NAVIDAD REFLEXIVA Y HUMANISTA NAVIDAD REFLEXIVA Y HUMANISTA Cornellá de Llobregat A modo de felicitación de Navidad La tan traída y llevada crisis debería ser el motivo principal para estas Navidades, pero al ser tan larga hemos ido escribiendo tanto y tantas veces sobre ella que no es fácil no repetirse. Por eso en esta ocasión voy a prescindir de ella, no sin antes hacer un par de afirmaciones que dejan claro en qué lado estoy: El capitalismo es un sistema intrínsecamente perverso, por lo que no hay otra alternativa que su eliminación. Lo que debería venir después debe ser un socialismo que no tiene por qué parecerse a lo que se ha tenido hasta ahora. No es cierto que sea ético hacerse rico: Solo robando, ya sea la plusvalía o robando al estilo de los bancos y/o de los grandes estafadores, se puede hacer uno verdaderamente rico. El día que se teorizó que los proletarios podíamos hacernos ricos se empezó a profundizar en una senda que solo puede llevar y lleva a la corrupción. Por todo esto este año quiero poner dos estampas, dos momentos: en el primero quiero hacer un homenaje a mis amigos y amigas de la Coordinadora contra la Marginación, con ellos he aprendido, he llegado a comprender lo que hay detrás de tantos y tantos que han padecido y padecen el problema de la adicción a las drogas, al alcohol..: “A MODO DE SUEÑO. ANOCHE, MIENTRAS DORMÍA, SOÑÉ…. Que estábamos en un día luminoso, como si hubiera nacido una nueva sociedad. Estábamos en Europa; los gobiernos europeos habían tomado una importantísima decisión, habían llegado a la conclusión de que los procesos de negación de cualquier cosa producían, la mayor parte de las veces, el efecto contrario. La Ley Seca, había producido probablemente más alcohólicos que el propio alcohol, además, mafia, muertes… Con las drogas había ocurrido un proceso parecido, la droga destruía a una parte importante de la juventud, se convertía en un auténtico círculo vicioso e infernal, al mismo tiempo, era el pretexto para la creación de las mafias más criminales que jamás hayan existido. Había llegado a tal extremo la degradación que calculaban que un 80 % o más de los presos tenían algún tipo de relación con las drogas. Después de mucho buscar soluciones, alguien, como quien no quiere, apuntó la más simple, la más sencilla, la más fácil, pero la que exigía más coraje,legalicemos la droga y comencemos a tratar como enfermos que son a los drogadictos. Todo el mundo compartía esta cuestión, pero como una intuición, no como una certeza. Además había un gran sector, con unos intereses económicos muy fuertes, que prefería la prohibición, la criminalización, porque sólo así podrían seguir acumulando enormes capitales, aunque fuera a costa de inmenso sufrimiento y de infinitas vidas humanas. Una vez tomada la decisión de legalizar las drogas se pusieron a trabajar. Comenzaron a tratar el problema inmediato de los “enfermos de la droga”. Gran parte de ellos estaban en la cárcel: habían sido condenados por “delitos” relacionados con las drogas. En la mayor parte de los casos, eliminados los antecedentes, debían quedar en libertad. Fue un momento muy duro, pero de mucha esperanza. La sociedad civil se sumó al carro…Al principio costó convencer a los más recalcitrantes: No lo eran por maldad; el “pensamiento único” había llegado con el devenir de los últimos tiempos a constituir una especie de epidermis, de cultura, de costumbre, de hábito. El superar esa cultura de la criminalización, de la represión, de la cárcel, había supuesto una auténtica revolución. Ahora, rotos los tabúes, había que remangarse y mancharse, había tanto trabajo por hacer… Y lo más esperanzador es que había muchos y muchas dispuestos a poner el hombro. Después soñé que dormía y me daba miedo despertar…” El segundo también quiere ser un homenaje a mis amigos y amigas, trabajadoras y trabajadores de Recibaix Empresa de Inserción, que trabajan todo lo relacionado con la recuperación, el reciclaje, (y en ese trabajo se recuperan personas…). Estas empresas, como mis amigos, son un rayo de esperanza hacia la sostenibilidad de esta nuestra maltrecha sociedad LA RECUPERACION. FILOSOFIA “Dos estampas a contemplar: 1ª. Un pueblo de Castilla, o de Aragón, o de Catalunya... Años 50 – 60. Es un pueblo pequeño de unos 50 a 100 vecinos. Superan los 500 habitantes. Viven de la agricultura, por y para el campo. Es una sociedad que vive en la simple subsistencia: comen del campo, crían los pocos animales que van a consumir. Tienen animales para las labores del campo: caballo y mulas, quizá un par de bueyes. Para arar y hacer las faenas del campo. Hay una familia con vacas y surte de leche a todo el pueblo. Cada uno va con su cazuela por la leche, o la botella de vidrio. El vino, cada familia lo tiene en dos o tres cubas y en unas cuantas garrafas de media cántara. No hay tetrabric, ni botellas, ni plásticos: el porrón o la bota que se llenan una y otra vez, hasta que se rompen. La gente del pueblo no es muy leída, así que rara vez se compra el periódico... Libros..., en la escuela se usa la enciclopedia que abarca todas las asignaturas posibles, empezando por la Historia Sagrada. El plástico realmente no se conoce, porque no se necesita, para qué... Tienen luz (con muy poca potencia) y acaban de poner el agua corriente en las casas. Hasta hace muy poco no había váteres, para qué querían la cuadra?. Los sobrantes de la comida (no se piense que era tanto) no se desperdiciaba: estaban los animales para comerlo: el cerdo, las gallinas... La ropa. La ropa no se acababa nunca: mientras se podía se usaba, cuando empezaba a fallar, se le ponían los remiendos que hicieran falta, y cuando no servía para otra cosa, se la usaba como remiendo... O sea, se reciclaba absolutamente todo. Con la mentalidad de hoy diríamos que en este pueblo faltaba una cosa muy importante: el contenedor de basura. Pues no, ni lo hay ni lo necesitan. Y además en el campo no se ven las suciedades que hoy en día con demasiada frecuencia lo llenan todo. Todo lo que no pueden gastar las personas o los animales sirve para el abono de los campos: La basura que producen los animales, cualquier labrador, agricultor, pagés, sabe como rentabilizarla: bien amontonada, con dos vueltas para que se pudra bien, está lista para el abono de los campos. Si hubiera más, más se echaría, no sobra absolutamente nada. No es un retrato idílico. Era una sociedad rural, de subsistencia. No era fácil aquella vida. Había muy poco dinero. No se pasaba hambre, pero había muchas deficiencias. Y había la conciencia de que la naturaleza había que cuidarla porque si no, no nos daría para esa subsistencia. Y por eso no se necesitaban ni vertederos de basura ni nada por el estilo. Y había como una comunión entre hombre y naturaleza. 2ª estampa. El mismo pueblo. Años noventa. Muchas casas están abandonadas. Apenas hay niños. A según qué horas no se ve ninguno: se los llevan a la ciudad a clase. Tampoco se ven animales, apenas ni siquiera gallinas. Todo el trabajo lo realizan con maquinaria: tractores, cosechadoras, sembradoras... En muchas casas solo hay ancianos. No estamos añorando los viejos tiempos: pocos de nosotros resistiríamos volver a aquel tipo de vida, simplemente damos fe de una realidad: por cuestiones que no vienen a cuento, el campo se ha despoblado, muchos pueblos son como un cementerio en el que ya ni siquiera se entierra... por falta de enterrador, claro. Sin embargo, a pesar de que hay muchos menos habitantes, esta sociedad no sabe ya reciclar las basuras que produce, es más, produce una cantidad de basura inmensamente mayor que la que producían entonces, cuando la sociedad de consumo estaba en sus inicios..., por eso se ven unos cuantos contenedores estratégicamente colocados en el pueblo: una vez a la semana viene un camión especial y recoge lo que tienen estos contenedores. Al principio lo vaciaban a un par de kilómetros del pueblo, en un barranco grande que hay allá desde siempre. Cuando ya no cabía más “porquería” dejaron de arrojarla en ese lugar. Ahora la llevan al vertedero general. Dicen que aquello está ya hasta las nubes, que ya no cabe más, que hay que buscar otro lugar o que hay que volver a lo antiguo: cuando cada uno reciclaba lo suyo... No son estampas africanas. Son estampas de cualquiera de nuestros pueblos. Y no ocurrió en siglos pasados: son cosas de estos últimos cuarenta/cincuenta años. Evidentemente la evolución en este caso ha jugado claramente en contra de la naturaleza: no hemos sabido adaptarnos a una nueva situación y en la medida que sigamos así (y parece que así seguimos) el problema creado adquirirá tales dimensiones que llegará el momento en que el problema devendrá en un problema de civilización...” Una feliz Navidad, un 2013 no tan duro para los trabajadores y trabajadoras y mucha fuerza para que de esta crisis aprendamos alguna lección: Que nada podemos ni debemos esperar de este sistema y que por lo mismo debemos buscar y encontrar las claves para superarlo. FELIZ NAVIDAD Y UN AÑO 2013 QUE COMIENCE A SERNOS PROPICIO… Benigno Martínez