REVISTA Nº 013 – MAYO 2010 “ORDEN CATÓLICA ESPAÑOLA TEMPLARIA” Personajes Célebres D. Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador” Belver de Cinca o el Vertedero de los Horrores ANNO TEMPLI DCCCXCII Sumario: Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. 1 2 3 6 14 18 25 26 33 35 37 38 41 PORTADA. SUMARIO. OTRAS ÓRDENES (Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén). TUTANKHAMON. HISTORIA DE BARCELONA (II). (El subsuelo de la ciudad romana). HOMBRES SANTOS (San Vicente Ferrer). SITIOS CON ENCANTO (Restaurante La Corte – Fuenlabrada). PERSONAJES CÉLEBRES (El Cid Campeador). NOTICIAS OCET. BELVER DE CINCA O EL VERTEDERO DE LOS HORRORES. ¡¡¡VA DE CINE!!! (Los Caballeros Teutónicos). LAS RUTAS DEL TEMPLE (Jerez de los Caballeros). CONTRAPORTADA. Editorial: Jaume Mestres i Capitán. Director de edición. Federico Leiva i Paredes. Editor. Guillermo Muñoz López. Maquetación. Colaboradores: A Antonio Coca Navas (M.C. OCET) B C Publicación de artículos: Email: [email protected] Publicación de anuncios: Email: [email protected] Contactos: [email protected] [email protected] http://templariosdecristo.blogspot.com/ EDITA: OCET (Orden Católica Española del Temple). 3 Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén Los orígenes de esta Orden se remontan a 1084 cuando mercaderes de Amalfi fundaron en Jerusalén un hospital para peregrinos. El proyecto contó con la aprobación del gobierno del califa Husyafer, que les otorgó una licencia para construirlo junto a la iglesia del Santo Sepulcro. El lugar fue consagrado a San Juan Bautista, razón por la cual su nombre completo fue Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén. El padre superior del monasterio, Beato Gerardo, es conocido como el fundador de la Orden de Malta. la fe. vivieron Temple. Con el su símbolo. La constitución del reino de Jerusalén en el marco de las Cruzadas obligó a la orden a asumir la defensa militar de los enfermos, de los peregrinos y de los territorios conquistados por los cruzados a los musulmanes. A la misión hospitalaria de la orden se sumó pues el deber de la defensa de Aunque esta como las otras órdenes militares de Tierra Santa, siempre a la sombra de la bravura de los Caballeros de la Orden del tiempo, la orden adoptó la cruz octagonal blanca que sigue siendo hoy en día La orden recibió el reconocimiento del Papa Pascual II en 1113, mediante la bula Geraudo institutori ac praeposito Hirosolimitani Xenodochii. Sus miembros adoptaron la regla de San Agustín, el negro hábito y una cruz de paño blanco con ocho puntas, las ocho beatitudes. También recibían el tratamiento honorífico de Frei. Su misión fue primero hospitalaria (atención médica a los creyentes que habían peregrinado a Jerusalén), pero desde el gobierno de Raymond du Puy, el segundo Maestre de la orden, tomó un carácter militar. En 1140 se creó una especie de élite entre sus militantes, una clase especial de protectores, que guardarían la doctrina, las normas y los principios de la orden. Algunos Caballeros de cada nación, los más fieles y discretos, fueron escogidos para formar parte. Los Escogidos, Los Trinitarios de Jesús. Estos, en 1198, representados por Juan de Mata y Félix de Valois, fundan la Orden Trinitaria. Tras la Primera Cruzada los cristianos conquistaron Jerusalén. La situación de inseguridad que caracterizó a este período hizo que se consolidara el carácter militar de la orden, al que la Santa Sede en un principio puesto algunas reticencias. La orden tuvo su primera sede en Jerusalén, en 1142, en el castillo del Krac de los Caballeros, cerca de Trípoli. Tras la conquista de Jerusalén por parte de Salah ed Din en 1187 (en la que murió el Maestre de la orden), pasó a San Juan de Acre, donde se construyó un hospital. Cuando a su vez fue expulsada de allí en 1291, lo mismo que todos los cristianos de Palestina, la orden se instaló en Chipre. Para organizar y canalizar los fondos donados, desde el siglo XIV se fundaron Prioratos o Grandes Prioratos, bailiajes y Encomiendas. Desde un principio el poderío de la orden vino de las propiedades administradas por estos en Europa. Su doble vocación (militar y religiosa) le ha permitido tener más simpatizantes que las organizaciones puramente eclesiasticas 4 . En 1301 la orden instauró un elaborado sistema de sus posesiones basado en las "Lenguas", que eran grupos geográficos de Prioratos. Desde 1492 existen ocho Lenguas: Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón-Navarra, Inglaterra, Alemania y Castilla-Portugal. Fortaleza del Krac des Chevaliers En 1310 la Orden se instaló en Rodas. Allí construyó unas fuertes fortificaciones que resistieron varios asedios, las cuales sirvieron como retaguardia a su flota naval. Entre sus acciones más destacadas de este periodo se encuentran las batallas de las cruzadas en Siria y Egipto. Por otro lado, en 1312 Clemente V abolió la Orden de los Templarios, y mediante la bula pontificia Ad vitam designó algunos meses más tarde como heredera de sus bienes a la orden de los Hospitalarios. La orden de los Hospitalarios, que comienza a ser conocida como "de Rodas", pasa de ser simplemente militar a sostener actividades con patente de corso, que por ese entonces eran asimilables a la piratería, llegando a atacar barcos cristianos y practicando la trata de esclavos. Como señal de su enriquecimiento material al tiempo que como expresión de su soberanía, en esta época los Maestres comenzaron a acuñar su propia moneda con su efigie en ellas. El Sitio de Rodas de 1522, efectuado por un ejército de 200.000 hombres comandado por Solimán el Magnífico, duró seis meses tras los cuales la orden capituló y abandonó la isla. En 1530, ocho años después de haber salido de Rodas, Carlos V, con el beneplácito de Clemente VII, cedió a la orden las islas de Malta, Gozo y Comino, así como Trípoli. La intención era proteger el Mediterráneo occidental de la avanzada otomana, la cual en 1534 ya había conquistado la ciudad de Túnez. Por su parte, la orden debía permanecer neutral en las guerras entre naciones cristianas. En esta época, sin embargo, la orden atravesó por graves dificultades económicas, pues varios Prioratos desaparecieron a causa de la Reforma Protestante, en particular en Escandinavia. Por su parte, Enrique VIII había disuelto de cuajo la Lengua de Inglaterra. En este contesto tuvo lugar el Sitio de Malta de 1565. Los enfrentamientos que ocurrieron durante el Sitio de Malta comenzaron el 18 de mayo. La orden se enfrentó con 800 caballeros y 1.450 soldados comandados por el Maestre Jean Parisot de la Valette a un ejército otomano compuesto por 30.000 hombres y más de 160 galeras. Aunque la orden logró defender la isla durante algunos meses, durante los combates perdió el vital Fuerte San Elmo y probablemente habría tenido que abandonar toda la isla, de no ser por el "Gran Rescate" del 7 de septiembre prestado por el ejército español, el cual se encontraba en Sicilia. 5 En 1798, Napoleón Bonaparte, durante la campaña de Egipto, ocupó la isla durante los hechos conocidos como la Toma de Malta, obligando a la orden a abandonarla. En 1800, los ingleses conquistaron el archipiélago. Aunque fueron reconocidos los derechos de la orden sobre la isla en el Tratado de Amiens en 1802, los términos acordados no fueron respetados y la isla dejó de ser la sede de la orden. Después de haber tenido sedes provisionales en Mesina, Catania y Ferrara, la orden se estableció finalmente en Roma en 1834. Durante el siglo XX la orden volvió a centrarse en su misión de asistencia hospitalaria. Bajo el gobierno del Maestre Frei Ludovico Chigi Albani della Rovere, la orden llevó a cabo misiones humanitarias durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En 1961, la Santa Sede aprobó los nuevos estatutos de la orden. En la actualidad el Maestre es Frei Matthew Festing. La naturaleza de la orden está expuesta en su Constitución, en donde se estipula que es religiosa-laica (tanto por contar con miembros laicos, como por no obligar a la vida en común), soberana, militar, caballeresca, de tradición nobiliaria, con personalidad jurídica, aprobada por la Santa Sede, y sujeta al derecho internacional. La orden también tiene su propio ordenamiento jurídico, expide pasaportes, y da personalidad jurídica autónoma a sus organismos públicos. Sus principios fundacionales se sintetizan en el lema Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum ('Sirve a los pobres y ayuda a los fieles'), y se concretan en las actividades de sus voluntarios en tareas asistenciales, sanitarias y sociales. La orden ocupa una posición sui géneris en el ámbito internacional, ya que no cuenta con un territorio determinado ni con ciudadanos no institucionales, dos condiciones clave para que su reconocimiento internacional sea indiscutido según los términos de la Convención de Montevideo. Además, en cuanto a lo que se refiere a la orden religiosa mantiene un vínculo de dependencia con la Santa Sede. Por esa razón se considera que su carácter jurídico es doble, pues se inscribe dentro tanto del derecho internacional como del canónico. El reconocimiento de la orden como ente de derecho internacional tiene detractores. Algunos consideran que las materias sobre las que versan los acuerdos internacionales establecidos por ella son convencionales y en sectores muy específicos. Otros sostienen incluso que su reconocimiento internacional no es más que un vestigio pintoresco de una gloria pasada. Como colofón quiero puntualizar que la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén ha llegado a ser lo que es a la suspensión de la Orden del Temple, fue en su momento la gran beneficiaria de esta disolución, en un acto que no entenderé jamás, los bienes del Temple pasaron a sus manos. No resulta descabellado pensar que la Orden del Hospital tuviera parte activa en la suspensión de la del Temple. Que cada uno piense lo que quiera. (Por F.L.P.) 6 Viernes, 17 de febrero de 1923, dos de la tarde, Howard Carter ha estado esperando este momento durante toda su vida como arqueólogo. Y finalmente ha llegado. Con algunos testimonios presentes comienza a retirar piedra a piedra la pared que da a la cámara funeraria. Poco después, se encuentra delante de una pared de oro macizo, la primera estancia de Tutankhamon. El informe original sobre este gran acontecimiento emociona todavía a los lectores. “A mediados de febrero habíamos acabado nuestros trabajos en la antecámara. A excepción de las dos estatuas de los centinelas que dejamos, todo se trasladó al laboratorio. Habíamos barrido y tamizado cada centímetro de tierra buscando hasta el último resquicio. La antecámara estaba completamente limpia y vacía. Por fin estábamos a punto de esclarecer el misterio de la puerta sellada. El viernes 17 era el día señalado. A las dos de la tarde, los que habían de disfrutar del privilegio de ser testimonios de la ceremonia se reunieron delante de la tumba. Entre ellos se encontraban Lord Carnarvon, Lady Evelyn Herbert, el ministro de Obras Públicas, Su Excelencia Abd-el-Halim Pachá Suliman, el director general del Servicio de Antigüedades, Lacau, Sir William Garstin, Sir Charles Gust, el conservador del Departamento Egipcio del Metropolitan Museum de New York, Lythgoe, el profesor Breasted, el Dr. Alan Gardiner, Winlock, Mervyn Herbert, Richard Bethell, El Inspector Jefe del Servicio de Antigüedades, Engelbach, tres inspectores egipcios del Servicio de Antigüedades, el representante del Servicio de Prensa del Gobierno y los miembros de nuestro equipo, unas veinte personas en total.. A las dos y cuarto nos encontrábamos todos reunidos, nos quitamos las chaquetas y avanzamos por el pasadizo que se adentraba en la tumba. En la antecámara ya se había arreglado todo y, seguramente verla sí se izo extraño a los que no la habían visto desde que se hubiera la tumba por primera vez. Habías tapado las estatuas con tal de protegerlas. Entre ellas habíamos construido una pequeña plataforma, lo bastante alta como para permitirnos llegar a la parte superior de la puerta, ya que habíamos decidido, por razones de seguridad, trabajar de arriba a bajo. A poca distancia detrás de la plataforma se hallaba una barrera y detrás, sabiendo que seguramente nos esperaban horas de trabajo, habíamos colocado sillas para los visitantes. También habíamos colocado a cada extremo de la puerta soportes para las luces que la iluminaban completamente. Cuando pensamos en todo esto nos damos cuenta ahora del extraño e incongruente espectáculo que debía presentar la antecámara. Pero en aquellos momentos no creo que pensásemos en una cosa así. Solo teníamos un pensamiento: Delante nuestro había la puerta sellada y al abrirla borraríamos los siglos y nos encontraríamos en presencia de un monarca que reinó hace tres mil años. Mis propios sentimientos en subir a la plataforma eran muy diversos y mi mano temblaba cuando di el primer golpe. 7 La primera preocupación fue localizar el linde madera de la puerta, entonces, con mucho cuidado, saqué pequeños fragmentos de yeso y comencé a sacar las piedras que formaban la parte superior del lleno. A cada momento, la tentación de para y mirar dentro era irresistible u cuando, al cabo de unos cuantos minutos abrí un agujero lo bastante grande para poder hacerlo, pasé una pequeña linterna. Su luz reveló una visión asombrosa. A menos de un metro de la puerta, había alguna cosa que bloqueaba y que se extendía dentro de la cámara hasta perderse de vista. I por lo que parecía era una pared de oro macizo. De momento no había ninguna explicación sobre su significado, así que comencé a ampliar el agujero tan pronto como me atreví. En aquel momento la operación ya era muy difícil, ya que las piedras de la pared no eran bloques cuadrados colocados regularmente uno sobre otro, si no que eran rocas de diferentes tamaños, algunas de ellas tan pesadas que nada más podían retirarse con mucho esfuerzo. Por otra parte cuando les sacaba el peso que tenían encima, algunas de ellas quedaban en un estado de equilibrio tan precario el más pequeño movimiento en falso podía enviarlas dentro de la cámara y hacer que se estrellaran sobre su contenido. Además, también procurábamos conservas las impresiones de los sellos sobre la gruesa capa de mortero de la pared exterior, hecho que añadía una considerable dificultad al trabajo de retirar las piedras. Mace y Callender me ayudaban e iban trayendo cada una de las piedras siguiendo un sistema regular. Yo aflojaba una piedra con una palanca mientras Mace la aguantaba para evitar su caída, a continuación cogíamos los dos y la pasábamos a Callender quién la daba a uno de los capataces, u así, iba pasando de mano en mano a lo largo de una cadena de obreros pasadizo arriba hasta la salida de la tumba. Cuando hubimos retirado algunas piedras más quedó resuelto el enigma de la pared de oro. Efectivamente, estábamos en la entrada de cámara funeraria del rey, aquello que nos cerraba el paso era el lateral de una inmensa capilla dorada construida para cubrir y proteger el sarcófago. Ahora también podíamos verla a la luz de las linternas, los visitantes que se encontraban en la antecámara y a medida que íbamos sacando las piedras e iba apareciendo gradualmente su superficie dorada podíamos sentir, como una corriente eléctrica, el cosquilleo de emoción de los espectadores al otro lado de la barrera. Los que hacíamos el trabajo estábamos, posiblemente menos conmovidos, ya que el trabajo que realizábamos, es decir, retirar el bloqueo de la puerta sin producir ningún accidente, requería todas nuestras fuerzas. La caída de una sola piedra podía haber provocado un daño irreparable a la delicada superficie de la capilla, así que tan pronto el agujero fue bastante grande, preparamos una protección adicional y colocamos un colchón en la parte inferior del replano colgándolo en el linde de la puerta de madera. Necesitamos dos horas de trabajo intenso para retirar el replano de la puerta sellad, o como mínimo, la parte que necesitábamos de momento. Casi cuando acabábamos tuvimos que interrumpir el trabajo durante cierto tiempo para recoger las perlas dispersas de un collar que los ladrones habían sacado del interior de la cámara y habían dejado caer en el dintel de la puerta. Esta fue una terrible prueba para nuestra paciencia, ya que era un trabajo lento y todos sentíamos curiosidad por ver que había dentro de la cámara. Pero finalmente acabamos, sacamos las últimas piedras y delante nuestro quedó abierto el camino a la cámara más profunda. 8 Al sacar las piedras que bloqueaban la puerta ya nos dimos cuenta que el nivel de la cámara interior se encontraba aproximadamente más abajo que la antecámara; eso, combinado con el hecho que el espacio entre la puerta y la capilla era muy estrecho, se hacía muy difícil entrar en la cámara. Afortunadamente no había objetos pequeños en este extremo de la cámara, así que me agaché i cogiendo una de las luces portátiles, me acerqué con mucho cuidado hasta el lado de la capilla y miré hacia el otro lado. En la esquina había dos bellos vasos de alabastro que bloqueaban el paso, pero vi que era posible apartarlos y hacer paso hacia el otro lado de la cámara. Así marcando con cuidado el sitio en que se encontraban, los levanté y los pasé a la antecámara. Aparte del vaso de rogativas del rey, eran los de mejor calidad y de la forma más bella de todos los que habíamos encontrado hasta ahora. Lord Carnarvon y Lauca me siguieron y continuamos investigando, abriéndonos camino por el estrecho túnel entre la capilla y la pared. No había ninguna duda de que el sitio donde nos encontrábamos era la cámara funeraria, ya que delante nuestro se levantaba una de las grandes capillas doradas debajo de las cuales descansaban los reyes. Su estructura era tan enorme (5 metros de largo, 3,30 metros de ancho y 2,73 metros de altura, según descubrimos más tarde) que ocupaba casi la totalidad de la cámara. Estaba separada de las cuatro paredes de la cámara por un espacio de unos 65 centímetros, y su cubierta llegaba hasta el techo. Estaba recubierta de oro de bajo arriba y los lados tenían incrustados paneles de afianzación azul donde se repetían una u otra vez los símbolos mágicos que habían de asegurar su fortaleza y seguridad. Alrededor de la capilla, en el suelo, había numeroso emblemas funerarios y en el extremo norte los siete remos mágicos que el rey necesitaba para cruzar las aguas de Más Allá. Las paredes de la cámara, a diferencia de las de la antecámara, estaban decoradas con escenas e inscripciones de brillante color y tonos vivos, pero evidentemente realizados con prisa. Seguramente se dieron cuenta más tarde de todos estos detalles, ya que en aquel momento nuestro único pensamiento era la capilla y su integridad. ¿Habían penetrado los ladrones, profanando la tumba real? En el extremo oeste se encontraban las grandes puertas, cerradas y con la balda pasada pero sin el sello, que habían de darnos la respuesta. Ansiosamente corrimos la balda y abrimos las puertas de par en par. En el interior había otra capilla con las puertas igualmente cerradas con una balda y sobre esta un sello intacto. Estábamos decididos a no romperlo, pues con esto habíamos aclarado nuestras dudas y no podíamos continuar sin correr el riesgo de dañar el monumento. Creo que en aquel momento ni tan solo queríamos romper el sello ya que desde el momento de abrir la puerta un sentimiento de intrusión se había apoderado de nosotros. Este sentimiento aumentó seguramente por la impresión casi heridora, de un paño mortuorio de lino decorado con rosetas doradas que colgaba en el interior de la capilla. Sentimos que nos encontrábamos en presencia de un rey muerto y que le debíamos reverencia, y en nuestra imaginación podíamos ver como se abrían las puertas de las siguientes capillas, una detrás de otra, hasta que apareciera el rey en la más profunda. Con mucho cuidado y silenciosamente volvimos a cerrar las grandes puertas y continuáramos hasta el extremo más alejado de la cámara. 9 Aquí nos esperaba una sorpresa, ya que una puerta baja, situada al este de la cámara funeraria daba acceso a otra habitación, más pequeña que las anteriores y no tan majestuosa. Esta puerta, a diferencia de las restantes no había estado cerrada ni sellada. Desde donde nos encontrábamos conseguimos ver claramente todo aquello que contenía y una simple mirada fue suficiente para decirnos que allí, en aquella reducida habitación había los tesoros más grandes de la tumba. Mirando hacia la puerta, en la parte más lejana, se encontraba el más bello monumento que he visto en toda mi vida, tan magnífico que hace perder el aliento de admiración. La parte central de este monumento era un cofre grande en forma de capilla, recubierto totalmente de oro rematado con friso de cobras sagradas. A su alrededor se erigían las estatuas de cuatro diosas tutelares de los muertos, elegantes figuras con los brazos extendidos como en señal de protección, en una aptitud tan natural y llena de vida y con una expresión de piedad y compasión en sus rostros que más bien parecía un sacrilegio mirarlas. Cada una de ellas protegía uno de los cuatro lados de la capilla, pero mientras las figuras de la parte de delante y de atrás tenían la mirada fija sobre el objeto que estaba bajo su protección, las otras dos añadían un conmovedor acento de realismo ya que tenían la cabeza inclinada, mirando por encima de su espalda hacia la entrada, como si vigilasen esperando cualquier sorpresa .Este monumento tiene una grandeza tan simple que atrae irresistiblemente y no me avergüenza confesar que, al mirarlo se me hizo un nudo en la garganta. Se trataba, sin duda, del cofre canópico que contiene los vasos canopes que tiene una importancia especial en el ritual de la momificación. Había otras muchas cosas maravillosas en la cámara, pero era difícil fijarse en aquel momento, tan irresistible era la fuerza que nos hacía mirar una y otra vez las encantadoras figuras de las diosas. Justo delante de la entrada había una figura del dios chacal Anubis sobre su capilla, cubierto por una tela de lino descansando sobre una litera y detrás de él la cabeza de una vaca sobre una peana, los dos emblemas del Más Allá. En la pared sur de la habitación había un número indefinido de capillas y cofres negros, todos cerrados y sellados excepto uno, la puerta abierta del mismo dejaba ver estatuas de Tutankhamon sobre leopardos negro. En la pared más lejana había más cajas en forma de capilla y ataúdes en miniatura hechos de madera dorada, que seguramente contenían estatuillas funerarias del rey. En el centro de la habitación, a la izquierda de Anubis i la vaca, había una hilera de magníficas arquetas de marfil y madera, decoradas e incrustadas con oro y lapislázuli: una de ellas, la tapa de la cuál levantamos, contenía un maravilloso abanico de plumas de avestruz con el mango de marfil, aparentemente tan fresco y resistente como cuando se izo. En los tres rincones de la cámara había un cuantioso número de maquetas de barcos con el velamen y aparejos completos y el lado norte un carro. Este era el contenido de la cámara anterior según pudimos apreciar en un rápido reconocimiento. Buscamos preocupados en rastro del saqueo, pero no había ninguno a la vista. Estábamos seguros de que los ladrones entraron, pero todo lo que hicieron fue abrir algunas arquetas. La mayoría de ellas, como ya he dicho tenían el sello intacto y el contenido de esta habitación afortunadamente, aún estaba en la misma posición tal como fue colocado en el momento del enterramiento, al contrario del de la antecámara y el anexo. No puedo decir cuanto tiempo hizo falta para este primer reconocimiento, pero nos pareció eterno a los que nos esperaban con ansia en la antecámara. No podíamos dejar que entrasen más de tres personas a la vez por razones de seguridad, así que cuando Lord Carnarvon y Lauca salieron, el resto entró por parejas: primero Lady Evelyn Herbert, la única mujer del grupo con Sir William Garstin y después el resto por turnos. Mientras esperábamos en la antecámara era curioso contemplar sus rostros cuando salían uno por uno por la puerta. Todos tenían una mirada aturdida y cada uno de ellos levantaba sus manos con un gesto inconsciente que reflejaba su impotencia por describir con palabras las maravillas que habían visto. Eran realmente indescriptibles y las emociones que han producido en nuestras mentes son de un carácter demasiado íntimo para comunicarlas, aunque si dispusiéramos de palabras para hacerlo. Fue una experiencia que ninguno de los presentes, será nunca capaz de olvidar, ya que acabábamos de presenciar con la imaginación las ceremonias fúnebres de un rey muerto hacía mucho tiempo y prácticamente olvidado. A las dos y cuarto habíamos entrado en la tumba y cuando, tres horas más tarde, salimos fuera de ella, acalorados, cubiertos de polvo, hasta el valle parecía haber cambiado. Se nos había dado la libertad. 10 (Traducción de un fragmento de la carta de Howard Carter) EN MEDIO DE UN MUNDO MARAVILLOSO Cámara Funeraria y Cámara del Tesoro En comparación con el resto de tumbas del Valle de los Reyes el sepulcro de Tutankhamon resultó ser pequeño. Sus cuatro cámaras no superaban los 80 metros2. Por otro lado, aquello que contenían era fabuloso. Howard Carter dejó un testimonio personal muy expresivo sobre las sensacionales piezas que encontraron el la cámara funeraria y del tesoro. La descripción del momento en la que su mirada captó por primera vez la capilla funeraria dorad, el dios el forma de chacal encima su litera, la cabeza de vaca, los modelos de barcos, las diversas cajas, los sarcófagos en miniatura, las estatuas y el conjunto canópico co las cuatro diosas, es más emocionante que la mejor novela de suspense. A parte de los tesoros, la tumba contenía infinidad de piezas de uso cotidiano, ropa, muebles, cosméticos, mesas de juegos, armas, instrumentos musicales, instrumentos de escritura, y así un largo etc. Carter no encontró solo lo anteriormente mencionado, sino también fetos momificados, ramos de juncos y fetiches de Anubis. A partir de la segunda campaña el invierno de 1923/24, Carter y su equipo se acercaron paso a paso al “sancta sanctórum” de la tumba, los restos mortales del faraón. Cuando Carter abrió la puerta de la cuarta capilla, se encontró el sarcófago de 2,75 metros de largo y 1,5 metros de ancho y alto, construido a partir de un bloque de quarsita amarilla de una exquisita calidad y cubierto por una tapa de granito rojo de seiscientos kilos. A la obertura de esta tapa que se efectuó el 24 de febrero de 1924 mediante un sistema de cabriolas, estuvo presente una multitud de visitantes ilustres. Una vez levantada la tapa vieron dos capas de tela de lino y después un ataúd de madera dorada que representaba al rey con Osiris con la cobra y el halcón real al frente y los cetros “herat” y “nekhekh” en las manos. Encajado con precisión dentro de ésta había un segundo ataúd semejante de madera, y dentro un tercer ataúd. Este pesaba 110 kilos y era de oro macizo. Cuando en octubre de 1925 se abrió la tapa, los arqueólogos se encontraron e primer lugar con la mirada penetrante de la famosa máscara de oro, con ojos de cuarzo y obsidiana. Lo que encontraron debajo era asombroso, la momia, la única en todo el valle que no había sido profanada por los ladrones de tumbas durante treinta y tres siglos, estaba en mal estado por la descomposición debido a la utilización excesiva de aceites y ungüentos. Estaba casi carbonizada y pegada al sarcófago debido a una sustancia dura y negra que la envolvía, según escribía Carter tuvo que ser retirada con la ayuda de una escarpa. Este contratiempo, único en toda la excavación, fue compensado por las joyas que cubrían el cuerpo del faraón, los dedos de las manos y los pies estaban recubiertos con fundas de oro y los antebrazos llenos de hileras de brazaletes de doro y piedras preciosas. Además se había equipado al joven faraón, según los dictados del “Libro de los Muertos” con tal de asegurarle un seguro viaje al “Mas Allá”, con una “armadura mágica”. Entre las numerosas capas de vendas de lino se habían colocado amuletos y símbolos mágicos, con un total de 150 objetos preciosos, algunos de los cuales estaban fabricados con hierro, un metal de gran valor en aquella época. 11 El núcleo principal del equipo de Carter, lo formaban, a parte de Lord Carnarvon como financiador, los dos dibujantes Walter Hausser y Lindsey Foote Hall, el filólogo Alan Gardiner, y James Breasted de la Universidad de Chicago, Arthur C. Mace conservador del Metropolitan Museum of Art de New York, Alfred Lucas antiguo director del Departamento de Química del Servicio de Antigüedades de El Cairo y Harry Burton, fotógrafo. Howard Carter estuvo ocupado en el vaciado de la tumba y conservación de lo encontrado casi una década. Cada uno de los objetos (5398) fueron registrados y catalogados y en algunos casos se hicieron dibujos detallados, hoy se encuentran depositados en el Museo de El Cairo. TUTANKKAMON EL FARAÓN NEBJEPERURA TUTANJAMON más conocido como Tutankhamon “imagen viva del faraón” fue un faraón perteneciente a la XVIII dinastía de Egipto, que reinó de 13361335 a 1327/5 AC. Su nombre fue escrito habitualmente como Amón-tut-anj debido a la costumbre de los escribas de poner el nombre del dios al principio de la frase para honorarle. Tutankhamon no fue un faraón notable ni conocido en épocas antiguas, el tamaño relativamente pequeño de su tumba fue la razón de que no fuera descubierta hasta el S. XX, en 1922, encontrándose intacta. Si bien formalmente se define que la dinastía XVIII finaliza con el reinado de Horemheb, se puede afirmar con certeza de que Tutankhamon fue el último faraón de sangre real de la dinastía. Accedió al trono después del periodo de Amarna y devolvió a los sacerdotes de Amón la influencia y el poder que habían tenido antes de la revolución religiosa y política de Ajenatón. Durante su corto reinado estuvo en manos de Ay y Horemheb, que se repartieron el poder. Ay administró Egipto y Horemheb el ejército. Sus orígenes son inciertos, ya que al, final de la revolución religiosa conocida como el Periodo de Amarna, implicó una suerte de “maldición de las memorias” sobre todo lo relacionado con el “Rey hereje Ajenatón”. Así se han formado varias hipótesis acerca de sus progenitores. Hasta el momento, tres. TUTANKHAMON como hijo de AMENHOTEP III Esta se sustenta en el hallazgo de diversos artículos en la tumba del rey niño con los cartuchos de Amenhotep III, de su Esposa Real, la reina Tiya, del Príncipe Thumose, el primogénito de Amenhotep III muero prematuramente, y de la princesa Sitamón, quién a finales del reinado de Amenhotep III ascendería como Gran Esposa Real. No existe en la tumba ningún elemento o artículo que mencione al faraón hereje Ajenatón ni ninguna de sus reinas. TUTANKHAMON como hijo de SEMENEJKARA La hipótesis que sostiene que el faraón niño es un vástago del sucesor de Ajenatón, el enigmático faraón Semenejkara, carece de evidencias objetivas que la sostengan. 12 TUTANKHAMON como hijo de AJENATÓN y KIYA Es la hipótesis más aceptada en el mundo académico hasta el momento. Se fundamenta en las evidencias encontradas en los yacimientos arqueológicos de Amarna, Tebas y el Valle de los Reyes. Se define a la madre del faraón como la enigmática Kiya, quién, aparte de Nefertiti y sus hijas, es la única mujer real que es mencionada y de la existen evidencias. Fue nombrada como “hemet mererty aat o “La amada Gran Esposa”. Tal relevancia llevó al egiptólogo Cyril Aldred a afirmar que fue quién dio in hijo masculino a Ajenatón. La prematura muerte de Kiya, dio lugar a la ocupación de su espacio en la corte y posterior usurpación de títulos por parte de Nefertiti y alguna de sus hijas. Esta hipótesis también sostiene la necesidad de legitimar al trono a Tutankhamon, ya que es desposado con la hija de Ajenatón y Nefertiti, la princesa Anjesenpaatón, quién posteriormente cambió el nombre a Anjesenamón a igual que su esposo. REINADO: Los datos son escasos. Se sabe que fue coronado rey a la edad de ocho o diez años aproximadamente. La unión e Tutankhamon y Anjesenamón hace suponer que la hija mayor sobreviviente de Ajenatón, Meritatón, con mucha probabilidad murió al mismo tiempo que su esposo. De cualquier forma, el espacio de tiempo que va desde la muerte de Ajenatón y la entronización de Tutankhamon sea solamente de un año. Heredó prácticamente la misma corte que el faraón fallecido, así podemos ver que en el cargo de Gran Visir se mantuvo Ay, padre de la Gran Esposa Real de Ajenatón y abuelo de la esposa del nuevo faraón, la comandancia de los ejércitos al cargo de Horemheb y el tesoro bajo la supervisión de Maya. El ascenso al trono fue legitimado (de acuerdo con la costumbre de los antecesores de la Dinastía XVIII, desposando a la princesa Anjesenpaatón, única hija superviviente de Ajenatón y Nefertiti y portadora, por tanto, de la dignidad real. La imagen de la pareja fue exaltada repetidas veces, ya que en los hallazgos de la tumba aparecen múltiples imágenes de ambos. No hay referencias de su posible descendencia, aunque pudieron ser hijas suyas dos bebes cuyas momias fueron encontradas en la tumba. Murió en 1327 AC. a los 20 años, tras reinar nueve años y si haber podido consolidar su poder. Su prematura muerte dejó una cierta inestabilidad en Egipto, debido a que era el último miembro varón de la dinastía XVIII. Hay varias teorías sobre su muerte. ASESINATO. Se habla de la posibilidad de un asesinato, la principal “prueba” consistiría en una fractura en la cabeza que se encontró durante una exploración de la momia en 1968 mediante RX. Pero en 2005 se encontró el cráneo perfecto, sin signos de golpe, lo que hace suponer que la primera revisión se hizo mal. ACCIDENTE DE CAZA. Un análisis mediante Scanner hecho por Ashraf Selim, confirma que sufrió una fractura de fémur izquierdo “la herida desgarró probablemente una arteria importante, abierta, pudo haber muerto en corto plazo de tiempo por septicemia” 13 ENFERMEDAD. Durante su reinado hubo en Egipto una epidemia de fiebre que causó la muerte de muchas personas. En la tumba del faraón se encontraron medicamentos contra la fiebre, lo cuál podría indicar que murió de esa enfermedad. LA MALDICION DEL FARAÓN Existe la creencia de que sobre cualquier persona que moleste a la momia en su descanso eterno de un faraón del Antiguo Egipto cae una maldición por la que morirá en poco tiempo. La maldición asociada al descubrimiento de la tumba del faraón de la XVIII dinastía, Tutankhamon, es la más conocida en la cultura occidental. Muchos niegan tal hecho, otros aseguran que H. Carter encontró en la antecámara una tabla de arcilla cuya inscripción decía “La muerte golpeará con su bieldo a aquel que perturbe el reposo del faraón” PRIMERAS MUERTES En marzo de 1923, cuatro meses después de abrir la tumba, Lord Carnarvon fue picado por un mosquito y poco después se corto la picadura mientras se afeitaba. En unos días enfermó gravemente. Aunque los médicos pudieron detener la infección, una neumonía atacó mortalmente a Lord Carnarvon que murió la noche del 4 de abril. Según se cuenta, a la misma hora que murió, su perro aulló y cayó fulminado en Londres. Cuando la familia recibo la noticia de se muerte una apagón eléctrico dejó Londres a oscuras. A su muerte siguieron varias más, Su hermano Aubrey Herbert que estuvo presente en la apertura de la cámara, murió inexplicablemente cuando regresó a Londres. Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe al muro, murió en El Cairo poco después sin explicación médica. Sir Douglas Reid, que radiografió la momia, enfermó y regreso a Suiza donde murió dos meses después. La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón y su padre se suicidó al enterarse de la noticia. Y un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo. Pero el descubridor de la tumba Howard Carter, murió por causas naturales muchos años después. HOWARD CARTER (9 de mayo 1874 – 2 de marzo 1939) Fue un arqueólogo y egiptólogo inglés. Nació en Kensington, Londres. Carter comenzó sus trabajos en Egipto en 1891, a los 17 años, copiando inscripciones y pinturas. Participó en la excavación de Beni Hasan. Posteriormente estuvo bajo la tutela de William Flinders Petrie. En 1899 comenzó a trabajar para el servicio de Antigüedades Egipcias, que abandonó en 1905, debido a una disputa. Tras varios años difíciles, en 1907 conoce a Lord Carnarvon, un entusiasta noble aficionado a la arqueología y dispuesto a proporcionar los fondos necesarios para continuar el trabajo de Carter. Pronto ya supervisaba las excavaciones de Carnarvon. Tras el hallazgo de la tumba de Tutankhamon, se retiró de la arqueología convirtiéndose en coleccionista. Murió en Inglaterra a los 65 años. Su muerte a esta avanzada edad refuta la leyenda de la “maldición de los faraones” pero no explica las demás muertes. GEORGE HERBERT de CARNARVON George Edward Stanhope Molyneaux Herbert, quinto conde de Carnarvon (26 de Junio 1866 – 5 de Abril de 1923), fue un aristócrata inglés conocido por ser el financiero de la excavación de la tumba del faraón Tutankhamon en el Valle de los Reyes. Nación en castillo de Highclere en Newbury – Berkshire - , accedió al título en 1890. Se casó con Almina Victoria Mariah Alexandra Wombwell, hija de Marie Boyer, esposa de F. Charles Wombwell, pero su padre pudo ser Alfred Rothschild, quien izo a Lady Carnarvon su heredera. Varios meses después del descubrimiento, Carnarvon murió repentinamente en el hotel Savoy de El Cairo, dando lugar a la leyenda de la maldición. Su tumba, propia de un arqueólogo, se encuentra en un antiguo fuerte sobre una colina de Beacon Hill, Hampshire. (Por Jaume Mestres i Capitán) 14 EL SUBSUELO DE LA CIUDAD ROMANA Factoría de GARUM y salazón El garum o salsa de pescado era muy apreciado en la Barcino romana, era un producto caro y de lujo complemento indispensable para muchos platos. Consistía en la maceración en sal de los despojos de pescado (huevas, sangre, intestinos, agallas, etc.) (y mucho estómago para comérselo) variando el sabor según se le añadieran, gambas, erizos, ostras, etc. Había diferentes tipos de garum dependiendo de que tipo de pescado estuvieran elaborados. Se ha localizado una industria relacionada con la explotación de recursos marinos que en época romana se conocía como “cetaria”. En estas instalaciones se salaba el pescado y se elaboraban las salsas anteriormente citadas. La factoría estaba situada en el nordeste de la ciudad, en un sector urbano cuyos restos arqueológicos evidencian un barrio de talleres e instalaciones industriales dedicadas a la transformación de materias primas alimentarías, su entrada daba a un “cardo minor” porticado, esta instalación ya funcionaba en el S. III DC. LA ORGANIZACIÓN Y DEPENDÉNCIAS DE LA FACTORÍA La instalación se articulaba alrededor de un patio interior al aire libre. En el patio se disponías alineados, dos depósitos destinados a la salazón de pescado y una serie de piletas más pequeñas que contenían la pasta de garum. Los depósitos orientados al sudeste, estaban cubiertos por un tejado de “tegulae”, cobertizo que se apoyaba en pilares de obra, protegiendo los depósitos de la lluvia y de la exposición al sol, al tiempo que permitía la ventilación. Los depósitos de salazón estaban a ras de suelo y rodeados de una pequeña plataforma desde donde los trabajadores podían verter fácilmente el pescado y la sal. El patio interior estaba pavimentado con losas de piedra y “opus signinum” pavimentos que formaban dos pasillos de circulación independientes. Sus acusadas pendientes facilitaban el trasiego de la sal y del pescado y permitían la evacuación del agua hacia un sumidero perfectamente conservado. La zona situada al oeste del patio arqueológicamente presenta un gran vacío debido a apenas hay estructuras, pequeños indicios permiten suponer la existencia de un muro que limitaría el patio interior dando paso a una zona cubierta. En el suroeste hay tres estancias en las que se conservan seis “dolía”. Una de las estancias está en parte del vial público, en su interior se sitúa una gran “dolium” que dispone de un agujero de vaciado a la cloaca en la que aún se conservan restos de escamas, espinas de pescado y púas de erizo. Destaca una sala alargada en la que probablemente se realizaba el despiece, troceado y lavado del pescado. En su interior ser conserva una pileta con desagüe conectado a la cloaca. En el noroeste, una sala rectangular de importantes dimensiones, que bien pudo estar destinada a almacenar el garum y el pescado salado ya envasado. Estuvo en funcionamiento hasta la segunda mitad del S.V DC. 15 LA INSTALACION VINÍCOLA Esta instalación ocupaba una superficie de 600 metros2 con una organización bien planificada y una capacidad de producción importante. Esta planta no se conoce en su totalidad, debido que al construirse el Saló del Tinell y Palau Reial Major quedó afectada. En las estancias conservadas hay depósitos de decantación, transvase y fermentación del mosto, vestigios de dos prensas y un espacio de almacenaje en el que localiza la bodega o “cella vinaria”. Los restos arqueológicos permiten plantear la existencia de dos prensas, una palanca y contrapeso de un receptor de mosto. En el ángulo norte en una estancia del “interuallum”, hay un gran “lacus vinarius” destinado a recibir el mosto prensado. Las paredes del depósito tienen un grosor de 0,90 mtos. lo que indica que fue construido para soportar y presión importante, y en consecuencia un gran volumen. La parte conservada tiene una capacidad para 4.422 litros. Restos de la prensa se pueden observar en la excavación arqueológica. Debido al nivel de arrasamiento de la estructura no se conservan resto significativos del “ara”, donde se colocaba el cesto de la uva. En la estancia contigua está localizada una prensa de torsión o tornillo. Se conserva la plataforma rectangular de “opus signinum”. En el nordeste de la instalación y adosados a la muralla augustal, están localizados los lagares en los que se efectuaba la fermentación. Se conservan dos “lacus” revestidos de “opus signinum” y se supone la existencia de un tercero, los cimientos del Palacio Condal afectaron los noveles romanos de la zona. La bodega o “cella vinaria” es la estancia mejor conservada, con 11 depósitos de “dolia”, la capacidad de cada “dolium” es de 880 litros, lo que puede significar que la bodega podía almacenar 9.680 litros. La circulación constante en el interior de la “cella” y el paso del tiempo han dejado huella en el pavimento que está bastante desgastado, por cuanto que bajo las plataformas de acceso a los “dolia” está prácticamente intacta, dado que estaba a cubierto del paso continuado. A ras de suelo hay dos recipientes, hechos con ánforas recortadas que servían para contener algunos de los productos que se añadían al vino, se han podido identificar restos de fitolitos de frutos carnosos y compuestos de cera de abeja, indicando la presencia de miel y algún tipo de jarabe o almíbar de frutas. En otro recipiente se encontró una concentración importante de diatomeas marinas, algas que se encuentran en la sal marina. La salida del vino de la “cella vinaria” debió efectuarse por una puerta situada en el este, debido a que la disposición de la “dolia” no deja otra posibilidad. El transporte del vino debió realizarse con toneles de madera, desplazándose sobre el pavimento de losas de piedra de acusada pendiente, facilitando la movilidad de los toneles. 16 CONJUNTO ESPISCOPAL DE BARCINO DE LOS TIEMPOS CRISTIANOS A LA EPOCA VISIGÓTICA Los recientes estudios realizados en el subsuelo arqueológico, permiten hacer un planteamiento global sobre el conjunto episcopal de Barcino, desde el S. V al VII DC. Si bien los diferentes edificios están diferenciados, pero están relacionados entre ellos, por tanto el estudio de los mismos se ha de acometer como un conjunto. La cristianización: de la “domus” del Alto Imperio a los primeros espacios de culto. La aparición de las primeras catedrales está asociada a un emplazamiento determinado, normalmente, por una gran residencia perteneciente a una familia de la elite local. Las grandes familias adoptan la nueva religión y ponen sus casas al servicio de las nacientes comunidades cristianas. En el S. IV DC. es habitual la instauración de iglesias en esas casas. En muchos casos los obispos eran de familias pudientes, en Barcino, está el caso de Paciano, que procedía de la aristocracia. En este sector encontró en el cargo episcopal un modo de mantener sus privilegios, propiedades y el control del patrimonio eclesiástico que se hacía cada vez más poderoso. En el caso concreto de Barcelona, el origen del conjunto episcopal se encuentra en la “domus” del Alto Imperio situada junto al “forum” de la que solo se conoce la parte del “peristylum”. Cimientos de columna de soporte de una mesa de altar situada en el crucero de la iglesia, bajo la columna se ve una cavidad donde se disponían las reliquias. LA BASILICA Y EL BAPTISTERIO PELOCRISTIANO La cristianización de Barcino fue efectiva desde la primera mitad del S. IV DC., en el año 344 se tiene noticias del primer obispo, Pretextato, asistente al Concilio de Sardina (actual Sofía (Bulgaria) en representación de la sede de Barcino. Desde el S. IV DC. Barcino dispuso de un santuario en el que se celebraban los oficios y reuniones de fieles, la basílica donde Pretextato y posteriormente Paciano ejercieron su labor y donde en el año 392 DC. fue ordenado sacerdote Paulino de Nola. La basílica se encuentra debajo de la catedral actual aunque al no haberse practicado prospecciones arqueológicas no se puede constatar de una forma segura. EL PALACIO EPISCOPAL S. VI DC. Sobre el nivel de una residencia del S. V DC. se erigió a finales del S. VI DC. un nuevo palacio episcopal, las prospecciones han podido confirmas que se halla bajo el subsuelo del actual Palacio 17 del Lloctinent. Seguramente la entrada del palacio debió estar situada en la fachada norte del cuerpo central. En el interior un corredor atraviesa todas las estancias del ala suroeste, que se repite en el ala nordeste. La residencia de localiza en el centro del conjunto episcopal (actualmente en obras de prospección arqueológica). Durante la alta edad media continuará siendo la residencia del obispo, la “domus” del obispo Ataulfo confirmada a Frodonio en el año 878. Los edificios civiles de la época visigótica son muy escasos y por lo tanto no se dispone de modelos comparativos. LOS ESPACIOS DE TRÁNSITO Y LA CIRCULACIÓN EN EL GRUPO EPISCOPAL. En el S. V DC. el grupo episcopal de Barcino estaba ya bien estructurado, perfilándose dos ejes principales que articulaban el tránsito entre distintos edificios. A partir de la reforma del S. VI DC. con la incorporación del complejo este, formado por la iglesia cruciforme y con el cementerio anexo y la nueve residencia del conde. La aparición de espacios porticados ayuda a definir por espacios de tránsito. A pesar de todo lo expuesto quedan numerosos puntos no aclarados. Se desconoce que fue sucediendo a los largo de estos siglos, en el noroeste del conjunto episcopal frente al baptisterio, así como en el suroeste de la basílica. Solo se sabe que en el S. XI la iglesia adquirió propiedades en el sector suroeste para construir el claustro románico. El sector sudeste constituye también una gran incógnita. En algún lugar se debieron situar los espacios destinados a los clérigos o las dependencias del personal laico al servicio del obispo, así como los almacenes, archivos, que formaban parte del complejo episcopal. Está claro que no se conocen las dimensiones de la basílica paleocristiana. (Por Jaume Mestres i Capitán) 18 San Vicente Ferrer San Vicente Ferrer es el patrón de la Comunidad Valenciana. Pero la devoción al mismo se halla extendida por la mayor parte de los lugares que recorrió a lo largo de su peregrinación. Su elevación a los altares a mediados del siglo XV infundió gran vitalidad a la rememoración de sus hechos y fama. La encuesta realizada por Roma en distintos lugares de Europa para desarrollar el proceso de canonización hizo florecer innumerables referencias, convertidas después en tradiciones, que junto a los documentos históricos sobre las contingencias de su biografía, conservados en los archivos locales, sembraron los reinos medievales de una profunda devoción. Infinidad de capillas, ermitas y altares le recuerdan por todos los rincones de Occidente, anécdotas apócrifas o históricas con fiestas populares, debido en gran parte al reguero de milagros y de objetos vinculados a su persona, avalados con reliquias, que dejó tras de sí en su periplo de apostolado y predicación. Cuando Vicente Ferrer vio la luz en Valencia el mes de enero de 1350, esta acababa de sufrir junto con el resto de Europa- una espantosa epidemia que conocemos como la "Peste Negra". La situación en la ciudad es fácil de imaginar gracias al relato de los cronistas de la época quienes señalan que más de 300 personas morían cada día. En la Corona de Aragón donde convivían cristianos, judíos y musulmanes, con la riqueza de sus credos, y las luchas por los protagonismos sociales, marginadores de los sectores populares depauperados. Vicente Ferrer pertenecía a una familia acomodada pues su padre era notario, lo que además de brindarle unos prestigiosos padrinos de Bautismo escogidos entre la nobleza y ciudadanos de renombre- posibilitó que a partir de 1357 gozase del beneficio de Santa Ana en la Parroquia de Santo Tomás. Ello también hizo que iniciase estudios de latinidad en alguna de las Escuelas existentes entonces en la ciudad. Si bien, según la tradición popular se entretenía también con los juegos de niños y jóvenes pero sin olvidar sus actos de piedad. Un día llamó a las puertas del vecino Real Convento de Predicadores, los dominicos. A principios de febrero de 1367 tomó su hábito, renunciando para ello al señalado beneficio eclesiástico de Santa Ana. Sus cualidades intelectuales sobresalían, y a partir de 1368 hasta 1375 observamos cómo sus Superiores lo mandan en calidad de estudiante a Barcelona, o como profesor de Lógica en Lérida en dicha ciudad estaba el Estudio General de la Corona y de Ciencias de la Naturaleza en Barcelona, prolongando sus estudios de especialización en Toulouse. 19 De este período de estudios sobresalen su amor a la Biblia y sus conocimientos de hebreo, la impronta de la doctrina de su hermano de Orden santo Tomás de Aquino (h. 1224 1274) y la fuerza de su formación filosófica reflejada en sus dos Tratados filosóficos escritos a los 22 años y en los que desde los postulados de la filosofía aristotélico tomista responde a algunas afirmaciones del imperante nominalismo bajo medieval. Hoy conocemos en parte a sus profesores, pero mucho menos qué huella dejaron en él. Hay que señalar el encuentro providencial con el también dominico Tomás Carnicer en Lérida que le aficionó más a las cosas espirituales. Vicente Ferrer era ya una fuerte personalidad que irradiaba simpatía y atracción, aunque su posterior vida de estudiante en Barcelona esté revestida de tintes milagrosos como cuando profetizó la inminente llegada de unas naves cargadas de trigo en unos momentos de extrema necesidad para la ciudad. EN EL CISMA DE OCCIDENTE Vicente Ferrer vivió este Cisma con intensidad, le supuso los mayores sacrificios de su vida y aun la misma enfermedad. Pero vayamos a los hechos. En enero de 1377 se cumplía uno de los mayores anhelos de muchos sectores de aquella Cristiandad: el retorno de los Papas a Roma. A simple vista parecía que la estancia en Avignon, iniciada en 1309, se cerraba. Pero no iba a ser del todo así. En marzo de 1378 al morir Gregorio XI y en el cónclave del siguiente 8 de abril se eligió al italiano Arzobispo de Bari, que tomó el nombre de Urbano VI. Tumultos, presiones..., llevaron a hablar de falta de libertad en la elección. La huida de los cardenales franceses, unida a la ausencia de uno de los electores, y el adherirse a la causa el cardenal español Pedro de Luna, llevó consigo que el 9 de agosto un grupo de electores proclamase nula la elección realizada y que el 20 de septiembre del mismo año se eligiera a Clemente VII. La Cristiandad quedaba divida en dos sectores, más o menos amplios, según sus reyes, canonistas y universidades: el de la obediencia aviñonense y el de la romana. ¿Qué partido iba a tomar la Corona de Aragón con Pedro IV el Ceremonioso a la cabeza? Se habla de la "indiferencia" del rey, pero su hijo el Príncipe Juan se adhirió desde el principio a Clemente VII. Vicente Ferrer se había entrevistado en Barcelona con Pedro de Luna y éste le delegó para que interviniera en Valencia, donde se encontraba ya Perfecto Malatesta, Legado de Urbano VI. Vicente Ferrer ya en su ciudad natal fue elegido Prior de su Convento. Sus actividades a favor de la obediencia aviñonense fueron tales, que las autoridades ciudadanas escribieron a Pedro IV denunciándolas. No conocemos la respuesta del monarca. Sí, en cambio, la carta que el Príncipe Juan escribió a Olfo de Proxita rogando que interviniese para que no se molestase a Vicente Ferrer en su empresa clementista. La carta está fechada en enero de 1380. Son los primeros sinsabores en el Cisma. Sinsabores que lo llevarán a renunciar al único cargo que tuvo a lo largo del resto de su vida en su Orden de Frailes Predicadores. Romper la actitud que muchos mantenían de indiferencia, o de adhesión al sector urbanista era tarea ardua. Y Vicente Ferrer acometió la empresa dejándonos un Tratado, sobre el Cisma Moderno, que hay que fechar en 1380, con el que con razones teológicas y del Derecho Canónico vigente pretende convencer de que el Papa legítimo era el de la línea aviñonense. 20 En la vida de san Vicente existen ciertas lagunas que no nos permiten conocerla con exactitud, por ejemplo sus intervenciones en la posterior legación de Pedro de Luna en las diversas Coronas de la Península Ibérica. También le encontramos en Valencia: interviniendo como árbitro en una sentencia entre los religiosos y el resto del clero, transcrita por su mismo padre; predicando una de las Cuaresmas en la ciudad y otra en Segorbe; o dedicado también a la enseñanza, pues fue nombrado profesor de Teología en la Seu valenciana (1385 1390). Elegido Papa Pedro de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII, en 1394, le llamó a su lado y le nombró su confesor y teólogo. Pero al Maestro Vicente no le gustaba el clima que se respiraba en la Curia pontificia de Avignon. Se le ofrecen dignidades cardenalicias y obispados que rechaza; sufre interiormente la división de la Iglesia; finalmente, se ausenta del palacio papal y se hospeda en el Convento de Dominicos de la ciudad. Al sufrimiento interior se añade la enfermedad y la muerte que parecía avecinarse. En esta grave enfermedad, concretamente el 3 de octubre de 1398, es de capital importancia, una visión sobrenatural, pues cambiará el rumbo de su vida: se dedicará desde entonces a la predicación itinerante. Con frecuencia aludirá a ese día y a ese cambio. A partir de este momento se consagra de lleno a la predicación como legado a Latere Christi, como Apóstol de Cristo, recorriendo siempre a pie, hasta que lo permitió su salud buena parte de la Europa occidental. Vicente como predicador insistirá en la renovación y conversión interior, en la reforma de las instituciones y en la unidad de la Iglesia, manteniéndose partidario de los Papas aviñonenses. Glosando las bíblicas plagas de Egipto (Éxodo 7,14 12,34), dirá: "La novena son las tinieblas: durante tres días estuvieron los hombres y las mujeres que no se veían el uno al otro; y significaba el tiempo del cisma. ¡Oh, qué tinieblas tan fuertes! Los tres días significan los tres Papas que ahora son: el Papa Juan, el Papa Gregorio y el Papa Benedicto; y cada uno tiene grandes doctores y personas santas que tienen a cada uno como realmente Papa y no conocen cual es el verdadero". A partir de su intervención en el Compromiso de Caspe en 1412, los frecuentes encuentros con el Rey Fernando, el Papa Benedicto XIII y, posteriormente, con el Emperador Segismundo, hablan de esta preocupación por la unión de la Iglesia. El 6 de enero de 1416, Vicente Ferrer en Perpignan leerá el documento de la sustracción de la obediencia al Papa de Avignon de la Corona de Aragón. El año siguiente se elegirá a Martín V y será reconocido como único Papa por toda la Cristiandad. San Vicente nunca quiso revelar el secreto de su cambio personal ante el Cisma, la clave de su evolución que generó su distanciamiento de Benedicto XIII. Su gesto fue reconocido por muchos. Supo cumplir heroicamente con su deber de conciencia y su serenidad y actitud tranquilizaron a muchos. 21 El escrito vicentino que más ediciones e influencia ha tenido a lo largo de los siglos es su Tratado de la vida espiritual, posiblemente redactado hacia 1407 como respuesta a las preguntas formuladas por un novicio que quería caminar y progresar en la espiritualidad encarnando el ideal de la predicación vivido según el estilo y en la escuela de santo Domingo de Guzmán. En él, Vicente no sólo muestra el conocimiento de los autores espirituales más prestigiosos en aquel momento, sino que además deja entrever su vivencia de dominico observante. Está vertebrado por ideas tales como una referencia permanente a Santo Domingo, la imitación de los mayores en la Orden para conformar con ellos su Vida, la valoración de la pobreza y de la austeridad, destacando la obediencia y el amor al estudio conjugado con la oración. Todo ello al servicio de una única misión: la de ser útil al prójimo. EN EL COMPROMISO DE CASPE Este es un hecho de capital importancia para la sociedad hispana del momento. Podemos seguir de cerca los acontecimientos gracias a un diario de los hechos relatados minuciosamente en un códice del archivo de la catedral de Segorbe que perteneció a Bonifacio Ferrer, su hermano, también compromisario como él por la ciudad de Valencia. El 31 de mayo de 1410 había muerto sin sucesión Martín el Humano, hasta entonces Rey de la Corona de Aragón. Después de multitud de encuentros por parte de las legaciones catalanas, valencianas y aragonesas (representantes de los tres Reinos de la Corona) se negó a principios de 1412 a la elección de los nueve compromisarios para la designación del nuevo Rey. El peso moral y la trayectoria de nuestro fraile no ofrecían duda. Las aspiraciones del duque de Calabria y de don Fabrique quedaron descartadas por la lejanía de parentesco de uno y por ser bastardo el otro, por ello los compromisarios elegidos se centraron principalmente en Fernando de Antequera y Jaime de Urgell. Vicente Ferrer que había llegado a la aragonesa Caspe a principios de abril de aquel 1412 y que era el octavo de los compromisarios según el orden jerárquico, fue invitado el 24 de junio a pronunciar en primer lugar su voto. Y lo hizo en favor de Fernando de Antequera. Su hermano Bonifacio, así como otros cinco, siguieron este mismo parecer. Dos se inclinaron por el conde de Urgell, aunque secundarían la votación de la mayoría. Uno se abstuvo y otro no había tenido tiempo de formar su parecer. En la mañana del 29 de junio se celebró un solemne pontifical presidido por el Obispo de Huesca. Nuevamente Vicente fue elegido para comunicar la noticia. En su sermón explicó la justicia que había inspirado la decisión e insistió en la importancia de la fe en las gestiones temporales y en el gobierno de los pueblos. Al leerlo ahora, se recuerdan las palabras que en 1396 el mismo santo dirigió en un momento parecido, cuando el Rey Martín había sucedido a su hermano Juan al frente de la Corona. En aquella ocasión apeló a la conciencia del Rey para reparar la injusticia cometida por el Rey Pedro con los canónigos de Tarragona. El siempre insistió sin temor y ante quien fuera en los deberes y obligaciones de todo buen gobernante. Vicente Ferrer no cedió ante presiones. Pero es evidente que la sentencia de Caspe no podía agradar a todos. Y menos al conde de Urgell. Sus biografías contarán, aunque quizá no sea del todo verídico, el encuentro de Vicente Ferrer y Jaime de Urgell y cómo éste le tildó de "hipócrita maldito" 22 y cómo Vicente le puso de manifiesto los secretos de su poca ejemplar vida, o el intento fallido de asesinarle por parte de sus partidarios en los caminos de Lérida. Es evidente que sus veintiún últimos años dedicados a la itinerancia apostólica, y los anteriores de plena actividad, le continuaron ofreciendo continuos contactos con el mundo judío y musulmán. Vicente Ferrer quería la salvación de los hombres y que su mensaje llegase a toda clase de gentes. Algunos hechos van a ser motivo, aunque él fuera ajeno a los acontecimientos, a que se ponga en entredicho su figura al presentársele o bien como causante de algo que nunca realizó, o bien como promotor de un ambiente hostil a las minorías religiosas. Así, por ejemplo, unos lo han querido ver como impulsor de la revuelta de Valencia de 1391 que generó la matanza de los judíos y la conversión precipitada de muchos; mientras que otros autores, por el contrario, le presentan como el gran pacificador de la misma. Lo cierto es que se encontraba ausente de la ciudad y que siempre rechazó enérgicamente todo atropello o lucha sangrienta con las minorías no cristianas. Pero ello no debe hacer olvidar la actuación de Vicente a través de las conversiones realizadas gracias a su predicación. Sin entrar en su número, pues fluctúa bastante según las fuentes, sí hay que destacar que por los menos fueron convertidos importantes rabinos. Tampoco puede negarse que, siguiendo el parecer del santo, algunas poblaciones tomaron acuerdos muy habituales en aquel tiempo, como por ejemplo ofrecer a los judíos en las ciudades un lugar separado de los cristianos y otras medidas segregacionistas. Ni debe silenciarse el acuerdo tomado en Valencia ante los acontecimientos de 1391 de separar a los judíos conversos del resto de judíos. Se buscaba salvaguardar la fe de aquéllos. Su conciudadano, el franciscano Francesc Eiximenis, también era partidario de ello. La actitud de San Vicente al respecto es muy similar a la de otros muchos de sus contemporáneos partidarios, por ejemplo de la predicación persuasiva a los judíos y sarracenos, con asistencia obligatoria por su parte. En esta predicación se hará patente su manejo del hebreo y sobre todo el conocimiento de la Escritura junto con la Tradición. Su técnica oratoria, llevado siempre por el lenguaje directo y la expresión más familiar y popular, conllevó expresiones duras. Expresiones no tanto de rechazo de los judíos como para la prevención de los cristianos, quienes a su vez también causaron atropellos que él condenó y que exigieron medidas enérgicas por parte de las autoridades. Finalmente está su vinculación con la Disputa de Tortosa de 1413, promovida por Pedro de Luna en un afán por atraer a los judíos. No intervino directamente en su desarrollo, cuya representación por el campo cristiano la llevó principalmente el converso Jerónimo de santa Fe, discípulo suyo. Sí intervino en la predicación popular que se hacía paralelamente así como en la posterior redacción de la obra titulada Tratado contra los judíos. "Fue editado y compuesto por mandato de Benedicto Papa por cuatro famosos maestros en Teología, uno de los cuales fue fray Vicente Ferrer dice en su comienzo Obra que está en la línea de controversia diálogo, según la mentalidad cristiana hebraísta y arabista del siglo XIII. La fe no se impone. Debe darse persuasión, pero a través del estudio directo de las fuentes empleadas y por tanto del conocimiento de la doctrina de aquellos con quienes se dialoga. Así es como puede hablarse de persuasión eficaz. Sólo así puede darse un clima de acogida favorable al mensaje que se predica. Además Vicente desarrolló un trato peculiar con los convertidos, encomendando su formación y educación cristiana a personas seleccionadas, o preocupándose, como en el caso del converso musulmán Atmez Hannexa, que tomó el nombre de Vicente cuando se bautizó, de que él y su familia tuvieran una pensión para su socorro y sustento y pudiera prepararse adecuadamente para poder predicar la fe cristiana entre musulmanes y cristianos. Últimos años de San Vicente Ferrer 23 Le pidieron con insistencia que asistiera al Concilio de Constanza, pero él siempre señaló que se sentía urgido de manera irresistible a la evangelización, gracias a la palabra, de los hombres de su tiempo. Continuó predicando por tierras francesas, evitando las zonas afectadas por la Guerra de los Cien Años que se había iniciado en 1339 y recorriendo las que eran más directamente controladas por París. Un testigo de aquellas predicaciones dirá: "El Santo era viejo, débil y pálido; pero después de decir la Misa y cuando predicaba parecía joven, en buen estado de salud, ágil y lleno de vida". Después de estar por el Mediodía francés, se internó en la Auvernia, pasando luego a la Bretaña, donde transcurrirán los últimos meses de su vida. Falleció en Vannes el 5 de abril de 1419. Su sepulcro se halla en la catedral de dicha ciudad. Diversas autoridades eclesiásticas y civiles pidieron a la Curia Romana que se iniciase su Proceso de Canonización. Pero el Papa Martín V no lo llevó adelante porque estaba preocupado por otras cuestiones, entre ellas la ocupación de Nápoles y de Sicilia por Alfonso de Aragón, si bien no deben desdeñarse los recelos que podían todavía levantar su identificación con la "obediencia" de Avignon en el pasado Cisma o su Compañía de seguidores. En 1431, el Papa Eugenio IV ordenó estudiar el asunto, pero ahora se interpuso el nuevo cisma de Amadeo de Saboya. Ello no fue obstáculo para que Pedro de Bretaña, Juan de España y Alfonso de Aragón dejaran de pedir a los dominicos que solicitasen la canonización. Nicolás V aconsejó a los frailes celebrar el Capítulo general de 1453 en Nantes y así poder planificar mejor las etapas para ello. Además encargó que tres cardenales investigasen la vida y los milagros del predicador; entre ellos estaba Alfonso de Borja, el futuro Calixto III y que será el primer Papa valenciano de dicha familia. Éstos durante dos años mantuvieron entrevistas con obispos, abades, frailes y gente común en Nápoles, Avignon, Toulouse y en la región de Nantes, interrogando a 28, 18, 48 y 310 testigos respectivamente. Corresponderá al sucesor de Nicolás, el señalado Calixto III, recibir las actas de estas investigaciones. Puede pensarse que ello responde a una artimaña de los biógrafos antiguos, tanto del dominico como del Borja, de poner en la mente de este último una conciencia tal de la profecía vicentina no sólo en relación con su pontificado sino sobre todo con la Canonización del valenciano por parte de éste. Actualmente se han realizado fundamentales aportaciones documentales, que nos muestran que ello no es fruto de los biógrafos, sino convencimiento del propio Calixto III que lo afirmó en numerosas ocasiones y recogieron autores muy cercanos a los hechos Así pues, después de un voto en el consejo de cardenales, Calixto III anunció la canonización de Vicente Ferrer para el día 29 de Junio de 1455. Mandará conservar los cuatro volúmenes de actas en el romano Convento dominicano de Santa María de la Minerva, donde desaparecieron en 1527 en circunstancias desconocidas, si bien después de haber servido como fuente a los primeros biógrafos del nuevo santo. San Vicente Ferrer dio un mensaje para que lo llevaran a todos los valencianos, que podemos considerar como su testamento. El mensaje dice así: "¡Pobre patria mía! No puedo tener el placer de que mis huesos descansen en su regazo; pero decid a aquellos ciudadanos que muero dedicándoles mis recuerdos, prometiéndoles una constante asistencia. Y que mis continuas oraciones allí en el cielo serán para ellos, a los que nunca olvidaré”. 24 "En todas sus tribulaciones, en todas sus desgracias, en todos sus pesares, yo les consolaré, yo intercederé por ellos. Que conserven y practiquen las enseñanzas que les di, que guarden siempre incólume la fe que les prediqué, y que no desmientan nunca la religiosidad de que siempre han dado pruebas. "Aunque no viva en este mundo, yo siempre seré hijo de Valencia. Que vivan tranquilos, que mi protección no les faltará jamás. Decid a mis queridos hermanos que muero bendiciéndoles y dedicándoles mi último suspiro”. Vicente Ferrer un dominico milagrero y con don de lenguas. En el Proceso de su Canonización se recogen 860 prodigios o milagros, obrados por el Predicador Dominico en vida y después de morir, que escrupulosamente comprobaron los Jueces del Proceso. San Vicente Ferrer, predicando siempre en lengua Valenciana, le entendían los castellanos, los del norte de Francia, los vascos, los italianos del Piamonte y Lombardía... Muchos testigos declararon en el Proceso que, hablando Vicente Ferrer en Valenciano, ellos le entendían perfectamente en su lengua nativa. Por lo mismo, tenemos que admitir que, a San Vicente Ferrer, se le concedió “El Don de Lenguas”. Con el ánimo de favorecer algunas poblaciones del Reino de Valencia, se dirigió a muchas de ellas, el día 26 de Agosto de 1410 se dirigió a Líria, ya que sus vecinos estaban sumamente afligidos por habérseles secado su caudalosa fuente, que era toda su fuente de riqueza. Compadecido el Santo, celebró misa en el lugar donde solía manar el agua y bendiciéndolo, volvió a salir agua en abundancia, prometiendo el santo que jamás faltaría allí el agua, como así sigue siendo en la actualidad. En dicho lugar, conocido como San Vicente de Líria, se levantó una ermita en honor al Santo y se habilitó posteriormente como zona de recreo. A continuación relato dos milagros: Milagro del Pañuelo (Milacre del Mocador). En 1385 predicando el santo en Valencia, en la Plaza del Mercado, se detuvo y muy conmovido dijo a los oyentes: "Hermanos, ahora mismo estoy viendo que unos hermanos nuestros piden un socorro inmediato, que si no se les da morirán". Le preguntaron dónde estaban esas personas. El santo contestó: "Seguid a mi pañuelo, y donde él entre, entrad. Y lanzó al aire su pañuelo, el cual entró por la ventana de una buhardilla. En ella, en efecto, se estaba muriendo de hambre una familia, que fue socorrida. Según la tradición la casa estaba ubicada en la actual plaza del "Milacre del Mocadoret nº 5 (junto a la plaza de la Reina), donde hay una plaza que lo recuerda. Milagro del Tendero (Milacre del Salser). Milagro del tendero (Milacre del Salser) En 1359, el comerciante en especies Miguel Garrigues, que vivía en la misma calle que los Ferrer, tenía un hijo que sufría unas úlceras malignas en el cuello y de las que le curó el también niño Vicente. En la fachada del nº 37 de la actual calle del Mar, muy cerca del lugar en el que según la tradición ocurrió este hecho, hay un retablo en cerámica valenciana que lo recuerda. Este hecho es uno de los orígenes de la devoción popular valenciana de las representaciones de diversos milagros (Milacres) suyos en los altares de las calles en el día de su fiesta. (Por F.L.P.) 25 Restaurante Medieval La Corte (Fuenlabrada) El restaurante La Corte es un restaurante de temática medieval ubicado en la población madrileña de Fuenlabrada. Se caracteriza por la decoración y el ambiente de antaño y posee una carta con ciertas reminiscencias de nuestro pasado aunque adaptada al tiempo presente. En la carta destacan, sobre todo, las carnes. Posee tres menús diferentes así como una carta de parrilla y raciones. Además, organizan cenas medievales una vez al mes con representaciones teatrales y ofrecen regalos a los presentes. Dispone de terraza de verano y abre sus puertas todos los días de la semana para comidas y cenas. De lunes a viernes dispone de menú del día. Sin duda alguna el restaurante La Corte es uno de esos sitios que consiguen transportar al comensal a otros tiempos ya lejanos, aquí cada cual podrá asumir un rol y sentirse como un caballero, dama o como cualquier otro cortesano. Y por supuesto disfrutar de los ricos manjares que en este peculiar sitio nos ofrecerán. Podemos saborear todo tipo de viandas y ricos asados, y degustarlos a la vieja usanza. El restaurante La Corte es un lugar al que no se puede faltar al menos una vez en la vida. (Por FLP) 26 La historia del Cid Campeador siempre ha estado rodeada de cierto misterio. No se sabe bien dónde empieza leyenda y dónde la historia. Rodrigo Díaz de Vivar fue un guerrero burgalés que inició una brillante carrera militar junto a Sancho, rey de Castilla e hijo mayor de Fernando I. Pero al morir Sancho, el Cid comenzó una relación turbia con Alfonso VI, hermano de Sancho, que acabó con el destierro del caballero de Vivar a tierras musulmanas y el inicio de su leyenda ¿Quién no ha escuchado alguna vez las aventuras de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como El Cid Campeador? Su historia está ampliamente documentada pero con el paso de los años algunas de sus hazañas han sido modificadas. Rodrigo Díaz nació a mediados del siglo XI; según distintas propuestas, entre 1041 y 1054, aunque actualmente cuenta con más partidarios una fecha que estaría situada entre 1045 y 1050. Su lugar de nacimiento está firmemente señalado por la tradición en Vivar del Cid, a 10 Km. de Burgos, aunque se carece de fuentes coetáneas a su vida que lo corroboren y la asociación de Vivar con el Cid se documenta por primera vez en El Cantar del Mio Cid. Era hijo de Diego Laínez, un infanzón «capitán de frontera» en las luchas entre navarros y castellanos en la línea de Ubierna (Atapuerca), o de Diego Flaínez, en cuyo caso se trataría de un descendiente de una ilustre familia leonesa, los Flaínez. De su madre se conoce el apellido, Rodríguez, más inseguro es su nombre, que podría ser María, Sancha o Teresa, hija de Rodrigo Álvarez de Asturias, de una de las familias nobles del condado de Castilla. Según la Historia Roderici, su abuelo por vía paterna era Laín Núñez, quien aparece como testigo en documentos expedidos por el Rey Fernando I de León y Castilla, a su vez descendiente de Laín Calvo, uno de los míticos Jueces de Castilla. Sin embargo, la genealogía de la Historia Roderici parece encaminada a buscarle parentesco con los legendarios Jueces de Castilla. Según Margarita Torre o Alberto Montaner Frutos, su abuelo sería Flaín Muñoz, un conde de León que vivió en torno al año 1000. Francisco Javier Peña Pérez resume el estado de la cuestión en una monografía de 2009. Todas las interpretaciones parten de la genealogía de la Historia Roderici, y el propio autor de la biografía latina da su linaje con poca convicción utilizando la expresión «El origen de Rodrigo parece ser...». Además los ancestros paternos que allí aparecen no están documentados en diplomas de la época, excepto su padre, Diego Laínez, de forma esporádica. Menéndez Pidal, en su monumental La España del Cid (1929), en una línea de pensamiento neotradicionalista que se basa en la veracidad intrínseca de la literatura folclórica de cantares de gesta y romances, buscó a un Cid castellano y de humildes orígenes dentro de los infanzones, lo que cuadraba con su pensamiento de que el Cantar de Mio Cid contenía una esencial historicidad. 27 El poeta del Cantar diseña a su héroe como un castellano de baja hidalguía que asciende en la escala social hasta emparentar con monarquías, en oposición constante a los arraigados intereses de la nobleza terrateniente de León. Esta tesis tradicionalista es seguida también por Gonzalo Martínez Diez, quien ve en el padre del Cid a un «capitán de frontera» de poco relieve cuando señala «La ausencia total de Diego Laínez en todos los documentos otorgados por el rey Fernando I nos confirma que el infanzón de Vivar no figuró en ningún momento entre los primeros magnates del reino». Sin embargo, esta visión se conjuga mal con la calificación de la Historia Roderici, que habla de Rodrigo Díaz como «varón ilustrísimo», es decir, perteneciente a la aristocracia; en el mismo sentido se pronuncia el Carmen Campidoctoris, que lo hace descendiente del más noble linaje. Por otro lado, recientes estudios han desvelado que el patrimonio que Rodrigo heredó de su padre era extenso, e incluía propiedades en numerosas localidades de la comarca, lo que solo era dado a un miembro de la alta nobleza. El apellido materno era asimismo de antiguo abolengo. En 1058, siendo muy joven, entró en el servicio de la corte del rey Fernando I de León y Castilla, como doncel o paje del príncipe Sancho, formando parte de su séquito. Este temprano ingreso en la cancillería real de Fernando I es otro indicio que lleva a pensar que no era el muchacho Rodrigo Díaz un humilde infanzón, aunque su estatus en la alta nobleza lo debió tener «en calidad de recién llegado», y no como perteneciente a una raigambre de larga prosapia. En definitiva, el mito del infanzón humilde del Cid parece más bien un intento de acomodar el carácter del personaje legendario del Cantar de Mio Cid al Rodrigo Díaz histórico para aumentar la heroicidad del protagonista, caracterizado como un castellano viejo pero de condición baja, y por tanto, en la necesidad original de Menéndez Pidal de no vincular en modo alguno a Rodrigo Díaz con una familia de alto linaje, como lo podía ser la figura mitificada de Laín Calvo. Rodrigo Díaz, muy joven, entró al servicio del infante Sancho, futuro Sancho II de Castilla. En su séquito fue instruido tanto en el manejo de las armas como en sus primeras letras, pues está documentado que sabía leer y escribir. Existe un diploma de dotación a la Catedral de Valencia de 1098 que Rodrigo suscribe con la fórmula autógrafa «Ego Ruderico, simul cum coniuge mea, afirmo oc quod superius scriptum est» (Yo Rodrigo, junto con mi esposa, suscribo lo que está arriba escrito). Tuvo, asimismo, conocimientos legales, pues intervino a instancias regias en dos ocasiones para dirimir contenciosos jurídicos, aunque quizá en el ambiente de la corte un noble de la posición de Rodrigo Díaz pudiera estar oralmente lo suficientemente familiarizado con las disputas legales como para ser convocado en ese tipo de procesos. Fue investido caballero, con toda probabilidad por Sancho II, a mediados de la década de 1060; según Martínez Diez en 1066 o 1067, antes de la Guerra de los tres Sanchos. Desde el acceso al trono de Castilla de Sancho II los últimos días del año 1065 hasta la muerte de Sancho en 1072, el Cid gozó del favor del rey, como magnate de su séquito, en calidad de armiger regis, cuya función en el siglo XI era similar a la de un escudero, y sus atribuciones no eran todavía las del alférez real descrito en Las Partidas en el siglo XIII. El cargo de alférez a lo largo del siglo XII iría asumiendo la responsabilidad de portar la enseña real a caballo y ser jefe de la mesnada del rey. Durante el reinado de Sancho II de Castilla, esta alferecía del armiger era encomendada a caballeros jóvenes que se iniciaban en las funciones palatinas. 28 Acompañó a Sancho en la guerra que este sostuvo contra su hermano Alfonso VI, rey de León, y con su hermano García, rey de Galicia. Los tres hermanos se disputaban la primacía sobre el reino dividido tras la muerte del padre y luchaban por reunificarlo. Rodrigo comenzó a desempeñar un papel notable como caballero guerrero, sobre todo en las victorias castellanas de Llantada (1068) y Golpejera (1072). Tras esta última, Alfonso VI fue capturado y Sancho se adueñó de León y, a continuación, de Galicia, convirtiéndose en Sancho II de León. Es en estas batallas cuando, probablemente, se ganara el sobrenombre de “Campeador”, que significa “batallador en lides campales”. Parte de la nobleza leonesa se sublevó y se hizo fuerte en Zamora, bajo el amparo de la infanta doña Urraca, hermana de los anteriores. Sancho II, con la ayuda de Rodrigo Díaz, sitió la ciudad, pero murió asesinado, según cuenta una extendida tradición, por el noble zamorano Bellido Dolfos, si bien la Historia Roderici no recoge que la muerte fuera por traición. El episodio del Cerco de Zamora es uno de los pasajes que más recreaciones ha sufrido por parte de cantares de gesta, crónicas y romances, por lo que la información histórica acerca de este episodio es muy difícil separar de la legendaria. Alfonso VI recuperó el trono de León y sucedió a su hermano en el de Castilla, anexionándolo junto a Galicia y volviendo a conseguir la unión del reino legionense que había desgajado su padre Fernando a su muerte. El conocido episodio de la Jura de Santa Gadea es una invención, según Martínez Diez «carente de cualquier base histórica o documental”. La primera aparición de este relato literario data de 1236. Las relaciones entre Alfonso y Rodrigo Díaz fueron en esta época excelentes; aunque con el nuevo rey no desempeñó la función de armiger regis y fue sustituido por el conde de Nájera García Ordóñez, lo nombró juez o procurador en varios pleitos y le proporcionó un honroso matrimonio con Jimena Díaz (julio de 1074), noble asturiana bisnieta de Alfonso V de León, con quien tuvo tres hijos: Diego, María (casada en segundas nupcias con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III) y Cristina (casada en también por segunda vez con el infante Ramiro Sánchez de Pamplona). Este enlace con la alta nobleza leonesa confirma que entre Rodrigo y el rey Alfonso hubo en este periodo buena sintonía. Muestra de la confianza que depositaba Alfonso VI en Rodrigo es que en 1079 el Campeador fue comisionado por el rey para cobrar las parias al rey Almutamid de Sevilla. Pero durante el desempeño de esta misión, el importante noble castellano García Ordóñez formaba parte del ejército que el rey Abdalá de Granada envió contra el rey de Sevilla, que gozaba de la protección de Alfonso VI, precisamente a cambio de las parias que el Cid estaba cobrando. Lógicamente, el Campeador ayudó con su contingente a defenderse al rey sevillano, que interceptó y venció a Abdalá en la batalla de Cabra, en la que García Ordóñez fue hecho prisionero. La recreación literaria ha querido ver en este episodio una de las causas de la enemistad de Alfonso VI, instigado por la nobleza afín a García Ordóñez, hacia Rodrigo, pero lo cierto es que la protección brindada al rico rey de Sevilla, que enriquecía con sus impuestos a Alfonso VI, solo beneficiaba los intereses del rey de León. Los desencuentros con Alfonso fueron causados por un exceso (aunque no era raro en la época) de Díaz de Vivar tras repeler una incursión de tropas andalusíes en Soria en 1080, que le llevó, en su persecución, a adentrarse en el reino de Taifa toledano y saquear su zona oriental, que estaba bajo el amparo del rey Alfonso VI. 29 Sin descartar del todo la posible influencia de cortesanos opuestos a Rodrigo Díaz en la decisión, una incursión del castellano contra el territorio de Al-Qádir, el régulo títere de Toledo protegido de Alfonso, ocasionó que le fuera aplicada la figura jurídica de la «ira regia», que conllevaba el destierro y la ruptura de la relación de vasallaje. A finales de 1080 o principios de 1081, Díaz de Vivar tuvo que marchar en busca de magnate al que prestar su experiencia militar. Es muy posible que inicialmente buscara el amparo de los hermanos Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II, condes de Barcelona, pero rechazaron su patrocinio. El Campeador, entonces, ofreció sus servicios a reyes de taifas, lo que no era infrecuente, pues el propio Alfonso VI había sido acogido por Al-Mamún de Toledo en 1072 durante su ostracismo. Junto con sus vasallos o «mesnada» se estableció desde 1081 hasta 1085 como guerrero al amparo del rey de Zaragoza, Al-Muqtadir, que ese mismo año enfermó gravemente y fue sucedido por AlMutamán. Este encomendó al Cid en 1082 una ofensiva contra su hermano el gobernador de Lérida Mundir, el cual, aliado con el conde Berenguer Ramón II de Barcelona y el rey de Aragón Sancho Ramírez, no acató el poder de Zaragoza a la muerte del padre de ambos AlMuqtadir, desatándose las hostilidades fratricidas entre los dos reyes hudies del vale del Ebro. La mesnada del Cid reforzó las plazas fuertes de Monzón y Tamarite y derrotó a la coalición, ya con el apoyo del grueso del ejército taifal de Zaragoza, en la batalla de Almenar, donde fue hecho prisionero el conde Ramón Berenguer II. Pudo originar el apoteósico recibimiento de los musulmanes de Zaragoza al Cid al grito de «sīdī» ('mi señor' en árabe andalusí, a su vez proveniente del árabe clásico sayyid) el apelativo romanceado de “Mio Cid”. En 1084 el Cid desempeñaba una misión en el sureste de la taifa zaragozana, atacando Morella. Al-Mundir, señor de Lérida, Tortosa y Denia, vio en peligro sus tierras y recurrió de nuevo a Sancho Ramírez, que le atacó el 14 de agosto de 1084 en la batalla de Olocau del Rey. De nuevo el castellano se alzó con la victoria, reteniendo dieciséis nobles aragoneses, que al final liberó tras cobrar el rescate. El 25 de mayo de 1085 Alfonso VI conquista la taifa de Toledo y en 1086 inicia el asedio a Zaragoza, ya con AlMusta'in II en el trono de esta taifa, quien también tuvo a Rodrigo a su servicio. Pero a comienzos de agosto de ese año un ejército almorávide avanzó hacia el interior del reino de León, adonde Alfonso se vio obligado a interceptarlo, con resultado de derrota cristiana en la batalla de Sagrajas. Es posible que durante el cerco a Zaragoza Alfonso se reconciliara con El Cid. En cualquier caso, tras la derrota del rey Alfonso es patente que Rodrigo había sido rehabilitado, puesto que al de Vivar se le encargó la defensa de la zona levantina y se le concedieron varios dominios en tenencia en Castilla: Dueñas, San Esteban de Gormaz, Langa de Duero y Briviesca. La llegada de los almorávides, que observaban más estrictamente el cumplimiento de la ley islámica, hacía difícil para el rey taifa de Zaragoza mantener a un jefe del ejército y mesnada castellanos. Por otro lado, Alfonso VI pudo condonar la pena a Rodrigo ante la necesidad que tenia de valiosos caudillos con que enfrentar el nuevo poder de origen norteafricano. 30 Rodrigo acompaña a la corte del rey de León y Castilla en la primera mitad de 1087, y en verano se dirigió hacia Zaragoza, donde se reunió de nuevo con Al-Musta'in II y, juntos, tomaron la ruta de Valencia para socorrer al rey-títere Al-Qadir del acoso de Al-Mundir (rey de Lérida entre 1082 y 1090), que se había aliado con Berenguer Ramón II de Barcelona para conquistar la rica taifa valenciana, en esta época un protectorado de Alfonso VI. El Cid logró repeler la incursión de AlMundir de Lérida, pero poco después, el rey de la taifa leridana tomaba la importante plaza fortificada de Murviedro (actual Sagunto), acosando otra vez peligrosamente a Valencia. Ante esta difícil situación, Rodrigo Díaz marchó a Castilla al encuentro de su rey para solicitar refuerzos y planear la estrategia defensiva en un futuro. Fruto de estos planes y acciones sería la posterior intervención cidiana en el Levante, que traería como resultado una sucesión encadenada de acciones bélicas que le llevarían a acabar por rendir la capital del Turia. Reforzada la mesnada del Cid, se encaminó a Murviedro con el fin de expugnar al rey hudí de Lérida. Al llegar el Cid a Murviedro, Valencia estaba siendo sitiada por Berenguer Ramón II. Rodrigo, ante la fortaleza de esta alianza, procuró un acuerdo con Al-Mundir de Lérida y pactó con el conde de Barcelona el levantamiento del asedio, que este hizo efectivo. Posteriormente, El Cid comenzó a cobrar las parias que anteriormente Valencia pagaba a Barcelona o al rey Alfonso VI, posiblemente de acuerdo con el rey castellano-leones. Sin embargo, en 1088, se produciría un nuevo desencuentro entre el caudillo castellano y su rey. Alfonso VI había conquistado Aledo (provincia de Murcia), desde donde ponía en peligro las taifas de Murcia, Granada y Sevilla, con continuas algaradas de saqueo. Entonces las taifas andalusíes solicitaron de nuevo la intervención del emperador almorávide, Yusuf ibn Tashufin, que sitió Aledo el verano de 1088. Alfonso acudió al rescate de la fortaleza y ordenó a Rodrigo que marchara a su encuentro para sumar sus fuerzas, pero el Campeador, que se dirigió hacia Murcia, no acabó por reunirse con su rey, sin que se pueda discernir si la causa fue un problema logístico o la decisión del Cid de evitar el encuentro. En todo caso, Alfonso vi. Volvió a castigar al Cid con un nuevo destierro acusándole de traición. En 1089 el Cid recala en Calamocha. A partir de este momento, planteó su intervención en Levante como una actividad personal y no como una misión por cuenta del rey. En 1090 saqueó la taifa de Denia y después se acercó a Murviedro, hostigando a Al-Qádir de Valencia, que pasó a pagarle tributos. El rey de Lérida, por su parte, nuevamente pidió ayuda frente al Cid al conde de Barcelona, Berenguer Ramón II, al que el castellano derrotó en Tévar en 1090, posiblemente un bosque situado en el actual puerto de Torre Miró, al norte de Morella. Berenguer Ramón II, tras este suceso, se comprometió a abandonar sus intereses en el Levante. Como consecuencia de estas victorias, el Cid se convirtió en la figura más poderosa del oriente de la península. En 1092 reconstruyó como base de operaciones la fortaleza de Peña Cadiella (actualmente La Carbonera, sierra de Benicadell), pero Alfonso VI sentía haber perdido su influencia en Valencia, rodeada por el protectorado establecido por el Cid. Para recuperar esa iniciativa se alió con Sancho Ramírez de Aragón, Berenguer Ramón II y consiguió el apoyo naval de Pisa y Génova. El rey de Aragón, el conde de Barcelona y la flota pisana y genovesa atacaron la Taifa de Tortosa, que había sido sometida por el Cid al pago de parias y, en verano de 1092, la coalición hostigó Valencia. Alfonso VI, por su parte, acudió más tarde por tierra a Valencia para acaudillar la alianza múltiple contra el Cid. Sin embargo, la ofensiva fue rechazada por el Cid y Alfonso vi. Tuvo que retirarse de tierras valencianas. Rodrigo, que estaba en Zaragoza (la única taifa que no le tributaba parias) recabando el apoyo de Al-Musta'in II, tomó represalias contra el territorio castellano mediante una enérgica campaña de saqueo en La Rioja. Tras estos acontecimientos, ninguna fuerza cristiana se pudo oponer al Cid, y solo el potente imperio almorávide, entonces en la cumbre de su poder militar, podía hacerle frente. 31 La amenaza almorávide fue la causa que definitivamente llevó al Cid a dar un paso más en sus ambiciones en Levante y, superando la idea de crear un protectorado sobre las distintas fortalezas de la región, sostenido con el cobro de las parias de las taifas vecinas (Tortosa, Alpuente, Albarracín, y otras ciudades fortificadas levantinas) decidió conquistar la ciudad de Valencia para establecer un señorío hereditario, estatus extraordinario para un señor de la guerra independiente en cuanto que no estaba sometido a ningún rey cristiano. Murviedro - Sagunto Tras el verano de 1092, con el Cid aún en Zaragoza, el cadí Ben Yahhaf (partidario de la facción almorávide) se hizo con el poder en Valencia, y Al-Qadir fue asesinado. Al conocer la noticia, el Campeador regresó a Valencia en noviembre y sitió la fortaleza de Cebolla, actualmente en el término municipal de El Puig, a catorce kilómetros de la capital levantina, rindiéndola mediado el año 1093 con la decidida intención de que le sirviera de base de operaciones para definitivo asalto a Valencia. Ese verano comenzó a cercar la ciudad. Valencia, en situación de peligro extremo, solicitó un ejército de socorro almorávide, que fue enviado al mando de Al-Latmuní y avanzó desde el sur de la capital del Turia hasta Almusafes, a veintitrés kilómetros de Valencia, para seguidamente volver a retirarse. Ya no recibirían los valencianos más auxilio y la ciudad empezó a sufrir las consecuencias del desabastecimiento. El estrecho cerco se prolongaría por casi un año entero, tras el cual Valencia se vio obligada a capitular el 15 de junio de 1094. El Cid tomó posesión de la ciudad titulándose como «príncipe Rodrigo» y quizá de este periodo date el tratamiento de sidi (señor en dialecto hispanoárabe), que derivaría en «Cid». Con el fin de asegurarse las rutas del norte del nuevo señorío, Rodrigo consiguió aliarse con el nuevo rey de Aragón Pedro I, que había sido entronizado poco antes de la caída de Valencia durante el sitio de Huesca, y tomó el Castillo de Serra y Olocau en 1095. De todos modos, la presión almorávide no cejó y en otoño de 1094 otro ejército al mando de Abu Abdalá llegó hasta Cuart de Poblet, a cinco kilómetros de la capital, donde fue interceptado y derrotado por el Cid. En 1097 una nueva incursión almorávide al mando de Muhammad ibn Tasufin intentó recuperar Valencia para el Islam, pero cerca de Gandia fue derrotado por el Campeador en la batalla de Bairén con la colaboración del ejército de Pedro I de Aragón. Ese mismo año, Rodrigo envió a su único hijo varón, Diego Rodríguez, a luchar junto a Alfonso VI contra los almorávides; las tropas de Alfonso VI fueron derrotadas y Diego perdió la vida en la Batalla de Consuegra. A fines de 1097 tomó Almenara, cerrando así las rutas del norte de Valencia y en 1098 conquistó definitivamente la imponente ciudad fortificada de Sagunto, con lo que consolidaba su dominio sobre la que había sido anteriormente taífa de Balansiya. Establecido ya en Valencia, se alió también con Ramón Berenguer III con el propósito de frenar conjuntamente el empuje almorávide. Las alianzas militares se reforzaron con matrimonios. Hacia 1099 casó a sus hijas con altos dignatarios: Cristina con el infante Ramiro Sánchez de Pamplona y María con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III. 32 Tales vínculos confirmaron la veracidad histórica de los versos 3.724 y 3.725 del Cantar de Mio Cid «hoy los reyes de España sus parientes son, a todos alcanza honra por el que en buen hora nació». La muerte del Cid se produjo en Valencia entre mayo y julio de 1099. Su esposa Jimena, convertida en señora de Valencia, consiguió defender la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III durante un tiempo, pero en mayo de 1102, ante la imposibilidad de defender el principado, la familia y gente del Cid abandonaron Valencia con la ayuda de Alfonso VI. Los restos mortales de Rodrigo Díaz el Campeador fueron inhumados en el monasterio trapense burgalés de San Pedro de Cardeña. Durante la Guerra de la Independencia los soldados franceses profanaron su tumba. Los restos fueron recuperados y, en 1842, trasladados a la capilla de la Casa Consistorial de Burgos. Desde 1921 reposan junto con los de su esposa Doña Jimena en un emplazamiento privilegiado de la Catedral de Burgos. Monasterio de San Pedro de Cardeña Tumbas del Cid y Dña Jimena Esta es la historia que los historiadores nos cuentan sobre este personaje que tuvo más de leyenda que de hechos reales y que para la mayoría de valencianos es un todo un icono de la liberación de Valencia en manos de los moros. Sin embargo yo como valenciano discrepo mucho de esa realidad y romperé una lanza por alguien que no fue un mercenario como lo fue el Cid y que si liberó para siempre a Valencia del yugo moro, y que aun contando con una estatua en un emplazamiento céntrico en Valencia, tiene una plaza con su nombre en un barrio apartado, me refiero por supuesto a D. Jaime I el Conquistador, verdadero y único libertador de Valencia. Mientras el Cid goza de una estatua en la plaza de España de esta ciudad, creo que inmerecidamente. ¿Realmente el Cid fue un guerrero salvador de Valencia? o ¿solo acudió donde había un botín que obtener?, en algunos pueblos de la comunidad fue tan temido como los mismos sarracenos, pues mientras sus mesnadas permanecían en el lugar estos se quedaban sin provisiones, cuando estas se agotaban partía hacía otro lugar. Pero esto es solo una opinión, que cada cual piense lo que crea oportuno. (Por FLP) 33 Tal y como ya anunciábamos en nuestro anterior número los días 23 y 24 se celebró con gran éxito y afluencia de público, el II Homenaje a la Encomienda Templaría de Monzón, organizado por la Asociación Templaría Tradiciones de dicha ciudad. Este segundo homenaje contó con la participación de diversas organizaciones Templarías de la Península Ibérica, tales como, Els Templers de Bagá, la SMOTH-SMA representada por el Hermano Juan Antonio de Ojeda, la Banda Templaría de Tambores y la Orden Católica Española Templaría. Desde aquí quiero hacer una aclaración en cuanto a los artículos publicados en diarios de la zona con respecto a las conferencias que se ofrecieron el día 23 en el Auditorium de Monzón, a las cuales Templespaña no acudió y por consiguiente no dieron ninguna de las dos conferencias, sino que fue la OCET quien se encargó de realizarlas. Algo que a mi personalmente no me sorprendió, pues siendo un servidor el Preceptor de la Encomienda Templaría 13 de Octubre de Valencia el señor Fernando Arroyo Durán ya me hizo algo similar, al parecer este señor tiene un irracional pavor a tropezarse con alguna de las ordenes neo-Templarías, de las que tanto y tan mal ha hablado. <<Subida al Castillo Las jornadas comenzaron con la nombrada conferencia que tuvo como prologo un documental de las construcciones Templarías en Tierra Santa, tras lo cual el Preceptor Federico Leiva hizo una breve introducción de lo que a posteriori se iba a exponer, continuando con la charla los hermanos Jaume Mestres i Capitán, Canciller de la OCET y Manuel Gcia. Zumaquero. A pesar del mal tiempo y la lluvia caída el acto no perdió interés ni pasó desapercibido para nadie. 34 La jornada del sábado comenzó con la apertura del Mercado Medieval en el Parque de la Azucarera. Posteriormente y desde el citado parque se ascendió en procesión al Castillo Templario donde tuvo lugar la Ceremonia de Investidura para Caballeros Honoríficos de la OCET. Miembros, todos ellos, de la Asociación Templaría Tradiciones. La ceremonia fue retransmitida en directo por primera vez en la historia, por la Cadena Ser de Aragón. Teniendo una gran repercusión mediática tanto en los medios audiovisuales como en prensa. Tras la comida de recepción de los caballeros y aprovechando el asueto que la tarde nos brindó, miembros de la OCET hicieron entrega en la Catedral de Sta. María de Monzón unas cajas de artículos de alimentación para Cáritas, que recogió el Padre Edwing, el mismo que maravillosamente realizó el oficio de la investidura, quien recién llegado de Colombia y desconocedor de la historia del Temple hizo una exposición digna de más erudito en temas Templarios. Como colofón a los actos de la Asociación Templaría Tradiciones, se celebró una Cena de Hermandad a la que acudió el Director General de Turismo de Aragón D. Gonzalo Lapetra López, quien manifestó su agrado y voluntad de cooperación con el fin de extender el turismo aragonés. En la foto D. Gonzalo Lapetra en el momento de despedirse junto al Prior de la OCET Manuel Enrique Terceiro Muinos y el Preceptor Federico Leiva i Paredes. Desde la OCET queremos agradecer a la Asociación Templaría Tradiciones y a su presidenta y Dama Honorífica de la OCET Dña. Marisa González, el habernos dado la oportunidad de participar en tan simbólico evento, agradecemos el haber podido conocer a los magníficos hermanos de Els Templers de Bagá, así como la presencia de otras organizaciones y su colaboración, como es el caso del hermano de la SMOTH-SMA Juan Antonio de Ojeda, que junto al Comendador para la Santa Sede de la OCET el hermano Albert Coll Vila asistieron al Padre Edwing en el oficio divino. Pero si hay alguien a quien le debemos un agradecimiento especial ese es sin duda el Hermano de Tradiciones Lorenzo Alaman, quien actuó con nosotros como un verdadero experimentado anfitrión ayudando en todo lo que precisamos y acompañándonos por Monzón. En breve ofreceremos una edición especial con una monografía fotográfica dedicada a la Asociación Templaría Tradiciones y al II Homenaje a la Encomienda de Monzón. 35 Belver de Cinca ó Belver de los Horrores (Esto también es Memoria Histórica) Si señor, es cierto, los restos humanos, que para desgracia de unos y vergüenza de políticos y vecinos, están tirados como perros en el vertedero de Belver de Cinca, al igual que los asesinatos de curas, monjes y monjas a manos de las brigadas de izquierda durante la Guerra Civil Española, las iglesias y monasterios quemados, arrasados por esas mismas manos y todos los archivos destruidos por esas incultas manos, eso Sr. Garzón, eso, también es memoria histórica. Pero al parecer a ustedes todo lo que huele a religión cristiana les trae al fresco, yo desconozco que fuerza política rige el pueblo de Belver, me es indiferente, para mi todos los políticos son iguales vengan de donde vengan, a mi también me traen al fresco los políticos, pero esto no debe ser una cuestión política, esto es un tema humanitario, es un tema de conciencia, o ¿Acaso le gustaría que algún familiar suyo estuviese tirado en una fosa, de cualquier manera?, aunque nosotros reivindiquemos por nuestros hermanos Templarios, quiero recordarle que no solo son religiosos los que allí mal descansan. Y estoy convencido de que lo qué hoy es vergüenza para la villa de Belver de Cinca y que salpica a todos sus habitantes por su impasibilidad, un día no muy lejano acabará salpicando a los que ahora están en la cima del poder. (Por Federico Leiva) Hermanos de la SMOTH-MIT depositando una corona de flores 36 BREVE REPASO A LA HISTORIA Belver de Cinca fue fundado por los Caballeros de la Orden del Temple, según reza su Carta Puebla, dependiente de la Encomienda de Chalamera. El cercano Castillo de Monzón fue el último bastión Templario junto a Chalamera, en caer en manos de la Inquisición al mando de Artal de Luna. Los Templarios apresados fueron llevados a las mazmorras del Castillo de Belver (documentación original en la Catedral de Lérida). Quienes sobrevivieron a la prisión fueron juzgados y posteriormente absueltos de todos los cargos en Tarragona. Quienes murieron en prisión fueron enterrados en la cripta de la Ermita de Ntra. Sra. De Gracia donde estuvieron sepultados junto al Comendador Berenguer de Belvís, (quien murió en Chalamera años después del juicio de Tarragona), hasta la Guerra de Independencia. Por miedo a las tropas francesas, la familia que custodiaba la ermita, trasladó los restos, objetos y monedas, (procedentes probablemente del Castillo de Monzón), a una tina de piedra de sillería que se encontraba en el lado del evangelio bajo el altar de la iglesia. En 1997, se decidió cambiar el suelo de la iglesia, sin previo aviso a Patrimonio, por parte de quienes procedieron a realizar las obras, se retiraron los restos óseos tanto de los Caballeros Templarios como los de las familias que durante cientos de años pagaron por ser enterrados allí con tumba de su propiedad. Estos cadáveres fueron arrojados unos a una fosa común y otros en una finca particular, sirviendo de escombros para nivelar el terreno. Al personarse Patrimonio (no avisado por el Consistorio, ni por la Iglesia), ya se disponía a cubrir con losas el suelo, (consultar documentación en el Ayuntamiento, en Patrimonio de Aragón, en APUDEPA, Justicia de Aragón, Obispado de Barbastro-Monzón, Secretaria del Vaticano, Juzgado de Fraga y Audiencia Provincial de Huesca). No hay noticias de lo que allí se esconde. Ninguna autoridad civil o eclesiástica intentó impedir las obras en su momento ni restituir los restos humanos al lugar de donde jamás debían haber salido. Según se informa el delito del que fueron acusadas las personas implicadas ha prescrito, aunque los muertos siguen en el vertedero clamando justicia y para vergüenza y escarnio de los habitantes del pueblo de Belver de Cinca. ¡¡¡CLAMAMOS JUSTICIA!!! 37 El polaco Aleksander Ford (El joven Chopin) adapta una novela de su compatriota, el Premio Nobel de Literatura Henryk Sienkiewicz (1846-1916), autor también de la célebre obra "Quo Vadis?". Se trata de una grandiosa epopeya patriótica, que incluye espectaculares escenas de combate alrededor de la Batalla de Grunwald -es muy hábil el paralelismo entre los preparativos de los dos campamentos-, pero con lugar para el dibujo de los personajes, sus virtudes caballerescas, sus amores nobles y sus terribles desgracias. Destaca en tal sentido el valiente protagonista, Zbyszko of Bogdaniec, cuya amada Danusia es hecha prisionera por los teutones y su padre Jurand mutilado, lo que da pie a una hermosa escena de inesperado perdón. El film contiene planos imaginativos, como el de ofrecer el punto de vista de los guerreros desde la mirilla de sus yelmos, un recurso que, curiosamente, utilizó el mismo año Stanley Kubrick en Espartaco. En la Edad Media, época de alianza entre Polonia y Lituania. La orden de los germánicos caballeros teutónicos campa a sus anchas, abusando de su posición de dominio para hacerse con el trigo de los campesinos, entre otras lindezas, aduciendo que en sus carros esconden armas. Ellos se autodefinen como adalides de la cristiandad, contra herejes, cismáticos y paganos, y con tal excusa hacen y deshacen a su antojo. Pero tales abusos van a llegar al colmo, y provocarán la reacción del rey y sus príncipes, que en inferioridad numérica y de preparación militar plantarán cara al adversario. Año de producción: 1960. País: Polonia. Dirección: Aleksander Ford. Intérpretes: Urzula Modrzynska, Grazyna Staniszewska, Andrezj Szlawski, Henryk Borowski, Aleksander Fogiel, Mieczyslaw Kalenik. Argumento: Henrik Sienkiewicz. (Novela). Guión: Jerzy Stefan Stawinski, León Kruczkowski y Aleksander Ford. Música: Kazimierrz Serocki. Fotografía: Mieczyslaw Jahoda. Duración: 166 min. Género: Histórico. (Por FLP) 38 Jerez de los Caballeros Los orígenes de Jerez de los Caballeros se hayan confundidos en la Prehistoria, como así lo confirman los monumentos megalíticos entre los que destacamos el "Dolmen de Toriñuelo", en la Dehesa de la Granja, los de Valcavado y de la Palomilla. Entre las ciudades que poseyeron los turdetanos en la región comprendida entre el Betis y el Anas, llamada Beturia en aquellos tiempos, figuraba ya una en el sitio que ocupa Jerez de los Caballeros. Del mismo modo que en Jerez de la Frontera hubo una población denominada CERET en su homónima Jerez de los Caballeros hubo otra ciudad fenicia llamada Ceret que en tiempos de los árabes se denominó, como aquella XERIXA y luego ambas degeneraron en su nombre actual. Durante la dominación romana JEREZ o FAMA IULIA SERIA, debió ser un pueblo importante, según se desprende de los hallazgos arqueológicos encontrados en la que fuera "villa doméstica" del Pomar. Además de la villa se han descubierto en Jerez numerosas inscripciones, cipos, estelas funerarias, miliarias, ... En todas ellas se alude a personas pertenecientes a familias romanas y algunas bastante importantes como las familias Vibia, Julia, Helvia. De esta época se conservan la Calzada del alto del empedrado, mosaicos del Pomar, puente del Pontón y Viejo y las numerosas inscripciones, cipos, etc., ya mencionados. En esta época también era conocido Jerez como CAERIANA. La muestra más importante de ello es la histórica columna de mármol hallada en la Iglesia de Santa María. En ella hay una inscripción cuya transcripción es la siguiente:"El día noveno de las Kalendas de Enero, de la era 594, fue consagrada esta iglesia a Santa María". La fecha corresponde al 25 de Diciembre del año 556 después de Cristo. También han sido encontrados otros restos en las dehesas de la Alcozaba y de la Mata. En la primera se halló un sepulcro en cuya lápida había una inscripción correspondiente al año 514 d.C. Y en la dehesa de la Mata se halló otra inscripción correspondiente al año 662 d.C. Gracias a un pasaje del geógrafo Edrisi que vivió en aquella época sabemos que el nombre de nuestra población entonces era Xerixa, y que debió de ser una población importante ya que la enumera junto con las poblaciones más renombradas de la región poniéndola a la misma altura. 39 Tenemos igualmente que el viejo castillo situado al pie de la iglesia conserva algunos torreones que, a pesar de las reparaciones hechas en ellos en tiempos posteriores, revelan en su estilo haber sido construidos por la pauta de la arquitectura mahometana; por lo que es de presumir que su primera planta pertenece a los tiempos de la dominación árabe. Las leyendas y tradiciones alusivas a la reconquista hacen comprender que cuando los Templarios ganaron a Jerez debía existir en dicho punto esta soberbia alcazaba, ceñida por la muralla. Todos estos datos evidencian que el terreno que ocupan Santa María, el Castillo y la Alhóndiga eran en tiempo de los moros ciudadela fortificada y el resto de la población, colocado en la falda de la colina que corona la iglesia de San Bartolomé, debió hallarse extramuros. Hoy queda en Jerez de la dominación árabe tan solo ligeros indicios del castillo, la pequeña iglesia del Patio de Armas y barrios como la Morería y la Alhóndiga. Fue Alfonso IX de León, en sus incursiones por la baja Extremadura quién en 1230 reconquistó definitivamente, la entonces "Villa de Xeres", cediéndola para su custodia a la Orden del Temple, a la que debe su fisonomía, su espíritu señorial y su nombre: Jerez de los Caballeros. Varias leyendas hay sobre los Templarios y Jerez pero lo que sí podemos afirmar es que los Caballeros Templarios, a las órdenes del Rey de León, conquistaron una población en cuyas afueras estaba el arrabal de San Bartolomé. Señores de Jerez, los Templarios, la engrandecieron considerablemente e hicieron de ella una de las mejores posesiones de la Orden. Ellos fortificaron el castillo, construyeron la muralla que hoy conocemos, y levantaron la iglesia de San Bartolomé, bien de primera intención, o bien sobre ermita que ya hubiera. Esto, unido con la repoblación de las alquerías del vasto término de Jerez, debió ser causa de la importancia que la población adquirió entonces, esta importancia hace todavía dudar si la cabeza de la Orden del Temple en el reino de León era Zamora o Jerez. Lo que sí sabemos es que era capital de la bailia o encomienda de su nombre que comprendía las comarcas de Jerez, Valencia del Ventoso, Burguillo con sus aldeas, Valverde y Atalaya, Oliva, Alconchel, Villanueva del Fresno, Cheles, Higuera de Vargas y Zahinos. De aquí el que se llame el Fuero de Bailío al que regía en los pueblos antes mencionados y otros de Extremadura y que fue introducido por los Templarios. El mejor testimonio de que Jerez era capital de la bailía o encomienda de su nombre, es un acta del capítulo que celebraron los Templarios el día 24 de Junio del año 1272, para marcar el lindero del término de Valencia del Ventoso; en ella se dice: " ...en la Bailía de Xerez, ...". Con el paso del tiempo la Orden de los Templarios llegó a convertirse en uno de tantos elementos de perturbación, además se comenzaron a corromper sus costumbres debido a las riquezas que llegaron a acumular que les permitieron vivir en holganza punible y desenfrenada olvidando su misión de combatir a la morisma. El papa Clemente V convocó el concilio de Viena para tratar de los Templarios, al mismo tiempo que mandaba ocupar los bienes de éstos hasta que la asamblea resolviese. Presintieron sin duda los Templarios que la solución había de serles adversa, y se dispusieron a resistir toda medida que se adoptase contra ellos. En el año 1312 tuvo lugar la disolución de la Orden, la asamblea había acordado que la Orden se extinguiese y sus posesiones fuesen confiscadas. 40 Los Templarios no estaban dispuestos en todas partes a obedecer. Los de Jerez, que no habían entregado la población todavía, resolvieron hacerse fuertes en ella; y si hemos de dar crédito a una tradición jerezana muy corriente, soportaron un desesperado sitio, que les obligó a irse encerrando poco a poco en el castillo, hasta que, cogidos allí prisioneros por las tropas del Rey, fueron degollados sin remisión en una de las torres principales. El fuerte memorable que sirvió de teatro a tan cruento sacrificio se designa hoy por los vecinos de Jerez con el nombre de Torre Sangrienta. Extinguida la Orden de los Templarios, el 13 de marzo de 1312, por bula de Clemente V, de acuerdo con el concilio de Viena, Jerez pasó a ser ciudad de realengo, bajo el dominio de la Corona, reconociéndole el derecho a nombrar procuradores en las Cortes de Castilla, que jugaron siempre un papel destacadísimo, sobre todo en las celebradas en Burgos, en 1315, para tratar la tutela y regencia de Alfonso XI. En los años siguientes el castillo de Xerez de Badajoz al igual que otros castillos y alcázares cercanos pasó a manos de hombres naturales del Reino de Portugal. Esta fianza de las plazas y fuertes duró hasta el año 1330. Don Enrique II el Dadivoso hizo donación de la villa de Jerez a la Orden de Santiago, y en nombre de ésta a su visésimooctavo maestre D. Fernando de Osorez, según el privilegio de donación otorgado en Sevilla a 25 de Diciembre de la era 1408 (año 1370). Por él cede al Rey a la Orden "la villa de Jerez cerca de Badajoz, con términos, señoríos, Algún que otro historiador extremeño ha afirmado que la Orden de Santiago pobló Jerez con muchas familias de linaje y que debido a la abundancia que entonces hubo de familias ilustres en su vecindario recibió el nombre de Jerez de los Caballeros. Esta afirmación es un error pues esta denominación, que comenzó cuando la población recibió el título de ciudad, fue debida a haber pertenecido primero a los Caballeros del Temple y después a los de Santiago. Al terminar la Edad Media nos encontramos una población enteramente nueva, con un vecindario y una extensión mucho mayor de la que antes tenía. Como este cambio tan radical va unido a la jurisdicción de la Orden de Santiago, a falta de otra explicación más cierta, debemos atribuir a buen régimen establecido por la Orden el mejoramiento que Jerez alcanzó entonces. CASTILLO El Castillo de Jerez de los Caballeros se alza sobre un cerro a cuyo alrededor se extiende la localidad del mismo nombre, un altollano que domina la vega que forma el río Ardilla, en la zona occidental de Sierra Morena, al suroeste de la provincia de Badajoz. La construcción es de forma pentagonal. Destaca la muralla que protegía a la villa de posibles ataques del exterior. Ésta presenta torres semicirculares rematadas en almenas que se han ido reconstruyendo en épocas actuales. De todas las torres que rodean la edificación, es la Torre del Homenaje la que destaca por su tamaño y solidez. Está asentada en un desnivel con respecto al pueblo. Presenta dos vanos y una pequeña aspillera defensiva para disparar las flechas y los dardos a los enemigos. Su cornisa se remata en una estructura almenada que ha sido restaurada hace poco tiempo. En su interior aparece una bóveda de cañón apuntado. 41 En sus orígenes la muralla contó con seis puertas, pero a día de hoy solo se conservan cuatro de ellas, la Puerta de la Villa, que tiene tres arcos, la puerta de Burgos, que presenta almenas en forma de pirámide, la puerta de Santiago y la puerta de Alconchel. Estas dos últimas, desgraciadamente, no se mantienen en su totalidad. Tanto para la muralla como para el castillo se utiliza la piedra. En la muralla se emplean piedras de pequeño tamaño unidas por cal y arena y en el castillo se utiliza la mampostería, es decir, piedra escasamente labrada. Los ángulos de la edificación están hechos con sillares bien trabajados. Esto hace que se forme un claro contraste entre los muros y las esquinas. El castillo se ha mantenido aceptablemente a pesar de los asedios que ha sufrido a lo largo de la historia. Se han restaurado las almenas casi en su totalidad, quedando un conjunto de enorme belleza. El recinto ha servido a varias funciones, la más sorprendente es que sirvió de mercado de abastos hasta 1950. Jerez y los Caballeros Templarios van unidos y es imposible entender la historia de la ciudad sin pensar en ellos La presencia de los caballeros constituye un pilar básico en una ciudad emblemática y a pesar del triste final, los jerezanos lucen orgullosos esta herencia caballeresca. En julio se celebra el Festival Templario de Jerez, este gira entorno a la representación de la obra “El Último Templario de Jerez”, escrito por Nuria Pérez Mezquita. Esta representación tiene lugar por la noche y se repite durante el fin de semana en el que se celebra el festival. Además del desfile inaugural que recorre las calles de la ciudad, se ordenan simbólicamente caballeros, se celebran procesiones nocturnas llenas de un gran simbolismo, estética y ambientación. Completa la programación un mercado medieval, donde diferentes artesanos exponen sus productos de todo tipo. Sobre todo hay que destacar la animación callejera donde más de 500 personas, entre actores y ciudadanos recorren las calles de Jerez de los Caballeros creando el ambiente típico de la época un día cualquiera. Se celebran comidas típicas medievales, conciertos, representaciones y animación variada en las empinadas calles de Jerez. El festival templario de Jerez de los Caballeros es una excelente ocasión para conocer la ciudad, su entorno y su mágica historia. (Por FLP) 42