Capítulo Décimo Tercero

Anuncio
PAUL
V E R L A IN
E
XIII
A despecho de m i s reproches interiores, p o r que, ¿para qué a l a r m a r a aquella niña, acaso
sm razón?, no pude menos de cc-uunicarle, al
día siguiente por la noche, a M a t i l d e , en u n coloquio verdaderamente apasionado, m i s t r i s t e s
presentimientos, en los que tomó una parte t a l ,
que me desgarraba el alma y me satisfacía a l
mdsmo tiempo. Pero p a r a a p a r t a r , no obstante,
las preocupaciones demasiado tristes, entretuvímonos ambos en pormenores nimios, relacionados con la ceremonia que había de celebrarse
dentro de unos días. L a costurera las pasó morradas y yo no íe d i punto de raposo a l sastre.
A l mismo tiempo, pulsaba yo a m i f u t u r a , con l a
que hacía tiempo paseaba y a bajo l a égida de
su madre, los días de asueto, desde hacía m u cho tiempo, sí, porque recuerdo como cosa de
hoy, haber visto aquel año a l último buey goi'do
y a l a última miáscara seria pasar, bajo una g r a nizada de las más memorables, p o r esa glacial o
tórrida plaza de l a Concordia, pulsaba pues, como decía, a m i f u t u r a , discretamente, acerca de
los regalos que querría aceptar en l a modesta
canastilla de bodas que yo le dedicaba, con el
afán de que ésta pudiera parecerle " p o r lo men o s " regia, y nuestras paradas ante los escapa158
C
o
N
F
E
S I
o
N
E
rates de las joyerías y de los almacenes de r o p a
blanca, eran el cuento de nunca acabar.
Todo iba, pues, a pedir de boca p a r a nosotros,
y la'miañana de l a antevíspera de l a fecha bend i t a pudo contemplar m i maravilloso despertar,
m i alegre encaminarme a l a oficina, después del
más cariñoso beso a m i madre, u n poco inquiet a ella también a causa de las noticias de la guer r a y de su probable i n f l u j o en las deliberaciones de las Cámaras; pero encantada, s i n e m bargo, de verme de t a n buen h u m o r , y , p o r último, m i celo a d m i n i s t r a t i v o , objeto de la a d m i ración algo inquieta de m i s compañeros, que
jámás me habían v i s t o t a n dispuesto, y l a l i t e r a l estupefacción de más jefes.
Sí; todo salía a p e d i r de boca, cuando próxim a y a a t e r m i n a r la j o r n a d a burocrática, a eso
de las cuatro y media o las cinco, en la luz y a
opaca del g r a n salón de paredes atestadas d©
a r m a r i o s llenos de cartapac'os, donde estábamos cuatro empleados detrás de nuestras mesas, con casilleros cargados hasta más no poder
de otros papelotes en desorden, y pesados t i n tercnes, acentos erizados de plumas, garrapa-;
teando t e r r i b l e s hojas de papel con títulos i m presos, con fórmulas siempre las mismas, " o r den de pago de t r i m e s t r e " , etcétera, y nombres
GufflieUmini,
Belloir, y etcétera, etcétera, v i ent r a r fiálido, decaído, desfigurado, a uno de m i s
159
PAUL
V É R L A I N E
buenos amigos, L... de R..., muchacho de corazón
expansivo en demasía, la exaltación en persona,
el cual acababa de sabsr, por modo inopinado,
que su querida había fallecido de sobreparto, y
quería suicidarse, enseñándome, en coníinaación de sus palabras, u n revólver cargado, y po' niéndpme en las manos un abultado m a n u s c r i to, que yo no había de leer hasta después de s u
muerte, y antes de que yo, a t u r d i d o , pudiera r e ' tenerlo p a r a pedirle alguna explicación, que q u i zá h u b i e r a modificado su propósito, echó a cor r e r , despistando p o r aquel dédalo de corredores y escaleras mii persecución, i n s p i r a d a en el
deseo de d i s u a d i r l o de u n suicidio espantoso par a m i corazón de amigo sincero, y q u i t a r l e el
a r m a s i era posible y retenerlo p o r la fuerza s i
era menester j u n t o a mí.
I g n o r a b a yo sus señas. Suponiendo que me las
habría dejado en l a carta que acababa ue entre-,
g a r m e , abríla, encontrándome con que contenía
u n testamento en el que me encargaba ds velar
p o r el h i j o que dejaba en el mundo, cuyo nacim i e n t o habíale costado l a v i d a a la pobre m u j e r ,
a la que rai desventurado amigo quería seguir:
en la t u m b a . Cuanto a señas, n i la menor i n d i c a c i ó n . . . A l o t r o día fué, cuando después del
desayuno, en el momento en que me disponía
a d i r i g i r m e a l a oficina, recibí u n tetegrama suplicándome que me dirigiese a toda p r i s a a Pas-.
160
„: ;
~
C
—
'
;—'•
o
N
~
F E';S
—-—'•
I
—'—•
O
NyE
1——^
:~
S
j_ •
sy, calle T a l , número tanto, y que Cirmába L . . .
de K . . . A t e r r a d o , y temiéndomelo tqdOf pefp
con lá súprenna esperanza que presentía quimé:j:icá, dé que el desgraciado me Uaiharíá, quizá;
. [• •'para volver a verme y p r o b a r de asirse dé Su
i y desesperación a m i f i e l amistad, escribíle ..uñas
; ¡ líneas de excusa a m i jefe y tomé al vuelo u n c o che de pünto.
, X a víspera habíame encontrado en la calle de
N i c o l e t u n aire completamente alterado, y d i r i gídome algunos reproches, ¡oh, cuán afectuosos! Y o no había creído tener que disculparnae
más, sino a t r i b u y e n d o m i u n t a n t o " t r i s t e f i g u , r a " a u n extremo cansancio, debido a un,éxcesf>
de t r a b a j o en esa p e r r a of:cma> que n i siquiera
había consentido en concederme dos a t r e s días
de iicenoia antes de l a boda, n i más de cúarehta
miserables horas de descanso después del m a t r i monio.
A l llegar a Passy encontré a L . . . de R . . •.
tendido en l a cama, todo vestido, con l a f r e n t e
traspasada do u n balazo. ¡Oh, aquella cabeza
que había sido t a n hermosa con su cálida p a l i déz y sus largos cabellos románticos; aquella
cara espantosa, violácea ahora, con los ojos t o davía de angustia bajo los entornados párpados,'
, y l a , boca mohína y de costado, enseñapííó,j<^®
dientes en u n a b r i r s e de doliente a l e n t a r !
T u v e que i r a ,toda p r i s a a ponerme a las óiv
•\
••161
PAUL
V E R L A
INE
denes de la madre, que no me conocía, sino p o r
lo bien que su h i j o le había hablado siempre de
m í . . , y a la que el atroz estupor, más todavía
que el inmenso desastre -—¡un h i j o único a l que
ella quería t a n t o , y que l a quería t a n t o tam-^
b i e n — , hacía incapaz •—apenada y como ofendida p o r aquella m u e r t e p o r culpa de una e x t r a ña— de atender a las miserables cosas que in>p l i c a una defunción, sobre todo una defunción
ilegal. Reconocimiento por salvar las f o r m a s per o siempre molesto, del médico forense, obedeciendo a "órdenes especiales"; v i s i t a todavía
más v e j a t o r i a del secretario del señor comisario
de Policía del d i s t r i t o ; declaraciones, testigos
y demás, porque e n París no g u s t a n de f i r m a r
el f i n de u n h o m b r e que se hartó de l a existencia que en este m u n d o llevamos.
Además, la madre, que e r a católica, encargóme de obtener del señor c u r a de Passy l a a d m i sión e n l a iglesia del cadáver de su desventurado h i j o . Encontróme, dicho sea de pasada, e n
aquel sacerdote con u n hombre m u y apenado
p o r lo o c u r r i d o y m u y conmovido de l a aprem i a n t e demanda, el cual, después de sermonearme u n poco, i n c i t a d o s i n duda a ello p o r m i s
pocos años y l a g r a n sinceridad de m i emoción,
que yo manifestaba en todo, declarando, o más
bien dejando a d i v i n a r m i incredulidad, concedióme u n "convoy de tres h o r a s " .
162
C O N F E S I O N E S
A l día siguiente, que e r a l a víspera de m i boda — a q u e l l a vez l a noche m i s m a de aquella antevíspera t a n t r i s t e m e n t e memorable había yo explicado m i , extraño aspecto de l a noche anter i o r , lo que no me habían censurado, sino todo
lo contrarío—, después del envío simultáneo a
m i o f i c i n a de una nueva excusa de ausencia y de
diversas invitaciones a l a ceremonia del día s i guiente, asistí, en compañía de sólo A n a t o l e
France, mí amigo a n t i g u o y que sigue siéndolo
y m u y afectuoso — a u n q u e yo había r e p a r t i d o
numerosas esquelas—, a l breve responso, adiós
postrero a aquel que no había podido luchar máa
con esta v i d a c r u e l . . .
E l estado de enervamiento en que regresé a
París, propiamente dicho, el incidente que sigue
lo demostrará m e j o r que todo análisis psicológico.
L a verdad acitbaha de estallar el día antes, e n
la plaza de Vendóme. E n vez de l a falsa v i c t o r i a de Mac-Mahon, que había hecho que dos días
antes se engalanasen todos los balcones del bar r i o , ¡ay!, de l a Bolsa, habíase divulgado l a t r i ple d e r r o t a y l a r e t i r a d a " e n buen o r d e n " del
ejército del R i n . U n a e x t r a o r d i n a r i a excitación
f e r m e n t a b a amenazadora y además absurda, según habían de demostrarlo los acontecimientos
subsiguientes. L a gente les a r r e b a t a b a los periódicos de las manos a los vendedores. Y o compré
163
PAUL
V E R L A I N E
uno que acabó de colmar el estado f e b r i l m e n t e
h o r r i b l e en que me encontraba desde e! día anr
tes, y no había hecho más que acomodarme en l a
t e r r a z a del café de M a d r i d , donde se encontraban g r a n número de compañeros míos, l i t e r a t o s
y de esos que a u n no se l l a m a b a n políticoSj Cuándo acertó a pasar p o r allí u n r e g i m i e n t o , con l a
MarscUesa
a la cabeza, y a l p u n t o , u n f o r t n i d a - '
ble g r i t o de ¡Viva
República! brotó, de todos
los pechos — d e éasi todos por lo m e n o s — ; porque habiéndome yo levantado u n poco y acer-''
cádome a l f i l o de l a acera p a r a m e j o r hacer m i
manifestación aparente, ¡oh, puramente i n s t i n t i v a ! ,—no tendrían d i f i c u l t a d e n creerlo—- y^
s i n esperanza de u n a subprefectura después de
x Gloriosa i n m i n e n t e , u n caballero que llevaba
a l a cabeza u n hongo y que tenía el aspecto de
u n h o r t e r a en delirio, me apostrofó d i c i e n d o :
¡ L o que h a y que g r i t a r es v i v a F r a n c i a , ciudad a n o ! ¡ E n u n día como el de h o y no hay más
partidos, no hay más que la bandera!, etc.; y
p a r a p r o b a r m e l a verdad de su dicho, hizo sfir
ñas a unos agentes, que se acercaron con i n t e n ción de detenerme. A l ver aquello y como, y o
gesticulaba como u n energúmeno, proclamando
y reteproclamando l a República con todas rnís
fuerzas, ¡y a fe mía!, con todo m i corazón, los
compañeros de la t e r r a z a y p a r t e del público
arrancarónme de manos de los agentes,que, p o r .
164
' '
c o
j v f^
É s 1
O
[-n
E S
l o demáá; ,no pie tenían sujeto m u y recio, y y o
me sustraje a las ovaciones escurriéndome p o r
el pasaje, J o u f f r o y , ¡ V a y a u h lance! ¡ E n l a cálle
dé>Niebíet i b a n a tener unas notíeias que y a ,
yaíc' :.; Y azoradó, sediento y en u n desorden de
i n d u n i e n t a r i a que reclamaba alguna reparación
de m i corbata y demás accesorios, me entré én
el cáfé Muihouse, que luega pasó a ser u n h'oiíillon 'en cuyo solar, incluso el jardín, se há instalado luego el nsuseo G r e v i n . AHÍ pedí el último
ajenjo que había de t o m a r e n mucho, en muchír
simo tiempo, y e l periódico de la noche p i e j o r
infopmádo, que e r a entonces La Patrio., en l a
f o r m a p a t r i a r c a l y achaparrada, que luego ha
perdido, ¡,para su b i e n ! L o p r i m e r o qüe en él
hirió m i s ojos, fué eéto, casi t e x t u a l y cruélniente exacto " E u g e n i a , regente, a todos los presen-,
tés, y venideros, s a l u d : Decretansos, deapués.de
consultar a l Consejo de m i n i s t r o s , de v o t a r l o el
Cuerpo legislativo y de aprobarlo el Senado, l o
siguie nte: Artículo único. Todos los hombres n o
casados de las q u i n t a s de 1844, 1845, etc., que nO
•fórmah p a r t e del contingente, son llamados a
••f^ias'b..
í,Ya estaba encima lo que yo temía! ¡ M i boda
no habría de v e r i f i c a r s e !
165
Descargar