Compostela, mil años de literatura - Inicio

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Compostela, mil años de literatura
Oficina de la Ciudad Histórica y Rehabilitación
Texto y selección de citas de Jesús Curros Neira,
Jefe de servicio de la OCIHR
—
Edita Oficina de la Ciudad Histórica y Rehabilitación,
Concello de Santiago de Compostela
Diseño y maquetación Bolanda, ediciones y marketing
ISBN 978-84-695-9913-6
Depósito Legal C 428-2014
—
Preámbulo
Hace ya bastante tiempo que se planteó en Santiago
por primera vez la propuesta de crear un Paseo de la
Literatura, un espacio dedicado al mundo de las letras
en el corazón de Compostela. La idea que inspiraba
este viejo proyecto, por lo demás de muy fácil ejecución y de un coste relativamente bajo, es la de utilizar
toda la riqueza cultural que encierra la ciudad para que
todos, tanto los propios habitantes de Santiago como
los millones de visitantes que recibe, sean conscientes
de la importancia que ha tenido esta ciudad a lo largo
de la Historia. Se trata de dar a conocer la trascendencia de Santiago en todas las artes, no solo en las que,
como es el caso de su rico patrimonio monumental,
están ya a simple vista. Una ciudad como Compostela
es capital cultural no solo por la realización de espectáculos de música o de teatro más o menos importantes. Muchas ciudades de España tienen una activa
vida cultural, pero es obvio que no todas pueden ser
consideradas tan solo por ello como capitales culturales de Europa. Lo que convierte a una ciudad en un
centro cultural por excelencia es la huella que ha dejado en la historia de la cultura y del arte. Cualquier
3
ciudad puede tener una rica vida cultural comparable
a la que disfrutan los habitantes de las grandes metrópolis; muy pocas, en cambio, pueden igualar el pasado
y la influencia de Compostela. Por ello es preciso que
Santiago exponga de una manera adecuada la grandeza de ese pasado y de su herencia, que es, en definitiva,
su aportación a la Historia de la Cultura.
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El Paseo de la Literatura tiene como finalidad la de
mostrar la importancia de Santiago de Compostela en el mundo de las letras, tanto en la obra de los
escritores gallegos como en la de autores de otras
muchas procedencias. Compostela aparece en libros
fundamentales de la Historia de la Literatura y en
autores universales, su huella en estas obras es un
reflejo de la importancia que las peregrinaciones y el
culto jacobeo tuvieron a lo largo de buena parte de
la Edad Media, de ahí lo esencial que resulta recordar las obras literarias en las que aparecen la ciudad o
el Camino. Es sorprendente el desconocimiento que
los propios santiagueses tienen de la relevancia de su
ciudad. Santiago figura en obras de la talla del “Cantar del Mío Cid”; el “Libro de las Maravillas del Mundo”, de Marco Polo; “Vita Nuova” y la “Divina Comedia”, de Dante Alighieri; el prólogo de “Los Cuentos
de Canterbury”, de Chaucer; “Os Lusiadas”, de Luis
de Camoens o “La saga/fuga de JB”, de Torrente Ballester… Sobre Compostela han escrito autores como
Goethe, la condesa de Pardo Bazán, Víctor Hugo, Rosalía de Castro, Federico García Lorca, Gerardo Die-
go, García Márquez. En Santiago comenzó su carrera
literaria Valle-Inclán; en Santiago pasó temporadas
Ernest Hemingway, concretamente en el hotel Suizo,
y de ella llega a decir en una carta dirigida a un amigo
escritor que Santiago de Compostela es para él la ciudad más hermosa que ha visto jamás.
La ubicación más lógica para este parque que servirá de recuerdo a las grandes obras literarias y autores
que han homenajeado a Compostela es el Paseo de
los Leones y su continuación en el Paseo de las Letras
Gallegas. En el Paseo de los Leones, donde encontramos la estatua de Valle-Inclán, se colocarán pequeños
monolitos de piedra con placas en las que se recogerán algunos párrafos, versos o citas de grandes autores de la literatura universal que han homenajeado
a esta ciudad. Los visitantes podrán, de este modo,
recorrer la Alameda compostelana contemplando la
vista de la ciudad histórica al tiempo que leerán algunos de los párrafos más bellos escritos sobre Compostela en un paseo literario que incluiría a algunos
de los más relevantes escritores y obras de la Historia
de la Literatura.
Este paseo se prolongará con un recuerdo similar de
los autores gallegos que han escrito sobre la ciudad o
que tuvieron alguna relación con ella en el Paseo de
las Letras Gallegas, que finaliza en el monumento dedicado a Rosalía de Castro, cuyo bellísimo poema dedicado al Pórtico de la Gloria rematará el recorrido.
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Lógicamente, este espacio del Paseo de la Literatura
también será el marco ideal para la colocación todos
los años de las casetas de la Feria del Libro y de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión.
Esta iniciativa se podría ver complementada con la
colocación de otras placas en lugares del casco viejo
relacionados directamente con una determinada obra
literaria, que de este modo podrá ser disfrutada en el
mismo lugar que la inspiró. Con todo ello lograremos
al fin que el maravilloso, aunque no siempre bien conocido, patrimonio literario de Compostela enriquezca su extraordinario patrimonio artístico.
Ángel Currás Fernández,
Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento
de Santiago de Compostela
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El proyecto del Paseo Literario
A través de la Alameda se comprende Compostela
De la Alameda de Santiago y del Paseo de la Herradura siempre me ha llamado poderosamente la atención ese bosque de robles que bajando por la falda del
Pedroso y a través de la carballeira de San Lorenzo se
adentra hasta el corazón de la ciudad. Existe aquí una
conexión íntima de la ciudad con su entorno natural
y simbólico, el Pedroso, que es tan del sentir santiagués, del ser gallego.
Además se realiza una transición agradable, pacífica, desde la rusticidad agreste del bosque autóctono hacia el entorno urbano por medio de un paseo,
la Alameda, que manteniendo el entorno natural lo
suaviza, de modo que mediante una sucesión de jardines, fuentes y estanques lo termina por integrar en
la ciudad.
Por el Sur, La Herradura, un paseo con reminiscencias
de jardín botánico, conecta con el campus universitario, sirviendo de este modo el parque de bisagra y elemento de transición entre la Universidad y la Ciudad,
7
confluyendo en un único punto, el bosque sagrado
dominando una colina coronada por una pequeña capilla, el saber universitario y la sociedad civil.
Sirve así la Alameda de elemento balanceador del otro
gran centro simbólico de la ciudad, la Catedral, las
magníficas vistas que de la misma se pueden disfrutar
desde la Alameda se producen en línea recta sobrevolando el Ayuntamiento, el Pazo de Raxoi, y nuevamente tenemos aquí un eje que conecta los poderes
de la Ciudad, esta suma de equilibrios entre lo rural y
lo urbano, lo eclesial y lo civil, la ciencia y la tradición,
son imprescindibles para entender nuestra ciudad;
por eso podemos afirmar que a través de la Alameda
se comprende Compostela.
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Y es que la Alameda es algo más que un bosque de
origen medieval rodeado por unos jardines románticos y decimonónicos de inspiración francesa. Cuando
caminas por sus paseos es fácil evocar a todos los personajes que se han dejado caer por allí, desde la melancólica Rosalía de Castro o el enérgico Pondal hasta
las aguerridas Marías. Y son precisamente algunos de
estos personajes los que ahora queremos recordar en
un proyecto que hemos dado en llamar “Paseo Literario”, que trata de hacer que ese patrimonio cultural
inmaterial que son las letras se materialice para que
todos, santiagueses y visitantes, sean conscientes de
la importancia que Compostela ha tenido a lo largo de
los mil últimos años de historia.
En un primer sector, que abarca el Paseo de los Leones,
se colocarán monolitos con citas de grandes autores
de la literatura universal que van desde Dante hasta
García Lorca, sin olvidarnos de autores gallegos como
Valle-Inclán o Torrente Ballester. Estos monolitos serán elaborados por la escuela-taller de la Fundación
Laboral de la Construcción, a la que debemos agradecer su colaboración entusiasta e impagable en este
proyecto, que no podría hacerse realidad sin el trabajo
y dedicación de la misma. Cada monolito de los que
se sitúen en esta zona 1 irá delante de los bancos que
miran hacia la ciudad, permitiendo de este modo que
aquellos que se sienten en ellos para contemplar desde aquí nuestro casco histórico tenga ante sus ojos las
citas literarias más hermosas sobre Compostela.
En el segundo sector, que ocupa el Paseo de las Letras Gallegas y que remata en el monumento en honor a Rosalía, se colocarán monolitos muy similares
a los anteriores pero que contendrán citas de grandes
autores que escribieron en gallego, comenzando este
recorrido por el poema en el que Rosalía evoca a los
personajes del Pórtico de la Gloria.
Este paseo es una obra que se irá completando a lo largo del tiempo puesto que está ligado a un proyecto formativo. Serán los alumnos de la escuela-taller los que
en sucesivos cursos elaborarán estos monolitos hasta
completar el recorrido. Y queda en manos de quienes
tengan en el futuro la responsabilidad de cuidar de esta
maravillosa ciudad la labor de incrementar el número
9
9
8
7
Pa
s
eo
6
de
lo
s
Le
on
es
5
4
3
2
1
Paseo de los Leones – Autores universales
—
Monolitos
1
10
2
3
4
5
9
8
7
6
Paseo de las Letras Gallegas – Autores en lengua gallega
—
de autores que sean dignos de figurar en este Paseo de
la Literatura con el que Compostela mostrará al mundo lo que ha sido, es y será dentro de la república de
las letras.
María Pardo Valdés,
Concejal de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento
de Santiago de Compostela.
11
12
Compostela, mil años de literatura
14
A finales del primer milenio residió en Compostela
un religioso que fue primero abad del monasterio de
Antealtares y, finalmente, obispo. Por aquel entonces,
a las puertas del tan temido año 1000, Santiago era
una ciudad amurallada, con tan solo siglo y medio de
vida, que guardaba en su seno la joya del sepulcro de
un Apóstol cuya fama comenzaba a expandirse por la
Europa cristiana. Tanto se extendió el rumor de esta
noticia que llegó a oídos de alguien cuya visita no era
ni esperada ni deseada: el caudillo cordobés Almanzor, quien un mal día del año 997 se presentó en el
templo apostólico con la intención de no dejar piedra
sobre piedra, cosa que hizo en varias jornadas de hierro y fuego que dejaron a la pequeña urbe arrasada
hasta sus cimientos. Solo una cosa quedó en pie, Almanzor respetó el edículo de Santiago porque vio a un
anciano monje arrodillado a los pies de la tumba. Este
monje era el antiguo abad de Antealtares, el futuro
San Pedro de Mezonzo, y con él comienza esta breve
exposición de los mil años de literatura de Compostela puesto que al buen obispo Pedro se le debe la composición –según los Anales benedictinos de Mabillón,
redactados en el año 986, a los que hace referencia el
Papa Benedicto XIV– de la más famosa oración mariana del mundo cristiano, la “Salve Regina”, una obra
que, sin olvidar su carácter de pieza de devoción, no
deja de ser una bellísima composición lírica dedicada
a la Virgen.
Como consecuencia de la razzia de Almanzor, Pedro
de Mezonzo, y después todos los obispos que lo sucedieron en el cargo, llevaron a cabo un proceso de reconstrucción y desarrollo urbano que hizo que aquel
humilde santuario, nacido en torno al año 813, acabara convirtiéndose en una ciudad levantada alrededor
de una de las mayores catedrales que en aquel tiempo
existían en toda la Cristiandad. Y justamente en ese
momento, cuando estaba a punto de terminar el siglo
XII, un autor anónimo escribió la epopeya de un caballero obligado a abandonar su tierra por el castigo
de un rey que no podía perdonar la afrenta de haberle
hecho jurar ante todos los miembros de su corte que
él no había ordenado asesinar a su hermano. Este
poema es conocido desde entontes como el “Cantar
del Mío Cid” y es, sin ninguna duda, el primer gran
monumento de la literatura castellana. Cuando estos
hechos suceden, Compostela era ya una ciudad famosa en toda la Cristiandad; el primitivo santuario, levantado en el más recóndito rincón de la península
ibérica, se había transformado en poco más de trescientos años en el destino de centenares de miles de
peregrinos que recorrían los caminos de una Europa
15
San Paio de Antealtares
—
16
que salía de su letargo de siglos para acercarse a admirar el sepulcro de un apóstol de Cristo que, por obra
de un milagro, descansaba en el fin del mundo conocido. Era tal la muchedumbre de gentes que llegaban
hasta este remoto lugar, en el que el sol venía a morir
cada atardecer para renacer al día siguiente muy lejos
de aquí, en el oriente de las fábulas y los cuentos de
las mil y una noches, que comenzó a correr el rumor
de que el halo luminoso que brillaba en el cielo por
las noches, ése que los paganos llamaron Vía Láctea
porque creían que era el rastro de la leche de la diosa
Hera, estaba en realidad formado por el polvo que levantaba la multitud interminable de peregrinos que
seguían el camino del sol, de este a oeste, para llegar
al finis terrae en el que reposaba Santiago. Por eso
algunos dieron en llamar Camino de Santiago a este
camino de estrellas que, en las noches claras, parecía
dibujar en el cielo la ruta que los peregrinos seguían
en la tierra. Así que no es de extrañar que un caballero cristiano como Ruy Díaz de Vivar también se dirigiera a Compostela, e incluso es posible que lo hiciera
en más de una ocasión. No obstante, el romancero
nos habla de una peregrinación en particular, la que
el Cid llevó a cabo después de sus bodas con Jimena,
diciendo que…
Ya se parte don Rodrigo
que de Vivar se apellida
para visitar Santiago
adonde va en romería…
17
…suceso que también aparece narrado en el propio
“Cantar”, en el que incluso se nos dan detalles del
camino seguido por el buen caballero para hacer su
peregrinación:
Esas horas dijo Rodrigo: Señor, pláceme de grado.
Tal plazo nos dedes que pueda ser tomado,
que quiero ir en romería al patrón Santiago.
A los caminos entró Rodrigo, y pasó de Malgrado,
de cual dicen Benavente, según dice en el romanzo,
y pasó por Astorga, y llegó al Monte Irago.
Cumplió su romería y por San Salvador de Oviedo
fue tornado.
Esto ocurrió antes de que el rey castellano Alfonso VI
condenase a tan buen caballero al destierro, un rey del
que el “Cantar del Mío Cid” llega a decir que…
Rey es de Castilla y Rey es de León…
hasta dentro de Santiago, de todo es señor.
18
Y es que el honor de ser el señor de Compostela y cuanto dentro de ella había parece ser más importante para
el anónimo autor del primer y más relevante cantar de
gesta castellano que el hecho de ser el rey de Castilla y
de León. No es de extrañar que en aquella lejana época
conocieran a Hispania en todas las tierras de habla germánica como Jakobsland (tierra de Santiago). Ya el “Códice Calixtino”, escrito por un monje francés llamado
Aymeric Picaud algunas décadas antes que el “Cantar
del Mío Cid”, recoge los himnos que los peregrinos cantaban en honor del Apóstol Santiago y precisamente el
más antiguo de estos himnos, el “Dum Paterfamilias”,
era cantado por los peregrinos germanos que visitaban
Compostela en el siglo XII. El “Dum Paterfamilias”,
también llamado “Canto de Ultreya” o “Canto de los
peregrinos flamencos”, dice en su estribillo…
Herru Sanctiagu,
Got Sanctiagu,
E ultreia, e suseia,
Deus aia nos.
...que en un idioma que es una mezcla de latín medieval y palabras germánicas viene a significar: ¡Oh señor
Santiago, buen señor Santiago, ¡E ultreya!¡E suseya!, ¡Oh,
Dios, protégenos!
El precioso códice que contiene este canto, el “Códice
Calixtino”, describe la ruta a Compostela en un libro,
el “Liber Sancti-Iacobi”, que es de hecho la primera
guía de viajes de la Historia. En su libro V se recogen
con detalle todas las etapas y se dan consejos útiles a
los peregrinos que llegan a Compostela desde Francia. Aunque el “Códice Calixtino” es mucho más que
una primitiva guía, sus miniaturas se encuentran
entre las más bellas del arte románico; además, sus
piezas polifónicas son las más antiguas conservadas
en la península ibérica y entre ellas destaca el himno “Congaudeant catholici”, la única obra a tres voces
19
conocida de todo el siglo XII. Pero hay otras muchas
canciones de peregrinos que han llegado hasta nosotros desde aquellos tiempos de la Edad Media, por
ejemplo este canto que interpretaban los que provenían de Francia…
Quand nous fûmes a Saint Jacques,
Grâce a Dieu,
Nous entrâmes dedans l´eglise
Pour prier Dieu…
Monsieur Saint Jacques,
Qu´au pays puissons retourner
Et faire bon voyage.
…y que se puede traducir de este modo: “Cuando fuimos a Santiago, gracias a Dios, entramos en la iglesia
para rezar a Dios… Mi señor Santiago, que a nuestro
país podamos regresar y hacer un buen viaje”.
20
Uno de estos muchos peregrinos a la tumba apostólica fue un monje que provenía de una pequeña ciudad
de la Umbría, en Italia, que se llamaba Francesco. Su
visita tuvo lugar allá por el año 1214. En aquellos días
Francesco era un religioso totalmente desconocido,
sin embargo algunas décadas después de su muerte
toda la Cristiandad conocía el nombre de San Francisco de Asís, cuyas casas se extendían por los más recónditos lugares de Europa. Fueron tantas las leyendas que de él se contaban que un autor anónimo se
dedicó a recogerlas en una obra que conocemos como
“Fioretti” (o “Florecillas”) y una de estas leyendas nos
cuenta que…
En el principio y comienzo de la orden, cuando eran
pocos los frailes y no tenían todavía residencia fija,
San Francisco, por su devoción, fue a Santiago de
Galicia… Llegado que hubieron allá, y estando por
la noche en oración en la iglesia de Santiago, le fue
revelado por Dios a San Francisco que él debía ocupar muchos lugares en el mundo, porque la orden
suya debía extenderse y crecer…
…lo que supone, de ser cierta esta leyenda –¿y por
qué razón no iba a serlo?– que el santo de Asís recibió
el encargo divino de expandir su orden por el mundo
mientras se encontraba en la catedral de Compostela.
Pero a mediados del siglo XIII un monje llamado Gonzalo, que procedía de Berceo, una pequeña población
de la Rioja, escribe otra obra capital de la literatura,
los “Milagros de Nuestra Señora”, la obra maestra del
primer autor de nombre conocido de toda la historia
de las letras españolas. Y como no podía ser menos,
en esta obra también se homenajea al Apóstol en la la
leyenda titulada “El romero de Santiago”, que cuenta
la historia de un monje, por cierto que no muy avisado, al que…
…Vínole al corazón, tal como estaba, un día,
al apóstol de España irse de romería…
21
…si bien sus pecados y poca cabeza lo llevan a caer en
las garras del Maligno, de las que lo libra finalmente
la intercesión de Santiago. Aunque sin duda el más
famoso milagro de nuestro Apóstol, inmortalizado en un maravilloso poema del siglo XIII, es el que
narra el “Romance de don Gaiferos”, la historia del
caballero francés don Gaiferos de Mormaltán quien
logra cumplir su sueño de peregrinar a Compostela a
pesar de su edad y sus achaques. Cuando al fin el viejo peregrino se ve ante la imagen del Patrón le dirige
esta preciosa oración:
Gracias meu señor Santiago,
aos vosos pés me tes xa,
si queres tirarme a vida,
pódesma señor tirar,
porque morrerei contento
nesta santa Catedral.
E o vello das brancas barbas
caíu tendido no chan,
Pechou os seus ollos verdes,
verdes como a auga do mar.
22
En aquellos tiempos la lengua gallego-portuguesa vivía un momento de esplendor, de lo que es testimonio
la lírica de los trovadores con sus cantigas de amigo,
de escarnio y maldecir. Uno de estos cantores era un
compostelano de uno de los burgos nacidos al borde
de los caminos que conducían a la ciudad, el de San
Pedro; este trovador es conocido como Bernal de Bonaval, del que nos han llegado estos versos en los que
evoca este entrañable rincón de la ciudad…
Se vos non pesar, mia madre, rogarvos hei
por Deus, que mi non digades mal
e iréi a Bonaval,
pois meu amigo non ven.
Aunque Bernal no es el único trovador que dedica sus
versos a Compostela, también el famoso Airas Nunes
–que quizá en nuestros días sea tan conocido por dar
nombre a cierto establecimiento de hostelería como
por sus versos– recuerda en una de sus cantigas de
amigo una romería real…
A Santiagu’ en romaría ven
el-rei, madr’, e praz-me de coraçon
por duas cousas, se Deus me perdon,
en que teño que me faz Deus gran ben:
ca verei el-rei, que nunca vi,
e meu amigo que ven con el i.
No sabemos qué rey era este del poema, que visita Compostela trayendo al amigo de la muchacha que tanto lo
añora, pero hubo un rey castellano que, dejándose llevar por la belleza de la lírica galaico-portuguesa, decidió escribir en esta lengua sus cantigas. Era el sabio rey
Alfonso X que en sus “Cantigas de Santa María” nos narra multitud de milagros sucedidos en torno al Camino
23
Rúa de San Pedro
—
24
de Santiago: la historia del peregrino que peca y, poco
después, muere aunque el Apóstol lo lleva finalmente
al cielo (cantiga número 26); la historia del ahorcado
descolgado (cantiga 175); la leyenda del paralítico alemán que peregrina para implorar la cura a su enfermedad (cantiga 218); la historia del tolosano que debe hacer el Camino en penitencia (cantiga 253); la aventura
de la dama francesa que viene a Compostela para curar
su parálisis (cantiga 268), o la aventura de otra dama,
también francesa, que peregrina para pedir la curación
de su ceguera. De todas ellas quizá la más famosa sea
la triste historia del padre que ve cómo ahorcan a su
hijo, acusado por un falso testimonio, mientras viajaban a Compostela. De esta leyenda, que aparece ya en
el “Códice Calixtino”, nos cuenta Alfonso, el sabio que,
tras dejar a su hijo muerto, el peregrino…
…foi-ss’a Santiago
u avia prometudo;
e despois aa tornada
non lle foi escaeÇudo
d’ir u seu fillo leixara
morto, que fora traudo,
e foy-o muito catando.
chorando con piedade…
…aunque al regresar se encontró con la sorpresa de
ver a su hijo colgado pero vivo, porque el santo patrón
Santiago no abandona nunca a quienes se acercan a
postrarse ante sus pies en la catedral de Compostela.
Pero al tiempo que los fieles de toda Europa viajaban al estremo Occidente para orar ante el sepulcro
de Santiago, un veneciano hizo el camino inverso y
se dirigió a la lejana Catay, la China entonces gobernada por un descediente del temible Gengis Khan.
Este mercader de Venecia, el legendario Marco Polo,
nos dejó sus viajes descritos en un libro capital, que
abrió las puertas de Oriente a los europeos e impulsó los viajes de descubrimiento que, como el de Colón, iban a realizarse siglos más tarde: el “Libro de
las maravillas del mundo”, también conocido como
“Il Milione”. Y aunque resulte sorprendente que en
un libro que nos habla de oriente también aparezca
25
Compostela, Marco Polo se acordó de ella para decir
de cierto santuario que pudo visitar en la ruta de la
seda que…
…Vienen aquí desde muy lejos en peregrinación,
como los cristianos van a ver a micer Santiago de
Compostela.
Y así llegamos al glorioso (al menos en lo que se refiere a las letras) siglo XIV, en el que vivió el más grande poeta de la lengua italiana, Dante Alighieri. En su
prodigiosa “Divina Comedia” Dante ve, mientras visita las esferas de los cielos guiado por su amada y llorada Leonor, la figura de nuestro Apóstol, que le hace
exclamar…
Mira, mira al varón que asoma,
por quien allá visitan a Galicia.
Aunque ya unos años antes Dante había dejado escrito estas hermosas palabras en su obra “Vita Nuova”…
…Pero en verdad se llaman peregrinos en cuanto
van a la casa de Galicia porque la sepultura de
Santiago hízose más lejos de su patria que la de
ningún otro apóstol.
26
Giovanni Boccaccio, más picarón que el bueno de
Alighieri, nos cuenta algunas décadas más tarde en su
novela “Il Filocolo” la historia de dos jóvenes enamo-
rados a los que parece que el Destino condena a no estar juntos. Estos dos esforzados amantes son Florio y
la huérfana Biancafiore, en realidad la hija secreta de
dos nobles romanos fallecidos mientras peregrinaban
a Santiago de Compostela. Esta obra, que ha sido considerada como la primera novela de la literatura italiana, se inspira en un poema toscano, “Il Cantare di
Fiorio e Biancifiore” que, a su vez, recoge una leyenda
narrada en un poema francés del siglo XII.
Claro que también en España tuvimos en aquella época a nuestro propio cuentista, un autor que quizá sea
menos atrevido que Boccaccio pero que resulta igual
de divertido; hablamos del infante don Juan Manuel,
quien en “El conde Lucanor” nos cuenta que…
…en Santiago había un deán que había muy gran
talante de saber el arte de la nigromancia…
…y empleando estas artes oscuras el deán de la catedral de Compostela se labrará un fabuloso destino que
terminará, como no podía ser de otro modo, de muy
mala manera.
Mientras don Juan Manuel dedicaba a escribir sus
historias el tiempo que le dejaban libre sus obligaciones en la corte de Castilla, un clérigo llamado Juan
Ruiz ocupaba el cargo de Arcipreste de Hita. Hombre
sabio, aunque en ocasiones un tanto ligero de cascos,
el Arcipreste nos dejó otra obra capital de las letras
27
El Camino de Santiago trae
a la ciudad a peregrinos de
todas las partes del mundo
—
españolas, “El libro del Buen Amor”. Este religioso
nos cuenta de cierto caballero que…
…el viernes de indulgencias vestió una esclavina,
gran sombrero redondo, mucha concha marina,
bordón lleno de imágenes, en él la palma fina,
esportilla e cuentas para rezar aína…
28
…dejándonos en estas líneas el buen Juan Ruiz una
completa descripción del atuendo que entonces lle-
vaban los peregrinos a Compostela y que, con pocas
diferencias, ha llegado hasta nuestros días.
Otro de estos escritores dedicados al noble arte de
divertir al vulgo con historias subidas de tono fue
el inglés Geoffrey Chaucer, autor de una de las más
famosas obras de la literatura inglesa de todos los
tiempos, “Los cuentos de Canterbury”, que narra las
peripecias de varios peregrinos. En su preámbulo nos
dice Chaucer de uno de estos peregrinos profesionales que…
…Había estado tres veces en Jerusalén, en Roma…
y en la catedral de Santiago de Compostela…
Y es que por aquel entonces el Camino de Santiago ya
no era lo que había sido. Todavía seguían afluyendo
gentes de todas las partes del mundo conocido –precisamente uno de los más ilustres peregrinos que visitó
Compostela durante estos años fue el gran pintor flamenco Jan van Eyck–, pero no es menos verdad que
también abundaban en la ruta jacobea los aventureros, bandidos y otras gentes de mal vivir que solo buscaban aprovecharse de la ingenuidad de los piadosos
caminantes. Por esto, en plena controversia de la Reforma Protestante, Martín Lutero escribió verdaderas
diatribas contra el culto jacobeo y la peregrinación a
Compostela que acabaron por provocar su decadencia. Aun así, el gran Luis Vaz de Camoens dedica a la
figura de Santiago varios versos de su monumental
29
poema “Os Lusiadas”, como aquel que dice…
Chamam, segundo as Leis que ali seguiam,
uns Mafamede e os outros Sant’Iago.
…o estos otros que recuerdan…
O nome do guerreiro Santiago,
santo que os Espanhóis tanto ajudou.
Sin embargo, en una época de santos, beatos, místicos
y ascetas como fue la España del Renacimiento, las
invectivas de Lutero contra el culto jacobeo tuvieron
poca influencia, y así Fray Luis de León nos dejó esta
“Oda a Santiago” que agradece al Cielo el regalo del
sepulcro apostólico diciendo…
A España, a quien amaste
(que siempre al buen principio el fin responde),
tu cuerpo le inviaste
para dar luz adonde
el sol su claridad cubre y esconde…
…narrando después la llegada de Jacobo a estas tierras
como si de una nueva Odisea se tratase, convirtiendo
el peñón de Calpe y el de Abila –la actual ciudad de
Ceuta– en las Scila y Caribdis del viajero apostólico…
30
Esfuerza, viento, esfuerza;
hinche la santa vela, enviste en popa;
el curso haz que no tuerza,
do Abila casi topa
con Calpe, hasta llegar al fin de Europa.
…dando remate Fray Luis a su poema con una evocación de las gentes que llenaron el Camino en este apasionado final…
El áspero camino
vence con devoción, y al fin te adora
el Franco, el peregrino
que Libia descolora,
el que en Poniente, el que en Levante mora.
Fray Luis fallece en 1591. Desgraciadamente, por
aquel entonces las peregrinaciones a Santiago no
eran más que un pálido reflejo de lo que habían sido
en sus épocas de esplendor. Incluso hubo quien puso
en cuestión los derechos de nuestro Apóstol a ser
único patrono de España, y así durante el siglo XVII
se vivió en nuestro país una encendida polémica entre quienes defendían el patronazgo de Santiago y
aquellos otros que deseaban elevar a Santa Teresa de
Ávila a tal honor. Uno de los personajes que participó en este virulento debate fue Francisco de Quevedo
quien, como no podía ser menos en un caballero de
la Orden de Santiago, publicó en 1628 su “Memorial
por el patronato de Santiago” en el que fue tan vehemente en la defensa de sus ideas que acabó siendo
condenado al destierro.
31
Vehemente fue también el caballero inglés Sir Walter
Raleigh que, además de corsario y político, tiene entre
sus méritos el de haber introducido la patata en las
Islas Británicas y el más dudoso de popularizar el consumo de tabaco. No deja de sorprender que Sir Walter
se olvidara de los prejuicios que los reformadores religiosos extendieron contra el culto jacobeo y nos dejara esta sentida evocación del Camino…
…dadme mi concha venera de sosiego; mi bordón
de fe, para apoyarme en el camino; mi cédula,
dieta inmortal de gozo; mi calabaza salvadora,
mi sayal de gloria, regla cierta de esperanza, y así
emprenderé mi peregrinación.
No podía faltar la referencia a la peregrinación en la
obra maestra de la literatura española, “El ingenioso
hidalgo Don Quijote de la Mancha”, si bien ese tono
satírico que Cervantes emplea en buena parte de su
novela es el que usa también para referirse a una realidad entonces muy venida a menos y cuya decadencia tantas voces críticas denunciaban. Así ocurrió que
Sancho Panza…
32
…vio que por el camino por donde él iba venían seis
peregrinos con sus bordones, de estos extranjeros
que piden limosna cantando; los cuales, en
llegando a él, se pusieron en ala, y levantando
las voces todos juntos, comenzaron a cantar en
su lengua lo que Sancho no pudo entender, si no
fue una palabra que claramente pronunciaban:
“limosna”.
Entre las cientos de obras de teatro que escribió el
prolífico y genial Lope de Vega encontramos una, “Las
almenas de Toro”, en la que un misterioso peregrino
francés que se hace llamar Enrique deambula por las
tierras de Zamora mientras el rey Sancho tiene cercada la ciudad y un tal Bellido Dolfos planea asesinarlo.
Este personaje…
…que era un buen hombre extranjero,
que peregrinó a Santiago…
…termina revelando su identidad al final de la obra
cuando confiesa que…
…Enrique soy de Borgoña,
y al Duque mi padre llaman…
peregrino vine aquí
a ver al patrón de España.
Tirso de Molina, sin meterse en tantos jaleos como
Quevedo, también evoca la grandeza que un día conoció Compostela en varias de sus comedias. En una de
ellas, “La romera de Santiago”, Tirso recuerda que…
…al camino que en el cielo… llamó el Gentil
camino de leche han dado en llamar Camino de
Santiago…
33
Vistas de la ciudad desde las cubiertas de la catedral
—
…y es que no es poca cosa eso de que exista en el cielo
una senda de estrellas que conduce hasta esta ciudad,
de la que se despiden con gran sentimiento los personajes de otra de las comedias de Tirso, “La villana de
la Sagra”, cuando de ella se tienen que alejar. Uno de
ellos se lamenta diciendo…
Adiós ciudad sepulcro de Santiago
que das pastor y das nobleza a España,
adiós fin de la tierra que el mar baña,
reino famoso del inglés estrago…
...a lo que otro responde exclamando…
34
Adiós, ciudad gallega, noble y sabia,
asombro del alarbe y estorlinga,
35
estación del flamenco y del mandinga,
del scita y del que vive en el Arabia…
…lo cual no es más que un nostálgico recuerdo de los
muchos pueblos que en su día se habían encontrado
en las rutas que conducían a esta ciudad del fin del
mundo, unos caminos por los que se expandió a lo largo de toda Europa el arte románico, el estilo gótico, la
lírica provenzal o la música polifónica en un momento
en el que, tras siglos de oscuridad, el viejo continente
comenzaba a salir de su adormecimiento. A pesar de
su decadencia, todavía existían algunas personas que
en pleno siglo de la Luz y la Razón reconocían la importancia histórica del Camino jacobeo; una de estas
personas fue Johann Wolfgang von Goethe, que llegó
a reconocer que…
Porta do Camiño, entrada a la ciudad del Camino Francés
—
…Europa nació de la peregrinación a Compostela…
…y en su “Viaje a Italia” nos recuerda que en su tiempo aún había gente que deseaba iniciar la peregrinación a la distante Galicia, como dos mujeres que…
…tenían intención de emprender la gran ruta del
Camino de Santiago, pero la madre murió, por lo
que el voto no llegó a realizarse.
36
Incluso un pensador tan anticlerical como Voltaire
se acuerda del Apóstol en su obra satírica “Candide”
cuando dice…
…Y que monseñor Santiago de Compostela cuide de
vos…
…pero es que monsieur Voltaire era francés y no podía
olvidar que el Camino de Santiago conformó la Francia
medieval, al igual que lo había hecho con la España cristiana. Fueron los monjes de Cluny los que impulsaron
la peregrinación a través de las múltiples rutas que cruzan el país galo, convirtiendo al Camino en la vía por la
que se expandió y floreció la cultura europea durante siglos. Por ello no es de extrañar que el historiador inglés
Edward Gibbon escribiera en su monumental “Historia
de la decadencia y caída del Imperio Romano” que…
…El sepulcro milagroso de Compostela ha
demostrado su poder.
La obra de Gibbon repasa más de dos mil años de historia terminando con la caída de Constantinopla, fecha que coincide, década arriba, década abajo, con la
decadencia de las peregrinaciones a la sede apostólica
de Santiago.
En pleno Romanticismo, don José Zorrilla evoca una
noche en pleno Camino de Santiago bajo las estrellas,
que marcan la ruta a seguir, y con buen vino para dar
fuerzas y calor al viajero…
Caminaba un peregrino
en una noche serena
37
con la calabaza llena
de muy exquisito vino.
La sed le salió al camino
y él de apagarla dio traza
hizo al cielo puntería:
y así a un tiempo veía
estrellas y calabaza.
Y romántico hasta extremos exagerados fue también
nuestro poeta Aurelio Aguirre, organizador junto al
estudiante Eduardo Pondal del liceo de la juventud
de Santiago y del escandaloso Banquete de Conxo, un
acto que removió los cimientos de la anquilosada sociedad compostelana. Al exaltado Aurelio Aguirre le
debemos estos versos dedicados a la gesta del Batallón Literario, formado para luchar contra las tropas
de Napoleón por los universitarios de la ciudad, de los
cuales ni uno solo pudo regresar vivo a su casa…
…Tú también Compostela… que lo cuente
el sacrosanto templo de la ciencia,
que oyó en sus claustros resonar valiente
el grito de la santa independencia
que en defensa de los patrios lares
alzaron con honor los Escolares.
38
En el siglo XIX apenas si la ciudad recibía algún que
otro visitante. Tras la pérdida de la capitalidad de
provincia y de las rentas del Voto de Santiago, Compostela vivía un soñoliento ocaso, y es justamente
entonces, en medio de este declive, cuando ve la luz
en una humilde casa de las afueras de la ciudad una
niña de padre desconocido a la que bautizaron en la
capilla del Hospital Real con el nombre de Rosalía.
Claro que, por fortuna, el talento no sabe nada de
apellidos ni alcurnias y Rosalía de Castro fue agraciada con un inmenso talento para la poesía. A ella le
debemos algunos de los versos más hermosos que se
han dedicado a Compostela y a sus rincones, como
aquellos que dedicó en su poemario “A orillas del
Sar” al espectacular retablo de Santa Escolástica que
el escultor José Ferreiro esculpió en la iglesia de San
Martín Pinario…
…¡Ya no estaba sola…! En armonioso grupo
como visión soñada, se dibujó en el aire
de un ángel y una santa el contorno divino,
que en un nimbo envolvía, vago, el sol de la tarde.
…o aquellos otros tan recordados en los que Rosalía
mostraba su asombro por la obra maestra de Mateo
que son, sin ninguna duda, las palabras más hermosas
que le han dedicado jamás al Pórtico de la Gloria…
¿Estarán vivos?, ¿serán de pedra
aqués semblantes tan verdadeiros,
aquelas túnicas maravillosas,
aqueles ollos de vida cheos?
Vós que os fixeches de Dios ca axuda
de inmortal nome, Mestre Mateo:
39
xa que ahí quedaches humildemente
arrodillado, faláime de eso;
máis co eses vosos cabelos rizos
Santo dos croques, calas… i eu rezo.
…así que a nadie le puede extrañar que nuestra poetisa sintiera tanta pena al verse obligada a alejarse de su
ciudad soñada, de la que se despidió en su obra “Follas
novas”, fechada en Santiago el 30 de marzo de 1880,
diciendo entre lágrimas…
¡Adiós! ...Cuando vuelva, si vuelvo, todo estará
donde estaba: Los mismos montes negros y las
mismas alboradas, del Sar y del Sarela mirándose
en las aguas; los mismos verdes campos, las
mismas torres pardas de la catedral severa oteando
la lontananza...
Pero no hay que ser nativo de Santiago para sentirla,
tan solo se requiere vista, olfato, oído, tacto, gusto y
una pizca de sensibilidad, cualidades que a buen seguro tuvo la coruñesa Emilia Pardo Bazán puesto que, de
no ser así, jamás habría dicho que…
40
A la luz del sol, la Jerusalén de Occidente (...)
parece venerable y pacífica, sin austeridad ni ceño;
pero en las largas noches invernales, cuando en las
angostas calles se espesa la oscuridad y la enorme
sombra de la catedral se proyecta en el piso de la
Quintana de Muertos, y el reloj cuenta las horas
Parteluz del Pórtico da Gloria
—
41
con lengua de bronce y la luna vierte vaporosas
olas de luz sobre las caladas torres, la impresión
que produce Santiago es solemne…
…esta es la impresión que la ciudad le causaba al estudiante que doña Emilia hizo protagonista de su
“Pascual López. Autobiografía de un estudiante de
Medicina”. Y es que, si bien es cierto que en el siglo
XIX Santiago había dejado de ser el gran centro de
peregrinación del Occidente, no faltaban en sus venerables rúas otros “peregrinos” más alegres que los de
tiempos pasados aunque seguramente mucho menos
piadosos. Eran los estudiantes que acudían cada otoño a sus aulas y claustros, que hacían penitencia por
sus tabernas, que organizaban una tuna por menos de
nada cuando había que cantar bajo la ventana de alguna moza y que, en fin, escandalizaban a los respetables y serios vecinos de la urbe tal y como cuenta Alejandro Pérez Lugín en su novela “La casa de la Troya”.
La misma Emilia Pardo Bazán convierte a uno de los
protagonistas de su espléndida novela “Los pazos de
Ulloa” en un estudiante compostelano más preocupado por enamorar a su prima que por los encantos de
la ciudad o de los libros, motivo por el que la virtuosa
joven recrimina a su primo tanta desidia diciéndole…
42
…Desde aquí se ven las mejores calles… Ése es el
Preguntoiro; por ahí pasa mucha gente… Aquella
torre es la de la catedral… ¿Y tú no has ido a la
catedral todavía? Pero ¿de veras no le has rezado
un credo al santo apóstol…? Vaya, vaya… Tengo
yo que llevarte allí para que conozcas al santo y lo
abraces muy apretadito… ¿Tampoco has visto aún
el casino? ¿La Alameda? ¿La Universidad? ¡Señor,
si no has visto nada!
También don Ramón María del Valle-Inclán fue un
estudiante en Compostela y a buen seguro que aquí
disfrutó de sus buenas noches de farra después de
asistir, desde el gallinero del Teatro Principal, a algún
estreno. Años después, así imaginó don Ramón a la
ciudad de sus años de colegial…
…Rosa mística de piedra, flor romántica y tosca,
como en el tiempo de las peregrinaciones conserva
La catedral de Santiago de noche desde la Praza da Quintana
—
43
una gracia ingenua de viejo latín rimado. Día por
día, la oración de mil años renace en el tañido de
sus cien campanas, en la sombra de sus pórticos
con santos y mendigos, en el silencio sonoro de sus
atrios con flores franciscanas entre la juntura de
las losas, en el verdor cristalino de sus campos de
romerías, con aquellos robles de excavado tronco
que recuerdan las viviendas de los ermitaños.
En esta ciudad petrificada huye la idea del
Tiempo. No parece antigua sino eterna. Tiene la
soledad, la tristeza y la fuerza de una montaña.
No solo los pasillos y las aulas de la Universidad
vieron pasar a nuestros poetas, también el viejo
caserón renacentista del Colegio de San Clemente,
sede del único instituto de enseñanza media que la
ciudad tenía entonces, vio cómo por allí dio sus primeros pasos literarios Manoel Antonio, a quien le
parecía que…
…Ista cidade… dorme sonos antigos…
…mientras que Ramón Cabanillas, quien también
pasó parte de su juventud en Compostela tratando de
seguir una carrera eclesiástica que luego abandonó,
trazaba un paralelismo entre la experiencia de los peregrinos y la experiencia de la propia vida al decir…
44
…Camiño de Santiago, Camiño longo, Camiño
das nosas vidas.
El que también se paseó por las calles de la ciudad
para contemplarla desde el balcón de la Alameda allá,
en los primeros años del siglo XX, fue don Miguel de
Unamuno, que allí se detuvo y escribió…
…y vista la ciudad desde el paseo de la Herradura,
semeja un gran bosque oscuro de piedra,
destacándose sobre la verdura riente de la
campiña.
Por esas cosas que tiene el azar, en Santiago vino al
mundo accidentalmente el padre de los hermanos
Machado y uno de ellos, Manuel, fue durante un mes
escaso bibliotecario en la Universidad compostelana,
tiempo insuficiente para apreciar toda la riqueza de
la ciudad a la que, sin embargo, le dedicó este exaltado poema…
¡Oh, callejas sonoras,
por donde el agua eternamente corre!...
¡Y al caer de las horas
de la lenta campana de la torre,
quedándose en el aire, soñadoras,
en estas tardes blancas como auroras!
¡Oh, Quintana de Muertos; oh, palacio
de Gelmírez; oh, piedra suntuaria,
lujosa piedra, piedra, igual y varia,
matizada del gris hasta el topacio!
¡Oh, gárgola mingente en el espacio
con la ruda impudicia milenaria!
45
…el cual dice mucho de la capacidad observadora de
don Manuel Machado, quien en tan fugaz visita tuvo
tiempo incluso de descubrir las impúdicas gárgolas
del Hospital Real, colgadas desde hace siglos en el espacio para miccionar (y no solo miccionar) el agua de
la lluvia que baña eternamente las piedras de Compostela.
Menos escatológico pero más lírico se mostró don Antonio Machado en estos otros versos que escribió en
sus “Coplas elegíacas”…
Verás la maravilla del Camino,
camino de soñada Compostela.
¡Oh lirio y oro! Peregrino
en un llano entre copos de candela.
…unos versos que parecen recordarnos a aquellos
otros, tan machadianos, de caminante no hay camino,
se hace camino al andar. La diferencia aquí es que a
Compostela por supuesto que hay camino, una ruta
hecha por millones de peregrinos a lo largo de los siglos y cuyas ramificaciones se extienden por toda Europa. Por eso encontramos referencias a ella en dos
autores europeos tan fundamentales por su contribución a la renovación de la narrativa contemporánea
como Marcel Proust y James Joyce.
46
Varias son las menciones a Santiago que hace Joyce
en su monumental novela “El Ulises”, pero tomare-
mos la siguiente a modo de ejemplo…
La mano cohibida de Stephen se movió sobre las
conchas… Una reserva de viejo peregrino, tesoro
muerto, conchas vacías.
Y en cuanto a la no menos monumental obra de Marcel Proust “En busca del tiempo perdido” encontramos esta otra…
Esos bollos… que llaman magdalenas, que parece
que tienen por molde una valva de concha de
peregrino.
Llegamos así en nuestro recorrido por los caminos
de la literatura hasta el año 1932. En España se viven
tiempos de cambio, la república lucha por asentarse
en una sociedad convulsa mientras que en las artes
algunos jóvenes talentos tratan de renovar la cultura
La concha es uno de los símbolos del Camino de Santiago
—
47
de un país estancado en el siglo XIX. En el campo de
las letras esta renovación viene de la mano de los integrantes de la Generación del 27 y precisamente uno
de estos poetas, quizá el más famoso y universal de
todos ellos, Federico García Lorca viene a Compostela
en 1932 a dar una conferencia. Lorca quedará tan fascinado por la ciudad que, tres meses después, vuelve
con su compañía “La barraca”, que monta su tablado
en la plaza de la Quintana. La magia de esta plaza y
de la ciudad llevará al poeta a escribir en gallego su
libro “Seis poemas gallegos” en el que podemos leer
algunas de las más bellas palabras dedicadas jamás a
Compostela. En la “Canzón de cuna pra Rosalía Castro, morta” Federico parece cantar un triste villancico
cuando dice aquello de que…
Os arados van e vén
dende Santiago a Belén.
Dende Belén a Santiago
un anxo ven en un barco.
Un barco de prata fina
que trai a door de Galicia.
48
…pero seguramente el más lorquiano de los seis poemas gallegos es aquel en el que el poeta entrevé en sus
ensoñaciones a la luna danzando en la Quintana. La
luna de Lorca es la Muerte, la misma que venía a la
fragua con su polisón de nardos para llevarse, cogidito de la mano, al niño que allí dormía. ¿Y en qué lugar
podría la muerte danzar su triste baile si no es en la
Quintana dos Mortos?
¡Nai: É a lúa, é a lúa
na Quintana dos Mortos!
¡Si, a lúa, a lúa
coronada de toxos,
que baila, e baila, e baila
na Quintana dos mortos!
También la lluvia es parte perenne del paisaje compostelano y Lorca la imagina cayendo suave, incansablemente, tanto de día como de noche, sobre la ciudad
dormida…
Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ô sol.
Chove en Santiago
na noite escrura.
Herbas de prata e de sono
cobren a valeira lúa.
Pero, en realidad, no le hacía falta al poeta contemplar
la ciudad con sus propios ojos para evocarla en sus
poemas. En 1918, mucho tiempo antes de visitarla, ya
había dedicado esta balada al Camino y a su leyenda…
49
Esta noche ha pasado Santiago
su camino de luz en el cielo.
Lo comentan los niños jugando
con el agua de un cauce sereno.
¿Dónde va el peregrino celeste
por el claro, infinito sendero?
Va a la aurora que brilla en el fondo
en caballo blanco como el hielo.
Otro miembro de esta misma Generación del 27, Gerardo Diego, quedó hechizado por la lluvia y la magia
de la ciudad y acabó dedicándole un libro de poemas
al que tituló “Ángeles de Compostela”. En él podemos
leer que el poeta que imaginó al ciprés de Silos convertido en una lanza que apuntaba al cielo, también
se asombraba ante las torres de la catedral, que crecían en la noche para dirigirse hacia las estrellas…
Aquella noche de mi amor en vela
grité con voz de arista aguda y fría:
-“creced, mellizos lirios de osadía,
creced, pujad, torres de Compostela.
50
Aunque no solo los jóvenes poetas del 27 visitaban la
ciudad en la década de los años treinta del siglo pasado.
Un periodista y escritor norteamericano, conocido por
su afición a la bebida y a la fiesta, también se dejó caer
por estas tierras para pescar y, de paso, admirar sus tesoros. Este periodista se llamaba Ernest Hemingway y
confesaba que…
Reconozco la puerta principal de la catedral muy
fácilmente... y creo que la quiero más y significa más
para mí que cualquier otro edificio en el mundo.
También desde la otra orilla del océano llegó don Alejo Carpentier, que en un cuento llamado “Camino de
Santiago” nos contaba que…
Por caminos de Francia va el romero, con las manos
flacas asidas del bordón, luciendo la esclavina
santificada por hermosas conchas cosidas al cuero,
y la calabaza que solo carga agua de arroyos.
…y en el mismo relato aparece este grito desgarrador
de un soldado empujado a peregrinar para expiar sus
pecados…
La catedral de Santiago desde la Praza do Obradoiro
—
51
¡El Camino de Santiago! – gimió el soldado,
cayendo de rodillas ante su espada, clavada en el
tablado del piso, cuya empuñadura dibujaba el
signo de la cruz.
…y es que, como ya decía don Álvaro Cunqueiro, que
sabía de todo y de todo hablaba con su habitual retranca…
…A Compostela se acerca uno como quien se acerca
al milagro.
…mientras que don Celso Emilio Ferreiro, dejándose
llevar por su vena lírica y profunda, decía de esta ciudad que era…
Santiago, mar de pedra
estremecida de vento.
Claro que si un autor se ha ocupado de Compostela en
sus múltiples formas, de lo que ha sido, de lo que es,
de lo que significa, ese es, sin lugar a dudas, don Gonzalo Torrente Ballester, que nos dejó en “Compostela
y su ángel” esta visión de eternidad…
52
Compostela se hace en torno a la campana. La
campana lo va creando todo, día a día, siglo a siglo,
sin más que dar las horas. Y la niebla es el caos
donde la campana va sacando las cosas. Primero,
su propio bronce sonoro, la torre de donde pende,
y su nombre. Después, las piedras labradas, las
bóvedas, las cresterías, las fachadas y los patios.
Por último, las callejuelas y las plazas, y los santos
en las hornacinas, y los que desprovistos de ella,
son ornato de portadas, y esos otros que aparecen
perdidos en un lienzo de pared, venidos Dios
sabe de dónde, con señal de los siglos en el rostro
mutilado o gastado.
…porque ¿qué es Santiago de Compostela para don
Gonzalo? Pues bien, Santiago es la Villasanta de la
Estrella de su “Saga/fuga de J.B.”, hermoso nombre
literario que nos dejó para que lo usemos si algún día
nos cansamos del antiguo término medieval de Compostela. Es la misma Villasanta de la Estrella que protagoniza su visionaria “Fragmentos de Apocalipsis”,
Numerosos escritores gallegos han recorrido las calles empedradas de la ciudad
—
53
o la ciudad que vio pasar a Rosalía de Castro en “El
Santiago de Rosalía”, pero esta ciudad tiene también
mucho que ver con la mítica e extraordinaria Castroforte del Baralla, descubierta por él en la “Saga/fuga
de J.B.” que, sin ánimo de entrar en polémicas, es
una vieja ciudad gallega que levita cuando le viene en
gana, capital de una quinta provincia gallega que en
Madrid declaran no conocer y que guarda un cuerpo
santo llegado hace siglos en una barca de piedra que
los de Villasanta se mueren por poseer. Pero es que
esta Castroforte del Baralla tiene también un callejón
de “Sal si puedes” y un barrio habitado por prostitutas que –mire usted por dónde– resulta que se llama
“Pombal”. No en vano el bueno de don Gonzalo acabó
dejándole a Compostela su legado en forma de fundación, hermoso regalo que esta ciudad nunca terminará de agradecer.
54
También tiene una fundación no muy lejos de aquí
otro contador de historias cuya familia llegó a Galicia
hace más de siglo y medio para construir un ferrocarril entre Santiago y Carril y acabaron quedándose a
medio camino. El nieto de mister John Trulock fue
un extraordinario novelista gallego, nada menos que
don Camilo José Cela (y Trulock) quien, de tan gallego que era, terminó por ser universal y premio nobel
por añadidura. Don Camilo, que era amigo de echarse
a los caminos y dejarse llevar, se fue “Del Miño al Bidasoa” expresando con estas palabras su admiración
por la ciudad…
55
El vagabundo, antes de meterse en la catedral, a
dar gracias al Santo por conservarlo vivo, un poco
triste y decidor, quiere contar las incontables losas
de Santiago, las piedras, una a una, de la Plaza
Cuadrada, que es más bella, según los sabios,
que la de San Pedro en Roma, o las de la Plaza de
los Literarios, que es más entrañable, según los
poetas, que la de San Marcos de Venecia.
Es posible que este vagabundo, que pasaba por el
Obradoiro contando cada una de sus losas, se cruzase
en su camino con un profesor que también sentía admiración por esa plaza compostelana, de lo que queda
constancia en el siguiente texto que nos dejó…
A la noche, la mayor romería de Galicia en la
Plaza de Obradoiro, resonante de canciones
aldeanas, iluminadas por la más “enxebre”
pirotecnia gallega. Aunque tengáis asiento en
los balcones del Consistorio –amplio palco para
estas fiestas, ideado por los Lemaur en la época
neoclásica–, mezclaos con el gentío, participad
en sus cantos y enmudeced con él, cuando una
ráfaga de bengala trueque en cristales las
piedras labradas bajo el magisterio de Andrade
y de Casas Novoa. Y esperad, participando en el
tradicional refresco del Concejo, a que ardan los
arabescos de la gran “fachada” que se monta ante
la Catedral.
El profesor era –como muchos sabrán ya– Filgueira
Valverde, que tras fundar aquí al lado, en Ortoño,
el Seminario de Estudos Galegos se pasó la vida haciendo mil cosas, y una de ellas fue escribir “El libro
de Santiago”. Junto a él se encontraban en el viejo
Seminario nombres como Daniel Rodríguez Castelao
y Otero Pedrayo. Y mientras don José Filgueira se
extasiaba con los fuegos del 24 de julio, don Daniel
en cambio parecía preferir la mañana del día de Santiago y de Galicia con su concierto de campanas en la
catedral…
Por eso a muiñeira de campás, iniciada en
Compostela, vai rolando por toda Galiza…
El tercero en discordia, don Ramón Otero Pedrayo,
también admiraba el Obradoiro, pero a él parecían
gustarle más las noches tranquilas. Por eso solía pasear en medio de la oscuridad por la rúa da Conga
y saludar, quitándose el sombrero, al solitario farol
que cuelga del muro del convento de San Paio al final de la Rúa Nova. Él también imaginó en “Arredor de sí” a un vagabundo que, al contrario que el
de Cela, no parte de Compostela sino que llega a ella
para finalizar su camino ante la puerta de la catedral, en la que…
56
Adiviña algo maravilloso no Obradoiro; a face
esculturada misturábase e erguíase sen término
con arquitecturas de noite e de estrelas.
Mucho más escueta fue la novelista francesa Marguerite Yourcenar, autora de “Opus Nigrum”, quien
pidió a través de uno de sus personajes al comienzo
de su novela…
Orad por mí en Compostela.
Al igual que el sabio de don Ramón Otero, también el
poeta irlandés Seamus Heaney, premio nobel de literatura, prefería las noches tranquilas de invierno para
paserse por el Obradoiro aunque tuviera que abrigarse de esta lluvia nuestra, por eso decía que…
O que queda dentro de min dos días que pasei
en Santiago
é a chuvia da medianoite azoutando
a gran praza.
…mientras que otro poeta, Uxío Novoneyra, procedente del Courel pero enamorado de esta Compostela en la que vivió, no disfrutaba del agua de lluvia
sino de la nieve y así era cómo lo expresaba en su libro “Os eidos”…
Estou en Compostela
vendo nevar no Courel…
Otro premio nobel que paseó por estas tierras –hace
ya un tiempo de eso– fue Gabriel García Márquez, que
dejó escrito para que todos lo supieran que Santiago…
57
…es una ciudad viva, tomada por una
muchedumbre de estudiantes alegres y bulliciosos,
que no le dan ni una tregua para envejecer…
…y es que también el gran novelista colombiano se
dejó atrapar, como tantos otros visitantes antes que
él, por la grandiosidad del Obradoiro, que lo llevó a
confesar que…
…siempre he creído, y lo sigo creyendo, que no hay
en el mundo una plaza más bella que la de Siena.
La única que me ha hecho dudar es la de Santiago
de Compostela, por su equilibrio y su aire juvenil,
que no permite pensar en su edad venerable, sino
que parece construida el día anterior.
58
Para los que vivimos en Compostela la figura de José
Saramago resulta entrañable, muchas fueron las ocasiones en que don José se dejó caer por aquí, donde incluso un centro sociocultural lleva su nombre.
Como buen portugués, Saramago no dejó jamás de
mostrar su cariño por esta ciudad, y ello a pesar de
residir durante los últimos años de su vida en un lugar tan distante como la isla de Lanzarote. Pero mucho antes de este voluntario destierro, Saramago se
dedicó a recorrer los caminos de Portugal como antes hiciera don Camilo por la Alcarria o el norte de
España (por lo que se ve, eso de echarse a caminar
es cosa que comparten los peregrinos y los premios
nobel). La experiencia le sirvió además para escri-
bir un “Viaje a Portugal” en el que Santiago –que no
es ciudad portuguesa pero, para el caso, es como si
lo fuera– aparece en un buen número de ocasiones,
por ejemplo aquella en la que dice don José para sus
adentros…
…Si el viajero no se engaña, Braga comenzó
por querer no quedar atrás de Santiago de
Compostela…
...lo cual no está nada mal si tenemos en cuenta que
Braga –la Bracara Augusta de los romanos– es más antigua que Compostela y que, por ese motivo, don Diego Gelmírez se fue allá para nutrirse de un buen número de reliquias, de las que la vieja urbe portuguesa
estaba bien surtida.
También en portugués, aunque con diferente acento,
escribió Paulo Coelho un libro de gran éxito en todo el
mundo contando la experiencia de una extraña peregrinación. La novela se titula “El peregrino a Compostela. Diario de un mago” y en ella nos dejó su autor
esta perla…
…Santiago no es el final del camino, es el principio...
…sentencia con la que no podríamos estar más de
acuerdo pues, si algo reconocen todos aquellos que
han vivido la experiencia de peregrinar hasta la tumba del fin del mundo, es que el Camino les dejó una
59
huella imborrable que cambió para siempre sus vidas.
También el protagonista de “Los otros días”, la novela
por la que Alfredo Conde recibió el Premio Nadal, hace
a su modo una peregrinación para reencontrarse con
su pasado en una ciudad que merece ser considerada
por el autor como La Ciudad, así, con mayúsculas. La
Ciudad de Alfredo Conde…
…es solemne. Todo piedra. Las rúas son de piedra,
de piedra las casas; incluso los techos de las iglesias
son inmensas bóvedas pétreas…
¿…qué ciudad es ésta? La pregunta nos viene a la
mente cuando leemos que…
…en el recuerdo, La Ciudad es silenciosa. Todo
viento. Las torres son de viento, de viento son las
campanas…
…un viento que recorre silenciosamente La Ciudad,
que se comporta caprichosamente, que hace lo que
quiere, lo que le da la gana y, después de hacerlo, se
marcha como ha venido, aunque…
60
…no sabemos por dónde…: si por la Porta da
Mámoa, si por la de Mazarelos o por la de A pena;
algunos, a veces, están seguros de que se fue por la
de O Camiño; otros, seriamente, afirman que, en
tal día, lo hizo por la Faxeira y así, hasta nueve.
Pero nadie discute si se fue por una, o si se fue por
otra, porque eso ni se sospecha. Se sabe que se fue
el viento, pero no por dónde…
…y –¡mira tú por dónde!– resulta que al final descubrimos que La Ciudad por excelencia, la ciudad que no necesita que se la nombre puesto que Ciudad como ella
no hay más que una, es Santiago. La misma ciudad que
protagoniza otra novela de don Alfredo, “Xa vai o grifón no vento”, solo que esta otra Compostela de la que
nos habla la novela no es la de nuestros días sino la del
siglo XVI. De su protagonista nos cuenta el autor que…
…agora está en Santiago de Compostela, mentres
chove. Vese o Pórtico, ó que unha raxeiriña de sol
doura e mornece.
Por aquel entonces la plaza más grande y principal
de cuantas rodean la catedral (con permiso de todas
las demás) no era como ahora, y así la describe Alfredo Conde…
…A praza do Obradoiro que se abre ó
campo coma se fose unha praia femia
das moitas que no país hai…
...que es, sin duda, una muy curiosa imagen, pues a
buen seguro que a nadie se le había ocurrido antes
comparar el Obradoiro con una playa. En cambio, Manuel Rivas compara a la ciudad con una rosa (“La rosa
de piedra”) y de ella dice…
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…Santiago de Compostela es una creación
sorprendente. Nació de una estrella que indicaba
una tumba y floreció sobre ese sepulcro. En todo
caso hablamos de una obra abierta, con páginas de
cronología en espiral que se solapan como pétalos
de una enigmática rosa...
…y vaya si hay páginas que se ocupan de Compostela y
de todo lo que ella supone. Solo por mencionar algunas
de las más recientes ahí están “El peregrino” de Jesús
Torbado; “Iacobus” de Matilde Asensi; “El ángel perdido” de Javier Sierra; “Ultreya” de Luis Carandell; “Trece
campanadas” de Suso de Toro; los tres libros sobre “El
Camino de Santiago. Camino francés. Vía de la Plata.
Camino portugués” de la escritora coreana Kim Hyo
Sun; “El Camino” de la actriz norteamericana Shirley
MacLaine; “Mi viaje por el Camino de Santiago” del alemán Hans Peter Kerkeling y un sinfín más. Pero mencionaremos un libro en especial por su repercusión en
todo el mundo, “Los pilares de la tierra” de Ken Follet,
novela en la que su protagonista, el hijo de un juglar
desconocido, viene a Compostela en busca de sus orígenes porque, como todo el mundo sabía entonces…
…¿Dónde narran sus historias los juglares? En el
camino de peregrinos a Santiago de Compostela…
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…y cuando el peregrino, un arquitecto que deseaba
edificar la catedral más bella del mundo, llega aquí
descubre que…
…Santiago era de aquellas iglesias que lo dejaban
a uno sin respiración…
Y así hemos llegado al final de nuestra peregrinación.
Éstos han sido los mil años de literatura alrededor de
Compostela y su Camino.
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