen por el puerto de Buenos Aires, eran producto del esfuerzo
general de todo el país y no solamente de la provincia.
El I.A.P.I, vino a constituirse en una de las conquistas fundamentales de la
revolución argentina. Pero los comunistas adoptando la divisa de la oligarquía nativa,
lanzaron la consigna de "libre comercialización de las cosechas", afirmando que "los
monopolios cerealistas habían sido reemplazados por el monopolio del Estado lo que
no modificaba la situación". No otro era el pensamiento expresado por los órganos
más calificados de la prensa contrarrevolucionaria. Si el monopolio privado del
capital extranjero era lo mismo que el monopolio ejercido por el Estado argentino, ¿
a qué se debía la campaña internacional de difamación orquestada por los grandes
intereses heridos? Por otra parte sólo la impudicia de un Codovilla podía asimilar dos
nociones de naturaleza social y nacional tan diferentes.
76
JORGE ABELARDO RAMOS
Cuando los monopolios cerealistas compraban las cosechas, las vendían a los
mercados internacionales y se embolsaban una parte importante de la renta de la
tierra argentina que iba a parar a los accionistas extranjeros con el fin de construir
palacios en la Costa Azul o reinvertirse en los diamantes de Angola. Se sustraía así al
pueblo argentino una parte considerable de su esfuerzo; dicho en otros términos, se
descapitalizaba el país.
La sustitución del monopolio cerealista extranjero por el monopolio estatal del
comercio exterior sólo podía ser el producto de un movimiento popular
revolucionario que propendiese a aplicar esa porción de renta de la tierra a medidas
de interés público. Se explica así, la indignación con que un antiguo exportador de
cereales argentinos puede observar que con parte del dinero del I.A.P.I. el poder
nacional erige una Escuela Normal de Profesores en los llanos de La Rioja o en el
lejano Chubut. También podrá comprenderse la irritación de la contrarrevolución que
sabe perfectamente que si por un lado los caudales del I.A.P.I. permitieron llevar
adelante Ja industrialización del país, por el otro, ese mismo hecho fortalecía al
Estado argentino. Nunca el capitalismo internacional ha mirado con simpatía el
fortalecimiento de los Estados coloniales o semicoloniales. También en este caso los
comunistas se colocaron enteramente en la posición de la contrarrevolución
oligárquica.
VILLARROEL Y EL "PUTSCH" IMPERIALISTA
El trágico destino del pueblo boliviano bajo el látigo de la oligarquía estañera
proimperialista, encontró en el Partido Comunista de la Argentina la más cerrada
incomprensión. Es universalmente sabido que la pequeña burguesía revolucionaria,
representada por el MNR y los sectores más avanzados y audaces del ejército de
Bolivia, habían intentado crear con el régimen de Villarroel un centro de resistencia
al imperialismo. Al abrazar las reivindicaciones más profundamente sentidas de las
masas trabajadoras del Altiplano, Villarroel y sus amigos fueron jaqueados por la
prensa continental, servil instrumento del capital financiero internacional.
Descalificados de una manera sistemática, se creó el vacío alrededor de ese gobierno
77
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
y se lo acusó de "nazi". Una atmósfera de descrédito político tornó sofocante su
situación. En la memoria de todos están las jornadas que precedieron la caída y el
sacrificio de Villarroel, inmolado por los barones del estaño. El golpe del 21 de julio
de 1946 fue llamado por los corifeos del capitalismo internacional (y sus numerosos
abogados "democráticos") un movimiento de "revolución popular". Bajo esta
denominación inofensiva ocultaba su puño de hierro el imperialismo y toda la
izquierda tradicional viose así envuelta por la propaganda interesada sostenida por
los amos de la oligarquía estañera. Desaparecido Villarroel, se abrió en Bolivia un
ciclo sangriento de represión antiobrera y de persecución a las organizaciones
sindicales. Papel destacado en la práctica de esta represión ejercieron los elementos
del PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria) de orientación comunista. Rodolfo
Ghioldi y Vittorio Codovilla enviaron al gobierno surgido de la conspiración
oligárquica el siguiente telegrama: "En nombre del Partido Comunista y seguro de
interpretar los sentimientos de la clase obrera y del pueblo argentino, hacemos llegar
al señor Presidente, a la Junta de Gobierno y, por su Intermedio, al heroico pueblo
boliviano, nuestro alborozado saludo por
la victoria del movimiento libertador,
llamado a tener benéficas repercusiones para la consolidación de la democracia
latinoamericana". En el diario comunista "La Hora", Rodolfo Ghioldi escribía el 24
de
julio
de
1946
palabras
que
definen
por
entero
a
la
burocracia
contrarrevolucionaria del Partido Comunista: "El derrocamiento del nefasto régimen,
fascistizante de Villarroel-Paz Estenssoro, abre grandes posibilidades al progreso
económico y la democracia política". Lo único que inauguró el golpe oligárquico fue,
como lo demostraron los acontecimientos inmediatos, una etapa de cruento retroceso
en el movimiento obrero de Bolivia. Una doble cadena alrededor de la garganta de
ese país hermano fue la expresión concreta de ese pregonado "progreso económico",
pues el colonialismo no había volteado a Villarroel para ayudar a Bolivia a
independizarse sino precisamente para impedirlo. El mismo diario comunista exigía
al día siguiente que el cuerpo diplomático acreditado en La Paz no diera asilo a los
militantes del régimen depuesto, pues el "derecho de asilo no había sido creado para
ellos". Finalmente, el 11º Congreso del Partido Comunista calificaba los sucesos del
21 de julio como una "revolución y no un simple golpe de mano, dada la
78
JORGE ABELARDO RAMOS
participación de las masas". Con esta actitud se escribía otra página en la sombría
historia del comunismo.
LA UNIDAD SUSTANCIAL DE AMERICA LATINA
En el curso de estas notas hemos examinado el libro de Víctor Alba "Le
Mouvement ouvrier en Amérique Latine" e intentado demostrar que la vieja tradición
europea de ignorar o desfigurar los problemas latinoamericanos no ha muerto
todavía. Salvo su relato cronológico de los episodios de la revolución mexicana —
prescindiremos aquí de la falacia del método expositivo— Víctor Alba cometió en su
obra errores fundamentales que con reiteración algo extenuante hemos señalado a
nuestros lectores. Su juicio sobre los problemas de la revolución latinoamericana se
resiente esencialmente por no concebir a los pueblos de habla hispano-portuguesa
como una unidad histórica que tiende a la unidad política. De esta falacia preliminar
se desprenden todos los equívocos que le son tributarios. La bibliografía acerca de
América Latina que considera a los veinte Estados como naciones históricamente
válidas, conclusas, diferenciadas y legítimas, es enorme. Complace a las oligarquías
que nos han balcanizado esta profusión, que nos estudia como un mosaico de
nacionalidades jóvenes con perfiles propios. Víctor Alba incurre en la misma falta y
este hecho vuelve falso su trabajo, no exento de datos, atisbos o juicios más o menos
sensatos.
Hemos apuntado con detalle su incomprensión del papel desempeñado en
América Latina por los partidos socialistas, en particular en la Argentina, como
agencias ideológicas en el movimiento obrero de los viejos imperios europeos. Tampoco ha sido más feliz Víctor Alba al estudiar la actividad y el significado de los
partidos comunistas, en su calidad de representantes de la política exterior del
Kremlin. Víctor Alba ignora que si los partidos comunistas proclaman en la hora
actual un furioso "anticapitalismo", en la práctica y sobre todo en la Argentina y
Chile, se colocan abiertamente en el mismo campo del adversario. En la medida que
cualquier gobierno del continente intenta resistir, promover el desarrollo económico
y social con los medios que tiene y que son los que la historia le proporciona, cierta
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
79
prensa desenvuelve una campaña de difamación, bloqueo político e intimidación psicológica destinada a aislar a esos gobiernos del apoyo popular. Los viejos partidos
"democráticos" y el Partido Comunista en primer lugar, se pliegan automáticamente
a esa campaña, acusando al gobierno respectivo de practicar la "dictadura". Si tales
gobiernos obligados por la lógica situación, llevan adelante medidas revolucionarias
de autodefensa nacional (nacionalizaciones, etc.) lesionando los intereses extranjeros
y en consecuencia atacando la provocación periodística al servicio de esos intereses,
"todo el país", "todas las fuerzas vivas", y también parte de la intelectualidad
presuntamente "democrática", declaran con énfasis que "esto no puede seguir". El
papel efectivo y no declamatorio que desempeñan los partidos comunistas y los otros
partidos en este cuadro, sirve únicamente a las oligarquías financieras. La actividad
política es bastante sugerente a este respecto.
Víctor Alba ha declinado la importante tarea de ubicar a los partidos políticos del
continente en el proceso viviente de nuestra revolución democrática. Esta deficiencia
hace flotar a su libro en el vacío. Es una lástima. Pero su obra prueba de manera
indirecta que Europa ya no puede prestarnos sus fórmulas para registrar una realidad
nueva. América Latina se descubre a sí misma, sin renegar de Occidente y de su
herencia, pero aplicando al drama la propia visión de sus hijos.
80
JORGE ABELARDO RAMOS
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y GEORGE ORWELL
Todo el mundo sabe que a George Orwell, el autor de "Rebelión en la granja" y de
"1984", le llegó la gloria junto con la muerte. Los editores, ¡los eternos editores!
descubrieron súbitamente que aquel muerto de hambre tenía talento, y que su pluma,
su sangre, su tuberculosis, su pasado, daban dinero. Cuando un poco de ese dinero
llegó a sus bolsillos y el escritor se disponía a casarse y a comer, murió. Los editores,
entonces, se lanzaron afanosamente a buscar sus papeles inéditos, sus obras inconclusas,
los últimos rasgos que su mano huesuda había trazado en las horas desesperadas.
Porque si Orwell vivo se estaba convirtiendo en negocio, Orwell muerto era un
negocio magnífico. Así se publicó en Europa todo lo bueno y lo malo que un gran
escritor puede producir durante su vida. En la premiosa búsqueda que los editoriales
emprendieron de las obras de Orwell, se encontró una que cuando fue publicada por
algún editor desprevenido en 1938, pasó completamente inadvertida para la crítica
inglesa y para el público mismo. Se trataba de un libro titulado "Homenaje a
Cataluña". No existe ninguna casualidad en el hecho de que esta obra haya merecido
los honores del silencio.
Es bueno saber ante todo que George Orwell había nacido en 1903 y que en 1936
ya había servido en la administración británica de
Birmania,
había buscado vanamente
en París los funestos secretos del arte, había trabajado como vendedor de libros,
había pasado hambre en la gran Albión y fuera de ella. La guerra civil española lo
atrajo a sus llamas y en diciembre de 1936, George Orwell, un inglés flaco y sentimental, desembarcaba en Barcelona. El no era un político. Era sobre todo un escritor
y en cierta medida un poeta, un poeta trágico, puesto que no era ciego, ni sordo.
Recorrió las calles de esa Barcelona armada hasta los dientes por la energía de los
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
81
obreros de la C.N.T. y de la F.A.I. Orwell había permanecido del lado de la "España
republicana": al contemplar la ciudad poblada de proletarios vestidos de mamelucos,
observó con asombro la completa desaparición de todas las formas ceremoniales y
tradicionales, internas y externas de la desigualdad social. En pocas semanas, cuenta
Orwell, la guerra civil había hecho de Barcelona una ciudad de trabajadores. La
pobreza reinaba en todas partes. La carne y la leche eran prácticamente
inencontrables. Había racionamiento de azúcar, de carbón y de petróleo. Todo
escaseaba. Pero el escritor inglés notó la extraña alegría y el raro fervor de los
hombres y las mujeres de las calles de Barcelona. Era en diciembre de 1936. Cinco
meses antes, una rebelión militar obligaba a las masas trabajadoras a plantear los
problemas fundamentales de la nación.
La decadencia histórica de España iniciada en el siglo XVI, se expresaba en todas
esas tareas no resueltas que iban a desnudarse en el curso de la guerra civil: la
revolución agraria, el control de la industria, la cuestión de las nacionalidades y las
tendencias separatistas y el destino del poder. La gran farsa del Frente Popular quedó
de manifiesto ante los ojos de Orwell, un honrado espectador del drama. El dilema
planteado por los agentes de Stalin al bando "republicano" fue: primero ganar la
guerra y luego hacer la revolución. De ese modo quería el Kremlin garantizar la
existencia de esa vacía República burguesa nacida en 1931, para congraciarse con
Francia e Inglaterra.
Así perdieron la guerra y enterraron la revolución. Tales son los hechos que
desfilan por el libro de Orwell.
EL STALINISMO AHOGA LA REVOLUCIÓN
El escritor llegó a Barcelona en diciembre de 1936. Los dados estaban echados.
La revolución española que había surgido como el fruto legítimo de esa "putrefacción lenta
e ingloriosa” de España feudal, se desarrollaba bajo las condiciones de un
predominio mundial del comunismo en el movimiento obrero, de las tentativas del
Kremlin para obtener un acuerdo diplomático con Francia e Inglaterra y de las
simpatías generales que el bando de Franco encontraba en la burguesía europea y
particularmente en Italia y Alemania. Los obreros españoles cuyo temple
82
JORGE ABELARDO RAMOS
incomparable había asegurado en los primeros momentos la defensa de una república
en la que no creían, fueron traicionados en toda la línea por sus jefes tradicionales.
Los anarquistas antiestatales permanecieron en el gobierno sin tocar un pelo al
régimen social antiguo. Los comunistas pusieron en práctica una política destinada a
suprimir a todos los revolucionarios molestos y a aceptar la continuidad de la
república burguesa y de la propiedad feudal. Era el alto interés del Kremlin
demostrar así a la Europa capitalista sus deseos de buena vecindad y su
respetabilidad conservadora.
El P.O.U.M., partido centrista de izquierda, también ingresó al Frente Popular y
sus dirigentes ocuparon altos cargos en la Generalidad de Cataluña. Este
oportunismo del POUM no le impidió convertirse en el blanco de la persecución de
la policía secreta comunista en España, bajo la acusación de "trotskista", únicamente
por el hecho de que a pesar de la debilidad de sus dirigentes constituían el ala
izquierda de la coalición frente-popularista. Las cárceles de Barcelona estaban
repletas de dirigentes obreros y de revolucionarios independientes. Así fueron
asesinados Andrés Nin, Erwin Wolf, Abramovich, Camilo Berneri, Barbieri, Kurt Landau,
Moulin, Martínez; detrás de estos nombre conocidos sería necesario incluir
centenares y miles de obreros militantes sindicalistas anónimos enviados a los frentes
peligrosos, ejecutados secretamente o tiroteados en las calles, como Durruti. La
semana trágica de mayo de 1937 fue la culminación de un proceso
contrarrevolucionario cuyos artífices fueron los comunistas del Kremlin y sus
agentes especiales.
George Orwell atestigua todo esto en "Homenaje a Cataluña". Las grandes
compañías francesas o inglesas que tenían inversiones cuantiosas en España veían
con mirada
complaciente
la ola de terror comunista en la retaguardia, mientras el
gobierno de León Blum, bajo la máscara socialista practicaba la política del
imperialismo francés, con su famoso comité de "no intervención". Pero George
Orwell no era solamente un escritor que tomaba manzanilla en las ramblas de Barcelona. Quiso luchar en el frente y partió hacia Aragón donde pudo comprobar las
realizaciones agrarias de los campesinos aragoneses y las profundas reformas
sociales que realizaban. También pudo ser testigo de cómo la división Lister aplastó
implacablemente las comunidades agrarias con la bendición del gabinete Negrín. Era
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
83
este mismo doctor Negrín que el pueblo llamaba "doctor Lentejas", pues tal era el
régimen de la alimentación forzosa que el gabinete burgués-comunista había
impuesto a los trabajadores de España, mientras los pomposos "comisarios" bebían
champagne francés en los barrios residenciales.
Por un verdadero milagro George Orwall escapó a la ola de represión en la
retaguardia "republicana". Orwell era un escritor individualista. El abismo de esa
década sombría repleta de revoluciones derrotadas, influyó en su espíritu y lo empujó
a una visión pesimista del futuro. Así pudo escribir "1984", satisfaciendo las
necesidades de la clase medía intelectual que no desea mirar hacia adelante. En su
desilusión personal encontró el éxito literario. Pero "Homenaje a Cataluña" no será
olvidado y tampoco morirá aquel que escribió amargamente una vez que "todos los
hombres son iguales, aunque algunos son más iguales que los demás”
84
JORGE ABELARDO RAMOS
BEVAN O LA IZQUIERDA DE SU MAJESTAD
La aparición de una "izquierda" en la socialdemocracia internacional es un
fenómeno cíclico, que aparece por lo general en los momentos de agravación de la
situación social. Ya es una tradición que tal izquierda, y sobre todo sus dirigentes,
sean reabsorbidos por el partido cuando la irritación de los obreros es superada o
neutralizada por una gran derrota. Los casos de Merceau Pivert en Francia, antes de
la última guerra, o de Fenner Brockway, en Inglaterra, son suficientemente
ilustrativos al respecto. Pivert regresó humildemente al partido de Blum, y
posteriormente desapareció de la vida política. Brockway, sin abandonar sus arrestos
de independencia, pertenece a la Cámara de los Comunes y se distingue por su
prudencia en los asuntos serios y por su calculada audacia en los problemas
secundarios.
Ahora le toca el turno a Aneurin Bevan, surgido a la notoriedad política sobre la
base del descontento de la clase trabajadora británica, que se ha visto defraudada por
la dirección burocrática del laborismo encabezado por Attlee y que busca,
confusamente aún, una nueva dirección. Bevan acaba de publicar un libro que llenará
por completo las necesidades de la juventud intelectual del laborismo británico, es
decir, que une a la crítica un espíritu constructivo, deja a las cosas en su lugar, no
habla de la supresión de la monarquía ni de la independencia total de las colonias
británicas y ofrece a la dolorida humanidad una incomparable receta para hacer una
tortilla sin romper los huevos. Apasionado, prudente, osado hasta los límites que fija
a la osadía la máquina del partido, y antiimperialista en la medida que esto no afecte
85
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
la estabilidad del Imperio, Bevan expresa en la obra la esperanza de que la buena
voluntad lo arreglará todo. La idea es un poco débil, pero simbólica.
EN LUGAR DEL TEMOR
Como todo libro requiere una inspiración, llamémosla teórica o espiritual, Bevan
ha invocado unas palabras del extinto presidente Roosevelt para titular su obra. A
pesar de que Roosevelt no se distinguía p or su capital ideológico (Archibald Mac Leish y
otros semejantes le escribían sus discursos) dijo una vez: 'la única cosa temible es el
temor mismo". Con esto no se puede ir muy lejos, naturalmente, pero a Bevan le ha
bastado, pues no es un gran andariego. Su libro se titula, por consiguiente "En lugar
del temor". ¿Qué es lo que ofrece Bevan? ¿Quizás una fórmula inédita del valor, una
receta para el coraje? Nada de eso. El autor es sensato. Proporciona únicamente
sentido común. Enfrenta a Marte con un paraguas, y a Minerva con Stuart Mili. ¡Una
batalla desigual! Sugiere que el stalinismo es poderoso no por sus recursos militares,
sino por la crisis económica del mundo. El mejor remedio es curar la crisis, aumentar
el standard de vida de las masas, introducir la felicidad en el infierno, llevar la
técnica a los países atrasados y la democracia a las colonias. Para esto no hace falta
otorgarles una completa independencia, sino hacer lo mismo que con la India, que a
Bevan le parece el ejemplo de "una solución constructiva": dejar a los hindúes la herencia bárbara y los gastos del Estado y mantener el control económico de ese país.
Antes que Bevan descubriese ese método, ya lo había aplicado Attlee. No cree que
los rusos se lancen a la guerra: "¿Estarían bastante locos como para enfrentar 35
millones de toneladas de acero contra 200 millones?"
Al mismo tiempo, Bevan aclara que no comparte las ilusiones de los pacifistas: él
sostiene la necesidad del rearme pero "limitado". Todo es limitado en este libro y el
temor, a pesar del título, ocupa todas sus pá ginas:
temor a los norteamericanos,
a los
rusos, a los conservadores, a los amigos de
Attlee, a perder votos obreros. No olvida defender el sistema parlamentario contra
los métodos de acción directa ni de criticar a los Estados Unidos, sin romper con
ellos. Bevan demuestra que la ciencia del compromiso no tiene secretos para él. El
futuro dirá qué fundamentos quedan en Inglaterra para sostener compromisos.
86
JORGE ABELARDO RAMOS
El dispositivo político de la nación británica despierta involuntariamente
admiración. Un país tan viejo ha logrado destilar una sabiduría que se aplica a cada
una de las manifestaciones de la vida nacional. Veamos, por ejemplo, qué es 16 que
ocurre con el Partido Laborista. La burguesía inglesa ha comprendido desde hace
medio siglo que del mismo modo que algunos patrones asocian a sus obreros
obsequiándoles una acción ilusoria es altamente conveniente asociar al proletariado
británico a la política imperialista de su burguesía. Al ofrecer esta participación
simbólica en el poder político al laborismo británico, los capitanes de la industria
sabían perfectamente que la clase obrera como clase, no estaba llegando a las palancas de
mando sino que por el contrario, era la propia burguesía la que encontraba un
formidable respaldo en la defensa de sus intereses. No era el Estado británico el que
se proletarizaba, sino que era el proletariado el que se aburguesaba. Por supuesto,
esto no debe tomarse al pie de la letra, ya que los obreros británicos, con la
organización de sus sindicatos y con la integración del Partido Laborista, obtuvieron
ciertas mejoras en sus condiciones de vida, organizaron cooperativas y adquirieron
una mayor conciencia de los problemas políticos. La Sociedad Fabiana, con el
insoportable pedante de H. G. Wells al frente y con Bernard Shaw (que hizo su fortuna
en Londres explotando durante tres cuartos de siglo su condición de irlandés
honorario) aconsejaba al proletariado que solamente por el camino del
perfeccionamiento moral podía ganar el reino de los cielos. En la realidad, el
proletariado británico durante todo el siglo XIX y gran parte del siglo XX, del mismo
modo que hoy el proletariado yanqui, participa objetivamente, y aunque sea en
mínima parte, de la explotación del mundo colonial que ejerce enérgicamente la
burguesía inglesa desde hace varios siglos. Esto dio a Gran Bretaña una solidez que
la burguesía inglesa por sí misma jamás habría alcanzado. He aquí el papel que ha
desempeñado el Partido Laborista y que todos los hechos corroboran. Esta
adaptabilidad de los políticos británicos les permitió perder en apariencia a la India.
En efecto, para conservar el prestigio de la dirección laborista ante los ojos de los
obreros y el prestigio de Gran Bretaña ante los ojos de la opinión pública
democrática internacional, el imperialismo facilitó la independencia formal de la
India por el gobierno laborista. Pero, como el mismo Winston Churchill dijo en su
rudo estilo, "es preferible medio pan a no tener nada". Así fue como la independencia
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
87
de la India se condujo por la vía fría. Hay miles de ejemplos e incidentes reveladores
del genio político británico, notable tanto en sus épocas de rapiña como en su período
de crisis; es un imperio que sabe avanzar y también retroceder. Probablemente sea
este el secreto principa' de la continuidad histórica de su predominio.
EL RUDO Y SENSATO IZQUIERDISTA
El ocaso del poder mundial de Gran Bretaña determinó entre otras cosas, que en
el Partido Laborista surgiese una llamada "ala izquierda". Su personificación fue
Bevan. La Circunstancia de proceder del país de Gales (recuerde el lector la fogosidad del
temperamento galés)
favoreció el prestigio de niño intratable y revolucionario furibundo
que graciosamente le otorgó la prensa imperialista mundial. En realidad, nadie es
más razonable que Bevan. Participante en el gabinete de guerra de Churchill y
veterano miembro del Partido Laborista, Bevan ascendió al cargo de Oposición de Su
Majestad de Attlee, así como Attlee es la Oposición de Su Majestad de Churchill.
Pero, todos estos papeles están distribuidos por las necesidades generales del
imperio. El descontento de los obreros británicos por el excesivo racionamiento
impuesto por las condiciones de guerra y de post-guerra, el descenso de su nivel de
vida derivado
de la pérdida de los mercados
tradicionales y de la competencia
norteamericana, fueron otros tantos factores que facilitaron la formación de esta
izquierda destinada a conservar el prestigio del laborismo ante la clase obrera inglesa
y en consecuencia la solidez orgánica de ese extraño bloque conservador-laborista
que se divide las ganancias del Imperio Británico.
La fuerza de Bevan reside en el apoyo que le presta la burguesía británica, con el
fin de que los obreros vean en él al "verdadero socialista" y de este modo cerrar el
paso hacia el probable surgimiento de un partido revolucionario inglés. A Bevan lo
conocen, saben cuáles son sus límites reales, sus aspiraciones, su pasado y nadie más
interesado que Churchill en alimentar la fama del intransigente Bevan.
Advirtamos en este panorama la sagacidad de los políticos británicos que emplean
la pistola en la ejecución sin sumario en Kenya, la sonrisa en Washington, la intriga
en Bagdad, la flota en Alejandría y los poetas isabelinos en la Argentina. Es una
88
JORGE ABELARDO RAMOS
vasta panoplia política que requiere ser comprendida para ser enfrentada. Ahora esos
dos enemigos "implacables" —Attlee y Bevan— irán como buenos hermanos a
China invitados por el
gobierno de Pekín para compenetrarse
mejor de los problemas
asiáticos. ¿Qué significa esto? Es muy sencillo. Mientras en Ginebra la diplomacia
británica trata de suavizar las exigencias norteamericanas para una decisión militar
en Asia, los "opositores" laboristas viajan a China como una demostración de que la
nación británica no está resuelta a dejarse provocar por ninguna aventura bélica y que
su comercio con el Extremo Oriente es sagrado. Esta división de tareas que ha hecho
la grandeza de la nación británica, continúa siendo una buena escuela para los jóvenes políticos que luchan por destruir esa grandeza.
89
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
MIRADA
A
LAS
ISLAS
FILIPINAS
La pérdida de las Islas Filipinas por España (guerra con Estados Unidos, 1898)
pareció sumir a ese gran archipiélago en una profunda obscuridad. Plantadas entre
América y Asia, las
Filipinas, cuyo propio
nombre evoca a Felipe II, vivieron bajo el
dominio de España durante tres siglos. Los españoles propagaron su idioma y su
cultura entre la población indígena, donde ya existía un sector con un grado considerable de civilización: eran los tagalos. Perdida para España la mayor parte de su
imperio americano, sólo restaban bajo su bandera en el Pacífico las islas descubiertas
por Fernando de Magallanes. El movimiento
de independencia fili pino
iniciado por el
médico y escritor Rizal, se complicó con la guerra que Estados Unidos declaró a
España el 21 de abril de 1898, bajo el pretexto de la explosión del
navío
"Maine",
ocurrida en el puerto de La Habana por razones puramente accidentales. En realidad,
este conflicto estaba esencialmente determinado por el carácter expansivo del
capitalismo norteamericano, que buscaba una esfera de influencia en el teatro
asiático. En la balanza de poder, la supremacía mundial había pasado históricamente
del Mediterráneo y el Báltico al Atlántico. Correspondía a nuestro siglo contemplar
al Pacífico como "campo marítimo de la historia". La posesión española de las
Filipinas ya no correspondía a su peso específico como metrópoli. La guerra de Cuba
subrayó esa decadencia. La "Invencible" moría definitivamente bajo los cañonazos
norteamericanos.
A partir de ese momento, Filipinas fue constituyendo un nombre cada vez más
lejano y exótico. Para los latinoamericanos, cuya lengua hablaba gran parte de los
filipinos, las Islas eran más desconocidas que Indochina o que Bélgica. El control
norteamericano sobre ellas y la imposición del idioma inglés en las escuelas trajeron
profundas modificaciones en su vida social, que tampoco son conocidas en América
90
JORGE ABELARDO RAMOS
Latina. A principios de siglo, sobre nueve millones de habitantes, más de dos
millones de filipinos sabían hablar, leer y escribir correctamente el castellano. El
resto de la población hablaba algunos dialectos indígenas
prehispánicos,
sobre todo el
tagalo, cuya supervivencia demuestra no sólo los vínculos orientales del pueblo
filipino, sino también la resistencia que ha ofrecido a todas las tentativas extranjeras
por desfigurar su personalidad nacional. El tagalo alcanza en nuestros días difusión
escrita, pues se publica en esa lengua un semanario en Manila. En el período de su
dominación colonial, Estados Unidos buscó la asimilación cultural de las Filipinas
mediante una política lingüística, intento realizado también por Franklin Roosevelt en su
primera presidencia con respecto a Puerto Rico, y que ulteriormente fracasó. En las
Filipinas, en el presente período republicano independiente, el idioma inglés se ha
extendido considerablemente en la vida comercial, cultural y urbana, pese a que el
castellano continúa siendo formalmente la lengua oficial de la República. Sólo muy
recientemente, y con la ayuda de las leyes de Sotto y Magalona, el gobierno filipino
acordó otorgar protección oficial al idioma español, que será enseñado en las
escuelas públicas y privadas. Esta medida provoca las resistencias fáciles de
imaginar, pues hiere grandes intereses escudados en la propagación del idioma
inglés. Pero nadie ignora en Filipinas y en América Latina que la consolidación de un
idioma común, que abraza más de doscientos millones de almas en este planeta,
permite incluir a Filipinas en un formidable orbe cultural y también, quizás, en un
gran destino.
EL ATRASO POLÍTICO DEL PROLETARIADO YANQUI
La industria liviana se daba lujos democratizantes; así nació el idilio entre John
Lewis y Roosevelt. A la reaccionaria Federación Americana del
desnuda del Gomperismo,
Trabajo, expresión
no le quedaba más remedio que refunfuñar, alejada de los
puestos públicos. Si en la administración de Roosevelt el secretario de Trabajo era
Tobin, un corrompido dirigente del CIO, en la administración de Eisenhower ocupa
el cargo un miembro de la Federación Americana del Trabajo. Con el triunfo
electoral del actual mandatario y el ingreso a las palancas del poder de la industria
pesada y de la banca imperialista, son los sectores más conservadores y amarillos del
sindicalismo norteamericano los que proporcionan ministros al gobierno. En estos
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
91
cambios simbólicos de los equipos dirigentes debe advertirse la nueva y resuelta
orientación del imperialismo yanqui. Pero ni aun los dirigentes de la Federación
Americana del Trabajo pueden eludir algunos hechos de la situación económica del
país. En un informe preparado por el comité ejecutivo de esa Federación, que como
se sabe agrupa a numerosos sindicatos por oficio y a dirigentes del trabajo, se ofrecen
datos de penetrante interés. Dicho informe declara que si bien es cierto que la
productividad de la economía norteamericana ha aumentado en un 13 % entre 1949 y
1952, los salarios reales no experimentaron más que un 7 % de aumento. Como se
considera que los salarios pagados en la industria son más elevados que los de otras
ramas de la actividad económica, es presumible que muchos sectores de la clase
trabajadora no hayan percibido ni siquiera ese 7 % de aumento en sus salarios.
En otro capítulo del informe se menciona el hecho de que las 3/5 partes del consumo
nacional está representado por el consumidor obrero; de este modo, si el consumo
obrero llegaba al 70 % en 1950, en 1952 había caído al 63 %, mientras que los gastos
militares aumentaban de 9 a 14 %. Esta contracción del poder de compra obrero en la
nación capitalista más poderosa del planeta, resulta sugestiva si se considera que en
los países semicoloniales que dan pasos ciertos en su revolución nacional la capacidad
adquisitiva de las grandes masas trabajadoras ha marchado a saltos, sobrepasando
por su ritmo, aunque no en valores absolutos, a la misma evolución en Estados
Unidos. Este hecho cobra pleno valor a la luz de la desintegración anárquica del
régimen capitalista. Pero un examen más detenido del informe que comentamos nos
dará una idea clara del "standard" que gozan amplios sectores de la clase trabajadora
norteamericana, sobre la base de la explotación colonial de América Latina y de otras
partes del mundo. Al indicar que hay "muchas familias que no disponen de
comodidades modernas que les permitan gozar del «standard» de vida americano", la
Federación Americana del Trabajo manifiesta que "un tercio de las familias
norteamericanas no tienen automóvil; un tercio no tiene teléfono; 46 % no son
propietarias de sus casas; 45 % no poseen aspiradora; 57 % no tiene aún aparato de
televisión". Esta estimación negativa nos ilustra sobre las comodidades de que
dispone el resto de la población en Estados Unidos, en una escala incomparablemente mayor que las que disfrutó el proletariado británico en la época del
apogeo imperial
de las islas. Son preci samente
estas circunstancias las que explican el
92
JORGE ABELARDO RAMOS
indiferentismo político de la clase obrera norteamericana en su conjunto y su apoyo
objetivo a los planes mundiales de su burguesía. Pero cuando América Latina se una
en la emancipación nacional y social de sus pueblos, Estados Unidos perderá los
privilegios derivados de su explotación colonial y el proletariado yanqui adquirirá al
fin, en la escuela de la crisis, el alfabeto político de nuestro tiempo.
93
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
ALEMANIA
ENTRE
DOS
GUERRAS
Los sismógrafos vibran cuando se habla de Alemania. Es el gran tema de Europa. Lo
es, lo fue, lo será. Este poder de sugestión no emana por pura casualidad en una
nación que ha producido en el mismo siglo a Goethe, Beethoven, Marx y Bismarck y cuyo
portentoso genio técnico le permitió alcanzar una situación preeminente en el
mundo. Desde la aparición
de Pr
usia en la escena política de Europa bajo Federico
el Grande, el "prusianismo" originó la aversión general de sus vecinos: la Hostilidad
se apoyaba públicamente en el carácter "militarista" de Prusia, pero en verdad se temía el
rol que Prusia podía desempeñar como factor coagulante de la dispersión feudal
alemana y las consecuencias del nacimiento de una Gran Alemania unificada. A este
respecto el "antiprusianismo" de Inglaterra o de Francia tenía fundamentos políticos
bastante claros. Como era previsible, Prusia unificó la nación alemana. La tarifa
proteccionista se crea en Prusia en 1818 y en 1827 se establece en "Zollverein",
unión aduanera cuya fuerza práctica se consagraría plenamente a partir de la guerra
con Austria en 1866. Bismarck remataría la tarea de la revolución nacional alemana
en 1870.
La primera fase de la guerra con Napoleón III está históricamente legitimada por
ese gran objetivo que llevaría a esa nación a colocarse como la primera competidora
de Gran Bretaña en el mercado mundial. Al mismo tiempo Francia veía con recelo la
aparición en sus fronteras de un poderoso estado que realizaba su unidad nacional
simultáneamente con la aparición del imperialismo, lo que otorgaba a sus disputas
comerciales un carácter peligroso. Gran Bretaña y Francia, la primera con su
dominio de las fuentes de información mundiales y la segunda con su prodigiosa
influencia espiritual, se encargaron de ejercer sobre la opinión pública la presión
necesaria para impregnar la atmósfera de una interesante idea: Alemania es
militarista, el pueblo alemán cae en éxtasis ante los desfiles marciales, los
94
JORGE ABELARDO RAMOS
trabajadores alemanes apoyan las empresas de conquista. Esta fábula estaba distribuida por las dos potencias democráticas más poderosas del mundo y los
acontecimientos posteriores contribuyeron a que dichas acusaciones tuviesen cierta
verosimilitud. La primera guerra mundial se hizo bajo el signo de la lucha contra la
"barbarie teutona" y los "modernos hunos". La segunda guerra constituyó una
cruzada contra los crímenes del nazismo, pero una propaganda negligente de los
aliados impidió que los pueblos se enteraran de qué manera las burguesías británica,
norteamericana y francesa habían ayudado a Hitler a tomar el poder para crear una
punta de lanza contra la Rusia soviética. De todos modos, el odio racial desatado por
los nazis y cuyos fundamentos políticos examinaremos más adelante, se agregó a esta
fama sombría de Alemania y del pueblo alemán creada por sus competidores
inmediatos. De tal manera, Alemania moderna ha estado virtualmente excluida del
interés del público culto, expulsada, por así decirlo, de la simpatía que generalmente
se otorga a las creaciones de un pueblo ilustre. En las profundidades del inconsciente
colectivo, Alemania continúa siendo "el enemigo número uno". La reivindicación
que los norteamericanos o ingleses actuales hacen de sus militares o personajes por
razones de actualidad no contribuye por cierto a desvanecer aquella hostilidad. Sin
embargo, una elemental exigencia de objetividad obliga a la opinión pública
independiente de nuestra época a estudiar la situación alemana desde el punto de
vista de su importancia indiscutible en Europa y en el mundo. Su división presente en
Alemania Oriental y Alemania Occidental, no debe ser concebida sino como un
episodio circunstancial derivado de una catástrofe bélica. Mientras los estadistas que
hoy dictan su voluntad en las dos Alemanias hojearán los códigos, las leyes y los
tratados, corresponderá a la clase trabajadora de esa gran nación decir su palabra
definitiva. Es la tínica que puede decidir, es la única olvidada.
LOS BANDIDOS DEL CAPITAL FINANCIERO
La historia de la primera guerra imperialista fue escrita por los vencedores. Los
vencidos no tenían ningún interés, por su parte, en declarar la verdad. Se habló de
95
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
una "guerra por la civilización", de un lado; los alemanes hablaron de su "existencia
nacional", de la "Gran Alemania" y (con la ayuda de la socialdemocracia patriótica),
de los "derechos proletarios". Hasta los economistas e historiadores más conservadores confiesan hoy que 1914 señaló la era sangrienta del imperialismo moderno y
que esa guerra de exterminio estaba fundada en las rivalidades de las grandes
potencias por el reparto del mundo. La diplomacia secreta, las esferas de influencia
en Europa, la explotación de los territorios coloniales, la búsqueda de las materias
primas y las guerrillas de tarifas fueron los rasgos característicos de aquel conflicto
mundial que enterró a una generación.
¡Jamás se mintió tanto en tan poco tiempo, jamás murió tanta gente por tan pocos!
La
técnica
moderna
permitió
estos
guarismos
trágicos.
Alemania
fue
responsabilizada de todo el desastre. Del vagón de Compiegne se pasó a la Sala de
los Espejos de Versalles, y allí el "tigre " Clemenceau dialogó con el galés Lloyd George
sobre la mejor manera de disociar el territorio alemán, de hundir su pueblo bajo el
peso de inmensas reparaciones y de cortar las uñas y los dientes a la industria
alemana para impedir una futura concurrencia. El presidente Wilson ofreció dos o
tres oraciones cívicas y se volvió a Washington, convencido que su evangelio había
salvado al mundo del mismo modo que las tropas norteamericanas habían salvado los
créditos de la Banca Morgan, comprometidos por la contienda europea.
El Tratado de Versalles, que ratificaba jurídicamente la degradación nacional de
Alemania, originó la crisis inmediata del país, así como la ruina
análisis
del marco, y en último
el nacimiento del nazismo. Cuando la industria pesada francesa tuvo
necesidad, para sobrevivir, del carbón alemán, invadió en 1923 la zona del Ruhr,
probando así que no sólo Alemania era "agresiva". Las horas sombrías de la década
20-30, los cabarets de aquel Berlín de la crisis, repletos de oficiales sin sueldo y de
agiotistas, de aventureros internacionales y de espías rubias, eran la contrapartida
burguesa del Berlín proletario de los mítines callejeros, de los choques sangrientos y
de las barricadas espartaquistas. El teatro de Erwin Piscator, los expresionistas y
todas las "óperas de cuatro centavos" que reflejaban la conmoción de un país, eran la
posteridad inmediata de Versalles. El Partido Comunista alemán, nacido de la
inmolación a manos de los socialistas de Rosa Luxemburg y de Carlos Liebknecht (el
único diputado que había votado contra los créditos de guerra) desarrollaba una
96
JORGE ABELARDO RAMOS
política de aventura y ele "putsch" que desmoralizaba a los trabajadores. Las bandas
nazis se unificaban bajo la dirección de Adolfo Hitler y con la bendición del capital
financiero, que abrió su caja fuerte para alimentar las organizaciones militares de ese
nuevo partido "del orden".
La socialdemocracia
hacia su experiencia definitiva en esa
espectral República de Weimar, cuyo único rasgo de vida lo ofreció el poeta Ernst
Toller al frente de la Comuna Bávara. Los marcos se juntaban en las calles como
papel viejo y con un millón de ellos cada anciano jubilado podía comprar un diario
para leer en los bancos de las plazas impecables la ruina de la nación más organizada
de Europa. Gran Bretaña, Francia y las otras potencias se frotaban las manos.
Aquella década figura en las estadísticas del comercio europeo como el período de
gran prosperidad "mundial", vale decir, británica, francesa y norteamericana. Para la
Alemania de los trabajadores la palabra "prosperidad" era un sarcasmo. Pero 1929
empujaría al nivel alemán el planeta entero.
EL PARTIDO COMUNISTA FACILITA EL ASCENSO, DE HITLER AL PODER
Cuando la crisis de 1929 otorgó un carácter universal a la bancarrota alemana, la
República de Weimar moría lentamente. Los gobiernos socialdemócratas, reflejando
fielmente las tendencias predominantes de la economía alemana, habían acentuado el
carácter estatal de la economía. El Estado controlaba el sistema de transportes, la
producción de energía eléctrica e intervenía en las relaciones de los sindicatos y las
organizaciones patronales. Fue una época rica en toda suerte de teorías económicas.
Toda clase de "planificadores" formulaba recetas y panaceas destinadas a curar
eficazmente el organismo enfermo del capitalismo alemán. La enfermedad
manifestábase, sin embargo incurable, puesto que no solamente infectaba la vida
misma de Alemania sino que entrelazaba al planeta entero. Cuando el canciller
Brüning tomó posesión del gobierno el 15 de marzo de 1930, 2.250.000 obreros
recibían un subsidio de ayuda a la desocupación. En marzo de 1932, al caer Brüning
(que representaba el centro moderado católico) en virtud de las intrigas palaciegas
que rodeaban a Hindonburg, los desocupados en Alemania alcanzaban a 6.031.000
obreros. El Estado ya no podía soportar esa carga. Y si en los anos anteriores el
partido nazi había vegetado entre desfiles marciales y oraciones wagnerianas en las
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
97
cervecerías del Sur (sólo contaban en el Reichstag con una docena de diputados) la
presión de la crisis y la parálisis del partido comunista volcaron hacia sus listas a
millones de votantes. En setiembre de 1930 los nazis contaban con 107 diputados
en el Parlamento.
El gobierno Brüning disponía
del apoyo de la socialdemocracia
en el Reichstag, vale
decir, la ficción parlamentaria todavía se alimentaba con elementos concretos. Pero
el desarrollo de los acontecimientos empujaba cada vez más a Brüning a adoptar el
camino de Napoleón III, que en la política moderna se califica como "bonapartismo",
o sea una dictadura militar burocrática que se levanta aparentemente por encima de
los grupos sociales antagónicos aunque en realidad ejecute la política de la clase
dominante. Los comunistas llamaban a Brüning "fascista" y a los socialistas, "socialfascistas". Esta confusión de nociones políticas diferentes era el pretexto que Moscú
utilizaba para impedir la celebración de un verdadero frente único entre los partidos
obreros y cerrar el camino al
nazismo.
La debilidad del gobierno de Brüning obligó a
ceder posiciones y en su lugar ocupó la cancillería Von Papen, representante de los
mismos intereses que Brüning pero con una decisión mayor, puesto que las
circunstancias apuraban. Los incidentes callejeros, los asesinatos políticos, el
desorden económico, la pasividad socialista y la ceguera de los comunistas,
trabajaban a favor no de Papen, que era la fórmula provisoria del poder, sino de
Hitler, que era el instrumento decisivo del gran capital, dispuesto a poner sus
intereses por encima de todo. El reemplazo de Von Papen por un fugaz gabinete del
general Schleicher no fue más que el prólogo al triunfo de Hitler. Estaba en juego el
poder: los comunistas no se decidían a tomarlo, los socialistas jamás habían
pensado en ello, los nazis estaban resuellos a todo. Tal fue el esquema de la
situación alemana cu los últimos días de 1932.
Grandes masas de la clase media que oscilaban entre uno y otro de los partidos
extremos, comprendieron que sólo una reforma radical podría restaurar la vida
alemana. Tanto los nazis como los comunistas, hablaban de esa reforma radical. Pero
eran los nazis los únicos que estaban resueltos a pasar de las palabras a los hechos.
Este factor decidió las elecciones de 1932 que llevó a 230 diputados nazis al Parlamento, y
solamente a 89 comunistas. Naturalmente que en este caso las cifras de las elecciones
98
JORGE ABELARDO RAMOS
no decidieron el triunfo de Hitler sino que probaron simplemente la inepcia política
de los comunistas y el hastío de la clase media.
La política del general Schleícher giró en el vacío. Sus tentativas de dividir al
partido nazi y de consolidar un régimen intermedio siguiendo los pasos de Von
Papen, terminaron en un fracaso. El anciano general Hindenburg y el grupo que lo
rodeaba, bajo una gestión oficiosa de Papen, entregó la cancillería a Adolfo Hitler.
De este modo el 30 de enero de 1933 aparecía en la vida política de Alemania el
gabinete encabezado por Hitler e integrado también por Von Papen. El plebeyo y el
caballero simbolizaban esa hora del país, pero muy pronto el plebeyo desplazaría al
caballero a un lugar absolutamente secundario y realizaría a fondo y sin vacilaciones
la política que el capital financiero del explosivo capitalismo alemán exigía para su
expansión europea. Como los comunistas no combatieron, la guerra civil en
Alemania no estalló. Para Hitler todo se redujo a una operación de policía a la alemana: minuciosa e implacable.
HITLER EN EL GOBIERNO
En el momento en que Hitler tomó el poder existían seis millones de desocupados
en Alemania. En cinco años de su gobierno, desde 1933 a 1938, los índices de la
desocupación bajaron radicalmente. En octubre de 1938 existían solamente 164.000
desocupados. No se trataba de un producto mágico de las "teorías" económicas de
Hitler. La masa de desocupados fue absorbida rápidamente por la bomba de succión
de la economía de guerra instaurada por Hitler al día siguiente de llegar al gobierno.
La desaparición de los últimos desocupados de Alemania coincide con el estallido
de la segunda guerra mundial. El carácter "anticapitalista" del programa de Hitler
demostró rápidamente su verdadero valor. El grado de concentración de la riqueza
alcanzó mayores proporciones con el ascenso de Hitler que antes de él. Las
corporaciones gigantescas y los "trusts", los monopolios y los "cartels" cubrieron la
vida económica de Alemania. Las medidas estatales para regular la economía e
intentar "planificarla'" sólo tenían por propósito subordinar las actividades generales
de la nación a los objetivos militares del régimen, que constituían a los ojos de la
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
99
industria pesada su auténtica solución. La supresión terrorista de los partidos obreros,
la disolución de los sindicatos y la persecución política bajo todas sus formas,
constituyeron la política interna del nazismo destinada esencialmente a disminuir los
"costos" de la maquinaria del estado y de la economía privada. Las persecuciones
raciales se caracterizaron como una gigantesca maniobra diversionista dirigida a
ocultar ante los ojos del pueblo alemán los verdaderos responsables de las
dificultades económicas: con su distinción entre capital "creador" y capital "rapaz",
Adolfo Hitler aprovechaba para enseñar a ciertos sectores de Alemania que algunas
partes del capital comercial judío-alemán eran culpables de los males generales del
capitalismo. Esto no impidió naturalmente que la expropiación de algunos capitalistas judíos beneficiase a otros capitalistas arios y que el régimen en su conjunto
continuase sojuzgando a la nación. La intervención en la guerra de España, la
campaña de Austria, el pacto de Munich, la campaña de las minorías checas,
señalaron claramente que Hitler se encaminaba hacia una nueva solución mundial de
relaciones de fuerza entre grandes potencias.
La política de Chamberlain y de León Blum en aquella época reveló que las viejas
potencias "democráticas" estaban interesadas en la "paz" únicamente porque la
guerra con Hitler implicaría inevitablemente un nuevo reparto del mundo colonial y
semicolonial, cuyos resultados estaban lejos de preverse. A los viejos imperios en
decadencia que gozaban las ganancias adquiridas en otros tiempos por empresas
menos pacíficas, Hitler oponía la marcha agresiva del capitalismo alemán, sofocado
en un mundo ya distribuido y deseoso de obtener la parte del león. En una guerra
Chamberlain tenía mucho que perder, Hitler todo por ganar. Unos eran "imperialistas
ricos" otros eran "imperialistas pobres". El pacifismo y el belicismo de ambos no
poseía otro sentido. Como es natural, las necesidades de la propaganda hicieron de la
democracia y del fascismo distinciones fundamentales, antagónicas y categóricas. La
prensa imperialista se encargó de que la opinión pública fuera incapaz de discernir
bajo las formas políticas el contenido económico y social específico. Comunistas y
socialistas de aquel tristemente célebre Frente Popular ayudaron con todas sus
fuerzas a engañar a los obreros.
En realidad, Hitler encarnaba de una manera compacta y siniestra los rasgos
fundamentales del imperialismo mundial en su conjunto que no difería por su
100
JORGE ABELARDO RAMOS
naturaleza en Alemania, Inglaterra o Francia. La conclusión de la segunda guerra
mundial y la desaparición de Hitler dejó en manos de los vencedores la convicción
de la impunidad ideológica. La culpabilidad de Hitler y del nazismo (que pocos se
ocuparon de identificar con el capitalismo alemán) fue extendida generosamente
hacia la integridad del proletariado y del pueblo alemán. Las abundantes memorias
de guerra, tanto las de Churchill como las de Von Papen, tienden naturalmente a
perseguir esa identificación monstruosa y en último análisis a mantener al pueblo
alemán dividido, despreciado y sojuzgado. Pero Alemania no es Hitler, así como
Churchill no es Inglaterra.
LAS "NACIONALIZACIONES" DE LA BURGUESÍA IMPERIALISTA
La conclusión de la última guerra mundial, con su secuela de movimientos
nacionalistas en los países coloniales y semicoloniales, popularizó ante el gran
público la noción misma de la "nacionalización". Se
identificó así, por una delibe rada
confusión informativa, las nacionalizaciones operadas en los territorios antiguamente
dependientes del imperialismo, con las que el mismo imperialismo practica en sus
metrópolis. Las diferencias son enormes. Para los países atrasados, secularmente
oprimidos por el capital extranjero, la política de nacionalización de sus fuentes
productivas es una inaplazable exigencia en el camino de su independencia nacional.
Un ferrocarril o un yacimiento de petróleo no sólo poseen una importancia
puramente económica, sino que encierran una significación política decisiva para la
orientación del país. Su rescate de las manos imperialistas permitirá avanzar hacia
una modernización de su vida histórica y pasar de la confusión precapitalista a formas más
evolucionadas y dinámicas. La clase obrera adquirirá así una mayor conciencia de su
poder y de sus fines y mayores posibilidades para ejercer sus derechos. La derrota del
imperialismo en el
teatro
político de
cualquier
semicolonia
contribuirá
poderosamente a debilitar el conjunto de su dominación mundial. De tal manera, la
nacionalización de las minas en Bolivia asesta un golpe al "pool" internacional del
estaño y estimula las futuras reivindicaciones de los esclavos que arrancan el estaño
en Nigeria. Pero la política de nacionalizaciones que se aplica en los países
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
101
imperialistas tiene una naturaleza distinta. Aquí se trata de estudiar la profunda
decadencia de la economía imperialista operada en su medio siglo de existencia
declarada. Tenemos, como clásicos ejemplos, a Gran Bretaña y a Francia, dos
colosos del siglo XIX. Sus nacionalizaciones se han revelado no como la expresión
más clara del "socialismo" de Attlee o Ramadier, sino como la fórmula de salvación
momentánea para el capital financiero históricamente agotado.
En otra oportunidad nos hemos referido a las nacionalizaciones británicas. Hoy
señalaremos algunos rasgos de esta política llevada a cabo por el Estado francés.
Mientras que la sostenida depreciación del franco arruina a vastas capas de la otrora
acomodada clase media de Francia, pone en agudas dificultades al pequeño comercio
y al pequeño industrial y lleva hasta el límite la resistencia física de su clase trabajadora, las grandes sociedades anónimas y empresas industriales gigantescas de este
país acusan ganancias siempre mayores. El reforzamiento del capital financiero
francés en los sectores más importantes de la economía nacional aparece en contradicción directa con c! debilitamiento de sus posiciones en el plano internacional.
¿Qué significa este fenómeno? Si la crisis mundial del capital financiero francés debe
explicarse por el surgimiento de Estados Unidos y sobre todo por las pérdidas de la
guerra de Indochina, su creciente predominio en la escena metropolitana se debe a su
necesidad urgente de utilizar el aparato del Estado para mantener su rentabilidad. El
capital financiero francés ha transformado al Estado —es decir, a los productores y
contribuyentes del pueblo— en su Gran Capitalista. Tal es el sentido último de la
política de nacionalizaciones en los países imperialistas.
LA BURGUESÍA ORGANIZA LAS
NACIONALIZACIONES EN SU PROPIO BENEFICIO
A fines de 1945 y durante el año 1946 fueron nacionalizadas algunas ramas de la
economía francesa. Sobre las páginas de los periódicos socialistas soplaba un
vientecillo de triunfo. ¡Estábamos sobre los umbrales del mañana! El socialismo se
realizaba con métodos asépticos, no a la cruenta manera rusa. Las medidas de
nacionalización concernían a la industria carbonífera, a la producción y distribución
102
JORGE ABELARDO RAMOS
de la electricidad; a la producción y distribución del gas, a cuatro grandes bancos de
depósito (Banco Nacional para el Comerció y la Industria, Comptoir National
d'Escompte de París, Societé General, Crédit Lyonnais). A esta lista seguía otra
bastante extensa de sociedades de seguros. Ya había otras empresas nacionalizadas
—ferrocarriles, Banco de Francia, Radiodifusión, Empresa de Autos Renault, etc.—.
En manos del capital financiero francés quedaban, sin embargo, los sectores más
importantes de la economía nacional: bancos de inversiones, metalurgia, industrias
mecánicas e industrias químicas. El negocio de las "nacionalizaciones" se efectuó por
medio de grandiosas indemnizaciones que permitieron a los accionistas de empresas
descalabradas reinvertir con dinero sólido en sectores más rentables de la economía
francesa. Fue un verdadero acto de recapitalización de la gran burguesía francesa. El
agente de este cambio fue el Estado, pero esta abstracción puede imbuirse de carne y
sangre si se agrega que los más altos funcionarios de los organismos oficiales estaban
íntimamente unidos por vínculos de familia, de profesión, de intereses o de clase, a
los hombres dirigentes del capital financiero y de las empresas nacionalizadas.
¿Cuáles fueron los resultados? Mientras los ministros comunistas exhibían una
sonrisa dichosa y se arrellanaban en los asientos del gabinete de la Cuarta República,
los accionistas "nacionalizados" comenzaban a cobrar. Para los cuatro bancos
convertidos en pupilos del Estado, se pagaban 12.000 millones de francos. Además,
de acuerdo a los convenios fijados por la ley, sus accionistas continúan percibiendo
beneficios fijos. De 1946 a 1950 han ingresado así a sus bolsillos 2.4 mil millones de
francos. En 1950, las sociedades carboníferas habían percibido 25.000.000.000 de
francos de indemnización. El obrero francés medio, por su parte, sufre bajos salarios
y frecuentemente es golpeado con turnos de desocupación. A la ve:*, el capital
financiero continúa dirigiendo las empresas nacionalizadas, ya sea por intermedio de
sus representantes notorios, como en las industrias, o por la presencia personal de los
antiguos directores en los bancos nacionalizados. Sólo dos ejemplos: en la
vicepresidencia de los ferrocarriles figura un representante de la Banque Lazard y a
su lado se sienta otro de la Banca Rothschild.
Prácticamente el capital financiero orienta las empresas nacionalizadas. Así, las
minas de carbón eran agraciadas antes de la guerra con gruesos beneficios. Pero la
tendencia de los grandes capitalistas ha sido fijar precios bajos al carbón para utilizar
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
103
esos productos en sus industrias, modernizadas con el aporte del Estado.
Actualmente las empresas carboníferas sufren déficits crecientes, soportados por la
masa de los contribuyentes; esta "transferencia" de beneficios de un sector a otro de
la economía manifiesta mejor que otra explicación la "independencia" de las
empresas nacionalizadas con respecto al capital financiero. La prensa imperialista
arroja sobre los mineros las culpas de la falta de rentabilidad de las minas. Pero las
estadísticas demuestran que el obrero francés pasó de extraer 934 kilos en 1945 a
1.307 en 1951. El tema excede este espacio. Los apologistas del rejuvenecimiento del
capitalismo difícilmente podrían alterar estos hechos.
104
JORGE ABELARDO RAMOS
AMERICA LATINA ENTRA
EN
ESCENA
Tibor Mende ofrece a los lectores de Europa su visión de América Latina. Este
continente espectacular, es más conocido por sus terremotos y motines, por su fauna
salvaje y sus materias primas que por sus problemas, sus ideas y sus hombres, Al
perder Europa el control de sus intereses en Latinoamérica, adquirió en cambio una
comprensión mayor de nuestros fenómenos políticos y sociales. Esto es muy fácil de
explicar: los ingleses comprenden mucho mejor la situación de Indochina que la
de la India, exactamente al revés de lo que les ocurre a los franceses. La
superficialidad legendaria de los periodistas norteamericanos que visitan nuestras
tierras se deriva de los formidables intereses que las corporaciones de Wall Street
poseen en América Latina: su ecuanimidad se nubla por este detalle. A los
periodistas que como Tibor Mende pertenecen a potencias viejas y desplazadas, el
destino les concede la oportunidad de ver y relatar objetivamente lo que han visto.
No siempre la aprovechan, por supuesto, ya que la burguesía tiene a su servicio un
tipo muy definido de periodista, pero en todo caso Tibor Mende refleja en su libro
"América Latina entra en escena" los méritos y los defectos de la vejez de Europa. La
palabra "imperialismo yanqui" no lo asusta. En Europa la comprenden cada vez más
y Tibor Mende intenta exponer al lector europeo de su libro el entrelazamiento entre
la política latinoamericana y el capital extranjero. Provee datos en abundancia. No se
trata por cierto de una obra destinada a ahogar el ocio del público francés. Pertenece
más bien al género de libros que reflejan el interés creciente de la burguesía europea
por nuestros mercados. La tradicional claridad intelectual francesa, particularmente
cuando sus inversiones no están en peligro, permite a Tibor Mende desarrollar
ampliamente sus ideas sobre las "revoluciones sociales" que se desarrollan
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
105
actualmente en América latina. Esto último, aunque no sea completamente cierto,
permite señalar una relativa independencia de juicio que podrían imitar otros
periodistas en sus visitas relámpago al continente latinoamericano. En notas
sucesivas destacaremos aquellas observaciones del autor de "America Latina entra en
escena" que no sólo nos permitirá conocer las ideas de un europeo ante nuestra
historia presente, sino también evaluar los datos fundamentales de la realidad
latinoamericana, su drama y su destino.
AMERICA LATINA A VUELO DE PAJARO
Al comentar el libro de Tibor Mende "América Latina entra en escena"
observemos ante todo que su autor procede como un europeo típico: considera a
nuestro continente de habla hispano-portuguesa como un budín africano, como un
montón de naciones diferentes. Y como todos los extranjeros imperialistas, tiende a
subrayar en sus comentarios aquellos elementos que nos separan o distinguen de
nuestros vecinos, oponiendo así lo secundario a lo principal; diluye en la imagen del
lector, la unidad latinoamericana que subyace en su historia, manifestada
cotidianamente en su lengua, su cultura, su común teatro geográfico y la rigurosa
necesidad impuesta por su crisis económica. No obstante estas reservas, debemos
reconocer que Tibor Mende encuentra algunos hechos de interés y no teme
escribirlos: "La prosperidad del Brasil —afirma— ha sido siempre transitoria.
Invariablemente ha dependido de la aparición espectacular de una nueva tabla de
salvación. Durante cuatrocientos años la economía del país ha estado dominada por
una serie de monocultivos: la madera, el algodón, el azúcar, el caucho, el cacao, el
tabaco, precedieron la arremetida contra el oro en 1700. Después del oro el país
conoció nuevamente altas y bajas, períodos de esperanza y de desaliento. Pero
siempre surgía algo nuevo. Hoy día es el café".
Tibor Mende alude también al hecho de que la "superficie cultivada representa
apenas un 2 % del suelo brasileño y solamente la mitad de esta superficie está
dedicada a la producción de artículos de consumo. Hay inmensas regiones de Brasil
en donde millones de
personas están menos que subali mentadas
y se mueren de hambre
106
JORGE ABELARDO RAMOS
justamente en medio de una sobreabundancia potencial". El autor deja en el tintero la
explicación esencial de la cuestión: el monocultivo o sea la exportación de un solo
producto lanzado al mercado mundial como fundamento de la capacidad de
importación, es el rasgo específico con que el imperialismo ha deformado la
economía brasileña, como tantas otras en el continente, y constituye el sinónimo del
coloniaje latinoamericano. Suponer como Tibor Mende que un país elige por sí
mismo una política económica y luego la abandona cuando comprueba que no le
conviene es desconocer el desarrollo histórico de los Estados coloniales y
semicoloniales, que sólo logran dejar atrás el monocultivo y la inercia general
mediante la higiene de una revolución. Sólo esta movilización popular en gran escala
permite modificar una política económica colonial y reemplazarla por otra que
responda a las necesidades nacionales. Pero si Tibor Mende maneja discretamente las
estadísticas, cuando entra en el campo del análisis político, su pluma tiembla de
pudor.
BRASIL: INDUSTRIA PESADA Y SALVAJISMO
Tibor Mende parece asombrado por el carácter ambivalente y contradictorio de
Vargas. No acierta a explicarse cómo dicho político ha pasado alternativamente de
revolucionario ardiente en el movimiento de 1930 ("contra la plutocracia y los
magnates del café") hasta el Estado Novo en 1937 con sus ribetes fascistas, y desde
su posición francamente pronorteamericana a una actitud fría y distante hacia el país
del Norte en 1945. Las perplejidades de nuestro autor no ayudarán mucho a sus
lectores, pero ilustran bastante bien sobre la solvencia de este género literario que
consiste en fotografiar un país en seis semanas y agotar el análisis de un continente
mediante la reducción al absurdo, esto es, mediante la conocida antítesis de la
"democracia" y las "dictaduras".
Digamos en primer término que la versatilidad de Vargas reflejaba de manera
notable la cambiante relación de las clases sociales del Brasil en un agitado período
de la historia contemporánea. Brasil era en la década del 30 un p aís
escasamente
centralizado, en cuyos Estados y sus intereses respectivos se expresaban las
tendencias centrífugas de una comunidad heterogénea en formación. Recién en 1935
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
107
Vargas pudo realizar, en un acto simbólico, la anulación de los estandartes y enseñas
estaduales que perpetuaban los factores dispersivos de la precaria unidad brasileña.
En realidad, apoyándose en los Estados menos fuertes, como Río Grande del Sud,
Vargas enfrentó al principio a los dos Estados cafeteros, San Pablo y Minas Geraes,
que dictaban la política económica del Brasil desde los tiempos del imperio. El
ascenso de Vargas al poder en 1930 restablece en cierta medida el equilibrio
brasileño, buscando constantemente apoyarse en uno u otro grupo social o estadual
para hacer su política. La impetuosa industrialización del Estado paulista,
grandemente favorecido por su situación geográfica, su clima y sus vías de
comunicación, aporta al panorama brasileño un nuevo factor que robustece a la
orientación primordial de Vargas hacia una modernización técnica del país. Los
grandes intereses norteamericanos aliados a los sectores más atrasados de la
economía brasileña, del mismo modo que el espíritu proimperialista de la burocracia
administrativa brasileña, constituyen para Vargas un obstáculo que debe tomarse en
consideración para evaluar correctamente su política. En el Brasil se combinan la
industria pesada y el salvajismo, la selva impenetrable y el nylon, los aviones a
chorro y las comunidades primitivas que ignoran la existencia del jabón; bajo estas
condiciones de inestabilidad en la propia estructura, es fácil deducir que una política
brasileña no puede ser siempre coherente y que Vargas debe conjugar a la vez los
intereses de los estancieros del Sur, de los industriales paulistas, de los plantadores
de café y de la naciente clase minera. A Tibor Mende, que ha olvidado la guillotina
con que los jacobinos cortaron la cabeza del feudalismo francés o el hacha de
Cromwell, le parece muy simple aplicar la palabra "dictadura" para calificar un
proceso que no comprende. Lo que
Inglaterra hizo en el siglo XVII y Francia en el siglo XVIII,
América Latina debe realizarlo en nuestro siglo. Vargas es, en todo caso, un tímido y
vacilante descendiente del grupo social en cuyo beneficio se hizo la Revolución
Francesa. Como era lógico esperar, si Tibor Mende no comprende este hecho, mucho
menos aceptaría reconocer que sólo la moderna clase trabajadora brasileña podrá
realizar hasta el fin la revolución democrática, cuyo más importante capítulo es la
incorporación del Brasil a una Confederación de pueblos latinoamericanos.
108
JORGE ABELARDO RAMOS
LA DIPLOMACIA BRITÁNICA FUNDA UNA
NACIÓN EN SUDAMER1CA
Bien, este señor Tibor Mende es un corresponsal viajero perfecto. Al llegar a
Montevideo advierte, con cierto tono donde se mezcla la complacencia y el
desprecio, que su ambiente le recuerda a Luxemburgo: "El número considerable de
empresas de pompas fúnebres y la muchedumbre que llena las pastelerías revelan las
mismas preocupaciones: vivir bien y morir con dignidad". Este género de
chascarrillos agrada al lector de Mende que, en los crepúsculos glaciales de París,
evoca con los ojos del espíritu, —las piernas cerca del fuego— estas ciudadelas
sudamericanas. Lo único que ve Mende al pasear por la avenida 18 de Julio, es esa
clase de prosperidad que inevitablemente florece en todas las capitales del mundo
junto a las casas de cambio, las agencias de viaje y los bares de lujo. Esto le basta,
repitiendo la falacia de Jules Romains, que al visitar Viena en los años espantosos de
la crisis mundial, declaraba gozosamente estar encantado de ver muy concurridas las
confiterías,
Tibor Mende no ha visitado las viviendas obreras del Cerro ni conoce la situación
real de la clase obrera uruguaya, que soporta sobre sus espaldas el peso de una
industria ahogada por un mercado estrecho. Le conmueve en cambio el sistema de
legislación social y no se ahorra el lugar común de llamar al Uruguay la Suiza de
América. Sus lectores europeos ignoran en consecuencia que Montevideo es, desde
los años del viejo bloqueo anglo-francés, la plaza fuerte del imperialismo extranjero
dirigida contra la Argentina. Deja en el tintero la noticia de que el ministro Canning
decidió la fundación de un Estado tapón en el Río de la Plata, para impedir que un
solo Estado sudamericano, transformado en gran potencia, pudiera controlar los
litorales atlánticos y sobre todo los dos puertos del estuario.
La creación de esta Gibraltar tuvo la misma justificación histórica que la creación
de Panamá o que el establecimiento efímero de la República de Tucumán. Para
impedir que surgiese de cualquier manera una nación de habla castellana que
abarcase el continente entero, Gran Bretaña en el siglo pasado y sus sucesores en el
presente siglo, se consagraron a estabilizar las pequeñas soberanías. Así, Montevideo
—pero no el pueblo trabajador uruguayo— fue el centro de todas las conspiraciones
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
109
contra las conquistas sociales del pueblo argentino. Tibor Mende no ha notado nada
de esto; si lo hubiera advertido, no hubiera podido publicar su libro. El equilibrio
interno uruguayo es vital para el imperialismo, que lo ha convertido en una
plataforma esencial de su estrategia antilatinoamericana. Al lector de Europa, es
posible engañarlo; probablemente lo desea, puesto que no le interesa el destino de
este continente. Pero a los hombres y mujeres de América Latina ya nos fatiga este
tipo de gran reportaje cuya condición común es la velocidad de sus autores y su
escaso calado.
TIBOR MENDE, ADMIRADOR DE LA PRENSA "SERIA"
Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena" (gran título, muy por
encima de la realización del autor), se ocupa también de proporcionarnos una imagen
de Chile. No se reduce a la técnica descriptiva de los manuales geográficos, sino que
su ambición lo lleva más allá. En efecto, Mende intenta caracterizar el tipo
psicológico chileno. Sus errores pasarán a la regocijante antología de los libros sobre
América Latina que han forjado un mito para uso europeo. Tibor Mende, después de
aludir a los aportes inmigratorios que han contribuido a integrar el actual pueblo
chileno, declara: "Aunque predomina la dulce raza andaluza, Chile ha recibido un
aporte más considerable de sangre nórdica que cualquier otro país de América
Latina. Otro factor esencial es la influencia de la sangre araucana, cuya importancia
no debe subestimarse. De ahí provienen la pesadez y la lentitud, la tristeza inherente
al carácter indígena, la melancolía inspirada por los bosques sombríos, y esa ausencia
de alegría tan típica, esa falta de juventud que, indiscutiblemente, han marcado a los
chilenos". Los banqueros, los altos burócratas y también los periodistas ligados al
imperialismo se alojan habitualmente en el lujoso Hotel Carrera de Santiago. Bien, ni
siquiera desde su "grill" es posible ignorar que lo que distingue al pueblo chileno no
es la
tristeza más o menos indígena, sino una alegría vital que choca extrañamente
con sus condiciones de vida. Si tomamos este ejemplo al azar entre las opiniones de
Tibor Mende es solamente porque, al margen de la política, demuestra su ligereza
notable. El autor de esta obra no parece tomar muy en serio a Latinoamérica,
110
JORGE ABELARDO RAMOS
reflejando quizás en su espíritu el estado de ánimo del público de Europa, muy
poseído del prejuicio de su superioridad frente a la difundida barbarie sudamericana.
Refiriéndose al periodismo chileno, Mende anota que "Chile es el único país del
mundo en que el mejor y el más serio de los periódicos, «El Mercurio», tiene el
mayor tiraje". En América Latina, la palabra
"serio", en conexión con el periodismo,
es
poco seria. Se llama generalmente "prensa seria" a ese tipo de órganos periodísticos
mastodónticos que, gracias al apoyo de la burguesía comercial y del imperialismo,
logra alcanzar en el país respectivo una desproporcionada importancia. Prevalido de
este apoyo extranjero, mediante generosos avisos, el periodismo "serio" constituye en
todas partes una columna del libre comercio, de la "solidaridad panamericana", del
estatuto colonial, de la reacción antiobrera, del imperialismo intervencionista.
Ejemplo de este tipo de periódico fue "La Prensa" en la era de los Paz, o
precisamente "El Mercurio" en Chile. El imperialismo ha distribuido a lo largo del
continente una red de grandes
diarios, a los cuales nunca l es
falta papel, maquinarias
modernas y excelentes servicios noticiosos de origen imperialista. Asumen en cada
Estado el papel de "fiscales de la opinión", pero de la opinión imperialista extranjera.
Son vacas sagradas, munidas de un juicio infalible, e intangibles, puesto que
desempeñan en nuestra época el papel que en otros tiempos tenían las tropas <le
ocupación. Bajo la máscara de su "imparcialidad", la "prensa seria" asfixia, o
pretende asfixiar, los gérmenes o manifestaciones del pensamiento nacional
independiente.
LA INCOMUNICACIÓN DE AMERICA LATINA
Si fuera necesario un solo ejemplo para demostrar la completa balcanización
espiritual y política que el imperialismo ha impuesto a los pueblos de América
Latina, señalaríamos el desconocimiento recíproco que se tiene en Chile y Argentina
de nuestra respectiva historia contemporánea. Millones de personas en ambos países
conocen hasta detalles de la vida personal de Franklin Roosevelt, pero
probablemente ignoran quién fue Alessandri o Yrigoyen. Extiéndase este ejemplo a
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
111
todos los campos y veremos que el imperialismo nos ha disociado, como método
sistemático para dominarnos. En Buenos Aires o Santiago de Chile se sigue al día el
último acontecimiento literario de París, Londres o Nueva York, pero no rige la
misma norma para que el público argentino, chileno o latinoamericano en general,
esté informado, aun someramente, del desarrollo literario y político del propi o
continente
de habla española. Por supuesto Brasil está encerrado, desde este punto de
vista, bajo doble llave. La orientación geográfica de los cables submarinos o las
conexiones de las teletipos constituyen sólo
la infraestructura de una corriente
política
imperialista que se aplica con el deliberado propósito de tratar a cada uno de nuestros
países por separado y de impedir su conocimiento mutuo. Sabemos más de Indochina
que de Managua, de Sartre que de Manuel Gálvez o Eduardo Barrios, del senador
Mac Carthy que de Scalabrini Ortiz, Cárdenas o Joao Alberto. Esta incomunicación
escandalosa de América Latina no La caído del cielo ni ha existido siempre. Como
decía Manuel Ugarte, en la época de los generales del siglo pasado, todos éramos
americanos, desde México hasta el Cabo de Hornos, y no nos hacía falta que lo
aclaráramos con un prefijo para distinguirnos de los yanquis.
Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena", ratifica la política
yanqui y europea de considerarnos como Estados individuales, como "naciones"
conclusas, cerradas en sí mismas. Con semejante visión, no era difícil que Tibor
Mende saliese de Latinoamérica como había entrado, esto es, sin comprender nada.
Con el puñado de informaciones proporcionadas por revista y libros al alcance de
todo turista ha intentado componer un rostro de Chile.
Ayer aludíamos a su deformada opinión sobre el periodismo chileno. Incapaz de
penetrar en su verdadera naturaleza, Mende supone que el periodismo es algo suprahistórico, colocado por encima de los intereses y las clases. Sin embargo, su
negligencia no le impide calificar al primer gobierno de Ibáñez como de "socialfascista", simplemente porque tomó por la garganta a la prensa imperialista, que
quería voltearlo. ¿Por qué esta prensa le era hostil? En 1927 Ibáñez reorganizaba la
industria del salitre, asociando al Estado a los beneficios de su explotación y
buscando una salida chilena y no imperialista a la crisis que se avecinaba. Si en su
actual gestión y con el apoyo de las masas populares de Chile, Ibáñez no hubiera
temido enfrentar a los agentes del imperialismo parapetados detrás de la fachada
112
JORGE ABELARDO RAMOS
parlamentaria y del aparato burocrático y hubiera resueltamente "nacionalizado" la
prensa chilena, la revolución popular del país vecino habría salido adelante. Naturalmente, Tibor Mende consideraría esta reflexión como una herejía. Estaría en su
derecho. Pero las revoluciones no reciben lecciones de urbanidad de los amos que
intentan derrocar.
UNA PÁGINA PARA LA ANTOLOGÍA DE LA TRIVIALIDAD
Tibor Mende se desplaza en avión y se maneja con cheques en dólares: su visión
ocular está impregnada de ese centelleo de los aeropuertos, los bares americanos y
las conversaciones híbridas de los diplomáticos. Ahora nos ilustra sobre
Centroamérica. Mujeres indígenas de rostros acusados, damas elegantes, caballeros
con vasos de whisky en la mano, camareros solícitos de tez oscura, manuales de
estadística agraria, todo se combina y se establece en un orden lo más ameno posible
en este catálogo "de las Américas" escrito por Mende. Chispazos folklóricos, breves
descripciones de las protuberancias orográficas, del costo del hotel, de la gente o la
rudeza nativas, profusas tapas ilustradas del "Saturday Evening Post", he aquí algo
del heteróclito material que nos brinda este veloz visitante. Su descubrimiento de
Panamá ha de ser memorable en la historia de las trivialidades que habitualmente
consume el público de Europa y Estados Unidos. Declara solemnemente, (a las dos
horas de pisar tierra panameña, que "en un mundo arrasado por las fiebres y las
epidemias, las enfermedades prácticamente están proscriptas de la zona del Canal".
Esto es probablemente muy cierto, pero lo que no dice Mende es que la zona del
Canal y el Canal son propiedades del gobierno norteamericano y que los obreros,
soldados y técnicos yanquis que allí trabajan y viven ganan salarios en diferente
manera que los percibidos por ciudadanos panameños, parias en su propio suelo. Esta
desigualdad irritante ha originado reiteradas protestas hasta del gobierno de Panamá,
generalmente muy cortés y respetuoso de las ilegítimas prerrogativas yanquis.
Tibor Mende agrega, para no dejar lugar a dudas sobre los méritos de su
vertiginosa mirada, que "desde que el primer transatlántico franqueó las esclusas, el 3
de agosto de 1914, Panamá no ha dejado de vivir del Canal y vive tan bien como
para no preocuparse de sus otras posibilidades". Esta infamia no es deliberada, sólo
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
113
es un pecado accesorio de la frivolidad de nuestro autor y no hay que acusarlo
demasiado: él sirve a su clientela muy lejos de aquí y los errores de detalle le serán
perdonados. Tibor Mende no dice que en una noche de hace medio siglo los agentes
diplomáticos de la "política del garrote" provocaron una revuelta a sueldo en la provincia norteña de Colombia y que al día siguiente la victoria de esta provocación
internacional hacía nacer la República de Panamá, provincia colombiana. Como el
Senado de Colombia se había opuesto hasta ese momento al otorgamiento de una
concesión a Estados Unidos mediante la cual se entregaba parte del territorio
nacional para construir el famoso Canal, la aparición de Panamá en el "concierto de
las repúblicas civilizadas" (como decía el órgano socialista de Juan B. Justo en
Buenos Aires) se debió a un complot imperialista. Que antes de hablar de Panamá
nadie olvide que forma parte de Colombia, del mismo modo que cuando se mencione
a cualquier Estado latinoamericano debe indicarse que forma, parte de un gran país
continental en formación. Tibor Mende ha faltado a esta exigencia, pero según
parece el avión lo aleja de las miserias terrestres.
MENDE DESCUBRE EL AZÚCAR DE CUBA
De un salto Tibor Mende ha pasado por América Central, abandonando con hastío
el calor sofocante, los golpes de Estado y los millonarios nativos. Ahora está, en las
páginas de su libro "América Latina entra en escena", en la Isla de Cuba. Nos
informa que el imponente Capitolio costó 20 millones de dólares, y que según la
opinión de su chofer, no sirve para nada; que los políticos cubanos son altamente
corrompidos y que no se fatigan en la tarea de robar; que las cubanas son muy bellas
y aman el amor, como Lord Byron; que el dinero también interviene en esta esfera y
que la honradez es una virtud casi extinguida en Cuba.
Proporciona al lector algunos hechos económicos, por los cuales puede apreciarse
que el azúcar constituye la riqueza de exportación más importante de la Isla, y al
mismo tiempo la fuente de sus inquietudes políticas y sociales. Mende añade que de
acuerdo con las informaciones recogidas "en la calle", la política es la ocupación más
lucrativa de Cuba, después del turismo. Prescindiendo de la porción de verdad que
encierra esta afirmación de un europeo en tránsito, observemos que casi todos los
114
JORGE ABELARDO RAMOS
libros del mismo género coinciden en mostrar como en un ramillete las aberraciones
de nuestra vida social, económica y política, señalar sus fenómenos degradantes, la
ignorancia y la corrupción, la venalidad y el crimen político, la mendicidad y las
violencias de América Latina. No se olvidan de señalar nada. Lo único que dejan en
el tintero es que somos un país irrealizado, que nuestra división es la causa principal
del escaso desarrollo de las fuerzas productivas del continente y que el imperialismo
es el principal sostenedor de esta balcanización. Dicho en oíros términos, el visitante
extranjero bien comido hace como los agentes del imperialismo: degradan al país y
luego menean la cabeza ante la degradación. Embrutecen al indio con la coca,
hunden al país en el marasmo o importan o reexportan drogas —como los ingleses en
China en el siglo pasado— ya que luego vendrá una comisión de la ONU, la
UNESCO o la DDT a levantar estadísticas del vicio y a publicar voluminosos
informes (en tres idiomas) adquiribles en las mejores librerías de Nueva York o
Lima, en los que se aconsejará a los últimos quechuas sobre la conveniencia de vivir
con higiene y de no envenenarse. Tibor Mende procede más o menos así en su
examen aéreo de Cuba. En apariencia, abomina de los magnates cubanos que
dilapidan sus dineros mal habidos en los clubes nocturnos, pero no habla de su
subordinación a los dictados del imperialismo y de la valentía de su pueblo contra la
dominación extranjera. Por supuesto, considera a Cuba una nación. Tibor Mende
ignora los problemas del Caribe, pero, buen conocedor, aprecia su ron.
EL IMPERIALISMO ALIMENTA LAS DIVERGENCIAS REGIONALES
Por fin llegamos a México. Nuestro autor se ha sentido subyugado por el encanto
(que él no acierta a definir) del pueblo mexicano, de su caudaloso pasado histórico y
de su complejo presente. Pero nada puede intimidar a un turista resuelto a escribir un
libro. Lo primero que salta a la vista de Tibor Mende en tierra mexicana, es la
diversidad de sus grupos étnicos, los problemas del mestizaje, el aislamiento en que
viven las distintas
comunidades
indígenas mexicanas. Se apresura a declarar que en el
censo de 1940 encontró mencionada la existencia de treinta lenguas indígenas
diferentes habladas en México.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
115
La simpatía y minuciosidad con que los filólogos británicos estudiaron los
ochocientos y tantos idiomas que se hablan en la India, estaba dictada por la
necesidad imperialista de persuadir al mundo y a la misma India que una masa de
contradicciones de todo género impedía verdaderamente la unidad nacional hindú y
nacía necesaria (por las rivalidades raciales y lingüísticas consiguientes) la
intervención paternal del imperio británico. Todos los imperios conocidos, desde
Roma hasta hoy, han aplicado frente a sus colonias y semicolonias una política
central, que es la de buscar, encontrar o inventar antagonismos reales o potenciales
de los pueblos que dominan con el fin obvio de asegurar su control sobre el conjunto.
De ahí que se haya introducido en el alma de los europeos o norteamericanos cultos,
nociones que en apariencia han escogido por su libre albedrío, pero que en realidad
son simples productos culturales creados por el imperialismo.
Así, en este caso, Tibor Mende se interesa no por los problemas de la unidad de
América Latina, sino por las cuestiones de su diversidad, no por sus tendencias
centrípetas, sino por sus tendencias centrífugas. Esta curiosidad no es desinteresada,
como es fácil comprender, ya que después de un siglo de hablarse, escribirse y
divulgarse universalmente la idea de que en América Latina existen veinte naciones
diferentes, parece pueril o titánico propagar la sencilla y honesta idea de que en
América Latina no existen esas veinte naciones sino, en realidad, veinte provincias
que no han logrado unirse todavía.
EL INDIGENISMO Y LA INTEGRACIÓN NACIONAL LATINOAMERICANA
El indigenismo, como lo hemos afirmado en otros artículos, resulta ser,
paradójicamente, no sólo la sincera reivindicación de los derechos pisoteados del
indígena latinoamericano, sino en realidad una corriente cultural y política que
estimula el imperialismo con el objeto de levantar nuevos factores, de división y de
disociación en nuestro continente ya suficientemente dividido. El interés con que los
antropólogos y etnólogos extranjeros se ocupan de investigar y clasificar todos
aquellos documentos y testimonios de comunidades, razas, lenguas, dialectos o
culturas precolombinas, está dirigido conscientemente a ocultar el hecho de que
América Latina está unida por un idioma románico ligado a la cultura occidental y
116
JORGE ABELARDO RAMOS
que constituye el principal elemento coagulante de nuestro vasto país inconcluso. El
idioma español, si dejamos a un lado su variedad dialectal, entre otras el portugués,
es común a la inmensa mayoría del pueblo latinoamericano. Si en México existen
aún treinta y tres lenguas indígenas que son más bien dialectos extraordinariamente
pobres, ausentes de una literatura, instrumentos primitivos de comunicación entre
comunidades que, como dice Tibor Mende, no ascienden a más de 500 personas, se
debe a que el desarrollo histórico de México ha sido reprimido y desfigur ado por
intervención norteamericana,
la
que ha amputado a su territorio grandes porciones geo-
gráficas en el siglo pasado. La acción del imperialismo en México es suficientemente
conocida para que insistamos ahora en ello, pero es bueno anotar que sólo un
desarrollo económico capitalista de la economía mexicana o, dicho en otros términos,
la realización completa de la revolución agraria que inició Zapata y continuó
Cárdenas, podrá incorporar a los campesinos indígenas y a las comunidades
primitivas de México a todo el mercado mexicano y latinoamericano, lo que permitirá disolver en esa unidad, los últimos vestigios de las agonizantes culturas
indígenas.
Para que podamos darnos una idea de cuál es el método que utiliza Tibor Mende
para estudiar la realidad de México, nos permitiremos transcribir el siguiente párrafo
en el que alude a la situación de las comunidades primitivas: "En muchas de estas
zonas de cultura folklórica el idioma español oficial y las prácticas de la
administración central son consideradas como extranjeras y aún sospechosas, y
chocan con el instinto de conservación obstinado de esas comunidades locales
específicas. La geografía es el obstáculo más grande que México ha encontrado hasta
el presente en el camino del progreso". .. ¡El factor geográfico un elemento decisivo
en el progreso de México! Si bien este determinismo vulgar no ha de satisfacer a los
lectores europeos de Tibor Mende, tampoco están interesados en comprender mucho.
Resulta asombroso que un visitante de México, por más superficial que sea, se
permita en pleno siglo XX afirmar muy suelto de cuerpo esta enormidad. Ese México
sacudido por guerras civiles interminables, invadido media docena de veces por
tropas extranjeras, agitado por guerras campesinas, ocupado por el ejército francés
que coronó a un vastago balbuciente de los Habsburgos, ensangrentado por terratenientes,
por los agentes petroleros y por poderosos vecinos, debe soportar aún libros de este
117
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
género. Digamos en síntesis que la geografía pudo jugar un papel preponderante en
los períodos históricos en que la humanidad vivía en la Infancia de su técnica, pero a
partir de los siglos XVII XVIII la geografía ha tenido en el desarrollo histórico de
cada país un papel cada vez menos importante, si tenemos en cuenta la existencia de
las metrópolis imperialistas, de las colonias y de las semicolonias, La elección de la
geografía como factor determinante de la moderna historia de México demuestra, si
no la ignorancia de nuestro autor, por lo menos la polvorienta sabiduría del
imperialismo. En una época como la nuestra, ni siquiera John Gunther puede usar tal
argumento.
MÉXICO PARA TURISTAS
Tibor Mende, en su libro "América Latina entra en escena", no puede sustraerse al
verdadero paisaje mexicano. Recordemos su imagen de un
indiecito
vestido con
andrajos, con su cabeza embutida en el gran sombrero charro, contemplando con una
mirada triste y asombrada el gran globo terráqueo que gira, luminoso, en la vidriera
feérica de una compañía norteamericana de aviación. La televisión y la comunidad
primitiva, el indio descalzo y el avión a chorro, el hotel suntuoso y el hambre secular,
las turistas yanquis comiendo langosta chilena en las terrazas y los indios que llegan
de aldeas lejanas calentando frijoles traídos de su tierra: así es México.
Pasaremos por alto la interpretación de la historia de México que formula Tibor
Mende. Es perfectamente comprensible que no se pueda cumplir esta tarea con
manuales. Sólo diremos a este respecto que Tibor Mende coincide en todos sus
puntos con la versión oficial que de la historia contemporánea de México puede
leerse en las bibliotecas e institutos de los Estados Unidos. En efe cto, veamos cómo este
periodista
europeo se inclina ante la leyenda oficial: "En 1836, Texas se rebeló,
separándose; la guerra con los Estados Unidos (1846-1848) condujo a la pérdida de
lo que constituye hoy los Estados de Nuevo México, de Arizona y de California".
Digamos, en primer lugar, que en 1836 Texas se rebeló, en efecto; pero es
imprescindible para todo latinoamericano y aun para los ciudadanos europeos y
norteamericanos saber de qué manera se gestó ese movimiento coronado por la
118
JORGE ABELARDO RAMOS
escisión del rico territorio texano de la soberanía mexicana. La política de expansión
territorial norteamericana hacia el sur puede afirmarse que coincide con los
comienzos mismos del desarrollo capitalista norteamericano. Por esa misma fecha,
un senador del Oeste proclamaba que "la bandera estrellada debe flamear desde
Nueva York hasta la Patagonia". Recogiendo esas mismas palabras, el gran escritor
argentino Manuel Ugarte señalaba a los pueblos latinoamericanos, en sus resonantes
giras continentales a principios de siglo, que las fronteras políticas de América Latina
terminan en la frontera de México con los Estados Unidos, y que había sonado la
hora histórica de la unidad nacional de nuestros pueblos. De esta manera estaba ya
planteada en esos años una disyuntiva que Tibor Mende, en plena coincidencia con la
versión norteamericana, aparenta ignorar.
AMERICA LATINA ES UNA NACIÓN
En notas anteriores hemos comentado el libro de Tibor Mende "América Latina
entra en escena". Intentamos demostrar que su autor, enriqueciendo la tradición
americana
euro
de ridiculización e incomprensión de nuestro continente, ha rehusado buscar
la clave de nuestro pasado histórico y evaluar correctamente nuestra situación
presente. Para Mende, como para la mayor parte de los norteamericanos, europeos y
cipayos latinoamericanos, la idea misma de la "unidad de América Latina", posee un
carácter meramente acústico, destinado a las celebraciones episódicas o a las
conferencias diplomáticas. En la práctica, conciben el destino de Latinoamérica
como si la balcanización impuesta por el imperialismo constituyera una realidad
necesaria, permanente e inevitable. Esto probaría que el imperialismo no sólo vence,
sino que también convence y que el intelectual más "puro" o "imparcial” está muy
lejos de poseer independencia mental frente a los hábitos ideológicos que el capital
extranjero crea. ¿Qué importancia tendría actualmente Francia si en lugar de realizar
su unidad nacional hubiese dado nacimiento a la República de Normandía, la de
Provenza o a la de Alsacia? No faltarían seguramente otros Tibor Mende o John
Gunther que al visitar el territorio francés escribiesen —por cuenta del Imperio
inglés— amenas crónicas sobre la psicología "nacional" normanda, provenzal o
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
119
alsaciana. Si ellos se han olvidado de sus propias revoluciones es justo que nosotros
no olvidemos las nuestras y, sobre todo, la que aún está por hacerse y que no puede
tener otro corolario que la unidad nacional de nuestros pueblos.
Todo esto parece pura fantasía a los "intelectuales", "políticos" o "estadistas",
vendidos al imperialismo, en dinero o en espíritu, y para los cuales la "política
práctica" es todo. Estos "políticos prácticos" se han desvalorizado bastante, sin
embargo, como lo prueban las derrotas sufridas en Argentina, Chile, Bolivia y otros
Estados latinoamericanos, cruel testimonio que la historia presenta para reiterar a las
fuerzas del pasado que sólo los movimientos populares son creadores y que sólo la
fórmula de Dantón —"audacia, más audacia y siempre audacia"— garantiza la
renovación victoriosa de un país. Lo "práctico" es, en este plano, ilusorio, y las
grandes ideas engendran una grandeza real. Tibor Mende no puede comprenderlo,
pero los latinoamericanos están obligados a ello, pues no tienen destino sin esa
unidad.
120
JORGE ABELARDO RAMOS
BUROCRACIA Y PROLETARIADO
EN LA REVOLUCIÓN RUSA
Los expertos del Departamento de Estado están aturdidos. El "enigma ruso"
continúa proporcionando sorpresas feroces. Si esto ocurre a los "expertos" es fácil
presumir el desconcierto de los eme no lo son. Numerosos estadistas se incluyen en
esta última categoría. Pero en estas explosiones del régimen soviético no hay nada
enigmático y estas "sorpresas" pueden insertarse en una perspectiva prevista. Nada
más absurdo que buscar en las "ideas" o actitudes políticas de Beria la explicación de
su desgracia. Será más justo buscarla en el Beria real, no en el ideal, vale decir, en el
jefe de la policía política de un régimen socialista-policíaco. No existe ninguna
divergencia fundamental entre Beria y Malenkov. Ninguno de ellos es más "blando"
o más "duro" que el otro. Se trata, por el contrario, de una lucha sin principios librada
entre dos sectores antagónicos en las cumbres de la casta gobernante.
Stalin era un "viejo bolchevique"; representaba, hasta cierto punto, la
combinación entre las tradiciones de la Revolución de Octubre y los intereses de los
nuevos administradores del Estado, extraños a esa tradición. Toda la fuerza de Stalin
residía en ser un nexo de unión entre los grupos divergentes de la sociedad soviética.
La famosa realización del "socialismo", propagada por los periodistas a sueldo en
todo el planeta, no ha podido ocultar la subsistencia del fardo de barbarie heredado
de los regímenes anteriores, barbarie técnica y cultural que los planes económicos no
han podido todavía abolir. Ni el socialismo "a paso de tortuga" preconizado por
Bujarin, ni el "comunismo triunfante" anunciado por Stalin respondían a la verdad
objetiva.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
121
La revolución de 1917 llevó al poder al partido de los bolcheviques, bajo la
dirección de Lenin y Trotsky. Las previsiones de los teóricos del marxismo se
basaban en que la burguesía de los países capitalistas desarrollados, agotada su misión histórica, debía ceder su lugar, por la persuasión o la violencia, a la clase obrera,
heredera de los sistemas de producción de la vieja sociedad y organizadora de un
régimen enteramente nuevo, capaz de satisfacer las necesidades sociales en una
economía planificada. Sometidas a las leyes de la razón las tendencias anárquicas de
la economía, la abundancia general permitiría la desaparición del aparato represivo
del Estado y su reemplazo por un instrumento administrativo sin fuerza coactiva. Del
reino de la necesidad se saltaría al reino de la libertad. Sin embargo, la revolución no
triunfó en el país capitalista más evolucionado de Europa sino en el más atrasado, y
la realidad impuso como tarea insoslayable no la realización de la revolución
socialista sino la revolución burguesa y sus tareas democráticas. La NEP (Nueva Política Económica) fue la cruel advertencia que la realidad impuso a la conciencia de
Lenin y que este político aplicó con su realismo habitual. Si bien la NEP contenía en
germen el desarrollo del capitalismo de Estado, también encerraba en cierta medida
el terror policíaco, la exterminación de los fundadores del régimen soviético y los
sangrientos procesos de Moscú, que serían el trágico corolario de una gran derrota
del proletariado. Con la caída de Beria comienza la crisis en el cuerpo mismo de la
casta gobernante. En la primera explosión de esta índole, pero no será la última.
LA POLICÍA ES INMORTAL
La revolución triunfante en 1917 se encontró con. un imperio en ruinas, con una
economía agraria enormemente atrasada y con una burguesía liberal insignificante y
precozmente senil que no se atrevía a acometer ni a realizar su propia revolución.
La revolución agraria y la resolución de la cuestión de las nacionalidades fue
enfrentada por un partido obrero, representante de un proletariado industrial
concentrado, pero en condiciones minoritarias con respecto al resto del país. Los
primeros pasos del régimen soviético se caracterizaron por una economía
improvisada, calificada de "comunismo de guerra", pero que económicamente debía
traducirse por una expresión más clara: se trataba de una economía caótica en las
122
JORGE ABELARDO RAMOS
condiciones de una guerra librada por los comunistas contra una intervención del
imperialismo extranjero. La guerra civil duró cuatro años, desorganizó más aún la
producción de Rusia y diezmó a los más enérgicos representantes de la generación
revolucionaria. Lenin presidió el gobierno. Trotsky organizó el Ejército Rojo y luchó
sobre 14 frentes de batalla, Stalin acometía el problema de las nacionalidades no
rusas, Djerzinski organizaba la Cheka.
La Cheka fue el "Comité de Salud Pública" de la revolución rusa. Como todo
movimiento revolucionario triunfante, su primer deber era subsistir. Los enemigos
externos se enfrentaban con el Ejército Rojo, los enemigos internos con la Cheka.
Por primera vez en el poder, los obreros y campesinos debían organizar su propia
policía política para prevenir intentos contrarrevolucionarios, detener a los
sospechosos o ejecutar a los terroristas. Ya en tiempos de Lenin la Cheka había
crecido desmesuradamente, atacada de esa enfermedad que no era específicamente
rusa sino propia de los países atrasados, que era la burocracia. No siempre los
miembros de la Cheka eran revolucionarios convencidos. Numerosos cronistas
independientes testimonian que ya en sus primeros años la policía soviética
expresaba los rasgos que justificarían más tarde su fama sombría. Este proceso era
perfectamente explicable. Llegaban al aparato del Estado no sólo idealistas salidos de
las prisiones del zarismo, sino una verdadera falange de intelectuales sin puesto, de
mercaderes quebrados, de arribistas, aventureros o desechos sociales de la catástrofe.
Así se integró lentamente una inmensa red administradora que los bolcheviques ya
no podían controlar sino a medias y que en el fondo pesaba decisivamente en la
orientación práctica del nuevo Estado. El núcleo dirigente de los años
revolucionarios quedó cada vez más aislado en el seno de una administración
monstruosa y en el corazón de un país en ruinas, con cien millones de campesinos
analfabetos que gestaban cada día el capitalismo negado en los decretos. La Cheka
adquiría cada día más poderes omnímodos. No sólo eran detenidos los enemigos
políticos sino con frecuencia cada vez mayor simples obreros descontentos,
campesinos tozudos o pequeños comerciantes del mercado negro. El poder
inquisitivo de la Cheka creció en la misma medida que disminuía la tensión de las
masas gastadas en las batallas de la guerra civil y exhaustas por las privaciones del
período revolucionario. Ese grupo impersonal de nuevos administradores, gerentes
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
123
de fábricas o altos funcionarios sin contacto con el pasado, pero que constituía un
cuerpo numéricamente Imponente en todos los escalones del Estado, adquirió
irresistiblemente un espíritu común y comprendió confusamente que tenía algo que
defender en el nuevo régimen: sus privilegios, su ración de primera categoría, su
alojamiento, sus ventajas de todo origen. Las masas fatigadas y la revolución europea
derrotada (en la que los dirigentes rusos habían cifrado todas sus esperanzas) fueron
los dos factores que facilitaron el surgimiento de una nueva capa social privilegiada.
La Cheka, muerto Djerzinski en 1926, se transformó en GPU y fue el órgano
represivo al servicio del nuevo grupo social dominante.
LA BUROCRACIA INVENTA EL "TROTSKISMO"
Con la nueva casta social de la Unión Soviética, surgieron necesidades políticas
nuevas y recobraron validez viejos métodos de la lucha política. Un eminente
estadista europeo llamó "burocracia" a esta casta de administradores que tomaba las
palancas del poder. La vieja "guardia bolchevique" —los Trotsky, Racovsky,
Bujarín, Kamenev, Zinoviev, Rodek— se encontró inesperadamente aislada de la
maquinaria estatal y partidaria. Las masas fatigadas dejaron en libertad de acción a
los "burócratas" y estos acorralaron a los fundadores del partido y del Estado
(excepto Lenin, muerto en 1924), del mismo modo que el grupo de Barras se apoderó
del gobierno francés en el Thermidor de la Revolución plebeya de 1789. Así como
Robespierre y sus amigos caminaron hacia la guillotina bajo la acusación de
"contrarrevolucionarios", que les dirigían los recién venidos de la revolución
triunfante —los mismos que prepararon el poder de Bonaparte—, la generación de
Octubre fue radiada de los puestos de comando del Estado Soviético bajo un estigma
similar.
La casta gobernante no llegó de golpe a esta situación. La lucha interna, de la que
emergerían Stalin y su camarilla, fue una lucha áspera y difícil. La generación
bolchevique se agrupó dentro del partido comunista ruso bajo el nombre de
"Oposición Comunista de Izquierda". Su plataforma exigía el retorno a la democracia
soviética, el derecho a la vida de todos los partidos y tendencias del movimiento
obrero ruso, la adopción de un Plan Quinquenal para impulsar la industria, el
124
JORGE ABELARDO RAMOS
desarrollo internacional del movimiento comunista. Pero esta oposición fue vencida
por el grupo de Stalin y Beria no con el lenguaje de las ideas sino con los
instrumentos de represión del lisiado. Los antecesores de Beria en la dirección
suprema de la GPU comenzaron a alejar a los opositores de los puestos responsables
del partido y del dispositivo gubernamental. La Oposición de Izquierda fue ahogada
por el sistema de presión habitual. Stalin expresó de manera teórica las aspiraciones
de la nueva casta: así lanzó la "teoría del socialismo en un solo país", que postergaba
"sine die" la propagación de esa doctrina en el resto del mundo y aseguraba a sus
sostenedores dentro de la URSS el goce de las posiciones conquistadas. La depresión
de las masas soviéticas después de los años agotadores de la guerra civil y el fracaso
de las intentonas revolucionarias en Europa Occidental contribuyeron decisivamente
a circunscribir el alcance de la revolución rusa a sus propias fronteras. Esto asestó un
golpe mortal a la Oposición de Izquierda. Sus principales dirigentes fueron aplastados por la represión de la GPU.
León Trotsky fue expulsado del Partido Comunista y deportado a Alma Ata, cerca
de la frontera china. Allí empezaría a escribir su famoso libro "Mi Vida", en el cual
respondía a las adulteraciones históricas del grupo oficial. Racovsky, antiguo
presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo de Ukrania y miembro destacado
del partido de Lenin era arrojado a las estepas glaciales del Círculo Ártico. Los
dirigentes restantes eran arrestados, fusilados o expulsados de los centros principales
del país.
Los métodos florentinos del veneno, ingrediente célebre de la lucha política del
Renacimiento italiano, recobraron valor en los actos de la camarilla dirigente del
Estado. Según Víctor Serge, Krivitsky y otros publicistas europeos, Lenin habría sido
envenenado por Yagoda, jefe de la GPU a las órdenes de Stalin, lo mismo que
Máximo Gorki, que en sus últimos años habría llegado a convertirse en un testigo
molesto para las cumbres del gobierno. Pero la historia personal do Beria aparece
estrechamente entrelazada con este trasfondo trágico de la revolución rusa. Su caída
estaba precedida por la de los jefes anteriores de la GPU: Yagoda y Yhejov,
envenenadores oficiales del nuevo régimen.
125
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
LA GPU ORGANIZA LOS PROCESOS DE MOSCÚ
Lavrenti Beria, del mismo modo que Malenkov, pertenecía a la segunda
generación, para la cual la revolución de Octubre constituía un simple recuerdo
juvenil y en la que no había tomado parte decisiva. Beria subió en la jerarquía de la
maquinaria estatal gracias a la desaparición de la "vieja guardia bolchevique": esto
ocurrió en las famosas purgas sangrientas de 1936-1938. Aquellos Procesos de
Moscú trazaban una línea de sangre entre dos épocas. La casta social dominante, que
había expropiado políticamente a la clase trabajadora rusa, necesitaba eliminar al
mismo tiempo a los representantes de la generación revolucionaria que conquistó el
poder e instauró la dictadura soviética. A un nuevo grupo social correspondía un
nuevo equipo gobernante.
Los diccionarios eran expurgados de toda alusión a los colegas de Lenin, los
manuales de historia eran refundidos de acuerdo con las necesidades políticas
cotidianas de la burocracia. La prensa y los archivos de la prensa, las bibliotecas y las
universidades,
la
Internacional
Comunista
y
las
editoriales
extranjeras
subvencionadas, reflejan este profundo viraje de la Unión Soviética. Los adversarios
de Stalin (personificación perfecta de los nuevos intereses y privilegios), eran
calificados públicamente de "espías", "agentes de Hitler y Mussolini", "provocadores
al servicio del Japón o Inglaterra" y otras expresiones semejantes.
La política exterior soviética, cambiante día a día según los desplazamientos de
las potencias capitalistas, determinaba la graduación de estos ataques, y la actuación
respectiva de los distintos partidos comunistas. De esta manera, mientras la URSS
mantenía su neutralidad y su pacto de amistad con Hitler, Francia e Inglaterra eran
calificadas como "naciones imperialistas y plutocráticas"; al día siguiente del ataque
de Hitler a Rusia, se transformaron automáticamente en "naciones democráticas
amantes de la paz". En el plano político-práctico, antes del ataque hitleriano hacia el
Este, los frigoríficos en la Argentina, por ejemplo, eran "imperialistas" y se predicaba
la organización de sus obreros; al estallar la guerra contra la URSS, Codovilla
calificaba de "huelga nazi" todo movimiento sindical de los obreros de esos mismos
frigoríficos que ahora eran "democráticos".
126
JORGE ABELARDO RAMOS
Fueron los procesos de Moscú los que inauguraron en escala internacional la
política de suprimir con métodos terroristas a los adversarios. La GPU, que
encabezaría Beria en 1939, ya había comenzado a practicar años antes en todo el
mundo, por medio de su División Extranjera, los atentados individuales y los
secuestros. Un agente de la GPU, que rompió en 1937 con el aparato policíaco ruso
—Ignacio Reiss— apareció muerto en una carretera de Lausaná, en Suiza, del mismo
modo que el ex general del servicio secreto militar Walter Krivitsky, apareció
asesinado en su cuarto del hotel de Washington en 1941. Ya en 1940 un agente de la
GPU llamado Ramón Mercader del Río (alias Jaeques Mornard) asesinaba a León
Trotsky en México. La actuación de Beria en estos hechos visibles aseguró su lenta y
firme ascensión a las cumbres del poder. Su trabajo y el de sus jefes mereció el
inesperado elogio de Mussolini. El dirigente del fascismo italiano escribió, en efecto,
en "II Popólo d'Italia", que los Procesos de Moscú que condenaron a las cabezas más
destacadas del bolchevismo tradicional "eran el mejor servicio prestado al fascismo".
SOCIALISMO EN UN PAÍS ATRASADO
Las escuelas sociológicas modernas coinciden en que el llamado cerco capitalista
alrededor de la Unión Soviética, lo mismo que el carácter históricamente atrasado de
su economía fueron factores decisivos para el surgimiento y consolidación de la
nueva casta social. Sólo la audacia del experimento iniciado en 1917 podía originar
una contrarrevolución tan profunda y despótica; como la encarnada por Stalin y
Beria. Para el movimiento obrero internacional los agentes de Stalin y sus partidos
comunistas resultaron un verdadero flagelo. La conducción de las luchas políticas
por el Kremlin fue tan catastrófica en China, Alemania, España y otros países que el
supremo inspirador de esa política fue calificado como el "gran organizador de
derrotas".
La política de Moscú y su apoyo financiero a los partidos comunistas, estuvo
estrechamente unida a la GPU. En cada comité central de cada partido comunista, en
cualquier parte del mundo, actúa un agente no del Cominform, que es la pantalla
política, sino de la GPU, que representa directamente el aparato represivo del
régimen. Tal es el caso de Togliatti en Italia (que trabajó como agente policial
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
127
soviético en España), de Codovilla en la Argentina (que participó también en la
ejecución de personalidades hostiles a Moscú en la guerra civil española) y de
Vittorio Vidali, alias Carlos Contreras, actualmente jefe del Partido Comunista de
Trieste.
El triunfo personal de Beria en el escalafón burocrático fue el resultado de la
liquidación de Yagoda, jefe de la GPU, durante los procesos de Moscú y de su
inmediato reemplazante, Yhejov, que resultaban testigos inconvenientes para Stalin y
su grupo. Cuando resonaban aún en los sótanos de la Lubianka (sede central de la
GPU en Moscú) los disparos de las ejecuciones de los procesos, se abría el capítulo
de la Segunda Guerra mundial. El Ejército Rojo entró a la contienda con su
generalato decapitado, pues sus principales jefes y estrategas
—últimos
representantes de los cuadros de 1917—, habían desaparecido en las purgas de las
fuerzas armadas. Tal fue el destino del Mariscal Tukachevsky, de Blucher, de Yakir.
La actuación de Beria en esa San Bartolomé no ha sido esclarecida por completo
todavía, pues los archivos del Kremlin no están abiertos al público. Pero la naturaleza
política de su figura y la de sus colegas hace mucho tiempo que están dibujadas por
la historia. Justamente porque Beria y su GPU representaban los intereses de un
grupo parasitario en la sociedad soviética, su acción e influencia decisiva en los
partidos comunistas del mundo entero no podían inspirarse en las aspiraciones
nacionales y sociales de la clase trabajadora, sino solamente en la utilización de ésta
en beneficio de la política exterior del Kremlin. Así, mientras Earl Browder disolvía
el partido comunista norteamericano en 1942, proclamaba su admiración al imperialista Roosevelt y condenaba las huelgas obreras, los comunistas bolivianos ayudaban
a la conspiración imperialista que volteó a Villarroel en 1946 y Codovilla se aliaba
con Braden en 1945 para jaquear a Perón y aplastar a la clase obrera argentina. Pero
Codovilla era un títere: detrás estaba Beria y su clan, que ahora lo sacrifica en una
lucha de camarillas. Como al Kremlin no le interesaba en modo alguno la emancipación de nuestro continente, sino simplemente lograr un "modus vivendi" con el
imperialismo, jamás comprendió los problemas esenciales de Latinoamérica. Por eso
pudo aliarse con las oligarquías antinacionales y reaccionarias del continente,
volviendo las espaldas a la gran fórmula histórica de nuestra autodeterminación: los
128
JORGE ABELARDO RAMOS
Estados Unidos de América Latina. Los agentes de Beria preferían predicar a los
campesinos ecuatorianos el comercio con Ucrania.
EL DESTINO DE LA UNION SOVIÉTICA ESTA LIGADO AL DE
LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL
El profeta tiene un oficio poco seguro. Tratándose de los acontecimientos internos
de la Unión Soviética aquella profesión aumenta sus peligros. La losa policíaca
vuelve poco menos que imposible predecir exactamente la evolución de las luchas
intestinas de la casta gobernante, así como la significación política específica de
Beria, Malenkov o Voroshilov. Todos ellos forman la carne y la sangre de lo que se
ha dado en llamar la "burocracia" y sus tendencias íntimas aparecen veladas por la
maquinaria de represión. No obstante, la caída de Beria deja sospechar que se
preparan hechos importantes. Con Stalin no sólo murió el postrer miembro del
Bureau Político de la época de Lenin (los restantes habían sido radiados por el
singular georgiano) sino también la cabeza genérica de un poder fundado en las
ruinas de una revolución. Con Beria desaparece un participante auténtico y
socialmente puro del nuevo grupo privilegiado, un genuino producto del Thermidor.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
129
EL MUNDO COLONIAL FRANCÉS EN BUSCA DE SU DESTINO
El fundador del nombre político de la familia Chamberlain —John—, afirmaba
enfáticamente: "La raza británica es la más grande de las razas gobernantes que el
mundo ha tenido". Los próceres romanos habrán sonreído bajo sus tumbas, pero
Jules Ferry no se sintió complacido. Para el padre del imperio francés éste
mesianismo imperial de las Islas venía a enfrentarse con el propio desarrollo
industrial de Francia, cuyos capitales tendían a volcarse hacia los territorios
coloniales y a adquirir nuevas zonas de influencia en todo el globo. Jules Ferry se
había formado políticamente junto a Thiers, el sombrío represor de la Comunne de
1871. Era una buena escuela para el futuro conductor de las aventuras coloniales.
En 1880, año simbólico en el desenvolvimiento público del imperialismo
moderno, era elegido presidente del Consejo de Ministros. Al constituir su gabinete,
Ferry se encontró con que Francia poseía un dominio colonial relativamente
modesto. Contaba en África con el valle del Senegal, factorías en Guinea y con
algunas islas próximas a Madagascar. En el inmenso Pacífico poseía Tahití, mediocre
presa, aunque suficientemente decorativa para que los banqueros se transformaran en
pintores, a la inversa de la apetitosa África, donde los artistas se convertían en
banqueros. En la India controlaba algunos establecimientos pequeños y en Indochina
el dominio colonial se enriquecía con la incorporación militar de la Cochinchina y
del Laos. Al caer el segundo Imperio, China conservaba una soberanía nominal sobre
el Imperio de Annam, en Indochina, pero la presión constante del Quai d'Orsay y la
descomposición irremediable de la dinastía manchú hizo perder a China los controles
en esa región. Las rivalidades anglo francesas se hacían sentir en Asia como en
África, amenazando constantemente con una guerra ínter imperialista. Las fricciones
130
JORGE ABELARDO RAMOS
diplomáticas alternaban con las demostraciones navales, con incidentes militares en
las zonas coloniales o con los escándalos financieros de las concesiones.
Los aventureros comerciales de toda especie, como el famoso Jean Dupuis, Se
internaban en China, hacían negocios fraudulentos y se amparaban en la. bandera de
los navíos franceses en sus choques con los mandarines. El desarrollo del
colonialismo francés está envuelto en esta atmósfera y decorado con las pomposas
declaraciones parlamentarias de Ferry, que no vacilaba en afirmar ante la Cámara, la
"identidad de intereses entre los capitalistas y la Nación misma".
La acción de Indochina debía ser definida por el ministro de Marina en 1881, al
manifestar que debía ejercerse "una manifestación material que no tenga totalmente
el carácter de una acción militar, pero que sea suficiente para hacer comprender que
tenemos los medios necesarios de hacer respetar la voluntad de Francia". Mostrar los
orígenes de este imperialismo y las relaciones con sus colonias será sugestivo para
comprender no sólo su evolución triunfante sino también la rebelión actual de su
mundo tributario.
ORIGEN DEL IMPERIALISMO
La naturaleza económica del imperialismo está constituida por el capital
monopolista. El gigantesco desarrollo de las fuerzas en el siglo XIX llevó a una
paulatina e irresistible concentración de la producción industrial. El monopolio surgió de la libre concurrencia como su negación inevitable y abrió la era de todas las
formas de las alianzas monopolistas del capital: del cartel, al sindicato y al "trust".
Francia no fue ajena a este proceso que se manifestó también en Inglaterra, en
Alemania y en Estados Unidos. El alto grado de la concentración industrial
determinó que el capital monopolista buscara apoderarse de las fuentes
fundamentales de las materias primas. Al mismo tiempo, la transformación del papel
de los bancos, de simples intermediarios en verdaderos señores de la economía
imperialista, constituye otro de los rasgos característicos del imperialismo moderno.
A través de los bancos se ha verificado la fusión de los intereses bancarios e
industriales dando nacimiento así al capital financiero, en cuyas manos se concentran
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
131
las palancas de control de la economía imperialista, la cual abarca esferas de
influencia en el dominio de la política, de las finanzas, de la economía, de las
actividades privadas y públicas. Pero el imperialismo contemporáneo sería
incomprensible si no se añadiera que el monopolio es el hijo legítimo de la política
colonial. Al viejo pillaje a las naciones atrasadas ejercido por el capital mercantil en
pasadas épocas se añadieron a fines del siglo XIX los poderosos argumentos del
capital financiero.
La lucha por las fuentes de materias primas, la inexorable necesidad de
exportar capitales, la obtención de concesiones y beneficios monopolistas y
el control político y directo sobre los nuevos territorios: tales fueron las
fuerzas motrices del imperialismo.
Pero si en 1876 las potencias europeas ocupaban una décima parte de África, lo
cual permitía un sistema de "ocupación libre" del continente africano, a fines de siglo
la carrera de las conquistas coloniales, tanto para Francia como para Inglaterra estaba
terminada. En 1900 África estaba bajo el control de potencias imperialistas en sus
nueve décimas partes. Todo intento de redistribución colonial de sus territorios
economices por parte de una tercera potencia, como fue el caso de Alemania, tenía
que acarrear, inevitablemente, conflictos interimperialistas. El mundo estaba
repartido y un nuevo orden debía verificarse a través de conflictos sangrientos. Debe
señalarse en este factor uno de los elementos que condujeron hacia el estallido de
1914.
En el caso particular de Francia, resultaba completamente evidente que sus
empresas coloniales a fines del siglo XIX estaban dictadas directamente por los
intereses comerciales e industriales. El propio embajador de Alemania en
Francia afirmaba ¡en 1878 que “el mundo de los negocios gobierna París". Un
observador chino, Tseng, declaraba por su parte: "El gobierno francés está bajo la
influencia de los especuladores".
Bajo diversos pretextos tales como "el honor francés", "la protección de los
ciudadanos franceses" o los "derechos de la civilización", el imperio francés fue
extendiendo su control sobre un imperio colonial gigantesco que excedía en mucho
el peso específico real de la metrópoli. Mañana examinaremos esta desproporción
132
JORGE ABELARDO RAMOS
que tiende actualmente a resolverse en una bancarrota orgánica de esa poderosa
nación.
EL FRENTE ÚNICO DE LOS IMPERIALISMOS
La política colonial de Ferry no era un producto autóctono de la Francia de su época.
El imperialismo levantaba su cabeza en todas partes y de acuerdo a las características
nacionales se expresaba en diferente manera pero en un mismo sentido. En
Inglaterra, los hombres populares eran Cecil Rho-des, Lord Curzon, Joseph
Chamberlain. El jubileo de diamante de la reina Victoria constituyó una fiesta
apoteósica en la cual "la gran madre de la Europa monárquica" recibía el homenaje
unánime de la burguesía europea. La política liberal de Gladstone se hundía en la
oscuridad. Lord Curzon, procónsul británico en las Indias resumía la opinión general:
"El imperio británico es, después de la Providencia, la más grande fuerza del bien
que existe en el mundo". En los cafés y music-halls ingleses pululaban las canciones
alusivas a la superioridad anglo-sajona. Una de las canciones decía que "un soldado
inglés vale diez soldados del Continente". No faltaban asimismo expresiones más
prudentes, Salisbury afirmaba con toda la dignidad de un Lord que "el África es un
Continente creado para ser la llaga del Foreign Office". Pero fue una enfermedad
saludable para el Imperio.
Las contradicciones entre Francia e Inglaterra no faltaron. Ya los incidentes en
Siam habían amenazado con un conflicto entre las dos naciones imperialistas. En
1896 se firmaba una convención anglo-francesa en la cual Francia renunciaba a una
anexión y neutralizando la parte central, sometía a las provincias vecinas de
Indochina a la influencia francesa. De este modo se hacía del reino de Siam un
estado tapón. América del Sur conoce ejemplos semejantes de la diplomacia inglesa.
Tampoco en Madagascar escaseaban motivos de conflicto. En agosto de 1890,
Inglaterra reconoció finalmente, el protectorado francés sobre la gran isla, mientras
que Francia, en cambio, admitía el protectorado británico sobre Zanzíbar. Arreglos
de este género se producían continuamente entre las grandes potencias coloniales.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
133
Las propias opiniones de los nativos de las colonias encontraban en el frente único
del imperialismo europeo una notable unanimidad.
De este modo Francia debía adquirir un gigantesco imperio de cuya magnitud
diremos solamente que si en su territorio metropolitano cuenta con 551.000
kilómetros cuadrados y algo menos de 45 millones de habitantes, su imperio
colonial abarca unos 12 millones de kilómetros cuadrados habitados por cerca
de 100 millones de almas. Argelia, Túnez y Marruecos en África; Dakar,
Senegal, Mauritania, Guinea Francesa, Costa de Marfil, Dahomey, Sudán francés,
Níger, en el África Occidental francesa. En el África Ecuatorial Francia posee
Gabón, Congo, Oubangui-Chari, Tchad. Asimismo, la costa francesa de Somalia, la
gran isla de Madagascar y la isla de Reunión. Controla parte de Camerún y del Togo,
lo mismo que en América las islas de Saint Pierre y Miquelón, Guadalupe, Martinica,
Guayana francesa y el territorio de Inini. En la India posee asimismo un pequeño
territorio y en Indochina, conmovida hoy por una guerra nacional revolucionaria,
usufructuó una extensión de 741.000 kilómetros cuadrados además del protectorado
sobre el Laos y Camboya. Agreguemos las posesiones de Oceanía y los diversos
condominios y territorios bajo mandatos obtenidos en distintos acuerdos con las otras
potencias imperialistas.
Con estos datos resultará claro cómo una potencia metropolitana europea
extendida sobre cinco continentes ha podido mantener su prosperidad y desarrollar su
cultura en medio de las catástrofes más inauditas y sangrientas.
1914: EL COMIENZO DEL FIN
La guerra de 1914 marcó el comienzo de la desintegración definitiva del
capitalismo. Concluye virtualmente el siglo XIX y las ilusiones que fueron
inherentes. La idea del "progreso indefinido", que alcanzaría en Estados Unidos un
carácter de verdadera religión nacional, resultó destruida, junto con otros valores, en
la primera hecatombe imperialista. La "guerra para acabar con todas las guerras",
sólo acabó con una generación. El Tratado de Versalles impuesto a los alemanes en
134
JORGE ABELARDO RAMOS
la Fronde de Compiégne desarticuló a la nación alemana y mostró al desnudo la
naturaleza rapaz de los vencedores, que no se diferenciaban en nada de los vencidos.
Francia observaba, sin embargo, una lenta pero irresistible tendencia al
estancamiento económico y a la crisis social crónica. A pesar de los avances de la
ciencia aplicada o de algunas industrias individuales, el capitalismo' en su conjunto y
particularmente el capitalismo francés frenaban el desarrollo de las fuerzas
productivas, alzándose como un obstáculo imponente para mantener el nivel de vida
de la población. Las fronteras europeas resultaban ya en 1914 insuficientes para las
exigencias de una planificación económica del conjunto de Europa. La "decadencia
de Occidente" anunciada por Spengler, no implicaba la crisis de un mundo cultural,
como aseguraba su autor, sino la descomposición del régimen capitalista. Europa no
era vieja; sólo había envejecido la estructura de sus relaciones de propiedad. La
burguesía había cumplido su ciclo y no se resignaba a abandonar la escena histórica.
Esta supervivencia arrastraba la decadencia general.
Si hasta 1914 la socialdemocracia había reflejado la expansión y la prosperidad
del capitalismo francés, a partir de la primera guerra manifestó su crisis
enfrentándose directamente a los intereses de los obreros. La época de Jean Jaurés
había contemplado al partido socialista como una tendencia que se "adaptaba" al
régimen burgués, buscaba por medio de reformas legislativas ofrecer algunas
ventajas a los trabajadores franceses para divorciarlos de los intereses aplastados de
los trabajadores de las colonias. Mediante el partido Socialista, el proletariado de la
metrópoli era adormecido ante la rigurosa explotación del mundo colonial en el
Imperio francés. El partido socialista era la correa de transmisión en el campo obrero
de la ideología imperialista de la burguesía francesa. Poco más tarde se agregaría al
panorama político francés otro partido, el comunista, que expresaría con el correr de
los años los intereses del grupo gobernante de la URSS. Si los socialistas respondían
a las insinuaciones del capital financiero, los comunistas aplicarían las directivas de
la diplomacia soviética. Los obreros franceses quedaron sin una dirección política.
La década de 1920 a 1930 se alimentó para Francia, de las ganancias derivadas de las
pesadas reparaciones impuestas a la Alemania de Weimar, del usufructo del Sarre, de
las derrotas de las revoluciones europeas y del redoblamiento de la explotación
colonial. A este período puede designárselo como un período "pacífico".
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
135
Mientras soldados senegaleses montaban guardia en las prisiones de Saigón
repletas do nacionalistas revolucionarios que luchaban por la libertad do Indochina,
mientras Abd-el-Krim meditaba en prisión los inconvenientes de reclamar la
Independencia nacional a los creadores de "La Marsellesa", en París se vivía n
las vísperas de 1929 —y como todas las vísperas, era la despreocupación, la quimera
y el olvido.
LA TRAICIÓN DE LOS PARTIDOS "OBREROS"
Si la crisis económica apareció como un rayo en el cielo sereno de los Estados
Unidos, no se detuvo por cierto en las fronteras norteamericanas. El carácter mundial
de la economía moderna expandió la crisis a todo el planeta. Desde los países
imperialistas a los países coloniales, tanto el centro como el mundo periférico,
presenciaron el desmoronamiento de la estructura de los valores y los precios. El
colapso de la agricultura y la industria se manifestó en los índices de desocupación,
en el subconsumo de las masas, en la inestabilidad política y en el reforzamiento de
las oportunidades favorables al fascismo o a movimientos similares del capital financiero.
En Francia la crisis mundial no podía dejar de expresarse con virulencia, si se
tiene en cuenta la lenta pero irresistible descomposición del capitalismo francés. La
aparición en las calles de París de bandas armadas, a sueldo del capital imperialista,
testimonió que la democracia parlamentaria clásica agonizaba y que su equilibrio se
volatilizaba ante una situación seria. Los hombres de las "Jeunesses patriotes", de los
"Croix de feu", de los "Camelots du Roi", esos fascistas franceses que fundían la
mística feudal a los métodos terroristas de los capitanes de industria, pasearon en
1934 por París la decisión del gran capital de cortar el paso a las organizaciones
obreras por acciones extraparlamentarias, de liquidar los sindicatos y de instaurar la
"paz social".
La inercia del Partido Comunista francés y del Partido Socialista ha pasado a las
antologías de las traiciones políticas. Fue la clase obrera de Francia, en una
formidable demostración huelguística, la que frenó a las bandas fascistas. El 6 de
136
JORGE ABELARDO RAMOS
febrero de 1934 varios miles de fascistas se lanzaron a una demostración callejera en
París. Con ese apoyo directo, la burguesía francesa y el Parlamento entregaron el
poder a Doumergue, el primer paso hacia un "gobierno fuerte" antiobrero. Pero el 12
de febrero las masas realizaban una huelga general que demostraba su caudal
combativo y que arrastró detrás de sí a los sindicatos famélicos de la C.G.T. Los comunistas no pudieron detener el movimiento, que escapó a su control. ¿Los
comunistas, saboteadores de huelgas? No hay aquí nada de sorprendente, sino una
actitud completamente habitual en ese partido que representó en todas partes los intereses de la política exterior de una potencia extranjera. En Francia como en la
Argentina, la orientación de los comunistas se basó en las alternativas de la
diplomacia soviética, no en las necesidades objetivas del país respectivo. Así,
mientras determinado imperialismo deseaba instalar bases navales en el Río de la
Plata, para comprometer al país en la guerra mundial, los comunistas argentinos
apoyaban al presidente Ortiz, abogado de los ferrocarriles y producto genuino del
fraude oligárquico. En plena guerra "de las democracias", traicionaban el
movimiento de los obreros de la carne y de los metalúrgicos, para no "ocasionar
dificultades a las naciones libres", esto es, a las potencias imperialistas
"democráticas".
La política en Francia del Partido Comunista ofrece su más claro ejemplo en el
pantano del Frente Popular. Tragicomedias de este género merecen una
consideración especial, pues iluminan todo un período político de la historia reciente
de Francia.
LA BUROCRACIA SOVIÉTICA ORGANIZA EL FRENTE POPULAR
En el séptimo Congreso de la Internacional Comunista realizado en 1935,
Dimitrov lanzaba la consigna de crear en todos los países, tanto imperialistas como
coloniales y semicoloniales, un Frente Popular que agrupara a "todas las fuerzas
democráticas y progresistas que lucharan contra el fascismo y la reacción". Para la
Internacional Comunista las necesidades de la "lucha contra el fascismo" eran
las mismas en la India que en Inglaterra, en el Brasil que en Estados Unidos.
Buscando el apoyo de una ilusoria "burguesía democrática" en Francia que
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
137
descase luchar contra el fascismo, los comunistas ataron de pies y manos a la clase
trabajadora, y mantuvieron con esa política a los obreros socialistas bajo el control de
su dirección ultra-imperialista. Blum fue la personificación del Frente Popular. Si en
la política interior francesa dicho Frente anestesió al proletariado salvando al gran
capital, en la política exterior francesa se expresó con el Comité de No Intervención,
que contribuyó a asfixiar a la revolución española.
En realidad el Frente Popular traducía las ambiciones del gobierno de Stalin para
llegar a un entendimiento con las "democracias occidentales" contra Hitler y por el
"statu quo". Stalin decía a estas democracias imperialistas: "Soy un buen chico. No
quiero la revolución, sino un convenio de caballeros. El monstruo de nuestra época
es el fascismo, que amenaza mi país y vuestras colonias". El fascismo no era en
realidad más que el rostro desnudo del capital financiero mundial, que en otras
naciones más ricas adoptaba la máscara benigna de la democracia pacífica. La
extensión de la política del Frente Popular a los países coloniales y semicoloniales
permitió que los comunistas se aliaran con los sectores oligárquicos "democráticos",
que eran "antifascistas" en la medida que sus amos exteriores eran rivales
comerciales de los países fascistas. A toda tendencia nacionalista o revolucionaria
que en los países semicoloniales deseaba luchar contra el imperialismo (que era
precisamente "democrático", pues los otros imperialismos fascistas no tenían
colonias) los comunistas se apresuraban a aplastarla bajo la acusación de "nazi". En
esta tarea eran secundados por la oligarquía respectiva, que encontraba en los
discípulos de Stalin invalorables aliados de "izquierda".
En Francia todo el período del Frente Popular y de León Blum puede enjuiciarse
como una gran derrota de la clase trabajadora. Su desmoralización alcanzó grados
asombrosos; el sorpresivo pacto con Hitler, que entregó la mitad del proletariado de
Polonia a los nazis, asestó un nuevo golpe a los comunistas franceses, cuyo desprecio
por la opinión de los obreros era ya notorio. Reflejando siempre la política rusa en el
país en que actuaban, los comunistas se constituyeron en la cadena de transmisión de
una política ajena a los intereses de los trabajadores.
Los acontecimientos de 1939 encontraron a la burguesía francesa y al país entero
en un estado de profunda apatía. La poderosa máquina de guerra nazi aplastó en
pocas semanas el dispositivo defensivo del ejército francés y la Francia Libre
138
JORGE ABELARDO RAMOS
compartió con la Francia de Vichy la responsabilidad de una derrota cuyas raíces se
hundían en la estructura decadente del capitalismo francés.
THOREZ Y BLUM DE RODILLAS
Hitler había considerado como una afrenta personal que Blum tomase el poder en
Francia, puesto que en el político francés se reunían tres circunstancias aborrecidas
por el dictador germano: era judío, intelectual y socialista. Pero estas divergencias
psicológicas y políticas no impedían que ambos expresasen los intereses de dos
potencias imperialistas y que por consiguiente poseyesen un parecido respaldo de
clase. Si Hitler enviaba abiertamente tanques, aviones y técnicos a Franco, Blum se
inclinaba silenciosamente ante la orientación de la política británica, que fundaba el
Comité de No Intervención. Por ambos lados se estrangulaba a la revolución
española, sí dejamos a un lado la acción de los comunistas en la propia España.
El programa del Frente Popular francés había fracasado en toda la línea. Blum
debió aceptar las órdenes de la burguesía y proclamó el rearme. El Banco de Francia,
reducto de las "doscientas familias", le expresó su desconfianza y en un momento
determinado lo derribó. Muy poco tiempo transcurrió entre el pacto de Munich y el
desarrollo vertiginoso de la guerra mundial, la caída de Francia, el gobierno de
Vichy, los procesos de Riom y el "maquis". La derrota militar había sido la resultante
de varios factores. Por un lado, la experiencia política del pueblo francés lo había
llevado a la convicción de que no podían engañarlo con el viejo cuento de la
democracia y la civilización, (pie tan útiles resultados ofreció en 1914. La
indiferencia general era tan profunda que la noticia de la movilización cayó sobre
Francia como una catástrofe. No hubo flores en los desfiles. El Estado Mayor, por su
parte, reflejaba el envejecimiento del capitalismo francés, su rutina y su hastío.
Pétain y Gamelin no tenían sino una muy 'vaga idea de la mecanización de las
guerras modernas. Habían preparado al ejército francés, "el primero de Europa",
como para librar una guerra de posiciones. La Línea Maginot simbolizaba esta falsa
seguridad con su mole imponente e inútil. Nadie creía que valiera la pena batirse. La
división entre Pétain y De Gaulle, posterior a la derrota, constituyó en realidad un
acuerdo tácito entre los diversos sectores de la burguesía francesa. Pétain se encargó
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
139
de conservar en buen estado el aparato productivo del interior de Francia, de evitar
destrucciones en la industria francesa y de mantener en lo posible al país fuera del
conflicto. De Gaulle luchó para mantener ante los aliados el derecho francés sobre
sus colonias y el apoyo que encontró en el interior de Francia se debió
fundamentalmente al carácter nacional de esa lucha contra un ocupante extranjero.
La retirada alemana en Francia en 1944 planteó nuevos problemas al movimiento
obrero francés. Si André Gide podía escribir: "Bendito sea el que ha restaurado
nuestra dignidad", Maurice Thorez y los comunistas suscribían palabras no menos
entusiastas. Todas las variedades del chauvinismo más exaltado pudieron escucharse
en París en los años inmediatamente posteriores a 1945. Los gabinetes de
conciliación nacional, en que participaban socialistas, comunistas y partidarios de De
Gaulle, afirmaban solemnemente el destino de la Francia Eterna, aunque se
olvidaban de las colonias. El proletariado francés se veía defraudado una vez más por
el partido de Thorez y por el partido de Blum. El estancamiento de la industria, su
improductividad (atribuida por la prensa imperialista a los obreros), la disminución
de la renta nacional y la crisis agraria crónica, el aumento de la desocupación y la
insoportable situación de la vivienda obrera, tales fueron los elementos visibles de la
situación de Francia en los primeros años de la postguerra. Algunos economistas han
querido ver en este espectáculo luna consecuencia de la guerra; esta falsa apreciación
del problema se deriva del hecho de que los economistas no son sabios
independientes de la sociedad. En realidad, la guerra fue un resultado de la crisis del
capitalismo. Al terminar el conflicto, los fenómenos de la descomposición y de la
agonía tornaron a presentarse en Francia, como en otros países, con renovada fuerza.
Las ganancias del mundo colonial atemperaron esta bancarrota, pero el levantamiento de los antiguos esclavos disipa las ganancias y con ellas las últimas
esperanzas de regeneración.
NO HAY FUTURO CAPITALISTA PARA FRANCIA
La vulnerabilidad económica y política de Francia obedece a causas múltiples. La
crisis permanente de los gabinetes constituidos a partir de 1945 no tuvo como origen
140
JORGE ABELARDO RAMOS
la versatilidad del genio francés (como aseguran ciertos psicólogos norteamericanos),
sino la lenta desintegración de las bases tradicionales de su economía. Los
capitalistas privados franceses se resisten a reinvertir dinero en las industrias o a
reequipar sus fábricas. La desconfianza hacia el régimen capitalista gana a los
capitalistas y esa desconfianza se extiende hacía la Unidad monetaria de Francia: los
pequeños rentistas transforman sus francos en oro sólido. Temen las corrientes de
aire.
Apenas salida de la guerra, Francia debió encarar los problemas de la
reconstrucción económica y social. Pero las obligaciones de la guerra fría le
impusieron una pesada carga en su presupuesto. La paz significó el rearme. El presupuesto militar de Francia asciende a más de la tercera parte de su presupuesto
general. Al mismo tiempo, debía emplear todas sus fuerzas en combatir el
movimiento de liberación nacional revolucionario del pueblo indochino. La guerra en
Extremo Oriente no sólo debía segar a Francia la fuente tradicional de cuantiosos
ingresos en materias primas y divisas, sino .que también debía costarle la vida de
miles y miles de soldados y oficiales, y de ocasionarle una nueva sangría en sus
finanzas exangües. En efecto, la guerra de Indochina cuesta a Francia mil millones
de francos por día.
Un tercer factor contribuyó a desequilibrar los fundamentos de la vida económica
y política de Francia. Este tercer factor fue el restablecimiento notablemente rápido
de dos antiguos competidores en el mercado internacional. La aparición de Japón y
de Alemania en los mercados internacionales asestó un rudo golpe al comercio de
exportación francés que no estaba en condiciones de competir con las mercaderías
japonesas y alemanas en virtud de sus altos costos de producción. Al mismo tiempo,
y desde el interior, los poderosos sindicatos dirigidos por los comunistas, los
socialistas y los cristianos, plantearon exigencias inaplazables, como una medida de
legítima autodefensa de los obreros frente al caos económico cuya responsabilidad
no les concernía. Todos estos elementos convergentes infunden a la situación
francesa una inestabilidad crónica.
La llamada experiencia Pínay fue una experiencia destinada a arrojar sobre las
espaldas de los trabajadores los costos de la política imperialista. Su fracaso fue la
expresión de la resistencia obrera ante esa política. Los últimos movimientos
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
141
huelguísticos de Francia demuestran que la clase obrera todavía tiene algo que decir
en esa gran nación.
LOS VERDUGOS DEL PROLETARIADO SOVIÉTICO
En 1932 los comunistas de la Argentina se paseaban por las calles de la Boca
pidiendo "una Argentina Soviética". Los obreros seducidos por los resplandores
postreros de la Revolución Rusa, que tan bien supieron aprovechar los epígonos de
Lenin, creían de todo corazón que esas consignas apresuraban la evolución histórica.
Pero los dirigentes ya no lo creían tanto. Basta leer las memorias de estos jefes
renegados —Ravines, Jesús Hernández y tantos otros— para convencerse del
profundo divorcio espiritual y político entre los obreros comunistas de la base y los
burócratas rentados, que vendían el heroísmo anónimo. La clase obrera del mundo
entero pagó duramente sus tentativas por encontrar una dirección revolucionaría
genuina entre las ruinas de la Revolución de Octubre.
Uno de los espectáculos políticos más curiosos de nuestro tiempo fue ofrecido por
las relaciones entre los distintos partidos comunistas y los hombres del Kremlin. Por
supuesto, el Estado Soviético, cuyo análisis científico y la naturaleza social de sus
fundamentos económicos ya ha sido realizado de manera eminente, es una cosa y los
partidos comunistas internacionales otra. La persistencia en identificar las maniobras
diplomáticas soviéticas —propias de todo Estado— con una aplicación mecánica de
los intereses rusos en cualquier país, ha conducido a los partidos comunistas en
muchos países a una esterilidad completa. En aquellos lugares donde se han
convertido en organizaciones de masas —como por ejemplo Italia o Francia— se
mantienen como una válvula de escape de la crisis social; negocian con la burguesía
respectiva, de acuerdo a los cambios momentáneos de la diplomacia soviética,
desempeñando más o menos la misma función de descarga que representó la
socialdemocracia clásica antes de la primera guerra mundial. Desde cierto punto de
vista, estos partidos comunistas occidentales constituyen para la burguesía una
garantía de que no irán más allá de las amenazas verbales. Los conocen muy bien. En
cuanto a los partidos comunistas de América Latina, su principal cometido parece ser
142
JORGE ABELARDO RAMOS
el de hacer del "antiimperialismo yanqui" su único caballito de batalla, destinado
como siempre a servir como factor de presión de la diplomacia de una potencia
frente a la potencia adversaria. El elemento interesante consiste en que en América
Latina el principal problema no es hacer "antiyanquismo" sino en la medida que los
yanquis se opongan a la unidad nacional latinoamericana, o dicho de otro modo en
presentar a las masas un programa creador y no negativo. Si hace pocos años
estrechaban la mano de Braden y saludaban a los aviones "democráticos" de
Roosevelt, en nuestros días descubren el imperialismo; pero ayer y hoy representaban el papel de partiquinos en la comedia. La revolución popular latinoamericana no
parece fundarse en los intereses diplomáticos,
Estado extranjero.
forzosamente mutables— de un
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
143
KAUTSKY Y LA TEORÍA DE LA
INTEGRACIÓN MUNDIAL DEL CAPITALISMO
Kautsky, el principal teórico de la socialdemocracia europea a principios de
siglo, formuló ciertas ideas sobre el "super imperialismo" que han tenido una
accidentada carrera. Para Kautsky, el imperialismo moderno tendía a expandirse
por el planet a de una manera homogénea, solucionando las contradicciones
que lo desgarraban mediante el triunfo de uno de sus grupos más poderosos;
este grupo lograría imponerse a los demás, llegaría a controlar a sus competidores,
dominar los países atrasados y prolongar indefinidamente su autoridad sobre el
mundo. Esta visión macabra del imperialismo no significaba en realidad más que la
postración moral de la socialdemocracia frente a la ruina de sus ilusiones con
respecto al "progreso indefinido". La teoría de la evolución pacífica, parecía negada
por el estallido sangriento de 1914; una era de acontecimientos catastróficos se
abría ante los socialistas europeos, acontecimientos que no habían previsto y cuyas
consecuencias políticas y sociales rehusaban aceptar.
Para la socialdemocracia occidental la historia del mundo se había desarrollado
desde el semi-mono hasta Blum, a través de una ascensión constante de un proceso
acumulativo que llevaba a las máquinas a producir más, a los explotadores a una
mayor comprensión, a los reyes a renegar del absolutismo y a los partidos socialistas
a contar con mayor número de diputados cada año y con mayores fondos en sus
cajas.
Los temblores sísmicos, las caídas de los regímenes sociales y las tempestades
militares constituían incidentes pavorosos, pero pasajeros. La existencia de colonias
y semicolonias se presentaba ante los ojos de los socialistas europeos como el
144
JORGE ABELARDO RAMOS
esfuerzo de civilizaciones viejas y experimentadas para arrancar de su atraso a
territorios bárbaros, poblados de razas vencidas, perezosas o místicas. La gigantesca
contribución colonial al standard de vida de las metrópolis (y también al régimen
democrático de las capitales imperialistas) era enjuiciada por los teóricos
socialdemócratas como una demostración de las posibilidades del planeta Tierra. La
etapa final de la carrera hacia el reparto de Asia y África coincidió con la quiebra de
la quimera socialdemócrata en una expansión ininterrumpida del Progreso. Kautsky
planteó entonces la teoría del "superimperialismo", una hipótesis ampliamente
utilizable para los que desean disolver la necesidad de la lucha práctica contra el
imperialismo en una lucha abstracta contra el "capitalismo mundial". Algunos
epígonos de Kautsky, intentan débilmente en nuestros días demostrar que las
burguesías semicoloniales en nuestro tiempo están de tal modo ligadas al
imperialismo (y este mismo se ha concentrado en un bloque monolítico en Estados
Unidos) que sólo una lucha global contra este bloque informe puede sacar a la
humanidad del callejón sin salida. Estos teóricos a la viólela desean persuadir a las
masas de qué la lucha contra el imperialismo es inseparable de la lucha contra la
burguesía nacional; en otras palabras, de estas premisas es inevitable deducir la
inutilidad de las revoluciones nacionales de la actualidad, conclusión altamente
satisfactoria al imperialismo que no puede ver sino con simpatía toda "teoría"
diversionista capaz de sustraer fuerzas a los combates de las masas trabajadoras y de
la clase media contra el enemigo común en esta etapa de su revolución.
A estos extremistas de gabinete, las contradicciones cotidianas y agudas entre
Estados Unidos y Gran Bretaña, entre Francia y Alemania >o entre Japón y las
restantes potencias son inexistentes, del mismo modo que los poderosos movimientos
de masas en América Latina, África, Medio Oriente y Asia. En realidad, son estos
movimientos coloniales, en la medida que reducen la base de operaciones del
imperialismo, los que asestan formidables golpes a los esclavistas del capital
financiero e impiden por su simple presencia una coalición compacta entre los
distintos imperialistas.
145
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
"PREUVES", ASILO PARA INTELECTUALES
EN RETIRADA
"Preuves" es, en realidad, un asilo para los intelectuales en a la defensa de "la
reflexión crítica y creadora, rebelde a las propagandas y consignas partidarias". Este
programa ambicioso y este tono elevado no han impedido, sin embargo, que
"Preuves"
se
constituya en una tribuna imperialista de artícul o s
elegidos, suscriptos por personalidades "independientes"
y
y
ensayos bien
envueltos en
un halo
de
inconformismo que parece garantizar a los lectores la presencia de autores con
ideas propias. Pero se trata de un equívoco que nos apresuraremos a disipar.
"Preuves" es, en realidad, un asilo para los intelectuales en retirada, que
proviniendo del campo revolucionario han unido en un solo haz sus comunes
desilusiones para lanzarlas contra el mundo que nace. Etienne Balazz, por ejemplo,
escribe un trabajo titulado "El mandarinato moderno de Mao Tse Tung".
El más lego en la materia sabe que en China se está produciendo una gigantesca
transformación social. Si se desea pasar de este hecho elemental a una comprensión
más seria de dicha transformación no será imprescindible ser comunista; por el
contrario, lo comprenderá mejor el que no lo sea, es decir todo aquel observador que
haya renunciado a las recetas burocráticas de Moscú y prefiera juzgar los fenómenos
políticos de acuerdo a su propia criterio.
Que la historia china haya sufrido a partir de 1949 un viraje radical; que los
señores de la guerra, el flagelo del campesino y de la unidad nacional, hayan sido
eliminados de la faz del país; que el capital extranjero haya sido sometido en unos
casos a la autoridad nacional central y en otros expulsado abiertamente del territorio
chino, que la mujer china, vilmente degradada en su condición ¡social e individual se
haya incorporado al fin y arrastrando a ¡su marido y a sus hijos haya encabezado la
reforma agraria; que 600 millones de almas se encuentran en estos momentos
adquiriendo las primeras nociones de un idioma chino simplificado, milenariamente
reservado al mandarinato, éstas y otras circunstancias obligarían a cualquiera a
considerar la cuestión china de una manera reflexiva, prescindiendo en lo posible,
para una análisis objetivo, del caballito de batalla que los explotadores de pueblos
146
JORGE ABELARDO RAMOS
enteros utilizan por lo general en estos casos: la falta de "libertad de prensa" y ,1a
falta de "libertad de reunión".
Esto es lo que hace Etienne Balazz, con su prosa teñida de suave ironía, en la que
compara el antiguo mandarinato chino con el nuevo mandarinato que a su juicio lo
reemplaza, habiéndose cambiado tan sólo los trajes, el lenguaje y las órdenes.
Etienne Balazz diseña una larga lista de críticas contra el régimen actual de China. El
terror dirigido contra los intelectuales de mentalidad burguesa, la restitución de
bienes robados a la comunidad por parte de elementos de la vieja burguesía
comercial, la desintegración de la familia tradicional, etc. Muchos cargos más
podrían formularse a la revolución china. Pero es preciso primero saber qué es lo que
se critica y desde qué ángulo se formula la crítica: vista con los ojos del pasado, la
China actual es una farsa sangrienta; con los ojos puestos en el porvenir, es por lo
menos un definitivo adiós a la barbarie feudal. Los abogados de la contrarrevolución
añoran los tiempos en que Shanghai era Hong-Kong.
LA REVOLUCIÓN NACIONAL EN LAS COLONIAS Y SEMICOLONIAS
Imaginar que las revoluciones nacionales que se expanden actualmente en el
mundo podrán contar con la anuencia, la pasividad o la "neutralidad" del
imperialismo, constituye una peligrosa ilusión. El complot que se acaba de descubrir
en Egipto confirma el hecho de que los imperialistas desarrollan una ofensiva en toda
la línea en el Medio Oriente. Mientras Mossadegh se enfrenta a un tribunal militar de
carácter secreto, acusado de haber defendido la soberanía nacional de su país, el
general que lo reemplaza en el poder recibe un cheque de un embajador extranjero.
Si algo es posible reprochar a Mossadegh, es precisamente no haber llevado la
revolución irania a su secuencia natural, que es la reforma agraria. La detención en
su política nacionalista en la cuestión del petróleo, dejando intactas las bases
económicas de la oligarquía terrateniente, encierra el secreto de su caída. Los
terratenientes, aliados a la casa real, lo derribaron y las masas campesinas, elemento
decisivo en Irán, permanecieron inmóviles. El imperialismo se anotó un triunfo en
Irán.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
147
El destierro del Sultán de Marruecos, sindicado como nacionalista por las
autoridades coloniales francesas, señaló el segundo golpe de estado en Medio
Oriente y la firme decisión de los explotadores de aplastar todo intento de liberación
nacional árabe. Los tiroteos nocturnos en Rabat y los atentados terroristas en
Casablanca puntualizan la voluntad antiimperialista del pueblo marroquí. Ahora le
ha llegado el turno a Egipto. El gobierno de la joven República, que ha Iniciado
la reforma agraria y que resiste la combinada presión de los dos Imperialismos
más poderosos, ha visto incubarse un complot destinado a derribarlo y a anular
las conquistas nacionales y sociales del pueblo egipcio. Es preciso recordar que por
su evolución económica y desarrollo industrial, Egipto constituye el centro natural
del nacionalismo árabe, cuya tendencia histórica irrenunciable es constituir la nación
árabe. Este grandioso objetivo que emparenta asombrosamente los problemas de la
revolución nacional árabe a los problemas de nuestra propia revolución
latinoamericana, choca plenamente con los intereses del imperio británico, que ha
balcanizado Medio Oriente para colonizarlo y del imperialismo yanqui, que persigue
la herencia británica también en este campo. No es posible dudar que Naguib y su
resuelto equipo deberán afrontar nuevas pruebas de la hostilidad imperialista. Los
terratenientes egipcios afectados por la reforma agraria, del mismo modo que estos
"embajadores extranjeros" que trabajan como verdaderos agentes comerciales de
poderosos intereses monopolistas, se han aliado para jaquear al más fuerte gobierno
nacionalista de Medio Oriente. Esta doble ofensiva encuentra amplio eco en la prensa
mundial, puesto que cada paso que gobiernos de este tipo dan en el camino de sus
conquistas interiores propende a expandir el ejemplo en los estados limítrofes, a
estimular nuevos arrestos antiimperialistas y a propagar la idea de la unidad nacional
árabe. El imperialismo podrá tolerar indudablemente las nacionalizaciones de
petróleo, o de estaño, pero no estará dispuesto a admitir que las provincias árabes, o
latinoamericanas, se integren en una gran nación. Este acto de incalculable
trascendencia histórica para el destino de los pueblos divididos, quebrantaría el control económico y político del imperialismo, que mantiene su "standard" de vida en la
metrópoli precisamente
por la balcanización
do América Latina o de Medio Oriente.
De los acontecimientos de Marruecos, Irán o Egipto podría deducirse la lección de
que la revolución nacional no podrá triunfar sino en escala realmente internacional.
148
JORGE ABELARDO RAMOS
La política de nacionalizaciones de materias primas no será válida sin la reforma
agraria. La reforma agraria no liberará al Estado que la realice sin una estrecha
vinculación con los Estados hermanos limítrofes y sólo en esa escala la revolución
será nacional y alcanzará su cima. De Bolivia y de América Latina podría decirse lo
mismo que de Medio Oriente, pues la ley que preside la crisis mundial del
imperialismo actúa con la misma potencia en El Cairo que en La Paz.
Esta interdependencia de las revoluciones nacionales será en último análisis la
garantía de su triunfo.
ECONOMÍA Y PROFECÍA
Stuart Chase se ha formulado un interrogante. Se trata de un economista
norteamericano inquieto. Su pensamiento ha trazado una diagonal entre la economía
liberal y la economía marxista y allí se ha quedado. Pero una posición de transición,
aunque esto ocurra en el dominio de la teoría, es simplemente el seudónimo de una
crisis. Como le ocurre a muchos intelectuales de nuestro tiempo, Stuart Chase,
desilusionado de sus viejas convicciones e incapaz de encontrar otras nuevas, declara
(frente al mundo revuelto) que la ciencia económica está en bancarrota. Se trata de
un equívoco. Si el mismo Stuart Chase está en crisis, ésta no implica de ningún modo
la crisis de la teoría económica. Que de la confusión del mundo un intelectual derive
su propia confusión no debe inferirse que el mundo actual no puede ser
comprendido. Para formular sus pronósticos pesimistas sobre el estado de las
ciencias, Stuart Chase ha coleccionado todas las profecías incumplidas del último
cuarto del siglo. Recuerda a este respecto que cuando en 1925 Inglaterra regresó al
patrón oro, sus políticos y economistas vaticinaron que el Imperio Británico
reencontraría por esa medida su papel preeminente en la economía mundial. Estos
vaticinios resultaron ligeramente deteriorados cuando en 1931, en centro mismo de la
ruina internacional, Inglaterra debía abandonar nuevamente el patrón oro. Lo mismo
ocurrió cuando la Unión Soviética anunció en 1927 su primer plan quinquenal. Los
inevitables expertos de las grandes capitales europeas y norteamericanas se
apresuraron a escribir que un país recién salido de la barbarie bizantina, sin dinero y
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
149
con las alocadas teorías colectivistas no podría construir una industria pesada. Será
inútil comentar el desatino de estas críticas.
En 1928 todos los economistas norteamericanos, sin excluir a Irving Fisher
(futuro miembro del trust de los cerebros del New Deal) declaraban su satisfacción
frente al estado de la economía de los Estados Unidos, a la que auguraban el desenvolvimiento de una prosperidad sin precedentes. Ya sabemos qué ocurrió en 1929.
En diciembre de ese año el colapso del mercado de valores de Nueva York no
impidió a los famosos expertos declarar que se trataba de una caída momentánea y
que la prosperidad abriría el cuerno de la abundancia pocas semanas después.
También en 1935 los economistas predijeron que sí el presidente Roosevelt no
equilibraba el presupuesto federal de los Estados Unidos habría una inflación que
arruinaría al país. Esto tampoco ocurrió. Los más importantes economistas
occidentales rieron a carcajadas cuando Hitler anunció el rearme de Alemania. El
argumento era esta vez que ¡el dictador germano no tenía dinero. La seriedad de estos profetas quedó demostrada poco tiempo después. Los expertos de Estados Unidos
aseguraron en 1940 que con una deuda federal de 45.000 millones de dólares sería
imposible financiar un programa de rearme y de defensa nacional. El pueblo de
Estados Unidos soportó una deuda de 280.000 millones en 1945.
El ingreso de los Estados Unidos en la guerra planteó a los economistas el dilema:
o armas o manteca. Suponían que el país no podría contar con ambas cosas. El
fracaso de los economistas no fue menos patético puesto que Estados Unidos tuvo
manteca y cañones a discreción. Todos estos elementos y muchos más conducen a
Stuart Chase a la conclusión melancólica de que la teoría económica tradicional está
agotada y de que las leyes "inmutables y eternas" de la economía ya no responden a
la realidad del mundo contemporáneo. El economista norteamericano propone
regresar a la realidad o partir de ella para construir las formulaciones de la economía.
Y agrega: "Todo cuanto la teoría económica coloca en el mismo plano (después de
las famosas "leyes naturales") —controles gubernativos, propósitos sociales, la
política de los países, el gigantesco movimiento obrero, la guerra y la bomba
atómica— es lo que ahora determina realmente la actividad económica...". Por
saludable que parezca esta reacción de Stuart Chase será interesante anotar que sus
150
JORGE ABELARDO RAMOS
observaciones no incluyen en ningún momento la palabra imperialismo, que sin
embargo tiene cierta importancia para explicar la ruina del mundo moderno.
LA CRISIS DEL CAPITALISMO NO ES LA CRISIS DE LA CIVILIZACIÓN
Los grandes acontecimientos que han conmovido la primera mitad del siglo XX
no han modificado solamente circunstancias materiales. La volatización de una
docena de tronos seculares, la reorganización de fronteras inexpugnables, el
hundimiento de viejos imperios y el nacimiento de estados nuevos, lo mismo que la
radical traslación de poderes en el planeta, originaron estados de alma en esa clase
especial de ciudadanos que habitualmente se designa como "intelectuales". Al
optimismo desenfrenado del siglo XIX sucedió un pesimismo radical, sobre todo en
Europa y su periferia espiritual, que atacó en sus fuentes mismas la actividad
creadora de la inteligencia, particularmente en el dominio de la filosofía, la literatura
y el pensamiento "puro". Por supuesto los intelectuales niegan en redondo las causas
materiales de la crisis que los corroe. Pero se trata de un simple subterfugio para
evadir sus responsabilidades sociales y proclamar, en la tristeza latente de sus
escritos actuales, una "independencia" cada vez más ilusoria. Dicho de otro modo, la
ruina de todo un sistema de valores no es sino la directa consecuencia de la agonía de
la civilización capitalista que fue su fundamento. Nicolás Berdiaeff, un filósofo de
origen ruso, ha declarado con acento apocalíptico que asistimos al fin del
Renacimiento y que entramos a una nueva era, a la que habrá que ponerle un nombre.
El predominio de la oscuridad y de los sistemas criptográficos en las letras, el auge
de una mala metafísica en la creación literaria y la novela introspectiva, la desesperación como tema y como báculo, el culto de la forma y otros signos del
bizantinismo estético de la actualidad dicen bien a las claras que los intelectuales
rehúsan contemplar la realidad cara a cara. Vueltos de espaldas al porvenir, los
profetas sombríos reniegan de su juventud y de las esperanzas de su juventud. La
tierra tiembla bajo sus pies, no encuentran firmes asideros para trabajar, se sienten
desorientados y ateridos: son testigos de una época de transición en la que parecería
no haber lugar para ellos. Arthur Koestler, cuyos libros tienen al menos el mérito de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
151
haber reflejado algunos episodios dramáticos de nuestro tiempo, pertenece a ese
género de intelectuales que "reflexionan" acerca del destino del mundo actual. Una
de sus cualidades es la claridad, cosa que repele generalmente á sus colegas. Para
Koestler, en un ensayo titulado "Observaciones sobre las neurosis políticas", todos
los rebeldes y descontentos de la tierra —que no son escasos— se originan por un
conflicto psicológico: lucha contra los padres, neurosis, represiones, etc. La creación
de los partidos revolucionarios, el estado presente de la política francesa, la desconfianza hacia el Plan Marshall, la antipatía hacia las armas atómicas y otras fobias
del ciudadano común de Europa constituyen para Koestler otros tantos síntomas del
desequilibrio, no económico, ni social del Viejo Mundo, sino mental de sus
habitantes. De un dudoso Marx ha pasado Koestler, en la criba de las modernas
catástrofes, a un omnipotente, mítico y falseado Freud, doctrina que no recogen ya ni
las ediciones de bolsillo. En esta desfiguración de la realidad puede medirse la
magnitud de su desilusión. Como dice Berdiaeff, una nueva era comienza, a la que
habrá que ponerle nombre. Pero ese nombre no será el que deseen imponerle los intelectuales aterrados, los agoreros de café ni los dioses sin retorno. Si la crisis del
capitalismo no es la crisis de la civilización, tampoco la crisis del intelectual significa
la ruina de la inteligencia.
152
JORGE ABELARDO RAMOS
EL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO: DE COLONIA
A SEMICOLONIA
El general Leonard Wood debía ignorar siempre que una frase suya le aseguraría
la inmortalidad. En efecto, el gobernador de las Islas Filipinas había dicho en 1923:
"Los filipinos van acercándose rápidamente a un gobierno serio. Y entiendo por
gobierno serio un gobierno bajo el cual el capital extranjero puede invertirse a la tasa
normal de interés". Este sustancioso pensamiento se ha incorporado a la historia de
las declaraciones imperialistas como un aforismo clásico.
Durante cuatro siglos de dominación los españoles lograron mantenerse en las
Islas Filipinas, afrontando las ofensivas devastadoras de la piratería inglesa y holandesa,
occidentalizando
las costumbres y la cultura indígenas y explotando con parsimonia
las plantaciones agrícolas. Pero en sólo un tercio de siglo de control norteamericano
sobre el archipiélago filipino, se han desarrollado potentes y sangrientos
movimientos insurreccionales, robustecidos por la segunda guerra mundial. El
conocimiento de la vida histórica, social, económica y cultural de las Islas Filipinas
es muy escaso. Poderosos intereses han apartado de la atención pública mundial este
inmenso archipiélago de 7.000 islas, poblado de veinte millones de habitantes,
culturalmente unidos a América Latina y España y cuya gran mayoría habla español.
Como una prolongación de la fuerza expansiva del imperio de España, las Islas
Filipinas han permanecido como el último baluarte latino en medio del Pacífico. Esta
curiosa circunstancia es escasamente conocida, sin embargo, y a los partidarios de la
libertad de prensa que son precisamente los que tienen los medios de difundir
informaciones, se les podría interrogar sobre la ignorancia en que se mantiene al público con respecto de esas Islas.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
153
Desde 1935 a 1946 las Islas Filipinas formaban parte de un Commonwealth
norteamericano. Hasta 1935 habían sido lisa y llanamente una colonia
norteamericana. Cuando España perdió la guerra de Cuba, el Tratado de París, con la
pasividad completa de las potencias europeas "democráticas", otorgó el control de las
Islas Filipinas a los Estados Unidos. Los estadistas de la nación del Norte
consideraban al archipiélago como uno de sus más importantes baluartes para los
futuros conflictos oceánicos con las potencias del Asia. De este modo, las Islas
Filipinas pasaron de la dominación española a la dominación norteamericana, siendo
utilizados sus patriotas más destacados como agentes de la nueva potencia
imperialista. De las frecuentes insurrecciones contra el poder español, los patriotas
filipinos se encontraron súbitamente enfrentados al poder norteamericano. El cambio
de amo arrastraba, sin embargo, nuevos peligros. Los nacionalistas de Filipinas ya no
se enfrentaban con los varones prudentes de un imperio en descomposición, sino con
los procónsules de un nuevo imperialismo cuya estrella ascendía y cuya voluntad
estaba respaldada por una gran flota.
En 1899 se rompían las hostilidades entre los filipinos y las tropas
norteamericanas en Manila. Las luchas de las guerrillas filipinas por la liberación del
Archipiélago, debían durar tres años. Fue ahogada en sangre por un imponente ejército regular. El 1? de septiembre de 1900 se hacía cargo del gobierno de las Filipinas
una comisión bajo la presidencia de Taft, que fue más tarde presidente de los Estados
Unidos. La ofensiva norteamericana se desarrolló a partir de entonces sobre todos los
terrenos, fundamentalmente el lingüístico y el económico. A la manera de Puerto
Rico, el idioma castellano fue proscripto con el objeto de provocar una asimilación
completa de la población a la potencia imperialista dominante. En las Filipinas se
impuso la utilización del idioma inglés. Es conveniente aclarar que se obtuvieron
mejores resultados en las Filipinas que en Puerto Rico. Si por un lado el conjunto del
pueblo filipino se acorazaba en el idioma castellano o en tagalo, como su última
defensa frente al opresor extranjero, tampoco los planes educacionales de Estados
Unidos en Filipinas estaban respaldados por los dólares suficientes para instruir a
todos los niños de la población escolar. La resistencia natural del pueblo filipino,
como la ruina económica del Archipiélago provocada por los imperialistas extran-
154
JORGE ABELARDO RAMOS
jeros, se unieron para reducir la expansión del idioma inglés a los círculos más altos
y corrompidos de la oligarquía indígena.
HACIA LA NACIÓN FILIPINA
Los propios nombres de los políticos más famosos de Filipinas atestiguan su
origen español: Rizal, Aguinaldo, Quezón, Quirino, Rómulo. Pero las agencias
noticiosas se preocupan de ocultar este origen que establecería una conexión natural
con América Latina o con España y de destacar incidentalmente los antecedentes
malayos de la mayoría de su población. Como resultado de la Ley Jones, desde 1916
se instauró en Filipinas un régimen autónomo (en teoría), al mismo tiempo que se
declaraba pomposamente la solemne voluntad de los Estados Unidos de reconocer la
independencia de las Islas Filipinas cuando las circunstancias demostraran que los
ingenuos y atrasados nativos podían establecer un gobierno propio y estable. En
1923, bajo el gobierno del famoso general Wood, una comisión de parlamentarios
filipinos se trasladó a Washington para pedir al presidente Harding la independencia
del archipiélago. Harding respondió que consideraba prematura dicha independencia.
La muerte de este mandatario permitió al presidente Coolidge responder de la misma
manera al año siguiente. Fue entonces que los filipinos .iniciaron un boicot de las
mercaderías norteamericanas. Pero la política de Estados Unidos permaneció
inflexible. Los representantes filipinos en el gobierno norteamericano del
archipiélago renunciaron. En ,1927 asumió el cargo de gobernador general, Harry
Stimson, un hombre de la casa Morgan. La experiencia de gobierno de Stimson
consistía en una gran gira de propaganda por el centro y el oeste de Estados Unidos
en 1916, para propugnar la entrada de ese país en la guerra mundial. En 1910 el
banco Morgan había contribuido con 25.000 dólares a la candidatura de Stimson para
el cargo de gobernador de Nueva York. Cuando perdió las elecciones, el presidente
Taft lo nombró ministro de guerra desde 1911 a 1913. Dos meses antes de ir a las
Filipinas, Stimson fue el jefe de la intervención armada en Nicaragua, dirigida por
los grandes capitales norteamericanos para aplastar la independencia nacional de esa
República de América latina. Fue este hombre quien gobernó las Filipinas durante un
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
155
año y remachó las cadenas imperialistas que la unían a la Metrópoli. Su sucesor,
Davis, proclamó la necesidad de la inversión de nuevos capitales en las islas. La
penetración económica norteamericana en Filipinas fue haciéndose cada vez más
profunda, con el apoyo de la clase terrateniente filipina. La industria permaneció en
estado larval aplastada por la implacable competencia yanqui. Los "taos"
(campesinos) viven miserablemente sobre ínfimas parcelas de una superficie apenas
superior a una hectárea. A pesar del hecho de que en las tres últimas décadas la
población de las Islas Filipinas se ha duplicado, la superficie del área sembrada de
productos alimenticios permanece inalterable. El conjunto de la economía agrícola
del archipiélago está consagrado a tres grandes productos de exportación destinados
a Estados Unidos: el aceite de coco, el azúcar y el tabaco. La constante y creciente
presión de una población numerosa sobre una tierra escasa y con atrasados
instrumentos de producción, origina la profunda crisis económica del archipiélago y
la actual guerra civil en curso. La independencia política formal no ha alterado la
completa subordinación económica del país hacia la potencia extranjera. Como una
trágica expresión de la doctrina política del imperialismo, el presidente Hoover
manifestaba en octubre de 1931 que los EE.UU. se opondrían a la independencia
política de las Islas mientras sus habitantes "no se hubieran independizado en el
terreno económico". Esta cínica declaración no convenció a los filipinos.
Ahorraremos al lector los ilustrados debates jurídicos de la Cámara de
Representantes de los Estados Unidos, las comisiones senatoriales, los informes de
los expertos, los decretos de los gobernadores generales en el archipiélago y todo el
papelerío legal con sus proyectos y contraproyectos que precedieron al otorgamiento
de la independencia relativa por el presidente Roosevelt en 1935. En esa fecha se
creó un Commonwealth hasta que en 1946 se otorgó la "independencia definitiva".
En realidad esta "independencia definitiva" aceptaba la permanencia de bases navales
y militares de los Estados Unidos en las Filipinas, el predominio industrial
norteamericano en el mercado interno del archipiélago, el derecho del presidente de
los Estados Unidos a determinar el valor del peso filipino y a manejar su política
monetaria, la desigualdad de trato en lo concerniente a la inmigración, la propiedad
de la tierra, y la explotación de los recursos naturales, asuntos sobre los cuales
Estados Unidos se reserva todos los derechos.
156
JORGE ABELARDO RAMOS
Por todas estas razones que los estadistas analizan serenamente en la tranquilidad
de las cancillerías, miles de guerrilleros filipinos se baten ferozmente desde hace diez
años en las montañas del archipiélago.
YUGOSLAVIA: ENTRE LA BUROCRACIA SOVIÉTICA
Y EL IMPERIALISMO YANQUI
En la frontera de dos mundos vive la Yugoslavia de Tito, nacida de una
revolución contra el ocupante extranjero y por la igualdad nacional de los pueblos
que la constituyen. El nuevo Estado surgió de un frente único antiimperialista y antifeudal y se construyó bajo la dirección del Partido Comunista yugoslavo. Su ruptura
con Moscú arrancó del hecho significativo de que el triunfo de los comunistas
yugoslavos había sido fruto de la lucha interior y de las fuerzas propias del país. El
Ejército Rojo no ingresó a Yugoslavia para imponer con sus bayonetas los mandatos
del Kremlin: fueron los propios obreros y campesinos de todas las nacionalidades antiguamente oprimidas por el yugo servio —macedonios, montenegrinos, croatas,
bosnios— los que forjaron con sus propias manos el destino político del país. En
tales condiciones, era inevitable que los dirigentes yugoslavos entraran en contradicción con el poder gran-ruso de Moscú, acostumbrado a manejar a las pequeñas
nacionalidades alógenas como en la época de los zares.
La iniciación de la guerra fría colocó en una difícil situación a Tito. Su
alejamiento de Moscú le cortó los vínculos económicos con el Este, sobre los cuales
se había planteado el desarrollo del país, agotado por la guerra. Pero la primogenitura de los Estados Unidos en el seno de la gran alianza atlántica colocaba a Tito
en la necesidad de negociar directamente con esta potencia. En cierto momento, las
exigencias norteamericanas amenazaron el equilibrio interno de Yugoslavia,
bloqueada por todos lados.
Pero la evolución internacional de los últimos años, fundada en las tentativas de la
burguesía neutralista europea por resistir la presión belicista, ofreció una nueva base
para los Estados pequeños atrapados en el movimiento de pinzas de los grandes
bloques, como Yugoslavia. En el marco gigantesco de estos desplazamientos de la
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
157
política mundial, Yugoslavia ha podido subsistir con su economía planificada, sus
elementos de capitalismo de Estado y sus porciones de socialismo
burocrática. Las
con tendencia
recientes declaraciones de Tito, que indican una aproximación
diplomática hacia la URSS, precisarán más aun la posición espectacular que la
geografía y la política asignan a Yugoslavia. Erigida en una frontera decisiva,
Yugoslavia es el fiel de la balanza de poder en el centro de Europa. Su destino está
unido a la suerte general del mundo, pues en tal situación no podrá aspirar nunca a
una neutralidad imposible.
158
JORGE ABELARDO RAMOS
GANDHI: RELIGION Y REALIDAD EN LA
REVOLUCIÓN INDIA
El-lector de nuestros días devora toda suerte de papeles: los diarios, las revistas,
las publicaciones de "selecciones" sintéticas consagradas a las letras o a la técnica,
las novelas policiales, la literatura de "testimonio", biografías, historias vulgarizadas
o vulgares. En materia de literatura política el lector más o menos cultivado, en particular el latinoamericano, se familiariza con la personalidad de los más famosos jefes
de Estado europeos o norteamericanos: tal es la lógica del desarrollo cultural de los
pueblos jóvenes. Lo que llamamos Occidente es asunto mundial; Oriente sólo
acapara la atención de algunas metrópolis europeas que han poseído o poseen
intereses en él y cuyas corrientes comerciales estuvieron tradicionalmente tendidas
hacia el Este. Para el resto del mundo —y en este caso el resto es casi todo— la
India, por ejemplo, permanece como un libro cerrado y sellado, rodeada de una
misteriosa aureola. Sin embargo, los acontecimientos que en ese gran país ocurren, la
antigüedad de sus refinadas civilizaciones, el potencial de riqueza que encierra y los
grandes movimientos nacionales que en su suelo se desenvuelven, suscitan un interés
que no siempre el lector corriente puede ver satisfecho. El nombre de Nehru aparece
casi a diario en los cables. No son muchos sin embargo los que conocen la historia de
su vida, íntimamente unida a la biografía de la India contemporánea. Sin embargo,
este socialista, discípulo de un supuesto místico y que gobierna un territorio poblado
de religiones y de mitos, cuenta con una existencia azarosa que hasta cierto punto
simboliza el destino de gran parte de la "intelligentsia" india. Nehru ha escrito una
autobiografía que es fascinante desde el punto de vista que su autor se toma como
pretexto para relatar episodios del drama nacional de la India. Escrito durante sus dos
años de cautiverio en el campo de Ahmandnagar, este relato conduce serenamente al
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
159
lector hasta los orígenes remotos de la India, le explica sencillamente algunos
elementos primordiales de las tendencias filosóficas nacionales y le desnuda poco a
poco el núcleo de los problemas que la India enfrentó bajo el dominio colonial
británico. Se recorta nítidamente la compleja figura del Mahatma Gandhi, cuya
popularidad en los círculos intelectuales de Occidente no ha sido con frecuencia sino
el fruto de un equívoco. El desarrollo del nacionalismo indio es también ampliamente
narrado por Nehru, cuyas observaciones penetrantes sobre la "importancia de la idea
nacional" y acerca de las características contradictorias de la nación hindú,
merecerán ser meditadas por el lector latinoamericano. El examen de la vida de
Nehru nos enseñará simultáneamente a ensayar una valoración del despertar de la
India, ese gigante dormido que, como China, constituye una de las claves para el
destino del mundo.
LAS DOS INGLATERRAS: OPOSICIÓN FALSA
En las memorias de Nehru leemos: "Los propietarios feudales y sus afines que
vinieron de Inglaterra a gobernar a la India tenían del mundo la idea del propietario.
Para ellos la India era una finca muy vasta que pertenecía a la Compañía de las
Indias Orientales y el propietario era el representante mejor y más natural de su finca
y sus arrendatarios. Este criterio se mantuvo incluso hasta después de que la
Compañía de las Indias Orientales entregara su finca de la India a la Corona
Británica, con una muy lucida compensación a costa nuestra. (Así comenzó la deuda
pública de nuestro país). Era el precio de compra de la India pagado por la India".
Nadie podrá reprochar a Nehru que sea obscuro en su exposición o que el famoso
misticismo hindú condene a su prosa a una confusión irremediable. Por el contrario,
la claridad inobjetable de sus recuerdos de luchador se deriva precisamente del hecho
de que Nehru es un político de un país oprimido: los arqueólogos del Museo
Británico podrán presentar al mundo una visión científica o seudo científica de la
India. A Nehru le basta hablar claramente del gran problema. Las páginas que
escribió desde la fortaleza donde lo recluyeron durante toda la guerra mundial las
autoridades británicas, son un notable testimonio de cómo su autor y sus colegas en
el Congreso Panhindú estaban muy por encima de esos ministros laboristas o
160
JORGE ABELARDO RAMOS
conservadores que legislaban en Londres los destinos del mundo. A propósito de los
laboristas ingleses. Está muy difundida en todas partes la idea de las "dos
Inglaterras". El propio Nehru condesciende a referirse al socorrido tópico,
probablemente por razones de prudencia política: la Inglaterra de Shakespeare y la de
Clive, la de Shelley y la de Chamberlain, etc. Sin embargo, el desarrollo de todos los
imperios conocidos prueba que las gigantescas ganancias extraídas de las colonias o
semicolonias, permiten anestesiar las diferencias de clases en el interior del Imperio
dado y separar a los trabajadores metropolitanos del destino de la lejana nación sometida. A este respecto escribe Nehru: "El concepto se ha extendido en mayor o
menor grado a los diferentes estratos del pueblo británico. Desde luego, la clase
gobernante comparte el concepto plenamente pero incluso el obrero y el campesino
se hallan algo influidos por él y sienten, a pesar de su propia posición subordinada en
su propio país, el orgullo de la posesión y del Imperio. Este mismo obrero y este
mismo campesino, si venían a la India, pertenecían de modo inevitable a la clase
gobernante". Luego veremos que de esta enunciación clásica —o sea la virtual
solidaridad de las clases de un país imperial— no escapan los propios laboristas
británicos.
EL INTERNACIONALISMO DE LOS LABORISTAS BRITÁNICOS
La invariable actitud de los ciudadanos británicos frente a la India —cualquiera
fuese su posición social en Inglaterra— tenía un denominador común: cierto orgullo
imperial y la tendencia a considerar que, después de todo, era preferible que los
británicos se ocupasen de poner las cosas en orden en la India, ¡un país tan primitivo!
Nehru traza una imagen del inglés corriente que visitaba la India: "Ignoraban por
completo la 'historia y la cultura de la India y aceptaban la prevaleciente ideología de
los británicos en la India porque no tenían otros elementos de juicio. A lo sumo se
sentían invadidos de una vaga benevolencia, pero siempre condicionados a esa
misma estructura mental. Durante cien años esta ideología se filtró en todos los
sectores del pueblo británico y se convirtió, como si dijéramos, en una herencia
nacional, una noción fija y casi inalterable que determinaba su visión de la India y
que, imperceptiblemente, afectaba incluso a su visión de su propio país". Pero aún
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
161
los más "avanzados" políticos de Inglaterra compartían los prejuicios de su clase
dominante ante las colonias. El laborismo no tenía ni siquiera una divergencia de
principios con los conservadores en lo que concernía a la política colonial
propiamente dicha. Si nunca se había jugado decisivamente en favor de la causa de
Irlanda, tampoco provocaba problemas parlamentarios reclamando la libertad de la
India. Con una ironía apenas velada Nehru alude a este hecho: "En nuestros mismos
tiempos, ese curioso grupo que no tiene patrones ni principios fijos, ni mucho conocimiento del mundo exterior, me refiero a los dirigentes del Partido Laborista
británico, ha sido por lo general el más decidido partidario del orden existente en la
India. A veces siente una vaga inquietud ante la aparente contradicción entre su
política interna y su política colonial, entre sus profesiones de fe y sus actos, pero,
como se considera ante todo un grupo de hombres prácticos y con sentido común,
reprime severamente todas estas agitaciones de la conciencia".
En efecto, para los socialistas de un país que posee colonias, y que han sido
"amansados" precisamente por el nivel económico proveniente de ese hecho, las
aspiraciones de independencia política de la nación sometida constituyen el tema de
un molesto debate. A este tipo de socialistas se les antoja que dichas aspiraciones
pertenecen a la esfera de un "estrecho nacionalismo", mientras que el socialismo
imperialista (por así decirlo) tiene una amplitud y un vuelo que... no reconoce
fronteras. Al manejar de esta manera leguleya la tesis "internacionalista", los
socialistas de los países opresores están defendiendo la posición privilegiada de sus
propias metrópolis. En una notable observación, Trotsky comentaba: "El esfuerzo de
la nación dominante por mantener el «statu quo», está frecuentemente coloreado de
un supranacionalismo, del mismo modo que el esfuerzo de un país vencedor por conservar lo que ha pillado toma la forma del pacifismo. Es así como el laborista Mac
Donald se siente internacionalista delante de Gandhi". Difícilmente podría decirse
nada mejor.
PARA ASIA "OCCIDENTE" SIGNIFICA IMPERIALISMO
La nación dominante creó en la India su aparato administrativo propio, que fue un
remedo de la sociedad británica en la colonia. La vida cotidiana de los ingleses en
162
JORGE ABELARDO RAMOS
tierra india estaba completa y radicalmente separada de los ciudadanos de la India;
eran dos mundos que coexistían en la medida que uno de ellos vivía del otro.
Recuerda Nehru que, en sus años de juventud, los periódicos que se publicaban en la
India tenían la característica común de no ocuparse sino de asuntos ingleses. La India
no interesaba a ese periodismo que vivía en la India y de la India. Sus páginas se
ocupaban de las noticias oficiales y de las declaraciones de los gobernadores británicos; informaban sobre los ascensos o traslados del personal civil de la
Administración británica y también de los partidos de polo, las diversiones artísticas,
las reuniones culturales o deportivas de los miembros de la colectividad inglesa. Pero
de la India propiamente dicha no se publicaba nada. Esos periódicos podían editarse
lo mismo en Bombay que en Liverpool: el pueblo indio no existía para ellos.
Nehru evoca también el funcionamiento de numerosos 'clubs" británicos que no
admitían como socios a los que no fuesen europeos, ni siquiera en calidad de
visitante circunstancial, "así se tratase de un príncipe gobernante o de un gran
industrial". Todos nuestros lectores conocen la situación racial en Sudáfrica, donde la
minoría blanca descendiente de los bóers mantiene una lucha permanente con la
mayoría de color, a la que discrimina sistemáticamente en todas las esferas de la vida
social. Nehru dice a este respecto: "El racismo en la India no es propiamente de
ingleses frente a indostanos. Es de europeos frente a asiáticos. En la India, todo
europeo, sea un alemán, un polaco o un rumano es automáticamente ¡miembro de la
raza dominante. Los coches de ferrocarril, las salas de espera de las estaciones y los
bancos de los parques llevan el letrero «Sólo para europeos». Malo es esto en
Sudáfrica y otras partes, pero tener que soportarlo en nuestro país resulta un
humillante y exasperante recuerdo de nuestra condición esclavizada". Será fácil de
comprender ahora por qué, entre otras muchas importantes razones, Nehru y la India
mantienen una actitud de prescindencia ante las tentativas occidentales de incluirla
en un "bloque defensivo" o en persuadirlos de la necesidad de "bloquear a China".
Para los indios, malayos, chinos, indochinos, birmanos o indonesios —para Asia en
general— Occidente es histórica y políticamente el imperialismo. Lo ha sufrido en su
propia piel. La India recuerda vividamente todavía la historia económica de Bengala.
Veremos después qué lugar queda aquí para la poesía de Tagore.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
163
TAMBIÉN EN LA INDIA "CIVILIZACIÓN" Y "BARBARIE"
En el siglo XVII comenzó la aventura de Bengala. El cine dio mucho más tarde
una versión sofisticada de la labor de la Compañía de las Indias Orientales. Esa
historieta de la "civilización" contra la "barbarie" la ha sufrido todo pueblo vencido,
puesto que la historia la escriben siempre los vencedores, como una manera de
esclavizar por partida doble. A comienzos del siglo XIX y después de un siglo de
tanteos y conquistas localizadas los ingleses comenzaron en la India una campaña en
regla. En 1849, después de la guerra Sik, el dominio británico entró en su etapa de
consolidación, pero ya hacía dos siglos que gobernaba parte de la India. Nehru llama
la atención sobre "el hecho de que las partes más pobres de la India sean las que más
tiempo llevan bajo el dominio británico. En realidad, podría hacerse un mapa
indicando la relación íntima entre la duración del dominio británico y el progresivo
desarrollo de la miseria". Dos historiadores ingleses de la India —Edward Thompson
y G. T. Garret— escriben que "una sed de oro no igualada desde la histeria que se
apoderó de los españoles en los tiempos de Cortés y Pizarro, hizo presa en el espíritu
inglés. En particular, Bengala no iba ya a conocer la paz hasta quedar totalmente
exangüe... De esa inmoralidad Clive fue el responsable". Clive es ese personaje que
también el cine glorificó como el héroe de la colonización europea en las tierras
salvajes, las que cantó Kipling, el poeta de librea. El sistema de "colonización" de
Bengala según Nehru, cuya palabra rara vez se exalta, "…fue puro pillaje. El «árbol
de la Pagoda» fue sacudido una y otra vez hasta que Bengala se vio asolada por
hambres terribles. Este proceso se llamó después comercio, pero el cambio de nombre no alteró mucho las cosas... El robo descarado tomó gradualmente la forma de
explotación legalizada, la cual aunque no de modo manifiesto, era todavía peor".
Como expresión de una verdad histórica más general, debería añadirse que estos
métodos de "colonización" no eran exclusivamente británicos, sino que constituían
parte indivisible de la carrera imperialista hacia la conquista del mundo.
164
JORGE ABELARDO RAMOS
EL HAMBRE DE LA INDIA
LEVANTA UNA INDUSTRIA EN INGLATERRA
Para comprender el sentido esencial de la presencia británica en la India, se hace
necesaria una rápida descripción de su política económica. Sucede con frecuencia
que los historiadores de un gran país occidental —Gran Bretaña, Francia o Estados
Unidos— prescinden en su análisis de evaluar la contribución que el mundo
periférico o colonial ha dado, aunque involuntariamente, a ese desarrollo. Tómese
algún volumen de la historia de Bélgica y de su industria pesada y será difícil
encontrar el nudo que liga a su proceso formatriz con el Congo. Hay un ejemplo más
reciente todavía y que toca de cerca a los lectores latinoamericanos: un autor francés,
Daniel Guerin, ha escrito un libro ("¿Adonde va el pueblo norteamericano?") en el
cual pretende explicar las fuerzas y el destino de ese país sin estudiar de qué modo el
standard de vida yanqui está profundamente ensamblado con la economía
latinoamericana, de la que en último análisis depende. Por ese hecho substancial,
toda la obra fracasa y se convierte en una excelente monografía o repertorio de
hechos, pero carente de una explicación histórica eficiente. En el caso de las
Memorias de Nehru que comentamos, en cambio, el político indio va derechamente a
su asunto: enlaza la evolución económica de Inglaterra con la posición colonial de la
India que fue su pivote. Si Inglaterra pudo salir de su perezosa siesta medieval y
lanzarse a la revolución industrial del siglo XVII que preparó su triunfal ingreso a la
historia del mundo, se debió precisamente a que la India y en particular Bengala,
proporcionaron los recursos necesarios. Tal es la verdad de la cuestión. No se trataba,
como es obvio, de "inversiones bengalíes" en la industria británica. Por el contrario,
la "descapitalización" de Bengala por obra de la política colonial inglesa llegó a tal
extremo en esa época que la epidemia de hambre de 1770 exterminó a un tercio de la
población de Bengala y de Bihar. La riqueza extraída de la India proporcionó un
formidable impulso al desarrollo industrial de Gran Bretaña. A partir de la conquista
de la India se produce en Inglaterra el comienzo de la famosa revolución industrial.
El historiador norteamericano Brooke Adams ha relatado gráficamente ese momento:
"En 1760 la lanzadera volante hizo su aparición y el carbón comenzó a reemplazar a
la madera en la fundición. En 1764, Hargreaves inventó el torno de hilar; en 1776
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
165
Crompton ideó la hiladora mecánica; en 1785 Cartwnght patentó la hiladora
mecánica, y en 1788 Watt había madurado la máquina de vapor... Pero, aunque estas
máquinas servían como salidas para los movimientos acelerados de aquellos tiempos,
no eran !a causa de la aceleración. En sí mismos los inventos eran pasivos... Estaban
a la espera de que se acumularan suficientes reservas de fuerza que los pusieran en
acción. Estas reservas deben tomar siempre la forma de dinero, de dinero no
atesorado, sino en movimiento. Antes de la entrada de los tesoros indios y la
expansión del crédito que fué su consecuencia, no existían fuerzas para esta finalidad
... Es muy posible que, desde que se inició el mundo, ninguna inversión haya
proporcionado tantos beneficios como lo extraído de la India, porque Gran Bretaña
se mantuvo durante cincuenta años sin un solo competidor".
PROTECCIONISMO PARA INGLATERRA,
LIBRECAMBIO PARA LA INDIA
Recluido en la fortaleza de Ahmandnagar durante más de dos años y medio,
Nehru encontró en ese ocio, impuesto por Gran Bretaña a los dirigentes nacionalistas
de la India, la oportunidad para trazar las grandes líneas no sólo de su propia vida
sino, lo que es más importante, del rico pasado histórico de su país. Sus compañeros
de prisión eran, felizmente para la composición de sus memorias, once hombres
representativos de la India. Ellos formaban, relata Nehru, "un interesante cuadro de
la India y expresaban, a sus diversos modos, no solamente la política del país sino
también su erudición, antigua y nueva, y sus distintos aspectos en los tiempos
presentes. Estaban allí representadas las principales lenguas vivas de la India, así
como las lenguas clásicas que tanto han influido en la India del pasado y del
presente: los niveles eran con frecuencia de una alta erudición. Entre las lenguas
clásicas figuraban el sánscrito y el pali, el árabe y el persa; las modernas eran el indi,
el urdu, el bengalí, el gujrati, el marathi, el telegu, el sindhi y el oriya". La riqueza
intelectual de este distinguido elenco de prisioneros confirió a la obra de Nehru una
atracción simbólica muy amplia, pues junto a reflexiones sobre la poesía y la
filosofía tradicionales pudo escribir páginas notables acerca de la penetración
166
JORGE ABELARDO RAMOS
imperialista y su incidencia en la economía india. Resulta en este sentido revelador el
modo con que Nehru estudia la destrucción de la industria artesanal y doméstica de
la India y la decadencia de su agricultura por obra de la invasión manufacturera
británica. Este proceso revistió formas clásicas, bastante similares a las verificadas en
América Latina por la misma época. "El principal negocio de la Compañía de las
Indias Orientales en su primer período, escribe Nehru, la verdadera finalidad que se
persiguió al crear la empresa, fue llevar los productos manufacturados indios —
tejidos, etc., así como especias y cosas parecidas— del Oriente a Europa, donde
había gran demanda de esos artículos. Con la evolución de la técnica industrial en
Inglaterra surgió en este país una nueva clase de capitalistas industriales que pidió el
cambio de esta política. El mercado británico iba a cerrarse para los productos indios
y el mercado interno iba a ser abierto para las manufacturas británicas".
El parlamento de Gran Bretaña se hizo el intérprete de estos nuevos intereses de la
industria textil inglesa, que pugnaban por establecer el libre cambio para la India y el
proteccionismo para Inglaterra. Esta simple fórmula remodeló el destino nacional de
la India, deformó su economía, impidió el crecimiento del capitalismo y en
consecuencia el pilar de su soberanía y llevó la devastación a sus ciudades y a sus
campos. "La industria textil de la India se derrumbó, añade Nehru, afectando a gran
número de tejedores y artesanos. El proceso fue rápido en ¡Bengala y Bihar; en otras
partes se extendió gradualmente con la expansión del dominio británico y la
construcción de ferrocarriles. Continuó durante todo el siglo XIX, destruyendo
también las otras viejas industrias, como la construcción naval, la metalurgia, el
vidrio, el papel y muchos oficios". Planteóse así el choque entre la industria
doméstica y artesanal y la gran industria capitalista, pero a diferencia de lo ocurrido
en los países occidentales, esta contradicción no se resolvía en un nivel técnico
superior y en un gran desarrollo de las fuerzas productivas. El imperialismo no
llegaba a la India para destruir la economía natural y las industrias rudimentarias con
el fin de reemplazarlas con el sistema del capitalismo industrial. Por el contrario,
aniquiló esas formas primitivas para sumir a los pequeños productores en un nivel
más atrasado. Así aseguraba su expansión industrial sacrificando la industria de la
India. Este país no encontró fuerzas suficientes para resistir la avalancha, como en el
caso del Japón: tal fue su tragedia.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
167
LOS HUESOS DE LOS TEJEDORES
BLANQUEAN LAS LLANURAS DE LA INDIA
Cuando el proceso de destrucción de la economía industrial india llegó a cierto
nivel, gracias a la competencia inglesa, se presentó el problema de saber cuál iría a
ser el destino de los millones de artesanos y obreros indios desplazados. Nehru cita
las palabras de lord Bentick, gobernador general inglés en la India, quien declaraba
en 1834 que la "miseria difícilmente encuentra algo semejante en la historia del comercio. Los huesos de los tejedores están blanqueando las llanuras de la India". La
India vióse empujada de una manera irresistible a convertirse en un país
fundamentalmente rural, acoplado como un suplemento colonial gigantesco a la
economía y a la política de Inglaterra. En el siglo XIX, caracterizado en Occidente
por el desarrollo de la industria y por el desplazamiento consiguiente de la población
rural a la ciudad —es decir, por el ingreso a la civilización técnica de millones de
almas— se produce en la India el proceso inverso. En lugar de ir del campo a la
ciudad, el artesano u obrero indio va de la ciudad al campo, que ya encuentra
superpoblado y con un bajo nivel productivo. La superpoblación del medio rural, a lo
cual debía añadirse la extinción de la industria urbana, hunde al país entero en una
pobreza espantosa. Si a mediados del siglo pasado un 55% de la población india
dependía de la agricultura, cifras recientes informan que en la actualidad, por el
crecimiento de la población y pese al desarrollo industrial de los últimos años esa
cifra se ha elevado al 74 %. En realidad, la pobreza legendaria de la India es una
pobreza reciente, que no tiene más de un siglo de vida: la historia de la miseria india
es la historia de la penetración extranjera y alcanza su cúspide en el período del
esplendor Victoriano —la hora dorada de la opulenta Europa—. Publicistas
interesados en los problemas de Oriente se han ocupado de difundir la especie de que
las desdichas de la India provienen de su exceso de población. Ya hemos enjuiciado
en varias oportunidades el neo-malthusianismo de los modernos colonizadores.
Nehru observa al pasar que la densidad de la población de Gran Bretaña "es más del
doble de la correspondiente a la India", lo que no ha impedido, al parecer, que
durante más de cien años el nivel de vida británico fuera uno de los más altos del
mundo. Prisionero en su propio país por orden de un Estado extranjero, Nehru pudo
168
JORGE ABELARDO RAMOS
meditar en la cárcel sobre la diferencia esencial que existía entre una metrópoli y su
colonia: el socialista no debía hacer ningún esfuerzo teórico para comprender el
significado de la cuestión nacional.
NEHRU COINCIDE CON ROSA LUXEMBURG
En 1840 el historiador británico Montgomery Martín declaraba ante una comisión
parlamentaria inglesa: "La India es un país tan manufacturero como agrícola y aquél
que trate de reducirla a país agrícola, trata de hacerla bajar en la escala de la
civilización". Eso es precisamente lo que hizo el Imperio Británico pese a las
advertencias de sus historiadores. En sus notables "Memorias", Nehru señala que el
tránsito a una economía industrial moderna en los países occidentales originó
grandes sufrimientos y privaciones a las clases laboriosas, pero que esta crisis estuvo
atenuada por un hecho fundamental: la dependencia colonial de la India. "Hubo estas
penalidades en Inglaterra durante el período de transición —escribe Nehru—, pero
en su conjunto no fueron muy grandes porque el cambio se hizo rápidamente y la
desocupación causada pronto quedó absorbida por las nuevas industrias. Pero no
quiere decir que no se pagara el precio en sufrimientos. Fue pagado, pero por otros,
especialmente por el pueblo de la India, en hambre, en muertes y en un vasto paro
forzoso. Puede afirmarse que gran parte del costo del paso al industrialismo de la
Europa Occidental fue satisfecho por la India, China y otros países coloniales, cuyas
economías estaban dominadas por las potencias europeas". La dominación de la
India era para Inglaterra el prerrequisito indispensable para su desarrollo capitalista,
lo que traía inevitablemente la extirpación de un proceso capitalista semejante en la
India que yacía agotada por la succión extranjera, cortados todos los caminos para
acceder a la civilización técnica. En su obra "La acumulación del Capital", Rosa
Luxemburg observa: "Los ingleses fueron los primeros conquistadores de la India
que mostraron indiferencia frente a las obras públicas civilizadoras de carácter
económico". Y agrega: "Árabes, afganistanes y mogoles construyeron y mejoraron
en la India magníficos canales; cruzaron el país de caminos; tendieron puentes sobre
los ríos; excavaron pozos. El antepasado de la dinastía mogólica en la India, Timur o
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
169
Tamerlán, se preocupaba del cultivo del suelo, el regadío, la seguridad de los caminos y el sustento de los viajeros". Nehru coincide con estas consideraciones
cuando puntualiza el carácter peculiar de la colonización imperialista moderna:
"Todas las clases dominantes anteriores, dice, fueran procedentes del exterior o
indígenas, habían aceptado la unidad estructural de la vida social y económica de la
India y tratado de adaptarse a ella. Se habían indianizado y echado raíces en el suelo
del país. Los nuevos gobernantes eran totalmente diferentes, con su base en otro
sitio, y con un vasto abismo que no se podía salvar entre ellos y el indio medio: una
diferencia de tradición, de perspectivas, de ingresos y de modos de vida... Las razas
anteriores se habían fusionado o, por lo menos, habían encajado en ua estructura
orgánicamente interdependiente. Ahora, el racismo se convirtió en un credo
reconocido y esto fue intensificado por el hecho de que la raza dominante tenía el
poder tanto político como económico, sin frenos ni obstáculos.
De esta manera, el discípulo dilecto de Gandhi, sin alzar el tono de voz y hundido
en una cárcel, describía la situación de su pueblo. Eran los días de la segunda guerra
mundial. La palabra Democracia tenía gran circulación.
LA INDIA PAGA LOS GASTOS DE SU PROPIA CONQUISTA
Resulta de singular interés observar el método utilizado por el Imperio británico
para garantizar su seguridad militar en la India. Nehru escribe en sus "Memorias":
"Después había el Ejército de la India, compuesto de tropas británicas e indias, pero
con oficialidad totalmente inglesa. Este ejército fue reorganizado varias veces,
especialmente después de la rebelión de 1857 y finalmente quedó ligado orgánicamente con el ejército británico". En un informe oficial del gobierno imperial fechado
en 1858, se encuentra la siguiente frase: "Junto al contrapeso de una fuerza europea
suficiente, se halla el contrapeso de naturales contra naturales. Aparece aquí
insinuado ya uno de los elementos básicos de la estrategia imperialista en los países
coloniales, que consiste en maniobrar entre los distintos intereses o grupos de la
población nativa para mantenerlos divididos y aprovecharse de la debilidad general.
Existía también un Ejército de Campaña, compuesto por soldados indios y destinado
por el Imperio a intervenir en sus aventuras exteriores, adonde enviaban estos
170
JORGE ABELARDO RAMOS
cuerpos indios seleccionados. Por supuesto, el costo de mantenimiento de estos
ejércitos al servicio de las expediciones imperialistas británicas corría a cargo de la
India. Otra de las medidas de previsión tomadas por las autoridades coloniales
inglesas fue la de aislar todo lo posible a estas tropas indígenas del resto de la
población de la India. De acuerdo a la expresión de Nehru, la India vióse de este
modo obligada a pagar los gastos de su propia conquista.
"En realidad, la India tuvo que hacerse cargo de los más diversos gastos en que
incurría Gran Bretaña, como, por ejemplo, el mantenimiento de centros diplomáticos
y consulares en China y Persia, todo el costo de las líneas telegráficas de Inglaterra a
la India, parte del costo de la flota británica del Mediterráneo y hasta las recepciones
ofrecidas al sultán de Turquía en Londres".
Cuando el imperio británico comenzó la construcción de ferrocarriles en la India,
con el objeto de establecer las líneas de comunicaciones necesarias a su comercio de
importación y exportación, el gobierno de la India, es decir el contribuyente indio, se
vio obligado a garantizar el 5% de todo capital invertido, sin ninguna clase de control
sobre los capitales reales o supuestos a invertirse. Todas las adquisiciones de material
ferroviario se hacían en Inglaterra, aun las que la India estaba en condiciones de
producir inmediatamente. Del mismo modo que con el régimen militar, la
administración civil británica en la India sólo aceptó personal indio en calidad de
empleados subalternos. Recién en el siglo XX pudo advertirse cierto avance en la
materia, pero las posiciones claves continuaron en manos de los funcionarios
coloniales de Gran Bretaña. Los raros empleados indios de cierta jerarquía que
revistaban en la administración civil eran solícitos servidores de la Corona,
representantes nativos del poder imperial. Pero donde la política británica en la India
alcanzó su mayor eficacia fue en el dominio de las intrigas con los grupos religiosos
y raciales. Nehru no pierde en este campo su habitual claridad.
INGLATERRA DIFUNDE LA IGNORANCIA
Durante muchos años fue un lugar común de la política mundial afirmar que la
presencia inglesa en la India se hacía indispensable para evitar los choques
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
171
sangrientos entre las comunidades de religión diferente que habitaban la colonia.
Gran Bretaña se atribuía invariablemente el papel de potencia tutelar,
(portaestandarte de la civilización) que ayudaba a la India a adquirir hábitos de autogobierno, con el fin de facilitar una futura independencia política. Esta interesante
fábula no resistía el análisis. Nehru explica que "casi todos los grandes problemas de
nuestro tiempo han surgido durante el dominio británico y como resultado directo de
la política británica: los diversos intereses creados extranjeros e indios; la carencia de
industria y el abandono de la agricultura; el extremo atraso de los servicios sociales;
y, ante todo, la trágica pobreza del pueblo".
Pero no se trataba solamente de un testimonio indio o de la simple evidencia
ofrecida por la realidad de la India. Hasta destacados representantes del Imperio
británico, que desempeñaron funciones ejecutivas en la India, reconocen abiertamente estos hechos. Así, Kaye alude a la resistencia británica a otorgar a la India
los beneficios de la instrucción escribiendo que este "miedo a la libre difusión de los
conocimientos se convirtió en una enfermedad crónica... que continuamente afligía a
los miembros del gobierno con toda clase de imaginaciones y pesadillas de
hipocondríaco, en las que las visiones de la prensa de imprimir y la Biblia ponían la
carne de gallina y erizaban los cabellos". Más adelante el mismo autor expresa: "En
aquellos días, nuestra política consistía en mantener a los naturales de la India en el
más profundo estado de barbarie e ignorancia y cualquier intento de difundir la luz
de los conocimientos entre el pueblo... encontraba oposición y resentimiento muy
vivo". Las historias que se cuentan en la India a este respecto parecerían increíbles a
cualquier lector occidental, pero no debemos olvidar que nuestra información ha
dependido siempre do aquellos canales controlados por las grandes metrópolis; el
ciudadano occidental corriente está frecuentemente mejor informado de la vida
inglesa o de la literatura francesa, que de los asuntos de su propio país; es más
probable que un latinoamericano se haya visto obligado a saber que el señor Coty es
el presidente de Francia, pero ignore a ciencia cierta quién preside los destinos de
Honduras o cuál es la capital de la India. No debe verse esta curiosa
"desinformación" un fenómeno accidental; pertenece en todo caso al sistema de
dominación cultural del imperialismo moderno. Se recuerda en la India el caso de un
príncipe de Hyderabad que expresó ante el Residente británico su deseo de ver de
172
JORGE ABELARDO RAMOS
cerca alguna maquinaria europea. El Residente accedió a este pedido y obsequió al
príncipe indio una bomba de aire y una imprenta. Satisfecha la curiosidad del
dignatario nativo, las maquinarias fueron sepultadas en los desvanes de su palacio.
Pese a esta circunstancia, la noticia llegó a oídos del gobierno británico de Calcuta,
que amonestó severamente al Residente imperial en Hyderabad por haber
introducido un arma tan peligrosa como una imprenta, en un Estado indio. El
funcionario censurado ofreció a sus superiores la solución de destruir secretamente la
imprenta. Se ignora el destino ulterior de este alarmante instrumento de difusión de
ideas, pero la anécdota ha permanecido en la tradición oral como un postrer
testimonio de la sabiduría colonizadora.
LA REBELIÓN DE LOS CIPAYOS
Hasta la aparición de Gandhi en el movimiento nacionalista organizado, la India
parecía ante los ojos de Occidente como un vasto país poblado de mitos, vacas
sagradas, faquires y religiones inverosímiles; su territorio se veía sacudido en
apariencia por luchas facciosas que desgarraban una unidad nacional cada día más
ilusoria; los poemas en prosa de Tagore, que suspiraba por la unidad de Occidente y
Oriente, indicaban la presencia en la India de artistas sutiles. Pero Europa no
descubría en ese inmenso país la existencia de una raza de políticos que tuviera
conciencia de los fines de la India como nación.
Muy pronto, sin embargo, las ideas y la personalidad del Mahatma Gandhi irían a
constituir un elemento coagulante de un poderoso movimiento que sacudiría al
Imperio británico y le arrebataría la corona imperial.
Después de una rebelión de los cípayos en 1857 y 1858, "la paz quedó asegurada
en Varsovia". Recuérdese que los ejércitos cipayos estaban formados por soldados
indios al servicio del Imperio británico. Su insurrección armada extendióse a las
principales provincias de la India y puso en jaque a las fuerzas británicas en ese país.
Su derrota constituyó un rudo golpe a las confusas esperanzas indias por emanciparse
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
173
de la tutela extranjera. Sin embargo, a fines del siglo XIX las condiciones para un
resurgir del nacionalismo indio estaban siendo dadas por la historia misma.
Según Nehru, la "unidad política de la India, en contacto con el Oeste, los
proyectos tecnológicos y hasta la desdicha de una sujeción común, provocaban
nuevas corrientes ideológicas, el lento desarrollo de la industria y la formación de un
nuevo movimiento por la libertad nacional. El despertar de la India era doble: miraba
al Oeste, y al mismo tiempo, se miraba a sí misma y miraba su pasado".
Nuevos sectores de capitalistas británicos se interesaron en la explotación de las
riquezas naturales de la India. Al crearse la industria del yute en Bengala, las
hilanderías de algodón en Bombay y la explotación de la minería, se incorporaron a
la industria india, controlada por el capital británico, importantes contingentes de
nuevas actividades. La introducción de los ferrocarriles en la India completó el
cuadro del llamado "progreso económico". En realidad, Gran Bretaña había
construido en la India lo estrictamente necesario para establecer su plataforma de
dominación: tanto los ferrocarriles, los caminos, los puertos, los servicios postales y
telegráficos y el sistema inglés de educación destinado a adiestrar a los empleados y
funcionarios en su servicio civil, del mismo modo que la creación del sistema
bancario para la fiscalización de las finanzas, el comercio y la industria de la India,
no obedecían sino al designio británico de acoplar a este país como un apéndice
colonial.
EL CONGRESO NACIONAL DE LA INDIA
Hasta la guerra de 1914 el desarrollo industrial indio fue deliberadamente frenado
por la influencia inglesa. Sin embargo, el movimiento nacionalista indio a fines del
siglo respondía más que a las necesidades de una clase industrial india casi
inexistente, a las aspiraciones de las clases más cultas y evolucionadas de la India y
que podríamos llamar la pequeña nobleza provinciana. Durante el año 1870 se habían
registrado mortales epidemias de hambre entre los campesinos. Un sordo y
amenazante descontento recorría el país y alarmaba a los funcionarios coloniales.
Los intelectuales, los pequeños comerciantes, los pequeños industriales que
comenzaban a aparecer en la vida de las grandes ciudades indias, los vástagos de las
174
JORGE ABELARDO RAMOS
familias pudientes humilladas por la dominación extranjera, tendían a agruparse en
los partidos antibritánicos. Estos síntomas de descontento fueron captados y
generalizados en la espera política por un funcionario británico, A. O. Hume, que
propuso al Virrey de aquella época, lord Dufferin, la conveniencia de celebrar una
asamblea anual de líderes de la India con el objeto de discutir problemas sociales. El
Virrey consideró que esta reunión de figuras indias responsables podría desempeñar
las funciones de una "oposición leal" a la Corona y canalizar por vías moderadas las
expresiones peligrosas del descontento general. Tal fue el origen del Congreso
Nacional de la India. Cumple observar que el señor Hume, que tal consejo dio al
Imperio Británico, había sido durante muchos años funcionario en la India y por sus
tareas tuvo acceso a los archivos secretos de la policía "que revelaban un alarmante
crecimiento de la intranquilidad popular", según Kate L. Mitchell.
Como todo el mundo sabe, el Congreso Nacional de la India propuesto por un
funcionario de la policía británica, se transformó por la dialéctica de los
acontecimientos en el eje de la lucha contra la dominación británica y en la palanca
de su expulsión final.
Las ideas de Hume sobre el particular y sobre la organización del Congreso,
revestían una completa diafanidad: "Se necesitaba urgentemente una válvula de
seguridad para el escape de grandes y crecientes fuerzas creadas por nuestra propio
acción y tal vez no podría hallarse una válvula de seguridad más eficaz que nuestro
movimiento en favor del Congreso".
Los primeros pasos de los dirigentes indios del Congreso de la India fueron
extraordinariamente moderados. Se proclamaban los más Fieles amigos de Gran
Bretaña y aspiraban a un desenvolvimiento pacífico y paulatino de estas relaciones
de amistad. En prudentes petitorios intentaban promover las reformas sociales, la
extensión de la educación popular y el desenvolvimiento de las industrias modernas.
Por supuesto, las autoridades británicas no aceptaban ninguna de estas proposiciones,
pero los dirigentes del Congreso Nacional de la India perseveraban en sus propósitos
como "súbditos leales" de Su Majestad británica. Resultó evidente que la estrategia
del Pope Gapón tampoco rendiría en la India los efectos deseados.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
175
EL CONGRESO NACIONAL, RECTOR DEL NACIONALISMO INDIO
Pese a la buena voluntad demostrada por los venerables dirigentes indios del
Congreso Nacional de la India, el gobierno británico en la colonia india advirtió "que
la dirección del Congreso se estaba convirtiendo en un punto focal de las
aspiraciones nacionalistas de la India". Ya en 1900 el virrey lord Curzon señalaba al
Congreso como un centro de sedición y comunicaba a la Secretaría de Estado para la
India que "el Congreso está tambaleándose para caer y una de mis más grandes
ambiciones mientras esté en la India es ayudar a su defunción pacífica".
La política llegó a ser la única actividad de los miles y miles de profesionales
indios que no tenían posibilidades de hacer carrera ni de vivir bajo la administración
británica. La tensión aumentó en la India y surgieron tendencias al margen del
Congreso Panhindú que proclamaban un nacionalismo de carácter enérgico y
militante destinado a emancipar completamente a la India de toda dominación
británica o extranjera. Ya en 1905, cuando la derrota de la Rusia zarista por el Japón
abría el capítulo de la primera revolución rusa y de una serie de movimientos
nacionalistas en toda el Asia, se presenció también en la India el florecimiento de la
lucha contra el imperialismo.
El boicot a las mercaderías extranjeras, nacido en Bengala, se extendió a toda la
India. El propio Congreso Nacional fue dominado por los llamados extremistas. Las
autoridades británicas respondían en 1907 aprobando una ley sobre asambleas
sediciosas y condenando a penas de prisión a los líderes más destacados del
Congreso, mientras combinaba esta medida de represión con el otorgamiento de
concesiones a la India: se admitieron representantes indios en la Asamblea
Legislativa central y en las Asambleas provinciales. Con el objeto de cortar el paso al
creciente movimiento nacional, las autoridades británicas crearon en 1910
representaciones separadas para mahometanos e hindúes. Esta inesperada intromisión
de factores religiosos en la vida política de la India estaba destinada, como lo
declaraba un órgano islámico, "a emponzoñar la vida social de los distritos y pueblos
y convertir a la India en un infierno".
Apoyándose en los señores feudales, en los príncipes y en algunos sectores de la
burguesía comercial ligada al imperialismo, Gran Bretaña esperaba enfrentar a los
176
JORGE ABELARDO RAMOS
crecientes intereses industriales y profesionales indios con el objeto de jugar el papel
de árbitro supremo. Pero la separación política de la comunidad mahometana y de la
comunidad hindú tendía a crear un antagonismo comunal en el exclusivo interés
británico. Así se fundó en 1906, por inspiración gubernamental, la Liga Musulmana.
DE LOS CABALLOS DE CARRERA A LA LIGA MUSULMANA
Las contradicciones comunales creadas entre el hinduismo y la religión
musulmana en la India constituyeron una de las maniobras maestras de Gran Bretaña
en su dispositivo de dominación. Para simbolizar mejor la significación objetiva de la
Liga Musulmana creada en 1906, observemos que figuró a su frente durante mucho
tiempo el famoso Aga Khan, dueño de caballos Ingleses, hombre de los círculos de
Niza y de Biarritz, y figura de paja del sistema colonial inglés en la India, que
durante mucho tiempo ejerció el papel de principal inspirador espiritual de esa
organización.
Sin embargo, el esquema de erigir una cuña en la población de la India a través de
divergencias religiosas no resultó fácil al principio. La ola nacionalista levantada en
la primera postguerra y que sacudió a las masas asiáticas con la perspectiva de una
expulsión inmediata del imperialismo extranjero, obligó a las propias autoridades de
la Liga Musulmana pro británica a estrechar relaciones con los dirigentes del
Congreso Panhindú. El informe oficial del gobierno británico sobre la India en 1919
se veía obligado a confesar "que hoy la fraternidad sin precedentes entre hindúes y
musulmanes ha dado lugar a extraordinarias escenas de unidad".
La política británica continuaba otorgando situaciones de privilegio en los cuerpos
comunales y legislativos de la India a los presuntos representantes de la minoría
musulmana. En apariencia, todas las masas musulmanas parecían estar representadas
en esa Liga. Pero en realidad, el movimiento nacional indio incluía en su seno a muy
destacadas personalidades del mundo mahometano que figuraban en los cuerpos
dirigentes del Congreso.
Las grandes luchas entabladas contra el Imperialismo británico por él Congreso
Panhindú demostró que los noventa y cuatro millones de musulmanes de la India no
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
177
estaban en modo alguno representados en ese pequeño grupo de príncipes,
terratenientes y usureros reaccionarios que embanderados en la religión musulmana
pretendían cerrar el camino a la emancipación nacional de la India. Un hecho
bastante significativo era que durante todo el período preliminar a la independencia
política, la Liga Musulmana jamás publicó el número de sus afiliados, mientras que
el Congreso Panhindú declaraba más de 5 millones de cotizantes.
Todavía en 1942, fecha de las grandes conmociones nacionales, en medio de la
segunda guerra imperialista, las más destacadas figuras políticas musulmanas de la
provincia de Bengala lanzaron una declaración (junio de 1942) en la cual
denunciaban a la Liga Musulmana como "un círculo de políticos. .. cuya atmósfera
total no tiene nada de islámica ni de demócrata... La Liga Musulmana ha perdido su
título a ser considerada como una organización representativa de los musulmanes...
La unidad entre los musulmanes y otras comunidades tiene que ser considerada como
necesidad fundamental del progreso político de la India". Pero la política británica en
la India no se fundaba en el método cartesiano sino en las tropas de ocupación.
GANDHI: NI MÍSTICO EN ACCIÓN, NI
SANTO EN ESTADO SALVAJE
Los efectos obtenidos por la política británica escisionista se refleja en las
apreciaciones que Nehru expresa en sus "Memorias": "(La división comunal)
envenenó la autonomía municipal y local y llevó finalmente a fantásticas divisiones:
surgieron mucho después sindicatos obreros, organizaciones estudiantiles y cámaras
de comercio musulmanas. Como los mahometanos estaban atrasados en todas estas
actividades, tales organizaciones no fueron verdaderos brotes orgánicos desde abajo,
sino más bien, creados artificialmente desde arriba y cuya división correspondía al
antiguo tipo feudal. De éste modo, en cierta medida, la clase media y hasta las masas
de mahometanos quedaron aisladas de las corrientes de evolución que influían en el
resto de la India. Había ya en la India bastantes intereses creados o presionados por
el gobierno británico, Ahora, los cuerpos electorales separados dieron origen a
nuevos y poderosos intereses".
178
JORGE ABELARDO RAMOS
La primera guerra mundial señala un "tournant" decisivo en la historia política
moderna de la India. La conflagración imperialista que, como ya lo hemos dicho,
estimuló el desarrollo industrial autónomo, no solamente obligó a los viejos imperios
a poner el fusil en el hombro del soldado colonial y hacerlo "ingresar a la historia
mundial", sino que otorgó a las grandes masas indias la conciencia de que la crisis
del colonialismo les abría el camino para su emancipación.
En 1914 un joven abogado hindú procedente de África del Sur llegaba a la India a
incorporarse al movimiento nacional. En la política sudafricana, con sus tremendas
contradicciones raciales, Gandhi había experimentado por primera vez los efectos
sorprendentes de su técnica de no-resistencia y desobediencia civil a las autoridades
imperialistas extranjeras. De regreso a su patria, se dispuso aplicar esos mismos
procedimientos a la realidad india.
Durante dos años viajó por la India consagrando su tiempo a la regeneración
espiritual del campesino indio y al perfeccionamiento de sus planes para el
movimiento nacional. El rasgo más notable que distinguía al Mahatma Gandhi de los
restantes líderes del Congreso Panhindú residía en su extraordinaria comprensión de
las características sociales y psicológicas del campesino pobre de la India. Su vida
política probaría más tarde que no era un "místico en acción", ni un santo en estado
salvaje sino un "real-politik" que también utilizaba la religión como un ingrediente
de su estrategia.
LOS MÉTODOS POLÍTICOS DE GANDHI
El Congreso indio contaba con un grupo de brillantes jefes, imbuidos de cultura
occidental. Eran poetas famosos como Tagore, hijos de Brahmanes milenarios que
consagraban su pluma y su vida a la salvación de la India, que hablaban inglés,
recitaban poemas persas y podían conversar interminablemente sobre los últimos
libros de Romain Rolland o sobre las modernas teorías económicas impartidas en las
cátedras de Oxford. Ante ellos apareció Gandhi dirigiéndose al campesinado de la
India, vestido con atuendos tradicionales, hablando su propio lenguaje y revertiendo
en las palabras simples y directas de su doctrina las más viejas tradiciones místicas,
religiosas y filosóficas que otorgaban al pueblo indio la clave moderna de su
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
179
liberación. En síntesis, con símbolos extraordinariamente elementales, Gandhi logró
conectarse profundamente con las masas indias.
El occidentalismo de muchos dirigentes del Congreso había constituido un
obstáculo importante para poner en movimiento a las gigantescas masas de la India
aprisionadas por un riquísimo pasado religioso. El "asiatismo" de Gandhi tenía
forzosamente que rendir los resultados buscados: con un viejo lenguaje puso de pie a
millones de hombres para la resolución de los problemas de la India. En eso consistió
su genio político. Nada más alejado de su espíritu y de sus métodos, si se examina
atentamente, que toda suerte de misticismo o de ensoñación lírica. Gandhi fue uno de
los más formidables políticos realistas de nuestra época, cuya astucia, capacidad de
maniobra y riquísimo arsenal de tretas y de recursos pueden evidenciarse en el
análisis de los últimos treinta años de la vida política india.
Que los propios occidentales, atraídos por el maravilloso espectáculo de la India a
la manera de la teósofa Anny Besant o del novelista Romain Rolland hayan creído en
el "misticismo" de Gandhi, es bien natural. Lo cierto es que en el propio "Diario"
recientemente publicado por Romain Rolland y en el cual relata sus recuerdos de
Tagore, Gandhi y Nehru, aparece la profunda incomprensión que rodeó la figura de
Gandhi, incomprensión que éste utilizó sabiamente en su vida política para llevar a
cabo sus propios fines.
No será osado afirmar, en lo que concierne al dominio del realismo político, que
Gandhi es poco menos que único entre los políticos de su época. A este respecto la
personalidad de Rabindranath Tagore que alcanzara simultáneamente con Gandhi
una fama impresionante en los círculos intelectuales de Europa, resultará de gran
utilidad para iluminar la cuestión.
EL HIJO DEL RECAUDADOR DE IMPUESTOS
¿Quién era Tagore? Hijo de un "zaquindari", el exquisito poeta encarnó al
intelectual indio durante un cierto período de la dominación británica. Recuérdese
que los "zaquindaris" constituían una clase social formada por el Imperio con el fin
de recaudar los impuestos entre los campesinos pobres; con el tiempo, el
"zaquindari" de agente nativo de Inglaterra se transformó asimismo en terrateniente,
180
JORGE ABELARDO RAMOS
mediante la expropiación de las tierras de los campesinos indios. Esta clase social fue
uno de los más poderosos instrumentos de control de los colonizadores extranjeros.
Tagore procedía de una familia de "zaquindaris" y su arte refinado encarnó durante
un momento la confusa aspiración de algunos sectores de las clases elevadas indias a
un acuerdo pacífico y duradero con los señores extranjeros.
Fue el poeta occidentalizante por antonomasia. Sus divergencias con el Mahatma
Gandhi no arrancaban solamente de las contradicciones temperamentales o de sus
opiniones políticas de circunstancia, sino sobre todo de que representaban dos
mundos diferentes. Romain Rolland, cuya admiración por la India corría pareja con
su incapacidad para comprender sus problemas, anota en su Diario íntimo lo siguiente: "Luego de un silencio, la conversación emprende un curso un tanto diferente: es
Tagore quien habla de la India. No cree para la India en la posibilidad de gobernarse
por sí misma en la hora presente. La dominación extranjera sigue siendo el mal
menor, y de todas las dominaciones extranjeras, la de Inglaterra, a pesar de sus
groseras faltas, de su estrechez y de su incomprensión congénita, es, sin duda, la
mejor. Si desapareciese sería reemplazada en la India por la de los afganos o la de los
japoneses, lo que sería peor".
Tagore veía en Inglaterra al Occidente culto, a sus universidades técnicas, a sus
buenos modales. Sentía por los ingleses y por Europa la misma debilidad que el
intelectual puro siente por una biblioteca o por un concepto, debilidad que siempre
prescinde de la utilidad social de estos productos. Para Tagore tenía más importancia
la colección de estatuillas egipcias del Museo Británico y la versación de los
profesores de literaturas clásicas de Oxford que la miseria indescriptible y la
ignorancia no menos fabulosa de cuatrocientos millones de indios.
Como un genuino intelectual indio de formación europea, atribuía las desdichas
de su propio país a la dificultad de alcanzar las gracias de ese estado de civilización
cuyo modelo era Europa.
GANDHI Y LA INDUSTRIA TEXTIL INDIA
He aquí cómo Romain Rolland relata otras divergencias de Tagore con Gandhi:
"Tagore vuelve también a su vieja querella con Gandhi a propósito de la interdicción
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
181
hecha por Gandhi de usar tejido extranjero, como «impuro» porque sólo con esas
razones religiosas se puede conmover al pueblo de la India que permanecía
insensible ante las razones económicas. Tagore le preguntó a Gandhi: «¿Es que usted
cree verdaderamente que existen objetos impuros?» Gandhi evitó responder
directamente (como muchas veces hace) pero dijo que creía en la idolatría para el
pueblo de la India".
Ante esa observación política profunda de Gandhi, Tagore, según cuenta Romain
Rolland, se indigna: "Esto es por lo tanto creer en la necesidad de la mentira para el
pueblo de la India. Y si el pueblo de la India tiene necesidad de la mentira, es que no
tiene derecho a la libertad; legitima la dominación inglesa..."
Desde el punto de vista del movimiento por la independencia nacional, Gandhi
comprendía claramente que las consignas políticas expresadas en las fórmulas
occidentales no podían llegar a la comprensión de las vastas masas indias.
La tradición religiosa milenaria pesaba como una lápida para esta asimilación, la
ignorancia mantenida por el dominio británico contribuía poderosamente a que el
pueblo de la India se mantuviera disperso, incomunicado e inhábil para adquirir una
conciencia política de sus necesidades nacionales. La grandeza de Gandhi consistió
en basarse en los elementos, por así decir, idolátricos, religiosos o místicos y
movilizar a esos centenares de millones de campesinos pobres de la India alrededor
de esos símbolos religiosos. Identificó la tradición religiosa con la India y el espíritu
del mal con el inglés extranjero. Esto fue fácilmente comprensible para el pueblo,
que vio en el Mahatma Gandhi a su jefe natural.
Ya hemos dicho en varias oportunidades que las condiciones de atraso de los
países coloniales y semicoloniales, determinan que los elementos religiosos pueden
constituir una especie de ideología nacional. Esto es lo que generalmente acontece
bajo las condiciones precapitalistas. Es por eso mismo que los indios
occidentalizados a la manera de Tagore, o los intelectuales de un país europeo
imperialista, como Romain Rolland (por más progresista que éste se proclamara), no
veían en Gandhi sino un místico peligroso, cuando en realidad desempeñaba las
funciones de un político revolucionario cuyo arsenal se nutría con los recursos dados
por la historia. Que esta política fuera "burguesa" por sus fines históricos y que los
182
JORGE ABELARDO RAMOS
métodos de la "no violencia" no encontraran precedentes en el archivo de la Sorbona,
no alteraba el carácter profundamente progresivo de esa bandera y de ese jefe.
¿REVOLUCIÓN SOCIAL O REVOLUCIÓN
ANTIDEMOCRÁTICA IMPERIALISTA?
En el "Diario" de Romain Rolland aparece claramente que Tagore ni siquiera
aceptaba para la India una autonomía dentro del marco del Imperio, que la
parangonase con los restantes dominios británicos. Tagore, según Rolland "juzga a la
India en un estado aún demasiado inferior de la vida política; si recibiese de
Inglaterra tal don, sería sin haberlo merecido y permanecería en una situación de
rebajamiento con respecto a los demás Dominios". Es así como este desdichado
poeta hijo de "zaquindaris", proponía frente a Gandhi, el político, una especie de
reconstrucción espiritual del hombre indio, lo que en términos de política práctica
significaba la perpetuación del dominio británico. No era accidental entonces que a
diferencia de lo que se creía en Europa y en América, Rabindranath Tagore fuese uno
de los hombres menos populares de la India, —cosa que Tagore confesaba
amargamente a Romain Rolland.
Tampoco Tagore estaba de acuerdo con Gandhi en la cuestión de las castas y de
los intocables. Si bien Gandhi había combatido con energía la supervivencia de los
intocables y de otras divisiones sociales subsistentes en la India, en ningún momento
había levantado este problema por encima de la cuestión que Gandhi consideraba
como fundamental, que era la de la movilización de todas las fuerzas indias contra el
ocupante extranjero. Tagore, por el contrario, decía: "¿cómo resolver el problema
político sin haber resuelto el problema social?". Aquí tocaba Tagore una de las
cuestiones claves de la revolución de los países atrasados. En la estrategia de Gandhi
las monstruosas divisiones de clases en la India, las contradicciones sociales,
raciales, religiosas, geográficas y hasta lingüísticas que debían ser resueltas para el
progreso histórico, debían subordinarse momentáneamente a un gran fin común: la
emancipación nacional de la India del yugo imperialista extranjero.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
183
Anteponer a este objetivo central la resolución de problemas sociales tales como
las contradicciones entre el proletariado y la burguesía (sobre todo en las grandes
ciudades como Bombay, Calcuta, Madras), o atacar en la primera fase de esta lucha
las prerrogativas de algunos sectores de terratenientes o de los príncipes, del mismo
modo que establecer nítidamente diferencias y combates parciales con respecto al
predominio de una u otra lengua o de una u otra comunidad religiosa, significaba en
la política de Gandhi hacerle el juego a los trucos diversionistas del imperialismo. En
la concepción estratégica de Gandhi los distintos sectores de la India debían unirse
alrededor de esa gran bandera que levantaba; muchas críticas pueden hacerse a esta
estrategia, pero no eran Tagore, ni Rolland, ni Occidente quienes podían formularlas
desde el ángulo revolucionario.
EL INTERNACIONALISMO DE TAGORE
ES GRATO AL IMPERIALISMO
Decíamos ayer que Tagore, y con él muchos otros intelectuales fascinados por
Occidente, no hacían sino meditar sobre todos aquellos problemas y aspectos del
atraso histórico de la India que debían resolverse precisamente a partir de la
emancipación política. Al ignorar el problema nacional, el "internacionalismo"
occidental de Tagore coincidía con el internacionalismo humanista de Romain
Rolland y, lo que es peor aún, empalmaba con el "universalismo" imperial de Inglaterra, urgentemente necesitada de dividir y trabar el movimiento nacional
encarnado por Gandhi.
En apariencia, Tagore era mucho más "revolucionario" que Gandhi, Tagore se
preocupaba de solucionar problemas tales como la coexistencia de razas no indias,
que vivían todavía en estadios históricos primitivos. Examinaba la posición de las razas dravídicas, arias, mogoles, negroides, del mismo modo que estimaba los factores
educativos y formatrices de una conciencia política como factores fundamentales
para que el pueblo de la India alcanzase su autoliberación de manera consciente y
racional, al estilo de la formación de las democracias europeas clásicas.
Pero es que era justamente el atraso histórico de la India y el primitivismo de sus
grandes masas pobres los que permitieron a Gandhi nuclearlas alrededor de símbolos
184
JORGE ABELARDO RAMOS
extremadamente simples. Occidente no había dado a esas mismas masas la suficiente
cultura para que Gandhi demostrase el ejemplo de la revolución inglesa o de la
revolución francesa en textos cuidadosamente redactados. De ahí la impotencia de
Tagore y la fuerza de Gandhi. Los elementos idolátricos que conmovían a las masas
indias fueron puestos en acción por la estrategia de Gandhi. Tales contradicciones
aparecen más de una vez en la historia, de la misma manera que la historia moderna
ha demostrado la completa impotencia de los intelectuales puros frente a un proceso
histórico viviente. Esta pobreza del intelectual profesional ante acontecimientos
políticos enriquecidos por la participación de millones de hombres, se evidencia
también en la propia personalidad de Romain Rolland, aunque epígonos
contemporáneos le han dibujado la aureola de un santo laico, de un pastor de almas a
lo Bertrand Russell o a lo Norman Angell.
Romain Rolland, cuya admiración por la India lo llevó a escribir una "Vida de
Ramachkrisna" y una "Vida de Gandhi" (sin comprender el carácter profundamente
moderno y revolucionario de ambas figuras), llegó a ser muy poco tiempo después de
sus entrevistas con Tagore y Gandhi un frenético admirador de Stalin y su política.
Podrá recordarse que Romain Rolland aplaudió sin reservas los Procesos de Moscú
que había exterminado a la generación de octubre de 1917. Esto no le impedía al
distinguido novelista confesar en su "Diario Intimo", recientemente publicado, su
verdadero pensamiento con respecto a Lenin: "Le he contado a Tagore el culto idolátrico que el pensamiento bolchevique llega a rendir a la máquina. Las fiestas de la
máquina celebradas con el concurso de los poetas y de los artistas bolcheviques; ese
extraño frenesí que impulsó al hombre a renegar de su individualidad, a poner a su
vanidad en abdicación a los pies de las fuerzas ciegas, a no querer ver en sí mismo
más que un engranaje de la máquina colectiva; esa locura surgida del materialismo
económico de Marx y de Lenin, y que hace del materialismo otra nueva religión.
Conflicto en que se encuentran esos sectarios de Lenin hablando de Lenin y
celebrándolo; porque no pueden consentir en reconocerle una individualidad
independiente y se esfuerzan por hacer de él una especie de síntesis mecánica de las
fuerzas de la época". Por alguna razón este "Diario" era íntimo.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
185
EL NACIONALISMO DE LOS PAÍSES OPRESORES
Y EL DE LOS PAÍSES OPRIMIDOS
Romain Rolland, uno de los eminentes representantes de la intelectualidad
"progresista" de su tiempo en Europa, admiraba simultáneamente —como hemos
visto— las riquezas artísticas de la India y sus viejas religiones lo que no le impedía
aplaudir los procesos de Moscú y condenar el materialismo de Lenin. Al mismo
tiempo mostraba estupefacción ante el realismo político de Gandhi, que se negaba a
establecer un criterio igualitario para juzgar la democracia en la India y en Inglaterra,
en Italia y en África.
Para Romain Rolland, el nacionalismo del Imperio mus-soliniano tenía la misma
significación histórica y formal que el nacionalismo de Gandhi para la India. Carecía
de aptitud para discernir las diferencias fundamentales que separan a un país
oprimido de un país opresor, a una metrópoli de una colonia. Era lo que correspondía
cabalmente a un demócrata francés que podía soñar en París con la igualdad de todos
los hombres, fundado en el orden perfecto que las tropas coloniales francesas podían
mantener en Indochina, África del Norte y Madagascar. Este orden colonial
garantizaba la democracia en la metrópoli parisiense y el disfrute de los goces del
espíritu. El pacifismo humanitario de Romain Rolland que negaba el nacionalismo de
una colonia al asimilarlo mecánicamente ;il nacionalismo de un Imperio, se mostraba
en el caso de la India completamente al desnudo: "Pero no por eso deja de ser verdad
—escribe en su diario Romain Rolland— que el fanatismo tiránico de los nocooperadores ha sido tan opresivo para los espíritus libres en la India como el nacionalismo ciego para los de Europa". Romain Rolland olvida explicar en su "Diario"
que los nacionalismos de la Europa contemporánea ya revestían un carácter
reaccionario en el siglo XX puesto que tendían a oprimir a otros pueblos, mientras
que el nacionalismo de la India tendía a liberarla de la tutela extranjera y ascender a
los primeros grados de la civilización técnica y cultura. Por eso resulta significativa
la alusión de Romain Rolland a la hostilidad con que fue recibida en la India una
conferencia que el poeta de Bengala ofreció en Calcuta: "Cuando Tagore, de regreso
de Europa, dio su primera conferencia en Calcuta, una muchedumbre enorme había
invadido la sala varias horas antes; en vez de las ovaciones ardientes que de ordinario
186
JORGE ABELARDO RAMOS
acogían siempre al poeta hubo un silencio glacial, del principio al fin. Si no hubiera
sido por el antiguo ascendiente, por Ja gloria imponente del poeta, hubiera sido
asesinado, hecho pedazos". Es así como las masas de la India acogían al heraldo
indio de Occidente.
TAGORE Y GANDHI
Romain Rolland, en su "Diario" íntimo, ofrece un episodio curioso de las
relaciones entre Tagore y Gandhi: "Es evidente que Tagore no ha digerido esas
humillaciones al igual que no ha perdonado a Gandhi el empleo un tanto despectivo a
su parecer, que el Mahatma le asignaba en su movimiento. Tagore le escribía: «¿Por
qué no solicita nada de mí? ¿No tienen ningún papel que asignarme?» Mahatma le
dijo: «Hile». «¿Nada más?» —preguntó Tagore. «Nada más. Hile»." Tagore, agrega
Romain Rolland sabiamente, "no ha hilado jamás".
Este notable diálogo evidencia los caracteres respectivos y también el papel
político de ambos interlocutores. Tagore, con su aire de viejo mago, solemne,
rodeado de pájaros y de niños, que extrae dátiles de su bolso y formula metáforas e
imágenes en abundancia, que conversa con el decano de la Facultad de Humanidades
de París o que recita largos poemas en sánscrito, es aclamado por los gerentes de las
fábricas de relojes suizos en Ginebra y ovacionado por los estudiantes sudamericanos
desde el barrio latino de París. Tagore no podía comprender el gigantesco
movimiento nacional representado por Gandhi. Él deseaba hacer algo, tender un
puente invisible de solidaridad entre las almas perturbadas por las desdichas del
siglo. Pero Gandhi, que está en el corazón de la lucha, no desea nada de eso. No
quiere establecer ninguna relación con sus enemigos mortales.
Lo que Gandhi desea, y en él se expresa la necesidad histórica de las masas
indias, es dibujar con mayor precisión que nunca las diferencias que separan a la
India del Occidente imperialista. De ahí que cuando el poeta, conmovido en sus
sueños, pide un puesto en el movimiento, Gandhi le señala una lección de humildad,
le ofrece la rueca primitiva del campesino pobre de la India para que hile, para que
hile sin descanso, porque en esa tarea piensan constantemente los graneles
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
187
industriales de Lancashire que observan atemorizados la caída de las ventas de los
productos textiles ingleses en los mercados indios.
Tagore no comprende esta política. Y es justo que así sea. Gandhi sabe que
Tagore no comprende y lo lamenta. Y Romain Rolland no comprende a ninguno de
los dos. Esto demostraría hasta qué grado los más independizados escritores de
Europa vivían envueltos en la atmósfera creada por el imperialismo.
TAGORE OBSERVA LA VIDA DE LAS HORMIGAS
En la casa de Romain Rolland, Tagore, durante uno de sus viajes a Europa,
conoce al sabio francés Augusto Forel, un característico representante de la
inteligencia europea. "Forel, escribe Romain Rolland, le dice a Tagore que co
incide con él mucho más que con Gandhi (lo cual es, sin que él lo sospeche, la mejor
manera de hacerle la corte). Le plantea algunas preguntas, sobre el porvenir político
de la India y de la China; expresa su voluntad, su esperanza en la unión de todas las
razas del mundo. Distribuye entre Tagore y su gente una cantidad de folletos suyos,
especialmente un estudio sobre las hormigas de la India. Tagore dice que le interesa
eso, tanto más por cuanto las ha observado muchas veces: durante tres días asistió a
un combate entre hormigas rojas y negras".
Mientras Gandhi emprendía un combate inexorable con el Imperio británico y el
espectro del nacionalismo indio visitaba las noches insomnes del Ministerio de
Colonias, en Londres; mientras las fuerzas de ocupación extranjera disparaban sobre
las multitudes que se disponían silenciosamente a extraer sal de las zonas prohibidas,
Tagore se enfrascaba en una larga y erudita discusión con el profesor Forel (partidario de la fraternidad de todas las razas del mundo) acerca de las características de
las hormigas y de sus hormigueros.
Hay una observación, sin embargo, que reviste interés y que Romain Rolland cita
en su diario. Después de un viaje realizado por América del Sur, Rabindranath
Tagore escribía a Rolland su impresión sobre la oligarquía sudamericana y su
dilettantismo cultural: "Mi ojeada a América del Sur no es reconfortante. La gente se
ha hecho allí de repente enormemente rica y no ha tenido tiempo de descubrir su
188
JORGE ABELARDO RAMOS
alma. Es lastimoso ver su absoluta dependencia de Europa para su pensamiento, que
debe llegarle totalmente hecho. No les da vergüenza enorgullecerse de cualquier
moda que copian o de la cultura que compran en este continente".
No debemos reprocharle al poeta en este caso su falta de claridad, ni su falta de
penetración. En otra carta al mismo interlocutor, al llegar a la India, Tagore confiesa:
"Vuelvo quebrantado y agotado. Vuelvo a un país que está ocupado en muchas otras
cosas; que por lo menos no está libre para pensar en mí o en mis ideas. Siento que
aquí ya no soy necesario por el momento. Temo que mi pueblo quiera continuar
considerando mis ideales de amistad internacional como prematuros; mucho más
como un lujo poético al que no puede permitirse plegarse en nuestra época". Pero
será en sus respectivas actitudes ante el fascismo italiano y su jefe donde veremos
recostarse más diáfanamente las dos figuras más representativas de la India.
GANDHI: UN "REAL POLITIK"
En una de las visitas que Tagore realiza a Europa, Romain Rolland le plantea la
cuestión del fascismo en Italia. Le expone largamente al poeta hindú el panorama
social de la península y la necesidad de que Tagore proteste en nombre de los
derechos del espíritu contra esa situación. Tagore ha recibido una invitación de
Mussolini para recorrer Italia. Recibe los agasajos de la prensa oficial, visita al Duce,
habla con Croce y luego regresa a Suiza donde se entrevista nuevamente con Romain
Rolland. Éste, indignado, le recrimina sus contactos con el régimen italiano, Tagore
se defiende débilmente. Rolland anota en su "Diario": "Pero a propósito de nuestros
acontecimientos europeos no es sólo en Tagore, es en todos los indios en quienes he
notado ese extraño desprendimiento, indiferente y un tanto irónico. Y eso nos ha sido
penoso... Daban la impresión de pensar: «Es Europa. No somos nosotros...»". En otra
parte del mismo "Diario" agrega: "Me apena, lo confieso, ver el estúpido e infantil
orgullo nacionalista de que alardean ahora los jóvenes indios en Europa". De una
manera sistemática el europeo Rolland asimila las premisas políticas del oprimido
con las del opresor.
189
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
Posteriormente, la visita de Gandhi a Europa y sus entrevistas con Romain
Rolland, proporcionan testimonios suplementarios del carácter irreconciliable de
estos dos temperamentos simbólicos. La llegada de Gandhi a Europa en septiembre
de 1931 estaba motivada por una conferencia en mesa redonda que debía celebrarse
en Londres con los representantes del Imperio británico.
Romain Holland registra en su "Diario" las primeras impresiones que le produce
la personalidad del jefe del movimiento nacional de la India. Su fama, como acontece
con frecuencia, había contribuido a oscurecer la fisonomía moral e intelectual de
Candín. Uno de los circunstantes que asistió a su llegada al puerto de Marsella
comentaba: "Yo temía encontrar un hombre de Dios, un predicador, un iluminado.
He encontrado un Sócrates".
Aun en esta distinción hay un equívoco, sin embargo. Ni un místico desmelenado
y penetrado de angustia mortal, ni los soliloquios de un maestro. Para los que
alcanzaron a conocer a Gandhi, la sorpresa radicó en que se encontraban con un
político de raza, cuyos métodos, pensamientos y actitudes diferían del exotismo
oriental que Occidente debió forjar para su propia contemplación.
GANDHI VISITA EUROPA
La famosa mala salud de Gandhi, su mezquindad física (parangonables a aquella
"mala salud de hierro" de Mossadegh, que habría de constituir el asombro de
periodistas y políticos), no eran más que una fábula, Gandhi "está bien constituido;
es bastante ancho y fuerte de pecho y de la parte alta de sus brazos, de manos finas y
frescas". Su encuentro con Europa, con la Europa culta que esperaba escuchar un
torrente de definiciones sobre Dios, la Verdad, la Belleza, la Humildad y otras
muestras de la filosofía hindú, demuestra, por lo menos, que Gandhi no quiere perder
el tiempo.
A raíz de que un periodista inglés le había atribuido falsamente una actitud de
"lealtad" y de sumisión hacia el príncipe de Gales, Gandhi, sentado en el camarote de
su barco anclado en Marsella, en cuclillas y moviendo rápidamente sus ojos vivos
sobre todos los visitantes oficiales de la prensa europea dijo, refiriéndose al príncipe
de Gales: "No tengo absolutamente nada contra ese joven. Personalmente le deseo el
190
JORGE ABELARDO RAMOS
bien.... Si encuentro una hormiga la miro con simpatía, no pienso en aplastarla; ¡pero
no voy a prosternarme ante ella!".
Muy delgado, pero muy resistente, muy sencillo, pero extraordinariamente
preciso, Gandhi lleva como único equipo de su escasa indumentaria un enorme reloj
que saca a todo momento de su cinturón y que examina con cuidado. Concede cinco
minutos a cada uno de sus visitantes. La exactitud de este presunto místico asombra y
consterna a muchos de sus admiradores europeos. Un representante del cónsul inglés
acaba de llegar de Londres en avión, para llevar a Gandhi un mensaje del ministro,
en el cual le daba la bienvenida a Europa y se lo sondeaba con respecto a sus deseos
relativos a los preparativos para su llegada. Gandhi le hace esperar el turno
correspondiente entre la larga serie de visitantes, y luego lo hace pasar sin
incorporarse y sin darle importancia.
Renuncia en seguida a participar en un banquete que se le había preparado y
desaparece durante una hora para conversar con los obreros del puerto de Marsella.
Al fin, en un vagón de tercera clase llega a Suiza y se entrevista con Romain
Rolland: "Lo veo llegar con su albornoz blanco, desnuda la cabeza bajo la llovizna,
desnudas las piernas como flacos zancos, al hombrecito de los anteojos, desdentado
que ríe (se ríe nerviosamente cada vez que viene a verme; es como un saludo de
bienvenida), haciendo el gesto hindú de reverencia: juntas las manos y levantadas a
la altura de la boca".
GANDHI PREFIERE EL FASCISMO ITALIANO A
LA "DEMOCRACIA" INGLESA
Por fin están frente a frente Mahatma Gandhi y Romain Rolland. El "Santo"
examina con una mirada teñida de ironía al escritor europeo prestigioso, que tantas
simpatías profesa por la India. Todos los esfuerzos de Romain Rolland están
consagrados en esta conversación a disuadir a Gandhi de visitar la Italia de
Mussolini. Rolland describe en su elocuente relato las condiciones políticas y
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
191
sociales que reinan en Italia, la persecución que sufren los espíritus libres (no
menciona el movimiento obrero, por otra parte), el enclaustramiento de Croce, etc.
Gandhi lo escucha con atención. Finalmente, Rolland pide a su visitante que le
informe acerca de sus propósitos con respecto a Italia. Gandhi toma la palabra y le
dice: "Tengo ganas de ir allá, a ver a Mussolini. Mi deseo es ver a la gente, llevarle
la misión de paz. El que no lo acepte no es nada; eso un puede hacer que me desvíe.
Y quiero ver al Papa, que me ha enviado un buen mensaje; si lo veo, podré manejar
mejor a los indios católico romanos. Vería a su jefe como veo a los jefes
musulmanes. He visto obispos romanos, protestantes, musulmanes. Sabía que entre
ellos los había malos, pero también los hay buenos. Si el Papa quiere verme, iré. En
cuanto a Mussolini, no creo que lo quiera; pero si lo quiere, no vacilaré, iré también.
Pero no en secreto. No veo a nadie en secreto. Esta es mi posición. Y ahora, hable".
Romain Rolland torna al ataque, habla largamente de Mussolini, del fascismo y de
sus métodos. Gandhi insiste en ir a Italia a condición de que pueda exponer
libremente sus ideas. Hipnotizado por su condición de europeo, Romain Rolland no
comprende la posición de Gandhi. Si para Rolland Mussolini es el jefe de un Estado
rival de Francia (el capitalismo europeo podía asumir indistintamente en un caso la
máscara democrática y en el otro, la máscara fascista) para Gandhi, Italia es la
competidora de Inglaterra y esta última es la principal opresora de la India, su país.
Las dificultades del pueblo italiano no podían hacerle olvidar a Gandhi la
condición de su pueblo, que ni siquiera tenía un gobierno propio, sino que vivía
todavía bajo la dominación extranjera. La visita de Gandhi a Mussolini, en la cabeza
del dirigente indio tenía como significación profunda demostrar a los ingleses que los
políticos indios conservaban su plena independencia de acción y que no ataban su
destino a la diplomacia británica. Por el contrario, estaban en perfectas condiciones
de entrevistar, recibir u ofrecer agasajos a jefes de estados extranjeros cuya
competencia o rivalidad con Inglaterra eran de notoriedad mundial. No se trataba
aquí de democracia o fascismo, puesto que para un indio era algo completamente
irrisorio hablar de la democracia inglesa enfrentándola al gobierno italiano. Esto era
lo qué Romain Rolland no podía comprender y en esto residía el núcleo del
problema.
192
JORGE ABELARDO RAMOS
LA NO COOPERACIÓN COMO MÉTODO POLÍTICO
REVOLUCIONARIO
En respuesta a los argumentos británicos que señalaban insistentemente las obras
públicas construidas por Gran Bretaña en la India, Gandhi observaba a Romain
Rolland: "En nuestro país existen grandes caminos públicos e instituciones de
educación que son verdaderos palacios; pero forman parte de un sistema que aplasta
a la nación. Yo no debo tener nada en común con ellos. Son como la serpiente de la
fábula, que lleva en la cabeza una joya pero cuyos colmillos están llenos de
veneno...". Mientras Romain Rolland consideraba el movimiento de la No-Violencia
y de la No-Cooperación dirigido por Gandhi como una especie de teoría moral de la
política, para Gandhi era un sistema práctico para sus fines, que nacía de las
condiciones específicas de la India.
Al ser interrogado por el escritor francés sobre la influencia de ese movimiento en
la juventud india Gandhi respondió que "el movimiento de no-cooperación tiene más
o menos a la juventud bajo un dominio moral. Tal vez no hasta el punto de
conducirla al sacrificio, al heroísmo; pero eso le impide, por lo menos, hacer
tonterías". Según vemos, la respuesta de Gandhi no se caracteriza por su carácter
abstracto.
Muy interesado en mostrarle al jefe hindú los productos más refinados del arte de
Occidente, Romain Rolland se sienta en un momento determinado al piano y le hace
escuchar algunas páginas de Beethoven: "Gandhi, cuando le preguntamos su
impresión responde con una risita, a la vez maliciosa y candida: «Debe de ser
hermosa puesto que usted me lo dice»".
La conversación vuelve a recaer incidentalmente sobre Italia:
"Termino de informar a Gandhi del juramento que el fascismo acaba de exigir a
los profesores universitarios y de la protesta que contra ese juramento publican una
docena de ellos. Hablo también del Vaticano, que ahora aceptó el juramento con
reservas jesuíticas. Luego mi hermana le habla de Oxford, que ella conoce bien y que
ama".
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
193
Como veremos, hasta en el pensamiento de Romain Rolland vive la alianza
Franco-británica, desglosando de una manera automática e instintiva el hecho de que
"Oxford", no se explica sin Bombay. Pero a Gandhi no se le escapa el hecho.
Comenta en seguida el jefe indio "que la belleza de las universidades de Oxford, de
los edificios, de las obras de arte, estaban a sus ojos empañadas por el pensamiento
de la explotación del mundo, de donde florecieron esas riquezas". Esta observación
incomoda al intelectual de Europa, que se siente culpable. Gandhi había tocado la
llaga y Rolland no podía agradecérselo.
GANDHI Y MUSSOLINI
He aquí al jefe espiritual de la India paseando por la orgullosa capital del Imperio.
De su visita a Inglaterra, Gandhi relata que "en Londres Miss Lester me ha mostrado
los barrios pobres, los «slums». Pero para mí, esos pobres tenían fortuna; su
mobiliario bien valía 50 libras; algunos tenían incluso piano". ¡Es que el "pobre" de
la ciudad imperial vive a pesar de todo en un nivel superior al "pobre" de la colonia!
En seguida, Romain Rolland lo somete a una serie de preguntas, entre otras, la
siguiente: "¿Qué piensa usted de los cristianos?". Gandhi ya ha respondido a esta
pregunta en Lausana y repite su fórmula: "El cristianismo es bueno, pero los
cristianos son malos". Otra pregunta: "¿Consentiría Gandhi en participar de una
organización para un humanitarismo universal que piensa que el universo es un gran
secreto y que no hay más que escuchar la vocecita que habla en el interior de cada
uno de nosotros?".
Como vemos, la tarea de un político no es liviana. En todas partes del mundo se
encuentran gentes que hacen preguntas como ésta. No obstante, el ejercicio de la
política otorga al menos, al que la profesa, el hermoso arte de la paciencia. Gandhi
respondió con estas palabras: "Muchas veces me han pedido que me asocie a una
organización particular. Siempre he contestado: No. Porque la mayor de las veces me
he encontrado con que los individuos de esas organizaciones son, o bien honrados
simples de espíritu, o bien charlatanes que especulan sobre los objetivos en
apariencia loables. En Londres hay una Liga que se llama Liga Mundial de Ahimsa.
Al frente de ella están un pastor y su mujer. He visto que no hay en ellos más
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JORGE ABELARDO RAMOS
«ahimsa» que en esta mesa que tengo delante de mí. Trabajan en esta organización
con el fin de vivir de ella. Me he negado a dejar asociar mi nombre a esa Liga.
También me he negado a dar mí autógrafo para la hoja que publican. Les he dicho
que debían hallar otros medios de ganarse la vida. Si esta pregunta significa si
consiento en asociarme a una organización que el que interroga ha fundado, diré:
No".
Gandhi parte para Italia y pocos días después Romain Rolland registra en su
"diario" las noticias que llegan del político indio, "Mussolini ha expresado el deseo
de verlo y como ese deseo es compartido por él (ese Santo hombre ha conservado un
pequeño demonio: el de la curiosidad; yo lo comprendo, yo lo poseo o él me posee a
mí, pero yo me resisto y hubiera querido que Gandhi se resistiese en esta ocasión).
Gandhi fue a ver al Duce. Mussolini se mostró amable... La conversación duró unos
veinte minutos e ignoramos lo que allí se dijo. Los ojos de Gandhi respiraban
malicia cuando luego le hablaban de los ojos de Mussolini. «Son — dice— como
ojos de gato, siempre en movimiento... En conjunto —dice Gandhi— no tiene un
aspecto muy humano. Pero debo decir que conmigo ha sido encantador. Y cuando le
dije que el Papa no había podido recibirme, resplandeció de satisfacción maliciosa».
A falta del Papa, Gandhi se redujo a su cascarón. Hizo que le abrieran el Vaticano y
allí hizo el turista, lo cual no parece muy propio de él. Al recorrer las galerías de arte
y ante un cuadro de la Crucifixión, dice él mismo, que se sintió tan conmovido que
se le saltaron las lágrimas de los ojos". En resumen, Gandhi ha salido con la suya,
lanzando con su entrevista con Mussolini un desafío al Imperio Británico.
EL PAPA SE NIEGA A RECIBIR A GANDHI
La negativa del Papa de recibir a Gandhi fue sin embargo obviada por su
inesperada visita a las galerías de arte del Vaticano, que difundiría por todo el mundo
y en especial entre los indios católicos, la noticia de que Gandhi había estado en el
interior de la ciudad pontificia. Que es lo que Gandhi deseaba demostrar.
La despedida de Gandhi de Romain Rolland no deja de tener tampoco un aspecto
humorístico. La mañana de la partida, Romain Rolland obsequia a Gandhi una linda
caja de laca pintada en Paléele (URSS), que representa un pastor tocando la flauta en
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
195
una pradera: "¿Pero qué podré hacer con ella?". —Ponga usted pastillas para cuando
esté resfriado —le dijeron—. "¿Entonces va a ser preciso que tenga resfríos hasta el
fin de mi vida?", arguyó el santo hombre, siempre más práctico que todos los
occidentales juntos.
Ese Gandhi preciso y esquivo, austero e irónico, simple como un santo y astuto
como un político florentino que Romain Rolland describe en su "Diario" abandonaba
Europa para regresar a su país. El movimiento nacionalista de la India requería sus
servicios urgentemente. Las largas conversaciones que Gandhi había sostenido con el
espiritual francés sobre los temas de la desobediencia civil y de la No-Cooperación,
habían dejado a Romain Rolland en la misma situación de ignorancia en que se
encontraba antes de sostenerlas.
Rolland veía en la No-Violencia una especie de panacea universal, base de algún
código ético que debería ser ofrecido a los pueblos tiranizados del mundo. Una nueva
Religión de Amor fundada en la mística de Oriente que habría de desarmar la política
siniestra de los "trusts" y de los regímenes policiales. Pero para Gandhi la NoViolencia y la No-Cooperación tenían un significado completamente diferente. En
primer lugar, cuando en 1918 Gandhi había aparecido como dirigente del Partido del
Congreso enarbolando la divisa de la No-Violencia, las masas de la India
comenzaban una vida política de gran vuelo.
El llamamiento de Gandhi había obtenido una resonancia gigantesca. Al principio,
miles de jóvenes asaltaban las prisiones de las principales ciudades de la India
pidiendo a las autoridades ser encarcelados. Era frecuente también observar la
organización de actos prohibidos expresamente por la policía, realizados por jóvenes
indios partidarios de Gandhi, que se dejaban apalear y golpear por las fuerzas británicas sin defenderse. La doctrina de la No-Violencia encajaba perfectamente dentro
de las tradiciones religiosas más antiguas de la India y ofrecía a ese pueblo un
precioso instrumento elemental mediante el cual podía expresar su oposición a la
presencia extranjera en el suelo nativo. Pero la transición de la No-Violencia a la
violencia pura desafiaba toda distinción jurídica.
196
JORGE ABELARDO RAMOS
EL CONGRESO NACIONAL INDIO SE TRANSFORMA EN PARTIDO
Las primeras experiencias de la No-Violencia encontraron una respuesta severa
por parte de los británicos. El general Dyer respondió a una manifestación de
nocooperación realizada en un recinto cerrado, ordenando fuego a sus fuerzas:
murieron trescientos setenta y nueve indios y quedaron heridos mil doscientos. Al
proclamarse la ley marcial en la provincia de Punjab y extenderse en serie las
ejecuciones, bombardeos y sentencias de prisión en toda India, Gandhi dio orden de
suspender la campaña de no-cooperación. En muchos sectores del pueblo indio la
idea de no-cooperación había conducido a practicar una lucha implacable contra el
imperialismo. El partido del Congreso declaraba en diciembre de 1919, bajo la
inspiración directa de Gandhi, su voluntad de cooperar con el gobierno británico para
llegar a una Constitución reformada. Sin embargo, pese a los buenos propósitos de
Gandhi de evitar conflictos abiertos con el Imperio Británico, la situación de la India
se hacía insostenible.
La crisis agraria agudizada por la caída de los precios de los productos agrícolas,
la elevación de los impuestos y la consolidación de la red de usureros y terratenientes
que succionaban al pueblo indio, creaban en la India una atmósfera irrespirable. La
inminencia de un estallido social se adivinaba en todas partes. En 1920 doscientas
grandes huelgas sacudían a un millón y medio de trabajadores industriales en toda la
India. La pequeña burguesía nacionalista, los intelectuales, los estudiantes y los
profesionales demostraban claramente su irritación por la orden de Gandhi de
suspender la lucha contra el Imperio Británico. La continuación de la política de
cooperación con el gobierno de Londres podía conducir al Partido del Congreso a
una completa frustración y, lo que era peor, a la pérdida de su control sobre el
movimiento nacional.
Es entonces que Gandhi, con el infalible instinto político que lo caracterizaba,
convocó a una sesión especial del Congreso en Calcuta, en la cual propuso la
adopción de una política de no-violencia, destinada a conseguir el gobierno propio
para la India. Las etapas de esta política incluían la denuncia de los títulos
concedidos por los gobernadores, el "boycott" a la legislatura, tribunales e
instituciones de educación. También se plantearon el regreso al hilado y tejido a
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
197
mano por parte de las masas indias y se fijaban como objetivo de lucha la consigna
de no pagar los impuestos fiscales. La organización interna del Partido del Congreso,
que hasta ese momento había constituido una especie de tribuna de las grandes
personalidades indias, sufrió las modificaciones derivadas de la nueva política: el
Congreso se transformó en un verdadero partido de masas, con una elástica organización que abarcaba a las más remotas aldeas de toda la India y con un comité
ejecutivo compuesto de quince miembros que coronaba ese vasto ejército civil.
Gandhi dirigía el movimiento, tanto como era dirigido: la relación dialéctica entre
las masas y el jefe adquirió una expresión diáfana.
GANDHI EN LA DIRECCIÓN DEL PARTIDO DEL CONGRESO
La llegada de Gandhi a la dirección política del partido del Congreso ha quedado
en la memoria de sus jefes como una fecha memorable. "Fue como una poderosa
corriente de aire puro que nos hizo ensancharnos y respirar profundamente —escribe
en su autobiografía Nehru—, como un rayo de luz que atravesara las sombras y
arrancara las costras de nuestros ojos, como un torbellino que trastornara muchas cosas pero ante todo cambió el modo de pensar de las gentes. No se lo sentía desde lo
Alto; parecía surgir de los millones de indios, hablando el mismo lenguaje que ellos
y llamando constantemente la atención hacia ellos y su desastrosa condición".
Para comprender la significación del ingreso de Gandhi a la vida pública de la
India es preciso recordar que en la larga dominación británica, hábiles métodos de
penetración económica y psicológica habían creado no sólo una casta de príncipes y
terratenientes unidos por sus intereses a la presencia inglesa en la India, sino también
un espíritu conformista y medroso en las grandes masas y en amplios sectores de la
clase media. La clase obrera era aún muy reducida y no pesaba en la vida nacional.
La organización sindical estaba en sus comienzos y los campesinos, las tres cuartas
partes de la población de la India, vivían sometidos a espantosas condiciones de vida
y a las periódicas epidemias de hambre que segaban la vida de centenares de miles de
ellos.
Al ponerse en movimiento el partido del Congreso bajo la directa inspiración de
Gandhi, dejóse atrás rápidamente la antigua política de las resoluciones y las
198
JORGE ABELARDO RAMOS
declaraciones simbólicas, para entrar en un ciclo de actividad sin precedentes en la
vida india. Porque lo que resulta más curioso de comprobar es que el famoso
pacifismo de Gandhi y su no menos famosa teoría de la No-Violencia, tenían muy
poco que ver con las homilías piadosas de los humanitaristas europeos o los
pacifistas profesionales de las grandes capitales imperialistas, pacifistas denodados
excepto en tiempo de guerra.
El pacifismo o la No-Violencia de Gandhi era la adaptación a las condiciones de
la India de una estrategia fundada en la acción: su sentido esencial consistía en
movilizar con símbolos religiosos y nacionales a masas gigantescas, ignorantes y
atrasadas y dirigirlas contra el imperialismo británico; por otro lado, Gandhi, en tanto
que representante histórico de la naciente burguesía nacional de la India, intentaba
mantener en sus manos el control del movimiento nacional y Fijarlo dentro de los
límites de ese sistema de intereses. |No era una tarea simple!
EL FRENTE ÚNICO ANTIIMPERIALISTA
Según relata Nehru, "Gandhi entró por primera vez en la organización del
Congreso y provocó inmediatamente un cambio completo en su constitución. Hizo
del Congreso una organización democrática y de masas. También el Congreso había
sido antes democrático, pero con derecho electoral limitado y con organización
limitada de las clases superiores". Bajo la presión de Gandhi ingresaron en masa al
partido del Congreso millones de campesinos y grandes sectores de la pequeña
burguesía intelectual de las ciudades. Abrió sus puertas también a los obreros
industriales urbanos y tendió a contemplar en un frente único antiimperialista los
intereses de las distintas clases comprometidas en la lucha nacional.
"Hasta entonces —dice Nehru— las alternativas habían sido debatir y aprobar
resoluciones o la actividad terrorista. Las dos fueron abandonadas y el terrorismo
quedó especialmente condenado como opuesto a la política básica del Congreso. Se
estableció una nueva técnica de acción la cual, aunque completamente pacifista,
suponía la no sumisión a lo considerado injusto y, como consecuencia, la aceptación
voluntaria de los dolores y sufrimientos que esto pudiera significar. Gandhi era un
pacifista de una clase muy curiosa, pues su actividad estaba llena de energía
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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dinámica. No había en él sumisión al destino o a nada que considerara malo; estaba
lleno de resistencias, aunque fuera pacífica y amable".
En realidad, el pacifismo de Gandhi, como pudo demostrarse a través de toda su
lucha, era la elección del único recurso que le dejaban la situación colonial, la
pobreza y el desarme moral del pueblo de la India. Como siempre ocurre en la
historia, la adopción de los medios para la lucha política surge de las condiciones
específicas del teatro geográfico e histórico en que esa lucha se plantea. Por
supuesto, después se erigirán las doctrinas convenientes o adecuadas a esos métodos
dictados por la realidad más desnuda.
El programa propuesto por Gandhi al Congreso consistía, en primer lugar, en la
libertad de la India, en la realización de su unidad nacional, la solución de los
problemas de la minoría, la elevación de las clases humilladas y la supresión de las
castas intocables. Como método de educación popular Gandhi proclamó la necesidad
de renunciar a todos los títulos otorgados por los británicos. "Se crearon nuevas
normas y valores y la pompa —dice Nehru— y el esplendor de la corte del Virrey y
de los príncipes que solían impresionar tanto, se convirtieron bruscamente en algo
absurdamente ridículo, grosero y hasta vergonzoso al estar rodeado de la pobreza y la
miseria del pueblo". La "comprensión" del papel británico fue popularmente
estigmatizada como una traición a la causa nacional. He aquí un importante elemento
ideológico. La palabra "cipayo" ingresó al vocabulario político de todos los pueblos
civilizados y, mejor aún, al de todos los pueblos que querían civilizarse.
GANDHI Y LA BURGUESÍA INDUSTRIAL HINDÚ
Lo primero que hizo Gandhi al ingresar al partido del Congreso fue enviar a los
cultos, inteligentes y refinados dirigentes del Congreso a visitar las más alejadas
aldeas de la India y a conversar en las chozas de barro, batidas por la soledad y el
hambre, con los campesinos indios. Nehru fue uno de ellos, el hijo de brahmanes,
educado en las mejores universidades de Europa que habría de llegar a presidir los
destinos de su país. "Aprendimos nuestra economía de la India más con estas visitas
que con libros y sabias conferencias. La experiencia emocionante que ya habíamos
tenido fue refrescada y confirmada y en lo sucesivo ya no podríamos volver a la
200
JORGE ABELARDO RAMOS
antigua vida o a nuestros antiguos módulos por mucho que nuestras opiniones
cambiaran".
La norteamericana Kate L. Mitchell enfoca el caso de Gandhi desde otro aspecto:
"Con su extremado ascetismo, su misticismo religioso y sus gestos dramáticos para
identificarse con las masas castigadas por la pobreza, se ha erigido como ídolo del
campesinado indio. Su misma acción al observar las antiguas tradiciones religiosas
de la India creó la leyenda de su infalibilidad y de sus facultades milagrosas que se
extendieron por todo el país, y para millones de indios se convirtió en un ser
sobrehumano cuyos actos y órdenes tenían que ser copiados y obedecidos como un
deber religioso".
La misma autora introduce en su examen la noción de las diferentes clases de que
se componía el movimiento de Gandhi y de sus contradicciones internas:
"Finalmente, su programa atrajo también a los industriales y financieros indios que
luchaban por sostener sus posiciones frente al gobierno británico, al mismo tiempo
que mantenían su poder sobre el pueblo de la India. Estos propietarios conservadores
vieron en la teoría de la no-violencia de Gandhi una salvaguardia ideal contra un
movimiento genuinamente revolucionario que podría terminar en su propio
aniquilamiento". Y agrega: "Gandhi pudo así asumir el control de un movimiento
compuesto de fuerzas ampliamente dispares y en conflicto, y por su magistral
habilidad para la transacción, su capacidad para inspirar indiscutible lealtad en sus
colegas y su asombrosa aptitud para confundir y oscurecer los verdaderos principios
cuando el movimiento amenazaba escapar a su control, se mantuvo como dueño
supremo del destino político de la India por más de veinte años".
Sin embargo la caracterización de Gandhi como jefe de la burguesía industrial
india no debe hacer olvidar el hecho de que a pesar de su aversión por el socialismo
contribuyó a que su predilecto discípulo, Nehru, organizara el partido socialista de la
India dentro de la estructura política del Partido del Congreso, comprometiendo a sus
amigos a que no se le hiciese oposición a Nehru. El arte político de Gandhi consistió
en coordinar dentro del Congreso todas las fuerzas que pugnaban por expulsar a los
ingleses de la India. El Congreso ofrecía, por decirlo así, un carácter "algebraico"; la
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
201
formulación "aritmética" dependería del arrojo y el peso político de cada una de las
clases sociales que dicho movimiento nacional abrazaba.
PROLETARIADO Y BURGUESÍA EN EL MOVIMIENTO NACIONAL
Gandhi consideraba que por su formación occidental y su comprensión de los
problemas sociales, Nehru podía encabezar el partido socialista indio, representante
de los intereses industriales de las ciudades, dentro del movimiento nacional. En el
pensamiento político de Gandhi, un partido socialista indio debía forzosamente
canalizar las energías del proletariado urbano subordinándolas al movimiento
nacional más vasto, que él controlaba. De cualquier manera, interesa destacar aquí la
flexibilidad del jefe nacional indio y su indiscutible astucia. Frente a algunas
tendencias existentes en el Congreso de la India que simpatizaban con los regímenes
de Mussolini o de Hitler en la medida en que eran adversarios del imperialismo
británico, Nehru representó la tendencia democrática de la burguesía intelectual.
Gracias a su iniciativa el pueblo indio realizó miles de asambleas y manifestaciones
de apoyo a la lucha de China en su guerra con el Japón, al mismo tiempo que el
Congreso enviaba alimentos, ropas y provisiones médicas a la España republicana
durante su guerra civil. Estaba en la lógica de las cosas que los demócratas
occidentales, a su vez, encarcelaran a Nehru desde noviembre de 1940 a diciembre
de 1941, mientras el mundo temblaba bajo los efectos de la propaganda "contra el
fascismo".
Las divergencias de Nehru con Gandhi fueron un espectáculo habitual en la
política de la India y jamás pasaron del marco del Congreso. Mientras que Nehru
concentraba la atención y la simpatía de la intelectualidad y de la juventud culta del
partido del Congreso, Gandhi era el representante indiscutido de las grandes masas
campesinas. Divergía también con el jefe nacional indio en la cuestión de la no violencia, que estimaba insuficiente para obtener la total liberación del país. Sin
embargo, frente a los ataques que recibía Gandhi de los elementos más radicales de
la India y en Europa, Nehru respondió con palabras categóricas en su Autobiografía:
"Reaccionario o revolucionario, ha cambiado la faz de la India, ha dado altivez y
carácter a un pueblo desmoralizado y servil, ha inspirado fuerza y conciencia en las
202
JORGE ABELARDO RAMOS
masas y ha hecho del problema de la India un problema mundial". Como vemos, los
ataques o elogios de adversarios o exégetas no agotaban la rica personalidad de
Gandhi. Es que su figura debía medirse a la escala de su pueblo.
"DIVIDE ET IMPERA", CONSIGNA SIEMPRE VALIDA
La divisa de los antiguos romanos (que atestigua su sabiduría política como
pueblo imperial) fue "Divide et impera". Idénticas necesidades históricas originan
consignas semejantes en naciones diferentes. El moderno imperialismo británico
practicó en la India este proverbio romano con una habilidad y un éxito
excepcionales. El movimiento nacionalista indio dirigido por Gandhi y por Nehru
encontró en las divergencias comunales, particularmente en el movimiento político
musulmán, su contrafigura más peligrosa.
El teniente coronel Cooke, comandante británico en la India, declaraba
inequívocamente a mediados del siglo XIX: "Nuestra fuerza debe ser sostener en
pleno vigor la separación (para nosotros afortunada) que existe entre las distintas
religiones y razas y no esforzarnos en unirlas. «Divide et Impera» debe ser el
principio del gobierno de la India". La práctica de este principio permanecería como
una de las constantes políticas del Imperio británico. Sir León Strachey ratificaba en
1888 que 'la verdad clara es que la existencia conjunta de estos credos hostiles es uno
de los puntos fuertes en nuestra posición política en la India".
¿Existía en verdad un problema musulmán enfrentado a un problema hindú, en la
India? Según el censo de 1941, vivían en la India 255 millones de hindúes y 94
millones de musulmanes. Se trataba ante todo de dos religiones distintas, no de dos
razas ni de dos naciones. Obsérvese que la mayoría de los musulmanes son
descendientes de hindúes conversos. Es completamente indiscutible, y así lo afirman
todos los especialistas en la cuestión, que antes del dominio británico no existía
ninguna clase de conflicto comunal en la India, ni los antagonismos interiores tenían
por fundamento la divergencia de los credos religiosos.
"The Times" de Londres, por su parte, escribió en 1941 que "el subrayar la
importancia excepcional de la cuestión hindú - musulmana no implica que el
dominio británico esté persiguiendo una política de divide y vencerás... Las divi-
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
203
siones existen y el dominio británico estará asegurado en tanto duren ellas". El
millón de lectores cotidianos de "The Times" pudo leer estas palabras el 21 de enero
de 1941, fecha en que las agencias noticiosas transmitieron la opinión del más
autorizado vocero del Imperio a los cuatro puntos cardinales del mundo. Sin
embargo, los ingleses introdujeron el sistema electoral de representación comunal
como una tentativa de separar en dos bloques divergentes a los hindúes y
musulmanes y apoyarse en los musulmanes con el objeto de resistir las exigencias
del nacionalismo hindú. La expresión política más destacada de estas tentativas fue
encarnada por la Liga Musulmana.
LA LIGA MUSULMANA EN LA
ESTRATEGIA DE INGLATERRA
El informe Simmons reconocía que "la implantación de las reformas y el anticipo
de lo que puede seguirla ha dado nuevo auge al antagonismo hindú-musulmán".
Jinnah, dirigente supremo de la Liga Musulmana y en consecuencia hombre de
confianza del Imperio británico, había iniciado conversaciones con Gandhi y el
Partido del Congreso, a petición de este último, con el objeto de llegar a un acuerdo
estable. Según las Memorias de Nehru, como base del acuerdo, Jinnah exigía que el
Congreso reconociera públicamente que la Liga Musulmana era la única
organización que representaba a los musulmanes de la India. El Congreso debía
considerarse a sí mismo como una organización puramente hinduista.
Estas condiciones, que significaban en el fondo la aceptación de la política
británica de discriminación religiosa, hubiera determinado que el partido del
Congreso separara de su seno a los numerosos musulmanes que en él luchaban y que
se negara a sí mismo el carácter de una gran organización política nacional de toda la
India. Al mismo tiempo, la Liga Musulmana planteaba la teoría de que la India
estaba constituida por dos naciones, una musulmana y la otra hindú.
Escribe Nehru: "No sé por qué eran solamente dos, porque si la nacionalidad se
basaba en la religión, había en la India muchas naciones. Cabe que un hermano fuera
hinduista y otro musulmán; en tal supuesto pertenecerían a dos naciones diferentes.
204
JORGE ABELARDO RAMOS
Estas dos naciones existían en proporciones diversas en la mayoría de las aldeas de la
India. Eran naciones sin fronteras; se superponían mutuamente. Un bengalí
mahometano y un bengalí hinduista que vivían juntos, hablaban el mismo idioma y
tenían las mismas tradiciones y costumbres, pertenecían a naciones distintas. Todo
esto era muy difícil de comprender: parecía el retorno a alguna teoría medieval".
Al plantear sobre bases falsas la cuestión nacional, cuando en realidad se trataba
de una maniobra imperialista destinada a impedir la unidad nacional de la India con
pretextos religiosos, la Liga musulmana, dirigida por los terratenientes y príncipes
ligados a Inglaterra, levantaba un formidable obstáculo en la lucha por la liberación
nacional india.
IMPERIALISMO Y FEUDALISMO EN LA INDIA
El problema de los príncipes de la India requiere una observación especial. Ya en
1860 el gobernador de la India, lord Canning, definía la política imperial en este
aspecto con palabras de una claridad notable: "Sir John Malcolm dijo hace tiempo
que si hacíamos de toda la India distritos británicos estaba en la naturaleza de las
cosas que nuestro imperio duraría cincuenta años; pero que si pudiéramos guardar
cierto número de estados nativos sin poder político pero con instrumentos reales
duraríamos en la India tanto como nuestra supremacía naval fuera mantenida. Yo no
pongo en duda la verdad sustancial de esta opinión y los recientes acontecimientos la
han hecho acreedora más que nunca a nuestra atención".
Así
fue
como
Gran
Bretaña
estableció
un
régimen
administrativo
extraordinariamente complejo, destinado a gobernar la India extrayendo todo el
provecho posible con los menores gastos. Antes de la reciente independencia política
del país, había 563 estados fuera de la llamada India británica. Entre estos llamados
Estados "indios" existían Estados con 14 millones de habitantes como Hyderabad o
los Estados del Monte Simia, un puñado de hectáreas. En general, los príncipes eran
mantenidos a la cabeza de cada uno de estos Estados de magnitud desigual,
otorgándoles plenos derechos para ejercer todas las formas del despotismo oriental,
pero reservando en manos de los británicos la palanca fundamental de la economía y
del poder.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
205
Cuando los Estados eran de cierta importancia, se ponía a su cabeza a un residente
británico con plenos poderes; cuando eran islotes insignificantes, un simple agente
subalterno del Imperio manejaba discrecionalmente los asuntos, mientras el príncipe
se entretenía en sus partidas de caza o en el ocio dilapidador de la corte de opereta.
En realidad, los príncipes indios constituían en su inmensa mayoría funcionarios rentados del Imperio cuya fidelidad a la corona británica subsistía a través de las
décadas.
El profesor Rush Brook Williams declaraba en un diario en 1930: "Los
gobernantes de los Estados nativos son muy leales a su aliada británica. Muchos de
ellos deben su existencia a la justicia y armas británicas. Muchos de ellos no
existirían hoy si el poder británico no les hubiese apoyado durante las luchas de la
última parte del siglo XVIII y principios del XIX. Su afecto y lealtad son haberes
importantes para los ingleses en las dificultades actuales y en los reajustes que
habrán de venir... La situación de estos Estados feudatarios —agregaba— que
convierten a toda India en un tablero de ajedrez, es una gran salvaguarda. Es como
establecer una inmensa red de fortalezas amigas en el territorio en guerra. Sería
difícil que una rebelión general contra los británicos nos barriera de la India a causa
de esta red de poderosos y leales Estados nativos". La hermosa estrategia de aliar al
imperialismo con el feudalismo no podrá encontrar un exégeta más lúcido.
NEHRU DESCRIBE A LOS PRINCIPES INDIOS
Nehru traza en su autobiografía una viva descripción de los principados que hasta
fecha muy reciente sobrevivían en 1a India: "Existe una sensación de opresión: es
sofocante y difícil respirar; debajo, las aguas, moviéndose lentamente, se estancan y
pudren. Uno se siente cercado, circunscripto, limitado en mente y cuerpo. Es ver el
atraso y miseria extremos del pueblo contrastando vivamente con la ostentación
deslumbrante del palacio del príncipe. ¡Cuánta riqueza del Estado fluye al palacio
para las necesidades y lujos personales del príncipe, cuan poca llega al pueblo en
forma de cualquier servicio!"
Y más adelante añade: "Un velo de misterio encubre estos Estados. Los periódicos
no tienen ambiente y a lo sumo una hoja literaria o un semanario semioficial puede
206
JORGE ABELARDO RAMOS
florecer. Los periódicos de afuera son a menudo perseguidos. La cultura es muy
pobre, excepto en algunos Estados del Sur, Travancore, Cochin, etc., donde es
mucho más elevada que en la India británica. Las novedades principales que llevan a
estos Estados son la visita real con toda su pompa y ceremonial, muchos discursos de
cumplido o las celebraciones extravagantes de un matrimonio, el cumpleaños del
gobernante o una insurrección agraria. Leyes especiales protegen al Príncipe de la
crítica, incluso en la India británica; dentro de los Estados la crítica más ligera es
rigurosamente suprimida. Los mítines públicos son casi desconocidos e incluso las
reuniones para propósitos sociales son a menudo prohibidas". Tal era el espectáculo
interior de estos principados que Cecil B. de Mille filmó majestuosamente. Algunos
de estos señores, genuinos déspotas de un Oriente que no se resignaba a morir,
visitaban con frecuencia las cortes europeas. Respondían con afabilidad y en inglés
perfecto tallado en Oxford a las preguntas de los periodistas indiscretos. Visitaban
luego Saint-James, besaban la mano de los poderosos Reyes Blancos y tomaban el té
en salones exclusivos. Condescendían más tarde a asistir al Derby, agasajados por el
Aga Khan en sus "studs", ebrios de oro y de "cafard". Algunas veces regalaban
sables antiguos al Museo Británico o al ministro de Colonias; otras, asistían en
Montecarlo a la marcha sonámbula del azar, dueños de la eternidad, infalibles y
ciegos. Tal fue la casta que el Imperio levantó como un muro entre su poder central y
el exhausto pueblo de la India. Condenados por la historia, permanecieron como
espectros coronados hasta el día final del dominio británico. Esa fue una hora
incruenta para ellos. Mucho debían y se fueron sin haber saldado nada.
EL IMPERIALISMO CONTRAATACA
La política británica había consistido no sólo en mantener aislados a los príncipes
del resto de la India, sino también separados y aislados entre sí. El nacimiento del
movimiento nacional, que fue la expresión organizada de la voluntad india de
expulsar a los extranjeros imperialistas, obligó al imperio británico a estimular la
cooperación con los príncipes nativos a su servicio. El período crítico abierto por la
primera guerra mundial sugirió a los ingleses la necesidad de establecer una Cámara
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
207
de príncipes en la India. En 1921 se llevó a la práctica ese proyecto mediante el cual
ocuparon sus bancas los representantes de la nobleza india. Por otra parte, el alto
cuerpo sólo tenía un carácter consultivo, carecía de facultades legislativas. En su
calidad de asociados menores del imperio británico, los príncipes pretendían en 1930
utilizar la inquietud que reinaba en los círculos imperialistas de Gran Bretaña con
motivo de la gran campaña de desobediencia encabezada por Gandhi, para
asegurarse concesiones sustanciales de la potencia dominante.
La India se veía acuciada por una ola gigantesca de huelgas, mítines y boicots por
medio de los cuales Gandhi y Nehru exigieron la independencia nacional. La
Conferencia de la Mesa redonda reunida ese año en Londres y a la cual asistieron los
príncipes y sus ministros, planteó la necesidad de crear un gobierno federal para la
India, con el objeto de favorecer la soberanía interna de los Estados gobernados por
los príncipes y que la Corona británica les otorgara el alto privilegio de protegerlos
con sus fuerzas militares.
Como la necesidad de una reforma constitucional para la India había sido
proclamada por el propio caos a la vista, la proposición de los príncipes fue
considerada aceptable por el Imperio, pero no pudo ser llevada a la práctica por el
levantamiento nacional que rehusaba una reforma de ese carácter. La supervivencia
de los príncipes indios ha constituido durante muchos años uno de los flagelos más
vergonzosos de nuestra época, atribuible en primer lugar al apoyo del imperialismo
contemporáneo.
Bajo el régimen de los príncipes, hasta hace muy poco tiempo subsistían en la
India los trabajos forzados, variadas formas de esclavitud y un despotismo de
leyenda. En 1939 la Conferencia de los pueblos de los Estados de la India ofreció un
resumen expresivo del régimen principesco: "En estos Estados, grandes o pequeños,
con escasas excepciones, prevalece el dominio personal autocrático. No hay respeto a
la ley y los impuestos son excesivos e insoportables. Las libertades civiles están
aplastadas. Sus fondos para los gastos de los gobernantes no están fijados
habitualmente; inclusive donde lo están no se respetan. Por una parte, la
extravagancia y el lujo de los príncipes, por la otra la extrema pobreza del pueblo...
Este sistema no puede continuar. Ningún pueblo civilizado puede tolerarlo. Toda
argumentación histórica está contra él; el temple del pueblo indio no puede
208
JORGE ABELARDO RAMOS
someterse a él". Pero la metrópoli, que despreciaba a las razas de color, no podía
prescindir de los reyezuelos nativos.
JOHNNESON HICKS HABLA CLARO
El apoyo de los príncipes a la dominación británica en la India constituyó una
prenda política de inestimable valor para la propaganda internacional del imperio
británico. Así, Gran Bretaña tuvo aliados nativos que les permitieron presentar al
mundo la idea de que su presencia en la India no obedecía solamente a intereses
comerciales sino a una especie de alianza con sectores locales representados por los
príncipes: ¡había que mantener el orden social y la estabilidad política en un inmenso
país sacudido por rencillas intestinas!
La presencia de los príncipes en las carreras de Derby y en los clubes ingleses más
aristocráticos de Londres decoraba elegantemente esta política que permitía situar a
Gandhi y a su movimiento como un simple partido faccioso de la India. Pero en la
India y en toda Asía no se habían olvidado las viejas declaraciones de Johnneson
Hicks: "No conquistamos la India en beneficio de los indios. Sé que en los mítines de
los misioneros se dice que hemos conquistado la India para levantar el nivel de los
indios. Esto es una comedia. Nosotros conquistamos la India por la espada y por la
espada la mantendremos. Nosotros la mantendremos como la mejor salida a las
mercancías británicas".
Posteriormente, expresiones tan realistas han caído en desuso precisamente por
realistas y por constituir un acto de inconveniencia hacia la tradición diplomática
británica. Las declaraciones, discursos y actitudes verbales posteriores dijeron la
verdad en forma menos cruel. En la autobiografía de Nehru se aportan interesantes
observaciones y datos sobre la política sistemática que el imperio británico llevó a la
práctica con respecto a la India (y a todas sus colonias) tendiente a impedir y a
obstaculizar su industrialización. Como se ha puesto en boga en los últimos años la
teoría de que las grandes potencias colonialistas tienden a estimular la
industrialización en los países atrasados (cosa rigurosamente inexacta), será útil
evocar la política británica frente a la India.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
209
Antes de la segunda guerra imperialista había posibilidades de que la India se
convirtiese en el arsenal del Asia y alcanzara una industrialización comparable a la
de Canadá o a la de Australia. Pero, según las palabras de Nehru "por muy
imperiosas que fueran las necesidades de la guerra, se tenían siempre presentes las
necesidades futuras de la industria británica y se estimaba poco conveniente
desarrollar en la India industrias que pudieran competir con las británicas en los años
de posguerra. No era esta una política secreta; los periódicos británicos publicaban
manifestaciones en ese sentido a las que se hacían continuas referencias con las
oportunas protestas de la India". Industrializar la colonia era socavar las bases
mismas del Imperio.
LA INDUSTRIALIZACIÓN DE LOS PAÍSES ATRASADOS
Si por alguna razón particular (para saltar una barrera aduanera, para hacer frente
a un competidor internacional, o por una crisis de la industria metropolitana) un
grupo capitalista instala en la colonia o semicolonia alguna industria, esto no
significa y no puede significar una "tendencia" del imperialismo a industrializar el
mundo colonial sino precisamente una infracción a su tendencia a no industrializarlo.
La fuerza política del imperialismo mundial no radica en su capacidad militar sino
que su capacidad militar reposa sobre el monopolio industrial. La industrialización
de los países atrasados significará históricamente el fin del imperialismo mismo, al
crear en esos países atrasados (que constituyen las tres cuartas partes del planeta)
competidores ruinosos, doblemente temibles porque en ellos las nuevas industrias se
apropian de la última palabra de los adelantos tecnológicos sin cargar con los
inmensos gastos de investigación que ocasionaron en los países metropolitanos.
También debe añadirse la existencia en los países coloniales y semicoloniales de
mercados vírgenes sin competencia y de mano de obra barata. Por otra parte, desde
un punto de vista teórico e histórico más general no sería inútil recordar que el
imperialismo sólo puede vivir y desarrollarse en un medio no capitalista, es decir que
la misma existencia del imperialismo es inconcebible sin un mundo atrasado: el
imperialismo vive del atraso agrario y sobre todo de la ausencia de industria en las
colonias.
210
JORGE ABELARDO RAMOS
Todas las tentativas teóricas de olvidar este hecho inconmovible no ocultan sino
el designio de obstaculizar la lucha nacional de los pueblos débiles contra el opresor
imperialista y de arrojar dudas sobre la legitimidad histórica del movimiento de
liberación y de unidad nacionales.
Así, estos "anti-burgueses" de archivo que meten en un mismo saco los
movimientos nacionales, las burguesías nacionales de los países atrasados y el
imperialismo, no hacen sino el juego a este último, que es notoriamente el único
"internacionalista" que queda en esta época y a quien la misma palabra "nacional"
provoca espasmos de indignación.
De este modo, en las condiciones concretas de la lucha en un país semicolonial,
los más "revolucionarios" de palabra pasan a ser en la práctica los mejores aliados
del régimen imperialista reaccionario. Así es como el cipayismo tiende su arco iris
político abrazando a la seudo izquierda que exige una política revolucionaria
socialista en estado puro, hasta los cipayos que desean derogar la tarifa de avalúos
para que entren autos baratos a la colonia. El frente antinacional es variado en sus
argumentos y homogéneo por su significación.
Pero puesto que la clase obrera, en Asia como en América Latina, desempeña el
papel protagónico en las revoluciones nacionales, nada tiene que ver con estos
agentes "de izquierda" del imperialismo.
LA CIVILIZACIÓN CIERRA EL PASO A LOS QUE SE CIVILIZAN
Nehru recuerda que Gran Bretaña, a pesar de sus enormes necesidades de material
bélico y material industrial para la guerra, obstaculizaba de todas maneras la
fabricación de locomotoras y la creación de la industria del automóvil en la India. El
secretario de Estado para la India no dio su aprobación para el establecimiento y
desarrollo de estas industrias, pues "cualquier intento de establecer esa industria
distraería ahora mano de obra y máquinas que se necesitan urgentemente para la
guerra".
Los industriales indios habían formalizado tratativas con algunas empresas
norteamericanas para fabricar automóviles en la India, pero si por un lado el
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
211
gobierno de Londres con sutiles pretextos se oponía al establecimiento de esta industria, por el otro lado la poderosa firma norteamericana de automóviles, dice Nehru,
"rival de la anterior, no aprobaba la iniciación de la industria del automóvil en la
India bajo los auspicios de un tercero".
Mientras la India estaba en condiciones de hacer frente a la crítica situación del
transporte en Asia fabricando locomotoras y vagones, la resistencia del gobierno
inglés a la creación de esta industria determinó que por el contrario fueran retirados
de la India y enviados a Medio Oriente centenares de locomotoras y miles de
vagones: esto aumentó extraordinariamente las dificultades del transporte. Según
Nehru hasta fueron levantadas vías ferroviarias y enviadas al exterior.
También a principios de 1940 se hicieron tentativas en la India para crear una
industria aeronáutica. Las posibilidades de llegar a un acuerdo con una firma
norteamericana para organizar esta industria en la India, tropezaron una vez más con
la resistencia del gobierno de Londres.
Comenta Nehru: "¿Para qué hacer aviones en la India cuando podían ser
comprados en Inglaterra y Norteamérica?"
El desarrollo de la guerra mundial, asimismo, cortó la corriente de importaciones
británicas en materia de medicamentos, drogas y vacunas. Algunas empresas indias
pidieron autorización para organizar laboratorios y fabricar en territorio indio esos
productos. "El gobierno de la India —escribe Nehru— no lo aprobó y señaló que
todo lo necesario podía ser obtenido a través de la Imperial Chemical Industry. Cuando se replicó que lo mismo podía hacerse en la India a un costo mucho menor, tanto
para el ejército como para el público y sin lucro para ningún particular, las altas
autoridades se indignaron ante la intrusión de tan deleznables consideraciones en
asunto de política estatal. "El gobierno no es una institución comercial", se dijo. Y
agrega Nehru: "El gobierno no era una institución comercial pero estaba muy
interesado en las instituciones comerciales y una de éstas era la Imperial Chemical
Industry. Este enorme monopolio obtuvo muchas facilidades en la India. Incluso sin
estas facilidades tenía recursos tan considerables que ninguna firma india, salvo la
Tata hasta cierto punto, podía competir con ella. Aparte de estas facilidades contaba
con el apoyo de las altas autoridades tanto de la India como de Inglaterra. Unos
meses después de abandonar el cargo de Virrey de la India, lord Linlithgow apareció
212
JORGE ABELARDO RAMOS
en su nuevo papel de director de la Imperial Chemical Industry. Esto demuestra la
relación íntima que existe entre los grandes negocios de Inglaterra y el gobierno de la
India y cómo esta relación ha de afectar necesariamente a la política".
ÚNICAMENTE EL PROLETARIADO INDIO
PODRA REALIZAR LA REVOLUCIÓN
En numerosas publicaciones aparecidas durante la guerra y después de ella,
distintas autoridades británicas declaraban enfáticamente que la contribución
económica de la India a la causa de los aliados había tenido grandiosa importancia.
El virrey de la India afirmaba en diciembre de 1942 que "la India había efectuado
una contribución de importancia y valor extraordinarios..." Sin embargo, y pese a la
notable importancia de los pedidos británicos a las industrias de la India, la actividad
industrial de la colonia no aumentó en proporciones notables. Pese a los enormes
pedidos originados por la guerra, la producción industrial de la India permaneció en
las mismas condiciones que en tiempos normales. La explicación debía buscarse en
el hecho de que se había producido una desviación normal hacia la producción para
fines de guerra específicos. Si bien es cierto que se satisfacían las necesidades de
guerra del Imperio británico, esto se obtenía a costa "de un terrible descenso de la
producción destinada a las necesidades civiles". "Mientras los saldos en libras
esterlinas — escribe Nehru— a favor de la India y el dinero se acumulaba en la India
en las manos de unos cuantos, el país no podía satisfacer sus necesidades más
esenciales, circulaba una cantidad cada vez mayor de papel moneda y los precios
subían y alcanzaban a veces cifras fantásticas".
Ya a mediados de 1942 la crisis alimenticia de la India, que nunca había gozado
de un "standard" alto en la materia, adquiría caracteres espantosos. Es preciso indicar
que en el otoño de 1942 una epidemia de hambre mató a millones de personas en la
provincia de Bengala y otros lugares de la India. La guerra por la democracia
colonial y la resistencia imperial a desarrollar económicamente la colonia en
momentos en que podía hacerlo, exterminó físicamente a un sector de la población.
Se ha hablado bastante de los campos de concentración de Auschwitz y Dachau.
No será obvio recordar las epidemias de hambre hindú. De este modo tendremos una
213
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
visión completa de la verdadera significación de la segunda guerra mundial. Todos
los fariseos hicieron de esa guerra el leit-motiv de una literatura política infecta,
destinada a ocultar sus fines y su carácter de clase. Pero los pueblos coloniales no se
equivocaron un solo instante con respecto a ese conflicto del imperialismo
agonizante. La India vio crecer también una burguesía nativa ávida de un rápido
botín y dispuesta a pactar cualquier cosa con el Imperio, siempre y cuando se le
dejase una porción de territorio para explotar. Pero la propia burguesía india no llegó
a determinar nunca directamente la política del Congreso. Debió conformarse con la
dirección de Ghandi, que ejerció un bonapartismo sui géneris: mientras exigía
concesiones al imperialismo británico, amenazándolo con la acción independiente de
las masas, conminaba a los terratenientes, príncipes e industriales a prestarle un
apoyo incondicional o sufrir las consecuencias de una violenta instauración del
socialismo. En un discurso pronunciado en 1942, declaraba Gandhi: "Debéis daros
cuenta de que vuestro poder viene de vuestros súbditos y de los británicos. Os doy un
consejo como amigo y como hijo de un ministro de tres Estados que ha comido
vuestra sal. Uníos a nosotros, porque después de mí vendrá Nehru, que impondrá el
socialismo y con él desaparecerán los terratenientes y los capitalistas". Pero después
vino la independencia política de la India, el asesinato del jefe nacionalista y el
ascenso al poder de Nehru, lo que no significó, por supuesto, el triunfo del
socialismo. La India espera todavía su revolución agraria y su unidad nacional. Ahí
está el Pakistán, otro Gibraltar británico para atestiguar que en el país legendario
quedan muchas cosas por hacer. Mientras la clase obrera no influya decisivamente en
la orientación del poder, la India no tendrá su revolución.
EL RUMOR Y LA CALUMNIA:
ESPECTROS DE LA REACCIÓN
La
riqueza
vital
del
proceso
histórico
cuenta
con
un
ingrediente
extraparlamentario que, como los gases venenosos, está fuera de la ley, pero
interviene activamente en su despliegue. Nos referimos al Rumor y también a la
Calumnia. Son los recursos ilegítimos del pasado, que no se resigna a morir y
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JORGE ABELARDO RAMOS
procura reinstalarse en el seno del nuevo ciclo. Destruidas políticamente,
sobrepasadas por los acontecimientos, las fuerzas del ayer decoran su rostro poco
atrayente con los afeites de incoloras ideologías. Van de fracaso en fracaso, como
aquellos aristócratas de la Revolución Francesa que al regresar a Francia a la caída
de Napoleón contemplaron con los ojos nublados la nueva realidad: no habían
aprendido ni olvidado nada. ¿Cómo defender ante la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano los privilegios antiguos? Nada podían argüir, excepto
reunir una antología de calumnias, injurias y mentiras sobre aquellos revolucionarios
que habían ofrecido un nuevo punto de partida para el desarrollo moderno del país.
Así fue como surgieron, mientras los jacobinos gobernaban, las historietas sobre las
empresas galantes de Bonaparte y sobre las supuestas aventuras financieras de
Dantón, el tribuno y estratega. Impotentes para derrotarlos en la arena de la historia
ardiente, los agentes feudales lanzaban sobre aquellos hombres una ola de fango. La
historia se repite, pero no siempre del mismo modo: la primera vez como tragedia, la
segunda como comedia. ¡Quiera la suerte que no se repita como tragedia! Después de
libertar un continente por la obra de su espada y de su genio político, San Martín
debió abandonar el país para siempre. Los reaccionarios de su época ligados al
capital europeo, lo acosaron con todas las calumnias imaginables., Nada se le ahorró
al Libertador, porque había dado mucho. Vivió su amargo destierro así, solo, pobre y
olvidado: había herido tantos intereses que la gloria y la justicia le llegaría un día
rengueando, como observó Nietzsche.
Es que el rumor es la fórmula esterilizante de los privilegios vencidos; la calumnia
se le asocia siempre, como una sombra. Cuando un país es arrancado de su cauce por
obra de las revoluciones, los intereses amenazados o lesionados se agrupan en un
solo haz para vomitar su gran despecho de clase. La caída del zarismo en 1917
permitió regresar a Rusia a la emigración revolucionaria. Pero las potencias de la Entente exigían a la nueva Rusia la continuación de la guerra imperialista contra la
Alemania del Kaiser. Así, los emigrados opuestos a esta guerra se vieron obligados a
viajar en el famoso "vagón precintado" por el territorio alemán, para poder llegar
rápidamente a Rusia.
De este modo Lenin fue acusado por toda la prensa rusa "democrática" y por toda
la prensa aliada de ser "un agente a sueldo del Kaiser". Trotsky, por su parte, que
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
215
había pasado la guerra mundial viviendo del sueldo de un diario burgués liberal de
Kiev, fue a su turno acusado de haber recibido diez mil dólares del Estado Mayor
alemán. Fueron los meses llamados de la "gran calumnia". La resaca cobró altura,
pero la historia se volcaba irresistiblemente por los nuevos caminos. Así se cobraban
los poderosos de la tierra el hundimiento de un régimen. ¡Qué calumnias no se
echaron encima de Cárdenas, de Sandino, de Ibáñez, de Yrigoyen, de Villarroel, de
Paz Estenssoro, de Vargas! ¿Qué calumnias no se han volcado sobre Perón? Lo han
querido derribar, a él y al régimen nacional democrático por él encarnado, primero
por "fascista", después por "comunista", luego por "clerical", más tarde por "anticatólico" y hasta por "entreguista". ¡Los que vendieron anteayer al país como un
loteo acusan hoy a los que lo rescataron, de "entregar" el petróleo! ¿Es que se quiere
hacer creer que los cipayos se han vuelto antiimperialistas y los antiimperialistas
cipayos? Una sola cosa es verdad: el rumor y la calumnia acechan la marcha de los
pueblos jóvenes que se incorporan a la vida histórica.
EL CICLO SE CIERRA
Nuestra época es fecunda en grandes planes. Si la crisis mortal del capitalismo
promueve reiteradamente en Europa la idea de su "unidad", en los adolescentes
países del mundo periférico adquieren más consistencia las fórmulas políticas para la
integración nacional de las antiguas colonias, balcanizadas por el imperialismo. Así,
Tan Malakka, el eminente revolucionario indonesio desaparecido, proponía en 1945
el nacimiento de un vasto Estado nacional del sudeste asiático, agrupando en una
sola Federación aquellos territorios ligados por una cultura común y por el vínculo
idiomático, en ese caso el malayo. Del mismo modo, los pueblos de lengua árabe,
disociados en multitud de pequeños estados por las intrigas de las potencias
extranjeras, advierten cada día con más claridad la necesidad de reunirse en un
poderoso Estado nacional, medio insustituible para plegarse al mundo moderno y
desarrollar vigorosamente sus economías. En el siglo XX plantéase a estos países la
imperiosa tarea histórica que Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia realizaron
en los dos siglos precedentes. A nuestra América Latina también le llega el turno.
216
JORGE ABELARDO RAMOS
El fracaso de las tentativas sanmartinianas y bolivarianas para constituir la Gran
Confederación latinoamericana fue el episodio más dramático del siglo XIX. En la
época que presencia el movimiento de las nacionalidades y su organización en
Estados, el vasto territorio de habla castellana y portuguesa quebraba sus vínculos
seculares y nacían veinte Estados en lugar de uno solo. A las potencias europeas les
correspondió un importante papel en esta dispersión. En nuestros días, la palabra
"balcanización" ha servido para designar no sólo el origen histórico de nuestra
división, sino también el designio imperialista de perpetuarla. Los movimientos
populares que encendieron la imaginación y templaron la voluntad de los
latinoamericanos a partir de 1945, surgían como la expresión de un proceso mundial.
Al debilitamiento del imperialismo por obra de una guerra devastadora, sucedió la
conmoción social y nacional de las colonias, que aprovechando la industrialización
estimulada por esa guerra, buscaban ampliar su mercado interno, readquirir su
dignidad nacional y mejorar las condiciones de vida de su clase trabajadora. Las
potencias colonialistas no podían contemplar con simpatía esta ola irresistible,
porque ya no se trataba de gobiernos hostiles puros y simples, sino de movimientos
nacionales que apoyaban a gobiernos elegidos. El esquema clásico de una "South
América" desgarrada por motines, Tiranos Banderas o intrigas obscuras, se veía
subvertido por la aparición de revoluciones de masas, otorgando a la palabra
revolución todo su contenido redentor y creador.
Pero estos movimientos aparecidos en América Latina desplegaban su fuerza
tendiendo a vincularse con los pueblos hermanos en un común destino. ¡Hace cien
años éramos todos americanos! ¡Hace cien años moría en Francia el americano San
Martín, libertador de medio mundo! ¡Hace cien años el último montonero, Felipe
Várela, dirigía en Salta un manifiesto a los pueblos de América! Los que hablábamos
español éramos todos hijos de un inmenso país inconcluso, que seríamos redimidos
por la unión o no lo seríamos nunca. Y después vino la hora siniestra de la
colonización sistemática, la pérdida de esa tradición viviente y la instauración de una
historia creada por los vencedores para uso de los derrotados. La idea misma de la
"unidad de América Latina" fue incluida en el género lírico. No bastaba que la
postración económica, el carácter desesperante del monocultivo, la subordinación de
los precios de las materias primas al "pool" comprador extranjero, los empréstitos
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
217
tramposos, las concesiones escandalosas, la enajenación del manejo político de la
moneda, la agonía hambrienta de millones de latinoamericanos hicieran ver bien a las
claras la única salida señalada por la historia. Fue la hora del imperialismo triunfante.
Los argentinos estábamos más cerca de Europa que de Chile o Perú. La reconquista
de aquella conciencia continental perdida será la condición preliminar de nuestra
efectiva emancipación.
218
JORGE ABELARDO RAMOS
LAS FORMAS DEMOCRÁTICAS EN LA ÉPOCA
DEL IMPERIALISMO
El tema más debatido por el liberalismo burgués agonizante en todas partes, es el
tema de la "Libertad" y de la "Democracia". Se trata de nociones históricas, esto es,
mutables. Pretender conferirles un carácter eterno e inamovible es envolverlas en la
nube de una abstracción, dotarlas de un criterio místico, atemporal y
consecuentemente falso. Benedetto Croce ha consagrado largos ensayos al asunto, y
epígonos menos eminentes han consumido sus vigilias repitiendo sin talento
proposiciones que niega toda la experiencia histórica. Por esencia, la historia es un
proceso que discurre en la contradicción de fuerzas hostiles: clases sociales, naciones
dominantes o naciones dominadas y, en el propio origen de la vida social, lucha de
sexos. Así se han sucedido una multitud de regímenes políticos y de sistemas
sociales que enriquece el museo de las ideologías muertas, a disposición de todos los
lectores interesados. La "libertad de los mares", por ejemplo, fue un principio
inconmovible del Imperio Británico durante un par de siglos. La explicación de este
principio debe encontrarse en el hecho de que los ingleses poseyeron durante mucho
tiempo la flota más importante del globo; su comercio exigía la apertura de los
mercados y los puertos. Esa "libertad" significaba no sólo el avasallamiento del
comercio y la industria de los países débiles, sino también la paralización del
desarrollo naviero de esas mismas naciones. Era una libertad al servicio del
monopolio marítimo británico. Fue de esta manera que Inglaterra apareció
sucesivamente como proteccionista y librecambista, para volver al proteccionismo
cuando Estados Unidos se irguió en toda su estatura industrial en el vasto escenario
del mundo. La democracia inglesa le costó la cabeza a Carlos I; la dictadura de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
219
Cromwell y los burgueses de Londres abrieron el camino a la democracia parlamentaria clásica, una vez consolidada la unidad nacional inglesa y sometido el
particularismo feudal. Pero esta pregonada democracia inglesa se impuso en la
metrópoli, a la manera griega, aniquilándola en las colonias, pues de esto último
dependía aquélla. La democracia y la libertad en Gran Bretaña significaban la
opresión y la cárcel para los nacionalistas de la India. ¡El relativismo de los términos
pomposos! En nuestros días, la falacia de estas nociones ha llegado a una fase
suprema. La "democracia" para Bélgica, Francia o Inglaterra, significa el
mantenimiento de las ventajas existentes, esto es, el fortalecimiento del Imperio y la
esclavitud colonial. Para las colonias de estos Imperios la democracia y la libertad no
entrañan sino la independencia nacional, la expulsión del imperialismo y la
revolución agraria. En las dos partes se habla con las mismas palabras, pero existe,
como se ve, una ligera diferencia.
Para las jóvenes naciones que emergen, la crisis capitalista del siglo XX les abre
por primera vez en su historia la posibilidad de ocupar un lugar bajo el sol. La caída
de los precios de las materias primas, efecto de la anarquía del capitalismo mundial,
acarrea la necesidad de reemplazar ese inestable fundamento económico por una
estructura industrial, fundada en el mercado interno y más resistente a aquellas
convulsiones. Esta relativa independencia de los grandes centros metropolitanos,
fundamental para la propia existencia nacional —Argentina, América Latina, Medio
Oriente, Oriente— origina el surgimiento de potentes movimientos nacionales, al que
confluyen diversas clases interesadas en ese proceso. Como es natural y previsible,
los intereses heridos contraatacan. La burguesía comercial interesada en el más
amplio comercio de importancia y exportación, los círculos financieros asociados al
imperialismo, algunos sectores de la industria liviana que prefieren máquinas
extranjeras, la falta de conciencia nacional de grupos de la clase media y el clan
sobreviviente de la oligarquía tradicional contemplan estos movimientos nacionales
democráticos como la expresión de una monstruosidad histórica. Los detestan, los
descalifican, los calumnian. Es la vieja ley del gran juego histórico. A los viejos
privilegios destruidos le incorporan la famosa palabra "libertad" y a la tarea de
aniquilar la soberanía conquistada le acoplan la no menos célebre palabra
"democracia".
220
JORGE ABELARDO RAMOS
Pero los pueblos aprenden por su propia experiencia y adquieren una intuición
infalible para distinguir sus amigos de sus enemigos. Esta es otra ley del drama, que
no tiene ya el coro antiguo, pues las masas participan efusivamente en la creación de
su propio destino. Con su sabiduría profunda, los pueblos comprenden que si los
filósofos se han preocupado de interpretar el mundo, a ellos les corresponde ahora
cambiarlo.
LA CLASE OBRERA EUROPEA DEBE FORJAR
EL NUEVO ORDEN SOCIAL
Nuestro planeta encierra colosales tierras vírgenes; existen en él continentes
inexplorados praderas jamás pisadas por ningún Robinson, riquísimas fuentes de
alimentos capaces de sustentar miles y millones de nuevos habitantes. Todavía el
hombre, que embriaga su imaginación tanteando el misterio de la Galaxia y la
aventura del espacio, no ha dominado con el soberano lenguaje de la técnica los
confines africanos; aún porciones gigantescas del Brasil permanecen cerradas a la
cultura. No se trata, sin embargo, del mundo de la periferia colonial. Italia misma,
necrópolis de viejas civilizaciones y centro, en algunas zonas, del capitalismo moderno, no ha logrado modernizar su propio Sur; la cuestión agraria sigue sin resolver en
el propio corazón de Europa. El capitalismo no ha podido lograr, en su marcha
anárquica a través del mundo, sentar sus reales en su territorio histórico. Ya es difícil,
por no decir imposible, que logre hacerlo. Pero esta es otra cuestión. Lo cierto es que
en este mundo apenas poblado, los hombres sobran. Los peritos se sumen en hondas
cavilaciones; los demógrafos (la burguesía ha logrado crear esta profesión, a falta de
solución mejor) peroran interminablemente sobre las salidas posibles. Algunos dicen
que si Italia debe desprenderse urgentemente de 5 millones de personas, lo mejor
sería distribuirlas en el Nuevo Mundo, desde Estados Unidos hasta la Argentina, ya
que Europa no puede absorber un solo hombre más. Otro grupo de expertos
considera que ese paliativo reviste un peligro: la nación que arroja al mar parte de su
población para salvar los víveres a los que quedan, pierde en realidad una fuerza de
trabajo incalculable. Pero como los norteamericanos lo calculan todo, la Comisión
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
221
Americana do Personas Desplazadas ha precisado la cuestión, declarando que 370
inmigrantes representan en Estados Unidos un "capital humano productivo" de 3.000
millones de dólares. Estas revelaciones consternan a los gobiernos europeos, que
quisieran frenar la emigración para fortalecer sus descalabradas economías, pero que
se ven impedidos de hacerlo puesto que ese "capital humano productivo" no puede
aplicarse a rama alguna de la actividad nacional. ¿Cómo aumentar la producción
agraria italiana, por ejemplo, sin barrer de sus tierras al feudalismo decadente de
Sicilia y mecanizar esas tierras? ¿Cómo dar nuevas tierras en Holanda a los
campesinos, en un territorio exiguo apenas engrandecido por lotes creados a costa del
mar? Los estadistas europeos se quejan amargamente de la vieja Europa, "inmenso
museo para los turistas del mundo activo", pero ninguno propone una solución
verdadera. Todos ellos se ven obligados a tener en cuenta sus posesiones coloniales;
sus rencillas recíprocas y los elementos de competencia comercial e industrial que
los separan; las necesidades de un rearme monstruoso que devora las energías de la
economía nacional. Y, finalmente, la supervivencia de fronteras estaduales
envejecidas, que si respondieron en el pasado a imperiosas necesidades del progreso
histórico, en nuestros días son los elementos propulsores de la decadencia. Otros
estadistas, como Churchill, ven en la unidad europea, en los Estados Unidos de
Europa, la única solución para el deseado equilibrio. Sin embargo, el decrépito capitalismo de Europa ya no es capaz de planificar esa idea grandiosa ni de llevarla a
cabo. La independencia de las colonias, al destruir definitivamente las bases de
sustentación de las metrópolis, y con ellas sus últimos elementos de equilibrio,
pondrá a la orden del día la unidad económica del Viejo Mundo. Pero serán los
trabajadores de Europa, desasidos a su vez de sus partidos seudo-obreros, los que
deberán echar las bases de un nuevo orden social, en su calidad de herederos de la
cultura clásica y de forjadores de un Nuevo Mundo en el seno de la vieja sociedad.
No habrá menester de los servicios de Malthus; los expertos consagrarán sus
aptitudes a labores socialmente más útiles. Se probará así que Europa no estaba en
decadencia, como decían los sombríos agoreros, sino que el capitalismo había
cumplido su ciclo.
222
JORGE ABELARDO RAMOS
EL VATICANO TRABAJA CON LA CASA MORGAN
La publicación de un informe sobre las finanzas del Vaticano en una revista de
Milán, ha despertado cierta emoción en los círculos económicos de Europa, poco
habituados a las emociones. La naturaleza especial del Estado Vaticano justifica este
interés. Su existencia jurídica, en efecto, nace en 1929, cuando Mussolini, por medio
del Tratado de Letrán concede al Vicario de Cristo en la tierra, 44 hectáreas de soberanía territorial dentro de Roma para establecer la sede temporal del Papado.
Desde 1870, en que las tropas garibaldinas aliadas al conde de Cavour arrebatan la
capital histórica de Italia al poder pontificio, sellando así la anhelada unidad nacional
del pueblo italiano, los pontífices se habían negado a reconocer al nuevo estado
nacional y en consecuencia las relaciones oficiales estaban interrumpidas. Esta no era
una actitud sorprendente por parte del Vaticano, ya que históricamente había sido la
Iglesia un bastión de la reacción feudal: los últimos cinco siglos han presenciado la
lucha tenaz del Papado contra todas las tentativas absolutistas o revolucionarias de
consumar la unidad nacional.
Pero estos hechos pertenecen al pasado, del mismo modo que el famoso poder
temporal de Roma. De lo que ahora se trata es que, de acuerdo con ese informe de la
revista de Milán, si el Vaticano ya no está en condiciones de dictar sus leyes a los
jefes de estado extranjeros, conserva al menos cierta influencia financiera. En efecto,
hablando en términos bancarios, el Vaticano figura como una de las grandes potencias financieras del mundo actual.
Si Estados Unidos posee una reserva de 25.000 millones de dólares, el Vaticano le
sigue en segundo lugar con 13.000 millones de dólares, Gran Bretaña con 4.300
millones, Francia con una reserva de 1.350 millones. Este inmenso tesoro, según la
Constitución del Vaticano, puede ser manejado discrecionalmente por el Sumo
Pontífice. Sin embargo, en la práctica, los bienes son administrados por un Colegio
dirigido por un delegado papal. Pero lo que reviste mayor interés en la información
recientemente aparecida es que la administración de las finanzas papales se realiza
por intermedio de tres casas de banca internacional, agentes financieros de la Santa
Sede. La más importante de dichas empresas es la famosa casa Morgan, de Nueva
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
223
York. El Central Bank de Londres y el Credit Suisse de Berna son los otros dos
instrumentos financieros del Vaticano.
Sin embargo, es dado observar un decrecimiento de la influencia británica y suiza
en beneficio de la casa Morgan. Este cambio es atribuido por un lado a ciertos
conflictos suscitados entre Gran Bretaña y el Papado en 1948. Según, la publicación
mencionada, la Santa Sede habría ordenado invertir una fuerte suma en libras
esterlinas para comprar trigo en Argentina destinado a Alemania occidental,
operación que no agradó al gobierno británico. Por estas y otras razones, el Vaticano
ha ido entrelazando vinculaciones financieras cada vez más sólidas con la casa
Morgan. Además se sabe que no existe en los depósitos del Vaticano ni una sola
onza de oro, encontrándose todo el precioso metal propiedad de la Iglesia en los
cofres fuertes de entidades de Estados Unidos. La participación del Vaticano en la
Banque de Paris et des Pays-Bas no es un secreto para nadie y arroja una luz
inesperada sobre esta extraña potencia político-financiero-religiosa que un día ya
lejano hizo doblar la rodilla a los Emperadores de Occidente.
224
JORGE ABELARDO RAMOS
EL GENERAL ROCA Y LA IGLESIA
El destino de la Revolución argentina ocupa nuevamente la atención de la prensa
internacional. A los adivinos profesionales los últimos acontecimientos los han
tomado de sorpresa. Pero toda revolución se reconoce precisamente por su irrupción
en lo nuevo y por desmentir a los agoreros de la estabilización. ¡La sorpresa, el
desconcierto y aun la irritación se explican fácilmente! Algunos diarios de Europa informan objetivamente sobre los hechos en sí mismos; otros, olvidándose de la acción
desarrollada por el Papado durante varios siglos en el Viejo Mundo, ensayan una
hipócrita indignación. Lo que resulta indiscutible para todos es que la Revolución
argentina no ha concluido sino que respira vigorosamente. Como en todos los
momentos capitales de su existencia, la clase trabajadora revela su calidad de
protagonista más resuelta.
La lucha que el clero lleva a cabo contra el Pueblo argentino no hace sino
confirmar el papel profundamente reaccionario que ha jugado tradicionalmente la
Iglesia ante todos los movimientos revolucionarios y progresivos de la historia.
Sobre las ruinas del cristianismo primitivo el Papado se transformó en el brazo
espiritual del feudalismo; en tal carácter ingresó en la historia moderna como el más
tenaz enemigo de la sociedad burguesa y del espíritu científico. En épocas más
recientes, los presuntos herederos de aquel cristianismo revolucionario que
propugnaba la igualdad de todos los hombres frente a la soberbia romana, parecen
aplicar el célebre aforismo de George Orwell: "Todos los hombres son iguales, pero
algunos son más iguales que los demás".
Recuérdese que en el siglo XVIII la Iglesia era el aliado del feudalismo
antihistórico. En nuestros días no oculta su condición de defensora de todos los
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
225
privilegios que quedan aún en pie en nuestro mundo convulsionado y en particular de
aquellos intereses que se enfrentan al proletariado. Es hoy aliado y socio de la Casa
Morgan aquel mismo Papado que en el siglo XV intentó impedir en España la
expedición de Cristóbal Colón. Los teólogos veían en esa grandiosa aventura
marítima un atentado contra las Sagradas Escrituras. No debe olvidarse, por otra
parle, que el poderoso movimiento de la Reforma luterana iniciado en Alemania en
1517 por Martín Lutero se originaba precisamente como protesta contra la venta de
indulgencias: la Iglesia Romana se había convertido en el más grande mercader de
Europa, otorgando su perdón a los pecados cometidos por sus fieles mediante el pago
de ciertas sumas de dinero.
El luteranismo expresaba el ascenso de la burguesía a la escena histórica. La venta
de indulgencias no era sino un signo de la profunda corrupción del Papado. En cada
gran acontecimiento de la historia moderna veremos aparecer a la Iglesia en el campo
de la reacción mundial. Si los diarios de Europa volvieran la mirada hacia atrás,
verían que los sucesos argentinos no hacen sino plantear la vieja pugna entre la
Internacional Negra sobrevivida y un joven Pueblo que aspira a conquistar su más
plena soberanía. La extirpación de la influencia clerical en la Argentina corona
ideológicamente las grandes conquistas de su revolución.
ROCA Y LA UNIDAD ARGENTINA
Los europeos, sumidos en su propia crisis (y ésta es de naturaleza mortal) no
comprenden qué ocurre en la Argentina. Pero se trata de una confusión explicable.
Las revoluciones, en general, no son fáciles de comprender por sus enemigos, ni aun
por sus presuntos amigos. Vistas de cerca, sólo se desprenden de ellas sus elementos
anecdóticos, severos, secundarios, que sus adversarios destacan para intentar
invalidarlas en su conjunto. Contempladas desde lejos, en circunstancias distintas y
sujeto el espectador a la presión de intereses diferentes, adquieren un rostro que en
rigor no les pertenece. Pero cuando un proceso revolucionario como el de la Argentina se desenvuelve en lucha sucesiva contra los grandes poderes de la tierra, cuando
el imperialismo se ha visto obligado a retroceder y su clase obrera a afirmarse
orgullosamente como la principal fuerza que la sustenta y cuando el Papado lanza su
226
JORGE ABELARDO RAMOS
ofensiva sobre ella, es preciso reconocer este hecho: la Unión Democrática se ha
reconstituido; el imperialismo ha forjado nuevamente su unión sagrada con sus
agentes nativos; a éstos se suman hoy las fuerzas clericales. Estamos, en consecuencia, en presencia de un clima político similar al de aquella contrarrevolución
del 90 que núcleo en la ciudad de Buenos Aires a los elementos mitristas, porteñistas,
católicos y "democráticos", en su lucha contra el gran enemigo de esa época: el
general Roca, constructor de la unidad argentina y adversario de la prepotencia
clerical.
Según se recuerda, la asonada del 90 fue la reacción clerical-mitrista contra la
revolución del 80, que devolvió la capital histórica del Plata al conjunto del país. La
ciudad porteña, con su puerto y su aduana, habían quedado como patrimonio
exclusivo de la provincia de Buenos Aires desde la Revolución de Mayo. Las
provincias interiores, que eran las más ricas en la época colonial, pasaron luego a ser
las más pobres, ahogadas doblemente por el monopolio portuario de Buenos Aires y
por la invasión de las mercaderías europeas, que destruyeron las industrias
regionales. Roca, representando al ejército nacional (que había acogido en sus filas a
los descendientes de las montoneras federales democráticas del interior) encarnó las
aspiraciones de las provincias mediterráneas a recibir los beneficios de los ingresos
aduaneros. Así federalizó Buenos Aires, ante la oposición de los importantes núcleos
porteños ligados a la burguesía comercial, socia del capital europeo. El federalismo
democrático que en su hora representó el roquismo, estaba estrechamente ligado con
un genuino liberalismo revolucionario, que no puede ser confundido en modo alguno
con el hipócrita liberalismo cipayo surgido en la Argentina a partir de Quintana y que
encuentra su más funesta culminación en el curso de la "década infame".
La implantación del matrimonio civil, la secularización de los cementerios y la
organización de la escuela laica fueron las grandes medidas que al modernizar el
país, atrajeron sobre Roca y Juárez Celman el odio mancomunado de la "Unión
Democrática" de su tiempo. Pero en esta hora es el imperialismo y las fuerzas que a
él responden dentro del país, el gran factor coagulante.
Si es cierto que el bajo clero participo activamente en las luchas por la
independencia de América, lo hizo desobedeciendo al Papado reaccionario, que
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
227
profesaba un santo horror por todas las revoluciones, en su calidad de guardián
inconmovible del viejo orden. Alrededor de la Iglesia se agrupan hoy todas las
fuerzas de la contrarrevolución, desde los radicales a los comunistas. La Argentina
vive un momento decisivo y no juega solamente su presente sino también su
porvenir. Examinar sus precedentes históricos a partir de Roca, será educar a la
nueva generación para las luchas del presente. Quien no sepa defender las conquistas
adquiridas no sabrá emprender otras nuevas.
EL PATRONATO, DERECHO INHERENTE
A LA SOBERANÍA
Los revolucionarios de Mayo no sólo levantaron la gran bandera de la unidad
nacional de América Hispánica. Si San Martín y Bolívar defendieron esa divisa con
las armas, llevaban con sus ejércitos la voluntad de sacudir al mismo tiempo la
influencia reaccionaria y falaz del Borbón y de la España negra sostenida por el
Papado. Jamás discutióse el derecho a profesar la religión católica, que era en esa
época la religión dominante en el continente. Pero las creencias religiosas no estaban
en debate, ni ayer ni hoy: cuestionábase, en cambio, la intromisión en el orden
temporal que practicaba la corte vaticana en los asuntos internos de los Estados
nacionales. La tendencia encabezada por Mariano Moreno impuso para el gobierno
nacido en 1810 lo que se llamó el Patronato argentino sobre la Iglesia. De este modo,
el gobierno nacional controlaba al clero y lo sostenía en su presupuesto, quebrando
así la centralización política mundial ejercida por Roma. La Asamblea revolucionaria
del año 13 consagró este principio y muchos sacerdotes lo votaron, costándoles ese
gesto su ruptura con la jerarquía eclesiástica extranjera. Era inadmisible que los
Papas —en su doble condición de Reyes de Roma y de jefes de la Iglesia, tuvieran
una potestad decisiva en la Iglesia argentina. El propio Juan Manuel de Rosas,
largamente acusado de ser la expresión de la "reacción católica", no vaciló en
expulsar a los jesuitas del país por su actividad antinacional. Conviene evocar
también en su caso la reafirmación del derecho argentino a ejercer el Patronato,
sostenido por Rosas con el asesoramiento jurídico de Dalmacio Vélez Sarsfield. El
gobierno eclesiástico se transmitió de la persona real española al pueblo de América,
228
JORGE ABELARDO RAMOS
que asumía en el proceso revolucionario su soberanía, heredando todos los derechos
antiguos de la monarquía de España. La Constitución de 1853 ratificó esa tradición.
Pero a mediados del siglo XIX, cuando la Constitución nacía, la casi totalidad del
pueblo argentino profesaba la fe católica y el predominio del clero era enorme. El
control del Estado se revelaba indispensable para balancear ese otro poder de
especial naturaleza. El posterior proceso inmigratorio, la evolución de las ideas
modernas y los trabajos de un siglo se encargaron de demostrar en nuestros días que
el régimen del Patronato toca a su fin y que lejos de constituir una suerte de control
de la Iglesia por el Estado se había convertido en un sistema de influencia clerical en
el Estado y, a través de él, de todo el Pueblo argentino. La separación de la Iglesia
del Estado aparece como la medida necesaria para la reconquista de la más plena
soberanía.
Argúyese actualmente mucho sobre el problema de las propiedades eclesiásticas.
Rememórase la expropiación de Rivadavia. Traeremos al debate el irrefutable
testimonio de uno de los más célebres juristas argentinos. Vélez Sarsfield escribía
hace ya más de cien años: "El Concilio General de Trento, que se celebró después de
la Bula del patronato, declaró que éste pertenecía al que fundara o dotara las Iglesias.
Tienen, pues, los gobiernos de América un título propio para ejercerlo. Los templos
fueron erigidos con fondos de los pueblos del Nuevo Mundo. Las iglesias catedrales
fueron dotadas con impuestos que sólo debían levantarse en América y son hasta
ahora sostenidas por los gobiernos del territorio. El suelo es suyo; nada hay del
Pontífice ni del Rey de España; ni los templos ni las rentas que se destinan al culto
pertenecen a él ni a la corte romana".
La cuestión de los bienes eclesiásticos, acrecidos durante un siglo y medio con
exenciones de impuestos nacionales, provinciales y municipales, que alcanzan hoy a
cifras astronómicas, debe decidirla el pueblo mismo, de cuyos bolsillos salieron ayer
y hoy, los fondos requeridos. La liquidación del régimen del Patronato abrirá un
nuevo e importante capítulo de la moderna historia argentina.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
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AVELLANEDA PRESIDENTE: EL INTERIOR
TRIUNFA SOBRE BUENOS AIRES
El debate sobre política religiosa planteado por las reformas del general Roca en
su primera presidencia (1880-1886) adquirió gran vuelo. Resulta significativo que
esa lucha se entablara precisamente a partir de la federalización de la ciudad de
Buenos Aires. La presidencia de Mitre había representado los intereses de la
burguesía comercial porteña y portuaria. Sus intervenciones a las provincias
interiores (frente a la capitulación política de Urquiza) abrieron una era de guerras
civiles que se prolongó virtualmente hasta 1880. Fue el ciclo del exterminio de los
caudillos y del ingreso global del capital extranjero en la economía de un país
devastado. Las autonomías provinciales eran allanadas bajo el peso de las tropas
encabezadas por generales uruguayos, partidarios del partido Colorado de la vecina
orilla, partido europeizante, similar al mitrista. Luego las provincias reaccionaron y
pudieron obtener para el período presidencial siguiente un candidato de transacción
entre Buenos Aires y el interior. Sarmiento encarnó ese compromiso y su ministro
Avellaneda unió su nombre a la propagación de la educación pública y a la
modernización cultural del país. Ministro de Sarmiento, el tucumano Avellaneda fue
proclamado más tarde candidato a presidente por la juventud estudiantil y liberal de
Córdoba, la vieja ciudad católica en la que ya soplaban los vientos nuevos. El triunfo
de Avellaneda fue el triunfo de las provincias empobrecidas del interior argentino
frente a la opulenta Buenos Aires, dueña única del puerto, de las aduanas y del
crédito público (pertenecientes en verdad a toda la República y no a una sola ciudad).
La estirpe católica de Avellaneda no excluía su liberalismo revolucionario, opuesto
vigorosamente a la reacción ultramontana. Pero Avellaneda era un civil, que como
presidente de la República vivía en Buenos Aires en calidad de "huésped" de la
provincia bonaerense, monstruo enriquecido que despreciaba a los "trece ranchos" de
la Argentina provinciana. La muerte de Alsina, ministro de Guerra de Avellaneda,
abrió el camino para la sucesión presidencial al general Roca, representante a la vez
del ejército nacional y de las provincias misérrimas. De una manera totalmente natural el país entero, incluso los viejos sectores federales de la provincia de Buenos
Aires, vieron en Roca al hombre que los personificaba. El otro candidato era Carlos
230
JORGE ABELARDO RAMOS
Tejedor, gobernador de la provincia de Buenos Aires, viejo unitario emigrado,
poseído del orgullo localista y asentado sobre la inmensa fuerza económica y política
de la Provincia-Metrópoli, como la llamó Alberdi.
La lucha electoral entre Tejedor (apoyado por el mitrismo porteño) y Roca, se
transformó en una lucha alrededor del destino ulterior de la ciudad de Buenos Aires.
Se trataba de saber si una sola provincia del país podía reservar para sí la rica capital
y su aduana —propiedad de los esfuerzos y sacrificios de toda la República— o si
esta capital debía federalizarse para servir con sus recursos al desarrollo de todo el
pueblo argentino. La federalización de Buenos Aires costó una guerra civil; no fue
sino una ley nacida del entrechocar ele las armas. Tres mil muertos demostraron el
carácter antinacional de la oligarquía bonaerense, aliada al mitrismo europeizante.
LA IGLESIA CATÓLICA: EJE DE TODAS LAS CONTRARREVOLUCIONES
El análisis de la historia enseña, entre otras cosas, que las luchas políticas
esconden intereses económicos y que los conflictos entre la Iglesia y el Estado han
ocultado siempre conflictos políticos y sociales. El odio orgánico que la Internacional Negra demuestra hacia las conquistas revolucionarias del Pueblo argentino
y su gobierno, no es sino el pretexto para reordenar el dispositivo de las fuerzas
antinacionales que pretenden cortar el paso a la Revolución democrática de este país.
Cuando el desarrollo histórico de Gran Bretaña se opuso a la supervivencia del
feudalismo (apoyado por la Iglesia Católica) la lucha entablada adquirió la apariencia
de una lucha religiosa. Un notable historiador contemporáneo ha escrito a este
respecto: "A mediados del Siglo XVII la Revolución burguesa en Inglaterra se
desarrolló bajo el manto de una Reforma religiosa. La lucha por el derecho de rogar
con determinados devocionarios se identificó a la lucha llevada contra el rey, la
aristocracia y los príncipes de la Iglesia y de Roma. Los presbiterianos y puritanos
estaban profundamente persuadidos de haber colocado sus intereses bajo la inquebrantable égida de la Providencia Divina. Los fines por los cuales combatían las
nuevas clases se confundían indisolublemente en su mentalidad con los textos de la
Biblia y con ritos eclesiásticos. Aquellos que emigraron más allá del mar llevaron
con ellos esta tradición confirmada en la sangre". Y agrega: "De ahí la excepcional
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
231
vitalidad de las interpretaciones del cristianismo dada por los anglo-sajones.
Nosotros vemos aún hoy a ministros «socialistas» de Gran Bretaña fundar su
cobardía sobre los textos mágicos en los cuales las gentes del siglo XVII buscaban la
justificación de su bravura". (1)
Si en el siglo XVII la lucha por la modernización de un país podía realizarse a
través de una disidencia religiosa, el siglo XX no requiere ya sino la utilización del
lenguaje que le es propio, es decir, el lenguaje laico, que hablaba claramente de los
medios y los fines por los cuales la clase trabajadora argentina combate.
Pero ocurre, como tantas veces en el pasado, que los esfuerzos de la
contrarrevolución encuentran en la Iglesia, ávida de poder temporal, la justificación
para fusionarse en un amplio frente. El imperialismo domina este reagrupamiento.
Como en los tiempos de Avellaneda y de Roca, la grey de descreídos, católicos
ultramontanos y agentes de lejanas metrópolis han sellado su pacto. Todos ellos
saben de qué se trata. No es solamente impedir que el Estado argentino practique su
plena soberanía en el fuero eclesiástico, sino barrer con el propio régimen
revolucionario y con todas sus conquistas.
Pero retomemos los precedentes que iluminarán a viva luz los acontecimientos
actuales. Decíamos que la generación del 80 nucleada alrededor de la figura del
General Roca había consumado no sólo la federalización de la ciudad de Buenos
Aires, sino también la modernización del espíritu público y de las fuerzas
económicas dormidas. En aquella época, la ciudad de Buenos Aires estaba
virtualmente en manos del comercio extranjero y de la burguesía comercial a él
ligada. A pesar de la política vacilante de Avellaneda, trabado en su obra por la
hostilidad de la ciudad de Buenos Aires (en la cual residía el poder nacional sin tener
potestad sobre ella), el presidente provinciano ya había comenzado a herir los
intereses eclesiásticos. Estos intereses estaban fundidos con el atraso cultural y
económico del país. El problema de la educación pública para Avellaneda significaba
(1) De "Historia de la Revolución Rusa", por León Trotsky, tomo I, Editorial Indoamérica, Buenos
Aires, 1954.
232
JORGE ABELARDO RAMOS
ante todo infundir un nuevo espíritu en la juventud del interior, que no tenía otras
posibilidades de conocimiento que los que impartían las universidades dominadas
por los clericales. De ahí que contratara en Europa hombres de ciencia para la
Universidad de Córdoba, foco de la reacción ultramontana. La adquisición de
aparatos científicos necesarios para enseñar técnicas ligadas al desarrollo económico
del país en las aulas consagradas hasta ese entonces a las discusiones escolásticas,
había levantado una áspera polémica en los claustros de la Casa de Trejo. El rector
de la Universidad, don Manuel Lucero, fue calificado por la reacción clerical de la
provincia como un nuevo "Lutero".
Examinaremos mañana cómo se unieron —a la manera de nuestros días— la
reacción clerical y el mitrismo escéptico.
LA MASONERÍA Y LA IGLESIA COINCIDEN FRENTE A LA
FEDERALIZACION DE BUENOS AIRES
El país conocía la decisión de Avellaneda de federalizar la ciudad de Buenos
Aires. Por eso la reacción clerical en Córdoba y en otras provincias se ligaba a las
tentativas de la oligarquía bonaerense y de la burguesía comercial mitrista para
impedir esa medida. El mitrismo ateo y masónico encontraba un aliado en su lucha
contra una política genuinamente nacional, en la Iglesia católica. Eran los intereses
fundamentales del capital extranjero que pugnaba por mantener el atraso argentino,
los que fundían así en un solo frente a incrédulos y devotos. Resultaba evidente que
la máscara religiosa de esa lucha amparaba intereses más específicos.
Ramón Cárcano escribía mucho más tarde en sus memorias palabras
esclarecedoras: "El grupo metropolitano partidario de Tejedor era reducido por su
número, pero importante por su distinción e influencia. Se apoya en el clero y
estimula su acción". Recuérdese que Tejedor, que iba a ser gobernador de la
provincia de Buenos Aires, estaba apoyado por Mitre. Y agregaba: "No proclaman
candidato a la presidencia pero atacan al gobierno que sostiene la candidatura Roca...
Saben que no triunfarán en el comicio y propician la revolución coordinada con
Buenos Aires".
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
233
Es decir, que el clero de Córdoba se aliaba con los mitristas porteños para cortar
el paso a la candidatura de Roca, el jefe más prestigioso del ejército, apoyado por las
provincias mediterráneas y por sus caudillos federales aniquilados por el mitrismo
nacional.
Para imaginar la atmósfera espiritual de Córdoba en esa época sólo diremos que
veintidós años después de la Revolución de Mayo, su Universidad, dominada por el
clero, prohibía el ingreso a aquellos estudiantes "que no hubieran acreditado la
pureza de su linaje". Sólo en 1852 se declararía abolida esta restricción. Pero cuando
ya iba a circular el primer ferrocarril argentino, esa misma universidad expulsaba a
un osado estudiante por haber sido sorprendido leyendo una obra de Renán.
Sarmiento escribía que Córdoba era "una vasta asociación conventual que con los
laicos, abogados, hacendados y demás vecinos, forman el régimen interno compacto
y más sólido que el municipal, muy debilitado en Córdoba, donde fue tan poderosa
antes y sólo comparable con aquellas asociaciones misteriosas y secretas de los
indios del norte". Pero en esa misma Córdoba había surgido una poderosa corriente
de liberalismo nacionalista agrupado en torno a la persona de Juárez Celman, cuñado
de Roca y cuya verdadera significación ha sido desfigurada durante los últimos
sesenta años. Esa juventud liberal actuaba en Córdoba, llamada la Roma de América,
y luchó ardientemente por la secularización de la sociedad argentina, apoyada sin
titubeos por los mejores representantes de la nueva generación de las provincias interiores que habían encontrado en el general Roca su jefe natural. Debe tenerse
presente que cuando Roca llegó a la presidencia de la República sólo contaba con
treinta y siete años, la misma edad con que había conquistado el poder su comprovinciano Nicolás Avellaneda.
La gloriosa y calumniada figura de Juan Bautista Alberdi presentaba su apoyo
moral e intelectual a la formidable tentativa de los pueblos provincianos por rescatar
la capital histórica. Estaban junto a Roca y a Juárez no sólo Alberdi, sino también
Olegario Andrade, compañero de estudios de Roca en el Colegio de Concepción del
Uruguay fundado por Urquiza; Eduardo Wilde y los grandes representantes de la
generación anterior que, como Carlos Guido Spano, Rafael Hernández y José
Hernández (el cantor de nuestra epopeya nacional) habían combatido con todas las
armas la política estranguladora de la oligarquía porteña. El triunfo del 80 fue la
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JORGE ABELARDO RAMOS
victoria de todo el Pueblo argentino contra el viejo reducto del localismo porteño. El
clero, como siempre, estaba del otro lado de la barricada.
EL GENERAL ROCA DEVUELVE AL PAÍS
SU CAPITAL HISTÓRICA
El viejo pleito entre Buenos Aires y las provincias debía resolverse
dramáticamente en 1880. El general Roca escribiría en 1885 durante su primera
presidencia: "El foco del sentimiento nacional se encuentra en Córdoba. Todavía no
se ha podido arraigar en Buenos Aires, donde los argentinos son una minoría y los
intereses extranjeros predominan". Lo que continuaba siendo una verdad en 1885 era
una evidencia insoslayable en 1880. El gobernador Tejedor, apoyado por el clero y
por el localismo porteño mitrista, rehusaba reconocer el triunfo electoral aplastante
de Roca, apoyado por las trece provincias interiores. Dueño absoluto de la ciudad de
Buenos Aires, Tejedor tenía virtualmente prisionero en ella al presidente de la
República, Nicolás Avellaneda. No sólo se decidía la presidencia de la República en
esa pugna electoral sino sobre todo el destino de la ciudad de Buenos Aires.
Tejedor creó rápidamente batallones provinciales, desembarcó ostensiblemente
armas en la Boca y los hizo desfilar por la ciudad ante las aclamaciones de la
multitud. El tribuno católico Pedro Goyena afirmaba en un discurso que era preciso
detener la marcha de los "bárbaros del norte", es decir de los provincianos que
avanzaban apoyados por el Pueblo argentino para reconquistar su capital. Más de
medio siglo antes, el doctor Agüero, diputado por Buenos Aires, declaraba en el
Congreso Constituyente de 1825: "Apresurémonos los porteños naturalmente a
devolver a las provincias lo que les pertenece, antes que vengan a pedírnoslo con las
armas en la mano".
De eso se trataba, precisamente, en 1880. Las debilidades y condescendencias de
Avellaneda hacia la oligarquía porteña amenazaba conducir a un compromiso que no
solamente habría arrebatado de manos de Roca el bastón presidencial sino que
hubiera demorado indefinidamente la solución del problema histórico argentino.
Pero las provincias habían movilizado 40.000 hombres para apoyar la victoria
legal de Roca. Avellaneda, frente a la movilización de Tejedor, abandonó la ciudad
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
235
de Buenos Aires e instaló la sede de su gobierno en el Barrio de Belgrano, adonde se
trasladó la mayoría del Congreso Nacional, menos la minoría mitrista, que quedóse
en la ciudad para testimoniar así su apoyo a Tejedor y su desconocimiento de la autoridad nacional.
Días antes de la derrota de la oligarquía porteña, el diario "El Nacional" publicaba
la siguiente noticia: "Un comerciante español, jefe de una fuerte casa introductora,
propondrá se nombre una comisión de doscientos extranjeros que fletará por su
cuenta un vapor y se trasladará a Rosario para pedir la renuncia de su candidatura.
Formarán parte de esta comisión comerciantes de todas las nacionalidades". Como se
ve, una formidable presión se ejercía para impedir que las fuerzas nacionales llegaran
al gobierno. Roca comentó significativamente la noticia: "Ahora son los
comerciantes extranjeros los que van a arreglar el país". Una atmósfera de guerra
civil se respiraba en todos partes. En esos momentos Avellaneda pronunció un
discurso desde la Casa de Gobierno haciendo una suprema tentativa para encontrar
una solución pacífica: "Habrá paz en la República —decía—, lo he afirmado en otras
ocasiones, porque creo firmemente que el poder del gobierno podrá sobre la anarquía
y que nada hay dentro de la Nación superior a la Nación misma". Este mismo
principio se pondría en juego dos años más tarde al plantearse la ofensiva clerical
contra la potestad del Estado argentino.
El destino de la capital argentina ya no podrá resolverse sino a través de las
armas. Tejedor confiaba orgullosamente en el apoyo porteño y en el poderío
económico de la Provincia-Metrópoli. ¡Qué podrían los "trece ranchos" pelados del
interior contra la omnipotente Buenos Aires, su aduana, sus tenderos y sus doctores!
El viejo unitario emigrado —que no había aprendido ni olvidado nada— era en ese
momento gobernador de la provincia de Buenos Aires. Así pudo jactarse
públicamente: "Tengo sobrados elementos para reproducir otro Pavón". Recordará el
lector que Pavón fue la batalla que los provincianos ganaron y Urquiza entregó en
bandeja de plata a su desorientado adversario, Mitre, cuando el caudillo entrerriano
renuncia definitivamente a la lucha por organizar el país con el concurso de los
pueblos provincianos. Pese a su superioridad numérica, a sus capaces oficiales y a su
ardor, las tropas nacionales dejaron el campo libre al mitrismo porteño, en virtud de
la defección de Urquiza. Por esa razón quedó en manos de Mitre la suerte de las
236
JORGE ABELARDO RAMOS
provincias interiores. Veinte años después Tejedor suponía posible aplastar por
segunda vez la demanda nacional, expresada en la candidatura de Roca. Pero la
Armada y el Ejército apoyaban a éste y aun prominentes políticos democráticos de
Buenos Aires, como Dardo Rocha, volcaban sus fuerzas en apoyo de la tendencia
nacional. Dirigiendo el gobierno desde el barrio de Belgrano, Avellaneda dejó el
manejo militar de la causa nacional a los generales, que respondían, como todo el
ejército, a Roca. Sangrientos combates se libraron en las márgenes del río Lujan, en
Puente Alsina y en lo que hoy es el Parque de los Patricios. También hubo combates
en Mercedes, Barracas y Corrales. Intervinieron en ellos combatientes de todas las
provincias argentinas, según resalta de la correspondencia de Roca y Juárez Celman,
atestiguando el carácter verdaderamente nacional de ese último gran episodio de
nuestras guerras civiles.
La derrota del localismo porteño fue aplastante. Tejedor entabló negociaciones de
paz. Su renuncia no se hizo esperar. Fue dictada en seguida la disolución de la
Legislatura de la provincia de Buenos Aires.
El 12 de octubre de 1880 ascendía Roca a la presidencia de la República. Lo
acompañaba un gran elenco, que Roca definió como "cinco presidentes y un
timonel". Entre ellos, Bernardo de Irigoyen y Benjamín Victorica, uno de antecedentes federales y el otro hombre del Paraná en tiempos de la Confederación
urquicista. También fue su ministro Manuel Dídimo Pizarro, prominente católico de
Córdoba, que habría de renunciar cuando el clero levantó abiertamente su estandarte
de guerra ante las reformas modernas del roquismo. Junto a Roca y enfrentando a
Mitre, están también Alberdi y Sarmiento, que en esa oportunidad decisiva pone su
nombre y su pluma al servicio del movimiento nacional. El autor de "Recuerdos de
Provincia", antiguo aliado de Mitre y hombre de transición entre Buenos Aires y el
interior, acababa de pronunciar su definición en la contienda: "Era necesaria ahogar
para siempre el desprecio de la ley que nos impide constituir una República".
Nombrado Superintendente de Escuelas por Roca, Sarmiento libra las primeras batallas contra la reacción clerical en el Consejo de Educación, teniendo como
adversario a Miguel Navarro Viola, hombre del grupo católico encabezado por José
Manuel Estrada. El espíritu del nacionalismo laico puesto de manifiesto por Juárez
Celman como gobernador de Córdoba y por Roca desde el gobierno nacional,
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
237
desencadena una violenta campaña del clericalismo que intenta conservar en la vida
pública y en la enseñanza privilegios incompatibles con el desarrollo de un país
moderno. La violencia del debate envuelve a todos sus protagonistas y en rigor crea
la atmósfera para unir a todos los elementos antinacionales en la contrarrevolución
del 90. No será ocioso que los argentinos de nuestros días arrojen una mirada a
aquella lucha.
EDUARDO WILDE, REPRESENTANTE EMINENTE DE
LA BURGUESÍA INTELECTUAL DEL INTERIOR
Juárez Celman gobernaba Córdoba, centro político del país y tradicional reducto
del pensamiento teológico. Roca, federalizada Buenos Aires por imposición
nacional, actuaba ya con todos los recursos de la ciudad-puerto. La modernización
técnica y económica del país adquirió un formidable impulso, que hubo de hacerse
en las condiciones legadas por la historia, es decir, mientras el imperialismo afirmaba
sus posiciones claves en la vida argentina. Pero las reformas y empresas lanzadas por
el roquismo debían tropezar con la oposición clerical precisamente porque se trataba
de transformar en un sentido nuevo el viejo orden de cosas. En Córdoba, por
ejemplo, los diarios y la opinión clerical antijuarista, criticaban acerbamente la
creación de parques y jardines, el alumbrado público, las medidas de higiene urbana
que para prevenir epidemias adoptaba Juárez Celman. Los argumentos más
retardatarios eran esgrimidos por la reacción ultramontana en su afán de desprestigiar
o ridiculizar a esa joven generación de gobernantes. Más adelante narraremos la
odisea que debieron sufrir los constructores del Dique San Roque, obra impulsada
por Juárez Celman y que fue señalada como una catástrofe para la capital de la
provincia. Se dijo en esos días que el dique estaba mal construido y que era
inminente un derrumbe. Rivero Astengo señalaba a este respecto la consulta que
Felipe IV hizo a una comisión de teólogos acerca de su propósito de canalizar el río
Manzanares y el Tajo. "Majestad —respondieron los teólogos—, si Dios hubiera
querido que ambos ríos fueran navegables, con un solo «fiat» lo hubiera realizado.
Sería atentatorio a los designios de la Divina Providencia mejorar lo que ella, por
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JORGE ABELARDO RAMOS
motivos inescrutables, ha querido que quedase imperfecto". Juárez Celman no
participaba de este criterio teologal y esa es la razón de que su nombre haya sido
execrado en la historia contemporánea argentina: por reformador liberal lo
anatematizó la Iglesia y por provinciano, el mitrismo porteño. Lo mismo y con
mayores razones puede decirse del general Roca, a quien los verdaderos lacayos de
la oligarquía designan como al "jefe de la oligarquía". Los hombres que iniciaron la
revolución del 80, pese a sus diferencias, coincidían con el propósito de construir un
gran país. El imperialismo ahogó esa poderosa tendencia nacional y desfiguró en la
esfera de la interpretación histórica su real significación. Para comprender la
atmósfera intelectual de aquellos días, citaremos algunas palabras de una carta de
Eduardo Wilde, que fuera ministro de Instrucción Pública de Roca y campeón de la
enseñanza laica: "Aquello era un continuo rebatir de opiniones, prestigios e ideas.
Sólo en una cosa coincidíamos todos: en ser ultraliberales y revolucionarios en arte y
en política. Era necesario reformar creencias, instituir el socialismo, pero el
socialismo liberal, inteligente, ilustrado; reorganizar la República; aún más: América,
y hacer de toda ésta una gran nación". De este modo se expresaban en aquella época
los representantes de la burguesía intelectual del interior, que habían conquistado la
capital de Buenos Aires para forjar un gran Estado moderno. El carácter melancólico
de su derrumbe ulterior pertenece a otro capítulo de nuestra historia inmediata. ¡El
clericalismo ultramontano debía odiar profundamente a hombres semejantes!
UN ESTADO DENTRO DEL ESTADO
Mientras Roca comenzaba a reajustar la maquinaria del Estado desde la
Presidencia, Juárez Celman hacía lo propio en la Córdoba conventual. La Iglesia se
levantó en el acto, negando al gobernador de la provincia su intervención en los
problemas de la enseñanza pública, privativos, sin embargo, de la autoridad civil. Las
cosas presagiaban tormenta. Ya a principios de 1880, Viso escribía desde Buenos
Aires a Juárez: "Va a ésa el Nuncio Mattera a arreglar las cosas. Es un hombre de
mundo y de esos pájaros italianos que vuelan. Lo acompaña nuestro amigo Lugones,
el clérigo, hombre que puede ser muy útil al Nuncio. Trate usted de ponerse en el
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
239
acto en relación con el Nuncio". Como se ve, la política de Roca tendía a evitar
conflictos innecesarios, salvaguardando todos los derechos estatales en la materia.
Pero todo fue inútil, pues los clericales no se resignaban a perder una influencia que
había llegado a ser excesiva y que era incompatible con el desarrollo cultural y
político del país. La lucha se reveló inevitable, además, pues desde todos los pulpitos
del país se invitaba a la población a desobedecer las leyes y las disposiciones
gubernamentales. Se trataba, al fin de cuentas, de saber si podían tolerarse en la
Argentina otras leyes que no fuesen las dictadas por los representantes del Pueblo o
si debía coexistir un Estado dentro del otro Estado. El ministro de Roca, Pizarro,
renunció a su puesto, atraído por la vocinglería clerical. Eduardo Wilde lo reemplazó,
indicándose así a la curia que las palabras de Avellaneda "Nada hay dentro de la
Nación superior a la Nación misma", también podían aplicarse en esta esfera.
En Córdoba aparecía un diario llamado "La Prensa Católica", dirigido por el
presbítero Luis Fernando Falorni, que sostenía una acre campaña contra Juárez
Celman y Roca. Esta campaña adquirió caracteres subversivos cuando el gobierno
provincial creó el Registro Civil, secularizó los cementerios y practicó todas esas
innovaciones que darían un carácter laico y moderno a la vida argentina. Otro
periódico cordobés, dirigido por Miguel Ángel García, escribía por esos días:
"Córdoba se encamina hacia el liberalismo irracional y hereje: el materialismo tiene
fija su cátedra y el pueblo y la sociedad cierran las puertas de la libertad y de la
justicia". En estas propias palabras se cifraba la autocondena del denunciante.
Cuando todavía Pizarro era ministro de Justicia e Instrucción Pública, debió
intervenir ante el Obispo de Córdoba, fijando la posición legítima del Estado ante el
problema en debate. Las autoridades eclesiásticas deseaban nombrar por sí mismas a
los profesores de Teología en la Universidad. El ministro Pizarro, a pesar de ser
católico, telegrafió al Obispo: "Llamo la atención de S. I. al artículo 86, inciso 10 de
la Constitución Nacional. Los seminarios son costeados por la Nación y el gobierno
provee a la instrucción de ellos. No se trata de seminarios costeados por la Iglesia
exclusivamente, sino por el Tesoro Nacional y servidos por profesores rentados por
éste".
Estas advertencias no condujeron a nada. La crisis fue alcanzando un carácter
cada vez más agudo. El gobierno nacional adoptó entonces enérgicas medidas que se
240
JORGE ABELARDO RAMOS
emparentaban históricamente con los recursos de autodefensa utilizados por todos los
Estados del mundo en las luchas clásicas con el Papado.
EL LLANTO POR LA LIBERTAD: VIEJO
RECURSO DE LA REACCIÓN
Todas las fuerzas oscurantistas centraron su fuego contra el gobierno de Juárez
Celman en Córdoba. Uníanse entonces los clericales y los mitristas porteños, que no
se resignaban a la idea de que la capital histórica pertenecía definitivamente a la
Nación. El propio general Roca señalaba a Juárez en una carta la supervivencia del
espíritu localista de Buenos Aires frente a cualquier medida progresista del gobierno,
Decía Roca: "Hay aquí reputaciones inmaculadas que se creen con derecho a todo.
Pedro Goyena, por ejemplo, se imagina que puede insultar a todo el mundo a
mansalva... A cada paso y aunque se hable de las cosas más inocentes, se invocan
con tono patético y ademán solemne, las libertades de Buenos Aires, los derechos de
Buenos Aires, la magnitud de Buenos Aires al ceder su capital y permitir que los
«bárbaros del norte» vivan confundidos con sus hijos". Y agregaba, insistiendo sobre
el político católico: "Ayer Goyena, el lenguaraz de la familia, el orador más sesudo,
según sus hermanos, y ni un punto menos que Demóstenes, Cicerón y Mirabeau,
según el círculo de sus amigos, ha hablado en la Cámara, durante una hora, con el
tono de "La Patria Argentina" de los Gutiérrez, impugnando el despacho de la
mayoría de la Comisión sobre Ley de Municipalidad. ¡Los bárbaros del norte, la ley
federal jurada, el cautiverio de Buenos Aires, etc., todo ha salido a relucir!"
El odio profundo que sus reformas liberales le granjearan, no alcanzaría
solamente a Juárez Celman, lapidado en nuestra historia contemporánea, sino
también a sus colaboradores. Dos años después de la contrarrevolución del 90, que
abatió a Juárez (aunque no pudo liquidar al roquismo) los constructores y contratistas
del Dique San Roque eran despiadadamente perseguidos y encarcelados. Carlos
Cassaffousth, uno de esos técnicos, escribía a Juárez Celman en 1892: "He resuelto
salir de Córdoba tan pronto termine la cuestión judicial que ha iniciado el gobierno,
por haberse cometido el delito de llevar a cabo estas obras, en las que él no ha
tomado parte. Es estar expuesto a ser encarcelado por haber trabajado en obras de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
241
riesgo, es un colmo que demuestra el salvajismo más brutal... Con la administración
de este hombre (tratábase de Pizarro, gobernador católico de la provincia) Córdoba
retrocede al tiempo en que apedreaba a los miembros de la Academia de Ciencias por
«masones». Es indudable que la ejecución de las obras de riesgo ha sido prematura
para la mayoría de Córdoba, pero ya está cometido el «gran crimen», como se le
llama".
Don Juan Bialet, asimismo constructor del Dique San Roque y uno de los grandes
técnicos y civilizadores de esa época, escribía indignado a Juárez Celman: "Le
escribo desde el Departamento de Policía, donde estoy preso por el crimen de haber
construido el dique. Con la frente alta y dispuesto a sufrir las consecuencias de haber
emprendido y llevado a cabo esa obra, le garantiza por mi honor que el dique es
bueno y está bien a pesar de algunos desperfectos causados por el abandono, la
incuria y la imprudencia con que se han tratado estas obras". Juárez Celman, como
simple ciudadano, telegrafió al juez ofreciendo la garantía de sus bienes para obtener
la excarcelación de los detenidos. Pero la aversión clerical hacia el progreso técnico
representado por los mejores hombres de la generación del 80 no transigió. Había
que derribar el prestigio de los hombres del Dique y de los constructores de la unidad
argentina. El dique permaneció en pie hasta hoy, pese a los sombríos vaticinios del
clericalismo. También permanece erguido el espíritu laico, democrático y
revolucionario de la Nación. Apoyado por la poderosa clase obrera argentina de
nuestro país, heredero directo de las mejores tradiciones, ese espíritu es y será
indestructible.
EL DEBATE EN TORNO A LA CUESTIÓN RELIGIOSA
FORTALECIÓ A ROCA
El punto culminante del conflicto suscitado por la Iglesia romana al Estado
argentino planteóse en 1884. El católico Pizarro pronunciaba el 7 de junio un
discurso en el Senado. Denunciaba en esa oportunidad las tendencias "autocráticas"
del Poder Ejecutivo Nacional, que "ha llegado a suprimir el régimen federativo de
nuestros pueblos". Los clérigos tenían sus representantes en el propio Parlamento
242
JORGE ABELARDO RAMOS
argentino y —como se ve— los usaban discrecionalmente. En la misma sesión, el
senador Pizarro acusaba abiertamente al general Roca de perturbar "la conciencia
religiosa de los ciudadanos", como en el caso del Cabildo Eclesiástico de Córdoba.
Los métodos conspirativos y clandestinos de la Iglesia, sometida a un poder mundial
cuyo centro reside en el exterior, impiden por lo general apreciar de qué manera el
clero y sus agentes bloquean a un gobierno. Lo que se advierte, por la propia
naturaleza de las cosas, son las contramedidas que el Estado se ve obligado a adoptar
para defenderse de las silenciosas campañas elaboradas en las Nunciaturas y Arzobispados. Pizarro, poseído de una sana indignación, se hacía eco de la fraseología
piadosa, pero olvidaba que el país había soportado desde la Colonia una censura
espiritual "de facto", manifestada en las costumbres, la legislación, la enseñanza y
hasta en los libros que podían vender las librerías. Pero Juárez Celman, que era ya
Senador Nacional contestó a Pizarro, comprovinciano y ex correligionario, que en
1881, cuando era ministro de Roca, Pizarro no había vacilado en clausurar la
Catedral de Buenos Aires para impedir un funeral en memoria de los caídos en la
revolución del año anterior. Y Juárez Celman agregaba: "¿Por qué el doctor Pizarro
varía de conducta y no considera más subversiva la Pastoral del Obispo de
Córdoba?".
La cuestión en debate había surgido de las reformas educacionales promovidas
por el ministro de Instrucción Pública, Eduardo Wilde. La educación, la juventud y la
mujer constituyen el campo político de la Iglesia. Si en relación con los niños y los
jóvenes los clericales exigen el más completo control espiritual —esa labor formativa
prepara en el futuro inmediato, hombres más ligados a Roma que a su país— fácil es
presumir la tempestad levantada por la política modernizadora de Wilde. La furia
clerical crecía por momentos. Para servir su causa fundóse en Buenos Aires el diario
católico "La Unión", dirigido por José Manuel Estrada, profesor de historia argentina
y orador elocuente, cuyas parrafadas castelarianas han sido recopiladas con cierta
frecuencia y cuyo prestigio (alimentado por el mitrismo y la curia) excede en mucho
a su significación. Lo acompañaron en la empresa Pedro Goyena, Miguel Navarro
Viola, Emilio Lamarca, Santiago Estrada, Tristán Achával Rodríguez y otros
conocidos escritores católicos. La violencia del lenguaje, las recriminaciones y los
ojos en blanco, las advertencias solemnes y las vagas alusiones a una guerra santa,
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
243
unido a los curas exaltados que habían convertido cada pulpito en un foco de
perturbación política (pero escudándose en la inmunidad religiosa) tendían a anular
las nuevas leyes y en verdad a
liquidar la influencia del roquismo en la vida
nacional. Por eso se nuclearon detrás de la Iglesia romana en unos casos los sectores
más antirroquistas; otros, prefirieron no comprometerse en la cuestión clerical y
dejarlo solo a Roca, creyendo (la malignidad también puede ser ingenua) que esa
lucha era debilitante. Pero los acontecimientos se encargaron de demostrar que
fueron precisamente esas vigorosas medidas, al cambiar el aire sofocante de la vida
argentina, las que fortalecieron a Roca y al país.
MONSEÑOR CLARA INTENTA LIMITAR
LA SOBERANÍA DEL ESTADO ARGENTINO
Mariano de Vedia, gran periodista de su tiempo y político estrechamente ligado al
movimiento del general Roca, ha dejado en sus recuerdos del conquistador del
desierto una evocación del clima espiritual que vivía la República en 1884. Escribe
de Vedia: "La Iglesia trató de convertir cada casa de familia en un centro de
propaganda y de acción. Confundíanse las rogativas, las protestas y los
emplazamientos. Se comprometió en la campaña hasta alguna cátedra oficial desde la
que ejercía influencia directa sobre la juventud un ciudadano virtuoso, un tribuno
inspirado, un maestro de autoridad y de prestigio, capaz de exponerlo todo al servicio
de sus ideas y pasiones religiosas". Mariano de Vedia referíase a José Manuel
Estrada y es evidente que en estas palabras el periodista hace las concesiones debidas
en su tiempo a una opinión pública (sobre todo porteña) acostumbrada a transfigurar
en mito los hombres circunstanciales.
Lo cierto es que el Obispo de Córdoba, Monseñor Clara, publicó una Pastoral que
constituía en sí misma y por su trascendencia política un ultimátum lanzado a la
autoridad civil en nombre de una potencia extranjera que, si bien es cierto detentaba
la suprema representación de una religión determinada, no podía ejercer en modo
alguno ningún género de intervención en los asuntos puramente temporales. El Obispo de Córdoba afirmaba lisa y llanamente en su Pastoral, que el gobierno del país
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JORGE ABELARDO RAMOS
carecía de facultades para intervenir en la Instrucción Pública del Pueblo Argentino.
La publicidad acordada a esta Pastoral se combinó con una acción sincronizada en
todas las ciudades de la República, destinada a aislar al gobierno de Roca y obligarlo
a capitular ante la Iglesia Romana.
Pero Roca estaba acostumbrado a la lucha. Después de escuchar el dictamen del
procurador general de la Nación, el gobierno nacional declaró a dicha Pastoral como
"subversiva al orden y contraria a la autoridad nacional". Se decidió entonces
destituir a monseñor Clara de su cargo y ordenar su procesamiento por la Justicia
Federal. En estas circunstancias, el Obispo de Salta formuló otra declaración pública
repudiando la enseñanza laica y alzándose contra el Poder nacional. Los
ultramontanos difundían en volantes, manifiestos y periódicos, párrafos de la
Pastoral del obispado cordobés, que recordaba las palabras de San Ambrosio al
emperador Valentiniano: "En materia de doctrina, no son los Emperadores los que
juzgan a los Obispos, sino los Obispos quienes juzgan a los Emperadores".
La misma pastoral del Obispo Clara afirmaba que la Iglesia Católica era libre por
derecho divino. Atrevióse en una segunda Pastoral del 16 de junio del mismo año a
decir que todas las resoluciones del gobierno que coartaran el magisterio eclesiástico
eran nulas. El clericalismo enquistado en la Universidad de Córdoba, apoyó a través
de varios profesores (Rafael Núñez, Lisandro Castellanos y Nicolás Berrotarán),
dicha posición.
El Gral. Roca, con el sostén de todo el país, destituyó a estos profesores
universitarios que osaban desconocer la potestad del Estado Argentino, en virtud de
su condición de siervos del Papado Romano. Comentando con su particular sentido
del humor estos acontecimientos, el ministro Wilde decía:
— ¡Esos hombres tienen sesos de piedra! Impermeables a los adelantos y
conquistas de los tiempos, se basan en antecedentes de edades bárbaras para negar la
evolución espiritual de la humanidad, que marcha a la autodeterminación e
independencia absolutas". Y agregaba: "Yo no niego la libertad religiosa, asegurada
por nuestra Constitución, pero sí que la Iglesia se arrogue el derecho exclusivo de
formar a los argentinos que necesitamos para hacer grande y poderosa la República".
Pero este episodio no hizo sino abrir el cauce para una lucha más áspera todavía.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
245
TODO LO QUE EXISTE ES DIGNO DE PERECER
Como la reforma liberal había tenido inicialmente su centro en Córdoba, viejo
baluarte de la reacción, precisamente allí la lucha adquirió su mayor agudeza.
Comentando las expresiones de algunas periódicos cordobeses católicos. Eduardo
Wilde decía: "Las antípodas de Córdoba caen en la China, cerca de Ging-Tchéou, al
sur de Pekín, según lo afirma el geógrafo Manuel del Río. En esta disposición de la
Providencia debo apoyarme para creer que los cordobeses no están condenados a ser
eternamente ultramontanos".
Los diarios católicos elevaron la temperatura de sus ataques contra el gobierno
roquista, al que señalaban como enviado de Satanás. Seguro del apoyo exterior,
contando con el influyente aparato de propaganda de la Iglesia de Roma, Monseñor
Clara continuaba desafiando al gobierno argentino: "El procurador general de la
Nación —expresaba— ha equivocado en su dictamen los tiempos y los hombres,
redactando un documento que lleva el sello de la época de Carlos III, cuyos fiscales
le llamaban "nuestro Amo".
Esta alusión despectiva a Carlos III, el más progresista de los Borbones que
reinaron en España, calificaba bien el pensamiento medieval del arzobispo.
Indiferente al siglo de la electricidad, Monseñor Clara declaraba con soberbia poco
cristiana: "Es más fácil extinguir el sol que destruir la Iglesia de Cristo".
Pero ahí estaba el ministro de Instrucción Pública, Eduardo Wilde, para observar
irónicamente:
"—¡Esa es otra barbaridad! La historia nos enseña que los hombres y los pueblos,
las ciudades y los monumentos pasan, se reducen a polvo, se pierden en el olvido. El
sol, en cambio, permanece imperturbable desde el día de la Creación, alumbrando a
este mundo de tontos y de pillos".
La ofensiva contra la creciente secularización de la enseñanza no tenía solamente
un carácter local. Francia, la "hija dilecta de la Iglesia", también enfrentaba
problemas semejantes. Pío IX no había vacilado en castigar con la excomunión a
todos aquellos gobernantes que pusieran a disposición de los jueces laicos a
funcionarios eclesiásticos, contraviniendo así las "disposiciones canónicas". Con
246
JORGE ABELARDO RAMOS
idéntica sanción moral amenazó a aquellos parlamentos o gobiernos que expidiesen
decretos o leyes que hiriesen derechos, libertades y privilegios reales o supuestos de
la Iglesia Romana. Pero el tiempo es un material irreversible y los reyes de Roma ya
no gobernaban Roma, mientras que por el contrario la sociedad moderna
reemplazaba las religiones por las ideas y las bulas papales por leyes regulares.
El obispo cordobés alzado contra la autoridad nacional persistía por su parte en su
campaña. "El Patronato" —escribía— no es un derecho inherente a la soberanía civil,
sino una gracia otorgada por el Papa a los soberanos. El buen sentido no permite
sostener que los presidentes de República en América, que no son reyes de España,
ni sus sucesores, gozan del derecho del Patronato a éstos concedidos".
En algún artículo anterior ya hemos examinado el progreso histórico que significó
para los revolucionarios de Mayo, sucesores directos del poder español en América,
mantener el régimen del Patronato, y también por qué en nuestros días dicho régimen
ha revelado su completo agotamiento. Pero en 1884, los ultramontanos, seguros del
apoyo de importantes sectores de la oligarquía porteña, deseosos de aniquilar el
predominio provinciano expresado en el gobierno roquista, deseaban disparar hasta
el último cartucho.
MONSEÑOR CLARA RECIBE LOS SALUDOS DE
BARTOLOMÉ MITRE
La instauración por ley de la Nación de la enseñanza laica desató las furias
clericales. Refiere Rivero Astengo que "a moción de Estrada los católicos del país se
consideraron en estado de asamblea y listos para instaurar en el Nuevo Mundo las
guerras religiosas que ensangrentaron al Viejo Hemisferio. Felizmente —agrega—
poco a poco el ruido de armas —más verbales que efectivas— fue cesando. La opinión serena del país comprendió que el gobierno no hería la doctrina ni los dogmas
de la Iglesia sino que ansiaba dar unidad a la instrucción pública y que ésta es una de
las formas de forjar la nacionalidad de un pueblo".
De una manera indirecta y para formular un gesto de cortesía hacia el Obispo que
el gobierno nacional procesaba como elemento subversivo, Mitre envió a su hijo
Bartolito a Córdoba con el objeto de entrevistar a Monseñor Clara. "Recibióme el
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
247
prelado en modestísima sala —escribía luego Bartolito Mitre en "La Nación" del 19
de junio de 1884— y se mostró desde el primer momento afable y cortés en sumo
grado. Es el canónigo Clara, hombre de 57 años, alto, grueso, de pelo corto y canoso,
de fisonomía abierta y plácida y de manera sencilla. Es un tipo simpático de
sacerdote católico sin las exterioridades místicas del jesuita".
En momentos en que el país estaba conmovido por la lucha llevada a cabo por los
ultramontanos contra las leyes progresistas de Roca, cuando cada palabra y cada
gesto debían tomarse como definiciones políticas, el general Mitre, el antiguo
escisionista y localista de la provincia de Buenos Aires, adversario de Urquiza,
enemigo mortal de la Confederación Argentina, inventor de la guerra del Paraguay,
fundador de "La Nación" y traductor del Dante, daba un paso hacia el obispo rebelde.
Sus discípulos y epígonos contemporáneos no han tardado en imitar su ejemplo,
ofreciendo así al país el risible espectáculo de ver a algunos caballeros provectos de
la vieja oligarquía, volterianos de frac, masones misteriosos, comunistas, radicales
despedazados en cien fracciones y hasta algún socialista cipayo, besar humildemente
el anillo de los obispos. Ayer, como hoy, voltear el régimen revolucionario bajo
cualquier pretexto era y es la suprema ley.
Durante el mes de junio de 1884 discutióse agriamente en el Senado nacional la
cuestión en debate. El senador Pizarro —encarnando a la clerecía de Córdoba—
arremetió, apoyado desde "La Unión" por Estrada y los suyos, contra el ministro
Wilde. La situación llegó a tales extremos (pues Estrada usaba la propia cátedra
pagada por el Gobierno nacional) que el ministro Wilde lo destituyó de su cargo
universitario. Este fraile sin sotana pronunció entonces aquella famosa frase sobre la
cátedra y las astillas. Fue en ese momento que el representante del Papa en la
Argentina, el Nuncio Apostólico Mattera, asumió una actitud política que hubo de
ser reprimida enérgicamente por el gobierno de Roca. Veremos en seguida que el
Nuncio no ejercía una política personal: la Internacional Negra estaba detrás de él.
248
JORGE ABELARDO RAMOS
EL NUNCIO APOSTÓLICO DA ORDENES AL MINISTRO DE
EDUCACIÓN
En sus recuerdos de Roca, Mariano de Vedia, inteligente testigo de aquellos
acontecimientos (y por otra parte, hombre de temperamento moderado) escribe:
"Precisamente desde Córdoba un obispo fanático había atizado el fuego de la
discordia, convirtiéndose en reo de un verdadero alzamiento de las leyes del
Congreso, los poderes constituidos y la misma soberanía de la Nación. Fue entonces
que el Nuncio Apostólico de la época, Monseñor Mattera, no contento con aplaudir
la rebeldía episcopal, aconsejó a todos los católicos del país que no se sometieran a la
práctica del matrimonio civil y no cedieran al respecto en forma alguna antes que
fuese restablecida en el país la enseñanza religiosa".
La actitud beligerante del Nuncio Apostólico no obedecía a una interpretación
personal del problema que agitaba por entonces la República. Era la aplicación de
una política invariable del Papado romano con respecto a las revoluciones modernas,
que tienden en primer lugar a reconquistar su soberanía más plena. Los
acontecimientos posteriores así habrían de demostrarlo. La detención del canónigo
Emilio Lara, interinamente a cargo del Obispado de Córdoba por fallecimiento de
fray Mamerto Esquiú, se hizo de acuerdo a la ley, que dicho canónigo declaró
públicamente no acatar. Este procedimiento no hizo sino llevar al paroxismo la
provocación clerical en todo el país. El Delegado Apostólico, Arzobispo de
Irenópolis, Monseñor Mattera, decidió trasladarse a la provincia de Córdoba con
motivo del procesamiento del canónigo Lara. Sus actividades en dicha provincia lo
colocaron en el centro de la atención nacional (situación delicada para el agente
diplomático de una potencia extranjera) y sus actitudes políticas fueron los factores
desencadenantes de la fase más aguda del conflicto. Se hizo pública en esos días una
entrevista que mantuvo dicho Nuncio con un grupo de señoras y señoritas de la
sociedad cordobesa, entre las cuales se encontraba Francisca Armstrong, directora de
la Escuela Normal. Como se recordará, dicha Escuela Normal llevaba a la práctica,
por primera vez, la instrucción laica ordenada por la Ley Nacional de reciente
promulgación. Pero las fulminaciones del canónigo Clara y en general de la Iglesia
Católica sobre todos aquellos que contribuyeran a difundir la enseñanza laica de
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
249
acuerdo con las leyes del país, habían creado un estado de profunda intranquilidad en
Córdoba. De ahí que la directora de la Escuela Normal, presionada por las familias
oligárquicas más ligadas a la curia, pidiese en esa entrevista al Delegado Papal que se
levantaran los anatemas dirigidos contra dicho establecimiento.
En tales circunstancias, el Delegado Apostólico impone tres condiciones para
retirar las iras papales. En una carta dirigida al ministro de Instrucción Pública,
Eduardo Wilde, la directora de la Escuela Normal la informa que "el Nuncio
levantaría las anatemas dirigidos contra la escuela y su profesorado, en caso de que
Vuestra Excelencia acceda a las tres peticiones siguientes: 1º) Declarar en una nota
particular, para que yo pueda presentar al señor Obispo, que la intención de Vuestra
Excelencia, no es la de propagar la religión protestante; 2") Permitir que se enseñe en
esta escuela el catecismo católico; 3°) Permitir que el señor Obispo visite la Escuela
para convencerse de que se cumple lo 2º)".
Esta insólita intervención con todas las características de un chantaje moral de un
diplomático extranjero en los asuntos temporales de la República Argentina, obligó
al ministro Wilde a informar inmediatamente a Roca de lo sucedido. El Presidente, a
través de su canciller Ortiz, pidió explicaciones inmediatas al Nuncio Apostólico.
EL CANCILLER ARGENTINO PIDE EXPLICACIONES
La interferencia de la Nunciatura en nuestros problemas internes, obligó al
canciller de Roca a usar un lenguaje enérgico. Dirigiéndose a monseñor Mattera le
decía: "La penosa impresión producida en el ánimo del señor Presidente de la República por el tenor y espíritu de las proposiciones atribuidas a V. E., sólo podrían
disiparse con una explicación satisfactoria al respecto del alcance y propósitos de
ellas en caso de haber sido así expresadas. Su Excelencia el señor Presidente se persuade que V. E. no ha podido tener la intención de faltar los respetos debidos al
gobierno, exigiendo declaraciones improcedentes sobre actos que no ha ejecutado y
que importarían atribuirle una violación de la ley fundamental; ni ha pedido
pretender que se infrinja por él mismo una ley del Congreso al suponer que era
250
JORGE ABELARDO RAMOS
posible entregar la Inspección o Superintendencia de los establecimientos nacionales
de educación a otras autoridades que las que la ley designa".
Y agregaba la nota de la cancillería argentina: "No puede ocultarse V. E. cuan
fuera de las leyes y conveniencias internacionales se colocaría un ministro extranjero
que en el seno del país en que reside ejerciera actos contrarios a las disposiciones del
gobierno ante quien está acreditado e incitara a la desobediencia de las leyes o se
aliase con los que pretenden perturbar el cumplimiento de medidas administrativas; y
como todo esto significarían las proposiciones que se dicen dirigidas por V. E. a un
empleado público de la Nación, espero de su elevado criterio que se haga apresurar a
explicar este hecho de una manera que corresponda a los altos fines de la misión que
representa y conforme a los deseos que abriga mi gobierno de no encontrar en el
proceder de V. E. sino motivos de respeto y consideración".
Pero como los actos, declaraciones y movimientos del Nuncio Apostólico en
Córdoba trascendieron a la opinión pública, la prensa de todo el país criticó
acerbamente esas actitudes, juzgando con tono indignado y aun crudamente el papel
poco diplomático y extemporáneo que estaba desempeñando el representante de la
Santa Sede en nuestro país. Sin embargo, estos comentarios que la prensa argentina
formulaba sobre el diplomático del Vaticano no podían ser de ninguna manera
atribuidos a la responsabilidad del gobierno argentino. Así lo creyó, sin embargo,
monseñor Mattera. En un despacho telegráfico enviado al ministro de Relaciones
Exteriores, expresaba: "Señor ministro: durante mi viaje de regreso de Córdoba he
leído con sorpresa y profundo disgusto el artículo publicado en la "Tribuna
Nacional", del 1º de este mes, bajo el epígrafe "Deber del Gobierno". En ese artículo,
con expresiones vulgares y esencialmente inconvenientes, notándose además la falta
absoluta de aquella urbanidad y deferencia que distingue a un pueblo civilizado y a
que tiene derecho un enviado extranjero, se me ataca duramente y se me señala y
acusa como exclusivo provocador y causante de los disturbios que agitan al país. La
publicación del artículo mencionado es en lugar preferente por un diario que todos
reputan como oficial; los comentarios y provocaciones a que ha dado lugar en la
prensa; el no haber sido desmentido como desde San Lorenzo así que tuve de él la
noticia se lo pedí por telégrafo al señor Presidente de la República y como aún por
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
251
propia conveniencia era deber del gobierno, a menos creer que éste sea su verdadero
autor o cuando menos su inspirador".
Este insolente telegrama concluía así: "Tratándose de una ofensa lanzada
innoblemente y en mi ausencia contra mi persona, ofensiva de mi honor, del carácter
sagrado que invisto y de la alta dignidad de la Santa Sede que represento, me veo
obligado a exigir a V. E. las más explícitas y categóricas explicaciones en el más
breve espacio de tiempo y antes de que yo me ocupe de la nota que V. E. me dirigió
el 30 del pasado setiembre".
Así se permitía tratar un simple funcionario vaticano en territorio argentino al
gobierno de una Nación soberana.
La batalla verbal entre el Nuncio Mattera y el gobierno argentino se desarrollaba a
una temperatura absolutamente extraordinaria. Al rechazar la carta de Mattera, decía
el canciller: "Devuelvo a V. E. su nota de fecha de ayer por los insólitos términos en
que está concebida, inconciliable con los respetos que debe al gobierno y con el
carácter que V. E. inviste. Al mismo tiempo debo manifestarle que he recibido
terminantes instrucciones del señor Presidente de la República para exigir de V. E.
una contestación categórica dentro del término de 24 horas a mi nota del 30 de
setiembre último".
Pero el Nuncio, en pie de guerra y en medio de una campaña azuzada por todas
las fuerzas de la oligarquía y de la reacción clerical, se niega a contestar al canciller
argentino. Envía, en cambio, una carta personal al general Roca. "Ninguna dificultad
tengo en dar personalmente a V. E. —escribe— las explicaciones que el señor
ministro de Relaciones Exteriores me pide de oficio sobre la entrevista que tuve en
Córdoba con la directora del Colegio Normal y las señoras que la acompañaban. Si
V. E. hubiera tenido un poco más de paciencia, con esperar mi regreso a la Capital,
yo, como le anuncié en mi telegrama de San Lorenzo, le habría dado las más
explícitas explicaciones, sin necesidad de que el señor ministro se tomara la molestia
de pedírmelas. Al señor ministro no se las puedo dar. Debo reconocerle con mengua
de la dignidad de Santa Sede, en el gobierno argentino, un derecho que ningún
gobierno, por lo menos europeo, tiene de pedir a un representante diplomático
explicaciones de lo que pasa y dice en su casa".
252
JORGE ABELARDO RAMOS
Así comenzaba este documento incalificable en el cual un diplomático extranjero
se comportaba como un invasor en tierra de conquista. Empleaba un tono
incompatible con sus funciones y llegaba a hacer temerarias incursiones en la vida
personal del presidente de la República. Después de describir a su manera la
entrevista con la directora de la Escuela Normal de Córdoba, este prelado carente de
humildad cristiana agrega: “Ni se me pasó por la cabeza de que hablando yo del
modo expresado ejercía actos contrarios a las disposiciones del gobierno, incitaba a
la desobediencia de las leyes y lo que es mucho peor, que yo me aliase con los que
pretenden perturbar el cumplimiento de medidas administrativas como de orden y en
nombre de V. E. expresa el señor ministro de Relaciones Exteriores en una nota que
se ha permitido dirigirme. ¡Y es V. E. quien me lo manda escribir, causándome
profunda pena! ¡V. E., que si no tiene manchada la frente de sangre humana
derramada dentro de las paredes de un lugar sagrado, lo debe exclusivamente a mí!
Siento en el alma recordárselo!".
¡Tal era la catadura de este Nuncio! ¡De la presión política al chantaje moral! En
el mismo increíble documento y refiriéndose a las cartas que el ministro Wilde
dirigió a la directora de la Escuela Normal, el Nuncio afirma que "por el estilo y la
fraseología no hace ciertamente mucho honor a su talento y al alto puesto que
ocupa".
EL NUNCIO APOSTÓLICO ES
EXPULSADO DEL PAÍS
La carta de Monseñor Mattera al general Roca concluía así: "Espero que V. E.
quede satisfecha de las explicaciones que le he dado por exclusivo acto de deferencia
y amistad y que, en su consecuencia, el señor ministro de Relaciones Exteriores retire
su nota, pues de otro modo me veré obligado a devolvérsela oficialmente". Este
grosero ultimátum que no reconocía precedentes en los anales de la diplomacia
moderna, obligó al presidente Roca a adoptar la medida que su dignidad de primer
magistrado de la Nación le imponía. Al día siguiente, el canciller Ortiz enviaba a
Monseñor Mattera la siguiente misiva: "En vista de la actitud asumida por V. E. en
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
253
sus relaciones con el gobierno de la República, el señor Presidente me ordena enviar
a V. E. sus pasaportes fijándole el término de 24 horas para dejar el territorio de la
Nación".
El Nuncio Apostólico, sorprendido de que el gobierno argentino no estuviera
dispuesto a soportar más su inadmisible arrogancia, dirige una protesta al canciller
Ortiz, protesta que le es devuelta sin abrir. Entonces, el exaltado diplomático envía
una nota a los diarios horas antes de partir hacia Montevideo.
En esa nota que los diarios publican afirma lo siguiente: "Habiendo sido
rechazada por el ministro de Relaciones Exteriores una nota que dirigí al señor
ministro ayer, un cuarto de hora después de recibir los pasaportes, me veo nuevamente obligado a recurrir a la prensa. Por medio de la mencionada nota protestaba
como protesto ahora contra la injusta e injuriosa medida adoptada por el gobierno
argentino de expulsarme en el término de 24 horas del territorio de la República por
el único motivo de no querer reconocer al mismo gobierno un derecho insólito y
nuevo; protestaba como protesto ahora contra el ultraje inferido en mi persona a la
Santa Sede cuya alta dignidad reconocen y respetan todas las naciones a despecho de
la perversidad de los tiempos; protestaba, en fin, como ahora protesto, en nombre de
la misma Santa Sede, contra todas las doctrinas emitidas y todas las medidas
recientemente adoptadas en perjuicio de la libertad y los derechos propios de la
Iglesia católica y contra todas aquellas que se amenazan adoptar en lo porvenir".
Así abiertamente y a través de los diarios, el Nuncio Apostólico afirmaba
orgullosamente su protesta como ya lo había hecho de manera militante en Córdoba
y Buenos Aires, contra la aplicación de leyes aprobadas y promulgadas por los
representantes del Pueblo argentino para su vigencia en el territorio nacional,
desconociéndolas, rebelándose contra ellas y aconsejando a los católicos para que
hicieran lo propio. Al colocarse al margen de la ley, el Nuncio Apostólico ratificaba
en vísperas de su partida la medida correcta que contra él se adoptaba. Obsérvese que
al mismo tiempo declaraba oponerse no sólo a las leyes argentinas vigentes, sino a
las que podrían adoptarse en el porvenir. Por otra parte, y al margen de todos los usos
diplomáticos, Monseñor Mattera no solamente se había negado a responder al
ministro de Relaciones Exteriores el pedido de explicaciones aludido (enviando una
254
JORGE ABELARDO RAMOS
carta injuriosa al Presidente de la República) sino que había enviado copias de todos
estos documentos a los diarios, incluso la misiva privada al general Roca. De esta
manera ratificábase una vez más el odio irreconciliable con que el Papado romano
enfrentaba todas las revoluciones democráticas y sus desesperadas tentativas para
oponerse al curso de la historia.
ARGENTINA ROMPE RELACIONES CON EL VATICANO
Pocos días después de la entrega de sus pasaportes al Nuncio, el Canciller
argentino dirigió al Secretario de Estado de la Santa Sede una nota en la cual,
después de informarle de la expulsión de Monseñor Mattera y de las poderosas
causas que había tenido el gobierno argentino para adoptar tan "grave medida, decía:
"Al finalizar el segundo párrafo de su protesta, Monseñor Mattera afirma: «que
protesta en nombre de la Santa Sede contra todas las doctrinas emitidas y todas las
medidas recientemente adoptadas en perjuicio de la libertad y los derechos de la
Iglesia Católica y contra todas aquellas que se amenazan adoptar en lo porvenir». El
abajo firmado tiene la convicción de que al expresarse de esa manera, Monseñor
Mattera ha debido extralimitarse en sus funciones y facultades, porque importando
esas palabras un verdadero desconocimiento de la soberanía nacional desde el
instante de que se trata de leyes sancionadas por los poderes públicos de la Nación,
era imposible que el delegado apostólico haya recibido autorización de Su Santidad
para hacer protestas de esa naturaleza en que no se indican cuáles son los actos
legislativos que han contrariado los intereses de la Iglesia".
Pero el 27 de enero de 1885, el Cardenal Jacobini, Secretario de Estado del
Vaticano, envía al gobierno argentino una nota en la cual —y en nombre del Sumo
Pontífice— declara su solidaridad con las actitudes ilegales asumidas por Monseñor
Mattera. La ruptura de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede prolongóse
durante quince años, probando así que el Papado prefería el quebrantamiento de los
vínculos normales con el Estado argentino a la aceptación de nuestra potestad
política. Las incidencias que habían precedido a la ruptura diplomática no se
produjeron sólo en nuestro país. Bismarck debió afrontarlas después de realizar la
unidad alemana: la inocultable aversión del Vaticano hacia la nación alemana se
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
255
derivaba de su influencia en Austria, provincia alemana que fue durante mucho
tiempo el bastión de la reacción feudal europea. También la unidad nacional italiana
debió verificarse en lucha abierta contra el austríaco como opresor extranjero y
contra su aliado interior, el Papa de Roma. El ejemplo de la Revolución Inglesa,
llevada adelante por Cromwell bajo divisas religiosas y con un abierto impulso
antipapista, del mismo modo que la lucha tenaz que el Vaticano entabló contra la
Revolución Francesa de 1789, demuestran con la fuerza de la evidencia que el
Papado católico ha estado siempre contra las tentativas liberadoras de todos los
pueblos. En nuestros días, el imperialismo se ha convertido en el eje de la
contrarrevolución capitalista. Por esa razón, y por tratarse del más poderoso guardián
de los últimos privilegios, el Vaticano ha sellado con él una unión sagrada,
transformándose en su brazo espiritual. No otra es la causa por la que todos los
adversarios de la revolución argentina han encontrado en el clero su base de
reagrupamiento. De ahí la importancia fundamental que reviste en esta lucha el
esclarecimiento de nuestro pasado histórico, pues las fuerzas que hoy combaten
contra el régimen revolucionario argentino no son sino la prolongación natural de
aquellas que intentaron jaquear y derribar al roquismo en 1880 y 1890.
¿Quieren preparar otro 90? No sólo con la fuerza invencible de nuestra clase
trabajadora podrá pararse el golpe. Factor decisivo será realizar la "revolución
ideológica": la nueva generación sabrá entonces elegir su bandera. Comprenderáse
entonces que la fórmula napoleónica "la política es el destino" no es sino la cifra de
una gran vocación que abrazarán sin duda los jóvenes argentinos.
EL "NACIONALISMO" CLERICAL Y EL LIBERALISMO MASÓNICO
COINCIDEN EN DIFAMAR A LA GENERACIÓN DEL 80
Un seudo nacionalismo clerical ha lapidado a la generación del 80 bajo el estigma
de ser antinacional. Nada más simple que desvanecer ese infundio. La generación del
80 fue probablemente la generación más argentina precisamente por el hecho de que
vivió y obró en las condiciones de la unidad del Estado forjada por Roca. La derrota
del mitrismo porteño abrió un amplio cauce a la propagación de una literatura y una
256
JORGE ABELARDO RAMOS
conciencia genuinamente argentinas. Las históricas nociones de "porteño" y
"provinciano" desaparecieron. ¡Cómo afirmar el carácter extranjerizante de una
generación que contó entre sus filas y como maestros a los hombres del Paraná,
desde Alberdi a José Hernández! El inmortal autor de nuestro "Martín Fierro" que
había combatido al localismo porteño y mitrista con las armas en la mano en Cepeda
y en Pavón, y que había entrelazado su destino personal con el de las grandes masas
desposeídas de su tiempo (a las que rindió un supremo tributo artístico), fue el
legislador que en la provincia de Buenos Aires y apoyando en el Congreso de
Belgrano, a Avellaneda y a Roca, defendió la federalización de la capital histórica
del país.
Su hermano Rafael Hernández fundó la Universidad de La Plata, se opuso luego
en la época juarista a la venta del Ferrocarril Oeste, fundó el Club Industrial y fue
asimismo uno de los grandes argentinos surgidos en la época del roquismo. Carlos
Guido Spano, al cual las antologías escolares han difundido como un inofensivo
poeta lírico, es uno de nuestros más notables escritores políticos, por supuesto inédito
desde hace más de noventa años; su ensayo sobre "El Gobierno y la Alianza"
(concerniente a la desastrosa guerra del Paraguay impulsada por el capitalismo
británico mediante la intervención de Mitre) forma parle indiscutible de nuestra gran
literatura política. Debe recordarse a este respecto que Guido Spano, hijo del general
Tomás Guido, el amigo de San Martín y embajador de Rosas, asistió con su amigo
José Hernández al sitio de Paysandú, que cantó Gabino Ezeiza y donde la escuadra
brasileña bombardeó por vez primera en América a una población civil.
También el general Lucio V. Mansilla, hombre de la Confederación Argentina,
que como muchos otros jóvenes porteños de su tiempo abrazaba la idea nacional
contra la estrechez portuaria, fue hombre asociado al ciclo histórico de Roca. Su
contribución a la literatura argentina será memorable en las páginas de "Una
excursión a los Indios Ranqueles". ¿Qué diremos de don Vicente Quesada, fundador
de la "Revista del Paraná", político de la Confederación urquicista, gran figura de la
cultura argentina? Cuando Mitre segrega la provincia de Buenos Aires de la
Confederación Argentina, ésta tenía su capital en Paraná, a donde se trasladan las
más altas expresiones de la intelectualidad de la época. Hacen de Paraná un centro de
irradiación política y espiritual tendiente a crear una conciencia nacional nueva. En el
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
257
prospecto inaugural de la "Revista del Paraná", Quesada afirmaba: "Creemos que la
revista será un medio eficaz para propender a la formación de un círculo literario
nacional que se consagre preferentemente al estudio de nuestro país y lo dé a conocer
en todos sus aspectos; que preste a la historia, a la literatura y legislación americana
una atención especial, poniéndonos al corriente del movimiento intelectual de las
Repúblicas hispanoamericanas". Quesada fue también uno de los diputados que
apoyaron a Avellaneda y a Roca cuando la crisis del 80. ¡Es a hombres de este
género que la reacción clerical acusó de extranjerizantes!
Ya nos referimos a la personalidad de Eduardo Wilde, ministro y escritor sutil.
Pero no puede olvidarse en esta rápida exposición a la personalidad de Olegario V.
Andrade, que fuera compañero de estudios de Roca en el histórico Colegio Nacional
de Concepción del Uruguay, fundado por Urquiza. Andrade fue reducido por la
oligarquía contemporánea al papel de productor de arengas inflamadas y de poemas
épicos para uso escolar. Se ha pretendido conscientemente sumir en la sombra su
verdadera personalidad que fue, ante todo, la de un político militante de su época, la
de un prosista de combate. Ya veremos que este sistema de ocultamiento se entronca
con la voluntad de obscurecer la conciencia histórica del país.
Cuando Juárez Celman era todavía gobernador de Córdoba, lo invitó al ministro
Wilde a visitar la llamada "Roma de América". El recibimiento que la joven
generación cordobesa brindó al ministro portaestandarte de la educación laica, probó
que Juárez Celman y Roca no estaban solos en esa ilustre provincia.
En una carta privada, Roca, comentando la visita de Wilde, le escribía a Juárez
Celman: "He visto con gusto el gran recibimiento hecho a Wilde. Es Córdoba, la
joven, saludando a las nuevas ideas. No puede darse mejor signo en la República que
su resurrección. Córdoba ha perdido su poesía ultramontana, ese aspecto de Edad
Media que tenía antes y que hacía el encanto de los herejes como el ministro Wilde,
huésped de ustedes". En esos mismos días en que arreciaba la ofensiva del clero
fanático, las fuerzas localistas de la provincia de Buenos Aires, parte de las cuales
habían contribuido con su apoyo a la candidatura de Roca al triunfo de la unidad
argentina, buscaban ya agruparse en contra del Presidente provinciano.
El propio Dardo Rocha, fundador de la actual capital bonaerense, se hacía intérprete
en esos momentos de los intereses coaligados de la oligarquía bonaerense que
258
JORGE ABELARDO RAMOS
buscaba pactar con el mitrismo porteño y con el clero en rebelión, para derribar el
gobierno de Roca. En la carta a que hacíamos referencia anteriormente, el presidente
de la República comentaba con Juárez: "Los amigos de Rocha debían de ir a la
revolución para salvar a la República del despótico gobierno actual, incompatible
con las libertades públicas, la honradez y moralidad administrativas..."
Y agregaba: "No hay duda de que Rocha comprará cuanto papelucho sucio e
insignificante se publique en el país... En el Ejército todos los días hace tentativas
para seducir con el oro a los jefes y oficiales; pero todo es en vano. Hay mucho de
Don Quijote en nuestra sangre para que se nos gane por la corrupción. Yo meto las
manos en el fuego por el Ejército, en donde no habrá uno solo —aunque haya
algunos que deban al Banco— que por dinero traicione a su gobierno, falte a sus
deberes y haga fuego contra su bandera".
Las previsiones de Roca no fallaron. Puestos los clericales en su lugar (en esa
hora constituían el nexo de la oposición antiroquista y "democrática") disminuyó la
tensión política del país. Pero por poco tiempo. Ya a mediados de 1885 comenzaron
a barajarse las candidaturas para el próximo período presidencial. La figura de Juárez
Celman, ex gobernador de Córdoba, senador nacional, concuñado del general Roca y
hombre vastamente vinculado con todas las provincias interiores, contaba con el
apoyo de las principales personalidades políticas del Partido Autonomista.
La conclusión del primer período presidencial de Roca era inminente. La
posibilidad de que Juárez Celman, radicado ya en Buenos Aires, le sucediese en la
primera magistratura del país, provocó un instantáneo reagrupamiento de las fuerzas
políticas argentinas. No se sabrá nunca si Roca tenía en su cabeza otro candidato para
sucederle. Pero la dosis de fatalismo que era inherente a su temperamento político, lo
llevó a aceptar la figura de Juárez Celman, propuesta por los más importantes
núcleos del Partido Autonomista Nacional del interior. En realidad, Juárez Celman
llegó a adquirir una significación distinta a la que los adversarios de Roca pretendían
darle.
Si gran parte de su carrera política la debía a Roca, y figuró en el estado mayor de
esta gran figura, su posterior actuación en el gobierno nacional lo diferenció
netamente de su predecesor. También fueron otras las bases sociales que lo
sustentaron. Pero dejaremos este análisis para más adelante.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
259
Ya en abril de 1885, Antonio Donovan informaba a Juárez Celman en una carta
que "la mayoría de los mitristas se han plegado a Rocha mandados por el mismo Don
Bartolo". Y agregaba: "¿Sabe usted qué se propone Mitre con esto? Presentar fuerte a
Rocha y tratar de engañar a Roca haciéndole comprender que estaba aislado y
entonces proponer a Gorostiaga o Don Eduardo Costa (mitristas), como ha sucedido,
sin dejar por eso él, Don Bartolo, de ser candidato".
Rocha representaba los intereses de la provincia de Buenos Aires y aspiraba a
suceder a Roca en la presidencia de la República. Se estimaba que la poderosa
provincia tradicional merecía estar a la cabeza de la República mediante un
presidente bonaerense. Como siempre, el mitrismo porteño se apresuró a organizar
un frente con los ganaderos de la provincia de Buenos Aires para impedir otra
presidencia provinciana. La maniobra de que habla Donovan consistía en obligar a
Roca a realizar una transacción frente a la amenaza de Rocha y buscar mediante una
solución de "armonía nacional" el triunfo de la candidatura de Mitre, detestado en
todas las provincias interiores.
También surgió por esos días la candidatura de don Bernardo de Irigoyen, figura
de gran prestigio y antecedentes federales, que Mitre impugnó por sus "antecedentes
rosistas" considerándolo un "imposible moral". Pero como la candidatura
presidencial de Juárez Celman se abría paso de manera irresistible y fue proclamada
por los principales dirigentes de la juventud desde las provincias salieron a la arena
de la lucha las fuerzas clericales.
El catolicismo ultramontano consideraba que la presidencia de Juárez Celman
sería funesta desde el punto de vista de una reafirmación de los principios del
nacionalismo liberal, proclamados por Roca. Por esa razón, el 30 de junio de 1885 se
fundó el Comité de la Unión Católica dirigido directamente a luchar contra la
candidatura del "Atila cordobés", como se llamaba a Juárez.
Bajo la presidencia de José Manuel Estrada, integraron dicho comité Pedro Goyena,
Achával Rodríguez, Mariano Acosta, Eduardo Carranza, Juan José Romero y Carlos
Novillo Carranza. Este movimiento político-clerical lanzó el nombre del Dr. José
Benjamín Gorostiaga como candidato a la presidencia de la República,
proponiéndose ulteriormente volcar su caudal electoral en apoyo de cualquier
candidato antiroquista y antijuarista. Lanzándose abiertamente en la campaña
260
JORGE ABELARDO RAMOS
periodística contra la candidatura de Juárez Celman, el diario "La Unión" basaba su
prédica en una lluvia de moralina, grata al espíritu de los filisteos, que la reacción
utiliza siempre para condenar ¡a los gobiernos que le molestan.
El diario católico decía: "Es hora de pensar en un hombre cuya fuerza única no sea la
sombra de Roca. Es necesario abandonar ese positivismo cínico que no cree en los
principios sino en los cargos públicos y en los descuentos de los Bancos oficiales".
Ya sabemos qué clase de principios defendía el diario católico y con él la aristocracia
mercantil de Mitre.
La oposición a la "dictadura roquista" que centraba su fuego en la candidatura de
Juárez Celman, se encontró a fines de 1885 dividida en tres alas: Rechistas,
Irigoyenistas y Gorostiaguistas. El general Mitre, cuya ambición de retornar a la
presidencia de la República no habría de cumplirse nunca, adoptando el tono de
profeta retórico que le era peculiar, invitó a todas las fuerzas de la oposición a buscar
una solución nacional. Por supuesto, el hombre de la solución nacional era él mismo.
Se hicieron tentativas para persuadir a Juárez Celman de la necesidad de que
renunciara a su candidatura. Pero los distintos comités provinciales del Partido
Autonomista Nacional respaldaron su nombre de una manera definitiva.
Observa Rivero Astengo que "todo el interior de la República lo apoyaba: sólo la
tradicionalmente levantisca Buenos Aires lo rechazaba por provinciano". El diario
"La Prensa Católica" de Córdoba, escribía: “El Gral. Roca tiene dos candidatos de la
secta: uno, Juárez Celman, que enarbola contra la Iglesia Católica y sus sacerdotes el
lema de las represalias con el cinismo de un sectario que no se para en medios; el
otro, Don Bernardo de Irigoyen, que ha hecho el papel de católico en otros tiempos y
sería capaz de desempeñar la misma farsa si no hubiese firmado todos los decretos y
acuerdos del presidente Roca contra la doctrina y los prelados de la Iglesia".
El cura Falorni, cuyos excesos verbales ya hemos apreciado en nuestros relatos
de los sucesos de 1884, cuando la ley de enseñanza laica, afirmaba en el mencionado
diario clerical que el gobierno argentino había sido "usurpado por caudillos
irresponsables, por camarillas de explotadores, por logias de sectarios y por el
personalismo corruptor de intrigantes audaces".
Pese a la ola de calumnia y de barro levantada contra Roca (con el pretexto de la
candidatura Juárez Celman) las provincias impusieron una vez más su candidato a
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
261
presidente. El triunfo de Juárez Celman fue arrollador. Atontada doblemente por la
victoria de Juárez (por provinciano y por liberal), la reacción clerical, mitrista,
porteña y ultramontana se aprestó a reiniciar su lucha contra el régimen roquista al
cual calificaba de unicato. Definiendo la significación de la candidatura Juárez
Celman, el diario "La Patria" escribía el 2 de diciembre de 1885 que el político
cordobés, "encarna las aspiraciones de la Patria Grande, en oposición al candidato
platense, símbolo de las aspiraciones del localismo de la Patria Chica".
La lucha clerical contra Juárez Celman debía reabrirse con nuevos bríos con
motivo de las elecciones a gobernador en la Provincia de Córdoba. En enero de 1886
había resultado electo don Ambrosio Olmos, de tendencia roquista y en quien la
reacción cordobesa veía un continuador de la política progresista de Juárez Celman.
Estrada escribía en el diario "La Unión" que "recaiga el cargo en Olmos o en
algún tapado bajo los cubiletes ro-quistas, o sea que se les aventaje lo que llama don
Marcos Juárez su elemento democrático, de toda manera el imperio de los gitanos se
prolongará merced a la Fuerza y a la usurpación". Gitanos, chusmas, descamisados o
cabecitas negras, las fuerzas contrarrevolucionarias encontraron siempre un nombre
para las masas populares.
Pero éstas pagaron también en buena moneda.
Después de asumir Ambrosio Olmos la gobernación de la provincia de Córdoba,
el desatado cura Falorni escribía con vibración apocalíptica: "¡Vienen días terribles
para la República!" Las campañas de la prensa clerical habían alcanzado tal
magnitud y su lenguaje tal violencia que Juárez Celman intentó repetidas veces
tranquilizar a la opinión pública y aconsejar a los católicos más fanáticos la
serenidad. "La Constitución asegura a todos los habitantes del suelo argentino —
declaró— el goce pleno de la libertad religiosa y si bien deben mantenerse con
lealtad las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado, deben evitarse e impedirse
toda persecución dejando a cada uno el derecho de adorar a Dios según su
conciencia. Las luchas religiosas perturban el desarrollo del progreso y debilitan los
vínculos sociales; debo como gobernante poner los medios para evitarla y jamás
asumiré el carácter de perseguidor sin que por esto deje de cumplir los deberes que la
Constitución prescribe, ejerciendo el Patronato sin herir el justo sentimiento
religioso, ni menoscabar la soberanía nacional".
262
JORGE ABELARDO RAMOS
Como ya hemos visto en repetidas oportunidades a lo largo de esta exposición,
las tentativas conciliadoras del Poder Nacional resultaron infructuosas. Es que había
un poder extranacional detrás y más allá de los pulpitos. A fines de] siglo pasado el
Papado romano representaba la superestructura ideológica del pasado feudal y de las
formas económicas feudales sobrevivientes en nuestra época (asumiendo en tal
carácter la representación de las tendencias más reaccionarias); en nuestros días se ha
hecho también intérprete del imperialismo.
De ahí que resulta, al menos risible, que precisamente los agentes de una potencia
extranjera, por más eclesiástica que sea, hayan intentado durante mucho tiempo
convertirse en los personeros más impolutos de un seudonacionalismo clerical que ha
propagado sus deformaciones particularmente al campo de la historia y de la política.
Como expondremos más adelante en nuestro análisis del carácter histórico de la
época juarista, el imperialismo, que aparece mundialmente en los alrededores de
1880, penetró en la Argentina como en otros países coloniales y semicoloniales y se
apoderó de las palancas fundamentales de la economía.
Juárez Celman vióse envuelto por este proceso, que no era argentino sino
internacional y fue, en cierto sentido, agente de él. En virtud de esas circunstancias,
el seudo nacionalismo clerical ha intentado fundar la afirmación de que la generación
del 80 que apoyó a Roca y en la cual Roca reposó para ejercer su política, era una
generación descreída, escéptica, europeizante, indiferente a los problemas nacionales, frívola, "dorada" y, ¡supremo anatema! liberal.
Pero el liberalismo del siglo XIX, como el del siglo XVIII, tiene poco que ver con
el liberalismo del siglo XX. Repetir en nuestros días las frases de Robespierre
constituiría un evidente anacronismo que no puede conducir sino a paralizar una
revolución. Pero en 1789 las ideas de ese político correspondieron a su realidad. La
Generación del 80 y los hombres a ella ligados, encontraron en el régimen ro-quista
el apoyo y los estímulos que les habían sido negados en las presidencias anteriores,
excepto la de Avellaneda. Su liberalismo entra en crisis con el triunfo imperialista en
nuestro país. Pero si alguien obtuvo ventajas de ese triunfo, fue precisamente la
reacción clerical.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
263
Hombre muy próximo a Roca, pariente de él, identificado en apariencia por completo
con el ex presidente, Juárez Celman no era, sin embargo, Roca. Representaba más
bien un retroceso con respecto a él, algo semejante a lo que Alvear significó con
respecto a Yrigoyen. La potente ola inmigratoria que volcóse sobre el Litoral
argentino a partir de 1880, transformó no sólo las condiciones de nuestra agricultura
incipiente, sino también el mapa racial, político y psicológico de la Argentina.
En el sur de las provincias de Santa Fe y de Córdoba vendría a fijarse una frontera
indivisible, demarcatoria de lo que se ha llamado nuestra "pampa gringa*' y el
interior criollo que vivía en condiciones precapitalistas y donde, en consecuencia, el
sentimiento de la tradición nacional y la presencia del pasado encontraban su último
refugio.
Roca procedía precisamente del norte criollo; nuestras guerras civiles lo habían
forjado como un político directamente unido al pasado heroico de la Patria vieja.
Juárez Celman, en cambio, por su condición de civil y de cordobés ligado en cierto
sentido a intereses semejantes a los de la pampa bonaerense, debía significar y
significó una transición hacia una política de tipo más oligárquico y exclusivo que la
encarnada en su hora por Roca. De ahí las contradicciones y debilidades de su
gobierno.
Distanciado rápidamente de Roca, apoyándose en la naciente "pampa gringa" (que
era el aluvión no identificado con el pasado argentino, indiferente a la política,
consagrado únicamente a "hacer la América") Juárez Celman sufrió la embriaguez de
una época de prosperidad y de especulación sin precedentes. El imperialismo plantó
su puño de hierro en la Argentina. La estructura económica del país comenzó a diseñarse en beneficio de las metrópolis europeas. Las redes ferroviarias sirvieron en
su orientación geográfica a las necesidades del imperialismo. Los Bancos privados,
generalmente en manos extranjeras, fueron autorizados a emitir dinero con el sello de
la Nación, lo que determinó un empapelamiento escandaloso en todo el país con la
desvalorización monetaria consiguiente. La política de los empréstitos alcanzó un
auge prodigioso y las llamadas concesiones garantidas empeñaron los recursos del
pueblo argentino en manos de los especuladores imperialistas. La ideología
nacionalista democrática de Roca, que representaba en sí mismo una manera de
264
JORGE ABELARDO RAMOS
adaptación a las condiciones generales del mundo y del país, fue sustituida por un
liberalismo económico que debía resultar funesto para el futuro argentino.
En esta política no sólo participaron Juárez Celman y su equipo inmediato, sino
también la poderosa oligarquía bonaerense y la burguesía comercial porteña que, si
lo detestaba políticamente como hombre del interior y pariente de Roca, veía en su
política práctica la satisfacción de sus intereses.
Durante el gobierno de Juárez Celman se combinaron dos cosas de naturaleza
diferente: Si por un lado actualizaba la legislación argentina, introducía un espíritu
moderno en la educación (siguiendo en este camino a Roca) y estimulaba el
desarrollo de la cultura, por el otro abría sin vacilar las puertas del país al
imperialismo colonialista. La falacia de una historia escrita que no responde a la
verdad, ha intentado asimilar el espíritu progresista de la generación del 80 con la
entrega del país al extranjero, la ideología nacionalista democrática de esa época con
el cipayismo antinacional.
De estos equívocos se nutrieron las fuerzas auténticamente antinacionales
radicadas en la ciudad de Buenos Aires y en la política bonaerense para voltearlo a
Juárez Celman, cuya política habían usufructuado. Pero en realidad no se trataba de
derribar a Juárez, sino de liquidar la influencia nacional de Roca.
LA UNION DEMOCRÁTICA EN 1890
En el mitin realizado en el Frontón Florida, el General Mitre pronunció una
arenga pomposa en la que expresaba que el gobierno de Juárez Celman estaba
"excluido de la vida pública, expulsado del terreno de la Constitución". Los
documentos, artículos, discursos y libros de memorias publicados alrededor de la
Revolución del 90 atestiguan de manera unánime dos cosas fundamentales: la
primera, que fue un golpe de estado típicamente porteño, sin que ningún hombre
destacado ni ninguna fuerza representativa de las provincias figurase en los elencos
dirigentes, ni en las manifestaciones públicas que precedieron al golpe. Segundo, que
el tema dominante de la oposición "democrática" a Juárez Celman en las horas del 90
no era sino lamentarse, como dice Oliver, del "descrédito en que había caído el país
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
265
ante los capitalistas europeos y los perjuicios que acarrearían a fortunas privadas los
despilfarros y desaciertos financieros del gobierno". La música de fondo estaba
constituida por las "libertades públicas conculcadas", la "ruina moral del país' y "los
derechos del pueblo", género en el que Alein no admitía competidores.
Los clericales, en plena furia, decían a través de Navarro Viola, refiriéndose al
gobierno de Juárez Celman, que "su Dios es el vientre". Con respecto a la tremenda
dictadura impuesta por Juárez Celman baste decir que de los 34 periódicos que
aparecían en la ciudad de Buenos Aires sólo dos de ellos apoyaban a su gobierno.
Los 32 restantes lanzaban día a día oleadas de injurias, calumnias, ataques
personales, denuncias sobre errores reales o supuestos y anatemas virulentos sobre
los conductores del país.
La circunstancia de que algunos de los hombres de gobierno participaran en
empresas industriales (que por otra parte era preocupación dominante de la época y
uno de los rasgos positivos en cierto modo del juarismo) daba oportunidad a la
oposición seudo democrática para demostrar su odio aristocrático contra los hombres
de origen modesto o provinciano que componían gran parte de los elencos dirigentes
de esa época. El hecho de que Juárez auspiciase la candidatura presidencial de
Ramón J. Cárcano dio lugar a la oposición antijuarista de la Unión Cívica a
demostrar igualmente el carácter "popular" de su movimiento. Se le llamó entre otras
cosas, a Cárcano, "jovenzuelo advenedizo levantado de la nada... rodeado de una
ralea de advenedizos ensoberbecidos...”
Juárez Celman, como muchos otros hombres de su generación, poseído de la
fiebre de empresas que fue tan característica de la Argentina a partir del 80, había
iniciado, aún antes de su presidencia, la organización de un aserradero en sociedad
con el general Eduardo Racedo, "en el cual —confesaría años más tarde Juárez
Celman— perdimos dinero y esperanzas". También había participado e impulsado
negocios de mensajerías, tranvías, explotación de bosques y minas, del mismo modo
que la fabricación de porcelana con caolín de Córdoba.
La aristocracia pastoril de Buenos Aires, parasitaria y acostumbrada a la
reproducción cíclica de las vacas, veía con desprecio la irrupción de estos esfuerzos
industriales. Un versificador de ocasión ridiculizaría así aquel aserradero y esos
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JORGE ABELARDO RAMOS
esfuerzos en la víspera del 90, evidenciando al mismo tiempo quiénes eran unos y
quiénes eran otros. "Que la gente que actúa en el tablero —o salió de una gran
carpintería— o es oriunda de algún aserradero... — Y así como nosotros somos
gentes de hueso y de levita—, ellos también, los otros— son gente de madera y de
piolita". ¡Con galera y con bastón en 1890, en 1945! ¿También en 1955?
El odio que Roca inspiraba a todos los elementos reaccionarios y clericales
encontró una formidable ocasión de manifestarse con motivo de la crisis del 90. Ya
hemos indicado por otra parte, que si bien es cierto que Juárez Celman se había visto
rodeado desde sus primeros momentos por núcleos del Partido Autonomista
Nacional más ligados al capital extranjero o que tendían a desnaturalizar el sentido
evidentemente nacional de ese Partido, no es menos cierto que el juarismo reposaba
en el apoyo (al menos pasivo) que le prestaba el dispositivo político del roquismo en
todo el país.
Separado rápidamente de Roca, el presidente Juárez Celman reflejó en su persona
con notable precisión las mutaciones que se venían esperando en la Argentina por
obra de ese tipo particular de desarrollo económico determinado por la penetración
imperialista. El hombre de la Córdoba mediterránea había propugnado la inmigración
en masa, volcada sobre nuestro Litoral y en el sur de su propia provincia y que
establecería nuevos fundamentos políticos y económicos en la vida argentina. Juárez
tendía a representar ese sur cordobés en la euforia de la prosperidad, que rehúsa
vincularse con el pasado nacional forjado a través de ríos de sangre.
Juárez Celman realizó —simbólicamente— esa ruptura con Roca, con el norte
criollo y con todo lo que ello expresaba cuando adquirió una estancia en Arrecifes,
en plena provincia de Buenos Aires, en el corazón de la más auténtica oligarquía
argentina, la verdadera, la todopoderosa oligarquía bonaerense. La fusión de los
intereses pareció total.
La inacabable corriente de inversiones de capital europeo representado por Baring
Brothers anegaba todos los recelos y recubría con una pátina dorada a los viejos y
jóvenes prohombres de la casta vacuna y sus abogados porteños. A la doctrina
practicada por Roca de que el Estado debía propulsar, organizar y dirigir las grandes
obras públicas y los sistemas de comunicaciones necesarios al desarrollo de la eco-
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
267
nomía argentina, sucedió la política juarista (que en, este aspecto respondía a las
necesidades del capital financiero internacional), de enajenar las obras de propiedad
estatal a consorcios privados imperialistas. La teoría de que "el Estado es mal
administrador" cobró enorme vuelo en esa época y contó con la aprobación de los
terratenientes y comerciantes de la ciudad de Buenos Aires que en el orden político
seguían siendo adversarios irreconciliables de Juárez Celman.
Las fuerzas católicas se movilizaron acusando al juarismo de ser el núcleo de la
corrupción administrativa y la mayor de las calamidades públicas. La verdad esencial
era que la Argentina había entrado abiertamente en la órbita del imperialismo
mundial. La política de Juárez Celman no era causa sino efecto de ese proceso.
BUENOS AIRES DEJA ATRÁS A LA GRAN ALDEA
La década del 80 al 90 se caracterizó en el mundo entero como la época de
exportación de capitales hacia los países atrasados, la era de los empréstitos
tramposos; de los escándalos al estilo del Canal de Panamá; de los negociados gigantescos; de la volatilización de los últimos restos de la soberanía en los países que
recién nacían a la vida histórica. Juárez Celman fue la víctima de un fenómeno que
superaba en mucho las fronteras argentinas y cuya núcleo director se encontraba en
Londres, capital del Imperio británico.
Las fuerzas que habían sido derrotadas durante la revolución del 80 y que tenían
su base de sustentación en la provincia y la ciudad de Buenos Aires (en ese tiempo
plaza fuerte del capital extranjero) no hacían sino aprovechar las circunstancias
mundiales y sus incidencias locales para derribar a Juárez Celman y arrastrar en su
caída ignominiosa al propio Roca y a las fuerzas del interior por él encarnadas.
Un lúcido testigo de aquellos días —el Dr. Juan Balestra— escribió: "La vieja
Buenos Aires, la Gran Aldea como la denominara despectivamente Lucio V. López,
empieza su ascensión a segunda capital latina de la tierra con la intrepidez
despiadada por lo antiguo de todas las transformaciones históricas. Los caserones
tradicionales de catedral al norte y catedral al sur, heredados de varias generaciones,
bona paterna, se lotean o son entregados a la especulación. El barrio aristocrático se
268
JORGE ABELARDO RAMOS
desplaza hacia el Norte, que es donde se está formando la Avenida Alvear que va a
dar al Paseo de la Recoleta, la primera revelación de Don Torcuato. El interior
doméstico, hasta entonces más decorado por el recuerdo de los antepasados y por la
virtud y lo útil que por lo sensual, se vuelve ostentoso; cuadros, mármoles, bronces,
tapices, decoran los salones; las victorias, landós y cupés de la época, con troncos de
caballos de la raza Orloff, monopolio de las zares de Rusia, cruzan calles y paseos.
Todo lo que imita el refinamiento de los viejos pueblos es adquirido más por novelería que por comodidad o buen gusto, bajo la incitación de comerciantes voraces
que explotan la candidez lugareña".
Véase aquí retratado el diletantismo de una oligarquía cada vez más ligada a
Europa y que vive pendiente de sus modas. Y agrega Balestra: "Se multiplican los
restaurantes, bazares, joyerías y mueblerías de lujo. A los teatros vienen tres
compañías líricas con los artistas más famosos de la tierra; la música italiana,
generosa y heroica, los vinos franceses y los cigarros de La Habana, dan entusiasmo,
alegría y aroma a la opulencia. Se suceden los festines y las recepciones pomposas,
los hábitos francos y los jugosos gustos criollos son desplazados por lo exótico y
amanerado. Y como resaca de tamaño oleaje, la corrupción, la cortesanía, la juglería
de los jovenzuelos, el descoco de los viejos y todas las extravagancias del vicio
entradas para escarnio de las viejas costumbres".
El poderoso desarrollo de la ciudad de Buenos Aires impulsado por el
imperialismo proporcionaba un argumento necesario a los moralistas de la prensa
católica, a los mitristas que hacía veinticinco años estaban fuera del poder y a los
políticos en vacaciones, para lapidar el régimen de Juárez Celman.
LA CLASE OBRERA Y LOS EXTRANJEROS
Las gigantescas olas de inmigración que llegaban en los últimos años (en gran
parte inmigración golondrina por sus desplazamientos y también por su pensamiento
político) crean nuevos problemas en la política argentina. Gran parte del Litoral ha
perdido su antiguo carácter criollo. Los extranjeros constituyen la mayoría de la
población en la Ciudad de Buenos Aires: son el 53 % de sus habitantes. En Santa Fe,
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
269
el 28 % y en la ciudad de Rosario, que era hasta hace pocos años un villorio,
constituyen el 45 % de su población.
Estos hechos determinan que la mayor parte de la población de los centros
urbanos argentinos no tenga ninguna vinculación con las heroicas luchas que han
permitido construir el país y por el cual derramaron su sangre muchas generaciones
de argentinos que no lograron jamás adquirir tierras, tener una profesión liberal, ser
propietarios de chacras y enriquecerse.
Hasta 1880, en efecto, la profesión habitual del pueblo argentino había sido la guerra
y la política: la política conducía inevitablemente a la guerra y era por medio de las
armas cómo se resolvían o postergaban los grandes problemas nacionales. Pero la
intervención de ese factor nuevo que señalamos en la vida nacional acarreaba un
elemento sorpresivo: la mayoría de la población de las ciudades argentinas no manifestaba el menor interés por la política ni por el destino del país. Cumplía a
conciencia el papel de enriquecerse. Es en esos años que comienza a extenderse en
las viejas pampas litorales el desprecio al negro".
Sólo en la ciudad de Buenos Aires y en un reducido sector de trabajadores
europeos ligados a esta ciudad surgieron después del 90 los primeros elementos de
un Partido Socialista, cuya visión europea de los problemas le impidió conectarse
con la realidad viva de la Argentina. Fueron precisamente los socialistas quienes
inventaron la expresión "política criolla", para designar a las luchas civiles de este
país, luchas que no podían encontrar su explicación legítima en los libros de los
socialistas europeos, pero que arrancaban de las condiciones originales de nuestra
realidad. En tanto que los socialdemócratas del Viejo Mundo actuaban en países
imperialistas y fueron asociados inevitables de la política interior y exterior de su
propia burguesía, en la Argentina y otros países escasamente desarrollados los
socialistas extranjeros que iniciaban su actuación entre nosotros aplicaban las mismas tácticas que sus colegas de Europa. Pero esto lo veremos más claro cuando
analicemos el debate sobre el Código de Trabajo de Roca y Joaquín V. González.
En vísperas del 90 la Argentina no sólo recibía en sus playas un mayor número de
inmigrantes que Estados Unidos (300.000), sino que la producción agrícola se
elevaba en un 750 % en tres años. La ola de prosperidad abarcaba todos los negocios,
270
JORGE ABELARDO RAMOS
ramas de la economía y sueños industriales. Se proyectó una red de subterráneos,
fábricas de locomotoras y de máquinas agrícolas; de tantos proyectos, algunos se
realizaron y muchos se desvanecieron en el estupor de la crisis que, planteada en
Europa, golpeó duramente a la Grande Argentina de los jóvenes del 80 que entonces
dirigían el país. Será altamente revelador examinar quiénes voltearon a Juárez Celman, quiénes financiaron esa contrarrevolución seudo democrática y cómo reaccionó
el país ante el 90. El clero jugó también un papel en ese movimiento reaccionario de
la oligarquía bonaerense.
LA LEYENDA NEGRA DE
JUÁREZ CELMAN
Las contradicciones del régimen de Juárez Celman se manifestaban, entre otras
cosas, por la aspiración de no ser solamente un país agrícolo-ganadero (a la cual
tendía férreamente la presión imperialista), sino a infundirle a la Argentina un
carácter industrial, minero y progresista. Fue una época en que se lanzaban los
proyectos más atrevidos, las más audaces empresas y también las aventuras
financieras más oscuras —contrafigura inevitable de todo proceso de avance—.
Julián Martel ha descripto en su novela "La Bolsa" un aspecto parcial e incisivo de la
Buenos Aires Financiera en las vísperas del 90. En esos años habían surgido como
por arte mágico la ciudad de La Plata, el dique San Roque en Córdoba (cuyos
constructores debían sufrir después la persecución de la reacción ultramontana), y los
principales edificios públicos que todavía continúan prestando servicios en nuestros
días.
En un breve trabajo publicado no hace mucho, el Dr. Juan Pablo Oliver ofrece una
excelente síntesis de una de las características sobresalientes de este capítulo de la
historia contemporánea. Dice el Dr. Oliver: "Se declara la renovación presidencial y
el "unicato" de Juárez Celman tenía asegurada la elección del sucesor, pues contaba
con todas las situaciones provinciales (excepto Buenos Aires) y con holgada mayoría
parlamentaria. También estaba a su favor lo que se denomina genéricamente "la
opinión", o sentido dominante del país en un momento dado: los nuevos ricos y
nuevos argentinos, los industriales y los inmigrantes, los masones garibaldinos y
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
271
fuerzas armadas, los situacionistas y hasta muchos opositores a quienes les resultaba
más fácil entenderse con Juárez que entre ellos mismos. Saldría así ungido su
candidato el joven Ramón J. Cárcano, talentoso hijo de un inmigrante lombardo
radicado en Córdoba".
Es preciso agregar a estas palabras que las "situaciones" provinciales que
apoyaban a Juárez Celman, no eran sino el Partido Roquista que con todo el interior
argentino apoyaba, aún a la distancia, a una presidencia que, con todos sus errores y
capitulaciones, continuaba en línea zigzagueante la época inaugurada en el 80.
Prosigue el Dr. Oliver: "Dificultades producidas en los mercados financieros
europeos unidas a causas intrínsecas argentinas provocaron el retractamiento del
capital inmigratorio y del capital monetario, y luego su repatriación. Hacía falta
tiempo o tino, especialmente respecto del dinero, para aferrarlo y consubstanciarlo al
país como capital producto propio; así dejó de funcionar el "deus ex machina"
propulsor de todo este progreso".
En otras palabras, la crisis europea llevó a la quiebra a Baring Brothers. Esta
quiebra influyó sobre la Argentina. El oro extranjero volvió a Europa, las
exportaciones perdieron su valor, los valores que habían alcanzado las tierras se
vinieron abajo, los títulos de la deuda pública se depreciaron. Los salarios perdieron
su poder adquisitivo y muchas fortunas nacidas al calor de la especulación se
disiparon en el furor del vendaval. La crisis cíclica del capitalismo mundial cortaba
por un momento la exportación de capitales; en esta circunstancia hay que buscar el
origen de la catástrofe: Juárez Celman fue su "chivo emisario". La oligarquía porteña
y bonaerense conspiró contra él y los historiadores sucesivos —liberales y
clericales— forjaron su leyenda negra.
FALSA IDENTIDAD: ROCA
Y JUÁREZ CELMAN
Para apreciar en qué puntos básicos divergía Roca de Juárez Celman,
recordaremos el caso de la venta de las Obras Públicas de Salubridad. La tendencia
del régimen juarista había sido enajenar los servicios públicos en manos del Estado,
y por esa vía caía generalmente bajo el control de consorcios extranjeros
272
JORGE ABELARDO RAMOS
imperialistas. La tentativa de vender las Obras de Salubridad había levantado un
tempestuoso debate en el país. Aunque Roca no se pronunciaba públicamente acerca
de los problemas nacionales durante el régimen de Juárez Celman, con el objeto de
no interferir la gestión de aquél y no debilitar el frente del interior, conocemos su
opinión a través de una carta enviada en 1887 desde Europa a don Agustín de Vedia,
donde le decía: "Ese proyecto de venta de las obras de salubridad ha sido también un
proyecto desgraciado, que se ha arrojado a los opositores como buena presa para clavar su diente lleno de ponzoña. Yo aconsejé en contra, pero no me hicieron caso. La
bulla y la resistencia que esta idea ha levantado hasta entre muchos amigos, en cuyo
espíritu leo desde aquí, me prueba que yo tenía razón. Si a pesar de todo, el proyecto
rechazado casi por unanimidad en la forma de contrato se convierte en ley, será una
ley contraria a los intereses públicos en el sentir de la mayoría de la opinión de esa
capital, tan esquilmada por las compañías de gas y otros servicios. A estar a la teoría
de que los gobiernos no saben administrar, llegaríamos a la supresión de todo
gobierno por inútil y deberíamos poner bandera de remate a la Aduana, al Correo, al
Telégrafo, a los puertos, a las oficinas de renta, al Ejército y a todo lo que constituye
el ejercicio y deberes del poder".
Tal era la tajante posición que frente a un problema que afectaba a la soberanía
tenía el fundador de la unidad argentina. De ahí que resulten absurdas las tentativas
de los diletantes de la política y la historia de atribuirle a Juárez Celman la culpa de
la crisis mundial y a Roca la debilidad de Juárez Celman.
Las divergencias que separaban a estas dos figuras no eran simplemente
productos de temperamentos diferentes, sino de un proceso político e histórico de
una extraordinaria intensidad: en esos diez años la Argentina transformó radicalmente su fisonomía y su estructura interior, su economía y su población, su
política y sus relaciones con Europa. La rapidez con que estos episodios se sucedían
obligaban, por así decirlo, a una ruptura entre Roca y Juárez Celman. En rápidos
trazos hemos intentado mostrar los fundamentos sociales en los que reposaban las
divergencias políticas.
De los grandes y ambiciosos proyectos de Juárez Celman se realizaron, en verdad,
durante su presidencia, sólo aquéllos que convenían a la política expansiva del
imperialismo y a la creación de su plataforma administrativa erigida sobre las
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
273
grandes pampas colonizadas. Sin embargo, la fuerza creadora de esa generación del
80, y que a pesar de todo tendía a expresarse en Juárez Celman, ofreció importantes
contribuciones al desarrollo del país. Frente a los ataques de los guardianes de la
moral pública que se enriquecían al mismo tiempo con ese progreso, Juárez Celman
confesaba a un amigo: "A Alberdi, el teórico de nuestras positivas grandezas, se le
despreció y vive amargado en el destierro. Roca y yo realizamos la prédica inspirada
del autor de las «Bases». Siempre hay una línea de incomprensión entre el que
predica y el realizador. Yo debo realizar, sometiéndome al imperio de las
circunstancias que desvían muchas veces los postulados. Presiento que mis enemigos
se agrupan y desfiguran monstruosamente mis propósitos. La maledicencia es
simiente que crece en todos los terrenos: aún sobre las piedras. Sirvo al país en la
medida de mis capacidades. Adelantarse es una manera de caer. Seré el Presidente de
la inmigración. Las clases conservadoras, las viejas familias patricias, esos núcleos
que han vivido en una paz colonial, guardando plácidamente normas sociales en
desuso, me combaten porque no me entienden". En realidad, combatían a Juárez,
porque entendían a Roca.
"LAS VACAS DIRIGEN LA POLÍTICA ARGENTINA"
Los enemigos de Juárez Celman, los adversarios implacables de Roca y del
roquismo, los que "hicieron" el 90 no eran sino esas "grandes familias" de la
auténtica oligarquía ganadera que venía dirigiendo la Provincia-Metrópoli desde la
Revolución de Mayo y que había originado la famosa frase de Sarmiento: "las vacas
dirigen la política argentina". Asociadas a la aristocracia mercantil de la ciudad de
Buenos Aires, europeizantes y antinacionales encontraban en la "tribuna de doctrina"
fundada por Mitre su baluarte ideológico —ayer como hoy. El clero reaccionario
bendecía esa comunidad de intereses, en el 90 como en 1955. Ya el diario de Mitre,
próxima la jornada del 90, aguzaba sus dardos contra el gobierno de Juárez.
La aparición de una epidemia de cólera en el norte de la República había
inquietado a la opinión y a las autoridades sanitarias. Juárez Celman envió una
circular telegráfica a los gobernadores del interior, ordenando la adopción de
274
JORGE ABELARDO RAMOS
medidas sanitarias de carácter urgente a fin de conjurar el peligro de la peste.
Utilizando esta desdichada circunstancia, un editorial de "La Nación" decía: "Todos
los gobiernos de la vida de un pueblo tienen un síntoma característico",
estigmatizando así el régimen más progresista que había tenido la República e
identificándolo con el cólera.
En los archivos privados de Juárez Celman, Rivero Astengo encontró muchos
años después un borrador de una réplica que Eduardo Wilde había pensado publicar
respondiendo al órgano mitrista: "La epidemia —escribía Wilde— cuyo recuerdo
conmueve hoy a los pueblos del interior (a los cuales no llegó la fiebre amarilla), no
es la que se introdujo durante el gobierno de Sarmiento, Avellaneda o Roca; es la
misma que nos trajo Mitre con su guerra del Paraguay: el terrible cólera que en
aquella época asoló nuestro territorio". En los días del 90 se asociaba
espontáneamente la guerra del Paraguay con el cólera.
En esos mismos días llegaban, al país los restos mortales de Juan Bautista
Alberdi, fallecido en París el año anterior, y que había sido sostenido en sus últimos
años por el apoyo directo de Roca, pese a la execración que sobre su nombre habían
impuesto Mitre y el localismo porteño. Recordóse entonces, por boca de David Peña,
algunos dramáticos episodios de la lucha desigual que había llevado a cabo con la
pluma en la mano, sin partido político y sin recurso alguno, el autor de "Los intereses
argentinos en la Guerra del Paraguay".
La aversión porteña contra el escritor tucumano que había planteado durante casi
medio siglo el fundamento económico del separatismo bonaerense era honda.
Alberdi sostuvo incansablemente la necesidad de que las provincias recobrasen las
rentas aduaneras de Buenos Aires, arrebatadas por la prepotencia porteña desde la
Revolución de Mayo. El mitrismo lo persiguió en vida y lo siguió calumniando
después de muerto. Si San Martín no había podido vivir en la tierra liberada por su
espada, Alberdi tampoco pudo poner su pie en el país cuyo problema básico había
esclarecido. El liberalismo cipayo de los mitristas y el odio clerical hacia el
pensamiento moderno se unieron para anular a Roca, voltear a Juárez Celman y
lapidar a Alberdi. Ya veremos pronto cómo las mismas fuerzas reaccionarias
fusionadas en el 90 encuentran sus epígonos en 1955. De esa herencia ideológica
antinacional se nutre la contrarrevolución de nuestros días. ¡Ya no están las
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
275
montoneras haciendo temblar sus lanzas contra el despotismo porteño! Pero las
masas de aquellos tiempos también han dejado su heredero histórico: el proletariado
argentino.
ALBERDI Y ROCA
Durante la presidencia de Mitre se llegó a negar a Alberdi el pago de su sueldo
como agente diplomático en Europa. Cuando Roca asciende a la presidencia, intenta
nombrar a Alberdi, a título de reparación nacional, nuestro representante en Europa.
La indignación de la oligarquía porteño bonaerense y los editoriales violentos del
diario "La Nación" inspirados por Mitre, crean una atmósfera política tan tensa que
Roca se ve obligado a retirar su proyecto y a ofrecerle la representación en Chile, que
Alberdi no puede aceptar por su estado de salud. Finalmente, Roca pide al Congreso
la sanción de una ley para la edición de sus obras completas, que constituyen un
monumento de sabiduría política. Así se editan al fin ocho volúmenes en 1886 y
1887, edición oficial que se agota rápidamente y que sale en seguida de la
circulación. Pocos años más tarde se editan sus "escritos póstumos", que correrían
igual destino y en 1920 Joaquín V. González, otro hombre del elenco intelectual del
roquismo, ordena varios tomos de sus obras selectas. Pero desde entonces, desde
1886 —¡hace 70 años!— los argentinos no han podido contar con las obras
completas de Alberdi. Tal es la venganza que la oligarquía porteña y bonaerense se
han tomado contra el pensador que predicó la unidad nacional y anatemizó la
dictadura del puerto por una sola provincia.
Así la desfiguración póstuma ha hecho de Alberdi, que fue el teórico de Roca, el
conocido autor de libros secundarios, ocultándose de este modo a la posteridad lo
sustancial de su pensamiento político e histórico. Mediante este sistema de
glorificación ficticia se han adulterado las fuentes mismas de nuestro pasado. El país
espera que la integridad del pensamiento y la obra de Alberdi sean puestos
nuevamente en circulación, en este momento en que el proceso de la Revolución
Popular argentina accede a nuevos y victoriosos estadios.
276
JORGE ABELARDO RAMOS
La preparación concreta de la Revolución del 90 estuvo asociada a un hecho
simbólico: el alza del valor del oro. La urgente necesidad que del precioso metal
tenía el gobierno para acceder a las exigencias de los acreedores europeos, constituía
un poderoso estímulo para la alta cotización de ese metal. El diario "La Prensa"
escribía: "Todo el mundo se preocupa: el millonario que asiste al derrumbe de su
fortuna; el comerciante que ve oscurecerse el campo de sus transacciones y el obrero
que duda de la suerte de sus ahorros". La referencia al ahorro obrero era una
necesidad retórica del editorialista, obligado a disimular su defensa de los
millonarios en crisis. Pocos días después el mismo periódico escribía: "A causa de la
baja de los títulos han perdido dos honorables caballeros, uno abogado y el otro
general, cuatro millones de pesos... En la segunda rueda de la bolsa se vio a comerciantes con lágrimas en los ojos cuando el apuntador marcaba la cotización de
272%". Esto ya era el pánico. La oposición clerical, que no hacía más que buscar la
primera oportunidad para desatar sus furias contra el gobierno juarista, las familias
"distinguidas" de la ciudad de Buenos Aires y de la oligarquía bonaerense, los
jóvenes aristocráticos de la ciudad virreinal que consideraban a los hombres del 80 y
del 90 como formando parte de la "chusma provinciana", consideraron que su hora
había llegado.
LA CONTRARREVOLUCIÓN SE GESTO EN
EL CAFE DE PARÍS
La preparación del clima moral del golpe de estado comenzó con el movimiento
llamado de las tertulias. La iniciativa partió del Dr. Manuel Gorostiaga, prominente
dirigente católico y al mismo tiempo hombre ligado a importantes actividades
económicas. Era en esa época presidente del Banco de Consignaciones de Frutos del
País, cuyo capital suscripto era de 10 millones de pesos de aquella época. Asimismo,
el Banco de Crédito Real estaba en manos de los católicos, entre ellos Héctor Soto,
Emilio Lamarca, Pedro Goyena, Ángel Estrada. Gorostiaga ofreció a un núcleo de
distinguidas figuras de la política y la sociedad aristocrática porteña un banquete
"patriótico" en el Café de París. El propósito era conversar sobre la situación política
y la manera de coordinar los esfuerzos para luchar contra Juárez Celman. Asistieron
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
277
entre otros, Leandro Alem, Emilio Mitre, Pedro Goyena, Manuel Lainez, José
Manuel Estrada, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y los más destacados
representantes de la aristocracia porteña.
Ese banquete fue la señal para una serie inacabable de tertulias donde los
caballeros de vieja prosapia tomaban el té y hablaban de política. El general Mitre se
incorporó a esas tertulias y con él, diversas figuras vinculadas a las actividades
bursátiles, cuyas fortunas y especulaciones peligraban con el ascenso del oro y con la
crisis que se extendía a lo largo y a lo ancho del país. En uno de los salones de la
Rotisserie Gracier, un grupo selecto de la "jeunesse dorée" de Buenos Aires,
constituía al fin un club político: Marcelo T. de Alvear, Emilio Gouchón, Rómulo
Naón, Octavio Pico, Rufino de Elizalde, Augusto Marcó del Pont, Luis Mitre y otros
formaban su elenco inicial.
En esas circunstancias un grupo de jóvenes intelectuales afectos a Juárez Celman
decidió manifestar su adhesión al presidente de la República por medio de un
banquete. La oposición llamó a esta reunión el "banquete de los incondicionales",
pero es justo decir que figuraban entre ellos los intelectuales y escritores más
distinguidos de la juventud de esa época, cosa que no ocurría en las tertulias de los
turfman y elegantes aristócratas de la oposición porteña, más versados en vacas,
trajes y caballos que en ideas. En el banquete de los "incondicionales" estaban entre
otros Osvaldo Magnasco, que fuera luego ministro de Justicia e Instrucción Pública
en la segunda presidencia de Roca y el más grande orador parlamentario de su época;
el poeta Leopoldo Díaz, el entrerriano José S. Álvarez, inmortalizado luego por su
seudónimo de Fray Mocho, uno de nuestros más grandes escritores costumbristas,
Telémaco Sussini, Lucas Ayarragaray, Marco Avellaneda, Osvaldo Pinero, Tomás de
Veyga, Paul Groussac, Juan Balestra (el autor de uno de los mejores libros que
existen sobre la Revolución del 90) y Ramón Cárcano, a quien se indicaba como el
sucesor de Juárez Celman.
La realización de este homenaje al presidente originó la publicación de un artículo
del joven abogado Francisco Barroetaveña titulado "Tu quoque juventud —En tropel
al éxito", que "La Nación", el diario de Mitre, insertó en su edición del 20 de agosto
de 1889. El famoso artículo en cuestión era una antología de lugares comunes y de
desmayadas flores retóricas. Pero surtió el efecto buscado. Fue la señal para el
278
JORGE ABELARDO RAMOS
levantamiento de la oposición clero-aristocrática. Por otra parte el oro seguía su alza
implacable. Así, los especuladores se hicieron revolucionarios.
LA UNION CÍVICA AL SERVICIO DE LA OLIGARQUÍA
Al día siguiente de publicado su artículo, Barroetaveña recibió la visita de Carlos
Zuberbühler y Carlos F. Videla, que venían en nombre de núcleos influyentes de la
Bolsa de Comercio de Buenos Aires, para ofrecerle un banquete en su homenaje.
Barroetaveña, ligado a Leandro N. Alem, propuso reemplazar el banquete con una
manifestación pública, comprometiéndose todos los presentes a mover a sus amigos
de la Universidad, del Colegio Nacional y de la Bolsa para el mejor éxito del mismo.
La organización de dicho acto quedó resuelta en una reunión que debía ser el punto
de partida de la Unión Cívica de la Juventud, cuyos más destacados integrantes eran
Modesto Sánchez Viamonte, Carlos Zuberbühler, Emilio Guchon, Marcelo de
Alvear, Manuel Augusto Montes de Oca, Damián y Martín Torino, Adolfo Mujica,
Ángel Gallardo, Tomás Le Bretón, Pedro Varangot, Rufino de Elizalde y otros
jóvenes pertenecientes a las familias tradicionales de la ciudad de Buenos Aires. El
mitin del Frontón Florida, que se realizó el P de septiembre de 1889, debía contar
también con la adhesión de otros jóvenes que se incorporaron al movimiento de la
Unión Cívica, entre ellos Enrique S. Pérez, Juan B. Justo, Celedonio Pereda,
Francisco Ayerza, Felipe Martínez de Hoz, Belisario Huergo, Alfredo Bunge, José
M. Drago, Leonardo Pereyra Iraola, Nicolás Anchorena y otros. Según vemos el
movimiento en germen, si bien tenía apellidos, no podían pretender representar a las
masas populares.
El mitin del Frontón Florida, al cual había sido invitado el general Mitre, que
excusó su inasistencia pero envió una carta con las frases rituales sobre el despotismo
y la corrupción, contó como oradores a Francisco Barroetaveña, Montes de Oca y
Daniel Torino. Finalmente habló Leandro Alem, cuya debilidad por el mitrismo en
cada situación decisiva se ponía de manifiesto una vez más. También hablaron el
dirigente político Pedro Goyena, Aristóbulo del Valle, Delfín Gallo y Marcelo de
Alvear.
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
279
La organización de este movimiento por los jóvenes de las familias aristocráticas
suscitó comentarios irónicos de los diarios oficialistas, entre ellos el diario
"Sudamérica", que dirigía Juan Balestra, órgano calificado por los jóvenes de la
Unión Cívica como integrado por "chusmas de malos antecedentes".
Una fuente insospechada en la materia, el Dr. Juan Pablo Oliver, ha escrito al
respecto: "Releyendo aquella nómina juvenil opositora resulta indudable que
pertenecía al más puro patriciado, a la clase superior o "élite" tradicional dirigente;
pero cuyo patriotismo y desinterés era impropio de ser puesto en solfa. Esos jóvenes
fueron vinculados por los líderes católicos José Manuel Estrada y Pedro Goyena con
hombres de mayor envergadura política y surgió así la Unión Cívica, cuya dirección
le fue ofrecida al general Mitre, que no la aceptó. Entonces se constituyó un comité
ejecutivo integrado por Leandro Alem como presidente, Bonifacio Lastra y Mariano
Demaría vicepresidentes y Manuel A. Ocampo tesorero, todos porteños de cerrada
mentalidad conservadora, denominaciones partidistas actuales aparte".
Con leves modificaciones, estos mismos hombres del Comité Ejecutivo de la Unión
Cívica de la Juventud habrían de constituir, en el plan de los conspiradores del 90, el
gobierno provisional (1)
(1) Aquí se vio obligado el autor a interrumpir esta serie de artículos. La burocracia peronista, consecuente con su posición contrarrevolucionaria, prefería el calificativo infamante al debate ideológico. Concluía el período peronista. El artículo
siguiente se publicó en el semanario socialista revolucionario "Lucha Obrera" en noviembre de 1955. La jauría demo-oligarquía enviaba a miles de peronistas a las
cárceles. Ushuaia era reabierta y nosotros defendíamos a los caídos contra el Ejército
y los "demócratas".
280
JORGE ABELARDO RAMOS
LAS TENDENCIAS POLÍTICAS DEL EJERCITO
Y LA CRISIS ACTUAL
El gobierno provisional está desgarrado por una furiosa lucha intestina. Lejos de
asegurar "el orden" y de restablecer el "imperio del derecho", su desdichada gestión
nos demuestra día tras día que la crisis orgánica que lo conmueve es insuperable y
que está más lejos que nunca de alcanzar el ambicionado equilibrio.
Jamás, desde la insurrección de los caudillos en el año 1820, la República ha
pasado por instantes más críticos, ni el pueblo argentino ha estado más divorciado
del poder que declara representarlo. Si Perón hubo de autodenominarse aforísticamente el "piloto del desorden", el gobierno provisional es el desorden mismo.
El "imperio del derecho", con miles de presos políticos que pueblan las cárceles, los
navíos y las comisarías, ya es una frase burlesca.
La pregonada "libertad sindical" se ha traducido en la práctica por un ataque
desenfrenado a los locales de la CGT, realizados por los pistoleros socialistas y
comunistas, dóciles instrumentos de la oligarquía pro imperialista que los mueve. La
"libertad de prensa" ha sido el pretexto para intervenir casi todos los diarios de
propiedad peronista y volcarlos en un idéntico clamor en favor de los dueños del
poder. Apold no lo habría hecho mejor.
Para terminar, un agente del capital extranjero llamado Prebisch, planea y aplica
sin vacilaciones un plan destinado a hambrear a la clase trabajadora y a desviar el eje
de la política económica argentina en beneficio de los Bunge y Born, de los
chacareros de la "pampa gringa" y de los ganaderos grandes y pequeños. La esencia
de su Plan es retrogradar a la nueva Argentina industrial a las condiciones de la vieja
Argentina pastoril y agraria. Tal es la fórmula del nuevo estatuto legal del coloniaje,
281
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
que nos trae envuelta en sus banderas la llamada "revolución libertadora". ¿El país
que no vive en el Barrio Norte habrá de callar? ¿La clase obrera sobre cuyas espaldas
reposa la potencia productiva de la Nación, convalidará ese propósito monstruoso?
El Ejército, en cuyas manos la Revolución Nacional depositó la tarea de echar los
cimientos de la industria pesada, ¿aceptará en silencio esta política antinacional?
El golpe del 16 de setiembre voltea el gobierno de Perón. Este último, a pesar de
sus deformaciones burocráticas, a pesar de haber impedido la creación de un partido
obrero de izquierda nacional, a pesar de sus errores y contradicciones, respondía a
profundas necesidades nacionales. Desaparecido Perón queda al país, y en el país, su
poderosa clase obrera.
El imperialismo había logrado unificar alrededor de la lucha contra Perón a todas
las fuerzas de la oposición, desde los católicos a los masones, desde los comunistas a
los
conservadores.
Imperialistas
y
"antiimperialistas"
pequeños
burgueses
participaron en la conspiración. Pero a partir del 16 de setiembre el frente
antiperonista comienza a disgregarse cada vez más rápidamente.
Los intereses nacionales y los intereses antinacionales adquieren su propia
independencia y fisonomía. Estas fuerzas se encarnan en las principales figuras del
gobierno provisional y libran en su seno una áspera lucha. Desde el primer día la
Casa de Gobierno fue el teatro de dos tendencias fundamentales: la que podríamos
llamar la tendencia Rojas y la que se expresó, aun débilmente, primero en Bengoa y
luego (hasta el momento en que escribimos estas líneas, en la tarde ¿el 14 de
noviembre) en Lonardi. La política de Rojas es inequívoca: liquidación de la CGT,
destrucción de la influencia política de la clase obrera en la vida nacional,
"depuración" al estilo de Nuremberg, restauración oligárquica bajo la máscara
"democrática", fortalecimiento artificial de los partidos antinacionales sin base
popular. La política de Rojas, los pilares sobre que descansa, lleva irresistiblemente a
fundarse en el Plan Prebisch (con o sin Prebisch), esto es, a destruir los focos
económicos de resistencia nacional al imperialismo. Estos elementos adquieren su
más plena coherencia a la luz de la devaluación del peso argentino y de la supresión
del IAPI. Declaremos, para que nadie lo olvide, que el IAPI, que ahora destruyen los
agentes de Bunge y Born y de Bemberg, fue una de las conquistas fundamentales de
la revolución de 1945. La envoltura brillante y falsa de esta orientación funesta es la
282
JORGE ABELARDO RAMOS
campaña "moralizante", promovida generalmente por el imperialismo y la burguesía
comercial de los países semicoloniales para desprestigiar a los gobiernos que resisten
la presión extranjera.
EL FONDO POLÍTICO DEL NACIONALISMO
El "moralismo" hiere la imaginación de la pequeña burguesía de las ciudades,
sujeta a los sueldos fijos en los períodos del inflacionismo industrializador, que es un
inflacionismo de progreso y que la clase obrera remonta por la eficacia de sus
reivindicaciones sindicales. Pero la clase media, por su dispersión, individualismo y
repulsión a la organización gremial queda, en cierto sentido, con sus sueldos
congelados, hecho que la vuelve hostil al gobierno industrializador, que necesita un
peso blando para irrigar la economía en crecimiento. La propia inmadurez de un país
que está saliendo penosamente del estado agrario, determina el despilfarro de la
burocracia, los negociados y ciertos elementos de corrupción (posibles únicamente
por la complicidad de la misma burguesía comercial que ahora promueve el
"moralismo"). Pero los fenómenos de la corrupción administrativa son inherentes no
sólo al gobierno de Perón, sino a todos los gobiernos de la sociedad capitalista, y en
un sentido histórico más profundo, a la existencia misma del Estado, incluso el
Estado Proletario. El Estado como tal es una fuente generadora de corrupción, en
tanto núcleo de poder. Lamentemos este hecho, pero no ignoremos la historia. Nadie
ignora, por otra parte, que la transferencia al plano ético de un problema
esencialmente político, no es sino una maniobra para ocultar la verdadera naturaleza
antinacional de esa campaña.
EL NACIONALISMO MILITAR BUSCA UN JEFE
La tendencia Rojas debía chocar y chocó con Bengoa. No caeremos en la
simpleza de afirmar que Rojas o Bengoa tienen plena conciencia de las fuerzas
sociales y económicas que se agrupan alrededor de sus figuras. Pero las necesidades
objetivas del país y las del capital extranjero, irrumpen con fuerza irresistible y
buscan sus intérpretes en los comanditarios del poder. El Ejército, por sus
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
283
circunstancias profesionales, su mayor vinculación con los problemas del país, su
composición de origen más popular que la Marina y sus propias tradiciones, ha
engendrado en Argentina (del mismo modo que en América Latina y Medio Oriente),
una corriente de nacionalismo político. El imperialismo "democrático", con el objeto
de aislar al Ejército de su alianza con el pueblo y la clase trabajadora, ha designado a
este nacionalismo como "nazi" y "fascista", denominaciones que corresponden a los
movimientos reaccionarios de los países metropolitanos y no a los movimientos
antiimperialistas de los países coloniales o semicoloniales. Esta grosera
desnaturalización del nacionalismo militar ha tendido siempre a despolitizar al
Ejército, puesto que la política, para el imperialismo colonizador, debe quedar a
cargo de los partidos y partiditos ligados directamente a su servicio. Pero como el
proceso industrializador y el papel político de la clase obrera, factores que
produjeron la aparición de Perón en la vida pública continúan existiendo después de
Perón, dióse el caso de que Bengoa o cualquier otro asumieran a su pesar una política
moderadora con relación a la tendencia de Rojas. Cada paso que el gobierno
provisional daba hacia la destrucción, de la CGT lo contrarresta con su respuesta
enérgica el proletariado, y Bengoa asumía el rol de mediador. Por circunstancias que
ignoramos, la tendencia "nacional" quedó momentáneamente vencida con la caída de
Bengoa. Pero como los intereses nacionales pugnaban por manifestarse a pesar de
todo, Lonardi, en el mensaje que acarreó su caída, asumió la misma política,
enfrentando las iras moralizantes y antiobreras de Rojas (al cual apoyan los radicales
—incluso los frondizistas—, los socialistas, los conservadores, y todos los grupitos
profesionales al servicio del imperialismo).
Nadie puede predecir el curso de los acontecimientos inmediatos. Las luchas
interiores en las fuerzas armadas reflejan el conflicto, mucho más amplio, de las dos
grandes corrientes históricas del país: o el regreso a la "década infame" o el avance
hacia la completa liberación nacional y social de la Argentina. En el desarrollo de
este combate, la clase obrera permanece como el grupo social más importante,
homogéneo y creador del país. Ya se ha dado su gran CGT, a la que hay que
defender a toda costa y a cualquier precio. Ahora nuestro proletariado necesita su
partido político, llave maestra de su inevitable victoria.
284
REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN
EN LA ARGENTINA (1)
Los argentinos de mi generación alcanzamos a vivir el crepúsculo de la década
infame. Los estudiantes de 16 años cenábamos en los bares automáticos por 0,20
centavos, mientras leíamos en ejemplares prestados los libros de Roberto Arlt, de
Elias Castelnuovo y de Nicolás Lenin. Eran los bares sombríos que dejaba como
herencia la gran crisis del año 30. Época del "peso fuerte", de Villa Desocupación en
Puerto Nuevo, de "Yira Yira", la de "El Hombre que está Solo y Espera" y la
tuberculosis, la Sección Especial y el fraude patriótico. Era, digámoslo de una vez, la
época que presenció el apogeo político de Federico Pinedo y de Raúl Prebisch. La
oligarquía ganadera ejercía el control del país en estrecha sociedad con el
imperialismo británico. El sistema de vida oligárquico era un sistema concluso y
perfecto. Cada uno jugaba su papel. En la Casa de Gobierno estaban los hombres del
(1) En una nota preliminar decía "El Líder".
"Continuando nuestra orientación de ofrecer a nuestros lectores la expresión del
pensamiento político de todas las tendencias nacionales, sin ninguna clase de exclusiones, ofrecemos hoy un artículo de Jorge Abelardo Ramos, miembro del Comité
Ejecutivo del Partido Socialista de la Revolución Nacional, autor del libro «América
Latina: un país», secuestrado en su oportunidad por la Comisión Bicameral del ex
diputado Visca. Jorge Abelardo Ramos es actualmente uno de los editores del
semanario socialista revolucionario «Lucha Obrera»."
285
JORGE ABELARDO RAMOS
general Justo, producto de un fraude electoral famoso. La política económica
planeada por Pinedo y por Prebisch respondía a la función que el imperialismo
británico había asignado a la Argentina en el tablero de su política mundial. La
factoría pampeana exportaba trigo y carne y de Europa se importaban los artículos
manufacturados necesarios para el consumo interno. Como por otra parte la
estructura ferroviaria traducía en su diseño la voluntad imperial de transportar desde
nuestra "pampa gringa" las materias primas a los puertos ultramarinos, las provincias
mediterráneas alejadas del tráfico, yacían en la más completa postración. La metrópoli imperialista absorbía nuestra producción primaria y nosotros, la semicolonia,
debíamos aceptar bajos precios para el trigo y pagar los precios altos para los
artículos industriales que enviaban nuestros poderosos mandantes.
Coloniaje y Librecambio
El librecambio, pese a las restricciones cambiarías temporales, era la línea
dominante. La industria argentina que había logrado desenvolverse durante la
primera guerra, debía arreglárselas como podía. No moría del todo, pero encontraba
cerrados los caminos para su expansión y crecimiento. Como lógica consecuencia,
millones de argentinos sufrían hambre en las provincias, mientras los Ministros de
Hacienda asesorados por Prebisch se enorgullecían de la regularidad con que la
Argentina satisfacía los compromisos financieros contraídos con los vampiros de la
usura internacional.
Los partidos políticos de la década infame, por su parte, habían sido domados en
el servicio doméstico de la oligarquía triunfante. Después de la muerte de Yrigoyen,
el alvearismo tomó las palancas del partido radical y lo transformó en la oposición
tolerada del gobierno de Justo. Las tendencias yrigoyenistas fueron aplastadas sin
piedad. Los socialistas de Repetto habían dejado de ser desde hacía mucho tiempo un
partido obrero. El último intento de regeneración revolucionaria de esa agrupación
fue el Partido Socialista Obrero en 1937, nacido a impulsos de un escándalo desatado
por la denuncia del concejal socialista Zabala Vicondo, en la cual acusaba
documentadamente a la Casa del Pueblo de realizar fraude en las elecciones internas
del Partido Socialista para permanecer en la dirección partidaria. Pero el intento del
286
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
socialismo obrero resultó frustrado por la infiltración de los comunistas, que al
servicio de una potencia extranjera temían el desarrollo de una izquierda socialista
genuinamente argentina. Los comunistas deshicieron en poco tiempo el Partido
Socialista Obrero, prestando así un nuevo servicio a la tragedia nacional. Como la
oligarquía en el poder necesitaba la ficción de un régimen "democrático", los
socialistas eran una pieza indispensable en la gran comedia. Así, mientras los
radicales declaraban la abstención en 1932, en vida de Yrigoyen, frente a la
maquinaria del fraude que habría de llevar a justo al Gobierno, Repetto y los suyos
concurrían a esas elecciones, legalizando así la burla a la voluntad popular pero
recogiendo en sus bolsillos cuarenta y tantas diputaciones.
Ahora son "fiscales"
¡Estos mismos moralistas se han transformado en nuestros días en los austeros
fiscales de la corrupción! ¡Los que hacían fraude en las elecciones internas de su
partido, legalizaban el fraude nacional del general Justo, andando el tiempo habrían
de aparecer como severos Catones de un país que los observa estupefacto! Pero la
oligarquía de la década infame también tenía una política obrera. La CGT de esa
época —que los jóvenes que hoy tienen 20 años no conocieron, aunque importa que
no la ignoren—, agrupaba unos 200.000 trabajadores.
Los gremios fundamentales de esa central obrera estaban compuesto por los
personajes de los servicios públicos de capital imperialista extranjero y también por
algunos sindicatos de industria —construcción, metalúrgicos, textiles—. La inmensa
masa de trabajadores argentinos vivía al margen de la organización sindical. La
escasa legislación obrera existía sobre el papel pero no se aplicaba. Ese núcleo de
200 mil trabajadores organizados constituía una de las plataformas que el imperialismo mundial construye en cada capital colonial: de acuerdo a su sistema habitual
de elaborar "focos de civilización" junto al puerto, que no significan sino su correa
de transmisión para la explotación global del país. Fue la época en que Buenos Aires
era Shangai, Singapur o Calcuta. Más allá de Buenos Aires, desaparecían la
"normalidad", los transportes, el standard de vida, la existencia comercial o los
287
JORGE ABELARDO RAMOS
gérmenes de industria. El resto de la Argentina no era sino el "hinterland", según la
expresión de los gerentes foráneos.
El papel de los socialistas y comunistas
La política obrera del sistema oligárquico necesitaba de los socialistas y de los
comunistas. Con el frente socialista-comunista se controlaba los sindicatos, se
impedía que la clase obrera se organizara nacionalmente, se obstaculizaba el surgimiento de una tendencia revolucionaria auténticamente argentina y, en
consecuencia, peligrosa para la estabilidad de la camarilla gobernante. El único
intento de paro general que se recuerda en la década infame fue el que la CGT
ofreció en homenaje al presidente .Ortiz, el "democrático" presidente que intentaba
empujar a la Argentina a la segunda guerra imperialista. Tal fue el susto de Ortiz ante
el proyectado homenaje de esos "sindicalistas libres", que les rogó desistieran de su
propósito, dándose por satisfecho con el servilismo mostrado. Esa CGT estaba
dirigida por socialistas y comunistas, empeñados ambos en enviar a los argentinos a
morir en las trincheras de Europa. Era de todo punto evidente que el día que nuestra
clase obrera se pusiera de pie e ingresase a la escena política, su marea no pasaría por
las filas de sos partidos quebrados. Así ocurrió.
Los "cabecitas" vienen a Buenos Aires
Pero los esfuerzos de Pinedo y sus "técnicos" para congelar a la Argentina en la
etapa pastoril resultaron infructuosos. El imperialismo mundial, que para sobrevivir y
expandirse necesita un medio social no industrializado al que succionar, entró en una
de sus más graves crisis. Después de la primera guerra y del colapso de 1929,
marchaba hacia el abismo como un sonámbulo. Al desgarrarse en una lucha intestina
y paralizar sus vínculos tradicionales con las colonias y semicolonias, permitió que
en la Argentina, en Egipto y otros países, la industria nacional experimentase un
vigoroso desarrollo. En pocos años vimos aparecer bajo nuestros ojos una Argentina
nueva, perdiendo ya el aire de factoría que había herido el espíritu de Ortega y
Gasset en su visita. De las provincias mediterráneas bajaron los "cabecitas negras",
288
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
como los llamó más tarde la oligarquía despechada y ciega. Los rústicos pastores
criollos, descendientes del montonero epónimo, se trocaron en obreros industriales y
constituyeron la espina dorsal de nuestro joven proletariado. Venían sin tradición
sindical ni política, elevados en la escala de la civilización al pasar del campo a la
ciudad, envueltos en un nacionalismo elemental, vernáculo, ingenuo y hondo, que
debía chocar necesariamente con las formas políticas arcaicas y europeizantes de los
partidos sobrevividos en la ciudad-puerto. En el subsuelo social fermentaba la
necesidad de una política económica nueva: proteccionismo, legislación obrera
avanzada, para elevar el nivel de vida y dotar a los obreros de capacidad de compra,
crédito industrial, dominio nacional del transporte marítimo, desarrollo de la energía,
restricción de un agrarismo suicida. El 4 de junio ocurrió como expresión de esa
necesidad, a la que los partidos enfeudados por la oligarquía no supieron interpretar.
Fue un nacionalismo castrense y clerical sin masas, que no tenía viabilidad.
Continuó, sin embargo, la tímida política proteccionista que Castillo había iniciado
antes, bloqueado por todos lados.
El 17 de Octubre
El 17 de octubre abrió una nueva época: transformaba el golpe de palacio en
revolución popular. Las masas en la calle indicaron al país que la clase obrera tenía
que decir algo en la política argentina. Perón encarnó ese momento y el carácter
personalista de su política, que hemos llamado "bonapartismo", se derivó
esencialmente de que los viejos partidos rehusaron apoyarlo. En 1946 no había
"dictadura", es decir, no se habían adoptado ninguna de las medidas restrictivas que
caracterizaron el régimen peronista años más tarde. Pero los partidos políticos
tradicionales, atados al carro funesto del imperialismo, atacaron al movimiento nacional desde un principio, en la medida que ese movimiento manifestaba la voluntad
nacional de ser. Los "técnicos" y "economistas" de derecha o los "antiimperialistas"
que pactan en la práctica con el imperialismo, como Frondizi, podrán encontrar
numerosos errores, contradicciones y aberraciones a todo lo hecho bajo el régimen
peronista. La política práctica tiene exigencias que la razón comprende. Pero nadie
podrá arrancar de la historia contemporánea argentina aquello que alude a lo esencial
289
JORGE ABELARDO RAMOS
de ese período: las nacionalizaciones, la remodelación económica de nuestras
relaciones con el imperialismo, la organización del más poderoso movimiento obrero
de América Latina y la adquisición de una conciencia nacional que es el punto de
arranque de toda cultura.
La crisis del peronismo
La crisis del peronismo fue una crisis ideológica en la medida en que Perón no
logró dotar a su movimiento de un sistema de ideas capaz de batir en esa esfera a la
reacción oligárquicos imperialistas. Las deformaciones burocráticas de su régimen
eran los costos de la inmadurez histórica argentina. Algunos creen que su
personalismo pasará. Nosotros diremos que las masas continúan y que sin ellas no
habrá soberanía, ni economía, ni política en este país, que ya se ha alzado a la
historia universal y que no volverá atrás. La Argentina no fue "peronizada" por la
voluntad de nadie; y nadie podrá "desperonizarla" por su voluntad. El peronismo,
como el roquismo o el yrigoyenismo, es una edad del proceso histórico argentino.
¡Vano intento será el de aquellos que quieran rehacer a su capricho las grandes
corrientes históricas nacidas de factores objetivos! ¡Vano intento será el de los
ingenuos o los perversos que quieran barrer la marea con una escoba!
Ahora, el partido
Para nosotros, los socialistas revolucionarios, la actual crisis argentina es el
producto de la voluntad imperialista de frustrar nuestro destino soberano. Toda
América Latina, nuestra gran patria inconclusa, miraba la revolución argentina y
alimentaba su esperanza en las vicisitudes de nuestra lucha. Lo que ha ocurrido no es
una derrota obrera y argentina solamente: es una derrota nacional y latinoamericana.
Estamos vencidos pero no tenemos el espíritu de los vencidos. Por el contrario,
orgullosamente proclamamos que ahora más que nunca la clase obrera deberá tomar
en sus vigorosas manos la bandera de la emancipación nacional y vencer a la
oligarquía restaurada. Ese importante designio sólo podrá ser alcanzado mediante el
fortalecimiento del gran partido proletario: El socialismo revolucionario, continuador
290
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
de la mejor tradición del movimiento obrero argentino y defensor de las divisas del
17 de Octubre de 1945 tiene su palabra que decir ante el país convulsionado.
Los dos caminos
Se abren ante nosotros dos caminos: o el regreso a la década infame (sus hombres
ya están aquí, sus "técnicos" ya aplican fríamente la maquinaria del hambre) o la
reelaboración de una política orientada con espíritu nacional. El socialismo
revolucionario estima que el proletariado y las masas productoras deben ser los
protagonistas de una economía argentina planificada. Reconstruir el IAPI bajo control obrero, como agente estatal defensivo frente a los grandes tiburones
internacionales; reestructurar el aparato del Estado y disminuir los riesgos de una
burocracia sin control mediante los frenos del control sindical; propulsar enérgicamente la industrialización, luchando para continuar sin vacilaciones el desarrollo de
la industria pesada; restablecer el control oficial de los precios máximos; restablecer
el tipo de cambio preferencial para las importaciones, llave maestra para la defensa
de nuestra producción y del nivel de vida; nacionalizar los frigoríficos extranjeros;
nacionalizar las grandes estancias de la provincia de Buenos Aires y entregarlas bajo
el régimen cooperativo a sus verdaderos productores, destruyendo así la base
económica de la oligarquía ganadera argentina; federalizar el Gran Buenos Aires,
incorporando a la Capital Federal jaqueada por la presión imperialista la influencia
política de la clase obrera circundante; en suma, profundizar y llevar adelante la
revolución iniciada el 17 de octubre de 1945, es el único camino redentor de nuestro
pueblo y de su clase trabajadora.
La actual política económica nos lleva a la catástrofe, a la desocupación, al
colapso de nuestra industria, al hambre de nuestras masas. Estamos sufriendo una
tremenda presión de los grandes poderes foráneos, interesados en torcer el destino de
los argentinos. En el orden político inmediato, los socialistas revolucionarios exigen
el inmediato restablecimiento de la autonomía de acción <!e la CGT.; el retiro de
todos los interventores militares de los sindicatos; la realización de elecciones
sindicales para elegir el Comité Confederal de la CGT. sin ninguna clase de
interferencias; la disolución de las Comisiones investigadoras, extraordinarias e
ilegales, y el pase inmediato de todas las actuaciones a la justicia ordinaria; la
291
JORGE ABELARDO RAMOS
libertad inmediata de todos los presos políticos; el restablecimiento de la personería
jurídica y política del Partido Peronista, ya que en una democracia tan reiteradamente
proclamada será difícil explicar satisfactoriamente cómo puede borrarse de un
plumazo la existencia de un partido votado por cuatro millones de argentinos.
El socialismo revolucionario proclama su voluntad irrenunciable de luchar por
estos altos objetivos. Se cierne la tormenta. La dicha será de aquellos que no teman
entrar en la batalla.
292
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
INDICE
Introducción
……………………………………………….
5
Advertencia para la segunda edición ........................ …..…….…………….
8
……..………...
10
EL MOVIMIENTO OBRERO EN AMERICA LATINA
Solano López y los anglo - porteños. Imperialismo y barbarie agraria. El
drama de la balcanización. Ideología europea y socialismo argentino. De
Manuel Ugarte a Américo Ghioldi. Lisandro de la Torre y el stalinismo.
Juan B. Justo o el patriotismo inglés. Juan B. Justo y los peones
mejicanos. El socialismo y la esclavitud en África. Clase Contra clase en
la semicolonia. Inmigración y nacionalidad. El imperialismo como factor
de progreso. Ferrocarriles y pampa gringa. El austero pacifista. Yrigoyen
y Juan B. Justo. El cipayo soviético. La revolución rusa de 1917. Lenin y
la burguesía industrial. Comunismo y capitalismo de Estado. Cómo
surgió la burocracia soviética. Leninismo y stalinismo. Lenin contra la
rusificación de la Internacional Comunista. La tragedia de la segunda
revolución china. El aventurerismo político de Stalin. Stalin facilita el
triunfo de Hitler. El policía internacional Vittorio Codovilla. El
stalinismo ataca a Yrigoyen. Neutralismo, yrigoyenismo y stalinismo. El
acuerdo oligárquico-staliniano. El stalinismo en la década infame. El
Frente Popular contra el país. El stalinismo apoya a Ortiz. Fascismo e
imperialismo. El stalinismo apoya la guerra imperialista. Los espías
imperialistas se disfrazan de "demócratas". La crisis de 1945. Rodolfo
Ghioldi y Antonio Santamarina contra los obreros. Un cocoliche habla de
política. Stalinismo y antiperonismo. Rodolfo Ghioldi contra el Estatuto
del Peón. El significado del IAPI. Villarroel y el "putsch" imperialista. La
unidad sustancial de América Latina.
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y GEORGE ORWELL ………….…..
80
JORGE ABELARDO RAMOS
293
BEVAN O LA IZQUIERDA DE SU MAJESTAD ... ……………..….……
84
En lugar del temor. El rudo y sensato izquierdista.
MIRADA A LAS ISLAS FILIPINAS ………………….………………..…
89
El atraso político del proletariado yanqui.
ALEMANIA ENTRE DOS GUERRAS .................... …………………..…..
93
Los bandidos del capital financiero. El partido Comunista facilita el
ascenso de Hitler al poder. Hitler en el gobierno.
Las "nacionalizaciones" de la burguesía imperialista. La burguesía
organiza las nacionalizaciones en su propio beneficio.
AMERICA LATINA ENTRA EN ESCENA ……………..……...…………. 104
América Latina a vuelo de pájaro. Brasil: industria pesada y salvajismo.
La democracia británica funda una nación en Sudamérica. Tibor Mende,
admirador de la "prensa seria". La incomunicación de América Latina.
Una página para la antología de la trivialidad. Mendé descubre el azúcar
de Cuba. El imperialismo alimenta las divergencias regionales. El
indigenismo y la integración nacional latinoamericana. Méjico para
turistas. América Latina es una nación.
BUROCRACIA Y PROLETARIADO EN LA REVOLUCIÓN RUSA …… 120
La policía es inmortal. La burocracia inventa el "trotskismo". La GPU
organiza los Procesos de Moscú. Socialismo en un país atrasado. El
destino de la Unión Soviética está ligado al de la revolución proletaria
mundial.
EL MUNDO COLONIAL FRANCÉS EN BUSCA DE SU DESTINO … . …129
Origen del imperialismo. El frente único de los imperialismos. 1914: el
comienzo del fin. La traición de los partidos "obreros". La burocracia
soviética organiza el Frente Popular. Tho-rez y Blum de rodillas. No hay
futuro capitalista para Francia. Los verdugos del proletariado soviético.
KAUTSKY Y LA TEORÍA DE LA INTEGRACIÓN MUNDIAL DEL
CAPITALISMO
………………………………………………………. 143
PREUVES, ASILO PARA INTELECTUALES EN RETIRADA …………... 145
294
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
LA REVOLUCIÓN NACIONAL EN LAS COLONIAS Y
SEMICOLONIAS ............................................. …………………....…… 146
ECONOMÍA Y PROFECÍA ………………………………………………... 148
LA CRISIS DEL CAPITALISMO NO ES LA CRISIS DE LA
CIVILIZACIÓN ................................................... ……………….. …….... 150
EL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO: DE COLONIA A SEMICOLONIA …... 152
YUGOESLAVIA: ENTRE LA BUROCRACIA SOVIÉTICA
Y EL IMPERIALISMO YANQUI …………………..………………… 156
GANDHI: RELIGIÓN Y REALIDAD EN LA REVOLUCIÓN INDIA…….. 158
Las dos Inglaterras: falsa antítesis. El internacionalismo de los laboristas
británicos. Para Asia "Occidente" significa imperialismo. También en la
India "civilización" y "barbarie". El hambre en la India levanta una
industria en Inglaterra. Proteccionismo para Inglaterra, librecambio para
la India. Los huesos de los tejedores blanquean las llanuras de la India.
Nehru coincide con Rosa Luxemburg. La India paga los gastos de su
propia conquista. Inglaterra difunde la ignorancia. La rebelión de los
cipayos. El Congreso nacional de la India. El Congreso, rector del
nacionalismo indio. De los caballos de carrera a la Liga Musulmana.
Gandhi: ni místico en acción ni santo en estado salvaje. Los métodos
políticos de Gandhi. El hijo del recaudador de impuestos. Gandhi y la
industria textil india. ¿Revolución social o revolución democrática antiimperialista? El internacionalismo de Tagore es grato al imperialismo.
El nacionalismo de los países opresores y el de los países oprimidos.
Tagore y Gandhi. Tagore observa la vida de las hormigas. Gandhi: un
"realpolitik". Gandhi visita Europa. ¿Gandhi prefiere el fascismo italiano
a la democracia inglesa? La no cooperación como método político
revolucionario. Gandhi y Mussolini. El Papa se niega a recibir a Gandhi.
El Congreso Nacional indio se transforma en partido. Gandhi en la
dirección del Partido del Congreso. El Frente Único Antiimperialista.
Gandhi y la burguesía industrial india. Proletariado y burguesía en el
movimiento nacional. "Divide et impera", consigna siempre válida. La
JORGE ABELARDO RAMOS
295
Liga Musulmana en la estrategia de Inglaterra. Imperialismo y
federalismo en la India. Nehru describe a los príncipes indios. El
imperialismo contraataca. Johnneson Hicks habla claro. La industrialización de los países atrasados. La civilización cierra el paso a los que
se civilizan. Únicamente el proletariado hindú podrá realizar la
revolución.
EL RUMOR Y LA CALUMNIA, ESPECTROS DE LA REACCIÓN …… 213
EL CICLO SE CIERRA
………………………………………………..… 215
LAS FORMAS DEMOCRÁTICAS EN LA ÉPOCA
DEL IMPERIALISMO
…………………………………………….... 218
LA CLASE OBRERA EUROPEA DEBE FORJAR EL
NUEVO ORDEN SOCIAL
…………………………………….….… 220
EL VATICANO TRABAJA CON LA CASA MORGAN ………………... 322
EL GENERAL ROCA Y LA IGLESIA
…………………………………..
Roca y la unidad argentina. El Patronato, derecho inherente a la
soberanía. Avellaneda, presidente. El interior triunfa sobre Buenos Aires.
La Iglesia Católica: eje de todas las contrarrevoluciones. La masonería y
la Iglesia coinciden frente a la federalización de Buenos Aires. El
General Roca devuelve al país su capital histórica. Eduardo Wilde,
representante eminente de la burguesía intelectual del interior. El llanto
por la libertad, viejo recurso de la reacción. El debate en torno a la
cuestión religiosa fortaleció a Roca. Monseñor Clara intenta limitar la
soberanía del Estado argentino. Todo lo que existe es digno de perecer.
Monseñor Clara recibe los saludos de Bartolomé Mitre. El Nuncio
Apostólico da órdenes al Ministro de Educación. El Canciller argentino
pide explicaciones. El Nuncio apostólico es expulsado del país.
Argentina rompe relaciones con el Vaticano. El "nacionalismo" clerical
y el liberalismo masónico coinciden en difamar a la generación del 80.
La Unión Democrática en 1890. Buenos Aires deja atrás a la Gran
Aldea. La clase obrera y los extranjeros. La leyenda negra de Juárez
Celman. "Las vacas dirigen la política argentina". Alberdi y Roca. La
224
296
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
contrarrevolución se gestó en el café de París. La Unión Cívica al
servicio de la oligarquía.
LAS TENDENCIAS POLÍTICAS DEL EJERCITO Y
LA CRISIS ACTUAL
……………………………..…………………. 280
El fondo político del moralismo. El nacionalismo militar busca un jefe.
REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LA ARGENTINA .…… 284
Coloniaje y librecambio. Ahora son "fiscales". El papel de socialistas y
comunistas. Los "cabecitas" vienen a Buenos Aires. El 17 de Octubre.
La crisis del peronismo. Ahora, el partido. Los dos caminos.
297
JORGE ABELARDO RAMOS
Esta 2» Edición consta de 3.000 ejemplares.
Se imprimió en Talleres Gráficos Orestes, SRL.
Isabel La Católica 455, Capital Federal
en el mes de mayo de 1974.
298
DE OCTUBRE A SETIEMBRE
Selección de las más notables artículos publicados por Jorge
Abelardo Ramos en el lapso comprendido entre 1952 y 1955, con la
firma de Víctor Almagro se popularizaron estos trabajos que vieron la
luz en las paginas del diario democracia; numerosos lectores los
recopilaron pacientemente, pero el vasto sector de público volcado en
los últimos años a los problemas argentinos y a la meditación sobre
nuestro destino no ha tenido hasta ahora la oportunidad de leerlos.
En esencia, los ensayos políticos de Jorge Abelardo Ramos
representan los puntos de vista del socialismo revolucionario en medio
de la tumultuosa y contradictoria corriente de la revolución nacional
nacida en las jornadas de octubre de 1945. los problemas del
imperialismo en América Latina, la filiación histórica de los partidos
obreros argentinas, el papel jugado par la política papal desde Roca a
Perón, la naturaleza de clase del alvearismo y del yrigoyenismo, el
verdadera contenido de la política burguesa en los movimientos de
liberación nacional, son algunos de los temas que analizan los artículos
recopilados en de octubre a setiembre.
A. PEÑA LILL0, Editor S. R. L.
Hipólito Yrigoyen 1394
Buenos Aires - República Argentina
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