revista ie la semana. - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Anuncio
oí)
PRECIO EE LA SCSCRICUIN'.—MAURIP, pnr número
sueltos ;i i r s . ; tres meses -2-2 r s . ; seis mese
•i"2 r s . ; un año su i •.
REVISTA I E LA SEMANA.
ápoles se encuentra
ya en poder de Garibaldi v sus tropas,
(|iu! entraron en
aquella capital el
ilomnigo 9. Garibaldiseadelanlósolo
v entró sin uconipu—
íiamienlo : el (lia <i
se liahia retirado
francisco II ¡Hiaeta,
desesperado de poder prolongar por
mas tiempo su situación. Parece que
quiso antes de par' quiso
icióantes
d l deA part i
tlr
enviar su escuadra a Trieste á disposición del Austria
habia hecho el duque de Módena con su ejército;
os marinos de la escuadra se negaron á marI f Y toda ha caído
eaido en poder
p
de Garibakli á eseepcion
le
[ los buques
Ñiques que condujeron al rey á Gaela. El dictador,
inmediatamente proclamó á Víctor Manuel rey de Italia,
J nombró ministro de la Guerra á su general Cosenz y
r
u
nLl;r r a
I h'h'
que
' ' r °° '' u '" ' n L l ; r ' " r a Ciborio lliomano,
i o m a lel mismo
i
?nabia sido en tiempo del rey Francisco. De aquí se deduce que Libo™ Romano al paso que se entendía con
rey estaba de acuerdo con Garíhaldí , conducta que ha
b|
U0 justamente :m:ilnm:it i/:irh
un
°' ( ' s ' a n u ( ' ' " 'I'"''"' '"onde, de Cavour liahia pasado
JJJjSnotaal cardenal Antonelli , ministro del papa, inti, an -dole que disolviese el ejército mercenario formado por
^drnonciere, y amenazándole de lo contrarío con llevar
guerra ul territorio pontilicio. l'ara sostener su amel a « i S e ' n r m " u " 0 U ( ! r l ) O <1<3 ejército en las fronteras de
* Legaciones á las órdenes del general Cíaldíni, y los
l<>s
telegráficos dijeron que se esperaba el ultimátum
MADRID, 1 tí DE SETIEMBRE DE 1860.
PROVINCIAS.— Tres meses L2Srs.; seis mises 50 rs.
un ¡i ño 96 rs.—U'BA, FMERTO-RICO Y ESTRAMERO,
un üfio 7 pesos.—AMERICA Y ASIA , 10 pesos.
(le llonia para poner en movimiento á este ejército en uno
ú otro sentido. Pero no había tenido tiempo de llegar
este ultimátum;) manos del gabinete deTurín, cuando ya
se nos anunció que. las tropas sardas habían entrado en las
Marcas; que de esta provincia y de la l'mbría se habían
presentado diputaciones á Víctor Manuel poniéndose bajo
su protección y que el nuevo rey de Italia habia aceptado
esta protección , puéstose á la cabeza de su ejército, y
dado una proclama guerrera.
l'nos creen que este protector cuenta á su vez con la
protección de Francia y otros juzgan que con la protección de Inglaterra para la comenzada invasión : lo probable es que cuente por lo menos con el asentimiento y
aquiescencia de ambas. La invasión hecha por Víctor
; Manuel es una garantía de que el papa y los franceses
conservarán á liorna y Civita Vecchia sin colisión entre
franceses é italianos, al paso que hecha por Garibakli, no
bahía lugará esta garantía.
Según algunos periódicos, las potencias católicas han
¡ mirado con disgusto la agresión de Víctor Manuel contra
los Estados Pontificios; pero hasta ahora este disgusto
no se ha manifestado por actos muy trascendentales.
En Siria el comisionado del diván Fuad-Hajá ha hecho
gran número de prisiones y ahorcado, fusilado y empaí lado á algunos de los cómplices en los asesinatos y saI queos; pero ni tiene confianza en sus tropas, mal paga] das, ni dinero para satisfacerles los atrasos, ni fuerza
! bastante para contener en ellas la insubordinación y en
¡ las poblaciones musulmanas la irritación que estos castigos causan. Los mas comprometidos se retiran ú los
montes y allí organizan la resistencia y predican la guerra santa.
Mientras estos dos dramas, el de Italia y el de Siria,
se desarrollan á la vez en distintos teatros, en España
las autoridades y corporaciones disponen festejos, iluminaciones , fuegos artificiales, bailes, obsequios, para celebrar la escursion que está haciendo la corte por varias
provincias.
El (t á las nueve de la mañana, según anuncio de la
miiyordomía mayor de Palacio, fue el dia señalado para la
partida.
. .
A las diez y media salieron en electo las regias personas en un tren especial que hizo su primera parada en
Aranjuez.
(.S. M. y la real familia, dice un corresponsal, han
hecho el viaje con suma comodidad. La empresa del
forro-carril había tenido la delicada atención de unir por
medio de puentes al wagón real oíros dos wagones, que
-.
A N O
I»
forman por dentro dos espaciosas salas, en las cuales iba
toda la servidumbre, cerca de SS. MM. En el coche salón iban con la real familia la duquesa viuda de Alba, la
marquesa de Mal pica, el presidente del Consejo de m i nistros y la azafata de guardia; en el salón inmediato,
forrado de seda azul, se hallaban el conde de líalazote.
marqués de Alcañices, el confesor de S. M., el general
Leniery, intendente de palacio y gobernador de la provincia : el otro salón, forrado de terciopelo carmesí, era
el destinado para las señoras azafatas y camaristas, m é dicos de S. M., coronel Magenis y algunas otras personas.
«Mientras S. M. se detuvo en Aranjuez á oír misa y
almorzar, se sirvieron Hambres á la servidumbre.»
Satisfechas así las exigencias de la religión y del estómago, continuó el viaje; y el tren ya no se detuvo sino
breves instantes en las principales estaciones, hasta que
llegó á Albacete á las nueve y cuarto de la noche.
Hablando del entusiasmo'manifestado en la carrera
dice un cronista semi-oücial:
«El entusiasmo , ha sido inmenso. Las principales señoras de los pueblos del tránsito corrían cargadas con
bateas de dulces y refrescos á ofrecerlos á SS. MM., y
los hombres seguían el tren victoreando y corriendo'
hasta perderlo de vista.»
El dia lOsalieron SS. MM. de Albacete á las nueve y
media de la mañana después de haber oído misa en la
iglesia de las Justinianas y recorrido la carrera que estaba
toda adornada de vistosas colgaduras y llena de gente.
El entusiasmo desde Albacete á Alicante parece que fue
en aumento según el corresponsal de quien lomamos estas noticias. Véanse sus palabras :
«El entusiasmo con que la población ha despedido á lareina , bu sido indecible. El puente que forma el paso
sujKM-iorde los desmontes ¡i la salida de la ciudad, estaba
lleno de gente que victoreaba con locura á la real familia.
»En Almansa y en Caudete había, como en las anteriores estaciones, músicas de alicionados, y en la última
vistosas comparsas de turcos, andaluces y de otros muchos trajes, con una muy vistosa á la española de tiempo
de Felipe IV , con su caterva de alguaciles.
»En Sax arrojaron multitud de palomas y pájaros engalanados con vistosas cintas, y presentaron a SS. MM. r a mos , llores , refrescos y dulces , siendo el entusiasmo estraordínario.
»Las gentes no se limitaban á victorear, sino que hacían
loila clare de demostraciones de alegría.
Siguiente
EL MUSEO UNIVERSAL.
298
»En Monov¡ir, donde asimismo li;ili¡;\ acudido la gente
do San Hoque, hubo un verdadero frenesí, Presentaron
dulces, llores, palomas y lunillas de encajo en preciosos
canastillos de mimbre , llevados por lindas niñas indiciosamente vestidas al uso del país.
»1,¡i población de Mout'orle, que no liene eslaciou, salió
á la vía en un sitio eslreiuadaiiienlc pintoresco, y estuvo
no menos obsequiosa que las anteriores.
"En suma, bástala llegada á Alicante , los royes lian
recorrido su «Minino lleno de gente enloquecida poroi honor que recibía."
A las cuatro y media de la larde llegó el tren real a
Alicante, Las auioridades ile esta ciudad habían publicado
mi niagnílieo programa de festejos y hecho pro|>ara!ivos
estraordinarios; pero la corte no se detuvo allí sino pocos momentos y se embarcó en la misma larde para las
Baleares á donde llegó sin novedad. Luego que tengamos noticias (lucíales ó semi-oliciales de lo ocurrido en
alta mar y en las islas proseguiremos la narración del
viaje , ateniéndonos á tos datos citados y á los que se nos
suministren por conductos fidedignos para que nuestros
lectores no carezcan de estos interesantes pormenores.
El teatro de Jovellanos ha puesto en escena con buen
éxito la Hija del Regimiento, traducción bastante correcta de la oliera conocida con este nombre. La Hamos
luí gustado mucho en esta zarzuela y sido aplaudida con
entusiasmo : ramilleles y llores caían á sus pies en algunos pasajes de efecto. Salas como siempre , bien en la
declamación como en el canto. La Lesen no tiene un papel de gran lucimiento: pero lo desempeña con inteligencia; Salces está indispuesto y hay que dispensarle hasta que recobre la claridad de la voz.
Ayer debió comenzar el Príncipe sus funciones : y se
habla de otra compañía formada por Arjona y la Rodríguez que trabajará en otro local acerca del cual no se ha
lijado todavía la empresa.
Por <>>/« revista y por la parte no firmada de este
número,
NEMESIO FERNANDEZ CIESTA.
DON JUAN DE AUSTRIA..
Nació en Ratisbona, Alemania, el año de 1 .>
' }<> y debió
el ser al emperador Carlos V y á una señora noble de
aquel país llamada Bárbara Blomberg. Educóse bajo la
salvaguardia de Luis Quijada , persona de relevantes
prendas al servicio del Emperador. A la muerte de este,
vino don Juan á España de tiernos años y fue recibido
por su hermano Felipe II con singulares muestras de
aprecio. Pensóse en destinarle á la carrera de la iglesia,
pero su carácter é inclinación hicieron desistir pronto de
esta id a y entregado á otra clase de estudios y dado á
todo genero de ejercicios de armas y caballos, llegó á
ser uno de los mas apuestos caballeros en justas y torneos.
_\o deseó mucho tiempo la ocasión de mostrar práclicamenie sus disposiciones para la guerra. Los corsarios
berberiscos y turcos infestaban los mares de Levante;
nombrósele almirante general, y haciéndose á la vela en
Cartagena con-treinta y tres galeras, limpió los mares
de piratas y regresó victorioso á la corte.
I'or aquel tiempo , mal contentos los moros que después de la rendición de (¡ranada habían quedado avecindados en España, levantaron el estandarte, de la rebelión
acaudillados por don Fernando de Valor, joven de grandes cualidades, descendiente de los reyes (le Córdova , á
quienes aclamaron rey con el nombre" de Aben-Humeya.
Después de varios encuentros y batallas en que fueron
vencidos por los marqueses de los Yclcz y de Mondejar
todavía los moriscos rehechos y engruesando sus filas se
preparaban á nuevas campañas y tenían el país en completa alarma. Entonces fue cuando Felipe II envM'i á don
Juan, joven de veinte y tres años á hacerse cargo de todos los negocios de. la guerra.
Se habían fortilicado los moros en el fuerte de Galera,
al parecer inespugnahle por la naturaleza y por el arte.
Dióse el primer asalto v los cristianos fueron rechazados
con pérdida de cual.roci'enlos muertos y quinientos heridos. ?so se desanimó por esto el joven caudillo, antes
acudiendo de nuevo á recobrar el honor de las armas, lomó el pueblo pasando á cuchillo á lodos sus defensores.
Cañó después á Serón en cuyo punto fue herido niortalinenle su ayo y maestro Luis Quijada, de cuyas resultas
falleció ¡locos días después.
Venció á los moros en repelidos encuentros, tomándoles algunas plazas y reduciéndolos á la obediencia se lirmaron las paces por ambas parles, con gran satisfacción
del rey que vio en la primera campaña de don Juan las
altas prendas que |c adornaban asi páralos negocios de
la paz como para los de guerra.
l)n campo mas vasto se le iba á ofrecer en donde pudieran sus grandes facultades desarrollarse y colocarle ¡i
la altura de los primeros hombres de su siglo. Los turcos i
lados por Selini II cmx , lll:l armada de doscientos
cincuenta hageles tomaron á Nicosia en la isla de Chipre
y luego á Famagosla.
Los venecianos despojados de Chipre, aprestaron una
armada y en unión con el papa, acudieron al rey de E s paña para que como aliados acometiesen las tres naciones
Anterior
la gran empresa de desfruir á los turcos, puesto que si
conservaban á Chipre se iban á (Miseñorear del Mediterráneo. Se ajustó un tratado entre las tres naciones, aprestáronse tres armadas que en agosto de i.'¡7) se vieron
reunidas en Mesina. Mandaba la veneciana el famoso Andrea Doria , la del pontífice Juan Antonio Colona y la
española don Juan de Austria , con el manilo supremo
de las tres en todos los actos de la guerra. Se componía
nuestra escuadra de ochenta galeras y veñudos navios
en los que iban ventidos mil soldados de. infantería.
Atento el gran Turco á lodas las disposiciones de los
cristianos, disponía en Constan!inopia una poderosísima
armada para que en unión con la que bahía ganado á Xicosia y Famagosla y al mando del almirante Alí, saliese
en busca de los cristianos, con orden de atacarles donde
quiera que los encontrase.
Componíase la armada del turco de doscientas venlicinco galeras reales, sesenta galeotas y oíros bagóles menores con cincuenta mil hombres de combatí'. La de la
liga contaba doscientas tres galeras reales y seis galeazas
en las que venían ocho mil españoles, once mil italianos
y tres mil alemanes.
El 7 de octubre de dicho año se avistaron unos v otros
en el golfo de Lepanto. La línea de los cristianos compuesta de ciento sesenta galeras de frente, estaba mandada por Doria , liarbarigo y don Juan de Austria, el primero el ala derecha , el segundo la izquierda y el último
el centro. La retaguardia compuesta de treinta galeras,
estaba á las órdenes de don Alvaro de unzan, marqués do
Santa Cruz. Dispuso el turco la suya en forma de media
luna, colocando su capitana también en el centro y frente
de la nuestra. Recorrió don Juan toda su línea en un esquife , animando á los soldados que le recibían con aclamaciones. Seguidamente se dio la señal de ataque , que
fue porfiado , tenaz y sangriento , peleando cada buque
con el que tenia en frente, y en casi todos al abordaje. La
capitana turca auxiliada de s.ete galeras atacó á la cristiana , en cuyo socorro acudió Santa Cruz con otras siete.
Trabóse un cómbate parcial, en que tan pronto se avanzaba
como se retrocedía por ambas partes, peleando Alí y clon
Juan como capitanes y soldados, según lo requería la
necesidad del momento. La capitana de don Juan , mas
feliz en una maniobra , llega á la turca al abordage y los
españoles mandados por don Lope de Figueroa , don Bernardino de Cárdenas y don Miguel de Moneada , destrozan cuanto se les pone por delante. Alí corre furioso á
todas partes animando á los suyos y conduciéndoles ¡í
donde amenazaba el peligro , hasta que. rayó muerto de
un arcahuzazo; entonces los españoles echan abajo el estandarte real turco, enarbolan en su lugar una cruz,
corlan la cabeza á Alí, levántanla en una pica, embisten
con redobla la furia á las demás galeras y las destrozan y
echan á piqueen pocas horas, quedando la victoria y el
mar por donjuán de Austria.
liemos visto en el archivo de Simancas la carta autógrafa que el victorioso general escribió á su hermano Felipe II. Mire así :
«Señor:
Vuestra Majestad debe dar y mandar se den en todas
parles infinitas gracias á nuoslro Señor por la victoria
tan grande y señalada que ha sido servido conceder en su
armada, y porque V. \l. la entienda toda como ha pasado , demás de la relación que con esta va , envió también á don Lope de Figueroa para que como persona que
sirvió y se halló en esta galera , de manera, que es justo V. M. le mande hacer merced, signifique las particularidades que V. M. holgare entender ; á él me remito en
todas ellas por no cansar con una misma lectura tantas
veces á V. AL
Quería ahora seguir esta fortuna que Dios nos ha dado
e:i la buena de V. M. y ver si se pudiere ganar á Lepanto, que cierto es aquel golfo importante; y cuando no,
emprender otra cusa de las que el tiempo y estado en
que me hallo diere lugar. Esto no tengo aun acabado de
resolver por lo mucho que hay á que atender en rehacer
esta armada, que cada día se descubre mayor daño y
otras cosas sin las cuales no se puede ni debe pasar adelante; pero mañana placiendo á Dios nuestro Señor, sería posible haber acabado con la mayor parte y estar listo
para partir, á do parecerá , otro día á la noche ; de todo
lo que sucediere claré de mano en mano á V. M. la cuenta que debo; y pon]ue no se dilate mas esta venturosa
nueva despacho desde luego á don Lope no dejando de
traer á la memoria de V. M. el sugelo en que Dios le ha
puesto de ostendor hasta por acá su grandeza con no mayor dilieullad que atender sin perder tiempo á levantar
gente, armar galeras, pues no fallarán, y ¡í prevenir
para el verano que viene dinero y vitualla. Todo lo cual
creo yo (pie. llegará á ^i'r mas fácil que por lo pasado y
de lanío servicio de V. M.y aumento como digo de su
grandeza que venga á conocerse fácilmente el cuidado que
Nuestro Señor tiene de ella , á quien hago testigo que desearla yo, mas que nadie, me mueve á acordar esto; á don
liernanlino de (Vmlenas mataron en osla galera haciendo lo
que debía á la obligación con que nació; deja según tengo enlendido muchas deudas y aquí un hijo natural ; con
lodo esto es ¡lisio que V. M.'u
le tener cuenta , pues
lodo al liu resulta después en su servicio. Hay también
otras personas de que, voy haciendo memoria, demás de
las que van en la que lleva don Lope que verdaderamente
han servido y merecido loda merced , y es esta de las
ocasiones, cómo V. M. mejor sabe, en que cada uno
Inicio
mira lo que so hace con el otro, que supo y ;,,,;,im
señalarse. Aquí hay ahora estos elos príncipes que eel /
l'arma fue ele los primeros que entró y rindió la n¡.
.»a|e
con i ue invistió, eslá Pablo Jordán l'rcino, el duqtie
duque
Moni ragon y oíros señores vasallos y servidores de Y
V \ide
á quienes si Y. M. fuere servido, debería mandar escribir agradeciéndoselo : lo mismo á los genéralos, quecier"
lo lo merecen y á oíros ministros que aquí tiene V J| "
á quien suplico me perdono lo que acuerdo, pues asi
conviene á su Real servicio, ni yo puedo escusanne de
corresponder con la obligación en que soy á los que sirviendo á Y. M. cerca de mi persona aciertan á hacerlo
lan bien romo los que propondré siempre. Yo graciasá
Nuestro Señor he enlodado bueno y sin ser nada una cuchillada que recibí en un tobillo sin saber bien cómo. El
guarde y prospere á Y. M.con el aníllenlo que yo deseo y
iodos (encinos menester. Amen. De galera sobre'el puerto
de Petóla en el golfo de Lepanto á 10 ele? oeiubre do li¡7)
= 11. Y. M.=llecbura y mas humilde1 siTvidor que sus
Reales manos besa.— D. Juan do Austria.»
El rey escribió do su puño al margen de este documento.
«Esla carta pueden ver ahí los tres y paréceme que es
bien que se escriban luego con osle primero las que aquí
dice, y á mi hermano será bien escribir luego que procure se armen las mas galeras de las que se han tomado
que se pudiere, y que avise lo que en ello se hiciere.
«También se escriba á don Juan de Zíuñga , que lo que
so debe de encaminar para el verano os que haya muchas galeras y muy buena gente en ellas, que lo'de caballería y naves si no son algunas para vituallas, es cosa
de aire y ocasión para que no se haga nada conforme á lo
que escribe su hermano que dice muy bien en ello, y por
si él se hallase en Roma se le puede escribir una palabra
remitiéndose á lo que se escribe á su hermano y dándole
las gracias do todo.»
Quedaron en poder del vencedor tomadas al enemigo
ciento setenta galeras reales y veinte galeotas, habiéndoles ademas quemado y echado á pique de veinte y cinco á
treinta. Murieron treinta mil enemigos, se hicieron diez
mil prisioneros y se (lió libertad á quince mil cautivos y
esclavos de varias naciones.
Entre las varías personas de calillad que pelearon en la
armada de la liga, merece particular mención el príncipe
de Parma Alejandro Farnesio , que servia en clase de
aventurero y el inmortal Cervantes de simple soldado, recíbieiielo dos areabuzazos en el pecho y otro en una la
mano que le dejó manco.
Este combate tan celebre y do (anta importancia como
los de Platea y Salamina, no dio sin embargo todo el
fruto que pudiera haberse sacado de él, á causa de que las
desavenencias que1 nacieron entre los principales cabos de
la liga y la ronsidiM'acíon ele hallarse en el invierno, estación la mi'iios á propósito, estorbaron la persecución y
completo oslerminio de los turcos.
Hasta t.'¡73 no se ofreció á don Juan ocasión de conquistar nuevos laureles. Este año pase» con una fuerte aruiaela á las cosías de África y conquistó la plaza de Túnez
y el fuerte1 ele la Coleta. Fortilicó ambos puntos y dejando
en ellos guarniciónele españoles, dio la vuelta á Ñapóles. Esla conquista fue sin embargo de. poquísimos resultados, pues apenas so ause'iiló don Juan se lanzaron
los turcos sobre la plaza y el fuerte y los reconquistaron,
perdiéndose la guarnición española. El rey recibió en
Mailríd á su hermano y le envió á Flandes en reemplazo
de don Luis de Requosens. listaban aquellos Estados sometidos á la obedii'iicia de'l rey de España , pero no recibieron á don Juan sino después de hacer salir á todos los
soldados españoles con cuya indispensable condición, que
aceptó el rey, prometían la obediencia y mantener k
religión católica. Firmáronse las capitulaciones y los sol—
dallos victoriosos en tantos combates, tuvieron que abandonar el teatro de sus glorias, dejando abandonados a
sus enemigos las plazas y fuertes que con tanta sangre
habían conquistado. i\o se comprende cómo un político
consumado como Felipe II pensase un solo momento q"e
aquel país oprimido tanto tiempo por un enemigo qi'e
había cntraelo en él á sangre y fuego , le ¡na á prestar p«cílica obeelioni'ia, rolas las cadenas que? le oprimían.
Apenas <Ion Juan de Austria se? eiie-argó del gobierno,
comenzaron los descontentos á urdir tramas, á desprestigiar su autoridad y promover revueltas que no P° llia
ser castigadas. Viendo, pues, amenazada su ™ a e
pasquines y anónimos, se salió de líruselas y dirigienaos
á Naintir, se hizo fuerte en su castillo con algunos solados y personas de su devoción que ascendían á unos cuau
mil. Esta fue la señal del rompimiento, los Estados i
Flandes reunielos en Hruselas, trataron ele darse un nue^
gobernador y di'satendienelo los justos títulos ilel p'
l
de <>range, lautos años su giMii'ral en las guerras S(
nielas remira España, nombraren! al archiduque 11
s
i|uien llegando á Hruselas se hizo cargo de'l gobiern ,
siendo el de (Irangc su lenienle?.
., ( | e
Enhv lanío las I ropas españolas que habían sal ,, )ar¡á
Flandes, recibieron órdi'n do ri'grosar á aqueJ |>ín.s 1
sosli'ner olra vev, la guerra. Ascendía el ejercito a i _
diez y ocho mil hombres, siendo mayor v,\ do I<)S C O i u s r : l
ríos. Don Juan dio las órelenes para marcharen su __
al propio tiempo que Coigny , general del p . ¡ ( ' r c °p e i n migo venía ya á su encuentro. Tuvo este lugar c l J. n n l i a |
blours. Colocóse don Juan al frente del cuerpo
^
llevando á su lado á Alejandro Farnesio. Iban ei
.. ¡'.,
Siguiente
EL MUSEO
y luego al monasterio del Escorial, colocándole en el panteón de los infantes donde hoy descansa.
Bárbara Biomberg , madre de don Juan estuvo casada
con un comisario de los Estados de Flandes, era mujer
estreinadaineule hermosa y de rara habilidad para el canto. Después de viuda tratóse de hacerla venir á España, á
^Caminaban los enemigos por un terreno fangoso que lo (píese opuso vivamente.
embarazaba su marcha, lo que apenas observó don Juan.
El duque de Alba en caria de 7 de mayo de Ki7:¡ escril¡ó orden á Alejandro Earnesio para que los atacase; des- hia al rey sobre esta materia,cutre otras cosas. «En haordenados los primeros cuerpos, retrocedieron poniendo hlaudola de cosa de España se desespera, y dice, que no
en confusión á su centro y retaguardia; entonces ya ge- piensen engañarla , que ella salís muy bien de la manera
neralizado el ataque-, fueron envueltos y rolos por los, es- que allá se encierran las íuujevcs y que aunque la hagan
pañoles sin casi haberse podido defender. Ascendió su pedazos no la harán ir. Aquí se pasa mucho trabajo con
nérdida ¿diez mil hombres entre muertos, heridos y entretenerla, porque, tiene terrible cabeza y Y. M. sobre
prisioneros, contándose en este número el general en jefe. esto ordene lo que fuere servido , porque yo temo no se
Dejaron en el campo treinta y cuatro banderas y toda su me case un dia, darle dinero es echarle por el río abajo,
artillería y equipaje; pero la guerra continuó sin em- que en dos dias lo tiene banqueado.» Estas líneas dan á
bargo mas encarnizada . y como los socorros que recibió conocer suficientemente el carácter de Bárbara Biomberg.
Don Juan la conoció en Bruselas y la amó en eslrenio,
de España no eran suficientes ni con mucho parala pacificación de aquellos países . pidió repetidas veces al rey le á pesar de su carácter violento , que no bastó á domeñar
relevase del mando , enviáudolo á sitios de mas peligro. el cariño y respeto de su hi|o. Hemos visto varias carias
Vanos fueron sus ruegos; Felipe 11 dando largasá su de- I cuque don Juan pedia al rey mercedes para su madre.
seo, jamás accedió á su petición y esta contrariedad y los j
MANILL JUAN IÍIANV.
afanes continuos de una guerra sin tregua ni descanso, le ¡
postraron en el lecho y espiró junto á Namur el 1." de
octubre de 1 "> 7 S.
En el archivo de Simancas hemos visto algunos documentos sobre su muerte que copiaremos al pie de la le- j
EL M \ S LISTO on-: CARI ION A.
tra. GonzaloYallejo, de la servidumbre de don Juan, desde i
Namur á7 de octubre de 1.T7S , escribe al secretario An- i
tonio Pérez: «Murió á 1." de este alas dos de la tarde, i
Antes que perdiese el juicio llamó al principe de Pariría.
Comedia sin teatro , para maldita la cosa vale. Antes
Alejandro Karnesio y en presencia de los del Consejo y ' de hacer la comedia, hagamos el teatro.
maese de Campo, le encomendó el gobierno de este ejér- '
El teatro representa la plaza de un lugar. A derecha é
cito, basta que S. M. otra cosa ordenase y pidió á los
izquierda, boca-calles. En el fondo, una casa grande
presentes le tuviesen en el lugar de su misma persona;
con balcones. Y hacia el lado del público, la concha del
quisieron que firmase este ruego porque venia por escrito. !
apuntador, donde el autor se mete y apunta en unas
pero no pudo por venir tarde. Fue depositado á los :! de
cuartillas de papel cuanto dicen y hacen los actores para
octubre en la iglesia catedral de esta villa de Namur, cumir en seguida á parlárselo al público , encaramado en E L
pliéndose con lo que los Estados han dicho siempre llaMi-seo UNIVERSAL.
mándole Juan de Namur (1). Su muerte fue en el fuerte,
Acaba de amanecer y acaba la tia Bolera de plantarse
¿una pequeña milla de esta vilia. Salió á las tres de la
tarde sacándole caballeros sobre unas andas cubiertas de en medio de la plaza con una cesta de hisos delante.
Sale Bartolo sin sombrero y mirando á todas partes,
tela de oro. Vestido galán y armado y sobre las armas el
collar del Toisón , en la cabeza un bonete de raso carmesí como si se le hubiese perdido algo. Mucho oido, que coy encima una corona de tela de oro todo cubierto de per- • mienzan á hablar él y la tia Bolera.
—Buenos dias, tia Bolera.
¡as y diamantes y las manos puestas con sus sortijas. Iba
—Buenos te los dé Dios, Bartolo.
toda la clerecía y frailes y tres obispos. En saliendo de '
—Hoy los mozos que salgan bien de la quinta, de secásale tomaron en hombros ¿trechos los entretenidos.
Llevóse por todos los cuarteles de españoles y alemanes y guro la dejan á V. sin higos para regalar á las novias. Yo
en llegando á cada cuartel le tomaron los capitanes con que Y., no hubiera madrugado lanío teniendo la venta
las mayores lágrimas y llantos que se podría creer. Lle- segura.
gado el cuerpo á las puertas de la villa le tornaron á to—Pues tú bien madrugas también.
mar hasta la iglesia los caballeros y entretenidos. Púsose
—Es que anoche, andando por aquí de ronda, perdí el
como le traían sobre un teatro para que le viesen después sombrero, que me le llevó el aire, y no puedo dar con él
de dichas las oraciones y luego le pusieron en un ataúd por mas que le. busco.
de plomo, desarmado y con los vestidos y su espada y
—Cabeza es lo que debes buscar, que eso le hace mas
luego en la bóveda que si' hizo junto á las gradas del altar falla que sombrero.
mayor.»
— l'c/rtí/ V. lo que, tiene el ser uno tonto.
—Vamos, ¿un me compras higos?
El padre Orantes , su confesor, escribió al rey desde
— ¡Canasto', la pinta no es mala.
Namur la muerte de don Juan diciendo enlre. otras cosas
— Pruébalos, que son muy ricos.
«que le habia manifestado vehementemente su deseo de
—Vamos ¿ ver (manducándose liii/os). Esle... estaba
que sus huesos descansasen al lado de los de su padre y un poco duro. Este... estaba demasiado blando. Esle...
que quería dar á entender al mundo , que pues en la vida amargaba un poco. Este... estaba demasiado dulcí1.
no habia sido religioso , que era la voluntad de su padre,
—Anda y prueba solimán de lo lino , que los higos
en la muerte cuanto era de su parte lo quería ser, no se
están caros.
acordando de cosa que tuviese en la tierra, [mes lodo
Ea lia Hulera amenaza con una pesa al pobre Bartolo.
era de su hermano el rey, á quien suplicaba solamente se
— ¡Pero tia Bolera, si como soy tonto no sé lo que me
acordase de sus criados"y de su madre , la cual él reverenciaba y estimaba, concluyó S. A. diciendo: ¿el que pesco!
—Eso te vale, que si no , le rompía la cabeza con una
en la vida no tiene un palmo de tierra que sen suyo, no es justo, padre mió que desee anchuras en el pesa. Vamos, ¿cuántos higos quieres?
—Aguarde V. mujer, que antes de todo es ajuslar. ¿A
cómo son?
«El miércoles de mañana que fue el dia de sus tránsito,
—A cuatro cuartos libra.
ñora y media antes del, le pregunté, si quería oir misa y
—Vamos, (pie algo menos serán.
naciendo señal con la cabeza dio á entender que si y al
—No son uu maravedí menos.
uempo de elevar el corpns , los caballeros que. estaban á
— ¡Canasto, no ha de tener V. palabra de rey!
n n T i r a ' e a ( l v i r | i''ron dello y aunque tenia ya cuasi
—Yaya, no muelas. ¿Cuántos quieres?
quebrados los ojos y sin juicio , teniéndole para esto puso
— Eche V. cuatro ó seis libras sí me los da Y. liados.
s mailos
,"
>' con gran prisa quitó unos emplastos y bone—¿Ahora salimos con eso?
— Pero , tia Bolera, si no tengo un cuarto.
Dio! « " m e " l a c u b e z a 1)Ur:l ; u l o r a r ( ! n Sl1 corazón á su
r c l l e a n o l e l 0 l l i a W 1 c o n SL S
—Anda, anda, lárgate de aquí, ó le descalabro con
tUi^
? t }'
l
"
' «¡os. El resto
umiempo hasta su fallecimiento que fue cerca de la una, una pesa.
se paso en ayudarle á nombrar el nombre de Jesús y asi
—¡Tia Bolera , no me asuste V. con esto, que me van
«>ino una ave del cielo se nos fue de entre las manos».... á hacer daño los cuatro higos que he comido!
mp
o r q u e r i a ( UÜ
dhrln - i
I '«ese religioso v V. M sol—¡Asi reventaras!
««o, el como obediente hijo muere desapropiado mucho I
—¿Pero tengo yo la culpa de ser tonto?
antes de sus bienes como un fraile y en una pobre, bar—¡Te he dicho (pie le largues!
uca y en campaña como soldado , que prometo á V. M.
Bartolo se retira á una esquina, y la tia Bolera añade
H «s no era sino un sobradillo encima de un corral para
en tono muy sentimental:
¡Ay! el Señor nos conserve cabales los cinco senS(ill0r
0 nltasi
(1 (! clwlro 6 dllw>
m
S(ill0r
tidos.
que vñ ,« i V e r a s s e e m P 1 ( í : l b » | l " "I»™* de, misericordia
Cardona, que, es un mozo euyasonrisila burlona va por
loCÍi Mllre
á s u - o r h l a s , v U( ! SC e V
llamaba
l m 11" Í 11 Í0" "11<l""l»i<>sle
l 111 1
1 1101
lie h a - todas liarles diciendo:—«el que me la pegue á mí, no
y se ha de ser rana», salí' por la parte opuesta á la esquina en
metía entrp ,.nn
que está Bartolo y pregunta^
1
1 e
sluvllist!
lucad(ls
a s i s t i e n d o ^ - '••••' ''"'" " - ' '
<<«
laudóles limosna.» "
• One (!s eso', lia Bolera?
il rey con los deseos que don Juan habia
—¡tjué ha de ser! que si me descuido me. zampa todos
al morir hizo trasladar su cadáver á Madrid los higos ese zoquete.
—Canute, no me hable V. de ese tonto , porque me
P o r llabers
'
e íorniicado en esta plaza.
tiene muy queinao... ¿Creerá V. tia Bolera, que pretende casarse con la Geroina?
onardia los arcabuceros, llanqueados por la caballería y
'rorta distancia cuerpos de infantería con lanzas ; en el
l.,itro iban arcabuceros y piqueros españoles y alemanPc En el estandarte de don Juan se leía en una cruz.
Con esta señal vencí á los turcos: con esta venceré ,1 los
morí Z Z
-"' "
'"<*«« - ^ <l"
' 1 ' ' ''" P '" '" ' ' ^- ' '
^nttndlcr"
Anterior
Inicio
—¿Con la chica del señor alcalde ? En el nombre del
Padre y del Hijo... ¡Con la mas rica del lugar!
—¡C'abalito!
—¿Pero ella no le hará caso?
—¡Pues no se le ha de hacer, canute! Si eslá ciudad
por el, y dice que aunque la hagan tajadas no se casa
conmigo.
—Pues ándate con cuiiladito, no sea que te la peguen...
— ¡ Pegármela á mí! ¡A mi, canute! Ja, j a , ja, ¡Que
es tonto el muchacho!
—Es verdad, que ya sabes tú dónde el zapato te aprieta. Cardona te llaman y te eslá pintiparado el nombre.
—Verá Y., canute, como le armo al tonto una zancadilla que vaya á presidio por toda la vida.
— ¿Y cómo se la vas á armar?
—No sé cómo, pero yo cavilaré y me saldré con ¡a mía.
canute, ya podía Y., tia Bolera, ayudarme á inventar un
embuste para que se lleve paleta á esc bruto. Si me avudaY. ¿deshancarle, pongo de baldea disposición de V. todos los frutales de mi huerto, y se hace V. de oro, ¡canute!
—Pierde cuidado, que yo inventaré una cosa buena.
Ya sabes que para eso me pinto sola. Como que por esla
gracia que Dios me dio para inventar enredos y bolas, n.e
pusieron la tia Bolera.
Bartolo que si no quita ojo de los balcones de la casa
del alcalde, tampoco le quila de los higos de la tia Bolera,
esclama:
•—Canasto, y qué gana me lia entrado de comer higo?.
—Vamos, ¿no me compras higos? pregunta la tia Bolera ¿Cardona.
— ¿A cómo son?
—A cuatro.
—Pues eche Y. un par de libras para que rumie el
ganado.
—¡Canasto, esclama Bartolo, que no tuviera yo cuatro
cuartos para comprar una libra de higos!
—Apara el sombrero, dice á Cardona la tia Bolera. Tú
me estrenas, hijo.
—Con que son... cuatro y cuatro... doce , dice Cardona , contando por los dedos. Ahí tiene V. los doce cuartos.
Cardona repara en Bartolo.
—Canute, añade, ¡,cntuavia está ese tonto ahí? Vera V., tia Bolera, como le apedreo. ¡Anda, Bartolo; anda,
borrico; anda, bestia; anda, tonto!
Asi diciendo, Cardona tira higos á Bartolo, este los va
cogiendo y zampando con mucho gusto; y el uno tirando;
y el otro recogiendo sin mas que decir: — Dime tonto y
ilame higos, que yo me los voy zampando,—desaparecen
por una de ¡as boca-calles.
— ¡Ja, ja, ¡a! qué listo es este Cardona , escama la tia
Bolera desternillándose de risa. Con razón pasa por el mas
listo del pueblo. ;Ja, ja, ja!
Cardona vuelve inmediatamente, y dice enseñando el
sombrero completamente desocupado:
—Se acabó la munición y me quedé desarmado.
El tio No—hay—Dios , sale de casa del alcalde y Cardona le grita:
—¡Eli, alguacil! ¡lio No-hay-Dios!
— ¡Mira Cardona, que no pongas motes á nadie! No
gastes bromas con nosotros los de justicia, que le planto
en el cepo como soy alguacil.
—Pues ya puedes plantar en él átodo el lugar, rcpKca
la tia Bolera, porque no hay quien no te llame tio Nohay-Dios.
1_¿Y por qué te lo llaman? pregunta Cardona.
—Porque cuando volví del servicio, no quería ir á misa,
so preteslo de si habia Dioso dejaba de haberle. Me casé
poco después; mi mujer me sopló tres chicos de un parto; se me perdió la cosecha; se me murieron dos caballerías, y mi casa era una perdición. Un dia fui ú Madrid á
vender un borriquillo, que era lo último que en mi casa
quedaba por vender, y a! llegar allá, le dio un torozón u
la bestia y se me murió. Vendí en un duro la piel del
borrico, y volví á tomar el camino del pueblo pensando
si aquello me sucedería por decir que no habia Dios,
cuando cátate tú que encuentro un pobre con tres chiquillos desnudos y muertos de hambre y me pide limosna, diciendo que Dios me dada ciento por uno. Yo tenia
por fáula lo de Dios, pero tenía tres chiquillos como el
pobre y me puse á pensar que estaban á pique de pedir
limosna. Pues señor, se me ablanda el corazón, que doy
el duro al pobre echándome la cuenta del perdido, y que
sigo mi camino oyendo las bendiciones de los (pie se quedaban con el último duro de mi caudal. ¿Qué diréis que
encontré al llegar á casa?
— ¿Alguna cuerda para ahorcarte?
—Ño, eso hubiera sucedido si no hubiera Dios; pero
como le hay, me encontré con una carta en que me deeian que el coronel de mi regimiento, con quien estuve de,
asistente, habia muerto y me había dejado mil duros. Salgo entonces por el pueblo gritando: «¡hay Dios! ¡hay
Dios!» mi casa comienza á prosperar, la justicia me nombra alguacil viendo que me he, hecho buen cristiano , y
hoy seria el mas dichoso del pueblo si me llamaran el tio
Hay-Dios, en lugar de seguir llamándome el lio Nohay-Dios.
—Pero oye , que para eso te llamaba; tú que eres de
justicia, ¿no has olido la causa que el juez del partido
Siguiente
non
nos siguí'al ionio y ;í mi. por
los palos ([iic llevaron los forasteros t'l día de la funeion?
—¡ Pues no lie de haber
olido! Justamenti1 vengo de
entregar al señor alcalde un
olieio del juez, que lian traillo esta madrugada.
— ¿Y sabes lo que di.'e?
— ¡ Vaya si lo se ! Com >
que su merced le ha leído alto delante de mi.
— i ('.anule ! ¿y qué dice ';
—hice que ;iti te lian condenado por buenus composturas á [lagar mil reales de
las costas.
—¡Canute! ¡porvidaile. .!
;.Y liartolo?
— Bartolo lia salido del todo ubre.
—Pero si él fue quien pegó
los palos, y yo no hice mas
que enzarzarle con los forasteros y luego meter paz para
que lio rezara conmigo la
causa.
—Ya, pero el juez dice,
que como Bartolo es tonto,
no tiene pena y te lia cargado
;i ti las costas que el tonto debía pagar.
—¡Canute, recanute, que
esto me suceda á mí!
—Ea, conque de aquí á
luego, que hoy con la quinta
estamos muy ocupados los
señores de justicia. Tú Cardona, no tengas miedo, que
como sois treinta los mozos
útiles, y nada mas que cuatro los soldados que piden,
malo ha de ser que á tí te
toque la china. Mira ya tocan
á misa. Yete á oiría que ¡hay
Dios!
El alguacil desaparece.
—¡Canute, para misas estoy yo! dice Cardona tirándose de los pelos.
—Hombre, le arguve la
-MUSEO LMYKRSAL
Ha H.'lei
no le (lescM^,
I 101 ' "'}''
>'« mas ó ,nenolss
,.]-;., S i n o e s por
•>><•*• ' l " e lo
PON .Jl'W DE AUSTRIA.
EL MAS LISTO QIE CARDONA.—?UES BIEN: TE VAS Á CASAR CON MI HIJA.
1
lose na
1'ero, canille „.
se ha
ha dde reír ,|ue si yo afl0¡0
mil reales, el lia de ¡ r i ¿
presidio.
- H i j o , eso estámuv bien
pensado. Si le echas aun presidio, ¿quién te disputa átí
laCeroma? 'i si te casas con
l:i Cernina . que es la moza
mas ri'-a del pueblo,; quétü
liaren ;í tí mil reales'mas ó
menos'.'
—('.anule, tiene Y.razón
lia Bolera. Cavile Y. a ver
qué enredo le armamos, que
yo voy á hacer lo mismo.
('.on que de aquí á luego.
—Adiós, hijo.
Cardona repara al irse, en
un sombrero que está entre unas matas de hortigas,
debajo de los balcones de casa del alcalde , y esclama:
—¡Canute! ¿de quién es
este sombrero ?
—Será el del tonto que
dice le perdió anoche andando
por ahí de ronda.
— ¡Aytia Bolera de mi alma;
que idea me ocurre, canute.
—Cuéntame , hijo , cuéntame. .
—Espere Y. un poco, que
ahora hablaremos. ¡A la una!
¡á las dos ! ¡ á las tres!
Cardona tira el sombrero
de Bartolo á uno de los balcones ile casa del alcalde, y
añade reventando de satisfacción :
— ¡Ali, já! ¡Ahí está bien,
canute !
—Pero . muchacho, ¿qué
has hecho?
—¡Ya está armada, oanu!le El Imto va á presidioco-
EL MUSEO UNIVERSAL.
•M)\
Por la misma callejuela, viene Bartolo muy ailiyido,
hablando consigo mismo como los tontos.
—Canasto, dice, lo que á mí me pasa no le pasa a
nadie en el mundo con ser inundo, y mas valiera morir>e
uno que ser tonto.
Al ver áGeroma, corre á ella buscando el i-onsueloi|iie
le falta y esclama abrazándola:
— ¡Ay Geroma de mi vida qn'1 desgracia la nuestra!
—Anda bruto y abraza;! un loro, replica Geroina rechazándole v arreándolo un bofetón que le hace ver lases! re.la— ¡He, he! gimotea Bartolo . no
esperaba yo de tí
semejante correspondencia.
— ¿Y qué tienes
tú que abrazar ¡i
una moza soltera?
—¿Pero mujer,
no ves que como
soy tonto no se lo
que me hago?
—Pues yo te iré
avispando en cuanto nos casemos.
—¡Qué canasto
nos hemos de casar, si corre por
ahí un embuste que
si le oye tu padre,
me echa á presidio
por toda la vida!
—¡Ay Bartolo de
mi alma ! ¿Y qué
embuste es ?
— ¡Qué ha de ser,
canasto! que anoche subí á tu cuarto por el balcón.
—¿De veras dicen eso?
—Tan de veras
como yo soy tonto.
—¿Y qué vamos
á hacer para desmentirlo?
Un muchacho pasa por la plaza cantandounacoplaque
oye Bartolo , pero
que no debe oir el
Muchas gentes
público hasta mas
atraviesan la plaza
adelante, á lin de
en dirección á la
que no píenla la
iglesia. La tia Boilusión.
lera habla misterio— ¡Ay , canasto,
samente con cuanque cosa me ocurtos y cuantas se le
re! esclama Bartoli i
acercan, señalando
al oir la copla, poal balcón donde esniéndose mas aletá el sombrero de
gre que un entierBartolo. El alcalde
ro de [Hiriente rico.
i' su hija salen de
—¿Y qué cosaos?
«asa, llevando Ge— No te la digo
roma pañuelo á la
porque te vas á encabeza.
fadar.
Hablan el alcalLa gente que sade y su hija.
le de misa aparece.
— ¡Jesús, padre,
— ¡ Ay, que no>
l«e empeño tiene
va á ver mi pa* • en ir á misa pridre ! esclama Gemera!
roma disponiéndo¿ I'iourouu.
se aechar acorrer.
quieres que me queüe
— ¿ Me quieres
sin misa para
Geromilla?
lúe al alcalde le lla—Si que te quiemen en el pueblo
el
ro.
tío No-hay-Dios
—Pues adiós.
como al alguacil?
—Adiós.
, —Pues oiga v .
la
Y cada cual tira
misa mayor.
por su lado.
- N o quiero, que
El alguacil enes tá
Z , brando
cuentra ú Bailólo
odoelayuntarnien0
cuando este va huPara l m c e r e .
yendo, y le dice :
> y en seguida
DF.l.
KM3AJADOR
VICH
,
EN
VALENCIA
POPTAOA DK LA ANTIGUA CASA
—¡Bartolo! ya se
laraci
snlrl f
on de
que anoche hiciste
moldados, p a r a s a ii r
un pecado gordo.
*'paso cuanto ;,nMira que ¡hay Dios!
Y el alguacil sigue su camino.
ec
Z}.fitU*-l
laracion
.le
soldados
es
de
IK.V
ei
ocho.
—Bartolo es tonto.
En el soportal de la casa de ayuntamiento, cumien/;.
'« ( i sabes tú habladora!
—Pues á mi me sirve aunque lo sea.
el sorteo para la quinta; pero á pesar de loque interesa
^siempre ha sido asi.
— ¡Anda, el torcer loque ! ¡ Vamos á misa !
á todos los vecinos aquel acto, muchos dejan de prestar
l
la ley, pero el ayuntamiento ha acordado
— ¡Pues, y he de entrar en la iglesia sin mantilla!
liacerf-fí
"manda
atención á él por cuchichear de otra cosa que debe de sor
| M l e r l l ! ll1
a llo
•
y
"
''echa del domingo ([ue. viene,
O,!,', mantilla ni qué... En los pueblos no se anda con
Iwruclier " n S ° l o t ' ; l l;i justicia está convidada á una cumplimientos. ¡Vamos, vamos fuera! ¿Qué vá á que por muy diferente, pues los hace reir, y por contemplar d
sombrero de Bartolo que continúa en el balcón.
__.,, a ( l u o da ese. señor que ha venido de Madrid
tu causa me [.oiieii el tío No-hay-Dios?
Bartolo se retira del soportal, llorando como un becer___; aya un modo de cumplir la ley!
Kl alcalde echa á correr, y al trasponer una esquina,
ro porque lia sacado el número cuatro y poco después
«011 pnm r y - m q u e calabazas! Un los'puehlos no se amia se le escapa su hija que va á meterse por otra callejuela
hace lo mismo Cardona, pero sallando de alegría porque
«•«mplimientos.
diciendo*
. . .,
ha sacado el número cinco y focando al pueblo solo cua—¡Canario, ahora me ¡bayo á quedar sin mingo
hablar pacon | tro soldados, son útiles para coger el chopo los que han
a
sacado los cuatro primeros números.
~i , yya te entiendo, pájara! Lo que tú quieres es ir Bartolo, cuando no le hu visto desde el'do
sado!'
mo tres y dos son sitie. Tía Bolera, ahora SÍ que la i r esito á '•• , ogaño no los ha toca,lo llevar fruto ¡i los frutales de mi 'huerto, y el año que viene, van á estar a rom >.
• Ve V. el sombrero del tonto?
* g¡ puro le vería con ni is t; isto en los cerezos ¡iar.i
espantar los tordos.
—No, mejor cslaen el lialeon del euartodela (•eronia.
/)¡na V v mui'lio pesquis, líarlolo suliiii auorhe al cuarto
déla hija del alcalde; al bajar por el halcón dejó alli el
sombrero, por el sombrero se descubre al salta-baleonos
y atrepella doncellas, y el alcalde
echa á" presidio ai
quee as
asaltó su casa
y lla honra dde su
hija.
_ ¡Bendito sea
Dios que tanto talento te ha dado,
hijo!
—¿Pues que soy
yo tonto, canute.'
¿Con que me ha entendido v.?
—A las mil maravillas ; Bien hayan las madres que
paren hijos tan listos!
—Ahora solo nos
falta que todo el lugar sepa las gracias del tonto.
—El pregón de
la plaza me toca a
mí.
—Y á mí el de
las calles y cal lejue las. ¡Con que manos
á la obra, tía Bolera!
— ¡Manos á la
obra Cardona!
Vuelven á tocar á misa. Cardona se larga restregándose las manos
4e satisfacción.
s.t'.a á misa para gastar palique con el tonto. No te verás
en ese espejo. \ a le he dicho que con quien te has de casar es con Cardona, que es el m:i> listo del pueblo.
—¿Y á los hombres de qué les sirve ser listos?
—¡Calla habladora, que te voyá sacar la lengua! ¿Si no
fuera yo listo, no me la hubieras tú pegado ya?
—Si quisiera pegársela á V.
— ¡Pegármela tú á mi! ¡Facilillo es!
—l'ues yo no me caso con Cardona , que me caso con
Bartolo.
m
Anterior
Inicio
Siguiente
El- MUSEO UNIVERSAL.
El ayuntamiento se retira á lomar un refresco , com- á ese galopo, si la fatalidad le ha hecho ya yerno mío!
puesto de vino de Valdepeñas, un cochinillo asado y pan El único medio de lavar la mancha que ha caído en la
tierno.
honra de mi casa, consiste en el casamiento del tonto con
Apenas el alcalde lira el primer latigazo al Valdepeñas, mi hija. ¡Sí, se casará , voto a una carretada de demonios!
se le vuelve veneno en el cuerpo. ¿Por qué? Porque al lin ¡TÍO No-hay-Dios!
llega á su oido lo que ya todos los vecinos saben : que su
El tio No-hay-Dios aparece.
liija está deshonrada porque Hartólo asaltó anoche su
— Saca del cepo á Bartolo y traele aquí.
honra, de lo cual es huen testigo el sombrero que aun
El tio No-hay-Dios obedece, y el respetable público al
campea en el balcón.
ver conducir al tonto á la casa de ayuntamiento, se va
— ¡ T Í O .No-hay-Dios! grita hecho un solimán, pren- tras el.
da V. inmediatamente a ese galopo y tráigamele aquí
— ¡Bartolo! dice el alcalde plagiando sin conciencia,
atado codo con codo.
el que deshonra á una doncella , no tiene perdón de Dios
El alguacil cumple inniedíatamenle la orden de a l - ni de los hombres, sino se casa con ella mas pronto que
calde. Val ver conducir preso al tonto, casi todos los la vista.
vecinos, incluso Cardona, corren á la casa de ayunta— No digo lo contrario, contesta Bartolo.
miento.
— Pues bien : te vas á casar con mi hija.
— ¡Bartolo! dice el alguacü al preso conforme le con— Con mucho gusto y lina voluntad.
duce , si has cometido un delito, no le niegues. Mira que
—Eso no, canute , salta Cardona poniéndose como un
¡hay Dios!
toro. Quien se casa con la Cernina soy yo.
—¡Bartolo! grita el alcalde, ¿no es verdad que no en— No puede ser, replica el alcalde.
traste anoche en mi casa? ¿No es verdad que es una infa—El guardará una mujer, murmura Bartolo riéndose
me calumnia la que todo el pueblo levanta á la honra de como un tonto.
mi hija?
—Sepa V. y sepan todos leis presentes, que lo de la
—Señor alcalde, contesta el tonto, yo le diré á V. lo subida de Bartolo al cuarto de la Geroma, es un cuento
que pasó anoche
inventado por mí, con ayuda, de la lia Bolera.
—¡Di la verdad!
Pues la tía Bolera y tú , iréis á un presidio por calum—¿ No la he de decir? ¡canasto!
niadores.
—Pues despaciia que en cuanto des tú la declaración,
— ¡Canute! recanute, ¡qué me suceda á mí esto!
la justicia tiene que comenzar lacle soldados.
—Pero como unos lo creerán y otros n o , la honra de
—Pues, señor, pasaba yo debajo del balcón de la Ge- mi hija quedará einbilo , si Bartolo no se casa con la Geroma , cuando digo : «aquella estará ya en lo caliente, roma, y para que no quede, quiero que la Geroma y
pero canasto, si duerme que despierte.) Con que cojo Bartolo se casen.
una china y la tiro al balcón, y cate Y. que la G-eroma
— Pero casándome yo, queda todo compuesto, arguye
sale en camisa.
Cardona.
— ¡Grandísima bribona! ¡Qué azotes:
—Si no eres calumniador, eres un mozo sin vergüen—Comencé á echarla piropos y se reía la tonta , y d e - za. Cualquiera de las dos cosas que seas, no sirves para
cía : ((¡buenos galopos estáis los hombres!') Con que digo: yerno mío.
mira, échame una escupitina eii el sombrero y me marEl público silba estrepitosamente á Cardona, y estese
cho, que aquí corre un gris de io fino. — Dice : — Mira, larga echando sapos y culebras por aquella boca.
Bartolo, ¿quieres subir?—Digo:—No, que si me siente
—Eh, Cardona, le grita la lia Bolera desde su puerta,
tu padre... Dice:—Qué, si mi padre está ya roncando ¿con que estamos conformes en que me cederás los lrucorno un marrano...
tales de tu huerto?
—¡Voto vá briosle, marrano yo! ..
—No estamos conformes, contest a Cardona desesperado.
—¡Yo que sé! ella asi dijo. Conque en estas y las otras,
—¿Por qué, hijo?
que si subes, que si no subo dice: «voy á abrirte la
—Porque los necesito para ahorcarme en ellos.
puerta.»
t i juicio de exenciones y declaración de soldados co—¿Y abrió?
mienza.
—¡Vaya si abrió, canasto!
l.os tres primeros números son declarados útiles.
—¡Al] hija de una cabra!
— ¡Número cuatro! grita el secretario y Bartolo se pre—¡Poco á poco, canasto, que es V. su padre!
senta.
—¿Con que abrió, la grandísima?...
— ¿Tiene V. algo que alegar?
—¡No le digo á V. que sí, canasto!
— Si señor: que soy Ionio
—¿Y tú que. hiciste?
El ayuntamiento delibera y declara inútil para el ser—Toma, vo como soy ti ni (o me niel ¡ en casa de V.
vicio á Bartolo por tonto de capirote.
—¿Y subiste?
—¡Número cinco! vuelve á gritare! secretario, y com—Bajé por el balcón.
parece Cardona tan desesperado que se tirana de los pe—¡A infame, que presidio levas á mamar!
los si no se los hubiera arrancado ya de rabia.
~¡Cá!
—¿Tiene Vil. alguna exención que alegar?
—¿Cómo que cá? l'e coge de medio á medio la ley.
—Si señor: que soy mas tonto que una mala ne havas,
— La ley no reza conmigo.
contesta Cardona con profunda convicción.
—¿Por qué no, bribón?
El ayuntamiento y el público se echan á reír, como
—Porque soy tonto.
quien (lice : ¡qué pillo es este muchacho!
—Ya te daré yo la lonfería. ¡Penetrar encasa agena ú
Cardona es declarado útil para manejar el chopo.
las altas horas de la noche!. .
— ¡Canute, recanute! esclaina Cardona arreándose
—En los pueblos no se anda con cumplimientos.
puñetazos á sí misino , que llamen al número seis , por—Alguacil, sopla en el cepoá este bribón.
que yo voy á malar al tonto y ahorcarme en seguida en
•—Si se acerca á mí, le hundo de un puñetazo.
un árbol de mi huerto.
—¡Favor á la justicia!
— ¡ Tio No-hay-Dios ! dice el aicalde, a! cepo con ese
Cardona y otros mozos ayudan al alguacil, y entre todos quinto hasta que se haga la entricya en caja.
sii¡(!lun ¡i Bartolo, que alcanza á Cardona con dos puñeCardona se defiende como un león , pero al lin el altazos dirigidos al alguacil.
guacil ayudado por Bartolo y otros mozos, le sii|etan.
—¡Cardona! le dice el alguacil por lo bajo al soplarle en
el cepo, ¡hay Dios!
IV.
—¡Ya losé! contesta Cardona, ya mas manso que un
Aquí viene un monólogo del barba, es decir, del a l - cordero.
'•alde. l.os monólogos son de tan mala ley en las comeEsta comedia tiene su epílogo y lodo, lo que prueba
dias, como e'ii los libros las dedicatorias á ministros; pero que es muy buena. Como las buenas escasean tanto, m i allá va, á ver si se acaba de llevar el demonio la lileralura lagro será que algún empresario no nos la represente ó
dramática, que poco le falta.
algún autorzuclo no nos la birle; pero si á tal se atrevie—llasla los perros y gatos saben que ese bribón JIOIIO- sen ¡Ay de ellos , que el autor los balda echándoles la ley
Iró anoche en mi casa. Por consiguiente, hasta los gatos encima!
y los perros pueden declarar contra é l , y me será fácil
El epílogo es pasados unos quince días.
echarle á un presidio. Sí, voto á briosle Baco baldío, á
Cardona con los demás quintos, sale del pueblo para ir
un presidio ha de ir ese bribón.
á entraren caja. Al pasar junto á su huerto, dirige la
El muchacho que cantó antes la copla, vuelve á can- | vista á los frutales pesaroso de que no le permitan ahorfuria. Como ya no tenemos núcelo de destruir la ilusión carse en uno de ellos.
del público, no hay inconveniente en que el público oiga
Ceroma v Bartolo salen de la iglesia donde acaban de
lo que canta el muchacho. El muchacho cania:
casarse. Entre la multitud de gentes que los acompañan,
Dice el sabio Salomón
I va el lio No-hay-Dios.
—¡Bartolo! diere el alguacil, el ealuinniailor ha sido
que el que engaña á una eloucella,
castigado y recompensado el inocente'. Esto l.e probará
no tiene penlon de Dios
e|ue' ¡hay Dios!
si lie) ser casa con ella.
—Si, contesta Bartolo, y por eso tengo un remordilista copla iluminó antes la oscura inteligencia de Bar- miento.
ledo y ahora ilumina la ni'biilosa del alcalde. De modo,
—¿Cual?
que esta copla sirve ele camillera en nuestro teatro.
—Cardona va soldado por haber alegado yo epier soy
¿Por qué su luz no habrá ali-aii/ailo también á la inte- Ionio.
ligencia de Cardona? si Cardona no fuera el mas listo del
—¿Y sospechas que no lo eres?
pueblo, tendríamos por el mas tonto del pueblo á Car—l.o sospecho.
dona. Pero dejémonos de conversación y oigamos el mo—Yo también sospecho que eres mas listo que Carnólogo del alcalde:
dona.
—¡Pero bestia de m í , cómo hablo de echar á presidio
ANTONIO DE TRUEBA.
'
l i l i l í ' .
l
.
H
^
I I II II I I I H ' ^ V l . ^
3 I M 1
I U J
l . l t l ]
Anterior
I I K I I I l
I I . >
| : | |
1(1.-5
I . I M I I I T -
Inicio
I'VPKL Cl I'.IOSO.
De un Ionio manuscrito de papeles varios , lomamos el
siguiente estraño cartel, e|ue da una verdadera idea de
lo que eran antiguamente los juegos de cañas y demáü
lie'Slas de los sigilos medios , conservados largo tiempo en
España . como un hermoso recuerdo de las épocas caba»
I le roscas.
C \ R T H . í v i i i v i s i s i'i.M s n n i : s r u > i A S i>r. C A Ñ A S .
SÍ HTM AS , i: II'..
A la lucha. á la lid . á la campaña ; que el clarín de ]a
lamaos llama á la palestra, e'namorados campeones: no
os acollárele el desden . ni e'l desvio, porque es lo esquivo
propiedad de la hermosura : no es valoren la roca quebrar las alas á aquella ave ele1 espumas ; e'rédito es del
cristal desinoreiiiarla con olas; en el torno voluble de la.
rueda se devana el vencimiento que' se grangea el cristal
contra aquel gigante risco. El arco si'prepara, campeones,
vencedor será quien de la esquiva beldad se coronare
vencido : no se consiguen laurel y triunfo sin peligrosos
afanes; aun la vida se desprecia en el que rendido adora:
en la carrera veloz se representa el arrojo, en la velocidad se diseña la hermosura; ¡qué noble empeño fue de
llipomenes ser amante de Atalanta! Desvíos acaudillaba
la belleza y carreras eran el medio ele combatir su fugitiva be'ldad. ¡Oh qué ele' amadores la desearon lirmes! mas
no consiste el amor en el descanso.
Todos la adoraban constnntes; y era la inmovilidad
remora del vencimiento : noble carrera la incitaba, y i
donde prevenía á sus amantes la muerte , allí depositaba
del mas dichoso la vida. Látela de la carrera que en la
arena urdía amor, era la sequedad, que ablandaba aquella viviente roca Corrió Hipomenes valeroso , sin pasar
por los rubores de ligero ; alcanzó la belleza porque supo
correr con pasos de lino oro; mubipiicó los favores y
humanóse la deidad á las l'aticas; logró Venus su tiro,
porque fueron de oro las ele Cupido penetrantes saetas;
consiguió Hipomenes á Atalanta, porque supo correr con
alas de rendimiento. Ca valerosos adalides al campo, á
la batalla del amor, mi ceño os llama . mí aliento os desafía; y si en la carrera venciereis mí osadía, vuestro será
el mas adorado premio. Que no HAY OTRA COSA MAS ES-
QI'IVA, que la ejue adoro , es mí asunto. Que no HAY OTRO
ipie mas AME con esta lanza defiendo; que no hay quien
mas la merezca, no se si puedo decirlo; que no hay
quien decirlo pueda noy tengo de defenderlo: para esto
pretendo, medir la lanza con tolos; para esto desciendo
a la mas anuente arena, para este asuntóse vocea lamas
vistosa campaña. ¡Oh! ¡oh! ¡logre mi osadía sus mas ardientes deseos!
l.os
I,os
Eos
Los
primeros cuatro , cuatro anillos.
segundos, cuatro sombreros de pininas.
terceros, cuatro bandas y estoques.
ciiiil.ro últimos, cuatro corles de tela de oro.
Jl'ECES.
I." El duque de Arcos.
¿." Su primogénito.
.')." El conile de Leinos.
í." Su hermano.
.'i.0 El marqués ele Astorga.
0." Su cuñado.
COMHCKOKS.
101 caballero que requiriere la lanza y la deshiciere,
pierde premio.
f
El que perdiere pieza principal de su persona y cabal»
pierde! premio.
El que mudare caballo sin licencia de los jueces , P' e r "
de aquella lanza.
.
El ejue diere sobre cuerda , no pueda correr sin licencia ele su dama.
El ([lie diere ó recibiere de su padrino la lanza sobre
ano derecha; ó la recibiere ele su contrario , pierde lanman
za yy premio
p
El ([lie no llevare mote , pierde premio.
El
un
El que llevare peor mote, lleve premio y désele a
fea en penitencia.
El mas fuerte hombre de armas, gane premio.
El mas galana voto del buen gusto, gane premio.
A quien cayere y se levantare sin haber perdido la si"
désele premio.
CASA DKL KMMJADOn VICH
I-:N
VAI.I-.NCIA.
Cada «lia tenemos que lamentar la desaparición d<-^i
ile aquellos iiionuinenlos que por su valor histórico i
líslico parecía que ni aun el paso destructor'I';"» JV e
eli'hía hacer que desa|Kireciesen. Pero la mano elel nomu^
en esto, mas despiadada que las violentas tempesta ^ ^
la naturaleza, destruye diariamente las obras u - . | a s
generaciones, olvidándose que de este modo en*"'' g n
generaciones venideras á no respetar los monumeuw
Siguiente
EL MUSEO UNIVERSAL.
3U3
O r a r d no era un enemigo, y ipie en el caso de buscarle I
— ¡ Si conseguimos deshacer el ala derecha del enecamorra, lo seria muy temible.
migo, está todo hecho! dijo Soult lanzándose al escapa
Sucedía esto en un aduar de Ins I led-liu-Azi/.i . si- !al frente de sus soldados.
tnadn en los alrededores del campo de Droan , á media
Cayeron estos sobre las tropas ligeras que mandaba
legua de la ¡marida de un viejo león, que. al decir de los liainii, con aquel denuedo , con aquella ciega eonlian/.a
árabes, residía en el Jehel Kruuega. desde treinta años ' que daba al francés su natural arrojo y la costumbre de
atrás.
'
| las victorias. Allí la lucha fue mas encarnizada que en
Su vecindad era tan vejatoria para los árabes, que en ningún otro punto; Sonll peleaba como el último soldado,
muchas ocasiones habían'tratado de deshacerse, de, él, los generales franceses daban siempre el ejemplo, landándole muerte , á cuyo efecto recurrieron en su deses- zándose de continuo al lugar donde el combate era mas
peración á todos los medios y astucias que conocían para desesperado, al I i donde era necesario vencersi no se quela caza del león.
ría ser vencido.
Mas á aquel temible señor tic la cabeza grande, como
Soult consiguió su objeto.
le llamaban los árabes, cuyo rab (trueno) ó rugido helaHerido su ¡efe, los ingleses se retiraron en buen orden;
ba de espanto los corazones, había salido ileso de todas parecía que ya desde aquel momento la victoria se inclilas emboscadas y acometidas, llevándose cada vez en naba del lado del francés: Moore vigilaba toda la línea,
sus formidables garras girones de carne de alguno de Moore corría también al escape para animar con su presus acometedores, mas imprudente ó desgraciado que sencia á los que cejaban ; á su lado se veía volar casi entre
los demás.
el humo del combate, un joven oficial, que pálido, herLAS CA.GEHIAS EX AEHIC.Y.
1.a noticia , pues, de haber llegado á Roña, un francés moso, no hacia otra cosa que seguir como una sombra
que pretendía dar muerte á los leones, llenó de contento protectora al general en jefe.
a los Uled-liu-Azizi. Enviáronle mensajeros, y el día "2 de
Aquel oficial, no había desenvainado su sable todavía,
jn.io r.i.nMin.
febrero de I S Í : ¡ , á las cinco de la tarde llegaba al aduar pero no conocía el miedo aunque apartase, horrorizado la
el
futuro
cazador
de
leones,
armado
con
una
magnifica
vista de los cadáveres y de los heridos para quienes tenia
No es posible fijar l;i mente e;i las cacerías que se
practican en África, sin que ilel fondo de la memoria carabina que le acaba de regalar S. A. R. el duque de siempre una palabra dé compasión: nadie se acercaba con
Anuíale.
mas dulzura al moribundo que él; nadie le daba la últisurja una figura imponente, colosal.
Apenas se hubo apeado, supo por los árabes que todas ma gota de agua para apagar la desesperadora sed de la
Julio Gerard, oliciul de Spahis. miró con desden Ins
peligros vulgares para el guerrero di' la guerra con los las noches al ponerse el sol, se oían los primeros rugidos muerte, sino él.
árabes; guerra mus llena de funestos azares para el sol- del león que abandonaba su guarida, y que ya cerrada
En el ejército se le llamaba — ¡ el ángel del general!
darlo que ninguna otra; como suerra de conquista, de la noche bajaba á la llanura, rugiendo sin cesar.
liien merecía este nombre aquel pobre mártir.
ocupación y hecha á un pueblo bárbaro, que ni aun idea
Gerard cargó cuidadosamente la carabina que debía á
Cuando Moore vio derrotada la derecha, se lanzó á
tenia del derecho de gentes ni de las reglas humanitarias la generosidad del príncipe, y la que acostumbraba usar contener la fuga desordenada de aquellas tropas; llegó con
á que se atienen en sus luchas las naciones civilizadas en sus espediciones, creyendo infalible el encuentro de una brigada de refuerzo; se arrojó al combate con el
de Europa, para amenguar en lo [Risible la efusión de su enemigo; y en efecto, terminaba apenas aquella deli- valor de la desesperación; y los ingleses, gracias á sus
sangre, y ofrecer al vencido algo mus digno de nuestro cada operación, cuando un formidable rugido del león, esfuerzos, recobraron el terreno perdido.
siglo, que el filo de un yatagán.
vino á corroborar las palabras de los árabes.
Soult entonces enarca las cejas; aquel pequeño Júpiter
Su huésped se ofreció á servirle de guia : Gerard acep- quisiera tener en semejante ocasión los rayos en su diesPues esa guerra desohulora; guerra de esterminio, en
que el incendio y los rigores de un clima abrasador ser- tó el ofrecimiento: confióle una de sus dos carabinas, tra para lanzarlos contra el inglés y aniquilarlo con sola
su mirada; pero no pudiendo dispo'ner de otra cosa que
vían de auxiliares á la crueldad, la astucia y el arrojo armóse con la otra y partieron.
de sus soldados, ordena un nuevo ataque general.
indómito de los árabes, pareció poca cosa al esforzado
(Se coiiüuní
ánimo de Julio Gerard.
La línea francesa avanza atrevidamente; los cercados
FKLU>I; CAIUIASCI HE MOLINA.
de las heredades que había á lo largo del terreno les imEl África, con sus manadas de invencibles leones, le
pide marchar con aquella compacta igualdad que da muofrecíanlas gloriosas empresas que acometer.
chas veces la victoria. El combate se hace general; jamás
ínterin que los hombres se cubrían de gloria, luchanse habían visto dos e;éreitos mas ansiosos de vencer; las
do con los árabes, Julio Gerard buscó por adversario,
EL SEPULCRO DE MOQUE.
cornetas daban la señal de la carga; la caballería francesa
como mas digno de su esfuerzo , á aquel que los árabes
cae como una avalancha sobre la reserva inglesa; el canon
respetan como si recibiese su fuerza y su poder del cielll.
suena en ambas lineas, y el mar repite sus estampidos, y
lo: al rey de los bosques, al animal nunca vencido y
siempre vencedor en lid franca y abierta, cualquiera que
\ ¡vaqueaban ambos ejércitos, uno en frente del otro, la tierra removida al paso de tantos hombres, caballos y
íuese el número de sus enemigos:
sin molestarse, ni intentar ganar nuevas posiciones, y carros, y el arenal apenas seco de la última marea se tifie
asi pasaron cerca de cuatro días sin atreverse ninguno de con la sangre de los combatientes.
Al león.
En un principio, dedicóse á estudiar, ora por medio ellos á avanzar un paso.hacia su contrario. Si es cierto
Moore recobraba el puesto abandonado poco antes, y
de las narraciones de los árabes , ora por la propia obser- que Moore embarcó el 1 í los enfermos y los cañones, se encarnizó el combate de la manera mas cruel: apenas
vación , las costumbres y el carácter del tremendo tampoco lo es menos que Soull rejiaró aquel mismo din ganado el pinar de Elviña , una bala de canon llevó el
el puente del Hurgo, destruido por los ingleses al tiempo hombro izquierdo del general en ]efe.
adversario que había elegido.
De este modo, y ejercitándose al par en el conocimien- de la retirada.
— ¡Jolm ! gritó el joven oficial y se lanzó á sostenerle.
1.a noche del lli era la designada para el embarque de
to de las carabinas ma< perfeccionadas que entonces se,
— ¡ i)o|ailme! dijo rechazando á los que se acercaban á
conocían, llegó á convencerse de que para marchar por las tropas británicas, que ocupaban el monte Mero, El- prestar sus auxilios al general...
la noche al encuentro del león , es preciso ser joven y viña y las demás montañas (pie corren en dirección de
— ¡ ['obro Fanny ' murmuró Moore — ¡ N'o le lo habia
robusto, tener una musculatura de nep.ro, una voluntad San Cristóbal, dominados en particular el primero por dicho!
inflexible y perseverante, una salud de hierro, una mi- las alturas de I'eñasquedo, de que. estaba posesionado el
—¡John! ; John ! fue lo único que respondió aquella
rada de águila y de lince á la vez, un pulso inalterable, francés, y en cuyo sitio estratégico en demasía, coloró pobre niii|er con los ojos llenos de, lagrimas.
un corazón de piedra , cuyos latidos no precipite ni mo- Soull, una batería de once cañones.
—¡Sostenine! ¡ Uniero ver cómo estamos!
dere ningún aconiecimienio por terrible é imprevisto que
Nadie esperaba en vista de la actitud que bahía guarY Moore se levantó, recorrió con la vista el lugar del
sea, una conlianza ciega en Dios, dos carabina-; Devisme, dado hasta entonces el ejército francés que se rompiesen combato., y dijo á llope que se, acercó á él para recibir
<le a dos Uros cada una , que, reúnan las condiciones de las hostilidades hasta el momento del embarque.
órdenes.
sandez, precisión y penetración, y la seguridad de plan
Sin duda alguna, Soult era conocedor de la hora en
—¡Después del combate, el embarque! vencidos ó ven«rdos balas, una sobre otra, á treinta pasos del blan- que, aquel debía verificarse; asi lúe cpie se propuso poner cedores , no podemos permanecer mas tiempo en España.
co .apuntando y sin apuntar.
en práctica las ordeños de su amo : sus soldados llevaban
— ¡Perded cuidado sir!... ¿y vuestra herida? preguntó
ti cazador debe ir armado también de una pistola de ya dos dias de descanso : Capua estaba en sus reales: el el veterano dejando caer una*lagrima por su mejilla...
—¡Bastante bien, amigo mió! respondió con triste sona misma clase , cargada comu la carabina con balas ci- único modo de alejarles de la molicie á que se entregaban
aquellos vagamundos durmiendo dos noches sin que el risa el general en jefe.
lindricas.
—; Señor! dijo entonces el oficial—haced que lo lleven
Kecesítanse. ademas dos clases de traje : uno para in- tambor los llamase al combate, era ordenar el ataque.
á donde pueda curarse.
Y Soult lo hizo asi:
ferno, de mucho abrigo, y otro para verano, ligero;
C apM l l e r e s i s t i r
—¡Déjame, Fanny! esto ha concluido, un instante
~r .
« los abrojos y espinas de que
A las dos de la tarde, un movimiento general en la líJ
J
l
están llenos los bosques.
nea francesa, avisó á Moore que el enemigo se preparaba mas de vida no hará sino aumentar mi pena al verte
Phil*rar(1Mllacia s u s estudio* partiendo al interior desde, á estorbar el embarque. En aquel momento se rompió el sola... ¡mi pobre niña, sola!
Entonces el canon sonaba sin un momento de interriiuippiiyillt!, Roña y Const.intina, acompañado de un fuego en ambas líneas.
El cielo estaba sereno, tranquilo; no parecía sino que valo; el combate seguía, ¿qué importaban los que cafcuia indígena, á principios de abril.
Jülinr'10"5"!1 ( ' e l loi>11 durante •'! invierno, ha escrito la naturaleza se engalanara para presenciar tan horrible yeran ya?
Pagel que habia sido atacado, vuelve por el honor de
nprm»f a ' e s t a " r u i l a 5' I' c i l °sa, que por no ubste- espectáculo.
v L n s , p r a c l l C ! l r l a e n esa estación, me encentré viejo
I ii valle dilatado y hermoso separaba la fuerza de r e - su patria y rechaza los dragones de Houssaye; los ingleí cansado a los treinta años de edad.
serva mandada por lord Pagel de la caballería francesa ses contestaban á Soult avanzando en toda ¡a línea, y los
franceses, que no esperaban aquel movimiento, empezaron
6
ralle< temei1 m a s
león • I " K "
' después de Dios, es el que ocupaba los altos. Al abrigo de la batería de Peñas- á cejar. Solo la noche pudo salvar de una derrota al orcazador i° bllsta,I>i-esentarso en sus aduares, diciéndose quedo , acampaba Mermer su división de la izquierda; gulloso francés, á quien faltaban ya las municiones y so
dad r oí a ( l u e l l o s ; aunque una vez demostrada la ver- Merle y Delaborde guardaban el centro, prolongándose hallaba en un país enemigo, lejos de todo refuerzo y de
la división de este último hasta I'alabea de abajo.
respeto e n ° S° (>Stu s e «" r o l l e '»*I'''™«s el mayor
I,a línea inglesa se estendia desde, la ría de Mero hasta todo amparo.
bledoT
T
™ n i r l ( ! r (1(1 l o s !il'llll(ís - B(í ost.:v- el valle de Klviña.
liste último punto estaba guardado por sir David
IV.
Pues le p'nn".1 í l W r ' l » ( " í l>"«ndose sobrio d e palabras,
S i lí
ils
1 I tai ni . y el opuesto por ül general IIopc;dos brigadas
latan , vT» a ' ' T ( '"
'"
"''"
^V™™»
•'
'•«
'"I""Mientras el combate seguía, otra escena tristísima
sKri
r' | " ( ' S( ""'"' ( "°" Ireeuenein. Al .lia de la segunda división se colocaron á los estremos de las
' 'U l i n i "'»« 'le la d u r e z a ron que manejaba la respectivas líneas y por último, mas cercana á la Corulla tenia lugar, en una casa del cantón de .. en la Coruña.
Tendido en un lecho , bañado cu sangre casi, Moore
y en el camino de Itergnntino, se hallaba, pronta á acudir al punto en que si' necesitase su auxilio , otra división contaba por minutos los instantes de vida que le quedaban, y no pedia sino que no alargasen sus últimos m o á las órdenes del general Fraser.
Asi estaba dispuesto el campamento cuando Soult or- mentos.
0<ín fin . I
I
'
" " " I " " " <"•' Min^iMlil
A su lado Fanny, pálida, azorada, sin valor alguno,
trarse con .,l °'
" l ! s ; 'I 1 '" ''" ''' r i l s o d l í encon- denó el ataque.
llral>e le
Sus esfuerzos principales se dirigieron a desalojar al tenia entre sus manos las ya heladas del general en jefe:
detenerse
' o r í t i ü w 'I110 P as;ls « de largo sin
enemigo de la posición que ocupaba en el valle de Elviña, parecía querer darle su calor, su vida. Moore respiraba
odeadores, que abundan en todas las tribus y en cuyo sitio estaba la cabeza y el grueso de las tropas apenas; su agonía era rápida; sin dolores casi; no se oía
mas en la estancia que su interrumpida respiración y los
"anqudoscon aquella declaración: sabian que
inglesas.
1
Anterior
Inicio
Siguiente
EL MUSKO üMVhlíSAI
-.ni
Mientras el exhalaba su
ultimo alíenlo, n ü p e v u
na y arrollaba al francés"
I1''1'11 .'"• iwoce sino qn¡
el espíritu de Moore alentaba en el cuerpo del nuevo"
jele; apenas la noche fUe
bastante á cubrir la ver
güen/.a de aquella fuga"
llope cumpliendo con la
voluntad de su antecesor
ordenó el embarque. Se
asegura que ninguna cosa
llevo a cabo el ejército inglcs con mas precipitación;
los caballos que no podían
entrar á bordo , eran muerIos á pistoletazos, y las di—
visiones que protegían el
embarque al mando de los
generales Hill y Beresford,
murmuraban de su suerte!
Poco importaba que el
francos estorbase el embarque con certeros tiros desde las alturas de S. Diego;
el inglés estaLa poseído c'etal pánico, que solo veía la
salvación en sus buques,
no parecía sino que los
hi os de lasólas abandonaban su vida al abrigo cariñoso de su madre la mar.
¡ Fanny se embarco la
última! ."
Tres dias después qiic
los ingleses abandonaran la
Cortina, esta ciudad se entregó á los franceses. Fiel
á sus aliados sostuvo el
porfiado cerco que Soult al
fíente de sus veinte mil
hombres había puesto, en
tanto que aquellos no se
hallaban á salvo bajo el
amparo de su escuadra.
UARIBALDI.—MUESTRA I)K LAS LAMIDAS DE LA UHRA.
«¡Noble ejemplo.—dice
el historiador—rara vezdaEl médico á quien se habian dirigido, volvió la cabeza ¡ do por los pueblos cuando se ven desamparados pur los
dsogados sollozos de Faiiuy. Las mujeres ile aquella casa
hospitalaria la ayudaban en su trabajo, comprendían su y señaló al general en jefe que abria en aquel momento mismos de quienes esperaban protección y ayuda!..." (1)
(¡olor, la compadecían, y huscaban todos los medios de sus ojos, en que la muerte habia tocado va.
V.
que la ternura de la mu r er es capaz, para arrancar del
— ¡Está muerto!
iado del moribundo aquella pobre niña; flor batida por
Desde el triste dia, en que prestados los últimos hoMoore lanzó un suspiro, apretó entre las suyas las
los vendábales que resiste un solo momento su empuje, manos de Faiiny y murmuró:
nores al general inglés, dio Fanny su adiós á la ciudad en
pero que está próxima á ceder y á inclinarse marchita
que quedaban los restos de aquel hombre que lo había
—¡El embarque!
sobre su tallo tronchado.
Esla última palabra le costó su último aliento; cuan- sido todo para ella, nadie supo que habia sido del ofiEl dia tocaba á su término.
do sus labios la balbucearon, Moore no era mas que un cial valiente y compasivo que acompañaba al jele inglés
en sus victorias y en sus derrotas.
Los médicos que le cercaban dijeron á aquellas muje- cadáver.
Triste es la muerte, pero el general en jefe del ejérres atemorizadas y tristes á la vista del moribundo:
Aquel ejército volvió de nuevo á la campaña, pero ya
cito inglés, solo podía borrar de este modo la vergüenza y no corría por entre sus lilas el ¡oven oficial de rubios y
- -¡ La noche agravará su posición!
—¿Y morirá señor? preguntaron ellas con ansiedad. los desastres de aquella tiin larga y tan costosa derrota. de rizados cabellos.
Todos ignoraban su suerte.
Durante el embarque tuvo bastante ingenio para ocultar su retiro á todas las miradas y entregarse de ese modo
á sus recuerdos y á su dolor.
Dolor grande/intenso, como habia sido su amor; do or
para el que no había otro consuelo que el olvido. ¡Y eir
se complacía en los recuerdos!
Las personas que la conocieron durante los momentos
de prueba para su alma, dicen que tuvieron ocasión o
verla en 1X40, el mismo dia aniversario de la muerte oeMoore. Kra todavía — dicen los que esto cuentan u
mujer hermosa á pesar de los años, su dolor había perdido de intensidad, pero en cambio quedaba en SU ,^°J^
zon una religiosa
constancia hacia aquel
amortan r"" "
g
q
SLS AVhNTURAS KSPEDlClfiNKS Y ¿Ml'lHSAS
bien
Irosamente perdido, que podía decirse muy
padecía una enfermedad de recuerdos.
Cariñosa en eslremo, pero entregada á sus reflexión-• ,
la veian lodos los años llegar el mismo dia que el antei
y partir al poco tiempo.
.
en
Los últimos años, añaden , traía va en sus ojos y
'
"
.
.
.
•
n
n
í
j
V
1
I I'IIA Q U E COMPRENDE LOS MAS C I I U O S P S K l ' l S M H c S V I.oS HECHOS MAS 1 M N M A N Í E S T.ü 11. l ' l i l ' l . N MILITAR Y P I L I T I C O
su rostro pintada la muerte: la última vez que nos i S H
DEL ACTUAL DlCTAIICn 1)K LA SICILIA.
en esla tierra de amargura, estaba ya muerta, ape' ^
tuvo fuerzas para visitar el sepulcro en que doroi
sueño eterno aquel á quien amaba aun después _ue i
años. Al otro dia todos los vecinos de la Coruna sa _
Y VKIIII;> \ AI. CASTEl.J.ANO,!
que habia muerto una protestante—solo nosotros po
POR J). MANUEL MARÍA FLAMANT.
inos decir—que murió en la misma alcoba y en el n
,
lecho en donde cerca de cuarenta años antes exliawi ^
Il.ll.-TRAIU
último suspiro, el que fuera para ella en el iminiu , C O N CJJ< A J I A P O S I N T E I I C A L A D * KN K L T E S T I . ' .
primero, «n único amor.
Dentro de breves dias se repartirá la entrega primera do esla publicación, cuyos ¡nitores son conocidos en la
MANUII. MUKGUIA.
lepúhlica de las letras. Estará adornada con hílenos grabados, sirviendo de muestra el que va en esta página.
Saldrá á luz por entregas del mismo (¡miaño, letra y papel que el Diario <lc mi lr,slii¡o <lr la ¡/tierra ilr
I I ) Ihsi,,,,,, ¡Ir 11, ijncmt tle In Inilrimuknría
por '-1 ( - 0 N "
A frica.
Cada entrega constará de ocho páginas de impresión con escalentes grabados; y toda la obra vendrá á tein r
prc'?;iinameiite treinta entregas.
IHÜKCTOU , II. J. (¡ASPAR.
Se repartirán una ó dos entregas por semana, y á la conclusión se dará gratis i na eiibiorlu.
Precio en Madrid, 1 real por entrega.
En provincias 10 cuartos franco ele (Kirie.
' FiiiToiif.í. MAninn : I'RÍHCIPE , *- iStiO'lis decir, que los suscritoresde provinnas solo pagarán de aumento i; maravedises por entreg;;.
GASPAR Y ROIG EDITORES.
GARÍBALDI
AMERICA, ROMA, PIAMONTE, SICILIA Y ÑAPÓLES
1834,
1848, 1859, 1860.
U
POR MM. O. F E R E Y 1-t. HYENNE,
Anterior
Inicio
Descargar