COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: conceptos y métodos* Cost of crime and violence: Concepts and Methods Mauricio Olavarría Gambi** RESUMEN: ABSTRACT: El artículo expone la revisión de literatura relevante acerca de los estudios sobre crimen y los costos que ella provoca a la sociedad y al Estado, analiza la relación entre informalidad, crimen y violencia, y estudios acerca del ingreso de los delincuentes. El trabajo expone una conceptualización y discusión acerca de lo que se entiende por costo del crimen. También revisa los distintos métodos que se han usado para estimar la carga que genera la actividad delictual para los ciudadanos y para el aparato público. El artículo aboga por la utilidad de estos estudios, pues los esfuerzos por identificar el tamaño del problema y el costo que acarrea son una contribución importante para dimensionar el tamaño de la intervención pública necesaria para enfrentarlo. The article presents a review of relevant literature on studies of crime and the costs it causes to society and the state, analyzes the relationship between informality, crime and violence, and studies about entering offenders. The paper presents a conceptualization and discussion about what is meant by cost of crime. It also reviews the various methods that have been used to estimate the burden caused by criminal activity for the citizens and for the public system. The article advocates the use of these studies, as efforts to identify the problem size and cost are an important contribution brings to gauge the size of public intervention needed to address it. Palabras clave: Crimen, costo del delito, delincuencia, violencia, políticas públicas Key words: Crime, cost of crime, delinquency, violence, public policy. * Recibido: octubre 2012; aceptado: mayo 2013 Este artículo es uno de los productos del “Estudio sobre Costos de la Violencia en América Central. Sistematización de Herramientas Metodológicas Estandarizadas para la Medición del Fenómeno”, promovido y financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ** Dr. en Políticas Públicas; Profesor Programa Estudios de Gobierno. Universidad de Santiago de Chile. [email protected] ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 43 Mauricio Olavarría Gambi INTRODUCCIÓN El crimen y la violencia han ido capturando crecientemente la atención de gobiernos, agencias multilaterales, académicos y actores políticos y sociales, por los negativos efectos que provoca para el bienestar de los ciudadanos y por los obstáculos que genera al progreso de las naciones que los sufren con mayor persistencia. Heinemann y Verner1 exponen que la evidencia muestra que la violencia consistentemente deteriora los esfuerzos por el desarrollo en varios niveles, que lleva a depreciar todas las formas de capital –físico, humano y social– y que desproporcionadamente afecta a los pobres, erosionando sus medios de subsistencia y activos. Las consecuencias negativas del crimen y la violencia son de muy amplio alcance, pues afectan los prospectos de vida de personas, las relaciones sociales al interior de comunidades, la institucionalidad de los países, al sistema político y económico, las metas del desarrollo de las naciones y sus relaciones internacionales, toda vez que, con recurrencia, la acción de bandas criminales desborda los límites de los Estados, las prácticas delictivas se exportan y son asumidas rápidamente por delincuentes locales. Aunque los efectos del crimen y la violencia son vastos, este trabajo se concentra en uno de ellos, de gran significación para los ciudadanos y los Estados: los costos que generan las prácticas delictivas para las sociedades. Desde la segunda mitad de la década de 1990 los estudios de costos del crimen han ido expandiéndose por América Latina, lo que muestra el creciente interés de académicos, políticos y agencias internacionales por ampliar la comprensión del fenómeno y, a partir de ello, poder identificar áreas de intervención que se muestren efectivas en reducir o contener el fenómeno. En este plano y con una perspectiva de análisis regional se ubican los trabajos de Londoño, Gaviria y Guerrero2, de Fajnzylber, Lederman y Loayza3, de Buvinic, 44 1 HEINEMANN, Alessandra y VERNER, Dorte. “Crime and Violence in Development: A Literature Review of Latin America and the Caribbean”. World Bank Policy Research Working Paper 4041, October. Washington DC: The World Bank. 2006, p. 7 2 LONDOÑO, Juan Luis, GAVIRIA, Alejandro y GUERRERO, Rodrigo. Asalto al desarrollo: Violencia en América Latina Washington DC, Banco Interamericano de Desarrollo. 2000. 3 FAJNZYLBER, Pablo, LEDERMAN, Daniel y LOAYZA, Norman. Crimen y violencia en América Latina. Banco Mundial-AlfaOmega, Colombia. 2001. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS Morrison y Orlando4, Rubio5. En esta misma tendencia han surgido estudios sobre casos nacionales, entre los que cabe citar a los trabajos de Morrison y Orlando6, sobre los costos de la violencia intrafamiliar en Nicaragua y Chile; el informe de la Naciones Unidas7, que identifica los costos de la violencia en El Salvador y Guatemala; el trabajo de Olavarría8, acerca de los costos del delito en Chile; el estudio de Ronconi9, sobre los costos de la delincuencia en Argentina, basado en encuestas de victimización; el informe del Banco Mundial10, que estima los costos del crimen en Jamaica; el estudio sobre los costos humanos, sociales y económicos de la droga en Chile11; y el reporte de la Organización Mundial de la Salud12, sobre las dimensiones económicas de la violencia interpersonal, que estimó el costo de la violencia en Estados Unidos. Todos estos estudios han ido aportando estimaciones acerca de la dimensión de las consecuencias económicas del fenómeno, por un lado, y, por otro, también han ido enriqueciendo las conceptualizaciones y las aproximaciones metodológicas para el estudio de los costos del crimen y la violencia. Los estudios sobre el costo del crimen y la violencia son de gran utilidad, pues aportan evidencia acerca del tamaño del problema y la cuantía de recursos que involucra, ya sea como pérdidas para los ciudadanos, las inversiones que hacen las familias para evitar ser víctima de un hecho delictual o violento, 4 BUVINIC, Maira, MORRISON, Andrew y ORLANDO, María Beatriz. “Violencia, Crimen y Desarrollo Social en América Latina y el Caribe”, en Desarrollo Social en América Latina: Temas y desafíos para las políticas Públicas” (SOTO, Carlos (Ed.). Flacso-Banco Mundial, Costa Rica. 2002. 5 RUBIO, Mauricio. “Los costos de la violencia en América Latina. Una crítica al enfoque económico en boga”. Paper presentado en el “Foro sobre convivencia y seguridad ciudadana en el istmo Centroamericano, Haití y República Dominicana”. San Salvador. 1998. 6 MORRISON, Andrew y ORLANDO, María Beatriz, “Social and Economic Costs of Domestics Violence: Chile and Nicaragua”, en “Too close o home: Domestics violence in the Americas”, BIEHL, Loreto y MORRISON, Andrew (Ed.). Inter-American Development Bank and Johns Hopkins University Press, Washington D. C., 1999. 7 NACIONES UNIDAS, Oficina contra la droga y el delito, Crimen y desarrollo en Centro América: atrapados en una encrucijada. Eslovaquia, 2007. 8 OLAVARRÍA GAMBI, Mauricio. Costos económicos del delito en Chile”. Gobierno de Chile. Santiago, 2005. 9 RONCONI, Lucas, Los costos de la delincuencia argentina: Estimación en base a encuestas de victimización”. Mimeo. Laboratorio sobre Crimen, Instituciones y Políticas. Argentina, 2009. 10 WORLD BANK, Crime, Violence and Development: trenes, costs and policy options in the Caribbean. Report Nº 36525, Washington D. C. 2007. 11 OLAVARRÍA GAMBI, Mauricio. Costos Humanos, Sociales y Económicos de la Droga en Chile, 2006. Informe Final. CONACE. Santiago, 2009. 12 World Health Organization (WHO). “The economic cost of interpersonal violence”. Department of Injuries and Violence Prevention, WHO. Geneva, Zwitzerland 2004. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 45 Mauricio Olavarría Gambi y los montos que debe destinar el Estado a intervenciones orientadas a reducir o contener este fenómeno. Junto a los estudios de incidencia de la victimización delictual, los estudios de costos permiten dar una visión integrada acerca del tamaño del problema del crimen y la violencia en una determinada sociedad. A su vez, la identificación del tamaño de un determinado problema influirá decisivamente en la probabilidad que este escale a los altos lugares de la agenda pública, que el gobierno lo incorpore entre sus prioridades y que implemente intervenciones sobre él, con la finalidad de aminorar sus negativos efectos sobre el cuerpo social. En el mismo sentido, Graham y Chaparro13 argumentan que los estudios de costo económico de la delincuencia han sido reiteradamente usados como un poderoso argumento para generar apoyo público a las medidas de seguridad que implementan los gobiernos. Al proveer información acerca del costo que generan categorías de delitos, este tipo de estudios aporta valiosos antecedentes que, por un lado, permiten identificar prioridades en los esfuerzos por controlar la acción delictiva –que estarán asociados a aquellos delitos que generan los mayores costos– y, por otro, posibilitan estimar el beneficio neto que podrían generar intervenciones alternativas en los esfuerzos por reducir los niveles de criminalidad y violencia en una determinada sociedad. En este contexto, uno de los beneficios que generen los programas de control del delito será el costo evitado en crimen y violencia. Así, los análisis costo-beneficio de las políticas de control del crimen y la violencia permiten dar luces acerca de la eficiencia de la acción gubernamental en esta área. Según Brand y Price14, las preguntas que más propiamente abordan los estudios de costos son: ¿Cómo podemos usar los actuales recursos de manera más efectiva? ¿Cómo podemos reducir el costo del crimen para la sociedad? ¿Cuál es el monto de recursos que se debe emplear para reducir el crimen? ¿Es necesario concentrarse únicamente en la prevención del crimen o debe hacerse algo más para reducir sus efectos y costos? Los estudios de costo del crimen y la violencia, en todo caso, no buscan establecer exactitud en sus estimaciones, sino, más bien, apuntan a identificar 46 13 GRAHAM, Carol y CHAPARRO, Juan Camilo. Los vínculos entre la inseguridad, la salud y el bienestar en América Latina y el Caribe: una exploración inicial basada en encuestas de felicidad”. Borrador por publicar, 2010. 14 BRAND, Sam y PRICE, Richard. “The economic and social costo of crime”, in Home Office Research Study. London, 2000. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS órdenes de magnitud acerca del tamaño del fenómeno. Las estimaciones sobre un mismo caso que hagan dos estudios pueden, variar. Las razones de la variabilidad en las estimaciones se ubican preferentemente en los tipos de delitos analizados, los supuestos planteados, el tipo y calidad de información recopilada, y el método de estimación usado15. Para enfrentar esta dificultad, los estudios dan adecuada cuenta de las variables consideradas y los métodos de estimación empleados. De este modo, entonces, los estudios de costos entregan estimaciones que identifican “órdenes de magnitud” en los que se ubica el costo del crimen y la violencia en un determinado país o comunidad, los que, a su vez, son útiles para identificar el tamaño que ha adquirido el problema y para análisis costo-beneficio orientados a evaluar la eficiencia de intervenciones alternativas que buscan reducirlos o contenerlos. CUESTIONES CONCEPTUALES Crimen, violencia y costos El crimen y la violencia son males sociales que los gobiernos buscan abordar a través de políticas públicas orientadas a reducirlos o contenerlos. La característica principal de la criminalidad es que es un fenómeno social, multicausal y multidimensional, que se expresa mediante una conducta que quebranta un orden social o legal determinado. Según Grispigni16 el delito es aquella conducta humana disruptiva, que pone en grave peligro la convivencia y la cooperación de los individuos que constituyen una sociedad, y que está descrita como tal en las normas que constituyen el ordenamiento jurídico de un país. Consecuentemente, la comisión de actos delictivos acarrea responsabilidad y la sociedad tiene el derecho de identificar a quienes cometen esos actos y hacer exigibles las responsabilidades que se deriven de ello. Algunas conductas que pueden ser consideradas delitos en un país pueden no serlo en otro, dado que el ordenamiento legal es una cuestión definida en el ámbito político de las sociedades y que varía dependiendo del país a que se 15 Estos temas son analizados en detalle más adelante en el trabajo. 16 GRISPIGNI, Filippo. Introduzione alla sociologia criminale. Unione Tipografico-Editrice Torinese. Torino, 1928. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 47 Mauricio Olavarría Gambi haga referencia. Con el objeto de evitar esa dificultad, el trabajo se basa en la tipología de delitos que entrega el “Reporte Global sobre Crimen y Justicia” de Naciones Unidas17 –llamados comúnmente como de mayor connotación social– que incluye a los delitos contra las personas, contra la propiedad, delitos económicos y delitos asociados al consumo de drogas y estupefacientes. Este último tipo de delito, de acuerdo a la CICAD/OEA18 sería parte del tráfico de bienes y servicios ilícitos. Aunque esos delitos están recurrentemente vinculados entre sí y, también, con acciones de violencia, la definición de cada uno de ellos es útil para los propósitos analíticos del trabajo. Ellos son analizados a lo largo del corpus, con excepción de los llamados delitos económicos, y se definen a continuación. Los delitos contra las personas incluyen al homicidio, lesiones, violación y secuestro. El homicidio es definido como la muerte infligida deliberadamente a una persona. Las lesiones hacen referencia a un ataque físico contra una persona, que resulta en un daño corporal de quien es agredido. La violación se entiende como un encuentro sexual sin consentimiento válido. El secuestro es una privación de libertad, sin que medie una resolución judicial, para exigir rescate u otros fines. A su vez, hurto y robo conforman los llamados delitos contra la propiedad. El hurto es señalado como la sustracción de propiedad sin el consentimiento del propietario. El robo se define como la sustracción de propiedad, sin el consentimiento del propietario, acto en el que existe uso o amenaza de uso ilegítimo de la fuerza. Los delitos asociados al tráfico de bienes y servicios ilícitos identifica las transacciones “de productos ilegales cuya producción y consumo está totalmente prohibido, o muy estrictamente reglamentado, y cuyos intercambios constituyen infracciones graves castigadas con severas sanciones penales”19. De acuerdo al mismo documento de la CICAD/OEA, la denominación de tráfico de bienes y servicios ilícitos incluiría acciones de “tráfico de drogas y sustancias ilícitas, tráfico de vehículos robados, tráfico de especies animales y ve- 48 17 UNITED NATIONS, “Global Report on Crime and Justice”. New York: Oxford University Press, 1999. 18 COMISIÓN INTERAMERICANA PARA EL CONTROL Y ABUSO DE DROGAS (CICAD) OEA. “Programa de Entrenamiento de Formadores en materia de Normas y Técnicas de Lucha contra el Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo. Manual del Instructor”. CD ROM. Washington DC: CICAD/CICTE/OEACICAD/OEA, 2004. 19 Ibid. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS getales protegidas, tráfico de órganos humanos, tráfico de materias nucleares y radiactivas, tráfico de armas, municiones y otros explosivos, tráfico de bienes culturales, antigüedades y obras de arte, juegos y apuestas clandestinas e ilegales, tráfico de seres humanos, inmigración ilegal, falsificación de productos, y la falsificación y tráfico de documentos administrativos”20. La variedad de acciones de tráfico descritas por la CICAD es amplia y no todas ellas están presentes en la realidad centroamericana y/o de los países analizados. Aún así, la enumeración es útil y permitirá guiar al trabajo de campo para identificar cuáles de estos tipos de tráfico se dan en Costa Rica y Honduras. Por otro lado, la característica principal de la violencia es que es un fenómeno multicausal influido por factores psicológicos, biológicos, económicos, sociales y culturales, entre otros. Los fenómenos que acompañan al comportamiento violento cruzan, constantemente, las fronteras entre individuo, familia, comunidad y sociedad. A su vez, la violencia tiene consecuencias que abarcan diversos ámbitos individuales, familiares, comunales y sociales. Según la OMS la violencia consiste en “el uso intencional de la fuerza o poder físico, como amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o contra un grupo o comunidad, que da como resultado o tiene una alta probabilidad de dar como resultado lesiones, muerte, daño fisiológico, falta de desarrollo o privaciones”21. Según esta definición, la violencia asumiría las siguientes formas: • • • Violencia autodirigida: hace referencia al daño físico producido a sí mismo y se expresa en comportamiento suicida y/o daño autoinfligido. Violencia interpersonal: expresa conductas perpetradas por un individuo hacia otra persona y que resultan en lesiones y/o daños en lo psicológico, emocional, sexual o sobre los bienes. La violencia interpersonal incluye al abuso y descuido infantil, la violencia intrafamiliar, el abuso de los ancianos, la violencia sexual, la violencia en el lugar de trabajo, la violencia juvenil y la violencia criminal22. Violencia colectiva: hace referencia a comportamientos desarrollados por un grupo, en relación a una persona u otro grupo, y que generan como resultados lesiones y/o daños en lo psicológico, emocional, sexual o sobre los bienes. 20 Ibid. 21 OMS, op. cit. 2003, p. 5. 22 WHO, op. cit. 2004. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 49 Mauricio Olavarría Gambi En este contexto, la expresión costos del crimen hace referencia a una de las consecuencias de los delitos contra la propiedad y las personas, asociadas a la pérdida de bienestar que sufren las víctimas y la sociedad y que son susceptibles de ser valoradas económicamente23. El costo de la violencia, a su vez, expresa la estimación del valor económico de los efectos lesivos, tangibles o intangibles, que genera el uso o amenaza del uso intencional de la fuerza contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad. Pérdidas de bienestar que no puedan ser reducidas a una medida en dinero no podrán, en consecuencia, ser incluidas en la contabilización de costos asociados al delito. Así, las estimaciones del costo del crimen y la violencia expresan la valoración monetaria de las inversiones que hacen las personas y organizaciones para evitar ser víctima de delitos y violencia, a las pérdidas directas e ingresos no percibidos por las víctimas como consecuencia de un acto delictual, y a los gastos realizados por el Estado para enfrentar al crimen y la acción violenta de grupos que la promueven24. Por otro lado, los costos producidos por los delitos asociados al tráfico de bienes y servicios ilícitos incluyen a los impuestos que los Estados dejan de recaudar, a los gastos del sistema penal y a las pérdidas en productividad lícita derivadas del hecho que personas se involucran en ello –en vez de trabajar lícitamente– y por la violencia generada por esta actividad. Adicionalmente, la idea de costos generados por los delitos asociados al consumo de drogas ilícitas hace referencia a las inversiones efectuadas para desestimular su consumo, a los gastos y pérdidas que producen las consecuencias sociales indeseadas derivadas del consumo –muertes, incapacidades, pérdida de productividad laboral–, los gastos e inversiones que deben hacerse en tratamientos médicos y rehabilitadores, y los gastos del sistema penal: policías, tribunales, cárceles y similares25. En resumen, la expresión costos del crimen y la violencia hace referencia, en este trabajo, a las inversiones que las personas y organizaciones deben hacer para evitar ser víctimas de un acto delictual y de la violencia, a las pérdidas que sufren como consecuencia de ser victimizados y al gasto que debe realizar el Estado en los esfuerzos de abordar y controlar el fenómeno del crimen y la violencia en un determinado país. 23 50 OLAVARRÍA, op. cit. 2005, p. 21. 24 Ibid., p. 16. 25 OLAVARRÍA, op. cit. 2009. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS Costos directos e indirectos La diferenciación entre costos directos e indirectos hace referencia, más bien, a los ítems que se incluyen en las estimaciones y no al modo en como estas se realizan. Los costos directos identifican las pérdidas o gastos que surgen como consecuencia inmediata de la acción delictual, de los esfuerzos públicos para controlarla, establecer y perseguir las responsabilidades de los delincuentes, y/o asignar castigos o penas. Los costos indirectos expresan consecuencias mediatas y dejan ver las pérdidas de bienestar que aparecen en el tiempo como resultado de la ocurrencia de actos delincuenciales. Los costos que los estudios recurrentemente incluyen como directos son los gastos médicos, el costo de la policía, tribunales y sistema carcelario, el monto de lo robado, hurtado y de las extorsiones; en tanto que los costos indirectos incluyen los ingresos no percibidos, los impuestos no recaudados, el costo de oportunidad, las inversiones para evitar ser víctima de un delito y similares26. Costos tangibles e intangibles La noción de costos tangibles hace referencia a aquellos que, cuando se reducen o eliminan, hacen que recursos queden disponibles para otros usos, cuestión que no ocurre con aquellos definidos como intangibles27. De este modo, los costos tangibles son aquellas inversiones, gastos y/o pérdidas materiales en que personas, organizaciones y comunidades incurren para evitar ser víctimas de la acción delictual, los que aparecen como resultado de la perpetración de delitos –como robos y hurtos– y los que surgen a propósito de los esfuerzos para identificar a los responsables del delito y asignarles un castigo. Los costos intangibles, en cambio, se asocian a dolor, angustia, sufrimiento y pérdidas en la calidad de vida28, a efectos sobre el mercado del trabajo, 26 WHO. Op. cit. 2004. 27 PÉREZ, WILSON y VALENCIA, op. cit. 2003, pp. 33-35. 28 COMISIÓN INTERAMERICANA PARA EL CONTROL Y ABUSO DE DROGAS (CICAD), OEA. “Guía Metodológica para Estudios de Estimación de los Costos del Abuso de Sustancias Psicoactivas (Legales e Ilegales). Versión Preliminar. 2010. MCCOLLISTER et al., “The Cost of Crime to Society: New Crime-Specific Estimates for Policy and Program Evaluation”. Drug Alcohol Depend Nº108, 2010, pp. 98-109. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 51 Mauricio Olavarría Gambi traumas personales y cambios en comportamientos habituales29, al temor a ser victimizado o violentado, a pérdida de confianza interpersonal y deterioro del capital social, o a deterioros de la tranquilidad y libertad. Informalidad, crimen y violencia La economía informal ha ido siendo crecientemente estudiada desde que los trabajos de De Soto30 y Hart31 llamaron la atención acerca de la capacidad de emprendimiento, innovación, supervivencia y superación de miseria que mostraban quienes desarrollaban actividades económicas al margen de las regulaciones estatales. Ello ha contribuido a generar una visión más amplia de la informalidad, mostrando su contribución a la subsistencia de la población y a ir dejando de lado las imágenes que solo resaltaban sus vínculos con ilegalidad y delito. Variadas denominaciones han sido expresadas en la literatura especializada para referirse a la economía informal. Feige señala que el concepto se refiere a “las acciones de los agentes económicos que no adhieren a las normas institucionales establecidas o a las que se niega su protección”32. Castells y Portes la definen como “todas las actividades generadoras de ingresos no regulados por el Estado en entornos sociales en que sí están reguladas actividades similares”33. Vargas Llosa señala que la economía informal es “una respuesta popular espontánea y creativa ante la incapacidad estatal para satisfacer las aspiraciones más elementales de los pobres”34. En el mismo sentido, De Soto35 resalta la capacidad de emprendimiento de la economía informal que –a la fecha del estudio– manejaba el 95 por ciento del transporte público 52 29 SOARES, Rodrigo. “Welfare cost of crime and common violence: a critical review”, en: World Bank, “The Cost of Violence”. The World Bank, Washington DC, 2009, pp. 27-56. 30 DE SOTO, Hernando. El otro Sendero. La revolución informal, Ed. El Barrando, Lima, 1986. 31 HART, Keith. “The Idea of Economy: Six Modern Dissenters”, en Friedland, Roger y Robertson A. F. “Beyond the Market Place: Rethinking Economy and Society”. New York, 1990. pp. 137-160. 32 FEIDGE, Edgard L. “Defining and Estimating Underground and Informal Economies: The New Institutional Economics Approach”, en World Development, Vol. 18, Issue 7, 1990, pp. 989-1002. 33 CASTELLS, Manuel y PORTES, Alejandro. “The Informal Economy: Studies in Advanced and Less Developed Countries”, Johns Hopkins University Press, 1989, p.12, citado en PORTES, Alejandro y HALLER, William. “La economía informal”. Serie Políticas Sociales N° 100. CEPAL, División de Desarrollo Social. Santiago, 2004, p. 10. 34 VARGAS LLOSA, Mario. “Prólogo”, en DE SOTO, op. cit. 1986, p. XVIII. 35 DE SOTO, op. cit. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS en Lima, había levantado el 85 por ciento de los mercados de la capital peruana, en la que el 90 por ciento de las casas no tenían los permisos de edificación requeridos por el Estado, daba empleo al 48 por ciento de la población económicamente activa y representaba el 39 por ciento del PIB peruano. Así, Portes y Schauffler36 argumentan que las empresas informales representan la irrupción de fuerzas reales de mercado en una economía aprisionada por las regulaciones del Estado. A su vez, Adler Lomnitz argumenta que “el sector informal no es homogéneo, tanto en lo que se refiere a las actividades económicas desarrolladas por sus miembros como en los niveles de vida y la posición de clase a la que pertenecen”37. Portes y Haller38 señalan que las transacciones llevadas a cabo en el contexto de la economía informal se sostienen en redes sociales basadas en la confianza recíproca resultante de la pertenencia a una misma estructura social, por sentimientos comunes y por la expectativa de que la violación de estas normas y códigos implícitos será castigado con la exclusión de las redes sociales y transacciones futuras. En una estructura social que funciona al margen de la institucionalidad del Estado, este tipo de sanciones puede llegar a ser más efectiva de las que se derivan de las normas formales. Sobre ello, Adler Lomnits agrega que la economía informal “utiliza formas tradicionales –las redes sociales horizontales o verticales– basadas en definiciones culturales de confianza y lealtad, como el campo en el que se dan los intercambios informales (y que) estas actividades no se producen al azar o caóticamente, sino que siguen reglas estrictas de sociabilidad fundadas en normas culturales”39. Desde una perspectiva del nuevo institucionalismo, Feige llama la atención respecto que las transacciones llevadas a cabo en el sector no regulado han recibido variadas denominaciones –como economía subterránea, oculta, gris, en la sombra, informal, clandestina, ilegal, no observada, no reportada, 36 PORTES, Alejandro y SCHAUFFLER, Richard. “Competing Perspectives on the Latin American Informal Sector”, en Population and Development Review, 1993, citado por PORTES y HALLER, op. cit. 2004, p.10. 37 ADLER LOMNITZ, Larissa. 2003. “Globalización, Economía Informal y Redes Sociales”, en BARAÑANO, Ascensión y GARCÍA, José Luis (Ed.), “Culturas en Contacto: Encuentros y Desencuentros”. Ministerio de Educación, Madrid, 2003, p. 135. 38 PORTES y HALLER, op. cit. 2004. 39 ADLER LOMNITS, op. cit. 2003, p. 136. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 53 Mauricio Olavarría Gambi no registrada, secundaria, paralela y negra–; lo que ha generado confusión y dificultado la comprensión que en ese tipo de transacciones se incluyen variadas actividades que responderían a lógicas distintas. Para ello propone la siguiente tipología de las actividades y transacciones que se incluirían en lo que él llama “economía subterránea40. a) b) c) d) Economía Ilegal. En ella el ingreso producido es el resultado de transacciones que violan las normas y leyes que definen las formas lícitas de comercio. En ellas se incluiría, por ejemplo, la producción y tráfico de drogas y el mercado negro de divisas. Portes y Haller agregan a este listado las actividades de prostitución y juegos de azar ilegales41. Economía No Declarada. Incluye las actividades que evaden la institucionalidad establecida en las leyes y normas tributarias. La evasión de impuestos –no declaración o subdeclaración– es la expresión de este tipo de actividades. Economía No Registrada. Hace referencia a las actividades económicas que no son capturadas –o registradas– por el sistema de cuentas nacionales, debiendo registrarse. Economía Informal. Comprende aquellas actividades que evitan o reducen costos no cumpliendo con los beneficios y derechos expresados en las leyes y normas administrativas que cubren las relaciones de propiedad, licencias comerciales, contratos laborales, indemnizaciones, créditos y sistema de seguridad social. Siguiendo a Feige42, entonces, aquellas actividades más propiamente relacionadas con las actividades criminales son las que caen bajo la denominación de economía ilegal. Asimismo, es preciso notar que, al igual que la economía informal, la economía ilegal se basa en redes sociales establecidas, normas y códigos de conducta que promueven confianza y cooperación. Para Adler Lomnitz43 hay “manifestaciones de la informalidad que se relacionan con la esfera criminal en la forma de redes informales organizadas, que operan local e internacionalmente, y que se dedican a actividades definidas como criminales”. 40 54 FEIGE, op. cit. 1990. 41 PORTES y HALLER, op. cit. 2004. 42 FEIGE. op. cit. 1990. 43 ADLER LOMNITZ, op. cit. 2003, p. 141. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS El establecimiento de redes sociales de confianza y cooperación es lo constitutivo de lo que variados científicos sociales han llamado capital social. Fukuyama argumenta que “el capital social son normas o valores compartidos que promueven la cooperación social”44. Durston (2003) identifica al capital social como el contenido de relaciones sociales que combinan actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperación, que proporcionan mayores beneficios a quienes lo poseen en comparación a lo que podría lograrse sin ese activo45. De modo similar, para Streeten el capital social es un agregado de confianza, redes sociales –horizontales y verticales– y normas46. Pero, así como hay efectos positivos también se le atribuyen efectos negativos al capital social. Dasgupta47 señala que el capital social no es un bien público, como a menudo se sostiene, sino un bien privado que tiene externalidades positivas y negativas. El agregado de confianza, redes sociales y normas puede ser puesto a disposición de causas socialmente deseables, como generar un mayor bienestar a grupos sociales en precarias condiciones, sin que ello afecte el bienestar de otros grupos sociales, pero también las redes e interacción social pueden provocar ilegitimidad, sobornos, corrupción, nepotismo, compadrazgo48 y crimen49. Sobre el particular, Fukuyama argumenta que las organizaciones criminales han surgido en aquellos lugares en que los impulsos naturales de sociabilidad no han encontrado estructuras sociales legítimas en las cuales expresarse50. 44 FUKUYAMA, Francis. “Capital social y desarrollo: la agenda venidera”, en ATRIA, Raúl, SILES Marcelo, ARRIAGADA Irma, ROBISON Lindon J. y WHITEFORD Scott, Compiladores. “Capital Social y Reducción de la Pobreza en América Latina y el Caribe: en busca de un nuevo paradigma”. CEPAL; Michigan State University, Santiago, 2003, p. 37. 45 DURSTON, John. “Capital social: parte del problema, parte de la solución, su papel en la persistencia y en la superación de la pobreza en América Latina y el Caribe”, en ATRIA, Raúl et al., op. cit. 2003. 46 STREETEN, Paul. “Reflection on Social and Anti Social Capital”, en Journal of Human Development and Capabilities, Vol. 3, N° 1. 2002. 47 DASGUPTA, Partha. “Economic progress and the idea of social capital”, EN SERAGELDIN Ismail y DASGUPTA.Partha “Social Capital: a multifaceted perspective”. The World Bank. Washington DC: 2000. 48 Por ejemplo, en el caso de América Latina, Fukuyama (2003) señala que el grueso del PIB regional está producido por empresas de propiedad familiar pertenecientes a un reducido círculo, en las que el personal se recluta en base al parentesco. Esto se debería a la crisis de confianza que habría en la región, por lo que a falta de ella se recurre a la familia y a un estrecho círculo de amistades íntimas. Ello, a su vez, se replicaría en el ámbito político y de gestión del Estado, lo que daría paso al nepotismo, corrupción y depredación del Estado por intereses de grupos. 49 STREETEN, op. cit. 2002. 50 FUKUYAMA, Francis. Trust: The Social Virtues and the Creation of Prosperity, The Free Press, New York, 1995, pp. 337–338, en STREETEN, op. cit. 2002. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 55 Mauricio Olavarría Gambi De este modo, entonces, lo que refleja el análisis es que la estructura de relaciones y confianza en que se funda la economía informal puede dar origen a emprendimientos con resultados sociales deseables y no deseados, o males sociales, como es el ámbito propio de la economía ilegal. Por otro lado, aunque conceptualmente sea posible establecer diferencias entre lo que es la economía informal y la economía delictual, en la práctica quienes desempeñan estas actividades pueden estar en los dos ámbitos o, incluso, desarrollar actividades formales. Ello genera una dificultad adicional a los esfuerzos por estimar los costos humanos y sociales que genera la economía ilegal. Sobre este punto, Freeman51 muestra que algunos delincuentes realizan actividades ilegales y trabajo remunerado a través del tiempo, dependiendo de las oportunidades que se les presenten; y que, incluso, experimentados traficantes de drogas tienen trabajos que no son ilegales52, posiblemente como resguardo de aquellos periodos en que la actividad se vuelve más riesgosa. En el caso centroamericano, por ejemplo, el 57 por ciento de los pandilleros guatemaltecos tiene un empleo remunerado, el 62 por ciento de los salvadoreños, el 27 por ciento de los hondureños, el 65 por ciento de los nicaragüenses y el 28 por ciento de los pandilleros costarricenses también lo tiene; aunque son empleos de baja calificación como panaderos, pintura, carpinteros, albañiles, mecánicos, comercio y similares53. El mismo documento señala que el 45 por ciento de los mareros guatemaltecos y 83 por ciento de los mareros hondureños y salvadoreños contribuyen económicamente a su hogar. 56 51 FREEMAN, Richard B. “The Economics of Crime”, en ASHENFELTER, Orley y CARD, David (Ed.). “Handbook of Labor Economics”, Vol. 3. The Netherlands: Elsevier. Amsterdam, 1999. 52 FREEMAN, op. cit. 1999, utiliza la expresión “legal jobs”. Aquí se ha preferido usar la expresión “trabajos que no son ilegales”, porque el trabajo de Freeman no hace referencia a una diferenciación entre economía informal y economía ilegal. 53 DEMOSCOPÍA. “Inserción de las maras y pandillas en el mercado legal e ilegal”. Artículo de difusión. San José, Costa Rica: Demoscopía S.A. S/F. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS CUADRO N° 1 Relaciones entre tipos de actividades económicas Fuente: PORTES y HALLER, op. cit. 2004, p. 12. De este modo, entonces, habría cierta fluidez –o porosidad, como señala Freeman54– entre los límites de la economía formal, la informal y la delictiva. Quienes participan de la economía delictiva, también pueden desarrollar actividades en los otros dos ámbitos. El cuadro N° 1, muestra las relaciones entre estos tipos de economía. 54 FREEMAN, op. cit. 1999. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 57 Mauricio Olavarría Gambi Según el estudio de Demoscopía, las maras y/o pandillas tienden a ser vistas por sus integrantes como una “familia” en la que “han obtenido protección, solidaridad, mayor confianza, mayor madurez y cariño”. Adicionalmente, según el mismo estudio las pandillas juveniles centroamericanas son estructuras dinámicas, jerarquizadas, territoriales y descentralizadas, en las que hay apropiación de símbolos que promueven y refuerzan la identidad grupal. También hay desarrollo de normas y códigos de conducta, cuya no observancia acarrea sanciones para el infractor55. Los efectos negativos que generan las maras para la convivencia social se expresan en la comisión de delitos, consumo y tráfico de drogas, violencia, extorsión y vínculos con el crimen organizado56. El 78 por ciento de comerciantes y vecinos de barrios controlados por la maras afirma que estas pandillas están involucradas en las muertes por encargo, tráfico de drogas, secuestro, extorsión y cobro de “impuestos” a vecinos y comerciantes, asaltos y robos, amenazas, ventas de municiones, tráfico de armas, lo que es confirmado por el 93 por ciento de los ex pandilleros entrevistados57. El mismo documento señala que el 67 por ciento de los ex mareros costarricenses entrevistados, el 37 por ciento de los nicaragüenses, el 65 por ciento de los salvadoreños, el 88 por ciento de los guatemaltecos y el 88 por ciento de los ex pandilleros hondureños confirman la existencia de pagos de las maras a la policía por sobornos, información y similares. Sobre los ingresos de los delincuentes Los esfuerzos por estimar los ingresos de los delincuentes tienen importantes consecuencias para el diseño de políticas públicas, pues permitirían identificar los incentivos que los delincuentes tienen para perpetrar actividades criminales y, a la vez, emprender acciones que lleven a disminuir esos incentivos y disuadirlos de emprendimientos criminales. Los famosos traba- 55 58 DEMOSCOPÍA. Demoscopía. “Maras y pandillas, comunidad y policía en Centroamérica”. Documento de Trabajo. Demoscopía S. A., San José, Costa Rica. 2007, p. 3. 56 Ibid. 57 DEMOSCOPÍA, op. cit. S/F. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS jos de Becker58, Ehrlich59 y posteriormente de Fanjzyber, Lederman y Loayza60 sugieren que alguien se involucraría en actividades criminales cuando las recompensas superan los costos de esas actividades. Los beneficios se identifican con el botín que se obtendría y los costos se asocian con las inversiones en tiempo y especies que se requieren para perpetrar el delito, los ingresos no percibidos si hubiera desarrollado una actividad lícita, como también con la probabilidad de ser arrestado, enjuiciado y la extensión de la condena que podría cumplir. Adicionalmente, Fajnzylber, Lederman y Loayza señalan que también puede incluirse como costo el quiebre valórico que significa el involucramiento delictual de alguien con sentimientos morales reconocidos61. Las implicancias de estos modelos apuntan a que una mayor efectividad policial, de los tribunales y severidad en las penas puede actuar como disuasivo de la actividad criminal. Ehrlich62, por ejemplo, encontró que había un efecto de disuasión de las acciones de hacer cumplir la ley (law enforcement) sobre todos los crímenes y que la tasa de delitos específicos se correlacionaba positivamente con las estimaciones de ganancias relativas y aparecía negativamente correlacionado con los costos asociados a la actividad criminal, y que quienes cometían robos de casas o moradas y hurtos evitaban riesgos. Posterior literatura, sin embargo, relativizó esos hallazgos al encontrar que había un problema de endogeneidad en las variables referidas a los niveles de disuasión y severidad de las penas con respecto a los niveles de criminalidad63. Es decir, los gobiernos usualmente están más propensos a aumentar la severidad de las penas y la acción policial en situaciones de incremento en los niveles de delito. 58 BECKER. Gary.“Crime and Punishment: an economic approach”, en Journal of Political Economy, Nº 76. 1968, pp. 169-217. 59 EHRLICH. Isaac. “Participation in Illegitimate Activities: A Theoretical and Empirical Investigation”, en The Journal of Political Economy, Vol. 81, N° 3, May – June, n1973, pp. 521 – 565; “Crime, Punishment, and the Market for Offenses”, en The Journal of Economic Perspective, Vol. 10, N° 1, Winter, 1996, pp. 43-67. 60 FANJZYBER, Pablo, LEDERMAN, Daniel y LOAYZA, Norman. “Determinants of Crime in Latin America and the World. An Empirical Assessment”. The World Bank, Washington,1998. 61 Ibid. 62 EHRLICH, op. cit. 1973, p. 560. 63 TAYLOR, J. B. “Econometric Models of Criminal Behavior: A Review,” in HEINEKE, J.M. (Ed) Economic Models of Criminal Behavior. Amsterdam,1978, pp. 35-82, en GLAESSER, Edwards, An Overview of Crime and Punishment”. Working Paper, Preliminary Draft. Washington D.C.: The World Bank, March 10, 1999. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 59 Mauricio Olavarría Gambi Las estimaciones acerca de los ingresos de los delincuentes son difíciles y complejas de realizar, sin embargo, como ya se ha señalado, los límites entre la economía formal, informal e ilegal son porosos: quienes participan en actividades de la economía ilegal, también desarrollan trabajos remunerados, formales o informales, dependiendo de la oportunidad. Adicionalmente, quienes se involucran en emprendimientos criminales distribuyen sus actividades a través del tiempo o del espacio, dependiendo de la oportunidad, recompensa y riesgo64, lo que dificulta una adecuada comprensión del tema si la estimación se hace con referencia a un momento específico. Lo atractivo del botín es una cuestión que depende de las posibilidades de ingreso que tengan las personas en actividades no delictivas. La literatura especializada muestra una asociación entre crimen, pobreza y desigualdad65 que quienes se involucran en delitos de mayor connotación social muy mayoritariamente presentan baja escolaridad, deficiente historial laboral, bajos salarios66, provienen de hogares vulnerables y con problemas sociales agudos67. Así, el prospecto de esta estas personas es de empleos de baja productividad e ingresos mínimos. Por ejemplo, un estudio que analiza la vulnerabilidad social-delictual halló que las variables que más persistentemente se asociaban a ello eran baja escolaridad, analfabetismo, bajo rendimiento y re- 60 64 MCCRARY, Justin. “Dynamic Perspective on Crime”, en BENSON, Bruce L. y ZIMMERMAN Paul R. (Ed.). “Handbook on the Economic of Crime”. Edward Elgar Publishing Gran Bretaña, 2010. 65 Ver, por ejemplo, HUANG Chien-Chieh et al., “Crime and Poverty: a search-theoretic approach”, en International Economic Review, Vol. 45, N° 3, 2004, pp. 909-938; BURDETT, Kenneth et al., 2003. “Crime, Unequality, and Unemployment”, en The American Economic Review, Vol. 93, N° 5, 2003, pp. 1764-1777; FAJNZYLBER, Pablo et al., “Inequality and Violent Crime”, en Journal of Law and Economics, Vol. 45, N° 1, The University of Chicago Press, Chicago, 2002 pp. 1-40; KELLY, Morgan. “Inequality and Crime”, en The Review of Economics and Statistics, Vol. 82, Issue 4, 2000, pp. 530-539, IMROHOROGLU, Ayse et al, “On the Political Economy of Income Distribution and Crime”, en International Economic Review, Vol. 41, N° 1; 2000, pp. 1-25; BOURGUIGNON, François. ”Crime as a Social Cost of Poverty and Inequality: a review focusing on developing countries”, en Revista Desarrollo y Sociedad, N° 44, Universidad de los Andes, Bogotá, 1999, pp. 61-99. 66 Ver, por ejemplo, MACHIN, Stephen y MEGHIR, Costas. “Crime and Economic Incentives”, en The Journal of Human Resources, Vol. 39, N° 4, University of Wisconsin Press, Wisconsin, 2004. pp. 958-979; LEVITT Steven D. “Alternative Strategies for Identifying the Link between Unemployment and Crime”, en Journal of Quantitative Criminology, Vol. 17, N° 4; 2001, pp 377390; IMROHOROGLU, op. cit. 2000. 67 Ver por ejemplo, ACERO et al., “Factores de Riesgo para Violencia y Homicidio Juvenil”, en Revista Colombiana de Psiquiatría, Vol. XXXVI, N° 1. Bogotá, 2007, pp. 78-97; FARRINGTON, David P. et al.,“Criminal careers up to 50 and life success up to age 48: new findings from the Cambridge Study in Delinquent Development”, 2nd Edition. London, 2006; LEVITT, Steven D. “Understanding Why Crime Fell in the 1990s: Four Factors that Explain the Decline and Six that Do Not”, en Journal of Economic Perspective, Vol. 18, N° 1, 2004, pp. 163-190. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS pitencia escolar, bajo ingreso, hacinamiento, violencia intrafamiliar68. De este modo, una suma de dinero o especies que pueden ser consideradas de valor no significativo para estratos medios o altos, pueden ser vistas como suficientemente atractivas para cometer el delito para personas de alta vulnerabilidad social-delictual. En la misma línea, un estudio de Reuter y otros69 que analizó el ingreso a lo largo de la vida de vendedores de droga en Washington DC halló que, en general, pasaban de uno a tres años en la cárcel, pero que sus ganancias en los años de libertad eran suficientemente cuantiosas como para justificar su opción por el crimen, incluso descontando su aversión al riesgo. Un estudio de Levitt y Venkatesh70 arroja diferencias con esta conclusión, pues estima que el ingreso promedio de quienes se involucran en el tráfico de drogas es apenas superior que los que se obtienen de actividades no delictivas, que la distribución de la renta favorece fuertemente a los jerarcas de las pandillas y que los ingresos del rango inferior es menor al salario mínimo del mercado formal. El estudio de Demoscopía71 indica que las pandillas de las zona 19 de la Ciudad de Guatemala obtuvieron ingresos por US$210.000 mensuales durante el año 2007, solo en el rubro de extorsiones –“pago de impuestos por parte de vecinos y comerciantes”– y que, dependiendo del país, una pandilla de barrio puede recaudar, por el mismo rubro, entre US$1.200 y US$1.500 semanales. Luego de una revisión de extensa literatura, Freeman72 concluye que casi todos los análisis muestran que, basado en el valor de la hora de trabajo, los ingresos que se obtienen por actividades delictivas son mayores que lo que se obtendría en una actividad no criminal, pero que el trabajo criminal es lo suficientemente intermitente y riesgoso como para que los ingresos anuales de un delincuente sean menores de los que obtendría de una actividad lícita. 68 ARAYA MOYA, Jorge. 2009. “Índice de Vulnerabilidad Social Delictual: La incidencia de los factores de riesgo social en el origen de conductas delincuenciales”. Ministerio del Interior: División de Seguridad Pública, Santiago, 2009. 69 En FREEMAN, op. cit. 1999. 70 LEVITT. Steven D. y VENKATESH, Sudhir. “An Economic Analysis of A Drug-Selling Gang’s Finances”, en The Quarterly Journal of Economics, Vol. 115, N° 3; Harvard University and M.I.T Press Massachusetts, 2000 pp. 755-789. 71 DEMOSCOPIA, op. cit. S/F. 72 FREEMAN, op. cit. 1999, p. 3.551. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 61 Mauricio Olavarría Gambi Aunque Freeman73 cuestiona la exactitud de los datos de los estudios de ingresos de los criminales, la gran mayoría de ellos se hacen en base a autorreporte. Para abordar esta dificultad adicional, entonces, es imperativo que las encuestas precisen un periodo de tiempo cercano al momento que se pregunta por los ingresos de actividades ilegales, que se diferencie de los ingresos obtenidos por actividades no delictivas, por la distribución de las rentas al interior de la pandilla y, también, por los costos incurridos en la planificación y emprendimiento delictual. De este modo, el estudio sobre los casos costarricense y hondureño provee una inigualable oportunidad para avanzar en la comprensión de los incentivos que tienen las personas para involucrarse en actividades criminales y cómo estas se comparan con los ingresos que tendrían en actividades lícitas. Adicionalmente, el estudio permite recoger evidencia sobre casos latinoamericanos, cuestión sobre la que existe poca información empírica. ACERCA DE LA ESTIMACIÓN DE COSTOS Sobre los métodos Los esfuerzos por estimar los costos del crimen y la violencia son complejos. Los métodos mayormente usados por los estudios son los de valoración contingente, precios hedónicos y de contabilidad de pérdidas y gastos motivados por la acción delictual. Adicionalmente, un método que ha surgido recientemente es el de “satisfacción con la vida”. El método de la valoración contingente busca identificar la disposición a pagar de una persona o comunidad por mejorar, evitar un empeoramiento en sus condiciones de bienestar o como compensación por el daño o la mejoría no producida74. Para ello, pregunta directamente a los interesados acerca de su disposición a pagar frente a, por ejemplo, evitar que el crimen y la violencia crezcan en el sector en que habitan. Usando este método para el caso de Argentina, Ronconi75 identificó que la disposición promedio a pagar por los 62 73 FREEMAN, op. cit. 1999. 74 MORA, John James. “Introducción a la Teoría del Consumidor: de la preferencia a la estimación”. Universidad ICESI, Cali, 2002. 75 RONCONI, op. cit. 2009. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS encuestados para evitar ser victimizado era de US$1.028 y de US$256 para evitar el contacto con un delincuente. Aunque este tipo de análisis son usados en estudios sobre la conducta del consumidor, las desventajas que presenta llevan a tener cuidado en la información que se recoge y en las estimaciones que entrega. Una de ellas es que al basarse en las respuestas de los encuestados, estos pueden comportarse estratégicamente: si advierten que serán ellos quienes paguen por las mejoras en el bienestar, o por evitar perjuicios, entonces su declaración de disposición a pagar podría ser más baja si es que advierten que sería el Estado o alguien distinto de ellos quien asuma ese costo. Adicionalmente, variados sesgos que presenta el método han sido identificados por la literatura especializada, como los sesgos instrumentales, como aquel en que la pregunta identifica una cierta cantidad de dinero, o cuando el encuestado da una respuesta diferente a la que habría dado para no incomodar al entrevistador, o cuando el método de pago influye en la respuesta, o aquella situación en que la respuesta está condicionada a la información del encuestado sobre la probabilidad de ejecución del proyecto, o el lugar que ocupa el proyecto en la lista de alternativas que se le presenta al encuestado76. El método de los precios hedónicos también ha sido utilizado para estimar las características que determinan el precio de mercado de un bien, particularmente en la estimación de precios en el mercado inmobiliario. El método establece que el valor de un bien correspondería a la suma de los valores asignados a sus características, por lo que el precio de una vivienda, por ejemplo, estaría determinado por las características de la vivienda, del barrio, de la contaminación de la zona en que se encuentra ubicada y de características sociales, como segregación y niveles de criminalidad del barrio77. Glaesser78 argumenta que a través de este método es posible estimar las diferencias en el precio de las viviendas y, de esa manera, medir el costo del crimen. La utilidad de los estudios basados en este método apuntan, en consecuencia, a identificar las pérdidas que se ocasionarían como consecuencia de 76 Ver, por ejemplo, WHITEHEAD, John C. 1990. “Measuring willingness to pay for wetlands preservations with the contingent valuation method”, en Wetlands, Vol. 10, N° 2; Springer 1990. pp. 187-201. 77 HERAS, Shanaka y MAIER, Gunther. “El método de precios hedónicos en el sector inmobiliario y estudios de mercado de la vivienda. Una revisión de la literatura”. SRE Documento de Estudio 2010/03. Universidad de Economía y Empresa, Viena Institut für regional-und Umweltwirtschaft, WU, Viena2010). 78 GLAESSER, op. cit. 1999. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 63 Mauricio Olavarría Gambi alcanzarse altos niveles de criminalidad en una determinada zona o las ganancias en el bienestar social derivados de la reducción en la victimización delictual. La dificultad, sin embargo, de este método radica en poder encontrar barrios o zonas similares, comparables, en que la diferencia entre ellos esté dada por los niveles de criminalidad que presentan. Así, dada esta dificultad, la utilidad de este método se restringe. Mientras el método de la valoración contingente trabaja con “preferencias declaradas”, preguntando directamente al encuestado su disposición a pagar o a ser compensados por una reducción del crimen y/o violencia; el método de precios hedónicos trabaja con “preferencias reveladas”, que se infieren de los efectos del crimen y la violencia sobre el precio de las viviendas, por ejemplo. La aproximación de satisfacción con la vida es un método indirecto de estimación, que utiliza encuestas sobre satisfacción para inferir el costo del crimen y la violencia, en vez de requerir directamente al encuestado que asigne un valor de ese costo79. El método de contabilidad de pérdidas y gastos ha sido largamente usado, dada su mayor simpleza, el menor costo de realización que implican y porque recurre a información ya producida por los propios órganos –públicos y privados– relacionados con los esfuerzos de control del crimen. Este método identifica como costo las inversiones hechas por las personas y organizaciones con la finalidad de evitar ser víctimas del crimen y la violencia, la suma del valor de los bienes robados y hurtados, el ingreso no percibido por las víctimas a consecuencia de un hecho delictual, los costos de la atención médica de las víctimas y los gastos que realiza el Estado con la finalidad de disuadir la ocurrencia de hechos delictuales, identificar a quienes han perpetrado un crimen, perseguir sus responsabilidades y aplicarles la pena que establezcan los tribunales de justicia. El análisis de la economía delictual también incorpora la identificación de los impuestos no recaudados, las pérdidas derivadas de la práctica de la extorsión, el costo de oportunidad social que alguien se dedique a la carrera delictual, en vez de optar por actividades lícitas, el costo de oportunidad del consumo de drogas y el daño que genera la producción y tráfico de drogas. Estos dos últimos ítems son particularmente difíciles de estimar. El ejercicio de estimación del costo de oportunidad social que surge cuando una persona desarrolla actividades criminales es particularmente complejo. Aparte 79 64 COHEN, Mark A. “Valuing Crime Control Benefits Using Stated Preferences Approaches”. Law and Economics Working Paper 08-09. Vanderbilt University Law School. 2007, p. 12. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS del daño provocado a las víctimas y del gasto que efectúa el Estado en la investigación de los delitos en que estaría involucrado, en el trabajo del Poder Judicial y en el sistema carcelario, hay una pérdida social que es equivalente al trabajo lícito que esa persona hubiera ejecutado de no mediar su involucramiento en la delincuencia. Ello supone información acabada acerca del tamaño de la fuerza delictiva y de su distribución etaria y por género, cuestión que es muy difícil de obtener. A su vez, la estimación de los impuestos no recaudados por el tráfico de bienes y servicios ilegales, particularmente el referido al tráfico de drogas, como también el costo de oportunidad del consumo, es posible identificarlo a través de encuestas a la población. En relación a este tema, Olavarría identificó el tamaño del mercado de la droga en Chile, como también el gasto de salud derivado del consumo, basado en las encuestas de consumo de sustancias psicoactivas80. A partir de ello, entonces, es posible identificar tanto el monto de los impuestos no recaudados, como el costo alternativo del consumo. La estimación del daño generado por la producción de drogas ilícitas es un cálculo complejo, que requiere profusa información y, por ello, es difícil de acometer. En el caso colombiano, los estudios de impacto ambiental muestran severos daños ambientales, deterioro y contaminación de las fuentes de agua, del suelo, de la flora y la microfauna, y el efecto lesivo de las fumigaciones81. Otros estudios muestran que el narcotráfico habría contribuido al estancamiento económico colombiano82. Por otro lado, recurrentemente se cita que el crimen provocaría efectos negativos en las tendencias del crecimiento económico de los países, al afectar el clima de negocios y elevar los costos de la seguridad de las operaciones. Aunque la argumentación conceptual es coherente, varios estudios cross-seccionales citados por Bourguignon83, no lograron obtener parámetros estadísticamente significativos. Aunque los métodos de valoración contingente, precios hedónicos y contabilización de pérdidas y gastos no son antagónicos, el diseño de la investigación propuesto para los casos costarricense y hondureño no considera indagar sobre la depreciación sufrida en el mercado inmobiliario y la disposición a 80 OLAVARRÍA, op. cit. 2009. 81 Ver, por ejemplo, BERNAL, 2007, en CICAD/OEA, op. cit. 2010. 82 Ver, THOUMI, 1994, SARMIENTO, 1990, URRUTIA, 1990, en CICAD/OEA, op. cit. 2010. 83 BOURGUIGNON, op. cit. 1999, p. 30. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 65 Mauricio Olavarría Gambi pagar por seguridad a consecuencia del crimen y la violencia. Así, las dificultades operacionales y las restricciones de información aconsejan concentrar la búsqueda de información basado en el método de contabilidad de pérdidas y gastos. Brand y Price han aportado una clasificación, al método de la contabilización de pérdidas y gastos, que permite identificar el gasto dependiendo del momento en se realizó, es decir, si estos surgieron en anticipación, como consecuencia o en respuestas a hechos delictivos84. Ello facilita la presentación de los resultados finales, pues organiza la información de los resultados del estudio en una relación lógica con las etapas de las acciones relacionadas con el delito e inferir implicancias de política pública. La Tabla Nº 1 se inspira en la matriz presentada por Brand y Price, pero incluye modificaciones que surgen de la experiencia de estudios de costo del delito en América Latina85. TABLA N° 1 Matriz de presentación de resultados de costos del crimen y la violencia Tipo de gasto según oportunidad En anticipación al crimen Alarmas y monitoreo Guardias, vigilancia y protección Transporte de valores y servicios conexos Campañas del gobierno en prevención de la violencia Campañas del gobierno en prevención de drogas Como consecuencia del delito Robos y hurtos Extorsiones Secuestros Lesiones 66 84 BRAND y PRICE, op. cit. 2000. 85 OLAVARRÍA, op. cit. 2005. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 Monto COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS Tipo de gasto según oportunidad Monto Ingresos no percibidos Gasto privado en atención de salud Homicidios (ingreso no percibido) Violaciones Ingresos no percibidos Gasto privado en atención de salud Tráfico de drogas Otros tráficos ilícitos En respuesta al delito Agencias del gobierno de diseño de políticas públicas Gasto público en atención de salud por delitos Lesiones Violaciones Consumo de drogas Policías Tribunales Cárceles Fiscalía pública Defensoría pública Otros órganos del gobierno Gasto de gobiernos subnacionales Gastos del Congreso Gasto de organismos no gubernamentales (fundaciones y otros) TOTAL Fuente: Elaboración propia con datos de BRAND y PRICE, op. cit. 2000. La matriz propuesta permite presentar los costos dependiendo de la oportunidad en que ellos se generan. Los gastos en anticipación al delito han sido señalados como tipo de gasto en vez de relacionarlos con un delito específico, porque la naturaleza de este gasto es inespecífico: generalmente se realiza para evitar la victimización de una gama amplia de delitos. Los gastos a consecuencia del crimen se presentan en relación a los delitos identificados previamente en el trabajo. En este caso, la información que se recogerá ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 67 Mauricio Olavarría Gambi permitirá identificar pérdidas provocadas por los delitos investigados. En el caso del gasto en respuesta al crimen, se ha incluido la acción que desarrollan los organismos públicos para diseñar políticas públicas orientadas a reducir o contener los niveles delictivos, el sistema de salud, el sistema de justicia penal, el gasto de gobiernos subnacionales, de otras agencias del gobierno, del Congreso y, también, el gasto que realizan órganos privados, como fundaciones u organizaciones filantrópicas, para atender a víctimas de la violencia, el crimen y el consumo de estupefacientes. Discusiones acerca de lo que es costo del crimen Variadas discusiones conceptuales han emergido acerca de la estimación de ítems de costos que han sido identificados en las secciones anteriores de este trabajo. Una de alta relevancia es la asignación de valor monetario a la vida, donde las objeciones surgen desde el plano moral y apuntan a que reducir la vida a un monto de dinero es contraria a la idea universalmente aceptada de la dignidad superior de la vida humana. La objeción también señala que este tipo de estimaciones no darían cuenta del dolor, pesar o trauma que implica la pérdida del padre, madre, hijo(a), hermano(a) para el resto de los integrantes de la familia, una violación o las secuelas que deja la victimización. Aunque esas objeciones son correctas, desde el punto de vista moral, es necesario recordar que los estudios de costos del crimen y la violencia tienen por finalidad estimar el monto de dinero que la sociedad pierde, gasta, invierte o deja de percibir como consecuencia de la existencia de hechos delictuales. Siendo el homicidio, las lesiones, los delitos sexuales acciones de victimización delictual, entonces desde un punto de vista de los requerimientos de identificar los costos de la delincuencia es necesario estimar la pérdida monetaria involucrada. Dos métodos han sido comúnmente usados para estas estimaciones: el demográfico y el del capital humano. El primero ha sido empleado en las estimaciones del costo del abuso de drogas y se basa en una comparación del tamaño y estructura de una población en la que hay consumo de sustancias psicoactivas con el tamaño y estructura de una población en la que hipotéticamente no hay consumo86. Aunque este método se origina en estimaciones 86 68 COLLINS, David J. y LAPSLEY, Helen M. “The Social Cost of Drug Abuse in Australia in 1988 and 1992”. Report prepared for the Commonwealth Department of Human Services and Health. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS de costo que produce el consumo de drogas ilícitas, puede ser extendido al cálculo del costo humano que provoca el crimen y la violencia. El método del capital humano, por otro lado, identifica el valor presente de los ingresos no percibidos como consecuencia de la victimización. Este tipo de estimaciones recoge los resultados de los estudios de carga de enfermedad, que establecen los años de vida saludables perdidos (AVISA) por muerte prematura y por discapacidad de cada patología registrada87, y usa normalmente el ingreso promedio o Producto Interno Bruto (PIB) promedio, para evitar sesgos hacia algún grupo socioeconómico. Otra discusión que ronda en los estudios de costo del crimen es si lo robado y hurtado debería considerarse una pérdida social. La discusión podría, incluso, extenderse a los montos apropiados por los delincuentes por la ejecución de actos de extorsión. El argumento que señala que ello no sería una pérdida social se funda en que habría una mera transferencia de propiedad, entre el legítimo propietario y quien se apropia del bien mediante un acto delictivo, pero que el bien sigue existiendo, no desaparece. El argumento contrario presenta variantes. Por un lado, Tullock88 argumenta que habría una pérdida social y que esta podría llegar a equivaler al doble del valor del bien, porque tanto el legítimo propietario, como el delincuente, invierten hasta un equivalente al precio del bien, ya sea para defenderlo, el legítimo propietario, y para robarlo, el delincuente. Por otro, es dable anotar que los bienes robados se transan a un mucho menor valor en los mercados de reducidores, que hay un costo de oportunidad social en el tiempo que el delincuente destina al robo del bien –en vez de ocuparlo en una actividad lícita–, que hay una pérdida de bienestar en el legítimo propietario y que las víctimas tienden a reponer el bien robado, lo que implica que deben destinar parte de su ingreso a ello en vez de destinarlo a la adquisición de otro bien o servicio para incrementar su bienestar. Esta argumentación, a su vez, lleva a que el valor que se establece para el bien robado en las estimaciones sea aquel asignado por su legítimo propietario89. National Drug Strategy, Monograph Series N° 30. Australian Government Publishing Service. 1996. 87 En relación al modo de cálculo de los AVISA, ver BANCO MUNDIAL. Informe sobre desarrollo mundial 1993. Washington 1993. 88 TULLOCK, Gordon. The cost f law violations. Vanderbilt, Estados Unidos, 1970. 89 Otro método de valoración se hace difícil de implementar, como descontar la depreciación al precio de compra, porque rara vez los hogares disponen de esa información. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 69 Mauricio Olavarría Gambi Una tercera discusión es si el gasto que realizan los consumidores de drogas ilícitas puede ser imputado al costo del delito. Sobre este respecto, es dable señalar que, por un lado, tráfico y consumo son considerados delitos, y que la droga tiene un efecto nocivo sobre la salud, lo que implica una pérdida acumulativa de bienestar, que puede llegar a culminar con la muerte del consumidor. Por otro lado, el gasto en sustancias psicoativas implica que esos montos dejan de ser destinados a otros bienes y/o servicios que impliquen incrementos en el bienestar de las personas. Por ello, los montos destinados al consumo de drogas son considerados como una pérdida asociada al delito. Otro tipo de discusión que aparece alrededor de las estimaciones está referida a qué ítems pueden ser considerados en los estudios de costo del crimen y la violencia. En ocasiones se presentan estimaciones basadas en apreciaciones del tiempo que destinaría cada hogar diariamente en cerrar puertas y ventanas para evitar ser victimizado, en el gasto que implicaría la tenencia de un perro u otro animal que permita ahuyentar a potenciales victimarios y en la inversión necesaria para poner rejas y protecciones metálicas a puertas y ventanas en casas, locales comerciales y empresas. Aunque la finalidad de protección puede estar presente en todas estas iniciativas, la cuestión de fondo es que en ellas también hay otras motivaciones presentes, como el deseo de privacidad, intimidad y aislación térmica del frío o calor externo al cerrar puertas y ventanas, la necesidad de compañía y expresión de afectividad en la tenencia de animales, y criterios estéticos y de ornato en el establecimiento de rejas. Adicionalmente, la falta de estándares aceptados o demostrables en cada uno de estos ítems, hace que las estimaciones se basen en apreciaciones subjetivas y, en consecuencia, con débil fundamentación empírica. Visto en perspectiva, la discusión sobre los ítems a incluir en las estimaciones, cómo estos se conceptualizan y los supuestos que se asumen en los estudios están en la base de la variabilidad que presentan estudios alternativos de costos del crimen sobre un mismo país o comunidad. De este modo, los esfuerzos por realizar estudios que busquen comparabilidad en el tiempo o entre países o comunidades han de resolver previamente estos temas. Acerca de los cuidados con la información usada Un aspecto sensible para este tipo de estudios es la información que se requiere para hacer las estimaciones y el acceso a ella. Normalmente los estudios acuden a información producida por organismos públicos y, en menor medida, por agencias no gubernamentales y organismos privados. Dos 70 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS dificultades aparecen recurrentemente en ello: el acceso y la calidad de la información. Por un lado, con demasiada frecuencia, los órganos –especialmente los públicos– son celosos de la información que producen y almacenan, lo que genera serias limitaciones –y, en ocasiones, imposibilidad– de acceso a la información que se requiere para hacer las estimaciones, aun en el caso de investigaciones acreditadas ante las autoridades públicas o solicitadas por ellas. Por otro, la información producida por los distintos organismos tiene propósitos muy distintos a la generación de estimaciones de costos del crimen y la violencia y, con cierta reiteración, ella es incompleta, está almacenada en papel, es segmentada, dispersa o no coincide con los ítems sobre los cuales se harán las estimaciones. Aunque los estudios buscan superar estas dificultades reconstituyendo los datos faltantes, ello genera problemas de calidad de la información sobre las que se basan los cálculos. ESTIMACIONES DEL COSTO DEL CRIMEN Y LA VIOLENCIA Esta sección tiene por finalidad establecer el rango de costos que diferentes estudios han establecido a las pérdidas provocadas por el crimen y la violencia. Los estudios sobre el costo que genera la actividad delictual se han ido expandiendo a lo largo de la década del 2000, aportando información relevante acerca del tamaño que alcanza el problema en variados países. Los métodos de estimación, la conceptualización y los ítems incluidos en los estudios varían, por lo que los resultados no son comparables. Aún así, es interesante pasar revista a los hallazgos de estas investigaciones, porque reflejan los esfuerzos que se han hecho para dimensionar el fenómeno. Esfuerzos de las décadas del 2000 por estimar el costo del crimen basado en preferencias reveladas se concentraron mayoritariamente en el efecto sobre el precio de las viviendas90. Más recientemente, el estudio de Bishop y Timmis91, también basado en el método de precios hedónicos, muestra que 90 Ver, por ejemplo, BARTLEY, William. “Valuation of specific crime rates: final report”. National Criminal Justice Reference Service. Rockville, MD: NCJRS 2000; GIBBONS, Steve. “The cost of urban property crime”. Economic Journal, Vol. 114, N° 499, pp. F441-F4632004, 2004; IHLANFELDT, Keith y MAYOCK, Tom. “Crime and Housing Prices”. Department of Economics and DeVoe Moore Center, Florida State University 2009. 91 BISHOP, Kelly y TIMMIS, Christopher. “Hedonic prices and implicit markets: estimating marginal ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 71 Mauricio Olavarría Gambi la disposición a pagar para evitar ser violentamente victimizado (medidos en casos por 100.000 residentes) se incrementa en 10 centavos por cada incidente adicional. También basado en precios hedónicos, un estudio sobre la ciudad de Bogotá muestra que los segmentos de mayores ingresos pagan hasta un 7,2% del valor de sus viviendas para evitar que la tasa de homicidios se incremente en una desviación estándar y que el segmento socioeconómico que le sigue paga hasta 2,4 del valor de la vivienda con el mismo propósito92. El método de la valoración contingente ha sido usado para estimar la disposición a pagar por un programa de tratamiento de drogas en la comunidad con la finalidad de reducir el delito93, por un programa de reducción de armas94, por un programa de reducción de robos, asaltos, violación y asesinato95, por iniciativas de reducción de asalto común, lesiones leves y lesiones graves96, para estimar el apoyo público a propuestas de rehabilitación o encarcelamiento de jóvenes en conflicto con la justicia. En un estudio sobre Argentina, Ronconi concluye que la disposición a pagar para evitar ser victimizado es considerablemente más alta (más del doble) entre quienes fueron víctimas de un delito respecto de quienes no lo habían sido97. El método de contabilización de pérdidas y ganancias ha sido el más extensivamente usado para las estimaciones de costo del delito y la violencia. Los tipos de costos normalmente incluidos en los estudios de este tipo hacen referencia a las inversiones para evitar victimización, a la valoración de las pérdidas producidas por la acción delictual y la violencia, así como el valor de lo robado, lo hurtado, de los delitos económicos, los costos de recuperación de la salud, el ingreso no percibido por muerte y/o lesiones, y el gasto en que incurre el Estado, organismos privados y ciudadanos con la finalidad de identificar y hacer efectiva la responsabilidad de quienes han cometido los actos violentos y/o delictuales. willingness to pay for differentiated products without instrumental variables”. NBER Working Paper 17611. Cambridge, 2011. 72 92 GAVIRIA, Alejandro et al. “The cost of avoiding crime: the case of Bogotá”. Borradores de Economía Nº 508. Banco de la República. Bogotá, Colombia. 2008. 93 ZARKIN, Gary et al. “Estimating the willingness to pay for drug abuse treatment: a pilot study”. Journal of Substance Abuse Treatment, Nº18, 2000. pp. 149-159. 94 LUDWIG, Jens y COOK, Philip. “The benefits of reducing gun violence: evidence from contingentvaluation survey data”. Journal of Risk and Uncertainty, Nº22, 2001, pp. 207-226. 95 COHEN, Mark et al. “Willingness-to-pay for crime control programs”. Criminology, Nº42, 2004. pp. 86-106. 96 ATKINSON, Giles et al. “Valuing the cost of violent crime: a stated preference approach”. Oxford Economic Papers Nº57, 2005, pp. 559-585. 97 RONCONI, op. cit. 2009. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS En el contexto de esta aproximación, Brand y Price98 clasifican el costo según la oportunidad en que se produce, el que sería en anticipación, a consecuencia o en respuesta al crimen. El costo total estimado del delito en Inglaterra y Gales, de acuerdo a ese estudio, sería de 60 mil millones99 de libras esterlinas (7% del PIB), en los años 1999 y 2000. El estudio de Bowles y Pradiptyo100 muestra que entre el 27% y 32% de ese costo es atribuible a jóvenes en edades de entre 18 y 24 años. Una actualización al 2003/04 de las estimaciones de Brand y Price –para los mismos países y con actualizaciones metodológicas– señala que el costo de los delitos contra las personas y hogares se redujo entre 1999/2000 y 2003/04 en nueve por ciento, que las lesiones graves rebajaron su costo y que las otras lesiones lo aumentaron y, por último, que el costo de la salud y del ingreso no percibido a causa de delitos sexuales también se incrementó101. También usando el método de contabilización de pérdidas y ganancias, Rollings102 estimó el costo del delito en Australia en 4,1% del PIB, para el 2005, lo que implicaría un incremento en comparación a las estimaciones de Mayhew103, de 3,8% del PIB, respecto de 2001. A su vez, Roper y Thompson104 estimaron el costo del delito en Nueva Zelandia en 6,5% del PIB, 77% del cual corresponderían a costos privados y 23% a costos del sector público. Las categorías analizadas en el estudio neocelandés incluyen delitos contra las personas, como delitos violentos, sexuales y robos; contra la propiedad privada, como hurto, robo al hogar, daño a la propiedad, fraude; y otros delitos sin víctimas directas, como delitos relacionados con drogas, tráfico y otros similares. Estudios estadounidenses de la década del 2000, relacionados con el método de la contabilización, han tendido a abordar aspectos conceptuales y metodológicos y a presentar estimaciones de ámbitos de costos, en vez de 98 BRAND y PRICE, op. cit. 2000. 99 En las unidades de medidas anglosajonas la cifra señalada equivale a 60 billones. 100 BOWLES, Roger y PRADIPTYO, Rimawan. “Young Adults in Criminal Justice System: Cost and Benefits Considerations”. Centre for Criminal Justice, Economics and Psycology, University of York. 2005. 101 SOTERIOU, Nadine, TURNER, Richard E. y WEST, Donald J. “Criminal careers up to 50 and life success up to age 48: new findings from the Cambridge Study in Delinquent Development”, 2nd Edition. Home Office Research Study 299. London, UK: Home Office. 2006. 102 ROLLINGS, Kiah. Counting the Cost of Crime in Australia: a 2005 update”. Research and Public Policy Series N° 91. Australian Institute of Criminology. Canberra, 2008. 103 MAYHEW, Pat. “Counting the cost of crime in Australia: technical report”. Technical and Background Paper Series Nº4. Australian Institute of Criminology. Canberra, 2003. 104 ROPER, Tim y THOMPSON Andrew. “Estimating the cost of crime in New Zealand in 2003/04”. New Zealand Treasury Working Paper 06/04. Willington, New Zealand, 2006. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 73 Mauricio Olavarría Gambi concentrarse en el costo total del delito y la violencia105. En esa línea, Lindgreen y Gifford106 estimaron en US$120 mil millones el gasto del Estado en delito y violencia, Cooter y Ulen107 calcularon en US$65 mil millones los costos de prevención privada y Witte y Witt108 valoró en US$46,2 mil millones los servicios de protección y asesoría legal. El estudio de Cohen109 discute acerca de los componentes del costo del delito y el estado del arte para estimarlos; el de Cohen110 estima el costo de la violación para las víctimas en atención de salud, en ingreso no percibido, en costos judiciales y en costos carcelarios para el ofensor; y el de McCollister et al.111 calcula los costos por ingresos no percibidos para la víctima y el victimario, gastos médicos de corto plazo y daños a la propiedad o pérdidas materiales. De modo similar, un estudio de Cohen y Piquero112, estimó que un típico joven con alto riesgo sociodelictual genera a lo largo de su vida un costo que va de US$4,2 a US$7,2 millones, del cual un 65% correspondería a los costos asociados a la carrera criminal de estos jóvenes –que incluye el costo de los delitos cometidos, el costo del sistema de justicia criminal y encarcelamiento, y el costo de oportunidad del victimario– y el 35% restante se distribuiría en productividad perdida por abandono de la escuela y abuso de drogas. Un estudio de Mejía y Restrepo concluye que la presencia de crimen lleva a que las personas reduzcan el consumo de bienes observables, no solo por temor a que sean robados, sino también porque revelarían la riqueza de sus propietarios, lo que podría convertirlos en objetivo de la acción criminal113. 74 105 Una excepción a esta tendencia es el estudio de ANDERSON, David. “The Aggregate Burden of Crime”. Journal of Law and Economics, Vol. XLII, October 1999, pp. 611-642., quien estimó, para 1997, el costo agregado del delito en Estados Unidos en US$1,7 billones, que en la unidad de medida anglosajona sería US$1,7 trillones. 106 LINDGREEN, Sue y GIFFORD, Lea. 2000. “Criminal Justice Expenditure and Employment Extracts Program”. Department of Justice, Bureau of Justice Statistics. Washington DC 2000. 107 COOTER, Robert y ULEN, Thomas. “Law and Economics”, 3rd Ed. Cambridge, MA: AddisonWesley. 2000. 108 WITTE, Dryden y WITT, Robert. “What we spend and what we get: public and private provision of crime prevention and criminal justice”, NBER Working Paper 8204. Cambridge, MA: NBER. 2001. 109 COHEN, Mark. “The Cost of Crime and Justice”. Routledge, New York, 2005. 110 COHEN, Mark A. “Valuing Crime Control Benefits Using Stated Preferences Approaches”. Law and Economics Working Paper 08-09. Vanderbilt University Law School. 2007. 111 MCCOLLISTER et al., op. cit. 2010. 112 COHEN, Mark y PIQUERO Alex. “New Evidence on the Monetary Value of Saving a High Risk Youth”. Law and Economics Working Paper 08-07. Vanderbilt University Law School. 2007. 113 MEJÍA, Daniel y RESTREPO, Pascual. “Crime and Conspicuous Consumption”. Documento CEDE, Ediciones Uniandes. Bogotá, 2011. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS Asimismo, el informe de la Organización Mundial de la Salud reporta las estimaciones del National Crime Prevention Council acerca que el costo directo para las víctimas de los crímenes violentos en Estados Unidos, calculado a partir de la Encuesta Nacional de Victimización Criminal, era de 0,02 por ciento del PIB, que el costo sobre el empleo y la productividad de los trabajadores (costo indirecto) ascendía a 0,5 por ciento del PIB y que el costo total del crimen y la violencia extrapolado a toda la población estadounidense era de 3,3 por ciento del PIB114. Por otro lado, un estudio sobre 10 países de Europa, Oceanía y América, acerca del gasto estatal para enfrentar el delito y la violencia, en proporciones por mil (°/oo) del PIB, concluyó que el gasto de Australia era 10,53, el de Austria 12,60, el de Canadá 11,25, el de Dinamarca 7,64, el de Inglaterra y Gales 15,07, el de Francia 8,26, el de Alemania 10,43, el de Holanda 11,57, el de Suecia 10,34 y el de Estados Unidos 15,64115. Los estudios del costo de la violencia han mostrado variedad de resultados. La recopilación hecha por la Organización Mundial de la Salud muestra que las estimaciones de costo del homicidio varían de US$15 mil en Sudáfrica, US$602 mil en Australia, US$829 mil en Austria, a más de US$2 millones en Estados Unidos. La misma fuente señala que en Estados Unidos el costo del abuso infantil representó un 1% del PIB, que el costo de la violencia intrafamiliar alcanzó el 0,1% del PIB y que el costo agregado de la violencia se estimó en 3,3% del PIB116. A su vez, Pfizer estimó que el costo conjunto del crimen y la violencia equivalían al 5% del PIB de los países industrializados o 14% del PIB de los países de ingreso bajo117. En América Latina los estudios de la década del 2000 han tomado dos líneas: aquellos que toman una perspectiva regional y los que abordan casos nacionales. Entre los primeros está el trabajo de Londoño, Gaviria y Guerrero118 que señala que el costo de la violencia sobre los bienes y las personas equivale al 14,2% del PIB latinoamericano, que la pérdida en capital humano 114 WHO, op. cit. 2004. 115 VAN DIJK, Frans y WAARD, Jaap. “Legal Infrastructure of the Netherlands in International Perspective”. Ministry of Justice, The Netherlands, 2000. 116 WHO, op. cit. 2004. 117 JOURNAL PFIZER, “Responding to the global public health challenge of violence”. The Pfizer Journal, Global Edition, Vol. 11, N° 1. 2001. 118 LONDOÑO, Juan Luis, GAVIRIA, Alejandro y GUERRERO, Rodrigo (Ed.). “Asalto al Desarrollo: Violencia en América Latina”. BID. Washington, 2000. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 75 Mauricio Olavarría Gambi alcanza al 1,9% del PIB, que la pérdida de recursos de capital es del orden del 4,8% del PIB y que las transferencias de víctimas a victimarios sería de 2,1% del PIB regional. En la misma línea, el estudio de Acevedo119 estima que el costo de delito y la violencia en América Central es 7,7%, incluidos los costos para los ciudadanos, la acción del sistema de control y la atención de salud. Los estudios de casos nacionales muestran una amplia variedad de estimaciones y categoría de costos considerados. Un informe del Banco Mundial120 muestra que el costo del crimen en Trinidad y Tobago habría sido de 1,6% del PIB en 2003, incluyendo costos de productividad perdida, de funerales y de seguridad para las empresas, aunque no incluye costos de seguridad pública y del sistema de justicia criminal. Por otro lado, establece que el costo asociado al delito en Jamaica por atenciones de salud, productividad perdida y gasto público en seguridad ascendió a 3,7% del PIB en 2001; y que si Haití, República Dominicana, Guyana y Jamaica pudieran reducir la tasa de homicidios al nivel del que exhibe Costa Rica, tendrían un incremento en sus tasas de crecimiento económico de 5,4%, 1,8%, 1,7% y 5,4% respectivamente. A su vez, un estudio sobre el crimen y la violencia en Centro América señala que la suma de los costos –como proporción del PIB– incurridos en atención de salud, gastos de seguridad pública y administración de justicia, costos de seguridad para los hogares y empresas, y pérdidas materiales ascendió, en 2006, a 7,7% en Guatemala, 10,8% en El Salvador, 9,6% en Honduras, 10% en Nicaragua y 3,6% en Costa Rica121 (Acevedo 2008a). Un estudio de las Naciones Unidas (2007), por otro lado, estimó en 7,3% el costo del delito en Guatemala y en 11,5% el de El Salvador122. En un estudio comparado123 Londoño y Guerrero (2000) analizan los costos en salud, las pérdidas materiales, las pérdidas en productividad, inversión, trabajo y consumo, y las transferencias, concluyendo que los costos del delito y la violencia, en relación al PIB, representan el 24,9% en El Salvador, 24,7% en Colombia, 11,8% en Venezuela, 10,5% en Brasil, 5,1% en Perú y 12,3% en México. 76 119 ACEVEDO, Carlos. “Los costos económicos de la violencia en Centroamérica”. Presidencia de la República, Consejo Nacional de Seguridad Pública. El Salvador, 2008a. 120 WORLD BANK. “Crime, Violence, and Development: trends, costs, and policy options in the Caribbean”. World Bank Report N°37820. Washington, 2007. 121 ACEVEDO, op. cit. 2008a. 122 NACIONES UNIDAS, op. cit. 2007. 123 LONDOÑO et al., op. cit. 2000. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS En estudios de países, el trabajo de Acevedo124 (2008b), basado en costos de salud, institucionales, en seguridad y en pérdidas materiales, estima el costo para El Salvador, en 2007, 10,9%, una décima superior a sus propias estimaciones para el 2006 y largamente inferior a las estimaciones de Londoño y Guerrero para fines de la década de 1990. El estudio de Olavarría125 estima en 2,06% del PIB el costo del delito en Chile para el 2002, basado en el análisis de los costos orientados a evitar ser víctima de un delito, la suma de lo robado, hurtado y fraudes, el costo de la violencia intrafamiliar y el gasto del Estado. Ronconi, a su vez, basándose en encuestas de victimización, estima en 14,2% del PIB el costo del delito en Argentina, incluyendo producción perdida, medidas preventivas, sensación de inseguridad, valor de lo robado y daño a la salud física o mental126. Adicionalmente, Olavarría127 calcula el costo de la droga en Chile, en 2006, en 1,03% del PIB, que incluye los costos en reducción de la demanda, de la oferta, la productividad perdida, costos hospitalarios, carcelarios, funerales y el tamaño del mercado de la droga en Chile, estimado en US$134 millones. Por otro lado, un estudio sobre Brasil concluye que si hubiera habido una reducción de 10 en la tasa de homicidio por 100.000 habitantes, se hubiera registrado un incremento adicional en el PIB entre 0,7 y 2,9%128 (World Bank 2006). A su vez, utilizando similares categorías y basado en el método de contabilización, el estudio de Buvinic129 establece que para 1997 el costo de la violencia en Brasil habría sido del 10,5 por ciento del PIB, en Colombia el 24,7 por ciento, en El Salvador el 24,9 por ciento, en México el 1,3 por ciento, en Perú el 5,1 por ciento y en Venezuela el 11,8 por ciento. Los estudios sobre el crimen y la violencia tienden a concentrarse en la identificación de costos tangibles, dada la dificultad, carencia de datos y supuestos –no siempre reales– que presenta la estimación de costos intangibles. Sobre este tema, Dolan130 et al. argumenta que las estimaciones de costos intangibles, como el dolor, pesar y sufrimiento experimentado por las vícti- 124 ACEVEDO, Carlos. “Los costos económicos de la violencia en El Salvador”. América Latina Hoy, N° 50, 2008b, pp. 71-88. 125 OLAVARRÍA, op. cit. 2005. 126 RONCONI, op. cit. 2009. 127 OLAVARRÍA, op. cit. 2009. 128 WORLD BANK. “Crime, Violence and Economic Development in Brazil: elements for effective public policy”. World Bank Report Nº36525. Washington. 2006. 129 BUVINIC, MORRISON y SHIFTER. op. cit. 1999, en WHO, op. cit. 2004. 130 DOLAN et al., “Estimating the Intangible Victim Cost of Violent Crime”. British Journal of Criminology, Vol. 45, Issue 6, 2005, pp. 958-976. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 77 Mauricio Olavarría Gambi mas, no son muy robustas. Usando un método basado en la estimación de los “Años de Vida Saludable Perdidos” (AVISA) –que consideran más defendible– concluyen que la violación es la que genera las mayores pérdidas a lo largo de la vida, seguido por otras lesiones, como el asalto común, lesiones graves, asesinato, robo y otros delitos sexuales. El estudio sobre Inglaterra y Gales131 diferencia los AVISA de los delitos violentos que se incluyeron en la “Encuesta Británica de Crimen” (BCS), a los que luego le asigna un valor que se considera apropiado para esa realidad. Los resultados de esas estimaciones indican que los daños físicos y psicológicos de los crímenes violentos darían cuenta del 50% del costo total de delitos y violencia contra las personas y hogares en 2003/4, lo que implicaría una reducción respecto del cálculo anterior hecho por Brand y Price132. El estudio de Roper y Thompson, usando el mismo método que el estudio del Home Office de 2005, calcula los costos intangibles del crimen y la violencia por delitos violentos (robo, delitos sexuales y similares), concluyendo que los costos intangibles fueron un 43,8% del total de costos del delito y la violencia en Nueva Zelandia, en 2003/4133. McCollister toma una perspectiva distinta para estimar el costo intangible del crimen y la violencia134. Sus estimaciones se concentran en violación y delitos sexuales, robos y asalto grave, y homicidio. La estimación del costo del dolor y sufrimiento por estos delitos se basó en las compensaciones judiciales otorgadas a las víctimas. A ello los autores agregaron una corrección por el riesgo de homicidio. Los resultados de los cálculos muestran que el homicidio es el que genera los mayores costos intangibles, seguido a gran distancia, en orden descendente, por los delitos sexuales, el asalto grave, robos, incendio premeditado, robo en el hogar, robo de vehículo, y otros robos y hurtos. Los estudios latinoamericanos de la década del 2000 recogen prioritariamente los costos tangibles del delito y la violencia, aunque algunos también identifican costos intangibles. Entre ellos, el estudio del Londoño135, basado en encuestar la disposición a pagar por vivir una situación de no violencia, estimó que el deterioro en el ambiente de inversión y productividad representaba un 1,8% del PIB y que el deterioro del ambiente de consumo y trabajo equivalía a otro 5,3% del PIB latinoamericano. A su vez, el estudio de Aceve- 78 131 HOME OFFICE, 2005. 132 BRAND y PRICE, op. cit. 2000. 133 ROPER y THOMPSON, op. cit. 2006. 134 MCCOLLISTER et al., op. cit. 2010. 135 LONDOÑO et al., op. cit. 2000. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS do136estimó –basado en las compensaciones que habrían recibido las víctimas de haberse aplicado los valores utilizados por el Departamento del Ambiente, Transporte y Regiones del Reino Unido (DETR)– que el daño emocional por el delito y la violencia en Centroamérica, en 2006, habría sido equivalente al 2,2% del PIB de la subregión137. Usando el mismo método, Acevedo estimó el daño emocional, para 2007 en El Salvador, en 2,5% del PIB. En el caso argentino, el estudio de Ronconi ya citado, la estimación de la disposición a pagar entre quienes fueron victimizados y quienes no lo fueron podría estar presumiblemente capturando el costo (intangible) provocado por el sufrimiento o pesar de haber pasado por esa experiencia. Por otro lado, un reporte del Banco Mundial sobre el Caribe, aunque sin asignación de valores monetarios, identifica otros costos intangibles de la violencia, como los efectos sobre el capital social, sobre las conductas rutinarias y sobre las actividades recreativas fuera del hogar. En el caso jamaiquino, los habitantes de los barrios con mayores niveles de criminalidad sufren los efectos del estigma, lo que se traduce en mayores dificultades para encontrar empleo. En República Dominicana los principales costos intangibles del crimen se expresan en un conjunto de actividades que los ciudadanos evitan de realizar por temor a ser victimizados, como dejar la casa sola, asistir a actividades recreativas, salir de noche, o visitar a amigos y parientes. En el caso de Haití las personas evitan ir a Puerto Príncipe o las ciudades grandes más cercanas, ir al mercado local, visitar amigos o parientes en su ciudad, ir al banco, ir donde vecinos, ir al trabajo, ir a lugares de diversión138. La relación entre crimen y violencia es compleja y también lo es su traducción a costo. Por un lado, la existencia de delito y altos niveles de violencia pueden inhibir prácticas de relacionamiento social y el fortalecimiento de lazos de confianza, pero la existencia de las bandas de crímenes organizados y/o pandillas es también una forma de capital social, aunque disruptivo. El estudio de Demoscopia139 (2007) expone que las Maras en Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras están involucradas en el tráfico de drogas y armas, secuestro, asesinatos por encargo, robos, asaltos, extorsión, “cobro de impuestos” a vecinos y comerciantes, amenazas y vínculos con el 136 ACEVEDO, op. cit. 2008a. 137 El costo del daño emocional por país, en proporción del PIB, sería como sigue: Guatemala 2,3%, El Salvador 3,4%, Honduras 2,4%, Nicaragua 3,1%, Costa Rica 0,9% (Acevedo 2008a: 14). 138 WORLD BANK, op. cit. 2007. 139 DEMOSCOPIA, op. cit. 2007. ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 79 Mauricio Olavarría Gambi crimen organizado. Por otro, el estudio de Olavarría y Allende140 (2012) muestra que en aquellos barrios de la ciudad de Santiago de Chile donde hay más confianza entre los vecinos hay menores niveles de crimen y violencia. Así, es dable anotar que los recursos que destinan los Estados a intervenciones de política pública para enfrentar el delito y la violencia mostraría que en los países desarrollados ellas constituirían una prioridad más elevada. TABLA 2 Gasto estatal en relación al delito, en proporción al PIB (por mil del PIB) País Por mil del PIB Australia: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 10,53 Austria: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 12,60 Canadá: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 11,25 Dinamarca: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 7,64 Inglaterra y Gales: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 15,07 Francia: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 8,26 Alemania: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 10,43 Holanda: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 11,57 Suecia: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 10,34 Estados Unidos: Gasto estatal (Van Dijk y Waard 2000) 15,64 Chile Gasto estatal (Olavarría 2005) 4,69 Fuente: Olavarría, op. cit. 2005. La tabla 2 muestra las diferencias entre las inversiones en seguridad de los ciudadanos que hacen los países desarrollados y un país subdesarrollado, como Chile, que presenta los menores niveles de victimización entre ese tipo de naciones y donde el costo es comparativamente más bajo que lo que reportan los estudios citados en los párrafos precedentes. Adicionalmente, el estudio de Salazar y Fernández141 (2009) señala que el gasto total del gobierno 80 140 OLAVARRÍA GAMBI, Mauricio y ALLENDE GONZÁLEZ, Claudio. “Crimen en barrios: evidencia de Santiago de Chile”. Programa de Estudios de Gobierno. Universidad de Santiago de Chile. 2012. 141 SALAZAR TOBAR, Felipe y FERNÁNDEZ, Guillermo. “El Gasto Público y la Seguridad Ciudadana ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 1, jun. 2013 COSTOS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA: CONCEPTOS Y MÉTODOS central, para el año 2006, en Orden y Seguridad fue de 1,1 por ciento del PIB, incluyendo en la estimación gastos no vinculados con el control de los delitos de mayor connotación social. CONCLUSIONES Lo que este breve y apretado recuento muestra es que tanto el método de los precios hedónicos, como el de valoración contingente tienden a concentrarse en dimensiones relativamente acotadas de los costos que produce la delincuencia y la violencia, que el método de contabilización tiende a identificar el costo total de la violencia en un determinado país o región, y que el hacer uso del método de contabilización puede incluir análisis de disposición a pagar en determinadas dimensiones, con la finalidad de aportar estimaciones integrales de los costos tangibles y/o intangibles que genera la criminalidad. Visto en perspectiva, el crimen representa una pérdida de bienestar importante para los ciudadanos, un costo cuantioso para las economías y una carga pesada para el desarrollo de los países. Asimismo, la rápida revisión de datos disponibles en términos de costo del crimen y la violencia como porcentaje del PIB muestran que, en general, el fenómeno sería de mayor tamaño en los países subdesarrollados que en las naciones de mayores ingresos, quienes destinan mayores recursos a intervenciones orientadas a controlar el delito. En este contexto, los esfuerzos por identificar el tamaño del problema y el costo que acarrea son una contribución importante para dimensionar el tamaño de la intervención necesaria para enfrentarlo. en Chile”, en CARRIÓN, Fernando y DAMMERT, Manuel (Compiladores). “Economía Política de la Seguridad Ciudadana”. FLACSO, Quito, 2009. ESD. 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