APUNTES PARA LA HISTORIA EL HEROISMO MAXIMO DEL GENERAL AL VARO OBREGON IMPRESO EN LOS T ALLER.ES n:m LA IMPR~NTA NACIONAL A.'1e. lnd~pendenci~ 802 :.: Mexicali~ B. Cfa. Con respetuoso afecto dedico el presente relato al señor General y Gobernador del Distrito Norte de la Baja California, Abelardo L. Rodríguez, hODlbre progresista y de reconocida honorabilidad revolu.. cionaria. Mexica~ B. C., septiembre de 1927. RAUL H. LEON. A MANERA DE INTRODUCCION Los hechos que relata en éste pequeño libro Raúl Hernández León, dignos son de la Epopeya; porque en ellos palpita no solamente el heroismo de un Hombre, sino el de toda una Nacionalidad; más aún: el de toda una Raza. Pero si la reseña histórica del modesto ciudadano que supo exponer su vida al lado del Vencedor de Celaya, Ocotlán y V~cam, no tiene las intensas vibraciones de un canto épico, en cambio, la tragedia misma ilumina con su luz propia los marcos de la sencilla narración. La crítica no ha de ocuparse de mi humilde trabajo -nos ha dicho Hernández León; -pero si lo hace, cosa será que he de agradecerle; pues yo no he pretendido más que rendir un homenaje de admiración y respeto, al Gran Soldado cuya fuerte personalidad se impuso a la barbárie; salvando de la muerte a quinientos pasajeros que iban a ser pasados a cuchillo. Además -terminó diciéndonos,-creo contribuir con mi grano de arena para la Historia, al dar a luz éstos apuntes sobre "El Heroismo Máximo del General Alvaro Obregón". Mexicali, B. C., Navidad de 1927. FACUNDO BERNAL. = --- --= ---- -- = === - --- = - === - SOSPECHOSOS MOVIMIENTOS DE LOS YAQUIS. JUAN RIVERA Y SU ESCOLTA SALEN PARA HERMOSILLO Encontrándome a las órdenes del señor Alejo Bay, Gobernador Constitucional del Estado de Sonora, fuí designado Jefe de la Gendarmería Fiscal en la zona sur, aba.rcando el Valle del Yaqui. A principios del mes de septiembre de 1926, fuÍ llamado con urgencia por los Presidentes Municipales de Cócorit y Bácuhm, quienes me pidieron pasara a Hermosillo, y en su representación, solicitara del señor Gobernador armas y parque; pues segun me manifestaron, temían un ataque de los indios yaquis. El día 6 del mismo mes y año, y antes de salir para la Capital del Estado, los vecinos del pueblo de Bácum se alarmaron, al notar que en el campamento de los yaquis situado en la márgen Norte del Río, se preparaba un asalto. Inmediatamente -4me trasladé al Cuartel del 12°. Regimiento a las órdenes del General Alberto Montaña establecido en Esperanza, y le comuniqué lo que pasa.ba; autorizándome para que investigara sobre el particular. Fui al campamento yaqui para darme cuenta exacta de las informaciones que habia recibido; pero no se veían preparativos bélicos de ninguna naturaleza. El Capitán Yaqui Espinosa, platicó conmigo en la mej ar armonía, y todo parecía indicar que aquello estaba tranquilo. El día 9 del mismo mes de septiembre tomé el tren del Sur para trasladarme a Hermosillo, a fin de dar cumplimiento a la comisión que me habían confiado los C. C. Presidentes Municipales antes mencionado:::;; quedando encargado accidentalmente de la gente a mis órdenes, Narciso N orsagaray, que fungía como Sub-Comandante Fiscal. En Estación Vícam, tomó el mismo tren en que yo viajaba, el consejero principal de la tribu, Juan Rivera, acompañándolo cincuenta yaquis muy bien armados. En el trayecto hasta Hermosillo conversamos Rivera y yo; pero no pude traslucir sus planes. Llegamos a nuestro destino en la noche; y al día siguiente procuré entrevistar al señor Gobernador Bay; habiéndome informado el Secretario General de Gobierno Tomás Balderrama, que dicho -5-funcionario se encontraba en Nogales; y me indi· có que creía prudente me trasladara a aquella dudad en el siguiente tren. Así 10 hice, y el señor Bay me autorizó para que a nuestra llegada a Hermesillo, pidiera en el depósito del Gobierno armas y parque. Ese mismo día arribó el señor General de DiVI· sión Alvaro Obregón, acompañado de su Ayudante Homobono Márquez; y en igual fecha, o sea el 11 de septiembre, tomanos el tren en Nogales rumbo al Sur. Por el señor Gobernador Bay, supimos el Mayor Alfonso Leyzaola y el suscrito, que el Genera! Obregón viaj aba en el mismo tren; recibiendo yo órdenes de continuar mi viaj e al Sur de Hermosillo para prestar mis servicios en caso necesario. Entre las estaciones del ferrocarril Selva y Pes. queira, había algunos deslaves; por lo que el tren llegó retrasado cuatro horas a Hermosillo; pasan.. do por aquella ciudad como a las cuatro de la mañana, en lugar de la hora anunciada. Segun se averiguó despues, parece que el plan de Rivera y sus cincuenta indios, era tomar el tren en que via· j aba el General Obregón, y una vez en sus dominios, quedar en posesión del convoy sin ninguna dificultad; pero, como dije antes, el tren llegó re. trasado, los yaquis se durmieron y fracasó su plan. Arribamos a Guaymas como a las ocho de la ma- -6ñana del día 12. Me apercibí de que en el andén de la Estación se encontraban algunas personas prominentes; le pregunté al Mayor Ley%aola a qué obedecía a.quello, y me contestó que al General Obregón se le había ofrecido un barco para que se tra~ladara al Puerto de Yavaros; pues se tenlÍa un asalto de los yaquis ; pero el General no aceptó ese ofrecimiento; concretándose a dar las gracias y a pedir al General Francisco R. Manzo, ,Jefe de las Operaciones Militares en Sonora, le proporcionara una escolta. IIIJ""~""IIIIIIJ''''''''I'11 1 ~ij',II~ij',1 h ...... tI h ....... 1 -7- UNA COMIDA INTERRUMPIDA. EL ASALTO AL CONVOY EN VICAM Y LAS NEGOCIACIONES CON MATUS Proseguimos el viaj e sin novedad; pasando to.. das las estaciones antes de llegar a Vicam, sin notar nada anormal. Minutos antes de nuestro arribo a dicho pueblo, me dice Leyzaola: -Compañero: cómo hace tiempo que no 110S dan un susto. -Ni falta hace, compañero- le contesté. Leyzaola y yo militamos a las órdenes del General Iturbe en Sinaloa, y allá nos conocimos. Alfonso se separó del Ej ército y en la época a que se refiere éste relato, se dedicaba a la exportación de toma tes y al comercio en general. En el tren en que viajábamos iba., por cierto, un cargamento de quesos que Leyzaola compró en Estación Santa Ana para su mejor venta. A las doce horas llegamos a Vícam. Como de costumbre, se procedió a la carga y descarga del Express; baj aron algunos pasaj eros y se ero barearon otros. -8En el carro-comedor y ante una de las nlesas de éste departamento, nos encontrábamos acompañando al General Obregón, un agente viaj ero Horte-americano, que se instaló a la izquierda del General, Romobono Márquez al frente y en la nlisrna mesa; Leyzaola y yo, dando el frente al General, qUIen nos había invitado a comer. Me preguntaba el señor General Obregón si había estado en ~u casa y visto a sus niños; y apenas le había contestado que su familia estaba bien, cuando de improviso se presentaron j unto ~l carrocomedor y en dirección al General, varios indios yaquis a caballo y con divisas rojas en el sOlubrero. Al verlos, dijo el General Obregón: -Solo cuando van a entrar en guerra se ponen los yaqnis esos distintivos. En aquel preciso instante aparecen en el carro dos indios acompañando al anciano conductor del tren Mr. J ackson. Se dirij en al General Obregón y le dicen: -Traemos una comisión del Cobanagua. (El Jefe Mátus) El General se levantó, y Leyzaola me hizo señas con los ojos para que lo siguiera; entró al pulman y luego se dirijió al gabinete que ocupaba Homobono Márquez. Entre tanto yo lo seguía sin perderlo de vista. Los dos yaquis seguían tambien al General Obregón, y Márquez para que ellos no se dieran cuenta, me dij o : -9-Listo con "muelas." Listo estoy, -le contesté. Los comisionados se acercan al General y le di.. cen: -General: el Cobanagua detiene éste tren por.. que en Hermosillo tienen preso al pariente Rivera y su gente. -Yo ignoro eso que Ustedes me dicen: -les contestó el General,-pero creo que no están detenidos; lo que pasa es que el Gobernador Bay hasta anoche llegó a Hermosillo, precisamente en éste tren, y el pariente Rivera necesita la firma del Gobernador para que se les den sus haberes; pero si U stedes gustan le telegrafiaré a Bay para que mande poner un tren especial a disposición de Rivera. Los comisionados yaquis dij eron que iban a dar cuenta al "Cobanagua" Mátus, y salieron del tren rumbo al Cuartel yaqui, que estaba como a cien metros del convoy. Llega el conductor Mr. Jackson y le dice al General Obregón: -Estos yaquis quieren matarnos; tienen en su poder al maquinista, al fogonero y a un garrotero. Además en la. máquina pusieron una escolta. Si U sted gusta, General, yo echo a correr el t.ren. -No señor J ackson- le contestó el General,es mejor esperar el resultado un poco más tarde. -10Regresaron los comisionados yaquis y manifestaron: -Dice el "Cobanagua" Mátuz que pase Usted al Cuartel; contestándoles el General: -Creo más prudente que venga el General Mátuz aquÍ. Los comisionados se retiran de nuevo. Salimos a la plataforma del tren; y el General nos aice a I-Iomobono Márquez y a mí: -Esto no tienEremedio; tenemos que morirnos. En ese momento sentí el frío de la muerte hasta en la raiz de les cabellos; pero me repuse en seguida; fue cos~ de unos cuantos segundos. -Mi General, -le dijc-, Usted me conoce relativamente poco; pues nunca me he encontrado a su lado en los combates. Suplico a Usted acepte mis humildes servicios, y hacerme el honor de morir al lado de Usted. -M ucho agradezco su coo¡:eración para la defensa del tren-me contestó,- y desde luego la U8epto. Y oontinuó :-Lo que siento en éste mo· mento es n(d tener una arma; pues prefiero darme un tiro ant-es -que caer en manos de esos salvaj es. -Mi General -le dij e-, aqui tiene Usted mí pistola. La aceptó, y yo se la fajé con mi cinto obedeciendo una indicación suya. En aquel momento llegó Leyzaola, y tambien ofreció su ayuda manifestándole al General Obregón, que se encontraba fuera de servicio, pero que estaba a sus érdenes. -11--Lo acepto, compañero- dijo el General. Llega Mr. Jackson una vez más, y dice un tanto alarmado: -Los yaquis dicen que nos cortarán a todos la cabeza. El General le contestó sonriendo: -Tiene que sudarles mucho el copete. Había transcurrido como una hora y las cosas seguían en igual estado. Por fin regresa la. comisión yaqui y le dice al Ge.. neral Obregón que el Jefe Mátus está de acuerdo en que se ponga el mensaje al Gobernador Bay. En el Gabinete nos encontrábamos cambiando impresiones con el General Obregón, el General Antonio Armenta, el Mayor Alfonso Leyzaola, Homobono Márquez, un señor de apellido Güereña que se portó activo y valiente, y el que suscribe. Inmediatamente fueron dictados por el General Obregón los siguientes telegramas: uno para el Gobernador de Sonora y el otro para el General Manzo a Guaymas. "Suplíco ordenar un tren especial para que salga a ésta Juan Rivera y acompañantes, pues nuestro tren encuéntrase detenido." El mensaj e al General Manzo fue una transcrip.. ción del anterior, con la oportuna y salvadora ano.. tación siguiente: -12"LO COMUNICO A USTED PARA QUE ACTIVE MOVIMIENTO." Sale la Comisión con los mensaj es en compañía del Conductor Jackson, y nos dice el General Obre, gon: -"Si logramos que nos pasen esos telegramas y que Manzo decifre la anotación, dentro de unas cuantas horas lo tendremos entre nosotros con tropas." El conductor del pullman Alfo!1s0 de la Fuente llega y le ofrece sus servicios al General Obregón, quien los acepta desde luego. Regresa Jackson y dice: -General: los mensaj es pasaron; y agrega: -Estos yaquis son muy malos; cuando paso entre ellos me atraviesan sus rifles. -Paciencia,-le contestó el Genera1-; no hay que desesperar; el tiempo en éste caso para nosotros es la victoria. En aquellos momentos llegó el telegrafista de la Estación, de apellido Encinas, y acercándose al General le dijo: -.l\Ii General: los mensaj es pasaron y procuraré comunicar a las tropas la situación del trén; pues los yaquis quieren principiar el ataque al obscurecer. Ya está acordado por los ocho Gobernadores de los ocho pueblos y el Cacique Mayor. Encinas se encontraba a las órdenes de los indios, y éstos -13le tenían alguna confianza. -Le estimo, mi ami.. go, su ofrecimiento-le manifestó el General-; pero procure obrar con mucho tacto. Pasan dos y media horas de angustiosa espera, sin operarse ningun cambio en la situación. I-Iabíamos baj ado del trén el General Armenta y yo, y estábamos sentados en los rieles de un "switch" que se encuentra paralelo a la vía directa, cuando llega un Teniente y le dice a Armenta: -Mi generál: \Se acabó el agua en nuestros carros. Entonces el General Armenta me suplica que proporcione agua a los soldados. A nuestro lado se encontraban infinidad de indios jóvenes pendientes de todo cuanto hablábamos. Aprovechando ésta circunstancia, le digo a un oficial, guiñándole . un OJO: -Compañero: tienen agua en el tanque que se encuentra cerca de las cuatro ametralladoras, que están en el primer carro de Usted. Naturalmente le dij e ésto para que los espías yaquis se dieran cuenta de que nos encontrábamos bien armados; pues en realidad, ni ametralladoras ni agua tenia.. mos. El oficial se retiró. A las cuatro y media de la tarde la situación no había cambiado. Estábamos con el General Obregón en su Ga.. binete, el General Armenta, Leyzaola, Márquez y yo, cambiando impresiones para formar el plan de -14defensa. Despues de corta deliberación, se tomaron los siguientes acuerdos: -15- SE ORGANIZA LA DEFENSA. UN GESTO HEROICO DEL GRAL. OBREGON El General Antonio Armenta tomaría la defensa de dos carros de segunda, uno de primera y el carro comedor; el pulman "Ingellow" quedaría. a cargo de un Capitan de la escolta, y como Ayudantes del General Obregón, Homobono Márquez y Alfonso Leyzaola; el suscrito, como Comandante de Ordenes. Aprovechamos los colchones, cobertores y cojines de los pullman para el atrincheramiento, y colocamos los velices de los pasajeros contra las paredes de los carros, a menera de barricadas. En las camas altas instalámos a la mayor parte de mu. jeres, niños y ancianos. En el convoy asaltado via~ j aban al rededor de quinientas personas. Los contingentes de tropa se distribuyeron como sigue: En el carro "Excelsior;" treinta y cinco; igual número en el "Ingellow" y los ochenta restantps en los demás carros a las órdenes del General .Al" menta. Solamente nosotros sabíamos de éstos pre- -16parativos bélicos; pues a la mayor parte del pasaj e se le informó que a causa de un deslave el tren no podía reanudar su marcha. Acaban de salir del Gabinete el General Arn1enta, Leyzaola y Márquez, cuando llega por la enésima vez el conductor Mr. J ackson, quien se acercó al General Obregón y le dij o: -General: dice el General Má tuz que pase Usted con él a su cuartel; con Usted tiene negocio. Jackson se retira; y el General Obregón n1e dice con asombrosa serenidad: -Compañero Hernandez León: parece que la manzana de la discordia soy yo; es preferible, por lo tanto, entregarme a éstos salvaj es para salvar el pasaje. -Mi General-le contesto-; a los yaquis nunca les falta pretexto para cometer sus fechorías. Creo por demás el sacrificio de U stect. En éste luomento,- continué-, en realiC1ad no son los ciento cincuenta de tropa, los que impiden a los yaquis emprender el ataque; lo que nos está salvando es la presencia de Usted; y para con1probar 10 que le manifiesto, haga algunas gestiünc\s relacionadas con el pasaje. Si Usted pretende entregarse a la furia de los indios para salvarnos; por lni parte no estoy conforme y abriré el fuego de una vez para que nos maten a todos. El General Obregón me ordenó que llarnara al -17cond uctor J ackson, y le dij o : -Diga Usted a l\látus que deje salir el trén con el pasaj e, y que me quedaré yo con mi gente. Jackson salió a cumplir su comisión. Entre tanto ya los pasaj eros se habían dado cuenta de todo. Eran como las seis y media de la tarde. El General Obregón recorria los carros alentando a, los pasaj eros, y dándoles esperanzas de salir con bien de aquella inminente tragedia. Entre otras cosas, les decía: -"Antes de que los indios vengan a cometer sus fechorías, primero pasarán sobre mi cuerpo y los de todos mis mu.. chachos." "Estoy haciendo gestiones ante Má tuz para que dej e salir al pasaje, y me quedaré yo con mis muchachos." Un viej o celador de Aduanas se acercó al General y le dij o compungido: -Dios quiera mí General que arregle con Má.. tuz que nos despache. Al ver que dicho celador portaba escudo e iba armado, le pregunté: -Que no es Usted empleado del Gobierno? Si, señor, -me contestó-; y entonces el General le dice sonriéndose: -Amiguito: se quedará Usted con nosotros pa-ra que nos haga compañía, y para que recoja un buen contrabando de yaquis. Regresa el conductor J ackson y le da cuenta al General con el resultado de su comisión. M -18-General, -expresa en su español chapurrado-, dice Mátuz que no puede por dej ar ir pasaj B ; él necesitar pregunta estos ocho Gobernador y otro señor más. Francisco Villa, un celador de Aduana, se puso a las órdenes del General Obregón para tomar parte en la defensa, por instrucciones de su Jefe el señor Gonzalez, quien viajaba en el convoyen union de su señora esposa, una pariente y como media docena de chamacos; acompañándolo además un Visitador de Aduanas de apellido Sandoval, quien, -a propósito-, me proporcionó una pistola calibre 45 automática con un poco de parque. En ésta angustiosa situación cerró la noche. El General Obregón recorría constantemente los carros dirijiendo palabras de consuelo a los pasajeros; particularmente a las señoras. Le acompañábamos a veces Márquez y yo; otras, Pancho Villa, un hombre de valor a toda prueba, como lo demostró en los momentos de mayor peligro. Un comisionado yaqui enviado por Mátuz lh~gó a pedir que se encendiera el alumbrado de los carros; pero el General Obregón le manifestó que las familias querían estar a obsecuras porque deseaban dormir, y por tal motivo no podía mandar encender las luces. El atrincheramiento se llevó a cabo baj o la dirección del conductor del pullman señor de la -19l1'uente, quien se quitó el uniforme y se fajó su pistola, listo para el combate, en el cual demostró admirable serenidad. Daría Orrantia, un licenciado de Nogales, que viaj aba en plena luna de miel, tambien ofreció sus servicios; pero el General Obregón le manifestó que no había arn1as; contestando Orrantia sin inmutarse: -Está bien, mi General, me armaré con el cuchillo de la cocina. De algo puedo servir. Y luego agregó dirij iéndose a nosotros, y lo repeth de vez en cuando: -Esta no es luna de luiel, sino de ... sustos. El conductor de la Fuente dió parte al General Obregón de que el atrincheramiento estaba listo; ordenándome el mismo General que cuidara de que las familia.s estuvieran instaladas en las camas al· taso Tambien me ordenó dij era al Mayor Leyzaula que tomara el mando de las tropas del carro "Ingellow;" dándome a mí el mando directo del carro "Excelsior," en el cual quedó establecido el Cuartel General. Pasé al carro comedor, donde despues de cumplir las órdenes recibidas, encontré a Chale Araiza, como le decimos sus amigos de confianza; nos saludamos familiarmente. Chale preparaba personal . mente y con toda actividad alimentos para los pa .. saj eros, en su calidad de socio principal del nego.. -20cío de los carros comedores. Me dij o que estaba listo para darle de comer a todo el mundo y para entrarles a los "tecolotazos." Chale se distinguió tanto por sus humanitarios servicios como por su valor, a pesar de su prominente abdómen, que no le estorbó para tomar parte activa en la defensa. 111"111"11111111""' ' 11111 11 11~~~ ....... ," hl~~~ ....... 1I -21- LOS YAQUIS SE PREPARAN PARA EL ATAQUE DICEN QUE PASARAN A CUCHILLO A LOS PASAJEROS Un maneador, único que los yaquis dejaron en libertad, desenganchó el tren de la máquina en prevención de algun plan de los asaltantes; habiéndose parapetado tras las ruedas de algunos carros, soldados para evitar que los yaquis se acercaran a quemarnos el convoy. El General Obregón no se daba tregua en recorrer personalmente la que iba a ser linea de conlbate; y alentaba a su paso a los pasajeros. En ésta vez, como en otras muchas, dió pruebas de su serenidad y de su gran firmeza de carácter. Llegó a nuestro improvisado Cuartel General, o sea el carro "Excelsior," un oficial, quien manifestó al General Obregón que los indios se preparaban para el ataque, y que estaban formando do'3 lineas de tiradores por uno y otro lado de nuestro carro; que la primera linea estaba como a treinta nle. tros y la segunda como a cincuenta, con vanguar. -22dia y retaguardia cubiertas con fuertes grupos de caballería. Los alli presentes nos asomamos por las ventanillas; dándonos cuenta de que efectivamente estaban en dispositivos de combate. Informa. el señor Güereña que acaba de llegar a bordo del tren una señora que tenia un pequeño comercio en Vícam, diciendo que los indios t0nÍal1 instrucciones del General Mátuz, de quemar el tren y pasar al pasaje a cuchillo; que Mátuz había salido a Torocobampo a esperar a De la Huerta, (don Adolfo), quien llegaría en aeroplano procedente de los Estados Unidos de Norte-América, y que s~ría quien determinara respecto a la persona del General Obregón. Sin inmutarse lo más mínimo ante la inminencia de la tragedia, el General preguntó: -¿ Quien tiene reloj? ¿ Que horas serán? -Mi General,- contestó Homobono Márquez;, -son las once y tres cuartos. -Faltan quince minutos para que llegue ~l l1Jevo día,-repuso el General;- hoy estamos a doce, si logramos llegar al trece, el triunfo será nuestro. Mis principales combates-continuó,-siempre l~s he iniciado en ésa fecha con todo éxito. Durante la tarde, y cuando los comisionados yaquis se encontraban presentes, el General Obregón daba órdenes para el emplazamiento de ametralladoras, con el objeto de que los indios creye·· -~3- ran que estábamos bien armados. Debo hacer constar que la dotación de parque de la tropa era reducidísimo; pues apenas se contaba con cien cartuchos por plaza, para combatir escasamente dos horas. Era verdaderamente asombrosa la sereni. dad del General Obregón, y sinceramente confieso mi admiración hacia él, como un hombre excepcio.. nal. Su actitud serena nos daba aliento y bríos para entrar a la lucha. Es seguro que sin su presencia en aquel trance fatídico, los yaquÍs no hubieran admitido esperas, y habrían cometidos todo género de atropellos e iniquidades con los pasajeros, como lo hicieron con los del tren asaltado cerca de "La. Pitahaya," el 2 de enero de 1918. En nuestro caso, naturalmente, las consecuencias del asalto hubieran sido peores, tanto por lo numeroso del pasaje, como porque los yaquis se encontraban en el centro de sus madrigueras, y en número de mil doscientos aproximadamente, de caballería e infantería. 11 ......... '1111 11 ......... '11 ........ 1I hl~~ .......1I 11 h~~ -24- LO PROVIDENCIAL. LO INFINITO. LLUVIA, RAYOS Y RELAl\IPAGOS Y RAFAGAS DE FUSILERIA EL GENERAL OBREGON ARENGA A SUS SOLDADOS Durante toda la tarde del día doce los yaquis a.nduvieron rondando el tren. Se les veía pasar a caballo muy bien armados y con sendos cuchillos a la cintura, destinados seguramente a degollarnos. El General Obregón dá las últimas disposiciones para. la defensa. Compañeros,-nos dice,- procuremos no tirar con las pistolas; pues nos serán muy útiles una vez que tengamos a los indios dentro de los carros para afortinarnos en los pasadizos; la defensa de los pullman será más fácil; ya que, -continuó,-colocándose uno de nosotros al terminar el pasadizo de cada lado, con una hacha en la mano, indio que entre, hachazo seguro a la cabeza. Como es hien sabido, en los trenes siempre se guarda un buen contingente de hachas para -25-los casos de emergencia, y de ellas nos proveeríamos. La angustia y el pavor se apoderaba más y más de los pasajeros, que esperaban de un momento a otro el fin trágico de aquella escena de muerte. Estábamos en pleno verano, y con la aglomeración ción de los quinientos viaj eros que ocupaban el convoy, el calor se hacía verdaderamente insoportable. Los indios pasaban continuamente al rededqr del trén, afocándonos lámparas eléctricas de mano. Los heroicos soldados del 29°. Batallón pugnaban por disparar contra los yaquis; parecían tigres acosados dispuestos a vender caras sus vidas. Entre ellos surgían voces de: -"Mientras nuestro Jefe Obregón esté con nosotros, el triunfo es nuestro." "Lo que es ésta vez esos mantenidos yaquis chaqueteros la perdieron; no nos matarán ni un solo chamaco, ni una mujer." El General Obregón recorre nuevamente la linea de combate; acompañándolo Homobono Márquez, Pancho Villa y yo; y arenga a los soldados de la escolta: -"Soldados compañeros: tenemos que cumplir con nuestro deber como soldados de la Nación y como hombres. Los yaquis desean a todo trance exterminarnos; y lo que más me duele en éste para mí el más duro trance de toda mi vida, es la in- -26finidad de niños, ancianos y mujeres que nos acom" pañan; pero no importa, moriremos con gloria. La salvación del pasaje ante todo y por todo, muchachos. Que pasen primero por nuestros cadáveres antes que presenciar las salvajes vejaciones de los indios. -Mi General-conteRtaron casi simultaneamente los soldados ;-con Usted, al triunfo o a la muerte. A las doce y tres cuartos del día trece se desencadena una fuerte tormenta. Al fulgor de los relámpagos descubríamos perfectamente bjen a los indios en sus posiciones. A la una de la mañana el huracán llega a su mayor intensidad y la lluvia se acentúa cada vez, refrescando la temperatura y proporcionándonos un gran alivio. Las zanjas que se encuentran a lo largo de la vía, hechas para extraer tierra, y que los yaquis habían aprovechado en calidad de "loberas," eran verdaderos arroyos; por lo que tuvieron que abandonarlas los asaltantes. Sigue la lluvia con mayor intensidad hasta las dos y tres cuartos de la mañana. Los indios toman nuevamente posesión de sus trincheraR. El General Obregón nos dice: -Si logramos que Manzo haya interpretado bien el mensaje, nos salvaremos. Manzo es muy activo-continuó-~ es un gran soldado; además, -27-- - tenemos la esperanza de que los Generales Bernal y Montaño se hayan dado cuenta de nuestra situación, y en éste caso, ya deben venir en nuestro 2,uxilio. Luego se asoma a una de las ventanillas de nuestro improvisado Cuartel General, que como dijimos antes, era el carro "Excelsior." Me parece ver,-nos dice,-un reflector de trén; si en ese tren viene Rivera con sus índios, se pone paralelo al nuestro, y estamos perdidos; pero si es Manzo con sus troras el triunfo es nuestro. Márquez y yo nos asomamos a las ventanillas, y le decimos al General que efectivamente se ve una luz como a unos tres o cuatro kilómetros de distancia. Los yaquis habían colocado dos torpedos como a dos kilómetros del convoy, con el fin de detener cualquier tren que se aproximara, y dejaron el cameia-vías abierto paralelamente a la vía recta. El tren que a lo lej os se anunciaba con sus fana .. les, hace estallar los petardos puestos por los indios; y éstos y nuestros soldados abren el fuego. Los llantos y las plegarias de las mujeres se mezclan al nutridísimo tiroteo de la fusilería. Las ráfagas de los fógonazos se confunden con el resplandor de los relámpagos en extraña comunión; y el retumbar de los truenos dá la idea de un bombardeo a~ocalíptico. Los indios lanzan gritos de muerte y exterminio, y nuestros soldados se baten -28heroicamente. El General Obregón se encuentra en la linea de fuego presentando todo el cuerpo al enemigo; a su izquierda está Márquez; a su derecha el que hace éste relato. Nuestro Jefe nos ordena digamos a los soldados que no diHparen tan seguido, para cconon1 izar parque; y salimos a cumplir con é ~jta órden. 111· .. ·"!!IIIIII"·..~ ..!!tll *~.. *&}"I 11 l b.: .....11 hl.:11I11I -29- EL TREN SALVADOR LLEGA AL FIN LOS GRITOS DE TERROR Y DE MUERTE SE TORNAN EN HIMNOS DE ALEGRIA Y DE VICTORIA Despues de cinco o siete minutos de encarnizada lucha, el General Obregón mandó al corneta de ór.. denes hacer alto el fuego, para darse cuenta de qué trén llegaba; y casi simultaneamente los indiüs suspendieron tambien el ataque. Era el tren militar del General Manzo que en.. traba haciendo funcionar la fusilería y las ametra.. lIadoras. Un soldado de nuestro carro grita entusiasma.. do: - ¡ Viva el General Obregón! ¡ Viva el Supremo Gobierno! ¡ Ahora sí se los llevó la ... trampa a estos .... ! - ¡ Caray qué boca de hombre !-exclamó el Ge.. neral Obregón-l-; que recuerde que hay familias entre nosotros. (Con ésto demostró una vez más su decencia y su serenidad el Gran Soldado. Los soldados del tren de Manzo gritaban: -1 Viva el General Obregón! ¡ Viva el 100. Ba.. -30tallón! aViva el Veinti-nueve! ¡ Abajo la Reacción! El tren militar entró hasta colocarse paralelo al nuestro. El General Manzo baja del convoy preguntando por el General Obregón, y sale en su busca a todo correr, recibiendo de lleno la luz de los reflectores que iluminaban como si fuese de día, y en medio del nutridísimo tiroteo que se había inidado de nuevo. Alfonso Leyzaola le dice al General Manzo que se retire de la linea de fuego; que el General Obregón e~tá bien; que se encuentra en el interior del carro; que pase, y le abre la portezuela. (Oh Pan('ho Manzo! ¡ La alegría de vivir tú nos la diste con tu oportuna llegada!) -Mi General Obregón, ¿ que tal ?-fué lo primero que dij o Manzo al entrar. -Muy bien, mi General; nos cayó Usted al pelo. ¿ Que tan listo viene? -Tengo en el tren a mis órdenes,-continuó l\Tanzo,-novecientos hombres, doce ametralladoras y una reserva de sesenta mil cartuchos, apart0 de la dotación que es de trescientos cartuchos por plaza y las ametralladoras con tres mil. Los soldados gritan :-¡ Estamos fuertes! ¡ Tres piedras! Cuando era más nutrido el tiroteo se registró una escena chusca. -Un chino, en el paroxismo -31del terror, brincó a una cama alta donde se en trab2, una señora con sus niños y una señorita riente suya. La señora le dij o al mongol qu retirara, que aquel camarote estaba ocupado; el asiático, mostrando en su rostro el "ama anaranj ado" del pavor, repuso: -PoI favol, señola; un latito. A Darío Orrantia que roncaba a todo Dios y se había dado cuenta del tiroteo, alguien prete despertarlo, y él contestó un tanto amodorrado -¿ Que pasa? ¿ Ya llegó Manzo o por fin nos Daron a cuchillo? -32- LOS YAQUIS SE BATEN EN RETIRADA. SE ORGANIZA LA MARCHA AL SUR. INCIDENTES EN EL VIAJE. Como n las tres y media de la mañana los yaquis se Laten en retirada; pasando únicamente las caballerías de los pueblos y atacando a su paso. Nuestras tropas se encuentran en linea desplegada al rededor de los trenes; y se dispone la marcha a~ éstos en la siguiente forma: A 12., vanguardia, trén explorador a las órdenes del Coronel Lito Buelna; en el centro, el trén de r:asajeros, en la retaguardia el General Antonio Armenta. con su gente, y por los flancos. cadena de tiradores. Se inicia la marcha. LE,spues de haber desayunado espléndidamente. gracias al providencial Chale Araiza,-actlVQ y amable con todo el mundo ;-quien aderezó cIentíficamente tres reses de las "avanzadas" a los 111dios en Vícam, despues del desayuno, decía. Ia;.t mujeres comenzaron a preparar sus lonches. Salen los trenes a marcha lenta, y las caballerías yaquis hacen descargas con intervalos de una -33hora. Encontramos algunos puentes quemados, la vía levantada. Caminamos todo el día trece. hasta llegar como a cuatro kilometros al Sur ñe Lencho, donde se efectuó una escaramuza con loa indios, resultando un soldado federal muerto. a!. gunos yaquis heridos y uno muerto. Acampamos por la tarde al obscurecer. El Gp... neral Manzo, Arturo García, Teniente Coronel Jefe de Estado Mayor, el Capita.n Márquez y otros más, nos dimos cuenta de que los yaquis nos vigi.. laban desde un cerro próximo. Oficiales y solda.. dos nos dispusimos a tomar posiciones en prevencién de un ataque. Sin embargo, la noche pas6 sin noveda.d. Un alto empleado del ferrocarril que viajaba en un tren especial agregado al nuestro, ordenó la reparación de un puente quemado y la de lineas te.. legráficas cortadas por el enemigo; cooperando en ésta labor el señor Deivi, Agente de Estación en Nogales, Sonora, quien acompañaba a dicho Jefe. Como a las diez u once de la mañana del día 14 llegó a nuestro encuentro un Teniente Coronel del 60. Batallón que es a las órden del General Benito Bernal, informando a los Generales Obreg6n '1 Manzo, que el tren en que ellos venían había descarrilado cerca de Estación Bácum, por haber desclavado la vía los índios; volcándose la máquina y resultando muerto un Mayor del 120. Regimiento -34que estaba a las órdenes del General Alberto Montaño. Acompañaban al mencionado Teniente CorOTIfll el Mayor Valdez y mi Sub..JComandante Narciso Norzagaray, quien me informó que mi esposa se encontraba bien y que fueron pocos los elementos de la Gendarmería Fiscal que con él emprendieron el viaje a nuestro encuentro, a pesar de haber estado listo el tren durante dos horas por órden del General Bernal. Por la tarde el General Obregón salió a pié con el objeto de visitar los campamentos de los Generales Bernal y Montaña, establecidos como a cinco kilómetros del nuestro; pues hubo de suspenderse la marcha de los trenes, en vista de que encontramos un puente grande completamente quemado. Seguí al General Obregón, lo alcancé y le dij e : -Mi General: ¿ quiere Usted que lo acompañe? -Hijo, -me contestó,- me has acompañado en los monlentos más críticos de mi vida, ¿ por qué no seguir conmigo? Una señora del pasaj e, ya entrada en años, encuentra al General Obregón y le dice en un rapto de entusiasmo sincero: -¡ Que lindo hombre echó al mundo esa madre! -Señora, -replica el General sonriendo-; pero se echaron a perder muchos antes que naciera yo. Por una extraña sucesión de ideas, recuerdo que -351$ en la mañana del día trece, en Vícam, una señora que viajaba con su esposo, un doctor dentista in. . glés, le gritó a Leyzaola: --¡ Señor! "Por favor! Aquí en mi asiento está un muerto. Acudió Leyzaola y se encontró con que el "muerto" era el esposo de la señora en mención; quien se escondió debajo de los asientos cuando comenzó el tiroteo, y despues no pudo sa.. lir, al parecer, porque aun no lo abandonaba el mie.. do. Continuemos nuestro relato. Ya bastante tarde, el General Obregón tuvo noticias de que su señora esposa, doña María Tapia de Obregón, viajaba en unión de otras damas con un cargamento de comestibles pre¡:rados para repartirlos al pasaje hambriento; pues hay que advertir que las pro.. visiones de boca habían consistido en la escasa ministración de frutas y sodas, y algunos de los quesos que Leyzaola llevaba para su mejor venta; y esto, tras de vencer las dificultades que opusieron los agentes del carro del Express, quienes se encontraban estratégicamente parapetados dentro de dicho carro. Impaciente y mortificado el General Obregón al ver que no llegaba el tren anunciado en que viajaba su señora esposa, por la noche empredió una caminata a pie por tada la vía rumbo al Sur. Nos encontrábamos como a tres kilórnetros del -36cam!)amcnto de los Generales Bernal y l\1ontallo, cuando se avistó la luz de un trén; y calculando que en él venía su señora, el General resolvió espei'ar. Nunca como en ésta ocasión manifestó el General mayor impaciencia; ni cuando nos encontrá~ bamos en Vícam en espera del tren militar del General Manzo. Naturalmente, el General Obregén-excelente esposo y buen padre de familiatemía un asalto al tren que se aproximaba, ya que éste cruzaba en aquellos momentos por una zona peligrosísima. Era tal la impaciencia del General, que rara ver mejor, subía, ayudado por mí, sobre unas lomas corta.das que se encuentran a los lados de la vía. Esto quiere decir que a su genio militar auna esas relevantes virtudes que son el alma de su personalidad. Por eso resulta natural que sus enemigos pretendan calumniarlo y exterminarlo; enemigos cuya estatura moral no alcanza la de una pálida lentej u. Corroborando lo anterior, recuerdo que entre los archivos recogidos a Mátuz, se encontraron cartas de don Adolfo de la Huerta, en las que azuzaba a los índios para que asesinaran al General Obregón; cartas que fueron publicadas por la prensa en su oportunidad. Pero si el gran soldado y virtuoso ciudadano, tiene enemigos, en cambio sus amigos y admiradores son más cada día; y precisamente -37al efectuarse el asalto en Vícam, un grupo de norte-americanos, algunos de ellos fogueados en la guerra mundial-ofrecieron sus servicios al General Obregón en el manej o de ametralladoras; servicios que agradeció nuestro Jefe pero que no aceptó, y tras de la victoria, esos extranjeros, despues de entonar el Himno Nacional de su patria, decían al pasaje con sincero entusiasmo: "La personalidad del General Obregón se impone ante el mundo entero, como la de un gran militar. Lo que hemos visto de él es grandioso. Somos obregonistas, porque nuestra calidad de ex· tranjeros no nos impide querer y admirar al gran hombre a quien re~lpetaremos eternamente. A él debemos la vida." -38- LLEGA EL TREN EN QUE VIAJABA LA SRA. MARIA TAPIA DE OBREGON. ENTUSIASTA RECEPCION AL HEROE. UNA MEDALLA CONME~fORATIVA Por fin llegó el tren en que viaj aba la señora doña l\laría Tapia de Obregón, quien, con la ayuda de algunas personas, se dedicó inmediatamente a distribuir entre los pasaj eros, abundantes provi. siones de boca. La piadosa dama había desafiado el peligro para cumplir con éste noble deber. En el mismo tren arribaron, entre otros amigos, Rector Urroz y el "pisteador" Palomares, quienes se embarcaron para acudir en defensa de nuestr() convoy. Tambien llegó el señor Corbalá, Visitador de Hacienda. Los trenes quedaron perfectamente bien Cllstodiados, y las familias continuaron el Vlé'.j~ en auto-camiones que para ese obj eto ordenó el General Obregón; reanudando nosotros ]a marcha hasta Estación Corral, donde fue recibido nuestro Jefe, oficiales y tropa, con dianas militares y t0ques de honor. El General Román Yucupicio, un soldado a toda prueba, fue de los primeros que se -39apresuró a saludar al General Obregón. Seguimos hasta Estación Esperanza, y nuestro arribo fue emocionante; pues los vecinos del pueblo prodigaron estruendosos aplausos y grandes y sinceras muestras de admiración al Héroe de Tri.. nidad, Ocotlán y Vícam, quien recibió nuevas de. mostracjones de res:r:eto y cariño al llegar a Caje.. me, donde dej ó el tren en union de su señora esposa y algunas personas más que lo acompañaban. Yo seguí hasta N a voj oa, lugar de mi residencia; y al arribo del convoy, se oyeron nuevos aplausos y ví· tores para el General Obregón, al héroe que con un puñado de valientes soldados del heroico 290. Ba.. tallón a las órdenes del General Antonio Armenta salvó de la hecatombe a la escolta y a quinientos . pasaJeros. Manuel Schoeber fue el iniciador de la idea de que el pasaje otorgara una medalla conmemora. tiva al General Obregón, como un testimonio de gratitud y una prueba de su heroismo máximú. Entre las personas que de manera efectiva con.. tribuyeron a la defensa del convoy asaltado, debo mencionar al General Antonio Armenta, al !t1ayor Alfonso Leyzaola; Homobono Márquez, el gran conductor Mr. Jackson, ICarIos Araiza, el sellor Güereña-cuya primer nombre siento no recordal'un mayor de caballería que se encontraba agregado a la Inspección Visitadora de Cuarteles, y que iba -40de retirada para la Capital de la República al desempeño de una comisión; y el celador Francisco Villa, a quien la Dirección General de Aduanas debía tomar en consideración por su valiente actitud. Tanto Leyzaola como Márquez hicieron derroche de valor. El General Manzo salió rumbo al Norte en su tren mHitar, reparando la vía en el traye~to y combatiendo con partidas de indios que lo atacaban a su paso. En uno de los tiroteos, el Coronel Jefe del 100. Batallón Leobardo Tellechea resultó herido de gravedad. 1 ~{f~11 ~{f~ 1'11'1''''''" '1''''''''1 11 III"u ....11 11 .........111 -41- NOTAS COMPLEMENTA1{IAS. LA EXPLOTACION ANTE LA MUERTE. EL SALDO DEL COMBATE. El Agente de Publicaciónes, un individuo de apellido Amezcua, sintió despertarse su avaricia ante la necesidad del momento, y realizó los artículos que llevaba a precios altísimos; fij ando el de un peso lomismo a una botella de soda que un paquete de galletas, que a una caj etilla de cigarros. Tal vez pretendía éste digno adorador de Mercurio, (dios mitológico de los comerciantes y los ladro.. nes,) honrar a su deidad hasta en los últimos ins.. tantes de su vida. Manuel Sánchez Hidalgo, refiriéndose al General Obregón, dijo: "Los hombres son queridos y admirados por sus hechos, por sus proezas. La acción del Gener Obregón en Vícam, salvando a centenares de inocentes, es un hecho elocuente que conmovió al mundo." Al final de éste histórico relato, inserto un facsí.. mil de un documento extendido en mi favor por señor General Obregón; en el cual consta mi hu- -42-milde actuación en Vícam; y le doy publicidad para comprobar mi narración. Como saldo del combate, resultaron un soldado muerto y ocho heridos; seis de éstos en el a taque al tren; los cristales de las ventanillas de los carros quedaron hechos añicos, y muchas balas incrustradas en la madera, lo cual prueba que las armas de los indios se encontraban en mal estado, y además, estaban descalibradas. El trayecto que recorrimos de Estación Vícam a Estación Corral fue como de veintiocho kilómetros; encontramos de diez a once puentes quemados y largos tramos de vía levantada, obra que realizaron los indios obligando, baj o amenazas de muerte, a los trabajadores que a las órdenes del señor Julio Salazar, se hallaban en Estación Bacuhm reparando la vía. Como nota curiosa debo consignar la relativa a una comisión de yaquis residentes de Tucsón, Arizona, que se presentó a las Oficinas Generales del Ferrocarril Sur Facífico de México, diciendo que las tropas del Gobierno eran las que habían quema ~ do los puentes y levantado la vía ... Quienes hayan leido con atención éstos apuntes, se preguntarán seguramente, por qué Mátuz dejó expedita la vía ferrea hacia el Norte de Vícam, por cuyo rumbo era de esperarse llegaran tropas de auxilio; ~ero hay que advertir que el Jefe yaqui ~43- tenía la rretensión,-tras de tomar por asalto nU2stro convoy y aprovechando éste--de ocupar las plazas de Guaymas, Hermosillo, Magdalena y Nogales, y controlar despues, segun sus descabellados proyectos, toda la República. El famoso Juan Rivera que embarcó en Hermasillo con su gente por órden del Gobernador del Estado, rumbo a Vícam, abandonó s'u tren antes de llegar a "Cruz de Piedra.;" pues habiéndole ganado el General Manzo la delantera, comprendió que podía caer En la trampa, y prefirió tomar el rumbo de la Sierra del Bacatete, que dista del lugar donde desembarcó, unos cuantos kilómetros. La actividad del General Manzo para acudir en nuestro auxilio, fue asombrosa; pues a pesar de encontrarse sus tropas diseminadas entre Guaymas, Empalme, Ortiz y La Misa, la movilización i ué rapidís~ma; y así logró ganarle terreno a Rivera, quien salía con su escolta en un tren espe.. c~al, 1= UEsto a su disposición como dij irnos antes, por el Gobernador Bay. Mexicali, B. C., Septiem bre de 1927. RAUL H. LEON. ~S$O hacer ~QntJtar. hae:i$l1do- hellor a. la T$t"dad ;¡ .. 1-. juet1~la, que ~1 3éfior R&tU H. Le611f' qUé l' :NJ$ta $US a-firv lcl0$ .n e 1 euer~o de &g&nt&a ti.ca. . . 1.$ d.l E$t4d.~. ~e elluontr~ e11 el con~oy qu,$ tu' 4.~t~ .. ni~o y .1tia4c .n Vicam ~or 10$ indioa ~aq~18 desde 18$ a~ee hcras d~l dt& 12 dei ~$$de m~S de $eptlembrs ha.ta 1$8 caatr~ ho~as veint& mln~ta$ d~l 41$ 13: 7 qtte .1 Señol" León d.-em.c-st r6 la maa ~()ttlpl e ta ~ter$D.. p':r$s~n't+ inic16 el ta~do$~m~ serviaies lr~&diat$m~nt~ qu~ S$ cPn1l1ctQ~ 0eanont$n$am~nte ~ra eo-~perar tr~clendQ·.ua di$t1n~a OT~~n$$ q~. l~ dieron. ~:rtt1bl"e 14 de 1926 se en la d.t.ll$$. 4-el o~n'V'o~ y .t:en4ie:ndc eon atngnlar .empe't<. ffo 1&$ 11$."'-0- :o-a., 3.o:n:ara * Cj·~~l~