entre Administraciones Públicas.

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Josep Lluís Argemí
Josep Lluís Argemí
NUEVO CICLO
(EL CAMBIO
POSIBLE)
NUEVO CICLO
(EL CAMBIO
POSIBLE)
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libro
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y
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índice
1.
Prólogo
2.
Introducción
3. Antecedentes. ¿Cómo se ha llegado
hasta aquí?
4. Los gobiernos, los partidos políticos y las
Administraciones Públicas
5.
La economía y el empleo
6.
La educación, la enseñanza y la cultura
7. El Estado del bienestar (vivienda,
sanidad, dependencia)
8.
Europa y el Mundo
9.
¿Cómo hacerlo?
1. Prólogo
Antes de publicar este libro, lo hice
llegar a un grupo de personas
conocidas, de diversos estamentos y
situaciones sociales, profesionales y
económicas (personas en paro,
jóvenes,
técnicas,
sindicalistas,
emprendedoras, jubiladas, etc.) al
efecto de conocer sus opiniones.
Posteriormente nos reunimos en un
café / debate para que todos
expresaran de forma sincera su visión
del libro.
No debo decir, que las opiniones
fueron muy dispares y, sin entrar en
las propuestas concretas, que podrían
crear una mayor dispersión en el
debate, la visión general coincidía en
un hecho común, les había obligado a
pensar y debatir dentro de ellos y con
el contenido, este era uno de mis
objetivos cuando empecé a escribir el
libro.
Asimismo, con buen criterio se me
aconsejó de una forma mayoritaria,
que enmarcara el objetivo del libro, el
por qué y las razones del mismo.
Como consecuencia de ello nace este
prólogo.
También debo manifestar que algunas
de las personas me tacharon de “un
poco iluso”, para ser “benévolo”, no
me molesta porque creo que sin
ilusión, entre otros valores, no será
posible llevar a término el cambio que
hoy necesita nuestra sociedad.
Cambio necesario, imprescindible y
urgente, cuando estamos en riesgo de
sobrevivir a la crisis, con una salida
que nos conduce a un modelo de
sociedad muy lejano del que
aspiramos y por el que muchas
mujeres y hombres en los últimos
siglos han luchado, incluso entregado
su vida y que ahora podemos perder
o retroceder
de
forma
muy
significativa.
Volvamos al principio. ¿Por qué he
escrito este libro? En principio por
una necesidad vital de expresar mis
sentimientos, mis pensamientos y en
base a un análisis de la situación,
elaborar un diagnóstico acompañado
de propuestas concretas (viables,
reales y posibles), no quiero esperar
más, siento necesidad vital de
rebelarme y utilizo la palabra como
elemento de rebelión frente a la
situación actual.
En segundo lugar quiero provocar en
el lector el debate, la confrontación
con sus ideas, sus pensamientos, sus
ideologías, remover el fondo de la
persona para provocar la reacción, ya
sea de aprobación o de rechazo, pero
conseguir que razonemos unos
momentos sobre la situación y nos
planteemos de forma sincera ¿Qué
estamos haciendo para mejorar las
cosas?
En tercer lugar quiero confrontar y
rechazar diversas posiciones que
existen en estos mementos en
nuestra
sociedad.
Desde
el
inmovilismo, pasando por los que
teóricamente
proponen
soluciones
que solo son maquillajes y llegando a
aquellos que aprovechan la situación
para elaborar unas propuestas
generalistas (bajo grandes titulares y
frases que suenan muy bien), pero
que detrás de las mismas no existen
propuestas viables y concretas, salvo
aquellas que nos conducen a otros
modelos de sociedad, que ya se ha
demostrado en la historia reciente
que son un auténtico fracaso, Vaya
por delante que los procesos de
colectivización,
revoluciones
bolivarianas, lerrouxistas, etc. no me
interesan y no creo que aporten
ninguna solución a los problemas
reales de los ciudadanos tanto los de
hoy como los futuros.
En cuarto lugar transmitir una idea,
concepto o motivación. Existen cuatro
formas de afrontar la situación actual,
la primera es no hacer nada
significativo (situación general actual
refrendada con las propuestas
políticas de los gobiernos) y dejar que
los
poderes
económicos
y
tecnológicos dominen las sociedades,
conduciéndonos a una sociedad con
una pérdida importante de derechos y
de capacidad de mantener un nivel de
calidad de vida digno al que tienen
derecho, sin exclusión alguna, todos
los ciudadanos. La segunda es la
guerra, que por muchas circunstancias
rechazo frontalmente, considero que
no hay razón alguna que justifique la
matanza entre las personas. La tercera
es la revolución, sangrienta o no, que
en algunos momentos de la historia
ha dados sus frutos, aunque
deberíamos revisar que ha pasado
cincuenta años después de la
revolución, pero que hoy en un
mundo globalizado no tiene sentido
alguno a excepción de queramos
convertirnos en un país o en una
sociedad aislada. La cuarta, por la que
me inclino y es la base del presente
libro, es la transformación desde
dentro del sistema, para ello son
necesarias las personas de forma
mayoritaria y yo sigo creyendo en la
capacidad de la ciudadanía para
cambiar las cosas.
La transformación que necesitamos es
radical, pero no debemos romper con
los conceptos, derechos y deberes que
habíamos acordado darnos para
construir una sociedad de las
personas. Son las personas, teniendo
presente las actuaciones y decisiones
que condicionan su vida y las que le
proporcionan el bienestar, en su
sentido más amplio (educación,
sanidad,
empleo,
vivienda,
dependencia, etc.) las que han
centrado todas las propuestas de este
libro. No hay nada más importante en
una sociedad, ni el déficit, ni la deuda
pública,
ni
los
organismos
internacionales, etc., que el deber de
promover las acciones y crear los
mecanismos necesarios para la
calidad de vida digna, a la que tiene
derecho todos los ciudadanos y que
hemos proclamado como el eje de
nuestra sociedad. Para mí esta es una
línea roja que no se puede cruzar y el
lector observará en el libro que todas
las reflexiones y propuestas van en
este sentido.
Cuando
me
refiero
a
una
transformación
radical
estoy
expresando un deseo, un ilusión, un
pensamiento
pero
también
la
necesidad de una acción, que debe
partir de todos los ciudadanos, como
indico en el último capítulo : “Cada
vez que un hombre se levanta para
salir en defensa de un ideal, o hace
algo en favor del bienestar de los
demás, o descarga un golpe contra la
injustica, emite algo así como una
pequeñísima onda de esperanza, y
todas estas ondas juntas, procedentes
de millones de diferentes puntos,
engendradas en la energía y la
bravura, se combinan para formar una
corriente capaz de derribar las más
potentes murallas que levanta la
opresión y la resistencia”.
Estimado lector, puede estar de
acuerdo o no, en muchas o pocas de
las propuestas que irá encontrando
en el libro y resumidas en el último
capítulo, pero le pido que piense y
debata consigo mismo qué está
haciendo para cambiar la situación,
para revertir el camino que nos
proponen. Como podemos aceptar,
por ejemplo, que modifiquemos
nuestra
Constitución
y
que
consideremos prioritario el pago de la
deuda o la reducción del déficit antes
de impedir que incremente la pobreza
infantil,
que
las
personas
dependientes no tengan atención,
que tengamos la cifra de paro que
tenemos, que las personas no puedan
acceder a una vivienda, etc., esto lo
aprobaron las Cortes en dos semanas.
Pero ¿qué estamos haciendo y
soportando?
Reitero estimado lector, que con
independencia de estar “nada, poco,
algo o mucho” de acuerdo con lo que
le invito a leer a continuación, piense
que ahora no nos podemos quedar
inmóviles, que ahora hemos de
actuar, de la mejor forma, de forma
posible, de forma efectiva, de forma
viable, rechazando el inmovilismo, la
manipulación y el poder de la forma
en que actúa.
En el libro se habla mucho de los
derechos de las personas, de cómo
reconducir la situación actual, no hay
una pócima milagrosa, hay un
conjunto de muchas actuaciones que
de forma mancomunada provocan el
cambio posible que se necesita, pero
para que ello sea posible necesitamos
generar una acción mayoritaria,
pacífica, legal, agrupada, eficaz,
fundamentada y visible en la
sociedad. Tenemos los instrumentos
necesarios, solo debemos ejecutarlos,
pero para ello hacen falta muchas
manos y recordar que hablamos de
los derechos, pero que muchas veces,
y este es un momento, debemos
llevar a término nuestros deberes.
Quiero invitarle a que contraste,
rechace, acepte, modifique todo lo
que detallo a continuación, pero por
encima de todo quiero pedirle que no
se quede en casa, que ejercite su
deber de luchar por una sociedad a la
aspiramos y tenemos derecho todas
las ciudadanas y ciudadanos. Qué lo
haga por sus convicciones, por las
personas que antes lucharon por
nosotros y, también, por el futuro de
las nuevas generaciones (no podemos
permitirnos perder una o dos
generaciones, como está en riego de
suceder actualmente)
Anímese, no está sólo, somos muchos
los que queremos el cambio, debemos
buscar lo que nos une en un objetivo
común: una sociedad de y para las
personas, con generación de riqueza,
con esfuerzo, con trabajo, con
investigación, con bienestar, con
calidad de vida, con emprendedores
fuertes,
con
debate,
con
confrontación de ideas para mejorar,
etc. Si Vd., yo y muchos más, nos
ponemos en marcha, sin buscar
protagonismos, pero de forma
decidida seguro que iniciaremos el
cambio posible hacia un nuevo ciclo.
2. Introducción
Hace tiempo, quizás más de un año
que siento la necesidad de expresar
mis pensamientos y poder exponerlos
a la libre consideración de las
ciudadanas y ciudadanos, que tengan
a bien, hacer el esfuerzo de leerlos.
Quiero advertir al lector que no soy
un experto en filología, ni en
sociología,, ni un escritor consumado,
ni un periodista experto, ni un
investigador profundo de las causas
sociales, soy una persona normal
como la inmensa mayoría de
ciudadanos que siente la necesidad
de expresar lo que piensa con un
lenguaje normal y habitual que se
utiliza en el quehacer diario de las
personas, tan sólo un ciudadano de
los llamados de “a pie”, uno más de
los que sufren la situación actual, si
bien no sería capaz de considerarme
como un indignado o decepcionado o
triste o desesperanzado o una mezcla
de todos los adjetivos o simplemente
cabreado con la situación.
Me molesta la prepotencia,
indiferencia, la manipulación,
soberbia, la incompetencia,
la
la
el
desprecio, el mirar por encima del
hombro, el clasismo social, etc., en
definitiva, creo que soy una persona
normal que desea poder trabajar,
esforzarse, crear una familia y
mantenerla, tener unos amigos con
quién poder disfrutar de los pequeños
(pero muy importantes) momentos,
poder aportar mi conocimiento y mi
esfuerzo en mejorar la sociedad,
compartir el dolor con los más
próximos y poder llegar al final de
cada día con la satisfacción de haber
hecho alguna pequeña cosa que sirva
para progresar nuestra sociedad.
Desde hace mucho tiempo mi cabeza
no para de dar vueltas alrededor de la
estupidez humana, de la capacidad de
autodestrucción que tenemos, del
conformismo instalado en la sociedad.
Es cierto que nos dicen y asumimos,
siendo en parte real, que la sociedad
ha avanzado muchísimo en el Siglo XX
y lo que llevamos del XXI, pero ¿hacia
dónde?
Me pregunto si podemos estar
tranquilos en el sofá de nuestra casa,
considerándonos seres humanos,
cuando vemos la gente que no tiene
trabajo, la gente que no llega a final
de mes, la pobreza existente en
muchos lugares del mundo y que
afecta a una tercera parte de la
población y la esperanza de vida que
en muchos lugares no llega a los 50
años.
Asimismo asistimos impasibles a
continuos
fracasos
de
organizaciones mundiales (ONU,
etc.) en encontrar soluciones a
los
las
UE,
los
problemas reales que nos afectan, las
crisis, las guerras, los conflictos
étnicos, la miseria, la esclavitud, las
redes de trata de personas, la
drogadicción, el medio ambiente, el
clima y podríamos seguir enumerando
y ampliando la lista hasta límites
difíciles de imaginar. Mientras primen
los intereses particulares de unos
sobre los reales de todos, el avance
no será posible.
Vaya
por
delante
que
mis
convicciones personales se basan en
la libertad de las personas, en el
respeto de todos sus derechos, en
una
forma
de
organizarnos
democráticamente, en donde el poder
radica en los ciudadanos y no en los
Estados, que deben estar gobernados
por aquellos representantes elegidos
en sufragio universal para desarrollar
las políticas necesarias que responden
a los intereses generales de los
ciudadanos y no a los intereses de un
reducido núcleo de personas, que
controlan los mecanismos (partidos
políticos), que son necesarios, pero
que deben volver a estar al lado
los ciudadanos y no a darles
espalda y sólo pensar en el titular
mañana
de
los
medios
comunicación.
de
la
de
de
Creo firmemente en una economía de
mercado, en un sistema que prime el
esfuerzo,
el
sacrificio
y
la
investigación, pero que sea capaz de
redistribuir la riqueza, garantizar la
igualdad de oportunidades a todos
los ciudadanos del mundo y ser capaz
de garantizar la cohesión educativa,
sanitaria,
social,
territorial
y
económica. Supongo que estaremos
de acuerdo, pero también en que
estamos muy lejos de haber
conseguido estos objetivos. Esta
situación me provoca una mayor
indignación, ya que tenemos los
mecanismos, las infraestructuras, el
conocimiento, las tecnologías, las
organizaciones y el modelo para
poder conseguirlo y solo los egoísmos,
las incapacidades, la avaricia, etc.,
están impidiendo que se pueda
construir ese mundo nuevo que la
inmensa mayoría de ciudadanos del
planeta desea y espera.
Crecí y fui educado en el seno de una
sociedad que tiene sus raíces y
creencias basadas en el cristianismo,
lo que queramos o no influye en mi
pensamiento.
No
me
siento
confesional practicante de religión
alguna, si bien creo en Dios y en que
debe existir un más allá, cuando
terminemos nuestro paso por esta
vida. Acepto, respeto y creo que nos
debe enriquecer, todo tipo de
creencias, religiones y pensamientos
siempre
que
no
sean
fundamentalistas y que respeten el
derecho a la vida, el libre
pensamiento y la voluntad de los
seres humanos.
En el mundo actual coexisten una
serie de creencias y religiones
diversas, que deberíamos ser capaces
de respetar y hacer crecer nuestra
amplitud
de
miras
con
el
conocimiento y respeto entre todos.
Sin embargo, a menudo se utilizan
estas
creencias
como
armas
arrojadizas de los unos contra los
otros,
como
elementos
de
intolerancia y falta de respeto a los
más elementales derechos de las
personas. A veces pienso que
tenemos una sociedad avanzada en
las formas y las materias, pero que a
nivel conceptual volvemos a la Edad
Media, la época de las cruzadas y la
inquisición, pero en sentido inverso.
Debemos desterrar todos aquellos
dirigentes y pensadores que basan su
actuación o filosofía en negar el
derecho a pensar y vivir al resto de
personas que no comulgan con su
pensamiento y, también, expulsar a
todos aquellos que en aras a una
confesión y utilizando la pobreza
confunden y manipulan a unos
ciudadanos en contra de otros,
mientras ellos conservan su poder y
sus prebendas.
Yo
quiero
rebelarme
contra
el
conformismo,
la
impasibilidad,
la
sumisión, la aceptación como real de
una situación, que si queremos,
podemos cambiar y lo podemos y
debemos hacer desde una forma
pacífica, democrática, porque, como
decía
antes,
tenemos
los
instrumentos en nuestras manos y
debemos creernos que el poder, si se
actúa, radica única y exclusivamente
en los ciudadanos y su capacidad y
derecho a decidir.
No
es
un
proceso
de
cambiar
estructuras,
de
definir
nuevos
organismos, de cambiar el sistema
democrático, de controlar los medios
de comunicación, pero sí de utilizarlos
por parte de todos para conseguir los
objetivos por los que fueron creados y
esto sólo depende de nosotros, de
nadie más y frente al poder de los
ciudadanos, si desean ejercitarlo
realmente, nadie tiene capacidad de
oponerse.
Nací en una familia trabajadora del
centro de Barcelona, mi padre
trabajaba de lunes a domingo y solo
coincidía con él, algunos días a cenar y
los domingos a comer y poder ir al
fútbol con él, gracias a que en su
trabajo, remendador de zapatos,
tenía un cliente (jefazo de la
Federación de Fútbol), que le regalaba
unos pases de libre circulación por el
campo. Como con sus ingresos no
llegaban a fin de mes, mi madre se
dedicaba a coser vestidos y repararlos
en casa, se quedó ciega a los 55 años.
Vivíamos en un cuarto piso con
entresuelo y principal, lo que
equivalía a un sexto, evidentemente
sin ascensor, con mis abuelos, mis
padres, mi hermana y yo en un
espacio de 65 m2. Recuerdo que la
primera ducha entró en casa cuando
tenía 8 años y la primera televisión se
compró en el año 1966 cuando
aprobé el bachillerato.
Cursé mis estudios iniciales en el
colegio religioso del barrio, tenía que
sacar una nota media superior a 9
para poder continuar estudiando en
el colegio, ya que de esta forma tenía
derecho a una beca, en caso contrario
mis padres no podían pagar el colegio.
Íbamos, cuando económicamente se
podía al cine de barrio, NO-DO más
dos películas, era toda una fiesta.
Participé
en
los
movimientos
predemocráticos de Catalunya y
España, estudié en la Universidad,
inicié diversas carreras, pero no
terminé ninguna, me he dedicado
desde los 18 años a la Tecnología
(informática) y en los últimos años a
la consultoría, creé mi propia
empresa,
la
vendí
a
una
multinacional, continué con una
nueva, pequeña, sufro la crisis, la falta
de crédito, he tenido de mi pequeña
empresa,
pero
quiero
seguir
emprendiendo y esforzándome a mis
63 años para mi futuro y el de mi
familia. En el camino he formado
parte de un partido político, he
asumido
responsabilidades,
he
conocido su funcionamiento interno,
he obtenido alegrías, reconocimientos
y sinsabores, pero no me sentí en
condiciones de seguir aceptando o
asumiendo
responsabilidades,
prioricé el trabajo personal y el futuro
de mi familia, que todavía no he
resuelto, y pasé a una sistema de
militancia pasiva. No me arrepiento
del camino desarrollado, seguro que
ahora veo cosas que si entonces las
hubiese visto no hubiera actuado de
la misma forma, pero no vale
arrepentirse y mirar atrás, lo pasado
forma parte de nosotros y lo hemos
de asumir, lo importante es el
presente y el futuro, la experiencia
nos ha de permitir no cometer los
mismos errores, pero cometeremos de
otros.
Estoy felizmente casado desde hace
39 años con Amparo y tenemos dos
hijos varones de 28 y 23 años, con los
problemas habituales de una familia
normal de clase media de mi país, la
hipoteca que no pude pagar, el
trabajo, el futuro de mis hijos, sus
estudios, etc. Me considero un
prototipo estándar de mi generación,
sin excelencias, pero sin grandes
deficiencias, seguramente más de las
que quisiera.
Al principio de esta crisis, que explota
en el año 2008, aunque su larva inicial
viene de más lejos, creía que sería
como una más de las que me ha
tocado vivir (1979-1983) (1992-1994),
etc., es decir, que deberíamos
ajustarnos el cinturón un pequeño
período
de
tiempo,
que
se
aprovecharía para hacer una limpieza
natural del mercado, que se
mejorarían algunas cosas (no muchas)
y que, por causa no conocidas de
forma científica y fehaciente, un buen
día empezarían a escampar los malos
vientos y augurios, volvería a salir el
sol, volveríamos a sonreír, tendríamos
(o nos venderían) dosis de confianza,
todo habría pasado y empezaríamos
un nuevo período de crecimiento.
Soy consciente, que muchos de
nuestros actuales dirigentes políticos
todavía piensan que las cosas
volverán a ser como antes, de la
misma forma que en las anteriores
crisis, pero me da la impresión, cada
día más, que esta vez las cosas no van
por esos derroteros.
La capacidad de absorción del
crecimiento por el crecimiento no es
infinita, tiene sus límites. La capacidad
de crecimiento basado en la
especulación financiera e inmobiliaria
no es infinita tiene sus límites. La
capacidad para satisfacer, en exceso,
las teóricas necesidades de todos los
ciudadanos,
provocando
un
endeudamiento insostenible, tiene
sus límites.
En un momento dado, que luego
analizaremos, nos vendieron la idea
de que todos podríamos tener de
todo,
que
no
deberíamos
preocuparnos por nuestro futuro, que
los estados garantizaban el estado del
bienestar, más allá de nuestras
posibilidades, que todos podríamos
estudiar en las Universidades, que
todos tendríamos alta velocidad,
aeropuertos al lado, asistencias muy
próximas las 24 horas, créditos sin
límite, que era más importante el
conocimiento que el sacrificio y el
esfuerzo, que si teníamos problemas
allí estaría “papá Estado” para
resolverlo, en conclusión la sociedad
idílica de los derechos y de los
poquísimos, muy pocos para no
molestar, deberes.
¿Cuál fue nuestra desgracia o nuestro
gran error? Que la inmensa mayoría
nos lo creímos o simplemente nos
dejamos llevar por la inercia, era muy
difícil resistirse ya que todo indicaba
que estábamos mejor, que íbamos
mejor, que seríamos no sé cuál
número de potencia mundial, etc.,
que superaríamos a otros países, que
teníamos el mejor sistema sanitario,
las mejores universidades y qué sé yo,
era “maravilloso”.
¿Qué sucede cuando alargamos más el
brazo que la manga, cuando gastamos
más de lo que ingresamos, cuándo no
podemos devolver las deudas? Que
nos pegamos el gran castañazo. Esto
es lo que nos ha pasado a nivel
nacional, estatal y mundial, ya que al
estar inmersos en una economía
global (cómo alardeábamos de que el
futuro era el mundo global), todos los
parámetros están entrelazados y no
se sabe dónde está el origen y el final
de la cuerda.
Más adelante, ya entraremos en
analizar las recetas purgantes que nos
están dando para sobrellevar la
enfermedad de la crisis actual, pero
en esta introducción sí que quiero
entrar en el erróneo concepto que
nos han vendido y que casi hemos
comprado: “todos somos culpables”
“todos gastamos más de lo debíamos”
“todos nos endeudamos por encima
de nuestras posibilidades”. Contra
esto me rebelo, ya que para satisfacer
los escrúpulos de los grandes
beneficiados (los mercados, las
instituciones
financieras,
los
especuladores
financieros
e
inmobiliarios) con el beneplácito de
los gobernantes nos vendieron, por
cierto de forma excelente, que nos
adentráramos en ese círculo del
consumismo sin informarnos de las
consecuencias, sin disponer de la
información necesaria y con un
proceso de manipulación, que debería
merecer el “Oscar” a la comunicación
y el engaño. Fueron ellos con su
avaricia quienes engañaron a la
mayoría
de
ciudadanos
con
preferentes, hipotecas excesivas,
precios
abusivos
de
ladrillo,
inversiones teóricas de alto beneficio
(en letra pequeña, muy pequeña,
“cuidado con el riesgo”).
Yo quiero rebelarme contra el
conformismo, la impasibilidad, la
sumisión, la aceptación como real de
una situación, que si queremos,
podemos cambiar y lo podemos y
debemos hacer desde una forma
pacífica, democrática, porque, como
decía
antes,
tenemos
los
instrumentos en nuestras manos y
debemos creernos que el poder, si se
actúa, radica única y exclusivamente
en los ciudadanos y su capacidad y
derecho a decidir.
De todas formas ahora no vale la
pena lamentarse, pero sí que no
debemos olvidar, para nunca jamás
volver a caer en la situación creada.
A pesar de todo soy un optimista nato
y creo que podemos, debemos y nos
merecemos salir adelante. En los
capítulos que se desarrollan a
continuación voy a intentar exponer,
de forma llana y clara, como creo que
se puede salir de esta situación, sin
pretender tener la ciencia infusa de la
única razón, intentaré aportar con mi
leal saber y mi capacidad de raciocinio
y del conocimiento adquirido una
fórmula real y posible de cambiar el
curso y retomar un nuevo camino,
que no se basa en un proceso
revolucionario, ni en un cambio de los
modelos democráticos, ni en un
ajuste de cuentas. Se basa en los
principios y modelos que nos hemos
dado en el devenir de la historia como
progreso, de la forma de organizarnos
y de respeto a los derechos de las
personas, pero ejerciendo el poder
que tenemos los ciudadanos para
cambiar las actitudes, las formas y los
sistemas para que respondan a las
auténticas necesidades de los
ciudadanos que somos los verdaderos
y únicos dueños de decidir nuestro
futuro.
Creo en un modelo basado en los
principios de libertad, solidaridad,
igualdad, de respeto a los derechos
humanos (carta de las Naciones
Unidas),
de
la
democracia
parlamentaria (con ajustes), del libre
mercado (con ajustes), de la
participación de los ciudadanos en las
organizaciones gubernamentales y sus
decisiones (con ajustes) y del estado
del bienestar (con ajustes). Si
utilizamos nuestro conocimiento e
inteligencia, el actual modelo nos
permite y nos concede el poder
suficiente para exigir y realizar los
cambios necesarios para corregir el
rumbo y reconducir esta sociedad
hacia una sociedad más justa, más
libre, de mayor progreso y de mejor
convivencia.
No nos podemos permitir el hecho de
que al finalizar esta crisis,
como
están intentando los poderes fácticos
y reales, los cambios que se hayan
producido nos lleven a una nueva
sociedad con más ricos, con una
disminución muy importante de la
clase media y una gran mayoría en el
umbral de la pobreza o por debajo de
dicho umbral.
La salida de esta crisis debe provocar
un cambio substancial en la sociedad,
convirtiéndola en más igualitaria, más
justa, sin abusos, con esfuerzo y
trabajo, generando riqueza y trabajo
digno.
3. Antecedentes.
¿Cómoseha
llegadohastaaquí?
A lo largo de la historia de nuestra
humanidad las crisis han aparecido de
forma cíclica, han sido un fenómeno
corriente si lo revisamos bajo un
prisma histórico y desde la distancia.
Las crisis se han originado por
diferentes motivos, ya sea por
agotamiento de un modelo de
sociedad, por exprimir al máximo un
modelo en beneficio de unos pocos y
en contra de la mayoría, a causa de
una catástrofe o epidemia o bien por
el imperialismo de un pueblo para
conquistar la riqueza o la posición
estratégica (otra forma de riqueza) de
otro pueblo por medio de la violencia.
Habitualmente, con independencia de
la
causa
y
de
su
origen,
mayoritariamente económica, todas
las crisis han comportado una
solución con formas violentas y de
destrucción que han posibilitado la
correspondiente
recuperación
posterior, pagando un alto coste en
vidas humanas y acarreando, en
muchos casos, la pérdida de
soberanía de algunos pueblos.
Algunos historiadores consideran este
proceso
como
normal
y
autorregulador de la humanidad, me
parece bien como tertulia en una
terraza con un café o en un plató de
televisión, pero bajo la conciencia
humana, si encima te toca vivirlo en
primera
persona,
me
parece
absolutamente deplorable.
La historia está llena de revoluciones,
conquistas, guerras civiles, guerras
globales, etc. Casi todas tienen su
origen en una crisis económica y en la
concentración de la riqueza en unos
pocos. La II Segunda Guerra Mundial
tuvo su origen en la crisis económica
de finales de los años 20 del siglo
pasado, sin la crisis el nazismo no
hubiera llegado al poder en Alemania,
ni el fascismo en Italia.
Ha sido la forma que la humanidad ha
decidido para resolver sus crisis o
conflictos hasta llegar a un momento,
a mediados del siglo pasado (después
de la II Guerra Mundial), en que la
desenfrenada carrera armamentística
de las potencias nos llevó a un
escenario en el que la posible
confrontación
conllevaría
la
desaparición de la humanidad, por
tanto la confrontación bélica dejaba
de ser una solución.
No
creo
que
hayan
cambiado
demasiado las cosas en la actual crisis,
respecto a la forma de actuar que se
ha utilizado con anterioridad. En todo
caso se ha substituido la violencia
física por la violencia económica, se
ha pasado de la sumisión por las
armas a la sumisión por el dinero. No
se ha perdido un ápice del hambre
imperialista de algunos pueblos,
aunque ahora se maquillen los gestos
en base a teóricas uniones de
estados, a convenios, a acuerdos
comerciales, etc.
La actual crisis tiene sus orígenes en la
época del Gobierno Reagan en
Estados Unidos, momento en que se
agudiza de forma muy manifiesta el
liberalismo económico que conduce a
unos nuevos conceptos: el dominio de
las finanzas, la deslocalización como
forma de explotación del tercer
mundo bajo el maquillaje de mejorar
las cuentas de resultados e
incrementar la competitividad, el
cambio de valores aupando a la
primera posición el valor del dinero.
Se empieza a gestar una época en que
todo gira en función de los datos
económicos
y
el
crecimiento
exponencial de los mismos, todo es
válido para obtener el mejor
resultado.
Esta situación, en su primera etapa
genera un importante impulso
económico, que se traslada a todas
las capas sociales y provoca un
incremento excepcional del consumo,
lo que redunda en un incremento de
la recaudación de los Gobiernos que
conlleva la incorporación de las
Administraciones Públicas al modelo
consumista en forma de impulsar
infraestructuras
no
necesarias,
políticas que no están ligadas a la
defensa de los intereses generales,
incremento excepcional de los
recursos humanos, etc.
Al final del mandato del Presidente
Reegan, en la misma época, se
produce un factor que marcará el
devenir de la sociedad mundial, la
caída del muro de Berlín, hecho
positivo en lo referente a la
recuperación de la democracia y de
los derechos humanos en una parte
importante del mundo. Por el
contrario es el momento esperado
por los llamados mercados (fondos de
inversión, especuladores financieros,
inmobiliarios, etc.) para tomar el
poder, era el paso que faltaba.
Mientras en el mundo existían dos
bloques, los poderes financieros
debían
congeniar,
conveniar,
concordar con los poderes políticos y
de una forma u otra el poder político
de los Estados regulaba, en parte, los
mercados financieros.
La
necesaria
reconstrucción
y
modernización de la Europa del Este
conlleva un incremento de la
producción
industrial,
de
la
construcción, de los flujos financieros
que
comporta
un
aumento
substancial
de
beneficios
en
Occidente provocando un auge del
consumo y en algunos países, como el
sur
de
Europa,
un
crecimiento
desmesurado del ladrillo y el turismo.
Los poderes políticos se rinden a los
beneficios de los mercados y quién no
lo hubiera hecho, se nada en
abundancia, los ingresos públicos
crecen sin parar, los Gobiernos
pueden lanzarse a una vorágine de
construcción y de leyes que amplíen
hasta límites máximos el Estado del
Bienestar, es la época dorada 1995 –
2007.
En definitiva, los Estados pierden su
capacidad reguladora del sistema
financiero y son los mercados quienes
toman el poder. Utilizo mucho la
palabra mercados, pero es para
entendernos, cuando nos referimos a
ellos estamos hablando de los fondos
de inversión, los grandes bancos, los
fondos
de
pensiones,
los
especuladores financieros, etc.
Toda esta excelencia financiera
impulsa a una competencia feroz de
ganar más, cada día más y mañana
mucho más. Pero las capacidades de
absorción por la sociedad son las que
son y en ningún caso son infinitas,
más, teniendo en cuenta, que en este
crecimiento
se
ha
mantenido
subyugado y extorsionado al tercer
mundo como factoría de producción a
bajo coste, pero sin actuar en un
estado de reparto de riqueza que
permita su avance y su incorporación
a una sociedad moderna, en progreso.
Creo que todos fuimos partícipes de
esta situación, todos creíamos en el
“gran dorado” o más bien nos
hicieron creer, repito es cierto que
todos participamos, pero rechazo de
plano que todos fuéramos culpables,
los principales culpables o digamos
“responsables” fueron los que
prepararon, incitaron e impulsaron el
nuevo paradigma, con la complicidad
responsable o ignorante de los
poderes públicos. Me indigno cuando
oigo a altos ejecutivos de grandes
instituciones financieras manifestar
que ellos no son los responsables de
la crisis, se consideran unos
perjudicados de la misma, consideran
que ellos no hicieron nada más que
seguir las propuestas y peticiones de
los ciudadanos. La verdad me parece
muy fuerte y hasta insultante a la
inteligencia humana, un poco más de
humildad, como veremos más
adelante, no les iría nada mal.
Como ya se ha explicado en diferentes
versiones este proceso desencadenó
en
una
grave
crisis
financiera,
empezando por los bancos en Estados
Unidos, en base a sus hipotecas subprime y a los productos tóxicos que
invadieron el mercado, pero también
en el ambicioso plan de algunas
entidades financieras que fueron más
allá de sus recursos y de su capacidad
de endeudamiento para seguir la
progresión exponencial de las
inversiones y las promesas de
beneficios cada vez más altos.
La crisis de las hipotecas subprime es
una crisis financiera, por desconfianza
crediticia, que como un rumor
creciente, se extiende inicialmente
por
los
mercados
financieros
americanos y es la alarma que pone el
punto de mira en las hipotecas basura
europeas desde el verano del 2006 y
se evidencia al verano siguiente con
una crisis bursátil. Generalmente, se
considera el detonante de la crisis
financiera de 2008, de la crisis
económica de 2008 y de la crisis de la
Burbuja inmobiliaria en diversos
países, entre ellos España.
La crisis hipotecaria, hasta octubre de
2008), se saldó con numerosas
quiebras
financieras,
nacionalizaciones
bancarias,
constantes intervenciones de los
Bancos centrales de las principales
economías desarrolladas, profundos
descensos
en
las
cotizaciones
bursátiles y un deterioro de la
economía global real, que provocó la
entrada en recesión de algunas de las
economías más industrializadas.
Esta situación se generaliza en todos
los países de la órbita occidental,
provoca graves caídas en las bolsas y
se extiende el temor de que el
sistema está en riesgo, que se puede
romper el equilibrio y que como
consecuencia de ello entremos en el
mayor de los infiernos.
Se ha atacado de diversas formas la
posible solución a la crisis financiera,
pero todas han comportado la ayuda
de los Estados en una gran operación
intervencionista, es decir, la ayuda de
los recursos de todos los ciudadanos,
para salvar un sector, que se
considera
clave
para
el
funcionamiento del sistema. Por otra
parte se ha considerado esta medida
intervencionista como peligrosa, tanto
por sus consecuencias políticas como
económicas, y que existían otros
mecanismo distintos al rescate, ya
que éste sólo resultaría en una
pesada carga para los contribuyentes
socializando las pérdidas de actores
privados, y que en muchos casos era
preferible la quiebra porque se
sanearían los activos inservibles. Estas
voces sostienen además, que el
problema no es una falta de
regulaciones, sino un exceso de malas
regulaciones ¿Es verdad que si cae
algún banco se puede arrastrar a la
caída general del sistema?, En esta
crisis hay diversos ejemplos que
demuestran que aunque se generan
graves problemas si el país es solvente
se puede resistir, recodemos la
quiebra espectacular de Lehman
Brothers y otros, unos desaparecieron
otros fueron absorbidos por otras
entidades financieras, muchas veces
no se garantizaron depósitos, etc.
La consecuencia final ha sido que se
ha entrado en una recesión global de
la economía mundial y que al final
todas las intervenciones de los
Estados en aportar fondos públicos
para evitar las nuevas quiebras han
supuesto y supondrán una grave carga
sobre quien al final paga la fiesta, es
decir, los ciudadanos.
Esta situación se agrava en aquellos
países que habían concentrado su
crecimiento en la economía de la
construcción, que se ve gravemente
afectada por la crisis. Este sector se
había
caracterizado
por
un
crecimiento exponencial basado en el
crédito y la especulación del suelo y
de golpe se frena en seco por dos
factores. Por un lado la falta de
compradores por el efecto de la crisis
y de la caída de los recursos
financieros y por otra el cierre del
crédito por parte de las entidades
financieras, la mayoría entra en
pérdidas o necesita fondos estatales
para
poder
funcionamiento.
continuar
su
La consecuencia, en algunos países
como España, es auténticamente
dramática, muchas personas que no
pueden pagar su hipoteca y pierden
sus viviendas, infinidad de viviendas
vacías sin comprador, infinidad de
construcciones paralizadas a medio
proceso y sin posibilidad de continuar
por quiebra del promotor o del
constructor, una interminable lista de
empresas que actúan en los sectores
auxiliares de la construcción y como
consecuencia más dramática el
incremento acelerado del paro, que
sin
sectores
alternativos
de
crecimiento intensivo de mano de
obra, condenan a muchas personas a
una situación de paro, que se va a
convertir en paro de larga duración y
que afecta a personas que se deberán
reconvertir en otras profesiones y a
una generación de jóvenes, muchos
de los cuáles abandonaron sus
estudios iluminados por el espejo
económico que producía poder
trabajar en la construcción y que
ahora se encuentran sin estudios y sin
trabajo posible (¿les suena lo dela
generación ni-ni?).
No quiero extenderme en los
orígenes, las posibles soluciones, los
análisis económicos, etc. Existe mucha
literatura,
estudios
y
análisis
realizados, pero si quiero dejar
constancia que todo este embrollo se
originó a espaldas de la voluntad y
participación
consciente
la
ciudadanía, es decir, lo organizaron
unos pocos y ahora nos toca pagar a
unos muchos.
Esta crisis ha puesto de manifiesto
que
los
Estados
y
sus
correspondientes Gobiernos no eran
conocedores o grandes ignorantes de
la situación que se estaba gestando,
es más les cogió por sorpresa y partir
de ese momento se ha evidenciado
que no existen soluciones generales
posibles, que no existen ideas, se ha
actuado contra corriente y siempre
detrás del problema sin intentar
encontrar una solución estable que
vislumbre un futuro de recuperación.
Por una parte Europa se ha enzarzado
en una lucha despiadada y sin cuartel
para reducir el déficit de los Estados
como fórmula de encontrar un
equilibrio a partir del cual se podrá
empezar a emerger. Es una situación
que es fácil de estudiar y resolver en
el marco de un despacho de la gran
entidad burocrática en que se ha
convertido Europa y su Comisión, es
muy difícil para aquellos que no
tienen trabajo, no tienen vivienda, no
tienen esperanza de recuperarse
como le está pasando a más del 20%
de la población de muchos países
europeos, cuyo único error fue creerse
lo que le decían sus políticos, sus
bancos y todos los medios de
comunicación.
El déficit de los Estados no se
corregirá si no hay crecimiento, ya que
la fuente de los ingresos son los
impuestos y estos sólo crecen de
verdad si hay incremento de actividad
económica, todas las demás fórmulas
están llamadas al fracaso. Solo hemos
de coger todas las previsiones que
han hecho desde el año 2008 el FMI,
la OCDE, la Comisión Europea, las
cumbres del G7 y del G20 y
observemos lo que dicen un año y el
siguiente, nunca cuadran y nunca
aciertan. Sus previsiones siempre son
corregidas al año siguiente.
Año tras año se nos dice que el
próximo será el de tocar fondo o del
inicio
de
la
recuperación,
posteriormente se impone la cruda
realidad y a esperar otro año. Es
cierto, y así se analizará en el capítulo
posterior, que las Administraciones
Públicas, al amparo del gran
crecimiento económico de la época
dorada han generado un déficit
insostenible, también las familias y las
empresas y también las entidades
financieras y por tanto, se debe
desarrollar una política basada en una
estrategia de reducir el déficit, pero
de aquí a convertirnos u obligarnos a
ser integristas con unos plazos que
son inasumibles hay una larga
distancia.
Quizá sería más lógico considerar un
equilibrio entre políticas de inversión
y crecimiento con políticas de
reducción de déficit, alargando plazos
pero deteniendo la inmensa sangría
que supone para el futuro de la
sociedad el sangrante incremento del
paro y las personas que se sumergen
por debajo del lindar de la pobreza.
Las actuales circunstancias están
dibujando un nuevo mapa mundial,
en donde se mantiene una cierta
hegemonía
de
EE.
UU.,
la
consolidación de una gran potencia
(China), el nacimiento de unas nuevas
y potentes economías emergentes
(Brasil, India, etc.), el envejecimiento
de Europa y Japón, un espacio
intermedio formado por la economía
del sureste Asiático, Rusia, Canadá
Australia, etc., y un tercer mundo
cada día más distante y más integrista
(ya sea en su base religiosa o en su
base social).
Esta situación va en contra de la
voluntad de los ciudadanos de Europa
de avanzar hacia la unidad, una cosa
es avanzar por convencimiento,
creencia y voluntad y otra por
imposición de unos sobre otros (los
ricos sobre los pobres).
La actual crisis va dibujando en el
espacio europeo unos países ricos y
otros a los que se condena por
muchas generaciones a ser pobres y
sería bueno analizar un poco de
historia no muy lejana, y veremos que
en los años 2001 a 2005 en Alemania
y 2002 a 2004 en Francia, hoy erigidos
en el baluarte de salvación de Europa
y subyugación de los pobres, no
cumplían los acuerdos de Maastrich
que indicaban que el déficit no podía
superar el 3% y el resto de Europa les
autorizó, sin penalizaciones, sin
incremento del índice de la deuda, sin
incremento de intereses, etc. Hoy la
política de estos Estados es
absolutamente inversa con sus socios
a la que ellos recibieron hace menos
de 10 años.
El reciente ejemplo de la política
italiana puede ser un reflejo puntual
de un país o el inicio de la voluntad
ciudadana de recuperar su propia
soberanía y la libertad de elegir su
futuro frente a la imposición de la
oligarquía de la UE. Los países, las
naciones y sus estados basan su
soberanía en la voluntad de sus
ciudadanos nunca en la imposición de
otros países, como actualmente
intentan hacer los halcones que
gobiernan realmente la UE mediante
una nueva guerra, no física ni militar,
pero si financiera que comporta los
mismos objetivos, secuestrar la
voluntad soberana de los ciudadanos
mediante el dictado e imposición de
unas reglas que le condenan a
entregar toda su generación de
riqueza al opresor.
En la historia reciente del siglo XIX y
XX, Alemania ha tenido una tentación
constante de ampliar su área de
influencia y su poder más allá de su
fronteras, es el conocido imperialismo
alemán,
que
conllevó
graves
consecuencias para toda Europa y el
mundo en general. Posteriormente
todos los países ayudaron a la
reconstrucción
de
Alemania
y
creíamos que después de los dos
grandes fracasos, ya
hubieran
entendido que estamos en otra
dimensión, la del diálogo, la del
consenso, la de ceder soberanía para
un bien común que sirva a todos (que
lejos quedan las aspiraciones de los
pensadores que fundaron la UE).
Desgraciadamente volvemos a las
andadas, bajo otras fórmulas, pero
con los mismos objetivos.
En épocas difíciles de la historia, como
la que nos toca vivir en estos
momentos, se requieren grandes
dosis
de
inteligencia,
de
perseverancia, de solidaridad, de
firmeza en los dirigentes que
conducen las riendas de los diferentes
rebaños (países). Se necesitan
personas con miras abiertas al futuro,
con ideas claras del horizonte donde
se conducen las naves para defender
los intereses generales de los
ciudadanos, no los de unos pocos,
que pueden ser muy importantes,
pero son pocos y no defienden los
intereses generales, habitualmente
defienden solo los suyos.
No es época de conquistadores, todos
los esfuerzos de las generaciones
anteriores para tener un mundo más
equilibrado, más justo, más solidario
no puede tirarse por la ventana por
un
proceso
especulador
e
imperialista. Debemos reaccionar
frente a esta situación, pero para ello
son necesarios una madera de líderes
políticos que no se vislumbran en
Europa y ni por asomo en España.
Hemos recorrido en nuestra historia
reciente muchos pasos, con muchos
sacrificios, con muchas pérdidas de
vidas humanas para llegar a un
equilibrio de respeto a los derechos
de las personas, de gobiernos
democráticos al servicio de los
intereses generales de la ciudadanía,
de vivir en un mundo donde, basados
en una economía de libre mercado,
los Estados puedan garantizar el
reparto de la riqueza y el bienestar de
sus ciudadanos.
Por los motivos expuestos y por la
dignidad del ser humano debemos
exigir a nuestros dirigentes que
ejercen sus funciones y asuman su
riesgo, que gobiernen sobre los
problemas, para ello les hemos
depositado
nuestra
confianza
electoral, que impongan la voluntad
democrática sobre los especuladores y
los abusos de los mercados.
No puede ser que otra vez los
ciudadanos, los llamados de a pie, las
clases medias, los autónomos, los
pequeños y medianos empresarios,
los
profesionales
liberales,
los
trabajadores por cuenta ajena, etc.,
sean los que tengan que pagar la
fiesta. No es de recibo leer, hace sólo
unos días, en un gran medio de
comunicación una entrevista al
Presidente de una gran entidad
financiera que decía “las crisis las
pagan siempre la clase media y los
trabajadores, nunca los ricos”, pues
bien, esto debe finiquitar. Las crisis las
deben pagar primero los que la
generan, en segundo lugar todos los
demás, de forma proporcional a la
capacidad de cada persona o entidad.
Personalmente, cada vez que hay una
reunión de G7, del G20, del FMI, del
Consejo Europeo, de las cumbres de
los Estados Europeos, de la Reserva
Federal, del BCE, etc., espero
encontrar una respuesta, un camino
hacia el futuro, aunque esté lleno de
dificultades, pero un camino y cada
vez recibo respuestas que no
entiendo, análisis certeros del pasado
(nada del futuro), dificultades
extremas para llegar a acuerdos,
pantomimas
de
declaraciones
pomposas, pero vacías de contenido.
Mucha comprensión de los problemas
que nos afectan, pero ninguna
solución, no hay propuestas valientes,
no hay propuestas orientadas a la
reactivación de la economía, a la
creación de empleo, a resolver el
tema de la vivienda, etc. Cada vez la
respuesta es la misma “estamos en el
buen camino y el próximo año será
mejor y llegará la recuperación”, hace
seis años que oímos la misma
cantinela y cada año se impone la
cruda realidad y estamos peor.
Observamos el fracaso de todas las
predicciones del Banco Mundial, del
FMI, de la UE, de la OCDE y de los
Estados, no han acertado una.
Ahora nos quieren vender el inicio de
la recuperación, que solo es visible en
las grandes empresas, las entidades
financieras y en la bolsa. Me pregunto
¿Dónde estamos los ciudadanos?
Creo que el sistema democrático es el
mejor de los sistemas que se pueden
dar los pueblos para su gobierno,
pero debe ejercitarse por personas
preparadas, estrictas, honestas y que
antepongan el trabajo y el esfuerzo en
pro de los intereses generales por
encima de los particulares, ya sean
propios, de partido o de lobbies. No
necesitamos un cambio de sistema, se
necesita
una
regeneración
democrática, la vuelta a los principios
que permitieron los grandes avances
de nuestra sociedad, la vuelta de los
partidos a su papel de correa de
transmisión del pensamiento de los
ciudadanos, más allá de la conquista
del poder por el poder, que sean
verdaderos centros de debate y no
aplausos unánimes al líder y cerrojo a
la controversia.
Me temo que la mayoría de líderes y
sus estados mayores sumisos piensan
que tarde o temprano la niebla de la
crisis escampará y que por arte de
magia volveremos a las etapas
anteriores, todo se volverá a poner en
marcha, volveremos a ser felices y
ellos seguirán conservando su
posición privilegiada.
Creo en el sistema y en la capacidad
de la personas, no en los actuales
dirigentes, que si no son capaces de
resolver los problemas deberían irse a
su casa, ejercicio de humildad y
honestidad, y dejar paso a otras
personas que tengan la capacidad, la
voluntad y la firmeza para liderar la
puesta en marcha de la sociedad y
poner orden
para
frenar la
especulación, la opresión de unos
pocos
sobre
muchos
y
el
imperialismo.
Las consecuencias de la situación
actual originadas por la crisis (odiosa
palabra) se agravan con los rescates
de los estados, los rescates de los
bancos, los recortes para reducir el
déficit (sagrada palabra impuesta por
Alemania) y otras medidas a las que
quisiera referirme.
Es curioso el tema del rescate de los
estados, si bien es evidente que todos
hemos de devolver el dinero que nos
han prestado, esto debe ser dentro de
las posibilidades reales de devolución,
no por imposición del prestatario ya
que se corre el riesgo de entrar en un
proceso sin solución y que conduce a
la quiebra. Por tanto las deudas los
estados las tienen que devolver, pero
sobre
planes
personalizados,
posibilistas y que, en ningún caso,
estrangulen los derechos de las
personas, más aún si los prestatarios,
en la mayoría de los casos son los
fondos de inversión y los bancos que
pretenden hacer su agosto a costa de
los más débiles.
Cuando uno tiene una deuda elevada
debe ajustar sus gastos, controlar sus
ingresos y hacer un plan realista, en el
tiempo que se posible, para proceder
a devolver la deuda, pero éste
proceso no debe comportar nunca
renunciar a la comida, a la vivienda,
etc. Es decir, a las necesidades vitales
de continuar existiendo, ya que si
esto sucede se producirá la
confrontación, la quiebra, la pérdida
definitiva de credibilidad en el
sistema, el auge del populismo y la
irrupción de un sistema que será
ingobernable y que conducirá de
forma inexorable a la destrucción de
la sociedad actual e imposibilitará la
recuperación de los valores que nos
han hecho avanzar y progresar.
Por tanto es imprescindible un gran
pacto, un consenso de los estados
que deberán imponer a los mercados,
sobre la base de reducir el déficit, no
en el porcentaje decidido por unos
burócratas del FMI o de la UE, sino en
base a las capacidades reales de cada
país, sobre la base de devolver la
deuda (el principal más unos intereses
razonables, basados en los índices de
referencia del dinero existentes, no en
los fijados por los especuladores de
los mercados) en un período de
tiempo realista y ajustar los ingresos y
gastos de tal forma que la sociedad
pueda seguir funcionando (con los
correspondientes ajustes) pero sin
renunciar a los principios básicos del
trabajo y el bienestar. Es cierto que
mientras dure esta situación será un
período con menos alegrías, pero
seguiremos
avanzando,
más
lentamente, pero avanzando y no
retrocediendo de forma brusca, con
pérdidas de derechos inalienables
como está sucediendo en estos
momentos.
El rescate de los bancos, es todavía
más curioso, resulta que todos los
ciudadanos debemos pagar la mala
gestión de unos que han jugado con
nuestros bienes. Se nos invoca el
papel esencial de las entidades
financieras en el sistema de libre
mercado que nos hemos dotado,
podría estar de acuerdo con esta
afirmación si la entendemos en toda
su amplitud, porque dentro del papel
esencial está el crédito a las familias y
las empresas para que bajo unos
intereses
razonables,
no
los
especulativos
que
existen
actualmente, poder garantizar el
progreso de la economía, el empleo,
el consumo, el mantenimiento de las
familias, etc. Pero no, les damos
dinero, ellos cierran el crédito,
consiguen del BCE, en el caso de
Europa, dinero a interés casi cero y lo
utilizan para comprar deuda de los
estados en dificultades, es decir
dinero a pagar por sus ciudadanos, al
4, 5 o 6%.
De esta forma hemos creado el círculo
vicioso que en el caso de la quiebra
de un estado originará, en cascada, la
quiebra de todo el sistema.
Me pregunto si no hubiera sido mejor
que este dinero prestado a los bancos
se hubiera destinado, en el caso de
España, a los más de 300.000
autónomos y empresas que se han
visto obligadas a cerrar en los últimos
5 años. Si se hubiera dado este
destino, se hubiera mantenido el
empleo, el consumo, los ingresos
fiscales en los Estados y no se hubiera
aumentado el déficit ni hubieran sido
necesarios los recortes sociales que se
han producido. Hay una máxima que
hemos perdido, sin empresas no hay
empleo, sin empleo no hay consumo,
sin consumo la producción decae, los
ingresos fiscales se reducen, los
Estados entran en déficit y al final
quebramos todos.
Los llamados especialistas o “gurús”,
personas muy inteligentes, que han
estudiado mucho, que leen mucho,
que hacen muchos análisis, pero que
no se mueven de su despacho, salvo si
es para participar en un debate o
hacer una conferencia nos dicen que
toda crisis conlleva una regeneración
del mundo comercial y empresarial
obligatoria porque elimina los
procesos no viables, sin futuro o mal
gestionados. En el supuesto, que ya es
mucho suponer, de estar de acuerdo
con esta premisa me pregunto ¿Es
que las entidades financieras que
están
en
crisis
fueron
bien
gestionadas o eran viables?, se ha
puesto de manifiesto que no lo
fueron, entonces ¿Por qué les
ayudamos con el dinero de todos y no
a las empresas? Añadiendo una
diferencia los autónomos y empresas
que han cerrado han pagado con sus
propios ahorros y patrimonios,
mientras que a las entidades
financieras las hemos salvado entre
todos y sin intereses (curiosamente la
base de su negocio).
Cuando una persona, una familia, una
organización tiene déficit, es evidente
que debe aplicar medidas para
equilibrar sus ingresos y sus gastos
con el objetivo de reducir el déficit de
forma progresiva y constante. Para
ello se debe comenzar por reducir los
gastos internos y no los servicios que
se prestan hacia otros elementos de
la sociedad, en el caso de ser servicios
esenciales y básicos, lógicamente
empezaremos por mirar si todos los
gastos son necesarios o superfluos y
eliminaremos estos últimos.
Curiosamente las Administraciones
Públicas y sus vigilantes opresores (los
famosos hombres de negro de la UE)
han empezado por el camino fácil,
reducir los salarios y recortar los
gastos sociales. Es evidente que en la
última época hemos engrandecido el
estado del bienestar hasta límites
insostenibles, responsabilidad de los
gestores que debían haber previsto la
situación, en lugar de dejar adularse
por los ciudadanos y sus votos, pero
llegados a la situación actual, sería
lógico empezar por eliminar los
servicios superfluos y a continuación
mirarse el ombligo y reducir, reformar
y reestructurar en interno todo lo que
se hace mal, todo lo que se duplica,
todo lo que es ineficiente y todo lo
que no es necesario o imprescindible,
compaginándolo con una motivación
y esfuerzo de los trabajadores
públicos, pero esto genera miedo a
los políticos, es duro, puede conllevar
problemas internos, puede herir al
“establishment”, por tanto es más
fácil coger la calculadora y con una
visión exclusivamente matemática y
financiera, sin ningún análisis social,
proceder a recortar o aumentar
impuestos en todo aquello que se usa
y que representa gasto elevado.
Esta actuación pública, en especial en
los países del sur de Europa, hasta
ahora solo ha provocado malestar
social, pero estamos llegando al límite
de dinamitar uno de los cimientos de
la sociedad moderna: la paz social. Si
por causas de esta actuación, fruto de
la mediocridad de los políticos y
dirigentes actuales, se produce el
estallido de la confrontación social el
proceso de progreso de nuestra
sociedad saltará por los aires y nos
encontraremos en una situación
ingobernable que puede provocar una
vuelta al pasado, con la pérdida de
derechos y el nacimiento de
movimientos
populistas
o
involucionistas que pueden conducir a
sistemas dictatoriales, más o menos
encubiertos.
En definitiva si a reducir el déficit, sí a
reducir
y
reestructurar
la
Administración Pública, si a eliminar
servicios superfluos, si a devolver la
deuda pero dentro de los límites que
no afecten a la actividad económica,
el empleo, la vivienda, la educación, la
sanidad y la dependencia, siendo
conscientes que mientras dure la
recuperación todos nos deberemos
apretar el cinturón, digo todos y esto
quiere decir que los que más tienen
más se lo deberán apretar ya que
nadie puede quedar exento del
ajuste.
La ciudadanía es inteligente, si se le
explica la verdad y se actúa con
eficiencia
y con
ejemplaridad,
entiende y participa, por el contrario
si se le engaña, si no se le aportan
soluciones, si no se le indica bien el
camino, al principio hay conformismo,
después indiferencia y al final
reacción que puede conducir a la
confrontación social.
Hasta aquí puede parecer un lamento
y la típica reflexión que cuando hay
un problema la culpa es de los otros,
si bien en este caso, hay bastante
parte de ello, es evidente que hay
otra parte de responsabilidad y esa
no es otra que la nuestra, la
responsabilidad
de
todos
los
ciudadanos en la generación y las
posibles salidas de esta maldita crisis.
Fruto del crecimiento económico en el
ámbito
llamado
occidental,
específicamente en Europa, en las
décadas de los años 80 y 90 de final
del siglo pasado y los primeros de
este siglo hemos vivido en un estado
de confort realmente envidiable y
jamás soñado, tanto en la capacidad
de consumo como en el estado del
bienestar. Esta situación nos ha
permitido ofrecer a las nuevas
generaciones todas las facilidades y
recursos, incrementados por el
concepto estricto de que debían vivir
mejor
que
las
anteriores
generaciones.
Sin embargo, toda esta actuación ha
tenido una grave contrapartida, nos
hemos creído que la situación era
infinita, cuando se ha demostrado
que es finita, y ello ha comportado
una pérdida u olvido de unos valores
que tuvieron un peso específico muy
importante en el progreso de nuestra
sociedad desde mediados del siglo XX,
que son el esfuerzo y el sacrificio.
Habíamos llegado a creernos que todo
era fácil y que si teníamos algún
problema o dificultad teníamos a
“papá” Estado que nos lo solucionaría
o nos facilitaría la solución. Había
trabajo, los patrimonios crecían por la
revalorización especulativa de la
construcción, los fondos de inversión
producían
grandes
beneficios,
también los fondos de pensiones,
todo era maravillosos, incluso se
dejaba de estudiar la ESO para
trabajar en la obra (construcción) y
disponer a los 16 años de más de
3.000,00€ mensuales, una gran parte
sin pagar impuestos.
Ahora,
cuando
hemos
hecho
el
aterrizaje de emergencia hemos
tenido diversas heridas y nos hemos
encontrado atónitos sin saber qué
hacer, solo esperar a que escampe
(como los políticos) o a exigir
soluciones a los dirigentes (que las
tienen que ofrecer), pero sin efectuar
la más mínima autocrítica para
levantarnos y ver lo que podemos
hacer más allá de la obligación de los
que gobiernan para responder. Esta
situación no revertirá si nosotros, los
ciudadanos, no hacemos un paso al
frente con esfuerzo, con sacrificio, con
intensidad, con exigencia a los
poderes públicos, utilizando todos los
resortes de la sociedad y de los
sistemas de gobierno, pero todo en
conjunto. Si nos quedamos en nuestra
casa esperando o tertuliando con los
familiares y amigos lo jodida que está
la situación creo firmemente que no
nos saldremos de esta. Hay que
levantarse, actuar, buscar trabajo,
exprimir las ideas, buscar alternativas,
buscar compañeros de viaje y exigir a
los poderes públicos que cumplan de
una vez con su obligación.
Creo muy honestamente que nos
encontramos en una encrucijada muy
difícil,
que
existen
muchos
interrogantes sobre cuál es el camino,
que existen una serie de actores
ocultos que mueven los hilos, que
existe una parálisis en la sociedad
(gobernantes y ciudadanos), pero
también creo firmemente que si
nosotros,
la
ciudadanía,
nos
levantamos y empezamos a movernos
de verdad, encontraremos el camino,
cambiaremos a nuestros gobernantes
y saldremos adelante, solo es cuestión
de
querer,
rotundamente
podremos.
por
que
ello
afirmo
si queremos,
4. Losgobiernos,los
partidospolíticosy
las
Administraciones
Públicas
A lo largo de la historia las sociedades
se han dotado de diversas formas de
gobierno, unas decididas por todos
los ciudadanos, otras impuestas por
una parte, pero en todo caso todas
ellas han sido aceptadas por la
mayoría
de
la
sociedad,
históricamente no hay modelo de
gobierno que no siendo aceptado por
la inmensa mayoría de la sociedad
resista el paso del tiempo, puede
hacerlo
de
forma
puntual,
imponiendo la violencia, pero si la
ciudadanía, de verdad, quiere el
cambio, lo acaba consiguiendo, ya sea
de forma pacífica o violenta. De todas
formas, analizando la situación en el
llamado espacio occidental, los
cambios producidos en el período
posterior a la II guerra mundial hasta
ahora se han llevado a término por
una parte de la ciudadanía que ha
forzado el cambio y que una vez
producido ha logrado el respaldo de
la mayoría de los ciudadanos.
Se podría afirmar que una inmensa
mayoría de ciudadanos vive un poco
al margen, sin cuestionar en
profundidad el modelo de gobierno,
estableciendo su prioridad en otras
cuestiones como el trabajo, la familia,
la vivienda, etc., y que sólo frente a
un movimiento sísmico de cambio se
pronuncia, para de forma posterior
aceptar el nuevo modelo sobrevenido.
Sé
que
esta
afirmación
puede
provocar reacciones airadas, pero de
no ser cierta como se puede explicar
la longevidad de las dictaduras
existentes en el período indicado en
casos, por ejemplo Portugal, España,
Grecia, países del este de Europa, etc.,
donde la mayoría de la ciudadanía
aceptó el modelo de gobierno, hasta
que llegado un punto se produce el
cambio, impulsado por una parte de
la ciudadanía y el resto lo acepta y se
integra en el nuevo modelo, incluso se
convierte, en un primer tiempo, en un
máximo defensor del mismo. Las
generaciones posteriores lo aceptan y
lo integran en su forma natural de
convivencia, hasta que se encuentren
en una situación de conflicto (guerra,
crisis, corrupción, incapacidad de los
políticos, etc.) que les hará
replantearse la situación y buscar
nuevas alternativas, siempre a partir
de un pequeño núcleo que deberá
llegar a ser lo suficientemente
significativo para poder enfrentarse al
cambio y lograr, a posteriori, la
aceptación mayoritaria.
Es posible agrupar en tres formas los
diferentes modelos de gobierno.
- Dictadura (totalitarismo)
- Democracia controlada (u
orgánica)
- Democracia parlamentaria
No es objeto de este documento el
análisis riguroso de los diferentes
modelos de gobierno, que a lo largo y
ancho del Planeta se han dotado los
ciudadanos de los diferentes países,
como ya se ha visto nos centramos en
los problemas actuales que se han
generado a nivel mundial y, en
especial, en el entorno occidental y
europeo.
En
este
espacio,
actualmente
el
modelo
inmensamente implantado es el de la
democracia parlamentaria, que en
función de las características de los
diferentes países se rigen por una
tradición
bipartidista
o
multipartidista.
El
sistema
de
democracia
parlamentaria es aceptado en el
mundo actual como el mejor o el
“menos malo” de los modelos que la
sociedad puede dotarse para su
gobierno. El sistema garantiza la
representatividad de las diferentes
opciones ideológicas que confluyen en
la sociedad de un país, en un espacio
de debate y decisiones que
representa el Parlamento.
Este sistema no está exento de crisis y
riesgos que amenazan su viabilidad o,
en todo caso, su eficacia. En primer
lugar está la forma de elegir el
parlamento,
ya
sea
proporcional,
mayoritaria y mixta, todos los
sistemas tienen sus ventajas y sus
inconvenientes, muchos de ellos están
implementados porque responden a
la forma de ser y pensar de sus
ciudadanos.
El sistema mayoritario proporciona
una mayor facilidad de gobierno,
representa la voluntad mayoritaria de
los ciudadanos, pero elimina todas las
voces de las minorías, que pueden ser
muy amplias, pero que de forma
individual no llegan a conseguir el
necesario soporte para tener su
representación, situación que provoca
que una parte de la voz de los
ciudadanos no se encontrará jamás
representada en el espacio donde se
debaten los problemas del estado,
con la consiguiente frustración de un
conjunto de personas que buscaran
otras formas de expresar sus
pensamientos y que el poder
“legalmente” establecido considerará
como marginales o anti-sistema.
Ocurren con frecuencia procesos en
que con unos resultados alrededor
del 30% / 40% de los votos se puede
llegar a tener mayoría absoluta de
representantes en el Parlamento.
Por el contrario tiene la ventaja de
que exige el acercamiento de los
políticos a sus electores y defender
sus opiniones, ya que si no lo hacen
tienen pocas posibilidades de volver a
ser elegidos en su circunscripción en
el siguiente proceso electoral.
El sistema proporcional permite una
mayor presencia de las diferentes
opciones y limita el proceso de
mayorías directas, siempre y cuando
el límite del porcentaje mínimo de
representación por circunscripción no
sea alto, en caso contrario se
producen dos distorsiones: La primera
que una opción con menor número de
votos pero que se presenta en menos
circunscripciones puede llegar a tener
una representación superior a una
opción que con mayor número de
votos se haya presentado en más
circunscripciones pero que en muchas
de ellas no haya llegado al mínimo
exigible para tener representación(
3%, 5% o 7%). La segunda es que se
siguen limitando, aunque menos, la
presencia
de
las
opciones
minoritarias.
La ciencia política, entendida como el
arte de lo posible, ha investigado y
avanzado
en
estos
sistemas
introduciendo correcciones como los
sistemas
mixtos
(una
parte
proporcional y otra directa /
mayoritaria) o dividir el Parlamento
en dos cámaras (introducción del
Senado)
con
sistemas
de
representación electoral diferentes lo
que produce, de forma habitual,
diferentes mayorías en las dos
cámaras, que se soluciona, en unos
casos dejando una de las cámaras
(habitualmente el Senado) con casi
ninguna potestad o bien con
potestades
o
competencias
diferentes, en cuyo caso el sistema es
bastante ingobernable. Hay algunos
casos de competencias básicas
compartidas y en el caso de
resultados diferentes se agrupan las
dos cámaras para un proceso de
decisión final, en cuyo caso, no está
garantizada, en absoluto, la real
representatividad de los ciudadanos.
Sea cual sea el sistema utilizado, la
democracia parlamentaria moderna
se basa en el proceso de disponer de
dos partidos mayoritarios más uno o
dos bisagras a los efectos poder
garantizar mayorías estables y la
gobernabilidad. Sin embargo en la
época actual de crisis y de falta de
confianza en los políticos por su
ineficacia demostrada en esta
situación
puede
conducir
a
parlamentos compuestos por un
número alto de opciones que
conducirá a un proceso ingobernable
o a un conjunto de pactos
antinaturales que provocaran un
gobierno sin rumbo e inestable.
De todas formas, con independencia
del
modelo
de
representación
parlamentaria que se elija (ya hemos
visto que no existe el perfecto) no hay
que dejar de analizar el papel que
juega en dicho proceso el actor
principal: los partidos políticos.
En la construcción de los procesos
democráticos representativos, es decir
parlamentarios, los partidos políticos
deben representar las diferentes
opciones
ideológicas
de
los
ciudadanos,
deben
ejercer
la
canalización de las ideas y opciones
libres de los ciudadanos y defenderlas
en el parlamento y ejercitarlas desde
el gobierno.
Los partidos políticos deberían ser la
correa
de
transmisión
del
pensamiento de los ciudadanos, para
ello deben integrarse como elementos
activos en todos los estamentos de la
sociedad. Esta situación, que debería
ser la lógica y habitual, se produce en
los inicios de la democracia o en los
cambios de sistema, posteriormente
se produce un alejamiento de la
participación
ciudadana
en
los
partidos políticos, la principal causa
es la desconfianza que se genera
cuando
se
observa
que
las
propuestas, las ideas no siguen el
camino trazado, se pierden ya sea
porque ahora lo que prima es otra
estrategia, o “no toca” o “no es
necesario”, etc.
Este proceso de orejas cerradas tiene
su principal causa en el proceso
interno de los propios partidos, que
en la mayoría de casos se convierten
únicamente
máquinas
electorales,
principalmente en los partidos con
opción de gobierno. Esta situación
provoca una inacción, cada día mayor,
en la mayoría del tiempo en que no se
producen los procesos electorales y
en ese espacio solo vale la adhesión al
líder.
Asimismo, en los partidos políticos se
ha perdido el concepto básico de la
democracia,
el
debate
y
la
representación, habitualmente la
discrepancia se traduce por ir contra
la dirección o el líder, los procesos y
debates internos se acercan a
posiciones
de
unanimidad,
la
situación más lejana de un proceso
participativo y democrático. Prima
más la conservación del puesto (silla)
que la apertura del proceso de debate
y lícita confrontación, que cuando se
produce provoca las llamadas al
consenso y la necesidad de la unidad,
que pasa siempre por imponer las
opiniones y razones de la dirección.
Sólo el sistema electoral mayoritario
provoca ciertos debates dentro de las
organizaciones, pero más orientados a
conservar el correspondiente escaño
que a responder a las auténticas
demandas ciudadanas.
El debate interno tiene una presencia
importante, únicamente en los
procesos y tiempos posteriores a una
derrota electoral, hasta la elección del
nuevo líder y en aquellos partidos
minoritarios que no tienen opción de
gobierno. Excepcionalmente, y más
por un problema de imagen, se
producen pequeños actos de debate y
participación.
Si los partidos políticos no cambian
sus procedimientos internos y la
mentalidad de sus dirigentes y
aspirantes a dirigir abriendo el debate
interno de una forma real y en todos
los procedimientos de elecciones
internas a todos los niveles, no se
logrará que a nivel de los colectivos
locales se recupere la confianza, la
ilusión,
el
sentimiento
de
responsabilidad y participación, a
partir del cual se puede transmitir a la
población la necesidad de recuperar
el proceso participativo.
Asimismo,
en
un
ejercicio
de
transparencia
y
participación
necesaria, los partidos deben abrir sus
debates internos a la sociedad, no
solo el maquillaje de participar en
unas primarias, como en algunos
estados que lo tienen regulado y que
ahora se empieza a transmitir en
algunos grandes partidos europeos,
especialmente los que están en la
oposición.
Si realmente los partidos políticos
deben ser correas de transmisión del
pensamiento y las ideas de los
ciudadanos deben abrir sus puertas,
no sólo a decidir o participar en la
elección
de
un
candidato
determinado, sino en sus procesos de
reflexión, debate, elaboración de
propuestas, etc. Sin este cambio y una
actuación de gobierno transparente
no será posible recuperar el espacio
de confianza mutua con los
ciudadanos, imprescindible para el
desarrollo de la sociedad y el
asentamiento de la democracia,
haciéndola más real y próxima.
Sabemos que nunca será un sistema
perfecto, que deberemos mejorarlo,
pero sí que entonces podremos
confirmar de forma definitiva que es
el menos malo y el único posible para
seguir progresando y avanzando
nuestra sociedad hacia un mundo más
solidario, más justo y con menos
diferencias.
De todas formas esta reflexión sobre
los partidos políticos se puede quedar
en una declaración de intenciones o
pasar a ser una realidad. No creo que
los partidos “per se” reaccionen y se
abran a este proceso participativo,
será necesaria la presión ciudadana
que se puede ejercer de forma
democrática exigiendo el cambio en
los partidos ya sea en un proceso
electoral o con la creación de nuevos
partidos que si actúen y respondan al
modelo expuesto. La respuesta la
tenemos todos los ciudadanos, no
vale solo quejarse o lamentarse, hay
que actuar si queremos cambiar, las
opciones
pasivas
nunca
han
transformado las sociedades.
Uno de los primeros pasos que se
deben dar es la modificación de los
procesos electorales, ya no puede
existir un sistema basado en partidos
políticos convertidos en máquina
lectoral y que la participación y
expresión de la soberanía de los
ciudadanos solo pueda expresarse en
el derecho a ejercer el voto cada
cuatro, cinco o seis años.
El proceso debe iniciarse por cambiar
el sistema electoral, no solo en el
formato, sino también en el proceso.
Los partidos deben ofrecer un proceso
de primarias para elegir sus
candidatos, abierto a los ciudadanos,
un
proceso
de
participación
ciudadana en el proceso de
elaboración de las propuestas de
gobierno y un proceso continuado,
durante
toda
la
legislatura,
de
participación
ciudadana
en
seguimiento de la acción política.
el
Solo de esta forma o similar se puede
lograr devolver el interés de los
ciudadanos hacia la política y que los
partidos vuelvan a su función de
correa de transmisión de los
diferentes pensamientos e ideologías
de los ciudadanos. La democracia
corre un grave peligro a medida que
aumenta la desafección de la
ciudadanía con los políticos, ya que
esta situación, a medida que se
agrava, puede derivar en una
separación abismal que siempre
conduce a un proceso populista que
termina derivando en una opción
totalitaria o asamblearia, opciones
que conducen al deterioro de la
sociedad, a la sumisión o la
confrontación y a la perdida de los
valores sobre los que se debe
fomentar una sociedad moderna,
como ya se ha demostrado
históricamente.
En este sistema, que dota de mayor
protagonismo a la ciudadanía,
obligaría a todas aquellas personas
que quieran participar registrarse
previamente
como
ciudadanos
partícipes en aquellas organizaciones
que consideren defienden mejor sus
planteamientos personales, generales
e ideológicos. Dicha inscripción
protegida por las leyes de protección
de datos de cada país no comporta
compromiso
alguno
sobre
el
comportamiento electoral de la
persona.
No es cuestión de cambiar el sistema
actual, los sistemas son buenos si se
saben utilizar para lo que han sido
creados, por tanto no elucubremos
sobre grandes cambios, avancemos
con modificaciones que evolucionen
el sistema y dejemos de tener una
actitud pasiva y crítica para pasar a
una acción activa y positiva en la línea
de una mayor participación.
Es evidente que estas modificaciones
van a tener todas las resistencias
posibles del “establishment”, pero se
trata
de
que
los
ciudadanos
ejerzamos la correspondiente presión
sobre los partidos políticos mediante
propuestas legislativas populares de
cambios en la legislación de los
mismos que les obliguen a efectuar
las modificaciones y, de esta forma,
poder volver a recuperar la confianza
mutua y la participación ciudadana,
evidentemente voluntaria, a lo largo
de todo el ciclo legislativo.
Asimismo, este cambio provocará la
vuelta de la democracia interna a los
partidos, en lugar de ser agrupaciones
unánimes en torno a los líderes. Es
evidente que si se abren los procesos
no se podrá continuar con la presión
u opresión de los dirigentes sobre las
bases.
Si se logra avanzar en este proceso,
deja de ser un problema importante
el famoso debate de listar abiertas o
cerradas en los procesos electorales,
ya que se trata de elegir opciones o
ideologías mayoritarias que puedan
ser el reflejo de la sociedad más allá
de las personas, sobre las cuales al ser
obligatorio el proceso de primarias
también tienen el sello de la
legitimidad de la ciudadanía.
Nos restaría optimizar el sistema
electoral y parlamentario para que
fuera más abierto a las minorías sin
caer en el asambleísmo que
invalidaría el sistema de democracia
parlamentaria al convertirlo en
ingobernable. El éxito radica en un
mix sobre la base de la representación
territorial mínima garantizada y el
principio de representación de la
fuerza de los votos. Esta conjunción
de factores, no resuelta solo puede
encontrar solución en dividir la
asignación de escaños en dos factores,
en dos partes, una que garantice el
mínimo de representación territorial
por circunscripción y otra que
considera todo el espacio electoral
como una sola circunscripción; de esta
forma se lograría, no de forma
perfecta, pero sí muy mejorada,
responder a una representación más
real de la voluntad ciudadana y sus
diferentes opciones.
Debería existir en las respectivas
constituciones de los países una
limitación de aquellas decisiones que
afectan de forma básica a los
derechos fundamentales de los
ciudadanos para que no sean
tomadas de forma exclusiva por los
Parlamentos o Gobiernos y que fuera
necesario realizar la correspondiente
consulta popular vinculante. Es
preciso encontrar un término medio
ya que no se pueden efectuar
referéndums cada mes. Este sistema,
garantizaría
la
participación
ciudadana más allá de los procesos
electorales y sería una garantía de
respeto a la voluntad popular y un
acercamiento notable entre la clase
política y la ciudadanía.
También debemos referirnos a
aquellos sistemas que comportan dos
cámaras
de
representación
parlamentaria
(habitualmente
Congreso y Senado). Este doble
sistema solo tiene sentido sobre la
base de que una sea cámara
legislativa
con
competencias
identificadas y que la otra sea cámara
de representación territorial (modelo
a utilizar en estados de corte federal o
autonómico). Para su correcto
funcionamiento
deben
existir
modelos electorales distintos y
competencias
diferenciadas.
Asimismo, los temas fundamentales
del Estado se deberían resolver por
mayoría de las dos cámaras y en caso
de empate por sesiones conjuntas. No
tiene sentido alguno que la mayoría
de leyes se deban tratar en las dos
cámaras o mantener la existencia de
las mismas pero dándolo la
preminencia a una de ellas, es un
gasto inútil, una pérdida de tiempo y
una generación de desconfianza hacia
el sistema por parte de la ciudadanía,
que llegará a considerar el modelo
como una forma más de gratificar y
premiar a los componentes de los
partidos políticos.
Por último deberíamos afrontar un
tema escabroso, especialmente para
los políticos, que es la financiación de
los partidos políticos. Creo que los
partidos políticos se deben financiar
mayoritariamente por el erario
público, pero en función de la
capacidad presupuestaria y de los
resultados electorales, publicando de
forma clara las cifras consignadas a
cada
organización
política.
Sin
embargo, también creo que debe
dejarse la puerta abierta a la
financiación privada de los mismos,
por parte de los ciudadanos y de las
organizaciones
empresariales,
corporativas, patronales o sindicales.
La participación no pública debe ser
transparente con registro público
donde deben reflejarse todas las
donaciones, con identificación del
donante, superiores a 5€ o 5$ hasta
un límite máximo de 50.000,00€ o $.
Asimismo, los partidos políticos
deberían ser auditados cada año por
organizaciones
independientes
homologadas y elegidas por los
parlamentos,
dichas
auditorías
deberían hacerse públicas y en
aquellos casos que se detectaran
irregularidades se deberían sancionar
económicamente
y
con
responsabilidades civiles o penales,
cerrando todo tipo de consignación
pública
o
privada
hasta
su
subsanación.
Referido al tema de la financiación, en
estos últimos años ha aflorado un
tema tangencial “la corrupción”, que
se sitúa en los máximos niveles en los
índices de preocupación ciudadana en
la mayoría de países de Europa, ya
sea dentro de la UE como fuera. Es
evidente que un sistema de
financiación transparente y unas
auditorias de los partidos por
organizaciones independientes
dificultan el proceso de corrupción,
sobre todo los procesos sistemáticos,
más allá de estos, solo la Justicia
puede actuar para la persecución del
delito. Siempre he creído que es
mejor prevenir que curar, para ello es
preciso que los partidos políticos
firmen un pacto y compromiso con la
ciudadanía de rechazar todo sistema
parcial o global que pueda implicar
corrupción, asimismo todos los
electos deberán someterse a un
juramento de cumplir todas la
práctica legales rechazando cualquier
atisbo de corrupción.
Asimismo, la justicia debe actuar con
la máxima firmeza, pero con la
máxima equidad y confidencialidad.
Deben eliminarse los juicios públicos,
alimentados por los medios de
comunicación y respetar el principio
de presunción de inocencia. Los jueces
y fiscales han de actuar de acuerdo al
principio legal y no en base a sus
creencias u opiniones u posiciones
personales y huir del siempre goloso
caramelo de la imagen pública de
justiciero.
De
todas
formas
no
debemos
dejarnos llevar por las impresiones
que nos llegan de los medios de
comunicación en los llamados casos
de corrupción. Es cierto, que debe
caer todo el peso de la ley sobre
aquellos políticos o administradores
públicos que hayan cometido delitos
de prevaricación o pura corrupción,
pero seamos sinceros, que aparte de
estas medidas hay que desterrar de
nuestro país un lema que se ha
impuesto durante muchos años y es
“aquí todo vale”, para que existe un
corrupto ha de existir un pagano o un
beneficiario y muchas personas
influyentes,
poderosas,
de
importantes negocios, de intereses
especiales o de necesidades de
disponer de privilegios son la otra
parte de la moneda, que muchas
veces queda impune o sin rastro y es
tan o más culpable que la otra y de
una vez por todas se ha de acabar el
“todo vale” o “todo tiene un precio”,
para que todos estemos en las
mismas condiciones e igualdad de
derechos y deberes como se necesita
en una sociedad moderna.
Por el contrario el pacto anticorrupción, antes señalado, deberá
incluir, de forma tajante, que
cualquier cargo electo o público que
sea
imputado
tendrá
automáticamente suspendidas sus
funciones en el ámbito político, ya sea
en su condición de electo o en su
condición de responsabilidad en la
Administración Pública. Supongo que
esta propuesta clamará al cielo en el
ámbito de los partidos políticos,
podrá sonar a injusta, deberá
introducir el reconocimiento público,
en el caso de no ser procesado o
absuelto, pero en la situación actual si
el pacto anti-corrupción no contempla
este
apartado
su
credibilidad
ciudadana será cero.
Asimismo, en el caso de ser procesado
la suspensión será sustituida por la
renuncia obligatoria, arbitrándose, en
este caso, la misma reparación
descrita en el caso de inocencia al
final del proceso.
Otra medida, que también debería ser
de obligado cumplimiento, es la que
concierne al tiempo seguido que se
puede ejercitar una función pública
de Gobierno o autoridad pública.
Debería estar limitada a dos
legislaturas, pero debería afectar a
toda la escala de cargos públicos en el
Gobierno o en la Administración
Pública, que provengan de procesos
electorales o de designaciones
directas, no pudiendo ejercer cargo
alguno en las dos próximas
legislaturas (a excepción del electo en
parlamento o municipio, pero sin
responsabilidad alguna en el ejercicio
del Gobierno o gestión pública, ya sea
directa o indirecta, como es el caso
del sector público).
Es de prever que estas medidas
generaran una repulsa y ataque de los
partidos políticos y de las autoridades
públicas argumentando que de
aprobarse estas propuestas se
generaría una pérdida de experiencia
y de garantías o posibilidades
laborales de muchas personas y que
esto conduciría a una situación de
pérdida de calidad y eficacia en los
Gobiernos y en las Administraciones
públicas. Es posible que dichos
argumentos
tengan
un
cierto
fundamento, pero qué pasa cuando
hay un cambio de Gobierno y los que
entran no han estado en la
Administración Pública o no han
ostentado hasta ese momento
representatividad alguna, ¿se han
parado las actuaciones o las
dinámicas políticas? ¿Lo han hecho
mejor, igual o peor que sus
antecesores? ¿No existen los
funcionarios con potestad pública
para garantizar el funcionamiento
legal de las actuaciones e impulsar las
maquinarias? Asimismo, este modelo
generaría un aire fresco de forma
constante
en
los
ámbitos
parlamentarios y de Gobierno,
permitiendo
una
renovación
constante de ideas y un espíritu, que
lejos de aburguesarse, permitiría una
intensidad de acción continuada.
Permítame el lector, antes de entrar
de lleno en la problemática de las
Administraciones Públicas detenernos
un instante en los llamados otros
poderes (medios de comunicación,
justicia, lobbies y la religión).
En los últimos años los medios de
comunicación, en su mayoría, se han
considerado
como
los
únicos
valedores
de
la
verdad,
convirtiéndose en los verdaderos
guiadores de la actividad política
ejerciendo un ámbito de presión muy
consistente sobre la clase política y las
Administraciones Públicas.
En
primer
lugar
deberíamos
considerar que los medios de
comunicación deben ser entes
independientes de cualquier partido
político y de Gobierno, solo causas
excepcionales
pueden
justificar
medios de comunicación públicos y,
en estos casos, se debería elegir un
equipo gobernante elegido por el
correspondiente parlamento con una
mayoría mínima de 2/3 de la
correspondiente
cámara
y
un
mandato superior al equivalente de la
legislatura.
Los medios de comunicación deben
tener su propia viabilidad económica
sin depender de la subvención de los
poderes públicos, ya que en dicho
caso se coarta su libertad de
expresión. Esta frase “libertad de
expresión” que se utiliza como el
mayor argumento de la defensa de los
medios de comunicación entraña
muchos conceptos.
Primero, quiere decir que el
pensamiento no está condicionado
por ninguna ideología, poder público
u organización política, esto no quiere
decir que los profesionales o tengan,
de forma libre, su propia ideología, a
lo que me refiero es que el medio no
debe estar sometido o ligado a un
pensamiento único y, si fuera este el
caso, que lo manifieste claramente
para no llamar a engaño a los
ciudadanos. Segundo, demasiadas
veces
algunos
medios
de
comunicación se convierten en la
oposición frontal a una ideología,
gobernante o no, con el único fin de
destruirla o desvirtuarla, utilizando
sus espacios de comunicación, no
para informa o expresar una opinión,
sino
para
destruir
tanto
personalmente como políticamente;
este ejercicio convierte a una parte de
la profesión en denigrante, la
información debe utilizarse para
construir, discrepar y denunciar, en
ningún caso para destruir.
Asimismo,
los
medios
de
comunicación, abusan en muchos
casos, al publicar denuncias contra
personas u organizaciones, del
manoseado “secreto de la fuente de
información” para justificar su
actuación y protegerse ante la justicia.
Estoy absolutamente de acuerdo en el
secreto de la fuente de información,
siempre y cuando el periodista o el
medio haya comprobado en “estrictu
sensu” la veracidad de la información
o la prueba que obtiene en base al
secreto de información, porque si no
cualquiera coge un papel con un
membrete o altera una grabación se
la da al periodista y éste con sólo esta
base procede a montar una campaña
infecta e inmoral.
Asimismo, en el caso de que “a
posteriori” el propio medio o
periodista descubra el engaño de la
fuente
de
información
debe
denunciarlo inmediatamente a la
justicia, ya que en caso contrario se
deberá autorizar a la justicia, que en
dichos casos, pueda proceder a exigir
de
forma
excepcional
el
descubrimiento de la “fuente de
información”.
Las
“fuentes
de
información” deben ser la pista para
iniciar un proceso de investigación
periodística hasta llegar a la plena
certeza y en ese momento proceder
con la máxima eficacia y contundencia
en la denuncia.
Debemos acabar con la manipulación
de los medios de comunicación, que
son necesarios en la sociedad actual y
que deben actuar con el máximo rigor
de sus informaciones, no basados en
bulos o informaciones sin contrastar.
Debemos acabar con los juicios
públicos promocionados en los
medios de comunicación. Debemos
acabar con la falta de rigor de algunos
medios de comunicación. Para ello el
primer principio debe ser que tengan
una
absoluta
independencia
económica y una viabilidad como
empresa,
solo
así
serán
absolutamente libres y podrán ejercer
la profesión con dignidad.
Me considero un defensor a ultranza
de la libertad de expresión, entendida
como la libertad de expresar,
discrepar, criticar, contestar, etc., todo
tipo de opiniones sobre cualquier
tema
que
libremente
quiera
manifestar, pero no me da derecho a
manipular, a engañar, a publicar o
expresar una información sin el previo
contraste, a descalificar en base a
suposiciones,
etc.
Estas
consideraciones me llevan a las
famosas tertulias, en especial aquellas
en las que participan exclusivamente
personas
de
los
medios
de
comunicación y/o expertos sin
ninguna responsabilidad pública,
distinguiendo estos espacios de las
mesas redondas donde intervienen
los responsables del tema y son
interrogados por los periodistas o en
los debates entre diferentes opciones
ideológicas, culturales o científicas.
Es realmente sorprendente el auge de
estas tertulias y la prepotencia que
utilizan para erigirse en jueces de la
situación, creo que deberían cambiar
de profesión y estudiar derecho para
hacer las oposiciones a la judicatura.
La mayoría de los participantes en
estas tertulias lo hacen para reforzar
su protagonismo, en contra de servir
de ejercicio para aclarecer aquellos
temas que manifiestan una cierta
obscuridad o aquellos que se
consideren contrarios a los derechos
de los ciudadanos. En la mayoría de
los casos se utiliza de forma muy
alegre “sé de buena tinta”, “según
creo o parece”, “estoy informado de
una fuente”, etc., para a continuación
emitir un juicio aplastante sobre el
tema o la persona, dejando
sentenciado el tema. Asimismo,
aconsejaría a los tertulianos que en
lugar de buscar su titular intentaran
debatir más sobre los problemas que
realmente
preocupan
a
los
ciudadanos y de una forma
respetuosa entre ellos respetándose
los unos a los otros sin entrar en
gritos, descalificaciones, impedir el
uso de la palabra, interrumpir
siempre a los otros, etc.
En definitiva
comunicación
investigación
profunda,
sí a los medios de
independientes, sí a la
periodística (real y
se
necesita
más
conocimiento y más trabajo) para
denunciar irregularidades, sí a los
medios
de
comunicación
que
públicamente
manifiesten
una
ideología determinada y que la
defiendan a ultranza bajo el prisma
del respeto a las diferentes opiniones,
sí a las mesas redondas y tertulias,
sobre la base del conocimiento de los
temas, el respeto mutuo y sin
insinuaciones que pueden provocar el
“calumnia que algo queda”.
Cuando un periodista denuncia un
hecho fundamentado en una perfecta
investigación y sobre la base de
fuentes de información fiables, reales
y con sus correspondientes pruebas
merece el reconocimiento de toda la
sociedad por su aportación de valor a
la democracia, por el contrario
cuándo se produce una información
sin una investigación profunda y con
débiles
o
falsas
fuentes
de
información
provocando
la
correspondiente calumnia merece la
reprobación de toda la sociedad y su
castigo por parte de la Justicia.
Hablando de la justicia, nos
encontramos con otro de los poderes
que ejerce una
extraordinaria
influencia en la vida pública y en el
devenir de los ciudadanos por su
poder legal y la consecuencia de sus
decisiones.
Creo en la buena voluntad de los
jueces y de los trabajadores del
sistema judicial, sin embargo, los
ciudadanos estamos absolutamente
disconformes con el funcionamiento
del sistema judicial.
En primer lugar es absolutamente
incoherente que los fiscales tengan
una dependencia directa del poder
político, que es quién nombra al fiscal
general del Estado y tiene el mando
absoluto sobre toda la fiscalía, este
sistema provoca, sin duda, una
politización de la Justicia que se debe
cambiar.
El Fiscal
nombrado
propuesta
mayoría de
General debería ser
por el Parlamento, a
del Gobierno, con una
2/3 de la cámara y con un
mandato mínimo de 6 años, previa
audiencia previa en la Comisión de
Justicia para evaluar su capacidad y
responder a las preguntas de todos
los grupos parlamentarios, al estilo de
lo que sucede en otras democracias
parlamentarias occidentales. Esta
situación
limitaría,
de
forma
substancial, la dependencia política
de una ideología determinada y
obligaría a buscar consensos que se
deberían decantar hacia soluciones
más
profesionales
(historia,
capacidad, honestidad probada, etc.)
que políticas.
No tiene sentido disponer de tres
altos órganos de la judicatura
(Tribunal Constitucional, Tribunal
Supremo, Consejo General del Poder
Judicial), más los correspondientes
Tribunales Superiores de Justicia
autonómicos. Últimamente ya hemos
asistido a las posibles irregularidades
de miembros del Consejo Superior del
Poder
Judicial,
al
espectáculo
bochornoso de la renovación de los
miembros del Tribunal Constitucional,
etc.
En primer lugar considero que debería
desaparecer el Tribunal Constitucional
y convertirse en una sala del Tribunal
Supremo, con elección de sus
magistrados por vida hasta su
jubilación,
renuncia
voluntaria,
incapacidad
profesional
o
fallecimiento, por parte de la cámara
legislativa con mayoría de 2/3 y previa
audiencia
de
la
Comisión
parlamentaria de Justicia.
En segundo lugar, el Consejo Superior
del Poder Judicial si se ha de convertir
en el máximo órgano de la Judicatura
de un Estado y articularse como un
verdadero
poder
independiente
garantizando la seguridad y los
derechos de los ciudadanos, debería
ser elegido por sufragio universal de
los ciudadanos (coincidiendo con
alguna de las elecciones legislativas,
municipales
o
europeas) para
mandatos de ocho años, con
renovación de su mitad cada cuatro
años. El mismo proceso debería
seguirse
para
los
Tribunales
Superiores de Justicia autonómicos.
Los miembros del resto de salas del
Tribunal Supremo deberían ser
elegidos para un mandato de ocho
años, renovando su composición cada
cuatro por elección directa de los
jueces, que sólo pueden acceder por
oposición.
Asimismo para mejorar la tarea de los
jueces y permitir que se dediquen
“estrictu sensu” a la aplicación de la
ley y no a la golosa interpretación de
la ley, debería designarse una
comisión de expertos independientes
de los partidos y elegida por 2/3 de la
cámara legislativa para que en un
período no superior a seis meses
hicieran una propuesta definitiva de
revisión, simplificación, clarificación y
adecuación
de
la
ley
de
enjuiciamiento civil y de la penal. El
nuevo ordenamiento debería ser
aprobado por la cámara legislativa
por una mayoría de 2/3 y
posteriormente ser sometido a
referéndum
vinculante
de
la
ciudadanía. El mismo proceso debería
seguirse en aquellas Comunidades
Autónomas
que
disponen
de
legislación civil peculiar (como el
Derecho civil catalán).
De esta forma se independizaría la ley
de las ideologías y los ciudadanos
considerarían como suyas las leyes de
enjuiciamiento, lo que debería
provocar un incremento substancial
de la confianza en la Justicia y de la
responsabilidad
social
del
cumplimiento de las leyes.
Se debería universalizar el jurado
popular en todos los juicios penales y
en los de mayor cuantía o repercusión
social en el caso del enjuiciamiento
civil.
Por último debería procederse a una
modernización “real” y “total” del
funcionamiento de la Justicia. Cuando
entramos en un Juzgado nos da la
impresión de trasladarnos al siglo XIX
(con montones de expedientes y
papeles, mesas llenas de expedientes,
etc.), la modernización de la Justicia
no sólo depende de nuevos edificios e
instalaciones, que en algunos casos
también, asimismo, no depende de
que los juicios ya se graben en DVD. La
modernización depende de que se
puedan informatizar todos los
expedientes y que pueda existir una
base de datos común a todos los
juzgados lo que permitiría avanzar de
forma sistemática y fiable en todos los
procedimientos, disponer de archivos
digitalizados accesibles por los
administradores de la Justicia, facilitar
y acelerar la comunicación hacia los
ciudadanos personados o implicados,
así como hacia y entre los
correspondientes abogados.
Asimismo, para la resolución de la
mayoría de los temas civiles y
mercantiles debería sustituirse la
justicia por el arbitraje por parte de
instituciones reconocidas (Cámaras de
comercio, etc.). Asimismo, debería
implantarse el juicio rápido de forma
sistemática en el caso de delitos
menores, faltas, denuncias por
motivos
de
tráfico
de
vehículos
(circulación) sin heridos, etc. Por
último las tasas judiciales deberían
reducirse en gran cuantía y ser
proporcionales a las rentas de las
personas que solicitan la intervención
de la Justicia, en caso contrario
estamos primando la justicia de los
ricos por encima de los pobres y esto,
evidentemente, es la antítesis de la
Justicia.
Existen otros poderes que ejercen su
influencia sobre las decisiones
políticas que afectan al devenir de las
naciones y estados, presionando las
deliberaciones de los respectivos
gobiernos para inclinarlas hacia
aquellas decisiones que favorezcan
sus intereses, que casi nunca
coinciden con los de la mayoría de la
ciudadanía.
Nos estamos refiriendo a los famosos
“lobbies” que movidos por intereses
particulares,
principalmente
económicos, ejercen una presión a la
que difícilmente se sustraen los
políticos. Un ejemplo claro lo tenemos
en España con la Banca y las grandes
compañías eléctricas.
¿Cómo
podemos
aceptar
los
ciudadanos sometidos a la crisis
actual que se entreguen ingentes
cantidades de € para intentar salvar la
banca?, de los cuales más del 50%
serán a fondo perdido, porque no se
podrán devolver y esto obligará a
pagarlos al Estado, es decir a repartir
entre todos los ciudadanos, que no
han tenido intervención alguna en el
descosido que ha generado la Banca
con sus prácticas en los últimos años
del gran crecimiento (artificial) de las
economías occidentales.
Mientras tanto se niega el pago por
dación en las hipotecas, como sucede
en la mayoría de países. Asimismo, el
dinero recibido sirve para sanear las
cuentas internas de las entidades
financieras sin responder al objetivo
expuesto para esta ayuda que es
mejorar el crédito a las familias y las
empresas, todo al contrario de lo
explicado por los políticos, la UE, el
BCE y el FMI, el crédito no existe si no
hay garantías superiores al 100% y los
intereses se sitúan entre el 7 y el 12%,
aunado con el incremento de las
comisiones.
Sorprende la pasividad de los
Gobiernos ante tal injusticia social,
aunque también me sorprende la
extraña pasividad de la ciudadanía
que no reacciona ante semejante
afrenta y expolio de sus propios €.
Tan grave como la situación que se
genera con las entidades financieras
es la que provocan las compañías
eléctricas, amparadas en el déficit de
la tarifa eléctrica, resulta que en
España pagamos la electricidad más
cara de Europa. Estamos en contra de
las centrales nucleares e importamos
energía producida por ellas en otros
países, tenemos una gran capacidad
de generar energía eólica y solar y en
lugar de beneficiar dicha actividad,
que podría proporcionarnos un
liderazgo tecnológico a nivel mundial,
nos la cargamos a base de impuestos
y cánones para poder permitir a los
grandes señores de las compañías
eléctricas mantener su poderío, que
en base a una teórica liberalización,
no es más que un monopolio
compartido entre todas ellas.
España y muchos otros países del
mundo no serán una auténtica
democracia hasta que no desaparezca
una oligarquía dominante que existe
desde hace muchos años y que
cambia de color o chaqueta
(democracia, dictadura, solidaridad,
etc.) en función de los vientos que
conllevan los nuevos tiempos, pero
que siguen conservando todos los
resortes del poder y no permiten
intrusiones ajenas ni cambios de
opinión, que eliminan utilizando sus
resortes mediáticos y otros tipos de
presiones.
Los países más avanzados optaron por
una política, que aunque no suscribo
en su totalidad, me parece muy
pragmática y como mínimo garantiza
una cierta transparencia y un
equilibrio de poder entre los “lobbies”
y la ciudadanía. Si realmente no se
pueden eliminar, la mejor fórmula es
su legalización, haciéndoles salir de la
opacidad y someterse a unos procesos
de regulación financiera, fiscal y ética,
que permitan una transparencia de
sus actuaciones, permitiendo el
seguimiento de sus actividades por
parte de la ciudadanía y liberando, en
una gran parte, la opresión que sufren
los políticos, lo que ha permitir un
mejor gobierno en favor de los
intereses generales de la ciudadanía y
no de los “lobbies” únicamente.
Dentro de este concepto me gustaría
hacer una pequeña reflexión sobre la
influencia de la religión en los
gobiernos y en las decisiones políticas
que afectan a todos los ciudadanos.
En principio, me gustaría declarar que
me considero un católico no
practicante, que tiene un gran respeto
por todas las opciones religiosas
desde el ateísmo a todas las
manifestaciones y creencias religiosas,
pero también soy un firme defensor
de separar totalmente los conceptos
de religión y Estado, de la creencia y
la política.
Durante la Edad Media y en muchos
siglos la religión y la política fueron de
la mano ejerciendo una tiranía sobre
los súbditos realmente intolerable.
Actualmente en muchos países
todavía se mantiene esta situación, en
algunos de forma muy manifiesta, en
especial en los países islámicos y en
otros de forma más limitada, pero
también influyente, como ocurre en
muchos países occidentales, entre
ellos España.
Sería absurdo negar que Europa tenga
su base en el cristianismo, pero
también sería absurdo exigir a todos
sus ciudadanos una profesión de fe en
dichas religiones. Los Gobiernos
deben garantizar la libertad religiosa y
de culto y la no interferencia de las
mismas en las decisiones políticas.
Sin embargo, hay que matizar dicho
concepto de libertad. Las sociedades,
las naciones se organizan de una
forma determinada elegida de forma
democrática y mayoritaria por la
ciudadanía y, sin menospreciar el
principio de respeto a las minorías, no
se puede permitir que las minorías
intenten ejercer una presión que
obligue a cambiar los modelos
elegidos. Para ser más claros, estoy de
acuerdo en que los ciudadanos que
profesan la religión musulmana y que
habitan
en
Occidente
puedan
mantener su religión, disponer de sus
centros, pero si el viernes es día
laborable en el país específico todos
los ciudadanos se deben adaptar.
Asimismo si la religión impide trabajar
y hacer cualquier actividad en sábado,
caso del judaísmo, en especial los
ortodoxos, deberán adaptarse a las
normas que existen y se han dado
democráticamente los ciudadanos del
país en el que habitan.
Respeto y se debe respetar que las
mujeres quieran cubrirse la cabeza
con un velo, porque así se lo indica su
creencia, pero no acepto el burka
porque infringe el principio de
trasparencia, respeto, seguridad y
libertad que hemos decidido en los
países occidentales.
También hay que saber distinguir
entre lo que son manifestaciones
religiosas y tradiciones, las fiestas de
Navidad, Papá Noel y el Belén, con
independencia que la Iglesia católica
considere que son manifestaciones
religiosas, la inmensa mayoría de
ciudadanos creo que estará de
acuerdo en que son tradiciones que
siguen los ciudadanos occidentales, al
igual que los chinos en la celebración
diferenciada de su Año Nuevo.
En definitiva, libertad, tolerancia y
respeto, pero al igual que se debe el
respeto a las minorías, estas también
deben aceptar las normas y formas
elegidas democráticamente por la
mayoría de los ciudadanos, es un
respeto bidireccional.
De todas formas, debemos seguir
insistiendo en el poder de la Religión
sobre la política, que debe separase
totalmente, por más que un Estado se
declare cristiano o musulmán o
budista o judío. Este debe ser un
concepto que ligue con su origen pero
que no debe influir ni participar en
ninguna
actuación
política
de
Gobierno, que debe ser transparente
y objetiva. Las Religiones han estado
históricamente
ligadas
a
las
dictaduras o al control del poder y
deben apartarse totalmente hasta el
punto de autofinanciarse y no tener
participación
alguna
en
los
presupuestos de los Estados, estos
han
de
actuar
de
forma
extremadamente laica en todas sus
acciones, hasta el punto de separar
los
días
festivos
de
las
conmemoraciones religiosas, salvo
aquellas que en el devenir de los
tiempos se han convertido más en un
hecho tradicional que religioso.
Las diferentes Religiones que conviven
en una misma Nación pueden
expresar libremente sus opiniones y
ejercer sus actividades pero en ningún
caso pueden hacer llamamientos a la
ciudadanía para que con movimientos
o actuaciones no democráticas se
intente
cambiar
el
modelo
establecido.
Por último debemos aclarar que
siempre estarán por encima las leyes
de los Estados sobre las diferentes
prescripciones
religiosas
que
contradicen dichas leyes, por ejemplo
las transfusiones sanguíneas en el
caso de los Testigos de Jehová, la
ablación en el caso del Islam o la
circuncisión en el caso del Judaísmo.
Una vez tomados en consideración,
los Gobiernos, los partidos políticos,
los otros poderes (medios de
comunicación,
Justica,
Entidades
Financieras, Energía, Religión y
“lobbies”), aunque soy consciente de
que cada uno de ellos necesitaría un
único o más libros para poder
profundizar
y analizar
todas
las
variantes, no es objeto de este libro
realizar esta acción, el objeto es
considerar todas aquellas cosas que
de forma mayoritaria impactan en
nuestra vida ciudadana y sobre la
cual, si queremos, los ciudadanos
podemos y disponemos de los
mecanismos necesarios para cambiar
y transformar nuestra sociedad para
conseguir un futuro de progreso, de
reequilibrio social, de solidaridad, de
libertad, de respeto, de transparencia
y más justo.
Para terminar ese capítulo me queda
un pequeño gran marrón, sobre el
que hoy muchas personas debaten,
escriben
tratados
y
expresan
opiniones o hacen propuestas, pero la
cruda realidad impide avanzar y no se
producen los cambios esperados y
como máximo recogemos un gran
número de experiencias piloto. Me
estoy refiriendo al necesario cambio
(no reforma, no modernización) de las
Administraciones Públicas en sus
estructuras, en sus competencias y en
sus actuaciones.
A nivel mundial podríamos agrupar el
modelo de Administración Pública en
tres bloques, el modelo totalitario, el
modelo liberal y el modelo llamado
burocrático (Max Weber). Sobre el
primero no gastaré más líneas que el
enunciado hecho ya que considero es
un modelo obsoleto y que hay que
rechazar
de
forma
enérgica,
corresponde a un modelo donde el
poder y la decisión no recae en los
ciudadanos sino en una clase elitista
que
no
se
somete
a
ninguna
validación ciudadana.
Actualmente se está en un debate
profundo sobre el modelo de
Administración Pública que necesitan
las naciones, no solo en este
momento de crisis sino en un nuevo
futuro. Habitualmente se intentan
contrastar y/o confrontar los dos
modelos dando lugar a un escenario
de polémicas y debates, que
considero totalmente inútiles. Los
modelos se corresponden a un
modelo de sociedad y a una cultura
determinada de sus ciudadanos, por
lo que como máximo se pueden
importar
o
trasvasar
algunas
peculiaridades de un modelo a otro
con el objetivo de convertirlos en más
eficientes y más preparados para los
retos del futuro.
En el modelo burocrático, descrito por
Max Weber La Administración posee
una serie de prerrogativas que la
colocan en una posición superior a la
del administrado. Entre dichos
poderes destacan:
La interpretación unilateral
de contratos.
La capacidad ejecutiva de
los actos administrativos
(por ejemplo, el cobro de
multas
por
el
procedimiento de apremio).
Es decir, los actos de la
Administración
deben
cumplirse, son obligatorios,
y la Administración está
autorizada para imponerlos
unilateralmente
a
los
particulares.
El sometimiento a una
jurisdicción especializada,
la jurisdicción ContenciosoAdministrativa.
Es un conjunto de funcionarios que
están ligados al cumplimiento de las
funciones estatales: en los niveles
operativos, técnicos y profesionales
comprendidos
en
las
tareas
administrativas, así como los niveles
especializados
bajo
sistemas
independientes
de
carrera.
Las
características de las burocracias
exitosas dependen de una burocracia
profesional y meritocrática, capaz de
gestionar las políticas públicas
(durante momentos de transiciones
de gobierno y períodos de crisis). Así,
las
funciones
estatales
tienen
asegurada la capacidad técnica, la
neutralidad de la implementación
pues facilita la implementación
efectiva y eficiente de las políticas y
limita la discrecionalidad en las
decisiones del gobierno: y la
continuidad de las políticas. Así, los
requisitos institucionales serían:
principios
para
la
meritocráticos
contratación,
promoción y destitución de
los empleados públicos.
autonomía técnica en el
desempeño
de
las
funciones.
la existencia de un sistema
adecuado de gestión de RR.
HH que promueva la
planificación,
la
optimización
de
la
organización, fomente la
capacitación, desarrollo y
desempeño: una adecuada
remuneración; y gestione
las
relaciones
labores,
sociales y humanas.
El modelo burocrático parte del
principio que la Administración
Pública es la máxima institución que
garantiza los derechos de los
ciudadanos de forma universal, para
ello se dota de un sistema
procedimental que busca tener la
absoluta certeza de que nadie intenta
utilizar la Administración Pública para
sus intereses particulares ni ejercer
acciones contrarias a la legislación
establecida. Este proceso, a medida
que se ha ido desarrollando ha
conllevado una pesada burocracia que
maniata la capacidad de acción y
reacción de los ciudadanos y las
empresas
para
resolver
sus
problemas. Los juristas y los políticos
presionados por las circunstancias de
cada época, en lugar de simplificar y
agilizar los procesos han ido
incrementando los requisitos previos
y los condicionantes hasta convertir la
Administración Pública en unte
extraño, alejado de los ciudadanos y
que sienten dolor cada vez que deben
recurrir a sus servicios.
La diferencia entre los modelos tiene
su origen en una concepción social
basada en la cultura luterana o la
cultura católica, la cultura luterana
parte del principio de confiar en la
declaración de los ciudadanos, en la
confianza de que no habrá engaño o
mentira y si se demuestra la ley ejerce
un castigo ejemplar y la cultura
católica, en su momento, se basa en
el principio de que el poder
(Administración Pública) es perfecto y
que
pone
en
marcha
unos
instrumentos que con el obligado
cumplimiento de los ciudadanos se
garantizan los principios de equidad,
igualdad y justicia.
En definitiva la base de la diferencia
radica en que un modelo parte de la
confianza en el ciudadano y el otro
parte de la imposición de normas
para garantizar la imposibilidad del
engaño.
No voy a entrar en un análisis
comparativo de los dos modelos, lo
dejo a los múltiples expertos que han
existido y existen, que tienen una
capacidad intelectual, a este respecto,
muy superior. Sin embargo sí que
vamos a entrar en aquellas cuestiones
que afectan a la evolución de la
sociedad y a la necesidad de
transformar
las
Administraciones
Públicas para garantizar el progreso
de la sociedad y sus ciudadanos.
Han cambiado muchos paradigmas en
la sociedad, mientras que las
Administraciones Públicas se han
quedado ancladas en modelos
decimonónicos
o
anteriores.
Actualmente no responden a las
necesidades de la sociedad y, en
parte, se han convertido en un freno
al progreso. Todo ello aunado con la
falta de voluntad o capacidad de los
gobernantes
para
afrontar
su
transformación, en especial en esta
época de crisis y poder convertirse en
motor de la recuperación social y
económica.
Asimismo, debemos considerar los
diferentes modelos que tiene la
Administración Pública y los Estados
para enfrentarse a las nuevas
distribuciones territoriales que se van
generando y a la necesidad de aplicar
cada día más políticas próximas a la
realdad (estrategias micro) que
grandes
decisiones
tomadas
a
distancia de la realidad y que la
mayoría
de
veces
resultan
infructuosas e inútiles.
Es en este ámbito donde entran las
discrepancias
sobre
modelos
centralizados o distribuidos, sobre
Estados
con
Administraciones
centralizadas, o Estados Federales o
Estados Autonómicos. Asimismo, para
completar la matriz deberemos ver
qué pasa en la distribución
competencial de los diferentes niveles
de Administraciones Públicas que
confluyen en el interior de los
diferentes Estados, algunas más
simples, otras más complejas y
algunas absolutamente desquiciadas.
Soy plenamente partidario de una
Administración pública próxima al
ciudadano con unas estructuras
sencillas pero eficaces, con una
capacidad de control por parte de los
mecanismos que la ciudadanía se
dote para ejercitarlos y con una
transparencia
exquisita.
Esta
declaración puede parecer un brindis
al sol, pero espero demostrar en las
siguientes líneas que es posible si se
aplican las estructuras necesarias y se
ejerce la actividad desde el principio
de servir a los intereses generales de
los ciudadanos.
En primer lugar, deberíamos fijar la
posición de los políticos en el ámbito
de la Administración Pública. Les
corresponde la tarea de dirigir el
Gobierno y la acción política del país
desde el poder legislativo, del que ya
hemos hablado, y del poder ejecutivo,
que es el que está relacionado con la
Administración Pública.
El
principal
problema
que
encontramos en este ámbito es la
tendencia de los políticos de ir más
allá del análisis y las decisiones hasta
implicarse en la ejecución al mínimo
detalle. Los políticos deben gobernar,
deben regular, deben escuchar y
atender a los ciudadanos deben
tomar sus decisiones y dejar que sea
las estructuras públicas de la
Administración las que ejecuten las
actuaciones y decisiones tomadas,
dentro del marco de la legalidad
existente.
Para ello en los Gobiernos las
estructuras de gobierno y mando de
las
Administraciones
Públicas
deberían estar ocupadas por personal
profesional
(funcionarios
con
autoridad pública, con plaza ganada
en concurso de méritos). Desde el
nivel de Subsecretarías de Estado en
la Administración Central y desde
Secretarías
Generales
en
las
Comunidades Autónomas, pasando
por
Direcciones
Generales,
subdirecciones generales, etc.
Los Ministros o Consejeros (en el caso
de Comunidades autónomas, regiones
o estados dentro de un estado
federal) deberán disponer de una
infraestructura mínima de soporte
con capacidad de decidirla desde el
plano política, pero debería quedar
limitado a su secretaría y gabinete
técnico y de comunicación, el resto
debe ser una estructura profesional,
evidentemente
al
servicio
del
gobierno, pero que no debe cambiar
cada vez que hay unas elecciones.
Los políticos alegarán que esta
estructura provocará un contrapoder,
que personalmente no creo si los
papeles y las reglas son claros. La
estructura
profesional
de
la
Administración pública debe cumplir
estrictamente la ley y actuar a las
órdenes del poder ejecutivo que
ejercen los Gobiernos elegidos
democráticamente y si un profesional
de la Administración antepone su
ideario político a su actuación
profesional generando discrepancias o
problemas se le debe cesar.
Esta
situación
favorecerá
una
actuación
continuada
de
la
Administración Pública sin paros cada
período electoral, que en algunos
casos es de cuatro años, en otros de
seis, pero también hay casos con
elecciones parciales que provocan un
paro cada dos años.
La no implicación de los políticos en la
gestión favorecerá la transparencia y
limitará la corrupción, así como el
peso específico de los lobbies sobre la
actuación del gobierno. Se trata de
una Administración más profesional y
con una dedicación continuada y
gobernada
por
los
mejores
profesionales, los que tengan más
méritos. Para terminar este engranaje
se debería crear una estructura de la
función pública orientada a la
movilidad, la funcionalidad y el
desarrollo de la carrera profesional de
los trabajadores públicos, no es de
recibo que esta propuesta genere una
actuación corporativa por parte de los
trabajadores
públicos
y
sus
representantes sindicales.
Los representantes sindicales de los
trabajadores públicos deben defender
los intereses de sus representados,
pero no en aras a mantener
privilegios del siglo XIX y sí para
garantizar una mayor profesionalidad,
acompañada
de
sus
garantías
laborales, económicas y sociales,
aceptando el doble componente
salarial de parte fija y variable en
función de cumplimiento de objetivos.
Si todos reclamamos una mayor
eficiencia
y
eficacia
de
la
Administración
Pública,
menos
injerencia de los políticos, mayor
transparencia, etc., no tendría sentido
poner palos a las ruedas por parte de
los
sindicatos
con
un
mensaje
decimonónico
Asimismo, esta modalidad debería
trasladarse al mundo local, teniendo
en cuenta sus especificidades. En este
ámbito, a excepción del Alcalde, en
los municipios superiores a 10.000
habitantes
los
restantes
representantes políticos no deberían
intervenir en la gestión ni tener
remuneración pública salarial, como
máximo una asignación, en forma de
dietas, por asistencia a plenos o
comisiones. La ciudadanía está llena
de ejemplos de personas que al
terminar su horario laboral destinan
una importante cantidad de su
tiempo en trabajos sociales, en
aspectos culturales, vecinales o
sociales, esto mismo es lo que hacen
los diversos concejales. Entiendo que
se puede hacer una excepción en los
municipios grandes (+ de 250.000
habitantes), en donde pueden existir
dos o tres áreas que necesiten de la
dedicación en horario laboral de los
políticos.
No creo en el principio de reducción
de municipios en base a un beneficio
y capacidad de servicios, se debe
separar el concepto de democracia y
derechos de las minorías del de
prestación de servicios, se debe
mantener la actual estructura local de
municipios
para
garantizar
la
representatividad política de los
ciudadanos, sin correr el riesgo de que
la mayoría engulla a las minorías; en
cambio
soy
partidario
de
mancomunar servicios bajo un
Consejo de Alcaldes , en aquellos
casos en el que por razones de
voluntades propias, de deficiencias o
de costes elevados sea necesario
recurrir a esta fórmula.
Estas mancomunaciones han de ser
voluntarias y acordadas entre los
diferentes municipios, en todo caso
deben disponer de unas reglas
generales de funcionamiento que
permita el control, la eficacia y la
eficiencia
Para que los ciudadanos visualicen
una Administración Pública a su
servicio, deben configurarse unas
estructuras comprensibles y con una
clarificación competencial que sea
entendible por todas las personas y
que no provoque una intersección de
competencias y unas duplicidades que
confunden al ciudadano, incrementan
el gasto público y hacen más
ineficaces las políticas públicas.
Soy partidario de tres estructuras de
Gobierno (Estatal, Autonómica /
Regional y local) con competencias
exclusivas
en
cada
ámbito
perfectamente definidas y con las
tareas de coordinación delimitadas.
Asimismo debe prevalecer el principio
de lealtad institucional para evitar la
competencia entre las diferentes
Administraciones Públicas y evitar la
tendencia política de utilizar el poder
legislativo para que, mediante leyes
específicas, contravenir los pactos
políticos respaldados por leyes
orgánicas
que
configuran
las
estructuras de los Estados. La lealtad
institucional
debe impulsar la
colaboración y evitar la guerra de
competencias.
Para resolver el tema de conflictos
competenciales debe existir un
Tribunal Superior que resuelva las
discrepancias, este tribunal superior
no debe estar supeditado al poder
político y debe ser totalmente
independiente.
No tiene sentido disponer de un
Tribunal Constitucional convertido en
representantes de partidos políticos
replicando las estructuras legislativas,
el tribunal correspondiente debería
ser el propio Tribunal Supremo con
unos especialista que deberán
acceder por méritos profesionales y
ser elegidos por la correspondiente
cámara legislativa, pero con un
respaldo del 75% de la cámara
correspondiente.
Al igual que a nivel europeo se
pueden aplicar actuaciones conjuntas
o mancomunadas de diferentes
Estados, las Comunidades autónomas
dentro
del
Estado
deben
poder
efectuar las mismas actuaciones o
bien en el mundo local dentro de la
correspondiente
Comunidad
Autónoma. En el caso de España
deberían
desaparecer
las
Diputaciones Provinciales que se
corresponden a una organización del
Estado del siglo XVIII y no tiene
sentido en la nueva estructura del
Estado, así como aquellas estructuras
políticas intermedias que existen en
algunas Comunidades Autónomas o
Regiones, en el ámbito local. Por el
contrario se deben promover las
mancomunaciones de servicios entre
los ámbitos locales, actuando como
entes meramente administrativos y
prestadores de servicios, para poder
garantizar un mejor servicio a los
ciudadanos y una disminución de los
correspondientes costes...
Asimismo, se puede utilizar la
encomienda de gestión para trasladar
la gestión de una competencia de una
Administración a otra, siempre y
cuando se considere que mejora y se
facilita el servicio al ciudadano.
Para terminar el espacio estructural se
debe contemplar que la organización
de un Estado en Comunidades
Autónomas representa la distribución
competencial, que puede ser parcial o
exclusiva, esta distribución no puede
ser uniforme, ya que las capacidades,
historia,
estructura
social
y
económica, sentimiento ciudadano y
competencias son diferentes entre
territorios.
La
distribución
competencial debe contemplar los
principios de solidaridad entre las
diferentes regiones, pero teniendo
presente
las
competencias
y
estableciendo unos límites en base a
una fórmula clara, concreta y fácil, por
ejemplo % del PIB.
Deben tener la misma consideración
de Estado todas las Administraciones
Públicas existentes en el territorio, ya
sean centrales, autonómicas /
regionales o locales.
Actualmente existen dos modelos de
Estado
el
centralizado
y
el
descentralizado.
El primero concentra todo el poder en
la Administración Central y contempla
una serie de competencias en la
Administración local, en algunos casos
existe una división territorial, sin
poder político, y con una única
capacidad administrativa; esta es una
estructura que proviene de siglos
anteriores y que provoca un
distanciamiento de las decisiones
políticas frente a las necesidades de
los ciudadanos, produciendo acciones
políticas, legales o estructurales que
no tienen en cuenta la riqueza de la
diversidad de condiciones de los
diferentes territorios; este tipo de
estructuras se caracterizan por
disponer de una gran capital del
Estado con todos los medios y una
periferia, en parte desatendida y
dejada a su suerte.
La
estructura
del
Estado
descentralizado, tiene dos variantes
una
la
descentralización
administrativa (muy similar al anterior
modelo), en la que el poder político y
ejecutivo,
sigue
concentrado,
exclusivamente, en el Estado y la
Administración Central, con casi los
mismos problemas que el modelo
anterior y el concepto de estado
federal o de Comunidades Autónomas
que representa una distribución de
los poderes del Estado entre las
diversas estructuras, que a su vez
todas son consideradas Estado; este
modelo, si bien debe funcionar sobre
los principios, ya hablados, de la
lealtad institucional y la solidaridad,
permite desarrollar políticas próximas
a las necesidades reales de los
ciudadanos y configura un Estado con
un mayor reequilibrio territorial y una
mejor distribución de la riqueza;
asimismo, permite desarrollar un
amplio
potencial
de
riqueza,
fundamentado en la diversidad y el
respeto, en todos los aspectos
culturales, sociales y humanísticos. Es
habitual que el reparto de poderes se
centre en diferenciar lo que son
políticas hacia las personas de las
estructurales, las cuales, sin embargo,
también deben ser distribuidas en
función de las necesidades de cada
territorio, para hacer posible la
capacidad de llevar a término las
políticas públicas orientadas a las
personas.
La actual crisis económica ha
impactado muy duramente en las
Administraciones Públicas y las ha
obligado a bajar al espacio terrenal y
real. Hasta ahora en las épocas de
bonanza económica y con unos altos
ingresos era relativamente fácil
desarrollar políticas expansivas en
infraestructuras, en servicios sin
ninguna prevención de lo que podría
pasar llegado un momento de crisis,
como el actual.
La situación que se ha generado,
aceptada
tardíamente por los
políticos
ha
representado
un
auténtico “crack” en la sociedad y ha
provocado diferentes actuaciones
para resolver el problema, más bien
para resolver su problema, con poca
visión de los problemas reales de la
ciudadanía. Se ha optado por una
política restrictiva, en Europa, basada
únicamente en reducir el déficit de las
Administraciones Públicas, contraído
en las épocas de bonanza y que ahora
no es posible devolver sin recortar las
políticas públicas, según la opinión de
sus expertos.
Es
curioso
observar
el
alto
corporativismo de la Administración
Pública y de los políticos, que han
obligado a unos recortes estructurales
en la sociedad civil, a unas políticas
laborales que han provocado un
incremento substancial del paro, una
reducción de la capacidad de
consumo, una primacía económica en
el derecho a la vivienda, a una
reducción de las prestaciones sociales,
etc.
Grandes discursos argumentando que
con estas políticas se saldrá de la
crisis y realmente se ha conseguido un
hundimiento de la economía familiar,
de las pequeñas y medianas
empresas, auténticas generadoras de
ocupación y riqueza, y un incremento
substancial del número de personas y
familias que viven por debajo del
linde de la pobreza. Por el contrario
las
grandes
empresas
han
incrementado sus beneficios y los
bancos, pobrecitos, después de una
situación angustiosa que ha obligado
a rescatarlos con dinero público, es
decir de todos los ciudadanos, ahora
nadan en beneficios espectaculares,
sin conceder créditos a las familias y
pequeñas y medianas empresas, y en
el caso de hacerlo con unos intereses
que rozan o superan las condiciones
de usura. Esta política de rescate no
se ha aplicado a los demás sectores
productivos y generadores de riqueza
¿Por qué?
No quiero extenderme en este
apartado que será largamente
analizado en el capítulo posterior,
simplemente lo he utilizado como
enunciado del problema.
La Administración Pública ha vivido
siempre encerrada en sí misma y
creando una clase social muy
específica
(los
funcionarios
y
trabajadores
públicos),
espacio
residual de la política sindical que ha
perdido fuerza, capacidad y adeptos
en los otros sectores, pero que ha
mantenido sus estructuras y poder en
el ámbito de la Administración
Pública. ¿Será esta la causa por la que
no se ha afrontado la reforma y
reestructuración
de
las
Administraciones Públicas? O ¿Será la
causa que la mayoría de políticos
(>60%)
son
funcionarios
o
trabajadores públicos? O ¿Será la
causa la incompetencia de los
políticos actuales, incapaces de
anticiparse a los problemas y
temerosos de aplicar soluciones?
Honradamente, creo que es una
mezcla de las tres.
En la época de la bonanza económica
se construyó una Administración
Pública excesiva en todo tipo de
recursos (inversión, materiales y
humanos), en algunos países fue la
principal
fuente
de
creación
de
empleo. Se desarrollaron inversiones
sin tener en cuenta las necesidades de
utilización, basadas solo en criterios
políticos, principalmente partidistas.
No se aprovechó la situación para
desarrollar una auténtica función
pública profesional, con conceptos de
movilidad, con criterios funcionales,
con unas directrices de carrera
profesional,
con
una
drástica
reducción de la burocracia que ocupa
a miles de trabajadores públicos sin
ningún valor añadido, con un análisis
pormenorizado de cuales han de ser
las verdaderas prioridades y políticas
públicas (sanidad, educación, empleo,
dependencia y vivienda) y olvidarse
de muchas políticas que lo único que
contienen son subvenciones a los
próximos o a los que más protestan o
que no le corresponden a la
Administración Pública y si a la
sociedad civil realizarlas.
Lo más preocupante, sin embargo, no
ha sido la incapacidad de aprovechar
las épocas de bonanza para proceder
a la verdadera transformación, lo más
preocupante es que cuando ha
llegado la crisis no se han realizado
estas transformaciones y en su gran
mayoría ni se han analizado, sino que
se ha recurrido a la opción fácil:
- reducir las prestaciones
- retrasar los pagos a los
proveedores
- reducir y/o congelar los
salarios de los trabajadores
públicos
- estimular los contratos basura,
nada a ver con políticas reales
de formación dual o de
aprendizaje
- endeudarse para salvar a la
banca
- reducir las inversiones en
conocimiento
(I+D+I)
provocando un éxodo de
talentos, cuyo coste de
formación
hemos
pagado
todos los ciudadanos
- Incrementar los impuestos,
hundiendo el consumo, motor
de la economía.
- Jugar
como
niños
traspasándose los déficits de
una Administración a otra y
eludiendo responsabilidades o
buscando
culpables.
Se
necesita ser necio para actuar
así, ya que al final el déficit
aflora tanto esté en un lugar
como en el otro, al final hay
que sumar y sale la verdad que
todo el mundo quiere justificar
que es culpa del otro.
- Incompetencia
todos
los
absoluta de
gobernantes
mundiales por no supeditar los
mercados al poder político
real, único representante del
poder real de los ciudadanos
Siempre ha habido déficit en las
Administraciones Públicas, ya que no
pueden tener beneficios, en cuyo caso
sería un fraude a los ciudadanos, la
Administración
Pública,
en
democracia, son entes sin ánimo de
lucro. Estoy de acuerdo en reducir el
déficit, en no incrementarlo, pero
estoy en absoluto desacuerdo en
considerar esta premisa, casi la biblia,
como la única verdad para intentar
salir de la crisis.
He leído y analizado muchas teorías
de los economistas, a los que respeto
profundamente, pero me han de
reconocer que habitualmente saben
diagnosticar muy bien la situación
creada pero erran en la mayoría de
sus previsiones o predicciones de
futuro.
En un análisis llevado a cabo por el
Catedrático Manuel Arenilla y un
grupo de expertos, a mediados del
año 2011, se intentaba responder a
cinco
preguntas
sobre
la
Administración Pública en España:
1. La Administración Pública
española
está
sobredimensionada. ¿Realidad
o leyenda urbana?
La pregunta admite varias
respuestas. La dimensión de una
organización debe estar en
función de sus objetivos y de los
resultados que produce. En él
ámbito público existen algunos
medibles y otros para los que es
más difícil asignar indicadores de
rendimiento. En general, se
puede
considerar
que
la
productividad
de
las
Administraciones
Públicas
españolas es baja y existen áreas
de actuación duplicadas entre
diversos niveles territoriales.
Si atendemos a la estructura de
costes de producción del conjunto
de las Administraciones Públicas
españolas, en 2009 nuestro país
superaba a la media de la OCDE
en el porcentaje de gastos de
personal sobre el total de los
presupuestos públicos, ocupando
la octava posición de 32.
Si consideramos el porcentaje de
empleados públicos sobre el total
de la fuerza laboral de un país,
España está por debajo de la
media de la OCDE, ocupando el
puesto 19 de 31 en 2008. El
porcentaje es sustancialmente el
mismo que el de 2000.
Este tipo de comparaciones debe
considerarse con precaución, ya
que, por ejemplo, el grado de
externalización de los servicios o
actividades públicas es muy
distinto entre países.
2. ¿Cuáles son, a su juicio, los
principales problemas a los que
se enfrenta la Administración
Pública en la actualidad?
a. La deslegitimación de su
función en el Estado y en
la sociedad.
b. La
debilidad
y
deslegitimación de los
dirigentes políticos.
c. La falta de orientación a
las
necesidades
y
expectativas
de
los
ciudadanos.
d. La degradación de la
misión
de
la
Administración Pública y
su relegación a la
condición
de
mera
gestora y no de garante
de la cohesión social y de
los derechos y libertades
de los ciudadanos.
e. Carecer de un discurso
que dé valor a lo público
y a la satisfacción del
bien común.
f. La falta de determinación
de objetivos políticos
estratégicos
en
la
mayoría de las políticas
públicas.
g. La debilidad de los
h.
i.
j.
k.
l.
principios
y
valores
asociados a la ética y el
comportamiento
públicos.
La creciente politización.
La falta de transparencia.
La inexistencia práctica
de la rendición de
cuentas.
La falta de evaluación del
rendimiento individual e
institucional.
La
descoordinación,
fragmentación
y
duplicación
de
las
Administraciones
Públicas.
m. La existencia de algunas
condiciones de trabajo y
beneficios alejados del
común
de
los
trabajadores.
3. Tras los sucesivos procesos de
modernización abordados en
los últimos años y en el actual
contexto de crisis económica e
institucional, ¿cree necesaria
una nueva reforma de la
Administración Pública en
España? Si lo considera así,
¿cuáles deberían ser los
principales elementos a tener
en cuenta?
La Administración siempre está
en un proceso de reforma, se
concrete en grandes planes o no.
La novedad es que nos
encontramos en una crisis
institucional que obliga a
repensar la relación entre Estado
y la sociedad y la misión que
debe tener la Administración
Pública. Esto es debido a una
grave crisis de legitimidad del
Estado y de la Administración
Pública.
La reforma debe plantearse la
misión de la Administración
Pública, lo que exige un profundo
debate político y público. Esto
debe conducir a repensar lo que
hace y a volver a ordenar las
prioridades públicas desde la
redefinición del interés general y
del bien común. Los fundamentos
en los que sustentar la reforma
serían:
a. El contraste de toda
actividad pública con
la satisfacción del
interés general.
b. La
rendición
de
cuentas
y
la
transparencia.
c. La optimización de los
recursos públicos.
d. La medición, contraste
y
evaluación
del
rendimiento de los
servicios públicos.
e. La simplificación de
estructuras
y
procedimientos.
f. La
necesidad
de
abordar
de
una
manera conjunta las
reformas
en
las
diversas
Administraciones
Públicas.
g. La utilización masiva
de la eAdministración.
h. La interoperabilidad
entre
Administraciones
Públicas.
4. ¿Cree que la Administración
Pública responde en España a
las
expectativas
de
los
ciudadanos?
En distintos estudios y encuestas,
los ciudadanos ven a la
Administración Pública lejana a
sus necesidades y expectativas.
Pueden evaluar algunos servicios
públicos de forma positiva, pero
la valoración de las instituciones
públicas, de sus dirigentes e
integrantes es invariablemente
negativa. En la actualidad, se
observa además una creciente
evaluación negativa de los
servicios públicos.
La razón fundamental hay que
buscarla en que los ciudadanos
sienten que la Administración
Pública actúa desde los intereses
de los políticos, de sus
integrantes y de los grupos de
interés. Actúa “para” los
ciudadanos pero no “desde” sus
necesidades y expectativas. Los
enfoques de la calidad o
vinculados a la Nueva Gestión
Pública no han resuelto esta
mala valoración y se puede
considerar que incluso la han
agravado al reducir al ciudadano
a la condición de cliente, cuando
es sujeto de derechos y
libertades. Garantizar estos es la
razón última del actuar de la
Administración Pública y no, con
ser una condición necesaria, la
eficiencia.
5. ¿Considera
adecuada
la
formación que reciben los
empleados públicos para un
correcto desempeño de sus
funciones?
Los
estudios
españoles
más
recientes muestran que existe un
desajuste entre la actividad
administrativa, las necesidades
sociales y las capacidades actuales
de
los
empleados
públicos.
Lógicamente hay que distinguir
entre los distintos colectivos de
empleados, ya que las capacidades
requeridas son muy distintas. Si
tomamos a la función pública
superior española, las necesidades
actuales formativas demandadas
por este colectivo son las siguientes:
a. Gestión
directiva
y
dirección de equipos.
b.
c.
d.
e.
Idiomas.
Recursos humanos.
Marketing.
Formación
técnica
especializada en su área
de actividad.
Hay que destacar que, en general,
los estudios realizados no detectan
una demanda significativa formativa
que se refiera a la innovación y
cambio en la Administración
Pública, a la necesidad de modificar
sus referentes de actuación, que se
considera esencial y previa al resto
de los programas formativos.
Sólo con una política de contención
del déficit (no reducción acelerada) y
con una profunda reestructuración de
las Administraciones Públicas, los
Gobiernos podrán afrontar, desde sus
posibilidades propias, una actuación
consistente frente a la crisis y dotarse
de unas estructuras sostenibles en el
tiempo.
Una nueva Administración Pública
requiere de un cambio, fruto de un
análisis riguroso que podríamos
enmarcar en la siguiente reflexión:
SITUACIÓN
PRIMEROS AVANCES
LENTITUD EN LA
DEFINICIÓN Y EJECUCIÓN
EXCESIVOS ÓRGANOS
HORIZONTALES
ENFOQUE PARCIAL DE
LA PROBLEMÁTICA
FALTA DE GOBERNANZA
TÉCNICA UNIFICADA
EXCESIVA DEFINICIÓN Y
POCA IMPLEMENTACIÓN
(PLAZOS MUY LARGOS)
MODELO MÁS
VOLUNTARISTA QUE
EJECUTIVO
DEL AÑO 1995 HASTA EL
2010 EL CONJUNTO DE
LAS ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS EN ESPAÑA
HABÍAN CRECIDO UN
35% (fuente: Ministerio
de Hacienda y
Administraciones
Públicas)
NECESIDADES
ECONÓMICA,
REDUCCIONES Y
RECORTES SOSTENIBLES
CLARIFICAR
RESPONSABILIDADES
(ELIMINAR
DUPLICIDADES,
REDUNDANCIAS Y
CRUCES
INCOMPATIBLES)
EFICACIA
(TRANSFORMAR EL
SISTEMA)
RESPUESTA AL
CIUDADANO (FACILITAR
SU RELACIÓN CON LA
ADMINISTRACIÓN)
RESPUESTA A LA
SOCIEDAD CIVIL (NO
DIRIGIR, NO
INTERVENIR, FACILITAR
SU DESARROLLO)
TRANSPARENCIA
INCREMENTO DE
EXIGENCIA DEL
CIUDADANO Y LA
SOCIEDAD CIVIL
CONDICIÓN GENERAL
EL OBJETIVO
FUNDAMENTAL DE LA
TRANSFORMACIÓN QUE
DEBE PRODUCIR EL
CAMBIO ES: DETERMINAR
SI SE SIGUE HACIENDO
UNA ACTIVIDAD, O SI HAY
ALGUNA OTRA
ALTERNATIVA MENOS
COSTOSA EN TÉRMINOS
DE RECURSOS QUE
PERMITA ALCANZAR UN
RESULTADO SIMILAR, O SI
LA PUEDE REALIZAR EL
SECTOR PRIVADO
(COLABORACIÓN PÚBLICO
/ PRIVADA) O POR OTRAS
ORGANIZACIONES
SOCIALES CON UN COSTE
MENOR Y OBTENIENDO
LOS OBJETIVOS FIJADOS.
EN RESUMEN, EN TODOS
LOS CASOS DE LA
TRANSFORMACIÓN HAY
QUE DETERMINAR QUÉ,
CÓMO Y QUIÉN
Este proceso exige un análisis de
todas las políticas públicas que llevan
a término los Gobiernos, suprimiendo
aquellas que no son necesarias para
los intereses generales de los
ciudadanos y que no son preceptivas
de las Administraciones Públicas.
A continuación debe efectuarse una
drástica reducción del sector público
(empresas, institutos, Fundaciones,
etc.) para eliminar las duplicidades
con la Administración Pública propia y
visualizar, con independencia de su
necesidad, la posibilidad de que las
tareas sean realizadas por el sector
privado mediante encomienda de
gestión, que no quiere decir, en
ningún caso, privatización.
Deben
eliminarse
todas
las
duplicidades o redundancias de
competencias o actuaciones entre las
diversas Administraciones Públicas
que actúan en un mismo territorio.
Posteriormente hay que reducir de
forma
drástica
todos
los
procedimientos administrativos que
no tienen sentido en la sociedad
actual y que pueden substituirse por
una declaración del ciudadano y así
eliminar las trabas burocráticas que
existen actualmente. Debemos tener
una Administración Pública que
garantice los derechos de los
ciudadanos, pero que, a su vez, tenga
confianza en ellos, en lugar de montar
un tramado complejo para controlar y
evitar la picaresca o el fraude. O
partimos de la confianza bidireccional
ciudadano con Administración Pública
o no avanzaremos.
Dentro de cada Gobierno (estatal,
autonómico / regional o local) deben
fusionarse todos los servicios de backup (básicamente control, compras y
administrativos) en un único servicio
central. No tiene sentido tener en
cada área (ministerio, Consejería o
Dirección
local)
servicios
administrativos,
de
recursos
humanos, de asesoría jurídica, de
intervención,
de
servicios,
de
compras, etc.
Debe modificarse el estatuto del
funcionario público, para que sólo
sean regidos por el mismo los
funcionarios con potestad pública y
todos los demás deben pasar, como
todos los ciudadanos trabajadores, a
ser regidos por el correspondiente
estatuto de los trabajadores, se
deben terminar los privilegios de una
determinada clase de trabajadores,
todos somos necesarios,
también todos somos iguales.
pero
Como ya hemos repetido, deben
incorporarse los conceptos de
movilidad, competencias, objetivos y
desarrollo de carrera profesional en el
ámbito de la Función Pública.
Una vez realizados todos los
anteriores procesos se debe afrontar
la descompensación de las unidades
públicas, reforzando las que necesitan
más dotación con las personas que
han quedado sin tareas, debido a la
reestructuración.
El resto de trabajadores públicos que
se quedan en espera se les aplicará un
plan de empleo durante dos años,
que representará abandonar el
puesto de trabajo con una cobertura
del 60% de su salario y con la
obligación de las Administraciones
Públicas de no poder incorporar a
persona alguna mientras haya
funcionarios en el plan de empleo.
Asimismo no se cubrirán el 50% de las
jubilaciones y el resto de personal
(laboral) se deberá regir por lo
marcado en el estatuto de los
trabajadores y las leyes laborales.
En diversos estudios se ha analizado
que esta reestructuración conlleva
una reducción entre el 8 y el 12% del
gasto
de las Administraciones
Públicas, una parte de este ahorro
debe destinarse a reducir el déficit,
pero una parte importante debe
destinarse
a
incrementar
las
inversiones (justificables, sostenibles y
necesarias)
convirtiéndose
la
Administración Pública en un motor
de actividad económica. Asimismo,
deberán mantenerse todas las
políticas generales y en especial las
dirigidas a los derechos irrenunciables
de las personas (sanidad, educación,
trabajo, dependencia y vivienda).
Debemos conseguir, y si hay voluntad
se puede, unas Administraciones
Públicas que estén realmente al
servicio del ciudadano, que le ayuden
y no le pongan trabas en sus
gestiones,
que
sea
fácil
la
comunicación, que la información
llegue y que sea entendible por la
mayoría de los ciudadanos, que estén
formadas por profesionales que aman
su profesión y que los ciudadanos les
respeten, que sean sostenible y no
suntuosas, que sean transparentes.
Si realmente se realiza el cambio, sea
el propuesto u otro, pero que tenga el
mismo resultado se generará un clima
de confianza que permitirá generar
los espacios, las actuaciones y la
ilusión, motor imprescindible, para
poder salir a mayor velocidad y con
más garantías de la situación actual,
en la confianza de haber creado un
sistema sostenible y resistente a
futuras situaciones similares. Todo
depende de nosotros y de nuestra
voluntad de exigir el cambio a los
políticos, que deben pensar primero
en servir a los ciudadanos que en
mantenerse en el poder.
No quisiera acabar este capítulo
dando la impresión que todos los
políticos
son
incompetentes,
corruptos, etc. En la política,
generalmente, se encuentra el reflejo
de la sociedad que gobierna, por
tanto también nos corresponde a
nosotros, los ciudadanos, reflexionar
sobre la situación que se ha creado y
situar nuestro nivel de exigencia o
petición de actuaciones a los políticos
y las Administraciones Públicas en un
estadio de normalidad, huyendo de
intransigencias que no llevan a ningún
buen puerto y que desgraciadamente
existen, hoy en día, en demasía en
nuestra sociedad. Si seguimos
basándonos en qué fue primero si el
huevo o la gallina, seguro que no
avanzaremos, es necesario, parar,
pensar y construir, no digo olvidar el
pasado pero si no tenerlo presente.
5. Laeconomíayel
empleo
Tanto en el segundo capítulo, como
en el tercero se ha hecho mención a la
actual crisis que estamos padeciendo
a nivel mundial, sin embargo, no voy a
tratar los temas de este capítulo
condicionado por el factor crisis, lo
cual no quiere decir que los análisis y
las propuestas sirvan tanto para
tiempos de crisis como para tiempos
de bonanza.
Creo que es un grave error decidir
actuar con unas políticas y acciones
muy concretas en tiempos de crisis y
en tiempos de bonanza cambiarlas.
Cuando se actúa en tiempos de crisis
es para corregir los errores que se han
producido en el pasado y que nos han
conducido a esta situación y si
cambiamos en los tiempos de
bonanza es para volver a cometer los
mismos u otros errores que más
pronto o más tarde nos conducirán a
una nueva crisis.
Por otro lado existe la teoría, muy
extendida y fundamentada en una
interpretación histórica, de que las
crisis son cíclicas y que son males que
debemos pasar las personas y las
organizaciones para que al salir de las
mismas seamos más fuertes y estemos
más preparados. Habitualmente de
las crisis los ricos salen más ricos, la
clase media disminuye y aumentan los
pobres, ya que son estos dos últimos
grupos los que habitualmente pagan
los platos rotos por no se sabe quién
y que jamás se llega a averiguar.
Históricamente las crisis precedían a
una guerra, que siempre tenía por
objetivo destruir al contrario y
obtener sus riquezas o mantener el
propio estatus que se sentía
amenazado.
Actualmente
los
movimientos y causas son similares
pero en lugar de recurrir a una guerra,
en su sentido estricto, se recurre a
una especie de confrontación, que
podríamos llegar a denominar guerra
económica, que produce los mismos
resultados, pero de forma más
“civilizada”, ya que no provoca
muertes de forma directa.
MI opinión es que si no nos
aburguesamos o mejor dicho no nos
relajamos en situaciones normales y
todos actuamos de acuerdo a
nuestros principios, derechos y
obligaciones difícilmente entraremos
en una crisis y no caeremos en la
estupidez humana de volver a
tropezar en la misma piedra o dejar
que los más poderosos, siempre
ocultos, manejen sus hilos a su
antojo.
Hechas estas precisiones iniciales me
gustaría declarar que soy un firme
defensor de la economía de mercado,
de la libertad, estoy en contra de las
economías dirigidas o estatalizadas,
pero también defiendo que deben
existir unos marcos reguladores que
impiden los abusos y la tiranía de los
poderosos sobre los débiles.
Cuando hablamos de economía hay
dos factores que no podemos
disociar, la empresa y el trabajo. Sin
empresas no hay economía, no hay
progreso, no hay estado del bienestar,
no hay reparto de riqueza, etc., de
acuerdo, pero sin trabajo no hay
empresas ni hay economía.
Se ha declarado en todas las cartas de
derechos
humanos
y
de
constituciones democráticas que el
trabajo es un derecho universal. A ello
se debería acompañar que es un
derecho universal retribuido en su
justo precio.
¿Cuál es el justo precio? Dichosa
pregunta dicen muchos, otros
teorizan, otros reclaman y siempre
estamos en la misma brecha de lucha.
Algunos Estados intentan regular los
contratos, otros dejan plena libertad,
otros establecen un salario mínimo,
etc. Todos intentan hacer algo, pero
nadie encuentra la solución, quizás
porque las propuestas no nacen de un
análisis de la auténtica realidad, sino
que nacen de posiciones ideológicas o
como resultado de confrontaciones
sociales. Deberemos
profundizar
sobre este tema para intentar aportar
un poco de luz, no pretenderé
encontrar la maravillosa solución,
después
que
durante
siglos
muchísimos pensadores, legisladores
y sindicalistas con más conocimiento y
pedigrí que el mío no lo han
conseguido. Más adelante entraremos
en este tema cuando hablemos de las
relaciones entre los empresarios y los
trabajadores.
Mi interpretación del derecho
universal al trabajo comporta la
obligación de proporcionar a las
personas
la
formación,
los
instrumentos y opciones necesarias
para poder ejercer este derecho,
remunerado de forma justa (equilibrio
precio / mercado), sin procesos que
rozan e incluso entran en la esclavitud
(todavía hoy sucede en muchas partes
de nuestro mundo), con una
dedicación equilibrada de tiempo y
esfuerzo, con unas garantías de
higiene, salud y seguridad laboral y
permitiendo la conciliación de la vida
familiar y laboral (sin reducciones
pero sin extralimitaciones, que los dos
extremos
son
negativos
y
desgraciadamente se producen en
exceso). A lo largo de este capítulo se
irán desgranando los análisis y
propuestas relacionadas con estas
definiciones.
En todas las teorías económicas se
distinguen tres tipos de economía
básica: la economía libre, la economía
controlada y la economía estatalizada,
que para mí no es economía.
Como he dicho antes soy partidario
de la economía de mercado lo que me
aproxima a la economía libre, pero
también soy partidario de un marco
regulador que impida los excesos y los
abusos, en cuyo caso me aproximaría
a algunos conceptos de la economía
controlada.
Como no soy economista, pero como
ciudadano,
trabajador
y
ex
empresario sufro y he sufrido las
consecuencias de los modelos
económicos en mi propia sangre, creo
que tengo el derecho y la necesidad
de expresar mi visión y poder pensar
en posibles soluciones, que a buen
seguro los economista expertos y los
famosos de la UE, la Reserva Federal,
el Banco Mundial y el FMI
ningunearán y no tomaran en
consideración, argumentando falta de
rigor o quizás una cierta infantilidad.
Hay ciertas situaciones que me
producen escalofríos, cuando observo,
por ejemplo que las grandes
corporaciones pagan unos impuestos
porcentualmente mucho más bajos
que
las
pequeñas
y
medianas
empresas que son las que realmente
crean puestos de trabajo, generan
una riqueza que se reparte en el
territorio,
fortaleciendo
un
reequilibrio territorial y que a su vez
se convierte en motor del consumo,
piedra angular del crecimiento
económico, está claro que sin
consumo las economías de los
diferentes países no crecen. Ningún
gobierno actúa frente a esta situación.
Asimismo, cuando se produce la
paradoja, demasiadas veces cierta, de
que la correspondiente bolsa del
Estado crece, que los números
macroeconómicos indican la senda del
crecimiento, altos beneficios de las
grandes corporaciones, pero al mismo
tiempo crece el paro, disminuyen los
ocupados, las rentas medias del
trabajo se reducen, la cotización
media a la correspondiente Seguridad
Social disminuye, etc.
Estas situaciones agravadas en tiempo
de crisis y normalizadas, pero
existentes, en épocas de bonanza
generan una situación que lleva la
economía de mercado al extremo más
liberal de la misma, al ultra
capitalismo, tan peligroso como la
economía estatalizada o el marxismo.
Es necesario establecer unos marcos
reguladores en todos los estados,
pero también pactados a nivel global,
que fijen los límites a estas
actuaciones y que garanticen el
desarrollo progresivo de la actividad
económica
con
igualdad
de
oportunidades y con preservación de
los derechos de las personas.
Estas situaciones nos llevan a la
explotación y el abuso frente al
reparto de riqueza que sería el
objetivo de una economía de
mercado, provocando una tensión en
la sociedad que desborda todas las
previsiones y nos lleva de forma
inexorable a una confrontación social
de imprevisibles consecuencias.
Antes hablábamos del justiprecio del
trabajo. Este debería estructurarse en
función de unos mínimos que
permitieran a las personas ejercer sus
derechos universales a la vivienda, la
educación, la sanidad, la familia y la
dependencia. En caso contrario no
sólo se infringen los principios
firmados y aceptados por todas las
sociedades llamadas democráticas, si
no que se atenta a las personas y se
les imposibilita su desarrollo humano
y se frena el progreso de la sociedad.
En el caso de España, en los
resultados del barómetro publicado
por el CIS a principios de Diciembre
del 2013, nos indica que la mitad de
los ciudadanos activos tienen unos
ingresos que no llegan a los 900€ al
mes.
Asimismo, en los últimos datos del
paro registrado a final del 2013 nos
indica una leve reducción del mismo,
en principio debería ser una cifra
esperanzadora, pero si tenemos en
cuenta que en este año la población
ha
descendido
por
factores
migratorios más de 500.000 personas
y que el número de personas
ocupadas (primer signo inequívoco de
una
posible
recuperación)
sigue
disminuyendo, las cifras ya nos son
tan esperanzadoras y seguimos
inmersos en la profundidad de la
crisis. También deberíamos preguntar
a la S.S. la curva de decrecimiento del
coste medio de cotización de los
asalariados y autónomos.
En
definitiva
tenemos
menos
ocupados, salarios inferiores y menos
ingresos de cotizaciones a la S.S., más
impuestos y la clase política nos habla
de brotes verdes y esperanzadores.
La base de una sociedad moderna y
de progreso se debe fundamentar en
una economía soportada en sectores
tractores, en una alta competencia
profesional,
en
empresas
con
suficiente músculo financiero y con
capacidad de afrontar el mercado
global a nivel mundial, en disponer de
una alta inversión en I+D+I y en
aplicar una política fiscal progresiva y
de estímulo al crecimiento.
Tengo la sensación, para no decir la
certeza, de que esta situación es
totalmente antagónica con la que se
vive en el sur de Europa y que, por
desgracia, comienza a extenderse
hacia el norte (Francia, Reino Unido,
etc.) y que tarde o temprano
terminará de impactar en el
“sacrosanto marco de referencia
alemán”.
Un Estado como España no puede
vivir y crecer con sólo el turismo y el
nivel de exportación que se dispone
(tema del que deberíamos de hablar,
ya que un sector importante en este
ámbito es el del automóvil y como
sabemos es una exportación limitada
ya
que
corresponde
exportar
productos que son de multinacionales
extranjeras). Todos los analistas
coinciden
que el motor del
crecimiento está en el consumo y con
los salarios, impuestos y paro actual
se
vislumbra
muy
difícil
su
crecimiento.
No
obstante,
los
dirigentes nos animan en que la bolsa
crece, la prima de riesgo disminuye,
que hay un incremento de consumo
en la Navidad del 2013, etc. No niego
que sean ciertas estas cifras o
previsiones, pero me pregunto ¿el
consumo total de una año ha crecido
frente al anterior?, lamentablemente
la respuesta es negativa. Asimismo me
pregunto ¿el crecimiento de la bolsa y
la disminución de la prima de riesgo,
se traduce en una mejora de ingresos,
de calidad de vida y de capacidad
económica en la mayor parte de la
sociedad?, otra vez lamentablemente
la respuesta es negativa. También me
pregunto ¿los euros entregados al
sector financiero más las entidades
controladas por el Estado más el
descenso del precio del dinero han
representado una mejora directa en la
cantidad y el precio del crédito a las
pequeñas y medianas empresas y a
las familias? La respuesta rotunda es
no, añadiendo que se han restringido
y los que se dan son a unos precios
que muchos tribunales podrían
considerar que rozan o llegan a la
usura.
Siempre he pensado
fundamental progresar,
que
que
es
la
competitividad es positiva, que la
Investigación, desarrollo e innovación
son uno de los pilares del progreso de
la sociedad, que las nuevas
Tecnologías de la información y el
conocimiento
aportan
grandes
ventajas al progreso, a la seguridad y
al desarrollo de la vida humana, pero
atención hemos de graduar la
velocidad para no dejarnos gente
atrás, el progreso es un concepto
fundamental, pero de todos. No me
sirve una sociedad de progreso que
deja ciudadanos atrás, que genera
bolsas de desahuciados, para mí este
es el punto límite del progreso.
Vivimos en una sociedad altamente
competitiva y orientada al consumo
en grado máximo. Está bien crecer,
progresar,
ser
competitivos,
incrementar el consumo, pero ¿es
necesario hacerlo a la velocidad
actual? Muchas innovaciones cuando
llegan a mercado ya están obsoletas,
la competitividad que se basaba en la
transformación, el I+D+I y en la
apertura de mercados se ve
desplazada poco a poco por una
competencia en la disminución del
coste salarial, causa fundamental que
originó el proceso de deslocalización,
y que puede provocar en muchas
sociedades, a medio plazo, la
disminución acelerada o la práctica
desaparición de la clase media, siendo
ésta el pilar que sustenta el progreso
y las sociedades democráticas. El
espacio del mundo no es infinito, al
contrario finito y en las poblaciones
del llamado eje occidental se está
frenando el crecimiento demográfico
de forma alarmante, teniendo esto
presente más lo detallado en los
párrafos anteriores cabría preguntarse
¿dónde está el límite? ¿Qué pasará
cuando lleguemos al límite?
Hace un cierto tiempo, más o menos
diez años, los analistas nos decían
que
el
crecimiento
acelerado
permitiría
que
las
sociedades
subdesarrolladas pudieran acceder a
una calidad de vida como la del
espacio occidental y que conllevaría a
un reequilibrio social. Transcurrido un
tiempo
prudencial
no
observo
mejoras en la calidad de vida de los
ciudadanos en Sudamérica, África y en
muchos lugares de Asia y, en cambio,
se observa un alto crecimiento de la
pobreza en el espacio occidental. Solo
se constata un crecimiento de la
riqueza en los que más tienen
(aumenta la lista de personas ricas, de
compras de artículos de lujo, etc.) y en
las grandes corporaciones, pero no se
visualiza que esta situación llegue a la
mayoría de los ciudadanos.
Las bases de una economía de
mercado, con la función reguladora de
los Estados, debe permitir evitar los
monopolios, ya sean declarados o
encubiertos, debe evitar los abusos de
los mercados y la especulación (el
crecimiento estable es el que llega de
la mano del incremento de la
producción),
debe
impedir
la
explotación de los trabajadores, debe
garantizar
la
igualdad
de
oportunidades, derechos y deberes
(por ejemplo: no es aceptable que las
grandes corporaciones en España
paguen una media inferior al 15% del
impuesto de sociedades y las
pequeñas y medianas empresas y
autónomos paguen entre el 21 y el
35%, cuando el tipo impositivo está
en el 35%).
Una economía de mercado no debe
provocar la explotación, si no el
reparto de la riqueza y conseguir el
reequilibrio territorial, para ello los
Estados deben actuar a muy corto
plazo y volver a recuperar la
soberanía
reguladora,
no
intervencionista
y
no
subvencionadora, pero sí de estimular
la actividad económica mediante
políticas financieras y de formación,
que permitan que los empresarios y
los trabajadores puedan desarrollar
de forma libre su actividad pero con la
garantía de que no será pan para hoy
y hambre para mañana.
Los Gobiernos deben facilitar la
actividad económica de las empresas
y establecer un marco regulador que
evite los abusos y desarrollar una
política fiscal progresiva que permita
atender a las necesidades básicas de
los derechos de los ciudadanos
(sanidad,
empleo,
vivienda,
educación, etc.), asimismo, deben
arbitrarse mecanismos que eviten que
vaya creciendo el número de familias
que viven por debajo del lindar de la
pobreza. Deberíamos plantearnos si
son necesarias tantas infraestructuras,
que muchas veces se hacen más por
presión política, que por auténtica
necesidad y convertir estos gastos en
ingresos para mejorar la calidad de
vida de los ciudadanos (cada vez en
mayor número) que no pueden seguir
la inercia de las sociedades tan
competitivas.
Estas reflexiones darían para un libro
completo, pero considero que ya se
han enumerado o citado los
principales problemas o temas que se
deberían de resolver.
Si nos centramos en las políticas
financieras y de estímulo que se
deberían tomar por parte del Estado,
en el caso de España, pero aplicables,
de forma similar a otros países del
entorno, podemos citar:
1) Lucha contra el fraude fiscal
Mucho se ha escrito y hablado
sobre este tema, asimismo, es
cierto que la mayoría de los
ciudadanos
tenemos
el
pensamiento de pagar cuanto
menos mejor, nos falta cultura en
este
aspecto.
Intentemos
desmenuzar los temas y veamos si
podemos aclarar algunas cosas.
Las Agencias tributarias dedican
muchos esfuerzos a perseguir a
aquellas empresas y ciudadanos
que declaran lo que han de pagar,
pero que tienen dificultades
económicas para hacer frente a sus
obligaciones tributarias. Sobre ellos
recaen todas las acciones de
presión, multas, embargos, etc.;
consiguiendo unos resultados muy
por debajo de las expectativas. Se
debería aligerar la normativa actual
en cuanto a garantías y establecer
unos plazos reales y asumibles
(negociables entre ambas partes)
para hacer
obligaciones.
frente
a
dichas
Se debería hacer una campaña
orientada a los ciudadanos y
empresas en las que se pusiera de
manifiesto que la el fraude nos
perjudica a todos e impacta en la
sanidad,
la
educación,
la
dependencia, las infraestructuras,
las pensiones, etc. Esta campaña
debería
repetirse de forma
periódica.
Se debería perseguir con mayor
énfasis la evasión fiscal y el fraude
de las grandes fortunas y las
grandes
corporaciones.
Se
disponen actualmente de los
medios suficientes para detectar
cualquier movimiento extraño o
entramado de sociedades, siempre
hay un punto crítico en el que se
puede detectar, para ello se
habrían de dotar de más medios a
las Inspecciones y establecer un
orden de prioridades, para evitar ir
prioritariamente, por ser más fácil,
contra el sujeto débil. Asimismo,
los complementos económicos por
inspecciones a la Inspección
Tributaria no deberían ser por
actas levantadas, si no por
resultados finales obtenidos (hay
diferencias enormes y los temas
deben seguirse hasta el final)
Se deberían graduar las penas
judiciales, en función de la
devolución o no del nivel del
fraude, es decir, una serie de penas
más reducidas si se devuelve la
totalidad y unas mucho más
elevadas
en
el
caso
de
no
producirse dicha devolución.
No se debería dar licencia de
establecimiento ni de venta de
productos a aquellas sociedades
que tuvieran su sede central en un
paraíso fiscal, en todo caso
deberían establecer una nueva
sociedad con la obligación de no
repatriar
sus
beneficios
ni
ocultarlos mediante falsas facturas
de la sede central o de otros
paraísos fiscales. Este acuerdo
debería hacerse extensivo entre
todos los países sujetos al tratado
de libre comercio o, como mínimo,
en el marco de la UE.
Asimismo, se debería revisar el
precio fiscal de algunos tipos de
sociedades, como las SICAV, refugio
de grandes fortunas, y que cotizan
el 1%. Soy consciente del temor a la
fuga de capitales, pero no se puede
legislar
bajo
temores
de
incumplimientos de la ley, hay que
buscar una carga fiscal asumible
para el tipo de actividad que
realizan y que no provoque la
desertización, que se puede
controlar y fiscalizar. Pasa lo mismo
con las deducciones por plusvalías
en las fusiones o compras por
parte de las grandes corporaciones
que deberían eliminarse o aplicarse
a todo el conjunto del mundo
empresarial con independencia del
tamaño que se tenga.
2) I+D+I
Una de las fueras más importantes
que tiene la economía de un país
radica en su capacidad de I+D+I y,
sobretodo, de su capacidad de
transformar los resultados de su
I+D+I en patentes que permitan
incrementar
su
capacidad
productiva y generar una captura
de
royalties
que
permitan
recuperar la inversión realizada y
poder continuar la investigación en
mejorar el producto u obtener
otros.
De todas formas, en especial, en el
ámbito europeo y en algunos
estados, como España, es preciso
hacer un cambio radical de la
filosofía de la I+D+I. Es importante
la investigación, pero no sólo por
placer intelectual o por obtener un
reconocimiento internacional o
unos premios justificables, es
importante para mejorar la
sociedad, es importante para
mejorar la industria, es importante
para mejorar la educación, etc., y
para que esto sea posible la I+D+I
debe convertirse en un resultado
que sea posible patentar, divulgar,
vender o aplicar.
Las capacidades actuales de las
Administraciones
Públicas
en
cuanto
a
financiar
nuevos
proyectos de I+D+I se han visto
seriamente afectadas por la crisis
actual, pero ello no ha de ser
impedimento a continuar dicha
investigación, aplicando nuevas
fórmulas que faciliten no disminuir
la fuerza de la I+D+I y, si se apura,
incrementarla.
Se deberán estratificar tres niveles
diferentes en la I+D+I, el primero
referido a la pública 100%, la
segunda estructurada en el ámbito
de la colaboración pública /
privada y la tercera puramente
privada.
En cuanto al espacio público 100%,
se deben priorizar aquellos
proyectos de I+D+I que puedan
comportar resultados concretos en
forma de productos y patentes
sobre aquellos temas que incidan
en la mejora de la sociedad, en la
calidad de vida de sus ciudadanos y
en la mejora del hábitat. No puede
ser una financiación sin fondo, se
debe estructurar en base a un
proyecto definido en todo su
proceso, que debe incluir objetivo,
equipos, costes, fases, resultados y
forma de implantación en la
realidad social. Se debe dejar de
financiar toda aquella investigación
que no reporta concreción ni
aporta mejoras substanciales a la
sociedad, la investigación por
placer intelectual que se la financie
quien la quiera realizar, no el
erario público. Asimismo, se debe
crear una unidad de seguimiento y
control de la evolución de los
proyectos I+D+I para garantizar su
desarrollo de acuerdo al plan
presentado.
Todo resultado concretado en
producto aplicable a la sociedad
financiado
100%
por
las
Administraciones Públicas, ya sea
desarrollado
en
centros de
investigación
pública,
Universidades
u
otros
será
propiedad de la Administración
Pública que ha financiado el
proyecto. Posteriormente será la
propia Administración Pública que
lo pondrá a disposición del
mercado para su aplicación, si
dicha aplicación produce beneficios
económicos, una parte de los
mismos volverán al erario público.
En definitiva la financiación pública
de la I+D+I ha de provocar mejoras
a la sociedad y sus ciudadanos, sus
resultados han de ser aplicables y
su
implementación,
cuando
corresponda,
ha
de
poder
recuperar la inversión realizada y
aportar nuevos fondos a continuar
el proyecto financiado o iniciar de
otros. No pretendo convertir la
I+D+I pública en un apartado
mercantilista, pero sí que se debe
convertir en un apartado real,
aplicable y no teórico. Hoy no sería
posible el mundo globalizado de
comunicaciones con todo el avance
que representado sin la inversión
pública realizada en su momento
por el Gobierno de los EUA.
En los casos de financiación pública
/ privada que se realicen por
centros públicos seguirá el mismo
proceso que la anterior con la
inclusión de dos retornos para el
inversor privado, uno consistente
en un beneficio fiscal entre el 25%
y el 50% de la inversión realizada y
una participación en el retorno
económico en la aplicación de los
resultados,
estructurado
porcentualmente en el 50% de lo
que le correspondería en función
de la participación que haya
realizado sobre la financiación del
proyecto. Se trata de impulsar el
mecenazgo con fuertes estímulos
para poder continuar realizando
los proyectos de I+D+I que el país
necesita.
Sería injusto no impulsar o
estimular la I+D+I totalmente
privada que se realiza en muchos
países y sin la cuál no sería posible
el progreso. Existen diversos
modelos de estímulo a la I+D+I,
unos con financiación directa, otros
con créditos y avales públicos y
otros con beneficios fiscales.
En primer lugar deberíamos
concretar que la I+D+I privada
tendrá un retorno financiero, por
la
comercialización
de
sus
resultados o por la mejora
productiva o competitiva que haya
representado, a la organización
que la realice. Por tanto las ayudas
a la I+D+I, ya sean totales o
parciales, no deberán aplicarse en
este caso, a excepción de aquellas
organizaciones que sean entidades
sin ánimo de lucro, en cuyo caso
pasaríamos a aplicar las mismas
fórmulas que en los dos anteriores
apartados, especificando que los
retornos financieros que lleguen a
la entidad sin ánimo de lucro los
deberá seguir aplicando a la I+D+I.
De todas formas, la I+D+I no será
suficientemente
importante
y
poder representar el
papel
necesario para el progreso de una
sociedad
sin
que
las
Administraciones Públicas sigan
estimulando dicha I+D+I en las
empresas privadas. Sin embargo,
este proceso de estímulo se debe
reducir al ámbito de los beneficios
fiscales, descartando los apartados
de inversión directa y los de
créditos avalados. La inversión
debe ser puramente privada,
acompañada de unos beneficios
fiscales importantes siempre que
se trate de un proyecto presentado
y validado por la correspondiente
unidad de seguimiento, control y
evaluación de la I+D+I de la
Administración Pública y que dicho
beneficio fiscal vaya acompañado,
en el momento de su aplicación, de
su
correspondiente
memoria
descriptiva del grado de avance o
resultados del proyecto. Por lo
tanto, estamos delante de un
primer cambio significativo, hasta
ahora los beneficios fiscales por
I+D+I estaban relacionados con el
coste de los correspondientes
Departamentos de I+D+I de las
entidades privadas y ahora pasaran
a serlo sobre proyectos concretos,
previamente
aceptados
como
verdaderos I+D+I que sean de
aplicación práctica, que a su
finalización se concreten en una
patente y que comporten el
correspondiente retorno financiero
en su implementación.
Desgraciadamente, muchas veces la
desgravación fiscal por aplicación
de la I+D+I no se ha correspondido
con lo que realmente debe ser la
I+D+I, con un sistema de
desgravación
fiscal
que
no
estimulaba la verdadera I+D+I.
Ahora debe ser totalmente
diferente, la desgravación fiscal ha
de ser importante y se debe situar
en un espacio intermedio entre el
40 y el 60% del coste real anual,
aplicándose como desgravación
fiscal en forma de reducción directa
de la base imponible resultante en
el Impuesto de Sociedades. A
medida que se produzcan royalties
sobre
dicho
proyecto
la
financiación pública sobre la
evolución del mismo, se irá
reduciendo de forma proporcional
en el proyecto en concreto.
El conjunto de inversión en I+D+I
debe situarse entre el 2,5% y el
3,5%
del
PIB
del
país
correspondiente y que, a su vez, se
concreten en patentes y que sus
resultados sean de aplicación a la
sociedad o a la economía
productiva,
estos
datos
corresponden a los países más
avanzados, en España el índice
(fuente Eurostat) en el 2012
representó el 1,29% y la media de
la
UE27
(fuente
Eurostat)
representó el 2,07%.
Ante
este
panorama
sólo
incrementando de forma sustancial
la capacidad de desgravación de las
empresas y concretando en
proyectos de aplicación real se
puede
avanzar
de
forma
significativa en la I+D+I y que sus
resultados sean tangibles para el
conjunto de la sociedad y permitan
evitar la fuga de cerebros hacia
otros países, actuación que
comporta un grave déficit para el
país, no sólo por la pérdida de
capacidad de investigación si no
por el déficit económico que
conlleva, ya que todo el coste de
formación se ha asumido en un
país y se beneficia otro por
ineficacia del primero.
3) Estímulos a las empresas (en
especial a las pequeñas y
medianas empresas)
La creación de empresas como
elemento revitalizador de la
actividad económica a nivel local,
regional, estatal e internacional ha
constituido en la época reciente
uno de los principales ejes de
actuación
de
cualquier
administración pública que tenga
como objetivo mejorar la situación
económica de su entorno. El
aumento de las cifras de nuevas
empresas creadas se ha revelado
como un factor clave para el
aumento de la oferta de empleo,
de las oportunidades de inserción
profesional y de la generación de
riqueza y bienestar regional.
La coyuntura económica mundial
se está mostrando desfavorable al
objetivo
de
pleno
empleo,
haciendo más difícil la pervivencia
de las empresas existentes, al
tiempo que reduce la aparición de
nuevas vocaciones emprendedoras
y
provoca
un
incremento
importante y preocupante del
paro,
generando
una
gran
inquietud social ante la que deben
responder las administraciones
públicas.
Sólo
las
sociedades
emprendedoras, creativas, son las
que pueden garantizar el progreso
social
y
económico
de
sus
ciudadanos.
Por este motivo los gobiernos
(estatal, autonómico y local) deben
incidir en las medidas paliativas a
todos los ciudadanos y empresas
con dificultades, porque tienen
derecho y merecen respeto, pero
también es el momento del
cambio, del futuro de nuestra
sociedad.
Una
sociedad
altamente
emprendedora garantiza el retorno
de la riqueza en el territorio y eso,
es la garantía del progreso social y
económico, asimismo, permite un
mayor crecimiento, en épocas de
bonanza y, como decíamos, una
mayor resistencia en épocas de
crisis.
La creación de empresas, sin duda,
se configura como una de las
actividades centrales que más
decididamente
los
Gobiernos
deben promover. El período de
crisis en que estamos no hace sino
reforzar la necesidad de promover
esta actividad de manera firme y lo
más amplia posible.
Las políticas y planes de creación
de empresas que se realicen
deberán cumplir los siguientes
principios:
- Potenciar las actuaciones basadas
en la mentalización social y
colectiva permeable hacia las
actividades
de
creación
de
empresas.
- Generar acciones que favorezcan
la estimulación y el fomento del
espíritu emprendedor individual
como principal factor impulsor y
generador de futuros proyectos
empresariales
creadores
de
riqueza.
- Difundir y promover los valores
de la persona emprendedora en
todos los ciclos educativos. Se debe
procurar que el sistema educativo y
los procesos de formación trabajen
de forma activa en generar la triple
identidad entre emprendedor-
empresa-creatividad. Este trabajo
debe iniciarse desde edades
tempranas, no esperando a ciclos
formativos como el Universitario,
que puede resultar ya tardío.
Enfoque
hacia
proactivas por parte
Gobiernos, así como del
los agentes públicos y
que participan, y no de
pasivas o reactivas.
medidas
de los
resto de
privados
medidas
- Carácter global o transversal de
las políticas para que sea posible
coordinar todas las acciones que
se puedan desarrollar por las
diferentes
Administraciones
Públicas actuantes y que esta
globalidad se pueda ampliar a
otras entidades externas.
- Establecer mecanismos de
evaluación de los resultados
obtenidos en cada una de las
acciones que permitan corregir
rápidamente
los
errores
cometidos.
-
Definir
instrumentos
y
mecanismos de coordinación de
todas las acciones que se
desarrollen en el territorio,
evitando solapamientos y por lo
tanto, inversión de recursos
innecesarios.
- Evolucionar la Administración
Pública desde una posición
eminentemente subvencionadora
y burocrática de los procesos hacia
posiciones de apoyo integral,
acompañamiento y garantía de
captación de la financiación, así
como facilitadora de la creación de
nuevas empresas, descargando
trámites y burocracia.
- Uno de los objetivos que se debe
perseguir pasa por modificar las
preferencias de la población,
procurando hacer más evidentes
los beneficios de la opción de
trabajar por cuenta propia. Se
desarrollarán
medidas
que
permitan romper la barrera más
compleja que frena a los
emprendedores: pasar del trabajo
dependiente a la actividad creativa
por cuenta propia. Poner a
disposición facilidades en este
ámbito puede suponer a medio
plazo un crecimiento importante
del número de nuevas empresas.
- Es necesario identificar a todos
aquellos dispuestos a trabajar por
cuenta propia para ofrecer toda la
ayuda y acompañamiento
necesario para ello. Por eso es
importantísimo actuar de la forma
más ágil y permanente en el
territorio.
- Hay que incidir especialmente en
aquellos colectivos a priori más
predispuestos a los
emprendedores. Los jóvenes
menores de 25 años, que deben
ser destinatarios claros de
actuaciones específicas dirigidas a
consolidar esta disposición,
promoviendo la transformación de
estas vocaciones en verdaderos
proyectos emprendedores.
-
Hay
que
aprovechar
las
experiencias exitosas para formar
a los futuros emprendedores con
el ejemplo de los casos de éxito,
pero también contar con las
experiencias no exitosas para
revisar las actuaciones y poder
retomar nuevos proyectos con
mayores garantías de éxito,
eludiendo los errores cometidos.
- Hay que promover actuaciones
en
aquellos colectivos que
presentan
una
menor
predisposición a la actividad
emprendedora, para que conozcan
todas las medidas e incentivos de
forma
práctica
y
puedan
aprovechar, al mismo tiempo que
se puedan configurar medidas
específicas dirigidas a estos
colectivos lectivos.
- Todos los ciudadanos pueden ser
empresarios. Por eso en la
formación reglada a título
profesional hay que sumarle la
formación específica que facilite a
las personas con deseo de
emprender, las habilidades
suficientes que ayuden al éxito de
sus proyectos.
- Para apoyar la aparición de
nuevas personas emprendedoras
es imprescindible contar con los
empresarios ya existentes. Como
claro ejemplo de proyectos que
prosperan, los empresarios del
territorio pueden y deben ser no
sólo ejemplo para emprendedores,
sino
que
además
deben
comprometerse a ser tutores de
los futuros empresarios. Además
hay que potenciar al máximo
posible que promuevan nuevos
proyectos (spin-off) dentro de sus
empresas.
- En una decidida apuesta por
apoyar la creación de empresas de
base tecnológica, debemos
promover la formación postgrado
y especializada de las futuras
personas emprendedoras. No sólo
en el ámbito de la enseñanza
reglada, sino también en proceso
de investigación profesional se
práctica en el seno de las
empresas (Becas). Tenemos la
generación más y mejor formada
de nuestra historia, pero debemos
promover la interfaz que permita
en primer lugar, su integración
profesional, para en segundo
lugar, una vez adquirida la
experiencia, asuman la decisión de
promover sus propios negocios.
La tasa de voluntad emprendedora
de los países avanzados supera el
20% de la población, mientras que
en el sur de Europa estamos entre
el 9% y el 14% (datos GEM).
Por
todas
estas
razones,
es
necesaria la puesta en marcha
urgente
de
una
auténtica
estrategia
sobre
la
emprendimiento que permite
alcanzar los objetivos expuestos y
que configure un país de mayor
equilibrio entre el trabajo por
cuenta propia y por cuenta ajena.
Esta estrategia se debería basar en
la colaboración pública / privada y
debería integrar a todos los
agentes sociales y económicos,
Universidades y empezar desde el
ámbito educativo infantil no
podemos
presentar
en
la
educación básica al empresario
como un explotador y por el
contrario
en
la
educación
secundaria o de formación
profesional demandar que las
personas
desarrollen
sus
habilidades emprendedoras y se
conviertan en empresarios.
La estrategia debería estar
orientada y muy pegada a
territorios
concretos
para
garantizar
un
reequilibrio
territorial, debería contar con
medidas
de
información,
captación,
acompañamiento,
soporte, formación, estímulo de
competencias
internacionales,
compartición del conocimiento y la
experiencias, etc.
Los Estados preocupados por el
déficit no hacen más que
actuaciones fundadas en reducir
los gastos y aquellas que van
orientadas a incrementar los
ingresos sólo se basan en el
incremento de impuestos, sin
pensar en que quizás sería mejor
incrementar
el
número
de
contribuyentes aumentando el
número de empresas y reduciendo
el paro. No concibo el crecimiento
de una empresa sin el crecimiento
de las ventas, la diversificación de
los clientes y mercados y la
contención de los gastos. A veces
las fórmulas son diferentes, pero
las ideas y las formas son
similares.
Legislativamente se puede actuar
para facilitar el trabajo de las
empresas,
incrementar
su
capacidad financiera (que ha de
permitir vivir más de fondos
propios que de créditos) e
incrementar la contratación con la
consiguiente reducción del paro.
Es
necesario
favorecer
la
capitalización de las empresas,
para que puedan tener un
circulante y una capacidad de
inversión propia, que les permita
garantizar su continuidad, su
competitividad y su crecimiento.
Asimismo, hay que favorecer el
proceso de generación de empleo.
A nivel de resumen, estas medidas
se podrían agrupar en los
siguientes aspectos (a título de
ejemplo):
1.
IVA
Los autónomos y las pequeñas y
medianas empresas que no
lleguen a 10.000.000,00€ de
facturación
anual,
el
IVA
correspondiente a su facturación a
las diferentes Administraciones
Públicas será liquidado en el
momento de haberse abonado la
factura y no en el momento de
emitirla.
Los autónomos y las pequeñas y
medianas
empresas,
en
el
momento de su nacimiento y en
los dos primeros años con una
facturación
menor
de
1.000.000,00€ liquidarán el IVA en
el momento del cobro de las
facturas y no en la emisión de las
mismas.
2.
Impuesto de sociedades.
Las
pequeñas
y
medianas
empresas, en el momento de su
nacimiento y en los dos primeros
años con una facturación anual
menor de 1.000.000,00 € tendrán
una reducción del 50% del
impuesto de sociedades que
tengan que abonar según el tramo
que le corresponda. Sin embargo,
quedarán exentas de abonar en el
año siguiente los anticipos que
indica la ley.
Los autónomos podrán deducir de
sus impuestos, en los primeros dos
años de existencia, y con
facturación
anual
menor a
1.000.000,00 € el 50% de sus
impuestos derivados del beneficio
de su actividad.
Todas
las
empresas
con
una
facturación anual menor de
25.000.000,00 €, los beneficios que
se reinviertan en la empresa y no
se repartan en los próximos 5 años
quedarán exentos en el 90% del
correspondiente impuesto de
sociedades. En el caso de
producirse la retirada antes del
período fijado se procederá a
liquidar el impuesto que ha sido
exento. Para las empresas con una
facturación anual superior a los
25.000.000€ el porcentaje se
reducirá al 50%
3.
Formación
Las
pequeñas
y
medianas
empresas, con una facturación
anual que no llegue a los
10.000.000,00€ en sus primeros
cinco años podrán acceder a los
fondos de formación profesional,
en el sub-sistema de formación
continua, con el doble del
porcentaje de la bonificación de
cuota de la SS que marque en cada
momento la ley o con el doble de
la fórmula que en el futuro se
acuerde.
4.
humano
Contratación
recursos
Las
pequeñas
y
medianas
empresas, en sus primeros cinco
años y que no lleguen a una
facturación anual superior a los
10.000.000,00 y tendrán una
bonificación de la cuota patronal
de la SS social (que en cada caso)
por
los
primeros
cinco
trabajadores,
con
contrato
indefinido, con el siguiente
escalado:
1 º trabajador 90%
2 º trabajador 80%
3 º trabajador 60%
4 º trabajador 40%
5 º trabajador 20%
Estas reducciones se eliminarán al
llegar a los cinco años de la
contratación de cada trabajador.
Asimismo, se debería legislar para
que los autónomos y los pequeños
y medianos empresarios deban
responder ante sus obligaciones
fiscales, empresariales o crediticias
con todos sus bienes, a excepción
del patrimonio personal o familiar.
Si
queremos
estimular
el
crecimiento
empresarial,
es
necesario
preservar
los
patrimonios,
pero
también
favorecer la creación de capacidad
económica y de activos tangibles
en las empresas para que en base
a los mismos poder financiar con
recursos propios, de forma
mayoritaria, complementados con
recursos ajenos su crecimiento y
expansión.
Se debería proceder a eliminar
todo tipo de subvenciones directas
a las empresas, no es de recibo
subvencionar una actividad que
tiene
por
objetivo
generar
beneficio económico, si bien se
deben
desarrollar todo
un
conjunto de medidas alternativas
de estímulo, formación, soporte,
acompañamiento, etc. como las
detalladas para la creación y
mantenimiento de las estructuras
empresariales, en especial los
autónomos y las pequeñas y
medianas empresas, ya que sin un
tramado empresarial activo y en
funcionamiento,
no
hay
crecimiento, no hay distribución
de riqueza, no se disminuye el
paro y en definitiva no hay
estructura de sociedad. En
conclusión si al reconocimiento
social del empresario, sí al
estímulo y soporte, no a la
subvención.
Asimismo, se deben eliminar las
ayudas crediticias directas, en todo
caso se deben substituir por una
política de avales, en base al
conocimiento del proyecto, su plan
de negocio y un auténtico
seguimiento y soporte del mismo,
mientras esté vigente el aval
público.
En el caso de España nos
deberíamos preguntar qué parte
del montante del conjunto de
créditos ICO (Institutos de créditos
oficiales), en especial la parte
dedicada a financiar el circulante,
se ha dedicado a nuevas empresas
o nuevos proyectos de empresas
existentes o bien los bancos han
aprovechado estas líneas para
forzar la refinanciación de sus
créditos, subir sus intereses y
traspasar al Estado el 50% del
riesgo (como se especifica en las
líneas de créditos ICO). Siempre he
tenido curiosidad intelectual por
saber esta cifra, pero veo que
nadie (bancos y Administración
Pública) tiene interés en publicar.
Se debería recuperar el impuesto
sobre el patrimonio aplicándolo a
todos los patrimonios que no
están integrados en el tramado
productivo y de generación de
riqueza. Me refiero a excluir de
este impuesto las primeras
residencias, los inmuebles o
propiedades
dedicadas
a
actividades
productivas,
los
capitales invertidos en empresas
de tipo productivo (no depósitos,
ni
fondos,
ni
actividades
financieras), todo el resto, que se
considera no productivo debería
pagar un impuesto proporcional y
sus ingresos derivarlos hacia el
incremento de la actividad
productiva mediante inversiones
en infraestructuras necesarias, en
I+D+I o posibilitar la reducción de
las cargas impositivas a los
procesos productivos.
Asimismo, se deberían impulsar
los
inversores
de
proximidad
mediante sus agrupaciones en
forma de empresas de inversión
(no capital riesgo, no préstamos
participativos, etc.) que pusieran el
capital en las pequeñas y
medianas empresas (existentes o
de nueva creación) durante un
período no inferior a 5 años,
obteniendo a cambio unos
beneficios fiscales del 7% anual de
su inversión en capital, bajo la
base de reducción del impuesto
del patrimonio, del IRPF o del IBI.
Esta medida debería ser
consensuada por los tres niveles
de Administración (Central,
Autonómica y Local). El nivel de
inversión debería oscilar entre los
100.000,00€ y los 500.000,00€ por
empresa, cuya elección y el análisis
de su viabilidad correspondería a
la propia empresa inversora. Las
Administraciones públicas
proporcionarían todo el soporte a
estas empresas con sus medios de
apoyo (infraestructuras, viveros,
congresos,
aceleradoras,
programas
intercambios, etc.).
europeos,
En la última “amnistía fiscal” del
ministro Montoro afloraron más
de 80.000M€, poder reconvertir
como inversores de proximidad un
capital de 40.000M€ posibilitaría
poder ayudar a la creación o
subsistencia
de
más
de
aproximadamente
270.000
empresas, que según los estudios
de mercado oficiales (GEM),
representaría la creación en cinco
años de 1.350.000 puestos de
trabajo directos y unos 400.000 de
indirectos. Los impuestos que
pagarían las empresas y el IRPF de
los nuevos contribuyentes sin
contar
la
reducción
de
prestaciones de empleo por el
paro, supondrían un incremento
de ingresos aproximados de
4.300M€ anuales, frente a un coste
de 2.800M€ que representaría la
bonificación. Por favor, déjense de
escuchar a los lobbies, las grandes
sociedades
financieras,
etc.,
reafirmen estos cálculos, pacten
entre las Administraciones y
póngase
a
trabajar
como
impulsores, legislen, motiven y
busquen. No es nada nuevo, en el
transcurso de la historia muchos
pueblos han salido de crisis
profundas o han progresado
enormemente
mediante
el
principio
de
solidaridad,
entendido como ayuda y como
beneficio mutuo.
También es curioso el papel que
adopta el Estado en los casos de
financiación empresarial vía un
proceso similar al mecenazgo
llamado crowdfunding, que crece
anualmente a razón de un 100%
(9,7 M€ en el año 2012, frente a
19M€ en el año 2013, fuente:
Infocrowdsourcing), posicionándose
en un proceso de establecer
límites, reducir la participación, en
lugar de legislar para ampliarla y
llevarla a términos de países
donde esta fórmula ha sido
brutalmente
eficaz
para
el
nacimiento y consolidación de
muchas start-up, como es el caso
de EE.UU., ahora nos dedicamos a
poner verjas en el campo, o no
será que este sistema no interesa
a las entidades financieras y este
lobbie ha presionado para limitar
esta acción, que ha dado y debería
dar resultados verdaderamente
estimulantes,
Este apartado da para hacer uno o
más libros en detalle, quizás algún
día me extienda en ello ya que
dispongo de mucho material de
base y desarrollos propios, pero no
vamos a monopolizar este libro o
documento o ensayo, como el
lector lo quiera encasillar.
4) Políticas hacia las entidades
financieras
Los equilibrios que necesitan las
economías de libre mercado, hacen
necesaria la presencia de las
entidades
financieras,
como
instrumentos básicos para poder
financiar el crecimiento y como
garantes de los depósitos o
ahorros de los ciudadanos y las
empresas.
No voy a repetir las causas del
inicio de la presente crisis, pero sí
que es cierto que las entidades
financieras, en su ansia sin fin de
mejorar sus resultados y poder
ofrecer una mayor valoración y
reparto de dividendos a sus
accionistas, se han lanzado a una
carrera de nuevos productos de
elevado riesgo y a unas prácticas
que están fuera de los principios
básicos de la ética de mercado,
fruto de la pérdida de poder de los
Estados y de la falta de un marco
regulador estricto. Es curiosa, en el
caso de España, la opacidad de los
informes del Banco de España y la
actitud permisiva de la CNMV y
cuando estas entidades han
emitido informes y señales de
alerta los Gobiernos han hecho
oídos sordos.
Los casos de las ejecuciones
hipotecarias, de los desahucios, de
las preferentes, de los sueldos de
los Consejos de Administración, de
los créditos elevados, casi sin
garantías, a los amigos, conocidos
o personas influyentes, mientras a
los ciudadanos en general se les
exigen garantías del 100% del
posible crédito.
La negación de los políticos en
resolver
las
resoluciones
hipotecarias mediante la dación en
pago, las valoraciones excesivas de
los precios de las viviendas para
poder conceder más créditos e
incrementar
el
margen
de
explotación de las entidades
financieras ha generado un caso
que ha llevado a la casi quiebra o
la quiebra de muchas entidades
financieras y a un incremento
desmesurado de la morosidad.
La mágica solución que han puesto
en
práctica
los
Gobiernos
Europeos, en especial el de España,
ha sido prestar dinero a los Bancos
o entidades financieras en crisis o
casi quiebra con la esperanza de
que se puedan reflotar y puedan
devolver los préstamos, realizados
a un interés muy bajo y al que no
tiene acceso ninguna empresa ni
ciudadano. Lo más repugnante de
esta actuación es que se ha hecho
con el dinero de los ciudadanos, no
olvidemos que el dinero público
tiene un solo dueño que son los
ciudadanos.
En el caso de España se calcula que
al final de la corrida más del 50%
de este dinero se habrá evaporado,
es decir se habrá perdido. Diversos
analistas indican que si este dinero
prestado a los bancos y entidades
financieras, que son empresas
privadas, a excepción de las Cajas
de Ahorro, se hubiera destinado a
la economía productiva y a la
calidad de vida de los ciudadanos
hoy no nos encontraríamos en la
situación que estamos.
Hay que evitar negocios que se
consideran fraudulentos a mí
entender. Supongamos el caso, que
ha pasado, de una entidad
financiera que ha recibido ayudas
públicas y que adicionalmente
obtiene crédito (dinero) del BCE a
un interés inferior al 1% y
posteriormente compra deuda
pública de un estado al 3, 4,5 o 6%.
Magnífico, los ciudadanos hemos
puesto el dinero para salvarla,
además le hemos prestado al 1% y
luego nos hace pagar el triple o
séxtuple de los intereses. Por qué
no les proponemos esto a las
empresas productivas i ciudadanos,
no estaríamos todos de acuerdo en
recibir préstamos a un interés
determinado
y
que
inmediatamente los invirtiéramos
en el mismo prestatario ganado un
diferencial entre el 2 y el 5%
A pesar de todo lo dicho sigo
considerando que las entidades
financieras tienen un papel
importante en la sociedad, pero no
nos engañen en que su papel es
social, es un papel necesario para
el desarrollo de la economía y para
que las familias y ciudadanos
puedan realizar las acciones que
necesitan en su actividad diaria.
Se debería establecer un marco
regulador indicando el tipo de
interés máximo de créditos al
consumo, de pólizas de crédito, de
descuento de facturas y de créditos
hipotecarios, asimismo se debería
modificar la ley hipotecaria
arbitrando
el
tema
de
las
valoraciones en su justo precio y de
la
dación
en
pago
como
cancelación de la deuda. No es
suficiente el documento firmado de
buenas prácticas, que no deja de
ser una declaración de intenciones
sin ninguna validez legal.
En todas las entidades financiadas
con fondos públicos hasta su
devolución,
deberían
estar
dirigidas por personas designadas
por el Gobierno y con unas
limitaciones
salariales
a
nivel
directivo y de Consejo de
Administración. Los incentivos de
los directivos y de los miembros de
los Consejos de Administración
deberían
fijarse
de
forma
porcentual
a
los beneficios
obtenidos, asimismo, se debería
aplicar un tope salarial fijo a los
directivos y unas dietas fijas por
asistencia, como remuneración a
los miembros de los Consejos de
Administración.
Se debería crear un cuerpo de
vigilancia para el cumplimiento de
las normas, bajo el BCE y sus
correspondientes
Bancos
nacionales, que pueda seguir,
auditar y resolver las reclamaciones
fruto de los incumplimientos o
abusos. Este cuerpo debería
disponer
de
los
suficientes
mecanismos para actuar con la
máxima agilidad, no es de recibo
dar la razón a ciudadanos que
perdieron su dinero con las
famosas “preferentes” 5 o 10 años
después.
Se debería ser más riguroso en los
conceptos de provisiones y su
correspondiente verificación, para
evitar las posibles quiebras futuras
y sus costes a espaldas de los
ciudadanos.
También
debería
regularse legalmente los topes
máximos
de
las
famosas
comisiones, intereses de demora y
en qué casos se pueden aplicar. Es
inconcebible que un depósito de
un ciudadano de tipo medio reciba
menos intereses que los costes de
las comisiones y de la custodia del
dinero depositado.
Se debería crear un cuerpo dentro
de la Interpol que persiguiera los
delitos de fraude fiscal de aquellas
entidades financieras que tiene
sucursales o filiales en paraísos
fiscales con un seguimiento
específico de las transacciones
realizadas.
Asimismo, no se debería dejar
operar en los países con marco
regulatorio a aquellas entidades
procedentes de países donde
todavía existe el secreto bancario,
ya sea de forma directa o indirecta
mediante filiales.
Las entidades financieras son
necesarias, deben ganar dinero, de
forma lícita y no abusiva, casi
fraudulenta, sus normas de
operación han de ser claras y
legisladas, deben captar recursos y
devolverlos al mercado mediante
un diferencial, este es su negocio,
pero no deberían actuar en otros
ámbitos como comercialización de
productos de consumos, como
aseguradoras, como inmobiliarias,
etc., de forma directa, pueden
tener acciones o participaciones en
cualquier tipo de empresas, pero
deben desligar su actividad del
negocio bancario. No puede ser
que para pedir un crédito, con
independencia del tipo de interés,
que si no se legislan los topes son
estratosféricos para las pequeñas
empresas,
autónomos
y
ciudadanos, se imponga además el
seguro del coche, del piso, etc.
Aquí vale a norma de zapatero a
tus zapatos y nada más.
5) El papel de la Administración
Pública
Con independencia de todos los
temas citados anteriormente, en
este capítulo, que corresponden a
la Administración Pública, esta
tiene
una
responsabilidad
fundamental en el progreso de la
sociedad y en la mejora de la
calidad de vida de sus ciudadanos.
Nos referiremos, en concreto, a los
temas
de
la
economía,
centrándonos en las empresas y el
empleo (los trabajadores), el resto
de los temas sociales serán objeto
de trabajo en los posteriores
capítulos.
La Administración Pública tiene la
obligación de facilitar el desarrollo
de la economía de su país, facilitar
no quiere decir intervencionismo,
no quiere decir dirigismo. Quién
debe
dirigir
el
desarrollo
económico son las empresas y sus
trabajadores, la Administración
Pública debe poner a su
disposición
los
mecanismos
necesarios
para
facilitar
el
desarrollo.
En primer lugar la Administración
Pública debe crear aquellas
infraestructuras
necesarias
realmente
que
faciliten
el
desarrollo económico, por ejemplo
el
corredor
Mediterráneo
(especialmente para hacer llegar a
los centros neurálgicos de Europa,
con mayor rapidez y menor coste,
los
productos
agrarios
y
agroalimentarios de Andalucía,
Murcia, Valencia y Catalunya), la
comunicación en alta velocidad
hacia Europa de los puertos de
Valencia, Tarragona y Barcelona
para competir con Rotterdam en
todo el tránsito comercial y de
productos procedente de Asia, etc.
Las inversiones en infraestructuras
han de estar priorizadas en
aquellas actuaciones que generan
un verdadero valor añadido al
desarrollo de una sociedad.
La Administración Pública, como ya
se ha detallado anteriormente,
debe crear una política fiscal
progresiva que favorezca el
crecimiento económico, no se trata
de impuestos muy altos si no de
que existan más contribuyentes.
La Administración Pública debe
dejar de considerar a las empresas
como núcleos de posibles fraudes o
de
inhibiciones
de
responsabilidades fiscales o como
irresponsables en la creación y
funcionamiento de las empresas,
en el indicador mundial de las
facilidades para crear empresas
(Doing Business) España ocupa el
lugar 143 al nivel de muchos países
del continente africano, esto es
intolerable, la Administración debe
regular para facilitar no para
controlar, esto corresponderá a la
Inspección, facultad que debe
ejercer.
En una Comunidad Autónoma de
España existen más de 500
procedimientos para el alta,
modificación o ampliación de una
empresa. Debe procederse, de
inmediato a una reducción drástica
de dicho número y del tiempo. Por
ejemplo la creación de una
empresa que no necesita informes
técnicos debe producirse en un
tiempo máximo de 24 horas y
basta con una declaración jurada
del empresario en la que acepta
todas
las
responsabilidades
inherentes a su actividad que se ha
de formular on-line o presencial y
disponer en ese plazo de 24 horas
de todos los instrumentos para
poder operar. En los casos que se
requiera informes técnicos bastará
con una declaración jurada y el
correspondiente informe técnico
firmado por un colegiado o una
empresa
homologada
(quién
asumirá
la
correspondiente
responsabilidad civil legal, en caso
de incumplimiento o menoscabo
de
las
obligaciones),
exceptuándose aquellos casos que
la Administración Pública no puede
delegar como materias peligrosas,
temas radiológicos etc. De esto
venimos hablando, todos los
Gobiernos, de cualquier color
político, hace más de 10 años, sería
conveniente dejar de hablar tanto,
apartar a los burócratas y tenerlo
operativo en un término máximo
de 6 meses, es un tema que
conozco perfectamente y les
aseguro que es posible si el
Gobierno ejerce su autoridad sobre
la maquinaria de la Administración
Pública.
En segundo término se deberían
unificar en un solo procedimiento
las diferentes autorizaciones que
se requieren en una serie de
negocios o establecimientos, en
una primera fase (6 meses) dentro
de la misma Administración Pública
y en el plazo de un año entre las
diferentes
Administraciones
Públicas, que en base a sus
competencias propias, intervienen
en un mismo procedimiento.
Existen casos en que para poder
poner en marcha un negocio se
deben pedir permisos a más de dos
Administraciones
Públicas
diferentes y, en otros casos, se
deben
iniciar
más
de
15
procedimientos administrativos. En
resumen en un año un empresario
debería
tener
un
solo
procedimiento
y
las
Administraciones
Públicas
organizarse en interno para poder
dar el servicio que requiere el
empresario, en contra de que
actualmente
provocamos
el
desánimo y la pérdida de voluntad
de iniciar un negocio. Facilitemos la
actividad económica y desplacemos
a los funcionarios del apartado de
la autorización a ejercer el de la
inspección.
Mucha gente no conoce que para
poder abrir un hotel se necesitan
más de 10 inspecciones, de
unidades
administrativas
diferentes, lo que provoca que en
la apertura de la mayoría de los
hoteles no tiene todos los
permisos en regla, es inconcebible,
para el empresario debería existir
un solo proceso de solicitud y un
único proceso de inspección, en los
casos que sea necesario (seguridad,
materias peligrosas, etc.).
La Administración Pública debe
organizarse
y
actuar
como
proveedor de servicios a los
ciudadanos y como garante del
cumplimiento de la legislación, no
debe
trasladar
su
mala
organización interna y su excesivo
afán de control hacia el exterior,
para seguir conservando una
organización decimonónica Debe
cambiar ya, facilitar la tarea,
garantizar el cumplimiento de la
ley y de una vez por todas ser más
ágil y eficaz.
La Administración Pública debe
garantizar que los consumibles que
necesitan
las
empresas
(electricidad,
gas,
agua,
comunicaciones,
etc.)
estén
garantizados, estructurados de
forma ágil y a unos precios
competitivos con los países del
entorno y sus competidores, debe
ser una facilidad no una
penalización, como ocurre en
España, que a día de hoy todavía
no hemos descubierto el tema del
déficit eléctrico, de la tarifa
eléctrica y lo más grave es que no
existen visos de resolverlo. No
entiendo, en el caso de España,
que se supone que las compañías
eléctricas son empresas creadas
para hacer beneficios, nos digan
que tienen un déficit de 30.000M€
y que no hayan quebrado, al
contrario tienen beneficios cada
año y reparten dividendos a los
accionistas. ¿Alguien lo entiende?
No será que nos están intentando
dar gato por liebre, o el estado o
las eléctricas, pero es evidente que
algo no cuadra.
El lobby de las eléctricas me parece
bien, pero no que impongan a los
Gobiernos sus decisiones, el
gobierno debe regular y ellas
deben competir en servicio y
precio, me parece que actualmente
no deja de ser un monopolio
compartido entre ellas. En algunos
países el estado se encarga de la
producción y la conducción y las
eléctricas de la distribución, en
otros el estado legisla la
producción y la conducción y la
distribución competitiva de las
eléctricas. No soy experto en cuál
es la mejor solución, pero sí que
soy experto y entiendo que si en
un país pagamos la energía el
doble que en el entorno de
nuestros competidores estamos
condenando al fracaso muchas
empresas y puestos de trabajo.
En
su
responsabilidad
de
inspección,
La
Administración
Pública, debe actuar de forma
igualitaria. Es conocido que es más
fácil inspeccionar un autónomo o
una pequeña o mediana empresa
que una grande, pero la actuación
debe ser igualitaria i equitativa. Por
ejemplo, en el tema del fraude
fiscal, es más fácil y más mediático
encontrar a un deportista que haya
utilizado paraísos fiscales o
evadido impuestos que hacerlo con
las grandes corporaciones, la
mayoría de las cuales tienen
oficinas o filiales en paraísos
fiscales. Debería existir una
vigilancia efectiva sobre las
transacciones o facturaciones inter
grupo en las grandes corporaciones
que disponen de filiales u oficinas
en paraísos fiscales.
Si
estimulamos
el
crecimiento,
facilitamos la actuación de las
empresas,
perfeccionamos
la
inspección, actuamos de forma
equitativa y con una presión fiscal
objetiva y sin beneficios especiales
en función del tamaño empresarial,
tendremos más empresas, más
puestos
de
trabajo,
unos
impuestos más reducidos y una
mayor recaudación impositiva por
parte de la Administración Pública,
para ello la Administración Pública
debe cambiar, no solo en sus
procedimientos, sino también en
su entramado interno y en la
estructuración de sus recursos en
base a competencias funcionales,
conocimiento y movilidad, no como
ahora
que
estamos
en
competencias
por
capacidad
administrativa o histórica y con
movilidad reducida.
Advierto, sin embargo, que hacer
este cambio chocará con la
oposición frontal de los sindicatos,
que mantienen su último reducto y
fortín en la Administración Pública.
Existe la tendencia cuando se habla
de economía, en la mayoría de
foros o conferencias o debates
centrase en el mundo económico
entendido
como
mercados,
entidades financieras o empresas
(sea cual sea su tamaño). Pues
bien,
es
cierto
que
sin
emprendedores y empresas no hay
progreso ni se crean puestos de
trabajo, pero también es cierto que
sin trabajadores las empresas no
funcionan y por tanto tampoco hay
progreso. Por tanto la visión
económica y el progreso van
ligados a la necesidad de la
existencia de empresas y de
trabajadores
suficientemente
cualificados (cada día más) que
pueden realizar las tareas de las
empresas. Es imposible disociar los
dos ámbitos y ambos son
imprescindibles.
6) Captación
extranjera
Históricamente en
inversión
los
últimos
treinta años uno de los factores
más importantes de crecimiento ha
venido derivado de la inversión
extranjera en España.
Con el inicio de la crisis esta
inversión disminuyó notablemente
e incluso se produjo un proceso
incremental de desinversión.
Es necesario recuperar el proceso y
ofrecer estímulos a la inversión
extranjera, pero principalmente en
el entorno productivo, que es el
que permite la creación de puestos
de trabajo y la generación de
riqueza. Para ello se han de ofrecer
espacios, infraestructuras, expulsar
la burocracia, beneficios fiscales (si
se considera, en especial en la
contratación de trabajadores),
productividad,
trabajadores
cualificados
(hablaremos
a
continuación), etc.
Actualmente nos informan, según
la fuente del Ministerio de
Economía y Productividad, con
mucho bombo y platillo que está
creciendo la inversión extranjera
en España (8,8% del 2013 respecto
al 2012), pero como siempre la
letra mayúscula dice una cosa y la
pequeña otra (como en los
contratos con la banca o las
compañías
de
seguros).
Si
analizamos el crecimiento veremos
que se focaliza únicamente en las
actividades financieras y de seguros
(incremento del 42%), actividades
inmobiliarias (incremento del 66%,
básicamente
en
operaciones
cerradas con la Sareb, banco malo
de ladrillo invendible y que atrae a
los
grandes
especuladores
internacionales) y el sector d la
construcción (incremento del 22%).
Por el lado contrario, la industria
no consigue atraer inversión
extranjera, sobre todo en la
industria manufacturera (básica
para la creación de empleo) que
sufre un contracción del 38,5%.
Todas estas actuaciones se venden
como confianza en la economía
española, que no niego que pueda
ser cierto, pero ¿de qué economía
hablamos? ¿De la macroeconomía
o la especulativa? O bien ¿De la
economía real?, la que ahora se
necesita que garantiza la creación
de puestos de trabajo, la
generación
de
riqueza,
el
reequilibrio
territorial
y
la
recuperación del consumo.
No
nos
sirven
unos
grandes
números
que
configuren
una
sociedad como la que nos señala la
OCDE, en su informe de Octubre de
2013 “Quality of life indicators”, en
donde se señala que España es el
país de la UE con mayor
desigualdad
económica,
que
expresado en otros términos nos
indica que el 20% de la población
(parte más rica) gana, en promedio,
7,2 veces más que el 20% más
pobre, cuando la media de la UE27
es de 5,1 veces. En países como
Finlandia o Suecia apenas se llega a
3,7
veces.
Desgraciadamente,
ningún país de Europa alcanza los
niveles de desigualdad de España y
lo más triste es que esta situación,
en lugar de corregirse se agrava
año tras año.
Por tanto, si a la inversión
extranjera,
si
a
misiones
comerciales reales de captación de
inversión (no de venta de fotos), si
a propiciar medidas que hagan que
sea atractivo invertir en España,
pero
en
las
inversiones
productivas.
Hasta ahora, en este capítulo, hemos
hablado de las empresas y de la
Administración Pública frente a ellas,
ahora corresponde hablar del trabajo,
del empleo y de la cualificación.
Cómo decíamos al principio de este
capítulo y en la introducción, sin
empresas no hay economía ni
generación de riqueza, pero sin
trabajadores no hay empresas. Por
tanto, todos los esfuerzos dedicados a
la recuperación de la crisis y a
disponer de una economía estable,
sostenible y que garantice el progreso
de la sociedad debe analizarse bajo la
doble vertiente de las empresas,
emprendedores y de los trabajadores
y su cualificación.
Todos los modelos preconizados por
la UE, el FMI, el BM y la OCDE como
actuaciones para salir de la crisis no
han tenido en cuenta el factor del
empleo y del trabajo digno. Ahora
empiezan a levantarse voces de alerta
sobre este riesgo, nunca es tarde,
pero la situación creada nos da de
pensar que nuestros dirigentes solo
utilizan la palabra empleo y trabajo
cuando se trata de campañas
electorales o para los discursos, que
por cierto quedan bien, pero no se los
cree casi nadie.
Habitualmente los países con menos
paro son aquellos que tienen un
proceso educativo y de formación
posterior (profesional y universitario)
de alto nivel. La formación de las
personas es la base para poder
acceder al mercado de trabajo y poder
aportar valor añadido, gracias a la
competencia, que redundará en una
mayor competitividad de las empresas
y una mejora substancial de la
economía.
En este tema, en España, tenemos un
suspenso absoluto, todas las reformas
educativas han fracasado, no solo por
las evaluaciones PISA, sino también,
por la realidad del mercado de
trabajo y la competitividad de las
empresas.
España es uno de los países que ha
recibido una mayor cantidad de €
destinados a la formación profesional
ocupacional (parados y continua),
asimismo, el gasto por alumno en la
formación reglada y universitaria es
equivalente a países como Suiza o
Finlandia, con unos resultados que
nos sitúan a años luz de ellos.
Dos son los factores principales del
fracaso de las políticas de empleo, con
independencia de los estímulos a la
contratación que ya hemos detallado
al hablar de las empresas, estos son:
- El fracaso formativo
- La inestabilidad laboral
Sobre los temas de la educación
reglada (básica, ESO, Universidad y
formación profesional reglada) ya
hablaremos en el siguiente capítulo,
centrémonos ahora en la llamada
formación ocupacional, variante de la
formación profesional orientada a
parados y trabajadores (la llamada
formación continua).
Es conocido por todos los
profesionales que hemos trabajado
en el entorno de la formación
ocupacional, que la gran parte de
dinero que ha llegado de Europa y la
que se ha destinado desde los
Gobiernos (estatales y Autonómicos)
ha ido destinada en gran parte a las
patronales y sindicatos bajo el prisma
de realizar dicha formación.
Recientemente son abundantes los
fraudes que se están descubriendo en
este tema. Pero no es el fraude el
tema más grave, existen otras causas
que han provocado el gran fracaso de
esta formación y el dispendio de una
enorme cantidad de € (3.000M€
anuales hasta el año 2012 y
posteriormente sobre 2.000M€,
aproximadamente). Esta formación se
ha aplicado en la ocupacional bajo la
fórmula de subvenciones a donde
acudían administraciones públicas,
patronales, sindicatos, entidades sin
ánimo de lucro y algunas entidades
privadas que ofrecían formación en
los temas que tenían competencias,
pero nunca se ha orientado a las
verdaderas necesidades del mercado
de trabajo, es decir, formábamos a las
personas en lo que sabíamos y no en
lo que necesitaban para poder
incorporarse al mercado laboral.
Asimismo, más grave es el hecho de la
formación continua que se decidía en
la llamada Fundación Tripartita
(compuesta por patronal y sindicatos)
y se adjudicaba en su inmensa
mayoría (más del 90%) a patronales y
sindicatos, es curioso, han sido y
todavía son juez y parte. Este proceso
provoca situaciones curiosas, como
que más del 85% de la ocupación de
España está en la pequeña y mediana
empresa y de la teórica formación
continua, que debería servir para
mejorar
la
profesionalidad
y
competencia de los trabajadores
redundando
en
una
mayor
competitividad empresarial, solo le
llegan el 18%.
También, cabe señalar que no ha
existido un análisis real de los costes
de formación y que se ha utilizado el
método de justificar el importe
subvencionado según lo ofertado por
los adjudicatarios de las subvencione
sin un previo análisis real del coste
efectivo del servicio. Ahora, motivado
por la reducción de la disponibilidad
económica y financiera de las
Administraciones
Públicas,
se
empiezan a realizar estudios de costes
de algunos servicios que han de
prestar los servicios Públicos de
Empleo y se comienza a incorporar
procesos de concurrencia pública. Sin
embargo, seguimos sin orientar al
trabajador en las necesidades reales
del mercado de trabajo, los servicios
públicos de empleo han vivido y
viven, fundamentalmente, a espaldas
de las empresas y estas de los
servicios públicos de empleo. Esta
situación ha provocado procesos muy
duros de auditorías del FSE (origen de
la parte más importante de los
fondos) llegando a congelar su
aportación en diversos territorios.
La formación ocupacional debe
iniciarse en un proceso de orientación
de la persona parada por parte de
auténticos profesionales, que deben
conocer las necesidades reales del
mercado y del entorno, para poder
diseñar un itinerario personalizado de
adquisición de competencias que
permitan ofrecer la posibilidad de
estar en condiciones de igualdad para
acceder al mercado de trabajo. De las
personas
registradas
como
demandantes de empleo en los
Servicios Públicos de Empleo en
España, más del 40% no disponen de
las competencias básicas (la mayoría
de ellas no tiene la ESO) y sin dichas
competencias no pueden acceder a
cursos de formación profesional que
les permita adquirir las competencias
necesarias. Sobre esto no tengo
constancia de que se haya actuado de
forma masiva para evitar condenar a
este ingente número de personas
como incapacitados de acceder al
mercado laboral. La mayor parte de
estas personas se sitúan en la franja
de 30 a 45 años (45%), le siguen los
mayores de 45 años (30%) y a
continuación los menores de 30 años
(25%) (Datos de los Servicios Públicos
de Empleo de Catalunya y Valencia).
Por
otro
lado
la
formación
ocupacional debe orientarse a las
necesidades reales del mercado de
trabajo, lo que obliga a los Servicios
Públicos de Empleo a realizar una
tarea de aproximación territorializada
a las empresas para poder conocer de
primera
mano
las
posibles
necesidades futuras y de esta forma
convocar procesos de formación en
forma de concurrencia pública (fuera
ya las subvenciones, que son
perniciosas desde su origen) sobre las
especialidades o competencias que se
demandan o se van a demandar y con
unos indicadores de medida de los
resultados de la formación que
garanticen la asunción de los
objetivos y que si no se cumplen no se
abona el importe.
Soy consciente de que existe un
número determinado de personas
que prefieren vivir del subsidio o
prestación, en lugar de ganarse un
salario trabajando, en estos casos,
que respeto su voluntad pero los
considero parásitos de la sociedad, se
les debería suspender todo tipo de
ayuda (siempre y cuando estén en
condiciones de poder trabajar)
cuando se producen las situaciones de
rechazo de los procesos de formación
ofrecidos o de las ofertas de trabajo
que se les presenten. Estas prácticas
toleradas no pasan de ser conceptos
de solidaridad o caridad mal
entendida.
Se debe estructurar la formación
continua para que llegue a las
pequeñas y medianas empresas, para
que
puedan
adquirir
más
competencias sus trabajadores y
redundar en una mejora de la
actividad empresarial, para ello deben
actuar de forma urgente los gremios y
patronales en un proceso de difusión
y convencimiento de sus asociados,
para que reciban la parte de fondos
que le corresponde a su participación
en el mercado de trabajo con una
utilidad real. Aunque la formación
continua
funciona
como
una
bonificación de cuota, no debe
considerarse como tal, sino como un
auténtico esfuerzo para mejorar el
funcionamiento
empresarial,
la
consolidación de los puestos de
trabajo y la mejora de resultados.
Es cierto que estos cambios
provocarán un vuelco importante en
el sector de la formación, eliminando
aquellas entidades que no tienen las
competencias para responder a los
nuevos retos, pero por el contrario se
generará un sector profesional,
competente y de futuro.
España no puede malgastar un € de
los fondos que dispone, más los que
recibe de Europa, ante la grave
situación de paro en que se
encuentra, sería un auténtico fraude.
Estamos al límite de perder más de
una generación que no encontrará
trabajo hasta pasados los 30 años y
otra que se encontrará en paro para
el resto de su vida a partir de los 30 o
40 años. Ante esta situación no valen
discursos, estadísticas, brotes verdes,
etc., vale actuar de una vez por todas
y garantizo que si se quiere se puede,
además, la rueda ya está inventada,
sólo hay que ver como lo hacen otros
países en los que este sistema
funciona.
No entro en este capítulo con el tema
de la formación profesional reglada
llamada “dual” que se detallará en el
capítulo destinado a la educación. Sin
embargo, permítanme adelantar que
debería incorporar el contrato de
aprendizaje (no como contrato
basura) sino como contrato real, por
un período de tres años, con
incremento del salario cada año
llegando al salario mínimo en el tercer
año (el escalado debería ser fijado por
el Gobierno), bajo la supervisión de
un tutor externo de la Administración
Pública y un tutor interno en la
empresa y que al finalizar el período
obtuviera la certificación profesional
correspondiente (grado medio o
superior de formación profesional,
certificado de profesionalidad, etc.).
Este proceso no debe comportar
subvención o ayuda alguna a la
empresa, ya que esta obtiene el
beneficio en el rendimiento del
trabajador/aprendiz
que
realiza
tareas a un coste inferior de los otros
trabajadores, no será así en el inicio,
pero en el transcurso de los tres años
seguro. Si alguien tiene duda de estas
afirmaciones que verifique como se
hace en Suiza, Alemania o Finlandia.
Salvo los casos de discapacidad,
deberían existir menos tipo de
contratos y si me apuran un único
tipo de contrato (a tiempo parcial o
tiempo completo), la rescisión del
contrato debería ser posible por
ambas partes y que acordaran de
mutuo acuerdo si existe algún tipo de
compensación, en el caso de no llegar
a acuerdo alguno deben existir los
tribunales de arbitraje que declaren el
despido procedente o improcedente,
en cuyo caso de acuerdo a la
legislación establecida se procederá a
la compensación que se fije. La
legislación debería fijar con detalle los
casos en que se deberá considerar
procedente o no la rescisión de un
contrato de trabajo. Las empresas
vendrán obligadas a provisionar un
fondo continuo del 5% de su masa
salarial para hacer frente a las
posibles contingencias en los futuros
casos de rescisiones de contrato que
se declaren improcedentes. El 30% de
dicho fondo se podrá desgravar del
impuesto de sociedades.
El Gobierno de España deberá fijar el
salario mínimo en una cantidad
ligeramente superior a la media de la
UE, no podemos permitirnos más
tiempo en tener personas trabajando
con un salario mínimo ínfimo y si es a
tiempo parcial un salario de basura
que no cubre ni el alquiler, ni la
comida, ni la electricidad, el gas, la
educación, etc. Actualmente en
España, según cifras del Ministerio de
Trabajo de diciembre del 2013
13.800.000 personas están inactivas
(entre pensionistas y parados), lo que
representa el 29,2% de los habitantes,
un coste de 9M€ mensuales que
representa el 1% del PIB, con
crecimiento anual del 1,64% en
cuanto a personas y un 3,47% en
cuanto a importe, frente a 16.210.000
personas activas que cotizan a la S.S.,
es decir sólo hay un 17% más de
personas ocupadas que personas que
viven de la ayuda pública. Asimismo,
¼ parte de los pensionistas recibe una
prestación superior al tramo salarial
más frecuente entre los trabajadores
en activo.
La economía de un país será más
potente en base a la competitividad
de sus empresas y su capacidad de
afrontar los mercados globales. El
factor
predominante
para
la
competitividad, con independencia de
la aplicación intensiva de la tecnología
y del I+D+I, radica en la competencia
profesional de sus trabajadores, por
encima de los modelos aplicados en
base a la última reforma laboral que
han representado una reducción de
personal y de salarios.
Estoy de acuerdo en que los salarios
deben ajustarse a la realidad del
mercado, pero esto no ha de significar
un proceso constante de reducción de
los mismos que lleva a la mayoría de
la población al lindar de la pobreza,
las empresas ganan en competitividad
por las causas antes comentadas,
hacerlo sólo en base a la reducción
salarial les representará pan para hoy
y hambre para mañana. En este
espacio de ajuste debería revisarse a
la baja algunos tipos de salarios en
empresas u organizaciones públicas
absolutamente deficitarias y con unos
salarios abusivos e insolidarios con
sus equivalentes en el mismo sector,
pero en las empresas privadas
Se debe implicar a la fuerza del
trabajo en los órganos directivos de
las empresas, de forma que en las
grandes y medianas empresas un 10%
de sus Consejos de Administración o
Comités de Dirección estén ocupados
por
representantes
de
los
trabajadores con derecho a voz pero
sin derecho a voto.
En las pequeñas empresas debería
imponerse la cultura de una reunión
semestral de la dirección o propiedad
con los trabajadores para revisar el
funcionamiento de la empresa,
atender la resolución de posibles
problemas, explicar los objetivos y las
posibilidades y recoger las sugerencias
y propuestas.
Si implicamos a los trabajadores en la
dinámica empresarial y los hacemos
más partícipes, está demostrado que
la competitividad de las empresas
crece de forma espectacular.
Se debería promover un reparto de
los beneficios empresariales entre los
trabajadores (10%) que estaría exento
del impuesto de sociedades y que se
repartiría en función del salario sin
poder exceder del 5% del global
salarial individual.
Una de las bazas fundamentales de la
recuperación económica y de la
sostenibilidad de una economía
radica en el crecimiento del consumo.
No existirá crecimiento del consumo
sin reducción del paro y sin reducción
de la inestabilidad aboral, por tanto
la clarificación y seguridad de los
contratos de trabajo realizados
libremente entre empresario y
trabajador, bajo unas normas claras
de posible rescisión, la formación
continua de los trabajadores, la
preparación de los trabajadores para
su entrada en el mercado de trabajo y
la participación o el conocimiento de
la situación de la empresa y su futuro
conducen a una estabilidad laboral
que permite recuperar la confianza en
el futuro, factor determinante para la
recuperación del consumo.
Para resolver el tema laboral en
España, no es difícil si las tres partes
Administración Pública, Patronales y
Sindicatos dejan de mirarse el
ombligo y de pensar en sus propios
intereses y piensan más en la
viabilidad y crecimiento de las
empresas y en la dignidad y derecho
de las personas a un trabajo digno.
Hemos esbozado un pequeño número
de propuestas que servirían para dar
la vuelta a la situación, pero ¿por qué
no se hace?
En primer lugar las patronales solo
responden a los intereses de sus
lobbies y de sus dirigentes intentando
aprovechar
la
situación
de
precariedad y de desánimo con el
único objetivo de poder hacer y
deshacer a su voluntad con unos
intereses de rebajar sus costes, en
especial los laborales, para poder
obtener más beneficios.
Los sindicatos solo están interesados
en su imagen y en conservar sus
mastodónticas estructuradas, sus
propuestas están ancladas en el siglo
XIX, más del 70% del empleo que se
ha destruido ha estado en las
pequeñas y medianas empresas y
todavía
no
he
visto
una
manifestación, una declaración una
actuación
de
los
sindicatos
denunciando y defendiendo los
intereses de estos trabajadores, ahora
bien en la función pública y en las
grandes empresas, donde todavía
tienen un peso relativo sí que actúan
porque les proporciona el resorte
mediático
que
necesitan
para
conservar su estatus, les oigo hablar
de reformas que nunca concretan,
¿por qué no denuncian la formación
profesional ocupacional?, ¿por qué no
hacen propuestas para la creación y
mantenimiento de empresas, única
garantía de generar puestos de
trabajo? O es que les resulta más fácil
y mediático mantener la disputa
dialéctica con las patronales y la
Administración Pública, deberían
tomar nota de las recomendaciones
de la OIT y de la actuación de los
sindicatos en los países más
avanzados,
donde
coinciden
estabilidad y crecimiento económico
con cifras de paro mínimas, garantías
sociales y conciliación de la vida
familiar y laboral.
La Administración Pública tiene una
gran
responsabilidad
sobre
la
situación actual, siempre actúa a
remolque y una vez que la situación
se convierte en un enfermo crítico y
en la UVI, adopta decisiones bajo la
presión de los lobbies e intentando
mantener
un
equilibrio
entre
patronales y sindicatos sin actuar al
servicio de la mayoría de los
ciudadanos (empresas, autónomos y
trabajadores), que son los que
realmente sufren las consecuencias de
la situación actual. Las personas que
toman decisiones en el Gobierno de
España y en las Comunidades
Autónomas son en una inmensa
mayoría funcionarios (no pretendo
desprestigiar el término), pero
coincidirán conmigo que no tienen
experiencia alguna en la cruda
realidad del mundo real económico
de las empresas y de los trabajadores,
viven absolutamente ajenos a la
auténtica realidad y tienen como
referencia algunos asesores (que
tampoco sufren las consecuencias),
los medios de comunicación, los
lobbies, las patronales y los
sindicatos, lo que provoca que entre
ellos se lo guisan y se lo comen y los
restos llegan a la ciudadanía en
general. Me molesta que hablen de
que se empieza a crear empleo, puede
ser, pero ¿qué tipo de empleo?, el
derecho al trabajo forma parte de la
carta de los derechos humanos que
han suscrito todos los países, pero
dicho derecho ha de servir para la
vivienda, la luz, el agua, el gas, la
comida, la sanidad, la educación etc.,
si no sirve no es derecho es condena a
la pobreza. La macroeconomía está
muy bien para la negociación entre
Estados, para hablar en el G20, para
conferencias, para tertulias, para
debates parlamentarios, para la
cumbre de Davos, pero no sirve para
la economía real, la del día a día, la
que viven y sufren la mayoría de
ciudadanos.
Me repugnaría ser Presidente de un
país donde existirá un solo ciudadano
que no pudiera alimentarse ni
alimentar a su familia y esto lo hemos
considerado como habitual, se dice
existe en todos los lados, es el precio
del progreso, etc. Deberíamos
maldecir estas afirmaciones y exigir o
cambiar a los dirigentes políticos por
otros que tengan más sensibilidad por
el tema, más conocimiento de la
realidad y más proximidad.
Repito no creo en las subvenciones,
creo en la economía de las empresas,
en un mercado libre de competencia,
pero con respeto a los derechos de los
ciudadanos a un trabajo digno con un
salario adecuado y unas condiciones
de vida que respeten y garanticen los
derechos de las personas. Para ello la
Administración
Pública
(los
Gobiernos) han de legislar, impulsar e
invertir en las infraestructuras físicas y
sociales que sean necesarias.
Si releen este capítulo observaran que
todas las propuestas y medidas son
posibles en la situación actual y
seguro que no la empeoran, muy
probablemente
la
mejorarían
substancialmente y si no son éstas
que hagan otras, pero que funcionen.
6. Laeducación,la
enseñanzayla
cultura
Sin conocimiento no hay progreso,
por dicha razón las sociedades
modernas avanzadas, que progresan y
que tienen una estructura social
equilibrada y un proceso de
crecimiento sostenible, consideran la
educación como uno de sus pilares
básicos y fundamentales.
Muchas de las diferencias que
encontramos entre los diversos países
tienen su origen en el diferente
desarrollo de sus modelos educativos,
ya que sin una buena base de
conocimiento no es posible afrontar
un progreso y disponer de la
suficiente capacidad para desarrollar
las habilidades necesarias para el
desarrollo personal y las formas de
convivencia y respeto que constituyen
el ámbito relacional de una sociedad.
Todos los países, miembros de la ONU
han
firmado
o
aceptado
la
Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que en su artículo 26 dice:
1. Toda persona tiene derecho a la
educación. La educación debe ser
gratuita, al menos en lo concerniente a
la
instrucción
elemental
y
fundamental. La instrucción elemental
será obligatoria. La instrucción técnica
y
profesional
habrá
de
ser
generalizada; el acceso a los estudios
superiores será igual para todos, en
función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el
pleno desarrollo de la personalidad
humana y el fortalecimiento del
respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales; favorecerá
la comprensión, la tolerancia y la
amistad entre todas las naciones y
todos los grupos étnicos o religiosos, y
promoverá el desarrollo de las
actividades de las Naciones Unidas
para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho
preferente a escoger el tipo de
educación que habrá de darse a sus
hijos.
No niego los esfuerzos realizados por
los Gobiernos, en el ámbito europeo,
en los últimos cincuenta años para el
desarrollo de un modelo educativo
que configura las personas que en el
futuro deberán conducir nuestra
sociedad, sin embargo, los resultados
son muy diferentes entre los diversos
países y si nos centramos en el caso
del Estado Español veremos que
estamos a la cola de la UE (15 países)
en
cuanto
a
capacidades
y
conocimientos, basta con ver los
últimos resultados de las pruebas
PISA.
La enseñanza no es un problema de
ideología política, es un derecho
fundamental y debe establecerse al
margen de la ideología gobernante en
cada momento. Es incomprensible el
número de reformas educativas que
se han producido en España (12 en los
últimos 44 años, es decir una por cada
tres años y medio). Con esta situación
es
imposible
conseguir
una
estabilidad educativa, ya que una
misma persona que inicia su
escolarización, sin contar que lo haga
en la etapa preescolar, a los 4 años y
que termine la ESO a los 14 años
habrá tenido en su periplo educativo
tres modelos diferentes.
El modelo educativo debe nacer de un
pacto de estado entre todas las
fuerzas políticas y los expertos. Es
cierto, que con el devenir de los
tiempos, se necesitaran ajustes, pero
no cambios radicales en períodos
inferiores a 4 años. Se ha intentado
instrumentalizar la educación, por
parte de los diferentes gobiernos,
como un arma de concienciación
ideológica. Asimismo, todavía no se
ha logrado una separación total del
factor religioso del proceso educativo
general. Soy de los que creo que el
cristianismo tuvo mucho que decir y
es una de las bases de la construcción
de las naciones europeas, pero la
educación general debe ser laica y, en
todo caso, deben existir temáticas o
créditos opcionales que se basen en
conceptos religiosos diferentes y que
cada alumno pueda elegir libremente.
La educación, al igual que la lengua y
las diferentes religiones deben ser
materias de unión y comunicación y
nunca deben ser utilizadas como
armas políticas de imposición. A partir
de ahora para lograr el consenso
necesario y que sea un real pacto de
estado, las reformas educativas, al
afectar a uno de los principios básicos
de la sociedad deberá conformarse en
los Parlamentos, en forma de
ponencia conjunta y requerirá la
aprobación con una mayoría de los
2/3 de las cámaras legislativas.
La enseñanza debe ser obligatoria
hasta los 16 años y gratuita, sin
trampas, es decir pública o concertada
con las mismas garantías y calidad, sin
inventarnos servicios adicionales de
pago, que algunos se convierten en
obligatorios, en especial en la escuela
concertada. Entiendo que servicios
adicionales
de
materias
no
contempladas en el currículo escolar y
que quieran recibirse, en la misma
escuela fuera del horario escolar,
pueden tener que abonarse, pero los
servicios de comedor y transporte
deben ser absolutamente gratuitos.
No puede utilizarse esta estrategia
para configurar escuelas elitistas, bajo
el amparo de escuelas públicas o
concertadas, porque ambas salen del
erario público, es decir, del dinero de
todos los ciudadanos. Ya existen las
escuelas privadas para aquellas
familias que no deseen optar
libremente por la enseñanza pública,
de todas formas estas escuelas al
finalizar cada ciclo escolar sus
alumnos deberán superar una prueba
que les acredita las competencias y
capacidades asumidas para poder
obtener
la
correspondiente
certificación o titulación oficial. En la
situación actual de crisis, observamos
grandes
deficiencias
en
la
alimentación de muchos escolares,
que no pueden pagar el servicio de
comedor y en su casa no pueden
proporcionarle
la
alimentación
adecuada. En definitiva hablamos de
escuela pública gratuita en todos sus
aspectos
obligatorios
para
la
formación de las personas, que
incluye la comida, no así las
actividades
extraescolares
o
extracurriculares, que serán facultad
de cada escuela de acuerdo con la
correspondiente
asociación
de
alumnos y de padres.
Algo falla en nuestro sistema
educativo ya que tenemos un índice
de fracaso escolar altísimo en
comparación a la UE (24,9% de fracaso
escolar, que coloca a España a la
cabeza de la Unión Europea en
abandono escolar y con un porcentaje
que dobla el 12,8 % de la media
europea, según los datos publicados
por la Oficina europea de estadística
Eurostat), unos pobres resultados en
la pruebas PISA (La puntuación que
alcanza España en matemáticas es de
484 puntos, significativamente inferior
al promedio de la OCDE de 494 puntos.
En el listado ordenado de los 34 países
miembros de la OCDE, ordenados por
su puntuación en matemáticas, España
ocupa el puesto 25. La puntuación
media en comprensión lectora de los
estudiantes españoles es de 488
puntos, 8 puntos inferior al promedio
de los países de la OCDE (496), lo que
supone
una
diferencia
estadísticamente significativa. España
ocupa el puesto 23 en el listado
ordenado de los 34 países de la OCDE.
Los alumnos españoles obtienen en
ciencias 496 puntos, el mejor resultado
de las tres materias examinadas, si
bien cinco puntos inferior al promedio
de la OCDE (501) y siendo esta
diferencia
estadísticamente
significativa. España ocupa el puesto
21 en el listado ordenado de los 34
países de la OCDE, ordenados por su
puntuación en Ciencias. Fuente
Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte) y unas universidades que la
mejor situada en el ranquin
internacional (QS Worldwide Rankings,
diciembre 2013) está en la posición
176 (Universidad Autónoma de
Barcelona).
En ninguna de las reformas habidas
en
estos
últimos
años,
ya
comentadas, he observado crítica
alguna al profesorado, en espacial en
la Enseñanza básica y la ESO,
asimismo, no he encontrado planes
específicos obligatorios de reciclaje de
los profesores. Alguien dijo “no hay
mal alumno, sino mal profesor”,
personalmente no creo en las
manifestaciones exclusivas, pero algo
de razón si tienen. En primer lugar al
profesor, conocido popularmente
como el maestro, no se le tiene en
gran consideración en la sociedad
actual, quizás es un desmérito ganado
a pulso, pero creo que hay de todo
como en la viña del señor. En primer
lugar es una diplomatura que tiene
una de las notas de acceso más bajas
en la Universidad, cuando en los
países más avanzados y con menor
fracaso escolar resulta que para cursar
los estudios de magisterio se exigen
una de las notas más altas. Esto tiene
una base sólida, ya que si
consideramos que para el progreso de
una sociedad, en todos sus aspectos
económicos, sociales, de igualdad, de
respeto, de esfuerzo, etc. unos de sus
pilares es la educación y enseñanza de
las personas, es evidente que a esta
tarea hemos de dedicar las mejores
personas y las más preparadas.
Se debería encargar a una comisión de
expertos,
reconocidos
mayoritariamente,
en
materia
educativa y de los principales
creadores de contenidos formativos,
para que definan el modelo
educativo, sus contenidos y el modelo
de comunicación y formación que, a
su vez, se deberá confrontar con los
modelos educativos de los países más
avanzados en materia educativa que
ha de ser nuestro principal objetivo.
En segundo lugar se debe realizar un
itinerario personalizado de cada
profesor, que indique y pueda
asegurar la realización de los cursos
de soporte y reciclaje anuales,
necesarios a lo largo del devenir de su
profesión, para poder garantizar la
máxima cualidad en sus tareas
profesionales. Asimismo, en sus
condiciones laborales deben regirse,
al igual que todos los ciudadanos, por
las reglas que nos hemos dotado en el
estatuto de los trabajadores. Los
profesores no son funcionarios con
potestad pública y, por tanto, tal y
como decíamos en el apartado de la
Administración Pública deben dejar
de regirse por el estatuto de los
funcionarios públicos. Este tipo de
actuaciones se deben seguir tanto en
la escuela pública, como en la
concertada, llegando a configurar un
proceso curricular y de carrera
profesional para cada profesor.
Asimismo los salarios de los
profesores, en su diferente escalado
profesional, deben ser los mismos
entre la escuela pública y la
concertada. Si la escuela concertada
es una entidad privada, ya sea con
ánimo de lucro o no, y desea obtener
unos ingresos adicionales, estos
deberán venir de las actividades
extraescolares o extracurriculares, no
obligatorias.
Nunca
he
creído
en
la
gestión
asamblearia
y
por
tanto
debe
cambiarse el funcionamiento de
nuestras escuelas públicas, situando
al frente de las mismas un profesional
que haya accedido por oposición a la
cualificación de Director de escuela,
en sus diferentes variantes, y que será
designado por el Gobierno (área
educativa), en el caso de escuela
concertada corresponderá a la
propiedad dicha designación pero
deberá ser una persona que haya
superado el mismo proceso previo de
oposición. El Director de Escuela
estará asesorado por un Consejo
Rector tripartito (padres, profesores y
alumnos) para la gestión de la escuela
y para la gestión educativa por el
Claustro de Profesores. Asimismo el
Director autorizará y fijará el precio de
las actividades extraescolares o
extracurriculares que nacerán a
propuestas (no exigencias) de la
correspondiente
Asociación
de
Padres. En el caso de las escuelas
públicas los ingresos de dichas
actividades deberán ser calculados en
función del coste efectivo de las
mismas, sin poder obtener beneficios.
La escuela pública no es un negocio.
Todas las escuelas públicas y
concertadas serán auditadas por la
Inspección educativa, de forma
periódica (bianual) y sus resultados
serán publicados y enviados a todos
los padres y profesores.
La Administración Educativa no es una
entidad con la ciencia infusa
suficiente para decidir el formato y el
contenido de los estudios por sí sola,
es evidente que es su competencia,
pero se debe organizar una forma
sistemática de recogida, puesta en
común y tenida en cuenta la opinión
de los profesionales, que son los
profesores que día a día se enfrentan
a esta tarea. Para resolver esta
problemática se realizaran dos
encuestas anuales (en las escuelas
públicas y las concertadas) de
obligada respuesta en donde se
solicitaran las opiniones de los
profesionales, sus sugerencias, sus
críticas y sus propuestas de mejora, el
resultado de dichas encuestas será
publicado y difundido a toda la
comunidad escolar (padres, alumnos y
profesores). Asimismo, en el período
laboral, cuando no se realicen tareas
de enseñanza, se organizaran los
cursos de reciclaje, de formación
complementaria
y los campus
nacionales e internacionales de
intercambio de experiencias y
transmisión de conocimiento para los
profesionales educativos de la escuela
pública y concertada, en el caso de
asistir profesionales provenientes de
la escuela privada deberán abonar el
coste efectivo de dicha participación.
Por otra parte se creará un foro online de la gestión del conocimiento en
materia
educativa
que
estará
reservado a la autoridad educativa y
el profesorado (escuela pública y
concertada, si la privada quiere
participar deberá abonar el coste
efectivo del servicio). Antes de cada
inicio de curso y de cada trimestre
educativo se reunirá de forma
obligatoria, en una jornada, el
Director con el claustro de profesores
(escuela pública y concertada), en
donde cada profesor expondrá sus
opiniones, su metodología y sus
objetivos a los efectos de trasmitir
entre todos el conocimiento y obtener
una actuación los más eficaz y
homogénea necesaria para el éxito de
la tarea encomendada y que no
provoque una peligrosa dispersión
entre los alumnos. El acta resumen de
estos encuentros formará parte del
dossier de la escuela y estará a
disposición de la Administración
Educativa.
A la finalización del próximo curso
escolar y como punto cero de la nueva
etapa se proceder a una evaluación y
acreditación de la competencia de
todos los profesores de Enseñanza
básica y ESO, para que a partir de la
misma pueda iniciarse el proceso de
itinerario profesional y carrera
profesional personalizada.
Trimestralmente la Administración
Educativa reunirá una mesa social de
trabajo con los representantes
sindicales
de
los
trabajadores
educativos
(escuela
pública) para
analizar la evolución y necesidades
laborales del colectivo educativo.
Reconozco que los trabajadores
educativos, como todos tienen todo el
derecho
de
reclamar
aquellas
condiciones laborales que sean justas
y que entre estos derechos figura el
derecho a huelga, pero debemos
anticiparnos a los problemas, no para
negar derechos, pero si para conocer
los problemas y hablarlos y discutirlos
para encontrar decisiones antes de
recurrir a acciones legales, pero que
resultan perjudiciales para toda la
sociedad al desatender el proceso
necesario de enseñanza y educación
de las personas.
Se establecerá una reunión semestral
de la Administración educativa con los
representantes de las escuelas
concertadas con el objetivo de
analizar los problemas existentes,
estudiar sugerencias y mejoras y
proponer soluciones a los posibles
problemas.
Los libros y materiales escolares
(específicos y necesarios) serán
gratuitos en la escuela pública, pero
deberán devolverse en perfectas
condiciones a la finalización y
superación de cada curso, aquellos
que se deterioren o se pierdan
deberán ser abonados (50% del coste)
por parte de la correspondiente
familia. Estos libros y materiales son
un bien público y no personal, por
tanto corresponde a los alumnos y sus
familias proceder a su cuidado como
el tesoro que representa el camino de
la enseñanza. Cada escuela deberá
ejercitar una concurrencia pública
para la adquisición de dichos libros y
materiales de acuerdo a los textos
homologados y dentro de la franja de
precios orientativos publicados por la
Administración Educativa. La escuela
concertada podrá optar por la misma
fórmula, en cuyo caso formará parte
del concierto con los mismos derechos
y obligaciones u optar por un proceso
diferente, en cuyo caso la adquisición
de libros y materiales no formará
parte
del
concierto
y
será
responsabilidad de la escuela buscar
la
financiación
o
indicarlo
previamente a la matriculación de los
alumnos
que
dicho
proceso
representará un coste adicional.
Siempre me ha parecido que dejar
pasar un alumno en la enseñanza
básica y la ESO de un curso al
siguiente no habiendo superado
todos los créditos es una aberración,
ya que fomenta el conformismo,
establece deficiencias en la formación
individual de la persona y es todo lo
contrario al necesario estímulo,
sacrificio,
esfuerzo
y
afán
de
superación, que son algunos de los
valores fundamentales de cualquier
educación. Asimismo, estoy a favor de
las segundas oportunidades, por
dicho motivo se deberían incorporar
los exámenes de segunda vuelta antes
del inicio del siguiente curso para que
los alumnos que tuvieran créditos no
superados se puedan presentar a
estas pruebas y dispongan de una
segunda oportunidad para poder
pasar al curso siguiente.
Antes hemos mencionado el factor de
la religión enunciando que la escuela
debe ser laica, pero no sólo como
temario y principio, sino también
como funcionamiento, actitud y
presencia de los profesores y los
alumnos. No se puede permitir que en
las escuelas entren alumnos con el
burka o similar, la imagen y la faz de
todos los alumnos deben estar
descubiertas, en todo caso, no soy
contrario al velo siempre y cuando
deje el rostro de la persona libre.
Asimismo, en nuestra cultura, existen
una serie de celebraciones que han
superado el ámbito religioso para
convertirse en una tradición popular,
como por ejemplo, el Belén, los
regalos de Navidad, el Papa Noel, etc.,
por lo que si una escuela decide hacer
una celebración o actos referidos a
estas tradiciones populares no se
pueden prohibir basados en una
excesiva laicidad o porque pueden
herir sensibilidades en personas de
otras creencias, es absurdo, estas
celebraciones o actos deben ser
voluntarios y quien no quiera
participar, por las razones que sea, no
participa
y asunto
terminado.
Tenemos la costumbre de rizar el rizo
en cualquier situación y sacarle puta
al lápiz, cuando ya se tiene suficiente
para escribir
En estos tiempos revueltos de crisis,
parece que muchos políticos no
tienen suficiente trabajo y se dedican
a utilizar la lengua como arma política
de
confrontación
en
algunas
Comunidades Autónomas de España,
no teniendo suficiente con ello que
han
decidido
trasladarlo
a
la
educación y la justicia, que por cierto
tiene un buen número de sentencias
contradictorias ya que en algunos
casos obliga a cambios, en otros
realza el actual modelo educativo de
la Comunidad Autónoma y en otros se
erige como Administración Educativa
ordenando lo que tienen que hacer
los directores de colegio. En definitiva,
un auténtico desbarajuste. Es cierto y
sigo defendiendo que la enseñanza
básica
ha
de
ser
en
fundamentalmente en la lengua
materna e ir introduciendo poco a
poco la otra lengua oficial, en el caso
de existir cooficialidad, compartiendo
dicha formación lingüística con una
lengua extranjera, el objetivo es llegar
a la finalización de la ESO con un
pleno dominio de las lenguas oficiales
y una lengua extranjera.
No obstante, porque uno o dos
alumnos de un curso exijan un
cambio de lengua, en razón de lo
enunciado anteriormente, no se tiene
que obligar a que el resto de clase
deba someterse al mismo cambio en
sentido contrario, si dejamos de
politizar el tema y dejamos que actúe
la Autoridad Educativa
de
cada
Comunidad Autónoma, organizando
los cursos y la forma de afrontar el
aspecto lingüístico de acuerdo a los
principios establecidos, seguro que
podrán organizar los cursos y las
escuelas respetando todas las
peticiones, en todo caso si hay una
minoría que demanda una lengua
materna diferente de la mayoritaria
se deberá organizar en la misma
escuela, si hay efectivos suficientes, o
agrupar esto alumnos en escuelas de
proximidad
donde
se
pueda
desarrollar la formación de acuerdo a
la petición de las familias. Esto sirve
tanto para el castellano en Cataluña
como para el catalán en Valencia.
De verdad me repugna esta
instrumentalización política y utilizar
a los alumnos en edad infantil para
una guerra política, que, estoy seguro,
a quien no les importa un rábano es a
los propios alumnos, de los que nos
deberíamos preocupar más y mejorar
de una vez por todas, nuestro sistema
educativo y nuestro modelo de
formación de las personas.
Como el lector habrá observado,
tanto en el título del capítulo como a
lo largo del mismo estoy conjugando
las palabras educación y enseñanza.
Sé que son difíciles de discernir, no
etimológicamente, pero si para la
sociedad en general. Mi visión
particular es que la escuela debe
dedicarse básicamente a la enseñanza
y que la educación, corresponde
fundamentalmente a la familia,
entendida en su sentido más amplio
(tradicional,
monoparental,
homosexual, etc.).
La DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS
DERECHOS HUMANOS aprobada y
proclamada por las Naciones Unidas
dice en su artículo 16.3: “La familia es
el elemento natural y fundamental de
la sociedad y tiene derecho a la
protección de la sociedad y del Estado”
Cuando nacemos somos los seres más
egoístas que puedan existir, todo nos
pertenece y es nuestro crecimiento en
el seno de una familia que nos enseña
a que no estamos solos, a que nos
necesitamos los unos a los otros, a
que existen muchas cosas que se
deben compartir, posteriormente en
el mundo educativo completamos
estos conocimientos y desarrollamos
nuestra personalidad, pero para
poder realizar estos pasos es
necesario que todos los miembros de
la familia dispongan de un tiempo,
que las exigencias modernas nos lo
impiden. Como consecuencia o se
renuncia a tener hijos, o se tiene
muchos menos y cuando se tienen, no
disponemos el tiempo necesario para
atenderles, entonces utilizamos las
nuevas tecnologías para que se
ocupen. Esta situación nos lleva a una
sociedad egoísta, no solidaria, no
dispuesta a compartir.
No hemos de responsabilizar a las
nuevas generaciones de su actuación,
ni tenemos autoridad moral para
recriminarles,
ellos
no
son
responsables de la situación, somos
nosotros los que hemos creado esta
situación, este mundo y ahora no
podemos exigirles que se enfrenten
solos al mismo. Entre todos hemos de
reconducir la situación y esto requiere
acción, energía, rapidez y sobre todo
mucho diálogo y escuchar por nuestra
parte la palabra, los pensamientos y
las ideas de los más jóvenes, ellos han
de generar su futuro, pero nosotros
debemos dejarles las condiciones para
que puedan hacerlo, como lo
intentaron
hacer
nuestras
generaciones anteriores.
El concepto de familia, tan avanzado
como se desee, debe pervivir y hemos
de luchar para recuperarlo, es el
embrión de nuestra sociedad es el
antídoto a la destrucción de nuestros
valores. Asimismo hemos de inculcar
en las nuevas generaciones los valores
del esfuerzo, sacrificio, compromiso,
solidaridad. Son importantes las
nuevas tecnologías, nos permiten
avanzar más y más seguros, nos
permiten comunicarnos mejor pero
hemos de situarlas en su justo uso, no
han de servir de alienación de la
voluntad humana y de come-cocos
constante. Las redes sociales son un
avance importe en la comunicación
social y en el márquetin de productos,
pero se debería ejercitar un cierto
control, más allá de lo comentado
anteriormente de la identificación real
de quién pone un mensaje, en su uso
y contenido. Corremos el peligro de
que los menores consideren cierto
todo lo que se publica o comunica en
la red, debemos enseñarles a utilizar
las redes sociales (en contenidos y
tiempos), no debemos negárselas, y
por otro lado se debe exigir una
legislación eficaz que corte de raíz
todo aquello que sea inmoral,
antiético o calumnioso y que no tenga
fundamento real.
No obstante, los conceptos de
enseñanza y educación no deben
representar mundos diferenciados,
deben convivir y se deben compartir
entre los formadores educativos y las
familias, para ello es necesario
desarrollar una comunidad real entre
padres, alumnos y profesores que
permitan el desarrollo curricular y
social de las personas, teniendo
presente cual es la responsabilidad de
cada actor, pero compartiendo las
ideas, las acciones y los mensajes, en
cada curso el tutor correspondiente
debería reunirse de forma colectiva
dos veces al año con los padres y una
vez con los padres y alumnos juntos,
asimismo, de forma individual al
principio del curso y a medio curso,
como mínimo para cada alumno, se
debería propiciar un encuentro entre
los padres , el alumno y el tutor, no
sólo para evaluar el avance escolar
sino que también debe servir para
poner en común todos los temas que
afectan al desarrollo de las personas
en su hábitat colectivo. Por cierto,
para estos encuentros personales se
deberían adecuar los horarios para
permitir la presencia de todos los
actores, no siempre en horario
escolar, pero no siempre en horario
extraescolar, uno de los bienes de la
sociedad es el entendimiento entre
las personas y la compartición de
disponibilidades.
Como conclusión podríamos decir que
las familias se responsabilizan
principalmente de la educación, los
educadores de la enseñanza, pero que
la enseñanza y la educación es
responsabilidad compartida entre
familias y educadores.
Decíamos antes que España está a la
cabeza de los países de Europa, en
cuanto a porcentaje de abandono
escolar (sólo tenemos cerca a Malta y
Portugal), que se convierte en un
problema de grandes dimensiones,
sobre todo cuando ocurre algo
contradictorio (escasamente eficiente,
según los redactores del informe de
Eurostat) y es que España, al mismo
tiempo, se sitúa a la cabeza en cuanto
a universitarios o estudiantes de
posgrado.
Esta aparente incongruencia puede
explicar los altos niveles de paro y la
emigración de talentos hacia otros
países. Como recuerda Eurostat, en
2011, las personas con baja formación
educativa tenían tres veces más
probabilidades
de
estar
desempleadas que las personas con
estudios. La consecuencia de esta
dicotomía es que nos enfrentamos a
un grave problema: la estratificación
social y el riego de ensanchamiento
de las desigualdades. Es decir, el
debilitamiento de las clases medias.
Dejando aparte el problema del
fracaso escolar, en España existe la
creencia de que si no se estudia una
licenciatura o grado universitario no
se
tendrán
oportunidades
de
progresar en la vida laboral y carrera
profesional, esto nos lleva a
considerar la formación profesional
reglada (grado medio o grado
superior) como una enseñanza de
segunda división y destinada a
aquellas
personas
que
tienen
menores capacidades intelectuales.
No quiero establecer comparaciones
con otros países, en donde existe un
elevado número de universitarios,
pero no existe trabajo como es el caso
de Cuba. Pero sí que debemos incidir
en dignificar, de una vez por todas, la
formación profesional reglada como
una opción
alternativa a la
Universidad y con tanta dignidad y
capacidad de progreso.
Países con un bajo porcentaje de paro
juvenil, como por ejemplo Suiza (3,5%)
y con un gasto público por alumno
similar al de España emplean
fórmulas alternativas, que se han
consolidado y que representan uno
de los grandes factores de éxito del
nivel de ocupación. En Suiza al
terminar el equivalente de la ESO,
aproximadamente un 80% de la
población inicia un grado de
formación profesional reglada, en
formato dual, durante un período de
dos años, posteriormente a su
finalización se abren diversas vías:
continuar en el mercado de trabajo
por cuenta ajena, instalarse en el
mercado de trabajo por cuenta
propia, cursar un grado superior de
formación profesional (también dual)
o incorporarse a la Universidad para
cursar una licenciatura (o grado según
la nueva nomenclatura).
No digo que debamos importar dicho
sistema,
pero
tiene
unas
características y repercusiones que
deberíamos analizar. En primer lugar
hay cola de empresas para incorporar
a los jóvenes ya que pagan un salario
mínimo de aprendizaje, durante dos
años, y obtiene un recurso que en su
estructura de costes reduce la carga
laboral y proporciona casi a misma
productividad. En segundo lugar para
el joven representa un aprendizaje
formal y una experiencia laboral. En
tercer lugar, el proceso de formación
de las personas no está basado
exclusivamente
en
adquirir
conocimientos, existen otros factores
de
responsabilidad,
esfuerzo,
sacrificio, solidaridad, etc. que con
esta experiencia de dos años se
adquieren dichos valores, que le
permiten tomar, a la finalización de
los dos años, decisiones correctas
sobre
su
futuro,
con
pleno
conocimiento,
y
están
más
predispuestos a la adquisición de
conocimientos reales si deciden
incorporarse al mundo universitario.
Otro de los problemas que tenemos
en España con la formación
profesional reglada viene derivado de
que el contenido de la formación se
fundamente en un proceso curricular
definido por expertos educativos, sin
tener una visión real de las
necesidades de las empresas. El
proceso de formación profesional
debe estar ligado al mundo de la
empresa, ya que es un proceso, por
definición, que forma especialistas
concretos para trabajos concretos en
el entorno laboral y si esta formación
la hacemos a espaldas de la auténtica
realidad del mercado de trabajo
pierde toda su eficacia. Asimismo, el
período de prácticas que se exige para
obtener la correspondiente titulación
es muy inferior al resto de Europa.
Finalmente otro foco del problema
existente es la dualidad existente
entre la formación profesional reglada
(visión educativa) con la formación
profesional
ocupacional
(visión
laboral), ambas sin visión de las
auténticas necesidades empresariales.
El Gobierno de España y algunas
Comunidades
Autónomas
han
intentado
hacer
procesos
de
unificación, pero desde un punto de
vista meramente administrativo y solo
han considerado la formación dual
como un proceso alternativo.
El éxito de la formación profesional
radica en tres factores, primero
integración en un único sistema de las
diferentes vías (reglada, ocupacional,
continua,
etc.),
proceso
dual
(formación
en
la
empresa,
desarrollando la actividad, con
remuneración económica fijada por la
Administración Pública e inferior al
salario profesional correspondiente
mientras dura el proceso de
formación, sin subvenciones a la
empresa y con doble tutoría, una
interna y otra educativa externa) y
obtención del reconocimiento a la
formación
vía
certificados
de
profesionalidad, titulación de grado
medio o titulación de grado superior.
Las propuestas desarrolladas hasta
ahora en la integración de la
formación profesional en un sistema
único tienen un problema de
enfoque: son endogámicas porque
son “intra-administrativas”. Están
planteadas desde la reflexión sobre la
“oferta formativa” (qué debe proveer
la Administración Pública, sea con
criterios educativos o laborales), en
lugar de partir de la demanda: qué
quieren
y
qué
necesitan
los
destinatarios
de
la
formación
(empresas
y
ciudadanos
trabajadores). La satisfacción de esta
demanda, desde el punto de vista
cualitativo y cuantitativo, requiere
propiciar (impulsar, articular) un
mercado de servicios de formación,
que, en el caso de la FP, es una parte
del mercado de servicios para el
empleo.
En ese mercado, la Administración
Pública no solo no es el único
proveedor,
sino
que
es
tendencialmente
un
proveedor
subsidiario que, sin embargo, tiene
otras funciones esenciales: impulsar la
inversión formativa de las empresas y
trabajadores, fijar estándares de
excelencia y buena práctica (centros
de
referencia,
evaluación
y
acreditación
de
competencias),
atender a ciertos colectivos y
territorios (desempleados, personas
sin competencias clave), garantizar el
derecho a la formación (oferta mínima
de competencias transversales, etc.),
evitar abusos en el mercado de
servicios formativos (homologación de
instalaciones formativas, inspección,
etc.).
Sin embargo, todos los documentos se
centran en el papel de la
Administración
Pública
como
proveedor de formación o, en su caso,
de orientación. Como ha sucedido
históricamente con el sistema de
formación profesional, se reflexiona
desde “la docencia” (los centros, la
orientación, la oferta de títulos, etc.),
aplicando criterios más próximos a la
provisión universal de la enseñanza
obligatoria, y no desde “la empresa”,
aplicando criterios de servicios
inmateriales a la producción.
La integración de la FP no es una
integración de las ofertas (de
orientación, de títulos, de certificados,
de desempleados, de ocupados), sino
la consecución de un “sistema”, un
mercado sostenible de servicios en
términos económicos, que satisfaga la
demanda de competencias
profesionales al menor coste (público
y privado). El error es pensar que el
“sistema” es solamente el marco
orgánico y administrativo, educativo,
laboral o educativo-laboral. Al
contrario: la parte esencial del
sistema es la sociedad a la que debe
servir: ciudadanos/trabajadores y
empresas. Por esta razón, la reflexión
estratégica que oriente la
“integración” debería ser cómo se
articula un mercado de servicios para
la formación. De lo contrario, la
integración puede provocar ciertos
ahorros en el ámbito público pero no
satisfará las necesidades de
trabajadores y empresas.
Conviene recordar el punto de
partida, que no atañe solo a la
Administración Pública, sino al déficit
de
cualificación
del
sistema
productivo español:
-
no existe un mapa integrado de
recursos
formativos,
que
permita contemplar la totalidad
de la infraestructura formativa
disponible, sin perjuicio de su
adscripción administrativa e,
incluso, sin considerar su
titularidad pública o privada;
-
no hay un plan de incentivos, no
subvenciones, a la inversión
(privada,
de
empresas
y
ciudadanos) en formación;
-
no existen apenas contenidos
didácticos
disponibles
adaptados a la nueva formación
profesional, o, al menos, no
están
accesibles
para
el
conjunto de las empresas y
población activa potencialmente
interesada;
-
no
se
ha
desarrollado
suficientemente la formación
profesional a distancia, de
manera que pueda asegurarse el
acceso a la formación requerida
con independencia del lugar de
residencia o de la ubicación de
la actividad, aprovechando el
potencial
de
las
nuevas
tecnologías;
-
no
existe
una
oferta
suficientemente
amplia
estructurada
de
manera
modular,
facilitando
la
realización
de
períodos
formativos de corta duración,
más fácilmente compatible con
la actividad profesional;
-
no
se
ha
desarrollado
suficientemente
el
sistema
general de evaluación de la
competencia adquirida a través
de la experiencia laboral y de las
vías no formales de formación;
-
no se ha integrado el sistema de
acreditación o certificación de la
competencia para que pueda ser
utilizado en la intermediación
entre oferta y demanda de
trabajo;
-
no hay objetivos estratégicos
integrados ni un responsable
claro de estos objetivos;
-
siguen existiendo pluralidad de
órganos responsables tanto
ejecutivos como consultivos.
En resumen: debe distinguirse
nítidamente entre el papel de la
Administración
Pública como
impulsora y facilitadora de un
mercado de servicios formativos que
satisfaga la mayor parte de las
necesidades del sector privado (como
sucede con las necesidades
tecnológicas, por ejemplo); del papel
como proveedora (selectivamente,
subsidiariamente, aplicando criterios
de equidad, excelencia, innovación,
etc.).
Por lo tanto, de debe reenfocar la
reflexión distinguiendo estos dos
aspectos de la actuación “integrada”:
-
impulso
del
sistema
de
cualificaciones y FP como
mercado
de
servicios
profesionales
al
tejido
productivo;
-
mejora de la oferta formativa;
En ambas cuestiones, la legislación
actual,
respeta
y
diferencia
nítidamente los ámbitos de la
formación profesional inicial o
específica, circunscrita al ámbito
educativo, y la formación para el
empleo,
competencia
de
la
administración laboral, lo que indica
que entre ambos subsistemas existen
diferencias de objetivos, fines y
metodologías. Pero hay algunos
elementos que son sobre los que
debería establecerse la “hoja de ruta”
de la “integración” (que no es solo
“integración orgánica, de ofertas y
medios”,
sino
“integración
estratégica” para la cualificación de la
población activa y la competitividad
de las empresas):
Desarrollo del mercado de servicios
profesionales para la formación:
-
incentivos
a
la
formación
continua
en
empresas
y
trabajadores (estímulo de la
demanda formativa);
- desarrollo del papel formador de
las empresas;
- apoyo
al
sector
privado
proveedor de servicios formativos;
Mejora de la oferta formativa:
- único sistema de homologación
de centros y recursos formativos;
-
integración de los recursos
humanos públicos al servicio de
la “estrategia”: orientadores,
docentes,
inspectores,
incluyendo todos los aspectos
relativos
a
su
selección,
retribución, formación, etc.
-
orientación de toda la oferta
formativa
a
competencias
profesionales reconocidas y
requeridas en la actividad
productiva;
-
reconocimiento de la experiencia
laboral y de la formación no
formal
en
el
acceso
a
títulos/certificados;
-
sistema integrado de orientación;
En resumen: no se trata de
“yuxtaponer”; ni siquiera de “integrar”
recursos de la parte administrativa del
sistema. Sino de conseguir una misma
visión de la formación profesional
como sistema (público/privado) de
apoyo al empleo y al desarrollo
productivo, que implica distintas
funciones del gestor público. Es esta
visión la que requiere una dirección
estratégica integrada que debe
traducirse a la mayor brevedad, si se
quieren obtener resultados, en la
creación de un órgano directivo-
ejecutivo único, que tuviera a su
cargo, como mínimo, estos elementos
esenciales del sistema integrado de
FP.
Asimismo, se debe crear un sistema
que permita desarrollar este proceso
de formación dual en todo el espectro
empresarial, ya que existe una cierta
tendencia en formalizar dicho proceso
sólo en las grandes empresas
olvidándose de las pequeñas y
medianas empresas que representan
el 80% del tejido productivo y más del
50% del PIB.
Dejemos el mundo de la formación
profesional y ahondémonos en el
mundo Universitario, sacrosanto
espacio, que siempre que se intenta
modificar o adaptar, se responde con
el principio de la autonomía
universitaria.
Nos
centraremos
exclusivamente en la Universidad
Pública, ya que la privada tiene su
propio sistema de acceso y de
funcionamiento y responde a los
intereses
privados
de
sus
propietarios.
Existe la paradoja de que somos el
país de la UE con una mayor cifra de
paro (solo superados por Grecia), con
unos resultados muy pobres en la
capacidad y competencia de los
estudiantes en la enseñanza básica y
la ESO (resultados PISA) y, por el
contrario, somos uno de los
principales países de la UE, superando
ampliamente la media, en cuanto a
número y porcentaje de estudiantes
universitarios. Asimismo, somos uno
de los países de la UE con mayor
número de licenciados universitarios
en paro y realizando trabajos que no
corresponden con sus estudios.
Hasta los años setenta del siglo
pasado la universidad española
estaba restringida, de forma práctica,
a una élite determinada, la llegada de
la democracia, el nacimiento de
nuevas Universidades y los mensajes
políticos crearon la idea de que quién
no tenía una licenciatura universitaria
no tenía futuro, idea que fue
comprada por la mayoría de familias
españolas que querían que sus hijos
tuvieran la formación que sus padres
no pudieron tener. Era y es lícito que
se tenga esta idea, además, todos los
estudios indican que las personas que
poseen una licenciatura universitaria
tienen más posibilidades de encontrar
trabajo,
sobre
todo
cuando
superemos la crisis…., que los que no
disponen de la misma.
Sin embargo, el equilibrio de una
sociedad se basa en disponer de
personas capaces de realizar de la
mejor forma profesional su trabajo en
los diferentes estadios de las cadenas
de producción o servicios, lo que
implica necesidades en el ámbito de
la competencia universitaria, pero
también de la formación profesional,
que ya indicamos se debería
dignificar.
No pretendo limitar el número de
estudiantes universitarios, pero si
concienciar de que la Universidad no
es la “solución mágica” del futuro de
todas las personas, es y será un
elemento importante pero no el
único, todos son necesarios, pero con
competencia y capacidad, en cada uno
en sus ámbitos.
Actualmente tenemos la generación
mejor y más formada, pero no
encuentra salidas laborales a sus
conocimientos y debe refugiarse en
trabajos que no se corresponden o
emigrar hacia otros países, con la
consiguiente
pérdida,
no
solo
personal, sino de capacidad de
transformación de nuestro país.
Hemos invertido (la Universidad
Pública la pagamos todos los
ciudadanos) en capital humano y el
retorno de la inversión se queda en
otros países y cada día se hace más
difícil la vuelta de estas personas.
Tenemos un sistema universitario
desmedido, que proviene de esa ansia
que se generó y que continúa, de
formar a la mayoría de personas como
universitarios, con el añadido de que
las universidades deben estar a la
puerta de nuestra casa. Nuestro
sistema es insostenible, tenemos un
número
de
universidades,
de
licenciaturas, de cátedras excesivas
porcentualmente a la población que
somos.
Se debería racionalizar el mapa
universitario y su territorialización,
buscando un equilibrio del gasto, no
en forma de incrementar las tasas,
que ya empiezan a llegar a límites que
puede condicionar el elitismo, sino en
forma de encontrar un punto de
equilibrio entre formadores y número
de alumnos, se debería fijar un
número mínimo de alumnos para
realizar una licenciatura (o grado), así
como un análisis territorial de la
posibilidad de asumir una Universidad
un número mínimo de alumnos,
tenemos licenciaturas (o grados) que
tienen créditos con menos de 10
alumnos, universidades que no llenan
el cupo mínimo de alumnos en
diferentes licenciaturas, etc.
En definitiva, para poder tener una
Universidad
sostenible,
sin
incrementar las tasas, y un número de
cátedras y profesores suficientes, sin
el overbooking actual, se debe
rediseñar el mapa universitario
adecuándolo
a
las
auténticas
necesidades de formación, con la
mayor proximidad al territorio, dentro
de unos límites, y no a los criterios de
presión política.
Asimismo, sebe exigir al profesorado
universitario (catedráticos, profesores
numerarios, etc.) la plena dedicación
a su tarea, ya que reciben un salario
público para ello. No es de recibo que
existan catedráticos con plazas fijas
que sólo se dedican un 20% de su
tiempo a la formación, dedicando el
resto de su tiempo a tareas en
beneficio propio.
En la docencia universitaria, los
profesores deben dedicarse full-time,
ya sea a la formación, al reciclaje, a la
investigación o a la realización de
aquellos dictámenes o informes, que
por su competencia y conocimiento,
se le requieren por la sociedad
mediante
las
Administraciones
Públicas.
Asimismo, las empresas o la sociedad
civil pueden requerir soporte en
forma de informes, consultoría o
dictámenes a las Universidades, que
procederán
a
su
facturación,
incrementando sus ingresos que
destinaran a las mejoras de sus
Universidades y no a incrementar los
beneficios personales.
Últimamente se ha puesto de moda
que algunos catedráticos se dediquen
a realizar, por su cuenta, labores de
consultoría o proyectos para las
empresas o la Administración Pública
con
la
correspondiente
contraprestación
económica
y
utilizando para dichos proyectos el
habitual equipo de becarios con que
se rodea una cátedra, haciendo una
competencia desleal, en cuanto a
precio
y
disponibilidad
de
conocimiento con las empresas
existentes en el mercado.
La Universidad es un ámbito público
financiado por la Administración
Pública y las tasas de los alumnos, es
decir por los ciudadanos, por tanto no
se puede utilizar como negocio de
beneficio personal, deben tener un
equilibrio real de ingresos y gastos,
los becarios deben tener su
remuneración acorde con su trabajo y
no ser explotados como consultores
de alto nivel y pagados como
becarios. Las prestaciones y proyectos
que realice la Universidad para la
sociedad civil deben ser abonados y
pasar a ingresar la caja general de la
Universidad, que permitirá mejorar
sus servicios y limitar el incremento
de tasas.
Lo
docentes
pueden
solicitar
reducción de jornada y dedicarse de
forma parcial al sector privado, pero
con la correspondiente reducción de
su remuneración pública y el posible
cambio de ubicación, si su condición
universitaria requiere una dedicación
full-time.
Según un artículo de Jordi Sevilla con
motivo de la presentación del
Observatorio de Empleabilidad y
Empleo Universitarios, una iniciativa
de la cátedra Unesco de la Politécnica
de Madrid, con el apoyo de los
rectores (CRUE) y el patrocinio de la
Obra Social de la Caixa, indica:
Nuestras universidades pueden ser una
fábrica de ocupados. Entre los titulados
superiores la tasa de ocupación alcanza
el 83%, mientras que es solo del 56%
para aquellos que tienen titulación
secundaria obligatoria. Por otro lado, el
salario de aquellos trabajadores que
tienen una alta competencia lectora es
un 60% superior al de aquellos que
tienen una competencia lectora baja
que, además, tienen el doble de
probabilidad de estar en paro. Estos
datos
avalarían la tesis
de
que
conseguir una titulación superior
garantiza empleo antes y mejor
retribuido, que no tenerla.
Sin embargo, nuestros universitarios
tienen un bajo nivel salarial comparado
con Europa; los empleadores valoran
mal la formación que acreditan por su
falta
de
adecuación
a
los
requerimientos del trabajo y los
titulados
creen
que
poseen
competencias más elevadas que las
requeridas para sus puestos de trabajo,
es decir, creen que se utiliza poco en el
trabajo todas sus potencialidades.
Existe, por tanto, sospecha de
sobrecualificación, pero la certeza de
importantes desajustes entre las
cualificaciones con que salen los
titulados de la universidad y las
requeridas para el puesto de trabajo
que desempeñan.
Con todo, los desajustes constatados
en el empleo de nuestros universitarios
tienen mucho que ver con problemas
en su empleabilidad, provenientes
tanto de la demanda como de la oferta
laboral de titulados superiores.
Nuestras empresas son de pequeño
tamaño, escasa inversión en I+D, poco
innovadora y reducida internalización.
Con ese tejido empresarial, que vive de
espaldas a la universidad, la demanda
laboral de titulados superiores que
tenemos no puede ser la misma que en
los países más avanzados de la UE.
Por el lado de la oferta, se acumulan
evidencias de que también las
universidades viven de espaldas a las
necesidades del aparato productivo,
diseñando sus programas formativos
en clave endógena (enseño lo que sé,
no tanto lo que se necesita), primando
los conocimientos en detrimento de las
competencias y otras habilidades
trasversales como el liderazgo,
trabajar en equipo, emprender, hablar
en público o idiomas. Tanto los
actuales contenidos de la enseñanza
superior reglada como, sobre todo, los
métodos de aprendizaje, están
seriamente cuestionados por su falta
de flexibilidad y de vinculación con el
mundo laboral. Tal vez por ello los
jóvenes que buscan mejorar sus
cualificaciones profesionales recurren,
cada vez más, a masters y posgrados
organizados por entidades ajenas a la
universidad oficial.
Es posible que en otros momentos de
nuestra historia la sociedad haya
podido permitirse el lujo de pasar de la
universidad favoreciendo, con ello, las
actitudes endogámicas en tan alta
institución. Hoy, no. Si participamos
algo del discurso hegemónico sobre el
talento como motor del valor añadido
en una sociedad globalizada de la
información y del conocimiento como
la que vivimos, dejar que la universidad
vaya a su aire, o a su lento ritmo de
transformación, tiene
un coste
económico y social demasiado elevado
como para poder aceptarlo. Entonces,
la sociedad en su conjunto, empresas y
no empresas, tienen mucho que decir
sobre aquello que exigen a sus
universidades en horas tan difíciles
como estas. Que investiguen, sí, pero
que formen a los alumnos para el
mundo actual y que contribuyan, ellos
mismos,
al
crecimiento
global
mediante la puesta en práctica
productiva de sus investigaciones,
directamente o transfiriéndolo a
empresarios interesados.
Esta legítima demanda de la sociedad
a su universidad no tiene nada que ver
con
recortes
presupuestarios
discrecionales o con imposiciones
autoritarias unilaterales. Pero sí con
cambios sustanciales en sus modelos
de gobernanza, abriéndolos más a la
sociedad,
en
sus
contabilidades
analíticas de costes, en el conjunto de
incentivos y señales que se establecen
para
premiar/sancionar
a
sus
profesionales,
en incorporar
la
empleabilidad como un baremo
fundamental de excelencia académica.
Suscribiendo la mayor parte de lo que
dice Jordi Sevilla, deberíamos crear un
nuevo sistema universitario más
orientado a formar a las personas en
las competencias que necesita la
sociedad real, que en una formación
empírica
que
aporta
mucho
conocimiento pero poca capacidad
para integrarse en el mercado laboral.
El nuevo sistema debe fundamentarse
en una dedicación plena de los
profesionales, en una distribución
territorial acorde con las necesidades
reales, con una fuerte inversión en
I+D+I, basada en la cofinanciación
pública / privada, soportada por
beneficios fiscales a la inversión
privada y con una evaluación de los
resultados
que
producen
las
Universidades respecto a la sociedad
(empleo, Investigación, etc.) mediante
baremos establecidos como objetivos
de las mismas. El obtener malos
resultados en estos baremos durante
períodos consecutivos puede provocar
la suspensión de la Universidad o la
renovación total o parcial de su
claustro de catedráticos y profesores.
Quisiera entrar, de forma breve, en el
modelo organizativo y de gobernanza
de nuestras Universidades. Considero
que se deben disociar los elementos
de gobierno y administración, de los
de la actividad educativa. Sin interferir
en el principio de la autonomía
Universitaria se debería mantener la
figura del Rector y el claustro de
profesores, asimismo, aunque no lo
comparta en su totalidad, se puede
mantener el modelo de elección
actual. No obstante, el Rector y el
claustro tienen autoridad sobre los
contenidos curriculares y el modelo
de enseñanza, por el contrario el
modelo de organización, gestión,
inversión y mantenimiento será
responsabilidad de una gerencia
designada por la Administración
Pública, elegida de una terna
propuesta por el rector. La Gerencia
tendrá una dependencia directa de la
correspondiente Dirección de la
Administración
Pública
(Central,
Autonómica, Local, etc.) que tiene la
competencia sobre la Universidad. Es
un poco el dicho de “zapatero a tus
zapatos”, los catedráticos y profesores
entienden de enseñanza, pero la
gestión y la organización siempre
corresponden a profesionales y deben
ser designados por el propietario, en
este caso la Administración Pública.
Se deberían suprimir las pruebas de
acceso a la Universidad y ser
substituidas por pruebas específicas
en cada Universidad. El método
debería ser que cada persona pueda
seleccionar la Universidad que
considere mejor para su formación
(de 1 a 3 opciones), enviando a dichas
Universidades su currículo educativo y
personal, este currículo será valorado
por
la
junta
de
admisión
correspondiente de la Universidad
que aceptará o no la inscripción en
función de un método objetivo
curricular (podrá existir, si se
considera oportuno, un proceso de
entrevista personal), en el caso de ser
aceptado se procederá a una prueba
de
acceso.
Finalmente
serán
aceptados en la Universidad todas
aquellas
personas
que
hayan
superado la prueba y en el número de
personas posibles según la capacidad
de la Universidad en un orden
riguroso de mayor a menor nota en la
prueba de acceso, aquellas personas
que habiendo superado la prueba,
pero por el “numerus clausus” no
hayan podido incorporarse a la
Universidad, podrán optar por
intentar acceder a otra Universidad o
esperar un año, manteniendo la nota
o preparándose para mejorarla.
Por último, permítanme afirmar y
reclamar que la Universidad es un
espacio de formación para preparar a
las mejores personas que deberán
ocupar
los
espacios
de
máxima
responsabilidad en el futuro, tanto en
la sociedad civil como en la
Administración Pública, en ningún
caso debe ser un espacio de
formación ideológica sectaria. La
ideología es una decisión personal
que debemos tomar cada uno de
nosotros, con plena libertad, sin que
estemos sometidos a presiones
externas
o
manipulaciones
constantes.
Muchas veces la educación y la cultura
han seguido caminos paralelos en el
devenir de la historia de nuestra
sociedad, por tanto una vez cerrado el
tema de la educación (no terminado,
se necesitaría un tratado completo)
nos adentraremos en el espacio de la
cultura.
Para mí la cultura es el desarrollo de
la actividad humana, en grupo o
individual,
para
transmitir
y
comunicar a nuestros conciudadanos
nuestras inquietudes, pensamientos,
ideas, expresadas de forma diferente
y transmitidas por todos los ámbitos
posibles, pero con el objeto de
provocar el debate o la reflexión en
nuestros interlocutores, generando un
incremento
exponencial
del
conocimiento humano en la sociedad.
Asimismo, es un nexo de unión y
comunicación entre los diferentes
modelos de existencia y convivencia
que existen en nuestra sociedad, es el
puente de unión entre las muchas y
diversas
expresiones
y
comportamientos existentes. Por
tanto, nos ayuda a entendernos los
unos con los otros más allá de las
distancias. Dicen que la cultura
refuerza la identidad de los pueblos,
es cierto, pero también refuerza los
intercambios y la convivencia entre
los pueblos.
El exponencial crecimiento de las
tecnologías de la Información y del
conocimiento, así como el desarrollo
de los medios de comunicación ha
acelerado el proceso de comunicación
cultural. De todas formas no debemos
confundir el hecho de consumir
cultura con el hecho de avanzar
culturalmente. Es cierto que el
dinamismo de los medios de
comunicación y el avance la
tecnologías
ponen
a
nuestra
disposición una ingente cantidad de
actividades culturales que podemos
consumir sin movernos del sofá de
nuestra casa, pero la cultura no es un
consumo como el de una bebida, la
cultura debe formar parte de nuestra
existencia y las sociedades han
progresado gracias a la comunicación,
el debate, el intercambio de
opiniones entre las personas, por eso
es necesario que todas la personas,
de una forma más intensa o menos,
con mayor o menor dedicación nos
convirtamos en verdaderos agentes
culturales.
La cultura tiene muchas formas de
expresarse desde las artes plásticas,
pasando por las artes escénicas, la
imagen, el folklore, la literatura, etc.,
hasta los cafés culturales o centros de
debate o intercambio de opiniones.
Corremos el riesgo de convertirnos en
la sociedad con más acceso a la
cultura, pero con menos participación,
lo que nos puede provocar un
empobrecimiento intelectual y ser
sujetos de una amplia manipulación,
ya que en muchos casos se ha
utilizado la comunicación cultural
como un factor de influencia
ideológica, ya sea positiva o de
rechazo hacia otros pensamientos u
opciones y la única forma de
defenderse de estas agresiones es
participar activamente en la sociedad
cultural.
Es muy fácil participar, ya que cultura
y conocimiento van íntimamente
ligados, el hecho de una tertulia en la
familia, con los amigos, en el bar en el
momento de tomar un café, el hacer
una película de un viaje con los
amigos, el comentar una película o
una representación escénica a su
finalización con los acompañantes,
etc., ya son las bases de convertirnos
en agentes culturales. Asimismo, hay
muchas personas que se convierten
en
agentes
culturales
activos
participando de forma altruista en
entidades, grupos de artes, grupos
escénicos,
tertulias
literarias,
expresiones
de
folklore,
de
tradiciones culturales, etc., este
tramado
denominado
“cultura
popular” ha sido, es y será la base de
una sociedad que desea ser activa
humanamente, solidariamente y de
forma pacífica, destinando parte de su
tiempo, una vez finalizada su jornada
laboral, a participar de forma activa
en actividades culturales para
expresar y transmitir sus inquietudes,
sentimientos,
opiniones
o
pensamientos. Por último también
existen las personas que se dedican
de forma profesional a la cultura y su
actividad se convierte en su “modus
vivendi” (son las personas más
conocidas y, en principio, las más
preparadas y competentes).
Considero tan importante el hecho de
la existencia de una “cultura popular”
como el de una “cultura profesional” y
no
solo
importante,
si
no
absolutamente
necesaria
dicha
coexistencia, además, muchas veces
se retroalimentan entre ellas.
Adentrándonos en la cultura popular
observo con gran preocupación una
pérdida del voluntarismo y de la
colaboración ciudadana, que puede
limitar
el
crecimiento
o
mantenimiento de esta expresión
cultural, Me baso en el hecho de que
en las épocas oscuras de nuestra
sociedad (dictadura) la cultura
popular fue el soporte de muchas
identidades, lenguas, pensamientos,
inquietudes, etc. y que mucha parte
de
la
ciudadanía
colaboraba
altruistamente, hoy en día, quizás
debido a la profesionalización de la
sociedad actual, los participantes en
la cultura popular siguen haciéndolo
de forma altruista per lo medios que
necesitan o los materiales, que
anteriormente la mayoría eran
cedidos o proporcionados de forma
gratuita, en la actualidad deben
abonarlos a precios de mercado y
muchas veces superiores al coste que
representa la misma actividad en el
ámbito profesional. Es un tema que
no se puede regular, pero sí que se
puede hacer un llamamiento para
concienciar a la sociedad de recuperar
los valores de la solidaridad y el
voluntarismo como proveedores de la
cultura popular.
Asimismo, observo una cierta dejadez
en el voluntarismo participativo
cuando se tiende siempre a subsistir
mediante las subvenciones de la
Administración
Pública.
Estoy
radicalmente en contra de mantener
la cultura, ya sea popular o
profesional
mediante
las
subvenciones de la Administración
Pública.
El papel de la Administración Pública
en el ámbito de la cultura popular es
el de invertir en infraestructuras y su
mantenimiento, en formación, en
promover la difusión, en potenciar la
actividad, cosas que no se hacen
actualmente o si se efectúan son de
forma simbólica, por el contrario no
se han de subvencionar de forma
directa entidades o proyectos, estos
han
de
salir
del
espacio
del
voluntariado y de la colaboración de
la sociedad. Tengo la impresión que la
Administración
Pública,
habitualmente considera la cultura
popular con un niño pequeño al que
dándole unas “chuches”, en forma de
pequeñas subvenciones, ya se le tiene
contento, en lugar de reconocer el
papel importante que representa en
la sociedad y que ha de representar
con más fuerza si no queremos
convertirnos en una sociedad llena de
personas individualistas, egoístas y
egocéntricas.
Por
tanto,
la
Administración Pública debe invertir
en espacios, en comodidades, en
difusión, en convencimiento social,
etc. para que la cultura popular pueda
desarrollarse
y
logre
el
reconocimiento social que se ha
ganado a pulso.
De la misma forma que estoy en
contra de las subvenciones de la
Administración Pública a la cultura
popular, más aún con la cultura
profesional, donde sería más radical,
subvenciones 0. No es de recibo
subvencionar proyectos en los que
participan
personas
con
unos
emolumentos altísimos, no digo que
no se los merezcan, pero si digo que
no deben llegarles del erario público y
que además son proyectos, que en
muchos casos generan beneficios para
particulares. Es muy fácil hacer
discursos sobre la crisis, sobre lo mal
que lo estamos pasando la mayoría
de ciudadanos, sobre las injusticias de
la sociedad, instalados en grandes
mansiones, muchas veces lejos del
país de origen o del que hablan y sin
tener ningún problema económico, ni
actual, ni de futuro.
El papel de la Administración Pública
en el tramado cultural de un país
debe orientarse, no limitarse, a la
creación
de
espacios
o
infraestructuras (museos, teatros,
salas de exposiciones, ateneos
culturales, centros de imagen y luz,
etc.), a la difusión cultural, a la
promoción
cultural
a
nivel
internacional, al fomento de la
participación, etc. Con el objetivo de
que ningún proyecto o expresión
válida se quede sin realizar o que
ninguna
persona
por
razones
económicas no pueda acceder.
En todos los espacios públicos
culturales y actos realizados en dichos
espacios, la entrada de las personas
jubiladas, en paro o menores de 25
años (sin estar en el mercado laboral),
debe ser gratuita.
Por otra parte debe desarrollarse una
ley del mecenazgo cultural, para que
sea la sociedad civil la que tome el
relevo de las famosas subvenciones,
que
insisto
en
suprimir,
convirtiéndolas
en
inversiones
privadas altruistas en proyectos
concretos, ya sea en la cultura
popular o en la profesional. Para que
dicha ley sea de verdadera aplicación,
el mecenazgo cultural debe ir
acompañado de unos beneficios
fiscales incentivadores, del orden del
40 al 50% de la inversión realizada,
siempre que sea a fondo perdido, en
los caso de inversión en proyectos
profesionales o a beneficio, en los que
la inversión sea en forma de
mecenazgo, los incentivos se deberían
limitar a ser considerados en los casos
de pérdidas en el proyecto y no
deberían superar el 25% de la pérdida
contraída.
Debería existir otro tipo de
mecenazgo,
que
lo
denomino
“mecenazgo obligatorio”, que sería el
que se debe considerar sobre el
presupuesto de aquellas entidades o
empresas privadas que tiene su
actuación en base a una concesión
administrativa y que se verían
obligadas a invertir un mínimo del 1%
del presupuesto y poder desgravarse
en el impuesto de sociedades el 25%
de la cantidad invertida.
Estos cambios de subvenciones a
inversiones, promoción y difusión en
el papel de la Administración Pública
y el nuevo modelo de mecenazgo,
provocará que la cultura, tanto al
popular como la profesional disponga
de más medios, existirá una mayor
exigencia con la calidad en el entorno
profesional, propiciará una mayor
participación de la sociedad en la
cultura popular y evitará el dirigismo
ideológico
proveniente
de
las
diferentes composiciones de los
Gobiernos, como sucede actualmente.
La cultura tiene una componente
política como expresión de ideas,
pensamientos e inquietudes pero su
aplicación ha de huir de todo tipo de
dirigismo o intento de manipulación
política, es una expresión libre,
honesta, sincera sin tapujos pero
debe llegar fresca y entendedora a la
sociedad.
7. ElEstadodel
bienestar
(vivienda,sanidad,
dependencia)
La DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS
DERECHOS HUMANOS aprobada y
proclamada por las Naciones Unidas
en la Asamblea General celebrada el
10 de Diciembre del 1948, aprobada
por todos los países y aquellos que se
han adherido en fecha posterior a su
aprobación, dice en diversos artículos:
Artículo 22
Toda persona, como miembro de la
sociedad, tiene derecho a la seguridad
social, y a obtener, mediante el
esfuerzo nacional y la cooperación
internacional, habida cuenta de la
organización y los recursos de cada
Estado, la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales,
indispensables a su dignidad y al libre
desarrollo de su personalidad.
Artículo 25
1. Toda persona tiene derecho a un
nivel de vida adecuado que le asegure,
así como a su familia, la salud y el
bienestar,
y
en
especial
la
alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios
sociales necesarios; tiene asimismo
derecho a los seguros en caso de
desempleo, enfermedad, invalidez,
viudez, vejez u otros casos de pérdida
de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su
voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen
derecho a cuidados y asistencia
especiales. Todos los niños, nacidos de
matrimonio o fuera de matrimonio,
tienen derecho a igual protección
social.
Podríamos extendernos en diversas
declaraciones de la ONU y de la
UNESCO, suscritas por la mayoría de
países de nuestro planeta. Muchas
veces me suenan a palabras y no
hechos, que configuran una sociedad
de dirigentes bastantes hipócritas.
Es cierto que la humanidad ha
avanzado hacia modelos de progreso
de la sociedad que han configurado,
en especial en la UE, el llamado
“estado del bienestar”, por lo tanto
no voy a negar los avances, pero si
quiero poner un toque de atención
muy serio ante el estado de regresión
que se está anunciado y llevando a
cabo, desde hace unos diez años, bajo
el concepto de que el estado del
bienestar que se había prometido y
hacia el que avanzábamos no se
puede pagar y hay que reducir su
gasto, con la consecuente pérdida de
prestaciones y de derechos, quizás no
nominales, pero sí de hecho.
Se empiezan a encender alarmas
sobre la posible y cercana fractura
social, según un informe de la OCDE
(hecho público el 18 de marzo del
2014) que nos considera el Estado en
el que más ha crecido el paro de los
34 estados industrializados, no resulta
extraño que también figuremos a la
cabeza de las desigualdades sociales
en el período 2007/2010, en donde el
10% de la población más rica de los
países de la OCDE redujo sus ingresos
en un 1% y el 10% de la población más
pobre en un 2%, dato por sí ya
preocupante, pero lo más grave es
que en España esta reducción del 10%
más pobre fue del 14%. El panorama
podría haber sido más dramático si
los resultados fueran del período
2010/2013.
Según la OCDE el problema no es
consecuencia solo del alto nivel de
paro, sino, también, porque el
sistema de protección social que
tenemos no está preparado para
atender un impacto tan intenso del
paro de larga duración. Asimismo,
destaca la baja protección social
vinculada a los contratos temporales
(más del 80% de los nuevos contratos)
y recomienda la implantación del
contrato único y reforzar las
prestaciones asistenciales para los
parados de larga duración así como
las familias que subsisten por debajo
del linde de la pobreza.
La dramática situación actual que
expresan las cifras exige una reflexión
y actuación urgente de los poderes
políticos,
adoptando
medidas
inmediatas para corregir la gran
fractura social que se ha abierto y que
continúa ensanchándose. Se ha de
hacer por justicia social y solidaridad,
pero, también, para evitar los
problemas que se empiezan a generar
y que se incrementaran en una
sociedad con unos índices de
desigualdad tan elevados. Si no se
reacciona con rapidez correremos el
riesgo de pagar muy caro en el futuro
inmediato.
A lo largo de este libro, ensayo,
pensamiento como el lector quiera
identificarlo, se ha puesto de
manifiesto que se pueden hacer
muchas cosas sin alterar ninguno de
los principios básicos de los derechos
y deberes de los ciudadanos y de las
estructuras y características de
nuestra sociedad.
Se
ha
puesto
de
manifiesto
y
especificadas las posibles soluciones,
en los anteriores capítulos, que si
aplicamos los ingresos públicos a las
tareas que se deben realmente
implementar, veremos que si nos
olvidamos, en parte, del rescate de los
bancos, si reducimos la estructura
burocrática de la Administración
Pública, si limitamos los gastos en
Defensa, si estimulamos la inversión
privada hacia las empresas, si
ordenamos
y
realizamos
una
formación que se corresponda con las
necesidades reales, si realizamos una
política
fiscal
progresiva
y
estimuladora
de
la
actividad
económica, si luchamos contra el
fraude fiscal, etc., se va a producir un
salto cualitativo importante, se va a
volver a generar riqueza, se va a
producir un reparto más equitativo de
la misma, se va a crear empleo y todo
ello redundará en un mayor ingreso
público que va a permitir, no solo
mantener el estado del bienestar sino
avanzar y progresar en el mismo.
No podemos aclamar el progreso de la
sociedad,
si
cada
día
hay
más
personas que se quedan atrás, que no
pueden seguir y que las abandonamos
y condenamos a la mísera pobreza.
¿Aceptaría un Presidente de cualquier
Gobierno europeo tener un familiar
próximo
en
esta
situación?
Deberíamos recordarles aquel refrán
que dice “no desees al prójimo
aquello que no quieras para ti”.
Digamos, también, las cosas por su
nombre “estado del bienestar”, no
quiere decir estado de “comodidad”,
nada se logra sin esfuerzo y sacrificio
de todos, pero no podemos exigir a
los Gobiernos que nos solucionen
todos los problemas, para que
podamos
tener
una
plácida
comodidad en nuestra vida, el estado
del bienestar no quiere decir tener
aparcamientos para niños, ni centros
donde dejar a los ancianos o
dependientes para que nos los
guarden.
El estado del bienestar quiere decir
tener acceso a un trabajo digno, a una
vivienda digna, a una sanidad eficaz, a
una educación de calidad y a un
soporte a la dependencia, para
aquellas personas que no pueden
cubrir sus necesidades, ya sea por
ellas mismas o conjuntamente con sus
familiares.
Adentremos en el problema de la
vivienda para ver cuál es la causa de
la situación actual y que posibilidades
tenemos de revertir la situación. En
nuestro Estado, desde la época de la
dictadura y ,en especial, a partir de
los años 1960 se conculcó la idea en la
sociedad que lo mejor era tener una
vivienda de propiedad, que era un
valor que nunca se reduciría, que era
la garantía de poder disponer de una
aceptable jubilación, etc.
No soy ningún acérrimo defensor de
la propiedad o el alquiler de la
vivienda, pero sí que soy un acérrimo
defensor de que toda persona tiene
que disponer de la posibilidad de
acceder a una vivienda digna.
Tenemos la mala costumbre en
nuestro Estado de presentar las cosas
comparándonos con el mudo y
autoensalzándonos diciendo que
somos los mejores. Uno es el mejor
cuando los demás te reconocen, no
cuando lo proclamas a bombo y
platillo, como decir que somos el
Estado con más KM. de alta velocidad
(¿eran necesarios? ¿son rentables?
¿Incrementan la riqueza o nos
empobrecen?), somos el estado con
mayor proporción de vivienda propia
(83% según datos de marzo del
Ministerio de Fomento) y la séptima
de toda Europa según
el
gráfico
adjunto.
Basta con mirar el gráfico y observar
donde se encuentran los países más
avanzados de Europa.
Deberíamos preguntarnos ¿cuántas
viviendas de ese famoso porcentaje
del 83% son realmente propiedad de
ciudadanos o de entidades financieras
y oficiales y cuantas de ellas están
endeudadas y de las endeudadas
cuantas se sabe que no se podrán
pagar?
Ahora, cuando aterrizamos en la
crudeza de la crisis nos damos cuenta
de que el valor de la vivienda, que
siempre nos habían dicho, los
expertos, que nunca bajaría ha
descendido de media un 38% y en
muchos casos más de un 50%.
Cuando hablamos de economía ya
veíamos que la deriva que se inicia en
los años 1980 y que se agudiza a
finales del siglo pasado con la
liberalización del suelo, hizo bascular
la economía española del sector
productivo
al
sector
de
la
construcción,
hubo
años
que
construíamos más viviendas que el
conjunto de la UE15 (a principios del
año 2000 el sector de la construcción
superaba el 10% del PIB), el crédito
fluía sin parar, se daban créditos
superiores al valor de la vivienda,
pero nadie advertía que teníamos una
ley hipotecaria que solo favorece a las
entidades financieras y que no tiene
un justo reparto de riesgo. Los bancos
españoles vieron el negocio. Ya no
había que acudir trajeado al banco
para pedir dinero. El banco acudía a
uno para convencerle de que lo mejor
que se podía hacer con los ahorros
era comprarse una casa. Muchos no
fueron
conscientes
de
las
consecuencias que tendría para sus
avalistas – padres, hermanos, tíos,
etc...
El panorama es el siguiente:
- Casi seis millones de parados
(cifras EPA enero 2014)
- En el año 2013 se destruyeron
200.000 empleos (cifras EPA
enero 2014)
- En el año 2012 las viviendas
que
han
perdido
los
ciudadanos por no pagar la
hipoteca ascienden a 35.098,
de las que 28.170 fueron
vivienda
habitual
(fuente
Banco de España), de las
viviendas perdidas 23.774
fueron desahucios y 11.324
daciones en pago.
- De enero a junio del 2013 el
número
de
desahucios
ascendió a 19.567, que
representa el 83% del total del
año anterior en sólo seis meses
(Fuente Banco de España)
- A Diciembre de 2013 existían
en el Estado 3,44 millones de
viviendas vacías (fuente El País,
especial “El País en la calle/Una
historia de desahucios”)
- Casi 600.000 ciudadanos están
atrapados en hipotecas que
valen más que sus casa (fuente
portal financiero Klisto.es)
Está claro que la burbuja
inmobiliaria, con independencia
del beneficio de los constructores y
promotores, salvo los que luego
quedaron atrapados y perdieron
todos sus activos, a quién benefició
principalmente fue a las entidades
financieras, las cuales siguen
ejerciendo su lobby para impedir la
adaptación de la ley hipotecaria
actual a las existente en la mayoría
de países de la UE y a las
recomendaciones que la propia UE
ha dictado, en especial cuando el
Tribunal Europeo de Luxemburgo
sentenció
que
las
normas
hipotecarias
españolas
no
respetaban la directiva comunitaria
sobre
protección
de
los
consumidores. La ley debía
cambiar. La práctica judicial debía
cambiar. La Unión Europea dio un
tirón de orejas en toda regla a
España por esta cuestión.
Según el Juez Fernández Seijo, que
fue quien llevó el caso a
Luxemburgo, titular del juzgado
mercantil número 3 de Barcelona
opina que el problema de raíz
sigue sin afrontarse: que la gente
no paga porque no puede, no
porque no quiera. “Todos los
remedios son parches para tratar
de solucionar un problema que es
estructural. Hemos tenido un
sistema de acceso a la propiedad
que ha sido excesivamente alegre
tanto por parte de las entidades
financieras como por parte de los
consumidores”.
Asimismo,
manifiesta que la dación en pago,
principal reivindicación de las
plataformas, no se admite en la
nueva normativa aprobada por el
Estado, salvo en casos muy
tasados. Recuerda que el trato que
reciben los particulares es muy
distinto al que se otorga a las
inmobiliarias. “El problema es que
sí se aceptan, y con carácter
automático o semiautomático,
daciones
en
pago
para
inmobiliarias y promotoras”. Sobre
esto, expone que en algunos casos,
el perdón alcanza el 40% del valor.
Hay que pensar que la morosidad
de las promotoras es del 29% y la
de los particulares solo del 4,1%. Es
decir, de cada 100 millones que les
han prestado los bancos, 29 no los
van a recuperar. Sin embargo, de
cada 100 millones prestados a los
particulares,
las
entidades
financieras solo van a perder 4,1. A
pesar de que son mucho más
morosas que los particulares,
reciben un trato mucho más
favorable. Alguien debería explicar
por qué. Creo que no se ha hecho
un estudio serio del impacto que
tendría la dación en pago en el
sistema. Sería una buena solución
para hipotecas jóvenes y con
deudores que acrediten que no
pueden hacer frente a la deuda. Y
nunca sería algo masivo. No todo el
mundo entregaría su casa así como
así después de haber pagado
puntualmente durante años.
Mi primera pregunta es ¿Puede
permitirse un Estado, que alardea
del
bienestar
social,
que
anualmente casi 40.000 familias
pierdan su hogar y que haya
600.000 más, amenazadas de
encontrarse en la misma situación,
mientras permanecen 3,44 millones
de viviendas vacías?
No podemos cerrar los ojos y los
oídos a la realidad, no podemos
mantenernos inmovilistas o buscar
subterfugios que permitan a los
lobbies y poderes financieros
mantener su estatus. Ya mencioné
en
capítulos
anteriores
la
importancia de tener un sector
financiero potente, pero esto no le
confiere el poder de decidir o
ignorar la realidad, es muy fácil
refugiarse siempre en que la
responsabilidad es del otro, que no
se ha sido parte, cuando se ha sido
impulsor de las actuaciones y
mientras
han
proporcionado
importantes beneficios todo era
fácil, en el momento de la crisis se
traspasa toda la responsabilidad a
una de las partes, eludiendo las
entidades financieras toda su
responsabilidad. ¿Eran o no eran
las entidades financieras las que
realizaban la tasación de los
inmuebles y quienes autorizaban el
límite del crédito? Si era así, ahora
que los valores de los inmuebles se
han reducido eluden, como he
dicho
antes,
toda
su
responsabilidad.
Es evidente, también, que no se
puede ser maximalista y que hay
que protegerse de aquellas
actuaciones que aprovechando la
situación actual quieren eludir sus
responsabilidades
contraídas,
cuando disponen de capacidad real
para asumirlas.
En primer lugar se debería
modificar la ley hipotecaria
permitiendo la dación en pago en
aquellos casos que se verifique
realmente que la familia afectada
no puede pagar la hipoteca, ni
tiene posibilidades de pagar en el
futuro, esta verificación debería
hacerse de mutuo acuerdo o bien
mediante una autoridad de
arbitraje a tal efecto. En estos
casos se debería exigir a las
entidades financieras la concesión
de un alquiler por un plazo mínimo
de 5 años, equivalente al 70% del
valor medio de alquiler en el
Ayuntamiento correspondiente
En segundo término se debería
modificar la ley hipotecaria para
poder conceder moras, sin recargo
de intereses, en aquellos casos en
los que de forma temporal no se
puede hacer frente a la hipoteca,
pero existen indicios razonables de
que en un período corto de tiempo
se pueda regularizar, manteniendo
el mismo sistema de verificación
que en el caso anterior.
En
tercer
lugar,
debemos
contemplar cómo podemos cumplir
con el principio de los derechos
humanos y de lo que marcan las
Constituciones, en la mayoría de
países de la UE, que es el derecho a
la vivienda digna de todos los
ciudadanos,
cuando
nos
encontramos en la situación actual
con casi 6M de personas paradas,
con un 30% de españoles que viven
de una prestación económica de
carácter
público
(incluidos
pensionistas) con una media
nacional que no llega a 800€
mensuales, asimismo, debemos
tener en cuenta las casi 700.000
familias que no tienen ingreso
alguno (686.600, según la encuesta
de población activa de enero de
2014).
Para resolver este tema existen
diversas actuaciones, más allá de la
modificación de la ley hipotecaria,
antes mencionadas, que deberían
ser complementarias.
- En primer lugar una línea de
subvención directa a las 700.000
familias que no disponen de
ingresos
algunos,
mediantes
viviendas de protección oficial,
que
se
pueden
obtener
directamente del llamado banco
malo SAREB y si no fuera
suficiente mediante la cesión de
suelo municipal y la construcción
de las mismas, a precio coste, por
parte de la fundaciones de las
entidades financieras, con unos
incentivos fiscales del 50% del
coste de la construcción. El coste
de esta operación debería
financiarse mediante un impuesto
sobre las viviendas que tienen
más de un año sin ocupación y
con el impuesto del patrimonio
(sobre los bienes patrimoniales
no productivos, exceptuando las
primeras
residencias).
Esta
actuación debería ir acompañada
de un proceso de orientación y
formación profesional para que
los miembros de estas familias en
edad laboral puedan incorporarse
al mercado de trabajo, en cuyo
caso pasarían a diferentes
modelos que se detallan a
continuación.
Evidentemente,
quien renuncia a esta formación
quedaría excluido del proceso.
- Para todas aquellas familias (me
refiero a familias y a personas
individuales sin familia, no a
personas individuales con familia)
cuyo ingreso mensual sea inferior
a 1000€ (correspondientemente
verificado) y no dispongan de
vivienda o hayan perdido la
misma se arbitrará un alquiler
social de 150€ mensuales. La
forma de hacerlo será utilizando
el stock de viviendas vacías, de
forma que las que se utilicen
dejaran de tener el recargo
impositivo
y
en
cada
Ayuntamiento se fijará el precio
medio por m2 de alquiler, el 50%
de la diferencia entre el precio
medio de alquiler y los 150€ se
deducirá del correspondiente IBI
que debe pagar el propietario.
- En los casos anteriores el tamaño
de las viviendas debería ser
menor o igual a 70m2 y estar en
perfectas condiciones de uso.
- El Sareb y las entidades
financieras aplicarán las mismas
condiciones a los promotores
inmobiliarios
que
a
los
particulares, en los casos de venta
o en las posibles daciones en
pago.
- Para frenar la posible vuelta a la
especulación del suelo se debería
modificar la normativa de las
plusvalías, para en el caso de
venta de suelo urbanizable,
pagada por el vendedor, no exista
desgravación
impositiva
por
antigüedad de adquisición, de
forma que los precios se ajusten a
una realidad y no graven de
forma artificial los costes de
construcción de las viviendas.
Si aunamos la modificación de la ley
hipotecaria
y
las
propuestas
explicitadas se puede acometer el
proceso de poder disponer de una
vivienda digna para todas las familias
y se redistribuye la pérdida global del
valor inmobiliario, repartiéndola
entre todas las partes y no recayendo
exclusivamente en las familias más
necesitadas o imposibilitadas.
Otro
de
los
derechos
humanos
reconocidos como fundamentales
para los ciudadanos es el derecho a
una sanidad eficiente, pública y
gratuita.
Según datos del Ministerio de Sanidad
el gasto sanitario público (2013),
incluyendo gasto de cuidados de larga
duración, es de casi 75.000 millones
de euros, lo que supone más del 74%
del gasto sanitario total y un 7,1% del
Producto Interior Bruto (PIB). El gasto
sanitario privado es del 2,5% del PIB.
Obteniendo un total del 9,6%. En el periodo
2001- 2009 el porcentaje del gasto sanitario
sobre el PIB creció 2,4 puntos y en el 20102011 cambió la tendencia decreciendo
0,3puntos. Si tenemos en cuenta que el PIB no
ha dejado de descender desde el año 2007,
veremos que el gasto por persona real ha
mantenido una desviación negativa en estos
últimos años.
El gasto sanitario público por
habitante protegido del conjunto de
los servicios de salud de las
comunidades autónomas, de INGESA
y de las respectivas administraciones
territoriales sanitarias, sin incluir el
gasto ocasionado por los servicios
sanitarios prestados por el resto de
los agentes de la administración del
Estado, es de más de 1.400 euros.
Gasto en salud como porcentaje del
PIB
2001
2011 (o año
más
cercano
disponible)
Países Bajos
Francia
Alemania
Dinamarca
Austria
Bélgica
Portugal
Suecia
8,3
10,2
10,5
9,1
10,1
8,3
9,3
8,9
11,9
11,6
11,3
10,9
10,8
10,5
10,2
9,5
Reino Unido
7,3
9,4
España
7,2
9,3
Italia
8,1
9,2
Grecia
8,9
9,1
Finlandia
7,4
9,0
Irlanda
6,7
8,9
Eslovenia
8,6
8,9
Malta
7,3
8,6
República Eslovaca
5,5
7,9
Hungría
7,2
7,9
Croacia
7,3
7,8
República Checa
6,4
7,5
Chipre
6,0
7,4
Bulgaria
7,4
7,2
Lituania
5,7
7,0
Polonia
5,9
6,9
Letonia
Luxemburgo
Rumanía
Estonia
5,0
6,8
7,4
4,2
4,9
6,6
6,0
5,9
Observaciones: Datos de 2011 o más
cercano disponible. Los países están
ordenados según los valores del año
2011 (de mayor a menor).
Fuente: Año 2001 los datos de
Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia,
Lituania Malta y Rumanía tienen
como fuente la WHO European Health
For All Data Base (HFA-DB) actualizada
a julio 2013. Las cifras del resto de
países proceden de la OECD Health
Data 2013. Año 2011: los datos de
Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia,
Lituania Malta
y Rumanía corresponden al 2010 (o
año más cercano) y tienen como
fuente OECD (2012). Las cifras del
resto de los países corresponden a
2011 (o año más cercano) y tienen
como fuente la OECD (2013) Health at
aG
En 2011, en promedio, la proporción
del PIB que los países de la UE
dedican a bienes y servicios sanitarios
está cerca del 9% aunque es muy
variable
entre
los
diferentes
territorios oscilando en un rango que
va desde el 12% de los Países Bajos al
6% Rumanía o Estonia.
Siete países dedican más del 10% de
su PIB al gasto sanitario, en 2001 eran
solamente tres. Croacia dedicó en ese
año un 7,8% de su PIB al gasto
sanitario.
España con un 9,3% ocupa la décima
posición lo que supone 2,1 puntos
más que en 2001. Aunque para
realizar una mejor valoración de esta
variación debe considerarse lo
sucedido antes de 2009, periodo precrisis y lo sucedido después. En el
periodo 2001- 2009 el porcentaje del
gasto sanitario sobre el PIB creció 2,4
puntos y en el 2010-2011 cambió la
tendencia decreciendo 0,3 puntos.
El gasto sanitario por habitante
mejora
la
información
que
proporciona el cociente entre el gasto
sanitario y el PIB al reflejar la
influencia que pueden tener, entre
otros, una amplia variedad de
factores
sociales,
diferentes
estructuras de financiación y la
organización
de
los
sistemas
sanitarios de cada país.
Países con una alta proporción entre
gasto sanitario y PIB pueden tener un
gasto por habitante relativamente
bajo y a la inversa.
Austria y Portugal dedicaron al gasto
sanitario una proporción de su PIB
superior al 10% en cambio el gasto
per cápita (ajustados en PPC en
dólares USA) de Austria es 1,7 veces
superior al de Portugal.
España supera el promedio de la UE,
aunque muy lejos de los países más
avanzados.
Gasto sanitario total por habitante en
poder paritario de compra dólares
USA
2011 (o más cercano
disponible)
Promedio UE
2.740
Países Bajos
5.099
Austria
4.546
Alemania
4.495
Dinamarca
4.448
Luxemburgo
4.246
Francia
4.118
Bélgica
4.061
Suecia
3.925
Irlanda
3.700
Reino Unido
3.405
Finlandia
3.374
España
3.072
Italia
3.012
Portugal
2.619
Eslovenia
2.421
Grecia
2.361
República Checa
1.966
República Eslovaca
1.915
Chipre
1.783
Malta
1.758
Hungría
1.689
Polonia
1.452
Estonia
1.303
Croacia
1.152
Lituania
972
Letonia
821
Bulgaria
745
Rumanía
677
Observaciones: Datos de 2011 o más
cercano disponible. Los países están
ordenados según los valores de mayor
a menor.
Fuente: Año 2001 los datos de
Bulgaria, Chipre, Croacia Letonia,
Lituania Malta y Rumanía tienen
como fuente la WHO European Health
For All Data Base (HFA-DB) actualizada
a julio 2013. Las cifras del resto de
países proceden de la OECD Health
Data 2013
Año 2011: los datos de Bulgaria,
Chipre, Croacia Letonia, Lituania
Malta y Rumanía corresponden al
2010 (o año más cercano) y tienen
como fuente OECD (2012). Health at a
Glance Europe 2012, OCDE Publishing.
Las cifras del resto de los países
corresponden a 2011 (o año más
cercano) y tienen como fuente la
OECD (2013) Health at a Glance 2013:
OECD Indicators.
Gasto sanitario total, público y
privado:
estructura
porcentual,
porcentaje sobre el producto interior
bruto (PIB) y euros por habitante.
Millones de euros
2007
2008
2009
2010
2011
Gasto sanitario total
89.422
97.250
100.872
100.770
98.860
Gasto sanitario público 64.253
71.028
75.378
74.773
72.217
Gasto sanitario privado 25.169
26.222
25.495
25.998
26.643
Estructura porcentual
Gasto sanitario total
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Gasto
sanitario
público
71,9
73,0
74,7
74,2
73,0
Gasto
sanitario
privado
28,1
27,0
25,3
25,8
27,0
Porcentaje sobre PIB
Gasto sanitario total
8,5
8,9
9,6
9,6
9,3
Gasto sanitario público 6,1
6,5
7,2
7,1
6,8
Gasto sanitario privado
2,4
2,4
2,4
2,5
2,5
Euros por habitante
Gasto sanitario total 1.978
2.107
2.158
2.143
2.095
Gasto
sanitario
público
1.421
1.539
1.612
1.590
1.530
Gasto sanitario privado 557
568
545
553
565
Fuente: Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad. Sistema
de Cuentas de Salud.
La cobertura de la población del
Servicio Nacional de Salud (SNS) es
casi universal (99,5%) y garantiza una
cartera de servicios y prestaciones
bastante amplia a todos los
ciudadanos. Por lo tanto, el derecho a
la asistencia del SNS es independiente
de la situación laboral y de la riqueza
personal. Sólo el 0,5% de la población
queda fuera de la red de bienestar
social: se trata de un grupo de
personas no asalariadas con elevados
ingresos que no están obligadas a
pertenecer al sistema de la Seguridad
Social según lo previsto en el Real
Decreto 1088/89.
País
Densidad de médicos (médicos /
1,000 habitantes)
Año de la estimación
Grecia
Mónaco
6
2008
6
1995
5
2007
Bielorrusia
Austria
5
2009
Italia
4
2008
Noruega
4
2008
Suiza
4
2009
Islandia
4
2008
4
2007
Países Bajos
Portugal
4
2009
Andorra
4
2007
4
2009
España
Lituania
4
2008
Bulgaria
4
2008
4
2008
4
2006
4
2008
República Checa
Suecia
Alemania
Francia
3
2008
3
2007
Dinamarca
Estonia
3
2008
Irlanda
3
2008
Ucrania
3
2006
Hungría
3
2008
Malta
3
2009
3
2007
Eslovaquia
Letonia
3
2009
Bélgica
Luxemburgo
Reino Unido
Finlandia
3
2008
3
2007
3
2009
3
2008
Moldavia
Croacia
3
2007
3
2007
3
2006
2
2008
Macedonia
Eslovenia
Polonia
2
2008
2
2007
Serbia
Rumania
2
2006
Turquía
1
2008
Bosnia y Herzegovina
1
2005
Albania
1
2007
Fuente: CIA World Factbook
Gasto sanitario público, composición
según clasificación económico –
presupuestaria en millones de euros y
porcentaje sobre el total
2008
2009
Millones de € % sobre total Millones
de € % sobre total Millones de € %
sobre total
Remuneración del personal
29.025 42,2
31.329
43,3
31.038
43,6
Consumo intermedio
13.691 19,9
14.640
20,2
13.967
19,6
Consumo de capital fijo
224 0,3
274
0,4
284
0,4
Conciertos
7.644 11,1
7.538
10,4
7.555
10,6
Transferencias corrientes
15.295 22,2
15.834
21,9
16.037
22,5
Gasto de capital
2.949 4,3
2.701
3,7
2.341
3,3
Gasto total sectores
68.828
72.316
71.222
Transferencias intersectoriales
2.202
1.989
2.053
Gasto total consolidado
66.626 100
70.328
100
69.169
100
Observaciones: Cifras acordes con la
Metodología de la Estadística de
Gasto Sanitario Público Los datos de
los años 2009 y 2010 son
provisionales Fuente: Ministerio de
Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Estadística de Gasto Sanitario Público
Me disculpará el lector de la ensalada
de cifras que le he puesto sobre el
papel, pero la sanidad es un tema
muy sensible para todos los
ciudadanos y para poder habar de la
misma con cierto rigor, se hace
necesario conocer una serie de datos,
evidentemente se podían poner
muchos más, pero no es objeto de
hacer un ensayo sobre la sanidad, en
este momento.
Debo reconocer que los avances en la
sanidad desde la llegada de la
democracia hasta hace 5 años han
sido realmente espectaculares y han
posibilitado uno de los sistemas
sanitarios más eficaces del llamado
mundo occidental. Mi preocupación
no radica en la historia y las mejoras,
se centra en la regresión que se está
produciendo a partir de los años 2008
y 2009, cuando empiezan a sonar
como “sagrada biblia” el recorte del
gasto de la Administración Pública y la
reducción de su déficit. Estamos
llegando a un gasto medio por
habitante en 2014, inferior al del
2007, sin tener en cuenta el
incremento de IPC, en cuyo caso
podríamos situarnos en cifras de los
años 2004 o 2005.
Asimismo, me preocupa la emigración
de médicos y enfermeras por la falta
de puestos de trabajo en nuestro
país, así como, la emigración de
investigadores y de grandes expertos,
reconocidos mundialmente, por la
reducción de los presupuestos en
Investigación, cuando la calidad y
capacidad de nuestros profesionales
es reconocida a nivel mundial.
Me preocupa el incremento de las
listas de espera para intervenciones
quirúrgicas,
me
preocupa
el
incremento del tiempo de espera para
las atenciones especializadas, me
preocupa el incremento del gasto
farmacéutico, con una proporción,
todavía escasa, de medicamentos
genéricos, me preocupa la falta de
desarrollo de una carrera profesional
para los trabajadores de la Sanidad,
me preocupan los intentos de
privatización de la sanidad pública, en
cambio no me preocupan las acciones
de externalizar la gestión o las
actuaciones
conservando
la
titularidad pública, me preocupa el
déficit de la sanidad pública
comparado con los beneficios de la
sanidad privada, me preocupa una
falta de concienciación y de educación
sanitaria a la ciudadanía para un
mejor y más eficiente uso de la
sanidad pública, me preocupan las
propuestas de copago de la asistencia
sanitaria pública, me preocupa que en
los últimos años nadie ha actuado
sobre
la
reforma,
mejora
y
racionalización de los procesos que
afectan a la atención y la gestión
sanitaria.
El primer problema que hay que
resolver es la gobernanza del sistema
sanitario, público y privado. Se
debería disponer de un mapa on-line
del estado de situación de los
espacios de asistencia primaria,
especializada y quirúrgica a nivel
global en cada territorio con la
correspondiente competencia que
debería permitir tomar decisiones
sobre posibles acciones utilizando
todos los recursos, estableciendo un
precio acordado, ya existente con la
sanidad concertada, con los sectores
no públicos para realizar aquellas
atenciones especializadas, pruebas
médicas o quirúrgicas que se retrasan
y se convierten en una lacra de
tiempo de espera. Asimismo, debería
establecer una normativa que fijara,
en función de criterios médicos y no
economicistas, el tiempo máximo de
espera frente a una dolencia o
necesidad específica para la atención
especializada, las pruebas médicas y
las intervenciones quirúrgicas.
Asimismo, se debería crear un banco
de conocimiento de la atención
sanitaria, bajo control de una
comisión de expertos médicos, al que
tuvieran
acceso
todos
los
profesionales sanitarios (públicos y
privados), que debería permitir
incrementar
el
conocimiento
profesional, resolver algunas dudas e
incrementar el proceso de formación
continua tan necesario en esta
profesión, dada la velocidad evolutiva
de la medicina.
No entiendo como no aprovechamos
la capacidad de la sanidad privada
para utilizarla como sanidad pública,
es decir, desviando personas bajo el
control público eficaz de la
Administración Sanitaria Pública. Si
una persona tiene un seguro privado
puede realizarse, pongamos como
ejemplo, una ecografía en un tiempo
máximo de 48 horas, por el contrario
en la sanidad pública puede tener un
tiempo de espera superior a dos
meses.
Quiero que se entienda, que en
ningún caso estoy proponiendo la
privatización de la sanidad pública, lo
que se propone es utilizar mediante
pago o concierto las capacidades de la
sanidad privada, mediante un precio
público justo y fijado, para derivar a
todas aquellas personas que tienen
necesidad de asistencia médica o
quirúrgica y que la sanidad pública no
puede atender en los plazos fijados,
según criterio médico.
Se debería establecer un índice de las
diferentes actuaciones sanitarias con
un tiempo máximo de espera para
poder realizarlas y en ningún caso se
podría superar, a excepción de causa
de fuerza mayor, como epidemias
masivas, grandes catástrofes, etc.,
para las que debería existir un plan de
contingencia.
Se deberían racionalizar todos los
procedimientos administrativos y de
gestión de la asistencia sanitaria
pública a efectos de reducir
sensiblemente la carga burocrática,
reducir los tiempos, mejorar la
atención y crear un sistema de
información que permita acceder al
historial (público o privado) de cada
ciudadano,
frente
a
cualquier
actuación
que
requiera
el
conocimiento previo de la historia,
existen avances en este tema en
algunos territorios, pero de forma
parcial, no de forma general y
universal. Esta debe ser una de las
líneas de reducción del gasto público
en Sanidad, que nunca se ha querido
afrontar.
Se debería realizar una política de
Recursos Humanos más moderna con
los profesionales sanitarios en donde
se desarrolle su carrera profesional,
clarificando los itinerarios, las
competencias y la formación para
poder evolucionar dentro de su
profesión y poder visualizar su
esperanza de mejora, lo que debe
provocar
un
mayor
esfuerzo,
constancia y dedicación, siempre y
cuando
se
visualice
la
correspondiente
mejora
en
la
evolución profesional. Asimismo, se
deberían incorporar los conceptos de
movilidad, competencia profesional y
capacidad funcional.
La
absoluta
complejidad
de
la
situación económica actual requiere
de las Administraciones Públicas
Sanitarias, entre otras actuaciones y
reformas, una profunda revisión de
los sistemas de gestión de Recursos
Humanos empleados; revisión que
haga posible la optimización de los
procesos desarrollados en el marco
competencial actual por el personal
de las distintas unidades y las cargas
de trabajo para ello requeridas.
Adicionalmente,
transformaciones
las
profundas
sociales que se
están viviendo, impactan y modifican
la operativa tradicional de las
administraciones, como consecuencia
de las alteraciones en los volúmenes
de actividad requeridos para atender
las necesidades de la ciudadanía.
Este entorno de permanente cambio
se ve incrementado a nivel interno
por la rigidez propia de los sistemas
tradicionales de recursos humanos de
la Administración Pública Sanitaria,
los cuales asignan tareas en base a las
necesidades de cada uno de los
servicios, olvidando la necesidad de
adoptar un enfoque global y de
conjunto de las diferentes situaciones
de los profesionales sanitarios.
El plan de desarrollo profesional
(carrera profesional y promoción
interna) es un elemento esencial para
mantener el mayor grado de
profesionalidad de los recursos
humanos sanitarios.
Las políticas de promoción y carrera
facilitan
el
progreso
y
el
reconocimiento de las personas en el
contexto de la organización.
Desde el punto de vista de la
organización, la planificación de
carrera supone la pretensión de
maximizar
las
contribuciones
potenciales de cada profesional.
Los programas de planificación y
desarrollo profesional de carrera han
de lograr los siguientes objetivos:
− Responder a las necesidades
organizativas en materia de
planificación de sus recursos
humanos.
− Un desarrollo más eficaz del
talento disponible.
− Ofrecer a los empleados
mayores oportunidades de
valoración y reconocimiento
personal al proponer caminos
de
carrera
nuevos
o
alternativos
a
los
tradicionales.
− Un desarrollo de recursos
humanos más eficaz.
− Satisfacción de las necesidades
de desarrollo personal de los
empleados.
− Mejora del desempeño a
través de las experiencias de
formación en el puesto
proporcionadas
por
los
movimientos
tanto
horizontales como verticales
de carrera.
− Aumento de la motivación.
− Un método de determinar las
necesidades de formación y de
desarrollo.
− Maximización
de
las
contribuciones potenciales de
una persona a las necesidades
organizativas y a la atención a
los usuarios.
El establecimiento de estos planes de
carrera profesional como existen en
todas las organizaciones, conllevará
una mejor atención, información,
cuidado y desarrollo de la actuación
asistencial sanitaria de la que debe
salir beneficiado el destinatario de la
misma, que no es otro que el
ciudadano.
Otra de las cuestiones que tiene una
gran incidencia sobre el coste
sanitario se refiere al gasto
farmacéutico, que se piensa resolver
mediante el copago farmacéutico y a
partir de ahora, también el copago
hospitalario (copago de fármacos de
dispensación
hospitalaria
para
pacientes
que
no
estén
hospitalizados). Los Gobiernos tienen
la tendencia a aplicar la reducción de
costes con una visión exclusivamente
economicista o funcionarial, sin entrar
en los conceptos de mejora del
sistema, modernización de las
acciones, racionalización de los
procesos, eliminación de cargas
burocráticas,
transformación
de
modelos, etc. Optan por la vía fácil, un
cálculo económico y ver a quién le
toca.
Para
la
reducción
del
gasto
farmacéutico se deberían aplicar una
serie de medidas antes del copago:
1. Una
campaña
de
concienciación
nacional
hacia
los médicos y
usuarios de que el uso de
los medicamentos se debe
hacer en caso de necesidad
real, deberíamos calcular la
cantidad de medicamentos
caducados que cada familia
manda a los residuos, es
tanta responsabilidad del
médico como del usuario
2. Incrementar
substancialmente
la
fabricación y consumo de
genéricos,
actualmente,
según
fuentes
del
Ministerio de Sanidad es de
sólo el 12%, para poder
llegar
a
una
cifra
equivalente, como mínimo
del 20%.
3. Dispensar
medicamentos
por unidades, de acuerdo a
la verdadera medicación
recetada. Esta práctica se
hace, pero de forma
minoritaria
y
debería
convertirse en una a
práctica mayoritaria.
4. Mantener el copago en
aquellos casos que la renta
individual o familiar supere
cuatro veces el salario
mínimo,
los
restantes
deberían quedar exentos.
5. Incrementar los impuestos
indirectos en los artículos
de lujo, aumentando la
lista
con
automóviles,
embarcaciones, etc.) y en
los temas del alcohol
(destilados) y el tabaco en
un porcentaje que se
destine exclusivamente a
financiar la sanidad.
6. Mantener
un
control
automático de la receta
médica y consumo por
médico
y
paciente,
verificando que se cumplen
las recomendaciones dadas,
de consumo, de genéricos,
etc. No es demasiado
problema al estar todo
automatizado
e
identificado.
7. El
conocimiento
del
historial clínico de los
pacientes, no solo a nivel
hospitalario sino también
ambulatorio,
debería
incorporar el aspecto de la
medicación, lo que permite
al médico disponer de la
información necesaria y
poder actuar en menos
tiempo con más eficacia.
Otro de los problemas que encarece el
gasto sanitario es la tendencia creada
en nuestro país que cuando existe un
problema médico es mejor acudir al
servicio de urgencias hospitalario que
a la medicina ambulatoria, en base a
que se encontrará un mejor servicio y
una mayor rapidez de actuación.
Estoy de acuerdo en cambiar esta
tendencia, pero si se ha creado no ha
sido de forma mágica, es el fruto de
muchos años de experiencia vital de
los ciudadanos, por tanto se requiere
una campaña de concienciación de los
ciudadanos, pero también una
campaña y la formación necesaria
para la atención administrativa y
médica de los profesionales sanitarios
en el espacio ambulatorio.
Incrementar el uso de las nuevas
tecnologías en el seguimiento on-line
a distancia de los pacientes crónicos o
de riesgo, así como arbitrar un
modelo de consulta previa o consulta
médica completa, en casos simples y
con toda la información disponible,
telefónica
u
on-line
mediante
tecnologías de coste cero cuando se
disponga de conexión Internet;
existen experiencias, pero no se han
masificado ni se ha desarrollado una
campaña de concienciación. Este tipo
de actuaciones derivaría en no
colapsar los ambulatorios, ni los
servicios de urgencia hospitalaria, una
respuesta eficaz y suficiente en la
mayoría de los casos, una facilidad de
no desplazamiento de las personas,
una mejor y más rápida atención,
incluso la receta médica podría ser vía
red.
Para acabar este apartado, creo que
quedado claro que la privatización no
es la solución, pero sí que la
Administración
Pública
Sanitaria
pueda utilizar todos los recursos
públicos y privados (mediante el pago
del justo precio, siempre inferior al
coste público y con el control público
de la correspondiente actuación), no
es lo mismo externalizar actuaciones
públicas en el sector privado
mediante gobernanza pública que
privatizar y olvidarse. Con la sanidad
pública no se puede hacer negocio,
simplemente cubrir los costes.
En resumen, el servicio de la sanidad
pública, con la democracia, ha
mejorado,
aunque
actualmente
retrocede o se intenta repercutir
costes en los ciudadanos que no
corresponden, para ello se debe
(resumiendo lo expuesto):
- Valorar la carrera profesional
de las personas dedicadas a la
Sanidad
- Recuperar la investigación al
nivel que teníamos hace 6 o 7
años, incidiendo en temas de
mecenazgo como se han
expuesto
culturales,
capítulo.
en
en
los
casos
el anterior
- Mejorar la gestión de recursos
humanos en la Sanidad pública
aplicando
una
política
incentivadora, motivadora y
con visión de futura del
desarrollo de la carrera
profesional
de
los
profesionales sanitarios.
- Racionalizar y simplificar los
procedimientos
administrativos y la gestión, en
definitiva reducir la burocracia
y mejorar la atención.
- Visualización unificada del
mapa de actuaciones y
recursos para poder optimizar
las actuaciones y mediante el
uso de la sanidad pública y
privada (sin coste para el
ciudadano)
reducir
sensiblemente las listas de
espera, en todos los ámbitos
sanitarios.
- Incorporación masiva de la
tecnología para la atención y
visita on-line, en los casos
posibles. También, para el
seguimiento on-line en los
casos de enfermos crónicos o
de riesgo.
- Historial
clínico
unificado
(incluido farmacia) y disponible
para toda la red profesional
sanitaria (pública y privada)
- Limitación del copago a rentas
medias y altas
- Incremento de impuestos en
lujo, alcohol y tabaco
- Dispensación farmacéutica por
unidades.
- Incremento substancial del uso
de genéricos
- Campaña
de
concienciación
nacional, de la importancia de
la Sanidad, del buen uso de la
misma, de la confianza en los
profesionales y en
una
atención mejorada en cuanto a
actitud y respuesta
Creo que este resumen, puede dar
por cerrado el aspecto de la sanidad,
con unas propuestas, que sin en algún
caso representan inversión, en todos
producen reducción del gasto e
incremento de la eficacia y la
respuesta de la actuación. Los
Gobiernos han de tener firmeza en su
aplicación, no dejarse influir por los
lobbies de presión y actuar en
profundidad, no solo desde un punto
de vista economicista, en aras a
mejorar la sanidad con el lema de
hacer más y mejor con menos coste y
mayor reconocimiento.
Como punto final a este capítulo,
sería bueno introducirse en uno de
los pilares del estado del bienestar
social, la dependencia, considerada el
cuarto pilar. Derecho recogido en el
artículo 25 de la DECLARACIÓN
UNIVERSAL DE
LOS
DERECHOS
HUMANOS y reconocido por la
Constitución Española. Sin embargo
no será hasta 2006 que se apruebe
una Ley Estatal que, en teoría debería
ser de garantía universal, pero como
veremos no se aplica de la forma
prevista.
Los países desarrollados vienen
experimentando
un
progresivo
envejecimiento demográfico, cuyos
futuros suscitan gran interés. Si las
tendencias
demográficas
se
mantienen, el número de personas
mayores (+65) en la Unión Europea se
doblará, pasando de 85 a 151
millones entre 2010 y 2060. La
población mayor de 80 años, se
proyecta que aumentará a un ritmo
aún mayor, casi triplicándose y
alcanzando los 61 millones en 2060, lo
que supondría un incremento muy
relevante respeto a los 22 millones
actuales (Eurostat, 2011). En España,
según datos del INE (2010), se estima
que en el año 2060 la población de
más de 65 años pasará de representar
el 17% de la población en la
actualidad a representar el 32%, con
más de 15 millones de personas.
En los “Documentos de Trabajo. CRES –
Fundación CASE. Número 7 de Febrero
de 2012. Autores: Guillem López i
Casasnovas, Laia Cirera i Crivillé
Marina Soley i Bori. Título: Análisis
comparativo de los servicios de
atención a la dependencia en España y
Suecia”
Entre otras
introducción:
cosas
dice,
en
su
Las causas que hay detrás de este
fenómeno son comunes en todos los
países de la Unión Europea y se pueden
resumir en la interacción de 4 factores
demográficos principales. En primer
lugar, en todos los países de la Unión
Europea, los ratios de fertilidad, que se
prevé crecerán de 1,52 a 1,6 entre
2008 y 2030, están por debajo de la
tasa natural de sustitución necesaria
para estabilizar la dimensión y la
estructura demográfica actual de la
población, que se sitúa en 2,1 hijos por
mujer
(Eurostat,
2011).
Adicionalmente, la entrada en la edad
de jubilación de la generación del
“baby boom” se corresponde con la
generación con bajas tasas de
fertilidad, lo cual incidirá directamente
en el ratio de dependencia1.
Concretamente, se prevé que el ratio
de dependencia se duplique, pasando
del 26% en la actualidad al 53% en
2060 (Comisión Europea, 2009).
Tercero, la esperanza de vida se estima
que incrementará en otros 6,3 años
para los hombres y 5,1 años para las
mujeres hasta 2050, dada una
reducción de la mortalidad en las
edades más avanzadas. Por último, los
flujos netos de inmigración, aunque
tienen una clara incidencia en la
estructura
demográfica,
son
insuficientes para estabilizar la
pirámide de la población.
Adicionalmente, a pesar del logro
social de aumentar la esperanza de
vida de la población, este proceso de
envejecimiento demográfico también
ha propiciado un incremento del
número de ancianos que pasan los
últimos años en situaciones de
dependencia. Así, una de las mayores
preocupaciones derivadas del proceso
de envejecimiento es la creciente
demanda de los cuidados de larga
duración y, consecuentemente, la
capacidad del estado para satisfacer
estas necesidades y proporcionar los
servicios adecuados al colectivo de
personas en situación de dependencia.
En este contexto, a finales del 2006 y
siguiendo la estela de los países
escandinavos, España aprobó en el
Congreso de los Diputados de la Ley de
Promoción de la Autonomía Personal y
Atención a Personas en Situación de
Dependencia (LAPAD), se viene
implantando
y
desarrollando
progresivamente, desde enero de
2007, un nuevo sistema formal de
protección denominado Sistema de
Autonomía
y
Atención
a
la
Dependencia (SAAD), que persigue el
doble objetivo de mejorar la calidad de
vida de los ciudadanos y profundización
del Estado del Bienestar.
El modelo del nuevo sistema formal de
protección afronta difíciles retos
planteados por nuevos escenarios
demográficos, que cuestionan los
niveles de protección social previstos
por el SAAD y amenazan la
sostenibilidad financiera del propio
sistema.
Concretamente, según estimaciones de
la Comisión Europea (2009), el gasto
público en cuidados de larga duración
para los estados miembros de la OCDE
como porcentaje del PIB, se estima que
como mínimo se duplicará en el 2050 y
pasará a representar entre el 2,2% y el
2,9%. No obstante, se estima que estas
tendencias evolucionaran a ritmos y
niveles distintos para los distintos
países miembros de la Unión Europea
en función de una serie de factores
característicos de cada país (Comisión
Europea, 2009). Resulta de gran
utilidad identificar, definir y cuantificar
el peso de los principales elementos
que componen el coste de los cuidados
de larga duración. Concretamente, un
estudio y seguimiento de los sistemas
de protección social de los países más
avanzados de nuestro entorno, puede
proporcionar
un
conjunto
de
consideraciones que contribuyan de
forma significativa en el proceso de
definición, desarrollo y consolidación
del cuarto pilar del estado del
bienestar.
En la Unión Europea existe una gran
diversidad de políticas de atención a
las personas dependientes. Procurar
encuadrar a los países dentro de un
determinado modelo o patrón resulta
una tarea difícil y poco precisa. No
obstante, es innegable que los factores
institucionales, culturales, sociales y
económicos característicos de cada
país, constituyen un determinante
importante en la definición de los
mecanismos de financiación, regulación
y utilización de los cuidados formales, y
en última instancia, en el gasto público
destinado a los cuidados de larga
duración.
Tomaremos como base el ejemplo
comparativo entre España y Suecia,
basado en el mismo documento
Distribución de las prestaciones en
España, datos a 1 de octubre de 2011
Image
Fuente: Elaboración propia del
estudio a partir de las Estadísticas
SAAD-IMSERSO a 1 de octubre de 2011
Distribución de las prestaciones en
Suecia, datos a noviembre de 2010
Image
Fuente: Elaboración propia del
estudio a partir de los datos del
Ministerio de Sanidad y Política Social
de Suecia
Ratios de discapacidad en
España y Suecia, 2010
Image
SUECIA
ESPAÑA
Tasas de cobertura de los
servicios formales, 2011
Image
Tasa de cobertura de los servicios de
atención a la dependencia
Tasa cobertura
mujeres
España
Atención
Domiciliaria
65-80
80+
12,63%
31,
4,22%
10,6
53,96%
35,
25,43%
22,
Atención
Residencial
Suecia
Atención
Domiciliaria
Atención
Residencial
Las principales diferencias entre el
modelo de Suecia y España se centran
en la historia y la financiación.
En forma de resumen el modelo de
dependencia en Suecia se configura:
•
Cualquier persona con residencia
en Suecia con problemas de
dependencia tiene derecho a recibir
cuidados en
necesidades.
•
base
Financiación
sólo
a
principalmente
través de impuestos
subvenciones estatales
locales
sus
a
y
–
El gobierno central fija un pago
máximo anual independiente de la
renta del usuario.
–
Menos del 5% de los costes se
cubren con aportaciones del usuario,
y la mayoría se financia con impuestos
generales
•
Historia:
–
Desde 1956 la sociedad debe
hacerse cargo de los mayores (los
hijos ya no son responsables
legalmente)
–
1982: Derecho universal a recibir
asistencia a la dependencia
–
1992: Descentralización de los
servicios a las personas mayores hacia
los gobiernos locales
–
Desde 1999 los ayuntamientos
tienen que apoyar, por ley, a los
cuidadores informales (una de las
medidas para potenciar el papel de
las familias y disminuir el coste
público)
–
2010: Plan individual en el que se
detallen las necesidades y los servicios
a ofrecer por cada nivel
Antes de entrar en el análisis global,
veamos unas recientes cifras sobre el
gasto
de las Administraciones
Públicas, su distribución, la media de
los países dela UE, etc., basados en la
publicación de Eurostat.
http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis
que analiza las tendencias globales en
la estructura de desglose del gasto de
las administraciones públicas por su
función socio-económica principal
(según la Clasificación de las
Funciones del Gobierno - CFG), con
especial atención a los gastos de
protección social.
Gasto de los Gobiernos total general
en el estado del bienestar, % del PIB,
2012
Fuente Eurostat 2012
http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis
El gasto total de las administraciones
públicas por función, 2012
Fuente Eurostat 2012
http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis
Evolución del gasto total de las
administraciones públicas, la UE-27,
2002-2012, % del PIB y el% del gasto
total.
Fuente Eurostat 2012
http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis
27,_2002-
2012,_%25_of_GDP_and_%25_of_total_
El gasto total de las administraciones
públicas en la protección social, % del
gasto total, 2.012
Fuente Eurostat 2012
http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statis
Según un informe del Instituto de
Estudios Fiscales de Enero del 2012
”La atención a la dependencia:
Estimaciones del gasto presupuestario
y de sus efectos macroeconómicos”,
dice en sus conclusiones: las
transferencias, ayudas, subvenciones e
inversiones públicas movilizadas a
través del gasto presupuestado para la
atención a la dependencia han
constituido un elemento dinamizador
de la economía española, coadyuvando
moderadamente a la creación de
riqueza y empleo en un contexto de
contracción de la actividad, de un
potencial de crecimiento mucho mayor
y de elevadas cifras de desempleo. Sin
embargo, no se puede olvidar que el
impacto
sobre
la
deuda
de
las
Comunidades Autónomas no ha sido
homogéneo
y
que
el
sobreendeudamiento puede conllevar
unos efectos no contemplados en el
estudio. Aún con estas cautelas,
concluimos que la atención a las
personas dependientes y la promoción
de su autonomía están llamadas a
constituirse en un motor de las
políticas sociales y su dotación no
debería descuidarse
Costes de los cuidados de
larga duración en Europa
Fuente: European Commission (2009). The
2009 Ageing Report: Economic and
budgetary projections for the EU-27
Member States (2008-2060).
European commission, Brussels
Fuente: elaboración Pilar GarcíaGómez Erasmus University Rotterdam
a partir de OECD Health (2011)
Ahora ya tenemos sobre la mesa la
información, no extensa, pero si
suficiente que nos debe permitir
analizar el problema generado por la
dependencia en la economía de
nuestro país, sin generar las
expectativas de puestos de trabajo
que se preveía y sin cumplir las
garantías que proporcionaba a los
ciudadanos dependientes la Ley del
2006.
Sólo se ha llegado a cubrir menos del
30% de la población dependiente que,
según la ley tiene derecho a recibir
atención pública.
Si observamos la comparación con el
modelo sueco la conclusión es
absolutamente desesperanzadora, de
todas formas se deben tener en
cuenta las diferentes culturas, en
Suecia prima la asistencia residencial y
en nuestro país la asistencia familiar,
pero lo que no tiene discusión es el %
de personas dependientes atendidas.
Asimismo, si analizamos el gasto
público vemos que estamos por
debajo tanto de la UE27 como de la
UE17 (zona euro), también, si vemos
las previsiones hasta el año 2060, que
de seguir con las políticas actuales la
situación se convertirá en muy
preocupante.
Nuestros políticos crearon una Ley,
quiero creer con buena fe, pero sin
tener un cálculo real del gasto que
representaría, asimismo, con una
fórmula perniciosa de cofinanciación
(50/50)
con
las
Comunidades
Autónomas. La realidad es que el
presupuesto actual es muy inferior,
habitualmente no se cumple y una
excesiva carga burocrática conlleva un
retraso de seis meses a un año de
media
en
el
pago
de
las
correspondientes
ayudas
o
prestaciones.
El panorama general no es alentador,
más si consideramos las palabras del
profesor Javier Díaz Giménez (IESE) a
la hora de valorar el sistema actual de
la Seguridad Social que lo considera
roto y en quiebra (en este año cerrará
con déficit de 10.000M€, según
previsiones del mes de abril de 2014.
Fuente La Vanguardia 13/04/14). El
profesor va más allá y anticipa que las
últimas
medidas
introducidas
(retrasar la edad de jubilación y
desvincular las pensiones del IPC) no
resolverán los problemas del sistema,
añadiendo que el llamado factor de
sostenibilidad económica (motivo de
desvincular las pensiones del IPC)
significa
un
empobrecimiento
progresivo de los pensionistas y, por
tanto, “una ruptura del pacto
intergeneracional”.
Es evidente que nos encontramos
ante un fraude de Ley, ya que no se
pude cumplir económicamente con
los derechos de los ciudadanos, al
menos
esto
afirman
nuestros
políticos. No sé si son conscientes o
quieren escurrir el bulto, pero ante
una situación de incremento del paro
(ahora estabilizado, pero sin garantías
de reducción sensible a corto plazo),
con unos salarios a la baja, lo que
provoca que el ingreso medio de los
cotizantes a la Seguridad Social se
reduce año a año y con una reducción
sensible del poder adquisitivo de los
pensionistas configura un panorama
desolador para mantener el estado
del bienestar y más con aquellas
personas que más lo necesitan como
son la consideradas dependientes, la
mayoría de los cuáles ha cotizado más
de 40 años y ahora cuando se le debe
retornar esta cotización en forma de
prestación a la que tiene derecho por
Ley, por la Carta de los Derechos
Humanos y por, encima de todo, se
trata de un ser humano en una
sociedad civilizada.
Si miramos la comparativa con la
UE27, veremos que el gasto total de la
Administración Pública en materias de
protección social es del 40,3 del total
del gasto y el gasto medio de la UE17
(zona euro) es del 41,1%, mientras
que en nuestro país es del 37,2,
disponiendo de una Ley consensuada
por la mayoría de los partidos
políticos que garantizaba un nivel de
protección a nuestros ciudadanos
dependientes,
con
fórmulas
diferentes, al mismo nivel que países
como Suecia.
No quiero hacer demagogia, ya que
entiendo que estamos frente a un
tema muy sensible y que afecta muy
directamente a la calidad de vida de
muchos ciudadanos y su entorno más
próximo, pero hay que hacer algo
significativo a corto y medio plazo.
Si desarrollamos en su plenitud el
ámbito
de
la
dependencia
generaremos un número importante
de puestos de trabajo, entre el 2006 y
el 2011 se han generado más de
150.000 puestos de trabajo nuevos en
este ámbito. Es posible doblar esta
cifra si aplicamos en niveles altos los
compromisos de la famosa ley. Para
ello es necesario un esfuerzo de todos
(Gobiernos, sociedad civil, agentes
económicos y sociales y, también, de
todos nosotros los ciudadanos).
MI propuesta se basaría en un doble
escenario, uno a corto donde se
debería incorporar un gravamen del
1% en el IRPF para destinarlo
únicamente a la prestación para la
dependencia, así como un incremento
de un punto en el Impuesto de
sociedades con el mismo fin. Esto
debería
ir
acompañado
de
incrementar el presupuesto que las
Administraciones Públicas destinado a
la dependencia en un 1% del PIB,
reduciéndolo de otras partidas como
Defensa, gastos corrientes de la
Administración Pública, etc.
A medida que se recupere el % de
paro en nuestro país y hasta llegar a
un punto que consideraríamos viable,
por debajo del 10%, se iría reduciendo
de forma proporcional el gravamen
del IRPF y del impuesto de sociedades,
incrementando el presupuesto directo
de las Administraciones Públicas.
Este proceso debe ir acompañado, por
causas de eficacia, de respeto a los
dependientes y de trabajar bien de
una radical reestructuración de los
procesos y procedimientos para
agilizar todos los trámites dedicados a
la obtención de la prestación
necesaria
a
los
ciudadanos
dependientes.
También se debería llevar a cabo,
cofinanciado entre el Estado y las
Administraciones Autonómicas la
creación de una mayor, más eficiente,
con mejora cobertura territorial y
adaptada a la necesidades reales de la
red de centros de asistencia, tanto
integrales como centros de día. El
Estado y todos los Gobiernos deben
priorizar en sus presupuestos los
aspectos sociales y entre ellos el más
deficitario es el de la dependencia,
basta ya de escudarse en discursos
economicistas y que habrá un mañana
en que todo será de color de rosa, los
ciudadanos nos hemos de rascar un
poco más el bolsillo casi agujerado
que tenemos, lo haremos por
solidaridad, pero los Gobiernos deben
incrementar substancialmente sus
partidas y sus criterios de prioridad.
Déjenme
decirles
una
cosa,
si
recuerdan las medidas de reducción
de la Administración, de la creación
de empresas de la generación de
ocupación
que
hemos
ido
desgranando
en
los
capítulos
anteriores, estoy convencido que en
el caso de aplicarse, en un corto plazo
de tiempo el Estado, si tuviera una
verdadera
sensibilidad
social,
dispondría de los suficientes ingresos
para poder atender el cuarto pilar del
estado, el estado del bienestar que
implica la dependencia.
No hemos entrado en todo esta
reflexión en aspectos también
fundamentales
como
son
las
infraestructuras, el medio ambiente,
la conciliación familiar y laboral, la
natalidad, la protección a la familia,
etc. Son temas, que seguramente
incorporaremos en futuras versiones,
pero en esta primera etapa hemos
querido centrarnos en aquellos
aspectos fundamentales que han sido
afectados por la crisis y en proponer
soluciones viables en actuaciones que
permitan levantar el vuelo y poder
obtener una calidad digna de vida a
todos los ciudadanos, en todas sus
perspectivas. Asimismo y de forma
expresa no he querido entrar en el
actual debate del modelo territorial
del Estado que será objeto de un
documento específico y que considero
que no se debe mezclar con los temas
desarrollados en este documento.
8. EuropayelMundo
A diferencia de los capítulos
anteriores, en donde se han ido
desgranando los principales
problemas que afectan a la sociedad
de nuestro país y proponiendo unas
posibles soluciones viables, en este
capítulo solo vamos a entrar en una
reflexión muy global y personal. Una
reflexión a partir de la visión de un
ciudadano “de a pie”, que considera
no tiene la formación y, en especial, la
información necesaria para afrontar
un análisis pormenorizado de la
situación actual a nivel mundial y, en
el caso, de poder haber efectuado la
correspondiente investigación debería
suponer, por sí solo un documento
completo.
Históricamente, a través de los siglos,
Europa ha jugado un papel de
principal actor a nivel mundial que se
vio minimizado en el siglo XX por el
nacimiento de EE.UU. como gran
potencia mundial, así como la antigua
URSS, hoy en día en decadencia, como
potencia mundial y el resurgimiento a
finales del siglo XX y, en especial, en el
siglo XXI de la China, con unos
outsiders poderosos que siguen su
estela como son la India y Brasil (que
lideran los países emergentes).
Me da la sensación que los europeos
seguimos pensando que somos el
único centro del mundo, con
independencia que hagamos los
negocios en cualquier parte del
mundo, pero no creo que seamos
conscientes de que cada día que pasa
nuestra distancia con EE.UU. se
agranda y que China ya nos supera a
nivel de potencia económica y militar
y que hay espacios de negocios que
poco a poco van configurando unas
nuevas sociedades con unos valores
muy diferentes a los que han
conducido el progreso en Europa, me
refiero a países como India, Brasil, el
sureste asiático, etc.
Europa, líder de los valores morales,
basados en el cristianismo, ha sido
bastante hipócrita en su historia, ya
que los valores que ha preconizado en
sus países no los ha aplicado en todos
aquellos territorios del planeta que
han estado bajo su dominio o
protección, en cambio ha intentado
explotar al máximo sus riquezas, más
con la mentalidad de conquistador
que con la mentalidad de trasladar a
estos países las estructuras y riquezas
que permitan su progresión.
Esta situación ha provocado un
mundo de diferencias substanciales
que cuando EE.UU. toma el relevo de
primera
potencia
mundial
no
soluciona, al contrario, con su
mentalidad pragmática inicia un
proceso de conquista económica, en
especial después de la II guerra
mundial, y cuando no puede, recurre
a la fuerza, para imponer sus
intereses a nivel del planeta.
A veces los países del llamado mundo
occidental o de desarrollo económico
nos parecen que tienen los mismos
valores y culturas similares, nada más
lejos de la realidad, cada espacio
tiene su cultura, sus prioridades, sus
intereses y sus valores.
Europa ha entrado en un proceso
endogámico de mirarse el ombligo y
establecer un proceso diferenciador
de gobierno de los estados ricos sobre
los pobres, con el único objetivo de la
supervivencia
de
los
ricos,
olvidándose de su papel fundamental
a nivel mundial del equilibrio social,
los valores, las libertades, etc. Su
papel en la mayoría de los conflictos
surgidos a nivel mundial en los
últimos veinticinco años ha sido de
comparsa o segundón, sin tomar
iniciativas,
y
con
posiciones
diferencias, en problemas surgidos en
sus
fronteras,
como
ejemplo
podríamos recordar el papel de
Europa como unidad y el de los
diferentes Estados en el conflicto de
los Balcanes en los años 90 del siglo
pasado. Parece que primamos la
subsistencia de nuestro poder
económico, cada día menor, por
encima de los valores que hicieron
grandes nuestros países.
Me preocupa que a nivel mundial se
está
imponiendo
una
cultura
excesivamente
economicista
y
ultraliberal, no sólo la impulsada por
EE.UU.,
que
siempre
le
ha
caracterizado, sino por los nuevos
países emergentes como China, Brasil
o India y los que se quieren añadir,
como Rusia, que son grandes
potencias económicas y en algunos
casos militares, pero que siguen
teniendo en sus países unas
diferencias sociales abismales y una
sociedad donde prima el valor
económico por encima de cualquier
otro valor, sin entrar en el tema de
libertades, que sería muy discutible
en el caso de China, como ejemplo.
También Europa ha caído bajo la
dictadura, de los llamados mercados y
día a día va creciendo el número de
parados y el número de personas que
subsisten por debajo de lo que, en
Europa, consideramos el lindar de la
pobreza. Ya decíamos al principio que
un
país
sin
libertad,
educación,
sanidad, vivienda, empleo, pequeñas
y medianas empresas y clase media
no puede progresar ni ser un país
sostenible que pueda garantizar el
progreso de sus ciudadanos.
Estamos inmersos en una carrera en
donde el lema es progresar, progresar,
progresar, progresar más..... ¿Hasta
dónde?, ¿con qué objetivo?, ¿a costa
de qué? Parece que cuanto más
dinero, que confiere mayor poder, se
ha de ser más feliz y uno se acerca
definitivamente
al
proceso
de
realización humana. Mientras tanto
en el camino se ha quedado mucha
gente, sin recursos, sin esperanzas, sin
futuro; pero todo lo queremos
resolver con una falsa caridad que
explota a un gran número de
excelentes personas que inundan,
cada día más, las organizaciones
civiles, no gubernamentales, con la
esperanza de poder paliar las
diferencias sociales, económicas y de
futuro humano que existen en
nuestro planeta y, desgraciadamente,
las diferencias son cada día mayores.
El desarrollo y la implantación de
vehículos
de
comunicación
universales, desde la radio al Internet,
pasando por la televisión, los
periódicos y las redes sociales
avanzadas permite a todo el mundo
verse los unos a los otros, los que
tienen un estatus social avanzado a
los que no tienen un plato de arroz
que llevarse al estómago y viceversa.
Asimismo, esta representación real,
que vemos tranquilamente en el
comedor de nuestras casas sirve para
hacer más ricos a los propietarios de
los
medios
de
comunicación,
convirtiéndose en un gran poder que
mediatiza, manipula e impone su
imperio, conjuntamente o al servicio
de los mercados, por encima de las
voluntades de las personas y hace de
la desgracia, los accidentes y las
extravagancias y sus riquezas el medio
de ganar más poder y acumular
mayores ingresos económicos.
Hemos creado un mundo en donde
prima el imperio de la ley, creado a
partir de establecer cada día más
prohibiciones, más limitaciones, más
intrusionismo en la privacidad de las
personas,
basándonos
en
la
seguridad,
quizás
necesaria
temporalmente, pero sin actuar en el
fondo de los problemas, en los
causas, conocidas, que originan las
situaciones, hasta llegar a límites que
justifican
acuerdos con
países
dictatoriales, sin respeto a los
derechos humanos, con la absoluta
prohibición de la libertad de
expresión. Pero..... siempre tenemos
una justificación económica, una
justificación de equilibrio mundial,
una justificación hacia los medios de
comunicación con palabras “ligero
avance....” “es el primer paso....”
“hemos
sentado
las
bases....”
“próximamente analizaremos los
problemas......” “nos emplazamos a
que en el año.......”. Siempre la misma
cantinela, pero año tras año, los
avances quedan muy lejos de la
realidad esperada y los ciudadanos de
forma constante y de buena fe nos lo
creemos y si no decidimos pasar
olímpicamente.
Según la mayoría de los expertos y de
nuestros gobernantes la sociedad en
estos últimos años, en especial desde
mediados del siglo pasado, ha
progresado de forma clara y evidente
y hemos alcanzado un estado de
bienestar y calidad de vida, nunca
asumido en la historia. Esta
afirmación puede ser válida si nos
referimos a los países del llamado
bloque occidental. Sin embargo, aún
en este espacio se han generado unas
diferencias que día a día, en lugar de
reducirse se van agrandando, por lo
que en el devenir del tiempo nos
podemos encontrar con una sociedad
fracturada.
La primacía de la economía y del libre
mercado, que en un principio era el
motor
necesario
para
la
transformación de la sociedad, el
avance de la misma, el progreso
social, el reequilibrio territorial y
económico, poco a poco se ha ido
desenganchando del control de los
poderes públicos y ha alzado el vuelo
sin control alguno que regule la
redistribución de la riqueza y que
permita avanzar a los que no pueden
seguir.
En estos años, inmersos en una crisis,
observamos la incapacidad de los
gobiernos y de sus normas y leyes
para reconducir la situación. Hemos
asistido, como espectadores sin
rechistar, a una destrucción de
riqueza, de puestos de trabajo y a un
empobrecimiento de la clase media, a
nivel europeo, espeluznante.
Se han realizado muchos encuentros,
se ha pasado del G-8 al G-20, los
dirigentes mundiales se reúnen en
global, en bilateral, en cuartetos,
siempre
se
generan
buenas
expectativas, pero al final de los
encuentros tenemos promesas, vagas
ideas, etc.
Los grandes bancos americanos, una
vez superada la fase inicial de la crisis,
han iniciado un acelerado retorno de
las ayudas de la reserva federal, con el
objetivo de no verse sometidos, en el
futuro, a las posibles normativas que
se aprueben. Asimismo, en Europa
asistimos al espectáculo de que los
Estados han inyectado grandes
cantidades de Euros al sector
financiero para resolver su situación,
pero nadie ni los Estados ni el sector
financiero (con sus ayudas) ha
actuado, de forma eficaz, para paliar
el grave déficit que se ha producido
en el mundo empresarial y en la
mayoría de familias.
Seamos conscientes que vivimos en
un
mundo
económicamente
globalizado, en donde el mercado es
el propio mundo, más allá de los
localismos o agrupaciones de países.
Este proceso en sí natural y que bajo
un control y unas normas de juego
sería positivo, tiene un grave efecto
pernicioso, si no se controla, el poder
se concentra en grupos económicos
cada vez más grandes, cuyo poder
supera al de los estados y al final son
los que marcan las reglas de juego y,
en base a su concepto de sociedades
generadoras de beneficio, priman por
encima de todo y de forma exclusiva
el beneficio sin ninguna consideración
adicional.
No es cierto que para actuar
comercialmente en un mundo
globalizado sea necesario tener una
talla de empresa grande; hoy lo que
prima es la innovación, la calidad, la
competitividad y la capacidad de
extenderse, para ello con la ayuda de
las
nuevas
tecnologías
estos
conceptos son innatos a las pequeñas
y medianas empresas, que son las que
pueden ofrecer estos productos y
servicios de forma ágil y a precios
competitivos, para ello necesitan de la
ayuda de los estados y de que el
crédito circule de forma normal,
precisamente lo que hemos cortado
en esta época.
Por contra, es cierto, que en algunos
sectores económicos, es necesaria la
concentración en grandes grupos para
poder realizar el objetivo de dichas
empresas y reforzar el concepto de
economía de escalas.
Creo que la solución está en un
sistema mixto de grandes y de
pequeñas y medianas empresas, lo
que evita que los grandes grupos
lleguen a tener un poder superior al
de los estados, en cuyo caso será
imposible regular el reparto de la
riqueza y la cohesión social, que por
más que hablen las grandes empresas
de la RSC (Responsabilidad social
corporativa), esto para ellas no es más
que una inversión marketing
adicional. Asimismo, para que las
pequeñas y medianas empresas
funcionen es preciso que cuenten con
un sistema financiero en donde el
dinero circule y de unos apoyos en
forma de formación, infraestructuras,
centros de soporte, etc. por parte de
los Gobiernos para poder llevar a
término sus objetivos con dignidad sin
tener que estar pensando que el
próximo mes tocará cerrar.
No es cierta la tendencia de algunos
poderes financieros y políticos,
anclados en un espacio ultraliberal, y
secundados por algunos medios de
comunicación, para justificar la crisis
por el excesivo endeudamiento sin
garantías de las familias y de muchas
empresas y que la situación permitirá
eliminar lo negativo del sistema
económico y dejar a los más fuertes y
los más preparados (¿no querrán
decir, los que tengan dinero?). Son
absolutamente
falsas
dichas
afirmaciones, si se concedió mayor
crédito sin garantías fue porque al
sistema financiero le interesaba crecer
y así tener mayor talla, ganar una
mayor posición en el mercado y a la
larga tener más beneficios, pero como
fue como el cuento de la lechera,
entonces toca pagar a los más débiles,
que son los ciudadanos en general. Lo
mismo sucede en el mundo de las
empresas, hay infinidad de empresas
(pequeñas y medianas) que por sus
características, su innovación, sus
circuitos comerciales, sus clientes
necesitan del crédito para financiar
sus operaciones y su circulante,
asimismo, son éstas las que crean el
mayor número de empleos tanto en
América como en Europa. La decisión
que
se
ha
ejecutado
es
absolutamente desgraciada, a todos
éstos se les ha cortado el flujo (la
financiación, el crédito, el circulante) y
se van hundiendo poco a poco, lo que
provoca un incremento alarmante del
paro y una pérdida de riqueza, que
impacta directamente en las cuentas
de
los
Estados
y
repercute
directamente en la pérdida del
bienestar y calidad de vida de todos
los ciudadanos, precisamente el valor
más alto de avance de las sociedades
modernas.
Las pequeñas y medianas empresas
más el colectivo de autónomos, que
dan trabajo a más del 60% de la
población, del llamado bloque
occidental y que representan el
equilibrio para el reparto de la
riqueza, que garantizan la cohesión
social, territorial y económica,
representando un porcentaje superior
al 50% del PIB de los estados no
tienen representación real alguna, en
ningún
foro
económico
regional,
estatal y mundial, asimismo no tienen
representación real de su fuerza y
capacidad en las organizaciones
patronales y sindicales y por desgracia
tampoco en la O.I.T. (Organización
Internacional del Trabajo).
Si estamos de acuerdo en que sólo las
sociedades emprendedoras garantizan
el progreso social y económico de los
ciudadanos, podemos observar que
en la situación actual y con las
medidas que toman los Gobiernos
estamos andando en dirección
contraria al objetivo. A ello debemos
sumarle un factor preocupante en
muchos Países del llamado bloque
occidental, en donde a medida de ir
creando unas estructuras públicas
más fuertes (el incremento del
número de trabajadores públicos en
los últimos treinta años, puede ser un
indicador fiable) y creando un sistema
educativo con unos nuevos valores,
del todo necesarios, pero olvidándose
de algunos esenciales como el
esfuerzo, el sacrificio, el compromiso,
etc. hemos derivado hacia una
sociedad en donde prima por encima
de todo el tener asegurado su trabajo
por cuenta ajena (trabajadores
públicos,
trabajadores
de
multinacionales, trabajadores de
entidades financieras, trabajadores de
grandes
corporaciones),
en
detrimento del trabajar por cuenta
propia, lo que va generando una
disminución
de
nuevos
emprendedores realmente alarmante
y si a ello, unimos lo explicitado
anteriormente podemos deducir de
forma fácil que hemos emprendido un
camino diferente al necesario para el
progreso de la sociedad, quizás hemos
escogido un camino que lleve sólo a
algunos al progreso, incluso, de forma
momentánea algún Estado, pero para
la mayoría de los ciudadanos
representará un empobrecimiento
paulatino y reducción del bienestar y
calidad de vida.
Frente
a
esta
situación
es
imprescindible la reacción de la
ciudadanía, exigiendo a los Estados
un cambio de rumbo, en sus políticas
económicas, en sus actuaciones frente
a las grandes corporaciones, en sus
exigencias a los sectores financieros y
en sus políticas sociales y educativas
para transformar la sociedad actual
en
una
sociedad
fuerte,
emprendedora,
generadora
de
riqueza que garantice el avance de
todos los ciudadanos, sin exclusiones
algunas.
Hasta ahora hemos hablado sólo de
economía
y
referida
al
llamado
mundo occidental, ahora se podría
decir países ricos, aunque me parece
un eufemismo (el tema daría para
llenar más de un libro, pero creo que
ya hemos fijado los principales
problemas). Creo que debemos
avanzar ahora hacia el llamado
bloque de los países emergentes y
países pobres (llamados hasta hace
poco el tercer mundo) y su relación
con los países del bloque occidental.
En
este
grupo
de
países,
anteriormente conocido como tercer
mundo, debemos diferenciar varios
grupos,
los
llamados
países
emergentes (China, Brasil, India), los
países asiáticos avanzados, los países
procedentes del antiguo bloque
soviético, los países sudamericanos y
el resto con África y Oriente a la
cabeza.
La realidad nos muestra que una
tercera parte de los ciudadanos del
mundo malvive en el lindar o por
debajo del índice de pobreza, por lo
tanto no creo que hayamos avanzado
tanto en el progreso social de la
humanidad. Históricamente, como
decíamos al principio de este capítulo,
las grandes potencias, en los siglos
pasados España, Inglaterra, Francia
Alemania, etc. y posteriormente en el
siglo XX y XXI Estados Unidos y Rusia,
se han caracterizado por un proceso
conquistador
que
luego
han
transformado en un proceso de
dominio y esclavitud económica de los
países pobres de sus áreas de
influencia, expoliando de una forma
más dura o más sutil sus riquezas
para beneficio de las clases sociales
de los países dominantes. Los
procesos de conquista han tenido
diversas formas, en función de las
épocas, ya sea militarmente, ya sea
mediante golpes de estado y
últimamente
mediante
estrangulamiento económico.
Utilizamos estos países para extraer
sus riquezas o hacerlos producir
mediante unas condiciones de trabajo
inhumanas para beneficio de las
grandes
corporaciones,
tenemos
recientes las imágenes de las minas,
del textil, de los zapatos deportivos,
etc. Esta situación no es nueva desde
un punto de vista histórico,
antiguamente la situación era
desconocida por la mayoría de la
población, tanto la conquistadora
como la expoliada, pero ahora en
cualquier lugar del mundo hay una
antena parabólica, una televisión, un
móvil y un equipo de reporteros que
permiten conocer de forma casi
inmediata la opulencia y la miseria.
Unos se preguntan por qué ellos
tienen que vivir en condiciones
infrahumanas y otros con el gran lujo.
En el otro lado la ciudadanía, en
general, observa con incredulidad lo
que está sucediendo y actúa, ya sea
por convencimiento, por falsa caridad,
por incomodidad, volcándose en las
organizaciones no gubernamentales
que intentan paliar estas diferencias.
Hay
experiencias
maravillosas,
importantes, pero a todas luces
insuficientes. Cuántas veces hemos
oído en la O.N.U. hablar de reducir la
miseria y la pobreza del mundo, de
reducir la mortalidad infantil; cuantas
veces los Gobiernos de los llamados
países ricos han manifestado sus
voluntades. Al final del camino y, en
ello, llevamos más de treinta años, las
diferencias no se recortan, al
contrario van creciendo, mientras las
grandes
corporaciones
van
engordando sus cifras de beneficios y
reservas gracias a una actuación que
si la realizaran en sus países de origen
serían denunciados y condenados.
A todo ello debemos añadir que en la
mayoría de estos países que están al
lindar de la pobreza o por debajo,
tiene
una
estructura
política
dictatorial y/o corrupta y, en algunos
casos, con el consentimiento de los
países
ricos
y
democráticos,
generándose una clase dominante
multimillonaria y una ciudadanía que
vive en la más terrible miseria.
Asimismo en muchos de estos países
las ayudas que llegan de las
organizaciones no gubernamentales
son requisadas por los Gobiernos y no
llegan a sus destinatarios.
Esta situación ha generados dos
problemas importantes, por un lado
los flujos migratorios espontáneos y,
en algunos caso, impulsados por
mafias de comercio de carne humana
y por el otro la confrontación y odio,
que
mezclado
con
el
fundamentalismo religioso ha dado
lugar a un terrorismo mundial, lacra
muy preocupante y difícil de atajar.
Es cierto, que siempre en nuestra
historia, han existido los flujos
migratorios, primero en forma de
conquista y posteriormente en forma
de buscar trabajo y nuevas fórmulas
económicas de subsistencia, pero
estas migraciones que supusieron un
avance económico importante para
los países receptores se realizaron
mediante una integración de los
recién llegados en los hábitos, formas
y costumbres de los receptores,
siempre y cuando no se produjera un
conflicto
étnico
o
religioso.
Recordemos los esfuerzos de los
grupos en pro de los derechos civiles
en Estados Unidos de los años 1950
hasta 1990, recordemos los problemas
que se están generando en estos
momentos con los ciudadanos de
primera o segunda generación en
países como Francia y Alemania y la
larva que va creciendo en otros como
España o Italia.
Actualmente los flujos migratorios
escapan, en muchos casos, al control
de los Gobiernos, y es lógico ya que
los ciudadanos del mundo que viven
en la pobreza y ven cómo viven sus
homónimos en otros países, no ven
otra salida que lanzarse a la aventura
de incorporarse en ese mundo, pero
como su entrada no es regulada , ello
les obliga a vivir en guetos, cerrarse
en su cultura, no integrarse y generar
espacios de poder para reivindicar sus
costumbres, en lugar de integrarse de
forma natural, reglada, respetando
sus costumbres, pero aceptando las
de los receptores. Asimismo esta
situación se agrava cuando se
adiciona
el
conflicto
religioso,
especialmente proveniente de países
en donde la religión ha tomado el
poder como elemento de identidad y
de
gobierno
excluyente,
especialmente en los países de la
órbita islámica.
Históricamente, a mediados del siglo
pasado, hablábamos del conflicto, o
equilibrio, este – oeste, luego a finales
del siglo pasado hablamos del
conflicto norte – sur (países ricos
frente a países pobres) y ahora
acentuamos
este
debate
incorporando el de la confrontación
religiosa,
animado
por
el
fundamentalismo islámico (anclado
en la Edad Media) y el expolio y
sumisión económica de los países
islámicos
por
parte
de
los
occidentales, sin olvidar los nuevos
movimientos de cultura dogmática
asamblearia,
con
resultados
dictatoriales, que está naciendo en
Sudamérica, y que tiene como fondo y
caldo de cultivo que los sostiene la
rebelión del sur frente al norte.
Cada
día
organizamos
más
conferencias,
más
cuartetos,
más
debates
para
solucionar
este
conflicto, pero sin grandes, ni
pequeños creo, avances. La causa de
ello radica en la intolerancia que
muestran las partes y en la debilidad
de los gobiernos occidentales frente al
poder económico de las grandes
corporaciones, a ellos como ya les
funciona el sistema actual ¿qué
motivos tienen para cambiarlo? Creo
que tenemos una visión muy corta, ya
que esta situación nos lleva a crear
mayor
diferencias
sociales
y
económicas entre países, salvo
excepciones (China, Brasil, India).
Deberíamos dar un paso firme y
decidido hacia un cambio en las
estrategias de relación y fijarnos como
objetivo la erradicación de la pobreza,
tanto de la emergente en los países
occidentales,
como
las
graves
descompensaciones de las economías
emergentes (China, Brasil, India),
como de los países pobres y ello sólo
es posible con una dura decisión de
los países occidentales, destinando
parte de su crecimiento y beneficios a
resolver el problema mediante la
financiación, formación y soporte en
infraestructuras y derechos básicos
(educación,
vivienda,
sanidad,
empleo, etc.), exigiendo como
contrapartida, para ser receptor de
dichas ayudas, la democratización real
de los países y la erradicación de la
corrupción, construyendo, asimismo,
una
administración
pública
preparada, eficaz y al servicio de los
intereses generales de los ciudadanos.
Por otra parte el mundo occidental
debería recuperar el poder y la
iniciativa
de
los
Gobiernos,
respetando el libre mercado, pero
garantizando la eliminación de
suprapoderes, excesos o prácticas que
pongan en peligro el nuevo equilibrio.
Sólo con ayudas, democratización y
derechos básicos cubiertos podremos
avanzar y aun sabiendo que es muy
difícil no podemos renunciar a que es
posible, si somos capaces de
proponérnoslo y a su vez ejecutarlo.
El poder real radica en los
ciudadanos, el problema está en la
forma de ejercerlo, no es necesaria
una revolución, creo que tampoco un
cambio del modelo, se trata de
utilizar los caminos que tenemos en el
modelo actual de Gobiernos y
relaciones y para transformar y
cambiar, para progresar y avanzar,
para sentar la base de un nuevo
progreso mundial, más justo, más
equilibrado.
Me gustaría avanzar hacia otros
conceptos de la sociedad que me
preocupan y creo que también a la
mayoría de ciudadanos, me refiero a
problemas básicamente en el mundo
occidental, en donde el progreso ha
sido evidente pero ha generado, en
especial en los últimos años, unas
fracturas preocupantes. El soporte, el
crecimiento y el avance social de los
pueblos en el mundo occidental ha
tenido su base en la cohesión social,
que una vez superada la llamada
lucha de clases de finales del siglo XIX
y principios del XX tiene su exponente
en la clase media de dichos países,
esta clase media formada por
profesionales,
comerciantes,
autónomos, pequeñas y medianas
empresas,
trabajadores
especializados, etc., ha sido el motor
de las economías, la reivindicación de
los derechos de las personas, el
impulsor de la cultura y en definitiva
el avance de nuestra sociedad.
Actualmente se ciernen graves riesgos
sobre esta clase media, que ha sido
ejemplo
de
convivencia,
de
integración, de solidaridad, etc.
Hemos generado una sociedad en
donde prima la competitividad, el
consumo, la apariencia, etc., la hemos
dotado de infinidad de medios
tecnológicos para poder cubrir dichos
objetivos, hemos creado la sociedad
de la información y el conocimiento,
hemos creado la generación más
preparada. La incorporación de la
mujer al mercado de trabajo,
elemento fundamental para el
progreso de la humanidad, ha tenido
un resultado positivo en evitar la
discriminación femenina existente en
nuestra sociedad. Todo esto es cierto,
pero los excesos nos desbordan por
los extremos.
Hemos creado una sociedad, en
especial en el espacio Europeo, que
crece pero no tiene futuro, nos hemos
aburguesado
y
preferimos
la
seguridad al riesgo, sacrificio y
esfuerzo, prueba de ello es que las
nuevas generaciones quieren ser en
su mayoría trabajadores públicos o
empleados de una multinacional o
gran corporación. En muchos casos
para mantener la posición y el nivel
adquirido, al ser la sociedad cada día
más competitiva nos obliga a mayores
esfuerzos y se prima los objetivos
profesionales por encima de las
responsabilidades
familiares
y
sociales, conduciéndonos a una
sociedad individualista, porque no
hemos sido capaces, a pesar de
muchas normas y promesas de
resolver la llamada “conciliación
familiar y laboral”, provocando una
disminución, lógica en la dinámica
existente, de nacimientos (en toda
Europa), lo que representa un futuro
muy incierto para nuestra sociedad.
Asimismo hemos priorizado un tipo
de sociedad en donde no ser
universitario representa ser de
segunda división y ello nos ha hecho
abandonar muchas profesiones y
oficios
necesarios
para
el
funcionamiento de nuestro mundo y
tan dignos como el de arquitecto,
ingeniero o médico. Conllevando por
otro lado el nacimiento de una nueva
clase, llamada en Europa “mileurista”,
fruto de los licenciados que tiene que
trabajar en empleos que nada tiene a
ver con sus estudios o en el
overbooking que se produce en
algunas profesiones y en donde la
oferta supera en creces la demanda.
Todo ello aunado con esta ansia
compulsiva de la competitividad que
ha repercutido de forma directa en los
ingresos
de
los
ciudadanos,
produciendo un empobrecimiento de
la clase media, creando mayores
distancias sociales y casi eliminando
uno de los pilares de nuestra sociedad
que es la familia, entendiendo como
familia la agrupación de seres que
conviven en común, personalmente
considero familia a todos los que
viven en pareja, las monoparentales,
etc., no hay criterio religioso en mi
concepto de familia.
Esta situación ha provocado, sobre
todo en Europa, una disminución de
la participación voluntaria de las
personas
en
los
movimientos
culturales, que han representado la
base
del
conocimiento
social
y
humanista de nuestra sociedad,
hemos pasado de ser actores y
partícipes a ser grandes consumidores
de cultura, de la misma forma que
vamos a un restaurante o nos
tomamos una Coca-Cola.
No hemos de renunciar al bienestar
social y para poder mantenerlo y
aumentar nuestra calidad de vida se
hace
necesario
una
sociedad
emprendedora que genere riqueza,
sin riqueza los Gobiernos no tiene
ingresos, sin riqueza no podemos
garantizarnos nuestro futuro y las
ayudas a la gente que lo necesita en
nuestros países y en el resto del
mundo, sin riqueza no podremos
conciliar la vida familiar y laboral, sin
riqueza no podremos incrementar los
nacimientos; por tanto hemos de
exigir los cambios necesarios a
nuestros gobiernos hacia un nuevo
modelo
de
sociedad
más
emprendedora, más solidaria, más
integradora, pero a su vez con unas
normas claras, que respetando los
derechos de las personas, eliminen
toda perturbación o freno hacia estos
objetivos.
También
debemos
actuar
con
urgencia en las políticas de respeto al
territorio y a nuestro medio
ambiente, no podemos poner en
peligro la humanidad por la triste
debilidad de nuestros Gobiernos en
ponerse de acuerdo en una actuación
coordinada sobre la garantía de un
medio ambiente sano, que garantice
el futuro de los ciudadanos, por
encima de los intereses económicos
de las grandes corporaciones
Debemos convertirnos en
sociedad más permisiva y
una
más
respetuosa con los otros; los
Gobiernos, de un tiempo a esta parte,
han tomado una deriva peligrosa,
frente a un nuevo problema, en lugar
de actuar sobre la raíz del mismo, en
lugar de prevenir, optan por la
fórmula más simple “prohibir” y en
muchos casos se está atentando a los
derechos individuales de las personas
y esto no puede ser.
Todo es necesario, pero en su justa
medida, las grandes corporaciones y
las pequeñas y medianas empresas,
las diferentes civilizaciones sin
confrontaciones y basadas en el
respeto mutuo, los derechos de las
personas en sus hábitats y territorios
de origen, las nuevas tecnologías
como elementos de progreso y
democratización, la competitividad
como garantía de crecimiento, el
derecho a decidir de los ciudadanos,
Gobiernos eficaces y que respondan a
los intereses generales de los
ciudadanos, un libre mercado (sin
extremos, con regulación, con control
público y que cree los mecanismos
para ayudar e integrar a los que no
pueden seguir).
Como anunciábamos anteriormente,
debemos desterrar de los Gobiernos
el componente religioso, los estados
deben ser laicos, respetando las
creencias de todos, pero es muy
peligroso
confundir
política
y
Gobierno con Religión, que lleva a un
fundamentalismo, en nombre del cual
se limita la libertad de los ciudadanos,
se explota y se disimula la pobreza
ensalzando los principios religiosos y
generando el correspondiente odio
hacia otras creencias o culturas,
tenemos demasiados ejemplos en el
mundo actual, como para permanecer
quietos o intentar minimizar los
peligros
mediante
acuerdos
económicos, que no dejaran de ser
parches puntuales.
Debe reconducirse la situación
mundial actual hacia nuevos acuerdos
y pactos que configuren una nueva
forma de entender las sociedades, al
igual que en el siglo pasado se
intentaron crear espacios de debate y
acuerdos, que el egoísmo de las
grandes potencias limitó y limita su
capacidad de actuación, creo que ha
llegado el momento de iniciar el
camino de un nuevo mundo,
mediante un pacto global de todos los
estados democráticos, atención digo
democráticos, porque si queremos
aprender de la historia y de las
múltiples y abismales diferencias
sociales a nivel mundial, de las
múltiples guerras, ya sean militares o
económicas, pero en definitiva todas
ellas no han comportado la solución
global al equilibrio, ha existido la
imposición de la cultura de los
vencedores sobre los vencidos.
Si los países democráticos que
lideraron desde el bando occidental el
derecho a la libertad y a la
democracia en la II guerra mundial, de
verdad quieren aplicarlo, como
permiten que en las organizaciones a
nivel mundial (ONU, Organización
Mundial del Comercio, UNESCO, etc.)
participen países con regímenes no
democráticos o países que nos
respetan la CARTA UNIVERSAL DE LOS
DERECHOS HUMANOS, los acuerdos en
cuanto a la sanidad, la educación, la
vivienda y el empleo que se han
firmado en estas organizaciones, el
cambio requiere pacto, acuerdo, pero
firmeza en defender aquellos valores
que pueden garantizar el progreso de
la humanidad en su conjunto. Sin un
avance muy significativo de las
organizaciones mundiales que nos
hemos dotado y de la voluntad de los
Estados en actuar de acuerdo a lo que
han convenido y firmado cada día se
va a producir una desafección mayor
de la ciudadanía con sus dirigentes y
sus correspondientes Gobiernos, esta
desafección puede tener graves
consecuencias para la humanidad con
el crecimiento de grupos xenófobos,
fundamentalistas, que van avanzando
en todos los continentes y que
pueden conducir a una gran
confrontación de la sociedad, en
principio a nivel de los Estados y
posteriormente a nivel mundial.
Un ejemplo claro de la desafección lo
tenemos en Europa, donde todo el
mundo político se llena la boca de la
importancia y el gran logro que ha
representado y representa la UE, pero
los Estados son reacios a ceder sus
espacios de poder y los gobiernos de
la UE centran todos sus debates en el
déficit público, en el rescate de las
entidades financieras, en los recortes
sociales etc., mientras la sociedad
europea está agobiada con la pérdida
gradual del estado del bienestar
social, con los problemas de paro, con
el crecimiento del número de
personas con salarios iguales o
inferiores a 1.000€, con la pérdida de
poder adquisitivo de las pensiones.
Por tanto, no es de extrañar que en
las próximas elecciones europeas la
abstención llegue casi a superar el
50%, con el peligro de que la gente
más desahuciada en este proceso
opte por formaciones populistas que
bajo la piel de cordero de criticar las
actuaciones de la UE, esconden unas
posiciones próximas al fascismo y muy
xenófobas.
No quiero extenderme en exceso pero
la situación lo merecería, no puedo
entender la ceguera de los dirigentes
actuales, a no ser por aquella teoría
de aferrarse al poder o de estar
sometidos a los grandes poderes
económicos (los llamados mercados),
pero esta inconsciencia puede
traernos graves consecuencias a
medio plazo y entonces todo serán
lamentos. Tenemos necesidad de que
Europa se convierta en una verdadera
realidad, sin tiranía de los ricos con
los pobres, que lidere el proceso de
cambio mundial, que sea el adalid del
progreso social y económico y el
valedor de los valores de la
humanidad, que deje de ser un
gallinero de Estados, que dé
respuesta a las reales inquietudes de
sus ciudadanos y que en un fuerte
proceso de cooperación con los países
más pobres del mundo lograr que
puedan desarrollar los procesos de
sanidad, educación, vivienda y empleo
bajo gobiernos de auténtico cariz
democrático.
No se deben poner puertas al campo,
por tanto se debe promover la
iniciativa privada, el libre mercado,
pero bajo un control y regulación que
evite los excesos y que permita por un
lado progresar y por otro reducir las
diferencias sociales. En definitiva,
necesitamos una nueva generación de
líderes,
sólidos,
profundamente
democráticos
y
capaces
de
transformar para progresar, de liderar
para avanzar, de gobernar para
equilibrar, de actuar frente a los
excesos,
las
tiranías
y
los
fundamentalismos, eso es lo que
queremos
y
esperamos
los
ciudadanos de Europa de nuestros
dirigentes, tanto a nivel interno como
a nivel mundial, ya basta de jugar,
ignorar o temer, hay que actuar,
convencer, pactar y ser muy firmes en
la defensa de los derechos de la
humanidad.
9. ¿Cómohacerlo?
Estamos llegando al final y quiero
empezar este capítulo con una
reflexión general que ha ido
planeando en todo el libro: “los
ciudadanos
no
somos
los
responsables
de
la
situación
generada, pero sí que hemos sido
partícipes en mayor o menor parte;
ahora no vale sólo el hecho de
lamentarse o manifestarse es
necesario actuar y utilizar todos los
mecanismos para cambiar las cosas.
Hay un intento de los poderes
fácticos (mercados, Gobiernos, etc.)
para lanzarnos el mensaje de que
hemos tocado fondo y que empiezan
a vislumbrarse indicios de que
empezamos la recuperación. Pero
debemos preguntarnos, primero ¿es
verdad?,
segundo
¿qué
recuperación?, es evidente que si no
actuamos, la llamada recuperación,
más rápida o más lenta llegará, pero
la salida será una sociedad con un
pequeño
porcentaje
de
ricos
(aumentado sobre el inicial a
principios de la crisis), una clase
media disminuida y una enorme
parte de la ciudadanía instalada en
el lindar de la pobreza o por debajo
del mismo. Una sociedad con menos
valores, menos respeto a los derechos
fundamentales de los ciudadanos y
más direccionada por parte de las
élites, en definitiva una sociedad
fracturada bajo la tiranía de los más
poderosos y con unas pequeñas
gotas de lluvia de bienestar social,
quizás por una mala entendida
caridad. Sería un grave error para la
humanidad no aprovechar esta salida
de la crisis para configurar una nueva
sociedad, más justa, más equilibrada,
con unos valores democráticos y
sociales asumidos, que pueda
progresar sin dejar ciudadanos
abandonados en el camino, que sea
una realidad el derecho a la
educación,
la
sanidad,
la
dependencia, el trabajo y la vivienda;
una sociedad que prime el esfuerzo,
la competencia profesional, que
acepte el libre mercado (regulando y
controlando las derivas y excesos),
que respete a la pequeña y mediana
empresa, que disponga de unos
profesionales formados y ejercitando
su competencia profesional, que
respete y actúe de acuerdo a los
derechos
y
deberes
de
los
ciudadanos, con unos partidos
políticos que respondan a los
intereses generales de la sociedad,
con unos Gobiernos eficaces y al
servicio de la ciudadanía, etc.. Para
que esta nueva sociedad a la que
aspiramos y tenemos derecho y por la
que
han
luchado
muchas
generaciones, por la que se han
consumado muchas guerras con
grandes pérdidas humanas sea una
realidad, tenemos, nosotros los
ciudadanos, todos y no algunos, el
derecho y la exigencia de ponernos
en marcha, de forma inteligente,
eficaz, utilizando los resortes que
tenemos a nuestra disposición (que
casi nunca hemos ejercitado) para
actuar de forma rotunda y lograr salir
de la situación actual como queremos
la mayoría y no como quieren unos
pocos (poderosos, pero pocos). En
resumen, estimado ciudadano, DE TI
DEPENDE (sí, se puede cambiar).
Permítame el lector, antes de entrar
en el contenido estricto de este
capítulo dedicar un pequeño espacio
a la situación hoy (primavera 2014)
sobre la igualdad de las personas,
mejor dicho la desigualdad, para
poder visionar hacia qué tipo de
sociedad se nos quiere conducir.
Existe un grave riego en la
desigualdad social, que se ha ido
acrecentando en estos años y
desgraciadamente de continuar la
deriva actual es inevitable que
aparezcan graves conflictos sociales a
medida que avance la llamada
recuperación prevista. La desigualdad
entre los más ricos y los más pobres
ya no es un problema sólo de países
en vías de desarrollo. En la vieja
Europa el fenómeno ha reaparecido y
España lidera esta carrera, es el país
de la OCDE donde más crecen las
diferencias sociales. Esta situación es
tan alarmante, que hasta en el
reciente Foro Económico de Davos se
vio la necesidad de frenar la deriva,
no por cuestiones éticas o de valores,
pero si por la conciencia de que en
nuestra sociedad existen límites y que
más allá de los mismos los resultados
son imprevisibles. Estoy de acuerdo
con esta manifestación, pero no estoy
de acuerdo en la base del
razonamiento, ya que lo que
preocupa en Davos es el riesgo de
cambiar su modelo y lo que los
ciudadanos quieren es realmente
cambiar
(mejor
modificar
sustancialmente) el modelo actual de
forma pacífica, utilizando las reglas
que nos hemos dado y creando un
nuevo espacio en donde todos
tengamos cabida, sea cual sea la
capacidad económica de las personas,
siempre y cuando cumplan sus
deberes.
Como
decíamos
antes,
desgraciadamente somos el Estado
que ocupa el primer lugar en el
ranking de crecimiento de la OCDE en
desigualdad social en la crisis,
responsabilidad que deben compartir
todos
los
partidos
políticos
(principalmente los gobernantes, pero
también los que han estado en la
oposición por no haberse enfrentado
a la situación). Esta situación no sólo
viene avalada por la OCDE, sino que
también ha sido denunciada por otras
organizaciones u organismos como
Oxfam, el FMI, Human Rights, la UE,
Cáritas y todos con la misma
advertencia sobre la velocidad en que
crece
la
desigualdad,
incluso
recientemente la ONG “Save the
Children” informaba: "España ha
fracasado a la hora de sacar de la
pobreza a casi tres millones de niños
que la sufren en el país y lo colocan en
la cola de Europa, sólo por delante de
Grecia".
Intermón OXman decía: “Las 20
personas más ricas en España poseen
una fortuna similar a los ingresos del
20% de la población -unos 8 millones
de personas- más pobre" y “ La
población al borde de la pobreza ha
subido del 23% al 28% en estos años de
crisis”.
La OCDE en su informe de marzo decía
“que los ingresos de los hogares
españoles cayeron unos 2.600 euros
por persona entre 2008 y 2012. "Esta
es una de las caídas más fuertes entre
los países de la eurozona, y refleja el
deterioro de las condiciones del
mercado del trabajo para amplios
sectores de la población". Recordaba:
“que sólo un 54% de los adultos en
edad de trabajar tiene un empleo,
siendo esta la tercera tasa de
ocupación más baja entre los 34 países
de la OCDE (la media es del 65%)”. Y
afirmaba: “España explica el 55% del
alza en el desempleo de toda la
eurozona: entre el 2007 y el 2013, el
paro se incrementó a un ritmo de más
de 13.000 personas por semana, de los
5,8 millones de parados actuales, un
45% lo son de larga duración".
Jordi Goula decía en La Vanguardia
(20/04/2014): “De todos modos, vista
la situación que tenemos, no deja de
sorprender como instituciones como la
Comisión Europea, el FMI o la propia
OCDE se dediquen a criticar con cierta
saña una realidad que ellos mismos
han contribuido a generar. Sin la
política de austeridad a ultranza
impuesta por la troika, una parte del
desaguisado se hubiera podido evitar.
Y si el presidente del BCE hubiera
declarado mucho antes -cuando era
más necesario- que estaba dispuesto a
todo para salvar la deuda, otro gallo
hubiera cantado. Pero son historias
pasadas... y gente bien situada y con
poder económico habrá ganado mucho
dinero con la especulación a la baja de
la deuda. Pero hoy ya no parecemos
recordar muchas cosas. De hecho, por
no hablar ya ni hablamos ni tan
siquiera de las agencias de rating...
La OCDE admite que la carga de la
crisis ha recaído sobre las capas más
pobres
de
la
población.
Y
concretamente, estima que el 10% más
pobre ha visto disminuir sus ingresos
anuales a un ritmo medio del 14%
entre 2007 y 2010, habiendo perdido
un tercio de sus ingresos en esos años.
Mientras, el 10% más rico sólo sufría
una merma del 1% anual. El resultado
de esta disparidad es evidente: en
2010, los ingresos medios del 10% más
rico de la sociedad fueron 13 veces más
altos que los ingresos medios del 10%
más pobre, cuando la media de la
OCDE está en 9.4 veces. Tenemos una
bomba de relojería y se debe
desactivar con urgencia, pero, ¿quién y
cómo?”
Veamos ahora una serie de gráficos
ilustrativos:
Hogares donde no trabaja ningún
miembro de la familia
Prestaciones y políticas activas
Flujos de migración en los países de la
OCDE
A diferencia de las migraciones
históricas de los años 1950 y 1960 de
los ciudadanos españoles a otros
países, en la actualidad una parte
muy importante de las personas que
migran están muy formadas y ofrecen
a otros países su talento.
Porcentaje de jóvenes que ni estudia
ni trabaja
Uno de cada cinco jóvenes entre 15 y
24 años no tiene trabajo ni está
preparado para la vida laboral. El
paro juvenil superó el 50% en el año
2012 y siguió incrementándose en el
año 2013 (Fuente EPA). El porcentaje
de jóvenes que ni estudia ni trabaja
es el quinto más alto de los países de
la OCDE.
Podríamos seguir poniendo cifras,
pero,
desgraciadamente,
las
conclusiones
seguirían
siendo
idénticas.
Hasta ahora ha habido diversas
plataformas que han revindicado
cambios, algunos similares a los
previstos en este libro, pero no se ha
hecho una actuación integral con
apoyo masivo, que es lo que
corresponde para poder cambiar las
cosas, sin miedos, sin temores,
concienciados, seguros y de forma
legal, democrática y pacífica.
Los cambios en la sociedad se han
producido por guerras, revoluciones
cruentas o por momentos de pacto y
consenso de la ciudadanía, el
problema radica, que una vez hechos
los cambios nos acomodamos y
dejamos hacer, situación que provoca,
con el paso del tiempo, la vuelta a
situaciones como las actuales o las
previas a las crisis. Soy consciente de
que a la mayoría de ciudadanos les
cuesta moverse, es más fácil criticar,
hablar, etc., pero hemos de ser
conscientes de que hemos llegado a
un momento que sin la fuerza de la
mayoría de forma manifiesta y pública
no será posible el cambio y dejaremos
a las futuras generaciones una
sociedad fracturada y bajo la tiranía
de los ricos sobre los pobres.
No se trata de emular a otros países,
que bajo las promesas de un cambio
han sido un auténtico desastre para
los ciudadanos, su libertad y su
calidad de vida, yo no pretendo que
seamos como Venezuela, Cuba,
Bolivia, etc., quiero que seamos como
los países más avanzados, los países
nórdicos, Canadá, etc. No se trata de
hacer un cambio de ideología
tradicional, de derechas a izquierdas,
de capitalismo a marxismo, el cambio
necesario va más allá, es más
profundo es el cambio liderado por
los ciudadanos para la libertad, para
el respeto de los derechos, para la
dignidad de la sociedad, para la
cualidad de vida, para ejercer
democráticamente los derechos y
deberes, para progresar todos juntos.
Actualmente, con la situación creada y
el grado de indignación mayoritario
en
la
ciudadanía,
pero
no
manifestado, corremos el riesgo de
vernos manipulados ya sea por los
partidos tradicionales o por nuevas
formaciones que nacen bajo una
componente teórica social, pero que
esconden debajo ideologías extremas,
ya sea desde la extrema derecha o de
la extrema izquierda, todo bajo un
populismo lerrouxista que puede
confundir a los ciudadanos de buena
fe. Nunca he creído que los extremos,
que de por si se juntan y que tienen,
en el fondo, una componente fascista
y xenófoba, sean la solución a ningún
problema, sólo aspiran al poder por el
poder y una vez conseguido imponer
su
ideología
eliminando
toda
oposición a la misma. No nos dejemos
engañar
Mi propuesta de cambio se
fundamenta en crear una plataforma
integral,
donde
dejemos
los
ciudadanos de mirarnos el ombligo y
dejar de pensar en sólo aquellas
acciones o situaciones que nos
afectan a nosotros exclusivamente,
hemos de pensar en el bien de la
sociedad en general, renunciar a
posiciones
dogmáticas,
para
incorporarnos a un auténtico proceso
social en defensa de la libertad, la
democracia la dignidad y la cualidad
de vida de las personas, podemos
venir sin ideologías, de la derecha o
de la izquierda, pero en esta
plataforma deberemos actuar y
pensar solo desde el punto de vista
del progreso y la mejora de la
sociedad. Prioricemos los que nos une
para el cambio, en lugar de
enfrentarnos por lo que nos pueda
separar. Ya vendrá el tiempo, cuando
hayamos recuperado los ámbitos
sociales y económicos que garanticen
una sociedad sostenible, para que
cada uno, de forma libre y sin
presiones elija o partícipe en aquellos
procesos que se acercan a su
ideología.
Esta plataforma se debería estructurar
en grupos de trabajo, por temáticas
(que a continuación se desgranarán),
formados
por
profesionales
independientes y reconocidos, que
sean capaces, en un corto espacio de
tiempo (dos meses, como máximo)
elaborar proposiciones de leyes
concretas que impulsen y obliguen
todos los cambios propuestos.
Todas estas proposiciones deberían
someterse a firmas de los ciudadanos
en todos los municipios del Estado, en
una semana llamada la “Semana del
cambio real. Protagonistas: Todos los
ciudadanos”.
Una vez recogidas las firmas debería
convocarse a todos los partidos
políticos,
agentes
sociales
y
económicos y altas instituciones
(Consejo de Estado, Consejo Poder
Judicial, Tribunal Supremo, etc.) para
conseguir un auténtico “Pacto de
Estado por la libertad, la dignidad y la
cualidad de vida de los ciudadanos”
que concluyera con el compromiso y
calendario de los cambios legislativos,
su aprobación y su puesta en marcha.
En el caso de no tener éxito con la
primera iniciativa, deberíamos pasar
la segunda en forma de presentar las
correspondientes proposiciones de
Ley a los diferentes Parlamentos,
detalladas al máximo, para evitar las
triquiñuelas legislativas y políticas.
Estas proposiciones se deberán
presentar
en
todas
las
Administraciones Públicas. En los
Ayuntamientos para tener acuerdos
de Pleno que apoyen la aceptación de
las proposiciones de ley y su
concreción en leyes específicas, en los
Parlamentos Autonómicos para que
acepten las proposiciones de ley que
les afecten y que se concreten en
leyes y para que asuman el acuerdo
de solicitar a las Cortes Generales que
asuman las proposiciones de leyes
que les afectan y su concreción en
leyes específicas.
Hasta ahora, habitualmente no se han
tenido en cuenta las proposiciones de
ley surgidas de las iniciativas
populares, que han contado con un
respaldo relativo, se trata de buscar y
conseguir un apoyo mínimo del 25%
de la ciudadanía, ya que las
propuestas no van contra nadie, sino
a favor de todos, son propuestas
concretas que afectan a la vida y la
economía real de los ciudadanos.
Para presionar a que se acepten las
propuestas debemos crear una
campaña de cartas al director de los
periódicos, inundar las redes sociales,
los periódicos digitales, los blogs,
promover conferencias explicativas de
las propuestas en todos los
municipios. Necesitamos la firma de la
mayoría de ciudadanos, no solo hacen
falta manifiestos de “ciudadanos
importantes o reconocidos”, que
también, pero hacen falta las firmas
de la mayoría de los ciudadanos.
Durante todo el proceso de
presentación, toma en consideración
y debate de las leyes propuestas se
deberá
presionar
mediante
concentraciones pacíficas y silenciosas
de dos horas en todas las plazas
importantes de todos los municipios
del Estado cada quince días.
Por último, si a pesar de las firmas, de
las presiones pacíficas y silenciosas no
es posible que nuestros gobernantes
actuales
asuman
los
cambios
propuestos deberíamos constituir un
movimiento
unificado
y
multitudinario que tuviera como
programa único los cambios a realizar,
presentarnos a las elecciones,
convocar
un
Parlamento
constituyente que aprobara las leyes
correspondientes y los cambios, si
fuera necesario, en la Constitución y
una vez producidos se disolvieran las
Cámaras legislativas y se procediera a
una nueva convocatoria de elecciones,
bajo las nuevas leyes aprobadas.
Seguro que lo que acabo de exponer
parece para unos muy gordo, para
otros imposible, también puede
parecer infantil, los políticos dirán
que es revolucionario y que no tiene
consistencia, algunos llegarán a
considerarme loco, puede ser; pero
me pregunto ¿hay una fórmula mejor
de llevar a término aquello que
deseamos, aquello por lo que muchas
generaciones han luchado, aquello
para revertir la situación que nos
oprime, aquello para que sea realice
rápidamente o muchos no lograran
llegar, aquello que afecta y afectará
a nuestras familias y las futuras
generaciones? De verdad y con la
mano en el corazón si existe una
fórmula mejor (pacífica, legal y
democrática) que se explique y yo
seré el primero en adherirme. Creo
que deberíamos recordar y tener muy
presente la famosa frase del
Presidente de Estados Unidos John
Fitzgerald Kennedy "No preguntes lo
que tu país puede hacer por ti;
pregunta lo que tú puedes hacer por
tu país.". No lo dudemos, ahora es el
momento, el cambio solo se puede
producir cuando se está sumergido
en una crisis y los Gobiernos que
pretenden mantener la autocracia
actual se sienten débiles.
Quisiera volver al principio del libro
para dejar claro que estoy en contra
de las revoluciones, de las guerras, de
las ideologías descalificantes, de los
extremismos, del fundamentalismo,
por el contrario creo en el ser
humano, en la humanidad, en las
personas, en la libertad, en la
democracia, en el respeto a los
demás, en el esfuerzo, en el sacrificio,
en la familia (en su sentido más
amplio), en el progreso de la sociedad
sin exclusiones, por eso me rebelo,
porque veo una situación que día a
día va generando una sociedad en
donde bajo un simulacro de
democracia, imperará la tiranía de
una minoría (las grandes fortunas, los
mercados, los poderes financieros,
etc.) sobre el resto de la sociedad y no
estoy de acuerdo, y quiero luchar
contra ello, pero no para excluir a
nadie, sino para integrar a todos, cada
uno en su papel, todos somos
importantes. Disponemos de los
mecanismos para hacer el cambio de
rumbo, pero para ello no podemos
quedarnos sentados en nuestro sofá,
debemos actuar de forma pacífica,
democrática, con inteligencia, con
estrategia y con firmeza en la defensa
de los ciudadanos, no debemos ir
contra…., debemos ir a favor de….
Si todo este proceso nos provoca
renunciar a una parte de nuestras
ideologías, por el bien del proceso,
por el bien de las personas y del
futuro de la sociedad, temporalmente
deberemos hacerlo, porque si no lo
hacemos podremos tener todas las
ideologías del mundo, pero estaremos
en un abismo y solo servirán para
predicar y platicar, pero no para
cambiar. Primero reconstruyamos los
cimientos y la casa, con todos sus
servicios,
y
cuando
estemos
recuperados
dialoguemos
y
confrontemos
opiniones
y
pensamientos sobre cómo queremos
la decoración, como queremos la
organización, como queremos pintar
el color de las paredes, que tipo de
muebles nos gustan más, que modelo
energético necesitamos, etc.
A pesar de todo lo expuesto y del
resumen de las acciones que
acompañaré a continuación, todos los
cambios no serán posibles si no
recuperamos entre todos los valores
fundamentales que han regido la
humanidad y que sin ellos ningún
proceso
de
transformación,
regeneración o cambio es posible, por
más normativas o leyes que nos
impongamos. Las constituciones de
muchos países empiezan detallando
los valores que han de existir y regir
en su sociedad, desgraciadamente la
Constitución de nuestro Estado es un
compendio de normas y formas de
relacionarnos sin tener una reflexión
fundamental sobre los pilares de la
sociedad y la convivencia de las
personas que representan los valores.
Los valores están presentes desde los
inicios de la humanidad. Para el ser
humano, siempre han existido cosas
valiosas: el bien, la verdad, la belleza,
la felicidad, la virtud. Sin embargo, el
criterio para darles valor ha variado a
través de los tiempos. Los valores son
cualidades que benefician a todos por
igual, ya que se dan en la medida en
que se obtienen y se obtienen en la
medida en que se dan. Entre los
valores que más se destacan
encontramos:
La
libertad,
la
honestidad, la responsabilidad, la
igualdad, la disciplina, la puntualidad,
la lealtad, la humildad, el respeto, la
tolerancia y el diálogo; la solidaridad,
la justicia, la equidad, la fidelidad, la
prudencia, la perseverancia, la
integridad;
aunque
existe
una
diversidad no menos importantes,
todos forman la columna vertebral
para regir las acciones de los individuos
dentro de la sociedad. Una sociedad
basada en individuos con valores es la
llave para una convivencia más sana.
Las leyes civiles no son suficientes. En
ellas se establece solo lo elemental
para asegurar
una convivencia
medianamente decente, sin embargo
no es suficiente con solo "cumplir la
ley". Los valores van mucho más allá
de cumplir las normas o reglamentos,
van a la raíz de las cosas. (Fuente: "La
importancia de los valores en la
sociedad." BuenasTareas.com. 11,
2010.)
Los valores en la sociedad hacen
posible la existencia de actitudes ante
la vida, ante un trabajo, ante una
profesión, ante la sociedad misma; las
actitudes que se manifiestan a través
de los valores permiten que cada
miembro de la sociedad cumpla con
sus respectivos deberes. Los valores se
expresan en conjunto para las
personas y organizaciones, definen la
personalidad de cada individuo, es
necesario que se tome conciencia de
ello, pues una persona que no posee
valores no tiene respeto de sí misma,
mucho menos respetara a todo aquel
que le rodea, su desenvolvimiento
será contraproducente, lo único que
producirá es negatividad, no podrá
convivir con los demás y provocara un
ambiente poco sano que será tropiezo
para los otros individuos y al final no
cumplirá con eficiencia y eficacia sus
deberes, de tal manera es muy
importante
la
fomentación
y
recuperación de valores en nuestra
sociedad, como motor del cambio
necesario que se propone.
Nadie puede quedar ajeno a los
valores, ni de forma individual, ni
colectiva, un empresario debe
ejercitar sus valores y entre ellos no
debe olvidar que tiene la obligación
de devolver a la sociedad una parte
de lo que la sociedad le ha dado, este
ejemplo es válido para todos los
niveles que hemos hablado como los
políticos,
los
funcionarios,
los
sindicatos,
las
patronales,
en
definitiva los ciudadanos en general.
Una sociedad sin valores no es una
sociedad sostenible, no es una
sociedad que pueda progresar, es un
caos que conduce al abismo, a las
tiranías,
a
los
extremismos
ideológicos, etc. Tenemos un largo
trabajo
entre
todos
de
la
recuperación de valores, entendidos y
adaptados a la realidad social y
económica de la época que nos toca
vivir, pero que en su fondo
substancial no varían.
Existen muchas y diversas formas de
representar los valores de forma
gráfica, para una mejor comprensión y
reflexión individual, permítame el
lector acompañarle tres ejemplos:
Nivel
Entorno
Ante uno
mismo
V
P
D
p
V
Personales
Ante los
Demás
L
To
P
Ju
Relaciones T
sociales
R
simples
a
R
d
co
Valores
Sociales
Participación C
Colectiva
E
,E
S
Sociales
Acciones de C
beneficio d
común
S
C
A
p
P
M
Formas
E
superiores C
de
P
convivencia
La sociedad, no ha sido ajena a un
proceso de preocupación a nivel
mundial por el comportamiento del
ser humano y sus consecuencias en
todos los ámbitos. Algunas de las
causas señaladas son la perdida de la
conciencia social, el descuido de la
educación de las nuevas generaciones,
(entendida como la formación total
del ser humano, no sólo los niveles
académicos que se pueden alcanzar),
y la perdida de los valores y el respeto
social e individual. Por tanto los
ciudadanos, de forma individual y
conjunta debemos involucrarnos en la
recuperación de valores, ya que uno
de los objetivos de este nuevo
paradigma es generar un cambio
positivo en el comportamiento de los
grupos humanos. Por esto, se debe
aceptar que parte de la función como
miembros de la sociedad es la
transmisión de estas corrientes a las
nuevas generaciones, tomando en
cuenta que la mejor enseñanza es el
ejemplo.
Todo nuevo proyecto social exige de
todos sus partícipes el esfuerzo, el
sacrificio, la solidaridad, el respeto, la
búsqueda de la excelencia para
conseguir el resultado buscado y
poder disfrutar de la satisfacción del
trabajo bien hecho.
A modo de resumen quisiera
enumerar todas las propuestas que se
han ido desgranando y explicando a
lo largo del presente libro, agrupadas
por materias concretas, que se
corresponden con los capítulos
anteriores.
Los Gobiernos, los partidos políticos y
las Administraciones Públicas.
1. Cambio ley electoral, diputados
por distrito
2. Supresión del Senado o
diferenciación de temáticas
legislativas entre las dos
Cámaras
(temas
fundamentales sesión conjunta,
temas
territoriales
exclusivamente Senado, resto
de temas Congreso)
3. Cambio ley de partidos
políticos
(primarias,
participación
ciudadana,
financiación)
4. Limitación de mandatos de los
5.
6.
7.
8.
políticos (2 legislaturas)
Temas fundamentales que
afectan a los derechos de los
ciudadanos se necesitará para
las nuevas legislación la
aprobación de 2/3 partes de las
Cámaras legislativas y la
aprobación
posterior
en
referéndum por la ciudadanía
Pacto anti-corrupción
Legislación sobre las acciones a
tomar en caso de imputación
judicial penal
Legislación sobre medios de
comunicación
públicos,
obligatoriamente acuerdos de
mayorías de 2/3 de las
9.
10.
11.
12.
13.
cámaras legislativas
Nueva
legislación
sobre
calumnias y denuncias sin
fundamento en los medios de
comunicación
Fiscal General del Estado
nombrado por el Parlamento
con mayoría de 2/3
Modificación de la composición
y
elección
del
Tribunal
Constitucional despolitizado o
elegido por muy amplias
mayorías.
Consejo Superior Poder Judicial,
elección por sufragio universal
y mandato por ocho años.
Modificación del proceso de
elección de los Magistrados del
Tribunal Supremo
14. Modificación de las leyes de
enjuiciamiento civil y penal,
simplificándolas
y
adaptándolas a la nueva
realidad social. Se necesitará,
para su aprobación, mayoría de
2/3
15. Universalización del Jurado
Popular, en los temas penales y
en los de mayor cuantía o
repercusión social en los temas
civiles.
16. Incorporar la obligatoriedad en
diferentes temas del arbitraje
para evitar el colapso en los
17.
18.
19.
20.
21.
tribunales en los procesos de
temas civiles.
Legislación de los lobbies
Estado laico, 0€ a cualquier
Iglesia o culto.
Legislación que impida por
motivos religiosos llevar la faz
de las personas ocultas.
Ley
de
simplificación
administrativa
(registros,
autorizaciones sin informe
técnico, autorizaciones con
informe técnico, modelo único
de subvenciones, unificación de
servicios comunes, etc.).
Modelo territorial del Estado
(Central, Autonómica y Local)
una competencia = una
Administración.
22. Ley de funcionarios públicos.
Estatuto del funcionario solo
para los funcionarios con
potestad pública, el resto se
regirán por el estatuto de los
trabajadores, como todos los
ciudadanos.
23. Ley de estructuras de Gobierno.
Todos los cargos públicos a
excepción de los componentes
del correspondiente Gobierno
serán por oposición no por
designación, para los miembros
de los diferentes Gobiernos
sólo podrán tener como
designación la secretaría y su
Gabinete
(técnico
y
de
comunicación).
24. Ley de remuneración de los
Gobiernos Locales, en los
municipios menores de 10.000
habitantes no existen cargos
públicos remunerados, en los
municipios
entre
10.000
habitantes
y
250.000
habitantes
sólo
estará
remunerado el Alcalde, de
acuerdo a una tabla en función
de la población, en los
municipios mayores de 250.000
habitantes sólo una parte del
equipo de Gobierno podrá estar
remunerada. En todos los
municipios
podrán
existir
dietas por asistencias a Plenos,
Comisiones de Gobierno o
Patronatos, fijadas por Ley.
25. Nueva política de Recursos
Humanos en la Administración
Pública
(competencias
funcionales, movilidad, carrera
profesional, formación, etc.).
26. Supresión de todas aquellas
políticas públicas que realizan
los Gobiernos y que no
responden a los intereses
generales de la ciudadanía (no
es necesario invertir dinero
público).
27. Ley de referéndums públicos,
obligatorios
para
realizar
cambios en aquellas materias
consideradas fundamentales y
que afectan a los derechos
básicos de los ciudadanos
Economía y Empleo
28. Acciones contra el fraude fiscal
(cambios normativa pymes y
autónomos,
información,
seguimiento grandes fortunas y
grandes empresas, no licencias
a empresas con sedes en
paraísos
fiscales,
revisión
SICAV, etc.).
29. Cambiar la inversión pública en
I+D+I.
30. Ley de mecenazgo e inversión
privada en I+D+I, con beneficios
fiscales
31. Estrategia para recuperar la
voluntad emprendedora, ligada
a los territorios
32. Cambios fiscales para impulsar
el crecimiento y la capacidad
financiera de las pequeñas y
medianas
empresas
(IVA,
Impuesto de sociedades)
33. Cambios en el sistema de la
formación profesional continua
para que llegue a las pequeñas
y
medianas
empresas,
incremento de la cualificación y
competencia
de
los
profesionales.
34. Reducción significativa de la
cotización a la SS, por parte de
las pequeñas y medianas
empresas en la contratación
indefinida del primer al quinto
trabajador.
35. Substituir la política de ayudas
de la Administración Pública a
las empresas en forma de
subvenciones por la de avales
en proyectos empresariales
viables.
36. Recuperación del impuesto del
patrimonio,
exceptuando
vivienda
principal
y
patrimonios integrados en
actividades productivas.
37. Impulsar medidas fiscales
incentivadoras
para
los
inversores de proximidad en
aquellas inversiones directas a
capital, por períodos iguales o
mayores de cinco años.
38. Impulsar
los
proyectos
financiados mediante el micromecenazgo (crowdfunding)
39. Marco regulador sobre los tipos
de interés máximos en los
créditos a las empresas, los
créditos al consumo, las pólizas
de crédito, el descuento de
facturas
y
los
créditos
hipotecarios por parte de las
entidades financieras.
40. Proponer la creación de una
unidad en la Interpol para
persecución de los delitos de
fraude fiscal de aquellas
entidades
financieras
y
multinacionales con sucursales
o filiales en paraísos fiscales.
41. Prohibición de actuar en el
marco de la UE a aquellas
entidades
financieras
que
tengan su sede en paraísos
fiscales
42. Simplificación administrativa
de la relación de las empresas
con la Administración Pública
(registros,
procedimientos,
considerar
un
único
procedimiento una petición o
solicitud, con independencia de
los
Departamentos
intervinientes de una misma
Administración Pública o, si es
43.
44.
45.
46.
47.
el
caso,
de
diferentes
Administraciones Públicas).
Cambio
en
la
política
energética para adecuar su
coste a la media europea.
Estrategia de captación de
inversión
extranjera,
con
garantías de continuidad.
Incremento progresivo del
salario mínimo anualmente,
para en un período de 5 años
situarlo al nivel de los países
avanzados de la UE.
Configuración del contrato
único, (tiempo parcial o tiempo
completo).
Incorporación
de
representantes
de
los
trabajadores en los Consejos de
Administración y de Dirección
de las grandes empresas (con
voz, sin voto)
48. Obligación de reunión anual de
los empresarios (pequeñas y
medianas empresas) con los
trabajadores para exponer la
evolución de la empresa y los
retos del futuro.
49. Incorporar el reparto de los
beneficios empresariales entre
los trabajadores (10%), de
forma proporcional al salario,
sin exceder del 5% del salario
anual y que la empresa podrá
deducirse (50%) del impuesto
de sociedades.
50. Promover el Pacto para la
Recuperación de la Economía
(creación de empresas y
generación de empleo) entre
Administración
Pública,
Patronales y Sindicatos.
51. Reconfigurar el papel de las
patronales y sindicatos
La educación, la enseñanza y la
cultura
52. Pacto de Estado para el modelo
educativo confeccionado por
una comisión de expertos y
aprobación de mayoría de 2/3
del Parlamento, los sucesivos
cambios en la ley deberán
contar con mayoría cualificada
de 2/3.
53. Itinerario profesional para cada
profesor con una formación
continua en reciclaje y nuevos
conocimientos
de
forma
obligatoria y anual.
54. Los maestros se regirán por el
Estatuto de los Trabajadores no
por el Estatuto del Funcionario
Público.
55. Las escuelas tendrán un
gerente
profesional
como
Director, designado por la
Autoridad Educativa. Existirá
un Claustro de Profesores que
asesorará para la gestión
educativa, con obligatoriedad
de reunión trimestral.
56. Proceso de evaluación y
acreditación de competencia a
todos los profesores.
57. Mesa social de trabajo de la
Autoridad Educativa con los
sindicatos de forma trimestral.
58. Reunión semestral de la
Autoridad Educativa con las
escuelas concertadas.
59. Libros y material escolar
gratuito, devolución a final de
curso
60. No se superará curso en la
enseñanza básica y ESO si no se
superan todos los créditos,
existirá una segunda prueba a
finales de agosto para los
créditos no superados y poder
pasar de curso.
61. La educación básica en lengua
materna, pero con respeto a
minorías
y
mayorías,
corresponde a la Autoridad
Educativa de cada territorio
organizar el proceso.
62. Cambio total de la formación
profesional, en sus tres
vertientes,
reglada,
ocupacional
y
continua.
Dignificar
la
formación
profesional,
realizar
la
formación
profesional
de
acuerdo
a
las
reales
necesidades del mercado de
trabajo y de las empresas,
incorporar de forma masiva la
formación dual (aprender bajo
tutoría
dentro
de
las
empresas). Eliminar la política
de subvenciones para la
formación ocupacional pasando
a modelos de servicios con
concurso público abierto al
mejor postor en cuanto a
calidad y precio y bajo unos
indicadores de resultados de
obligatorio cumplimiento.
63. Racionalización
del
mapa
universitario y su cobertura
territorial.
Objetivo
Universidad de calidad y
sostenible.
64. Plena dedicación de los
Catedráticos
y
profesores
universitarios en función de su
contrato.
65. Incremento de la I+D+I en el
ámbito
universitario,
con
financiación pública / privada
(con incentivos fiscales).
66. Evaluación de resultados de las
Universidades
mediante
baremos establecidos como
objetivos, la continuidad de
resultados negativos puede
provocar la intervención de la
Universidad por la Autoridad
Educativa.
67. Creación
de
la
figura
profesional del Director de
Universidad, designado por la
Autoridad
Educativa
responsable del modelo de
organización, gestión, inversión
y mantenimiento. Se mantiene
la figura del Rector y el
Claustro de Profesores que
serán responsables de los
contenidos curriculares y el
modelo de enseñanza.
68. Se suprimen las pruebas
generales de acceso a la
Universidad y se substituyen
por pruebas específicas de cada
Universidad, mediante un
modelo común de proceso.
Para el acceso a los grados /
licenciatura de magisterio se
exigirá la mayor competencia.
69. Coexistencia de cultura popular
y cultura profesional
70. No subvenciones a proyectos
específicos tanto de cultura
popular como profesional.
71. Plan de Estado para la Cultura,
con
inversión
en
infraestructuras,
promoción,
difusión y formación.
72. Entrada gratuita en los
espacios públicos de cultura
para las personas jubiladas, en
paro o menores de 25 años.
73. Ley del mecenazgo cultural, con
incentivos
fiscales
importantes(del orden entre el
305 y el 50% de la inversión
realizada a fondo perdido)
74. Ley de aportación obligatoria a
proyectos culturales para todas
aquellas entidades o empresas
privadas que han sido objeto /
beneficiarios de una concesión
o licencia administrativa en los
medios audiovisuales (inversión
mínima del 1% de su prepuesto
con beneficios fiscales del 25%
de la inversión a deducirse del
impuesto de sociedades).
El estado del bienestar (vivienda,
sanidad y dependencia)
75. Cambio de la ley hipotecaria,
adecuándola a la normativa
europea y situándola al nivel
de los países más avanzados.
Incorporar a la nueva ley la
concesión de moras, sin
intereses, por un período
determinado de tiempo
76. Subvención directa a las
familias que no tienen ingreso
alguno y que no disponen de
vivienda propia, mediante pisos
de la SAREB o mediante pisos
gratuitos de nueva construcción
en solares propiedad pública a
cargo de las fundaciones de las
entidades
financieras
(incentivos fiscales del 50% del
coste de la construcción).
77. Impuesto sobre las viviendas
vacías que tienen más de un
año sin ocupación y que no se
han puesto a disposición del
mercado libre o se hayan
cedido para ser utilizadas en el
mercado público.
78. Alquiler social
de
150€
(máximo 70 m2) para aquellas
familias con ingresos totales
inferiores
a
1.000,00€
mensuales y que no disponen
de vivienda, con compensación
fiscal parcial de la diferencia
hasta el precio medio de
alquiler de la correspondiente
población para la propiedad de
la vivienda.
79. Establecimiento del mapa online de estado de situación de
los espacios de asistencia
primaria,
especializada
y
quirúrgica (privada y pública) a
nivel de Comunidad Autónoma.
Desvío, mediante pago según
carta pública de precios de
servicio, de pacientes de la
sanidad pública a la privada
para reducir tiempos y listas de
espera.
80. Creación
del
banco
de
conocimiento de la atención
sanitaria.
81. Establecimiento, por parte de
un comité
científico de
médicos, del tiempo máximo
de espera por patología para
atención
especializada
o
intervención quirúrgica que
nunca se podrá sobrepasar.
82. Racionalización de todos los
procedimientos administrativos
y
de
gestión
sanitaria,
reduciendo
las
cargas
burocráticas.
83. Sistema de información único
del historial sanitario (tanto en
actuación
pública,
como
privada) a disposición de todos
los profesionales sanitarios
(públicos y/o privados).
84. Nueva política de recursos
humanos de los profesionales
de la sanidad pública como
desarrollo
de
carrera
profesional. Ha de incluir un
plan de desarrollo de la
carrera, de la formación y de la
promoción interna.
85. Eliminación del copago a los
pensionistas, personas en paro,
familias con ingresos inferiores
a 2 veces el salario mínimo y
jóvenes menores de 25 años.
86. Desarrollo de un conjunto de
medidas para la reducción del
gasto
farmacéutico
especificadas en el capítulo 6.
87. Campaña de concienciación
ciudadana del uso de los
servicios de urgencias.
88. Incorporación masiva de la
tecnología para la atención y
visitas on-line, así como el
seguimiento de los enfermos
crónicos o de alto riesgo.
89. Gravamen del 1% sobre el IRPF
para atender la dependencia,
se irá reduciendo de forma
proporcional hasta legar al 10%
de cifra de paro.
90. Incremento del 1% del PIB en
los Presupuestos para la
Dependencia a reducir de otras
partidas
(defensa,
gastos
corrientes,
comunicación,
publicidad, etc.)
91. Reestructuración urgente y
radical de los procesos y
procedimientos para agilizar
todos los trámites dedicados a
la obtención de la prestación
necesaria para los ciudadanos
dependientes.
92. Plan
integral
de
infraestructuras, cofinanciado
por
el
estado
y
las
Comunidades Autónomas para
la creación de una mayor, más
eficiente, con mejor cobertura
territorial y adaptada a las
necesidades reales de la red de
centros de asistencia, tanto
integrales como centros de día.
Decía Robert F. Kennedy en el año
1968 a raíz de presentarse a las
elecciones primarias del partido
demócrata de los EE. UU. Para la
carrera presidencial, en su libro “Hacia
un mundo nuevo”
Nuestra respuesta es la esperanza del
mundo: una confianza en la juventud,
que no es una época de la vida, sino un
estado mental, una disposición de
voluntad,
una
calidad
en
la
imaginación, un predominio de la
osadía sobre la timidez, del ansia de
aventura sobre el amor a la ociosidad.
Las crueldades y dificultades que
surgen en este planeta que va
cambiando con tanta rapidez no deben
esfumarse frente a dogmas anticuados
y a “slogans” pretéritos. No puede
alterarse por culpa de unos cuantos,
aferrados a un presente, que ya está
muriendo, que prefieren la ilusión de la
seguridad a la excitación y el peligro
que surgen incluso en medio del
progreso más pacífico. El mundo en
que vivimos es revolucionario; y esta
generación, tanto en nuestro país como
en toda la superficie de la tierra, ha
puesto sobre sus espaldas una carga de
responsabilidad muy superior a cuantas
han conocido todas las generaciones
anteriores.
“No hay nada tan difícil de emprender
– como dijo un filósofo italiano – nada
que resulte tan peligroso dirigir, ni más
incierto en sus resultados, que llevar la
primacía en la introducción de un
nuevo orden de cosas”. Y, con todo,
ésta es la medida de la función que
incumbe a las nuevas generaciones y el
camino
está
sembrado
de
innumerables peligros.
En primer lugar está el peligro de la
inutilidad, la impresión de que no hay
nada que puedan hacer mujer u
hombre alguno contra el enorme
abanico de calamidades que afligen al
mundo: contra la miseria y la
ignorancia, la injusticia y la violencia.
Y, a despecho de ello, muchos de los
grandes movimientos del mundo, tanto
en el orden del pensamiento como de
la acción, han surgido por obra de un
solo hombre. Un joven monje inició la
Reforma protestante, un joven general
fundó un imperio que se extendía
desde Macedonia hasta los confines de
la tierra, una joven mujer vindicó el
territorio de Francia. Fue Cristóbal
Colón quien descubrió el Nuevo Mundo
y un hombre de treinta y dos años,
Thomas Jefferson, quien proclamó que
todos los hombres, por su nacimiento,
son iguales. “Dadme un punto de apoyo
y moveré el mundo”, dijo Arquímedes.
Estos hombre han movido el mundo, y
lo mismo podemos hacer nosotros.
Pocos alcanzarán la grandeza suficiente
para llegar a forjar la historia, pero
cada uno de nosotros puede hacer algo
para variar una pequeña parte de los
hechos, y con la totalidad de estos
actos se escribirá la historia de la
presente generación……. Son las
incontables acciones de valor y fe las
que forjan la historia de la humanidad.
Cada vez que un hombre se levanta
para salir en defensa de un ideal, o
hace algo en favor del bienestar de los
demás, o descarga un golpe contra la
injustica, emite algo así como una
pequeñísima onda de esperanza, y
todas estas ondas juntas, procedentes
de millones de diferentes puntos,
engendradas en la energía y la
bravura, se combinan para formar una
corriente capaz de derribar las más
potentes murallas que levanta la
opresión y la resistencia.
El segundo peligro es el de la
conveniencia: los que dicen que las
esperanzas y las opiniones deben ceder
a la necesidad inmediata. Por supuesto
que, si pretendemos actuar con
eficacia, debemos tratar al mundo tal
como es……el idealismo, las elevadas
aspiraciones y las más arraigadas
creencias no son incompatibles con
programas prácticos y eficaces……no
existe contradicción básica entre los
ideales y sus posibilidades en la
práctica, ninguna escisión entre los
más profundos deseos del corazón y del
espíritu y la aplicación racional del
esfuerzo humano a la solución de los
problemas de la humanidad. No se da
prueba de realismo ni perspicacia
pretendiendo resolver problemas sin la
guía de unos objetivos y valores de
carácter moral. Sería una insensata
locura. Puesto que actuando de este
modo, se ignoran las realidades de la
fe, de las emociones, de las creencias
humanas, que verdaderamente son
fuerzas más poderosas que todos los
cálculos
de
economistas
y
generales…….
Han pasado 46 años de estas
manifestaciones y creo que casi en su
práctica totalidad las podríamos
refrendar hoy como los objetivos que
nos hemos de fijar los ciudadanos
para proceder al auténtico cambio, en
la oportunidad que se nos presenta
en estos momentos y que si la
dejamos pasar nos veremos inmersos
en una profunda sociedad dividida,
enfrentada, oscura y sin un horizonte
que dé la luz de la esperanza del
futuro que merecen todas las
personas humanas.
Apreciado lector, quiero agradecerle
la confianza y la paciencia que ha
tenido conmigo al llegar hasta este
punto que representa el final de este
libro. Espero que le haya ayudado a
comprender
o
reafirmar
sus
pensamientos o convicciones sobre la
situación actual o que, como mínimo,
le haya logrado despertar alguna
inquietud.
Asimismo, acepto todo tipo de críticas
y rebate de mis propuestas, pero si
logro iniciar el debate me daré por
satisfecho.
No quiero trasladar una visión
infernal y catastrófica de la situación,
aunque estaremos de acuerdo en que
es muy preocupante. Debemos tener
presente que la sociedad ha avanzado
mucho en los últimos años, en
especial desde el final de la II Guerra
Mundial a mediados del siglo pasado,
si bien no hemos sido capaces de
resolver los graves desequilibrios
mundiales,
creando
una
gran
diferenciación entre países “ricos” y
países “pobres”.
El problema fundamental al que nos
enfrentamos, es que los avances
logrados para llegar a un estado del
bienestar, de progreso, de igualdad,
etc., en base a los esfuerzos y las vidas
humanas de muchas generaciones y
del que hemos sido benefactores, en
lugar de continuar su avance para
terminar de corregir los desequilibrios
existentes, se está procediendo a una
regresión bajo el amparo de una
visión economicista que preconizan
quienes han tomado el poder y dictan
los caminos a seguir por la sociedad.
No podemos aceptar la salida de la
crisis que nos proponen los Gobiernos
europeos, basada en una teórica
recuperación económica que sólo
afecta a los más ricos, que la
generación de riqueza no se reparte y
se concentra en el mismo círculo, que
se
olvidan
y
reducen
sistemáticamente las ayudas a la
dependencia, a la población infantil
en riesgo de pobreza, etc. En una
nueva sociedad en la que puede ser
que exista empleo pero infravalorado,
infraremunerado que condenará a
más de una generación a vivir por
debajo del lindar de la pobreza, que
nos conducen a una sociedad donde
haya más ricos, prácticamente
desaparecida la clase media y un
notable incremento de las clases más
pobres de la sociedad. Frente a esta
situación debemos reaccionar, dejar
de ser sumisos, ponernos en marcha
en defensa de los valores de la
humanidad, con eficacia, inteligencia y
pragmatismo, sin dejarnos confundir
por aquellos que claman y reivindican
los cambios o la revolución, sin
ofrecer
alternativas
creíbles
y
posibles, sólo con el objetivo de
destruir o de manipular a la población
para conseguir un orden diferente
que les beneficie a ellos. Digamos, de
forma definitiva NO e iniciemos un
movimiento global solidario en
defensa del SI a una nueva sociedad
en la que prime y se garantice el
derecho a las personas a vivir en
dignidad en el marco de una sociedad
que progresa, que genera riqueza, que
tiene los mecanismos para repartir
dicha riqueza y que tiene como eje de
su devenir los valores que configuran
una sociedad justa, de igualdad de
oportunidades, solidaria, de la cultura
del esfuerzo y la superación y que
avanza generación en generación
mejorando la calidad de vida de sus
ciudadanos
y
eliminando
desigualdades sociales.
las
Como soy un fiel creyente de la raza
humana y de sus valores y me siento
optimista porque creo en la
humanidad, en la capacidad de los
ciudadanos para defender sus
derechos, en la responsabilidad de los
ciudadanos para afrontar sus deberes,
estoy plenamente convencido que si
nos unimos, nos levantamos (por
nosotros, por la lucha y el esfuerzo de
nuestros antecesores, por las futuras
generaciones) podremos frenar la
regresión, revertir la situación y
aprovechar la salida de la crisis para
llegar al objetivo deseado de una
sociedad sostenible, más justa, más
solidaria,
sin
desequilibrios,
progresando sin dejar personas atrás.
Esto
será
posible
si
nos
desperezamos, si dejamos de ser
sumisos o indiferentes, el problema
afecta a todos, nadie está libre de sus
efectos.
No
es
tiempo
de
revoluciones, de guerras, de ir
contra….., es tiempo de unirnos,
actuar con inteligencia, con firmeza,
de forma pacífica y democrática,
utilizando todos los resortes que
existen, en beneficio de la
humanidad, de toda la sociedad, es
tiempo “de cambiar las cosas”, de
invertir las tendencias, de no excluir a
nadie, pero sí de definir bien los
papeles, las responsabilidades, los
derechos y los deberes de todos.
Debemos esforzarnos en recuperar y
no volver a perder de vista los valores
que han permitido avanzar a nuestra
humanidad, ya que podemos tomar
tantas medidas y leyes que queramos,
que si no recuperamos nuestros
valores sociales, humanos y de
progreso no será posible el cambio.
En definitiva, estamos frente a una
gran oportunidad delante de la cuál
nadie puede quedar indiferente, es
por eso que para poder conseguir la
sociedad que anhelamos sólo de ti
depende, que actuando,
entre todos construyamos el
NUEVO CICLO y hagamos EL
CAMBIO POSIBLE
Sant Feliu de Llobregat
veinticuatro de Junio del 2014 a las
21h 10m.
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