PANEL VISIONES SOBRE LA NACIONALIZACIÓN

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PANEL VISIONES SOBRE LA NACIONALIZACIÓN
Con la participación de los consultores Roxana Azeñas y Manuel Morales y
Raúl Prada del grupo Comuna
Isabella Radhuber1 y Valeria Silva2
Raúl Prada ha expuesto una visión sobre la nacionalización tomando en cuenta especialmente el
diagrama de poder transnacional, las fuerzas, instituciones, empresas y monopolios existentes.
Enfatiza que la historia parece repetirse desde la nacionalización de la Standard Oil (1937),
después vino la nacionalización de las minas (1952), sigue la nacionalización de la Gulf Oil
(1969), continúa la nacionalización de Mina Matilde (1971), de esta manera llegamos a la
nacionalización de los hidrocarburos en el primer año de gestión del gobierno de Evo Morales
Ayma, con el decreto “Héroes del Chaco”, el primero de mayo de 2006. La respuesta de las
empresas trasnacionales parece ser la misma, incluyendo a las empresas privadas mineras de los
“Barones del Estaño”.
Las nacionalizaciones cambian cada vez el control soberano y la administración autónoma el
mismo Estado y gobierno, ya que el Estado se vuelve gravitorio del campo económico. Explica
que a esta vinculación estrecha entre Estado y capital financiero y a la plataforma de políticas
económicas que apoyan la concentración de capital se llama capitalismo de Estado. Aunque
existen diferentes definiciones de capitalismo del Estado; sólo para mencionar uno: Polanyi
incluía a los propios Estados socialistas, mientras en América Latina se refiere a los nuevos
gobiernos nacionalistas y populistas, políticas de sustitución de importación, promoción de
industrialización y empresas públicas. En este sentido sin embargo llama la atención que en
Bolivia actualmente, las empresas transnacionales siguen jugando un rol tan clave: el 79% de la
producción de gas está en manos de las empresas trasnacionales, el 82% de la producción de
petróleo, condensado y gasolina está en manos de estas empresas, el 85% de las reservas
probadas de gas y petróleo con valor comercial se encuentra en megacampos controladas por las
empresas trasnacionales. Con respecto al monopolio, distingue entre el monopolio privado,
refiriéndose a la acumulación de capital para la concentración y centralización, y el monopolio
público, que más bien es un monopolio de defensa ente este otro monopolio privado, de control.
Isabella M. Radhuber es Post-Doc-Fellow en el proyecto “Nacionalización de la Extracción en Bolivia y Ecuador”
(NEBE), y en Castellano, ha publicado, entre otros: “El poder de la tierra” (Plural, 2009) y “Rediseñando el Estado:
un análisis a partir de la política hidrocarburífera en Bolivia” (UMBRALES 20, 2010).
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Valeria Silva Guzmán es estudiante en historia y ciencias políticas en la Universidad Mayor San Andrés y la
Universidad Católica en La Paz, y entre otros, ha publicado una cronología histórica de Bolivia en: “Plurinationale
Demokratie in Bolivien” (Westfälisches Dampfboot 2012).
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Roxana Azeñas dedica su ponencia a los roles y funciones de los diferentes actores después de
la nacionalización. Los principales actores que destaca hoy día son el propietario, que es el
pueblo de Bolivia, que define el régimen, las condiciones y los objetivos; el administrador, que
es el Estado, y que elabora las políticas estatales; el responsable del área, que es el Ministerio de
Hidrocarburos, responsable para la implementación de la política estatal; el brazo operativo que
es YPFB Corporación; las empresas operadoras prestadoras de servicios, que pueden ser
públicas, mixtas o privadas, y el brazo fiscalizador que es la Agencia Nacional de Hidrocarburos
(ANH).
A partir de esto, esquematiza tres diferentes esquemas: el de antes, el de la nacionalización, y el
de hoy. El esquema de antes mostraba las diferentes presiones que se ejercían desde las empresas
y la sociedad sobre el Estado, aunque simultáneamente podría haber encuentros directos entre la
sociedad y las empresas. El esquema previsto con la nacionalización muestra que las demandas
vienen desde la sociedad, directamente o canalizadas a través del Estado, y se dirigen hacia las
empresas. Ahora, sin embargo, a diferencia del esquema previsto, se presenta un bloque único
del Estado y las empresas que ejerce presiones sobre la sociedad, aunque también puede haber
encuentros directos entre las empresas y la sociedad.
Manuel Morales se refiere al regimen de hidrocarburos en su ponencia. Como antecedente está
la fase de la capitalización, caracterizada por medidas de ajuste estructural y procesos de
privatización. En el sector de hidrocarburos específicamente había un régimen de concesión, y
fiscalmente regalías e impuestos; YPFB además se parte en tres: Andina, Chaco, Transredes y
YPFB Residual; el gobierno se apropiaba sólo del 18% de los ingresos. Hasta el 2003 se
intensificó la lucha por la recuperación de los hidrocarburos y participación social en la toma de
decisiones políticas. Los objetivos de la nacionalización eran: recuperar la propiedad de los
hidrocarburos, caminar hacia el post extractivismo respetando la naturaleza y definir una nueva
distribución, con participación y control social. El regimen, con esto, cambia a uno de concesión
y una de prestación de servicios.
En el nuevo régimen se ha recuperado la riqueza, el patrimonio y la soberanía sobre los
hidrocarburos, y el gobierno se apropia ahora – según el ponente un 100% – del excedente.
Bolivia, con esto, supera su déficit fiscal crónico después de más de 40 años, dispone de sus
recursos, redistribuye la renta petrolera entre regiones productoras, municipios y otras entidades,
así como directamente a los más pobres; y además recupera la posibilidad de decidir sobre su
política energética. También, con esto, recupera la responsabilidad de invertir en temas socio
ambientales, y de ampliar los mecanismos de participación y de control social – donde se destaca
una falta de toma de responsabilidad por parte de las autoridades. El balance actual muestra que
no se enfoca aun suficientemente la necesidad interna, se requiere una nueva Ley de
Hidrocarburos, faltan no solamente inversiones en el sector, sino también mecanismos de control
social, y la toma en cuenta de impactos socio ambientales. Para dar un ejemplo, el caso
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Liquimuni cuenta con una ficha ambiental inconsistente, impactos sociales y ecológicos y un
debilitamiento de la organización indígena regional.
En el debate, se rescata debates de la Asamblea Constituyente, donde, en la comisión de
recursos naturales, presidida en entonces por Carlos Romero, se pensaba en una propiedad
mínima o porcentual de los pueblos y naciones indígenas del Estado sobre los recursos del
subsuelo – como se lo ha implementado parcialmente en Canadá. Además se tematiza la tensión
entre la nacionalización y el Estado plurinacional, y, de que en el gobierno, parece que
justamente la vertiente nacionalista se ha impuesto.
Además se tematiza que algunas leyes están siendo anti-nacionales y anti-indígenas, y que el
propios presidente viene del sector sindicalista, que es anti-indígena. Que las empresas y el
Estado forman un solo bloque, lo que causa bastante preocupación y hace surgir la pregunta, si se
puede retomar el camino hacia un Estado plurinacional.
Se reflexiona que ahora ya no es tiempo de lamentar sino de diseñar estrategias para hacer valer
los derechos indígenas, que no están siendo respetados por el actual gobierno. Además se consta
que se cuenta con más escasez de combustible desde la nacionalización – un hecho que parece
paradójico. Además se cuestiona el argumento, de que la deficiencia actual se encuentra en el
ejercicio de los derechos, ya que las actuales problemáticas tienen que ver más con dispositivos
económicos y políticos. La prestación de servicios de empresas transnacionales a YPFB por
ejemplo tiene que ser cuestionada, y si realmente resulta en que YPFB se apropie de un 100% del
excedente, así como el sistema económico global y el rol de Bolivia en éste.
Además se añade la preocupación de que actualmente las empresas públicas generan y reciben el
40 % del presupuesto, y de ello YPFB absorbe casi el 90%; entonces la inquietud es a qué de
destinan estos fondos, ya que el Plan de Industrialización de YPFB muestra que faltan aún, a
veces hasta el 60%, de los recursos financieros para la industrialización.
Raúl Prada responde que la transformación hacia un Estado plurinacional es lo clave, y el
planteamiento que se ha hecho de una transición hacia un Estado post-capitalista, que es una
propuesta de descolonización, distinta a una dictadura del proletariado, que más bien queda en el
marco de la modernidad. Abarca a una institucionalidad, administración y gestión plurinacional,
que se ha elaborado también en la propuesta de Ley de Gestión Pública Plurinacional
Comunitaria e Intercultural, que sin embargo ha sido rechazada; en vez, ha ganado una corriente
nacionalista.
Con respecto a la nacionalización, el problema fundamental no está tanto en normas cantidades
porcentuales, sino está en cómo se ejerce el control técnico de la explotación, de la producción y
de la comercialización, que actualmente está en manos de las transnacionales. Por lo tanto –
argumenta – que no hay una verdadera nacionalización, ya que no hubo expropiaciones y
tampoco hay control técnico, y más bien habría que preguntarse quién es el actual propietario.
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Tratando la pregunta acerca del ejercicio de los derechos indígenas, destaca que el problema
fundamental es que no hay el espacio de la participación, ni la gestión, a pesar de que la CPE
dice que la construcción de la ley de la gestión pública debería tener lugar de manera colectiva.
Además hay que analizar en manos de quien se encuentra la riqueza, ya que actualmente son las
transnacionales, y el Estado actúa de acuerdo a una lógica rentista extractivista que debería ser
sustituida por una lógica plurinacional y de soberanía.
Manuel Morales contesta que ahora ya estamos en un nuevo momento, porque no se trata de
cuestiones sectoriales, sino el cómo se ejerce el poder. La cuestión del ejercicio de los derechos
tiene que ver por supuesto con las correlaciones de fuerza. Aunque YPFB no ejerce todos los
derechos, si hay mayor influencia en la definición de precios, entre otros. Por último destaca que,
aunque las personas en el gobierno han cambiado, y hoy en día se encuentran personas que en los
principios de oponían al proceso de cambio y de nacionalización, el proceso de cambio sigue
siendo otra cosa que el gobierno, ya que es propuesta de los movimientos sociales.
Roxana Azeñas concluye con que ya se ha realizado que la propiedad ahora es del pueblo
boliviano, que sin embargo falta sustituir el chip de que “la economía manda”, y de que hay que
“crear incentivos para los transnacionales”, ya que hoy en día, cuando estas empresas firman
contratos, lo hacen bajo las condiciones establecidos en el país, en Bolivia. Por eso también es
tan importante ejercer los derechos, y no esperar a que se abran los canales.
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