Programa de Salud Sexual y Reproductiva Comunicación N° 4 23

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Programa de Salud Sexual
y Reproductiva
Comunicación N° 4
23 de agosto de 2016
Qué debe hacerse y qué no
puede hacerse ante una mujer
que consulta en situación de
aborto
La consulta al sistema de salud de
mujeres que se encuentran
cursando un aborto –es decir, una
interrupción espontánea o
inducida del embarazo en
cualquiera de sus variantes
clínicas– es una situación
frecuente y su atención forma
parte de la práctica diaria de
las/los integrantes de los equipos
de salud.
En general, las mujeres que
consultan se encuentran en una
condición clínica estable, no
crítica, pero algunas de ellas
llegan a los servicios de salud en
estado grave y necesitan atención
inmediata. El tratamiento
oportuno y adecuado puede
evitar mayor morbilidad y en
determinados casos, salvarles la
vida.
¿Cuáles son las situaciones por
las que puede concurrir una
mujer en situación de aborto?
• Amenaza de aborto de un
embarazo planificado o no
• Aborto espontáneo, ya sea
que la mujer tenga o no
conocimiento de que estaba
embarazada.
• Aborto inducido o provocado.
• Complicaciones debidas a una
interrupción legal del
embarazo por causa de peligro
para su vida, peligro para su
salud o en caso de violación
(ya sea con tratamiento
médico o quirúrgico, prestada
anteriormente en el servicio al
que consulta o en otro
establecimiento de salud).
• Complicaciones producto de
un aborto inseguro
(autoinducido o inducido por
una persona no calificada y/o
en un ambiente inseguro).
Qué debe hacerse
Cada contacto de la mujer con
los servicios de salud debe
considerarse una oportunidad
única, esto es, una oportunidad
para realizar otras
intervenciones del cuidado de la
salud y de realizar la consejería
en salud sexual y reproductiva,
así como garantizar el acceso a
métodos anticonceptivos.
La atención de las mujeres que
cursan un aborto siempre debe
enmarcarse en el respeto hacia
las personas y sus derechos
sexuales y reproductivos, como
parte fundamental de los
derechos humanos y como un
deber de todo integrante de un
equipo de salud.
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Programa de Salud Sexual
y Reproductiva
 La consulta debe realizarse en
un ambiente que garantice la
privacidad y que busque crear
un clima de contención y
escucha activa, en el cual se
brinde información
comprensible sobre el grado
de compromiso de su salud,
los estudios que deben
realizarle y las opciones
terapéuticas.
 Todas las prácticas deben
realizarse con el
consentimiento de la mujer y
siempre se ofrecerá la
posibilidad de que un/a
acompañante esté presente
con ella durante la consulta si
así lo desea.
 Brindar un trato humanizado,
de respeto y apoyo por la
situación personal de cada
mujer.
 Mantener una actitud libre de
prejuicios, sin discriminación
ni coerción en la prestación
de servicios, cualquiera haya
sido la situación que llevó a la
mujer a la consulta.
 Usar un lenguaje claro y
comprensible, adaptado a
cada persona.
 Crear un ambiente de
confianza entre el personal de
salud y las usuarias y
usuarios.
 Respetar la confidencialidad y
el secreto médico, de acuerdo
a lo establecido en las leyes
nacionales 25.673 (Salud
Sexual y Procreación
Responsable), 26.529
(Derechos del Paciente),
26.061 (Protección Integral de
los Derechos de Niñas, Niños
y Adolescentes), y 26.485
(Protección Integral contra
todas las formas de violencia
contra la mujer), y sus
respectivos decretos
reglamentarios, así como en
el artículo 156 del Código
Penal. La Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha
decidido que el deber de
confidencialidad de
profesionales de la salud tiene
preminencia sobre el eventual
deber de denunciar (aún en el
caso de una eventual comisión
de un delito, como era en el
caso el tráfico de drogas) ya
que de lo contrario se violaría
la garantía contra la
autoincriminación de las
personas (tal como se
estableció en el Plenario
Natividad Frías, en 1966). Así,
en el Caso Baldivieso (2010) la
Corte Suprema estableció que
en la ponderación de intereses
del Estado en juego tiene
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y Reproductiva
preminencia el derecho a la
autonomía, la privacidad, la
dignidad y la vida de las
personas. Este criterio fue
sostenido también por la Corte
Suprema en el Caso FAL (2012)
al resolver que no se debe
exigir la denuncia de violación
para garantizar el derecho al
aborto legal en casos de
violencia (respetando así el
derecho a la privacidad de las
mujeres), y en el caso A.G.Y. s/
recurso de casación (Cámara
de Casación Penal, 2012) al
sostener que “Aceptar que la
detección de abortos
consumados sea justa causa
para relevar al profesional de
la salud del deber de guardar
secreto, implica valorar la
persecución penal por encima
de la salud y la vida no
solamente de la mujer que
asiste al hospital para paliar
una infección potencialmente
mortal, sino -en general- de la
confianza de la población en
que recibirán un trato digno y
respetuoso por parte de los
servicios médicos.”
 Brindar información sobre su
condición de salud, el retorno
de la fertilidad y el
autocuidado.
 Respetar su derecho a tomar
decisiones sobre su salud y
fertilidad.
 Mantener una escucha atenta
sobre las necesidades, puntos
de vista, dudas y preguntas.
 Realizar una adecuada
evaluación clínica atenta a la
valoración de signos clínicos
de condiciones previas al
shock. Si el riesgo es
descartado se puede proceder
a realizar una evaluación
clínica completa, que incluye
la anamnesis y el examen
físico.
 Si se confirma la evolución del
aborto, realizar evacuación
uterina con las tecnologías
adecuadas: aspiración manual
endouterina o misoprostol de
acuerdo a las guías disponibles
y basadas en las evidencias.
 Las posturas personales no
deben modificar la conducta
de las/los profesionales de la
salud, quienes deberán valorar
los procedimientos
terapéuticos teniendo en
cuenta la condición clínica de
la mujer, el examen físico y los
estudios diagnósticos que se
realicen. En todos los casos, la
principal obligación de los
servicios de salud es garantizar
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la atención integral de las
mujeres.
La atención de las mujeres que están
cursando un aborto está atravesada por
un contexto particular, más complejo
que el de otras consultas asistidas por
el equipo de salud. Cursar un aborto
representa una vivencia única y
singular, que por lo general genera
angustia y miedo por la salud, la
fertilidad futura u otras consecuencias
que pudiera traer el evento. Pueden
presentarse sentimientos como tristeza
o culpa. En los casos de interrupción
voluntaria, se agrega la preocupación
porque se niegue la atención, a sufrir
maltrato o a recibir una denuncia.
A su vez, en las/los profesionales de la
salud, muchas veces aparecen en la
atención sentimientos negativos
ligados a la posibilidad de que la
interrupción haya sido voluntaria o que
se no se les relate toda la situación, y el
temor de que haya alguna complicación
a raíz de prácticas inseguras previas y
luego puedan ser considerados
responsables. Se suma a esto que
muchas/os profesionales tienen
opiniones personales en contra de la
interrupción voluntaria del embarazo y
lo dejan entrever durante la consulta.
Estas cuestiones pueden condicionar la
interacción entre una persona que
necesita atención y el/la profesional
que debe brindársela, y hacer que se
genere un vínculo poco propicio para
favorecer la comunicación, la escucha
activa, la confianza, y para garantizar el
objetivo central de ese encuentro, que
es realizar todas las acciones necesarias
para preservar la salud y la vida de las
mujeres.
La violencia obstétrica está
contemplada en la Ley 26.485 (de
Protección contra todas las formas de
violencia contra la mujer), y se define
como “aquella que ejerce el personal
de salud sobre el cuerpo y los procesos
reproductivos de las mujeres,
expresada en un trato deshumanizado,
un abuso de medicalización y
patologización de los procesos
naturales, de conformidad con la Ley
25.929”. La violencia obstétrica incluye
el “trato deshumanizado el trato cruel,
deshonroso, descalificador, humillante
o amenazante ejercido por el personal
de salud en el contexto de la atención
del embarazo, parto y postparto, ya
sea a la mujer o al/la recién nacido/a,
así como en la atención de
complicaciones de abortos naturales o
provocados, sean punibles o no”
(Decreto 1011/2010)
No se debe hacer y puede
constituir violencia obstétrica:
 Interrogatorio minucioso e
intimidatorio en pos de que la
mujer reconozca supuestas
maniobras abortivas como
condición imprescindible para
un tratamiento adecuado.
 No ofrecer o negar
analgésicos frente al dolor
 Realizar evacuación uterina
sin analgesia o anestesia.
 Realizar denuncia policial o
judicial o amenazar con
realizar tal denuncia.
En muchas oportunidades las/los
profesionales de la salud insisten
en saber la causa del aborto; es
decir, si fue provocado, si hubo
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y Reproductiva
maniobras u otras circunstancias
relacionadas. Se suele justificar su
insistencia en la creencia errónea
de que es necesario saber qué “se
hizo” la mujer para establecer el
adecuado tratamiento. Es posible
que algunas/os profesionales de
la salud se sientan molestos o
frustrados al percibir que se les
está “ocultando información”. Sin
embargo, es importante tener
presente que estas actitudes son
las que, en muchas ocasiones,
llevan a las mujeres a no querer
contar, incluso a no consultar o a
hacerlo tardíamente, poniendo
así en riesgo su vida.
Cualquiera sea el caso, la
conducta indagatoria resulta una
práctica expulsiva del sistema de
salud y no tiene justificación
médica, ya que el tratamiento
estará determinado por la
condición clínica de la mujer al
momento de la consulta.
Los equipos de salud que
incumplen sus obligaciones
profesionales y las instituciones,
sus directivos y el personal
médico y no médico son
susceptibles de sanciones
legales, administrativas, civiles o
penales.
Marco normativo vigente para la
atención de las mujeres que cursan un
aborto
 Tratados internacionales de
derechos humanos que reconocen
el derecho a la atención médica y
la legislación nacional que
establece los parámetros legales
de la atención sanitaria. Es
importante destacar que nuestra
legislación, de acuerdo con
estándares internacionales, amplía
el concepto de relación médicopaciente para involucrar a lo que se
conoce frecuentemente como
“equipo de salud”, es decir todo
aquel/la que trabaja en un servicio,
se trate de los/as profesionales
médicos/as, enfermeros/as,
trabajadores/ as sociales,
psicólogos/as, obstétricas/os, etc.,
o de quienes se ocupan del servicio
hospitalario, administrativo o de
maestranza.
 La Ley N° 26.529/2009, de
“Derechos del paciente en su
relación con los profesionales e
instituciones de la salud”.
Establece el derecho a:
- Ser asistida por el equipo de salud
sin menoscabo o distinción por sus
ideas, creencias religiosas, políticas,
condición socioeconómica, raza,
sexo, orientación sexual o cualquier
otra condición.
- Recibir un trato digno y con
respeto a sus convicciones
personales y morales,
principalmente las relacionadas con
sus condiciones socioculturales, de
género, de pudor y de su intimidad.
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y Reproductiva
- Recibir la información vinculada a
su salud y las opciones terapéuticas
disponibles, que se deben
transmitir de forma clara y acorde a
sus capacidades. Esta debe ser dada
por escrito si es su deseo obtener
una segunda opinión sobre el
diagnóstico, pronóstico o
tratamiento.
- Aceptar o rechazar determinadas
terapias o procedimientos médicos
o biológicos, con o sin expresión de
causa.
 Ley Nº 26.061/2005, de
“Protección integral de los
derechos de las niñas, niños y
adolescentes”.
Otorga a los niños, niñas y
adolescentes similares derechos en
lo referido a la toma de decisiones.
 Ley Nº 26.485/2009, de
“Protección integral para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres en los ámbitos
en que desarrollen sus relaciones
interpersonales”.
Define “violencia obstétrica” como
la que se expresa
mayoritariamente, aunque no con
exclusividad, en el trato
deshumanizado hacia las mujeres,
en la tendencia a patologizar los
procesos reproductivos naturales y
en múltiples manifestaciones que
resultan amenazantes en el
contexto de la atención de la salud
sexual, embarazo, atención pre y
post parto. El personal de la salud
puede ser agente responsable de
este tipo de violencia, así como del
resto de las clases de violencia
posibles: contra la libertad
reproductiva, física, psicológica o
institucional.
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