de cYr[éxico NÚMERO 19' N$12.00 Alfonso Reyes Cartas fluminenses Nuestro camino a Eleusis correspondencia con Jaime García Terrés La escritura de las piedras I Cross • Chilnal • Zai'tzef!· BaiiuelC!s BIBlIOII(1 c5r[CXICO NÚMERO DIECINUEVE / ENERO FEBRERO DE 1994 • N$ 12.00 Plazo de lo Ciudadela 4, Centro Histórico de lo Ciudad de México CERTIFICADO DE LICITUD DE TíTULO NÚM. 6270 Te!. 51209 27 FAX 51 0 4 1 85 CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTE NIDO NÚM. 4830 Eisa Cross Alfonso Reyes Las voces 2 Más cartas fluminenses (presentación y notas de Serge Roger Caillois 1. Za"itzeff) 3 7 El mar en el que no se ara 3 Carlos Chimal Transamérica 47 Raúl Bañuelos Oswal.o 'reio Tres poemas 13 Por la V'ta Nomentana 51 Jaime Gareía 'errés Nuestro camino a Eleusis 15 Rubén Darío R. Gordon Wasson Manuel Gutiérrez Náiera De camino a México 23 La juventud de Enrique IV 59 Rafael Adolfo 'éllez Manuel Porras Dos poemas 35 El Rincón del Bibliómano 60 Libros viejos a orillas del Sena 55 En lo portada Hongo de piedra de la Colecc ió n García , G uatemala ; y carica tura de Alfonso Reyes, por Xavier Vi llourrutia ConselO NacIonal para la . . Cultu ra V las Ar tes Presidente Rafael Tovar y de Teresa BIBLIOTECA DE MÉXICO Director General Ja ime García Terrés Revista Biblioteca de México Director: Jaime García Terrés Coordinación Editorial: Sergio González Rodríguez, Jaime Moreno Villarreal y Jua n Villoro Consejo de Redacción: Fernando Álvarez del Castillo, Geranio Deniz Julio Hubard, Manuel Porras, Bernardo Ruiz, Rafael Va rgas Coordinación Administrativa: Carlos Mancera M. Diseflo: Germán Montalva y Lourdes Olivares .... La fiar del sueño. Álbum de grabados de M. von Schwind (18431 Tipografía e impresión: Imprenta Madero . . . cao LAS VOCES En cada estación- la fatiga de los embarca,~,.,... las mismas calles que desatan en una acera rota y nada que pueda detener la I1tvemciQií ~ ;~ tediosos, cómo, cuándo, situaciones ya inabarcable el ret~ua~.!ii grito. Voz tan mon6tQna como él dispersar los recuerdos que se peJ!tm' de fiebre, recuerdos no vividOs en Del río congelado llega el tumulto. La niña con las trenzas lev'aDll:adtas y el olán de álmidón, seguida por el aya corre entre enormes estufas de .."'~... hasta llegar al patio y ver el gran lobo muerto, entre las exclamaciones de los CdIlUC.~ y el estupor, la obsesión, el lobo, el lobo. El tiempo borra las cifras agotadas y otros rasgos se calcan Fragmento del libro inédito Motra Biblioteca de México 2 En estas páginas, el gran investigador de lo imaginario que fue Roger Ca illois, describe el itinerario intelectual que lo llevó de la lectura a la escritura. A partir del momento en que un niño sabe leer, su espíritu, como las aguas del río Alfeo , se mezcla y se abandona a la inmensidad de las aguas marinas ... Es muy difícil, si no imposible, que llegue a salir de ellas. Más tarde , convertido en adulto, es tributario de lo impreso, de los sonidos y de las imágenes, de las palabras y de las técnicas de la civilización . Está acostumbrado a un universo accesorio , que al mismo tiempo lo protege y lo aísla de lo otro: la naturaleza anterior al hombre. Pe ro también, le revela sus leyes y le ofrece los medi os qu e le permitirán dominarla. En esa burbuja hermética y transparente que co ntinú a por su parte apretándose alrededor de él y e n la que aprende a encerrarse cada vez más, un venturoso azar habría de introducirme , más tardíamente de lo que al menos se acostumbra e n nuestras latitudes. Este retra so insólito , que hoy me parece una bendición, me dio la posibilidad de conservar una disposición intermitente, pero precisa y poderosa y que res istió muy bien, aunque e n forma subterránea, al modo de existencia en el que iba a precipitarme con toda mi sensibilidad. Poco a poco me di cuenta de que en mí se prolongaban - y hasta proliferaban- raíces y fibrillas procede ntes de mi antiguo saber. Me comprometían a hacerme cómplice de qui é n sabe qué instinto rebelde o perverso que, tal vez sin darme cuenta , tendía a introducir elementos extraños o extranjeros hasta en mis libros más críticos . Mantenía una reserva de antídotos que combatían veladamente mi sequedad voluntaria. Alimentaba mis venenos secretos en el transcurso de mis viajes o mediante objetos insólitos o a través de reflexiones sobre la condición vegetal; y finalmente mediante la descripción meticu- losa de piedras, como también, paradójicamente, por medio de una cierta especie de libros e imágenes. Al final , me había librado de la trampa , en la escasa medida en que es posible escapar de ella , quiero decir: intelectualmente. Ahora bien, era precisamente ahí donde estaba más comprometido, más atrapado . Las páginas de la larga confidencia que constituye la obra presente están destinadas a describir esta confrontación invisible y su desenlace, comparables tal EL MAR EN EL QUE NO SE ARA ROGER CAILLOIS vez a la lucha de las aguas del río .Al.feo con las del mar. El mundo de lo impreso Desde que supe leer, pasaba sin interrupción de un libro a otro. Leía rápido. No me llevó mucho tiempo agotar la biblioteca del salón de clase. Me acuerdo sobre todo de dos largas novelas de las que no podía pedir prestado más que un volumen por semana. Aguardaba con impaciencia la fecha del intercambio. La primera tenía por título La Guerra de los Ca m isa rds: en ésta, los dragones del Rey cortaban los párpados de las mujeres de los hugonotes para obligarlas a contemplar las torturas que aquéllos infligían a sus hijos pequeños. Me apasionaba por las profetisas , á ngeles sombríos y terribles , guerreras violentas y sonámbulas junto a las que Juana de Arco me parecía de una gran palidez. ¿Fue aquí o en otro relato devorado más tarde donde me topé con Isabea u Vincent, cuya fealdad se mudaba en belleza durante sus crisis mediúmnicas? Para mí , es ta transfiguración rebasaba en maravilla a la del mismo Cristo. Biblioteca de México 3 La otra ob ra, La In vasión amarilla, narraba cómo el ejército japonés, después de haber sometido a China para inflar con ella a sus propios efectivos, invadía Europa . Para atravesar un ancho río , e l coma nd ante e n jefe ordenaba a regimientos enteros entrar e n la corrie nte a fin de que se ahogaran en ella hasta el momento e n que la caball e ría pudi e ra atravesarlo sobre un puente de cadáveres. En el último capítulo, e l comandante desfilaba a la cabeza de sus tropas bajo el Arco del Triunfo exclamando: "El Gran Ejército , ahora , es el e jé rc it o amarillo ."l En ese preciso instante , un obús, arrojado por un heroico sanciriano , le ca usaba la mu erte instantán ea bajo la gloriosa bóveda. Recuerdos semejantes son durabl es. De Ju lio Verne , leí con desigual interés casi la totalidad de la obra. Cinco semanas en globo corresponde al estilo de esos libros que, siendo demasiado didá cti cos o documentales, me dejaban práctica me nte frío . De las Aventuras del Capitán Hatteras no recuerdo casi otra cosa más que el perro agrandado por la neblina, el Dog-Captain que sujetaba la ru eda del tim ón ha ciendo las veces del jefe exigente e invisible. Prefe ría El Castillo de los Cárpatos, anuncio de una especie de televisión o de cine en tercera dime nsió n. La proyección de imáge nes ahí grabadas reemplaza a las apariciones de fanta smas en la novela negra . En general, la anticipación científica no era lo que más me atraía . El relato que más me cautivó, La India negra, no contiene ninguna. Pero el despertar de la muchacha nacida en la mina de carbón de la que nunca había sa lido y que , por primera vez, descubre la lu z y el mundo, me reveló , también a mí por vez primera , o tro milagro, insospechado y que yo ignoraba que era el poder mismo de la literatura. Cla ro , en principio lo que me impresionó fu e la lechuza llevando en el pico, por enI La Grande A rmée e ra e l e jé rcito de Na poleó n (N. del T.). c im a de l lago subterrán eo , la mecha encendida capaz de provocar la explosión de los barri les d e p ó lvo ra y d e h ace r estallar así la mina entera . Sin embargo, mi ensueño me conducía una y otra vez al deslumbramiento de la adolescente. Al fin al, tuve qu e volver a leer e l e pisodio; es decir que empezaba a o.torga r a la expresió n un interés que no de pendía de las peripecias, qu e ya conocía . Es el momento en el que el demonio de la literatura atrapa a un lecto r que , hasta e nto nces, no había sido guiado más qu e po r la expectativa del d esenlace . Desde lu ego la evo lu c ió n es le nt a. Además, con frecuencia cambia de objeto: más que en la sucesió n de los acontecimie ntos, e l lector se interesa en su explicación , en la psicología de los person a jes, e n s u es p e ra d o o sorprende nte comp o rta mie nto . En una argumentació n , se interesa p o r la art iculac ió n d e las ideas. Más tarde, durante más refinados análisis, dentro de las sutilezas más abstractas de la filosofía , se hace sensible no sólo al rigor del razonamie nto, qu e ya en ese m o m e nt o p a ra é l reemplaza al desarrollo de la intriga, sino también a la presentac ió n m ás o m e n os di es tr a o impactante, un p oco co mo un ma te má ti co se ve impac ta d o , además de su exactitud, po r la elegancia o la economía de una demostració n . He insistido en mis prime ras lecturas y e n la transició n qu e me llevaro n del interés propiame nte no ve lesco a un a fo rm a parale la, esta vez p ropiame nte literaria, de saborear las cualidades d e un a pág ina . Son éstas, aunque simultáneas, dos fo rmas de lectura entre las que existe la misma diferencia qu e entre un o ído fin o y un o ído mu s ica l, entre una vista penetrante y la ca p ac id a d d e a prec ia r e n un cuadro la armonía de las fo rmas y de los colo res o el equilibrio de la composición . Poco a p oco, e l a fi c io n a d o qu e estaba impaciente de saber la forma en la que el héroe saldría ade lante de una situació n difícil , sopesaba ahora la pro pie- dad de los términos, se preguntaba sobre el lugar de un e píteto, admirab a e l a plomo de la frase. El deslizamiento es insensible y no tiene fin. Yo quisiera que se estudiara más meticulosamente de lo qu e en realidad se hace las diferentes etapas de la metamo rfosis. Me parece que no existe relació n alguna entre el que se exija de la lectura que nos mantenga en suspenso o el qu e nos o blig ue a admirar un arte d e escritura. Después de las pocas páginas de La In dia negra que me hab ía n inoc ul a d o e l ve n e n o, la costumbre estaba adquirida. Po r el momento, no era más qu e la curiosidad d esordenada y la gloto ne ría insaciable . Me propuse lee r s is te m á ti ca m e nt e, s i n o to d o, al m e n os to d o lo qu e p o día e nco ntra r. Proce día p o r terreno, con métod o , y leí suces iva m e nt e es ta ntes e nte ros d e tradu cc io nes d e las lite raturas ru sa, p o laca , esca ndin ava , o bien de los fil ósofos chinos o d e los románticos ale manes. A este ritmo, de pró jimo e n pró jimo , llegué a visitar incluso las bibliotecas especiali zadas. En la Plaza del Panteón ,2 leí las plaqu ettes alquímicas de Strindbe rg , cuyo Infierno me había como e mbru jado por una explicació n seud o cie ntífica , e n realidad ta n sólo de lirante, acerca de la presencia de un simulacro de calavera en e l corpiñ o d e Acherontia atrop as. En e l Q ua i d 'O rl éa ns, me impregné del Génesis mediante e l espíritu de Slowacki y e n el Colegio d e Fra ncia d e los cursos mesiánicos de Mickiewicz. Ta mbi é n leía p o r gé n e ro y po r colecció n. Casi no dife re nc ia b a mi sti c is mo, oc ulti sm o y metafísica . Los axiomas de LaoTsé me parecían otras tantas evidencias: "El no mbre qu e es un no mbre no es e l No mbre. La vía que es una vía no es la Vía". Me re petía en voz baja las efu siones de Omar Ibn el Fa ridh: "Hemos be bido a la me mo ria de l Bie n Amado un vino que nos ha embri ag ad o a nt es d e la creació n d e l Viñ e d o ". Co n sag ra b a e l 2 Donde están enterra do s, en Pa rís , los ho mbres ilustres (N. d el T.) B iblioteca d e México 4 mismo fe rvor a los preso cráticos, en particular a Parménides -de l que to davía conozco de memoria más de un pasaje del fragmento 8-, a Ruysbrock el Admirable, a Gio rdano Bruno, al Maestro Eckart , a Paracelso (su teoría sobre la signatura de las cosas me fu e mu y útil treinta años más tarde, cuando p ensé en propo ner una conce pció n de las fo rmas recurre ntes que necesa ri amente pueblan un universo e numerable) . Práctica mente no escogía: Sw e d e n bo rg , Hoe ne Wro nski , William Blake , Sa intYves d 'Al veydre, el Pima ndro, hasta los procesos verbales de las mesas girato rias de Guernesey, etc. Y mu chos otros. No tardaba en llegar a la saturació n . Hubo, sin e mbargo , una exce p ció n. Quié n sa b e qu é ti po de e bried ad me hacía re petirme las letanías d el Bhagavad-Gita. To davía hoy atraviesa n mi memoria jiro nes d e la lectura 10, aq uella qu e dice: De la Excelencia, con la dife re ncia, no obsta nte, d e qu e la e nse ña nza de los ve rsícul os no es ya lo qu e me re tie ne. El e nca nt o revivisce nte nace sin duda de una acumul ació n qu e -no lo ign o r~ es al mismo tiempo arbitraria e ilimitada: Soy el Alma qu e reside e n todos los seres vivos; soy en ellos el princip io , e l medio y el fin ... Entre los Adityas, soy Vishnú ; e ntre los cuerpos luminosos , el Sol radiante ; soy Maritchi e ntre los Ma ruts y la Lun a e ntre las co n ste lac iones ... Entre los sentidos , soy e l Es p íritu ; e ntr e los se res vivos, la Intelige ncia .. Entre los je fes g u e rre ros , soy Skanda; e ntre los lagos, e l Océa no.. Entre los Ma h archis, soy Bhrigú ; e ntre las pala br as p ro nun c ia d as , la in visible palabra "o m "; e ntre los Sacrificios , la 'o ració n e n voz baja; entre las mo ntañas , el Himalaya .. . Entre las medidas, el tiempo; entre los animales salvajes, el tigre ; e ntre los p á ja ros, Ga rud a .. . e ntre los o bj e tos purifi ca nt es, e l vie nto ... Soy Rama e ntre ,los guerreros .. .; entre los ríos, el ElRatón Muy estimado ratón : Ilustramos este ensayo con piedras que Roger Coillois recogió poro su libro "Ecrilure des Pierres Ga nges ... En las cosas creadas, Ajuma, soy e! principio, e l medio y e l fin ; e ntre las cie ncias, la d e l Alma supre ma; para aquellos qu e hablan , soy la palabra ... e ntre las letras, soy la A; en las palabras compuestas, la composición ... Soy el tiempo sin límites; soy el fundador cuya mirada voltea hacia todas p artes .. . Soy la muerte que lo roba to d o y la vida de las cosas po r venir. Entre las palabras fe me nin as , soy la g lo ri a, la fortuna, la elocuencia, la memo ri a, la co nstancia, la p acie n cia .. . Entre los hij os de Vrishni , soy Vasudeva; e ntre los Pandus, soy tú mismo, Arjuna ... Soy la p enite ncia de los ascetas, e! silencio de los secretos, la ciencia de los sabios ... La extrañeza que provoca n las p alabras sá nscritas, e l carácte r co n c re to d e las ilu stracio n es geográficas, mezcladas con refere n cias q ue procuran las más elevadas cualidades del intelecto, de! corazón , de la volu ntad, la identificación re pentina , inesp erad a , de l o rado r divino con su interlocutor, un catálogo sumario, que parece sin embargo no hacer ningún o lvido mayor y qu e a b a rca ta nto las pie dras co m o las a lmas , esos rasgos raros y reunidos de manera aún más rara, satisfacen en mí la vis ió n imparc ial y n o o b sta nte o ri e nt a d a d e la tot a lidad d e l mundo, que resume todo lo que puede aún haber en mi espíritu de aspiració n metafísica . Po r eso sigue conmoviéndome semejante tumulto de paroxismos y de perfeccio nes tanto como la intransigente y desdeñosa sequedad que hay en Parm é nid es , a firm a nd o qu e n o existe po r d efini ción nada más q ue el Ser, in móvil , completo, h o m ogé n eo ; y qu e t odo lo demás no es más que "variación de brillo a través de la superficie ". Nunca ha dejado de subyuga rme. Ex p e rime nto e l mismo placer, hoy un tanto enmudecido , ante la enumeració n virtualm e nt e in ago tab le d e los casilleros del ajedrez cósmi co, considerado cada uno segú n lo que contiene de único y excelente. Puede ser que la alianza d isparatada entre Las Indias negras y e l B hagavad-Gita me haya dispuesto a saborear más tarde , cas i si n p re p arac ión, la solemnidad enciclopédica de la poesía de Saint-Jo hn Perseo A veces, incluso he llegado a atribuir --es cierto q ue en forma Biblioteca de México 5 No me queda más remedio que solicitar tu venia para hablar, por mí y en primera persona , desde tu columna. Verás. Hurgando entre mis viejos papeles, que abundan , sin o rden verdadero, en cajas grandes y chicas , encontré un paquete de cartas, que resultaron ser las que en años ya lejanos me envió, como respuesta a las mías, Gardon Wasson, descubri dor de María Sa bina y de los misterios de Eleusis y del soma hi ndú, entre otras cosas. Desgraciadamente no hallé, ni ahí ni en cuantos archivos fatigué, duplicados de mis cartas , pues casi nunca los conservo . En cambia, en algo me sirvió para reparar esta laguna el ensayo para cuya con fección inicié la correspondencia; artículo que me fue solicitado por Octavio Paz, que sabía de mis inquietudes e investigaciones al respecto , para la revista Vuelta . Por supuesto, cuando me decidí a escribirle por primera vez, yo no conocía a Gordon Wasson. No ignoraba sus aventu ras y pesquisas; a través de los escri tos de Robert Graves , Roman Jakobson , Lévi-Strauss .. . , su nombre se me había vue lto fam il iar. En todo caso, me era preciso averiguar mayormente sobre su persona y su obra . ¿Y qué mejor fuente que él mismo? Su respuesta fue inmediata y generosa , y además se prolongó más a llá de la publicación del ensayo. Wasson me iba pareciendo un personaje tan lleno de inusual sabiduría, que consulté a mis compañeros del Colegio Nacional, y no me fue difícil convencerlos de las ventajas de invitarlo a participar en una serie de mesas redondas en compañía de aquellos de los miembros del Colegio que se mostrasen interesados en el diálogo con el creador de la jove n ciencia llamada etnobotánica. De otro lado, contraté para el Fondo de Cultura Económica los derechos de dos libros suyos. Así que nuestras relaciones se diversificaron en segu ida. Su visi ta a México tuvo gran éxito. Por prescripción médica lo acompañó su hija, enfermera titulada. Sé que hubiera querido regresar . Pero al poco tiempo, un episodio cerebral lo enmudec ió. Debo añadir que con el pretexto de que los hongos, que él desig- "Entrada a la gruta", piedra recogida en la Toscana de juego-- a mis primeras lecturas los presagios de las amplias crónicas que debían significar algo así como su apoteosis. Me preguntaba si las profetisas de La Guerra de los Camisards no habían prefigurado a las tragediantas de A mers, si los mariscales nipones de La Invasión amarilla no ofrecían una variante novelada de las expediciones de Gengis y de Timur, una repetición empobrecida, mecanizada y sin leyenda de una eterna Anábasis. La arqueología de la memoria es tan inventiva como la otra, e igualmente ansiosa de continuidad ... La diferencia es que ella añade con placer, para los más cándidos, al sabor de los orígenes el de una halagadora predestinación. Es de ese modo como nacen los magos y los iluminados. André Breton, por ejemplo, estaba en la frontera de ambos. A fin de cuentas, no había nada en su vida que no le pareciera regalo de una fatalidad de la que él se sentía el juguete o el elegido. El paréntesis y la fIsura Por el momento, me bastaba con esperar una revelación inefable de las fórmulas oscuras y de las metáforas enfáticas que hormigueaban en mis iluminadoras lecturas. Un día, repentinamente hastiado, rompí con ellas en unas cuantas páginas brutales. No consideraba que su contenido fuera descabellado. Al contrario, descubría que más bien era obvio, desgraciadamente monótono e inútil. Al fin y al cabo, me sentía desalentado y convencido de que el enigma no tenía solución. Casi siempre se quería explicar cómo un principio supremo se había resuelto estallando en consecuencias innumerables, así como ofrecer a una decisión tan desconocida -la creación del universo-, una razón plausible. Ninguna teología lo lograba. Biblioteca de México 6 Se veían obligadas, de una o de otra forma, a recurrir al misterio o al símbolo, a la alegoría. ¿Por qué es 'que un ser perfecto tendría que desarrollar un universo cuyos más pequeños detalles e ínfimas peripecias no surgían sino por su voluntad y ' en el momento en que él lo decidía? ¿Qué necesidad tenía de ello?, ¿o qué deseos?, ¿o qué curiosidad? ¿Y qué necesidad, curiosidad o ganas podía sentir una entidad absoluta? Sería confesar que carecía de algo. Y, precisamente como Parménides lo había dicho de una buena vez por todas (el único del que yo conservaba la enseñanza en mi estudio negro, es decir en mi memoria secreta): si carecía de algo, carecía de todo. Concebí, pasando de un extremo al otro, la ambición de un estudio casi experimental , en todo caso riguroso, de la imaginación . En mi espíritu, éste reemplazaría poco a poco a la literatura, la que había vivido más de la cuenta y me parecía sospechosa con todos sus señuelos inquietantes y sus reprochables arreglos . Sin embargo, era necesario que éstos revelaran,3 significaran algo de una importancia que correspondiera a su prestigio y a su longevidad. Tanta era mi ingenuidad. Por ello dejé a mis amigos del Gran Juego -quienes me habían hecho compartir la idea contradictoria de una metafísica vivida- por el movimiento surrealista. Había hallado entre ellos, con nuevos sinsabores , otro registro de lecturas infinitas. Expresaba al mismo tiempo mi doble decepción en una delgada plaquette, mi primer libro. A partir de aquí, no tengo ya nada qué contar de mis lecturas, que se fueron deslizando en mis propias obras como lo quiere la ley inevitable. Estas consistieron primero en algunas exposiciones de carácter universitario que tuve el pudor de no reunir en volumen. Luego fueron los diversos libros de sociología y de historia de las religiones, la 3 Caillais utiliza aquí el término trahir, que al mismo tiempo significa revelar y traicionar (N, del T.). mayor parte con valor de manifiesto, que he publicado hasta este día. En suma, de una manera desordenada, si no es que hasta como muestrario, eran trabajos que respondían bastante bien al programa de Enfoques de lo imaginario que me había propuesto y que desembocó en forma natural en una especie de síntesis bastarda entre mis aspiraciones a un conocimiento estrictamente objetivo , y los accesos de naturaleza lírica que combatía lo mejor posible sin poder rechazar del todo. Mi paso por el grupo surrealista, que dejó una gran huella en mi sensibilidad, me probó igualmente que no sería capaz de reprimir esos accesos y que incluso no debía siquiera intentarlo, en virtud de la objetividad bien entendida (la que yo buscaba), es decir exenta de prejuicios, por muy racionales que éstos fueran. Pero aún no me planteaba ese problema. Todo parecía, al contrario, trazado de antemano. Sólo bastaba que siguiera el mismo impulso y añadiera libros a más libros, cosa que hice y me aplico aún a hacer, pero desviando cada vez más mi propósito inicial. Poco a poco, llegué incluso a considerar la casi totalidad de mis búsquedas y trabajos como un gigantesco paréntesis, permitiendo que se cerrara en torno de mí , y que por contener casi todos mis libros durara prácticamente toda mi vida. Claro, algunas veces me escapé de él, pero siempre en' forma accidental e intermitente y no sin dificultad ni arrepentimiento. De hecho, la primera vez no pude dar el paso. Había escrito un texto intitulado L 'Ailefroide,4 que era esencialmente la descripción del glaciar que llevaba el mismo nombre y que desciende de la Barra de los Estuches en un gran campo reluciente. Estaba ya compuesto y a punto de aparecer en una revista, tal vez la más estimada de entonces. Mientras corregía las pruebas, me aterraron tanto los pasajes líricos que contenía 4 En español, "el ala fría " (N. del T.) . -por muy poco que lo parecieran-, que inmediatamente detuve la publicación. Fue necesario reemplazarla de urgencia. Lo que me paralizaba hasta ese punto era la omnipotencia del paréntesis, la especie de terror sagrado que infundía en mí. No consentía escribir nada que no fuera verificable y que no hubiera verificado yo mismo, es decir: que lo hubiera leído en alguna parte. No sospechaba que este extravagante rigor prácticamente significaba un deseo de no escribir nada que no hubiera sido tomado de otro libro. Algunos años más tarde, profundamente conmovido a causa de un viaje por la Patagonia, no pude evitar dejar en el papel algunas de las impresiones recibidas durante el mismo . El día que ias publiqué, depuradas sin embargo de todo detalle anecdótico o pintoresco, a fin de dar a mis páginas la misma desnudez de esa comarca que se esforzaban por describir, ese día me hice escritor a pesar de mí mismo. Tenía la amarga convicción de haber abjurado de la fe que daba sentido a mi ascetismo, el que por otra parte me hubiera sido muy difícil definir. Esta vez, no le di importancia. Fue el primero de mis libros renegados . Mi mala consciencia me llevó hasta la mentira. En sí, al menos en parte, había escrito Patagonia como una especie de intermedio literario, luego culpable, hasta el extremo de jactarme que hubiera muy bien podido escribir el texto sin necesidad de salir de mi cuarto. En mi espíritu, tal afirmación, gratuita al extremo, debía tener una intención de descrédito. En esas páginas, no pretendía ver más que un ejercicio complaciente: por un momento me había liberado de mis trabajos habituales que exigían, al menos, investigaciones y controles. Una efusión personal, por mínima que pareciera, me hubiese parecido incorrecta, un despropósito surgido de una debilidad que podía descalificar a aquéllos. Para salvar la investigación y el control del desprecio, deseaba señalar la diferencia. En las conversaciones, Biblioteca de México 7 E!R. atón nó como "enteógenos", eran drogas, las agencias especia li zadas estadounidenses amedrentaron a sus editores, y a él mismo le ocasio naron, hasta el final , incontables mo lestias. A l men os , dejó algunos amigos que no han cesado de recordar con afecto sus generosos empeños. Como los compañeros de Biblioteca de México juzgaron de interés las mencionadas cartas, decidí publicarlas en este número, junto con mis cuartillas de Vuelta . Lo que ya no me permitieron, por falta de espacio, es la inclusión de una nota introductoria. Por ello invadí tu habitual territorio. * El ra tón suspi ra melancólico y se apresura a llenar su col umna con materiales más ad hoc, conce ntrados por Jaime Moreno Vi lIarrea I y Rafael Vargas. * En la escue la se enseña a los niños a leer sentados. Existe una "buena postura " -la espalda erguida , los brazos sobre el pupitre, los dos pies firmemente apoyados en el suelo- y otras "malas", en la s que todos recae rem os a lo largo de la vida , que el profesor debe corregir . En determinad os ejercicios orales, se enseña a los niñ os a leer de pie. ¡Caramba! Pero nadie parece haber pensado en enseñarnos a leer acostados. Y si n embargo no es descabellado suponer que una bueno parte de los lectores consuetudinarios y recalc itrantes han co nqui stado la posición horizontal. Posición que, para un principiante, por flojonazo que seo, no es fáci l de mantener. ¿Pod ría afirmarse que cuando alguien comienza a leer literatura en la cama la literatu ra ha ganado un verdadero lector? Aunque no se consienta en la escuela - y casi seguramente se desaliente-, la lectura yaciente es una auténtica institución de la vida privada. Esto lo refrendan los burós y sus lámparas, los almohadones para medio sentarse en el lecho y, desde luego, los "libros de cabecera ". ¿Hasta qué punto el lector que todas las noches termina de leer un capítulo antes de dormirse está venciendo el día como el niño que exige siempre a la hora de acostarse ur cuento de sus padres? Qué feo nombre el de "regresión ", que algún psicoanalista presentaba a Patagonia como una diversión, cuando en realidad ya había empezado a convencerme de lo contrario. Sólo que no me atrevía a confesármelo. Deseaba dar a entender que no había sido engañado: mi viaje había sido superfluo y yo no había retenido nada de él. Hasta donde pude darme cuenta, na~a, al menos, se transparentaba. Excepto lo esencial: la metamorfosis íntima, todavía oculta durante mucho tiempo. De hecho, había efectivamente recorrido la Patagonia, pasado por el estrecho de Magallanes, vivido una temporada en Punta Arenas, penetrado en los canales chilenos de Última Esperanza, donde todavía subsisten los últimos anacalonfes, subido hasta los pies de las torres del Payén, bordeado costas desérticas en las que la humedad, por sí sola, es deletérea. Pero lo había callado, prefiriendo, para justificar descripciones que yo deseaba casi abstractas, celebrar la empresa humana de manera que el héroe apareciera sólo como un animal de existencia precaria sobre un suelo nunca bien conquistado . A causa del contraste entre la civilidad del texto y su contenido, no olvidé de llevarme un letrero que hallé clavado sobre la puerta de mi cuarto en un miserable albergue donde pasé una noche, rumbo a Puerto Natales. Este era más o menos el texto en español: "Se invita a los viajeros a dejar en la caja su dinero y sus armas. " Todavía lo tengo, pero me hubiera parecido indigno mencionarlo . No había ni caja ni verdaderos viajeros en esta casucha, de la que se ocupaba una pareja de enanos. La pancarta era sin duda de un modelo que servía indistintamente en la comarca para cualquiera de los raros establecimientos que uno estaba feliz de encontrar. Letreros así son prácticamente inútiles . En tales soledades; la ley de la hospitalidad es una obligación vital. Volví rápidamente a mis análisis de sociología de las religiones, de las guerras o de las literaturas. Estudiaba la retórica de los sueños y las imágenes de la poesía. Eso no impide que, por vez primera, hubiera obtenido una impresión. Había renegado del paréntesis. * Había ahí una fisura, que habría de ensancharse secretamente. Hoy me aplico en reconstruir su progresión, tal y como he podido medirla después. Es la causa sin duda de que, hasta en mis libros de esa época (los que hoy en día suscitan en mí cierta morosidad) circula y aumenta, no obstante su sequedad, una brecha de agua viva que riega en ellos, en una y otra parte y cada vez más frecuentemente , un reflejo insólito que la opacidad general apaga rápidamente. La astucia más eficaz de ese intruso hilillo fue sin duda la de guiarme en la opción de mis trabajos analíticos. Dirigía su inspiración . No dejaba nunca de sugerirme el tema en el que tenía mayores posibilidades de aflorar con el más aceptable semblante de legitimidad. Burlaba mi vigilancia, de suerte que, haciéndome creer que la conducía por nuevos dominios, yo introducía en ella , sin darme cuenta, un fermento capaz de corromperla o de desconcertarla, pero que se revelaba también -al menos, me persuadí pronto de ello-- susceptible de añadirle un complemento salvador. Mientras tanto, me reprochaba estos desvíos. Al mismo tiempo los juzgaba indispensables, exigidos en cierta forma por los asuntos que trataba: los del vértigo y del sueño, por ejemplo. La manera rigurosa e informada en la que seguía abordando mis temas enriquecía las fuentes y las referencias, sobre todo las emociones, enmascaradas por impasibles argumentaciones. No preveía que debía llegar inevitablemente un momento en el que el conjunto se vendría abajo. Por el momento, me jactaba de desbrozar tierras relativamente vírgenes, en todo caso marginales. Creía hacer el mejor uso, aunque con fines inéditos, de los métodos en los que había Biblioteca de México 8 sido instruido. No dejaba de tener la sospecha de estarlos poniendo cada vez más contra los propósitos con los que habían sido inventados para servir. No podía hacer que el lado nocturno de la naturaleza fuera a fin de cuentas el único que me sedujera. Aplicándome a explorarlo en la medida de mis posibilidades, volvía a ser clandestinamente fiel a mi primer instinto . Utilizaba la coherencia como un arma para vencer a la razón y demostrar su peligrosa, injusta estrechez. Por otra parte, desde el principio, independientemente del paréntesis, y después contra él, no había dejado de sentirme extremadamente agradecido con la lengua que había recibido al nacer, así como de mis estudios. La deuda que cada escritor contrae con su lengua materna es imprescindible. Sólo con él se termina. Me consuela saber que, en semejante terreno, endeudarse y pagar la deuda coinciden rigurosamente. Por mi parte, siempre he tratado mi lengua con un respeto religioso. Habría renunciado más bien a una ciencia cuyo repugnante vocabulario me hubiera obligado a maltratarla. Nunca he sentido la necesidad de tratarla con desenvoltura, sino más bien la de acrecentar sus recursos latentes. Me prohibía a mí mismo añadir a las palabras uno o varios sufijos sucesivos, de suerte que se vuelva necesario reflexionar para captar su sentido, por lo demás incierto . El que la filosofía y las ciencias humanas se hayan dejado llevar por esta peligrosa pendiente, no contribuyó poco a alejarme de ellas . No alcanzo a creer que una palabra de más de cuatro sílabas sea necesaria para significar una noción importante. Más allá, se puede estar casi seguro de que existe logomaquia. Es más difícil quitar que añadir sílabas a una palabra. La palabra más breve es invariablemente la que está más cargada de savia. En cuanto a la sintaxis, que es lo esencial, no retrocedía ante las audacias, pero me eXlg1a a mí mismo que fueran casi" im- perceptibles y que el lector no fuera sorprendido por ellas sino tras haber reflexionado. Hallaba instintivamente en el rigor del lenguaje un parapeto salvador contra la complacencia de las ideas. No soy. el único que se hallaba en ese caso, pude asegurarme de ello. * A veces me he preguntado si no hubiera debido dirigir mejor mis intenciones y emprender una obra de largo aliento. El áspero sentimiento que me invade ante la diversidad de mis obras nace de una inestabilidad incurable. Carezco de la constancia que unos reciben por su nacimiento, otros de su oficio o de la preocupación por su carrera. Yo tomé como venían los temas de mis libros. Me di cuenta muy tarde de que descansaban en un denominador común: los milagros y poderes de la imaginación. Contrariamente a la opinión difundida, éstos triunfan fácil y frecuentemente frente a la realidad, frente al interés inmediato o lejano, y hasta frente a la preocupación de la seguridad -incluso entre los animales. Fue para poder estudiar a mi antojo estas poderosas solicitaciones, aunque divergentes en apariencia y de las que parece que no se ha pensado en conjeturar que podían ser solidarias, que no me dediqué a ninguna disciplina fija. En cambio, considero bajo un ángulo idéntico los problemas más disparatados. La fisura que evocaba hace un mom.e nto pudo dislocar todo a final de cuentas y al mismo tiempo llevarme a perder de vista al hombre, a situarlo en conjuntos cada vez más vastos en los que no desempeñaba sino un papel ocasional, subsidiario, en nada central o fraternal. Tal fue, cuando pienso en él, la principal lección que me otorgó mi viaje por Patagonia, al que en principio había creído sin futuro. Una oscura necesidad me hizo renovar su beneficio cada vez que pude aventurarme en comarcas no menos ingratas e inhospitalarias, y siempre sin ex- traer de ello el menor partido, a no ser indirecto. Nunca escribí recuerdos de viajes. Nunca volví con una película y ni siquiera con una fotografía. El viaje permaneció en mí como aventura interior. Me fortalece. Al contrario de lo que Pascal afirma, la desgracia me llegó más bien por haber sabido quedarme tranquilo en mi cuarto, y sobre todo entre mis libros. Tengo necesidad de espacio . De espacio vacío , está claro. En el que el hombre es raro; y todavía más sus obras. Libros antídotos ElRatón podría endilgarle a este placer de soñar antes de abandonarse al sueño. ¿Y qué decir de los poetas y novel istas que escriben tumbados en la cama? Marcel Proust rea lizó una verdadera hazaña de res istencia física al redactar su dilatada obra maestra recostado en a lmoha d o nes . Su cama y los demás muebles de su alcoba , singular monumento literario, se hall an e x puestos en e l Museo Carnavalet de París. * Lo dije al empezar: un buen día, fui ·bruscamente transplantado del campo a un mundo totalmente nuevo, uno de ésos en los que la suma inagotable de los conocimientos y de las experiencias humanas se conserva, archiva, cataloga y demás: fácilmente disponible, con tal de tener la curiosidad de extraer algo de ella . Bastaba simplemente con saber leer. Hoy, ya ni siquiera es necesario: leer exige un aprendizaje. Este no es necesario para mirar y oír. Ayer era todavía la época de la lectura soberana. En realidad, desde que supe leer, no he hecho más que leer, y si no hubiera sido por mi incesante e infantil curiosidad por las cosas y por la incapacidad de mi atención de no ser la presa del primer objeto hallado, no hubiera vivido más que a través de los libros. Me di cuenta muy lentamente de que por el uso que se hace y que se obliga a hacer de las palabras, tienden a reemplazar la expresión espontánea de la realidad. En verdad, de entrada me atrajeron hacia lo que llamé el paréntesis. El color, la forma , la sustancia del capullo podían muy bien ser sustituidos. Otros libros hubieran tejido otro entorno para mí, sin que yo siquiera me diera cuenta. Mi estancia en América del Sur, donde los libros y los que los leen cuentan mucho menos que la naturaleza y los iletrados, fue para mí una seria advertencia. El examen de consciencia que rápidamente suscitó tal sacudimiento y que significativaBiblioteca de México 9 Una p recisión fi lológica : entre bs significados de la pa labra la ti na cubiculum sobresa le el de "dorm ito rio " . ¿Cuántos investiga d ores universitarios no se encerrarán en su cubículo pa ra echarse una siesta , un "coyotito" , un "torito muerto" por no dejar? Cada escri to r debería tener , siqu ie ra , un "cubiculum vitae". * Curiosamente , el susta ntivo leclus (lecho) coinc ide con el participio de lego, is, ere, de donde procede legere (leer) ... ¡Vaya ! Aquí el ratón sa lta exaltado desde su filológ ica rumia (o roedura) y exclama: No relation! Pero ca lm a, cal ma amigo. Dé janos hacer un rodeo para establecer este punto. Vayamos a algo que puede ser aun más placentero para el magín que la lectura literaria en pos ición supina: el yazer tal como lo ilustra una tradic ión iconog ráfica de hermosas damas desnudas tendidas sobre el lecho. La venus de Urbino de Tiziano, La Venus en el espe¡o de Velázquez y la Ma¡a desnuda de Goya. Esta tradición cu lmina - pero no termi na- con la Olympia de Mane!. Hoy por hoy se acepta comúnmente que el antecedente de estas bellezas es la Ninfa tendida de Lucas Cranach, una desnuda deidad tumbada en un prado junto a una fuente, con la cabeza reco stada sobre su mano derecha y el brazo izquierdo libremente alargado sobre la cadera y el muslo. Nuestro ratón parece haber aprobado el rodeo y se tiende a su vez pensando en quién sabe qué cosa . O h, deleite. * Pues bien : existe una tradición paralela de sujetos tendidos sobre el pradc>, todos caballeros y no por cierto desnudos, la cabeza recostada en una mano y el brazo alar- mente intitulé Babel, refleja esta preocupación paradójica: ahí comentaba particularmente la amenaza de Lao-Tsé, indignado por el irreflexivo y vanidoso empleo que de la escritura hacían los filósofos de su tiempo: "Yo los obligaría de nuevo - habría de exclamar- a usar las cuerdecillas anudadas." Esta costumbre habíiJ. precedido, según la tradición, la invención de los caracteres y no ofrecía seguramente tanta libertad al desenvuelto ejercicio del pensamiento. Para mí, se había creado una primera distancia con respecto al lenguaje, a partir del momento en que me percaté de la facilidad de los dos doctos para manipular a su antojo sólo los datos que han preferido seleccionar. Por naturaleza, cada sistema implica en sí un imperativo de coherencia. Este obliga a cada nuevo elemento a ocupar su lugar en el casillero que le corresponde en forma más o menos visible. Si la operación oportuna depende un poco del ingenio o de la acrobacia, es capaz de aportar aún una mayor satisfacción al espíritu. Este obedece por sí mismo a una tendencia unitaria, que le es constitutiva. Un sistema, al desarrollarse, aumenta en la misma proporción su volumen y la capacidad de sofisticación de su autor. En caso extremo, se niega a sí mismo la gracia -decisiva- de poder ser falible. Su progreso, y hasta su mismo crédito, dependen de ello. En las ciencias naturales , el veredicto de la experiencia está siempre ahí para corregir el extravío. En las ciencias exactas , como la matemática o la teología, todo deriva de la elección de los postulados, de los que no no hay más que extraer las consecuencias correctas. Por eso no puedo reprochar a Jorge Luis Borges el que alguna vez haya considerado a la teología como uno de los géneros de la literatura fantástica . En cuanto a las ciencias humanas, que de ciencia no tienen más que el nombre, no es sorprendente que una teoría suplante a otra con una cadencia cada vez más rápida . Está muy claro que pocos límites restringen la opción de las intuiciones iniciales y que una lógica dúctil permite que las mismas alcancen un desarrollo un tanto inevitablemente capcioso y siempre ilimitado. Semejante desconfianza no me ayudaba de ninguna manera a salir del paréntesis. Tampoco disminuía mi gusto por la lectura. Era más prudente, o simplemente más cauteloso , en la conducción de mis razonamientos; en todo caso, más apto para sorprender la falla en los de los otros. Pero no dejaba por eso de pertenecer al mundo cerrado de la organización semiarbitraria de datos variables. Permanecía cautivo del laberinto constructor de edificios análogos, aunque más modestos, a los que mostraban las mismas debilidades y que esperaban el mismo abandono próximo. Por lo demás , estaba igualmente empeñado que antes en las querellas fronterizas, en los mutuos ataques del saber y la dialéctica, en las dificultades surgidas de un descubrimiento imprevisto o de un razonamiento inédito. y es que el paréntesis envuelve a cada momento el conjunto de la vida intelectual, o poco menos . El intelectual argumenta la mayor parte del tiempo en una estrecha célula cuya transparencia le crea la convicción de gozar de la verdadera libertad. De hecho, si no se trata de una cárcel, la libertad no es tan completa como ilusoriamente él la imagina . Vagabundea o audazmente se dirige (el resultado es el mismo) hacia las zarzas envolventes de la disputa y de la controversia sin salida . No es muy difícil darse cuenta de lo inevitable que es perderse ahí, pues cada camino desemboca en una encrucijada que se abre a otros senderos que conducen a otras encrucijadas. Hay en ello una ebriedad engañosa de exploración y de descubrimiento, normal en una cartografía incierta. El pensamiento, como la lectura, es un vicio, o más exactamente una droga impune . Yo estaba muy intoxicado. A excepción de mis ávidos Biblioteca de México 10 comienzos, cuya diversidad hacía menos peligrosos, siempre tuve la precaución de fabricarme, entre mis propias lecturas, refugios en los que me evadía I de mis gustos o de mis obliga- I ciones, es decir, tanto de mi curiosidad momentánea como de la bibliografía útil para la preparación de un examen, o bien de la documentación que me hacía falta para algún trabajo. Eran lecturas al azar cuyo asunto no tenía nada que ver con las que me ocupaban, libros que yo llamaba feéricos, como se denomina "ajedrez feérico" a las variantes del juego que se juega en más de dos dimensiones, con piezas inventadas o apegándose a reglas insólitas o desconcertantes. No tardé en llegar a mi actual actitud. Las obras que en lo sucesivo busco, son aquéllas que presumo no contendrán nada que yo mismo no hubiera podido razonablemente imaginar por capricho o por placer, yo u otro cualquiera que no se hubiera propuesto ser absurdo a propósito. Los primeros libros que leí de niño , fueron para mí realmente feéricos . Lo ignoraba y, en consecuencia, no los nombraba de esa manera. Hoy , llamo con toda consciencia feéricos a aquellos de los que espero efectivamente me aporten alguna sorpresa irrecuperable para la razón o la verosimilitud. De esa manera descubrí, en una colección de obras olvidadas por los grandes filósofos, la Siris, en la que Berkeley enumera las virtudes del agua de alquitrán y las presenta (las explica también) como la prueba de la existencia de un éter ígneo universal. En Toussenal, en la librería de un librero especializado en los libros saint-simonianos y fourieristas, me encontré la Zoología pasional, en la que una delirante descripción del murciélago me hizo soñar durante mucho tiempo. Los estudios que consagré al. fulgor de la lamprea y al pulpo, aunque de una inspiración muy diferente, tal vez le deben algo. En otra librería que liquidaba saldos, me encontré un libro, Las Tres totf!mizaciones, de un tal o de una tal ElRatón "Dante y Virgilio en el Infierno" , pintura sobre piedra Lotus de Paini, de quien nunca antes ni después oí hablar. La construcción no me pareció mucho más aventurada que las construcciones de Bachofen acerca del matriarcado primitivo. Ese tipo de diversiones, se sobreentiende, no jugaba más que un papel episódico; con suerte y subsidiariamente, un papel curativo, durante los intermitentes escrúpulos. Por otra parte pueden producirse singulares virajes: no daré sino un ejemplo. Hasta donde me acuerdo, tuve por China una especie de afinidad electiva. Quiero decir que ésta no se debía ni al azar ni a las circunstancias, sino más bien a la importancia sin duda desmedida que otorgaba al pensamiento clasificatorio. Había leído, haciendo anotaciones en casi cada página, el Pensamiento y La civilización china de Marcel Graneto Me maravillaron tanta precisión y rigor. En cambio, había rechazado desdeñosamente una de las anteriores obras de este sinólogo: Danzas y leyendas de la antigua China, que entonces no distaba de considerar como un encadenamiento, sin duda avalado por los textos, pero en el fondo enteramente arbitrario y accidental, articula- clon ingeniosa de correspondencias fortuitas o locales, desprovistas de la menor coherencia. Más tarde, pensé en ella como en aquella obra feérica cuyo contenido, sin ser propiamente poético , conseguía provocar en mí con mayor fuerza la emoción imprevista y en algunos ángulos desconcertante que yo esperaba de la poesía. A partir de ese momento, acogí con una especie de fascinación las equivalencias inextricables entre las aves migratorias, las campanas, los fundidores, los dragones, las estaciones, los colores, las danzas, los suplicios, los orientes, los metales, los astros, las dinastías, y quién sabe cuántas cosas más. Se volvía un ballet, un cuadro con múltiples entradas , en el que no había ningún dato que no ocupara un lugar riguroso y no se hiciera inmediatamente necesario. El libro otrora desdeñado se convirtió para mí en un objeto de encantamiento siempre renovado . Quiero insinuar que en lo sucesivo era menos un libro que un objeto: un soporte de ensueño, o por decirlo así: un libro antÍdoto de libros. Me hallaba en la entrada del túnel que me iba a permitir probablemente salir en definitiva del paréntesis. En una Biblioteca de México 11 godo sob re las pie rn as . Todos ellos son lectores o poetas. Nuestro cola borador y amigo Héctor Perea esc ri bió hace poco sobre una he rm osa escultura conocida como El doncel de Sigüenza. Ese do ncel de a la bastro, que lleva a tu end o medi eval pero corazón renacentista, está a lorgado en el suelo, sosti ene en la s man os un libro a bierto y se ha lla a bsorto en la lectura . Por nuestra parte, recorda mos una mi nia tura de Nicholas Hilliord qu e re prese nta a Henry Percy en muy semeja nte posición, sólo que el suj eto ha de jado el libro a un lado para libremente soñar con los ojos a biertos echado sobre el pasto. Existen muchos otros e je mpl os de esa tra di ción que en inglés se llama "prone portrait". Y bueno, basta . ¡Despierta amig o roedo r! , po rq ue nu es tro punto es como sigue: leer es recolectar: así lo quiere el verbo latino y así lo refrenda n los florilegios poéticos que obedecen a Virgil io: Legere flores (recoger flores). Esos hombres tendidos están en verdad reco lec ta ndo, de modo que e l lecho, el leer y el recoger se hace una sola, superior unidad. Dinos, roedor, ¿haz se ntido la relac ión entre la lectio y el lectus? El buen ra tón, un poco adormilado por un sueño de ninfas, nos espeta lacónicamente: I do not recollect what was your point. Henry Percy Nuestro perezoso ratón no suele sali r de su cómoda guarida. Para como están las cosas en la ciudad, prefiere pasear tranquilamente por las amplias (aunque a veces frías) salas de la Biblioteca, o de plano instalarse ante alguna de las joyas que forman parte de nuestras Colecciones Especiales . Sin embargo, el otro día , casi sin saber cómo, asomó la nariz por una librería cercana, y descubrió con júbilo que ya existe versión en español (en Alfaguara) de Europa, Piedra variscita de Utah , EUA palabra, practicando una extraña homeopatía, intentaba curar el mal por el mal. Llegué a excesos que rayaban en la irreverencia. Durante una investigación en la que se me había pedido proponer una lista de las cien obras más notables del patrimonio escrito de la humanidad, agregaba a aquellas que había leído y apreciaba particularmente, otras dos de los que sólo conocía los títulos, como lo hacía notar honestamente: el anónimo Historia secreta de los Mongoles y el Tratado de las ceremonias de Constantino Porfirogeneta . Desde entonces, las tengo atravesadas en la memoria, como se dice de un hueso en la garganta. Puede ser que un día tenga la oportunidad de conocerlas: serán las últimas. En realidad, creo que jamás abriré los dos volúmenes fantasmas . . Supongo haber llegado al término del ciclo que empecé en el momento en el que penetré sin estar consciente de la temible trampa en la que me metía, quiero decir en el paréntesis. Ahora sigo sin duda leyendo libros que todos juzgan de un interés casi puramente curioso. Aquí debo hacer una distinción. Sé perfectamente por qué emprendí la lectura de las primeras memorias de Lamarck -las que se aplican al transformismo de las especies minerales y que no desarrollan más que un monumental error- y la del Discurso del unicornio de Ambroise Paré, siendo que el asunto, desde hace mucho tiempo, no ofrece ya ningún interés, incluso anecdótico. Me ligan de alguna manera al paréntesis, que sin duda resulta imposible para el hombre, estando en vida, cerrar definitivamente tras de sí. Me inclino de todo corazón a esta ley, como a veces suelo prolongar por juego las búsquedas que acometía seria y fervorosamente, cuando me fascinaban. Sin duda responde a algún fin, a alguna necesidad o a cierto residuo de fuerza no utilizada el seguir dando vuelta a la noria, incluso con indiferencia y no estando en lo absoluto obliBiblioteca de México 12 gado. Como el río Alfeo, supongo, fue salvado por etrecuerdo de la primera etapa de su recorrido, yo habría de serlo por el de mi infancia. De la misma ma- . nera que él preservó sus aguas que no pedían otra cosa que mezclarse con las del mar, yo me sujeté por instinto a los objetos que el azar ponía en mi camino, igual que relacionaba esos raros cuadros yesos raros poemas con un misterio que no conseguía reducir, más allá de la pintura y de la poesía, a los objetos. Sin embargo, la poesía en su conjunto, la suma de las imágenes verbales, la de los emblemas inexplicables, las prevaricaciones de los animales miméticos, la peligrosa, suntuosa e indistinta condición vegetal, me propusieron siempre una complicidad silenciosa. Nunca he hablado de ello más que con medias palabras y sólo para prevenir de su magia. Ensanchando sin cesar el círculo de una solidaridad que me diluía en lo más lejano de mí mismo, vine a hallar en las piedras la recompensa deseada . Ellas se revelaron poco a poco como un álbum gigantesco. Situadas en el último extremo de lo taciturno, estaban igualmente ubicadas en las antípodas del hombre y del pensamiento. Adivinaba que contenían en su masa impasible y perdurable la totalidad de las transformaciones posibles de la materia, sin excluir nada, ni siquiera la sensibilidad, la inteligencia, la imaginación. Al mismo tiempo mudas absolutas, me parecía que se mofaban de los libros y que exponían un mensaje fuera del tiempo. No otorgo sino una relativa fe a estas divagaciones, que son ensoñaciones. Al menos, si no me liberaron de la burbuja, me concedieron establecer en relación a ella la distancia indispensable; me permitieron, en todo caso, saborear de tanto en tanto una breve y" tranquila dicha , reconfortante. Piedras, supremos archivos, que no contienen ningún texto y no nos dan nada a leer... Traducción de Glenn Gallardo RAÚL BAÑUELOS 3 POEMAS E!.R atón ~la el aire. ID resguardo. Toma altura el irbol. Deshojo una página. Construyo un aire. Clavo el retrato. Tengo tres árboles deshojados. despedazados, hechos polvo. Ya no debiera buscar libros; no debiera escnbir. Páginas blancas, manchadas en tinta, carbón, escritura; Y ese árbol solo levantado donde es el centro de la tierra. Raytndo, manchando, destruyendo la blancura, mi mano pasa por encima. Ah, si no fuera tan inútil la palabra. Escribo: "Es imposible escribir". Sólo: "escribo". Se me hace tinta la persistencia: la célebre trilogía de John Berger, el estupendo escritor inglés (novelista, ensayista, crítico de artes visuales, guionista de las primeras pelícu las de A lain Tanner) que , como muchos otros colegas y compatriotas suyos ha optado por vivir fuera de Inglaterra -en su caso , en un pequeño pueblo de pastores , en la Alta Sabaya. Es difícil descr ibir e l contenido de dicha trilogía (formada por Puerca Tierra, Lila y Flag, y Una vez en Europa), pero baste decir que se trata de una de esas obras que suman y transgreden los géneros para me jor ll egar a la poesía . "Aunque a veces a uno le gusta mantener a sus autores en una especie de esta nte secreto -dice nuestro menudo amigo-, también es cierto que hay alegría en comparti rlos con los amigos. " Y como nosotros sentimos que hay un víncu lo de am istad con nuestros lectores , pasamos la noticia al costo. * Otra novedad , aunque ésta la recibimos por generoso envío del propio au tor, es La música de la humanidad (T usquets), anto logía de los poetas románticos ingleses, compilada , traducida y prologada por Ricardo Silva-Santisteban (cuya versión de la Anna Livia Plurabelle, de Joyce, publicamos hace algún tiempo en estas mismas páginas) . La selección de obras de Shelley, Wordsworth, Keats , CoIeridge et alium , amp lia y representati va , está acompañada de una minuciosa bibliografía que informa de la presenc ia del roman ticismo inglés en nuestro idioma. * ¿Cuántos cosas guardan relación con la cocina? 0, mejor dicho, ¿qué cosa no está relacionada con la cocina? Sor Juana decía que si Aristóteles hubiese guisado, más y mejor habría escrito, yes indudable que cocinar aporta a la vida sabor y saberes muy gratos. A propósito de estas cuestiones Alfil, la revista cultural del IFAL, pone en circulación su número más reciente , titulado "Las culturas del sabor". En el índice, como en todo buen menú , hay de todo y para todos los gustos. A nosotros, que apenas hemos tenido tiempo de ojearlo , nos parece especialmente apetitosa la entrevista con el filósofo René Scherer, a propósito de "Gastronomía y gastrosofía". Ahí va (viene está, es); viene está es: una nube (dos, tres). Escribí una palabra: nube: Hueve tinta. Pasó un pájaro por este vuelo. Perdón, lo volveré a hacer: "\ióló un pájaro". Escribe sin tinta. Biblioteca de México 13 Ha sido un secreto a voces el uso ritual de alucinógenos por los antiguos griegos . Al menos desde que, a mediados del presente siglo, se inició formalmente tal género de estudios, varios son los ensayos y libros que han rozado el enigma de los Misterios clásicos, intentando explicarlo -o dándolo por explicado, en casos de inferior seriedad- a partir de las premisas deparadas por una investigación de azarosos albores que poco a poco se fue constituyendo en audaz disciplina científica: la etnobotánica. Que esta palabra es de cuño reciente y aún incierto, lo demuestra su ausencia en léxicos tan flamantes y receptivos como Tbe Fontana Dictionary oi Modern Tbought, cuyo repertorio consigna, sin embargo, innúmeros vocablos de obvia novedad. De cualquier modo, la existencia de la etnobotánica, y de la más espectacular de sus ramas: la etnomicología, son hechos hoy indiscutibles, aunque puedan ser materia de disputa muchas de sus conclusiones. Y aquí es, precisamente, donde comienzan las dificultades. Porque la nueva ciencia ha de afrontar, de un lado, los tabúes, a menudo persistentes, que la asedian y pretenden condenarla sin oírla; y de otro lado, sus propios riesgos interiores, que no sin frecuencia la orillan a declinar el rigor. de miel, le viOleron a la mente dichas inquietudes. Era, a la sazón, periodista y financiero. Ella, rusa de nacimiento, dio en cosechar, en el curso de uno de sus paseos , los hongos comestibles que le salían al paso. Y consiguió, vencidas las pasajeras alarmas, que él compartiera así su disfrute en la mesa como el interés por los usos y costumbres relativos a ese manjar. Armados de un enorme arsenal de datos extraños, fueron extrayendo no menos extrañas conclusiones sobre la importancia de los hongos en la historia de la humanidad. A la cual, según aprendieron, cabía dividirla en un par de grandes grupos: los micófilos y los micófobos. ¿Irreconciliables entre sí? Sólo en la superficie; pues en lo fundamental ambas actitudes obedecían a una pareja, y no siempre consciente, sacralización del hongo : los unos manteníanse fieles al tabú erigido al respecto por sus antepasados, en tanto que en los otros había sobrevivido la devoción amorosa. En 1952, el poeta Robert Graves puso en conocimiento del matrimonio Wasson algunos datos adicionales y decisivos, relacionados con un culto al hongo sagrado entre los indios de México. Y tres años más tarde, tras mil estudios y pesquisas, Valentina y su esposo participaron, por vez pri- El dilema es inusitado; por ello mismo se me antoja imperativo su registro. En primer término, encontramos antropólogos de rígido criterio, que apilan vasta y minuciosa información sin enterarse, en el fondo, de qué se trata. Son como el esforzado helenista que, hundido en sus papeles, jamás se ha preocupado por visitar a Grecia ni por respirar la atmósfera en que se desenvolvió tan glorioso apogeo. No obstante su afán erudito, les falta -o no se advierte en ellos- la pasión vivida que encamina hacia los mejores hallazgos. y en el polo opuesto, nos topamos con los líricos más o menos desenfrenados. Entusiastas y ávidos, confunden la hipótesis con el descubrimiento y el vuelo de la imaginación con el paciente rastreo en los laberintos de la historia y la mitología. Si la pasión, inspirada en la experiencia personal, los lleva, de cuando en cuando, a iluminar consabidas tinieblas, no les permite, en cambio abrir horizontes válidos y útiles para los demás. De acompañarlos el talento y la dedicación literaria, podrán llegar a ser buenos escritores. Para convertirse en científicos necesitan acomodar sus certidumbres subjetivas, verdaderas o supuestas, a los arduos métodos comprobatorios que una tradición milenaria les impone. Entre estos dos extremos, descuella la obra singular de R. Gordon Wasson, fundador, con su esposa Valentina Pavlovna, de la etnornicología. Él mismo ha contado cómo en 1927, durante su luna mera, en el ritual mazateco. De todo ello naCiO Mushrooms, Russia and History, que la Saturday Review designó "uno de los libros más curiosos y, por cierto, de los más caros que han sido publicados en los Estados Unidos en mucho tiempo". La edición constaba de 350 ejemplares, cada uno de los cuales se vendió al precio de ciento veinticinco dólares. Nunca, que yo sepa , se reimprimió. Asimismo, en diciembre de 1958, y con precio similar, se publicó en París, firmado conjuntamente por Wasson y por Roger Heim, Les champignons hallucinogenes du Mexique. Este último libro, dedicado a la memoria de Valentina Wasson, ya para entonces fallecida, contó además con la colaboración de un impresionante equipo técnico, en el que descollaba Albert Hofmann, el sintetizador del LSD; R. G. Wasson se encargó de tres capítulos sustanciales: un recuento de sus experiencias en Huautla y de su indagación en otras regiones del contemporáneo México; la recopilación de fuentes nahuas y novohispanas, alusivas a los teonanácatl, los hongos divinos; y un enfoque etnomico lógico de la arqueología mesoamericana . En 1964, escribí que esta edición del Museo Nacional de Historia Natural en Francia no había sido superada. Sigo pensándolo. Harto repetida y, a las veces, complementada en detalles, permanece como un texto clásico y legendario, lejos del alcance de nuestros estudiosos por su rareza y por ser México un país ayuno de bibliotecas pú- .... Figura de barra cocido, estilo Remojadas, Veracruz Biblioteca de México 15 Gordon W asson blicas. No deja de lastimar que el estudio a fondo de nuestras raíces se reserve, en tan sobresalientes aspectos, a la pericia de los extranjeros, mientras los nativos se debaten en la penuria de nuestras academias, cuando no se enclaustran en olímpico desinterés. Pero tampoco dista de entrañar un consuelo la fortuna de habérsenos deparado la pasión serena de un R. Gordon Wasson, más allá del proselitismo de los fanáticos, y de la tediosa rebusca de los circunspectos. Wasson pondera y gradúa su afición, de manera que no se le disperse en simple apologética. Madura sus intuiciones hasta hacerlas fructificar en proposiciones concretas. Huye de la efímera trivialidad del guru, y no vacila en solicitar el auxilio de los más capacitados en· ajenas especialidades. Salvo los fragmentos traducidos en Vuelta, por lo demás elocuentes, desconozco la versión original de su trabajo sobre el soma hindú . Pero me he leído de un tirón las ciento veintiséis páginas de 7be Road to Eleusis; y conste que la densidad del contenido --de las notas, sobre todo-- no vuelve fácil la empresa. El libro es una pequeña obra maestra de arqueología teológica y botánica. No hay en él esa ambición totalitaria y sospechosa que esteriliza al bodrio, de paralelas ambiciones, que nos infligió John M. Allegro sobre la interpretación etnomicológica del mito cristiano, 7be Sacred Mushroom and the Cross. El ahínco del señor Allegro, cuya competencia lingüística me abstengo de juzgar, se resuelve en interminables listas de palabras sumerias, acadias, ugaríticas, semíticas, sánscritas, hebreas y arameas, sirias, arábigas, persas, griegas y latinas; inmenso e indigesto repertorio que acaba teniendo un solo significado: el hongo ubicuo y pancósmico, responsable de cuantos versículos ti~ne la Biblia y de cuantas sublimidades conocieron los helenos. Por más que la encuesta nos fascine y la abordemos sin gazmoñería, resulta imposible seguirla. Basta asentar que, según Allegro, sean cuales fueran sus orígenes y las variaciones sufridas en su grafía a causa de una evolución incomprobable y, por eso, dogmática, todas las palabras listadas en 7be Sacred Mushroom desencierran idéntico referente. Aun el sexo culmina ostentándose como máscara del delirio micófilo. Abolida la lucha de clases, pulverizada la voluntad de poder, aniquilados el Eros y el Thánatos, la solidaridad humana, el instinto y el sueño, la apetencia de belleza y justicia, no resta otro motor de la historia que la tiranía criptógama. El reductivismo es atroz. El efecto final sería grotesco, si no lo esfumara el aburrimiento del lector. Wasson, por su parte, se mueve no en las antípodas, sino en una cauta serenidad muy plausible. El sí sabe de qué se trata; pero tampoco ignora los buenos modales, a la postre más redituables. Descuenta la inefabilidad de la vivencia mística y apenas si ensaya la paráfrasis. Al margen de su certeza intuitiva, prefiere condensarla en preguntas a los eruditos y no usurpa el derecho a la respuesta. De los seis capítulos en que se distri- Ánfo ra griega arcaico hollado en Eleusis buye 7be Road to Eleusis, firma sólo uno, en que se plantea la cuestión. Y no tarda en advertirnos: 1 would not be understood as contending that only these alkaloids (wherever found in nature) bring about visions and ecstasy. Clearly sorne poets and prophets and many mystics and ascetics seem to have enjoyed ecstatic visions that answer the requirements of the ancient Mysteries and that duplicate the mushroom agape of Mexico. 1 do not suggest that St. John of Patmos ate mushrooms in order to write the Book of the Revelation. Yet the succesions of images in his Vision, so clearly seen but such a phantasmagoria, mean for me that he was in the same sta te as one bemushroomed. Nor do 1 suggest for a moment that William Blake knew the mushroom when he wrote (his) telling account of the clarity of "vision".. . Semejante advertencia es extraordinaria en la medida en que se aparta, tanto del común proselitismo de los consumidores de alucinógenos como de las reglas de la ordinaria antropología. No todos los días se halla a un hombre cultivado y experimentado, capaz de dominar el explicable celo profético que deriva del c0!l0cimiento directo de tales visiones y éxtasis, poniéndolo al servicio de una búsqueda prudente y meticulosa. Wasson rechaza, con razón, el reductivismo. Existe una pluralidad de caminos para llegar a "la" visión y al éxtasis . Sería infantil, aunqu'e no Biblioteca de México 16 Todo lo más por decir Qoaquín Mortiz, 1971). No sé hasta qué punto impartan mis automáticas estrofas una idea del episodio. Estoy seguro de que son insuficientes, toda vez que lo medular en la experiencia trasciende el lenguaje. Proezas literarias aparte, ni Henri Michaux, ni Antonin Artaud, ni René Daumal, ni menos aún los ejércitos de poetas beatniks y hippies presididos por Ginsberg, han logrado entregar en sus respectivos intentos el meollo de esta suerte de aventuras. "Hay visiones que uno prefiere guardarse para sí", comenta Ernst Jünger al transcribir las suyas. Siendo ello exacto, no es la verdad cabal. Independientemente de nuestra voluntad de sigilo o de revelación, hay visiones condenadas, de antemano, al silencio, porque el divulgarlas implica la traición a su vigor y a su hondura. Trivializadas por el manoseo cotidiano, van a dar al basurero de los lugares comunes, o bien se agregan, sin pena ni gloria, a la trillada charlatanería "esotérica" en boga. ¿Cómo, pues, canalizar nuestros hallazgos sin trocarlos en pregón adocenado? Henri Michaux no duda un instante. En el umbral de su Connaissance par les gouffres instala este sensato apotegma: Les drogues nous ennuient avec leur paradis. Qu 'elles nou~ donnent plutót un peu de savoir. Nous ne sommes pas un siecle á paradis. Descartados el proselitismo y la comercialización ineludible de los paraísos artificiales, el problema está en aclarar qué clase de saber buscamos, y cuáles son los caminos que al saber conducen. Ya tal esclarecimiento contribuyen no poco averiguaciones como las impulsadas por Wasson; como las esbozadas por R. E. 1. Masters y Jean Houston en Tbe Varieties 01 Psychedelic Experience¡ como las del antropólogo Peter Furts, diestro investigador de las relaciones entre los alucinógenos y el ritual en nuestras diversas culturas indígenas . Semejantes estudios nos aproximan a la sabiduría acumulada a lo largo de los siglos en distintas tradiciones y, al desvelar enigmas actuales y pretéritos, subrayan que el hombre es siempre el mismo, dondequiera se le sitúe y se le cultive. Y que el requerimiento de una estructura ritual en el manejo de sus problemas, antes que un apremio despótico, constituye una sabia manera de mantener a raya el caos amenazante. En último análisis, además de una cortina que se tiende sobre el misterio, acaso sea el mito una escala que gradúa y orienta nuestros pasos en nuestra elevación al conocimiento. La publicidad que siguió a los descubrimientos de los Wasson en Oaxaca (en especial sus artículos en Lije y otras revistas de gran tiraje) hizo de María Sabina, la sabia "curandera" mazateca, una figura internacional; pero al propio tiempo convirtió a Huautla en sospechoso centro de atracción turística para una turba de jóvenes ociosos, cazadores de sensaciones "exóticas", que la infestaron sin respeto alguno a su carácter de santuario secular. "Supuestas las simas de vulgaridad del periodismo contemporáneo -reconoce Wasson-, incomprensible, atribuir la complejidad visionaria del Apocalipsis y de los grandes poemas de Blake a la ingestión, sin más, de un hongo. Ello no quiere decir que el hongo sagrado no esté presente, descarado por abiertas costumbres o disfrazado por el tabú, a lo largo de la historia entera del hombre. La nueva micología, que empezó siendo "hijastra de la ciencia", bien puede a.dquirir, a través del estudio empeñoso, insólitas e inesperadas dimensiones, al descubrirse la humilde, rebajada y oculta presencia del hongo psicotrópico en básicos ritos sacramentales de antiquísimas religiones y mitologías. Pero es preciso no cambiar unas ilusiones por otras. La etnomicología deberá aprender de su madrastra algo de sus métodos estrictos, comunicándole a su vez, eso sí, algo de la imaginación atrevida que la hizo nacer. Yeso es, justamente, lo que Wasson ha ido cumpliendo. Ha infundido su controlada fiebre a los técnicos, a los profesionales. En resumidas cuentas, quienes, espoleados por Wasson, resuelven el enigma de Eleusis son Albert Hofmann, un químico suizo, excepcional y prestigioso, el que en 1943 sintetizó en su laboratorio la detilamida del ácido lisérgico (LSD), y Carl A. P. Rusk, etnobotánico helenista (doble especialidad inusual y escurridiza) de la Universidad de Boston. Ancilarmente se encomendó a Danny Staples una fresca traducción del himno homérico a Deméter, fuente cardinal para el análisis del mito eleusino. Procede hacer constar, por añadidura, que los primeros tres capítulos de Tbe Road to Eleusis fueron leídos por sus respectivos autores en la Segunda Conferencia Internacional sobre Hongos Alucinógenos, celebrada en Washington, en octubre de 1977. Sin embargo, el libro es de Wasson, que promovió y coordinó los trabajos y los condujo a feliz término. Es él quien merece una corona de académicos laureles entretejidos con flores órficas. En 1961, el poeta Allen Ginsberg, a quien había yo conocido en un coloquio de escritores iberoamericanos, en la ciudad chilena de Concepción, quiso mostrarme su desagrado por los quizá frívolos renglones que a mi regreso le consagré; y al efecto me envió un cuadernillo de versos suyos traducidos al español, con la siguiente dedicatoria que reproduzco letra por letra: "Va visitar los curanderos que toman hongos en Oaxaca antes de hacer sus juguetes literarios sobre mi mente -Allen. " Aunque no podría decirse que seguí su consejo, pues nunca he ido a Huautla ni he vuelto a glosar a Ginsberg, sí tuve oportunidad de probar los psilocybes zapotecorum en la primavera de 1964. Al cabo de casi quince años, no tengo inconveniente de reiterar que fue aquélla una experiencia tan definitiva como incomunicable. Ayudado por las veloces notas que, durante el curso de muchas horas de "viaje" dicté a mi esposa, hilvané en seguida una crónica que pronto se transformó -ya que era ése su cauce natural- en un poema, Carne de Dios, publicado en la Revista de la Universidad de México y luego recogido en Biblioteca de México 17 Figura olmeco. Ésta y la que oporece en lo págino 20 llevaron a G o rdon W asson a preguntarse si expresaríon algún éxtasis pIe mente los efectos puede volverse loco y quedar así temporalmente. Nuestros antepasados siempre tomaron los niños santos en una velada presidida por un sabio .. . Antes de Wasson, yo sentía que los niños santos me elevaban. Ya no lo siento así. La fuerza ha disminuido. Si Cayetano no hubiera traído a los extranjeros ... los niños santos retendrían su poder. Hace muchos años, cuando yo era niña, brotaban en todas partes. Nacían alrededor de la casa (pero) había que ir a lugares lejanos a buscarlos, donde la vista humana no los alcanzara. La persona indicada para recogerlos debía de guardar cuatro días la abstinencia sexual. En esos cuatro días, tenía prohibido asistir a velorios para evitar el aire contaminado de los difuntos. Desde el momento en que llegaron los extranjeros ... los niños santos perdieron su pureza. Perdieron su fuerza , los descompusieron. De ahora en adelante ya no servirán. No tiene remedio, (Álvaro Estrada , Vida de María Sabina, la sabia de los hongos, México, Siglo XXI, 1977.) era inevitable que cundieran por el mundo entero toda suerte de narraciones envilecidas. Lo previmos todo, y así fue, hasta el punto de que los 'federales' tuvieron que emprender una limpia a fondo en algunos pueblos indios de las tierras altas mesoamericanas a fines de la década pasada, para deportar a una chusma de balas perdidas que vagaban por allí haciendo de las suyas. " Sin embargo, María Sabina, digna heredera de una tradición centenaria, no sucumbió a dicho envilecimiento. Gracias al escritor mazateco Álvaro Estrada, conservamos de labios de la maravillosa "curandera", el testimonio de su estoica actitud: En cierto tiempo vinieron jóvenes de uno y otro sexo, de largas cabelleras, con vestiduras extrañas. Vestían camisas de variados colores y usaban collares. Vinieron muchos. Algunos de estos jóvenes me buscaban para que yo me desvelara con el pequeño que brota. "Venimos a buscar a Dios", decían ... Más tarde supe que los jóvenes de largas cabelleras no necesitaban de mí para comer cositas. No faltaron paisanos mazatecos que, con el fin de obtener algunos centavos para comer, vendieron los niños santos a los jóvenes. A su vez éstos los comieron en el lugar que quisieron; lo mism9 les daba masticarlos sentados a la sombra de cafetales que sobre un peñasco en alguna vereda del monte. Estos jóvenes, rubios y morenos, no respetaron nuestras costumbres. Nunca, que yo recuerde, los niños santos fueron comidos con tanta falta de respeto. Para mí, no es un juego hacer veladas. Quien lo hace para sentir sim- El comentario de Wasson a esta noble denuncia del sacrilegio es característica de un hombre de ciencia. Deplora -y no nos cuesta trabajo creerle- la extinción, por culpa suya, de una práctica religiosa "que se remonta a milenios atrás". Lo estremece el sentirse, y el haber sido designado, responsable del ocaso. Pero la ruptura del secreto, argumenta, estaba justificada. Desde un principio el descubrimiento hubo de optar entre ocultar sus hallazgos o decidirse a presentarlos dignamente al Biblioteca de México 18 mundo. Y la decisión se impuso: "Los hongos sagrados ... tenían que ser dados a conocer... como era debido, sin importar lo que me costara. De no hacerlo así, la 'consulta al hongo' duraría unos años más, pero su extinción era y es inevitable. El mundo sabría vagamente que había existido tal cosa, pero no la importancia de su papel." Todavía re"c uerdo, como si fuera ayer, las circunstancias de mi propia experiencia. Desprovisto del escenario ritual, luché deliberadamente contra el incipiente aluvión a los pocos minutos de haber ingerido los hongos. Temía yo ser presa de la autosugestión, y no deseaba colaborar en ella . Pero la catarata de imágenes venció mi resistencia, trayendo consigo los momentos de mayor lucidez y certidumbre que he conocido. Con todo, tiempo después al analizar aquellas intensas horas, me encontré sumido en una contradicción espantosa. Mi experiencia me había llevado a las más profundas raíces de la solidaridad humana; no obstante lo cual, la experiencia en sí misma me aislaba de los demás, inhábiles en comprender lo que yo era inepto para expresar. Como el Lord Chandos de von Hofmannsthal, me vi reducido al torpe y solitario bosquejo de lo inefable. María Sabina refiere que en las visiones de los iniciados, los "Seres Principales" preguntan a cada uno qué tipo de sabio quiere ser; y que de acuerdo con la respuesta, cada iniciado recibe "un libro que contiene el Lenguaje que ha escogido" . Ahora certifico cuánto he echado de menos, en el curso de todos estos años, uno de esos libros: un lenguaje, o marco mítico, propicio a mis cavilaciones y a mi genuina inserción en el mundo. Confiéselo o no, el partícipe profano en lo que Jünger llama "el simposio de los hongos", cuando la hondura de sus "visiones" no le permite ya ponerlas en duda, procura, casi con desesperación, el auxilio de un sistema intelectual (o mítico) que, confirmándolas, le brinde el acervo de metáforas capaz de digerirlas, y una brecha posible al diálogo con un mundo que sólo acepta filosofías codificadas, disfrazadas de historia fósil. Por mi parte, recurrí a la lectura de Hegel, de los neoplatónicos y los presocráticos, del budismo y el hinduismo, de William Blake y William Butler Yeats, de la Cábala y la Alquimia y la "mitología precolombina. Pero es difícil evadir el tono de suficiencia profética que semejantes textos confieren al desavisado. No los recomendaría sino en pequeñas dosis e intercalándoles, de trecho en trecho, un grano de sal. Como quiera, en 1965 me dirigí a Grecia, nombrado providencialmente embajador en un país que atesoraba para mí secretos fascinantes. Entre ellos, el de Eleusis, arcaico santuario cuyo enigma jamás había sido penetrado. Robert Graves había ya comenzado a divulgar algunas de las conjeturas de Wasson al respecto, añadiéndoles otras de su personal cosecha. Y no me parecía arriesgado darles pleno crédito. Lo poco que se sabía en torno a los Misterios acusaba un diáfano parentesco con nuestros "simposios de hongos". Basta hurgar en el legado de los antiguos poe- tas y filósofos para comprobar esos vínculos subyacentes. Claro que, como quiere Malraux, "una Grecia secreta late en el corazón de todos los hombres de Occidente". Pero con México la liga es doble . La declara nuestra cultura occidental, deudora de lo helénico, a la vez que la ratifican comunes, previamente ocultas fuentes de sabiduría. Sólo que nuestros sueños y visiones prehispánicos se extinguieron antes de madurar en fruto aprovechable, en tanto que los griegos lograron dar forma universal a los suyos. Su temperamento visionario, harto recalcado por helenistas de la talla de Guthrie y de E. R. Dodds, mantenía los pies en la tierra y transformaba sus epifanías en normas concretas de vida. La posesión divina (el enthousiasmós) se equilibraba en el logos, y la arrogancia transgresora recibía, incluso en el orden cósmico, según enseña Heráclito, la maldición y el castigo de las Erinias. El sentido expreso de Eleusis era el de un rito purificador y libertador. Por infortunio, el ambiente de la Grecia actual no propicia este tipo de investigaciones. En tres años de estancia no encontré a nadie que me ilustrara en mis inquietudes órficas. En el mejor de los casos, hallé oídos atentos; finos espíritus que admitían tranquilamente la probabilidad de la hipótesis etnobotánica. Giórgos Seféris leyó en inglés mi Carne de Dios y me hizo entender que coincidía con mucho de lo que él había adivinado a través de la poesía. Nános Valaorítis me aseguró que Atenas albergaba a un grupo numeroso de escritores y artistas griegos que habían experimentado con psilocibina o drogas similares, y prometió presentármelos. Pero el golpe de los coroneles lo arrojó al exilio, y ya no supe más de él. Terminé refugiándome, sin ulterior aprendizaje digno de mención, en mis lecturas y escrituras. Mi tlmida indagación etnomicológica debió ser clausurada con este párrafo en mi diario: "Wishful thinking? No lo creo. Claro que me complace pensar en este acercamiento de Eleusis a México. Y de Dyónisos a nuestro Tláloc. Pero no es una mera fantasía, subjetiva o caprichosa. Con gusto profundizaría yo en ello, si tuviera la competencia o los consejeros necesarios. Me extraña que los investigadores griegos -¿dónde están?- no lo hagan ... No, después de todo no me extraña demasiado. Los mejores libros sobre nuestros mexicanísimos hongos están firmados por sabios extranjeros: Roger Heim, Gordon Wasson." No fue excesiva mi sorpresa, pues, cuando al leer en Reloj de Atenas el párrafo que antecede, Octavio Paz me anunció un próximo libro de R. Gordon Wasson sobre el enigma de Eleusis . Y ahora que he tenido The Road to Eleusis en mis manos, es cabal mi satisfacción. ¿Así que el ergot o Claviceps purpurea, llamado en español cornezuelo, resulta ser, en suma, el responsable químico del éxtasis eleusino? No se me juzgue presuntuoso si apunto que la idea me Biblioteca de México 19 había ya venido a la cabeza dada la constante aparición de la espiga en el simbolismo de los Misterios. Hube de relegar esa pista a segundo término, sin embargo, pensando en el desuso helénico del centeno, huésped usual del ergot. Ignoraba, entre mil cosas, que el cornezuelo nace también, con vigor invariable, en el trigo y en la cebada, y aun en la vulgar cizaña. ¿Quién podría competir con la erudición de un Albert Hofmann, que en párrafos concisos colma las lagunas, agregando que las llanuras adjuntas a Eleusis estaban llenas ·de cebada, páspalum y otros huéspedes del pequeño hongo parásito? El soporte documental ofrecido por el profesor Ruck es, asimismo, impresionante. Si bien, quizá, demasiado compacto. Buena parte de las incontables notas, todas requeridas por el aparato científico, ganarían con la incorporación al texto , literariamente diluidas en él. ¿Y por qué no agrupar en un apéndice la nutrida y desperdigada bibliografía? ¿Y por qué renunciar al índice que uno pediría en un volumen no por corto menos denso? La sobriedad ha sido llevada al extremo. Pero las pruebas son convincentes. Y es lo que importa. La Medusa que "pierde la cabeza" a manos de un héroe inspirado por los hongos es más que una libre interpretación del mito de Perseo, especialmente si la exhibe el dibujo de un ánfora del siglo IV a. c., existente en el Staattliche Museum de Berlín. La inquisición sobre el vino clásico y sus eventuales propiedades alucinógenas por la infusión de ciertas yerbas explica la sacralización de las festividades dionisiacas. La invocación asidua a la flor en la fábula helénica no difiere gran cosa, a la luz de una docta herme- néutica, de los estribillos a base de la flor y del canto de los nahuas. Desde luego, Perséfone, imagen estelar, junto con su madre y alter ego, Deméter, de la sagrada familia eleusina, fue secuestrada por el dios de los infiernos cuando cosechaba flores en compañía de las hijas de Océano, en un lugar llamado Nysa, lo cual subraya su abolengo dionisiaco; y las flores principales que Perséfone recogía era narcisos. Ahora bien, comenta Ruck, los mismos griegos pensaban que el nombre del narkíssos obedecía a las cualidades narcóticas de la planta (derivación que cualquiera puede comprobar en el Greek Lexicon de Lidell and Scott, en donde se cita a Plutarco en tal sentido), aunque no es probable que se trate del vegetal que hoy conocemos bajo esa denominación, Narcíssus poeticus. Todo el mito fundamental de Eleusis, condensado en el himno homérico a Deméter, está sembrado de alusiones veladas al herbolario psicotrópico, en cuyo manejo debieron ser diestras las múltiples generaciones de hierofantes. Muchos gritarán: ¡blasfemia! ¡sacrilegio!, así como los bondadosos frailes hispanos clamaban ¡pecado! ¡cosas del demonio! , tras el somero contacto con los indios "poseídos" por el hongo. No hagamos caso de semejantes protestas. Los contemporáneos avances de la bioquímica y de la psicofarmacología también habrían sido considerados blasfemos y demoniacos en otro siglo. Hoy apoyan nuestra tesis. Es posible, de hecho, provocar importantes visiones con medios químicos, ya sean sintetizados en el laboratorio o localizables en la naturaleza. Y asimismo sabemos que el medio empleado, con tal que lo manejen manos expertas y se oriente como es debido al sujeto del experi- Biblioteca de México En esta urna griega Triptolemo sostiene las espigas eleusinas , probablemente' infectadas con cornezuelo mento, no disminuye la veracidad de esa experiencia, que sigue llamándose "alucinación" sólo a falta de mejor palabra. Los misterios de Eleusis, que conmovieron en su tiempo a Píndaro, Platón, Sófocles y Eurípides, y aun al severo Aristóteles, fundador del racionalismo, no saldrán disminuidos de la categórica dilucidación. Por supuesto que el agente químico no basta para lograr el "éxtasis", ni le compete la integración de esa experiencia, sea lo que fuere , en la perspectiva de cada individuo; de cada vida particular que pasa por ella. Nadie pretende tampoco -admitida la excepción de gente como John M. Allegro- que el hongo sea la única vía hacia la contemplación mística. Wasson evoca a un anónimo arqueólogo inglés. especializado en ruinas helénicas, que le escribió, en 1956, una carta en la cual lo reconvenía amistosamente por haber manifestado, en un recinto académico, su creencia en una solución etnomicológica del enigma de Eleusis. "Aténte a tus hongos mexicanos -le advertía el arqueólogo-, y cuida de ver hongos en todas partes. Yo no creo que Micenas ni Eleusis tengan nada que ver con ellos." Dicho erudito falleció ya, y no podrá, por tanto, externar su parecer sobre los actuales resultados de la investigación que entonces alboreaba. Pero hay otros muchos "sabios" que pondrán el grito en el cielo. Pierdan cuidado Wasson y sus colaboradores. Esa indignación es tan efímera como yerma. No por ella será menos obvio que Micenas tiene mucho que ver con la misma palabra, mykis, que da su nombre a la micología moderna. Los hongos sí están en todas partes , aunque no lo expliquen todo. Llámenseles "niños santos" o "carne de dios" en México, Ky1eeon en el ritual eleusino, o soma en la India , los psilocybes, la Claviceps purpurea y la Amanita muscaria son, no obstante la humildad de su nacimiento, decisivos personajes históricos y fascinantes objetos de investigación. Wasson, Ruck y Hofmann han comprimido la suya en ciento veintiséis páginas. El antropólogo anglo-heleno George E. Mylonas dedicó trescientas, hace pocos años, a persuadirnos, con lujo de erudición destructiva, de que la ignorancia que rodeaba a los Misterios de Eleusis era invencible; pero su machacón escepticismo no resiste el sumarísimo análisis a que lo somete el profesor Ruck. En cambio, determinados esbozos de interpretación filosófica , como el penetrante ensayo de Walter F. Otto en los Eranos Jahrbücher, cobran nuevo sentido, reconciliándose sin dificultad con la hipótesis etnomicológica. No hay más que confrontar el estudio de Otto con los nuevos puntos en que el doctor Walter N. Pahnke, de la Harvard Medical School, resume la típica "experiencia religiosa" obtenida por la ingestión del ergot (Y. Walter N. Pahnke, "LSD and Religious Experience ", en LSD, Man and Society, Middletown, Conn. , 1967). Se verá que el vocabulario es casi el mismo, y que las descripciones del segundo complementan ferazmente las intuiciones del primero. Esto no quiere decir que todo el mundo haya de empeñarse en consumir psicotrópicos lor kicks o para conseguir una educación mística, sino, apenas, que convendría proseguir la investigación rigurosa, evitando en la mayor medida posible, los peligros de diversos órdenes que conlleva la excesiva divulgación y el uso irrestricto; peligros que no pueden soslayarse a la ligera. En lo personal, he de admitirlo, no soy muy optimista en cuanto al nuevo aprovechamiento de la vieja sabiduría. Si en varios milenios de práctica eleusina los más talentosos griegos no fueron capaces de fertilizar su lenguaje de modo que lo inefable encontrara luminosa cabida en él, una sociedad tan falta de imaginación y sensibilidad como es la de nuestro siglo quizá deba seguir contentándose con las imágenes y parábolas del pensamiento mítico (que según las describe Aristóteles, dicen la verdad a través de ficciones) y con los destellos a media voz de la poesía. El hombre, definía el Hiperión de Hblderlin, es un dios cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona. Por sueño no entendía la pérdida de la conciencia, sino la abolición de las fronteras que la individualizan; ambiciosa meta que no todos estamos preparados para asumir sin pagar, como el infortunado poeta de los himnos titánicos, un precio desmedido. Bien haremos, no obstante, en alimentar con chispazos de sueño a una reflexión viable en este mundo de mendigos. Estoy seguro de que Gordon Wasson, cuyo amor por las cosas de la tierra lo insta a mantener sobre ella los aventureros pies, no se propone objetivos muy distintos al reconstruir, en nuestros días, el camino hacia Eleusis. Biblioteca de México R. GORDON WASSON 42, Long Ridge Road, Danbury, Conn., 06810 Tel.: (203) 748:0123 27 de julio, 1978 Estimado señor García: Su carta del 14 llegó ayer. Por favor escríbame en español como usted sugiere. Yo le contestaré en inglés. Tengo todos los derechos extranjeros de El camino a Eleusis. Concedo al Fondo de Cultura Económica una opción para este libro por tres semanas a partir de la fecha en que usted reciba esta carta. ¿Me informará usted por favor cuál es esa fecha? Preguntaré a Carl Ruck sobre Amanitari y veré qué dice. No se le puede localizar en Grecia durante el verano. Estoyescéptico sobre Mania y también sobre Amanos, la raíz tradicional. Robert Graves y yo llevamos una relación cercana por algunos años y tengo un archivo considerable de correspondencia con él. Gradualmente nos separamos. Prefiero no entrar en las razones de ello. Me simpatiza Robert y nunca hemos reñido. de Eleusis está vinculada con Deméter y Hades, la diosa de los cereales y el dios del infierno. Esto me llevó a preguntar a Albert Hofmann si el cornezuelo de centeno pudo haber proporcionado a los griegos la experiencia del LSD: si se prestaba a tal uso con perfecta seguridad. Después de dos años me dio la respuesta, que fue "sí". Carl Ruck, y Danny Staples, conocieron por experiencia las drogas en cuestión, igual que yo. Él ha trabajado con las oscuras alusiones a las plantas en los clásicos. Tomó afición a mi idea y tuvo la certeza de que yo tenía razón. El cornezuelo de centeno (que también crece en la cebada) es Claviceps purpurea . Hades de cabello púrpura y Deméter de ropaje púrpura y el papel dual de los granos (Demetér) y los misterios del otro mundo (Hades) le permitieron explicar el mundo de habla hispana. El libro aparecerá dentro de los siguientes X meses o se nulifica el contrato. En la edición en pasta dura, si ustedes la publican, aquí es costumbre que los autores reciban 15% de regalías sobre el precio de venta del libro. Para la edición rústica aquí se paga el 6% de regalías. Las regalías se dividirán en partes iguales entre los tres autores. Se nos permitirá leer la versión en español antes de su publicación. El contrato lo firmarán el Fondo y los tres autores. Harcourt Brace ] ovanovich paga regalías dos veces al año, semestrales, el 15 de mayo y el 15 de noviembre; las regalías cubren libros vendidos hasta el 30 de junio y 1 de enero, respectivamente. Cada estado de cuentas viene acompañado por con más detalle la mitología subyacente y de apoyo de Eleusiso ¿Ayuda esto a explicar nuestro libro? un estado auditado de las copias vendidas. ¿Qué le parece a usted? Atentamente, R. Gordon Wasson 14 de agosto, 1978 Atentamente, R. Gordon Wasson 1 de agosto, 1978 Estimado Dr. García: Al reflexionar he sentido que mi respuesta a su carta reciente fue menos que satisfactoria. El 'misterio' de los Misterios de Eleusis me ha intrigado desde la infancia. ·Desde que llegué a familiarizarme con las drogas psicotrópicas, me pareció claro que los iniciados deben haber experimentado los prodigios sensuales y emocionales de dicha droga. La totalidad de los antecedentes mitológicos Atentamente, R. Gordon Wasson Estimado Dr. García Terrés: Su telegrama de bienvenida llegó hace algunos días pero estaba inmerso en las pruebas de galeras de mi nuevo libro y esta tarea no permitía retrasos. Es por esto que no ha sabido de mí. Los otros autores y yo estaremos encantados de firmar contrato para publicar Eleusis en español con el Fondo de Cultura Económica. Las condiciones que sugiero son las siguientes: El libro estará disponible en todo el mundo de habla hispana. Los autores acuerdan no publicarlo en ningún otro lugar en .... Moría Sabina Biblioteca de México 23 20 de septiembre, 1978 Mi querido amigo: Su carta me esperaba a mi regreso de un rápido viaje a Europa. Por lo que se refiere a los ejemplares necesarios para la traducción, se los he pedido a Harcourt Brace ]ovanovich, y los han prometido. Pero usted sabe lo anquilosadas que están las articulaciones de los editores norteamericanos: son incapaces de entregar un libro en menos de tres o cuatro semanas, no sé por qué. Haré todo lo posible por conseguirle ejemplares. Su propuesta para que vaya de nuevo a México, escrita en su último párrafo, tiene mi más cálida aprobación , pero usted debe tener en cuenta mi edad. El viernes de esta semana cumpliré 80 años y debo reservar mi fuerza. Usted habla de una visita que coincida con la aparición del libro en español, lo que significa un año o dos a partir de ahora. ¡Tengo tanto que escribir y publicar antes de morir! ¡Y tantas otras cosas por realizar! Cordialmente, R. Gordon Wasson 17 de marzo, 1979 Muy estimado amigo mío: Recibí hoy dos ejemplares de Vuelta: un ejemplar regular de mi suscripción, y otro que usted me envió . Leí su reseña de nuestro Eleusis "de un tirón", para utilizar la frase que. usted empleó en su reseña. Usted capturó de principio a fin lo que me parece la esencia de nuestro Eleusis, la esencia del trabajo de mi vida. En ningún otro lugar una reseña de alguno de mis escritos se ha equiparado con ésta, o se le ha acercado siquiera. Ha habido muchas que fueron elogiosas pero ninguna otra que penetrara al corazón del tema, que fuera tan sensible y comprensiva. Va para usted mi agradecimiento por esta crítica capaz de distinguir claramente. Estoy enviando una copia de esta carta a Octavio Paz. Estoy enviando copias xerox de su artículo a Hofmann (que puede entender el texto en español), Ruck, Staples y a Richard Evans Schultes, que tiene en Harvard la Cátedra de Ciencias Naturales, y que se siente en su elemento en español. Incidentalmente, en el Museo Nacional de Antropología hay un ejemplar de Mushrooms, Russia & History, que yo doné al Museo cuando se publicó. La última vez que estuve en México tuve oportunidad de consultarlo: de acuerdo con la tarjeta que venía en el libro, fui el primero en consultarlo desde que lo di al Museo. La biblioteca del Dr. Caso poseía un ejemplar, que también le obsequié; ¿quién heredó los libros? Irmgard Weitlaner Johnson tiene un ejemplar, igual que el Dr. Efrén del Pozo. Este libro nunca se podrá reimprimir en forma apropiada, no sólo porque las acuarelas de Henri Fabre son hoy en día inaccesibles, sino porque tendría que reescribirse ampliamente: todo lo que he escrito desde entonces ha sido una reelaboración de ese libro, y naturalmente la presentación de 1957 ha sufrido modificaciones desde entonces, aunque las conclusiones generales son las mismas. (En las subastas, M R & H se ha vendido alrededor de U.S. $ 1,500.00) Le estoy pidiendo a mi editor que le envíe SOMA; Divíne Mushroom oi Immortality, y, adjunto, un capítulo suplementario que he escrito últimamente para actualizar la controversia de SO.MA. Lo preparé para el editor belga que está por publicar una edición francesa, y quien me pidió que lo escribiera. También he pedido a Harcourt Brace que le envíe un ejemplar de María Sabina and her Mazatec Mushroom Velada. Tomará algún tiempo para que estos libros lleguen a usted. El arqueólogo inglés que está citado en mi capítulo de Camino a Eleusis era A.].B. Wace, cabeza por un tiempo de la Escuela Británica en Grecia y cruel oponente de Evans sobre el origen de la cultura de Knossos. Actualmente todos convienen en que Wace tenía razón. Incidentalmente, María Sabina no mantiene contra mí personalmente la "traición" de los hongos. La he visto dos veces durante los setenta y me trata sin ninguna muestra de rencor. Gracias de nuevo por el artículo de reseña. R. Cordialmente, Gordon Wasson RGW:mm c.c.p. Dr. Octavio Paz 9 de abril, 1979 Estimado don Jaime: Estoy en una situación delicada frente a mis editores , Harcourt Brace Jovanovich, Inc. No he roto formalmente con ellos Biblioteca de México 24 pero estoy en conver,s aciones con otras dos firmas respecto a mi próximo libro, Tbe Wondrous Mushroom: Mycolatry in Mesoamerica, al que ahora estoy poniendo en su forma final para publicarlo. Ya que usted conoce a Barbara Epstein, le sugiero que le escriba. Indudablemente, ella lee español. El New York Review oi Books no ha hecho nada con ninguno de mis libros. ¿Un accidente? Tal vez, pero su cobertura de libros nuevos es excéntrica. ¿O hay una aversión por los libros sobre drogas y los míos son todos sobre hongos enteogénicos? Nunca reseñaron SOMA . Haga lo posible por obtener una respuesta de ella y dígale que debería llegar a conocerme. Soy bastante accesible. Cordialmente, R. Gordon Wasson 27 de julio, 1979 Estimado don Jaime: Espero que para ahora haya recibido el segundo libro -la Velada- de los editores . Me aseguraron que ya fue enviado pero que la entrega tomó más tiempo que la de SO.MA. Parece que la edición frances4 de La vida de María Sabina, la sabia de los hongos ya ha aparecido . Si tiene usted una copia extra, o hasta dos, apreciaría recibirla (o recibirlas). ¿El prólogo se tradujo de la traducción española o del inglés original? Amigos míos en la ciudad de México han elogiado mucho una película que está pasando ahora de María Sabina, basada en la biografía de Alvaro Estrada. Por favor hábleme sobre ella: ¿quién la financió y la produjo? ¿Se podrá ver en Huautla? ¿Tendrá éxito económico? ¡Por una fotografía que vi de Maña Sabina, deduzco que alguien le pagó una dentadura! Hace años alguien en la ciudad de Oaxaca le dio una dentadura, la cual perdió. ¿Sería posible que el Museo Botánico de la Universidad de Harvard obtuviera una copia de la película para su biblioteca y archivos? Realmente deberían tener una. He creado una biblio- Moria Sabina teca ahí para mis libros y colecciones etri'omicológicos y este filme sería importante para tal propósito. He terminado mi siguiente libro -Tbe Wondrous Musbroom: Mycolatry in Mesoamerica. Aparecerá al principio del año próximo, en una edición de lujo, y dos meses después en edición de pasta dura y en rústica. Sólo la edición de lujo será en color. Estamos ordenando que se eQtreguen diez copias por adelantado, para críticos especiales, con láminas a color. En la lista de ejemplares están Claude Lévi Strauss, Octavio Paz, John Russell, el ns (si vuelve a aparecer) y Jaime García Terrés. Hay 142 ilustraciones, muchas en color. McGraw-Hill será el editor, no Harcourt Brace Jovanovich. Como siempre, R. Gordon Wasson 5 de noviembre, 1979 Estimado don Jaime: Me he apresurado a escribirle por conversaciones que he tenido con Carl Ruck y Danny StapIes este fin de semana relativas a El camino a Eleusis. Estuvieron conmigo el fin de semana y han regresado a Boston . Carl desea escribir un capítulo suplementario, de aproximadamente 4,000 palabras, con material fresco y que materialmente dé fuerza a nuestro argumento. Él desea saber si todavía se puede añadir este capítulo suplementario. Yo le dije que pensaba que sí porque yo había pedido ver la traducción al español antes de que se imprimiera y todavía ustedes no me la envían, por lo que deduzco que no se ha terminado de traducir. El capítulo suplementario es importante y Carl 10 tendrá listo para el 15 de diciembre, o al final del año cuando mucho. Llevará una ilustración adicional. Hay otro asunto sobre el cual deseo hablar con usted. Creo que en El camino a Eleusis no hemos utilizado a menudo la palabra "alucinógeno" o "alucinogénico" , aunque aparezca ocasionalmente. Como usted podrá ver por el anexo (del cual le envío dos copias) algunos de nosotros hemos decidido no utilizar más esta palabra. Estamos en favor de una palabra nueva. enteógeno, enteogénico, que Biblioteca de México 25 Ruck y nosotros hemos ideado después de largas deliberaciones. (Todas las otras palabras incluyendo "a lucinógeno " se inventaron en forma similar ad boc en la década de los cincuentas). Buscamos y pensamos que hemos encontrado una palabra que comunica los sentimientos inspirados por esas substancias en las épocas (en su mayoría prehistóricas) cuando los enteógenos gozaban de extraordinario prestigio. Espe ramos que ustedes substituyan "alucinógeno", "alucinogénico" por "entheogen", "entheogenic"· al traducir El camino a Eleusis. Ya que sus lectores no reconocerán el neologismo, será necesario definirlo. Adjunto lo que estamos incluyendo e n mi nuevo libro, Tbe Wondrous Musbroom; Mycolatry in Mesoamenea, en la página en blanco frente a la primera página del libro. Esperamos que quiten todos los "alucinógenos" e n la traducción, remplazándolos por la nueva palabra, y que introduzcan la definición de "enteógeno" al principio del libro. Una de las dos críticas de El •¿Enteógenc? ¿enteogén ico! camino a Eleusis que usted hizo en Vuelta fue la ausencia de un índice. ¿Tendrá la versión en español un índice? Pienso que no sería difícil hacer uno. Podría ser un Índice de nombres (nombres de lugares y nombres personales), y de las substancias químicas de las que habla Albert Hoffman. Espero que ustedes preparen dicho índice. Atentamente, R. Gordon Wasson cc: Carl Ruck RGW:kc ENTEÓGENOS Carl A.P. Ruck, " jeremy Bigwood, + Danny Staples, " jonathan Qtt+ y R. Cordon Wasson" Todos los idiomas crecieron con los pueblos que los hablaron , pidiendo prestado o inventando términos para seguir el ritmo de lo nuevo y retirando otros que ya no se necesitaban. Cuando el surgimiento reciente del uso recreacional de las drogas llamadas "alucinógenas " o "psicodélicas" llegó por primera vez a la atención popular a principios de la década de 1960, por lo general se le veía con suspicacia y asociado con el comportamiento de grupos desviados o revolucionarios. Aparte de la jerga de las diversas subculturas, no había terminología adecuada para esta clase de drogas . Se fabricaron palabras, y al hacerlo dejaron ver la incomprensión o prejuicio de los tiempos. De las muchas palabras propuestas para describir esta clase única de drogas sólo unas cuantas han sobrevivido en el uso actual. Es argumento de los autores que han suscrito sus nombres en este artículo que ninguno de estos términos realmente merece mayor longevidad, si nuestro idioma no ha de perpetuar los falsos conceptos del pasado. • Departamento de Estudios Clási cos, Unive rsidad de Boston, Boston, Massachusetts 02215. + Investigador inde pendiente. Por ejemplo, comúnmente nos referimos a la alteración de las percepciones sensoriales como "alucinación" y por ello a una droga que producía tal cambio se le llegó a conocer como "alucinógena".1 Sin embargo, el verbo "alucinar" impone inmediatamente un juicio de valor a la naturaleza de las percepciones alteradas, porque significa "ser engañado o tomar en consideración nociones falsas ". Viene del latín (h)al(l)ucinari, "vagar mentalmente o hablar sin sentido", y es sinónimo de verbos que significan delirar o estar loco . Parece , además, haber sido tomado prestado del griego, en donde está relacionado con un grupo de palabras que implican movimientos inquietos y excitación confusa, como la provocada por el dolor y la desesperación. ¿Cómo un término como éste puede permitir a uno discutir sin prejuicios esos estados trascendentes y beatíficos de comunión con la deidad que numerosos pueblos creen que ellos o sus chamanes alcanzan a través de la ingestión de lo que ahora llamamos "alucinógenos"? Los otros términos no son menos dañinos. Durante la primera década después del descubrimiento del LSD, los investigadores científicos de la influencia de estas drogas en los procesos mentales (la mayoría de los cuales, está claro, no tenían experiencia personal sobre sus efectos) tenían la impresión de que parecían aproximarse a estados trastornados y psicóticos . Así , para una droga que inducía psicosis se acuñó el término "psicotomimético ". La psicología , que etimológicamente es el estudio del "alma ", hasta fechas recientes se ha preocupado sólo de las enfermedades mentales y el comportamiento aberrante, y 1 Donald Johnson, un médico inglés, utilizó por primera vez en forma impresa "alucinógen o" y "alucinogénico" en un foll eto titulado Las drogas alucinogénicas (Christopher Johnson , Lo ndres, 1953), Sin embargo, Johnson tomó prestado el término de tres médicos no rte americanos, Abram Hoffer, Humphry Osmond y John Smythies , que no lo utilizaron en ningún documento impreso hasta el ano siguiente. Biblioteca de México 26 todos los términos formados de la raíz psico sufren de esta connotación de enfermedad: psicótico, por ejemplo, no puede significar "del alma". Osmond intentó evitar estas asociaciones adversas cuando acuñó "psiquedélico'',2 la única palabra en inglés que emplea la raíz irregular psyche -en lugar de psico-, con la esperanza de que este término, a diferencia de "psicotomimético", pudiera indicar algo que "revela el alma". Sin embargo, no sólo "psiquedélico" , es una formación verbal incorrecta, sino que se le han impuesto connotaciones de la cultura pop de la década de 1960, por lo que es incongruente hablar de un "chamán" que toma una droga "psiquedélica". Además, es probable que aun la formación incorrecta no pueda aislarla de la confusión con las palabras "psico", por lo que sufre el mismo problema que "psicotrópico" , que tiende a significar algo que "lleva a uno a estados psicóticos" en lugar de 2 En una carta a Humphry Osmond fechada el 30 de marzo de 1956, Aldous Huxley propuso que se llamara a la mescalina "fanerótimo ". Huxley compuso las alegres líneas: To make this trivial world sublime Take a half a gramme of phanerothyme Para hacer este mundo trivial sublime Tome medio gramo de fanerótimo Osmond respondió con la siguiente agudeza: To fathom Hell or soa r a ngelic, Just take a pinch of psychedelic Para escudrinar el Infierno o remontarse angélico Sólo tome una pizca de psiquedélico. Mu cho del crédito por popularizar "Psiquedélico" debe ir a Ralph Metzner y Timorhy Leary. En la primavera de 1963, se publicó en Cambridge Massachusetts, el primer número de Psychedelic Review, bajo la edición de Metzner, Osmond y Leary, entre otros. Psychedelic Review no está extinta, porque e l título del actual ¡oumal 01 Psychedelic Dnlgs la perpetúa. Al extrano término de Huxley no le fue muy bien. Por la carta de Huxley está claro que para él la palabra significaba "manifestador del alma ". Sin embargo, el timo griego significa "órgano de pa sió n , temperamento y enojo", y fanerótimo indicaría una droga que manifestaría e mociones intensas. ¡oumal 01 Psychedelic Drngs Vol. 11 0-2) enero-junio 1979. simplemente hacia una mentalidad alterada. Por lo tanto, nosotros proponemos un nuevo término que sea apropiado para describir estados de posesión chamánica y de éxtasis inducidos por la ingestión de drogas que alteran la mente . En griego, la palabra entheos significa literalmente "dios Ctheos) dentro", y fue utilizada para describir la condición que sigue cuando se está inspirado y poseído por el dios que ha entrado en el cuerpo de uno. Fue aplicado a ataques proféticos, a la pasión erótica y la creación artística, así como a aquellos ritos religiosos en los cuales se experimentaban estados místicos a través de la ingestión de substancias que eran transubstanciales con la deidad. En combinación con la raíz griega gen --que denota la acción de "pasar de un estado a otro", esta palabra resulta en el término que proponemos: enteógeno. Nuestra palabra se aclimata bien a la lengua y parece bastante natural en el idioma inglés. Podríamos hablar de enteógenos o, en forma adjetival, de plantas o substancias enteogénicas. En un sentido estricto, sólo se podrían designar enteógenas a aquellas drogas que producen visiones que se pueda demostrar que han figurado en ritos chamánicos o religiosos, pero, en sentido más amplio, el término también se podría aplicar a otras drogas, naturales y artificiales, que induzcan alteraciones de la consciencia similares a aquellas documentadas por ingestión ritual de enteógenos tradicionales. Enteógeno nov . verb.: "Dios dentro de nosotros", aquellas substancias de plantas que, cuando se ingieren, proporcionan una experiencia divina, en el pasado comúnmente llamadas "alucinógenos", "psiquedélicas", "psicotomiméticas", etc . etc., nombres todos a los que se les pueden hacer objeciones. Un grupo encabezado por el erudito en griego Carl A. P. Ruck presenta "enteógeno", para satis- facer completamente la necesidad, capturando notablemente las ricas resonancias culturales evocadas por las substancias, muchas de ellas fungales, sobre vastas áreas del mundo en la proto y prehistoria. Véase Journal 01 Psychedelic Drugs. Vol. 11. 1 Y 2. Introducido casi demasiado tarde para nuestro libro, aparece rara vez en nuestras páginas . 5 de enero, 1980 Estimado don Jaime: Su carta del 20 de diciembre acaba de llegar. Carl Ruck ha enviado a usted el nuevo capítulo. Lo he repasado pero no he leído su versión final. No sé cómo se titula. ¿Sería aconsejable indicar al lector que fue escrito después del resto del libro, señalando que es un EPILOGO? Cad siente que apoya considerablemente el argumento. Me pregunto qué piensa usted. Ya que la correspondencia con México está sujeta a ciertos retrasos, le sugiero que envíe la traducción de El camino a Eleusis ahora mismo, sin el capítulo suplementario. Vuelo a Europa el próximo lunes para poner en camino mi nuevo libro* y regresaré en tres semanas. Usted recibirá un ejemplar adelantado de él directamente del editor, un ejemplar preliminar con todas las ilustraciones, y no necesito decirle que estoy de lo más interesado en conocer su opinión sobre él. Estoy solicitando otro ejemplar preliminar para enviar a Octavio y ¡espero que también me envíe de inmediato sus comentarios! Ambos estarían recibiendo de Verona estos ejemplares adelantados a fines de este invierno. Posteriormente usted y Octavio recibirán ejemplares de la edición comercial. Por favor comunique a Octavio el contenido de esta carta. Cordialmente, R.G.W. • 7he Wondrous Mushroom. Mycolatry in Mesoamerica . Biblioteca de México 27 P5i/ocybe mexicano Estimado don Jaime: Aquí está un ejemplar adelantado de mi nuevo libro sobre el papel de los hongos en la cultura mesoamericana. He enviado también un ejemplar a Octavio. El libro aparecerá a fines de este invierno o en la primavera. Estoy extremadamente ansioso por saber lo que usted piensa de él. Le estoy escribiendo desde Verona pero estaré en casa cuando usted reciba ésta. Como siempre, R.G.W. 15 de marzo, 1980 Estimado don Jaime : Gracias por su carta del 4 de marzo de 1980. No había pensado publicar el artículo corto que apareció en The Journal 01 Psychedelic Drugs, pero me parece una buena idea, si se hace como sugiere su traductor; viz, con la nota al principio del libro, tal vez en la página frente a la que normalmente es la primera página del libro, y el artículo al final, como una especie de apéndice. Pero por favor lea el apéndice y vea cómo podría ir. He escrito al Journal para solicitar su autorización y yo le haré saber la respuesta, que espero que sea rápida y favorable. Hace una semana regresé a usted por correo terrestre la traducción, con excepción del ar- tículo de Albert Hofmann . Ya que él y su esposa leen español, pensé que sería una atención enviarle el texto. Estoy seguro de que no habrá ninguna dificultad. Como dije en mi nota, la traducción fue excelente. He recibido unas cuantas muestras de los ejemplares preliminares a la rústica de mi nuev9 libro The Wondrous Mushroom. Su ejemplar y el de Octavio fueron enviados directamente desde Verona por correo aéreo a México y estarán por recibirlos. Alguien me mencionó que pensaban que la salud de Octavio estaba mal. Por favor infórmeme de ello. Estos ejemplares son meramente preliminares y no se han establecido las fechas en que se pondrá en circulación. Se los enviaré tan pronto los reciba. Con un cordial apretón de mano, Sinceramente, R. Gordon Wasson 8 de abril, 1980 Mi querido amigo: Gracias por su carta del 25 de marzo. Me inquietó de alguna manera porque no menciona las pruebas de Eleusis. Las envié por correo de regreso al Fondo hace algunas semanas . Ya que llegaron por correo terrestre, me arriesgué a devolverlos del mismo modo. Pero ya deberían haberles llegado. Sus comentarios sobre Mycolatry son todos adecuados e importantes, y gracias por enviarme el Maximino Martínez. No ha llegado aún pero estoy esperando leerlo con cuidado. Sabía que el rayo estuvo ligado a los enteógenos, especialmente a los hongos, pero no sabía que también el jaguar. Sus descubrimientos en el área lacandona son sensacionales . Cuando estuve ahí en 1975 no e[ncontré huella del uso de enteógenos entre los lacandones pero es claro que la evidencia negativa no es nunca concluyente . Además, pudo haberse extinguido el uso de enteógenos: los hongos enteogénicos se encuentran por toda la Mesoamérica tropical en donde hay suficiente agua; especies que no crecen a altitudes mayores. ¿Se ha publicado y demostrado ya el significado de las cabezas 01mecas gigantescas ~I jaguar y el rayo? ¿Quién hizo el descubrimiento? Agradecería que se me actualizara la información sobre esto. Por el debido canal recibirá un ejemplar definitivo de Mycolatry, en mayo o junio. La edición económica se publicará en el otoño : U.S. $ 14.95. Puede usted tener razón en que los celos profesionales figuran en el silencio entre las pequeñas figuras de la antropología. Por lo que respecta a las grandes figuras en su país y en el mío, no tengo explicación. Le envío a usted una carta que Claude Lévi-Strauss acaba de mandarme. Sucede que ha sido un defensor entusiasta mío desde el principio: para empezar era un micófilo. ¿Le pedirá Octavio Paz a usted que haga una reseña de Mycolatr;? Él también tiene un ejemplar de la edición en rústica. Claro está que los antropólogos nunca saben nada sobre micología: no mucho que yo sepa, pero hasta un poquito es demasiado para ellos. Y conmigo trabajaba el profesor Heim: su conocimiento de los hongos era vasto, su memoria de los hongos y los pueblos era sorprendente. Con respecto a los hongos enteogénicos, me sorprende cuántos de mis compatriotas y de los estudiosos mexicanos rechazan probarlos , aun bajo las circunstancias correctas. Mi impresión es que Miguel León-Portilla y López Austin declinaron la experiencia. En los enteógenos estamos descubriendo en este momento una vena de experiencia humana que siento con seguridad que jugó un papel mayor en la evolución de la religión y la filosofía entre nuestros iletrados ancestros, en la proto y la prehistoria. Cordialmente, R.G.W. Biblioteca de México 28 Anexo. COLLEGE DE FRANCE París, marzo 23, 1980 2. rue des Marronniers, 75016 Chaire D'Anthropologie Social e Estimado Wasson: justo al regresar de una nueva visita de diez días a japón encontré como es costumbre una docena de libros apilados en mi escritorio, incluyendo la copia de adelanto de The Wondrous Musbroom. Haciendo a un lado todos los otros pasé mi primer día en París leyéndolo . Como sus libros anteriores, encontré éste sorprendente en dos aspectos : primero, su conocimiento cabal de todos los aspectos de su tema y la forma en que agota por completo cada uno; después, la exactitud del razonamiento y el rigor de la demostración. Los casos sobre Xochipilli, la poesía náhuatl, las Piedras de Hongos , etcétera, suenan absolutamente convincentes. ¿Puedo añadir que la Primera Parte titulada "El Presente" está bellamente escrita y es al mismo tiempo profundamente conmovedora? Aunque no soy un mexicanista y por lo tanto no estoy calificado para alabar todos los detalles de su discusión, me sentí tan arrobado con mi lectura que no pude dejar el libro hasta que lo terminé. Con cálidas felicitaciones y agradecimientos, Suyo como siempre, Claude Lévi-Strauss 17 de mayo, 1980 Sr. don jaime García Terrés Mi estimado amigo: He leído con cuidado varias veces su carta del 23 de abril. Me parece que presenta en términos aceptables una hipótesis que es atractiva y que en alguna medida es ciertamente verdadera. Cuando Michael Coe regrese a este país de sus viajes acr.uales hablaré con él sobre las cabezas olmecas y veré qué piensa él que representan los jaguares y en especial los hongos enteogénicos. Muchas gracias por plantear en forma tan lúcida su teoría y la de Furst y Krickeberg. Trataré las diversas ideas en cartas posteriores una vez que haya tenido una oportunidad de cavilarlas y discutirlas con Coe y Furst. Furst irá a Nuevo México (Santa Fé) durante el verano. Cordialmente, R.G.W. 7 de junio, 1980 Mi estimado amigo: Me apresuré a contestar su carta del 27 de mayo para decirle que aceptaré con placer la invitación de El Colegio Nacional que usted me comunicó, si mi cardiólogo me permite ir. Mi hija, que es una enfermera capacitada y profesora de enfermería, está familiarizada con mi condición y llega aquí hoy. Hablaremos sobre el asunto en forma cabal e inteligente, y veremos cómo están las cosas . Debo decirle que en años recientes he estado sujeto a ataques del corazón que me postran de vez en vez: ese es el único impedimento . Naturalmente que pienso en la altitud de la ciudad de México. No necesito decir lo agradecido que estoy con usted, Octavio, y los otros miembros del consejo de El Colegio Nacional por la invitación. Hasta pronto, cuando le escriba de nuevo. por mi cardiólogo. Nos acompañó a Valentina Pavlovna y a mí a México en muchos de nuestros viajes de campo en la década de 1950, cuando nuestra base de operaciones estaba en San Angel o Cuernavaca, y conoce Huautla y la zona Mixe. Está familiarizada con mi condición y verá que no haga demasiado esfuerzo. Debo evitar situaciones en las que me inquiete. (Su nombre es Profesora o Doctora o Señora Mary X. Britten, "Masha" para abreviar). Hace años usted me escribió que sería bueno que pudiera visitar México cuando apareciera en español El camino a Eleusis. Ahora ha llegado el momento y coincide por accidente con la publicación en inglés de mi nuevo libro sobre The Wondrous Mushroom, que creo será a fines de agosto. Octavio Paz propone dos mesas redondas sobre 1be Wondrous Mushroom. Existe algún peligro de que eclipse El camino a Eleusis, ¿o no? Además, sólo usted y Octavio poseen ejemplares de adelanto para reseñas en inglés de 1be Wondrous Mushroom y tal vez una mesa redonda sobre él sea un poco prematura. Cordialmente, R. Gordon Wasson 2 de julio, 1980 Mi querido amigo: Me complace informarle que los médicos, al fin, han consentido en mi viaje a México con la condición de que mi hija me acompañe . Mi hija es enfermera profesional, en la cima de su profesión, profesora de enfermería en la Universidad Estatal de Nueva York, bien conocida Psilocybe caerulescens Biblioteca de México 29 ¡No deseamos que 1be Wondrous Mushroom eclipse El camino a Eleusis! Últimamente he estado componiendo un capítulo para mi siguiente (y último) libro sobre cómo me llegué a involucrar en la ciencia del estudio de plantas y mi carrera en ella desde (¡y antes de!) mi retiro de la banca . Nunca lo he publicado y me permite tratar todo -Eleusis, los arios, México, etcétera . ¿Habría en México un foro desde el cual pudiera desarrollar mis 53 años de saber? Claro que lo he escrito en inglés pero espero que usted hará que alguien lo ponga en español natural y entonces yo lo leería. Hace algunos años, Efrén del Pozo dio una cena en su casa en la que estuvieron presentes León-Portilla y Pedro Rojas, entre otros, y en la que expuse con mis transparencias mis opiniones sobre Santa María Tonantzintla . La discusión fue útil, ya que me llevó a introducir en mi libro nuevo la sección de las páginas 137-138, en respuesta a las objeciones de Pedro Rojas. No poseo una mente rápida: 1be Wondrous Mushroom es el fruto del pensamiento sobre mis experiencias con hongos en Mé- xico después de una ausencia de México de casi 20 años. El francés habla de l'esprit de l'escalier. Me temo que mi esprit es mucho más lento -la próxima semana, jO mes, o año! Por favor dígame qué piensa usted sobre esto, y también cuándo será la publicación de El camino a Eleusis. Mi hija me dice que puede ir en cualquier fecha que yo pueda, excepto en su caso por dos compromisos que tiene, del 25 de septiembre al 6 de octubre y del 18 al 24 de octubre. Llegaríamos con amigos en México, a menos de que usted tenga otros planes, en la Avenida Francisco Sosa, Coyoacán. Espero su respuesta con expectación. Aprecio en todo su valor el destacado honor que me ha hecho El Colegio Nacional de México y debemos trabajar nuestro programa que satisfará las diversas necesidades y cumplirá las. expectativas de El Colegio Nacional. 6 de septiembre, 1980 Mi estimado don Jaime: Antes del 15 de octubre se publicará la edición económica de Tbe Wondrous Musbroom. Costará U.S $ 12.95, con una edición de 10,000 ejemplares, y será muy atractiva. La portada será en color, el formato ligeramente reducido, los márgenes reducidos y también ligeramente reducido el tipo. Las ilustraciones serán en blanco y negro. Estoy satisfecho con los resultados. ¿Podríamos posponer la mesa redonda hasta enero? Los participantes podrían entonces leer el libro, lo que resolvería muchos problemas. Pero debemos arreglar tener los libros en la ciudad de México: los correos son lentos y para nosotros deberían ser más rápidos. Pienso que los miembros de la mesa redonda deberán pagar por el libro, así como por El camino a Eleusiso ¿Usted qué dice? Cordialmente suyo, R Gordon Wasson cc a Dr. Octavio Paz Dra. Mary X. Britten 31 de agosto, 1980 Muy estimado amigo: Debemos de considerar cabalmente esto antes de que iniciemos algo. Debo decir que no veo cómo presentar en una mesa redonda un libro que sólo han leído dos o tres personas. Incluso en inglés el libro no ha sido aún reseñado y no lo será en un mes más. El capítulo al final sí resume el libro ligeramente, pero sólo ligeramente. No quiero que el libro se apoye en ese capítulo: esa nunca fue su intención. Comenzamos a hablar sobre mi visita a México cuando sólo pensábamos en Eleusis. Las dos conferencias que le envié son nuevas y buenas. ¿No podría yo pronunciarlas y después abrir un debate? Como siempre, R Gordon Wasson Como siempre, RG.W. 13 de septiembre, 1980 Mi querido amigo: Recibí su cable de bienvenida el otro día. Por lo que se refiere a los gastos de nuestro viaje, le propongo darle las notas que reflejen los gastos de mi hija y los míos, tal vez al instalarnos, tal vez al final de nuestro viaje. ¿Cuánto tiempo piensa usted que quieran que esté en México, una semana o dos? Respecto a las fechas de las charlas y mesas redondas, primero debemos establecer cuándo iría. Pienso que enero es mucho mejor que octubre o noviembre. Como siempre, RG.W. 5 de diciembre, 1980 Mi estimado amigo: Acabo de regresar de una reclusión de un mes en un "retiro" (no un retiro religioso) sin coBiblioteca de México 30 rreo, teléfono, radio, cine, televisión -para abreviar, sin ninguna perturbación. Pude trabajar mucho en mi siguiente libro. Si usted pudiera, le pediría que incluyera en mi estancia en México la semana del \1.4 - 22 marzo, ya que la universidad de mi hija cierra para una semana de vacaciones en esa fecha. Dejo a usted, claro está, todos los detalles . de mi programa, y no haré compromisos hasta que el programa esté completo. Las únicas personas elegibles para participar en la mesa redonda son los miembros de El Colegio Nacional, supongo. ¿O se permite asistir a los estudiantes de El Colegio, tal vez sentados detrás o junto a los miembros? Y de invitados distinguidos, ¿a quiénes invitan a asistir? ¿Podría enviarme las dos ponencias tan pronto como estén listas? ¿Puede decirme cuándo aparecerá la edición en español de El camino a Eleusis? Acabo de hablar por teléfono con Alfred van der Marck, y me dice que no hay problemas con el contrato. Ha estado en el extranjero y está apresurado. (Siempre está apresurado). Dice que el contrato que incluye los términos acordados en Frankfurt será enviado esta semana. Muy cordialmente, R Gordon Wasson 14 de febrero, 1981 Mi estimado amigo: Gracias por su carta del 16 de enero. Como usted sabe, las ponencias llegaron a principios de esta semana, las leí, y las he regresado a la señora Hammer. Hemos hablado por teléfono, y me ha informado del horario de los eventos en la ciudad de México, con el que estoy en total acuerdo. Respecto a ese horario, he reservado dos asientos en Eastern Airlines # 901 -sábado, 14 de marzo salida - 10.15 a.m . del Kennedy llegada - ciudad de Mé~';'co 2.11 p.m. para mi hija y para mí. En este mismo correo le estoy escribiendo a Meche dándole la misma información, y como pienso que ella querrá recogernos, el Colegio y usted estarían liberados de la responsabilidad con respecto ' a nuestra llegada. Como usted sabe su teléfono es (¡O era!) 554 17 67. Regresé por correo las ponencias el jueves. Como usted dice, los retrasos en el correo son deplorables. El texto en español de los dos escritos tendrá en cierta forma que ser revisado y remecanografiado. Una vez que estén listos ¿podría usted hacer que los entreguen en la casa de La señora Mercedes V. de del Pozo Av. Francisco Sosa 427 Coyoacán 21, D. F. y podría su secretaria verificar que las hayan entregado? Desearía poder repasarlas el domingo al llegar. Sólo espero que pueda desempeñar mi trabajo en una forma que convenga a la dignidad del Fondo de Cultura Económica. Llamé por teléfono a Guy Stresser-Péan y le pedí que comprara un ejemplar del Códice florentino. No estaba seguro de que todavía hubiera ejemplares pero lo comprará si hay alguno disponible. Conoce a gente del Archivo General y tengo esperanzas. Cordialmente, R.G.W. 3 de abril, 1981 Mi querido don Jaime: Temo que el no haberle telefoneado antes de salir de México pudiera haber sido interpretado como una descortesía de mi parte: los dos estábamos simplemente demasiado ocupados, con los teléfonos sonando, personas que llegaban a casa de Meche para visitarnos, invitaciones para ir a comer, invitados que llegaban a cenar. Usted y Celia y sus tres hijos (y la iguana) fueron simplemente maravillosos. Gozamos cada mo- CUENTA DE GASTOS de R.G. Wasson y Mary Xenia Wasson en su viaje a México, 14 marzo - 28 marzo, 1981 Transportación entre el Aeropuerto Kennedy y la Ciudad de México primera clase, para ambos, USS. $ 666 cada viaje US $ 1,332.00 Transportación. Binghamton-Danbury, para Masha, ambos viajes US $ 228.00 Transportación, Danbury-Kennedy, ambos viajes, por limousine, para Masha y para mí US $ 60.00 En la ciudad de México, taxi del Archivo General de la Nación a Coyoacán, $ 200 10.00 Comida para cuatro en el restaurante La Cava, $ 2,350 120.00 Propinas 225.00 Gastos varios 225.00 US $ 2,200.00 mento de nuestra estancia en México -nuestra visita al Templo Mayor, la exhibición de la película de María Sabina, el Archivo General de la Nación, etcétera. Masha y yo no podríamos olvidar lo maravillosa que es su familia. Confío que ella se comunique conmigo tan pronto como llegue a Nueva York, y pueda salir al campo y visitarme. La iremos a buscar a Nueva York, si viene. Si pudiera disponer de un fin de semana, estaría perfecto. En hoja separada adjunto mi cuenta simple de gastos. Espero que esto sea suficiente. ¿Podría por favor pasar a la señora Hammer los siguientes datos? 1. Recibí el Doctorado Honoris Causa en Ciencias de la Universidad de Bridgeport el 26 de mayo de 1974. 2. Me eligieron miembro de la Linnean Society de Londres en mayo 1973. 3. Fui designado por el Presidente y los Miembros de la Universidad de Harvard al puesto de Investigador Asociado en el Museo Botánico para trabajar por tres años a partir del 1 de Biblioteca de México 31 julio de 1960. Esta fue mi primera designación en Harvard y he recibido desde entonces designaciones similares, cambiando el título al renovar los nombramientos. En la actualidad soy Asociado en Etnofarmacología en el Museo Botánico en la Universidad de Harvard. 4. Fui nombrado Miembro del Consejo de Directivos y Tesorero del Jardín Botánico de Nueva York el 24 de marzo de 1952 y he tenido diversos puestos desde entonces, hasta la fecha en que soy Investigador Asociado Honorario y también Director Honorario de El Jardín Botánico de Nueva York. Debo agradecerle una vez más por haber planeado nuestra visita en forma tan cuidadosa y por haberla llevado a cabo tan diestramente. Espero que los otros participantes en las Mesas Redondas le entreguen a usted sus contribuciones y qu~ finalmente pueda leerlas. Con los mejores deseos para toda la familia, quedo Cordialmente suyo, R. Gordon Wasson 11 de julio, 1981 Mi muy querido amigo: Parece que han pasado años desde que nos comunicamos. ¡Qué bien arreglaron usted y su familia y su personal nuestra visita en marzo! Pensamos que todo salió bien. Desde México he tenido que ir a Europa, y estoy pensando ahora en una publicación en un periódico especializado sobre la muerte de Buda, pero esto no es seguro todavía. ¿Ha recibido el texto de los otros participantes en las Mesas Redondas? Estoy especialmente ansioso por leer la de León-Por- tilla. En Tbe Wondrous Mushroom, en la pp. 212-214, revelo un lapsus de parte del padre Garibay que sería difícil vencer, siento decirlo, sino sólo a través de confirmar lo que todos sus estudiantes sabían. Claro está que a León-Portilla no le gustaría ese pasaje y me pregunto si me haría conocer sus sentimientos. Todos los estudiantes querían al padre Garibay, quien además hizo maravillas por iniciar los estudios en náhuatl, pero no fue un estudioso eminente. ¿Cómo se vende El camino a Eleusis? ¿Cómo va la traducción de The Wondrous Mushroom ? ¿Alguna actividad de Octavio Paz que me interese? ¿Alguna reseña notable a El camino a Eleusis? Por favor, dé a Celia mis saludos y dígale que me enamoré de ella -algo inofensivo en un hombre de 83 años. Y también mis saludos a sus hijos- es maravilloso crecer en un hogar como el suyo; y también a la iguana. Como siempre, R. Gordon Wasson 20 de enero, 1982 Estimado don Jaime: No hemos estado en contacto por un largo tiempo. Me gustaría que me pusieran al corriente de las cosas en México, en particular en el Fondo de Cultura Económica y la familia García Terrés, cuya maravillosa hospitalidad gozamos tanto mi hija como yo en marzo pasado. ¿Cómo va El camino a Eleusis? ¿Hay demanda del resto de la América de habla hispana? ¿Cómo va nuestro amigo Garrido Ruiz con la traducción de Tbe Wondrous Mushroom? ¿Han tomado una decisión sobre el título en la edición en español? Thelma Sullivan, cuya muerte el año pasado impactó a todos sus amigos, dijo que "el hongo maravilloso" era no sólo una traducción legítima sino la única traducción correcta de teonanácat!o Ella era una nahuatlata de la más alta distinción. Siempre la estaba apremiando para escribir una ponencia sobre la palabra teo y sus muchos ' significados y usos, pero ¡ay! nunca lo hizo. Su muerte fue una gran pérdida. Cuando yo estaba escogiendo el título de mi libro, tratamos sobre el significado de teonanácatl y ella fue responsable del que elegí. Por favor presente mis respetos a Doña Celia y acepte usted mis más cálidos saludos. Suyo como siempre, R. Gordon Wasson P.D. Estuve gravemente enfermo en septiembre y agosto pasados. En la actualidad estoy bajo medicación y lo estaré por el resto de mi vida. Hasta ahora la medicina detiene bien los ataques arteriales pero nadie puede decir cuánto tiempo durará esto al ir envejeciendo. R.G.W. 24 de abril, 1982 Estimado don Jaime: Al fin recibí una llamada telefónica del Fondo y unos cuantos días después una copia en español del capítulo de Xochipilli de mi nuevo libro con una tarjeta de saludos amistosos de usted. Espero que esto signifique que está de nuevo trabajando y que su enfermedad ya pasó o va de salida. Espero que no haya sido nada serio. La traducción del capítulo de .... Xochipilli Biblioteca de México 33 Xochipilli es excelente y espero que usted haga llegar mis felicitaciones a Felipe Garrido. Puedo expresar mi esperanza de que usted considerará para el título en español Teonanácatl: el hongo maravilloso. Utilizo la palabra náhuatl que ya es familiar para muchos. Prefiero "maravilloso" a "mágico", que ha sido utilizada ad nauseam en conversaciones de hippies tanto en México como en este país. Espero que me haga saber su opinión sobre esto: deseamos salir rápido con ' un título que sea diferente y duradero. En la traducción hay una palabra que no conocía y sobre la cual quisiera preguntar a usted o al señor Garrido. Está en la página 16 del artículo en la Revista de la Universidad, en la primera línea después de la cita de Justino Fernández: avezado. La palabra que traduce aparentemente es "able" en la expresión "able academic art critic". Si el señor Garrido me dice qué "tan avezado" significa lo que yo digo estaré satisfecho. En el texto en inglés de nuestra primera edición invité a nuestros lectores para que sugirieran la identidad de una flor enigmática que no pudimos reconocer. Ver pp. 70-71 de la edición en inglés. Jeremy Bigwood del estado de Washington ha resuelto esta pregunta y debemos incluir su solución en el texto en español. El fruto "enigmático" es el teonacaztli, del cual en la traducción de Dibble y Anderson del texto náhuatl del Códice florentino de Sahagún se dice es enteogénico. (En el Códice florentino, libro 11, "De las cosas terrenales", esquina superior izquierda de la página 120). En la actualidad los botánicos conocen a teonacaztli como Cymbopetalum penduliflorum. Nuestras sugerencias ahora cubren todas las plantas que decoran la estatua. Por separado enviaré a usted el texto que reemplaza el texto inglés que cubre este asunto, el cual puede transmitir al señor Garrido. En conclusión, no puedo decirle lo complacido que quedé al recibir su tarjeta. Estaré aún más complacido de recibir una carta firmada de su puño y letra . y una vez más le pido que comunique al señor Gárrido que me agradó muchísimo su versión del capítulo de Xochipilli. Sinceramente suyo, R.G.W. 9 de junio, 1982 Estimado don Jaime: Su carta fue una alegría: había estado seriamente preocupado. En una de mis cartas para usted, escrita durante su enfermedad, llamé la atención sobre el título en español de mi libro que ustedes publicarán. Yo traduciría. The Wondrous Mushroom por Teonanácatl, y Mycolatry in Mesoamerica por Micolatría en Mesoamérica . Thelma Sullivan, quien murió hace unos cuantos meses, y yo discu timos el significado de "Teonanácatl", y ella me convenció de que "teo" tenía una gama de significados y no necesariamente era "dios". Ella apoyaba Teonanácatl: Micolatría en Mesoamérica. Yo también lo prefiero porque da un pálpito indígena a mi título. Le preguntaría si es factible cambiarlo ahora, mientras que todavía tenemos tiempo. Creo que en la misma carta escribí a usted que habíamos descubierto probablemente la identidad de una planta que continuaba sin identificar en Xochipilli, la estatua que es tema de mi capítulo 3, pp. 70-71. Estamos buscando en México una buena foto de la flor, y la enviaré para reemplazar las ilustraciones de la edición en inglés. Es teonacaztli. Cordialmente, R.G.W. P.D. Mi hija, que está pasando unos días conmigo, desea especialmente enviar sus recuerdos a Doña Celia y los tres jóvenes. RGW 17 de julio, 1982 Estimado don Jaime: Escribo para decirle que Stella Krarnrisch visitará México en el otoño. Es una persona distinguida, de avanzada edad y viuda que utiliza su nombre de soltera. Su campo de estudio es la India, y en particular el arte de la India. Antes de la guerra escribió un trabajo sobre la arquitectura de los templos de la India, en dos grandes volúmenes que se convirtieron en la autoridad de su campo. Ultimamente se reeditó, sin cambiar el texto, y mejorando vastamente las fotografías . Stella vivió en Viena, en donde nació, los primeros 25 años , o algo así de, su vida. Luego, por petición personal de Rabindranath Tagore, fue a la India en donde permaneció durante 27 años, enseñando principalmente en la Universidad de Calcuta. Ella misma se hizo profesora de pintura y escultura de la India, así como de arquitectura, y también de pintura y escultura de Nepal y Tibet. Hace muchos años fue invitada a venir a la Universidad de Pennsylvania como profesora del pensamiento y cultura de la India bajo el gran Norman Brown. Siempre ha sido una trabajadora prodigiosa de la más alta calidad. Se ha retirado de la Universidad de Pennsylvania y es curadora de Arte de la India en el museo de arte en Filadelfia, en donde montó en la primavera pasada una muestra de arte centrada en Siva, que coincidió con la publicación de un libro escrito por ella, Tbe Presence 01 Siva, publicado por la Editorial de la Universidad. de Princeton, un libro soberbio , 514 páginas, más 32 páginas de ilustraciones en blanco y negro. La muestra ganó el aplauso en todos lados. Es Profesora de Arte de la India en la Universidad de Nueva York que se aloja en el Palacio Frick en la Quinta Avenida, en la Calle 78. Está en el Comité de Asesores sobre Arte de la India del Metropolitan Museum. Conoce en la India a todo aquel que cuenta . Indira Biblioteca de México 34 Gandhi y el Maharajah de Kashmir, trabajando fuera de la ley, pasaron hace algunos años, regulando la exportación de tesoros artísticos de la India. Hicieron uso de su asesoría sobre cómo deberíaenmarcarse la ley. La ley resultante es un modelo de cómo debe proyectarse una ley como ésta. Sin duda estará preguntándose por qué le escribo este largo discurso. Cuando salió mi libro SOMA en 1968, Stella lo vio, se convenció de inmediato de que yo tenía razón, e hizo una reseña en una publicación trimestral. Llegué a conocerla, por intercesión de SOMA. Ella ahora me dice que desea ir a México y volverá a la ciudad de México para estar ahí una semana en este otoño. Estoy escribiendo a diversos amigos para contarles la misma historia. No sé si pudiera haber alguna ventaja para usted, aparte de llegar a conocer a un personaje tan distinguido, pero deseaba decirle esto, en caso de que encontrara una oportunidad aquí. Ella no sabe que le estoy escribiendo. Stella sabe que una semana en México es poco sin duda para alguien que desea conocer México. Le he dicho que puede conocer el Museo de Antropología, el Zócalo, la Catedral poco más . Le he descrito las condiciones del tráfico. También se podrían incluir la Villa de Guadalupe y los antiguos recintos de Teotihuacán. O Cuernavaca o Texcoco. No es necesario que usted haga nada . Pero imagino que hay una ventaja algunas veces, si uno es editor, para llegar a conocer a la gente de altura en el mundo intelectual. ¿Cómo va Teonanáca.tl: Micolatría en Mesoamérica? ¿Estará a la venta en la primavera de 1983? Como siempre, Gordon P.D. Por favor transmita mis mejores deseos a todos los que conocí en el Fondo. RGW . .AlL ADOLFO nLUZ DOS POEMAS CÓRDOBA Si hoy pisamos tú y yo al fm las calles de Córdoba, las calles humildes que dan al atardecer donde alguien, parsimoniosamente, remueve las ascuas de un brasero y ahuyenta así los viejísimos astros. Si a nuestro paso un viento inmemorial enlaza lo remoto y este sol que en mi sangre arde. Si en la linde de un aljibe somos el rastro último del amor y su callado imperio de rosas y músicas y sombra, es que regreso a los patios de mi nacimiento, es que se hunde del todo en lo oscuro la historia de mi corazón, es que voy a morir. LA ROSA DEL MUNDO Qué amo en ti. La aldea aquella en que fui un sueño. Aquello que me legaron y olvidé. La sangre dispersa de los míos. O acaso aquel frescor del alba en los corrales que invadió mi lecho, ásperamente, cuando tuve, de niño, en la penumbra la rosa del mundo entre mis manos. Biblioteca de México 35 Como lo demostrará nuestra edición de Con leal franqueza. Co- rrespondencia entre Alfonso Reyes y Genaro Estrada que El Colegio Nacional está editando, uno de los corresponsales más favorecidos por el humanista regiomontano fue su amigo sinaloense. Especialmente durante la época brasileña de Reyes, el destinatario más evidente de sus cartas viene a ser su "Carísimo Gordo". En comparación escasean las cartas dirigidas a amigos como Pedro Henríquez Ureña, Enrique Díez-Canedo, Julio Torri, Martín Luis Guzmán y Rafael Cabrera entre otros. Una posible explicación puede ser el hecho de que además de la estrecha amistad que lo unía a Estrada, éste no sólo acababa de ser ascendido a Secretario de Relaciones Exteriores desde principios de 1930 sino que era casi su único lazo directo con México. Aunque Reyes nunca se olvidó de su país durante sus largos años en el extranjero, parece que con el tiempo va creciendo la saudade, el deseo de acercarse cada vez más a México y a su gente. Sus demás amigos mexicanos lo tenían prácticamente olvidado o por lo menos eran malos corresponsales. En cambio, Estrada, quien conocía a fondo el ambiente político y cultural de la capital, estaba siempre presente (por lo menos hasta 1932) Y dispuesto a servir. Las cartas inéditas que se reproducen a continuación son más que nada la expresión de una amistad ejemplar a través de la cual Reyes no teme revelarse. Estrada le inspira total confianza y por eso se lo dice casi todo. Cuenta con él para aliviar sus graves problemas económicos o para ayudarlo en asuntos literarios. Inclusive comparte con él algo de su vida amorosa y sobre todo le confía inquietudes muy personales relacionadas con el rumbo de su vida, su carrera, su alejamiento de la literatura. Cumplidos los 42 años de edad, el que se inició precozmente en las letras ve con cierta angustia su propia obra al considerarla como fragmentada e incompleta. En esas confidencias aparece un hombre que se conoce a sí mismo y reconoce tanto susvirtudes como sus flaquezas. En esos momentos de gran inseguridad, de crisis existencial, sólo Estrada es capaz de darle ánimo y de orientarlo porque existe entre ambos una profunda compresión mutua. Sus relaciones se caracterizan por una auténtica simpatía y un trato sincero y franco. En tono conversacional (a veces humorístico) se mantiene un diálogo fraternal que no rehuye ningún tema. Por enci- Más Célrtas f1l1minenses ele Alfonso Reyes SERGE l. ZAITZEFF ma de todo Reyes necesita el estímulo de su compañero para no dejarse abatir cuando pasa por períodos de desaliento. Estrada es como una fuerza positiva y sólida que le permite a Reyes seguir adelante en medio de las dificultades y de los escollos. En 1932 Reyes siente que su situación en la diplomacia se ha vuelto aún más precaria ya que Estrada abandona su puesto en México y se instala en Madrid como el nuevo Embajador mexicano. Desde la capital española éste sigue siendo el amigo que da consejos y sabe tranquilizar las dudas de su colega quien siempre es cariñoso, sentimental, comprensivo y bueno. Y ahora le toca a Reyes reconfortar al que empieza a experimentar los sinsabores de la vida diplomática en un país amado por los dos. Con la presencia de Estrada en España, la nostalgia de Reyes por esas tierras no dejará de intensificarse y así sentirá más la soledad del trópico pese a su incomparable belleza. El trabajo siempre fue para .... Alfonso Reyes, México, 1924 Biblioteca de México 37 Reyes un medio para combatir los contratiempos de la vida pero también lo fue la amistad de hombres como Estrada en cuya compañía bien que lejana se sentía a gusto y libre para dar expresión a lo que le roía el alma. Estas cartas fluminenses escritas con deleite son un testimonio más de una amistad entrañable que se hace palpar en cada renglón. l 7 nov. 1930 Genaro: Yo así no puedo VIVlf. Vázquez Schiaffin02 me está negando todos los gastos extra a que me veo obligado, y -negándome hechos que yo conozco perfectamente- quiere ahora cobrarme la renta de la casa. Yo soy un hombre serio, honrado y pobre, a quien Schiaffino debe tratar con más consideración. Si sigue molestándome así sistemáticamente, no podré continuar, con harta pena mía y con grave detrimento de mi vida. Estoy sumamente angustiado con esto. Yo pongo mi vida y mis empeños mayores en servir bien a mi país. No merezco estas tacañerias de cuentachiles. No doy lo que no tengo: eso es todo. Puede Ud. tener la seguridad de que gasto en bien de mi representación cuanto poseo, y aun así quedo mal, por lo mal que andan nuestros arcaicos métodos. Si Ud. no me vale tendré que renunciar, yeso sería mi ruina, mientras no acabe con mi deuda de Bs. Aires. Su Gordo Río, 20 de nov. 1930. Querido Genaro: He amanecido tristón. No sé por qué, le doy una gran importancia a lo que tarda ud. en contestarme, tranquilizándome 1 Se publicaron otras cartas de Reyes a Estrada en Fernando Curiel, "Cartas fluminenses: Los comienzos en Río 1930-1932", Universidad de México, XLIV. 460 (mayo de 1989), pp. 10-16. 2 José Vázquez Schiaffino CI881-?), ingeniero y diplomático jalisciense . como se lo pedí. Si no fuera porque comprendo que lo tengo ya a Ud. acribillado a telegramas, volvería a telegrafiarle rogándole que me conteste. Yo quiero saber que Ud. está tranquilo. Yo no tengo en el mundo un amigo en quien confíe más que en Ud. ¡Vea qué grande responsabilidad es la suya! Tampoco me da buena idea el que no me haya dicho una sola palabra sobre mi "Discurso por Virgilio".3 ¿Acaso me cree Ud. incapaz de aceptar su censura, que yo mismo solicité? Ya sé que tiene Ud. mucho, muchísimo quehacer, y muy serias preocupaciones, y acaso eso lo explica todo. Como quiera, todo esto me indica que pierdo la brújula, que me conviene volver un poco a México y ver otra vez las cosas desde allá. Antes, sin embargo, necesito acabar con mi deuda de Buenos Aires . En este instante debo 5,000, y hoy mismo envío 1 ,000 De modo que ya sólo deberé 4,000. Cuando la Secretaría autorice el pago de esa suma en que se me descuidaron Gabucio y Lastra, haciéndome pagar de mi bolsillo más de 1,800 (que son del depósito de la casa que alquilé para el Consulado), pagaré la mitad de mi deuda , y en dos meses más, haciendo esfuerzo, habré acabado. Creo, pues, que, si no mudan las cosas, hacia mediados del año entrante voy a pedirle a Ud . .un viajecito a México . Quisiera "hablar con Ud." personalmente. Tengo que orientar mi vida definitivamente. Tenemos que hablar despacio, Genaro. Sólo Ud. puede decirme lo que yo deseo saber. Amanecí, para más tristezas, con un mensaje de mi sobrino, desde Praga, que me dice: "Llegando a ésta, comunícanme cable Relaciones dejándome disponibilidad enero próximo por economías. Angustiado, ruégote intervenir, aconsejándome. Craviot0 4 ayudaríame. Bernardo". 3 Aparecerá en Contemporáneos, I1I, 9, 33 (febrero de 1931), pp. 97-131. 4 Alfonso Cravioto (1883-1955), escritor, político y diplomático hidalguense. Empezó se carrera diplomática en 1925 como Ministro y luego Embajador en Guatemala. Pasó a Chile en 1928. ¡Y el pobre muchacho que quería casarse en Santiago de Chile, donde dejó novia ya pedida y comprometida! Ya fue buen golpe para él irse a Praga, pero creyó hacer méritos obedeciendo y callando, creo que por primera vez. Va a decir que la primera vez que lo hace bien, le sale mal. Se va a desmoralizar, y más teniendo en cuenta la influencia sentimental y, por ende, desmoralizadora, de su Padre. 5 Hace varios meses me llegó de México el rumor de que iban a hacer muchos ahorros de sueldo el a(1o entrante, y de que Bernardo estaba en la lista. Creí que, al enviarlo a Praga, era ya para no separarlo. Quién sabe por qué habrán preferido este camino más largo y más costoso. Tal vez hubo un propósito de que se prescindió y luego, cuando ya se había trasladado, se volvió a ese propósito. El resultado parece cruel. Pero bien sé que la crueldad está en la absoluta necesidad de ahorrar, de cortar flecos. También sé que Bernardo ha dejado mucho que desear. No me ciego un instante, sino que lamento la situación que se le crea a mi pobre hermano. También me figuro que éste contribuyó con sus libros y sus discusiones ... Lo entiendo todo. Y lamento también los trances que, por su amistad para mí, a Ud. mismo se le han creado. A veces, me aterrorizo de pensar que soy, aun sin quererlo , un amigo que da trabajo a sus amigos. Dios sabe que no es mi culpa. Hace mucho que sufro, en mis relaciones con México, por razones ajenas. Por eso también necesito volver y hablar muchas horas con Ud ., largo, detenido, despacio. Voy a aconsejar a Bernardito que acate y aguante, que pida aquello que el Reglamento le concede y ... que vuelva a México a hacer su carrera de abogado. Lo que no sé es si podrá sacar dinero para eso de algún lado. Yo creo preferible que vaya a México, a que vuelva a pesar al lado de su Padre. En México hay abogados amigos de su Padre que acaso podrían tomarlo como pasante y ayudarlo un poco. En fin, Genaro: pongamos un punto a esta triste carta. Ya sabe que me doy cuenta de todo lo que Ud. no puede decirme ni explicarme. Sin embargo, le voy a pedir que se atreva a decírmelo todo, para mi mejor orientaClon: no vacile. Tenga la seguridad de que sé escuchar todo sin apasionarme, sin inoportunas rabietas. Tal vez Ud. no sabe que, de jovencito, me acostumbraron a eso muy bien Caso, Vasconcelos, Pedro. 6 De allí que, en la equivocación de toda mi familia, yo haya sido el único que sabía de veras lo que pasaba. El caso, mucho más atenuado ahora, se repite. Dígame deveras cómo andan las cosas. Ayúdeme a ver claro, porque de repente temo andar muy desorientado; y, le repito, estoy pensando ya seriamente en organizar mi modesta vida de escritor. Espero sus letras con mucho afán. Cuénteme de su nuevo hogar, dígame toda su felicidad, que esto será un gran refulerzo de la míaJ ¡Ah! Le debo una explicación de amigo : ese servicio que le pedí por cable, no tema: es una piedad, un favor, no una reincidencia. Yo estoy completamente tranquilo, y en este sentido, dichoso. Lo abraza su fraternal Alfonso Me permito acompañarle el cheque y otra vez le agradezco. 5 Rodolfo Reyes 0878-1954). En 1914 fue desterrado a España donde pasó el resto de su vida. 6 Pedro Henñquez Ureña. 7 Genaro Estrada se casará con Consuelo Nieto el 10 de diciembre de 1930. Biblioteca de México 38 Río dejaneiro, 13 defebrero y viernes de 1931. Caro Genaro: Unas líneas a la hora de cerrar valija. Ya veo en su carta que me van a enviar El Universal y el Excélsior, gracias: me hacen falta realmente para estar al tanto de nuestra vida, empeño que es en mí cada vez mayor. Además, quiero confesarJe que hace tiempo vengo pensando en pedirle ayuda, consejo y orientación, para este grave problema: yo desearía escribir en algún diario mexicano estable, serio (?) y que pague mis artículos, para tener algún contacto con el gran público mexicano, como en otro tiempo lo he hecho. Sólo Ud. puede decirme lo que debo hacer y arreglarme quizá esto? O no? O me aconseja que no lo haga. Vicente Lombardo TO.,8 a su paso por aquí, se empeñó en que escribiera yo para Excélsior, pero como cosa suya, de amistad personal, no por encargo de ese diario. Ud. me dirá lo que le parece. Recibo el no. nov.-dic. de Contemporáneos, con un montón de notas mías: 9 gracias. Asegúrele a Bernardo O . de M.lO que tengo el mayor deseo de ser en adelante un colaborador activo, y lo seré. No dejen morir esa preciosidad que honra a México y a nuestra A. Me porto muy bien, Genaro: no la llamo, a pesar de que se ha quedado sola y está siempre a mis órdenes, o como decimos los argentinos: "la tengo a la voz de aura" (Aura: ahora, voz de aviso para cambiar las figuras del "pericón nacional " y otros bailes populares)! El 4 Monterrey está en cajas. Las imprentas de aquí están muy asustadas por mis exigencias (!) Es decir: porque pido tres tipos para las notas bibliográficas, cosa nunca vista! Voy despacio, pero sigo adelante. Pronto comienzo en Madrid (¡qué ganas de ir a arreglar eso personalmente!) la edición en serie de toda mi obra. ¿No cree que conviene a la buena administración mexicana, y al mejor servicio de la Deuda Pública el que yo haga esto, personalmente, en la Villa y Corte, próximo puerto de mar y capital de República? El tomo de Gz. Martínez l l me ha gustado con entusiasmo: es decididamente un altísimo poeta, a quien "onorate", etc. 8 Vicente Lombardo Toledano. 9 "Ocio y placeres del periódico", Contemporáneos, I1I, 8, 30-31 (noviembre-diciembre de 1930), pp. 259-268. 10 Bernardo Ortiz de MonteUano. 11 Enrique González Martínez, Poesías 0909-1929}. Madrid: Espasa-Calpe, 1930. Alfonso Reyes . Caricaturo de Xavier Villaurrutia No fue para tanto . Simplemente, a Rafael 12 no le agradó que la cantaora de tango se le perdiera de vista en el baile de los artistas, pero ella está dispuesta a compensarle todo, después de carnaval. La otra, yo no sé quién será, se lo aseguro, Genaro: no fue cosa preparada. A ella se le antojó de repente y se hizo presentar. La vi primero con un comunista amigo mío, y luego con Prado Kelly, nuestro 12 Rafael Fuentes (1901-1971), diplomático veracruzano. Tuvo cargos importantes en varios países latinoamericanos y europeos así como en los Estados Unidos. Padre del escritor Carlos Fuentes. Biblioteca de México 39 Consejero jurídico honorario. No diga que no era linda, Gordo. Y además, como se dice en Cuba, me daba exactamente en el billíbillí. Eso fue todo. Adolfo13 ha estado malito , males tropicales y cosas elegantes así. Nuestro loco sabio y amigo Bruno Lobo, le puso una serie de inyecciones cuya reacción fue terrible. Ya va mejor, y parece que ha contrarrestado un paludismo naciente. Está paliducho y pelechando. El mar siempre recomenzado, el nunca usado mar, el mar de 13 Adolfo de la Lama. numerosos rumores, y el mar sin cosechas, que dice Homero. El justo mediodía, el techo en paz palpitado de palomas, el cementerio marino, los mocos con los dedos. Pronto le envío una serie de casi-sonetos que se me andan enmoheciendo entre mis papeles. A ver si Ud. quiere darlo en ConteY(lporáneos, y después hacer con ellos una tirada aparte de ciento cincuenta ejs., ediciones Murciélago. 14 Mi hijo tiene que volver a Bs. Aires a fines de éste: este ir y venir me cuesta un ojo de la cara. Tendrá que hospedarse en la Embajada, en manos de Mario Gabo,15 y cuando pase por aquí Rafael,16 ya mi hijo estará de vuelta. Me sale muy incómodo esto; pero ¿cómo quiere Ud. que lo ponga a estudiar en una escuela brasileira, hombre? No nos agrada en principio la sustitución de Lima S.17 por Abelardo Rocas (fíjese en el nombre: ya en el mensaje de Relac. me le están llamando Adelardo). No es que sea mala persona, sino que es menos persona que el otro. OIga Lyon, su Sra., "La Nena Layón", es una lindísima dama rubia, elegante y sencilla. "E un [sic] bulto muito importante na sociedade carioca,ouviu?" ¿Por qué dejó la carrera A. Herrera Salcedo?18 ¿Por qué se sustituyó a Antonio Castro Leal, estará muy enfermo o habrá quedado mal de la última cogida?19 ¿Por qué no recibo carta de mi Gordo todas las mañanas de Dios? su a.r. 14 "Dos casi sonetos", Contemporáneos, IV, 11 , 40-41 (septiembre-octubre de 1931), pp. 175-176. Ese mismo año se publica en París Cinco casi sonetos. 15 Mario Gabucio. 16 El poeta poblano Rafael Cabrera 0884-1943) era Embajador de México en la Argentina. 17 Renato Lima e Silva había sido Embajador del Brasil en México. 18 Alfonso Herrera Salcedo 0898-1966) había tenido puestos diplomáticos en Centroamérica, la República Dominicana y España . Yerno del poeta Enrique González Martínez. 19 El crítico potosíno Antonio Castro Leal 0896-1981) había estado de Consejero en la Legación de México en París. Río de janeiro, 10 de abril de 1931. Así pues, Gordo mío, he cumplido ya un año en el Brasil, y este año me ha servido para recomponer un poco mi vida y para darme bien cuenta, examinándome a solas, de la profundidad de la crisis que he venido alimentando adentro de mí, como un monstruo. Un año más, y me habré salvado. ¿De qué? ¡Oh, Genaro ¡ni preguntarlo! Yo tengo la idea ortodoxa de la vida, ya lo he explicado en mi ensayo sobre la caída:20 esto, todo esto se cae, si uno no se cuida día por día; la gran pereza universal tira de nosotros hacia abajo. ¿Por qué no le he de contar a Ud. que, todas las mañanas, entre 6 y 6 y media, me levanto de la cama exprofeso para mirar cómo brilla el primer sol en la punta del Corcovado, envolviendo en oro blando la inmensa imagen del Cristo Redentor que está en la punta?21 Se trata de uno de esos fríos monumentos jesuíticos que echan a perder el paisaje. Además, el inmenso pájaro de piedra está enredado aún en la cuadrícula de los andamios, y se le ve muy imperfectamente . Pero, con todo, no sé qué tiene ese Cristo de oro, por las mañanas. Sucedió que Pedro me escribió una carta desalentada y desalentadora. 22 ¿Será nada más producto de su desánimo, de esa lenta y triste consunción de su vida? Ello es que pensé que era una equivocación mi Monterrey, aunque él conoció 20 "La Caída" es el primer texto publicado por Alfonso Reyes en Contemporáneos, 1, 3, 8 (enero de 1929), pp. 8-12. En 1933 aparecerá en Villas Boas de Río de Janeiro. 21 El 8 de abril de 1931 Alfonso Reyes le había hecho a Julio Torri esta breve descripción: "Son las siete de la mañana. Chorrea desde el Corcovado un sol de miel. Al amanecer cantaban los sabias, y hay también cigarras que hacen ruido de instrumentos eléctricos. Creo que va a hacer calor. Como siempre. "(En nuestra edición de Julio Torri, Diálogo de los libros. México: Fondo de Cultura Económica, 1980, p. 252. 22 No se ha incluido esa carta en Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, Epistolario íntimo 0906-1946) . Recopilación de Juan Jacobo de Lara. Santo Domingo, R. D.: Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, 1983, Tomo III. Biblioteca de México 40 bien la idea y me entusiasmó a sacarlo. Parece que en cierto mundillo de Bs. Aires, en tomo a la calle de Ayacucho, casa de Nieves 23 (informará ampliamente Vicente Lombardo Toledano), se me censura, no se entiende para qué hago eso, creen que Id hago por vanidad o magnificación del etc. Como en este orden han sido tan duros conmigo en México yo, etc. (acuérdese el agarrón que me dieron por la "Carta a dos amigos", del Reloj de 501),24 pensé que nadie mejor que Ud. podría aconsejarme, puesto que Ud. vería las cosas desde el punto de vista de la realidad más peligrosa, que es la de nuestra tierra. Y por esto y, en general, por la confianza que pongo en su juicio, le molesté con mi consulta telegráfica. Su respuesta me vuelve el alma al cuerpo.25 El No. 4 está por salir: muy mediano. EISa. , preparado casi, será mejor. No sé si es que PHU se acobardó con las censuras que oyó en casa de Nieves, donde tiene ciertas razones de mujer que - pasó - de - los - cuarenta para quejarse de mí. De todos modos, no dude en advertirme si Ud. considera que me equivoco con esa publicación. Es posible que en torno a mi familia y hasta a través de Vicente,26 oiga Ud. decir algo de si estoy queriendo o no ir a México. Un poco de eso es verdad, pero no me atrevo a desear nada : Ud. recordará que siempre he preferido atenerme a los dictámenes de la providencia , que me llegan en forma de órdenes de Ud. , por telégrafo. Prefiero no tener mucha iniciativa en esas cosas. Lo único que hay es esto: 10. No puedo moverme hasta no acabar de enderezar mi 23 Nieves Gonnet de Rinaldini, importan· te animadora cultural en Buenos Aires. 24 Esta carta escrita en París en 1926 iba dirigida a Enrique Díez-Canedo y a Genaro Estrada. 25 El 28 de marzo de 1931 Alfonso Reyes le había mandado el siguiente telegrama: "Ruégole esta vía su opinión sincera si debo continuar Monterrey inteligencia desaliéntame Pedro Henríquez stop si necesario sugiérame modificaciones gracias." Dos días más tarde Genaro Estrada le contesta: "Debe usted continuar esa publicación que es original interesante útil simpática excelente." 26 Vicente Lombardo Toledano. vida: cuestión de medio año. 20. Mi hijo no encuentra por acá buen ambiente para sus estudios, no puede ni ir a la escuela y tengo que gastar en viajes a BsAs. para que se examine allá; vive sin amigos, muy pegado a mí, y echando a perder su base atlética natural en cierta inacción, cierta modorra. 30. Yo estoy muy lejos del mundo, en la Ultima Tule:27 esto es la luna. 40. Yo necesito dar una arregladita a mis papeles y a mis libros en México, y tomar una casa definitiva y dejar todo eso bien instalado, emancipando mi vivienda de la del resto de la familia. El solo hecho de parar en el Ciprés28 me ha quitado la ocasión de reunir amigos durante mis visitas a México. Quisiera vincularme un poco más a mi tierra, no sé bien cómo. Le dejo ver, a largavista, la nebulosa que anda en mi alma, nebulosa no resuelta. No quiero nada: esta inquietud me baila adentro, eso es todo. Sépalo nada más, para que me dé el alivio de contárselo a alguien y para mejor entender a su gordo amigo. 50. Tengo muchas ganas de concentrarme un poco a escribir. Estoy muy desmenuzado, haciendo sólo jueguecillos. Quiero ocuparme en serio de la reedición en forma de mis obras, y resulta que recibo informes equívocos de la CIAP. 29 60. Me preguntó qué más tengo que hacer ya en la carrera. Ya Ud. tuvo que refugiarme en Río , como medida de protección amistosa . ¿No estaré de sobra? Tal es el estado de ánimo profundo. No hablemos más de él. Aquí le mando unos recortes donde Ud. verá que aquí la gente, no contenta con llamarse Lindolfo, Amoroso y cosas por el estilo, también se llama Santos Foot Ball Club y -¡es panto!-, la hija de una poetisa , Eros Volusia. ¿Por qué no de una vez Puta? He emprendido un lento camino de penetración en el Bra27 En 1942 Alfonso Reyes publicará un libro titulado Ultima Tule. 28 CaUe donde vivía la madre de Alfonso Reyes en la ciudad de México. 29 Compañía Iberoamericana de Publicaciones. Genaro Estrado . Caricaturo de Xavier Vil laurrutia sil, y quiero escribir mi itinerario. Pero ¡tengo tantas cosas a medio hacer, que espanta una nueva tarea, un nuevo compromiso conmigo mismo! Me fatiga lo disperso de mi trabajo. Eso me tiene "surmenado". Pierdo el sueño, y me olvido de la cosita. ¡Qué decadencia , eh! Si al fin me decido a escribir sobre el Brasil, saldría una serie de artículos pagables por algún periódico: aquí de mi anterior consulta. Ud. dirá. Ya dieron las nueve . Ya están aquí los cancilleres. Ya vamos a comenzar el trabajo. Orden de llegada a la oficina: 10. Reyes, a las siete de la mañana. 20. BarBiblioteca de México beito, a las ocho y media. 30. Gigena, a las 9. 40. Fuentes , entre 9 y media y 10. 50. nadie; 60., nadie; 70. , nadie; 80. , nadie; 90., nadie .. . ¡ah! y 100. , entre 11 y media y 12, De la Lama. El pobre brota volcanes por toda la cara, se pone rojo de sol, cree que le da mucha línea algún whisky de más, a lo Príncipe de Gales, en cuanto se pone el traje de noche. Tiene casi crisipela artrítica (la medicina me perdone!) y creo que le manan bermellón y piedra azufre. Hasta otra, gros copain. Gordo. A.R. / ¡ I , , .~ Ríojaneiro, 15 de junio de 1932. No, mi carísimo Genaro, nada pasa (nada pasa, sino lo que se queda). Ya yo me di cuenta de que tardé mucho en contestarle, sin más motivo para ello que el deseo mismo de escribirle: ya sabe que uno es así en lo que le importa. Ahora viene a sacudirme de mi sueño su linda foto en la Venta de Aires. 30 Como de costumbre, Ud. se cruza señales conmigo por el éter impalpable. Me dice Ud. que almorzó Rodolfo con Uds., etc. Así está bien. Recibiría Ud. una carta de Emilio dirigida a ambos, a Ud. y a mi.3 1 Yo no sabía de qué se trataba, y poco a poco, examinando los periódicos de México, me di cuenta de que, en cuanto faltó el muro de defensa de Genaro, se han soltado en México atacando a los muchachos y aún metiéndose , con su libertad moral. Veo que el artículo de Pérez Martínez que tanta pupa me hiz0 32 es parte de la misma campaña. De todos modos, no entiendo la carta de Ermilo, tal vez escrita con demasiada sentimentalidad. ¿Qué quiere? Yo sólo sé descifrar dos clases de enigmas: 10. los desinteresados, de los poetas (Cfr. Góngora, Mallarmé, Licofrón, etc.) 20. los histéricos, de las mujeres que están cachondas. Me concome la duda de si estaré metiendo la pata con ese folletito polémic033 de que creo haberle hablado en mi anterior, defendiéndome del cargo de mal mexicano que Pérez Martínez me endilga, disfrazado entre los elogios, como el puñal de Aristogitón iba envuelto en flores (¡vaya cita!) (Y luego dirán ... ) Me hace falta aconsejar30 Alusión al Ventanillo de Toledo sobre el cual escribió Alfonso Reyes en 1930. 31 Se trata de la carta fechada el 3 de mayo de 1932 que Jorge Zadik Lara reproduce en su La polémica (México: Universidad Autónoma Metropolitana, 1984), pp, 41-42. 32 Se refiere a "Escaparate: 1 Monterrey, II Gimnasia y alejamiento", El Nacional, 7 de mayo de 1932. 33 Alude a A vuelta de correo (Río de Janeiro, 1932), me con Ud. Ya está eso casi impreso, y ahora me entra el temor de que acaben de declararme vanidoso y envanecido porque me defiendo, ya no hay más manera de defenderse que hablando de sí mismo. A riesgo de darle un mal rato, le mando una copia, y le ruego que me diga por telégrafo: Publique o - Detenga. Y en este último caso, escríbame diciendo lo que opina. ¿Le parece? Yo se lo agradeceré en el alma. ¡Qué bueno es Ud.! Ahora, con esa tranquilidad ya respiro. Artemi034 me puso una breve esquela, con muy buen gusto y mucha sobriedad (sin hablar de aquello .. .) mandándome su discurso sobre la conversación salada en México (álvarez) . ¿Qué le parece? Ayer le deseé buen viaje a Enrique Canedo por telégraf0 35 , pues vi en los diarios que iba a E. U. Y pasaría a Cuba y a México. Acaba de llegarme el no. del ¡ournal des Poetes de Bruselas con las matíldicas 36 traducciones de poetas mexicanos, donde Ud. y yo nos damos la mano de columna a columna. Es indispensable, Genaro, que nos hagamos independientes de cualquier modo. Ya se habrá Ud. dado cuenta, ahora con las manos en la masa, de que esto no es vida, y mucho menos si no está Ud. dirigiendo la danza desde México. Más de la mitad de mi actividad oficial se me ha quedado inútil con su salida, pues sé que ya eso que yo hacía no le importa a los demás. ¿De modo que aún está Ud. con achaques? Yo ya tengo muchas fallas. Estoy cansado y débil, aunque nunca lo aparento, por privilegio de mi cara, que parece verdaderamente una fresca rosa ... ¿No vio Ud. por allá a Berta Singerman?37 A mí la que me al34 Anemio de Valle-Arizpe. 35 El 19 de junio de 1932 Enrique DíezCanedo le escribe a Alfonso Reyes: "Hoyes mi último día entero en Madrid, Recibí su cable L.. l. Me embarco el 24 de Cherbourg L..J. He de empezar en N.Y. el 5 de julio," Dará clases en Columbia University, 36 Alusión a la traductora francesa Mathilde Poemés. 37 La célebre actriz argentina , .... Genero Estrada, por López Guerrero Biblioteca de México 43 borota el pajarito era Paulina su hermana. Pero el pasado retrocede en locomotora . Vivo en paz. ¿No le ha dado todavía a Ud. por buscar a Dios, detrás de sus libros? Entonces todavía está Ud. muy pollo: es cuanto tiene que decirle éste su devoto amigo y servidor. Con que, váyame diciendo qué le contesto a Ermilo, o si hago un segundo A vuelta de correo para contestarle a él y tratar de tranquilizarlo. No sé si entiendo, pero me parece que Ermilo se ha dejado atraer hacia el campo de los nacionalistas, donde milita Pz. Martínez. Y en el otro han quedado, solitos y desamparados, XV y Salvo Novo. 38 Yo, la verdad, no entiendo bien. Me da pena tener que enseñar el silabario. ¿Hará falta? En fin: su respuesta me lo dirá. Quedo pendiente de ella como esos pobres soldados quedaron pendientes de las cuerdas del dirigible: si se sueltan, se matan. Y si no se sueltan ... Adiós. Recuerdos por su casa. Es Ud. el tío más gordo que ha caído en Madrid. El otro, A.R. Ríojaneiro, 22 de julio de 1932. Mi muy querido Genaro: Penétrese bien de esta noción; cada vez que Ud. reciba carta mía, dígale a su corazón: "Corazón mío, hoyes un buen día, hoy recibo carta de un amigo cuyas palabras son todas de buena fe, que no usa sobrentendidos ni malicias conmigo, que me quiere, me comprende, y me sabe agradecer lo mucho que he hecho por él y lo que todavía me propongo hacer. De ese amigo no puede venirme nada que no sea cordial, cariñoso y bien intencionado. Si por algo se le puede, a pesar de sus protestas sentimentales, calificar de 'descastado', es porque igno38 Xavier ViIlaurrutia y Salvador Novo. ra del todo el clásico jijismo nacional". Dicho esto, abra mi carta, y entréguese al buen rato que siempre he deseado proporcionarle con mis letras. Su carta del 25 de junio (que recibo a la vez que su recado del 10. de julio y su tarjeta del 4) me ha dado cierta angustia, porque no quisiera causarle nunca ni sombra del menor enojo, y Ud. me escribe con cierta inquietud, con cierto anhelo de buscar segundas intenciones en mis palabras, estado de ánimo nuevo en usted y que atribuyo al choque nervioso de su larga enfermedad y al no menor de su cambio súbito de ambiente y costumbres. Ya que todos le dan a Ud. quehacer, descanse al menos conmigo. Tenga la seguridad de que conmigo está en lugar muy seguro. Si le dije en mi anterior que por primera vez había probado el amargo placer de tardar en contestarle a Ud., y que no me había gustado este placer, ello nada tiene que ver con las intriguillas que chorrean por las laderas de la Secretaría de Hacienda, y de que yo no he sabido nada, sino lo poquísimo que Ud . me ha revelado. Sólo quise decirle, en forma menos vulgar, que estaba apenado por la tardanza de mi respuesta. Si le digo que ella se explicaba por el afán de enviarle el Monterrey, 9, tampoco significo que este boletín lleve ninguna verdadera sorpresa, sino que no quisiera llegar a Ud. con las manos vacías; pero no puede ud . figurarse lo que son aquí los impresores ¡se llevan más de dos meses para imprimir ocho páginas! Aunque le parezca a Ud. mentira, así es . En fin! espero Monterrey 9 entre hoy y mañana, e inmediatamente daré el 10, para el cual creo poder contar con las notas que Ud . me envíe. Si le pregunto que quiénes son sus amigos "además" de Canedo, no quiero decir nada apicarado, sino enviarle indirectamente una caricia a Canedo, nuestro amigo natural , y preguntarle a Ud. qué nuevos valores ha encontrado, dignos de su amistad, en la intelectualidad es- pañola. Pero comprendo perfectamente que no va Ud. a hacer vida de tertulias literarias, ni a tratar de reconciliar ese ambiente secularmente armado en guerrillas, sino a ser en serio y de veras el Embajador de México. Yo mismo, que soy mucho menos capaz que Ud. de ciertas disciplinas, y que crecía en Madrid en el ambiente de los corrillos literarios, tuve que cambiar de regiones cuando volví al servicio, yeso que no era más que pinche secretario!39 ¿Por mí dice Ud. que "un amigo" no quiso creer en sus enfermedades? No seré yo, se lo aseguro. Sé lo que son achaques. Ya sabe que vivo entre jaquecas, y desde el 25 de mayo estoy curándome con molestísimos regímenes una colitis que se me declaró después de comerme en la fiesta de la Embajada Argentina un peje envenenado. No sé cómo habré redactado esa frase en que, al referirme a Pérez Martínez, le digo un "también" que Ud. considera como una relación entre lo que a Ud. escribo y lo que a P. Mz. escribo. No: el también quiere decir: en punto a materia literaria publicable, además de preparar el Monterrey, también he escrito una carta a P. Mz ., etc . Por favor, Genaro, no me haga estas cosas a mí: no merezco esa inquietud . Yo soy suyo para toda la vida. A propósito de Pz. Mz., quizá ya vio Ud. un segundo artículo que espontáneamente escribió sobre mí, el 22 de junio, rectificando su primer juicio, tan injusto. 40 Esto habla en bien de su probidad, de la cual Ud. mismo habrá visto que nunca dudé, por el texto de mi carta "A vuelta de Correo" . Creí necesario alguna vez poner los puntos sobre las íes, porque ya iban siendo muchos Jorges Usetas, muchos Migueles Alessios, los que se daban el gusto de contar con 39 En 1920 Alfonso Reyes fue nombrado Segundo Secretario en la Legación de México en Madrid y al año siguiente Primer Secretario. 40 El artículo en el cual Héctor Pérez Martínez rectifica sus opiniones ("Escaparate 1 Repaso de Alfonso Reyes . II La urgente lección") apareció en El Nacional no el 22 sino el 26 de junio de 1932. Biblioteca de México 44 que "al cabo Reyes no contesta", y no me conviene dejar que siga creciendo esa leyenda, y los muchachos escritores de México no tienen temple para entrar en discusiones con los muchachos periodistas. Le envié a Ud. el folleto en pruebas, y esperé a su consejo, dispuesto a quemarlo si Ud . opinaba que eso era lo mejor. Me llegó su grito telegráfico: "Publique!", y entonces lancé el folleto ... a unos cuantos amigos y escritores de México, y a contadísimas personas de fuera, nada más. Es posible que me procure algún enojo, pero es posible que valga la pena dejar ciertas cosas establecidas. Rafael Cabrera me escribe echándome en cara el sacar del limbo a Pz. MZ.41 La verdad es que Pz. Mz. me pareció, por el tono de voz y aun sin conocerlo, digno de mi aclaración y mi respuesta. Y, además, eso del elegante silencio me parece que ya no es de nuestros días, como lo dejo entender en la nota a las págs. 2223 del folleto. 42 Por otra parte, Pz. Mz. se documenta muy de prisa, se equivoca mucho en sus 41 En carta del 13 de julio de 1932 Rafael Cabrera escribe : "Recibí ayer y leí con el mayor cuidado "A vuelta de correo". ¿Qué decir a Ud . sobre este enojoso asunto si no es que le asiste toda la razón y que por lo tanto yo por la enésima vez estoy a su lado? Lo único que lamento es que le haya obligado a decir esas cosas necesarias, precisamente un señor impreciso que responde al nombre incómodo y comprometedor de Héctor, que agrava su caso agregándole Pérez, y que lo hace definitivamente desesperado con la puñalada trapera de un Martínez. Lo lamento ... lo lamento ... porque ya lo ve Ud. : yo, que ignoraba por completo hasta la posible existencia del señor Pérez (y Martínez) , me veo obligado gracias a Ud., a creer en ella, por lo menos provisionalmente y como mera hipótesis de trabajo. Y mi caso es el de todos los amigos de Ud. Así pues, don Héctor Pérez (y Martínez) va a gozar de cierta notoriedad, cosa que no le desagraderá , estoy seguro. Lo sacó Ud. del Limbo, y no me cabe duda que el muy ladino provocó este acto generoso de Ud., hiriéndole con puntería certera y pérfida en el lugar vulnerable de todos los mexicanos: el del amor a la patria. Y se salió con la suya, porque tout de meme, el Limbo como lugar indefinido de existencia, debe ser hectorizante.. ." En La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, 220 (abril de 1989), p. lO!. 42 La nota dice así: "A los cinco años, la guerra y las continuas revueltas habían trastornado el espíritu de Atenas . Tucídides traza un vivo cuadro de esta disolución moral. 'Aun el significado de las palabras dice- no mantenía ya su relación regular Genaro Estrado con Plutarco Elíos Calles datos (lo estoy leyendo ahora con atención), y en El Nacional del 24 de junio le encontré un disparate garrafal, que yo acudicon las cosas significadas'. Y añade un poco más adelante: 'Los hombres de inteligencia inferior por lo general tenían éxito, porque, conscientes de su deficiencia y temerosos de la capacidad de los adversarios -<:on quienes no hubieran podido medirse en discursos , y cuya agilidad mental podía en cualquier momento tomarles la delantera en la pugna contra el mal general-, atacaban con audacia y en orden de conjunto. Pero los hombres de inteligencia más aguda, presumiendo en su arrogancia que siempre llegarían a tiempo, y desdeñando los actos donde se satisfacían con los pensamientos, fácilmente fueron desmontados de su guardia y quedaron deshechos.' (Lib. I1I)" ría a rectificar si viviera en México, porque es mala semilla: "Si ha habido en México algunos ensayos contemporáneos del romance --escribe- éstos se refieren a UNA INFLUENCIA DE GONGORA A TRAVES DE LA LITERATURA FRANCESA" e!!!!) . y luego cita como casos del romance hispánico, no influenciado por el galicisticado Góngora, a Juan Ramón y a Lorca. Sería cosa de enderezarle la cultura a partir del ombligo de Dios. Desisto. Manolo Altolaguirre es quien me hizo, en su imprenta de París, los 5 Casi sonetos. Me Biblioteca de México 45 pidió de Madrid colaboración poética para una revista de pocos números, y le envié dos miniaturas. Me dijo que tenía ya otra imprenta, y le pregunté si quería imprimirme alguna otra cosilla: es lo que hay. No le he enviado nada para esta impresión, porque aún no me contestó si le conviene. Yo padezco plétora de mss., así que siempre puedo publicar alguna cosa pequeña . Tristes nuevas las que Ud. me da de algunos amigos, pero -pensándolo bien- yo siempre los vi en estado de paz vigilante, de neutralidad armada, etc. Si Ud. logra lo de la revista Alfonso Reyes con su perro , Buenos Aires, 1927 literaria, habrá hecho un gran bien. Me llamó la atención (mejor dicho no me llamó la atención en Ud.) ese golpe de vista del primer instante: "En España no hay una revista literaria ". Eso explica más que muchas disertaciones, Genaro. Me pregunta Ud . si conocí una colección de poesía española hecha en México en el siglo XVI y que consta ms. en la Bibl. Nacional: Sí, la conozco, y ha sido ya aprovechada en algunos trabajos eruditos de lírica . La ha usado, por ejemplo, Rodríguez Marín. 43 Se llama: "FIares de varia poesía ", México, 1577, según una nota que tengo a la vista. En cambio no recuerdo esa vida de Sor Juana de que Ud. me habla, y me parece de perlas que se la mande Ud. a nuestro Ermilo (el cual está peleado, naturalmente, con Xavier v. , editor de los sonetos de Sor Juana). 44 A propósito de estas cosas, he mandado hoy mismo 43 Francisco Rodr íg uez Marín 08551943), investigador y crítico español. 44 En 1931 Xavier Villaurrutia publicó Sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz en las Ediciones de la Razón. Alfonso Reyes le dice al respecto en su carta del 9 de julio de 1932: "Su Sor Juana es limpio cristal: digno de ella y de usted, querido y justo X. V," (En Miguel Capistrán, "México, Alfonso Reyes y los contemporáneos", Universidad de México, XXI, 9 (mayo de 1967), p. IV.) sacar una serie de notas sobre la Nacional de Madrid, relativas a papeles mexicanos en la sala de mss., o a publicaciones mexicanas en la sala de Raros y Varios (folletería). Se la vaya enviar a Ud., para que Ud. aproveche lo que quiera y pueda. Parte la fui sacando yo mismo en mis años de trabajo de archivista, y parte me la iba dando Rodríguez Marín en persona , conforme se le atravesaba el nombre de México en el curso de sus investigaciones. Para comenzar, he aquí una cosa que está, no en la Nacional de Madrid, sino en la Biblioteca del Escorial: "Historia de los Indios de Mechuacán, por un Franciscano, dedicada a D. Antonio de Mendoza": ~-IV-5 (Repito: ~-IV-5)' Comprendo muy bien su desazón, acostumbrado como Ud. está al trabajo de plena acción de su Ministerio. Alguna vez yo dije que el trabajo diplomático, más que un verbo, es un sustantivo , es un ser más que un hacer. Ahora bien, ya Sto. Tomás nos explica que Dios es acto puro, y la potencia no pasa de una cosa fofa, apestosa y desagradable, que a Ud. lo tiene con los nervios de punta. Pero, Genaro, un hombre como Ud. no tiene por qué necesitar el trabajo estimulado desde fuera: para eso Biblioteca de México 46 tiene Ud. su alma y su pluma. Llene su tiempo con lo mejor de Ud. mismo, y ya se acostumbrará a prescindir un poco del otro género de actividad. Compadezca Ud. a este amigo suyo, que aguantó cinco veranos de Madrid sin decir ni pío. Ya en 1921 pude ir a veranear, con los míos. En 1922, arrastré conmigo a los Gómez Ocerín, mis muy queridos. En 1923, me fui a Roncesvalles con mi hermano. En 1924, veraneamos juntos, Ud. y yo, en México. ¿Se acuerda ... ? De esos trabajos para pagar una servidumbre numerosa y aguantar una cosa difícil , algo sabemos por acá en casa. No conocí precisamente al arquitecto Korhenthalor, pero sí a su señora, escuálida y espiritada cosa pálida que flirteaba con José Ortega y Gasset allá en mis tiempos. La Bebé Morla no sólo es una linda señora, sino una mujer de virtudes excelsas que, en algún momento de su vida, han llegado a la santidad. Lo de la CIAP, ya se arregló, ya no se moleste en eso. Lo de las dos remisiones de Monterrey: le envío ahora mismo a Madrid lo que puedo completar de la que Ud. desea tener allá. Desde el 9 en adelante, haré envío doble: uno a Madrid, y otro a su casa de México, como Ud . lo pide. En su tarjeta del Cardenal S. de Rafael (una de mis preferencias del Prado), me sugiere Ud . que publiquemos allá un cuaderno literario: no me lo dice Ud. dos veces. Pronto le mando el original, para que haga lo que mejor le parezca, a su gusto, y muchas, muchas gracias. ¿Que esa Embajada es mía? "No juegue!", como dicen nuestros amigos los peruanos. Yo ya no soy de ningún lado. Ya me curtí. Ya me ... ¡bueno! Para su señora, para su cuñada, para Ud., nuestros mejores saludos. Genaro, dígame por favor ; ¿tendrá Ud. las mismas ganas de verme y abrazarme que yo tengo para Ud.? A. R. University oi Calgary CARLOS CHIMAL TRANSAMÉRICA (Fragmento de novela) también eso aprendí de ella en mis primeras lecciones de música coral que tantas veces me salvarían la vida en la vida alrededor del juego de pelota. Algo más me enseñó. En las tardes adictas al sol de Aldama bajábamos a la farmacia y sobre uno de los mostradores de negra madera solía seguir los pasos de mi abuela. -A ver, mezcla y agita 16 partes de ese aceite --decía y apuntaba su dedo hacia una visible etiqueta: "Aceite esencial de romero"; tomaba el vaso graduado y el embudo- con esta parte de oro -metal que antes habíamos disuelto en agua regia. Enseguida procedíamos a separar el oro en el aceite del agua-o Ahora viene lo mejor -se daba entonces la vuelta por una garrafa de un vino que ella solía "rectificar". Continuaba-: Disuelve el aceite en el vino y preparas los frascos -y ahí me quedaba yo, preparando oro potable para prolongar la vida, pero también bálsamos para cicatrizar y balas de Ehlrich que los médicos de la zona confiaban a la señora Adame su fabricación , hasta que la noche me tomaba por sorpresa. 12 de julio, 4:58. En la caja de ahorros austriaca del distrito 10 de Viena puede hacerse cola en el abdomen de un gigantesco escarabajo, y el director despacha desde hace años en las fauces. Des rats dans ma chambre, des blattes dans le hall. Born to be Tenured. ¡Hasta nunca , testudíneos! Al menos eso era lo que pensaba en ese momento. Tenía 15 años y creía que podía resolver las preguntas que se me exigían en un tiempo inusual. El problema es que a veces me falla la memoria: ¿Se habían disgregado los estoicos capitanes murajis en cientos de buques por los océanos y los mares ese o este invierno?, pero mi suerte tenía una fábrica de muletas, así que, pensando un poco, encontré que el Alacrán había ingresado al Gimnasio un año después que yo, la época en que apareció la cuarta generación de TGVs. Terminé mis quehaceres antes de que los galopinos sacaran el pan caliente del horno y los cotuferos resolvieran el menú de los viernes estelares, y me fui a los frontones . A los 19 años mi cabeza era una cascada. Recuerdo con claridad cuando el Alacrán se acercó por primera vez al grupo , arrastrando las botas y con la mirada puesta en cada uno de ellos como una grapa. Preguntó a todos sus nombres, dijo el suyo ("Angel de la Guardia, para servirles") y desapareció. Nunca pudo zafarse de la botana, pero logró darse a entender. El gordo Maya encontró que sus pantalones eran, como lo había visto ya otro gordo, Ibargüengoitia, negros como alas de mosca. Y de tanto "ala" aquí y "ala " allá se convirtió en un Alacrán. Yo, por mi parte, estaba acostumbrado a filtrar esa clase de voces, como la lija y el estornino, "Que ya despierte el que me sueña" G. Owen A los 6 años de edad, mi abuela me llevó a la feria de San Fernando y me dio un peso. "A ver qué haces con él", me dijo, y me mandó a caminar por los pocos claros que dejaban libres los niños tomados de los brazos de sus padres y las máquinas, las fieles máquinas apegadas a sus dueños como buenos animales de costumbre. Alcancé a ver entonces un puesto de nubes de azúcar. Apresuré el paso y gasté mi moneda en una abundante cabellera de algodón azuláceo, en un soplo de azúcar que aún llevaba junto a mí al pasar frente a los simuladores de vuelo. En mi boca hecha agua, el frondoso árbol de agujas dulces finalmente se redujo a una diminuta tripa de azul olvidado. Cuando regresé con mi abuela no tenía nada en las manos. El día de mi cumpleaños doce, cuando ella era aún fuerte y grande, me dio por última vez un domingo en las manos. "No se puede confiar en los tontos" , me dijo y se dedicó a ahorrar de la farmacia para mí, para mi educación. "Ya que no puedo dejarte dinero ni una biblioteca decente, te voy a poner a estudiar." Nunca entendí por qué no consideraba un buen negocio vender balas de Ehlrich, cada vez más precisas y versátiles al mismo tiempo. Hoy las haría bailar en ambos sentidos sin perder un instante. Al morir mi madre la abuela se hizo cargo de mi persona; cuando empezó a sentir que le faltaban las fuerzas, me dio a escoger. "Hay un señor que puede recibirte en su familia . Tendrías que hacer ciertas labores de servicio, pero vivirás en una gran mansión", y torció la boca. "La otra es que con el dinero que te sobra ingreses a un Gimnasio." Finalmente, la abuela murió, de noche. Antes, me pidió que me acercara a ella: "1 was reckless; didn't brush muy teeth and went to bed tasting muy dinner all night and it tasted good". -¡Abuela, por qué dice eso! -Ay, chamaco .. . -y se quedó viendo al techo un instante-. ¿te vas a acordar de lo que te diga hoy? -Sí, Tita -respondí, inseguro. -Cuando vayas al Gimnasio, métete hasta la cocina .. . -no estaba ya en condiciones de mantener el aliento--... tienes una voz privilegiada; si aprendes a matizarla tendrás tu oportunidad de ser un transamérica. ¡Un transamérica!, para mí eso era como llegar a saltar sobre los Bubka. También a ella la tomó por sorpresa el sargento Pimienta, tantos años después ... Pero de cualquier manera no hubiera soportado a la Adorable Rita ni ingresé al Gimnasio, es decir, no tan pronto, porque finalmente acabé siendo un prófugo, un transamérica. "Non me tenent vincula, non me tenent clavis", Biblioteca de México 47 y no me sorprendió la manera tan sencilla que encontré de mirarlo con familiaridad. Quizá porque ambos perdimos a nuestras abuelas cuando comenzaron a aparecer las 'películas del espacio'. El Alacrán era también huérfano y no tuvo una abuela tan considerada. En cuanto cumplió los 13, lo llevó a la Casa de Todas las Américas y, con su precaria herencia, le alquiló un dormitorio incrustado en una ladera de La Tablita, en lo más profundo del valle de Chalma, poco antes de llegar a Malinalco. El piso de abajo era ocupado por una pareja de inmigrantes, que tampoco estarían allí por mucho tiempo. Casi todas las tardes al Alacrán bajaba, como bajaban del tercer piso dos hermanas entregadas al barro y subía un ensamblador de redes retirado muchos años atrás. Había lugar para todos. Abrió la puerta un hombre cachetón y de ojos pequeños, casi calvo y con algunos mechones claros en los parietales. Vestía una camisa de manta bordada según los patrones seris y un calzón , también de manta . Su rostro, muy blanco, casi maleable, se iluminó con un gesto de bondad. -¡Ah!, las hermanas guapas, las hijas del barro. A la mujer y a los charcos no hay que andarles con rodeos --dijo con una voz seca y sonora, arrastraba los plurales. El Alacrán volteó a ver al ensamblador, que parecía esperar a que alguien más apareciera del fondo de la casa. Una de las hermanas sacó su abanico y comenzó a caminar muy pegada al anfitrión, que padecía una úlcera y por alguna desgracia razón no paraba de hacerla reír. Era su costumbre detenerse por lo menos un instante frente a la variedad de cactáceas. Había muebles de madera pesada, una vajilla de vidrio rojo. Al llegar al salón donde pensaba acomodamos, sobre una esquina alargaba su figura una parca guardiana. Pero sobre todas las cosas destacaba un enorme nopal de raza y lentejuela, orgullo del anfitrión. -Antes de entrar a las espinas, ponte el huarache -y dejó su mole en un sillón de anchos brazos forrados de piel. El aire del asiento encontró las válvulas, bufó. -No venimos por mucho tiempo --dijo la otra de las hermanas. -A boca de jarro, sólo la china y el charro, pero no me lo tomes a mal porque unos corren tras la liebre, y otros, sin correr, la alcanzan, aunque el bien gozado o el mal sufrido, siempre en la cara, nunca escondido. -Mata más una esperanza que un desengaño -respondió como un arma automática el Alacrán. -Al cabo de tanto andar nos ha de salir un callo. ¿Tomas algo, tú, Alacrán? Se levantó y extrajo de un rincón triangulado por un grueso tronco una botella de José Cuervo y vasitos mezcaleros. No había terminado el Alacrán el primer trago, cuando sintió que la lengua se le adormecía irremediablemente. -Esto no es tequila -pensó el ensamblador en voz alta, mostrando su ojo gacho y azul-o Nomás Orendáin dénme a mí, por favor. -¡Salud! -elevó el Alacrán, secundado por el anfitrión, que dijo: -No hay que dejar el sarape en casa, aunque esté el sol como brasa. De pronto, sin quererlo, cruzó por la cabeza del Alacrán: "Desde lejos se conoce el pájaro que es calandria". En una mesa se hallaban dos pares de esferas en forma de pájaros unidas por un largo tubo de cristal en cuya mitad había un pivote, sostenidas por una sola pata, y una botella de farmacéutico a un lado. El anfi- trión vertió un poco del líquido en un pequeño recipiente y luego calentó la esfera inferior de los dos pájaros. Al poco tiempo, las figurillas se inclinaban para introducir el pico en el recipiente. Cada vez que hundían su pico, enfriaban la cabeza. El Alacrán derramó el éter sobre las flores de un cacto y lo sustituyó con parte de su mezcal. Entonces el enfriamiento de la cabeza fue aún mayor y las figuras se apresuraron a picotear en el líquido, hasta que el anfitrión alcanzó una campana de cristal y el movimiento cesó. -Chisme averiguado jamás es acabado --dijo el anfitrión. El ensamblador rio para sus adentros; de cualquier manera , en pocos días más, conforme la humedad del verano cubriera todas las cosas, los pájaros bebedores se verían imposibilitados y el experimento quedaría interrumpido hasta una nueva estación. Nadie se quedó. Antes de salir, el Alacrán visitó el baño. Miró una tinta de dos lobos obstinados y leyó una inscripción a lápiz: "Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros e hizo intentos de caminar .. . Dio un golpe seco contra la Tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras". Pronto se deshizo de todo con la ayuda de un licenciado y, como tenía habilidades armónicas y sobre todo una potente voz lírica, terminó en el Gimnasio. Tenía toda la facha de un cantor de ranchero, de un capitán de banda como los que jugaban pelota en las inmediaciones de la institución. 26 de marzo, 03:58. Por fin , una madrugada es posible recordar que el canto de los pájaros, su vuelo franco, la desaparición de los insectos, su ocultamiento, el ascenso de la temperatura son signos duraderos de que la noche puede no ser eterna. Biblioteca de México 8 Una mañana, el Alacrán y yo salimos del Gimnasio rumbo a la terapia, que se hallaba bajando de Santa Fe, en Mixcoac. Teníamos una fuerte desviación, una rémora sentimental (y algunas cosillas más, hay que decirlo), por la cual debíamos ir en busca de cierta terapia a una institución hermana del Gimnasio. Al pasar por Tacubaya, nos llamó la atención una anciana que no paraba de hablar sola; en el patio de su casa había una mirtácea que por obra de Dios no dejaba de darle frutos todo el año. Lo que le molestaba a la vieja es que a todo el que por allí pasaba, se le antojabaarrancar una guaya; no sé por qué, pero también a nosotros se nos antojó. Sin pedir permiso, nos Ilubimos a la mata y engullimos las guayas. Ese día pasaba por allí un andrajoso; como iba descalzo, nadie miraba que sólo necesitaba unas cuantas monedas o algo para comer. Antes de que pudiéramos bajar del árbol, la viejita dejó de hablar sola y se fijó en el pordiosero. Tanta compasión le entró que lo metió en su casa para darle de almorzar. Cuando estuvo satisfecho, cosa que sucedió muy pronto, le dijo a la mujer: "Ahora que ya comí lo que pudiste darme, pídeme lo que quieras, yo puedo concedértelo. " La viejita pensó un instante dijo: "Lo único que quiero es que le digas al árbol de guayas que no deje bajar al que suba a sus ramas si no se lo mando yo." "Así será", respondió el limosnero y se fue satisfecho. Quedó también ella muy complacida, pues así lograría espantar a todo aquel que quisiera aprovecharse de sus frutos... como nosotros dos. Era inútil intentar un salto, la vieja· no dejaba de mirar el árbol, orgullosa de su obra. Aunque hubiera querido, no nos vio porque enseguida volvió a su eterno monólogo. Pasaron años, las nalgas y las piernas las teníamos hechas trizas , hasta que llegó por ella el señor de la muerte ... "Ya es tiempo de que vengas conmigo, mujer, ya te vine a buscar". Sus brazos y piernas aún le respondían; sus ojos miraban aún en la oscuridad; su voz podía ser alta y baja como quisiera. No era justo para ella. Pensó tan rápido como pudo una forma de deshacerse de la inoportuna visita. Salió a la puerta de la casa y le dijo: "Me voy contigo, pero primero bájame unas guayas para que me vaya bien comida." "Haré lo que tú dices", replicó el viejo chamuco, "y enseguida nos vamos". El señor comenzó a subir, y entonces la anciana le pidió que fuera más alto porque allá encontrarla las más grandes y carnosas. La muerte, queriendo despachar pronto el capricho de la vieja, se encontró con que no podía descender por más esfuerzos que hacía. Para nuestra fortuna, se hallaba tan contrariado por la burla que nunca advirtió nuestra presencia. Sonriente, la viejita se metió a su casa y se desentendió por un rato más. Pero en ese instante la gente dejó de morir, sin importar cuán enferma o desesperada estuviera. Más tarde, unos practicantes de la Salud llegaron a tocar a su casa. Uno de ellos, al ver la rebosante mata de guayas, lo primero que se le ocurrió fue subir por un montón. Como tolÍos, no pudo bajar y, sorprendido, se encontró entre las ramas con la misma Muerte, a la que todos extrañaban, a pesar de que no habían pasado más que unos minutos de su desaparición. "¿Qué haces aquí?", le dijo el aprendiz de médico, "¡todo mundo te anda buscando!". "Lo que pasó", contestó el señor de la muerte, "es que esa vieja méndiga me engañó. Como venía por ella, me pidió subir por las últimas guayas antes de emprender el camino. Luego ya no pude bajarme, así que todo aquel que sube, se queda aquí". "¡No es posible!", gritó espantado el muchacho, y siguió: "¡Pepe, ven aquí, estoy atrapado junto a la muerte, alguien venga corriendo!" . Los vecinos se arremolinaron alrededor de árbol y decidieron tumbarlo con hachas. Cuando iban a comenzar a cortar, salió la viejita y les dijo: "¡Qué hacen?, si quieren bajar a los que están en la guaya, ¿por qué no me lo piden? Todos los allí reunidos pidieron disculpas y la viejita se dirigió al árbol. Acarició su corteza y le dijo: "¡Deja que bajen!". Resignada, pensó que su fin estaba próximo. Pero al señor de la muerte le saltaron miles, qué digo, millones de preocupaciones encima y, mientras se descolgaba, le dijo a la anciana: "¡Mira lo que has hecho, mujer!, ahora tengo mucho trabajo y no te puedo llevar. ¡Otro día será!" No podía creerlo, pero estábamos bajando de aquel endemoniado árbol con el pellejo completo. Sólo que ya era demasiado tarde para asistir a la terapia; era muy tarde también para regresar al Gimnasio. -¿Pasamos por los frontones? -Qué día es. -Jueves. -Hoy toca Ulama, tú dices. Decidimos jugar, creo sobre todo porque en el fondo aún no ~reíamos haber estado tanto tiempo tan cerca de la muerte. Pero entonces hubo una razzia a exigencias del Gimnasio. Gracias a que no se trataba en realidad de frontones cerrados, sino de verdaderas canchas prehispánicas, hubo manera de escapar por uno u otro lado. La leyera numerosa y no fue fácil evadir las cachiporras. Intercambiamos golpes y caídos. Precisamente lo que menos necesitaba yo era golpes en la cabeza, y recibí dos, como cuchillos en su funda. Lejos ya de aquel escenario, cerca del rlo de la Magdalena, el Alacrán lavaba su rodilla de sangre, mientras yo hacía cuentas. El Alacrán y yo gastamos la mitad de lo que había en nuestros bolsillos con tal de tomar el tren. Rendidos, .con el cuerpo hecho trizas, nos dejamos arrullar por el suave zumbido a nuestro alrededor. Comencé a soñar. La tutora era Julia Roberts y Poli a al vez, una especie de Campanita magnificada. El director del Gimnasio era el enorme pecho de una troca que desbordaba el asfalto. Poli alcanzaba a arañarme por el radio de onda corta, único superviviente del corazón paterno. -¿Quién es el brujo portentoso que se disfraza de viejo, va de puerta en puerta pidiendo y sólo desea a las muchachas más bonitas? ¿Eres tú, chofer? ¡Eres tú , pájaro emplumado! 22 de septiembre, 23:17. Hay un aire lunático, un dolor de frutas podridas y pájaros muertos que revuelve las nostalgias del Caribe. Los bosques de los alrededores se hacen ceniza y el continente es una caldera a fuego . Mientras su padre cumplía una condena por haber arrollado un camión escolar en la Alta California y la mamá atendía en una tienda de ropa del centro, me gustaba visitar a Poli antes de ir a casa a comer. Comamos ella y yo en pos de las chamarras de coero, nos parábamos frente a las figuras de Brando y Dean, prendíamos el amplificador y nos montábamos en el bajo y la guitarra. No recuerdo si esperábamos una revelación, como, por ejemplo, lograr una manera de conectar el ampli al radio de frecuencia corta. Luego de un rato, aburridos y sin hambre, jugábamos a las mate- y Biblioteca de México 49 ocasión cuando yo era pequeña. Se detuvo con suavidad ante mi escritorio, y a medida que trataba de reconocer ese rostro yesos aja zas, se me ocurrió que la pregunta debía ser "¿en qué puede ayudarme?". Después de todo, ¡estaba muerto! Recompuso el rostro y siguió. -No creas que creo en fantasmas y ESP. Sé bien que la mente humana es muy tramposa y qu~ todas esas mugres son cosas imaginadas o sugestiones. Pero Elvis tenía razón; me preguntó: "¿Estás satisfecha con tu vida?". "Tú debes ser mejor sicólogo de las mujeres que yo -le contesté-... sin haber ido a la escuela". Apenas lo había dicho cuando me estaba arrepintiendo. No obstante, él sonrío y con gran ternura replicó: máticas del amor: ¿Richie Valens x The Fat Boys? = Los Lobos, decía ella; ¿George Harrison 3? = Abe Vigoda, replicaba yo; ¿Hermann Hesse/ Motorhead? = ¡Bu!, James Taylor; ¿Eric Burdon + Zsa Zsa Gabor? = Rod Stewart; ¿Isaac Asimov + Paul Anka? Mmmm... Thomas Dolby; ¿Norma n Mailer/Moe Howard? 1 don't believe in Zimmerman; ¿Budy Holly - Budy Holly? qué bobo, dijo Poli: Paul Anka. 11 de agosto, 16:45. Hockney coloreaba palmeras, albercas y faxeaba jóvenes hermosos de California, donde se le llegó a admirar por su dandismo a lo Oscar Wilde. Pero alguien lo ganó antes para la escritura en Pere Lachaise: "Fly you'd be in Yeats, Stay you'll be in Keats; but born 1 was to be Wilde" . George Harrison Bob Dylan Escuché la leyenda del Doc en labios de una escuálida rubia que parecía haber cruzado apenas la infancia y, sin embargo, estaba en la fila de los peregrinos de Ellis Island. Sus enormes ojos azules dominaban su pálido rostro. Parecía haber llorado; de hecho, recuerdo haberla visto en el muelle discutiendo con el latino de los pretzels. Afuera del edificio, las tiendas de campaña rivalizaban en colorido con la lluviosa tarde de noviembre. -Mucha energía, ¿no crees?, mucha energía negativa en este sitio. ¿Por qué no la invertimos? y luego comenzó a relatarme su salida del Heartbreak Hotel. -Lo conocí una vez, cuando era niña. No tuve que echarme a correr, más bien él vino hacia mí. Me miró, alzó su brazo y me dijo "hola, nena". y se fue. No era tan fanática como otras de mi edad, apenas había visto un par de películas, sobre todo una donde se pasea como un simio por Acapulco, y no tenía más de diez discos de él. Nunca coleccioné sus timbres, así que por eso me sorprendió tanto verlo allí, parado del otro lado del cancel que separa mi oficina del resto. "¿En qué puedo ayudarle?", dije como un autómata mientras cruzaba la puerta y se acercaba a mí, como aquella "He estado en la mejor escuela de todas". Me desarmó, era tan lindo, tan angelical... "¿Qué si estoy satisfecha?, no, no lo creo", y me eché a llorar. Todos mis grados, mis responsabilidades, mis asesorías a los hombres de la nación se hicieron polvo. Había algo que no había querido enfrentar, mi soledad y el páramo que era mi futuro, y él no había venido a recordármelo, sino a decirme: "Mujer, debes ampliar tu horizonte, regala afecto, no lo cobres". Afirmé con gran énfasis y me cubri el rostro con las manos. Cuando volví a la escena, se había ido. Me limpié la cara· y se me ocurrió rezar, pero entonces comenzaron a llegar las secretarias y me encerré de nuevo. Nunca más volví a verlo, y de vez en cuando pongo sus discos. El aduanero, un tipo de ojos resgados y enorme estatura , la llamaba. No supe si el Doc era vietnamita, japonglés o nativo de Graceland, pero tanto ella como yo traíamos rnnemotarjetas con la clave de un agente suyo, así que pasaríamos directamente a vacunación. Regresamos a las tiendas de campaña con el tiempo justo para tomar nuestras cosas y subir al transbordador que nos llevaría al buque de peregrinos. Pronto dejamos la bahía, como se deja a una mala madre. Biblioteca de México 50 te estaban siendo, tú eras esos árboles más los que ciertamente invernaban). Eran, pues, los mismos árboles, los por verdecer en la siguiente , nu eva primavera, sombrosos, ornamentales, opulentos hasta mediados del otoño cuando hacen hojarasca sobre tierra de estaciones. Ni aun cuando vencidos los talados son ajenos al invierno (ni a la nieve pues nevaba mientras siendo tú también e ras tú su mano sin guantes entre tu mano desguantada, entibiadas e n el Árboles Los árboles sin ramas ocupados por otros sin estaciones , altas copas tramadas, entre verdes los grises de barbas de palo, las flores, frutos , pájaros, fijados ante volátiles grumos bajando, asentándose sobre veinte años sin nevar o sobre los veintidós años que tiene ¿o es lo cierto cayendo sobre cosas menos familiares, palacio s, vías antiguas, monumentos, ingrimidad , la ingrimidad desde Puerta Pía hasta Monte Sacro, acentu á ndose hacia laterales recovecos en la medianoche de la noche de invierno? Nieva también sobre los árboles que no están, la conversación que tampoco es donde p a labras y nieve se juntan , amontonándose para cuando retorne el día las disuelva un sol de mediodía. Si continúa nevando, otra noche parecida, entumeciente, casi sin viento como en la que vienen, deteniéndose de cuando en cuando ha s ta cumplirse en la mirada, pues no bastan las palabras bajo los árboles enteros o los de muñones en la medianoche de invierno, nevando. No era yo ¿o eras tú siendo en cuanto había , que era aunque nada estuviera pero que era más tú siendo hasta no ser tú? No era yo, tampoco los árboles eran otros puestos al invierno, jabillos, apamates, acacios, guayacanes, ni frondosidades escapadas que estamparan s u s muchas llevazones sobre el durmiente cielo desteñido (también Por la Vía Nomentana una noche de invierno OSWALDO TREJO bolsillo izquierdo de su abrigo o en el derecho del tuyo, pesadísimos, m an os distintas , la suya más expresiva qu e la tuya en experiencia y calidez) como tampoco las manos a las manos, definitivamente heladas, explorando humedades ocultas y definitorias de deseos, dándose a la intemperie. Ventanas Las ventanas sin iluminación desplazadas por otras sin oscuBiblioteca de México 51 ros, algunos rostros asomados, entre amaneceres los tejados de caserones de pueblo, las romanillas, zaguanes, corredores, sustraídos ante patriarcales dueños desprevenidos , cabalga ndo sobre parajes empedrados sin desyerba r o sobre los veintidós años que comparan ¿o es lo trasladado desentonando sobre presencias más impresionantes, arquitecturas, nombres honorificados, muros, atemporalidad, la atemporalidad desde Puerta Pía h as ta Monte Sacro, yéndose h ac ia surgidas vivencias en la medianoche de la noche de invierno? Yerba también sobre las ventanas que no están, las interpolaciones que tampoco cesan donde arraigo y yerba se encubren afianzándose para cuando intervenga la distancia las ubique la fabulación del trópico. Si sigue yerbando, otra noche germinante , alucinatoria , casi sin distingos como en la que pasan, entreteniéndose de cuando en cu a nd o h as ta perderse e n el prado, pues no bastan las consta tac iones d esde las ventanas supuestas o las existiendo en la me dianoche de invierno , yerbando. Tampoco era yo ¿o eras tú desandando en cuanto faltaba , que ve n ía aunqu e n a da estuviera pero que era más que tú estando hasta no ser tú? Tampoco esta ba yo, menos las ventanas eran otras ofrendadas al inviern o , balaustradas , enfiestadas , habitadas, ni imposiciones altane ras que suscribieran sus care ncias cotidianas sob re la andadísima vía romana (también te estaban siendo, tú eras esas cosas más las que indudablemente estaban). Eran, pues, las mismas ventanas, las por desplegarse en la deseada, cercana primavera , asoleadas , rescatadas , a provechadas hasta comienzos del otoño cuando resucitan cerrazones sobre días de recogimientos. Ni aun cuando resecados los ambientes son ab iertas a l invierno (ni a la yerba pu es yerbaba mientras siend o tú tambié n eras tú su complicidad sin regateos entre tu decisión acogida , conversadas en el trayecto concedido de su andanza o en el estrenado del tuyo, celebradísimas, actitudes convergentes, la suya más abrumadora que la tuya en apoyos y desvelos) como tampoco las irreverencias a la propagación, continuamente vigiladas, detectando interpretaciones deformadas o inadmisibles de intenciones , desbordándose en la medianocl)e. Gatos Los gatos sin rescoldos convocados por gatas sin desencelos, grandes gatos romanos , entre maullidos los prados de parideras de ovejas, las reptaciones barcinas, tricolores, atigradas, vencedoras ante jadeos humanos descargándose , concluyendo sobre desnudas partes sin devolución o sobre los veintidós años que exalta ¿o es el orgasmo proyectándose sobre parajes más haberes, ovejas, gatos rasguñados, huertas, llovizna, la llovizna desde riberas del Aniene hasta Monte Sacro, aumentando hacia vías desoladas en la medianoche de la noche de invierno? Llovizna también sobre los gatos que no reposan , los mismos que tampoco acaban donde separaciones y llovizna se complementan, solapándose para cuando regrese la mañana las conjure una indulgencia de mediodía. Si continúa lloviznando, otra noche desacatada, fornicatoria , casi sin mutación como ep. la que caminan, apu- rándose de cuando en cuando hasta despedirse en el apego, pues no entienden las distancias sobre los gatos desperdigados, o las ovejas en la medianoche de invierno, lloviznando. Menos era yo ¿o eras tú reincidiendo en cuanto impedimento , que enfrentabas aunque mucho costara pero que era más que tú siendo hasta no ser tú? Menos era yo, tampoco los gatos reprimian instintos soltados al invierno, maullidos, zarpazos, mordeduras, alaridos, ni crispazones aplacadas que dejaran sus desprendidas pintas sobre el tomado suelo disponible (también te estaban dispensando, tú eras esos gatos más los que racionalmente éramos). Estaban , pues, los romanos gatos, los por mostrarse en la inmediata , bienvenida primavera , hermoseados, prevenidos , juguetones hasta principios del invierno cuando hacen soñolencias sobre ruinas de Roma. Ni aun cuando idos los turistas son dados al invierno (ni al lloviznar, pues lloviznaba mientras estando tú también eras tú su desacato sin temores entre tu incumbencia, presentes en las rebeldías venidas de su errancia o en la fluyente de la tuya, compartidísimas, ellas sustentadas, la suya más ponderada que la tuya en desvaloros y rechazos) como tampoco la laxitud a la impaciencia, mutuamente contrastadas, considerando situaciones previstas por seres completándose en la medianoche. Biblioteca de México 52 Promesas Las promesas sin recompensas cambiarlas por otras sin santos, alteradoras invocaciones oídas, entre pláticas los ejemplos de obras de controversia, los replanteamientos, rupturas, sustituciones, petitorias ante blancos espacios exigiendo , aguardando sobre siete colinas sin desherrumbrar o sobre los veintidós años que involucra ¿o es la inconformidad dándose sobre opciones tentadoras, aperturas, proposiciones audaces, innovaciones , transgresividad, la transgresividad desde Monte Sacro hasta territorios baldíos, dirigiéndose hacia rutinas condenadas en la medianoche de la noche de invierno? Herrumbra también sobre las promesas que no compensan, los rompimientos que tampoco son donde intentos y desherrumbre se excusan, aplazandose para cuando llegue el día los reconozca el resplandor del mediodía . Si sigue herrumbrando, otra noche deudada , reclamatoria , casi sin escuchas como en la que impugnan, exaltándose de cuando en cuando hasta desconocerse en la rutina pues no bastan los destellos bajo las promesas hechas o las búsquedas en la medianoche de invierno , desherrumbrando. Ni era yo ¿o eras tú tanteando en cuanto obsesionaba, que surgía aunque nada apuntalaras pero que era más que tú siendo hasta no ser tú? Ni era yo, tam- poco las promesas eran arrebatos caídos al invierno, presuntuosos, simplistas, fútiles , caprichosos, ni imposibles comprobados que señalaran sus propias claudicaciones sobre los gozosos esfuerzos dedicados (también te estaban precisando, tú condenabas esos albures más los que indudablemente correrías) . Eran, pues, las irrenunciables promesas, las por pagarse en las comprometidas, venideras estaciones, desafiadoras, enojosas, alteradoras hasta concluir las hechas cuando seguirán otras sobre caducidades de embalsamiento. Ni siquiera cuando adversos los empeños son abandona bies al invierno (ni a la herrumbre, pues herrumbraba mientras confiando tú también eras tú su creencia sin reservas entre tú inquietud creciente, mantenidas en la manifestación serena de sus gestos o en la gratitud de los tuyos , integradísimas , consideradas únicas, la suya menos vehemente que la tuya , en resultados y acogencias) como tampoco las intenciones a las imposibilidades, continuamente enfrentadas, deslindando fijaciones enquistadas y retardadoras de procesos, enajenando la medianoche. Naipes Las cartas sin marcas tenidas por cartas sin reyes , positiva tanda colocada, entre satisfacciones las luchas de superación de obstáculos, los éxitos, laureolas, sinsabores, reiterados ante muchas corazonadas, alternándose sobre ciertos hechos sin vaticinar o sobre los veintidós años que acalla ¿o es el futuro pasando sobre realidades más adivinables, viajes, recibimientos inesperados, obsequios, dificultades , las dificultades desde Monte Sacro hasta lejanías , intensificándose hacia previstos lugares en la medianoche de la noche de invierno? Vaticina también sobre los reyes que no juegan, e l suspenso que tampoco evidencia donde faz y vaticinios se manifiestan, desvinculándose para cuando comparezca el día los agracie un sol de mediodía. Si vuelve vaticinando , otra noche adivinatoria , interrogativa , casi sin definitivas como en la que barajan, pensándose de cuando en cuando hasta reírse en la madrugada , pues no desmerecen los paseos sobre las cartas tiradas o las de relecturas en la medianoche de invierno, vaticinando. No era yo ¿o eras tú zozobrando e n cuanto escuchabas , que presentías aunq ue poco creyeras pero que era más que tú siendo hasta no ser tú? No era yo, tampoco las cartas silenciaban palos asociados al invierno, espadas, copas, oros, bastos, ni aspectos negativos que falsearan las echadas suertes sobre el áspero paño remendado (también te estaban desprejuiciando, tú barajabas esas cartas menos las que convenidamente apartabas). Caían, pues, las desreyadas cartas , las por observar en la cuidadosa colocación piramidal, nombradas, meditadas , tocadas hasta sacarles e l decir cuando agotan augurios sobre tiempo de expectativas. Ni s iquiera cuando negativos los vislumbres son lanza bies al invierno (ni a la Biblioteca de México 53 credibilidad pues vaticinaba mientras es tand o tú también eras tú su motivació n si n renuencia entre tu constancia deudora , metidas en e l mazo barajado de su turno o en e l manoseado del tuyo, reiteradísimas, dádivas convincentes, la suya más afirmada que la tuya en realidades y creencias) como tampoco los propósitos al azar, separadamente solícitos , propósitos entrañables y seguros de cumplir, forjándose en la medianoche . Aguas Las aguas sin fin dejadas por otras sin desafectos, blancas millas firmadas , entre blancos los apuntes de litorales de blancos, los acantilados, caseríos, cocoteros , asomados ante personalizados blancos climando , destacándose sobre espejados años s in des reverberar o sobre los veintidós años que hojean ¿o es la lu z aconteciendo sobre dominios menos intervenidos, exacteces, colores maltratados, calcos, convencionalidad, la convencionalidad desde partidas hasta lle- gadas , envalento nándose hacia donde desarmable en la medianoche de la noche de invierno? Reverbera ta m b ié n sobre las aguas que no están, la infecundid a d qu e tamp oco ex iste do nde fo rmas y reverberac ió n se confabulan, validándose para cuando vuelva el día las descubra la actuación del mediodía. Si co ntin úa reve rb e ra nd o, o tr a noche soporosa, cegadora, casi sin in ve te ra ncias como e n la que están dibujándose de cuando en cuando hasta desadormece rse e n la tra vesía pu es n o b as ta n las fo rm as so bre las aguas migratorias o las de lienzos en la medianoche de invierno , reverberando. Tampoco era yo ¿o eras tú entrando e n cuanto e nigma, q ue abo rda bas aunqu e nada obtu vie ras p ero qu e persistía más qu e tú siguie nd o hasta no ser tú? Tampoco e ra yo , tampoco las ag u as recostaba n b la n cas pe rspectivas al invie rno, lonad as, ca lizas, descolo rad as, esp ec tr a les , ni inte ri oridades confusas que airearan sus blancos lito ra les b a jo m a rm ó reo cielo solidario (también te andaba n n avega nd o, tú sa luda bas esas aguas menos las que finalme nte desp edías). Era n , pues, las invictas aguas, las por recibir en la despaisajada aparición reverberante , cifradas, óseas, circunscrit as h as ta ca rga rl as d e anécd o tas cuando disculp arán equívocos sobre significados de desentrañamiento. Ni aun cuando tortuosas las rutas son achaca bl es a l in v ie rn o ( ni a la reverberación pues reverberaba mientras navegando tú también rememorabas tú su sabiduría sin pedancias entre tu aventura comenzada, insertadas en el tiempo faltante de su compañía o en el develamiento del tuyo, amadísimas, cosas futuradas, la suya más p rocesada q ue la tuya e n alternativas y secue ncias) como tampoco la desidia a las carencias, p arc ialme nte có mplices, delimitando situaciones insólitas y d es p o ja d as de te m e rid a d , apuntándose al acierto. ...... :- ..... ~ == :':--.-::.; ' ?i~j-<~t~ -::- --=-- .... ....... ". .-.- Biblioteca de México 54 Relámpagos Los re lámpagos sin estrue ndos hundidos por uno sin intermite n cias, inc ré dul as mirad as sorprendidas, e ntre rojocidades los arriba de abajos de poblaciones, los olivos , muérdagos, laureles, penumbrados ante altivas cabezas aguardando, pensándose sobre unos pedestales sin adjudicar o sob re los sacrificados años que terminan ¿o es lo realizado reposando sobre reconocimientos me nos póstumos , medallas, elogios sempiternos, preseas, homenajes, los homenajes d esde lu gares n ac im e nt a les hasta otros resididos, imposibles h acia do nde criticados e n otra medi anoche de otra noche d e invierno? Graban también sobre los relámpagos que no re piten, las me morias que tampoco retienen donde nombres y hechos se ac umula n , e mpuj á nd ose pa ra cuando llegue el día los valores la claridad de medio día . Si siguen grabando, otra noche martill a d a, p o lvo ri e nta, cas i s in sile ncios como e n la qu e sonríe n , so nrojá ndose d e cuando e n cuando hasta re ponerse en lo sido pues no bastan las suposiciones bajo los relámpagos ausentes o el de permane ncia en la medianoche de invierno , grabando . RUBÉN DARlo LIBROS VIEJOS A orillas del Sena papel impreso. Los tipos de vendedores son variados, como los de los fieles bibliómanos. No escasea entre los primeros el erudito, que os da una lección de historia de la tipografía, de ediciones princeps, de incunables , mientras os vende un apolillado Horacio o Cicerón. Entre los segundos se ven apacibles profesores, sabios condecorados, simples sabios. He creído en más de una ocasión encontrarme con la amable figura de M. Bergeret. .. Lo que es a M. Anatole France no lo he visto jamás, demasiado metido en políticas y socialismos como está, él , el más aristocrático de los escritores franceses, que desaparece de repente de París y aparece en los palacios de príncipes italianos, sus amigos, o se va a Egipto, o a Atenas ... No tiene ya tiempo de ir a las deleitosas correrías del bibliófi lo , que en un tiempo fueron su placer. Junto a los respetables profesores, al lado de los tranquilos amantes de la sabiduría, detiene el vuelo una bandada de poetas y artistas jóvenes, cabelludos aún, o mondos, de modestas indumentarias, aires pensativos , ojos ll enos de ensueño , miradas llenas de ideas. Pobres como los ruiseñores, Rescatamos, para solaz de nuestros lectores , dos "crónicas" de materia libresca muy atinentes a los intereses de Biblioteca de México: Darío y Gutiérrez Nájera nos ponen al tanto de sus bibliofilias y sus bibliofobias. Me he acordado, en una mañana de comienzos de otoño, de ir a ver a mis viejos amigos los viejos libros de las orillas del Sena. Es un paseo higiénico, melancólico y filosófico. Desde el Quai d 'Orsay hasta mas allá de Natre-Dame, se goza de espectáculos imprevistos, fuera de lo pintoresco exterior. Por allí he visto una vez, con un chambergo semejante al del general Mitre , al sabio Mommsen. Por allí he encontrado al poeta Paul Fort y a M. Remy de Gourmont. Por allí saludé una vez al Dr. Bermejo. El .. morne .. Sena verleniano corre abajo. El Louvre alza su masa gris. Los vaporcitos se deslizan. Omnibus y automóviles pasan veloces entre los .. quais», las casas viejas y el venerable Instituto. Arregladas o amontonadas las cantidades de papel impreso, son el atractivo de especiales visitantes y compradores, curiosos, bibliófilos, bibliómanos, filósofos , poetas, estudiantes. No es raro ver también junto a una grave peluca, junto a un extraordinario y antiguo gabán , la cara sonrosada, los cabellos rubios de una muchacha. Cuando es en buen tiempo primaveral, hay pájaros en los árboles vecinos. Ancianas biblias, caducos misales, forman pilas sobre el parapeto. Colecciones de ilustraciones viejas hacen largas trincheras. Y entre las cajas de los .. bouquinistes» está la profusa tentación de los aficionados. Allí hay de todo. Hay sus pequeños »inferii», de cosas prohibidas, vulgares novelas cantaridadas, tratados secretos para colegiales y gente de cierto jaez. Especialistas ofrecen clásicos de Aldo Manucio , o de las memorables imprentas de Flandes. Ya ha pasado el tiempo en que se podía encontrar una ganga por casualidad, la joya bibliofílica que valía dos o tres mil francos y costaba treinta o cuarenta céntimos. Hoy todos esos vendedores estacionados a lo largo de los .. quais» saben perfectamente lo que venden , y las buenas fortunas de los buscadores de antaño se hacen casi imposibles. No obstante, la baratura de lo que por lo general allí se encuentra, es notable. La obra rara , con todo, allí como en todas partes, habrá que pagarla caro. Octave Uzanne ha escrito un interesante folleto sobre los vendedores de libros de las orillas del Sena. Otros escritores han pintado la curiosa vida de esos sedentarios del aire libre que, invierno y verano , bajo la nieve o bajo el sol, tienen por oficio sacudir el polvo a su mercancía y aguardar al cliente o al transeúnte , que se siente atraído por la fila de cajas y los montones de Aldo Manucio, inventor de las letras cu rsi vas Biblioteca de México 55 libros viejos ° orillas del Seno , 1951 compran poco, hojean mucho. Abundan los libros de estudio. Es que los estudiantes tienen un gran recurso cuando se sienten atacados de la tradicional inopia. Saben que el vendedor les compra con seguridad, a un precio relativo, sus volúmenes. Así, un código comentado contiene muchos almuerzos, muchas comidas en las cremerías del Quartier. Esos volúmenes siempre tienen salida, y duermen en su caja como en un Monte de Piedad. Son muchos los .magazines. ingleses y las publicaciones científicas de todas las partes del mundo. El Instituto provee largamente a los .bouquinistes·. Hay pilas incontables de tesis, antiguas y recientes, y obras enviadas a eminentes académicos, con sendas y elogiosas dedicatorias. Lo que más se encuentra, naturalmente, son novelas, novelas de todas clases y de infinitos autores, desde los del siglo XVIII hasta los de nuestros días, ejemplares de libros que -acaban de aparecer-, a 3.50 francos, y que se venden por 80 céntimos. Hay rimeros de gloria fallida, arrobas de ingenio desperdiciado y averiado , copiosas cosechas de musas trashumantes que trabajaron para el olvido, esfuerzos inútiles .. . Allí yace la vanidad de la cantidad. Allí reposan los que han "hecho obra·: ¡tantos volúmenes, tantos tomos de crítica, tantas novelas! ... ¡Nada, nada, nada! A diez, a quince, a veinte céntimos. La letanía de nombres desconocidos es abrumadora. Abrid un libro, y alguna chispa de talento encontráis siempre. Es el muladar de los ratés y el cementerio de los mediocres. Impresos en elegantísimo papel, en formatos artísticos, con magníficas ilustraciones, suelen hallarse autores mundanos que han pagado bien caro una tentativa de consagración literaria. Poetas francorrumanos y francobrasileños, antiguos diplomáticos que conocieron a la princesa de Belgiojoso, rastacueros cosmopolitas de las letras, están representados por tomos de versos, momias de poemas, marchitos homenajes, exhumadas galanterías, adornadas generalmente con el retrato de los autores .. . Vanidad de vanidades y la más inofensiva de las vanidades. Allí duermen arribistas de ayer, y llegan los de hoya comenzar su sueño de mañana. En cambio, no he encontrado jamás, en la ensalada barata de esos cajones de literatura usada, ni un tomo de los sonetos de Heredia, ni una .plaquette. del pobre Lelian. Generalmente, lo barato es lo que merece la baratura. Impreso por Vanier, el editor de los decadentes , de terrible memoria , ha consagrado un volumen de versos que se titula Humbles Mousses. Allí leo los siguientes versos que traduzco, pues veréis que el caso merece la pena: LOS VERDADEROS RICOS Vosotros, que sabéis ganar el pan de cada día Y, cubiertos de arpillera o de lienzo, Dormís bajo los grandes techos, casi al aire libre, . O bajo la cabaña, humilde morada; Biblioteca de México 56 Hacia los ricos hoteles de piedra, donde el oro abunda En donde pensáis que estaríais mejor, Guardáos de lanzar una mirada envidiosa: ¡Sois vosotros los felices de este mundo! maestro, ditirámbico, ultrapindárico. La dedicatoria, lo más respetuosamente escrita, y dentro del libro, y en la parte dedicada a Richepin, una carta sentida y humilde. Pues bien, Richepin ni se dio cuenta del libro, ni le importó un ardite la dedicatoria, ni tocó la carta; y por treinta céntimos hice el rescate... Qué mucho, si un eminente crítico ha mandado vender en tas gran número de autores editados por el Mercure, sin cuidarse de borrar bien dedicatorias como las que he hallado en las Ballades, de Paul Fort ... ¿No os decía que entre los libros viejos de las orillas del Sena se recogen lecciones de .. . filosofía, y valiosísimos granos de experiencia? Si no, os lo certifico ahora. Más allá del Instituto hay un intermedio entre libros y libros, el que llenan las cajas de vendedores de medallas, de curiosidades, monedas antiguas, condecoraciones, alfarería desenterrada, y una especie de museo de Historia natural en miniatura. Hipocampos secos, como los que venden los muchachos napolitanos de la costa, corales, piedras preciosas, verdaderas é imitadas, hierros viejos de los que regocijan a Santiago Rusiñol, asignados , autógrafos, esculturas. Allí hay cosas de todos los siglos, desde fragmentos de objetos de la época cuaternaria hasta escarapelas del tiempo de la Revolución. Y más allá, continúa la serie de cajas de libros, custodiados por sus taciturnos vendedores. Hoy vuelvo contento, porque he visto a una niña rubia comprar por un franco cincuenta, y una sonrisa muy rosada, una Nuestra Señora de París, no lejos de la armoniosa y serena Catedral; porque lejos de los malos hombres que murmuran y que odian, he saludado al otoño que acaba de llegar; y porque he adquirido un Quevedo impreso en Bruselas en tiempo del IV Felipe, hermoso, claro, con tapas de pergamino, por sesenta céntimos. Los pórticos de mármol y los artesonados Ocultan el cielo, las corrientes aguas; Cuando se tiene la idea de acumular rentas, ¿Se sabe acaso el encanto de los estíos? Ni una sola de las felicidades que hacen amar la vida Se da por el dinero; La luz serena y el aire, el azul cambiante, El sol, de alma encantada, El hechizo de los grandes bosques y la gracia de las El césped, el perfume de las rosas, [flores, La embriagante dulzura de las innumerables cosas Bellas de formas o de colores, Vienen a ofrecerse, sin pedir nada Al más modesto de los transeúntes, Mientras que en pleno aburrimiento, hastiado, privado Bosteza el dueño del dominio. [de sentir, Pronto, cansado de los objetos que apenas ha querido, Está sin necesidades y sin goce: Saturado de todos los placeres que da el oro, No desea nunca nada más. ¿Sabe acaso si hay en la tierra un sólo ser que le ame? El hombre afligido de tesoros, Se halaga esperando un amor compartido: Una dote lo atrajo a él mismo. Su corazón está lleno de sospechas adormidas: y mientras que el pobre diablo Tiene la dicha de creer en la amistad sincera, El duda de todos sus amigos. HISTOlllA L ¡Ah! compadecedle a ese rico; cuando el alma alegre, y sin cuidado del mañana Le veis, camin~ndo, la mano en la mano, Su palacio hecho a la soberbia, 1 Vosotros tenéis la amistad, el amor, aun la alegría De admirar la simple Naturaleza. y ese poderoso no puede, ¡oh, triste criatura! Comprarlos con su oro. El autor de eso se llama Fran~ois Haussy, pero ese es el pseudónimo que oculta el nombre de Federico Humbert, el marido de Madame Humbert, que hoy, en la prisión de Fresnes, paga, con ella, las famosas estafas que conocéis, Es decir, no las paga; las purga ... Federico Humbert es un poeta a treinta y cinco céntimos en el quai des Augustins ... Mi reconocido orgullo ha recibido en esos mismos lugares importantes lecciones, ¡oh, mis colegas de América! Por allí he comprado unas Prosas profanas, con la dedicatoria borrada, a treinta céntimos. Los que enviáis libros a estos literatos y poetas, a estos -queridos maestros·, no sabéis que irremisiblemente vais a parar al montón de libros usados de los muelles parisienses. He comprado, entre otras obras de amigos mios, un tomo dirigido aJean Richepin por un joven hispanoamericano, tomo de estudios sobre autores de Francia, en los cuales estudios hay uno del susodicho Portada de La Biblioteca de México 57 vida del buscón, edición de 1626 MANUEL GUTIÉRREZ NÁlERA LA JUVENTUD DE ENRIQUE IV Sin producir ninguna alarma en la prensa, ha circulado profusamente esta noticia de carácter oficial: "A la Biblioteca Nacional, han concurrido durante los días transcurridos del 1Q de enero el día 3 del corriente mes, 47 232 personas. LA OBRA QUE HA SIDO MÁS SOLICITADA POR LOS LEcrORES HA SIDO La juventud de EnriqueIV." En otro orden, tiene esta noticia, tanta importancia, como la de la baja de la plata. Indica una bajeza. En el corriente año fiscal de 1893-1894, gastaremos... $ 25 833.50 en propagar La juventud de Enrique IV. ¡Y para ver tal situación se armó la gran revolución! Las enormes sumas empleadas en reconstruir y hermosear el edificio; en compra de libros y periódicos, etcétera, etcétera, sólo han servido para establecer un Conservatorio Nacional de La juventud de Enrique IV. El templo de San Agustín, convertido en templo de Ponson du Terrail, revela una barbarie no muy inferior a la de los sacrificios humanos. La juventud de Enrique IV desde hace veinte años y algo más, está defraudando al erario público. Esa obra detestable del más detestable de todos los novelistas conocidos, tuvo siempre admiradores entre los oficinistas o empleados del gobierno. Los cuadernos de la Biblioteca para todos, que publicó tal culebrón, se escondían en todos los expedientes, obstruían el paso a todos los informes, imposibilitaban el despacho de todas las minutas. La juventud de Enrique IV ha costado a la nación un dineral. Pero, hasta ahora, la nación no le había construido un templo. La masa alfabética de la población no le llevaba oficial y solemnemente millares de víctimas. Hasta llegué a sospechar que La juventud de Enrique IVhabía pasado, como casi todas las juventudes. Por desgracia, coexistía y coexiste vigorosa, con el paludismo, con" la pulmonía, con el tifo y la enteritis. México le paga cada día el tributo de las cien doncellas, y no ha habido hasta ahora nadie que denuncie ese foco de infección abierto en la Biblioteca Nacional. El francés que haya leído la noticia copiada antes, debe suponer que México está situado en el entresuelo de la Patagonia. Una clase media estudiantil (ésta compone la mayoóa de los concurrentes a la Biblioteca) que se nutre de La juventud de Enrique Iv, tiene que digerir a fuerza de alcohol y de balazos. El primer deber del ciudadano súbdito de Ponson du Terrail es adquirir una pistola de a doce reales y dispararla en cualquier parte. El segundo deber de ese mismo ciudadano es el de emborracharse. Y el tercero ... el tercero es la mitad del sexto. Es innegable que no toca al gobierno impedir que los cursis y las cursis, los estudiantes enemigos del estudio y los vagos mal entretenidos lean La juventud de Enrique IV. Tampoco puede impedir que el indio se alimente con tortilla y chile. Pero así como en los asilos oficiales se da al asilado una alimentación conveniente, así en las bibliotecas debe darse al lector lo que le nutra, no charamuscas ni polvorones literarios. La Biblioteca no es un gabinete de lectura. No ha sido creada para hacer competencia al arsenal de culebrinas y de culebrones abierto en el callejón del Espíritu Santo. No debe gastar un centavo en comprar mamarrachos como las novelas de Ponson du Terrail, ni en empastarlas o encuadernarlas cuando las reciba gratis, ni en mantener dependientes que las suban a los estantes y las bajen de ellos. Es evidente que. no tiene derecho el bibliotecario para ejercer previa censura, ni para imponemos una religión, una filosofía, una literatura oficiales. Es evidente que no debe prescribir la novela, ni forma alguna literaria: mas a la adquisición de libros y al orden que se asigne a éstos ha de presidir algún criterio, el cual, siendo recto, rechazará las obras baladíes, las rematadamente malas, las que no sirven para nada y estorban ocupando el lugar que debían tener otras. Existía -no sé si existe- una costumbre pésima en la Biblioteca: la de encuadernar y empastar los folletines de periódicos. Por ese medio se ha enriquecido con las obras de Pérez Escrich, de la Sinués de Marco, de Ortega y Frías, de Tárrago y Mateos, de Antonio de Padua, etcétera. Y tal sistema es el que sirve para formar bibliotecas caritas, como la del escribiente, la del joven meritorio, la del anciano que canta o toca en las funciones de iglesia, pero no para formar una biblioteca pública. Da grima que mientras yacen encajonadas muchas obras científicas y de consulta; mientras no se consigue el último ni el penúltimo, ni el antepenúltimo número de una revista extranjera, cuando del más reciente debieran estar listos varios ejemplares por el carácter de actualidad que tienen publicaciones semejantes; mientras hay libros de verdadera importancia sin alojamiento en los estantes, La juventud de Enrique IV siga causando las delicias de muchos jóvenes que llevan camino de casarse con lectoras de La mujer adúltera para procrear criaturas que devoren El pan de los pobres. Proporcionar al estudiante manera cómoda de perder el tiempo no es un fin social. No necesitamos escuela preparatoria de valientes de cantina . La Biblioteca no es el billar de los muchachos que no tienen dinero ni crédito para jugar carambolas. Estoy porque se suprima La juventud de Enrique IV; pero si no quieren suprimirla, estoy porque no se diga oficialmente al mundo: "La obra más buscada en la Biblioteca Nacional de México es La juventud de Enrique IV. " .... Guillermo Kohlo, Biblioteca Nocional de México, 1907 Biblioteca de México 59 MA N U E L p o R R A S 11 I~ {] J)I[ «() 1 B 1 1 () \1 \ Incunables mexicanos () Item , porque sería coso muy útil y conveniente haber allá imprenta y molino de papel. Memorial. Fray Juan de Zumárraga. Pocos años habían transcurrido desde lo conquisto de Mé xico por los hispanos, y el entusiasmo literario de los nativos y de extranjeros avecindados en lo capital de lo Nuevo España, podían competir con lo sed de oro y el afán de descubrimientos y conquistas que enardecían o los aventureros y soldados que lo viejo España constantemente nos enviaba . Nicolás León . Honro o lo ciudad de México el haber sido lo primero en el continente americano que se benefició con el establecimiento de lo imprenta -ese nuevo descubrimiento que en opinión de los estudiosos revolucionó lo historio de lo humanidad-, o lo par de haber sido también lo primero que dio cabido o lo Universidad en América Latino . A dieciocho años de lo caído de México - Tenochtitlan , en 1539, Nuevo España cuento yo con lo primero imprenta . Dos son los tesis predominantes que trotan de explicar su llegada y puesta en funcionamiento: La primera sostiene que es Esteban Martín el primer impresor que se instala en la Nueva Españo . Los fuentes históricas señalan en un Acto de Cabildo el 5 de septiembre de 1539 : "Este día los dichos señores recibieron por vecino o Esteban Martín, empremidor y que dé fianzas y que hasta los dé no goce." Y como para adquirir lo veci ndad se requería de 5 años de residencio , se desprende que debió haber llegado en el año de 1534. Cabe señalar que el taller de Esteban Martín probablemente estaba constituido por uno pequeño prenso de modero , un corto surtido de tipos metálicos y algunos utensilios tipográficos modestos , los indispensables poro imprimir formularios, doctrinas y otros piezas similares. Su existencia está fuero de duda , y lo confirmo claramente lo corto del obispo Zumárraga a Carlos V, fechada el 6 de mayo de 1538, en lo que le comunico: "Poco se puede adelantar en lo que la imprenta por lo carestía del papel, que esto dificulto las muchos obras que acá esto n aparejadas y de otros que habrán de darse o lo estampo ; pues que se carece de los más necesarios y de allá son pocos los que vienen." El bibliógrafo chileno Toribio Medina responde a lo interrogante de que si fue Esteban Martín el primer impresor en estos tierras y de que múltiples bibliógrafos e historiadores le nieguen tal primacía, puede con facilidad deberse o que nuestro personaje no pusiera su nombre en las portadas de sus impresos -coso nodo raro paro los inicios de lo imprenta en cualquier país y sobre todo tratándose de muchos documentos que en lo época eran considerados como "menores". La segundo tesis es la que sostiene la intervención del obispo Zumárraga en conjunción con el primer virrey Don Antonio de Mendoza o fin de establecer lo imprenta en Nuevo España . A este fin interviene Juan Cromberger, tipógrafo alemán establecido en Sevilla, o través de Cédula Real de 1539, que rezo : "Juan Cromberger o instancio de nuestro visorrey de lo Nueva España e del obispo de México, envió aquello tierra oficiales e imprenta e todo el apa. \ . .. . relo necesario poro Imprimir libros de doctrina cristiano de todos maneras de ciencia." Con esto quedo paro algunos definiti vamente aclarado este importante asunto ; y lo fecho de la llegado de lo primera imprenta formol completa y permanente o lo Nuevo España es el año de 1539, alrededor del mes de septiembre , pues sería el tiempo necesario, entre la firmo del contrato y la instalación de todo el material de lo sucursal de lo imprenta de Juan Cromberger, de la península a la Nuevo España . Dicho contrato fue encontrado en el año de 1908 en el Archivo de Protocolos de Sevilla por el Sr. Dan José Gestoso y Pérez. Fue celebrado el 12 de junio de 1539, en el oficio de Alonso de Barrero, escribano público de Sevilla, entre Juan Cromberger, impresor alemán , vecino de Sevilla, y Juan Pablos, italiano "componedor de letras de molde, marido de Gerónima Gutierres, vecino desta muy noble e muy leal ciudad de Sevi lla ." Por ese contrato, entre cláusulas de carácter leanino , donde se manifiesta lo avaricia de Cromberger, Juan Pqblos se comprometía o estampar que los libros se imprimían " en la cosa de Juan Cromberger." Como lo hizo en efecto hasta el 14 de junio de 1544, cuando imprimió lo Doctrina breve muy provechosa de Zumárraga , en cuyo colofón puso por último vez "en cosa de Juan Cromberger" no obstante que el impresor sevillano había fallecido desde el año de 1540. Por primera vez Juan Pablos puso su nombre en el año de 1546, cuando imprimió el Cancionero espiritual de Fray Bartolomé de las Casos, en cuyo colofón se lee " Fue Ipressa lo presente obro por Jua pablos , Lobardo primero Impressor en esto insigne y leal ciudad de México de lo Nuevo España a veinte días de deziebre, año de lo encarnación de nuestro señor Jesu Xpto, d Mili e quinietos e cuarente e seis años" . Probablemente en eso época, Juan Pablos estaba trotando la compra de lo imprenta de Juan Cromberger o sus herederos. En enero de 1548 Juan Pablos pudo estampar en el colofón de lo Doctrino cristiano en lengua españolo y mexicano, hecho por 105 religiosos de lo orden de Santo Domingo, "e cosa d Jua pablos ." Quien siguió dirigiendo su imprenta , hasta su muerte , acaecida en 1561 . -'HLA LBNOVA CASTBLLANA Y. po.Jr'P"r~OJIIoaIj ..........s1ll • Portado y colofón de Aquí comienzo un vocabulario en lengua castellana y mexicana, de fra y Alonso de Molino , 1555 . Biblioteca de México. Fondo Reservado. Biblioteca de México 60 Más debatida aún es la cuestión sobre el primer libro impreso en América Latina, ya que algunos cronistas refieren que fue la Escalera spiritual de San Juan Clímaco; al respecto Fray Agustín Dávila Padilla, el primer historiador - cronista que toqJ el punto, dice en su Historia de la fundación y discurso de la provincia de México de la Orden de Predicadores (1596). refiriéndose a Fray Juan de Estrada : " Estando en casa de novicios hizo una cosa, que por la primera vez que se hizo en esta tierra bastaba para darle memoria, cuando el autor no la tuviera como la tiene ganada por haber sido quien fue. El pri mer libro que en este nuevo mundo se escribió, y la primera cosa en que ejercitó la imprenta en esta tierra, fue obra suya . Dábaseles a los novicios, un libro de San luan Clímaco y como no lo había en romance mandáronle que lo tradujese del latín. Hízole así con preste- za y elegancia, por ser muy buen latino y romancista, y fue su libro el primero que se imprimió por luan Pablos, primer impresor que a esta tierra vino ." Fray Alonso Fernóndez, al hablar de Fray Juan de Estrada en su Historia eclesiástica de nuestro tiempos (161 1L asienta a su vez "Este padre imprimió la traducción que hizo de San Juan Clímaco, muy provechosa para gente que trata de devoción y espíritu , este fue el primer libro que se imprimió en México y fue en el año de mil y quinientos y treinta y cinco." Finalmente el cronista de Indias Gil González Dávila , en su Teatro eclesiástico de la pri- mitiva Iglesia de las Indias Occidentales (1649). dice que "En el año de mil y quinientos y treinta y dos el virrey Don Antonio de Mendoza llevó la imprenta a México . El primer impresor fue Juan Pablos y el primer libro que se imprimió en el nuevo mundo fue el que es- Cu&. a.yiui'.~ftsue.:cuntlMftlfftuoJuit• ..vulacn,cum(pc,4 •••fIi,lIIIIIcanw,au. . EN MEXICo. EaCalado_do5¡oiDor.. • f 7 , Portada del Vocabulario en lengua cas/ellana y mexicana, de fray Alonso de Molino , 1571 . Biblioteca de México. Fondo Reservado cribió San Juan Clímaco con el título de Escala espiritual para llegar al cielo, traducido del latín al castellano por el venerable Fray Juan de Estrada , religioso dominico." Hay contradicciones entre las afirmaciones hechas ¡::¡or estos cronistas, pero el hecho indiscutible es la común y decisiva aseveración de los citados , acerca de la impresión de la Escala Espiritual como el primer libro salido de las prensas de Juan Pablos en la ciudad de México. El hecho de que no haya sido encontrado ejemplar alguno de tal obra, no es causa suficiente como lo hace observar Icazbalceta para negar su existencia , porque muchos otros, indiscutiblemente impres'os en México durante el siglo XVI se hallan en el mismo caso , sin que se conozca de ellos siquiera un fragmento. Además, hay que tomar en cuenta que de la Escala Espiritual se imprimieron seguramente pocos ejemplares y especialmente para usos escolares de los novicios estudiantes de Santo Domingo en México, libros sometidos a uso constante, razón suficiente para explicar su pronta desaparición . Juan Pablos -Giovani Paoli- era lombardo, originario de la ciudad de Brescia, y trabajaba como oficial en la imprenta de Cromberger en Sevilla, de donde sale para instalar y representar a dicha imprenta en México. Estableciendo la imprenta en la llamada "Casa de las Campanas", propiedad del obispo Zumárraga y así denominada por haberse realizado en la misma la fundición de campanas que contribuyeron a la conquista espiritual. El primer libro conocido hasta ahora , en que Juan Pablos ejerció su arte en México, es la Breve y más compendioso doctrina cristiana . Compuesta por un opúsculo de 12 páginas, impreso por mandato y a costa del obispo Zumárraga . Las palabras "más compendioso " refieren a otra "Doctrina ", de mayor extensión , que habría sido impresa anteriormente; ya sea que se tratara de alguna "Doctrina " que al llegar Juan Biblioteca de México 61 Pablos hubiera sido sacada en México, por ejemplo una primera edición mexicana de la ' Doctrina Cristiana de Fra y Pedro de Gante, que habiendo sido impresa en Europa , circuló profundamente en México. Los otros libros conocidos hasta ahora , que salieron impresos "en casa de Juan Cromberger" bajo la dirección de Juan Pablos, fueron : -Manual de Adultos . (1540) -Relación del espantable terremoto que ahora nuevamente ha acontecido en la ciudad de Guatemala. (1541) . -Doctrina cristiana breve para enseñanza de los niños . (1543) - Tripartito del cristianísimo Doctor Juan Gerson. (1544) -Doctrina cristiana en que en suma se contiene todo lo principal y necesario que el cristiano debe saber y obrar. (1545) -Aqui comienza un vocabulario en la lengua castellana y mexicana. (1555) . Entre otros . Destaca su última obra impresa , en , 1560, Manuale Sacramentorum del cual se señala como la obra mejor realizada por el también llamado "Gutenberg de América ". El segundo impresor que realiza trabajos en estas nuevas tierras es Antonio de Espinosa , quien destaca por su pericia como impresor y fundidor de tipos . Dio a la estampa el "Missale Romanum ", obra reg ia , impresa en 1561 , por su bellísima variedad y riqueza de tipos góticos, en rojo y negro, y por sus preciosos grabados y capitulares adornadas . Es impresor también del Tvumulo im- perial dela gran Ciudad de México, de la segunda edición del Vocabulario en lengua castellana y mexicana, y c ierra con el Graduale dominicale de 1576, con el que corona sus trabajos tipográficos , además de ser su última obra impresa . Digno de mencionarse también es Pedro de Ocharte, de nacionalidad francesa , quien pasó a México y casó con la hija de Juan Pablos , lo que lo acercó por el camino de la imprenta , destacando en su pro- duce ión el Cedulario de Puga (1563), lo Doctrino cristiano en lengua mexicano (1578), Psal- como tipógrafo . Estableció su taller en 1599 e inició sus trabajos con el Compendio de 105 terium Antiphonorium Sanctorole (15841 Y el Antiphonarium excelencias de lo bullo de lo Soneto cruzado en lengua mexicano. de 1589. Dos son los impresores que completan la quinteto de destacados en el siglo XVI: Antonio Ricardo, nativo de Italia , quien llega a México traído por los jesuitas, y fuera impresor oficial en ~ Colegio de San Pedro y San Pablo, cuyas impresiones se caracterizaron por el uso de tipos itálicos de corte preciso y elegante; y que además introdujo la imprenta en lima , por parte de la Compañía de Jesús . y el último impresor del siglo XVI , Enrico Martínez, de nacionalidad alemana y más conocido como cosmógrafo y autor de uno de los proyectos del desagüe del Valle de México que Los impresos europeos del siglo XV llevan el nombre absoluto de "incunables" por haber salido cuando el arte tipográfico se hallaba en su cuna , es decir en el periodo comprendido entre el año de 14501455, en que Juan Gutemberg publica la Biblia latino vulgata de 42 líneas -primer libro impreso con tipos movibles- y el año 1500, que señala el fin de ese período. De una manera análoga , y en contradicción con la posición de algunos estudiosos del tema , los impresos mexicanos del siglo XVI - y en el mismo caso están los impresos del Portodo de la Doctrina Breve y muy provechoso de 105 Perú- merecen ser llamados " incunables americanos " por haber sido dados a la estampa cuando el arte tipográfico en el Nuevo Mundo se encontraba en sus albores . Los incunables americanos son por lo general un reflejo de los impresos españoles de la misma época , sin embargo, en muchos casos, presentan un carácter particular enteramente distinto de ellos , tanto en sus tipos como en sus grabados que fueron ejecutados en los talleres de Nueva España . La producción bibliográfica del siglo XVI en América se caracteriza porque el soporte de papel en que se imprimía era de buena calidad , con filigranas o marcas de agua: predominaron en la tipografía los caracteres góticos o semigóticos llamados "letra de tortis ", cosas... de fray Juan de Zumárrogo, 1543 Biblioteca de México 62 pero también se alternaron con tipos romanos y cursivos. Se uti· lizaron números arábigos y romanos en la foliatura . Solían tener en la portada el "pie de imprenta " , pero éste aparecía invariablemente al fin, en el colofón, en donde además se consignaba quién pagaba la edición , y el día, mes y año en que ésta era concluida. Siguiendo la costumbre española , casi todas las páginas estaoon impresas a plana entera, pero cuando se trataba de algún "Arte ", "Vocabulario " o "Gramática " en lenguas indígenas, se empleaban las dos columnas. Fueron adornados con grabados y viñetas, la mayor parte con la técnica xilográfica . Los tamaños más comunes fueron el folio , el cuarto y el octavo; pero también hubo en 16º. La encuadernación era de pergamino completo anotado a mano en el lomo del libro , con tinta negra o sepia el título abreviado de cada obra . Con frecuencia se usaron broches y manezuelas de hierro o latón . La producción bibliográfica del siglo XVI en América se caracteriza por el predominio religioso en el contenido de los mismos, aunque no sea poco común encontrar obras de medicina , literatura de historia . La producción bibliográfica en número de títulos es variable, ya que los estudiosos aún polemizan si sólo deben tomarse en cuenta aquellos ejemplares de los cuales se tiene constancia física , mientras otros consideran a aquellos que han sido descritos por historiadores o cronistas de diversas épocas; y el panorama se torna más difícil porque todavía en nuestro siglo han aparecido ejemplares cuyos títulos eran hasta hace tres o cuatro décadas desconocidos . La Biblioteca de México tiene el honor de resguardar en la colección especial "Fondo Reservado ", del Departamento de Colecciones Especiales , un ejemplar de la obra de Alonso de Molino , Aquí comienzo un vocabulario en lengua castellana y mexicana, salido de las prensas de Juan Pablos, en México, en 1555 . Conserva también la reedición que del mismo autor hiciera el segundo impresor de México, Antonio de Espinosa en 1571 , bajo el título de Vocabulario en lengua castellana y mexicano . Ambos han sido reseñados en pasados entregas de esta columnas . CULTURAS Editor: Juan Tom:ís de Salas -Director: Justino Sinova - Editor Ejecutho: César Antonio l\lolina Han colaborado, entre otros: MARIA ZAMBRANO • OCTAVIO PAZ • ANTONI TAPIES • ITALO CALVINO EUAS CANETTI • JOSE MIGUEL ULLAN • PEDRO ALMODOVAR JUAN GOVTlSOLO MARGUERITE DURAS • JOSE MIGUEL OVIEDO LUIS DE PABLO. JUAN RULfO • GABRIEL GARCIA MARQUEZ MARIO VARGAS LLOSA • NORMAN MAILER • ERNESTO SABAYO GRAHAM GREENE • DAMASO ALONSO • JAVIER MARISCAL • CZESlAW MILOSZ JUUO CARO BAROJA • CESEPE • JAIME GIL DE BIEDMA CLAUDlO RODRlGUEZ • PERE GIMFERRER • JUAN BENET • ODlSSEO EU11S JORGE GUILLEN • RAFAEL ALBERTI • FRANCISCO NIEVA • ENRIQUE VILA-MATAS FRANCISCO AVALA -ANTONIO TABUCCHI BRUCE CHAtWlN GONZALO TORRENTE BALLESTER • JOSEPH BRODSKY • JURGEN HABERMAS JOSE SARAMAGO • NAGUIB MAHFUZ • ANTHONY BURGESS ALBERTO MORAVIA • CARLOS FUENTES • FEDERICO FEWNI • MARIA MANENT LUIS GOYnSOLO • KARL POPPER • THOMAS BERNHARD • MIGUEL SAENZ ANTONIO SAURA • ERNST JUNGER • AUGUSTO ROA BASTOS JOSE LUIS L. ARANGUREN .JUUAN BARNES • NADINE GORDIMER JOHN UPDIKE • WOLE SOVINKA • GORE VIDAL • MARIO BENEDETTI ROBERTO MATTA • JOHN LE CARRE • GUILLER~ CABRERA INrANTE JEAN - MARlE LE ClEZIO • CAMILO JOSECELA • DARlO VlUANUEVA LEONARDO saASClA • MAX FRlSCH • JUAN MARlCHAL • TOM WOLFE WlWAM BURROUGHS. AllEN GlNSBERG • LAWRENCE FERUNGHETTI JOSE ANGEL VALENTE • AGUS11N GARCIA CALVO • ROSA CHACEL AUGUSTO MONlERROSO • ANGEL CRESPO • ClARA JANES • SUSAN SONtAG WlMWENDERS SECOE"ClfI.. ensayo Revista de lct observación N'-' 2 / Otoflo, 1993. Revista de historia y ciencias sociales 25 Vivian Abenchuchan A1i~ia Ziccardi: Descentralización y espacio local / Francisco Covarrubias Gaitán: Implicaciones urbanas del Tratado de Libre Comercio / Judith Villavicencio: Vivienda compartida y arrimados en la lona metropolitana de la ciudad de México / María CODcepción Martínez Omai\a: Aguscalientes: una respuesta regional a la descentralización / Enedina Heredia Quevedo: Nayarit: el cultivo del tabaco y el ejercicio del poder / Bertba A. Villasei'ior P.: Bahía de Banderas: nuevo municipio, vieja democracia / Manuel Ángel Castillo G.: Contexto regional y migraciones a la frontera sur de México / Daniel Hiemau:l N. y Alicia LiDdoD: El concepto de espacio y el análisis regional / José Lameiras: El ritmo de la historia y la región / Juan Pedro Viqueira: Historia regional: tres senderos y un mal camino / Jordi Borja: Un reto a la democracia: el gobierno en las áreas metropolitanas / Resei'ias Entrevista a Fabienne Bradu Ernesto Gallardo Un acercamiento a Roberto Malta Alvaro Chaos El caballo o los hijos de Favonio 400 años de Montaigne De venta en Gandhi, El Juglar, Tomo 17 y otras librerías de prestigio Instituto Mora Suscripciones e informes: Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora. Teléfono: 5'STT7 ext. 125. Dirección: Plaza Valentín Gómez Farias 12 I Colonia San Juan I 037ll México, D.F. Libros de ~ QAMPlfTRO ÜMfMUHIAS Uf UN ,~ ~ fAl~lfICAOOH - . _: . . - -~ (;), l _.· I - Un joven franc~s de eoormes cuaJidade¡ para el dibujo, Alfredo H~ctor Donadieu. mejor conocido como Ennco Sampieuo, encueaua eo la falsificaciÓo de billetes l. posibiüdad del dinero y II Ivenrura. las mujeres y la vida f'cil. A Plnir de esu decuión un tanto inconsciente, su vid. se conviene en un lormeoto: yl no podra jamis alej .. ne de la orilla del mundo que lo ha marcado como delincueote. El grln criminólo,o Alfonso Ouiroz Cuarón. perseguidor de Slmpielro en Mhico, lo impulsara de¡puts I e¡aibir eSlas imractanles memorias. eo las que se revela e mis c~lebre falsificador de elle de venta en las principales librerias , sillo. _.1 - Precio .......: 35.000 pelO. Ole ... Elpccial par. lucriproon : 25.000 pesos Solicllelo .... reponidor o U_e. los lelfro_ "9 7336. '59 0500 J ' " 2629. Ylo recibir' ca ....... Si lo preroere. lCIIda ....... recibo de luaipc:i6a • Frc... 7 Col. Del Valle J IIh.M ... ejeaplar "-: Magia, Prestidigitación eIlusionismo Lunes a Viernes 8:40 hrs. Movimiento Continuo Lunes a VIernes 13:20 hrs. Entre Cruzamientos Martes y Jueves 13: 34 hrs, . ". . . ." .:." :. . .' . .. t~~~~~~QI~!~: Cultura .con im88inación .... . IlllIOII(. de CUPON DE SUSCRIPCION ANUAL POR SEIS HUllEROS 9L~ico c: :> ADJUNTO CHEOUE POR LA CANTIDAD DE N $ 72.00 (SETENTA Y DOS NUEVOS PESOS 00/100). PRECIO PARA LA REPUBLlCA MEXICANA. c::: ::> ADJUNTO CHEQUE POR $ 50.00 DOLARES (RESTO DEL MUNDO). Plaza de la Ciudadela Número 4, Centro Histórico de la Ciudad de México C. P. 06040, México, O F., Teléfono: 51209 27, fax: 51041 85 Nombre Direcci6n Ciudad Estado Pals Teléfono C6dlgopo.~