homenaje - Actividad Cultural del Banco de la República

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HOMENAJE
A LA SMA. VIRGEN.
e;:Deinde dicit discipulo: Ecce matcr tua.
~t ex illn hora accepit earo discipulus
in sun,»
JOAXN.
Cap. XIX,-Ver.
27.
María, que del piélago y del nlma
Las tcmpelltn.des calma,
Que rccoge en BUS brazos y consuela
Al náufra.go del mar y de la vida,
Bálsamo á toda hCl'iJa,
Puerto ú. toda aflicción, Maris slclla!
GA~l'.U:
NÚÑEZ
DE ..lUCE.
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
HOMENAJE
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CA TALOC
Este Libro fue Editado por la Biblioteca
Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
PRÓLOGO.
Que el día 26 de Diciembre de ] 586, verificó la Santísima Virgen María Madre de Dios, en Chiquinquirá, el prodigio
de renovar su propia imagen en el fondo tic un cuauro ya
casi completamcnte destruído, en que aClOs antes había sido
toscamente pintada por Alonso de Narváez ; y que este acontecimiento singular fu6 como el primer eslabón de una no
interrumpida ni terminada serie de hechos portentosos, con
que la Reina Soberana ue los Ciclos quiso fundar la Fe cristiana y enccnd"r la antorc1l3. de su inefable Caridad en el
sucio colombiano,'son cosas que están jurídicamente
comprobadas, y acerca de las cuales no es lluestro ánimo entrar eIl
disertaciones en cstJ. publicación, que sólo sc hace como un
justo obsequio á quien es Autora u(; tan grandes beneficios.
Base necesaria de este sencillo obsequio es, de consiguiente, la Fe, que, según la valiente expresión dd Cardenal
Sadoleto, (L ha de entcnderse como amplio y pleno vocablo,
que contiene en sí, no sólo la credulidad y la. confianza, sino
también el deseo de obedecer á Dios, y la caridad, príncipe y
señora de todas las virtudes cristiauas.:p
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PR6LOGO.
A quienes no tengan la felicidad de creer, los excitamos
formalmente para que, si á lo menos poseen el deseo de adquirir la Fe, vean el libro en que se hallan relatados y comprobados los maravillosos sucesos de que hablamos.
Quien con ánimo imparcial, sin preocupaciones y sólo
movido por el deseo de poseer la verdad religiosa, lea dicho
libro, quedará satisfecho de la sencilla veracidad que encierra.
Intitúlase:
Verdadera Histórica Rclact'ó1z del origm,
mallifestacióll y prodigiosa renovaczón por si misma y milagros
de la l1wlgen di! la Sacratisima Virgen Afa1'ia, Jfadre de
Dios, Nuestra SeflOra de El Rosario de Chiquillquird, que
estd en el Nuevo ReYllo de Grmzada, á cuidado de los ReN·
giosos del Ordm de Predicadores; fué sacado á luz, la primera vez, por el M. R. P. Fray Pedro de Tobar y Buendía, y
reimpreso, á cuidado del M. R. P. Fray Pedro Masustegui,
por Antonio Marfn, en Madrid, el año de 1735.
Sentimos que las pequeiías dimensiones de la presente
publicación y la prisa con que ha sido acometida, no nos
permitan trascribir una buena parte de dicha obra; pero consideramos de toda oportunidad el insertar, á modo de prefacio, algunos trozos tomados de los que nos parecen más notables.
Sean los siguientes:
«Alégrense los campos de Chiquinquirá, y toda aquella
tierra cclebre con regocijo la dicha, que ha tenido, de que en
ella hubiese sido transplantada la Rosa del Cielo, María Santísima Virgen en su Imagcn del Rosario, quc si la hermosura
de esta Divina Rosa estuvo deshojada, y perdidos los colores
en un roto y maltratado lienzo, ya le goza aquel campo renovada de divinos colores, por haber sido escogido para teatro
de esta Soberana Reina, en que haciendo ostentación de sus
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PRÓLOGO.
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maravillas, descubrió su hermosura en su Imagen, tan superior y divina, que aunque á los que han tenido la dicha de
recrear sus ojos en ella, les ha de parecer borrón la pintura,
que yo hiciere, no obstante, para que los que no la han visto
pintada en el lienzo del milagro, no carezcan del consuelo de
saber cómo y de qué manera se ve hoy, por no faltar á la
obligación de historiador, procurari~ con el tosco pincel de
mi pluma sacar de esta bendita imagen una copia. ,C«El lienzo en que está pintada, es una manta de algodón,
que tiene de alto vara y cuarta, y de ancho vara y tres cuartas, poco menos. La estatura de la Madre de Dios es de cinco
palmos; la disposición de su santisimo cuerpo, es peregrina;
las proporcionadas facciones de su rostro, son soberanas; y el
todo, de hermosura tan superior, que causa asombro y pasmo
á cuantos la ven, con una gravedad tan majestuosa, acompaliada de tan agradable y estremada modestia y compostura,
que arrebata los ojos y la atención, embelesa los entendimientos y se roba los corazones tan insensiblemente, que 10
mismo es poner en ella la vista, que quedar presa de sus afectos la voluntad. Sólo quien la ha visto,y experimentado este
su poderoso atractivo, (que creo son todos los que entran con
reverencia en su templo) puede hacer entero concepto de esta
verdad.
a:Tiene esta Señora los ojos casi cerrados é inclinados con
el rostro á su precioso Hijo, que tiene sobre el brazo izquierdo en graciosa disposición, y tan á 10 natural, que parece más
vivo que pintado; en cuya mano derecha tiene un hilo, que
pende de el pié de un pajarito de varios colores, que está pintado sobre el pecho de su Santísima Madre; de cuyo rostro
el color casi es indeterminable á la vista, y á lo que parece,
es al blanco color de perla i tiene en su soberana cabeza una
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PRÓLOGO.
toca blanca, que dejándole descubierto todo el rostro, y la
garganta, cae por los lados en bien sombreados dobleces, y se
recoge sobre el pecho. En la mano derecha tiene un rosario
de color de coral; los trazos del ropaje son primorosos, porque la túnica es de color rosado claro, con sombras de carmín
oscuro y del mismo color es el paño en que está envuelto el
niño Jesús, del medio cuerpo para abajo, y para arriba está
desnudo. El manto es de color azul celeste, y baja de los
hombros por los lados, recogiéndose la punta del derecho
debajo del brazo izquierdo; y á sus santísimos pies tiene una
media luna con las puntas para arriba.
«En los gloriosos Santos San Andrés Apóstol y San Antonio de Padua, que están pintados á los lados de la Madre
de Dios, hay también mucho que admirar, así en la hermosura de sus rostros como en la primorosa disposición de sus
cuerpos; está San Andrés alIado izquierdo, vuelto el rostro
hacia la Santísima Virgen, muy grave y se\'ero, con los ojos
puestos en un libro que tiene abierto en la mano derecha,
con tánta propiedad, que parece que está leyendo, y debajo
del brazo izquierdo tiene la Santísima Cruz, signo de su martirio j el color de la túnica es rosado encendido, con oscur;¡s
sombras de carmín j el manto que le ajusta al cuello, es de
color de muy fina grana, tiene descubiertos los pies y la estatura es de cinco palmos. Del mismo tamaño e~ la de San Antonio de Padua, que está alIado derecho de la Madre de
Dios, tiene el rostro penitente y devoto, y calada la capilla;
en la mano izquierda tiene un libro cerrado, y sobre él parado un niño Jesús con el mundo en la mano; en la derecha
tiene el Santo una palma verde, signo de su virginidad, y los
pies descubiertos.
«De esta manera qued6 el milagroso lienzo de Nuestra
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PRÓLOGO.
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Señora del Rosario de Chiquinquirá, después de su admirable
renovación; y así se ve al presente pintada su Sacratisima
Imagen, y la de los dos gloriosos santos; y aunque después
del milagro quedaron en el lienzo por algunos años las roturas y agujeros; poco á poco se fueron cerrando, sin percibirse
el modo; porque con la sutileza, que la naturaleza misma
hace crecer las plantas sin poderse percibir el movimiento,
así de milagro se fueron cerrando, de tal manera, que ya no
se ve en aquel portentoso lienzo, ni un rasgo de las roturas
que tenía de antes, ni serial alguna de haberlas tenido, ni de
que hayan sido resanadas por artífice humano;
y sólo se reconoce haber sido toda esta obra del divino Poder, que con
s6lo un rasgo de su pincel, cerró los que tenía el lienzo, dejando acabada esta maravilla con los primores de su poderosa
mano, no sólo en el aumento de la materia, que faltaba, cuanto en la pintura, que la llenase y cubriese, repitiendo nuevos
prodigios ¡\ los primeros, á los cuales se aiiade otro muy singular, que de ordinario se experimenta, y es, que desde la
grada del altar se ve esta milagrosa Imagen con tan perfectas
facciones, hermosura Y viveza de colores en toda la pintura,
que excede toda ponderación, Y dejamos referido; y subiendo
encima del altar, á ver más de cerca aquel prodigio de maravillas, lo que se ve en el portentoso lienzo, es un género de
sombras de unos colores muertos, que parece haber sido lavadas y las facciones del rostro de la Madre de Dios, no se perciben con aquella perfección que vista de lejos, desde donde
atendida, no solamente se ve muy extremadamente hermosa,
y toda la pintura de vivos colores, sino que parece cs la Imagen de la Madre de Dios de relieve y que se sale del lienzo
con hermosura y graciosidad tan divina, y colores tan inimitables, que aunque muchos de los excelentes pintores que ha
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PR6LOGO.
habido en aquel reino, han querido copiarIa, jamás han podi.
do dibujarla con perfección, ni hOansabido determinar si la
pintura está al óleo, ó al temple; porque parece lo uno y lo
otro, y no es lo que parece. Bastantemente
se prueba esta
verdad con .una declaración que hizo como testigo de vista,
el Alférez Baltasar de Figueroa, pues siendo tan primoroso
pintor, como lo acreditan sus obras, y queriendo sacar de esta
milagrosa Imagen un retrato, se le turbó la vista de manera
que confesó públicamente á voces en la iglesia, no poder
principiar el bosquejo, por la mucha turbación que le había
causado la vista de esta Soberana Señora. Y siendo el autor
prior de su santa casa, vió que sucedió casi lo mismo ~ Juan
de Cifuentes, pintor, pues habiendo querido á vista de la milagrosa Imagen, sacar de ella un retrato, y le dió un trasudor
y temor tan grande, que no se atrevió á dar pincelada alguna; ni ha sido posible que pintor alguno haya podido sacar
de esta admirable Imagen un diseño, que con verdad se diga
corresponde al original. V
«Cuando el milagro de la manifestación y renovación por
sí misma de esta bendi ta Imagen, no estuviera tan .suficientemente comprobado en las copiosas informaciones que hicieron, así el Cura de Chiquinquirá como los Jueces comisarios,
bastaba verla al presente, para conocer en ella, que es obra
toda sobrenatural, porque si consideramos en los motivos que
tuvo el Padre Juan Alemán de Leguizamón, para quitarIa del
altar en que estaba en la capilla del pueblo de Suta, y atendemos de la manera que está al presente en aquel milagroso
lienzo, en el aseado lucido altar del suntuoso templo de Chi.
quinquirá j conoceremos con evidencia, que fué renovada
de milagro, y que es obra de la Divina Omnipotencia y una
maravilla muy grande el que se conserve tan hermosa y luci-
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PRÓLOGO.
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da al presente j pues estando como está y permanece pintada
en una manta de algodón, lienzo poco durable, y materia tan
corruptible (que habrá que está tejido muy cerca dI;: doscientos af¡os) se conserva tan sano é ileso, como si se acabara de
tejer, y lo más que hay que admirar es, que aunque hubieran
tenido con él muy especial cuidado y procurado preservarle
de las injurias del tiempo, y lluvias en el altar de la capilla
de Suta, donde estaba, y de que no hubiera sido arrastrado
por los suelos en la de Chiquinquirá, como lo demuestran las
manchas de las lluvias á que estuvo por muchos días expuesta, sino que hubiera estado en parte muy decente libre de
inmundos ajamientos, á los cincuenta arIOSya estuviera tan
podrido, que se quedaran en las manos los pedazos. Esta es
tan notoria verdad, que se prueba con la experiencia: porque
se ha visto en el Nuevo Reino que algunas personas por curiosidad, han procurado conservar algunas mantas de algodón de las finas, que antiguamente tejían los indios, que llaman de pincel, porque con tierra negra y colorada pintaban
en ellas curiosas labores, y por mucho cuidado que con ellas
han tenido, ya de ellas aun no hay memoria: y que el lienzo
en que está pintada esta Soberana Imagen, siendo de la misma materia se haya conservado sano, é ileso y fuerte, ¿quién
habrá que no conozca que es milagrosa la conservación? Que
permaneciera no habiéndose mojado y maltratado, maravilla
fuera; pero que persista con tanta integridad á más de ser
muy antiguo, después de estar roto, ajado y deslustrado, sobre ser milagro, manifiesta superior causa de mayor admiración; porque si el año de mil quinientos y sesenta y cinco,
ya parecía en el altar de Suta, la Imagen muy antigua por
estar borrada la pintura y el lienzo roto y maltratado, ¿cómo
pudiera parecer al presente, ni haber de él un vestigio, si no
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PR6LOGO.
fuera pendiente de conservador sobrenatural? ¿Cómo pudiera
manifestarse sin señal de haberse resanado las roturas, si no
hubiera quedado por muestra del milagro, el que en las partes donde estaban, no se vea indicio alguno de ellas? ¿Y có·
mo pudiera todo aquel milagroso lienzo permanecer con la
Imagen de la Madre de Dios, y de los dos Santos, tan hermoso, con lucidos colores, al cabo de ciento y ocho ai'ios de
su renovación, si no fuera porque ha repetido Dios, Autor
de la primera maravilla, continuar prodigios en honra de la
imagen de su Santísima Madre, para que reconociendo nosotros que aquella es toda obra suya, y de Sll Divino Poder, le
alabemos y glorifiquemos, dándole muchas gracias por tántos
milagros juntos, como ha obrado, y por el singular beneficio
que hizo á todo el Nuevo Reino y á los fieles, erigiendo este
teatro de sus misericordias, dándonos á esta Celestial Reina
por dispensadora de ellas, y nuestra única protectora y Abogada, y singular asilo en ql]c todos los que la invocan en sus
necesidades, experimenten su remedio y la hallen como piadosa Madre, para alivio y consuelo de sus tribulaciones?
«A más de las informaciones que tenía ya en su poder
el señor Arzobispo, de los milagros que había obrado la Madre de Dios en esta su bendita imágen, comprobados por
fray Juan de Figeredo, Cura y Vicario de Chiquinquirá, y
por el padre Jerónimo de Sandoval, Cura y Vicario de la
Villa de Leiva, Visitador y Juez Comisario, con la noticia
que tuvo el dicho señor Arzobispo de la fervorosa devoción
con que los vecinos de la ciudad de Tunja y su Cabildo habían solicitado el favor y amparo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, y de los muchos prodigios que había
hecho dando salud á los enfermos, desterrando como llena y
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PR6LOGO,
II
hermosa luna las tinieblas de la noche de tristeza, que por la
peste afligían á Tunja, así en ella como en los pueblos eamarcan os, con maduro acuerdo y compelido de su santo celo,
despachó su comisión á la ciudad de Tunja, en donde estaba
esta bendita imágen, nombrando por Jueces, Comisarios á los
Padres el Licenciado] uan Rodríguez Adalid,J uan de Castellanos, Beneficiado de la dicha ciudad, y Juan de Cañada, Cura
y Vicario de ella, para que todos juntos hicieran jurídicas,
y auténticas informaciones del orígen y milagros de la Madre
de Dios del Rosario de Chiquinquirá: por ser el dicho auto
el fundamento en que estriba la autoridad de esta relación,
no quiero omitir ponerlo á la letra.
a:
AUTO
«Don Fray LzeÚ Zapata de Cárdenas, por la gracia de
Dios, Arzobispo de la ciudad de Santafé y .Nuevo Reino de
Granada, del Consejo de su 1I1ages/ad, <rc.A Vos clliccnciado Juan Rndr!guez
Adalid,
Clérigo P,'esbitero, salud y
g1'aeía: Sabed, como ya debéis saber, como estando e1Z una
Iglesia que cstd C1Zlos aposetltos de Chiqmilquird, es/d una
l'mdgen de Nuestra S%ra del ROS'lrio cn 1&1Z
lienzo, somos
informados que Izaee aígtt1los mila/!ros, as! dmtro de su Iglesia como fuera de ella, y que halz acudido y acudm muchas
gentes ti visitarla y d tener 11Ovenas,y que ahora la han llevado d la czi/dad de Tunja, donde al presente está: )' que Yuan
de Ftgueredo, Cura y Vz'cm'jo de aquella 19lesia,por nuestro
mandado y comisión, hizo cierta infonnaciÓn tocallte d los dichos milagros, y después de él, Ger6nimo de Salldoval, Cura y
Vicayt'o de l'lucstra Scrzo1'ade LÚ'lJa, por 11uestro mandado
Ilizo otras infol'maciones. Y porque para vcrijicaciólz de una
cosa de ta1zta m01tta, y que tanto 110S importa, cOllvz"me que
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PR6LOGO.
Vospor vuestm proPia persona, ¡untamete con :Juan de Castellanos, Bene1ufidado de la Iglesia Parroquial de la dicha
ciudad de Tun/a, y jua11 de Cañada, Cura, y Picado de
ella, cOnfiatldo como confiamos, de vuestra persona y de las
suyas, que haréis la dicha averiguación C01Z
mucha diligencia, cuidado, recNtud, y cristiandad: por tanto por la presente vos cometemos, y mandamos que luégo, y con la mayor
brevedad quepudiéredes, que seáis llegados á la dicha ctudad
de Ttm/a, hagáis parecer ante Vos, con asistencia de los di..
chos Cura y Beneficiado, á todas aquellas pers01taS que su..
pieren, y hubieren visto ó mtmdido todos los mt7agt'os, que
la ReÍ1za de los Angeles del Rosarzo de Chiqut"1zquiráha
hecho r fuere hadendo, hadéndoles las preguntas y repregun..
las quefileren 1zecesarzas,y vosparecieren c01we1zientes,sinque
se encubra m"se esconda dia de todo aquello, que suPieren
muy por extenso, y en qué día, y á qué hora, quiénes estabatl
delante,y cómo estaba el Henzo en que estaba Nuestra-Señora figurada antes que hictera los tales milagros, quién la
llevó á la Iglesia de Chz"quinquiráy cómo está ah01"aal
presente, si han aderezado alguna cosa de la. Imágen, y si
estaría el dtcho Henzoroto,y por dónde,y qué tanto,)' cómoestá
ahora/ y haciendo tales las demás preguntas, y repregtmtas,
que vos pancieren, y al ft11de cada dicho de cada testigo, fir ..
maréis vos, y los dtchos Benqiciado, y Cura, y ante el Notario, que de ello défé. Y si por estar vos ocupadoy los dichos
Benqiciado y Cura no pudiéredes ir á dtcho pueblo,y estancias, y repartimientos de indt"os,y pueblos de españoles donde
conviniere hacer las dichas averiguciones, vos damospoder
y facultqd e1Zforma tan bastattte, cual en tal casose requiere,
)' de hechoes necesario,pam que podáis emltar un Sacerdote,
dos, d más, que tales sean cual les convenga hacer/as,
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PRÓLOGO.
y mcargá1zdoles las cOfzciencz'at;y que miren de wánto momento es, é importa1zcia averiguar lo susodicho: y fichas todas
las dichas t'llformac:ones, ast laJ que vos h:cieredes, como las
que hicieren los subdelegados, que 1zombraredes, o1'zginalmente cerradas y selladas, firmadas de vuestros fzombres, y del
dicho Notarz"o,y C01'persona de recato nos las enviaréis, para
que por Nos vistas, proveamos lo que más convenga: Yast
mismo, h:l1'éis averiguaciones de todas las Hmosllas, que se
hubieren dado á la dtcha Imdgm, ast en esa ciudad como
m su Iglesia, y de todo el/o vendrá ittventario, jtmtamente
con las dichas informaciones, y todo el/o lo depositaréis en
persona de cotzfitl1zzapara que conste lo que es, y proveamos lo
que se ha de hacer/ y fecho esto, ó antes, pareciéndoos que
convt"me, daréis ordm que la Imdgm de Nuestra Seiiora se
lleve á su Iglesia y Casa de Chiqut"1zquirá, con aquella vme,'ación, y decelzáa, que se reqttiere, y como somos z"nformados
se trajo d la dicha ciudad de Tunja: sobre /0 cual y sobre
cada una cosa tocante d lo de esta comisión, que todo vos
cargamos la conciencia, y ti los dtchos Bmejiciado y Cura,
y Srlbdelegados que etZvidredes, que para poder hacer lo suso.
dicho, y d cada una cosa, y parte de el/o, procederás d censuras, y /0 podáis hacer: porque vos damos tan bastante poder,
cual en tal caso se requiere, y de derecho es 1zecesario,y cometemos nuestras veces. Fecho elZ Sa1Ztafé ti los seis dias del
mes de Enero, de mil quinientos y ochenta y ocho míos. Fray
Luis Zapata" Por mandado de su Señor{a" Alo1Zso Cortés.
«En virtud de la dicha comisión hicieron los jueces comisarios con cuidado, rectitud y cristiandad, las informaciones del origen y milagros de esta admirable y prodigiosa
Imagen, haciendo las preguntas y repreguntas, según y como
en el auto se contiene, en que declararon muchos testigos de
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PR6LOGO.
vista, y entre ellos los de mayor autoridad, que fueron el
Padre Francisco Pérez, Clérigo Presbítero, que fué de los
pueblos de Chiquinquirá y Suta, el año de mil quinientos y
setenta y dos, y el Padre Juan Alemán de Leguizamón, Clérigo Presbítero que había sido Cura de los dichos pueblos el
año de mil quinientos y setenta y cuatro; y el Padre Juan
de Figueredo que lo era actual de los mismos pueblos el ario
de mil quinientos y ochenta y seis, en que sucedió el milagro
de la manifestación y renovación por sí misma de esta Santa
Imagen: de cuyas contestes declaraciones como de testigos
de vista, y tan calificados, hemos deducido la histórica relación que hasta aquí tenemos hecha, según y como se contiene en dichas informaciones actuadas por dichos Jueces Comisarios en la ciudad de Tunja, principiadas
el día quince de
Enero y concluídas el día diez y ocho del año de mil quinientos y ochenta y ocho, ante Juan de Ortegón, Escribano
de Su Majestad, Receptor de Número de su Real Audiencia
del N uevo Reino.
crCon la verdad deducida de tan auténticas informaciones,
se desvanece la confusa variedad con que algunos discurrían
el origen y renovación por sí misma de esta bendita Imagen,
en que se faltaba á la sustancia de la verdad, fundándose tan
solamente en unas declaraciones que hicieron los muy reve.
rendos padres presentados fray Esteban Santos y fray Diego
Verdugo, de la orden de predicadores, ante el muy reverendo
padre Maestro Fray Juan de Pereira, Notario Apostólico, el
año de mil seiscientos cincuenta y uno, en que dijeron habían
aido decir á don Pedro Marchán encomendero de 105 pueblos
de Suta y Chiquinquirá,
que había oido referir á su padre
Alonso Sánchcz Marchán, que la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá,
S~ había pintado
en los aposen-
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PRÓLOGO.
15
tos de Suta, en una casa de campo de sus padres, á devoción
de un religioso lego de Santo Domingo, llamado Juan Andrés
Jadraque, y que el pintor se llamaba Juan Antonio de Narváez: y que dicho religioso, luégo que estuvo pintada la Imagen, la llevó á Chiquinquirá.
De esta noticia hicieron los
religiosos mucho aprecio el año de mil seiscientos cincuenta
y uno por haberles parecido que era la más cierta y verdadera, y yo por talla estimaba, y tuvo hasta el año de mil
seiscientos ochenta y dos, que deseando saber sin ambiguedad,
el fundamento de esta tradición, tuve la afortunada dicha de
que llegaran á mis manos las dichas informaciones originales,
en que hallé constante la verdad del origen de esta milagrosa
Imagen, que es según y como se ha expresado, comprobada
con las deposiciones de los clérigos, que fueron curas de los
pueblos de Suta y Chiquinquirá el año de mil quinientos setenta y dos y el de setenta y cuatro, los cuales, como antiguos
testigos dc vista, supieron mejor quién fué el pintor de la
Imagen, su nombre, en qué parte, y á devoción de quién, y
la causa de que le provino al lienzo haberse roto, y á la pintura habersc borrado, y perdido los colores y desfigurádose¡
por qué causa se llevó;í Chiquinquirá,
cuándo, y por qué
tiempo, quc nó Don Pedro Marchán, que fué cncomendero de
Suta y Chiquinquirá sesenta al10s después, que lo fué Anta.
nio de Santa Ana: y el pueblo de Suta no se nombró de Mar·
chán sino desde que Alonso Sánchez Marchán sucedió en la
encomienda á Antonio de Santa Ana que fué por el año de
mil quinientos y ochenta y tres.
«Luégo que concluyeron las referidas informaciones, los
jueces comisarios tomaron cuentas de las limosnas quc se
habían recojido en la ciudad de Tunja, y se hallaron por
cuenta en el libro en poder de Diego Hernández de Ervallo,
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PR6LOGO.
como depositario nombrado por el Cabildo de la dicha ciudad,
novecientos y ochenta reales y ocho y medio, con más muchas preseas de oro, con plata, y ornamentos, con que había
contribuido la devoción, para el adornodela Santísima Imagen,
y celebración de los divinos oficios: y haciéndole de todo entrega al padre cura Juan de Figueredo, le dieron orden dichos comisarios, para que sacára de la ciudad de Tunja la
milagrosa Imagen, y la restituyera á su casa de Chiquinquirá .
......
,
,
,
.
« Los milagros que Dios ha obrado por honra de la bendita imagen de su purísima Madre, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, han sido tantos, y tan admirables, que
si de todos cuantos publica la fama, hubiera testimonio que
los autorizara, se pudieran escribir muchos y grandes libros:
en éste, sólo haré relación de los que hallé en jurídicos instrumentos en el archivo del convento de Chiquinquirá,
comenzando por los más portentosos, que son dignos de mayor
admiración y noticia, cuanto excede la conversión sobrenatural de un pecador, á todas las obras de naturaleza, y que
se ordenan al bien temporal de las criaturas.
Sea el primer milagro, el que se ve pintado en un lienzo,
que entre otros adorna las paredes de esta santa casa. CataTina García, natural de la ciudad de Mariquita, muy celebrada por su hermosura, y á quien por ella llamaban el ángel de Gualy, por tener sus divertimientos,
y morada cerca
del río, que con nombre de Gualy pasa por dicha ciudad, vi·
vía tan entregada á vicios y deleites humanos, y tan olvidada de solicitar el bien y salvación de su alma, que no bastando saludables consejos que la daban, para que dejára sus torpezas, y enmendára sus costumbres, la castigó Dios con una
grave enfermedad, postrándola en una cama, donde afligida,
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PR6LOGo.
11
y cercada de dolores, estando muy cercana á la muerte sin
esperanza de vida, abrió los ojos de la consideración, atendiendo al mísero estado en que se hallaba, y acordándose de
la Madre de Dios de Chiquinquirá,
llamándola en su favor
y amparo, la prometió de corazón, que si le alcanzaba salud,
enmendaría su vida, y que iría á empleada en su servicio en
su santa casa de Chiquinquirá. Acabando de hacer la promesa, se halló buena y sana, y levantándose de la cama, luégo
al punto comenzó á repartir sus joyas á las imágenes de las
iglesias; y habiendo vendido sus vestidos y alhajas, repartió
el dinero á los pobres reservando s610 el que fué necesario
para hacer un humilde saco de jerga; y vistiéndoselo á raíz
de las carnes, cual otra Magdalena, salió por la calle más pública de la ciudad, y cogiendo su camino á pié, llegó á Chiquinquirá, donde derramando arroyos de lágrimas, nacidas de
dolor de sus pecados, dió las gracias á la sacratfsima Virgen
María, por el beneficio que en cuerpo y en alma le habia
hecho i en cuyo reconocimiento, quedó en Chiquinquirá, haciendo grandes penitencias, en que permaneció quince años,
hasta que murió, dejando mucho ejemplo en la opinión de sus
virtudes.
([En la guerra que Don Juan de Borja, Presidente del
nuevo Reino, hizo en persona á los indios pijaos, salió una
escuadra de doce soldados por orden del Gobernador Don
Diego de Ospina, para que fuesen á ganar el alto de una sierra. Mandaron á un indio confederado que subiese á un árbol
y viese la tierra; y habiendo subido, dijo que iban perdidos.
Estando consultando lo que harían, llegó una espía española
de las que tenían en diferente partes j y les dijo: que por
aquella parte venía gran multitud de indios, que seria n más
de dos mil, que en seguimien to del rastro de los españoles ve.
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PRÓ1.0GO.
nían en su alcance. Trasfigurados con esta noticia, viendo
que eran pocos contra tantos, reconocieron el notorio peligro
en que estaban, y que no podian escaparse de las manos de
los indios, sin dejar de ser muertos 6 cautivos. Iba por soldado un mulato, llamado Francisco Maguisa; y viendo á. sus
compañeros temerosos y desalentados, les dijo: señore(soldados, aquí no hay más remedio sino es invocar á la Virgen de
Chiquinquirá en nuestro socorro y prometer de ir en romería
y con penitencia á su santa casa, si nos libra de este peligro;
y hecha la promesa, animarse y pelear cada uno por diez,
porque no hay otro remedio. Yponiendo por obra el consejo
se postraron de rodillas, y alzando las manos al cielo, todos
con lágrimas en los ojos pidieron á la Soberana Virgen de
Chiq uinquirá los amparase con su divino socorro. Estando en
estas plegarias sintieron la multitud
de indios, que se les
acercaba; y dando Santiago dicho mulato, que era animoso,
y versado en peleas con los indios, se trabó la batalla: y siendo tan pocos los espalloles, y tantos los indios, habiéndose
continuado sangrienta la guerra, se fueron retirando los indios, los cuales, como afrentados, volvieron segunda vez sobre
los espai'ioles, y habiendo peleado un gran rato se volvieron
á retirar, sin que cspafíol alguno hubiese recibido herida ó
dai'io alguno: encontrando al día siguiente con el Gobernador Don Dicgo de Ospina, le refirieron todo el suceso: y
dentro de pocos días encontrándose esta compallía con la que
llevaba á su cargo el Gobernador Olaya, supieron de él, y de
sus soldados, cómo habían encontrado con la tropa de indios,
que habian acometido á los doce soldados: y que habiendo
peleado con ellos toda la compañía del dicho Ola ya, no habían podido haber á las manos más de unas ind!as y dos indios, los cuales habían dicho que estaban espantados de ha-
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PR6LOGO.
ber visto que tan pocos, como eran los doce, se les hubiesen
escapado á tantos indios, sin ser presos ó muertos: pero que
ellos, y los demás habian visto, que una mujer vestida de
blanco andaba entre los soldados, y que cuando acometían
los indios á maniatar á los españoles, los espantaba la mujer,
y se les quitaban á ellos las fuerzas en viéndola: de modo,
que se les caían de las manos las lanzas, y que no habian podido hacer presa alguna; porque en entrambas embestidas los
espantó la mujer. Lo cual, por el dicho de los indios y promesa que habian hecho antes á la Virgen Santísima de Chiquinquirá, los doce hombres tuvieron á milagro su libelaJ, y
haberse escapado de la muerte, aunque ellos no vieron á esta
señora, se persuadieron á que esta poderosa Reina, como escuadrón bien ordenado, les había asistido á favorecerIos en
aquel peligro, y había sido terrible á sus contrarios:
y reconocidos á tan singular beneficio, fueron varios á Chiquinquirá á dar las gracias á Dios y á su Santísima Madre: en cuya
iglesia, porque no se perdiera la memoria de este milagro,
está figurado en uno de sus lienzos.
«Padecía rígida servidumbre un afligido cristiano en la
bárbara ciudad de Argel, y teniendo oportuna ocasión de
fuga, la logró. Echáronle mellaS sus amos y saliendo en su
seguimiento, le daban ya alcance. Reconoció el mísero fugitivo el peligro presente, y previniendo melancólico los futuros daños, que aprehendido padecería en el tiránico poder del
bárbaro irritado africano, postr6se de rodillas, im'ocando á la
Serenísima Virgen María de Chiquinquirá, más con afectos,
que palabras, le favoreciese. Acercáronse más sus amos, y él
se halló rodeado y cubierto de una densa y oscura nube, que
ocultándolo de la enemiga vista, pasaron adelante. Permaneció de rodillas en todo este intervalo de tiempo encornen-
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PRÓLOGO.
dándose á e5ta dulcísima Madre de los afligidos, que consolando á su siervo se le manifestó en su hermosura, que después vió
en su Imagen y pintura de Chiquinquirá, afirmando ser aq ueHa hermosa Redentora, que se le había aparecido, y librado
del cautiverio mahometano. Continuó la celestial Sefiora sus
beneficios, hasta llevarlo á tierra de cristianos, de donde el
redimido cautivo se puso en camino para la Santa Casa de
Chiquinquirá, donde hizo á Dios humildes gracias, y á ésta
Purísima Virgen Madre suya; y refirió el caso delante de
IlUlchos, que lo testificaron, para honra y gloria suya.
((En hacimiento de gracias, por el general beneficio, que
reci bió la ci udad de San tafé, cuando afligida del furor de la
peste grande que infestó el Reino entero, poblando los sepulcros, se juntaron algunos vecinos á tener el mérito de asistir
personalmente á la fábrica de una capilla que erigieron en la
Iglesia parroq uial de Nuestra Se110ra de las Nieves consagrada á esta milagrosa Reina que benigna templó la indignación
de su Hijo, alcanzando universal sanidad para todo el Nuevo
Reino, y como peones cargaban la madera y materiales. Salieron, pues, treinta á traer una grande piedra, que condujeron en carreta correspondiente:
llegaron á un charco de
agua y el padre Juan Martín Serrano, clérigo presbítero,
queriendo pasar de un salto, le dió en vago, y cayó en tierra
bocarriba; y no advirtiendo
detener la carreta los que la tiraban, hubo de pasar por encima del Sacerdote; lo cual visto
por algunas personas, lo encomendaron á Dios. como difunto;
y cuando así lo juzgaban, vieron, que se levantó bueno y sano, sin que la carreta le hiciera daño alguno, habiendo sus
ruedas cogídole atravesado el cuerpo por un hombro, pecho
y canilla; y siendo extraordinario
el peso de la piedra, que
pasaba de noventa arrobas, s610 quedaron en estas partes las
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PR6LOGO.
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seiíales de los clavos, para calificar milagroso el suceso, obrado por esta misericordiosa Reina, en cuyo obsequio y honor
se llevaba aquel material; y por ser tan relevante esta maravilla, entre las obradas por esta Soberana Princesa, cstá encomendada su memoria en uno de los lienzos de su Santa Casa
de Chiquinquirá.
«Juan López, natural de la ciudad de MUlO, y vecino de
la de Tunja, habiendo ido por Oficial de la visita que hizo en
la de Zaragoza el Doctor Don Simón López, Arcediano de
la Catedral de Santafé, estando ejerciendo el oficio de Fiscal,
le dió la enfermedad de la tierra, con una tan ardiente calentura que le privó del juicio: y como quien estaba sin él, salió de la casa en que vivía. y se metió en la montaiía, y sin
saber lo que hacía apretado del furor, que le daba la calentura, sacó un cuchillo, q uc llevaba, y hiriéndose con él en la
garganta, se degolló de tal manera, que se cortó las venas
por encima de la nuez, penetrando tinto el cuchillo, que llegó hasta 10 último del guarguero. Con las ansias de la muerte llamó á la Madre de Dios de Chiquinquirá, y habiendo estado por espacio de tres días degollado y dc~angrado, sin comer, ni beber, revolcándose en su sangre, y á las inclemencias del tiempo; al cabo de ellos, llegaron á donde él estaba
unos negros, que andaban fugitivos, y lo hallaron postrado
en el suelo con la herida dicha, la cual tenía cubierta de muchas hormigas, las cuales mordiéndole la herida, se la cerraron, dando como puntadas en la garganta, menos en la parte
de la nuez. Y viéndolo de aquella manera, y que estaba vivo,
lo llevaron cargado hasta la entrada de la ciudad, donde lo
dejaron; y volviendo en si, se fué por sus pies desde allí á su
casa, en que halló, que ya se habían muerto el Visitador, y
dos criados que tenIa. Y disponiendo salir con brevedad para
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PRÓLOGO.
Chiquinquirá, se puso en camino, llevando por signos del
milagro, que había obrado la Madre de Dios, en la garganta,
unos verdugones muy colorados, de las puntadas que le ha
bian dado las hormigas, menos en la abertura del guargiiero,
que nunca se cerró, y para comer, y hablar, se ponía en ella
una chapa de plata, y así llegó á Chiquinquirá,
donde dió á
Dios y á su Purísima Madre humildes gracias¡ y en memoria
del milagro, lo mandó figurar en uno de los lienzos de su
Santa Casa, y de esta suerte vivió muchos años.
crEn los Reinos de España, y puerto de San Lucar de Barrameda, acometido de tres contrarios un hombre, uno de
ellos le atravesó una sien, sacándole el estoqu~ por un ojo.
Al caer mortalmente herido, llamó á la Madre de Dios de
Chiquinquirá de las Indias. Quedó en suelo sin habla, y volviendo en sí, después de un gran rato, se halló solo, y con la
espada atravesada en la dicha parte; y no pudiendo levantarse, repitiendo invocar á la SunUsima Virgen de Chiquinquirá prometió de ir en romería á visitarla á su Santa Casa.
Hecha la promesa, al punto se puso en pié con tantos alientos,
como si no tuviera herida de tanto peligro, y teniendo con
la mano la espada atravesada, se fué á su casa, donde se la
sacaron con mucha facilidad; y habiéndolo curado, dentro
de breves días estuvo bueno y sano, y en los primeros galeones que salieron de Cádiz, se embarcó para las Indias, y en
hábito de peregrino llegó á Chiquinquirá,
donde habiendo
hecho sus novenas y dado las gracias á la Madre de Dios,
publicó el suceso, cuya memoria se conserva en una pintura,
entre otras, que adornan las paredes de la Iglesia.
"Bartolomé Bermúdez natural de la ciudad de Santafé,
por mal fundadas sospechas que tuvo de su esposa, entró
ciego de cólera, y celos, para matarla¡ la cual viéndole con la
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PR6LOGO.
espada desnuda, llamó en su favor á la Madre de Dios de
':hiquinquirá,
y no hallando dónde, ni cómo refugiarse, se
metió debajo de un cojín j desde donde reparando que la
buscaba demudado,
y colérico, fué servida la Santísima
Virgen, de ocultada, y que no la viese. Pasáronse tres días,
y habiendo dado á entender Bartolomé Bermúdez, que estaba
gustoso con su mujer, satisfecho del mal fundamento de sus
sospechas, se hubo de manifestar, y fué bicn recibida por entonces. Mas continuando sus malos intentos,recogió los reales que tenía, previniendo una mula para ausentare en ejecutándolos; habiéndose acostado juntos una noche, teniendo
prevenidas la espada, y daga en la cabecera, le pareció, que
estaría ya dormida su inocente mujer, y alargando el brazo
á coger la daga, (invocando en su corazón á la Soberana
Virgen de Chiquinquirá, para que le ayudase en sus acciqnes,
y en la que intentaba, como si fuera justa), no la halló, ni la espada, donde las había puesto. Levantóse admirado á buscadas
y habiendo dado diferentes vueltas por todo el "posento, no
pudo halladas. V olvióse á cama, lleno de confusión, lbmando
siempre á esta Soberana Seíiora, y habiendo amanecido,
halló la espada, y daga, colgadas en un alto barraganete de
la casa. Salió de ella confuso, y yendo al campo á ver la
mula, que babía dejado prevenida, la halló muerta, ensartada
en la estaca, en que la había amarrado. Volvió á su casa
atónito, y asombrado, y viéndolo la mujer, le rogó por la
Santísima Virgen de Chiquinql1irá, le dijese la causa; y habiéndosela participado, le satisfizo su esposa. de suerte, justificando su inocencia, que no dejándole materia en que dudar de su verdad, quedó satisfecho, pidiéndole con lágrimas
perdón; y reconociendo haber sido esta Soberana SelÍora
medio para que él no ejecutase el sangriento, é inocente uxori-
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PRÓLOGO.
cidio, fué á Chiquinquira en hacimiento de gracias; y habiendo entrado á su Santa Iglesia, á las cuatro de la tarde,
se postró de rodillas en la primer grada del Altar Mayor, y
comenzando tierno, y lloroso á dar gracias, notó, que veía á
la milagrosa Virgen, y á los Santos de sus lados, clara, y
distintamente;
y admirado de que á aquellas horas estuviese
descubierta, y sin la cera encendida, extrañó la novedad, y
pareciéndole, que pudiera ser fantasía ó turbación de su vista,
por las lágrimas que derramaba, se limpió los ojos, y vol.
viéndolos á poner en la Imágen, la vi6 de la misma suerte
descubierta; y llenándosele el corazón de gozo, y alegría,
con reverencial temor y turbación, se le cayó el Rosario en
el suelo, inclinóse á alzado, y cuando volvió á ver la Imagen,
la halló cubierta con todos sus velos, quedando nuevamente
confuso, mirando su indignidad para los favores, que esta Señora le hacía, y fué amante de su consorte."
La idea de la presente publicación se encuentra expresada en la siguiente circular, que fué repartida entre ochenta
literatos colombianos:
«Señor:
«Va para trescientos aI10s que, en dichosísimo momento, la
Virgen María, Madre de Dios, quiso verificar y verificó en
Chiquinquirá un portento con el cual hizo patente su voluntad de erigir aquél lugar como en templo suyo, no de otro
modo que como en antiguas edadades señaló Dios á Jacob,
por medio de misteriosa escala, el sitio en donde quería que
se le rindiese homenaje, 6 como más tarde habló á Moisés
entre la prodigiosa zarza que ardía sin consumirse.
((Estrella que guía á los caminantes al través del in trinca-
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PR6LOGO.
25
do laberinto de la vida humana, Marra ha buscado, en todas
las grandes comarcas cristianas de la tierra, algún punto
predilecto que sea como el centro al cual llama y desde el
cual reparte, á manos llenas, sus favores á quienes con viva
fe y acendrado amor vuelven á ella los ojos, y, recordando
las significativas palabras del Redentor á Juan, la apellidan
Madre.
aSiendo como era la perfecta personificación de la inocencia y de la santidad, y, según sus propias palabras, EL
CJ\MINO, LA VERDAD Y LA VIDA, el Salvador vino al mundo á
cargar sobre sus hombros inmaculados los pecados de los
hombres. Sólo un Dios podía en efecto acometer la empresa
de llevar sobre sí y levantar, para que fuesen extinguidas, las
culpas del linaje humano, que no alcanzaron á lavar ni á
prevenir todas las aguas del diluvio: oh 1 si no hubiese millares de otras elocuentes pruebas, ésta sola demostraría la
divinidad del Cristianismo!
cr:Pues bien: al terminar su vida mortal, Jesucristo instituyó á su Santísima Madre heredera de su gloria y albacea
testamentaria
de sus gracias, que son el eterno patrimonio
de los hijos que no niegan tener su origen y su fin en el
cielo.
({Por eso María es la Reina de los Apóstoles, al propio
tiempo que el refugio de los pecadores; por eso no se agota
jamás el tesoro sagrado de medios sobrehumanos y divinos
de que ella dispone para protejer á sus hijos, ni faltan nunca
á su maternal ternura inefables consuelos para quienes, oprimidos por hondos pesares, en lágrimas se desahogan á sus
benditas plantas.
({y en Colombia
parece que María ha fijado en Chiquinquirá su residencia predilecta, pues sólo así se explica la no
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PRÓLOGO.
interrumpida sucesión de peregrinos que de todas partes vienen á buscarIa para tributarIe el homenaje de su inquebrantable fe y de su ardiente amor: no:al estrago del vertiginoso
y desgarrador desengaño, sino al influjo benéfico de esperanzas cumplidas, es como germinan y se desarrollan los nobles
sentimientos
del alma; ni se explica el amor que es fruto,
sin la fe que es raíz, ni esta raíz fundamental de todo bien,
sin qne antes exista un suelo rico en jugos que la abrigue, y
un cielo de abundantes esplendores que la iluminen y calienten.
«Suponer que existe atracción manifiesta y poderosa sin
un centro proporcional que la ejerza, sería simplemente una
ridícula paradoja.
c:Ellenguaje de los hechos tuvo siempre elocuencia incontrastable, y ése es el que aquí da testimonio irrecusable del prodigio. Lo que ayer era yermo, hoyes ciudad,
en cuyo centro ostenta, á modo de gallardetes, doradas cruces una espléndida basílica, que se ha levantado
sabe U.
cómo ?-pues con los óbolos de los peregrinos que, previsores
como las hormigas y numerosísimos como ellas, han venido
de todos los ángulos de la República á traer en sus hombros
el abasto que ha de servirlés para el invierno de la muerte y
de la eternidad.
«y es que el prodigio no ha cesado aún, porque del mismo modo que ahora trescientos años María lnmaculada se
hizo ver radiante y gloriosa de una ciega creyente que la
adoraba, en el fondo de un lienzo despedazado, de donde se
habían ya borrado los rasgos con que un tosco pincel había
tratado de dibujarla. muchos años antes, así también Ella renueva todos los días su propia imágen y la del Salvador en
el corazón de los hijos que la aman, aunque tal vez ese cora-
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
Pit6LOGO.
zón, como aquel frágil lienzo, haya sido despedazado, ultraje
quizás, no como en él, de años y descuidos, sino más bien de
vicios y pasiones. Y renovadas esas vivificadoras imágenes
en el humano corazón, ellas tienen el maravilloso poder de
hacer todo lo demás para santificarlo, por medio del arrepentimiento y de las lágrimas, como santificó Jesucristo á Pedro
con una sola mirada de sus ojos; porque apenas habrá resistencia inveterada á la virtud cristiana, que no ceda el encanto irresistible de aquella sobrehumana fuerza de amor divino.
«y nosotros que, habiendo tenido la fortuna de nacer en
este suelo bendito, hemos presenciado parte de esa serie
de prodigios, nos creemos en el deber de hacer cuanto nos
sea dado para solemnizar del mejor modo posible, el tercer centenario de María en su advocación de Chiquinquirá. Y sea esta la ocasión de declarar que nosotros no creemos que este magnífico templo de Nuestra Señora, sea obra
de este vecindario, pues, muy al contrario, consideramos que
es obra nacional, si se atiende á que para su construcción
han contribuído todos los Colombianos. Y del mismo modo
que el templo, nacional ha de ser la fiesta que se prepara.
«En este concepto y pensando además que los obsequios
más nobles y dignos son los que, partiendo de la pureza del
corazón, buscan en la estética forma adecuada de belleza,
hemos creído que es medio apropiado de dar mayor solemnidad á la: fiesta, reunir en un rico volumen: composiciones
poéticas dedicadas á la Virgen por la cítara colombiana que
bebe sus)nspiraciones
en fuente cristiana.
«y siendo U. uno de los literatos que más se distinguen
en el país, por la calidad de su bien tajada pluma poética,
nos atrevemos á suplicar á U. del modo más encarecido, se
sirva damos su valioso contingente, enviándonos un aut6-
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PRÓLOGO.
grafo suyo dedicado á Nuestra Madre del cielo, y que junto
con los demás que esperamos reunir, servirá para entretejer
corona poética que á ella nos proponemos ofrendar.
Como además de conservar los autógrafos debidamente
coleccionados en el archivo parroquial, tenemos el propósito
de publicar y circular la obra en los días de la fiesta, estimaremos á U. muchísimo se sirva hacer llegar su composición
á manos de nuestro agente en Bogotá, que lo es el señor
José Joaquín Casas, el 15 de Noviembre próximo.
y en la esperanza halagueña de que sea por U. bien acogida
nuestra presente respetuosa solicitud, tenemos el honor de
suscribimos de U. muy atentos y seguros servidores,
la
Q. B. S. M.
FIDEL
CASAS ROJAS-ORENCIO
FAJARDO PÁEZ.:&
El producto que de la venta de la presente publicación
se obtenga, una vez hechos los gastos editoriales, está destinado á auxiliar el Hospital de Chiquinquirá, que se sostiene
con las limosnas de las personas caritativas, y se halla en
grave y excepcional penuria •.
Chiquinquirá, Diciembre de 1886.
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LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRA
EN GUATEMALA.
Entre otras bellísimas iglesias que adornan la ciudad de
Guatemala, hay una que á ninguna de ellas cede ni en lo co·
rrecto de la arquitectura, ni en la riqueza de sus entallados y
caprichosos altares. Llámase La Merced y fué construida por
los Religiosos de aquella orden, hoy completamente extinguida en Centro-América.
De los nueve años que viví en Guatemala, seis los pasé
en el convento que se levanta en torno de aquella Iglesia. El
encontrar en ella un lindo altar dedicado á la Virgen de Chiquinquirá, así como fué para mí suave sorpresa en la ausencia de mi patria, así no dejó de causarme admiración. La
razón de ella fué que aquella República estaba hasta entonces
como aislada del mundo, sicndo muy largo y casi solitario el
camino que la pone en comunicación con México, no tenien-
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LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ
EN GUATEMALA.
do sino un puerto peligroso en el Pacífico al cual no habían
llegado aún los vapores americanos, y teniendo por el lado
del Atlántico, antes del puerto interior, primero un caudaloso
rio y después un ancho lago que deben navegarse en peque¡las goletas, con más ochenta leguas de mal camino á caballo
para llegar á la capital.
¿ Cómo llegó allá desde Colombia la noticia de nuestra
Virgen de Chiquinquirá
y también aquel hermoso cuadro,
copia exacta de nuestro original, no habiendo en aquel lugar
noticias de nuestros hombres, ni de nuestras guerras, ni casi
de nuestro país? Puedo asegurar que en la gran masa del
pueblo no había más noticia del nuevo Reino de Granada
sino porque en una Provincia de él se había hecho la renovación de la imagen. No pude averiguar cómo llegó allá la imagen, pero sí diré que todas las tardes al terminar el rezo del
Oficio divino, iba siempre y me postraba delante de ella, y con
conmoción no pequelia pedía con fervor por mi madre y los
míos, extendiendo siempre mi oración á pedir por esta Patria
querida, cuyo amor tenía cada vez más vivo y más tierno en
el corazón, á medida que hacía más tiempo que estaba lejos
de sus playas.
Aumentóse mi admiración cuando supe que había una
familia principal, de que eran notables miembros dos señores
Canónigos, que cuidaba del altar y de la Imagen de Chiquinquirá, y le hacía anualmente pomposa fiesta en el mismo
día de la milagrosa aparición.
Pronto lleg6 á conocimiento de dicha familia que había
en la casa varios religiosos colombianos, paisanos como em.
pezaron á decir, de la Virgen de Chiquinquirá. Nosotros de
ella les dimos todos los pormenores que nos pidieron, lo que
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LA V1R-GEN DE CHI~UU¡QUIRÁ
&.'1 GUATEMALA.
31
hizo que su devoción se hiciese más intensa, y que la extendiesen á otras muchas personas que no sabían aún nada de
esta advocación que es timbre y gloria de este país.
Desde que se entablaron relaciones entre los devotos de
Nuestra Seño'ra de Chiquinquirá y sus paisanos, la fiesta vino
á ser más solemne. En ella solfa predicar un colombiano,
quicn se esforzaba por hacer conocer la devoción que aquí se
tiene á la venerada imagen y los muchísimos milagros que
la han fundado y robustecido. Asistía á dicha fiesta la colonia colombiana,' en q~e figuraban nombres preciaras como el
del señor doctor Mariano Ospina, y todos en ese día unidos
en ferviente plegaria orábamos por los seres queridos que
aquí habíamos dejado, y por la prosperidad de la Patria. En
ese día, oraciones, recuerdos, afectos y votos, todo era para
ella, así como los deseos de volver á respirar sus aires, ver
sus montaiías, contemplar Sll hermoso cielo, y más que todo
emplear nuestras fuerzas en serIe de algún modo útiles para
el bien.
Así la Virgen de Chiquinquirá fué por mucho tiempo.lo
único que por el pueblo guatemalteco
se conoció de Colombia, lo que la hizo conocer mejor y aun amada de aquel pueblo hospitalario y benévolo, lo que sirvió de consuelo y de
centro de reunión á los colombianos que por varios años residieron allá, y el motivo de dulcísimos recuerdos de la Patria.
Bogotá, Diciembre
8 de 1886.
t JosÉ TELÉSFORO
Arzobispo de Bogotti.
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PARA EL LIBRO
EN HONOR DE NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ.
Supongamos que un hombre recibe, por especial favor divino, el poder de engrandecer á su Madre con todos los
dones de naturaleza y de gracia. ¿ Qué negaría "Un buen hijo
á aquella de quien recibió el sér? I Y cómo se complacería
en hacer de ella un conjunto de perfecciones y primores 1
Imaginemos,
pues, lo que daría á su Madre el Criador del
cielo y de la tierra.
Quiere Dios escoger el tronco de una generación bendita,
y lo eleva á tan alta dignidad, que el
mismo Señor más tarde dice: «¿ Acaso puedo yo ocultar
cosa alguna á mi siervo Abraham?,
Quiere un pregonero
para su ley, y suscita á Moisés y le engrandece hasta el punto de hablar con él como suele hacerla un amigo con su amigo, y jamás, en la ley antigua, vuelve á levantarse un profeta
semejante á Moisés. Y cuando plugo á Dios tener un poeta
que cantase de antemano las grandezas y las afrentas de
su Mesías, cortó el corazón de David á la medida del corazón
de Dios. Para que le preparara los caminos, hizo de Juan el
Bautista el mayor de los nacidos de mujer, profeta y más que
profeta, sucesor del espíritu y de la grandeza de Elías.
¿ y qué haría el Criador al elegir no un patriarca, ni
un heraldo, ni un precursor, sino una Madre, cuya carne fuera
la del Verbo, cuya sangre corriera por las venas del Hijo de
Dios, cuya alma estuviera íntimamente
unida con el alma
del Redentor del mundo?
y cría á Abraham,
RAFAEL
Seminario
M. CARRASQU1LLA,
Presbítero.
de Bogotá, Noviembre
de 1886.
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A MARiA.
Mi pobre pluma ha sido invitada por la generosidad de
los patronos de la fiesta de la Madre de Jesucristo en su ado
vocación de Chiquinquirá, en la celebración de su tercer centenario, para que contribuya á formar la Corona que la piedad de los hijos de esa ciudad quiere dedicar á la memoria
de la mujer incomparable.
Una pequeña y pálida ofrenda nacida de lo íntimo de
mi alma, quiero presentar á la Criatura que el Padre de todolo creado destinó para colabarar en la redención y enseñanza
del hombre, para que ayudara á fortm.r la Trinidad humana
de la familia en la tierra imagen de la divina que represe~ta
el Poder, la Sabiduría y el Amor.
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34
Á MARÍA.
Carezco de la visión intelectual y del estilo propio para
pregonar la grandeza de las virtudes que irradiaron de ese
corazón que mereció la confianza de Dios para ser colocado
como faro y tipo que alumbrara y sirviera de modelo á la
humanidad en su camino; pero mi humilde palabra brota
sencilla del corazón, y es hija del sentimiento y de la conciencia: ofrendas de ese carácter, son las que agradan á
Dios.
Quiero contemplar á María en su triple carácter de Virgen, Santa y Mártir, en su vida de hija, esposa y madre.
Pobre, modesta hija de las montañas, consagró su corazón á la pureza, aunque estaba escrito que de su nación y de
su familia nacería el Libertaqor del pueblo de Israel. /\
Si bien descendiente de reyes, su fortuna y su modestia
la apartaban del esplendor de las ciudades, y su humildad, su
prudencia y su piedad, fruto de muchas generaciones de almas distinguidas que, en su ascendencia habían brillado, la
arrastraban á la contemplación de las cosas divinas.
Cuando el embajador del cielo vino á buscarla para que
sirviera de anillo en la misteriosa cadena que debía uilir al
hombre con la Divinidad, la encontró recogida en su escondido hogar, y, no obstante la grandeza del destino que ante
sus ojos se desarrollaba, su castísimo corazón exclamó diciendo: 4: cómo puede ser esto l> j pero, obediente cuanto pura,
se somete á la voluntad del Altísimo ({cuya virtud le hará
sombra.])
Un rayo de luz celestial ilumina á la joven sencilla, que,
presintiendo su grandeza, prorumpe, en la visita que hizo á'
su parienta Isabel, en aquel cántico inmortal, en que predice
que las venideras generaciones la llamarán Bienaventurada I
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35
y anuncia el castigo de los soberbios, y en su persona, la
exaltación de los humildes. Esa soberbia que la antigua serpiente había inoculado en nuestros progenitores, venía li morir á los pies de la humilde doncella de Nazareth. Dios hada
la paz con el hombre por medio de esas virtudes excelsas,
tan raras, tan amadas y admiradas de todos.
Madre pobre y obediente al mandato de la ley, va á la
ciudad de su familia, y allí dá á luz al que es la Luz del
mundo, y le reclina en la cuna de piedra desnuda que ha de
fortalecer los lomos del gran batallador contra el mundo y
sus vanidades.
\
No deslumbran á Ma.lía los cánticos celestiales de aquella noche inmortal, ni la adoración de los pastores, ni el ho·
menaje que la ciencia, la riqueza y el poder vienen, en la
persona de los Reyes Magos, dcllejano Oriente, á tributarle
al niño, que ella sabe que es hijo de Dios, que en él se como
place el Padre y que será la delicia de los hombres. Marla
en todas esas grandiosas y sencillas escenas, calla y repasa
todas esas cosas en su corazón. Maestra de la discreción y
de 1á prudencia, aparece enseñando desde el pesebre esas
virtudes que forman la más bella flor de la corona de la
mujer.
Pero apenas ha gustado la incomparable delicia de Madre de Dios, cuando comienza el dardo acerado del dolor
á herir la fibra más íntima de su corazón. Ese hijo cuyo
resplandor refleja toda su luz sobre María, será sacrifi·
cado por los hombres. Ella oye de boca del viejo Simeón,
cuando sumisa cumple con su unigénito el mandato de la
ley en el templo, la predicción de triunfos futuros del que ha
de ser la salud de las naciones, y al mismo tiempo que su
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Á MARÍA.
afma de madre será prensada por el dolor. Su fortaleza
es igual á su modestia; ni el esplendor de la gloria la seduce, ni las sombras del dolor que á lo lejos se proyectan, la
conmueven. Aunque su corazón comprende y se penetra de
esas cosas que han de formar la historia de la humanidad y
que han de atravesar por ella siempre con el mismo brillo y
fuerza, ella calla y medita, dice el evangelista.
,•.....
Depositaria del más grande tesoro y del más alto destino que á la humanidad se haya confiado por la Providencia,
María, acostumbrada á vida tranquila en las frescas y risueñas
montai'ias de Nazareth, toma con su casto esposo el camino
del monótono y ardiente desierto pasa salvar al que es la salud
de los hombres de la malicia y ferocidad de ellos. Ni la sed,
ni el hambre, ni el frío, ni el calor, ni las tempestades que levantan oleadas de arena y que sepultan las caravanas, ni las
fieras, arredran á la joven madre; ella emprende el mismo
camino por el que sus antecesores vagaron durante cuarenta
aflos, y fué á habitar á Egipto en donde aquéllos vivieron es.
clavos.
El libertador del pueblo Hebreo fué salvado de las aguas
por una mujer. El nuevo libertador de ese pueblo y del mundo, tuvo el mismo destino, y ámbos habitaron á las orillas
del célebre río que fertiliza esa tierra fecunda en ciencias, en
monumentos los más duraderos y en hechos de resonanch
permanen te.
Ambos libertadores, Moisés y Jesucristo, peregrinaron
por esas comarcas que fueron la cuna de la civilización de la
tierra y donde comenzó la vida de nación del pueblo de Dios,
con su legislación, su culto y sus costumbres, que sirvieron
de molde al pueblo cristiano. La Historia y las doctrinas de
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Á. MARíA.
37
los libros Hebreos y la Historia y las enseiíanzas del Nuevo
Testamento son los faros que dirigen el mundo, y como el
Nilo, fecundan año por año, hace siglos, las sociedades y las
naciones pan no dejarlos perecer jamás.
La hija de Faraón y la descendiente de los Reyes de J udá
tuvieron destinos semejantes, aunque infinitamente superior
el de ésta, pues aquélla sirvió de instrumento inconsciente al
plan divino, y ésta entró en él por la gracia divina que nunca
perdió, y además por el estudio y contemplación de los libros
y tradiciones de su nación.
Vuelta á su patria, cuando el tirano había muerto, su
personalidad se eclipsa-y el evangelio sólo nos la muestramadre solícita buscando á su hijo que en medio del movimiento de gente en una fiesta religiosa en Jerusalcm, á la
cual asistían como piadosa familia, se había quedado en el
templo manifestando á los doctores de la ley las primicias de
su sabiduría, y recordando á sus padres que la misión que
traía oí la tierra, era más elevada que la de vivir sumiso en
el hogar.
En éste vivió sometido á sus padres y á la ley del trabajo
hasta la plenitud de la vida. La madre tuvo el consuelo de
conservar1o á su lado hasta una edad en que en general los
jóvenes han abandonado el nido materno y aun 10 han olvidado; y el hijo quiso mostrar por treinta aiios cómo se pueden
gustar las dulzuras de la vida humana en su faz más simpática que es la de la familia al lado de la madre.
Si los jóvones siguieran el ejemplo de Jesús conservándose en el hogar paterno sin disipar las fuerzas de la vida,
hasta una edad en que la razón adquiere toda su plenitud,
prolongarían la más pura dicha que el hombre puede gozar
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Á MAREA.
sobre la tierra, y adquirirían fortaleza
po para las luchas de la existencia.
de espíritu y de cuer-
Dios ha hecho del hogaT una escuela y un refugio. En
él se aprenden las virtudes que sirven para sostener al hombre
y á la sociedad: la obediencia, la tolerancia, la abnegación, la
caridad, el trabajo, la piedad, la humildad, y ;i él recurrimos
para suavizar las penas que el mundo nos inflije. Ese santuario debe conservarse inmaculado. En sus umbrales deben
morir las pasiones y los odios. En su cielo no debe haber
nubes que lo contristen. Sólo deben brillar en él las virtudes
de esa familia modelo que Jesús quiso formar para enseñanza
de los hombres y en la cual es la Madre la estrella de la esperanza y del amor.
Aparece de nuevo María ya sin su esposo, alIado del
demoledor de la sociedad antigua, en la que la carne, la soberbia y la avaricia habían sojuzgado y casi borrado del mundo la pureza, la humildad y el desprendimiento.
No se presenta Jesús ante el enemigo, arrogante y agresivo, ni concitando á la revuelta, ni encarándose contra la
autoridad.
La primera escena de su vida pública en la que
asocia á su madre, es una fiesta, la más alegre y conmovedora
de la familia virtuosa: la del matrimonio de la hija. Jesús y
su madre santifican con su presencia el lazo del amor cristiano, la base del hogar y de la sociedad que no es simple
negocio y contrato humano, sino acto sagrado que instituyó
Dios al principió y santificó el Hijo en la plenitud de los
siglos.
María compasiva pide á su hijo que reanime la alegría
de la fiesta que decae, y consuele á la familia que sufre ante
sus convidados por la falta del vino; y aunque las palabras
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Á MARÍA.
39
de Jesús parecen indiferentes y duras, ella conoce la bondad
de corazón y el poder de aquél á quien ha invocado, y acon·
seja que hagan lo que él ordene. Generosidad,
confianza y
humildad, virtudes que acompañaron á María desde el principio de su carrera", la harán brillar siempre con dulce luz
en donde quiera que intervenga.
Pero la abnegación y el sacrificio, virtudes heróicas cuyos. resplandores empezaron á asomar en Belén y en Egipto,
mostraron su radiante disco en el drama de Jerusalem.
María ha cuidado de la infancia de su perseguido hijo,
lo ha conservado en el hogar como su modelo y su alegría, lo
ha acompañado en su vida pública á la casa del amigo, del en·
fermo, en la mesa de la familia, en la predicación tempestuosa
qne arremolinaba
nubes llenas de rayos sobre su cabeza;
ella. no faltará en la altura sangrienta de la Cruz para recoger
las últimas palabras de su hijo. No será quitada de allí jamás, porque la redención necesitaba al lado del moribundo Dios-hombre
que con su palabra y con su ejemplo
difunde por el universo la enseñanza del sacrificio de sí mismo, del amor, de la esperanza y de la fe, el corazón de una
madre que hicieran más lijeros y penetrantes
los rayos del
amor divino en el corazón de 1a humanidad. Sin la madre,
el hijo habría triunfado; pero los relámpagos del amor maternal tienen una fuerza irresistible y han llevado el cristia.
nismo con alas más rápidas y han facilitado su introducción
entre los hombres de todas las condiciones. El sabio y el ignorante, el rico y el pobre, el blanco, el negro y el indio tienen más ó menos sensible la fibra del amor materno, todos
comprenden ese lenguaje, todos se conmueven con la contemplación de una madre amorosa, valiente y abnegada.
Las grandes y simpáticas lecciones que comienzan en
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1.. MARíA.
Nazaret y acaban en el Calvario, tienen fuerza y luz poderosísimas para atraer y guiar á la humanidad en su peregrinación
sobre la tierra, con más eficacia y suavidad que los millares
de libros que se han escrito sobre moral y discursos que se
han dicho.
Es la enseñanza objetiva que de la familia dictó Dios
con su humildad, su obediencia, su discreción, su prudencia,
su abnegación, su sociabilidad, su dulzura, su sinceridad¡ su
sencillez, su piedad, su amor, y por sobre todo, su sacrificio
á la voluntad de Dios. María es el modelo de la hija, de la
esposa y de la madre. Ella no fué conducida al Tabor para
presenciar las glorias de la Trasfiguración, porque ella no las
necesitaba para convencerse de la Divinidad de su hijo.
Felices las jóvenes que se fijen desde sus tempranos años
en esa figura, la más interesante y simpática del cristianismo
después de la de Jesús, y procuren descubrir el secreto de la
fuerza y de la grandeza de la mujer en las virtudes de esa humilde joven que desde su pobre casa de las montañas fué colocada en el punto más culminante de la historia y resplandece hoy en el cielo como faro de consuelo y de esperanza.
Los pueblos que, apesar de ser cristianos, no se fijan en
esa creación divina, ó no le eoi1ceden la importancia que ella
merece, carecen de esa llama de dulce y vivificante calor que
anima el hogar y suaviza las amarguras de la vida; y desconocen al mismo tiempo, el complemento de la obra de la regeneración cristiana, qne es la mujer fuerte, inseparable de
toda obra de trascendencia, así como lo fué desde el principio del mundo cuando todas las cosas fueron hechas.
La mujer es la escala que mide con exactitud la civilización y el progeso verdadero de las sociedades. De su abat~miento moral ó de su elevación, se puede deducir la degra-
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Á MARfA.
41
dación ó la altura de las naciones. Como es la partc más sensible del género humano, acusa con seguridad y pronto, el
grado de educación de los pueblos. Es un error gravísimo no
atender y cuidar con esmero ese elemento que forma la corona 6 el escarnio del hombre, que es el pregonero implacable
de su miseria ó de su gloria, y que constituye la fuerza, el
bllsamo y el aceite que impulsa, cura y suaviza el corazón
del hombre.
Colombia recibió la ensei\anza del cristianismo
ilumina-
da por la luz indeficiente de la pureza y del amor de la Virgen Madre, y esa luz ha formado centros á donde concurre
la piedad filial á depositar las primicias del sentimiento cristiano, las penas de la vida, y las esperan~as de la desgracia.
Cuántas conversiones verificadas á impulsos de la personificación del amor puro y del sacrificio, cuántos dolores profundos calmados por el suave aliento de la virtud encarnada
en el sér más amable y simpático de la creación.
Madre clemente, estrella polar en las tempestades de la
vida 1 Nosotros marinos errantes y tus hijos, engendrados en
los dolores del calvario, te suplicamos vuelvas tus dulces ojos
hacia esta querida y desgraciada patria. Que tu casto corazón, tu fe, tu humildad, tu sabiduría y tu ardiente caridad
nos enseiien á apartamos de los vicios degradantes, del hielo
desolador de la indiferencia religiosa, de la arrogante y necia
incredulidad, del cruel y ciego fanatismo, de la embrutecedora
superstición,
de la soberbia que vela el espíritu é impide
todo progreso, del egoismo qnc mina la familia y la sociedad.
Que la mujer colombiana aprenda en tí á ser fuerte para que
sea la verdadera compañera del hombrc, la guía de sus hijos
y el centro del hogar.
Que el Gobierno de nuestro país se penetre
de la nece·
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42
Á MARíA.
sidad que tenemos de elevar á la mujer por medio de una
educación cristiana, séria y útil.
En el tercer centenario que el pueblo celebra en tu santuario de Chiquinquirá, el más antiguo y popular de Colombia,
te dirigimos una humilde y fervorosa plegaria: que al empezar el cuarto siglo de tu culto en nuestra patria, bajo esa ado
vocación, le procures la paz, fundada en el verdadero conocimiento y práctica de las doctrinas <lel que te eligió por
Madre.
Bogotá, 15 de Noviembre de 1886.
JULIÁN
COCK BAYER.
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EL NOMBRE DE MARÍA.
cono.
I Clllí.ll dulce y melodioso
El nombre
de MariB 1
I Amada Madre mÍB 1
1 Cuán dulce y melodioso!
i Cuán bello y delicioso
1
Su corazón el corazón más tierno j
Su nombre el nombre de mayor cariño!
Desde la cuna lo repite el niño,
y al viejo alegra en su postrer invierno.
Tu nombre sin rival 1oh Virgen santa!
Al Ilombr(l siempre de Jesús unido,
Regocija en el cielo al escogido
y acá. en la tierra nuestra vida encanta.
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44
EL N01.ffiRE DE MARfA.
Cuando el ambiente plácido embalsama
y de rosas y leve enredadera
Se corona la sien la primavera,
Tu dulce nombre júbilo derrama.
Cuando el suell0 mis párpados oprime,
Tu nombre el labio con amor pronuncia,
y á cada aurora con que el sol se anuncia
Su santo sello en él tu nombre imprime.
Si la barquilla el aquilón sacude,
Si la arrebata al borde de la roca,
A la madre rendido el hijo invoca
y del hijo á la voz la madre acude.
Del príncipe infernal la saña impía
lOh cuántas veces mi virtud combate I
Mas yo resisto su furioso embate
El nombre repitiendo de María.
Nombre bendito, cuando el labio yerto
pueda ya, mi corazón te llame
y como grito de victoria aclame
Al saludar el venturoso puerto.
No
y allí, Señora, con Jesús te vea,
Por ángeles y santos ensalzada,
Bendecida por Dios y acariciada,
y éste mi gozo para . 8iempre sea.
JOSÉ TELllslrORO
PAÚL,
S.
J.
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SONETO.
Rasga la ciencia el azulado Ciclo,
Mas luégo á lo infinito rauda asciende,
Y, envuelta en dudas, su insaciable anhelo
La llama de la fe en lo ignoto enciende.
Se inclina entonces ante el amplio velo
De las cosas que el mundo no comprende;
Y hallando el alma sin aplomo el suelo
Hácia vida de Dios tránsito emprende.
De esa ascensión es ala victoriosaAun antes que la pira funerariaDe abnegación la fuerza milagrosa,
Del éxtasis de amor la sed primaria,
El arpa de David, que es voz radiosa,
La escala de Jacob, que es la plegaria.
R. N.
Cartagena,
1886.
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LOS DOLORES DE LA SANTíSIMA VIRGEN.
Stabat Mater doloro,a.
I
11 Todo está consumado!" fué el acento
Ultimo de Jesús, y la plegaria
Tristísima y primera que di6 al viento,
Como tórtola viuda y solitaria
La MaMe del dolor, ¡ay! del sangriento
Cadáver de su amor depositaria r
y el eco melancólico y pausado
Contestaba á lo lejos: Consumado!
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LOS DOLORES DE LA SANTíSIMA
VIRGEN
47
II
" Todo está consumado! ", en su agonía
La mirada fijando lacrimosa
Sobre el Hijo, la Madre repetía;
y en el fondo de antigua, pavorosa
Tumba) quc á las dos víctimas servía
De ara terriblemente misteriosa)
Huesos inertes que culpables fueron)
De esperanza y dolor se estremecieron!
(1)
III
, "Padre mío, y de mi Hijo, Padre Eterno
Que el corazón tcnéis tan dulce y bando,
¿ Así probáis mi corazón materno
Su fibra más sensible desgarrando?
¡Aylla oblación de mi Hijo cuando tierno
Anuncio fué de la que estoy mirando!
Herida está mi alma, traspasada,
¡Seáis bendito, Señor!-con
vuestra espada."
IV
Dice, y la ebúrnea, inmaculada frente
Sobre el semblante escuálido y sombrío
Del Salvador, rendida y blandamente
Deja caer, baiíada en sudor frío,
Al peso abrumador de lo que siente!
Así el nardo cubierto de rocío
Sobre su tallo inclínase, indefenso,
De enfurecido noto al soplo intenso.
(1) Los de Adán, que, según la tradición, estaba sepultado en el
Calvario, en el mismo lugar donde colocaron lA cruz del Redentor.
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48
LOS DOLORES DE LA SANTíSIMA
VIRGEN.
v
Luégo, cual suele el Sacerdote Sumo
Grave, apartar el velo del santuario
Para ofrecer como plegaria el humo
Que sube en espiral del incensario;
Tal, ya purpúreo con el rojo grumo
De la sangre deífica, el sudario
Levanta de Jesús la Virgen, y émula
De la torcaz laméntase en voz trémula:
VI
¿ " Así desnudo El que de azul el cielo
Viste, y la tierra de esmeralda y flores?
¿ Tú, que de sombras á la !l0che velo
Das, y á la aurora manto de fulgures,
En tánta desnudez? ¡Ay! ni el consuelo
Ha quedado á tu Madre, en sus dolores,
De ver sobre tu cuerpo aquella única
Que sus manos tejieron, pobre túnica.
VII
I La jugaron, oh Dios, y en mi presencia
Los verd ugos !
¡echáronla á la suerte!
¿ Dónde encontrar valor y resistencia
Para tanto penar? ¡oh Padre fuerte
Contra un ángel, Jacob l ¡Qué diferencia
Entre los dos 1
Para llorar la muerte
De José, su vestido os entregaron,
Mientras á mí,
ni aun eso me dejaron!
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LOS DOLORES DE LA SANTíSIMA VIRGE~
49
VIII
Quizá la saña era también conmigo.
Yo los perdono !...•..Que mi llanto ahora
Te cubra en mi regazo, oh gran mendigo
Del amor de los hombres 1 » Dice, y llora
Del hombre el desamor; y al dulce abrigo
De aquel rasgado pecho que atesora
El corazón más tierno y generoso
Acoge, sollozando, el rostro hermoso.
Santamarta,
17 de Octubre de 1886.
RAFAEL CELEDÓ:-;.
4
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PRO
Á LA SANTíSI~[A
PAPA.
VIRGEN DEL ROSARIO.
SONETO.
¿ No le
Vertido
¿ No os
IA qué
véis? ¿ No le oís? Su amargo llanto
en cautiverio noche y día,
mueve á compasión, dulce María?
tardáis en libertarle tánto !
¿ Por qué, si ya triunfasteis en Lepanto
Del musulmán infiel, y la herejía
En Francia aniquilasteis, no á la impía
Secta, alejáis del Patrimonio Santo?
¿ En vano, arma de luz-Nuestro
Rosario
Que al mismo Infierno en su furor arredraSe esgrimirá en favor del Gran Vicario?
Es tiempo ya (porque ya el mal remedio
Parece no tener) de que la pudra
De escándalo sin par, quitéis de en medio.
Roma, S de Octubre de
J
885.
RAFAEL CELEDÓN.
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CANCION
Á NUESTRA
SERoRA DE LA MERCED.
Gloria á tu nombre, puerta y delicia
De la celeste Jerusalén!
Madre divina de amor hermoso,
Amable Virgen de la Merced!
Gloria á tu nombre, Señora y Reina
De tierra y ciclos, á cuyos piés
La blanca luna, yel sol brillante
y las estrellas son escabel!
BIOLlOTF~"
L
CAT .h.I.CjGi\:
.__.:,.i'jGO
<)N
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32
CANCIÓN Á ~UESTRA
SEÑORA DE LA MERCED.
En otros tiempos, el Sarraceno,
Fiero enemigo de nuestra fe,
Hizo al cristiano gemir cautivo
En las mazmorras de Africa infiel
j
Mas tú, Sei'íora, tú, compasiva,
Tú, amable Virgen de la Merced,
Ya para siempre rompiste el cetro
Del Agareno potente y cruel.
Pero j ay, Setíoral que todavía
Hay en quien muestres tu gran poder:
IAy, que tus hijos otras cadenas,
Y más pesadas llevan también!
Tú ves, oh Madre, cuál nos opr.imen
Nuestras maldades. Oh! tú lo ves!
A estos cautivos también rescata,
Oh amable Virgen de la Merced!
J.
MANUEL
MARROQUíN.
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LOS SANTUARIOS.
Del camino de la vida
En los ID ucrtos arenales,
De cuándo en cuándo aparece
U na isla verde, un olsis.
Cuando de sed y fatiga
Desfallece el caminante,
y de todo refrigerio
La esperanza pierde casi,
Alguna inocente nilÍa
A correr el campo sale,
y en símbolo ante sus ojos
Esplende la Virgen Madre.
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54
LOS SANTUARIOS.
La palmera al peregrino,
y la estrella al navegante,
Son una Consoladora
Bajo distintas imágenes.
Ya la nii'ia exploradora
Ve la palma susurrante,
Y á su pie el labio refresca
En límpidos manantiales;
Y á la caravana torna,
Y anuncia el prodigio grande;
Y acuden, y sobre todos
Lluvia de consuelos cae.
Del oasis del desierto,
De sus místicos boscajes,
i Qué apacibles los ruidos,
y las sombras qué síiaves 1
¡ Salve, refugio y amparo
De la humanidad errante 1
i Salve, reina de los cielos I
i Madre de los hombres, salve 1
M. A.
CARO.
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A LA SANTÍSIMA VIRGEN.
SO~ETO.
i Oh madre del amor hermoso y santo!
i Virgen, que sobre innúmeras estrellas,
Vertiendo luz que se refleja en ellas,
Reinas, déspués que conociste el llanto !
Del pecador, asido de tu manto,
Acoge tú las férvidas querellas!
i De mi torpe vivir las hondas huellas
Borra, tú que de Dios obtienes tanto!
j
j Libre yo de cadenas y de abrojos,
Torne á los horizontes de mi infancia,
y á merecer tu maternal carilio ;
y gozando la lumbre de tus ojos,
y embriagado en tu mística fragancia,
Perezca el hombre en mí, renazca el nirio !
:M. A.
CARO.
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LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA.
¡Fué como un sueliol ... EI Angel
Terrible de la Muerte
Junto al humilde lecho en que reposa
La Virgen galilca
Tímido pliega el ala,
y un sopor misterioso
Sobre sus ojos vierte.
¡Murió!. .. pero tan suave fué su muerte
Como al caer del sol, el postrer rayo
Silencioso y suave se resbala
Sobre pcnsiles que en florece Mayo;
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LA ASUNCIÓN
DE NUESTRA
SEÑORA.
57
Como al cielo se eleva
El bals<imico aroma
Que el bosque hojoso de su seno exhala.
y la Virgen se alza de repente,
y la recibe nacarada nube
Que desgarrando el eter esplendente
Hacia el Empireo sosegada sube.
¡Subc, santa doncella, que no es digno
Este de ti, no Patria mas destierro,
Erial lleno de abrojos,
Que en tu triste existencia
Empapaste con llanto de tus ojos!
¡Sube á la eterna paz y al gozo eterno!
¡Levántate, apresúrate! el invierno
Pasó, sc fué la lluvia;
Las flores aparecen en el prado,
y la \'oz de la tórtola se ha oído,
Débil y gemebunda;
N uevas auras rcvuelan olorosas,
y nueva luz inunda
Las bóvedas del ciclo espaciosas.
¿Quién es ésta que sube del Desierto
Bella como la aurora refulgente?
El modesto pudor sentó su trono
Sobre su hermosa frente;
Su corazón se incendia con la llama
Del amor de su Dios y de su Cristo:
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LA ASUNCIÓN DE NUESTRA
SEÑORA.
----------.- --~------------Sus ojos son de tímida paloma
Que miran con piedad al infc1ice;
y al aire desparcidos sus cabellos,
Que entre los velos flotan und ulando,
De incienso y mirra exhalan grato aroma.
Clava los ojos en la azul esfera
Cual si el espacio devorar quisiera,
y alza los brazos al profundo cielo
Para volar más pronto allá do mora.
El Sumo Bien, y allí apagar la ardiente
Sed que el alma devora,
y abismada en su amor, de amor muriendo,
Cantar al fin el himno triunfadora.
¡Príncipes, y vosotros
Abrid, abrid las puertas eternales
Del Paraíso, que gozosa llega
De la tierra la pobre peregrinal
-¡Oh!
¿quién es ésta que embriagada en gozo
A la dichosa Patria se encamina?
-Es la Virgen y Madre, Hija del Hijo,
y del Divino Espíritu la Esposa,
La Estrella de la mar, la intacta rosa,
Consuelo de los míseros mortales.
¡Sobre los quicios de oro voltilando
Desplegaos, oh puertas eterna les,
Que se acerca la Reina victoriosa!
y hubo un silencio grande
En la región del cielo
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59
LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA.
Cuando cayó de hinojos á la planta
Del Hijo; Él la levanta,
y ciliendo á su frente una corona,
Emperatriz del cielo y de la tierra,
Jurando por su diestra, la pregona.
y luégo el canto de victoria suena
En las celestes liras
Que los espacios infinitos llena,
y en la insondable inmensidad se pierde;
y el vencido Satán rabioso muerde
La secular cadena,
y á llorar vuelve el llanto que es eterno,
y á sus fieros rugidos
Retiemblan las cavernas del infierno.
JOSÉ
JOAQuíN
ORTIZ.
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A MARÍA.
Cuando acallas los vientos y los mares,
Cuando con regia pompa en los altares
Miro el mundo á tus pies;
Grito con entusiasmo y alegría:
((Nada tiene de extraño; ésa es María;
y es reina esa mujer.])
Al verte resignada en el Calvario,
O trocando en joyeles el sudario
Que envuelve al pecador;
Me postro reverente; hablar no puedo;
y balbuce mi labio quedo, quedo:
« Ésa es madre de Dios! •••••• ])
ENRIQUE
Diciembre
RESTREPO
G.
8 de 1886.
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A MARtA.
i Oh Madre de Jesús de Galilea ~
Tú hablas al coraz.6n y al pensamiento
Del grave artista que en trabajo lento
Calla, medita, se estremece y crea.
Que en ti el místico artista se recrea,
y á ritmo ó mármol, al soplar tu aliento,
Da el eterno ideal del sentimiento
y el sentimiento eterno de la idea!
y al dejar el artista los enojos
De esta vida infeliz, tras luchas tantas,
Cuando entrega á la sombra sus despojos,
Más aIlá de los astros lo levantas,
y haces que el cielo se abra ante sus ojos
Cuando se abre la tierra ante sus plantas.
1. RIVAS
GROOT.
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AVE MARIS STELLA.
(IDEA
DE
CHATEAUBRIAND).
El so), que ya en las ondas sumergía
El disco refulgente,
En descenso veloz al par que grave,
Inmenso, deslumbrante se ve[a
Entre las tersas cuerdas de la nave.
Ninguna sombra el horizonte empaña.
Leve matiz de rosa
Velas y obenques vagaroso baña,
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A VE MARIS STELLA.
y sólo alguna nube
Parece, cautelosa,
Volar viajera hacia región extraria.
La Luna lenta á los espacios sube,
y con ella, y el Sol, ya moribundo,
Un triángulo formando, se levanta
Tromba inmensa que el iris abrillanta,
Cual soportal del cóncavo profundo.
No ha visto del Eterno la grandeza
Quien en el mar no ha visto, en Occidente
Hundir el Sol la fúlgida cabeza'
Oh , cuán abrumadora,
Cuán vigorosa sien te
La majestad de lo infinito el alma I
Hay cn el quieto mar, que el iris dora,
En el espacio, imagen del vacío,
Una vislumbre de la eterna calma.
j El mar potente, fragil el navío 1
El ánimo que flota
En temor y esperanza; la cambiante
Huella del casco; la desierta rota;
La humillación universal delante
De quien ellllar ensaña ó le domina;
Dios, que sobre la faz del Oeeano
Oye, al través de la extensión callada,
y á recibir se inclina
Entre las nubes, el acento humano,
y alza la luna en la siniestra al cielo,
y del ocaso en la profunda entrada
El sol detiene con la diestra mano .•....
Todo al hombre confunde y anonada r
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AVE MARIS STELLA.
y luégo, cuando cárdenos fulgores
Matizan el espacio,
De la nocturna sombra precusosores,
y cual sollozos últimos del día
Rizan las ondas céfiros ligeros,
Con aire de sin par melancolía
Levantan la oración los marineros:
([Salve, Madre de Dios, Virgen Maria,
Marts stclla ! l)
Y al devoto acento
Que, sorprendido, el viento
Por la desierta inmensidad murmura,
Ecos medrosos en redor responden,
y los marinos monstruos con pavura
En sus abism05 líquidos se esconden.
La noche avanza y el peligro apura,
Por doquiera la sombra se derrama,
Empuja el viento la empinada vela,
Sobrecogido el marinero exclama,
([Salve, Madre de Dios, Mart"s stella!lI
JosÉ
Bogotá, Diciembre
JOAQuíN
CASAS C.
4 de 1886.
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LA INMACULADA
CONCEPCIÓN.
(TRADUCIDOS DE PEDRO CORNEILLE).
Hombre, quienquier tú seas, ve á Eva y á MARÍA,
Y al comparar tu madre con la del Salvador
Dí cuál por más amada del Hijo se gloría
y cuál del Padre Eterno obtuvo más favor.
Eva, no bien respira, en rebelión se inflama;
MARíA, en obediencia es sin comparación:
Por la una nos destierran, por la otra se nos llama;
La una el mal nos trajo, la olra la curación,
5
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66
LA lNMACULADA
CO~CEPCIÓN.
Noche y borrascas Eva descarga en nuestra frente,
MARÍA nos devuelve la claridad, la paz;
Si aquélla cede, la otra quebranta á la serpiente
y vuelca sus altares y su poder falaz.
Eva su raza entera tiene al demonio
nncida;
MARíA rompe el yugo en que gemir la vió ;
De aquélla viene muerte, de ésta sólo vida;
La una el Infierno, la otra el Paraiso abrió I
y sinembargo, aquélla que á inumerables seres
Impone fuego eterno, nació sin corrupción;
y cómo la Bendita de todas las mujeres
Pudiera menos pura ser en su Concepción?
Nó I Sean cuales fueren sectas, partidos, nombres,
Tan degradante absurdo neguemos á una voz:
Lo que de Dios obtuvo la madre de los hombres
No osen rehusar los hombres, á la Madre de Dios.
RAFAEL POMBO.
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EL CORAZÓN DE MARÍA.
I Oh Corazón de l/1aría,
Por Dios electo y~ bendito
Para una santa alegría
y beber luégo á porfía
Cáliz de hiel infinito!
Ningún placer igualó
Al que sentiste al saber
Que Dios mismo te escogió
Por Madre del que Él envió
N lIcstra coyunda á romper.
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68
EL CORAZÓN D1<:MARfA.
Ni igualó ningún pesar
A tantos que tú sufriste
Cnando á Aquél que en un altar
Debiera el mundo adorar,
En cruz afrentosa viste.
iOh Madre! ti nos enselias
Que las dichas de este mundo
Son f1<lgacesy pequeñas,
y que á sus horas risueI1ias.
Sigue un quebranto profundo.
Que á los que quiere el Señor
Depara angustias mayores.
Pidele, oh Madre 1 en tu amor
Que en la Fé nos dé valor
Para vencer los dolores.
y que apure en nuestro bien
Nuestras congojas y afrenta,
Permitiendo que también
Sea la escala del Edén
La cruz ~e nos atormenta.
RAF AEL POMBO.
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LA INMACU LADA
CONCEPCIÓN.
Ab rotermo ordinata Bum
Salomón, Prov Cap. 8
1\larfa peperH á aeculo Salvatorem
S. JUAN
CRIF.Ó8TOMO.
Si Jesucristo es Dios, pura es María
Desde la eternidad y en todo instante
De su sér natural; y semejan te
En esto al Dios que en sus entrañas cría;
Porq ue si Cristo es Dios, Dios se gloria
En ser Cristo también, y el tiempo andante
Es para Él eternidad constante
y Dios fué siempre lo que fué algún día.
Luego fué siempre Cristo, concebido
De su Madre eA cl seno eternamente,
Allá, en el seno eterno de Sí mismo.
Luego si hasta Marta osó atrevido
El pecado llegar, forzosamente
Llegó hasta Dios ••••• I Absurdo y ateísmo I
RAF.\H.
Po•.mo.
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AVE MARÍA.
(EXPOSICIÓ.'lCONFIRMATIVA
DELDOGMA.)
AVE-en tí ufano el Cielo se enajena.
MARÍA-mar que de infección exento
Lavará el mundo; luz del firmamento
Que al Abismo en su cólera encadena.
LLENA DE GRACIA-pues que sólo llena,
Culpa no cabe en tí ni detrimento.
EL SEKORES CONTIGO-Y si un momento
Es, siempre fu6, y al mal te guarda ajena.
Por gracia del Señor ERES BENDITA
Sola ENTRE TODAS-sola inmaculada,
Que mancha Y bendición no se consienten.
Desobediencia y presunción maldita
Canceraron el mundo. Al Cielo agrada
Que tu obediencia y humildad lo alienten.
RAFAEL
POMBO.
, Estos dos sonetos fueron examinados y aprobados, como todo el
librito" El 8 de Diciembre" de que h:v.:en parte, por el Illmo. Sr. Arzobispo Arbeláez en 28 de Noviembre de 1877; y S. S. Illma. Be dignó
oocmlis conceder ochenta días de indulgencia por la lectura. meditada
de cada composición.
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MARÍA
MADRE
(IMITArrÓ~
DE LA BELLEZA.
DE MAYNARD),
Madre de la Verdad y la Pureza,
Madre de la Belleza,
De la Belleza. eterna é increada,
Es María, donde halla su modelo,
En la tierra y el cielo,
La belleza finita, la cread2,
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72.
MARíA MADRE DE LA BELLEZA.
Una y otra belleza juntar pudo
Dios en estrecho nudo,
Cuando lIegó de redención el día;
y ambas hallaron inmortal reflejo,
Como en límpido espejo,
En el cuerpo y el alma de María.
El Salvador al mundo corrompido
Su esplendor ha escondido,
De irrisión coronando su cabeza j
Mas el genio cristiano en cada espina
Solícito adivina
Tesoro inextingible de belleza.
Cubre la Virgen con espeso manto
Su cabeza; y con lIanto
Los dulces ojos, que velar procura;
Mas halla en cada lágrima vertida
Inspiración y vida
'
El arte, si bosqueja la hermosura.
Dios, el hombre y el mundo, manantiales
Do sacan sus raudales
Toda belleza y toda poesía j
Ella es madre de Dios, ffildre amorosa;
y en esa unión dichosa
María vive en Dios, Dios en María.
La humanidad
de Dios reside en ella,
y es como el hombre bella,
y tiene la belleza femenina.
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MARiA
MADRE DE LA BELLEZA.
73
Virgen, esposa, inmaculada madre,
No hallo nombre que cuadre
A una hermosura tal, casi divina.
Cuando un cuadro medit:} insigne Apeles,
Ensaya sus pinceles,
y ante el ensayo el mundo se extasía j
La tierra, el sol, la luna, millaradas
De estrellas, pinceladas
Son del Artista que formó á María.
Esclavo
El hombre
Culto á la
y adiestre
En el arte
Que adora
de la carne y del sentido,
corrompido
forma vil tribute sólo j
con afán la torpe mano
pagano
á Venus y venera á Apolo.
Mas quien lo bello en descubrir se empeile,
La materia desdei\e,
Pida á la Fe cristiana su modelo,
Alce los ojos al eterno dfa,
Al trono de María,
y en esfera inmortal levante el vuelo.
RICARDO
CARRASQUILI.A.
Bogotá de 1886.
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LA PATRONA DE AMÉRICA.
(mEA
DE DELAYIGNE).
i Maris stella !
A Europa! á Europa! n_u Un poco de esperanza 1
Tres días más, y os doy un nuevo mundo! "
Dice Colón mostrando en lontananza
Del Occidente el drculo profundo.
Sigue, y el primer día
Ya se apagó, y el horizonte extiende
Su ancho palio de azul j se confundía.
El zatir de las ondas y el del cielo.
y sigue, y sigue el pensador profundo,
Fija la mente en su soñado mundo.
H
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7S
LA PATRONA DE AM~:RICA.
El piloto, apoyado tristemente
Sobre la barra, escucha silencioso
El mugir de las olas rumoroso,
Fijos los ojos siempre en Occidente.
Viene por fin la aurora
y las espumas de Occano dora.
_le Colón, ya asoma el día;
y tú que ves? "_u La inmensidad vacía."
Qué importa 1 ved tranquila su mirada;
Sobre su inquieto corazón la mano
Poned, y de su seno los latidos
Contad, á cada instante comprimidos,
Como las pulsaciones dE. Oceano
Que hacen tremer la nave amedrentada.
Comprenderéis su rudo sufrimiento;
Cómo cada momento
De aquellos es para su mente un siglo;
y diréis: "A tal precio fuera cara
Su gloria, aunque dos mundos conquistara
I"
Apag6se otro día; y entre tanto
¿ Qué hace Colón? Reposa, ya rendido
De su agitado espíritu al quebranto.
y la turba conspira
.
Ingratos 1 cómo! ¿ el colosal marino
Tendrá por tumba el mar por do su genio
A vuestra frágil nave abrió camino?
¿ Y mañana las olas despiadadas
Su cuerpo legarán á las remotas
Playas que adivinaron sus miradas?
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LA PATRONA
-- _.~-----------.... -- _
.....•
_
.•....••
Dio: A~IÉRICA.
-.~-""----~------- -- ... --- --"- ------~----.
¿ Irá á rodar sobre la arena fria
El hombre á cuya gloria falta un día ? •••••
IO~CE DE OCTUBRE!..•... es éste ya el tercero
De los días que el sabio navegante
Pidió de plazo 1.....• El sol desde el distante
Confín despide su fulgor postrero.
I Cuán solemne la noche I las estrellas
Bordan del cielo el trasparente manto
y trazan en el mar brillantes huellas.
La muda inmensidad infunde espanto
En el alma ~ntranquila
De la tripulación amedrentada;
La mente de Colón incierta oscila
Entre el temor, la fe, la mar, la nada .••...
y es fama que los ojos
Entonces alzó al cielo,
y una plegaria murmuró ferviente
A ti, MARÍA, á ti, del m.u Señora.
y tú, cuando la aurora
Tiñó en nácar y púrpura el Oriente,
Descendiste en la luz de la madana,
y al genovés mostraste el .virgen mundo
Que del mar arrancó la FE CRISTIANA.
ENRIQUE
AL.vA~EZ.
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MARil\.
Es tu nombre tan suave, Virgen pura,
Como óleo derramado, como el néctar
Que atesoran las flores en su seno.
A tu nombre sonríe el infortunio,
Porque él enjuga su copioso llanto
y sus dolencias Cura y sacia su hambre.
Eres hermosa más que erguida palma
Que á orilIas de la fucnte alza su copa
En que juegan las brisas susurrantes.
Como lirio entre espinas, gallardeas
Tú cntre la hijas de Judá graciosas.
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78
;\IAHÍA.
Son de paloma tus hermosos ojos,
y tu cuello de cisne cuando híende
Ondas azules en que cl sol chispea;
y son tus labios entreabierta rosa
Cuando brinda á los céfiros su néctar.
¿ Quién es ésta que asciende cual columna
De humo de mirra, que regala el aura
y perfuma los vientos?¿ Quién es ésta,
Resplandeciente como aurora, y bella
Como la luna, y como el sol radiante?
¿ Quién es ésta que vierte de sus ojos
Rayos á cuya lumbre huye la noche? ...
Eres pura; no hay mancha en tí, MARÍA,
Pura más que el diamante en cuyo seno
La luz se alberga y se desata en iris.
Ante ti no hay pureza en la alba nube
Do mira el sol su imagen fulgurosa.
Tú afrentas á las aguas cristalinas
Que se deslizan sobre lechos de oro.
Eres más pura que el delirio vago
Del niño cuando sueña con su madrc1
Que le mulló su delicado lecho
y lo adurmió con dulces cantilenas.
ENRIQUE
•.\LVAREZ.
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A NUESTRA
EN EL TERCER
SEÑORA DE CHIQUINQU1RA.
CENTENARIO
DE SU RENOVACIÓS.
Es un lugar tristísimo en que habitan
Aborígenes rudos. En su cielo
Espesas nieblas sin cesar gravitan,
y selvas cubren por doquiera el suelo.
Tal fué el que hace tres siglos vió el portento
Que hoy conmemora la nación cristiana,
De aquella imagen que con noble intento
Hizo pintar Antonio de Santana,
La que él guardaba con amor fervientt:
En el mejor Jugar de su morada,
y rota por la lluvia lentamente,
Fué en un rincúll inmundo ~cpultada.
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80
Á NUI!STRA SEÑORA DE CHIQUlNQUlRJÍ.
Después la encuentra con sorpresa un día
María Ramos en él, mujer devota,
y en la capilla que en el pueblo había
Puso la imagen destellida y rota.
y allí la Madre del Señor piadosa
Ante una ciega renovarse quiso,
A la que cura, apareciendo hermosa
Al rayo de la luz del Paraíso.
Hoyes un templo de grandiosa y bella
Hechura, lo que fué pobre capilla
De troncos sin labrar, y es hoy por Ella
Lo que fué pueblo, populosa villa.
Hoy van allí con ansiedad pidiendo,
Consuelo el triste; el fugitivo, amparo;
y salen, 10 que piden recibiendo
De la que es Fuerza, y Esperanza y Faro.
Gloria á Dios en la tierra y en el cielo
Que á Madre tal desde lo eterno crea
Del mísero mortal para consuelo;
y la Madre también, bendita sea 1
U. C. B.
Chiquinquirá,
Octubre de 1886.
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A TI, OH
MARÍA!
Con toda mi alma,
Con la fe más vi va,
Arrancar quisiera
De mi humilde lira,
Magníficos cantos
y notas no o!das;
y haciendo con ellos
Mi ofrenda algo digna
Ponerla á tus plantas
Oh I Virgen bendita.
6
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82
Á TI OH MARíA.
Mas ya que no alcanzo,
Que en vano suspira
Mi numen oscuro
Por voces divinas,
Te doy lo que tengo:
La nota que vibra
En mi pecho siempre
Con san ta armonía :
Mi amor, que en tus aras
Pondré de rodillas.
En mar de pasiones,
Sin rumbo ni guía,
Mi espfritu lucha
Cual frágil barquilla
Que en revueltas olas
Destrozada oscila.
Más siempre á lo lejos
Tu huella divisa
Que nunca se oculta,
Que nunca se olvida.
Cansada mi mente
De ignotas fatigas,
Apagar ya deja
Su hoguera que ardía
y á mi frente arroja
Sus blancas cenizas.
Mas luégo que oye
Tu nombre, se agita
y al cielo levanta
Su luz fugitiva.
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Á Tr OH MARtA
Aquí ante tu imagen
Mi fe se reanima
y aquella inocencia
Pasada, se aspira;
Aquí renaciente
Mi esperanza finca;
y aquí las tinieblas
De mi suerte misma
Con tu luz de aurora
Pronto se disipan.
Por eso en tu libro
Do mezcladas brillan
Mil ofrendas puras
Con luz diamantina,
Humilde coloco,
Con mano bien tímida,
Cual pobre violeta
Ya casi marchita,
De alabanza el himno
Que te da mi lira.
Más á esta violeta
Que sola, escondida,
Hallé entre mi senda
De abrojos y espinas,
Mi espíritu diólc
Sus galas más ricas:
Los suaves perfumes
Del aura nativa,
Lo poco de bueno
Que queda en mi vida.
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8:¡.
A
TI OH MARÍA.
Cuando en mi última hora
Mi mirada fija
Busque agonizante
Tu imagen, María,
Recuerda esta ofrenda
De mi fe sencilla
y en cambio, mostrando
Tu dulce sonrisa,
Recibe mi alma
Oh 1 Virgen bendita!
ADOLFO
LEÓ:-<
•
GÓMEZ.
Bogotá, Octubre de 1886.
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A NUESTRA
EN EL TERCER
SENORA DE CHIQUINQUIRÁ
CENTENARIO
DE SU RENOVACIÓN.
Sobre el Ande se eleva
La redentora Cruz; de ~cnqucteba
Rodaron sobre el polvo los altares;
Del cedro secular bajo el ramaje
El misionero al rústico salvaje
Enseña del Eterno los cantares.
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86
Á NUESTRA SEXORA
DE CHIQUINQUIRÁ.
Mas ay! el muisca oculto
En las cavernas, el antiguo culto
Rendía al Sol y á la argentada Luna,
y áureas ofrendas en la noche umbrosa
Arrojaba con mano temblorosa
Al sereno cristal de la laguna.
Mas tú, Madre divina,
Más pura que la estrella matutina,
Tú, á quien mi labio reverente nombra,
A tu sagrada efigie desteñ.ida
Diste ante un pueblo resplandor y vida,
y del error se disipó la sombr~.
Triste ciega de hinojos
Postróse ante tus aras, y sus ojos
Se abrieron á la luz; el moribundo,
A quien la ciencia abandonó á su suerte,
Pronunciando tu nombre, de la muerte
Saltó del lecho y te cantó ante el mundo.
Magnífico santuario
La piedad en el campo solitario
Alzó entre muelles de men udas hojas,
y desde entonces de lejanas tierras
Viene cruzando prados y altas sierras
El que sufre, á contarte sus congojas.
Ay I hubo un tiempo aciago
En que la peste su mortal estrago
Extendía implacable por doquiera.
Sólo se oían resonar entonces
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Á NUESTRA
SEÑORA
DE CHIQUINQUIRÁ.
87
El fúnebre tal1ido de los bronces,
Del huérfano la queja lastimera.
Hasta tí los clamores
Llegaron, y entre cánticos y flores
Tu imagen las ciudades recorría.
Huyó el contagio, cual la sombra oscura
A la lumbre del astro que fulgura
Tras la montalia al empezar el día.
Tres siglos se han hundido
Entre las simas del profundo olvido,
y tu mística imagen resplandece
Entre el incienso que hasta el ara sube,
Como Véspero hermoso entre la nube
Que al soplo de las brisas desparece.
Tu nombre soberano
Nadie ha invocado en su dolor en vano:
Sobre mi triste corazón que espira
Ante los golpes del destino rudo,
De tu piedad el celestial escudo
Pón, y en tu templo colgaré mi lira.
RUPERTO
Bogotá
S.
GÓMRZ
] 886.
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HIMNO Á LA SANTÍSIMA VIRGEN.
CORO.
Escucha, oh virgen pura,
La súplica ferviente
Del corazón doliente
Que implora tu piedad.
Alivia nuestras penas,
Enjuga nuestro llanto,
y acepta nuestro canto
Con plácida bondad.
Atiende nuestras súplicas, oh Virgen soberana,
Asombro de los Cielos, portento de Jehová;
Que llegue á tus oídos la débil voz humana,
Que vuele al Firmamento donde tu trono está.
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HIM~O
Á LA SANTíSI~IA
VIRGE:-;.
Tus dulces ojos vuelve, benigna protectora,
Al valle de miserias, de lágrimas y afán,
Donde se agita triste, donde suspira y llora
La desdichada prole del infc1ice Adán.
Tú siempre alimentaste del pobre la confianza,
Calmaste del enfermo la angustia y el pesar;
Tu fuiste para el huérfano la última esperanza,
Para el marino fuiste la estrella de la mar.
Tu nombre irá en las alas de los sonoros vientos,
El aura susurrante tu gloria ens:llzará;
Te cantarán las aves en mágicos acentos,
Te alabará el arroyo que murmuraudo va.
Tú mandas compasi~'a que el terremoto cese,
Tú calmas los furores del rápido huracán;
El piélago agitado tus leyes obedece
y apagan sus incendios el rayo y el volcán.
Los mundos infinitos donde el Eterno mora
Bendita entre los séres sin fin te aclamarán:
Bendita seas, oh Virgen, bendita seas, Señora,
Los siglos y las gentes sin fin repetirán.
Tus dulces ojos vuelve, benigna protectora,
Al val1e de miserias de lágrimas y afán,
Donde se agi la triste, donde suspira y llora
La desdichada prole del infelice Adán.
Cali.
EUSTA9\;¡O
PALACIOS.
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SALUS INFIRMORUM.
Á LA VIRGEN DE CHIQU¡:-íQUIRÁ.
1
Postrado del dolor en la amargura,
Más que del cuerpo, enfermo yo del alma,
Meditaba en mi lecho, con pavura,
Cómo encontrar pudiera alivio y calma;
Mas de repente, como luz del cielo,
Brilló á mis ojos un convite santo,
Que releí con insaciable anhelo,
Al través de las gotas de mi llanto;
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SALUS INFIRMORml.
91
Un himno para tí, Santa Seiíora,
La devoción de un pueblo me pedía,
Aquel cuyo horizonte, como aurora,
II uminastc en ven turoso día!
La tercera centuria vá á contarse
De ese prodigio de tu amor inmenso;
y cada nuevo siglo irá á postrarse
Ante tus aras, á ofrecerte incienso!
Salté entonces del lecho, reverentc,
Para pedirte mi salud, María,
y fortaleza para alzar mi frente
y unir mi voz á aquella melodía.
y hoy lo cumplo, merced á tus favores,
y vengo á saludarte con mi lira,
La que olvidar me hicieron mis dolores
y hoy de nuevo cn tu luz y amor se inspira!
II
Yo siempre te adoré!
A tu pura beldad fué
Antes que el corazón
Del amor mundanal,
Mi primer canto
dirigido,
el cicgo encanto
me hubiera herido.
EL l'OQU~ DE ORACIONES (1) conmovía
Desde mi infancia, mi alma religiosa,
U ngida en celestial mclancolía
Al s6n del alba y en la tarde umbrosa.
(1) Composición publicada por el autor en 18(5).
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SALUS I~FIRMORUM.
Canté del O's1te (1) en la región extraña
El prodigio admirable de tus dones,
y del Guditara (2) luégo, en la montaña
A ofrendarte llegué mis oraciones;
Del Guadalupe (3) en la escarpada cumbre
Tu templo visité y allí de hinojos
Dovorando los rayos de tu lumbre
Se inundaron en lágrimas mis ojos j
Del pecador
Cuando, en
Mis miradas
y he salido,
refugio (4) te he cantado
medio de estéril extravío,
al cielo he levantado
á tu luz, de error sombrío.
Yo siempre te adoré! Jamás mi mente
Abrigo diera á la blasfemia impía;
Siempre orgulloso proclamé ferviente
Tu
INMACULADA CO:\CEPCIÓ~,
MARÍA
1 (5)
III
y hoy te invoco, SALUD de los que lloran
En la tortura de fatal dolencia,
y cuyo pecho mísero devoran
Llagas del corazón y la conciencia 1
(1) b'l Cisne-Santuario
en la provincia ecuatoriana de Laja.
(2) Guáitara .•.....
8antuario de la Virgen de la Laja, cerca de Ipíaletl en
el Cauca.
(3) Gnadalupe-Composícíón
publicada. en 1872.
(4) IUfuflio de lo., pecadores-Publicada.
en UDa colección de poeeíM
religiosas en 18i2.
(5) Inserta en otra colección de poesías religiosas.
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SALUS lNFIRMOIWM.
93
en
Ven
mi auxilio y tus prodigios muestra,
A tu pobre devoto que te llama;
Extiende sobre mí tu pura diestra
y tu santa salud 'en mi derrama!
Permíteme que humilde peregrino
Flores vaya á regar en tu santuario,
Reposo y paz buscando en mi camino,
Como el ave en la cruz del campanario'
Oye mi voto, accede placentera
A mis ruegos, y alivia mis pesares;
Protégeme, Seilora, y cuando muera,
Duerma mi alma, al pie de tus altares.
BENJAMf:-¡
Bogotá, Noviembre
PEREYHA
GAMBA.
de 1886.
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FCEDERIS-ARCA.
1
Como el ave que vuela hacia su nido
Cuando amenaza tempestad tonante,
Tal as!, con mirada suplicante,
Se eleva el hombre al cielo
Si horrible desventura
Repentina le llena de tortura.
El ave abrigo busca
Que le cobije en la intemperie brusca,
y el hombre, en las borrascas de su alma
Apetece solícito la calma.
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FaWERlS-ARCA.
95
Bajo su copa á reposar convida
Al ave errante la gentil palmera,
y en la cima del arbol de la vida
Halla el hombre la patria bendecida
Do reina el orden y la gracia impera.
Por eso en este valle,
De lágrimas camino y de dolores,
Suspiramos gimiendo por el día
En que la Madre pía
Disipe nuestras penas
y rompa del esclavo las cadenas.
II
Yo escucho como el ave, en torno mío
El huracán bravío
Rugir, haciendo estremecer la tierra;
Miro blandir la espada sanguinosa,
y su estrago esparcir la horrible guerra;
El hambre airada al desdichado acosa;
Las negras alas tiende,
y á devastar la populosa villa
Traidora peste rápida desciende;
Y, reina de los míseros despojos,
Sobre ceniza inerte,
Placer mostrando en los siniestros ojos,
Pone su trono la insaciable muerte.
III
Qué desastrosa escena
La que áun el corazón de horror me llena I
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96
F<EDERIS-ARCA.
Aun oigo la explosión
áun me parece
Que al hórrido estallido
Se encrespa el mar, la playa se estremece,
Cruge el bajel, del huracán batido,
y en vano la, miradas
Algún objeto descubrir procuran
Del humo entre las densas bocanadas .
...........................
,
,
¿ Qué fué de mis amigos?
¿ Quién entre escombros mi clamor escucha?
Mudos están los cielos
De aquella escena de dolor testigos.
¿ Por qué cual otros tántos en la lucha
N o he perecido? •.¿ me sal vó el acaso?
Oh, no! que yo en el pecho
Viva la llama de la fe tenía,
y á tí clamé, Señora,
Madre de Cristo y abogada pía,
Celeste Intercesora,
y socorro del huérfano y del triste;
y tú, movida á compasión, la barca
Mía rota, volviste
Al anhelado puerto do me asiste
Tu augusta protección, F<EDERIS-ARCA 1
Bogotá, Noviembre
de 1886.
M. M. F.
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A MARIA.
EL COLEGIO DEL ROSARIO, EN EL CENTENARIO
CHIQUINQUIRÁ.
DE LA VIRGEN DE
~
Dedicada al Señor Doctor Don Manuel Marfa Camargo.
Reina de las estrellas y señora:
La turba pecadora
Humildemente ante tus piés rendida
Con fervorosa súplica te aclama,
y á ti, madre te llama
Salvadora del náufrago en la vida.
• Esta comp08ición vino junto con la carta siguiente
Vicel'ectol' del Colegio de Nuestra Sellora del Rosario:
del señor
7
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MARÍA.
La luz del sol iluminó tu frente,
Estrella que en Oriente
Entre diáfanas nubes 'Centellea.
Madre que abraza al pecador rendido
y ampara al desvalido
Es la madre de Dios! Bendita sea!
Oye mi canto, escucha mi plegaria
Humilde y solitaria
Que á tí se eleva al espirar el día,
Cuando en los pliegues del Ocaso envuelto
El blondo manto suelto
Cilie tus sienes, celestial María.
Quién no te llama á tí? Quién no te nombra
Cuado la oscura sombra
Amedrenta los párpados hinchados,
Cuando las densas y profundas nieblas
Envuelven en tinieblas
Los mundos, de fantasmas ya poblados?
Seíior D. Joaquín Casas-Presente.
1IIiquerido amigo:
Tengo el honor de enviar á U. una composición del joven Roberto
Delgado en honor de Kuestra Seíiora. QueremoB el autor y yo que sea
ella el homenaje del Colegio del Rosario en el Centenario del milagro de
Chiquinquirá j en tal virtud por el conducto de U. nOBprometemos hacer
llegar dicha composición á. manOBde 10Bseñores interesados.
Con gusto me suscribo de U. afectisimo servidor y amigo,
MANUEL
M. CAMARGO,
Pbro.
Bogot(¡" ~oviembre de 1886.
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MARÍA.
99
Cuando el inmenso y lóbrego ropaje
En torno del paisaje
De la vasta creación ·impera solo,
y la noche callada sus estrellas
Luce eternas y bellas
Que llenan la extensiÓn de polo á polo;
Cuando asalta tenaz remordimiento
y vaga el pensamiento
Entre el sopor de la siniestra calma
y arrastra la conciencia al delincuente
Que la lucha presiente
De dudas y tormentas en el alma.
Cuántas veces buscando algún consuelo
Vol ví la vista al cielo
y ví resplandecer en lontananza
Al tlavés de la bruma el sol preclaro,
El luminoso faro
De fe, de amor, de dicha y de esperanza I
A tí piadosa el corazón se acoge,
Mi súplica recoge
Fuente de vida, manantial de amores;
Deja que á tí el amor que me consume
Suba como el perfume
De las sil ves tres y lozanas flores.
Los que transitan por el mundo errantes
Cual pobres navegantes
Que raudos vientos amenazan fieros,
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100
MARfA.
l N o van á tí buscando en tu mirada
La antorcha dilatada
Que salva á los perdidos marineros?
y cuando lucha el corazón á solas
Con las revueltas olas
Del tormentoso mar de las pasiones,
l Tu voz no acalla el huracán violento
Si á tí su pensamiento
Vuelven los hombres á implorar tus dones?
El que se arrastra huérfano y mendigo,
¿ No busca en tí el abrigo
Que le deniega el mundo? ¿En tu regazo
El inocente nil10 que te implora
N o encuentra, cuando llora
Benigno beso y maternal abrazo?
Todos vuelven á ti la vista ansiosa,
¿ Quién como tú piadosa,
A quién desoyes su ferviente ruego?
Haz que llegue hasta mí, Virgen bendita,
Tu piedad infinita,
Haz que me abrace en tu amoroso fuego.
Tú, á quien la noche coronó de estrellas,
Alfombra de tus huellas
La mar bordó de inmensas arenillas,
y azucenas y nardos y azahares
y lirios y olivares
Brotaron del Jordán á las orillas.
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101
MARfA
Dios te escogió por Madre del consuelo.
Desde el empíreo cielo
Tiende á la tierra tu bendito manto,
Desata las cadenas del que gime
y con tu amor redime
A los que lloran y padecen tánto l
Débil mi voz á levantar no alcanza
Un himno á tu alabanza,
Torpe mi lengua permanece muda.
1Ay del que triste en tu bondad no fía !
1Ay de esa turba impía
Que de tus dones y promesas duda!
No te ve, ni te escucha, ni te llama,
Cuando otra te proclama
Reina de las estrellas y seliora;
Del viejo amparo, del desnudo abrigo,
Pan del triste mendigo,
De la prole de Adán co.redentora.
En lágrimas bañadas las mejillas
y puesta de rodillas
Viste cubrir con manto funerario,
La limpia faz del regio firmamento,
y enmudecer el viento
Sobre las agrias pelias del Sal vario.
Oh ! cuán hermosa tÚ, Virgen divina 1
Por acerada espina
Atravesado el corazón, y al cielo
i)t..N·~UlJL
8!8UOl:.:- .
" Ft""J3L1CA
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102
MARÍA.
Vueltos los ojos, que empaflaba cllloro,
Desde el celeste coro
Viste bajar el angel del consuelo.
La luz del sol iluminó tu frente,
Estrella que en Oriente
Entre diáfanas nubes centellea,
Madre que abraza al pecador rendido
y ampara al desvalido
Es la Madre de Dios. I Bendita sea!
Bogotá, Octubre de 1886.
ROBERTO
DELGADO.
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MARÍA
CORREDENTOI?A
DE LA HU~IA~IDAIl.
1
Ved la regia mansión donde se asilan
De la primera historia los colosos:
Cuán alegres comparten y amorosos
Las gracias que la mano
Protectora de Dios les ha ofrecido
En ese hogar, de las bellezas nido!
Eva, la virgen compaliera hermosa
Del hombre allí scrior y soberano,
Como astro que fulgura
De Adán absorbe la mirada pura.
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104
MARÍA.
Oh pareja feliz! tranquilos gozan
Del Edén los primores, é inocentes
Alzan allí sus frentes
Como N uncios de paz: la flor sencilla,
Por obsequio á su rey, crece á la orilla
Del plácido arroyuelo,
y si el aire la toca en blando vuelo
Despide suave aroma;
Del terso mar dorando la ribera
El sol su disco asoma,
y dá verdor y encanto á la pradera
Al dispersar la luz vivos colores
En el aire y el agua, y en las flores .
•
••
Inquietas aves, de sonoro acento
Pueblan el manso viento;
y su gayo plumaje
Torna bello, magnifico el paisaje .
•••
En la noche, serena y sosegada
Se levanta la luna,
Que, por circo de estrellas rodeada,
Como guardián del mundo se presenta
y las tinieblas y el terror ahuyenta;
Semeja ser la cuna
De la esperanza: en el horrible caos
Venid, exclama, y con mi luz salvaos.
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MARÍA.
1°5
Si los reyes descansan, toma empelio
En respetar su suc110
La creación que enmudecer parece:
En las hojas del bosque no hay ruido
y quieta el ave calla entre su nido;
Si despiertan, el alba resplandece,
El cielo viste de color de grana,
Besan las brisas el familIa alzado,
y se nota en los seres gran cuidado
Por demostrar su lujo en la mañana .
•••
•••
•
En ese hogar de sueños y ventura
El alma se embelesa
De sorpresa en sorpresa:
Cuál los admira el vuelo de las aves,
La inquietud bulliciosa del torrente,
y esas blancas figuras como naves
Que al cielo suben cspaciosamente 1
'"
.
•
Si, cual son inocentes, llil10s fueran,
Llevar su pie quisieran
A la vecina cumbre de la loma,
Por observar si acaso
Allí, con sólo levantar el brazo
El esmaltado pabellón se toma .•....
Se engañaran pensando que el rocío
Son diamantes posadas en las flores,
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106
MARÍA.
y que debajo del cristal del río
Hay otro ciclo azul y otros primores.
••'*'
Oh ! que grato es vivir mientras del alma
La inocencia fugaz yergne su palma;
Pero esa dicha es cosa que no dura:
Siempre llevó del niño la estatura.
II
Adán, Adán
alerta !.
que del mundo
En que moras cual rey, puedes vasallo
Ser mañana si yerras !
.
Y contra tí tu prole dará un fallo
Terrible, furibundo,
y en impensado instante
Verás perdida tu valiosa ciencia
Si, manchado el cristal de tu conciencia,
A tu esposa, turbada y vacilante,
Rota ya su corona, envilecida,
Lo amargo de la vida
Le aceptas en la fruta del pecado
Cuando diga: probad, yo la he probado .
'*'
•
lit
Oh ! Caíste también? gime con Ella ...•.•
Ambos buscásteis azarosa estrella.
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Á MARfA.
107
Vivid juntos desde hoy para el quebranto;
Verted amargo llanto;
Sea turbia la luz á vuestros ojos
Al recoger del mundo sólo abrojos j
Pero sabed que el Dios de la justicia
Se apellida también Dios de Clemencia:
Él arroja de sí lo que se vicia
y acepta, por amor, la penitencia.
nI
Peeaite Adán
Conoces tu delito?
Induciendo á tu esposo, Eva, pecaste:
Cuanto el ser ultrajado es 1'lljillito,
Tan grallde es vuestra culpa
.
No hay expiación quc os baste
Para curar la herida
Que dado habéis al que os dotó de vida;
y ese crimen, del alma no se borra
Por más dolor que en vuestras venas corra.
¿ Qué será de una raza
Engendrada en el mal ?-Será proscrita.
¿ y á quién culpar si por ventura grita?
Oh jefes destronados,
Herencia suya son vuestros pecados!
Bien calculo cuán hondo sufrimiento
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108
Á MARíA.
Os ha dado este solo pensamiento;
Yo vuestro mal deploro
y cuando vertéis llanto también lloro ;
Vuestro cambio es horrible,
Espantoso, sin término, indecible:
Hijos del Bien, mimados del Eterno,
Hoy qué patria teneis ?-Un hondo averno •
••
••
Cómo, Adán, tienes la presencia mustia
Agachada la vista, corvo el cuello! .•.•.•
¿ Habrás por siempre de arrastrar tu sello
Entre dolor y angustia?
Nó, nó ¡
Si recta pones la mirada
En .la esfera estrellada,
Con asombro verás lo que acontece:
Levanta ya, pues en el cielo hay fiesta:
Ama el Señor sus obras; por el hombre
Un espe~ial cariño manifiesta,
Y, sabrás que á tu nombre
EL MIS:\lOHIJO DE DIOS, en sacrificio
A su Padre se ofrece por tu vicio.
j Qué amor aquél, qué trama
De tu sublime Redención el drama!
••••
Empresa tal, parece un imposible
A nuestra mente débil y falible:
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Á MARÍA.
1°9
Porque, cómo aceptar aquella ofrenda
Que no tiene del malla horrible prenda?
Anular fuera el orden, su equilibrio l..•...
Fuera ponerse Dios como un ludibrio:
El Verbo es inocente j el victimario
Ha sido y es santuario
De p~rfecta justicia j
¿ Qué le perdona pues, ni qué malicia
Le puede perdonar al Inocente
Que ha de bajar la frente
y recibir aterrador castigo
Para lavar el crimen soberano
De quien manchó sus títulos de hermano
y manchará sus títulos de amigo?
'"
••
Oh padre Adán I el brazo generoso
Que redimirnos á los dos anhela,
Un obstáculo halló grande, monstruoso,
Para servimos ya de centinela •••••
En abismo sin fondo nos hallamos
y á consumimos en su espacio vamos!
ÉL no encuentra siquiera una disculpa
Que minorar pudiera nuestra culpa.
Pero es su amor tan vasto, que halló el medio
Para poner i nuestro mal remedio:
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IIO
Á MARíA.
Se propone juntar la carne humana
Del pobre delincuente,
A su sér inocente;
y presentar su mérito infinito
Unido á un corazón PItYO y eo/ttrito
Que digno ya de recibir sentencia
Hará luego Úzfinita penitencia .
•••
Sólo empresa de un Dios pudo haber sido
La que al hombre ha salvado y redimido.
IV
El Verbo tiene Padre, que es Dios mismo:
Por l\fadre humana sólo pues urgía
La hipostática unión; y el cristianismo
Que de la Redención en el misterio
Funda su noble-augusto
ministerio,
A tan magna mujer nombra María.
Oh!
qué canto es aquél, dulce y sonoro,
Digno de ser pulsado en arpas de oro !
.
En perfección el Hijo igual al Padre,
Contagiarse no puede de mancilla:
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Á MAl~fA.
!IX
Necesarias le son para su Madre
Pureza original y alma sencilla.
N lInca selló decreto de igual rango
La gracia del Eterno.- Y cual del fango
Una gota se aparta y se depura,
Cáva el mármol aquí y allá la roca,
Hasta ponerse cristalina y pura
Más que la nieve que á los cielos toca;
Así la extirpe que engendrar debía
A la madre de un Dios, brilla en pureza:
De corazones firmes y seg uros
Una cadena empieza:
Sus eslabones, de virtud son muros
Donde se estrella el corruptor insano
Que de soberbio y rudo soberano
Queda vasallo inerte
Bajo la planta vigorosa y fuerte
De una Virgen que doma su fiereza
y le aplasta de un golpe la cabeza.
Angel de paz !..•... Con tan excelso dotc
Llegado habéis al mundo, que Os adora
y Os proclama su GRA~ CORlmDExToRA:
Haced que siempre de mi labio brote
Confesión tan sublime;
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Á MARÍA.
112
Que si mi pecho gime
Nunca dude, jamás, en su agonía,
Que el consuelo del alma sois, María l.....•
Chiquinquirá,
1886.
MANUEL
A.
FA1ARDO.
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NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUINQUIRA.
1
Hace un siglo que en las costas
De la tierra .Americana,
Siempre gallardo, tremola
El regio pcndón dc Esp:1I1a.
De España, que prodigando
Su fe, su lengua y su raza,
A la par de sus dominios,
Sus timbres de gloria ensancha;
8
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114
NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ.
y que por Dios escogida
Para muy nobles hazañas,
y orgullosa de su nombre
y conquistas de cristiana,
Por dondequiera que lleva
El esplendor de sus armas,
Como señal de victoria,
En alto la Cruzlevanta.
Hacia el medio del feraz
N uevo Reino de Granada,
Como escondida, se extiende
Una dichosa comarca
En donde Dios sus riquezas
Con gran profusión derrama,
y es porque en ella, su Madre
Tendrá escogida morada.
N unca el huracán furioso
Allí sus iras desata,
Los arbolados nativos
Desnudando de sus galas i
N UIlca extremados calores
Las frescas siembras arrasan,
Ni los arroyos resecan,
Ni tuestan las enramadas.
Es tan templado aquel clima
y propicio á la abundancia,
Que el árbol que halaga el frío,
y el que la esti vez halaga,
En pocos palmos, al cielo
Irguen la copa lozana,
y sus racimos recuesta
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NUESTRA
SES'ORA
DE CHIQUINQUIRÁ.
115
Sobre los sauces la parra .•
Cuanto más quebrado el suelo,
Más cautiva la mirada,
Ni por igual esparciJa
Está en las pelias la grama.
Seca, rugosa la frente,
Peñas y cerros levantan,
En donde apenas las aves
Pliegan las tímidas alas,
Para lanzarse furlivas
Sobre inseguras labranzas.
Ah ! porque al pié de los cerros,
y en las profundas quebradas,
En donde el sol no calcina,
Pero refrescan las aguas,
Crece robusta la hierba,
De amapolas esmaltada,
y los maduros trigales
Mueven j uganclo las auras,
y acarician los oídos
Blandos mnrmurio5 que exhalan,
Al estrellarse en las guijas
Mil espumosas cascadas,
En cuyas vegas tranquilas
Bosques de alisos enlazan
Blancos de flores los gajos,
Que en los raudales empapan;
y pomposos chirimoyos
Bajo sus frutos desmayan;
y entre los huertos humean
Dispersas, pobres cabañas
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116
l\UESTRA
SEÑORA DE CHIQUrNQUIRÁ.
Cuyos patios y veredas
Los granados enmarañan,
y los cargados naranjos,
y los pimientos y acacias.
Oh! vosotros á quien rinde
Lo largo de la jornada,
Los que sentís revolverse
Las tempestades del alma,
Id allí, donde florecen
Tan frescas como en la infancia,
Al par de flores marchitas,
Las marchitas esperanzas.
En lo más fresco del valle
Se ven las chozas de paja
De un pobre pueblo que Sula
Los aborígenes llaman,
Donde ya tienen asiento
Muchas familias de España.
Al medio está la capilla,
De rudos leños formada,
En la frente el estandarte
De la Redención humana.
Siempre en las tardes tranquilas,
Al clamor de la campana,
Que balbucientcs aún
Vuelven salvajes montaIias,
Veréis allí concurrir
Por las veredas cercanas,
De españoles y de criollos
Gran muchedumbre mezclada,
y ante el tosco crucifijo
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?WESTRA
SEÑORA DE CHIQUI~QUIRÁ.
117
Que, yerto, está sobre el ara,
Todos postrarse, gi miendo
De lo profundo del alma,
La raza conq uistadora
y la raza conquistada,
Que en pos de Cristo, vencidos
y vencedores se igualan.
Mas como falte la efigie
De la común abogada,
De la Virgen en quien Dios
Tomó \'estidura humana,"
Los buenos indios de Suta,
Ya convertidos, reclaman
Al devoto Encomendero
Don Antonio de Santana.
u
y él á Tunja se dirige,
En donue tiene vi vienda
Don .Alfonso de K arvaez,
Pintor;
la manta le lIe\-a
De algodón, para la imagen,
Por los naturales hecha,
y le dice :-« Don Alfonso,
Que dibujéis con presteza
La santa imagen; así
La Gran Senara os proteja;
y corno vos en cllicnzo
Grabáis sus facciones beIlas,
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118
NUESTRA
SEÑORA DE CHlQUlNQUIRÁ.
Ella en el Libro de Vida
Grabar vuestro nombre quiera.
Pintadla, bajos los ojos,
En la frente la diadema,
y entre los brazos, dormido
El Salvador de la Tierra.
Además, como la manta
Más ancha que larga sea,
Podéis, si bien os parece,
Para que no sóbre tela,
A San Andrés con la cruz
Pintar á la mano izquierda,
y al gran santo de mi nombre,
San Antonio, á la derecha,)
-4: Vos descuidad, Don Antonio,Don Alfonso le contestaInspíreme Dios; por mí,
Yo tengo de dar me priesa.»
Dijo verdad Don Alfonso,
Porque en la pajiza iglesia,
Pronto rezaron los indios
Ante la imagen aquella.
Sonaron, cuando llegó,
Las campanas pregoneras,
y hubo en la plaza y caminos
Nunca vista concurrencia,
y con las flores cogidas
A orillas de las veredas,
Para ponerle á las plantas
Iban las indias á verla.
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NUESTRA
SERoRA
DE CHIQUINQUIRÁ.
119
III
Los meses, ailos y lustros
Pasan en curso veloz,
y los influjos del tiempo,
A que nada resistió,
y los bravos aguaceros
y la tierra y el calor,
Han borrado los perfiles,
Roto el sutil algodón,
Que el cuadro no conocier:¡
Ni esforzándose el pintor.
y viendo el cura de Suta,
Fray Juan de Leguizamóll,
Que es indigno el roto cuadro
De la morada de Dios,
Corre, del altar lo quita,
y lo arroja en un rincón,
Do el insecto ultraja aquello
Que, con ser tan destructor,
Para dejar un recuerdo,
El tiempo no destruyó.
Mas Don Antonio Santana
Movido de compasión,
Toma el haraposo cuadro
Que él mismo pintar mandó,
En donde apenas se notan
Vagas líneas de color,
y á dos indios se lo entrega,
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120
NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUINQUIRA.
Indios vecinos los dos
De un pobre pueblo fundado
En hermosa posición,
Donde es tan pobre, tan pobre
La casa que tiene Dios,
Que aquel desgarrado cuadro,
Aquel podrido algodón,
Será en la capilla adorno,
A falta de otro mejor.
IV
De los indios tiene el pueblo
Por nombre Chiquinquirá,
En un valle tan hermoso
Que no conoce rival.
Ocho leguas más Ó menos
Distante de Suta está,
Pero es el clima distinto,
Más bello el suelo y feraz.
Es una extensa sabana
Que no desnuda jamás
De su frondosa verdura
Ningún fiero temporal.
Andan en ella esparcidas
Con gallarda variedad
Verdes colinas, redondas
Cual los montones que alzar
Acostumbra el campesino
Cuando madura el-trigal.
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NUESTRA SEstORA DE CHIQUINQUIRÁ.
121
Por dos hileras de cerros
El valle cercado está,
Cuyas faldas cubre todas
Un inmenso robledal.
Surca lo plano del vallc,
Ancho, diáfano raudal,
Que la campestre retrata
y la azul inmensidad,
y que conmueve á Sll paso
Blando, armonioso, fugaz,
Sauces que á trcchos le asombran,
Olas de pardo juncal.
Viérais en esas ma11anas
De frescura y claridad,
De alguna de aquellas lomas
Que empinan la frente más,
La luz del sol reflejarse
En el vivicnte cristal,
Lagos que brillan ... se esconden ...
y vuelven luego á brillar ...
De donde tienden el vuelo
Con aire de majestad
Garzas que luégo á posarse
Entre los juncales van I
De alcaparro y madreselvas
Viérais los bosques temblar
Cuando se oculta en sus frescos
Gajos, el aura fugaz I
Hacia la falda de un cerro,
Donde el campo es más igual, .
Medio escondido está el pobre
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122
NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUlNQUIRÁ.
Pueblo de Chiquioquirá.
No allí se agrupan cual aves
En redor del palomar
Los ranchos/ antes dispersos
Entre les robles están.
y más que todos, escueta
Se eleva hacia la mitad
La capilla, adonde apenas
Van los indios del lugar,
Que no tiene cura el pueblo
Ni siquiera capellán,
Ni hay en la capilla puerta,
Ni una efigie en el altar,
y entran los cerdos inmundos
Con entera libertad,
Por donde el piso parect:
Repugnante muladar.
Llevan los indios el cuadro
Que el buen Santana les da,
y allí sin ningún cuidado
Lo cuelgan en el altar,
De donde lo arranca el viento
Con ruda ferocidad,
y lo arrastra por los suelos
Cubiertos de lodazal,
Donde sufre luengos días
La intemperie y la humedad.
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NUESTRA
SERoRA DE CHIQUIXQUIRÁ.
123
v
Allí se encuentra al presente
Una espariola, María
Ramos, que tiene de estarse
En el pueblo algunos días
Porque en él t.iene una parte
De prosapia establecida.
Su esposo, que desde tiempo
En Nueva Granada habita.
Donde siempre por ventura
Halló fortuna propicia,
Hízola venir, queriendo
Tenerla en su compal1ía,
Del patrio suelo Español
Que triste pero sumisa
Dejó, y esperando en cambio
De su esposo las caricias.
Mas, qué rudo desengaño
Para la infeliz María
Al ver tan cambiado al hombre
Solo que quiso en la vida!
El por quien ella su patria,
Lo más caro, sacrifica,
Paga con rudos desdenes
A quien tanto amor debía.
Ella con su pena á solas
Pasa en oración los días,
Bálsamo solo en la tierra
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124
NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ.
Que los pesares mitiga.
y en lo apartado queriendo
Pasar las horas tranquila,
Una tarde se dirige
A la desierta capilla,
Donde con pena profunda,
Vertiendo lágrimas vivas,
En el lecho de los cerdos
Halla un lienzo, y mira, y mira,
Porque sospecha que en él
La imagen de un santo había,
y aunque por fin en el lienzo
Nada de cierto descifra,
U n marco forma de cat1as,
Extiende el lienzo y lo fija,
y con dos cuerdas de fique
Tejidas por ella misma,
Lo suspende, y ora, y luégo
A su casa se retira.
VI
El mes que corre es Diciewbre,
Tiempo glorioso y suave,
Cuando los cielos serenos,
Dulces pensamientos traen,
y en apacibles suspiros
Ánima triste se esparce,
Porque el sol baña la tierra
En templadas claridades,
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NUESTRA
Sg¡i!ORA DE CHIQUINQUIRÁ.
125
y entonces visten los campos
Sus más pomposos ropajes,
y del invierno repuestas
Cruzan en tropas los aires,
O entre las frondas entonan
Nuevas endechas las aves.
Es una tarde de aquellas
Cuanto dichosas fugaces,
En que tranquilo, luciente,
El sol entre nubes cae.
Sopla la brisa encrespando
Centenarios robledales,
y arrastrando en remolinos
El humo de los hogares.
Todo descansa, y apenas
Tiemblan las ondas fugaccs,
y no sentidas revuelan
Las garzas por los juncales.
Hay una choza, muy poco
De la capilla distante,
Donde se alberga una cicga,
La india Isabel, como saben
Nombrarla los moradores
De los vecinos lugares.
Quien por urgencia, un chicuelo
Que la conduce, adelante,
Sale de casa, cubierta
Con el áspero chircate.
Marcha miedoso el chicuelo,
y apenas 105 labios abre
Para hablar, cuando ve el techo
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126
NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ.
De la capilla inflamarse,
y por la puerta y rendijas
Rayos brotar deslumbrant€s.
Mas al pasar por el frente,
y al ver que del lienzo salen
Rayos de luz, y que pende
Sola en los aires la imagen,
Grita advirtiendo á. la ciega:
«Madre, mira 1 madre, madre,
El lienzo arder que pusieron
En el altar ayer tarde! :l>
Mueve las torpes pupilas
La ciega, los ojos abre
A esa luz con que fulguran
Las antorchas celestiales,
y al punto lanzando gritos
De entusiasmo, al suelo cae
De rodillas, y contempla
Con ansia viva la imagen
Suelta en el aire, y bañada
En celestes claridades.
V ése en el fondo á María
Con plenitud admirable,
En las hermosas mejillas
El color de los rosales,
y en los brazos, que recata
El manto azul undulante,
Aquel Fruto que llevaron
Sus entrañas virginales.
A la diestra San Antonio,
Que un libro en las manos trae,
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NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ.
127
y á la izquierda San Andrés
Con su cruz, mira á su Madre.
A los gritos de la ciega,
De casa corriendo salen
Hombres, mujeres y nirlos,
Cuantos en la plaza caben;
y al ver la buena María
Ramos, prodigio tan grande,
Al pié del cuadro se lanza,
Donde largo rato yace,
Con hondo fervor pidiendo
El consuelo á sus pesares.
Oh! si .pudieran contar
Estos labios terrenales
El estallido de ruegos
En que las almas se expanden,
Por alta luz inflamadas,
En aquel sublime instante!
Porq uc las almas creyentes
Son cual cargados estanques,
Donde se juntan y oprimen
Todas las aguas de un cauce;
Mas, cuando su propio peso
Los diques rompe y abate,
De nuevo tronando inundan
Las riberas y la madre.
Si del cuadro se atenúan
Aquellos fulgentes haces,
Cobran en cambio vigor
Las facciones y ropajes,
y cual crece la corteza
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128
l\'UESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ.
En los troncos seculares,
Para cerrar las roturas
La vieja manta renace.
Cunde la voz del milagro
Por las regiones distantes,
y al humilde pueblo llegan
En tropel, de todas partes,
Huérfanos, pobres, enfermos,
Esperando remediarse,
y de esa abierta Piscina
Todos restaurados salen.
VII
Prende contagio voraz
En los lugares vecinos,
Exterminando á su paso
Las familias de los indios.
y con ruegos los esposos,
Las esposas con gemidos,
A tan horrible desgracia
Al Señor piden alivio.
Pero así como el incendio
Por los vientos impelido,
El contagio se derrama
Acreciendo el exterminio.
Piden los indios se lleve
Aquel lienzo del prodigio
Por donde extiende la muerte
Más airada sus dominios.
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NUESTRA
SE~ORA
DE CHIQU1~QUIRÁ.
129
El cura, que ya lo tiene
El pueblo, compadecido,
Resuelve sacar el cuadro
y lo dice á sus vecincs.
y es de ver cómo al mom~nto
De comenzar el camino,
Estos prorrumpen en llanto
y penetrantes suspiros.
« Ser10ra !-dicen á un tiempoTal vez seremos indignos
De consen'ar de tu imagen
El santo lienzo bendito,
y vas buscando otra casa,
y vas buscando otros hijos 1 »
y es de ver cómo en los pueblos
Los devotos campesinos,
Cuando ven llegar la imagen
Salen repitiendo á gritos:
<í Oh Consuelo de los tnstes !
De los enfermos alivio .1 »
y así también como el fuego
Vanamente combatido
Cede, bajando del cielo
Aguacero repentino,
As[ la peste al instante
Cede al influjo divino,
Por mediación de la Virgen
Del Rosario, conseguido.
9
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130
NUESTRA
SEÑORA DE CHIQUINQUlRÁ.
VIII
Tres siglos se cumplen ya
Desde que eligió su casa
En aquel rincón oculto,
La Virgen Madre sin mancha;
Tres siglos que sin reposo,
Los que sin consuelo vagan
Van á buscar á ese templo
El remedio á su desgracia j
Tres siglos que 'desde el trono
En donde el amor le\'anta
El lienzo, descienden dones
Cual por misteriosa escala.
Hoy, donde estuvo el escueto
Rancho de troncos y paja,
Alza soberbia la frente
La basílica cristiana.
Oh salve, Virgen Bendita!
Yo que nací por tu gracia,
En ese suelo bendi to
Que elegiste por morada;
Yo que á tu sombra y amparo
Ví deslizarse mi infancia,
Yo que á tus piés aprendí
Las fervorosas plegarias
En que á su patria celeste
Alma inocente se exhala,
Yo te saludo, Seriora,
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NUESTRA SEÑORA DE CHIQUlNQUlRÁ.
131
Yo que en ausencia tan larga,
De los aúos al través,
Y al través de la distancia,
Tu dulcísimo recuerdo
Llevo grabado en el alma,
En el alma que has llenado
De amor, de fe, de esperanza!
C6mo pudiera olvidar
A la que está vinculada
Con los afectos m;ís tiernos
Que en el corazón se arraigan I
Por tí recuerdo esos días
De inocencia y bienandanza,
Las ternuras del hogar,
Las caricias de la patria I
Salud, vosotros también,
Campos de eterna abundancia,
Donde los restos sagrados
De mis abuelos descansan!
Oh! también á mis cenizas
Dad la postrera morada,
Pues gratos serán, también
De la tumba en las entraiías,
Murmurios de vuestro río,
Suspiros de VlIestras auras I
Bogotá, N oviem bre 3 de 1886.
JOSÉ JOAQcfN
CASAS C.
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A
PLEGARIA
MARÍA.
Quia fcoít mihi magna qui potells esto
1
Madre augusta de Dios, corredentora
De la raza de Adám, de gracias fuente
De inextinguible y límpida corriente
Do complacido huminase el SClior:
Benigna oíd la férvida plegaria
Con que ante vos rendida noche y día
Sus pesares olvida el alma mía,
Engolfando feliz en vuestro amor.
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134
PLEGARrA
Á MARtA.
II
Yo siento que la muerte se me acerca
A paso de gigante, recto y firme;
É imposible será dejar de irme
En sus brazos la vida á terminar I
En los gemidos con que llora el mundo
Cuando se pone el sol, los signos hallo
Que me recuerdan el terrible fallo
A que suprema ley me ha de obligar!
III
Cuántos amigos I ay! que en otros días
Ufanábanse en ser de brazo fuerte,
Yacen tiempo há segados por la muerte,
Heno su cuerpo, despreciable y viII
Y su memoria apenas queda escrita
Con caratéres que borrar pudiera
Soplo fugaz, y borrará severa
La acci6n del tiempo en sucesión sutil I
IV
Cuando en cenit con majestad alumbra
El sollos campos de horizonte inmenso,
Encaminase rápido al descenso
Que al Ocaso le lleva: ésta es su ley.
Así también el hombre tiene Ocaso
Aunque quizás en su ventura haya
Superado la altura de Himalaya
y descollado cual famoso rey.
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PLEGARIA
A MARÍA.
135
v
Si esro los grandes son
qué, los pequeños?
-Seca hojarasca que al impulso leve
Del aura vino á tierra y allí en breve
Hizose frágil poI va .. " .. nada más 1
Ú ondas que esparce sobre mar de plata
Hálito puro que sopló del cielo,
y del ensanche al natural anhelo
Ceden su plaza á las que van detrás.
VI
Mas, nada importa quc~n segar experta,
La muerte siegue, si por suerte el grano,
De labrador más alto excelsa mano
Coge para su troje enriquecer;
Si sólo queda aquí la paja inerte,
y la rica sustancia en ella envuelta,
l\listeriosa crisálida, ya suelta,
Alzase altiva haeia el Supremo Sér!
VII
Cuando Israél por el desierto andu\'o,
Oprimíale se.j ardiente en Mara,
Do ingrato el suelo apenas le depara
Aguas de amargo gusto al paladar;
y Moisés al oír sus hondas quejas
Clama al Sellar, quien con potente diestra
U n misterioso lelio allí le muestra
Que en dulce torna el agua del lugar.
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PLEGARIA
Á MARíA.
VIII
y abrevado Israél, escucha atento
De Dios razones firmes y elocuentes,
y avanza á Elím, do rinden doce fuentes
Entre altivas palmeras su caudal.
y allí acampado, cobra el cuerpo fuerzas
y se solaza el ánimo abatido j
y en este dulce esparcimiento habido
Trueca el pasado y azaroso mal.
IX
Así también el hombre en su carrera
Fatigase en andar; de polo á polo
El mundo en su extensión ofrece sólo
Amargura á la sed del corazón.
Vasto desierto extiéndese á sus plantas,
Do en ilusión tras de ilusión los alias
Corren dando en cosecha desengaños
Que abrumadores y funestos SOIl.
x
Cuán á menudo la amistad en odio,
Interviniendo el interés, se hueca,
En desdén el amor, en vana y hueca
La esperanza que fué nuestra ansiedad 1
Cómo sucede ser miseria á veces
La abundancia que oculta el egoísta,
y las galas que fijan nuestra vista
Sólo mostrar pobreza, vaciedad!
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PLEGARIA
Á MARÍA.
137
XI
No siempre cual parecen son las cosas
En el mundo engañoso y fementido:
Cuántos 1ay ! que scmcjan haber sido
Consumados obreros del deber,
Cedieron al estimulo menguado
De violar con astucia extraño fuero,
y entre apariencias nobles, golpe artero
Asestaron, por mísero placer.
XII
No siempre es el Poder quien aquí impera
Ni la Justicia quien scntencias dicta:
A veces al delito es más adicta
Que á la virtud, la pública opinión.
Hay quien su industria en la mentira finque,
Audaz cubriendo su designio injusto
De la verdad bajo el ropaje augusto,
Para torcer el curso á la razón!
XIII
Hay quien codicie la. ventura ajena
y se complazca en destruirla aleve,
y aunque ningún provecho en ello lleve,
Tale al vecino próspera heredad.
Otros hay que en hablar no tienen freno
y se jactan de crímenes atroces ;
Cuyas palabras dardos son veloces
Que se lanzan á herir, por vanidad.
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PLEGARIA!
MARfA.
XIV
"
Del Paraíso la semilla infausta
Que sembró con astucia la serpiente,
De soberbia 'infernal, de gente en gente
Sigue extendiendo su funesto sér ;
Y, como tierra de cultivo propia,
Do de orgullo y malicia nunca falla
El siempre malhadado fruto, halla
Débil al hombre, ruín á la mujer 1
xv
Mientras al necio brinda Dios holgura
De conversión, por si quisiere enmienda
A sus culpas buscar, quiere que encienda
Su crisol la virtud;
y en la intensión,
A veces lenta, rigurosa á veces,
Del fuego criminal que alumbra el necio,
Halla el fuerte varón más noble precio
Que ardiente aquilató tribulación I
XVI
El mundo es ancho estanque cuyas aguas
Saturadas están de amargo duelo,
Aunque á torrentes caiga en él del cielo
Apacible y espléndida la luz.
Al acercarlas el sediento labio
Sabor de horrible hiel experimenta;
Mas, como en Mara, endúlzanse si asienta
Su pié en el fondo la cristiana cruz.
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PLEGARIA
Á MARÍA.
139
XVII
El árbol de la cruz en alto lleva,
Por el amor divino sazonado,
El más opimo fruto y más preciado
Que en la tierra y el cielo pudo h~ber!
Hostia de redención, de paz, de gloria,
Cuya invención maravillosa cupo
Al Saber infinito que as[ supo
La medida colmar de su poder;
XVIII
Ante la cual se maravilla el cielo
y se prosterna el enemigo, mudo;
Que inteligencia humana nunca pudo
lmagi nar; que Illllcve de pa VOl'
Al mundo; desbarata del pecado
La coyunda infernal; é iza bandera
De libertad, mostrando la ribera
Que apetece el proscrito en su dolor.
XIX
Si una mujer, ungiendo con perfumes
Los pies del Salvador, con sus cabellos
Enjugándolos luégo, los destellos
Se asimiló de gloria no mortal;
Si otra mujer, tocando del vestido
La orla bendita, cúrase al momento
De pertinaz dolor que si n alien to
En el lecho postrábala letal;
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PLEGARIA
Á MARíA.
xx
Si á su voz que increpó la fuerza airada
Del mar en tempestad, calm6 sumiso
El arrebato con que el viento quiso
Hacer la frágil barca zozobrar;
Si al querer de su espíritu obedecen
La luz, el viento, el mar, las aguas, todo;
Si reside en su imperio eterno modo
De elementos indómitos domar;
XXI
Si hasta la muerte y el pecado ceden
Al poder que á sus ojos dan los cielos
Cuando, orando con lágrimas, los velos
Rasga en que el Padre oculta su esplendor,
Yel pecador de la piscina, inerte,
y el sepultado Lázaro á la vida,
Cuando ya la esperanza está perdida,
Vuelven sintiendo prístino vigor,
XXII
Es porque en él esconde el sér su causa;
Es porque es Dios, y de su seno pende,
Como del sol la irradiación que hiende
El vasto espacio, toda la creación;
Es que el amor en él tiene su foco
Que entre las almas grato se derrama,
Vivifican te, alumbradora llama
Que extiende sobre el mundo su atracciónl
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PLEGARIA
Á MARfA.
XXIII
Cuando, cargando las humanas culpas,
Manso y humilde, fuése al sacrificio,
Holocausto ofreciéndose propicio
Al Padre, para al hombre rescatar,
Y, estremecida de pavor la tierra,
Eclipsados los astros, conmovido
Cuanto en el cielo y en el mundo ha sido,
Hostia sublime, dióse en tal altar,
XXIV
Hizo por cierto cuanto no pudieran
La inteligencia angélica y la humana,
En razón procediendo recta y sana,
Con tesón lucubrando, concebir;
Mas, el misterio exti~ndcse potente
Aun más allá, y en su poder fecundo
Brinda en herencia perdurable al mundo
El dún de cruz que supo producir I
XXV
"Cuando en lo alto levantado fuere
Todo á mi he de atraer": hé aquí el arcano,
El sublime designio soberano,
El sin ejemplo oráculo de amor!
'{ cual el polo de atracción terrestre
Fija púr ley la brújula- que enseiiJ.
Rumbos al mar, así tambi~ll domelia
Jesús del mundo el hórrido furor.
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PLEGARIA
Á MARíA.
XXVI
De la empinada cruz desciende humilde,
y en el humano corazón santuario
Forma, y él mismo dáse cual salario
Que avigora y sustenta al hijo fiel.
Depositado aIlí, germina pronto
El poder de su gracia soberana,
Que de sus llagas, cual de EIím, emana
Abundante y más dulce que la miel.
XXII
Por misteriosas sendas eIla busca
Paso al Verbo de Dios, eterno origen
De 103 principios que los mundos rigen
Que descifra la santa comunión:
Es lazo suave que conciencias úne,
Pentecóstes que apóstoles inspira,
Luz del Concilio, espíritu que gira
En torno de la grey, y en eIla unción;
XXVIII
Es firme temple de las almas fuertes,
Heroísmo y vigor del misionero,
De gloria celestial fiel mensajero,
Eje en que rueda santa caridad;
Casta paloma que á anunciamos viene
La paz que reina en inmutable calma
En la región do tiene propia el alma
Su patria, del Señor en la ciudad.
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PLEGARIA
Á ),{A!ÚA.
XXIX
Por eso de la cruz al pié el pagano
Cae rendido á discreción de hinojos,
Y, bañados en lágrimas, los ojos
Abre sin venda y ávidos de luz;
y J<\ conciencia, y el saber, las letras
Do puso el sabio de verdad las creces,
y las artes que auméntalas á veces,
Todo, en tributo, ofréndase la Cruz.
xxx
Y las Musas que son pregón y ritmo
De la eterna belleza que fulgura
Alrededor de la verdad, altura
Tienen, si el vuelo emprenden al Señor;
Si al llegar á sus piés las alas pliegan
Como suelen 'os .íngeles hacerlo,
Que abaten, mudos, la cabeza al verlo;
Si en el raudal sin fin sacian su ardor.
XXXI
Quién á la pobre Musa mía aliento
Diera, capaz de remontar el ala
Hasta el Calvario do la l'.fadre elthala
Quejas que el cielo gusta en recoger?
Quién, de las gotas puras de rocío
Con que barió la Aurora la mañana
De la eterna y}eliz éra cristiana,
U na, no más, pudiera merecer?
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PLEGARIA
Á MARíA.
XXXII
No es tan bella la luna que en silencio
Recorre lenta la enlutada esfera,
De ultratumba apacible mensajera,
Cuando el mundo parece muerto estar,
Como María, allí do triste y muda,
Cual espejo purísimo, refleja
La luz de Cristo que morir semeja
. Para siempre, el Calvario al trasmontar !
XXXIII
Una luz, una lágrima, una queja
Vuéstras, las prendas SOI1 á que yo aspiro
Al exhalar el último suspiro
y la ribera eterna ir á tocar,
Vuestra luz mis tinieblas no consienta,
Vuestra queja enamore el alma mía,
y aliento, vuestra lágrima en la vía
Eterna, haya de darme, hasta llegar.
.
XXXIV
Yo la tumba no temo ni el sudario,
Aunque sea cual hielo fuerte el frío,
Con tal que vuestro amor materno y pío
Haga á Jesús mi tumba visitar;
y aunque esté ya mi sér marchito, atado
De manos y de pies, nada me arredra,
Si vos, Señora, levantáis la piedra
y habla Jesús mandándome volar.
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PLEGARIA
Á. MARíA.
145
xxxv
Ni las borrascas de lavida temo,
Si cuando airadas mi barquilla hundan,
Vueltos á vos los ojos, que en vos fundan
Sus esperanzas, vos la hacéis salir;
y á vuestro hijo, que atesora plena
Potestad, vuestro amor suplica ticrno
La horrible furia enfrene del infierno
Que audaz quiere con él áun competir
XXXVI
De VOs fué aquí mi madre imagen viva,
Que á amaras ense¡ióme con su ejemplo,
Que la vuéstra llevó, como en un templo,
Colocada en el alma por su amor.
Vos la llamasteis y se fué dejando
En mí, dulces recuerdos de ternura,
Que asociando benignos la figura
Vuéstra y la de ella, calman mi dolor.
XXXVII
Por ella debo á vuestros piés, Seiiora,
Depositar mi férvida querella,
Por mi madre que fué la dulce estrella
Que encaminó mis pasos á Belén;
Por la que supo en vos virtud y ciencia
Hallar, por la que siendo vuestra hija
Quiso que yo tuviese siempre fija
La vista en vos, mi escudo y mi sostén.
la
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PLEGARIA
Á !lIARÍA.
XXXVIII
La mujer que, cual ella, en vos confía
y su modelo en vos poner decide,
Feliz las horas de su vida mide
Por obras sucesivas de virtud.
Cuánto ennoblece á la mujer el sello
De indefinible encanto que distingue
Vuestra gracia y poder, que no se extingue
Ni en el horror del mísero ataúd!
XXXXI
Sois de la gracia símbolo fecundo:
Donde ponéis la vista vos, Señora,
El bien eterno rápido colora
Cual la luz, de Daguerre en el cristal.
Esclava del Selior, casta y humilde,
Nacisteis del pecado preservada;
Vuestro seno, deífica morada
Do el rayo fulminóse contra el mal.
XL
Volved los ojos dulce y compasiva
Sobre mi patria que infeliz se anega
En llanto de dolor, si loca entrega
A guerra fraticida el porvenir;
y renovad en mí y en mis hermanos
De vuestro hijo la sagrada imagen,
No á que el furor de las pasiones le ajen,
Sino á homenaje puro irle á rendir.
Bogotá, Noviembre
15 de 1886. JESÚS CASAS ROJAS,
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HIMNO A MARÍA.
I
A Belén de muy lejos vinieron,
Por estrella sublime guiados,
y ante el nilio Jesús prosternados,
Baltazar y Gaspar y Melchor,
Ofreciéronle incienso con mirra
y con oro, primer homenaje
Que el poder del humano linaje,
Inspirado, rindió al Redentor.
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HI~I~O Á MARiA.
II
y María, la madre amorosa,
Observando el fervor de los Magos,
Vió cumplidos felices presagos
Que Gabriel una vez le anunció,
Cuando, humilde, Ilamóse la esclava
Del Seiíor, y ya el Verbo Divino,
Que á humanarse en su seno aqui vino,
En su seno sin mancha, vivió.
III
y el patriarca José fué testigo
De esta escena primera de gloria
Que los ecos hicieron notoria
Del querube al sublime laúd.
Cual aurora de un sol sin ocaso,
Rayó asi del cristiano la lumbre
Que más tarde, del Mória en la cumbre,
Su esplendor propagó y su virtud.
IV
Yo también en taiier me complazco
Con accn to scncillo mi lira,
Entonando los cantos que inspira
El amor á la cuna de Dios:
Que en su obsequio la esfera cdeste
y la tierra, loando á su dueño,
Hoy rcvisten semblante risuelio
y compiten cn galas las dos.
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149
HIM~O Á MARÍA.
v
lIoy los astros relucen más puros,
y en los aires, cargados de aromas,
Van cantando las dulces palomas
A Belén, cual h oveja al redil;
y bs fuentes deslizan sus aguas
Entre abrigos de espuma y diamantes,
Escoltadas por flores brillantes
Que lujoso nos muestra el pensil.
VI
De los cielos y tierra yo escucho
Los acentos de paz y alegría
Con que ensalza. Natura á María,
Por habernos traílla al SeClOr;
y en concierto los junto y ofrezco,
Reverente, á la rvratlre que, abiertas,
N os dejó de los cielos las puertas
Para ir á entonar su loor.
Bogotá, Octubre
'9 de 1886.
JESl";S CASAS ROJAS.
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A LA VIRGEN DE CHIgUINQUIRA.
(EN
EL TERCER
CENTE1\'ARlO
DE LA RE;"OVACIÓ~
DE SU
IMAGE1\') .
Cómo podré, Seiiora,
Un cántico arrancar á mi arpa muda
En este alegre día
En que el devoto pueulo lluC le Z\(hra
En sonoroso coro le saluda?
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1:2
Á LA VIRGEN DE CRIQUINQUIRÁ.
Cómo cantarte yo, bardo ignorado,
Cuando al nombrarte, el estro más ardiente
Enmudece, vencido é impotente?
Que el más sonoro ritmo
Que á formular alcanza el labio humano
Apenas puede de mortales séres
Describir la beldad y el brillo vano;
y tú, Madre de amor, no sólo eres
La más bella de todas las mujeres,
Sino que se refleja en tu hermosura
De la Divinidad la lumbre pura.
La ardiente Cantasía
Que en remotas edades se fingía
Un mundo de Deidades seductoras;
Que poblaba las fuen tes,
•
y la serena margen de los ríos,
y los bosques umbríos
De mágicas visiones sonrIentes;
Que del fondo del mar surgir hacía
La voluptuosa Reina Citerea
Amores esparciendo y alegría,
N o pudo en sus poéticas ficciones
Un sér formar cual tú, Virgen María:
Que sólo amada de terrenos dones
Concibió el Paganismo la belleza,
y á tí un encanto indefinible anade
La aureola sin par de tu pureza.
Oh Fuente inextinguible de consuelo,
Sin tí, qué hiciera el hombre
En el valle de lágrimas y duelo?
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Á LA VIRGEN
DE CHIQUI~QUIRÁ.
1 S3
Al inefable influjo de tu nombre
Siente el triste mortal que se afianza
En su alm:¡ adolorida la esperanza.
y cómo no esperar, si en las alturas
Imperas tú, María?
Si eternamente asiste
Cerca del Juez la Intercesora pía?
Cuán bella te imagino
Allá en los Cielos, de fulgor divino
Alumbrado el beatífico semblante,
Coronada de estrellas,
y asentadas las plantas
De la 1una en el disco fulgurante!
y cuando del Eterno
En la potente mano
Brilla el rayo encendido
Que á lanzar va sobre el linaje humano,
Piadosa vuelas á calmar su encono;
De tus ojos el brillo
Oscurece del rayo los fulgores,
Cálmase el fiero amago,
El Eterno depone sus furores,
y el irritado Arcángel del castigo
Desaparece por el aire vago.
Hacia mi amada Patria
También tus ojos próvida \'01 viste
y para serIe en b. desdicha escudo
De tu mansiÚn excelsa descendiste.
y tu devoto pueblo agradecido
Do enantes era campo solitario
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154
Á LA VIRGE~
DE CHIQUINQUIRÁ.
Alzó en tu honor magnífico Santuario
Do rinde de su amor rica presea,
y en sus amargos días
O en sus horas de dicha, á tí vocea. (1)
En ese augusto templo
De piedad dando memorable ejemplo,
Inclinó reveren te
El Redentor de América la frente;
y de la fe en las alas
Se elevó hasta las gradas de tu trono
De aquellos labios la oración ferviente.
y tal vez el recuerdo de ese día
A su angustiada mente acudiría
Cuando dolien te, á solas,
Escuchando el murmullo de las olas
El postrimer suspiro despedía;
Tal vez esa plegaria
Confortase su espíritu en el viaje
Hacia la augusta Eternidad sombría!
Oh 1 que conserve el cielo
Eternamente en nuestro patrio suelo
El templo que elevó piedad cristiana 1
Que eternamente á nuestro hogar dé sombra
El madero bendi to
Lábaro hermoso de la especie humana 1
Que devuelvan los ecos de los montes,
y repita la lira del poeta
(1) Alusión ni templo de Chic¡uinc¡uil'á, que Hegún opinión do los
int~ligentes es una de las mejores construcciones de la República.
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155
Á LA VIRGEN DE CllIQUINQUIRÁ.
y del labriego el apacible canto,
De la Madre de Dios el nombre santo l
Que esa cúpula que alza majestuosa
A los cielos la frente
Señoreando altiva la llanura,
De la piedad ardiente
Del colombiano pueblo
Dé testimonio ante la Edad futura!
22
de Octubre de 1886.
ANTONIO
M.
GÓMEZ
RESTREPO.
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A MARÍA.
(E~
EL CENTENARIO
DI!: LA VIRGEN DE CHIQUI~QUIRÁ).
Oh Virgen augusta ! tu gloria del mundo los ámbitos llena,
Los ángeles cantan al pie de tu trono perenne loor,
Los hombres te llaman salud del cnfermo, consuelo del triste,
La casa de oro, la puerta del ciclo, la Madre de Dios;
Tu faz á nosotros convierte que en densas tinieblas estamos,
Aviva en nucstra alma, Seiiora, del bien b. fecunda pasión,
Despliega tu manto y que cubra la vasta extensión de la tierra,
y á ricos y á pobres y á sabios y á necios ampare tu amor.
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Á MARÍA.
Nosotros, enfermos de toda tristeza: y de todo pecado,
Nosotros, viajeros sin tregua abrumados de mal y dolor,
Que vamos, áoscuras,rodando en la turbia corriente del tiempo,
Á tí suspiramos, oh Virgen; a placa la ira de Dios l
Un pueblo reunido celebra hoy, gozoso, tu gratl centenario
y todo él te invoca, rendido de hinojos al pié de tu altar;
Escucha sus ruegos, alarga su vida, bendice sus obras
y tódo Colombia disfrute yá, oh Virgen, del bien de la paz.
ENRIQUE
Bogotá, Noviembre
W.
FERNÁNDEZ.
de 1886.
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
A LA SANTÍSIMA
a:TOTA
PULCHRA
VIRGEN MARÍA.
ES MARÍA.»
Pura más que la gota de rodo
Del seno de las nubes desprendida,
y que posada en la corola blanca
De la azucena se estremece y brilla;
Pura más que el aroma de las flores,
Que cmbalsama las brisas matutinas,
Más que el destello de la limpia luna,
Que solitaria en los espacios gira;
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J60
Á LA SANTÍSIMA
VIRGEN MARíA.
Pura, más pura sí, que el lampo níveo
Que orla la frente del excelso Huila,
Más que el brillante, rubicundo rayo
Del almo sol en la mitad del día;
Es la sin par, la incomparable Virgen,
Concebida sin culpa, sin mancilla,
Es la Madre de Dios, y Madre nuéstra,
Es la Estrella del mar de nuestra vida.
Cali.
J UA~
ANTONIO
SÁ.•.•CHEZ.
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A LA VIRGEN
SONETO.
Reina
Soberana
Ante tus
Contrito
MARíA
(1)
del mundo, madre del Eterno,
y purísima María,
plantas lleno de alegría,
y humillado me prosterno.
Desde tu trono tú con brazo tierno
Bendíceme, oh Senara y madre mía,
Muéstrarne á Aquél que lo;; espacios gura
y prcsérvame, Virgen, del infierno.
En este valIe de dolor y llanto
El pecador al pronunciar tu santo
Nombre de amor, consuelo y esperanza,
Halla tu gracia, y firme y resignado
Después de haber el piélago cruzado
La palma celestial al fin alcanza.
RUPERTO
Bogotá, 26 de Noviembre
-
M.
GÓMEZ RESTREPO.
de 1886.
(1) ElIte Soneto es obra de un niño de diez !luas.
11
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AVE MARÍA!
"Volved, oh fe de mis primeros días!
Traedme los recuerdos de mi cunal
Sus sencillas y tiernas alegrías
Quiero tornar á ver, una por unal
De nuevo quiero oir las melodías
De las gratas, ternísimas canciones
Con que mi madre me obligaba al sueño;
Quiero mirar de nuevo las visiones
Que del cielo bajaban á mi mente
En nubes vaporosas,
En las que, cual inquietas mariposas
Tras la luz revolando tenazmente,
Coronaban mil ángeles con rosas
Las sienes de la Virgen sonrIentel
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AVE MARíA.
Volved, volved, oh cándida inocencia!
Oh hermosa flor de mi sencilla infancial
Renovad el cristal de mi conciencia,
En torno derramad vuestra fragancial
Destruíd el caótico concierto
Que forman en mi mente las tinieblas!
Poblad aquel desierto j
y en esa noche tétrica y sembrCa,
En ese caos medroso,
Verted haces de luz, haced el día,
Para que pueda el labio fervoroso
Digno ensalzar las glorias de MARÍA!"
Hija del desconsuelo,
Tal fué del alma la oración ferviente,
y en retorno después baja del cielo
Rayo de luz á acariciar mi mente.
Oye me augusta Madre I
Yo contemplo tu inmenso poderío:
Se elevan catedrales á tu nombre,
y con santo fervor te ruega el Hombre
En medio de su dLlelo y de su hastío'
Madre te llama como yo te llamo,
La humanidad entera,
y busca por doquiera
De tu manto el reíugio poderoso,
En donde encuentra el alma
La santa dichJ, la perdida calma,
La paz, la fe, y el celestial reposo 1
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AYE MARÍA.
Por tí que me cobijas con tu manto,
y á la Tierra dispensas tu cariño,
La misma fe que me animó de niño,
Hoy anima mi canto I
Hoy cuando el Universo conmemora
Tu grandeza, permíteme, Señora,
Postrado te salude en tns altares
Como Madre de Dios y Madre mCa,
Como Madre del Hombre,
Como Reina y augusta Soberana
De Cielos y de Tierra, á cuyo nombre
Que repite en concierto el Universo,
Calla mi pobre y fugitivo verso,
y ante tanta grandeza el alma mía
Exclama con asombro: AVE MARÍA!
1ULIÁN PÁEZ M.
Chiquinquirá,
noviembre de 1886.
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