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Norina era bonita y putita
Cansado de la Nena Talavera, de su sandez y de sus celos, Marino
resolvió consolarse poniéndole los cuernos a Celmiro cuya esposa Norma
no sólo era bonita sino también putita .
Desnudos ella y él sobre el lecho, tras el afán erótico, descansaban . La
Nori dormía tranquilamente definitivamente rendida . Menos mal, pues
Marino, que había engordado mucho, ya no estaba tan ágil como para insistir
en sofoquines de esa índole, sin olvidar que, por supuesto, después de los
festejos de esta noche, mi esposa reclamará su parte .
¿Qué horas serían? Tenía que apresurarse para alcanzar la lancha . La
Nena le tendría todo listo : chaqué, corbata, cuello, cubilete y bastón . En la
isla las muchachas admirarían su estilo y su elegancia cuando subiera a la
tribuna a pronunciar su discurso en elogio de Pizarro . Se sentía satisfecho
junto a la Nori, lejos de la oficina, de los aduladores y de los pedigüieños .
No había nada tan grato como huir en su roadster hasta esconderse en su
pisito privado, que era insuperable garconniere . Podía entrar en el auto
hasta el patio (que los domingos estaba siempre solitario) en el que había
un tosco garage parapetado con madera podrida y oxidadas hojas de zinc .
Servía apenas para evitarle al carro las inclemencias del sol y de la lluvia .
El negro Joe, encargado de cuidarlo, le lavaba el vehículo . Se lo
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Fue Joe precisamente quien le pasó a Marino el dato del pisito amueblado .
Vivía en él una gringa con su hija de trece años . Iba a viajar a los Estados
Unidos a internarla en un colegio de monjas . La niña era traviesa . Se
pasaba todas las horas libres correteando descalza con los negritos de la
calle y, por supuesto, jamás cumplía adecuadamente con sus deberes
escolares . A la gringa no le agradaba su camaradería con los chombitos del
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barrio . El único remedio fue encerrarla en el baño para obligarla a cumplir
con sus tareas mientras ella salía a hacer diligencias . Con todo y eso la
niña se fugaba . Joe tuvo que poner en el baño un nuevo tipo de cerradura
que requería la llave para abrirlo o cerrarlo desde adentro o por fuera . Para
mortificar a la madre, muchas veces la niña se encerró en el retrete y echó
la llave por la pequeña ventanita que daba al patio . Joe se veía obligado a
subirse en el endeble techo del garage con peligro de que se desplomara .
Hasta poco antes de irse a los Estados Unidos, la gringa siempre encerró a
la chica en el retrete sobre todo porque, debido a la llegada de diversas
fragatas había gran auge de marines borrachos por la ciudad y se sabía que
eran capaces de violar niñas . La gringa iba a quedarse en Atlanta varios
meses . Marino alquiló el piso amueblado por una suma razonable . Era allí
donde se daba las grandes encueradas con la Nori . Claro que Talavera no
merecía esa infamia . Fue Celmiro quien sugirió mi nombre como Ministro
de Fomento . Antes, también me había incluido en la nómina presidencial,
y ahora soy nada menos que Primer Designado a la Presidencia de la
República . Supongamos que (como yo lo espero desde hace varios meses)
le da de pronto un patatús al Jefe, ¿quién quedaría de Presidente? Marino
Olaya . (Cierta insípida droga produciría la muerte camuflada bajo el matiz
de angina pectoris .) Entonces iban a ver lo bueno . Pondría a bailar la
titirinana hasta al mismo Celmiro Talavera . Por lo pronto no era cuestión
de adelantarse a repicar duro . Celmiro era hombre poderoso en el régimen
y, además, temerario, ladrón y aun capaz de asesinar a mansalva y quedar
impune . Por tal razón y aun por tedio, Marino Olaya había resuelto ponerle
coto a su arriesgada aventura con la Non, sobre todo porque en la recepcióp
que él me ofreció en su propia casa brindó conmigo en íntimo consorcio y
en gesto confidencial me dijo : Eres el hombre que yo necesitaba, cínico y
sin escrúpulos . Ya verás cómo van a caernos los billetes de Banco .
Realizaremos grandes y estupendos negociados . Tengo entre manos el
asunto de unos ferrocarriles que, bueno, ni para qué te digo . Será una
mina . Ya verás. ¿Otra copa? Quien me indicó tu nombre fue mi esposa .
Sí, la Nori . ¿Conoces a Norma? Ven, voy a presentártela. Ah, me olvidaba.
Ya sé que la conoces . Qué torpe soy.
Fue la misma Norma quien me llamó una tarde por teléfono . Me hizo
creer que era para una cita con Celmiro quien deseaba entrevistarse conmigo
en su misma casa para el asunto de las locomotoras . Llegué . ¿Y Celmiro?
No estaba, Me di cuenta enseguida de que todo había sido una añagaza .
No había criados . Estaba ella solita . Copas van copas vienen . Entre sus
senos palpitantes y deliciosos besos a tutiplén, el asunto de las locomotoras
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marchó a todo vapor. All aboard . Pasajeros, al tren . Y, ya embarcado, qué
vértigo, qué viaje, qué vorágine .
A Marino, después le entró tenor . Si el doctor Talavera se enteraba se
vengada de modo cruel . El asunto de las locomotoras podría descarrilarse
llevándose de paso el Ministerio y otras mil canongías . Talavera, que era
hábil, sería capaz de echarle encima toda la culpa del desgreño fiscal y,
desde luego, no quedaría contento hasta meterlo en chirona.
Por eso había resuelto terminar su adulterio con la Nori, sobre todo
porque la Nena ya había olido el tocino y estaba celosísima . La pobre ya
me estará esperando, impaciente para viajar a la isla a inaugurar el
monumento a Pizarro .
En ese instante se oyó un timbre violento . Sonaron varios golpes .
¡La puerta!
La voz crispante de la Nena gritaba afuera .
-¡Marino ¿Estás ahí?
Culpables y sin hojas de parra, saltaron de la cama .
-¡Malhaya sea! ¡La Nena! Tengo que abrirle . ¡Pronto! No hay
tiempo de vestirse . Mejor, escóndete, tal como estás, en el retrete . Entra
ahí ligero . Yo te encierro con llave .
-¿En ese inmundo retrete? Está dañado . Hiede a la puta madre.
-¡Entra, no jodas, y no olvides tu ropa!
La hizo entrar a la fuerza . Cerró con llave .
La Nena hacía tal bulla dando voces y golpeando la puerta que él apenas
logró ajustarse (¡rápido!) una toalla a la cintura . En el momento de decidirse
a abrir la puerta se acordó que en la mano tenía la llave y la escondió
presionándola entre su panza y la toalla .
La Nena penetró como un rayo .
-¿Qué facha es ésa?
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-Tú sabes que me encanta dormir desnudo, al fresco . En nuestra casa
no puedo hacerlo por consideración a Carolín que, como tú bien sabes, es
precoz . Se la pasa aguaitándome cuando estoy desvistiéndome .
-Mi niña es inocente e ingenua. No la insultes . El sátiro eres tú .
Mientras hablaba no se quedaba quieta . Su cuerpo gordiflón, sudoroso,
se desplazaba de un lado a otro registrando todos los sitios de la suite .
-¿Quién está en el retrete?
-Ya sabes que la gringa, al marcharse, guardó allí sus maletas y no sé
cuántos chécheres . Por eso no me dejó la llave . A mí me basta el watercloset
de la servidumbre .
Mofletuda y sonriente, la Nena dio señales de quedar convencida .
-No te olvides que dentro de un momento tenemos que embarcarnos
para la isla . Te espera el monumento a Pizarro . No te demores . Sé que la
lancha no se irá sin nosotros porque es expresa ; pero vine a buscarte porque
es muy importante que esta vez no defraudes a la gente de tu isla . Con la
inauguración del monumento ya los has engañado varias veces .
Aunque estaba desnudo, lo hizo bajar con ella varios tramos de la
escalera . Por fortuna no había ningún vecino en el pasillo . La brisa era tan
fuerte que Marino tuvo que sostenerse la toalla para evitar que si por mala
fortuna se desprendía diera lugar a que también cayera la llave con peligro
de que la Nena se enterase, pero ella al fin se fue, gracias a Dios .
En el instante en que Marino iba a entrar, una violenta ráfaga de viento
cerró la puerta dejándolo por fuera, tal como estaba, en cueros . ¡Qué vaina!
Ya veía los periódicos con grandes titulares SU EXCELENCIA MARINO
EN PELOTILLAS . La empujó . La golpeó . Era puerta maciza con cerradura
Yale . Menos mal que, afortunadamente, por ser domingo, los vecinos
estarían en la playa o durmiendo . De todos modos, estaba allí desnudo
tratando de pensar, de concentrarse, de buscar un remedio . Pero, qué va,
carajo . Por más que daba golpes y empujaba, la puerta no cedía . Recordó
que en sus tiempos de caprichosa infancia San Antonio le hacía muchos
milagros como esa vez que, gracias al bondadoso santo, reapareció como
por arte de magia la corbata de su primera comunión . La fe quebranta
piedras, pensó, tal vez el santo quiera abrirme la puerta . Devotamente
solicitó el milagro :
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-San Antonio, por lo que tú más quieras, sálvame de esta vaina .
De lo alto oyó una voz angelical como del cielo que le dijo :
-Bendito seas, Marino .
Sintió un escalofrío . Tuvo la sensación de que, de pronto, la puerta iba
aceder; pero el prodigio no se verificó y oyó de nuevo la vocecita angelical :
-Ten fe, Marino mío . Persevera .
Oteó hacía varios lados sin ver a nadie .
-¡Mira hacia arriba, coño! ¡Qué idiota eres!
Era la Nori que afortudamente había logrado asomarse al tragaluz del
retrete .
-Sácame rápido, que me estoy asfixiando .
La puerta se ha cerrado . No puedo entrar .
-¿Me crees tan zonza que no me haya enterado? La única solución es
que me pases la llave . Sólo de esa manera podría salirme de esta cloaca y
abrirte, pero te recomiendo tener cuidado . Fíjate que es muy alto . Puedes
caerte al techo del garage . Ten la llave en los dientes . Camina con cautela
por la comisa. Ya sé que es muy angosta, pero apoya ambas manos en esa
moldurita de arriba . ¡Muy bien! ¡Así! ¡Cuidado!
Marino ejecutaba las prudentes indicaciones de la Nor¡ y, con la llave
en la boca, iba avanzando, pero de pronto, diablos, miró hacia abajo, se dio
cuenta de la altura en que estaba e imaginó, el porrazo . Para colmo de
males la tensión de sus músculos le impedía presionar debidamente la toalla
y el viento del carajo al alzársela le dejaba al descubierto las nalgas y fue
en ese momento cuando al oírla risa del antillano la toalla se soltó . Quiso
agarrarla para que el negro no lo viera desnudo pero ¡ay mi madre! perdió
el sostén, se vino abajo y oyó el gran alarido de la Nori poco antes del
soberano mameyazo .
Alarmados por el estruendo y los chillidos, varios vecinos se asomaron .
La Nori, enloquecida, seguía gritando :
--¡Marino! ¡Marino!
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De todas partes comenzaron a aparecer curiosos y de un balcón vecino
una fulana trataba de explicar :
-Es un marino borracho . Se ha caído en el techo . Está desnudo .
-¡Auxilio! ¡Auxilio! -seguía gritando arriba la Nori .
-¿Qué le sucede a aquella loca?
-Que suba alguien a hacerla callar .
Se oyó de pronto el campanilleo y sirenas anunciadoras de ambulancias,
patrullas y bomberos .
Pusieron escaleras . Subieron varios .
La techumbre del enclenque garage se vino abajo con gran estruendo .
Los fotógrafos querían tomar las fotos del marino borracho ; pero al
reconocer a Su Excelencia, la policía se opuso .
Otros bomberos salvaron a la Venus y al ver que era la esposa de
Talavera . . .
-¡Carajo! ¡Punto en boca!
Norma se escabulló discretamente .
Con gran estruendo se alejó la ambulancia llevando, envuelto en
sábanas, a Marino inconsciente.
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Ix
Rivalidad entre Felipe y un macho cabrío
Fue el Reverendo Padre Amado quien le dio al Ñopo la receta para la
tesis de la señora Fina, asegurándole que en ciertos pueblos castellanos los
labriegos logran curar a sus enfermos haciéndoles beber leche de cabra .
Faustina aseveraba que los brujos haitianos le conceden al chivo cierto don
carismático . En los ritos vudú siempre el macho cabrío se alza en dos
patas, fuma y hace mil caranvainas . Don Plácido Ladera dijo que eso nada
tenía que ver con el poder curativo de la leche, que sin lugar a dudas, debe
vigorizar al paciente . Otros médicos mejoran a los tísicos haciéndolos beber
diariamente purgantes de sal de Epsom, remedio que fue considerado
inaceptable . Más nutritiva y útil podía ser la terapia caproláctea
recomendada por el cura .
-Lo grave del asunto es que Delfina siente asco por la leche, mucho
más si es de cabra -dijo María Adelaida .
-Coño, si no la bebe, no se cura . No quiero que me acusen de que
Fina se muere por mi culpa . No soy tacaño como dicen . Si quieren cabras,
las habrá, y de las buenas, con las tetas bien grandes para que den bastante
leche. Ya veremos la forma de que Delfina se harte aunque vomite .
Cuando el Ñopo se encaprichaba en algo lo cumplía a rajatabla .
Se armó en la playa una algarabía de los inflemos cuando desembarcaron
las dos cabras y el soberbio macho cabrío de barba rala y enormes cuernos
retorcidos . La muchachada acompañó a Felipe y lo ayudó a conducir las
tres bestias al traspatio de la casona .
Como ya lo esperaban, la señora Delfina no la pudo beber .
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-Su olor me desagrada . No la paso . No puedo soportarla.
Se la dieron a beber combinada de distintas maneras . Con siropes de
rosa, de frambuesa y vainilla . Era inútil .
¿Y qué tal en cuajada o requesón?
La vomita .
-¿Y en helados?
-Lo mismo .
-De todos modos, coño, debe beberla, porque para eso son las cabras
del carajo y me costaron bien caras .
Ya no hubo fuerza humana que le sacara al Ñopo de la cabeza su fe
puesta en las cabras . Sin embargo, como de todos modos comenzó a darse
cuenta del fracaso pues la señora Fina seguía mal . . .
-Ni de a vaina que me doy por vencido . De estas cabras tan caras
puedo hacer una cría . Sus buenas ubres nos darán leche en pila . Nada es
más nutritivo para los niños . Puede venderse en latas, en requesón, en
crema . No hay mejor alimento para las grávidas .
Casi al amanecer, antes de misa, Felipe conducía a las tres bestias al
llanito que subía por la loma de Barlovento bien distante del pueblo . Las
ataba dejándoles buen cabo para que, casi en libertad, pastaran, triscaran y
se refocilaran . Se iba a la escuela o a hacer sus diligencias y regresaba
cuando el bochorno meridiano sofocaba a las cabras y sobre todo al macho
cabrío . Muy cerca de ese sitio corría, bajo la sombra de corpulentos árboles
de mamey, una quebrada apacible . Las bestias bebían agua y reposaban
sobre la tierra fresca . Tras darse una atracada de mangos y mamey, Pipe se
echaba y, arrullado por la brisa y el canto de los pájaros, dormía una buena
siesta, pero esa vez, a causa del verano y los ardores de su temprana
adolescencia, Felipe no conciliaba el sueño . Fastidiado, se espantaba las
moscas . La sangre hervía en sus venas y ni un soplo de brisa refrescaba la
hora caliginosa . De pronto, el chivo, más rijoso que nunca, montó a una de
las cabras . Y, ¿para qué fue aquello? Felipe sintió en todo su cuerpo como
una ola de fuego . Cogió a la cabra del ronzal, sé la llevo a un lugar oculto
entre hojarascas y la gozó a su gusto . Desde entonces se disputó las cabras
con el macho cabrío, que muchas veces estuvo a punto de cornearlo .
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Mutuamente se odiaban y esa violencia entre rivales tuvo un final
melodramático .
De los hijos del Ñopo, Betín fue siempre el consentido porque tenía
dos cosas a su favor y era, coño, que el puñetero niño, como el Ñopo decía,
no solamente tenía la gran prerrogativa de ser su hijo varón sino que aun,
para acabar de joder, era el menor y parecía un angelito con esos bucles
rubios que atestiguan mi buena casta, coño .
En una bella estampa que el padre Amado le regaló a Betín veíase a un
niño montado en un carrito tirado por un chivo y el ángel de la guarda
custodiaba la escena con sus enormes alas . Betín, encaprichado con la
estampa, quiso jugar el mismo juego .
-No hace otra cosa que joderme -decía el Ñopo .
Ganó Betín .
Vuelto de un viaje a la ciudad, el Ñopo trajo consigo, con las mayores
precauciones, una carreta tica de tamaño adecuado para que el chivo,
debidamente enjaezado, tirara de ella .
Pintada con vivo esmalte laca de vistosos colores, la carretita más bien
daba el aspecto de un artilugio meramente turístico . Sólo al gallego se le
podía ocurrir la absurda idea de exponer al mocoso a tal peligro .
Con sus arreos lujosos quedó pintiparado el prepotente macho cabrío .
Entre Felipe y el gallego lo uncieron al carruaje . Ya estaba listo .
-Monta, Bétín .
-Ñopo, cuidado dijo Chinino Olaya- . Fíjate que está arisco . Hay
que enseñarlo . No puedes arriesgar al chiquillo .
-Quiero que sea valiente .
-No seas terco . Mejor es adiestrarlo primero . De lo contrario, puede
ocurrir una desgracia .
-Bueno, Chompipe, monta tú . No importa que seas grande . Trata de
acomodarte en la carreta . Procura ir lentamente . No le des con el látigo .
Dale la vuelta al pueblo con toda parsimonia . Te vamos a esperar aquí en
la plaza . Ten cuidado al bajar hacia la rampa porque es una pendiente muy
inclinada . Si ves que el chivo se encabrita, mejor salta .
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Sentado en la carreta, Chompipe se sintió un reyezuelo con poderes
omnímodos y portal lo tomaron y envidiaron los muchachos que siguieron
tras él vociferando .
Reacio al principio, el chivo se decidió a avanzar y, aunque de modo
negligente movía de un lado a otro la cabeza enjaezada y hacía sonar los
cascabeles, fue caminando lentamente acompañado por la ensordecedora
vocinglería de los chiquillos .
Al pasar por la iglesia y darse cuenta de que allí se iniciaba el declive
hacia la rampa, la bestia se detuvo como dudando o presintiendo algo
inevitable .
Fue en ese instante cuando el Fulo Cañango, al improviso, logró quitarle
el látigo a Felipe y, dando gritos, comenzó a vapulear al pobre chivo . Los
muchachos corearon la alharaca .
Se oyó la voz del Ñopo, que gritaba corriendo .
-¡Deténganse! ¡Cuidado! ¡Se va a desbarrancar!
Era ya tarde . Enloquecido por los trallazos y la bulla, el chivo se lanzó
cuesta abajo . Como un loco aluvión, él y el vehículo fueron cogiendo
impulso hasta estrellarse contra los muros de la rampa . Los muchachos
quedaron consternados . El chivo, haciendo esfuerzos, pudo alzarse ; pero
Felipe, sin sentido, parecía muerto .
Corriendo como un endemoniado, al fin el Ñopo pudo llegar al sitió
del desastre . Lanzaba palabrotas ¡rediez, me cago en Dios! Os lo dije . Os
lo dije . ¡No sabéis hacer caso! La carreta quedó vuelta piltrafas, ¡Coño,
ya sólo sirve para echarla al granero! ¡ Maldito seas, vergajo! ¿No te dije
que no le dieras látigo? Ya verás lo que es bueno .
Después de tal hazaña, la carreta le erizaba todo el cuerpo a Felipe . Sin
uno de sus cuernos, el majestuoso macho cabrio perdió algo de su esbelto
prestigio . Sin embargo, no tuvo más rivales con respecto a las cabras, pues
Felipe, dedicado a mejores menesteres, ya no le quiso hacer la competencia .
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X
La imitación de Lot
Goyo Gancho procuraba animarse pensando que su progenitor lo
sometía a experiencias fuertes para enseñarle a ser valiente pero, en verdad,
las boas y los caimanes le causaban pavor porque imperaban en un mundo
que era para él desconocido . Por eso prefería, sin duda alguna, las peripecias
en el mar. Sentíase a gusto cuando, desde la proa de una panga, su vista
atravesaba las transparentes aguas buscando meros . Sabía que su destreza
a ese respecto se la debía al papá. Gracias a ello llegó a ser el mejor tirador
de arpón de la isla .
-Fue más tarde cuando, de modo brusco, se hizo la luz en mi cerebro .
Las intenciones de mi tata con Débora no eran del todo santas sino más
bien impúdicas . Resolvió separarnos llevándome consigo para evitar
competidores . Simulando moralidad, quiso oponerse a la coyunda sexual
entre ella y yo, pero lo hacía sencillamente para dar tiempo al tiempo
esperando que el fruto madurase para él hincarle el diente . Afortunadamente
el estallido de la guerra civil cambió de cuajo los planes de mi tata . Debido
a que el clapé era propiedad del Gobierno, debía estar al servicio de los
conservadores manteniéndose anclado en la ciudad capital listo a zarpar en
delicadas misiones oficiales conduciendo la valija postal o, a su regreso,
trayendo heridos graves . Como mi tata y sus caucanos eran del bando
liberal, aprovechaban esos viajes para comunicarles a las fuerzas insurgentes los movimientos y estrategias del enemigo . La vigilancia se fue
tornando tan estricta que mi tata y sus cómplices jamás lograban hacer
escala en la isla, pues los tenían fichados y temían ser encarcelados . Mi
tata había resuelto escaparse . Demasiado hábil había sido durante esos tres
años de combates y de horrendas matanzas de las cuales nos llegaban a la
isla las rachas, los lamentos, las noticias que Plácido Ladera nos refería .
Por él sabíamos que la guerra estaba a punto de terminarse . Fue en una de
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esas noches cuando llegó mi tata de sorpresa . Con él sólo iban Bolo Cuchipe
y Gago Pinto . Se les veía nerviosos . Seguramente habían zarpado de
incógnitos . Los tres se dieron a trasegar cervezas . Yo les servía presa del
pánico pues, conociendo las jumas de mi tata, sabía que al enterarse de que
mis relaciones con Débora no eran del todo ingenuas se iba a volver un
energúmeno . Durante esos tres años de guerra Débora y yo, sin ser muy
niños, seguíamos acostándonos juntos . Ella insistía, noche tras noche, en
su sádica manía de atormentarme . Cuatro o tres meses antes de la brusca
llegada de mi tata, las relaciones entre ella y yo habían sido de carácter más
íntimo por pura carambola .
La gran pasión de Débora era el maestro . Hijo único de Plácido Ladera,
Néstor era hombre de indiscutible moralidad y de intachables costumbres .
Debido a su conducta ejemplar lo habían nombrado Director de la escuela .
La única falla que le encontraban Malala y Papa Chente eran sus ideas
anarquistas y el disgusto que les produjo su enlace sorpresivo con la maestra
María Isabel . Siendo primos hermanos no se debían haber casado, mucho
menos sin la venia eclesiástica . Al enterarse Débora, desilusionada, se
echó a gemir sobre la cama y esa noche, sencillamente por despecho, dejó
que Goyo la poseyera . Ambos siguieron entregándose al goce de la carne
tal vez sin que la abuela lo notara ; él, auténticamente enamorado ; ella, casi
de modo vengativo, pensando siempre en Néstor .
Mientras el barco seguía su marcha, ambos amigos libaban en el estrecho
camarote del capitán . Beto Cárcamo trataba de impedir que Goyo Gancho
bebiera demasiado pero se daba cuenta de que el otro deseaba desahogarse .
-Por aquello de que tanto va el cántaro a la fuente, Débora quedó
encinta . Ya era tan evidente su barriga que ella, al conducir las cervezas,
procuraba disimularla cubriéndosela con la bandeja, pero yo presentía que
el viejo se daría cuenta . Para colmo de males Bolo Cuchipe y Gago Pinto
ya lo habían intuido y a escondidas del viejo, me hacían señas de
confabulación, pues mi tata los trataba tan mal que ellos, en realidad, no lo
estimaban y hasta solían bromear a costa suya . Mi Nana disimulaba su
temor, lavando vasos al lado mío en el bar . La risa sin aparente causa de
ambos caucanos puso alerta a mi tata . Entre arrecho y curioso, miraba con
insistencia a Débora la cual sin duda alguna estaba hermosa y era ya toda
una hembra . De repente le quitó la bandeja . Bolo Cuchipe y Gago Pinto
congelaron su risa. Mi tata estuvo a punto de estallar y me miró encojonado .
Yo estaba listo a huir cuando entraron, procedentes del muelle, varios
hombres armados . Los guiaba un capitán de milicia . Eran godos . Mi tata
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y los caucanos se levantaron tal vez temiendo que la intención de los
cachacos era apresarlos . El oficial al mando del pelotón no demostró ningún
interés a ese respecto . Se dirigía a San Carlos, en misión oficial, a recoger
las armas que habían depuesto los guerrilleros de Lorenzo, pero se habían
visto obligados a hacer escala en la isla porque El Chucuito, vaporcito
anticuado en que viajaban, había sufrido una avería . Mi tata recibió la
orden de zarpar hacia San Carlos y encargarse de transportar en el clapé las
armas depuestas por el ejército insurgente y estar a la orden para emergencias
imprevistas pues El Chucuito debería permanecer en la isla mientras lo
reparaban . A sabiendas de que el clapé no estaba en buenas condiciones,
mi tata resolvió zarpar al amanecer y exigió por escrito las instrucciones .
Libando tragos en democrática camaradería, el oficial fue dando informes
de los últimos acontecimientos de la guerra . Las negociaciones de paz
habían llegado a buen fin . Se había firmado el Tratado del Wisconsin y la
concordia renacía en el país . El crucero Boyacá surto en San Carlos,
transportaría las tropas y mi tata las armas .
En ese instante penetró en la cantina Néstor Ladera y fue a sentarse a
una mesa retirada . Débora, al acercársele, lo notó ebrio y afligido . No era
habitual ver a Néstor Ladera en tragos y mucho menos en tal estado de
desesperación . Algo bien raro debía ocurrirle . Débora trató de consolarlo
muy cariñosamente quedándose junto a él . Aún empavorecida por la escena
anterior, la Nana se preparó a servir las bebidas y, dirigiéndose al viejo que
aún se notaba receloso, mintió explicándole que el maestro acostumbraba
repasarle las clases de religión a Débora .
Ésta comprendió que Néstor necesitaba desahogarse con alguien e
íntimamente se encomendó a los santos pues dispuso aprovechar la ocasión
que le brindaban para granjearse la simpatía de Néstor, quien prefirió
abstenerse de chupar más . Según dijo, ya había bebido demasiado a
impulsos del estado de desesperación en que se hallaba .
-Tú eres 1 a única que podría comprenderme . Débora, yo sé que tú me
quieres . No vayas a pensar que sea tan bobo o que me distraiga tanto, que
no me haya enterado de tu amor. Es muy frecuente que las alumnas se
enamoren de sus maestros, pero yo sé cumplir con mi deber . No creo haber
cometido culpa alguna al casarme con mi prima Chabela . Con la Ley he
cumplido, pues me casé por lo civil . Las tías, confabuladas, insisten en que
sacralicemos el matrimonio . Como no creo en los curas, las mandé a los
infiernos, Chabela ha preferido someterse al criterio de esas beatas
abandonándome por devoción a su familia . Todo mi porvenir se ha
derrumbado .
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Aprovechando la angustia del maestro, Débora comenzó a insinuársele
de modo casi obsceno .
-A mí nada me importa que estés casado . Sólo quiero ser tuya . TU
eres quien cada noche me posee, no ese otro idiota .
Néstor, aún ebrio como estaba, captó la antífona .
-Lo que debes hacer es estudiar y hacerte digna de un matrimonio
honrado si quieres ser mujer de respeto, no como tu mamá que siempre ha
andado por muy malos caminos de cabaret en cabaret con el pretexto de
cantar y bailar con su otra hermana gemela que es tan puta como ella . Es
difícil que puedas continuar estudiando pues, según veo, ya estás preñada .
Tú eres una mujer predestinada a seguir el camino de la prostitución y del
infierno .
Débora, al verse desdeñada, se echó a llorar sumisamente .
-Te he dado un buen consejo -insistió Néstor- . No olvides que,
pase lo que pase, yo soy educador y trataré de salvarte .
Se levantó como sonámbulo y, dando tumbos, salió del bar rumbo a la
noche .
Los milicos se despidieron obedeciendo una orden del oficial y, todos
juntos, con él, se dirigieron hacia el muelle para dormir en El Chucuito .
Boló Cuchipe y Gago Pinto decidieron seguirlos pues querían descansar
con el objeto de levantarse muy temprano y alistar el clapé .
Débora les sirvió cerveza al tata y a la Nana .
-Ya sé que estás preñada -le dijo el viejo, acariciándola lujuriosamente- . No tienes que decirme quién lo hizo . Se salvó de milagro .
Me tiene miedo, porque veo que se ha ido . Ya arreglaremos eso . Como yo
soy casi tu tata, creo que ustedes han cometido incesto .
Dejándose acariciar del viejo, Débora fingió sentirse compungida .
-Aprovechando que yo dormía indefensa . Goyo . . .
-No digas nada . Tú no tienes la culpa -dijo el viejo .
Fífila rezongó :
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-Te hiciste la dormida cada noche para que él continuara aprovechándose .
Al decir eso, la Nana miró hacia el bar. Goyo no estaba. Había escapado .
Pensó, seguramente se fue a esconder con sus amigos .
-No le hagas caso, Débora -dijo el viejo- ¿Qué parte de la Biblia
te enseñó hoy el maestro? Vi que te estaba regañando .
-Me estuvo repasando el pecado de Sodoma y Gomorra -contestó
ella, mintiendo- . Las dos hijas de Lot, emborrachándolo, cohabitaron
con él y ambas concibieran del tata .
-Por lo que veo, la Biblia enseña malas costumbres- dijo la Nana .
-La Biblia siempre da buenos ejemplos -dijo el viejo- . Ya te dije
que soy casi tu tata . Nunca lo olvides, Débora .
-Ya es muy tarde -dijo de mal humor la Nana- . Mejor es acostarse .
Apaga, Débora . Deja un candil prendido como siempre . Vete a tu cuarto y
duérmete . Yo me siento rendida . Creo que voy a dormir hasta mañana .
Muy extrañada de que el viejo se mostrara tan plácido a pesar de la
notoria preñez de Débora cuyo asunto con Goyo quiso evitar el viejo, y
ella, al contrario, propició, la Nana entró a su cuarto .
-Déjame solo Débora -dijo el viejo- . Yo seguiré en penumbra
dándole al trago . No tengo sueño . Quiero acabarme esta botella .
Débora, que estaba nuevamente despechada, se alejó no sin antes
sonreírle de modo picaresco . El viejo, viéndole las caderas atractivas, tuvo
celos del hijo .
Esa noche, a altas horas, al oscuro y a tientas, llegó al lecho de Débora .
¿Quién es? dijo ella, despertándose . Él le repuso : ¡Lot! Y entró en la
Biblia .
1 17
DECÁLOGO TERCERO
1
Elecciones espurias
El hecho de que Cristobalina Olaya no aceptara medicinarse con el
doctor Ladera era el mejor indicio de que le remordía la conciencia por las
mil injusticias debidas a su esposo el alcalde Chinino Olaya durante la
última campaña política confabulado con varios correligionarios tracaleros .
Cuando Marino Olaya, de visita en la isla, se me acercó diciéndome :
Don Plácido, traigo el encargo de dirigir las elecciones, pensé lo peor, pues
en efecto no hizo otra cosa que inclinar la balanza a favor del candidato
oficial en cuya nómina figuraba él mismo y, claro hizo caso omiso de quienes
militábamos en las filas de la oposición .
La controversia fue agitada y violenta, sobre todo porque valiéndose
de toda clase de artimañas los testaferros del Gobierno trataron de impedir
las inscripciones de nuestros partidarios . La consigna oficial era apocar a
los liberales . Se nos extorsionaba con tal cúmulo de iniquidades que ya
habíamos resuelto el levantarnos en armas a la más leve oportunidad .
El domingo escogido para las elecciones los ánimos estaban exaltados
a causa de los mil atropellos que cometían atroche y moche los gobiernistas
quienes seguramente olieron lo del levantamiento pues pidieron refuerzos .
Con todo y eso, el triunfo del candidato oficialista se veía muy dudoso
puesto que hasta los pocos empleados públicos habían dispuesto votar contra
el Gobierno .
Los refuerzos, que llegaron temprano, se quedaron a bordo en espera
del momento oportuno . Las votaciones se fueron efectuando desde por la
mañana con cierto orden pero muy tensas .
La mesa de votación principal estaba enfrente de la Alcaldía cuyo balcón
había sido convertido en mirador y cantina . Desde allí como desde una
121
barrera veían los toros Marino Olaya, el Ñopo Juan (que afirmaba tener
derecho a voto por adopción de nuestra ciudadanía), Papa Chente, Chinino,
Mingo Ceballos y otros más . Quienes formaban parte del Jurado subían de
vez en cuando a echarse un trago .
Cairote, ya borracho, comenzó a amedrentar a nuestra gente
cambiándoles los votos con el mayor descaro . Por la menor protesta alzaba
el palo y había que obedecerle sin chistar . Ebrios como él, los del Gobierno
alborotaban desde el balcón de la Alcaldía . Querían robamos de todos
modos las elecciones . Aquel abuso no podía continuar .
¿Dónde estarían Chago Manuel Ladera, Beto Cárcamo, José Calandraca,
Lócoro, Catarnica, Barrejobo? ¿Dónde, Felipe y sus eternos compinches?
Comenzamos a sospechar una celada . A lo mejor ya los refuerzos habían
desembarcado y estaban arrestando a los nuestros . Eran capaces de alguna
bribonada con el firme propósito de jodernos .
Subidas a un barranco, las mujeres del pueblo condenaban a pleno grito
las tropelías y las chicanas . No contentas con proferir y echar mil pestes
contra Cairote, conseguían que sus hijos disparasen sus biombos a hurtadillas
de modo tan certero que el policía, furioso, hizo un disparo . Como cosa de
magia, Felipe apareció en ese momento y le asestó una trompada . Enseguida
se formó la follisca . Piedras, palos y golpes competían con disparos .
Los compinches de Pipe lanzaban proyectiles desde los callejones . Beto
Cárcamo, Chago Manuel Ladera y el Mogo habían logrado desenterrar sus
armas y las usaban disparando desde unas ventanas . Las mujeres arrojaban
sus piedras con tan segura puntería que quienes se encontraban en el balcón
de la Alcaldía no hallaron más remedio que escabullirse cerrando amedrentados las puertas .
Era inútil que Plácido Ladera procurara pacificar los ánimos suplicando
cordura . Nadie escuchaba y la trifulca seguía . De repente subieron de la
playa los refuerzos, y las descargas de los máuseres sembraron el terror en
las mujeres que, aullando a voz en cuello, se echaron a correr con las canillas
al aire .
- ;Huye, carajo!
--¡La policía!
-¡Asesinos!
122
Se armó la dispersión y el despelote del sálvese quien pueda .
Nuestra gente, que no podía enfrentarse a la Guardia, creyó más
oportuno dejar el campo libre .
Los disparos fueron cesando poco a poco .
La votación barrió de modo casi unilateral pues solamente seguían
depositando sus votos los correligionarios del Gobierno .
Los agentes del orden comenzaron a requisar las casas, los más nimios
rincones y aun los montes . A todo liberal sospechoso de haber contribuido
al motín, acusándolo de subversión, lo embarcaban con rumbo a la ciudad .
Solamente las damas, por el hecho de serlo, salvaron el pellejo .
Marino Olaya rompió los sellos de las urnas, descerrajó el candado y
las llenó con votos del candidato oficialista . Votos recién salidos de la
imprenta, aplanchaditos . Un paquetazo en toda regla con sus puntos y
comas. Según las actas del registro electoral toda la isla de modo placentero
y unánime votó con el Gobierno . De acuerdo con el sesudo informe la
población de la isla, casi como arte de birlibirloque, se había centuplicado .
Nada tenía de extraño tal portento pues en las listas aparecían los nombres
de los múltiples muertos de medio siglo atrás y otros de su mismo apellido
adicionados con los de muchos santos del almanaque Bristol .
Chago Manuel Ladera, los mellizos Camargo, Catarnica y una parranda
de ellos quedaron en chirona . Felipe y su pandilla se salvaron porque
pusieron pies en polvorosa y se escondieron en cierta cueva o gruta
lejanísima cuyo acceso además de ser difícil era en extremo peligroso .
El Gobierno ganó las elecciones . En la isla celebraron el triunfo con
buenos lamparazos y abundancia de cohetes .
Cuando esa noche Cairote bien borracho iba subiendo casi tientas por
el callejoncito de los Cárcamo, alguien que no se supo quién carajo sería le
asestó entre las sombras una tremenda puñalada en la nalga . Poco faltó
para que se le gangrenara la pierna y estuvo a punto de que se la cortaran .
Don Plácido Ladera jamás fue amigo de rencores ni de torpes venganzas .
Por eso él mismo lo curó .
Bien supuso Cairote que el heridor no pudo haber sido otro que se
maldito negro Chompipe, pero se abstuvo del desquite obedeciendo a un
úcase del Ñopo . Convencida de su atractivo carismático, Chon Candela
123
amenazaba al gallego con separársele y además acusarlo de lo del
contrabando si le pasaba algo a Felipe .
Aunque hubo heridos y contusos, los ánimos se calmaron muy pronto
gracias a la hidalgía del padre Brito y a que sus brindis con vino de consagrar
sirvieron para que contemporizaran ambos bandos .
Debido a la chicana de Marino, el candidato oficialista obtuvo el triunfo
con una mayoría abrumadora según dijo la prensa, noticia que también
difundieron los distintos periódicos de la oposición .
El nuevo Presidente reconocía deberle el triunfo a la isla y, desde luego,
les concedió el indulto a los presos . El Mandatario se sentía de tal modo
agradecido que desde el mismo instante en que Marino (ya en su categoría
de Ministro y de Primer Designado) le pidió el monumento no tuvo
inconveniente en concedérselo, prometiéndole de ñapa un modernísimo
edificio para la escuela . ¿Quién le negaba nada a la isla? Hasta contribuyó
con materiales para el famoso pedestal de la estatua e hizo la vista gorda
cuando supo lo de las dos casitas que, por ser hijas de Pizarro, nada tenía de
extraño que las llamaran las pizarras . Por supuesto que en tales pizarritas
no se podía escribir el abecé ni mucho menos el Ave María «pues el ave
que cante corre el peligro de que la encierren en la jaula» .
Como bien dijo el padre Brito, no era posible que la cordialidad y los
festejos del monumento al muy ilustre Comendador Pizarro fueran a
interrumpirse por fruslerías de pacotilla . Por eso Plácido no podía explicarse
la pertinacia de doña Cris en impedir que él se encargara del caso . Como si
yo estuviera muriéndome por hacerla orinar. Habrase visto . Que reviente
si quiere . Sin embargo, a pesar de que deseaba despreocuparse tenía ya la
obsesión de los riñones, la vejiga y la albúmina de la opulenta Cristobalina
Olaya .
Recordó haber curado esa dolencia con té de barbas de maíz . A toda
costa debía salvar la intransigencia de la obtusa señora, de lo contrario no
viviría tranquilo por todo el resto de su vida . Qué le vamos a hacer, tengo
en la sangre la inocente manía de ser humano . Quiero sentirme igual los
pocos años que aún me deje la muerte . Siempre he sido hombre de buena
voluntad . No he hecho otra cosa que hacer el bien . Seguiré haciéndolo .
Ya he dicho que mis últimas palabras cuando me llegue el turno serán acaso
mi mejor epitafio, pues en verdad, aré lo que pude, pero lo hice en el mar
como Bolívar. De tanto repetirla, mi frase se ha convertido en tópico y
1 24
hasta los profesores de gramática dan con ella un ejemplo de algo que puede
parecer un solecismo sin serio .
Una chalupa penetraba en la rada . Era la nave de José Calandraca .
Don Plácido la había visto partir dos días antes cargada hasta los topes de
piñas y naranjas . Ya volvería feliz con su ganancia .
Era un milagro que no estuviesen en la playa los suyos esperándolo
según lo acostumbraban . Su esposa y las chiquillas estarían visitando a la
enferma en la casona cuyo ámbito y traspatio repletarán los oficiosos en
espera del fatal desenlace . Debo evitarlo a toda costa .
Bien inclinada hacía babor, la chalupa se acercaba a la costa . Sobre
sus lonas henchidas por el viento brillaban los rojizos fulgores de la tarde.
La botavara, calzada por la escota, rozaba el agua . El foque parecía un
globo rojo .
Arriaron vela . Llevada por la inercia, la chalupa llegó a la orilla . Clavó
la proa en la arena . Saltaron de uno en uno, arremangados, zapatos en
mano, a pie descalzo . Descargaron diversos bultos y paquetes sobre la
playa y comenzaron la maniobra de ensecar la chalupa deslizándola sobre
polines hasta dejarla a buen recaudo sobre el cascajo .
Calzados ya, subieron hasta el sitio en que estaba Plácido .
-¿Qué tal? ¿Hay novedades? -preguntó Catamica .
-Doña Cris está grave -repuso el médico .
-Si es por el accidente de Marino, traigo buenas noticias -advirtió
Calandraca .
-Comunícaselas a la pobre señora . Puede ser que recobre la salud .
Se rumora que pronto pela el bollo . Hipólito tiene ya listo el ataúd .
-¿Tan mal está? No es para tanto . Marino no sufrió golpes serios .
Por lo pronto, ya ese canalla no se muere . Cayó de bruces como buen
nadador. -Calandraca se reía de lo lindo- . Se le descoyuntaron cuatro
dedos y sufrió quebraduras en las muñecas . Tuvieron que enyesarle los
brazos . Mientras esté impedido de las manos se salvará el erario público .
Por algunas semanas es muy posible que no pueda robar .
125
Siguieron hacia arriba conversando y explicándole a Plácido las
peripecias del inquieto Ministro de Fomento .
El tanganazo sufrido pon Marino al caerse no había sido muy grave .
Después de detenidos y pacientes estudios los médicos pudieron declarara
la prensa que, debido al hecho de hallarse carcomida la techumbre donde
cayó, las vigas, al ceder, amortiguaron el golpe de manera que, a excepción
de los brazos, el cuerpo del ilustre hombre público sólo sufrió unas cuantas
contusiones y el consabido susto . En resumidas cuentas, más había sido el
alboroto . El hospital estaba lleno de gente que iba y venía con flores, con
mensajes, con felicitaciones . Marino sonreía desde su lecho tal vez
considerándose un héroe . Los amigos políticos de él y Talavera tuvieron
que alegar y suplicar en lo tocante al honor y a cierto duelo que, dicho sea
de paso, no se iba a realizar . El propio Talavera pasó por el pasillo con
ceño adusto y a lo mejor armado . Va a matarlo, decían las enfermeras .
Pero, qué . No hubo tal . Como buenos políticos, se abrazaron y se quedaron
conversando a la buena como si nada hubiera sucedido . Sobre todo porque
Marino, con la ayuda de amigos, hizo correr la bola de que la hembra
escondida en el gabinete no era la esposa de Celmiro sino su amante Ida
Durgel .
Eso sencillamente es una infamia -dijo don Plácido- . Precisamente ese Domingo de Ramos dimos cristiana sepultura a la interfecta ;
pero Marino Olaya, que es como Dios lo ha hecho, ni se ha querido dar por
enterado pues le importa un comino .
Es un vergajo -rubricó Catarnica.
126
11
Guerrilleros
anónimos
La mañana se abría clara y brillante cuando el clapé llegó a la rada de
San Carlos . Sólo el crucero Boyacá veíase anclado en la espaciosa bahía .
Pequeños botes de hombres escuálidos y anémicos se aproximaron ansiosos
de ganarse algunos reales o en busca de alimentos . Mil días de guerra
habían bastado para cansar la ruina total del paisanaje y aun de los núcleos
prósperos . Juan Durgel y sus hombres surtieron de vituallas a los bogas y
mientras, navegando en los cayucos, se aproximaban a la playa lograron
informarse de lo que estaba sucediendo en San Carlos .
En el crucero Boyacá habían llegado los jefes del gobierno conservador
con el propósito de acordar la entrega de las armas y el licenciamiento del
ejército revolucionario . Los oligarcas de ambos partidos, godos y liberales,
tras una guerra fratricida, bebían felices y se abrazaban como si nada hubiera
sucedido . Sin embargo, se rumoraba que los cholos, perennemente
desconfiados, estaban recelosos debido al cese de las hostilidades lo cual
les daba un buen pretexto para formar una trifulca . Luego de haber
depositado las armas en la iglesia por orden de Lorenzo, todos sus cholos
guerrilleros habían estado anuentes en celebrar el armisticio con bebedera
de aguardiente y traqueteo de cohetes, pero una vez jumados se fueron
animando en la cantina y, bruscamente, Lorenzo miró a su alrededor y
advirtió que, fuera de limitadas excepciones, la mayoría de quienes bebían
con ellos en el bar eran liberales . Dos o tres periodistas y un maestro se le
acercaron para advertirle que había sido un ingenuo al ordenarles a sus
hombres depositar las armas en la iglesia . Los oligarcas, puestos de acuerdo
con los yanquis, podían haber tramado una traición . Lo aconsejable en
esos casos siempre es la paz armada. Antes de que el Gobierno se apoderara
de las armas, lo más prudente era que, sin lugar a dudas y de inmediato,
lanzara una contraorden y mandara a sus hombres a la iglesia . Debían
127
recuperar ese armamento e irse al monte . Si habían triunfado y eran sus
propias armas ¿por qué inútil descuido las regalaban? ¿Pagaba algo el
Gobierno por ellas? Ni una libra de arroz . Para el hombre que habita en las
montañas . siempre una carabina es utilísima en cada cacería . Victoriano
comprendió claramente las argumentaciones del maestro y, arrepentido de
haber sido engañado, lanzó en voz alta la consigna de ir de prisa a la iglesia,
coger las armas y, enseguida cabalgar hacia el monte . Vociferando viva el
partido liberal, los cholos se echaron a correr en tropel . Como estaban
jumados, se lanzaron como un ciego turbión y, armado cada cual con un
fusil, comenzaron a disparar al aire dentro del mismo templo . El sacerdote
trató de convencerlos de que estaban actuando contra la ley . No hay Ley
que valga, decían ellos . El único que manda es Victoriano Lorenzo . El
cura, airado por los disparos en la Iglesia, quiso evitar aquella profanación,
y al intentar arrebatarle a uno de ellos el revólver, lo hizo, por desventura,
en el instante en que el otro disparaba . La bala no respetó sotana ni medallas
ni cruces y el reverendo quedó herido de muerte . Victoriano, que había
sido educado, criado y forjado por un cura, vio en ello un mal agüero y,
preocupado, les sugirió a los cholos devolver los fusiles de inmediato . Ya
las autoridades habían hecho acto de presencia . Culparon a Lorenzo y lo
apresaron . No había nada que hacer. Estaba escrito . Siempre vence el
destino .
Como en San Carlos no había médico, Juan Durgel recibió la orden de
conducir al cura, con la urgencia que el caso requería, a la ciudad . Ya lo
traían en parihuelas cuatro hombres . Varias señoras condolidas, amargadas,
nerviosas, venían junto a el tratando de animarlo . Le habían prestado los
primeros auxilios y lograrán estancarle la sangre . El herido no parecía tan
grave pues les decía que no se preocuparan y hasta les hizo bromas con
aquello de que la hierba mala nunca muere y repitiéndoles que Dios proverá .
Un oficial, al leer las instrucciones que Juan Durgel le presentó, les
ordenó a los hombres que transportaban al herido :
-Procuren embarcarlo en el clapé con cuidado -y, dirigiéndose a
Juan Durgel, dijo- : Sería de gran utilidad que embarcara en el clapé algunas
armas pues nosotros iremos muy cargados, pero lo urgente es que el herido
llegue lo antes posible a la capital .
A los hombres que lo rodeaban les gritó :
-Ayuden todos los que puedan y traigan de inmediato esas armas .
1 28
Varios soldados y civiles se fueron de carrera hacia la iglesia . Mientras
el cura era embarcado en el clapé, fueron llegando hasta la playa quienes
cargaban fusiles y pertrechos .
El embarque de las armas no pudo hacerse con la prisa que el caso
requería. Alternativamente el armamento y el parque se iban llevando a
ambos vapores mientras la soldadesca abordaba el crucero Boyacá .
El guerrillero Victoriano Lorenzo, esposado, subió al barco debidamente
custodiado por diversos soldados del Gobierno .
-No sé qué diablos pudo haberle ocurrido al cholo -dijo uno de los
jefes liberales- . ¿Se le fueron los tragos a la cabeza?
-Creo que no está de acuerdo con el Tratado del Wisconsin -dijo
uno de los godos- . Quiso recuperar sus armas tal vez con el propósito de
levantar de nuevo sus guerrillas en la montaña . Facilitó las cosas, pues
ahora no se salva de que lo fusilemos .
-No sin darle ocasión de defenderse -dijo sonriendo un liberal .
-De todos modos el compromiso es liquidarlo .
Cargado ya con armas y pertrechos, el clapé estaba listo para zarpar .
En tragos y furioso por la injusticia que se había cometido con el valiente
guerrillero, Juan Durgel y sus dos fidelísimos caucanos resolvieron vengarse
propiciando de nuevo la insurgencia liberal con esas armas que iban en el
clapé .
Ya oscurecía cuando se oyó el rumor de los motores . Sin anunciar el
zarpe con el usual campanillazo, el clapé se puso en marcha alejándose en
dirección opuesta a la acordada.
Al darse cuenta de la maniobra sospechosa, el oficial encargado dio
enseguida orden de disparar contra el clapé .
Las calderas del Boyacá no estaban listas y fue imposible perseguir a
los desertores .
Bajo las sombras de la noche, el agobiado clapé siguió avanzando sin
alejarse mucho de la costa .
-¿Qué hacemos con el cura? -dijo Bolo Cuchipe .
129
Acercándose al inconsciente herido, Juan Durgel lo palpó, se dio cuenta
de que el pobre hombre tiritaba presa de una altísima fiebre y sin mostrarla
menor preocupación, soltó un raro diagnóstico :
-Nos servirá de mucho en las guerrillas para las pompas fúnebres si
Dios lo salva . De lo contrario, como buenos cristianos, tendremos que
hacérselas a él .
Gago Pinto, que se había acomodado sobre las armas en popa, gritó de
pronto .
-¡Nos hundimos!
-¡No digas pendejadas! -le gritó Juan Durgel .
Bolo Cuchipe, que había corrido a cerciorarse, repuso :
-Hacemos agua . Los disparos tal vez causaron averías y para colmo
de males, vamos sobrecargados .
-No hay más remedio que echar al mar las armas -dijo enseguida
Juan Durgel .
Era una lástima, pero nos les quedaba otro remedio . Bolo Cuchipe y
Gago Pinto comenzaron a tirar por la borda los fusiles .
Buen timonel y hábil conocedor del litoral, Juan Durgel trató de
aproximarse a la costa, pero la noche estaba muy oscura y, sin darse cuenta,
se fue de pronto contra unos arrecifes . Normalmente cargada, la nave habría
sobrenadado sin gran peligro, pero el peso excesivo la hizo encallar y, por
el nuevo foramen, comenzó a entrar el agua a borbotones .
¡Salven ustedes dos al cura! No estamos lejos de la orilla . Échense
al agua -al decir eso, Juan Durgel, de manera casi inconsciente, se llenó
los bolsillos de municiones y se lanzó al oleaje cauteloso de no golpearse
contra los peñascales .
Las balas que llevaba pesaban mucho y le impedían flotar . Sentía que
cada vez iba hundiéndose más y más . Llegó un momento en que, sin aire y
en peligro de ahogarse prefirió liberarse de los calzones . Claro, mis
pantalones se fueron al carajo, pero yo me salvé .
Rendidos de cansancio en la playa, al despertarnos con las primeras
luces de la mañana, vimos que el sacerdote yacía muerto . El clapé, lleno
1 30
de agua, veíase hundido entre los escollos . Resultaba imposible ponerlo a
flote . No había gran tiempo que perder . Salvamos para cada uno un rifle y
pertrechos . Como yo había quedado sin pantalones, quise usar los del cura .
Para mi gran sorpresa, estaba en cueros . Quien sabe en qué andaría cuando
los cholos tirotearon la iglesia . Le quité la sotana y me la puse, húmeda
aún y helada . Excavar sin ayuda de herramientas una mediana sepultura
habría sido un gesto inútil e imposible . Por eso preferimos echarlo al mar .
Los tiburones deben de vez en cuando comulgar.
Con la entrada del sol, mientras huíamos, nuestras ropas se secaron al
fin, pero el calor, haciéndonos sudar, volvió a empapárnoslas,
deshidratándonos . A la apacible orilla de una quebrada pudimos refrescamos
y apaciguar la sed abrasadora .
Cuando de nuevo seguimos avanzando por el camino real, nos topamos
con varias campesinas que, sorpresivamente, se arrodillaron frente a mí
suplicándome que por favor las bendijera porque iban solas hacia el campo
y aún había forajidos que solían asaltar a las muchachas a causa de la guerra
y el hambre . Les di la bendición y en ese instante me transformé en un
cura . Les advertí a Bolo Cuchipe y a Gago Pinto que como yo iba a actuar
de sacerdote, ellos harían las veces de acólitos . Desde allí en adelante las
cosas anduvieron muy bien pues, muertos o ahuyentados por las guerrillas,
los curas brillaban por su ausencia y, a falta de ellos, los campesinos me
acogían reverentes . Bautizos, pompas fúnebres, comuniones y misas, todo
daba ocasión a bebederas y hartazgos . Además de hospedaje, nos daban
diezmos y primicias . De lo único que siempre nos cuidábamos era de los
cachacos y de los godos .
1 31
111
El duende era un negrito de ojos garzos
De pronto comenzó a circular por toda la isla un rumor que escalofriaba
sobre todo a las muchachas solteras que estaban en edad de merecer . Nadie
carajo supo por dónde diablos pudo haberse colado la tal vaina, según decía
un hombre sensato como Vicente Barcia, malhaya sea . Desde el primer
atardecer las muchachas sabían que era arriesgado aventurarse por los sitios
umbríos de Barlovento . En un principio sólo las más alebrestadas se
enteraron de aquello y a la chita callando se pasaban la voz, temerosas de
que en casa cayeran en la cuenta de lo otro . Claro, después se supo que el
asunto tenía que ver con los abortos . Por la misma razón era motivo de
cuchicheos y chismes de ventana a ventana . El Reverendo Jesús Medina
fue quien de veras acertó cuando, insistiendo desde el púlpito, daba la voz
de alarma recordando a los fieles las llamas del Infierno e invitándolos a la
meditación pues decía que por la isla soplaban vientos de pecado . Sus
palabras fueron semilla al viento . Lástima que, como era zonian, tuvo que
irse de la isla .
Ahora el pueblo se hallaba ante el oprobio de un aviso infernal . Quienes
habían tenido la mala hora de encontrarse en el monte con aquello quedaron
tal vez traumatizadas como decía don Plácido . Sin embargo, nadie quería
creerles precisamente porque estaban al cabo de lo que había debajo o sea,
señores, lo que Vicente Barcia llamaba el gran intríngulis . En resumidas
cuentas, toda señal del Cielo o del Infierno, cualesquiera que fuese, tenía
que ver con los abortos . Claro, de eso nadie deseaba hacer mención pues
se trataba de algo humillante que dicho sea de paso era vox populi . Lo
importante era tener la certeza de la señal . ¿Se trataba de una nueva aparición
del espectro? Tal vez sí y tal vez no, pues lo grave era que las empavorecidas
por aquello no se atrevían a confesarlo debido a que al hacerlo se declaraban
al unísono culpables de pecado.
132
El juez Barcia no tuvo más remedio que entrevistarse con Balbina,
pues al fin y al cabo nadie ignoraba que por los lados de su casa se ocultaba
el tamal.
Balbina era partera y, desde luego, por sabido se calla .
Situada bien distante y solitaria, su casa en Barlovento se prestaba para
citas ocultas no sólo por hallarse cobijada por árboles sino porque las chicas
podían llegar a ella caminando por lo alto de la loma sin que nadie las viera .
Tras haber oficiado de enfermera en el Gorgas, Balbina resolvió, al
jubilarse, volver a la isla y habitar la casita que había heredado del inglés
Alan Bristol . Situada en la quebrada de Barlovento, era una especie de
diminuto bungalow sombrío en el que ella reinaba entre retablos, imágenes
y velas encendidas . Tenía una Virgen de los Dolores y un Nazareno que
ella prestaba en los Días Santos para las procesiones correspondientes cuyas
ropas ella misma lavaba y planchaba . En el solar trasero de la casa pastaba
la borrica que, adornada con flores de papel y cintajos, servía de humilde
cabalgadura al Mesías en recuerdo de su triunfal entrada en Jerusalén .
Sumisa al Evangelio, Balbina había pedido un borrico, pero Cairote,
su hijo, sólo halló una borrica . No tuvo más remedio que contentarse aun
transgrediendo lo que consigna San Mateo . Desventuradamente la jumenta
había sido motivo de dimes y diretes pero, a decir verdad, desde la vuelta
de Barrabás a casa todo marchaba como a pedir de boca .
Por alguna razón de orden muy íntimo, Balbina se echó a llorar cuando
el juez Barcia quiso enterarse de los hechos . No parecía correcto
mortificarla, sobre todo tratándose de una persona tan dedicada a los oficios
divinos . Vicente Barcia barruntaba las secretas razones por las cuales
Balbina se había dado a la práctica de ayudar a las jóvenes cuya honra
dependía el aborto . Si las Damas Católicas objetaban ese hecho, no por
ello olvidaban que la experta Balbina jamás había fallado en su partos . Así
como Faustina se encargaba de los partos arrabaleños, Balbina había
nalgueado a casi todos los que repican duro . Papa Chente conocía las razones
que Balbina aducía con motivo de esos abortos misteriosos.
Al iniciarse las obras del Canal entre el rugir de los cañones de la primera
guerra europea, muchas fragatas gringas se acercaban a la isla y permitían
frecuentes desembarcos de marines que sin reparo alguno se embriagaban
y cometían mil desafueros contra sus indefensos pobladores . Las más
133
expuestas a la estulticia de estos hombres eran las jóvenes que a veces
resultaban violadas y preferían callarse para evitar la furia y el encono de
sus parientes .
Más calmada, Balbina declaró :
-Yo sufrí en carne propia esos desmanes . Cuando era niña fui violada
por uno de los que iban hacia California . Por eso mi manera de vengarme
es ayudando a estas pobres infelices que fueron víctimas propiciatorias de
los marines .
Se decía que Faustina hacia abortar a las muchachas violadas por los
marines negros de los cuales también había bastantes y no eran muy diversos
de los otros cuando estaban borrachos . Sus profundos rencores debidos a
resabios de discriminaciones y linchamientos los impulsaban a embrutecerse
bajo el efecto de las drogas o el alcohol .
Papa Chente solía decir que muchas veces las violaciones las propiciaron
ciertas chicas precoces que voluntariamente y muy a gusto se sometieron
al delicioso yugo de los conquistadores . A lo hecho pecho dirían después
las madres . Era fácil llorar y, sollozando, decirle al padre : Me violaron.
Afortunadamente siempre Balbina estaba lista para el aborto .
Fue Faustina la que informó al juez Barcia sobre el duende . Don Plácido
Ladera no lo podía creer.
-¿Un duende negro? Me parece imposible .
-Las que lo han visto aseguran que es un niñito de unos cinco años
con los ojos azules fosforescentes . Casi siempre aparece al atardecer por la
colina que baja hacia la casa de Balbina . La hora en que declina la luz es la
propicia y es la que escogen las muchachas para ir a visitar a Balbina .
Nadie transita por el monte . Con todo y eso deben dar un rodeó para evitar
que alguien del pueblo las vea, pues ya se sabe que quienes van a verla es
porque van a abortar. Dicen ellas que el duende las persigue asustándolas
con una voz chillona muy parecida al grito de los murciélagos . Ahora ha
cundido el pánico y ninguna mujer tiene el coraje de deambular por esos
lados de la isla .
María Palito se acercó chancleteando . Se la veía excitada.
-¡Corra enseguida, Papa Chente! ¡Los hombres van con palos hacia
la casa de Balbina!
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-¿Quieren matar al duende? -dijo Ladera .
-Es a usted a quien buscaba . Su sobrino Chago Manuel . . .
-¿Qué le ha ocurrido?
-Quiso hacerse el valiente . Lo traen todo molido . Mimila se retuerce
poseída . Nadie puede con ella. Parece que los duendes quieren llevársela .
Toda la gente corre hacia Barlovento . El Reverendo Medina tenía razón .
Pero los vientos que soplan son más bien de locura -dijo don
Plácido- . Vamos a ver qué pasa . Ven conmigo, Vicente .
-Primero eran los gringos quienes querían robarse la isla -dijo María
Palito, poniéndose en camino con ellos- ; ahora los que quieren llevársela
son los diablos . Esto nos pasa por la falta de cura . Fue una vaina haber
corrido a Medina . Que alguien llame a Betín . Hay que decirle que toque
las campanas . Puede que los demonios se asusten .
Desde esa tarde parecía que, en efecto, los íncubos habían tomado
posesión de la isla . Mimila, la nieta de Balbina, presa de convulsiones,
contorsionábase de modo más violento que el de cualquier acróbata y echaba
espuma por la boca . Se hacía difícil sostenerla aun entre varios hombres .
pues manos invisibles tiraban de ella . Gente fornida como el mulato
Ambrosio se veían obligados a declararse fuera de lid porque esas fuerzas
ocultas los empujaban contra los muebles o los tiraban al suelo .
Betin, debidamente autorizado por las Damas Católicas, es decir, por
Malala, tocó a rebato las campanas .
El pueblo estaba en ebullición .
María Adelaida aconsejaba que las mujeres se congregaran en el templo .
Era preciso conjurar de inmediato a los demonios . Ab ogni malo libera
nos, Domine .
Faustina, que conocía ritos haitianos, parecía confundida . Su negra
piel había adquirido un raro tinte color Ceniza, pues no lograba hallar la
clave de los fenómenos evidenciados en casa de Balbina .
-¿Qué es lo que viste, dinos? -inquiría Chon Candela .
-El acabóse, Chon . Lo inaudito . No he visto nada igual . Te aseguro
que es el mundo al revés . ¡Increíble! Cuchillos y cucharas vuelan de un
135
lado a otro . Las sillas y objetos cambian de sitio . Las hamacas se mueven
solas . Los árboles se remecen aun sin viento que lo haga . Recipientes
llenos de líquidos se rompen . Las velas vuelan encendidas . Los trinchantes
se clavan en los árboles . Barrabás y la burra se comportan como si vieran
al demonio .
Chon Candela no logra comprender . Es un rompecabezas cuyos cabos
ella no puede atar.
Y, dime, el duende ¿cómo dijiste que era?
-Ni siquiera lo he visto . Dicen que es un negrito de ojos garzos .
Chon Candela mira a Felipe inquisidora .
-Creo que hay gato encerrado .
136
IV
Las barbas de Ladera
Como Cris seguía grave sin poder orinar se estaba hinchando y los
cólicos la tenían de vuelta y media . Aunque insistió en mudarse no fue
posible trasladarla a su casa, sobre todo porque Chinino Olaya había tenido
que irse de urgencia a la ciudad . Tendida en el camastro de la difunta Fina,
no hacía más que quejarse de su suerte .
El Ñopo, en tragos, se mostró complacido de ser útil a Nino Olaya y a
la cordial comadre Cristobalina . No olvidaba el gallego que en sus primeros
viajes a la isla, siendo apenas un mozo de veinte años, le hizo una inmuntinda
felonía a Chinino Olayá. Novio de Cris y copiloto del Ñopo, Ceferino se
embriagaba a menudo hasta perder toda noción de las cosas . Una noche .
yendo de juerga en una lancha, mientras Mino roncaba a pierna suelta
rendido por la juma, Juan Dávila no tuvo inconveniente en seducir a la
pazguata y mofletuda Cris . Aun el Ñopo no pensaba casarse en ese tiempo,
pero como era rubio las muchachas se desvivían por él . Cris no amaba a
Chinino, amaba al Ñopo . Se dejo seducir, poseer y preñar con la esperanza
de atrapar a Juan Dávila, pero el gallego dijo a otro perro con ese hueso y la
casó con Chinino cuya hermana Delfina fue más tarde la esposa de Juan
Dávila . Era ésa la razón por la que el Ñopo no sólo se mostraba cortés con
Cris Olaya sino que estaba preocupado y bien en tragos por la madre y el
hijo . Nadie ignoraba en la isla que Marino no era hijo de Chinino sino del
Ñopo .
Doña Cris hacía esfuerzos por sofocar su angustia, pero a veces lanzaba
unos aullidos que crispaban los nervios .
Chon Candela y Faustina ya habían probado mil menjurjes : lavativas
de jabón de Castilla, bolsas de agua caliente, sobijos de manteca de iguana,
137
cataplasmas de mostaza y harina, parches porosos y tisanas de diferentes
hierbas : paico hediondo, culantro, perejil, hierbabuena, verdolaga, llantén,
albahaca y pare usted de contar .
La gravedad de la señora iba atrayendo a las vecinas y amigas que, al
preguntar par la paciente y darse cuenta de que el caso era grave, sugerían
nuevas pócimas . Para la erisipela ya habían recomendado cañafístula y
sangre de conejo, pero Faustina tenía más fe en pasarle sobre la pierna
hinchada un sapo vivo . Lo habían ido a buscar a la quebrada.
Llegaron las maestras Josefita del Vasto y Marucha Vela que venían
muy alegres con Hipólito, pero apenas entraron en el patio pusieron faz de
circunstancia y susurrando a sovoz se reunieron al grupo que formaban
Petita Cárcamo, Matilde Vela, Micaela Camargo y Moniquita Ceballos .
La niñita que Serafín del Carmen le hizo a Petita según decían las malas
lenguas gritó de pronto :
-¡Aquí hay dos sapos para la erisipela! ¡Nadan uno sobre otro!
Y un mocoso de esos que nunca faltan quiso explicar están cul . . .
¡Cállate -le gritó el padre Brito santiguándolo con un tremendo
tapaboca- . ¡Vete de aquí, zopenco puñetero!
La gritería del llanto distrajo e hizo huir por un lapso las ideas de la
muerte .
En el traspatio se habían ido formando grupos afines . Comentaban la
gravedad del trance . Se decía que ya Hipólito tenía el féretro listo .
Únicamente le faltaba forrarlo con raso o con satén y ponerle las respectivas
agarraderas niqueladas .
Él explicó . Era cierto . Más vale prevenir que lamentar .
Se oían frases ambiguas, disparates ficticios y ocurrencias macabras .
En opinión de algunos, la enferma estaba abotagada .
Sus riñones no filtraban el agua.
-Parece transparente .
-Los líquidos no bajan a la vejiga .
-Deficiencia renal . Tal vez exceso de urea en la sangre . Podría
degenerar en uremia .
138
-Para colmo de males se ventosea muy mal -dijo Faustina .
Mujeres enlutadas rezaban en la sala .
En el balcón los hombres bebían tragos charlando y devorando frituras .
El Ñopo había dado órdenes para que en el velorio se utilizaran las viandas
preparadas para el festín .
-No se hable de velorio -dijo el párroco - . Ya convencí a don Plácido .
Vino conmigo . Tengamos fe en la Virgen y en el Señor de los Milagros .
-¿Ese señor de los milagros es Plácido? -preguntó Catarnica .
-Mejor, cállate, réprobo -dijo el cura.
Apenas examinó a la enferma, Ladera les dijo a las mujeres que rodeaban
el lecho de la enferma :
-Hiervan bastantes barbas de maíz . Pregunten quiénes cosecharon
este año . Hay que hacerla beber de esa tisana . Toda la que se pueda .
Al unísono se oyeron datos ciertos o inciertos sobre el posible hallazgo
de mazorcas . Tal vez en casa de fulano de tal . También zutano, mengano
y perencejo podían tener maíz .
Al poca rato, ya el mágico nepente estaba hervido, colado y listo .
La primera porción la bebió Cris como a eso de las cuatro de la tarde .
Desde entonces le fueron dando vaso tras vaso que expresamente procuraban
enfriar un poco para facilitar su ingestión .
Le ponían la paleta .
-¿Todavía nada?
-Nopis .
-Sírvanle más tisana .
De repente la enferma comenzó a ventosearse con traqueteo de cohetes
en Domingo de Ramos .
La hedentina se regó por el cuarto .
-Delen nariz pa' que se acabe -decía Faustina .
139
María Palito llegó con sus billetes .
-¿No ha meado?
-Ni un chorrita.
Cris bebía esperanzada e imploraba a la Virgen el milagro . Tan sólo
una gotita. No sabía de qué santa ilusionarse . Si por lo menos hubiera un
San Orín .
A media noche Faustina lanzó un grito .
-¡Virgen Santa!
-¿Se murió?
-Nada de eso . Ya comenzó a orinar .
La buena nueva fue recibida con enorme alborozo .
Al principio habían sido sólo unas cuantas gotas, pero al fin y al cabo
se abrieron las surgentes y aquello fue el diluvio universal .
-¡Un milagro!
-iLaVirgen!
-¡Mi oración!
-Nada de eso, carajo -gritó Faustina- . La curaron las barbas de
Ladera.
Los orines empapaban las sábanas .
-Hay que trapear el piso . ¡Trabajen, coño! -bromeaba Chon Candela .
-¿Y tu ataúd, Hipólito? Ya nadie va a morirse, menos Cristobalina .
Y hacían chistes idiotas .
-Se salvó por un pelo .
-¿Qué pelo?
-El de las barbas .
140
v
Un auténtico vicario del Señor
Bebiendo chicha fuerte en la cantina de Fífila, a Gancho Hermoso le
encantaba narrar sus peripecias de cuando anduvo huyendo de los godos
disfrazados de cura . Como por lo común los sacerdotes siempre eran
españoles, los campesinos miraban con bastante recelo no sólo a tan robusto
y estrafalario cura negro sino también a sus idénticos acólitos caucanos .
Cambiaban, sin embargo, de actitud al enterarse de que eran profugos amén
de liberales y amigas del recién fusilado guerrillero Victoriano Lorenzo .
Cordialmente les daban de beber y comer ; los alojaban y hasta los protegían
de las milicias conservadoras que les seguían el rastro muy de cerca . Poca
apoco la situación se les fue haciendo sumamente difícil pues los tenían
acorralados . Las municiones se les habían ido agotando en los riesgasos
encuentros y escaramuzas con los cachacos godos y las muy pocas balas
que aún economizaban en las mochilas eran para cazar y alimentarse a
campo traviesa pues cada vez les era más difícil aproximase a los lugares
avecindados.
-Nos perseguían como a animales acusándosenos de robo en
despoblado, de desertores, de rebeldes y de feroces criminales . Ya ni el
Tratado del Wisconsin nos amparaba . Aun sin quererlo, teníamos que seguir
de forajidos ya que la soldadesca nos buscaba con órdenes de tirar a matar .
Afortunadamente llevábamos a cuestas hamacas robadas a mansalva, como
asimismo sal, breva y tabaco . Yo tenía yesca, eslabón y pedernal que usaba
para encender mi pipa y hacer fogata donde soasar lo que cazábamos :
iguanas, monos y aun culebras, lo que cayera . La carne de un conejo recién
cazado, asada en brasas, nos resultó exquisita . Después de habernos dado
tan soberbio atracón junto a un río, reposábamos a la agradable sombra de
unos árboles . Según costumbre, Bolo Cuchipe sintió enseguida deseos de
141
deponer y como les temía a las culebras, en vez de irse a efectuar sus
necesidades entre el monte prefirió acuclillarse en la horqueta de un
renegrido tronco situado a poca altura y exactamente sobre el agua . Se
había quitado los calzones para que no se le mojaran y, descalzo, cagaba
añingotado fumándose un cabito de calilla ambalema . De repente
escuchamos el alarido . Yo alcancé a columbrar la cabezota y el largo hocico
del caimán al hundirse enrojecido de sangre . De un solo tarascón le había
arrancada los huevos y el badajo . Pobre Cuchipe . Dio un salto, dando
gritos, y cayó por el suelo revolcándose . Se desangró sin esperanzas de
que pudiéramos salvarlo . Ni siquiera logramos darle cristiana sepultura .
Casi identificado con mi papel de cura, le hice los rezos de rigor . Nos
pareció imprudente abandonar el cadáver a la intemperie pues serviría de
pista a los milicos y podrían acusarnos de criminales depravados . Si lo
escondíamos en el monte, daba lo mismo . Darían con él por la hedentina o
por la cuchipanda de los gallotes . ¿Por qué ser egoísta? Mejor era servírselo
el almuerzo al lagarto . Ya se había deleitado con el sabor de los cojoñes y
el hecho de haberlos preferido nos hizo suponer que era hembra o máuser.
Sin más indecisiones, los restos de Cuchipe fueron a dar al río . Sus
deshechos y mugrosas calzones, empapados, nos sirvieron para borrar las
huellas de la sangre y echamos a correr para ocultamos de nuestro mismo
llanto . Nos alejamos con la mayor premura hasta internarnos lo más que
fue posible en la montaña . Cuando cayó la noche resolvimos colgar nuestras
hamacas bien alto por miedo a las culebras, pero antes socolamos el sitio
cortando buena parte de los arbustos más crecidos . Tal vez impresionado
por la trágica muerte de Cuchipe, mi único compañero, Gago Pinto, que
era propenso a sufrir de pesadillas, estuvo hablanda en sueños y lo escuché
moverse como un endemoniado, pero al fin y al cabo yo, que estaba rendido
de cansancio, me dormí como un justo . Con las primeras luces de la mañana
me despertó un alegre comadreo de pericos . Busqué con la mirada al Gago
Pinto . No estaba. Rápidamente eché un vistazo y al darme cuenta de lo
que había pasado sentí un escalofrío . Salté al suelo de golpe . Los hilos de
su hamaca sólo colgaban de uno de los árboles . La otra soga, debido al
jamaqueo, se había roto de cuajo causando la violenta caída de Gago Pinto
desde una altura de tres metros sobre una estaca afiladísima que, desde
luego lo atravesó de banda a banda . Tal vez le interceptó el corazón . Jamás
sabemos predecir el destino ni precavemos de la muerte . No hallaría las
palabras para expresar el miedo que me invadió porque de pronto me
encontré solitario e indefenso . Cuando, con una diferencia de pocas horas,
había muerto Cuchipe, que era un buen compañero, yo anhelé en mi fuero
íntimo que la suerte se hubiera producido a la inversa . El Gago Pinto no
142
era un hombre agradable, pues además de tartamudo padecía el mal de
pinto de cuyas blancas manchas yo temía contagiarme . Sin embargo, frente
al ensangrentado cadáver en posición grotesca, me sentí desolado .
Enloquecido, me alejé dando tumbos, desorientado y poseído del pánico .
Lo único que recuerdo es que traté de proteger mi sotana de los posibles
desgarrones . No sé qué extraño instinto hizo que acaso me sintiera un
auténtico vicario de Jesucristo . Mi hábito religioso seguiría protegiéndome
pues mi misión era ayudar a los cholos contra los godos .
Tras caminar algunas horas sin rumbo fijo, me acerqué sudoroso a una
quebrada . Al mismo tiempo que bebía sorbos de agua procuraba
humedecerme la cara. Al refrescarme, recuperé la calma y ya tranquilo,
sentí un hambre terrible . Como buen cazador, recordaba que a esa hora
meridiana las palomas se acercarían sedientas . Me dispuse a esperarlas
entre unos matorrales a pocos metros de la orilla, bajo un árbol, con la
escopeta lista.
Oí de pronto la algarabía estridente de una bandada de pericos .
¡Malhaya! Por fortuna prosiguieron su vuelo . Entre el alegre trino de los
pájaros distinguí el suave arrullo de las palomas . Seguí escuchándolo a
intervalos hasta que de repente me alegró un alocado revoloteo inmediato .
Porfm, de rama en rama, fue descendiendo una torcaza . Recelosa, se detenía
a espulgarse . Ya la tenía en la mira de mi arma, pero aún me parecía muy
distante . Se me hacía agua la boca sólo al pensar que, asada al fuego con su
pizca de sal, sería un bocado que ni mandado a hacer para mi hambruna .
Sin la menor malicia del peligro se colocó tan a portada de mano, que
estuve casi a punto de apretar el gatillo cuando noté pisadas de alguien que
se acercaba. ¿Sería un milico? Permanecí en acecho . No era oportunó
disparar. A medida que el ruido iba aumentando, al aproximarse, l a paloma,
asustada, preparaba su vuelo que al fin alzó revoloteando . Quedé a la
espectativa, en cuclillas, entre curioso y disgustado . Lo que por fin llegó
no era un cachaco sino, para mi asombro, una real hembra . Total, el hambre
sazona cualquier guiso . Bueno, me pareció atractiva . Joven, descalza y
sudorosa, llevaba en la cabeza un gran atado de ropa para lavar . Se añingotó
en la orilla y comenzó su faena . Imaginándose que nadie la veía, se alzó la
ropa, tal vez para que no se le mojara, y se cubrió con ella la cabeza para
ampararse de los rayos del sol dejando al aire sus caderas y el resto del
equipo. Como quedó desnuda de la cintura para abajo, me di cuenta de que
era una cholita hecha y derecha con buenas formas y curvas atractivas . Al
huir por los montes, lo más grave no era a veces el hambre sino la falta de
143
mujeres . Ya es cosa bien sabida que hay diferentes tipos de gazuza . También
varían las viandas según nuestra apetencia nos conduzca hacia el pecado
de gula o al de lujuria . La vista de sus ancas apetecibles y el bochorno de
la hora me excitaron de manera bestial . Yo, que estaba en cuclillas como
he dicho, había tenido el cuidado de levantarme la sotana para que no se
me cundiera de garrapatas, y al sentir la caricia de la brisa entre mis piernas
desnudas, mí paloma quedó enseguida alerta . La mujer se movía mientras
lavaba. Sus dos nalgas al aire me seguían excitando . Era como si adrede
ella expusiera su bella mercancía al mejor postor . Me entró un loco deseo
de masturbarme, pero pensé, carajo, que era un inútil despilfarro, pues frente
a mí, al alcance de la mano se me ofrecía tan rica carne . Muy silenciosamente
me fui aproximando, cauteloso para evitar que me sintiera . Como andaba
descalzo, la hierba amortiguaba mis pasos . Cooperaban conmigo como
cómplices, el rumor de las aguas, el chapoteo, los golpes del manduco y el
ruido de las ramas mecidas por el viento . Con la sotana alzada, me coloque
tras ella, la así por las caderas y ¡zuápata! le hundí de golpe mi paloma
pascual en su sagrario y ahondé hasta donde dice : el sexto no fornicar.
Cogida de sorpresa, invocó al cielo . ¡Jesús, María y José! Sin embargo, al
sopesar el calibre de mi hisopo, no hizo el menor esfuerzo por zafarse sino
al contrario se quedó quietecita . Miró hacia atrás, vio mi sotana, y, muy
sumisa, se persignó devotamente . Convencido de haberle hecho tilín, corrí
un albur y, bien seguro de que no iba a cumplirle, le dije entre severo y
amable «Si quieres, te la saco .» Repuso incontinente : «Si yo no digo nada,
pero ni avisan .» Y empezó a zarandearse, toda llena de gracia, excitada por
el sol meridiano y el alegre rumor de la quebrada . Oficiado el gran misterio
genético, la chola, arrodillada ante mí, dijo contrita : «Bendito sea el
Santísimo Sacramento del Altar .» Quería mi bendición y se la impuse
devotamente . Después le dije que por ser cura liberal y amigo de Lorenzo
los milicos me perseguían cruelmente . Prometió darme asilo y asistencia .
Lo malo es que su mama era amiga del jefe militar . Tenía el oficio de
conseguirle muchachitas . «Yo tengo una hija de trece años, y ella está
encaprichada en entregársela . Ni Dios lo quiera. Sólo usted, señor cura,
puede evitar que Chan Peralta se aproveche de esa niñita .» Muy cerca de
su rancho había un jorón donde ellas guardaban el maíz . Subido allí quedé
escondido durante varios días . Cuando la vieja se iba al pueblo, la chola y
yo nos deleitábamos . Por orden de ella, la pequeña me llevaba comida y
conversaba conmigo convencida de que yo era un enviado del Señor para
librarla del diablo y de los malos espíritus . Se llamaba Adelaida ; la chola,
Engracia ; la vieja, Sacramento . Una mañana, ya bien entrado el sol, llegó
en su boguí Chan Peralta . Llamada por la abuela, la niñita se presentó
144
sumisa . «Mírela qué bonita que está mi nieta . Ya es una señorita y está en
punto para que usted la goce . Sólo me tiene que avisar. Se la tendré bañadita .
Con agua de florida la voy a perfumar para que huela sabroso . El sábado es
la fiesta de San Juan y va a haber baile en casa de mi compadre Ulogio . Ya
sé que usted anda siempre muy ajetreado. De todos modos, sepa que ya le
tengo lista a la chiquilla para que se entretenga cuando quiera .» Como
ambos se alejaron, no logré darme cuenta de lo que el militar pudo decirle .
Por Engracia yo estaba ya enterado de que el rijoso Chan Peralta tenía a su
haber, desperdigados por aquellos contornos, aproximadamente cuarenta
hijos de los cuales jamás se preocupaba porque ninguno de ellos le importaba
un comino . La noche de San Juan la vieja le permitió a la niña ir a la fiesta
del compa Ulogio siempre y cuando que fuese con su mama . Engracia me
invitó a acompañarlas, de manera que apenas Sacramento se durmió nos
escurrimos . Desde lejos, notamos que en la fiesta había milicos . Adelaida
siguió solita al baile dispuesta a divertirse pues ya estaba en edad de darse
gusto . Engracia y yo volvimos al jorón y, tras entretenernos un rato, nos
dormimos . Al despertarme oí que la chiquilla lloraba bajo el jorón . Le
pregunté por su mamá y la abuela . Me dijo que se habían ido al pueblo .
Quise saber por qué lloraba . Me contó ingenuamente que la abuelita le
permitió ir al baile advirtiéndole que si daba un mal paso podía perder lo
que todas las niñas llevan entre las piernas y que se llama la honra . Le
pregunté : «¿Y anoche la perdiste?» Me contestó : «Sí, Padre.» Me alegré
en lo mas íntimo imaginando que a Chan Peralta le habían jugado un chasco .
«Te voy a dar la absolución y perdonarte -le dije-, pero, ante todo, quiero
que te arrodilles y me confieses tu pecado . ¿Cómo ocurrió ese asunto?»
Entristecida, me hizo la íntegra confidencia de su culpa . Se dejó convencer
de unas amigas y bebió chicha fuerte en abundancia . Se le encendió la
sangre, se puso alegre, bailó como una loca . Para colmo de males, imitando
a las otras, saltó diversas veces sobre una gran fogata . Por levantar las
piernas dio un mal paso y la honra se le cayó en el fuego . Viendo llorar a la
chiquilla por temor al castigo, yo pensé que el Señor es justiciero, pues
quería castigar a Chan Peralta y, desde luego, ni corto ni perezoso, le dije :
«Sube al jorón, muchacha . Te voy a coloca una honra nueva . Va a dolerte
como ciertos zapatos recién comprados que, por ser muy estrechos, sacan
sangre . Acuéstate desnuda . Tienes que ser valiente . Pórtate bien . No
alces la voz ni chilles . Si te duele, te aguantas como un hombre . Bueno, ya
estoy como lo manda la Santa Madre Iglesia . ¡Qué tetitas preciosas! Dan
ganas de morderlas . Ave gratia plena dominus tecum . ¡Zas! ¡Ay,
mamacita! Ya te metí la honra en su sitio . Déjame ahondar para afirmarla .
Puedes estar segura pues ahora la he colocado de tal modo, que ni de a
145
vaina la vuelves a perder. Duérmete suave . Pobre, no te levantes . Quédate
reposando para que la honra quede bien pegadita y no vuelva a desprenderse .
Cuando despiertes, serás una mujer hecha y derecha . Apenas la noté
dormidita, cogí mis bártulos, eché a andar por el monte, y si te vi no me
acuerdo . Mejor era alejarme por si la vieja quería venderme a los cachacos .
De todos modos, Chan Peralta, furioso, me persiguió en redada, acorralándome, y en una escaramuza me hirieron en la mano derecha .» Logré
escapar, pero la herida se gangrenó . Débil, calenturiento y sin sentido, me
apresaron al fin . Hasta gusanos tenía en la herida . Me amputaron el brazo,
me echaron varios años de cárcel y, a falta de mi mano derecha, me pusieron
un garfio . Fue el Ñopo quien al verme me llamó Gancho Hermoso . Recordó
que, de chico, yo trabajé en la tienda de su tata, que era también gallego .
Para él, yo era el sirviente, el peón, el mozo . Me decía Juancho er mozo .
Como yo era bastardo, fue el primer apellido que tuve . Por eso, durante
mucho tiempo, me siguieron llamando Juancho Hermoso .
-Tú eres un mentiroso, Juan Durgel -dijo Fífila- . No creo ni pizca
de eso que acabas de contamos .
146
VI
Nupcias de Pipe y la burra
En efecto, sí había gato encerrado en lo del duende como supuso Chon
Candela. A ese respecto, Pipe no las tenía todas consigo . Barlovento ofrecía
sitios umbrosos por los que él deambulaba con frecuencia . A veces, al
pastorear las cabras, pasaba por los lares de Balbina y le agradaba molestar
a Mimila que, acaso por ser muda, se mostraba montaraz y esquiva .
-Felipe fue maligno desde pequeño -decía Balbina- . Tiene el diablo
en el cuerpo .
Una vez vio a Mimila en la quebrada mientras ésta se bañaba desnuda .
Quiso hacer de las suyas, y la tórtola quedó traumatizada . Desde entonces
Mimila lo rehuía como quien ve a Lucifer . La visión de su cuerpo, ya en
agraz, quedó grabada en la mente febril de Juan Felipe, sobre todo porque
Mimila siempre andaba descalza y apenas se cubría con una blusa, tan
corta y tan delgada, que dejaba entrever sus senos duros y hacía notar la
ausencia de ropas interiores . Era un bocado a la medida de un diestro
cazador.
Felipe lo era, y no perdía por eso la menor ocasión de merodear por los
lados de Barlovento para acechar la presa sobre todo cuando Balbina estaba
ausente . Lo malo para él consistía en que Mimila tenía olfato de liebre y
oídos de gacela . Siempre sabía husmear el peligro .
Por lo común Balbina siempre iba a las novenas por las noches . Mimila
se quedaba . Junto a la casa, como ángel de la guarda, rondaba el negro y
fiero Barrabás que, haciendo caso omiso de caricias, conocía sus deberes y
sabía que su oficio era impedir que Felipe se saliera con un domingo siete .
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Pelusa, que aún vivía en la casona, estaba en celo . Nadie mejor que
Felipe lo sabía . Por eso se la llevó una noche consigo . La puso en relación
con Barrabás y encauzó el negociado hasta que el «doberman» se dio por
enterado de los encantos y atributos caninos de Pelusa .
Conseguido el propósito, Felipe comprendió que la cínica coyunda lo
había excitado de manera violenta . ¿Cómo aliviarse de aquel lúbrico antojo?
Mimila, tímida como era, no iba a salir de casa sólo por complacerlo . Sobre
todo porque, dándose cuenta de que él estaba allí, se había encerrado contra
viento y marea . En ese instante se le acercó sumisa la borrica como enviada
por milagro de Dios para cumplir una misión evangélica . Felipe comprendió
el divino aviso y, obedeciendo devotamente aquel mandato, dejó a la
borriquita llena de gracia como el Ave María .
Convencido de que aquello era bueno, Felipe regresó noche tras noche
aun negoció la ganga pues llevó a sus compinches ; los dejaba montar y
avaramente les cobraba peaje por riguroso turno .
Aquel tráfico duró a pedir de boca hasta el instante en que Mimila,
quirologando con la abuela, o sea, hablándole con el mudo lenguaje de sus
manos, logró hacer que Balbina se pusiera al corriente del escándalo .
Balbina consultó con Papa Chente quien, furibundo y en funciones de
juez, llamó a Cairote y a Cucho para que les sirvieran de testigos .
Equipados con sendas linternas sordas, los celosos custodios de la ley
en compañía de Balbina se apostaron debidamente ocultos cerca del sitio
en que, atada del cabestro, la jumenta ramoneaba apaciblemente .
Esperaron allí, quedos, sin chistar, pues Papa Chente les dijo :
-No es bueno apresurarse . Dejemos que entren en acción . Quiero
pescar al pez más gordo, que puede ser Marino, porque ése pagará más
dividendos .
Chillidos de murciélagos . Croar de sapos . Zumbidos de jejenes .
Se oyó un rumor de gente .
-Ya llegan los adúlteros -dijo Balbina .
Les dejaron solazarse a su gusto .
En el momento en que el juez dio la señal, se hizo la luz y el cuadro
iluminado fue de sorpresa y confusión .
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-¡Quietos ahí! dijo Cairote- . Nadie escape o disparo .
Quien estaba en acción era Felipe . Los
actuado eran Marino, Zósimo Chen, el
asustadísimo, Betín . Se les veía aterrados
Viste, Chompipe, hijo de puta . La culpa es
que esperaban turno o habían
Mogo Tin, Mingo Segura, y
y se recriminaban entre ellos .
tuya. ¡Qué vergüenza!
Vicente Barcia habría deseado que quien cayera en el garlito fuese
alguien de familia acomodada como Marino, Zósimo o Betín . De todos
modos, los citó a todos para que al día siguiente se presentaran con algún
familiar en la Alcaldía . Los hizo acompañar a sus respectivas casas por
Cairote, recomendando que éste y Cucho hicieran las citaciones respectivas
como testigos presenciales del delito . Él resolvió quedarse acompañando a
Balbina para tramar con ella el adecuado procedimiento .
-Óyeme bien, Balbina -le dijo- todos ellos son responsables por
haber sido cómplices . Pide quinientos pesos por daños y perjuicios . El
Ñopo Juan, el chino Chen y Nino Olaya pueden pagar a escote ese dinero,
que nos dividiremos a la buena de Dios fifty fifty.
Sin ser muy grande, el edificio de la Alcaldía alojaba las demás
dependencias oficiales y la cárcel .
Balbina llevó consigo a la borrica .
Nino Olaya, el Alcalde, llegó con el gallego y el chino Chen .
-El juez Barcia me la tiene velada -dijo Chinino .
Atraídos por la inusual novedad varios curiosos hicieron acto de
presencia . También estaban los sindicados y los testigos .
-¿Estamos todos? -preguntó Papa Chente .
Cairote contestó :
-Cantalavara, papá de Mingo, está borracho . Duerme la mona. Talingo
trabaja hoy con la gringa, y ella no lo dejó venir.
-Procedamos .
Papa Chente presentó la demanda. Cairote y Cucho atestiguaron haberse
hallado en el lugar de los hechos mientras Felipe cometía el delito de acuerdo
con sus cómplices .
14 9
Chon Candela llegó como un turbión .
-Betín, ¿qué haces aquí? ¡Vete a tu casal
Fue en ese instante cuando Ñopo se dio cuenta de que su hijo se hallaba
entre los reos, y en lugar de afanarse se sintió eufórico . Betín se había
ocultado tras los otros para evitar ser visto por el Ñopo, quien, acercándose
a Concepción Candelaria, le dijo :
-Me alegro de que mi hijo sea todo un hombre .
Chon Candela, maligna, le bajó el happy.
No cantes gloria antes de tiempo . Betín me confesó esta mañana que,
por culpa de su moco de pavo, no mojó . Sin embargo, no debes olvidar que
es un chiquillo terriblemente tímido . Seguramente se asustó por la oscuridad
de la noche, el croar de las ranas, los agudos chillidos de los murciélagos y
la presencia de los otros muchachos ; pero no te preocupes, cuando era niño
yo lo dormía en la hamaca por las noches y me di cuenta de que siempre
tenía el bimbín erecto . Es hombre de atributos normales y de buen porte .
Papa Chente sonó la campanilla .
-¡Silencio, por favor!
-Antes de nada, señor juez, suelte a Betín -dijo Chon- . Es una
infamia tener aquí a ese niño .
-Ya no es tan niño -dictaminó el juez Barcia .
-Mejor es que se quede -dijo el Ñopo .
Chon Candela, aproximándose a este último le susurró al oído :
-Lo hice para salvar a Betín . Tú haz lo mismo con Pipe, de lo contrario,
ya sabes, nopis .
Debidamente aleccionada por Papa Chente, Balbina hizo la acusación
formal . Dijo que su burrita era doncella . Todos sabían que la misión sagrada
de esa jumenta era la de llevar sobre su lomo a Jesús cada Domingo de
Ramos . Ahora la habían perjudicado y el violador estaba allí presente . Era
Felipe . En consecuenda solicitaba que Pipe se casara con la borrica por lo
civil y aun por la iglesia .
Los que estaban presentes se echaron a reír . Llamándolos al orden,
Papa Chente calmó los ánimos y preguntó a las partes si deseaban contraer
150
matrimonio . Si el acusado se negaba dictaría la sentencia que era cárcel o
multa .
Chon Candela vociferó insultando a todo el mundo y diciendo que
aquello era una burda patraña .
-Tú cierra la atarraya -le dijo el Nopo, y añadió con solemne
desparpajo- : Por mi parte, yo opino que Felipe es tan bestia como la burra .
Los dos son animales . Ergo, pueden casarse .
Para evitar que Chon Candela siguiera alborotando, Papa Chente le
preguntó a Balbina cuánto pedía por daños y perjuicios . Y como ella transó
por quinientos pesos, propuso que esa suma la pagaran a escote los familiares
puesto que tan culpable era Felipe como sus cómplices .
El Ñopo se mostraba remiso . Chon Candela amenazó con negársele .
-¿Quieres callarte, burra?
-No olviden -agregó Papa Chente- que Balbina no tendrá más
remedio que conseguir cuanto antes otra acémila debido a que ésta está
prostituida . Dejo la multa en pie . Cierro el caso, pero Felipe queda
condenado a socolar la maleza de Balbina hasta dejarle limpio todo el solar .
La misma noche el Ñopo, con la pérfida cooperación de Cairote casi
desuella vivo el pobre Pipe con su chirrión de cuero de tres puntas .
Ayudada por Cándida y Dalila, Chon le aplicó a Felipe paños de árnica
que ardían más que el carajo, pero al fin y al cabo quien aplicaba las
compresas suavizaba el castigo y lo volvía apetecible .
Pensó : De todos modos debo vengarme de ¡aburra por haber pretendido
ser mi esposa . También he de fregar tanto al gallego como a Cairrote . Será
cuestión de hallar la fórmula coño .
15 1
VII
El tesoro escondido
Recién vuelta de Haití con Goyo y Débora que aún estaban pequeños,
Faustina tuvo otra de sus pesadillas premonitorias, la cual acrecentó su
manía por los tesoros ocultos . Papá Durgel, en sueños, le había indicado el
sitio donde estaba enterrada una botija .
Fífila se reía de la hermana . Decía que aquellas cosas no pasaban de
ser las sempiternas fantasías de Faustina.
En cambio, Juan Durgel, aventurero, dijo que nada se perdía con probar .
Una noche emprendieron la expedición .
Fífila se negó a participar .
Equipados con pico y pala, Juan Durgel y Faustina se encaminaron
loma arriba con Goyo y Débora, procurando que nadie los notara .
Debían andar a tiendas entre malezas hasta alcanzar la cresta de
Barlovento, descender por un camino escabroso y avanzar por la ruta de
los acantilados hasta llegar casi a la espalda de la isla .
Juan Durgel alumbraba con su lámpara de cazar venados, pero como él
iba adelante, Faustina y los des niños avanzaban a obscuras .
Débora y Goyo comenzaron a arrepentirse de haber ido, pues los ruidos
nocturnos les infundían terror .
Faustina supo localizar el sitio exacto según los datos que le impartió
el difunto .
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Juan Durgel ignoraba que aquella era una antigua propiedad cuyos
títulos trascendían a la época colonial . El Ñopo Juan, que acababa de
adquirirla, había pagado por ella una bicoca .
Después de un afanoso trabajo a pico y pala, alumbrado por Faustina,
Juan Durgel, sudoroso, comenzó a impacientarse . Para colmo males,
Faustina lo obligó a hacer el hueco en una trocha recién trazada por el
Ñopo . Al ver aquello, vislumbraría el secreto y por su cuenta daría con el
tesoro . i Maldita suerte! La única solución era seguir excavando, pero el
viento anunciaba tempestad, y los niños, asustados, lloraban a pesar de los
afables esfuerzos que hacía Faustina por calmarlos .
Se hallaban junto a un sitio de la costa en que el mar, al quedar prisionero
entre enormes rocas, rugía furiosamente .
-Será peor si hacen ruido . Mejor cállense -musitaba Faustina .
El vendaval se hizo anunciar con goterones que golpeaban sobre las
hojas con ruido extraño . También tamborileaban sobre una lámina de zinc
que arrastró Juan Durgel con el propósito de tapar el hueco . La lluvia iba
arreciando de modo tempestuoso con fuertes vientos, truenos y relámpagos .
Los niños, aterrados, comenzaron a aullar . Entre los gritos de ellos, la
algarabía del mar y los rugidos del viento se organizó tan infernal sinfonía,
que Juan Durgel tapó de modo provisional el hoyo y, echando mil carajos,
resolvió regresar.
Rogando a Santa Bárbara, Faustina se preparaba a hacer ensalmos contra
las tempestades, pero ya Juan Durgel seguía adelante hecho una furia y
ella, acosada por los niños, no tuvo más remedio que emprender a su vez la
retirada dejando a medio palo sus rezos .
Llegaron a la fonda empapados .
Faustina tuvo quc friccionar a los niños con agua de Florida para que
no se constiparan .
Juan Durgel, de mal genio, se dio a empinar el codo mientras su hermana
Fifila se reía de lo lindo .
-¡Cállate, coño! Son capaces de oírte e ir mañana a excavar.
Fífila estaba segurísima de que aquella aventura había sido inútil .
Locuras de Faustina, chifladuras, ganas de que se enfermen los chiquillos
por estar inventando pendejadas .
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Después de una estruendosa noche de tempestad, el cielo amaneció
serenísimo y el sol brilló desde temprano .
Avisado tal vez por el instinto o por algún pajarito, el Ñopo Juan, al
alborear, fue a revisar sus sementeras y ver qué tal estrago habían causado
las lluvias .
En el rellano de la trocha notó la hoja de zinc que, acaso movida por el
viento, dejaba al descubierto el enorme hoyo .
La espaciosa tronera y el barro acumulado a ambos lados le hicieron
suponer que aquel trabajo no se debía al chubasco sino a determinada mano
de obra .
El derrumbe de tierra causado por las aguas permitía ver en uno de los
costados de la ancha brecha, un diminuto cántaro de terracota . Al hacer un
esfuerzo para tratar de desprenderlo, se partió . Estaba lleno de morrocotas
de oro de las cuales cayeron muchas sobre el blanduzco barro de la hoya .
Las recogió con gran premura ; echó en su chácara el total contenido de la
vasija ; miró hacia todos lados y, acariciando avaramente su portentoso
hallazgo, se apartó buena legua y sepultó su tesoro bien lejos de aquel sitio .
Con el pretexto de evitar un resfriado, Juan Durgel había bebido bastante
y, tras dormir una mona de varios pisos, no tuvo más remedio que
despertarse, pues Faustina lo jamaqueaba recordándole que debían ir
temprano a continuar la afanosa búsqueda del entierro . Lo hizo a
regañadientes, pero más fuerte que su goma era su avaricia . Quién quita
que el asunto resulte, pero, eso sí, nada de niños . Sólo Faustina y él .
-Pierde cuidado -dijo la hermana- . Goyo y Débora están más que
dormidos .
Ya en camino hacia el sitio, cuando muy poco les faltaba para llegar, se
toparon de pronto con el Ñopo que, de regreso, los saludó sonriente y muy
cordial.
Al alejarse del gallego, Juan Durgel dijo colérico entre dientes :
-¡Coño, presiento que éste nos ha jugado una bajeza!
En efecto, sólo hallaron los trozos de la tinaja y el claro rastro de las
huellas que en el barro dejaron las monedas caldas . Faustina logró dar con
una de ellas incrustada en el fango .
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La finca era del Ñopo . No podían reclamarle ni acusarlo de robo .
Mejor era dejar las cosas en buena paz .
Nada debía turbar la íntima enemistad acomodaticia que los ligaba .
Faustina, sin embargo, se la jurá al gallego hijo de puta .
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